Cabodevilla Jose Maria - Feria de Utopias
Cabodevilla Jose Maria - Feria de Utopias
Cabodevilla Jose Maria - Feria de Utopias
(Contraportada)
Feria de utopas
Estudio sobre la felicidad humana
El tema de las utopas no es slo un tema sumamente actual. Es
tambin un camino privilegiado para la exploracin del ser humano. Ser
hombre significa tener una utopa (Ernst Bloch).
Cada poca de la historia tiene su utopa, su sueo, de tal forma que
acaso la Historia universal no sea en definitiva sino la historia de unos
pocos deseos universales: de las diversas configuraciones que con el
tiempo fueron tomando. Los modelos fundamentales, sin embargo, siguen
siendo los mismos. Cabodevilla los ha reducido a siete, tantos como los
colores fundamentales de suyo, cualquier cifra resultara a la vez
aceptable y discutible, tan insuficiente como excesiva, nmero que
siempre ha simbolizado la totalidad (las combinaciones son infinitas; el
naranja se obtiene mezclando el ideal del progreso cientfico con el ideal
de la igualdad social).
Lo utpico no coincide precisamente con lo imposible. Contiene ms
bien una verdad prematura. Por eso, ms que una visin del futuro, la
utopa constituye una interpretacin del presente: ese futuro viene a ser
como una contra-imagen, una crtica radical, una comprensin nueva de la
actualidad a partir de sus posibilidades no explotadas, bloqueadas por el
sistema imperante. De ah la inmensa fuerza subversiva y anticipadora de
las utopas. En vez de decir: la revolucin es imposible, Cabodevilla
propone esta otra redaccin: lo imposible es revolucionario. Lo que ocurre
es que, cuando un dedo seala la luna, el necio se queda mirando al
dedo. El peligro hoy reside en que tambin la utopa sea integrada dentro
del sistema, domesticada y desvirtuada.
Libro de clara concepcin dialctica, en l dialogan incansablemente
un cierto escepticismo y una cierta obstinacin revolucionaria. La gran
irona de fondo que late en todas las obras de Cabodevilla, se hace aqu
presente desde el comienzo, mediante este aviso: Por lo que al criterio
particular del autor se refiere, sepan ustedes que su rostro est bien visible
dentro del cuadro: no en un ngulo, no en la cara de ese condestable o de
ese monje que sonre a la izquierda del lienzo, sino a todo lo largo y ancho
de la obra, como esas figuras de pasatiempo que slo se hacen
reconocibles al ir trazando una lnea quebrada entre punto y punto.
1
FERIA DE UTOPAS
Estudio sobre la felicidad humana
POR
MADRID
1974
NDICE GENERAL
1. DOMINGO...................................................................................................................4
La utopa del retorno a la naturaleza.............................................................................4
2. LUNES......................................................................................................................49
La utopa del progreso.................................................................................................49
3. MARTES....................................................................................................................84
La utopa de los pacficos y de los amantes................................................................84
4. MIRCOLES............................................................................................................114
La utopa de los pobres..............................................................................................114
5. JUEVES...................................................................................................................152
La utopa de la libertad y la utopa de los refugios....................................................152
6. VIERNES................................................................................................................180
La utopa del filosofo juicioso...................................................................................180
7. SBADO.................................................................................................................206
Las utopas religiosas................................................................................................206
8. EL OCTAVO DA......................................................................................................229
La utopa realizada....................................................................................................229
1. Domingo
LA UTOPA DEL RETORNO A LA NATURALEZA
I
Ms o menos quisiera decir esto, para empezar: que apruebo
cordialmente ese triunfo tan absoluto y desdeoso de la Naturaleza, que lo
ignora todo, que arrasa con todo, que demuestra su obstinacin indomable,
que hizo crecer la hierba junto a las columnas del Partenn hasta que
acab derribndolas por tierra. Ahora aquellos sillares se han reintegrado
ya a su lugar de origen: el apartado correspondiente a las rocas del
Mioceno. Me gusta eso que, para entendernos de algn modo, llamaramos
la indiferencia soberana de la Naturaleza hacia las obras, industrias y
vanidades del hombre.
Estoy tumbado junto a la orilla del mar.
El sol me envuelve y sin duda tambin me penetra. Vuelan tres o
cuatro gaviotas ah arriba, eso es todo. No existe otra descripcin posible
sino ir sealando cada cosa: esto es una flor, esto es un trozo de cuarzo,
una gaviota, un cuerpo humano. Encontrar ahora una metfora aceptable
para el vuelo de estas gaviotas supondra demasiado esfuerzo, casi tanto
como incorporarme y echar a andar. Larus argentatus. De todas formas,
preferira que Linneo les hubiese dado otro nombre: nuntius paradisi, por
ejemplo. No se tratara de una metfora, sino de una calificacin cientfica.
Porque han de saber ustedes que el paraso es la Tierra.
La Tierra, cualquier tierra, significa el nico paraso verdadero para
todo navegante que, despus de tantos aos de vida a bordo, lleva ya el
nimo desalentado y la bodega exhausta.
Catlica Real Majestad: Partimos el viernes 3 de agosto de la barra
de Saltes a las ocho horas. Anduvimos con fuerte virazn hasta el poner
del sol hacia el Sur sesenta millas, que son quince leguas; despus al
Sudueste y al Sur cuarta del Surueste, que era el camino para las
Canarias.
Coln descubri Amrica el 12 de octubre de 1492. Armstrong lleg
a la Luna el 21 de julio de 1969. Nosotros pisamos el astro PW-53T el 32
de diciembre del ao siguiente. Son datos intercambiables.
6
en su sitio, en uno de los planetas que giran en torno al Sol, el cual forma
parte de una galaxia de cien mil millones de estrellas, la cual, junto con
otras veinticinco, integra una supergalaxia que, a su vez...
A ciento cuarenta y cuatro millones de kilmetros del Sol y a treinta y
dos mil aos luz del centro galctico, me limito a respirar pausadamente,
profundamente, El aire me entra hasta los mismos tutanos de la
conciencia.
Se trata de ser feliz. El sueo siempre frustrado del hombre, el
patrimonio seguro del rinoceronte y del colibr. Un viaje desde Santurce a
Bilbao pasando por la Patagonia? Walt Whitman hizo ese mismo viaje, tras
observar muy detenidamente a los animales: cmo nunca se inquietan ni se
quejan de su suerte, no se preocupan de almacenar cosas, ni se despiertan
por la noche con el remordimiento de sus pecados; no veneran ni adulan a
sus congneres, ninguno es respetable ni desgraciado, todos son felices.
Me pregunto si con el tiempo no llegar a ser este rincn del mundo
como una curiosa reserva de indgenas, objeto de investigacin para los
estudiosos de una disciplina que sea, no una seccin de la antropologa,
sino una rama suya desgajada (no empez siendo la psicologa, para los
griegos, una parte de la fsica?). Hoy por hoy, he aqu un grupo de hombres
que, segn se mire, son el fruto de desecho de las civilizaciones o la raz
de una humanidad nueva, un phylum que tantea y vacila al borde del
horizonte. Pero, vengan, asmense, qu es eso? No es la casa natal, el
bosque de eucaliptus a la derecha, el camino de grava partiendo en dos los
sembrados? Seores mos, la circunferencia no es el smbolo de un largo
viaje intil, sino el prototipo de la figura perfecta, el signo de Ja consumacin, de la inmutabilidad, de la integridad, de lo que no tiene principio ni
fin (segn la arquitectura islmica, el lugar de reunin de los feles ha de
ser una sala cuadrada, pero rematada por una cpula, ya que nicamente el
crculo es apto para representar la inmensidad divina).
No slo la Tierra es redonda; tambin lo es la Historia. Lo ha dicho
AdnAdn Garca o Adam Smith, el nico de la expedicin que
conserva todava algn gusto por la cultura.
II
Pero esto constituye nada ms el primer captulo, el primer distrito
del gran reino de Utopa, y es de saber que este reino tiene siete distritos o
demarcaciones.
Por qu siete?
Siete son las etapas de la vida del hombre, y a lo largo de ella se ve
defraudado setenta veces siete. Tambin la lira tiene siete cuerdas, y la
corte celestial siete jerarquas anglicas, y Niob siete hijos y siete hijas.
Nadie ignora tampoco que son siete las notas musicales, los ptalos de la
rosa mstica, las puertas de Tebas, los brazos del candelabro judo. Y si son
siete los colores del arco iris, a quin puede sorprender que sean siete
tambin las formas o variantes de la felicidad humana? Porque no s si les
dije a ustedes que este libro tratar de los siete parasos en que han ido
tomando cuerpo los sueos del hombre. Me consta que con un poco de
aplicacin llegaramos a contar setecientos (cualquier cifra resulta a la vez
aceptable y discutible, tan insuficiente como excesiva), pero da lo mismo,
se trata de diferentes combinaciones a base de los siete colores
fundamentales (el naranja se obtiene mezclando el ideal del progreso
cientfico con el ideal de la igualdad social).
Siete es el nmero de la totalidad: el nmero de pasos que dio Buda
en cada una de las cuatro direcciones para sentar las medidas del Universo;
el nmero de das que componen cada una de las cuatro fases de la Luna,
el nmero de estrellas pertenecientes a la Osa Mayor, con las cuales los
chinos relacionaron los siete agujeros del cuerpo humano. Siete es el
nmero de la totalidad en cada hombre, compuesto de cuerpo y alma. El
alma es un tres: tres son las potencias del alma, espejo de la Trinidad; el
cuerpo es un cuatro: cuatro son sus humores, y cuatro los elementos del
mundo en ellos aludidos. Cuatro ms tres, siete: el nmero privilegiado,
cannico, irreemplazable. Tres y cuatro, el trivium y el cuadrivium, todo el
humano saber. Y a fin de que la guerra sea lo ms equilibrada posible,
alguien arbitr, contra los siete pecados capitales, siete virtudes, tres
teologales y cuatro cardinales.
Siete sern, pues, salvo error u omisin, las provincias del reino de
Utopa.
El reino de Utopa o la escalada del zigurat, aquella construccin
mesopotmica que conduca a la perfeccin a travs de siete pisos
sucesivos que representaban los siete cielos planetarios. Porque ya se sabe
9
que eran siete los planetas, los que dieron nombre a los siete das de la
semana y, Dios mediante, habrn de darlo tambin a los siete captulos de
este libro.
Algo as como la vuelta al mundo en siete das. Un Heptamern
bastante ms rido, mucho menos risueo. Jornada primera, Jornada
segunda... El cronista promete ceirse a la realidad de los hechos y contar
nada ms aquello que vea, procurando la mayor objetividad, es decir,
olvidando lo menos posible e inventado lo menos posible. (De los grandes
viajeros historiadores deca Benjamn Disraeli que siempre han visto ms
cosas de las que recuerdan y recuerdan ms cosas de las que han visto.)
Por supuesto, el reino de Utopa es una isla.
Debe serlo, por fuerza. Una porcin de tierra enteramente rodeada de
agua. Quiero decir que la configuracin habitual de Utopa como isla no se
debe en modo alguno a la autoridad de Toms Moro, sino que, por el
contrario, ste la imagin as porque as, y no de otra forma, tena
necesariamente que ser. Aislada de toda contaminacin, alejada del mundo
mezquino, desdichado y caduco, representa el arca de perfeccin dentro de
un proceloso mar donde sigue azotando sin tregua la maldicin bblica,
donde lamentablemente naufraga, por hiptesis necesaria, el resto de los
humanos.
Pero el nombre de la Isla es indiferente. Valdra an Tarsis, Ofir,
Caethia, valdra tambin Marigalante, Sant Cristbal, La Dominica y,
mejor an, La Deseada. A su Utopa, Francis Bacon la llam Nueva
Atlntida, surgida del fondo de las aguas, intacta y maravillosa, apartada
del Viejo Mundo y tambin del Nuevo Mundo, ya para entonces
envejecido. No me opongo a que se llame Marte, una isla en el espacio,
pues hoy por hoy constituye un sueo tan verosmil como inviable a corto
plazo. Pero me gustara un nombre que diese al mismo tiempo idea de la
ms absoluta generalidad y de una localizacin espacial imposible, algo a
la vez ubicuo y evasivo. Tahuantisuyo, el imperio creado por Yapanqui,
significa las cuatro partes del mundo; resulta magnfica la amplitud del
trmino, pero no veo cmo podra hurtarse a cualquier exigencia de
comprobacin. Me permiten ustedes emplear el nombre de Osen? Lo dice
todo y no dice nada, es una palabra compuesta por las letras de los cuatro
puntos cardinales, que ni son imaginarios ni existen concretamente en
ninguna parte, un fonema que no contiene nada ni tampoco est vaco; que
10
El mapa est decorado con varias figuras, sin duda emblemticas, que
ilustran cada una de las siete regiones de la Isla. Sobre la zona
correspondiente a la primera regin hay un enorme sol. A continuacin,
presidiendo la comarca limtrofe, una moneda, la moneda mgica que sirve
para comprarlo todo (la efigie en ella esculpida es bifronte, como la de
Jano, pero sus dos caras no parecen expresar la risa y el llanto, sino, ms
borrosamente, la euforia y el tedio; sin embargo, esto tambin es una
apreciacin ma seguramente arbitraria y, desde luego, intempestiva).
Sobre la tercera provincia pueden verse dos corazones atravesados por un
bolgrafo, alusivo tal vez a los asuntos de la llamada intercomunicacin. El
siguiente dibujo es la balanza en equilibrio (smbolo de igualdad) apoyada
sobre la punta (smbolo de inestabilidad) de una espada (smbolo quiz, no
de la guerra, sino de la industria metalrgica). Luego viene una torre, que
significa seguridad, la ms inviolable seguridad, pues dentro contiene otra
torre, y despus una tercera, y despus una cuarta. Las dos ltimas
ilustraciones, cada una adornando su provincia respectiva, muestran un
libro abierto y unas manos orantes que el artista se esmer, como pudo, en
pintarlas trmulas.
No tiene el menor sentido preguntarse quin har, a lo largo de esta
peregrinacin, de Virgilio y quin de Beatriz. Muy bien podra ocupar
ambos puestos alguien que hubiese sido cocinero antes que fraile. Por otra
parte, tampoco nuestra isla es el Cielo ni es el Infierno, sino todo lo
contrario, es decir, la Tierra, aunque contemplada desde un punto
equidistante de Andrmeda y del barrio de Argelles, algo as como una
galera de espejos deformantes donde el visitante se viese a s mismo tan
estilizado, tan desfigurado, que creera hallarse en presencia, o bien de un
santo desterrado, o bien de un rprobo evadido; segn y cmo.
Segn y cmo, el visitante a menudo se desdobla en dos personas,
pero no hay, al contrario de lo que ocurre en la utopa que escribi
Campanella, donde el Gran Maestre pregunta y un almirante genovs
responde, no hay, digo, uno que pregunte siempre y otro que satisfaga
siempre la curiosidad del primero; no hay uno que haga de gua y otro que
consienta en ser guiado. Lo ms probable es que los dos interlocutores
discutan, que se refuten indefinidamente. Y quienes as se comportan,
nunca lo olviden ustedes, son las dos mitades de una misma alma.
Cules? He aqu el segundo problema, tal vez insoluble, porque no se
sabe si los que discuten son el entusiasmo y el escepticismo, o son la
locura y la sensatez, o son simplemente la mera salud y una cierta fatiga.
Si la Utopa de Toms Moro hubiese incluido a Toms Moro entre sus ha12
bitantes, la cosa no sera tan sencilla, ya que Toms Moro era un soador,
pero tambin un jurista; fue canciller de Eduardo VIII, pero tambin
propietario de unas pocas fincas amenazadas por los intereses de la
Corona; se enfrent osadamente con el rey, pero tena miedo; tena miedo,
pero tambin sentido del humor. En resumidas cuentas, yo soy yo y mi
opositor. (Por lo que al criterio particular del cronista se refiere, sepan
ustedes que su rostro est bien visible dentro del cuadro: no en un ngulo,
no en la cara de ese condestable o de ese monje que sonre en segunda fila,
a la izquierda del lienzo, sino a todo lo largo y ancho de la obra, como esas
figuras de pasatiempo que slo se hacen reconocibles al ir trazando una
lnea quebrada entre punto y punto.)
En este dilogo (casi nunca explcito, presente slo en el esquema de
cada captulo, no en su redaccin) habr una cierta innegable asimetra.
Puede sorprendernos que los dos interlocutores de estas pginas sean
siempre, en el fondo, Aquiles y la tortuga? Nadie ignora que fue Zenn de
Elea, discpulo de Parmnides, quien organiz la primera competicin de
velocidad entre estos dos contrincantes tan desiguales. Con el resultado
imprevisto que todos ustedes conocen. Y se explica fcilmente. Puesto que
Aquiles corre diez veces ms rpido que la tortuga, Zenn se vio obligado
a dar a sta diez metros de ventaja, cosa bien lgica y equitativa. Ahora
bien, mientras Aquiles corra diez metros, la tortuga corri uno; mientras
Aquiles corre este metro, la tortuga adelanta un decmetro; Aquiles corre
este decmetro, su rival avanza un centmetro... Oh, s, se trata de un
sofisma! Pero, seores, les convence suficientemente, para rebatir el
juego, decir que el tiempo invertido en recorrer un determinado espacio
nunca es infinito, aunque sea infinitamente divisible? Se trata realmente
de un simple sofisma? Ya les dije: sustityase Aquiles por cualquier ser
humano en busca de la felicidad, y la tortuga, por alguien que vaya dando
sucesivas definiciones de la felicidad...
III
Porque Utopa, claro est, es el pas de la felicidad, imagnese sta
como se quiera. A este respecto, los nombres elegidos por Kaspar Stiblin
para denominar la isla de su invencin y la capital de la misma no pueden
ser ms expresivos: Macara y Eudemonea, nombres que constituyen
verdaderas definiciones.
13
19
IV
Y llegado que hubimos a las tierras ignotas...
Captulo primero, donde se trata del primer distrito o provincia de la
isla llamada de Utopa, es a saber, de la felicidad y contento que a los
hombres produce la vida natural.
Definicin de urgencia: natural, lo opuesto a artificial.
(Se opone tambin natural a sobrenatural? Ya dijimos que la Tierra
no es el Cielo ni es el Infierno ni tampoco la injusta reparticin de
entrambos, oh tenaces luchadores en favor de la igualdad social!, sino
algo as como una versin anterior y ligeramente desenfocada, un borrador
abierto. Se trata del paraso, si bien de un paraso completo, es decir, incluyendo la serpiente. Por otra parte, sin embargo, cabra decir que se trata
de una versin posterior, no expurgada precisamente, pero s pasada por
agua. Para sus habitantes, la serpiente significa ya un tcnico en publicidad
carente de dotes persuasivas. Qued atrs el mundo de la civilizacin y el
consumo, el sistema cartesiano de pesas y medidas, los convencionalismos, el sentido rastrero de la eficacia.)
He aqu, recuperado por fin, el paraso.
Han pensado ustedes alguna vez que quiz la prdida del paraso
original consisti tan slo en la prdida de la facultad de disfrutarlo?
Volvamos, hagmonos receptivos y simples, abramos nuestros cinco
sentidos. Decir que la Tierra no es el paraso es como decir que Homero
del cual nada sabemos, excepto que se le atribuye la Iliada no es el autor
de la Iliada, aadiendo a continuacin que su autor fue un contemporneo
de Homero que tambin se llamaba Homero. Noland, la clebre utopa
revelada el ao 1666, era slo una rplica fiel de Inglaterra en el
hemisferio austral. Tena su misma configuracin, los mismos montes y
ros, la misma distribucin del territorio. Pero en aquella Nueva Inglaterra
los hombres vivan felices.
Todo es cuestin, pues, de cambiar de hemisferio, quiero decir de
ptica. Todo es cuestin de que un azar venturoso, una corriente de aire o
un esfuerzo suficiente de lucidez nos permitan deslizamos a ese mundo
gemelo, y tan distinto, que misteriosamente toca al nuestro en un punto no
determinable. Nada nos prohbe pensar en la existencia de dos mundos paralelos que evolucionan de modo paralelo. Es posible que en Marte haya
una nacin llamada Espaa, una pluma llamada Parker, un marciano que se
llame igual que yo. Es igualmente posible, y hasta probable y congruo, que
20
all existan marcianos que suean con viajar a este paraso que ellos llaman
la Tierra. Pues bien, si la Tierra es el paraso de los marcianos, no hay
ninguna razn para que no sea tambin el nuestro: basta que nosotros nos
consideremos marcianos, que reconozcamos por fin nuestra condicin de
marcianos.
He aqu el paraso.
Referencias de lugar y tiempo: la playa, un domingo. Concretamente
un domingo al medioda, concretamente en verano.
Edgar Poe estableca cuatro condiciones para conseguir la felicidad:
vida al aire libre, amor a una persona, realizacin creadora y desapego de
toda ambicin. Primera condicin, indispensable y suficiente en este
primer distrito de la Isla, hacer la vida al aire libre. Reconozco que tal
condicin presupone otra condicin previa, la benignidad del clima.
Dnde situar el paraso? Las agencias de turismo han respondido con
detalle, ofreciendo varios itinerarios: vaya usted a Bali, a Jamaica, a Tahit.
Nada nuevo, amigos. Bacon situ su Utopa en Ceyln, y los hebreos
anotaron ya en la primera pgina del Gnesis: justamente entre el Tigris y
el Eufrates. Basado en una arbitraria cosmografa de su invencin, Fourier
prometi el paraso a los hombres anunciando la prxima formacin de
una corona boreal; esto hara extensivo a todo el planeta, incluidas las
ciudades prximas al sexagsimo grado, un clima bonancible y constante.
Las recomendaciones del turismo subrayarn adems la alegra
caracterstica del sur: Grecia, Espaa e Italia para los europeos, en
concreto Andaluca para los espaoles, Italia meridional para los italianos,
Baviera para los alemanes, el Algarve para los portugueses, Provenza para
los franceses. Anmense; una cantidad inicial insignificante y el resto en
cmodos plazos. La cuna de las civilizaciones solares! Visite usted
Amalfi. Si la Tierra es la madre, el padre es el Sol. Apartamentos lujosos y
econmicos, vistas de ensueo, carpintera metlica, a diez metros de la
playa, en la Costa del Sol. Existe una Utopa muy antigua, del siglo n a.C.,
citada por Diodorus Siculus en su Galera Histrica; all sus moradores
adoran al Sol y reciben el nombre de heliopolitas. Si ustedes buscan en
California algo parecido a un heliopolita, bsquenlo al sur: en Big Sur. Los
japoneses, bajo un cielo siempre cubierto de humos industriales, acaban de
formular un nuevo derecho humano, el nisshoken, el derecho al sol.
Digenes era un sabio. Muchos hombres aprendan de sus labios la
verdad. Alejandro Magno quiso premiarle y acudi personalmente a su
21
de miel. Las yeguas paren cada da un potro que lleva puesta, al nacer, una
cabezada de cascabeles. El suelo es sobremanera frtil, pues es de queso
rallado. En cuanto al agua del mar, ya Fourier lo pronostic segn clculos
minuciosos: tras descomponer las partculas bituminosas, la expansin de
un cido ctrico boreal convertir los ocanos en ocanos de limonada.
El pas carece de historia por la misma razn por la cual las
superficies carecen de tercera dimensin. No hay tampoco fiestas en su
calendario, por la misma razn por la cual Bertolo no llevaba uvas para
merendar cuando iba de vendimia. Su arte corresponde al segundo de los
dos grandes apartados en que se divide la esttica: hay una belleza propia
del Neoclsico y otra belleza propia de la gacela. Poltica es tan slo una
palabra esdrjula. Desde luego, no existen fbricas, ni sindicatos, ni
reglamentacin laboral alguna: por razones esenciales.
He aqu el paraso.
Estoy tumbado en la playa, rodeado amigablemente de cosas
elementales, tangibles y fieles. Esto es una roca, esto es un saltamontes,
esto es el agua. No existe lo que no se puede sealar con el dedo: el
sentimiento de culpabilidad, por ejemplo. Me abandono a la ley de
gravedad. Mi corazn empalma directamente con el centro de la Tierra, y a
travs de l con aquel horno portentoso que alimenta la luz de las estrellas
y el ardor de la concupiscencia humana. Mis hombros, mi espalda, mis
piernas, han encontrado su sitio exacto en la arena, bajo la cpula del
firmamento, tan perfectamente como un feto en su matriz. He aqu una
correspondencia de valores muy anterior a la que se da, pongo por caso,
entre lo civil y lo penal: es la que se da entre lo convexo y lo cncavo.
Estoy en paz con el universo. Hippie, a travs del sustantivo hipster, procede de hep, estar dentro, consentir. Vivir es integrarse en la danza de
los astros, en el proceso del carbono, ceder a esa fuerza sin nombre que
aparea al coleptero macho con el coleptero hembra. Ocupo mi lugar
preciso en la Tierra, a ciento cuarenta y cuatro millones de kilmetros del
Sol.
Oh liberacin! Aquel mundo, recuerdan?, se haba convertido en un
mundo totalmente artificial. Los objetos producidos por la tcnica
sobrepasaban ya en nmero e importancia a los objetos naturales. El
paisaje habitual era de hormign. Los nios aprendan qu es un ternero o
una oca en el mismo libro donde se explicaba qu es un octaedro; y el
caballo era una unidad de fuerza. Las Ciencias Naturales trataban de
23
V
Estoy tendido sobre la arena y me limito casi a respirar, cuidando de
no alterar lo ms mnimo la armona de las esferas. Prohibido moverse,
prohibido hacer cualquier esfuerzo, prohibido buscar una metfora para el
vuelo de estas gaviotas que van y vienen, un vuelo que se basta a s
mismo. La temperatura es clida; psicolgicamente estamos a 451 grados
Fahrenheit, cuando las metforas se volatilizan.
Retrocedo a una edad anterior al pecado y su castigo.
U-topa significa lo que no est en ningn lugar. Si no est en el
espacio, estar en el tiempo? Exactamente en aquel tiempo. Quiero que
recuerden ustedes la clara predileccin de Dios hacia Abel, el menos
activo, el menos trabajador de los dos hermanos. He aqu, pues, un
suplemento de felicidad nada desdeable, incluso una definicin de
felicidad que ninguna censura podra tachar: consiste en la doble concordancia de la temperatura del aire con la del cuerpo y la temperatura del
cuerpo con la del alma. Tocamos casi las cimas de la moral; no en vano el
mejor modo de evitar los pecados de la maana es dormir hasta el
medioda.
El trmino pereza ha venido a ser una palabra peyorativa. Es
tambin el ttulo de una obra de Telexnik, que en lunfardo original se
llam La fiaca. El protagonista se despierta un da con una decisin
absurda: no se levantar de la cama ni ir a trabajar jams. La primera
parte de la obra parece ser tan slo un alegato contra esta vida rutinaria e
incolora (all, en aquel teatrillo porteo de San Telmo, el escenario y todo
lo que en l se exhiba era gris: gris el decorado, la moqueta, las sbanas,
el pijama, los muebles, los rostros). La segunda parte es ya un testimonio
de rebelda contra la opresin del individuo por una sociedad laboral
omnipotente. Al final, nuestro personaje, famlico, exhausto, se abalanza
sobre un bocadillo de mortadela y claudica: promete reintegrarse en
seguida a la vida de los seres normales, al horario bienhechor de la oficina.
26
VI
Era una gente insaciable. Con el fin de poder hacer ms y ms cosas,
robaban horas al sueo, lo mismo que los holandeses extienden su
territorio ganando metros al mar. Consiguieron incluso, en algunos casos,
30
VII
Tampoco en Utopa es bueno que el hombre est solo.
A pesar de sus frustraciones personales, Kafka afirmaba que la mujer
no es la repeticin intil del hombre, sino el lugar privilegiado donde se
cumple la alianza viva del hombre con la Naturaleza. Dgase lo mismo del
varn respecto de la mujer. Los dos sexos son los representantes de las dos
mitades del Universo, de lo que est arriba y lo que est abajo, de lo que
est a la derecha y lo que est a la izquierda, de la tierra y el agua, del agua
y la sed.
No teman, el retorno a la vida natural no supone ningn
empobrecimiento. La conducta sexual ha de ser plenamente humana.
Mantenemos todo cuanto es positivo, justo y saludable. Digamos, ms o
menos, la importancia de la decoracin y de la imaginacin. Nos
33
veces la continencia sea una gran virtud. Pero otras veces no pasa de mera
atona vital. Y a menudo es algo peor. T debes saberlo, dilecto Sneca.
Has de reconocer que el ascetismo, ms que una actitud moral, suele ser
una postura oficial. Sabes que resulta ms fcil ser justiciero que justo,
clibe que casto, esposo fiel que esposo enamorado. Encontraris la virtud en el templo, en el foro, en la curia; el placer reside en los lupanares y
en las tabernas. Qu quieres decir? Me parece que las palabras que
vienen a continuacin son ms elocuentes de lo que t mismo pensabas: la
virtud se halla erguida ante las murallas, mientras el placer se oculta al
abrigo de las tinieblas. Exactamente, amigo. Permteme que te lo
explique: la virtud declama, y el placer se esconde. O lo que es igual: en
cuanto filsofo ulico, Sneca escribe libros sobre la felicidad de la
renuncia; en cuanto persona privada, frecuenta los stanos de las termas.
Por fortuna, no todos los libros sobre la felicidad son como los que
escribi Sneca.
En su Utopa, Toms Moro Santo Toms Moro hace un elogio
de los placeres que sirve para restablecer plenamente la armona entre los
sentidos y la conciencia. La renuncia al placer, dice, supone una locura
propia de almas ingratas y crueles para consigo mismas y para con la
Naturaleza, como si se rechazaran todos sus beneficios y se negara deberle
nada. Dentro del mismo captulo, que es el sexto de su famoso libro,
aduce un nuevo argumento, basado en las exigencias de la caridad: O la
vida de placer es mala, en cuyo caso no slo deberamos dejar de
procurarla a los dems, sino alejarlos de ella como de cosa nociva y
mortfera, o es buena y podemos y debemos procurarla a los dems. Y si es
as, por qu no comenzar por uno mismo? Por qu no ha de serte
propicio lo que tan conveniente es para los dems? La Naturaleza no
manda que seas bueno con los otros y malo contigo mismo. Toms Moro
no haca sino explayar un mandamiento sobrentendido: Te amars a ti
mismo como a tu prjimo.
Y Fourier? Todos ustedes saben la mala prensa que han tenido las
pasiones, definidas ya en tiempo de Sneca como perturbaciones del
nimo, y cmo de pathos, palabra tan neutra y decorosa en principio, ha
venido a deducirse todo lo patolgico. Pues bien, Fourier rehabilita la
dignidad de la pasin. Es justamente la pasin lo que hace congruente el
mundo, lo hace incluso apologtico. Su clebre Falansterio se regir por
una ley denominada atraccin pasional, ley que en sociologa equivale a
lo que en astronoma se conoce por atraccin universal. Es la analoga
profunda de los cuatro movimientos, material, orgnico, animal y social. A
37
Sunt lacrimae rerum: pero no era una observacin, era una aportacin
personal del poeta.
Y aunque fusemos a un lugar totalmente desconocido, que nunca
jams fue hollado por la planta del hombre, tampoco entonces podra
cumplirse el programa de aquel presunto retorno a la Naturaleza. Porque
nuestra misma presencia ahuyenta ese pjaro dscolo, el nico an
inclasificado, que nadie ha visto ni ver nunca. Porque somos nosotros, es
nuestra propia mirada, nuestro filtro interior, lo que modifica y deforma
eso que tenemos delante (no se ve con el ojo, sino a travs del ojo), tal
como ocurre con ciertas sustancias extraordinariamente sensibles
colocadas sobre la plaqueta de un microscopio, a las cuales el simple
enfoque de la lente altera sin remedio.
Spanlo los utpicos y los primitivistas, spanlo tambin los
desconsolados habitantes de la Quinta Avenida.
Ya no podemos volver a ninguna vida natural porque hace mucho
tiempo que lo natural se hizo artificial: porque el hombre es un ser
artificial, quiero decir histrico. Su naturaleza, como su simplicidad, es
de segundo grado. Acepte usted con sencillez su falta de sencillez.
Unicamente as tendr acceso a alguna forma de autenticidad. No se
desanime. Hoy tambin siguen escribindose grandes tomos de filosofa, si
bien para demostrar que la filosofa es imposible... Y no le parece que un
rascacielos resulta ms natural que una casa de estilo deliberadamente
rstico? Sucede que la naturalidad, lo mismo que el sueo, se aleja de
nosotros en la medida en que nos proponemos alcanzarla. Abandnese y
dormir; admire la belleza de un puente colgante.
Nuestros cinco sentidos estn ya ms historiados, mellados y
recompuestos que las cinco puertas del templo de Sebah. El cuerpo
pertenece a la descripcin del alma, no hay duda; pero la proposicin es
reversible. El cuerpo entero est impregnado de alma: de hbitos, de
aspiraciones satisfechas o fallidas, de vacilaciones, de imaginacin, Querer
recuperar la serenidad primigenia del instinto sexual sera una empresa tan
desatinada como querer recobrar la facultad prensil de los pies. Volver a la
Naturaleza significa un viaje demasiado largo; hay que retroceder muchos
milenios, muchas edades geolgicas. Volver a la Naturaleza equivale a
empearse en mover los brazos hasta conseguir volar.
Slo existe el presente, nos deca. Pero nadie elige su presente, le es
impuesto. Unos quieren vivir en tiempos de Pericles y otros en el Siglo de
44
X
Hace ya mucho tiempo tambin que los hombres se propusieron por
primera vez retornar. El programa no es nuevo. Los nombres cambian, la
tentativa es siempre la misma, siempre reincidente y siempre frustrada.
Qu importa que hoy se llame, en trminos ms o menos airados, ms o
menos publicitarios, back to the land?
El rechazo de la civilizacin resulta tan viejo como la misma
civilizacin. Y es, adems, un producto suyo muy tpico (tambin el
prosasmo es un cultismo). Nadie debe ignorar que la alabanza de la vida
45
50
2. Lunes
LA UTOPA DEL PROGRESO
51
I
Y as fue como cruzamos aquel mismo da la frontera y llegamos al
segundo distrito de Utopa.
Nos dimos a la vela y salimos del Per.
En efecto, Francis Bacon sita la Nueva Atlntida mucho ms all del
Per, Pacfico adentro, en el punto ms lejano de su Inglaterra natal. La
utopa americana se hallaba a la sazn muy desfondada: a los
descubridores (descubridores del paraso, por hiptesis necesaria) haban
sucedido los colonizadores, agentes del fisco, encomenderos, oidores,
burcratas, gente de propsitos ms hacederos y triviales. Eran tierras ya
demasiado conocidas (se conoca incluso la peste bubnica), demasiado
explotadas ya, decepcionantes ya. Haba que buscar, pues, un lugar ms
virgen y legendario para refugiar y renovar en l los viejos sueos
inmemoriales. Haba que embarcar otra vez y salir cuanto antes del Per.
Pero al fin y al cabo se trataba de continuar el camino en la misma
lnea, aunque ms lejos, hasta un punto menos verificable. Aos ms tarde,
el obispo Wilkins comprender que la ruta de Bacon resultaba ya tambin
trillada, banal y, por consiguiente, condenada al fracaso. No es ms lejos
donde hay que ir a buscar la isla de Utopa, sino ms arriba: en la Luna.
Escribi The Discovery of a World in the Moon, lamentndose de que an
no tenemos a un Drake o a un Cristbal Coln o a un Ddalo para
construir una nave area.
Corra el ao de gracia de 1638. Todava podan los terrcolas creer
que el paraso estaba en la Luna. Hoy no es posible: porque el hombre ha
llegado ya a la Luna. Estar quiz ms lejos, estar ms arriba? Nuestra
bsqueda ya no puede prolongarse en la misma direccin, ni tampoco a
otro nivel, ni ms all ni ms arriba. Hacia dnde, pues, enderezar ahora
nuestros pasos?
He aqu que la conquista de la Luna nos ha reportado algunos
beneficios muy sealados, modestos pero innegables. Ha permitido, por
ejemplo, tras las investigaciones efectuadas en ciertos metales para mejor
adaptarlos a las condiciones del espacio, perfeccionar notablemente la
calidad del material usado en las sartenes de cocina. Y me pregunto: no
estar acaso la felicidad muy cerca de las sartenes de nuestra cocina?
52
II
Pasen, seores, pasen y vean.
No venan buscando la felicidad? Observen las carteleras de
anuncios. Toda oferta es una sincera oferta de dicha. Dondequiera han de
encontrar invitaciones, y ustedes perdonen si resultan demasiado
insistentes, para asistir a un espectculo, hacer un crucero, participar en
una verbena de barrio o en una fiesta de gala. Toda invitacin nuestra es
una cita con la felicidad. Contemplen, sobre todo, los escaparates. Lo que
ah se exhibe son raciones de felicidad, a tanto el kilo, el metro, la unidad,
objetos para vestir y calzar, para lucir y para comer. Para comprar.
Quin les dijo que nosotros adoramos el dinero? Un becerro de oro
es tan slo material fungible, posibilidad de comprar esto o aquello. Nada
ms palpable que el dinero y nada ms irreal. Una moneda deja de ser un
objeto para convertirse en smbolo, smbolo de una pastilla de jabn o de
un encendedor de pilas.
En el libro de Isaas se contiene esta promesa: En vez de madera te
dar bronce, y en vez de bronce, oro; en vez de piedra te dar hierro, y en
vez de hierro, plata (60,17); sin embargo, ni la plata ni el oro sirven all
para acuar monedas, ya que adquiriris trigo sin pagar, tendris vino y
leche de balde (55,1). Mientras no se realice la utopa del profeta,
mientras sea necesario pagar para recibir algo a cambio, el dinero vale,
pero slo vale como smbolo del trigo, del vino, del encendedor de pilas.
Pues nadie gasta diez duros para comprarse una moneda de diez duros.
Recurdelo: en el centro de la ciudad contempornea se halla la plaza del
mercado.
Y en la plaza del mercado encontrar usted de todo. Quiere un chalet
de dos plantas? O slo quiere un sacacorchos? Los hay en forma de
pjaro y los hay con un gracioso gorro frigio, en colores que no despintan.
55
su cargo esta gran misin de explicitar los deseos ocultos y despertar los
deseos inexistentes.
He aqu la clave de nuestra sociedad de consumo: hacer que lo que
ayer era un lujo sea hoy una ventaja generalizada y maana una necesidad
vital. Nada ms lgico; el consumo exige la produccin, y la produccin
necesita del consumo, de un consumo cada vez mayor para responder a
una produccin cada vez mayor. La desaceleracin en la demanda
significara un atascamiento en la produccin, un desequilibrio de
consecuencias sin duda csmicas. La publicidad, seor mo, es
indispensable.
Vaya adonde vaya, el hombre se encontrar con este reclamo
incesante, esta presencia ubicua de la publicidad. Constantemente
tropiezan sus ojos con algn letrero que de forma sugerente o perentoria le
invita (o le conmina) a usar una cierta locin, a viajar por una determinada
compaa area, a comprar esta o aquella marca de zapatos. Sus odos
reciben sin cesar el impacto de unas palabras que, suavemente, tercamente,
lo encaminan hacia la plaza del mercado. De noche, los luminosos
constituyen el verdadero firmamento estrellado de la ciudad. Ninguna
estrella tan grande ni tan rutilante como el globo que flota all arriba
ponderando las extraordinarias virtudes del lavaplatos Dormn. Vaya
donde vaya, le espera un cartel con un anuncio: con una definicin de
felicidad. Sonra con dentfrico Riz y sea feliz. Ya en el trayecto, las
paredes del autobs estn atiborradas de franjas publicitarias que tendr
usted que leer y releer hasta la obsesin. Y si se queda en casa, la
propaganda se meter en su casa, a travs de la radio y la televisin. Abra
el peridico; antes de saber qu pas ayer en el Oriente Medio, usted se
enterar de que no hay piensos compuestos tan nutritivos como los que fabrica Ontax. Y por qu comprar cerillas si la casa Pen es tan gentil que le
hace a usted un doble obsequio: una caja de cerillas y una informacin
gratuita sobre los productos Pen?
Existe la publicidad generosa: en el paquete de detergente usted
podr encontrar un soldadito de plomo, en la guantera de un nuevo modelo
de coche quiz haya, quin sabe, un nmero para la rifa de un pavo. Existe
la publicidad agresiva. Peridicamente se organizan las llamadas
campaas, precedidas de toda una estrategia o estudio de mercados.
En vano huir usted a la playa o a la sierra, a cualquier reducto de esos que
utilizan los habitantes del primer distrito de Utopa; una avioneta con
cometa publicitaria le perseguir hasta all para convencerle de que no
puede vivir sin beber cierta agua mineral. Existe la publicidad
57
usted aficin a los negocios, emprenda el que mejor cuadre a sus aptitudes,
pero descarte uno: la fabricacin de calendarios perpetuos.
Y recuerde que, entre todos los productos perecederos, el ms
perecedero y caduco de todos es el dinero: el ms devaluado
incesantemente. Compre, pues, cualquier cosa y sea feliz.
III
Y de verdad seremos felices?
Las tcnicas publicitarias brillan por su astucia. Se trata de vender un
coac, un somier o una freidora elctrica. Pues bien, junto a la botella,
sobre el somier, al fondo del aparato, hay que componer todo un contexto
de felicidad: un baile de gala, una seora esplndida, una exaltacin de la
primavera. Cmo no deducir por fuerza, necesariamente, que ese coac o
esa freidora son cosas inseparables del concepto de felicidad?
Pero, ay!, tras la freidora estar la batidora, y luego la tostadora de
pan, y despus la misma tostadora, pero con una guinda encima. No es otra
la perversin esencial de la droga: la dosis que era suficiente el lunes ya no
basta para el martes. Cuadrando el crculo, San Agustn escribi: Slo es
feliz el que posee todo cuanto desea (De Trinit. XIII 5,8). Y quin puede
poseer todo cuanto desea? La publicidad ha engendrado una ley inexorable
segn la cual deseamos siempre ms de lo que podemos adquirir. Pienso
en la famosa ardilla empeada en seguir el movimiento de la rueda que
ella misma, al moverse, hace girar. Pienso en un hombre corriendo tras su
propia sombra. Es la versin ms frecuente, trivial y desesperante, de
Aquiles corriendo tras la tortuga.
Aumentar los deseos y luego suministrar los objetos con que
satisfacerlos, para despus aumentar nuevamente los deseos, etc. Al final,
no sabemos ms de lo que ya saba Machado: Bueno es saber que los
vasos / nos sirven para beber; / lo malo es que no sabemos / para qu sirve
la sed.
Resulta que carecemos de ese certero instinto que lleva a los animales
a tomar solamente aquello que les es necesario. Slo este primate extrao,
capaz de prever su futuro y de atemorizarse ante l, se aduea de lo
superfluo. Puesto que el temor de la privacin no tiene lmites, tampoco
deber tenerlos la acumulacin de cosas con que apaciguar semejante temor. El permetro del estmago del seor feudal, en trminos de Marx,
59
IV
Por otra parte, parece que la felicidad tendra que ser algo accesible a
la mayora de los mortales. Acaso no poseen todos bastante ms de lo que
les falta?
Pienso en quien, careciendo de un palacio, dispone de su propio
apartamento; en aquellos que, careciendo de vivienda, al menos comen
caliente todos los das; en alguien que posee tan slo un nico bien, pero
mximo bien, la salud; pienso incluso en los enfermos, en un enfermo que
tiene los pulmones destrozados, pero conserva en perfecto estado sus ojos,
sus brazos, su precioso pncreas. Demasiado cnico? Perdn. Me limitar
a un ejemplo ms tolerable: quien se desespera porque al salir a la calle no
encuentra taxi, creo que comete al menos un pecado de perspectiva. No es
mucho ms importante, en efecto, disponer de dos piernas que de un taxi?;
no significa un bien indeciblemente mayor poder buscar un taxi que
encontrarlo?
Pero sucede que cuando al hombre le regalan una joya,
inmediatamente la olvida y slo piensa en una cosa: que no le han dado el
papel que envolva el estuche que envuelve la joya. Apartando nuestra
atencin del 90 por 100 que ya tenemos, vivimos pendientes slo del 10
que nos falta. Y si la suerte nos es propicia y llegamos a conseguir el 99,
esa unidad restante bastar para acibararnos el alma y dar a toda nuestra
vida un color de privacin. Yo propondra a Zenn de Elea este enunciado
de su tesis: Aquiles jams podr sobrepasar el 99 coma 99 perodo.
Cabra llegar, pues, a la felicidad por el otro extremo? Si es dichoso
quien posee lo que desea, por qu no recortar los deseos en vez de
aumentar las posesiones?
Con arreglo a la definicin ms usual, seres vivos son aquellos que
pueden morir. Segn esto, posesin significara posibilidad de prdida; por
tanto, quien posee ms cosas, tiene ms peligro de desposeimiento, ofrece
un blanco mayor a la desgracia. Del mismo modo, podra decirse que la
costumbre de usar analgsicos nos hace cada vez ms frgiles, ms
indefensos; suprimen este o aquel dolor, pero a la vez amplan el rea de
posibles dolores. Felipe II toleraba mucho mejor que nosotros la
extraccin de una muela sin anestesia. Y es de suponer que un anacoreta
sufra menos por el incendio de su cabaa que un potentado por la
desaparicin de sus tesoros. Guzmn de Alfarache escriba: Come con
62
que vivas, que fuera de lo necesario es todo superfluo, pues no por ello el
rico vive ni el pobre muere. Pero se puede creer a un pcaro?
Y se puede acaso identificar la felicidad con la resignacin?
Podemos, desde luego, acomodar cada vez mejor nuestras ilusiones a
nuestras posibilidades, pero no podemos abdicar de todo deseo sin que la
vida se asemeje de modo alarmante a la muerte. Esos ascetas slo pueden
ser maestros de felicidad en la medida en que un sordo muy experto en
msica puede disfrutar de la msica: mirando la partitura. Y adems ocurre
otra cosa, y es que la vida no cesa; cuando un organismo muere, la vida no
muere, solamente se descompone, e inmediatamente surgen otras formas
de vida, inferiores, pululantes, pero no menos obstinadas. Quiero decir que
cualquier da el asceta desear otra escudilla, o bien ms rica o bien ms
pobre.
Segn Pollock, la felicidad es una estacin de parada entre lo poco y
lo demasiado. Si esta definicin no es un mero juego de palabras, o un
prodigio de candor; si no equivale a decir simplemente que el hombre es
un ser intermedio entre los batracios v los dioses; si de verdad aspira a ser
til y orientadora, resulta totalmente fallida por demasiado vaga, Quin
nos avisara de que habamos llegado a nuestra estacin? Porque todos los
nmeros, indistintamente, equidistan del cero y del infinito.
Cmo distinguir, pues, lo necesario de lo superfluo? Es superfluo el
acopio de lo necesario?
Los tasaday dedican tres horas diarias a la bsqueda de alimentos.
Tres horas cada da, no ms, para conseguir el pan de cada da.
Desconocen la acumulacin de provisiones, hasta el punto de que carecen
de todo recipiente. La Naturaleza jams les decepcion. No son navegantes
ni nmadas, nunca se alejaron de sus cavernas ms de una legua; su
contorno inmediato les da lo suficiente para vivir. La preocupacin por el
futuro les es tan ajena como puede serlo para un nio de tres aos criado
en el seno de una familia opulenta.
Qu es necesario y qu es innecesario?
Si se compara la vida de los tasaday con la vida de la llamada
sociedad de consumo, advertimos que los fines fundamentales de la
existencia (comer, vestir, guarecerse, procrear) son en uno y otro caso
idnticos, igualmente simples y primarios, mientras que los medios a ellos
conducentes han experimentado una complicacin incalculable (el
progreso soluciona los problemas o simplemente los complica?, da ver63
V
En ese momento, lo recuerdo bien, fue cuando cambiamos de gua.
Salimos ganando, qu duda cabe. Como si durante una visita al Louvre,
despus de recorrer las primeras salas acompaados por una muchachita
solamente gentil, solamente sonriente, solamente informada del autor y la
poca de cada pieza exhibida, hiciera su aparicin Andr Malraux, que en
adelante iba a ser quien condujera el grupo.
El nuevo gua comenz diciendo algo importante:
En el fondo, nuestra verdadera utopa, el ideal que inspira y rige la
vida en este distrito de la Isla, no es precisamente el ideal de la
Abundancia o del Bienestar, sino el de la Ciencia. La abundancia de bienes
materiales no es ms que un efecto del progreso, un efecto inmediato, muy
notorio, pero bastante superficial; a travs del progreso tcnico, el progreso
cientfico ocasiona un progreso econmico. Sin embargo, lo que
fundamentalmente nos interesa son los efectos a medio y largo plazo.
Anoten: el control del cosmos, la automacin, la iluminacin perfecta de la
mente, la longevidad indefinida, la recuperacin del pasado y la
planificacin del porvenir, la abolicin de todo condicionamiento humano
respecto de los agentes exteriores, la supresin de los adverbios de lugar y
tiempo...
Slo la ciencia permite, por ejemplo, situar nuestra Isla en un
asteroide o en un planeta distinto. Tampoco necesitara el reino de Utopa,
para conseguir su total aislamiento del inundo antiguo, tan rudimentario,
inferior y caduco, ser una remota isla en un remoto mar; bien puede ser
65
VI
O bien cuando el cuerpo humano se haya modificado lo bastante para
ser inmune a las diferencias de temperatura.
Porque tarde o temprano la tcnica llegar a construir otro cuerpo
diferente.
Primeramente desaparecern las extremidades. Los miembros de
locomocin son inservibles cuando los desplazamientos (por utilizar una
palabra todava inteligible) se realizan en forma digamos astral (utilizando
un concepto todava ininteligible). Las operaciones que hasta hoy ejecut
la mano sern efectuadas mediante telecomando mental. Desaparecern
asimismo los rganos de nutricin. Nada ms sencillo, desde luego, que
una alimentacin a base de complejos vitamnicos; pero nuestro estmago
no se resigna an a la falta de cantidad, ni nuestras mandbulas soportan
an la inactividad. Llegar un da, sin embargo, en que estmagos y
mandbulas vayan a parar al cesto, junto con las branquias, aletas o
pezuas de antao. Y el sentido del gusto, el placer del saboreo? Pues
igual, en el mismo cesto donde fue a parar el antiguo placer de alancear
moros. No preocuparse, otro placer ocupar su lugar, y no menor que el de
refutar teoras islmicas. En cuanto al sexo, suprimida su funcin
reproductora, persistir como fuente de placer mientras su placer
especfico no sea conseguido por otros medios ms acordes con la
dignidad intelectual del hombre. Porque el cerebro ocupar casi todo el
organismo. La asimilacin de los conocimientos pasar del exterior a la
mente sin intermediarios sensoriales; la transmisin de ideas se efectuar
por ondas cerebrales.
Antes, por supuesto, habr desaparecido el dolor. Primero el dolor
fsico, y a continuacin el moral, pues ste no es ms que una modalidad
de aqul, una forma suya ms evolucionada o ms sofisticada.
Morfolgicamente, el cuerpo humano ser otro. La metamorfosis de
un gusano en mariposa me parece una ilustracin inepta: por grosera y por
insuficiente.
71
75
VII
Seores: estamos, por fin, asistiendo al descubrimiento del
verdadero reino de Utopa?
Los viejos utopistas eran ms bien escpticos. Ya la palabra resulta
bastante expresiva. U-topa significa el lugar imposible, y Toms Moro
(seguramente l slo quiso con ese libro poner de relieve los graves
defectos de su pas; por eso se dice que lo importante de las utopas no es
lo que anuncian, sino lo que denuncian) emplea, a lo largo de toda la obra,
una terminologa cuya constancia no deja lugar a dudas. El individuo que
gobierna la isla se llama Ademos o prncipe sin pueblo; y sus sbditos
son los alaopolitas, ciudadanos sin ciudad; el ro que baa la capital
recibe el nombre de Anhidris, sin agua; nada ms lgico, pues el
navegante que le ha informado de tan maravilloso hallazgo era Hitlodeo,
maestro de tonteras. Otra utopa muy importante, la de Samuel Butler,
se titula Erewhon, combinacin trastocada de nowhere, en ninguna
parte. En Inglaterra tambin, y mediado el siglo XVII, se publicar un
nuevo libro muy similar: Noland, el pas sin tierra.
Este vicio de origen da a todas las utopas dndoles un carcter de
irrealidad, de sueo imposible. Quien habla de proyectos utpicos,
entiende proyectos inviables, y se dice eso es una utopa para decir eso
es absurdo. Lo cual significa, por lo menos, una restriccin abusiva. Lo
mismo que cuando empleamos la palabra ajusticiar: nos referimos exclusivamente a la pena mxima impuesta por la justicia, siendo as que la
absolucin del inocente no constituye una funcin menos propia de la
justicia. O dantesco, que equivale a espantoso y horripilante, olvidando
que Dante no slo escribi el Infierno, sino tambin el Paraso. Pues bien,
lo mismo ocurre con la palabra utopa, rica y polifactica como pocas. En
efecto, puede significar un gnero literario, o un mtodo de investigacin
sociolgica, o incluso un medio de progreso real y efectivo, una direccin
vlida en la que conviene caminar (hoy se sabe ya que las utopas no son
otra cosa que verdades prematuras).
La gran desgracia del pensamiento humano durante muchos siglos
fue haber identificado la realidad existente con la nica realidad posible.
Haca falta que el hombre imaginase un mundo superior, que
experimentase mentalmente con l, que se atreviera a pensar como
realizable en el futuro lo que an no exista en el presente.
76
VIII
Y sin embargo...
Sin embargo, la nica pregunta importante quedaba sin responder.
Tal pregunta no versaba, claro est, sobre la significacin de la
palabra simorgh o Zeus. Tampoco sobre el porvenir de la ciencia ni sobre
la estabilidad y salubridad de las ciudades lacustres. Los argumentos del
gua parecan convincentes, tanto como juiciosas y dignas de crdito
parecan sus predicciones. Pero ay! no haba respondido a la gran
pregunta, la inevitable pregunta que todo hombre lleva metida en su
corazn. Y qu hay de la felicidad?
78
IX
Cuando se habla de progreso tcnico, suele entenderse un progreso al
margen de toda otra consideracin, progreso de la tcnica en cuanto tal, lo
mismo que cuando hablamos del progreso geomtrico de una recta. Pero,
en definitiva, progreso hacia dnde?, y progreso de quin? El desarrollo
de las ciencias, lleva consigo el desarrollo del hombre?
Conviene saber que el problema de la tcnica no es tcnico, como
tampoco el problema de la repoblacin forestal es botnico. Todo
problema es en el fondo un problema humano. La verdadera cuestin no
versa sobre los medios, sino sobre los fines. (Aurobindo, fundador de
Auroville, la ltima Utopa conocida, que se est construyendo actualmente
en la India, escribe: La sociedad moderna ha descubierto un principio
nuevo para sobrevivir: el progreso; pero la finalidad de este progreso no la
ha descubierto an.) Los viajes a la Luna, por ejemplo, con sus enormes
dispendios, dejan abierto el gran interrogante: para qu? Para
perfeccionar el material de las sartenes? Se trata de una admirable gesta,
no hay duda. Igual que la construccin de las pirmides, igual que el trazado de la muralla china? Tal vez la mejor justificacin que pueda darse a
los ingentes gastos del proyecto Apolo sea sta: no haber acometido esa
empresa hubiese sido una traicin a la inteligencia humana. Pero la
inteligencia humana, define exhaustivamente al hombre?
Toda tcnica responde a algo que en sentido lato llamaramos
necesidad. Ahora bien, las necesidades propiamente dichas son muy pocas,
mnimas e inmutables, mientras que aquellas otras que han ido surgiendo a
81
82
A esta pregunta el gua contest, ahora con rapidez, con un cierto aire
de rutina, o quiz de impaciencia, como quien est harto de or mil veces la
misma objecin.
Dijo, en primer lugar, que la ciencia no es simplemente una mquina
de producir mquinas. Ocupada hasta el presente en reformar la naturaleza,
en adaptar el medio al sujeto, se dedicar luego a la reforma del hombre,
adaptando el sujeto a un medio ya convenientemente adaptado. Insisti en
que, si el progreso hasta ahora no ha satisfecho, era porque se trataba de un
progreso insuficiente. Una tcnica ms desarrollada, mejor orientada,
cuidar de que las mquinas, que hoy desazonan a los espritus ms
sensibles, acaben protegiendo al hombre contra sus propios temores o sus
propias decepciones, lo mismo que ahora le defienden contra los rigores e
inclemencias de un medio hostil. Qu importa que las mquinas asuman
un da el poder? Todo rey de talento sabe cundo ha de entregar el
gobierno a un prncipe de talento. Y cmo pensar que esos instrumentos
creados por el hombre van a abrigar respecto de su autor sentimientos de
rivalidad? Samuel Butler, utopista de gran nota, predeca ya hace un siglo
todo esto y afirmaba que la vida del hombre entre sus mquinas quiz no
difiriese mucho de la vida de un animal domstico entre sus amos. Acaso
un perro no vive mucho mejor en casa de sus dueos que corriendo libre
por los bosques? Es evidente que esta transicin del estado salvaje en que
actualmente vive el hombre al estado de cautividad en que vivir bajo el
benvolo dominio de los artefactos, se producir paulatinamente, mediante
avances cada da ms imperceptibles, y el sentimiento de dignidad
humana, hoy todava tan vivo, ir amortigundose para que nunca reciba
un golpe demasiado brutal. Las relaciones entre hombres y mquinas
habrn de evolucionar de manera gradual, amistosa... Ya lo comprenden, es
una forma de hablar. Existe otra, y es la que utiliz Carnegie para su
epitafio: Aqu yace, una persona tan inteligente que supo servirse de otras
personas ms inteligentes que ella. En resumen, quiero decir esto: la
tcnica, que hasta ahora ha ido dirigida al medio, a las cosas, acabar
aplicndose por fin a su campo ms delicado y decisivo, a las bases del
hombre, a ese rincn ntimo donde laten sus pasiones, donde brotan los
deseos y los sueos. Ustedes: me preguntan por la felicidad; cranme, es
tambin nuestra gran obsesin, el fin ltimo, explcito o tcito, de cada una
de las etapas del progreso. Pues bien, va a llegar un da en que, per obra y
gracia del progreso, el sueo inmemorial de la felicidad humana no ser ya
una vaga isla, de contornos indefinidos, de remota localizacin, de nombre
Utopa; su lugar, absolutamente preciso, es un centmetro cuadrado del
83
X
Tambin puede ocurrir, claro est, otra cosa.
Puesto que la tcnica no ha conseguido an su punto de inflexin, esa
perfeccin que le permitir actuar sobre el hombre mismo de manera
beneficiosa, universal y definitiva, sobre sus profundidades, su codicia
insaciable, su persistente agresividad, y puesto que a la vez esa tcnica es
ya lo bastante poderosa para dotar al ser humano de armas cuya capacidad
devastadora se reconoce como total, no podemos en modo alguno
descartar el desenlace de una destruccin planetaria. Si esta hiptesis (dada
la actual poltica distensiva y, sobre todo, por la imposibilidad de mantener
largo tiempo un mismo foco de inters, un estado de nimo colectivo) era
ayer ms atendida que hoy, no por eso es hoy menos probable que ayer.
Sigue siendo cierto: la civilizacin entera puede desaparecer en unas
horas. Milenios y milenios de pacientes esfuerzos arderan en la colosal
pira. Y despus? Ya adverta Einstein? que, si en la prxima guerra se
emplea la energa nuclear, la siguiente se ventilar a estacazos.
Tras una catstrofe de tales dimensiones, los seres con ms
posibilidad de sobrevivir sern aquellos que menos fueron afectados por el
progreso, los hombres ms habituados a vivir en las condiciones inhspitas
de una naturaleza no reformada, indiferente u hostil. Ellos saben hacer
fuego cuando no hay cerillas, saben ver en la oscuridad e interpretar los
desplazamientos de los animales, saben pescar a mano. Cuanto ms
civilizada sea una forma de vivir, ms frgil resulta. Y cuanto ms mo84
86
3. Martes
LA UTOPA DE LOS PACFICOS Y DE LOS AMANTES
87
I
El 1 de enero de 1973, los redactores-jefes de los peridicos de
Madrid fueron convocados para que cada uno eligiera la noticia que ms le
gustara publicar en sus columnas durante el ao entrante. Result algo as
como un muestrario de utopas.
La utopa de la tcnica corri a cargo de la Hoja del Lunes: En
Marte han sido descubiertos seres humanos. Jugando tambin la baza del
progreso, Huevo Diario titul as: El cncer, dominado. ABC prefiri la
utopa de la prosperidad econmica: Espaa ingres en el Mercado
Comn Europeo. En Pueblo se inclinaron por una utopa de carcter
tenuemente hedonista: Queda establecida la semana laboral de cuarenta
horas. Fieles a su especialidad, los diarios deportivos pronosticaron
resonantes victorias deportivas para Espaa, mientras que Arriba y El
Alczar, con un criterio casi tan profesional como el de los rotativos de
deportes, titularon a toda plana: Gibraltar, espaol. La utopa de Ya se
inscriba en otro captulo muy diferente: Acuerdo de desarme universal.
La redaccin de Ya plant sus reales en esta tercera provincia de la
Isla, un valle al abrigo de todos los vientos, donde sus habitantes han
optado por esa forma de felicidad que lleva el hermoso nombre de paz.
Es cosa sabida: el progreso tcnico no da la felicidad, porque se ha
mostrado incapaz de mantener las debidas correspondencias entre progreso
material y progreso moral, desarrollo econmico y evolucin poltica,
incremento de la riqueza y distribucin de la riqueza, bienestar fsico y paz
interior.
No bastara acaso, para mudar la desdichada situacin del hombre,
mudar los sentimientos de su corazn?
Recuerdo la ltima de las Crnicas marcianas de Ray Bradbury. Los
cinco viajeros que llegaron de la Tierra encontraron all un mundo
totalmente deshabitado. Pero Michael, cuya curiosidad infantil es ms
obstinada que la de los adultos, no se resigna: Quiero ver a los marcianos.
Dnde estn, pap? Me lo prometiste. Pap responde con evasivas. Su
hijo insiste. Ah estn, dijo al fin pap, y seal las aguas del canal a
cuya orilla estaban ellos sentados. Efectivamente, los marcianos estaban
all, reflejados en el agua ondulada: Michael, Timothy, Robert, pap y
mam. Los marcianos eran ellos mismos, habitantes ya de Marte.
88
II
La historia de la Humanidad podra definirse como una interminable
crnica de guerra, crnica en la que de vez en cuando, junto a los nombres
de muchas batallas, se cita el nombre de un armisticio, cuya verdadera
significacin no era otra que la de permitir a los beligerantes rehacer su
arsenal para luego continuar luchando. Por lo visto, la paz no pasa de ser
una simple tregua, lo mismo que el da de fiesta no; pasa de ser un da de
descanso, una pausa, un acopio de fuerzas con que poder seguir trabajando
otra semana.
Todas las paces han sido precarias. La paz egipcia, babilnica o
romana tuvieron el mismo carcter provisional que los tratados de paz
firmados en Potsdam, Quebec o Yalta. Segn Herodoto, la poblacin activa
se distribuye en siete grandes apartados, de los cuales el correspondiente a
los guerreros no es menos importante que el de los comerciantes, los
ganaderos o los constructores de navos. Desde Herodoto a nuestros das
las cosas no han evolucionado mucho. Actualmente hay en el mundo
treinta millones de soldados.
Un Museo del Hombre, en el que se expusieran los utensilios,
inventos y smbolos de las diversas civilizaciones que han ido
sucedindose en la historia, tendra que dedicar gran parte de sus vitrinas a
la exhibicin de material blico. El objeto con que Can golpe a Abel
hasta darle muerte fue sin duda anterior a cualquier herramienta por l
usada en sus trabajos agrcolas. Hoy el precio de un avin de guerra
Mirage equivale al de 600 tractores. Cada misil Titn tiene el valor de
3.000 apartamentos en un barrio residencial de Madrid. Con lo que cuesta
90
cada vez que un patrono concede una mejora salarial a sus obreros; es el
altruismo o es el miedo el que inspira su admirable accin? Y tal vez sera
til recordar que no suele ser la valenta, sino el miedo, el que ordinariamente reporta las mayores ventajas, ya que evita las mayores catstrofes.
Si fusemos plantas carnvoras, dice el fsico Schrdinger, o guerreros
lacedemonios, para los cuales el miedo no existe, la guerra no acabara
nunca; pero afortunadamente slo somos hombres y cobardes.
Afortunadamente. Por otra parte, puesto a inventar relaciones curiossimas
entre causas y efectos, nada nos impide suponer que la antropofagia ces
slo porque gran nmero de canbales moran envenenados.
No es raro hallar, al final de una serie de causas concatenadas, un
resultado imprevisible y desproporcionado. Por ejemplo, en un icono
bizantino del siglo XII, tras raspar la primera capa de pintura, encontrarnos
con un retrato de Po XII. Por ejemplo, como consecuencia de un
silogismo impecable, llegar a la conclusin de que el mundo no existe.
Otro ejemplo: cada uno de los elementos de la bomba es un prodigio de
ingeniera, un alarde de habilidad, inventiva y precisin; pero todos sus
elementos sumados y puestos en accin acaban siendo una explosin de
locura. Asimismo, cada una de las razones, tradiciones y emociones que
sirven para crear un ejrcito pueden ser dadas individualmente por buenas;
al final sobreviene el estallido de la bomba: la demostracin del absurdo.
Una pregunta ms bien marciana, formulable nicamente 1 entre
utpicos: los ejrcitos existen para defender las patrias, o las patrias
existen para justificar los ejrcitos?
No puede deberse a un azar, ni tampoco a una falta persistente de
lucidez, el que la gente no se haya enterado an de que jams existi un
Moloch tan insaciable y feroz, al que se hayan sacrificado tantas vidas
humanas, como ese dolo sin pies ni cabeza que es el concepto desorbitado
de patria. Oh, la sacrosanta razn de Estado! La historia de cada nacin
obliga a continuar la historia. Por eso, porque es mucho ms importante la
nacin que la verdad, los nios franceses aprenden una Historia de Europa
muy distinta de la que se les ensea a los nios espaoles. Hara falta ir a
una escuela del Alto Volta para conocer la verdad, para saber qu pas
realmente durante la guerra de la Independencia entre espaoles y franceses.
En su utopa, Francis Bacon distingua tres clases de ambicin: la de
aquellos hombres que buscan un aumento de poder personal en su propio
92
III
Esto dijo el homo pacificus. Perteneca, naturalmente, a un subgrupo
del gnero homo utopicus.
Y ocurri que, cuando los hombres quisieron organizar la III
repblica de Utopa, se produjo un gran desconcierto. Sucedi lo mismo
que cuando los antiguos decidieron construir la torre de Babel: no se
entendieron, hablaban idiomas diferentes.
Alfred Korybski es el inventor de una ciencia denominada Semntica
General. Dicha ciencia responde a una grave interrogacin, que el propio
96
VI
Verdaderamente no es un proyecto muy sugestivo construir todo un
mundo nuevo para luego tener que contentarse con tan ruines resultados: la
guerra caliente reducida a guerra fra, la violencia de las armas suplantada
por la violencia de las palabras. Se trata de una utopa apta tan slo para
movilizar los tiernos corazones de los notarios, los convalecientes, los
100
Cmo acabar con la terrible guerra del Peloponeso? Lisstrata era una
mujer inteligente. Convoca a todas las vecinas de la ciudad y les exhorta a
que, mientras dure la guerra, se abstengan de cumplir con su deber de
esposas cada vez que los soldados acudan a ellas. En lugar de ser la mujer
el descanso del guerrero, que sea todo lo contrario, que aumente su
excitacin sin aplacarla nunca. De nada les servir a los hombres ser ellos
los ms fuertes, ya que su fuerza, suficiente para doblegar a la mujer en un
sentido estricto, no ser suficiente para reportarles el placer que ansan, el
cual slo puede darse plenamente en la reciprocidad. Ya conocen ustedes
el desenlace. Los guerreros acabaron abandonando las armas, puesto que el
precio que se les exiga por su dedicacin a la guerra resultaba a todas
luces demasiado alto. Lisstrata, cuyo nombre significa licenciadora de
ejrcitos, fue quien invent ese slogan hoy tan repetido, tan eficaz para
sumar adhesiones al ideal de la paz: Hagamos el amor y no la guerra.
Es decir, construyamos una Utopa de pequeas dimensiones, cien
metros cuadrados aproximadamente: cuatro paredes y un techo para
albergar la vida de la pareja.
Porque, al fin y al cabo, en qu consiste la felicidad?
San Agustn la hace coincidir con la paz (De civit. Dei XIX 12); pero
en otros lugares se expresa con mayor precisin y abundancia: la felicidad
consiste en amar y ser amado (Confes. 2,2). Efectivamente, no puede
llamarse feliz el que no tiene lo que ama, sea lo que fuere; ni el que tiene
lo que ama si es pernicioso; ni el que no ama lo que tiene, aun cuando sea
lo mejor (De mor. Eccl. 1,3).
Toda pasin habr de catalogarse segn ese punto de referencia, ese
kilmetro cero que sirve para numerar las distancias. Qu es, en
definitiva, el gozo sino el amor de un bien presente? Qu es el deseo sino
el amor de un bien futuro? La tristeza, de dnde viene sino del amor de
un bien ausente? Qu es lo que tememos sino lo que se opone a nuestro
amor? Decididamente, el hombre es aquello que ama y no aquello que
piensa.
Pero qu clase de amor? Qu dase de objetivo ha de poseer tal
amor? Se trata de cosas, de objetos, de fincas, de mercaderas o de oro?
No; se trata del amor a un ser humano, puesto que nada hay amigable
para el hombre sin un hombre amigo (Epist. 130,4). Por lo dems, el
xito es xito slo cuando hay alguien que puede certificarlo: el xito es
siempre un juicio formulado por los otros, un triunfo reconocido y
aplaudido. La misma posesin de bienes, la fortuna misma, es tal fortuna si
102
V
Una cosa parece clara, y es que sin compaa no hay verdadera dicha,
que la soledad nos resulta demasiado penosa, que no es bueno que el
hombre est solo. Aseveraciones todas ellas de ndole negativa, Podra
deducirse de ah una conclusin claramente positiva, afirmar sin
vacilaciones que es feliz quien ama y es amado? Porque no es lo mismo
decir: sin amor no hay felicidad, que decir: el amor proporciona la
felicidad. Cualquiera percibe la diferencia.
La privacin del amor hace a los hombres desdichados; su posesin,
los har dichosos? Por lo menos una cosa es cierta: que la ausencia de la
persona amada les hace sufrir ms de lo que su presencia les permita
gozar. Slo la comparacin con otra situacin ms infortunada puede
revelarles algo acerca de la esencia de Ja felicidad. La definicin de felicidad que ah se sobrentiende, bien plida y precaria, fue formulada con
Ja mxima economa en aquellos versillos tan humildes que parecen
cnicos: Todo en amor es triste, / mas, triste y todo, / es lo mejor que
existe.
Qu le falta al amor para otorgar la verdadera dicha a los humanos?
Sucede, deca Platn, que los amantes aspiran a otra cosa distinta
del mero goce de su amor, una cosa que ellos son incapaces de expresar;
el corazn solamente presiente aquello que busca, y habla consigo mismo
de ello en enigmas (Symp. 192).
Antes de alcanzar el amor, los hombres parecen estar seguros de lo
que buscan y hasta dan bastantes detalles de aquello que consideran puede
hacerlos felices. Busco seorita formal, rubia a ser posible, de fsico
agraciado, amante del hogar, residente en Madrid o cercanas; sinceros
deseos de matrimonio. Deseara relacionarme con un joven de treinta a
treinta y cinco aos, culto, trabajador, de buena formacin cristiana y no
104
VI
Y hasta qu punto las relaciones entre personas pueden considerarse
realmente personales?
Las facilidades que hoy existen para el ejercicio del amor fsico
suelen engendrar pronto el tedio y, consiguientemente, la multiplicacin de
relaciones. Yo me aburra: he aqu cmo empez. Ella me aburra: he aqu
cmo termin. Pero esa multiplicacin (esos cmplices casi annimos,
tan fcilmente fungibles) hace cada vez ms impersonales dichas
relaciones, cada vez ms improbable el verdadero compromiso o implicacin del yo profundo, cada vez ms esquemtico y trivial el repertorio de
emociones. Tanta movilidad en las relaciones sexuales conduce a una
especie de sexualidad abstracta, sin nombres, sin vnculos. Son episodios
que fcilmente se funden e intercambian sus puntos de referencia, simples
casos de divertissement en el sentido pascaliano de la palabra.
107
Por otra parte, el amor que es slo fidelidad, la fidelidad que es slo
esclavitud, qu porvenir tiene? El cdigo penal egipcio castigaba al
homicida a llevar siempre a cuestas, bien amarrado, el cadver de su
vctima; de esta forma la vctima acababa devorando al asesino. Ciertas
formas de fidelidad, en las que el amor muri hace mucho tiempo, me
recuerdan aquel brbaro castigo. Ocurre que sin libertad el amor se estanca
v se pudre, pero sin fidelidad se evapora. El camino hacia Utopa pasa
entre estos dos escollos, Scila a la izquierda, Caribdis a la derecha.
Conciliar libertad y fidelidad tal vez sea el ms arduo cometido de los
enamorados.
Los sansimonianos resolvieron la dificultad describiendo la vida
amorosa de los utpicos como una feliz conjuncin de movilidad y
constancia. Su amor, como la palabra que llega ntegra a cada uno de los
oyentes, no sufre menoscabo al repartirse entre muchos hombres o muchas
mujeres; al contrario, es un divino banquete que aumenta en magnificencia segn aumenta el nmero de convidados.
Las utopas ms antiguas despreciaron este particular. No les
preocupaban grandemente semejantes asuntos. Garcilaso cuenta, en La
Utopa Incaica, cmo se concertaban las parejas en su pas. Mandaba el
prncipe reunir cada ao a todos los mozos y mozas casaderas; miraba a un
joven y miraba a una doncella, los llamaba ante s y los una en
matrimonio; como timbre de gloria, las mujeres as casadas se denominaban, en su lengua, entregadas por la mano del Inca. Asimismo, en La
Ciudad del Sol, utopa compuesta por Tomaso Campanella en pleno
Renacimiento, las alianzas matrimoniales eran de la estricta competencia
del Gran Magistrado de la Procreacin; despus, a lo largo de la vida
marital, ser el Astrlogo quien seale los das y las horas en que cada pareja har uso de sus derechos, a fin de que la posicin de los astros sea
favorable a la prole. Sabido es que la Ciudad del Sol se rega por un jefe
supremo al que asista un triunvirato constituido por tres jefes adjuntos:
Poder, Sabidura y Amor. Pero no crean ustedes que este ltimo empleaba
toda su jornada atendiendo un consultorio sentimental. Al negociado del
Amor correspondan las ms varias actividades: la procreacin, la
educacin, la medicina, la sastrera, la agricultura y la ganadera,
subdividida sta en las tareas propias del maestro herrero, maestro cebador
y maestro seleccionador de machos. De un modo u otro exista,
indudablemente, cierta coherencia entre las diversas atribuciones del
Amor.
108
VII
Reconozco que es una tentacin demasiado fuerte la de aduearse de
un ser humano, de su fondo ms ntimo. En eso consiste lo que algunos
110
llaman el autntico poder, no el que se ejerce sobre las cosas, sino sobre las
personas. Los mtodos son mil: pueden ser tan burdos como la dominacin
fsica y tan sutiles como la extorsin conseguida mediante una ternura bien
dosificada y hasta mediante una confesin de indigencia.
La tentacin del poder es demasiado incitante. Frente a ella
fcilmente palidecen y se extinguen todas las dems. La anti-utopa
trazada por George Orwell en su libro 1984, descubre admirablemente
esa sed de dominio, esa ansia que hace del poder no un medio para obtener
algo, sino un fin en s mismo. No se instaura la tirana para defender y
desarrollar* una revolucin, sino que se hace la revolucin para instaurar!
la tirana. Y cmo ejercer un hombre el poder sobre su prjimo? No
simplemente sometindolo, haciendo que obedezca (pues nunca sabr si le
obedece a l u obedece a su propio deseo), sino hacindole sufrir.
Evidentemente, el ejercicio de este tipo de poder que es simple
despotismo, que no es poder para algo, sino poder sobre alguien, delata al
impotente, pues quien es ntimamente poderoso, capaz de alguna
realizacin, no necesita imponerse de esa forma. Para todos los sectores y
facultades humanas, no slo en el plano sexual, vale el principio de que el
sadismo es una forma de impotencia. El Calgula de Camus habla de la
felicidad estril, de la inmensa dulzura de ejercitar el desprecio, del
placer de matar lentamente, del poder delirante del destructor,
comparado con el cual el del creador parece una parodia. Habla un loco,
un perverso. Otro perverso esencial, el Lucifer de lord Byron, cuando le
preguntan si es feliz, contesta: No, pero soy poderoso. Pero, conjuncin
adversativa.
Casos extremos... En otros casos ms moderados, las relaciones
humanas se convierten en relaciones mercantiles. Se han dado ustedes
cuenta del mrito que supone haber inventado unas relaciones
interpersonales a nivel impersonal? Aunque est presente, la persona no
pasa de ser una tercera persona. Subsisten en la conversacin el yo y el
t, pero slo como figuras de diccin, por comodidad de sintaxis. En realidad, no hablo yo, sino la imagen que t tienes de m; y no me dirijo a ti,
sino a la imagen que de ti me he hecho. Surge as una interrelacin de
objetos, no de sujetos, que desde el punto de vista comercial, bajo el
aspecto de la instrumentalidad, puede set extraordinariamente til, una
comunicacin de esteras tangentes*, se tocan en un solo punto de su
superficie, all donde coinciden los intereses de los interlocutores.
111
VIII
Mientras hay algo que hacer, las actividades nos distraen de nuestra
verdad profunda. Un nufrago en medio del mar, mientras se dedica a
pescar o a protegerse del sol, se olvida de que est solo. Mientras lucha
contra los tiburones o contra los rigores de la intemperie, olvida a su peor
enemigo. Su enemigo ms mortal y ms implacable es la soledad, el
pensamiento de la soledad. As tambin, cuando termina el amor, cuando
quedamos librados a nuestra propia suerte y descendemos al ltimo nivel
del alma, all nos encontramos con la soledad, nuestra nica esposa la
soledad, la mujer de facciones inalterables y sonrisa helada que nos espera
siempre, y nos espera segura de que volveremos a ella despus de todas las
veleidades amorosas que nos hayan podido distraer por un tiempo. Ella es
la esposa fiel, y nosotros, queramos o no, en lo ms hondo de nuestro ser,
le guardamos tambin fidelidad perdurable. Qu fueron los otros amores
sino meras diversiones, o meros ejercicios de moral? Uno no se mata,
deca Pavese, por el amor de una mujer; uno se mata porque un amor,
cualquier amor, nos revela nuestra desnudez, nuestro desamparo, nuestra
irremediable soledad.
Siempre estamos solos. Cuando nos pareci entrar en el corazn de la
persona amada, simplemente entrbamos en una sala de espejos. Aquellos
retratos no eran sino reflejos que devolvan nuestra propia imagen,
obstinada, montona y, a la vez, mltiple, transfigurada o desfigurada
segn la buena o mala marcha de nuestro amor.
Sea cualquiera la asistencia que rodee a un moribundo, Pascal seguir
teniendo razn: On mourra seul. Siempre se muere solo. Es un
114
117
4. Mircoles
LA UTOPA DE LOS POBRES
II
Nos hallamos, amigos, en la cuarta provincia del reino de Utopa.
Pero, mejor que describir por mi cuenta la vida de sus felices
moradores, prefiero usar de las palabras pronunciadas por los padres de la
patria, los utpicos de estricta observancia.
Segn Campanella, los habitantes de este venturoso pas no aprecian
la plata ni el oro, concediendo a tales objetos preciosos nicamente el
valor de poder servir para hacer vasos y adornos comunes a todos. El
criterio de Toms Moro acerca de dichos metales es todava mucho ms
121
123
III
Los defensores del mito de la Abundancia afirman que la
multiplicacin de bienes podr un da instaurar el paraso y traer a todos
los hombres la felicidad. Admiten que hasta ahora esa felicidad no se ha
conseguido, pero slo porque el progreso es todava insuficiente, porque
los objetos susceptibles de apropiacin son todava escasos. Pero pronto
llegar el da en que, por un rpido incremento de la riqueza, la
adquisicin de objetos ya no interese: habr llegado a su punto de saturacin. Entonces nadie codiciar nada, nadie har acopio de nada, por la
misma razn por la que a nadie se le ocurre ahora hacer provisiones de aire
respirable. La posesin habr dejado de ser un ndice de superioridad
porque nadie estar en condiciones de inferioridad; el ttulo de propiedad
carecer de sentido. El homo oeconomicus habr desaparecido de la faz de
la tierra, sustituido por otro tipo humano del que an resulta muy difcil
trazar su perfil. Ahora bien, puesto que el progreso tcnico va a remediar
muy pronto todas las necesidades, no vale la pena fatigarse en vanas
reformas sociales, cuya utilidad resultara demasiado efmera,
prcticamente despreciable.
Esa es su tesis. Y sta es la parbola que la ilustra: un tren que corre
hacia la meta a velocidad acelerada. En una humanidad cada vez ms
ligada e interdependiente, el progreso ha de ser necesariamente general;
todos los pueblos y todos los hombres son como vagones enganchados
unos a otros, y el avance de los ms adelantados implica por fuerza el
avance de los dems. Qu importa que por ahora haya vagones de lujo y
vagones de tercera, si todos ellos se encaminan a la misma meta, a un
destino comn de felicidad?
Sin embargo, hay que decir que la parbola necesita importantes
precisiones. Lo primero de todo uno se pregunta cuntos viajeros, dadas
las inhumanas condiciones de vida existentes en muchos departamentos
del tren, podrn llegar vivos a su destino. Puesto que el trayecto es largo (y
la duracin de la vida en Guinea o en Gabn es corta), hace falta comer en
ruta. Dnde surtirse de alimentos? El inventor de la parbola omiti
cuidadosamente este particular. Lo cierto es que quienes ocupan los
primeros vagones han resuelto el problema a su completa satisfaccin: el
personal de servicio, muy bien instruido, realiza peridicamente severas
requisas en los vagones de tercera. No es probable que el abastecimiento
llegue a faltar, pues estos ltimos vagones son innumerables y los departamentos de primera son muy pocos.
124
IV
Por otra parte, sin embargo, podra decirse que el hombre, cualquier
hombre, en Suecia lo mismo que en Gabn, es feliz, quiero decir
relativamente feliz.
Feliz relativamente, feliz, con relacin a qu? A su ideal de felicidad
asequible, a su pretensin normal, que suele estar muy condicionada por
las circunstancias reales en que vive. El sueo de un potentado es adquirir
un castillo en el Loira, y es posible y hasta probable que lo consiga; el
sueo de un obrero es comprarse una moto, y es posible y hasta probable
que llegue a comprrsela. Lo mismo podramos afirmar de cada poca
histrica, que construye su utopa con los materiales que tiene a mano. Hay
como una constante adecuacin entre las aspiraciones y las posibilidades
reales, o al menos una inadecuacin constantemente rectificada. El anciano
a quien una gripe retiene en cama no suea con jugar un partido de ftbol,
sino con poder desplazarse, paseando despacito, hasta el casino. Quiz la
madurez de la vida consista en eso, en esa acomodacin cada vez ms
perfecta entre lo que queremos y lo que podemos, esa distancia cada vez
menor entre el lugar ocupado por la tortuga y el que ocupa Aquiles. Todo
es cuestin de ir modificando el umbral de la felicidad.
Ya s que esto mismo puede expresarse con otras palabras (una
botella medio llena es una botella medio vaca) y decir infelicidad donde
decamos felicidad. Decir, por ejemplo, que el potentado que no consigue
su castillo es tan infeliz como el obrero que no puede comprarse una moto.
O, lo que es igual, la insatisfaccin que a la larga produce el poseer un
castillo cuando se ambiciona un palacio viene a ser ms o menos la misma
que sentira otra persona, propietaria de una moto, que desea a toda costa
tener un coche. Seguramente es cierto, el saldo de dicha que arrojan al
final las vidas humanas suele ser aproximadamente el mismo; pero un
128
V
Pienso que una consideracin de tipo espiritual lo bastante liberal y
amplia acabar unificando tambin en ltimo trmino a todos los mortales,
tanto a los que en esta vida pasaron por ricos como a los que pasaron por
pobres.
Recuerdan ustedes la parbola evanglica del banquete? Muchos
fueron los invitados al festn, pero uno tras otro declinaron la invitacin:
ste porque haba comprado unos terrenos y quera ir a verlos, aqul
porque necesitaba probar una yunta de bueyes, el otro porque haba
decidido contraer ese da matrimonio. Desairado, el anfitrin mont en
clera. A continuacin mand a sus criados que fuesen por las calles de la
ciudad recogiendo a cuantos ociosos y mendigos hallaren, para que
131
vinieran a ocupar los puestos que haban quedado vacos. Y despus que
entraron todos, se cerr la puerta. El evangelio hace suponer la triste suerte
reservada a aquellos que se negaron a aceptar la invitacin. Pero termina
ah todo? Ms bien me inclino a creer que el relato, por los mil avatares
muy explicables en un texto tan antiguo, qued mutilado, y que la
narracin original contena una segunda parte. Probablemente en ella se
nos contaba cmo, tras la aceptacin masiva de mendigos y famlicos, los
criados tuvieron que practicar una nueva leva, porque todava quedaban
algunos puestos libres en la mesa. Y fue entonces cuando se toparon de
nuevo con aquellos que haban recibido la primera invitacin. Result que
quien haba comprado la finca, la encontr asolada por una tromba de
agua; el que quiso probar sus bueyes no pudo hacerlo, pues un rayo los
haba fulminado; el novio haba sido abandonado por su mujer la maana
misma de la boda. Junto con los ltimos mendigos hallados por los
caminos, como otros tantos hambrientos annimos, fueron ellos tambin
arrastrados esta vez por los criados hasta la gran sala iluminada, donde
todos gozaron indistintamente de la magnificencia y abundancia de aquel
misterioso convite. Porque, segn diagnstico memorable de San Agustn,
tiene hambre el pobre y tiene hambre el rico.
Pero esta nivelacin suprema, de ltima hora (tan ltima que resulta
pstuma), autoriza a usar el mismo rasero para valorar la suerte terrenal
de todos los hombres, sean ricos o pobres? Y esa fe en una vida posterior,
la esperanza de un banquete indescriptible al otro lado de la muerte, no
favorecer la resignacin de los pobres aqu abajo, impidiendo su legtima
protesta aqu y ahora, debilitando sus energas para luchar y exigir su parte
en la mesa de este mundo?
La religin cristiana se proclama una religin encarnada,
comprometida, salvfica, liberadora del hombre en su totalidad. Afirma que
la redencin llevada a cabo por Cristo no es un consuelo en la opresin,
sino una fuerza hacia la liberacin. Dice que, as como no puede subsistir
el alma sin el cuerpo, tampoco es posible un amor autntico que no sea
operante, que no se encame en obras temporales. La fraternidad que predica no es ninguna vaga teora; los hermanos son ste, se, aqul, con su
nombre y apellido. Pero, veamos, las injusticias y opresiones de que esos
hermanos son objeto, no tienen tambin nombre?, no son fruto de un
sistema econmico que tiene nombre, un nombre muy preciso?
Preguntamos por el vigor, claridad y eficacia de la denuncia cristiana.
Su credo no se identifica con ninguna ideologa revolucionaria, pero
precisamente porque puede y debe ir ms all que todas las ideologas,
132
VI
Mas he aqu que, al parecer, el cristianismo tiene dos caras, o
doscientas. Hasta hace muy poco su doctrina social se empleaba
preferentemente en defender la legitimidad de la propiedad privada, si bien
136
no dejaba de advertir que sta deba redundar siempre en favor del bien
comn. Hoy, en cambio, sostiene que las riquezas del mundo estn
destinadas al bien de todos y que slo es permisible la propiedad privada
en tanto en cuanto este sistema favorezca dicho bien comn. Se trata de
una simple diferencia de matiz, poniendo el acento en este o aquel aspecto
segn convenga, o se trata de un giro de ciento ochenta grados que, sin
embargo, se preocupa an de hacer menos brusca, ms aceptable, la
transicin?
Se creera que la actitud fundamental cristiana, inculcada por sus
predicadores, era una actitud de sumisin y obediencia, una moral de
virtudes pasivas. Ahora, por el contrario, se habla de teologa de la
liberacin e incluso de teologa de la revolucin. Y ocurre que los no
creyentes (tampoco muchos creyentes, desde luego) no estn dispuestos a
admitir tanta agilidad intelectual. En la medida en que segus hablando de
Dios dicen, desempolvando textos olvidados de la Escritura que
exhortan a la denuncia proftica, todo eso nos parece simplemente un
lenguaje trasnochado e inoperante. Y en la medida en que, renunciando a
hablar de Dios, prefers hablar de la muerte de Dios y decs que la
teologa es una antropologa a distinto nivel, nos sentimos obligados a
haceros esta amable observacin: hace ya mucho tiempo que nosotros
hemos recorrido el camino que ahora vosotros os disponis a emprender, y
que lo hacis con un entusiasmo que en el fondo es ingenuidad, con un
afn de camaradera que en el fondo es una extraa mezcla de presunta
superioridad y de inferioridad inconfesada, con una humildad que en el
fondo es humillacin.
Con todo, el pensamiento cristiano predominante sigue siendo, hoy
como ayer, hostil al vocabulario y a la sustancia de la revolucin. Tal vez
anteayer, en tiempos muy primitivos, fue otra cosa; pero actualmente la
mayora de los cristianos no son ms que cachorros de len nacidos ya en
el zoo.
El pensamiento oficial suele moverse entre estos dos extremos,
dentro de la legalidad: por una parte, la colaboracin con el poder
establecido, aunque ste sea injusto, precisamente para evitar mayores
males, y, por otra parte, cierta insumisin pasiva, inofensiva, que recibe el
nombre de no-violencia. Lo primero recuerda demasiado la postura del
Sanhedrn durante el juicio entablado contra Jess: es preferible que muera
un hombre (la verdad es que son treinta millones de hombres cada ao) a
que perezca la ciudad, es decir, el orden de una sociedad slidamente
constituida. El segundo extremo, el que propugna la no-violencia, parece
137
caer en una contradiccin semejante: por fidelidad a sus ideas en favor del
hombre, los no-violen tos acaban situndose en contra del hombre. De
hecho se convierten en vctimas y, por tanto, cmplices de la violencia. No
es nada fcil evitar estas contradicciones.
Los partidarios de la no-violencia anticipan idealmente el mundo ms
deseable, pero su ideal slo puede ser eficaz en un mundo ideal.
Constituye un error metodolgico que recuerda aquel otro de Rousseau,
el estado de naturaleza. Lo cierto es que nacemos y vivimos en un
estado de naturaleza averiada, nacemos y vivimos en la violencia. Utopa
es aquel reino en el cual, segn el profeta Isaas, habitar el lobo con el
cordero, la pantera con el cabrito, y el novillo y el leopardo se acostarn
juntos (Is 11,6). Justamente para construir ese reino es menester que por
ahora el cordero, el cabrito y el novillo se abstengan de servir de pasto a
lobos, panteras y leopardos. De las espadas forjarn arados, y de las
lanzas, hoces (Is 2,4): cuando haya tierras para todos donde meter la reja.
La no-violencia tiene el peligro de acabar maniatando a sus
seguidores, impidindoles no slo empuar la espada, sino tambin
manejar el arado. Los conduce a un destino que es la renuncia a todo
destino, porque es la evasin de toda realidad, ya que, o aceptamos la vida
la nica que existe, o desertamos de ella.
Sin embargo, este movimiento pacifista fcilmente suscita nuestra
admiracin. Cualquier objecin que le hagamos, se la hacemos con pena.
Siempre es conmovedor un hombre que se equivoca porque lo fa todo al
amor, porque tiene una gran fe en sus semejantes. Pero un error admirable
no deja de ser un error. El P. Pire, Nobel de la Paz, tras el asesinato del
pastor King, hizo estas declaraciones: El mundo sera ms miserable si no
existiese la renuncia a la violencia. Pero no creo que semejante renuncia
vaya a transformar mucho al mundo. Crea realmente Martin Luther King
en la renuncia a la violencia o slo tema las consecuencias del empleo de
la violencia?
Al principio de su campaa en favor de los negros, Louis Lomax, en
su libro The reluctant african, expresaba su esperanza de que los blancos
aprenderan a amar antes de que los negros aprendiesen a odiar; dos aos
ms tarde se ve obligado a rebajar el objetivo de su esperanza: slo pide ya
que los blancos hagan desaparecer las razones que existen para matarlos
antes de que los negros tengan armas suficientes.
138
VII
El embajador del IV reino de Utopa contina diciendo:
No conviene olvidar que los conceptos de Derecho y de Paz se
prestan a un uso tan abusivo, por lo menos, como los de Libertad y
Democracia. Mucho se nos ha repetido que la anarqua no es democracia
ni el libertinaje es libertad; pero hara falta tambin repetir con la misma
insistencia que tampoco la legalidad es derecho ni el orden es paz.
A menudo la verdadera paz no es algo que debamos mantener, sino
algo que tenemos que conquistar, ya que la paz significa mucho ms que
ausencia de guerra. Se trata de un valor positivo; por tanto, es la guerra la
que debe definirse a partir de la paz, y no al revs. Esta inversin
lamentable daa tambin al concepto de no-violencia, expresin que, por
negativa, algunos de sus partidarios han abandonado ya.
Aunque merecedora de todos los respetos, no puede la no-violencia
aspirar a beneficiarse de una valoracin privilegiada. Por sus frutos la
conoceris. Se trata slo de un medio, una tcnica, un mtodo: en cada
momento las circunstancias dirn si es un medio oportuno o no. Luther
King muri por la justicia renunciando a toda violencia, Camilo Torres
muri por el mismo ideal con las armas en la mano; lo que importa no es
lo que los distingue, sino lo que los identifica, de la misma manera que
Goya y Picasso nos gustan no por lo que tienen de diferente, sino por lo
que tienen de parecido, es decir, por lo que ambos tienen de genial.
Tambin cuando se trata de la colaboracin de creyentes y no
creyentes en la lucha por un mundo nuevo, lo que importa es precisamente
lo que unos y otros tienen de comn. En Barjona cuenta Sartre la huida de
Jess a Egipto, introduciendo en su relato a un bandolero cuyo nombre da
ttulo a la obra, un bandido valeroso que muere batindose contra los
soldados de Herodes para salvar la vida del Nio. Lo que importa es
140
favor una lista de argumentos tan numerosos y evidentes como los abusos
cometidos por el poder a lo largo de su ejercicio. Sin embargo, aunque los
xitos de la oposicin sean muchos, difcilmente su suma constituir un
xito total, un xito suficiente. Para salir de su pobreza los pobres slo
disponen de medios pobres, y los resultados de su esfuerzo suelen ser
igualmente pobres. Necesitaran otra cosa; su secular amargura no es
ningn motor, slo es combustible.
La subversin es la guerra desigual de los pobres, la propaganda
ambigua de los pobres, la calificacin oprobiosa de su campaa.
Pero en realidad, como bien se ha dicho, un terrorista suele ser nada ms
un piloto bombardero con vocacin frustrada. La definicin no es nueva.
Un pirata apresado y conducido ante el trono de Alejandro Magno se
expres en parecidos trminos. Este le interpel airado: Cmo te atreves
a hacer terrorismo en mis mares? Seor, vos y yo hacemos lo mismo,
con una nica diferencia: por hacerlo yo con un solo barco, me llaman
pirata; por hacerlo vos con una flota entera, os llamis emperador.
El embajador del IV reino de Utopa no slo es un hombre
documentado, sino tambin un orador que conoce la eficacia del estilo
directo. Dice: La violencia de los explotadores se llama orden, bien
comn, inters general. Es ms, por ser fuerte, por estar segura de s
misma, esta violencia no necesita adoptar formas violentas. Los estados
de violencia pueden prescindir de todo acto de violencia. Nada ms fcil
que convertir en Estado de derecho un Estado de hecho: el desorden
mantenido por la fuerza constituye automticamente un orden
establecido. Qu es el Bien, entonces, sino el producto perfecto del
Mal?, qu es la Verdad sino la ms irrefutable formulacin de la Mentira?
Nada ms indicado, por otra parte, que convocar elecciones despus de un
golpe de Estado; resulta fastidioso por unos das, pero vale la pena; hasta
es posible que el dictador llegue a creerse luego elegido por unanimidad.
La dictadura que no se toma algn trabajo por disimular su condicin no
tiene porvenir, es una grosera propia de tiempos brbaros. Resulta mucho
ms rentable pagar a un sofista que a un verdugo.
Cuando la violencia se ha institucionalizado, quin osar llamarla
violencia? Una vez establecido el orden, el poder segrega su propio
mecanismo de conservacin y se ahorra toda intervencin demasiado
explcita. Ha aprendido a sonrer, a sugerir, a mostrarse comprensivo. Ms
que imponer una norma, seala un modelo; no hace uso de la fuerza, sino
de la palabra. Cmo es de convincente la palabra que emana del poder!
Quien posee el poder, no slo posee la fuerza, sino tambin la razn. No
143
VIII
La violencia militar evoluciona hacia la violencia poltica, y sta
hacia la empresarial, y sta hacia un tipo de relaciones tan amables, tan
humanas, que nadie que no sea un resentido lleno de prejuicios dejar de
alabar.
El pobre tiene que vivir de su trabajo, es natural. Quin puede
quejarse de algo tan normal y tan comn, incluso tan honroso? El pobre
debe trabajar, Pero dnde?, cmo? No tiene taller donde trabajar, no
tiene herramientas con que trabajar. Ha de acudir all donde haya
herramientas y posibilidades de trabajo: humildemente ir a casa del
poderoso, no como quien ofrece una mercanca al mejor postor, sino como
quien pide una gracia al bienhechor ms caritativo. El patrono puede
aceptarlo o rechazarlo, puede elegir, puede, por consiguiente, practicar la
bondad. Lgicamente, el rico aparece como salvador del pobre.
Pero acaso no puede el pobre hacer valer su trabajo, contratar en un
plano de igualdad? Sucede que, cuando los obreros de una panadera
declaran la huelga, aquel da sus hijos no comen pan y pasan hambre,
mientras que los hijos del dueo, en lugar de pan, comen pasteles. Y
sucede tambin otra cosa: al da siguiente de la huelga, a los dos das, los
trabajadores menos mentalizados, o ms profundamente contaminados, o
ms frgiles, se acordarn de que bajo el yugo del faran no carecan de lo
imprescindible, cuando nos sentbamos junto a la olla de carne y
comamos pan hasta hartarnos. Nos ha sacado Moiss, el enlace
sindical, el lder, el idealista a este desierto para matar de hambre a toda
la comunidad (Ex 16,3). A la semana siguiente, cada uno de los obreros
acudir all donde hay herramientas y posibilidades de trabajo:
144
IX
No hay duda que las utopas son generalmente una invencin de la
clase oprimida, proclive siempre a soar con otra situacin distinta de la
que tiene que soportar. Es la fantasa un mecanismo de defensa, un medio
de compensacin? Es eso y mucho ms.
147
X
La Historia, sin embargo...
Nada ms ambiguo que la marcha de la Historia, quiz tambin nada
ms melanclico, reiterativo y cclico. Conoce usted, seor embajador del
IV Reino de Utopa, la leyenda del Gran Holocausto? Los hombres han
decidido poner fin a una civilizacin injusta y depravada. Un da se renen
en un punto de la Tierra, difcil de precisar, y levantan una inmensa pira
donde arrojarn todos los instrumentos y smbolos del pecado, los ttulos
de propiedad y las dignidades, las mitras, las genealogas, los archivos del
catastro, las prpuras, las guillotinas, los cdigos, el oro y la plata. Todo
por fin queda reducido a cenizas, y una columna de humo espeso se eleva
a los cielos, en olor de expiacin. Los hombres parecen haber recobrado la
pureza de sus orgenes; en sus ojos brilla una radiante inocencia. Un
espectador curioso, que se haba mantenido retirado, alguien a quien nadie
conoca, se acerc muy despacio e hizo esta simple observacin: Os
habis olvidado de arrojar a la hoguera lo nico que importaba, lo nico
que es esencial. Qu es? El corazn humano, raz de todos los males.
Cambiar las leyes o las estructuras de la sociedad sin cambiar el corazn
del hombre es como barrer una habitacin sin abrir la ventana.
Yo le pregunto a usted: comenzar nuevamente, partir de cero, abolir
el pasado, cmo sera esto posible? La tentativa de suprimir el pasado ya
tuvo lugar en el pasado, innumerables veces, y ello constituye una prueba
de que el pasado no se puede abolir, ni siquiera ese elemento del pasado
que consiste en un propsito reiterado, cclico, de arrepentimiento. De
vano arrepentimiento.
Ya s que los hombres, individualmente considerados, no son todo.
Que existen las estructuras, que entre ellas y los hombres se da un influjo
recproco, y que este problema hay que plantearlo de manera dialctica y
no mecnica. Decir que la vasta injusticia del mundo actual se debe
152
social, de convivencia humana, de mayor justicia, probablemente no morirn en el patbulo, sino en palacio: en acto de servicio al faran.
Y es que no slo han ganado los esclavos en conocimiento, cobrando
conciencia de que son esclavos, sino tambin sus amos, que han entrevisto
el valor y utilidad de las utopas. Y nada ms sencillo para Goliat que
hacerse con una piedra y una honda. La utopa es un arma eficaz! Ya los
seores no la menosprecian, sino que la asumen en beneficio propio. Lo
mismo que han sabido alentar y encauzar cierta contestacin de la
juventud, lo mismo que se hicieron promotores de la ecologa y la defensa
del medio ambiente, del arte informal, del folklore y la cancin protesta;
igual que se apoderaron siempre, con su tremenda capacidad de absorcin,
de todas las causas hermosas que han surgido del pueblo, as ahora se
apoderan de la utopa y la ofrecen a la gente como el ms seductor de los
seuelos: la mercanca ms preciosa de la sociedad de consumo. Y David,
el hondero, ser nombrado capitn del ejrcito real, capitn de un nuevo
escuadrn hasta ahora desconocido.
La utopa habr sido integrada. No hay duda, quienes posean una
fanega de tierra en Middlesex, tendrn un principado en Utopa, y los que
en Middlesex slo dispongan, por todo patrimonio, de su sueo, slo
tendrn en Utopa otro sueo, un sueo mayor, ms esplendoroso. Cada
nueva creacin del pueblo es en seguida arrebatada por los amos. Cada
paso que da Aquiles, da otro la tortuga: lo bastante largo para seguir en
cabeza, lo bastante corto para no distanciarse en exceso, a fin de que
Aquiles mantenga su ingenuo entusiasmo y el pueblo siga trabajando y la
utopa siga moviendo la rueda hidrulica.
En verdad, estimado seor embajador, parece usted al fin un
hombre lcido. Un buen hondero, quiero decir. Pero an le falta advertir
algo: la utopa de la ciencia, aunque en s misma resulte basta e
insuficiente, posee una gran elasticidad (usted dira, un gran poder de
contaminacin). Simplemente, la utopa de la ciencia puede con facilidad
transformarse en una ciencia de la utopa. La ciencia coge su bistur y
empieza a hurgar; he aqu que la utopa se desinfla, slo contena aire. Ya
s que separar la utopa del corazn del hombre para llevarla a la mesa de
operaciones es condenarla a muerte, porque es sacarla de su propio medio
y ponerla en condiciones inadecuadas; es como querer examinar en tierra
el funcionamiento de las branquias de un pez. Pero, asmbrese, en vez de
morir, la utopa se convierte en otra cosa distinta: en lugar de criticar la
realidad, se critica a s misma; en lugar de criticar el presente, critica el
155
5. Jueves
LA UTOPA DE LA LIBERTAD Y LA UTOPA DE LOS
REFUGIOS
156
157
I
Los hombres son rebeldes, los hombres son levantiscos, dice el
tirano, y aplica al pas un rgimen duro.
Los hombres son dbiles, los hombres son propensos al desaliento,
dice el Gran Inquisidor, y asume l solo la pesada carga de gobernar y
decidir.
Los hombres son felices, los hombres han llegado por fin a su edad
adulta, dice quien ordena y manda en el quinto reino de Utopa. Quiere
decir que sus sbditos ya slo pueden elegir el bien, slo pueden elegir lo
mejor, necesariamente lo mejor; por tanto, no tendra ningn sentido darles
ocasin de ejercer su libertad.
As dice el tirano, as dice el Inquisidor, as dice el prncipe de la Isla.
En la medida en que aspiran a otorgar la felicidad dentro de una
sociedad perfecta, las utopas presuponen un Estado perfecto. Estado
perfecto es aquel que funciona perfectamente, en el cual cada uno de los
ciudadanos ocupa su lugar propio y realiza su misin propia. Estado
perfecto, pues, equivale a mquina perfecta. Y a nadie se le ocurrir
preguntar por el grado de libertad que corresponde a una rueda, a un engranaje, a una correa de transmisin. Desde la utopa de Platn, que se
niega a admitir en su Repblica a ningn sujeto indcil o extravagante,
hasta la utopa de Huxley, aquel Mundo feliz en el cual el nico hombre
con ideas personales representa un contrapunto trgico, todos los
programas de felicidad se fundan aqu sobre la total sumisin de los
habitantes de la Isla a las ordenanzas dimanadas de lo alto.
En los pueblos brbaros del continente, por el contrario, ya se sabe
que cada sociedad se las arregla como puede, buscando un punto ptimo
de equilibrio entre libertad y disciplina, punto sumamente mvil y
arbitrario que depende de la naturaleza de los ciudadanos, la fuerza de las
circunstancias y el gusto particular del gobernante. Tal vez el mayor encanto de esa situacin sea la divertida ambigedad del lxico: segn qu
palo pinte, segn quin sea el que bable, un mismo fenmeno se denomina
insurreccin o liberacin, anarqua o democracia, dictadura frrea o
democracia orgnica. Pero la ambigedad raya en el absurdo cuando se
pronuncia la palabra libertad. En qu consiste la libertad? En algo as
158
II
Se podra hablar de grados de felicidad en correspondencia con esos
grados de vida intensa o vida segura?
En trminos generales, y con arreglo a la ms estricta tautologa, slo
puede decirse que la vida segura proporcionar una dicha mayor o menor,
pero ms segura, mientras que la vida intensa es capaz de otorgar una
dicha mayor o menor, pero ms intensa.
Kant se atreve a afirmar de manera terminante: La mayor felicidad
del hombre consiste en ser l mismo el causante de su propia felicidad.
Ahora bien, no hay duda de que el hombre aparece como ms causante de
su propia felicidad cuando l mismo se realiza en medio de cualquier
riesgo que cuando l mismo busca y encuentra una seguridad donde guarecerse.
Es menester, desde luego, la entrega personal a una actividad
personal. Comprese la dicha que una coleccin de sellos proporciona a un
verdadero coleccionista, que ha puesto en ella una larga ilusin, con
aquella otra que puede extraer de esa misma coleccin quien simplemente
la recibi en herencia. Es el esfuerzo lo que hace valioso el trofeo. El goce
necesita del contraste de otra cosa al lado para ser tal goce, lo mismo que
una slaba slo es tnica porque junto a ella hay otra tona. As, lo que
hace placentera tina sombra es el largo camino bajo el sol, y lo que otorga
valor a un vaso de agua es exclusivamente mi sed.
Pero hay adems otro elemento importante que contribuye a dar
relieve a nuestras dichas. Es la incertidumbre, es una cierta inseguridad.
Qu satisfaccin podra producir un premio que ya estaba adjudicado de
antemano? El rey a quien sus cortesanos quieren ver feliz eligen el peor
mtodo cuando le ponen la caza delante del rifle; el rey abate las piezas sin
esfuerzo y sin temor de no acertar, y es profundamente infeliz por ambas
161
163
III
Y, sin embargo, dentro de la cmara ms secreta que est dentro del
recinto mejor fortificado que hay dentro de la Isla ms inalcanzable del
mundo, el hombre tiene miedo. El hombre sigue teniendo miedo.
Cuando han sido apresadas o abatidas las fieras, el hombre tiene
miedo de los insectos, furtivos y pertinaces. Cuando se coloc en las
ventanas una red muy tupida que impeda el paso de los insectos, todava
podan filtrarse, por los intersticios ms invisibles, los virus. Despus de
inventarse la vacuna contra los virus, an queda una especie animal,
irreductible, que pone espanto en el corazn del hombre: son los monstruos que se alojan en el interior de su alma.
Hay endriagos, hipogrifos y basiliscos, y otros mil ejemplares cuyos
nombres no pueden expresarse aqu por dificultades de transcripcin
fontica. Hay, por ejemplo, un curioso pez de regular tamao que,
acostumbrado a vivir fuera del agua, construye sus nidos en los doseles de
prpura y vuela en espiral, acercndose al centro muy lentamente: hay
hombres de aspecto ictiforme y costumbres desconcertantes que acosan a
los hombres. Pero ningn otro ms extrao que el animal de medianoche;
su cabeza parece el mango de un pual, y su cuerpo es como la hoja de un
pual, y sus intenciones como las de un hombre avezado a manejar el
pual. Debe ser citado tambin un pjaro que nadie ha visto, que nunca
est donde parece estar, pues posee la rara virtud de hallarse en todo
momento a la espalda del observador; comnmente recibe el nombre de
espa, delator, conciencia. Lo ms admirable y terrible de todos ellos es
que siempre ostentan algn rasgo humano y parecen esconder algn
propsito humano, es decir, imprevisible.
Lo mismo que el Cid, la Gran Serpiente sigue sembrando el horror
despus de muerta. Sus apariciones nocturnas en la ciudad del orden
desazonan a sus habitantes y alteran el proyecto municipal de seguridad.
El hombre es una caa pensativa, pero sobre todo frgil, sobre todo
temblorosa. Tiembla al menor soplo de viento. El hombre se asusta de
todo. Le espanta el sol porque quema, y la lluvia porque golpea en los
cristales. Teme el futuro. Tiene miedo a caer un da en la indigencia, y
justamente ese miedo le hace ya indigente. Soluciona algo almacenar comida y licores, utensilios, medicinas, monedas? La acumulacin de bienes
responde a una exacerbacin del instinto de conservacin; es un producto
cultural que ha alterado el equilibrio de la Naturaleza. Nace del temor
164
absurdo a la escasez. Ahora bien, dicho temor, como cualquier otro, no conoce lmites; para combatir este temor indefinido hace falta, pues, una
acumulacin indefinida, la cual necesariamente provoca la escasez que se
tema y, por un crculo vicioso muy explicable, acaba justificando el temor
que ech a andar la rueda.
Cualquier sufrimiento viene agravado en el hombre por su miedo
innato al sufrimiento. Todo dolor tiene un lmite, pero el miedo, como la
imaginacin de la cual se alimenta, es por su propia naturaleza ilimitado,
capaz de producir todos los dolores imaginables.
Y por la misma lgica fatal que hizo que el ahorro engendrase la
penuria, quien puso su ideal supremo en la seguridad acaba viviendo en un
constante estado de autodefensa, es decir, de alarma; es decir, de
inseguridad. Se ha creado en l como una sensibilidad previa, anterior a
cualquier peligro concreto, que transforma en peligroso el contorno entere
de la vida, proyectando una intencionalidad hostil a todo cuanto le rodea.
Tan difusa amenaza lo mismo proviene del agua que del aire, se oculta
bajo tierra, se agazapa tras los rboles, se esconde indistintamente en las
secretas intenciones del bandido y del alguacil. El miedo es su manera de
vincularse al mundo.
No podra el uso de la razn vencer esos temores tan irracionales y
conseguir un estilo de vida ms seguro, ms lcido, ms confortable?
A la razn incumbe iluminar la existencia; debe ahuyentar los
fantasmas. Cuando Tobas se estaba baando en el ro, qued horrorizado
al ver a su lado un pez enorme; acudi Rafael y le oblig a coger el pez
por las agallas y sacarlo a flote: entonces vio Tobas que era un pez vulgar,
de dimensiones normales, inofensivo. La razn tiene esta misma misin de
sacar del agua los motivos de angustia, sacarlos del subconsciente, de ese
medio confuso y catico donde cualquier cosa adquiere las ms temibles
proporciones. Pero qu ocurre cuando el trabajo de la razn consiste
precisamente en sumergirse bajo el agua y permanecer all? El
entendimiento es esa herramienta de que el hombre dispone para contemplarse a s mismo por dentro, en su esencia ms inerme, suspendido en el
vaco, arrancado a la nada y expuesto a caer nuevamente en ella.
Pues el hombre es la criatura ms inestable del universo, un ser
esencialmente inseguro en todos los planos. Al contrario de lo que ocurre
en el resto de los animales, cuyo comportamiento viene determinado por
unos instintos infalibles, el hombre posee una inteligencia de resultados
inciertos; el residuo de instinto que en sta pueda subsistir, ha de ser lo
165
IV
Entre estas mil variantes de la fuga, ninguna tan frecuente como la
huida al pasado, hacia los ms remotos y enternecedores recuerdos, al
refugio de la niez.
Porque la niez significa la seguridad total. Mientras somos nios,
todo puede ser concebido como un juego, ya que lo verdaderamente
importante est siempre de antemano asegurado: la comida, el vestido, el
perdn, las grandes determinaciones que otros tendrn que tomar en
nuestro lugar. Qu tentacin volver a aquel estado, prolongar ese dulce
abandono, esa impunidad maravillosa! Y el hombre que ya cumpli los
cincuenta delega en sus representantes la responsabilidad de decidir,
contempla embelesado sus fotos de marinero, se finge enfermo, reza al
ngel de la guarda exactamente con las mismas palabras de entonces, se
inhibe, se envanece con palabras que no son suyas.
Ninguna otra felicidad ms grata, repite el Gran Inquisidor. Porque
vivamos en la seguridad. Ninguna tempestad poda hacer tambalear la
casa. Qu era, en aquellos aos, la angustia? Un trmino que haba que
traducir al francs, una palabra del diccionario. Bastaba dar una voz para
que alguien viniera, y bastaba que alguien encendiera la lmpara del cuarto
para que nuestro miedo se disipase inmediatamente. La seguridad era
completa. Y dentro del hogar la madre, sobre todo, significaba siempre la
acogida indefectible, el cobijo ms clido.
Pero la nostalgia de este paraso perdido hunde sus races ms lejos,
se remonta a un tiempo que es anterior a la infancia: cuando madre e hijo
167
fue aquel de la edad primera y de oro, que ya por nuestra malicia y gran
codicia de nuestra nacin ha venido a ser de hierro y peor.
Por qu interpretamos siempre la infelicidad como una privacin?
No como una simple carencia, sino como la privacin de algo debido, de
algo que antes existi. Decimos que el hombre carece de alas, pero no
decimos que el ciego carece de vista, sino que est privado de la vista. Por
consiguiente, si entendemos la felicidad como una privacin, es porque en
algn momento, de hecho o de derecho, fuimos felices. Cundo? Por
debajo de la memoria personal debe de existir una memoria ms honda, la
memoria de la especie, esa que guarda el recuerdo de un paraso anterior a
toda historia y prehistoria. En qu vida astral, en qu remotsimas
entraas maternas supimos que existe la felicidad?
Las utopas han rescatado esa ancestral memoria. En ellas el retorno
al paraso es celebrado como un retorno al seno materno, purificador y
renovador.
Es muy frecuente que los utpicos usen vestidos blancos, smbolo de
la pureza de una existencia nueva, como una piel nueva sobre un cuerpo
nuevo, smbolo tambin de la membrana fetal, de la proteccin materna.
De un modo u otro el pensamiento de la madre preside la elaboracin de
las utopas, mientras que el padre es sistemticamente abolido como
elemento turbador, suprimiendo la propiedad privada y las primogenituras.
Se practica de esta forma la expropiacin del padre; su autoridad queda
eliminada mediante la institucin de un patriarca que, lejos de representar
al padre, constituye su contra-imagen, la imagen vindicativa y apaciguadora del abuelo. Idntica significacin posee la primaca que entre ellos se
concede a la agricultura por encima de cualquier otra actividad (todava el
Cdigo de Napolen prescribir que el hijo bastardo sea alimentado por el
padre y dedicado a un oficio mecnico, pero nunca a las tareas agrcolas,
pues la tierra es el smbolo de la madre). Los obreros que en la Isla tengan
que dedicarse a otras labores volvern, sin embargo, peridicamente a
ejercer la agricultura con el fin de purificarse, ya que la agricultura, segn
Mirabeau, es el arte de la inocencia.
El labrador se abandona a la voluntad de unas fuerzas superiores y
benficas, al ritmo inalterable del invierno y del verano, que le permite
liberarse de la angustia de sus propias iniciativas. La vida en Utopa tendr
as la majestad, la infalibilidad propia del giro de las estaciones. Su tiempo
es lo ms intemporal que cabe alcanzar aqu abajo: un tiempo cclico que
hace imposible toda sorpresa, todo sobresalto, ese movimiento circular,
recurrente, que es lo ms parecido a la inmovilidad.
169
V
De ahora en adelante la Ciudad asumir el papel de madre.
La Ciudad proporciona alimento y abrigo, aleja a las fieras, dicta las
normas de comportamiento. Establece el orden y defiende el orden
establecido. La Ciudad entera es como una gran zona acotada para
proteccin del hombre, un claro en la jungla, un remanso de paz dentro del
caos: la isla de Utopa.
En el seno materno de la Ciudad, el hombre recobra su tranquilidad
perdida. Le asustaba la libertad, la obligacin de tomar decisiones y
solucionar personalmente sus problemas; pues bien, ahora puede acogerse
al gran expediente de la colectividad, donde todo est resuelto de
antemano, resuelto por otros. La Ciudad es benvola, es comprensiva, y
descarga al individuo del pesado fardo de su individualidad.
En la parbola del Hijo prdigo, segn la edicin corregida y
aumentada por Andr Gide, hay un dilogo entre el hijo dscolo,
arrepentido ya, y su madre. Esta inquiere sobre los motivos que
impulsaron al muchacho a partir: Qu buscabas? Es que pensabas ser
feliz lejos de nosotros? Yo no buscaba la felicidad, responde el hijo.
Qu buscabas entonces? Me buscaba a m mismo.
Se trata de dos objetivos muy distintos, tan distintos que son
opuestos. Por fin hemos averiguado que la felicidad slo puede
171
para decir lo que pensis si sois cada vez menos libres para pensar.
Quienes dicen amar la libertad, aman una entelequia.
Sin embargo, el ciudadano de la llamada sociedad libre cree que es
libre. Cabe mayor servidumbre? Ni siquiera se da cuenta de que lo que l
piensa, quiere y siente es justamente lo que piensan, quieren y sienten
todos los dems. Cada vez que crea elegir libremente, no ha hecho sino
ajustarse a la expectativa de los que le rodeaban. Sus opiniones polticas le
vienen dictadas por el peridico que acostumbra a leer. Sus criterios sobre
arte o literatura son un prodigio de mimetismo. Cuando va de viaje y visita
un monumento, ni siquiera ve el monumento: slo ve una reproduccin de
las reproducciones que de dicho monumento vio antes en los libros. Si
alguna vez pretende mostrarse original, ser tan slo porque la originalidad
est de moda. Se alimenta de tpicos. Cuando hace un gesto, es un
imitador; cuando da su parecer, es un eco. Se trata de un other-directed, un
animal mimtico, gris sobre fondo gris. No es antropfago, ni nigromante,
ni priscilianista; es ms bien un contribuyente, un consumidor, un usuario
de los servicios pblicos. Es, sobre todo, un miembro integrante del censo
municipal.
Hace tiempo que el yo desapareci. Ha sido suplantado por la forma
impersonal y menguada del se: se dice, se piensa. Para qu afanarse
buscando la verdad? Verdad es aquello que todos piensan. Para qu
empearse en practicar la justicia? Justicia es aquello que todos hacen.
Para qu defender los derechos? Los derechos cada vez son mayores y las
oportunidades de ejercerlos cada vez menores. Finalmente, para qu
obstinarse en cantar la libertad? La libertad es algo perfectamente intil,
como una llave que nicamente sirve para abrir y cerrar un estuche que
slo sirve para guardar dicha llave.
Quienes dicen amar la libertad, si fuesen lgicos y un poco
clarividentes, tendran que aceptar esta descripcin, no ms despiadada
que objetiva, de la llamada sociedad libre.
Frente al inmovilismo y la injusticia, frente a la inercia poltica y
cualquier tipo de positivismo, que en su raz es siempre una ideologa de
sumisin al orden establecido, cierta utopa naci como una proclamacin
de los derechos del hombre a un mundo mejor, a un mundo nuevo. Era un
instrumento de protesta, era un gran motor de ideas, sueos y esperanzas,
el espacio de la fantasa creadora, la plaza pblica donde tenan lugar todas
las reivindicaciones.
173
VI
El sistema tiene como misin inmediata y primordial el
mantenimiento del orden. El orden es el receptculo de la felicidad.
Evitando los desrdenes evitamos las desdichas.
En nuestra Isla la prudencia ha inspirado todas las leyes, la disciplina
gobierna todas las actividades, la ms sabia diettica rige las comidas, la
previsin alcanza hasta el ao 2100. Saben ustedes quin es el verdadero
samaritano, el samaritano de veras eficiente? La polica de Trfico, que
impide el bandolerismo en carretera. Por supuesto, la caridad subsiste,
pero es principalmente una virtud de sentido vertical: la que ejerce el
sistema para con sus sbditos. Los sentimientos, de suyo, pueden originar
graves peligros. El amor mismo entre personas de distinto sexo no debe ser
un sentimiento incontrolado. Aspiramos a crear un organismo de
planificacin nupcial que una las parejas segn su aptitud, nivel social y
frmula sangunea; el amor ser entonces lo que debe ser: un ornato del
matrimonio, el cual es, ante todo y sobre todo, estabilidad.
Ya se sabe que toda la historia del conocimiento humano ha
consistido en ir reduciendo progresivamente el campo de accin del azar.
Cuando todos y cada uno de los fenmenos estn primero previstos, y
despus provocados a voluntad, el hombre habr conseguido su victoria
completa. Me refiero lo mismo a los fenmenos sociales que a los
csmicos. En tan grandioso programa, qu significa esa mal llamada libertad de las sociedades libres? Igual que los sesmos, una fuerza
perturbadora, un enemigo a extinguir.
Lo que ocurre es que se ha tenido hasta ahora de la libertad una idea
muy errnea, segn la cual su trmino correlativo sera esclavitud. Puesto
que la esclavitud es mala, la libertad es buena. Como si dijramos: puesto
que el hambre es mala, la inapetencia es buena. En lugar de oponer al hambre la inapetencia, no es ms lgico oponerle un pan?
En la Isla cada ciudadano ocupa su lugar propio y realiza su propia
misin. El gobernante gobierna, y el sbdito obedece; el maestro ensea, y
176
sin embargo, son imperfectas y conservan la ambigedad de los procedimientos propios de una sociedad imperfecta, no psicocivilizada.
Muy pronto podremos regular el comportamiento de los ciudadanos
con una eficacia que debe llamarse absoluta. Se trata de una tcnica de otro
orden, ms emprico, totalmente infalible: el ESB o electrical stimulation
of the brain. De acuerdo con esta tcnica, cada cerebro va provisto de sus
correspondientes electrodos, los cuales reciben los estmulos pertinentes
que son enviados por telecomando. Estas rdenes, programadas mediante
un ordenador, son ejecutadas por el individuo con una fidelidad que
desborda cualquier calificacin moral: con fidelidad automtica. Es bien
sabido que el cerebro, sede de toda la vida humana, viene a ser como una
gigantesca central telefnica cuya complejidad ha sido ya correctamente
calculada; posee ms de cinco mil millones de neuronas, las cuales
desarrollan una actividad tal que el nmero de conexiones entre ellas se
expresa con un cinco seguido de catorce ceros (el nmero de telfonos que
en 1964 existan en el mundo era de 170 millones: menos de la millonsima parte de los contactos establecidos solamente entre las neuronas
de la corteza cerebral). Controlando esta central, quedan de manera
impecable controlados todos los movimientos del individuo, tanto los
exteriores como los ms ntimos, su actividad motora y su ansiedad, la
agresividad, el placer, el temor, la gama completa de sus vivencias y
sentimientos. Controlar no significa solamente registrar; significa poder
atenuar y estimular, aplacar, despertar. El sistema ser sabio, el sistema
ser providente.
El resultado ha sido ya imaginado con detalle. La Ciudad se halla
perfectamente organizada. En la cspide acta y resplandece el cerebro
que rige todos los cerebros, el Gran Jefe, digamos el Motor Inmvil. A
continuacin vienen los Electrones, ciudadanos sobresalientes cuya
funcin es doble; en cuanto ejecutores, se limitan a propagar las rdenes
emanadas de la cumbre, y en cuanto colaboradores, asesoran y sugieren.
La tercera categora es la de los Positrones: los burcratas. Finalmente, a
cargo de los Neutrones, poblacin de base, estn todos los dems trabajos,
de condicin inferior. Cualquier semejanza de esta estructura con aquello
que en los pueblos antiguos se denomina rgimen de castas, no slo no
es intencionada, sino que en realidad no existe tal semejanza: estos parias
no son parias, son solamente felices.
Cabe solucin ms completa, ms satisfactoria, ms digna de una
utopa? El biocontrol es al homo utopicus lo que el dinero es al homo
179
VII
Todo perfecto. Slo queda una pregunta pendiente: es esto una
utopa o una anti-utopa?
(Bastara, y quiz fuese mejor, cerrar aqu el captulo, la descripcin
de una utopa tan grotesca que se destruye a s misma, que acaba
presentndose como el ms inhspito e indeseable de los mundos. La
geometra, dice Octavio Paz, es la antesala del horror. Pero quin resiste
esa vehemente tentacin de refutar al maniqueo si antes ha sucumbido a la
tentacin, tan gratuita, mucho menos apremiante, de inventarse un
maniqueo?)
No se es hombre en vano. Ser hombre implica una serie de requisitos
que no podemos suprimir so pena de suprimir al hombre. No se puede
fabricar un cuchillo que no tenga hoja ni mango. No es precisamente la
razn y la libertad lo que constituye la esencia del hombre? Y no parece
que la razn siga siendo razn si sus actos se limitan a ser la vibracin del
extremo de un alambre, si pierde su potencia creadora y se reduce a
constatar indefinidamente que lo blanco es blanco, o vicia su naturaleza de
tal modo que, bajo los efectos de la manipulacin, se haga capaz de pensar
que lo blanco es negro y que la libertad es para el hombre un apndice tan
superfluo y perturbador como el rabo, un detalle biolgicamente regresivo.
El seor Fernndez, adems, es y ser siempre un individuo singular.
Cada uno de los hombres posee un valor propio que ningn documento de
identidad podr reflejar nunca. Sucede que en cualquier tipo de realidad lo
verdaderamente importante es esta realidad, la cual no se compone de
ciertos caracteres bsicos generales a los que fueron aadidos los
180
VIII
Habr que buscar, pues, la felicidad por el camino opuesto?
Recuerden: La mayor felicidad del hombre consiste en ser l mismo
el causante de su propia felicidad. Parece que estas palabras sealan el
camino de la energa, la gallarda, el amor a la intemperie, la heroica
realizacin de uno mismo. Apologa de esas vidas humanas tan intensas,
tan ricas, capaces de tocar los dos extremos del sufrimiento y del gozo,
capaces tambin de experimentar cmo ambas cosas, en su lmite mximo,
apenas se distinguen, como tampoco se distinguen el fro y el calor atando
son excesivos. Pienso, sin embargo, que por aqu fcilmente se puede
llegar tambin al fracaso: no slo a la desgracia, sino al nfasis, a la
retrica, a la mentira en suma. Hoy ms que nunca necesitamos desconfiar
de palabras hueras. Quiz haga falta desinflar el globo de la felicidad.
Posiblemente la felicidad tiene color gris y se parece ms a un batn
que a un manto real. Nos preguntamos una y otra vez, cada vez ms
perplejos, dnde est la felicidad, y acaso ella no es el trmino de un viaje,
sino simplemente la forma menos incmoda de hacer el viaje. La tibieza,
la indiferencia y la atona pueden traernos ms contentamiento que el entusiasmo, el arrebato o la pasin. Desisto de ir en pos de Dulcinea,
renuncio a seguir una bsqueda tan extenuante. Prefiero la tranquilidad de
vivir junto a una mujer que es bastante inferior, pero que nadie codicia;
prefiero sus menudos servicios, su cocina casera y, sobre todo, su
maravillosa incapacidad para advertir mis defectos y obligarme a vivir
luchando contra ellos. A pesar de los pesares, pienso que hay algo ms
convincente y ms slido que el ansia de felicidad, y es el instinto de
conservacin, tan fecundo en soluciones mnimas, pero cada da
suficientes. Alguien dijo que un hombre vale tanto cuanto vale su concepto
de la felicidad; sin embargo, no nos est prohibido pensar que quien dijo
tal cosa vala menos que quien dijo lo contrario.
183
185
6. Viernes
LA UTOPA DEL FILOSOFO JUICIOSO
186
I
El estilo, como ven, es ms bien retrico: Todos los hombres, oh
Galin!, hermano mo, anhelan vivir felices; pero al querer descubrir lo
que hace feliz la vida, van a tientas... Aqu el camino ms frecuentado y
ms famoso es el que ms engaa; nada importa, pues, ms que dejar ya de
seguir como ovejas el rebao de los que nos preceden, yendo adonde todos
van y no adonde es menester ir... Perecemos por el ejemplo de los dems;
nos salvaremos si nos apartamos de la turba. Sin duda el estilo es
retrico, magisterial, est lleno de suficiencia. Se trata del comienzo de
aquel libro De vita beata que escribi, mediado ya el siglo i, Lucio Anneo
Sneca.
Y dnde se halla, a juicio de Lucio Anneo Sneca, la verdadera
felicidad?
Primera respuesta: la felicidad se halla no en las preocupaciones de la
vida, sino en el ocio. Segunda respuesta, ms precisa: no en el ocio
innoble, sino en el ocio digno. Porque ha de saber el lector que constituye
un grave engao buscar la dicha all donde la multitud indocta cree
encontrarla: en los gimnasios, en los placeres de la mesa, asistiendo a las
luchas de los gladiadores o empleando todo el tiempo en exigir al barbero
nuevos rizos y afeites. Slo el ocio ilustrado nos hace felices, slo el
cultivo de la filosofa, venciendo la naturaleza con los estoicos y
trascendindola con los cnicos, esforzndonos diligentemente por saber
de dnde nacieron los astros, cul ha sido el estado del Universo antes de
disgregarse las cosas individuas.
En otras palabras, la felicidad se encuentra en una Isla en un lugar
alejado y de reducidas dimensiones, adonde slo tienen acceso los
hombres de letras y de espritu sosegado. En la Isla hay un castillo
roquero. En el castillo hay una gran estancia con una biblioteca muy
nutrida. En la biblioteca hay, entre mil millares de libros, un libro. En este
libro, que consta de mil pginas, hay una pgina. En dicha pgina se
explica, muy documentadamente, en qu consiste la felicidad. Desde
luego, tenemos la vehemente sospecha de que en tal pgina, encontrada
por fin en las postrimeras de la vida, se nos dir que la vida feliz es
justamente esa que nosotros hemos vivido, devorando pginas y ms
pginas, consultando libros y ms libros, empeados en la dulce y ardua
187
190
II
Bacon dijo que sera muy triste que, habindose descubierto en
nuestro tiempo las dos regiones de nuestro globo material, el globo
espiritual permaneciera circunscrito dentro de los estrechos lmites de los
antiguos descubrimientos.
Qu quiso decir? Si la primera regin del globo espiritual
significaba el mundo de la vieja, y obstinada, e infructuosa especulacin,
la segunda iba a ser el mundo fascinante y prometedor de la ciencia. El
mismo Bacon seria el Cristbal Coln de esa Nueva Atlntida donde haba
grandes piscinas para curar todas las enfermedades, y huertos donde se
podan obtener especies vegetales mixtas, y cuevas secretas en las que se
encontraban metales mas ligeros que el aire, y bebidas tan sutiles que,
aplicadas sobre el dorso de la mano, atraviesan en poco tiempo hasta la
palma y, sin embargo, son de una extrema delicia al paladar.
Se trataba, claro, de una ciencia todava tan convencional y fantstica
como la misma filosofa, de una Nueva Atlntida tan irreal como la
antigua. A pesar de todos los mtodos de experimentacin logrados, la
segunda mitad del globo era ms bien una continuacin de la primera, una
pennsula un poco ms al sur, unida an al viejo continente por los hbitos
de un pensamiento preferentemente deductivo, arbitrario y muy poco
experimental.
Y es que con la ciencia suele ocurrir lo mismo que en poltica ocurre
con la tecnocracia; sta pretende oponerse a toda ideologa y resulta que en
seguida pasa a convertirse en una ideologa nueva, si bien con otros
trminos y otro aparato y otra mscara. As tambin la ciencia que se
jactaba de haber superado todas las filosofas, vino pronto a transformarse
en una filosofa ms, incluso en una nueva fe. El entusiasmo por las
ciencias suele ser cualquier cosa menos cientfico; est muy contaminado
por razones afectivas, posee todas las caractersticas de la adhesin a una
creencia. Pues, efectivamente, se trata no slo de saber, sino de creer en lo
que se sabe, de creer que lo que hoy no se sabe se sabr maana. Equiparar
lo verdadero con lo exacto, o restringir el campo de lo verdadero a lo que
resulta comprobable, no es una proposicin cientfica, es un enunciado de
fe. El principio de que slo tiene sentido lo empricamente verificable, es
acaso empricamente verificable? Puede probarse que slo es vlido lo
que se puede probar? Pienso que condicionar la verdad equivale a sentar
una verdad anterior a toda verdad.
191
III
Pero qu grado de felicidad cabe en una vida meramente aceptable?
La ciencia, todo lo experimental y objetiva y rigurosa que se quiera,
podr traer al entendimiento humano aquella felicidad que la filosofa es
incapaz de proporcionarle?
A mayor conocimiento, mayor conciencia de la ignorancia. Conforme
crece aqul, crece tambin la certeza de lo mucho que queda por conocer,
de la misma manera que, conforme se agranda un crculo, se hace mayor la
circunferencia que lo limita, es decir, la evidencia de cuanto sigue siendo
exterior, el presentimiento de las infinitas cosas que ignoramos.
Todo lo que es complicado es incomprensible, y todo lo que es claro
es inexacto. Tan improbable resulta que la filosofa constituya una
consolacin (Boecio escribiendo su tratado De consolatione
pbilosophiae tiene todo el aire sospechoso e interesado del profesor que
dedica su primera clase a explicar la importancia de la asignatura) como
que la ciencia encuentre el agua regia que disuelva nuestros pesares.
Oh, el cultivo del entendimiento como fuente de placer! Ha de pasar
el hombre innumerables vigilias para conseguir nada ms que una partcula
de verdad. No hay dama tan evasiva ni tan arisca como la verdad. Ni tan
voluble; esa pequea porcin de verdad conseguida a costa de tantos esfuerzos dura menos que la ms dbil hiptesis cientfica; en seguida,
inmediatamente, un corrosivo que segrega el entendimiento y que se llama
duda empieza a actuar y la arruina. Ay, Sneca, ilustre Lucio Anneo
Sneca, cmo pudiste afirmar que ah estaba la felicidad del hombre! La
duda es esa arena movediza donde nos empeamos intilmente en echar
los cimientos de Utopa. Siempre hay que cavar ms hondo, ms
ahincadamente, en busca de tierra firme. He aqu una nueva figura de la
inevitable, interminable, conmovedora pugna de velocidad establecida
entre Aquiles y la tortuga: entre la duda y la certidumbre.
El Eclesiasts dice as: Donde abunda la sabidura, abunda el
disgusto, y quien aade ciencia, aade dolor (Ecle 1,18).
193
IV
Slo podemos ser felices lo mismo que muertos sin enterarnos.
He aqu una idea melanclica a la que, sin embargo, se le puede dar la
vuelta. Porque, si esto es as, cabe pensar que estemos ya, o an, en el
paraso y no nos hayamos dado cuenta de ello. Cabe pensar que la famosa
isla de Utopa sea precisamente este nuestro mundo, con todas sus islas y
continentes: Europa, Asia, Africa, Amrica y Oceana.
Bastara para ello alcanzar una visin de conjunto, segn la cual el
sufrimiento sera algo as como un revelador de la felicidad general. En
este contexto el mal es nada ms un accidente al servicio del bien. O la
mitad necesaria del bien. Los apologistas de la creacin lo explican as: no
podemos concebir una escultura plana ni una pintura sin colores y sin
tonalidades. Quieren decir que el mal pone de relieve el bien, el mal no es
ms que una sombra dentro de un cuadro que necesariamente consta de
luces y sombras. Dentro de nuestro mundo plural y jerarquizado, un
mundo adems dinmico, en perpetuo movimiento hacia adelante, eso que
con tanta impropiedad llamamos mal sera justamente lo que permite que
surjan compuestos cada vez ms ricos y diferenciados. Los peces grandes
se comen a los chicos, la fauna vive a costa de la flora, la flora es
asimismo otro reino en el cual todo proceso bioqumico constituye, a su
modo, una muerte. Ley universal que tiene igual aplicacin en los estratos
superiores (a aquel nivel en que la noche de los sentidos significa una
fase ms del progreso mstico) que en los ms nfimos, all donde las
197
V
Cualquier teora sobre la felicidad, o es despreciable, o es
contradictoria. Tan despreciable como esos muecos que usurpan el papel
de hombres o tan contradictoria como un hombre real de carne y hueso.
Porque el hombre debe aceptar el sufrimiento y a la vez combatirlo,'
aceptar el sufrimiento en general y luchar contra cada sufrimiento
concreto; si no cumple cada una de estas dos condiciones, sucumbe, bien
sea de desesperacin o de bronconeumona. Necesita aspirar cada da a la
felicidad y al mismo tiempo rechazarla si ella implicase una prdida de
libertad, una mentira o una prostitucin.
El hombre es un ser esencialmente contradictorio; porque no coincide
consigo mismo, porque rebasa sus propias fronteras, por arriba y por abajo,
por su anhelo de infinito y su tendencia hacia formas de vida regresivas o
depravadas. En tensin continua entre dos extremos, incapaz de encontrar
su patria en ningn lugar, colgando en el aire y atrado hacia la tierra,
tironeado ferozmente desde la cabeza y desde los pies, desde sus
199
VI
Pero la filosofa no ha sido nunca una sabidura astral, asptica. En
cuanto concepcin del mundo y de la vida suele ser el resultado de una
cierta experiencia del mundo y de la vida. Los filsofos, por supuesto,
obligados a defender la objetividad de sus mtodos, se obstinan en negarlo.
Un filsofo desgraciado no tolera ser una persona desgraciada como las
dems, y afirma que su desgracia se debe a razones ms profundas,
universales, filosficas: a su clarividencia acerca de la menesterosidad de
toda vida humana. En realidad ocurre lo contrario; primero son hombres
infelices (por razones tan personales como la joroba de Kierkegaard) y
despus tratan de magnificar y generalizar su infelicidad. Lo mismo
sucede con tantos teorizadores amargos del amor, que, por muy elevado y
enigmtico que sea el estilo con que tratan el tema, en realidad se limitan a
hablar de la feria segn les fue en ella. Lo cierto es que un hombre dichoso
tiende a profesar un ideario dichoso, mientras que un hombre infortunado
adoptar con seguridad un ideario infortunado. Pero cmo hacer que un
filsofo desista de esa vieja costumbre, esa extraa mana de meter en la
tela el hilo antes que la aguja?
201
no fue slo valiente, fue tambin astuto; para poder salir luego del
laberinto, haba ido desenrollando, conforme avanzaba, un carrete de hilo
que le regal la hija del rey. Desde entonces se hizo clebre el hilo de
Ariadna. Desde entonces se asocia con Ariadna el papel redentor de la
memoria.
Aun el hombre ms msero y desheredado dispone de este tesoro que
nadie podr arrebatarle. La vida que pasa no pasa del todo, deja un rastro,
el hilo de retorno, la posibilidad de ser rescatada de alguna forma. Nada
desaparece por completo. Los aos que pasan no son etapas sucesivas, sino
estratos superpuestos, esa construccin moderna que hoy se alza sobre la
planta de un edificio neoclsico que aprovech los cimientos de una
fortaleza romnica, trazada segn el diseo preexistente de un castro
ibrico, el cual, finalmente, tuvo por fundamento una roca del paleozoico:
recuerdos personales que se apoyan sobre datos que pertenecen a la
memoria de la especie.
Los aos van depositndose los unos sobre los otros, y permanecen
todos, igual que permanecen todas las culturas, las sucesivas invasiones,
en las distintas capas de un idioma. Es la vasta aula de la memoria,
donde todo convive, las civilizaciones sumricas y los diplomas del
colegio, esa inmensa bveda en la que ahora resuena mi nombre. Repito
mi nombre en voz baja, una y otra vez, hasta encontrarlo extrao y opaco,
con aquel sonido seguramente que tuvo para mis odos cuando yo no saba
an qu significaba.
La memoria es el sentido de la identidad, es el cordel que va
ensartando las cuentas, los das, las alegras y las penas, y tambin los
recuerdos, pues cada recuerdo puede enriquecerse indefinidamente,
convertirse en recuerdo de un recuerdo... La memoria es mucho ms que
un almacn. Es lo que me permite asumir mi propia existencia como un
todo y coincidir conmigo mismo.
Por la imaginacin el hombre vence al espacio, por la memoria vence
al tiempo. Todo lo que el tiempo destruye, la memoria lo reconstruye. Es
una ventana abierta al pasado. Es el subsuelo de mi vida presente. Es el
apoyo imprescindible de las otras potencias; sobre sus pisadas marcha la
voluntad, en ella arraiga la esperanza (mmoire du futur), con sus
materiales edifica el entendimiento. De la astronoma decan las Tablas
Alfonses que es ciencia de enmiendas, lograda con el concurso de muchas
generaciones. De cualquier ciencia podra decirse lo mismo, y tambin de
toda sabidura personal y privada, resultado siempre de innumerables confirmaciones o rectificaciones, Qu sera de nuestra vida sin ayuda de la
203
VII
La sabidura del anciano! S, es un hombre que ha vivido mucho,
que ha conocido muchas situaciones diversas, que ha visto el derecho y el
revs. Preguntadle. Unos das se mostrar nostlgico y otros resentido.
Cul es ahora su perspectiva de la vida? A lo largo de ella adopt muchas,
y esta pluralidad constitua una riqueza innegable. Pero la verdadera
perspectiva actual, la que prevalece y se impone, no es una sntesis de
todas ellas, sino una ms, un punto de vista como cualquier otro: ste
desde el cual l interpreta hoy todas esas perspectivas. Le podemos
206
conceder la plaza de gua oficial para acompaar a los visitantes del sexto
distrito de Utopa? Su dilatada experiencia es una experiencia bien pobre:
no es la experiencia de la totalidad de la vida, sino la experiencia de la
vejez, tan restringida como la de cualquier otra edad. Efectivamente,
olvidar es olvidarse.
De lo que no cabe olvidarse es de que somos ya viejos. He aqu la
gran diferencia. El joven puede olvidar que es joven, en eso consiste su
ventaja, no tener que estar pensando siempre en ello, y lo mismo le ocurre
al amo, que puede olvidar su condicin de amo. El siervo, en cambio, tiene
siempre presente que es un siervo. Y lo mismo el anciano, cuyos pensamientos giran cada vez ms obsesivamente en torno a su vejez.
Pero hay que ser justos; no todo en la vejez son prdidas, no todo es
dficit. A esa edad sabemos, ms o menos, cmo es de pequeo el mundo,
cmo es de fugaz la vida. Ms o menos sabemos cmo son los hombres.
Mis juicios son hoy ms amplios, ms certeros. Mi mirada ha ganado en
penetracin; lgico, pues es casi todo cuanto puedo hacer, mirar y juzgar,
mirar y renunciar a juzgar.
No desprecio ninguna utopa. Yo tambin he concebido grandes
planes, pero..., ya se sabe, el momento de concebir es siempre ms
agradable que el del parto. He tenido algunos xitos en la vida, por
supuesto. Vean ah mis copas de plata, sobre la repisa. Cada una de ellas
representa, tanto como un xito, una frustracin; pues ahora s que todas
las batallas acaban en derrota: ese sabor de ceniza, de inutilidad, que solemos sentir despus de cada victoria, dos semanas despus. De ah que,
contra lo que suele pensarse, sea casi siempre menos til el xito que el
fracaso; porque el fracaso nos permite creer que, si hubiese sido otro el
resultado, otra habra sido la vida; mientras que el xito, que nos da bien
pronto la medida de su insignificancia, de su nulidad, nos revela cmo la
vida entera, en trminos generales, es toda ella fracaso. La conviccin que
a esa edad prevalece es la de que el tiempo destie todas las banderas,
oxida los trofeos, invalida las definiciones. Le llamaramos, a eso,
desengao? He ah precisamente, en cierto modo, una inesperada victoria
final, modesta pero definitiva: pues el desengao es la superacin del
engao.
Ya s que por viejo que sea un hombre, por exhausto que est su
corazn, la naturaleza es indmita y la hierba puede brotar en el asfalto.
Nada ms inocente y rebatible que una experiencia que se considera
207
VIII
Resumiendo los textos de los autores ascticos y las impresiones
finales de cualquier mortal, podemos decir que la accin del tiempo es,
sobre todo, demoledora; que quiebra todas las lozanas, desgasta los
entusiasmos, mella la entereza del carcter. La vida del insecto, la del
hombre y la de los planetas entran todas en un mismo cmputo de tiempo,
universal y despectivo. Poco ms que la candela durar el candelero, poco
ms que la flor el monte donde su planta arraiga; apenas una diferencia
inapreciable de milenios. Segn se mire, es un consuelo, el tpico consuelo
de los pobres. Todo pasa. La dicha y la desdicha, las promesas de lealtad y
su incumplimiento, los grandes acontecimientos y las medallas
conmemorativas que se acuaron para celebrar su centenario. San Agustn
nos amonesta diciendo que el tiempo tiene ms de la nada que del ser, ya
que su naturaleza es dejar de ser.
Diariamente somos desafiados por el tiempo, desafiados y derrotados.
En el espacio somos seores, lo modelamos segn nuestro gusto, es el
emblema de nuestro poder; el tiempo, en cambio, es el smbolo de nuestra
miseria (y la memoria, que slo consigue sobre el tiempo victorias
miserables, prricas, es un captulo ms de nuestra miseria). Por el anverso,
la vida es avidez; por el reverso, una constante despedida, Y la felicidad?
La felicidad suele experimentarse como una evasin provisional de esta
tremenda tirana del tiempo, una pasajera instalacin en lo eterno,
experiencia fugaz que comparten el hombre feliz, el ebrio, el enamorado y
el santo. Subrayo, claro est, los adjetivos: provisional, pasajera, fugaz.
209
211
7. Sbado
LAS UTOPAS RELIGIOSAS
212
I
Y cuando todo falla en este msero mundo, cuando resulta que los
ciudadanos de la Isla se matan unos a otros igual que en el continente,
cuando nos damos cuenta de que la multiplicacin de placeres no sacia
nuestros deseos, antes bien los exacerba y agrava, cuando vemos que aquel
remanso de paz elegido por los filsofos se ha convertido en un palenque
de disputas inacabables, y que las aguas del pas estn todas contaminadas,
ms o menos como el corazn de los hombres, y que ningn proceso
cientfico podr evitar que las murallas de la ciudad se resquebrajen,
porque, aunque muy bien construidas, fueron cimentadas sobre arena
movediza, cuando uno comprueba que la felicidad es solamente un
fantasma o una palabra de cuatro slabas, entonces, en esa tarde de tanta
amargura, queda todava una solucin: se remite la idea de Utopa a un
mundo tan remoto que es ya un mundo intemporal, a un futuro tan
absoluto que trasciende todos los futuros histricos. Cuando ni Nueva
Toledo, ni Nueva Segovia, ni tampoco Nueva Nueva York, son capaces de
sustentar una verdadera Utopa, qu mejor nombre que el de Nueva
Jerusaln para esa ciudad soada? Es un nombre que viene citado en el
libro del Apocalipsis, y que los mortales tienden a aplicar a cualquier reino
religioso soado como ms o menos realizable.
Todos los mecanismos del alma conducen normalmente a esta
operacin. Sabido es que la esperanza rebasa siempre sus objetivos
inmediatos; tanto si stos se obtienen como si no se obtienen, ella sigue
funcionando, proponindose sin cesar nuevas metas. Si yo espero el amor
y el amor llega, llegar un da en que este amor ya no me satisfaga y
esperar otra cosa; si el amor que yo esperaba no llega nunca, transferir
mi expectativa a otra cosa. El objetivo de la esperanza se desplaza continuamente. Y cuando tropieza con un muro infranqueable, cuando el tiempo
de la vida se reduce o se espesa demasiado, el desplazamiento acaba
convirtindose en sublimacin. Al escalar el templo de Barabudur, el
caminante llega a una cierta altura en que se produce una ruptura de nivel:
superada ya la atmsfera profana, entra en la regin pura. Es el sptimo
grado de la conciencia, correspondiente al sptimo y ltimo estado de la
materia, el da en que el hombre se orienta decididamente hacia la
eternidad. Es el sptimo don del entendimiento, llamado ghaybat o
conocimiento sobrenatural.
213
II
Se trata, claro, de una vida tan sublime que resulta inverificable.
Siempre he pensado que a las religiones se les podra hacer, de entrada,
este reproche tan obvio: el que paguen a sus seguidores no en efectivo,
sino con cheque.
Dice el catequista: Cmo es posible que una piedra se quede
suspendida en el aire, sin caer al suelo, contradiciendo sus leyes ms
esenciales? O lo que es igual: cmo es posible que no amemos a Dios si
Dios es la amabilidad infinita? Si algo hay de asombroso en nuestra
doctrina es que el amor a Dios, tan natural a la criatura como la gravedad a
215
conoca lmites. Finalmente, ante la insistencia del orante, la voz del cielo
respondi as: El nio sanar, pero t habrs perdido el paraso. Cul
fue la reaccin del rabino? Convoc a sus discpulos y organiz una gran
fiesta: Desde ahora vuestro rabino podr servir a Dios por puro amor, sin
ninguna esperanza bastarda!
El desasimiento espiritual que este fragmento hasdico celebra es, sin
embargo, bastante dudoso. Aparece en todas las doctrinas que propugnan
la llamada tica pura. Su objetivo es eliminar de nuestro
comportamiento cualquier inters mercenario. Pero el resultado no es muy
brillante; en lugar de suprimir ese inters, se limitan a modificarlo: quien
se precia de haber renunciado a toda recompensa, no puede renunciar a la
satisfaccin que le produce dicha renuncia.
Es inevitable; siempre que la criatura acte, actuar buscando su
propio beneficio. Slo Dios puede hacer el bien por amor al bien, slo
Dios puede darse el lujo de ser puro, porque nicamente l se basta a s
mismo. Yo podr elevar el mvil de mis actos, hacer que en m influyan
otras razones ms nobles, pero no puedo prescindir de buscar mi propio
provecho. Al obrar con mayor pureza, lo nico que hago es reemplazar un
mvil ms grosero por otro ms refinado, probablemente entendido como
ms eficaz.
Todos los libros religiosos hablan de premios y retribuciones. Son
libros realistas, libros destinados a los hombres, escritos por hombres.
Tampoco Jess se propuso nunca eliminar la codicia de sus fieles, lo nico
que pretenda era orientarla, enderezarla: No os hagis tesoros en la tierra,
donde la polilla y el orn los corroen y los ladrones abren agujeros para
robar; haceos, en cambio, tesoros en el cielo. El deseo de recompensa no
slo es legtimo, es indestructible. Puede variar la naturaleza del premio,
su mayor o menor dignidad, pero no vara la motivacin profunda de
nuestras obras.
La felicidad no slo es un tema que tiene cabida en todas las
religiones, sino que es el gran tema que subyace a cualquier otro. Aun la
ms adusta moral del deber se apoya, en ltimo trmino, en una moral
de la dicha. Cuando el hombre acepta un deber, cuando se somete a la ley
de Dios, lo que hace es sacrificar una pasin inferior en aras de otra pasin
ms elevada. Es esto quiz inmoral? Es, por el contrario, la esencia de la
moralidad, de tal forma que Santo Toms articula su tratado de moral a
partir de una tesis sobre la bienaventuranza: a su juicio, un acto es
moralmente bueno o malo segn conduzca o no a la felicidad.
217
gente que piensa as, y dicen que cuando un incrdulo llega a un momento
lmite en su vida, cuando todas sus utopas humanas se han desvanecido,
acaba irremisiblemente por aceptar la explicacin de la apologtica,
expuesta al fin en trminos de la famosa apuesta pascaliana, Robert
Escarpit, que ha odo muchas veces esta consideracin, opina que en su
caso, efectivamente, lo ms probable es que ocurra as, que llegado ese
momento, para no perder la razn antes que la vida, l tambin seguramente creer en Dios. Pero aade: Es probable asimismo que, si pierdo
una pierna a causa de algn accidente, no tenga otro recurso, para no
perder el equilibrio, que conseguir otra artificial y apoyarme sobre sta
como si fuese verdadera. Confiesa que l mismo tiene una cierta idea de
Dios, un cierto sentimiento de presencia divina; pero con qu garantas de
que ese Dios realmente exista? Despus de una francachela, el borracho ve
pequeos elefantes rosados que trotan a su alrededor. No ser Dios
tambin se pregunta Escarpit un pequeo elefante rosado nacido de
alguna de mis frecuentes francachelas metafsicas?
Unicamente puede afirmarse esto: una creencia, por el hecho de ser
consoladora, no es forzosamente falsa. Pero es forzosamente cierta? La
vida demuestra que podemos vivir sin certidumbres, aunque nos es
imposible vivir sin hiptesis. Tales hiptesis, que son como certezas
provisionales, resultan, para quien vive al da, ms atento a la intendencia
de la vida a bordo que al rumbo de la nave, tan necesarias como suficientes. El lugar que ocupa en el creyente la certidumbre de que Dios existe no
tiene por qu ser ocupado, en la mente del incrdulo, por la certidumbre de
que Dios no existe. Estamos hablando de la felicidad, del deseo que todo
hombre siente de alcanzar su felicidad; segn esto, la raya habra que
tenderla aqu, no entre creyentes e incrdulos, sino entre hombres que
desean que Dios exista y hombres que no sienten semejante deseo.
Sobre la ltima regin de Utopa carecemos de toda experiencia
directa e indirecta. Podra decirse que slo disponemos de algunas
indicaciones ms o menos detalladas, ms o menos descifrables, halladas
dentro de una botella. Me pregunto: tal como quieren los predicadores de
la revelacin, se trata de una cortesa de alguien que vive en la Isla y
quiere ayudarnos a los que todava navegamos? O es ms bien la
alucinacin de algn nufrago enloquecido por el fracaso, por una larga
travesa infructuosa?
219
III
Ante el hombre desgraciado se abren varios caminos: puede
desesperar, puede aturdirse con cualquiera de los muchos medios de
evasin, puede refugiarse en la fe. Al menos de momento, la fe es una
teora satisfactoria para su corazn. El creyente no slo cobra en cheque,
cobra ya en efectivo: en consuelo.
Hasta qu punto el entendimiento sale ileso de esta operacin? Hay
quien la juzga una capitulacin, una especie de sometimiento que libra al
hombre del dolor de continuar la batalla, pero no del escarnio de un pacto
oprobioso. Hay quien piensa que el creyente escapa a la derrota porque
previamente ya la ha admitido. (Pero el repertorio de virtudes inculcado
por la religin es lo bastante amplio para atribuir a cada situacin humana
una virtud honrosa: el meritorio holocausto de la mente, por ejemplo,
cuando sta hace a Dios el sacrificio de sus potencias.)
Me pregunto si la fe no ser un falseamiento de los dolores humanos,
sobre todo de ese dolor fundamental y constante que es nuestra
inseguridad en la vida. Si no ser una evasin ms, un modo como
cualquier otro de quitarle a la existencia su aguijn doloroso, su
incertidumbre radical. La misma inseguridad que lleva al hombre a dudar,
lo llevara a creer; se trata de un mecanismo tan simple como el de la
palanca.
Ustedes recordarn cmo los habitantes del quinto reino de Utopa
cifraron su ideal de dicha en la seguridad. La Isla era para ellos, ante todo
y sobre todo, un refugio. No obstante, a pesar de sus esfuerzos por eliminar
todo riesgo y todo peligro, siempre subsista un secreto motivo de zozobra:
aun la isla ms alejada y fortificada sigue siendo en definitiva tan vulnerable como el mismo continente; la isla, en efecto, puede volar cualquier
da porque la tierra entera es un volcn, porque la vida entera es una vida
terrena.
He aqu que entonces aparece el supremo recurso de la fe. Mediante
la adhesin a un credo religioso queda garantizada la prolongacin de esta
vida en otra vida definitivamente feliz: definitivamente resguardada. La fe
es, por fin, el refugio inamovible. La fe es esa colosal Compaa de
Reaseguros que respalda todas las Compaas de Seguros.
Observen al hombre de fe, el ciudadano de este sptimo reino. Es un
hombre feliz? Es un hombre seguro; un hombre feliz a su manera. Seguro,
por qu? Porque su fuerza es invencible, porque su valor no se doblega
220
IV
Pero Jess les orden bajar del monte.
Se equivocan lastimosamente quienes abrazan la fe buscando un asilo
en sagrado, al abrigo de toda inquietud y contradiccin.
Porque la fe tiene ms de intemperie que de refugio. El verdadero
creyente descansa en ella tanto como se puede descansar sobre un lecho en
224
V
Que nadie pida a la fe lo que fe no puede dar. Que nadie pretenda
encontrar en ella su seguridad, su instalacin, un refugio contra los
embates de las aguas.
La isla de Utopa est muy lejos y hay que seguir navegando. Cmo
podra ser la fe un ncora de salvacin? Es, por el contrario, un azaroso
viaje. Abrahn, padre de los creyentes, oy una voz del cielo: Sal fuera de
tu tierra. Dicha orden marc el comienzo de la historia religiosa y dio ya
la definicin de la fe.
Es preciso romper con todo lo que nos ata, los esquemas de la vida
razonable, los conformismos. Contra el sentir de los pueblos sedentarios,
sujetos al ritmo inmodificable de la vida agrcola imperante en casi todas
las utopas, la religin bblica, dictada para un pueblo nmada, seala
constantemente un futuro que no es nunca repeticin y confirmacin del
presente. Saca a mis hijos de Egipto, dijo Dios a Moiss. Egipto era no
slo un lugar de esclavitud, sino tambin de seguridad: despus que los
israelitas abandonaron aquel pas se acordaban con nostalgia de las ollas
humeantes que all nunca les faltaron. Egipto es la religin burguesa, las
oraciones rutinarias, la estrechez de la propia institucin y sus glorias
histricas. Egipto es el derecho consuetudinario. Egipto es la comodidad
de lo consabido, las soluciones moderadas, las categoras mentales que nos
vinculan a una concepcin pueril de Dios.
La fe, por el contrario, nos invita al xodo, coloca su utopa en el
porvenir, siempre ms lejos. Tampoco Canan es la tierra de promisin; la
vida religiosa no es ni siquiera una sucursal de la Isla. La fe ordena al
creyente seguir siempre adelante, trascender las razones que tenamos por
indiscutibles, abrir constantemente un espacio nuevo para una vida nueva,
viviendo como hombres nuevos bajo el rgimen de un mandamiento
nuevo. Es menester seguir caminando, bajar del Tabor, ese monte en el que
hemos tenido acaso una fugaz experiencia de la felicidad. Es preciso
regresar de Emas, donde la presencia del Seor se hizo por unos
227
VI
Cualquier otra referencia a la muerte podra ser en este momento
inoportuna. Al verdadero creyente convienen aquellas palabras: lo que
pensemos de la muerte slo tiene importancia en la medida en que la
muerte nos hace pensar en la vida.
La Utopa descrita por los profetas de la Biblia es un pas donde los
sordos oyen, los cojos andan y los ciegos ven. La transcripcin terrena de
esta profeca, la que tiene validez para la vida mortal, no es ningn espacio
privilegiado donde los creyentes puedan convertir su fe en visin y su
desvalimiento en inmunidad; antes bien, es un programa de accin, urgente
y denodada, para que disminuyan aqu abajo las miserias y las injusticias.
El reino de Utopa se anticipa en la tierra, no anticipando un refugio donde
guarecernos, sino construyendo un mundo mejor: las ciudades de este
mundo, deca Pguy, son el ensayo y la carne de la ciudad de Dios.
Porque el ms ac significa precisamente el espacio donde acta la fuerza
del ms all.
Lejos de ser la fe una justificacin de la historia, es su horizonte, es
su acicate y su correctivo. Se trata, por supuesto, de una nocin de la fe
que los apstoles del orden establecido no pueden compartir; la juzgan
impura o escandalosa.
El Seor Dios le deca a Job: Mira los cielos atentamente y fjate
cunto ms altas que t estn las nubes (Job 35,5). Eran aquellos remotos
tiempos en que los cielos declaraban la gloria de Dios y la bveda del
firmamento pregonaba la obra de sus manos (Sal 18,1). Hoy los cielos ms
bien cantan el podero del hombre, que subi por encima de las nubes y ha
hecho ya del espacio sideral su morada. El nombre de Dios, que antes
rotulaba todos los mbitos desconocidos, todas las empresas soadas
(todava en 1619, Johann Valentn Andreae poda llamar Christiatiopolis a
su Utopa), va desapareciendo de los libros, incluso del vocabulario
comn, y es sustituido por otras palabras que se escriben, todas ellas, con
230
VII
El estudio de la esperanza incluye tanto el objeto de la esperanza
como la misma espera. La escatologa no puede ser ya aquel tratado de
las postrimeras que ocupaba el ltimo tomo, casi apendicular, de la
teologa. Los novsimos o realidades ltimas no deben disociarse en modo
alguno de las realidades actuales, y, por eso, una escatologa bien
concebida trata del momento presente, trata de la vida temporal en cuanto
sta tiende por fuerza a un futuro que no slo sobrepasa los tiempos, sino
que tambin los recapitula. Versa, pues, sobre el presente en su nivel ms
hondo. En este sentido, la escatologa tendr que orientar y, por tanto,
impregnar toda la teologa; lejos de ser un punto final, constituye su punto
de partida. Teologa significa tratado sobre Dios, pero de un Dios que no
est ni en el mundo ni fuera del mundo, sino ms all del mundo, el Dios
de la esperanza, el Dios de la promesa: Yahv.
Qu significa Yabv? La antigua traduccin de Yo soy el que soy
ha sido recientemente sustituida por otra lectura que, segn la
hermenutica moderna, es mucho ms propia del texto y contexto
hebraicos, mucho ms acorde con el Dios de la alianza reflejado en las
Escrituras: Yo ser el que ser. Aquella vieja versin, de sabor
sospechosamente filosfico, tan asptica, alusiva a una eternidad esttica e
indiferente, viene reemplazada por una autodefinicin de Dios que apela a
los hechos venideros. Conoceris que yo soy Yahv. Y el Nuevo
Testamento, en el cual se cumple lo anunciado en el Antiguo, sigue
manteniendo, no obstante, una clara tensin hacia el porvenir: Cristo es el
que viene.
De cabo a rabo, la Escritura es una Historia Sagrada. Relata
episodios, no describe cosas ni formula teoras. Seala la presencia de
Dios en los acontecimientos mucho ms que en los lugares. Por eso cabe
decir que el Da del Seor es mucho ms importante que la Casa del Seor
y que nuestros verdaderos templos son los domingos. El creyente
encuentra a Dios en el tiempo, mejor que en el espacio.
Dios es, sobre todo, el que ser, el que est ms all. Asimismo, la
identificacin del cristiano pertenece al futuro, es una meta a conseguir. Si
la escatologa significa, ms que un tratado teolgico particular, la
orientacin profunda de toda la teologa, tambin la esperanza, lejos de ser
un elemento ms de la vida cristiana, es su condicin de posibilidad.
233
235
8. El octavo da
LA UTOPA REALIZADA
236
I
Este podra ser un libro interminable. Quiero decir reiterativo, quiero
decir circular, rotatorio. Su estructura fsica ms apropiada sera la de esos
ficheros cilndricos donde a la Z sigue nuevamente la A. Imagnense
ustedes un Heptamern en cuyo ltimo relato el narrador describe una
escena en la cual otro narrador empieza a contar un relato exactamente
igual al primero.
Parece lgico; tras haberse convencido de que tampoco en el futuro la
felicidad completa va a ser posible, el hombre se entrega otra vez (quin
sabe si con ms furia o con ms melancola) al viejo proyecto de gozar del
presente, ensayando una vez ms su retorno a la Naturaleza, repitiendo de
nuevo el primer captulo, si bien ahora en letra bastardilla. Para un esquema grfico del libro, convendra disponer los siete reinos de Utopa como
siete segmentos de una circunferencia que bordease la Isla, Despus de la
Z, otra vez la A.
Nuevo regreso a la Tierra.
Se han dado ustedes cuenta de que los recientes viajes a la Luna han
sido algo totalmente distinto de lo que fue el viaje de Coln a Amrica? Al
llegar a las Indias, crey de verdad el Almirante haber encontrado el
paraso; se extasi ante su vegetacin imponente, sus ros de aguas
salutferas, la dulce inocencia de los nativos, aquellos caminos que sin
duda conducan hasta el Arbol de la Vida, casi al alcance de la mano,
despus de remontar la primera o segunda cordillera. La Luna ha sido para
sus descubridores justamente todo lo contrario: un paisaje vaco, desolado,
inhabitable, siniestro. Un lugar, sin embargo, en cierto modo sobremanera
til: para desde all volver los ojos y contemplar la Tierra. Ah, la Tierra!
Qu maravilla de colores y de luces! Miren, fjense. All est el Atlntico
y el Pacfico, la Avenida 43, el Morrison, donde sirven la mejor mermelada
de frambuesa, y a la derecha mi casa, estn ustedes en su casa, con
chimenea artificial y lavaplatos automtico, y Dolly, mujer hacendosa y
afectuosa, y abajo las cataratas del Iguaz, que visitamos la primavera
pasada. No se dan cuenta? Realmente el proyecto Apolo ha valido la
pena; nos ha demostrado qu maravillosa es nuestra Tierra, nos ha devuelto el paraso.
237
Siete han sido los captulos de este libro. Tantos como pueblos hubo
necesidad de someter antes de llegar a Canan, tantos como los aos que
tard Salomn en construir el templo. Siete fueron tambin las vueltas que
hubo que dar alrededor de Jeric antes de conquistarla, y los baos que el
leproso tiene que tomar en el Jordn si quiere obtener la salud.
Y nuevamente comienza el ciclo, comienza el libro.
Vean, seores, vean cmo es de magnfico nuestro mundo. Esta vez el
mundo tiene las proporciones y la figura de un palacio encantado. Entren,
por favor, en nuestro palacio encantado. El palacio encantado consta de
siete grandes salones, a cul ms rico y deslumbrante y suntuoso. Les
rogamos sigan el orden prefijado, a fin de admirar mejor las incontables
maravillas que el palacio encierra.
En la primera estancia se solaza Adn rodeado de animales sumisos y
rboles aromticos; se solazan, por supuesto, Adn y Eva. La sala
siguiente, a primera vista, parece un bazar; desde este ngulo un bazar,
desde all un supermercado, pero desde la cpula es mismamente el
paraso; corregido y aumentado, claro est, por el hombre. Pidan lo que
quieran, habr de todo. Coches tan grandes como un barco, barcos tan
chicos como una patineta, patinetas tan veloces como un avin; y tornillos
A256-HB. Entramos ya en la sala tercera? Oh, qu portento! Sobre una
gran mesa de prfido, un solo pomo, ricamente labrado, que contiene el
agua prodigiosa cuyas virtudes son cinco: humedece la plvora, desarma al
enemigo, embriaga a los gobernantes, hace brotar margaritas en la boca de
los fusiles, acta como afrodisaco. Las paredes de la cuarta dependencia
estn decoradas con un gigantesco mapamundi. Por qu monocolor?
Porque ya no hay fronteras entre nacin y nacin, no hay diferencia alguna
entre pueblos desarrollados y subdesarrollados. Hace tiempo que se
descubri la frmula mediante la cual el hierro se convierte en plata y la
plata en oro, el hombre pobre se convierte en rico y el rico en dadivoso. La
quinta pieza es muy singular; es un refugio, sus muros miden once pies de
espesor, el techo est blindado, y la puerta que da al reducto ms secreto se
abre al conjuro de una frase que tiene ocho palabras pertenecientes a seis
idiomas distintos. Nada ni nadie, absolutamente nadie, podr turbarle a
usted si se empareda aqu dentro. Sexta sala, sexta maravilla: una
combinacin de espejos que multiplican hasta el infinito una misma
imagen, el acceso a la gran revelacin de que el mundo es uno y la verdad
es una. Finalmente, en la sptima sala hallarn ustedes un libro de oracin,
con las plegarias oportunas para alejar todo mal y alcanzar todo bien;
238
II
Aunque tolemaica, aunque muy literaria, Dante tuvo del Universo
una concepcin bien hermosa. Sobre la Tierra coloc nueve esferas
concntricas. Las siete primeras so-n los cielos planetarios, cuyos
nombres presiden los siete das de la semana y tambin los siete reinos de
Utopa tal y como en este libro quedaron reseados. Son esferas en
perpetuo movimiento, digamos en perpetua indigencia, digamos miserables, si damos a la felicidad un sentido absoluto, sinnimo de
bienaventuranza. Precisamente a la bienaventuranza corresponde la esfera
octava, que es el cielo de las estrellas fijas. Y la novena es el cielo
cristalino, llamado Motor Primero. La imagen me resulta utilsima. Lo
comprenden? Motor que todo lo mueve y que permanece inmvil, Deus
beatus et beans, el Seor Dios que es feliz y a sus criaturas har felices
algn da.
Dios es feliz. El sentido de esta simple proposicin va mucho ms
all de lo que sus palabras enuncian. Queremos decir que Dios es tan feliz
que para l ser y ser feliz significa lo mismo; que Dios es feliz en cuanto
que es simplemente. No hay duda de que en la mente divina se hallan
todas las cosas habidas y por haber, las cosas verdaderas, de las cuales
estas que nosotros contemplamos no pasan de ser plidas representaciones.
De l se dice que crea el arquetipo de la mesa, y el carpintero un
simulacro. Pienso que es all, en la mente de Dios, donde tiene su sitio la
verdadera Utopa, eso que en rigor etimolgico no puede darse en ningn
lugar. De la felicidad, en efecto, dice Pascal que no est ni dentro ni fuera
de nosotros; est en Dios, es decir, dentro y fuera de nosotros.
240
resplandor que brota desde dentro, desde la vida anterior, desde el tiempo
presente, que est ya preado de porvenir.
Deca Nietzsche que la esencia de la vida consiste en anhelar ms
vida. Definicin aplicable tambin a la vida del alma.
No es ya bastante significativo que se d el mismo nombre de
vida al modo de existir propio de todo ser animado y a esa participacin
que el hombre alcanza en la naturaleza de Dios? Igual ocurre con la
palabra felicidad, una palabra que nos sirve para expresar cualquier
pequeo deleite, contentamiento o incluso alivio, y para aludir a aquel
estado de bienaventuranza que colmar por completo al hombre saciando
para siempre todos sus deseos. Se trata slo ele pobreza de lenguaje o late
aqu una oscura intuicin que de algn modo percibe aquella articulacin
secreta que lo liga todo, lo vincula todo, lo explica todo? Rof ha sealado
cmo hay una oculta grandeza precisamente en la precariedad de nuestros
idiomas, esa resistencia invencible del lenguaje a diversificar en vocablos
distintos el amor profano y el sagrado, el amor a la madre y a la amante.
Entre la dicha de este mundo y la dicha del mundo venidero no hay
oposicin, sino continuidad. A los dolores de aqu abajo correspondern
determinados goces, pues tendrn descanso, paz y libertad todos cuantos
en vida se fatigaron, pelearon o padecieron cautiverio; habr amor para
quien aqu sufri de soledad. Pero a las alegras presentes correspondern
otras alegras, mayores, corroborativas; habr un hilo que ate aquella
felicidad completa con la felicidad que aqu experiment el soldado el da
de su licenciamiento, el investigador al resolver su problema, el
enamorado al abrazar a su amada. Probablemente esta forma de hablar es
impertinente, por arbitraria, pero creo que nadie tendr nada que objetar
contra esta otra forma de decir lo mismo: el creyente no debe optar entre la
felicidad presente y la felicidad futura, sino entre, la verdadera y la falsa
felicidad, la cual es tan falsa o tan verdadera hoy como maana.
En estilo propio de la Escuela: As como el bien creado es una cierta
semejanza y participacin del bien increado, as tambin la consecucin de
un bien creado es una cierta bienaventuranza a imagen y semejanza.
Mientras dure esta vida, la felicidad nunca podr ser completa,
porque el hombre an no es completo, porque an est en camino. De tal
suerte que la felicidad representa para l, ms que el contenido de un
propsito concreto, el horizonte de todos sus propsitos, horizonte siempre
presente porque no podemos intentar nada sin que nuestra intencin de
243
III
La utopa mantiene la esperanza, y la esperanza mantiene la vida.
No podemos vivir sin esperanza, ya que sta constituye no slo un
estmulo imprescindible, sino la estructura misma de nuestra alma. Lo
mismo que la piedra gravita hacia el centro de la tierra, el hombre gravita
hacia el futuro. Por constitucin, nos hallamos siempre en camino, y el
todava no de la ontologa lo experimentamos, a nivel psicolgico, como
una insatisfaccin y una aspiracin, una tendencia, una irreprimible
244
IV
Es la bienaventuranza, es la octava esfera de Dante, llamada tambin
cielo de las estrellas fijas slo porque Dante haba nacido en el siglo XIII
y porque, despus de tantos exilios, persecuciones y trashumancias,
lgicamente tenda a imaginarse el cielo como un perfecto y definitivo
descanso.
Seores, yo quera decirles que este da octavo no es un da
excedente de ningn ao pasado o venidero. Quera decirles que este
captulo octavo, donde queda no descrita (por incomparecencia de
Beatriz), sino solamente sealada con un puntero la esfera octava, no es un
estrambote, ni una apoteosis, ni un pao de lgrimas, ni una coda, ni una
excursin por los cerros de Ubeda, ni una mano de cal junto a otra de
arena. No es nada de eso, sino todo lo contrario. Y ya se sabe qu quiere
decirse cuando decimos que los hombres no son ni felices ni infelices, sino
todo lo contrario: simplemente seres en camino.
Seres en camino, ideadores de utopas, gente meritoria aunque
bastante propensa a los espejismos mientras dura el viaje. Quin no ha
sufrido alguna vez una alucinacin y ha credo ver la costa a barlovento,
una maana en que el corazn empez a dar saltos porque s? Quin no
crey ms de una vez que el remedio de nuestras desdichas estaba en una
de las siete soluciones, una cualquiera de las siete barajas a las que la
humanidad sigue apostando desde que fue arrojada del paraso? Adems,
la esperanza del premio a nadie deja indiferente; los Reyes han prometido
diez mil maraveds de juro al marinero que primero aviste tierra, el patrn
247
249