San Alfonso Maria de Ligorio - La Oracion
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LA ORACIN
m
morgan
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2010 Morgan Editores
Alfonso Mara Ligorio LA ORACIN
Introduccin
Qu cosa es oracin
Necesidad de la oracin
EFICACIA DE LA ORACIN
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INTRODUCCION
Varias son las obras espirituales que he publicado. Citar las
"Visitas al Santsimo Sacramento y a Mara Santsima",
"LaPasin de Cristo" y "Las Glorias de Mara" Escrib tambin
otra obrita contra los materialistas y deistas, y otras, no pocas,
sobre varios temas devotos y espirituales, ms, tengo para m,
que no he escrito hasta ahora libro ms til que ste que trata
de la oracin, porque creo que es el medio ms necesario y
seguro para alcanzar la salvacin y todas las gracias que ella
acarrea. Y tengo esto tan cierto que, si me fuera posible,
quisiera lanzar al mundo tantos ejemplares de esta obra cuantos
son los cristianos que en la tierra viven. A todos gustosamente
se la regalara: a ver si por fin llegan a entender todos la
necesidad que tenemos de la oracin para salvamos.
Hablo as, porque veo, por una parte, la absoluta necesidad que
tenemos de la oracin, segn doctrina repetida en las sagradas
Escrituras y en los libros de los Santos Padres; y por otra, el
poco cuidado que los cristianos tienen en practicar este gran
medio de salvacin.
Y hay an otra cosa que me aflige todava ms. el ver que los
predicadores y confesores hablan muy poco de esto a sus
oyentes y a las almas que dirigen, y que los libros piadosos que
andan hoy en manos de los fieles no tratan con bastante
insistencia de este importantsimo tema. Sin embargo creo yo
que predicadores, confesores y libros de ninguna otra cosa
debieran tratar con ms extensin que de este asunto de la
oracin. Continuamente estn inculcando otros excelentes
medios para que las almas se conserven en gracia de Dios, tales
como la huida de las ocasiones, la frecuencia de los
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NECESIDAD DE LA ORACION
En grave error incurrieron los pelagianos al afirmar que la
oracin no es necesaria para alcanzar la salvacin. Afirmaba su
impo maestro, Pelagio, que slo se condena el hombre que es
negligente en conocer las verdades que es necesario saber para
la vida eterna. Mas el gran San Agustn salile al paso con
estas palabras: Cosa extraa: de todo quiere hablar Pelagio
menos de la oracin, la cual sin embargo (as escriba y
enseaba el santo) es el nico camino para adquirir la ciencia
de los santos, como claramente lo escriba el apstol Santiago:
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rezan. Pero el mismo doctor sostiene como cierto que las otras
gracias, sobre todo el don de la perseverancia, no se conceden
sino a los que rezan.
De aqu que los telogos con San Basilio, San Juan
Crisstomo, Clemente Alejandrino y otros muchos, entre los
cuales se halla San Agustn, sostienen comnmente que la
oracin es necesaria a los adultos y no tan slo necesaria como
necesidad de precepto, como dicen las escuelas, sino como
necesidad de medio. Lo cual quiere decir que, segn la
providencia ordinaria de Dios, ningn cristiano puede salvarse
sin encomendarse a Dios pidindole las gracias necesarias para
su salvacin. Y lo mismo sostiene Santo Toms con estas
graves palabras: Despus del Bautismo le es necesaria al
hombre continua oracin, pues si es verdad que por el bautismo
se borran todos los pecados, no lo es menos que queda la
inclinacin desordenada al pecado en las entraas del alma y
que por fuera el mundo y el demonio nos persiguen a todas
horas.
He aqu como el Anglico Doctor dernuestra en pocas palabras
la necesidad que tenemos de la oracin. Nosotros, dice, para
salvamos tenernos que luchar y vencer, segn aquello de San
Pablo: El que combate en los juegos pblicos no es coronado,
si no combatere segn las leyes. Sin la gracia de Dios no
podemos resistir a rnuchos y poderosos enemigos... Y como
esta gracia slo se da a los que rezan, por tanto sin oracin no
hay victoria, no hay salvacin.
Que la oracin sea el nico medio ordinario para alcanzar los
dones divinos lo afirma claramente el mismo Santo Doctor en
otro lugar, donde dice que el Seor ha ordenado que las gracias
que desde toda la eternidad ha determinado concedernos nos
las ha de dar slo por medio de la oracin. Y confirma lo
mismo San Gregorio con estas palabras. Rezando alcanzan los
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II
LA ORACIONES NECESARIA PARA
VENCER LAS TENTACIONES Y GUARDAR
LOS MANDAMIENTOS
Es adems la oracin el arma ms necesaria par defendemos de
los enemigos de nuestra alma. EL que no la emplea, dice Santo
Toms, est perdido. El Santo Doctor no duda en afirmar que
cay Adn porque no acudi a Dios en el momento de la
tentaci6n. Lo mismo dice San Gelasio, hablando de 1os ngeles
rebeldes:No aprovecharon la gracia de Dios y porque no
oraron, no pudieron conservarse en santidad. San Carlos
Borromeo dice en una de sus cartas pastoraless que de todos
los medios que el Seor nos dio en el evangelio, el que ocupa
el primer lugar es la oracin. Y hasta quiso que la oracin fuera
el sello que distinguiera su Iglesia de las dems sectas, pues
dijo de ella que su casa era casa de oracin: Mi casa ser
llamada casa de oracin. Co razn,pues, concluye San Carlos
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III
DE LA NECESIDAD DE ACUDIR
A LOS SANTOS COMO NUESTROS
INTERCESORES
Aqu aparece el lugar conveniente para tratar de la duda si es
necesario tambin recurrir a la intercesin de los Santos para
alcanzar las gracias divinas.
Que sea cosa buena y til invocar a los Santos para que nos
sirvan de intercesores y nos alcancen por los mritos de
Jesucristo lo que por los nuestros no podemos obtener, es
doctrina que no podernos negar, pues as lo declar la Santa
Iglesia en el Concilio de Trento. Lo negaba el impo Calvino,
pero esa desatino e impiedad, porque., en efecto, nadie osar
negar que es bueno y til acudir a las almas santas que en el
mundo viven para que vengan en nuestra ayuda con sus
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DE LA INTERCESION DE
MARIA SANTISIMA
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Podemos por tanto asegurar que todos los bienes que del Seor
recibirnos, nos llegan por medio de la intercesin de Mara.
Qu por qu es as? Responde categricamente San Bernardo:
Porque as lo ha dispuesto el mismo Dios. Esta es su divina
voluntad, son palabras de San Bernardo, que todo lo recibamos
por manos de Mara Pero San Agustn da otra razn y parece
ms lgica, y es que Mara es propiamente nuestra Madre; lo
es, porque su caridad cooper para que nacisernos a la vida de
la gracia y furamos hechos miembros de nuestra cabeza que es
Jesucristo. Pues ella ha cooperado con su bondad al nacimiento
espiritual de todos los redimidos, por eso ha querido el Seor
que con su intercesin coopere a que tengan la vida de la gracia
en este mundo, y en el otro mundo la vida de la gloria. Que por
esto la Santa Iglesia se complace en llamar y saludarla con
estas suavsimas palabras: Vida, dulzura y esperanza nuestra.
Nos exhorta San Bernardo a recurrir siempre a esta divina
Madre, ya que sus splicas son siempre escuchadas por su
divino Hijo. Acudamos a Mara, exclama con fervoroso acento,
lo digo sin vacilar..., el Hijo oir a su Madre. A continuacin
aade: Hijos mos, Ella es la escala de los pecadores. Ella mi
mxima esperanza, Ella, toda la razn de confianza del alma
ma. La llama escala, porque as como no podemos subir el
tercer escaln sin poner antes el pie en el segundo, de la misma
manera nadie llega a Dios sino es por medio de Jesucristo, y a
Jesucristo nadie llega sino por medio de Mara. Y aade que es
su mxima esperanza y el fundamento de su confianza porque
Dios ha dispuesto que todas las gracias nos pasen por manos de
Mara. Por esto concluye recordndonos que todas las gracias
que queramos obtener, las pidamos por medio de Mara,
porque ella alcanza todo lo que quiere y sus oraciones jams
sern desatendidas. He aqu sus textuales palabras: Busquemos
la gracia, y busqumosla por medio de Mara, porque halla
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DE LA BUENA ORACION
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HAY QUE ORAR CON HUMILDAD
Escucha el Seor bondadosamente las oraciones de sus siervos,
pero slo de sus siervos sencillos y humildes, como dice el
Salmista: Mir el Seor la oracin de los humildes. Y aade el
apstol Santiago: Dios resiste a los soberbios y da sus gracias a
los humildes. No escucha el Seor las oraciones de los
soberbios que slo confan en sus fuerzas, antes los deja en su
propia miseria, y en ese msero estado, privados de la ayuda de
Dios, se pierden sin remedio. As lo confesaba David con
lgrimas amargas: Antes que fuera humillado,ca Pequ porque
no era humilde. Lo mismo acaeci al apstol Pedro el cual,
cuando el Seor anunci que aquella misma noche todos sus
discpulos le haban de abandonar, l, en vez de confesar su
debilidad y pedir fuerzas al Maestro para no serie infiel, confi
demasiado en sus propias fuerzas y replic animoso que,
aunque todos le abandonaran, l no le abandonara. Predcele
de nuevo Jess que aquella misma noche, antes que cantase el
gallo, tres veces le haba de negar; de nuevo,Pedro fiado en sus
bros naturales contest orgullosamente: Aunque tenga que
morir, yo no te negar. Qu pas? Apenas el malhadado puso
los pies en la casa del pontfice, le echaron en cara que era
discpulo del Nazareno y l por tres veces le neg
descaradamente y afirm con juramento que no conoca a tal
hombre. Si Pedro se hubiera humillado y con humildad hubiera
pedido a su divino Maestro la gracia de la fortaleza,
seguramente no le hubiera negado tan villanamente.
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IV
HAY QUE ORAR CON CONFIANZA
Lo que ms encarecidamente nos pide el apstol Santiago, si
queremos alcanzar con la oracin las divinas gracias, es que
recemos con la ms firme confianza de que seremos odos.
Pide,dice, con confianza, sin dudar nada. Santo Toms nos
ensea que as como la oracin tiene su mrito por la caridad,
as tiene su maravillosa eficacia por la fe y la confianza. Lo
mismo nos predica San Bernardo, el cual afirma solemnemente
que la sola confianza nos obtiene las misericordias divinas.
La causa de que nuestra confianza en la misericordia divina sea
tan grata al Seor es porque de esta manera honramos y
ensalzamos su infinita bondad que fue la que El quiso sobre
todo manifestar al mundo cuando nos dio la vida. As lo
cantaba el profeta, cuando deca: Algrense, Dios mo, todos
los que en Ti esperan, porque as sern eternamente benditos y
T vivirs en medio de ellos. Y en otro lugar exclama:
Protector es el Seor de todos los que esperan en El. Seor, T
eres el que salvas a los que confan en Ti.
Oh, qu hermosas son las promesas que Dios ha hecho en las
Sagradas Escrituras a aquellos que confan en El! Los que
esperan en El no caern en pecado. La causa la da el profeta
David, cuando dice que los ojos del Seor descansan sobre
aquellos que le temen y confan en su misericordia para salvar
sus almas de la muerte de la culpa. En otro lugar dice el mismo
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LOS FUNDAMENTOS DE
NUESTRA CONFIANZA
Y ahora quizs dir alguno: Pues si yo soy ruin y miserable
sobre qu fundamento puedo apoyar mi confianza de alcanzar
todo lo que pidiere? Sobre qu fundamento? Sobre aquella
promesa infalible que hizo Jesucristo, cuando dijo: Pedid y
recibiris. Quin puede temer ser engaado, pregunta San
Agustn, cuando el que promete es la misma verdad? Cmo
podemos dudar de la eficacia de nuestras oraciones, cuando
Dios, que es la misma verdad, nos garantiza solemnemente que
nos dar todo lo que pidamos? Y aade el mismo santo Doctor:
Nonos exhortara a pedir, si no quisiera escuchar. Pero leamos
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VI
TAMBIEN LOS PECADORES DEBEN ORAR
No faltar alguno que dir por ventura: Soy pecador y por tanto
no puedo rezar, porque le en las Sagradas Escrituras: Dios no
oye a los pecadores. Mas nos ataja Santo Toms, diciendo con
San Agustn, que as habl por su cuenta el ciego del
Evangelio, cuando an no haba sido iluminado por Cristo. Y
luego, aade el Anglico, que eso slo se puede decir del
pecador, en cuanto es pecador, esto es, cuando pide al Seor
medios para seguir pecando, como si se pidiese al cielo ayuda
para vengarse de su enemigo o para llevar adelante alguna mala
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HAY QUE ORAR CON PERSEVERANCIA
Nuestra oracin sea humilde y llena de confianza en Dios; mas
esto no basta para tener la perseverancia final y con ella la
salvacin eterna. Verdad es que nuestras oraciones cotidianas
nos alcanzarn las gracias que necesitamos para cada momento
de nuestra vida, mas si no seguimos hasta el fin en la oracin,
no conseguiremos el don de la perseverancia final, y es que
esta gracia' por ser como el resultado de todas las otras, exige
que multipliquemos nuestras plegarias y perseveremos hasta la
muerte.
La gracia de la salvacin eterna no es una sola gracia, es ms
bien una cadena de gracias, y todas ellas unidas forman el don
de la perseverancia. A esta cadena de gracias ha de
corresponder otra cadena de oraciones, si es lcito hablar as, y,
por tanto si rompemos la cadena de la oracin, rota queda la
cadena de las gracias que han de obtenernos la salvacin, y
estaremos fatalmente perdidos.
Tengamos por indubitable ver dad que la perseverancia final es
gracia que nosotros no podemos merecer. As nos lo ensea el
sagrado Concilio de Trento con estas palabras: Slo puede
otorgarla Aquel que tiene poder para sostener a los que estn
de pie y hacerles permanecer as hasta el fin. Mas a esto replica
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amigo dio los panes que le peda contra su voluntad y slo por
deshacerse de sus impertinencias qu har el Seor, quien no
tan slo nos exhorta a que le pidamos, sino que lleva muy a
mal cuando no le pedimos? Tengamos en cuenta que Dios es
bondad infinita y que tiene grandes deseos de que le pidamos
sus divinos dones. De donde podemos concluir que
gustosamente nos conceder cuantas gracias demandemos. Lo
mismo escribe Comelio Alpide, del cual es esta sentencia:
Quiere Dios que perseveremos en la oracin hasta la
importunidad. Ac en el mundo los hombres no pueden
soportar a los importunos, mas Dios no slo los soporta, sino
que desea que con esa terca importunidad le pidan sus gracias y
sobre todo el don de la perseverancia. As San Gregorio lo
afirm, cuando escriba: El Seor quiere ser repetidamente
llamado, quiere ser obligado, quiere ser vencido por nuestras
amorosas importunidades. Buena es esta violencia, ya que con
ella, lejos de ofenderse nuestro Dios se calma y aplaca.
Pues, para alcanzar la santa perseverancia forzoso ser que nos
encomendemos a Dios siempre, maana y tarde, en la
meditacin, en la misa, en la comunin y muy especialmente
en la hora de la tentacin. Entonces debemos acudir al Seor y
no cansarnos de repetir: Aydame, Seor, sostnme con tus
manos benditas... no me dejes... ten piedad de m. Hay por
ventura cosa ms sencilla que decir a Dios: Aydame...
assteme ... ? Dijo el Salmista: har dentro de m oracin a
Dios, autor de mi vida. Comentando este lugar la glosa aade:
Alguno por ventura podr decir que no puede ayunar, ni dar
limosna, pero si se le dice: reza... a esto no podr alegar que no
puede. Y es que no hay cosa ms sencilla que la oracin. Sin
embargo, por eso mismo no debernos dejar apagarse en
nuestros labios la oracin. A todas horas hemos de hacer fuerza
sobre el corazn de Dios para que nos socorra siempre; que
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VIII
SE DICE POR QUE EL SEOR NO NOS DA
HASTA EL FIN LA GRACIA DE LA
PERSEVERANCIA
Y ahora dir alguno. Pues si el Seor puede y quiere damos la
santa perseverancia, por qu no nos la da de una vez, cuando
se la pedimos? A esta pregunta responden los santos Padres
alegando muchas y sapientsimas razones.
Y es la primera, que Dios quiere por este camino probar la
confianza que tenemos en El.
La segunda nos la da San Agustn cuando escribe que es
porque quiere el Seor que suspiremos por ella con grandes
deseos. Y aade, no quiere darte el Seor la perseverancia,
apenas se la pides, para que aprendas que las cosas muy
excelentes hay que desearlas con muy grandes ansias: pues
vemos ac que lo que por mucho tiempo codiciamos, lo
saboreamos ms deliciosamente cuando lo poseemos, y las
cosas que pedimos y al punto recibimos fcilmente las
estimamos poco y hasta tenemos por viles.
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Otra razn podemos dar y es que Dios quiere de este modo que
nos acordemos ms de El. Si, en efecto, estuviramos ya
seguros de la perseverancia y de nuestra salvacin eterna y no
sintiramos a cada paso necesidad de la ayuda de Dios,
fcilmente nos olvidaramos de El. Los pobres, porque padecen
pobreza, por eso acuden a casa de los potentados, que tienen
riquezas. Por esto mismo dice el Crisstomo que no quiere el
Seor darnos la gracia completa de la salvacin hasta la hora
de nuestra muerte, para vernos muy a menudo a sus pies y
tener El la satisfaccin de llenamos a todas horas de beneficios.
Y an podemos dar otra cuarta y ltima razn, y es que con la
oracin diaria y continua nos unimos con Dios con lazos ms
estrechos de caridad. Lo afirma el mismo San Juan Crisstomo
con estas palabras: No es la oracin pequeo vnculo de amor
divino, sino que as el alma se acostumbra a tener sabrosos
coloquios con Dios, y este acudir a El y este confiar que
nuestras oraciones nos van a obtener las gracias que deseamos,
es llama y cadena de santo amor, que nos abrasa y nos une ms
ntimamente con Dios.
Qu hasta cundo hemos de orar? Responde el mismo Santo:
Hemos de orar siempre, hasta que oigamos la sentencia de
nuestra salvacin eterna, es decir, hasta la muerte. Este es el
consejo que el Santo nos da: No cejes hasta que no recibas tu
galardn. Y aade: El que dijere que no suspender su oracin
hasta que sea salvo, se se salvar, Ya escriba antes el Apstol
que muchos son los que toman parte en los campeonatos pero
que uno solamente gana el premio. No sabis, exclamaba, que
los que corren en el estadio, si bien todos corren, uno solo se
lleva el premio ? Corred, pues, de tal modo que lo ganis.
Por aqu podemos ver que no basta orar: hay que orar siempre
hasta que recibamos la corona que Dios ha prometido a
aquellos que no cesan en la oracin.
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