Asimov - Hay Alguien Ahi

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El proverbial talento divulgador de Isaac Asimov se pone de manifiesto una vez

ms en este volumen miscelneo, que presenta una rica variedad de ensayos


hilvanados antes que nada por la extraordinaria curiosidad del autor. Desde el
funcionamiento del cerebro hasta los viajes en el tiempo y el futuro del Universo,
muchas son en efecto las cuestiones que Asimov aborda en estas pginas. Pero si
hay un tema que sobresale en esta variopinta coleccin, ste es el de la vida
extraterrestre y sus posibilidades de existencia. Hay alguien ah, en algn lugar de
los inmensos espacios del Universo, dotado de inteligencia y con el cual se pueda
establecer algn tipo de comunicacin? Sea cual sea la respuesta, lo cierto es que
sta desde hace aos ha dejado de pertenecer ya al mbito puramente imaginario
de la ciencia-ficcin.

Isaac Asimov

Hay alguien ah?

ePub r1.2

GONZALEZ 15.06.15

Ttulo original: Is Anyone There?

Isaac Asimov, 1967

Traduccin: Miguel Gimnez Sales

Diseo de portada: alnoah

Editor digital: GONZALEZ

Correccin de erratas: HarDX & antuan

ePub base r1.2

INTRODUCCIN

Es bien sabido que soy un escritor de ciencia-ficcin. Tambin se sabe que


soy miembro de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston. En
consecuencia, es natural que a menudo se me pregunte qu opinan mis colegas del
hecho de escribir obras de ciencia-ficcin.
Tal vez quien tal pregunte tenga la impresin de que tropiezo con ceos
fruncidos y miradas desaprobadoras; que mi camino se halla erizado de espinos
sobre los que yo ando descalzo, y que mi carrera profesional se ve obstaculizada y
desviada.
Para m resulta un poco desalentador tener que negar el drama, pero lo
cierto es que mi vida profesional no es dura. Algunos colegas mos ignoran que
escribo ciencia-ficcin, y no creo que les importase el saberlo. Otros estn
enterados de ello, y lo consideran simplemente como otra idiosincrasia acadmica.
Algunos son apasionados lectores de tales novelas y leen a menudo las mas,
espero que complacidos. Y unos cuantos, por el cielo, tambin son escritores de
ciencia-ficcin.
Esto no quiere decir que no hubiese una poca en que yo mismo me
pregunt si resultaran compatibles una carrera acadmica y una reputacin como
autor de ciencia-ficcin.
La posibilidad me asalt con toda su fuerza en junio de 1949, cuando
tuvieron lugar dos acontecimientos. Primero, estaba a punto de ingresar en la
Facultad. Segundo, acababa de vender mi primer relato de ciencia-ficcin a
Doubleday y Compaa, e iba a aparecer como un libro regular.
Llevaba once aos escribiendo narraciones de ciencia-ficcin para las
publicaciones y revistas del gnero, pero siempre haba pensado que se trataba de
un oscuro ejercicio del que se derivaba un secreto entre los exticos aficionados a
esa literatura y yo. Sin embargo, un libro era diferente, porque no poda mantenerlo
en secreto.
Afortunadamente, no me hallaba inmerso en ningn dilema, ni me vea

acosado por ninguna incertidumbre. Desde muy temprana edad supe que me
gustaba escribir y tambin que, si algn da me vea obligado a escoger entre la
literatura y otra profesin elegira la primera. (Conocer por anticipado el curso de
accin personal a emprender, procura una gran paz mental, y a esto atribuyo yo
estar libre de lceras a pesar de un estilo de vida compuesto casi exclusivamente
de titulares).
Por tanto, no vea la necesidad de actuar con vacilacin. Si alguna vez tena
que enfrentarme con una eleccin, era ahora. Y as, le ped una entrevista al
decano.
Seor le comuniqu corts, pero firmemente, como ya sabe, soy el
nuevo instructor de Bioqumica. Sin embargo, creo justo manifestarle que dentro
de unos meses ver la luz mi primera novela de ciencia-ficcin en un volumen y la
Facultad de Medicina se hallar identificada indirectamente con l.
Es una buena obra? me pregunt el decano a su vez.
En la editorial Doubleday as lo creen respond cautelosamente.
Entonces decidi el decano, me encantar identificarme con l.
Y as fue. En los aos transcurridos desde entonces, nadie de la Facultad se
ha opuesto a mis escritos de ciencia-ficcin, al menos delante de m, y, que yo sepa,
tampoco a espaldas mas.
En mi cerebro tuvo lugar otra crisis cuando empec a publicar libros
cientficos. En 1952, fui coautor de un libro de texto de bioqumica para estudiantes
de Medicina, y desde aquella poca he publicado muchos libros cientficos sobre
una amplia variedad de temas.
Al principio, pens que tal vez resultara mejor usar un seudnimo.
Vamos, Asimov murmur a mi odo, un editor fantasma, no podemos
arruinar la venta de un libro serio, haciendo que sus probables lectores digan:
Esta obra no puede ser buena, ya que la ha escrito ese autorzuelo de cienciaficcin.
Me dispuse a librar batallas homricas, pues decid firmar con mi nombre
todos mis libros. (En primer lugar, me gusta mi nombre; en segundo, soy una
persona centrada en s misma; en tercero, me siento orgulloso de la ciencia-ficcin

y de mi lugar en la misma, por lo que no deseo que se la insulte).


Ay! Las batallas homricas no se libraron jams. Ningn editor, ni uno solo,
se opuso nunca al halo que la ciencia-ficcin ha puesto alrededor de mi cabeza.
Incluso observ que, en muchos casos, la minscula biografa inserta en las solapas
de mis libros cientficos mencionaban mi cualidad de autor de ciencia-ficcin como
prueba de que yo era un escritor de calidad.
Lo cual me condujo al bastin final de la posible falta de apreciacin de la
gente en general. La buena ciencia-ficcin, al fin y al cabo, atrae a las minoras, de
eso no hay duda. Las vlvulas de escape que, necesariamente, deban de atraer a
un auditorio ms vasto y variado, tenan que descartarse. Esta razonada conclusin
qued destruida con la llegada de la era espacial en 1957. De repente, el pblico en
general y hasta la parte menos culta de ese pblico, se sinti profundamente
interesado por los temas ms extraos. Y empezaron a desear leer artculos
relativos a los asuntos situados en las fronteras de la Ciencia, y a sentirse cada vez
ms atrados por los relatos de ciencia-ficcin.
De nuevo encontr que mis antecedentes como autor de ciencia-ficcin no
obstaculizaban en nada mi carrera; al contrario, la ayudaban. Me pidieron que
escribiera diversos artculos que unos aos atrs no me habra atrevido a escribir
siquiera. Fingiendo indolencia, los escrib y no tard en descubrir que, a pesar de
conservar mi puesto en la Facultad, tena que abandonar la enseanza. Y ahora me
he convertido en un escritor profesional.
Qu distinta es la situacin de ahora a la de 1949, por ejemplo! Entonces, yo
estaba convencido de trabajar en completa oscuridad, y que si se me formulaba la
pregunta Hay alguien ah? con respecto a mis lectores, la respuesta procedera de
un inmenso vaco:
Solamente nosotros, los partidarios de la ciencia-ficcin, Asimov.
Mas ahora, cuando considero la larga lista de escritos diversos de los que
soy responsable (todos basados en mi reputacin como escritor de este gnero
literario), s que la respuesta sera muy diferente y halagea para m.
Y para completar el crculo, de nuevo estoy en Doubleday, donde se
public mi primera novela. Estos caballeros estn totalmente dispuestos a publicar
una coleccin de mis artculos dispersos en multitud de revistas, revisados y
puestos al da. Varios de dichos artculos tratan de temas de ciencia, algunos de

clculos y especulaciones, y otros de ciencia-ficcin, las tres patas de mi trpode.

Primera parte

RELATIVA A LO MS O MENOS CONOCIDO

1. LA VIDA

1. La materia sobre la mente

Qu es la mente? No importa!
Qu es la materia? No importa![1]
Este antiguo rasgo de ingenio afirma la conviccin del hombre a travs de
las edades, relativa a que la mente humana supera a la materia, y que no se halla
limitada por las reglas ordinarias que la rigen groseramente.
La estructura fsica del organismo vivo se acepta como un conjunto de
tomos y molculas, gobernado por las mismas leyes que gobiernan a las rocas que
pisamos y a las estrellas del firmamento. Esto es tan cierto para el Orgulloso
Hombre como para el Minsculo Gusano. Pero y la mente del hombre? Es
posible analizar el genio creador que da lugar a la obra de arte? Es posible pesar,
contar y medir las emociones y la imaginacin, el amor y el odio, la pasin, el
pensamiento y el sentido del bien y del mal?
Siempre ha existido el fuerte impulso de colocar la mente por encima de la
materia y de aplicar reglas diferentes y ms sutiles a la primera. Por tanto, parece
natural que las medicinas de la ciencia mdica no acten con eficacia sobre la
mente. Shakespeare ya hizo que Macbeth le preguntara cnicamente a un mdico,
con respecto a la curacin de las pesadillas sufridas por su esposa, Lady Macbeth:
Canst thou not minister to a mind diseased,
Raze out the written troubles of the brain.
Raze out the written troubles of the brain,

Ana with some sweet oblivious antidote


Cleanse the stuffed bosom of that perilous stuff
Which weighs upon the heart?
A lo que el mdico responde con humildad:
Therein the patient
Must minister to himself[2].
Tres siglos despus de Shakespeare, cuando los mdicos empezaron a curar
la mente enferma, lo hicieron sin el suave antdoto, como el olvido, sin ninguna
pocin, mejunje o artilugio material. Para llegar hasta la mente, las leyes de la
materia no eran suficientes; por tanto, la propia mente tena que ser el instrumento.
Los mdicos empezaron a conversar con sus pacientes y, ms importante an, a
escuchar lo que decan aquellos. En lugar del estetoscopio del mdico y el tubo de
ensayo del clnico, tuvimos el divn del psiquiatra.
Los cientficos clnicos se han visto fuertemente tentados a no explorar ms
en este asunto y no efectuar ningn otro movimiento en favor de las personas
trastornadas mentalmente. Abordar las vastas complejidades de la mente con los
fros instrumentos materiales de la ciencia, requera una buena dosis de herosmo.
Exista la falaz promesa del fracaso inevitable respecto al dragn que despide
llamas de la qumica mental, que tenda a intimidar al presunto san Jorge del
microscopio y la regla de clculo.
Y sin embargo, el cerebro est compuesto de tomos y molculas, igual
que el resto del cuerpo. Las molculas de las clulas corporales, y las del cerebro en
particular, son tantas, tan variadas y verstiles, que se interaccionan y cambian
segn unas normas asombrosas que todava no hemos comprendido por completo.
Pero el mismo enigma de este complejo qumico infunde ciertas esperanzas, puesto
que es, concebiblemente, lo bastante complejo como para ser responsable de todas
las infinitas sutilezas de lo que llamamos mente.
Esta complejidad se ve ahora atacada por nuevas tcnicas que dan por
resultado singulares adelantos en la qumica cerebral y en la psicologa. Se
emplean ordenadores para analizar los datos de las ondas cerebrales, con una
exactitud jams lograda hasta el presente. La mejor comprensin de los cidos
nucleicos en relacin con el mecanismo de la herencia est produciendo

sugerencias excitantes respecto a la mecnica de la memoria (lo que estudiar con


ms detalle en el captulo segundo).
Adems, se estn utilizando nuevas drogas que afectan al trabajo cerebral, a
veces de forma drstica, ofrecindonos diversos atisbos de dicho trabajo. Esta
ltima tcnica creada es la ms excitante, puesto que entraa, entre otras cosas, el
compuesto llamado LSD, que ofrece a la Humanidad una nueva dimensin en el
uso de las drogas y las consecuencias de las mismas.
Los nuevos adelantos, sorprendentes respecto a las manifestaciones ms
sutiles del cerebro (memoria, percepcin, razn), no han surgido de la nada. Existe
un siglo de adelanto respecto a los aspectos menos complicados de la accin
cerebral. Aunque el sistema nervioso es un conjunto intrincadamente entrelazado,
en casi todos los planos de su actividad, muestra, en ciertos aspectos, una especie
de complejidad gradualmente creciente de las funciones, de abajo arriba. Esto ha
ayudado a los cientficos a avanzar mediante fases sencillas, hasta haber logrado
hoy da tratar de enfrentarse razonablemente con la maquinaria mental que
entremezcla todos los planos del sistema nervioso.
Ms abajo del cerebro se halla la mdula espinal, una casa de tejido nervioso,
estrecha, de una longitud de unos 45 centmetros, que desciende por el centro de
las vrtebras, formando el espinazo. La mdula espinal es un centro receptor de
muchos de nuestros reflejos ms corrientes. El individuo toca algo caliente y esta
sensacin se difunde por la mdula, convirtindose en un impulso nervioso
exterior que ordena la inmediata retirada de la mano. sta se aparta antes de que la
mente consciente haya tenido ocasin de decir: Est caliente.
(Naturalmente, no es esto todo lo que hace la mdula espinal. sta se halla
unida, mediante distintos nervios, a los diversos centros del cerebro y forma parte
de un todo unificado. Sin embargo, esta accin refleja fue la primera en ser
comprendida, y yo la simplifico deliberadamente para obtener una visin ms
clara de la perspectiva histrica).
En su extremo superior, la mdula espinal se ensancha para formar la
mdula oblonga u oblongada, sobre la cual se asienta el cerebro como un pedazo
abultado de una fruta arrugada. La mdula oblonga, tambin llamada bulbo
raqudeo, se cuida de asuntos ms complicados que los simples reflejos. Es un
centro importante que controla la forma en que nos sostenemos, por ejemplo.
De pie, usamos activamente varios msculos para mantener erguida nuestra

espalda y nuestras piernas contra la atraccin de la gravedad. Para conseguirlo con


eficiencia, ha de existir una interaccin constante y delicadamente ajustada. No se
le permite a ningn grupo de msculos que nos desequilibre a un lado o a otro sin
que otro grupo entre rpidamente en accin para reajustar el equilibrio.
Ordinariamente, no nos damos cuenta de esta actividad, pero si llevamos algn
tiempo de pie, el cansancio resulta desagradablemente evidente, y si perdemos el
conocimiento estando de pie, los msculos se relajan y caemos al suelo al instante.
Si fuese nuestra mente consciente la que estuviese constantemente
preocupada por los msculos que nos mantienen de pie, apenas tendramos
tiempo para ocuparnos de otras cosas. Sin embargo, de esto se encarga el bulbo
raqudeo, casi sin interferencias de la conciencia. Estamos de pie, y nos
equilibramos ajustadamente, por muy distrados que nos hallemos, por muy
meditabundos que estemos, siempre que no durmamos o perdamos el sentido.
Encima del bulbo raqudeo hay dos grandes lbulos con superficies
arrugadas, cada uno dividido casi por la mitad. El mayor es el cerebro (del latn,
cerebrum), y el menor el cerebelo.
El cerebelo se halla un poco detrs del bulbo raqudeo. Y hace algo ms que
conservarnos en equilibrio estando inmviles, ya que conserva nuestro equilibrio
cuando nos movemos. Mientras andamos, levantamos una pierna, perdemos
temporalmente el equilibrio, y adelantamos la pierna para apoyarla sobre el suelo
de una manera calculada para recuperar el equilibrio. Si movemos una mano hacia
el bolgrafo, por ejemplo, la mano debe proceder con lentitud antes de cogerlo, y
detenerse al llegar a l.
Tiene que haber un clculo. Tenemos que ver (o sentir) el movimiento de
una parte de nuestro cuerpo, calcular su distancia desde su objetivo y ajustar su
velocidad y direccin constantemente sobre la base de la cambiante situacin. El
cerebelo se ocupa de esto. Lo hace de manera automtica, de modo que si
deseamos coger un bolgrafo lo hacemos de una manera perfecta, sin damos cuenta
de la dificultad de la tarea. Pero fijaos en alguien que padezca parlisis cerebral y
no pueda realizar tales clculos. Es incapaz de efectuar ni la menor tarea sin
continuos desaciertos y fallos.
Junto con esto, las sensaciones externas deben producir cambios qumicos en
las clulas cerebrales que, a su vez, dan lugar a impulsos nerviosos que ocasionan
especficas respuestas musculares. Claro que an ignoramos los detalles de dichos
cambios qumicos.

Al llegar al cerebro, encontramos que est ms directamente relacionado con


la qumica. Al fondo del cerebro, por ejemplo, existe una zona llamada hipotlamo,
una de cuyas funciones es actuar como un termostato. El calor corporal se produce
mediante una vibracin constante y suave de los msculos, a un promedio de siete
a trece veces por segundo, hecho comprobado en 1962. El hipotlamo siente la
temperatura de la sangre que pasa por l. Si la misma es demasiado baja, provoca
un aumento de calor. Si la temperatura es demasiado elevada, el hipotlamo rebaja
el promedio de vibraciones. De esta manera se mantiene de un modo constante el
calor corporal, a pesar de los cambios exteriores.
El hipotlamo tambin detecta la concentracin acuosa de la sangre y acta
por medio de una glndula prxima, la pituitaria, para ajustar el trabajo de los
riones; stos eliminan ms agua si la sangre se aclara; menos, si se espesa. El
hipotlamo tambin mide constantemente la concentracin de azcar de la sangre.
Cuando la misma es demasiado baja, el hipotlamo acta para producir sensacin
de hambre (ver captulo tercero).
Aqu tenemos unos ejemplos ms claros de la labor qumica. Los pequeos
(e inofensivos) cambios qumicos de la sangre, producen alteraciones en los
mecanismos corporales para impedir otros (y crecientemente perjudiciales)
cambios en tal direccin. De esta forma se conserva ajustada y equilibrada la
qumica corporal.
Sin embargo, los detalles han de ser extraordinariamente complicados. Los
mecanismos corporales estn estrechamente relacionados entre s, y el hipotlamo
ha de producir cambios necesarios en una sola parte de esta supercomplicada red,
sin provocar otros cambios innecesarios en otras zonas. Esta dificultad se ve clara
con la forma en que casi todas las drogas aplicadas al hombre, a pesar del empleo
ms cuidadoso, producen siempre, por desgracia, efectos secundarios. El
hipotlamo ha de actuar con una increble seguridad para evitar tales efectos.
Mas, qu ocurre en las partes superiores del cerebro, las que se hallan
ocupadas particularmente con los movimientos y las sensaciones conscientes, con
el pensamiento y la razn, la memoria y la imaginacin? Si nos vemos asombrados
por la qumica de cosas tales como los reflejos y el equilibrio acuoso, seguramente
nos encontraramos mudos de estupor ante la qumica de la memoria, pongo por
caso.
En realidad, como veremos en el prximo captulo, no es as. Actualmente,
realizamos grandes progresos, al menos en apariencia, sobre la comprensin de la

memoria, y en el horizonte se perfilan ya las ms excitantes perspectivas.


No es slo la mente razonablemente sana la que nos ocupa, sino lo que
llamamos trastornos mentales que pueden realizar simplemente cambios o
desviaciones en la obra qumica del cerebro. Si las enfermedades mentales no son
ms que un mal funcionamiento material, mediante el estudio de la qumica
cerebral podemos descubrir las curas que hasta ahora han eludido constantemente
los psiquiatras.
Por ejemplo, consideremos la esquizofrenia, la ms comn y grave de las
enfermedades mentales. Este nombre lo invent en 1911 un psiquiatra suizo. Paul
E. Bleuler, derivndolo de la expresin griega que significa mente dividida,
porque se observaba frecuentemente que los individuos que sufran esta dolencia
parecan dominados por una serie de ideas (o complejos), con exclusin de las
dems, como si la labor armoniosa de la mente se hubiese interrumpido y
dividido, controlando una sola parte de dicha mente el resto de la misma. Otro
nombre anterior para esta enfermedad fue el de demencia precoz, trmino que
intentaba diferenciarla de la demencia senil, enfermedad mental que afecta a los
ancianos a causa del deterioro cerebral, debido a la edad. La esquizofrenia suele
presentarse a una edad relativamente temprana, por lo general, entre los 18 y los
28 aos.
Existen diversas variedades de esquizofrenia, segn el complejo
predominante. Puede ser hebefrnica (mente infantil), en la que el sntoma
predominante es la conducta infantil o atontada. Puede ser catatnica, en que la
conducta presenta un tono bajo y el paciente parece retraerse de su participacin
en el mundo objetivo, enmudeciendo e inmovilizndose. Puede ser tambin
paranoica (locura), caracterizada por una extrema hostilidad y suspicacia, y con
manas de persecucin.
Al menos, la mitad de los pacientes recluidos en sanatorios mentales son
esquizofrnicos de alguno de estos tipos, calculndose que esta enfermedad afecta
globalmente al uno por ciento de la Humanidad. Esto significa que en el mundo
hay, como mnimo, unos treinta millones de esquizofrnicos, cifra igual a la
poblacin total de una nacin como Espaa.
Puede tratarse esta variedad tan comn de las enfermedades mentales con
un antdoto suave, como el olvido?
Existen precedentes que infunden ciertas esperanzas. Algunas enfermedades

mentales ya son curadas, y la mente se ha mostrado dcil al tratamiento fsico,


por lo menos en algunos casos.
Un ejemplo es la pelagra, enfermedad antao muy corriente en las riberas
mediterrneas y en el sur de Amrica. Se caracteriza por las llamadas tres D:
diarrea, dermatitis y demencia. En realidad, la pelagra era producida por la falta
de una vitamina, la falta de niacina en los alimentos. Una vez administrada la
niacina a los pacientes, en dosis suficientes, la enfermedad desapareci. No slo
cesaba la diarrea, sino que la piel enrojecida, rugosa e inflamada, recobraba su
aspecto normal, y tambin concluan los trastornos mentales. La misma tcnica que
curaba el cuerpo sanaba la mente. En este caso, al menos, la materia dominaba a la
mente.
La pelagra es una enfermedad provocada por la falta de suministros del
exterior. Pero, y el mal funcionamiento causado por los desajustes en la
maquinaria qumica del cuerpo? Cada reaccin qumica del cuerpo est controlada
por unas sustancias muy complejas llamadas enzimas, y cada reaccin tiene su
enzima particular. Qu ocurre, entonces, si una persona nace sin la habilidad
necesaria para fabricar algn enzima especial?
sta es la situacin en el caso de una enfermedad denominada oligofrenia
fenilpirvica, caracterizada por una grave deficiencia mental. Esta enfermedad,
poco comn, por fortuna, est presente ya en el nacimiento. Un nio nace sin la
facultad de fabricar cierto enzima que provoca la transformacin de una sustancia
llamada fenilalanina en otra denominada tiroxina. La primera, no pudiendo seguir
su curso normal, se cambia en otras sustancias anormales. Y stas se acumulan e
interfieren en la qumica cerebral.
Por desgracia, en tal caso la situacin no es tan fcil de corregir como en el
caso de la pelagra. Aunque sea sencillo administrar una vitamina, es todava casi
imposible proporcionar un enzima del que carece el cuerpo. No obstante esto,
algunos pacientes han acusado cierta mejora en esta condicin mental,
mantenindolos en una dieta baja en fenilalanina.
Es posible, pues, que la esquizofrenia sea tambin el resultado de un fallo
qumico, bien externo o interno? El doctor A. Hoffer, de la Universidad de
Saskatoon, Canad, lleva muchos aos tratando la esquizofrenia mediante la
administracin de grandes dosis de niacina, con considerable xito.
Aparentemente al menos, algunas formas de esquizofrenia se deben a deficiencias
vitamnicas, como una forma de pelagra ms grave.

Para tratar la esquizofrenia se necesita ms niacina que para la pelagra, y


Hoffer aporta para esto una razn. La niacina se convierte dentro del cuerpo en
una sustancia ms compleja llamada NAD, que es la que realmente acta. El
organismo normal puede fabricar el NAD a partir de la niacina con suma facilidad
y rapidez, si sta est presente en la dieta alimenticia. (Por esto, se cura la pelagra
tan pronto como se aaden dosis de niacina a la dieta suficiente en otro sentido).
Pero el equizofrnico puede padecer un trastorno qumico, caracterizado en parte
por la incapacidad de formar fcilmente el NAD. Por tanto, hay que suministrar
grandes dosis de niacina a fin de que la ineficaz maquinaria qumica produzca al
menos un poco de NAD.
Hoffer informa que en la primera mitad de 1966 ensay la administracin de
NAD, con resultados muy esperanzadores. Las dosis ms pequeas produjeron
mejoras ms rpidas. (Como es costumbre en el caso de tratamientos
experimentales en las fronteras de los conocimientos humanos, tambin hay
informes de otros laboratorios donde los resultados fueron desalentadores).
El fallo qumico en el caso del esquizofrnico (ya sea la incapacidad para
producir el NAD a partir de la niacina, o por cualquier otra causa), tiene que ver
aparentemente algo con la herencia, y ciertamente, se hereda la tendencia a
desarrollar esta enfermedad. Las probabilidades individuales de desarrollar la
esquizofrenia, son, como se ha dicho, del uno por ciento. Sin embargo, si una
persona tiene un hermano o hermana esquizofrnico, las probabilidades de que
ella misma presente esa dolencia son del uno por siete. Si se trata de un mellizo
esquizofrnico, las probabilidades son del uno por tres o cuatro.
La gente, con toda seguridad, no suele nacer con sntomas de esquizofrenia;
esta dolencia no es innata, como lo es la oligofrenia fenilpirvica. Podemos decirlo
de esta manera: el esquizofrnico no nace con el fallo de una parte de su
maquinaria qumica, sino con una parte frgil, que se deteriora a edad muy
temprana de su vida. Y lo que se hereda es esta fragilidad.
Pero por qu el NAD (si se trata efectivamente del NAD) conserva al
cuerpo humano en estado normal? Qu le ocurre al organismo cuando falta ese
mismo NAD?
Se han formulado suposiciones con respecto a una parte del plan qumico
que empieza con una sustancia denominada adrenalina. En cantidades
pequesimas, la adrenalina estimula ciertos nervios que controlan los latidos
cardacos, la tensin arterial, la respiracin y otras funciones corporales. La

glndula adrenal (un pequeo bultito de tejido encima de cada rion) tiene, entre
otras funciones, la secrecin de adrenalina al lquido sanguneo en momentos de
tensin, fatiga o molestia. Cuando nos enfadamos o asustamos, al momento se
segrega la adrenalina a fin de elevar la tensin sangunea, nuestro corazn late ms
de prisa, nuestros pulmones aspiran con ms rapidez el aire. Nos hallamos
situados en un estado de emergencia que nos capacita para luchar o correr.
Naturalmente, es importante que, una vez concluida la emergencia, el
cuerpo retorne a su estado normal. Por esta razn, el cuerpo posee ingenios
qumicos para la destruccin rpida de la adrenalina. Esta destruccin est
supervisada por un enzima llamado aminooxidasa, que se combina con la
adrenalina y la mantiene quieta, hablando vulgarmente, en tanto la transforma en
sustancia inofensiva.
Mas y si dicha enzima se halla ocupado en otro sentido? Ordinariamente,
las enzimas son muy especficas, y solamente se ocupan de ciertas molculas que
poseen una forma particular, sin trabajar con otras. sta es la forma de trabajo de
las enzimas llamadas de llave y cerradura (ver Captulo 7). Una llave especial
abre una cerradura particular y slo sta.
Sin embargo, la especificacin de las enzimas no es perfecta. Una enzima
puede combinarse con una molcula que casi tenga la forma de la debida.
Entonces, la molcula equivocada compite con la buena para unirse con la enzima,
y si sta est ocupada con la primera no puede trabajar con aqulla, de forma que
su accin se ve inhibida. A este fenmeno se le llama inhibicin competitiva, y
puede ser grave.
Cuando la enzima se une a la molcula debida, efecta una tarea en la
misma, y la abandona; pero cuando se une con una molcula equivocada puede
quedar ms o menos permanentemente unido a ella, como una llave errnea queda
encajada en una cerradura, y hay que romperla.
Cuando tal ocurre, incluso una diminuta cantidad de molcula equivocada
puede provocar un trastorno qumico continuo, que perjudique al organismo,
llegando en ocasiones a provocar la muerte. Generalmente, as es como actan los
venenos.
Tal vez, pues, alguna enzima, aminooxidasa o de otra clase, se halle sujeta a
la inhibicin competitiva por algo que se forma en ausencia del NAD, y no en su
presencia.

La posibilidad de que esta inhibicin competitiva se halle presente en este


proceso queda subrayada dramticamente por el caso de un cacto, natural de
Amrica del Sudoeste, que contiene el compuesto denominado mescalina. La
molcula de mescalina posee cierta semejanza general con la adrenalina, lo
bastante semejante en realidad para permitir que la mescalina se interfiera en el
aminooxidasa. Esta clase de interferencia, incluso con un simple enzima, puede
ejercer un efecto muy amplio sobre la funcin cerebral. Las funciones qumicas del
cerebro pueden compararse con un vasto encaje tridimensional, intrincadamente
interconectado. Un tirn dado en una parte mueve todas las dems, hasta cierto
punto. En consecuencia, cuando las partes del cacto que contienen la mescalina se
mastican, la enzima que destruye la adrenalina se ocupa con aqulla, y la
adrenalina se acumula, produciendo toda clase de efectos raros. Una persona
experimenta entonces percepciones sensoriales sin existencia objetiva.
Ordinariamente, los objetos cambian de forma, color o valor. En resumen, la
mescalina produce alucinaciones, por lo que es un alucingeno.
Adems, las reacciones del masticador de mescalina son inapropiadas al
universo real. Dependen de sus distorsionadas percepciones sensoriales, y a veces,
ni siquiera se hermanan con stas. Su comportamiento es peculiar e imprevisible.
Los indios del Sudoeste, que experimentan todo esto cuando mastican dicho cacto,
supusieron que ello les abra la puerta del mundo situado fuera del de los sentidos
ordinarios. Por tanto, emplearon la mescalina en los ritos religiosos.
La conducta inducida por la mescalina se asemeja a la de los
esquizofrnicos, y es natural llegar a pensar si es posible que se forme dentro del
organismo un producto qumico que cause efectos similares a los de la mescalina.
Tal vez ese producto qumico se forme con ms facilidad cuando existe
deficiencia de NAD, de modo que las personas que nacen con una tendencia a
desarrollar ineficiencias en las reacciones que fabrican el NAD se hallen sujetas al
efecto de dichos productos qumicos.
Es posible alterar fcilmente la adrenalina en el tubo de ensayo, formando
un compuesto ligeramente cambiado llamado adrenocromo. ste, inyectado en el
fluido sanguneo, produce ataques temporales de conducta similar a la
esquizofrnica. En realidad, el adrenocromo no se forma en el organismo normal,
aunque s podra formarse tal vez en el esquizofrnico.
Resulta de inters, por tanto, estudiar y analizar con detalle estas partes del
organismo esquizofrnico que pueden obtenerse fcilmente y analizarse, como por

ejemplo, la sangre o la orina. Cualquier sustancia que se halle en todos, o casi todos
los esquizofrnicos, y no se encuentre en todos, o casi todos los seres normales,
resulta instantneamente sospechosa.
Una forma de analizar los fluidos corporales es usar una tcnica llamada del
papel cromatogrfico. Se extienden diferentes clases de molculas de los fluidos
orgnicos, hacindoles ocupar puntos separados, sobre fragmentos de papel
poroso. Estos lugares pueden hacerse visibles dejando que las molculas que los
ocupan sufran una reaccin qumica que produce un material colorante.
En 1962, Arnold J. Friedhoff, de la Universidad de Nueva York, descubri
que con un cierto curso de tratamiento poda obtenerse un punto rosado de la
orina de quince de cada diecinueve esquizofrnicos, y ni uno de cada catorce
normales.
Desde entonces, se han realizado anlisis similares en mayores cantidades
de personas. En una serie de experimentos, llevados a cabo por C. A. Clarke, de la
Universidad de Liverpool, no se encontr ni un solo punto rosado en doscientas
sesenta y cinco personas sanas, ni en ciento veintisis enfermas de otras dolencias
distintas a la esquizofrenia. Sin embargo, se hallaron puntos rosados en cuarenta y
seis de ochenta y cuatro esquizofrnicos. La mayora de estos que no presentaron
el punto rosado pertenecan a la variedad paranoica. Entre los no paranoicos, haba
el punto rosado en cuatro de cada cinco.
Qu era el punto rosado? Result ser un producto qumico llamado
dimetiloxifeniletilamina (DMPE), y su estructura se halla situada entre la
adrenalina y la mescalina.
Dicho de otro modo, ciertos esquizofrnicos (bien por carencia de NAD o
por otras causas), forman sus propios alucingenos, y se hallan, en realidad, bajo una
embriaguez permanente de mescalina.
Esto no es ms que un mero principio en el ataque fisicoqumico de la
esquizofrenia, pero es un principio esperanzador. El punto rosado (y los dems
productos qumicos que puedan formarse) ayudarn a los mdicos a descubrir las
causas de la esquizofrenia mucho antes que de otras formas, en un momento en
que la terapia sea ms fcil. Estudiando los procesos qumicos que dan lugar a la
presencia del punto rosado, puede detectarse la seccin anormal del mecanismo
qumico del ser esquizofrnico, otorgndosele entonces el tratamiento adecuado.

Pero la adrenalina no es el nico producto qumico que se halla ntimamente


relacionado con las funciones cerebrales. Tambin existe una sustancia
denominada serotonina.
La importancia de la serotonina se puso de manifiesto en relacin con la
dietilamida del cido lisrgico, hoy da conocida mundialmente como LSD. El LSD
posee una estructura ms complicada que la serotonina, pero los qumicos pueden
hallar fcilmente una cadena de serotonina en la molcula de LSD. No es
sorprendente, por tanto, que el LSD pueda competir con la serotonina por un
enzima particular, como el DMPE compite con la adrenalina, y con idnticos
resultados. En otras palabras, la ingestin de LSD puede provocar la acumulacin
de serotonina en el cerebro, con la aparicin de sntomas esquizofrnicos.
Esto se descubri por casualidad en 1943, cuando el qumico Albert
Hoffman trabajaba con LSD, con propsitos puramente qumicos. Sin querer, se
llev a los labios algunos cristales de LSD incrustados en las yemas de sus dedos, y
cay en un estado de postracin, semejante al ensueo, que le impidi seguir
trabajando. Regres a su casa, experimentando una especie de fantasa
alucinatoria. Supuso que era debida al LSD y al da siguiente (con notable valor)
tom una cienmilsima de onza de dicho producto, arriesgndose slo con lo que
crea era una dosis pequesima. En realidad, era muy grande, ya que con una
dcima parte habra tenido suficiente. Volvi a sufrir las fantasas y alucinaciones
del da anterior, y ya lo dems es historia.
Hoffman volvi a sentirse completamente normal al cabo de veinticuatro
horas, sin sufrir perjuicio alguno, ni causrselo a los dems estando bajo la
influencia del LSD.
Por desgracia, no es sta la regla general. Cada ser humano posee una
maquinaria qumica propia, de modo que los efectos inducidos por el LSD varan
de un individuo a otro. Uno experimentar un caso dbil de fantasa, y otro uno
grave; algunos se recuperarn rpidamente, y otros con mucha ms lentitud.
La maquinaria qumica es, en algunos individuos, ms frgil en puntos
claves que en otros, en el sentido de que pueden ser ms propensos a romper
dichos puntos. Si el punto en cuestin es de los que producen la esquizofrenia al
romperse, no es aconsejable tomar LSD.
Ordinariamente, el punto frgil del esquema qumico puede resistir toda
una existencia de tensiones ordinarias, de forma que un ser humano puede ser

propenso a la esquizofrenia sin llegar a desarrollarla jams. Sin embargo, bajo el


poderoso influjo del LSD, el punto cede, y lo que para algunos sera slo un
experimento temporal y desusado, para otros se convierte en un cambio
permanente y grave.
Como nadie sabe cul es la firmeza de los puntos cruciales del esquema
qumico personal, el uso del LSD sin el mayor cuidado profesional es una especie
de ruleta rusa mental. Es una invitacin a la locura temporal para todo el mundo
y a la locura permanente para algunos.
El LSD es un instrumento importante para la investigacin de las
enfermedades mentales. Estudiando las causas de dichas dolencias hallaremos la
curacin adecuada.
Esto lo vemos en el ejemplo de los investigadores mdicos que, hace un
siglo, estudiaban las ms peligrosas bacterias con el fin de hallar una cura para las
enfermedades infecciosas. Es de suponer, y desear, que en esta mitad del siglo XX,
las enfermedades mentales sean, en este sentido, lo mismo que las infecciones lo
fueron en la segunda mitad del XIX.
Pero existe una importante diferencia. Los estudiantes universitarios de
finales del siglo pasado no pensaron jams que fuese una diversin excitante
inyectarse los bacilos del clera.

2. Yo recuerdo, yo recuerdo

Es corriente asociar la buena memoria con una gran inteligencia. Los


programas de acertijos, muy populares hace algunos aos, se consideraban
ampliamente como el resultado de un genio, cuando en realidad se apoyaban en
trucos de memoria que a veces (no siempre, claro) se hallaban totalmente en
desavenencia con los criterios actuales de una mentalidad poderosa.
Un ejemplo que sali a la luz a este respecto fue el caso de los mellizos que
saltaron a la actualidad periodstica por su habilidad de dar el da de la semana
para cualquier fecha que se les nombrara, aunque perteneciese a miles de aos del
pasado: y hacerlo rpida y correctamente.

Se ignora cmo lo lograban. Haban logrado aprenderse de memoria el


calendario? O un resumen del mismo, por semanas? Conocan el da de la
semana mediante fechas clave y lo calculaban rpidamente gracias a stas? Bien, es
imposible afirmarlo. Ni siquiera pueden explicarlo los propios mellizos. Ya que
son mentalmente retrasados.
Ms an, esta habilidad no era compartida con ninguna otra clase de
clculo. Incluso las sumas y las sustracciones ms sencillas se hallaban fuera de su
alcance.
Tales prodigios han sido bastante corrientes a lo largo de la Historia. Un
ingls del siglo XVIII, Jedediah Buxton, multiplicaba las cantidades 23.145.789 x
5.642.732 x 54.965, mentalmente, con suma rapidez, y daba el total adecuado, y sin
embargo tena una mentalidad embotada y jams pas de ser un triste obrero toda
su vida. Zerah Coiburn, nacido en Vermont en 1804, poda dar el resultado de 816
(o sea la multiplicacin de 8 diecisis veces por s mismo) en unos segundos, y
extraa la raz cbica de 268.336.125 casi al instante. Sin embargo, no fue una
persona notablemente inteligente.
Existen diversos casos similares. Cmo actan? Probablemente, se trata de
una casi indeleble memoria para los nmeros. Los clculos que llevan a cabo en su
cerebro puede efectuarlos cualquier persona normal sobre el papel, mediante los
clculos parciales y otros intermedios.
El prodigio calculador escribe tales resultados parciales en su cerebro y los
suma interiormente. Hay casos de personas prodigio que pueden hallar la mitad
de la clave de un problema, ocuparse de otras cosas, y tras un largo perodo de
tiempo, volver al problema abandonado, recordar lo descubierto y solucionarlo
totalmente sin vacilacin. Si hacen esto, ello se debe a una prctica constante e
intensa de una mente dedicada slo a la misma.
No es necesario poseer una inteligencia ms o menos normal para ser un
calculador prodigioso. Grandes matemticos como Andr M. Ampre, John Wallis,
Leonhard Euler y, el mayor de todos. Carl Friedrich Gauss, posean una memoria
prodigiosa. Sin embargo, la misma, si bien les ayudaba en su labor como
matemticos, no era la causa de su genio.
Dejando aparte los casos de personas prodigio, supernormales o
subnormales de inteligencia, hallamos que, en general, la memoria y la inteligencia
se armonizan siempre. Cuanto ms inteligente sea una persona, mayor ser su

memoria. La extensin del vocabulario que se comprende y emplea es, por


ejemplo, un buen indicio de la eficacia de la memoria personal y la extensin de la
inteligencia en el mismo individuo.
Entonces, si se nos preguntara por qu una persona posee ms memoria que
otra, slo podramos responder que ello se debe a la misma causa que hace que un
ser humano sea ms inteligente que otro.
Las teoras sobre la memoria, antiguas o modernas, parecen apoyarse en una
de estas dos posibilidades: memoria por asociacin de ideas, o memoria por
imgenes.
Casi todo el mundo acepta estas dos teoras como autnticas. Nos atamos un
hilo al dedo para recordar que hemos de comprar pan, y cada vez que vemos el
hilo, exclamamos:
Oh, s, tengo que comprar pan!
Al cabo de unas cuantas veces, este asunto queda firmemente grabado en
nuestro cerebro. La asociacin de ideas se ha convertido en una imagen.
El psiclogo ruso Ivn P. Pvlov consigui establecer los reflejos
condicionados de los animales mediante asociaciones continuas. En algunos
experimentos llevados a cabo a principios de este siglo, haca sonar un timbre,
luego le mostraba comida a un perro y ste responda con la insalivacin.
Eventualmente, tras varias repeticiones, el perro asociaba el timbre con la comida
de forma tan intensa que insalivaba slo con or el timbre sin ver la comida. El
mecanismo de insalivacin del animal recordaba ya que el timbre significaba
comida.
Esto condujo a una escuela de psicologa que, en su forma ms extrema,
afirmaba que todas las enseanzas y todas las respuestas eran el resultado de los
reflejos condicionados. Era como si uno recordase un poema de memoria, por
asociar cada frase con la anterior; o porque cada frase estimulase la siguiente como
una respuesta condicionada.
Sin embargo, no hay duda de que la memoria no es meramente una
secuencia de causa y respuesta, de una cosa que recuerde otra que, a su vez,
recuerda otra y as sucesivamente. Es posible recordar en imgenes.
Si se me permite ponerme como ejemplo (yo conozco muy bien mi propia

memoria), yo poseo una memoria indiferente para los nmeros. No puedo


multiplicar de memoria dos nmeros de tres dgitos sin un gran esfuerzo.
Sin embargo, poseo un mapa muy claro de los Estados Unidos grabado en
mi mente y puedo mirarlo y copiar los nombres de todos sus Estados con la misma
rapidez con que escribo. (De joven, sola ganar apuestas escribiendo los nombres
de todos los Estados en menos de cinco minutos).
La memoria tambin se cuenta por variaciones de duracin. Hay memorias
de corto plazo y otras de largo plazo. Si uno busca un nmero telefnico, no es
difcil recordarlo hasta que se ha marcado; despus suele olvidarse
automticamente. Sin embargo, un nmero telefnico usado frecuentemente entra
ya en la categora de la memoria a largo plazo. Y es posible recordarlo incluso al
cabo de varios meses.
Es fcil suponer que una memoria comienza con un plazo corto y se
convierte en otra de plazo largo con el uso. Para comprender esto, consideremos la
estructura del sistema nervioso.
El sistema nervioso est compuesto de numerosas clulas microscpicas
llamadas neuronas. stas son de forma irregular, con unas proyecciones muy finas
que surgen en diversas direcciones. Estas proyecciones se denominan dendritas,
trmino griego que significa rbol, porque en realidad se asemejan a las ramas de
un rbol. Cada neurona posee una prolongacin particularmente larga llamada
axn. Las dendritas de una neurona pueden aproximarse mucho al axn de otra,
pero sin tocarse jams. Y la diminuta brecha existente es una sinapsis.
Una neurona, al ser estimulada, es capaz de transmitir una ligera corriente
elctrica a lo largo de su superficie, que descienda por sus proyecciones.
Ordinariamente, la corriente se detiene en una sinapsis, pero bajo ciertas
condiciones, el ambiente qumico de la misma cambia de tal forma que permite
que la corriente salte la brecha y pase a travs de otra clula. Saltando de una
sinapsis a otra, una corriente elctrica puede seguir un sendero especfico desde un
punto a otro del sistema nervioso.
Supongamos, pues, que con cada sensacin que se recibe, un grupo
particular de sinapsis queda afectado de forma que deje pasar con ms facilidad la
corriente nerviosa. Este grupo de sinapsis est tan bien escogido que la corriente
fluye de una clula a otra, y a otra, hasta regresar a la clula de origen, formando
un circuito cerrado.

Naturalmente, este ciclo persiste durante un perodo de tiempo, como los


corredores de carreras en torno a la pista. La sensacin original y un ciclo de
corriente particular pueden considerarse asociados. En tanto el organismo puede
experimentar un ciclo de corriente particular y seleccionarlo de entre otros (aunque
se ignora cmo tiene lugar esta seleccin), puede recordar la sensacin que origin
ese ciclo de corriente especial.
Con el tiempo, no obstante, se desvanece el efecto en las sinapsis, el ciclo de
corriente desaparece, y la memoria se esfuma. Se trata de una memoria a corto
plazo.
Pero cada vez que se experimenta el ciclo de la corriente y regresa la
memoria, es posible que se intensifique el cambio en las sinapsis, de modo que la
corriente sea ms potente. Eventualmente, puede cambiar hasta la estructura fsica
de las clulas, y pueden formarse ms dendritas entre las clulas que componen el
ciclo, facilitando el paso de la corriente. Casualmente, la corriente puede quedar
tan firmemente establecida que contine indefinidamente sin reactivacin
adicional. La memoria se ha convertido en una de largo plazo.
Naturalmente, cuanto ms tiempo ha tenido existencia un ciclo de corriente,
ms firmemente puede asentarse, siendo para muchos de nosotros, por lo tanto,
considerablemente ms fcil recordar cosas aprendidas en la juventud, que las
cosas del ao anterior.
Tal vez en casos excepcionales, los cerebros se hallen construidos de modo
que algunos tipos de memoria a largo plazo, como los relativos a los nmeros, se
formen con una especial facilidad, dando lugar a prodigios mentales, aunque el
cerebro no se halle construido asimismo para ser especialmente inteligente. Tal vez
algunos tipos de ciclo de corriente se formen a travs del uso, con ms facilidad y
se establezcan antes que otros, de modo que tengamos una persona que recuerde
los nombres pero no los rostros, o bien el profesor distrado que posee una
memoria excelente para todo lo relacionado con su ocupacin, pero encuentra
difcil incluso acordarse de la direccin donde vive.
Pero, existe suficiente espacio en el cerebro para todos los distintos ciclos de
corriente? Se calcula que el cerebro, durante una existencia entera, absorbe hasta
mil billones (1.000.000.000.000.000) de fragmentos separados de informacin.
En el cerebro hay aproximadamente diez mil millones (10.000.000.000 de
clulas grises o neuronas, y unas nueve veces ms de clulas auxiliares o gliacitos.

(Algunos sugieren que los gliacitos, o clulas auxiliares, se ocupan de la memoria a


corto plazo, mientras que las neuronas mayores estn relacionadas con la de largo
plazo). Si cada ciclo de corriente ocupa slo a dos clulas, hay espacio para ms de
un trilln de ciclos, espacio para diez millones de veces como memorias podran
acumularse en toda la vida. Naturalmente, existen grandes cantidades de clulas
que no estn contiguas, pero por otra parte, los ciclos de corriente pueden ocupar a
ms de dos clulas, incluso a varias docenas si es necesario. En este ltimo caso,
hay espacio suficiente para todos los ciclos de corriente necesarios.
Es posible que el cerebro no slo posea amplio espacio para todos los ciclos
necesarios, sino para establecer cada ciclo con muchas copias, puesto que es
posible efectuar operaciones quirrgicas en el cerebro sin perjudicar gravemente a
la memoria. Si se eliminan algunas copias de ciclos individuales, hablando
vulgarmente, mediante la ciruga, en otras partes del cerebro permanecen otras
copias intactas.
Por tanto, es posible asegurar algo tan obvio como que la memoria a corto
plazo puede transformarse en otra de plazo largo. A veces, cuando se estimulan
elctricamente ciertas partes del cerebro (por razones legtimas durante las
intervenciones quirrgicas), el resultado es un flujo de recuerdos. Este flujo se llena
con detalles de tal verosimilitud que el paciente revive virtualmente una parte de
su vida pasada, aun cuando contina plenamente consciente del presente. Wilder
G. Penfield, de la Universidad McGill, poda de esta forma lograr que un paciente,
a voluntad, oyese fragmentos musicales evocando escenas de su niez.
Esta clase de descubrimientos le tientan al cientfico a suponer que el cerebro
contiene una impresin perfecta e indeleble de todas las sensaciones que recibe.
Todas las memorias son de largo plazo, pero se ven obstruidas a menos que se
evite con la continuada repeticin. (En cuyo caso, los prodigios poseeran un
mecanismo de obstruccin imperfecto).
Para Sigmund Freud y sus seguidores, esta obstruccin de la memoria no es
automtica ni mecnica, sino que entraa un proceso activo, aunque sea
inconsciente. Los recuerdos individuales se olvidan por algn motivo; por ser
tristes, penosos, embarazosos, humillantes, porque atraen el castigo, porque no
encajan con un plan de vida elegido. Se trata del proceso de represin.
Esta represin no es perfecta, y algunos analistas sugieren que la neurosis es
el resultado de la imperfeccin en el acto de olvidar. Lo que la mente querra
olvidar se recuerda inconvenientemente, y ha de ser enmascarado, a menudo de

forma irracional (como en la neurosis). La cura de la neurosis depende, segn


Freud, en sacar a luz la memoria a travs de la libre asociacin, del anlisis de los
sueos, o mediante otras tcnicas. Una vez se pone al descubierto la memoria,
puede ser tratada racional y no neurticamente.
No todos los psiquiatras, no obstante, pertenecen a la escuela freudiana, y es
posible argir que el olvido no es siempre una represin penosa. Si el cerebro es un
instrumento perfecto de la memoria, para la supervivencia es necesario un olvido
selectivo. Si un individuo recordase todos los nmeros de telfono vistos u odos,
qu difcil resultara acertar con el que desea, entre los otros ms triviales que ya
nunca se necesitan.
En efecto, cul es el mecanismo del recuerdo? Muchos recuerdos
permanecen, aun despus del olvido selectivo. Cmo elige el individuo en su
mente un recuerdo entre todos los dems similares?
Volviendo a personalizar, poseo una memoria bastante buena en relacin
con los nombres y las fechas histricos. Si me preguntan cundo falleci la reina
Isabel II contestar que en 1603 sin pausa perceptible, y dir que en 336 antes de
Cristo, si la pregunta es la fecha en que fue asesinado Filipo de Macedonia. Ignoro
cmo recuerdo estas fechas. Las cito sin esfuerzo visible, y no conozco ningn
sistema especial en mi cerebro.
La dificultad de determinar en qu lugar del cerebro se concentran los ciclos
de corriente de la memoria, de intentar seguirlos una vez localizados y, adems,
descubrir los que acaso existan, son problemas de primera magnitud. Es posible,
entonces, pasar el ataque a otra zona, de la fisiologa y las clulas a la qumica y las
molculas? En 1874, el bilogo ingls T. H. Huxiey sugiri que exista una
molcula clave por separado, en el cerebro, por cada recuerdo en particular. El
paso de las clulas, que al menos pueden ser visibles, a molculas, invisibles, no es,
en realidad, una dificultad insuperable. Se parece al cuento del mdico que le
recet al paciente de un resfriado que se duchase con agua fra y se sentase en una
corriente de aire.
Pero, doctor exclam el enfermo, esto har que mi constipado se
convierta en una pulmona!
Exactamente asinti el mdico, y nosotros s podemos curar las
pulmonas.

Por el ao 1950, los bioqumicos se mostraron altamente confiados en que


cierto compuesto muy intrincado llamado cido ribonucleico (abreviado
usualmente como ARN) se hallaba mezclado en la fabricacin de las protenas.
Esto casaba muy bien con anteriores descubrimientos, segn los cuales el ARN
estaba presente, en alta concentracin, en las clulas que fabricaban cantidades
inusitadas de protenas. Entre las mismas, se hallaban clulas que crecan y se
multiplicaban, y otras que producan grandes cantidades de secreciones ricas en
protenas.
Sin embargo, y de forma extraa, la clula ms rica en ARN era la cerebral, y
las clulas cerebrales jams crecen, se multiplican ni producen secreciones. Por
qu, entonces, todas tenan ARN?
Un neurlogo sueco, Holger Hyden, atac este problema en la Universidad
de Gothemburgo. Desarroll tcnicas que podan separar las clulas cerebrales y
analizar su contenido de ARN. Experiment con ratas colocadas en condiciones en
las que se vean obligadas a aprender nuevas habilidades, por ejemplo, haciendo
equilibrios largo tiempo sobre un alambre. En 1959, descubri que las clulas
cerebrales de las ratas se vean obligadas a aumentar su contenido de ARN hasta
un 12 por ciento ms que el de las ratas existentes en condiciones normales.
Esto implicaba que el ARN se halla relacionado con el aprendizaje, y por
tanto, con la memoria (sin la cual, es imposible aprender). Pero, es esto
concebible? Concediendo que una serie de cien mil millones de clulas pudiesen
incluir ciclos de corriente en cantidad suficiente para retener los recuerdos de toda
una vida, cmo sera posible apretujarlos dentro de la estructura de una sola
molcula?
La molcula de ARN se compone de una larga cadena de cuatro unidades
estrechamente relacionadas, aunque sensiblemente diferentes. Cada punto de esta
cadena puede ser una de las cuatro unidades A, B, C o D. Dos unidades contiguas
pueden ser cualquiera de las 4 x 4, o diecisis, combinaciones diferentes de dos
unidades: AA, AB, AC, AD, BA, BB, BC, BD, CA, CB, CC, CD, DA, DB, DC o DD.
Estas unidades contiguas pueden ser cualquiera de las 4 x 4 x 4, o sesenta y cuatro
combinaciones diferentes, y as sucesivamente.
El posible nmero de combinaciones se eleva a una cantidad enorme. Una
molcula de ARN compuesta solamente de veinticinco unidades puede poseer
cualquiera de mil millones de combinaciones diferentes, si cada unidad molecular
puede ser cualquiera de las cuatro clases diferentes. Eso significa que si cada

sensacin diferente experimentada por un ser humano en el transcurso de su


existencia fuese archivada en su cerebro como una combinacin de unidades
ARN diferente, bastara para tal tarea una molcula de veinticinco unidades.
Pero las molculas de ARN contienen muchos centenares de unidades y no
slo veinticinco. Por tanto, no hay duda de que la molcula de ARN representa un
sistema de archivo completamente capaz de manejar cualquier cantidad de
enseanza y de recuerdos que pueda contener el ser humano y an un billn de
veces ms.
Supongamos que dibujamos una especie de memoria ARN. Todas las
clulas pueden fabricar rpida y fcilmente molculas de ARN, pero las clulas
ordinarias slo pueden prepararlas en una variedad limitada, a fin de realizar
ciertas tareas tambin limitadas. Y si las clulas cerebrales pueden prepararlas en
series ilimitadas de combinaciones? Cada sensacin diferente podra provocar la
produccin de una molcula de ARN ligeramente diferente. Y el uso de tal
molcula en el futuro podra hacer regresar la sensacin asociada como un
recuerdo.
Hyden descubri que el ARN, en sus ratas estimuladas para el aprendizaje,
cambiaba de naturaleza lo mismo que aumentaba su produccin. Cambiaban los
promedios de las cuatro unidades diferentes, aunque las ratas, al formar nuevas
combinaciones, utilizaban las diferentes unidades en proporciones distintas de las
requeridas ordinariamente.
Cmo responde una clula cerebral a una sensacin formando una
molcula de ARN? Forma cualquier combinacin al azar y dicha combinacin es
asignada al recuerdo de la sensacin particular que provoc su formacin? Si tal
fuera el caso, no podra formarse una molcula de ARN ya formada en otra
ocasin, confundindose de este modo los recuerdos? La respuesta a esta ltima
pregunta es: probablemente, no. El nmero de combinaciones posibles es tan
enorme que las probabilidades de un duplicado por casualidad son virtualmente
nulas.
No obstante, tambin cabe la posibilidad de que sea fija la combinacin ARN
para una sensacin particular; que dicha sensacin particular d lugar a la misma
molcula ARN en cada ser humano, en cada ser vivo.
La posible eleccin entre estas alternativas surgi de la labor de James V.
McConnell, en la Universidad de Michigan. Experiment con gusanos planos

(planarias), de unos cuatro centmetros de longitud. Los expuso a un rayo de luz y


despus a un shock elctrico. De este modo quedaron condicionados, aprendiendo
que despus del rayo de luz vena el shock elctrico, y presumiblemente formaron
nuevas molculas ARN para ocuparse de este nuevo aprendizaje, de este nuevo
recuerdo.
Esas planarias fueron seleccionadas y dadas como alimento a otras sin
entrenar, que despus quedaron expuestas al mismo proceso. En 1961 McConnell
inform que las planarias no entrenadas que coman secciones de las entrenadas
aprendan a reaccionar ms de prisa por efecto de la luz que las ordinarias. Se
haban incorporado las nuevas molculas ARN de su alimento y haban comido
memoria.
Esto significa que una molcula ARN particular se halla unida a una
sensacin particular. Las combinaciones moleculares no se eligen al azar, puesto
que la molcula ARN formada por la planaria 1 en respuesta a ciertas sensaciones,
tena sentido para la planaria 2.
Alian L. Jacobson, que colabor con McConnell, continu dichos
experimentos en la Universidad de Chicago. Si una planaria se come a otra, es
difcil decir qu molcula de la comida se utiliza. Por qu, entonces, no extraer
ARN de planarias condicionadas e inyectarlo slo a las no condicionadas? Esto
tambin dara el mismo resultado. Se inyect el condicionamiento junto con el
ARN naturalmente.
Por qu limitarse a las planarias? (Algunos investigadores afirmaron que la
respuesta de una planaria era tan difcil de observar que nadie poda asegurar
cules estaban condicionadas, o si lo estaban en absoluto). Jacobson condicion
ratas y conejillos de indias, que respondan al sonido de un chasquido o al rayo de
luz, acudiendo al comedero. Una vez condicionados eran matados y se inyectaba el
ARN del cerebro a otros animales no condicionados. Los animales que reciban
tales inyecciones resultaban ms fciles de adiestrar, ya que posean una parte del
necesario ARN que precisaban formar. De modo interesante, la inyeccin serva
asimismo de una especie a otra, de manera que una rata se beneficiaba si se le
inyectaba ARN de un conejillo de indias.
Cuando se publicaron los resultados de la labor de McConnell con las
planarias, se produjeron algunas bromas y chistes (y ojal fuesen slo bromas)
respecto a que si un estudiante se coma a un profesor ingera tambin todos sus
conocimientos.

Tambin existen otras alternativas. Tal vez servira de ayuda cualquier


suplemento de ARN como material crudo adicional. Se ha afirmado que una
inyeccin de ese ARN no condicionado ha producido mejoras en la frontera de la
habilidad de aprender.
Bien, por qu no alentar al organismo a formar mayores cantidades de
ARN por s mismo? Cierta droga llamada Cylert (su nombre qumico es pemolina
de magnesio) aumenta la produccin de ARN del 35 al 40 por ciento. Si se emplea
con ratas, mejora notablemente su condicionamiento.
Se han efectuado, con gran cautela, esta clase de experimentos en seres
humanos, especficamente en pacientes que padecan senilidad prematura. El
doctor Ewen Cameron, del Centro Mdico de Albany, inform que al menos 17 de
cada 24 pacientes presentaban seales de mejora.
Existe, pese a todo, una declaracin publicada el 5 de agosto de 1966, en un
ejemplar de Ciencia, a cargo de un grupo de cientficos de ocho laboratorios
diferentes que aniquila la euforia de estos resultados positivos. Todos sus intentos
de transmitir el condicionamiento junto con el ARN de unas ratas adiestradas a
otras sin entrenamiento fracasaron absolutamente.
Sin embargo, esto no debe desesperar ni desesperanzar o confundir a los que
aguardan o ansan adelantos sorprendentes. Los cientficos se encuentran a medio
camino en este aspecto de la investigacin, aspecto tremendamente sutil y difcil.
Generalmente, diferentes laboratorios llevan a cabo experimentos complicados con
variaciones que parecen carentes de importancia, si bien podran resultar vitales
cuando se conozcan todos los factores. La medicacin de la habilidad de aprender
es, adems, un proceso especialmente engaoso, pues lo que un investigador cree
enseanza, a otro no se lo parece.
Ciencia lo expres de esta forma: El fracaso en reproducir los resultados no
es, al fin y al cabo, extraordinario en las prstinas fases de una investigacin
cuando todava no se han especificado todas las variables relevantes.
Los resultados negativos no indican necesariamente que el ARN no se halle
relacionado con el mecanismo de la memoria, o que la misma no pueda ser
transmitida. Indica, eso s, que la tcnica de tal transmisin an no ha sido
perfeccionada, lo que, en esta fase tan temprana del juego, no es sorprendente.
No es posible considerar en s mismas a las molculas de ARN. Proceden de

algn sitio. Se sabe, por ejemplo, que las molculas especficas de ARN se forman
como copias de otras similares, pero ms complicadas, llamadas ADN, en el ncleo
celular. Se ignora si se forman combinaciones de ARN recientes dentro de la clula,
y muchos cientficos dudan que las sensaciones recibidas puedan formar molculas
ARN directamente.
Las molculas ADN constituyen los genes, o unidades de la herencia, y stas
se transmiten de padres a hijos mediante un mecanismo muy complicado aunque
efectivo.
Cada clula contiene una larga cadena de molculas ADN, y cada parte de
tales molculas puede producir una copia ARN de una estructura determinada. Tal
vez algunas molculas ADN sirvan de modelo desde el principio, y a travs de
ellas, las clulas pueden formar los tipos ARN que necesitan para el
funcionamiento ordinario de su maquinaria qumica.
Otras partes de las molculas ADN quiz se hallan bloqueadas desde el
principio. Entonces, una sensacin dada podra servir para desobstaculizar una
seccin especial de las molculas ADN, formndose una molcula ARN semejante
a la seccin no bloqueada.
Esto significara que todo ser humano lleva consigo un gran depsito de
posibles memorias, un banco de recuerdos, en la molcula ADN con que ha
nacido, un depsito suficiente para cuidarse de todas las contingencias razonables.
La naturaleza de este banco de recuerdos sera semejante entre individuos de
una especie o de varias especies estrechamente vinculadas entre s. Esto hara
comprensible por qu una molcula ARN que produce un recuerdo particular en
un individuo, provoca otro recuerdo similar en otro, y por qu las enseanzas
aprendidas pueden transmitirse.
Si el ARN no es el principio, tampoco es el final. La principal funcin de las
molculas ARN, por lo que sabemos, es llevar informacin a las molculas de
protenas. Cada molcula diferente de ARN est implicada en la formacin de una
molcula diferente de protena. Sera posible que fuese la molcula proteica y no
la ARN la que verdaderamente se hallase relacionada con la funcin de la
memoria?
Una forma de comprobarlo es utilizando una droga llamada puromicina.
Esta interfiere con la maquinaria qumica, por medio de la cual la clula produce
protena mediante el ARN, pero no afecta a la formacin de ste.

Louis B. Flexner y su esposa Josepha, llevaron a cabo experimentos con


puromicina en la Universidad de Pennsylvania. Primero, condicionaron ratones de
un grupo simple ensendoles a seguir el Camino A para evitar un shock. A los
ratones as condicionados se les inyect puromicina y pronto olvidaron lo que
haban aprendido. La molcula ARN segua presente, pero no poda ya formarse la
molcula clave de protena. (Una vez desvanecidos los efectos de la puromicina,
los ratones pudieron volver a ser adiestrados).
La prdida de la memoria dependa del momento en que se haba inyectado
la droga. Si los Flexner esperaban ms de cinco das, la puromicina no induca al
olvido. Era como si se hubiese formado algo permanente; como si la memoria a
corto plazo se hubiera trocado en otra a largo plazo, y slo la primera pudiera
verse afectada por la puromicina.
Otro ejemplo se refera al aprendizaje invertido. Despus de haber
aprendido el ratn a seguir el Camino A para evitar el shock, lo reciba de repente
cada vez que se internaba en dicho Camino A. Una vez el ratn haba aprendido
esta funcin inversa, se le inyectaba puromicina. La memoria del Camino B, an de
corto plazo, quedaba borrada, y no quedaba afectada la memoria de largo plazo
del Camino A. El ratn volva a seguir este ltimo Camino.
Todo esto puede estar relacionado con los ciclos de corriente mencionados al
principio de este captulo. Supongamos que el ARN forma protenas, stas
contribuyen a la formacin de nuevas dendritas o, tal vez, a la activacin de las
antiguas. Si ste es un efecto gradualmente fortalecedor, durante los primeros das
los nuevos ciclos son dbiles y pueden cortarse con facilidad si queda interferido el
flujo de una protena especfica con, por ejemplo, inyecciones de puromicina.
Eventualmente, las dendritas se alargan hacia el punto donde el ciclo de corriente
es firme e intenso, y no requiere ms protenas. Despus de esto, la puromicina no
ejerce ningn efecto.
Pero esto implica que la memoria a corto plazo se convierte en otra de largo
plazo. Y cuando es a la inversa?
Jacobson (que transmite ARN de un ser vivo a otro) condicion unas
planarias y despus invirti este condicionamiento. Transmiti el nuevo ARN a
otras planarias y descubri que haba transmitido la tendencia al
condicionamiento, pero no al condicionamiento invertido.
Es posible, por tanto, que cuando se obliga a una planaria a olvidar lo que ha

aprendido, las molculas ARN formadas en el proceso no se eliminan, sino que


nicamente quedan bloqueadas de alguna manera. Si slo se transmite el ARN y
no el agente obstructor (sea cual sea), slo se transmite la memoria y no el olvido.
Lo cual nos devuelve a la hiptesis de que toda la memoria es de largo plazo y que
las clulas nerviosas pasan el tiempo disponiendo un mecanismo de olvido y no de
recuerdo a la Freud.
Toda esta labor sobre la memoria resulta muy excitante y alienta toda clase
de esperanzas (y temores) para el porvenir. Podemos mejorar nuestra memoria
tomando pildoras? Podemos aprender ms de prisa y educarnos mejor mediante
el estmulo qumico? Podemos llegar a ser ms inteligentes? Podemos ajustar las
mentes, por medio de manipulaciones externas, a nuestras necesidades?
Podemos, por medio de nuestro esfuerzo, cambiar al Hombre en un Hombre
Mejor? O algunos decidirn que lo necesario es cambiar al Hombre en un Hombre
Ms Dcil?
Las consecuencias, en bien o en mal, no son inminentes. A pesar de todo el
entusiasmo y la excitacin de los ltimos aos, slo nos hallamos en el primer
tramo de un camino rocoso que se desvanece en el horizonte visible.

3. La gente hambrienta

Es tremendamente fcil sermonear a los que pesan demasiado. Se les puede


asustar con la posibilidad de una muerte temprana, y ordenarles bruscamente que
coman menos. Se les puede insinuar amablemente que realicen ejercicios
especiales, como apartar la silla de la mesa a media comida o girar la cabeza
vigorosamente a derecha e izquierda, cuando se les ofrece un segundo plato.
No hay nada tan sencillo, al parecer, como seguir tales consejos. Entonces,
por qu tanta gente aumenta de peso, aunque la gordura se considere incmoda,
poco atractiva y peligrosa para la salud? Qu le obliga a la persona gruesa a
seguir comiendo? Existe la popular explicacin de que la gordura es esencialmente
un asunto de psicologa. La gordura es de origen psicognico.
Si esto es verdad, las personas moderadamente gruesas que no padecen
ningn grave trastorno hormonal, son vctimas de problemas de personalidad que

les obliga a comer con exceso, en contra del consejo de los amigos y los mdicos, y
contra su propio sentido comn y, a menudo, en contra de sus deseos conscientes.
Tal vez se vieron excesivamente protegidos y sobrealimentados de nios
hasta que se estableci en ellos el hbito de comer, de manera irrevocable. Tal vez,
por otra parte, se vieron rechazados y se aficionaron a la comida como
compensacin. Quizs el trauma del destete los indujo a buscar solaz en la comida.
O quiz se vieron atrapados en un perodo de erotismo oral, del que ya jams se
liberaron. O, an ms complicado, quiz coman impulsivamente para ocultarse a
s mismos un deseo todava ms profundamente escondido de rechazar la comida y
a la madre.
Ciertamente, a los psiquiatras no les faltan explicaciones y psicoanlisis que
parecen ofrecer la posibilidad de una curacin. Sin embargo, el creciente nmero
de psiquiatras de las dos ltimas generaciones no ha logrado derrotar con eficacia
a la gordura. Al contrario, hay ahora ms personas gruesas que antao. A juzgar
por los resultados, parece como si el abordarlo psicolgicamente fuese un fracaso
completo.
Hace unos aos, dos investigadores de la Facultad de Iowa informaron sobre
el intento de comprobar la teora del origen psicognico de la gordura. Estudiaron
a ms de un centenar de muchachas que asistan a escuelas rurales, dividindolas
en las que eran gordas desde haca al menos tres aos, y las dems de peso normal.
Para demostrar que la teora psicognica era correcta, las chicas gordas
hubieran tenido que presentar ms seales de trastorno emocional que las de peso
normal; sus calificaciones escolares habran estado por debajo del promedio
general, y hubiesen tenido que obtener muy malas notas en los anlisis destinados
a medir su estabilidad mental, sus actitudes sexuales, y dems.
Pero al realizar las comparaciones, las muchachas gordas no presentaron
ninguna diferencia como grupo. Su escolaridad, su estabilidad, sus actitudes
sexuales no se distinguan de las jvenes ms delgadas. En realidad, slo hallaron
una definida diferencia entre los dos grupos. Los padres de las gruesas eran, por
trmino medio, bastante ms robustos que los de las muchachas de peso normal.
Esto ltimo no es sorprendente. Los primeros estudios de muchos casos han
demostrado que slo el 10 por 100 de nios de padres de peso normal engordan.
Cuando uno de los padres es grueso, el 50 por 100 de los nios tiende a ser grueso.
Si ambos padres lo son, el 80 por 100 de sus hijos comparte la misma tendencia.

Esto parece indicar que comer demasiado puede ser el resultado del ejemplo
paternal. Y sin embargo, mellizos idnticos tienden a pesar lo mismo, aunque
hayan sido criados por separado y se les hayan inculcado otros hbitos
alimentarios.
Por tanto, existen buenas razones para mirar suspicazmente a los motivos
hereditarios. Puede existir un impulso heredado en el conjunto fsico del
organismo que conduce a comer con exceso, y la causa predominante de la
gordura puede ser fisiolgica.
Algunos dietetistas lo reconocen y se quejan de que las causas fisiolgicas se
entorpezcan por la actitud popular hacia la gordura. Los que no son gruesos (y
esto incluye a varios mdicos y dietetistas) suponen a menudo que el hbito de
comer demasiado puede superarse mediante el simple uso de la voluntad.
El fracaso en ejercer la voluntad a este respecto es la gula. Al fin y al cabo,
descubrir una causa fsica conducente a la voracidad exonera al glotn, lo cual le
parece casi inmoral a mucha gente.
Sin embargo, es imposible prescindir de la fisiologa.
Se ha reconocido y estudiado entre los animales la tendencia a la gordura, y
es muy difcil que en los animales existan complicadas motivaciones psicolgicas.
Hay razas de ratas de laboratorio que, si se les permite comer libremente, lo hacen
hasta alcanzar dos veces el tamao de una rata normal (que come menos incluso
cuando no se le coarta la comida). Esta tendencia a engordar se hereda y puede
seguirse de generacin en generacin.
Nuestros animales domsticos estn, en muchos casos, alimentados de tal
forma que desarrollan, en algunas razas, la tendencia a engordar. El cerdo casero
apenas es otra cosa que una mquina de engorde, sin parecerse casi en absoluto al
jabal, mucho ms delgado, del que desciende. Por qu no considerar asimismo
los factores heredados que se relacionan con los seres humanos? Por qu no
indagar si entraan algn funcionamiento defectuoso de la maquinaria orgnica?
Todos sabemos que la ingestin de alimentos viene regulada por el apetito. Se
come cuando se tiene hambre y se deja de comer cuando se tiene el estmago lleno.
En la mayora de individuos, estos reajustes automticos funcionan lo
suficientemente bien para mantener constantemente su peso (dentro de un 2 3
por 100), de manera indefinida. Estas personas felices no necesitan preocuparse
conscientemente de qu o cunto comen. Su peso sabe cuidarse por s solo.

Pero esto no le ocurre a todo el mundo. Hay otras personas que ganan peso
constantemente si no prestan atencin a su dieta. Para no aumentar de grasas han
de realizar un esfuerzo consciente para restringir los alimentos, comiendo menos
cada vez, llevando a veces una existencia desdichada por esta causa.
La persona cuyo apetito excede a las necesidades de su organismo puede
encontrar un plano de gordura del que ya no vara mucho. Si gana peso, tiene que
levantar, extender y mover esos kilos de ms a cada paso que da y a cada
movimiento que ejecuta. Eso significa el desgaste de ms energa, pudiendo bastar
para equilibrar su moderada gula. En otros casos, no obstante, una persona gruesa
come ms para compensar esta prdida de energa, de forma que va ganando peso
insensiblemente, hasta el momento en que decide hacer algo al respecto.
Esto tampoco es absoluto con respecto a la ingestin de alimentos. Una
encuesta reciente realizada entre estudiantes demostr que la mayora de los
gordos coman mucho menos que los de peso normal. Pero se sentan ms
inclinados a estar horas y horas sentados ante el televisor, en tanto que los ltimos
dedicaban su tiempo libre a actividades ms vigorosas.
La prdida o ganancia de peso viene determinada por el equilibrio entre la
ingestin de alimentos y el desgaste de energas. Entre las personas gruesas existe
la tendencia a comer slo un poco ms de lo necesario para reponer la energa
gastada, sea sta poca o mucha. Y ese poco ms forma la grasa.
Entonces, no hay ningn fallo en el control del apetito de esas personas?
Comparemos el control del apetito con el termostato de un calentador (en realidad,
al control del apetito algunos dietetistas lo llaman apestato). Lo mismo que un
termostato puede estar graduado para diferentes temperaturas (pudiendo, por
tanto, quedar graduado para mantener una habitacin demasiado caldeada para la
buena comodidad), tambin es posible graduar un apestato a diferentes niveles.
La persona cuyo apestato est graduado demasiado alto pertenece al grupo de
los Hambrientos. Pronto tiene hambre y le dura mucho ms, no tardando en
engordar.
Eso es triste, ya que en algunos pases consideran la gordura como signo de
fealdad, y sabemos que es un peligro para la salud. Es cuatro veces ms probable
que la gente gorda contraiga la diabetes que la gente de peso normal, y casi dos
veces que desarrollen dolencias cardacas y circulatorias. En bien de la salud y la
apariencia esttica, tales personas han de intentar rebajar de peso usualmente
mediante una dieta adecuada. Pero para la persona gruesa cuyo apestato est

graduado muy alto, esto se convierte en una tortura. Para empeorar el asunto, su
organismo compensa automticamente la restriccin de alimentos con la
restriccin de actividades, de modo que a pesar de la agona que sufre pierde
menos peso que una persona ordinaria con la misma cantidad de comida.
Una persona gruesa con una dieta rebaja manualmente el apestato. Tiene
que mantener un dedo sobre el control constantemente, porque tan pronto como
relaja la vigilancia el apestato vuelve a su posicin anterior y el individuo sigue
ganando peso. El mundo est lleno de personas gordas que haban adelgazado y
han acabado por engordar nuevamente.
Es posible controlar el apestato mediante otros medios, aparte de la fuerza
de voluntad. El individuo puede tomar pldoras que rebajan el apetito. Tambin
puede engaar al control comiendo muy lentamente, o varias veces, en pequeas
cantidades, durante el da. Hay trucos dietticos como los que entraan los
alimentos con alto contenido en grasas y bajo contenido en hidratos de carbono,
puesto que la grasa, al parecer, rebaja el apetito ms de prisa y por perodos ms
prolongados que los hidratos de carbono. Pero haga lo que haga el individuo, una
vez conseguido el peso requerido, si se prescinde del truco empleado para ello, la
persona vuelve a recuperar su peso anterior.
Mas, dnde se encuentra el apestato y cmo funciona? Parece hallarse
localizado en la parte del cerebro llamada hipotlamo (ver Captulo 1). Si el
hipotlamo de un animal de laboratorio queda daado qumica o quirrgicamente,
el apestato sube drsticamente. El animal empieza a comer vorazmente y engorda.
Respecto a cmo funciona el apestato, existe una gran controversia. Si sus
cambios se hallan controlados, no por los trastornos personales, sino por
influencias fsicas y materiales, qu tenemos? Una teora desarrollada por Jean
Mayer, fisilogo de la Facultad de Medicina de Harvard, da lugar a una
posibilidad muy interesante. Dicha teora se refiere a la cantidad de glucosa en la
sangre. La glucosa es un tipo de azcar siempre presente en la sangre en pequeas
cantidades, y almacenada en el hgado como una sustancia semejante al almidn,
denominada glicgeno. Las clulas orgnicas absorben la glucosa del fluido
sanguneo y la emplean para producir energa. A medida que se emplea la glucosa,
en el hgado se produce ms, procedente del glicgeno, y se vierte en la sangre slo
en la medida justa para compensar la que van absorbiendo las clulas. Cuando el
ser humano realiza alguna actividad, las clulas absorben mayor cantidad de
glucosa y, para compensar esto, el glicgeno del hgado se convierte de nuevo en
glucosa, naturalmente, a ms velocidad. Cuando el individuo est en reposo, las

clulas usan menos glucosa, por lo que la conversin del glicgeno tambin se
reduce. El resultado de estas operaciones es un equilibrio perfectamente
controlado. Pero el equilibrio no siempre es perfecto. La glucosa de la sangre
decrece lentamente durante el ayuno y aumenta cuando se ingieren alimentos.
Mayer sugiri que esta variacin afecta al apestato del hipotlamo. Las clulas del
apestato se hallan constantemente comprobando el nivel de glucosa en la sangre.
Cuando dicho nivel baja, el hombre siente apetito; cuando sube, desaparece la
sensacin de hambre.
Si se acepta la teora de Mayer como una hiptesis plausible, hay que
formular la siguiente pregunta: Qu regula la cantidad de glucosa en la sangre y
qu conserva tan perfectamente el equilibrio entre las tendencias opuestas de la
formacin y la absorcin de la glucosa? Por lo que sabemos, este equilibrio est
principalmente controlado por la actividad de dos hormonas producidas por unas
clulas del pncreas. Una de stas es una hormona muy conocida: la insulina. sta
tiende a mantener bajo el nivel de glucosa, haciendo, por lo visto, que las clulas la
absorban con ms facilidad. Si por cualquier motivo, el nivel de glucosa amenaza
con aumentar excesivamente, se produce ms insulina, que es vertida al fluido
sanguneo. Como consecuencia de esta presencia de ms insulina, las clulas
absorben la glucosa con ms rapidez y baja su nivel en la sangre.
La segunda hormona es el glucagn, que acta de manera contraria. Tiende
a conservar alto el nivel de glucosa, aparentemente alentando la conversin del
glicgeno almacenado en el hgado en glucosa. Si el nivel de sta es demasiado
bajo, el pncreas entra en accin, produce glucagn, que convierte el glicgeno en
glucosa, y sta entra en el flujo sanguneo, con lo que el nivel de aqulla vuelve a
aumentar. Gracias a la actuacin bien conjugada de ambas hormonas, el nivel de
glucosa siempre es fijo, excepto por las fluctuaciones de orden menor empleadas
por el hipotlamo para controlar el apetito.
Pero, y si las hormonas salen fuera de control? A menudo, por desgracia
demasiado a menudo, el organismo pierde su capacidad de formar insulina en la
cantidad requerida. La tendencia a sufrir esta prdida es una caracterstica
hereditaria, y la condicin resultante se llama diabetes mellitus.
Si se forma insulina en cantidad inferior a la normal, las clulas orgnicas no
pueden absorber fcilmente la glucosa, y el nivel de sta sube en la sangre,
condicin sumamente peligrosa para la salud. A pesar de esta elevacin de nivel
en la sangre, seala Mayer, las clulas del apestato slo pueden absorber una
pequea cantidad de glucosa, puesto que hay poco suministro de insulina. Por

tanto, se comportan como si la sangre presentara un nivel muy bajo de glucosa, y


el apetito aumenta. Por este motivo, un diabtico siempre tiene hambre y, si se le
permite, come vorazmente. (Como utiliza la glucosa derivada de una alimentacin
ineficaz, pierde peso). Y el glucagn, la otra hormona que sirve para mantener fijo
el nivel de glucosa en la sangre? Las inyecciones de glucagn provocan la
elevacin del nivel de glucosa en la sangre, con la consiguiente prdida rpida de
apetito.
Lo cual concuerda con la teora de Mayer.
En este punto resulta tentador efectuar una especulacin. Una disminucin
en la capacidad del organismo para formar glucagn, podra mantener el nivel
sanguneo de glucosa demasiado bajo y, por tanto, conservar el apestato
demasiado alto? Acaso las personas que padecen de gordura son tambin las que
presentan tendencia a tener un nivel bajo de glucagn? Se trata de una tendencia
hereditaria? En tal caso, pierde el control con ms facilidad la insulina cuando se
descontrola tambin la produccin de glucagn? Es ste el motivo de que la gente
gruesa sea ms propensa a la diabetes que la de peso normal? Es posible que la
gordura pueda algn da controlarse mediante una terapia de hormonas, como se
hace ya con la diabetes? A todas estas preguntas slo podemos, por el momento,
contestar con la ignorancia.
Pero sea cual fuere la respuesta, es intil considerar a una persona gruesa
como dbil mental, retardada o simplemente glotona. Las recriminaciones, las
amenazas, los sustos psicolgicos, el anlisis de los sueos, casi nunca ayudan,
salvo temporalmente. Aunque la teora de Mayer est equivocada en algunos
detalles, es casi seguro que en la gordura se halla mezclado algn mecanismo
fisiolgico que, es de desear, llegar a descubrirse y a comprenderse. En cuyo
momento, podr desarrollarse una terapia hormonal con que tratar la gordura,
puesto que en realidad es solamente una enfermedad. Pero, y mientras tanto?
Existe un medio. La gente que desea perder peso lo conseguir si comprende que,
por encima de todo, necesita mucha paciencia. No deben jams relajarse por
completo y, para mantener el apestato bajo un control manual por tiempo
indefinido es preferible que ejerzan sobre el mismo una presin sutil, no pesada.
Cierto, la persona gruesa puede emprender el espectacular procedimiento
de una dieta estricta o un tratamiento gimnstico, sorprender con ello a sus amigos
y entusiasmarse tambin ella con los resultados a corto plazo.
Mas, con qu fin, si la fuerte presin sobre el control manual del apestato

no ha de tardar en relajarse (usualmente muy pronto), y el organismo retomar a


su hbito de comer con exceso? Es mejor comer un poco menos a cada comida de lo
que sugiera el impulso personal, y hacerlo constantemente. Aadir a esto un poco
ms de ejercicio o de actividad de lo que sugiera asimismo el impulso, y continuar
hacindolo de modo constante. Unas cuantas caloras menos a diario, y unas
cuantas ms consumidas, ayudarn a rebajar de peso, lenta, pero seguramente, y
sin excesivo pesar.
Y con mejores resultados a largo plazo, puesto que con el tiempo una
presin sutil sobre el apestato es fcil de mantenerla indefinidamente.
Al menos, una investigacin extensiva demostr que si una persona gruesa
puede mantener un peso normal durante seis meses al ao, es probable que siga
mantenindolo por siempre. Una presin sutil sobre el apestato se convierte en una
costumbre fcil de seguir.
Es la clebre frase, tan de moda: lento pero seguro.
Nota especial: Cuando redact el captulo anterior, hace ya algn tiempo, yo
pesaba unos veinte kilos de ms. Gozaba de perfecta salud, sin ningn sntoma de
diabetes o trastornos circulatorios. Adems, mi energa era normal, usualmente me
hallaba de buen humor y no vea, por tanto, la menor razn para limitar mi placer
digestivo.
Tras haber escrito este captulo empec a reflexionar.
Animado por quienes me aprecian, practiqu lo que haba predicado.
Eventualmente, perd quince kilos. Actualmente, llevo ya dos aos con este nuevo
peso sin ningn esfuerzo. Naturalmente, estoy a dieta perpetua en el sentido de
que como menos que en otros tiempos, y espero poder seguir hacindolo, puesto
que no es difcil.
Claro est, todava me quedan cinco kilos de exceso.
Bien, despus de releer este captulo quizs haga otra prueba para intentar
rebajar dicho exceso.

4. La sangre lo dir

Llevamos en nuestras venas una enciclopedia personal que los mdicos y los
bioqumicos empiezan a saber leer. Todava forcejean con los pasajes oscuros, pero
todo lo que ya han descifrado ha servido para prolongar la existencia humana.
La sangre lo dir, dice el antiguo proverbio, con una significacin errnea.
Puesto que lo que la sangre dice, de acuerdo con el significado de los tiempos
pretritos, se refiere a los modales y la crianza, el valor y la honradez o al revs;
en resumen: todo aquello determinado por la enseanza y el ambiente, y no por la
herencia.
Fue al alborear el siglo XX cuando el verdadero cdigo de la sangre empez
a ser desvelado por la investigacin. La sangre lo dir, siempre, segn se ha
averiguado, si se le hacen las preguntas adecuadas.
En 1901 se descubri que existen cuatro tipos principales de sangre. Estos
tipos no presentan seales externas. Nadie puede decir, slo mirando a otra
persona, o estudiando alguna parte de su cuerpo, aparte de la sangre, a qu tipo
pertenece.
La diferencia que nos muestra la sangre es sta: cuando se mezclan
diferentes tipos de sangre, las clulas de una de las muestras se agrupan en una
masa pegajosa.
Esto no ocurre nunca si se mezclan dos muestras sanguneas del mismo tipo.
Es interesante observar este agrupamiento en el tubo de ensayo. Sin
embargo, en las venas de un ser humano este agrupamiento puede ser fatal,
porque los cogulos de clulas rojas obstruyen los capilares vitales de los rones,
el corazn o el cerebro.
Al menos, sta fue la respuesta a los verstiles resultados que acompaaron
todos los intentos de transfusin sangunea antes del siglo XX. De vez en cuando, a
lo largo de toda la historia de la Medicina, algn mdico ha intentado remplazar
una prdida de sangre con la introduccin de la sangre de un donante en las venas
del enfermo. En algunas ocasiones, esto ha ayudado al paciente; pero con ms
frecuencia lo ha matado.
En el siglo XX, la transfusin se ha convertido ya en una rutina segura. Slo

es necesario utilizar la sangre de un donante del mismo tipo sanguneo que el del
enfermo o, a lo sumo, de otro tipo de sangre compatible con el primero.
Los tipos sanguneos se heredan de acuerdo con una norma fija, de modo
que la sangre no slo dice las posibilidades de una transfusin, sino tambin sobre
el parentesco.
As, un hombre y una mujer, ambos del tipo A, no pueden tener un hijo del
tipo B. Si dicho hijo muestra sangre del tipo B, slo caben dos posibilidades: o que
el nio haya sido cambiado inadvertidamente en la clnica maternal, o que el
marido no sea el padre verdadero. No importa que los diversos parientes afirmen
que el nio tiene la barbilla y la nariz del padre. Esto es posible, pero por pura
coincidencia. La sangre dice la verdad, y jams miente. (Aunque sea posible, y lo
admito, que los tcnicos se equivoquen al analizar un tipo de sangre). Tambin se
esconden en la sangre las relaciones de carcter ms amplio. Por ejemplo, un tipo
de sangre llamado Rh negativo se presenta en un nmero muy apreciable de
europeos y entre sus descendientes de otros continentes. En cambio, apenas
aparece entre los nativos de Asia, frica, Australia y ambas Amricas.
En Europa, la incidencia de este tipo sanguneo es alta entre los vascos de los
Pirineos espaoles, donde un tercio de la poblacin es Rh negativo. Por tanto, es
posible que los vascos representen a un estrato muy antiguo de la poblacin
europea, sumergida por una oleada posterior de inmigrantes de Asia o Norte de
frica, que desde hace miles de aos son los europeos modernos.
Que los vascos son el ltimo vestigio de los antiguos europeos viene
indicado por el carcter de su lenguaje, que no est relacionado con ningn otro de
la Tierra, y por su sangre.
En realidad, el promedio de cambios de los diferentes grupos de sangre se
ha empleado para seguir las emigraciones del pasado. Una marea de tipo B
retrocede lentamente a medida que se viaja hacia el Oeste a travs de Europa,
desde los Urales hacia el Atlntico, lo cual seala el paso de los invasores asiticos,
como los hunos y los mongoles, puesto que el porcentaje de tipo B es mayor en
Asia Central. Tambin pueden seguirse en la sangre de su poblacin las invasiones
de Australia desde el Norte, y de Japn desde el Oeste.
No obstante, si nicamente utilizamos los principales tipos sanguneos, los
que tienen importancia en la transfusin, para tales propsitos, los limitamos a una
tcnica muy pobre. Dichos tipos se extienden demasiado ampliamente y los

promedios de uno a otro difieren por un margen muy estrecho. Por fortuna, en
esta ltima mitad del siglo se han descubierto muchos tipos de sangre adicionales.
Ninguno de stos tiene importancia en las transfusiones, pero todos son
claramente definidos y se heredan de acuerdo con una norma fija.
Hasta hoy da se han identificado ms de sesenta tipos sanguneos. El
nmero de combinaciones posibles entre los mismos que pueden existir en un ser
humano (incluso concediendo que algunos de tales tipos no son muy corrientes),
se calcula en 1.152.900.000.000.000.000.
Esta cantidad es cuatrocientos millones de veces mayor que la poblacin
total de la Tierra. Es, por tanto, muy probable que un laboratorio equipado para
analizar todos los posibles tipos sanguneos (y por desgracia, no existe ninguno
an en estas condiciones), pudiera diferenciar la sangre de cualquier ser humano
de la de otro, salvo en el caso de mellizos idnticos.
Potencialmente, pues, cada individuo lleva consigo de manera constante su
tarjeta de identidad. Una vez analizado completamente el grupo sanguneo, todo
ser humano queda debidamente fichado y controlado.
Como resultado de un anlisis completo, las relaciones, en el estricto sentido
de la paternidad, o en el ms amplio de las emigraciones tribales, podran ser
precisadas detalladamente. Esos problemas relativos a las emigraciones de los
polinesios o a la ruta seguida por los indios para penetrar en Amrica, quedaran
solucionados al punto.
(Los antroplogos interesados en tales emigraciones, no obstante, deben
apresurarse a realizar tales deducciones. El automvil apresur la mezcla de las
personas dentro de las naciones, y actualmente el avin a propulsin introduce
una mayor facilidad de movimientos y desarraigos a escala intercontinental. Si este
progreso contina, la historia de las emigraciones tal vez dentro de unas
generaciones ser algo que slo pertenecer al pasado). En esencia, todo esto
significa que, al menos potencialmente, la sangre puede decirnos exactamente
quines somos.
Sera interesante que, adems, pudiese decimos qu somos. Supongamos,
por ejemplo, que pudiera decirnos si estamos sanos o enfermos, y en este ltimo
caso, hasta qu punto y de qu modo. An sera ms fascinante que pudiese
predecir el futuro y decir si somos propensos a enfermar y, en tal caso, de qu
forma.

Repito que, al menos en potencia, la sangre puede decir todo esto. A las
debidas preguntas puede dar las ms acertadas respuestas.
Naturalmente, no se trata de un asunto de mera curiosidad, como si
furamos un pueblo primitivo deseoso de consultar una bola de cristal. Todos
somos propensos a las enfermedades, y cuanto ms sepamos a este respecto, ms
fcil nos resultar impedir su progreso o incluso cambiarlo. Mejor an, podramos
prevenir las enfermedades, en primer lugar.
Es regla de carcter general que cuanto antes se detecta una enfermedad,
ms fcil es de curar. Toda enfermedad, si progresa bastante, produce sntomas
visibles, de lo contrario no se reconoce como tal enfermedad. Pero el organismo
lucha ferozmente para conservar su equilibrio contra el comienzo de una
enfermedad, y cuando los sntomas son visibles, el organismo ha perdido ya la
batalla, al menos por el momento. Por tanto, para su mejor tratamiento, habra que
descubrir una enfermedad antes de la aparicin a simple vista de los sntomas.
Bien, cada fase de las actividades orgnicas, tanto en salud como en
enfermedad, se refleja en la compleja qumica de la sangre. Por tanto, volvamos a
ella. Y tomemos como ejemplo la diabetes.
El diabtico avanzado pierde peso a pesar de comer vorazmente (ver
Captulo 3); y ha de beber y orinar copiosamente. Est torturado por granos y
sarpullidos, y una cantidad de trastornos ms graves aunque menos observables.
Cuando ocurre tal cosa, el diabtico est ya muy mal y fuera de toda ayuda.
La diabetes es una enfermedad provocada por la falta de la hormona
insulina. sta controla el nivel de concentracin de la glucosa, que es una forma del
azcar, en la sangre. Cuando decrece la produccin de insulina, la concentracin
de glucosa se eleva hasta que una parte de la misma se vierte en la orina. Detectar
los primeros signos de glucosa en la orina sirve para probar la existencia de la
diabetes antes de que el paciente llegue a los ltimos extremos.
Pero entonces ya es demasiado tarde, en el curso de la dolencia, para
conseguir un cierto bienestar. Es posible analizar directamente la sangre y ver si la
concentracin de glucosa, aunque todava no lo bastante elevada para verterse en
la orina, se halla por encima de lo normal.
Mejor an, es posible poner bajo tensin los aparatos qumicos del cuerpo
que se ocupan de la glucosa. Entonces podemos observar si el organismo, aunque

todava capaz de controlar el nivel de glucosa en condiciones ordinarias, mostrara


signos de fallo en una emergencia. Si el organismo presenta tales signos, habremos
descubierto la diabetes en sus comienzos.
Esto se logra mediante un ensayo de tolerancia de la glucosa. Al paciente
se le administra como bebida una gran dosis de solucin de glucosa, y se analiza
antes y despus su sangre varias veces.
La glucosa es absorbida rpidamente por el intestino, y llega a la sangre.
Como resultado, la concentracin de glucosa aumenta al momento. En respuesta a
tal elevacin, no obstante, se produce insulina en cantidad mayor de lo normal y la
concentracin de glucosa desciende a su justo nivel en poco tiempo. En los
individuos normales, la concentracin de glucosa es de unos 100 miligramos por
100 mililitros de sangre. Unos cuarenta y cinco minutos despus de tomar una
comida con glucosa, esta cifra se eleva el doble, si bien al cabo de una hora ya ha
descendido al nivel normal.
Si la cifra aumenta marcadamente por encima del doble despus de comer y
tarda varias horas en volver al estado normal, ello significa que el organismo tiene
dificultades en producir insulina en cantidades de emergencia y que, por tanto,
existen algunas probabilidades de que se presente la diabetes. Cuando se detecta la
enfermedad en esta fase, una dieta razonable y un rgimen de ejercicios adecuado
pueden mantener la normalidad por tiempo indefinido. Entonces, puede evitarse
el uso de las inyecciones de insulina.
Un segundo ejemplo podra referirse a la glndula tiroides, que controla el
promedio a que se desgasta la maquinaria qumica del organismo. A esto se le
llama promedio metablico basal, o BMR. Hasta hace unos aos, la forma de
medir el BMR consista en hacer que el paciente respirase por un cilindro de
oxgeno, y el promedio a que se consuma dicho oxgeno era la medida
aproximada del BMR. Pero la glndula tiroides produce ciertas hormonas que
controlan el BMR. stas contienen tomos de yodo que son transportados al resto
del cuerpo.
Tan pronto como se invent el mtodo para determinar el yodo unido a las
protenas. (PBI) de la sangre, la prueba, mucho ms lenta, del cilindro de oxgeno
qued descartada. Una pequea puncin, y la sangre habla.
Las enfermedades del rin, como la diabetes, son fciles de detectar cuando
se hallan muy avanzadas. Al comienzo, es preciso algo que ayude a detectarlas.

Bien, la funcin primordial de los riones es filtrar los residuos de la sangre, el ms


importante de los cuales es la urea.
No es difcil medir la concentracin de urea en la sangre, y cuando la misma
supera el nivel normal, el rion puede empezar a fallar, tal vez a tiempo todava
de poder curarse.
El hgado es la fbrica qumica ms atareada del organismo y su buen
funcionamiento es crucial para la existencia. Pero todas las sustancias sumamente
necesarias que fabrica han de ser distribuidas por la sangre, y segn el aumento o
disminucin de concentracin de aqullas, es posible averiguar la historia exacta
de los fallos hepticos. La ictericia es una condicin, por ejemplo, en que un
pigmento amarillo llamado bilirrubina se concentra anormalmente en la sangre.
Ello puede deberse a un trastorno de las clulas rojas de la sangre que, al
descomponerse con excesiva rapidez, forman cantidades anormales de bilirrubina.
O puede deberse a un trastorno heptico, al estar el hgado bloqueado y no poder
verter la bilirrubina al intestino, como es normal, debiendo en cambio verterla a la
sangre. Comprobando la cantidad de bilirrubina mediante dos mtodos qumicos
distintos, el bioqumico puede al momento saber si el trastorno se debe a la sangre
o al hgado.
Si bien la sangre es un libro abierto, es, no obstante, un libro complicado. Los
bioqumicos pueden detectar cualquiera de las diversas docenas de sustancias de
la sangre, y una variacin en la concentracin de cualquiera de ellas puede ser
sintomtica de cierto nmero de enfermedades. Una elevacin del nivel de una de
las protenas amilasas puede pregonar una pancreatitis; el aumento de otra
denominada fosfatasa bsica puede indicar un cncer seo; la elevacin del nivel
de la fosfatasa cida puede ser sintomtica del cncer de la prstata. Cierta
protena transaminasa puede, con una concentracin excesiva, indicar una dolencia
cardaca. La elevacin del nivel de cierto tipo de sustancias grasas convierte en
posibilidad la arterioesclerosis. Y hay docenas de estos ejemplos.
Ningn anlisis es la indicacin clara de una enfermedad, pero cada uno
estrecha el campo de las posibilidades, y una combinacin de anlisis puede
considerarse como seguro. Gracias a ellos, el mdico sabe en qu direccin mirar,
cuando el paciente todava no presenta sntomas visibles de una enfermedad dada
y cuando el tratamiento puede ofrecer an grandes esperanzas de curacin o, al
menos, la detencin del progreso de la dolencia.
Qu nos reserva el futuro? Existen muchas razones para pensar que el valor

de la sangre como instrumento diagnosticador seguir en aumento. Desde la


Segunda Guerra Mundial, se han inventado constantemente nuevas tcnicas para
analizar mezclas cada vez ms complejas con mayor precisin. Ahora es posible ya
separar los componentes de la sangre con mayor certidumbre.
Pero no todas las variaciones de la composicin de la sangre son de orden
patolgico. Los grupos sanguneos son un buen ejemplo de esto. Por lo que
sabemos, una persona del grupo A es tan normal como otra del grupo B, siendo
probable que viva una existencia tan larga y sana como la segunda. Pero los dos
individuos son igualmente diferentes, y cuando se trata de una transfusin hay
que tener en cuenta dicha diferencia.
Puede haber otras diferencias dentro de los lmites de la normalidad, que
requieren ligeras gradaciones de tratamiento. Por ejemplo, una de las funciones
primordiales de la sangre es la de suministrar a las clulas las sustancias necesarias
para fabricar los tejidos. Las principales necesidades son veinte compuestos
estrechamente relacionados entre s llamados aminocidos. stos pueden darse por
separado o estar combinados en unas molculas gigantes, que son las protenas. La
composicin de los aminocidos de la sangre de un individuo puede tener suma
importancia en su tratamiento clnico (ver Captulo 5).
Tal vez el siglo venidero nos mostrar la bioqumica humana, como un
asunto verdaderamente individual. La sangre de una persona no ser ya solamente
su tarjeta de visita, sino que constituir una ficha de su historia pasada, presente y
futura.
El Sherlock Holmes del porvenir ser el tcnico sanguneo. Es posible
incluso imaginar una poca en que el anlisis sanguneo ser perfeccionado
mediante el empleo de microanlisis, tal vez con ordenadores, en que una sola gota
de sangre bastar para retratar al individuo, como la cartulina de la balanza
automtica. Dicha tarjeta no dir si el individuo en cuestin conocer a una rubia
despampanante o si ha de realizar un crucero en un prximo futuro. En cambio,
aconsejar la dieta a emplear, prevendr respecto a los peligros que amenacen la
salud del analizado, y de los pequeos desajustes de la mquina orgnica que, al
ser ignorados, pueden convertirse en graves.
Para nuestros nietos, la informacin conseguida por medio de una gota de
sangre podr ser la clave de una existencia sana y prolongada.

5. El t qumico

Damos por descontado que no existen dos personas exactamente iguales. Un


nio no tiene dificultad en reconocer a su madre, y un adolescente asegura que
ninguna otra mujer se parece a su amada. Incluso los mellizos idnticos presentan
ciertas diferencias. Y lo que es aparente a nuestro sentido de la vista lo es al olfato
del perro. Pero el aspecto slo se halla a flor de piel, dijo el poeta. Y tambin el
olor, segn los anuncios de la televisin. No podemos profundizar un poco ms?
No hay diferencias en las funciones internas del organismo que resulten aparentes
en el mundo framente imparcial del tubo de ensayo del qumico? En realidad,
todos nosotros utilizamos la hemoglobina para absorber el oxgeno, y ciertas para
producir energa. Todos poseemos pulmones, corazn y rones. Podemos
alimentamos con la misma comida, sufrir las mismas enfermedades, y todos
terminamos en la muerte. Pero hay algo ms.
En el captulo anterior ya examinamos el papel de la sangre en la
individualidad qumica del ser humano Bien, pasemos ms adelante.
En las dos primeras dcadas de este siglo, un mdico ingls llamado
Archibald E. Garrod, estudi la pauta del metabolismo de los seres humanos.
Estudi la secuencia de las reacciones qumicas por las que el organismo
descompone los alimentos para obtener energas y fabricar los tejidos. Y hall
casos de personas que carecan de la capacidad de ejecutar una u otra reaccin, a
veces con resultados catastrficos (ver un ejemplo en el Captulo 9).
Esos errores qumicos acompaan al individuo desde el nacimiento. El
equipo, o la falta del mismo, con que el individuo debe conducir su qumica
interna es suyo desde el principio (al menos, en potencia, ya que en algunos casos
la deficiencia slo se observa ms adelante). Garrod se refiri a las desviaciones de
lo que pareca un metabolismo normal, como errores innatos del metabolismo.
Naturalmente, los ms fciles de ver son los que producen enfermedades
graves como la diabetes (ver Captulo 4); o los sntomas espectaculares, como los
de la relativamente inofensiva alcaptonuria, en que la orina, en ciertas condiciones,
se torna negra.
Comprendiendo que los mecanismos qumicos dentro de las clulas son
altamente complejos, Garrod presinti que poda existir cualquier nmero de

desviaciones que no producan sntomas espectaculares ni peligrosos. Dicho de


otro modo: cada individuo poda seguir una senda qumica distinta de los dems,
sin perjudicarse. Desde este punto de vista, todos somos individuales no slo en el
aspecto, sino en la parte qumica.
Fijmonos en ello. El organismo fabrica unas protenas defensivas especiales
(los anticuerpos) que reaccionan ante las molculas extraas, neutralizndolas.
sta es una de nuestras mejores defensas contra las bacterias y los virus invasores.
Una vez el individuo ha fabricado un anticuerpo contra los virus del sarampin,
est ya inmunizado contra nuevos ataques de esta enfermedad. La vacuna Sabin
anima al organismo a fabricar anticuerpos contra el virus de la polio, ofrecindole
los virus necesarios en una forma que no producen la enfermedad. De este modo,
el organismo queda inmunizado sin sufrir el riesgo de contraer la polio.
Un ejemplo negativo del mismo uso de las protenas es el hecho de que el
cuerpo puede casualmente tornarse sensible a ciertas sustancias extraas,
inofensivas en s mismas; por ejemplo, a las protenas de ciertas clases de polen, o a
ciertos tipos de alimentos. En tal caso, la persona padece una fiebre del heno o una
alergia.
Un anticuerpo dado puede hacer distinciones entre una sustancia extraa y
otra (por ejemplo, entre la protena del pollo y la del pato), aunque tal diferencia
no sea aparente para el qumico. Siempre puede distinguir entre una sustancia
extraa y las molculas presentes en el organismo a que pertenece.
Si un anticuerpo puede distinguir entre dos protenas, stas han de ser
diferentes en cierto modo. Siendo as, no puede haber dos seres humanos, aparte
de los mellizos idnticos, cuyas protenas sean exactamente iguales. La prueba de
esto es que un injerto drmico fracasar a menos que se haga con piel de otra parte
del mismo cuerpo o, a lo sumo, del cuerpo del mellizo idntico, si existe.
El organismo del paciente reconoce y forma anticuerpos contra las protenas
de la epidermis de cualquier otro ser humano. Estos anticuerpos impiden que el
injerto arraigue, y demuestran, con grave inconveniente o peligro para l, que el
paciente es un individualista en el aspecto qumico.
Gran parte de nuestra magia clnica est limitada a mtodos que sorprenden
al comn denominador de toda la Humanidad. La aspirina alivia el dolor en casi
todos los seres humanos, y la penicilina impide el crecimiento y la multiplicacin
de los grmenes patgenos en casi todos tambin. Naturalmente, el mdico debe

tener cuidado con la pequea minora sensible a estas panaceas universales, pero
en general puede prescribirlas libremente.
A medida que aumentan los conocimientos, es posible aadir un control ms
sutil, cuidadosamente dirigido a las necesidades de cada individuo, a la terapia de
conjunto. El mdico ha de saber, y de hecho sabe ya, que aparte de la
individualidad psicolgica y biolgica, existe una individualidad qumica en cada
uno de nosotros.
El primer paso en la direccin de un control ms sutil se refiere
indudablemente a las protenas. Al fin y al cabo, la mayora de las sustancias que
inducen una reaccin de anticuerpos son protenas, sindolo asimismo los
anticuerpos. Est claro, pues, que las protenas presentes en el cuerpo difieren
entre s de modo sutil, y que el organismo puede fabricar otras para aprovecharse
de tales diferencias.
Cules son estas sutiles diferencias? En primer lugar, las protenas estn
formadas de molculas grandes. Incluso una molcula proteica de un tamao
normal est formada por la aglomeracin de unos cuatrocientos mil tomos. En
comparacin, una molcula de agua est formada por slo tres tomos, y la de
azcar por cuarenta y cinco tomos.
Los tomos dentro de la molcula de protena se hallan dispuestos en
combinaciones llamadas aminocidos, cada uno de los cuales se compone de diez a
treinta tomos. Los aminocidos se unen, como las cuentas de un collar, formando
una molcula de protena.
Aunque la estructura general de los aminocidos sea semejante, hay
diferencias de detalle. Una protena individual est formada por una cantidad que
oscila entre quince y veintids aminocidos, colocados en un cierto orden como
una cadena.
Naturalmente, si dos protenas estn formadas por diferente nmero de
aminocidos, son diferentes, y esta diferencia la notan los anticuerpos. Tambin
son diferentes si estn formadas por el mismo nmero de aminocidos, pero con
distintas proporciones de los diversos tipos.
Lo ms interesante, no obstante, es que si dos molculas de protena estn
formadas por el mismo nmero de los mismos tipos de aminocidos, tambin son
diferentes, si es distinto el orden en que los aminocidos se suceden en las

respectivas cadenas. Es lo mismo que si tomsemos un collar de cuentas: cinco


rojas, cinco azules, cinco amarillas y cinco verdes. Segn el orden en que stas se
colocasen, podramos formar doce mil millones de combinaciones diferentes.
Pero el caso de las protenas no es tan sencillo. Una protena normal contiene
quinientos aminocidos, no veinte; y los aminocidos pertenecen a veinte tipos
distintos, no a cuatro. El nmero, por tanto, de formas posibles en que aqullos
pueden disponerse en una gran molcula de protena dara por resultado una
cantidad de seiscientos ceros.
Siendo as, es obvio que una persona posee sus propias protenas, muy
distintas del resto de la Humanidad. En realidad, cualquier ser vivo puede tener
unas protenas completamente diferentes de las de los dems existentes o que
hayan existido desde el alborear de los tiempos, y, por lo tanto, tambin una
qumica especial.
Pero si cada ser vivo tiene protenas diferentes y el organismo es sensible a
las protenas extraas, cmo podemos comer? Por fortuna, la comida no penetra
en el organismo en su forma original, sino que permanece en el tubo digestivo
hasta haber sufrido diversos cambios. Slo entonces cruza las paredes intestinales
y penetra en el organismo.
Las protenas, al ser digeridas, se descomponen en aminocidos
individuales, siendo absorbidos slo stos. Solamente con que el organismo
absorbiese un diminuto fragmento de protena intacta, el cuerpo se sensibilizara al
mismo tiempo y dara muestras de una poderosa reaccin alrgica a tal protena.
Los aminocidos, sin embargo, son inofensivos.
Aparte de los aminocidos absorbidos, el organismo fabrica las protenas
individuales de sus propios tejidos, utilizando el exceso de aminocidos para
producir energa. Naturalmente, utiliza los aminocidos en ciertas proporciones
para fabricar las protenas orgnicas, y dichas proporciones es posible que no sean
aquellas en que los aminocidos se presentan en las protenas alimenticias
ingeridas. Por suerte, el cuerpo humano puede combatir esta discrepancia
cambiando la estructura molecular de algunos aminocidos hacia la de otros. Un
aminocido de excesiva estructura molecular puede convertirse en otro deficiente,
preferible para una combinacin ms eficiente.
Sin embargo, hay lmites a esto. Hace casi cien aos se descubri que las
ratas moriran si su nica fuente de protenas fuese el maz, pero que viviran

solamente con aadir una partcula de protena lctea a su alimentacin. La


explicacin a esta aparente anomala consiste en que la protena del maz carece de
un aminocido llamado triptofano, que las protenas de la leche poseen en gran
cantidad. Aparentemente, la rata no puede extraer el triptofano de los otros
aminocidos y, al no ser capaz de mantener sin aqul el nivel de protenas de sus
tejidos de forma normal, se muere.
En el ao 1930, el bioqumico norteamericano William C. Rose, mediante
experimentos dietticos en estudiantes universitarios, hall que el organismo
humano no puede fabricar ocho aminocidos. A los mismos se les denomina
aminocidos esenciales, debido a que su presencia en la dieta es muy importante
para la salud.
En una dieta razonablemente variada, por encima del nivel de la
extenuacin por hambre, es improbable que el ser humano padezca gravemente
por la deficiencia de alguno de los aminocidos ms esenciales. Pero s puede
sufrir trastornos debido a que nuestra dieta nos suministra una pauta equivocada
de estos aminocidos.
Los dietistas pueden analizar fcilmente los aumentos en busca de su
contenido de aminocidos, y tambin conocen las necesidades cotidianas. As, es
posible saber qu aminocidos faltan en una dieta y cmo suplir esta falta con
alimentos o pastillas. Esto constituye una terapia de conjunto. Aunque hoy en da
sea ya posible un tratamiento ms individualizado.
Existe un mtodo muy simple para calcular la individualidad qumica de un
paciente. El organismo proporciona las protenas para sus propias clulas, que
circulan en la corriente sangunea y presumiblemente tienen la pauta particular de
aminocidos requerida por el individuo. Pueden analizarse las protenas de
algunas gotas de sangre, y ser tomada la frmula de los aminocidos, lo que
constituye una especie de huella dactilar. Cuando esto se compara con la frmula
de los aminocidos de la dieta del paciente, pueden efectuarse las sugerencias
especficas para los alimentos suplementarios.
Cualquier persona puede ser tratada individualmente a este respecto, y no
necesita ser una vctima como miembro de un mtico grupo normal. Esto puede
aplicarse a gran escala a todas las reas donde un nivel de vida bajo requiere un
suplemento eficaz en la dieta.
A medida que aumenten los conocimientos clnicos y qumicos, llegar el da

en que ser posible analizar metablicamente a cada individuo en la infancia y


peridicamente ms adelante; y llegar el da en que los archivos de cada centro
mdico contendrn las fichas de las frmulas qumicas de todos sus pacientes. Tal
vez entonces, ningn mdico tratar a su paciente, salvo en casos de emergencia,
sin un estudio preliminar de tales frmulas.
Al fin y al cabo, el mdico no se enfrenta con la Humanidad en abstracto
cuando se acude a l, sino con el individuo, con el qumico que todos llevamos
dentro.

6. Supervivencia de la molcula ms apta

Como expliqu en el captulo anterior, las protenas son una de las claves
principales de la individualidad qumica, gracias a las complicaciones de su
estructura molecular. Y entre las protenas ms significativas se hallan las enzimas,
que ya se mencionaron en el Captulo 3.
Por tanto, no es raro que los bioqumicos se hayan dedicado al estudio de la
estructura de las enzimas, tambin con buenos resultados.
Las enzimas, como todas las protenas, estn constituidas por unidades
relativamente simples: aminocidos. Los veinte tipos diferentes de aminocidos
que existen aproximadamente se presentan en las molculas ms pequeas de
enzimas en la cantidad de dos a seis en cada una; en las mayores llegan a varias
docenas.
Los bioqumicos conocen la estructura detallada de cada aminocido.
Tambin conocen la forma exacta en que un aminocido se halla relacionado con
otro para formar una cadena peptdica. Para extraer la frmula exacta de una
protena tenemos que determinar antes qu aminocidos, y cuntos de cada uno,
se encuentran en una cadena peptdica.
Dicha cadena puede ser hidrolizada calentndola con una solucin cida.
Este proceso sirve para descomponer la cadena en aminocidos individuales.
Entonces, es posible analizar la mezcla y el nmero de cada variedad de
aminocidos presentes en la cadena determinada.

Sin embargo, esto no es suficiente. En qu orden se hallan los aminocidos


presentes en la cadena peptdica? El nmero de ordenaciones posibles es enorme
incluso en la protena ms pequea. Por ejemplo, existe una hormona llamada
oxitocina que es una de las ms pequeas de las protenas corrientes. Su molcula
consta de una cadena peptdica que contiene cada una solamente ocho clases
diferentes de aminocidos. Sin embargo, los mismos pueden disponerse de 80.220
formas distintas.
La situacin resulta excesivamente complicada para las molculas mayores
de protenas, aunque no sea una situacin desesperada tampoco. Cortando la
cadena peptdica en pequeos fragmentos, cada uno conteniendo dos o tres
aminocidos, y verificando el orden de un solo fragmento a la vez, puede
deducirse el orden de toda la cadena. En 1953, se logr establecer por completo el
orden de los cincuenta aminocidos que componen las molculas de la hormona
insulina (ver Captulo 4).
La insulina fue la primera molcula de protena conquistada de esta forma,
conquista que cost ocho aos. Sin embargo, conociendo ya la tcnica detallada, se
pudo dominar a las molculas mayores en mucho menos tiempo. As, no se tard
en descubrir todo lo referente a la molcula de la protena ribonucleasa (una
enzima que comporta la descomposicin del cido ribonucleico, el famoso ARN
del que se habl en el Captulo 2), formada por una cadena peptdica de ciento
veinticuatro aminocidos.
La forma en que la ribonucleasa (o cualquier enzima) da lugar a una
reaccin qumica es muy sutil e interesante, y de ello hablar en el captulo
siguiente. Como es natural, una vez los qumicos conocieron la composicin de
aminocidos de una molcula de enzima, se sintieron interesados por saber a qu
se deba la asombrosa facilidad de dichas molculas para provocar tales reacciones
qumicas como, en el caso presente, la descomposicin de la molcula de ARN.
Los qumicos empezaron, cuidadosamente, a alterar los diversos
aminocidos de la ribonucleasa a fin de encontrar los puntos activos, las partes
que estaban directamente relacionadas con la accin de la enzima. Result que
algunos aminocidos especiales, al ser alterados incluso ligeramente, quedaban
asociados con una prdida de la actividad de la enzima, en tanto que otros podan
continuar laborando sin efecto alguno. Los puntos clave resultaron ser el
aminocido 12 (de la variedad denominada histidina), el aminocido 14
(lisina), y el 119 (tambin histidina).

Es probable que, a pesar de la amplia separacin de esos aminocidos en la


cadena, representen un solo lugar activo. La cadena peptdica no es, en realidad,
una varilla larga y recta, sino ms parecida a una cuerda flexible que puede
doblarse de forma que la molcula de ribonucleasa adopte conjuntamente las
posiciones 14, 21 y 19. De este modo, se forma una frmula especfica de tres
aminocidos.
La molcula de enzima se conserva en su forma doblada mediante enlaces
particulares entre agrupaciones atmicas. Uno de los ms importantes se relaciona
con el aminocido cistina. La cistina es una especie de molcula doble. Cada
mitad es un aminocido completo en s, y ambas mitades se hallan conectadas por
una cadena que incluye dos tomos de azufre (un puente S-S). Una mitad de la
cistina puede formar parte de una cadena peptdica, y la otra mitad de otra cadena.
De esta forma, dos cadenas separadas (o dos sectores de una misma cadena) se
hallan firmemente sujetas por un puente S-S.
La molcula de ribonucleasa posee cuatro puentes que enlazan diferentes
partes de la cadena. Existen tipos ms dbiles de enlace, claro est, y todos
contribuyen a doblar apropiadamente la cadena peptdica, a fin de crear un lugar
activo.
Pero si un grupo pequeo de aminocidos forma el lugar activo, a qu se
debe la necesidad de que existan ms de cien aminocidos ms? En parte, se han
analizado ya algunas razones de esta aparente anomala.
Si la ribonucleasa se separa en dos partes en la posicin del aminocido 20,
cada parte queda inactiva. Si se mezclan las soluciones de las dos partes, se
restaura casi toda su actividad. Es como si ambas partes pudiesen alinearse
debidamente, a pesar de que existen trillones de maneras posibles de alinearse
indebidamente. Aparentemente, la disposicin del aminocido en la enzima es tal
que los pliegues naturales aparecen en la cadena, pliegues que juntan a los debidos
aminocidos, formando un lugar activo apropiado. Por tanto, parece como si la
larga cadena fuese necesaria a fin de componer un proceso natural de pliegues que
conduzca a la formacin automtica del lugar activo.
Mas, por qu edificar una cadena larga slo para formar un lugar activo?
Por qu no juntar a los aminocidos de dicho lugar activo y descartar el resto de la
molcula? En primer lugar, porque no es deseable mantener constantemente activa
a la enzima.

Consideremos las enzimas corrientes llamadas tripsina y quimotripsina. Son


enzimas digestivas que actan sobre el alimento de los intestinos, descomponiendo
las molculas de protenas de la comida y convirtindolas en diminutos
fragmentos, que a su vez se descomponen en aminocidos para ser absorbidos.
Tales enzimas forman parte de un equipo complicado y han de realizar su
tarea en un momento apropiado. Por tanto, son segregadas en formas inactivas
llamadas tripsingeno y quimotripsingeno. Las cadenas peptdicas de estas
formas inactivas no pueden doblarse con facilidad a fin de obtener un lugar activo.
Sin embargo, si se rompe la cadena en un punto dado, el resto se dobla
adecuadamente y torna a ser una enzima activa; el quimotripsingeno se convierte
en quimotripsina, y el tripsingeno en tripsina.
De modo semejante, la ribonucleasa, que debe doblarse para formar un
lugar activo, slo lo hace de manera adecuada cuando se cumplen ciertas
condiciones. Entonces, puede estar activa o inactiva segn las circunstancias.
Un lugar activo, formado con suma facilidad, lo sera siempre, y esto no
encaja en las necesidades del tejido vivo, que requiere una flexibilidad
enormemente sutil en la conducta de sus componentes.
Volvamos a las enzimas digestivas mencionadas. La molcula de tripsina
contiene 233 aminocidos divididos en tres cadenas peptdicas unidas por puentes
de cistina. La de quimotripsina es un poco mayor. Sin embargo, se ha averiguado
ya el orden de los aminocidos en ambas enzimas.
La tripsina y la quimotripsina resultaron poseer lugares activos idnticos, y
la mitad aproximadamente de los aminocidos de la tripsina se hallan en el mismo
orden que en la quimotripsina. En vista de esta semejanza, no es sorprendente que
las dos enzimas tengan una funcin similar; que ambas descompongan las
molculas de protena como parte del proceso digestivo.
Pero tambin existen algunas diferencias. Y esas diferencias en el orden de
los aminocidos hacen posible que la tripsina se dedique a las molculas de
protena de una forma, y la quimotripsina de otra. De esta manera, las protenas
estn orientadas de forma diferente con respecto al lugar activo, por lo que ambas
enzimas no son precisamente duplicados exactos.
Debido a esta diferencia de orientacin, la tripsina slo divide a ciertos tipos
de enlaces aminocidos, incluyendo a los de la lisina, ya mencionada, u otro

aminocido semejante, la arginina, muy parecido a la lisina en ciertos aspectos. La


quimotripsina divide los enlaces relacionados con aminocidos tales como la
fenilalanina, la tirosina y el tritofn (los cuales poseen en comn la presencia de un
anillo de seis tomos de carbono en la molcula).
Como la tripsina y la quimotripsina tienen lugares activos de estructura
idntica, el propsito del resto de la molcula se muestra bajo otra luz. Dominando
la forma en que la enzima se combina con las molculas sobre las que influye, se
posibilita una flexibilidad de conducta adicional, que no existira si el lugar activo
estuviese aislado en presencia.
La semejanza de la tripsina y la quimotripsina sugiere que ambas proceden
de una misma molcula ancestral. Las diferencias entre ambas proceden de que
aunque haya sido heredada la capacidad de formar cadenas peptdicas especficas,
esta capacidad se vio ocasionalmente distorsionada en el trnsito (mutacin).
El proceso de la evolucin por seleccin natural se aplica a las cadenas
peptdicas, presumiblemente, lo mismo que al conjunto de un organismo. Si se
forma una cadena peptdica con un mtodo ineficaz de funcionamiento, o ninguno
en absoluto, los organismos que la poseen muestran tendencia a extinguirse. Una
nueva cadena con una funcin ligeramente alterada, o una completamente nueva,
sobrevivir, y el organismo que la posea quedar ligeramente modificado, a fin de
subvenir a la nueva funcin. Esta es la supervivencia de las molculas entre las
ms aptas, lo mismo que entre los organismos ms adecuados.
La evolucin entre las molculas puede arrojar cierta luz, por tanto, entre la
evolucin de los organismos. La estructura de las molculas de la enzima
citocromo C (referente a la oxigenacin de los tejidos), se ha estudiado
recientemente en trece especies diferentes, desde el hombre a la levadura. Casi la
mitad de los ciento cuatro o ciento ocho aminocidos de esta enzima estn
presentes en un orden idntico en todas las especies. Lo cual es una prueba en
favor de la creencia de que toda la vida procede de un factor ancestral comn.
Las diferencias existentes son ms notables a medida que se distancian las
especies. La cadena peptdica de la molcula de citocromo C del hombre difiere en
slo un aminocido de la de un mono Rhesus. Sin embargo, existen veintiuna
diferencias entre la del hombre y el atn; y 48 entre la clula del hombre y la de la
levadura, con respecto a dicha molcula (aunque en todas las especies su funcin
sea la misma).

Indudablemente, si los qumicos pudieran simplificar sus tcnicas hasta el


punto de poder estudiar numerosas enzimas de muchas especies, las enormes
diferencias seran lo bastante complejas para revelar la frmula evolutiva con todo
detalle.

7. Enzimas y metforas.

Un experimento clsico que a menudo sirve para iniciar un curso general de


qumica en el Instituto es aquel en que se prepara oxgeno por descomposicin de
clorato potsico (que contiene tomos de aquel elemento en su molcula). Las
orientaciones para llevar a cabo el experimento son muy explcitas. El estudiante
no calienta simplemente el clorato potsico. Primero tiene que aadir bixido de
manganeso (que tambin contiene tomos de oxgeno en su molcula). Sin esto, el
clorato potsico ha de calentarse enormemente y la liberacin de oxgeno es muy
lenta. Con el bixido de manganeso, la mezcla puede calentarse moderadamente y
el oxgeno se desprende con rapidez.
Es necesario explicarle al estudiante que el bixido de manganeso no
interviene en la reaccin, para impedir que piense que el oxgeno procede de aqul,
quedando slo el manganeso en su forma metlica. La funcin del bixido de
manganeso es simplemente la de acelerar la descomposicin del clorato potsico,
pero de forma que no consuma el bixido de manganeso. Basta con la sola
presencia de ste. Se trata de un catalizador, y al proceso de influir por su sola
presencia se denomina catlisis.
Esto puede inducir a un principiante a una asociacin prolongada e
innecesaria de la catlisis con el misterio. La nocin de influir por la sola presencia
y no por participacin es muy incmoda, como una especie de fuerza psi
molecular, una percepcin extrasensorial y no por parte del clorato potsico,
estando presente el aura influyente del bixido de manganeso, o tal vez una
telequinesis, una accin supernatural a distancia por parte de la molcula de
bixido de manganeso.
En la ciencia resulta muy poco deseable cualquier aura de misterio, puesto
que la ciencia est dedicada a tornar el Universo menos misterioso. El hecho de
que cualquier estudiante de qumica se halle constantemente frente a una catlisis

y que todo aquel que se dedica a la bioqumica se halle delante de esas protenas
catalizadoras sumamente tiles, las enzimas, hace que este misterio resulte
particularmente muy poco deseable.
Naturalmente, es imposible suspender un curso introductorio el tiempo
preciso para sondear en la superficie qumica con el detalle necesario para eliminar
el misterio. Por una parte, los estudiantes carecen de suficientes antecedentes para
ello, y por otra, no se requiere nada de esto. Lo que hay que hacer al principio es
ahuyentar el misterio; ya habr tiempo ms adelante para racionalizarlo.
Para alejar el misterio slo es necesario ofrecerle al estudiante ejemplos
corrientes de cmo puede acelerarse una reaccin mediante la simple presencia de
una sustancia externa; ejemplos que no entraan brujera alguna. En resumen: un
estudiante tal vez no siempre est dispuesto a estudiar qumica, pero s metforas.
Dada ya la metfora, el estudiante la recordar indefinidamente, si es lo
suficiente espectacular. Y aunque no contine con los estudios de qumica, evitar
a este respecto el azote del misticismo, contribuyendo de este modo a una
perspectiva razonada del Universo, que es uno de los objetivos de la ciencia. Si el
estudiante sigue otros cursos de qumica en los que vuelva a presentarse el
fenmeno de la catlisis, y es colocado sobre una base terica ms firme, tendr al
menos un comienzo adecuado y podr abordar el tema con mayor confianza.
Por ejemplo, cmo puede influir un catalizador en una reaccin, por su sola
presencia? Qu existe en la vida ordinaria que pueda ofrecer una analoga a un
fenmeno tan esotrico? Supongamos que hacemos uso de la metfora de el
ladrillo y el plano inclinado.
En vez de descomponer el clorato potsico para liberar el oxgeno,
imaginemos un ladrillo deslizndose por un plano inclinado, liberando energa.
Ambos son procesos espontneos, que slo necesitan el empuje inicial. El clorato
potsico necesita el estmulo del calor; el ladrillo requiere el impulso inicial de la
mano.
Supongamos que el plano inclinado donde descansa el ladrillo es spero, de
modo que se produce una mayor friccin entre su superficie y el ladrillo. A pesar
de la atraccin de la gravedad y de la mano, el ladrillo se detiene tan pronto como
aqulla deja de empujarle.
Bien, supongamos ahora que recubrimos la superficie del plano inclinado y

la del ladrillo con hielo. El ladrillo, de pronto, se deslizar con mucha ms


facilidad. Un empujoncito al empezar, o tal vez sin empujn, y el ladrillo se
deslizar.
Pero el hielo no impulsa al ladrillo; no aumenta la atraccin de la gravedad;
no proporciona energa en ninguna forma; no juega el menor papel activo. Basta
con su presencia. No necesita siquiera estar presente, sino slo recubrir la
superficie del ladrillo y la pendiente, en donde entran ambas en contacto.
Idealmente, tampoco se desgasta el hielo en este proceso. Al apartar el ladrillo, el
hielo contina all; de este modo, es posible empujar otro ladrillo recubierto de
hielo, y otro y otro
Un catalizador se define como una sustancia capaz de acelerar una reaccin
qumica por su sola presencia en pequeas cantidades, sin sufrir ningn cambio
por su parte en el proceso. Eliminemos el trmino qumica, y el hielo que
envuelve la pendiente es un catalizador perfecto.
Existe otra metfora similar, conocida como la mesa de escribir.
Imaginemos a un hombre con papel y lpiz, y nada ms, de pie en medio de un
desierto, slo con arena suave bajo sus pies. Este hombre desea escribir una nota en
el papel.
Sabe cmo hacerlo y posee los elementos necesarios para la escritura. Sin
embargo, slo consigue garabatear unos trazos ilegibles, y ciertamente se le
romper el papel en el proceso.
Imaginmosle de pronto provisto de una tabla de madera pulimentada.
Cun distinta es ahora su situacin! Dicho hombre no ha aumentado sus
conocimientos de escritura. La nota a escribir es la misma que antes, el papel y el
lpiz. Sin embargo, ahora puede redactar el mensaje cmodamente, con toda
claridad, sin esfuerzo, slo gracias a una mesa de escribir, a un pupitre, que
acelera el proceso con su sola presencia, y no se modifica durante el mismo. Tanto
el papel como el lpiz se desgastan, y hasta el mismo escritor pierde unas caloras,
pero la tabla no ha sufrido ninguna prdida significativa, y puede utilizarse un
sinnmero de veces de la misma forma. En resumen, es un catalizador.
Adems, ambas metforas sirven para introducir la nocin de que la catlisis
es un fenmeno esencialmente superficial; que acelera una reaccin (ya sea un
ladrillo deslizante, la redaccin de una nota o, por extensin, la descomposicin
del clorato potsico), mediante la presencia de una superficie que es

especficamente apta para las actividades que entraa tal reaccin.


En el curso de qumica, ya ms adelante, se le dir al estudiante que la
catlisis acelera una reaccin sin cambiar la posicin del punto de equilibrio.
Supongamos, por ejemplo, que se empieza con dos sustancias, A y B, que
reaccionan y forman C y D. Dejemos que la reaccin llegue hasta el instante en que
se produzca un punto de equilibrio en el que A, B, C y D estn presentes en unas
proporciones fijas. La presencia de un catalizador acelera la velocidad con que se
alcanza el punto de equilibrio, pero no altera su posicin.
Ademas, si se empieza con C y D, reaccionarn parcialmente, llegando al
punto de equilibrio el mismo punto de equilibrio, estando A, B, C y D
presentes en proporciones fijas. Y el mismo catalizador acelerar la reaccin
inversa.
Al estudiante que se enfrenta por primera vez con este fenmeno, tal vez le
parezca diablico que una sustancia inanimada pueda actuar en ambas
direcciones, como si supiera por anticipado dnde se halla el punto de equilibrio.
Es sencillo, no obstante, demostrar que el catalizador no acta en dos
direcciones sino en una sola, si volvemos a la metfora del ladrillo y el plano
inclinado. Imaginemos una doble pendiente en forma de V, formada por una
sustancia spera, de alta friccin. La capa de hielo tambin servir de catalizador,
permitiendo el deslizamiento del ladrillo. Observemos, entonces, que ste se
deslizar por las dos laderas de la V, detenindose en ambos casos en el mismo
punto: el fondo.
Si denominamos a la cspide de un brazo de la V como A y B, y a la del otro
brazo como C y D, y contemplamos el conjunto desde arriba, nos parecer que el
catalizador acta de derecha a izquierda, o al revs y en cada caso parecer
detenerse en un punto medio misterioso que no semeja diferenciarse de los dems.
Visto desde un lado este proceso, no obstante, se percibe al instante que la
reaccin se produce slo en una direccin: hacia abajo, hacia el centro de gravedad.
El hielo catalizador acelera dicho movimiento descendente. El punto final (o de
equilibrio) es el ms inferior de la V, el punto de menor potencial gravitatorio, y
por tanto nico. Incluso el estudiante menos listo comprender que el hielo acta
sin ningn conocimiento previo de la posicin de equilibrio. Simplemente, el
ladrillo se desliza hasta el fondo.

Asimismo, el estudiante comprender por qu el catalizador de una reaccin


reversible no cambia el punto de equilibrio y por qu acelerar una reaccin en una
direccin dada no le obliga a moverse en dicha direccin. Naturalmente, el ladrillo
envuelto en hielo y el plano inclinado igual, permiten que el primero se deslice
ms rpidamente sin alterar la posicin del fondo de la V, ni permitir que el
ladrillo pase de largo y suba por el otro lado.
En cursos ms avanzados, el estudiante aprender que existe algo
denominado potencial qumico que puede compararse, en cierto modo, con el
potencial gravitatorio, y la imagen que capte al principio le servir de mucho ms
adelante.
Como es natural, la utilidad de una metfora no necesita quedar restringida
a las nociones ms elementales. Eventualmente, el estudiante aprender que un
catalizador consigue los resultados rebajando la energa de activacin.
Dicho de otro modo: la sustancia sobre la que acta la enzima forma primero
un compuesto intermedio, inestable, que se descompone para formar el producto
final. Dicho compuesto intermedio e inestable necesita el impulso de una cantidad
de energa relativamente grande, mas hasta que se ha formado no se producen
productos finales, aunque stos no ostenten una energa particularmente elevada.
Toda la reaccin proceder con la misma rapidez con que se forme el producto
intermedio.
El catalizador, estabilizando ms el producto intermedio, permite su
formacin con un impulso menor de energa. Esto acelera la velocidad de
formacin del producto intermedio y, en consecuencia, apresura la reaccin en
conjunto.
A menudo, la energa de activacin (la energa requerida para formar el
producto intermedio) se representa como una giba de energa entre los
productos y los reactivos. La enzima rebaja dicha giba, aumentando el trfico
por encima de la misma. Supongamos una carretera con automviles pasando en
ambas direcciones, y la metfora resultar interesante. Sin embargo, no demuestra
de qu modo un catalizador puede rebajar una giba.
Esto s se logra claramente por medio de la metfora del cordn de zapato,
Imaginemos a un hombre que est de pie en un campo fangoso de una extensin
indefinida y que tiene que atarse el cordn del zapato. Mientras se halle de pie, con
el cordn suelto, no hay peligro de que se hunda en el barro o se ensucie. Una vez

atado el cordn, tampoco corre tales peligros. Las dos son posiciones estables.
Sin embargo, durante el proceso de anudarse el cordn del zapato, tiene que
agacharse, inclinarse o levantar el pie, permaneciendo en un equilibrio muy
precario. En una de esas alternativas, se aumenta el riesgo de ensuciarse o de
perder el equilibrio. Por tanto, ha de actuar lentamente y con sumo cuidado
durante toda la posicin intermedia e inestable.
Si imaginamos una serie de hombres, todos los cuales han de atarse el
cordn de un zapato en condiciones semejantes, uno tras otro, y sin que ninguno
empiece hasta que haya terminado el anterior, todo el proceso tardar bastante
tiempo en quedar terminado, debido nicamente a la lentitud del estado
intermedio.
Bien, ahora tomemos una silla y permitamos que un hombre se siente en
ella. Una vez sentado, puede levantar el pie sin perder su estabilidad. Podr atar el
cordn del zapato sin peligro alguno y volver a levantarse. La silla no es slo un
catalizador (puesto que sirve a su propsito ofreciendo una superficie
conveniente), sino que sirve especficamente para estabilizar la posicin
intermedia.
Rebaja la giba de energa de forma clara.
De esta forma, una serie de individuos pueden atarse el cordn del zapato,
uno tras otro, de manera mucho ms rpida usando la silla en el proceso.
Estabilizando la posicin intermedia, el catalizador-silla apresura la reaccin de
atarse el zapato.
Cuando un estudiante aprende por primera vez algo relacionado con las
enzimas, se enfrenta con los catalizadores que, de repente, estn ms ntimamente
relacionados con la vida y los mayores misterios. Pues, aunque son protenas por
su naturaleza, las enzimas comparten todas las propiedades fundamentales de los
catalizadores en general. Las metforas del ladrillo y el plano inclinado, de la tabla
de escribir y del cordn de zapato, se aplican a todas las enzimas tan directamente
como al bixido de manganeso.
Pero las enzimas introducen otros refinamientos. Una forma en que las
protenas catalizadoras (enzimas) difieren de los catalizadores minerales es que las
primeras son mucho ms especficas. Es corriente hallar una enzima que slo
catalice una reaccin de entre otras muchas posibles. Aunque no debe aceptarse

esto como un ejemplo del dulce misterio de la vida. Incluso un conocimiento muy
superficial de la estructura de las protenas demostrar que es posible edificar
superficies muy complejas de molculas proteicas variando la naturaleza y
disposicin de los componentes aminocidos. El valor de una superficie altamente
especializada puede demostrarse mediante una extensin de la metfora del
cordn de zapato.
Una silla es una silla, pero hay sillas y sillas. Una silla de cocina ordinaria es
adecuada como catalizador para acelerar la reaccin de anudarse los zapatos. Pero
imaginemos ahora una silla especialmente diseada con respaldo, brazos y apoyo
para los pies, motorizada y capaz de un movimiento automtico. Al sentarse, el
peso del individuo sobre el asiento establece un contacto que levanta el apoyo para
un pie, el cual queda as situado a la altura debida. Simultneamente, el respaldo
avanza, inclinando al individuo convenientemente, mientras los brazos de la silla
se mueven hacia dentro, doblando los brazos del hombre por el codo y juntando
gentilmente sus manos. En una fraccin de segundo, y sin el menor esfuerzo
corporal, el individuo ha asumido la postura ms apropiada para anudarse el
zapato. Una vez hecho lo cual, la silla vuelve a su posicin normal y una palanca
expulsa suavemente al individuo fuera del asiento. La silla queda lista para recibir
a otro individuo.
Obviamente, una silla semejante apresurara la reaccin de atarse el zapato
mucho ms que la generalizada silla de cocina. Adems, estabilizara ms an la
posicin intermedia. Y por su propia especializacin sera, en cambio, menos til
para otros propsitos. Tal vez un joven intentara utilizarla para mantener sobre
sus rodillas a su amada. Pero el movimiento de sus distintas partes le sorprendera
y aunque lograse soportarlo bajo circunstancias placenteras, con toda seguridad se
vera asombrado ante la expulsin final, lo mismo que la dama en cuestin.
Si slo se intentase utilizar dicha silla para leer un peridico, se la
abandonara con disgusto antes incluso de verse arrojado de ella. En cualquier
caso, el individuo buscara una silla ms adecuada en la prxima ocasin, una silla
especialmente destinada a sostener una chica sobre las rodillas o a leer el diario.
O sea que la silla especialmente diseada (la enzima) es un catalizador ms
eficaz y especfico que la diseada ordinariamente (un mineral cualquiera); las
caractersticas de cada cual implican casi necesariamente las dems.
No necesitamos imaginar sillas de varias clases para dilucidar este punto.
Con un poco de fantasa, el lector puede referirse a distintas sillas, como la del

barbero, del dentista, o la silla elctrica, y compararlas con la silla de cocina para
comprender hasta qu punto aqullas aumentan su eficacia y su rapidez en una
reaccin especial.
La nocin de especificacin se interfiere con la idea de inhibicin
competitiva (ver Captulo 2). Una enzima puede catalizar especficamente la
descomposicin de una sustancia A, por ejemplo. Y no catalizar la
descomposicin de una sustancia diferente, B, ni de otra sustancia similar A (pero
no idntica), en tanto que la presencia de A interferir en el funcionamiento
normal de la enzima respecto de A, y en cambio, no ocurrir lo mismo en presencia
de B.
Aqu podemos emplear la ms familiar de todas las metforas referentes a
las enzimas: la metfora de la cerradura y la llave. Una enzima que acte sobre
una sustancia A especfica puede compararse con una cerradura que A sea la llave.
La sustancia B, distinta a A, es una llave con cabeza diferente a la de A. Por esto, ni
siquiera puede insertarse en la cerradura. Con respecto a sta, la presencia de B
carece de significado.
Bien, tomemos ahora una sustancia A semejante a A. Representa, en este
caso, una llave con una cabeza similar a la de A. Por tanto, A puede insertarse en
la cerradura. Pero, el dentado no es semejante al de A. Por tanto A no girar en la
cerradura. Mas s rellena su agujero. Est all dentro, sin girar ni permitir que se
inserte la llave A. La cerradura est inutilizada temporalmente o, si lo preferimos,
la enzima est inhibida.
El estudiante no slo estudiar las enzimas, sino grupos de ellas. Y llegar el
da en que aprender que los compuestos internos del organismo ceden energa
transportando dos tomos de hidrgeno a la vez, de compuesto a compuesto, hasta
que al fin se agregan al oxgeno para formar agua. La mayor parte de esta energa
desprendida en este proceso queda almacenada en forma de unos compuestos
llamados esteres de fosfato de alta energa, formndose unos tres de ellos por
cada par de tomos de hidrgeno transportado.
El hidrgeno se transporta de una posicin a otra lo mismo que un cubo en
una fila, catalizando cada traslado con una enzima distinta.
Por qu esta serie de pasos y de enzimas? No sera mejor y ms sencillo
combinar directamente los tomos de hidrgeno con el oxgeno molecular en un
solo paso y usar una sola enzima para catalizar la reaccin? Como de costumbre,

tambin para esto existe una metfora: la de la escalera.


Supongamos que un hombre tuviese necesidad de bajar desde el quinto piso
de una casa a la planta baja y almacenase el potencial gravitatorio as desprendido,
usando la energa de su movimiento descendente dando cuerda a tres relojes.
Podra hacerlo tirando de la cadena de cada reloj de pared al pasar, levantando sus
pesas con el tirn de su propio peso al moverse hacia abajo.
Si baja desde el quinto piso a la planta baja por medio de cinco tramos de
peldaos (un sistema de multienzimas), puede, en este proceso, ms lentamente,
asir las cadenas de los relojes con toda seguridad y tirar de ellas suavemente sin
modificar su paso.
Tambin podra bajar desde el quinto piso hasta la acera saltando por el
pasamanos y el hueco de la escalera (mtodo de una sola enzima). Llegara a la
acera ms simple y rpidamente y perdera un potencial gravitatorio con la misma
seguridad que bajando por la escalera como es debido. Sin embargo, le resultara
difcil asir las cadenas de los relojes al pasar. Desprendera energa, pero no la
almacenara.
Asimismo, el mtodo de descender desde el quinto piso a la planta es
reversible. Es posible subir desde abajo hasta el quinto piso sin gastar excesiva
energa. Sin embargo, a pesar de haber bajado de un solo salto no podra de modo
alguno (suponiendo que estuviera en situacin de intentarlo) regresar al quinto
piso de un solo salto.
De modo semejante, la reaccin multienzima, en cada paso componente
entraa un cambio relativamente pequeo de energa, permite un almacenaje ms
eficaz de aqulla y es, al mismo tiempo, ms fcilmente reversible y, por ende, ms
simplemente controlable por el organismo. El mayor cambio de energa en el
mtodo de un solo paso (aunque aparentemente sea sta la alternativa ms
sencilla) dificulta el almacenamiento eficaz de energa, y an ms invertir el
proceso segn las necesidades.
Estas metforas no pretenden ser exhaustivas, ni muestras excelentes o
perfectas; slo sirven para atraer nuestra imaginacin. No valoro cada metfora
por s misma, sino el principio contenido en cada una. La metfora en s es un
catalizador. Con su sola presencia y sin aumentar el contenido cientfico de su
curso, acelera el proceso de la enseanza, sin desgastarse ni descomponerse.

8. Un pellizco de vida

Segn hemos visto en los primeros captulos de este libro, resulta justificado
decidir que la vida es un fenmeno sumamente complicado y sutil, cuya
comprensin lleva al lmite el ingenio humano, y an ms all. Pero de qu
estn compuestos los organismos vivos que posibilitan este maravilloso fenmeno?
Si el cuerpo humano, por ejemplo, se descompusiera en tomos separados y estas
diferentes clases de tomos fuesen cuidadosamente segregadas, dos cosas
resultaran obvias:
todos o casi todos los tomos perteneceran a media docena de variedades;
y las variedades seran muy corrientes.
En primer lugar, el cuerpo est compuesto casi exclusivamente de agua, y
cada molcula de agua se compone de dos tomos de hidrgeno y uno de oxgeno.
Estos tomos se hallan asimismo en casi todas las dems molculas del cuerpo.
Aparte del agua, el cuerpo humano est formado principalmente de compuestos
orgnicos, o sea, que contienen carbono. Los compuestos orgnicos ms
importantes son las protenas, que contienen tomos de nitrgeno, junto con
hidrgeno, oxgeno y carbono.
Los principales componentes del cuerpo de carcter inorgnico, o sea
minerales, son los huesos. Sus tomos ms comunes, aparte de los ya
mencionados, son los de calcio y fsforo.
Si tuvisemos que contar el nmero de tomos del cuerpo humano veramos
que en cada diez mil hay:
6.300 tomos de hidrgeno 2.550 tomos de oxgeno 940 tomos de carbono
140 tomos de nitrgeno 30 tomos de calcio 21 tomos de fsforo 19 tomos de
otros cuerposEsta lista no est llena de maravillas. El oxgeno es el tipo de tomo
ms corriente en la Tierra. El carbono, el calcio y el fsforo se cuentan entre los
doce elementos ms comunes en la corteza terrestre. Casi todos los tomos que
forman los ocanos son de hidrgeno, y la mayora de los que componen la
atmsfera son de nitrgeno.

Bien, pongamos ahora en primer lugar esa media docena de variedades de


tomos que son, en realidad, los verdaderos elementos de la vida. Y los otros
diecienueve que pertenecen a otras variedades? Por qu los necesitamos? Si
estamos formados, en las 9.981/10.000 del cuerpo, con seis elementos, no
podramos prescindir de las 19/10.000 restantes? Aparentemente no. La Naturaleza
es como un buen cocinero que sabe que, aunque un pastel se componga de harina,
leche y huevos, necesita al menos unos pellizcos de otras sustancias.
Veamos, pues, cules son esos diecinueve tomos de otras variedades. En
lugar de contar los tomos de cada diez mil, contmoslos de cada milln. En este
caso, hallamos que de cada milln de tomos del organismo hay: 998.100 tomos
de los tipos antes mencionados
570 tomos de potasio 490 tomos de azufre 410 tomos de sodio 260
tomos de cloro 130 tomos de magnesio 38 tomos de hierro 2 tomos de otras
variedadesDe esta forma, tenemos otra media docena de elementos presentes,
podramos decir, a modo de pellizcos. Cada uno es un elemento comn del que
tampoco podemos prescindir.
Los tomos de azufre son parte esencial de casi todas las protenas del
organismo, por lo que no podramos vivir sin ellos.
El sodio, el cloro y el potasio estn presentes como tomos cargados
elctricamente (iones), disueltos en el fluido orgnico. Los iones de sodio y
potasio llevan una carga elctrica positiva. El ion de sodio se halla principalmente
en el fluido que rodea a las clulas y el ion de potasio en el fluido interno de
aqullas. Los tomos de cloro llevan carga elctrica negativa y son llamados iones
de cloro. stos estn dentro y fuera de las clulas, equilibrando la carga positiva
de los iones de sodio y de potasio.
Estos iones positivos son los responsables, entre otras cosas, de los
fenmenos elctricos del organismo. Los cambios de distribucin de los iones de
sodio y de potasio dentro y fuera de las clulas nerviosas son los responsables de
las diminutas corrientes elctricas que acompaan a los impulsos nerviosos. Sin
ellos, no existiran tales impulsos, y la vida resultara imposible.
La mitad del magnesio orgnico se halla en los huesos. El resto se presenta
como iones cargados positivamente en los fluidos orgnicos. El magnesio est
relacionado con las reacciones de energa del cuerpo. Las diminutas cargas de
energa qumica pasan de un compuesto a otro, usualmente por medio de la accin

de una sustancia conocida como adenosn trifosfato (ATP). Toda reaccin que est
relacionada con el ATP requiere la presencia de un ion de magnesio, necesario para
el manejo de la energa y, por tanto, de la vida.
Las molculas de hemoglobina de la sangre contienen cuatro tomos de
hierro cada una. La hemoglobina se apodera de las molculas de oxgeno en los
pulmones y las conduce a todas las clulas del organismo. Esos tomos de hierro
de la molcula son los que se encargan del transporte, de modo que tampoco
podramos subsistir sin el hierro.
Si consideramos la hemoglobina y el ATP, vemos por qu el cuerpo slo
necesita unos cuantos tomos de ciertos elementos. Cada molcula de hemoglobina
lleva cuatro molculas de oxgeno de los pulmones a las clulas, y regresa en busca
de un nuevo suministro. De igual forma, cada molcula de ATP lleva una carga de
energa, siendo reformada a fin de que pueda ir en busca de otra.
Imaginemos unos albailes construyendo un edificio. No es necesario un
albail para cada ladrillo. Trabajando bastante, un solo hombre puede colocar un
milln de ladrillos. De este modo, aunque se necesiten muchos ladrillos, la casa se
construye con unos cuantos albailes.
De igual forma, nosotros necesitamos mucho oxgeno, pero slo una
pequea cantidad de hierro; o mucha energa, y solamente una mnima cantidad
de magnesio, slo para ayudar respectivamente a la hemoglobina y al ATP.
Naturalmente, no siempre sabemos por qu necesitamos un elemento dado.
Por ejemplo, por qu necesitamos los iones de magnesio? Por qu no podran los
iones de calcio ayudar al ATP, si qumicamente son semejantes a los de magnesio?
Una buena pregunta, que an no tiene respuesta.
El razonamiento de los albailes tambin se aplica a otros elementos
esenciales que slo se necesitan en cantidades mnimas, an menores que la de
hierro. Se trata de los elementos rastro.
Si contamos los tomos, no por diez mil o un milln, sino por cada mil
millones, hallamos que en cada mil millones de tomos del organismo hay:
999.998.000 tomos de los tipos ya mencionados 1.500 tomos de cinc 170
tomos de manganeso 170 tomos de cobre 125 tomos de flor 20 tomos de yodo
10 tomos de molibdeno 5 tomos de cobaltoDe stos, el flor se halla casi
enteramente en los dientes, y no es realmente necesario para la vida, sino para

poseer una buena dentadura. Los dems elementos rastro s son esenciales para la
existencia.
Los tomos de yodo forman parte de las molculas hormonales fabricadas
por la glndula tiroides. Las hormonas de esta glndula controlan la velocidad que
el organismo produce y usa la energa. Para esta labor se precisa nicamente una
pequea parte de hormona, lo mismo que un termostato diminuto puede controlar
un gran calentador. La hormona no podra efectuar su tarea sin la presencia del
yodo, por lo que este elemento es esencial para nuestro organismo.
De todos los elementos esenciales, el yodo es el ms raro de la Naturaleza. A
pesar de la escasa cantidad que necesitamos, a veces se halla presente en el suelo
de algunas regiones en cantidades insuficientes y, por tanto, en los alimentos
vegetales de dichas comarcas y en los animales que de los mismos se nutren.
Entonces, es necesario aadir unos pellizcos de yodo al depsito de agua de una
ciudad, o utilizar una sal yodada (sal de mesa a la que se han aadido rastros de
sustancias que contienen yodo).
El manganeso, el cobre, el cinc, el molibdeno y el cobalto estn asociados
cada uno con algunas de las enzimas que el organismo necesita para catalizar
ciertas reacciones esenciales (ver el captulo anterior). Por esto, sin tales elementos,
las enzimas no podran actuar.
Tal vez el lector se pregunte de qu puede servirle el cobalto al cuerpo
humano, cuando de cada mil millones de tomos, el organismo slo posee cinco
tomos de tal metal.
Pero, son tan pocos esos cinco tomos por cada mil millones? Se calcula que
el cuerpo humano contiene unos cincuenta trillones de clulas, y un tomo es
tantas veces ms pequeo que una clula, que en cada una, a pesar de ser
microscpica, alberga al menos a cien trillones de tomos.
Si cinco de cada mil millones de tales tomos son de cobalto, veremos que
cada clula alberga un promedio de quinientos mil tomos de tal metal. Lo que
demuestra que ni siquiera el ms pequeo de los pellizcos de tomos es tan
pequeo.
Y ahora que ya poseemos la receta de los tejidos humanos, que sabemos
cules son las probabilidades de absorber diversas cantidades de los tomos
necesarios para la vida, juntmoslos en la debida proporcin y

Bien, esto formar el tema del captulo siguiente.

9. La construccin de un hombre

En setiembre de 1965, los qumicos de la Ciento Cincuenta Asamblea


Nacional de la Sociedad de Qumica Americana fueron exhortados por su
presidente, el doctor Charles C. Price, como sigue:
Me gustara sugerir una cuestin de gran importancia pblica, a la que la
comunidad cientfica y el Gobierno prestan hoy da una gran consideracin: el
logro de la sntesis de la vida como objetivo racional
Yo creo que hemos progresado en el camino de, al menos, las sntesis
parciales de los sistemas vivos como se ha progresado desde los aos veinte en la
liberacin de la energa nuclear, o desde los aos cuarenta en el lanzamiento de
un hombre al espacio.
Qu atrocidad! La sntesis de la vida! Es tema tan viejo como la civilizacin.
En los tiempos antiguos existieron las jvenes de Oro que (segn Homero)
ayudaron a Hefestos, el dios griego de la fragua, a formar la armadura de Aquiles.
En los tiempos medievales, se origin el cuento del golem, un ser semejante a un
autmata, hecho de arcilla, al que le infundi vida el rabino Lw, de Praga,
mediante el sistema de emplear el nombre inefable de Dios. Y en los tiempos
modernos, tenemos el bien conocido cuento de Pinocho, el ttere de madera que
consigue vivir como un ser humano.
Se convertir en realidad este sueo dorado, o continuar eternamente
siendo tan slo un tema de ciencia-ficcin? Esta misma pregunta fue formulada a
una asamblea de cientficos interesados en el problema. Los cientficos son de por
s individuos cautos y por eso algunos situaron la sntesis de la vida en un futuro
de miles de aos; otros, ms atrevidos, dieron un plazo de cientos de aos; y otros,
mucho ms optimistas, slo de decenios.
Pero cuando le formularon la misma pregunta a Hermn J. Muller, el
gineclogo ganador del Premio Nobel, contest con firmeza:

Se logr en 1955!
Seguramente, parece ridculo afirmar que la vida se sintetiz ya en 1955. A
qu se refiri Muller?
Bien, si la contestacin de Muller suena como una paradoja, sta se apoya en
la definicin de la vida, y en la simplicidad del sistema vital.
El individuo no cientfico, cuando piensa en la vida, tiende a pensar en
sistemas muy complicados. As, piensa en l como hombre. Si medita en la
fabricacin de la vida sinttica, conjura recuerdos de Frankenstein. Puede
imaginarse el cuerpo de un hombre artificial, yacente sobre una mesa de
operaciones, mientras que el cientfico le insufla la vida por medio de una
radiacin extica o un producto qumico.
Y sin embargo, con toda seguridad, no es as como ser creada jams la vida.
Por qu moldear a un ser humano, ya completo, de carne y huesos,
msculos y cerebro, glndulas y venas? La Naturaleza no lo hace as, en
absoluto. Nadie inicia su existencia como ser adulto. Todos los organismos vivos
de cualquier complejidad que sean, incluyendo los seres humanos, son mquinas
de construccin propia, que empiezan con suma sencillez (al menos, en
comparacin con el producto final).
Los organismos vivos se componen de clulas, de diminutas (usualmente
microscpicas) cargas de vida. El cuerpo humano se compone de unos cincuenta
trillones de clulas, pero las formas de vida ms sencillas, como la ameba, se
componen de una sola clula: son cuerpos unicelulares.
Incluso los organismos multicelulares, que llegan a albergar trillones de
clulas, empiezan con una sola clula: el vulo fertilizado. Un hombre o una mujer,
en realidad, se forma de una burbuja de gelatina viva, una burbuja que apenas
puede verse a simple vista bajo una luz muy potente. Desde este vulo fertilizado,
debidamente alimentado en el tero femenino por la placenta materna, en un
perodo de nueve meses se forma un nio que contiene trillones de clulas.
Para crear a un hombre, pues, sera suficiente crear un vulo fertilizado.
Sintetizar el vulo es difcil, mas no tanto como sintetizar un ser adulto, un hombre
ya completamente formado. Una vez formado el vulo, puede continuar su
expansin. Claro que ha de ser alimentado constantemente, pero en la actualidad
conocemos casi la capacidad de hacerlo.

Los bilogos pueden ya mantener los rganos aislados, y hasta fragmentos


de tejido vivo, durante un tiempo considerable. Antes de la Segunda Guerra
Mundial, el famoso cirujano Alexis Carrel consigui mantener el corazn de un
embrin de pollo vivo y en crecimiento (tena que reducirlo peridicamente)
durante ms de treinta y dos aos. Fue una proeza, puesto que tena que adoptar
precauciones especiales para impedir que los tejidos se infectasen
bacteriolgicamente. Hoy da, con el descubrimiento de los antibiticos, esto ya no
sera problema y los tejidos podran vivir con ms facilidad.
En cuanto al vulo fertilizado, tambin en esto se han realizado grandes
progresos. Con la tecnologa actual es posible transferir un vulo fertilizado de un
cuerpo a otro, y desarrollarlo en ste. Hace setenta aos ya se hizo esto con unos
conejos. Y se ha realizado en casi todos los laboratorios del mundo, con animales
de granja; y, dentro de la misma especie, un tero extrao produce a menudo una
cra normal. Una oveja maravillosa dio a luz a once corderos en una sola
temporada, cuando lo normal son uno o dos.
Lo que impide hacer lo mismo con los seres humanos es ms el respeto que
la falta de medios o conocimientos. En 1961, el doctor Danielle Petrucci, de Bolonia,
Italia, extrajo un vulo femenino sin fertilizar de un ovario de mujer, lo fertiliz
dentro de un tero artificial de cristal, y all vivi y creci por algn tiempo el
embrin.
Se ha sugerido en varias ocasiones que las clulas espermticas de un
hombre podran congelarse y mantenerse vivas a fin de que sus genes pudiesen
transmitirse a muchos ms retoos de los que podra producir en una existencia
ordinaria.
Hasta ahora, los vulos fertilizados slo se han desarrollado fuera del
claustro materno en las primeras fases. El proceso es detenido antes de que se
formen los rganos. Si pudiese obtenerse el equivalente de una placenta, no habra
la menor dificultad en formar un ser vivo completo desarrollado artificialmente de
la unin de una clula vulo y otra espermtica. A este proceso se le denomina ya
ectognesis.
La ectogenesia sera, plenamente desarrollada, de un gran valor cientfico
para aprender cmo evoluciona la vida, a travs de una observacin continua.
Naturalmente, aqu nos enfrentamos con los aspectos antiutpicos de este
posible suceso futuro. Quin podra decidir cules seran los mejores padres

potenciales? Qu utilizaramos como base para tal calificacin? En la actualidad,


nuestros conocimientos todava son muy escasos para poder implantar una
sociedad ectognica.
Claro que una sociedad ectognica no realiza el sueo de la vida creada por
el hombre. No es suficiente tomar una vida que ya existe, en forma de un vulo
fertilizado, y hacerla progresar. En tal caso, slo efectuamos dentro del cristal lo
que el cuerpo humano hace con carne.
Cmo podramos fabricar una clula partiendo de materiales no vivos? De
esta manera conseguiramos formar un espcimen vivo totalmente nuevo, que no
le debiera nada a una vida anterior.
Lo cual es muy fcil de decir, pero muy difcil de hacer. Una simple clula
es un sistema muy complejo, mucho ms, a pesar de su tamao microscpico, que
los transatlnticos y los rascacielos ms gigantescos que el hombre pueda
construir.
S, cierto, podramos investigar en la Naturaleza y tratar de averiguar cmo
se forma una clula en ella. La respuesta, por lo dems, es sencilla. Todas las
clulas existentes en la actualidad se han formado de otras clulas. Todas las
clulas de un cuerpo humano se han formado del original vulo fertilizado que fue
el comienzo de dicho cuerpo. Cuyo vulo tambin se form de un gameto
masculino y otro femenino, los que a su vez procedan de otras clulas, y as
sucesivamente durante millones de aos.
Para volver al verdadero principio, las clulas deberan formarse de ninguna
clula Y cmo sera esto posible? No lo sabemos. En este aspecto, slo podemos
formular suposiciones razonables.
Sera preciso poseer una mente muy osada para que un cientfico empezara
a sospechar que el paso de la no clula a la clula, de la no vida a la vida, pudo
tener lugar como un proceso qumico, casual, ciego. Nuestra cultura occidental se
halla demasiado imbuida por la sacramentalidad y la exclusividad de la vida
humana para creer que se trata de un producto casual.
Un bioqumico de la Unin Sovitica, pas oficialmente ateo en su filosofa
de la vida, A. I. Oparin, empez a escribir sobre este tema en 1924, afirmando que
las clulas se iniciaron a travs de unos fenmenos simples e inevitables, a la par
que naturales.

Consider, por ejemplo, la formacin natural de las gotitas de un lquido en


suspensin dentro de otro, en las condiciones que prevalecen en el ocano
primitivo.
Avanzando en esta direccin, casi una generacin ms tarde, Sidney W. Fox,
del Instituto de la Evolucin Molecular de la Universidad de Miami, preconiz an
ms esta teora.
El profesor Fox empieza con un sistema qumico destinado a representar las
condiciones que los qumicos suponen que se hallaban en la Tierra primitiva hace
varios miles de millones[3] de aos, y sujeta todo el sistema al calor, calor que en
la Tierra era formidable gracias al Sol.
Empezando con compuestos sencillos del tipo que podan existir hace
millones de aos, halla que el calor solo basta para formar aminocidos, y luego les
fuerza a unirse en largas cadenas para producir unos compuestos semejantes a las
protenas, a los que denomina proteinoides.
stos actuaban mucho mejor a temperaturas por encima del punto de
ebullicin del agua, y algunos bilogos dudaron de que tal proceso pudiese tener
lugar en la Tierra primitiva, sin que los proteinoides se descompusieran ya al
formarse. Fox, no obstante, traza una imagen de proteinoides formndose sobre las
cenizas calientes de un volcn, siendo disueltos y alejados por una lluvia clida
mucho antes de que tengan ocasin de descomponerse.
Fox hall que cuando sus proteinoides se disolvan en agua caliente, y
dejaba luego enfriar la solucin, las mayores molculas semejantes a protenas
tendan a aglomerarse en forma de pequeos globos a los que llam microsferas.
Dichas microsferas semejan, en ciertos aspectos, clulas muy simples. En
tamao y forma son como diminutas bacterias. Se hallan rodeadas de una especie
de membrana igual que las clulas. Pueden aumentar y disminuir mediante
cambios apropiados del fluido ambiente, lo mismo que hacen las clulas. Pueden
producir vstagos, que a veces crecen y se desgajan. Pueden dividirse en dos, o
unirse en cadenas. El material que se halla dentro de estas microsferas presenta
ciertas reminiscencias con las enzimas del tejido vivo.
Sin embargo, bajo ningn concepto pueden considerarse vivas a las
microsferas, pero es posible hablar de vida o no vida, como si ambos extremos
estuvieran separados por una inmensa frontera? Muchos bilogos no lo creen as.

La vida y la no vida se hallan separadas por una amplia zona dentro de la cual hay
objetos que pueden considerarse como progresivamente ms vivos y menos no
vivos. En cuyo caso, las microsferas, aunque muy lejos de residir en el lado
completamente vivo de la zona lmite, se hallan al menos muy lejos de la parte no
viva.
Tal vez Fox y otros cientficos logren perfeccionar ms las microsferas,
consiguiendo trasponer las fronteras de la vida indudable. Y tal vez no. Es muy
difcil predecirlo.
Tal vez sea un error tratar de saltar de la nada a la clula. Quizs una clula
no sea el objeto ms idneo como meta inmediata de los sintetizadores de la vida.
Es probable que la clula no fuese el primer producto de la evolucin natural de la
vida. La clula, tal como la conocemos en la actualidad, tal vez no sea un ejemplo
de la vida primitiva, ni mucho menos, y s el producto final de un largo perodo
evolutivo. Durante muchos millones de aos, antes de que surgiese la primera
clula, pudo haber en existencia otras estructuras ms simples. Una vez formadas
las clulas, no obstante, su superior eficiencia hizo desaparecer a las dems
estructuras precelulares, dejndonos hoy en un mundo de vida en que la clula
nos parece el principio ms simple slo porque ha borrado a todos sus
competidores.
Pero las estructuras precelulares no desaparecieron sin dejar rastro.
Dentro de cada clula hay cuerpos ms pequeos. Por ejemplo, el ncleo de
una clula contiene los cromosomas que controlan todo lo relativo a la herencia.
Fuera del ncleo se encuentran las mitocondrias, que contienen la maquinaria
relacionada con la produccin de energa. En las clulas vegetales se hallan los
cloroplastos, que son versiones vivientes de la batera solar, destinadas a convertir
la energa del Sol en la energa qumica del alimento almacenado.
Todos estos organitos (por diminutivo de rganos), podran representar
los restos de las primitivas estructuras precelulares; las cuales habran concluido
por existir en una cooperativa, formando estructuras mucho ms complejas y
eficaces que aisladamente. Estas cooperativas precelulares (que hoy llamamos
clulas) acabaron por dominar al mundo.
De esos organitos, los ms fundamentales son los cromosomas. Cada
especie contiene un nmero caracterstico de ellos en todas las clulas. Cada clula
humana posee cuarenta y seis cromosomas, como fideos romos, espesos y

entremezclados, en ciertas fases del crecimiento de la clula.


Cada vez que una clula se divide en dos, cada cromosoma sufre unos
cambios que producen dos cromosomas, rplicas perfectas del original. A este
proceso se le llama duplicacin. Si seguimos el rastro de los cuarenta y seis
cromosomas de cada una de los cincuenta trillones de clulas del cuerpo humano
adulto, hallamos que se originaron de los cuarenta y seis cromosomas del vulo
fertilizado original. stos se obtuvieron de dos progenitores, la mitad de la clula
espermtca del padre o gameto masculino, y la otra mitad de la clula del vulo
materno, o gameto femenino. Dichos cromosomas derivaron de los gametos
paternos, y as sucesivamente.
Los cromosomas son los que vigilan la formacin de enzimas dentro de una
clula. En cada generacin, los cromosomas de dos progenitores forman una nueva
combinacin; adems, siempre se producen cambios de orden menor de los
cromosomas cuando uno pasa de los padres a los hijos. Como resultado de esto,
jams puede haber dos individuos (aparte de los mellizos idnticos procedentes
del mismo vulo) que tengan precisamente los mismos cromosomas, ni dos
individuos con las mismas enzimas.
stas supervisan la funcin qumica de cada clula, dndole a cada ser vivo
su vida y su individualidad. Por tanto, podemos considerar a los cromosomas
como el verdadero principio de la clula, lo mismo que sta (en forma de vulo
fertilizado) en el verdadero principio del adulto global.
Tal vez sea ste el componente que todava falta en las microsferas de Fox. Si
pudiramos sintetizar los cromosomas e introducirlos en las microsferas,
habramos creado indudablemente vida. O tal vez, si formsemos cromosomas
podramos impulsarlos a formar sus propias clulas.
Esto sera posible, puesto que existen pruebas (aparte de la simple lgica) de
que los cromosomas son ms fundamentales que las clulas. stas no existiran sin
los cromosomas, y en cambio, stos existen sin clulas.
Estos corpsculos, que semejan cromosomas, son los que llamamos virus.
Son mucho ms delgados que una clula y de estructura mucho ms simple.
Tienen el tamao de un cromosoma y se parecen a ste en su estructura qumica y
su funcin.
Los corpsculos estilo virus existan hace ya miles de millones de aos, antes

de la evolucin de las clulas, siendo capaces de reproducirse independientemente.


Pudieron llevar en s mismos toda la capacidad de crecimiento y multiplicacin y
pudieron, por tanto, haber sido ms complejos que los modernos virus.
Puesto que los existentes hoy da han sido malogrados por la disponibilidad
de las clulas. El virus moderno es un parsito completo que ha abandonado el
material necesario para vivir con independencia, limitndose a mantenerse fuera
de la clula. Una vez logra penetrar en una clula apropiada, emplea la maquinaria
qumica para sus propsitos; se multiplica a expensas de las necesidades de la
clula y a veces mata a su anftriona en este proceso.
Al principio hubo dudas en si considerar como entes vivos a los virus, pero
la mayora de bilogos se han decidido en favor de su vitalidad. En parte, esto es lo
que da pie al desacuerdo existente entre los cientficos respecto a cundo puede la
vida ser sintetizada. Si por vida entendemos clulas complejas, la vida sinttica
puede an hallarse muy lejos; si, por el contrario, consideramos como ser vivo a un
virus, el objetivo est mucho ms prximo.
Ordinariamente, por ejemplo, un virus se reproduce a s mismo dentro de la
clula, utilizando las enzimas necesarias, las materias primas, y las fuentes de
energa presentes all en abundancia. Pero supongamos que tomamos una pequea
cantidad de virus y le suministramos los materiales necesarios para que acte fuera
de la clula.
En octubre de 1965, el profesor Sol Spiegelman, de la Universidad de Illinois,
inform respecto a su labor en esta orientacin. Consigui producir virus en un
tubo de ensayo. En cierto sentido, esto significa una sntesis de la forma ms
simple de vida, aunque en el verdadero sentido no sea una sntesis completa. Tuvo
que emplear un fragmento de virus como iniciador, de modo que el proceso se
asemej al de un pollito (o un ser humano) creciendo a partir del huevo. Lo que
desearamos realizar es una vida sinttica perfecta: vida formada de un sistema que
no contuviese vida en absoluto.
Para estudiar mejor estas posibilidades, examinemos ms de cerca la
estructura qumica del cromosoma o del virus.
El interior de un cromosoma o de un virus, est compuesto por una larga
cadena enrollada de tomos formando una molcula de cido nucleico. La
variedad de este cido en los cromosomas y los virus ms complejos es el cido
desoxirribonucleico, abreviado usualmente como ADN. A su alrededor, como

proteccin, hay una capa de protenas.


Las molculas de ADN y de protenas son muy complejas y en su interior
poseen una gran capacidad para la variacin (ver Captulo 2). Los bioqumicos
conocen desde hace ms de un siglo la versatilidad de las protenas, en tanto que
los cidos nucleicos son unos recin llegados en la conciencia biolgica. Adems,
las protenas estn compuestas de veinte tipos de unidades diferentes, en tanto que
los cidos nucleicos slo de cuatro. Por tanto, a mediados de la dcada de los 40, se
dio por descontado que eran las protenas, y no el ADN, la clave qumica del
cromosoma o el virus. Pero a comienzos de 1944, todas las pruebas se inclinaron
asombrosamente en favor del ADN.
Como ejemplo de un experimento de esta clase, podemos citar el llevado a
cabo en 1955 por Heinz Fraenkel-Conrat, investigador bioqumico del cido
nucleico de un virus. De modo algo complejo, consigui separar el ncleo de los
virus de su envoltura. Separados de esta forma, ni la capa sola ni el ncleo solo
podan infectar a las clulas. El virus pareca muerto. Despus, mezcl de nuevo
las envolturas y los ncleos, y algunos virus volvieron a poder infectar a las
clulas.
Durante un tiempo, fue como si hubiesen matado a un organismo vivo, para
resucitarlo despus. Aunque los organismos objeto de tal experimento
perteneciesen a las formas ms simples de vida, la hazaa mereci ser destacada en
los peridicos.
Sin embargo, result que ni se haba matado la vida ni haba sido resucitada.
El ncleo del cido nucleico posea una vida propia. De vez en cuando, consegua
alguno penetrar dentro de una clula, infectndola eficazmente, sin la presencia de
la protena envolvente. La protena ayuda al cido nucleico a penetrar en las
clulas (como un coche ayuda a un hombre a trasladarse de Nueva York a
Chicago), pero, con ciertas dificultades, el cido nucleico tambin puede hacerlo
solo, lo mismo que un hombre podra recorrer a pie el trayecto Nueva YorkChicago, en caso de absoluta necesidad, o por capricho.
Tambin se demostr que cuando un virus intacto invade una clula, slo lo
hace el cido nucleico sin la protena. sta, tras haber facilitado la entrada del
ncleo, permanece fuera de la clula, aunque supervisa la formacin de una
envoltura de protena (distinta a las protenas que formara la clula atacada por s
sola).

Los cientficos empezaron a centrar su atencin, por consiguiente, en el


cido nucleico, a partir de 1944, particularmente en el ADN, su variedad ms
importante. Un mdico neozelands, Maurice H. F. Wilkins, que fue uno de los
cientficos que trabajaron en la bomba atmica durante la Segunda Guerra
Mundial, estudi el ADN bombardeando sus molculas con rayos X. Las
fotografas obtenidas fueron estudiadas por un colega ingls, el bioqumico Francis
H. C. Crick, y su colaborador norteamericano, doctor James D. Watson (que en su
juventud fue uno de los Chicos Quiz de la radio). En 1953, descubrieron la
estructura del ADN, demostrando que se trataba de una cadena doble de cuatro
unidades diferentes, pero estrechamente vinculadas entre s, llamadas
nucletidos.
La molcula ADN presenta innumerables frmulas posibles, segn el orden
en que se hallen distribuidas las diferentes unidades. Watson y Crick demostraron
cmo una molcula poda formar nuevas molculas de la misma y exacta frmula.
Otros bioqumicos, trabajando arduamente, descubrieron la manera en que
la frmula del ADN era trasladada a la frmula anloga de una protena, de forma
que las porciones especficas de la molcula ADN produjese enzimas especficas,
controlando de este modo la qumica celular. El traslado de instrucciones de la
frmula del cido nucleico a la frmula enzimtica se denomina cdigo gentico.
Aparentemente, pues, la reaccin qumica fundamental de la vida es la
capacidad de la molcula ADN de replicarse. sta es toda la ley, y lo dems es
complementario.
Por lo tanto, si fusemos capaces de formar una molcula ADN a partir de
sustancias simples, no vivas, habramos sintetizado el mismsimo principio de la
vida. Naturalmente, existira an un abismo casi insondable entre esta sntesis y la
del hombre, pero no dejara de ser un autntico comienzo. Ya habramos cruzado
el umbral entre la no vida y la vida.
Cmo cruz la Naturaleza este umbral? Debi hacerlo hace miles de
millones de aos, cuando no existan an enzimas que realizasen esta tarea, ni
cidos nucleicos que sirviesen de fotocopias.
Es posible que en la primitiva Tierra, falta de vida, slo hubiesen estado
presentes unas molculas simples, en cierta cantidad en el ocano, donde se cree
que se origin la vida, y en la atmsfera. La naturaleza de dichas molculas puede
deducirse de la composicin global de la primitiva Tierra (conocimiento basado en

la composicin del Sol y del Universo en general), y en las leyes conocidas de las
combinaciones qumicas.
Empecemos con tales molculas: agua, amonaco, metano, cianuro de
hidrgeno, etctera, y aadmosles energa en forma de radiacin ultravioleta,
radiactividad, corrientes electrnicas o rayos y relmpagos (todo lo cual pudo estar
presente en la primitiva Tierra). Qu ocurrir?
Charles Darwin, el fundador de la teora de la evolucin mediante la
seleccin natural, consider esta cuestin hace cien aos y se pregunt si los
productos qumicos de los tejidos vivos no se habran construido con este sistema;
si no habra habido una evolucin qumica adems de la evolucin de las
especies.
El primero que trat de investigar experimentalmente este asunto fue
Melvin Calvin, de la Universidad de California. En 1951, comenz a observar el
efecto de la radiacin energtica al derivar compuestos complejos de los simples.
En 1952, Stanley L. Miller, de la Universidad de Chicago, avanz an ms.
Coloc los elementos qumicos simples del tipo presente en la tierra primitiva en
un recipiente absolutamente libre de materia viva y los someti a la accin de una
descarga elctrica durante una semana. Una vez hecho lo cual, detect la presencia
de unas sustancias ms complejas que las iniciales, incluyendo cuatro aminocidos
diferentes, cada uno perteneciente a una variedad presente entre las unidades de
protenas formadas por su propia naturaleza.
Desde entonces, otros qumicos como Philip H. Abelson, del Instituto
Carnegie, y Joan Or, de la Universidad de Houston, han experimentado de forma
semejante. Bajo el impacto de diversas formas de energa, se formaron compuestos
complejos a partir de material inicial ms simple. Luego, usando esos compuestos
complejos como material inicial, lograron elementos compuestos ms complejos
todava. Todos ellos eran similares a los componentes clave de los tejidos vivos. La
ruta natural seguida por esta formacin ciega y casual pareca apuntar
directamente a la vida.
Un ceilands-americano, el bioqumico Cyril Ponnamperuma, que trabajaba
en el Departamento de Investigaciones Ames de la NASA, demostr la produccin
de porciones de molculas nucletidas, que son los bloques constructores de los
cidos nucleicos. Un nucletido completo contiene tomos de fsforo. Por tanto, se
aadieron a la mezcla sustancias que contenan fsforo simple. Junto con Carl

Sagan y Ruth Mariner, Ponnamperuma inici un curso de experimentacin que


concluy con la produccin de una molcula nucletida completa. En 1963, los
nucletidos se haban formado en la particular alta energa que poda usarse para
producir cidos nucleicos.
En septiembre de 1965, Ponnamperuma anunci que haba dado otro paso
adelante. Consigui obligar a dos nucletidos a juntarse en un dinucletido, que
contena la misma clase de enlace que el que une a los nucletidos para formar
cidos nucleicos naturales.
Por consiguiente, est claro que los cientficos poseen una cadena lineal de
sntesis que empieza desde los compuestos simples que existan en la Tierra,
cuando nuestro planeta comenz a tomar su forma actual, hasta llegar a las
molculas que apuntan directamente a los cidos nucleicos. Y en esta cadena no
hay baches.
De esta forma se consigue la imagen de los cambios inevitables a travs del
nivel molecular. Se empieza con un planeta como la Tierra, con un complemento
de compuestos simples que pueden existir en ella, se aade la energa de un Sol
cercano, y se termina con el cido nucleico. Esto no puede negarse, y lo nico que
necesitan los cientficos es dirigir el proceso y acelerarlo.
La sntesis de los nucletidos mediante los convenientes mtodos qumicos
(no necesariamente como los procesos casuales que tuvieron lugar en los sistemas
seguidos por Ponnamperuma), ya es algo viejo. El qumico escocs, Alexander R.
Todd (hoy da barn Todd de Trumpington) haba ya sintetizado varios
nucletidos por los aos cuarenta.
Pero, y el paso de los nucletidos a los cidos nucleicos? En 1955, el
cientfico espaol Severo Ochoa, en una Universidad de Nueva York, empez con
una solucin de nucletidos en forma de alta energa y con enzimas apropiadas, y
form molculas muy semejantes a los cidos nucleicos naturales, aunque en la
mezcla que sirvi de modelo no haba una sola molcula de cido nucleico.
Fue a esta sntesis del cido nucleico partiendo de molculas simples a la
que Muller debi referirse al declarar que la vida se haba sintetizado en 1955.
Naturalmente, las molculas de cido nucleico sintetizadas sin un modelo se
juntan al azar y tienden a ser ms simples que las naturales. Esos cidos nucleicos
sintticos no encajan en las funciones de ninguna clula ni pueden penetrarlas y

multiplicarse en ellas. Pueden poseer una vida en potencia, pero no pueden pasar
de la potencialidad a la accin.
El bilogo se halla en una fase en que puede:
Formar molculas de cido nucleico modeladas sobre alguna molcula
presente en el sistema. Tales molculas pueden considerarse como vivas, pero no
formadas de materias iniciales completamente no vivas.
Formar molculas de cido nucleico mediante materias iniciales
completamente no vivas. Tales molculas no pueden fabricarse para demostrar los
fenmenos asociados con la vida.
Formar una molcula de cido nucleico indudablemente viva con materiales
iniciales completamente no vivos, se halla an fuera del poder de la ciencia,
aunque seguramente no por mucho tiempo, siendo a esto a lo que el doctor
Charles C. Price se refiri en la declaracin con que comenc el presente captulo.
Examinemos las posibles consecuencias que se derivaran del hecho de que
los cientficos lograsen un da formar cidos nucleicos sintticos, virus sintticos,
cromosomas sintticos, vida sinttica.
Habra peligros inmediatos? Supongamos que los cientficos fabricasen un
virus nuevo que pudiese invadir una clula; un virus nuevo contra el que el
hombre no tendra ni habra desarrollado tal vez ninguna defensa. Podra este
virus inimaginablemente mortal borrar de la Tierra a toda la Humanidad y quizs
incluso toda la vida celular? Naturalmente, las probabilidades son muy escasas. La
invasin y explotacin de una clula por un virus es un fenmeno
extraordinariamente complejo. Que pueda tener lugar es el resultado de miles de
millones de aos de evolucin lenta, y los virus estn usualmente adaptados a ser
parsitos slo de algunas clulas de ciertas especies.
Para suponer la formacin de semejante virus destructor, casualmente, hay
que dar por descontado que l mismo se armonizara con todas las idiosincrasias
de algunos tipos de las clulas humanas, y que poseera la capacidad de destruirlas
a todas, lo cual es demasiado improbable. No es matemticamente imposible,
cierto, pero es sumamente improbable.
Entonces, examinemos otras posibilidades ms constructivas y optimistas.
Es posible que est alboreando el da en que podamos duplicar un prstino

triunfo de la Humanidad, a nivel ms sutil y sofisticado.


Una vez, en las nebulosas pocas prehistricas, el hombre fue un acaparador
de alimentos. Se coma a los animales salvajes que lograba matar o los frutos y
bayas que consegua coger. Si tena poca suerte en la caza o en la recoleccin de
frutos, pasaba hambre.
Luego, lleg el momento en que la Humanidad aprendi a domesticar a los
animales, a alimentarlos, a cebarlos y a vigilarlos, a utilizar su leche, su lana, su
trabajo, y a matarlos para saciar su hambre con su carne. Tambin aprendi a
cultivar los vegetales y a recolectarlos.
De devorador de alimentos pas a ser pastor y agricultor, pudiendo
conseguir ms comida y con ms facilidad. La Humanidad tuvo su primera
explosin de poblacin como resultado de estos descubrimientos hace unos diez
mil aos.
Respecto a las sustancias celulares, todava nos hallamos en la primera fase
de devorar comida. Por ejemplo, fijmonos en la insulina. Como se ha dicho, es
una protena producida por una glndula llamada pncreas. No es una enzima
sino una hormona necesaria para el debido funcionamiento del organismo. En su
ausencia, o casi ausencia, el organismo humano sufre de diabetes (ver Captulo 3).
Un hombre diabtico puede llevar una vida normal si se le administra
inyecciones de insulina con regularidad. sta se obtiene del pncreas del ganado y
los cerdos sacrificados. Devoramos la insulina del pncreas que tenemos ms a
mano, un pncreas exactamente por cada animal sacrificado. Lo cual significa
que el suministro es limitado.
En realidad, este suministro es suficiente, pero, por qu extraer esta
insulina si existe la posibilidad de poder obtenerla de las hordas de molculas?
Supongamos que no sustraemos la insulina de las clulas pancreticas sino de
las molculas de cido nucleico que presiden la formacin de la insulina. Si
pastoresemos este cido nucleico, mantenindolo bien nutrido con las materias
primas que necesita, podramos formar la insulina en cantidades indefinidas, igual
que la vaca produce la leche. Entonces, poseeramos nuestro propio suministro de
insulina y no dependeramos de los animales que sacrificamos. Adems,
formaramos rplicas de cido nucleico, a buen seguro y nunca ms tendramos
que recurrir a los animales.

Podemos prever un futuro en que se construyan factoras donde la


maquinaria sean cidos nucleicos submicroscpicos? No podra la Humanidad
reunir una serie de centenares o millares de enzimas complejas y otras protenas?
Algunas de las primeras se utilizaran para provocar las reacciones qumicas de
modo ms conveniente que con los mtodos actuales. Otras podran usarse en
medicina o para ayudar a la fabricacin de vida.
Es incluso posible que algunos de los materiales formados sirviesen de
comida. La protena manufacturada podra utilizarse para fortificar los alimentos
naturales en las partes subdesarrolladas del Globo. Al principio resultara un
proceso caro, pero los alimentos as obtenidos se compondran de sustancias
nutritivas puras, sin hueso, cartlagos ni grasas, y de un valor alimenticio muy
elevado.
El hombre medio de la Tierra seguramente se resistira a la introduccin de
estos alimentos antinaturales en su dieta, pero, y en las colonias de la Luna o de
Marte? En ausencia de ganado y de vegetales, y considerando el coste elevadsimo
del transporte de ambos por va espacial, seguramente sera preferible utilizar
cidos nucleicos. Las materias primas de las molculas de cidos nucleicos podra
extraerse de los minerales existentes en dichos planetas. (A ello contribuiran en
gran medida la caliza y los silicatos hidratados).
En realidad, la colonizacin del Sistema Solar no ser una aventura prctica
hasta que hayamos dominado adecuadamente las molculas de cido nucleico.
La Humanidad tampoco necesita seguir las hazaas de las clulas con
tremenda exactitud. Al fin y al cabo, los cidos nucleicos no siempre producen
rplicas exactas de s mismos. A veces, en la duplicacin se introducen ligeros
errores. Esto no es muy grave en s, ya que los errores ocasionales dan por
resultado una nueva clase de cido nucleico til para las clulas en que tal error
concurre. Son precisamente estos errores casuales los que han dado por resultado
el proceso evolutivo a lo largo de los dos mil millones de aos, o ms, en que tard
el hombre en surgir desde la ameba.
El hombre incluso puede alentar la aparicin de tales cambios en los cidos
nucleicos durante sus duplicaciones. Tratndolos con calor, radiacin o ciertos
productos qumicos, aumenta el nmero de errores. Los nuevos cidos nucleicos
forman molculas de protena (muchas de las cuales son enzimas), tambin
modificadas, con frmulas levemente distintas a la original. La mayor parte de
tales protenas seran intiles, pero algunas poseeran propiedades nuevas e

importantes que no se hallan en la Naturaleza.


(Los qumicos ya han experimentado este proceso. Hace cien aos
aprendieron a fusionar productos qumicos que no se encuentran en la Naturaleza.
Con lo cual, descubrieron nuevos tintes, nuevos medicamentos y hasta nuevas
molculas gigantes, como las de las fibras sintticas y los plsticos. En muchos
casos, las nuevas sustancias perfeccionaron a la Naturaleza).
Por qu, pues, no formar nuevos cidos nucleicos que formaran protenas
nuevas que, a su vez, mejoraran a las de la Naturaleza, de una forma u otra?
Aparte de pastorear a nuestros cidos nucleicos, criaramos nuevas
variedades, tal como hacemos con el ganado o con el trigo.
Podra ser aplicada directamente a los seres humanos la nueva tecnologa
de los cidos nucleicos?
Sigamos especulando.
Cada cromosoma est compuesto de centenares o de miles de unidades de
cido nucleico, cada cual capaz de alentar la formacin de protenas particulares.
El nombre ms antiguo de tales unidades es el de genes. Todo ser humano posee
sus propios genes, y cada uno de nosotros, probablemente, tiene en sus clulas
algunos genes defectuosos, incapaces de formar ciertas enzimas de un modo
apropiado.
A menudo, este defecto no es grave; a veces, s. Los cientficos estn
aprendiendo a identificar los genes mediante diversas tcnicas. En 1962, Robert S.
Edgar, del Instituto Tecnolgico de California, identific la mitad de los genes
presentes en un virus particular, descubriendo la naturaleza de la enzima que cada
uno produca.
Eventualmente, dada una serie de cromosomas de una clula, pueden
desarrollarse tcnicas que determinen la naturaleza de cada gen[4] presente. Todas
las clulas de un individuo poseen la misma serie de genes, de modo que este
anlisis gentico puede realizarse en las clulas blancas de una gota de sangre,
residiendo todo el proceso en un simple pinchazo.
Tal vez llegue el momento en que todos los individuos pasen por este
anlisis al nacer. Y una vez analizada e identificada la serie de genes, podra
hacerse algo al respecto? Tal vez. Sera posible, seguramente, gracias a esta ficha de
genes defectuosos, predecir el futuro estado de salud del recin nacido, y adoptar

las adecuadas medidas preventivas; incluso podra proyectarse su carrera de


acuerdo con sus potencialidades fsicas. La ficha del anlisis gentico llegara a ser
una parte esencial del hombre, que llevara constantemente encima, con un
duplicado en un Departamento Central.
Aunque todas las clulas de un ser humano posean la misma serie de genes,
stos no se expresan siempre del mismo modo. Las clulas se especializan, y unas
se convierten en clulas nerviosas, otras en musculares, y en fin, en epidrmicas,
hepticas, pancreticas, y as sucesivamente. Cada clula posee su propia serie
de enzimas, lo que significa que en cada clase de clula unos genes no pueden
actuar, en tanto que otros han de hacerlo en doble tiempo.
Los cientficos an ignoran exactamente qu es lo que obstruye la labor de
unos genes y alienta la de los dems; pero ste es el problema ms urgente con que
se enfrentan hoy da los bioqumicos, problema que han atacado desde diversos
ngulos. Unos buscan las protenas contenidas en los cromosomas, que podran
constituir el agente obstructor. Otros estudian los productos de la accin
enzimtica; los mismos, podran relajar la accin de las enzimas que los producen.
Y este retroceso podra entraar la obstaculizacin de algunos genes.
Naturalmente, otros bioqumicos examinan otras posibilidades.
Supongamos que ya sabemos lo bastante para desobstruir a los genes. En
este caso, tendramos clulas poseedoras de todas las capacidades del primitivo
vulo fertilizado.
Si de este modo pudiramos desespecializar el mun de un brazo o una
pierna amputada, podramos ser tratados de forma que el mun volviera a
convertirse en el brazo o la pierna completos? Podran regenerarse los nervios de
modo que la parlisis fuese ya una cosa del pasado? Podramos reconstruir los
ojos, para que la ceguera fuese ya slo un mal recuerdo para la Humanidad?
Retrocedamos ms y llevemos el anlisis de los genes al original vulo fertilizado.
Supongamos que a un vulo fertilizado se le permitiera dividirse en dos,
separando una de las clulas nuevas. No se ha causado ningn perjuicio, puesto
que la otra clula podra dividirse de nuevo en dos, una y otra vez, produciendo
un individuo completo.
(En realidad, los mellizos idnticos nacen cuando el primer par de clulas
formadas por la divisin del vulo fertilizado se separa, siguiendo cada clula su
propio rumbo). La clula separada podra utilizarse para el anlisis gentico.
Entonces, sera posible decir desde el mismo principio si poda permitrsele a la

clula restante desarrollarse en embrin o no.


Supongamos que hallamos que un gen clave del vulo fertilizado es
defectuoso, si bien la frmula es muy buena, y dar vida a un ser humano
superior. Sera una lstima perder esta posibilidad por culpa de un gen. Podra
entonces sustituirse el gen defectuoso por otro procedente de un banco de
genes? En 1964, Muriel Roger, de la Universidad Rockefeller, manifest haber
transferido un gene individual de una clula bacterial a otra. La clula que recibi
el gen pudo entonces producir una nueva enzima que antes no haba podido crear.
Por tanto, la idea del trasplante de los genes no es tan monstruosa.
Supongamos asimismo que un vulo fertilizado tiene varios genes
defectuosos, demasiados para salvar a un individuo completo. Sin embargo,
podra ocurrir que ninguno de tales genes defectuosos impidiese la funcin del
corazn o los rones. Sera posible, entonces, bloquear varios genes, de manera
que se especializase al momento y desarrollase slo un corazn o un rion? De este
modo, tal vez podramos utilizar un suplemento de nuevos rganos para su
trasplante.
Todo esto parece una locura, cierto, pero el progreso avanza a una velocidad
enorme. Y esos sueos tal vez sean una realidad en menos de diez aos. Setenta
aos solamente despus del primer vuelo tambaleante y desalentador de los
hermanos Wright, los aviones a propulsin giran ya en torno a la Tierra. Cuarenta
aos despus de que Robert H. Goddard lanzase al aire el primer cohete de
impulsin lquida a unos sesenta metros de altura, los cohetes han llegado ya a
Marte, y al lejano Jpiter, para ir a perderse en los insondables abismos de otras
galaxias.
Quin sabe, pues, en qu fase de la bioqumica estaremos en el ao 2000,
ao que muchos de nosotros an veremos? La capacidad de la bioqumica,
naturalmente, puede causar cierta aprensin. Sabemos ya lo bastante para jugar a
dioses con la vida y con los seres vivos? Tal vez no, pero no sera la primera vez
que el hombre ha corrido grandes riesgos. Desde que empez a aplicar su
inteligencia a la modificacin de su ambiente ha estado jugando a dios. Cuando el
hombre domestic a los animales, invent la agricultura y construy las ciudades,
cre la civilizacin. Esto alter profundamente su forma de vivir e introdujo
problemas que antes no existan. Mas en conjunto, todo ello represent una
mejora, y nadie querra volver a los tiempos primitivos.
Cuando el hombre invent la mquina de vapor, domin la corriente

elctrica, dise el motor de combustin interna e ide la bomba nuclear, cre una
tecnologa que nuevamente cort las amarras de su forma de vivir. Bien sabe Dios
que con ello se han creado inmensos problemas y, sin embargo, muy pocos de
nosotros querramos retroceder a la era preindustrial.
Sin la menor duda, una era bioqumica y bioindustrializada nos presentara
otra serie de cambios cruciales, de problemas aplastantes, pero a juzgar por las
experiencias pasadas, el hombre conseguira salir airoso de todo. Y los beneficios
seran superiores a las catstrofes.
Adems, si el hombre empezase realmente a programar una serie de mejoras
para s mismo, sera el hombre perfeccionado, o sea, casi el superhombre, el que
buscara las nuevas mejoras.
Cada logro resultara ms fcil que el anterior y, gracias a esta espiral
ascendente, la Humanidad podra conseguir al fin su salvacin y su salud, para
emerger a las llanuras vivificadas por el sol del potencial humano.

2. NO VIDA

10. El elemento flamgero

Desde el momento de su descubrimiento, el gas inflamable, el hidrgeno,


ejerci un efecto revolucionario sobre toda la Humanidad. Quebrant viejas teoras
y ayud a formular otras. En dos ocasiones diferentes, condujo a los hombres hacia
las estrellas. Ahora apunta hacia los interminables depsitos de energa para las
necesidades del hombre futuro.
Su historia comenz en llamas, pues en el siglo XVII, los primeros qumicos
produjeron un aire nuevo, con el hierro y un cido, un aire que explotaba al
ser calentado. Y lo denominaron aire inflamable.
El qumico ingls Henry Cavendish, que estudi la nueva sustancia en 1766,
vio que produca algo ms notable que una llama. Cuando dicho gas se quemaba y
se combinaba con algo del aire (el oxgeno, segn se averigu ms adelante), se
formaban unas gotas lquidas que resultaron ser de agua. De la llama surga el
agua.
El mundo de la qumica se sinti maravillado. Durante miles de aos se
haba credo que el agua era un elemento, y que, por tanto, no poda formarse de
elementos ms simples. Y sin embargo, la combinacin de dos gases produca
agua.
Al aire inflamable se le design con un nombre, hidrgeno, que en griego
significa el que produce agua. La formacin de agua mediante el hidrgeno fue
una de las claves que permitieron al cientfico francs Antoine-Laurent Lavoisier
barrer las antiguas teoras y establecer los cimientos de la qumica moderna.
Pero el hidrgeno era un gas maravilloso en diversos sentidos. No slo
formaba llama y agua, sino que era increblemente ligero. Un litro de aire ordinario

pesa solamente un gramo y cuarto. Lo cual ya es muy poco. Pero un litro de


hidrgeno slo pesa una dcima de gramo. En realidad, el hidrgeno es la
sustancia ms ligera que se conoce.
En 1783, los hermanos Montgolfier, de Francia, llenaron una bolsa de seda
con aire caliente y la hicieron volar. El aire caliente era ms ligero que el fro y la
bolsa hinchada flot por la atmsfera como un corcho flota en el agua. Cuando el
aire caliente se enfri, la bolsa de seda (el primer globo) descendi.
Pero, por qu usar aire caliente? El hidrgeno, el nuevo gas, era muchsimo
ms ligero que el aire, incluso estando fro. Su poderosa fuerza de elevacin podra
transportar una barquilla con hombres dentro.
En los primeros aos del siglo XIX, en Europa y Amrica centenares de
globos llenos de hidrgeno fueron lanzados hacia el cielo. Para algunos, esto era
solamente una aventura emocionante, excitante. Para los cientficos, un nuevo
modo de estudiar las capas altas de la atmsfera, el primer paso hacia las
estrellas.
Tambin poda significar el viaje comercial si lograba hacerse a los globos
independientes del viento. En 1900, el inventor alemn conde de Zeppelin,
construy unos globos en forma de cigarro puro, con estructuras de aluminio, y les
aadi un propulsor a motor. El globo dirigible (o Zeppelin) era un buque del
aire, nacido y llevado en alas del hidrgeno.
Pero ste, tanto para bien como para mal, es un hijo de las llamas. El
gigantesco globo de hidrgeno era un contenedor de explosivos, un blanco cierto
para el enemigo. Y el enemigo era, a veces, una chispa de electricidad esttica. En
1937, la bolsa de hidrgeno del dirigible gigante Hindenburg estall en llamas. Y en
unos minutos qued totalmente destruido.
Sin embargo, el dirigible ya haba tenido su poca. El porvenir se apoyaba en
unos aparatos ms pesados que el aire, menores y ms ligeros que el dirigible, y
ms capaces de soportar el mal tiempo.
Entonces, pareci como si el hidrgeno debiera limitarse a usos terrestres.
Los qumicos lo utilizaban para reducir o hidrogenar las materias orgnicas de
mil formas distintas; por ejemplo, convirtiendo aceites vegetales inadmisibles para
el organismo humano en sustancias slidas. Se us la llama del hidrgeno en
forma de sopletes de oxi-hidrgeno que cortaban el acero como si fuese

mantequilla.
Y qu ms?
El hidrgeno no estaba an derrotado. Si el dirigible ardi por las llamas, el
cohete ha subido en llamas. Y cuando se extingui el ltimo dirigible, albore la
poca del cohete.
Los aviones ordinarios slo pueden moverse en un aire, o medio
atmosfrico, que contenga una provisin adecuada de oxgeno para quemar el
combustible en los motores. Este aire, adems, ha de ser bastante denso para
soportar el peso de la mquina.
Un cohete, sin embargo, lleva combustible y oxgeno. Ambos se combinan
en una furia al rojo vivo, enviando un chorro de gases recalentados hacia abajo.
Como parte del contenido del cohete, en forma de dichos gases, es enviado hacia
abajo, el resto del aparato se mueve hacia arriba. (Esto se produce como respuestas
a la ley de accin y reaccin, o tercera ley de la Dinmica, formulada por el
cientfico ingls Isaac Newton en 1683.)
Como los gases residuales siguen yendo hacia abajo, el cohete asciende, cada
vez ms de prisa. Eventualmente, llega ms arriba del lmite atmosfrico (pues no
necesita a la atmsfera para que soporte su peso o mantenga la combustin), y se
lanza al espacio exterior.
La altura a la que llega el cohete depende, en parte del modo en que sean
arrojados los gases residuales. Cuanto ms rpidamente sean expulsados hacia
abajo (cuanto ms violenta sea la accin) tanto mayor sern la velocidad y la
altitud alcanzadas por el cohete (tanto ms violenta ser la reaccin). Los
cientficos de cohetes tenan que encontrar el combustible que provocase la mayor
reaccin ascendente.
Los primeros cohetes, como los usados el da del Cuatro de Julio[5], y los
utilizados en las guerras del siglo XLX (no mucho mayores ni mejores), utilizaban
la plvora. sta contiene un compuesto muy rico en oxgeno llamado salitre.
Tambin contiene carbono y azufre que, al calentarse, se combinan violentamente
con el oxgeno del salitre. Por tanto, la plvora es un combinado de combustible y
oxgeno.
Pero la plvora no tiene mucha potencia. En 1926, el inventor
norteamericano Robert H. Goddard comprendi que era mucho mejor trabajar con

lquidos. El 16 de marzo de dicho ao, en la granja de su ta Effie, en Auburn,


Massachusetts, lanz el primer cohete del mundo impulsado por un lquido. Su
combustible, una mezcla de gasolina y oxgeno lquido, cedi cinco veces ms
energa, a igualdad de peso, que el TNT (trinitrotolueno). Gracias a la enorme
energa de esta combinacin, no se tard en enviar cohetes por el aire a velocidades
supersnicas.
Aunque fue un norteamericano el padre del cohete moderno, ste lleg a su
edad adulta gracias a los alemanes, que construyeron los cohetes V-2 en la
Segunda Guerra Mundial. Varios de dichos cohetes fueron llevados a
Norteamrica en 1946, y los americanos los estudiaron atentamente. (Por desgracia,
Goddard haba fallecido el ao anterior). Continu usndose la combinacin de
gasolina y oxgeno, si bien en modo alguno representa un lmite superior de
energa potencial. De todos los combustibles qumicos conocidos, el hidrgeno (en
combinacin con el oxgeno o el flor) arda con ms energa. Un cohete impulsado
por hidrgeno poda subir mucho ms alto y levantar una carga mucho mayor que
otro del mismo peso impulsado por gasolina u otro combustible.
El hidrgeno pareca nuevamente hallarse a punto de emprender una
carrera area, pero haba un fallo. No poda usarse el hidrgeno en su forma
ordinaria. Un kilo de hidrgeno ocupa ms de once metros cbicos de espacio, y si
algo le falta a un cohete es esto precisamente: sitio.
Haba que obtener hidrgeno en forma compacta. Poda comprimirse bajo
muchas atmsferas de presin, pero era muy difcil y peligroso. Sin embargo,
existe un medio de comprimir un gas sin gran presin: licundolo.
No solamente necesitaban el hidrgeno comprimido en grandes cantidades
en la Segunda Guerra Mundial, puesto que se estaba fabricando una nueva bomba
nuclear. La bomba atmica ordinaria, obtenida por la fusin del uranio (la temible
bomba A, que acab con la resistencia japonesa), se estaba transformando en una
espoleta de ignicin de una explosin mucho mayor. Esta explosin tan inmensa
tendra lugar cuando los tomos de hidrgeno fuesen obligados a unirse
(fusionarse) para formar helio. Sera una bomba de fusin, una bomba de
hidrgeno, una bomba H.
Entonces, lo nico que haca falta era hidrgeno lquido en cantidades
fabulosas. Pero haba varios obstculos
El hidrgeno es un gas muy comn. Dos tercios de todos los tomos del

petrleo y del ocano son de hidrgeno. Tres quintas partes de los tomos del
tejido vivo, incluyendo el organismo humano, son de hidrgeno. Casi un tomo de
cada treinta de la corteza terrestre es de hidrgeno.
Sin embargo, los tomos de hidrgeno no existen por separado, sino en
combinacin con otros tomos. Separarlos era un proceso lento y costoso. Pero se
logr haciendo reaccionar ciertos metales con cidos, o pasando a travs del agua
una corriente elctrica. Esto bast para los usos del hidrgeno en el siglo XIX, usos
a pequea escala.
Poco despus de la Segunda Guerra Mundial, un grupo de empresas
petrolferas y de gas natural se unieron para instalar una planta donde extraer
gasolina del gas natural. Desarrollaron un proceso para quemar el gas natural y
apagar la llama en el debido punto, a fin de que la combustin fuese incompleta,
produciendo monxido de carbono e hidrgeno (en vez de dixido de carbono y
agua). Los dos primeros podan volver a combinarse de nuevo en condiciones
convenientes, formndose gasolina.
El proceso tuvo xito, pero result antieconmico para la produccin de
gasolina, en competencia con las reservas naturales de petrleo, al alcance del
hombre despus de la guerra. Sin embargo, aquella investigacin tuvo importantes
ramificaciones. El nuevo proceso demostr ser mucho ms eficiente en la
produccin de hidrgeno que los mtodos ms antiguos.
En consecuencia, cuando se necesit ms hidrgeno a mediados del siglo
XX, pudo satisfacerse tal necesidad. No obstante, conseguirlo en forma lquida era
otra cuestin.
Durante todo el siglo XIX, los qumicos haban intentado licuar los gases.
Algunos, como el cloro y el dixido de azufre, cedan fcilmente. Cierto
enfriamiento y los gases se licuaban. En realidad, bastaba un poco de presin sin
enfriamiento.
Otros gases, como el oxgeno, el nitrgeno y el hidrgeno, no se licuaron a
pesar de un gran enfriamiento y considerable presin. Por algn tiempo se los
llam gases permanentes. En 1869, sin embargo, los qumicos descubrieron que
la presin no serva de nada si la temperatura no se hallaba por debajo de cierto
punto crtico. Para los gases como el oxgeno, el nitrgeno y el hidrgeno, esta
temperatura crtica era muy baja.

Por lo tanto, los qumicos se concentraron en rebajar la temperatura, y, hacia


1880, lograron licuar el oxgeno y el nitrgeno. El nitrgeno lquido hierve a -195.
C, pero incluso a esta temperatura el hidrgeno sigue siendo gas.
Hasta 1895, no logr el qumico ingls James Dewar obtener hidrgeno
lquido. ste hierve a -253. C, temperatura que est a unos 20 C por encima del
cero absoluto, que es el trmino de la escala termomtrica.
Bien, era posible formar hidrgeno lquido, y con el debido esfuerzo, en gran
cantidad; pero durante cincuenta aos no fue ms que una curiosidad de
laboratorio.
El principal obstculo era que este lquido superfrgido se evaporaba con
suma facilidad. Ni el aislamiento ms elaborado serva para mantenerlo en forma
lquida ms all de cierto punto, puesto que el hidrgeno licuado engendraba su
propio calor.
Esto requiere una explicacin. En condiciones corrientes, el hidrgeno existe
como una serie de molculas, cada una de las cuales est formada por un par de
tomos de hidrgeno.
Cada tomo de hidrgeno se compone principalmente de una diminuta
partcula central llamada protn, que gira constantemente sobre s misma. En
algunas molculas de hidrgeno, los protones de los tomos de hidrgeno giran en
la misma direccin. Es el orto-hidrgeno. En otras molculas, los protones giran
en direcciones opuestas. Es el parahidrgeno. En el gas hidrgeno ordinario, las
tres cuartas partes de molculas son orto, y las restantes para.
El orto-hidrgeno contiene ms energa que el parahidrgeno. Cuando se
forma hidrgeno lquido, las molculas orto se convierten lentamente en molculas
para, de menor energa. La energa extra de las molculas orto se libera como calor.
Esta conversin lenta orto a para aade constantemente calor al hidrgeno
lquido y lo evapora a uno por ciento a la hora, por muy bien aislado que est.
Adems, si el contenedor no est debidamente ventilado, la presin podra
originar explosiones.
Un modo de orillar estas dificultades es cambiar el orto en para, que, con el
aislamiento ms conveniente, podra conservarse durante largos perodos de
tiempo. El problema estaba en que esta conversin era lenta y difcil.

Hay sustancias, no obstante, que actan como catalizadoras y aceleran esta


conversin. En 1929 se descubri que el carbn comn en polvo aceleraba la
conversin, por ejemplo. En 1952, debido a las sbitas necesidades, se descubri
que un preparado de xido de hierro converta grandes cantidades de ortohidrgeno, en para en escasos segundos.
Se adopt este procedimiento para la fabricacin en gran escala, gracias a lo
cual puede hoy da prepararse el hidrgeno en una forma en que, con el debido
aislamiento, se pierde un uno por ciento por medio de la evaporacin, no en una
hora sino en tres das. El precio ha bajado a medio dlar la libra y se han instalado
plantas de hidrgeno lquido que producen ms de veinte toneladas diarias. As se
obtuvo la respuesta a la llamada del hidrgeno lquido.
Las necesidades actuales de hidrgeno son iguales a su suministro, aunque
dichas necesidades continen creciendo.
Al parecer, el nuevo empleo del hidrgeno puede apoyarse en la produccin
de energa elctrica. Ordinariamente, la electricidad se forma por medio de un
generador impulsado por energa calorfica, quemando carbn o petrleo (o, claro
est, mediante la energa hidrulica). En este paso del calor a la electricidad se
pierde, de modo inevitable, mucha energa. Si fuese posible combinar el
combustible con el oxgeno en una instalacin de celdas elctricas (las llamadas
celdas combustibles), el proceso resultara mucho ms eficaz.
Se han probado varios combustibles carbn pulverizado, monxido de
carbono, y metano, como celdas combustibles. Las dificultades prcticas para
que stas sean econmicas son enormes, aunque no insuperables. La posibilidad
que promete ms es la de la clula combustible de hidrgeno-oxgeno. Ya
funcionan estas celdas a pequea escala, y llegar el momento en que el hidrgeno
abaratar la electricidad.
El hidrgeno lquido, en la poca posblica, tiene un nuevo uso
particularmente extico en las cmaras de burbujas, empleado para descubrir las
extraas y muy perecederas partculas subatmicas producidas por las poderosas
mquinas que hoy da aplastan los tomos. (Estas cmaras se inventaron en 1952,
siendo su creador el fsico americano Donaid W. Glaser). Una cmara de burbujas
de la Universidad de California tiene dos metros de longitud y contiene seiscientos
setenta y cinco litros de hidrgeno lquido.
Pero las celdas de combustible y las cmaras de burbujas slo pueden

utilizar minsculas cantidades de hidrgeno. El uso inmediato para todo el


hidrgeno lquido se apoya en los cohetes y naves espaciales de hoy y de maana.
En particular, el hidrgeno lquido impulsa a las naves que llevan al hombre a la
Luna.
Una de las razones posblicas para disponer de ingentes cantidades de
hidrgeno lquido se desvaneci rpidamente. S, las primeras bombas de
hidrgeno experimentales utilizaron hidrgeno lquido, pero no as en su forma
prctica. Como se necesitaba mucho espacio y peso para el aislamiento del lquido,
la bomba era una creacin inamovible y monstruosa.
El remedio consisti en utilizar, no hidrgeno lquido, sino un compuesto de
hidrgeno y un metal ligero: el litio. Ese compuesto, litio hidratado, explota igual
que el hidrgeno una vez impulsado por una bomba de fisin. Ms an: el litio
hidratado es slido a temperatura ordinaria y presenta el hidrgeno en forma
compacta sin presiones ni aislamiento. Lo cual hace que tales bombas puedan ser
transportadas por los aviones y los cohetes.
Sin embargo, a pesar de todas las esperanzas de que las bombas de
hidrgeno no se utilizarn jams en una guerra, otro aspecto del proceso de fusin
inspira una sensacin de bienestar para la Humanidad. Si se logra la fusin del
hidrgeno bien controlada, lenta y seguramente (en lugar de explosivamente),
durante un futuro indefinido quedarn solucionadas las necesidades de la
Humanidad.
Para ello es necesario elevar la temperatura de una cantidad de hidrgeno
hasta el punto donde empieza la fusin nuclear mantenindola constante, y
hacerlo sin la ayuda de la bomba de fisin. Lo ideal sera encontrar el medio de la
fusin de los ncleos de hidrgeno a la temperatura ms baja posible.
Mas para esto se requiere utilizar una clase de hidrgeno muy rara. Ya dije
antes que el tomo de hidrgeno contiene una partcula central llamada protn. Un
tomo de hidrgeno, de cada siete mil, lleva, junto con el protn, una segunda
partcula denominada neutrn. Este tomo de hidrgeno protn-neutrn es
dos veces ms pesado que los tomos de hidrgeno de protn solo, por lo que se le
llama hidrgeno pesado. Tambin se llama deuterio, derivado este nombre del
trmino griego que significa segundo (por contener una segunda partcula junto
con el protn).
El deuterio se descubri en 1932, y su descubridor fue el qumico americano

Harold C. Urey. Debido a su doble peso, no fue difcil separar el deuterio del
hidrgeno ordinario, pero durante diez aos no fue ms que una pieza curiosa de
laboratorio. Luego, en la Segunda Guerra Mundial, se descubri que el agua que
contena deuterio (agua pesada) poda ser un factor importante en los reactores
nucleares.
Como si esto no fuese bastante, se descubri, terminada ya la guerra, que el
deuterio se fusiona ms fcilmente que el hidrgeno ordinario. En consecuencia, se
efectuaron grandes esfuerzos concentrados en el deuterio para dominar la reaccin
de fusin.
Aun as, se necesita una temperatura de cientos de millones de grados. A
esta temperatura, los tomos de deuterio (y tambin todos los de otras clases) se
descomponen en una mezcla de fragmentos subatmicos cargados, llamada
plasma. ste es demasiado caliente para poder ser contenido en algo surgido de
la materia, pero como est elctricamente cargado, puede ser confinado mediante
campos magnticos.
Este problema es engaoso, pero ao tras ao elevamos el plasma del
deuterio a mayores temperaturas, mantenindolo confinado durante perodos de
tiempo ms largos cada vez. Por eso es de esperar que no tardemos mucho en
dominar ya la fusin.
Tal vez antes del final del siglo XX, se instalarn en la Tierra nuevas plantas
de energa. Los pequeos contenedores de deuterio lquido sern los proveedores
de dichas plantas y llevarn a cabo las funciones hoy da ejecutadas por los
camiones de carbn y los tanques de petrleo. Ser el hidrgeno, en una forma u
otra, no slo el que llevar al hombre a las estrellas, sino el que ayudar a borrar el
hambre y la miseria de la faz de la Tierra.

11. Una nueva luz

En 1960, el fsico americano Theodore Harold Maiman, expuso una barra de


rub sinttico a una luz muy potente. Poco despus, la luz absorbida por la barra
fue emitida de nuevo, mas con un cambio. Pareca un rayo muy fino, de profundo
color rojo, llameando brevemente a un extremo de la barra.

Este rayo de luz era de una variedad desconocida. Por lo que sabemos, era
una variedad de luz inexistente antes en la Tierra, y en cualquier parte del
Universo conocido. La barra de rub sinttico de Maiman fue el primer lser, un
aparato que hoy da consideramos como un posible rayo de la muerte por una
parte, y que ofrece milagros en tiempo de paz, en campos tales como la ciruga, la
fotografa, las comunicaciones, la ciencia espacial y otra media docena ms de
aplicaciones.
Pero, qu es lo que hace al rayo lser tan diferente, tan nico? A simple
vista, parece solamente un rayo fino de luz coloreada, nunca visto antes. Qu hay
que no percibe el ojo? Para contestar a esta pregunta, permtanme antes preguntar
qu es la luz ordinaria.
Imaginemos la luz como una serie de ondas. Ondas de qu?, cabra
preguntar, y al momento nos hallaramos en un apuro, mas no lo preguntaremos.
Imaginemos que son unas ondas, y nada ms.
No pensemos que, si queremos fabricar una imagen de ondas de un rayo de
luz hay que trazar una lnea ondulada que contine en toda la longitud de dicho
rayo. (Los rayos de luz que llegan desde las estrellas se hallan a muchos trillones
de kilmetros de longitud, por lo que en toda la longitud representa una cifra
enorme). En cambio, podemos imaginar las ondas como interrumpidas de trecho
en trecho, conteniendo cada uno unos altibajos, o sea oscilaciones. Podemos
referirnos a esos minsculos trechos de ondas como fotones, expresin que se
deriva de la griega por la palabra luz.
Los fotones son extremadamente pequeos. Una bombilla de 40 vatios, que
da una luz tenue, emite un quintilln de fotones cada segundo.
Los fotones no son todos iguales. La diferencia ms importante es que unos
contienen ms energa que otros. Tambin ahora podemos eludir preguntas tan
embarazosas como qu se entiende por energa?, y decir simplemente que un
fotn ms energtico puede hacer cosas que otro menos energtico no puede
realizar.
Por ejemplo, la luz roja se compone de fotones una mitad menos energticos
que los de la luz violeta. Cuando los fotones de luz roja atacan la pelcula
fotogrfica, carecen de energa para que los productos qumicos de la pelcula
sufran cambios. Si atacan dicha pelcula los fotones de la luz violeta, los productos
qumicos se descomponen y la pelcula queda velada.

Por esto, el cuarto oscuro donde se revelan las pelculas y fotografas puede
estar iluminado por una luz roja, que no estropea las imgenes.
La luz solar contiene fotones de muy diversas energas, desde el rojo al
violeta, con todos los colores intermedios. Contiene fotones de todas las energas
que afectan al ojo humano (la retina del ojo es una especie de pelcula viva y muy
complicada). Contiene fotones de luz infrarroja, que nuestros ojos no registran
visiblemente y que son menos energticos que cualquier forma de luz visible.
Tambin contiene fotones de luz ultravioleta, que no registra nuestra vista y son
ms energticos que cualquier forma de luz visible. (Todas las formas de luz,
visibles o invisibles, pueden ser llamadas radiaciones electromagnticas). Los
fotones de luz ultravioleta son tan energticos que pueden daar la retina humana,
por lo que siempre resulta tan peligroso mirar directamente al sol. Los fotones de
luz ultravioleta pueden producir cambios en la epidermis, causando las
quemaduras del sol.
Los fotones de rayos X y rayos gamma, ms energticos an que los de luz
ultravioleta, pueden pasar a travs de nuestro campo y atacar directamente a
ciertas molculas, produciendo graves y hasta mortales cambios qumicos. Por esto
las personas que trabajan con sustancias radiactivas o en las modernas plantas
nucleares, donde se hallan estos superpoderosos fotones, han de adoptar
precauciones extremadas contra los mismos.
Bien, si imaginamos a los fotones como diminutos trechos o paquetes de
ondas, podremos indicar la diferencia existente entre uno de alta energa y otro de
baja. Esto se logra alterando la longitud de cada oscilacin. Podemos trazar una
onda de un centmetro de longitud y curvar tan suavemente la lnea de la onda que
solamente haya una oscilacin en cada centmetro. En otro caso, pueden trazarse
diez oscilaciones.
El nmero de oscilaciones de una longitud dada se llama frecuencia de la
luz. Un fotn de luz roja tiene unas 14.000 oscilaciones por centmetro, en tanto que
otro de luz violeta tiene el doble, unas 28.000. (La diferencia en la frecuencia de los
fotones de la luz visible afecta a nuestros ojos, produciendo la sensacin de los
colores). Veamos cmo se producen los fotones. Para esto, hemos de referimos a la
materia que forma el universo.
Ya sabemos que la materia del universo se compone de diminutas partculas
llamadas tomos. stos, junto con otras partculas an menores que los forman, y
las mayores en que pueden agruparse, contienen energa. La energa contenida se

hace evidente como movimiento. Una partcula de alta energa se mueve o vibra
ms rpidamente que otra de menor energa.
Las partculas de materia siempre poseen energa. Pueden poseerla en
pequea cantidad, y cada tipo diferente de partcula puede slo poseer ciertas
cantidades caractersticas del mismo y no de otro. Por lo tanto, cada partcula
posee cierto nivel de energa caracterstico. La partcula puede ostentar uno u
otro nivel, pero jams est situada en medio de dos niveles.
(La situacin es semejante a la del sistema monetario. Un hombre, por
ejemplo, slo lleva en el bolsillo monedas sueltas. De este modo, podr tener
cuarenta y cinco o cincuenta centavos[6], pero nunca llevar cuarenta y siete
centavos en el bolsillo. Si otro hombre slo llevase monedas de cuarto de dlar,
podra tener en el bolsillo cincuenta centavos, mas no cuarenta y cinco). Si se
quema un leo, la energa liberada por la combinacin de las partculas de madera
con el aire aumenta el contenido de energa de la madera y el aire en la vecindad
del fuego. Todas las partculas aumentan el nivel de energa.
Sin embargo, no siguen en tal nivel. Siempre tienen, todas las partculas, una
tendencia a llegar al nivel de energa ms bajo posible. Las partculas que han
alcanzado un nivel alto de energa, por tanto, descienden a uno inferior. Entonces,
ceden la diferencia de energa entre ambos niveles, y esta energa cedida adopta la
forma de un fotn.
Si todas las partculas existentes cerca del leo ardiendo fuesen idnticas y
ostentasen el mismo nivel de energa, para despus descender al mismo nivel
inferior, todos los fotones emitidos tendran el mismo contenido de energa, y
seran de la misma frecuencia.
Sin embargo, esto no sucede jams. Existen muchas partculas distintas, que
ostentan distintos niveles de energa. El resultado es que se liberan los fotones de
una amplia gama de frecuencias, algunos en la gama de la luz visible, y entonces
tenemos ya la hoguera. La luz solar tambin se compone de una amplia variedad
de frecuencias fotnicas, como en cualquier otra forma de luz natural.
Hasta hace unos veinte aos, los cientficos aceptaban esta increble mezcla
de frecuencias como una propiedad casi inevitable de la luz ordinaria.
Empecemos ahora con una clase de partculas y establezcamos las
condiciones que permitan que todas las molculas contengan el mismo nivel de

baja energa. Supongamos, adems, que dichas molculas estn expuestas a cierto
tipo de energa que las enva al siguiente nivel de energa ascendente.
En tales condiciones, una partcula, de vez en cuando, absorber suficiente
energa para ascender al nivel superior de energa, y regresar al inferior, liberando
la energa en forma de un fotn de una cierta frecuencia. Habr siempre algunas
partculas del grupo que absorbern la energa y estarn en el proceso del
retroceso. Los fotones, siempre de la misma frecuencia, quedarn liberados,
produciendo por consiguiente una radiacin de frecuencia constante.
Se hall, por ejemplo, que el gas amonaco poda emitir un tipo de radiacin
de baja frecuencia llamado de microondas. Esta radiacin de microondas del
amonaco slo tiene ochenta oscilaciones por metro, en comparacin con las
catorce mil por centmetro de la luz roja.
Estas oscilaciones son muy regulares y no sufren variaciones. Son ms
constantes que las oscilaciones de un pndulo, y ms constantes y regulares que los
movimientos de los cuerpos celestes. En 1949, el fsico norteamericano Harold
Lyons demostr cmo podan usarse estas oscilaciones para controlar los aparatos
que miden el tiempo, fabricando los relojes atmicos, mucho ms exactos que
todos los dems. Pero dichas radiaciones sirven para algo ms que para medir el
tiempo.
Las partculas del amonaco se trasladan de un nivel de energa inferior a
otro superior cuando absorben un fotn que posee el debido contenido de energa.
Pero, qu sucede si un fotn exterior choca con una partcula que ya est en el
nivel superior? La obliga a pasar a un nivel an ms elevado? No!
En 1917, Albert Einstein demostr, mediante consideraciones puramente
tericas, que si un fotn del tamao debido choca con una partcula de nivel
superior, no es absorbido. En cambio, la partcula con la que choca el fotn
desciende otra vez al nivel inferior.
La partcula del choque, al descender al nivel inferior de energa, produce
un fotn de igual tamao que el fotn con el que choc. Ms an: el fotn
producido se mover en la misma direccin que el fotn primitivo. Se empieza con
un fotn que choca con una partcula y se termina con dos fotones de igual
frecuencia y direccin.
Y si esos dos fotones chocan con una partcula de nivel superior? Cada

partcula golpeada desciende de nivel y produce otros dos fotones, o sea cuatro,
idnticos en frecuencia y direccin. Despus, si cada uno de estos cuatro chocan
con una partcula de nivel superior
Pero en circunstancias ordinarias no es probable que ocurra tal cosa, porque
las partculas permanecen, en un nivel inferior de energa, breves perodos de
tiempo. En un instante dado, por tanto, la mayora de las partculas de amonaco
estn en el nivel inferior, y los fotones que van a su encuentro es ms fcil que
choquen con aqullas que con las de un nivel superior.
El fsico norteamericano Charles Hard Townes ide una forma para separar
las partculas de alta energa de las de baja, mediante un aparato cargado
elctricamente. En 1953, logr llenar un pequeo compartimiento solamente con
partculas de amonaco de alto nivel. Si penetraba un fotn del tamao adecuado
en aquel compartimiento, produca otro fotn. Los dos fotones producan otros
dos; los cuatro, otros cuatro ms y as sucesivamente.
Un solo fotn poda desencadenar un vasto alud de fotones idnticos en una
fraccin de segundo. De esta forma, poda usarse el aparato como un amplificador.
Supongamos que hay una radiacin muy dbil en un punto del cielo; esta
radiacin tan dbil no podra ser detectada por nuestros aparatos. Si la radiacin
chocase con el compartimiento de amonaco de alto nivel, el alud de fotones
resultante podra ser detectado fcilmente, y as deduciramos la existencia del
fotn primitivo (imposible de detectar de otro modo) que inici el alud.
El fotn original estimula la emisin de grandes cantidades de fotones de
microonda, a fin de producir la amplificacin. Por tanto, Townes se refiri a su
aparato como a algo que produca una amplificacin de microondas mediante la
emisin estimulada de radiacin. Y las iniciales de las palabras que componen
esta frase se combinaron para formar la palabra maser[7].
El maser de amonaco slo acta con fotones de una cierta frecuencia, pero
no hay necesidad de utilizar slo el amonaco. As, se desarrollaron sustancias
slidas que entraaban otras combinaciones de niveles de energa. Y en poco
tiempo se desarrollaron masers con una gran variedad de frecuencias fotnicas.
Sin embargo, al principio, los masers slo podan actuar con intermitencias.
El sistema era ascendido a un nivel superior, y un fotn enviado contra l mismo
provocaba el alud. Pero el sistema no volva a actuar hasta una nueva ascensin.

Un fsico holands. Nicols Bloembergen, logr inventar un maser que


actuaba con un sistema de tres niveles: uno inferior, otro medio y el ltimo
superior. El sistema es bombeado por fotones de alta frecuencia capaces de elevar
los tomos del maser desde un nivel inferior a otro superior. Una segunda serie de
fotones de frecuencia menor lleva al sistema desde el superior al nivel medio, y
despus, desde ste al inferior. Ambos procesos actan independientemente, as
como continuamente, y el maser es bombeado hacia arriba por una serie de fotones
tan de prisa como baja para producir otra serie. Por este motivo puede trabajar
continuamente.
No hay ninguna razn para que slo existan radiaciones de microondas.
Por qu no utilizar niveles de energa muy separados para producir ms fotones
energticos? Fotones de frecuencia suficientemente alta como para registrarse en
la regin de la luz visible? Un maser que produjese luz visible sera un maser
ptico. Tambin podramos referirnos a l como creador de la amplificacin de
la luz mediante la emisin estimulada de radiacin, remplazando la palabra luz
a la de microondas. Con este cambio, tendramos la palabra lser.
Townes afirm en 1958 que un lser era totalmente posible en teora, y
Maiman construy el primero en 1960, como indiqu al comienzo de este Captulo.
El primer lser de Maiman era intermitente y tena que ser elevado de nuevo
despus de cada descarga. Sin embargo, antes de finalizar aquel ao, el fsico iran
Ali Javan ya preparaba lseres continuos en los Laboratorios Bell.
Veamos, ahora, de qu forma la luz lser es diferente de las dems formas de
luz que conocemos.
Primero, el rayo lser es muy intenso. En todos los procesos ordinarios de
producir luz, surge una vasta gama de frecuencias de fotn. De ellas, slo una
pequea porcin se halla usualmente en la gama de la luz visible. En el rayo lser,
toda la energa liberada puede serlo en forma de luz altamente concentrada.
Segundo, el rayo lser es muy uniforme. Ordinariamente, la luz se compone
de fotones de diversas frecuencias, en tanto que el rayo lser est compuesto por
entero de fotones idnticos. Por tanto, es de un mismo matiz pero con un color
particular. Es una luz monocromtica (expresin griega que significa del mismo
color).
Tercero, el rayo lser es muy compacto. Los fotones de luz ordinaria se
mueven continuamente en todas direcciones. Es difcil impedir que un rayo de luz

normal se difunda. Los fotones del rayo lser, por otra parte, se mueven todos en la
misma direccin. La luz ordinaria puede compararse a una multitud en la que cada
miembro va hacia la direccin que elige. El rayo lser puede, en cambio,
compararse a una columna de soldados que marcha con absoluta precisin.
La tendencia natural de los fotones del rayo lser a moverse en la misma
direccin, queda acentuada por el diseo del tubo que los produce. Los extremos
son absolutamente lisos y paralelos. Uno es plateado para formar un espejo
perfecto, y el otro slo es ligeramente plateado. Cuando los fotones se producen
por la accin del lser, pueden producirse varios aludes en direcciones diferentes.
La mayor parte pasan por los costados del tubo instantneamente. Sin embargo,
los aludes que se mueven por toda la longitud del tubo, bombardean primero un
extremo plateado, y despus el otro, yendo atrs y adelante una y otra vez,
produciendo constantemente ms fotones y provocando un alud mayor cada vez.
El fotn que, por cualquier causa, no se mueve exactamente paralelo a la lnea
general del alud, choca rpidamente con un costado del tubo, y sale del aparato.
Finalmente, cuando el alud es bastante abundante, surge por el extremo
menos plateado y tenemos ya el rayo lser. Los fotones de este rayo son tan
idnticos en frecuencia y direccin, que las oscilaciones de uno parecen
engancharse en los fotones delanteros y traseros, y el resultado es como una larga
serie de oscilaciones. Los fotones actan como si estuvieran encajados entre s,
como cohesionados unos a otros. Por este motivo, se dice que el rayo lser est
formado por luz coherente.
Un rayo lser, formado por luz coherente, no posee tendencia a difundirse.
Sigue en forma compacta y pierde muy poca energa de concentracin al viajar por
el espacio. Un rayo de luz coherente lser puede enfocarse de modo que caliente
una cafetera a muchos miles de kilmetros de distancia. Los rayos lser llegaron en
1962 a la Luna, extendindose solamente en un dimetro de tres kilmetros, tras
haber cruzado limpiamente unos 380.000 kilmetros en el espacio.
Las propiedades nicas de la luz lser han posibilitado una serie de
aplicaciones muy interesantes.
Por ejemplo, la estrechez del rayo lser permite que se concentre una gran
energa en una zona sumamente pequea. En esta zona, la temperatura alcanza
lmites extremadamente altos tan rpidamente, que puede fundirse un punto antes
de que el calor se irradie hacia fuera en cantidades suficientes para causar daos.

As, un leve parpadeo de rayo lser en el ojo puede prevenir ciertas clases de
ceguera, soldando la retina desprendida con tanta rapidez que los objetos
circundantes no quedan afectados por el calor. De forma similar, pueden destruirse
los tumores drmicos sin quemar la piel.
Puede vaporizarse un diminuto fragmento de metal y analizar rpidamente
el vapor por medios espectroscpicos. Pueden agujerear eficaz y velozmente los
metales; incluso pueden tallarse los diamantes. Tal vez el rayo lser ayude
eventualmente a producir las temperaturas extremas para iniciar una reaccin
controlada de fusin de hidrgeno, lo cual solucionara conjuntamente los
problemas energticos de la Humanidad (ver Captulo 10).
Natural y tristemente, a uno le asalta la idea de que lo que el rayo lser
puede hacerle a un fragmento de metal, tambin puede hacerlo con un ser
humano. En 1965, se desarrollaron unos lser que podan ser elevados a un nivel
ms alto gracias a la energa proporcionada por reacciones qumicas. Por tanto,
podemos ya imaginar una pistola que no use la energa qumica para impulsar a la
bala sino que emita un destello lser. Podra chocar contra un hombre con efectos
mortales sin hacer ruido ni dejar seales. Sera el rayo de la muerte, tantas veces
descrito en los relatos de ciencia-ficcin.
Y si puede haber pistolas lser, por qu no caones lser? Un lser gigante
podra agujerear la coraza de un tanque o de un buque. El cohete de luz viajara
a 300.000 kilmetros por segundo, en lnea recta, sin quedar afectado por el viento,
la temperatura, la rotacin de la Tierra, el efecto de la gravedad, ni cualquier otro
de los obstculos que dificultan la buena puntera de los tiradores.
El rayo de la muerte tiene sus limitaciones como arma de largo alcance.
Podra quedar debilitado o ser absorbido por las nubes, la niebla, el humo y el
polvo. Adems, su trayectoria en lnea recta no seguira la curvatura de la Tierra,
por lo que no podra ser orientado contra un blanco situado ms all del horizonte.
Sin embargo, si consultamos la bola de cristal del porvenir, veremos el
espectro de tal rayo de la muerte en el espacio. En el vaco, pasada la atmsfera, no
hay nubes ni nieblas o polvillo que cree obstculos, ni existen horizontes. Llevar
a cabo la Humanidad, dentro de unos aos, batallas espaciales, con naves provistas
de rayos lser, en que un contacto momentneo significa un agujero? Estos rayos
lser requeriran una enorme cantidad de energa, pero actualmente ya se
desarrollan lseres que aprovechan la energa solar. En el espacio exterior, los
lseres podran ser accionados, sin lmites, por el omnipresente sol.

Dejemos los adelantos de la sociedad actual en el punto en que jams se


necesiten tales armas, grandes o pequeas. Ya existen suficientes usos en tiempo
de paz para mantener el rayo lser constantemente ocupado. Este rayo puede
aplicarse a las comunicaciones industriales, por ejemplo, industrias que hoy da
dependen en gran parte de los fotones de microondas y ondas de radio de baja
frecuencia.
Estos fotones de baja frecuencia pueden modularse, o sea, que la corriente
de fotones vara de forma regular, a fin de producir vibraciones mecnicas en un
diafragma que, a su vez, produce ondas sonoras en el aire. O producen variaciones
en una corriente elctrica que, a su vez, producen luz de variada intensidad. De
este modo obtenemos el sonido de la radio y la imagen y el sonido de la televisin.
Para impedir la interferencia de un mensaje con otro hay que enviar los
diferentes mensajes en un rayo transportador de fotones de frecuencias muy
diferentes. En la zona de la baja frecuencia no hay muchas frecuencias diferentes, y
el nmero de estaciones de radio o canales de televisin ha de ser, por tanto, muy
limitado.
Si se usaran fotones luminosos como ondas de transporte, sus frecuencias
ms altas nos permitiran tener sitio para un mayor nmero de mensajes. (Esto lo
comprenderemos si consideramos que los nmeros del 1 al 10 representan a las
ondas de radiofrecuencia, y del 1.000.000.000 al 10.000.000.000 representan a las
ondas luminosas. En ambos casos, el ltimo nmero es diez veces mayor que el
primero; pero del 1 al 10 slo hay diez nmeros dgitos, mientras que del
1.000.000.000 al 10.000.000.000 hay nueve mil millones y uno). Para que la
radiacin acte como una onda de transporte, ha de ser muy regular en la
frecuencia y la direccin. Esto es posible para las ondas de radio, que oscilan
suavemente, pero no para las de alta frecuencia, aunque esto ya no es as desde
que se invent el lser. Naturalmente, no es fcil modular las ondas de luz de un
rayo lser, pero el problema se est ya solucionando. En 1965, los siete canales de
televisin de Nueva York fueron transmitidos a travs de la anchura de una
habitacin en un solo lser del ancho de un lpiz, y cada canal pudo ser separado
de los dems.
Llegar el momento en que los rayos lser, reflejados y amplificados por los
satlites de comunicacin, servirn al mundo? Si esto fuera posible, habra sitio
suficiente para todas las distintas estaciones de radio y canales de televisin del
planeta, en la cantidad que fuese.

Las posibles interferencias atmosfricas para tal sistema no se aplican al


espacio. Las naves y las estaciones espaciales podran comunicarse entre s y
tambin con las estaciones situadas en la superficie de un mundo sin aire como la
Luna, mediante los mensajes transmitidos por los rayos lser.
La informacin enviada, adems, no estara compuesta slo de palabras. La
lnea absolutamente recta del rayo lser servira para localizar la posicin exacta de
la nave o la estacin respecto a otra en el instante preciso. Adems, el rayo lser se
reflejara en la nave, y el rayo reflejado cambiara de frecuencia muy lentamente,
segn que el objeto reflejado se alejase o acercase hacia el observador, y con
dependencia de la velocidad. El rayo lser tambin se vera afectado si el objeto
observado estaba girando, en qu direccin y a qu velocidad.
Naturalmente, podra realizarse lo mismo con la luz ordinaria si sta
pudiese comprimirse en un rayo compacto y de energa suficiente para viajar a
travs del espacio y retroceder sin demasiada prdida. Sin embargo, la luz
ordinaria contiene fotones de tantas frecuencias que los cambios ligeros de las
mismas no podran detectarse como ocurre con los fotones del rayo lser. (Si cada
miembro de una muchedumbre en movimiento da un ligero paso lateral, podra
ser detectado tal paso? Si en una columna de soldados, marchando en una
formacin precisa, todos diesen un paso lateral, podra ser detectado? No, en el
primer caso; s, en el segundo). Cuando la era espacial alcance su madurez, es casi
seguro que un gran volumen de comunicaciones e informaciones podr ser
transportada por los rayos lser, entre los diversos puestos avanzados establecidos
por el hombre. Es posible que entonces se lleve a cabo la exploracin espacial que,
sin el lser, jams saldr de unos confines muy limitados.
Volviendo a la Tierra, hallamos que una aplicacin reciente del lser se
refiere a la fotografa. En la fotografa ordinaria, la luz queda grabada en las placas
o la pelcula mediante el efecto de la luz sobre unos productos qumicos. Cuanto
ms intensa es la luz, mayor es el efecto. Los productos qumicos, por tanto, graban
la brillantez y producen una rplica de la forma claroscura de la luz emitida por un
objeto, o de la luz reflejada por aqul. Esta rplica es la fotografa.
Supongamos que se enva un rayo lser contra un espejo y que aqul se
refleja sin distorsin alguna sobre una placa fotogrfica. Simultneamente, es
reflejado otro rayo lser desde un objeto ordinario que lo refleja, con alguna
distorsin, a la placa fotogrfica. (La distorsin se debe a que el objeto ordinario
posee una superficie irregular, de modo que algunas partes del rayo lser son
absorbidas, y otras no; unas son reflejadas en una direccin, y otras en la contraria).

En la placa fotogrfica, los dos rayos se encuentran, uno distorsionado y el otro no.
La intensidad total de la luz en cada punto queda grabada como en una fotografa
ordinaria. Adems, las ondas de los dos rayos se entrecruzan en una variedad de
formas que depende de los detalles exactos de la distorsin del rayo reflejado por
el objeto ordinario. A este entrecruzamiento se le llama interferencia. La placa no
slo graba la intensidad de la luz sino la frmula de la interferencia.
Los fsicos saban hace ya muchos aos que esto era posible, pero con la luz
ordinaria no lo lograban. Todas las ondas diferentes de la luz ordinaria,
movindose con frecuencias diferentes y en direcciones distintas, producan una
interferencia tan confusa que de la misma no poda extraerse ninguna informacin
til.
Con un rayo lser, sin embargo, se produce una frmula de interferencia
muy clara, que slo depende de la naturaleza del objeto reflejante y de nada ms.
La placa posee toda la informacin, la intensidad y la interferencia, en forma
absoluta, y a este proceso se le denomina holografa. (Holo significa todo).
La placa, u holograma, que lleva toda esta informacin no muestra nada al ojo
humano, salvo, a veces, una pauta de crculos procedentes de las motas de polvo.
La frmula de interferencia es microscpica.
Si se enva un rayo lser a travs del holograma, se crea una imagen del
objeto original reflejante, y puede fotografiarse desde diferentes ngulos una
imagen parcialmente tridimensional. Esto se llev a cabo por primera vez en 1964,
y en 1966 ya no fue necesario el rayo lser para crear la imagen, pues lo haca la luz
ordinaria, con lo que el proceso resulta ms barato y ms prctico. (No obstante,
sigue siendo necesario el rayo lser para formar antes el holograma). Un
holograma puede estar formado por un objeto que se mueva velozmente o por uno
de brevsima existencia, proporcionando una imagen permanente que puede
estudiarse con mucho ms detalle que en una fotografa. La holografa proporciona
detalles ms perfectos, ms acusados, y los cientficos ahora buscan la manera de
conseguir un microscopio hologrfico que permita estudiar con toda claridad el
mundo de lo invisible.
Y avanzando en este sentido nos asalta la idea de que tal vez llegue a
perfeccionarse la holografa hasta el punto de poder formar una imagen
tridimensional perfecta, y el proceso se obtenga sobre una pantalla de televisin.
Llegar el da en que ya no nos contentaremos con la pantalla televisiva
bidimensional, con sus lneas de luz y oscuridad tan confusas y speras, y en

cambio podremos ver una representacin en color y en una autntica tercera


dimensin? En el futuro, concursar Miss Amrica con las dems jvenes del
mundo a travs de un cubo (el televisor), en nuestro saln, en tres dimensiones?
Naturalmente, las jvenes no sern ms que unas imgenes, nada ms que unos
rayos de luz impalpables, enfocados de forma muy concentrada. No sern jvenes
de verdad. Pero incluso as resultara muy agradable!

12. Una mina del ocano

Nuestras minas se agotan. Nuestra poblacin aumenta rpidamente y


nuestra produccin industrial, a marchas ms forzadas todava y los recursos
minerales del mundo entero sufren las consecuencias. Las mejores minas de cobre
desaparecen. Nuestras mejores minas de hierro se agotan. Hemos de aprender a
extraer el mineral de filones ms pobres.
Pero la situacin no es completamente negra. Ciertos recursos
mineralgicos, es decir, la mina ms rica y abundante que haya existido jams, se
halla a nuestra puerta, sin que se haya explotado apenas. Esta mina es el ocano.
El ocano abarca ms de 36.000.000 de kilmetros cuadrados, o sea, unas
siete dcimas partes de la superficie del planeta. Su profundidad media es casi
cuatro kilmetros, de modo que la cantidad total de agua, en todo el globo
ocenico, es de 1.400.000.000 de kilmetros cbicos.
Lo que convierte al ocano en una mina es que esos mil y pico millones de
kilmetros cbicos no estn formados slo de agua. Cuando una persona se baa,
comprende que el ocano no contiene solamente agua. Porque el agua sola no
sabe como sabe el agua del mar.
El 3,25 por ciento del ocano es materia slida que se halla en disolucin
dentro del 96,75 restante, que es agua.
Realmente, es una gran cantidad de materia slida, y no hace falta que
consideremos todo el ocano del planeta para demostrarlo. La demostracin la
obtendremos con una pequea cantidad de agua del mar; por ejemplo, una piscina.

Imaginemos una piscina de quince metros de longitud, nueve de anchura y


una profundidad media de dos metros.
Llena de agua del mar, contendra 270 toneladas de lquido; de ste, casi
nueve toneladas (8%) seran minerales disueltos.
Dicho de otro modo: si se evaporase el agua de la piscina, casi nueve
toneladas de materia slida quedara en el fondo. Para una piscina, se trata de una
cantidad respetable.
Como es fcil deducir por el sabor del agua del mar, la mayor parte de la
materia slida es sal comn, o sea cloruro sdico. Casi siete toneladas de nuestra
piscina seran sal ordinaria, y tres cuartos de tonelada seran de tomos de cloro en
combinacin con otros metales distintos al sodio.
Dejando ste aparte, an quedan unos tres cuartos de tonelada de materias
en la piscina seca, que no son de sodio ni de cloro. Debidamente tratada dicha
materia, esa cantidad nos producira: 319 kilos de magnesio, 213 de azufre, 97 de
calcio, 93 de potasio, 15 de bromo, y unos 12 de una miscelnea de minerales,
incluyendo cobre, plata, oro, uranio y radio.
Naturalmente, hay una dificultad. Para extraer minerales del mar hemos de
concentrar los tomos disgregados.
Esto representa un gasto de energa. Cuanto menos concentrado se halle el
mineral, mayor cantidad de energa necesitaremos para extraerlo. Y esto no es
posible marginarlo.
Por suerte, el sol ya nos ha facilitado en muchos casos esta labor. De vez en
cuando, en el transcurso del tiempo, un brazo de mar de poca profundidad ha sido
absorbido por el terreno al elevarse. Si el clima del mar interior as formado le
ayuda a evaporarse ms de prisa que el agua corriente all vertida por los ros, se
encoge gradualmente.
Las sales que contiene se concentran ms cada vez, y el mar acaba
eventualmente por secarse, dejando slo la materia slida.
Las minas de sal son los residuos de porciones de ocanos secas. Y todos
conocemos el gran valor de la sal. No slo es un ingrediente de la cocina (y muy
esencial), sino que posee centenares de importantes usos industriales, siendo la
fuente principal de productos qumicos tan primordiales como el gas cloro, el

cido clorhdrico, el hidrxido sdico, el carbonato sdico, y muchsimos ms


sumamente utilizados en la industria moderna.
Si un mar interior se evapora lentamente, la sal queda depositada por capas.
Este hecho se debe a que el cloruro sdico es una de las sales ms solubles del
ocano. Asimismo, est presente en la mayor concentracin. Cuando se seca un
mar interior, por tanto, el cloruro sdico empieza a precipitar cuando todava
queda agua bastante para mantener a las dems sales en disolucin. Luego, en las
ltimas fases de la evaporacin, las dems sales precipitan encima del cloruro
sdico. El sol no solamente nos ha ayudado a extraer los slidos sino que tambin
los ha separado por capas.
Los depsitos de sal cerca de Stassfurt, Alemania, son ejemplos bien
conocidos de este proceso estratificador. Representan el mejor depsito de sales de
potasio del mundo entero y por esto dichas sales son mucho ms baratas en
Alemania que en los dems pases del Globo. En el norte de Chile, hay depsitos
de sal que son ricas fuentes de nitrato sdico y nitrato potsico. Antes de la
Primera Guerra Mundial, esos depsitos eran el origen principal de los nitratos
para la fabricacin de fertilizantes y explosivos.
Luego, existen mares interiores que estn secndose. En las orillas de dichos
mares se han formado ya depsitos de sal, y el agua que an queda es muy densa,
debido a las materias disueltas. Los ejemplos ms conocidos de tales mares en
estado de secarse son el mar Muerto, en la frontera jordano-israel, y el gran lago
Salado de Utah.
Los minerales del mar Muerto representan un ingreso muy valioso para los
israeles.
Tambin hay numerosas marismas saladas y porciones subterrneas con
bolsas de agua, con un gran contenido salino. Se les llama pozos salados y a
veces se hallan asociados con los pozos de petrleo. En estos pozos salados es
posible obtener yodo en cantidades comerciales.
Pero, y las posibilidades de extraer minerales directamente del ocano? Es
posible que los cientficos inventen un proceso de secado artificial? Es posible.
Hoy da se producen ya, al menos, dos elementos que el hombre extrae del mar en
la cantidad necesaria para sus fines.
Uno de ellos es el magnesio. Sus tomos, despus de los de sodio y cloro,

son los ms comunes en la materia slida del ocano. Para extraer magnesio, hay
que bombear el agua de mar en grandes tanques, aadiendo xido de calcio (cal).
(El xido de calcio tambin procede del mar, puesto que se forma tostando conchas
de ostra). El xido de cal reacciona con los iones de agua y magnesio en disolucin.
Entonces se forma hidrxido de magnesio, que precipita en forma slida.
El hidrxido de magnesio se filtra y se convierte en cloruro de magnesio por
la reaccin con el cido clorhdrico. Luego, se pasa el cloruro de magnesio por
filtros y secadores y finalmente se convierte, por medio de una corriente elctrica,
en magnesio metlico y gas cloro. (El cloro se convierte a su vez en cido
clorhdrico que se usa en la siguiente hornada de hidrxido de magnesio, con lo
que no se pierde). El otro elemento extrado del mar comercialmente es el bromo.
Resulta mucho ms difcil de extraer que el magnesio. En el ocano slo hay veinte
veces menos bromo que magnesio. Sin embargo, los cientficos han solucionado el
problema de su extraccin.
Para ello se acidula una gran cantidad de agua de mar, a la que se aade
cloro en forma de gas. (Tanto el cido clorhdrico como el gas cloro proceden de la
sal, que a su vez proviene del mar). El cloro reacciona con los iones de bromo en el
agua salada y los convierte en gas bromo. ste queda disuelto en el agua y es
extrado con aire. Es decir, se hace pasar una corriente de aire por el agua de mar y,
al pasar, se lleva consigo el vapor de bromo. Despus, el aire pasa a travs de unos
tubos llenos de carbonato sdico; all el gas bromo es absorbido, formndose
bromuro sdico y bromato sdico. El bromo se concentra entonces en un volumen
relativamente pequeo. Y puede ser, y es, separado del resto.
Del mar se obtiene un tercer elemento, aunque de forma ms indirecta. Este
elemento es el yodo. La cantidad de yodo en el ocano no llega a la milsima de la
de bromo. Nuestra imaginaria piscina, que nos dara diecisis kilos de bromo, slo
nos proporcionara doce gramos de yodo. Lo cual es demasiado poco para que
nuestras tcnicas industriales lo concentren provechosamente.
Es decir, demasiado poco para la tcnica humana. Pero en el agua hay
organismos vivos, como las algas marinas, que necesitan el yodo para sus procesos
vitales. Con paciencia, esos organismos extraen los tomos de yodo del agua que
pasa a su alcance y a travs de sus filamentos.
Entonces, slo es necesario que el hombre cultive en el mar las algas
marinas. Luego, las algas se queman en pozos poco profundos, y las cenizas
resultantes contienen ms del uno por ciento del yodo. Las cenizas de las algas

contienen el yodo en una concentracin doscientas mil veces mayor que el agua de
mar, siendo, por tanto, una buena fuente comercial de dicho elemento. (En 1810 ya
se descubri que haba yodo en las cenizas de las algas marinas). El mar es una
fuente inagotable de esos elementos. No slo las cantidades contenidas sirven para
satisfacer las necesidades humanas sino que al ser extradas esas sustancias, el
ocano no las pierde por completo. Los compuestos de todos los elementos son
vertidos constantemente al mar por medio de las lluvias y los ros, por lo que todo
cuanto extraemos del mar a l vuelve.
Es posible que, aparte de los tres elementos mencionados, lleguen a
extraerse otros del mar. Elementos que no necesitarn ser concentrados. Grandes
extensiones del fondo del ocano son muy ricas en pepitas metlicas de
manganeso, y contienen cantidades razonables de metales tan valiosos como el
cobalto, el nquel y el cobre. Las operaciones de dragado a muchos kilmetros de
las costas tal vez lleguen a algo positivo en un futuro no lejano.
Para dar una idea, incidentalmente, de la vasta mina que es el mar en
realidad, procederemos a efectuar unos clculos. Un kilmetro cbico de ocano
puede llenar casi cuatro millones de piscinas como la imaginada, y como ya he
manifestado, el ocano ocupa un volumen total de 1.400.000.000 de kilmetros
cbicos. Por tanto, no es sorprendente (o no debiera serlo) que el ocano contenga
cincuenta mil billones (50.000.000.000.000.000) de toneladas slidas. En las cuales
incluyen:
2.000.000.000.000.000 toneladas de magnesio, 100.000.000.000.000 toneladas
de bromo, y 75.000.000.000 toneladas de yodo,suficiente para satisfacer las
necesidades de la Humanidad por largos milenios.
El ocano contiene sorprendentes cantidades de otros metales en disolucin
(aparte de lo que puedan contener los nodulos del suelo ocenico). Por ejemplo,
contiene:
15.000.000.000 toneladas de aluminio, 4.500.000.000 toneladas de cobre,
4.500.000.000 toneladas de uranio, 1.000.000.000 toneladas de torio, 450.000.000
toneladas de plata, 45.000.000 toneladas de mercurio, 6.000.000 toneladas de oro, y
45 toneladas de radio.Estas cantidades, aunque enormes, se hallan tan diseminadas
en el ocano, que todava nos resulta imposible extraerlas provechosamente.

13. Nuestra atmsfera en formacin

En los ltimos veinte aos se han ampliado nuestros conocimientos


referentes a la atmsfera de nuestros planetas vecinos. Las observaciones de los
globos que flotan por encima de nuestra atmsfera nos han dado pruebas
suficientes para incitarnos a la creencia de que las nubes de Venus estn formadas
por partculas de helio. El Mariner IV, que pas cerca de Marte en 1965, nos dijo
que su atmsfera era considerablemente ms enrarecida de lo que creamos.
Pero todas las observaciones posteriores slo han servido para confirmar lo
que ya sospechbamos: que la atmsfera de nuestro planeta es nica, sin parangn
posible con ninguna de las que se hallan al alcance de nuestros instrumentos.
Las atmsferas planetarias que conocemos se dividen en cuatro fases:
Primero, un planeta u otro cuerpo fro no puede tener atmsfera en
absoluto, o ser tan enrarecida que apenas se distinguir del vaco espacial.
Segundo, una atmsfera puede ser rica en hidrgeno y otros compuestos
relacionados con dicho gas, lo cual impulsa el tipo de reacciones qumicas
conocidas como reducciones. Se tratara, por consiguiente, de una atmsfera de
reduccin.
Tercero, una atmsfera rica en oxgeno libre sera una atmsfera oxidante.
Cuarto, una atmsfera puede no contener hidrgeno ni oxgeno y s slo
algunos gases que no provoquen la oxidacin ni la reduccin. Sera una atmsfera
neutra.
Los planetas de nuestro sistema solar (exceptuando a Plutn, sobre cuya
atmsfera carecemos de informacin), pertenecen a las clases siguientes:
Poca o ninguna atmsfera: Mercurio.
Atmsfera de reduccin: Jpiter, Saturno, Urano y Neptuno.
Atmsfera oxidante: Tierra.

Atmsfera neutra: Venus y Marte.


De los treinta y un satlites del sistema solar. Titn (el mayor de Saturno) es
el nico que posee atmsfera, segn nuestros conocimientos una atmsfera de
reduccin. Los dems, incluyendo nuestra Luna, carecen de atmsfera o la poseen
en cantidades mnimas.
En resumen: en ninguna parte del sistema solar, excepto en la Tierra, existe
una atmsfera oxidante. En ninguna otra parte hay oxgeno libre.
Por qu?
Empecemos con la nube de polvo y gas de la que, segn suposiciones, se
desarroll el sistema solar. Los astrnomos opinan que el 90 por ciento de la misma
era hidrgeno y otro 9 por ciento, helio. El restante 1 por ciento estaba formado por
oxgeno, nen, nitrgeno, carbono, silicio, magnesio, hierro, azufre y argn,
probablemente por este orden en cantidades decrecientes, con elementos an
menos comunes, diseminados.
El carbono, el silicio, el magnesio, el hierro y el azufre se solidifican a la
temperatura ordinaria, formando compuestos entre s (carburos, silicatos y
sulfuros). Cuando la nube gir en remolinos, los tomos y molculas de esos
elementos y compuestos tendieron a juntarse. Primero en guijarros, despus en
rocas, hasta formar los cuerpos llamados planetasimales. Eventualmente, stos
constituyeron el ncleo slido de un planeta. En la Tierra, un gran exceso de hierro
se concentr en el centro del planeta, en tanto que las sustancias rocosas
constituan la capa externa.
El hidrgeno, presente en grandes cantidades, se combin con casi todo lo
dems. Atrajo a las molculas de oxgeno para formar las molculas de agua (H2O):
al nitrgeno, como molculas de amonaco (NH3); a gran parte del carbono como
molculas de metano (CH4) y, a parte del azufre como cido sulfhdrico (H2S). El
hidrgeno no pudo combinarse con el helio, el nen, ni el argn, ya que estos tres
gases son gases inertes, y no forman compuestos.
Estas sustancias hidrgeno, helio, nen, argn, agua, amonaco, metano y
cido sulfhdrico tienen bajo punto de fusin, y a temperaturas ordinarias son
gases o (caso del agua), lquidos fcilmente evaporables.
A las bajas temperaturas en que se formaron los planetas, algunas de estas
sustancias, particularmente el agua y el amonaco, pudieron ser slidos,

juntndose con los metales y las rocas de los planetasimales. Incluso las sustancias
que siguieron en estado gaseoso pudieron quedar atrapadas en considerable
cantidad dentro de las estructuras slidas.
En el centro del sistema solar, la enorme masa interior de la nube se
condens hasta el punto de que las temperaturas internas provocaron el estallido
en llamas nucleares. Haba nacido el Sol.
El calor creciente del Sol vaporiz las sustancias de bajo punto de fusin, y
los gases quedaron liberados de entre los fragmentos del planeta en formacin.
Estos gases no se adhirieron a la estructura del planeta por lazos qumicos, sino
nicamente por la fuerza de la gravedad. Si las molculas de gas se mueven
lentamente, tienden a ser sostenidas por las moderadas fuerzas de la gravedad; si
se mueven ms rpidamente, tienden a liberarse.
Cuanto ms caliente est un gas, ms velozmente se mueven sus molculas,
y con ms facilidad se pierden. Los grupos de planetasimales ms cercanos al Sol
sintieron con mayor intensidad el calor solar y su atmsfera comenz a
desaparecer. Los gases fueron barridos por el viento solar (consistente en
partculas emanadas del Sol a grandes velocidades), y transportados a las regiones
exteriores, ms fras, del sistema solar.
Al formarse los planetas exteriores, se acumul en ellos el gas procedente de
la parte interior del sistema solar. Por este motivo, Jpiter, Saturno, Urano y
Neptuno (particularmente el primero, que recibi los primeros impactos gaseosos)
son mucho mayores que los planetas llamados interiores. Estn formados
principalmente de hidrgeno y de los compuestos de este gas existentes en la nube
original. Poseen densas atmsferas reductoras de hidrgeno, helio, amonaco y
metano.
Sin embargo, el grupo interior de los planetasimales perdi completamente
su original atmsfera primaria. El hidrgeno libre y los gases inertes
desaparecieron para siempre. Algunas molculas de agua, amonaco, metano y
cido sulfhdrico consiguieron adherirse al ncleo slido de los planetasimales,
formando combinaciones qumicas en su estructura.
Pero los grupos interiores an estaban transformndose en planetas, y sus
campos gravitatorios eran cada vez ms intensos. Sus ncleos se calentaban, y las
molculas gaseosas eran separadas lentamente de sus combinaciones y lanzadas
fuera del ncleo, mediante las presiones o la accin volcnica. Mercurio no lleg a

poseer el volumen suficiente para aprisionar a esos gases contra la accin calorfica
del cercano Sol, gracias a su pequeo tamao y a su dbil campo gravitatorio. Por
consiguiente, actualmente casi carece de atmsfera.
Los dems planetas interiores. Venus, la Tierra, y Marte, se hicieron ms
grandes y se enfriaron ms que Mercurio, consiguiendo retener algunos gases;
Marte, que es relativamente pequeo, pudo aprisionar una ligera capa, pero la
Tierra y Venus tuvieron ms suerte. Las molculas de amonaco, metano y cido
sulfhdrico envolvieron a Venus, la Tierra y Marte con una fina atmsfera
secundaria, de naturaleza reductora.
El agua tambin fue desalojada del ncleo de cada planeta. Parte de la
misma continu en la atmsfera en forma de vapor, aunque la mayor cantidad se
condens como lquido. En la Tierra se formaron lentamente los grandes ocanos,
si bien resulta obvio que Venus, menor y ms caliente, retuvo una cantidad de
agua muchsimo menor, y an menos Marte, mucho ms pequeo aunque ms
fro.
De este modo, la vida se desarroll en una atmsfera reductora. En realidad,
la vida necesitaba esta clase de atmsfera para desarrollarse (ver Captulo 9). A fin
de poder formar la vida, han de construirse antes las molculas complejas,
principalmente de tomos de carbono e hidrgeno. stas no podan formarse
espontneamente en presencia del oxgeno libre que hoy da se halla en nuestra
atmsfera.
Adems, esas molculas complejas slo podan formarse a expensas de la
energtica radiacin ultravioleta del Sol, que baa la atmsfera y el ocano
terrestres. De haber contenido oxgeno la atmsfera, la radiacin ultravioleta se
habra diseminado y perdido, y su energa no habra podido ser utilizada.
Naturalmente, la misma radiacin ultravioleta que suministra la energa
para la formacin de las complejas molculas de carbono-hidrgeno, tenderan a
descomponer a las que se transformasen en particularmente complejas.
Eventualmente, pues, las formas simples de vida surgieron de molculas muy
complejas que llenaban los mares a varias decenas de metros por debajo de su
superficie, aunque planeando a un nivel hasta el que no podan penetrar los rayos
ultravioleta. En el nivel superior, las molculas moderadamente complejas
comenzaron tambin a formarse y, descendiendo, servan de alimento a las formas
de vida.

Pero, incluso cuando se estaba desarrollando la vida, la atmsfera


continuaba en formacin. La radiacin ultravioleta, al llegar a la atmsfera,
chocaba con las molculas de agua y las separaba, liberando el oxgeno del
hidrgeno (fotodisociacin).
Cuanto menor es la masa de una molcula gaseosa, tanto ms rpidamente
se mueve a cualquier temperatura, y ms fcilmente escapa al campo gravitatorio.
Los tomos de hidrgeno son los ms ligeros que se conocen y se mueven con
demasiada rapidez para quedar retenidos por el campo de gravedad de la Tierra.
Los tomos de hidrgeno liberados por la descomposicin de la molcula de agua
se retiraron lentamente hacia el espacio interplanetario, desapareciendo de la
Tierra.
Los tomos de oxgeno libre, bastante macizos para ser retenidos por el
campo de gravedad de la Tierra, se combinaron, formando molculas (cada una
con dos tomos de oxgeno), las cuales se combinaron con otras sustancias y con
las rocas del suelo para formar minerales oxidados, principalmente silicatos.
Tambin se combinaron con las molculas de amonaco, metano y cido
sulfhdrico de la atmsfera, formando nitrgeno y agua en el primer caso, dixido
de carbono y agua en el segundo, y azufre y agua en el tercero.
El agua formada en estas reacciones fue fotodisociada a su vez, lo cual sirvi
para que continuase el proceso. El azufre se uni al ncleo slido del planeta,
formando sulfatos, en combinacin con el oxgeno, o sulfitos. El amonaco y el
metano de la atmsfera se combinaron gradualmente en nitrgeno y dixido de
carbono, a expensas de un gradual decrecimiento de los depsitos de agua. Y la
atmsfera reductora se convirti en una atmsfera neutra.
Esto ocurri en Marte, cuya delgada atmsfera est formada en la actualidad
casi por completo por dixido de carbono, y cuyas cantidades de agua han
decrecido hasta poder formar escasas capas de escarcha y casquetes polares.
La atmsfera de Venus est compuesta actualmente, segn todas las
probabilidades, de nitrgeno y dixido de carbono. Si bien Venus an retiene
bastante agua, se calcula que la cantidad total es solamente de 1/10.000 de la de los
ocanos terrestres.
Como Venus siempre tuvo una atmsfera mucho ms densa que Marte,
contiene ahora mucho ms dixido de carbono, lo cual es crucial.

El dixido de carbono no absorbe la luz visible en gran cantidad, pero s, y


abundantemente, la radiacin infrarroja. La luz solar pasa a travs de una
atmsfera que contiene mucho dixido de carbono, incidiendo contra el suelo y los
mares, y es absorbida como calor. La superficie calentada irradia parte del calor
como luz infrarroja, pero esta radiacin es absorbida y retenida por el dixido de
carbono de la atmsfera, que, en consecuencia, se calienta ms.
Un planeta con una atmsfera pobre en dixido de carbono y otros gases
absorbentes, permite que la radiacin infrarroja huya al espacio, y permanece fro,
mientras que otro planeta con una atmsfera rica en dixido de carbono retiene la
radiacin infrarroja y se calienta ms, aunque ambos planetas se hallen a la misma
distancia del Sol. A esta accin del dixido de carbono se le llama efecto de
invernadero, porque el cristal de un invernadero tambin sirve para transmitir la
luz y retener la radiacin infrarroja, manteniendo caliente y hmedo el interior,
incluso en invierno.
Cuando la atmsfera de Venus se transform en neutra y se fue formando
ms dixido de carbono, la atmsfera se fue calentando cada vez ms.
Eventualmente, la temperatura del planeta y su atmsfera lleg a un punto en que
el agua comenz a formar las nubes que hoy da cubren el planeta Venus. El vapor
de agua tambin absorbi la radiacin infrarroja, por lo que la presencia de esa
capa acuosa sobre Venus intensifica el efecto de invernadero.
Al parecer, este proceso podra continuar indefinidamente, suponiendo que
hubiese suficiente agua. Podra seguir vertindose oxgeno a la atmsfera, y
cuando todo el amonaco y el metano se hubieran convertido en nitrgeno y
dixido de carbono, y todas las rocas de la superficie en silicatos, se acumularan
en la atmsfera mayores cantidades de oxgeno. Sin embargo, no es as. Tan pronto
como el oxgeno libre penetra en la atmsfera, empieza a absorber la radiacin
ultravioleta. En este proceso, las molculas de dos tomos del oxgeno ordinario se
convierten en la molcula de tres tomos del ozono.
Entonces, se forma una capa de ozono en la atmsfera superior, y la
radiacin ultravioleta queda absorbida. Esta radiacin, al penetrar en la capa y
llegar a la atmsfera inferior, donde existe el vapor de agua, decrece gradualmente
en intensidad, a medida que aumenta la concentracin de ozono, y eventualmente
termina la fotodisociacin.
La fotodisociacin es un proceso autolimitado. Puede convertir una
atmsfera reductora en otra neutra, que es lo que por lo visto hizo en Marte y

Venus, pero no puede continuar formando una atmsfera oxidante.


Entonces, cmo se origin la atmsfera oxidante de la Tierra? Al principio,
debi de haber fotodisociacin en la Tierra igual que en Venus, aunque
probablemente a ritmo ms lento, puesto que la Tierra se halla ms lejos del Sol
que Venus y recibe la radiacin ultravioleta en menores dosis.
Aun as, la provisin de agua de la Tierra empez a decrecer y su atmsfera
a tornarse neutra, y al final tal vez se perdi la mitad de la provisin total de agua.
Por fortuna, la Tierra poda permitirse esta prdida, y retuvo agua suficiente para
formar el ocano actual.
Sin embargo, el proceso no concluy igual que en Venus. Entr en liza un
nuevo factor, que parece haber sido el desarrollo qumico que apareci en algunas
de las formas de vida ocenica, en la Tierra primitiva. Sin ese desarrollo, cualquier
forma simple de vida aparecida en Marte no logr ms que sobrevivir mientras el
planeta se secaba lentamente. Y cualquier forma simple de vida desarrollada en
Venus an debi de ser menos afortunada, pues debi morir en tanto el planeta se
calentaba lentamente hasta llegar casi al punto de ebullicin.
Las formas de vida de la Tierra hubieran sufrido un fin semejante de no
ocurrir una novedad. Se trataba por entonces de seres diminutos, de una sola
clula, no mucho mayores ni complejos que las bacterias actuales. Derivaban
perezosamente por debajo de las capas superiores del ocano, viviendo gracias a la
penetracin de las molculas alimenticias de ms arriba. Vivan exclusivamente al
ritmo ordenado por la lenta produccin de sustancias nutritivas, formadas gracias
a la radiacin ultravioleta del Sol.
Despus se origin una nueva molcula llamada clorofila. La misma se
form en torno a un crculo de tomos complejo y estable, que debi construirse
partiendo de molculas ms simples, por la accin de la radiacin ultravioleta.
Ocasionalmente, se aadieron adornos en forma de breves cadenas secundarias
de tomos, unidos espaciadamente al crculo. Y una combinacin especial de esas
cadenas secundarias dio origen a la clorofila. sta era capaz de absorber la luz
visible, particularmente en su gama roja. El verde era reflejado, por lo que la
clorofila presenta un color verde muy vivo. Cuando la clorofila absorbi la luz
visible, qued cargada de energa, que introdujo ciertos cambios qumicos.
Una vez las clulas incorporaron la clorofila a su estructura, poseyeron ya
un instrumento importante para producir unos cambios antes imposibles. En

efecto, podan ya usar la energa de la luz visible, despus de haber sido


almacenada en la molcula de clorofila, para provocar una serie de cambios que
terminaron en la formacin de las complejas molculas alimenticias, de las que las
clulas se nutrieron sin tener que aguardar la llovizna molecular en el ocano. A
este proceso se le conoce con el nombre de fotosntesis.
Una de las consecuencias de la fotosntesis es que la energa de la luz visible
descompone las molculas de agua en hidrgeno y oxgeno. La luz visible, al
contrario que la radiacin ultravioleta, de ms energa, no podra efectuar esta
descomposicin sin la ayuda de la clorofila.
El agua se descompone ms rpidamente mediante el efecto de las
concentraciones de los sistemas cloroflicos dentro de las clulas que mediante la
accin de choque de la radiacin ultravioleta. Las clulas que utilizaron la clorofila
obtuvieron ms alimentos y pudieron multiplicarse ms rpidamente que las que
no utilizaron la clorofila. Gradualmente, a travs de muchos siglos, el uso de la
clorofila se generaliz y la fotosntesis fue el modo de vida prevalente. Como las
clulas que contenan clorofila eran de color verde, el mundo vivo se torn verde
lentamente. Y nuestro planeta es hoy da el del color verdoso.
La fotosntesis hizo algo ms, aparte de acelerar la descomposicin del agua
y apresurar la conversin de la atmsfera reductora en neutra.
La evolucin ya poda superar la fase de la atmsfera neutra. Una vez
formada sta completamente, y el oxgeno existiendo en forma libre, se origin en
la atmsfera superior una capa o sombrilla de oxgeno, y ocasionalmente una capa
de ozono. La radiacin ultravioleta empez a ver impedida su penetracin, y la
fotodisociacin decay. Pero la luz visible poda atravesar la capa de ozono, de
modo que continu la fotosntesis. Al revs que la fotodisociacin, la fotosntesis
no es un proceso autolimitado a este respecto. Por esto, cada vez hubo en el aire
ms oxgeno, y la atmsfera terrestre pas del estado neutro al oxidante.
Aun as, por qu la alta concentracin de dixido de carbono siempre
presente en la atmsfera no atrap el calor del Sol, haciendo hervir a todos los
ocanos de la Tierra, lo mismo que ocurri en Venus? Por fortuna, la
descomposicin de las molculas de agua no es el nico efecto de la fotosntesis.
Las molculas de hidrgeno que se formaron en el curso del proceso no penetraron
en la atmsfera y se perdieron en el espacio. En cambio, el hidrgeno sufri una
serie de reacciones qumicas que finalizaron en su combinacin con el dixido de
carbono, para formar almidones y otros componentes de las clulas vegetales.

As, mientras la fotosntesis llenaba la atmsfera de oxgeno, no permita la


fuga del hidrgeno sino que lo utiliz para eliminar el dixido de carbono, y al
final, la atmsfera terrestre qued casi exclusivamente compuesta de nitrgeno y
oxgeno.
Se ignora cundo tuvo lugar este cambio. La mejor suposicin, basada en la
qumica de las rocas antiguas, es que el oxgeno libre empez a formar parte de la
atmsfera terrestre entre mil y dos mil millones de aos atrs, cuando ya haca
otros mil o dos mil millones de aos que exista la vida en la Tierra.
Hace unos 600.000.000 de aos que la cantidad de oxgeno de la atmsfera
era aproximadamente ya una dcima parte de la que hay hoy da. Esto produjo un
cambio biolgico, ocasionando lo que los bilogos denominan perodo cmbrico.
Durante el perodo precmbrico, en el que haba muy poco o ningn
oxgeno en la atmsfera, las formas de vida ya haban obtenido energa de las
molculas orgnicas complejas descomponindolas en estructuras ms simples, sin
ningn cambio radical en la naturaleza de su estructura qumica. ste es el proceso
de la fermentacin.
Sin embargo, con un porcentaje razonable de oxgeno en la atmsfera, las
formas de vida pudieron obtener unas veinte veces ms de energa, y de esta
manera desarrollaron sistemas para combinar los alimentos con el oxgeno.
Disponiendo de grandes cantidades de energa, la vida floreci y prolifer.
Durante los cien millones de aos del perodo cmbrico, las formas de vida
crecieron y se transformaron en miradas de formas ms complejas y desarrolladas.
Las clulas se unieron para formar organismos multicelulares. Los diferentes
grupos de clulas en el interior de esos organismos pudieron especializarse.
Algunos desarrollaron mtodos de contraccin rpida, y otros para conducir los
impulsos elctricos, de modo que se formaron los msculos y los nervios.
Crecieron conchas y otros agentes duros para proteger las grandes masas de
clulas, as como a todo el organismo de sus enemigos. De pronto, no tuvo fin al
parecer el ingenioso desarrollo de las formas de vida, una vez dispusieron de la
energa necesaria.
Las conchas y otras estructuras duras se conservaban incluso despus de
morir el organismo. Era entonces cuando asuman una estructura ptrea al correr
de los siglos, y las rocas del perodo cmbrico son muy ricas en tales restos,

llamados fsiles, mientras que las rocas pertenecientes a tiempos ms remotos


estn libres de fsiles.
Hace unos 400.000.000 de aos, el contenido de oxgeno de la atmsfera
alcanz probablemente su nivel actual. La sombrilla de ozono era compacta, y la
cantidad de radiacin ultravioleta que llegaba a la Tierra era suficiente para
permitir que las formas de vida recibiesen directamente la luz del Sol durante
razonables perodos de tiempo.
Por primera vez las formas de vida pudieron aventurarse por la tierra seca,
colonizando los continentes.
Pero la evolucin atmosfrica no lleg a su final con la formacin de lo que
ahora poseemos. Hubo fluctuaciones en la cantidad de los componentes, y stas
ejercieron unos considerables efectos con respecto, particularmente, al dixido de
carbono.
Actualmente, slo el 0,03 por ciento de la atmsfera se compone de dixido
de carbono, mas su importancia es superior a lo que indica tal cantidad, no slo
por ser el ltimo alimento de la vida vegetal (y, por tanto, tambin de la vida
animal), sino a causa de su efecto de invernadero. Incluso pequeos cambios en la
concentracin de dixido de carbono pueden ejercer un efecto poderoso en la
temperatura terrestre.
Hay periodos en la Historia en que las grandes acciones volcnicas en toda
la corteza terrestre arrojaron cantidades desusadas de dixido de carbono a la
atmsfera, aumentando su concentracin. Entonces, la atmsfera retuvo ms el
calor, y la temperatura de la Tierra fue mayor. Con este calor y las mayores
cantidades de dixido de carbono, floreci la vida vegetal y los bosques cubrieron
la Tierra. Seguramente fue despus de tales perodos que se formaron los grandes
depsitos de carbn y los pozos de petrleo.
Otras veces, los perodos de formacin de montaas trajeron grandes masas
de rocas a la superficie. Estas rocas, que jams haban estado expuestas al aire, se
combinaron con el dixido de carbono para formar los carbonatos. El contenido de
dixido de carbono del aire se redujo anormalmente a un valor bajo, el efecto de
invernadero disminuy, y la Tierra se enfri. Entonces, al enfriarse ms de lo
debido, apareci uno de los perodos glaciares. Actualmente, nos hallamos al final
de un prolongado perodo de construcciones montaosas y heladas. Pero la
Humanidad ya est a punto de introducir un nuevo factor, jams presente en la

Tierra hasta ahora: su propia tecnologa.


El hombre cava la tierra en busca de carbn y petrleo, en los yacimientos
originados hace tantos millones de aos, y lo quema desde hace casi un par de
siglos. Forma, de nuevo, el dixido de carbono que las plantas consumieron hace
tiempo para formar sus tejidos y que, ocasionalmente, se transformaron en ms
carbn y petrleo.
Seis mil millones de toneladas de carbn, petrleo y gas se queman al ao, y
la cantidad de dixido de carbono en la atmsfera aumenta lentamente (aunque la
mayor parte se disuelve en el mar y es consumida por las plantas). Se calcula que a
este promedio, la cantidad de dixido de carbono del aire ser en el ao 2000 un 25
por ciento mayor que en la actualidad. Y hacia el 2300 se habr duplicado.
No nos envenenar la presencia de un 0,26 por ciento de carbono en el aire,
pero, y el efecto de invernadero? Si la Tierra aumenta lentamente de temperatura,
cabe suponer que se fundan los icebergs polares, lo cual aumentar el nivel del
ocano. Aun teniendo en cuenta que el mayor peso del agua tender a deprimir el
fondo de los ocanos, es de esperar que el nivel del mar tenga sesenta metros ms
de altura que hoy da, una vez fundidos todos los casquetes polares.
Por tanto, todas las regiones costeras de los continentes, precisamente donde
se agrupan las mayores concentraciones de seres humanos, quedarn cubiertas por
las aguas. Se ha calculado, no obstante, que hasta en las condiciones ms extremas,
los hielos tardaran unos cuatrocientos aos en fundirse completamente, por lo que
la Humanidad tendra tiempo de prevenirse. Tambin podra ser una gran ayuda
pasar del carbn y el petrleo a los combustibles nucleares. Los aparatos que
limpiaran la atmsfera de grandes cantidades de dixido de carbono ayudaran a
enfriar la Tierra, y podra inventarse un sistema para diseminar en los ocanos
sustancias destinadas a reflejar ms eficazmente la luz solar.
Como ltimo recurso, podran producirse traslados de poblacin, ya que
ciertas regiones cercanas a los polos y los desiertos, que actualmente apenas
mantienen vida, seran entonces capaces de acoger a grandes poblaciones.
La atmsfera terrestre, que ha mantenido formas de vida en crisis pasadas,
tal vez se halle a punto de ofrecernos otra en un futuro prximo.

14. La atmsfera de la Luna

Ahora que los satlites se dirigen a la Luna, que rodean la Luna, que
aterrizan en la Luna, ahora que ya hemos enviado hombres a la Luna, resulta grata
cualquier informacin respecto a la misma. Por ejemplo, qu hay de la atmsfera
lunar?
Oh, la Luna carece de atmsfera!, alegar el lector.
Ciertamente, carece de ella en el sentido terrestre. Pero tiene algo. Ha de
tener algo. Y esto es demostrable de esta forma:
La Tierra se compone de dos secciones de composicin radicalmente
diferente (como un huevo, formado por la yema central y la clara). La yema de la
Tierra es el ncleo de hierro y nquel, con una densidad diez veces mayor,
aproximadamente, que la del agua. A su alrededor, la clara de la Tierra es la
corteza de silicatos, con una densidad menor, unas tres veces la del agua. La
densidad media de la Tierra se halla entre dichas dos cifras. O sea, unas cinco veces
y media la del agua (5,5 gramos por centmetro cbico).
La densidad de la Luna es de 3,3 gramos por centmetro cbico. Para poder
ser mucho menos densa que la Tierra, la Luna ha de carecer bastante de hierro y
nquel. Hablando vulgarmente, ha de ser toda clara, conteniendo principalmente
silicatos.
Es razonable suponer que la composicin elemental de la Luna es la misma,
por consiguiente, que la de las rocas terrestres. Las dos fueron formadas al mismo
tiempo, con los mismos materiales. La corteza terrestre, por ejemplo, tiene un 2
por ciento de potasio, y podemos suponer que en la Luna la cifra es la misma. La
masa de la Luna es de unos 73.430.000.000.000.000.000.000 kilogramos, o sea unos
ochenta trillones de toneladas. La masa de potasio lunar ha de situarse, por tanto,
en los 1.800.000.000.000.000.000.000 de kilogramos, aproximadamente, o dos
trillones de toneladas.
Existen tres variedades de tomos de potasio. Dos de ellos, el potasio-39 y el
potasio-41, componen el 99,99 por ciento del total. Sin embargo, el restante 0,0119

es un istopo raro, el potasio-40, el ms interesante. La masa total del potasio-40 en


la Luna debe de ser de unos 214.000.000.000.000.000 de kilogramos, o sea 214
billones de toneladas.
El potasio-40 es radiactivo. Tiene una vida media de 1.200 millones de aos,
lo que significa que en este perodo de tiempo, la mitad de sus tomos se
descomponen.
La mayora de tomos descompuestos (el 89 por ciento para ser exactos)
ceden un electrn y se convierten en tomos estables de calcio-40. Los ncleos del
restante 11 por ciento, no obstante, absorben los electrones del ambiente y se
convierten en tomos estables de argn-40.
Una vez conocida la vida media de una sustancia radiactiva, puede
calcularse fcilmente su promedio de desintegracin por unidad de tiempo. En la
Luna, 3.600 gramos (unas 8 libras) de potasio-40 se desintegran cada segundo.
Como resultado de esta desintegracin, 3.240 gramos (7 1/6 libras) de calcio-40 y
360 gramos (5/6 de onza) de argn-40 se forman cada segundo.
ste, el argn-40, es el que nos interesa, puesto que se trata de un gas, y esto
significa que la Luna est formando constantemente una atmsfera a su alrededor.
Naturalmente, 360 gramos de argn es poca cosa, pero si se forman a cada
segundo, y stos se suceden como es normal
Adems, haba ms potasio-40 presente en la Luna antao que en la
actualidad. Hace unos 1.200 millones de aos, haba casi el doble, y cuatro mil
millones de aos atrs, unas ocho veces ms que hoy da.
Si calculamos la cantidad de argn formada durante los cuatro mil millones
de aos en que la Luna ha sido un cuerpo slido, y pensamos en la mayor cantidad
de potasio-40 de tiempos remotos, resulta que la cantidad de argn que se ha
formado durante todo este tiempo es de 150.000.000.000.000.000 de kilogramos, o
sea unos 150.000 billones de toneladas de argn.
Para tener una idea de la enormidad de tal cantidad, diremos que representa
casi tres veces al argn presente actualmente en nuestra atmsfera (argn que,
incidentalmente, se form y se forma de nuestro potasio-40).
Si todo el argn estuviera presente en la superficie de la Luna, nuestro
satlite tendra una atmsfera con una masa 1/30 de la nuestra. Adems, como la
superficie lunar es slo 1/16 de la terrestre, su atmsfera sera ms compacta, hasta

tener la mitad de la densidad de la atmsfera terrestre.


Pero la Luna no tiene tal atmsfera, como sabemos. Entonces, qu ha sido
del argn de la Luna?
Primero, el potasio-40 se propag por todo el volumen lunar. El argn
formado en las capas externas de las rocas lunares se abri paso hacia la superficie,
mas el formado a mayor profundidad qued atrapado. (Esto tambin cuenta para
el argn terrestre. La cantidad de argn atrapado en las entraas de la Tierra es
cinco veces, y podra serlo quince, mayor que la de la atmsfera).
Pero aunque solamente 1/15 del argn lunar llegue a su superficie, la Luna
debera tener una atmsfera cuya densidad sera del 3 por ciento respecto a la
terrestre, y no obstante, ni esto tiene.
Aqu se presenta otra cuestin. El campo gravitatorio de la Luna es slo 1/6
del terrestre, o sea, que no posee fuerza suficiente para retener al argn. La Luna,
pues, pierde este gas hacia el espacio exterior casi tan rpidamente como surge de
las rocas.
Casi! S, el argn tarda algn tiempo en abandonar por completo la Luna,
de modo que siempre hay alguna cantidad de argn (no mucha) presente cerca de
la superficie lunar.
En realidad, los astrnomos que observan las ondas de radio emitidas por
diversos cuerpos celestes, han estudiado el comportamiento de las ondas que se
deslizan por la superficie de la Luna, camino de la Tierra. Estas ondas de radio
quedan ligeramente perturbadas, y se calcula que la perturbacin se debe a una
atmsfera lunar de partculas cargadas, de densidad igual a una dieztrillonsima
de la terrestre.
No es mucho, pero es algo.

15. El hombre y el Sol

El Sol era un dios para los antiguos. Ikhnaton, faran de Egipto desde 1375 a

1358 a. de C., ador al Sol y compuso un himno que subsiste hoy da. Quince siglos
ms tarde, cuando la cristiandad comenz a apoderarse del Imperio romano, su
mayor competidor era el mitrasmo, el culto al Sol.
Y con toda seguridad, si algn objeto inanimado es digno de adoracin, ste
es el Sol. Fue l quien produjo la progresin del da y la noche que le dio al hombre
primitivo la primera nocin del tiempo. El Sol trajo el calor y la vida a este mundo,
y cada amanecer era una alegra al desvanecerse las tinieblas, los terrores de la
oscuridad. Si la luz del Sol fuese plida y empaada como en los meses de
invierno, el hielo y la muerte rondaran cerca. Por lo tanto, no es de maravillar que
si alguna vez qued eclipsado su brillo y su resplandor, se apoderase el pnico de
quienes presenciaban tal fenmeno.
La ciencia moderna ha intensificado nuestra comprensin respecto hasta qu
punto dependemos del Sol. Salvo por el calor volcnico y las reacciones nucleares,
todo el origen de las energas necesarias para el hombre procede en ltimo trmino
del Sol. Los ocanos se mantienen lquidos por el calor del Sol, y el vapor formado
por dicho calor es devuelto en forma de lluvia, mientras que el calentamiento de la
atmsfera nos proporciona el viento y los cambios climatolgicos.
Los rayos del Sol proporcionan la energa requerida por las plantas verdes, a
fin de que puedan fabricar el almidn partiendo del dixido de carbono, y liberar
el oxgeno del agua. De esta forma, la comida que ingerimos y el aire que
respiramos son un don directo del Sol.
Y qu es el Sol, al que tanto debemos? Una bola de luz, una bola de luz
pura y perfecta, sin peso y divina, segn juzgaban los antiguos. Un astrnomo
griego emple proporciones geomtricas para demostrar que el Sol era mayor que
la Tierra, y que sta deba moverse a su alrededor, pero muy pocos hicieron caso
de esta aparente tontera.
Sin embargo, dieciocho siglos ms tarde, el astrnomo polaco Nicholas
Coprnico, public en 1543 un anlisis detallado de la forma en que la Tierra tena
que girar en torno al Sol, si haba que explicar convenientemente los movimientos
de los cuerpos celestes. Al cabo de un siglo de debates, se acept su opinin. En
1610, el cientfico italiano Galileo, ayud a ello detectando puntos negros en el Sol,
unas manchas en su supuesta perfeccin, lo que sirvi para demostrar que era un
cuerpo material y no una sustancia semidivina, completamente extraa a la
terrestre.

En 1683, el cientfico ingls Isaac Newton formul la teora de la gravitacin


universal, y la Humanidad tuvo otra deuda con el Sol. Su gigantesco cuerpo
propagaba un enorme campo de gravitacin, que se extenda miles de millones de
kilmetros en todas direcciones. Atrapada en este campo, la Tierra daba vueltas en
torno al Sol constantemente sin acercrsele jams demasiado, ni apartarse con
exceso, quedando mantenida a la distancia requerida con la misma gentileza que
un nio en brazos de su madre.
Segn la ciencia moderna, el Sol es un globo material de 1.392.000
kilmetros de dimetro, que gira en torno a su eje cada veinticinco das.
Comparada con l, la Tierra es como un pequeo guisante ante una pelota de
bisbol. Si el Sol fuese una cascara vaca, en su interior cabran 1.300.000 planetas
del tamao de la Tierra, sin llenarla. La materia es algo ms compacta en la Tierra
que en el conjunto solar. Se necesitara la materia de 333.000 Tierras para formar la
materia del Sol.
Las partes ms pequeas que del Sol podemos ver son enormes y
monstruosas. La materia de sus capas superficiales, a una temperatura de 5.500 C,
se arremolina y burbujea, con secciones que se levantan y se hunden, dndole al
conjunto el aspecto de un grano de arroz. Si bien cada grano tiene un dimetro de
miles de kilmetros.
En la superficie solar se forman grandes remolinos de materia, con fuertes
propiedades magnticas. La energa empleada en construir este magnetismo y en
producir otros vastos trastornos se extrae de su propio calor. Por tanto, los
tornados se calman a 3.900 C. Se trata de mucho calor segn la pauta terrestre,
pero no tanto como el existente en la superficie que rodea al Sol, que en
comparacin aparece negra. Se trata de las manchas descubiertas por Galileo.
Estas manchas, los remolinos solares, tienen miles de kilmetros de
dimetro. Una de ellas, medida en 1947, meda 150.000 kilmetros de dimetro.
Tres docenas de planetas como la Tierra no habran bastado para llenar aquel
gigantesco embudo.
Las manchas del Sol aparecen por ciclos, aumentando en nmero de ao en
ao hasta alcanzar una cspide, durante cuyo tiempo el Sol queda ampliamente
manchado. Luego, declina esta incidencia, hasta que algunos aos el Sol est
despejado por completo. Las cspides se producen con once aos de intervalo, y en
tales pocas el Sol parece trastornado de muchos modos.

En los momentos lgidos de la actividad solar, por ejemplo, el Sol es


particularmente activo en la erupcin de materiales a miles y cientos de miles de
kilmetros hacia arriba, contra su propia gravedad. Estas prominencias forman
gotas de brillantes llamas rojas que ascienden o se arquean hacia arriba, invisibles a
la vista ordinaria, ms aparentes contra el borde del globo solar cuando el
resplandor de su disco queda obstaculizado en los instrumentos modernos.
Tiene lugar un bloqueo natural de la luz del Sol cuando la Luna pasa
directamente por delante del mismo. Por extraa coincidencia, la diminuta Luna se
halla a la distancia exacta de la Tierra para adoptar el tamao aparente del
gigantesco Sol. Cuando la Luna pasa por delante de aqul, por tanto, lo tapa por
completo.
Cuando esto sucede (por desgracia para los astrnomos con poca
frecuencia), el resplandor blanquecino del sol queda ensombrecido, y la atmsfera
exterior del astro rey se torna visible como una serie perlina de gallardetes
luminosos y difusos. Esta corona se extiende fuera del disco solar como un gas
muy caliente aunque muy tenue. Las observaciones de estos ltimos aos nos han
permitido medir la temperatura de la corona, que ha resultado ser de 1.112.000 C
aproximadamente. O sea, temperatura suficientemente elevada como para irradiar
rayos X junto con la luz ordinaria. Sin embargo, la materia de la corona se halla
extendida por el espacio en forma muy tenue, y a pesar de su alta temperatura, el
contenido calorfico total es muy reducido.
Los astrnomos suponen que en la infancia del sistema solar, la materia que
lo formaba consista principalmente en polvillo de gases que giraban lentamente, y
fueron contrayndose bajo su propio impulso gravitatorio.
A medida que la materia se tornaba compacta hacia el centro, la temperatura
del mismo se iba elevando. ste es un fenmeno inevitable. La compresin del aire
mediante una bomba de mano lo calienta y el centro de la Tierra, comprimido por
el peso de todas las rocas y las dems materias de la superficie, se halla a una
temperatura de miles de grados.
La materia comprimida del Sol, mucho ms maciza que la terrestre, elev su
presin interna y su temperatura hasta unos lmites insospechados.
Los tomos se movieron all con ms energa, hasta llegar a un punto en que
las colisiones fueron tan monstruosas que los electrones que ocupaban las rbitas
extemas de los tomos abandonaron su lugar dejando al descubierto los diminutos

ncleos en el centro de los tomos. Entonces, los materiales se unieron


drsticamente, y el Sol se encogi hasta alcanzar el tamao actual.
Casi toda la materia del primitivo Sol era hidrgeno, y el ncleo del tomo
de hidrgeno es una partcula sola, increblemente pequea, llamada protn,
segn ya sabemos. En tanto se iba elevando la temperatura, estos protones, ya sin
capa protectora, fueron chocando cada vez con ms mpetu, hasta que empezaron
a ejercer una interaccin que form unos ncleos ms complicados, con cuatro
partculas: los ncleos de helio.
Esta fusin del hidrgeno para formar helio liber una gran cantidad de
energa. Se trata del mismo proceso que tiene lugar en la bomba de hidrgeno. En
resumen: el Sol se incendi para formar una hoguera nuclear y se transform en
una colosal bomba de hidrgeno, gracias a cuya luz y calor vivimos. El Sol, al revs
que las bombas de hidrgeno terrestre, no estalla y se desvanece pocos instantes
despus de la explosin, porque la gigantesca gravedad solar mantiene junta a su
sustancia contra toda la fuerza de la fusin nuclear.
Tampoco estamos sujetos a la peligrosa radiacin de esta enorme bomba de
hidrgeno del cielo, porque la mayor parte del peligro queda enterrado muy
adentro del Sol. En su centro, donde tiene lugar la fusin nuclear, la temperatura es
de unos 14.000.000 C, pero este calor increble est contenido all y slo surge muy
lentamente a travs de los centenares de miles de kilmetros de materia solar. La
superficie del Sol slo est ligeramente caliente en comparacin con el centro, y la
parte de radiacin superviviente es absorbida por la atmsfera terrestre antes de
llegar a nosotros.
Probablemente habrn transcurrido unos cinco o seis mil millones de aos
desde que el centro compacto del Sol se incendi en un fuego nuclear, mas en todo
este tiempo slo una mnima porcin de su inmenso contenido de hidrgeno se ha
fusionado en helio. Aun hoy da, muchsimo ms de la mitad de la masa solar es de
hidrgeno, y posee bastante combustible nuclear para continuar ardiendo igual
que ahora al menos durante diez mil millones de aos ms.
Del Sol, hasta tiempos muy recientes, nos llegaba ms materia de lo que la
gente supone. Porque no toda la materia arrojada hacia arriba desde su
superficie vuelve al Sol. Una parte de la misma (como las rociadas del mar llevadas
a tierra por el viento) deja el Sol y se propaga por el exterior en forma de
filamentos muy finos.

Este material, en forma de protones y electrones cargados elctricamente,


alimenta a la corona, que se extiende en torno al Sol, cada vez ms ancha, hasta que
se pierde en las vastedades del espacio, siendo constantemente renovado por la
nueva materia procedente del Sol. Esta materia, sumamente fina, siempre arrojada
del Sol, es el viento solar, que incluso se nota en la Tierra, o sea, a una distancia
de 150.000.000 de kilmetros del Sol.
La materia solar, cerca de la Tierra, es sumamente tenue, aunque bastante
densa para impedir que el espacio que nos rodea sea un vaco absoluto. La Tierra,
dicho de otro modo, es como un objeto que se mueve en una rbita dentro de la
corona solar.
Las partculas cargadas del Sol son atradas por los campos magnticos de la
Tierra, que avanzan desde los polos magnticos a las regiones polares y alcanzan
su mayor altitud en las regiones ecuatoriales.
Los electrones y los protones del Sol se unen en el campo magntico
terrestre, y forman una especie de crculo en forma de buuelo en torno a la Tierra.
Se trata del Cinturn de Van Allen, que descubri en 1958 el fsico norteamericano
James van Allen.
Cerca de los polos magnticos, las partculas cargadas elctricamente se
dirigen hacia la atmsfera superior de la Tierra, donde sufren interacciones que
crean la esfrica belleza de las auroras boreales y australes.
El viento solar no es constante. De vez en cuando, se torna ms intenso, de
forma imprevisible. Esto sucede principalmente en las pocas de mayor actividad
de las manchas solares, hallndose especialmente asociado con los destellos.
Ocasionalmente, la vecindad de una mancha solar puede tornarse mucho ms
brillante durante una hora, y este destello descarga una enorme rociada de
partculas hacia el espacio.
Si esta rociada adopta la direccin de la Tierra, la nube de partculas invade
nuestra atmsfera superior en menos de un da. Entonces, las auroras boreales son
ms resplandecientes, y se produce lo que se llama una tormenta elctrica.
Esta clase de tormentas puede afectar gravemente a la tecnologa moderna.
Las comunicaciones por radio dependen del contenido de fragmentos de tomos
cargados elctricamente, llamados iones, en la atmsfera superior, por lo que esta
regin se llama ionosfera. Estos iones pueden reflejar las ondas de radio. Sin

embargo, cuando las partculas cargadas elctricamente invaden la ionosfera por


enjambres, esta accin reflejante se toma verstil. Los medios de comunicacin a
larga distancia por medios electrnicos se descomponen en una serie de enjambres
estticos que pueden persistir durante ms de treinta horas.
Asimismo, el viento solar puede afectar ms a la Tierra da a da, con efectos
intrnsecamente importantes. La lluvia no es slo un efecto de la humedad del aire,
ni siquiera las nubes, segn sabemos hoy da. Las gotas de lluvia tienen que
formarse, y esto no es sencillo. Usualmente se forman en torno a alguna partcula
de polvo, del tamao, forma y propiedades qumicas adecuados. Los modernos
creadores de lluvia tratan de suministrar este polvillo rociando los productos
qumicos ms apropiados hacia las nubes.
Los iones tambin forman ncleos naturales para las gotas de lluvia, por lo
que la probabilidad de que llueva se apoya en la riqueza de iones de la atmsfera
superior. En conjunto, los iones son ms numerosos en los aos de actividad de las
manchas solares, en que el viento solar es ms intenso. Por tanto, las lluvias son
ms abundantes en tales aos.
As, algunas mediciones han indicado que el nivel de agua del lago Erie es
ms elevado durante la actividad mxima de las manchas solares. Los estudios de
los crculos de rboles del sudoeste de Estados Unidos demuestran, al parecer, que
aqullos son ms espesos (y la lluvia, por tanto, ms copiosa) en ciclos de once
aos, como el de las manchas del Sol.
Cuando meditamos hasta qu punto la vida de nuestro planeta depende de
la lluvia, podemos achacar casi todas sus variaciones a las manchas del Sol. Los
perodos carentes de lluvias pueden significar aos de caresta en los alimentos y,
por consiguiente, aos de inquietud poltica y de agresiones peridicas en el
mundo entero. No es extrao que algunos sabios hayan intentado formular ciclos
de guerras y depresiones, armonizndolos con el crecimiento y descenso de la
frecuencia en las manchas solares. Sin embargo, dicha frecuencia es muy irregular,
y la conducta humana es lo suficientemente complicada para tornar ftiles tales
intentos.
Con la llegada de la era espacial, la conducta del Sol ha de ser fuente de
grandes preocupaciones para los astronautas. La atmsfera terrestre absorbe gran
parte de la radiacin peligrosa para la vida, y fuera de la atmsfera el margen de
seguridad es mucho menor. Mientras los astronautas salgan slo de la inmediata
vecindad de la Tierra por cortos perodos de tiempo, las paredes de la cpsula

espacial (y, an ms importante, el campo magntico de la Tierra) los proteger,


pero en perodos ms largos el peligro se agudiza.
Camino de la Luna, han de estar protegidos contra la intensa radiacin del
Cinturn de Van Allen[8]. Tal vez ser posible evitarlo, pasando por entre las
brechas polares de tal Cinturn.
En el espacio abierto, los astronautas no pueden contar con ninguna
seguridad, ni siquiera bajo condiciones en que el nivel de radiacin a su alrededor
parezca ser extraordinariamente bajo. Un sbito destello en la superficie del Sol
podra propagar partculas peligrosas en su direccin, que no podran esquivarse
en modo alguno. Varios destellos han sido tan feroces que han enviado cantidades
de la radiacin ms enrgica que se conoce: rayos csmicos.
Los mismos exploradores de la Luna, que no tiene atmsfera que proteja
(ver Captulo 14), hallarn que ste es uno de los mayores peligros contra los que
tendrn que prevenirse: la conducta insospechada del viento solar y sus
imprevistos ataques mortales.
Naturalmente, es prudente saber muchos ms detalles con respecto al Sol.
Un descubrimiento importante que puede ensearnos mucho se refiere a una
diminuta partcula llamada neutrino. Las reacciones de fusin que tienen lugar
en el centro del Sol liberan tales partculas como reaccin ordinaria.
La radiacin normal tarda tanto en llegar a la superficie del Sol y sufre
tantos cambios en este proceso, que lo que vemos del mismo slo nos proporciona
datos con respecto a la superficie del globo y nada sobre su interior, salvo lo que
podemos deducir indirectamente. Sin embargo, los neutrinos son tan minsculos y
tan indiferentes a la materia ordinaria, que surgen del centro del Sol a la velocidad
de la luz sin verse afectados en absoluto por la restante materia solar. Llegan a
nosotros ocho minutos despus de haberse formado, procedentes directamente del
centro del Sol.
Los cientficos se hallan ahora inventando unos telescopios de neutrinos,
que pueden consistir, por ejemplo, en grandes depsitos de ciertos productos
qumicos, capaces de detener unos cuantos neutrinos surgidos del Sol. Por el
nmero de los detenidos y otras informaciones obtenidas gracias a ellos, ser
posible deducir la temperatura y otras condiciones existentes, en el centro del Sol,
con una certeza muy superior a la actual.

Quedando expuesto a nuestro estudio el centro solar, gran parte de lo que


hoy en da es misterioso dejar de serlo. Las manchas solares, el viento solar, los
destellos, las prominencias, todo quedar registrado en detalle y, tal vez, por
anticipado. Con este nuevo conocimiento, podremos avanzar con mayor seguridad
por las profundidades espaciales, tal como la brjula guiaba antao a los
exploradores europeos por los terribles peligros del ocano ignoto.

16. Las inslitas estrellas

Existe una ancdota muy popular sobre el joven de ojos saltones que asisti
a una conferencia astronmica y que despus coment:
Comprendo bien cmo descubren los astrnomos la distancia a que estn
las estrellas y sus grados de temperatura. Lo que no entiendo, sin embargo, es
cmo averiguan sus nombres.
En realidad, muy pocas estrellas tienen un nombre. La mayora se conocen
por su nmero de catlogo, y en vez de nombre ostentan una serie de nmeros.
Incluso la mayor parte de las que pueden apreciarse a simple vista se
conocen por una letra griega aplicada a la constelacin de la que forman parte. La
estrella ms prxima, Alfa del Centauro, se llama as por ser la ms brillante de la
constelacin del Centauro, por lo que mereci ser designada con la letra Alfa,
primera del alfabeto griego. Tambin existen, naturalmente. Beta del Centauro,
Gamma, etctera.
Sin embargo, hay unas doscientas estrellas con nombre propio, con un
nombre real, un nombre agradable, pero para el pblico en general apenas se ha
popularizado una media docena de tales nombres. Es una lstima, porque con toda
seguridad sera grato poder hablar de una estrella llamada Ruchbah, y de otra
conocida como Benetnasch. Los cuales son ciertamente nombres de estrellas.
Incluso las ms conocidas, aquellas cuyo nombre conocen hasta los menos
aficionados a la Astronoma, consiguen una nueva vitalidad si se consideran sus
nombres.

La estrella ms brillante del firmamento y la que ostenta el nombre ms


conocido es Sirio. Se halla en la constelacin Canis Major (Can Mayor, ya que los
nombres oficiales de todas las constelaciones estn en latn), y a veces se la llama la
Estrella del Can, por este motivo.
Como posee tanto brillo, los antiguos suponan que su calor se aada al del
Sol, cuando sala a mediados de verano. A esta parte del ao todava se la llama
das del perro, y el nombre Sirio debi su origen a ello, ya que procede de una
palabra griega que significa despellejar.
(Incidentalmente, Sirio, la Estrella del Perro, tiene otra compaera
extremadamente pequea, con un dimetro igual a la cuarta parte del de nuestra
diminuta Tierra. A veces, a esta compaera se la conoce con el nombre de la
Cachorra).
Una estrella muy brillante, situada al oeste de Sirio, pertenece a Canis Minor
(Can Menor). Como se halla al oeste de Sirio, repito, naturalmente sale y se pone
un poco antes que aqulla. Esta estrella, que sale antes que Sirio, se llama Procyon,
cuyo significado griego es antes que el Perro.
Cerca de las dos constelaciones Ursa Major (Osa Mayor). y Ursa Minor (Osa
Menor), se halla la constelacin de Botes (Pastor). Los antiguos representaban a
esta constelacin como a un hombre sosteniendo dos perros entraillados. Los
perros eran representados por estrellas de una pequea constelacin situada entre
Botes y Ursa Major, la constelacin Canes Venatici (Los Perros de Caza).
Botes y los perros protegen obviamente al resto del cielo contra las feroces
osas. En consecuencia, se llam Arcturus a la estrella ms esplndida de Botes,
que en griego significa guardin de los osos.
Los antiguos se tomaban con gran seriedad los dibujos que ellos mismos
trazaban. Por ejemplo, la constelacin Auriga (Cochero), la trazaron como un viejo
empuando una brida con una mano y una cabra y sus cras sostenidas con la otra.
Las estrellas que se hallan a un lado de la constelacin se llaman, en consecuencia,
Las cabrillas, y a la ms brillante entre ellas (y de toda la constelacin), Capella,
que en latn significa cabra pequea. Por este motivo, a la Capella suele
llamrsele Estrella de la Cabra.
La constelacin Virgo (Virgen) se representa como una joven con unas
espigas en la mano. Presumiblemente, se debe a que el Sol entra en Virgo a

principios de otoo, cuando el grano est maduro y dispuesto para su cosecha. La


estrella de dichas espigas es Spica, que en latn significa precisamente espiga.
A veces, los nombres dependen menos del dibujo de las constelaciones. La
de Gminis (Gemelos) contiene dos estrellas muy brillantes, y muy poco separadas
en el espacio (lo cual probablemente inspir el nombre de la constelacin). Los
romanos les dieron los nombres de los famosos mellizos de su mitologa. Castor y
Plux.
Rgulus es la estrella ms brillante de Leo (Len) y procede del latn, por
reyezuelo, apropiado como ornamento principal del rey de los animales
salvajes. Ares es el dios romano al que los griegos llamaban Marte. Y Antares es
una estrella que rivaliza con Marte en el color rojizo.
El nombre ms apropiado de todos es el de la Polar, la estrella que seala el
norte celeste, por lo que tambin se la llama la Estrella del Norte, o Estrella Polar.
En cambio, hay nombres totalmente inadecuados. La constelacin de Orin
(Cazador) se describe como un gigante sosteniendo su mano izquierda hacia
arriba para detener al feroz Taurus (Toro), mientras se dispone a golpearlo con el
palo que tiene en la mano derecha. Bellatrix es la estrella de su hombro izquierdo y
su nombre latino se refiere a guerrero femenino, el cual no creo que le guste
mucho a Orin.
Sin embargo, la mayora de nombres estelares no son griegos ni latinos, sino
rabes (de aqu tantas estrellas que empiezan con la partcula Al, (el artculo l
rabe).
Consideremos, por ejemplo, las siete estrellas del Carro Mayor. Todo el
mundo las ha visto; se trata de un grupo de estrellas que todo el mundo del
hemisferio Norte puede sealar, aunque se ignore todo lo referente a las dems
estrellas. Pero, cules son sus nombres?
S, muchos denominamos a las dos estrellas que estn al final del grupo, y
forman como una lnea apuntada a la Estrella Polar, los Punteros, pero, cules
son sus nombres verdaderos?
Bien, stos son sus nombres, empezando desde el extremo del manillar del
carro y terminando con los Punteros: Alkaid, Mizar, Alioth, Megrez, Phecda,
Merak y Dubhe.

La primera de la lista, Alkaid, tiene un nombre que suena a tableta anticida,


pero es rabe (como todos los dems), y significa jefe, puesto que es la primera
de las siete estrellas.
La segunda, Mizar, significa velo. Este nombre tiene una historia propia.
Cerca de Mizar se halla una estrella mucho ms dbil. Si sta estuviera sola podra
ser contemplada a simple vista, mas la presencia de otra ms brillante la oscurece.
Para distinguir la ms dbil de ambas estrellas hay que poseer una vista muy
penetrante, y durante siglos este par de estrellas ha servido para distinguir una
buena de una mala vista. La estrella ms dbil es Alcor, que en rabe significa
dbil.
El nombre de la tercera estrella del Carro Mayor, Alioth, significa en rabe la
gruesa cola de una oveja. Si esto parece raro, hay que recordar que los griegos
pintaron al Carro Mayor como la Osa Mayor, de modo que las cuatro estrellas que
forman el fondo del Carro eran sus cuartos traseros, en tanto las tres del manillar o
pescante del Carro eran una cola. Naturalmente, ya sabemos que las osas carecen
de cola, o casi, y los griegos tambin deban saberlo. Debieron, no obstante,
heredar el dibujo de los babilonios, y a pesar de las colas, llamaron osas a esas
constelaciones. Los rabes continuaron con las colas, y como carecan de palabra
para expresar la cola de una osa, llamaron a la estrella con el nombre aplicado a la
cola de una oveja.
La cuarta estrella, que inicia el Carro, es Megrez, que significa raz,
presumiblemente por ser la raz de la cola.
No he hallado el significado de Phecda, pero en cuanto a los Punteros, Merak,
la ms alejada de la Polar, significa ingle, pues est situada en la ingle de la osa,
mientras que Dubhe quiere decir oso.
De modo semejante, las cuatro estrellas del famoso Cuadro de Pegaso.
(Pegaso es el Centauro o caballo volador), tienen los nombres rabes de
Alpheratz, Algenib, Markab y Scheat. Alpheratz, en el flanco del caballo, significa la
yegua; Algenib, ms arriba, es el costado; Markab, an ms alto, es la silla.
Scheat, justo encima de una pata delantera, no es un nombre aclarado. Puede
derivarse del trmino rabe buena suerte, mas no veo razn para ello.
Varios nombres de la estrella ms familiar tambin son de origen rabe. La
segunda estrella ms brillante de Orin, la de la pierna izquierda del cazador, es
Rigel, que en rabe significa pie. Betelgeuse, la estrella ms resplandeciente de la

constelacin, est en el brazo derecho del cazador, y es la corrupcin de un trmino


rabe que significa brazo de Orin.
Otras estrellas tambin ostentan nombres derivados de las constelaciones a
que pertenecen. Altair, la ms brillante de la constelacin Aquila. (guila),
significa en rabe pjaro. La constelacin Piscis (Peces), se representa por dos
peces unidos por una larga cuerda. En el centro de la misma se halla la estrella ms
refulgente de la constelacin a la que los astrnomos rabes dieron el nombre de Al
Richa (la cuerda).
La estrella ms brillante de la constelacin Cignus (Cisne) es Deneb. Est
situada en la parte posterior del Cisne, segn se representa usualmente, y procede
de una palabra rabe que significa cola. Era un nombre favorito entre los
astrnomos rabes (los mejores estudiantes del cielo en la Edad Media, por cuyo
motivo tantas estrellas llevan nombres rabes), de modo que en el firmamento hay
varias estrellas con el mismo nombre de Deneb.
Los rabes hicieron distinciones entre ellas, aadiendo una segunda palabra.
Esto persiste en varios casos. Por ejemplo, Deneb Albedi, de Capricornio (Cabra),
significa cola de la cabra, y Deneb Kaitos, de Cetus (Ballena), significa cola de
ballena. La segunda estrella ms brillante de Leo es Denebola, donde el sufijo ola
es lo que queda de la expresin rabe que significa del len.
Por otra parte, para demostrar que los rabes no se limitaban a un extremo
del ser, la estrella ms brillante de Pscs Australis (el Pez del Sur), es Formalhaut,
frase que en rabe significa boca del pez. Igualmente, la estrella ms
resplandeciente de Ophiucus (Sostenedor de la Serpiente), que naturalmente
representa a un hombre que sostiene una serpiente, es Rasalhague, que en rabe
significa cabeza del encantador de serpientes.
Aldebarn, la estrella ms brillante de Taurus, es una especie de Procyon al
revs. Aldebarn se halla algo al este del bien conocido grupo de estrellas llamado
las Plyades, y en consecuencia las sigue al salir y al ponerse. El nombre de esa
estrella, en rabe, significa el seguidor.
Tal vez el nombre ms colorista, aplicado por los rabes a una estrella, sea el
que ostenta la segunda ms brillante de la constelacin de Perseo. Es una de las
pocas estrellas del firmamento que cambia visiblemente de brillo con regularidad.
Esto era muy sorprendente para los antiguos, que, por lo general, crean que las
estrellas eran perfectas e inmutables. El caso de esta estrella pudo, por tanto, guiar

el trazado de la constelacin. El dibujo muestra a Perseo sosteniendo la cabeza


cortada de Medusa, una horrible diablesa a la que l mat, una diablesa tan
horrible, con un rostro odioso y serpientes vivas en lugar de cabellos, que converta
a los hombres en piedra cuando la miraban.
La estrella en cuestin est en la cabeza de Medusa, y los rabes le aplicaron
el nombre de Algol, que significa diablo. En consecuencia, a Algol se la conoce
como la Estrella del Demonio.
Todo esto da una leve idea de la riqueza del firmamento. Entre los
doscientos nombres, aproximadamente, que no he mencionado, hay ejemplos tan
genuinos como Tazared, Pherkad, Mesartim, Kochab, Izar, Caph, Dschubba y
Azelfafage.

17. Medicin del espacio

La Humanidad, por su propia conveniencia, utiliza diferentes unidades de


acuerdo con sus necesidades. As, la longitud de una habitacin se hace por metros
o palmos, una pista de carreras suele medirse por yardas o por metros y un
trayecto automovilstimo por kilmetros en algunos pases y por millas en otros.
Esto se hace, principalmente, para que las cifras no crezcan
desmesuradamente. Sera ridculo decir que una habitacin mide 0,004 kilmetros
de longitud, en lugar de cuatro metros; o que la distancia desde Boston a Nueva
York es de 1.500.000 palmos, y no de 370 kilmetros.
Sin embargo, ninguna de las unidades de medicin inventadas para su
empleo en la superficie de la Tierra resulta conveniente para la medicin de las
distancias astronmicas. La mayor unidad de longitud comn en la Tierra es la
milla, o el kilmetro en los pases que utilizan el sistema mtrico decimal. Pero
ambas unidades son tremendamente cortas para los astrnomos (una milla
equivale a 1,609 kilmetros).
El objeto ms cercano a nosotros del espacio es la Luna, y el segundo en
tamao. Venus. Pero la distancia de la Tierra a la Luna, expresada en nuestras
unidades terrestres, es de 237.000 millas (380.000 kilmetros), en tanto que Venus

se halla a 25.000.000 de millas (40.000.000 de kilmetros) cuando est ms cerca.


Para impedir que estas cifras astronmicas sumen millones, lo cual resultara
muy molesto, ms an cuando se tratase de billones y trillones, los astrnomos han
inventado unas unidades de medicin, intiles en la Tierra, aunque, en esta era
espacial en que vivimos, cada vez se escuchan con ms frecuencia. Por esto, hemos
de aprender a entender este cdigo de distancias astronmicas.
Por ejemplo, los astrnomos utilizan la distancia entre la Tierra y el Sol como
una yarda espacial. sta vara en varios millones de millas segn la posicin
exacta de la Tierra en su rbita elptica, pero la distancia media es de 92.870.000
millas (149.450.000 kilmetros).
Los astrnomos llaman a esta vara de medicin la Unidad Astronmica,
abreviadamente U.A. De esta forma, es posible decir que la distancia media entre
la Tierra y el Sol es de 1 U.A. La ventaja de este sistema es poder medir distancias
astronmicas en U.A., resultando de esta manera unas cifras ms al alcance de
todos.
Por ejemplo, la distancia media de la Tierra a la Luna es 0,00255 U.A.,
mientras que Venus se halla a 0,27 U.A. de la Tierra. Con lo cual sabemos al
momento que la distancia lunar es 1/400 de la del Sol, y que Venus se halla a 1/4 de
la distancia solar.
TABLA 1

Planeta Distancia en millas Distancia en kilmetros Distancia en U.A.


Mercurio 36.000.000 58.000.000 0,39 Venus 67.500.000 108.300.000 0,72 Tierra
92.870.000 149.450.000 1,00 Marte 142.000.000 228.000.000 1,52 Jpiter 484.000.000
778.700.000 5,20 Saturno 888.000.000 1.428.000.000 9,54 Urano 1.790.000.000
2.872.000.000 19,22 Neptuno 2.800.000.000 4.500.000.000 30,07 Plutn 3.700.000.000
5.900.000.000 39,48La Tabla 1 presenta las distancias medias de los diversos
planetas al Sol en millas, kilmetros y U.A. No solamente los nmeros de la
columna U.A. son de ms fcil manejo, sino que tambin dejan comprender
claramente y con suma rapidez la relacin existente en los diversos valores, puesto
que la columna de las millas y la de los kilmetros no puede leerse tan fcilmente.
Si uno oye decir que Neptuno se encuentra a 2.800.000.000 millas del Sol,
slo tenemos un nmero confuso. Si, por otra parte, nos dicen que esa distancia se

de 30,07 U.A. sabemos al instante que Neptuno se halla 30 veces ms lejos del Sol
que la Tierra.
Con las cifras U.A. es posible afirmar a simple vista que Saturno se
encuentra dos veces ms lejos del Sol que Jpiter, y que Plutn est (por trmino
medio) dos veces tan lejos del Sol como Urano. La misma informacin la podemos
conseguir en las columnas de las millas y kilmetros, pero unas cifras tan
desmesuradas confunden con ms facilidad.
Una unidad de suma importancia para los astrnomos es la relacionada con
la velocidad de la luz.
En un segundo, la luz (o cualquier otra forma de radiacin electromagntica
como las ondas de radio) viaja a 186.282 millas, aproximadamente 300.000
kilmetros por segundo. En lugar de llamar a esto la distancia a que viaja la luz
en un segundo, decimos simplemente segundo-luz. De esta manera resulta
mucho ms fcil decir que la distancia de la Luna a la Tierra es de 1,27 segundosluz, o que Venus est a unos 13,5 segundos-luz de la Tierra.
De esta manera, al establecer contacto por radio con una expedicin a la
Luna, nuestras seales tardar en llegar hasta all 1,27 segundos. Una seal de radar,
saliendo de Venus a su ms prxima distancia que es de 13,5 segundos-luz,
tardara 27 segundos en el viaje de ida y vuelta. Las distancias medidas con estas
unidades encajan mejor dentro de las comunicaciones por radio.
El sistema solar puede medirse en segundos-luz, pero esto resulta menos
claro que utilizando las Unidades Astronmicas o U.A. Un U.A. es igual a unos 500
segundos-luz. En consecuencia, la distancia media del Sol a Neptuno, que es de
unos 30 U.A., resulta ser de 15.000 segundos-luz. Esta ltima cifra es mayor y, por
tanto, menos conveniente.
Sin embargo, el uso de la velocidad de la luz como unidad de medicin no
se limita a los segundos-luz. Existe tambin la distancia que la luz recorre en un
minuto, o en una hora (minuto-luz y hora-luz). Naturalmente, un minuto-luz es
igual a 60 segundos-luz, mientras que una hora-luz es lo mismo que 60 minutosluz o 360 segundos-luz.

TABLA 2

Planeta Distancia en minutos-luz Distancia en horas-luz Mercurio 3,2 0,053


Venus 6,0 0,10 Tierra 8,3 0,14 Marte 12,7 0,21 Jpiter 43,3 0,72 Saturno 78,6 1,31
Urano 159 2,65 Neptuno 250 4,18 Plutn 330 5,50En la Tabla 2, las distancias
medias de los planetas al Sol se expresan en minutos-luz y horas-luz. En realidad,
la primera es una unidad de medicin muy comveniente para distancias
planetarias como la de la rbita de Jpiter, mientras que la unidad de horas-luz es
ms apropiada para los planetas situados ms all de Jpiter.
La anchura del sistema solar desde un extremo de la rbita de Plutn al otro
es de unas 11 horas-luz, o casi medio da-luz. Fuera de esta zona no hay nada,
segn nuestros conocimientos (salvo los insubstanciales fantasmas que llamamos
cometas, y tal vez algunos meteoritos errantes), hasta llegar a las estrellas.
Un grfico de nuestra familia de planetas se forma de este modo en nuestras
mentes. La luz, que puede llegar de la Tierra a la Luna en 1 segundos y llegar a
nosotros, procedente del Sol, aproximadamente en ocho minutos, debe viajar
durante once horas a fin de llegar hasta la rbita de Plutn.
Sin embargo, el sistema solar no
enormidad del espacio, y los astrnomos
Por fortuna, la velocidad de la luz sigue
unidades de medicin. Pero al suponer
unidades convenientes, nos equivocamos.

es ms que una mota de polvo en la


sondean sus lmites con sus telescopios.
ofrecindoles una continua sucesin de
las semanas-luz y los meses-luz como

Esto se debe a que las ondas luminosas, despus de pasar la rbita de


Plutn, pueden viajar semanas y meses en la misma direccin sin hallar materia en
el vaco del espacio exterior.
No existe ningn objeto conocido en dicho espacio exterior cuya distancia al
Sol pueda medirse adecuadamente en trminos de semanas-luz o meses-luz.
Cuando se miden distancias estelares hay que emplear el ao-luz, o sea,
300.000 kilmetros multiplicados por el nmero de segundos (ms de un milln)
que tiene un ao.
Esta distancia es muy larga: 5.890.000.000.000 millas o 9.450.000.000.000
kilmetros. Hablando en general, un ao-luz equivale casi a seis billones de millas

o diez billones de kilmetros.


A pesar de ser sta una distancia enorme, no existe ningn cuerpo fuera del
sistema solar que se halle a un ao-luz de nosotros. La estrella ms cercana, Alfa
del Centauro, se halla a 4,3 aos-luz.
Otra unidad de medicin para distancias estelares no se basa en la velocidad
de la luz. Esta nueva unidad se refiere al aparente cambio de posicin de las
estrellas ms prximas contra el fondo de las ms lejanas. Este cambio se produce
cuando la Tierra viaja de un punto de su rbita al extremo opuesto, lo que tiene
lugar seis meses ms tarde. La mitad de este cambio aparente en la posicin de una
estrella se llama paralaje estelar.
Es posible observar un paralaje tosco manteniendo el ndice a unos quince
centmetros de la nariz y mirar hacia algn objeto distante con slo un ojo abierto.
Sin mover el dedo, miradlo con el otro ojo. El dedo cambia de posicin contra el
fondo porque el individuo ha cambiado el punto de vista de un ojo a otro.
Cuanto ms distante est el objeto de referencia, menor es el paralaje.
Extended el ndice a la distancia del brazo y veris que cambia mucho menos de
posicin respecto al fondo. Por esta razn, es posible calcular la distancia de un
objeto celeste a la Tierra, gracias a su paralaje. Este mtodo se emplea para calcular
la distancia de las estrellas ms cercanas, desde hace ms de un siglo, pero es una
tarea muy engorrosa, puesto que hasta las estrellas ms prximas tienen un
paralaje muy pequeo.
Imaginemos un paralaje de un segundo de arco (que es 1/60 de un minuto
de arco, que, a su vez, es 1/60 de un grado de arco, de los 360 grados que tiene la
circunferencia). Un segundo de arco es igual al dimetro aparente de una moneda
sostenida a la distancia de cuatro kilmetros, o sea excesivamente pequeo. Una
estrella con este paralaje se halla a la distancia de un parsec. (La palabra parsec
es una contraccin de paralaje-segundo). Pero incluso un paralaje diminuto es
demasiado grande.
No hay ningn objeto conocido fuera del sistema solar que se halle slo a un
parsec de distancia. En consecuencia, ninguna estrella conocida posee un paralaje
que tenga un segundo de arco. La estrella ms prxima. Alfa del Centauro, tiene
un paralaje que vale 0,76 segundos de arco.
Un parsec equivale a 3,26 aos-luz. As, Alfa del Centauro est a 4,3 aos-luz

de distancia, o sea, a 1,3 parsecs, dividiendo 4,3 por 3,26.


TABLA 3

Estrellas Distancia en aos-luz Distancia en parsecs Alfa del Centauro 4,3


1.3 Sirio 8,6 2,6 Procyon 11 3,4 Altair 16 4,9 Fomalhaut 23 7,1 Vega 27 8,3 Plux 33
10 Arturo 40 12 Capella 42 13 Castor 45 14 Aldebarn 55 17 Rgulus 77 24 Canopus
100 31 Mira 165 51 Antares 220 68 Betelgeuse 275 84 Deneb 400 123 Rigel 540 167En
la Tabla 3, se expresa la distancia de algunas de las estrellas ms conocidas en
aos-luz y parsecs.
Aunque quepa pensar que los astrnomos poseen ya todas las unidades de
medicin necesarias para su labor, las estrellas enumeradas en la Tabla 3
pertenecen todas a la vecindad ms inmediata a nosotros, siendo slo un pequeo
sector de un brazo en espiral de nuestra galaxia.
Toda la Va Lctea es mucho mayor que el pequeo volumen de soles que
podemos observar a simple vista, incluyendo las estrellas cuyo paralaje aqu se
expresa.
El ncleo, o centro, de nuestra galaxia, que contiene el 90 por ciento de todas
sus estrellas (y que ni siquiera podemos ver con un telescopio debido a las masas
de polvo interestelar interpuestas entre ellas y nosotros), se halla a ms de 30.000
aos-luz del sistema solar. En realidad, el dimetro de nuestra galaxia, que tiene
forma de disco, es de unos 100.000 aos-luz, mientras que su mayor grosor (en el
centro) es de unos 30.000 aos-luz. Estas cifras resultan tambin muy elevadas.
Una de las maneras de impedir este crecimiento numrico es emplear el
siglo-luz (100 aos-luz) y el milenio-luz (1.000 aos-luz o 10 siglos-luz). De esta
forma podemos decir que Deneb se halla a 4 siglos-luz de nosotros y que las
medidas de nuestra galaxia son 100 milenios-luz de dimetro por 30 milenios-luz
de grosor.
En realidad, estas unidades pocas veces se emplean. Los astrnomos tienden
a expresarse en parsecs para distancias excesivas. As como en el sistema mtrico
decimal un kilmetro equivale a 1.000 metros y un kilogramo a 1.000 gramos, los
astrnomos han inventado el kiloparsec, igual a 1.000 parsecs. Utilizando esta
compacta unidad de medicin, podemos decir que las medidas de nuestra galaxia
son de 31 kiloparsecs de dimetro por 9 kiloparsecs de grosor.

Sin embargo, nuestra galaxia no es ms que un punto perdido en la


inmensidad del universo, lleno de otras galaxias, miradas de galaxias, en realidad.
En las galaxias ms cercanas a la nuestra, a la Va Lctea, se hallan las
relativamente pequeas galaxias satlites, llamadas la Gran Nube de Magallanes
y la Pequea Nube de Magallanes. Se hallan respectivamente a 150.000 y 170.000
aos-luz de distancia, o sea, a 47 y 53 kiloparsecs.
La galaxia de gran tamao ms cercana a la nuestra es Andrmeda, que est
a 2.300.000 aos-luz, o 700 kiloparsecs. Otras galaxias (incluyendo, por ejemplo, un
famoso grupo galctico en la constelacin de Coma Berenice, y una galaxia
espectacular en el Cisne, que se cree son dos galaxias en colisin), se hallan mucho
ms distantes. Incluso el kiloparsec resulta demasiado pequeo para medir tales
distancias.
En cambio, podemos utilizar el megaparsec, equivalente a un milln de
parsecs, o mil kiloparsecs (o a 3.260.000 aos-luz). Usando esta unidad, este grupo
de galaxias de Coma Berenice se halla a 25 megaparsecs de distancia. Las galaxias
en colisin del Cisne estn a 80 megaparsecs de nosotros.
Tenemos ya todas las medidas espaciales necesarias? No, en absoluto. En
1963, los astrnomos comprendieron que existan objetos en el universo que se
hallaban mucho ms lejos que las galaxias ms apartadas. Estos objetos nuevos, los
ms distantes conocidos, se llaman quasars (ver Captulo 19).
El quasar ms distante detectado por nosotros se llama 3C9, que se halla a la
posible distancia de 9.000 millones de aos-luz. Esta distancia equivale a 2.800
megaparsecs.
Demos un paso adelante e introduzcamos el gigaparsec, igual a mil
millones de parsecs o a mil megaparsecs. Entonces, diremos que el 3C9 est a 2,8
gigaparsecs de nosotros.
En realidad, los astrnomos tienen motivos para pensar que la mxima
distancia a que podemos llegar con nuestros mejores instrumentos es de 25.000
millones de aos-luz. En cuyo caso, la anchura de todo el universo alcanzable con
nuestros instrumentos ms perfeccionados, en las mejores circunstancias, es de
25.000 millones de aos-luz, o sea, unos 7,5 gigaparsecs.
Y, naturalmente, no es preciso ahondar ms.

18. Viajar en el tiempo: en un sentido

En 1905, Albert Einstein adelant un nuevo modo de considerar el universo,


que pareci trascender y subvertir el sentido comn. En efecto, aquella teora
pareca rara, pues en ella los objetos cambiaban al moverse, tornndose ms cortos
y ms densos. En esta nueva teora, una persona vera, medira y jurara lo que
otras no. En esta teora, todas nuestras creencias parecan disolverse.
El nico consuelo para el hombre medio en esta teora era que, en
circunstancias ordinarias, los cambios eran tan mnimos que pasaban inadvertidos.
Por ejemplo, empecemos por construir un tren de mercancas imaginario
que, estando parado, tiene exactamente una milla de longitud y una masa de un
milln exacto de toneladas. Si pasa ante nosotros a la velocidad de sesenta millas
por hora, y en el caso de que pudisemos efectuar las medidas necesarias con toda
precisin, hallaramos que el tren se ha acortado en diez millonsimas de pulgada,
y se ha hecho ms macizo en cien milsimas de onza.
Una persona que, no obstante, estuviese en el tren de mercancas, al efectuar
las mismas mediciones, vera que la longitud y la masa del tren no han variado.
Para l, el tren medira exactamente una milla de largo y pesara un milln de
toneladas. En cuanto al hombre del tren, ste nos vera a nosotros, los observadores
del tren en marcha, ligeramente distorsionados en forma y masa.
Pero, a quin diablos le importa discutir por unas mil millonsimas de
pulgada o de onza? En efecto, por una teora tan complicada del universo, relativa
a unos cambios tan insignificantes, no vale la pena molestarse, al parecer, en
considerarla.
Pero estos cambios no son siempre tan insignificantes. Unos aos antes de
que Einstein formulase su teora, se descubri que los tomos radiactivos disparan
al exterior unas minsculas partculas subatmicas que viajan a velocidades muy
superiores a la de nuestro imaginario tren de carga. Las velocidades de esas
partculas subatmicas son de 16.000 a 297.000 kilmetros por segundo. Para ellas, la
longitud y la masa cambian radicalmente; cambian lo bastante como para que
dichos cambios sean observados; cambian lo bastante como para que resulte

imposible ignorar la variacin de la masa. Por tanto, la antigua nocin de un


universo en el que la longitud y la masa no quedaban afectados por el movimiento
ya ha sido abandonada. En cambio, se ha adoptado la teora de Einstein.
Naturalmente, si imaginamos trenes de carga, o cualquier tren, con
velocidades tan grandes como para que sus cambios de longitud y masa resulten
visibles, escaparn instantneamente a la traccin del campo gravitatorio de la
Tierra. Por este mismo mtodo, nosotros nos hallaramos en el espacio exterior, y
puesto que es as, imaginemos que ya estamos all.
Imaginemos que nos hallamos en una nave espacial llamada A, de 1.000
metros de longitud y una masa de 1.000 toneladas. Frente a nosotros se halla otra
nave espacial B, de igual masa y longitud, que pasa a 260.000 kilmetros por
segundo.
Cuando B pasa ante nosotros, si empleamos algn instrumento muy
sofisticado para medir su longitud y su masa, comprobaremos que slo mide 500
metros de largo y su masa es de 2.000 toneladas. En otras palabras, su longitud es
la mitad que antes y su masa se ha duplicado.
Al momento, radiamos a B y les informamos de esta anomala, pero B nos
comunica que, segn sus propias mediciones, su nave no ha cambiado en absoluto.
En cambio, al pasar frente a nosotros, han tomado las medidas de nuestra nave, la
A, y sta s que slo mide 500 metros de longitud y su masa es de 2.000 toneladas.
Despus, las naves cambian de rumbo, se acercan y se detienen lado a lado.
Se toman las correspondientes medidas, y las dos naves resultan normales. Las dos
tienen 1.000 metros de longitud y 1.000 toneladas de masa. Qu serie de
mediciones son las correctas? Todas. Recordemos que las medidas cambian con el
movimiento.
Para la dotacin de la nave A, la nave B pasaba a la velocidad de 260.000
kilmetros por segundo; y para B, A iba a la misma velocidad en direccin
contraria. Cada dotacin vea cmo la nave contraria se mova a esta velocidad, y
sus mediciones daban la mitad de la longitud normal y el doble de la masa. Una
vez puestas una al lado de otra, las naves no se movan y las medidas volvan a ser
normales.
Si preguntamos: se acortaban o no las naves en realidad?, hemos de
considerar que al tomar una medida no estamos comprobando necesariamente la

realidad. Estamos leyendo solamente la situacin de un objeto, situacin que


vara en condiciones distintas.
La teora de Einstein se refiere a algo ms que a longitud y masa; se refiere
tambin al tiempo. Segn l, en un objeto en movimiento todo se retarda. El
pndulo de un reloj en movimiento se mueve ms lentamente; el muelle de un reloj
de pulsera pulsa de forma ms lenta. Todos los movimientos se retrasan.
Y nosotros medimos este movimiento peridico al medir el tiempo, una
vibracin, una pulsacin, un latido regulares. Si todos los movimientos con los que
medmos el tiempo se retrasan, tenemos razn al afirmar que el tiempo en s
tambin se retrasa.
Para algunas personas esto resultar difcil de digerir. Ms an que los
cambios de masa y longitud. Al fin y al cabo, ambas pueden cambiar de muchas
formas. Podemos acortar un objeto martillendolo; podemos aligerarlo extrayendo
agua de su contenido total, mediante la evaporacin. Pero no conocemos la forma
de lograr que cambie la velocidad a que se mueve el tiempo. Damos por sentado
que la velocidad del tiempo es inmutable; algo que, por encima de todo,
permanece inalterable.
Y sin embargo, la teora de Einstein postula el cambio de velocidad del
tiempo con el movimiento, cambio que ya ha sido medido. Incluso con velocidades
de unos centmetros por segundo, un fenmeno fsico llamado efecto Mossbauer
(por el nombre de su descubridor), nos permite medir los increblemente
minsculos cambios en la velocidad del tiempo. Aqu tambin, las partculas
subatmicas nos ofrecen velocidades bastante grandes para que el cambio resulte
conmesurable y significativo.
Hay una partcula llamada mesn mu que dura dos microsegundos (un
microsegundo es una millonsima de segundo) antes de descomponerse. Al
menos, dura dos microsegundos si se mueve a velocidades moderadas. A veces, no
obstante, se forma un mesn mu en lo alto de la atmsfera debido a los rayos
csmicos y, en el choque de su creacin, desciende a la Tierra a una velocidad de
ms de 290.000 kilmetros por segundo.
Si el mesn mu tuviese una existencia de dos microsegundos a esta
velocidad, tendra tiempo de moverse slo 580 metros. Como se forma a muchos
kilmetros en lo alto de la atmsfera, no debera llegar jams hasta la superficie de
la Tierra.

Pero llega. Un mesn mu realmente veloz puede viajar cinco kilmetros o


incluso ms antes de descomponerse.
Esto se explica suponiendo que para l el tiempo se retrasa. Sigue viviendo
dos microsegundos segn su propia observacin (si la tuviese), pero se trata ahora
(segn el observador terrestre) de dos microsegundos lentos, que exceden de veinte
microsegundos ordinarios.
Este cambio en la velocidad del tiempo del mesn mu encaja exactamente
con la prediccin de Einstein, por lo que debemos de aceptar que el tiempo no es
inmutable sino algo que posee unas propiedades que dependen de nuestro propio
punto de vista.
Volvamos a las naves A y B. Supongamos una vez ms que B adelanta a A, e
imaginemos asimismo que a bordo de A hay un instrumento capaz de permitir a
su dotacin que observe un reloj colocado en B, exactamente durante una hora,
segn un reloj de A.
El reloj de B parecer retrasarse ante los ojos de la dotacin de A, porque B
se mueve. Al cabo de una hora, segn la medicin del tiempo efectuada por el reloj
de A, el que est a bordo de la nave B habr medido algo menos de una hora.
Cuanto ms de prisa viaje B, ms lenta ser la velocidad de su tiempo, y menos
tiempo medir por tanto su reloj.
Hay una frmula que se emplea para averiguar la velocidad del tiempo con
el movimiento, frmula que da la tabla siguiente.
Qu ocurre si B viaja frente a A a una velocidad superior a 300.000
kilmetros por segundo? Registra su reloj el tiempo al revs? Va hacia atrs? No!
Podemos eludir la posibilidad de que el tiempo vaya hacia atrs, ya que 300.000
kilmetros por segundo es la velocidad mxima capaz de ser alcanzada. Es la
velocidad de la luz en el vaco y, segn la teora de Einstein, esta velocidad relativa
no puede ser superada por ningn objeto material.
Velocidad de B con respecto a A (millas/segundo segn el reloj de A).
Tiempo transcurrido en el reloj de B al cabo de una hora segn el reloj de A
1.000 59 min. 50 seg. 5.000 57 min. 47 seg. 100.000 52 min. 18 seg. 120.000 45
min. 54 seg. 140.000 39 min. 36 seg. 160.000 30 min. 40 seg. 170.000 24 min. 25 seg.
180.000 12 min. 13 seg. 185.000 7 min. 48 seg. 186.200 1 min. 50 seg. 186.282 no mide

tiempo.Pero hay algo que no debemos olvidar. La dotacin de A observa cmo la


nave B pasa veloz ante su radio visual, mas la tripulacin de B ve pasar a la nave A
como un rayo en direccin contraria. Para cada una de las dotaciones, es la otra
nave la que se mueve. Por tanto, si la tripulacin de B midiese el reloj que hay a
bordo de A, hallara que es este reloj, el de A, el que se ha retrasado.
Esto es grave, mucho ms grave que el desacuerdo entre las longitudes y las
masas, estudiado antes. Si dos naves estuviesen juntas en reposo despus de haber
cruzado una frente a otra en un experimento masa-longitud, sus dotaciones
discutiran de esta forma:
Cuando habis pasado frente a nosotros, vuestra nave era ms pequea y
menos pesada que la nuestra.
Oh, no!, era la vuestra ms corta y menos pesada que la nuestra.
No, no!
Esta argumentacin no tendra fin. Si un objeto se encoge a la mitad de su
longitud y despus retorna a su tamao normal, o duplica su masa y luego recobra
su peso adecuado, este experimento no deja huellas. No queda ningn rastro que
demuestre que el encogimiento ha sido o no temporal. Por tanto, las discusiones al
respecto son ftiles e innecesarias.
Pero si el reloj de una nave A corre ms despacio que el de otra nave B,
estando las dos naves juntas, los relojes presentarn las seales de tal retraso. Si se
sincronizan ambos relojes al comienzo del experimento, al final ya no estarn
sincronizados.
Un reloj, por ejemplo, debido a su retraso en la velocidad del tiempo, pierde
el total de una hora. Por tanto, cuando se acercan las naves otra vez, un reloj marca
las 2,15 y el otro las 3,15.
Pero qu reloj marca el tiempo real? La tripulacin de la A jura que es el
reloj de la B el que se atrasa, mientras que la dotacin de la B afirma lo contrario. Y
como las dos dotaciones no pueden tener razn, ste parece un problema
insoluble, que comnmente se llama la paradoja del reloj.
En realidad, no existe paradoja alguna. Si una nave pas frente a otra y
ambas tripulaciones aseguran que el reloj de la otra se atrasa, no importa cul sea
el reloj que atrasa, porque ambas han de estar eternamente separadas.

Los dos relojes nunca se hallarn en el mismo lugar ni a la misma hora para
ser comparados, por lo que jams se presentar la paradoja del reloj.
Por otra parte, supongamos que las dos naves se juntasen despus del
experimento, a fin de comparar los relojes. Para esto, hay que aadir un nuevo
detalle. Al menos, una nave tiene que acelerar, es decir, cambiar su velocidad. Si
acelera B, dicha nave ha de viajar trazando una gran curva, para volver hacia A, y
despus moderar la marcha hasta el punto donde pueda situarse inmvil junto a
A.
Esta aceleracin estropea la simetra de la situacin. B cambia de velocidad,
no slo respecto a A, sino a todo el universo, a todas las galaxias y a todas las
estrellas. La tripulacin de B insiste en que su nave est inmvil y que es la A, la
nave que se les aproxima, y en tal caso tambin han de saber que todo el universo
cambia de posicin respecto a su nave. La tripulacin de A, no obstante, slo
observa el cambio de velocidad de B, y el universo no cambia en relacin con la
velocidad de A.
Como B acelera respecto a todo el universo (no slo respecto de A), esto hace
que el reloj de B se atrase, cosa que todos pueden observar. Cuando se juntan las
dos naves, el reloj de B marcar las 2,15, en tanto el de A sealar las 3,15.
Si, por otra parte, B ha seguido viajando sin cambiar de velocidad, mientras
que A ha acelerado sbitamente a fin de alcanzar a B, esta aceleracin har posible
que todos los observadores afirmen que el atrasado es el reloj de A.
Este efecto, por el que todos los observadores pueden afirmar que el objeto
acelerado es el que ha sufrido el atraso en la velocidad del tiempo, se llama
dilatacin del tiempo, y tiene una gran aplicacin en esta era espacial.
La estrella ms cercana, repito, es Alfa del Centauro, que est a unos 4,3
aos-luz de distancia, o sea a 40.000.000.000.000 kilmetros (ver Captulo 17). Y
como la velocidad de la luz es la velocidad lmite del universo, un viaje desde la
Tierra a Alfa del Centauro nunca podra tardar menos de 4,3 aos.
En realidad, ninguna nave espacial podra alcanzar velocidades ni
remotamente parecidas a la de la luz, excepto mediante una larga y gradual
aceleracin, de modo que durante un periodo de tiempo muy considerable, la nave
viajara a una velocidad muy por debajo de la que es propia de la luz, o sea que
tardara mucho ms de 4,3 aos en llegar a la estrella Alfa.

Pero gracias a la dilatacin del tiempo, no sera as. Supongamos que la nave
acelerase a 1 g (aceleracin a la que todos los tripulantes experimentaran una
sensacin de peso dirigido hacia el fondo de la nave, igual a la experimentada en la
Tierra). La combinacin de la aceleracin y la velocidad rpida introduce un
retraso en la velocidad del tiempo que todos pueden observar.
Para los moradores terrestres, transcurrirn diez aos estando la nave en
route, pero para la gente a bordo de la nave, la medicin del tiempo con unos
relojes que a medida que la velocidad aumentase se atrasaran ms cada vez, slo
transcurriran 3,2 aos antes de llegar a Alfa del Centauro.
Si continuaban acelerando y su velocidad se aproximase a la de la luz (aun
sin llegar jams a igualarla), el efecto de la dilatacin del tiempo ira siendo mayor.
La nave podra cubrir distancias enormes en un tiempo relativamente corto para la
tripulacin.
Recordemos, no obstante, que el efecto de la dilatacin del tiempo slo
tendra lugar en la nave; no en la Tierra, que seguira a su velocidad acostumbrada,
por lo que el tiempo pasara normalmente.
Esto se demuestra claramente mediante la tabla siguiente, aplicada a una
nave que viaje desde la Tierra al espacio exterior a una aceleracin continua de 1 g:
Destino Tiempo transcurrido en la nave(aos). Tiempo transcurrido en la
Tierra(aos) Alfa del Centauro 3,5 10 Vega 7 30 Plyades 11 500 Centro de la Va
Lctea 21 50.000 Nubes de Magallanes 24 150.000 Galaxia Andrmeda 28
2.000.000De modo que podemos imaginarnos a nuestros astronautas visitando, no
slo otras estrellas, sino otras galaxias, en un viaje cuya duracin fuese de un
simple cuarto de siglo.
Y este cuarto de siglo no tiene nada que ver con la medicin del tiempo
hecha por el reloj. No es slo el reloj ni otros instrumentos de medicin del tiempo
los que se atrasaran a bordo de la nave, sino todos los movimientos.
Todos los movimientos atmicos, y por tanto, la velocidad de todas las
acciones qumicas, incluyendo las internas de un astronauta. La qumica corporal
ira a una velocidad mucho menor en sus reacciones. La mente pensara y
experimentara con ms lentitud.
Esto significa que, bajo el efecto de la dilatacin del tiempo, en un viaje a la
galaxia Andrmeda, los astronautas no slo veran que transcurran 28 aos, sino

que experimentaran el paso de este tiempo. Ms an, sus cuerpos envejeceran 28


aos y no ms, aunque en el mismo intervalo, transcurriran dos millones de aos
en la Tierra.
Adems, el efecto de la dilatacin del tiempo es algo en lo que todos los
observadores pueden estar de acuerdo, de forma que al volver los astronautas a la
Tierra, los habitantes de sta (en el supuesto de que hubiesen sobrevivido a los dos
millones de aos envejeciendo naturalmente) tendran que reconocer que dichos
astronautas slo haban envejecido unos treinta aos.
ste es el fundamento de la paradoja de los gemelos. Supongamos que
una persona viaja en una nave espacial que acelera constantemente a gran
velocidad, mientras que su hermano gemelo se queda en casa. El viajante
gradualmente se atrasa, llega a un alto, acelera y atrasa de nuevo al llegar a la
Tierra. Gracias a la dilatacin del tiempo, ha envejecido diez aos mientras que su
hermano sedentario (igual que los dems terrestres) ha envejecido cuarenta aos.
Cuando el viajero regresa, es treinta aos ms joven que su hermano gemelo.
En realidad, el viajero no se ha rejuvenecido, no se ha hecho ms joven. Es
imposible que el tiempo retroceda, por lo que el viajero ha envejecido con menos
rapidez que si se hubiese quedado en la Tierra.
Tampoco ha ampliado el viajero su lmite existencial. Si tanto l como su
sedentario hermano tuviesen que vivir hasta una edad fisiolgica de 70 aos, el
sedentario se morira, digamos, en el ao 2050, mientras que el viajero sobrevivira
hasta el 2080. Pero, aunque el viajero fuese testigo de los sucesos de treinta aos
ms que su hermano, no experimentara en absoluto estos treinta aos de ms.
Mientras viajase, slo experimentara diez aos, en tanto que su hermano
experimentara cuarenta. Y ambos moriran exactamente a los setenta aos de
recuerdos.
Aunque el viajero hubiese ido a Andrmeda y vuelto de all, y hubiese
muerto, por tanto, varios millones de aos despus que su hermano terrestre, slo
experimentara setenta aos de vida y de recuerdos.
Naturalmente, hay experiencias y experiencias. Resulta atractiva la idea de
pasar setenta aos movindose por el espacio en un viaje de ida y vuelta, y llegar a
la Tierra al cabo de cincuenta mil aos, segn la medicin del tiempo terrestre. No
se trata slo de la experiencia del viaje espacial sino de lo que, virtualmente, es el
viaje en el tiempo. Este astronauta poseera la capacidad de asistir a la historia

futura de la Humanidad, como por medio de un telescopio.


Sin embargo, en esto hay un fallo. El viaje en el tiempo, segn la paradoja de
los gemelos, slo existe en un sentido: hacia el futuro. Una vez en la ruta de la
dilatacin del tiempo, no es posible arrepentirse, no es posible volver atrs. El siglo
del nacimiento del astronauta ha desaparecido para siempre y jams ha de volver.

19. Nacimiento y muerte del universo

Pocos cientficos saltan a los titulares de los peridicos por haber formulado
una teora, pero Fred Hoyle, el astrnomo ingls, lo consigui en 1965. Formul la
teora de la creacin continua, basndose en objetos existentes a siete mil
trillones de kilmetros de distancia, y a diez millones de aos en el tiempo.
Para llegar a esta teora hay que recorrer un largo camino, pero esto es
necesario para poder establecer el choque ms grandioso de las teoras de toda la
historia de la Ciencia. Se refiere nada menos que al nacimiento (o no-nacimiento) y
a la muerte (o no-muerte) del universo.
Todo empez hace medio siglo, cuando los astrnomos an saban muy
poco de lo que ocurra y haba fuera de nuestra Va Lctea, un conglomerado en
forma de lente de unos ciento treinta mil millones de estrellas, con un dimetro de
cien mil aos-luz. En el cielo, en algunos lugares, es posible vislumbrar pequeos
grumos de luz neblinosa que, entonces suponan algunos astrnomos, eran otras
aglomeraciones de estrellas o galaxias. Podan estar a muchos millones de aos-luz
de distancia (siendo cada ao-luz equivalente a nueve billones de kilmetros).
La luz de estas galaxias, o de cualquier otro objeto celeste luminoso, puede
reunirse mediante los telescopios, despus diseminarse en un leve arco iris (o
espectro), cruzado por diversas lneas oscuras. Cada una de estas lneas la
origina un producto qumico particular, y tiene su lugar especial en el espectro, si
la fuente luminosa est estacionada respecto a nosotros. Si la fuente luminosa se
aleja de nosotros, dichas lneas cambian de lugar hacia el extremo rojo del espectro;
cuanto mayor sea la velocidad de retroceso, mayor es la extensin de este
desplazamiento hacia el rojo. Si la fuente luminosa se acerca a nosotros, las
lneas oscuras se aproximan al extremo violeta del espectro.

En 1912, el astrnomo americano Vesto Melvin Slipher, comenz a recoger


luz de diversas galaxias, a fin de medir la naturaleza y extensin del
desplazamiento de las lneas oscuras. Esperaba descubrir que, aproximadamente,
la mitad de las lneas se agruparan en el extremo rojo, y la otra mitad en el violeta,
o sea, que la mitad de los objetos celestes luminosos, en este caso galaxias, se
apartara de nosotros, y la otra mitad se aproximara.
En realidad, no fue as. Ante la sorpresa de Slipher, slo unas cuantas
galaxias, las ms cercanas, presentaron un acercamiento a la luz violeta. Las dems
se agruparon en la zona roja del espectro. En 1917, hall dos galaxias que se
aproximaban a nosotros y trece que retrocedan.
Ms an, el tamao del desplazamiento hacia el rojo era excesivamente alto.
Las estrellas de nuestra galaxia muestran las lneas oscuras en el espectro rojo, lo
que indica que retroceden a menos de 160 kilmetros por segundo, pero Slipher
detect retrocesos galcticos a ms de 600 kilmetros por segundo, a juzgar por la
magnitud de los desplazamientos hacia el rojo.
Otros continuaron esta labor. As, por ejemplo, otro astrnomo americano,
Milton La Salle Humason, empez a realizar exposiciones de pelcula fotogrfica,
noche tras noche, a la luz de galaxias muy dbiles, dejando que sus dbiles rayos se
acumulasen hasta el punto en que un espectro detectable se fijara en la pelcula. De
esta forma logr medir los movimientos de algunas galaxias sumamente distantes.
Todas las dbiles galaxias detectadas mostraron un desplazamiento hacia el rojo,
sin ninguna excepcin. Y las ms dbiles (con toda seguridad, las ms lejanas),
fueron las que mayor desplazamiento hacia el rojo presentaron. En 1936, confirm
velocidades de fuga del orden de los 40.000 kilmetros por segundo.
Ya a finales de la dcada de los aos veinte, el astrnomo americano Edwin
Powell Hubble generaliz el tema, desarrollando lo que hoy da se conoce como
Ley de Hubble. La misma establece que las lejanas galaxias retroceden de la
nuestra a una velocidad proporcional a su distancia de la Va Lctea.
Segn las actuales teoras, este incremento constante de velocidad de fuga
alcanza un valor igual a la velocidad de la luz, a una distancia de 12.500 millones
de aos-luz. Si una galaxia se aparta de nosotros a la velocidad de la luz, la que ella
emita jams llegar hasta nosotros, lo cual significa que, hagamos lo que hagamos,
y por muy perfectos que sean nuestros instrumentos, nunca podremos detectar tal
galaxia. No podemos ver su luz, recibir partculas subatmicas suyas, ni siquiera
detectar su campo gravitatorio.

La distancia de 12.500 millones de aos-luz representa, por consiguiente, el


lmite del universo observable. Que haya o no algo ms alejado, por el momento,
no puede afectarnos en modo alguno.
Entonces, ste es nuestro universo: una gigantesca esfera de espacio,
esmaltada de galaxias, estando la nuestra en su centro, y un borde de 12.500
millones de aos-luz en todas las direcciones.
Parece raro, no obstante, que nosotros nos hallemos en el centro del
universo, y que las dems galaxias se vayan alejando de dicho centro. Por qu
nosotros somos tan especiales? Por nada, naturalmente. De haber algo especial,
sera mera ilusin.
La teora de Einstein sobre la relatividad, formulada en 1916, se adeca con
la opinin de que el universo se expande. Como ello es as, las galaxias de su
interior se alejan constantemente en un volumen de espacio cada vez mayor. (Las
galaxias, unidas entre s por la fuerza de la gravedad, no se expanden en el
interior). Cada una se va apartando cada vez ms de sus vecinas, a medida que el
universo se expande.
En este universo, a un observador ha de parecerle, estando situado en una
galaxia, que las dems se apartan de l (salvo, posiblemente, las dos o tres ms
cercanas, que podran formar parte de un grupo comn de galaxias). Ms an, al
observador situado en una galaxia cualquiera, le parecera que otras galaxias
retroceden a una velocidad proporcional a la distancia.
Por tanto, es posible que el aspecto general del universo contine igual, sin
tener en cuenta la posicin en el espacio, a los ojos del espectador. A esto se le
denomina principio cosmolgico, siendo cosmologa el nombre aplicado a la
rama de la Ciencia que estudia las propiedades del universo en su conjunto.
Esta expansin podra ser simplemente una propiedad intrnseca del
espacio, pero en 1927, un astrnomo belga, Georges Edouard Lemaitre, formul
una explicacin fsica. El universo podra ensancharse debido a los efectos de una
explosin colosal que tuvo lugar hace miles de millones de aos. Originalmente,
sugiri Lemaitre, toda la materia del universo formaba una masa slida, densa, de
materia: el huevo csmico. ste explot en un cataclismo de proporciones
inimaginables y se rompi en miles y millones de pedazos, que ocasionalmente
formaron las galaxias actuales. stas, en consecuencia, se separan unas de otras
desde la primitiva explosin, creando lo que parece un universo en expansin

constante.
Desde 1927, otros astrnomos han adoptado esta idea, desarrollando sus
consecuencias con gran detalle. Tal vez el mejor propulsor de esta teora bigbang, como se la llama popularmente, sea el fsico ruso-americano, George
Gamow.
La teora big-bang formula un universo que cambia drsticamente con el
tiempo. Al principio (hace unos 12.000 millones de aos, calculan los astrnomos),
el universo era un globo de materia superdensa. Despus, lleg la explosin en una
serie de fragmentos, muy juntos. Con el tiempo, dichos fragmentos se fueron
enfriando, separndose en estrellas y galaxias, y continuaron apartndose entre s.
Actualmente, los fragmentos se hallan separados por millones de aos-luz y, a
medida que pasa el tiempo, se separan an ms.
La teora big-bang, con su necesario punto de vista sobre un universo
modificado con el tiempo, no satisfizo a todos los astrnomos. Para tres de ellos,
ingleses, Hermann Bondi, Thomas Gold y Fred Hoyle, ya en 1948, el principio
cosmolgico (segn el cual, el universo tena que parecer el mismo a todos los
observadores), era incompleto si slo se refera a observadores situados en
distintos lugares del espacio. Dichos astrnomos ampliaron la teora a los
observadores situados en diferentes momentos del tiempo, a cuyo resultado lo
denominaron el perfecto principio cosmolgico. Mediante esta opinin, el
universo en su conjunto no cambia con el tiempo, sino que sigue siendo
esencialmente el mismo en apariencia, a travs de todos los tiempos.
Aunque admitieron que el universo se expande. Las galaxias se separan
entre s. Para salvar su teora, Bondi, Gold y Hoyle sugirieron que, a medida que el
universo se expande y las galaxias se van alejando unas de otras, continuamente se
crea nueva materia en todas partes, a una velocidad excesivamente lenta, a una
velocidad tan lenta que resulta indetectable para nuestros ms delicados
instrumentos. Cuando dos galaxias hayan duplicado la distancia entre ellas como
resultado de la expansin espacial, se habr creado entre ambas bastante materia,
incluso a velocidad tan lenta, para aglomerarse en una nueva galaxia.
De este modo, aunque el universo se expanda eternamente, la distancia
entre las galaxias vecinas siempre ser la misma, ya que nuevas galaxias se forman
dentro de la esfera del universo observable, a la misma velocidad con que otras se
retiran, cayendo ya fuera de los lmites observables. Por tanto, el aspecto del
universo contina siendo siempre el mismo, tanto en el pasado como en el futuro.

Ambas opiniones la teora big-bang y la de la creacin continua


tienen sus mantenedores y sus detractores, acaudillados respectivamente por
George Gamow y Fred Hoyle. Incluso entre individuos que no eran astrnomos se
formaron dos bandos. Algunos se dejaron seducir por el superespectculo colosal
de una gigantesca explosin; en tanto, otros hallaban una austera gloria en la teora
de un universo sin principio ni fin, un universo de continuo cambio, y no obstante,
siempre en el mismo lugar. Cul es la teora correcta? No existe un intermedio
entre ambas? La distincin entre las dos teoras resultara fcil si los astrnomos
poseyeran una mquina del tiempo. Lo nico que tendran que hacer sera entrar
en dicha mquina y moverse diez o doce mil millones de aos en el pasado (o en el
futuro), y echar una ojeada al universo. Si en tales fechas tena el mismo aspecto
actual, la teora big-bang estara equivocada, siendo correcta la de la creacin
continua. Si, en cambio, el universo se vea radicalmente diferente, la equivocada
sera la teora de la creacin continua, y la razonable la big-bang.
De manera extraa, los astrnomos ya poseen una mquina del tiempo.
La luz (o cualquier otra forma de radiacin) no puede viajar a mayor
velocidad que la propia, o sea, a 300.000 kilmetros por segundo. A escala terrestre
es una velocidad tremenda, pero no es ms que un simple salto en el conjunto del
universo. La luz de las galaxias ms distantes que podemos apreciar con nuestros
ms potentes telescopios tarda mil millones de aos en llegar hasta nosotros. Esto
significa que la luz que vemos procedente de las galaxias ms lejanas de nuestro
universo sali de alli hace mil millones de aos.
Entonces, lo nico que tenemos que decidir es que lo que vemos tan lejos, es
esencialmente lo mismo que vemos en nuestras proximidades. Si las distantes
galaxias son semejantes a las ms cercanas, sin mostrar cambios, podemos
olvidamos de la teora big-bang (que postula el cambio). Si las galaxias ms
distantes son diferentes de nuestras vecinas, est claro que se ha producido un
cambio con el tiempo, por lo que podemos olvidar la creacin continua (que no
postula los cambios).
Pero hay un obstculo. Es muy difcil ver nada a mil millones de aos-luz o
ms lejos. A lo sumo, slo percibimos diminutas brumas luminosas. Si hubiese
diferencias significativas en la estructura fina de estas galaxias lejanas, en
comparacin con la nuestra, es probable que no las distinguisemos. A fin de que
una diferencia sea detectable desde una distancia de mil millones de aos-luz,
tendra que ser inmensa y de carcter muy general.

Hacia 1950 no se haba an detectado nada semejante. Pero, entretanto, se


haba inventado una nueva tcnica, un nuevo instrumento para atisbar en las
profundidades ms lejanas del espacio.
En 1931, un ingeniero de radio norteamericano, Karl Jansky, estaba ocupado
en un problema no astronmico en absoluto, consistente en contrarrestar los
efectos intermitentes de la esttica en las comunicaciones por radio. Haba una
fuente de ruidos estticos que no lograba eliminar y que, finalmente, decidi como
procedente del espacio exterior.
En aquella poca, su anuncio no cre impacto. Era algo interesante pero
nada prctico. Las ondas de radio del espacio exterior eran extracortas y todava no
se haban inventado aparatos para detectar las dbiles radiaciones de esta clase.
Despus, los aparatos de radar se fundaron en la deteccin de tales radiaciones, y
al terminar la Segunda Guerra Mundial, el esfuerzo para poner a un alcance
prctico el radar, dio por resultado una nueva capacidad para detectar las ondas de
radio del espacio exterior. De esta forma naci la radioastronoma, y los colosales
aparatos de recepcin (radiotelescopios) fueron encarados al firmamento.
Se detectaron ondas de radio del Sol y de unos objetos brumosos que
parecan restos de estrellas, que en tiempos muy remotos haban estallado
ferozmente. Incluso se detectaron ondas de radio procedentes del centro de
nuestra galaxia, centro oculto a la vista (con respecto a la luz ordinaria) por la
existencia de grandes nubes de polvo que absorben la luz, entre el centro y
nosotros, nubes de polvo que, no obstante, las ondas de radio pueden penetrar.
Hacia 1950, se haban detectado en el cielo un millar de fuentes diferentes de
emisiones de ondas extracortas, aunque slo fue posible relacionar unas cuantas
con algo visible. Lo malo era que, incluso, las ondas de radio eran mucho mayores
que las ondas de luz corrientes; y cuanto mayores son las ondas, ms borrosa es la
visin. Tratar de encontrar la fuente exacta de un dbil haz de ondas de radio era
como querer descubrir la fuente exacta de un haz de luces visto a travs de un
cristal esmerilado. Lo nico que se percibe es una mancha luminosa.
Sin embargo, hacia 1951, gracias a una gran perseverancia y dedicacin,
pudo limitarse a una pequea zona una poderosa fuente de radiacin de ondas de
radio (llamada Cisne A). Dentro de esa zona, el astrnomo germano-americano
Walter Baade, observ una galaxia de forma especial. En un estudio ms
minucioso, la galaxia result estar formada por dos en colisin. Y sta pareci ser
la fuente de aquella radiacin de ondas extracortas: un par de galaxias en choque a

700.000.000 aos-luz de distancia.


Por primera vez se puso en claro que las ondas de radio podan detectarse a
enormes distancias. En realidad, las radiogalaxias que emitan ondas tan
poderosas como las de Cisne A podan detectarse fcilmente a distancias tan
inmensas que hasta con los ms potentes telescopios era imposible distinguir su
luz.
Los radiotelescopios podan penetrar a unas distancias fabulosas y sin
precedentes y, por tanto, retroceder en el tiempo un nmero de millones de aos
inimaginable.
Esto plante una posibilidad muy excitante para los astrnomos.
Formularon de este modo la suposicin de que todas, o virtualmente todas, las
fuentes de ondas extracortas eran galaxias muy lejanas que emitan ondas de radio
de gran intensidad por estar chocando o explotando, o sufriendo otra ingente
catstrofe. Naturalmente, slo un pequeo contingente de galaxias deban de
hallarse complicadas en tales desastres, pero el universo contiene muchos miles de
millones de galaxias, por lo que puede contener con suma facilidad algunos
millares de radiogalaxias. Y esos pocos millares son suficientes.
Pareca razonable suponer que cuanto ms dbil fuera la fuente de las ondas,
ms distante estara la galaxia. En cuyo caso, era posible contar el nmero de tales
fuentes a diversas distancias. Si la teora de la creacin continua es correcta, el
universo es siempre generalmente el mismo a travs del tiempo, por lo que debera
de haber el mismo nmero de cataclismos constantemente. De esta forma, el
nmero de fuentes de ondas de radio en un volumen de espacio dado debera de
ser un valor fijo para distintas distancias.
Si, en cambio, es correcta la teora big-bang, el juvenil universo que se
detecta a inmensas distancias debi ser ms caliente y ms poblado que en la
actualidad. Es de suponer, razonablemente, que en un universo ms joven que el
nuestro se produjesen ms catstrofes que ahora. Por tanto, el nmero de fuentes
de ondas de radio para un volumen de espacio dado debera aumentar con la
distancia.
A mediados de la dcada de los aos cincuenta, el astrnomo ingls Martin
Ryle emprendi una cuidadosa cuenta de las fuentes de radio y anunci que la
cantidad aumentaba con la distancia, de acuerdo con la teora big-bang.

Sin embargo, la labor de Ryle no fue completamente convincente. Se


apoyaba en la deteccin y la medicin de fuentes de radio muy dbiles, y unos
levsimos errores, que podan sufrirse fcilmente, bastaran para destruir por
entero la base de las conclusiones del astrnomo. De esta manera, los sostenedores
de la creacin continua del universo no perdieron la fe en sus creencias.
Como las fuentes de radio iban detectando cada vez zonas ms limitadas,
algunas en particular atrajeron la atencin de los astrnomos. Las fuentes parecan
tan pequeas que poda tratarse de estrellas individuales y no de galaxias. Si era
as, tendran que estar muy juntas (las estrellas individuales no pueden hallarse
separadas por distancias inconmesurables) y la suposicin de Ryle, segn la cual
todas las fuentes de ondas de radio eran galaxias, se vena abajo, y con ello su
conclusin. Entonces, cobrara nueva vida la teora de la creacin continua.
Entre las fuentes de ondas de radio compactas haba algunas conocidas
como 3C48, 3C147, 3C196 y 3C286. (El prefijo 3C es la abreviacin de Tercer
Catlogo de Cambridge de radioestrellas, lista compilada por Ryle y su grupo,
mientras que los otros nmeros representan la situacin de tales fuentes en la lista).
Se efectuaron grandes esfuerzos para detectar las estrellas que podan ser origen de
dichas fuentes 3C. En Amrica, Allan Sandage investig meticulosamente las zonas
sospechosas con el telescopio de 200 pulgadas de Monte Palomar, dispuesto a
registrar cualquier estrella de aspecto sospechoso. En Australia, Cyril Hazard
mantuvo su radiotelescopio enfocado hacia la fuente 3C273, mientras la Luna se
hallaba en su direccin. Cuando la Luna se mova por delante de la 3C273,
quedaba cortado el haz de ondas.
En el instante del corte, el borde lunar haba cortado obviamente la situacin
exacta de tal fuente.
En 1960 se haban descubierto ya dichas estrellas. En realidad, no eran
descubrimientos nuevos, ya que tales estrellas se hallaban registradas en anteriores
fotografas celestes, aunque siempre tomadas por simples estrellas dbiles de
nuestra galaxia. Una nueva investigacin ms completa, propulsada por sus
emisiones de ondas de radio, demostr que no se trataba en absoluto de estrellas
ordinarias. Dbiles nubes de materia parecan planear sobre un par de ellas, y la
3C273 presentaba seales de un dbil surtidor.
An ms: sus espectros, cuando fueron obtenidos por dos astrnomos, el
americano, Jesse L. Greenstein y el holands Maarten Schmidt, demostraron ser
muy peculiares. Las escasas lneas oscuras presentes estaban situadas en lugares

que no podan ser identificados con ningn elemento conocido. Era un misterio
intrigante que por un tiempo qued marginado.
En 1963, Schmidt volvi a estudiar el espectro de la 3C273. Haba seis lneas,
y de repente observ que cuatro de ellas estaban espaciadas de una forma que
recordaba una serie muy conocida de lneas que hubieran debido hallarse en otra
zona del espectro. A fin de que tales cuatro lneas estuviesen donde estaban,
haban debido sufrir un desplazamiento hacia el rojo sin precedentes. Era eso
posible? Examin los dems espectros. Si presentaban grandes desplazamientos
hacia el rojo conseguira identificar cada una de las lneas implicadas.
Al cabo de dos o tres aos, gracias a una investigacin concentrada del
firmamento, se logr descubrir cuarenta objetos con estas mismas caractersticas.
Se obtuvieron los espectros de ms de la mitad, y todos mostraron enormes
desplazamientos hacia el rojo. Uno de esos cuerpos, en realidad, retrocede a la
velocidad rcord de 240.000 kilmetros por segundo, y se calcula que se halla a
9.000 millones de aos-luz de distancia.
Sin embargo, con la existencia real de tales desplazamientos hacia el rojo, las
aparentes estrellas tenan que estar a distancias remotas, puesto que, sobre la
base del universo en expansin, un gran desplazamiento hacia el rojo siempre va
asociado con inmensas distancias. En efecto, esos cuerpos celestes se hallaban
mucho ms lejos que todos los dems del universo conocido.
A esas distancias, ciertamente no poda tratarse de estrellas. No es posible
divisar ninguna estrella corriente a tan gran lejana, y por esto se denomin a
dichos objetos con el nombre de quasi-estelares, nombre que pronto qued
abreviado a quasar.
Los quasars son una fuente estupenda de intrigas para los astrnomos. De
interpretarse sus desplazamientos hacia el rojo a la teora del universo en
expansin, y, si, en efecto, los quasars estn a muchos miles de millones de aosluz y sus propiedades son muy especiales. Para aparecer tan brillantes como
aparecen a tanta distancia, han de resplandecer con una luminosidad de diez a cien
galaxias. Y sin embargo, hay muchos motivos para suponer que no son tan
grandes. Es posible que slo tengan un dimetro de uno a diez aos-luz, y no los
cien mil aos-luz de una galaxia ordinaria.
Qu clase de cuerpos son, para tener su materia acumulada en una fraccin
tan diminuta de volumen galctico, y no obstante brillar con el resplandor de

docenas de galaxias? Existen casi tantas teoras al respecto como astrnomos, pero
con relacin a la teora de la creacin continua del universo, esas opiniones no
cuentan. Ya es suficiente que existan los quasars.
El punto clave es que haya tantos quasars tan alejados y ninguno a una
distancia inferior a mil millones de aos-luz. Esto significa que en el juvenil
universo, en el universo primitivo, haba muchos quasars, y ahora no. El nmero
de quasars (que pueden ser la fuente de todos o casi todos los haces de ondas de
radio estudiados por Ryle), puede aumentar con la distancia y, por consiguiente,
con la juventud del universo. Esto presupone que hemos detectado un cambio muy
importante del universo con el paso del tiempo: la disminucin del nmero de
quasars.
Lo que es suficiente para eliminar la teora de la creacin continua.
Es suficiente si, en realidad, los quasars son objetos sumamente lejanos. La
creencia de que lo son se apoya en la suposicin de que los inmensos
desplazamientos hacia el rojo que presentan son parte de la expansin del
universo Mas, y si no son objetos tan distantes? Supongamos que los quasars
fuesen pequeas porciones de galaxias cercanas, expulsadas de los centros
galcticos por medio de enormes explosiones. En los ltimos aos se han detectado
ejemplos de explosiones galcticas, y los astrnomos investigan atentamente las
galaxias que, por algn motivo formas raras, neblinas, signos de convulsiones
internas, parecen inslitas. Se han detectado algunos quasars no muy lejos de
esas galaxias extraas.
Coincidencia? Se hallan los quasars en la misma lnea visual que las
galaxias raras? O fueron expulsados del interior de las mismas a velocidades
monstruosas como resultado de explosiones ocurridas entre millones de estrellas?
En este caso, los quasars no estaran tan lejos de nosotros. Algunos podran incluso
estar cerca, otros lejos, y su distribucin no nos permitira desdear absolutamente
la teora de la creacin continua.
Esto es posible, mas tambin hay argumentos en contra. Supongamos que
los quasars fuesen objetos arrojados de algunas galaxias con tal fuerza que viajasen
a enormes fracciones de la velocidad de la luz. Algunos habran sido incluso
arrojados de nuestra galaxia y mostraran un gigantesco desplazamiento hacia el
rojo de carcter equvoco, si se interpretaban como representantes de un retroceso
causado por la expansin general del universo y no por la explosin especial de
una galaxia.

Sin embargo, tambin una cantidad aproximadamente igual podra haber


sido enviada hacia nosotros, acercndose a grandes fracciones de la velocidad de la
luz. Entonces, stos presentaran un gran desplazamiento hacia la zona violeta.
Podra haber otros todava que ni se alejasen ni se acercasen a nosotros, sino
que viajasen, por efecto de las explosiones, en una lnea diagonal, en direccin
lateral.
Estos quasars slo presentaran, si acaso, un pequeo desplazamiento hacia
el rojo o hacia el violeta; mas al considerar cuan cerca podran estar y lo muy
velozmente que podran moverse, alteraran sus posiciones en el cielo en una leve,
pero considerable cantidad por encima del par de aos de haber sido observados.
Sin embargo, lo cierto es que no se ha detectado ningn quasar con un
desplazamiento hacia el violeta, y ninguno que altere su posicin celeste. Slo se
han observado quasars con desplazamientos hacia el rojo, con grandes
desplazamientos hacia el rojo. Y suponer que unas explosiones relativamente
cercanas hubiesen arrojado a los quasars slo en el sentido adecuado para producir
desplazamientos hacia el rojo exclusivamente, es demasiada coincidencia.
Por tanto, el peso de las pruebas se inclina a favor de la inmensa distancia de
los quasars y de la eliminacin de la teora de la creacin continua
Naturalmente, Fred Hoyle se derrumb.
La eliminacin de la creacin continua no significa necesariamente el
establecimiento de la teora big-bang. Supongamos que existe una tercera
posibilidad que an no ha sido sugerida. Para fortalecer la teora big-bang contra
todas las posibilidades an no sugeridas, sera justo considerar algn fenmeno
profetizado por aquella teora, algn fenmeno que pudiera ser observado
actualmente.
Supongamos, por ejemplo, que el universo empez como un huevo csmico
increblemente denso, que estall. En el momento de la explosin, el calor debi de
ser tremendamente intenso, posiblemente de 10.000 millones de grados
centgrados.
En este caso, si nuestros instrumentos pudiesen penetrar lo bastante lejos,
hasta llegar al borde del universo observable, podramos retroceder lo suficiente en
el tiempo para captar un vislumbre de la radiacin que acompa al big-bang.
A temperaturas de miles de millones de grados, la radiacin tendra lugar en

forma de rayos X muy enrgicos.


Sin embargo, el universo en expansin alejara esta fuente inusitada de rayos
X casi a la velocidad de la luz. Esta increble velocidad de retroceso tendra el
efecto de debilitar grandemente la energa de la radiacin; debilitara hasta el
punto de que llegara a nosotros en forma de ondas de radio con cierto conjunto de
propiedades. Por los aos sesenta se calcularon cules podan ser esas
propiedades.
Despus, a principios de 1966, se detect en el cielo un fondo muy dbil de
radiacin extracorta; esta radiacin encajara con la teora big-bang. Esto se ha
comprobado y no slo parece haberse eliminado por completo la teora de la
creacin continua, sino haberse detectado ya la inmensa explosin del universo
primitivo.
Si es as, hemos perdido algo. Al enfrentamos con nuestra propia muerte
individual, era posible, incluso para los que no tenan fe en una existencia
posterior, hallar algn consuelo. La vida continuara. En un universo de creacin
continua, sera posible concebir una Humanidad que se trasladase, en caso
necesario, de una galaxia vieja a otra joven, existiendo as la Humanidad a travs
de todo lo infinito y por el infinito. Es sta una visin colosal, divina, que sealara
la muerte del individuo como algo carente de consecuencias.
Sin embargo, en el esquema big-bang, nuestro universo tiene un
principio, y un final. O ha de extenderse de manera ms tenue y delgada
mientras todas las galaxias envejecen y las estrellas perecen una a una, o ha de
llegar a su mxima extensin y sufrir otro cataclismo, volviendo al cabo de
tantsimos miles de millones de aos de existencia momentnea a ser un huevo
csmico.
En cuyo caso, la Humanidad, tal como la conocemos, ha de dejar de existir, y
acabarse el sueo de la divinidad. Hemos vuelto a descubrir la muerte y el Homo
sapiens, como especie, igual que los hombres como individuos, han de aprender a
enfrentarse con el inevitable fin.
Aunque si el universo oscila, y si el huevo csmico se renueva cada 100.000
millones de aos, aproximadamente, explotar otra vez; y entonces, quizs en un
nmero infinito de universos sucesivos, se formar una Humanidad inteligente (o
varias), que pueda preguntarse respecto al principio y al fin de todo esto.

Segunda parte

RELATIVA A LO MAS O MENOS DESCONOCIDO

3. OTRA VIDA

20. Una ciencia en busca de un sujeto

Supongo que todos habris escuchado el spero comentario sobre el milagro


de producirse drogas en tal profusin que algunas son tiles para enfermedades
que todava no se han descubierto. Esta idea de una cura sin enfermedad es
anloga al estado de la nueva ciencia llamada exobiologa, un campo de estudios
sin nada que estudiar.
La palabra exobiologa fue inventada por el bilogo norteamericano,
ganador del Premio Nobel, Joshua Lederberg. Significa fuera de la biologa, o sea
el estudio de las formas de vida ms all de la Tierra.
Cules son las formas de vida fuera de la Tierra? ste es el fallo. No
conocemos ninguna, aunque sospechamos que exista alguna. En el espacio habr
estrellas o soles como el nuestro en torno a los cuales unos planetas den vueltas
como ocurre en nuestro sistema solar
Y cules sern sus formas de vida? Cmo las nuestras? O casi iguales?
Cmo algo jams soado? No lo sabemos.
En el sistema solar puede haber formas de vida en Marte, puesto que en la
Luna ya sabemos que no hay ninguna O s? Las exploraciones lunares del
programa Apolo han sido, en realidad, muy limitadas en sus radios de accin y
en el tiempo, y aunque la conclusin casi indudable es que en la Luna no existe
ninguna forma de vida, la exploracin del planeta no ha sido todo lo exhaustiva
que deba ser para afirmar tal cosa.
La especulacin es libre, y si ahora, en general nos faltan sujetos y temas que
estudiar a este respecto, no faltan conceptos a considerar en la quietud de nuestras
mentes. En este sentido, Lederberg es un exobilogo; lo mismo que los astrnomos

William M. Sinton, del Observatorio Lowell; Stephen H. Dole, de la Corporacin


Rand; Carl Sagan, del Observatorio de Harvard, y el qumico Harold C. Urey, de la
Universidad de California.
Dole, por ejemplo, en su obra Planetas habitables para el hombre, llega a la
conclusin (ver Captulo 22) de que solamente en nuestra galaxia es probable que
existan unos 640.000.000 de planetas semejantes a la Tierra, capaces de mantener
formas de vida. (Tengamos en cuenta que existen miles de millones de galaxias en
el universo). Sagan va ms lejos todava. Piensa que es razonable suponer que
puede haber en nuestra galaxia hasta 1.000.000 de planetas que no slo sostengan
formas de vida, sino vida inteligente y civilizaciones avanzadas. Incluso se
pregunta si las formas de vida inteligente de otros mundos visitaron la Tierra en
un pasado distante, y cita los antiguos mitos de Babilonia, al efecto de que la
civilizacin de la primitiva Tierra se fund gracias a seres no humanos de
profunda sabidura.
Mas, cmo especular cuando no hay nada en que apoyarse? Cundo no
existe ni la menor vida exterior que sirva de gua? La respuesta es que necesitamos
tener algo con que continuar adelante. Conocemos un planeta plenamente
infestado de vida: el nuestro. Aunque se suponga que es arriesgado extraer
conclusiones respecto a la vida en general del universo, derivando tales
conclusiones de la vida de nuestro planeta, y que hacerlo sera excesivamente
egosta, en realidad existen argumentos que justifican esta postura.
En primer lugar, la Tierra no es un planeta raro ni inslito, qumicamente
hablando. Los astrnomos, en su estudio sobre la composicin de las estrellas y de
la materia existente entre las mismas (basado en la naturaleza de la luz emitida o
absorbida), han llegado a tener nociones bien definidas respecto a la abundancia
relativa de los diferentes productos qumicos del universo.
Los dos elementos ms abundantes son los gases ligeros: hidrgeno y helio.
La gravedad terrestre era demasiado dbil y sus temperaturas demasiado elevadas
durante el proceso de la formacin planetaria para que dichos gases fuesen
retenidos. Otros gases como el nen y el argn tambin se perdieron, mas aparte
de sos, la estructura terrestre es semejante en naturaleza y proporciones a la
general del universo.
La Tierra, por tanto, es un planeta normal y tpico, que no est formado
por elementos raros que, a travs de un fallo o capricho de la Naturaleza, sirve
para mantener vida. En realidad, si descubrimos un planeta en el universo con una

masa y una temperatura similares aproximadamente a las de la Tierra, podremos


estar casi seguros de que estructural y qumicamente ser igual a aqulla.
Entonces, con un planeta como la Tierra, qu clase de vida podemos
esperar hallar en l? Para responder a esto, veamos antes qu clase de vida es
posible que contenga el universo.
En toda la Tierra slo hay una forma bsica de vida.
Toda la vida terrestre, desde el virus ms simple a la mayor ballena y a un
rbol de palosanto, se basa en las protenas y los cidos nucleicos (ver Captulo 6).
Toda la vida utiliza las mismas vitaminas, los mismos tipos de cambios qumicos,
los mismos mtodos para liberar y utilizar la energa. Toda la vida sigue un solo
sendero, por mucho que varen las distintas especies en sus detalles particulares.
Adems, la vida terrestre, que se inici en el mar, se compone precisamente
de los elementos que son, y fueron, comunes en el mar. No existen ingredientes
misteriosos, cosas raras y mgicas incluidas en el conjunto gracias a un extrao
azar.
Otro planeta, con la masa y la temperatura de la Tierra, tambin debera
poseer ocanos de agua, y el mismo tipo de sales disueltas. Por tanto, debera
desarrollar una vida basada en los mismos elementos qumicos que la nuestra. Se
deduce de ah, pues (habiendo llegado ya tan lejos), que tambin debe moverse por
el mismo sendero general por el que lo hace la vida en la Tierra? En esto no
podemos estar seguros. Los elementos qumicos de la vida pueden combinarse de
muchas maneras diferentes. Supongamos que en los primitivos tiempos de la
Tierra, cuando la vida se estaba formando en los ocanos, se propusieron mil
esquemas distintos de vida. Supongamos asimismo que un esquema particular
venci sobre los dems, tal vez por suerte; la supervivencia de este esquema podra
ahora damos una falsa impresin de que es el nico e inevitable esquema.
Naturalmente pudo ser as, mas las pruebas que poseemos apuntan en otra
direccin. Desde los aos cincuenta, los qumicos han tratado de imitar las
condiciones qumicas existentes en la primitiva Tierra, y han observado que
molculas muy complejas se han desarrollado espontneamente de las simples
sustancias que a la sazn existan (ver Captulo 9).
Los componentes que se formaban en tales experimentos eran los mismos
elementos familiares que componen nuestro cuerpo: los aminocidos, de donde

surgen nuestras protenas; los nucletidos, de donde se derivan los cidos


nucleicos; los anillos de porfirina, de donde se forman la clorofila y la
hemoglobina.
Todas las sustancias formadas de sistemas que imitaban el ocano primitivo
se hallan en un amplio camino conducente a nuestra particular clase de vida. No
hay la menor seal de cambio, ninguna insinuacin de un camino lateral. An
podra presentarse en un futuro ms o menos lejano, mas un experimento tras otro
han disminuido tal posibilidad.
En un planeta como el nuestro, la base qumica de la vida ha de ser, por
tanto, similar a la de la Tierra. No tenemos motivos para pensar lo contrario.
Adems, la tendencia general de la evolucin habra de ser la misma. Las presiones
de la seleccin natural tienden a llenar todas las posibles regiones de un planeta
con organismos adaptados a tales regiones. En la Tierra, despus del desarrollo de
la vida en el mar, hubo una invasin gradual del agua corriente por organismos
que podan conservar la sal, una invasin de la tierra seca por organismos
adaptados para conservar el agua, y una invasin del aire por organismos
adaptados al vuelo.
Todo esto ha de haber sucedido igualmente en otro planeta semejante al
nuestro, por lo que la novedad tendra su lmite. En un planeta como la Tierra, un
ser volador slo podra tener un tamao dado si el aire ha de sostenerle; un ser
marino tendra que ser de lneas aerodinmicas o de movimientos lentos, y as
sucesivamente.
Es muy razonable, por tanto, suponer que la vida de otros mundos
desarrolle unos rasgos reconocibles, basados en la utilidad general. Dichos seres
tendran que conservar la simetra derecha-izquierda. Deberan tener una cabeza
diferenciada, en donde se concentrasen el cerebro y los rganos sensoriales. Entre
los mismos, se hallaran los de la vista, como nuestros ojos. Las formas ms activas
cometeran otras formas, como vegetales, y es probable que respirasen oxgeno, o
lo absorbiesen de alguna forma.
En resumen, la vida de un planeta semejante a la Tierra no sera
completamente extraa a la nuestra. Indudablemente, diferira drstica y
completamente en sus detalles. (Quin poda predecir la forma del platipus antes
del descubrimiento de Australia, o las de los peces de las profundidades abisales
antes de ser vistos por vez primera?). La vida puede variar en muchos detalles y en
muchas direcciones. Aunque la qumica sea la misma y similar el plan de

estructura general, las variaciones posibles de este tema son tan inmensas que es
extremadamente improbable que, ni siquiera por casualidad, ocurran las mismas
variaciones en otro planeta como la Tierra. Sera demasiada coincidencia que una
criatura extraterrestre se pareciese a un hombre; incluso sera esperar demasiado
un vago parecido. Sin embargo, habra entre ellos y nosotros diversos factores en
comn, que nos obligara a aceptarlos si no como hermanos, al menos como
primos lejanos nuestros.
Mas, por desgacia, no existe a nuestro alcance ningn planeta semejante a la
Tierra. Dentro del sistema solar, Venus se parece a la Tierra en la masa, pero est
demasiado caliente para que pueda haber all algo semejante a nuestra clase de
vida. Marte, por otra parte, tiene una temperatura parecida a la de la Tierra (algo
ms fra), pero slo tiene una masa de algo ms de la dcima parte terrestre y, por
tanto, retiene muy poca atmsfera. Especialmente, no posee oxgeno y apenas
agua.
Mas, es necesario el oxgeno para la vida? El oxgeno de nuestra atmsfera
es muy probable que est ah slo por ser producido por las plantas verdes (ver
Captulo 13). Antes de desarrollarse los vegetales verdes probablemente no haba
oxgeno en el aire, y la vida se haba iniciado sin l. Incluso hoy da, existen formas
bacterianas que no necesitan oxgeno para sobrevivir. Para algunas, el oxgeno
resulta incluso venenoso. Dichas bacterias podran ser restos de vida, restos
supervivientes del perodo de la primitiva Tierra carente de oxgeno.
No tenemos pruebas de que haya existido nunca una vida sin oxgeno ms
avanzada que las bacterias, pero no estamos seguros. Sin embargo, es mejor
suponer que la vida en Marte, puesto que no hay oxgeno o muy poco, ha de ser
muy simple.
Hacia 1960, hubo grandes esperanzas de que en Marte pudiesen existir
formas vegetales muy simples. En aquel planeta hay zonas de color verde que
varan con la estacin del ao, como si se tratase de una vegetacin que, a veces se
extiende, y otras se retrae. Sinton estudi la luz reflejada desde Marte y dedujo la
presencia de elementos qumicos semejantes a los hallados en los vegetales
terrestres. Ciertas formas simples de vida vegetal se han desarrollado en la Tierra
bajo condiciones marcianas: fro intenso, poca agua, sin oxgeno, y han
sobrevivido. En realidad, formas simples de vida, como bacterias y hongos,
tambin han sobrevivido en condiciones semejantes a las de la atmsfera an ms
hostil de Jpiter, cargada de metano y amonaco, gases ordinariamente venenosos.

Por desgracia, los signos de vida de Marte son inciertos y han quedado
bastante desacreditados. Sinton descubri que la luz reflejada de Marte poda
interpretarse en forma que no implicaba una vida vegetal. Sagan ha desarrollado
una teora que explica la propagacin y retirada de las zonas de verdor sin postular
formas de vida. Peor todava, la sonda de Marte: Mariner IV que vol hacia all en
julio de 1965, y tom fotografas de su superficie, nos demostr la existencia de
muchos crteres en el planeta rojo. La existencia de tales crteres parece indicar la
ausencia de erosin y, por tanto, la ausencia permanente de agua, algo que rebaja
las posibilidades de que alguna vez haya habido vida en Marte.
Sin embargo, no se han perdido todas las esperanzas. Algunos astrnomos,
incluyendo al propio Sagan, siguen argumentando sobre la posibilidad de la vida
en Marte; y aunque las probabilidades no sean muchas, ni aun para los ms
optimistas, una de las perspectivas ms fascinantes de la exploracin marciana
estriba en la oportunidad de estudiar la vida exterior. Si tal vida se halla presente
en Marte, aunque sea en formas muy simples, la ciencia de la exobiologa habr
dado un gran paso adelante.
Suponiendo que la estructura qumica de la vida marciana (si existe) fuese
igual bsicamente a la nuestra, que las formas de vida se componen de protenas y
cidos nuclicos edificados segn los mismos bloques de construccin, la
suposicin de que toda la vida es una bsicamente, en cualquier planeta
remotamente semejante al nuestro, se vera tremendamente fortalecida.
Por otra parte, si las formas de vida marcianas son bsicamente distintas en
su aspecto qumico, ello an sera mejor. Por primera vez, los cientficos podran
estudiar un esquema vital diferente al nuestro. Y los conocimientos as obtenidos
sobre la vida de la naturaleza en general (los factores comunes en dos esquemas de
vida bsicamente distintos) podran ser de una importancia incalculable.
Por todo esto, los cientficos no desean aguardar a que el hombre aterrice en
Marte para determinar si all existe vida. Es por esto que actualmente se estn
desarrollando instrumentos que pueden aterrizar automticamente en Marte para
comprobar la presencia de vida. (ste es el propsito de la exobiologa aplicada).
Estos instrumentos se construyen con el fin de expulsar cuerdas o cintas pegajosas
u otros aparatos que recojan partculas y polvillo marciano. Dicho polvillo y
partculas de Marte, posiblemente conteniendo clulas vivas, seran sumergidas en
lquidos con sales en suspensin junto con elementos nutritivos, capaces de
soportar la vida terrestre, y los instrumentos registraran y transmitiran a la Tierra
datos sobre cualquier cambio producido en la basicidad o acidez de los lquidos[9].

O registraran la formacin de dixido de carbono o la presencia de reacciones


especficas que slo pueden tener lugar mediante enzimas.
Dichos cambios, o algunos de ellos, constituiran una prueba absoluta, no
slo de la presencia de vida en Marte, sino de la presencia de una vida basada en
los mismos principios qumicos que los de la Tierra.
Mas, y si no se detecta cambio alguno? No tendra entonces vida el planeta
Marte? O los instrumentos habran ido a parar a una zona estril? O las formas
qumicas de Marte se niegan a vivir y crecer en los elementos qumicos enviados?
No podemos saberlo con certeza. Para esto tendremos que esperar a poner el pie en
Marte.
La Luna nos ha dado ya algunas insinuaciones. El hombre ha estado ya en
nuestro satlite natural, sin haber hallado vida en absoluto, al menos por el
momento. No obstante, puede haber aire y hasta restos de agua bajo la superficie
de algunas zonas o en el interior de algunos crteres, pudiendo incluso existir
formas de vida muy simples.
Los datos obtenidos hasta el presente parecen indicar lo contrario, pero
todava estn todas las muestras lunares bajo estudios especiales y rodeados del
mayor secreto. Adems, repetimos, las exploraciones lunares, a pesar de su
espectacularidad, debida en gran parte a la televisin, han sido breves y
sumamente limitadas por razones obvias de comprender. Si hubiese, a pesar de
todo, una vida lunar bsicamente diferente a la de la Tierra, el resultado sera tan
satisfactorio como el obtenido con un viaje a Marte.
Si, en cambio, la vida lunar estuviese basada en la qumica terrestre, no
podramos estar tampoco seguros de su significado. En la Luna han aterrizado ya,
desde hace tiempo, objetos terrestres y, a pesar de nuestros esfuerzos por
esterilizarlos, pueden haber contaminado la superficie lunar.
Peor an: algunos astrnomos creen que en el pasado, cuando la Tierra y la
Luna estaban ms cerca entre s y el bombardeo meterico era ms intenso,
materias de un planeta pudieron pasar al otro. Recientemente, Urey especul con
la idea de que pas a la Luna una cantidad suficiente de agua terrestre para formar
lagos de breve tiempo de duracin. En tal caso, la Luna pudo haberse contaminado
con formas de vida terrestre millones de aos antes de iniciarse el programa
Apolo, por lo que cabra esperar de Marte una visin ms clara de la verdadera
exobiologa.

A pesar de todos los clculos, tenemos que volver a la declaracin inicial de


que a la exobiologa le falta, en realidad, un sujeto de estudio. Hasta ahora slo
poseemos especulaciones, muy atractivas, cierto, pero nada sustanciales.
Muchos bilogos (especialmente el importante zologo de Harvard, George
Gaylord Simpson, lector de ciencia-ficcin, y muy imaginativo por consiguiente, y
Theodosius Dobzhansky, de la Universidad de Rockefeller, tambin hombre de
gran inteligencia y osada mental) se hallan impacientados al tomar con
entusiasmo excesivo una ciencia todava falta de contenido.
Indudablemente, los exobilogos han de proceder lentamente, paso a paso.
Paso 1: Tienen que aferrarse firmemente al nico tipo de vida que
conocemos: el nuestro.
Paso 2: Han de indagar en cmo sus modestas conclusiones, basadas en las
pruebas reunidas en la Tierra, se sostienen en contra de la realidad de la Luna y
Marte, despus de haber sido ambos mundos estudiados a conciencia por el
hombre y sus instrumentos.
Paso 3: Antes de dar este paso, aguardemos a haber dado el paso anterior.

21. Nosotros, los intermedios

En la Tierra, la vida se ha desarrollado en muchas direcciones, adecundose


a una tremenda variedad de ambientes, y adoptando formas que apenas hubiera
podido inventar la ms desatada de las imaginaciones.
Mas todas las variaciones y modificaciones existentes en la Tierra son, en
cierto modo, superficiales. Pese a todas sus maravillosas diferencias, la vida en la
Tierra es solamente una variacin imaginativa de un solo tema qumico (ver
Captulo 20), y la vida en cualquier planeta de apariencia terrestre tendra que ser
una serie de variaciones sobre el mismo y perpetuo tema.
Tal vez no sea esto excesivamente sorprendente. Tal como nosotros
entendemos la vida, ha de consistir en molculas bastante grandes y complejas

para adaptarse a las necesidades flexibles y numerosas del tejido vivo. Deben de
ser muy estables, a pesar de su complejidad, para retener su estructura bajo ciertas
condiciones, y bastante inestables para cambiar caleidoscpicamente bajo otras
condiciones. Dichas molculas, grandes y complejas, estables e inestables a la vez,
no se producen fcilmente. En los seres y cosas vivos de la Tierra, las molculas
ms importantes de este tipo son las protenas y, por lo que sabemos, nada ms
puede sustituirlas. Adems, los cambios sufridos por estas protenas en el proceso
vital slo pueden tener lugar en un fondo acutico. La vida se inici en el ocano, y
hasta las diversas formas de vida de la tierra seca todava contienen del 50 al 80
por 100 de agua.
El tema qumico, por tanto, sobre el cual la vida interpreta sus variaciones,
aqu y posiblemente en todos los planetas sostenedores de vida y del tipo terrestre,
es la protena en el agua. (Con la estructura proteica supervisada por un complejo
sistema de cidos nucleicos). Si hemos de tropezar con seres vivos de un planeta
tipo Tierra, no podemos predecir si tendrn alas, tentculos, la piel verde, diez
pies, cabezas en forma de cpula o colas bifurcadas. Pero s podemos adelantar
que, sea cual fuere su forma, estarn formados por protenas en el agua bajo la
supervisin de los cidos nucleicos.
Pero, y la vida en otros planetas distintos de la Tierra? Y en los planetas
tan prximos a su Sol que su superficie est lo bastante caliente para fundir el
plomo? Y los planetas tan alejados de su Sol que el agua est eternamente helada?
Estn condenados tales mundos a una eterna esterilidad? As tendra que ser,
ciertamente, si toda la vida estuviera basada slo en las protenas en agua.
Pero, toda la vida es igual? Estamos seguros de que no existen otros temas
vitales? Supongamos, por ejemplo, que en un mundo en que no existe, ni ha
existido jams, agua lquida, gracias a una temperatura eternamente helada, haya
una sustancia que a temperaturas bajsimas pueda ocupar el lugar del agua. En
realidad, tal sustancia existe y se llama amonaco.
Todo el mundo est familiarizado con el amonaco embotellado, que parece
agua y tiene un olor picante. Esto no es amonaco verdadero, sino una disolucin
de amonaco en agua.
El verdadero amonaco es un gas a temperatura ordinaria, un gas picante,
lacrimgeno, venenoso. En las condiciones terrestres no se lica hasta una
temperatura de 33 C bajo cero! No se hiela hasta una temperatura de 78 C bajo
cero. La amplitud trmica de su fase lquida cambia con la presin atmosfrica de

un planeta, pero bajo cualquier condicin sigue siendo un lquido a 50 grados por
debajo del punto de solidificacin del agua.
Los mundos fros de nuestro sistema solar, como Jpiter y Saturno, poseen
atmsferas densas, compuestas principalmente de hidrgeno y helio, mas tambin
contienen mezclas ricas en amonaco y metano. Tal vez algunos de los mayores
satlites de dichos planetas contengan tambin tales atmsferas. En efecto, existen
buenos motivos para creer que todos los grandes planetas fros poseen esta clase
de atmsfera.
Es concebible, entonces, que esos planetas, incluso con el agua convertida en
hielo muy slido, puedan poseer ocanos de amonaco lquido, donde se haya
desarrollado una vida completamente diferente a la nuestra.
La conducta qumica del amonaco se parece mucho a la del agua. Los
qumicos han desarrollado y demostrado una qumica de sustancias disueltas en
amonaco, anloga a la qumica ordinaria de las sustancias disueltas en el agua; por
lo que el tema protenas en amonaco resulta muy fascinante en condiciones en que
la temperatura sea demasiado fra para las protenas en agua.
Una qumica vital basada en este nuevo tema tendra que diferir
radicalmente de todo lo que conocemos. Nuestras protenas, suficientemente
activas para participar en los procesos vitales a las temperaturas acostumbradas, se
tornan demasiado perezosas a las temperaturas del amonaco lquido, demasiado
inertes para soportar las complejidades de los rpidos cambios requeridos por
nuestra vida. Sin embargo, hay muchas estructuras qumicas demasiado activas,
demasiado inestables, para existir durante ms de una fraccin de segundo a la
temperatura de congelacin del agua. Estas estructuras se toman estables a
temperaturas inferiores, pudiendo entonces poporcionar una base prctica para la
vida.
Los organismos terrestres ingieren alimentos que contienen molculas
complejas de tomos de carbono e hidrgeno. (Las plantas no ingieren tales
alimentos, pero fabrican molculas complejas utilizando la energa solar). Los
tomos de hidrgeno se combinan con el oxgeno de la atmsfera, y la energa
liberada soporta la vida.
Pero en los planetas fros no hay oxgeno en la atmsfera. En cambio, hay
hidrgeno. Tal vez el alimento de los seres amoniacales seran molculas complejas
ricas en tomos de carbono y oxgeno, molculas de tipo demasiado inestable

para existir a la elevada temperatura de la Tierra. Los tomos de oxgeno de tales


alimentos se combinaran con el hidrgeno absorbido de la atmsfera. La energa,
al fin y al cabo, se obtendra tan fcilmente como en el proceso inverso, o sea, en
este caso el nuestro.
Aunque un planeta fuese demasiado fro para que el amonaco
permaneciese en estado lquido (y la mayora de los planetas exteriores de nuestro
sistema solar, por ejemplo, Urano y Neptuno, son demasiado fros), no se habra
perdido toda esperanza de alguna forma de vida.
Existe el metano que, en la Tierra, es el elemento principal del gas natural.
Si se quema, sirve para guisar y calentar las viviendas. El metano cuesta ms de
licuar que el amonaco, ya que se convierte en lquido a 184 grados centgrados
bajo cero.
El metano, sin embargo, es una sustancia completamente diferente del
amonaco o el agua en sus propiedades qumicas. Las protenas ordinarias no se
combinan bien con l. Mas s las sustancias grasas, y tal vez en los planetas muy
fros sean las molculas grasas las que reemplacen a las protenas. En realidad,
existen complejas molculas grasas, incluso en organismos terrestres, y algunas
son tan complicadas como las protenas; por lo que no es una fantasa el tema vital
de grasa en metano.
Y los planetas calientes que estn cerca de un sol? Esos mundos son
demasiado pequeos y carecen de una atmsfera normal, normal segn la
nuestra. Puede haber en pequeas cantidades gases poco apetecibles, como el
vapor de azufre y el de mercurio. Ciertamente, no hay agua, pues de existir alguna
en su principio, hace millones de aos que ya se habra evaporado.
Tal vez la vida pudiera desarrollarse en sustancias lquidas a temperaturas
muy elevadas. El azufre (parecido qumicamente al oxgeno), es lquido entre las
temperaturas de 119 y 444 grados centgrados. Podra existir una vida fundada en
el azufre? En este caso, seguramente no se basara en las protenas ordinarias,
demasiado inestables a temperaturas altas.
La protena ordinaria y todas las complejas molculas del tejido vivo,
incluyendo las del cido nucleico que presenta el mismo proceso, se componen en
su mayor parte de tomos de hidrgeno y carbono, con algo de oxgeno, nitrgeno,
azufre y fsforo, como tomos menores. Nuestras molculas ordinarias son, en
realidad, derivados de hidrocarbonatos.

Durante la Segunda Guerra Mundial, no obstante, como resultado de una


investigacin sobre la bomba atmica, los qumicos descubrieron que los tomos
de hidrgeno de tales molculas podan sustituirse por tomos de flor (el flor es
un gas venenoso y muy corrosivo). Las molculas de fluorcarbonato resultantes
posean ciertas propiedades como la de los hidrocarbonatos, pero eran mucho ms
estables. Los complejos elementos qumicos formados de derivados de los
fluorcarbonatos seran excesivamente estables para componer un ser vivo, pero a la
temperatura del azufre lquido podran resultar bastante inestables. (Es difcil
juzgar por las molculas simples de un tipo especial cules seran las propiedades
de las variedades ms complejas del mismo tipo). Por ejemplo, una molcula
fabricada por el hombre, como la de nylon, tiene semejanzas bsicas con las
combinaciones atmicas de las protenas.
Si el nylon, tan estable e inerte, fuese el nico compuesto de su tipo a
estudiar, quin hubiese podido nunca predecir la posible existencia de las
complejas e inestables protenas con su reactividad y versatilidad? Otro tipo de
molculas que podran concebiblemente formarse como estructuras complejas y
capaces de sobrevivir a temperaturas elevadas son las siliconas. Estn formadas,
esencialmente, por cadenas de tomos de slice y oxgeno, como las rocas de
nuestro planeta. Unidos a dichas cadenas para otorgarles versatilidad, hay grupos
de hidrocarburos (o grupos de fluorcarbonatos a elevadas temperaturas).
Tales siliconas se han desarrollado en los laboratorios, en las ltimas
dcadas. Las siliconas slidas sirven, entre otros fines, como una especie de goma
artificial, mientras que las lquidas se han empleado como fluidos hidrulicos.
Podemos imaginarnos la vida en los planetas calientes en unas formas de
tejidos esponjosos y una sangre de tipo hidrulico, viviendo en charcos de azufre
lquido? En los planetas calientes ningn ser vivo necesitara utilizar reacciones
qumicas como fuente de energa. Con un sol diez veces mayor y ms brillante que
el nuestro (es decir, visto desde la Tierra), los seres vivos de fluorcarbonato o
siliconas, podran absorber la energa directamente del horno solar.
Es posible que en un futuro ms o menos distante nos encontremos con
esos seres? Al fin y al cabo, aunque nunca lleguemos a las estrellas, por la poca en
que vivan nuestros nietos habremos explorado ya los planetas de nuestro sistema
solar. Y ah, con excepcin de Marte y sus posibles formas vegetales simples,
habremos investigado, o investigaremos, mundos completamente distintos a
nuestra Tierra. Qu hallaremos en un planeta caliente como Mercurio? Slo rocas
muertas y azufre humeante? Qu encontraremos en un mundo como Titn, el

mayor satlite de Saturno? Slo hielo endurecido y vientos de metano? No lo


sabemos con certeza.
Ya hemos cambiado radicalmente de ideas al aceptar el hecho de que tal vez
no somos las nicas criaturas vivas del universo; ni siquiera, tal vez, las nicas
inteligentes. Ensancharemos algn da nuestras ideas ms an, y nos aceptaremos
como ejemplo de uno solo de los distintos y posibles temas vitales? En este caso,
hasta es posible que estudiemos, con plena fascinacin, la extraa qumica vital de
los fluorcarbonatos o las siliconas calientes, y de los metanos y amonacos fros,
considerndonos a nosotros mismos como meros ejemplos de intermedios
formados por protenas en agua.
Por qu no? En Ciencia, como en todo lo humano, es la posibilidad de lo
inesperado lo que da sabor a la investigacin.

22. Hay alguien ah?

Sit, Jessica. Look how the floor of heaven


Is thick inlaid with patines of bright gold;
Theres not the smallest orb which thou beholdst
But in his motion like an angel sings,
Still quiring to the young-eyed cherubins.
Such harmony is in immortal souls;
But whilst this muddy vesture of decay
Doth grossly close it in, we cannot hear it[10].
As habla Lorenzo en El mercader de Venecia, de Shakespeare, como aorando
or la msica de las esferas, pero sabiendo que es imposible.
Desde los tiempos del bardo de Avon, el hombre ha superado parte del

obstculo que representa su envoltura de podredumbre carnal, gracias a nuevos


instrumentos: telescopios, espectroscopios, cmaras fotogrficas y amplificadores
de microondas. Hoy da podemos captar la cancin de las esferas en una forma
literal, ya que el universo radia ondas extracortas. Traducidas en sonido, parecen
ruidos estticos (los llamados parsitos atmosfricos), speros y bruscos, pero para
los hechizados odos de los astrnomos, representan un cntico anglico.
Desde algunas zonas invisibles del cielo llegan a nosotros ondas que no
provienen de otras partes. Dos zonas de esta clase fueron descubiertas hacia 1960,
incluidas en una lista de fuente de ondas de radio celestes, formulada por el
Instituto Tecnolgico de California. Segn su numeracin en dicha lista, a las
fuentes en cuestin se les llam CTA-21 y CTA-102. En 1963, un equipo de
astrnomos angloamericanos indic que tales fuentes eran dignas de estudio, y en
octubre de 1964, un famoso astrnomo sovitico, Nikolai S. Kardashev,
proporcion algunos resultados de este estudio.
Lleg a la conclusin de que los fenmenos naturales del universo
inanimado no podan ser responsables de las radiaciones de CTA-21 y CTA-102.
Sugiri, en cambio, que tal vez estuvisemos observando ondas de radio enviadas
por seres inteligentes de alta eficiencia tecnolgica.
Hay que achacar tales declaraciones a la fantasa exaltada de un
astrnomo? En absoluto! Es sumamente improbable, naturalmente (como admiti
el propio Kardashev), mas no una fantasa. Desde la Segunda Guerra Mundial, los
astrnomos se han ido convenciendo de que en las inmensas profundidades del
espacio existen seres inteligentes. Esto se debe, principalmente, a las teoras
actuales sobre el origen del sistema solar y la vida.
Existen dos teoras generales sobre el origen del sistema solar: la catastrfica
y la evolucionista. Segn la primera, cuando dos estrellas pasan cerca una de otra,
son extradas de cada una enormes mareas de materia, que se condensa en forma
de planetas. Segn la segunda teora, una estrella se forma de una enorme nube de
polvo y gas en torbellino, y de la materia extrada de los bordes de esta nube se
forman automticamente los planetas, en tanto que en el centro toma forma una
estrella.
Durante la primera mitad del siglo XX, se acept generalmente la teora
catastrfica. Pero, a medida que se iba comprendiendo mejor la naturaleza interna
de las estrellas, los astrnomos fueron descartando tal teora. La materia extrada
del Sol por medio de una estrella cercana no podra condensarse en forma de

planetas, ya que estara demasiado caliente.


En 1944, el astrnomo alemn Carl F. von Weizscker, dio a conocer una
nueva versin de la teora evolucionista que mereci una gran aprobacin. Los
astrnomos discuten actualmente sobre el modo de contrarrestar varias
dificultades, pero de manera virtual todos estn de acuerdo en que la teora
evolucionista es ms plausible que la otra.
Esto es muy importante para la cuestin relativa a la existencia de otros
seres inteligentes. Si los planetas se originasen por medio de cataclismos, habra
muy pocos en el universo, ya que las estrellas, virtualmente, jams se acercan unas
a otras.
Sin embargo, si los planetas se forman como parte de los naturales cambios
evolutivos sufridos en la formacin de una estrella, seran excesivamente comunes.
Prcticamente, cada estrella tendra una serie de planetas, teora aceptada hoy da
por los astrnomos.
Cuntos planetas pueden ser semejantes a la Tierra para que sean moradas
de la vida, tal como la conocemos nosotros? El doctor Stephen H. Dole, de la
Corporacin Rand, trat de contestar a esta pregunta sobre la base de los
conocimientos actuales.
En nuestra galaxia, la Va Lctea, indic, se calcula que existen 135.000
millones de estrellas. De stas, no obstante, slo las de cierto tamao pueden ser
soles de planetas convenientes, como el nuestro. Dichos planetas, adems, han de
poseer ciertos tamaos, estar a cierta distancia de su estrella, girar con un
determinado perodo de rotacin, etc., antes de poder ser considerados semejantes
a la Tierra.
Tomando en cuenta todas estas consideraciones razonables, el doctor Dole
concluy que existen unos 640 millones de planetas semejantes a la Tierra
esparcidos por nuestra galaxia.
Si dichos planetas se hallasen distribuidos regularmente por toda la galaxia,
el ms cercano se hallara a 27 aos-luz de distancia (equivalente a 255 billones de
kilmetros). Dentro de un radio de cien aos-luz en torno a la Tierra, habra
entonces unos cincuenta planetas semejantes a ella.
Podran tales planetas contener vida? La conclusin es ciertamente
afirmativa. Experimentos recientes parecen demostrar que la vida no es un

accidente casual derivado de una combinacin casual de productos qumicos, sino


que tiende a originarse all donde las condiciones son similares a las de la primitiva
Tierra (ver Captulos 20 y 21).
Mas, cuntos de esos planetas soportaran una vida inteligente?
La ciencia tropieza aqu con el mayor escollo. Es imposible predecirlo. La
vida en la Tierra exista ya desde dos o tres mil millones de aos antes de que se
desarrollaran especies inteligentes. Y, no pudo ser este desarrollo un accidente
casual? No hubiera sido posible que la vida hubiese continuado existiendo en la
Tierra sin desarrollar inteligencia?
No conocemos la respuesta a esa pregunta (y el doctor Dole no se aventur a
sacar conclusiones), pero aunque la inteligencia slo se presente en uno entre un
milln de planetas apropiados para mantener vida, todava tendramos casi mil
especies inteligentes diseminadas por esta galaxia. Y en este caso, sus actividades
tal vez podran ser conocidas si nosotros prestamos odo atento y sutil,
especialmente, si por algn motivo, dichas especies inteligentes tratan de hacerse
or. No es probable que oigamos algo semejante prestando atencin al universo,
pero tampoco es imposible.
Si quisiramos enviar un mensaje a una forma de vida de un planeta que
orbite en tomo a una estrella, o recibir un mensaje de aqul, algunas seales
tendran que cruzar vastos abismos espaciales. Por nuestra parte, recibimos tres
clases distintas de seales desde el espacio exterior. Las mismas son:
efectos gravitatorios;
corrientes de partculas subatmicas; y
radiacin electromagntica.
De las tres, la fuerza de la gravedad nos llega a nosotros con ms fuerza
desde el Sol y la Luna. Nuestra rbita en tomo al Sol es una respuesta a la
gigantesca atraccin ejercida por l, y las mareas ocenicas son la respuesta a la
atraccin de la Luna. En los pequeos movimientos de nuestro satlite podemos
observar las fuerzas de atraccin ejercidas por Venus y Marte.
Sin embargo, la fuerza de gravedad es la ms dbil de la Naturaleza, y llega
hasta nosotros desde las otras estrellas de manera tan disminuida, que
prcticamente es imposible detectarla. Tampoco podramos enviar un haz

gravitatorio aunque fuese una fuerza ms potente, puesto que ignoramos el modo
de encender y apagar (hablando en trminos elctricos) la gravedad, con el fin de
enviar un cdigo basado en puntos y rayas de gravitacin, por ejemplo.
Las corrientes de partculas subatmicas nos llegan en forma de protones y
electrones desde el Sol, y en forma de rayos csmicos (protones de energa muy
elevada y partculas ms macizas cargadas elctricamente) desde el espacio
exterior. Nosotros podemos producir estas corrientes de partculas con bastante
facilidad, y hasta detener y reiniciar tales corrientes, pero slo en cantidades
mnimas.
Aunque pudisemos producirlas con la fuerza suficiente para que llegasen
de estrella a estrella, no podramos enviarlas al espacio en una lnea perfectamente
dirigida.
Las lneas de partculas cargadas elctricamente se curvaran y desviaran al
pasar a travs de los campos magnticos que llenan el espacio. Adems, junto con
partculas sin cambiar, quedaran absorbidos y cambiados por la atmsfera que
indudablemente rodea a todo planeta semejante a la Tierra.
Un tipo de partcula subatmica, el neutrino, no padece ninguna de estas
desventajas. Podra viajar en lnea recta de estrella en estrella, sin quedar afectado
por la gravedad, los campos magnticos o las atmsferas. Por desgracia, esta
partcula es casi imposible de detectar.
Esto deja a la radiacin electromagntica sola, de la cual dos tipos penetran
en nuestra atmsfera. Uno es la luz ordinaria, y el otro las ondas de radio de alta
frecuencia, de una clase denominada usualmente microondas. Ambos son fciles
de producir, fciles de detectar, no quedan afectados por los campos magnticos ni
las atmsferas y, en resumen, son casi ideales para este fin.
De los dos tipos, la luz podra ser la primera eleccin. Es fcil imaginar un
faro inmenso enviando seales en morse a las estrellas. Pero tambin esto tiene sus
dificultades.
Primero, existen infinitas fuentes luminosas en la galaxia, considerando sus
miles de millones de estrellas, de modo que una seal diminuta se perdera entre
ellas. Especialmente, la luz originada en un planeta distante, se vera absorbida por
la luminosidad ms potente de su sol. Cierto que esto puede ser discutido.
Supongamos que el rayo de luz procediese de un lser gigantesco (ver Captulo

11). La luz caracterstica de un lser podra diferenciarse de la de una estrella y


hasta la sola existencia de la luz lser podra considerarse como un signo de
inteligencia al otro extremo. Otra sugerencia ms atrevida an es que una
civilizacin suficientemente avanzada podra aprender a usar las estrellas como
proyectores. As, algunos quasars (ver Captulo 19) varan su intensidad lumnica
con el tiempo. No podran algunos superseres utilizarlos para enviar una especie
de cdigo morse? No es muy probable, aadir al momento, pero resulta
interesante meditar sobre ello.
Otra dificultad que ofrece la luz es que no puede penetrar la espesura del
polvo csmico que invade grandes zonas de nuestra galaxia. Nosotros no logramos
divisar el glorioso estallido de luz de los miles de millones de estrellas del centro
de la Va Lctea por culpa de las nubes de polvo que lo ocultan.
Lo cual deja el camino expedito para las microondas. stas atraviesan
impunemente las nubes de polvo csmico, y nosotros podemos detectarlas sin
molestias si proceden del centro de nuestra galaxia.
Las fuentes de microondas del cielo (radiofuentes), algunas de las cuales
son visibles por la luz que emiten, aun cuando la mayora todava no se haya
asociado con objetos visibles) se hallan en menor cantidad que las fuentes
luminosas. Esto hace que una radiofuente sea ms fcil de descubrir que una luz.
Adems, una radiofuente poderosa, de un planeta, no quedara absorbida por su
sol, ya que muy pocas estrellas son potentes emisoras de microondas.
Es fcil medir la longitud de las ondas individuales del haz de microondas
que llega desde el espacio exterior. En casi todas las radiofuentes, la longitud de
onda es asunto de metros. Sin embargo, para los fines de una comunicacin, sera
preferible utilizar microondas ms cortas.
Las longitudes de onda deberan ser de 7 a 14 centmetros, idneamente.
Estas ondas sufriran menos distorsiones o interferencias en sus largos viajes, y no
quedaran ahogadas por otras fuentes naturales de microondas.
Por esto, las emisiones recibidas desde CTA-21 y CTA-102 despiertan tanto
inters. Las microondas recibidas de tales fuentes pertenecen primordialmente a la
extensin de 10 a 50 centmetros, con una cspide de 30 a lo sumo. Esto no es ideal,
pero s es suficiente, y mejor que lo que se obtiene de otras radiofuentes. Adems,
como afirman los mejores astrnomos, estas microondas surgen de una fuente
celeste diminuta, como procedentes de un planeta. En el caso de radiofuentes

normales, el origen se halla ms extendido, indicando que la fuente es un gran


volumen gaseoso.
Si las emisiones de microondas de CTA-21 y CTA-102 son el producto de
vidas inteligentes, han de representar civilizaciones muchsimo ms avanzadas que
la nuestra.
Actualmente, la Humanidad terrestre produce energa con un promedio de
4.000 millones de kilovatios. Aunque toda la emplesemos en un proyector de
microondas y la envisemos al espacio, sera insuficiente. El haz se esparcira y
diluira, aunque lo fabricsemos lo ms coherente posible, y cuando llegase a los
seres inteligentes ms prximos, sera demasiado dbil para poder ser detectado.
Para producir haces bastante poderosos de una perfecta captacin, se
necesitara una civilizacin capaz de producir mucha ms energa que la nuestra.
La produccin de energa de la Humanidad crece en la proporcin de un 3 a
un 4 por ciento anual. Si nada lo impide, dentro de 3.200 aos produciremos
energa al promedio del Sol, y entonces podremos anunciar nuestra existencia por
medio de haces que cruzarn toda la longitud y la anchura de nuestra galaxia. Y si
nosotros podemos detectar ahora los haces de otras formas de vida, es porque las
mismas se hallan varios miles de aos ms avanzadas que nosotros en tecnologa.
En realidad, no hay que tomar demasiado en serio los casos CTA-21 y CTA102. Se trata de objetos sumamente distantes, probablemente quasars, y sin duda
sus emisiones en microondas pueden explicarse sin suponer la existencia de vida
inteligente all.
Sin embargo, supongamos que alguna inteligencia de una estrella prxima
intenta llegar hasta nosotros. O supongamos que nosotros pretendemos llegar
hasta otras formas de vida. Qu hay que decir en los anuncios enviados o
recibidos? No podemos utilizar el morse ni esperar que una inteligencia fornea
hable ingls. Por tanto, tenemos que buscar algo universalmente comprensible.
Podemos presumir, por ejemplo, que los habitantes de cualquier civilizacin sepan
matemticas, y que todos los teoremas y postulados que aqu son exactos, tambin
lo son en el resto del universo.
Por ejemplo, supongamos que enviamos dos pulsaciones de microondas
seguidas por dos ms y despus cuatro. Ms tarde, tras una larga pausa, enviamos
tres, tres y nueve; luego, volvemos al primer grupo, y as sucesivamente. De esta

forma, tendramos el siguiente mensaje:


2,2,4 3,3,9 2,2,4 3,3,9.
Si desde algn lugar del espacio, recibamos el mensaje 4,4,16, aunque slo
fuese una vez, habramos establecido una perfecta comunicacin.
Tambin podramos intentar el lenguaje universal de la qumica. Existe un
nmero fijo de tipos de tomos estables, los mismos en todo el universo. Cada tipo
diferente est formado por una combinacin definida de dos clases de partculas:
protones y neutrones.
El ms simple, el hidrgeno-1, tiene un solo protn mientras que el
siguiente, el hidrgeno-2, posee un protn y un neutrn. Por consiguiente,
pondramos nmeros que representasen los diferentes tomos en un orden de
complejidad creciente: Podramos empezar con el hidrgeno-1 y el hidrgeno-2.
As, emitiramos 1 y 1-1. Despus, seguiramos con el helio-3 (2-1), helio-4 (2-2),
litio-6 (3-3), y litio-7 (3-4).
Supongamos que repetimos la combinacin nmero 1 :1 1-1 2-1 2-2
3-3 3-4 una y otra vez. Una inteligencia exterior que recibiese esta serie de
combinaciones podra reconocerla como representativa de la estructura de los
primeros tomos ms simples y radiar seales sobre los siguientes tomos de la
lista: berilio-9 (4-5) y boro-10 (5-5). En cuyo caso, se habra establecido la
comunicacin.
Sera posible asimismo intentar un abordamiento geomtrico. Podramos
enviar una serie de pulsaciones rpidas entre las cuales hubiese una pausa, otra
serie, y as sucesivamente. Cada serie tendra una frmula diferente de pulsaciones
especiales.
Al ser grabadas las series una sobre otra, las pulsaciones especiales podran
combinarse para formar un crculo u otra figura. De este modo, podran
transmitirse simples teoremas de geometra; un tringulo rectngulo con
cuadrados a cada lado indicara que el cuadrado de la hipotenusa es igual a la
suma de los cuadrados de los dos catetos.
De esta forma podran tambin enviarse dibujos que indicaran seres
humanos con cuatro extremidades, con dos de ellas para sostenerse; que existan
en forma de dos sexos, etc. Si la respuesta llegaba en dibujos semejantes, se habra
establecido realmente la comunicacin.

Tales comunicaciones seran terriblemente lentas, claro est, puesto que un


planeta capaz de contestar podra hallarse en cualquier parte de nuestra galaxia, a
miles de aos-luz de distancia. Supongamos que la inteligencia detectada estuviese
a 500 aos-luz, suposicin que, si acaso, es demasiado optimista.
En este caso, las ondas de radio, o cualquier otra forma concebible de seales
informativas, tardaran quinientos aos en viajar desde aqu hasta all. Y
transcurriran otros quinientos aos antes de recibir la respuesta.
De qu servira un dilogo entre dos civilizaciones, con intermedios de mil
aos?
En primer lugar, el mero hecho de existir el dilogo revestira una
importancia tremenda. La Humanidad sabra que no es la nica inteligencia, ni
siquiera (muy probable) la mxima inteligencia del universo, lo cual ejercera un
efecto profundo sobre la religin y la filosofa, las costumbres y nuestra
aproximacin al mundo que nos rodea.
En segundo lugar, ni nosotros ni ellos tendramos necesidad de esperar una
respuesta para continuar comunicando. Podramos variar nuestros mensajes a
voluntad una vez establecida la comunicacin. Ellos haran lo mismo y el resultado
final sera una conversacin completa, consistente en comentarios que invocaran
una respuesta futura, y en respuesta para comentarios sobre el pasado.
La espera tampoco sera intil. Podra, en cambio, ser extremadamente
fructuosa. Si envisemos dibujos sencillos, podran ir acompaados cada uno con
el equivalente a una seal del morse. El dibujo de un hombre ira acompaado por
las seales que indican hombre. Los hombres en diferentes actitudes podran ser
hombre andando, hombre de pie y otros detalles que nos sugiriera nuestro ingenio.
En quinientos aos podramos enviar una gran cantidad de seales, y si la
inteligencia fuese superior a la nuestra, no habra dificultades en interpretar
nuestro cdigo. Empezando con un vocabulario dado, ni siquiera se necesitaran
ms dibujos para poder deducir el significado de las palabras que no entendiesen.
Una vez transcurridos los quinientos aos, cuando se iniciase la serie de
respuestas, comprenderamos que ellos lo haban captado todo fcilmente y tan
slo al cabo de un siglo, quizs, haban aprendido a expresarse en un idioma
terrestre
Es posible que incluso las formas ms simples de comunicacin con seres

inteligentes sirviesen para fertilizar mutuamente el reino de las ideas. Si


alistsemos las combinaciones de protones y neutrones, ellos podran contestar de
vez en cuando con una lista diferente de los tomos y, quizs, en la nueva lista
hallaramos una nueva regularidad que ahora no conocemos.
Ni siquiera es necesario suponer una informacin directa y especfica. El
mero hecho de la comunicacin interestelar ya nos ayudara en nuestro progreso
tecnolgico.
El esfuerzo de enviar haces cada vez ms potentes, con mayor eficacia, o de
detectar haces cada vez ms dbiles, nos hara progresar por senderos que tendran
otras aplicaciones, aparte de la comunicacin con las estrellas.
Asimismo, el esfuerzo para concentrar la mxima informacin posible en
unos cuantos smbolos nos alentara a ahondar ms en la teora de la informacin.
Al intentar llegar a las mentes extraas de seres inteligentes situados a muchos
aos-luz, nos perfeccionaramos quizs hasta poder comunicarnos con nuestros
delfines terrestres. Ms importante an: el hombre podra aprender a comunicarse
ms eficazmente con el prjimo. Y esta sola consecuencia ya justificara todos los
esfuerzos realizados para ponernos en contacto con seres espaciales.
An queda una pregunta: Es peligroso? Es prudente atraer la atencin de
alguna supercivilizacin hacia nosotros? Qu ocurrira si los chimpancs atrajeran
nuestra atencin hacia un frtil continente, donde ellos fuesen la forma de vida
ms elevada? No trataramos de conquistar tal continente, eliminando a los
chimpancs sin el menor remordimiento?
Bien, quinientos aos-luz es una enorme distancia a cruzar a cualquier nivel
tecnolgico, ya que cada cruce tardara un mnimo absoluto de quinientos aos en
completarse. Y esta distancia sola ya nos salvara.
Adems, estamos seguros de que una inteligencia espacial slo pensara en
destruirnos? Hasta nosotros, una especie capaz de perpetrar los crmenes nazis,
hemos llegado al punto de lamentar la extincin de cualquier clase de vida no
inteligente, y haramos todo lo posible para conservar a los chimpancs en su
ambiente. Han de ser unos seres supercivilizados menos decentes que nuestros
instintos imperfectos? No! Yo creo firmemente que un contacto de mentes a travs
de los grandes abismos del espacio slo podra producir buenos resultados, no
malos.

23. Anatoma de un marciano

Las condiciones son tan diferentes en Marte y para nuestros sentimientos


terrestres tan inferiores a las de la Tierra, que los cientficos confan en que all
no haya vida inteligente. Si en Marte existe algn asomo de vida (probabilidad
mnima aunque no completamente negativa) probablemente se parecer a los
vegetales ms simples y ms primitivos de nuestro planeta (ver Captulo 20).
Sin embargo, aun concediendo que la probabilidad de una vida compleja es
virtualmente inexistente, podemos dejar volar nuestra fantasa. Supongamos que
se nos dice llanamente:
En Marte hay vida inteligente, con una forma burdamente humana.
Qu imagen razonable podramos deducir sobre la base de lo que sabemos
de Marte, teniendo siempre presente que las conclusiones a que podamos llegar no
han de tomarse en serio, sino solamente como una graciosa fantasa?
En primer lugar. Marte es un mundo pequeo con una fuerza de gravedad
igual a dos quintos de la terrestre. Si el marciano ha de ser un ser huesudo, sus
huesos seran considerablemente ms ligeros y esbeltos que los nuestros y no
obstante podran soportar una masa de materia semejante a la nuestra
(consecuencia mecnicamente inevitable por la disminucin de peso). Por tanto,
aunque el torso tuviese el volumen humano, las piernas y los brazos de un
marciano nos pareceran grotescamente delgados.
Los objetos caen ms lentamente en un campo de gravedad dbil, por lo que
los marcianos podran tener los reflejos ms lentos. De esta forma, nos pareceran
lentos y torpones (y debido a su lucha menor contra la gravedad podran vivir ms
tiempo). Como los objetos son menos pesados en la superficie de un mundo de
poca gravedad, el marciano tendra posiblemente ms estatura que nosotros. Su
columna vertebral no tendra por qu ser tan rgida como la nuestra y podra
ostentar dos o tres articulaciones como nuestros codos, lo cual le permitira
agacharse con ms facilidad, a pesar de su gran estatura de ms de dos metros.
La superficie marciana, segn los Mariner, est erizada de crteres, mas las

irregularidades seguramente no seran tan marcadas para un ser situado en su


superficie. Entre los crteres y en el interior de stos, probablemente existan
muchos desiertos. Nubes amarillas oscurecen la superficie, segn sabemos, y por
los aos veinte, el astrnomo E. M. Antoniadi interpret dichas nubes como
tormentas de polvo. Caminar sobre arenas movedizas significa que el pie marciano
(como el de los camellos terrestres) sera plano y ancho. Este tipo de pie, junto con
la escasa gravedad, impedira que se hundiese en la arena.
Los pies podran ser triangulares, con tres dedos separados por 120, y
membranas entre ellos. (Ninguna especie terrestre los tiene as, pero ello no es
imposible. Los reptiles voladores, ya extintos, como los pterodctilos, posean alas
membranosas, ligeramente semejantes a las de los actuales murcilagos,
procedentes de una sola lnea de huesos). Las manos tambin seran triangulares,
con tres dedos cada una, igualmente separados. Si los ligeros dedos del dedo
fuesen numerosos, el dedo marciano equivaldra a un tentculo. Cada uno podra
terminar en un bulto romo (como el del lagarto terrestre llamado gecko), con
muchas extremidades nerviosas, como la ua humana convirtindolo en un
excelente rgano del tacto.
El da y la noche marcianos son tan largos como los nuestros, pero Marte se
halla mucho ms lejos del Sol, y carece de ocanos y de atmsfera densa que le
sirvan de depsitos de calor. La temperatura de la superficie marciana, por tanto,
vara desde los 70 centgrados, en el medioda ecuatorial, a unos 130 grados bajo
cero de la misma escala termomtrica, al final de la helada noche. El marciano
necesitara una capa aislante. sta podra consistir en una doble piel; la exterior,
callosa, crnea, dura, impermeable al agua, como la de los reptiles terrestres: la
interior, suave, flexible, muy rica en vasos sanguneos, como la del hombre
terrestre. Entre ambas dermis habra un espacio areo, que el marciano hinchara o
deshinchara a voluntad.
Por la noche, dicho espacio estara lleno y el marciano parecera una pelota.
El aire encerrado servira de aislante, para proteger el calor propio del cuerpo.
Durante el caluroso da, el marciano deshinchara su cuerpo, pudiendo de esta
forma perder calor con ms facilidad. Durante este perodo deshinchado, la piel
externa se juntara en unos pliegues verticales, como un acorden.
La atmsfera marciana, segn los datos obtenidos por los Mariner, es
extremadamente tenue, con tal vez una centsima de la densidad de la nuestra,
constituida casi exclusivamente por dixido de carbono. As, el marciano no
respirara ni tendra nariz, aun cuando poseyera una ranura fuertemente

musculada, probablemente en el cuello, por la que hinchara o deshinchara el


espacio areo.
El oxgeno requerido para fabricar sus estructuras orgnicas tendra que
obtenerlo de los alimentos. Le costara mucha energa la obtencin de este oxgeno,
energa que para ste y otros fines podra captar directamente del Sol.
Podemos imaginarnos a un marciano provisto de una extensin en forma de
capa, constituida por tejido vivo, unida tal vez a la columna vertebral.
Ordinariamente, esta capa estara plegada junto al cuerpo, a fin de no destacarse
demasiado.
Durante el da, no obstante, el marciano pasara unas horas al Sol (las nubes
son poco frecuentes en la seca atmsfera de Marte), con la capa plenamente
extendida, semejante a un par de alas ampliamente desplegadas a cada lado. Su
rica provisin de vasos sanguneos quedara as expuesta a la accin de los rayos
ultravioleta del Sol, que seran absorbidos a travs de la piel tenue y traslcida.
La energa conseguida por este mtodo podra utilizarla en la noche para
efectuar las necesarias reacciones qumicas de su organismo.
Aunque el Sol est a gran distancia de Marte, la atmsfera marciana es
demasiado tenue para absorber una gran parte de sus rayos ultravioleta, por lo que
el marciano recibira ms rayos de este tipo que nosotros. Sus ojos estaran
adaptados a esta absorcin, y su principal par, centrados en su rostro, seran
pequeos, como ranuras, para impedir la entrada de una radiacin excesiva.
Podemos intuir dos ojos delante, como en los seres humanos, puesto que se
necesitan dos para conseguir la visin tridimensional.
Es probable que el marciano estuviese adaptado a la existencia subterrnea,
ya que las condiciones son mucho ms equitativas bajo tierra. Por tanto, cabra
esperar que el marciano tuviese asimismo dos ojos grandes, uno a cada lado de la
cabeza, para poder ver en una iluminacin ms dbil. Su funcin estribara
principalmente en detectar la luz, no en calcular las distancias, por lo que podran
estar situados uno a cada lado de la cabeza, como en los delfines terrestres
(animales sumamente inteligentes), pudiendo de este modo quedar sacrificada la
visin tridimensional con una luz dbil. Los ojos podran ser sensibles a los rayos
infrarrojos, para que el marciano pudiese ver al prjimo por medio del calor
irradiado. Esos ojos de visin disminuida seran lo bastante grandes para que la
cara de un marciano resultase ms ancha que larga. De da, naturalmente, estaran

fuertemente cerrados debajo de unos prpados de piel dura, apareciendo slo


como meros bultos.
La atmsfera tenue transporta muy mal los sonidos, y si los marcianos
quisieran or, necesitaran unas orejas muy largas, en forma de trompetilla, como
las de los conejos, aunque capaces de moverse independientemente, para abrirse y
cerrarse a voluntad (por ejemplo, durante las tormentas de polvo).
Las partes de su cuerpo expuestas a la intemperie, como los brazos, las
piernas, las orejas y algunas del rostro, que no quedaran protegidas por la concha
exterior, podran estar recubiertas de plumas, para conservarse caliente durante la
helada noche.
La comida del marciano consistira principalmente en simple vida vegetal,
que sera dura y correosa, pudiendo incorporar slice a los componentes de su
estructura. El caballo terrestre posee unos dientes dispuestos para triturar hierbas
duras y speras, pero el marciano tendra que tener unos dientes ms extremados
an. La boca del marciano, por consiguiente, podra contener placas de slice
detrs de una abertura redonda, que se expandera y contraera como el diafragma
de una cmara. Las placas funcionaran como un molino, triturando las plantas
ms duras.
El agua es la gran necesidad de Marte. Toda su provisin acutica es igual a
la contenida en el lago Erie, segn los clculos del astrnomo Robert S. Richardson.
En consecuencia, el marciano acumulara el agua consumida, sin desperdiciarla
como sudor ni orina, por ejemplo. Sus desperdicios tendran una forma
absolutamente seca, y seguramente seran liberados con consistencia, aun con
formaciones qumicas, como las de un ladrillo terrestre.
La sangre marciana no transportara oxigeno, por lo que no contendra
hemoglobina, absorbente de ese gas, que colorea la sangre de los seres de la Tierra.
La sangre marciana, pues, sera incolora. La piel marciana, adaptada a los rayos
ultravioleta y absorbindola como fuente de energa, no contendra ningn
pigmento para rechazarlos. O sea que el color del marciano sera cremoso.
La capa extensible para absorber la luz, particularmente destinada a la
absorcin de la ultravioleta, podra reflejar la luz visible de onda larga por intil.
La luz reflejada tendra un color amarillento. Lo cual hara que el marciano
(cuando estuviese ocupado en absorber la energa de la radiacin solar) fuese una
asombrosa criatura de alas doradas y algunas plumas en su cuerpo.

Y aqu termina nuestra fantasa, con una visin de formas marcianas no muy
distinta de las fantasas terrestres con respecto al aspecto de los ngeles.

24. Sobre los platillos volantes

Como frecuentemente me he entregado a especulaciones relativas a la vida


extraterrestre (ver Captulo 20 a 23 inclusive), y como es sabido que soy un escritor
de ciencia-ficcin, me han preguntado a menudo si yo creo en los platillos
volantes. Naturalmente, mi interlocutor siempre espera que yo crea en ellos. Y por
creer en los platillos volantes, el individuo preguntn se refiere usualmente a los
vehculos espaciales maniobrados por inteligencias no humanas.
Bien, permtanme aclarar mi posicin, pues no deseo que mis escritos se
utilicen como base de un punto de vista que considero necio.
Yo no creo en los platillos volantes en el sentido de considerarlos vehculos
espaciales guiados por extraterrestres. Como expliqu en captulos anteriores, no
existe virtualmente la menor probabilidad de que exista vida inteligente en ningn
otro planeta del sistema solar, y las formas ms prximas de vida inteligente capaz
de manejar vehculos espaciales han de estar, si acaso, a muchos, muchsimos aosluz.
Afirmar que indudablemente existe vida inteligente en algn lugar invisible
del universo (como creo firmemente), no es lo mismo que decir que dichas formas
inteligentes nos visiten a grandes oleadas en unos vehculos espaciales disfrazados
de platillos volantes, que nosotros vemos constantemente, segn diversos
informes, pero que jams entablan el menor contacto con la Tierra.
La energa necesaria para un viaje interestelar es tan inmensa, que para m
resulta inconcebible que unos seres que pilotasen sus naves a travs de las grandes
profundidades del espacio, slo lo hiciesen para jugar con nosotros durante unos
aos, y repetir la misma experiencia unas dcadas ms tarde. Si quisieran entrar en
contacto, lo haran; de lo contrario, ahorraran energa y se marcharan a otra parte.
Indudablemente, existen personas sinceras que entienden como
perfectamente legtimos los fenmenos inslitos. Es posible que no se trate de

vehculos espaciales (y yo estoy seguro de que no lo son), pero otras cosas aparte
de las naves espaciales merecen ser investigadas. Indudablemente tambin, los
cientficos reaccionaran con ms entusiasmo e investigaran con ms ardor, si las
pasadas experiencias no les dijesen que la historia de los platillos volantes est
llena de fraudes, engaos, errores y contradicciones. Claro que esto no es culpa
suya.
Por tanto, sin tachar a nadie de crdulo, debo afirmar que, hasta que un
vehculo espacial con una dotacin no humana sea exhibida en carne y metal (unas
luces celestes, por muy misteriosas que sean, no son suficientes), yo continuar
suponiendo que cualquier visin de platillo volante es un error, un fraude, o algo
que tal vez pueda explicarse mediante una teora que no se relacione con los
vehculos espaciales de las distantes estrellas.

4. LA VIDA FUTURA

25. El mundo de 1990

Predecir el futuro es una tarea imposible, muy poco agradecida, en la que se


comete el ms espantoso de los ridculos, y a menudo se obtienen solamente burlas
y menosprecios. Sin embargo, como yo he escrito ciencia-ficcin durante ms de un
cuarto de siglo, se espera de m esta prediccin, y sera una cobarda tratar de
evadirla.
Para realizarla, no obstante, con toda impunidad, debo adivinar lo menos
posible, y limitarme en lo posible a las condiciones que ciertamente existirn en el
futuro, tratando de analizar las probables consecuencias. Consideremos, por
ejemplo, la poblacin de nuestro planeta.
Actualmente hay en la Tierra ms de tres mil millones de habitantes[11]. Para
las tres naciones ms importantes del mundo, las cifras de poblacin son
aproximadamente de setecientos millones para China; doscientos cincuenta
millones para la URSS, y doscientos millones para Estados Unidos.
Cul ser la situacin dentro de una generacin, o sea, hacia 1990,
suponiendo que no iniciemos una guerra termonuclear? Es virtualmente seguro que
la poblacin mundial habr crecido al menos en un 60 por ciento. La de Estados
Unidos tal vez haya llegado a los trescientos millones de habitantes, al menos.
Muy bien, estudiemos el asunto. Cmo ser la vida cotidiana en Amrica
hacia 1990, ante tal explosin demogrfica? Una de las consecuencias ms obvias es
la necesidad de conservar los recursos del planeta, no por idealismo sino por
propia estimacin. El aire es inagotable, por ejemplo, mas para que sea til ha de
estar limpio. El problema de la polucin atmosfrica ya es grave hoy da, y en 1990
ser irrespirable por el humo y los gases del escape de los coches en la atmsfera,
tal como hoy lo sera una cloaca vertida en los depsitos de agua de una ciudad.

Es posible que esto influya en los individuos en forma de prohibiciones


sobre el fumar al aire libre. Probablemente se descubrir que la solucin
atmosfrica (incluyendo el humo del tabaco descargado de los pulmones de
centenares de millones de fumadores) contribuye al cncer de pulmn y al de piel,
incluso entre los no fumadores.
Por tanto, es posible que se limite el fumar a los fumadores, donde los
habituales a esta costumbre podrn entregarse a ella a su placer sin afectar al resto
de la poblacin.
Hacia 1990, los apartamentos se hallarn cada vez ms provistos de aire
filtrado. La antigua expresin aire fresco tal vez ser remplazada por la
expresin aire crudo, el cual se considerar poco beneficioso para los pulmones
delicados, especialmente en las zonas urbanas.
El agua tambin es inagotable, mas no as el agua fresca. Actualmente ya
existe demanda de agua fresca. De todos modos, es probable que antes de que
termine este siglo se hayan descubierto mtodos factibles para la desalinizacin del
agua marina, o sea, que, en principio, el agua fresca es inagotable. Mas
seguramente el agua de mar desalinizada ser mucho ms cara que el agua fresca
natural. Hacia 1990, todava lo ser demasiado para otros usos que no sean guisar
o beber, de manera que la lucha contra la contaminacin del agua tambin
revestir un carcter grave.
Las fuentes de energa an no significarn ningn problema inminente en
1990. Con un poco de suerte, quiz no llegue a ser ningn problema en absoluto. El
petrleo y el carbn an surgirn de la tierra, y las plantas de fisin nuclear sern
muy comunes. El gran problema de disponer de los residuos atmicos con
seguridad se habr solucionado, segn todas las probabilidades. (Yo creo que se
conseguir mezclando los residuos con bloques de cristal que podrn ser arrojados
a las minas de sal o a las profundidades ocenicas). Quiz se hayan efectuado ya
experimentos con plantas de energa, basadas en la fusin del hidrgeno, en algn
lugar del planeta, y se hablar ya considerablemente de las plantas de energa
solar.
No es tan fcil ser optimista con los minerales. Las necesidades mundiales se
elevarn agudamente y algunos depsitos minerales ya se hallan crticamente
agotados. Los grandes recursos, por no aprovechados todava, son el fondo de los
estratos continentales donde, en algunos casos, an yacen nodulos de compuestos
metlicos para su extraccin. Con los dragados ocenicos se explotarn estos

recursos hacia 1990.


Lo que influir ms sobre el hombre medio sern las presiones del suelo y el
espacio vital. No existen soluciones fciles al problema de albergar a ms gente en
las ciudades, aunque opino que en 1990 asistiremos a un cambio en este sentido. El
movimiento no ser ya construir hacia arriba, como los rascacielos edificados por
dos generaciones, sino hacia abajo. No se trata necesariamente de una idea grata
para los acostumbrados a vivir en espacios abiertos, mas tal vez sea inevitable,
acabando la gente por aceptar sus ventajas.
La gente ya vive y trabaja en colmenas, rodeada constantemente por luz
artificial y aire acondicionado. Apenas conoce hoy da la diferencia el empleado
que de repente es trasladado al subsuelo. Consideremos, asimismo, que la
temperatura del subsuelo cambia tan poco que habra menos problemas para la
refrigeracin en verano o la calefaccin en invierno. Si se edificase toda una ciudad
subterrnea, el trfico no se vera jams alterado por la lluvia o la nieve. La
produccin aumentara en eficiencia, puesto que los turnos de labor diarios se
adaptaran mejor a un ambiente donde es mnima la diferencia entre el da y la
noche.
Adems, la superficie de la Tierra no se hallara directamente obstaculizada
por una ciudad. El terreno situado encima de una urbe podra dedicarse a parques
de recreo, a granjas y a pastos. Sin embargo, ni siquiera en 1990 se hallar este plan
proyectado a un futuro prximo. De todas formas, se construirn ms a menudo
casas y factoras bajo tierra.
Las presiones de la poblacin tornarn menos deseables las zonas de la
superficie terrestre que hoy da lo parecen. Los que puedan permitrselo, se
retirarn a la soledad de las montaas, donde los medios de comunicacin y
transporte los mantendrn en contacto con la Humanidad sin estar sujetos a
agrupamiento fsico.
La selva albergar menos terrores, ya que los grandes carnvoros o se habrn
extinguido o se hallarn definitivamente en vas de extincin, y los insectos,
lombrices y microorganismos ms mortales, se hallarn bajo control.
El uso creciente de la energa nuclear empezar a abrir las costas rticas,
sealando el camino de la colonizacin del vaco continente de la Antrtida.
Posiblemente an resultar ms asombroso el inicio de un movimiento en

direccin de los declives continentales.


Se duplicarn con toda seguridad bajo el agua las ventajas de vivir
subterrneamente, con la posibilidad para quienes gustan de los deportes nuticos
que, en ese caso, slo tendrn que salir de casa para satisfacer este afn.
Bajo el agua tambin ser posible conseguir la comida en el patio delantero
del hogar, lo cual antao slo podan permitrselo algunos americanos. Tal vez en
1990 se construya un hotel submarino, seguramente en Miami, Florida.
Las presiones debidas al exceso de poblacin an no habrn impulsado a la
Humanidad a ir en busca de otros planetas. Quizs exista ya una colonia en la
Luna, compuesta de turnos de personal altamente especializado y entrenado, y es
fcil que haya proyectos respecto al aterrizaje del hombre en Marte. El hombre
medio de la calle, no obstante, se hallar an muy lejos de poder viajar por el
espacio libremente en 1990. Mas la era espacial estar, claro est, mucho ms
adelantada (ver Captulo 30).
Las mayores aglomeraciones humanas de 1990, a pesar de los movimientos
iniciales hacia el subsuelo y bajo el agua, y hasta hacia la Luna, se hallarn en las
mismas ciudades que conocemos hoy; ciudades que, por entonces, sern
muchsimo mayores. La costa oriental de Estados Unidos, en su parte norte, donde
se asientan Nueva York, Baltimore y Filadelfia, ser en realidad una sola ciudad de
unos cuarenta millones de habitantes.
Para mantener a tantos millones cmodamente alojados, se necesitarn
enormes refinamientos en el transporte y las comunicaciones. Abundarn los
garajes, tanto arriba como debajo de la superficie terrestre. Su eficacia se acentuar
mediante el uso creciente de coches de dos asientos para utilizacin personal.
(Supongo que los impuestos se elevarn agudamente respecto a los automviles de
gran volumen, a fin de alentar el empleo de otros ms pequeos).
Los vehculos personales estarn separados de los comerciales en lo posible.
La calle elevada ser una cosa corriente en los centros congestionados de las
inmensas urbes, siendo utilizadas por los coches pequeos, en tanto que los
autobuses y camiones estarn confinados a lo que hoy da es una calle normal.
Los repartos de mercancas efectuados a base de helicpteros obtendrn una
gran popularidad. Los edificios ms modernos de 1990 tendrn en sus tejados
pequeos helidromos, aunque quizs ello sea tanto por prestigio y vanidad como

por su posible empleo. Asimismo, existir una tendencia creciente a utilizar tubos
de aire comprimido para el servicio de Correos. Las oficinas postales estarn casi
por completo automatizadas. Supongo que al menos en los grandes edificios se
recibir la correspondencia por medio de impulsos de aire, entregada a los
apartamentos individuales por medio del mnimo contacto personal.
Tambin los Metros sern cada vez ms automatizados y, en 1990, habr una
acentuada tendencia a las cadenas continuas de Metros: una larga serie de coches
que cubrirn toda la longitud de una lnea, con amplias curvas a cada extremo.
Esto, naturalmente, quedar limitado a las lneas cortas, aunque los ingenieros
estudiarn ya la frmula para su aplicacin a las ms extensas, con diversas
soluciones en controversia respecto a la manera de subir y apearse de la cadena
constantemente en movimiento, y a los mtodos de interconectar las cadenas
separadas.
Entre las ciudades, el constante decrecimiento del ferrocarril habr dado
lugar a camiones y autobuses de un tamao y capacidad sorprendentes. Todos
llevarn sus remolques y las carreteras debern soportar tales monstruos. Tendrn
sus carriles especiales y sus entradas y salidas de carreteras adecuadas a su tamao
y peso.
En 1990, las carreteras tendrn un trfico menos denso, aparte del comercial.
Aumentar el uso de helicpteros, aunque todava sern preponderantes los
vehculos terrestres. stos, corriendo sobre colchones de aire comprimido, y no
sobre ruedas, no necesitarn carreteras asfaltadas, puesto que podrn correr
igualmente sobre caminos vecinales de tierra o a campo traviesa (cuando el terreno
no resulte demasiado desnivelado o tenga obstculos creados por la mano del
hombre), y sobre el agua.
El vehculo terrestre requerir indudablemente cambios radicales en las
regulaciones de trfico. Uno de los motivos de irritacin en 1990 ser la altanera
de los conductores de los mencionados vehculos de aire comprimido (en
particular los adolescentes) hacia los derechos particulares de los ciudadanos. Me
imagino que existir la tendencia entre los irascibles terratenientes a levantar
obstculos en sus propiedades, y si un joven se mata a causa de tales obstculos, el
causante del mal podr acogerse a alguna nueva ley.
Tal vez el efecto ms formidable del crecimiento desmesurado de la
poblacin se halle en relacin con los alimentos. Estados Unidos no experimentar
el hambre que hoy da azota a gran parte del mundo, pero tendr que mostrarse

mucho ms consciente de la comida, produciendo ms alimentos nutritivos y de


menos lujo. Existir menos especializacin en la dieta personal, con tendencia a
prescindir de la carne y alimentarse de pescado y cereales.
Platos hoy da considerados poco gratos al paladar formarn parte de la
dieta, aunque slo sea sobre una base experimental (puesto que se necesita la
amenaza del hambre para que la gente renuncie a sus prejuicios nutritivos, y a
veces ni con tal amenaza se logra). Las algas marinas son un buen ejemplo de lo
que tal vez se sirva en los restaurantes. Tambin habr gusto por las semillas
marinas y las levaduras. Estos alimentos se vendern en los atestados
supermercados, y se les dar artificialmente sabor a carne, hgado o queso. En
1990, estos sabores artificiales todava dejarn mucho que desear.
Otro problema, aparte del crecimiento de poblacin, ser el continuo
impulso hacia el extremo de la mecanizacin y el automatismo. Esto ser
especialmente cierto en Estados Unidos que, naturalmente, continuar viviendo a
base de electrodomsticos.
Esto afectar al ama de casa, desde la compra hasta la consumicin final. El
supermercado de 1990 tendr los artculos codificados. La compradora marcar los
nmeros clave de los productos deseados en unas tarjetas apropiadas, utilizando
mostradores largusimos como guas. Su pedido, debidamente empaquetado,
comprobado y valorado, llegar hasta ella a los pocos instantes.
Casi todos los artculos comestibles estarn preparados para ser cocidos con
un mnimo de injerencia humana.
La cocina misma podr parecerse a la cabina de un bombardero a
propulsin. En efecto, en 1990 habr casas de apartamentos que ofrecern una
cocina en comunidad para uso de los inquilinos (igual que existen hoy da
lavanderas en comn), puesto que se eliminar el despilfarro de cocinas sueltas en
cada apartamento. O sea, que se comer de restaurante hasta en casa.
El problema del servicio domstico continuar sin solucionarse, y la
sustitucin del mismo por medio del robot casero no aliviar an la situacin. Lo
que la aliviar ser la constante tendencia a reducir los quehaceres que requieren el
empleo de criadas (o de msculos del ama de casa). El creciente uso del aire
filtrado disminuir el problema del polvo. El lavado mediante vibraciones
ultrasnicas, adems (o en lugar) del jabn, har que tal tarea sea mucho ms
rpida y fcil.

El automatismo tambin cambiar el ambiente fuera del hogar. Cada vez se


desvanecer ms el uso de los msculos o las rutinas cerebrales. Habr, como
siempre, ocupaciones creadoras, claro est, y necesidad de jefes, administradores y
dependientes. Tambin habr una gran tendencia a tener que tratar, de un modo u
otro, con los ordenadores y sus consecuencias.
Por este motivo, la educacin incluir en su mayor parte las Matemticas y
las Ciencias. En la escuela primaria comenzar ya a ensearse la Aritmtica binaria
y el lenguaje de los ordenadores. La educacin personalizada y detallada del
contacto entre maestro y estudiante quedar reducida slo a dos clases de nios:
los retrasados mentales y los muy inteligentes.
El mayor problema personal creado por el automatismo ser el tiempo libre.
La mayora trabajar solamente treinta horas semanales, por lo que todo el mundo
estar sujeto al aburrimiento en gran escala. Existirn ms diversiones y recreos, y
jams en la historia de la Humanidad habr sido tan bien remunerada la profesin
de actor o cantante.
La televisin ser, naturalmente, el centro del hogar, y el telfono tambin
ser motivo de esparcimiento. En 1990, los aparatos irn provistos de un artilugio
que permitir ver, adems de or, al interlocutor. Un ama de casa podr divertirse
mucho ms que ahora, siempre que se halle en condiciones de ser vista
adecuadamente. Ser quiz cosa corriente acudir apresuradamente a la peluquera
por la necesidad de tener que llamar ms tarde a una amiga. (Y entre las amigas se
producirn indudablemente grandes tensiones cuando una est muy elegante y
retocada, y la otra vaya mal vestida y con el pelo alborotado).
Esta clase de telfonos puede tambin revolucionar la labor bibliotecaria. En
1990, las grandes bibliotecas poseern libros corrientes y populares en microfilmes.
Todas las escuelas y muchos hogares tendrn microfilmes visuales.
Las grandes bibliotecas estarn organizadas de forma que el cliente pueda
visualizar los microfilmes por telfono. De esta forma ser posible buscar una
referencia y obtener una informacin sin tener que salir de casa o de la oficina.
El negociante o el industrial visionar documentos y recibir informes por
videotelfono. Incluso podrn concertarse conferencias mediante telfonos con
pantallas divididas, y el dinero empleado se economizar de los viajes que no
sern necesarios (salvo en el gran nmero de casos en que el viaje de negocios es
slo un pretexto para estar lejos del hogar o divertirse a cuenta de la oficina).

En el mundo de 1990 tambin se har una intensa propaganda del deporte


como una diversin sana y consumidora del tiempo libre. Supongo que la gran
novedad en deporte ser el vuelo. Pequeos motores, montados a la espalda,
elevarn al hombre a cierta altura. En 1990, este deporte no ser barato ni comn
an para constituir un medio de transporte, aunque s ser adecuado como deporte
y emocin. (Ser un nio actual el que organizar la primera partida de airepolo utilizando una esfera hinchada con helio, de material muy delgado de
plstico como pelota?).
Los cambios que tendrn lugar entre la hora actual y 1990 convencern a la
gente de que la Humanidad no puede continuar reproducindose a ciegas, sino
que debe de ser debidamente canalizada. Hoy da hay muchos que estn ya
convencidos de lo esencial que resulta un control de natalidad eficaz si hemos de
salvar a la civilizacin. Los tales an se hallan en minora, mas no ser as en 1990.
En efecto, en aquellos aos, se adoptarn medidas gubernamentales para el
control de natalidad en casi todo el mundo. Los adelantos en la efectividad de este
control no lograrn impedir el 60 por ciento de crecimiento mundial de 1990, mas
habr llegado a un punto en que el promedio de individuos menores de veintin
aos ser mucho menor que en la actualidad.
Esto traer consigo un cambio en la actitud social hacia los nios y la familia,
aunque quiz no se trate de un cambio de carcter uniforme. En algunas zonas y
algunos sectores de la sociedad, el nmero relativamente pequeo de nios
aumentar su valor, haciendo que la sociedad promueva hacia ellos ms
consideraciones todava. En otras zonas y sectores, el reconocimiento de la
explosin demogrfica como principal peligro para el hombre tornar a los nios
impopulares y a la paternidad vagamente antisocial. Los lazos familiares tendern
a disolverse y el matrimonio perder terreno en favor de otros tipos de unin
personal ms adecuados a las necesidades de la poca.
Y si 1990 ve el comienzo de un equilibrio demogrfico o incluso un
decrecimiento de las poblaciones, el escritor de aquel da prever el mundo de 2090
con consistencia evidente y considerable optimismo.

26. La Exposicin Universal de 2014

La Exposicin Universal de Nueva York en 1964-65 estuvo dedicada a La


paz por medio de la Comprensin. Sus atisbos del mundo del maana eliminaban
la guerra nuclear. Por qu no? Si tiene lugar una guerra termonuclear, no vale la
pena hablar del futuro. De modo que es preferible que dejemos que los cohetes
duerman eternamente en sus moradas y que observemos cmo puede ser el
mundo no atomizado del futuro.
Lo que suceder, al menos visto con los ojos de las exposiciones, es
maravilloso. La direccin hacia la que se dirige el hombre debe ser considerada con
gran esperanza, y ms que en ninguna parte en el pabelln de la General
Electric, de la Exposicin Universal de 1964. All, los espectadores asistieron a
cuatro escenas, cada una animada por unos muecos de vida aparente (incluyendo
un perro que es el alma del espectculo).
Las escenas, referidas a 1900, 1920, 1940 y 1960, mostraban los adelantos de
las aplicaciones elctricas y los cambios que han introducido en la forma de vida. Y
de haber presentado los aos 1980, 2000 y sucesivamente, qu habramos visto?
Naturalmente, no lo s, aunque me lo imagino.
Si consideramos algunos de los cambios mencionados en el Captulo 25, y
otros no mencionados all, cmo ser la Exposicin Universal del 2014-15 ?
Un desarrollo altamente probable es que los hombres continuarn
apartndose de la Naturaleza, a fin de crear un ambiente que les siente mejor. En
2014, sern de uso comn las paredes electroluminosas. Los techos y los muros
resplandecern suavemente, con una gran variedad de colores que cambiarn
apretando un botn.
Las ventanas ya no sern ms que un recuerdo arcaico, mas cuando estn
presentes estarn polarizadas para impedir la entrada excesiva de la luz solar.
Incluso podr alterarse el grado de opacidad del cristal de manera automtica, de
acuerdo con la intensidad de la luz que incida sobre el mismo. ste ser todava un
lujo, y los seres mortales ms corrientes an no gozarn de tales aparatos en sus
domicilios. La Exposicin de 2014 ser, no obstante, una sinfona de
electroluminosidad, con poqusimas ventanas en sus estructuras.
Haba en la Exposicin de 1964 una casa subterrnea que a m me pareci un
smbolo del futuro. Si sus ventanas no estaban polarizadas, podan en cambio
alterar la escena mediante cambios de luz. Existen ciertas ventajas en la vida
subterrnea (ver Captulo 25), y en la Exposicin de 2014, el Futurama de la

General Motors presentar vistas de ciudades subterrneas completadas con


jardines y huertos de luz artificial.
Los aparatos continuarn aliviando a la Humanidad de las tareas ms
pesadas, y en el tercio final del siglo XXI, que acaba de empezar, veremos la
llegada de la criada robot. En 2014, los robots no sern ni muy buenos ni muy
abundantes todava, pero ya existirn.
El pabelln de IBM de la Exposicin Universal de 2014 puede exhibir, en
lugar preferente, una criada robot, grande, torpona, de movimientos lentos, pero
capaz de coger, disponer, limpiar y manipular diversos utensilios.
Indudablemente, ser muy divertido ver cmo los espectadores esparcen
colillas y otros residuos por el suelo y contemplar al robot agacharse para recogerlo
todo y clasificarlo en dos apartados: lo que hay que tirar y lo que hay que
guardar aparte. (Tambin aparecern los jardineros-robot).
La General Electric de la Exposicin Universal de 2014 presentar
pelculas en 3-D de su Robot del Futuro, bellos, aerodinmicos, con los aparatos
de la limpieza como aplicaciones de su cuerpo, y realizando todas las tareas
rpidamente. (Naturalmente, se formarn colas largusimas para presenciar la
pelcula, porque algunas cosas jams cambiarn, y las colas es una de ellas).
A principios del siglo XXI, las necesidades de energa de la Humanidad se
compensarn mediante las fuentes nucleares, incluso en cantidades pequeas. Los
aparatos de 2014 no tendrn cables elctricos, por ejemplo, sino que funcionarn
mediante bateras de larga vida a base de radioistopos. Estos no resultarn caros,
puesto que sern los subproductos de las plantas de energa de fisin, hacia 2014, y
lograrn satisfacer ms de la mitad de las necesidades de energa de la
Humanidad.
En 2014 ya existirn ciertamente una o dos plantas de energa de fusin, y la
Exposicin de aquel ao estar orientada en este sentido. Ya la de 1964 pudo
demostrar una genuina explosin de fusin, mas en la Exposicin de 2014 habr
modelos adelantados de plantas de fusin y aparatos que permitirn la produccin
de la suficiente energa elctrica para mantener el funcionamiento de tales modelos
de manera constante. (Una electricidad producida gracias a la fusin).
En 2014 operarn unas estaciones de energa solar en algunas zonas
desiertas o semidesiertas, como Arizona, Negev, Kazakstan, donde la luz solar

es invariable y fija. En las zonas neblinosas de las grandes ciudades la energa del
sol ser menos prctica, y estar muy adelantado el intento de derivar la recolecta
de tal energa al espacio.
Un pabelln de la Exposicin de 2014 presentar modelos de estaciones de
energa en el espacio, donde se captar la luz solar por medio de enormes
proyectores parablicos, radiando despus la energa conseguida hacia la Tierra.
Dentro de cuarenta y cinco aos el mundo se habr encogido todava ms.
En la Exposicin de 1964, la General Motors exhiba, entre otras cosas, factoras
para construccin de carreteras y calles en los trpicos, y los visitantes de la
Exposicin podrn viajar en una acuabalsa, que se levantar sobre cuatro zancos
y se deslizar sobre el agua con un mnimo de friccin. En realidad, la mecnica
del transporte avanza ya a pasos agigantados y continuar avanzando.
En 2014, a mi entender, se habrn inventado los vehculos con cerebrorobot que podrn ser orientados hacia una meta dada, a la que se dirigirn sin
interferencias, sin estar condicionados a los lentos reflejos de un conductor
humano. Supongo que uno de los mayores atractivos de la Exposicin de 2014
sern los recorridos por la misma en coches robotizados, que funcionarn por entre
la muchedumbre a un nivel de medio metro (sostenidos por chorros de aire
comprimido), evitndose unos a otros limpia y automticamente.
Para los viajes cortos, las aceras mviles (con bancos a los lados, y espacio en
el centro para estar de pie) harn su aparicin en los sectores pobres de las
ciudades; y ciertamente, las aceras de la Exposicin Mundial de 2014 estarn todas
mecanizadas.
Las comunicaciones tambin estarn harto adelantadas, y los satlites
sincronizados posibilitarn que los habitantes de este planeta se llamen entre s,
desde cualquier distancia, con las menores molestias. Esto ya no ser ninguna
novedad en la Exposicin del ao 2014. Mas, y la Luna?
Ciertamente, en aquella fecha habr ya una estacin permanente en la Luna,
y las conversaciones entre el satlite natural y la Tierra tendrn lugar a base de
rayos lser modulados (ver Captulo 11), que son ms fciles de manejar en el
espacio. Si la colonia lunar puede colaborar, los visitantes de la Exposicin de 2014
podrn sostener una conversacin real con los colonos de la Luna.
Estas conversaciones, ciertamente, no resultarn muy cmodas, puesto que

transcurrirn 2,5 segundos entre la pregunta y la respuesta. (Es el tiempo que


tardan la luz y las ondas de radio en efectuar el recorrido de ida y vuelta).
Conversaciones similares con Marte experimentarn una demora de 3,5 minutos,
incluso en el perigeo de aquel planeta con la Tierra. Sin embargo, es difcil que en
el ao 2014 puedan celebrarse conversaciones entre Marte y la Tierra. Puesto que
solamente naves dirigidas, sin tripulacin humana, habrn aterrizado all, aunque
estar en progreso una expedicin humana a cargo de la NASA, que en la
Exposicin Universal ya presentar una elaborada colonia marciana.
En cuanto a la televisin, las pantallas murales remplazarn a los ordinarios
televisores, y harn su aparicin los cubos transparentes. En los videocubos, con la
ayuda del lser se conseguirn hologramas que nos presentarn vistas
tridimensionales. En realidad, uno de los modelos de la Exposicin de 2014 ser
una Televisin en tres dimensiones, de tamao natural, donde se presenciarn
funciones de ballet. El cubo girar lentamente para poder ser apreciado desde
todas sus caras.
En esta feliz especulacin ser posible seguir indefinidamente, pero no todo
ser tan grato.
Mientras yo haca cola para penetrar en el pabelln de la General Electric,
en la Expo-1964, me detuve a contemplar el signo de la Vida Equitativa, que
parpadeaba hacia la poblacin de Estados Unidos, con el nmero (que entonces
superaba a 191.000.000), incrementndose en una mitad cada 11 segundos. Durante
el tiempo que yo estuve on el pabelln de la General Electric, la poblacin
americana aument casi en trescientas personas, y la poblacin mundial en seis
mil.
En 2014, es probable que la poblacin mundial haya alcanzado los
6.500.000.000 de habitantes, y que la de Estados Unidos sea al menos de
350.000.000. La agricultura ordinaria soportar los requerimientos de comida con
grandes dificultades, si no sufre un completo colapso, y muchas granjas
cultivarn los eficaces microorganismos.
La Exposicin Universal de 2014 presentar la prueba de esto, con un
modelo al menos de Bar de Levadura, donde servirn pavo-falso y pseudobistec. No sern muy malos (si uno puede pagar el precio), pero habr una gran
resistencia psicolgica a tales innovaciones.
Resulta sumamente claro que en 2014 (ver Captulo 27), habr que controlar

eficazmente la explosin demogrfica. En todo el mundo se habrn adoptado


severas medidas de control, y se intentar por todos los medios hacerlas an ms
populares.
Uno de los pabellones ms importantes de la Exposicin de 2014, por
consiguiente, se dedicar a conferencias, pelculas y material documental del
Centro de Control de la Poblacin Mundial (slo para adultos, con exhibiciones
especiales para adolescentes).
Y en el xito de tales conferencias y pelculas descansarn las posibilidades
de que haya en la Tierra una Exposicin Universal en 2064, o tal vez en cualquier
mundo civilizado.

27. Fecundidad limitada

En los dos captulos anteriores he apuntado los desastres que aguardan a la


Humanidad si contina de manera indefinida el crecimiento de la poblacin al
promedio actual. Algunos expertos, en cambio, presumen que la ciencia ya
hallar el medio de paliar este peligro; que por muy poblado que est el mundo,
los cientficos ya hallarn el medio de alimentar, alojar y divertir a todos sus
habitantes.
Es cierto esto?
Preguntemos antes: hasta qu punto puede crecer la Humanidad en la
Tierra y cunto tardaremos en alcanzar el lmite mximo?
Bien, tratemos de ser optimistas.
Supongamos que la energa no es ningn problema y que la fusin del
hidrgeno y la energa solar satisfarn nuestras necesidades. Supongamos,
asimismo, que hemos resuelto la fotosntesis artificial y que conseguimos los
alimentos precisos extrayndolos del agua y del aire, tal como hacen los vegetales.
Supongamos que solucionamos todos los problemas de organizacin en un planeta
superpoblado (desde disponer de los vastos residuos hasta atemperar las tensiones
raciales). Supongamos todava que logramos aniquilar toda vida competitiva a fin

de disponer del mximo espacio posible.


Suponiendo todo esto, cul es el lmite al crecimiento de la poblacin
humana? Bien, hay algo que no podemos evitar si nos atenemos solamente a
nuestro planeta. Ms pronto o ms tarde, comenzar a faltar uno de los
constituyentes qumicos del cuerpo humano, hasta el punto de que no quedar en
toda la Tierra ni siquiera lo suficiente para formar otro ser.
Actualmente, el elemento menos abundante, que probablemente ser el
primero en agotarse si la Humanidad crece sin lmites, es el fsforo. Sin embargo,
dmosle un respiro a la Humanidad a este respecto, y consideremos el carbono, un
componente ms abundante de la vida desde el punto de vista de su
disponibilidad en masa, y veamos qu conclusiones extraemos de tal
consideracin.
Naturalmente, no todo el carbono de la Tierra se encuentra en un estado
fcilmente disponible para las formas vitales. Pero empecemos por estudiar
solamente el carbono disponible.
El noventa por ciento del carbono disponible se halla en los ocanos en
forma de iones bicarbonatados. Una pequea cantidad se halla en el aire como
dixido de carbono, y el resto se contiene en los seres humanos o en los restos
corrompidos de criaturas vivas en otros tiempos.
A esto puede aadirse el ingente contenido de carbono del petrleo y el
carbn terrestre, puesto que por combustin tales elementos se convierten
rpidamente en dixido de carbono, que se mezcla con el aire o se disuelve en el
mar y resulta disponible para la vida.
La cantidad total de carbono presente en la Tierra en esas formas es de
56.000.000.000.000.000.000 gramos (equivalentes a cincuenta y seis billones de
toneladas).
Esta cantidad es verdaderamente inmensa, mas no nos frotemos an las
manos, ya que el 90 por 100 de este carbono ha de reservarse para las provisiones
alimenticias del hombre (suponiendo que no se haya visto ya reducido al
canibalismo). Al fin y al cabo, el hombre ha de comer, y ha de ingerir alimentos
que contengan carbono, ya crezca en el suelo como en depsitos qumicos, ya sea
en forma de carne, de trigo, de levaduras o en una mezcla de componentes
qumicos nutritivos. Y para conceder un margen de salvacin, as como para la

produccin de sustancias no comestibles, como textiles, plsticos y otros artculos


se necesita una provisin de alimentos orgnicos superior en diez veces a la masa
de la Humanidad. Esto an nos deja con ms de cinco billones de toneladas de
carbono que pueden ser incorporadas eficazmente a los seres humanos.
Supongamos nuevamente que el ser humano normal de la Tierra
(incluyendo los nios) pesa cincuenta kilos. Cada uno contendr una cantidad de
carbono equivalente al 18 por 100 de su peso total. Lo cual son unos 8.000 gramos.
La cantidad de seres humanos necesarios para agotar el diez por ciento de
todo el carbono disponible de la Tierra sera de 630.000.000.000.000.
Esta cifra, seiscientos treinta billones, ciertamente empequeece en alto
grado nuestra poblacin actual de tres mil millones, dando, al parecer, un amplio
margen de expansin, causando la impresin de que el punto del mximo
potencial se halla an muy lejos en el futuro. Es as?
La Tierra duplica normalmente su poblacin cada medio siglo, mas seamos
conservadores y pongamos cada ochenta aos. Si contina este promedio
duplicativo, en unos 1.500 aos, o sea hacia el ao 3500, habremos llegado a dicho
mximo. A la sazn, la materia viva de la Tierra estar formada exclusivamente de
seres humanos junto con sus provisiones necesarias de comida y subproductos
orgnicos.
Si la poblacin terrestre se diseminase regularmente por su superficie, cada
persona poseera exclusivamente medio metro cuadrado en el ao 3500,
incluyendo Groenlandia, la Antrtida, la cuenca del Amazonas y el desierto del
Sahara. A lo que yo denomino apretujamiento.
Todo el mundo estar de acuerdo en que ningn aumento de la capacidad
cientfica lograr jams convertir en tolerable tal densidad, ni siquiera algo menos.
Por consiguiente, si la explosin demogrfica contina sin trabas, se abatir sobre
la Humanidad una crisis intolerable en menos de 1.500 aos, por mucho que haga
la ciencia.
Bien, supongamos, y sigan las suposiciones, que gracias a un adelanto
cientfico inimaginable, incluso ser posible vivir con tanta densidad humana.
Qu ms despus?
Como dije antes, en la Tierra hay ms carbono del que se dispone
ordinariamente. Lo hay unido a la caliza y otros materiales que forman la corteza

terrestre. Este carbono no se halla generalmente al alcance de los seres vivos hasta
que los lentos procesos geolgicos lo conducen al mar o al aire. Pero seamos
optimistas. Supongamos que la Humanidad consigue cavar en la corteza terrestre
hasta poder aprovecharse de todo el carbono.
La cantidad de carbono de la corteza terrestre es unas quinientas veces
superior a la del aire y el mar, por lo que la Humanidad podra multiplicarse
quinientas veces ms que en el ao 3500.
Esto daria a la Tierra una poblacin total de 300.000.000.000.000.000, o sea,
trescientos mil billones de habitantes. Si los mismos se diseminasen regularmente
sobre la superficie del Globo (y esta vez podemos incluso suponer que los ocanos
estn cubiertos de tablas de extremo a extremo para sostener a las multitudes),
cada individuo tendra derecho solamente a un octavo de palmo cuadrado donde
estar. En realidad, la Humanidad estara apretujada como sardinas en lata.
Cunto tardara la Humanidad en incorporar todo el carbono de la Tierra,
disponible y no disponible, en sus cuerpos y sus alimentos? Slo siete siglos
despus del 3500. O sea, que en 4200 habrase llegado al final absoluto del carbono.
Mas, por qu limitamos a nuestro pobre y pequeo planeta? La era espacial
ya ha comenzado. La ciencia da tremendas zancadas al frente. El infinito espacio
nos llama. En l hay sitio para cualquier nmero de seres humanos, por lo cual no
necesitamos preocupamos por la explosin demogrfica.
Estamos de acuerdo?
En nuestra galaxia hay unos 135.000.000.000 de estrellas, y tal vez unos
100.000.000.000 de galaxias en el universo conocido. Supongamos ahora que todas
las estrellas del universo conocido estn rodeadas por diez planetas, capaces de
soportar la vida como en la Tierra.
Sigamos suponiendo que no existe el menor problema respecto al traslado
de la Humanidad a cualquier otro planeta del universo en un momento dado. Con
slo chascar los dedos, lista la ocupacin universal!
Entonces, cundo podremos disponer del universo, en la misma medida
que la Tierra, en el ao 4200? En qu ao, los terrcolas se hallaran apretujados
como sardinas en lata en toda la superficie de cada uno del par de trilln de
trillones de planetas?

Hablando en trminos generales, hacia el ao 11000.


En resumen, al presente promedio de aumento de poblacin, el Homo sapiens
puede llenar el universo hasta el lmite tolerable de permanencia en cuestin de
nueve mil aos.
Por tanto, no existe sitio y la ciencia no puede remediar nada. El promedio
de aumento de poblacin debe decrecer, y esto puede lograrse de dos maneras: o
aumentando el promedio de muertes o rebajando el promedio de nacimientos.
A elegir.

28. El precio de la vida

El incremento sin tasa de la poblacin no es el nico peligro con que se


enfrenta la Humanidad. Otro mucho ms sutil es el impulso de alargar la
existencia y hasta la inmortalidad. Qu ocurrir si la poblacin se estabiliza en
cantidad y el individuo vive eternamente? Actualmente existen organizaciones que
tienden a propagar la idea de la congelacin o hibernacin de los recin fallecidos o
de los moribundos. Se trata de resucitar los cuerpos helados cuando la ciencia haya
aprendido cmo curar las enfermedades que padecan aqullos, reconstruir sus
organismos, rejuvenecerlos y restaurarles la vida. Es decir, convertirnos todos en
nuevos Lzaros.
Por qu no? Tenemos algo que perder? Si la ciencia nunca aprende a
recuperar la vida, la salud y la juventud, no estaremos ms muertos de lo que
significar la congelacin, y al menos moriremos con una esperanza. Si la ciencia lo
aprende, seremos esencialmente inmortales.
Quin puede quejarse de un juego en que la posible ganancia es infinita y la
posible prdida nada? Bien, lo ms gracioso es que yo s puedo quejarme. Porque
la ganancia es cero y la prdida infinita.
Y al afirmar tal cosa, no pienso en el individuo, aunque incluso en su caso la
inmortalidad no sea lo que parece.

Tal vez resultase bonito llevar una tnica blanca, con un halo y volar sobre
calles doradas todo el da, cantando hosannas y aleluyas en un coro perfecto.
Hay una extraa alquimia en la eternidad. Es capaz de transformar lo ms
bello y mejor en un fastidio. Nada puede escapar a esto. Es el cansancio de todas
las cosas, buenas y malas.
Si tratamos slo del plano individual, este problema podra tal vez
solucionarse. Despus de todo, no necesitamos vivir eternamente de manera
absoluta. No es posible obligar a nadie a estar vivo.
Si uno desea abandonar el mundo de los vivos en una sociedad de
inmortales en potencia, puede hacerlo. En esta sociedad, el verdadero clima de la
vida sera la muerte civilizada. Incluso podra haber centros especiales donde se
celebrase el equivalente de un banquete antes de morir, una ltima celebracin, un
ltimo beso a los seres amados que an no se habran marchado de este mundo, un
adis y un ltimo apretn de manos a los fieles amigos.
Despus, con el acompaamiento de una msica suave, y entre los ltimos
apretones de manos y los besos finales, un compartimiento se cerrara detrs de
nosotros, un gas penetrara en el mismo y fin.
En otras palabras, la inmortalidad no significa eternidad, sino el tiempo
que uno quiera. Cunto tiempo es ste? Naturalmente, vara de individuo a
individuo. Somerset Maugham, el famoso escritor que falleci en 1965 a los
noventa y un aos de edad, ansiaba la muerte, pero era viejo, y estaba doliente y
ciego. En una sociedad inmortal, es fcil que mostrsemos el vigor y la fortaleza de
la juventud durante toda la existencia. Cunto tiempo esperara un joven sensible
e inteligente en desear la muerte como trmino al cansancio?
Si era afortunado o bastante listo para enfrentarse ventajosamente con la
vida y sus problemas, si dirigiese los negocios de la Humanidad o guiase el asalto
del conocimiento sobre lo ignorado, o destilase la belleza del universo,
seguramente no se aburrira rpidamente y durara mucho tiempo antes de llegar
al ltimo apretn de manos.
Seguimos suponiendo? Quinientos aos por trmino medio? Los
estadistas del mundo, los cientficos, los artistas, los sabios, seran unos vigorosos
multicentenarios y en esto, slo en esto, estriba el verdadero peligro para la
Humanidad.

El cerebro de un individuo es de primordial importancia para la Humanidad


slo cuando tiene menos de treinta y cinco aos. Si por entonces no ha dado
seales claras de gran talento, es difcil que lo haga ms adelante. Si por entonces,
en cambio, ya ha dado tales pruebas, probablemente se pasar el resto de su
existencia aprovechando los grandes conceptos de su juventud. De morir a los
treinta y cinco aos, otros hombres menos dotados podran aprovecharse de los
mismos conceptos sin grandes dificultades.
Isaac Newton tena veinticinco aos cuando meditaba ya sobre sus grandes
descubrimientos de fsica. Albert Einstein contaba veintisis cuando elabor la
teora de la relatividad. Charles Darwin apenas haba cumplido los veintids
cuando emprendi el famoso viaje en el Beagle y realiz las observaciones de las
que ms tarde extrajo las teoras sobre la evolucin por seleccin natural. Y as una
y otra y otra vez.
Esto no significa que los ancianos no hayan jams realizado grandes obras
(el mayor logro de Winston Churchill lo realiz a los sesenta y cinco aos), o que
no haya existido algn ocasional florecimiento tardo. (Joseph Conrad empez a
escribir a los treinta y siete aos). Sin embargo, casi todos los grandes adelantos de
importancia para la Humanidad, los grandes cambios de rumbo, los han efectuado
los jvenes.
Lo cual es muy natural. La mente humana se endurece rpidamente. Esto no
tiene nada que ver con el deterioro fsico del cerebro o su capacidad limitada, y el
problema no se desvanecera si imaginsemos una sociedad de inmortales con
unos cerebros que permaneciesen fsicamente jvenes. Una vez el cerebro ha
desarrollado una forma de pensamiento, sta se abre una ruta rpida por entre las
circunvoluciones, y se necesita un esfuerzo mximo para desarraigarla de all.
El gran fsico Max Planck dijo que el nico medio de formular una nueva y
asombrosa teora aceptable para la ciencia era fabricarla, demostrar que era til y
vlida, y aguardar a que dejasen de existir todos los cientficos viejos.
Slo la mente joven, sin huellas, esencialmente en blanco, que todava no ha
chapoteado por el barrizal de los pensamientos arraigados, puede ver una solucin
realmente revolucionaria. Y, naturalmente, en el curso de unos diez aos, el joven
revolucionario se convierte en un nuevo ortodoxo. Esto ha sucedido siempre en
ciencia, arte, sabidura y poltica.
Bien, sera agradable poseer un mundo en que esos aspectos clave de la

vida estuviesen dominados por mentes multicentenarias, sin deseos de morir? La


muerte es el precio que pagamos por una existencia plena de significado. La
muerte abre los caminos. La muerte obliga al viejo y agotado a ceder el terreno a lo
nuevo e inteligente. La muerte limpia y prepara la tierra para un nuevo adelanto.
Mas, puede el individuo estar contento con la muerte para s en favor de la
Humanidad en abstracto? Por qu no? Se supone que un hombre debe morir en
defensa de su familia o su pas. Por qu no en aras de la Humanidad? Ningn
individuo vive una existencia que en sus menores detalles constituyen el
conglomerado de los logros de otros hombres que viven hoy da y vivieron antao.
La vida que la especie le facilita al individuo, ste se la debe a la especie.
Naturalmente, es posible ahondar ms en la fantasa y creer que una ciencia
omnipotente posibilitara que, en lugar de suicidarse, una persona cansada de la
vida podra realizar un lavado de cerebro para desprenderse de todas las huellas
acumuladas. Entonces, volvera a enfrentarse con el universo, con un cerebro
fresco, para empezar de nuevo, como la hur del paraso musulmn con su
virginidad constantemente renovada.
Mas al empezar de nuevo, no habra ya muerto el individuo? Si no se
recuerda una vida pasada, el individuo que dicha vida representa est muerto.
Bien, no vayamos tan lejos. El lavado de cerebro podra ser parcial.
Podramos dejar los recuerdos personales bsicos, que permitiran la continuidad
de la personalidad.
Tal vez podramos dejar la educacin bsica, lo cual ahorrara la necesidad
de unos nuevos estudios. O sea, que nos limitaramos a borrar el orn acumulado.
Por desgracia, la educacin bsica seala ya el camino; la existencia de una
personalidad dada ya indica las tendencias. El nuevo individuo, por muy lavado
que estuviera cerebralmente, no significara un progreso sobre el antiguo, por lo
que se repetira siempre en todo lo esencial.
Ni siquiera un blanqueado completo y la aceptacin de una muerte mental,
pese al apego a una inmortalidad fsica, seran suficientes. Existe una diferencia
bsica entre un individuo viejo de cerebro lavado o renovado, y un individuo
completamente nuevo. ste es el producto del viejo, pero tiene dos padres.
Cada nio nace con la mitad de sus genes de un padre y la otra mitad del
otro. Su qumica bsica es distinta de la de ambos padres (exceptuando el caso de

un parto mltiple) y diferente de cualquier otra persona viva o que haya vivido. El
cerebro del recin nacido no es slo un cerebro lavado, sino un cerebro diferente.
Morimos solos, pero nacemos de una pareja. El sexo no es slo
esparcimiento, sino un mtodo elaborado a travs de millones de aos como el
medio ms efectivo para mantener la flexibilidad de la vida ante un ambiente en
cambio constante. Lo que necesitamos son individuos nuevos y distintos, no slo
los viejos, lavados y planchados.
Mas, aun concediendo que la inmortalidad del individuo sea la muerte por
corrupcin y aburrimiento para la especie, no es posible argir de un modo fatal
que las especies tambin acaban por extinguirse, o sea, que no hace falta sacrificar
la inmortalidad personal, ya que es mortal cuanto hacemos? S, miles de especies
han perecido a pesar de todo cuanto hayan podido hacer sus sexos y sus muertes
individuales.
Y sin embargo, si una especie se extingue debido a un alto en su evolucin,
por medio de la inmortalidad individual, se produce su muerte absoluta. Si, por
otra parte, se permite que el sexo y la muerte individual de una especie sigan su
curso evolutivo, es posible que, en el caso del Homo sapiens, el hombre slo se
extinga despus de haber dado nacimiento a una especie diferente y (es de esperar)
mejor que l.
Si la especie ha de extinguirse, es preferible que lo haga dejando tras de s
una especie superior que pueda emprender con ms eficacia la eterna lucha contra
las tinieblas y conseguir la clase de victoria que hoy da todava somos incapaces
de entrever. Debidamente visualizada, esta muerte de la especie no es una muerte
en absoluto, sino otro paso hacia la nica inmortalidad posible: la de la vida y la
inteligencia en abstracto.

29. La Luna y el futuro

La Humanidad acepta ya como algo inminente la verdadera conquista de la


Luna. Siempre ha estado ah arriba, como un segundo violn del Sol. Cambia de
fases, de nueva a llena y vuelve a ser nueva, define el mes, y ayud a los
hombres a componer los primeros calendarios.

Su efecto fsico ms notable sobre la Tierra es su capacidad de levantar las


aguas del ocano hacia s. Esto produce las mareas, que durante muchos siglos los
hombres lo achacaron a todo menos a la Luna.
Cuando se invent el telescopio, el primer objeto celeste hacia el cual se
dirigi fue la Luna. Entonces result ser algo ms que un objeto brillante,
convirtindose en un mundo de montaas, crteres y amplias regiones llanas a las
que se llam mares.
Pero los subsiguientes estudios telescpicos pusieron en claro que no slo no
se trataba de mares sino que ni tan slo haba una gota de agua en la Luna. Ni de
aire.
La Luna, de acuerdo con los astrnomos, era un mundo muerto, un mundo
sin cambios. Careca de aire y, por tanto, de sonidos y de clima. No tena agua y,
por consiguiente, careca de vida. Siempre haba sido as y siempre ser lo mismo.
Al menos, esto se deca en los libros de texto de astronoma.
Ahora la era espacial ha llegado ya y el hombre ha abandonado la Tierra
para subir hasta la Luna. S, como es natural, la Luna ha sido tambin el primer
sueo de conquista espacial del hombre.
Y la Luna ha dado la respuesta que se esperaba: es un mundo muerto,
estril, inhspito para la Humanidad a no ser en condiciones muy especiales y
muy caras.
Debemos mostrarnos desalentados? Hemos de estar amargados ante el
hecho de haber gastado miles de millones, haber sacrificado varias vidas, haber
realizado esfuerzos increbles slo para esto? Para alunizar en una superficie de
polvo y rocas, en un desierto, en el cadver blanqueado de un mundo muerto.
No, no debemos mostramos desalentados en absoluto. Por el contrario,
debemos darle gracias al destino que dispuso el sistema solar de acuerdo con lo
nico que poda hacer la felicidad de los astronautas.
Considermoslo.
Si dejamos aparte a la Luna, los cuerpos celestes ms prximos a la Tierra
son dos planetas. Venus y Marte. El primero jams se acerca a menos de 39
millones de kilmetros, y el ltimo nunca se aproxima a menos de 55 millones de

kilmetros. Intentar, por primera vez, colocar hombres en esos mundos tan
alejados sera una empresa formidable, que la Humanidad nunca se habra
atrevido a abordar.
Por fortuna, otro cuerpo celeste, la Luna, est mucho ms cerca de nosotros.
La Luna se halla, por trmino medio, a slo 380.000 kilmetros de distancia. O sea,
un poco menos del 1/100 de la distancia a Venus en su perigeo, y algo menos de
1/140 de la distancia a Marte, tambin en su perigeo. Esta distancia representa algo
menos de diez veces la vuelta a la Tierra por el ecuador. Ms an, Venus y Marte
slo estn en sus perigeos respectivos con la Tierra a intervalos breves, mientras
que la Luna nunca se aparta de nosotros.
Astronmicamente hablando, la Luna es nuestra vecina, colocada
idneamente incluso para el ms torpn y primitivo de los disparos. As, en menos
de quince aos, la Luna ha sido abordada, fotografiada en sus dos caras, estudiada
automticamente y conquistada por los astronautas.
Alcanzar la Luna era exactamente el ejercicio que necesitbamos para
desarrollar nuestros msculos espaciales, para aprender las tcnicas apropiadas a
fin de saber vivir en el espacio y en mundos extraos. Con la experiencia obtenida
ya estamos en condiciones de llegar a otros planetas con menos dificultades de las
que habramos encon trado de haber pretendido aterrizar antes en ellos.
ste es el principal motivo de haber llegado ya a la Luna. Probablemente
fuese ste el nico camino para aprender a tomar otros y entrar de lleno en la era
espacial.
Pero aunque reconozcamos el gran valor de tener la Luna tan cerca, hemos
de asombrarnos por ello? Al fin y al cabo, la Luna existe y est ah. Por qu no
aceptarlo? La respuesta a esta pregunta es que, tras estudiar el resto del sistema
solar, hemos de llegar a la conclusin de que la Luna, por derecho propio, no
debera de estar ah. Y el hecho de que s est es un caso de suerte casi demasiado
hermoso para aceptarlo.
En el sistema solar hay treinta y un satlites conocidos, de los cuales
veintiocho en torno a cuatro planetas: Jpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Se trata
de planetas gigantes, todos mucho mayores que la Tierra. Sus campos de
gravitacin son inmensos y era de esperar que tuviesen satlites. Jpiter, el mayor,
posee doce satlites conocidos, y Saturno, que le sigue en tamao, diez.

Los planetas menores, como la Tierra, con campos de gravedad mucho ms


dbiles, podran carecer de satlites. Plutn no tiene ninguno, que sepamos;
tampoco Mercurio ni Venus. (Venus es un caso realmente interesante porque, con
el mismo tamao de la Tierra, carece de satlites. Si la Humanidad se hubiese
desarrollado all, y no en la Tierra, los viajes espaciales habran sido prcticamente
imposibles). En cambio, la Tierra, cosa sorprendente, posee un satlite: la Luna.
No avancemos tanto. No he mencionado a Marte. ste, aunque slo posee
un volumen aproximadamente como 1/10 de la Tierra, tiene dos satlites. Y qu
ms? No basta tener satlites si no tienen el tamao debido.
Por ejemplo, echemos un vistazo a los doce satlites de Jpiter. Siete de ellos
son muy pequeos, de 30 a 50 kilmetros de dimetro cada uno. Probablemente, se
trata de diminutos meteoritos captados por el gigantesco Jpiter de entre los
asteroides que existen entre l y Marte.
Un octavo satlite tiene 240 kilmetros de dimetro. Los cuatro restantes,
son mundos mayores, con dimetro de tres mil a cinco mil kilmetros.
Todos los satlites de Jpiter, puestos agrupados, no obstante, no llegan a
1/5.000 de la masa del planeta. De modo semejante. Marte tiene dos satlites,
repito, pero ambos son diminutos, de 8 y 16 kilmetros de dimetro
respectivamente. Juntos componen 1/500.000.000 de la masa de Marte.
En general, pues, cuando un planeta tiene satlites, stos son mucho ms
pequeos que su planeta. Por tanto, de haber un satlite en la Tierra, lo normal
sera suponer (si no lo supiramos de otro modo), que a lo sumo tendra un
dimetro de 50 kilmetros.
Mas no es as. No slo la Tierra tiene un satlite, sino que se trata de un
satlite gigante, de 3.473 kilmetros de dimetro.
En el sistema solar slo hay siete satlites gigantes. Jpiter posee cuatro;
Saturno y Urano uno cada uno. Entonces, por qu la Tierra posee uno?
Asombroso! La Luna tiene 1/81 la masa de la Tierra. Ningn otro satlite es tan
grande en comparacin con su planeta respectivo, como la Luna respecto a la
Tierra. Adems, la Luna y la Tierra forman un sistema planetario doble, cosa
nica en el sistema solar.
sta es la suerte increble que tenemos. No slo la Tierra posee una Luna que
nos sirve para dar los primeros pasos por el espacio, sino que se trata de un satlite

gigante, infinitamente ms interesante y til que los pequeos satlites del mundo
marciano.
La superficie de la Luna tiene un rea de 38.000.000 de kilmetros
cuadrados, o sea la superficie de Europa y frica juntas. La exploracin no puede
ser muy rpida.
Naturalmente, ya al principio de la era espacial, dicha superficie se
fotografi por delante y por detrs, de cerca y de lejos. Fue posible alunizar
aparatos registradores fsica y qumicamente. Y entonces cabe preguntar: por qu
el peligro y el gasto de enviar hombres? Aparte del hecho de que los hombres
insisten en ir (y tal ha sido el caso de los ltimos astronautas, pidiendo que no sea
el del Apolo XVII el ltimo viaje a la Luna de este siglo); la curiosidad y el desafo
de lo desconocido, y todava queda en pie el hecho de que ningn instrumento,
por muy delicado que fuese, puede sustituir al cerebro humano.
Ignorbamos qu sorpresas nos reservaba la superficie lunar; no sabamos
qu poda haber bajo la sombra de sus crteres. Y slo el cerebro humano poda
efectuar una exploracin adecuada.
Adems, las fotografas areas no podan revelar hasta el ltimo detalle de
nuestro satlite. Incluso, tras haber alunizado diversas veces con pleno xito,
pasarn muchos aos antes de que hayan descifrado por completo todos sus
secretos, con el estudio de las muestras tradas a la Tierra.
Por tanto, fueron prcticas tales exploraciones? No estuvimos, o
estaremos, jugando con la vida de los astronautas? La exploracin lunar es
prctica. Peligrosa, s, pero no tanto, como ha quedado demostrado, como la
exploracin de la Tierra. Los exploradores lunares no han tenido que enfrentarse
con tribus hostiles, con animales feroces, ni con bacterias mortales. Slo han
hallado un ambiente inanimado, aunque arriesgado por unos peligros ya
calculados de antemano.
En primer lugar, la Luna no tiene atmsfera ni agua, lo cual es general en el
espacio exterior. Los astronautas han tenido que ir bien preparados para hacer
frente a estas eventualidades, que no eran tales. Sino certezas. Sus trajes fueron
diseados de acuerdo con estos clculos.
Pasemos a otra pregunta: por qu explorar la Luna? Qu vamos a
encontrar? No hay indicios de que existan piedras preciosas, ya que su constitucin

es similar a la de la Tierra, por cuanto se ha visto. Y aunque se hubiese encontrado,


o se descubriera ms adelante una mina de uranio en nuestro satlite, su envo a la
Tierra resultara excesivamente caro para intentar su explotacin.
Sin embargo, la Humanidad busca algo ms que riquezas materiales. Ante
todo, obtener conocimientos. Y solamente alunizando all era posible conseguirlos
de primera mano. Y estos conocimientos ya obtenidos, y los que se consigan ms
adelante, servirn para llegar a conocer mejor nuestra Tierra, para saber mucho
ms de nosotros.
La Tierra y la Luna se formaron, segn los astrnomos, hace ms de cuatro
mil millones de aos, por procesos naturales. Y los cientficos desean enterarse
exactamente de tales procesos. Podran encontrar datos en las estructuras internas
de la Tierra, mas las mismas han sido ya demasiado cambiadas o destruidas por la
accin conjunta del agua, el viento y los seres vivos.
Por ejemplo, la Tierra pudo estar sujeta a la cada de grandes meteoritos a
travs de toda su historia, pero solamente existen dos o tres huellas de tales cadas,
unas depresiones notables en Arizona y Siberia. El crter de Arizona, por ejemplo,
de unos miles de aos de antigedad solamente, est en una regin desrtica,
relativamente a salvo de toda erosin, por cuyo motivo ha sobrevivido tanto
tiempo. Y los crteres ms antiguos? Existen algunos restos, mas ninguno puede
ser estudiado claramente.
En la Luna, sin embargo, donde los procesos de erosin son mucho ms
lentos y menos drsticos que en la Tierra todas las seales de su creacin han de
estar presentes. Gracias a las muestras tradas de la Luna podremos leer su pasado
y el nuestro. Descubriremos quiz, por primera vez, cmo se crearon los planetas
(y quiz por qu la Luna es un satlite tan grande).
La Luna, adems, podra ser el paraso de los astrnomos. En la Tierra, en la
latitud de sus principales urbes, la noche slo tiene dieciocho horas a lo sumo. La
atmsfera empaa las estrellas, y las variaciones de temperatura hacen que sus
luces titilen y tiemblen. Las luces de las ciudades apagan el brillo de los luceros
celestes; la niebla y las nubes los oscurecen; los humos de las fbricas y la bruma
los borran. Nuestros telescopios han de estar situados en regiones aisladas, en las
cimas de las montaas, y an se ven vejados por las viviendas humanas.
Pero la Luna, donde las noches duran dos semanas y no hay humo ni
fbricas, es un sitio ideal para estudiar el firmamento. Las estrellas se contemplan

fijamente y con gran brillo. Tambin se divisan con suma claridad los restantes
planetas. Un pequeo telescopio instalado en la Luna dara cuenta de detalles
sobre la superficie de Marte con ms exactitud que con el mayor telescopio de la
Tierra. Veramos Marte mejor que las condiciones de una sonda como el Mariner
IV.
Desde la Luna tambin podramos estudiar el Sol con ms detalle. Sus
radiaciones no quedan all obstruidas, y su corona es visible constantemente.
No sera posible instalar una estacin espacial, o un satlite con
instrumentos automticos? Tal vez, pero la Luna soportara mucho mejor un gran
laboratorio astronmico, y ofrecera ms comodidades que una estacin espacial,
por muy bien acondicionada que sta estuviese.
Adems, la Luna no tiene sustitucin para los radioastrnomos. Hace slo
treinta aos que los astrnomos comenzaron a interpretar las ondas de radio que
llegan a la Tierra desde el espacio, y gracias a ellas han deducido muchos datos
interesantes (ver Captulo 19). Los radioastrnomos ya estn inquietos por el
creciente uso que los seres humanos hacen de las ondas de radio, ya que puede
empaar las dbiles seales procedentes del espacio.
Una estacin espacial no dara buenos resultados a este respecto, debido a
los parsitos en torno al planeta. En la Luna, en cambio, el observatorio
astronmico podra instalarse en su cara oculta. Con los casi cuatro mil kilmetros
de rocas entre el observatorio y la ruidosa Tierra, los astrnomos podran escuchar
en silencio la msica de las esferas, totalmente complacidos.
Diez aos en la Luna nos ensearan mucho ms sobre el universo que mil
en la Tierra.
Est muy bien que los exploradores y los cientficos se diviertan en la Luna,
pero tambin nos gustara a ti y a m, querido lector, que en la Luna hubiese algo
para el hombre ordinario.
Supongamos que los viajes a la Luna se convierten en una rutina. Existe
algn motivo para que el hombre de la calle subiese hasta all?
Claro que s. Experimentara la excitacin de los lugares extraos, la
emocin de un ambiente totalmente nuevo, y la maravilla de pases nunca vistos.
El Sol es all (visto a travs de aparatos protectores, o por medios indirectos

como la televisin) un objeto terrible, y el firmamento lunar es increblemente


hermoso con sus miradas de grandes y refulgentes estrellas. Nada, sin embargo,
puede all igualarse a la magnificencia de la vista de la Tierra, muy rutilante en el
cielo lunar.
La Tierra vista desde la Luna (que pasa por las mismas fases lunares), es casi
cuatro veces ms ancha que la Luna, tal como la vemos desde la Tierra. Tiene unas
trece veces su rea y refleja mucha ms luz que nuestro satlite en las noches
claras, por lo que la Tierra resulta desde all setenta veces ms esplendente que la
Luna vista desde aqu!
Como la Luna siempre presenta una sola cara hacia la Tierra, sta parece
colgar inmvil en el cielo lunar. (Desde algunos puntos de la Luna, siempre parece
estar directamente encima. Desde otros, est baja en el cielo, en una direccin
particular. Y naturalmente, nunca se ve la Tierra desde la otra mitad del satlite).
De vez en cuando, el Sol, en su paso por el cielo de la Luna, pasa por detrs
de la Tierra. (Lo que aqu es un eclipse lunar, all es un eclipse terrestre). El Sol
permanece detrs de la Tierra una hora aproximadamente, y la superficie de la
Luna se oscurece, aunque no por completo.
La luz del Sol resplandece en tomo a la Tierra gracias a la atmsfera de sta,
formando un crculo anaranjado a su alrededor, resplandor que se refleja en la
Luna. Ms all del crculo anaranjado se percibe la corona solar. Naturalmente,
quien viese esto una sola vez no lo olvidara mientras viviera.
Por encima de todo esto, hay la experiencia de la leve gravedad. La
sensacin de una mayor ligereza, de poder saltar muy alto (como se ha visto por
televisin), constituira una inmensa novedad. El control del organismo humano
en estas condiciones de gravedad no es muy sencillo, por lo que resulta fcil
empezar a dar tumbos. El hombre que algn da sepa sostenerse bien en el paisaje
lunar podr rerse del otro que no est acostumbrado a su gravedad.
En realidad es posible que algunos individuos consideren a la Luna no
solamente como un lugar de turismo, sino como un domicilio permanente.
Efectuada la conquista de la Luna, algn da ser posible la estancia
permanente all. La Luna podra utilizarse como fuente de materiales y energa, de
modo que una colonia lunar podra ser verdaderamente independiente de la
Tierra. Las estaciones nucleares basadas en el uranio lunar podran emplearse para

obtener energa, lo mismo que podra usarse la energa solar, nunca all empaada
por las nubes. La agricultura hidropnica, gracias a tal energa, podra
proporcionar diversos alimentos.
La Luna, en realidad, no es un mundo muerto, o tanto como se crea.
ltimamente se han detectado rastros de actividades volcnicas, por lo que su
calor interno podra emplearse como fuente de energa.
Por tanto, si no hay agua ni aire en la Luna, qu pasa en las regiones
subterrneas? No es totalmente imposible que haya rastros de aire y agua en las
grietas existentes bajo la superficie y, en tal caso, podran servir para las
necesidades de una colonia lunar.
No sera extrao (y esto no se sabr con toda seguridad hasta haberse
examinado minuciosamente todas las muestras lunares, y an quiz ni entonces),
que exista una vida primitiva y microscpica en esas bolsas subterrneas de aire y
agua (ver Captulo 20).
Aunque no haya aire ni agua bajo el suelo lunar, podra obtenerse el
hidrgeno y oxgeno (y otras sustancias) necesarios de las mismas rocas, siempre
que stas fuesen la nica fuente de energa disponible.
Tal vez llegue un da en que sea posible vaciar las cavernas subterrneas de
la Luna y convertirlas en compartimientos estancos. Podran construirse
lentamente ciudades lunares, en las que los hombres y las mujeres viviran en una
comodidad absoluta, sin necesidad de trajes espaciales. Donde naceran los hijos y
pasaran las generaciones.
Los colonos del satlite se adaptaran a la gravedad de la Luna hasta no
poder soportar la mayor atraccin terrestre. En tal caso, los colonos quedaran ya
aislados del planeta paterno. Con este temor, es probable que los colonos tratasen
de realizar ejercicios. Por ejemplo, grandes centros centrfugos imitaran la
gravedad de la Tierra, y las regulares estancias en tales centros centrfugos
mantendran en forma a los colonos.
La posibilidad de la colonizacin de la Luna es un aspecto excitante del
futuro. En la fortaleza y la creatividad que se enfrentarn con los peligros de una
larga emigracin a una nueva tierra. Las colonias, estimuladas por la dureza de
una frontera, suelen superar a sus naciones de origen. Los antiguos griegos de Asia
Menor y Sicilia fueron ms ricos que los de Grecia. Los europeos que construyeron

Estados Unidos, Canad y Australia superaron al Viejo Continente.


No podra una sociedad establecida en la Luna superamos a nosotros,
formar una civilizacin nueva e inteligente, solucionar sus problemas contra los
que nosotros luchamos en vano, y eventualmente regresar para ensearnos unos
caminos nuevos y mejores, como Norteamrica, ms de una vez y por mtodos
diferentes, ha acudido en auxilio de Europa? Precisamente es ste el tema que ser
objeto de discusin en el Captulo 31.

30. El sistema solar y el futuro

En menos de quince aos, desde que se coloc el primer satlite en torno a la


Tierra, los hombres han llegado a la Luna, conquistndola en nombre de la
Humanidad y han repetido la hazaa en diversas ocasiones. El hombre ha llegado
al extremo de abandonar la cpsula espacial y pasearse por el espacio. Han llegado
satlites-sonda a Marte, Venus y Jpiter.
Qu nos espera ahora? Si la Humanidad ha avanzado tanto en quince aos,
adnde iremos en los prximos diez? Dentro de veinte? De un siglo? Por
ejemplo, habr algo todava que no hayamos hecho ya en el espacio en el ao
2100? Empecemos por las exploraciones no tripuladas. La mayor barrera se super
en 1959, cuando, por primera vez, se envi un cohete mandado por el hombre a
una velocidad de ms de 11,2 kilmetros por segundo. A esta velocidad, un cohete
no queda prisionero de la gravedad terrestre. Escapa y entra en rbita en torno al
Sol. Cuanto mayor velocidad arrastre al cohete, mayor es su rbita en torno al Sol.
Mediante un reajuste minucioso de la velocidad de un cohete, por tanto, podemos
acercarlo a Marte o Venus, a pesar de que dichos planetas, incluso en sus perigeos,
se hallan siempre a muchos millones de kilmetros de nosotros. El Mariner II
efectu un paso a 6.000 kilmetros de Venus en 1962, y el Mariner IV pas a 9.600
kilmetros de Marte, en 1965.
Como hemos visto recientemente, se ha llegado a determinar la velocidad de
un cohete a fin de que pase junto a Jpiter, y lo mismo suceder con Saturno,
Urano, Neptuno y Plutn. Si los cientficos no estuviesen preocupados por otras
tareas, todo esto ya sera una autntica realidad.

Sin embargo, no basta con enviar una simple pieza de metal a Jpiter. Si una
sonda planetaria ha de ser til debe de enviar seales. Esperamos que todo
funcione bien a bordo y que la sonda que actualmente est en el trayecto cumpla
con el cometido asignado. Sus seales nos van dando su posicin y pronto
transmitirn ms informacin. Desde qu punto en el espacio seguiremos
recibiendo sus seales o las de otra sonda? Los cientficos hace ya algn tiempo
que enviaron a Jpiter ondas de radar y han detectado su reflejo. La distancia de
este viaje de ida y vuelta a Jpiter es de unos 300.000.000 de kilmetros. Se trata de
un enorme progreso conseguido desde la Segunda Guerra Mundial, cuando se
consider una gran hazaa hacer rebotar las ondas de radar en la superficie lunar,
un viaje de ida y vuelta de menos de 380.000 kilmetros. Es posible que
prximamente hayamos desarrollado nuestras tcnicas hasta el punto de producir
un rayo de radar que rebote en un cuerpo situado a 6.500.000.000 de kilmetros de
distancia, que es precisamente la de Plutn, el planeta ms remoto conocido del
sistema solar.
Por consiguiente, pronto nos hallaremos en disposicin de explorar todo el
sistema solar mediante sondas. Hacia el ao 2000 habrn aterrizado tales sondas en
todos los planetas del sistema solar. Por entonces, todava no conoceremos los
resultados de tales sondeos, puesto que los viajes a los espacios ms lejanos del
sistema solar son muy largos. El Mariner IV tard ms de ocho meses en llegar
cerca de Marte. Para llegar a Plutn se requerirn varios aos.
Podemos explorar ms all del sistema solar? Al fin y al cabo, si
propulsamos un cohete a ms de 42 kilmetros por segundo (velocidad de escape
del Sol a nuestra distancia del mismo), abandonar su rbita en torno al Sol. Dejar
el sistema solar para siempre (tcnica aplicada a la sonda enviada a Jpiter), y con
una puntera acertada se aproximar a Alfa del Centauro, la estrella ms prxima a
nuestro sistema, o a cualquier otro objeto hacia el que vaya destinado.
Por desgracia, incluso la estrella ms cercana se halla unas siete mil veces
ms lejos que Plutn. El vuelo de una sonda no tripulada tardara muchos siglos en
llegar a Alfa del Centauro. Y es casi imposible llegar a inventar unos haces de
rayos de comunicacin que puedan seguir el rastro de las sondas hasta las
estrellas. Ciertamente, ello no ser posible en los prximos siglos (ver Captulo 22).
Y los vuelos tripulados? Una sonda lunar no es lo mismo que el alunizaje
de un hombre en el satlite. Llegaremos a poner el pie en Marte y Venus, en lugar
de enviar sondas? Dnde podremos trazar la lnea y exclamar: No es probable que
el hombre llegue hasta aqu en los prximos ciento cincuenta aos? El hombre

puede explorar el espacio en cuatro fases: en viajes de unos das, de unos meses, de
unos aos, de unos siglos. La primera fase, el viaje de unos das, llev al hombre a
la Luna.
Afortunadamente, ya se ha comprobado que la ingravidez apenas ejerce
ningn efecto sobre la salud de los seres humanos. En segundo lugar, el cinturn
de Van Allen no ha significado nunca el menor peligro para las astronaves
tripuladas ni para sus guas.
Entre 1980 y 1985, si continan los vuelos a la Luna ser posible instalar all
una base. Ya se han examinado los progresos que resultaran del establecimiento
de una estacin astronmica en la cara oculta de la Luna. Y desde sta, debido a su
menor gravedad, podran enviarse otras astronaves a los dems planetas con ms
facilidad que desde la Tierra.
La segunda fase de la exploracin espacial, vuelos de unos meses, colocarn
al sistema solar a nuestro alcance. Esto incluye a los planetas Marte, Venus y
Mercurio. De ellos, Marte es el menos difcil. A pesar de su atmsfera
extremadamente tenue y rida. Marte puede albergar formas de vida en su
superficie (ver Captulo 20).
La principal dificultad para llegar a Marte estriba en la duracin del viaje.
Los astronautas tendrn que pasar seis meses o ms en el espacio. Lograrn
permanecer aislados tanto tiempo? Podrn transportar consigo alimentos en
cantidad suficiente? Podrn resistir la ingravidez tantos meses? Consideremos
estos problemas. La soledad no producir necesariamente efectos demasiado
nefastos. Hace cuatro o cinco siglos, los hombres se aventuraban varios meses por
los tenebrosos ocanos, en condiciones casi tan peligrosas como las de los vuelos
espaciales. Se hallaban todava ms aislados que un viajero espacial hoy da.
Estaban completamente separados de su patria, mientras que un astronauta se
halla en comunicacin con la base espacial constantemente, con el aliento de toda
la Humanidad siempre en sus odos.
Hay que solucionar todava el problema de los vveres. Ante todo, no ser
necesario embarcar en la nave con destino a Marte varias toneladas de agua y
oxgeno. Es preferible que la nave tenga instalada una planta qumica en miniatura
que destile y purifique el agua y descomponga el dixido de carbono para recobrar
el oxgeno de la respiracin. Sin embargo, nada se ha previsto respecto a la comida.
Tal vez podra llevarse en forma congelada por completo.

Y la ingravidez? Es probable que un hombre en estado de ingravidez


durante seis o ms meses sufra daos fsicos, pero si una nave espacial
particularmente diseada pudiera girar constantemente (o al menos una parte de
ella), se producira un efecto centrfugo, empujando al astronauta hacia las
paredes. Esto ejercera sobre l el mismo efecto que un campo gravitacional. No se
necesitara energa para mantener la nave en movimiento giratorio una vez dado el
impulso inicial, y sus efectos mantedran sanos y cmodos a los astronautas
Solucionados estos problemas, los hombres podran aterrizar en Marte hacia 1985,
y mantener all una estacin permanente hacia 1995. Las estaciones podran
tambin situarse en los dos pequeos satlites del planeta rojo, Deimos y Fobos,
que carecen de atmsfera y prcticamente de gravedad.
Y el peligro de la radiacin en esos viajes de varios meses? El peligro
principal procede de las partculas cargadas de alta energa y emitidas a intervalos
impredecibles por el Sol. Aunque las naves que volasen a Marte iran alejndose de
la fuerte radiacin solar, habra que proteger contra sta a los astronautas durante
los perodos de intensa actividad solar. Marte no posee cinturones de radiacin
detectables, por lo que a este respecto no habra que inquietarse al acercarse al
planeta.
Los viajes a Venus y Mercurio no seran ms largos que el vuelo a Marte,
pero los de Mercurio gastaran mucha ms energa debido a las mecnicas orbitales
precisas (es muy difcil maniobrar una rbita en presencia del gigantesco campo
gravitatorio del Sol).
Ni Venus ni Mercurio poseen al parecer cinturones de radiacin. Ambos, no
obstante, estn en direccin al Sol, cuya radiacin aumenta peligrosamente a
medida que se reduce la distancia hasta l. Si se supera el riesgo de esta radiacin
y, segn todas probabilidades as ser, se llegar a Venus y Mercurio antes del ao
2000.
Establecer all bases permanentes ya ser otra cuestin. La temperatura
superficial de Venus, segn datos del Mariner II, es de unos 500 C. sta es la
temperatura que reina en todo el planeta, bajo sus densas nubes, de da y de noche
por lo que al menos bajo la superficie tambin habr el mismo calor, cuando
menos. O sea, que no existirn posibilidades de refrescarse abriendo surcos en la
tierra. Las sondas teledirigidas llegarn a Venus, y una expedicin tripulada
podra efectuar un vuelo temporal bajo las nubes, pero es sumamente improbable
que se establezca una base permanente en Venus en un futuro previsible.

Mercurio ofrece mejores perspectivas, puesto que carece de atmsfera que


conserve el calor y lo propague por toda su superficie. Hasta hace poco tiempo, los
astrnomos crean que este planeta slo presentaba una cara al Sol, de forma que
sta estara constante e increblemente caliente, mientras que la opuesta se hallaba
casi rozando el cero absoluto. De ser as, habramos podido aterrizar en dicha cara.
Es muy sencillo establecer una base calentada artificialmente, sea cual sea el fro.
Sin embargo, hoy da sabemos que Mercurio gira lentamente respecto al Sol, de
modo que todas sus caras tienen da y noche de unos cincuenta y nueve das
terrestres de duracin.
Durante la noche todos los puntos de su superficie desprovista de aire tienen
amplia oportunidad de enfriarse. Esto significa que las expediciones que
eventualmente aterrizaran en Mercurio tendran que efectuarlo en un punto
bastante adentrado de su noche, para que la superficie se hubiese enfriado lo
suficiente. Entonces, podra excavarse una base subterrnea, antes de que el punto
de aterrizaje volviera a surgir a pleno Sol.
Mercurio se halla a una distancia media de 58.000.000 de kilmetros del Sol.
Podrn jams los hombres aproximarse tanto al astro rey? Existe una posibilidad.
Hay un pequeo asteroide llamado caro, que a veces pasa a unos cuantos millones
de kilmetros de la Tierra. Su rbita es muy ovoidal. A un extremo de la misma,
llega a medio camino de la rbita de Jpiter, y al otro cae hacia el Sol, yendo hacia
l hasta llegar a una distancia de slo 30.000.000 de kilmetros.
Si una expedicin lograse llegar a caro mientras pasase cerca de la Tierra e
implantar en l los instrumentos necesarios, podran obtenerse maravillosas
observaciones del vecino Sol, de las partculas cargadas que emite, y del campo
magntico que produce.
Todo abordamiento ms cercano al Sol efectuado por el hombre que no sea
sobre caro parece muy improbable. Las naves espaciales, tripuladas o no, podran
pasar ms cerca del Sol, pero el intenso calor y la radiacin seran probablemente
fatales, no slo para los hombres, sino para los instrumentos, a menos que
estuviesen particularmente bien protegidos. Es dudoso, por tanto, que en los
prximos ciento cincuenta aos, los hombres consigan inventar algo mejor que
caro.
La tercera fase, o sea los vuelos que durarn varios aos, nos trasladarn del
espacio exterior al sistema solar. Esto podr lograrse mediante pasos graduales.
Entre las rbitas de Marte y Jpiter giran millares de asteroides. Algunos tienen

dimetros de casi doscientos kilmetros. Ceres, el mayor, posee 687 kilmetros de


dimetro. Una vez en Marte, podremos alcanzar los asteroides sin grandes
dificultades.
Tal vez a principios de los aos 2000, el hombre habr ya puesto el pie en
Ceres. Paso a paso, podrn ser abordados otros asteroides. Uno de los ms
interesantes es Hidalgo, que tiene una rbita muy alargada. Por un extremo se
aproxima a 38.000.000 kilmetros de la rbita de Marte, y por el otro, retrocede del
Sol tanto como Saturno. La rbita de Hidalgo est completamente inclinada en
comparacin con las de varios planetas, por lo que no se acerca ni a Jpiter ni a
Saturno. Sin embargo, si una expedicin pudiera llegar a Hidalgo, cuando est
prximo a Marte, los hombres podran permanecer varios aos en el espacio,
estudiando las condiciones del sistema solar exterior a su placer, sabiendo que
ocasionalmente regresaran a la vecindad de la rbita marciana.
Los astronautas podran conquistar uno a uno los planetas exteriores,
establecindose firmemente en uno para pasar al siguiente. Sin embargo, para
emprender tales vuelos, aun bajo las condiciones ms idneas, los astronautas
tendran que pasar muchos aos en el espacio, si las astronaves estaban equipadas
con los cohetes qumicos utilizados hoy da. A menos que se invente una nueva
clase de cohetes, es posible que el ser humano no trasponga jams la frontera de los
asteroides.
Una posibilidad consiste en el empleo de cohetes nucleares. stos podran
ser impulsados por una serie de explosiones atmicas o por los gases de escape
expedidos por el calor de un reactor nuclear. En cualquier caso, las naves con
cohetes podran mantenerse bajo aceleracin durante largos perodos alcanzando
mayores velocidades.
Los cientficos tambin pueden construir un cohete de iones. Los ordinarios
obtienen el impulso expulsando hacia atrs ingentes cantidades de gases
supercalentados. Esta fuerza bruta es necesaria para elevar la nave por encima de
la atmsfera y ponerla en rbita en torno a la Tierra. Una vez en rbita, y rodeada
por el vaco, una nave podra utilizar tomos cargados elctricamente (iones). stos
seran enviados hacia atrs por la accin de un campo elctrico. El impulso de los
iones es muy dbil, por lo que la velocidad del cohete aumentara muy lentamente.
No obstante, el cohete de iones es mucho ms eficaz a la larga que uno ordinario.
La aceleracin puede proseguir por perodos indefinidos, y la velocidad
aproximarse a la de la luz (300.000 kilmetros por segundo), al menos en teora.
Hacia el ao 2000, cuando el hombre haya llegado a Ceres, tanto los cohetes

nucleares como los de iones estarn ya en funcionamiento. En cuyo caso,


podremos explorar el sistema solar exterior.
Una generacin ms tarde, hacia el ao 2025, habremos aterrizado
seguramente en uno de los satlites de Jpiter. Dentro de un siglo, nos hallaremos
en el sistema de satlites de Saturno, con planes para llegar a las lunas de Urano y
Neptuno. Y en el ao 2100 los hombres pondrn el pie en Plutn, en los lmites
extremos del sistema solar.
Menciono los satlites de Jpiter, Saturno, Urano y Neptuno solamente.
Mas, y sus planetas? Estos cuatro planetas son gigantescos, y sus condiciones se
hallan muy lejos de parecerse a las de la Tierra. Son sumamente, fros y poseen
atmsferas densas y venenosas, con increbles tormentas y vendavales de
inimaginada violencia. Las presiones al fondo de las atmsferas respectivas son
millares de veces mayores que la nuestra. Tampoco estamos seguros de que sus
superficies sean realmente slidas.
Si los astronautas alcanzan algn da la superficie slida de los gigantes
exteriores (con el uso de una nave espacial que posea las propiedades de los
batiscafos que nos han servido para las exploraciones de los fondos abismales
ocenicos), se vern sujetos a enormes atracciones de gravedad, mucho ms
poderosas que las terrestres. Estas atracciones inmovilizaran a los astronautas y
casi imposibilitaran el despegue desde el planeta. Las dificultades para enviar
naves tripuladas a esos planetas gigantescos son tan enormes que durante largo
tiempo los cientficos tendrn que conformarse con enviar sondas en espiral hacia
Jpiter, Saturno, Urano y Neptuno. Las exploraciones tripuladas de esos planetas
no pueden tener lugar en un futuro previsible. No obstante, s es posible aterrizar
en el pequeo Plutn.
La cuarta fase de la exploracin espacial, los vuelos de varios siglos de
duracin, nos llevar desde los planetas a las estrellas ms prximas. Como
mencion anteriormente, la estrella ms cercana est casi siete mil veces ms lejos
que Plutn.
Lo cierto es que en ninguna parte del sistema solar hay un planeta que
ofrezca comodidades y seguridades para el hombre. En ellos tendra que vivir bajo
tierra o bajo unas cpulas (lo que, pese a todo, resultara un excitante paso al frente
en el progreso del ser humano (ver Captulo 31). En ninguna parte del sistema
solar, sin contar la Tierra, puede haber algo ms que formas de vida muy
primitiva. Entre las estrellas, no obstante, existen otros planetas con toda seguridad

semejantes a la Tierra, que pueden soportar vida con las mximas probabilidades
en tal sentido (ver Captulo 22). Algunos pueden incluso tener vida inteligente. Por
desgracia, no sabremos cul es o cules son los planetas que soportan esta vida
hasta que las astronaves lleguen a las estrellas a cuyo alrededor giran dichos
planetas, de modo que si lo que buscamos es otras formas de vida, lo haremos a
ciegas.
Y qu otros sistemas estelares pueden alcanzarse?
Ciertamente, la tarea de llegar a las estrellas ms cercanas es muchas veces
ms difcil que alcanzar el planeta ms lejano del sistema solar. Un gran problema
de estos viajes sera el de proteger a los astronautas contra las mortales partculas
cargadas de alta energa que chocaran con la nave, poniendo en peligro a sus
pasajeros e instrumentos. An no se ha encontrado ninguna solucin a tal
problema. Adems, ni siquiera los cohetes ms avanzados que podamos imaginar
podrn volar a mayor velocidad que la luz, e incluso a la velocidad de sta durara
nueve aos el viaje de ida y vuelta al cuerpo celeste ms prximo, fuera del sistema
solar. A las estrellas ms distantes tardaramos cientos de miles de aos en llegar.
Hasta en el ao 2100, cuando la Humanidad ya habr conquistado Plutn
con toda seguridad, es difcil que se intente efectuar alguna expedicin hacia las
estrellas. Significa esto que el hombre ha de renunciar a ellas? Renunciar es un
verbo muy pesimista. Los cientficos ya han especulado sobre varios medios para
llegar hasta el verdadero espacio exterior. La primera necesidad, claro est es la
capacidad de alcanzar velocidades que se aproximen a la de la luz. Pueden
lograrse mediante cohetes de iones o por algn otro invento tcnico no surgido
todava.
La teora de la relatividad de Einstein explica que todos los movimientos
internos se retrasan en los objetos que se mueven a grandes velocidades. Los
astronautas, por tanto, experimentaran slo el paso de unos cuantos aos en el
transcurso de viajes que a los individuos situados en la Tierra les parecera de
cientos de miles de aos de duracin (ver Captulo 18). Por consiguiente, el
hombre llegara a una estrella distante dentro de su propia existencia, aun cuando
tuviese que despedirse para siempre de la Tierra y todo cuanto dejase atrs.
Si resultase que las velocidades casi como la de la luz no son prcticas, sera
posible, pese a todo, vivir lo suficiente para llegar hasta las estrellas. Para ello,
podra congelarse a los astronautas y dejarlos en una especie de animacin
suspendida para varias dcadas o generaciones hasta tener la meta a la vista. Sin

embargo, tampoco sabemos si la animacin suspendida por hibernacin de baja


temperatura sera prctica.
Existe un tercer medio. En lugar de emplear las pequeas naves de la
exploracin y colonizacin de nuestro sistema solar, podra construirse una nave
gigantesca para viajar hacia los planetas de las estrellas. En realidad, sera como un
planeta minsculo. En esta nave-estrella podran ir centenares o millares de
hombres, dejando an espacio para la agricultura y rebaos de animales. Una
especie de arca de No espacial. All naceran y creceran generaciones enteras
de hombres y mujeres, envejeceran y moriran, mientras la astronave ira de una a
otra estrella. Las condiciones en que podra ser ms prctica tal exploracin se
discutirn en el prximo Captulo.
Al enviar expediciones a las estrellas, por el sistema que fuese, no podramos
esperar su regreso. Ni siquiera una expedicin a las estrellas ms prximas podra
volver a la Tierra dentro del mismo siglo, segn nuestra cuenta de tiempo.
Tampoco sera posible comunicarnos con las colonias humanas establecidas en los
planetas de otras estrellas en la forma ordinaria. Aunque inventsemos el modo de
transmitir rayos de comunicacin bastante intensos para llegar a las otras estrellas,
transcurriran docenas de aos, hasta siglos, antes de que tales rayos llegasen a una
colonia y otro perodo de tiempo igual para que los colonos contestasen (ver
Captulo 22).
Resumamos lo dicho.
Puede suponerse razonablemente que hacia el ao 2100 la Humanidad
habr explorado todo el sistema solar y habr aterrizado en todos los planetas,
satlites o asteroides, a su eleccin, con excepcin de Jpiter, Saturno, Urano,
Neptuno y Venus.
Habr estudiado el Sol desde corta distancia, aunque no a menos de una
distancia de 30.000.000 de kilmetros. La Humanidad todava no habr efectuado
ningn intento para llegar o colonizar los planetas situados fuera de nuestro
sistema solar.
Despus del ao 2100, la Humanidad se ver obligada a efectuar una larga
pausa. Probablemente habr llegado lo ms lejos posible sin inventar capacidades
tcnicas excesivamente diferentes a las que posea entonces. Las proezas espaciales
que la Humanidad no haya realizado en el ao 2100 (aterrizajes en los planetas
gigantes, una aproximacin ms cercana al Sol, un viaje a las estrellas), no

parecern imposibles, pero existirn todava tantas dificultades, tantos obstculos,


que la Humanidad tardar varios siglos en intentarlas despus del mencionado
ao 2100.

31. El universo y el futuro

Permtaseme inventar una palabra muy poco eufnica: espomo, y definirla.


Un espomo es cualquier sistema, sustancialmente cerrado respecto a la
materia, capaz de soportar vida humana por un perodo de tiempo indefinido.
La Tierra es un espomo y, hasta el presente, el nico conocido que existe. Sus
calificaciones para serlo son obvias. Lleva varios millones de aos soportando la
vida humana, contando a todos los homnidos en general, y continuar
soportndola durante un futuro previsible, sin tener en cuenta los efectos
colaterales de la locura humana.
Adems, est sustancialmente cerrado respecto a la materia. sta se aade
en forma de lluvia de meteoritos o se pierde en forma de filtracin atmosfrica,
mas todo esto de una manera insignificante, que no afecta a las caractersticas
espmicas del planeta, ni es probable que las afecte en un futuro previsible.
Mas un espomo no puede estar cerrado respecto a la energa.
La vida es un proceso por el que se organizan mejor los componentes
desorganizados del ambiente. Esto significa que la vida comporta un
decrecimiento continuo de la entropa, y slo puede existir a expensas de un
continuo y an mayor aumento de entropa en el ambiente.
Si la Tierra estuviese cerrada con respecto a la energa, la Humanidad y la
vida en general, veramos cmo en un tiempo relativamente breve, gran parte del
oxgeno y la materia orgnica se convertira en dixido de carbono y otros
residuos, hasta tornar la Tierra inhabitable.
La energa del Sol significa toda la diferencia. Entra en el sistema terrestre,
mantiene la atmsfera agitada y los ocanos lquidos; provoca las lluvias y, mucho

ms importante, las plantas verdes utilizan la energa solar para reconvertir el


dixido de carbono y el agua en sustancias orgnicas y oxgeno libre.
La entropa del ambiente, elevada por las actividades de la vida, vuelve a
descender por la energa solar. Durante millones de aos se ha mantenido un
equilibrio a expensas de la creciente entropa del Sol, que tiene espacio para un
aumento adicional de entropa para otros millones de aos.
No necesitamos ir ms all del Sol. Por lo que sabemos, hay procesos que
invierten el aumento entrpico del Sol, y de las estrellas en general, y mantienen al
universo eternamente estable, como afirman algunos astrnomos (ver Captulo 19),
pero esto no nos atae a nosotros. El Sol durar, sustancialmente en su forma
actual, unos diez mil millones de aos, y este tiempo, a escala de la Humanidad, es
indefinido. Por tanto, podemos considerar ciertamente a la Tierra como un
espomo.
Si la Tierra fuese el nico espomo existente, el tema de la espomologa sera
trivial. Comprendera solamente ciencias como la Geografa y la Geologa. Mas es
posible que la Tierra no sea el nico espomo existente en realidad, habiendo otros
muchos en concepcin o potencia. En cuyo caso, el tema cobra ms inters.
Es posible, mejor dicho, es seguro, que entre las estrellas (si bien no en
nuestro sistema solar) puede haber otros espomos. Es decir, planetas
suficientemente semejantes a la Tierra en sus caractersticas generales, con un sol
bastante parecido al nuestro, que sirvan de planetas habituales, o sea, de espomos.
La cifra que ya he mencionado en otro lugar de esta obra (ver Captulo 22) es de
640.000.000 de planetas-espomos posibles slo en nuestra galaxia.
Sin embargo, todos estos planetas juntos no son suficientes para tornar
interesante el tema de la espomologa, ya que slo son Tierras. Desde el punto de
vista del espomlogo, al conocer un planeta como la Tierra, ya se han conocido
todos los dems iguales. Y puesto que ste es nuestro caso, podemos olvidarnos de
los dems.
Lo que deseamos, si queremos que la espomologa sea una ciencia
interesante, es que haya espomos radicalmente distintos de la Tierra. Y si el tema
resulta interesante, veremos que tambin es valioso.
Preguntmonos, para empezar, por qu la Tierra es un espomo y no lo son
Jpiter o Mercurio, por ejemplo. Si queremos expresar la diferencia de manera ms

sucinta, diremos que es una cuestin de masa. Jpiter, por ejemplo, tiene
demasiada; Mercurio, excesivamente poca. La diferencia de masa entraa, sea
como sea, casi todas las cualidades que convierten, o no, a un planeta en un
espomo.
Si un planeta posee poca masa no puede soportar una atmsfera ni un
ocano formado por un lquido voltil. Si tiene demasiada, atraer el hidrgeno y
el helio, produciendo una atmsfera venenosa y, a lo sumo, un ocano de
amonaco. En ninguno de ambos casos, podr ser un espomo.
Si su masa es excesiva, se deber probablemente a hallarse muy lejos de su
primaria fuente de calor, pudiendo acumular materia sin apenas competencia por
parte de su sol y a una temperatura suficientemente baja, las molculas de
hidrgeno (el elemento primordial de la materia) se tornan demasiado indolentes
para ser capturadas. En tales condiciones, el planeta es demasiado fro para ser un
espomo.
Si el planeta es poco slido, debido a estar demasiado cerca del Sol, toda la
materia acumulante se pierde en direccin a aqul, y la mayora de los elementos
ms comunes son, a tan corta distancia de la fuente de calor y energa, demasiado
ligeros y esquivos para ser capturados. Alternativamente, el cuerpo del planeta se
forma demasiado cerca de un planeta mayor que le roba la materia de modo que el
cuerpo en s no es ms que un satlite.
En el primer caso, el cuerpo celeste est excesivamente caliente para ser un
espomo, y en el segundo, demasiado fro.
Naturalmente, hay excepciones a estas reglas; excepciones conocidas dentro
de nuestro sistema solar. Nuestra Luna es demasiado grande para el lugar que
ocupa en el sistema, mientras que Plutn es demasiado pequeo. Este escape a la
regularidad conduce a la teora de que la Luna es un planeta capturado, y Plutn
un satlite liberado.
Por otra parte, suponiendo un sol del tipo apropiado, es razonable esperar
que se forme un planeta a la distancia debida de dicho sol, con la composicin
qumica ms conveniente para convertirse en un buen espomo.
Por consiguiente, podramos afirmar que la bsqueda de un espomo es la
bsqueda de un cuerpo celeste con la masa apropiada.
Mas todo esto se halla dentro del curso de la Naturaleza. Estos espomos son

naturales, fabricados por s mismos. Aadamos ahora el factor inteligencia. Slo


Dios puede hacer un rbol, segn el poeta Joyce Kilmer, pero quizs unos tontos
como los seres humanos pudieran fabricar un espomo.
El problema es el siguiente: podemos construir un espomo artificial?
Podemos utilizar un cuerpo sin la debida masa y convertirlo en un espomo? En
cierto sentido, no podramos ni intentarlo siquiera. Los cuerpos celestes
excesivamente slidos para ser espomos son muy raros (slo hay cinco en el
sistema solar, contando al mismo Sol, en comparacin con los millares de cuerpos
poco slidos para servir de espomos naturales). Los astros con una masa excesiva
son, adems, demasiado peligrosos para jugar con ellos, debido a sus intensos
campos gravitatorios y sus atmsferas inevitablemente enormes.
Si buscamos un astro con poca masa para ser un buen espomo, hallamos al
momento que el ms cercano a nosotros, la Luna, es un excelente ejemplo de esta
clase.
El problema consiste, pues, en la conversin de los astros pequeos en
espomos, por lo que la versin especfica de dicho problema es: podemos
convertir la Luna en un espomo? Ciertamente, la Luna no lo es en la actualidad. A
causa de su escasa masa, no posee atmsfera ni agua. Mas, consideremos los
elementos esenciales y no los accidentales. Es posible impedir que una atmsfera
se disemine por el espacio mediante la fuerza de un campo gravitatorio bastante
intenso, pero, a una escala menor, tambin puede ser conservada junto al astro por
medio de obstculos fsicos.
Dicho de otro modo, podemos distinguir dos variedades generales de
espomos: externos e internos. Un espomo externo es aquel que tiene una atmsfera
y un ocano, retenidos junto a la superficie por mediacin de un campo de
gravedad, de modo que los hombres pueden vivir en dicha superficie. Un espomo
interno es aquel en que el aire y el agua pueden retenerse dentro de una cavidad
hermticamente cerrada, viviendo los hombres debajo de la superficie.
De manera inevitable, los espomos naturales son externos, mientras que los
artificiales deben ser internos.
Supongamos, por tanto, que excavamos un enorme foso bajo la superficie de
la Luna, suministrndole aire, agua y los dems elementos necesarios para la vida.
Podramos empezar con materias terrestres, aunque es posible que el agua pudiese
conseguirse de los hidratos de slice de la propia Luna. El oxgeno se obtendra de

tal agua.
Con la suficiente energa, y una masa de composicin qumica variada como
la de la Luna (o de un astro mucho menor), podran obtenerse los requerimientos
qumicos bsicos.
La energa es la clave, y nosotros nos hemos acostumbrado a considerar al
Sol como la fuente natural de toda energa. En la Naturaleza, la nica fuente de
energa en cantidades suficientes para soportar un espomo natural, es una estrella
como nuestro Sol; mas una estrella, cualquier estrella, es un verdadero desgaste de
energa. Casi toda su radiacin es absorbida por uno de sus planetas, y slo una
pequea fraccin de sa se emplea. Mucha menos cantidad, utilizada con mayor
eficacia, servira mejor para este propsito.
Una hoguera, cuya produccin de energa es una fraccin sumamente
ridicula de la solar, nos calienta en invierno, cuando el Sol resulta insuficiente para
este propsito. Sin embargo, a la escala de un espomo, una hoguera ordinaria no es
bastante. Por fortuna, hay a la vista algo mucho mejor.
A la inmensa escala de un espomo, solamente la fusin del hidrgeno podra
considerarse como una fuente de energa a travs de un futuro indeterminado. La
fusin del hidrgeno a gran escala es la que le proporciona al Sol su energa, y
puede ser aqulla la que d a la Tierra su energa.
Por consiguiente, preveo, aunque no en un futuro inmediato, la posibilidad
de que la Luna sea excavada bajo su superficie en forma de cavernas, que estarn
aprovisionadas por la misma Luna de todos los materiales bsicos, y cuya energa
proceder de plantas de fusin de hidrgeno.
Este sistema de cavernas estar poblado por vida animal y vegetal (e
inevitablemente de vida microscpica), y habitado por hombres, mujeres y nios,
es decir, por familias que no conocern otra clase de vida, ni querrn conocerla.
Las ventajas son obvias. La Luna gozar de un ambiente controlado y
diseado especialmente para el hombre; ste tendr lo que desee y necesite (en
muchos aspectos vitales), y no slo lo que pueda conseguir. Asimismo, gozar de
las ventajas de un nuevo principio. De igual modo que Estados Unidos ha
conseguido prosperar y florecer debido, en parte, a haber prescindido de las
tradiciones de la amargada Europa de la Edad Media, en la Luna, es de esperar,
sus colonos se hallarn libres de los tabes y errores pasados de la Tierra.

Tambin tendr sus desventajas. Aunque podamos confiar ciertamente en


los progresos cientficos y tecnolgicos, es casi seguro que la ciencia y la tcnica
jams conseguirn alterar la gravedad lunar. Los habitantes de nuestro satlite se
hallarn constantemente, y para siempre, bajo una atraccin de gravedad igual a
un sexto de la de la Tierra.
Indudablemente, los colonos lograrn acostumbrarse a ello, y los que nazcan
ya en la Luna, los verdaderos selenitas, como no conocern otra gravedad, la
considerarn natural. Sin embargo, sufrirn los hombres, especialmente en el
perodo de transicin en que habrn de efectuar diversos viajes entre la Tierra y la
Luna? Se debilitarn sus msculos? Se tornarn ms dbiles sus huesos bajo la
influencia de una gravedad mucho menor? Podrn en tales circunstancias resistir
un regreso a la Tierra? Tal vez este problema no se presente en toda su intensidad.
Los colonos de la Luna podrn ser conservados en buenas condiciones, respecto a
los hbitos terrestres, mediante el ejercicio o en cmaras centrfugas. Quiz
solamente algunos especialistas necesiten regresar a la Tierra, mientras que el resto
de la colonia lunar soporte bastante bien una estancia permanente en el satlite.
Otra desventaja es que un espomo interno puede sufrir catstrofes
accidentales que los externos jams padecen. Una atmsfera y un ocano retenidos
en la superficie por medio de la gravedad son muy seguros. Aparte de un desastre
a escala universal, nada puede cambiar la fuerza de la gravedad ni hacer que se
pierdan la atmsfera o el ocano de un espomo externo.
En un espomo interno, por otra parte, una caverna horadada por un
meteorito grande, o daada por un alud o un corrimiento de tierras, pierde el aire
al momento, y con ms lentitud el agua. Es de esperar, no obstante, que los
hombres posean el ingenio suficiente para reducir las oportunidades de tales
catstrofes. Adems, la caverna de un espomo interno estar indudablemente
compartimentada, de modo que una catstrofe local no afecte a las dems
excavaciones.
Tampoco una catstrofe ha de significar la renuncia a un espomo. Tambin
la Tierra las sufre. Peridicamente, nos vemos afectados por los huracanes, las
celliscas, los tornados, las inundaciones y las sequas, a ninguno de cuyos males se
halla sujeta la Luna. Un selenita patritico argir, ciertamente, en tiempos
futuros, que es la Tierra y no la Luna el espomo menos ideal para su habitabilidad
a causa de las catstrofes.
Mas, y las dificultades psicolgicas? Podrn realmente vivir los hombres

durante largos perodos en lo que esencialmente, no ser ms que una caverna?


Podr soportar el nacer y morir all? En mi opinin, la respuesta es afirmativa, si
la caverna es amplia y cmoda.
Es un error subestimar la flexibilidad de la Humanidad. El hombre ya ha
demostrado su capacidad para realizar tremendos reajustes. Una ciudad como
Nueva York representa, en cierto modo, casi un espomo artificial, enormemente
diferente del ambiente primitivo del hombre en la Tierra, o en la Luna. Sin
embargo, el hombre ha efectuado la transicin desde la caverna al rascacielos en
un perodo de tiempo insignificante. Incluso un campesino llega a adaptarse a
Nueva York en unos cuantos aos.
Por qu hemos de imaginarnos que un selenita se horrorizara ante la idea
de vivir emparedado? Seguramente, ms se horrorizara ante la idea de un
mundo como la Tierra, donde los hombres viven penosamente sobre la superficie,
expuestos a todos los cambios del clima y a otros desastres. Ningn selenita
deseara vivir en la Tierra, lo mismo que ningn neoyorquino quiere vivir en una
caverna.
Naturalmente, al pensar en un espomo interno debemos desprendernos de
todos nuestros prejuicios. Es fcil caer en la trampa de pensar, vagamente, que un
espomo externo es natural, y uno interno artificial, y que lo natural es bueno y
lo artificial malo.
Podra llegarse ms lejos, alegando que un espomo verdadero es aquel en
que la vida se desarrolla espontneamente, a partir de materia no viva, como
ocurri en la Tierra (ver Captulo 9). Un mundo al que hubiera que aplicar tcnicas
cientficas y poblar con especies que tienen ya dos o tres mil millones de aos de
evolucin detrs, no sera un verdadero espomo, sino un imitador.
Mas, frente a este argumento, dnde se halla el Homo sapiens? La vida no se
desarroll en la tierra seca. La nica porcin de Tierra que es espomo natural, en
el sentido de que la vida se inici all espontneamente a travs de productos
qumicos simples, es el ocano. Lentamente, ciertos tipos de seres vivos emergieron
a la tierra seca, sitio tan hostil a los hijos del mar como la Luna nos parece hoy a
nosotros.
Un pez filsofo, si podemos imaginar uno, seguramente movera la cabeza
ante la tontera de que unos seres prefiriesen salir del agua y habitar la tierra seca.
Le parecera un cambio psimo pasar del ambiente siempre igual del ocano a las

extremosidades violentas del aire libre; de la plenitud de agua a la amenaza


perenne de la desecacin; de un mundo libre de la gravedad tridimensional, a otro
con gran atraccin gravitacional y dimensional.
Estos peligros no estn faltos de realismo, ni son imaginarias las desventajas
de la tierra seca. La vida invadi ya la Tierra hace ms de 425.000.000 de aos, mas
incluso hoy da, el ocano es mucho ms rico en vida que la tierra firme, palmo a
palmo. Los animales terrestres tuvieron que evolucionar durante millones de aos
para desarrollar unas extremidades bastante resistentes que les permitieran
separarse de la tierra, posibilitando los movimientos independientes.
Transcurrieron unos doscientos millones de aos antes de que los seres vivos
desarrollasen sus termostatos internos y su aislamiento externo, con el fin de lograr
restaurar imperfectamente la temperatura ocenica. El hombre se irgui sobre sus
dos pies hace un milln y medio de aos, aproximadamente, y todava paga su
impuesto a la gravedad con sus pies planos, sus vrtebras deslizadas, sus molestias
craneanas, sus panzas, y los dems achaques. En la actualidad, el hombre an vive
con el temor de caerse, temor del que apenas se da cuenta por estar ya tan
acostumbrado a l.
No, no; si vamos a torcer el gesto ante la Luna como un lugar poco habitable,
lo mismo podemos hacer con los continentes de la Tierra. Vivimos en una parte de
sta que se pobl de manera artificial, desde la parte verdaderamente espmica. Y
a pesar de todo, la vida terrestre es menos rica que la ocenica, y en algunos
aspectos, menos cmoda que aqulla.
Sin embargo, hemos de lamentar que nuestros antepasados surgieran del
agua para afincarse en la tierra? Pese a todos los peligros y desventajas, ello abri
el camino a unos progresos imposibles de realizar en el mar. Debemos considerar,
si tendemos la vista hacia atrs, que el ocano era un fin muerto, un callejn sin
salida, en tanto que la tierra ofreci nuevos y ms amplios horizontes.
Tampoco quisiera ser contradictorio, pero el aire es mucho menos viscoso
que el agua. En sta, un ser ha de moverse lentamente o poseer lneas
aerodinmicas. Los seres ms desarrollados del ocano, las ballenas, los tiburones,
los peces, son extremadamente aerodinmicos. Los seres terrestres, que regresan al
mar, lo son hasta el punto en que necesitan serlo, como ocurre con las nutrias, los
pinginos, las focas, las vacas marinas.
Un cuerpo aerodinmico implica unos apndices cortos y rechonchos,
cuando existen, a excepcin de los tentculos altamente especializados del pulpo.

En el aire, falto de viscosidad, por otra parte, es posible moverse con rapidez y
poseer una forma irregular al mismo tiempo, de modo que los animales terrestres
han podido desarrollar buenas extremidades. A esto le debe el hombre sus
inapreciables manos.
Consideremos hasta qu punto, de ser la marsopa tan inteligente como el
hombre, le impedira exhibir su talento la falta de manos. De poder llegar a
comunicarnos con las marsopas, tal vez nos hallaramos con unos filsofos muy
pesimistas: grandes pensadores, pero nulos como ejecutores.
Asimismo, slo es posible encender fuego al aire libre y jams en el agua.
Slo una criatura terrestre, por tanto, pudo desarrollar la tcnica que se inici con
el descubrimiento del fuego. Es posible argir que los progresos tcnicos de la
Humanidad todava no son perfectos, pero dudo que nadie quisiera regresar a los
tiempos en que el fuego todava no haba sido descubierto.
Empleando una analoga qumica, el paso del mar a la tierra signific una
fase modificada en el progreso de la vida, lo cual todo el mundo, o casi todo el
mundo, ha de considerarlo muy deseable.
Es posible, entonces, que el paso desde un espomo natural y externo, a
otro interno y artificial pudiese significar un cambio deseable? Nunca me ha
gustado profetizar, ya que en tales asuntos resulta extremadamente difcil, mas lo
intentar.
Creo, por ejemplo, que por muy difcil que fuese el paso inicial de un
espomo externo a otro interno, al final sera una cancelacin parcial de las
dificultades presentadas por la gran aventura anterior de la vida. En un espomo
interno, el hombre volvera a recobrar el ambiente inmutable y la menor gravedad
del mar, sin abandonar el ambiente menos viscoso del aire. Un espomo interno
gozara, al poco tiempo, de las ventajas inherentes a la tierra y al mar, y no sufrira
ninguna de sus desventajas.
Si empezamos con un espomo interno en la Luna, la victoria, el triunfo slo
podra inspirar intentos de expansin, llegando a la formacin de espomos de
tamao mediano, como Marte y los grandes satlites de Jpiter. Especialmente,
podra producirse una especie de xodo hacia espomos cada vez ms pequeos, o
sea, los asteroides que existen por millares en el espacio, entre las rbitas de Marte
y Jpiter.

Por qu los asteroides? Consideremos la eficiencia. Can la mejor voluntad


del mundo, y con todos los progresos tcnicos previsibles para el futuro, la
Humanidad jams lograr ahondar mucho en la corteza terrestre, ni en la de la
Luna o Marte. Ser posible, eso s, excavar algunos focos o cavernas, pero si nos
referimos a espomos internos, con cavernas amplias y cmodas, a lo sumo
podremos ahondar un par de kilmetros. Precisamente, el calor interno de la
Tierra, como el de Marte o la Luna, tornara sumamente incmodas unas cavernas
ms hondas.
Esto significa que virtualmente todo el volumen de un planeta resulta intil
y slo les sirve a los habitantes del espomo para proporcionarles el adecuado
campo de gravedad.
Los asteroides, no obstante, pueden ser espomificados completamente.
Pueden ser excavados por entero. No poseen calor interno, ms que en un grado
muy pequeo, y apenas gravedad. Las cavernas no necesitaran grandes vigas. Si
exceptuamos los muy grandes, podramos utilizar todo el asteroide. (Quiz fuese
difcil excavar un asteroide compuesto de nquel, y su composicin qumica tal vez
no resultase adecuada como fuente de materias primas, salvo las ferruginosas,
mas, al juzgar por el promedio de meteoritos de hierro contra los de piedra, es de
esperar que menos del diez por ciento de los asteroides sean metlicos). Cualquier
asteroide pequeo podra constituir un espomo suficientemente grande. Hace unos
aos, escrib un relato referente a un espomo asteroidal, en que un terrqueo, al
visitar el asteroide, expresaba su sorpresa al ver que sus habitantes tenan sitio
bastante para el cultivo de tabaco. El gua replicaba:
Nuestro mundo no es pequeo, doctor Lamorak. Usted nos juzga de acuerdo con
las normas bidimensionales. El rea superficial de Elsevere (el asteroide), tiene solamente
unas tres cuartas partes de la del Estado de Nueva York, pero esto no importa. Recuerde
que podemos ocupar, a nuestro antojo, todo el interior de Elsevere. Una esfera de un radio
de 80 kilmetros posee un volumen superior a dos millones de kilmetros cbicos. Si todo
Elsevere estuviera ocupado por niveles con veinte metros de separacin entre s, la
superficie total del interior del planetoide sera de unos noventa millones de kilmetros
cuadrados, igual al rea terrestre de la Tierra. Y ninguno de esos kilmetros cuadrados,
doctor, sera improductivo.
En el relato, descart deliberadamente un grave problema que
inevitablemente se presentara en un espomo asteroidal, a fin de poder
concentrarme en el aspecto sociolgico al que yo apuntaba. Evit toda
consideracin sobre el hecho de que el campo gravitatorio de un asteroide es

pequesimo, dndole a mi espomo ficticio una gravedad artificial.


En la vida real, distinta a la ciencia-ficcin, no es posible instalar una
gravedad artificial por la sola voluntad de un escritor. Sin embargo, y en teora,
sera posible lograr que un espomo asteroidal girase sobre su eje con gran rapidez.
El efecto centrfugo sera anlogo a un campo gravitatorio dirigido hacia fuera del
eje de rotacin, en todas direcciones, con algunos efectos secundarios de
importancia. El campo gravitatorio as instalado variara notablemente con la
distancia desde el eje, y el efecto Coriolis sera muy marcado. Cuanto menor el
espomo, mayor la velocidad angular requerida para obtener un efecto centrfugo
mximo, y ms pronunciadas las variaciones en el efecto y en la intromisin del
efecto Coriolis.
Supongo que la rotacin artificial del espomo no valdra la energa
desperdiciada y los problemas secundarios. Por qu no, en cambio, aceptar la falta
de gravedad como una condicin vital? La vida, en el pasado, pas de la falta de
gravedad del ocano a la esclavitud de la gravedad terrestre, y sobrevivi. Por
qu no volver hacia atrs? Naturalmente, para cambiar de g a cero-g se requeriran
millones de aos, y los cuerpos y organismos de los seres que sufrieran tal cambio
pasaran por unas modificaciones lentas, penosas y glaciales, mediante la fuerza de
la seleccin natural. A la Humanidad, como es obvio, le falta tiempo para tales
cambios.
Pero la Humanidad no slo est efectuando enormes progresos en la ciencia
espacial y la tecnologa. La Biologa tambin avanza a pasos agigantados. Es
razonable esperar que cuando el hombre pueda llegar a los asteroides con la
energa suficiente para transformarlos en espomos, habr aprendido bastante
respecto a la gentica, a fin de poder fabricar los tejidos necesarios (ver Captulo 9).
Por qu no suponer que los cambios necesarios para capacitar un cuerpo humano
a la falta de gravedad no han de ir dirigidos por la inteligencia, en vez de quedar a
merced de la colosal ceguera de la Naturaleza, que slo conoce el cambio al azar?
Un cuerpo destinado a la gravedad cero podra ser bastante distinto de nuestro
actual, mas no de manera radical. Los huesos y los msculos podran ser ms
pequeos y las piernas ms cortas, aunque supongo que esto no llegara a grandes
extremos. A pesar de la falta de peso, el cuerpo an tendra que luchar con la masa
de inercia, igual en un asteroide que en la Tierra.
Un cuerpo para la gravedad cero sera, a mi entender, altamente gracioso en
sus movimientos, llegando a conseguir algunas de las habilidades tridimensionales
de los peces y las aves. Constituiramos una especie humana capaz de volar sin

tener que sacrificar la utilsima mano en favor de un ala.


Los animales terrestres necesitaran adaptaciones similares, mas, con
excepcin de los domsticos, los colonos asteroidales podran seguramente vivir
sin ellos. Las plantas creceran sin gravedad sin grandes dificultades. Tambin
podran criarse peces. El cultivo de algas y la industria qumica podra combinarse
para producir alimentos con el gusto y el sabor de la carne, si fuera necesario.
De acuerdo. Un hombre acostumbrado a gravedad cero, jams podra volver
a la Tierra, ni siquiera visitar un mundo tan grande (desde su punto de vista) como
la Luna, pero no le sera ms dificultoso que lo es para nosotros no poder respirar
bajo el agua (salvo al ahogarnos).
Si nos concentramos en esto, habra dos especies de hombres: los de
gravedad g y los de gravedad cero. Nosotros somos g, claro est, lo mismo que lo
seran los colonos de los espomos grandes como Marte, la Luna, los satlites
mayores de Jpiter, etc. Y los habitantes de los espomos asteroidales seran de
gravedad cero.
La segunda fase de la evolucin no sera el paso de un espomo externo a
otro interno, sino de la gravedad g a la gravedad cero. No pertenecer el futuro a
esta ltima gravedad? No es posible que nosotros, los seres de gravedad g
hayamos llegado a un final, a un callejn sin salida, mientras que los de gravedad
cero tengan ante s un nuevo y ms amplio horizonte? Ellos podran progresar,
descartando todos los peligros y desventajas inherentes a la Tierra, mientras que
nosotros, incapaces de seguirles, igual que los peces no pueden ya seguirnos a
nosotros, nos quedaramos rezagados, reflexionando sobre nuestras grandezas
pasadas, como actualmente hacen los peces con respecto a nuestros antepasados.
Considermoslo
Primero, las especies de gravedad cero podran superarnos a medida que
pasara el tiempo. Los asteroides excavados llegaran a soportar una gran
poblacin, en conjunto, mucho mayor que la soportada por los espomos externos
habitados por las especies acostumbradas a la gravedad. El hecho de que los seres
de gravedad cero tuviesen un cuerpo menor (aunque no un cerebro ms pequeo),
servira para acrecentar su nmero.
Segundo, la naturaleza del ambiente de gravedad cero hara que sus
habitantes nos superasen tambin en variabilidad y versatilidad. Los seres con

gravedad existiran como un ncleo central (la poblacin terrestre), con pequeas
ramificaciones en Marte, la Luna y otros planetas o planetoides, mientras que la
especie sin gravedad estara repartida entre un millar o ms de mundos.
La situacin semejara a la existente entre las civilizaciones griega y romana
de la Antigedad. Los romanos forjaron unas leyes maravillosas, unas severas
bases gubernamentales, fueron grandes arquitectos y mejores tcnicos, tanto en la
guerra ofensiva como en la defensiva. Sin embargo, la civilizacin romana siempre
result falta de flexibilidad; Roma nunca dej de ser Roma.
Los griegos, en cambio, a pesar de alcanzar menos altura material, gozaron
de una vida y un verbo en su cultura que an hoy da nos cautivan, despus de
transcurridos ms de dos mil quinientos aos. Ninguna otra cultura ha brillado
como la griega, y uno de los motivos de tal milagro es que no se trataba en realidad
de una Grecia, sino de un millar de ciudades-Estado griegas, cada cual con su
propio gobierno, sus costumbres, su forma de vivir, de amar, de adorar, de morir.
Si consideramos la antigua Grecia, el esplendor de Atenas parece empaar el brillo
del resto de la nacin, y sin embargo cada ciudad contribuy a su cultura con algo
propio. La infinita variedad a que esto dio resultado le otorg a Grecia una gloria
imperecedera e inigualable, muy superior a nuestra actual civilizacin de una
Humanidad-masa, lo que Ionesco denominara una Humanidad-rinoceronte.
Los seres que viviesen en mundos sin gravedad seran los griegos modernos.
Un millar de mundos, todos con su propia forma de desarrollar y expresar su
historia y sus antecedentes. La riqueza vital representada por esos diferentes
mundos sin gravedad superara con creces a todo lo desarrollado en el mismo
tiempo en una Tierra, muy disminuida y ms uniforme a causa de los progresos
tcnicos.
Una tercera diferencia, crucial en mi opinin, puede explicarse y
comprenderse mejor volviendo al tema de las naves espaciales.
Ante lo ya expuesto, sabemos que una nave espacial no es un espomo
autntico, ya que un espomo ha de ser capaz de soportar indefinidamente la vida
humana. Una nave espacial es ms bien un espomoide, que puede servir de
espomo temporalmente.
Los espomoides ya han funcionado muy bien en diversas ocasiones,
particularmente en los viajes a la Luna.

La intencin de la raza humana es explorar el sistema solar mediante


espomoides, aun antes de haber establecido ningn espomo definitivo en algn
lugar del espacio; en realidad, el establecimiento de espomos extraterrestres es algo
imposible. Slo por medio de fases escalonadas podramos llegar a Plutn (ver
Captulo 30).
Mas all nos tendremos que parar. Pasado Plutn se hallan ya las estrellas, y
las distancias implicadas son tan enormes que las tcnicas suficientes para nuestro
sistema solar resultaran intiles ante la nueva situacin.
Llegar a las estrellas ms prximas entraara una de estas tres alternativas:
Un vuelo directo de ida y vuelta a la estrella ms cercana, siendo el tiempo
requerido de una generacin a un siglo.
Volar a velocidades prximas a la de la luz, introduciendo el efecto de la
dilatacin del tiempo (ver Captulo 18), de modo que la duracin del viaje para los
astronautas sera slo de unos cuantos meses o aos. En este caso, no obstante, al
regresar a la Tierra, hallaran que el tiempo aqu transcurrido era de un siglo o
ms.
Efectuar el vuelo con los astronautas congelados en animacin suspendida,
cuyo efecto sera el mismo que el del Caso 2.
Ninguna de estas alternativas es agradable. Los astronautas estaran
expuestos a los peligros y las incertidumbres de la congelacin por perodos cada
vez mayores, o tendran que consumir las ingentes cantidades de energa
necesarias para alcanzar velocidades extremas. Es posible que una congelacin
durante varias dcadas resultase imposible, y que la energa exigida para lograr el
efecto de dilatacin del tiempo sea prohibitiva. Si la primera alternativa es la
escogida como ms simple, los astronautas no slo pasarn toda su existencia en la
aeronave estelar sino que tambin han de estar preparados a tener hijos y hasta
nietos dentro de la nave, hijos y nietos que, a su vez, tendrn que disponerse a
pasar toda su vida en la astronave.
En cuanto a los que esperen en la Tierra, no existen alternativas. Una
astronave que despegue con destino a una estrella prxima, tardar siempre
cientos de aos en regresar, si regresa. Los astronautas conseguirn acortar el
tiempo mediante el efecto de dilatacin temporal, o por la congelacin, mas tales
medios no afectarn a quienes les aguarden en la Tierra. La nave estelar no

regresar en ningn caso antes de un siglo, y entre la multitud que la vitoree a la


llegada no habr ya ni un solo miembro de los que la despidieron fervorosamente
cuando se produjo la partida.
En tales circunstancias, la exploracin estelar no resultar nunca una proeza
popular para nadie, ni entre los astronautas ni entre los terrestres. Algunas
expediciones podran funcionar en calidad de tours de force, pero los terrqueos,
que no podrn seguirlas, que no podrn ver el resultado en toda su vida, perdern
inters en tales hazaas.
Consideremos ahora bajo qu condiciones podran ser populares tales
expediciones.
Cuanto ms prolongada la travesa de exploracin dentro del sistema solar,
ms elaborado tendr que ser el espomoide. Cuando lleguemos a los planetas
exteriores, los viajes espaciales necesitarn aos de duracin, y un espomoide
capaz de soportar una dotacin por varios aos, precisando un mecanismo de
repeticin de ciclos, cosa excesivamente sofisticada si ha de servir a una tripulacin
por tiempo indefinido.
La tendencia, por tanto, en las exploraciones espaciales, ser ir desde un
espomoide a un espomo y, ciertamente, con respecto a la exploracin estelar, se
necesitar un espomo sumamente elaborado.
No slo una nave espacial con destino a las estrellas es un espomo, sino un
espomo interno, de un tipo extremado.
Al reunir la tripulacin de una nave estelar, les pediremos en realidad a los
hombres y mujeres que la compongan que se trasladen de un espomo externo a
otro extremadamente interno, lo cual tal vez sea pedir demasiado.
Naturalmente, durante todo este captulo me estoy refiriendo al
establecimiento de espomos, pero por etapas! El cambio del espomo externo que
es la Tierra a otro interno como la Luna, es, en muchos aspectos, sencillo.
Todava existir la oportunidad de comunicarse con la Tierra, sta estar a la
vista, aunque slo sea dentro de la pantalla de la televisin instalada en la caverna,
y finalmente habr la posibilidad de regresar algn da al planeta-madre.
Por tanto, sern los colonos selenitas, acostumbrados ya a un espomo
interno de carcter plcido, los que irn a espomificar Marte y Ganimedes. Y sern

los colonos ms alejados, los que estarn ya mucho ms divorciados de la Tierra


por el mero hecho de que sta no colgar de su cielo como un baln enorme, los
que darn los pasos siguientes hacia los asteroides y la fase de gravedad cero.
Poco a poco, los habitantes de los espomos superarn sus ansias de cielos
azules, de aire libre, de ocanos, de montes, ros y animales.
Mas, ni siquiera un colono de la Luna o Marte se sentir a gusto en una nave
estelar, que tendr una gravedad cero, a menos que la misma gire rpidamente,
con todos los problemas inherentes a tal giro.
No, los astronautas ms adecuados para una nave estelar deberan de ser
seres acostumbrados a la gravedad cero, con lo cual no habra ya necesidad de
recluirlos puesto que un espomo asteroidal ya ser una nave estelar en s mismo.
Ascendiendo desde una nave espacial primitiva, y descendiendo desde la Tierra,
nos enfrentamos en el centro con la ecuacin: espomo asteroide = nave estelar.
En tales condiciones, podra realizarse un viaje a las estrellas sin grandes
molestias. Si se acoplase a un asteroide un cohete con motores, obligndole a
desviarse de su rumbo y a alejarse del Sol (la velocidad de escape del Sol es
considerablemente menor en el cinturn de asteroides que cerca de la Tierra), qu
les importara a los habitantes de tal asteroide la falta de gravedad? Seran seres
que siempre habran vivido en un espomo interno de gravedad cero, y
continuaran viviendo en un espomo de iguales condiciones. No abandonaran su
hogar, sino que se lo llevaran consigo. Qu importancia tendra la duracin de su
viaje a las estrellas? Cuntas generaciones podran vivir y morir durante tal viaje?
Nada de esto cambiara su forma de vivir.
S, cierto, dejaran al Sol, y qu? Los moradores de un asteroide jams
dependern para nada del Sol. Sus habitantes, debidamente ataviados, podran
emerger del asteroide y observar al Sol como una diminuta bolita en el cielo, pero
nada ms. Quizs acabasen por echar de menos esta imagen e idealizaran el sol
de su hogar. Mas esto slo provocara una sensacin de nostalgia, como el
moderno morador de una gran urbe experimenta respecto a su viejo poblado
ancestral.
La nave estelar, el asteroide estelar, al quedar desviado de su antigua rbita,
dara el tercer y final paso del destete de la vida. Antao, las formas de vida fueron
destetadas del ocano. Con el establecimiento de los espomos extraterrestres, las
formas de vida quedaran destetadas de la Tierra. Con las naves estelares,

quedaran destetadas del sistema solar.


Mas, por qu se han de convertir los asteroides en naves estelares? Qu
ganarn con ello? Bastantes cosas: Primero, satisfacer la curiosidad, el deseo bsico,
punzante de saber. Por qu no saber cmo es el universo? Qu hay ah fuera?
Segundo, el deseo de libertad Por qu dar intilmente vueltas en torno al Sol,
cuando es posible ser una parte independiente del universo, sin estar sujeto a
ninguna estrella? Tercero, la utilidad de saber: puesto que un viaje estelar nos
proporcionara nuevos conocimientos a los que ya poseemos, conocimientos que
nos permitiran darle ms seguridad al espomo, al mismo tiempo que mayor
comodidad.
La travesa a las estrellas no tendra por qu ser montona ni falta de
aventuras. Cierto, tardaramos cientos o miles de aos en llegar a una estrella, y
transcurriran generaciones sin que los astronautas divisasen una de cerca, pero,
significa esto que no habra nada que ver? No puedo adivinar qu fenmenos
ocurriran al paso de la astronave, ni qu bellezas de la Naturaleza admiraran los
navegantes celestes. Sin embargo, una cosa parece cierta: el universo ha de estar
mejor poblado de lo que parece.
Vemos actualmente las estrellas debido a su intenso brillo; pero las estrellas
pequeas son ms numerosas que las grandes, y las borrosas mucho ms an que
las refulgentes. Con toda seguridad, hay cuerpos celestes muy borrosos y
pequeos, que no pueden distinguirse, excepto desde muy cerca, y que se hallan
en mayora.
Quiz no pasara una generacin sin ver uno de dichos cuerpos celestes ms
pequeos, algn astro material en el que la nave podra detenerse a investigar. Si el
astro fuera grande, la nave estelar no podra aterrizar en ella, pero s rodearla,
adoptar una rbita temporal, observarla y partir de nuevo ms all. Si el astro
fuese lo bastante pequeo para carecer casi de gravedad, podra excavarse y servir
como depsito de minerales para sustituir las inevitables prdidas sufridas por
cualquier espomo, por muy eficiente que sea su ciclo.
Al llegar cerca de una estrella, con sus planetas iluminados, las
observaciones seran especialmente intensas e interesantes. El sistema podra
contener espomos externos, planetas semejantes a la Tierra, conteniendo vida,
quizs incluso vida inteligente.
Qu fenmeno sera ste, de acuerdo con la existencia humana! Qu

afortunada la generacin que pudiera contemplar tal vista! Los astronautas


observaran silenciosamente, vigilaran, se alejaran, atrados por el espacio
infinito, y en el planeta habitado, los seres podran charlar excitadamente del
platillo volante No! No pretendo dar aqu una explicacin de los platillos
volantes supuestamente vistos en la Tierra (ver Captulo 24).
La vecindad de una estrella podra ofrecer la oportunidad de repostar.
Concibo que las provisiones de deuterio, necesarias para los reactores de fusin
podran ser recogidas en el espacio, al paso de la nave, pero el deuterio, se halla
increblemente diseminado. Estara, como es natural, ms concentrado en un
sistema estelar. Tal vez la cercana de una estrella no slo brindara la ocasin de
contemplar un espectculo inusitado, sino el medio de repostar deuterio, el
suficiente para la duracin del viaje por otro milln de aos.
Si se encontraban los astronautas con un cnturn de asteroides en torno a
una estrella, podra efectuarse un aterrizaje. Para ello, la nave estelar podra
adoptar una rbita apropiada. Entonces, otros asteroides se convertiran en
espomos. La colonia se dividira y estableceran otras. Eventualmente, una o ms, o
todas, se transformaran en naves estelares. Quizs una astronave vieja, usada, sin
valor ya para que fuese reparada, podra quedar abandonada en tales ocasiones,
indudablemente con mucho ms pesar de lo que lo seran jams el Sol y la Tierra.
En realidad, podra producirse una alternancia de generaciones, a travs
de los millones de aos, con respecto a las naves estelares. Habra una generacin
en que las naves estelares se moveran por la vastedad del espacio, en que el
incremento de poblacin debera de estar severamente controlado. Y habra otra
generacin, tras encontrar un cinturn de asteroides, en que la poblacin no se
movera, proliferando entonces en abundancia.
Al trmino de cada una de estas generaciones inmviles, se producira
tambin una proliferacin de naves estelares. Al transcurrir los aos, y convertirse
los siglos en milenios, las astronaves comenzaran a pulular por el universo, todo
ste convertido en su hogar.
Y de vez en cuando, tal vez se encontraran dos espomos, mediante cita
convenida.
Me imagino que esto comportara un ritual de importancia sin igual. No se
tratara de una cita breve de saludo y despedida, sino que los dos espomos se
dispondran a estar largo tiempo lado a lado.

Cada cual transmitira al otro sus archivos, con descripciones mutuas de los
sectores por ambos visitados. Se expondran nuevas teoras y modernas
interpretaciones. Se intercambiaran obras de literatura y de arte, y se daran
conferencias respecto a las distintas costumbres.
Adems, habra la oportunidad de intercambiar los genes. Ya que el
resultado inevitable de tal cita sera un intercambio de poblacin.
Sin embargo, es posible que tal intercambio gentico no pudiera tener lugar
en buen nmero de casos. Una soledad prolongada podra permitir el desarrollo
de variedades de imposible cruce. Entonces, habra que verificar si las dos
poblaciones eran compatibles entre s. En caso contrario, podra llevarse a cabo, de
todos modos, un intercambio intelectual.
Eventualmente, el espacio contendra, pues, innumerables variedades de
inteligencias de gravedad cero, con el universo por hogar, donde todos los seres
seran inteligentes, descendientes quiz de un planeta que slo existira en su
memoria como una leyenda, de la que se habra desvanecido totalmente la
primitiva Humanidad terrquea.
Tal vez el Homo sapiens no sea la nica especie que efecte la transicin a una
cultura estelar. Tal vez exista un punto crucial, alcanzado por todas las
inteligencias, desde el cual se bifurquen dos rutas, una rumbo a la verdadera
conquista del espacio, y la otra hacia una lenta desintegracin en la vida planetaria.
Quizs ah fuera haya seres inteligentes esperando al hombre. Y cuando nos
unamos a ellos, estaremos unidos a dichos seres, no en trminos de semejanza
material y orgnica, sino en la vida que vivimos y en el intelecto que cultivamos.
Es sta la consecuencia de la nueva fase del cambio, que har plenamente
posible la exploracin espacial? O slo voy dando tumbos en un vano intento de
ver lo invisible, de prever lo imprevisible? Tal vez el punto esencial de esta fase del
cambio se halla lejos de mi alcance, como el aroma de una rosa lo est del pez, o
una sinfona de Beethoven no puede ser captada por un chimpanc.
Pero lo he intentado!

Tercera parte

RELATIVA A LA CIENCIA-FICCIN

32. Escape a la realidad

De todas las ramas de la literatura, la ciencia-ficcin es la ms moderna. En


la respuesta literaria a los problemas peculiares a nuestra era y a nada ms.
La literatura normal es, a lo sumo, virtualmente intemporal. Trata de las
tensiones de la mente y el alma humanas, y de las relaciones mutuas entre los seres
humanos. Presumiblemente, mientras la bioqumica y la psicologa permanecen
esencialmente inalterables, los estudios penetrantes de esta naturaleza mantendrn
su valor a travs de las generaciones. Ciertamente, Homero y Shakespeare no
muestran sntomas de decadencia. Por tanto, no se trata de esta clase de literatura a
la que me refiero.
En el reino ms temporal de las literaturas especializadas, el escritor halla su
inspiracin en un mundo del presente o el pasado, ms o menos estilizado. El
misterio, el relato deportivo, la narracin de aventuras, la novela rosa o gtica, se
escriben contra un fondo contemporneo familiar al lector. La novela histrica y la
del Oeste contienen frmulas del pasado, menos familiares pero tambin
aceptadas.
En cada caso, el fondo es real. Podra desecharse por poseer por este
motivo un valor intrnseco escaso, por ser slo de importancia como escenario en el
que se representa el particular drama humano. Posee la falta de importancia de
cualquier decorado teatral, o del silln adecuado colocado en su debido lugar para
que el protagonista pueda alcanzarlo con un nmero determinado de pasos, de
acuerdo con la accin de la comedia.
En una clase completamente diferente se hallan esos ejemplos de literatura
especializada, en que el fondo o la puesta en escena tiene tan poca relacin con la
realidad como los mismos protagonistas. Menos, a veces. En esta literatura, tan
acostumbrados estamos a la mansedumbre y buena conducta del fondo y a la
nica ficcin de los protagonistas, que existe actualmente la tendencia a dejar que
el escenario asuma la verdadera importancia. Esto proporciona a esa literatura esa
sensacin completamente diferente de la usual.
Existen tres tipos de literatura de falso fondo que, por orden decreciente

de edades, son:
Fantasa.
Stira social.
Ciencia-ficcin.
La fantasa probablemente es sumamente antigua, tanto como el lenguaje.
En un mundo primitivo, donde la mayor parte de los aspectos de la Naturaleza y
la vida consciente eran desconocidos y aparentemente de conocimiento imposible,
salvo por revelacin directa, los intentos de explicacin por parte del hombre
conducan directamente a la fantasa.
Soar con una persona muerta daba lugar a historias de fantasmas. Los
efectos ruinosos de la tormenta y la sequa servan de inspiracin para los cuentos
de espritus malvolos. Los hechos poco conocidos se distorsionaban en
maravillas, de modo que los rinocerontes se convertan en unicornios, las vacas
marinas en sirenas, y los crneos de los elefantes sicilianos de la Prehistoria en
canbales gigantes de un solo ojo.
En realidad, fue la fantasa realmente fantasa hasta el alborear de nuestra
sofisticada edad? Es una historia de fantasmas una fantasa para la persona que
cree firmemente en los fantasmas? El fondo, que a nosotros no nos parece guardar
relacin con la verdad, era el verdadero fondo para nuestros antepasados. En este
aspecto la fantasa anterior a nuestra poca fue simplemente otro aspecto de la
literatura contra un fondo familiar.
Las fantasas modernas se escriben y son ledas por el pblico que sabe que
lo son. Mas la neofantasa todava halla su inspiracin en las deducciones del
pasado. Los cuentos todava tratan de fantasmas y vampiros, de brujas y
demonios, con el uso de encantamientos, y los peligros de la maldad. Tales relatos,
en la actualidad, tienen ms xito si se escriben exclusivamente con el propsito de
entretener. Ya no asustan a nadie.
La stira social es, por entero, ms sofisticada que la fantasa. Si sta es un
tipo universal de literatura regional, la stira social es la obra de un intelecto
avanzado y atrapado en una sociedad que no recibe bien las crticas. (Casi debera
decir atrapado en una sociedad, sin la frase calificadora, ya que no hay ninguna
sociedad que guste de las crticas).

En su forma primitiva, la stira social encontr su forma en las fbulas de


animales, como las del famoso Esopo. En las mismas, los animales hablaban, y la
sociedad humana se impona sobre sus caractersticas animales, comportndose de
modo que ridiculizaban las tonteras y los crmenes humanos. El lector rea y
asenta vehementemente, sin enfadarse ante las tonteras y los crmenes de los
animales, o sea, en realidad, gozando de su superioridad.
El satrico depende de la reflexin posterior, de la meditacin sobre la
moraleja de la fbula. Y como el lector ha quedado seducido y ha aceptado dicha
moraleja, puesto que desaprueba la conducta de un animal y no de la raza
humana, es menos probable que se enoje.
Las parbolas de la Biblia y las divertidas historietas contadas por Lincoln
estaban destinadas a dar unas moralejas indirectamente, con lentitud, profundas.
La stira social se grada desde la ancdota al tratado, y el ejemplo ms
clebre es la Utopa de Toms Moro. Este libro trata de la sociedad de una isla
ficticia. (La palabra utopa significa en griego ningn lugar, lo mismo que el
Erewhon de Samuel Butler, que significa nowhere[12] deletreado al revs). Toms
Moro utiliz su sociedad ficticia como un ltigo que azot a su propia sociedad.
Utopa es alabada como justa y virtuosa por aquellos aspectos que de modo ms
claro le faltaban a la sociedad del tiempo del autor. Y el lector tena que estar de
acuerdo con aqul respecto a los fallos graves de la sociedad. Luego, lentamente, el
lector comenzaba a sentirse poco satisfecho con su mundo, que no era realmente
ninguna utopa.
Los Viajes de Gulliver, de Jonathan Swift, son un ejemplo de stira en ambos
estilos. Los liliputienses de la primera parte y los laputanos de la tercera quedan
ridiculizados por sus necedades (trazadas hasta el exceso) comunes a la sociedad
contempornea de Swift. Los brobdingnagianos de la segunda parte y los
houyhnhnmos de la cuarta son exaltados por aquellas virtudes que no posea
claramente la propia sociedad de Swift.
Es posible confundir la stira social con la ciencia-ficcin porque en esta
ltima se describe siempre una sociedad diferente de la real. Hacerlo es
particularmente fcil porque, de forma ocasional, en las descripciones de
sociedades ficticias, los autores incluyen detalles de una ciencia o una tcnica
mucho ms avanzada que la suya propia. Por ejemplo, en Utopa, Moro describe el
uso de unas incubadoras para criar polluelos; en la tercera parte de Viajes de
Gulliver, Swift describe un descubrimiento ficticio de dos lunas en Marte (todo lo

cual result ms adelante ser completamente correcto en todos sus datos).


Sin embargo, es importante comprender que los satricos sociales no estaban
primordialmente interesados en sus sociedades ficticias. El autor satrico mantiene
sus ojos firmemente clavados en su propia sociedad y emplea las creaciones de su
imaginacin para dar lecciones de moral. Sus sociedades ficticias no son lo que
podran ser, sino solamente lo que deberan o no deberan ser.
En el siglo pasado, los autores dedicados a la stira social emplearon
deliberadamente los progresos cientficos como una de sus armas preferidas. As
nacieron El ao 2000, de Edward Bellamy, Un mundo feliz, de Aldous Huxley, y
1984, de George Orwell, entre las obras ms conocidas de este estilo.
Es casi inevitable considerar tales obras como pertenecientes a la cienciaficcin, aunque no lo sean en realidad. El intento del autor es completamente
moralizador. Bellamy alaba a su sociedad, y Huxley y Orwell la denuncian, cada
uno con el deseo de hacerla cambiar, de hacerle perder las malas costumbres que
las afligen. Es stira social, a pesar de toda su ciencia.
Entonces, qu es la ciencia-ficcin?
La ciencia-ficcin, como la fantasa y la stira social, se refiere a un fondo
que no es real. Al revs que la fantasa, su fondo no est completamente divorciado
de la realidad, sino que representa de manera ms o menos plausible una
extrapolacin de la realidad. Al revs que la stira social, el fondo irreal existe por
s mismo, no para aplicaciones morales.
La ciencia-ficcin puede definirse como la rama de la literatura que trata de
la respuesta de los seres humanos a los progresos de la ciencia y la tecnologa.
Los cambios en ciencia y en tecnologa, al ocurrir con brusquedad y afectar
profundamente al ser humano dentro de su existencia normal, representan un
fenmeno peculiar del mundo solamente desde la revolucin industrial (con
algunas excepciones locales y temporales). Es un fenmeno que ha existido en
Inglaterra y los Pases Bajos desde 1750; y en Estados Unidos y Europa Occidental
desde 1850; y, en general, en todo el mundo a partir de 1920.
El primer escritor conocido que respondi a este nuevo factor en los temas
humanos, tratando regularmente con la ciencia-ficcin, estudiando el efecto del
progreso cientfico sobre la Humanidad, sin acentuar las enseanzas morales, fue
Julio Verne. En lengua inglesa, el primer maestro fue H. G. Wells. Entre ambos,

sentaron los cimientos de todos los temas que los escritores de ciencia-ficcin han
venido tratando desde entonces.
Hasta 1926 no se instal un mercado especial exclusivamente para los
productos de la ciencia-ficcin. Fue aquel ao cuando Hugo Gernsback public por
primera vez las Amazing Stories[13]. Hacia 1930, se hallaban en las libreras y
quioscos otras tres revistas de ciencia-ficcin.
Fue posible, lentamente (y econmicamente) que un joven decidiese vivir de
la ciencia-ficcin, pero transcurrieron diez aos antes de que los escritores
estuvieran suficientemente desarrollados para alcanzar la madurez en este campo
literario.
El perodo de madurez suele darse frecuentemente como el momento en que
John W. Campbell, junior, pas a ser editor de Astounding Stories[14] (que
rpidamente titul Astounding Science-Fiction)[15]. Era el 6 de octubre de 1937.
Para Campbell, la ciencia-ficcin era esencialmente como la definida
anteriormente. Acentu las aventuras de ciencia-ficcin con nuevos inventos o
avatares en otros mundos (una especie de super-western, donde las naves espaciales
reemplazaban a los caballos, y las pistolas de rayos a los revlveres), y los
argumentos daban entrada a meditaciones respecto a las posibles sociedades del
futuro.
Tras el lanzamiento de la bomba atmica, la ciencia-ficcin se cubri de
respetabilidad. Muchos que haban considerado las historias relativas a una guerra
atmica (impresas con todo detalle a principios de 1941) sumamente ridiculas, e
incluso patolgicas, se apresuraron a rectificar sus criterios. La masa de lectores
aument. Las revistas populares comenzaron a publicar ocasionalmente relatos de
ciencia-ficcin. Algunos editores (particularmente Doubleday y Compaa, de
Nueva York), publicaron novelas de ciencia-ficcin. Y se editaron nuevas revistas
especializadas.
Hacia 1950, aparecieron La revista de la Fantasa y la Ciencia-Ficcin y CienciaFiccin de la Galaxia, que, juntamente con Astounding (actualmente bautizada como
Analog Science Fact Science Fiction) se consideraron como las tres grandes de
estos temas.
La poltica editorial de las tres grandes ofrece un contraste interesante.
Todas se dedican a la ciencia-ficcin, pero Analog se adhiere ms rgidamente a la

ciencia-ficcin en el sentido ms puro. Tal como implica su nombre. Fantasa y


Ciencia-Ficcin aade una generosa dosis de fantasa moderna, mientras que Galaxia
contiene bastante stira social. De esta forma, estn representadas las tres ramas
principales de la literatura del fondo falso.
Muchas personas (incluyendo algunos lectores de ciencia-ficcin) no
conceden ninguna importancia a dicha literatura, salvo, quiz, como medio de
obtener cierta diversin. Lo cual significa una subestimacin muy grave de la
importancia del tema.
Esta subestimacin se debe en parte a que las formas de ciencia-ficcin
ms familiares al pblico en general son las aventuras de dibujos de personajes
tales como Flash Gordon y Supermn, y la galera de monstruos creada por
Hollywood[16].
Ni los dibujos ni las cintas de Hollywood suelen ser autntica ciencia-ficcin.
Ah reside la confusin. Ambos son el resultado de aadir cierto aspecto nebuloso
de ciencia a un tipo muy viejo de literatura: la de fantasa y aventuras.
Sustituyamos el dragn que mata Sigfrido por el monstruo igualmente fabuloso
matado por Flash Gordon, y apenas habr que efectuar otros cambios. La Quimera
que devasta el pas y ha de ser exterminada por Belerofonte montado en su caballo
volador. Pegaso es semejante al monstruo que surge de veinte mil brazas de
profundidad en la laguna negra, y debe ser aniquilado por el protagonista
cinematogrfico desde su aeroplano.
Para hallar ciencia-ficcin madura, verdadera ciencia-ficcin, hay que leer
las revistas y los libros especializados. Y an no todas las historias son buenas.
(Si bien, realmente, por qu hay que esperar que toda, o casi toda, la cienciaficcin sea buena? Uno de los mejores autores de ciencia-ficcin afirm ante un
auditorio de fanticos seguidores de dichos temas: Unas nueve dcimas de la
ciencia-ficcin son malas. Los oyentes se quedaron atnitos, y el escritor aadi
solemnemente: Las nueve dcimas partes de todo son malas).
Sin embargo, entre lo malo hay algunos relatos entretenidos, bien escritos y
excitantes, incluso distintos del resto de la literatura. En ellos se hallan sociedades
nuevas y extraas, algunas orientadas primordialmente hacia la publicidad y su
psicologa; otras escondidas en ciudades subterrneas; unas enfrentadas con el
descubrimiento de nuevas formas de vida inteligente; y las dems encaradas con la
falta de recursos o el aumento de poblacin; tambin son comunes la telepata y
sus implicaciones.

Es esto importante? Claro que s. La buena ciencia-ficcin es divertida, mas


al propio tiempo cumple algo que no se encuentra en las dems formas de
literatura: considera el futuro de manera consistente.
Vivimos en una sociedad que, por primera vez, ha de considerar el futuro.
Hasta 1750, el hombre de la calle estaba seguro de que, hasta el da del Juicio Final,
la vida, en sus aspectos ms esenciales, siempre sera igual, aparte de algunos
cambios en el reparto de personajes que interpretaban el drama humano.
A partir de 1750, los hombres comprendieron cada vez ms que la sociedad
iba cambiando hacia direcciones imprevisibles y extraas, y que seguira en este
rumbo; que lo que haba sido bueno para el padre no lo sera para el hijo; que las
cosas ya no continuaran siendo siempre igual.
Despus de 1945, los hombres comprendieron que incluso el mero hecho de
la continuada existencia de la sociedad humana en cualquier forma ya haba
periclitado. La posibilidad de una nueva clase de da del Juicio Final comenz a
imponerse.
La ciencia-ficcin se basa en los cambios sociales. Acepta el cambio. En cierto
sentido, ensaya distintos cambios; trata de intuir las consecuencias de los mismos
y, en forma de narracin, presenta los resultados al pblico, a un pblico que cada
vez ms necesita advertir las posibilidades del cambio antes de que el desastre lo
arrastre consigo.
Por todo esto, resulta irnico que se tilde a la ciencia-ficcin de literatura de
escape. No se trata de escape en el sentido del es imposible de la literatura
normal de ficcin, ni del nunca fue de la fantasa, sino que se trata del podra
ser. Es una forma extraa de literatura de escape que inquieta a sus lectores con
bombas atmicas, superpoblacin, guerra bacteriolgica, viajes a la Luna, y otros
fenmenos por el estilo, antes de que el resto del mundo se enfrente con tales
problemas. (El resto del mundo habra tenido que escuchar nuestros avisos mucho
antes!).
No, no, si la ciencia-ficcin es un escape, lo es hacia la realidad.
Los escritores de ciencia-ficcin no siempre saben lo que hacen. Muchos
juraran verazmente que slo les interesa escribir un relato ms o menos plausible
y ganarse un dlar honradamente. Sin embargo, para m representan los ojos de la
Humanidad vueltos, por primera vez, hacia la contemplacin ciega y agnica del

excitante y peligroso futuro, no de los individuos, sino de la raza humana en


general.

33. El culto de la ignorancia

El 25 de junio de 1956, contempl el Programa del Productor por televisin,


y asist, en forma sorprendente, al conflicto entre la Necesidad de la Educacin y el
Culto de la Ignorancia. La Necesidad de la Educacin lleg a casa con el primer
anuncio. La firma comercial necesitaba, al parecer, ingenieros de cohetes, y
deseaba atraerlos hacia una factora de Florida. El anuncio destacaba el clima y las
playas de la localidad, las buenas condiciones de trabajo, el alojamiento barato y
cmodo, la magnfica paga, el progreso rpido, la slida seguridad. Ni siquiera se
necesitaba experiencia. El efecto era tal que experiment el impulso de echar a
correr, no a andar, hasta el aeropuerto ms prximo y subir al avin de Florida.
Tras haber superado tal impulso, y habiendo meditado medio segundo
sobre la falta de ingenieros y tcnicos, falta debida al carcter intensificado de
nuestra tcnica, me dispuse a gozar de la comedia presentada, que era una
adaptacin de Feliz cumpleaos, de Anita Loos, protagonizada por Betty Field y
Barry Nelson. Me gust; la comedia era excelente, mas la empresa apadrinadora
del programa, que antes estaba de rodillas pidiendo tcnicos e ingenieros, estaba
ahora pagando para presentar ante un auditorio de millones de personas el
siguiente argumento:
Barry Nelson es un funcionario de Banco que pasa gran parte de su tiempo
libre en un bar, porque en l encuentra mujeres (segn explica). La escena
representa el bar y los personajes constituyen un grupo picaresco de chicas de
corazn de oro. Barry Nelson, en la comedia, explica que no lee libros (dialoga con
una bibliotecaria) aunque, admite confundido, los lea antao. Dice que su padre le
entregaba algn dinero si aprenda a recitar los libros de la Biblia por orden, y para
demostrar que an sabe hacerlo, los recita, explicando que de nio lo haca con
mucha ms rapidez. As, se le presenta al televidente un ejemplo de cmo se
aprende en los libros, dejando bien sentado que es algo ridculo e intil, y que
Barry hizo muy bien de arrinconarlos y dedicarse a los bares.
Betty Field, por otra parte, es una bibliotecaria, o sea, una joven educada,

que de vez en cuando s lee libros. Es tmida, corroda por la desgracia y,


naturalmente, los chicos no la miran siquiera. En la comedia, viola los hbitos de la
abstencin y toma un trago, luego otro y otros ms. Lentamente, se va
despojando de sus inhibiciones. Queda en ella aniquilado el estigma de la
inteligencia, capa a capa, en tanto ella desciende hacia los estratos del alcoholismo.
El resultado es que los asistentes al bar, que antes la miraban con grandes
suspicacias, acaban por convertirla en su herona; su alcohlico padre, que antes le
pegaba, la adora de corazn; y, ms importante an, el empleado de Banco, que
jams se haba fijado en ella, la ama con violenta explosin.
Repito que la comedia me encant. Y sin embargo, considerada a la sobria
luz de la maana siguiente, la comedia me pareci que presentaba un estereotipo
de lo que podramos llamar el Culto de la Ignorancia. Segn el mismo, slo se halla
la felicidad en la ignorancia; y la educacin y la sabidura conducen a todas las
desdichas de la existencia.
Existe una relacin entre esto y el hecho de que la empresa apadrinadora
del programa tuviese falta de tcnicos e ingenieros?
S, necesitamos tcnicos. La sociedad los necesita en conjunto, o quedar
aniquilada bajo el peso de sus propias mquinas. Mas, cmo intentamos
obtenerlos?
Es suficiente que una empresa intente seducirlos? Lo que con esto se
consigue es que los ingenieros abandonen una especialidad para dedicarse a otra,
faltando as en otra rama del saber. Si una comunidad es bastante rica para poder
apoderarse de lo que lav otra, esto dar buen resultado, de lo contrario, no.
Se han sugerido soluciones al problema de la mano de obra especializada.
Algunos aconsejan que se pague mejor a los profesores cientficos, que se otorguen
becas a los estudiantes inteligentes, que los qumicos y fsicos dediquen parte de su
tiempo a la enseanza Todo esto es vlido, pero, permitir ir muy lejos? Si
hubiera bastantes profesores expertos en ciencia, a quines ensearan? A un
grupo de estudiantes, la mayora de los cuales habran aprendido ya en la niez las
limitaciones de la gente educada y el valor de la ignorancia natural.
Pensemos en los modelos literarios del chico malo, los mejores de los
cuales fueron Tom Sawyer y Penrod Schofield (con ejemplos ms modernos dados
por la Radio y la Televisin). La escuela es su enemiga; los maestros son odiosos;
aprender a leer, un fastidio, una desilusin. Cules son los malvados de la

historia? Sid Sawyers y Georgie Bassets, vboras que visten ropas limpias, hablan
un ingls correcto y les gusta la escuela (criaturas abominables).
Jams rob la manzana del huerto del vecino ni quit un meln de su pila
(claro que en Brooklyn hay pocas oportunidades de tales travesuras), pero me vi
bastante seducido por la hipcrita habilidad del autor y aprend a detestar a los
favoritos del maestro que no se dedicaban a tales jugarretas, que no mentan jams
y que estudiaban, sin querer participar en esos deliciosos juegos de la delincuencia
juvenil.
Tal vez fuesen nuestros antecedentes pioneros, cuando la escuela slo
pareca un medio de apartar a un chico de sus deberes y hacerle aprender las
declinaciones latinas, ante la desesperacin de su abrumado padre. Fuese como
fuese, muchos de nosotros recordamos an la rechifla exhibida por los peridicos
ante los profesores de los primeros das del New Deal. Se da tambin por
descontado que Adlai Stevenson se vio ayudado en sus derrotas a la presidencia en
1952 y 1956 por su persistente revelacin de inteligencia.
Habis observado alguna vez el papel representado por los lentes en los
cines y la televisin? Las gafas, en el arte ms popular de la actualidad, son el
smbolo del intelecto bien desarrollado (seguramente debido a la errnea creencia
de que la gente educada arruina su vista mediante el pernicioso vicio de leer).
Ordinariamente, los protagonistas de una pelcula no llevan gafas.
Ocasionalmente, el protagonista es un arquitecto o un qumico, y s las lleva a fin
de demostrar que ha asistido a la Universidad. En este caso, se las quita a cada
momento, puesto que no es posible ser viril y llevar gafas al mismo tiempo. Cierto,
se las pone para leer, y se las vuelve a quitar, para asumir el papel de macho
asignado en la cinta.
Otro ejemplo mejor lo dio Hollywood por medio de una situacin que en la
actualidad el propio Hollywood ha reducido a polvo (cosa casi increble). La
situacin a que me refiero es aquella en que se supone que una bellsima actriz, a la
que llamar Laura Hermosa, es fea, puesto que lleva gafas.
Esto ha ocurrido en innumerables ocasiones. Laura Hermosa es bibliotecaria
o profesora (las dos ocupaciones femeninas que, de acuerdo con los
convencionalismos de Hollywood, garantizan la soltera y la desdicha) y,
naturalmente, lleva unas gafas de concha de carey (el tipo ms intelectual) para
indicar tal cosa.

Cualquier hombre que asista a la proyeccin de la pelcula experimentar


una reaccin a la vista de Laura Hermosa con sus gafas exactamente igual que si
no las llevara. Mas ante la vista distorsionada del protagonista de la pelcula, Laura
Hermosa con sus gafas es muy fea. En un momento dado de la cinta, una amiga de
Laura, que conoce bien la vida, le quita las gafas. De repente, resulta que ella
puede ver muy bien sin lentes, y nuestro protagonista cae rendidamente
enamorado a los pies de la ya bellsima Laura, con lo que se logra un final perfecto.
Existe una persona tan obtusa que no vea que: 1), la presencia de las gafas
no arruina en modo alguno la perfeccin fsica de Laura, y que el protagonista
debe saberlo, y 2), que si Laura lleva gafas por algn motivo de peso, el hecho de
quitrselas dar lugar a que bese a otro hombre, puesto que probablemente es
cegata de nacimiento?
No, las gafas no lo son en el sentido literario. Slo son un smbolo, un
smbolo de inteligencia. Y al auditorio se le ensean dos cosas: a). La evidencia de
una educacin extensiva es un mal social y provoca la infelicidad; b). La educacin
formal es innecesaria, puede reducirse a voluntad, y el desarrollo intelectual
limitado conduce a la felicidad.
Tenemos que combatir este modelo de ignorancia humana hacia una
educacin incompleta y marchita, si queremos poseer suficiente materia prima, es
decir, nios que crezcan en el respeto y admiren la inteligencia, nios a los que
habr que aadir ms adelante los atractivos antes enumerados (dinero, seguridad,
prestigio), a fin de aumentar nuestras reservas de cientficos y tcnicos.
Lo que parece esperanzador a este respecto es que exista una rama de la
literatura popular dedicada a la afirmacin de que el cerebro es muy necesario. A
esta rama se la conoce como ciencia-ficcin (ver Captulo 32).
Naturalmente, un relato de ciencia-ficcin puede ser totalmente frvolo, cual
lo sera el caso de una narracin que tratase de un hombre que inventase un
aparato gracias al cual pudiera ver sin obstculos a travs de las paredes y los
vestidos. Est claro que, bien llevado, el resultado sera muy cmico, pero muy
poco comn. Una historia de ciencia-ficcin puede incluso ser anticientfica, como
una escrita hace muchos aos atrs, que describa la Tierra destruida por las
bombas atmicas, con escasos y diseminados supervivientes, todos convencidos de
que tal desastre no habra sucedido de haber evitado la Humanidad meter las
narices en la ciencia, y haberse aferrado exclusivamente a las cosas ms simples de
la existencia.

Mas una parte significativa de los relatos de ciencia-ficcin posee como


motivo principal un problema tcnico, y sus protagonistas suelen ser individuos
sabios.
Podra citar muchos ejemplos entre mis propios argumentos. Uno trata de
un grupo de cientficos que viajan hasta un planeta muy lejano para encontrar la
razn de la muerte en masa de un grupo anterior de colonos, a pesar de la
naturaleza ideal del planeta para la vida humana en l. La respuesta es que la
corteza del planeta posee un alto porcentaje de componentes de berilio, siendo la
muerte la consecuencia del envenenamiento por tal producto.
Otra narracin se refiere a los esfuerzos de un historiador para obtener
permiso del Gobierno para utilizar la mquina del tiempo, con el fin de
conseguir datos sobre la antigua Cartago.
Ante la negativa del Gobierno, el historiador contrata los servicios de un
fsico para que construya una mquina del tiempo, con unos resultados trgicos,
totalmente inesperados.
En el primer relato, se produce una consideracin del problema de la
creciente cantidad de datos cientficos y la comprensin de la incapacidad de la
mente humana para contender con una fraccin de los mismos. En el segundo, hay
la descripcin de lo que podra suceder en una sociedad cuyas concesiones
gubernamentales fuesen la nica contribucin a la investigacin. Todo esto se halla
muy por encima de las pelculas de monstruos que suele realizar Hollywood, bajo
el nombre de ciencia-ficcin.
Mas, tanto los relatos como su fondo sociolgico, son menos importantes
que el hecho de que, aunque el cientfico de marras sea el hroe o el villano (segn
sea inteligente y simptico al lector, o inteligente y antiptico), la ciencia y la
inteligencia en s, como fuerzas abstractas, estn representadas simpticamente. La
investigacin cientfica se presenta, casi invariablemente, como un proceso
excitante, emocionante; usualmente, sus fines son buenos en s mismos y para la
Humanidad, y sus protagonistas son personas inteligentes, dignas de admiracin y
respeto.
Naturalmente, los escritores de ciencia-ficcin no hacen esto
deliberadamente. En este caso, sus narraciones resultaran impublicables, o tan
aburridas que haran ms dao que bien.

Estos resultados se obtienen impensadamente. Pese a que un autor de


ciencia-ficcin piense siempre en escribir con dignidad, a fin exclusivamente de
ganarse el sustento, jams puede escapar al atractivo de narrar una historia
inteligente, educadora, cientfica. ste es el subproducto secundario e inevitable de
la ciencia-ficcin.
NOTA ESPECIAL. Cuando redact este captulo y fue ledo por primera
vez, la gente lo recibi con una gran falta de inters. Un ao ms tarde, la Unin
Sovitica lanz el Sputnik I, el primer satlite, y de repente nos vimos inmersos en
una carrera tecnolgica con nuestro rival, al que hasta entonces habamos
subestimado.
De repente, todo el mundo empez a atacar al culto de la ignorancia, y quiz
ya el tema de la educacin no ser nunca como antao.
Sin embargo, encuentro justo sealar que es siempre deseable ver el borde
del precipicio antes de caer en l. Gritar despus, es muy fcil.

34. La espada de Aquiles

Hacia 1200 a. de C. (dice la Historia) las fuerzas griegas se disponan a atacar


la ciudad de Troya. Un orculo profetiz que el ataque sera vano a menos que el
joven Aquiles se uniese al ejrcito griego. Pero la madre de Aquiles, la ninfa Tetis,
haba ataviado a su hijo con ropas de mujer, escondindolo entre las damas de la
corte de la isla egea de Scyros. Saba que si su hijo iba a Troya morira y,
maternalmente, hallaba la perspectiva poco grata.
Lleg a Scyros una delegacin de griegos mandados por el voluntarioso
Odiseo.
No habra sido muy poltico registrar a todas las damas, mas Odiseo estaba
especializado en medios indirectos. De esta manera, exhibi una serie de finos
vestidos y joyas, y les rog a las damas que cogiesen lo que ms les gustase, a lo
que ellas accedieron encantadas.
Entre las ropas se hallaba escondida una magnfica espada. Una de las

doncellas avanz, la cogi y la manej con sorprendente agilidad y destreza. La


doncella era, claro est, Aquiles, que se march a Troya, donde hall la muerte.
En aquella poca las guerras eran diferentes. Tanto en las campaas contra
los enemigos humanos como en las libradas en contra de las fuerzas de la
Naturaleza, los buenos guerreros son actualmente nuestros cientficos e inventores.
Los cientficos nacen y se hacen. La chispa existe, s, pero puede extinguirse
con suma facilidad. Por tanto, los educadores se enfrentan hoy da con una grave
tarea: la de inventar mtodos de enseanza que estimulen la creatividad en los
jvenes.
Mas, ensear creatividad, es en s una tarea consumidora de creatividad.
Requiere unos maestros superlativamente buenos y unas tcnicas altamente
imaginativas. Esparcir tal educacin, aunque pudiera hacerse, sera perder el
tiempo. Aunque todos los seres humanos posean cierto grado de creatividad
(quin lo duda, al presenciar los innumerables descubrimientos que hacen los
nios cuando crecen?), este don se halla en mayor grado en unos seres que en
otros, y no siempre se inclina hacia la ciencia. Si nuestra sociedad ha de desarrollar
la creatividad en las ciencias con un mximo de eficacia, hemos de buscar la veta
ms rica; hemos de hallar a los nios que posean el ms alto potencial y enfocar
nuestros esfuerzos sobre ellos.
Mas, cmo se detecta a un cientfico creador en potencia? Naturalmente,
hay nios prodigio. No hay duda de que el joven Arrenio y el joven Gauss estaban
destinados a grandes cosas en caso de vivir, aunque hubiesen carecido de
educacin. Por otra parte, Isaac Newton no prometa gran cosa hasta los diecisis
aos. A simple vista, es posible incluso confundir la creatividad en flor con la
mentalidad retrasada o la delincuencia juvenil, ambas de cuyas cualidades
sospecharon sus contemporneos en Thomas Alva Edison.
Los hombres han tratado de imaginar ensayos y anlisis para la creatividad,
y han querido llegar a unos criterios de seleccin empricos, anotando las
cualidades que los individuos de conocida creatividad tenan en comn.
Mas todos estos ensayos y criterios son inseguros, y extremadamente
discutidos.
Necesitamos una prueba sencilla, algo tan simple como la espada de
Aquiles. Una medida que sirve, rpidamente y sin ambigedades, para seleccionar

la creatividad en potencia, de entre las filas populares. No podemos esperar que


con tal prueba quede aparte el joven verdaderamente creador. Satisfechos
estaramos, a mi entender, con encontrar un subgrupo en que la incidencia de
creatividad en potencia fuese superior, sustancialmente, a la de la poblacin en
general.
Me gustara sugerir tal espada de Aquiles. Podra ser sta simplemente el
inters por la buena ciencia-ficcin. Esta sugerencia no es una simple adivinanza
de mi parte. Est basada en el clculo (creo yo) de una razonable validez. Veamos.
Yo, entre otras cosas, soy escritor de ciencia-ficcin, Y s que mis obras se
venden bien. Una de ellas, en las ediciones americanas, incluyendo las de bolsillo,
alcanz la venta de 400.000 ejemplares. Una parte fue a las bibliotecas donde tal
vez una docena de personas leyeron cada ejemplar. Luego, muchos individuos
adquirieron un ejemplar de bolsillo y solamente le echaron una breve ojeada, sin
inters. Supongamos de forma razonable, que estas dos cantidades se anulan entre
s; entonces, podemos calcular que en Estados Unidos existen unos 400.000
individuos interesados en la ciencia-ficcin.
Es ste un clculo muy generoso, porque me han dicho que la ciencia-ficcin
salida de mi pluma se vende mejor que la de otros, y yo he elegido uno de mis
libros, en realidad, el que obtuvo ms venta. Mas, gracias a este generoso clculo,
podemos afirmar que de un total de poblacin de 180.000.000 de norteamericanos,
uno de cada cuatrocientos cincuenta est interesado en ciencia-ficcin.
Consideremos que durante un cuarto de siglo he vivido y trabajado en el
mundo acadmico, y en crculos donde he conocido a muchos cientficos. La mitad
(y no me refiero a todos los cientficos que he conocido sino exclusivamente a los
que juzgo creadores) han ledo relatos de ciencia-ficcin en algn momento de su
existencia.
En una reciente conferencia sobre los mtodos para ensear ciencia creadora,
a la que asist, y en la que habl, suger este clculo en una conversacin privada, y
mi interlocutor sostuvo con vehemencia que, no el 50%, sino el 95% de los
presentes estaba interesado en ciencia-ficcin. Mas rebajemos un poco tanto
entusiasmo y quedmonos en el 50%. Uno de cada dos individuos.
Podra argirse que el inters de un cientfico por la ciencia-ficcin es un
mero reflejo de su preocupacin profesional. No creo que tal sea el caso, puesto
que muy raras veces se empieza a leer ciencia-ficcin de mayor. Esta costumbre

empieza en la adolescencia, por regla general, y el inters por la ciencia viene


estimulado por la lectura y no a la inversa.
Comparemos este clculo algo conservador de uno entre dos individuos
interesados en ciencia-ficcin entre los cientficos creadores, con el generoso
clculo de uno entre cuatrocientos cincuenta de la poblacin en general. Slo cabe
concluir que, mediante el simple proceso de escoger a todos los lectores de cienciaficcin entre los jvenes de diez a quince aos, podemos concentrar el ndice de
creatividad cientfica en potencia en gran parte.
Si este razonamiento tiene alguna validez, y estoy seguro de que s, es una
vergenza que a veces acten las fuerzas para impedir que un joven goce con los
relatos de ciencia-ficcin. Los profesores ingleses a menudo ponen la cienciaficcin en el grupo de material de lecturas prohibidas para los estudiantes, y no
aceptan, por ejemplo, una novela de ciencia-ficcin criticada como un razonable
ofrecimiento en respuesta a un deber realizado en casa. (He recibido innumerables
cartas de lectores jvenes quejndose de este abuso).
Muchos profesores ingleses no estn interesados en ciencia ni en cienciaficcin. Molestos ante los relatos de un mundo extrao al suyo, que les parece
fantstico, siguen el camino ms fcil y prohiben tales lecturas. Afortunadamente,
esta tendencia va disminuyendo, pero me gustara que desapareciese lo antes
posible.
La ciencia-ficcin tiene sus buenos ejemplos, como las dems ramas de la
literatura, y si los maestros ingleses, por falta de experiencia, tienen dificultad en
distinguir la buena de la mala ciencia-ficcin, slo tienen que solicitar ayuda, y lo
digo con toda sinceridad, a cualquier rapaz de doce aos de su clase.
Si la ciencia-ficcin estuviese en las bibliotecas, y a los estudiantes no se les
prohibiese leer tales libros, me atrevo a pronosticar que la espada de Aquiles sera
excelente.
Como es natural, no servira ello para descubrir a todos los cientficos
creadores en potencia, y el porcentaje de tales chicos es tan bajo que ni siquiera un
subgrupo contendra una gran mayora. Sin embargo, seriamos ms afortunados
por tener tales grupos, que sin ninguno, como estamos ahora.
Y desafo a todo el mundo a que encuentre una espada de Aquiles mejor.
NOTA ESPECIAL. Si alguien supone que mis clculos, respecto a la

importancia de la ciencia-ficcin, estn dictados por mi aficin a la misma, segn


los he descrito en los tres captulos precedentes, que siga, por favor.
Los tres captulos finales de esta obra representan una gentil stira de dicho
gnero.
En cierto modo, son la medida de mi creencia en el valor del tema.
Considero que vale lo bastante para soportar y resistir, sin dao, un poco de
diversin a sus expensas.

35. Cmo no construir un robot

Jams me han pedido que acte de consejero tcnico en un programa de


televisin. Una lstima para la televisin, claro, pero yo soy una persona muy
atareada y no tengo tiempo de lamentarlo por la TV. Que paguen las
consecuencias.
Hablo, claro est, en condiciones ordinarias. En la temporada 1964-65, no
obstante, observ la tendencia a ir demasiado lejos. Me refiero al programa My
living dolly[17].
Esta serie trata del Robot AF-709, construido en secreto por un cientfico en
un centro espacial. El robotista es destinado al Pakistn, y deja el robot a su mejor
amigo, un psiquiatra llamado doctor McDonald, para que lo guarde. Es preciso
que nadie sospeche que el robot es un robot, entendido? Esto presenta ciertas
dificultades, ya que el cientfico ha fabricado el robot en forma de humanoide. En
realidad, el robot se llama Rhoda y semeja una mujer de fsico encantador.
Verdad que es un desastre? Yo deb preverlo. M tremenda modestia me
impide confesar que yo soy una gran autoridad en robots, por lo que slo
brevemente me refiero a ello. Yo soy una autoridad en robots.
De habrmelo preguntado, yo habra contestado:
No es posible construir un robot con la forma de una mujer de fsico
espectacular. En efecto, se trata de una ingeniera muy mala en robots.

El mejor robot es el construido de metal, con un cuerpo cilindrico y suave;


una cabeza cnica, y unos miembros tubulares y resistentes. En la geometra de un
robot hay una majestad sombra y retumbante, que muy pocos cambiaran por la
lastimosa silueta irregular de Rhoda el Robot. Y al decir pocos, me refiero a pocos
expertos en robots.
La serie pretenda demostrar que el robot estaba destinado a comprobar los
efectos del ambiente espacial en los astronautas. Por tanto, era deseable una
cubierta de plstico, con propiedades semejantes a las de la piel humana, imitando
las curvas y los planos del cuerpo humano, femenino. Pero, y aqu es donde lo
ilgico me abruma, por qu imitar el cuerpo femenino cuando los astronautas son
masculinos? S, cierto, las interioridades de un robot son relativamente abultadas,
de modo que un robot ha de ser ancho.
Pero de construirse con forma masculina, el tamao necesario no sera tan
notable. En la forma femenina resulta poco grato, y atrae una atencin poco
deseable.
Incluso con una chica ms alta de lo normal, hay espacio suficiente para todo
el equipo interno. Por lo tanto, tiene que haber bultos e irregularidades suficientes
para esconder y disimular los controles, ya que no pueden ocultarse en el torso
propiamente dicho. Naturalmente, tales bultos atraen las miradas de
desaprobacin.
Todo esto ha dado como resultado que los productores sufrieran enormes
molestias para encontrar una joven de fsico espectacular, cuando hubieran podido
elegir un hombre ligeramente mayor de lo normal. En realidad, se tomaron
muchas molestias para nada.
Podran decirme, o a otro cualquiera, qu ganaron construyendo un robot
desequilibrado, con la forma femenina? Mientras estaba en mi salita contemplando
a Rhoda la Robot en la pantalla, me vi impulsado a examinarla atentamente, a fin
de calcular hasta qu punto estaba desequilibrada. Cualquier experto en robots
hubiese experimentado el mismo impulso.
Adems, haba la cuestin de los controles. Aquellos que no vieron ese
programa no lo creern, pero les doy mi palabra de que haba exactamente cuatro
botones de control, semejantes a otros tantos lunares, colocados en la parte
superior de la espalda.

No estaban sealados de ninguna forma, y el doctor McDonald, que no era


muy inteligente (cosa rara, ya que los psiquiatras son notables por su elevada
inteligencia y su rpida comprensin, segn me cont uno de ellos), nunca
recordaba cul era el control debido. Adems, como estaban tan expuestos, en
particular el de abrir y cerrar, podan estropearse por accidente.
Es risible suponer que cuatro controles bastaran para hacer funcionar un
robot de la complejidad de Rhoda. Haba que contemplarla con la mirada de un
experto para ver que responda a ms de cuatro clases de estmulos.
Cualquier nio se dara cuenta de que seran necesarias varias seres de
botones, aparte de varios numeradores e interruptores, y un par de tornillos de
ajuste. Para todos estos controles existe tambin un sitio lgico, que es el abdomen.
Consideremos las ventajas de tal lugar.
Primero: el abdomen del robot est de cara a su manipulador, el cual puede
as manejarlo siempre apropiadamente. No necesita, como le ocurra
constantemente al doctor McDonald, levantar o girar a Rhoda a fin de llegar a su
espalda.
Segundo, si bien la espalda, gracias a las modas femeninas, se halla expuesta
a un toque accidental, el abdomen est cubierto por varias capas de tela. Los
controles abdominales estaran as mejor protegidos contra contactos
intempestivos o casuales.
El abdomen, adems, asegura un sitio perfecto para la proteccin del botn
de abrir y cerrar. Puede colocarse, como medida de seguridad, dentro del ombligo.
Al fin y al cabo, considero altamente significativo que el abdomen del robot
jams estuviera al descubierto durante el espectculo. En la primera parte y hasta
ms de la mitad de la segunda, el robot slo llevaba una tela que le cubra desde
las axilas a media pierna. Para una mente adiestrada, esto es muy significativo.
Qu esconda el robot, sino su abdomen? Protega sus controles! En dos
ocasiones, una en la primera parte y otra en la segunda, el robot fingi quitarse la
tela y el doctor McDonald lo impidi, muy agitado.
Esto me desalent muchsimo, ya que de haber podido ver aquellos
controles, habra quedado demostrado que los productores haban recibido buenos
consejos practicos, al fin y al cabo, y que los controles de la espalda slo servan

para ocultar los verdaderos por razones de seguridad.


Pensando esto, y lleno de pura curiosidad cientfica, me puse de pie en
ambas ocasiones en que el robot iba a qmtarse la tela, y hasta llegu a gritar:
No se lo impidas, idiota!
Mas, qu puede esperarse de un hombre como el doctor McDonald? Se lo
impidi, y supongo que el motivo de que el espectculo no tuviese una
continuacin se debi a que aquel robot tan caro e intrincado qued arruinado por
falta de una apropiada manipulacin.
Ah tenemos otro fallo. El doctor McDonald era un mal guardin del robot.
Un experto en robots como yo habra tomado a Rhoda por lo que era, por un
robot mal diseado, que necesitaba un trato muy cuidadoso y un manejo muy
sensible para medrar debidamente.
Yo considero que un psiquiatra ha de estar sentado todo el da y estar
ensimismado en los problemas freudianos de sus pacientes femeninas. Es extrao,
por tanto, que se sienta tmido ante las mujeres? Como soltern que, por
necesidad, poda tener poca experiencia con las jvenes, el doctor McDonald
hubiera tenido que ser extremadamente tmido y modesto. Cmo caba esperar
que manejase a Rhoda con la necesaria destreza y autoridad?
Asimismo, el doctor McDonaId me pareci incapaz de comprender los
aspectos ms simples de la ingeniera de los robots. Por ejemplo, el robot declar
en varias ocasiones:
Hago lo que me ordenan.
Naturalmente! Y sin embargo, siempre que ella efectuaba tal declaracin, el
doctor pareca demudado, trastornado.
Por qu? Un robot ha de efectuar lo que le ordenen, mientras ello est de
acuerdo con los circuitos impresos en su cerebro y en consonancia con los
propsitos para los que est destinado. Esto lo sabe cualquier nio.
El robot Rhoda lo haca todo para ayudar a un experto en robots a
imaginarse los efectos del ambiente espacial en el organismo humano. sta era su
gran contribucin a la ciencia y la Humanidad.

Entonces, qu haba en esta situacin lgica que trastornase al doctor


McDonald? Cuando el pobre robot, mal diseado para semejar una mujer de fsico
espectacular, se ofreci a ejecutar sus deberes de acuerdo con lo ordenado, qu
pensamientos debieron pasar por la mente del doctor McDonald
Supongo que nadie los conocer jams.[18]

36. El insidioso to Martin

Un marciano en la televisin?
Cuando, hace unos aos, lleg hasta m este rumor, apenas di crdito a mis
odos. Nada poda ser ms excitante, ms emocionante, ms cientficamente til,
que tener un marciano en la televisin. Por consiguiente, esper ansioso la
aparicin del programa titulado My favorite martian[19].
Para m, esto era altamente significativo. Durante ms de un cuarto de siglo
me he dedicado a escribir relatos de ciencia-ficcin, de modo que estoy sumamente
familiarizado con el aspecto de los marcianos, segn los han descrito las mejores
mentalidades americanas (incluyndome yo mismo). (Ver Captulo 23.)
Mientras iba contando las horas que faltaban para el pase del programa,
repas varias descripciones de marcianos. Por ejemplo, haba marcianos
humanoides que, aunque eran altos y de forma espiral, con miembros delgados,
sus pechos eran bulbosos. Haba marcianos con rostro de crisantemo; con
tentculos como pulpos; otros que se parecan a las avestruces, y finalmente,
marcianos como gusanos con plumas.
Naturalmente, en algunas ocasiones las marcianas eran descritas como
mujeres bellsimas, provistas de un mximo de encanto y un mnimo de tela, mas
nunca me las he tomado en serio. Hay que pensar en el caso razonablemente. En
Marte hace mucho fro, y las bellas princesas marcianas tendran que llevar pieles
costosas, y dnde se las procuraran en Marte? La consideracin de tales
extremos distingue al escritor de ciencia-ficcin de talento y reflexin del vulgar
aficionado.

Bien, no importa. Lo real, el verdadero marciano no tardara en salir por


televisin. Todas las dudas quedaran disipadas.
Con el corazn palpitante y el aliento en suspenso, contempl por primera
vez al ser que todo el mundo conoci muy pronto como to Martin.
Salt de mi butaca, lleno de asombro! Era posible? Si pareca un
terrqueo
Claro que yo no me dejo engaar fcilmente. Mi adiestramiento como
escritor de ciencia-ficcin me ha dotado de una gran percepcin respecto a los
detalles extraterrestres. Busqu, pues, las pequeas desviaciones de la forma que
un americano normal no habra observado ni en mil aos.
Busqu, por ejemplo, seis o siete dedos en cada mano (o al menos en una), o
un pulgar de ms. Escrut a to Martin atentamente, en busca de una segunda
cabeza que poda esconder en un bolsillo; o una cola que poda asomar
ocasionalmente por debajo del pantaln. Algn detalle como stos, que nada
significara para un espectador vulgar, para m habra sido muy significativo.
Mas no vi nada en absoluto, hasta que mi hijo observ que to Martin posea
un par de antenas que aparecan de vez en cuando. No me haba fijado en ellas.
Antenas, eh? Era algo decisivo? Comenc a observar a los terrqueos por
la calle y, al cabo de varios das, estuve convencido. Los terrqueos no tenan
antenas; al menos, no en la zona de Boston. Buena cosa! Un hombre menos listo se
habra quedado convencido al momento. Slo por las antenas, habra llegado a la
conclusin de que to Martin, a pesar de su aspecto terrestre, era un marciano. Sin
embargo, la gente de la televisin no es bastante lista para engaar a un experto
como yo.
Necesitaba ms pruebas. Y pas semanas sumido en mis pensamientos,
dejando incluso de trabajar hasta solucionar el problema. To Martin pareca muy a
gusto en la Tierra, y no obstante deba hallar muy raras las condiciones de nuestro
ambiente.
Por ejemplo. Marte es muy fro y seco. No encontraba to Martin la Tierra
extraordinariamente hmeda y caliente? En tal caso, no lo daba a entender.
Claro est, en un programa qued bien demostrado que to Martin posea
una temperatura orgnica muy superior a la de los terrqueos. Significa esto que

no quedaba afectado ni por el fro de Marte ni por el calor terrestre? Unas eficaces
glndulas sudorparas podan contrarrestar la humedad. Por consiguiente, este
dato tampoco era concluyente. Incansable, sin remordimientos, pas a otras
consideraciones.
Y la atmsfera? La de Marte no es ni una dcima tan densa como la
terrestre y no contiene oxgeno. ste es un producto qumico muy activo, que
indudablemente envenenara a un marciano no acostumbrado a respirarlo. La
cuestin estribaba en saber cmo segua vivo to Martin, respirando nuestra
atmsfera.
Mas, respiraba nuestra atmsfera? No quise saltar a ninguna conclusin.
Vigil programa tras programa, tratando de detectar el movimiento rtmico del
pecho. Por desgracia, no acert en ningn momento a detectar tal movimiento.
Como en asuntos cientficos es muy importante comprobarlo todo, eleg otro
personaje de la trama para ver si el pecho de un ser terrqueo suba y bajaba al
respirar. Al azar, escog a la atractiva portera, y observ su prominente busto
durante cinco o seis programas. S, su pecho suba y bajaba, mas no qued
convencido en el caso de to Martin.
La evidencia no era concluyente.
Entonces, se me ocurri la solucin. La gravedad! La gravedad de la
superficie de Marte es solamente dos quintos de la nuestra. Cualquier individuo
adaptado a Marte pesara mucho ms en la Tierra. Andara con grandes
dificultades, y se levantara mediante un enorme esfuerzo. La vida terrestre sera
una terrible y constante tortura para l.
Mas to Martin no pareca tener dificultades para moverse. Ms bien
caminaba con ligereza y gracejo. Comprob de nuevo con la portera, y la reaccin a
la gravedad terrestre pareci ser la misma en ambos casos.
Al fin, tena ya un dato concluyente. Mi cuidadoso anlisis de la situacin
haba requerido varias temporadas, mas vala la pena. Estoy seguro de que la
conclusin a que llegu conmovi a toda la nacin.
La conclusin era sencilla. To Martn no era un marciano! Era un terrqueo,
ni ms ni menos.
Aunque tampoco era un simple terrqueo. Tena antenas; yo mismo las

haba visto. Posea asimismo todos los poderes de los marcianos. Poda tornarse
invisible y mover los objetos slo sealndolos con el dedo.
Naturalmente, supuse que tales poderes eran falsos. Sospech tambin que
todo era un truco, ya que es muy difcil engaar a un escritor de ciencia-ficcin
como yo. Conozco todas las tretas.
Por ejemplo, poda tratarse de un intento de distraccin. Veamos cmo el
dedo de to Martin se mova en direccin a una silla, en tanto otra persona,
rpidamente, la mova. O tal vez to Martin llevase un tubo largo unido al dedo, un
tubo de color gris, para que resultase invisible. Cuando pareca que to Martn, por
ejemplo, desapareca, era que alguien haba colocado una pantalla ante l,
exactamente igual que el fondo del escenario.
Pens una docena de trucos sutiles, pero al final me convenc de que no
empleaban ninguno.
Por tanto, llegu a la conclusin de que to Martn era un terrqueo, si bien
posea poderes marcianos.
Entonces, llegu a la nica solucin posible: los marcianos estaban detrs del
programa. E indudablemente, habra otros programas similares. Por qu? Si los
marcianos deseaban demostrar sus poderes, por qu no utilizar a un marciano?
Por qu servirse de un terrqueo? Mi hijo me dio inadvertidamente la clave, que
mi gran cerebro capt al instante.
Caramba, me gusta to Martin! exclam mi hijo.
Naturalmente! Le habra gustado de haber sido to Martin un gusano con
plumas o un pulpo? Jams! Por tanto, los marcianos presentaban deliberadamente
una imagen falsa al mundo. Estaban subvertiendo a nuestra pobre juventud!
Estaban ganando nuestros corazones astutamente! Nos presentaban a un
marciano exactamente igual a nosotros; con poderes especiales, si bien slo los
utilizaba para ayudar al jovencito con quien viva, y para mantener a la portera
libre de los. Incluso el detective, que constantemente sospechaba que to Martn
era un ser raro, era tratado con gentileza.
La conclusin inevitable es que los marcianos desean ayudarnos y que hasta
aman a sus enemigos. Al menos, sta es la conclusin que ellos desean que
creamos.

Mas, es vlida? De ser as, por qu tanto trabajo para ocultar lo que mis
aos de estudios y perseverancia me hizo comprender? No sera posible que
despus de habernos lavado el cerebro, tornndonos amables hacia los marcianos,
stos, solapadamente, se presentasen tal como son, y nos destruyesen? Sera tonto
y necio creer otra cosa! Alerta, terrqueos! No os fiis de los marcianos! De prisa,
despertad antes de que sea tarde! Abrid vuestros ojos ante la conspiracin
marciana que nos rodea! No os dejis engaar por el insidioso to Martn! Si
actuamos a tiempo, salvaremos a la Tierra, mas el tiempo apremia.
Actuemos ahora!

37. Los encantadores y perdidos paisajes de la Luna

Hace algn tiempo, una sonda planetaria, el Mariner TV, pas muy cerca de
Marte y viol la castidad de nuestro hermano del sistema solar con una serie de
veintiuna fotografas. El velo de la distancia fue desgarrado y las cicatrices de
Marte quedaron al descubierto.
Nada de canales! Slo hoyos como en la Luna. Muchos crteres. Uno meda
ms de cien kilmetros de dimetro. La ltima visin de un mundo extico pas al
limbo y el sistema solar result estar menos poblado que nunca.
Actualmente soy escritor de ciencia-ficcin, mas en los aos treinta no era
ms que un lector asiduo de tales temas. En aquella poca, el sistema solar estaba
poblado por razas misteriosas, bellas princesas, bestias y monstruos terribles, y
hasta plantas inteligentes, de carcter mortal.
Era un sistema solar como jams veremos, al que la ciencia arruin.
Hasta los tiempos modernos, los hombres crean que slo la Tierra estaba
habitada. Me refiero a la gente vulgar. Las personas ms cultas, incluso en los
tiempos antiguos, crean que el Sol y la Luna eran otros mundos, y que tambin
podan serlo los planetas. Hasta la actualidad un mundo deshabitado era una
contradiccin. De qu serva un mundo, a menos que estuviese habitado por seres
como nosotros? Un mundo deshabitado era perdido, y esto era una mcula para
Dios (si uno era religioso), o para la maquinaria lgica del universo (si no lo era).

As, el autor satrico griego, Luciano de Samosata, que vivi en el siglo II d.


de C. escribi sobre un terrqueo que visitaba la Luna, y la encontr habitada por
unos seres que estaban en guerra con los habitantes del Sol por el derecho a
colonizar Venus.
En 1800, el gran astrnomo anglogermano, William Herschel, pobl el
sistema solar. Crey que las manchas del Sol eran agujeros de su atmsfera por lo
que era dable divisar la superficie interna del Sol, un Sol que poda ser fro y
estar habitado.
En 1901, H. G. Wells, en El primer hombre en la Luna, an pobl el satlite
de plantas. Y describi a unos selenitas inteligentes, que vivan bajo el suelo.
Por qu bajo el suelo? La realidad se iba abriendo paso.
Tan pronto como fue posible la observacin telescpica de la Luna en el
siglo XVII, result claro que la Luna careca de aire y agua. En su superficie, haba
unas depresiones muy extensas, denominadas mares, que se bautizaron con
nombres muy sonoros: Mar de la Tranquilidad, Mar de la Serenidad, Mar de
los Sueos
Mas, ay!, eran plcidos, tranquilos y serenos debido a la ausencia del aire. Y
si estaban marcados por los sueos, eran los tristes sueos de un mundo habitado
que no exista, la visin de un mundo ms pequeo y delicado que el nuestro. El
sueo qued remplazado por la pesadilla de los mares de polvo, de los crteres
siempre silenciosos, siempre iguales, del Sol movindose lentamente, de largas y
frgidas noches. La ciencia moderna aadi an la pesadilla de la radiacin mortal.
Los escritores de ciencia-fccin an hablan de una Luna poblada, a pesar de
todo, mas sin conviccin. Volar directamente delante de la ciencia le dio mala fama
a la ciencia-fccin, y como los escritores son ya conscientes de sus obras, hoy da la
ciencia-ficcin goza de mejor renombre.
Naturalmente, haba la otra cara de la Luna, la que jams vemos desde la
Tierra. Y si el satlite tena forma de huevo, abultado hacia nosotros? La gravedad
terrestre sera la responsable de esta forma, deteniendo la rotacin de la Luna. Lo
que veamos poda ser, en efecto, una enorme montaa sin atmsfera. En la otra
cara habra aire y agua y tierras llanas, y habitantes. Era una idea bellsima, sin
medios de comprobarla o refutarla, puesto que la otra cara de la Luna siempre fue
invisible desde la Tierra.

De pronto, en 1959, los rusos enviaron al Lunik III en torno a la Luna, a fin de
atisbar al otro lado. Y all se desvanecieron los mares, el aire y las nubes; all se
perdi el encantador paisaje lunar. Su otra cara era peor que la que vemos, ms
montaosa y con ms crteres.
Bien, el subsuelo? Cmo los selenitas de H. G. Wells?
No. Los cientficos han considerado el asunto y han adelantado toda clase de
razones para suponer que, a lo sumo, puede haber una vida bacteriana, u otra
igualmente sencilla, en el interior de la Luna. Nada ms.
Claro est, no menciones siquiera al Sol. Su temperatura exterior es de
10.000 C, y sus manchas, a pesar de Herschel, son ms negras por comparacin,
puesto que al menos tienen una temperatura de 7.000 C. Tampoco su interior est
fro. Al contrario, el calor se acenta hacia el centro, hasta llegar a los 25.000.000 C.
Mas en los aos treinta no era la Luna (ni el Sol) donde situbamos la vida.
Todos suponamos lo peor del Sol, y tambin nuestro satlite.
Pero tenamos a Marte! En el caso de Marte, la ciencia estaba de nuestra
parte!
Al fin y al cabo, un astrnomo italiano, Giovanni V. Schiaparelli, descubri
los famosos canales en 1877. Y otros astrnomos, como Camilo Flammarion y
Percival Lowell, insistieron en que tales canales slo podan haber sido construidos
por seres inteligentes, lo cual indicaba que Marte estaba habitado.
Cuntas historias de ciencia-ficcin se centraron en Marte! Cuntas
princesas encantadoras, apenas vestidas muchas de ellas, sentadas sobre caballos
de seis patas, esperaban a ser libertadas por el terrqueo que luchaba con espadas
gigantes!
Naturalmente, se razonaba. Marte era un mundo ms pequeo que la Tierra,
y se haba enfriado antes. Su civilizacin estaba ms adelantada que la nuestra y
era ms decadente. El agua desapareca lentamente, y haban construido los
canales en un intento desesperado de evitar el inevitable fin. Los viejos marcianos
se enfrentaban con dicho destino con ecuanimidad filosfica, ofreciendo sus
enseanzas a la raza ms juvenil de la Tierra. O bien, acuciados por la necesidad,
planeaban invadir nuestro planeta, el siguiente hacia el Sol, matando o
esclavizando a los terrqueos.

Cuntas veces me emocion ante las maquinaciones de los malvados


marcianos y la inevitable victoria de los terrqueos!
Tal vez la civilizacin marciana haba ya desaparecido, y los terrqueos iban
a reconstruirla de entre sus ruinas. El minsculo sol de Marte brillaba en un cielo
sin nubes, purpreo, sobre el ltimo vestigio de los canales, mientras los
arquelogos humanos escudriaban incansablemente los restos de los misteriosos
marcianos muertos.
Naturalmente, de los observatorios surgan noticias inquietantes. La
atmsfera de Marte era tan tenue como en la cima del monte Everest.
Prcticamente, dicho aire careca de oxgeno. Muchos astrnomos no crean en los
canales, que no vean; y el planeta rojo apenas contena agua.
Todos luchamos contra esto. Todos nos aferramos a Marte. Era nuestra
mejor esperanza. No podan hacerla desaparecer.
Mas lo lograron. Oh, s, los astrnomos cedan en algunos detalles.
Decididamente, haba agua en Marte; los casquetes polares claramente visibles
eran de agua helada (y no de dixido de carbono slido, ni otra paparrucha
semejante), mas no haba mucha. Y las zonas verdosas de Marte podan indicar
una vida vegetal, mas no selvas, ni rboles o hierba. A lo mximo, una
vegetacin primitiva de lquenes.
Despus, lleg el Mariner IV, y los canales de Marte saltaron por la borda. Ni
rastro de ellos. Aquellos astrnomos que crean en los famosos canales haban visto
lneas de crteres de trazado irregular en los lmites de la visibilidad, y las trazadas
en lnea recta no existan.
Adems, la existencia de crteres no slo demostraba la casi total ausencia
de aire y agua, sino que ambos elementos faltaban de all desde haca millones de
aos.
Y las princesas? Lo mismo que los lquenes.
Y Venus? Est ms cerca del Sol, tard ms en enfriarse (segn los autores
de ciencia-ficcin de los aos treinta), y es ms joven que la Tierra. En realidad, se
trataba de un mundo ms joven, porque su atmsfera estaba llena de nubes. Era un
mundo lleno de selvas de gran exotismo.
Se escribieron relatos sobre el ambiente de Venus, en que el moho lo

amenazaba todo, donde las plantas rapaces libraban una guerra civil sin tregua ni
cuartel. Se crea, entonces, que Venus siempre mantena una sola cara haca el Sol,
y que la capa de nubes impeda que su temperatura fuese indebidamente elevada.
El lado oscuro de Venus, con su eterna luminosidad, tena un ambiente totalmente
distinto, misterioso, con aire clido procedente del lado diurno, que se helaba en
montaas de oxgeno y nitrgeno slidos.
O las nubes significaban que Venus contena un enorme ocano en su
superficie? Tan enamorado estuve de esta posibilidad, que en 1954 escrib una
novela respecto a ese planeta, describindolo como un gran ocano que se extenda
por toda su superficie. Pobl aquel ocano de seres fantsticos, incluyendo un
pulpo de dos kilmetros de longitud.
S, nadie poda refutamos. Era imposible distinguir nada bajo aquella capa
de nubes. Tenamos un mundo a nuestro gusto, sin que la ciencia pudiera
destruirlo.
Los astrnomos, no obstante, jugaban al gato y al ratn con las nubes. Uno
aseguraba que eran de formaldehdo. De gasolina, afirmaba un segundo. De polvo,
dijo un tercero. Todos estbamos expectantes, hasta que se averigu que eran
nubes de agua.
Por fin, los astrnomos decidieron que en la atmsfera de Venus no haba
oxgeno (los astrnomos jams hallan oxgeno en ninguna atmsfera, ver Captulo
13). Los escritores de ciencia-ficcin replicaron que esto no poda tomarse en serio.
Al fin y al cabo, los astrnomos slo vean el aire situado encima de las nubes. Mas,
y debajo?
Entonces, los astrnomos captaron seales de radio desde algunos planetas,
y entre stos Venus. Las seales enviadas por este planeta slo podan ser radiadas
desde un objeto muy caliente, de 300 C por lo menos. En 1962, la sonda de Venus,
el Mariner II, descubri y confirm que Venus era un planeta muy caliente.
S, Venus estaba cubierto por un ocano, como yo haba predicho en 1954. Lo
malo era que aquel ocano era una inmensa corriente. Las nubes que cubran
Venus no indicaban la presencia de agua, sino que eran toda la provisin de agua
del planeta.
Incluso result que Venus gira lentamente respecto al Sol. No existe una
noche perpetua en una cara, y ningn refugio contra el calor. Venus es un planeta

totalmente caliente.
Final de Venus. Final de la selva ms bella del sistema solar; final del
enorme ocano.
Tampoco haba grandes esperanzas cifradas en Mercurio. Estaba demasiado
cerca del Sol, presentndole eternamente una cara. Mas, y la zona intermedia?
Poda discurrir el aire desde las montaas de oxgeno al lado nocturno?
Imposible! Los astrnomos lo explicaron con todo detalle. La rbita de
Mercurio es muy elptica. A cada revolucin, se aproxima mucho al Sol, acelera su
marcha, y despus se aparta de aqul, rezagndose. Como resultado de este
movimiento, su superficie se balancea como un pndulo, de forma que cada lado
de la zona intermedia tiene 44 das de sol y 44 noches. No hay zona intermedia.
En 1965, la cosa an empeor. Result, segn los haces de radar rebotados
en Mercurio, que este planeta gira lentamente. Tampoco hay una cara de noche
eterna. Todas las partes del astro gozan de largos perodos de luz solar.
Tampoco hay oxgeno helado.
Pasado Marte hallamos los mundos gigantescos del sistema solar, Jpiter,
Saturno, Urano y Neptuno, contando entre todos veintinueve satlites, cinco de
ellos grandes.
En los felices treinta, poblamos a todos esos planetas y satlites. Se
escribrieron muchas historias sobre Jpiter y Saturno. Unos representaban a este
ltimo como un mundo de praderas, un gigantesco Oeste, con grandes manadas
de ganado. Lo cual era estupendo, ya que la superficie de Saturno es ochenta veces
mayor que la de la Tierra, si lo que de all vemos es realmente su superficie.
En cuanto a los satlites En mis novelas de aquella poca, mis
protagonistas se vieron amenazados en Ganimedes y Calisto, dos lunas de Jpiter.
Titn, la mayor de Saturno, era otra de mis favoritas.
Tampoco significaba ningn inconveniente la enorme distancia desde esos
planetas al Sol. Una de las grandes novelas de aquel tiempo describa un sistema
solar destinado a un fin prematuro como resultado de las maquinaciones de los
malvados habitantes de Neptuno.
Sin embargo, era una batalla perdida. Los planetas exteriores son demasiado

fros, y sus atmsferas excesivamente densas; adems, dichas atmsferas son


irrevocablemente venenosas. En cuanto a los satlites, slo en uno se ha localizado
una atmsfera: Titn. Este satlite posee una tenue capa de aire, pero
naturalmente es ponzooso.
Algunos astrnomos han especulado con la idea de que la temperatura de
Jpiter podra ser ms elevada de lo que pensamos, hasta resultar adecuada para
nosotros, si pudisemos respirar gases venenosos. Adems, hoy da se cree que
los planetas exteriores estn compuestos casi exclusivamente de hidrgeno,
particularmente en estado gaseoso en la atmsfera, en estado lquido ms abajo, y
en estado slido en el centroQu ms queda? Los cometas?
En una de sus novelas. Julio Verne hace chocar un cometa con la Tierra,
llevndose consigo una parte de la misma con habitantes, los cuales empiezan a
vivir en el cometa, ms o menos cmodamente, durante largo tiempo. Incluso hay
un ocano en el cometa.
Pero los cometas, como sabemos hoy da, no son ms que volmenes
inmensos de gases y polvo, rodeando a un objeto del tamao de un asteroide, o un
conjunto de guijarros pegados entre s por el gas helado.
La ciencia no ha dejado libre ni siquiera a la Tierra.
Poco a poco, por medio de las exploraciones, se han desvanecido las tribus
perdidas y las civilizaciones ocultas. La Atlntida se esfum para siempre; el frica
negra no ha producido ninguna She, y el Tibet no contiene ningn Shangri-La.
En las inmensidades del Amazonas slo existen unas tribus miserables, y el
gran continente del Sur es slo una Australia desierta, poblada por los aborgenes.
La Antrtida es un conjunto de hielos.
La novelera ha cedido el sitio a la realidad.
Y el interior de la Tierra? Qu hay all? El inters por las cuevas sin fondo
del interior del planeta se remonta a La Ilada. Ningn hroe griego era bueno si no
invada el mundo interior. Teseo lo hizo. Y Hrcules, tambin Odiseo. Los romanos
lo copiaron y Eneas descendi al centro de la Tierra.
Los escritores modernos tambin poseen su subsuelo, y se han forjado
muchas historias respecto a otros mundos dentro del planeta, respecto a enormes
fosas con un sol radiactivo en el centro de la Tierra. Con ocanos y continentes

internos, hombres y monstruos.


Mas hasta este juego inocente se ha desvanecido. Midiendo la densidad de la
Tierra, estudiando las ondas de los terremotos, y mediante otra docena de mtodos
distintos, los gelogos se han convencido de que la Tierra es completamente slida.
No es hueca, ni puede haber cuevas que desciendan a ms de tres kilmetros de
profundidad.
Dnde nos deja todo esto? En ninguna parte del sistema solar, salvo en la
superficie de la Tierra, nico lugar seguro para la Humanidad. En ninguna parte
encontraremos primos, sabios mentores, ni peligrosos enemigos. Estamos solos!
No del todo, claro. Existen otras estrellas, con otras familias de planetas (ver
Captulo 22). Pero estn lejos, muy lejos, y son muy difciles de alcanzar;
preservadas, aparentemente, por la distancia del tiempo (ver Captulo 31).
No, no, las estrellas no nos interesan. Queremos slo el sistema solar, el
sistema solar que nos arrebataron hace treinta aos.
El sistema solar que jams volveremos a tener.
FIN

ISAAC ASIMOV ha escrito alrededor de 350 libros sobre innumerables


temas. Ha sido llamado el Balzac de la ciencia y de la ciencia-ficcin (Publishers
Weekly) y es tal vez el ms conocido y, ciertamente, el ms apreciado de todos los
autores de ciencia-ficcin. Su ingenio, sabidura y sentido de lo maravilloso
(Washington Post) ha hecho que se vendiesen en todo el mundo ms de diez
millones de ejemplares de sus obras. Su Triloga de la Fundacin gan un premio
Hugo como la mejor serie de ciencia-ficcin de todos los tiempos, y Los Lmites de
la Fundacin, cuarta obra de la serie, gan tambin un Hugo como mejor novela de
ciencia-ficcin de 1982.

Notas

En ingls: What is mind? No matter! What is matter? Never mind!


Se trata, en realidad de un juego de palabras, ya que los vocablos matter y mind
significan en dicho idioma, respectivamente: materia y mente, pero
antecedidas de una negacin, no o never, hay que traducir ambas expresiones por
No importa!, por lo que toda la expresin adquiere un sentido distinto del
literal. (N. del t.) <<
[1]

No es posible curar una mente enferma, arrancar de la memoria un pesar


arraigado, borrar los conflictos grabados en el cerebro, y con algn suave antdoto,
como el olvido, purificar el oprimido pecho de la emocin peligrosa que pesa sobre
el corazn?
Doctor: En este caso, la paciente debe curarse a s misma. <<
[2]

En el texto pone billones, lo que es una mala traduccin, que se repite


varias veces en este captulo. (Dom) <<
[3]

Otro error de traduccin que se repite varias veces en este captulo: en el


libro pone gene cuando el singular de genes es gen para el Diccionario (Dom)
<<
[4]

[5]

Da de la conmemoracin de la Independencia de Norteamrica. (N. del t.)

[6]

Esto se refiere exclusivamente a la moneda norteamericana. (N. del t.) <<

<<

La frase en ingls es: Microwave Amplification by Stimulated Emission of


Radiation, y las iniciales en maysculas son las que componen el nombre maser. (N.
del t.) <<
[7]

Como se ha visto en la prctica, a raz de los viajes lunares, este peligro no


ha representado ninguna dificultad para las travesas hacia la Luna. (N. del t.) <<
[8]

En efecto, en la actualidad, las sondas enviadas a Marte han procedido a


recoger esta clase de datos, si bien sus resultados todava se hallan bajo estudio, sin
[9]

que se conozcan exactamente sus resultados. (N. del t.) <<


Sintate, Jessica. Mira cmo el suelo del cielo se halla esmaltado de objetos de
oro brillante. No existe un solo cuerpo celeste que contemples que no cante como un
ngel, rivalizando con los querubines de bellos ojos; esta armona se halla tambin en
las almas inmortales, pero mientras esta envoltura de podredumbre carnal / est
pegada a nuestro espritu no podemos orla. <<
[10]

[11]

Estadsticas referidas a 1967. (N. del t.) <<

[12]

Nowhere, en ingls, significa precisamente en ninguna parte. (N. del t.)

[13]

Historias Asombrosas. <<

[14]

Historias Pasmosas. <<

[15]

Pasmosa Ciencia-Ficcin. <<

<<

En la actualidad, el cine y la Televisin han presentado algunas obras


valiosas. Por ejemplo, Viaje Fantstico, que representa un viaje imaginario a travs
de la sangre humana, con una nave y una tripulacin de tamao microscpico,
pelcula que no ha regateado esfuerzo ni imaginacin para que todo resulte
razonable y perfecto. De modo similar, la Television present en 1966 Star Trek,
programa en que se trataba seriamente la ciencia-ficcin. (N. del a.) <<
[16]

[17]

Mi mueca viviente. (N. del t.) <<

Supongo que el lector habr comprendido que estoy bromeando. En


realidad, me encant My living Doll, y lamento que ya no se proyecte en televisin
esta serie. Adems, afirmo aqu mi enorme admiracin para la seorita Julie
Newmar, que interpretaba a la perfeccin el papel del robot Rhoda. <<
[18]

[19]

Mi marciano favorito. <<

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