Resumen Sub SOLE
Resumen Sub SOLE
Resumen Sub SOLE
Baldomero Lillo
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Un rey poderoso que se enseore dueo de toda la tierra, deca que la humanidad le pareca
mezquina, hacindose adorar como un dios y haciendo del capricho como su nica ley.
Una noche tiene un enigmtico sueo en el que vea un lago pro fundo donde haba un gran pez
que pareca de oro y otros extraos seres; de repente escucha una voz que le dice: apodrate
del pez de oro que es el sol y todo en torno tuyo perecer.
El rey pide a los astrlogos que le expliquen el sueo, dicindole que el pez oro es el sol; los
peces rojos son los reyes y grandes de la tierra. Los otros son los hombres y siervos de la tierra.
Orgulloso y soberbio observa la naturaleza, sus riquezas y envidia al sol por considerarlo superior
a l; Decide consultar a Raa genio dominador del espacio y de los astros cmo podra aduearse
del astro rey. Raa le contesta que para obtenerlo ocupa el corazn de un hombre egosta,
fantico, ignorante y vil, que guarde odio con hiel. Rpidamente le presentan a los candidatos y
a todos ellos les extirpa el corazn, incluido el de su joven prncipe.
Raa le entrega una malla hecha de fibra de los corazones y le dice que debe ir a la cima ms
alta, cubriendo al sol hacindolo su esclavo. El universo se obscurece, comienzan las
calamidades, teniendo el rey al sol en su recmara, mientras que afuera todo se muere por la
noche eterna.
Consulta nuevamente a Raa pidindole qu es lo que necesita para sanar. Raa le dice que ocupa
un corazn con fibras de un tomo de piedad o amor. El Rey siente desfallecer; se acerca el sol a
su corazn, pero nada lo calienta. Se acercan dos manos que lo ayudan a sostenerse y siente los
sentimientos desconocidos que hacen que su corazn se caliente, terminando la obscuridad con
el foco ardiente que es el sol nuevo sin manchas, creando una nueva humanidad.
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El ahogado
Irredencin
La princesa haba organizado una fiesta, lo que a todos llam la atencin fue el adorno de las
flores, las que estaban regadas por todas partes, idea espectacular segn la opinin de los
invitados, antes de dormir, la princesa quiso que esparcieran algunos de los ptalos en la pieza,
y tuvo el siguiente sueo: caminaba por el bosque y un soplo de su boca arrebat las flores de
los rboles, los que luego le impidieron el paso y la asfixiaron con las ramas, despus lleg al
purgatorio, asisti al juicio de ladrones quienes se fueron al infierno y pens que entre ella y un
ladrn haba gran diferencia. En el juicio se dictamina que no tena perdn al sacar las flores de
los duraznos y matar a los miles de insectos que all vivan, despus despert y la sirvienta dijo:
ya saba yo, dormir con flores es como dormir con muertos, se tienen pesadillas.
- En la rueda
Personajes: Ceniza y Clavel
Cuenta la pelea de dos gallos, el Ceniza y el Clavel, a este ltimo le sacaron filo a los espolones.
En la dursima ria perdi Clavel, el que se resisti a morir. Vindolo sucumbir lo lanzaron al aire,
en la cada choc con un peral, por el golpe las flores cayeron sobre l creando un manto
fnebre.
- Las nieves eternas
Blanca plumilla de nieve es azotada por rfagas y adherida a la arista de una roca se solidifica.
Quera se libre e implora al sol tanto que con sus rayos pierde rigidez y se vuelve gota, cayendo
al ro en un filtro gigantesco que transita viendo toda la naturaleza, convencindose de que
nadie es igualable a ella.
La gotita se niega a saciar la sed de las golondrinas que van al mar. Sale a vagabundear
transformndose en arroyuelo y se divierte con el viaje, pero no coopera con las flores y las
violetas que le dicen que se estn secando. sta contesta que su vida vale ms que las de ellas.
De pronto el arroyo se haba hundido otra vez en la tierra y corra entre tinieblas hacia lo
desconocido. Sumergida en el agua que ascenda con una burbuja de aire se encuentra una vez
ms bajo el cielo iluminada por el sol. Se encuentra nuevamente con la golondrina y sta le pide
agua porque se debilita y su tumba ser el mar; la gotita se niega otra vez y dice que quin
fulgurara el sol y lucir las estrellas, pues ella es la reina del mar.
La golondrina muere y la gotita dice que se era su merecido por vagabunda y bebedora de aire.
La gotita se descuida, mientras que el sol asciende al cenit, transformndose en un leve jirn de
vapor que sube inconmensurable por el ocano, desciende y vuelve otra vez a valles y
montaas. Las plantas piden agua, la nube llueve, pero la gotita se niega una vez ms, ya
evaporada por el sol. Se eleva tanto que se convierte de pronto en nieve y se solidifica, llegando
al punto de partido, sintindose digna de un sitial excelso.
Sintindose aterrada por el fro le pide al sol que se compadezca de ella, que le d su libertad;
pero ste sin fuerza, ni calor le dice: Nada puedo contra las nieves eternas, pues mi rayo no
fundira a las nieves eternas.
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Vspera de difuntos
Una mujer de luto le cuenta a la vendedora, la promesa que hizo a una mujer antes de morir: la
difunta le hizo prometer que cuidara de su hija como si fuera la suya, ella dio palabra de que as
lo hara, sin embrago, no cumpli la promesa, maltrataba sin sentido, a la nia. En el invierno no
cambi sus vestidos por unos mas gruesos, y en una noche de intensa tos, la ech fuera de la
casa , y como llova torrencialmente se enferm, cuando la entr, la nia estaba agonizando y
muri. Por el gran cargo de conciencia y en forma de reparar el dao, cada Vspera de difuntos le
lleva las mejores flores.
El oro
El remolque
El alma de la mquina
La silueta del maquinista con su traje de dril azul se destaca desde el amanecer hasta la
noche en lo alto de la plataforma de la mquina. Su turno es de doce horas consecutivas.
Los obreros que extraen de los ascensores los carros de carbn mranlo con envidia no
exenta de encono. Envidia, porque mientras ellos abrasados por el sol en el verano y
calados por las lluvias en el invierno forcejean sin tregua desde el brocal del pique hasta
la cancha de depsito, empujando las pesadas vagonetas, l, bajo la techumbre de zinc
no da un paso ni gasta ms energa que la indispensable para manejar la rienda de la
mquina.
Y cuando, vaciado el mineral, los tumbadores corren y jadean con la vaga esperanza de
obtener algunos segundos de respiro, a la envidia se aade el encono, viendo cmo el
ascensor los aguarda ya con una nueva carga de repletas carretillas, mientras el
maquinista, desde lo alto de su puesto, parece decirles con su severa mirada:
-Ms a prisa, holgazanes, ms a prisa!
Esta decepcin que se repite en cada viaje, les hace pensar que si la tarea les aniquila,
culpa es de aquel que para abrumarles la fatiga no necesita sino alargar y encoger el
brazo.
Jams podrn comprender que esa labor que les parece tan insignificante, es ms
agobiadora que la del galeote atado a su banco. El maquinista, al asir con la diestra el
mango de acero del gobierno de la mquina, pasa instantneamente a formar parte del
enorme y complicado organismo de hierro. Su ser pensante convirtese en autmata. Su
cerebro se paraliza. A la vista del cuadrante pintado de blanco, donde se mueve la aguja
indicadora, el presente, el pasado y el porvenir son reemplazados por la idea fija. Sus
nervios en tensin, su pensamiento todo se reconcentra en las cifras que en el cuadrante
representan las vueltas de la gigantesca bobina que enrolla diecisis metros de cable en
cada revolucin.
Como las catorce vueltas necesarias para que el ascensor recorra su trayecto vertical se
efectan en menos de veinte segundos, un segundo de distraccin significa una
revolucin ms, y una revolucin ms, demasiado lo sabe el maquinista, es: el ascensor
estrellndose, arriba, contra las poleas; la bobina, arrancada de su centro,
precipitndose como un alud que nada detiene, mientras los mbolos, locos, rompen las
bielas y hacen saltar las tapas de los cilindros. Todo esto puede ser la consecuencia de la
ms pequea distraccin de su parte, de un segundo de olvido.
Por eso sus pupilas, su rostro, su pensamiento se inmovilizan. Nada ve, nada oye de lo
que pasa a su rededor, sino la aguja que gira y el martillo de seales que golpea encima
de su cabeza. Y esa atencin no tiene tregua. Apenas asoma por el brocal del pique uno
de los ascensores, cuando un doble campanillazo le avisa que, abajo, el otro espera ya
con su carga completa. Estira el brazo, el vapor empuja los mbolos y silba al escaparse
por las empaquetaduras, la bobina enrolla acelerada el hilo del metal y la aguja del
cuadrante gira aproximndose velozmente a la flecha de parada. Antes que la cruce,
atrae hacia s la manivela y la mquina se detiene sin ruido, sin sacudidas, como un
caballo blando de boca.
Y cuando an vibra en la placa metlica el taido de la ltima seal, el martillo la hiere
de nuevo con un golpe seco, estridente a la vez. A su mandato imperioso el brazo del
maquinista se alarga, los engranajes rechinan, los cables oscilan y la bobina voltea con
vertiginosa rapidez. Y las horas suceden a las horas, el sol sube al cnit, desciende; la
tarde llega, declina, y el crepsculo, surgiendo al ras del horizonte, alza y extiende cada
vez ms a prisa su penumbra inmensa.
De pronto un silbido ensordecedor llena el espacio. Los tumbadores sueltan las carretillas
y se yerguen briosos. La tarea del da ha terminado. De las distintas secciones anexas a
la mina salen los obreros en confuso tropel. En su prisa por abandonar los talleres se
chocan y se estrujan, mas no se levanta una voz de queja o de protesta: los rostros estn
radiantes.
Poco a poco el rumor de sus pasos sonoros se aleja y desvanece en la calzada sumida en
las sombras. La mina ha quedado desierta.
Slo en el departamento de la mquina se distingue una confusa silueta humana. Es el
maquinista. Sentado en su alto sitial, con la diestra apoyada en la manivela, permanece
inmvil en la semioscuridad que lo rodea. Al concluir la tarea, cesando bruscamente la
tensin de sus nervios, se ha desplomado en el banco como una masa inerte.
Un proceso lento de reintegracin al estado normal se opera en su cerebro embotado.
Recobra penosamente sus facultades anuladas, atrofiadas por doce horas de obsesin,
de idea fija. El autmata vuelve a ser otra vez una criatura de carne y hueso que ve, que
oye, que piensa, que sufre.
El enorme mecanismo yace paralizado. Sus miembros potentes, caldeados por el
movimiento, se enfran produciendo leves chasquidos. Es el alma de la mquina que se
escapa por los poros del metal, para encender en las tinieblas que cubren el alto sitial de
hierro, las fulguraciones trgicas de una aurora toda roja desde el orto hasta el cnit.
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Quilapn
-El vagabundo
hijos deben obedecer a sus padres, tal como lo seala la Biblia, todos los campesinos que le
escuchaban le dieron limosna.
Don Simon, dueo del sitio donde estaba la ramada en que vociferaba el vagabundo, haba
adquirido con trabajo duro, todo lo que tena. El era viudo, su hijo Isidro, era muy distinto a l,
eran como el agua y el aceite, el joven tena aversin por el trabajo y un desapego por el dinero.
Don Simon enojado le dijo a su hijo que le sacara la mano del pecho al vagabundo, Isidro se neg
varias veces hasta que prefiri hacerlo l que su padre, y tir en el suelo al vagabundo y que
saco la mano, despus de esto, algo cambio en l. Luego Isidro resuelto a rebelarse y salir a las
carreras con sus amigos discuti con su padre, el que lo golpe e Isidro se defendi, golpeando al
padre. Isidro subindose en el caballo se le enredo la espuela en el lazo pero al final rota la
hebilla rod en el polvo que amortigu la cada y vivi, las mujeres gritaban, milagro.
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-La mariscadora
Cipriana sacaba mariscos de las hendiduras de las rocas, mientras dejaba al nio en la orilla, de
pronto vio un caracol en una hendidura estrecha y pens que le poda servir a su hijo como
juguete; su mano qued atascada y muri viendo como las olas llevaban a su hijo como una
nodriza cariosa.
Como el hombre sucumbe a la naturaleza a veces cruel, ya que no tiene el control de ella.
-Inamible
Personajes: guaren, martn, oficial del cuartel, Juez
Ruperto tapia alias el guaren, guardin de la polica local, tenia gran prestigio por ser
considerado un pozo de ciencia, lo ms caracterstico era como inventaba trminos cuando el
verdadero no acuda con oportunidad.
Le toc hacer guardia en un sector donde el transito es casi nulo, lo que le disgustaba porque as
no poda sorprender una infraccin. Una nia iba corriendo ya que Martn la persegua con una
culebra muerta, que haba encontrado en el corral, el guaren lo detuvo por llevar animales
inamibles en la va pblica. En el cuartel el oficial lo recibi de mal humor, el inspector al
preguntarle por qu lo arrestaba no entendi lo que significaba el vocablo y cuando estaba a
punto de preguntarle se arrepinti porque anteriormente lo haba corregido y se dio cuenta que
estaba equivocado; por esta razn no quera aparecer como un ignorante ante su subalterno,
pens que como Martn era hacia trabajar a los caballos en malas condiciones y lo pas al
calabozo.
Cuando llegaron a donde el perfecto de polica, tambin dud y pregunt, para no parecer
ignorante delante de sus subalternos, con el juez ocurri lo mismo y le dieron 20 das de prisin
conmutables en 20 pesos de multa. En el cuartel el oficial de guardia pregunt la condena y el
guaren le dijo que le seria imposible pagar los 20 pesos porque ya haba dejado la carreta, y el
guardia entonces pregunt que cmo haba infringido la ley de transito si no andaba con la
carreta, se dio cuanta del error que cometi al escribir el parte y el ridculo al que se expona,
mancharon los partes para borrar el vocablo y todo solucionado, al otro da el juez, meti el
dinero en unos sobres que le entreg a martn mostrndole que pagaron la deuda.
-La trampa
Se trata de unos cuatreros que asolaban los campos matando vacas, a las que le sacaban el
cuero y la lengua, ya durante 1 ao, sin que la polica tomara medidas, hasta que gracias al
consejo que le dio Antonio, a Luis rivera , soluciono el problema, ya que este arrendaba un
campo El laurel.