Todos Somos Iguales

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TODOS SOMOS IGUALES

(Aportacin de nuestra amiga Anglica Garca Schneider)

En un pueblo, gobernaba un hombre famoso por sus abusos de autoridad y su desprecio hacia
las clases ms humildes. Con frecuencia haca fiestas a las cuales invitaba slo a la gente ms
acaudalada de la localidad, gente como l, indiferente a las necesidades de los pobres.
Un da lleg al pueblo el seor Freyman, un empresario muy rico, quien pensaba instalar una
gran industria en el lugar, lo cual significara un gran progreso y fuentes de trabajo para los
lugareos. El mismo gobernador fue a recibir al empresario, le ofreci su casa y lo acompa a
ver el terreno.
Esa noche, ofreci una fiesta en su honor, en donde, como siempre se reunira la crema y nata
del pueblo.
Estaban en medio del banquete, cuando a un mozo se le cay una bandeja con vasos,
hacindose trizas en el suelo, justo enfrente del gobernador y su invitado.
Pero que no te fijas imbcil?- le grit el gobernador al muchacho, quien muy asustado
procedi a recoger los vidrios. El hombre no ces de insultarlo, hasta que termin de recoger
todo. El empresario se qued observando la escena, muy conmovido y tambin indignado, pero
lo disimul.
Despus que se hubo ido el muchacho, se dirigi al gobernador: - Seor gobernador... le
puedo hacer una pregunta? - Por supuesto, mi estimado seor Freyman- respondi zalamero el
gobernador. - Si esos vasos se me hubieran cado a m, qu hubiera pasado?, me habra
usted insultado como lo hizo con ese pobre muchacho?
El gobernador se turb por la pregunta y respondi: - Por supuesto que no seor Freyman,
cmo cree! - Y por qu no? Tambin se hubieran roto los vasos. - Pero no es lo mismo...
cmo iba yo a ofenderlo a usted! - Ah, y por qu a ese muchacho s? - Pues... es solo un
indio... un desarrapado... - Es un ser humano, igual que usted, igual que yo- declar
firmemente el empresario. - Pero cmo se va a comparar con nosotros ese pobre diablo! - Ese
pobre diablo, como usted lo llama, merece respeto y consideracin. El hecho de no poseer
bienes, no hace a un hombre menos merecedor de estos.
Las palabras del empresario se escuchaban claras y decididas en el comedor, pues todos los
invitados se haban quedado en silencio, asombrados, viendo como el gobernador, era
avergonzado por su invitado de honor.
Ah que seor Freyman, me result usted predicador!- trat de bromear el gobernador, para
disimular su malestar.
No, seor gobernador, estoy hablando muy en serio.
Bueno, pero no es para tanto jeje...
Pues quiero que sepa, que yo fu como ese muchacho, yo serva mesas en la taberna de mi
pueblo...
Pero cmo es posible?

As es, seor gobernador. Yo vengo de una familia muy pobre, empec a trabajar desde los
doce aos. No le voy a contar mi historia, pero quiero que sepa que porque he estado abajo, s
cmo se siente ser tratado como usted ha tratado a ese muchacho. Y una cosa le aseguro, yo
soy la misma persona, ahora que tengo dinero, que cuando no lo tena y eso, gracias a los
valores que me ense mi madre. Porque el hombre no vale por lo que tiene, sino por lo que
es. Hay muchos ricos que no valen nada y muchos pobres que valen oro. Todos nacemos igual:
sin nada y todos morimos igual: sin nada. No importa si en este mundo fuimos ricos o pobres,
cuando lo dejamos, nada material nos llevamos. Todos nos hemos de presentar ante Dios de la
misma manera, para El somos todos iguales, as que si para El somos todos iguales, quines
somos nosotros para hacer diferencias?
El empresario termin de hablar y calmadamente prosigui con su cena, dejando a todos
consternados y pensativos, especialmente el gobernador, quien esa noche haba recibido la
leccin ms grande de su vida.

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