Jameson Fredric, El Giro Cultural PDF
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Reconocimientos
El posmodernismo y la sociedad de consumo se
public por primera vez en E. Ann Kaplan
(comp.), Postmodernism and Its Discontents:
Theories, Practices, Londres, Verso, 1988, y
combina elementos de Postmodernism and the
Consumer Society, en Hal Foster (comp.),
The Anti-Aesthetic, Port Townsend, WA, Bay
Press, 1983, y Postmodernism: the Cultural
Logic of Late Capitalism, en New Left Review
146 (julio-agosto de 1984).
Teoras de lo posmoderno se edit por primera
vez como The Politics of Theory: Ideological
Positions in the Debate, en New German
Critique 53 (otoo de 1984).
Marxismo
posmodernismo
se
public
Prlogo
1. El posmodernismo y la sociedad
de consumo
EL PASTICHE ECLIPSA LA
PARODIA
Uno de los rasgos o prcticas ms importantes del
posmodernismo de hoy en da es el pastiche. Ante
todo, debo explicar este trmino (procedente del
lenguaje de las artes visuales), que la gente en
general confunde con el fenmeno verbal
relacionado denominado parodia o lo asimila a l.
Tanto el pastiche como la parodia implican la
LA MODA DE LA NOSTALGIA
Como esto puede parecer muy abstracto, quiero
dar algunos ejemplos, uno de los cuales es tan
omnipresente que contadas veces lo vinculamos a
los tipos de rumbos en el arte elevado que
discutimos aqu. Esta prctica particular del
pastiche no pertenece a la cultura superior sino
que se encuentra en gran parte en la cultura de
masas, y en general se la conoce como cine de la
nostalgia (lo que los franceses llaman
el egantemente la mode retro, la moda
retrospectiva). Debemos concebir esta categora
de la manera ms amplia. En sentido estrecho, sin
duda, consiste meramente en pelculas sobre el
pasado y momentos generacionales especficos de
ese pasado. As, uno de los filmes inaugurales de
este nuevo gnero (si lo es) fue Locura de
verano [American Graffiti],[n] de George Lucas,
EL POSMODERNISMO Y LA
CIUDAD
Ahora, antes de intentar proponer una conclusin
un tanto ms positiva, quiero esbozar el anlisis de
un edificio acabadamente posmoderno, una obra
que en muchos aspectos es poco caracterstica de
esa arquitectura posmoderna cuyos principales
nombres son Robert Venturi, Charles Moore,
Michael Graves y ms recientemente Frank Gehry,
pero que a mi juicio ofrece algunas lecciones muy
sorprendentes sobre la originalidad del espacio
posmodernista. Permtanme ampliar la figura que
recorri las observaciones precedentes y hacerla
an ms explcita: lo que propongo es la idea de
que estamos aqu en presencia de algo as como
una mutacin en el mismo espacio edificado. Lo
que quiero dar a entender es que nosotros mismos,
los sujetos humanos que por casualidad entramos
en este nuevo espacio, no hemos andado al mismo
paso que esa evolucin; hubo una mutacin en el
EL BONAVENTURE HOTEL
El edificio cuyas caractersticas enumerar aqu es
de Las Vegas.
En el primero de estos aspectos, el
Bonaventure de Portman confirma plenamente la
afirmacin: es un edificio popular, visitado con
entusiasmo tanto por residentes locales como por
turistas (aunque los otros edificios de Portman son
an ms exitosos en este sentido). Sin embargo, la
insercin populista en el tejido urbano es otra
cuestin, y con ella comenzaremos. El
Bonaventure tiene tres entradas: una por Figueroa
y las otras dos a travs de jardines elevados del
otro lado del hotel, levantado en la ladera que
queda de la antigua Beacon Hill. Ninguna de ellas
se parece a la vieja marquesina de hotel o la
monumental porte-cochre con que los suntuosos
edificios de otrora solan escenificar el paso de la
calle al antiguo interior. Los ingresos al
Bonaventure son, por decirlo as, laterales y ms
bien asuntos de puerta trasera: los jardines de la
parte de atrs dan acceso al sexto piso de las
LA NUEVA MQUINA
Pero como no anso que el espacio de Portman se
perciba como algo excepcional o bien
aparentemente marginado y especializado en el
ocio a la manera de Disneylandia, me gustara, de
pasada, yuxtaponer este complaciente y entretenido
(aunque desconcertante) espacio de tiempo libre a
su anlogo en un rea muy diferente, a saber, el
espacio de la guerra posmoderna, en particular
como lo evoca Michael Herr en su gran libro
sobre la experiencia de Vietnam, Despachos de
guerra.
Las
extraordinarias
innovaciones
lingsticas de esta obra pueden considerarse
posmodernas en la manera eclctica en que su
lenguaje fusiona impersonalmente toda una gama
LA ESTTICA DE LA SOCIEDAD
DE CONSUMO
Como conclusin, debo tratar ahora de
caracterizar la relacin de esta clase de
produccin cultural con la vida social de este pas
en nuestros das. ste ser tambin el momento de
abordar la principal objecin a conceptos del
posmodernismo del tipo de los que he esbozado
aqu: a saber, que los rasgos que enumeramos no
son nuevos en absoluto sino que caracterizaron en
abundancia el modernismo propiamente dicho o lo
que yo llamo alto modernismo. Despus de todo,
no estaba Thomas Mann interesado en la idea del
pastiche, y no es el captulo Los bueyes del sol,
de l Ulises de Joyce, su ms obvia realizacin?
No puede acaso incluirse a Flaubert, Mallarm y
Gertrude Stein en un tratamiento de la
temporalidad posmodernista? Qu hay de
novedoso en todo esto? Realmente necesitamos el
concepto de posmodernismo?
2. Teoras de lo posmoderno
general, izquierdista).
Por ejemplo, se puede saludar la llegada del
posmodernismo desde un punto de vista
esencialmente antimodernista.[1] Una generacin un
tanto anterior de tericos (muy en particular Ihab
Hassan) ya parece haber hecho algo as al abordar
la esttica posmodernista en trminos de una
temtica ms propiamente postestructuralista (el
ataque de Tel Quel a la ideologa de la
representacin, el fin de la metafsica occidental
heideggeriano o derridiano), donde lo que todava
contadas veces se denomina posmodernismo
(vase la profeca utpica al final de El orden de
las cosas, de Foucault) es saludado como la
llegada de una manera completamente nueva de
pensar y ser en el mundo. Pero como la
celebracin de Hassan tambin incluye varios de
los ms extremos monumentos del alto
modernismo (Joyce, Mallarm), sta sera una
postura relativamente ms ambigua si no fuera por
antimoderno/proposmoderno
y
promoderno/antiposmoderno se caracterizan por
la aceptacin del nuevo trmino, que equivale a un
3. Marxismo y posmodernismo
SISTEMA Y DIFERENCIACIN
Pero la idea de que hay algo extraviado y
contradictorio en una teora unificada de la
diferenciacin tambin descansa en una confusin
entre niveles de abstraccin: un sistema que
constitutivamente produce diferencias sigue siendo
un sistema, y tampoco se supone que la idea de
ste sea en especie como el objeto que trata de
LOS DETERMINANTES
SOCIALES DEL PENSAMIENTO
Ahora, sin embargo, quiero volver a la cuestin
PARADIGMAS HISTRICOS
Esta posibilidad de pensar por primera vez el
nuevo concepto de un modo de produccin se
describe a veces vagamente como una de las
formas recin emergentes de la conciencia
histrica, o historicidad. No es necesario, sin
embargo, recurrir al discurso filosfico de la
conciencia como tal, dado que lo que se describe
podra denominarse igualmente nuevos paradigmas
discursivos, y esta forma ms contempornea de
hablar de la emergencia conceptual se refuerza, en
el caso de los literatos, por la presencia junto a
ella de otro nuevo paradigma histrico en las
novelas de Sir Walter Scott (tal como Lukcs lo
interpreta
en La novela histrica).[9] La
desigualdad que permiti a los pensadores
franceses (Turgot, pero tambin el mismo
Rousseau!) conceptualizar un modo de
produccin probablemente tena que ver tanto
como cualquier otra cosa con la situacin
prerrevolucionaria de la Francia de ese periodo,
en que las formas feudales se destacaban cada vez
ms rigurosamente en su diferencia distintiva con
respecto a toda una cultura y conciencia de clase
burguesas recin emergentes.
Escocia es en muchos aspectos un caso ms
complejo e interesante porque, como ltimo de los
pases emergentes del Primer Mundo, o primero de
los del Tercer Mundo (para usar la provocativa
idea de Tom Naim en The Break-up of
Britain),[10] la Escocia de la Ilustracin es sobre
todo el espacio de una coexistencia de zonas
radicalmente distintas de produccin y cultura: la
economa arcaica de los habitantes de las Tierras
EL LUGAR DE LA
PRODUCCIN CULTURAL
Featherstone,
por
ejemplo,
cree
que
posmodernismo, en el uso que yo le doy, es una
categora especficamente cultural:[11] no lo es, y
4. Las antinomias de la
posmodernidad
modo de produccin.
No obstante, en la medida en que esos cambios
todava siguen siendo tendencias, y nuestros
anlisis de la actualidad estn regidos por la
seleccin de lo que creemos que persistir o se
desarrollar, cualquier intento de decir qu es el
posmodernismo difcilmente pueda separarse del
intento an ms problemtico de decir adonde est
yendo; en sntesis, liberar sus contradicciones,
imaginar sus consecuencias (y las consecuencias
de stas) y conjeturar la forma de sus agentes e
instituciones en alguna madurez ms plenamente
desarrollada de lo que hoy slo pueden ser, a lo
sumo, tendencias y corrientes. Toda teora del
posmodernismo es entonces una prediccin del
futuro, con una baraja defectuosa.
Convencionalmente se distingue una antinomia
de una contradiccin, como mnimo porque la
sabidura popular da a entender que la ltima es
susceptible de una solucin o una resolucin, en
I
El tiempo es hoy una funcin de la velocidad, y
evidentemente slo perceptible en trminos de su
celeridad como tal: como si la antigua oposicin
bergsoniana entre medida y vida, tiempo del reloj
y tiempo vivido, hubiera perdido vigencia, junto
con esa eternidad virtual o lenta permanencia sin
II
Por lo menos es seguro que no se repite aqu la
forma por la cual una dimensin de la anttesis
necesariamente se expresa por medio del carcter
figurativo de la otra, con el tiempo que requiere
para hacerlo en trminos espaciales; en este
sentido, la anttesis tiempo-espacio tampoco es
simtrica o reversible. El espacio no parece exigir
una expresin temporal; si no es lo que prescinde
absolutamente de ese carcter figurativo temporal,
podra decirse entonces, como mnimo, que es lo
que reprime absolutamente la temporalidad y esa
figuratividad, en beneficio de otras figuras y
cdigos. Si la Diferencia y la Identidad estn en
que
resulta
bastante
claro
que
los
a u t o d e n o m i n a d o s happenings
tienen
necesariamente su lugar.
Espero que no se me malinterprete si sigo a
una serie de historiadores del perodo al sugerir
que fue una poca de grandes actuaciones y una
creativa mise en scne, ms que de composicin y
produccin originales de nuevas obras (a pesar del
prestigio de los pocos dramaturgos autnticos
como Beckett, cuyos nombres salpican el registro
del perodo): en otras palabras, nuevas puestas en
escena de Shakespeare en todo el planeta, en vez
de nuevos e inimaginables Shakespeares en toda
clase de escenarios improbables del teatro
mundial (pero no perdamos el tiempo en el
entretenido ejercicio de pensar en los nombres de
las excepciones, como Soyenka o Fugard). Todo lo
que quisiera sealar en este punto es que la
prctica teatral de ese perodo se mantiene a cierta
distancia mnima de los textos que presupone
6. Transformaciones de la imagen
en la posmodernidad
I
La mayora de las veces se caracteriz a la
posmodernidad como el fin de algo (yo mismo lo
hice, como muchas otras personas): tampoco es
sorprendente, cuando nos vemos ante la
emergencia de un modo completamente nuevo de
vivir lo cotidiano, que se tomen y teoricen indicios
aleatorios del cambio, en lugar de la forma plena,
hasta ahora ausente. Recuerdo cuando Immanuel
Wallerstein, en una discusin, nos invit a
II
La historia de la visin y lo visible en nuestros
tiempos ha sido contada en una serie de versiones,
de las que las ms recientes son el enciclopdico
Downcast Eyes, de Martin Jay, [4] y Techniques of
the Observer, de Jonathan Crary, [5] detrs de los
cuales se yerguen ricos desarrollos de la teora
cinematogrfica contempornea. Quiero contar
esta historia de una manera diferente, un proyecto
que exige dos comentarios iniciales. El primero es
que sera errneo pensar que cualquier narracin
histrica singular de este tipo es verdadera o
correcta: las diversas historias alternativas son
formas de poner en escena o representar un
material que no es intrnsecamente representable
por derecho propio. El segundo tiene que ver con
el uso de nuevos conceptos filosficos o tericos
como prueba de la emergencia de nuevas clases de
locales.
La apropiacin por parte de Michel Foucault
de los temas de la Otredad y la reificacin, que
comienza en la Historia de la locura en la poca
clsica y se desarrolla de manera caracterstica a
lo largo de su carrera, puede verse hoy como un
segundo momento de nuestro proceso: el de su
burocratizacin. El intento de Foucault de traducir
el anlisis epistemolgico en una poltica de la
dominacin y unir conocimiento y poder tan
ntimamente como para que en lo sucesivo sean
inseparables, transforma ahora la Mirada en un
instrumento de medicin. Con ello, lo visible se
convierte en la mirada burocrtica, que busca por
doquier la mensurabilidad del Otro y su mundo, de
aqu en ms reificados.
Esta movida implica una redistribucin
fundamental de los nfasis, si no una completa
inversin del anterior modelo sartreano de la
Mirada: dado que lo que se generaliza aqu es el
culturalmente familiar.
Con ello, el espacio cerrado de lo esttico
tambin queda abierto a su contexto, en lo
sucesivo totalmente culturizado: de all los ataques
crticos de los posmodernistas contra las
anticuadas nociones de la autonoma de la obra
de arte y la autonoma de lo esttico que
persistieron a lo largo del perodo moderno o,
mejor an, le sirvieron de piedra angular
filosfica. En efecto, en un sentido filosfico
estricto, este fin de lo moderno tambin debe
expresar el fin de lo esttico, o de la esttica en
general: pues cuando sta impregna todo, cuando
la esfera de la cultura se expande al extremo de
que, de una u otra manera, todo se asimila a ella,
la tradicional distintividad o especificidad de lo
esttico (e incluso de la cultura como tal)
necesariamente se desdibuja o se pierde por
completo.
El retorno de lo esttico, sin embargo, pareci
III
Las obras que tengo en mente son en su mayor
parte europeas y de tan alta calidad intelectual que
avergenzan
a
operaciones
reaccionarias
norteamericanas como el The New Criterion de
Hilton Kramer. Es incuestionable que el retorno a
lo esttico que proponen tambin tiene
implicaciones polticas en un contexto europeo
bastante diferente, puesto que, lo mismo que la
revista de Kramer, todas ellas expresaron alivio a
fines de los aos sesenta y, ms all de eso, al
IV
Exploraremos ahora las consecuencias visuales de
este retomo de lo esttico en la produccin de
imgenes del cine contemporneo, donde el
seuelo de la Belleza y la ideologa del
esteticismo parecen desempear un renovado
papel, aunque histricamente modificado. Quiero
pasar revista a un cineasta ingls (Derek Jarman),
uno africano (Souleymane Ciss) y uno mexicano
(Paul Leduc), antes de examinar algunos recientes
no puede tolerar.
Se ofrecen entonces como sustitutos el arte y la
religin, el pseudoesteticismo en la forma en que
lo hemos examinado aqu y sus espectrales
imgenes residuales en la lenta conversin de la
religin del arte en el arte de la religin.
V
El argumento final que quiero plantear tiene que
ver con la belleza misma. En un perodo en que la
propia Decadencia sufre algunas reevaluaciones
muy interesantes, parece simplemente apropiado
recordar en el presente contexto el papel
subversivo de la belleza en una sociedad herida
por la mercantilizacin naciente. El fin de sicle,
desde Morris hasta Wilde, la despleg como un
arma poltica contra una complaciente sociedad
burguesa victoriana y materialista, y dramatiz su
8. El ladrillo y el globo:
arquitectura, idealismo y
especulacin con la tierra
concreta
que
Fitch
desea
revelarnos
dramticamente, con los nombres de los
involucrados y una descripcin de sus actividades.
Ya hemos sealado un nivel del operativo, el de
los planificadores de la ciudad, que tambin
forman parte del crculo de su elite financiera y
empresaria; y en este punto Fitch, ciertamente,
menciona nombres y da una breve descripcin de
algunas de las carreras de los actores; pero en un
nivel todava relativamente colectivo, en que estas
personalidades biogrficas concretas representan
an una dinmica general de clase. No parece
injusto invocar una vez ms lo dialctico al
sealar que, en la medida en que Fitch desea
apelar al activismo de la gente en su programa
poltico por la regeneracin de Nueva York,
tambin se ve obligado a identificar a
determinadas personas del otro lado y convalidar
su afirmacin de que los individuos todava
pueden realizar cosas en la historia demostrando
altos
estn
diseminados
en
un
ordenamiento abierto [] como las aspas
de un molino, y los diferentes volmenes
se sitan de manera tal que sus sombras
respectivas tocan lo menos posible a los
dems. [] Al desplazarnos por la
Rockefeller Plaza en medio de los
edificios, tomamos conciencia de nuevas e
inhabituales interrelaciones entre ellos. No
hay una posicin nica desde la que se los
puede captar o abarcar en una sola visin.
[] [Esto produce] un extraordinario y
novedoso efecto, en cierto modo como el
de una esfera giratoria con facetas
espejadas en un saln de baile, donde esas
facetas reflejan remolineantes manchas de
luz en todas las direcciones y de todas las
dimensiones.[27]
No es ste el lugar para evaluar ms
FREDRIC JAMESON.
(14 de abril de
1934) es un crtico y terico literario de ideologa
marxista.
Jameson naci en Cleveland, Ohio. Tras
graduarse en el Haverford College en 1954, se
desplaz a Europa por un breve periodo,
estudiando en Aix-en-Provence, Mnich y Berln,
donde aprendi sobre los ltimas tendencias en
filosofa continental, incluido el ascenso del
estructuralismo. Volvi a Amrica el ao siguiente
para hacer su doctorado en la Universidad de
Notas
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Vase, por ejemplo, Charles Jencks, LateModern Architecture, Nueva York, 1980; aqu, sin
embargo, Jencks modifica su uso del trmino, que
pasa de ser la designacin de un estilo cultural
dominante o de un perodo a convertirse en el
nombre de un movimiento esttico entre otros.
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Vase tambin Fred Pfeil, Makin FlippyFloppy: Postmodernism and the Baby-Boom
PMC, en The Year Left, Londres, 1985.
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Siegfried
Giedion, Space, Time and
Architecture, 1941; reedicin, Cambridge, Mass.,
1982, pg. 845. Agradezco a Charles Jencks por
recordarme este texto bsico.
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comparacin con la
extravagancia
corriente, que se detiene en la primera
etapa de la posesin y el goce, y el mero
derroche de dinero, el comportamiento de
este hombre es particularmente excntrico
porque los goces, representados aqu por
su equivalente monetario, son muy
prximos y lo tientan directamente. La
ausencia de una posesin y uso positivos
de las cosas por un lado, y el hecho de que
el simple acto de comprar se experimente
como una relacin entre la persona y los
objetos y como una satisfaccin personal,
por el otro, pueden explicarse por la
expansin que el mero acto de gastar
dinero permite a la persona. El dinero
tiende un puente entre esos individuos y los
objetos. Al cruzarlo, la mente experimenta
la atraccin de su posesin aun cuando de
hecho no la alcance.
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