El Código Genético - Isaac Asimov
El Código Genético - Isaac Asimov
El Código Genético - Isaac Asimov
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EL CODIGO GENETICO
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Fotoportada de
AOEÑCIA ZAROOYA
EL DESCUBRIMIENTO
Todos nosotros, aun sin darnos cuenta, esta
mos viviendo las etapas iniciales de uno de los
más importantes descubrimientos científicos de la
Historia.
Desde el nacimiento de la Química moderna,
acaecido poco antes de 1800 hasta hace unos años,
los biólogos se preguntaban cuál es la naturaleza
de la vida, sin hacer más que cortos avances en
torno al tema. Algunos, desanimados, se resigna
ban a dar por insoluble el m isterio de la vida y
sus mecanismos, algo que el cerebro del hombre
nunca podría comprender.
Hasta que llegó la década de los 40. Mientras
la guerra convulsionaba al mundo, un apasionado
afán de creación se apoderó de los hombres de
ciencia de todas las naciones. (E sta relación entre
guerra y creatividad se ha advertido ya en otras
ocasiones, aunque rara vez se ha pretendido uti
lizarla a modo de excusa de la guerra.)
Los bioquímicos ya habían aprendido a usar
átomos radiactivos en sus investigaciones sobre
organismos vivos. Los incorporaban a compues
tos, a fin de poder seguir éstos por el cuerpo.
Cuando, en los años 40, gracias al reactor nu-
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ciea r, se p u o o d isp o n er ú c á to m o s co n m a y o r ia-
c ilid a d , lo s b io q u ím ic o s lo s u tiliza ro n p a ra desen
re d a r algu n os d e lo s h ilo s qu e fo rm a n e l c o m p li
ca d o en tram ad o d e la q u ím ica co rp o ra l.
T a m b ién en a q u ella d écad a lo s b io q u ím ic o s
a p ren d iero n a sep a ra r lo s com p on en tes d e h e te
rogén eas m ezcla s u tiliza n d o sim p lem en te una h o ja
de p a p el ab sorb en te, d isolven tes o rd in a rio s y
una c a ja h erm ética. P o r o tra p a rte, u tiliza b a n
tam b ién co m p lica d ísim o s in stru m en tos: m ic ro s c o
p ios e le ctró n ic o s qu e au m entaban lo s o b je to s cien
tos d e veces m ás q u e lo s m icro sco p io s c o rrie n
tes, e s p e c tró g ra fo s p a ra d ete rm in a r las m asas qu e
seleccion ab an lo s á to m o s u n o a uno, etcétera.
T am b ién en a q u ella década se d io e l p rim e r
p a so p a ra re a liza r la d elin cación rig u ro s a de la
fin a estru ctu ra d e las m olécu las gigan tes q u e fo r-
m án e l te jid o v iv o .
P e ro e l gra n d escu b rim ien to se h iz o en 1944,
cuando un c ie n tífic o lla m a d o O. T . A v e ry y dos
colega s suyos estu d iaron una sustancia cap az de
tra n s fo rm a r una cep a b a cteria n a en o tra . L a sus
tan cia e ra e l á c id o d eso x irrib o n u cleico , co n o c id o
p o r la s sigla s A D N o D N A , según su d en om in ación
in glesa.
P a ra e l p ro fa n o , e s te d escu b rim ien to puede
p a recer p o c o im p o rta n te. S in em b a rgo, ech ó p o r
tie rra con cep tos qu e lo s b ió lo g o s y lo s q u ím icos
daban p o r d escon tad os d esd e h a cía un s ig lo . Im
p rim ió una n u eva d ire c c ió n a la in vestig a ció n de
la n atu raleza d e la v id a e im p u so n u evos m étod os
d e estu d io. L a ra m a d e la C ien cia qu e ah ora se
lla m a «B io lo g ía M o le c u la r» re c ib ió un gra n im
pu lso.
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E n tneaaosde v e in te años se reso lviero n p r ^
blem as qu e se creían in solu bles, y se c o rfo b o n ^
ro n op in ion es q u e parecían fan tásticas. L o s hom
bres d e C ien cia en traron en una c a rre ra en» pos
de nu evos lo g ro s y m uchos d e ello s saliero n v ic
toriosos.
L a s consecuencias son casi in calcu lables, pues
la visión cla ra y fr ía de la C ien cia m od ern a ha
p en etrad o en e l estu d io d el h o m b re h asta un n i
v e l m ás p ro fu n d o qu e en cu a lq u ier o tro m om en to
d e sus tres siglos y m ed io de existencia.
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qu e explicaban satisfactoriam en te lo s fenóm enos
electrom agnéticos.
C on la llegad a d el siglo x x , e l descubrim iento
de la rad iactivid ad y e l d esa rrollo de la te o ría de
los cuanta y la de la rela tivid a d lleva ro n la F í
sica a un terren o m ás com p lejo y sofisticad o.
E n tretan to, a fin a les d el siglo x v n i, e l qu ím i
c o fran cés L a v o is ie r aplicaba los m étodos de la
m ed ición cu an titativa a l ám b ito de la Quím ica,
y esta ram a d el con ocim ien to se co n vertía en una
ciencia p rop iam en te dicha. E l siglo x ix tra jo e l
d esa rrollo de nuevas y fecundas teorías sob re á to
m os e iones. S e realizaron grandes gen eralizacio
n es: se establecieron las leyes de las electró lisis
y se con feccion ó la tab la p eriódica. L o s qu ím icos
apren dieron a obtener, p o r m ed io de la síntesis,
produ ctos que n o se encontraban en la N atu raleza
y a veces, para ciertas aplicacion es específicas, los
produ ctos sin téticos resultaban m ás ú tiles que los
naturales.
H acia fin a les d el s ig lo xrx em pezó a desdibu
ja rs e la d iv iso ria en tre Q uím ica y F ísica. F lo re
cieron nuevas ram as d el con ocim ien to com o la
Q uím ica F ísica y la Term odin ám ica Q uím ica. En
e l siglo x x , la teo ría de lo s cuanta p e rm itió deter
m in ar la m anera en que se unen lo s átom os para
fo rm a r m oléculas. E n la actualidad, cu alqu ier d i
visión en tre la Q uím ica y la F ísica es puram ente
a rtific ia l, ya que am bas form a n una sola ciencia
Y m ientras la m ente humana conquistaba es
tas b rillan tes victo ria s sob re e l u n iverso inanim a
do, m ientras las ciencias físicas se agigantaban
¿qu é ocu rría con las ciencias de la vid a?
N o habían qu edado estancadas, desde luego
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sino qu e avanzaban a grandes pasos. E l siglo Xix,
p o r ejem plo, presenció tres im portantes descu
brim ientos.
H acia 1830, los biólogos alemanes Schleiden y
Schwann defin ieron la teoría celular. E n su op i
nión, todos los seres vivos estaban form ados p or
células m icroscópicas que eran las verdaderas uni
dades de la vida.
H acia 1850, el naturalista inglés Darwin desa
rro lló una teoría de la evolución que abarcaba en
un todo la vid a pasada y presente. A qu ella teoría
es la base de la B iología m oderna.
Finalm ente, hacia 1860, e l qu ím ico francés P&s-
teur propugnó la teoría de los gérm enes de la en
ferm edad. Hasta entonces, los m édicos no empe
zaron a saber lo que hacían realm ente y la M edi
cina pasó a ser algo más que una p rofesión que se
practicaba a la ventura y se dejaba en m anos de
Dios. De entonces data el fu erte descenso del ín
dice de m ortalidad y e l espectacular aum ento del
prom edio de vida.
Sin em bargo, estos descubrim ientos de las
ciencias de la vida, p o r apasionantes que resulten,
no son de naturaleza parecida a los realizados en
Física y Q uím ica: son descriptivos, cualitativos,
no exigen la aplicación de m ediciones exactas. N o
son generalizaciones que perm iten hacer predic
ciones confiadas ni m anipular expertam ente algu
na faceta del Universo.
Esta disparidad en el avance realizado en los
distintos cam pos de la Ciencia ha sido causa de
desesperación para muchos estudiosos de las hu
m anidades. A m edida que el hom bre profundiza
ba y robustecía sus conocim ientos del universo
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que le rodea, adquiría 'un m ayor poder. D el ááb
m inio dé la pólvora pasó al de los explosivos dé
gran potencia y bombas nucleares. Descubrió nue
vos venenos, quím icos y biológicos. Incluso dis
pone de un nuevo «rayo de la m uerte» en form a de
un instrumento llam ado láser que prom ete tam
bién grandes avances en e l cam po de las comuni
caciones, la industria e, incluso, la Medicina, si
es que podemos dedicam os a desarrollar sus usos
pacíficos.
E l hom bre siem pre ha sido propenso a utilizar
sus conocim ientos para provocar el dolor y la des
trucción; propensión que ha dem ostrado desde
que aprendió a u tilizar el fuego y empuñó p or
prim era vez un palo. P eto en la década de los 40,
p or prim era vez en la H istoria, dispuso de unos
conocim ientos que le capacitan para destruir la
especie humana y, quizá, toda m anifestación de
vida.
La Ciencia ha puesto todos estos conocimien
tos al alcance de los seres humanos; p ero el ser
humano en sí continúa siendo un enigma para la
Ciencia.
Pero, ¿y las «ciencias de la sociedad»? Gran
des cerebros han estudiado detenidam ente los im
pulsos psicológicos, «n orm ales» y patológicos.
Otros han estudiado las sociedades y civilizacio
nes creadas p or el hombre. Sin em bargo, ni la
psicología ni la sociología han hecho más que ara
ñar la superficie del tema ni han pasado de la
fase puramente descriptiva. N i una ni otra son
lo que un quím ico, im físico o un fisiólogo aveza
d o en m ediciones cuantitativas llam aría «C ien
c ia »; n i con el m ayor esfuerzo y m ejor voluntad.
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« p s i c ó l o g o s ^ s o c ió lo g o s han d escu b ierto aún
«q u é es lo qu e hace c o rre r a Ju an ito».
O e m anera que no tenem os m ás rem ed io qu e
a fro n ta r esta verd ad : en la actualid ad el hom bre
sabe lo su ficien te p ara m atar a m il m illon es de
hom bres en un solo d ía p o r un a cto de su volu n
tad; p ero aún n o alcan za a com p ren d er lo que
im pulsa ese acto de la volu n tad. ’ ^
«C on ócete a t i m ism o », exh ortab a S ócrates
hace 2.500 años. Y m e jo r será que la H um anidad
aprenda a con ocerse; ya que, de lo con tra rio, es
tam os perdidos.
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com p ren sión de la v id a y la m en te tan d eta lla d a
co m o la qu e s e p osee d e lo s á to m o s y la s m o lé
culas. »
D esde lu eg o , esta com p ren sión p o d ría ser m al
u tiliza d a , s e rv ir d e in stru m en to p a ra una nueva
a trocid a d : e l c o n tro l c ie n tífic o d e la v id a p o d ría
fa v o re c e r lo s d esign ios de una n u eva tira n ía . O n o;
p orqu e, d eb id am en te u tiliza d a , p o d ría d esterra r,
o p o r lo m en os c o n tro la r, la m a y o ría de lo s m a
les, fís ic o s o m en tales, qu e a qu eja n a l h om b re.
T a m b ién p o d ría p o n er las te rrib le s fu erza s d e la
N a tu ra leza en m anos de una esp ecie qu e se com
p ren d iera y se co n tro la ra , una especie, en sum a, a
la que se p u d iera c o n fia r e l p o d e r de d e c id ir en
cu estion es d e v id a y m u erte.
Q uizá ya sea ta rd e ; qu izá la lo c u ra d e l h o m b re
n os lle v a rá a to d o s a la d estru cción antes d e que
lo s nu evos co n ocim ien tos puedan fru c tific a r . P ero ,
p o r lo m enos, ah ora p od em os in ten ta r gan ar la
carrera.
Y q u izá s ó lo ten gam os qu e re s is tir d u ran te una
o dos gen eracion es; p o rq u e la v e lo c id a d a la que
avan za la nu eva cien cia es asom brosa.
V ea m os...
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riva d a s d e la ob servación de O ersted, sin em bargo,
p erm itiero n e l d esa rrollo de m otores y generado
res eléctricos y el in ven to del teléfo n o , tod o en
m enos de un cu arto de siglo. Sesenta años des
pués, se inventaba la lám para incandescente y se
in iciab a la electrifica ció n d el m undo.
En 1883, Thom as E d ison ob servó que si se
in trodu cía una placa de m etal en una b om b illa y
se colocaba cerca d el fila m en to ca lién ten se con
seguía qu e una corrien te eléctrica circu lara p o r
el vacío en tre e l fila m en to y la p laca en una d i
rección , p ero n o en la otra.
E l p ro p io E dison n o a d v irtió la im portan cia
del descubrim iento, p ero otros rep araron en ella.
E l «e fe c to E d iso n » se u tilizó en lo qu e ah ora se
llam an «lám p aras d e ra d io » y n ació la electrónica.
Antes de que transcu rrieran 40 años, la ra d io se
había con vertid o en una nueva fu erza de la acti
vid ad hum ana. Y antes de 60 años, la televisión
estaba sustituyendo a la rad io y la electrón ica se
aplicaba a la construcción de gigantescas com pu
tadoras.
E n 1896, e l fís ic o francés B ecqu erel ob servó
que una p elícu la fo to g rá fic a se velab a en presen
cia de un com puesto de uranio, aunque estuviera
envu elta en papel negro. A l parecer, e l u ran io em i
tía rayos penetrantes (au n qu e in v is ib les ) y aquella
observación a b rió a la C iencia un m undo nuevo
den tro d el átom o.
Después de un cu arto de siglo d el descubri
m ien to de B ecqu erel, los cien tíficos atóm icos de
sintegraban átom os; después de o tro cuarto de
siglo, desintegraban ciudades. A l cab o de 60 años,
las centrales nucleares sum inistraban en ergía para
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u6os c iv ile s y lo s fís ic o s avanzaban a m archas
forzad as en busca d e la en ergía term on u clear ar
tific ia l que cu b riría nuestras necesidades d e ener
g ía du ran te m illon es de años.
E n 1903, lo s herm anos W rig h t p ilo ta ro n la p ri
m era m áquin a vola d o ra m ás pesada que e l aire.
E ra p oco m a yo r que una com eta gran de co n un
m o to r e x te rio r y con sigu ió elevarse unos m etros
antes de caer, a los pocos segundos. P e ro al cab o
de sesenta años los descendientes d e aqu el p ri
m er aerop lan o, nuestros potentes reactores, trans
p ortan a m ás de un centenar de p asajeros de un
extrem o a o tro de océanos y continentes a v e lo c i
dades supersónicas.
E n 1926, G od d ard lan zó un cohete, e l p rim er
coh ete prop u lsad o p o r com bu stible y o x ígen o lí
qu id os que alcanzó una altu ra de 55 m etros y
una velocid ad de 100 kilóm etros/h ora.
P e ro la tecn o logía de los coh etes avan zó rá p i
dam ente y , a los 35 años, se construían unidades
capaces de p on er a los hom bres en ó rb ita alrede
d o r de la T ie rra , a una distancia de m ás d e 160 ki
lóm etros y a una velocid ad de casi 29.000 k iló
m etros/h ora. P arece indudable qu e antes de que
transcurra o tro cu arto de siglo e l h om b re llegará
a la Luna y establecerá en e lla bases cien tífica s.*
. Sesenta años, pues, parecen ser e l in te rv a lo tí
p ico en tre el descu brim ien to y el p len o d esarro
llo . Puesto que lo s cie n tífic o s estu diaron en 1944
una sustancia a la qu e llam aron A D N y p u esto que
su descu brim ien to revolu cion ó con trem enda fu er
16
za las ciencias de la Vida, confío en que —si so
brevivimos— en el año 2004 la B iología Molecular
alcanzará cotas que apenas pueden imaginarse
ahora. Muchos de nosotros lo veremos. Y , si lle
gamos al año 2004 sanos y salvos, el hombre pue
de ser lo bastante sabio como para garantizar su
propia seguridad incluso contra la posibilidad de
la autodestrucción.
HERENCIA Y CROMOSOMAS
AN TES DE L A CIENCIA
21
o deshonraban a tod o el grupo, vivos, m uertos y
p or nacer. (L a B ib lia contiene m últiples referen
cias a la tragedia de la esterilidad que significaba
la m uerte de una fam ilia .)
A l m ism o tiem po que se captaba la idea de la
paternidad, surgía, inevitablem ente, el concepto
de la herencia de cualidades y características. En
p rim er lugar, muchos h ijos se parecían visib le
mente al padre. Ésta fue, en un p rin cipio, la señal
inequívoca de que el m arido de la m adre era el
padre de la criatura.
D e este reconocim iento a pensar que e l h ijo
debe heredar tam bién las cualidades intangibles
del padre: valor, tem peram ento y ciertas habili
dades, no m edia más que un paso. Si un hom bre
se ha m ostrado apto para mandar, es de suponer
que el h ijo poseerá tam bién aquellas cualidades
que valieron e l m ando a su padre. P o r lo tanto,
era lógico que la dignidad real pasara de padre
a hijo.
Esta noción de la existencia de una unidad
orgánica que entrelazaba firm em ente a las genera
ciones m ediante la transm isión de unas caracte
rísticas, d io origen a fenóm enos tales com o el cul
to a los antepasados, enem istades y venganzas,
aristocracias, sistemas de castas y hasta racism o.
Esta noción de la fam ilia aún subsiste entre
nosotros. Muchas de las ideas estrictam ente triba
les del hom bre p rim itivo Se han desterrado, pero
todos sabemos exactam ente qué querem os decir
cuando afirm am os que fu lan o es «d e buena fa
m ilia ».
Todavía nos sentim os inclinados a hacer re
caer en los h ijo s los pecados de los padres al su
pon er que los h ijos d e padres que «n o han hecho
carrera» tam poco van a hacerla.
L a noción de la herencia de unas característi
cas, de la transm isión de ciertas cualidades de
padres a h ijos es, pues, una de las m ás antiguas,
extendidas y arraigadas m antenidas p o r la especie
humana. Es tam bién una de las más im portantes,
si se tiene en cuenta la m anera en que h a afectado
la estructura de la sociedad.
T o d o aqu ello que pueda exp licar razonadam en
te la m anera en que se produce esta transm isión
d e características, con virtiéndola de tradición in
tu itiva en conocim iento cien tífico, ha de ser fo r
zosam ente d el m ayor interés e im portancia.
GENÉTICA
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a l o * guisantes, s in o á to d a s la s cria tu ras: m oscas
d e la fru ta, raton es y personas,
r Cuando se ap licaron a i gén ero hum ano, se de
d u jo qu e am bos progen itores, va rón y hem bra,
con tribu ían a la h erencia en partes iguales. Cada
uno con trib u ía con un fa c to r (e n las circunstan
cias m ás sim p les) p ara cada característica física.
Los dos fa ctores qu e determ inaban una caracte
rístic a podían n o ser iguales. P o r ejem p lo , un p ro
gen ito r p od ía tran sm itir un fa c to r d e c o lo r de
o jo s p rod u ctor de o jo s azules y e l o tro , un fa c
to r de o jo s castaños.
E n la com binación, un fa c to r puede predom i
n ar sob re e l o tro . P o r ejem p lo, una p erson a que
hu biera heredado un fa c to r de o jo s castaños y
o tro de o jo s azules ten d ría o jo s castaños. Sin
em bargo, e l fa c to r de o jo s azules su bsistiría y , en
com binación con o tro fa c to r igu al, p o d ría produ
c ir un n iñ o con o jo s azules en la gen eración si
guiente.
A p rin cip ios d e l s ig lo x x se d io a estos fa c to
res e l n om b re de genes, palabra griega qu e signi
fica «d a r n acim ien to a », y a la cien cia qu e trata
de la m anera en qu e se heredan los genes se la
llam ó genética.
M endel p od ía con siderarse afortu n ad o p o r tra
b a ja r con guisantes, organism os sim ples cuyo cul
tiv o p od ía con trolar. Cada una de las diversas
características que estudiaba estaba determ inada
p o r una única p a reja de genes, p o r lo q u e e l m on
je p od ía ob ten er resultados ú tiles. Las caracterís
ticas d e los organism os m ás com p lejos suelen ser
produ cto de num erosos genes com binados. Ade
m ás, estos genes pueden p ro d u cir características
24
-iue estén afectad as p o r la s con d icion es am bienta
les. E ntonces, resu lta d ifíc il e x tra er lo s h ilo s de
la herencia.
L o s seres hum anos, en p a rticu la r, presentan
problem as. A lgu nas características, co m o e l tip o
sanguíneo, pueden seguirse b astan te b ien . O tras
m uchas, incluso algunas en ap arien cia tan sim ples
com o el c o lo r d e la p iel, tien en esquem as h ered ita
rio s com p licados qu e aún n o han p o d id o aclararse.
D esde luego, la «s a b id u ría p o p u la r» da exp lica
cion es que p arecen plau sibles, sob re las qu e se
fundan teorías raciales que m uchas personas están
dispuestas a d efen d er con la vid a. P e ro p a ra e l
c ie n tífic o las cosas n o son tan sim ples n i tan san
grientas.
P ara d escu b rir e l in trin ca d o m ecanism o d e la
h erencia no basta actu ar con e l organ ism o ín tegro,
estudiando únicam ente las características qu e se
aprecian a sim p le v is ta sin otras consideraciones.
S ería com o tra ta r de a verigu a r las reglas d el rug
b y coteja n d o lo s resultados d e una s e rie de p a r
tidos. P o r el nú m ero d e veces qu e esos resultados
son m ú ltip les d e seis y de siete, deducim os que
d ebe de h aber alguna ju ga d a q u e v a le seis puntos
y otra , siete. S i pudiéram os escuchar e l v o c e río de
las gradas, sabríam os qu e e l p a rtid o d u ra una hora
com o m ín im o, d iv id id a en dos tiem p os iguales.
P ero para reco ger m ás d atos ten dríam os qu e ver
to d o un p artid o.
D IV IS IÓ N C E LU LA R
25
ch e, a i dedicarse ál .estudio-m inucioso d e las célu
las m icroscópicas que com ponen to d a la m ateria
viva. Cada célula es una gota de liq u id o (d e es
truc tura y com posición qu ím ica m uy com plejas)
rodeada de una fin a m em brana y p rovista de un
pequeño cu erp o central llam ado núcleo.
L a célu la es la unidad de la vid a y, aunque
en la com posición de un organism o pueden en
tra r trillon es de ellas, todas las propiedades y ca
racterísticas del organism o están determ inadas
p o r las funciones y actividades de uno u o tro
grupo de células o com binación de ellos. E l color
de la p iel del individuo depende de la actividad
de ciertas células de la piel que fabrican un p ig
m ento n egro am arronado. Cuanto m ayor es el
ren dim iento de estas células más oscura es la
p iel. S i una persona su fre de diabetes es p or
que ciertas células del páncreas, p o r alguna
razón, dejan de p rod u cir una sustancia determ i
nada. .
E l razonam iento puede prolon garse hasta el
in fin ito y, m ientras tanto, no podem os evita r el
pensar que, s i com prendiéram os cóm o se transm i
ten las propiedades y características de las célu
las, sabríam os cóm o se transm iten las propieda
des y características de los organism os. Así, las
células de la p iel se dividen periódicam ente de
m anera que de cada una se form an dos. Cada una
de las nuevas células posee, precisam ente, igual
capacidad de produ cir pigm ento que tenía la cé
lula m adre. ¿Cóm o se ha preservado esta capa
cidad?
H acia 1880, un b ió lo g o alem án, W alth er Flem-
m ing, estudió a fon d o e l proceso de la división
26
celu la r y descu brió que* e l n ú cleo con tien e u n m a
te ria l qu e puede im p regn arse d e uú 'tin te r o jo q u e
le p e rm ite destacarse sob re un fo n d o in coloro.
A este m a teria l se le lla m ó cro m a tin a , nom bre
d eriva d o d e la palabra g rie g a qu e s ig n ific a « c o
lo r ».
D urante e l p roceso de la d ivisió n d e la célula,
la crom atin a se a glom era en pares d e filam en tos
llam ados crom osom a s. D ad o qu e estos crom oso
m as en fo rm a de h ilo s desem peñan e l p ap el esen
c ia l en la d ivisió n celu lar, se d io a l .p roceso 'e l
n om bre de m itosis, d eriva d o tam b ién d e una pa
la b ra g rieg a que q u ie re d e c ir «h ilo ». E n e l m o
m en to cru cial, p o co antes d e qu e la célu la se d iv i
da, las p areja s de crom osom as se separan y van
cada una a un la d o d e la célu la qu e está a punto
d e d ivid irse. Cuando la d ivisió n h a term in ado,
cada nueva célu la tien e un nú m ero igu al d e c ro
m osom as.
D ich o de este m od o, p o d ría p a recer qu e cada
nueva célu la tien e la m ita d d el nú m ero p rim itiv o
de crom osom as. P e ro n o es así. A n tes d e la sepa
ración , cada crom osom a fo rm a u n a rép lic a d e sí
m ism o. (P o r lo tan to, a este p ro ceso se le llam a
re p lica ció n .) Y la célu la n o se d iv id e hasta des
pués de rea lizad a esta d u p licación . P o r lo tan to,
cada nueva célu la posee un ju e g o c o m p leto de
pares de crom osom as, id é n tic o a l q u e ten ía la cé
lula m adre. Cada nu eva célu la está dispu esta para
una nu eva d ivisió n , m om en to en e l qu e se rep ite
el p roceso d e d u p licación segu ido d e l d e d ivisión .
P u esto qu e lo s crom osom as se con servan tan
cuidadosam ente y se d istrib u yen co n tan ta exa cti
tud en tre la s nuevas célu las, p arece ló g ic o suponer
27
q u e la s c a ra c te rís tic a s y fu n cio n es d e la s célu las
están g o b e rn a d a s p re c is a m en te p o r e s to s c ro m o
som as. S i la s c é lu la s h ija s p o seen to d a s la s p r o
p ied a d es d e la c é lu la m a d re, e llo s e d e b e a qu e
tie n e n lo s c ro m o so m a s o rig in a le s d e la c é lu la m a
d r e o ré p lic a s ex a cta s d e lo s m ism os.
P e ro , ¿p o d em o s e s ta r segu ros d e q u e , d a d o q u e
lo s c ro m o so m a s, p o r su e stru ctu ra , tie n e n la fa
c u lta d d e d e te rm in a r la s c a ra c te rís tic a s d e una
c é lu la , p u ed en ta m b ié n c o n fig u r a r la s c a ra c te rís
tica s d e to d o u n o rg a n is m o ? E l m e jo r a rgu m en to
en e l q u e se a p o y a la resp u esta a fir m a tiv a es e l
d e q u e to d o s lo s o rg a n is m o s , p o r g ra n d es y co m
p le jo s q u e sean cu an d o a lca n za n su p le n o d e s a rro
llo , e m p ie za n su v id a sien d o u n a célu la.
É s te es e l c a s o d e l s e r h u m an o, p o r e je m p lo ,
cu ya v id a se in ic ia en e l ó v u lo fe r tiliz a d o resu ltan
te d e la u n ió n e n tre la c é lu la d e l ó v u lo m a tern o
y la c é lu la d e l esp erm a p a tern o . L a c é lu la d e l
ó v u lo es la m a y o r p ro d u c id a p o r e l s e r h u m an o,'
a p e s a r d e lo cu a l su d iá m e tro es d e d o c e cen té
sim as d e m ilím e tr o , u n a p a rtíc u la apen as p e rc e p
tib le a s im p le v is ta . E lla c o n tie n e to d o s lo s fa c to
res q u e rep resen ta n la a p o rta c ió n m a tern a a la
h e re n c ia d e la c ria tu ra . S in e m b a rg o , la m a y o r
p a rte d e l m a te ria l q u e c o m p o n e e l ó v u lo e s a li
m en to , m a te ria in e r te y sin v id a . L a p a rte v iv a
es e l n ú cleo , u n a p ro p o rc ió n p e q u eñ ísim a q u e es
la q u e e n c ie rra lo s fa c to re s gen éticos.
E s to p u ed e p a re c e r u n a s im p le su p o sició n has
ta q u e pasam os a e s tu d ia r la a p o rta c ió n d e l pa
d re . L a c é lu la es p e rm á tic a n o c o n tie n e p rá ctica
m en te a lim e n to ; u n a v e z co m b in a d a c o n la c é lu la
d e l ó v u lo , se n u tre d e l a lim e n to d e ésta . L a c é lu la
28
esp erin é tica es, pues, m ucho m ás pequeña; con
cretam ente, 80.000 veces m enor. E s la m ás p e
queña que produ ce e l cuerpo humano.
Sin em bargo, la m inúscula célu la esperm ática
contiene toda la aportación d el padre a la heren
cia de la criatu ra, aportación exactam ente igual
a la de la m adre. . _
E l in terio r de la célu la esperm ática consta casi
únicam ente de crom osom as bien com prim idos,
uno de cada par existente en las células humanas,
vein titrés en total. L a célu la o v illa r tien e tam bién
en su núcleo vein titrés crom osom as, uno de cada
par existente en las células de la m adre.
L a form ación de células ovillares y células es-
perm áticas es e l único caso de d ivisión de c ro
m osomas sin reproducción an terior. Las células
ovulares y las esperm áticas, p o r lo tanto, tienen
«m ed ios ju e g o s » de crom osom as. E sta situación
se co rrig e cuando la célula esperm ática y la ovu-
la r se funden para fo rm a r e l óvu lo fe rtiliza d o que
contiene vein titrés pares de crom osom as form a
dos p o r un crom osom a m aterno y un crom osom a
paterno.
Es sabido que m adre y padre contribuyen en
igual m edida a las características que hereda el
h ijo . Dado que la célula o v illa r de la m adre con tie
ne m ucho adem ás de los crom osom as y que la
célula esperm ática del padre no ap orta m ás que su
m edio ju eg o de crom osom as, parece ló g ic o dedu
c ir que los crom osom as contienen e l fa c to r gené
tic o no sólo de las células individuales sino de
organism os com pletos, p o r com plicados que sean.
P o r supuesto, dado que no podem os suponer
que en el cuerpo humano haya sólo 23 caracterís
29
ticas d ifere n te s , n a d ie h a a firm a d o q u e c a d a crp -
m osom a d eterm in e una s o la ca ra cterística . F o r
e l c o n tra rio , s e su p on e q u e cad a cro m o som a se
com p on e d e una serie d e gen es, cad a u n o d e lo s
cuales d eterm in a una ca ra c te rís tic a d ifere n te .
A ctu a lm en te se calcu la q u e cad a cro m o so m a hu
m an o con tien e a lg o m ás de ^.000 ^enes.
H a cia e l añ o 1900, y gra cia s a la la b o r d e p io
n e ro d e un b o tá n ico h olan d és, H u go d e V rie s , se
em p ezó a p en sar qu e e l m ecan ism o d e la h eren cia
n o fu n cion a siem p re co n su avidad. A veces se dan
ca ra cterística s q u e n o se p arecen a la s d e ningu
no d e lo s p ro g e n ito re s. E s lo q u e se lla m a m u ta
c ió n o cam b io.
L a s m u tacion es pueden in terp reta rse a la lu z
d e la te o ría d e lo s crom osom as. A veces, en el
p ro ceso de la d iv is ió n d e la s célu las, lo s cro m o so
m as s e rep a rten d efectu osam en te y una c é lu la o v il
la r o esp erm á tica p u ed e r e c ib ir u n crom osom a
m ás o m enos. E l d e se q u ilib rio resu ltan te a fecta
ría a todas la s célu las d e l cu erp o.
. H a sta h ace p ocos años n o se han com p ro b a d o
las graves consecuencias d e tales d eseq u ilib rio s,
p o r lo m en os en lo qu e resp ecta a l ser hum ano.
L o s crom osom as ap arecen en la célu la en u n apa
ren te r e v o ltijo ; p o r lo qu e, hasta 1956, n o se esta
b le c ió e l c á lc u lo ex a cto de 46 crom osom as p o r cé
lu la, (A n tes se c re ía q u e era n 4 8 .) S e d esa rro lla
ro n nu evas técn icas p a ra e l a isla m ien to y estu d io
d e lo s crom osom as y , en 1959, se d escu b rió que
lo s n iñ os n acid os co n una fo rm a d e d e ficien cia
m en tál llam ad a «m o n g o lis m o » ten ía 4 cro m o so
m as e n cada célu la en v e z d e 46.. O tro s tra sto r
nos, m ás o m en os gra ves, están causados tam -
30
trién p o r la p resen cia d e u n n ú m ero an orm al de
crom osom as y a la d isto rsió n d e éstos prod u cid a
du rante la d ivisió n celu lar.
S in em b argo, n o tod as las m u taciones pueden
a trib u irse a cam b ios evid en tes en lo s crom osom as.
M uchos, m e jo r dich o, la m a yoría se produ cen sin
que se observen en ello s cam b ios visib les.
P a rece razon ab le su pon er que, en estos casos,
tam bién h a h a b id o cam b ios en los crom osom as;
aunque a ama escala in visib le para e l o jo hum ano,
inclu so ayudado p o r e l m icroscop io. L o s cam bios
deben d e h ab erse p rod u cid o en la estru ctu ra sub-
m icroscóp ica d e la sustancia qu e lo s com pone.
S i es así, h a llega d o e l m om en to d e in vestiga r
a m a yor p rofu n d id ad , es d ecir, d e en tra r en los
d om in ios d e la Q uím ica. P ero, antes d e in ten tar
a verigu a r qué cam b ios qu ím icos se prod u cen en
lo s crom osom as, debem os pregu n tar: ¿D e qué sus
tancia qu ím ica se com pon en lo s crom osom as?
Capítulo I I
35
de organism os. Las m aterias obtenidas d el mundo
inanim ado, naturalm ente, fueron clasificadas de
sustancias inorgánicas.
H acia 1820 ya era habitual d iv id ir las sustan
cias orgánicas en tres am plios gru pos: carbohi
dratos, lípidos y proteínas. E ntre los lípidos, el
aceite de o liva y la m antequilla y, en tre las pro
teínas, la gelatina y la clara de huevo cuajada.
A m ediados del siglo x ix , parecía indudable
que, de las tres sustancias, las proteínas eran la
de estructura más com plicada y función más im
portante. E n realidad, e l m ism o nom bre de «pro-
teín a» se deriva de una palabra griega que signi
fica «d e im portancia p rim ord ial».
L a com plejidad de la estructura de las proteí
nas se refle ja en la fragilid ad de la sustancia.
(Aunque no siem pre ocurra así, uno espera que
el castillo de naipes alto y com plicado se desmo
rone más fácilm en te que el pequeño.)
Los carbohidratos y los lípidos resisten trata
m ientos que las proteínas no soportan, p o r lo me
nos, sin perder la facultad de actuar com o tal.
P or ejem plo, en una solución, la m ayoría de las
proteínas cam bian constantem ente al ser expues
tas a un ca lo r suave: la proteína se hace insoluble
y no puede seguir desempeñando su función na
tural. Queda desnaturalizada.
Una pequeña cantidad de ácido puede desna
turalizar una proteína; puede hacerlo, p o r ejem
plo, un toque de una solución alcalina. O, tam
bién, las fuertes soluciones salinas y la radiación.
A falta de todos estos factores, la sim ple agitación
de una solución proteínica form ando espum a pue
de bastar para desnaturalizarla.
36
E n realidad, las proteínas parecen ser la m a
teria m ism a de la vid a; tan frá giles y delicadas
com o un ser vivien te. T od os los cam bios am bien
tales que anulan la función de la proteín a perju di
can al organism o e incluso pueden destru ir su
vida. L a vu lnerabilidad d e un organism o, com pa
rada con la de una piedra, p o r ejem p lo, no es sino
una som bra de la vulnerabilidad de ,1a proteína
que lo com pone.
P o r lo tanto, no fu e una sorpresa para los
bioquím icos el descubrir que la naturaleza de los
crom osom as es em inentem ente proteínica. A l pa
recer, no podían ser otra cosa. ¿Q ué otra cosa
que no fu era el com puesto «d e im portancia p ri
m ord ia l» podía con stitu ir lo s crom osom as que son
lo que determ ina la herencia del organism o?
P ero resulta que io s crom osom as no son pura
m ente proteína, ni toda la p ro teína es «puram en
te » proteína. Algunas lo son, ya que ninguna parte
de su sustancia d ifie re aparentem ente de otras
partes. La p ro teína de la clara de huevo es un
ejem p lo de éstas; es una proteín a simple.
P o r o tra parte, la hem oglobina, la proteína de
la sangre que lleva el oxígen o de los pulm ones
a tod o el cuerpo, no es una proteín a sim ple; se
d ivid e en dos sustancias, hem e y globin. Esta úl
tim a es una proteín a sim ple, m ientras que la p ri
m era no es proteína sino una sustancia férrica
que no posee ninguna de las propiedades que
corrientem ente se asocian con la proteína. La he-,
m oglobina es, pues, una proteín a conjugada.
«C on ju gad a» es un térm ino derivad o de una pa
labra latin a que sign ifica «u nida a ».
O tras proteínas conjugadas unen, a la parte
37
de protem a sim ple de su com posición, varios tipos
d e carbohidratos, Upidos, pigm entos, m etales no
férricos, etcétera. L a proteín a de lo s crom osom as
es una proteín a conjugada; p ero su p arte no pro-
teín ica no es ninguna de las sustancias que he
m encionado, sino una sustancia bastante extra
ña que fu e descubierta hace un siglo.
En 1869, un jo v e n qu ím ico alem án llam ado
F ried rich M iescher aisló del te jid o una sustancia
que resu ltó no ser ni carbohidrato, n i líp id o , ni
proteína. P o r haberla obten ido del núcleo de la
célula, M iescher la llam ó nucleína. Con e l tiem po,
se dem ostró que la sustancia poseía propiedades
d e ácido, p o r lo que pasó a ser denom inada ácido
nucleico.
A l fin se com probó que esta sustancia estaba
litiid a a la protem a de los crom osom as, p o r lo
que a la sustancia de lo s crom osom as se le d io el
nom bre de nucleoproteína.
Pasó el tiem po. Durante e l p rim er tercio del
siglo x x , lo s bioqu ím icos se dedicaron al estudio
de los virus, entidades causantes de enferm edades
y tan pequeños que n o podían ser vistos p o r el
m icroscopio. E n 1935, el b ioqu ím ico norteam eri
cano W en dell M . Stanley aisló e l virus d el m osaico
d el tabaco (causante de una enferm edad de las
hojas del tab aco) en form a de cristales * Aquellos
cristales resultaron ten er naturaleza de proteínas.
E l virus no estaba com puesto d e células sino
que era un fragm ento no m ayor que un crom o
soma. A l igual que un crom osom a, e l viru s tenía
38
la fa c u it a d d e repm odu tírsc u n a v e z s e in tro d u cta
d i i » c é la la . Y , ad em á s d e e s ta s id iilitu d fu n cio
nal, p oseía tam b ién una s im ilitu d q u ím ica , según
se d escu b riría p ro n to .
L u ego resu ltó q u e e l v iru s d ei m o sa ico d e l ta
b a co n o e ra s ó lo p ro teín a . T am b ién co n ten ía á c id o
n u cleico, p o r lo q u e e ra una n u cleo p ro teín a . D es
d e en ton ces se han a is la d o y an alizad o o tro s m u
chos v iru s y to d o s e llo s s in excep ción h a n resu lta
d o ser n u cleop roteín as.
E n 1940, e s to o fre c ía a lo s b io q u ím ic o s u n pa
n oram a c la ro . (S e h a b ía d escu b ierto q u e existían
d os tip o s d e en tid ad es q u e se rep ro d u cía n : lo s
crom osom as q u e se en con trab an en e l in te r io r de
la célu la y lo s v iru s qu e la in va d ía n d esd e e l ex
te rio r. ¡Y las d os era n n u cleo p ro teín a s!)
L a resp u esta a l p ro b lem a d e la gen ética , r e
d u cid a a térm in os qu ím icos, con sistía , pues, e n
la n atu raleza y estru ctu ra d e la n u cleop roteín a.
V A R IE D A D
39
Para darles una id e a d e lo qu e q u ie ro decir ,
p erm itan qu e haga un esb ozo d e esta varied ad .
E n e l cu erp o hum ano se producen con stan te
m en te m iles de reacciones qu ím icas, cu yo núm e
r o n o puede calcularse todavía. D e tod os m odos,
basta pensar qu e todas las com p leja s sustancias
d e lo s alim en tos deben descom pon erse p rim era
m ente en pequeños fragm en tos qu e después han
de ser ab sorb idos y m ezclados en nuevas co m p le
ja s sustancias aptas p ara e l ser hum ano. Algunos
de lo s alim en tos in gerid o s deben descom ponerse
para p ro d u cir en ergía y los restos, elim in arse. Las
sustancias especiales qu e n ecesita e l cu erpo de
ben obten erse d e otras sustancias existentes en los
alim en tos, y cada una de las tran sform acion es pa
rece p rod u cirse p o r m ed io de docenas de etapas
in terrelacion ad as.
Casi ninguna de las reacciones qu ím icas que
con tanta fa c ilid a d se efectú an en el cu erp o puede
p rod u cirse en una p rob eta, p o r más qu e lo s m ate
ria les aislados se m antengan a la tem peratu ra
d el cuerpo. Para p rod u cir estas reacciones, ten e
m os qu e agrega r a lgo qu e se extrae d e lo s tejid o s
v iv o s (o qu e lo hayan estad o). E ste «a lg o » es una
enzima.
Una enzim a es un catalizad or, es d ecir, una
sustancia qu e, u tilizad a en pequeñas cantidades,
hace que una reacción qu ím ica se p rod u zca con
m a yo r rap id ez y sin qu e el ca ta liza d o r en sí qu e
d e perm anentem ente altera d o du ran te e l proceso.
E sto lo consigue la en zim a a l su m in istrar una
su p erficie sob re la que las sustancias puedan reac
cion ar con un m en or a p orte d e en ergía y, p o r lo
tan to, con m ucha m a yo r rapidez.
40
Es un asunto com p licado, p ero , co n una sim
p le an alogía, podrán v e r lo que q u iero d ecir. Un
la d rillo colocad o en un tablón in clin ad o n o resba
lará a pesar de la atracción de la gravedad porqu e
la fric c ió n lo m antendrá fijo . H ay qu e em pujar-’
lo p ara qu e se m ueva; es decir, a p lica r energía.
Una v e z em piece a m overse puede deslizarse has
ta el fin a l o quedarse atascado. A h ora bien, su
pongam os que la su p erficie del tab lón y la del
la d rillo están cubiertas d e una fin a y d u ra capa
de cera suave. E n estas condiciones, e l la d rillo
se deslizará p o r e fe c to d e la atracción d e la gra
vedad, sin que nadie lo em pu je, y se d eslizará con
m ayor rapidez. Pues bien, la enzim a hace las v e
ces de la cera.
Cada una de las m iles de reacciones que se
producen en e l cu erpo es catalizada p o r una en zi
m a específica. Y n o es siem p re la m ism a enzim a,
no vayan ustedes a creer, sino una d istin ta en cada
caso. Cada reacción tien e su p rop ia enzim a; y
cada enzim a es una p roteín a, una proteín a d ife
rente.
E l ser hum ano no es e l único organ ism o que
posee m iles de en zim as: tam bién las tien en todas
las dem ás criaturas. M uchas de las reacciones que
se producen en las células hum anas ocurren tam
bién en las de otras criaturas. D esde lu ego, algu
nas de las reacciones son universales, pues tienen
lu gar en todos los tip os de células. E sto sign ifica
que una enzim a capaz d e ca ta liza r una reacción
d eterm inada puede darse en las células d e lobos,
pulpos, m usgo y bacterias y tam bién en las nues
tras. Y , a pesar de tod o, cada una de estas enzi
m as, aunque todas ellas aptas para ca ta liza r una
41
rea cció n d eterm in ad a, es ca ra c te rís tic a de su p r o
p ia esp ecie. C ada una d e ella s puede d istin gu irse
d é la s dem ás.
D e e llo se dedu ce q u e cada esp ecie d e criatu ra
tien e m ile s d e enzim as y qu e todas esas enzim as
pueden ser d iferen tes. D ad o q u e existen m ás de
un m illó n de especies d iferen tes en la T ie rra , es
p o sib le — a ju z g a r s ó lo p o r las enzim asr— que
existan m iles de m illo n es d e p ro teín a s d iferen tes.
M A Y O R V A R IE D A D
42
. Producimos también anticuerpos, -según con
venga, contra sustancias esencialmente inofensi
vas que se hallan presentes en el polen, los ali
mentos o en otros lugares del ambiente. Cuando
estamos expuestos a estas sustancias, se produce
una reacción entre ellas y el anticuerpo que desen
cadena ciertos molestos síntomas, com o estor
nudos, inflamación de la mucosa de sla nariz y
garganta, irritación de los ojos o de la piel, asma,
etcétera. En este caso, decimos que somos alér
gicos a esto o aquello.
Esta sensibilidad a unas sustancias específicas
también puede cultivarse. Si se inyecta una sus
tancia determinada a un conejo, el animal p ro
ducirá un anticuerpo contra ella. En el suero san
guíneo extraído del conejo se encontrará el anti
cuerpo, el cual reaccionará ante la sustancia con
tra la que el conejo está sensibilizado y contra
ninguna otra.
A l parecer, no existe lím ite para el número de
anticuerpos que pueden producirse. Cada bacte
ria, cada toxina bacteriana, cada cepa de virus,
cada proteína (y algunas sustancias no proteíni-
cas) que entra en la composición de los alimentos
o de otros elementos, provoca la producción de un
anticuerpo determinado que reacciona a ella y a
nada más.
Un anticuerpo que combate una determinada
cepa de virus no reaccionará a otra, aunque sólo
sea ligeramente distinta y pertenezca al mismo
virus. Ésta es la causa por la que no poseemos
una inmunidad suficiente contra enfermedades
tales como el resfriado común y la gripe. Produ
cimos anticuerpos, sí, pero la próxima vez que
43
estam os expuestos a la en ferm ed ad se tra ta de
una cepa d iferen te, p o r lo qu e nuestros anticuer
pos resultan inútiles.
R esu lta qu e cada an ticu erpo es una p roteín a
d iferen te. L a d iversid ad de los anticuerpos, es,
pues, o tra prueba de la d iversid ad d e las proteínas.
P e ro en lo s organism os hay proteín as que no
son n i enzim as n i anticuerpos y se p o d ría suponer
que éstas, p o r lo m enos, constituyen un m aterial
tip o . P o r ejem p lo, ciertas p roteín as form a n im
portantes com ponentes estru cturales de te jid o con
ju n tivo o m úsculo. Las prim eras son el colá gen o y
las últim as, la a ctom ios in a * Tam bién está la h e
m oglobin a, una p roteín a qu e ya hem os m en cio
nado.
Sin em bargo, tam bién éstas d ifieren de una
especie a otra. P o r ejem p lo , se puede p rod u cir
anticuerpos con tra com ponentes de la sangre hu
m ana que sólo reaccionarán a la sangre humana.
(A s í es com o se id en tifica la sangre hum ana, aun
que esté seca, sin con fu n d irla con sangre de p ollo ,
p o r ejem p lo, cuando lo req u iere un caso crim in a l.)
A veces, un anticuerpo de la sangre de p o llo
reaccionará débilm en te a la sangre de p ato' y uno
d e la sangre de p erro, a la d e lob o . E ste lig ero
cruce de las reacciones es pru eba de la afin idad
del d esa rrollo e v o lu tiv o de las especies.
En resum en, cada especie tien e sus proteínas
44
y enzim as características; las tien e cada individuo
y las tien e tam bién rada célula.
L a palabra clave es «en zim a s», pues cada orga
nism o produ ce sus proteín as m edian te una larga
serie de reacciones qu e son catalizadas p o r enzi
mas. S i los organism os d ifieren en otras sustan
cias adem ás de las proteínas, podem os afirm ar
que tam bién esas sustancias se han fa b rica d o m e
d ian te la actividad catalizad ora de las correspon
dientes enzim as.
ENZIM AS EN DESORDEN
45
hereditario (e l c o lo r del pelo O de lo s ojos)^ o um
mutación sorprendente (la aparición del albinis
m o) puede deberse no ya a la actividad de las cé
lulas, sino a una variación en la cantidad de una
sola de las enzimas que éstas contienen.
A veces no es tan fá cil seguir el proceso de en
zim a a efecto final. La fa lta de una enzim a o el
desequilibrio de varias de ellas puede im pedir que
se produzca una reacción natural o provocar una
reacción que norm alm ente no ocurre. N o se form a
una sustancia que debiera form arse o se form a en
cantidad excesiva. E n cualquier caso, e llo afec
tará a su vez la labor de otras enzimas y éstas,
a otras y así sucesivamente. Cualquier interferen
cia en la función de las enzimas, prácticamente
en cualquier punto, causará una reacción en cade
na de consecuencias im previsibles.
Existe una enzim a llamada fenilalaninasa que,
excepcionalmente, puede estar ausente en el or
ganismo humano. La reacción catalizada p o r la
enzima es una de las que producen una de las ma
terias prim as que sirven para fabricar el pigm ento
negruzco (ya mencionado). Sin esta enzima, es
d ifícil form ar el pigm ento y el individuo es rubio.
Pero, además, p or razones todavía desconocidas,
el individuo que carece de esta enzim a padece una
afección llamada oligofrenia fenilpirúvica, que
causa una grave deficiencia mental.
En muchos casos, las características de un or
ganismo obedecen al equ ilib rio de las enzimas
de la célula. P o r lo que los bioquím icos han po
dido com probar, parece razonable suponer que
todas las características de un organism o no son
sino la expresión visible del equ ilib rio enzim átíco.
46
Si: pretendemos resolver e l je ro g lífic o de la
herencia, hemos de tratar de responder a dos p re
guntas fundamentales:
1. ¿Qué perm ite a la proteína form ar tantás
enzimas diferentes?
2. ¿Qué perm ite a los crom osomas provocar
la form ación de ciertas enzimas y no otras?
Para hallar la respuesta a estas preguntas, he
mos de zam bullim os en un m ar de palabras, sím
bolos y fórm ulas químicas. Tratar de averiguar
los intrincados detalles de la genética sin este
requisito sería com o intentar seguir una película
de la televisión sin la banda sonora. Uno puede
hacerse una vaga idea de la acción pero no enten
d er el argumento.
Capítulo III
EL LENGUAJE DE LA QUÍMICA
ATO M OS
1. C arbono
2. H id rógeno
3. O xígeno
4. N itró g e n o
5. A zu fre
6. F ó s fo ro
51
Todos son m u y corrien tes, y cu atro d e d io s se
encuentran con facilid a d . £1 carbón, p o r ejem p lo,
es carbono casi puro, a l igu al qu e e l h o llín y el
g ra fito de lo s lápices. Tam bién e l diam ante es
una foi?n a especial de carbono.
E l noventa y nueve p o r ciento d el aire que res
piram os es una m ezcla de oxígen o y n itrógen o en
p rop orción de 1:4, m ientras que e l azu fre, se p re
senta b a jo la fo rm a de un sólid o am arillo chillón.
E l hidrógeno es un gas ligero , in flam ab le, que se
u tiliza p ara hinchar lo s globos. E l fó s fo ro es un
sólid o de c o lo r ro jizo .
Todas las sustancias están form adas p o r m i
núsculos átom os. E n e l siglo x x , la C iencia h a de
m ostrado que los átom os, aunque pequeñísim os,
son unos sistem as extraordinariam ente com plejos
de partículas to d a vía m ás pequeñas. S in em bargo,
nosotros n o vam os a ocuparnos d e la estructura
interna d el átom o, y basta d ecir que se trata de
un o b je to m u y m enudito.
Cada elem ento se com pone de uno o m ás áto
m os que son distintos de lo s d e tod os lo s demás
elem entos. E xisten, p o r lo tanto, 103 clases d ife
rentes de átom os conocidas, una p o r cada ele
m ento. Puesto qu e tratarem os sólo d e seis elem en
tos, n o tenem os que preocu pam os m ás que dé
seis átom os: 1) el átom o de carbono; 2 ) e l átom o
de hidrógeno; 3 ) e l átom o de oxígen o; 4 ) el átom o
de n itrógen o; 5 ) e l átom o de azu fre y 6 ) e l átom o
de fó sfo ro .
Puesto que vam os a refe rim o s a ello s con fre
cuencia, será conveniente disponer de un sistem a
abreviado p ara m encionarlos. Los quím icos, p o r
acuerdo internacional, utilizan abreviaturas y , con-
52
aria m en te, estos seis elem entos se m enekmap por
su in icia l, j . v - ;. i'
D e m anera q u e e l átom o de carb on o es C ; el
de h id rógen o, H ; e l de oxigen o. O ; e l de n itró g e
no, N ; el de a zu fre, S (s id p h u r) y e l d e fó s fo ro , P
( p h osp h oru s).
P o r lo tan to, em pezam os con u n g o lp e d e suer
te. E n el len gu aje corrien te, tenem os qu e u tiliza r
26 letras d iferen tes, expresada cada una en' dos
fo rm a s : m ayúscula y m inúscula. L u ego, tenem os
nueve d ígito s p a ra fo rm a r num erales y d iversos
signos p ara puntuación y o tro s fin es. (M i m áqui
na de e s crib ir está equipada p ara p rod u cir 82 sím
b olos d iferen tes qu e, en rea lid a d , a veces no m e
bastan.) E n e l len gu aje qu ím ico, p o r e l con tra rio,
em pezam os, con s ó lo seis sím bolos.
N orm alm en te, en la T ie rra n o existen átom os
aislados. Casi siem pre, cada u n o d e ello s está aso
ciado con uno o m ás átom os. C uando la asocia
ción interesa átom os de una m ism a clase, tenem os
los elem entos de lo s que hablaba a l p rin cip io . A
veces, la asociación in teresa átom os de d os o m ás
variedades, lo cual nos da un com pu esto.
C ualquier gru po de átom os (igu ales o distin
to s ) que fo rm e una unión qu e no se d isgregu e es
pontáneam ente sin o que se m antenga p o r lo me- -
nos e l tiem p o n ecesario p ara ser estudiada, recibe
el nom bre de m olécu la , d eriva d o d e una palabra
latin a que sign ifica «pequ eñ a can tid ad ».
S i lo s átom os son las letras d el len gu aje quí
m ico, las m oléculas son las palabras. P ero , a fin
de u n ir las letra s para fo rm a r palabras, necesi
tam os con ocer las reglas de la o rto g ra fía quím ica.
Cuando tratam os con letras de la lengua españo-
53
la; sabem os qu e existen ciertas restricciones para
la form ación de palabras. S i escribim os una « q » ,
la letra siguiente tien e que ser forzosam ente una
«u ». S i vem os una « r r » sabemos que no puede
tratarse de un com ienzo de palabra y , si nos tro
pezam os con una com binación de letras com o
«z w h f», podem os estar seguros de que no corres
ponde a una palabra española.
Tam bién la orto gra fía quím ica tiene reglas,
p ero no debe sorprendernos que sean algo distin
tas de las que rigen la orto gra fía de la lengua es
pañola. Para em pezar, el átom o de oxígen o (O ) y
el átom o de azu fre (S ) tienen cada uno dos «pina
tos de u n ión » con otros átom os, com o las letras
que quedan en el centro de una palabra, que tie
nen otras letras delante y detrás. E l átom o de hi
drógeno (H ) tien e un solo punto de unión, com o
las letras que están a l prin cipio o al fin a l de una
palabra.
— n —
I
átom o d e ca rbo no á to m o d e n itró geno
á to m o d e o x ig e n o átom o de azufre á to m o d e h id ró g e n o
54
A qu í se p ierd e ya toda sim ilitu d c o n la ordenación
de las letras en las palabras. (E l átom o de fó s fo ro
es un caso aparte, al que m e re fe riré m ás ad e
lante, cuando sea n ecesario.) *
Podem os m arcar los puntos de unión de cada
átom o con pequeñas líneas llam adas enlaces que
se agregan al sím b olo de los elem entos. A sí, las
reglas de la orto gra fía quím ica pueden esbozarse
tal com o se in dica en la figu ra 1.
MOLÉCULAS
55
drógeno os un gas pestilente, con o lo r a in je v ó
p od rid o que suele encontrarse en »los laboratorios
de quím ica escolar o emana de aguas estancadas.
1
H C H H ------ N ------- H
H M .
m e tano am o nía co
H O H H S H
agua su lfu ro d e h id ró ge n o
56
. C uando dos átom os de oxígen o están im idos
p o r am bos enlaces d e cada uno, resulta una m o
lécula form ada p or átom os de una clase. Una sus
tancia com puesta de estas m oléculas es un ele
m ento. E l oxígen o de la atm ósfera no está com-
0 = 0 N =5=5 N
m o lé c u la d e o x ig e n o m o lé cu la d e n itró g e n o
0 = C = 0 H ----- C = N
b ió x id o d e c a rb o n o c ia n u ro d e h id ró ge n o
S= C = S H C C H
H 0 = 0 H ------ C = C -------H
I I I
H H H
fo rm a ld e h íd o etile n o
57
fe ra está com p u esto p o r m olécu las d e dos á to
m os, en las q u e lo s átom os están u n id os p o r los
tres puntos d e en lace p ro p io s d e lo s á to m o s de
n itró gen o . T am b ién e l h id ró g en o gaseoso está fo r
m ado p o r m olécu las de dos á to m o s qu e, desde
lu ego, están im id o s p o r un s o lo en lace, puesto
qu e e l á to m o d e h id rógen o n o tien e m ás qu e uno.
T am b ién pueden lig a rse m edian te m ás d e un
en lace lo s átom os de d istin to s tip os, com o en el
caso d el d ió x id o d e c a rb o n o o d e l c ia n u ro d e h i
d róg en o. D e tod os m odos, la existen cia de enlaces
d ob les o trip le s n o a ltera la s regla s de la unión.
S i cuentan lo s enlaces corresp on d ien tes a cada
á to m o de cu alqu iera de las m olécu las de la fig u
ra 3 ob servarán qu e los átom os d e o x ígen o y azu
fr e tien en siem p re dos enlaces, lo s de n itró gen o ,
tres, e l á to m o de carb on o, cu a tro y e l de h id ró g e
n o, uno.
C uando se escrib en fórm u las em p íricas, se hace
caso o m iso de lo s enlaces d ob les y trip les. S ó lo se
cuentan lo s átom os. P o r lo tan to, e l o x ígen o m ole
c u la r es O 2 , e l n itró gen o m o lecu la r es N 2, e l d ió x i
d o d e ca rb o n o es CO 2 , e l cian u ro d e h id ró g e n o es
H C N , etc.
CAD ENAS D E C AR B O N O
58
H\ í >
°\ H V
HX I I I
H -— C C C C C x —H
-
H I I I \
c H c
h' I ' h H' | \ l
H H
Figura 4. Isooctano
59
un» im portante proporción de isooctano.
, La fórm u la em pírica d el isooctano es CsHu,
p ero, una v e z entram os en e l m undo de las m olé
culas que contienen carbono, dejan de ten er uti
lid ad las fórm ulas em píricas. P o r ejem p lo, se pue
de disponer och o átom os de carbono en línea rec
ta, com o se indica en la figu ra 5.
H H y ? H H ? H
60
binaciones atóm icas participares que aparecen fr e
cuentem ente en la m olécula. U tilizan d o la analo
gía de las palabras, este p ro ceso es com o p a rtir
una palabra larga en sílabas para fa c ilita r su p ro
nunciación.
Veam os, pues, la com binación de átom os ex
puesta en la figu ra 6 .
H
I
H - — C ------
I
H
61
H Cr O H
a lc o h o l m e tílico
I
H C N H
H H
a m in a m etílica
I
H C S H
I
H
m e rcap tán m e tílico
62
L a com binación oxígen o-hidrógeno en e l alco
hol m etílico puede enunciarse — O H . E l hom bre
de este grupo es una versión .ab reviad a de lo s nom
bres de los dos átom os que lo com ponen. Es el
gru p o h id roxilo.
La com binación de n itrógen o y dos átom os de
hidrógeno existentes en la am ina m etílica puede
enunciarse — N H 2. Un átom o más de hidrógeno
nos daría am oníaco, y de este com puesto se d eriva
el nom bre del g ru p o de las aminas. La com bina
ción azufre-hidrógeno del m ercaptan m etílico
— SH es el gru p o th io l. E l p r e fijo « t h i» se deriva
de la palabra griega que sign ifica azufre.
A veces, un grupo atóm ico com ún tien e dos
enlaces que no se utilizan. Un átom o de carbono y
un átom o de oxígen o pueden estar unidos p o r un
enlace d ob le y e l átom o de carbono, ten er todavía
dos enlaces sin ocupar. E ste caso puede represen
tarse así: = C O . É ste es el g ru p o ca rb o n ilo y , si
observan la figu ra 3, hallarán un gru po carbonilo
en la fórm u la del form aldeh ído.
Tam bién puede darse el caso de que dos áto
m os de su lfu ro estén unidos p o r un solo enlace.
Cada uno tendrá entonces un enlace lib re, o sea,
dos en total. E ste gru po — SS— , es e l g ru p o bi-
sulfuro.
Uno de los com puestos orgán icos conocidos
p o r el hom bre desde más antiguo en una form a
relativam en te pura es e l ácido a cético, nom bre que
se d eriva de la palabra griega que designa e l vina
gre. E n realidad, e l vin agre es una solución débil
de este ácido. En la figu ra 8 se in dica la fórm u
la del ácido acético.
63
Figu ra 8. A cid o acético
C ARBO N O E N A N ILLO S
65
H
Figura 9. Benceno
66
P a ra reco n vertir esta versió n geom étrica del
a n illo de benceno en la m olécu la de benceno de
fo rm a que aparezcan tod os sus átom os, basta co
locar una C en cada uno de los ángulos d el hexá
gon o y reco rd a r qu e todos los enlaces restantes
están unidos a átom os de h idrógen o. E llo resulta
tan fa m ilia r a lo s qu ím icos que, con una sim ple
ojead a, éstos pueden in terp reta r lo s m ás com p li
cados sistem as anulares.
OH
r> T 1H2
i í l í l
u u
to lu e n o fe n o l a n ilin a
67
o o
H
fu ra n o p irrol
/ w
^ C\ / H
•c C H
\ N/
I
H
im id a zo l pirim idina
Indol purina
69
Éstas no son en m odo alguno las únicas com
binaciones posibles que se encuentran en los com-
puestos orgánicos. En realidad, algunos quím icos
han confeccionado catálogos de regular tamaño
con las listas de los distintos anillos y combina-
ciones de anillos que pueden encontrarse, con los
nom bres respectivos.
A nosotros, sin em bargo, nos bastarán los sie
te anillos y com binaciones indicados y que repro
duzco a continuación, sólo en form a geom étrica,
en la figu ra 15.
Los ocho grupos y siete anillos enumerados'
en este capítulo com prenden todas las «sílab as»
básicas que necesitamos para servim os del lengua-
H
a n illo de anillo de anillo d e
benceno furano pirrol
H
anillo d e im idazol N
anillo d e p irim id in a
70
je quím ico. (S o b re la m archa, añadiré uno o dos
elem entos adicionales.)
T a l vez e llo les parezca excesivam ente sim ple.
¿Es posible explicar la extensa variedad y com
plejidad de la proteína con un «s ila b a rio » tan
lim itado?
Aunque parezca extraño, así es, com o verem os
en seguida.
Capítulo IV
75
S i cóhsideram os las pequeñas unidades com o
«p ala b ras» y la m olécula grande, una «fra s e », la
Situación es parecida a la del que tien e que des
c ifra r una inscripción en un id iom a extranjero
del que sólo posee nociones. S i ha de leer una fra
se de carrerilla, puede que no capte el significado;
p ero si va descifrando palabra p o r palabra con
ayuda de un diccionario, ta l vez llegu e a enterarse.
L a prim era gran m olécula, o m acrom olécula,
estudiada p o r este sistem a resultó sorprendente
m ente sim ple. Y a en 1814 se descubrió que e l al
m idón, calentado en una solución ácida durante
un tiem po suficiente, se descom ponía en unidades
de estructura idéntica. La estructura era glucosa,
un tip o de azúcar cuya m olécula tiene un tam año
que es la m itad del del azúcar corriente. Su fó r
m ula em pírica es CtHuOó, o sea que esta m olécu
la contiene sólo veinticu atro átom os. Sin em bar
go, cientos y hasta m iles de estas unidades unidas
form an una sola m olécula de alm idón, compues
ta, p o r lo tanto, p o r cientos de m iles de átom os.
L a celulosa, la sustancia endurecedora de la
m adera, tam bién se descom pone en glucosa, la
m ism a glucosa qu e se encuentra en el alm idón.
P ero en la celulosa, las unidades de glucosa están
unidas de un m odo distinto a com o lo están las
del alm idón.
. Con e l tiem po, se observó que otras m acrom o-
léculas estaban form adas p o r largas cadenas de
una sola unidad. E l caucho es buen ejem p lo de
ello, ya que está com puesto p or m oléculas de iso-
preno, un hidrocarburo de cinco carbonos, rela
tivam ente sim ple.
E n e l siglo xx, los quím icos descubrieron la
76
form ft d e fab ricar raacrom oléculas que n o se dan
en la Naturaleza. Idearon m étodos para unir mu
chas moléculas de una unidad determ inada (en
algunos casos, de dos unidades) para producir
caucho y fibras sintéticas y gran variedad de plás
ticos.
Todas estas m acrom oléculas, naturales y sin
téticas, tenían en común su gran tam año y su com
posición, form ada p or m iles de unidades. Pero,
aunque grandes, estas m oléculas carecen de com
plejidad. Com prenderán lo que quiero decir, si
piensan que un largo h ilo de cuentas, de idéntico
c o lo r y tamaño, no tiene nada de com plejo. N o
requiere la m enor creatividad enhebrar cuentas;
la tira puede ser más larga o más corta, de una
sola vuelta o de dos; pero no puede haber más
diferencia.
í I
H N C C O H
gru po g ru p o ácido
am ina ca rb o x ííic o
77
P o r o tra p arte, la m acrom olécula d e l alm idón es
un excelente m ed io para alm acenar la en ergía que
contiene la m olécula de glucosa con p erfecta esta
b ilid ad hasta el m om ento de u tilizarla. Entonces,
las m oléculas de alm idón pueden descom ponerse
fácilm en te y las unidades de glucosa, introducirse
en la corrien te sanguínea.
N o obstante, las m acrom oléculas del ordeni del
alm idón y la celulosa n o desempeñan una función
auténticam ente activa en el proceso de la vida.
Son m ateriales pasivos que no actúan sino que
reciben la acción de otros.
Con la proteín a ocurre algo distinto. É sta es
una m acrom olécula que, al igual que e l alm idón
y la celulosa, posee gran tam año y está form ada
tam bién p o r pequeñas unidades unidas com o las
cuentas de un collar. Ahora bien, las m oléculas
de proteín a presentan, además, cierta com p leji
dad. Veam os en qué consiste, en la figu ra 16.
AM INOACIDOS
78
en un átom o de carbono central, enlazado con un
gru po de am inas * p o r un lad o y con un gru po de
ácido carb oxílico p o r otro . Los dos enlaces res
tantes están ocupados p o r átom os de hidrógeno.
N aturalm ente, un com puesto que contiene un gru
p o de am inas y un gru po de ácido carb oxílico
puede considerarse un am in oácido y lo es. En
realidad, la glicin a es un ejem p lo de am inoácido
em inentem ente sim ple.
S i to d o hubiese term in ado aqu í, la m acrom o-
lécu la de proteín a no se con sideraría m ás com
p le ja que la d el alm idón o cu alqu ier otra. P ero
B raconnot fu e más allá, y de los productos de des
com posición de la proteín a ob tu vo un segundo
am inoácido al que llam ó leucina (d e la palabra
griega que sign ifica «b la n c o ») p orqu e blancos eran
los cristales que obtuvo.
A m edida que iban pasando las décadas, otros
investigadores descubrían m ás am inoácidos. Y a
en 1935 se h alló un nuevo e im portan te am inoáci
do cuya existencia no se sospechaba, en tre los
productos de la descom posición d e las m oléculas
de proteína. E stos am inoácidos son, pues, las pie
79
zas de construcción que componen las moléculas
de proteína. - '•
E l núm ero de d iferen tes am inoácidos hallados
en los tejid os vivos es bastante grande. Algunos
de ellos, n o obstante, n o se encuentran en las m o
léculas de proteín a sino que se dan en otro s ele
m entos. O tros se encuentran en las m oléculas de
p roteína, p ero sólo en uno o dos casos extraor
dinarios.
S i nos lim itam os a los am inoácidos qu e se en
cuentran en todas o casi todas las m oléculas de
proteína, su núm ero es bastante m an ejab le: 21.
Añádase a éstos o tro am inoácido que se encuen
tra principalm ente en sólo una m olécula d e p ro
teína (aunque m uy im portan te) y tenem os un to
ta l d e 22.
Una de las características que distinguen a la
m olécula de proteín a es la de qu e ninguna otra
m acrom olécula, natural o sintética, está form ada
p o r tantas unidades diferen tes, n i siqu iera p o r la
cuarta parte.
Para dem ostrar la im portancia de esta caracte
rística, volvam os al ejem p lo de la tira de cuen
tas. Im aginen que, en lugar de una serie d e cuen
tas idénticas les presentan vein tid ós ju egos, todos
distintos en tre sí p o r colo r, form a y tam año. En
este caso, se puede p rod u cir una gran variedad
d e fantásticos dibu jos, sim etrías insospechadas y
agradables gradaciones que, de o tro m odo, hubie
ran sido im posibles.
Es lo que ocu rre con la m olécu la de proteína.
P ero observem os m ás detenidam ente lo s am i
noácidos, para v e r cóm o aparecen estas d iferen
cias, en qué m odo im prim en su sello en la m olé
80
cula d e p ro te ín a y crea n la p o s ib ilid a d d e o b te
n e r una v a ried a d p rá ctica m en te in fin ita .
P a ra una m a y o r cla rid a d , v o y a p e rm itirm e una
fo rm a esqu em ática p ara e l m a n e jo d e las fórm u
las estru ctu rales. S e tra ta de a m p lia r e l p rin c ip io
g eo m é tric o qu e s irv e p a ra rep resen ta r lo s an illos
de átom os, a átom os q u e no fo rm a n p a rte d e an i
llo s. (E llo supone ir m ás a llá d e lo q u e suelen
ir lo s q u ím icos p ro fesio n a les en la sim p lifica ció n
de fórm u la s, p e ro n o im p o rta . E s te lib r o no está
d irig id o a lo s qu ím icos p ro fesio n a les. Su única
fin a lid a d es la de e x p lic a r la base q u ím ica d e la
h erencia en la fo rm a m ás sim p le y d irecta y si
p ara eso se req u ie re un p o co d e in n ova ción ... pues
¡a d e la n te !)
O
II
81
regla del «h id rógen o existente aunque n o aparen
t e » a átom os que no sean de carbono.
P o r ejem plo, en la figu ra 17 represento la « fó r
m ula en zig za g » de la glicin a que e í le c to r puede
com parar con la fórm u la com pleta de la figu ra 16.
E l paso siguiente es averiguar en qué se d ife
rencian de la glicin a los otros am inoácidos que
com ponen la m olécula de proteína. E n general,
puede decirse que todos poseen un átom o de car
bono central al qu e están unidos p o r un enlace
un grupo am ino y , p o r otro, un grupo de ácido
carboxílico.
se c u n d a ria
82
fórm ula en zigzag de la glicina representada en
la figu ra 17.
Cada am inoácido tiene su p ropia cadena secun
daria característica, y la diferencia esencial entre
los aminoácidos radica en la naturaleza de esta
cadena secundaria.
CADENAS SECUNDARIAS
83
ácidos, muy parecidos a los anteriores tanto p o tr
el nombre como por la estructura, tienen un gru
po amida en lugar del grupo carboxil y son la
H i
i i l
H---- C ---- H H-C C---------H
i i i
H---- C — - H
cadena secundaria i
de alanina I
H
cadena secundaria
d e vallna
I í
H C C M
H C
L l i
V A > H i '
"/ x « a " ~ r H
H
cadena secundarja • cadena secundaria
de leucina de isoleucina
84
kt arginind.^ Ambas cadenas secundarias se indi
can en la figu ra 22.
I
H --------C --------O -------H
H --------C ------- H
cadena se c u n d a ria I
de s e rin a ^
ca d e n a se cu n d a ria
de treonína
Figura 20. Cadenas secundarias con hidroxilo
85
cisteín a y con igu al facilid a d se pueden u n ir dos
m oléculas de cisteína para fo rm a r una m olécula
h — c — h „ — C— H
c ------ o H C -----N
/ H
8 » N.
c a d e n a s e c u n d a r ia c a d e n a s e c u n d a ria
d e á c id o a sp á r t ic o d e a s p a r a g in a
I I
H ------C -------H H ----- C ----- H
I I
H ------C -------H H ----- C ----- H
I I / H
c O— H c ------ N
II O'i \ 'H
O
c a d e n a s e c u n d a r ia c a d e n a s e c u n d a ria
d e á c id o g lu t á m lc o d e g lu ta m in a
86
-si la letra « e » se om ite o se añade accidentalm en
te, o sí no se pronuncian los nom bres correcta
m ente, estos dos am inoácidos se confunden.)
h C h h c H
H C H H C H
H C H H C H
H C H N H
H
N H
H N H
ca d e n a se c u n d a ria de U sina
ca d e n a se c u n d a ria de a rgin in a
87
Nada m enos qu e cuatro am inoácidos tienen
a n illo s en la s cadenas secundarias. D os, fe m la la m •
na y tirosina , tien en a n illo s d e b en cen o; uno, e l
trip tó fa n o , tien e un a n illo d e in d o l y e l cu arto.
i I
H C H H C H
I I
H ---- C ------- H S -------H
I c a d e n a s e c u n d a r ia d e c is t e ín a
S
ri C H
I
H
c a d e n a s e c u n d a r ia
d e m e tio n in a
I
H C H
I
S
I
s
I
HC H .
-
H NC
IC ’
O H
-
I I
H H
c a d e n a s e c u n d a r ia d e c is t in a
88
r~
hisíidina, tiene un a n illo d e am idazol. Las cadenas
secundarias se indican en la ñgu ra 24.
• I
H— c — H H— c — H
I I
i h i n
I I
H O— H
ca d e n a s e c u n d a ria c a d e n a se cu n d a rla
d e fe n ila la n in a d e tiro sin a
I I
H— C— H H 1
I / H H— C — H
r c> - H i
/ _ c \ / \
—c c— H II .;c — H
h- C' - n/
H ' H H
ca d e n a s e c u n d a ria ca d e n a se c u n d a ria
d e trip tó fa n o de h istid in a
89
P o r ú ltim o, h ay d os am inoácidos cuyas cade
nas secundarias presentan una p ecu liarid ad . G i
ran sob re sí m ism as y se unen a l gru po am ino
conectado a l átom o de carb on o cen tral. P o r ello.
\ / o
N C
„ / \ '* - < — «
C c ____ H
H / H H
H .
p ro lin a
H /
\\ C
I ssC° O --- H
■V
/ X c / \
V -
h id ro x ip ro lin a
90
en la figu ra 25, se indican com pletas las fórm u las
de estos am inoácidos, p ro lin a e h id roxip rolin a .
O bsérvese que cada com puesto (p ir r o l) adopta la
O
N n
v a lin a
O
N N II
O
le u c in a is o le u c in a s e r in a
tre o n in a á c id o a sp á r t ic o a sp a r a g in a
91
disposición de un a n illo d e p irr o i (s in lo s enlaces
d o b le s ) a causa d e esta e x tra fia form a ción d e la
cadena secundaria. (P o r c ie rto qu e e l n o m b re « p r o
lin a » se d eriva de «p ir r o l».)
c is t e ín a
a rg in in a
c is t in a
Figura 26. B
92
fe n lla la n in a tiro s in a
p ro lin a
h id ro x ip ro lin a
Figura 26. C
93
la gelatina, p o r lo que en ésta aparece tam bién
la hidroxiprolina.
L a lista está com pleta. Y a tenem os los vein ti
dós am inoácidos, las veintidós «p a la b ra s» que
com ponen la «fr a s e » de la m olécula de proteína.*
A hora m e parece conveniente dar, a m odo de resu
men, una lista de todos los am inoácidos con fó r
m ula de zigzag, ta l com o aparecen en la figu ra 26.
E n ella se aprecian las diferencias estructurales
y las afinidades fam iliares. A plicando las reglas
que se dan im as cuantas páginas atrás, e l lector
puede, si lo desea, con vertir cada uno de estos
zigzags en fórm u la com pleta.
DE L A P A L A B R A A L A FRASE
94
m olécula de agua. S i, a fin de
dos m oléculas de glicina,
la unión se produce ta l com o se indica en la figu
ra 27, en la que se m uestra la posición de cada
átomo.
g lic in a
a gu a
péptida
95
en tre los tu m ttá c id o * -(en l a que
pueden verse lo s restos d el gru po d e á c id o car-
b ox ílico y d el gru po am in o o rig in a les) y se llam a
con exión péptida.
L a g licilg lic in a es un p ép tid o com puesto p o r
dos am inoácidos, p o r lo qu e recib e e l nom bre de
b ip ép tid o. (E s lo qu e podríam os llam ar una «fr a
se de dos p a la b ra s».) P e ro la glicilg licin a tod avía
tiene un gru po am ino en un extrem o y un gru po
de ácido carboxílipo en e l otro , p o r lo qu e puede
com binarse con otro s am inoácidos p o r u n o o p o r
am bos extrem os. De este m od o pueden con stru ir
se trip ép tid os, tetrapéptidos, pentapéptidos, e tc é
tera.*
N o hay lim ite en e l núm ero de am inoácidos
que pueden unirse p o r con exión péptida. U n pép
tid o com puesto de un núm ero d e am inoácidos no
determ inado se llam a p o lip é p tid o , ya que e l p re
u n ió n u n ió n u n ió n u n ió n u n ió n
p é p tid a p é p tid a p é p tid a p é p tid a p é p tid a
96
fijo « p o li»«e deriva de la palabra griega que signi*
* f i e * «m uchos».
Supongam os qu e deseam os enunciar un gran
núm ero de m oléculas de glicin a unidas p o r cone
xiones péptidas. L a figu ra en zigzag que obtenem os
es la que se indica en la figu ra 28.
E ste p olip ép tid o, form ado únicam ente p o r uni
dades de glicina, es la poliglicin a . Una m olécula
de p oliglicin a no es más com p leja n i tien e m ayor
versatilid ad de tip o p roteín ico que cu alqu ier otra
m acrom olécula form ada únicam ente p o r unidades
de una o dos variedades. Un p olip ép tid o natural
form ado en su m ayor p arte p o r glicin a y alanina
es la seda, cuya fa lta de com p lejid ad es evidente.
L a seda es u tilizada p o r los organism os que la
form an únicam ente para aprovechar la fuerza de
su fib ra. Es p oco más que una especie de versión
anim al de la celulosa.
O tro ejem p lo es la fib ra a rtificia l nilón. Ésta
está form ada p o r dos unidades, una es un ácido
bicarb oxílico (una cadena de carbono con un gru
p o dé ácido carboxílico en cada extrem o ) y la
otra, una biam ina (cadena de carbono con un gru
p o am ino en cada extrem o). Las unidades están
unidas p or conexiones péptidas y lo qu e se ap re
cia del n ilón es, tam bién, principalm ente, su resis
tencia. ‘ «
P o r lo que se refiere a la versatilidad, hemos
de tener en cuenta que una cadena polipéptida
natural casi siem pre está form ada p o r 22 unida
des diferentes. Esta cadena p olip ép tid a d ifie re de
la p oliglicin a en que las cadenas secundarias apa
recen a intervalos periódicos. C om o puede verse
en la figu ra 29 que representa esta cadena poli-
97
péptida en zigzag, las cadenas secundarias (qu e
llevan el sím bolo X ) parten alternativam ente en
sentidos opuestos.
L a cadena p olip ép tid a consta, pues, de dos par
tes : 1 ) una m édula de glicin a que recorre la cade
na en toda su longitud, y 2 ) varias cadenas se
cundarias que parten de dicha médula.
Puesto que lo único que nos interesa son las
características de la m olécula de proteínas que le
dan su versatilidad, pasarem os p o r alto e l rasgo
com ún y nos concentrarem os en las cadenas se
cundarias. Los detalles de la m édula de p oliglici-
na (ah ora que ya los con ocem os) carecen de im
portancia y , para nuestro o b je tiv o , podem os re
z ig z a g
c a d e n a s ia to rale s
V *-{ X X X
J ____I___L
^ (sim p lific a d a )
m é d u la d e p o lig lic ln a
98
péptidos en form a de zigzag, tam bién ha sido sim
p lifica d a de este m od o para fa c ilita r la com pa
ración.
A m enudo, la m olécula de p roteín a consiste
sólo en una cadena de p olipéptidos. P e ro tam bién
puede tener dos o tres cadenas de p olipéptidos,
unidas p o r m oléculas de cistina. S i observan la
fórm u la de la cistina de la figu ra 23 verán qu e en
am bos extrem os hay sendas com binaciones de
am inoácidos. E sto qu iere d ecir que un extrem o
am inoácido puede form a r p arte de una cadena po-
lip ép tid a y el o tro , fo rm a r p arte de otra , com o
puede verse en la fórm u la sim plificada en la figu
ra 30. E n este caso, las cadenas p olipéptidas están
unidas p o r una conexión de bisulfuro.
c a d e n a p o lip é p l A
r r r 1V u nX
ió n d e b isu lfu ro
X X
i í r
c a d e n a p o lip é p tid a B
c is t in a
99
p a r te á á p rob lem a , lo a q u ím ico s p u d ieron con
cen tra rse en la d isp o sició n d e la s cáden as secun
d a ria s, a sp ecto d el q u e tam b ién n osotros n os ocu
parem os a con tin u ación .
Capítulo Y
FIGURA DE LA PROTEÍNA
N Ú M E R O Y O RD E N
103
posición d e las cadenas secundarias de una p ro
teína extraña, un virus o un punto clave de una
superficie bacteriana. La coincidencia puede con
sistir en e l encuentro de una carga eléctrica nega
tiva del anticuerpo con una carga positiva de la
m olécula invasora, p o r atracción mutua; o bien
una protuberante aglom eración de átom os en una
m olécula puede encajar con una hendidura de
otra. En cualquier caso, anticuerpo y presa se
unen firm em en te y su com binación resulta ino
fensiva para e l cuerpo. Desde luego, un anticuer
p o determ inado con una configuración ajustada
exactamente a una especie de m olécula determ i
nada no encajará con otra (o , en to d o caso, sólo
encajará con las que sean m uy parecidas a su
pareja).
Tam bién podem os im aginar cóm o actúa una
enzima. Una enzim a determ inada p od ría tener las
cadenas secundarias configuradas d e ta l m odo
que dos elem entos quím icos de reacción recíproca
vayan a insertarse en receptáculos contiguos. Al
ser puestos en contacto p o r un interm ediario se
producirá la reacción y el lu gar quedará disponi
ble para otra pareja, de m anera qu e la reacción
proseguirá a un ritm o más ráp ido d el qu e se de-
sorroliaría sin la enzima. Naturalm ente, una en
zim a producida para un tip o de reagente n o en
cajará con otro.
P o r lo tanto, para com prender la acción de
una proteína es necesario conocer la configura
ción de todas sus cadenas secundarias. E llo no
qu iere d ecir que este conocim iento dé la respues
ta a todas las preguntas; probablem ente, n o será
así. Pero, sin conocer la configuración, será to
104
talm ente im posible descubrir ta l respuesta. De
manera que e l estudio de la configuración es im
prescindible.
L a configuración puede abordarse en tres eta
pas. Dado que en los capítulos anteriores h e uti
lizado el ejem p lo del lenguaje corriente para expli
car la estructura molecular, v o y a seguir utili
zándolo para presentar estas tres etapas.
L a prim era consiste en averiguar qué unida
des de aminoácido contiene una m olécula de pro-
teína determinada. E llo equivale a determ inar cuá
les son exactamente las palabras que componen
una frase. Evidentemente, si cambiamos una pa
labra, e l significado de la frase puede cambiar.
Por ejem plo, en las frases:
105
Finalmente, existe una tercera posibilidad de
cambio que requiere una breve explicación.
La cadena polipéptida puede doblarse dentro
de ciertos límites. La cadena se mantiene doblada
por efecto de una leve fuerza eléctrica que se ge
nera cuando un átomo de hidrógeno se encuen
tra entre dos átomos de nitrógeno próximos entre
sí, o entre dos átomos de oxígeno o entre un áto
mo de oxígeno y otro de nitrógeno. Este enlace se
llama enlace de hidrógeno por la función clave
que desempeña el átomo de hidrógeno.
Mientras los enlaces de hidrógeno se mantie
nen intactos la cadena polipéptida mantiene su
posición curvada y las cadenas secundarias se en
cuentran en las posiciones adecuadas para que la
molécula actúe como anticuerpo, enzima o cual
quier otro elemento específico.
Cualquier forma de trato duro, incluso un li
gero calentamiento, es suficiente para romper los
débiles enlaces de hidrógeno. Cuando esto ocu
rre, la cadena polipéptida se deforma. Dado que
la disposición de las cadenas secundarias se ha
deshecho, la molécula de proteína no puede se
guir desempeñando su función. A ello se debe la
facilidad con que pueden desnaturalizarse la ma
yoría de las proteínas y el carácter permanente
de tal desnaturalización.
La tercera etapa de la indagación de la confi
guración de la proteína es la determinación de
la curvatura de la cadena polipéptida. En el estu
dio de la frase gramatical, esta etapa consistiría
en determinar el contexto exacto de la asevera
ción. Y es que el significado de la frase:
106
Juan sólo golpeó a Jaime en un o jo
107
teín a determ in ada, se c o lo ca b a sobre un filtr o d e
p ap el p o ro s o y se d e ja b a secar. E l b o r d e d e l pap el
se su m ergía .después e n un líq u id o o rg á n ic o que
avanzaba len tam en te p o r las fib r a s p o r e fec to
d e la cap ilarida d. (S i in trodu cen la p u n ta d e un se
cante en un vaso d e agua p o d rá n v e r p o r sí m is
m os la acción d e la ca p ila rid a d .)
Cuando e l líq u id o pasaba p o r e l lu g a r en el
qu e s e h a bía secado la m ezcla d e am in oácidos,
éstos era n arra strad os p o r él. C ada am in oácid o
se desplazaba a d istin ta v e lo c id a d y , a l c a b o de
p o c o tiem p o , cada uno se h abía sep a rad o d e los
dem ás. Después, n o fu e d ifíc il en co n tra r los m é
todos p ara id e n tific a r cad a am in oácid o, a l ocu par
éstos sus p osicion es características en l a h o ja de
p ap el y p ara ca lcu la r la can tid a d existen te de
cada u n o de ellos.
E sta técnica, llam ad a d e c ro m a to g ra fía d e l pa
p e l, p e rm itió la exacta id e n tifica c ió n d e to d o s los
am in oácidos existentes en una p ro te ín a d eterm i
nada. A s í se h abía resu elto la p rim e ra fase d el
p rob lem a y a p a r tir de los ú ltim os años de la dé
cada de los 40 se rea liza ro n m uchas id e n tific a
ciones exactas de los am in oácidos d e una' u otra
p roteín a.*
A q u élla fu e s ó lo la p rim e ra etapa. P e ro in m e
d iatam en te se a c o m e tió la segunda. T a n p ro n to
c o m o se d e s a rro lló la técnica M artin -S yn ge, o tro
b io q u ím ic o b ritán ico, F re d e ric k Sanger, ata có el
p rob lem a d el o rd en de los am inoácidos.
Su m é to d o con sistía en d esco m p o n er s ó lo en
p a rte la m olécu la de proteín a. E n lu ga r de redu-
108
á r la a sus aminoácidos, la d ivid ía en pequeñas
porciones de péptidos, con dos o tres aminoácidos
cada una. Separaba los pequeños péptidos p o r el
sistema de crom atografía d el papel, aislándolos
y trabajando con cada uno p o r separado. Luego,
fu e deduciendo el orden exacto de los aminoáci
dos de cada pequeña cadena de péptidos (tarea
delicada pero no im posible) y, poco a poco, fu e
reconstruyendo el orden en el que todos los ami
noácidos debían de figu rar en las cadenas largas,
de manera que, al volver a descomponer éstas,
fueran apareciendo precisamente los péptidos d e
tectados y no otros. En 1953, Sanger había averi
guado el orden de colocación de los am inoácido*
de una molécula de proteína llam ada insulina *
E l bioquím ico norteamericano Vincent du Vig-
neaud utilizó los métodos de Sanger para descu
b rir la estructura de otras dos moléculas de p r o
teína, la oxitocin a y la vasopresina. Estas resul
taron ser bastante simples, p o r lo que Vigneaud
pudo ir más a llá que Sanger: unió aminoácidos
p o r el m ism o orden en que los extrajera en sus ex
perimentos anteriores. De este m odo, pudo p ro
ducir moléculas sintéticas que poseían todas las
propiedades y realizaban todas las funciones de
las proteínas naturales. Ésta fu e la demostración
concluyente de que las teorías sobre la estructura
de las proteínas desarrolladas desde Fischer acá
eran porrectas.**
109
A sí qu edaba resu elta la segunda fa s e d e l p r o
b lem a. D eten gám on os un m o m en to en este punto
p ara exa m in a r lo s resultados. P od em os em p ezar
p o r la vasopresina, una d e las d os p roteín as sinte
tizadas p o r D u Vigneaud.
L a vasop resin a p erten ece a la clase d e com
puestos llam ad os h orm on a s. E s p ro d u cid a p o r un
ó rga n o esp ecífico (e l ló b u lo p o s te r io r de la glán
du la p itu itaria, un tro c ito d e te jid o situ ad o en la
base d el c e re b ro ) y descargada en la c o rrie n te san
guínea. A l igual qu e todas las horm onas, la v a s o
presina, en pequeñas cantidades, a fe c ta p ro fu n
dam en te la qu ím ica co rp o ra l. P o r e je m p lo , aumen-
t ir o s in a
a r g in in a
110
Du Vigneaud descubrió qu e la vasopresina o b
tenida de los bueyes consta de och o am inoácidos
distintos, a saber, p o r orden a lfa b ético : 1) argi-
nina, 2) cistina, 3) asparagina, 4 ) fenilalanina, 5)
glicina, 6) glutamina, 7) p rolin a y 8 ) tirosina.
A l determ inar e l orden de colocación real, Du
Vigneaud descubrió que la m olécula de cistina te
nía sus dos porciones de am inoácidos en distintos
puntos de la cadena polipéptida, p o r lo que una
parte de ésta aparecía doblada sobre sí mism a
en un m edio rizo, que mantenía f i j o la conexión
de bisulfuro. Descubrió tam bién que la m olécula
de glicina se encontraba en e l extrem o liso y que
el grupo carboxilo de este am inoácido había sido
convertido en grupo am ida. (L a glicin a así m od ifi
cada se llam a glicinam ida.)
L a figu ra 31 m uestra la fórm u la sim plificada
de la vasopresina de buey en la que sólo se ven
las cadenas laterales.
Otra horm ona producida p o r e l lóbulo poste
r io r de la glándula pituitaria es la oxitocina, la
segunda proteína sintetizada p o r Du Vigneaud.
Tam bién ésta se com pone de ocho aminoácidos,
seis de los cuales son idénticos a seis de la vaso
presina. P ero en lugar de la fenilalanina que s$
encuentra en la vasopresina, la oxitocina tiene una
isoleucina y, en lugar de la arginina de la vasopre
sina, una leucina. En la figura 32 se indica la
fórm u la sim plificada de la oxitocina.
Si se com paran las fórm ulas de las figuras 31
y 32, se advierte que la única diferencia es que la
m olécula de oxitocina carece de un an illo de ben
ceno y de una com binación de guanidos de tres
nitrógenos que existen en la vasopresina.
111
, • . . . ' •" t . •
tlr o s in a
112
rparte que queda fuera del riso de cástina. S e in
dica en la figura 33.
Com o pueden observar, esta diferencia no es
en absoluto tan grande com o la existente entre
la vasopresina y la oxitocina. La vasopresina del
glicln a m ld a
U sina
113
las tres pequeñas m oléculas horm onales y las tres
frases siguientes:
114
L A CONFIGURACIÓN. VERSIÓ N GRANDE
115
c o m o en é l ord en o coloca ción , según la s espa
cies, sin q u e qu ede afectad a la fu n ción d e la insu
lina. L o s cam b io s se indican en la fig u ra 34.-
S i estos cam bios n o afectan a la fu n ció n d e la
insulina, ¿cu ál es su im p ortan cia? S í, pueden te
n e r un in terés te ó ric o p ara e l qu ím ico qu e estudia
las proteínas; p e ro , ¿tienen im p ortan cia p rá c tic a ?
Aunque p arezca extrañ o, así es.
Buey J
A
a la n in a s e r in a v a lin a
C o rd e ro j
A
a la n in a g lic in a v a lin a
C e rd o
A
j
0 Ás
tr e o n in a • s e r in a is o le u c in a
C a b a llo
A . A /
tre o n in a g lic in a is o le u c in a
116
desarrollan anticuerpos contra l á tnauliúa
nado vacuno y no toleran las inyecciones. E n.es
tos casos, generalmente basta con cam biar a la
insulina obtenida del páncreas del cerdo. La d ife
rencia de dos aminoácidos entre una cincuentena
no basta para m odificar la función de la insulina,
pero crea la necesidad de o tro anticuerpo. E l an
ticuerpo desarrollado contra la insulina del buey
no actúa contra la insulina del cerdo y e l pacien
te puede ser tratado de nuevo sin p eligro de reac
ción adversa.
T al vez les parezca ahora que la disposición de
los aminoácidos es relativamente intrascendente.
En la vasopresina, se puede cam biar un o de ocho
aminoácidos (12*4 p o r cien to) sin que se altere
su función. Y , en la insulina, tres de unos cin
cuenta (6 por ciento). Parece haber un poco de
flexibilidad.
Un poco, sí; pero, a veces, n i eso.
Examinemos la hemoglobina, la proteína por
tadora de oxígeno de los glóbulos rojos que he
mencionado ya una o dos veces. Las moléculas de
hemoglobina normales que se dan en casi todos
los seres humanos se llaman, colectivamente, he
m oglobina A.
H ay ciertos individuos (afortunadamente, p o
cos) cuyo cuerpo fabrica una hem oglobina anor
mal. Entre estas hemoglobinas anormales pode
mos citar la hem oglobina S y la hem oglobina C.
Las hemoglobinas anormales no absorben e l oxí
geno con tanta eficacia com o la hem oglobina A.
Además, en determinadas circunstancias, las h e
moglobinas anormales deambulan com o cristales
dentro del glóbulo ro jo , tensando, deform ando y
117
dañando la m em brana. P o r lo tan to, los glóbulos
ro jo s qu e contienen una hem oglobina an orm al no
duran tanto com o los glóbulos ro jo s norm ales.
Los individuos que fabrican h em oglobina A ad e
más de las versiones C y S aún pueden resistir
bastante bien; los qu e sólo fabrican hem oglobina
S o hem oglobina C están condenados a m o rir
pronto.
A h ora bien, la m olécula de hem oglobina es
diez ,veces m ayor qu e la de insulina. Contiene un
total de 574 am inoácidos, distribuidos en tre cua
tr o cadenas polipéptidas unidas en tre sí p o r cone
xiones de bisulfuros y atracción eléctrica. Dos de
ellas son «cadenas a lfa » idénticas, cada una con
141 am inoácidos; las otras dos son «cadenas b e ta »
idénticas, con 146 am inoácidos cada una.
• En un lu gar determ inado de estas cadenas (y
de su p a re ja ) hay un ácid o glutám ico. S i e l ácido
glutám ico de cada cadena se con vierte en valina,
la m olécula pasa a ser de hem oglobina S en lugar
de hem oglobina A ; si e l ácido glutám ico se con
vie rte en lisina, la m olécula pasa a ser de hem oglo
bina C. Los restantes quinientos y p ico am ino
ácidos (p o r lo que ha p od id o averiguarse hasta
ahora) m antienen inalterables su naturaleza y su
posición. P o r lo tanto, a l parecer, la con dición de
dos am inoácidos de un total de 574 de una p r o
teína determ inada representan la d iferen cia entre
una vid a sana y una m uerte prem atura. Es, pues,
indudable, qu e la con figuración de la p roteín a es
de capital im portancia — hasta e l m en or deta
lle— y que n o h ay m argen para cam bios.
Desde 1953, en que se resolvió la segunda fase
del problem a, se ha aplicado ésta a varias otras
118
proteínas, algunas de ellas más com plejas. L a ca
dena polipéptida de la vasopresina y la oxitocina
tiene sólo ocho am inoácidos; la más la rga de las
cadenas de la insulina, sólo treinta. P e ro en 1960
se averiguó la disposición exacta d e todos los
am inoácidos contenidos en una enzim a llamada
ribonucleasa que tiene una cadena com puesta p o r
124 am inoácidos mantenidos en una com plicada
serie de rizos p o r nada menos que cuatro cone
xiones de bisulfuros que se extienden de uno a
otro punto de la cadena.
Es indudable que, disponiendo de una canti
dad suficiente de una proteína en estado puro y de
tiem po y paciencia, se puede averiguar la configu
ración de cualquier m olécula de proteína, p o r lo
menos hasta la segunda fase.
¿ Y la tercera fase? ¿ Y la curvatura de la cade
na polipéptida a una configuración tridim ensio
nal específica, sujeta p o r conexiones de hidróge
no?
Tam bién esto se ha conseguido. A finales de la
década de los 50, el quím ico inglés John C. Ken-
drew , que trabajaba con el qu ím ico de origen
austríaco M ax Ferdinand Perutz, estudió una pro-
teína llam ada m ioglob in a , que se encuentra en
los músculos. Al igual que la hem oglobina, tiene
la propiedad de p orta r oxígeno; p e ro su tamaño
es de la cuarta parte aproxim adam ente del de
la hem oglobina. Está form ada p o r una cadena
péptida y un grupo hem o que contiene hierro,
m ientras que la hem oglobina tiene cuatro de ca
da. Ahora bien, la única cadena polipéptida de la
m ioglobina, com puesta p o r unos 150 aminoácidos,
no es una de las cadenas de la hem oglobina que se
119
haya d espren dido, s in o q t ie t f e » « o ¿ ertw ief l t f i
to ta lm en te distinta.
: K e n d re w som etió cristales d e m io g lo b in a a es
tudios de d ifra c c ió n p o r ra yo s X (d e esto tra ta ré
en o tro ca p ítu lo ) y , p o co a p o co , pu d o d eterm in ar
la posición exacta d e cad a una d e sus partes. E n
1959, p u d o con feccion a r un m od elo trid im en sio
nal d e la p roteín a, en e l q u e cad a u n o d e sus á to
m os, hasta su ún ico á to m o d e h ie rro , ocupaba su
posición exacta.*
Es de suponer que, con una cantidad suficien
te de p roteín a cristalin a pura, tiem p o y paciencia,
h a de p o d e r con stru irse e l m o d e lo d e cu alqu ier
proteína. E n resumen, las tres fases d e l p r o b le
m a de la con figu ración d e la p roteín a pueden
considerarse resueltas, p o r lo m enos, en p rin cip io.
D esde luego, aún qu eda m ucho p o r hacer. N o
obstante, en la actualidad, los qu ím icos especia
lizados en e l estu dio d e la p ro teín a se sienten o p
tim istas y , si tenem os en cuenta los enorm es
avances realizados durante los v ein te ú ltim os años,
desde la in trodu cción d e la cro m a togra fía d e l pa
pel, ¿quién puede reprochárselo?
L A C O N F IG U R A C IÓ N Y SU P O T E N C IA L
120
realm ente e l núm ero de m odificaciones suficiente
p ara explicar la in fin ita variedad, d e enzimas, an
ticuerpos, etc., que se han observado? Desde lue
go, volvien d o al consabido ejem p lo d el lenguaje,
en un idióm a puede form arse una in fin ita v a rie
dad de frases. P ero las frases se construyen a
base de un vocabulario que consta d e unas dece
nas de m iles d e palabras. ¿Qué podríam os hacer
con el español, p o r ejem plo, si sólo dispusiéramos
de veintidós palabras?
P o r otra parte, en español, las palabras sólo
pueden enlazarse según ciertas reglas. Podemos
decir: L a vaca com e hierba verde, p e ro n o : V e r
de vaca hierba la com e. P o r lo menos, ésta no es
una frase correcta.
P ero en las moléculas de proteínas los am ino
ácidos pueden colocarse en cualquier lugar, si
guiendo cualquier orden.
Vam os a v e r lo que esto significa. Para em pe
zar, tom arem os una sim ple proteína de ocho ami
noácidos, com o la vasopresina o la oxitocina. N u
m erarem os los ocho am inoácidos: 1, 2, 3, 4, 5, 6,
7 y 8. ¿Cuántas combinaciones podem os hacer
con estos ocho am inoácidos? O, lo qu é es igual,
¿cuántas cantidades distintas podem os escribir
con estas ocho cifras?
E n prim er lugar, se puede em p ezar la cantidad
con cualquiera de las ocho cifras. A qu í tenemos
ya ocho posibilidades. E l segundo d ígito puede ser
cualquiera de los siete restantes m ultiplicado por
estos ocho. E llo supone un total de 8 x 7 , es decir,
56, sólo p ara los dos prim eros dígitos. La tercera
c ifra puede ser cualquiera d e las seis restantes
p o r 56, p o r lo que el total de los tres prim eros
121
dígitos es 8 x 7 X 6. En consecuencia, e l total de
combinaciones posibles con ocho dígitos (u ocho
am inoácidos) es 8.x 7 x 6 x 5 x 4 x 3 x 2 x l .
E l producto es 40.320.
E llo significa que, sólo con los ocho amino
ácidos de la vasopresina, pueden form arse 40320
moléculas de proteína, cada una de ellas con pro
piedades distintas de todas las demás.
El panorama adquiere rápidamente proporcio
nes asombrosas a medida que se ¿largan las cade
nas péptidas. Tom em os una cadena péptida de
30 aminoácidos, com o la de la insulina. Desde
luego, no contiene 30 aminoácidos diferentes y la
presencia de más de un aminoácido determinado
reduciría el número de combinaciones posibles.
(Supongamos, p o r ejem plo, que la cadena con
tiene dos glicinas, una en la posición 4 y otra en la
posición 14. Si la glicina 4 se coloca en la 14 y la
14, en la 4, la molécula no varía, ya que las dos
disposiciones aparentemente distintas seguirían
siendo la misma.)
Así pues, si suponemos que el péptido de 30
aminoácidos contiene dos de cada uno de 15 ami
noácidos diferentes (n o es el caso de la insulina,
pero se acerca bastante), resulta que e l total de
combinaciones distintas es de irnos 8.000.000.000.-
000.000.000.000.000.000, es decir, ocho m il cuatri
llones.
Tomemos ahora un péptido de 140 aminoáci
dos sim ilar al de la hemoglobina y supongamos
que se compone de veinte aminoácidos distintos,
repetido cada uno siete veces. E l total de combina
ciones diferentes es algo que no pienso molestar
m e en escribir. Em pieza p o r 135 seguido de cien
122
to sesenta y c in c o ceros. E s un n ú m ero m uchísi
m o m a y o r qu e e l de to d o s los áto m o s d e l un iverso
con ocido.
A s í qu eda con testada una pregunta. E l núm e
r o de d iferen tes p roteín as qu e pu eden fo rm a rs e
con vein tid ó s am in oácidos es p rá ctica m en te ili
m itad o. Las cadenas secundarias de am inoácidos
exp lican p o r s í m ism as todas las va ried a d es que
se aprecian en las p roteín as; b astan p a ra fo r m a r
la b ase de un fen ó m en o tan c o m p le jo y d elicad o
c o m o la vid a.
E n rea lid a d , b astan y sobran. D e las 40.320
com b in acion es de vasop resin a p osib les, e l cuer
p o e lig e s ó lo una. D e los o c h o m il cu a trillon es de
com b in acion es d e los p o lip é p tic o s d e insulina p o
sibles, e l cu erp o e lig e una.
L a p regu n ta n o es y a d ón d e en cu en tra e l cuer
p o la v a ried a d q u e necesita, sin o c ó m o co n tro la
esa va ried a d y la m antien e d e n tro de unos lí
m ites.
T ra te m o s ah ora de h a lla r la respu esta a esta
pregunta.
Capítulo V I
127
lia s prim as, enzim as, com puestos especiales, etc.
L o s únicos elem en tos d e la c élu la q u e se du
p lican son los crom osom as y cad a cro m o som a
e m p ieza la v id a p artien d o sólo d e crom osom as.
P o r lo tanto, h ay q u e d ed u cir qu e lo s crom osom as
llevan en su p ro p ia estru ctura e l «p a t r ó n » o fó r
m ula p a ra la fa b ric a ció n d e la proteín a.
A s í se suponía desde que, a p rin cip io s d el si
g lo x x , se a d o p tó en e l estu dio d e los cro m o s o
m as la te o ría d e la herencia, su posición qu e ha
id o rea firm á n d ose co n los años. E ra fá c il h ablar
d e l «g e n d e o jo s a zu les», p e ro e l g e n en s í n i tenía
o jo s azules n i los produ cía. S ó lo p o d ía d a r ins
tru cciones p a ra la fa b rica c ió n d e una cadena p o li
p ép tid a d eterm in ad a qu e lu ego se c o n v e rtía en la
enzim a qu e catalizab a la fa b ric a ció n d e un p ig
m en to qu e daba a los o jo s e l c o lo r azul. A u n qu e el
p ro d u cto fin a l fu e ra una «c a ra c te rís tic a fís ic a », la
la b o r in m ed iata d el gen era fa b ric a r u n a p ro teín a
determ inada.
H asta la d écada d e los 40 n o se p resen taron
pru ebas rela tiva m en te firm e s q u e c orro b ora ra n
ta l suposición. E n 1941, G eo rge W . B e a d le y Ed-
w a rd L. T atu m in iciaron una serie de exp erim en
tos con m oh o d e pan. S e c u ltiv ó una ce p a silvestre
de este m oh o en un m ed io qu e con ten ía azú car y
sales inorgán icas. E n tte las sales figu ra b a n c o m
pu estos d e n itró g e n o con los cuales e l m o h o p od ía
fa b ric a r p o r sí m ism o todos los a m in oácid os n e
cesarios. N o fu e necesario a g re g a r a l m ed io ningún
a m in o á cid o p refa b rica d o .
B eadle y T a tu m som etiero n entonces a los ra
y o s X esporas d el m oho. Y a en 1926, H erm an n
J. M u ller h abía d em ostrad o q u e estas rad iacion es
128
alteran en cierto m odo los genes y producen m u
taciones. Beadle y Tatum pudieron com probar
que ello ocurría también en este caso. De vez en
cuando, una espora irradiada dejaba de crecer en
el m edio corriente y sólo lo hacía si se le agregaba
un determ inado aminoácido, p o r ejem plo, lisina.
Al parecer, lo ocurrido era que la espora irra
diada había perdido la facultad de fabricar su p ro
pia lisina, a base de los compuestos de nitrógeno
inorgánicos. Sin Usina no podía crecer y, si se le
administraba lisina prefabricada, crecía.
Parecía evidente que la espora no producía
alguna de las enzimas que normalmente catali-
zaban una de las reacciones que proporcionaban
la Usina. Tam bién parecía lógico suponer que ello
se debía a que los rayos X habían dañado un gen
determinado. Mediante una larga serie de inge
niosos experimentos, Beadle y Tatum sentaron
una firm e base para la aseveración de que cada
gen tiene la exclusiva función de form ar una en
zim a específica. Ésta es la llam ada teoría de un
gen/una enzima.
En el m om ento en que se anunció esta teoría
se produjo una viva polémica, pero en la actua
lidad la m ayoría de los bioquím icos parecen acep
tarla. En realidad, en las enzimas form adas por
más de una cadena polipéptida parece haber un
gen para cada una de ellas, por lo que la teoría
debería llamarse un gen/una cadena polipéptida.*
Considerado el caso desde este punto de vista,
129
se aprecia que el ju ego de cromosomas con e l que
cada huevo fecundado inicia su vida contiene in
form ación para un juego de enzimas, cuyo número
es prácticamente igual al de los distintos genes.
A este «p a tró n » de los cromosomas se le ha dado
en los últimos años el nombre de código genético.
N o ha habido otra frase que hiciera tanto impac
to en el mundo de la ciencia desde que se acuñó la
de «fisión del átom o».
L A CAIDA DE L A P R O TE ÍN A
130
databan d e m ed io siglo atrás indicaban in equ ívo
cam ente qu e esta op in ión era errónea.
En 1896, en la época en que los cien tíficos em
pezaban a cen trar su atención en los crom osom as,
un qu ím ico alem án llam ad o A lb rech t K ossel ha
cía experim entos con esperm a de salm ón que, al
igual que todas las células esperm áticas, n o es
más que un saco de crom osom as com prim idos.
K ossel descubrió, en p rim e r lugar, qu e e l es
perm a de salm ón se com pon e prin cipalm ente de
ácid o nucleico; en realidad, el con tenido de ácido
nucleico supera al de p roteín a en una p rop orción
de dos a uno. Y , p o r si no era su ficien te esta in ci
dencia m in oritaria de las proteínas, resultó que
las m oléculas de p roteína eran p o c o corrien tes y
las llam ó protam inas. Las m oléculas de protam i-
na son m uy pequeñas p ara proteínas y, sorpren
dentem ente, están com puestas casi enteram ente
p o r una sola varied ad de am inoácido. E n tre el
ochenta y e l noventa p o r cien to d e los am inoáci
dos que com ponen las protam inas son argin ina.*
E llo es de recalcar. Cuando una roacrom olécu-
la está com puesta en tan gran p ro p o rció n p o r una
sola unidad, su facu ltad para tran sm itir in form a
ción queda extraordinariam ente m erm ada. P o r
ejem p lo, tom em os un p ép tid o com puesto p o r diez
am inoácidos diferentes, y o tro com puesto p o r diez
am inoácidos, och o de los cuales sean iguales y
só lo dos, diferentes. L a cadena d e d iez elem entos
diferen tes puede com binarse de 3.628.800 form as
distintas; la de ocho elem entos iguales y dos d ife
rentes puede com binarse sólo de 90 form a s distin-
131
tas. P o r lo tanto, las ,moléculas de ptotam in a tie
nen sólo 1/40.000 de las posibilidades de varia
ción de una m olécula de proteína de tamaño sim i
la r y m ayor variedad de aminoácidos.
Si bien hay que reconocer que las posibilida
des de variación de las proteínas son tan amplias
que se puede arrostrar una reducción considera
b le de las mismas, resulta sorprendente que esta
reducción ocurra en las células espermáticas, en
las que la cantidad de inform ación a transm itir
ha de ser máxima.
En las células de salmón corrientes, la p ro teí
na que contienen los crom osom as es de la varie
dad llam ada historia. Ésta es una variedad bas
tante simple, desde luego, aunque no tanto com o
las protaminas. ¿ P o r qué una célula del cuerpo
ha de tener cromosomas con unas proteínas más
complicadas que las que poseen las células esper
máticas, a partir de las cuales habrían de desarro
llarse todas las células del cuerpo? (Y no hay que
suponer que la célula del óvulo compense la falta,
ya que el padre contribuye a la herencia genética
tanto com o la madre, según todos los indicios, y
la herencia paterna se transm ite sólo a través de
las células espermáticas.)
Además, las enzimas del salmón (a l igual que
las de cualquier otra criatura) no son protam ina
ni histona, p o r lo que no pueden copiarse direc
tamente de la proteína del cromosom a. Y todo
ello puede aplicarse tam bién a otras especies. La
proteína del crom osom a, especialmente en las cé
lulas espermáticas, suele ser más sim ple que la
proteína enzimática.
Por otra parte, todas las pruebas realizadas en
132
células esperm áticas desde l a ^ b c á ^ K ó s s d i l
dicán qu e e l ácid o nucleico d e l esperm a es m uy
s im ila r a l ácido n u cleico d e las células corrientes.
Una fo rm a de res o lve r este p rob lem a sería su
p o n er que cuando un organ ism o em b ala un ju e g o
de crom osom as en una célula esperm á tica, a rro ja
p o r la b ord a to d o e l lastre d e l q u e pueda p re s
cindir. A l fin y a l cabo, la célula esperm ática tiene
que d irigirse a la célula d el óvu lo qu e está esp e
rándola, co n la m a y o r ra p id ez p osib le y le con
vien e v ia ja r sin im pedim en to. E n estas con d icio
nes, ¿qué p a rte de los crom osom as se conservaría
sin cam bios? N aturalm ente, la p a rte qu e lle v a e l
c ó d ig o genético. ¿ Y qu é p a rte h abría de reducirse
y sim p lificarse to d o lo posib le? Pues la qu e n o es
indispensable p ara e l c ó d ig o genético. Desde este
punto de vista, parece qu e e l c ó d ig o gen ético se
encuentra en e l ácid o nucleico y n o en la protem a.
Aunque ahora, con la exp erien cia acumulada,
e llo puede parecer evidente, no lo fu e durante el
m ed io siglo que siguió a l descubrim iento de K os-
sel. Entonces se consideraba qu e las m oléculas de
á cid o n u cleico eran m uy pequeñas y de estructu
ra sim ple. Inclu so las proteínas sim p lificad as se
consideraban m ás com plejas qu e lo s ácidos nu
cleicos, y que cam biar de la p rotam in a a l ácido
nucleico sería ir de m al en peor.
P o r lo tanto, los qu ím icos perseveraban con la
proteína, esperando qu e s e presentara a lg o que
ju stifica ra la sim plicidad d e las m oléculas d e p ro
tam ina o dem ostrara que, al fin y a l cabo, eran
bastante com plejas.
P ero nada v in o a salvar la te o ría d el c ó d ig o de
la proteína. P o r e l con tra rio, se p ro d u jo un des
133
cubrim iento qu e la m andó a la tumba.
Existen d os cepas de un tip o de b acteria cau
sante de la pulm onía. Una de ellas desarrolla una
película suave de aspecto azucarado sobre la célu
la de la bacteria; a causa del aspecto de la colo
nia resultante, se llam a «cep a suave» o S. L a otra
no produce película alguna, carece de suavidad y
se llam a «ru g o sa » o R.
En 1928 se declaró que una p artida de bacte
rias S, muertas p o r ebullición y agregadas a bac
terias R vivas producían bacterias S vivas.
134
la m eta m o rfo sis co n - u n ex tra cto b a cteria n o ?
¿C ó m o ? E l e x tra c to con ten ía e l g e n necesario.
S e co n cib ió la esperanza d e p o d e r p u r ific a r e l
gen hasta aislarlo, a fin de estu d iarlo. Efeto se
c on sigu ió en 1944 y e l an u ncio d e la n atu raleza del
gen c a y ó c o m o una b om b a. T re s b io q u ím ic o s que
tra b a ja b a n en e l In s titu to R o c k e fe lle r, O sw a ld
T . A v e ry , C o lin M . M a c L e o d y M a c ly n M c C a rty
con sigu ieron d em o stra r qu e e l gen e ra á c id o nu
c le ic o y s ó lo á cid o nu cleico. C on sigu iero n trans
fo r m a r b a cteria s R en S u tiliza n d o una solu ción
d e l á cid o nu cleico, sin p ro te ín a alguna.
M ás adelan te se h iciero n o tra s tra n s fo rm a c io
nes d e cepas bacterian as y en todos los casos e l
a gen te tra n s fo rm a d o r era á c id o nu cleico. Im p o s i
b le segu ir du dan do: e l c ó d ig o gen ético s ó lo p o d ía
tra n s m itirlo e l á cid o nucleico.
A U G E D E L A C ID O N U C LE IC O
135
■ ’ ‘ 1•' •• . J» ; n ». ;-l. ' V. *- V .. 'i
siderablemente e l estudio d e las m d écu fas d é los
virus que, p o r su pequeño tamaño, n o podían ver
se con los m icroscopios corrientes.
A s i pudo averiguarse que las moléculas de los
virus consistían generalmente en una concha de
proteína en cuyo in terior se encontraba una m o
lécula de ácido nucleico. Esta últim a era una sola
estructura alargada, mientras que la concha de
proteína estaba form ada p o r una serie de peque
ñas secciones, similares entre sí. D e pronto, empe
z ó a resultar dudoso que las moléculas de proteí
na tuvieran que ser más com plejas que las de
ácido nucleico. Aquí se daba un caso clarísim o en
el que la molécula de ácido nucleico era más gran
de que cualquiera de las moléculas de proteína
comprendidas en el sistema. (P o r supuesto, com o
hemos visto en el capítulo anterior, e l tamaño
nada tiene que v e r con la com plejidad. Más ade
lante volverem os sobre este punto.)
En 1952, dos bioquímicos, A lfred D. Hershey
y M. Chase, realizaron un experim ento crucial con
los bacteriófagos*variedad de virus que infesta las
células bacterianas. Invaden la célula, se multi
plican y acaban por matarla. La membrana celular
se revienta y, de donde antes entrara un solo v i
rus, salen ahora muchos.
Hershey y Chase empezaron p o r cultivar bac
terias en un m edio que contenía átomos de azufre
y fósforo radiactivos. Dado que estos átom os se
com portan com o átomos de azufre y fó s fo ro co
rrientes, p o r lo menos en e l aspecto químico, las
bacterias asim ilaron en su estructura los átomos
radiactivos com o si fueran átomos corrientes. Aho
ra bien, los átom os radiactivos se descomponían
136
constantemente, em itiendo pequeñas partículas
cargadas de energía que los quím icos podían de
tectar con instrum entos adecuados. A sí se podía
saber si las partículas eran em itidas p o r e l azu
fre o e l fósforo. Las bacterias cultivadas en este
m edio radiactivo estaban, digamos, «m arcadas».
E l siguiente paso consistió en hacer que los
bacteriófagos infestaran estas bacterias. Así se
hizo y las moléculas víricas invasoras se re p ro
dujeron a base de las células bacterianas marcadas
con lo que las nuevas moléculas quedaron m ar
cadas a su vez. N o obstante, el m arcado de los
bacteriófagos seguía un patrón especial. Las m o
léculas de proteína contienen casi siem pre á to
mos de azufre y m uy pocos o ningún á to m o de
fósforo. P o r otra parte, las moléculas de ácido
nucleico contienen siem pre átom os de fósforo, y
nunca átom os de azufre. En consecuencia, un
bacteriófago m arcado con átom os de fó s fo ro y
azufre llevará el fó s fo ro en el in terior d e la parte
de ácido nucleico, m ientras que e l azufre se en
contrará en la cápsula externa de protéína.
V in o luego el paso decisivo, consistente en in
festar bacterias norm ales no marcadas co n bacte
riófagos marcados. La presencia d e átom os ra
diactivos señalaría la presencia del viru s. Pues
bien, en las bacterias pen etró tan s ólo e l fó s fo ro
radiactivo. E l azufre se quedó fuera y pudo ser
elim inado con un sim ple lavado o sólo con una
sacudida.
Inevitablem ente, de ello se dedujo qu e sólo pe
netraban en la bacteria los «in te rio re s » de ácido
nucleico del virus. La cápsula de proteína queda
ba fuera, descartada. N o obstante, este ácid o mi-
137
cleico del virus, una vez dentro de la bacteria,
formaba rápidamente no sólo más moléculas de
ácido nucleico iguales a sí mismo (aunque no igua
les a las que normalmente se encuentran en las
bacterias) sino también nuevas cápsulas de pro-
teína.
Era indiscutible que, por lo menos en este
caso, el código genético se encuentra en el ácido
nucleico y no en la proteína y que el ácido nu
cleico sin la proteína puede provocar la formación
de unas moléculas de pro teína determinadas. Al
fin y al cabo, la cápsula de proteína formada para
las nuevas moléculas víricas era igual a la cáp
sula de proteína que quedó descartada, fuera de
la bacteria y distinta de cualquiera de las p ro
teínas que en un principio se encontraban en su
interior.
Varios años después se consiguió otro gran
impacto. En 1955, Heinz Fraenkel-Conrat desarro
lló unas técnicas suaves para extraer el ácido nu
cleico de la cápsula de proteína de un virus de
mosaico de tabaco sin dañar ni el ácido nucleico ni
la proteína. Cada una de las partes del virus, ais
ladas, parecían no infecciosas, es decir que podía
embadurnarle con ellas hojas de tabaco sin que
se produjera la enfermedad que se caracteriza por
la decoloración moteada. Ahora bien, si las dos
partes volvían a unirse, una parte del ácido nu
cleico se introducía de nuevo en la cápsula de
proteína y la combinación recobraba su poder
infeccioso. Al aña siguiente, Fraenkel-Conrat de
mostró que, si bien la proteína no parecía infectar
las hojas de tabaco, el ácido nucleico — incluso
solo— poseía un leve poder infeccioso.
138
E l significado está claro. La cápsula de p ro
teína actúa, en p rim er lugar, com o una «arm a
dura» cuya m isión es proteger la parte de ácido
nucleico dél virus. E n segundo lugar, la cápsula
de proteína contiene una enzima que produce,
por disolución, una abertura en la pared de la
célula bacteriana. (E sta enzim a disolvente fu e ais
lada en 1962.) P o r esta abertura penetrd en la cé
lula sólo el ácido nucleico.
A falta de la cápsula de proteína, no hay enzi
m a que perfore un o rific io para el ácido nucleico,
p o r lo que éste, solo, parece carecer de p od er in
feccioso. A veces, em pero, el ácido nucleico en
cuentra una fisura por la qu e puede introducirse y
entonces se produce la infección aunque no haya
proteína.
L a com binación ácido nucleico/proteína es aná
loga a la de hom bre/autom óvil. Un hom bre y un
autom óvil juntos pueden trasladarse de M adrid
a Barcelona sin problem as. P o r separado, ni uno
ni o tro lo conseguirían. Evidentem ente, e l coche,
por sí solo, no podría. E l hombre, si estuviera
acuciado por una necesidad vital, podría hacer el
via je a pie. Es indudable que en la com binación
hom bre/autom óvil el prim ero es la parte esencial;
análogamente, el ácido nucleico es la parte esen
cial de la com binación de los virus ácidos nuclei
co/proteína.
Todos los experim entos realizados desde 1944
apuntan en la mism a dirección. En todas las espe
cies, tanto en las células com o en los virus, el áci
do nucleico ha resultado ser el p ortad or del códi
go genético. La proteína, nunca. P o r lo tanto, des
de finales de la década de los 40, los quím icos se
139
han concentrado afanosamente en la molécula de
ácido nucleico.
Y en ella hemos de concentramos nosotros, ya
que ahora se trata de averiguar la estructura del
ácido nucleico (com o antes averiguamos la de la
proteína) si queremos descubrir la naturaleza del
código genético.
Capítulo VII
EL COMPUESTO CENICIENTA
FÓSFORO
143
. P o r lo tan to, h a lle ga d o e l m o m en to d e exa
m in a r atentam ente e l fó s fo ro . C om o se in d ica en
e l cap ítu lo J II, su sím b o lo es P . P o r sus prop ieda
des quím icas, e l fó s fo r o se p arece un p o c o a l ni
trógen o. A l igual qu e éste, e l fó s fo r o puede com
binarse con tres átom os diferentes. E n ocasiones,
tam bién puede agregarse un cuarto á to m o (g e n e
ralm ente, o x íg e n o ) m edian te un tip o especial de
enlace q u e se representa co n una pequ eñ a flech a
en lu ga r d el gu ión /
P o r ejem p lo, la fig u ra 35 in d ica la fó rm u la es
tru ctu ral d el á cid o fo s fó ric o , im p ortan te p rod u cto
qu ím ico industrial. Su fó rm u la em p írica es, c o m o
puede v e r s e : HaPO*. O bsérvese tam bién qu e, m ien
tras un á to m o de oxígen o puede fo rm a r d os enla
ces d el tip o corrien te de «g u ió n », fo r m a una solo
d el tip o d e «fle c h a ».
L o s enlaces existentes en tre e l á to m o d e fó s fo
ro y los átom os de oxígen o d el ácid o fo s fó r ic o son
I
0
H O u
P —
1
0
1
H
144
fuertes. N o obstante, los átom os de hidrógeno pu e
den extraerse d el com puesto con bastante fa cili
dad. Cuando se quita uno, queda una abertura
que sirve para unir lo que resta d el ácido fo s fó
rico a otros átom os o grupos de átom os. S i se
extraen dos átom os de hidrógeno quedan dos aber
turas y, si se extraen todos, tres. E l ácido fo s fó
ric o menos uno o más de sus hidrógenos es un
gru p o fosfá tico: el fosfa to será prim ario, secun
dario o terciario según se hayan extraíd o uno, dos
o tres átom os de hidrógeno, dejando una, dos o
tres aberturas para otras com binaciones, com o
se indica en la figu ra 36.
I I I
0 o o
1 I I
H— O — P - > 0 H— O— P -> 0 — O— P — > 0
I I I
0 o o
1 I I
H
fo sfa to fo sfa to fo s fa to
p rim a rlo s e c u n d a r io te rc ia rio
145
enlaces en el sím bolo, com o se indica en la figu
ra 37.
fo s fa to p r im a r io fo s fa to se c u n d a rio
s e r in a fo s fo s e rin a
146
e l componente que le da sus propiedades ácidas.
Desde luego, tiene también otros componentes.
147
«corrien te», que Utilizamos para endulzar e l café.
E l azúcar de caña, el de remolacha y el de arce son
todo sacarosa. La glucosa también puede com bi
narse con la galactosa para form ar lactosa, un
azúcar casi insípido que sólo se encuentra en la
leche. P o r último, ciertas moléculas de glucosa
pueden combinarse para form ar moléculas de al
midón o celulosa.
Existen otros muchos azúcares y combinacio
nes de azúcares. También hay algunas moléculas
de azúcar ligeramente modificadas: son aquellas
a las que se han agregado grupos de nitrógeno,
azufre o fósforo. Algunos de estos compuestos no
se dan en la Naturaleza, sino que se han obteni
do por síntesis en el laboratorio.
Todos estos compuestos — simples, combina
dos o modificados, naturales o sintéticos— llevan
el nombre de hidratos de carbono o carbohidra
tos; com o queda dicho en el capítulo I I , com po
nen uno de los tres grandes grupos de materia
orgánica de los tejidos.
al co m p le to en zigzag
148
ta 1910, én que el bioquím ico norteamericano de
origen ruso Phoebus A. T . Levene identificó la
ribosa, uno de los componentes d el ácido nuclei
co. Con anterioridad, se ignoraba qu e la ribosa se
diera en la Natúraleza. Fue obtenida por síntesis
en 1911 por E m il Fischer (e l hom bre que descu
b rió la estructura de los péptidos), pero se consi
deraba puram ente-com o una curiosidad cientí
fica, carente de valor práctico. Su m ism o nombre
fue inventado p o r Fischer sin pretender otorgarle
un significado especial. Sin embargo, debía ser
considerada al fin com o uno de los dos carbohi
dratos más importantes para la vida. (E n la Cien
cia, a l igual que en la vida diaria, tam bién hay
patitos feos que se convierten en cisnes.)
L a ribosa se diferencia de la glucosa, la fruc
tosa y la galactosa en que tiene cinco carbonos en
lugar de seis. Esta cadena de cinco carbonos tien
de a form ar un anillo con un átom o de oxígeno
de uno de los grupos hidroxilos. E l resultado es
un anillo de cuatro carbonos y un oxígeno que
viene a ser com o un anillo de furano sin los enla
ces dobles. E llo se indica en la figura 39, que mues
tra la ribosa a l com pleto y en zigzag.
Más adelante, Levene descubrió que n o todas
las moléculas de ácido nucleico contienen ribosa.
Algunas muestras contienen un azúcar afín que
se diferencia sólo p o r la carencia de uno de los
átomos de oxígeno de la ribosa. Su nombre, por
lo tanto, es desoxirribosa y en la figura 40 se in
dica su estructura. La desoxirribosa, al igual que
la ribosa, había sido sintetizada p o r Fischer años
antes de que se descubriera su existencia en la
Naturaleza.
149
al com pleto . e n zig z a g
150
trarse tam bién a lg o de A R N ; p e ro éste acostum
b ra a estar en su m a yo r p a rte fu era, en e l citoplas*
m a. P o r lo que ha p od id o averiguarse hasta a h o
ra, todas las células com pletas contienen tanto
AD N com o ARN.
P o r lo que respecta a los virus, lo s m ás com
plicados contienen, a l igual qu e las células, A D N y
A R N . N o obstante, m uchos contienen únicam ente
A D N . Los más sim ples, com o e l d el m osaico del
tabaco, contienen s ó lo A R N .
P U R IN A S Y PIRIM 1DLNAS
•
151
bles; La s dos purinas son : a d en h ta y guanina y las
tres p irim id in as: citosina, tin tin a y u ra cilo. Las
cinco se presentan en la figu ra 41, en fo rm a com
pleta y en zigzag.
D e las cinco, la adenina, la guanina y la citosi
na se dan tan to en el A D N com o en e l A R N . L a .
tim ina se encuentra sólo en el A D N y e l uracilo,
sólo en e l A R N . L a tim ina y e l uracilo no son muy
diferentes. E n realidad, la única diferencia consis
te en que la tim ina posee un grupo m etilo d el que
carece e l uracilo. E n la fórm u la de zigzag, la m o
lécula de tim ina m uestra un pequeño guión que
no se observa en e l uracilo, lo cual sitúa la d ife
rencia en su justa perspectiva. P o r lo que s e re fie
r e a l código gen ético (para adelantar aconteci
m ientos m om entáneam ente) la tim ina d el A D N
es equivalente al uraqilo d el AR N .
O tra observación respecto a las fórm ulas. En
determ inados com puestos orgánicos, es posible
que un átom o de hidrógeno circule p o r lo s m is
m os con cierta libertad, enganchándose unas v e
ces a un átom o y otras, a otro. E sto ocurre cuan
d o existen enlaces dobles, y e l salto del átom o
d e hidrógeno acarrea una conm utación d e los
enlaces dobles.
E n el uracilo, p o r ejem plo, los átom os d e hi
drógeno de los grupos hidroxilos pueden conmu
tar fácilm ente con los átom os de nitrógeno qu e se
encuentran contiguos a ellos en e l anillo. E n rea
lidad, suelen estar con m ayor frecuencia con los
átom os de nitrógeno que en los grupos hidroxilos.
Este fenóm eno d el desplazam iento de un átom o de
hidrógeno se llam a tautom erism o. E n la figu ra 42
se indica la fo rm a tautóm era d el uracilo. S i se
152
Y
■t V *
„ - _
n adenlna
O
w AcA Ní5!S r '\
guanina
O -H .. O
rS -f" r V
h - 0 ' ¿<»n ^ ' Hh o */^ n
tim lna
H -O ^S|/* NH
153
S i lo he m encionado es porque, a veces, es nece
sario enunciar la fórm u la de un com puesto com o
el uracilo en una u otra fórm u la tautómera. A fal
ta de una explicación, el lector podría sentirse des
concertado al observar una diferencia inesperada
en la distribución de los enlaces dobles de una
fórm u la a otra.)
H
a l co m p le to e n zig z a g
154
ENSAMBLADURA DE LAS PIEZAS
155
Levene mantenía que cada parte dé ribosa (o
desoxirribosa) de la molécula de ácido nucleico
tiene un grupo fosfático enganchado en un extre
mo y una purina o pirimidina en el otro. Esta
combinación de grupos se llama nucleótido.
ácido adenilico
ácido guanilico
O O
N
ácido citidilico
ácido uridilico
156
nina, una guanina, una e i tosina o un uracu. r o í
lo tanto, pueden darse cuatro nucleótidos distin
tos: ácido adenílico, ácido guanilico, ácido citid l-
lic o y ácido u rid ílico. Nuevamente, es la presencia
del grupo fosfático lo que da a cada uno de ellos
sus propiedades ácidas y agrega la palabra €áci
d o » a su nombre. Y , por supuesto, p o r e l nombre
del nucleótido se sabe qué purina o qué pirim idi-
na contiene.
Dado que estos nucleótidos son de importan
cia prim ordial para el código genético, en la f i
gura 43 doy las fórmulas de cada uno de ellos,
aunque sólo en form a de zigzag.
Los nucleótidos del A D N se distinguen de los
anteriores en que, en lugar de ribosa, contienen
desoxirribosa. P o r ello, podemos hablar del ácido
desoxiadenílico, ácido desoxiguanilico y desoxici-
tidílico. En el A D N no existe el ácido desoxiuridí-
lic o ; pero, dado que el lugar del uracil está ocu
pado por la timina, tenemos el ácido desoxitim ú
d ílico, según se indica en la figura 44. Com o pue
den observar, l a diferencia entre éste y e l ácido
uridílico se reduce a la falta del grupo hidroxilo
en el azúcar. E l ácido desoxiadenílico se diferen
cia del adenílico en lo mismo e idéntica diferen
cia se observa al com parar el ácido desoxiguaní-
lico y el ácido desoxicitidílico con e l ácido gua-
nílico y el ácido citidílico respectivamente.
Las variaciones de la disposición de los nu
cleótidos son sumamente importantes para la quí
mica del cuerpo. H ay nucleótidos com o los pre
sentados en la figura 43, pero en lugar del único
grupo fosfático llevan dos y hasta tres, dispuestos
en tándem. Son compuestos clave para e l almace
157
namiento y suministro de energía, siendo e l más
conocido de ellos e l trifosfato de adertosina, que
suele abreviarse ATP. Su molécula es com o la del
ácido adenílico, pero (com o indica el nombre del
compuesto) lleva tres grupos fosfáticos en lugar
del único que posee el ácido adenílico.
o
158
o
159
L o s n u cleótidos unidos de la fig u ra 45 form a n
una cadena polin u cleótid a. Cuando e l polinucleóti-
d o está com pu esto p o r nu cleótidos d e ribosa (c o
m o en la figu ra 45), cada gru p o de azúcar tien e un
grupo h id ro x ilo qu e sobresale. (E s tá represen
tad o p o r la — O qu e sale de cada a n illo d e azú
car.)
S i e l p olin u cleótid o está fo rm a d o p o r nucleó
tidos d e desoxirribosa, n o se da este gru p o h id ro
x ilo lib re. (C om p áren se figu ras 44 y 43.) D e ello
se deduce, pues, qu e el A R N está com puesto p o r
una cadena p olin u cleótid a de cuya parte d e azú
car sobresalen gru pos h id roxilos, m ien tras que
e l A D N está fo rm a d o p o r una cadena polinucleó
tid a sin gru pos hidroxilos.
L a cadena p olin u cleótid a tien e cierta sim ili
tud con la cadena p olip ép tid a d e las proteínas. La
cadena p olip ép tid a está form a d a p o r una «c o lu m
na v e rte b ra l» d e p oliglicin a que discu rre a lo lar
g o de tod a la cadena, dándole unidad; d e ella
p arten las d iferen tes cadenas secundarias qu e dan
diversidad a la m olécula. Análogam ente, la estruc
tura p olin u cleótid a tien e una «co lu m n a v e rte b ra l»
de azúcar y fo s fa to qu e discu rre a to d o lo largo
de la cadena y d e la qu e parten las d iferen tes pu-
rinas y p irim idinas. En la figu ra 46 se m uestra
una com paración esquem ática.
E n la m olécu la de p roteína só lo varían las ca
denas secundarias y en la m olécu la de á cid o nu
cleico, s ó lo las purinas y las pirim idinas.
A qu í se plantea lo que parece una curiosa pa
rad oja. E n la colum na verteb ra l de p oliglicin a
puede haber hasta vein tid ós cadenas secundarias
d iferen tes (con tando c o m o uno de los elem entos
160
la fa lta de una cadena secundaria p a ra tm a g iic l-
na); pero en la columna vertebral de azúcar y
fosfa to sólo hay cuatro purinas o pirim idinas di
ferentes.
ca d e n a 0 purina. o plrim id in a
lateral «
1
o
s
cadena purina, o p irim id in a
— lateral „
1
~o cadena purina. o p irim id in a
lateral
■5 _
*o 3
c ca d e n a ^
pCirina. o p lrim id in a
lateral £
p ro te ín a á c id o n u c le ic o
DE CADENA A HÉLICE
LO NG ITUD DE L A CADENA
165
griega que significa « lo que está añadido».)
E l hem a es la «p a rte a ctiva » de la hem oglobi
na. Cada grupo hem a tiene en su centro un átom o
de hierro al que están unidas flojam ente molécu
las de oxígeno, de manera que la hem oglobina
actúa en el cuerpo en calidad de transportador de
oxígeno. N o obstante, lo que realm ente determ i
na e l funcionam iento del grupo hema es la parte
de proteína. En el cuerpo hay varias enzimas:
catalasa, peroxidasa y varios c iío cro m o s , cada
una de las cuales contiene uno o más grupos he
ma; sin embargo, ninguna de ellas puede susti
tu ir a la hemoglobina. En realidad, todas tienen
funciones diferentes, diferencias determinadas
por las existentes en la parte de proteína de la
molécula.
Existen otros tipos de proteínas conjugadas
que poseen otros tipos de grupos prostéticos. Es
tán, p o r ejem plo, las glicoproteínas que tienen
azúcares m odificados com o grupos prostéticos.
En cada caso, el grupo prostético parece ser
un agregado m enor a la pro teína en su conjunto,
con una función menor. P o r ello, parecía lógico
suponer que tam bién los ácidos nucleicos, al igual
que otros grupos prostéticos, eran moléculas re
lativam ente pequeñas con una función subsidia
ria en el conjunto de la molécula.
A esta suposición lógica se sumaron las obser
vaciones realizadas por el propio Levene. É l ha
bía aislado de las nucleoproteínas sustancias que,
al ser examinadas, resultaron ser cadenas nucleó-
tidas de unos cuatro nucleótidos de .longitud.
Eran, en otras palabras, tetranucleótidos. A Le
vene le pareció que éstas debían de representar
166
el grupo prostético de las nucleoproteínas. Tam
bién parecía ló g ic o suponer que cada tetranu-
cleótido estaba compuesto p o r cada uno de los
cuatro núcleotidos diferentes.
Desgraciadamente, las conclusiones de Leve-
ne estaban basadas en observaciones que no p o
dían refleja r una imagen real. Su m étodo para
desprender el ácido nucleico de la proteína reque
ría la utilización de ácidos y álcalis. Éstos des
prendían el ácido nucleico, pero también descom
ponían la cadena nucleótida en pequeños frag
mentos. Y eran estos fragm entos lo que Levene
estudiaba.
Finalmente, otros bioquím icos aplicaron mé
todos de aislamiento más suaves y obtuvieron r e
sultados diferentes. Aislaron ácidos nucleicos que
consistían en cadenas de más de cuatro nucleóti-
dos. P oco a poco, se puso de m anifiesto que la
teoría de la estructura tetranucleótida del ácido
nucleico era errónea. Durante los años 40 se o b
tuvieron cadenas más y más largas; en los 50 se
obtenían muestras de A R N con moléculas que
contenían m il nucleótidos y muestras de ADN
con moléculas que contenían veinte m il nucleóti
dos.
Pero quizá estos últim os valores sean exage
rados. Es posible que, con los procesos de separa
ción actuales, queden unidas ligeram ente varias
moléculas de ácido nucleico, haciendo que las ca
denas nucleótidas parezcan más largas de lo que
son en realidad en los tejidos.
En la actualidad se calcula que un gen puede
consistir en una molécula de ácido nucleico fo r
mado por una cadena de 200 a 2.000 nucleótidos.
167
D IV E R S ID A D D E L A CAD ENA
168
estructura tetranucleótida, p o r más que se m odi
ficara, no era correcta. E l ácido nucleico llevaba
la inform ación genética; el m odelo tetranucleóti-
do no podía llevarla. Además, el estudio de las
transformaciones bacterianas reveló que existían
extensas variedades de ácidos nucleicos, cada una
de las cuales podía provocar una transformación
determinada, pero no otras. Ello no sería posible
si la teoría de la estructura tetranucleótida fuera
correcta.
Entonces empezó a dedicarse m ayor atención
a los ácidos nucleicos.
Afortunadamente, en 1944, el mismo año en
que Avery, MacLeod y McCarty revolucionaron las
teorías existentes sobre los ácidos nucleicos, Mar
tin y Synge desarrollaron la técnica de la croma
tografía del papel. Aunque en un principio esta
técnica se aplicó a los aminoácidos, pudo adaptar
se fácilmente a las purinas y pirimidinas.* La di
rección a seguir parecía clara: descomponer los
ácidos nucleicos, separar las purinas y pirim idi
nas, analizar la mezcla purina/pirimidina por cro
matografía del papel y luego averiguar si los cua
tro están presentes en cantidades iguales.
Si así era, la teoría de la estructura tetranu
cleótida podía ser correcta. Según esta teoría, las
purinas y pirimidinas debían repartirse así: 1-2-3-
4-1-2-3-4-1-2-3-4... por lo que de cada una habría
igual cantidad. Pero también podía haber canti
dades iguales distribuidas al azar.
169
■; P o r o tro lado, si e l análisis de la m ezcla pu-
rina/pirim idina revelaba que cada elem ento se
hallaba presente en núm ero distinto, ya no cabría
duda: la teoría de la estructura tetranucleótida
estaría descartada.
Y así fue. Uno de los más asiduos investiga
dores del problem a fu e E rw in Chargaff. En 1947,
obtenía ya resultados que revelaban no sólo que
purinas y pirim idinas se daban en cantidades di
ferentes en los ácidos nucleicos sino tam bién que
la proporción de un nucleótido respecto a otro
variaba en cada ácido nucleico. La teoría de la
estructura tetranucleótida había m uerto.
A principios de los 50, C hargaff dem ostró tam
bién que, en realidad, los distintos nucleótidos
estaban dispuestos en un orden aparentemente
casual. S i ello se confirm aba, el núm ero d e dispo
siciones dentro de un polinucleótido p od ía ser
m uy grande. T a l vez no tanto com o el d e las de
una cadena polipéptida de tam año sim ilar, p o r
supuesto, ya que el polipéptido puede tener has
ta 22 unidades diferentes que disponer, m ientras
que la cadena polinucleótida tiene sólo cuatro.
Así pues, una cadena polipéptida compuesta
p o r 20 am inoácidos diferentes puede combinarse
de unas 2.400.000.000.000.000.000 (dos trillones
cuatrocientos m il billon es) de form as, m ientras
que una cadena polinucleótida com puesta p o r 20
nucleótidos puede com binarse con p o c o más de
1.100.000.000 de variaciones.
Es decir, la cadena polipéptida tien e la facul
tad de fo rm a r más de dos m il m illones de com
binaciones más qu é una cadena polinucleótida
com puesta p o r un número de unidades similar.
170
Pero, ¿quién ha dicho que las cadenas poli-
nucleótidas no pueden tener más unidades que
las que posee una p ro teína? Tomemos una cade
na polinucleótida que contenga el doble de nu-
cleótidos que aminoácidos tiene una determinada
cadena polipéptida. En una y otra puede darse
un número de disposiciones aproximadamente
igual. La lim itación de no contar más que con un
máximo de cuatro unidades diferentes en lugar
de 2, se compensa doblando la longitud de la
cadena más limitada.
Y resulta que la molécula de ácido nucleico
media contiene no ya dos veces sino hasta cinco
veces más unidades que la molécula de proteína
media por lo que, en suma, la molécula de ácido
nucleico tiene más posibilidades de form ar dispo
siciones diferentes.
A principio de los años 50 ya no se dudaba de
que las moléculas de ácido nucleico n o sólo po
dían ser portadoras del código genético sin ayuda,
sino que lo eran realmente.
Pero, ¿por qué realizaba esta función el áci
do nucleico y no la proteína?
En la Ciencia siempre es aventurado pregun
tar «¿ P o r qué?». N o obstante, también puede ser
interesante. Desde luego, no hay que olvidar que
la respuesta al «¿ P o r qué?» es siempre un poco
aleatoria y que no puede compararse con la con
tundencia de la respuesta a la pregunta «¿Q ué?»
En este caso, m i opinión es que las proteínas
son demasiado complejas y tienen demasiadas
unidades. Pretender que una proteína almacene
el patrón de la estructura proteínica y lo conser
ve intacto de división celular en división celular y
171
de generación en gen eración d e l organ ism o tal
v e z sea m ucho pedir. E xisten dem asiados puntos
en los qu e puede in trodu cirse e l error.
Supongam os que, p o r e l con trario, la in form a
ción se alm acena en una cadena polinucleótida.
E sta tiene un espinazo d e azúcar y fo s fa to consis
tente en an illos de átom os acum ulados qu e •es
m ucho más robu sto qu e la m édula poliglicín ica,
relativam en te endeble, de las m oléculas de p ro
teína, que es una sim ple cadena de átom os. Ade
más, la cadena polin u cleótida, co n sólo cuatro uni
dades diferentes, o fre ce al cuerpo una «e le c c ió n »'
en cada una de las posiciones, só lo en tre cuatro
unidades, en lu gar de vein tidós, p o r lo que el o r
ganism o está m enos expuesto a confundirse.
E N T R A L A H ÉLICE
172
de grupos d e guaninas, p o r ejem p lo, diferencia
qu e variaba según la especie. En los ácidos nu
cleicos ob ten idos d e los erizos de m a r había e l
doble de adeninas que de guaninas. E n e l ácido
nucleico hum ano había sólo una ve z y m ed ia más.
En algunas especies, la d iferen cia se in vertía y los
grupos de guaninas eran más num erosos qu e las
adeninas.
N o obstante, con e l tiem p o se apreciaron cier
tas regularidades de carácter general qu e parecían
comunes a todas las especies y criaturas, desde
e l hom bre hasta los virus:
1.° E l total de adeninas parecía s e r aproxim a
dam ente igual a l to ta l de las tim inas d el A D N (o
al de los u racilos d el A R N ) en to d o s los ácidos
nucleicos estudiados.
2.° E l total de adeninas parecía sensiblemen
te igual al de las citosinas.
3.° E l to ta l de purinas (adenina más guanina)
debía, p o r lo tanto, ser igual a l to ta l de pirim i-
dinas (tim in a más citosina en e l A D N y uracil más
citosina en e l A R N ).
Eran éstas regularidades m uy interesantes y,
com o dem ostraron los hechos, eran tam bién im
portantes pistas para descu brir la estructura del
ácido nucleico. P ero, antes de p od er utilizarlas de
bidam ente, se necesitaba una ap ortación crucial.
Ésta llegó en 1953, cuando e l fís ic o inglés M . H . F.
W ilk in s estudió los ácidos nucleicos p o r la d ifrac
ción de rayos X y dos colegas suyos, un inglés,
F. H . C. Crick, y un norteam ericano, J. D. W atson,
que trabajaban en la U niversidad d e Cam bridge,
utilizaron este tra b a jo para p rop on er una im por
tante teoría sobre la estructura d el ácid o nuclei
173
co. E n la técnica d e d ifra c ió n d e rayos X (u tili
zad a después p o r K e n d re w p a ra d eterm in a r la
estructura trid im en sion al exacta d e las m oléculas
d e p ro teín a s) se hace in c id ir un haz de rayos X en
una sustancia. L a m a y o ría de los rayos X la atra
viesan im pertu rbables, p e ro algunos eran des
viados de la tra y ecto ria recta.
S i los átom os e n tre los qu e pasan lo s ra yo s X
n o están dispuestos d e fo r m a ordenada, las des
viacion es son tam bién desordenadas. S i se hacen
in cid ir sobre una p la ca fo to g r á fic a después de
atravesar la sustancia, aparece un p u n to central
qu e m arca la p osición d el haz p rin cip al. É ste ha
b rá pasado sin desviarse y subsistirá p a ra oscu re
c e r la placa. A lre d e d o r de este punto cen tra l se
ob serva una neblina causada p o r los efec to s de
los rayos X desviados. E s ta neblina se d ilu y e de
fo rm a continua a m ed id a qu e se distancia d el pun
t o cen tral y m uestra la m ism a inten sidad ( o de
b ilita m ie n to ) en todos los ángulos en t o m o a l
centro.
S i los átom os en tre los qu e pasan lo s rayos X
están dispuestos ordenadam ente, los rayos se des
vían en unas direccion es m ás qu e en otras. Y es
que, p o r así d ecirlo, los átom os ord en ad os se r e
fu erzan m utuam ente. E ste e fec to se acusa esp e
cialm en te cuando los átom os observan u n orden
p e rfe c to , p o r e je m p lo , en un cristal. U n haz de
rayos X qu e atraviese un crista l fo rm a rá u n b on i
to d ib u jo sim étrico de puntos q u e irra d ia n d el
fo c o central. P o r las distancias y ángulos de los
puntos, se puede calcular la situación re la tiv a de
los átom os en e l cristal.
E sta m ism a técnica puede a p licarse a las ma-
174
crom olécu las cuyas unidades se rep iten ordena
dam ente. E l o rd en n o es tan s im étrico c o m o en e l
cristal, p e ro existe un orden. L a im agen de la di
fra c c ió n d e los rayos X es m ás d esd ib u jada y d ifí
cil de in terp reta r, p ero n o es una nebulosa am or
fa n i carece de in terpretación.
W a tson y Crick, trab ajan d o hacia atrás a par
t i r d e los datos de d ifra c c ió n de los ra yo s X , sa
caron la con clu sión de qu e la m olécu la d e ácido
a z ú c a r -f o s f a t o a z ú c a r-fo sfa to
m é d u la 2 m é d u la t
F igu ra 47. La hélice doble del ácido nucleico
175
nucleico estaba dispuesta en fo r m a d e h élice. L a
h élice es una fig u ra en fo rm a d e escalera d e ca
racol, m al llam ada « d e e s p ira l», y a qu e la espi
ra l es una figu ra plana, algo así c o m o un m uelle
de r e lo j, m ientras qu e la hélice es una cu rva tri
dim ensional, com parable a un m u elle de som ier.
Esta conclusión no fu e en s í una novedad.
C om o ya queda dicho, la cadena p o lip ép tid a puede
doblarse. Pues bien, en 1951, los qu ím icos nor
team ericanos Linus B. Pauling y R . B . C orey d e
m ostraron qu e las cadenas p olip ép tid as de p r o
teínas tales co m o e l colágen o están dispuestas en
hélices sujetas p o r enlaces de h id rógen o.*
N o obstante, el m od elo de m oléculas de ácid o
nucleico prop u esto p o r W atson-C rick d ifie re del
m od elo de p roteín a de Pauling-Corey. E l ácid o
nucleico de W atson-C rick está fo rm a d o p o r dos
cadenas p olin u cleótidas que com ponen una h é li
ce entrelazada en t o m o a un e je c o m ú n : Las m o
léculas azú car-fosfato constituyen las líneas de la
hélice, m ientras qu e las purinas y p irim idinas
apuntan hacia el in te rio r o cen tro, c o m o indica
la figu ra 47.
É ste es e l m od elo que, al fin , h izo en ca ja r to
dos los datos que con tan to esfu erzo habían sido
recogidos sobre las p rop orcion es d e purina y pi
rim id in a y que, com o verem os en e l cap ítu lo si
guiente, .p erm itiría a b o rd a r de in m ed iato e l p ro
b lem a de la rep rod u cción .**
FILAMENTOS COMPLEMENTARIOS
L A COM BINACIÓN P U M N A / P IW M ID IN A
179
la difracción de rayos X , indica que ello es impo
sible. Los filamentos se separan a intervalos igua
les a todo lo largo de la hélice; por lo tanto, los
enlaces han de ser siempre purina-purina, pirimi-
dina-pirinxidina o purina-pirimidina.
F ig u r a 4 8 . C o m b in a c ió n a d e n in a -tim ln a
180
pirixnidinas, tenemos que elim inar las uniones pu-
rina-purina y pirimidina-piriniidina. •
e n la c e s d e v <
, h id ró ge n o
c ito sin a
gu a n in a
F ig u ra 49. L a c o m b in a c ió n g u a n in a - c it o s l n a
181
m ero de timinas (o uracilos) y e l de adeninas han
resultado ser iguales al de citosinas, es evidente
que una adenina debe enlazar por átomos de hi
drógeno con una timina (o uracilo) y una guani
na, siempre, con una citosina. Sólo así puede man
tenerse la perfecta igualdad.
La combinación adenina-timina se indica en la
figura 48: la combinación guanina-citosina, en la
figura 49.
Es interesante observar que en la combinación
adenina-timina y en la combinación guanina-cito-
sina uno de los dos átomos de hidrógeno e nlaza
un N y un O. S i la timina tuviera que imirse con
la guanina, se produciría un enlace de hidrógeno
N-N y un enlace de hidrógeno O-O; si se unieran la
citosina y la adenina, habría dos enlaces de hidró
geno N-N. En ninguna de estas dos uniones «erró
neas» habría un enlace de hidrógeno N-O.
En suma, mientras la distancia entre los fila
mentos de azúcar-fosfato se mantenga constante,
mientras tanto las purinas com o las pirimidinas
sean partes esenciales de la molécula, mientras
hayan enlaces de hidrógeno del tipo N-O, pode
mos estar seguros de que hemos de encontrar
las combinaciones adenina-timina (o uracilo) y
guanina-citosina y sólo éstas.
De manera que los dos filamentos de la m olé
cula de ácido nucleico son complementarios. N o
son idénticos sino que se combinan por oposición,
por así decirlo. Si averiguamos el orden exacto de
los nucleótidos del filamento 1 de cualquier m olé
cula de ácido nucleico, sabremos de inmediato el
orden exacto de los nucleótidos del filamentp 2 de
la misma molécula. Donde en el filamento 1 hay
182
adenina en e l 2 habrá tim ina y viceversa ( o msh
cilo en lugar de tim ina si se trata de A R N ). S i e l
filam ento 1 tiene guanina, el 2 tendrá citosina y
viceversa.
Para sim plificar, representaremos la adenina
p or una A, la tim ina por una T, la guanina p o r una
G y la citosina por una C. Si en una cadena de
A D N la sucesión de nucleótidos es ATTTGTCCA-
CAGATACGG, en el acto sabremos que la sucesión
de nucleótidos de la parte correspondiente de la
otra cadena será TAAACAGGTGTCTATGCC * Y no
nos equivocaremos. E n este aspecto, la Naturale
za es, por lo menos, tan lista com o nosotros.
DOS P O R UNO
183
B, naturalm ente, consistirá en nu cleótidos que
contengan, p o r este orden: una tim ina, una gua
nina, una tim in a y una citosina: TG TC .
A h ora se separan. E l fila m en to A hace d e m o
d elo. U tiliza nu cleótidos libres qu e la célula pue
de fa b ric a r fácilm en te y que, p o r lo tanto, se ha
llan disponibles en to d o m om ento en cantidad y
variedad.
• E l p rim e r nu cleótido d el fila m en to A contiene
una adenina qu e autom áticam ente form a rá un
enlace d e hid rógen o con una m olécu la d e ácido
tim idílico. E ste acto n o persigue un « f in » . Las
m oléculas chocan con la adenina p o r e l m ovim ien
to natural qu e agita constantem ente a todas las
m oléculas de la célula. Con algunas de ellas la
adenina puede fo rm a r enlaces de hidrógeno. E l
más fírm e de estos enlaces se produ ce cuando una
tim ina choca en debida form a. L a tim ina susti
tuirá a cualquier m olécula ya enganchada y no
será sustituida p o r otras. Después d e un p erío d o
de tiem p o, co rto p ara la apreciación humana (una
m ilésim a de segundo o m enos), p ero lo bastante
largo com o p ara que puedan producirse m illones
de colisiones, e l extrem o de tim in a d el á cid o ti
m id ílico queda firm em en te su jeto en su lugar.
D e igual m odo, e l segundo n u cleótid o del fi
lam ento, que contiene una citosina, se u n irá a un
ácido guanílico. E n resumen, e l AC AG d el filam en
to aislado A form a rá un filam en to T G T C a su lado.
M ientras, e l filam en to aislado B form a rá un ACAG
al la d o de su p ro p io TG TC . En lu gar del fila m en to
doble origin al habrá ahora dos filam en tos dobles
idénticos, c o m o indica la figu ra 50.
E ste m od elo de la estructura y reproducción
184
uci acido nucleico propuesto p o r Watson^Cridk « •
tan claro y sencillo («elegan te» es el adjetivo que
emplearían los científicos) y tan expresivo que
otros bioquímicos sintieron inmediatamente el
deseo de adoptarlo. Al fin y al cabo, los científi
cos son seres humanos y una teoría realmente
atractiva se recomienda sola.
N o obstante, por muy atractiva que sea una
teoría, siempre es preferible poseer pruebas con
cluyentes que la corroboren.
Pensemos, pues, que en el modelo de reproduc
ción del ácido nucleico de Watson-Crick los fila
mentos polinucleótidos individuales de ADN nun-
T _
G _
T_
hidrógeno
á c id o nu cleico original
D o s á c id o s n u cle ic o s
id é n tico s al original
185
ca se rom pen. E s posible que un p a r de filam en
tos se separen y atraigan nucleótidos libres para
fab ricar un nuevo filam ento, p ero el v ie jo fila
mento se m antiene intacto. Desde luego, cuando
la célula m uere todos sus polinucleótidos se dis
gregan, pero m ientras dura la vid a subsisten. Su
pongamos que se hace un experim ento que nos
da un resultado si los filam entos se rom pen, y
o tro si perm anecen intactos. E llo se hizo en 1958.
Se cultivaron bacterias en un m edio que contenía
gran cantidad de una variedad pesada de átom os
de nitrógeno («nitrógeno-15», en lugar del «nitró-
geno-14» corrien te) que pueden distinguirse fácil
m ente de los corrientes con ayuda de los instru
mentos m odernos. P oco a poco, las bacterias que
crecían en este m edio fueron incorporando el ni
trógeno-15 en los diferentes com puestos que sinte
tizaban y, especialmente, en nuevos filam entos
de polinucleótidos. Después de que las bacterias
estuvieran m ultiplicándose durante mucho tiem
po, prácticam ente todos los filam entos polinucleó
tidos contenían nitrógeno-15. Cada m olécula de
ácido nucleico que contenía dos de estos filam en
tos podía denominarse «15-15». .
Después, algunas de las bacterias con e l A D N
«15-15» fueron trasladadas a un m edio que con
tenía el nitrógeno-14 corriente y se las m antuvo
en él exactamente durante dos generaciones. ¿Qué
creen que ocurrió?
S i los filam entos polinucleótidos se rompían
en pequeños fragm entos, tal vez en nucleótidos in
dividuales, y luego se reconstruían, todos los fila
mentos polinucleótidos form ados durante aquellas
dos generaciones contenían nitrógeno-15. Estaba
186
d ilu id o y aclarado p o r e l in flu jo d el n itrógen o c o
rrien te de 14 átom os, p o r lo qu e los nuevos fila
m entos tenían m enos nitrógeno-15, p e ro todos te
nían algo d e nitrógeno-15. Los ácidos nucleicos
seguían siendo «15-15», y era im posible d istinguir
un ácido nucleico de cualquier otro.
P e ro supongamos qu e el concepto W atson-
C rick fu era cie rto y qu e los filam en tos n o se rom
pieran. En la p rim era reproducción, cada uno de
los ácidos nucleicos «15-15» se separaría en dos
filam en tos «15»* U tilizando cada uno de ellos c o
m o m od elo, se fab ricarían nuevos filam entos; és
tos, sin em bargo, s ó lo contendrían nitrógeno-14,
d e m anera que la nueva generación de ácidos nu
cleicos — form ados cada uno p o r un filam en to
nuevo y o tro v ie jo — serían todos «15-14».
A la segunda reproducción, los dos filam entos
de los nuevos ácidos nucleicos v o lv ería n a sepa
rarse. E sta vez, la m itad de los filam en tos m ode
lo serían «1 5 » y la otra m itad, «1 4 ». P e ro todos
los filam entos nuevos/ form a d os en esta segunda
reproducción, serían «1 4 ». P o r lo tanto, la tercera
generación de ácidos nucleicos v o lvería a desglo
sarse en dos categorías, una com puesta p o r «15-
14» y la otra, p o r «14-14».
Después d e dos generaciones, se analizaron
cuidadosam ente los ácidos nucleicos y, desde lue
go, se encontraron dos tipos, uno con nitrógeno-
15 y e l otro, sin él. Análogos resultados se obtu
v iero n en los experim entos realizados en los la b o
ratorios de Brookhaven, u tilizando células de
plantas en d esarrollo e hidrógeno radiactivo. Fi
nalm ente; se encontraron algunos crom osom as ra
diactivos y o tro s que n o lo eran.
187
E llo n o demuestra que e l concepto Watson*
Crick sea correcto, aunque, eso sí, aumenta su
plausibilidad. S i los resultados hubieran , apun
tado en el sentido contrario — si todos los ácidos
nucleicos nuevos hubieran sido «15-15», p o r ejem
plo— el concepto Watson-Crick habría quedado
com pleta y definitivam ente descartado.
. Pero no lo fue. En realidad, todas las investi
gaciones realizadas en los años transcurridos des
de que W atson y Crick propusieron su teoría han
tendido a reafirm arla y hoy en día son pocos los
bioquím icos que no la aceptan.
Desde luego, se han detectado algunos virus
que parecen tener moléculas de ácido nucleico
compuestas de un solo filam ento polinucleótido,
y son virus que consiguen reproducirse. P o r lo
visto, ello se debe a que la reproducción se efec
túa en dos fases: el filam ento individual produce
su complemento y, luego, el com plem ento produ
ce una réplica del filam ento original.
Evidentemente, este m étodo es menos eficaz
que e l corriente de filam ento doble, porque com
porta descartar la m itad de los filamentos fo r
mados. Este m étodo del filam ento individual, aun
que también funciona, parece estar lim itado a
unos cuantos virus. La m ayoría de los virus y,
p o r lo que ha podido averiguarse hasta ahora to
das las criaturas celulares, se reproducen p o r el
m étodo del filam ento doblé.
E l m odelo de reproducción propuesto p o r Wat-
son y Crick supone que un filam ento polinucleó
tido puede mantenerse intacto durante toda la
vida de un organismo determinado. Puéde encon
trarse casualmente en la célula del óvulo o en la
188
célula esperm ática, p asar a un nuevo organism o
y con tinuar durante tod a la vid a de éste. En te o
ría, hasta es p osib le que, en algún lu ga r d el m unj
d o, existan filam en tos p olin u cleótidos transm iti
d os a través de in fin id a d d e generaciones, quizás
incluso desde la p rim era aparición d e la vida.
Desde luego, e llo es p o c o probable. L a m ayo
ría de los fila m en tos polin ucleótidos perecen con
e l organ ism o y s ó lo una m in oría in sign ifican te se
introdu ce en e l ó vu lo fecu ndado y resisten du
rante o tra generación. Puede ser que todos los f i
lam entos polin ucleótidos de esta m in oría insig
nifican te sean secundarios, es decir, qu e hayan
sido form a d os durante la vid a de los p ro gen ito
res. En este caso, es p osib le que en realid ad exis
tan m uy pocos filam en tos p olin u cleótidos en el
m undo que tengan más de cien años.
N o obstante, la p osib ilid ad de qu e haya entre
los filam en tos existentes un superpatriarca cuya
form ación date de los tiem pos en los qu e la T ie
rra era jo v e n nos o fre c e un atisbo im presionante
de la unidad y continuidad de la vida.
ERRORES
189
desplazarlo, de m anera q u e se fo rm a la lín ea de
nu cleótidos y con stitu ye un nuevo fila m e n to que
f i j a a la inoportuna guanina en ese lugar.
E n este caso, no dispondríam os d e un p a r de
filam en tos A-B p erfectam en te com plem entarios
sino que e l nuevo fila m e n to estaría un p o c o des
fasad o y tendríam os A-B'.
A la siguiente reproducción, los dos filam en
tos se separarían. E l fila m en to A fo rm a ría o tro
fila m en to p erfectam en te com plem entario, y a que
los accidentes son raros y n o suelen o c u rrir dos
veces seguidas. P e ro m ien tras tan to, durante la
m ism a etap a d e reproducción, e l fila m e n to B ' fo r
m aría su p ro p io com plem ento, A '. L a guanina in
trusa se u n iría a una citosina, en lu ga r de conec
ta r con una tim ina, qu e es e l elem ento q u e debe
r ía figu rar en A.
E llo sign ifica qu e cuando el ácid o nucleico
A-B' se reproduce, fo r m a dos tip os distintos de
ácid o nucleico, A-B, y A ’-B\ Lu ego, cada uno de
estos tipos se perpetúa en futuras reprodu ccio
nes, a no ser q u e ocurran nuevos accidentes, p o r
supuesto.
E l á cid o n u cleico A '-B ' no p ro voca rá la fo rm a
ción de la m ism a enzim a qu e fab rica A-B. A l fin
y al cabo, se trata de un patrón d iferen te; e l códi
g o gen ético está alterado. L a presencia d e una en
zim a d iferen te distorsiona e l p roceso qu ím ico de
la célula, prod u cien d o una m utación p o r la cual
en la célula h ija se da una característica qu e no
se encontraba en la m adre. (A lgu n os creen que
esta m utación celu lar produ ce una célu la con un
m ecanism o defectu oso para la regu lación d e la
d ivisión celular. Estas células defectuosas se di
190
viden y dividen hasta e l in fin ito, produciendo lo
que llam am os cáncer.)
S i e l nuevo ácido nucleico A'-B ' se introduce en
una célula esperm ática u ovillar y de aquí pasa a
un óvulo fecundado, todas las células del nuevo
organism o la tendrán (salvo que se produzcan nue
vos cam bios), p o r lo que la m utación afectará al
nuevo organism o en su conjunto y no sólo a al
gunas d e sus células.
Tam bién puede introducirse una m utación a
consecuencia de un rizo producido en los fila
m entos durante el proceso de reproducción. Una
reproducción p erfecta requiere qu e todos los nu
cleótidos que com ponen cada filam en to se en
cuentren en disposición de ser bom bardeados p o r
los nucleótidos libres, de m anera que cada uno
de ellos pueda recibir su com plem ento adecuado.
Pero supongamos que un filam en to se riza, con
lo que los com ponentes que se encuentran dentro
del rizo quedan fu era de servicio. Un filam ento
norm al, dotado de una sección C TA G requiere en
su com plem ento una sección GATC. A h ora bien,
si la parte T A se encuentra anudada y C y G que
dan yuxtapuestas, puede form a rse un com plem en
to consistente sólo en G y C. A su vez, este fila
m ento anorm al form ará un com plem ento anor
mal en la reproducción siguiente, produciendo una
m olécula de ácido nucleico en la cual la sección
T A , dentro del rizo, sea anulada permanente
mente.
Los nucleótidos de un filam en to de una m o
lécula de ácido nucleico que esté en reposo tam
bién pueden alterarse p o r efecto de la reacción
provocada p o r sustancias especialm ente activas
191
que i se encuentren en stís inmediaciones.. Estos
cambios serán perpetuados p o r la reproducción;
otra mutación.
Cualquier factor del m edio am biente que
aumente las probabilidades de la mutación se lla
ma agente mutagérúco. E l calor parece ser muta-
gén ico: a medida que sube la temperatura, aumen
ta e l índice de mutación de las bacterias de las
moscas de la fruta (u otros pequeños organis
m os). Quizás ello se deba a que un aumento de
temperatura, por pequeño que sea, debilita nota
blemente el leve enganche de los enlaces de hi
drógeno. La diferencia entre la solidez de un en
lace de hidrógeno de ácido nucleico con su anti
complemento puede disminuir. En este caso, sería
mucho más fácil sustituir la adenina adecuada
por una guanina; mucho más fácil, pues, form ar
una mutación.
Otro agente mutagénico es la energía radian
te que comprende tanto los rayos ultravioleta del
sol com o los rayos X , así com o las diversas radia
ciones producidas p o r las sustancias radiactivas.
Todos ellos producen en la célula radicales libres.
fistos suelen ser fragmentos de moléculas; gene
ralmente, moléculas de agua que son, con mucho,
las más numerosas en los tejidos vivos.
Los radicales libres son muy reactivos y se
combinan con cualquier molécula con la que en
tran en contacto, alterándola. Si se form an radi
cales libres en número suficiente, algunos de ellos
tendrán que colisionar con moléculas de ácido
nucleico y las alterarán. E l resultado será la mu
tación.
Si la dosis de radiación es muy fuerte, el códi
192
g o g en ético d e las células vitales puede resultar
dañado hasta e l extrem o en qu e éstas n o puedan
segu ir desem peñando sus funciones. E llo p rovoca
la «e n fe rm e d a d de la ra d ia c ió n » e, incluso, la
m uerte. E ste es e l p e lig ro qu e supone p a ra la H u
m anidad una gu erra nuclear.
T am bién hay elem entos qu ím icos que, a l com
binarse con m oléculas de á cid o n u cleico y alterar
la estru ctura de éstas, aumentan e l ín dice d e m u
tación. L o s más con ocidos de estos m utágenos quí
m icos son e l gas m ostaza, em p lea d o en la P rim e
ra G uerra M undial y com puestos afin es llam ados
«m ostazas de n itrógen o».
Inclu so en las circunstancias en las qu e e l con
tacto sea más leve, se producen m utaciones, ya
qu e los agentes m utagénicos n o pueden ser elim i
nados p o r com p leto. E l sol inunda constantem en
te todas las form a s de vid a con rayos u ltravioleta.
Las sustancias radiactivas existentes en pequeñas
cantidades en la tierra, el m a r y e l a ire tam bién
em anan radiaciones. D esde la estra tosfera nos
bom bardean partículas de radiaciones cósm icas.
Y a to d o e llo hay que sum ar e l fa c to r d el aza r du
rante el proceso de reproducción.
En suma, los accidentes y las m utaciones son
inevitables. P o r ejem p lo, existe una enferm edad,
con ocida p o r e l n om b re de h em o filia , qu e im pide
que la sangre se coagule, p o r lo qu e una pequeña
h erid a puede p ro d u cir la m uerte. E llo se debe a
un « e r r o r co n gén ito » de los m ecanism os qu ím icos
d el cuerpo. E l h e m o fílic o nace co n la incapacidad
de fa b ric a r la enzim a o enzim as qu e son indispen
sables en algún m om en to d el enorm em ente com
plicad o p roceso de la coagulación. Generalm ente,
193
ta l in capacidad p a ra p ro d u c ir una en zim a (d e b id a
a la existencia en los crom osom as d e una m olécu
la d e ácid o n u cleico d efectu o sa ) es h ereditaria.
N o obstante, tam b ién puede darse (p o r m u tación )
en un h ijo d e padres norm ales. E sta m u tación se
produ ce en u n o de cad a trein ta m il nacim ientos.
(P o r c ie rto qu e la m u tación n o siem p re se m a
nifiesta. P o r causas q u e n o exam in arem os aquí,
las m u jeres pueden ten er e l gen d efectu o so y , sin
em b argo, p oseer una sangre qu e se coagu la n or
m alm en te.)
P e ro n o todas las m utacion es son resultado
de un e r r o r destru ctivo. A lgu n os cam b io s — p o r
p u ro aza r— pueden equ ip ar m e jo r a un organis
m o p ara p ro sp era r en su m ed io am bien te. E n de
fin itiv a , éste es el reso rte qu e d eterm in a la e v o
lu ción p o r selección natural. P o r lo tan to, más
de un siglo después de que D arw in , a b ase d e una
la b oriosa observación , fo rm u la ra su teo ría de la
evolu ción de los organism os, los h om b res d e cien
cia la c o rro b o ra n a l n ive l d e las m oléculas.
F IL A M E N T O S H ECH O S P O R E L H O M B R E
194
dan conectados p o r un gru p o fo s fá tic o secunda
rio . E llo ocu rre en tod a la línea y así se fo rm a una
cadena polinucleótida.
E sta reacción debe ser catalizada p o r una en
zim a. S evero Ochoa, en 1955, b io q u ím ic o español,
nacionalizado estadounidense, aisló de las bacte
rias precisam ente esta enzim a. A l agregar esta
enzim a a una solución d el n u cleótid o de la va rie
dad d ifo sfá tica se ob tu vo un sorprendente aumen
to de viscosidad. L a solución se espesó y adqui
r ió una consistencia gelatinosa, buena prueba de
qu e se habían form a d o m oléculas largas y del
gadas.
Partien do de un s o lo tip o de com puesto, p o r.
ejem p lo, difosfato de adenosina (denom inación
d el ácid o ad en ílico qu e posee un segundo grupo
fo s fá tic o ), sé fo rm a una larga cadena polinucleó
tida, com puesta p o r una serie de ácidos adeníli-
cos. Es e l ácido p o lia d e n ílico , es decir* AAAAAA-
A A ... A p a r tir del d ifo sfa to de u ridina puede o b
ten erse/ p or síntesis, e l ácido p o liu ríd ico o UUTJU-
U U U U ... E tcétera. T am bién se puede p a rtir de dos,
tres o cuatro d ifosfatos distintos y ob ten er cade
nas polinucleótidas de dos, tres o cuatro co m p o
nentes.
E n un p rin cipio, la form a ció n de las cadenas
es lenta; existe una especie de «p e r ío d o de puesta
en m arch a». A l cabo de un tiem po, cuando una
p a rte de la cadena ya está form ada, ésta se cons
tituye en e l núcleo en to m o al cual se puede ope
ra r y la reacción se acelera. In clu so puede e lim i
narse el p e río d o de puesta en m archa agregando
al em pezar algo de polinucleótido, en calidad de
«c e b a d o ».
195
= S i a una solución d e 'd ifo s fa to d e adenosina se
agrega ácid o poliadenílico, se fo rm a rápidam ente
más ácid o poliadenüico. P e ro si a una solución
de d ifo sfa to de adenosina se agrega ácido polhiri-
d ílic o la form ación de ácid o poliad en ílico n o se
acelera. E l ácido p oliu rid ílico n o es un buen « c e
b a d o ».
Ochoa rea lizó su tra b a jo sobre A R N . A l año
siguiente, 1956, el b ioqu ím ico norteam ericano
A rthur K o m b e rg , hizo o tro tanto sobre A D N . É ste
aisló una enzim a qu e puede fo rm a r largas cad e
nas polinucleótidas a p a rtir de desoxinúcleótidos
individuales y se encontraron tres (n o d o s ) grupos
fosfáticos. Estos nucleótidos son los «tr ifo s fa to s »
(e l trifo s fa to de adenosina o A T P , m encionado
anteriorm ente, es uno de ellos).
P ero K o m b e r g n o fo rm ó variedades de A D N
compuestas p o r una sola éspecie de nu cleótido (o,
p o r lo menos, n o con esta enzim a concreta). Las
cadenas de A D N se form aron sólo cuando se ha
llaban presentes, en solución, las cuatro clases
distintas de desoxinúcleótidos. L o q u e es más,
sólo se fo rm ó A D N cuando en la solución, además
de los trifo sfa tos existía ya una m uestra de A D N
de cadena larga.*
AJ parecer, la form ación en la prob eta de las
dos variedades de ácido nucleico se realizaba de
m odo d iferente. E l A R N se form a b a p o r la adi
c ió n de un nucleótido a otro, sin necesidad de
m odelo. E l «c e b a d o r » sólo servía de núcleo para
la form a ció n de más nucleótidos; además, las ca
denas form adas eran idénticas al cebador. E l
196
■É3ESí2--fiBa^Ai contrario, parecía fo rm a rse p o r re*
producción, incluso en lñ p ro b e ta ..
. E llo es lógico, ya que e l ácido nucleico carac
terístico de los genes y crom osom as es e l A D N
y.n o el A R N . Y e l AD N, no e l A R N , es el m aterial,
reproductor de las células.
E sto no qu iere d ecir qu e la m olécula d e A R N
no pueda dedicarse a la reproducción, com o de
muestra la existencia de numerosos virus simples
que sólo contienen A R N , p o r ejem plo, el y a men
cionado virus del m osaico del tabaco, e l prim er
virus que fu e cristalizado. Cuando este virus inva
de una célula de la h o ja del tabaco se m ultiplica
en su in ferior, form ando centenares de moléculas
víricas. Cada nueva m olécula contiene una m olé
cula de A R N distinta de las m oléculas de A R N del
tabaco, p ero idéntica al A R N del virus intruso.
Las nuevas moléculas de A R N sólo pueden haber
sido form adas p o r reproducción.
De todos modos, la vid a basada en la reproduc
ción del A R N no es tan próspera com o la que de
pende de la reproducción d el A D N . Los únicos
exponentes de la prim era son los virus m ás sim
ples, m ientras que los virus más com plicados y
toda la vid a celular sin excepción conocida son -
producto de la reproducción del AD N.
. N o obstante, tod a la vid a celular retien e A R N
además de A D N y cada especie posee variedades
características de A R N . ¿C óm o se fabrican y pre
servan sin reproducción determ inadas moléculas
de A R N a través de generaciones?
L a respuesta parece ser que las moléculas de
A R N pueden fabricarse utilizando el A D N com o
m odelo. Así lo suponían muchos bioqu ím icos des
197
d e hacia años, pero ello no pudo com probarse
definitivam ente hasta 1960. Entonces se descubrió
que moléculas de A D N actuaban de cebadoras
para la form ación de A R N a p a rtir de ribonucleó-
tidos e, incluso, para la form ación de una molécu
la de A R N com plem entaria del cebador de AD N.
S i se utiliza com o cebador un A D N compuesto
p o r un tip o único de nucleótido com o el ácid o po-
lidesoxitim idílico (T T T T T T T ...) se fabrica una
m olécula de A R N que, a sii vez, contiene también
un único tip o de nucleótido. En este caso, será
ácido poliadenílico (AA A A A A A A ...), dado que la ti-
mina y la adenina son complementarias.
S i se utiliza com o cebador un A D N compuesto
p o r ácido desoxitim idílico y ácido desoxiadeníli
co, se form a un A R N compuesto p o r los ácidos
adenílico y uridílico com plem entarios. P o r lo que
ha podido observarse, los ácidos adenílicos se
form an siempre fren te a los ácidos desoxitim idí-
licos, mientras que los uridílicos se form an frente
a los desoxiadenílicos.
L a form ación de un A R N com plem entario se
produce aunque se hallen disponibles otros nu
cleótidos de tip o no com plem entario. En otras pa
labras, aunque en la solución se encuentren los
cuatro nucleótidos, el cebador de AD N, compues
to sólo de ácido desoxitim idílico elegirá únicamen
te los ácidos adenílicos y dejará los demás.
T od o ello son datos que no sólo demuestran
que con m odelos de A D N se fabrica A R N , sino
que corroboran la validez del m odelo de repro
ducción propuesto p o r Watson-Crick.
E n conclusión, e l AD N es, pues, e l portad or del
cód igo genético en la vida celular. S i el A R N lo
198
lleva también, ello se debe a que el ADN le ha
transmitido la información.
En este caso, ¿qué falta nos hace el ARN? Si
no es más que un «mono de imitación», ¿qué pin
ta en todo esto? Vamos a verlo.
Capítulo X
203
do invariablemente que la concentración de A R N
es más fuerte allí donde el índice de la síntesis
de proteínas es mayor. Las células en desarrollo
son más ricas en A R N que las células en reposo;
al fin y al cabo, una célula en desarrollo tiene
que duplicar su contenido de proteínas desde el
momento de su form ación hasta el de su división.
Cuando una parte de un tejido está creciendo y
otra no, la concentración de A R N es mayor en la
parte que crece.
Las células que form an secreciones ricas en
proteínas — las del páncreas y el hígado, por ejem
plo— tienen también un alto índice de AR N . Por
otra parte, si se introducen en las inmediaciones
de la célula enzimas que provocan la descompo
sición del A R N (sin afectar al A D N ) y se destru
yen las moléculas de AR N , cesa la producción de
proteínas.
La suma de todas estas observaciones permite
afirm ar que el A R N desempeña un papel impor
tante en la síntesis de las proteínas. Y la síntesis
de las proteínas es tan necesaria para la vida que a
principios de los años 50 se apuntó la sugerencia
de que el A R N era la variedad fundamental y vi
tal de la molécula de ácido nucleico.
De todos modos, esta hipótesis no prosperó.
Las pruebas recopiladas han dejado bien claro
que el A D N es el producto prim ario y el AR N , el
secundario, obtenido según e l m odelo del ADN.
Esta opinión está confirmada, además, por la cir
cunstancia de que el A R N presente en los crom o
somas representa menos del 10 p o r ciento del
total del ácido nucleico, mientras que dentro del
núcleo hay una pequeña estructura llamada nu-
204
cléoío ( o pequeño núcleo) que parece estar form a
da por com pleto o en su m ayor parte por ARN.
Así pues, parece razonable suponer que el AR N
se form a continuamente en los puntos de los cro
mosomas en los que está el ADN y se almacena en
e l nucléolo.
Dado que la síntesis de las proteínas se efec
túa principalmente en e l citoplasma, aquí debe
de estar el AR N . Y aquí está. En realidad, en el
citoplasma se encuentra la m ayor parte del AR N
celular, a pesar de que el ADN es aquí nulo. Ello
significa que el A R N tiene que pasar del núcleo
al citoplasma a medida que se form a. Durante
estudios realizados con microscopio electrónico,
se ha podido fotografiar m aterial en el momento
de salir del núcleo y ser recogido por el citoplas
ma, en form a de ampollas. Y estas llamadas «am
pollas» contienen ARN.
Por consiguiente, el A R N recoge e l código ge
nético del A D N de los cromosomas y lleva el men
saje al citoplasma, donde supervisa la formación
de proteínas. Antes, al describir la teoría gen/en
zima, decía que parece que la única función de
un gen determinado sea la form ación de una en
zima determinada. Así es, pero no hay que pensar
que ello ocurre en una sola etapa. E l gen deter
minado (A D N ) form a un A R N determinado, el
cual, a su vez, form a la enzima. Quizá debería
llamarse la teoría ADN/ARN/cadena polipéptida.
Resulta más fácil percibir la razón de este sis
tema doble de ácidos nucleicos de la célula si lo
comparamos con algo sim ilar ocurrido en la tec
nología humana. Hace aproximadamente un siglo
y m edio se implantó el sistema m étrico decimal
205
y, p o r p rim e ra vez, la C iencia dispu so d e u n siste
m a de m edidas realm ente lógico.
U na d e las unidades fundam entales d e l s is te
m a m étric o es e l «m e tr o », d efin id o en un p rin ci
p io c o m o la diezm illon ésim a p a rte de la distancia
en tre e l E cu ad or y el P o lo N o rte . A h o ra bien,
co m o resu ltó qu e no se con ocía con exactitu d esta
distancia, se pasó a d e fin ir e l m etro c o m o la d is
tancia existente en tre d os trazos m arcados en una
barra de p latin o-irid iad o que se guardaba en una
cám ara acorazada con a ire acon dicionado, en un
subu rbio de París.*
L a b a rra se llam a «p r o to tip o internacional de
m e tro ». A l adherirse a l tratad o qu e im plan tab a el
sistem a m étrico a escala internacional, cada país
recib ía una cop ia d el p atrón llam ada «p r o to tip o
nacional de m e tro ». Cada nación, a su vez, u tiliza
ba su p ro to tip o nacional para n orm aliza r los ca
libres qu e fab ricab a p ara fin es industriales, co
m erciales y tecnológicos.
L o s p ro to tip o s nacionales se custodiaban cui
dadosam ente, ya que, si ocu rría algún percance
a los ú tiles d e m edida (o , lo qu e sería p eor, a la
m aquinaria u tilizada para fa b rica rlo s), e l e rro r
p o d ía corregirse co n e l p ro to tip o nacional. Y , si
a éste le ocu rría un percance, incluso este e rr o r
p o d ría corregirse recu rrien d o al p ro to tip o in ter
n acional.**
206
Al parecer, el mecanismo de control d el ácido
nucleico es similar. E l A D N es un «p roto tip o nu
clear», equivalente al prototipo internacional del
sistema m étrico. P o r lo tanto, se guarda a buen
recaudo en el núcleo, apartado del borrascoso
mundo del citoplasma. Las moléculas del A R N
son los «p rototip os citoplásm icos», de m enor im
portancia, equivalentes a l prototipo nacional o, in
cluso, a las varas métricas corrientes. Estas pue
den arriesgarse en la ardua tarea de la síntesis de
las proteínas.
Hasta podemos hallar una razón plausible para
explicar que el A D N lleve tim ina donde el A R N
lleva uracilo. La diferencia entre estas dos pirim i
dinas es mínima y se reduce a un único grupo me
tílico. Además, este grupo m etílico está situado de
manera que no interfiera en la form ación de en
laces de hidrógeno con adenina (véase figura 48).
E n el AD N, la adenina conecta con la tim ina y en
el A R N , con el uracilo. N o parecen existir dife
rencias de consideración entre una y otra cone
xión. En realidad, cuando una molécula de ADN
se reproduce, timinas conectan en las posiciones
de la adenina; cuando la mism a molécula de ADN
produce AR N , en estas posiciones conectan ura-
cilos. A l parecer, no existe dificultad en cambiar
de unas a otros.
Puede ser (la suposición es m ía ) que e l uraci
lo sirva simplemente para «id en tifica r» al ARN.
Después de todo, uno y otro ácido nucleico corren
distinta suerte. E l ADN permanece en los crom o
somas constantemente mientras que el A R N sale,
no ya de los cromosomas en los que se form ó, sino
del núcleo. Cualquiera que sea el mecanismo que
207
p erm ite saUr d e l núcleo al A R N y m antiene en él
al A D N tiene que p od er distinguirlos y e l factor
de identificación no debe in terferir con la ejecu
to ria d el ácido nucleico. ¿ P o r qué no utilizar, pues,
p o r lo menos com o una parte de la operación de
identificación, la carencia en e l A R N d e un insig
nificante grupo m etílico que aparece periódica
m ente en e l AD N?
E L L U G A R DE L A SÍNTESIS
208
d escom p on er c a rb o h id ra to s o m olécu las lfpidas
se p rod u cen en las m itocon d rias, las cuales co n
d en en todas las en zim as y coen zim as necesarias
p a ra e s te fin .
D urante los años 50 se tr a b a jó m ás y m ás con
m icroscop io s e lectró n ico s qu e aum entaban la im a
gen de las m ito co n d ria s lo su ficien te co m o p a ra
q u e los c ie n tífico s pu d ieran a p recia r q u e son es
tructu ras bastan te com p leja s. E l in terés p o r ellas
c re c ió d e ta l m an era qu e las m ito co n d ria s e c lip
saron a o tra s p artícu las de la célula.
H a y p artícu las m ás pequeñas, p o r e jem p lo ,
los llam ad os m ic r o som a s (d e l g rie g o «cu erp o s pe
q u e ñ o s ») cu yo tam añ o es 1/10.000 d e l de la m ito-
con dria. D urante un tiem p o, n o se les p re s tó aten
ción . In clu so lle g ó a pensarse qu e n o eran m ás
qu e fra g m e n to s d e m ito co n d ria , desp ren d id os du
ra n te la separación d e las partículas.
N o obstante, c ie r to fa c to r reb a tía esta supo
sición y, co n e l tiem p o , gen eró c ie rto interés p o r
lo s m icrosom as. M e r e fie ro a la c o m p o sició n qu í
m ica.
L a s m itocon d rias con tienen p roteín as y ciertas
sustancias grasas ricas en fó s fo r o llam adas fos -
jo líp id o s . E stas d os sustancias com p on en casi to d o
e l m a te ria l d e las m itocon d rias. H a y en éstas m u y
p o c o á cid o nucleico; s ó lo e l 0,5 p o r cien to de su
sustancia es A R N .
D ado que las m ito co n d ria s se d ed ica n a la p r o
ducción de reacciones gen erad oras d e en ergía p ara
las qu e n o se precisa A R N , n o es de extrañ ar qu e
éste escasee. N o obstante, e l citop la sm a es rico
en A R N . ¿ b ó n d e está pues, si n o se encuentra en
las m itocon d rias?
209
E l A R N resu ltó h a llarse en los m icrosom as
que, según p u d o averigu arse, son rico s en ácid o
nu cleico. E n v is ta de e llo , n o p a recía ló g ic o qu e
fu era n sim p les fra gm en to s d e m ito c o n d ria , e le
m en to p o b re en esta sustancia. L o s m icrosom as
tenían qu e ser partícu las independientes, con una
fu n ción independiente. S i se tenía en cuenta su
con ten id o en A R N , ¿n o serían el- escen ario de la
síntesis de p r o teína?
L o s exp erim en tos co n firm a ro n la hipótesis.
Unas célu las a las qu e se su m in istró am in oácidos
rad iactivos in c o rp o ra ro n éstos en las cadenas p o
lipéptidas, de m anera qu e la p rotefn a qu e se fo r
m ara después en e l in te rio r de la célu la tenía qu e
resu ltar rad iactiva. S i la célu la p erm an ecía en
con tacto con los am inoácidos rad iactivos durante
•
210
lulas se encuentra en estas numerosas partículas
compuestas de A R N y proteína al 50 p o r ciento.
Se les dio el nombre de ribosomas, y hacia 1960
suscitaban un vivo interés, hasta el extremo de
desbancar a las mitocondrias.
EL A R N EN EL LUGAR DE L A SINTESIS
211
veces, una enzima se form aba a tan gran veloci
dad que era p reciso suponer qu e entraban en ac
ción un gran núm ero d e ribosom as; tantos, que
parecía disparatado que sem ejante contingente
de los ribosom as de una célula fueran asignados
a una sola célula.
Pero, ¿cuál p od ía ser la alternativa? Suponga
m os que, en realidad, sólo unos cuantos rib oso
mas intervenían en la producción de la enzim a. En
tal caso, la rapidez con que se form aba ésta tenía
que inducirnos, a suponer que cada ribosom a p o
día m ultiplicar su capacidad, alcanzando una p ro
ductividad realm ente increíble.
Ninguna de las dos alternativas podía prospe
rar.
L a infestación de una célula p o r virus planteó
o tro problem a. Una célula infestada sigue produ
ciendo proteína a la m ism a velocidad que una cé
lula norm al, pero la proteína sufre una alteración.
L a penetración del virus pone fin a la form ación
de la proteína de la célula e inicia la fabricación
de proteína vírica. Según la teoría de los rib oso
mas, ello sign ificaría que cuando un virus entra
en una célula sustituye los ribosom as de ésta p o r
los suyos. P ero, si consideram os lo pequeño que
es un virus, vem os que ello resulta im posible. Un
virus sólo puede contener unos cuantos riboso
mas; ¿cóm o iban éstos a suplantar a los m iles y
m iles que existen en la célula?
Finalm ente, se suscitó la cuestión d el A R N
rib osom a l (la s moléculas de A R N que com ponen
los ribosom as). La peculiar com posición de éste
contribuyó a restar fuerza a la idea.
Y es que las m oléculas de A D N varían consi
212
derablem ente de una especie a otra. H a y especies
qu e tienen m oléculas de A D N ricas en adenina
p ero pobres en guanina, en una p rop orción de
hasta 3 a 1; otras, tienen moléculas de A D N pobres
en adenina y ricas en guanina en prop orción de
1 a 3.
S i e l A R N ribosom al está form a d o p o r e l A R N
de los crom osom as forzosam ente habrá de refle
ja r estas diferencias en los índices de su com po
sición básica — es decir, si el m odelo de reproduc
ción de W atson-Crick es correcto— . P ero e l A R N
ribosom al n o refleja esta variación de la p ropor
ción entre una especie y otra. En el A R N riboso-*
m al los cuatro nucleótidos están distribuidos de
fo rm a bastante regular y así se a d v irtió en todas
las especies de organism os estudiados.
¿E ra falso el m od elo W atson-Crick? ¿Sería c o
rrecta al fin y al cabo la teoría de la estructura
tetranucleótida? Los bioquím icos se resistían a ad
m itirlo. Siguieron buscando la solución y, hasta
1960, la encontraron. A l parecer, durante tres o
cuatro años habían seguido un cam ino equ ivo
cado.
Los ribosom as son el terreno en el que se fa b ri
ca la proteína, sí; p ero el elem ento que realiza
esta fabricación no es e l A R N ribosom al. Éste no
p orta el código genético sino que es, simplemente,
el soporte medular de los ribosom as, algo así com o
un «fo rm u la rio en b lan co» en el qu e puede sus
crib irse cualquier dato.
Entonces tiene que haber otra varied ad ' de
A R N , una variedad form ada p o r la reproducción
según e l m odelo Watson-Crick y que sea porta
d ora del código genético, una variedad que se des
213
p la ce d e l gen a l rib o s o m a lle v a n d o e l «m e n s a je »
d e l p rim ero .
E s ta segunda va ried a d d e A R N se llam a, m uy
ap rop iad am en te, A R N m en sa jero. (T a m b ié n se lla
m a A R N p la n tilla , y a q u e la «p la n tilla » es e l m o
d elo o p a tró n qu e se u tiliza p a ra la p ro d u cció n
de una d eterm in a d a fo r m a .)
CO N FECC IÓ N D E L A C L A V E
214
seminados p o r la célula. D e ello se deduce qu e el
A R N m ensajero, una ve z form ado, se descompone
rápidam ente en nucleótidos unitarios qu e asumen
distintas funciones en la célula.
E l A R N m ensajero fu e descubierto en las bac
terias. Y es que un gran núm ero de los descubri
m ientos contem poráneos de la «B io lo g ía M olecu
la r » com o se llam a esta ram a, se deben a experi
m entos realizados en m icroorganism os. De todos
m odos, los científicos opinan que, probablem en
te, tales hallazgos tam bién pueden aplicarse a
otras criaturas. P o r ejem p lo, en 1962 se aisló por
prim era vez A R N m ensajero de células de m am ífe
ro. A lfre d E. M irsky y Vincent G. A llfrey , d el Ins
tituto R ockefeller, lo obtuvieron de la glándula
tim o de la ternera y en cantidades m ucho mayores
que las que proporcionan las bacterias.
H e aquí la situación actual:
1. E l A D N de un gen determ inado fabrica una
m olécula de A R N m ensajero m ediante reproduc
ción Watson-Crick. E l A R N mensajero, posee un
com plem ento del orden de los nucleótidos del AD N
(salvo que hay uracilo en todos los lugares en los
que en e l A D N hay tim ina). E l A R N m ensajero,
com puesto quizá p o r hasta 1.500 nucleótidos, por
ta así e l cód igo genético del gen que lo ha creado.
2. L a m olécula de A D N m ensajero penetra
en el citoplasm a y se engancha a un ribosom a li
bre. E l «fo rm u la rio en b la n co » del A R N riboso-
m al, rellenado ahora con e l m ensaje del A R N men
sajero, ya está preparado para produ cir una pro-
teína específica. (A m í m e parece que, al engan
charse, e l A R N m ensajero tiene que d e ja r a sus
purinas y pirim idinas en libertad de fo rm a r enla-
215
ccs de hidrógeno durante el procesó de fabrica
ción de la protem a, proceso que se describe en el
capítulo siguiente. Y o creo, p o r lo tanto, que el
A R N mensajero puede unirse al A R N ribosom al
p o r su parte posterior; es decir, form ando enlaces
de hidrógeno con el grupo hidroxilo de las unida
des de ribosa situadas en la cadena de A R N ribo
somal. Quizá p o r ello e l A R N tiene ribosa en lugar
de desoxirribosa. La desoxirribosa y, por lo tanto,
el AD N carecen de ese hidroxilo lib re a que nos
referíam os en el capítulo V I I y quizás el A R N fue
«in ven tad o» sólo en función de este hidroxilo ex
tra. Sólo así, es de suponer, puede actuar de men
sajero.)
3. Después de haberse form ado unas cuantas
moléculas de proteína (o quizás, incluso, después
de haberse form ado una sola m olécula), el A R N
mensajero se descompone dejando al ribosom a
una vez más en blanco, preparado para configu
rar la clave de otra proteína que puede ser igual
a la anterior o diferente.
T od o el proceso dura de dos a tres minutos a
lo sumo, lo cual resulta sorprendente si se consi
dera que, durante el mismo, hay que colocar con
precisión a ciéntos de nucleótidos para form a r el
A R N mensajero y, después, a muchos cientos de
aminoácidos, para, form ar la proteína. P o r otra
parte, tal vez les resulte asombrosa la idea de que
hagan falta varios minutos para form a r una sola
m olécula de proteína cuando a cada m om ento se
necesitan tantas. P ero pueden consolarse pensan
do que existen millones de ribosomas en cada
célula y que, entre todos, producen m illones de
moléculas de proteína en esos minutos.
216
i E l factor del A R N mensajero elimina las di
ficultades que acosaban a los bioquímicos cuan
do estudiaban los ribosomas aisladamente.
En prim er lugar, ya no es necesario creer que
cada célula tenga ribosomas especiales para cada
molécula de proteína diferente que tenga que sin
tetizar. Como hemos visto, los ribosomas pueden
considerarse como simples formularios en blan
co en los que cualquier molécula de ADN puede
inscribir momentáneamente su fórmula. Por lo
tanto, aquí no importa la estructura purina/piri-
midina del A R N ribosomal.
P of otra parte, esto significa que la velocidad
de la síntesis de las enzimas puede variar en cada
casp, según la velocidad a que se form en las dife
rentes moléculas de AR N mensajero, éstas se
apropiarán del número correspondiente de «fo r
mularios» de ribosomas y fabricarán enzimas a
gran velocidad. Cuando la necesidad haya pasa
do, el AR N mensajero se disolverá rápidamente,
dejando los formularios *otra vez en blanco, pre
parados para otra operación. .
Estos hallazgos han contribuido también a
aclarar un poco el misterio de la infección por v i
rus y la síntesis de las proteínas. E l virus no tiene
que producir sus propios ribosomas, sino que se
sirve de los ribosomas de las bacterias. (Los expe
rimentos realizados en 1960 con átomos radiacti
vos demostraron claramente que después de una
infección vírica no se formaban nuevos riboso
mas.) L o que hace el virus es, de algún modo,
suspender la formación de A R N mensajero por el
AD N bacteriano. E l A R N mensajero ya formado
por las bacterias se descompone con su habitual
217
rapidez, liberando así a los ribosom as qu e pue
den ser ocupados p o r e l A R N m ensajero fabrica
d o p o r el virus.
L a síntesis de proteína se efectúa a la misma
velocidad antes y después de la infección, dado
que todos los ribosom as están en activo; sólo
que ahora están ocupados p o r A R N m ensajero v í
rico en lugar de A R N m ensajero bacteriano.
Desde luego, todo ello d eja aún muchos p ro
blemas que han de m antener ocupados a los b io
químicos. ¿C óm o «s a b e » una determ inada molécu
la de A D N cuándo debe produ cir una gran canti
dad de A R N m ensajero y cuándo ha de fabricar
sólo un poco? A l parecer, el A D N debe rec ib ir in
form ación sobre e l estado de su célula en todo
momento.
S i una célula está escasa de un com ponente
que necesita, las moléculas de A D N que rigen las
enzimas precisas para la form ación de ese ingre
diente son estimuladas de algún m odo para p ro
ducir m ayor cantidad de su A R N m ensajero. En
consecuencia, se producen más enzimas y m ayor
cantidad del ingrediente necesario. Si, p o r e l con
trario, una célula tiene excedente de alguno de los
com ponentes, la actividad de las m oléculas de
A D N correspondiente se detiene.
Éste es un sorprendente ejem p lo de feedback,
es decir, reenvío de los efectos de un proceso a
una fase precedente para ser m odificados o refor
zados. Evidentem ente, la célula es un extenso y
com plicado sistema que com porta m ultitud de
variantes del feedback. N o será tarea fá c il diluci
dar los detalles de la acción recíproca entre ADN,
A R N , enzim as y productos de la catalización por
218
enzimas. De todos modos, los bioquím icos atacan
el problem a con un afán que y o calificaría de v o
raz, y existe la esperanza de que, p oco a poco, las
dificultades vayan cediendo ante la acometida.
Capítulo X I
DESCIFRANDO EL CÓDIGO
LO S TR IO S
223
criptogramas que publican algunos periódicos.
P o r ejem plo, en un criptograma que representara
una palabra con las letras inmediatamente siguien
tes a las suyas, la palabra PR 0TE 1N A se escribi
ría QSPUFJOB.
Y , no obstante, los códigos más usuales no se
rigen por este principio. Por ejem plo, el idioma
inglés consta de 26 letras, que son suficientes para
form ar las más de 450.000 palabras que figuran
en el Tercer Nuevo Diccionario Internacional
W ebster (íntegro). Los diez símbolos utilizados
para construir los números (nueve dígitos y el
cero) bastan para form ar una infinidad de com
binaciones. Es más, bastarían dos símbolos, 1 y 0,
para el mismo fin y así ocurre en las computado
ras.
Para que ello sea posible, basta únicamente
convenir en utilizar los símbolos, ya sean éstos
las letras del alfabeto o las cifras, en grupos.
Sólo hay 26 letras, sí, pero existen 26 X 26 ó
676 combinaciones de dos letras, 26 x 26 X 26 ó
17.576 combinaciones de tres letras y así sucesi
vamente. Del mismo modo, sólo podemos form ar
nueve números de una cifra; pero de dos hay ya
90, de tres, 900, etc.
P or lo tanto, al pasar de los nucleótidos a los
aminoácidos, debemos descartar la noción de que
la relación se establezca entre unidades y tomar
los nucleótidos en grupos. En el A R N mensajero
(o en el ADN del gen) hay sólo 4 nucleótidos dife
rentes; pero existen 4 x 4 = 16 combinaciones di-
nucleótidas («p a r e ja s ») y 4 x 4 x 4 = 64 combi
naciones trinucleótidas («tr ío s »). Todas ellas se
indican en la figura 51, en la que los cuatro nu-
224
cleótidos se representan por su in icia l: ácido uri-
dílico, U; ácido citidílico, C; ácido adenüico, A y
ácido guanÜico, G.
E llo plantea inmediatamente un nuevo probla-
ma. H ay pocos dinucleótidos para los 22 amino
ácidos y sobran trinucleótidos. N o podemos ope
rar con déficit, de manera que no hay más rem edio
que pasar, p o r lo menos, a los tríos.
Ahora bien, no parece lógico que podamos uti
lizar unos cuantos dinucleótidos y unos cuantos
trinucleótidos, los suficientes para llegar a vein-
A G C U
4 n u c le ó tid o s
AA AC GA GC CA CC UA UC
AG AU GG GU CG CU UG UU
1 6 d in u c le ó tid o s (g e m e lo s)
225
tidós (o a l número de am inoácidos que nos propon
gam os). L a dificultad es que nadie ha p odid o ha
llar la form a para hacer que la proteína «d ig a »
que una com binación, por ejem plo, AC, correspon
de a «p a r e ja » y cuando fo rm a parte de un trío
digamos ACG.
Si vamos más allá de la fase d el trío y pasa
mos al cuarteto, la situación empeora, ya que exis
ten 4 x 4 x 4 x 4 = 256 combinaciones diferen
tes de cuatro nucleótidos. P o r lo tanto, será m e
j o r seguir, si se puede con los tríos.
De todos modos, se ha procurado reducir el
número de posibles tríos, para evitar el despilfa
rro que supondría asignar 64 tríos a 22 am ino
ácidos. Supongamos, por ejem plo, que la cadena
nucleótida pudiera leerse com o una serie de tríos
superpuestos, com o indica la figu ra 52. Estos tríos
superpuestos (qu e generalmente siguen un patrón
más com plicado) podrían ser designados de m a
nera que el número de trinucleótidos posibles
quedara reducido a una veintena.
G C U C A G A U U C G G U U U A C A G G C G A
\ t ' ’ \ ’ ' r ^ F ^ ’
G C U U C A A G A A UU UCG G G U UUU U A C C A G GG C C GA
F ig u ra 52. C ó d ig o su p e rp u e st o
226
dos n u cleótid os fo rm a p a rte d e d os trío s . E l p r i
m er U, p o r e je m p lo , es e l ú ltim o e le m en to de
GCU, p e ro es tam bién e l p rim e ro de U C A. Luego,
h ay una adenina qu e es el ú ltim o ele m e n to de
U C A y e l p rim e ro de AGA.
E llo supone una g ra v e lim itación . En un có
d ig o de elem en tos superpuestos co m o e l de la
figu ra 52 e l tr ío G CU tien e qu e i r segu id o d e un
tr ío qu e em piece p o r U, c o m o UCA. N o puede ir
segu ido d e A G A , p o r e je m p lo . A h ora b ien , si GCU
corresp on d e a l am in oácid o 1 y A G A a l am in oáci
d o 2, e llo sign ifica que, si el c ó d ig o de elem en tos
superpuestos es correcto, e l a m in o á cid o 2 nunca
puede segu ir al am in oácid o 1.
Esta lim ita c ió n afecta a to d o c ó d ig o de super
posición . E ste tip o de c ó d ig o , cu alqu iera qu e sea
su d isposición , fo rzo sa m en te h a de lim ita r las
com binacion es de los am in oácidos; en é l siem pre
habrán secuencias «p ro h ib id a s ».
G C U C A G A U U C G G U U U A C A G G C G A U
F ig u r a 53. C ó d ig o n o su p e rp u e sto
227
xeoen superponerse, es d ecir, tien en que presen
tarse en estricta yu xtaposición, c o m o se in d ica en
la fig u ra 53. A q u í los tríos pueden presentarse en
cu alqu ier secuencia, al igual qu e lo s am inoácidos.
C o m o suele o cu rrir, p o r m u y con vin cen te que
sea un razon am ien to teórico, siem pre e s p re fe ri
b le resp ald arlo co n la práctica. E n 1961, e l p ro p io
C rick y sus colab orad ores ap ortaron las pruebas
necesarias. U tiliza ro n una m olécu la de á cid o nu
c le ico c o d ific a d a p ara p ro v o c a r la síntesis de una
p roteín a determ inada y lu ego le agregaron un nu-
cleótid o. T a l p ro teín a n o pudo seguir sintetizán
dose. L e añadieron un segundo n u cleótid o. Nada.
S e le añ adió un te rce r nu cleótido y, finalm ente,
se restableció la función de la m olécula. E s to pue
d e in terp retarse c o m o se indica en la figu ra 54,
qu e ap oya firm em en te la te o ría de los tríos yuxta
puestos.
C U G :C U G :C U G :C U G :C U G :C U G :C U G :C U G :C U G :C U G : • * * ,onclB 1,01
tripleta original
C A U :A G C :U G C :U G C :U G C :U G C :U G C :U G C :U G C :U G C : ■*cu#n®,“ tripleta
aAadir o tr o A * * “ m b'* d°
rwtaraucMn
A C A :U A G :C U G :C Ü G :C U G «U G :C U G :C U G :C U G :C Ü G : da la eecuencia
aAadir un te rc e r A d el trip leta original
228
das. Quizá 32 trío s sean «form u larios en blan co»
y, p o r lo tanto, puedan ser pasados p o r alto en la
cod ificación general. O quizá dos o incluso tres
trios diferentes correspondan a un m ism o am ino
ácido. Com o verem os a continuación, los experi
m entos realizados apoyan inequívocam ente la se
gunda alternativa.
De un cód igo en el que dos o más com bina
ciones de sím bolos corresponden a una mism a
cosa se dice que es «d egen erad o». P o r lo tanto, el
código genético pertenece a esta clase.
E n resumen:
1. E l cód igo genético consiste en com binacio
nes trinucleótidas o tríos que discurren a todo
lo largo de la cadena polinucleótida cada u n o de
los cuales representa un am inoácido específico.
2. E l cód igo genético n o tiene elem entos su
perpuestos.
3. E l cód igo genético es degenerado.
Además, los bioquím icos tienen la casi certeza
de q u e :
4. E l cód igo genético es universal; es decir, el
m ism o código rige para todos los organism os des
de e l p in o sequoia más a lto hasta e l más pequeño
de los virus. /
L a más clara prueba de este ú ltim o extrem o
es que existen numerosos virus qu e pueden infes
tar imas células determinadas, utilizando cada
uno su p rop io A R N m ensajero p ara produ cir p ro
teínas partiendo de los ribosom as, enzimas y de
más equ ipo qu ím ico de las células. A l parecer, la
célula «en tien d e» e l lenguaje de los distintos virus.
Y en las pruebas realizadas en e l laboratorio, aun
m ezclando el A R N m ensajero de una especie con
229
e l e q u ip o celu lar d e otra , se h a «e n te n d id o » su
len gu aje y se han fo rm a d o proteínas.
U T IL IZ A C IÓ N D E L A R N M E N S A J E R O
230
hiere a un aminoácido activado determ inado y no
a otro. L o que después ocurre parece evidente.
Supongamos que una variedad determinada de
A R N de transferencia se adhiere a la histidina ac
tivada y sólo a ella. E l A R N de transferencia trans
fiere (de ahí su nom bre) la histidina activada al
A R N mensajero, pero no a un punto cualquiera de
éste sino sólo a un punto determinado.
Al parecer, el A R N transferente tiene un pun
to de enganche que consiste en un trío determi
nado, trío que sólo se enganchará en el punto del
A R N mensajero en la que se encuentre el trío com
plementario. En otras palabras, si el A R N de
transferencia de la histidina tiene un punto de en
ganche AUG sólo se unirá a un trío UAC del A R N
mensajero. De este modo, el trío UAC del AR N
mensajero queda unido a una histidina — y sólo a
una histidina— a través d el A R N transferente.
Dondequiera que en el A R N mensajero exista UAC
habrá una histidina y así es cóm o puede decirse
que en el código genético la histidina «correspon
d e» al UAC.
E llo fu e confirm ado p o r un experimento reali
zado en 1962. Se utilizó una molécula de A R N de
transferencia que normalmente se adhiere al ami
noácido cisteína. La técnica empleada consistió en
cam biar la cisteína p o r el aminoácido sim ilar ala-
nina, después de que se com binara con el A R N de
transferencia. A pesar de ello, e l A R N de transfe
rencia con la alanina adherida la llevó al punto
en e l que generalmente se encuentra la cisteína.
Esto demostró que la unión entre e l A R N de trans
ferencia y el A R N mensajero no dependía del ami
noácido, que había sido sustituido, sino sólo de
231
las pininas y pirimidinas de las dos variedades
de ácidos nucleico, que no se habían cambiado.
Cuando todos los A R N de transferencia están
colocados en la cadena polinucleótida del AR N
mensajero, los aminoácidos cuelgan hacia abajo,
muy próxim os y situados por un orden dictado por
la secuencia de los tríos del A R N mensajero (o b
tenido, a su vez, del A D N y el gen). Una vez los
aminoácidos están situados cerca y ordenados, los
distintos procesos enzimáticos pueden provocar
sin dificultad una reacción que los com bine fo r
mando una cadena polinucleótida determinada.
En 1961, H ow ard M . Dintzis, del Instituto de
Tecnología de Massachusetts, trabajando con ami
noácidos marcados con átomos radiactivos, desa
rrolló unos experimentos en los que consiguió
detectar la aparición de radiactividad en proteínas
y dem ostró que los A R N de transferencia engan
chaban sus aminoácidos a la cadena del A R N men
sajero desde un extrem o al otro; p o r orden, como
un h ilo de cuentas.
Esto excluía toda posibilidad de confusión. Su
pongamos que tenemos la secuencia AUUUCGC-
UAG. Los distintos tríos a que puede dar lugar
(si pudiéramos em pezar p o r cualquier pu n to) se
rían : AUU, UUC, UCG, CGC, GCU, CUA y UAG.
¿Cuál de estos siete tríos utilizarían los A R N de
transferencia si pudieran agarrarse a cualquier
punto? S i un A R N de transferencia apunta a UUC
y otro, a UCG, en el caso de que ambos tríos estén
en parte superpuestos, el resultado será la anar
quía.
P o r el contrario, un A R N de transferencia se
une a AUU. A continuación, o tro se une a CGC.
232
Después, b » tercero sc unc a U AG y los cuatro
trío s posibles restantes, sim plem ente n o se usan.
D intzis d em ostró tam bién qu e todos los am ino
ácidos de una m olécu la d e h em oglob in a pueden
situarse y unirse en tre sí en cuestión de 90 se
gundos.
E l proceso com p leto se ha rep rod u cid o en e l
lab orato rio u tilizando fragm en tos d e células en
lu gar de células intactas. E n 1961, e n e l Centro
M édico de la U niversidad de N u eva Y o r k , Jerard
H u rw itz construyó un sistem a que con tenía A D N ,
nucleótidos y las enzim as correspondientes y con
siguió fa b rica r A R N m ensajero en probeta.
Aquel m ism o año, G. D avid N o v e lli, de los La
b oratorios N acionales de Oak R id ge, em pleó no
sólo A D N y nu cleótidos sino tam bién ribosom as
y am inoácidos. C on ello , adem ás de fa b ric a r A R N
m ensajero, consiguió que éste recu b riera los ribo-
somas y actuara de m od elo p ara la fo rm a ció n de
una enzim a especial llam ada betagalactosidasa.
D IC C IO N A R IO DE LO S T R ÍO S
233
Ambos comprendían que, para descubrir la
clave, era necesario empezar por plantearse la si
tuación más simple: la de un ácido nucleico com
puesto por una cadena de una sola variedad de
nucleótido. Ochoa había demostrado ya cóm o po
día fabricarse esta cadena, con ayuda de la enzi
ma adecuada, a fin de producir y utilizar con faci
lidad ácido poliuridílico, por ejemplo.
Por consiguiente, Nirenberg y Matthaei agre
garon ácido poliuridílico a un sistema que conte
nía los diferentes aminoácidos, enzimas, riboso
mas y demás componentes necesarios para la sín
tesis de las proteínas. De esta mezcla salió una
proteína tan simple como el A R N que tenían al
principio. Si el ácido nucleico era todo ácido uri-
dílico, la proteína era todo fenilalanina.
Esto era importante. E l ácido uridílico podía
representarse así: UUUUUUUUUU... Naturalmen
te, el único trío que puede existir en esta cadena
es UUU. E l único aminoácido empleado en la fa
bricación de la cadena polipéptida fue la fenilala
nina, aunque en el sistema estaban presentes y
disponibles todos los distintos aminoácidos.
La conclusión que puede sacarse de ello es la
de que el trío UUU es equivalente al aminoácido
fenilalanina.
Se había dado el prim er paso hacia el descifra
miento del código genético. La primera entrada del
«diccionario de los tríos» fue: «U U U = fenilala
nina».
Inmediatamente empezó a prepararse el paso
siguiente. Siguiendo la pauta marcada, entraron
en actividad varios grupos de investigación. Su
pongamos que un polinucleótido es fabricado en
234
zimáticamente a partir de una solución de ácido
uridílico a la que se ha agregado una pequeña can
tidad de ácido adenílico. La cadena consistirá casi
enteramente de U, con alguna que otra A interca
lada, por ejem plo: UUUUUUUUUAUUUUUUUUU-
AUUUUUUAUUU...
T a l cadena estaría form ada p o r los tríos si
guientes : UUU, UÜU, UUU, AUU, UUU, UUU, UAU,
UTJU, UUA, UUU... Los tríos siguen siendo princi
palmente UUU, pero de vez en cuando aparece un
AUU, UAU o UUA (qu e son los únicos que pueden
form arse con dos U y una A ).
Por supuesto, la proteína form ada p o r este
ácido poliuridílico «im p u ro » resultó ser en su ma
y o r parte fenilalanina, aunque con ocasionales «in
trusiones» de otros aminoácidos. Se han detecta
d o tres de estos «in tru sos»: leucina, isoleucina y
tirosina. A l parecer, uno de los tres tríos AUU,
UAU y UUA corresponde a la leucina, el otro a la
isoleucina y el o tro a la tirosina. Aunque, hasta
estos momentos, aún no ha podido averiguarse el
orden de relación exacto.
T od o lo más que podemos hacer es poner UUA
entre paréntesis (U U A ) para indicar los tres tríos
diferentes que pueden form arse con dos U y una
A, sin intentar especificar el orden. Así, nuestro
diccionario d ir ía : «(U U A ) = leucina, isoleucina o
tirosina».
S i a la solución prim itiva de ácido uridílico, se
agrega un p oco de ácido citid ílico o guanílico en
lugar de ácido adenílico, se form an polinucleóti-
dos que contiene tríos que son (U U C ) y (UUG).
Tam bién aquí los paréntesis indican que no se
especifica.el orden exacto de los tres nucleótidos.
235
£ h estos d os ú ltim os casos, aún puede d etec
tarse leucina en la proteína produ cida que sigue
siendo en su m ayor parte fenilalanina. E sto sólo
puede sign ificar qu e (U U A), (U U G ) y (U U C ) pue
den todos traducirse p o r leucina, ejem p lo de lo
qu e llam am os «d egen era ció n » d el código.
• S i a la solución de ácido u rid ílico, ya «im p u
r a », se agrega o tra pequeña cantidad d e ácido
adenílico, para que e l polin u cleótido fin a l con
tenga unas cuantas aes más en tre la profu sión de
úes, seguirá siendo poco p rob ab le que dos aes
estén juntas.
S i, p o r casualidad, ocurre así, e l polinucleóti
d o puede contener tríos tales c o m o : AAU , A U A
ó UAA. Estas son las únicas tres posibilidades que
p erm iten dos aes y una U y podem os sim bolizarlas
c o n (U A A ).
A m edida que aumenta la cantidad d e ácido
adenílico, aumenta tam bién e l núm ero de tríos
(U U A ), desde luego, p e ro los trío s (U A A ) aumen
tarán a m a yo r velocidad. A l p rin cipio, los tríos
(U U A ) só lo se darán en la cantidad suficiente para
p e rm itir qu e sus am inoácidos sean detectados.
P ero, a m edida que aumenten los trío s (U A A )
em pezarán a aparecer nuevos am inoácidos, los
cuales deberán atribuirse específicam ente a uno
u o tro de los tres tríos de (U A A ). S e p rod u ce una
situación sim ila r si se agrega una cantidad cada
v e z m a yo r de ácid o citid ílico o ácid o guanúico.
Entonces -podrán encontrarse am inoácidos c o
rrespondientes a los tríos (U G G ) y (UCC).
¿Q ué ocu rriría si se agregaran simultáneam en
te y en cantidad progresivam ente m a yo r ácid o ad e
n ílico y ácid o guanÜico?
En un principio, sólo (U U A ) y (U U G ) están pre
sentes en cantidad suficiente para que puedan
detectarse sus aminoácidos. Pero luego empieza a
aumentar la frecuencia de los distintos tríos re-
uuu Fenilalanina
C iste ín a
(U U G ) V alina
Leuclna
Iso le u c in a
(U U A ) Leuclna
T iro sin a
Leu clna
(U U C ) S e rin a
A s p a r a g in a
(U A A )
U sin a
G licina
(U G G ) Trtptófano
Treom na
(U C C )
Prolina
A la n ln a
(U C G ) A rg in in a
G lutam ina
A c id o aspártlco
(U A G ) A c id o glutám ico
M e tio n in a
A sp a ra g in a
(U A C ) H istid in a
Treonina
F ig u r a 5 5 . E l d ic c io n a r io d e l tr ip le t o
237
descubiertas entre tríos y aminoácidos son las re
laciones que indico en la figura 55.
Los tríos representados en la figura 55 son
sólo 37 de los 64 posibles.
Los restantes 27 son los que no contienen U;
por ejem plo: AGG, CCA, AAA, etcétera.
Los bioquím icos confían en que, a no tardar,
a cada trío (con su orden y contenido definidos)
podrá atribuirse su correspondiente aminoácido,
el diccionario de los tríos estará com pleto y el có
digo genético habrá sido descifrado. Por ejem plo,
hacia finales de 1962 Ochoa había obtenido ya
ciertas pruebas de que el trío de la tirosina es
AUU, p o r este orden y el de la cisteína, GUU, por
este orden.
C ap ítu lo X II
E L FU TU R O
IN G E N IE R ÍA SU B C E LU LAR
241
Tom em os la m olécula de insulina. É sta es una
sustancia necesaria para e l con trol de la enferm e
dad de la diabetes m ellitus. M illones de diabéti
cos dependen de la insulina para poder desarrollar
una vida normal. En la actualidad, se obtiene del
páncreas del ganado. E l número de animales sacri
ficados para alim entación es suficiente para abas
tecer al mundo de toda la insulina que necesita.
Ahora bien, supongamos que el aumento de
la población obliga a las futuras generaciones a
alimentarse en m ayor proporción con productos
vegetales. E llo supondría una disminución de las
disponibilidades de insulina.
Pero, ¿y si obtuviéram os un sum inistro de cé
lulas productoras de insulina de páncreas de buey,
aisláramos e l A D N y los ribosomas correspon
dientes y reuniéramos el resto del equipo necesa
rio? Entonces podríam os m ontar una «fáb rica quí
m ica » en la que p o r un lado entrasen los am ino
ácidos y p o r e l otro saliera la insulina, sin nece
sidad de disponer de animales vivos, n i siquiera
de páncreas completos.
P or supuesto, no podríam os prescindir ente
ramente del buey. E l prim er suministro de A D N
y ribosomas procederían de un páncreas vivo;
pero, en lugar de contar sólo con la cantidad de
insulina existente en las células en el m om ento del
sacrificio, podríam os mantener el equ ipo subce-
lular funcionando indefinidam ente y la cantidad
de insulina obtenida p o r páncreas aumentaría de
m odo considerable. Las necesidades de buey se
rían mucho menores.
T al vez incluso fuera posible hacer que el ADN
se reprodujera p o r sí mismo. Y tal v e z llegara el
242
d ía e n q u e s ó lo h u b iera q u e re c u rrir a l páncreas
una v e z y e l sistem a, d e b id a m e n te a ten d id o , se
p erp etu ara p o r sí m ism o.
Y qu izás ese d ía haya em p ezad o a am anecer,
pues en a g o s to de 1962, G eo rge W . C ochran, d e la
U n iversid ad d el E sta d o d e U ta h an u nció qu e ha
b ía con segu ido fa b r ic a r una m olécu la d e á cid o
n u cleico d e lo s n u cleótid os, u tiliza n d o p a ra e llo
fra gm en to s subcelulares, sin célu las intactas. E l
á cid o n u cleico p ro d u c id o era un buen espécim en
b io ló g ic o , pues e ra á cid o n u cleico d el v iru s del
m osa ico d el ta b a co y C ochran p r o d u jo m oléculas
infectadas.
P e ro la insulina no tien e p o r qu é ser la única
p ro te ín a qu e se p rod u zca así. E xisten m uchas
reacciones qu ím icas de im p o rta n c ia in d u s tria l que
son p rovocad as p o r m ed ios en zim áticos. G en eral
m ente, e llo se h a ce ap rovech an d o la fa c u lta d de
fe rm e n to y síntesis de b acterias, m oh o s y o tro s
m icroorgan ism os. A h o ra b ien , cad a m icroo rga n is
m o está ocu p a d o en m il reaccion es, las cuales sir
ven a sus p ro p io s fin es, qu e le d istraen d e la reac
c ió n con creta qu e a nosotros nos interesa.
S i pu diéram os fo r m a r sistem as com p u estos de
á cid o n u cleico y en zim as qu e rea liza ra n e l traba
j o e s p e c ífic o n ecesario p a ra esa reacción , dispon
dríam os de a lg o así c o m o un m icro o rg a n is m o su-
p eresp ecializad o sin necesidades p rop ias, un abn e
gad o escla vo m o lecu la r q u e tra b a ja ría p a ra noso
tro s in fatigab lem en te. E ntonces p o d ría crea rse una
nueva ram a d e l con ocim ien to, la «in g e n ie r ía sub-
c e lu la r», cu ya tarea sería la p rep a ra ción y co n tro l
de tales sistemas.
T a l v e z incluso ap ren d iéram os a c re a r nuevas
243
especialidades. L o s ácidos ioadéiGOsvde qu e dis
ponem os pueden alterarse cuidadosam ente m e
diante calor, radiación o quím ica, y los ácidos
nucleicos m od ificad os producirán proteínas m od i
ficadas. Desde luego, la gran m ayoría de estas p ro
teínas resultarán inútiles; p ero es posible que, de
ve z en cuando, se obten ga una proteína alterada
ú til (u n a «n eop ro teín a *). L a neoproteína puede
desem peñar su antigua función con m a yo r efica
cia o dedicarse a una función totalm en te nueva.
S i existen especialistas que se dedican con es
m ero a la cría de plantas y animales en una bús
queda constante de especies nuevas y m ejoradas,
algún día puede haber especialistas en ingeniería
subcelular cuyo o b je tiv o sea la búsqueda de nue
vas variedades de neoproteínas.
Y quizá, con e l tiem po, la producción d e neo-
proteínas ya n o dependa d el azar. S i estudiam os
suficientem ente la estructura de las proteínas, tal
vez incluso podam os deducir qué estructura de
p roteína específica se necesita para alcanzar un
fin determ inado que n o pueden realizar las p r o
teínas existentes en la Naturaleza. N uestros con o
cim ientos d el c ó d ig o genético nos perm itirían sa
b er con exactitud qué ácido nucleico se necesita
p ara construir ta l proteína. Entonces, s i conse
guim os p rod u cir la síntesis de cierta cantidad de
este ácid o nucleico, p o r pequeña que sea, estare
m os «la n za d o s» y podrem os fa b ric a r la nueva
p roteína en grandes cantidades.
E n ciertos aspectos, la situación actual es aná
loga a la de 1820. A qu el año p od ía predecirse que
los quím icos aprenderían a fa b rica r com puestos
orgánicos; que fabricarían m iles y m iles de com
244
puestos tfintétiéos y que incluso fab ricarían com
pUestos cuya aplicación se con ocería de antema
no. A qu el año hubiera pod id o pronosticarse que
antes d e un siglo y medio, serían d e uso genera
tizado tintes, fibras, plásticos y productos farm a
céuticos sintéticos muy superiores, en sus aplica
ciones específicas, a los productos naturales. Pero
tales predicciones hubieran sido calificadas de
fantásticas.
A h ora podem os hacer •un vaticin io similar,
aunque en e l cam po más sofisticado, asom broso e
intrincado d e la Química Proteínica. ¿Tam bién re
sulta fantástico?
E L O B JETIVO F IN A L
245
lizado aproxim adam ente la m itad de lo s genes
existentes en un virus determ inado, al estudiar la
naturaleza de la enzim a producida p o r cada uno.
Desde luego, E d gar no u tilizó p ara este fin A R N
m ensajero sino técnicas más antiguas, basadas en
mutaciones. Además, un virus sólo tiene un cente
n ar de genes en total, m ientras que el hom bre
puede tener hasta 150.000. D e todos m odos, es un
com ienzo. P o r análogos m edios, podrían llegar
a identificarse todas las moléculas de A D N exis
tentes en cada cromosom a.
A pa rtir de aquí, los avances podrían continuar
en distintas direcciones. P o r ejem plo, podrían lo
calizarse los crom osom as de células de distintos
tejidos, a fin de resolver el irritante problem a de
qué es lo que hace a un tejid o ser d iferente de
otro.
A l fin y al cabo, incluso un organism o tan com
p le jo com o el ser humano em pieza su existencia
com o una sim ple célula fecundada; dotada, eso
sí, de un doble lo te de genes. De esta célula origi
nal proceden más de cincuenta billones de células
humanas y, aunque el índice de proliferación pa
rezca enorm e, pueden producirse m ediante sólo
47 divisiones sucesivas.
Pueden ustedes com probarlo, considerando
que, a la prim era división, la célula origin al se
convierte en dos. A la segunda división, éstas se
convierten en cuatro. A la tercera, las cuatro célu
las pasarán a ser ocho. Repitan la operación 47
veces, si tienen paciencia para ello, y anoten el
resultado.
Los crom osom as se reproducen en cada caso,
p o r lo que sería de esperar que todas las células
246
d el ser hum ano adulto tuvieran genes idénticos.
Sin em bargo, ello sign ificaría qu e todos tendrían
enzim as idénticas y, p o r lo tanto, m ecanism os c e
lulares y propiedades idénticas.
La realidad es m uy distinta. Las células de ca
da órgano y de cada te jid o de un órgano tienen su
p rop ia com posición enzim ática característica, sus
facultades y sus propiedades. U na célula nerviosa,
una célula muscular, una célula ósea, una célula
renal, una célula de glándula salivar, distan 47 di
visiones de un m ism o óvu lo fertiliza d o y, n o obs
tante, son totalm en te diferentes en tre sí.
H asta ahora no h a em pezado a com prenderse,
p o c o a poco, la base quím ica de esta diferencia
ción de tejid os. Recientem ente, aún no se sabía si
los distintos tejid os se form an porque, en e l cur
so de la d ivisión celular, determ inados grupos de
células p ierden irnos genes determ inados o si cada
célula contiene ju egos de genes com pletos y neu
traliza o inhibe la acción de algunos de ellos.
Los resultados d e p o r lo menos dos experim en
tos realizados últim am ente parecen ap oyar la se
gunda alternativa. En la U piversidad d e O xford,
los investigadores m ataban con rayos u ltra v io le
ta e l núcleo de huevos de rana, qu e posteriorm em
te eran sustituidos p o r núcleos de em b rión de
rana o, incluso, de sapo. Fue suficiente e l treinta
p o r ciento de los núcleos de los em briones para
p e rm itir la d ivisión de la célula d el huevo y produ
c ir ranas adultas norm ales. E l cuatro p o r ciento
de los núcleos de las células intestinales de un
sapo recién nacido hizo o tro tanto. P o r lo visto,
pues, incluso después de bastante avanzado e l
proceso de diferenciación el núcleo de una célula
247
de rafia contenía todos los genes necesarios para
producir una rana com pleta.
A quí se acopla tam bién e l trabajo realizado por
Ru-chih C. Huang y James B onner en el Instituto
de Tecnología de California. Estos dos investiga
dores estudiaron los componentes proteínicos de
los crom osom as y descubrieron que, en algunos
casos, podían aum entar la velocidad a la que se
produce el A R N m ensajero, al elim in ar ciertas
variedades de proteína existentes en el crom oso
ma. P o r lo tanto, es posible que algunas proteínas
actúen de «c e r r o jo » bloqueando la acción de de
terminadas moléculas de ácido nucleico. En tal
caso, toda célula, p o r especializada que sea, pue
de seguir conteniendo todos los genes y poseer su
propio cuadro de proteína de bloqu eo qu e neutra
lice a determ inados genes de las células nerviosas,
musculares, etcétera.
De ser así, es posible que un día aprendamos a
desbloquear los genes. Entonces, ¿no podríam os
estim ular el muñón de un brazo am putado a desa
rro lla r un brazo nuevo, localizando sus células,
haciéndolas trab ajar y volviéndolas a neutralizar?
¿U obten er fragm entos de te jid o em brionario o
de óvulos fertilizados y ponerlos a p ro d u c ir sólo
corazones o riñones para utilizarlos en los tras
plantes?
Tam poco hay que pararse en la posibilidad de
las reparaciones físicas. Tam bién podríam os c o
rregir deficiencias generales, com pensando dese
quilibrios horm onales o anulando p o r com pleto
el p eligro d el cáncer.
En los crom osom as pueden detectarse la loca
lización de las deficiencias que provocan determ i
248
nadas enferm edades hereditarias y trastornos de
los m ecanism os quím icos de la célula. E llo p o
dría p e rm itir e l diagnóstico p recoz d e afecciones
que generalm ente se m anifiestan a l cabo de los
años. Incluso p odría ser p osib le detectar la p re
sencia en un individuo de un defecto que, neutra
lizado en é l p o r la presencia de una m olécula de
A D N norm al en el crom osom a afectado, podría
m anifestarse en su descendencia.
Y tam bién cabría esperar un futuro lejan o en
el que los individuos se som etieran periódicam en
te a los «análisis génicos* d el m ism o m od o que
hoy nos vacunamos. E llo podría conducir a l desa
rro llo de una base racional de la eugenesia, es
decir, la acción dirigida a elim inar los genes n o
civos y fom en tar la propagación de los saludables.
T al vez e l análisis génico m asivo de la pobla
ción nos dé algún día la inform ación necesaria
para descubrir la raíz física de las enferm edades
mentales. T a l v e z incluso lleguem os a descubrir
las com binaciones de genes que determ inan p ro
piedades tales com o la gran inteligencia, la crea
tividad artística y esas cualidades que constituyen
la esencia de la Hum anidad en su fo rm a más no
b le y elevada.
¿Llegará entonces e l día en que podam os al
canzar el supremo o b je tiv o de gobernar nuestra
evolución, inteligente y resueltamente, a fin de
desarrollar una fo rm a de vid a m e jo r y más avan
zada?
ÍNDICE
I n tr o d u c c ió n : E l d e s c u b r im ie n t o . . . 5
Ca p í t u l o P r i m e r o
H E R E N C IA Y CROMOSOMAS
Antes de la c ie n c i a ...................... 21
G e n é t i c a ......................................... 23
División c e l u l a r ............................ 25
Ca pítu lo I I
DE IM PO R TA N C IA PR IM O R D IA L
E L LENG U AJE D E L A Q U IM IC A
Á to m o s ............................................................... 51
M o lé c u la s ..................................................... 55
Cadenas de c a r b o n o ................................. 58
Carbono en a n illo s ........................................ 65
Ca p ít u l o IV
LA S P IE Z A S DE CONSTRUCCIÓ N
DE P R O TE IN A S
C a p ít u l o V
F IG U R A DE L A P R O T E IN A
C a p ít u l o V I
LO C A LIZ A C IÓ N D E L CÓDIGO
EL COMPUESTO C E N IC IE N TA
F ó s fo ro .................................................... 143
Las dos v a r ie d a d e s . 147
Purinas y pirimidinas . . *. . . . 151
Ensambladura de las piezas . . . . 155
Ca p ít u l o V III
DE CADENA A H ÉLICE
Longitud de la cadena. . . . . 165
Diversidad de la c a d e n a ......................168
Entra la h é lic e ......................................... 172
C a p ít u l o IX
Ca p ít u l o X
DESCIFRANDO E L CÓDIGO
C a p ít u lo X II
E L FUTURO
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