0041 Hayek - Dos Tipos de Mentes PDF

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DOS TIPOS DE MENTE *

FRIEDRICH A. HAYEK

El azar haba llamado antes mi atencin sobre el contraste existente entre


dos tipos de pensamiento cientfico que desde entonces he venido
observando con fascinacin creciente. Hace mucho tiempo que deseaba
describir la diferencia, pero me detena ante el carcter interesado que
tal tarea inevitablemente asumira. Mi inters por este asunto se debe
en gran medida al hecho de que yo mismo represento un ejemplo ms
bien extremo del tipo menos convencional, de modo que la descripcin
significar por fuerza hablar de m mismo en gran medida, lo que
parecer una disculpa por no conformarme a un patrn reconocido. Sin
embargo, ahora he llegado a la conclusin de que el reconocimiento de
la contribucin que pueden hacer los estudiosos de este tipo podra tener
consecuencias importantes para la poltica de la educacin superior, de
modo que la descripcin podra servir a un propsito til.
Existe un estereotipo del gran cientfico que, aunque exagerado, no
est del todo errado. Se ve al gran cientfico, sobre todo, como el dueo perfecto de su disciplina, el hombre que conoce al dedillo toda la
teora y todos los hechos importantes de su ciencia, y que puede contestar de inmediato todos los interrogantes importantes de su campo.
Aunque tales parangones no existan realmente, he conocido algunos
cientficos que se aproximaban mucho a este ideal. Y me parece que
muchos ms creen que ste es el patrn al que deben aspirar, y a menudo sufren por sentir que no lo alcanzan. Tal es tambin el tipo que

* En Friedrich A. Hayek ([2007] 1978) Nuevos Estudios de Filosofa, Poltica, Economa e Historia de las Ideas. Captulo IV, pp. 73-80. Unin Editorial. Madrid.
Publicado en Encounter, vol. 45, septiembre de 1975, pp. 33-35. Despus de la
primera publicacin, se me ha sealado que hay cierta semejanza entre la distincin
establecida en este artculo y la que trazara Sir Isaiah Berlin en su conocido ensayo
sobre El erizo y la zorra. No se me haba ocurrido tal cosa, pero es probable que
sea cierto. Pero si yo hubiera sido consciente de esa semejanza, ciertamente no habra pretendido que, por oposicin a las zorras, que saben muchas cosas, yo soy
un erizo que sabe una cosa grande [trad. esp. en La tendencia del pensamiento
econmico, vol. III de Obras Completas de F.A. Hayek, cap. III -Trad. de Eduardo L.
Surez].
Procesos de Mercado: Revista Europea de Economa Poltica
Vol. V, n. 2, Otoo 2008, pp. 335 a 341

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aprendemos a admirar porque podemos verlo en accin. La mayora


de los expositores brillantes, de los profesores que triunfan, escritores
y expositores de la ciencia, los conversadores chispeantes, pertenecen
a esta clase. Sus lcidas exposiciones surgen de una comprensin total de su disciplina, que incluye no slo sus propias concepciones sino
tambin las teoras de otros autores del pasado y del presente. Es indudable que entre estos maestros reconocidos del estado actual de los
conocimientos se hallan tambin algunas de las mentes ms creativas,
pero no estoy seguro de que esta particular capacidad ayude realmente
a la creatividad.
Algunos de mis colegas ms cercanos y algunos de mis mejores
amigos han pertenecido a este tipo y deben sus bien adquiridas reputaciones a hazaas que yo no podra aspirar a igualar jams. En casi
todo lo referente al estado de nuestra ciencia, los considero ms
competentes para proporcionar informacin que una persona de mi
propia clase. No hay duda de que pueden dar una explicacin ms
inteligible del tema, a un lego o a un estudiante joven, que yo mismo,
y as son mucho ms tiles para el futuro practicante. En todo caso, es
indudable que en algunas instituciones cabe otro tipo de mente muy
distinto.1
En mi lenguaje privado, sola describir al tipo de cientficos del patrn reconocido como el tipo memorioso. Pero esto es un poco injusto,
porque su habilidad se debe a una clase de memoria particular, y hay
tambin otras clases. Por lo tanto, aqu designar simplemente a este

1 Los primeros ejemplos de este contraste que llamaron mi atencin fueron E.


von Bhm-Bawerk y F. von Wieser. El primero, a quien slo vi una vez cuando era
un muchacho, era evidentemente un eminente dueo de su disciplina, mientras
que el ltimo, mi profesor, era en muchos sentidos un solucionador de enigmas. J.
A. Schumpeter, otro ejemplar de quien domina la disciplina, lo describi en cierta
ocasin de este modo: El economista que entra en el mundo intelectual de Wieser
se encuentra de inmediato en una atmsfera nueva. Es como si se entrara en una
casa que en nada se parece a las casas de nuestra poca, y cuyos planos y muebles
son extraos y no inteligibles de inmediato. Casi no hay ningn otro autor que deba
tan poco a otros autores como Wieser, fundamentalmente a nadie fuera de Menger,
y a ste slo una sugerencia; el resultado fue que durante largo tiempo no saban
muchos de sus colegas qu hacer con el trabajo de Wieser. Todo en su edificio es de
su propiedad intelectual, aunque lo que dice haya sido dicho antes. (Tomado de
un artculo publicado en un peridico vienes con ocasin de su septuagsimo cumpleaos, citado ms extensamente en mi nota necrolgica sobre Wieser reproducida
como introduccin a su Gesammelte Abhandlungen (Tubinga: J.C.B. Mohr, 1929). Parece
haber existido un contraste similar entre dos influyentes profesores de economa de
Chicago: Jacob Viner, que en gran medida dominaba su disciplina, y Frank H.
Knight, un solucionador de enigmas como pocos.

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tipo como el que domina su tema. Es la clase de mente que puede


retener las cosas particulares que ha ledo o escuchado, a menudo las
propias palabras con las que se ha expresado una idea, y retenerlas
durante largo tiempo. Podemos carecer de esta capacidad, pero poseer
todava una memoria muy buena a corto plazo, incluso para hechos
aislados, como lo s por propia experiencia, por lo menos cuando era
muy joven. Gracias en gran medida a la capacidad que tena para
tragarme en pocas semanas, antes de los exmenes de fin de ao, toda
la sustancia de las enseanzas de un ao en varias disciplinas en las
que no haba trabajado nada, pude completar una educacin escolar
que me dio acceso a la universidad. Pero olvidaba tales conocimientos
con tanta rapidez como los haba adquirido; y siempre carec de la
capacidad para retener, durante algn tiempo, los pasos sucesivos de
un argumento completo, o para almacenar en mi mente una informacin til que pudiera poner en un marco de ideas que me resultara
familiar.
Lo que me salv de desarrollar un agudo complejo de inferioridad
en compaa de otros estudiantes ms eficientes fue el hecho de que
yo saba que deba todas las ideas nuevas y valiosas que tena precisamente al hecho de que no poda recordar lo que se supone que todo
especialista competente debe saberse al dedillo. Siempre que vea una
nueva luz sobre algo, era el resultado de un esfuerzo penoso por reconstruir un argumento que los economistas ms competentes reproduciran al instante sin ningn esfuerzo.
En qu consiste entonces mi conocimiento, el que me permite pretender que soy un economista bien preparado? Desde luego, no en el
recuerdo claro de pronunciamientos o argumentos particulares. Generalmente no puedo reproducir el contenido de un libro que haya
ledo o de una conferencia que haya escuchado sobre mi tema.2 Pero
ciertamente me he beneficiado a menudo, en gran medida, de esos
libros o esas conferencias cuyo contenido no podra explicar ni siquiera
inmediatamente despus de haberlos ledo o escuchado. En efecto, el

2 sta puede parecer una confesin curiosa de un profesor universitario que durante cerca de cuarenta aos ense regularmente la historia del pensamiento econmico y disfrut hacindolo. En efecto, siempre me interesaron grandemente las
obras de autores antiguos y aprend mucho de ellas. Y en cierto sentido me gustaba
reconstruir su vida y personalidad, aunque no me haca ilusiones acerca de que esto
explicara en modo alguno sus opiniones cientficas. Creo que tambin explicaba
adecuadamente, en mis lecciones, su influencia sobre el desarrollo de la economa
discutiendo su efecto sobre otros. Pero lo que deca a mis estudiantes era esencialmente
lo que haba aprendido de esos autores y no tanto lo que ellos pensaban efectivamente,
que podra haber sido algo muy diferente.

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intento de recordar lo que haba dicho el autor o el conferenciante me


habra privado de la mayor parte del beneficio de la exposicin, por lo
menos tratndose de un tema sobre el que ya tuviera yo algn conocimiento. Incluso cuando era estudiante, pronto dej de tomar notas en
clase: en cuanto trataba de hacerlo, dejaba de entender. Lo que ganaba
al escuchar o leer las ideas de otras personas era que as cambiaban,
por decirlo as, los matices de mis propios conceptos. Lo que escuchaba
o lea no me permita reproducir su pensamiento, pero alteraba el mo.
No poda retener sus ideas o conceptos, pero modificaba las relaciones
entre mis propias ideas o conceptos.
El resultado de este modo de absorcin de las ideas se describe mejor
comparndolo con los contornos algo borrosos de un montaje fotogrfico:
los resultados de la superposicin de huellas de diferentes rostros que
en cierto momento eran populares como medio de expresin de los
rasgos comunes de un tipo o una raza. No hay nada preciso en tal
imagen del mundo. Pero proporciona un mapa o un marco en el que encontrar el propio camino en lugar de seguir un camino rgidamente
establecido. Lo que me dan mis fuentes no son piezas de conocimiento
definidas que yo pueda ensamblar, sino cierta modificacin de una
estructura ya existente, dentro de la cual debo encontrar un camino
observando toda clase de seales.
Segn se dice, Alfred North Whitehead afirm que la confusin
mental es una condicin que precede al pensamiento independiente.3
Tal es tambin mi experiencia. Gracias precisamente a que no poda
recordar las respuestas que para otros podran haber sido obvias, a
menudo me vea obligado a encontrar una solucin de un problema que
no exista para quienes tenan mentes ms ordenadas. La existencia de
esta clase de conocimiento no es del todo rara, como lo revela la descripcin de una persona culta como alguien que ha olvidado mucho,
que slo es una broma a medias. Tales recuerdos olvidados pueden ser
guas muy importantes para el entendimiento.
Me inclino a considerar las mentes de este tipo como creadoras de
enigmas. Pero tambin podran llamarse creadoras de confusiones,
porque a menudo darn esta impresin cuando aborden un tema antes de haber alcanzado penosamente cierto grado de claridad.
Sus constantes dificultades, que en raras ocasiones podrn ser recompensadas por una nueva iluminacin, se deben al hecho de que no
pueden utilizar las frmulas verbales o los argumentos establecidos que

3 No conoc a A.N Whitehead personalmente, pero de la impresin que tengo de


Bertrand Russell, pregunto a veces si estos dos autores no constituyen otra pareja de
pensadores que ilustran perfectamente la contraposicin a la que aqu nos referimos.

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conducen a otros al resultado de manera tranquila y rpida. Pero al verse


forzadas a encontrar su propio camino para expresar una idea aceptada,
estas mentes descubren a veces que la frmula convencional oculta
huecos o presupuestos tcitos injustificados. Entonces se vern forzadas
a afrontar preguntas que efectivamente se haban escamoteado, durante
largo tiempo, mediante una aplicacin plausible pero ambigua de un
supuesto implcito pero ilegtimo.
Las personas cuya mente funciona de ese modo parecen utilizar
claramente, en alguna medida, un proceso de pensamiento sin palabras,
algo cuya existencia puede tal vez negarse, pero que, segn creo, poseen a menudo por lo menos las personas bilinges. La clara percepcin de ciertas conexiones no significa que estas personas puedan
describirlas con palabras. Aun despus de grandes esfuerzos para encontrar la forma correcta de las palabras, estas personas pueden ser
plenamente conscientes de que la expresin adoptada no expresa exactamente lo que quieren decir. Tienen tambin, estas personas, otra caracterstica que me parece curiosa y que no es rara pero nunca he visto
descrita: muchas de sus ideas particulares en campos diferentes pueden
surgir de una concepcin singular ms general, de la que no son conscientes, pero que, como la semejanza de su enfoque de cuestiones separadas, podrn descubrir ms tarde con sorpresa.
Despus de escribir los prrafos anteriores, me ha sorprendido otra
observacin en el sentido de que mis amigos ms ntimos de mi especialidad, a quienes considero maestros de su disciplina por excelencia, y cuya presencia me ha permitido en gran medida la formacin de
estas ideas, parecen ser tambin particularmente susceptibles de las
opiniones dominantes en su ambiente y de las modas intelectuales de
su poca en general. Esto es quiz inevitable en las personas que se esfuerzan por dominar todo el conocimiento relevante de su poca y que
de ordinario se inclinan a creer que si una opinin es generalmente
compartida deber haber algo de cierto en ella, mientras que las cabezas confusas tienden mucho ms a seguir su propio camino de manera
terca e imperturbable. Ignoro la importancia que esto pueda tener, excepto tal vez que el segundo tipo se toma raras veces el trabajo de estudiar las concepciones que no encajan en su esquema de pensamiento.
Si hay realmente dos tipos de mente diferentes que pueden contribuir a aumentar los conocimientos, ello podra significar que nuestro
sistema actual de admisin a las universidades podra excluir a algunos aspirantes que seran capaces de hacer grandes aportaciones. Por
supuesto, hay tambin otras razones que podran hacernos dudar del
principio de que todos los que aprueben ciertos exmenes, y slo ellos,
debern tener derecho a una formacin universitaria. Son muchos los
grandes cientficos que fueron malos estudiantes y que quiz no habran

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aprobado tal examen, mientras que es relativamente pequea la proporcin de los nios que fueron muy buenos en la escuela, en todos los
cursos, y que luego llegaron a ser intelectualmente eminentes. Tambin
me parece claro que la aplicacin del principio ahora aceptado est
reduciendo efectivamente la proporcin de los estudiantes que estudian
porque sienten un inters apasionado por su tema.
De todos modos, mientras que dudo seriamente de que debamos
aumentar el nmero de quienes obtienen el derecho a una educacin
universitaria mediante la aprobacin de ciertos exmenes, creo firmemente que debera haber otra forma en la que cuente decisivamente la
intensidad del deseo de adquirir un conocimiento cientfico. Esto significa
que se debera poder adquirir el derecho mediante algn sacrificio
propio. Admito sin tapujos que no hay gran relacin entre la intensidad
de este deseo y la capacidad de pagar por su satisfaccin. Tampoco es
una solucin adecuada la posibilidad de financiar el estudio mediante
los ingresos que ahora se obtengan de otro trabajo, por lo menos no en
las disciplinas experimentales. En las escuelas profesionales, como las
de derecho y medicina, los prstamos a pagar con ingresos posteriores
podran resolver el problema financiero. Pero esto no ayuda a seleccionar
a quienes debern dedicarse al trabajo terico. Sin embargo, hay algunos
sacrificios que todos pueden hacer y que podran considerarse suficientes
para dar un derecho a la oportunidad de dedicarse durante algn tiempo,
por entero, al estudio de cierta disciplina. Si este privilegio pudiera
ganarse prometiendo que se dedicar uno a una vida austera de carcter
semi-monstico, durante cierto nmero de aos, negndose muchos de
los placeres y de las diversiones que los jvenes dan a menudo por
sentados en el nivel actual de nuestra riqueza, sera verdaderamente por
un esfuerzo propio, y no por el juicio que de nuestra capacidad tengan
otros, por el que contar el inters apasionado por un tema; se dara as
una oportunidad a aquellos cuyo talento brillar slo despus de que
puedan sumergirse en su disciplina especial.
Estoy pensando en un arreglo por el que aquellos que elijan este
camino tengan los elementos esenciales tales como la casa, la comida
simple y un amplio crdito para libros y cosas semejantes, pero prometiendo que fuera de esto se ajustarn a un presupuesto muy limitado. Creo que la disposicin a renunciar por algunos aos a ciertos placeres habituales de los jvenes es una indicacin de la probabilidad de
que un individuo aproveche la educacin superior mejor que el xito
en los exmenes de diversos temas escolares. Tampoco me sorprendera
que quienes ganaran el derecho a estudiar mediante tal sacrificio personal fuesen ms respetados por sus compaeros que quienes lo hubiesen
adquirido mediante la aprobacin de los exmenes. Es probable que
todava se reconozca que la mayor parte de las grandes hazaas, al igual

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que la gran estima, se deben a una autodisciplina que coloca a una bsqueda tenaz de una meta libremente escogida por encima de la mayora
de los dems placeres: un sacrificio de muchos otros valores humanos
que muchos de los grandes cientficos debieron hacer en la etapa ms
productiva de su carrera.
En realidad, incluso con tal sistema, la admisin requerira alguna
prueba de la competencia en el campo elegido y pruebas recurrentes de
progreso en el curso del estudio. Tambin ofrecera la perspectiva de una
amplia beca para estudios superiores, con una libertad completa, a
quienes, durante cerca de cuatro aos, puedan seguir el curso con una
observancia plena de la disciplina especial, y luego den muestras de gran
habilidad. Aunque una gran proporcin de quienes iniciaran este programa desertaran y no completaran el curso o mostraran una actuacin
apenas regular, creo que tal institucin nos ayudara a encontrar y desarrollar talentos que de otro modo se perderan. En efecto, creo que el
tipo que se sintiera atrado de este modo constituira un ingrediente
importante de toda comunidad acadmica, as como una salvaguardia
contra la posibilidad de que quienes obtienen buenos resultados en los
exmenes establezcan un freno de frmulas sagradas que obligue a todas
las mentes a moverse por las sendas trilladas.

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