Lengua, Comunicación y Libros de Estilo
Lengua, Comunicación y Libros de Estilo
Lengua, Comunicación y Libros de Estilo
LENGUA,
COMUNICACIÓN
Y LIBROS DE ESTILO
Santiago Alcoba (coordinador)
P R E M I S A S , 1
CONSEJO EDITORIAL
Santiago Alcoba
Universitat Autònoma de Barcelona
Eugeni Giral
Universitat Autònoma de Barcelona
José Manuel Pérez Tornero
Universitat Autònoma de Barcelona
Ramón Sarmiento
Universidad Rey Juan Carlos I, Madrid
Tapio Varis
Tampere University (Finlandia)
Manuel Ángel Vazquez Medel
Universidad de Sevilla
Lorenzo Vilches
Universitat Autònoma de Barcelona
Fernando Vilches
Universidad Rey Juan Carlos I, Madrid
ÍNDICE
El Libro de Estilo
Santiago Alcoba 4
EL LIBRO DE ESTILO
Santiago Alcoba
Universitat Autònoma de Barcelona
E
sta es la primera monografía dedicada a estudiar el objeto y las funciones
de un Libro de Estilo (LdE) como instrumento de referencia para los usos
lingüísticos del español. Se presenta aquí una magnífica colección de tra-
bajos sobre diferentes aspectos del libro de estilo desde dos consideraciones
fundamentales: la referida estrictamente a la lengua y la que se ocupa de los
aspectos comunicativos paralingüísticos (diseño, tipografía, contenidos...). Se
trata de responder a algunas cuestiones esenciales: ¿Qué se entiende por un
LdE?, ¿cuál es el objeto de un LdE?, ¿en qué motivos se funda el LdE?, y ¿qué
funciones satisface el LdE?
Estas preguntas tienen mayor relevancia cuando se refieren a un LdE de
las manifestaciones de lenguas normalizadas, como el español y el catalán,
dotadas de instrumentos lingüísticos que las fijan frente a la variación, en un
momento determinado, y que les sirven de referencia en su difusión y usos en
un período de tiempo: son lenguas que disponen de una gramática, de una
ortografía, y de un diccionario (baste recordar, para el español, los trabajos de
Nebrija, en los ss. XV y XVI, y de la Academia, a partir del s. XVIII, y, para el
catalán, la estandarización de Pompeu Fabra, en el s. XX).
Con esta premisa y antes de responder a la pregunta de qué es un LdE, es
preciso establecer quién necesita un LdE. No precisa un LdE el autor de una publi-
cación personal, porque cualquier autor, aunque sea anónimo, se ha de atener
a los instrumentos generales de la lengua: gramática, ortografía y diccionario; y
en las variaciones estilísticas posibles se suponen opciones personales del autor,
que luego sancionan o no los lectores o el público. Requiere, en cambio, un LdE
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trabajo concluyen que «los Manuales de estilo son una herramienta de con-
sulta necesaria en las Entidades Públicas: primero, para dar cumplimiento al
mandato constitucional de eliminar todos los obstáculos que impidan la igual-
dad ante la ley; segundo, para satisfacer la demanda social que [...] ha venido
exigiendo desde finales del siglo pasado un lenguaje sencillo e inteligible (plain
language) para todos; tercero, para reducir el volumen enorme de documenta-
ción existente [...]; y cuarto, para transmitir una imagen de modernidad y de
unidad de acción mediante una sola imagen institucional gráfica».
Según Sarmiento y Vilches, el LdE de una entidad administrativa «ha de
ayudar a traducir lo específico a términos y expresiones de la lengua común.
Debe recoger las peculiaridades de uso de las que ninguna gramática ni dic-
cionario suelen dar cuenta, pero, además, ha de incluir otros aspectos que la
teoría actual de la comunicación proporciona como, por ejemplo, tener muy
presente que, para que el mensaje cifrado por el emisor sea efectivo, tiene que
ser igualmente descifrado por el receptor».
Los LdE de una entidad pública, argumentan Sarmiento y Vilches en su tra-
bajo, «han de ser por su propia naturaleza selectivos, lo que requiere de sus
autores un conocimiento exhaustivo, profundo y práctico del lenguaje jurídico
administrativo. Si han de recoger, por una parte, los modos y las modas, pero,
por otra, han de responder a las necesidades actuales de traducción para el
ciudadano medio, la empresa es todavía más difícil: exige trasladar al len-
guaje sencillo conceptos y contenidos firmemente asentados por el uso de la
especialidad». Por eso, como último fundamento del LdE, concluyen acogién-
dose a la autoridad de Condillac expuesta en la máxima que citan: «solo se
puede expresar bien lo que se concibe bien en la mente».
En el trabajo de Santiago Alcoba y Margarita Freixas se estudia la lista
de palabras incluidas en el apartado «Sobre léxico» del Manual de español
urgente (MEU) de la Agencia EFE. La finalidad de este análisis consiste en esta-
blecer qué tipo de palabras se incluyen en los apartados dedicados al léxico
en un LdE y por qué motivos; con qué argumentación y qué explicaciones y tra-
tamiento reciben las palabras en estos vocabularios compilados en un LdE.
Alcoba y Freixas fundan la elección de la fuente, el MEU de la Agencia
EFE, en que este manual está «orientado» por el concepto de neutralización del
estilo determinante de la aceptabilidad y de la homogeneidad de los textos,
por un lado, y, por otro, dirigido a alcanzar la unidad de la norma estándar
culta en todos los ámbitos del idioma (geográficos, sociales y sectoriales, ha de
entenderse). Es especialmente significativa la fuente de estudio porque se refiere
a textos o despachos que tienen como origen y destino informadores y publica-
ciones de todos los territorios de habla hispana. Esa homogeneidad está deter-
minada por la condición de que los usos comunes o generalizados y extendi-
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un LdE según el carácter de las principales obras de este tipo que se han elabo-
rado para medios de comunicación en catalán. El segundo apartado expone
el contexto político-social en el que se han venido desarrollando los LdE de
los medios de comunicación que se expresan en catalán. El tercer apartado
recoge los principales rasgos de los LdE existentes para los media en catalán.
El cuarto apartado se ocupa de una nueva generación de los LdE a partir del
ejemplo del portal ésAdir.
Las conclusiones de este trabajo ponen de manifiesto que los LdE de los
medios audiovisuales en catalán: 1) responden a un perfil determinado por
las circunstancias políticas, sociales y culturales de los territorios destinatarios
de los medios de comunicación que los elaboran; 2) tienen, en un primera
fase, un contenido básicamente lingüístico a causa del proceso de normaliza-
ción de la lengua catalana; 3) mantienen y actualizan el contenido lingüístico
de manera que algunos prontuarios evolucionan, en una segunda fase, hacia
la inclusión de asuntos más estrictamente informativos y periodísticos; 4) mani-
fiestan la voluntad de proyectar una determinada imagen corporativa del ente,
empresa o institución que los promueve; y 5) encuentran y aprovechan, más
recientemente, en Internet, ventajas como la actualización permanente, y la agi-
lidad de consulta.
En el trabajo de Antonio Ríos sobre Puntuación, se analiza el tratamiento de
los signos de puntuación, como marcas prosódicas y como elementos ordena-
dores de las construcciones sintácticas, en algunos libros de estilo de medios de
comunicación escrita. Se analizan las últimas ediciones del Libro de estilo
de ABC (Vigara-Consejo de redacción de ABC, 2001), del Libro de estilo de El
País (2003), Libro de redacción de La Vanguardia (2004) y el Libro de estilo de
El Periódico de Catalunya (2007), así como el Manual del español urgente
de la Agencia Efe (2005). En concreto, se ciñe a las consideraciones de la
coma, del punto y coma y del punto.
El autor se ocupa de estos signos de puntuación como elementos indicado-
res de marcas prosódicas para concluir que a los signos de puntuación se les
ha atribuido una finalidad fundamentalmente prosódica: marcar las pausas y
la entonación en la lectura de los textos, anteponiéndola a su función grama-
tical de ordenar los constituyentes sintácticos y textuales. De ahí que, en gene-
ral, la descripción de sus usos no se haya vinculado con la escritura, como ele-
mentos que reflejan las distintas relaciones que se dan entre las unidades que
conforman el texto.
El tratamiento de los signos de puntuación en los libros de estilo de los
medios de comunicación estudiados por Antonio Ríos «se inserta, en general, en
esta tradición: en ellos se encuentran referencias a la realización de pausas y
de determinados patrones entonativos, a pesar de ser del todo innecesarias
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Esta parte del libro se abre con el capítulo de José Manuel Pérez Tornero, de la
Univesitat Autònoma de Barcelona y director del máster sobre «Comunicación
y educación», con un trabajo sobre Televisión y Libro de Estilo. De la identidad
normativa a la regulación comunitaria.
Comienza el capítulo tratando de responder a la pregunta sobre la supervi-
vencia de los LdE. Para ello enuncia una serie de cuestiones cruciales a partir
de la definición siguiente del LdE: «Los LdE suponen un esfuerzo para obtener
identidad: mantener un lenguaje, correcto, un estilo propio y construir, de este
modo, la figura singular de un medio. La “identidad” mostrada y marcada,
como hacen los LdE, constituye un signo de reconocimiento, es decir, un camino
hacia la consolidación de lo que se ha llamado el contrato enunciativo y comu-
nicativo que liga al emisor y al receptor».
Desde este concepto clásico del LdE, con esta premisa, Pérez Tornero enun-
cia, como procedimiento para vertebrar su argumentación, las siguientes cuestio-
nes: «¿Qué son hoy día los LdE en un mundo mediático como el que nos encon-
tramos? ¿Qué pueden ser los LdE en una televisión que abandonó la época
paleolítica, pero que deja también la neo-televisión y avanza hacia la plurali-
dad y la multiplicación? ¿Qué función pueden cumplir si estamos pasando de la
escasez televisiva al diluvio audiovisual sin solución de continuidad? ¿Puede
haber identidad cuando hay miles de horas de televisión de oferta diaria?
¿Puede mantenerse siquiera la ficción de un contrato estable entre espectador y
cadenas cuando la fragmentación domina el modo de consumo?»
Luego, para precisar mejor el entorno argumentativo, Pérez Tornero apunta
algunas precisiones que destacan el sentido de las cuestiones sobre el LdE y orien-
tan las reflexiones y consideraciones precisas del trabajo: «Cuando lo que se
discute es una desestructuración de las identidades de los públicos, ¿qué
identidad pueden mantener los medios? Cuando no sólo los medios convergen,
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EL LIBRO DE ESTILO
sino que emergen nuevos medios y nuevas relaciones comunicativas, ¿qué sen-
tido tienen las normas de estilo? Cuando para significarse, más que normas,
se pone de moda la trasgresión, ¿qué sentido pueden tener los LdE? Cuando,
en una sociedad dominada por la des-localización y la globalidad, los medios
tienen dificultades para reformular su espacio y su territorio, ¿cómo pueden
saber qué normas tienen que organizar su imagen y figura?»
De hecho, el capítulo de Pérez Tornero plantea las dificultades y los cam-
bios de los LdE actuales ante la nueva situación mediática con que nos encon-
tramos a principios del siglo XXI: «a) la enorme dificultad con que se encuentran
los actuales LdE a la hora de establecerse como normas operativas en un
mundo mediático cada vez más amplio, más global, y más complejo y diversifi-
cado; y b) el cambio fundamental que se está produciendo en el contrato enun-
ciativo y comunicativo –y las responsabilidades que de éste se derivan– entre
un medio de comunicación y su público».
Las hipótesis de Pérez Tornero sobre el cambio que se avecina, según él,
en los LdE son las siguientes: «A) que esta normatividad identificativa, que expre-
san los LdE, y sus consecuencias para la fijación de contratos comunicativos con
sus receptores entran en crisis en esta nueva etapa de la comunicación mediática
actual. B) Que la normatividad de que hacen gala –basada en la retórica de la
emisión y no de la recepción y menos en la interacción– vendrá sustituida por
una normativa-marco que tendrá que intervenir y gobernar en la producción coo-
perativa. C) Que, al mismo tiempo, muchas de las finalidades que persiguen los
actuales LdE se cumplirán mediante herramientas informáticas-correctores, selecto-
res léxicos, organizadores de información, visualizadores, sistemas expertos dis-
cursivos, etc. Es decir, todo un sistema de inteligencia textual que sustituirá paulati-
namente a las normas de estilo. D) Que la normatividad basada en la verticalidad
o en la autoridad formal que ahora tienen los LdE puede ser sustituida progresi-
vamente por fenómenos de consenso inspirados en el trabajo cooperativo y en
la relación de hetero-normatividad producida por la constitución de comunidades
globales de habla. E) Que en el caso de la televisión, y del discurso audiovisual
en general, entraremos en un período caracterizado por la ampliación de la com-
petencia mediática y, por tanto, en un proceso estructurante de nuevas normas
del lenguaje audiovisual. Probablemente estas normas derivarán en nuevos reper-
torios de reglas. F) Que los actuales LdE se insertarán en complejos sistemas de
diálogo, consenso, regulación, investigación y participación». Sobre estas hipó-
tesis se ordena la argumentación del capítulo dedicado a discutir la función de
un LdE en el medio televisivo. El LdE, documento de identidad normativa, se ha
de considerar, hoy, cada vez más, como instrumento de regulación comunitaria.
Alberto Gómez Font, de Fundéu, en su trabajo sobre la función del LdE en
las agencias de información comienza advirtiendo cómo «mucho más que los
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diccionarios, las gramáticas y los libros de ortografía, hoy en día las verdade-
ras guías de uso del español actual son los manuales de estilo, y la mayor parte
pertenecen a los medios de comunicación, es decir, a la prensa, tanto escrita
como oral». A esta consideración añade Gómez Font lo siguiente: «los verda-
deros maestros del español son los medios de comunicación, que se encar-
gan de difundir los nuevos usos de la lengua; hasta tal punto es evidente ese
papel de la prensa que la Real Academia Española, al redactar la última edi-
ción de su diccionario (22.ª, 2001), utilizó los textos de la prensa como refe-
rencia y les dio la misma importancia, o quizás más, que a los textos surgidos
de las plumas de los grandes escritores».
Tras sucesivas y detalladas observaciones sobre la función del LdE, concluye
Gómez Font destacando su papel regulador y de compilación de acuerdos lin-
güísticos, convenios, compromisos, conciertos panhispánicos: «debido al auge
de los medios de comunicación en español en los Estados Unidos, aumenta
también el número de periodistas procedentes de distintos países hispanoha-
blantes que al sentarse a redactar sus noticias, en las mesas de redacción de
sus medios, casi sin darse cuenta van dejando de usar los localismos propios
de cada país y van confluyendo en una forma de escribir en español válida
para todos. Pero ese fenómeno se presenta en todos los grandes diarios, televi-
siones y emisoras de todo el mundo hispánico. Esa nueva forma de escribir en
español necesita, cómo no, de unos acuerdos, y estos son inmediatos, se dan
a medida que surgen las dudas. Y es importante que los LdE de los medios de
comunicación recojan de inmediato esos acuerdos posibles y necesarios, y nos
lleven en poco tiempo a crear un español internacional para todos los periodis-
tas hispanohablantes».
«Los medios de comunicación están cada vez más adaptados a la dinámica
de la globalización, son cada vez menos locales y más internacionales, y eso
hace que sientan como necesario un español válido para todos: un español
internacional y regular», según Gómez Font, con la homogeneidad uniforme
del LdE, que sostiene la unidad de difusión frente la fragmentación de la varia-
ción dialectal.
Juan José Perona, en su trabajo sobre «Información radiofónica: redacción
y locución», empieza recordando que «los periodistas que desarrollan su labor
informativa en las emisoras pertenecientes a las principales cadenas de radio
españolas disponen de manuales de estilo, aunque es bien cierto que buena
parte de ellos no saben de su existencia. Esta circunstancia minimiza conside-
rablemente el importante papel que, pese a su necesidad de actualización,
tienen los LdE en el terreno de la comunicación informativa radiofónica, en tanto
que, dada la especificidad del medio, se consagran como instrumentos de una
gran riqueza para construir el sonido propio de cada emisora, para persona-
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EL LIBRO DE ESTILO
lizar las noticias, y, sobre todo, para generar ese contacto directo, caliente y
mágico con el receptor que no consigue lograr ninguno de los otros medios de
comunicación tradicionales».
Según Perona, «los informadores se han habituado a la particular forma de
construir y verbalizar las noticias que domina en la empresa para la que traba-
jan, llegando a unificar casi automáticamente criterios semánticos (uso de deter-
minadas palabras, modos de citar las fuentes, fórmulas de actualización, etc.) y
estéticos (entonación, ritmo, actitud, etc.)». Pero, continúa el mismo Perona, «la
reciente aparición de estos manuales neutraliza, sin duda, la extendida idea de
que estamos ante herramientas de trabajo caídas en la más pura obsolescencia,
pero al mismo tiempo evidencia la urgente necesidad que tienen algunos opera-
dores de renovar estos textos para adecuarlos a los requerimientos de las nuevas
rutinas productivas surgidas como consecuencia del desarrollo tecnológico y
para acercarlos, también, a las demandas informativas de la sociedad actual».
El estudio de los LdE de diferentes medios radiofónicos permiten concluir a
Juan José Perona que «apenas abordan cuestiones clave de la comunicación
radiofónica, como la locución o el uso expresivo de los componentes del len-
guaje propio de la radio, lo que resulta muy preocupante si se tiene en cuenta
la capacidad del medio para generar imágenes auditivas y, especialmente,
para transmitir, mediante la voz, la música, los efectos sonoros y el silencio
toda esa información suplementaria que el receptor no puede ver». Para Juan
José Perona, «los manuales se revelan, sin duda, como instrumentos necesarios
y útiles en el seno de las redacciones, pero también es verdad que, para ase-
gurar su eficacia, las emisoras deberían establecer planes de seguimiento para
evaluar su aplicación real».
El capítulo de Josep M. Perceval, dedicado a la necesidad de tratar el
asunto de los «Tópicos» en los LdE, empieza recordando y especificando el sen-
tido del concepto: La raíz topos aplicada para formar una serie de términos
científicos que nos hablan de fenómenos iterativos: topografía, toponimia, topo-
logía, topometría... Es una fórmula que utilizamos para ahorrar información, al
darla por sabida o porque forma una frecuencia repetitiva. Literariamente, el
término ‘tópico’ adquiere contenidos negativos ya que nos referimos a algo ya
conocido, algo habitual y por tanto no creativo, la llamada «utilización de los
lugares comunes», metáfora paisajística que nos indica la tranquilidad y ducti-
lidad de su uso para explicar situaciones convencionales. Se trata, por tanto,
de una ayuda, una alusión a un lugar común –algo compartido en el universo
común mental al que pertenecen el comunicador y su receptor– que permite
al comunicador ahorrarse información.
Según José M. Perceval, «en los medios de comunicación la utilización abu-
siva del tópico es peligrosa porque refuerza, al mismo tiempo que se refiere
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I.
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Santiago Alcoba (coord.), Ramón Sarmiento, José Manuel Pérez Tornero et al.; ed. Margarita
Freixas, María J. Machuca y José María Perceval, Barcelona, 2009. Publicación electrónica
en http://mediamentor.org/es/publications
ISBN: 978 - 84 - 692 - 3369 - 6
E
n las páginas que siguen nos proponemos ilustrar cómo y por qué sur-
gieron los manuales de estilo; qué son y qué no debieran de ser; y, con-
cretamente, para qué sirve un manual de estilo en el ámbito de una enti-
dad pública.
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ENTIDADES PÚBLICAS Y LIBROS DE ESTILO
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Nos ocuparemos de los Manuales de Estilo (MdE) en el sentido más cercano al ámbito idio-
mático; no es nuestro propósito versar sobre Guías de estilo, que se ocupar de ilustrar a diseñado-
res y programadores del interfaz de un sistema, etc.
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Cf. Whitney Quesenbery (2001).
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ENTIDADES PÚBLICAS Y LIBROS DE ESTILO
3
El libro de estilo, según escribió Á. Grijelmo, es como la Constitución de un periódico. Incluye
normas éticas y profesionales, y también lingüísticas, pero éstas no deben confundirse con una gra-
mática ni con un diccionario: se trata de normas de estilo, es decir, de la elección de determina-
das palabras u opciones entre las varias posibles en cada caso.
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-La demanda social. En EE. UU. en la década de los setenta, los movimientos
en defensa de los consumidores se movilizaron a favor de una mayor compren-
sión y claridad en los documentos jurídicos, fenómeno común también a otros
países en donde en algunos medios de comunicación y en otros surgió la queja
en contra del arcaísmo y del esoterismo en algunos aspectos lingüísticos de la
documentación jurídico-administrativa.
4
Véase Fernando Vilches & Ramón Sarmiento (2007b).
5
Por «Plain English» se entiende el lenguaje sencillo y corriente en países de habla inglesa.
Véase el Manual de Estilo del Lenguaje Administrativo, AA. VV. (1990: 29-30).
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ENTIDADES PÚBLICAS Y LIBROS DE ESTILO
Es muy frecuente que en las Entidades Públicas y, en otros ámbitos, las Enti-
dades económico-financieras con atención al público descuiden e incluso utili-
cen de forma incorrecta el lenguaje. Esta práctica repercute indefectiblemente
en una comunicación deficiente de la que se derivan evidentemente perjuicios
incalculables, unos más perceptibles y otros menos tangibles, para cualquier tipo
de relación, ya sea interna o externa, como es una menor eficacia en la gestión de
los recursos de una Institución o Entidad; (o como puede ser) una merma en
la capacidad de comunicación con la ciudadanía y con la sociedad en su con-
junto; o (como es) la percepción externa de una actuación poco responsable en
la gestión de un futuro común. No son muchas las Entidades Públicas –casi nin-
guna entidad financiera española– que disponen de un Manual de Estilo. Sin
embargo, según nuestra opinión, tendría mucho sentido que todas las Entidades
Públicas contaran con esta herramienta, por las razones siguientes:
Primero, porque, como escribió Aristóteles (384-322 a. C.), el hombre es
animal sociable (Zoon politikón). Es decir, la comunicación es inherente a todo
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el reino animal, como el aire, el agua, el alimento o el sueño para los huma-
nos. Miradas, gestos, mímica, palabras conforman la naturaleza humana. No
es concebible una sociedad, organización o grupo, como afirman los sociólo-
gos modernos, sin ningún tipo de lenguaje por rudimentario que sea. Por consi-
guiente, la lengua, en tanto medio de expresión, objeto de identificación e ins-
trumento de proyección, se erige como un importante instrumento de cohesión
interna en una Entidad Pública en donde es necesario que todos sus emplea-
dos asuman los objetivos comunes y sientan la responsabilidad social corpora-
tiva de transmitir los valores democráticos de gestión transparente a través de
un lenguaje único en sus relaciones internas y externas con la ciudadanía y, en
general, con la sociedad.
Y, además, porque, si el lenguaje es el soporte del pensamiento para comu-
nicar fielmente la Imagen Corporativa y los valores institucionales y para impul-
sar la fiabilidad de algo como proyecto de futuro, ha de ser impecable ves-
tido del pensamiento, porque las obras tienen que valer por lo que dicen y por
cómo lo dicen, en palabras de Fray Luis de León. Después de todo, la forma
se confunde con el fondo; más aún: no hay fondo sin forma.
Segundo, porque, en un mundo que retiene con más facilidad lo negativo
que lo positivo, hay que aprender a comunicar con palabras, gestos e imá-
genes lo que es una Entidad, o lo que somos, porque, si no decimos lo que
somos, otros lo harán por nosotros y de otro modo.
Tercero, porque poseer y dominar el instrumento de comunicación en la
sociedad de la información y de la comunicación es ya una forma de poder
de la que hay que hacer partícipe a la ciudadanía por imperativo democrá-
tico, para eliminar multitud de obstáculos cotidianos en un momento en que
los nuevos sistemas digitales de información y de comunicación están modifi-
cando los hábitos de expresión con la irrupción de tecnicismos y de neologis-
mos, y del lenguaje políticamente correcto. Porque saber comunicar es, por
tanto, saber decir:
Saber comunicar es, en definitiva, un acto simbólico de poder que, bien eje-
cutado, permite compartirlo como valor democrático con la ciudadanía.
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ENTIDADES PÚBLICAS Y LIBROS DE ESTILO
Una ley para ser obedecida debe ser comprendida. A nadie se debe hurtar
el derecho democrático de no ser discriminado por la lengua y hacerle perder el
tiempo intentando averiguar cuál es el significado de una ley. El «plain language»
es, ante todo, comunicación efectiva: hacer el mensaje inteligible y legible para
todos los ciudadanos afectados y no solamente para los legisladores y la burocra-
cia administrativa. Es escribir y presentar las ideas a los ciudadanos de manera
tan clara y sencilla que éstos sepan dar una respuesta inmediata a la información
recibida. Si las comunicaciones fueran inteligibles para todos, se ahorraría una
gran cantidad de tiempo en preguntas, en corrección de errores y en aclaraciones
evitables. Todo ello se traduciría en economía de recursos humanos y económicos.
Las entidades deben comunicarse con tal claridad 1) que la administración
pueda hacerlo eficientemente sin recurrir a manuales complejos y guías de inter-
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Desde algunos ámbitos, se ha objetado sin fundamento suficiente que en este len-
guaje no se pueden expresar las sutilezas y profundidades como lo hace el estilo
jurídico tradicional. Frente a esta afirmación, cabe otra todavía más rotunda,
pero avalada por la práctica secular: «solamente lo que está bien concebido
6
British Columbia Securities Commission (2002), Plain Language Style Guide. June 2002,
http://www.bcsc.bc.ca.
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ENTIDADES PÚBLICAS Y LIBROS DE ESTILO
en la mente puede ser bien expresado por la lengua», escribió el abate Con-
dillac. En efecto, todo es perfectamente expresable, salvo lo que no está bien
concebido en la mente. Luego hay que partir de los dos supuestos teóricos que
fundamentan el concepto actual de comunicación: la verdadera comunicación
solamente tiene realidad efectiva cuando el mensaje cifrado por un emisor es
perfectamente descifrado por un receptor. Mientras esto no sucede, es un simple
monólogo. La comunicación que establece la Administración con los administra-
dos a menudo olvida este presupuesto. Parece que los textos se dirigen a espe-
cialistas en la materia y que no se tienen en cuenta las realidades siguientes:
7
Chuck Letourneau, «The Plain Web», expuesto en la Plain Language Conference, Toronto, 27
septiembre 2002.
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Cf. Yriart (1998).
9
De manera similar, procedieron las Comunidades Autónomas de Galicia, del País Vasco, y
la Comunidad Valenciana.
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1. Fijar bien el asunto y la finalidad del mensaje para no mezclar temas. Una
vez realizada dicha operación, examinar si conviene dividirlo, para hacerlo
más claro, en uno o en más subtemas.
3. Dirigir el mensaje a una persona concreta para analizar bien qué se desea
que dicha persona haga; asignarle responsabilidades y deberes, pero, además,
proporcionarle toda la información necesaria para ello.
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4. Utilizar la voz activa de los verbos, porque es la voz del funcionario. Inme-
diatamente, identifica quién es responsable de las acciones: responde a las pre-
guntas quién y por quién. Las oraciones en activa son más enérgicas, más
cortas, más fáciles de leer y más efectivas en la comunicación de un mensaje:
Voz pasiva: «El mensaje debe ser enviado por usted al Departamento».
Voz activa: «(Vd.) debe enviar el mensaje al Departamento».
Debe intertarse seguir este orden natural. Por ejemplo, no se debe decir: «ella
le dio a Vd. un libro» (c. indirecto y c. directo invertidos de orden, sino que se
debe decir: «Ella le dio un libro a Vd». Se debe colocar el modificador cerca
de la palabra modificada: «Ministro marroquí de Exteriores», y no «Ministro de
Exteriores marroquí». Si se concentran muchas frases que interrumpen el orden
sujeto-verbo-complemento, hay que pensar en la necesidad de dividir dicho
enunciado en más oraciones.
7. Organizar el mensaje complejo según un orden lógico; para ello, hay que
agrupar las ideas y buscarles un sentido unitario en párrafos aislados de otros
enunciados que contengan ideas diferentes o tan solo relacionadas. Debe colo-
carse lo general antes de lo particular; lo más importante antes de lo menos
importante; lo más frecuente antes de lo menos frecuente. El orden cronológico
es bueno para describir un proceso; el orden lógico, el apropiado para un
texto argumentativo.
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ENTIDADES PÚBLICAS Y LIBROS DE ESTILO
en cada una. Las frases, cuanto más cortas sean, más fáciles de recordar son.
Debe evitarse usar frases entre paréntesis.
11. Buscar lo simple. Como dijo Albert Einstein: si no puedes explicar algo
simple es porque no lo has entendido bien («If you can’t explain something simple,
you don’t understand well»). Hay que usar palabras familiares: utilizar palabras
simples o sencillas significa elegir lo fácil; recurrir a palabras familiares, a pala-
bras que se aprenden más fácilmente en la vida diaria.
14. Evitar convertir los verbos en locuciones verbales de verbo más nombre
(dar > hacer una donación de...):
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Si en el caso de que
Durante en aquel mes
Para con el propósito de
Sin en ausencia de
Con en compañía de
Por a causa de
Para de cara a (mañana)
mismo,-a:
-«Encontrará la explicación en la misma»; (si es página) dígase: «Encon-
trará la explicación en ella o en dicha página».
Hay que evitar el adjetivo mismo / misma, porque, a veces, es un identifica-
tivo con deixis física: «Llegamos a la cafetería y pedimos el mismo café».
y / o:
-«Deberá declarar por rendimientos de trabajo y / o capital».
-«Deberá declarar por rendimientos de trabajo o de capital o de ambos
(ambas cosas)»
Gerundio:
Evite la ambigüedad:
-«Se le puso una multa circulando por el carril bus».
-«Se le puso una multa mientras circulaba por el carril bus».
-«Usted circulaba por el carril bus y por ello se le puso una multa».
-«Alguien circulaba por el carril bus y le puso una multa».
Orden de palabras:
Repare en el orden de palabras:
-«Es una condena de la Administración muy grave» «Es una condena
muy grave de la Administración».
Significados:
No utilice palabras cuyo significado ignore:
-«Esperamos una coyuntura (‘combinación de factores’ no es situación)
más favorable para nuestros intereses».
-«Lo encontró en una tesitura (‘disposición de ánimo’ no es duda) poco
favorable para acompañarla».
40
ENTIDADES PÚBLICAS Y LIBROS DE ESTILO
Puntuación y sintaxis:
Aprenda que la construcción de las oraciones de relativo especificativas y
explicativas exige conocer la puntuación:
-«Los coches de la calle que hayan solicitado la tarjeta de residentes
pueden utilizar el aparcamiento» (no admite coma antes de que, porque
es especificativa y va en subjuntivo).
-«Todos los coches de la calle que han solicitado la tarjeta de residente
pueden utilizar el aparcamiento» (solo los solicitantes de ella). «Todos los
coches de la calle, que han solicitado la tarjeta de residente, pueden uti-
lizar el aparcamiento» (todos lo han solicitado, porque es explicativa y va
entre comas).
3. Conclusión
Los Manuales de estilo son una herramienta de consulta necesaria en las Enti-
dades Públicas: primero, para dar cumplimiento al mandato constitucional de
eliminar todos los obstáculos que impidan la igualdad ante la ley especial-
mente en lo que atañe al artículo 3 referido a las culturas y lenguas españolas;
segundo, para satisfacer la demanda social que en la versión de defensa de
los derechos civiles ha venido exigiendo desde finales del siglo pasado un len-
guaje sencillo e inteligible (plain language) para todos; tercero, para reducir el
volumen enorme de documentación existente (millones de documentos) en un
afán racionalizador de costes y de esfuerzos y hacerla más funcional y simple;
y cuarto, para transmitir una imagen de modernidad y de unidad de acción
mediante una sola imagen institucional gráfica.
41
R A M Ó N S A R M I E N T O G O N Z Á L E Z Y F E R N A N D O V I L C H E S V I VA N C O S
Bibliografía
AA. VV. (1990): Manual de Estilo del Lenguaje Administrativo, Madrid: MAP-
INAP.
British Columbia Securities Commission (2002): Plain Language Style Guide.
June 2002, http://www.bcsc.bc.ca.
Clarín (1997): Manual de estilo. Buenos Aires: Aguilar.
Fishman, J. A. (1969): Sociología del lenguaje. Madrid: Cátedra.
10
Vease Ramón Sarmiento (2005).
42
ENTIDADES PÚBLICAS Y LIBROS DE ESTILO
43
Santiago Alcoba (coord.), Ramón Sarmiento, José Manuel Pérez Tornero et al.; ed. Margarita
Freixas, María J. Machuca y José María Perceval, Barcelona, 2009. Publicación electrónica
en http://mediamentor.org/es/publications
ISBN: 978 - 84 - 692 - 3369 - 6
1. El Libro de Estilo
U
n libro de estilo no es una gramática ni un diccionario al uso. Es sim-
« plemente el código interno de una Redacción de cualquier medio infor-
mativo, que trata de unificar sistemas y formas expresivas con el fin
de dar personalidad al propio medio y facilitar la tarea del lector en el caso de
los periódicos». Con esta definición precisa y ajustada, comienza J. L. Cebrián
el prólogo a la segunda edición del Libro de estilo de El País1. Desde sus orí-
genes, uno de los objetivos fundamentales de los manuales de estilo publica-
dos por medios periodísticos en español (agencias de información y prensa)
1
Algunas labores fundamentales de la investigación necesaria para la realización de este tra-
bajo han sido financiadas con una ayuda de la DGICYT para los proyectos de investigación de
referencia: HUM2004-01252/FILO y FFI2008-06324-CO2-CO1/FILO, «Portal de Léxico Hispá-
nico» y el apoyo del Comissionat per Universitats i Recerca de la Generalitat de Catalunya conce-
dido al «Grup de Lexicografia i Diacronia» (n.º de referencia SGR2005-00568).
44
L A S PA L A B R A S D E L L I B R O D E E S T I L O : E N T R E C E N S U R A Y S A N C I Ó N
2
En este sentido podemos recordar, en fuentes de uso extendido, el epígrafe destinado al
léxico, que desde sus primeras ediciones hasta la última han incluido el Libro de estilo de «El País»
(1.ª ed. no comercializada, 1977; 19.ª ed., 2004), en su apartado «Diccionario», y el Manual de
español urgente de la Agencia EFE (1.ª ed., 1978; 17.ª ed., 2006, pp. 169-274). Tras estas publi-
caciones, los libros de estilo de otros medios han incorporado también un apartado destinado al
léxico. Así ocurre en el Libro de Estilo de «ABC» (pp. 83-130); en el Libro de Estilo de «El Mundo»,
con epígrafes para el «Léxico general» y el «Léxico de dudas y confusiones habituales» (pp. 165-31);
el Libro de Estilo de Telemadrid, con un «Diccionario de dudas de la lengua oral» (pp. 157-274), y
El Nacional. Manual de Estilo, de Caracas, que incluye un «Diccionario de uso» (pp. 101-251), por
citar un ejemplo de un medio americano. Los apartados citados en estos trabajos son de gran interés
para el estudio lingüístico, pues permiten la observación de la variación en el uso del léxico.
45
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
¿Es posible un estilo propio de agencia, caracterizado frente al de los periódicos? Para
responder afirmativamente basta con considerar el que distingue a otras agencias mun-
diales. Requiere poseer unos rasgos especiales, dado que las informaciones son asu-
midas por el organismo difusor y se dirigen a destinatarios muy variados. Por ello en el
trabajo de agencia se precisa una centralización del estilo que no tiene por qué produ-
cirse en los periódicos (MEU, §1.4).
Conseguir una neutralización del estilo –que no debe confundirse con un estilo neu-
tral, permanentemente insípido– constituye una obligación si se piensa en el importante
papel que la Agencia Efe desempeña en la difusión y circulación del idioma, tanto en
España como en América. La unidad de la lengua es un bien que importa defender en el
seno de la comunidad hispanohablante. Hoy la prensa, la radio y la televisión ejercen
una influencia idiomática superior a la del sistema docente. Sin exageración puede afir-
marse que el destino que aguarda al español –o a cualquier otro idioma– está en poder
de aquéllas, y la responsabilidad que corresponde a Efe es cuantitativamente muy supe-
rior a la que alcanza a un medio de difusión aislado. He aquí un motivo más, e impor-
tantísimo, para que el estilo de los despachos sea aceptable para todos, no vulnere los
usos comunes, no acoja particularidades locales o de sectores, no difunda neologismos
innecesarios o rasgos que obedecen a una moda pasajera, al estilo de unos pocos...
A esta contención que, por un lado, protege la aceptabilidad de los despachos y su posi-
3
En este sentido, Lázaro Carreter (2003: 12) advierte: «Los idiomas cambian, inventando
voces, introduciendo las de otros o modificando las propias, lo cual produce una fluctuación, a
veces fuerte, del sistema lingüístico. Entre las dos tensiones, la de permanecer y la de cambiar, los
hablantes van adoptando soluciones distintas, no siempre indiferentes: si muchas se incorporan fácil
y útilmente al idioma, otras, en cambio, por causas distintas, manifiestan una indisciplina que hace
peligrar la intercomunicación entre millones de hablantes, como es nuestro caso, y podría poner a
punto de zozobra el futuro de la comunidad de los hispanohablantes».
46
L A S PA L A B R A S D E L L I B R O D E E S T I L O : E N T R E C E N S U R A Y S A N C I Ó N
Así pues, el libro de estilo de los textos periodísticos de una lengua muy
extendida como el español se rige por el principio invocado por Lázaro Carre-
ter de que «aunque algo no suscite conformidad vale más un mal acuerdo que
el caos»4. Desde este principio resulta más relevante la fuente elegida para este
estudio, el MEU, orientado por el concepto de neutralización del estilo deter-
minante de la aceptabilidad y de la homogeneidad de los textos y dirigido a
alcanzar la «unidad de la norma estándar culta en todos los ámbitos del idioma»
(geográficos, sociales y sectoriales, ha de entenderse)5.
La condición de que los «usos comunes» o generalizados y extendidos han
de excluir «particularidades locales o de sectores», y no han de difundir «neo-
logismos innecesarios» ni usos «pasajeros» o poco extendidos, según el con-
cepto de neutralización, hace más significativa nuestra fuente de estudio, que
se refiere a textos o despachos que tienen como origen y destino informado-
res y publicaciones de todos los territorios de habla hispana6. Y, siendo espe-
4
Cf. F. Lázaro Carreter en el «Prólogo» al Libro de Estilo de «ABC» (p. 13), que define su obje-
tivo según este principio en un «esfuerzo unificador», pero flexible y cambiante: «en materias contro-
vertibles es preferible disponer de una norma clara que no tener ninguna. La naturaleza cambiante
del idioma obliga a ajustar nuestro estilo con relativa frecuencia a esos cambios, a modificar cri-
terios, a separarnos, cuando resulte imperativo, de normas arcaicas, imprecisas o demasiado rígi-
das. Por ello, no deberá considerarse este Manual como un repertorio inflexible de instrucciones
con pretensión de perennidad. Constituye más bien un esfuerzo unificador que habrá que ir adap-
tando a la realidad viva del idioma».
5
El Diccionario panhispánico de dudas (en adelante DPD) ofrece una buena definición de lo
que constituye, en una lengua como el español, la norma estándar o lengua entándar: «Por su
carácter de lengua supranacional, hablada en más de veinte países, el español constituye, en rea-
lidad, un conjunto de normas diversas, que comparten, no obstante, una amplia base común: la
que se manifiesta en la expresión culta de nivel formal, extraordinariamente homogénea en todo el
ámbito hispánico, con variaciones mínimas entre las diferentes zonas, casi siempre de tipo fónico
y léxico. Es por ello la expresión culta formal la que constituye el español estándar: la lengua que
todos empleamos, o aspiramos a emplear, cuando sentimos la necesidad de expresarnos con
corrección; la lengua que se enseña en las escuelas; la que, con mayor o menor acierto, utiliza-
mos al hablar en público o emplean los medios de comunicación; la lengua de los ensayos y de
los libros científicos y técnicos. Es, en definitiva, la que configura la norma, el código compartido
que hace posible que hispanohablantes de muy distintas procedencias se entiendan sin dificultad
y se reconozcan miembros de una misma comunidad lingüística».
6
De este modo, el libro de estilo cumple la función que Lázaro Carreter (2003: 11) identifica
así: «Procurar que el idioma mantenga una cierta estabilidad interna es sin duda un empeño por
el que vale la pena hacer algo, si la finalidad de toda lengua es la de servir de instrumento de
comunicación dentro del grupo humano que la habla, constituyendo así el más elemental y a la vez
imprescindible factor de cohesión social: el de entenderse».
47
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
7
Para la compilación de datos de este estudio, se han consultado dos ediciones recientes de
esta obra, la duodécima, de 1994, y la última disponible, la decimoséptima, de 2006, así como
el Vademécum de Español Urgente, http://www.fundeu.es/esurgente/lenguaes/, en su versión
digital de octubre de 2007, donde FUNDÉU publica las últimas entradas incorporadas, antes de
la edición revisada del MEU.
48
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8
Según Llorente (1980: 9-10): «El uso debe siempre decidir, cuando no haya razones pode-
rosas en contra. Si las palabras se usan, y se usan por todos, habiéndose convertido en un bien
mostrenco y no en patrimonio exclusivo de un grupo reducido, más o menos selecto, tienen que ser
consideradas como voces definitivamente incorporadas a la lengua común».
49
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
Denuncia de [...] la creencia de que todo sirve indiscriminadamente, incluso las inven-
ciones, las alteraciones de lo comúnmente admitido y las ocurrencias. [...] Lo cual tiene
efectos perversos sobre el habla –y la inteligencia– común, ya que frecuente y abun-
dantemente anulan distinciones importantes (entre oír y escuchar, por ejemplo, o entre
deber y deber de), o difunden vulgarismos insoportables (alante por adelante), o redu-
cen pavorosamente nuestro caudal léxico (terminar, acabar, concluir, dar fin, palabras
sacrificadas a finalizar; o empezar, comenzar, emprender y tantos verbos más, desalo-
jados por iniciar, súper formante insufrible y estúpido de los nuevos superlativos); confu-
siones horripilantes (humanitario por humano) y tantos hechos más.
(1)
a. antagonizar. Verbo inexistente. Dígase enfrentarse. // competencial. Palabra inexis-
tente. Digamos simplemente de las competencias, de las atribuciones o de las incum-
bencias.
9
Según el DPD (p. XV): «Debido a la naturaleza relativa y cambiante de la norma, el Dicciona-
rio panhispánico de dudas evita conscientemente, en la mayoría de los casos, el uso de los califica-
tivos correcto o incorrecto, que tienden a ser interpretados de forma categórica. Son más las veces
en que se emplean expresiones matizadas, como Se desaconseja por desusado...; No es normal
hoy y debe evitarse...; No es propio del habla culta...; Esta es la forma mayoritaria y preferible,
aunque también se usa..., etc. Como se ve, en los juicios y recomendaciones sobre los fenómenos
analizados se conjugan, ponderadamente, los criterios de vigencia, de extensión y de frecuencia
en el uso general culto. Los juicios normativos admiten, pues, una amplia gradación, que va desde
la censura de lo claramente incorrecto por ser fruto del error, del descuido o del desconocimiento
de las normas gramaticales, hasta la recomendación de lo que es simplemente preferible por estar de
acuerdo con el uso mayoritario de los hablantes cultos de hoy, preferencia que pueden mante-
ner, o variar, los hablantes cultos de mañana. Precisamente, muchas de las vacilaciones registra-
das se deben a la existencia de etapas de transición, en las que coinciden en un mismo momento
usos declinantes y usos emergentes, sin que puedan darse por definitivamente caducos los unos ni
por plenamente asentados los otros; de ahí que en más de una ocasión se admitan como válidas
opciones diferentes».
50
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(2)
a. migrante. Se recomienda evitar el abuso de esta voz y emplear también los términos
emigrante o inmigrante, según el caso.
b. conflictivo (referido a calles). No debe abusarse de la expresión «calles conflictivas»
al hablar de aquellas en las que siempre hay problemas de tráfico. También puede
hablarse de las calles más atascadas, las de tráfico más intenso o las de circulación
menos fluida o más lenta.
c. apercibir. Aunque admitida por la RAE la acepción darse cuenta, es preferible evitar
este uso. Ejemplo: «El ciudadano apercibirá la importancia de...». Dígase mejor: «El
ciudadano percibirá, se dará cuenta de o comprenderá...».
10
Aquí y en todas las citas del MEU, el subrayado es nuestro.
11
En este sentido, el sintagma «español urgente» empleado tanto en el título del MEU, como
en otras obras de esta misma agencia de noticias, el Vademécum del español urgente y el Diccio-
nario del español urgente, indica la voluntad de ofrecer una respuesta inmediata a las dudas y pro-
blemas de uso que continuamente surgen en la lengua periodística, donde la rapidez de la comu-
nicación provoca la necesidad de respuestas eficaces, claras y precisas.
51
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
(3)
a. extraditado, extraditar. El DRAE registra ya estas formas. También es aceptable decir
extradido y extradir, documentadas en el lenguaje jurídico hispanoamericano desde
1933.
b. membresía. En algunos países de América se usa este anglicismo con el significado
de calidad de miembro o socio de una entidad. La vigésima segunda edición del
DRAE ya registra esta palabra como americanismo.
c. quad. Se recomienda el uso de las voces cuatrimoto o cuatriciclo para traducir el tér-
mino quad, que es el nombre que se dio en inglés a este tipo de vehículo que podría
definirse como ‘moto de cuatro ruedas’. Quad es el nombre más usado en España;
pero en gran parte de Hispanoamérica (Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile, Boli-
via, Colombia, México...) también se le denomina cuatriciclo y cuatrimoto, voces
bien formadas en español y que solucionan el problema del plural ajeno a nuestra
lengua: quads.
d. poblador. Es el que puebla, y poblar es fundar uno o más pueblos u ocupar con
gente un sitio para que habite en él. No se debe utilizar esta palabra en el sentido
de habitante. En Chile y otros países de Hispanoamérica se llama pobladores a los
52
L A S PA L A B R A S D E L L I B R O D E E S T I L O : E N T R E C E N S U R A Y S A N C I Ó N
habitantes de las zonas más pobres y periféricas de las grandes ciudades. En este
caso debemos entrecomillarlo.
Artículos como los de (4) son equivalentes a los anteriores pero con delimi-
taciones de uso referidas a España, en diferentes expresiones: «en España no
es conveniente»; «no se usa en España»; «no conviene usar el término en despa-
chos para España»; «en los despachos para España, debería redactarse así...»;
«evítese en los despachos para España»; «no debe usarse en noticias para
España»; «en España, utilícese...»; «en España»; «en el español de España»...
(4)
a. revistas especializadas en romances. Preferible emplear revistas del corazón, que es
la forma ya acuñada por el uso en España.
b. transar. Americanismo. En los despachos para España dígase transigir, ceder, llegar
a una transacción o acuerdo (DRAE).
c. vicecanciller. En muchos países de América es el nombre que recibe el segundo del
ministro de Asuntos (o Relaciones) Exteriores, allí llamado también canciller. En espa-
ñol de España equivale a subsecretario de Asuntos Exteriores.
d. visa. En España, utilícese visado.
(5)
a. automovilista. Se refiere solo a personas; referido a cosas (industria, economía), el
adjetivo es automovislístico.
b. intervención. En el ámbito de las relaciones internacionales, se entiende por interven-
ción la ‘acción y efecto de injerirse un organismo o Estado en los asuntos interiores o
exteriores de otro’, y como consecuencia, la acción que se ejerce para hacer predo-
minar la voluntad extranjera sobre la nacional: «El Gobierno mexicano pidió la inter-
vención de la Interpol para el seguimiento de los asesinos de...»; «Mujeres palestinas
narran la situación de la población femenina de Gaza tras la intervención militar de
Israel en ese territorio».
c. alimentista. Aparece en ocasiones, en la jerga del derecho, utilizado como sinónimo
de alimentario, y así lo registra el DRAE; pero además significa ‘persona que goza de
asignación para alimentos’.
53
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
(6)
a. alternancia. No debe confundirse con alternativa. Significa «sucesión en el espacio
o en el tiempo de forma recíproca o repetida».
b. amargor. No debe confundirse amargor, que significa «sabor o gusto amargo», con
amargura, cuyo significado es «disgusto o aflicción».
c. aparejar. No debe confundirse con emparejar, unir. Es preferible vincular. Sería inco-
rrecto decir: «...un proceso no siempre aparejado a la demanda...».
(7)
a. cerealero. Aunque no figura en el DRAE, es admisible su uso para buques o camio-
nes dedicados al transporte de cereales.
b. feminidad. También es aceptable femineidad.
c. motivar. Acéptese el moderno significado de «hacer que alguien sienta interés por
hacer algo»: «Motivar al niño para que estudie».
(8)
a. muestreo. Figura ya en el DRAE.
b. musculación. Se llama así al ejercicio gimnástico que desarrolla ciertos músculos. Ya
figura en el DRAE.
54
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(9)
a. sesionar. Aunque este verbo figura ya en el DRAE («asistir a una reunión participando
en sus debates»), prefiérase trabajar o reunirse.
b. sorpresivo. Americanismo. En despachos españoles dígase sorprendente, inespe-
rado.
c. cronograma. Se emplea en algunos países, pero mejor decir calendario. «Los puntos
incluidos en el cronograma de trabajo».
12
En esto parece seguir la postura de un trabajo tan anticipatorio como el de Rufino José
Cuervo (1867-1872: VIII-IX): «No nos hemos limitado, pues, a formar un simple catálogo [...], sino
que las más veces damos la explicación de lo que exponemos, bien que otras, por evitar prolijidad,
sentamos lisa y llanamente nuestros asertos, fundándonos en la autoridad del Diccionario, represen-
tante más o menos exacto del uso, el cual desde tiempo atrás es reconocido por todos como árbi-
tro, juez y norma del lenguaje. Siendo el uso y la ciencia del lenguaje las dos bases en que funda-
mos nuestras decisiones, acaso no se juzgarán inútiles algunas breves consideraciones sobre ellos.
Necesario es distinguir entre el uso, que hace ley, y el abuso, que debe extirparse. Son notas del
primero el ser respetable, general y actual. [...] Como el objeto del lenguaje sea el entenderse y
comunicarse, una vez que las impropiedades vienen a constituir obstáculos para ello entre diver-
sos lugares, en vista del estado de la lengua en los demás países que la hablan, hay derecho para
proscribir lo que solo por abuso ha logrado privar».
55
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
En las entradas de censura el objetivo del MEU es corregir o reprobar los usos
desviados o no aceptables. En las de acotación, delimitar el uso de un término
restringido a una serie de condiciones (fundamentalmente dialectales o estilís-
ticas). Finalmente, en las de sanción, el objeto es aprobar el uso de una pala-
bra, ya sea porque es regular y aceptable, ya sea porque se considera que es
necesaria, pendiente del uso y difusión del referente.
En el cuadro siguiente de (10) se aprecian bien las clases de calificaciones
que reciben las palabras en las entradas del MEU, mediante la exposición de
los motivos y de la frecuencia con que aparece cada uno de ellos dentro de las
tres clases fundamentales establecidas (censura, acotación y sanción). Se apun-
tan también algunos ejemplos de entradas que ilustran cada uno de los motivos
identificados en las entradas del MEU.
N.º de
CLASE MOTIVO TOTAL EJEMPLOS
entradas
vecindaje, accionarial,
inexistente 38
agudizamiento
expresión
30 dar aviso, hacer mención
analítica
impago, maratoniano,
metábasis 10
necrológica, operativo
56
L A S PA L A B R A S D E L L I B R O D E E S T I L O : E N T R E C E N S U R A Y S A N C I Ó N
italianismo 1 muestra
lusismo 1 nordestino
innecesario 1 aperturar
accesible, alimentario,
distinción 270
alimenticio, asequible
estacionar, parquear,
América 50
sorpresivo, competencias
preferible
automatización, coligarse,
[referencia 356
influir, medievo
interna]
57
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
Antes de continuar, debe hacerse un breve análisis de las cifras del cuadro
anterior. Como ya se ha mencionado, hemos considerado 931 entradas del
MEU a las que hemos añadido 168 que, aunque no aparecen como artículos
principales en el MEU, se incluyen en el interior de otros artículos para califi-
car el uso de voces relacionadas, de manera que pueden considerarse suben-
tradas, en algunos casos con una extensión y unas características similares a
las entradas principales. Así, el total de referencias consideradas para este
estudio asciende a 1.099, entre entradas principales (931) y entradas inte-
riores o subentradas (168) en casos como los de (11), del tipo de acciona-
rio y adhesión13.
(11)
a. accionarial. No es palabra española. El adjetivo correcto es accionario/a. «Partici-
paciones accionarias en una refinería».
b. adherencia. No equivale a adhesión. Adherencia es «unión física, pegadura de las
cosas». Adhesión es «acción o efecto de adherirse, conviniendo en un dictamen o
partido». («La estricta adherencia al dogma marxista» es frase incorrecta).
El desajuste entre las 931 entradas del MEU consideradas y el número total
de diferentes motivos de la compilación, 2.291, se entiende porque la mayo-
ría de entradas se justifican por dos o más motivos. Otro aspecto significa-
tivo de las cifras de (10) que conviene destacar antes de pasar al examen de
cada una de las tres grandes clases de entradas es el de los motivos de cada
clase: 848 de censura, 444 de acotación y 999 de sanción. Esta distribución
explica la naturaleza o función lingüística de un libro de estilo como el MEU:
de censura o de sanción, predominantemente, aunque también, pero menos, de
acotación o delimitación de uso.
No obstante, considerando los valores de (10) en el gráfico de (12), aún
se puede establecer un sentido interno de las cifras, que no se aprecia tan cla-
ramente en el cuadro.
13
Es una cuestión de formato y de procedimiento editorial del MEU, que se refiere así, en un
mismo artículo, a dos o más palabras relacionadas por un mismo motivo.
58
L A S PA L A B R A S D E L L I B R O D E E S T I L O : E N T R E C E N S U R A Y S A N C I Ó N
59
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
En los ejemplos de (1) y (2) se muestran algunos motivos de rechazo del uso de
determinadas palabras por parte del MEU: inexistente (preveer, vecindaje, accio-
narial, agudizamiento) y evítese (abolición, alusorio, apercibir, dimitir, entrenar,
ingresar, coalicionar). En el cuadro anterior de (10) se especifican los motivos
concretos de rechazo del MEU, agrupados con la etiqueta de motivos de cen-
sura de las palabras: evítese, anglicismo, calco, etc. De estos motivos, por las
14
Cuervo (1867-1872: X-XI) se expresa así: «Tampoco debe cerrarse la puerta, por neológi-
cas, a las voces cuya aceptación diariamente reclaman el vuelo de las ciencias y artes y la entrada
de nuevos usos y costumbres; con todo eso, debemos andar alerta para acomodarlas bien al genio de
nuestro idioma y rechazar muchas formadas solo para disfrazar cosas viejas con vestido griego
ó latino. Mucho menos pueden tildarse de neológicos los derivados y compuestos conformes a
las leyes de la lexicología castellana; pues como nuestra lengua no es muerta, tiene que desarro-
llarse y crecer para satisfacer a las necesidades de cada época. Debe, por otra parte recordarse
que cada época ha de ser por fuerza neológica con respecto a las precedentes; ni es posible que
suceda de otro modo, supuesto que, siendo el lenguaje espejo de las costumbres y en fin de la
sociedad, si ésta no permanece jamás estacionaria, menos podrá esperarse que el lenguaje se
quede inmóvil. Cada época va dejando alguna contribución al caudal común de la lengua. como
un rastro de sus gustos é ideas; y si hoy no hacemos melindres a voces astrológicas como sino,
estrella, desastre, desastrado, jovial, saturnino; si llamamos al agua, al aire y al fuego elementos,
y nos actuamos o informamos de un asunto y hablamos de predicamentos y categorías sin que se
nos pase ya por la imaginación el peripato o la escuela ¿por qué hemos de negar a nuestros con-
temporáneos el empleo oportuno de términos e imágenes suministrados por las ciencias modernas,
cuanto más si se considera su mayor vulgarización con respecto a los siglos pasados?».
Y Lázaro Carreter (2003: 25) corrobora lo anterior en estos términos: «Las neologías son precisas,
anejas a la evolución de las sociedades y de los individuos. Cuando un término nuevo se inserta entre
nosotros para nombrar aquello de que carecíamos y que enriquece nuestro vivir práctico o mental,
debe ser acogido con satisfacción e incluso albórbola. A veces es un matiz lo que se importa: basta
con que añada un nuevo rasgo que permite ordenar y entender mejor el mundo, Así, poster parece
a muchos que suple torpemente a cartel, pero carecen de razón porque el primero no tiene intención
inmediatamente anunciadora: se cuelga con intención artística, ideológica, erótica..., pero carece
del reclamo anejo al cartel. Se trata, pues, de un buen neologismo por aportar una nota distinta y útil».
60
L A S PA L A B R A S D E L L I B R O D E E S T I L O : E N T R E C E N S U R A Y S A N C I Ó N
cifras de (10), sólo algunos tienen un número plural de ejemplos y, entre ellos, la
consideración, más abundante, de «evítese», referida directa o indirectamente a
427 casos, no es un motivo estricto (como puede ser el tachar un término de angli-
cismo, calco, galicismo, inexistente, etc.), sino una manifestación de censura,
una postura o consideración del MEU, sin más, que ha de apoyarse en argumen-
tos lingüísticos o bien, si no, en el principio de autoridad asumida por el MEU
como instrumento de unificación y regularización de la expresión y del uso.
Por eso ahora, al examinar los motivos de censura del MEU, empezare-
mos por el de «evítese», que es el más numeroso y es el que requiere una jus-
tificación mediante distintos argumentos o causas que expliquen los usos des-
viados, o bien una remisión a una autoridad de referencia. En (13) se reúnen
unos cuantos ejemplos de palabras compiladas en el MEU por censura moti-
vada mediante la calificación «evítese»:
(13)
a. abolición. Es el acto de ‘anular’ o ‘suprimir una ley, costumbre o institución’. Empléese,
para otros significados, supresión («La supresión de las cooperativas»).
b. apercibir. Aunque admitida por la RAE la acepción darse cuenta, es preferible evitar
este uso. Ejemplo: «El ciudadano apercibirá la importancia de...». Dígase mejor: «El
ciudadano percibirá, se dará cuenta de o comprenderá...»15.
c. reingresar. No es correcto en el sentido de volver a un país. Dígase sencillamente
volver, regresar.
15
Aunque por otros motivos, Bello ([c. 1860] 1951, vol. V: 226-227) ya se ocupó de este
verbo: «Apercibirse de no es frase castellana en el sentido de percibir. No será inoportuno copiar
aquí el siguiente artículo del Diccionario de galicismos de don Rafael María Baralt: “Se apercibió
del fraude. Galicismo grosero. Apercibirse no significa, como en francés, advertir, reparar, notar,
conocer, sino prevenirse, disponerse, aparejarse para alguna cosa, verbigracia: apercibirse a la,
para la guerra; a, para luchar; de armas”. Salvá (Gramática) trae: “apercibirse de una visión; pero
este es precisamente el galicismo que se censura”. Se incurre en él cuando se dice que una cosa
pasó desapercibida».
Coinciden más con el objeto del MEU las observaciones de Carnicer (1972: 290) cuando
dice que «percibir y apercibir han solido distinguirse en que mientras el primero supone una percep-
ción, un darse cuenta, el segundo indica preparar o disponer algo, y en forma pronominal (aper-
cibirse), prepararse o disponerse. No obstante, y sin ganancia alguna para la comprensión, se
extiende la forma pronominal para expresar lo que siempre se había expresado con percibir. Tam-
bién este caso se atribuye a influencia francesa y a su verbo s’apercevoir». Según Moreno de Alba
(1992: 11-12), «en la tercera acepción de la voz apercibir se lee en el Diccionario académico:
“Percibir, observar, caer en la cuenta: este uso galicista se considera vulgar y descuidado”. En fran-
cés apercevoir significa, entre otras cosas, “percibir, divisar, descubrir”».
Cf. También el DPD. En todo caso conviene tener muy presente las palabras de Pascual (2003:
182-183), cuando dice, después de un rigurosísimo y detallado examen, a propósito de algunos
usos del verbo detentar, que «las palabras de nuestra lengua cambian –sobre todo si llevan una vida
artificial en el diccionario académico–; el cambio puede tomarse en estos casos un error, pero un
61
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
error para el que los historiadores de la lengua encontramos una lógica que va más allá de la iner-
cia, la torpeza o el desinterés de los hablantes. Lo que explica que muchas veces termine siendo
aceptado ese error como moneda de curso legal dentro de la norma: así ocurrió en su día con térmi-
nos como atmósfera, rotación, libérrimo, equilibrado, discrepancia, metempsicosis, versátil, dique o
resorte, que habían sido vetados hace un par de siglos como abultadas equivocaciones».
16
Lorenzo (1996: 158) tacha este verbo de «insólito, innecesario o incorrecto», pero no de
inexistente: «Por influjo de coalición se ha deformado el verbo coligar en coaligar, registrado hace
treinta años en diccionarios y artículos, censurado, pero muy extendido. M. Moliner lo incluye con
su variante pronominal –coaligar y coaligarse–, “formas usadas frecuentemente... sin duda por
influencia de ‘coalición’ pero no autorizadas por la Academia”. Una condena frustrada de coali-
gar se fundaba en que tal verbo presuponía un verbo aligar, que no existe. Sí existe, ya en el DRAE
(1947), acaso antes...
Esta claudicación al uso dominante no ha de sentar bien a ciertos puristas, reacios a la evi-
dencia, que llaman inexistente al verbo coalicionarse. Será insólito, innecesario o incorrecto, pero
¿inexistente? ¿Cómo se puede condenar lo que no existe? [...] También la Academia, en 1992,
admitió coaligarse y su participio (“con influencia de coalición”)».
17
Según Llorente (1980: 49): «El dominio léxico se ha visto enriquecido por infinitos neologis-
mos, muchos de ellos, como sabemos, perfectamente lícitos y además necesarios [...]; otros neolo-
gismos no son tan necesarios, y su licitud o ilicitud puede ser materia de discusión, discusión que
en muchos casos difícilmente puede zanjarse, porque se trata, en puridad, de una cuestión opina-
62
L A S PA L A B R A S D E L L I B R O D E E S T I L O : E N T R E C E N S U R A Y S A N C I Ó N
Parece evidente que el mundo moderno se encamina hacia la neutralización de las dife-
rencias de costumbres, modas y gustos mediante la adopción, no sólo voluntaria sino
entusiasta, del modelo de vida norteamericano. [...] Los entrenadores de fútbol ya no
suelen recomendar furia a sus jugadores, sino que se relajen, mucho relax; un ansia uni-
versal de relajación nos ha invadido (antes, la relajación era mala cosa; la definían así
los austeros académicos que, en 1817, la introdujeron en el Diccionario: ‘Decadencia
de la debida observancia de la regla o conducta que exigen las buenas costumbres,
o de la disciplina y buen orden que se debe observar en cualquier profesión’). Se estudia
y se trabaja también con música relajante. Vestimos vaqueros a la moda de Tejas, desa-
yunamos cereales a la americana, endulzamos el café con sacarina, acudimos al tra-
bajo en un automóvil, y aliviamos las retenciones escuchando un compacto de música
pop; buscamos con ahínco aparcamiento, estamos en la oficina con aire acondicio-
nado, y cumplimos con lo que exige nuestra plena dedicación, ocupándonos de asun-
tos puntuales para ajustar nuestro trabajo a la filosofía de la firma; hacemos huelga para
exigir un aumento lineal que compense la inflación. Otros vamos al campus universita-
rio para hacer un master en software. Comemos en un snack de autoservicio, tal vez un
perro caliente con cerveza light, volvemos a casa, consagramos algún tiempo a nues-
tro hobby, que es quizá algo de footing por la vecindad, seguido de más relax, con un
whisky, un bourbon o un maría sangrienta mientras picamos frutos secos, y debatimos
con la esposa o compañera o compañero sentimental el próximo fin de semana; comen-
tamos un interesante reportaje del magazine acerca de los famosos y famosas que se
ble y subjetiva, en la que intervienen criterios no dogmáticos que están relacionados, fundamental-
mente, con la elegancia, con el buen gusto, con la expresividad; es decir, criterios que no tienen
nada que ver con la corrección ni con la norma».
18
Cf. Moreno de Alba (1992: 383): «No quiero decir que los neologismos recreacional, nutri-
cional, informacional e imprudencial (entre otros muchos) deban necesariamente recomendarse
como vocablos propios y bien formados. Simplemente señalo que no parecen usarse con el mismo
sentido que tienen otras voces muy parecidas en forma y en significación».
63
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
han hecho un lifting. La cena, en que no faltan vegetales por su benéfica fibra, y algún
plato precocinado, da paso a la televisión donde veremos un serial norteamericano, un
filme de suspense, o un western.
(14)
a. posición. Anglicismo flagrante en frases como: «No están en posición de arriesgarse
a...» (por situación, condiciones); «No ha variado la posición del PNV» (por actitud);
«Ocupa una importante posición en el partido» (por puesto, cargo, empleo, etcétera,
y, si no tiene cargo, «Ejerce una gran influencia en el partido»).
b. remodelación, remodelar. Insufrible galicismo por reestructuración, reajuste, reforma,
modificación, mejora, y los verbos correspondientes reestructurar, reajustar, reformar,
modificar, mejorar19.
c. privacidad. Esta palabra se ha ido introduciendo poco a poco en nuestra lengua y
ya ha sido admitida en la vigésima segunda edición del DRAE. Quienes «inventaron»
la palabra privacidad lo que hicieron fue tomar el inglés «privacy» y españolizarlo
añadiéndole la terminación -dad, sin tener en cuenta que ya existía otra palabra en
nuestra lengua para expresar exactamente lo mismo que la voz inglesa: intimidad.
Además, también en lugar de privacidad, podemos usar las locuciones en privado
o vida privada. (En el Manual de Español Urgente de la Agencia EFE se aconseja el
uso de intimidad o independencia para sustituir al anglicismo privacidad)20.
19
Según Lázaro Carreter (1997: 230): «Llegaría al encarnizamiento, igualmente, con los que
usan [...] remodelación, palabra bien inglesa, en vez de usar restructuración, modificación o, sim-
plemente, reforma.»
20
Moreno de Alba (1992: 358) defiende el uso alternativo de privacía, habitual en México (con
todo su peso demográfico): «Llama la atención que no aparezca en la mayor parte de los diccio-
narios, ni en los generales ni en los regionales la voz privacía, usual al menos en México, aunque
probablemente se emplee también en otras regiones de la amplísima geografía de la lengua espa-
ñola. Se trata de un vocablo, a mi entender, bien formado de conformidad con las reglas de deriva-
ción y, por otra parte, que cuenta con un significado lo bastante específico como para que quede
plenamente justificada su presencia en el vocabulario. La palabra privacía (y, con menos frecuen-
64
L A S PA L A B R A S D E L L I B R O D E E S T I L O : E N T R E C E N S U R A Y S A N C I Ó N
Para estudiar mejor la actitud del MEU en (14) podemos examinar en (15)
los ejemplos de esta postura de rechazo incluidos en el artículo dedicado a
posición:
(15)
a. No están en posición de arriesgarse a... (por situación, condiciones);
b. No ha variado la posición del PNV (por actitud);
c. Ocupa una importante posición en el partido (por puesto, cargo, empleo, influen-
cia etc.).
cia, privacidad, que tampoco se define en los diccionarios), en el español mexicano, tiene carác-
ter de sustantivo abstracto y significa algo así como ‘calidad o condición de privado’, entendién-
dose por privado varias cosas, no sólo lo que registran los diccionarios (“que se ejecuta a vista
de pocos, familiar y domésticamente, sin formalidad ni ceremonia alguna; particular y personal de
cada uno”), sino también “íntimo, reservado, discreto, solitario, aislado...” [...] No a todos gusta
esta palabra; algunos prefieren privacidad; otros opinan que ninguna de las dos les parece acep-
table. Lo que me interesa destacar es que, independientemente de que sea o no agradable, la voz,
morfológica y semánticamente es correcta, lo que puede resultar evidente cuando se ve que el sufijo
-acía aparece en algunas palabras, pocas ciertamente, documentadas en el Diccionario, como por
ejemplo primacía y supremacía. Nótese que también en estos dos vocablos el sufijo -acía tiene el
mismo sentido que en privacía, es decir que está formando sustantivos abstractos que designan ‘cali-
dad o condición de’. Primacía: ‘superioridad excelencia, dignidad’; supremacía: ‘preeminencia’».
Esta postura contrasta con la del DPD; s. v. privacidad, propone lo siguiente: «No es sinónimo
de intimidad (‘ámbito íntimo, espiritual o físico, de una persona’) aunque ambos términos están
semánticamente muy próximos y son intercambiables en algunos contextos: derecho a la intimidad,
derecho a la privacidad. Debe evitarse la forma *privacía, calco del inglés privacy».
65
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
como este, el libro de estilo más que encender el rechazo habría de activar el
aviso frente al abuso y la sustitución. Porque, ya se sabe, la historia de las pala-
bras y acepciones es eso: la revitalización de unas se hace a costa del decai-
miento de otras.
En otros casos, como (16), el MEU recuerda por distintos procedimientos el
uso generalizado dominante en la lengua, aunque, a veces, el motivo de cen-
sura de un término, por inexistente, no tenga una argumentación coherente.
(16)
a. vecindaje. No es palabra española. Dígase vecindad.
b. agudizamiento. Sólo agudización aparece en el DRAE.
c. accionarial. No es palabra española. El adjetivo correcto es accionario / a. «Parti-
cipaciones accionarias en una refinería».
66
L A S PA L A B R A S D E L L I B R O D E E S T I L O : E N T R E C E N S U R A Y S A N C I Ó N
También son motivos de censura del MEU los casos de (17), muestras de lo
que se conoce como «falsos amigos», objeto de numerosas advertencias en los
libros de estilo24. Porque, según Fernando Lázaro Carreter, en el Prólogo al Libro
de Estilo de «ABC», son «desvíos del buen sentido, que sin ninguna razón se mul-
tiplican y difunden sin despertar sospecha, y que sólo contribuyen a empobrecer
el idioma y a crear una situación magmática, precursora de la fragmentación».
(17)
a. sensitive (sensitivo). La voz inglesa «sensitive» no debe traducirse por el término espa-
ñol sensitivo, puesto que, en inglés, «sensitive» significa sensible, mientras que, en
español, sensitivo quiere decir «relacionado con los sentidos»25.
b. eventual. (falso amigo) El inglés denota un acontecimiento que se sabe con bastante
certeza que va a suceder tarde o temprano, a la larga, a la postre (que son otras
tantas maneras de traducir eventually); en español, eventual es lo fortuito, lo incierto
o conjetural. Una «aprobación eventual» es la que puede o no darse26.
67
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
c. solamente. Es un anglicismo utilizar esta palabra que, en español, significa una sola
vez, en el sentido de «no... más que», «nada más», «únicamente». «Y solamente la
semana pasada la primera ministra dijo...», traducción literal del inglés only. La frase
«I saw him only yesterday» debemos traducirla por «Le vi únicamente ayer»27.
(18)
a. I saw him only yesterday.
b. Le vi únicamente ayer.
c. ??Le vi solamente ayer.
d. ??Y solamente la semana pasada la primera ministra dijo...
(19)
a. Pienso ahora solamente en su obra escrita para piano solo. (España: ABC)
b. Como Puccini después, supo muy bien aclarar que solamente en el teatro cabe la for-
mulación de un juicio ecuánime acerca de la música. (España: ABC)
c. Arco es cada vez más restrictiva. Una feria no puede exigir solamente un determinado
tipo de vanguardia. (España: ABC)
d. De Osaka solamente recuerdo dos cosas tremendas: el vestíbulo donde cabían
250.000 personas y el tren. (España: ABC)
27
El origen de esta consideración quizá se deba a Lorenzo (1996: 59), que dice lo siguiente:
«En cuando a solamente, hace años que lo censuramos por ser lo que llamamos un “anglicismo de
frecuencia”, ya que arrincona sinónimos como sólo, únicamente, nada más que, etc. Nos parece
bien que se condene el uso de solamente como traducción de only en el giro I saw him only yester-
day, pero no se le da al infractor la solución pertinente: ‘Hasta ayer no lo vi (no lo había visto)’».
68
L A S PA L A B R A S D E L L I B R O D E E S T I L O : E N T R E C E N S U R A Y S A N C I Ó N
(20)
a. maratoniano. dep. (atletismo) Es adjetivo y como tal debe ir siempre acompañando
a un sustantivo (prueba maratoniana), por tanto, no debe utilizarse para referirse a la
persona que participa en una maratón, que sería el maratonista, como quien juega
al fútbol es futbolista.
b. necrológica. A veces se emplea este adjetivo como nombre. «Una necrológica dedi-
cada a su vida.» Digamos una nota / reseña necrológica.
c. impago. Recogido ya en el DRAE como «omisión del pago de una deuda ven-
cida». Puede emplearse como sustantivo, pero no como adjetivo (impuestos impa-
gos; dígase impuestos impagados).
d. opositor. Evítese el error de utilizar este sustantivo como adjetivo: «... de acuerdo con
su ideología opositora a las dictaduras...» (opuesta). Opositor es «persona que se
opone a otra, aspirante a cátedra, etc.»; pero siempre sustantivo.
(21)
a. Prueba maratoniana. Nota necrológica.
b. Los ??maratonianos españoles fracasaron en la carrera. Se ha publicado una ??necro-
lógica extensa.
69
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
(22)
a. El impago de los impuestos tiene multa. La crítica de los opositores es despiadada.
b. Los impuestos ??impagos (<impagados) tienen multa. Una ideología ??opositora
(<opuesta, oponente) siempre es despiadada.
Vayamos por partes. Primero los ejemplos de (21). En estos casos, el MEU
propone «digamos una nota / reseña necrológica», sin justificación; o bien, en
el caso de maratoniano señala que no debe utilizarse como nombre porque es
un adjetivo, y para la función nominal propone maratonista, por analogía con
futbolista. Sin embargo, va a ser difícil que se imponga el nombre maratonista,
porque no hay motivo gramatical para rechazar el nombre maratoniano; porque,
esta forma también tiene referentes de analogía como aldeano, serrano, corte-
sano, artesano, paisano, jerezano, peruano, ciudadano, africano, etc.; que,
como derivados en -ano, son adjetivos, pero que, como bien señala el diccio-
nario, pueden usarse también como sustantivos («u. t. c. s.», según la terminolo-
gía lexicográfica); y porque ambas categorías o clases de palabras, adjetivo y
nombre comparten el valor positivo del rasgo nominal. Por eso la gramática clá-
sica las designa respectivamente como palabras de clase «nombre adjetivo» o
bien de clase «nombre sustantivo», marcando ese rasgo común que justifica el
uso de tantas palabras con uno y otro valor funcional o sintáctico.
Recíprocamente, un reconocimiento parecido se puede aplicar al caso de
los sustantivos impago y opositor, de (22a), que la gramática no impediría usar
como adjetivos, en (22b); pero en este caso actúa la condición de «palabra
existente» (impagado y opuesto, oponente), según la cual, «la existencia de
una palabra en el patrimonio léxico de una lengua excluye la creación de otra
[incluso por simple metábasis] de significado idéntico»28.
Por tanto, aunque algunos usos de (20) sean rechazables por uno u otro
motivo, quizá requieran una justificación más detallada que las propuestas
categóricas, sin más, en forma de «como adjetivo no debe utilizarse...; eví-
tese el error de...; es un sustantivo... y por tanto es incorrecto su uso como
adjetivo».
Como contraste en el tratamiento de los casos de metábasis podemos recor-
dar el rechazo del empleo de adjetivos con valor adverbial por parte de Llo-
rente (1980: 49):
28
Cf. Alcoba (1999: 75).
70
L A S PA L A B R A S D E L L I B R O D E E S T I L O : E N T R E C E N S U R A Y S A N C I Ó N
El uso de adjetivos con valor adverbial es una de las características más llamativas del
español de nuestros días, y no sólo del habla coloquial ni del lenguaje de la publicidad,
donde este empleo es extraordinariamente frecuente. Los adjetivos empleados con valor
adverbial son, entre otros, estupendo, espléndido, bestial, fenomenal, extraordinario,
magnífico, desastroso, horrible, genial, duro, divino, que aparecen continuamente en la
conversación, sobre todo entre jóvenes, en frases como las siguientes: Lo hizo bestial, Lo
pasé extraordinario, Ha actuado fenomenal, Juega horrible, Pinta genial, Ha trabajado
duro, Lo pasaron divino, etc. No podemos negar la fuerza expresiva de estas construc-
ciones pero, a pesar de todo, creo que son poco elegantes y, por supuesto, poco orto-
doxas; tan poco, que hacen daño al oído de las personas que tienen conciencia idio-
mática y están familiarizadas con la lengua literaria.
En la mayoría de los casos en que el MEU delimita el uso de las unidades léxi-
cas, hace referencia a la necesidad de diferenciar el significado de unidades
que, a pesar de confundirse en numerosas ocasiones en el uso, son totalmente
distintas y han de distinguirse. Así ocurre con los parónimos, parejas de pala-
bras que, debido a que comparten ciertas similitudes formales y semánticas,
suelen emplearse de forma indistinta. Es el caso de asequible y accesible, tér-
minos que no son intercambiables, tal como señala el MEU en (23), tras recor-
dar las acepciones del DRAE para cada una de estas voces:
(23)
a. asequible. [...] Decir de alguien que es una persona muy asequible, significa nada
más ni nada menos que es fácil de comprar, y cuando en las noticias de depor-
tes se dice que al Real Madrid le ha tocado jugar contra un rival muy asequible,
71
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
lo que se está diciendo es que se puede comprar la victoria con dinero. Y como
decir esas cosas puede acarrear problemas con la justicia, es mucho más cómodo
seguir usando el término apropiado en esos casos: accesible29.
(24)
a. alimentario, alimenticio, alimentista. Distíngase entre ambas palabras. Alimentario
es ‘lo relativo a los alimentos y a la alimentación’ y también ‘lo referente a la legisla-
ción sobre fabricación y venta de alimentos’ (Código alimentario). Alimenticio es ‘lo
que alimenta’ o ‘tiene la propiedad de alimentar’ (El chocolate es un producto alimen-
ticio), aunque también la RAE da una segunda acepción: ‘Perteneciente o relativo a
29
También el DPD, con más detalle, s. v. asequible, precisa: «Conviene evitar su empleo
con el sentido de ‘que permite un fácil acceso o entrada’ o, referido a persona, ‘afable o de
buen trato’, sentidos que corresponden al adjetivo accesible: *“Madrid es fácilmente asequible
por autopistas” (Rojo, Hotel [Bol. 1988]); *“Presenta al curandero como un ser asequible, com-
prensivo” (NCastilla [Esp.] 15.6.02)», y s. v. accesible, precisa más aún: «No es sinónimo de
asequible, aunque ambas sean voces semánticamente próximas y se confundan frecuentemente
en el uso. Mientras que accesible pertenece a la familia léxica derivada del verbo latino acce-
dere (‘llegar, acceder’), asequible procede de un derivado del verbo latino assequi (‘conseguir,
adquirir’); de ahí que para referirse a objetos que, por su precio moderado, pueden ser adqui-
ridos sin dificultad, o con el sentido de ‘[precio] moderado’, se use con preferencia asequible,
y no accesible».
Ya Lázaro (2003: 149-150), tras recordar las observaciones de María Moliner y Manuel
Seco, exponía los argumentos académicos en los siguientes términos: «la Academia [...] reserva
a asequible su significado etimológico de ‘que puede conseguirse o alcanzarse’, mientras dice de
accesible que califica lo ‘de fácil comprensión, inteligible’. Éste es, pues, el adjetivo que debiera
utilizar la Ley enjuiciada, y no asequible, cuando afirma que ‘procura utilizar un lenguaje que, ajus-
tándose a las exigencias ineludibles de la técnica jurídica, resulte más asequible para cualquier
ciudadano’ (si es jurisperito, claro)».
30
Son ejemplos donde se manifiesta un problema parecido, mutatis mutandis, los de abor-
tivo / abortista, petrolífero / petrolero, coralífero / coralino, cerealero / cerealista, alusorio / alu-
sivo, cancerígeno / canceroso, desertización / desertificación, alternancia / alternativa, amar-
gor / amargura, aparejar / emparejar, agudizamiento / agudización, alimentario / alimenticio /
alimentista...
72
L A S PA L A B R A S D E L L I B R O D E E S T I L O : E N T R E C E N S U R A Y S A N C I Ó N
(25)
a. anglicismo. Anglicismo es vocablo o giro del inglés empleado en otra lengua.
No debe confundirse con anglicanismo, la religión reformada predominante en
Inglaterra.
b. meridional. No hay que confundir los términos meridional y septentrional. Meridional
significa «del Sur» y septentrional «del norte».
(26)
a. finés. Finés es el término con el que se designa tanto el gentilicio de Finlandia como
una de las lenguas habladas en dicho país. Finlandés, en cambio, solamente debe
emplearse como gentilicio. Aunque el uso corriente utiliza finlandés, para referirse
indistintamente al gentilicio de Finlandia y a su lengua, lo apropiado, si nos referi-
mos a la lengua, es emplear finés, una de las tres lenguas habladas en Finlandia: el
sueco, el lapón y el finés, estas tres lenguas son finlandesas.
b. israelita. En las noticias se aprecia cierta confusión en el uso de los términos israelí,
israelita, judío y hebreo, que se emplean como si fueran sinónimos. Con el gen-
tilicio israelí se designa a los habitantes del Estado de Israel (plural, israelíes), al
margen de la religión que puedan practicar. En cambio, se designa con el término
israelita(s): 1. a los judíos de la antigüedad. 2. en sentido religioso, a los que prac-
tican la religión del Antiguo Testamento. 3. a los judíos de todo el mundo (espe-
cialmente a los practicantes). La palabra judío designa a un pueblo o comunidad
religiosa (no es una raza). El término hebreo es la lengua del pueblo judío y, por
extensión, se aplica a los hablantes de dicha lengua. Los términos israelita, judío y
hebreo son intercambiables en ciertos contextos, aunque conviene tener en cuenta
73
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
(27)
a. partidario, partidista. En las noticias enviadas por las delegaciones de EFE en His-
panoamérica, vemos con bastante frecuencia los términos partidario y partidista
empleados con un significado que no tienen en español, o, al menos no lo regis-
tra el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia. PARTIDARIO. No
debe usarse como «miembro de un partido político»; dígase militante. Ni tampoco
como «referente a un partido político» («los intereses partidarios»); dígase del partido
31
Según Carnicer (1983: 51-53): «Cabría apuntar una causa más en la coexistencia, aunque
no la identidad significativa, de israelí e israelita; porque la primera, israelí, se refiere al actual
Estado de Israel, mientras que si decimos israelita nos valemos de la forma latina referente al Israel
antiguo, es decir, hablamos de una historia remota; israelita equivale, además, a individuo de ley
mosaica, y es sinónimo de judío o hebreo. La parte que esto último pueda tener en el caso de
saudí / saudita tal vez encuentre apoyo, para el hablante común, en los términos semita, camita,
escita, hitita, ninivita y otras lejanas referencias de los etnólogos y de la historia antigua, así como
en denominaciones que tomadas del griego han venido a dar en castellano una terminación idén-
tica: selenita, supuesto habitante de la luna; eremita, habitante del desierto; cosmopolita, etc.».
Más precisas son las observaciones de Rosenblant (1974: III, 149-150): «Pero ¿por qué israelí si
ya teníamos israelita? Israelita tiene la terminación -ita, de origen griego, como ismaelita, carme-
lita, moabita, levita, jesuita, moscovita. Se encuentra ya en Covarrubias, en 1611: “El que era del
pueblo de Israel o israelítico”. [...] Al constituirse modernamente el Estado de Israel ha adoptado la
designación de israelí para su habitante o lo relativo a Israel, y ha quedado israelita para designar
al hebreo de la dispersión (de la diáspora), emigrado a todos los países del mundo. De ese modo
israelita, con su terminación de origen griego, e israelí, con su terminación semítica (que es también
hispánica), representan dos etapas en la historia del judaísmo». Cf. también DPD, s. v. israelí.
74
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o de los partidos. PARTIDISTA. Incorrecto en «los intereses partidistas», por del par-
tido o de los partidos. Partidista es «que antepone los intereses de su partido a los
del país»32.
(28)
a. aparcar, estacionar, parquear. Una de las cosas que la Fundación del Español
Urgente siempre tiene presente es que, entre los casi 400 millones de hispanoha-
blantes que hay en el mundo, los españoles sólo representamos una décima parte.
Y es por eso por lo que, antes de aconsejar o desaconsejar el uso de una palabra,
nos cercioramos de no estar recomendando o imponiendo a los países de la Amé-
rica hispana una cosa sólo usada o válida en el español de España, que a noso-
tros nos parece la correcta y que del otro lado del Atlántico puede resultar extraña.
Y eso podría ocurrirnos con los verbos aparcar, estacionar y parquear: la tendencia
lógica sería recomendar el uso de aparcar (y aparcamiento), ya que esa es la forma
más corriente en España; pero resulta que en la mayor parte de los países hispano-
hablantes se utiliza parquear y en otros pocos estacionar, y, en todos ellos el verbo
aparcar es extraño y muy poco usado. En Centroamérica y los países del norte de
Sudamérica lo más habitual es parquear en los parqueos, excepto en Colombia,
donde se parquea en el parqueadero, aunque en todos ellos también se utiliza en
ocasiones estacionar en los estacionamientos. En Venezuela lo habitual es estacionar
o parquear el carro en el estacionamiento que, a su vez, está atendido por los par-
queros (en España esos señores se llaman aparcacoches y trabajan en el parking).
32
En este sentido, Lázaro (1997: 656) ya criticaba el uso de partidario: «según una tendencia
que lleva algunos años actuando, y que ha producido, por ejemplo, el desvío semántico de parti-
dario para significar ‘perteneciente o relativo a un partido político’ (intereses partidarios, en vez de
intereses de o del partido), con la violencia que representa construirlo sin el complemento con
de que acompaña normalmente a ese adjetivo (partidario de nuevas elecciones)».
El DPD adopta una perspectiva más descriptiva y contemporizadora de los usos y significados
de partidario y partidista en los distintos territorios. S. v. partidario: «2. Significa, además, ‘de(l)
partido o de (los) partidos’: “Buscó, fundamentalmente, el sí de Menem y Ruckauf, en guerra per-
manente por el liderazgo partidario” (Clarín [Arg.] 17.5.01). Con este mismo sentido se emplea
también, especialmente en América, el adjetivo partidista». S. v. partidista. «2. A menudo, espe-
cialmente en América, significa ‘de(l) partido o de (los) partidos’: “Después de las elecciones demo-
cráticas del 2 de julio de 2000, [...] la vida partidista mexicana reveló su anacrónica insuficiencia”
(Fuentes Esto [Méx. 2002]). Con este sentido se usa también el adjetivo partidario».
75
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
(29)
a. competencias. Al hablar de deportes es mejor usar la voz competición en las noticias
para España. (competencias es propio de Argentina, Colombia y Paraguay).
b. sorpresivo. Americanismo. En despachos españoles dígase sorprendente, inespe-
rado.
c. transar. Americanismo. En los despachos para España dígase transigir, ceder, llegar
a una transacción o acuerdo (DRAE)33.
33
Lázaro Carreter (1997: 630) se refiere con algún detalle al nacimiento, uso y distinta difu-
sión del término en América y España: «Los avances observables en el anglicismo transar ya per-
miten presumir que el español le rendirá pronto las pocas trincheras que aún le resisten. Ya puede
leerse en un diario [...] cómo la reciente visita del Papa a España ha reafirmado, refiriéndose al
aborto, la negativa de la Iglesia “a transar con la cultura de la muerte”. Tal verbo figura en el Dic-
cionario desde hace bastantes años, aportado por varias Academias americanas, y referido su
empleo a sólo aquel continente, con el significado de “transigir, ceder, llegar a una transacción o
acuerdo”. ¿Hacía falta, existiendo estos últimos verbos, y otros más, que ofrecen la posibilidad de
expresar y, sobre todo, de matizar las variedades de tal tipo de acción? Evidentemente no; con
ese verbo, alguien quiso calcar el inglés to transact, que permite obviar todo tipo de precisiones
acerca de cómo se transige o pacta, achicando el esfuerzo de buscar el término apropiado; de
paso, sentó plaza de culto, y su ocurrencia triunfó. En América, ciertos países y círculos lo miraron
con recelo; en España, ni se miraba. [...] De que el innecesario neologismo avance, consuela algo
el hecho de que, al extenderse, grapa una mínima fisura entre el español de allí y el de aquí».
76
L A S PA L A B R A S D E L L I B R O D E E S T I L O : E N T R E C E N S U R A Y S A N C I Ó N
La tercera función del libro de estilo que hemos delimitado a través del análisis
de los motivos por los que se incorporan entradas en el MEU coincide con el
objetivo fundamental de las obras de carácter lexicográfico: sancionar o apro-
bar los usos correctos en la norma. En el MEU esta finalidad se manifiesta fun-
damentalmente en tres tipos de entradas. En primer lugar, en la mayoría de artícu-
los, como (30), con la calificación de «evítese» (que acompaña a 427 voces)
se ofrece, como alternativa a la expresión censurada una formulación «preferi-
ble» (en 356 casos):
(30)
a. automación. Empléese automatización.
b. coalicionar. No existen los verbos coalicionar ni coalicionarse. En su lugar, lo
correcto es utilizar los verbos coligarse, unirse, aliarse o las perífrasis «hacer o formar
una coalición», «hacer o formar una liga», «hacer o formar una confederación o una
unión de personas, grupos políticos o países»34.
(31)
a. apartamento. Preferible a apartamiento35.
34
Cf. en la n. 16 las observaciones de Lorenzo (1996: 158-159) acerca de coaligar.
35
Casares (1963: 44-45) explica la inclusión de apartamento en el Diccionario: «Las prime-
ras apariciones del vocablo en escritores peninsulares datan de fines del siglo XVIII y parecen toma-
das del francés. A partir de entonces padece un eclipse casi total que dura hasta nuestros días.
Mientras tanto en América, y esta vez probablemente por influjo de los vecinos anglosajones, se
iniciaba y cundía rápidamente el uso de apartamento; y de allí parece ser que nos llega ahora
como si fuese un americanismo».
Rosenblat (1974: I, 25-27) argumenta con algún detalle la distinción entre ambos términos:
«Innovación por innovación, me parece mejor que apartamiento conserve sus usos tradiciona-
les, que no son pocos, y se reserve el galicismo o anglicismo apartamento para el nuevo tipo de
vivienda. ¿Hay alguna dificultad para ello? ¿Repugna acaso al genio de la lengua? Realmente no,
como lo prueba el triunfo del galicismo departamento, hoy general en varias acepciones. En caste-
llano tenemos formaciones como alumbramiento, alzamiento, crecimiento, etc. (un millar de sustan-
77
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
En segundo lugar, otro tipo de entradas en las que el MEU sanciona los usos
correctos de las voces, lo constituyen los artículos en que no se muestra una
tivos) frente a otras como campamento, fundamento, juramento, temperamento, etc. (unos setenta).
Y hasta algunas alternancias admitidas por el Diccionario de la Academia: armamento-arma-
miento (la segunda ya anticuada), lineamento-lineamiento, pagamento-pagamiento, salvamento-sal-
vamiento, etc. Cervantes escribía encantamento, hoy es general encantamiento. Nada se opone,
pues, en principio a que junto a la forma tradicional apartamiento, en sus diversas significacio-
nes, subsista apartamento, en una más moderna. El uso de apartamiento para esta última significa-
ción se siente como afectado en casi todas partes, y entre nosotros lo prueba una conocida anéc-
dota, que se atribuye a Miguel Otero Silva. Una joven le decía consternada que no podía casarse
porque no encontraba apartamiento, y él le contestó: “—Señorita, lo lamiento”».
Lorenzo (1996: 496) justifica así la sanción de apartamento: «La edición de 1947 del DRAE
no recoge aún la palabra apartamento, que sí figura, en cambio, en la de 1970 con la acepción
que antes era 3.ª en apartamiento. En la entrada de ésta se remitía a apartamento. Ello explica
la vacilación en el uso de ambas formas, resuelta en España a favor del neologismo de origen
extranjero. Alfaro la considera “archianglicismo” (< ingl. apartment), pero admite, citando autorida-
des lexicográficas, el origen francés. Remontándonos más habría que indicar que la voz francesa
appartement procede del italiano appartamento, voz que se considera un hispanismo, atestiguado
en esta lengua en 1538, según Paolo Zolli, con la grafia apartamento».
36
Moreno de Alba (1992: 79) justifica el rechazo de cotidianeidad y defiende la presencia
de femineidad: «Existen algunos pocos adjetivos españoles terminados en -eo que, cuando forman
el derivado, conservan la vocal e (suprimiendo por tanto sólo la o final) y añadiendo el sufijo
-idad: contemporáneo-contemporaneidad, simultáneo-simultaneidad, espontáneo-espontaneidad,
homogéneo-homogeneidad, idóneo-idoneidad, corpóreo-corporeidad... Debe tenerse en cuenta
que no es éste el caso del adjetivo, cotidiano, que termina en -o (no en -eo y por tanto conviene
evitar la formación *cotidianeidad, que a veces se usa en el español mexicano, particularmente en
la lengua escrita. La única forma correcta es cotidianidad. Por lo contrario, resultan igualmente acep-
tables los derivados femineidad y feminidad. El primero proviene del adjetivo femíneo (latín femi-
neus, terminado en -eo, por lo cual se conserva la e antes del sufijo (femineidad). El segundo deriva
de fémina (mujer, persona del sexo femenino), y por tanto se construye mediante la adición de
-idad a la raíz femin- (feminidad)».
Casares (1961: 197-198) también observa la alternancia -eidad / -idad, en la pareja femi-
neidad / feminidad, que presenta el mismo problema de contidianeidad: «De los tres adjetivos
que tenemos en romance para denotar lo que es propio de las mujeres, a saber: femenil, feme-
nino y femíneo, podíamos haber sacado normalmente femenilidad, femeninidad y femineidad. El
primero no ha prosperado, sin duda a causa del matiz ligeramente despectivo que tiene el adje-
tivo femenil; el segundo, femeninidad, no ha logrado mejor fortuna, tal vez por su pronunciación
poco grata, debida a la repetición interior -nini-; en cambio, el tercero, femineidad, lleva ya más
de medio siglo en el Diccionario (entró en 1869), lo cual acredita una vida anterior cuya duración
podrían precisarnos los juristas, puesto que el vocablo tuvo origen como tecnicismo forense y pro-
bablemente para designar el mayorazgo en que sólo habían de suceder las hembras, por oposi-
ción al llamado mayorazgo de masculinidad».
78
L A S PA L A B R A S D E L L I B R O D E E S T I L O : E N T R E C E N S U R A Y S A N C I Ó N
(32)
a. implemento. La Academia lo admitía aplicado al campo de la informática, pero en
la vigésima segunda edición del DRAE puede aplicarse en cualquier campo: Poner
en funcionamiento, aplicar métodos, medidas, etc. para llevar algo a cabo.
b. indexar, indexación. El DRAE ya registra indexar, indexación37.
c. instrumentalizar. La vigésima segunda edición del DRAE ya recoge esta palabra con
el significado de «utilizar algo o a alguien como instrumento para conseguir un fin».
d. inviable. Figura ya en el DRAE.
e. liderar. dep - Es voz que puede alternar con encabezar, dirigir, capitanear o mandar.
Este verbo figura ya en el DRAE38.
37
Moreno de Alba (1992: 220-221) describe con precisión la entrada del tecnicismo de
economía: «Ni en los más recientes vocabularios hispánicos aparecen algunos vocablos como
indexar, indexación, indiciación, que refieren a procedimientos de carácter económico que se
relacionan con otros fenómenos de la misma naturaleza, como la llamada inflación [...]. Es muy
probable que todos ellos se hayan originado en lengua inglesa y de allí se hayan traducido al
español; aunque tampoco los vocabularios ingleses generales consignan palabras como indexa-
tion, que o deben ser por tanto muy nuevas en esa lengua o se consideran especializadas y por
ende no definibles en diccionarios comunes. [...] Se presentan, según creo, sólo dos opciones: o
se toma el anglicismo neológico (indexar, indexación) o se añade la acepción técnica (de carác-
ter económico) a los vocablos indizar e indización. [...] En el español mexicano al menos, pare-
cen predominar, en el habla cotidiana, indexar e indexación (sobre indizar e indización). Serán,
como siempre, los hablantes y sólo ellos los que decidan en definitiva cuáles vocablos se incorpo-
ran y cuáles se desechan».
38
Lázaro Carreter (1997: 656-657), con el tono propio de este trabajo, describe la exten-
sión y uso de este anglicismo: «El término leader posee en inglés gran número de significados, con
reflejo más o menos exacto en nuestra lengua, en la cual designó primero a quien, en virtud del
prestigio que lo aureola, conduce o dirige la mente y el comportamiento de otros, sobre todo en
política. Pasó a aplicarse en otros órdenes de la vida social. Y así, podía –y puede– hablarse con
bastante propiedad, de líderes religiosos, culturales y de otros tipos de creencias y actitudes: juve-
niles, feministas, nacionalistas, abortistas...: siempre se trata de personas (o cosas: la marca lider
de la moda) a las que se reconoce fuerte capacidad para guiar a otros. Pero es este último rasgo
el que ha ido desapareciendo en los empleos más recientes de líder. Lamentablemente, porque tal
vocablo (y liderazgo) enriquecían originariamente nuestro idioma con ese importante matiz de la
‘autoridad poseída por méritos propios’, que es obedecida y seguida por otros».
79
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
(33)
a. influenciar. Prefiérase influir, aunque lo registre el DRAE39.
b. medievo, medioevo. Aunque las dos formas figuran en el DRAE, prefiérase la pri-
mera.
c. narcotraficante. Aunque figura ya en el DRAE es preferible traficante de narcóticos.
(34)
a. minusvalía. Esta palabra se aplica con el significado de ‘discapacidad física o
mental de alguien por lesión congénita o adquirida’. Y también, ‘detrimento o dismi-
nución del valor de algo’.
39
Moreno de Alba (1992: 226) da noticia de la sanción académica del término: «Llama la
atención que ahora, en la reciente edición del vocabulario oficial de la Academia (1984) apa-
rezca influenciar, que remite a influir y que, por tanto, está ya plenamente aceptado por ese órgano
normativo. Creo, con Moliner, que efectivamente influenciar “no añade nada a influir y suena
mal”. Si no tiene origen en el francés, quizá esté formado simplemente sobre la base del sustan-
tivo influencia. Influir por lo contrario, tiene una evidente etimología latina en el verbo influere, com-
puesto de in y fluere».
Rosenblat (1974, III: 265-268) justifica la existencia, con significados y extensión distinta,
de influenciar e influir: «Ante todo, un poco de historia. El latín tenía el verbo influere, influir (en su
origen era fluir dentro de algo), del cual se formó el sustantivo influxus, el influjo. Del verbo, el latín
medieval, y concretamente el latín de los astrólogos, formó la influentia, para designar la supuesta
acción de los astros sobre el destino y el comportamiento del hombre. Por eso tenemos tradicional-
mente en castellano el verbo influir y dos sustantivos: influjo e influencia, este último ya en Fray Luis
de Granada, Cervantes y Góngora. Nuestro tan combatido influenciar es relativamente reciente, de
mediados del siglo XIX. Todavía no lo conocía Baralt, siempre en acecho en esta materia, pero
ya lo criticaba Rufino José Cuervo, que le encontraba «visos de francés e inglés». Ramos Duarte lo
documentaba en una novela mejicana de 1873. [...] Así como conviven desde hace siglos los dos
sustantivos influjo e influencia, que no son del todo iguales, es posible que se mantengan también
los dos verbos. Nos parece que influir está quedando relegado al orden material y a la terminolo-
gía técnica, y que influenciar está acaparando el inmenso campo de las actividades humanas».
80
L A S PA L A B R A S D E L L I B R O D E E S T I L O : E N T R E C E N S U R A Y S A N C I Ó N
(35)
a. bricolaje. Además de esta forma, se usa también bricolajear y bricolajero, aunque
estas últimas no aparecen en el DRAE.
b. jornada, jornadista. Pueden emplearse en el sentido de congreso, congresista,
aunque no figuren en el DRAE.
c. mileurista. La voz mileurista designa en español a las generaciones que tienen entre
25 y 35 años y que con una formación superior (máster, posgrado e idiomas), desem-
peñan un trabajo que no siempre está acorde con su preparación y por el que perci-
ben un salario que está en torno a los mil euros mensuales. Esta nueva palabra debe
escribirse siempre en letra redonda y sin entrecomillar: mileurista. Pese a no figurar aún
en el DRAE, mileurista forma parte de nuestro caudal léxico, es palabra bien formada
según las reglas del español y ha sido, además, ampliamente difundida desde su acu-
ñación en España (en una carta al diario El País en agosto de 2005).
40
Cf. la entrada del MEU con el artículo de la vigesimosegunda edición del DRAE: «minus-
valía. (Del lat. minus, menos, y valía).1. f. Detrimento o disminución del valor de algo. 2. f. Disca-
pacidad física o mental de alguien por lesión congénita o adquirida».
41
A título de ejemplo Félix de Azúa (El País, 10/03/2008, p. 41) apunta una carencia rara:
«Me resisto a creer que no haya en español una palabra capaz de definir ese temblor que asalta
al viajero y que los franceses llaman dépaysement, extrañamiento del país, pérdida del lugar, leja-
nía de la patria, algo similar a lo que se solía describir con el castizo “caérsele a uno el pelo de
la dehesa”».
81
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
Las entradas del MEU estudiadas en este trabajo ejemplifican los distintos tipos
de argumentos para censurar, acotar o sancionar los usos documentados en la
lengua periodística actual. Las razones aducidas por el MEU se basan en distin-
tas consideraciones gramaticales, de carácter estilístico, de extensión del uso y
de autoridad. Si bien son escasos los artículos en los que el MEU acude a moti-
vaciones de carácter lingüístico con el fin de apoyar o reprobar un uso, la alu-
sión a las reglas gramaticales subyace en afirmaciones como las siguientes:
(37)
a. anatemizar. Dígase anatematizar. // aperturar. Verbo innecesario. Dígase abrir.
// apolitismo. Dígase apoliticismo. // aproximamiento. Dígase aproximación.
42
De todos modos, ni el DRAE ni el MEU pueden ser exhaustivos y es fácil apuntar ausencias,
perfectamente justificables, por motivos de capacidad, en un instrumento limitado como el MEU, de
ejemplos como friki, motivo de preocupación para un columnista de El País: «Deberíamos cuidar el
lenguaje. Es, al fin y al cabo, una de las cosas que nos distinguen de los demás mamíferos y de
ciertos parlamentarios. Sin palabras no hay conceptos, ni realidad comprensible. Conviene mane-
jar con prudencia, por ejemplo, el término friki, muy popular últimamente. La palabra freak, origen
de este anglicismo, definía una excentricidad no del todo inocente. En 1932, el director cinemato-
gráfico Tod Browning aportó al vocablo una nueva carga con la película Freaks (La parada de los
monstruos), un durísimo poema visual protagonizado por personas deformes. Durante varias déca-
das se mantuvo en el ámbito de lo despectivo. Luego se dulcificó. Ahora, al parecer, basta una
manía, una afición inusual o un comportamiento estrafalario para ser un freak, o un friki. Salvemos
Eurovisión, esperpento emitido el sábado por TVE, aspiraba, al parecer, a celebrar el nuevo fri-
kismo. [...] Pero ese programa, [...] fue una simple gansada. Me aflige que se malgaste la palabra
friki para definir a unos cuantos pavos haciendo el ganso, porque la consecuencia del derroche
semántico impone un endurecimiento verbal», Enric González, El País, 10/03/2008, p. 81.
82
L A S PA L A B R A S D E L L I B R O D E E S T I L O : E N T R E C E N S U R A Y S A N C I Ó N
En (37a) los motivos que explican el rechazo del libro de estilo se refieren
en los casos de *anatemizar y *apolitismo a una mala formación del derivado,
pues en ambas formas se ha producido una síncopa innecesaria de una sílaba
de la base, anatema y apolítico, respectivamente43. En *aperturar y *aproxima-
miento, producto de aplicar las reglas morfológicas del español, que permiten
derivar un verbo en -ar de un sustantivo femenino (como calmar, procedente de
calma) y un sustantivo en -miento de un verbo de la primera conjugación (como
tratamiento, de tratar), la incorrección estriba en que el empleo de estas formas
neológicas es rechazado por la lengua, que, por el principio de «palabra exis-
tente» de Alcoba (1999: 75), rechaza los derivados redundantes que ocuparían
la misma función de unidades léxicas ya existentes, como abrir y aproximación.
En los casos de (37b) el motivo subyacente a la reprobación del MEU es de
carácter semántico. Balazo no equivale a ‘tiro’ o ‘bala’, porque la terminación
-azo en español tiene un valor de aumentativo (cochazo) o bien, como ocurre
en balazo, expresa el significado ‘golpe efectuado con el elemento expresado
por la base’ (latigazo, codazo). Asimismo, en el caso de catástrofe humanita-
ria, impropiedad muy extendida, se transgrede el significado lexicalizado para
humanitario, ria, ‘que mira o se refiere al bien del género humano’ (DRAE),
más específico que la mayoría de adjetivos derivados en -ario en los que el
sufijo suele indicar simplemente la existencia de relación con la base derivativa
(como en bancario, embrionario)44.
43
Según Alcoba (1999: 74), infringen la condición de «neologismo posible» de uso regular
de un afijo derivativo.
44
Según el DRAE, el sufijo -ario se emplea también, para formar «sustantivos que significan,
entre otras cosas, profesión. Boticario, ferroviario», para referirse «a la persona a quien se cede
83
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
(38)
a. prioridad. Aunque aceptado por la Academia, es anglicismo que abunda hasta la
náusea desplazando a preferencia, precedencia, prelación y preferente.
b. provisionar. En la información económica es habitual el uso del verbo provisionar en
frases como: «Iberdrola provisiona 150 millones de euros para reducir costes», «La
empresa destinó 211 millones a provisionar la prejubilación de 39 trabajadores». Se
considera admisible el uso de este nuevo verbo, aunque se recomienda que se simul-
tanee con los que se venían usando hasta su aparición como abastecer, aprovisionar,
dotar, proveer, disponer, asignar, proporcionar, suministrar, facilitar...
algo. Concesionario» y para «señalar el lugar donde se guarda lo significado por el primitivo.
Campanario, relicario».
45
Frente a los libros de estilo fundamentalmente destinados a profesionales de la comunica-
ción, el DPD, con un público más amplio, incluye un mayor número de comentarios de carác-
ter gramatical. Así ocurre en el caso de auto-, donde se advierte de la existencia de «verbos que
admiten el uso conjunto del se reflexivo en función de complemento directo [...] y del prefijo
de sentido reflexivo auto-: autocensurarse, automedicarse, autoconvencerse, etc.» y de casos en que
«es admisible la concurrencia del se reflexivo y el prefijo auto- cuando se busca deshacer la posi-
ble ambigüedad de sentido planteada por la confluencia formal de la construcción reflexiva con la
de pasiva refleja [...]: en “El grupo se autodenomina La Farem Petar” (Azúa Diario [Esp. 1987]),
queda claro que son los integrantes del grupo los que se aplican a sí mismos ese nombre, frente a
El grupo se denomina La Farem Petar, que puede equivaler a El grupo es denominado [por otros]
La Farem Petar». Finalmente, concluye que «fuera de estos casos, el uso conjunto del pronombre
reflexivo y el prefijo auto- no es aconsejable y, desde luego, es inadmisible cuando el verbo solo
puede tener interpretación reflexiva: *autosuicidarse».
46
El MEU define en qué consiste este fenómeno al explicar la presencia de verbos comodín
en la entrada finalizar: «Un verbo comodín es aquel que sustituye a todos los demás de su campo
semántico, es decir, de significado igual o casi igual, y que aparece sin cesar en la lengua oral y
escrita, arrinconando a todos los demás».
84
L A S PA L A B R A S D E L L I B R O D E E S T I L O : E N T R E C E N S U R A Y S A N C I Ó N
(39)
a. puntual. Aunque el DPD señala que el uso de puntual con el sentido de ‘ais-
lado o concreto, limitado a un caso individual’ no es censurable, es preferible no
abusar de él desplazando otras formas más apropiadas como concreto, espe-
cífico, determinado, exacto, preciso o pormenorizado, según el caso. En las
siguientes frases se ejemplifica el empleo indiscriminado de esta palabra como-
dín: «Ahora sólo falta llegar a acuerdos puntuales para evitar el deterioro de...»
(...acuerdos pormenorizados para...); «... se pueden expresar ciertas críticas pun-
tuales con respecto al contenido de la película» (...ciertas críticas concretas con...);
«El narcotráfico es un asunto puntual que hay que erradicar» (...es un asunto especí-
fico que...).
b. puntualmente. En español significa «con diligencia y exactitud, pormenorizada-
mente»; y, por supuesto, «a la hora en punto». Evítense otras acepciones.
(40)
a. persona humana. Persona es todo «individuo de la especie humana» (DRAE). Por
tanto, es redundancia hablar de la persona humana.
b. volver a reanudar. Esta construcción es una redundancia. En la frase «... la dirección
espera que vuelva a reanudarse la producción, paralizada desde hace varias sema-
nas...», debiera decir: «...que se reanude la producción...».
Son también frecuentes las advertencias del MEU a la tendencia del len-
guaje periodístico a incorporar voces que el libro de estilo califica de «pedan-
tes», como ocurre en los casos de (41), que reflejan una tendencia que Aure-
lio Arteta ha reprobado mediante la denuncia del uso de lo que ha dado en
llamar palabras «archisílabas» en Arteta (1995) y (2005): voces con una «noto-
47
El DRAE no incluye esta acepción entre los significados de puntual.
85
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
ria y a menudo artificial largura», que sustituyen a términos más breves y de sig-
nificado más preciso48:
(41)
a. intencionalidad. Se emplea a veces como sustituto pedantesco de intención: «Los pre-
sentes le hicieron preguntas cargadas de intencionalidad».
b. motivación. Abusiva y pedantemente se emplea como sinónimo de motivo, causa,
razón, que es lo que debe decirse. Evítense, pues, frases como «el alcalde explicó
las motivaciones de la limitación del horario de carga y descarga».
c. obligatoriedad. Se confunde pedantemente con obligación: «con la obligatoriedad
de regresar por la noche al centro penitenciario». Bien usada en: «La obligatorie-
dad no alcanza a los menores de edad».
d. temática. Es voz castellana, pero pedante. Muchas veces equivale simplemente a los
temas; y otras a temario. En ningún caso se usará por el singular el tema.
(42)
a. legendario. [...] En el banco de datos de la Agencia Efe, entre el 2000 y el 2003,
hay más de 3.000 noticias en las que aparece el adjetivo legendario (o legendaria),
casi siempre referido a deportistas, cantantes y otros profesionales que poco tienen
que ver con las leyendas y que son famosos desde hace una o dos décadas. En su
lugar es mejor emplear otros adjetivos más ajustados a la realidad, como importante,
famoso, notorio, etc.
b. memorial. [...] No es correcto, pues, y debe evitarse de inmediato su uso (para así
frenar también la difusión de ese error) en textos como los siguientes, tomados del
banco de datos de la Agencia Efe, y referidos a Nueva York: «Dos estanques con
un fluir constante de agua y ubicados donde estuvieron las extintas Torres Gemelas,
con los nombres de las víctimas en sus paredes y rodeados de una extensa arbo-
leda, recordarán la tragedia del 11 de septiembre del 2001, según el diseño final
del memorial presentado hoy»; «entidad que dirige el proceso de reconstrucción de
la zona y que convocó el concurso internacional para el memorial».
48
La extensión de la palabra también es motivo de reprobación para el MEU en el caso de la
voz autoposicionamiento, que condena por ser «palabra fea y excesivamente larga».
86
L A S PA L A B R A S D E L L I B R O D E E S T I L O : E N T R E C E N S U R A Y S A N C I Ó N
(43)
a. milicias, milicianos. En las noticias procedentes de los Estados Unidos de América a
veces se usan estos términos erróneamente: «El FBI mantiene un pulso con las milicias
antigubernamentales que están proliferando en EEUU». En español milicia es «servi-
cio o profesión militar», «tropa o gente de guerra».
b. preveer. Al corregir las noticias de Efe de la semana del 10 al 14 de julio de 1989,
hemos detectado dos frases procedentes de Pekín y Washington respectivamente, en
las que aparece un verbo que no existe en español: preveer.
c. vigencia. En algunas noticias procedentes de América, en las que se informa sobre
nuevas leyes, disposiciones o decretos, aparece la construcción «entrar en vigencia»,
cuando lo correcto en español es «entrar en vigor».
(44)
a. informal. En el Manual de Español Urgente se advierte (desde su cuarta edición, en
1985) sobre el mal uso del adjetivo informal: «Con frecuencia, este anglicismo des-
plaza incorrectamente a no oficial, oficioso o extraoficial».
b. militante. [...] En el Manual de estilo de la Agencia Efe se dice que puede aceptarse
el uso metafórico del verbo militar para decir, por ejemplo, que un jugador milita en
un equipo.
La cita al propio libro de estilo tiene la función de reafirmar el MEU como auto-
ridad competente para establecer propuestas de uso fundadas, tal como hemos
señalado, en la regularidad gramatical, en la extensión del uso, en la adecua-
87
S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
8. Conclusiones
El análisis de las 1.099 voces comentadas en 931 artículos del MEU con refe-
rencias a cambios léxicos presentes en la lengua periodística actual nos permite
ofrecer respuestas acerca de las preguntas planteadas al inicio del trabajo. En
cuanto al tipo de palabras que interesan al libro de estilo, se advierte la preocu-
pación del MEU por señalar los usos adecuados de préstamos, voces deriva-
das y términos que han sufrido cambios semánticos en algunas manifestaciones
del lenguaje informativo.
Los motivos por los que se incluyen estas unidades léxicas son muy variados,
como puede observarse en (10) y en (12), aunque pueden agruparse en tres
grandes categorías, según las tres funciones básicas del libro de estilo: censu-
rar, acotar y sancionar el uso de las palabras.
Podemos concluir que las palabras interesan al MEU fundamentalmente por
ser objeto de censura (en 848 casos) y de sanción (en 999 casos), porque son
los grupos más abundantes; aunque, de hecho, podríamos decir que la sanción
es el motivo fundamental: por ser el más numeroso y por ser el más distribuido
entre diferentes causas de señalamiento de preferible o admisible, de especi-
ficación de significado o de advertencia de que la palabra en cuestión figura
en el diccionario, como referente de autorización sancionadora de uso. Por eso
concluimos que la sanción y la autorización de uso es el motivo predominante
de la compilación y tratamiento de las palabras por parte del MEU.
En cuanto a las clases de palabras incluidas en el MEU, podemos decir que su
acopio y consideración se debe a tres motivos de uso fundamentales: porque se
usan como un desvío de lo regular, porque son objeto de abuso o porque
se manifiestan en vacilaciones de uso entre hablantes de un territorio o de terri-
torios dialectales diferentes. Por eso requieren un tratamiento sancionador del
libro de estilo, que señala el uso regular, el uso general, el uso de más extensión
o difusión o el uso más propio de un territorio, de un grupo o clase de hablan-
tes o de un habla sectorial: economía, derecho, deportes, etc.
Sobre la argumentación del libro de estilo en su consideración de las pala-
bras se puede concluir que, en general, y simplificando, el MEU aduce argu-
mentos de analogía, de uso o difusión o de autoridad: la del DRAE o la del
propio MEU. En concreto, hemos podido observar que el MEU unas veces recu-
rre a argumentos gramaticales en casos como los de (37), anatemizar, aperturar,
88
L A S PA L A B R A S D E L L I B R O D E E S T I L O : E N T R E C E N S U R A Y S A N C I Ó N
Bibliografía
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S A N T I A G O A L C O B A Y M A R G A R I TA F R E I X A S
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90
Santiago Alcoba (coord.), Ramón Sarmiento, José Manuel Pérez Tornero et al.; ed. Margarita
Freixas, María J. Machuca y José María Perceval, Barcelona, 2009. Publicación electrónica
en http://mediamentor.org/es/publications
ISBN: 978 - 84 - 692 - 3369 - 6
LA ADAPTACIÓN DE NEOLOGISMOS EN EL
DICCIONARIO DE LA LENGUA CASTELLANA
DE LA REAL ACADEMIA EN EL SIGLO XIX *
Gloria Clavería y Carolina Julià
Universitat Autònoma de Barcelona
1. Introducción
C
ada vez que sale a la luz una nueva edición del Diccionario de la
lengua española de la Real Academia, uno de los aspectos que
mayor expectación genera en la sociedad y los medios de comuni-
cación es la admisión de nuevas palabras. Entre los neologismos que más
impacto producen en la estructura del léxico de una lengua se encuentran los
préstamos léxicos por cuanto, al ser elementos creados en otros sistemas lin-
güísticos, pueden poseer estructuras formales distintas a las de la lengua que
adopta estas palabras. En estas circunstancias, su incorporación a otro sis-
tema lingüístico puede plantear problemas estructurales de carácter gráfico,
fonológico y morfológico (Fernández Sevilla 1982, Gómez Capuz 1999,
Guerrero Ramos 1995, Lázaro Carreter 1997: 581-583, Lázaro Carre-
ter 2002).
*
La investigación necesaria para el desarrollo de este trabajo ha sido financiada con una
ayuda de la DGICYT para el proyecto de investigación «Portal de léxico hispánico: bibliografía,
léxico y documentación» (n.º de ref. FFI2008-06324-CO2-CO1/FILO) y del Comissionat per
Universitats i Recerca de la Generalitat de Catalunya concedido al «Grup de Lexicografia i Dia-
cronia» (n.º de ref. SGR2005-00568). El desarrollo de la investigación también ha sido posible
gracias al apoyo del Comissionat per a Universitats i Recerca del Departament d’Innovació, Uni-
versitats i Empresa de la Generalitat de Catalunya y del Fons Social Europeu.
91
G L O R I A C L AV E R Í A Y C A R O L I N A J U L I À
1
Un interesante juicio crítico sobre esta edición puede leerse en Gutiérrez Cuadrado (2001-2002).
2
Cf. DRAE (2001), «Advertencias para el uso de este diccionario» (pp. XXXIX-XL).
92
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Los extranjerismos cuya extensión de uso en nuestra lengua así lo recomienda se van
incorporando a la nomenclatura de este Diccionario. Se registran en su forma original,
con letra redonda negrita, si su escritura o pronunciación se ajustan mínimamente a los
usos del español, como es el caso de club, réflex o airbag –pronunciados, general-
mente, como se escriben–; figuran en letra cursiva, por el contrario, cuando su repre-
sentación gráfica o su pronunciación son ajenas a las convenciones de nuestra lengua,
como es el caso de rock, pizza o blues (DRAE 2001: XXXV).
3
Las diez ediciones publicadas en el siglo XIX son las siguientes: 4.ª ed. (1803), 5.ª ed.
(1817), 6.ª ed. (1822), 7.ª ed. (1832), 8.ª ed. (1837), 9.ª ed. (1843), 10.ª ed. (1852), 11.ª
ed. (1869), 12.ª ed. (1884) y 13.ª ed. (1899).
93
G L O R I A C L AV E R Í A Y C A R O L I N A J U L I À
2. Procesos de adaptación
y dobletes en los diccionarios de la Academia
en el siglo XIX
Uno de los aspectos en los que puede existir variación formal se halla en aque-
llos latinismos o helenismos que incluyen combinaciones de consonantes deno-
minadas tradicionalmente grupos cultos, una cuestión muy interesante en la his-
toria del español (Lapesa 1980: epígrafe 1021, Clavería 1991) en la que la
Academia se inclinó en la mayoría de los casos por la presencia del grupo
culto ya desde el siglo XVIII (columna, digno, doctor, etc.).
En las ediciones del Diccionario pertenecientes al siglo XIX, se presenta
alternancia formal en los helenismos que constan de dos consonantes en
posición inicial de palabra: gneis ~ neis; gnetáceo ~ netáceo; gnómico ~
nómico; gnomo ~ nomo; gnomon ~ nomon; gnomónica ~ nomónica. La
mayor parte de las voces con grupo consonántico inicial gn- aparece docu-
mentada por primera vez en alguna edición del Diccionario del siglo XIX,
salvo algunas que se remontan a los diccionarios de la centuria anterior. Del
mismo modo que había ocurrido en el siglo XVIII, durante el siglo XIX, los
préstamos con gn- en posición inicial se incorporan con la conservación del
grupo: gnómico (12.ª ed., 1884), gnomo (12.ª ed., 1884), gnetáceo (13.ª
ed., 1889)5. El único ejemplo que se desvía del comportamiento anterior es
el término gneis incorporado con doble forma (neis y gneis) en la 11.ª edi-
4
La consulta de las distintas ediciones del Diccionario de la Academia se ha realizado a través
del NTLLE.
5
Cf. gnomon y gnomónica en el Diccionario de Autoridades.
94
L A A D A P TA C I Ó N D E N E O L O G I S M O S E N E L D I C C I O N A R I O D E L A L E N G U A C A S T E L L A N A
Uno de los aspectos más interesantes de la última edición del siglo XIX se halla
en la incorporación en la parte del Suplemento de las denominaciones de las
unidades de potencia eléctrica (amperio, culombio, faradio, julio, ohmio, vatio
y voltio). Su admisión ha sido bien estudiada por Clavería (2001 y 2003) y
Moreno Villanueva (1998). La Academia incorpora estos elementos con una
pequeña adaptación homogénea para todos. La cuestión fue tratada en el dis-
curso de recepción de D. de Cortázar el mismo año de la publicación de la
13.ª edición del Diccionario (1899) y la prensa se hizo eco de la solución
adoptada para las unidades eléctricas de modo que en La Ilustración Española
y Americana del 30 de abril de 1899 aparece una breve referencia en la Cró-
nica General de José Fernández Bremón con el ruego a la Academia de que
«determinase la formación de esas voces nuevas antes de que se difundiesen
las palabras bárbaras» (Fernández Bremón 1899: 246). También fue anun-
ciada por el académico José Echegaray (1910) en su artículo «Unidades eléc-
tricas (Nuevo Diccionario de la Academia Española)» justo antes de la publi-
cación de la 13.ª edición del Diccionario. Se trata de una forma de proceder
que se pone en práctica en esta edición del Diccionario de la Academia a pro-
puesta de E. Saavedra (Echegaray 1910: 103) aplicada específicamente
a este tipo de voces8 con el fin de «dar forma á las terminaciones, acomodada á
la índole de nuestro idioma, y que se preste á la construcción de plurales y adje-
tivos» (Echegaray 1910: 103). Saavedra menciona como modelos las deno-
minaciones de los metales que aparecen recogidas en los diccionarios aca-
démicos desde la 11.ª edición (potasio, vanadio, aluminio, antimonio) y la 12.ª
6
En esta edición figuraban bajo la misma entrada las dos formas neis o gneis. A partir de la
edición siguiente (1884), aparece ya una entrada para cada variante. Gneis contiene la informa-
ción y neis contiene una remisión a gneis.
7
Se utiliza secundaria en referencia a las formas que no tienen definición (solo remisión) por
cuanto la Academia prefiere las formas que son portadoras de la definición de la palabra.
8
Moreno Villanueva (1998: 718) menciona la existencia de las formas volta y faradia en el
Manual de mediciones eléctricas de J. Galante y Villaranda, Sevilla: J. M.ª Ariza, 1880.
95
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Con toda seguridad, uno de los fenómenos más recurrentes en los préstamos
admitidos en los diccionarios académicos a lo largo del siglo XIX se halla en
las palabras que tienen una consonante oclusiva en posición final. Este tipo de
distribución silábica diverge de la estructura propia del español en la que las
limitaciones de aparición de consonantes en posición de final de palabra son
muy amplias, pues en esta posición solamente aparecen los fonemas /d, l, n,
, s, θ/ (salud, sol, pan, mujer, seis, paz).
Con los galicismos y anglicismos9 difundidos en la sociedad española de
los siglos XVIII y XIX, empiezan a aparecer vocablos con consonantes finales
distintas a las anteriores. Así, club posee <b> en posición final de palabra
desde su incorporación en la 8.ª edición del Diccionario (1837); bistec (12.ª
ed., 1884), frac (8.ª ed., 1837) y cok (11.ª ed., 1869) contienen <c> (/k/)
en la misma posición; y en vermut (13.ª ed., 1899), se encuentra <t> con idén-
tica distribución. Existen, además, ejemplos esporádicos de dos consonantes
en posición final, una combinación ajena también al léxico español patrimo-
nial: vals (9.ª ed., 1843), cadells (12.ª ed., 1884).
Como club, frac es un préstamo del francés con oclusiva en posición final
que se incorpora en el Suplemento de la 8.ª edición de Diccionario acadé-
9
Cf., desde distintas perspectivas, Castro (1924), Fernández García (1972), Gómez Capuz
(1996, 2000), González Monllor y Troya Déniz (1997), Lapesa (1996), Lázaro (1985 [1949]),
Lorenzo (1996), Martinell (1984), Medina López (1996), Montero Curiel (1992), Oliver Asín
(1996), Pratt (1980).
97
G L O R I A C L AV E R Í A Y C A R O L I N A J U L I À
10
Existen en las ediciones del Diccionario manual las variantes bisteque y bifé propias de algu-
nas zonas de América. La forma bisteque, además, aparece en algunos textos (Unamuno (CORDE)
y Pardo Bazán (DHist.)).
11
Existieron también en español formas del tipo coac y coak (Álvarez de Miranda 2004:
1054, Lorenzo 1996: 159-160).
12
El NTLLE contiene la forma bambue para la 12.ª edición (1884), pero se trata de un error
de lectura o interpretación por bambuc.
98
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Pocas son las palabras que en el siglo XIX presentan dos consonantes en posi-
ción final. El Diccionario académico, desde las ediciones del siglo XVIII, reco-
gía las formas dobles (con -e final y sin -e final) o variantes no asimiladas para
los distintos puntos cardinales: norte-nord, este-est, oeste-ueste-ovest y para los
compuestos integrados con dos o tres elementos de este tipo (nordeste-nor-
dest, norueste-nordovest, -sudeste-sudest, sudoeste-sudueste-sudoste-sudouest,
sudsudeste-sudsudest, sudsudoeste-sudsuduoeste sudsuduoest-sudsudouest)15.
A lo largo de las tres primeras ediciones del Diccionario del siglo XIX, se van eli-
minando del elenco académico las variantes no adaptadas procedentes del
francés (DECH, s. v. este I). Ya en la segunda edición del siglo XIX del Diccio-
nario (5.ª ed., 1817), desaparecen est, ovest, nordest, sudsudouest; se supri-
men las restantes (nord, sudouest, sudest, sudsuduoest, sudsudest) en la edición
siguiente (6.ª ed., 1822)16 con lo que no quedan ya rastros de las formas no
adaptadas en las ediciones siguientes.
Al margen de los casos anteriores, en la 11.ª edición (1869) del Diccio-
nario se agrega la voz yacht, un préstamo del inglés yacht con el significado
de ‘nombre dado a las embarcaciones de recreo en Inglaterra y Holanda, donde
son muy comunes’ (Fernández García 1972: 262-263). La forma adaptada
yate se documenta desde 1834 (CORDE, Lorenzo 1996: 476), aparece por
vez primera en el Diccionario en la edición siguiente (12.ª ed., 1884) y así se
ha mantenido hasta nuestros días.
13
Cf. Casares (1963: 116); Fernández García (1972: 256-257) menciona las formas ver-
mouth, vermú, vermut, vermute.
14
Cf. Baralt (1855) menciona bufet pero no bidé ~ bidet. Los pocos ejemplos que recoge el
CORDE de la palabra bidé en el siglo XIX tienen la forma bidet.
15
Cf. Páramo García (2003: 162-165).
16
Queda en esta edición nordovest que se suprime en la edición siguiente (7.ª ed., 1832).
99
G L O R I A C L AV E R Í A Y C A R O L I N A J U L I À
Uno de los pocos vocablos con dos consonantes en posición final es vals,
palabra que es admitida en la 9.ª edición del Diccionario (1843), junto al verbo
valsar. A pesar de existir la variante valse, la forma vals fue la más frecuente
desde las primeras documentaciones17 y así se incorporó al léxico oficial.
17
Según los datos del CORDE, vals se documenta por primera vez en 1818; valse, por su
parte, aparece poco después (1825-1853). Ambos se encuentran en textos hispanoamericanos.
También por los mismos años (1820-1823) se documenta la forma wals.
100
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Con este carácter, que, por no ser necesario, no se incluye entre las letras de nuestro
alfabeto, se han escrito y se escriben en castellano algunos nombres propios y otras
palabras, que pronunciamos como si la v doble fuera sencilla.
18
Con acento gráfico a partir de la 12.ª ed. (1884): kirieleisón
19
En las ediciones intermedias, se incorpora dentro de la letra <v> la acepción «doble. Letra
de esta figura (W), no comprendida en el abecedario castellano por no ser necesaria en él. Suele
emplearse únicamente en algunos nombres de personajes godos de nuestra historia y en voces de
origen extranjero; como Wamba, wals, westfaliano, etc. Por regla general debe sonar como la v».
101
G L O R I A C L AV E R Í A Y C A R O L I N A J U L I À
gan, además, las formas vaguemaestre (11.ª ed., 1869) y waguemaestre (13.ª
ed., 1899); esta última desaparece en la siguiente edición. El resto de voces
se añade a la nómina académica a lo largo del siglo XIX. En la 4.ª edición
(1803), se incorporan valón, vándalo y visigodo; en la 9.ª edición (1843), se
añade vals. En la 11.ª edición (1869), aparecen vagón, valí, weimarés, west-
faliano y whist; las dos primeras son incorporadas con las dos formas: una,
la preferida, con <v> ; la otra, secundaria, con <w>. Esta última es supri-
mida en la edición siguiente (12.ª ed., 1884). Weimarés y westfaliano, en
cambio, constan solo con esta forma y en la edición siguiente se sustituye
por la variante con <v>. La variante con <w> no reaparece en el Dicciona-
rio hasta la 19.ª edición (1970) en la que la forma con <w> vuelve a ser la
principal. Finalmente, el doblete whist-vist, un vocablo que designa un juego
de naipes, aparece únicamente en la 11.ª edición (1869) del Diccionario; en
ella, la forma no adaptada whist es la secundaria. Se añade también en esta
edición la variante wals que desaparece en la edición siguiente.
5. Conclusión
102
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ladas como yate o coque, y, en última instancia, se llegan a proponer las formas
adaptadas para las unidades de potencia eléctrica. Esta actitud obedece a que,
en las postrimerías del siglo XIX, la Corporación intenta aplicar unos criterios de
admisión bastante bien definidos, directrices expresamente citadas en el pró-
logo de la última edición del siglo (13.ª, 1899): la autoridad, la sanción del
uso general bien dirigido, la buena formación de las palabras y su sujeción á
las leyes por las que se rige nuestro idioma (Advertencia de la 13.ª ed.). Todos
ellos presiden la labor académica durante los últimos años del siglo XIX y permi-
ten entender su actitud frente al neologismo y su asimilación.
Bibliografía
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Santiago Alcoba (coord.), Ramón Sarmiento, José Manuel Pérez Tornero et al.; ed. Margarita
Freixas, María J. Machuca y José María Perceval, Barcelona, 2009. Publicación electrónica
en http://mediamentor.org/es/publications
ISBN: 978 - 84 - 692 - 3369 - 6
E
n este artículo se pretenden analizar los rasgos prosódicos que utilizan
los locutores de radio y de televisión, tanto en la oralización de un texto
escrito como en las manifestaciones orales de la lengua. En el primer
caso, el locutor debe guiarse por los signos de puntuación que ha utilizado
el redactor, en este sentido es muy importante la correcta utilización de estos
signos (véase en este manual el capítulo acerca de la «Puntuación» de Anto-
nio Ríos). En el segundo caso, se trata del uso de los rasgos prosódicos que
puede hacer cualquier hablante de la lengua española en cualquier interven-
ción oral, sea locutor profesional o no, pero el locutor profesional debe cono-
cerlo aún mejor para saber qué estrategias debe utilizar con unos objetivos con-
cretos. Por ejemplo, si un locutor de informativos desea enfatizar parte de
la información, debe saber qué estrategias prosódicas le ofrece la lengua y
de todas ellas cuáles son las más correctas. Siguiendo con este mismo ejem-
plo, el locutor sabe que algunos de los recursos para realizar énfasis en
lengua oral son, entre otros, incrementar el volumen de voz y el tono, insertar
una pausa antes del elemento enfatizado o adelantar el acento a la primera
sílaba del término que se quiere realzar; pero de todos estos recursos, el más
correcto desde el punto de vista normativo es el primero, ya que la inserción
de las pausas puede separar elementos que no se pueden truncar en espa-
ñol, como las formas compuestas de un verbo; y la acentuación en la primera
sílaba provoca la aparición de un acento secundario, que no es propio de
nuestra lengua.
107
MARÍA J. MACHUCA
El objetivo de este artículo es doble, debe servir, por una parte, para que
los locutores de radio y de televisión tomen conciencia de lo importante que es
un correcto uso de los rasgos prosódicos, y por otra, para que las editoria-
les se den cuenta de la falta de un libro de estilo de lengua oral en la que se
analicen los verdaderos aspectos que importan en las manifestaciones orales
de la lengua. La mayoría de los libros de estilo publicados hasta el momento
para los medios de comunicación oral (radio, televisión o Internet) tratan los
mismos aspectos que los manuales publicados para los medios de comunica-
ción escrita.
En el primer apartado de este artículo se definen los rasgos prosódicos, en
el segundo se lleva a cabo una revisión sobre cómo se trata la prosodia en los
diferentes libros de estilo de lengua oral, en el tercero se ponen de manifiesto
los errores prosódicos más frecuentes en la lengua oral de los medios de comu-
nicación, y en el último apartado se reflexiona sobre los aspectos comentados
en el artículo.
Los rasgos prosódicos que se pueden utilizar en cualquier elocución son siem-
pre los mismos independientemente de las características del acto comunica-
tivo: el contexto, el tipo de género oral (entrevista, debate, descripción, narra-
ción, etc.) o el estilo de habla (formal o espontáneo) de la intervención oral,
pero la manera en que se usan estos rasgos prosódicos depende de la inten-
ción que tenga el hablante en cada situación comunicativa.
Los elementos prosódicos, también denominados segmentales, suelen defi-
nirse como aquellos rasgos que se superponen a la articulación de manera que
el oyente pueda interpretar significados diferentes, tanto desde un punto de
vista pragmático como semántico. La entonación, el acento, las pausas, la velo-
cidad de elocución y el ritmo constituyen los rasgos prosódicos que el hablante
del español puede apreciar desde el punto de vista perceptivo. Para que los
oyentes perciban estos cambios prosódicos es necesario que el hablante haya
modulado su voz con diferentes variaciones de tono, de volumen de voz o de
duración. El tono está relacionado con la frecuencia de vibración de cuerdas
vocales situadas en la laringe, cuanto mayor sea la frecuencia de vibración, el
tono será más agudo; por esta razón, el tono de la voz femenina es más agudo
que el de la voz masculina. El volumen de voz se corresponde con la mayor
o menor fuerza con la que se expulsa el aire al exterior, cuanto mayor sea el
volumen de voz que se utiliza en la producción de un determinado sonido,
mayor será la intensidad con la que se percibe dicho sonido.
108
LOCUCIÓN Y PROSODIA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN ORAL
109
MARÍA J. MACHUCA
haya sido preparado para ser oralizado es conveniente introducir pausas llenas
para darle mayor espontaneidad y credibilidad al discurso. Las pausas vacías
también se utilizan en el discurso espontáneo, sobre todo antes de una infor-
mación importante, es una forma de prevenir al oyente de que esté atento a lo
que va a oír. Sin embargo, la inserción de demasiadas pausas en un discurso
oral puede producir un efecto contrario haciendo que los oyentes perciban una
sensación de inseguridad.
Por último, la velocidad de elocución y el ritmo son dos rasgos prosódi-
cos que están relacionados. La velocidad de elocución o tempo se asocia al
tiempo que tarda el hablante en articular un enunciado concreto. Normal-
mente, se define como el número de sonidos que se realiza en una unidad de
tiempo determinada, aunque a veces se emplea el número de sílabas. La velo-
cidad de elocución varía en función del número de pausas que introduce el
hablante en un acto comunicativo, por esta razón, se ha distinguido entre velo-
cidad de articulación y velocidad de elocución; la diferencia entre los dos tér-
minos es que en el primer caso no se tienen en cuenta las pausas, mientras que en
el segundo, sí. La rapidez en la elocución depende de las lenguas, y en este
sentido hablamos de ritmo, pero también del individuo en particular, que tiene
una velocidad concreta como un hábito articulatorio y que puede variar según
la situación de habla. Las alteraciones en la velocidad de habla, aunque no
comportan diferencias en el contenido semántico, transmiten a los oyentes esta-
dos de ánimos diferentes (significados pragmáticos), como el nerviosismo o la
ira, que se reflejan a través de un incremento en la tasa de habla, por el con-
trario, el aburrimiento o el desinterés por algo está relacionado con una lentitud
en la velocidad de elocución.
El ritmo puede definirse como la sensación perceptiva que provoca la repe-
tición regular de un fenómeno fonético determinado (picos de F0, isocronía silá-
bica, isocronía acentual, pausas, etc.) en el ámbito de un enunciado completo.
Lo más importante para que los oyentes puedan percibir estructuras rítmicas aso-
ciadas a lenguas diferentes es la sucesión periódica de un patrón en interva-
los regulares de tiempo. Según Navarro Tomás (1956), el hablante de lengua
castellana tiende a construir unidades entre cinco y diez sílabas, y las más fre-
cuentes son las de siete u ocho. En este sentido, el francés tiene unidades más
breves, y el italiano se parece más al español.
La correcta utilización de los rasgos prosódicos definidos es fundamen-
tal para que los oyentes interpreten el mensaje adecuadamente, teniendo en
cuenta tanto la competencia comunicativa, como la competencia pragmática
de la lengua.
110
LOCUCIÓN Y PROSODIA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN ORAL
Los manuales de estilo de la lengua oral que se han manejado para esta revi-
sión son los siguientes1:
1.2. La entonación
1
La referencia completa de cada uno de estos manuales aparece en el apartado de biblio-
grafía.
111
MARÍA J. MACHUCA
1.3. El acento
El tratamiento del acento es diverso, algunos libros de estilo tratan sobre los usos
ortográficos del acento y recuerdan las reglas ortográficas, otros nos ofrecen un
listado de las palabras que admiten doble acentuación y cuál es la preferencia
de la Academia en cada caso. Sin embargo, solo dos de ellos hacen referen-
cia al mal uso del acento en la lengua oral.
El Libro de estilo de Telemadrid trata de los desplazamientos acentuales
como un vicio que se suele dar en los medios de comunicación y menciona
tres palabras ahora, aún y ahí. Las diferentes acentuaciones de estas palabras
pueden dar lugar a un cambio de significado como es el caso de aún y aun,
el primero con el significado de todavía y el segundo con el de hasta, incluso
(p. 120). También, se incluye una lista de palabras que con frecuencia se acen-
túan mal.
Por su parte, el Libro de Estilo de Canal Sur Televisión critica el uso de
desplazamientos acentuales para enfatizar, como puede ocurrir en la palabra
éntrenador. Se aconseja en este mismo manual que si se quiere enfatizar utili-
cemos la palabra que más se ajuste a nuestra intención y hagamos lo posible
por entonarla correctamente.
2.1. La entonación
113
MARÍA J. MACHUCA
(1)...la violencia no va a cambiarla, ¿qué tal?, muy buenas tardes de nuevo, el gobierno
es contundente... (Cadena Ser)
(2) Entre las noticias destacadas del día está también el intento de relanzar el proceso
de paz en Oriente Medio, César, buenas tardes (TVE1).
(3) Buenas tardes. El presidente del gobierno asegura que si gana las elecciones...
(RNE).
2.2. El acento
Los errores más frecuentes en el uso del acento están relacionados con la dis-
locación del acento. El locutor acentúa la sílaba inicial en palabras agudas y
llanas cuando estas tienen más de dos sílabas con el objetivo de enfatizar esa
palabra y llamar la atención del oyente. En los ejemplos 4 y 5 las palabras mor-
talidad y carbonizada poseen dos acentos, el primario en la sílaba inicial y el
secundario en la sílaba que le corresponde.
114
LOCUCIÓN Y PROSODIA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN ORAL
Figura 2. Curva melódica (línea azul) y curva de intensidad (línea verde) de la palabra
carbonizada de la secuencia Este fin de semana una anciana pereció carbonizada.
(6) Las últimas declaraciones realizadas por José Manuel Ribas, el teniente, a su /
defensa tampoco han tenido desperdicio (Antena 3).
(7) que israelíes y palestinos alcancen un / acuerdo de paz definitivo (TVE1).
115
MARÍA J. MACHUCA
No obstante, las pausas que aparecen con mayor frecuencia son las deno-
minadas pausas sordas o silenciosas.
Los locutores utilizan este tipo de pausa con diferentes fines:
116
LOCUCIÓN Y PROSODIA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN ORAL
(14) donde se preveía la construcción de casi 1500 viviendas nuevas como mínimo, es
decir, triplicando así / el censo de la población. (Cadena Ser)
(15) A estas horas el Ministro de Defensa almuerza con los soldados que integran el con-
tingente de tropas españolas / desplegadas en el Líbano. (TVE)
(16) Ha dejado entrever que todavía no hemos interiorizado el valor / real del euro /
Escuchen (Cadena Ser).
(17) ...dentro de poco más de una hora el / consejo de seguridad de la ONU va a dis-
cutir si impone sanciones a Irán por su programa nuclear (TVE).
(18) Así como van a ver / ha quedado el todo terreno y el monovolumen que han /
chocado frontalmente (TVE).
117
MARÍA J. MACHUCA
separar las diferentes oraciones de una misma noticia. El fragmento que apa-
rece en 19 pertenece a una noticia que apareció en televisión sobre la huelga
de los farmacéuticos. Las pausas que se han insertado dividen el fragmento en
tres unidades de información.
(19) Con esta huelga los farmacéuticos protestan por las medidas adoptadas por el
gobierno para reducir el gasto de medicamentos / aseguran que los recortes pre-
vistos en sus márgenes de beneficios les van a suponer unas pérdidas de cuarenta
mil millones de pesetas / Sanidad dice que los descuentos solo afectan a un 40%
de las farmacias (TVE).
Por último, es necesario comentar también que el uso excesivo de pausas pro-
duce un efecto negativo en el oyente. El ejemplo 20 es una muestra de ello.
118
LOCUCIÓN Y PROSODIA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN ORAL
Figura 3. Oscilograma (parte superior), curva melódica (línea azul) y curva de inten-
sidad (línea verde) del fragmento correspondiente a «de una zódiac. Desde el pasa»
perteneciente a la secuencia Todos ellos trataban de alcanzar la costa a bordo de
una zódiac. Desde el pasado sábado hasta hoy han sido localizados 300 inmigran-
tes clandestinos.
3. Conclusiones
En este capítulo hemos mencionado los rasgos prosódicos que utilizan los hablan-
tes del español cuando se expresan mediante la lengua oral. Los profesionales
de la radio y de la televisión como hablantes nativos del español también utilizan
estos rasgos prosódicos, pero un conocimiento más profundo de estos rasgos les
permitiría una riqueza y una mayor expresividad en sus emisiones. La falta de
manuales para radio y televisión donde se expliquen cómo utilizar correctamente
estos rasgos o cuáles son las estrategias prosódicas que se utilizan en unas situa-
ciones concretas dan lugar a toda la tipología de errores que se han mencionado
en el apartado 3. Si consideráramos estos errores prosódicos mencionados en el
apartado anterior que realizan frecuentemente los profesionales de los medios de
comunicación orales y quisiéramos subsanarlos apoyándonos en algún manual
de referencia que tratara este tipo de fenómenos, no encontraríamos ninguno
para el español. Los manuales de estilo de radio y de televisión tratan aspec-
tos propios de la lengua escrita y esporádicamente se mencionan algunos aspectos
relacionados con la lengua oral. La interdisciplinariedad entre lingüistas y profe-
119
MARÍA J. MACHUCA
Bibliografía
120
LOCUCIÓN Y PROSODIA EN LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN ORAL
121
Santiago Alcoba (coord.), Ramón Sarmiento, José Manuel Pérez Tornero et al.; ed. Margarita
Freixas, María J. Machuca y José María Perceval, Barcelona, 2009. Publicación electrónica
en http://mediamentor.org/es/publications
ISBN: 978 - 84 - 692 - 3369 - 6
PRONUNCIACIÓN Y ESTÁNDAR
EN LOS MEDIOS
Lourdes Aguilar
Universitat Autònoma de Barcelona
E
ste capítulo trata de la norma ortológica1, en concreto, de las relacio-
nes entre la pronunciación y la lengua normativa (o estándar o lengua
correcta o lengua de prestigio, ya nos referiremos a las distintas denomi-
naciones), abordadas desde dos enfoques: el de la descripción lingüística, y
el de la aplicación en la labor profesional de los comunicadores (radio, televi-
sión). Para ello, el primer parágrafo analiza cómo se integra la descripción del
sistema fónico de la lengua en la norma del español. Se enumeran a continua-
ción los hábitos articulatorios que parecen haberse configurado como estánda-
res, con especial referencia a los periodistas radiofónicos y los presentadores
de TV en el territorio español e hispanoamericano (§2).
En el parágrafo 3 (Modelos usados en libros de estilo), el texto aborda lo
que, a nuestro juicio, es una tarea útil para el profesional de la comunicación,
cuya herramienta de trabajo, cabe recordar, es la lengua: la de analizar los
materiales que puede consultar, desde el punto de vista del modelo de lengua
1
La Real Academia Española (Diccionario de la lengua española) no distingue ortología («Arte
de pronunciar correctamente y, en sentido más general, de hablar con propiedad»), de ortoepía
(«Arte de pronunciar correctamente»), a diferencia de otros autores (Julià-Munné, 2005), que se
sirven de la distinción terminológica para separar el conjunto de normas para la correcta pronun-
ciación de una lengua (ortoepía) del proceso de construcción de la manera correcta de expresarse
oralmente que se da durante la estandarización de una lengua (ortología).
122
P R O N U N C I A C I Ó N Y E S TÁ N D A R E N L O S M E D I O S
Llegados a este punto, nos interesa delimitar las relaciones entre la norma lin-
güística y las variedades de una lengua, y para ello, nos basaremos en el aná-
lisis de Moreno Cabrera (1991). Como sabemos, una lengua está compuesta
por un conjunto de dialectos, que, en general, se han clasificado en los siguien-
tes grupos: a) variedades diatópicas, o dialectos geográficos: por ejemplo, el
español de América, de Centroamérica o el español de México; b) variedades
diastráticas, dialectos sociales o sociolectos, como el habla de los programa-
dores informáticos o de los futbolistas; c) variedades diafásicas, dialectos fun-
cionales, estilos o registros: por ejemplo, el estilo solemne en un acto acadé-
mico; y d) variedades individuales, o idiolectos.
A este panorama de variación se suma que los dialectos (sean geográfi-
cos, sociales o funcionales) no se diferencian demasiado de las lenguas, ya que
todos son sistemas abstractos: hablar del español, del español del Caribe, del
español de los campesinos de Cuba o del español culto hablado en la ciudad de
La Habana, no deja de ser una jerarquía de abstracciones, porque ninguno
de ellos se habla en ninguna parte: solo los idiolectos son de verdad realiza-
bles, y por tanto, existentes. En cada actuación lingüística, cada hablante pone
a funcionar un estilo específico de su sociolecto y de su dialecto geográfico.
124
P R O N U N C I A C I Ó N Y E S TÁ N D A R E N L O S M E D I O S
125
LOURDES AGUILAR
yos y de los libros científicos y técnicos. Es, en definitiva, la que configura la norma, el
código compartido que hace posible que hispanohablantes de muy distintas proceden-
cias se entiendan sin dificultad y se reconozcan miembros de una misma comunidad lin-
güística. (DPD: XIV-XV).
Concluye por tanto el camino que nos ha conducido desde las relacio-
nes entre norma y variación, hasta la noción preferida de lengua estándar,
pasando por el concepto de norma variacionista. En breve: la lengua estándar
no refleja un patrón de dominio de un dialecto sobre otro, sino que incorpora la
variedad, neutralizando los aspectos más particulares o idiosincrásicos y acep-
tando los rasgos dotados de prestigio en la comunidad. Como consecuencia,
la lengua estándar es una entidad lingüística, social y políticamente heterogé-
nea, además de ser un objeto susceptible de cambios que dependen más de
la voluntad de los usuarios que de las propiedades del sistema.
126
P R O N U N C I A C I Ó N Y E S TÁ N D A R E N L O S M E D I O S
2
Cabe mencionar que la Gramática descriptiva de la lengua española, editada por I. Bosque
y V. Demonte (1999) no incluye ningún capítulo de fonética ni de fonología.
127
LOURDES AGUILAR
Llorach (1994) ya presentaba las dos normas que el autor consideró «más comu-
nes del sistema fonológico de hoy: la del sistema centronorteño peninsular y la
del americano o atlántico», señalando las variantes más aceptadas.
Desde un enfoque prescriptivo, la obra de L. Gómez Torrego (2002, 2006)
nos informa del tratamiento normativo de formas que pertenecen a dialectos,
sociolectos y estilos: por ejemplo, las dificultades de articulación relacionadas
con los grupos vocálicos y consonánticos, o la existencia de palabras con dos
alternativas de pronunciación.
También han de basarse en algún modelo las obras que toman como objeto
de análisis el sistema fónico del español, ya que, como nos recuerda Moreno
(2000), toda descripción implica la opción por alguno de los dialectos de una
lengua. Entre los manuales más difundidos y conocidos, hallamos los de pro-
nunciación y de entonación redactados por T. Navarro Tomás, que se centran
en la «buena pronunciación», entendida como aquella «que se usa corriente-
mente en Castilla en la conversación de las personas ilustradas, por ser la que
más se aproxima a la escritura» (1918, cito por la 23.ª ed., 1989: §4). Con-
tinúa Navarro Tomás:
su uso, sin embargo, no se reduce a esta sola región, sino que, recomendada por las
personas doctas, difundida por las escuelas y cultivada artísticamente en la escena, en
la tribuna y en la cátedra, se extiende más o menos por las demás regiones de lengua
española (Navarro Tomás, 1918).
128
P R O N U N C I A C I Ó N Y E S TÁ N D A R E N L O S M E D I O S
129
LOURDES AGUILAR
a) No configuran el estándar:
-los rasgos que revelan claramente la procedencia del hablante, como el lla-
mado rehilamiento de /j/, que solo se produce en el Río de la Plata y Uruguay;
-los rasgos propios de variedades con escasa difusión: por ejemplo, la articula-
ción de /j/ como [i], propia de zonas rurales de España, Nicaragua y Gua-
temala.
130
P R O N U N C I A C I Ó N Y E S TÁ N D A R E N L O S M E D I O S
3
Los archivos de voz fuente pueden consultarse en http://kane.uab.es/cursos.lengua.
131
LOURDES AGUILAR
Los libros de estilo editados por las empresas de comunicación establecen las
normas de estilo y de deontología a que deben atenerse sus colaboradores,
aunque también son manuales de consulta para el uso correcto de la lengua.
No hace falta, pues, decir, que debe ser (junto con determinados diccionarios
y gramáticas) un instrumento habitual del periodista, una herramienta que per-
mita mejorar tanto sus escritos como la oralización de los mismos.
Desde este punto de vista, los libros de estilo pueden concebirse como un
diccionario de dudas (al modo del Diccionario de usos y dudas del español
de J. Martínez de Sousa, el Diccionario de dudas de la lengua española, de
M. Seco, o el Diccionario panhispánico de dudas, de la Asociación de Aca-
demias de la Lengua Española) en el que se recogen alfabéticamente aquellas
palabras que, con frecuencia, plantean problemas en la construcción de textos
–por ejemplo, verbos irregulares, extranjerismos, impropiedades léxicas– junto
con reglas de ortografía y puntuación, informaciones gramaticales o formación
de gentilicios, entre otros asuntos. Los más conocidos son el Manual de espa-
ñol urgente (de la Agencia EFE) y el Libro de estilo de El País, pero ambos se
centran en prensa, con escasas referencias a radio y televisión. Para la lengua
oral, disponemos de algunas obras para la televisión, de ámbito estatal, auto-
nómico o internacional: TVE (Mendieta, Manual de estilo de TVE, 1993), Tele-
madrid (Libro de estilo de Telemadrid, 1993), Canal Sur (J. M. Allas y L. C.
Díaz, Libro de estilo Canal Sur Televisión y Canal 2 Andalucía, 2004), CNN
(Manual de estilo y referencia. CNN en español, 2002). También para el
medio radiofónico: Guía de estilo Onda Cero Radio, Libro de estilo de los Ser-
vicios Informativos de RNE.
En lo que toca al tratamiento de la pronunciación en los medios, objeto
de análisis en los siguientes parágrafos, los libros de estilo coinciden en selec-
cionar aquellos fenómenos que suscitan dudas ortológicas de manera recu-
rrente (las oclusivas -b, -d, -g en posición final, el ceceo y el seseo, el yeísmo)
y añaden aspectos que a menudo quedan fuera de los estudios lingüísticos,
como la correcta lectura de nombres extranjeros4. El enfoque, como no puede
ser de otra manera, es prescriptivo, puesto que las observaciones sobre los
fenómenos fónicos se supeditan a un catálogo de recomendaciones. Por su inte-
rés, nos detendremos con más detalle en algunos de los libros de estilo para
4
Resulta interesante en alguno de los libros de estilo consultados la atención que dedican a
los aspectos prosódicos, si bien las recomendaciones en este sentido no quedan plasmadas en el
artículo, centrado en las cuestiones que atañen a los segmentos fonéticos.
132
P R O N U N C I A C I Ó N Y E S TÁ N D A R E N L O S M E D I O S
133
LOURDES AGUILAR
tar la norma culta, el Manual de estilo de TVE presta especial atención a los vul-
garismos fónicos, como los que recogemos a continuación:
«Es muy vulgar la sustitución de la l por r: cardo (por caldo), y también la supresión de
la l final, que se da en alguna región: capitá (por capital)».
El texto también sitúa fuera de la norma tanto el yeísmo («Las personas que
hablan para el público –profesores y locutores– deben distinguir entre las dos
pronunciaciones y aplicarlas correctamente», p. 123) como el seseo y el ceceo
(«Ambos fenómenos constituyen una transgresión de las normas ortológicas de
la Academia y, si suenan, es por incuria o incumplimiento», p. 124). En el apar-
tado correspondiente al Léxico de la lengua oral, se define vulgarismo foné-
tico («toda codificación anómala introducida por el vulgo en la pronunciación
de las palabras, que generalmente consiste en el cambio, adición, supresión o
traslación de algún sonido», p. 138) y se confecciona una lista de vulgaris-
mos fonéticos frecuentes: *fustrar (frustrar), *abaniquear (abanicar), *amarillar
(amarillear), *alinear (aliniar).
5
Adoptamos la convención habitual en lingüística de marcar con asterisco (*) las formas agra-
maticales o incorrectas, y señalamos entre corchetes el segmento fónico implicado, transcrito según
las convenciones del Alfabeto Fonético Internacional. Entre paréntesis anotamos la palabra con su
forma ortográfica correcta.
135
LOURDES AGUILAR
Son ilustrativas algunas de las pautas que establecen para una locución
correcta (pp. 67-68):
«En las hablas andaluzas existen giros y expresiones muy hermosas, de uso extendido,
que se pueden y se deben utilizar siempre que no sean localismos incomprensibles para
el conjunto de la población andaluza.»
«En general, los excesos en rasgos de pronunciación deben corregirse, sin pretender
hablar un castellano de Valladolid, puesto que el andaluz no sólo no es un castellano
mal hablado sino que incluso para muchos autores es la forma de pronunciación más
extendida (en los países del sur de América por ejemplo).»
«El redactor no debe forzar su acento ni usar modismos muy singularizados. En Anda-
lucía existen multitud de acentos distintos y en Canal Sur deben estar todos presentes,
dentro de los criterios comunes de inteligibilidad.»
136
P R O N U N C I A C I Ó N Y E S TÁ N D A R E N L O S M E D I O S
6
No incluimos aspectos de acentuación ni de prosodia, por cuanto constituyen el tema de inte-
rés de otro de los artículos del volumen.
7
Nos servimos de los símbolos fonéticos para anotar el segmento objeto de análisis.
137
LOURDES AGUILAR
(2)
También los amantes de lo paranormal se preparan estos días para llevar a cabo
una nueva misión. Tras haberlo intentado en varias ocasiones los e[s]pertos consi-
guen incorporar a las nuevas naves estacionarias que partirán hacia Marte [...], sen-
sores de movimiento y grabadores de psicofonías que permitan desvelar con *é[s]ito
si *e[s]iste o no vida e[s]traterrestre en algún punto del universo [...] (Informativos Tele-
cinco, 2/1/07)
138
P R O N U N C I A C I Ó N Y E S TÁ N D A R E N L O S M E D I O S
tras- (por ejemplo, trastorno), en las que el hablante comete una ultracorrección,
insertando una -n- (*tra[ns]torno).
A la luz de lo dicho, son errores las articulaciones de (3) identificadas en
distintos medios de comunicación:
(3)
g) ...para que dentro de unos i[s]tantes le contemos cómo está España y el mundo (Noti-
cias Cuatro, 15/10/2007)
(4)
140
P R O N U N C I A C I Ó N Y E S TÁ N D A R E N L O S M E D I O S
(5)
5. Para acabar
141
LOURDES AGUILAR
142
P R O N U N C I A C I Ó N Y E S TÁ N D A R E N L O S M E D I O S
Bibliografía
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LOURDES AGUILAR
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ISBN: 978 - 84 - 692 - 3369 - 6
LIBROS DE ESTILO DE
MEDIOS AUDIOVISUALES EN CATALÁN *
Daniel Casals Martorell
Universitat Autònoma de Barcelona
E
ste artículo tiene el objetivo de presentar el panorama de libros de estilo
de medios de comunicación audiovisuales que tienen como lengua vehicu-
lar el catalán. Este trabajo no tiene, pues, pretensiones de exhaustivi-
dad, sino de radiografía de la realidad en este ámbito. El presente artículo se
estructura en cinco apartados: el primero trata sobre la definición, los objetivos,
el contenido y el entorno de un libro de estilo según el carácter de las principa-
les obras de este tipo que se han desarrollado en los territorios catalanohablan-
tes. El segundo apartado expone el contexto político-social en el que se han
venido desarrollando los libros de estilo de los medios de comunicación que
se expresan en catalán. El tercer apartado recoge los principales rasgos de los
libros de estilo existentes de media en catalán. El cuarto apartado se ocupa
de una nueva generación de los libros de estilo a partir del ejemplo del portal
ésAdir. El quinto apartado de este trabajo expone las conclusiones que se deri-
van del estudio realizado.
*
Un estudio, actualmente en curso de elaboración, de Mila Segarra y del autor de este tra-
bajo, analizará con mayor exhaustividad el contenido y las tendencias de los libros de estilo de
los medios de comunicación de masas que se expresan en catalán. Agradezco a Oriol Camps
y a Maria Alba Agulló los datos que me han facilitado en relación a la consulta y recepción del
portal electrónico ésAdir.
146
L I B R O S D E E S T I L O D E M E D I O S A U D I O V I S U A L E S E N C ATA L Á N
147
DANIEL CASALS MARTORELL
dudas de los periodistas. Eso ha provocado que algunos libros de estilo sean
sólo libros de lengua.
Creemos que esta realidad, lejos de desmerecer a estas obras, lo que hace
es resaltar su carácter de herramienta al servicio de unos profesionales, los
periodistas, en el caso que nos ocupa, porque cuando el catalán fue recupe-
rado para la radio y situado en la televisión se confió, entre otros, a profe-
sionales que habían desarrollado su trabajo antes en castellano. Se les debía
ayudar, pues, a mejorar unas habilidades expresivas que no les había transmi-
tido el sistema escolar y que se habían aventurado a poner en práctica, básica-
mente, porque el catalán era su lengua materna. El contexto socio-político fue,
pues, determinante para la tipología de libros de estilo que se han desarrollado
en los territorios objeto de estudio y que, justamente por ese motivo, ha resul-
tado ser diferente de la puesta en práctica en otros ámbitos y en otros países. En
este volumen se mencionan ejemplos de libros de estilo que toman una opción
periodística y lingüística al mismo tiempo. Es el caso del libro de estilo de El País
(2002). Este prontuario incluye una parte periodística. A modo de ejemplo, el
primer capítulo («Principios», 1.17, p. 20) aclara qué es el off de récord. El
capítulo 2 está dedicado a los géneros periodísticos (pp. 27-26). Tras la parte
periodística, incluye secciones de lingüística, como el capítulo 12, sobre algu-
nas normas gramaticales (pp. 141-150). Basta con estos ejemplos.
Volvamos atrás. Faltos de una normativa para el estándar oral, los primeros
pasos para la elaboración de unos criterios de ortología del catalán los hizo la
Dirección General de Política Lingüística en colaboración con un grupo de pro-
fesores de lengua catalana de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de
la Universidad Autónoma de Barcelona, Josep Anton Castellanos, Elvira Teruel y
Anna M. Torrent. Bien, pues, la primera fase en la elaboración de los libros de
estilo de los medios en catalán se caracterizó por la opción básicamente, y en
algunos casos únicamente, lingüística. Es el caso del Avui (1997). También fue
la opción del manual de Catalunya Ràdio (1992 [2001]), el prontuario Orien-
tacions per a l’ús de la llengua a Catalunya Ràdio y RAC (1986a), Principals
faltes davant del micròfon (1986b) y el texto refundido y ampliado de ambos,
titulado Orientacions lingüístiques (1993 [2001]). Asimismo, Televisió de Cata-
lunya tomó la misma decisión, tanto en su libro de estilo (1995) como en los
Criteris sobre traducció i doblatge (1997), además de adoptarla en una publi-
cación que TVC había publicado antes, Orientacions lingüístiques, primero, y
también en el cuaderno És a dir, a partir del año 1988.
En nuestro entorno los libros de estilo han proliferado durante las dos últi-
mas décadas. Muchos medios audiovisuales han elaborado uno para su uso
interno. Son menos, sin embargo, los que han decidido publicarlo. Entre los
que tomaron la opción de dar a conocer sus criterios, recordamos los que
149
DANIEL CASALS MARTORELL
hemos advertido. Entre los primeros, podemos contar las emisoras radiofónicas
de la Corporación Catalana de Medios Audiovisuales, las referidas Orienta-
cions lingüístiques (1992 [2001]).
150
L I B R O S D E E S T I L O D E M E D I O S A U D I O V I S U A L E S E N C ATA L Á N
3.2. La televisión
151
DANIEL CASALS MARTORELL
24). Sería un ejemplo de ello el criterio que desaconseja el uso de las estruc-
turas pasivas perifrásticas.
El resto se ocupa de cuestiones de preceptiva y descripción lingüística.
Incluye fonética (2), morfología y sintaxis (3) y también vocabulario general (4).
Según afirman sus autoras, el objetivo de esta obra «es dar algunas orientacio-
nes lingüísticas a los profesionales del Ens Públic de Ràdio i Televisió de les Illes
Balears (IB3 Ràdio i IB3 Televisió)» (p. 15). Es el segundo libro de estilo que se
hace para un medio audiovisual de las Islas Baleares, porque el primero fue el
del Consejo de Mallorca, destinado a la Televisión de Mallorca. Está elabo-
rado por Neus Picó y Magdalena Ramon y está revisado por el doctor Joan
Miralles, de la Universidad de las Islas Baleares. Con respecto a Televisión
Española en las Islas Baleares, existe todavía un opúsculo de uso interno de
cinco hojas mecanografiadas con criterios estrictamente lingüísticos, elaborado
por el profesor Gabriel Bibiloni el año 1983.
152
L I B R O S D E E S T I L O D E M E D I O S A U D I O V I S U A L E S E N C ATA L Á N
búsqueda en el que puede indicar la palabra o las palabras sobre las que desea
localizar criterios. Las búsquedas se pueden llevar a cabo por entrada, se
pueden realizar de manera ampliada y también se pueden efectuar a través del
buscador de películas. Veamos la página principal en la que consta el campo
de búsqueda:
153
DANIEL CASALS MARTORELL
net, el ésAdir está disponible para todo el que quiera acceder desde su casa,
desde el trabajo, desde la universidad, desde donde se encuentre...
La incorporación de las nuevas tecnologías de la información para for-
malizar el libro de estilo de los medios públicos de la Generalitat de Cata-
lunya ofrece otra ventaja. Se trata de la incorporación de sonido, que la ver-
sión impresa sólo puede incluir con un CD. El primer sistema ofrece claramente
una continuidad en el documento que no posibilita el segundo, que obliga a
dejar la lectura para consultar los ficheros de sonido. Eso en teoría, porque, de
hecho, los dos libros de estilo no incluyen CD. Además, el tiempo dedicado
a la consulta es menor en la primera opción, un factor que se tiene que tener
mucho en cuenta si tenemos presente la rapidez con la que se trabaja en las
redacciones de los medios de comunicación. En la imagen que ofrecemos a
continuación, se puede ver que el ésAdir ofrece ficheros de sonido para saber
la pronunciación de topónimos del mundo («Topònims del món»):
Figura 2. Sección «Topònims del món» del portal lingüístico ésAdir (http://esadir.cat) en
la que se incorporan ficheros de sonido
154
L I B R O S D E E S T I L O D E M E D I O S A U D I O V I S U A L E S E N C ATA L Á N
los sectores a los que se podía dirigir, una cuestión que los editores tienen en
cuenta a la hora de comercializarlo, ya que incluso deciden el tiraje. Ahora
en cambio, con un libro de estilo en línea, podemos conocer cifras exactas de
su recepción. Un salto cualitativo, sin lugar a dudas. Hablemos, pues, de la
recepción del ésAdir. Disponemos de datos significativos que nos ha facilitado
la misma Corporació Catalana de Mitjans Audiovisuals.
El mes de octubre de 2007 se registraron 29.108 visitas al ésAdir. En noviem-
bre ascendieron a 29.373. Sabemos también que entre el 19 de noviembre y
el 23 de diciembre se registraron 33.428, que descienden a 24.160 visitas en el
periodo comprendido entre el 1 y el 31 de diciembre de 2007. Según Oriol
Camps, asesor lingüístico de la CCMA, este descenso se debe al cese del
periodo docente por el inicio de las vacaciones de Navidad. Niveles aún más
bajos se detectan en meses como mayo, cuando finaliza el curso escolar univer-
sitario, con 22.624 consultas, y en septiembre, con 19.214, mes previo al
comienzo de las clases. En el gráfico siguiente podemos observar el número de
visitas en relación con las páginas vistas y el número de usuarios.
195.628
200.000
170.881
150.000
127.357 pàgines
117.972 119.745
visites
100.000 usuaris
77.430
50.000 29.108
22.624 18.756 16.695 12.809 19.214
9.171 14.238
7.524 5.761 4.747 8.743
0
maig juny juliol agost setembre octubre
Entre mayo y octubre se registra un aumento de visitas del 28,66%, pero del
14,48% en cuanto a las páginas vistas. Por otra parte, la media de páginas
que corresponde a las visitas efectivamente interesadas sube hasta el 9,67%,
una vez descontado el 33,98% de abandonos (9.868 visitas), es decir, de
consultas de una sola página.
155
DANIEL CASALS MARTORELL
12,00
10,56
9,40 9,46 9,67
10,00 8,84
8,27
7,55
8,00 6,8 7,1 6,7
6,0 6,2
pàg/vis.
6,00
p/v -aband.
4,00
2,00
0,00
maig juny juliol agost setembre octubre
Figura 4. Comparación entre las páginas visitadas y las páginas visitadas descar-
tando abandonos del portal lingüístico ésAdir (http://esadir.cat)
120,00 108,76
Figura 5. Comparación entre las visitas por usuario, páginas por usuario y páginas
por usuario descartando abandonos del portal lingüístico ésAdir (http://esadir.cat)
156
L I B R O S D E E S T I L O D E M E D I O S A U D I O V I S U A L E S E N C ATA L Á N
Este otro gráfico nos muestra la media de páginas por usuario, que se sitúa
entre dos y tres, una vez descartados los abandonos. Con respecto a la pro-
cedencia de las consultas, la mayoría provienen del Estado español, 27.882;
y también hay de Andorra, 318; de los Estados Unidos de América, 158;
de Francia, 81; de Italia, 84; de Alemania, 78; de Gran Bretaña, 65; y de
México, 46.
Está previsto que los usuarios propongan temas para que se incluyan en el
ésAdir. Las cuestiones planteadas por los usuarios se someten a la considera-
ción de un foro de lingüistas de la casa para que digan cuándo son suficiente-
mente maduras para incorporarse al portal ésAdir. Además, el ésAdir dispone
de un editor y de un consejo formado por lingüistas de la CCMA. La última ven-
taja del ésAdir a que me referiré es la facilidad de conversión del contenido de
esta herramienta en un corrector que se pueda aplicar a los textos de las emiso-
ras de radio y a los canales de televisión de la CCMA, como por ejemplo las
webs y los textos informativos. Actualmente se está trabajando en ello.
5. Conclusiones
Las conclusiones de este trabajo ponen de manifiesto que los libros de estilo de
los medios audiovisuales que emiten en catalán:
157
DANIEL CASALS MARTORELL
Bibliografía
158
L I B R O S D E E S T I L O D E M E D I O S A U D I O V I S U A L E S E N C ATA L Á N
159
DANIEL CASALS MARTORELL
Ona Catalana (2000a): Avanç del llibre d’estil d’Ona Catalana. [ejemplar de
uso interno].
Ona Catalana (2000b): Guia d’usos lingüístics. [ejemplar de uso interno].
Mollà, Toni (1990): La llengua dels mitjans de comunicació. Alzira: Bromera.
Pujol, Josep M. y Joan Solà (1995): Ortotipografia. Manual de l’autor, l’editor
i el dissenyador gràfic. Barcelona: Columna.
Servitje i Riera, Albert (1996): Llibre d’estil de la Universitat Pompeu Fabra. Bar-
celona: Universitat Pompeu Fabra.
Solà, Joan (1995): Llibre d’estil de l’Ajuntament de Barcelona. Barcelona: Con-
sorci per a la Normalització Lingüística i Ajuntament de Barcelona.
Televisió de Catalunya (1995 [1998]2): El català a TV3. Llibre d’estil. Barce-
lona: Televisió de Catalunya i Edicions 62.
Televisió de Catalunya (1997): Criteris lingüístics sobre la traducció i el doblatge.
Barcelona: Televisió de Catalunya i Edicions 62.
Universitat Politècnica de Catalunya (1998): Llibre d’estil de les webs de la
UPC, http://www.upc.es/estil/start.htm.
Vallverdú, Francesc (1986): Elocució i ortologia catalana. Barcelona: Jonc.
Vallverdú, Francesc (2000): El català estàndard i els mitjans audiovisuals. Bar-
celona: Edicions 62.
160
Santiago Alcoba (coord.), Ramón Sarmiento, José Manuel Pérez Tornero et al.; ed. Margarita
Freixas, María J. Machuca y José María Perceval, Barcelona, 2009. Publicación electrónica
en http://mediamentor.org/es/publications
ISBN: 978 - 84 - 692 - 3369 - 6
SIGNOS DE PUNTUACIÓN
Y LIBROS DE ESTILO
Antonio Ríos Mestre
Universitat Autònoma de Barcelona
1. Introducción
E
l objetivo de este trabajo es analizar el tratamiento de los signos de pun-
tuación, como marcas prosódicas y como elementos ordenadores de las
construcciones sintácticas, en algunos libros de estilo de los medios de
comunicación escrita. Se analizarán las últimas ediciones del Libro de estilo del
ABC (Vigara-Consejo de redacción del ABC, 2001), del Libro de estilo de El
País (2003), Libro de redacción de La Vanguardia (2004) y el Libro de estilo
de El Periódico de Catalunya (2007), así como el Manual del español urgente de
la Agencia Efe (2005). Este estudio se centra, fundamentalmente, en la coma,
el punto y coma y el punto.
Los signos de puntuación son marcas ortográficas que ordenan los constitu-
yentes oracionales y las distintas unidades discursivas, contribuyendo de este
modo a la correcta interpretación del texto. Además, son elementos indicado-
res de marcas prosódicas en la lectura en voz alta de los textos escritos; por
ejemplo, el punto y los signos de interrogación y de exclamación señalan grá-
ficamente los tres grandes tipos de modalidades oracionales (enunciativa, inte-
rrogativa y exclamativa, respectivamente), ligadas cada una a un determinado
patrón entonativo.
161
ANTONIO RÍOS MESTRE
Durante siglos, la escritura fue un conocimiento reservado a una elite. El número de lec-
tores era escaso, de modo que la lectura de los libros era pública: la llevaba a cabo
un especialista, ante un auditorio y en voz alta, porque se entendía que leer equivalía
a «devolver la voz al texto» (Parkes 1992). A lo largo de la Edad Media, los principios
que regían el uso de los signos empleados en los códices eran muy distintos a los del
sistema de puntuación actual. Aquellos signos medievales obedecían a los requisitos de
la declamación. Esta situación cambia radicalmente en el Renacimiento.
De las funciones originarias de la puntuación, sin embargo, pervive la idea de que los
signos de puntuación sirven para indicar pausas (Figueras, 2001: 18-19).
162
SIGNOS DE PUNTUACIÓN Y LIBROS DE ESTILO
1
Las obras de Real Academia Española citadas en este trabajo no profundizan en la descrip-
ción de los correlatos entonativos de los signos puntuación, pero debe tenerse en cuenta que tam-
poco es ese su objetivo. Así, en los apartados correspondientes del Diccionario panhispánico de
dudas (RAE, 2005), las referencias a la entonación son mínimas, y en la Ortografía de la lengua
española (RAE, 1999: 32) se indica que la puntuación de los textos escritos «pretende reprodu-
cir la entonación de la lengua oral», sin un mayor desarrollo del tema.
163
ANTONIO RÍOS MESTRE
La coma indica las pausas más o menos cortas dentro de una oración, permite en la
lectura conocer el sentido de las frases, y puede señalar entonación ascendente o des-
cendente (p. 117).
164
SIGNOS DE PUNTUACIÓN Y LIBROS DE ESTILO
No olvidemos que la lengua escrita ni puede ni pretende reflejar fielmente la oral. Sí dis-
pone, en cambio, de unos pocos medios (signos de puntuación y diacríticos) que le per-
miten estructurar la información y expresar eficazmente los contenidos. Por eso, el buen
escritor no puede puntuar sólo «al oído», porque si se atiene únicamente a «lo que oye»
o a «lo que quiere que oiga el lector», corre el riesgo de desaprovechar los recursos de
la lengua escrita o de utilizarlos incorrectamente al servicio de un mensaje que está con-
cebido y condicionado de manera diferente al oral (p. 50).
Sus funciones son [...] organizar el discurso y sus diferentes elementos para facilitar su
comprensión, evitar posibles ambigüedades en textos que, sin su empleo, podrían tener
interpretaciones diferentes, y señalar el carácter especial de determinados fragmentos
de texto –citas, incisos, intervenciones de distintos interlocutores en un diálogo, etc.–
(RAE, 2005: 604).
Los libros de estilo de los medios de comunicación escrita indican con mayor
o menor extensión las normas que rigen el uso específico de cada signo, normas
que recogen las dictadas por la Real Academia Española en la Ortografía de
la lengua española (1999) y en el Diccionario panhispánico de dudas (2005),
ya que esta institución es, en definitiva, la que en última instancia tiene la potes-
2
Se citan los ejemplos aportados por la Academia en los artículos correspondientes.
3
Estos ejemplos están tomados del Diccionario panhispánico de dudas (RAE 2005), ya que
en la edición en línea del Diccionario de la lengua española, 22.ª edición (RAE 2001) no se cita
ninguno.
166
SIGNOS DE PUNTUACIÓN Y LIBROS DE ESTILO
167
ANTONIO RÍOS MESTRE
4
El título del epígrafe en el que se trata este tema es de por sí elocuente: «Texto, párrafo, ora-
ción: punto y aparte, punto y seguido».
168
SIGNOS DE PUNTUACIÓN Y LIBROS DE ESTILO
cripción del uso de las comas desde una perspectiva eminentemente sintáctica,
por ejemplo, recurriendo al orden de constituyentes y a la diferencia entre com-
plementos explicativos y especificativos. Las explicaciones sintácticas, ordena-
das y con un enfoque global, ligado a la redacción del texto, están presen-
tes a lo largo de todo el apartado dedicado a la puntuación. En ese sentido
es un trabajo en la misma línea que el estudio de Figueras (2001) citado ante-
riormente.
(1a) La insistencia del PP en mantener las fantasías sensacionalistas en torno a los aten-
tados del 11-M a pesar de la sentencia dictada por la Audiencia Nacional no es sólo
una manifestación de continuidad. Es también, y sobre todo, la prueba de que la estrate-
gia que ha seguido esta legislatura no tiene marcha atrás [...] (José María Ridao, «Com-
bate contra la evidencia», El País, 5-IX-2007, p. 15).
169
ANTONIO RÍOS MESTRE
(1b) La insistencia del PP en mantener las fantasías sensacionalistas en torno a los aten-
tados del 11-M a pesar de la sentencia dictada por la Audiencia Nacional no es sólo
una manifestación de continuidad, es también, y sobre todo, la prueba de que la estra-
tegia que ha seguido esta legislatura no tiene marcha atrás [...].
(1c) La insistencia del PP en mantener las fantasías sensacionalistas en torno a los aten-
tados del 11-M a pesar de la sentencia dictada por la Audiencia Nacional no es sólo
una manifestación de continuidad; es también, y sobre todo, la prueba de que la estra-
tegia que ha seguido esta legislatura no tiene marcha atrás [...].
(2) Es altamente arriesgado mezclar la política con la emoción. [...] Una fuerza política
nacida del poder de la emoción no se propone objetivos racionales. De ahí que pueda
ser altamente nociva para la sociedad. Tampoco sirve para lo que debería ser la fina-
lidad de toda asociación de víctimas, es decir la reconstrucción de la persona, de lo
íntimo (Nicole Muchnik, «Tiempo de víctimas», El País, 10-IV-2007, p. 15).
Otro error del mismo tipo es el que se observa en (3) con el conector sin
embargo:
(3) Cuando el dedo ruso apunta a Kosovo, muchos miran el dedo. Y sin embargo lo que
importa es la independencia de Kosovo que a estas alturas, aunque inevitable para des-
pués del 10 de diciembre, fecha límite para un difícil acuerdo entre Serbia y los koso-
vares (Andrés Ortega, El País, 5-IX-2007, p. 10).
170
SIGNOS DE PUNTUACIÓN Y LIBROS DE ESTILO
(4a) Los foros andan revueltos con el caso de homofobia del concejal del PP de Berga
que escribió a su colega del PSC, homosexual, que no podía entender que haya hom-
bres dándose por el culo, «cosa de lo más innatural y depravada». Pero también hay
noticias de carácter bien distinto. Por ejemplo, la presentación del partido de gays y les-
bianas Libertades Civiles (Tomàs Delclós, El País, 31-X-2007, p. 20).
(5a) Hay deportistas que, por mucho que hayan colgado las botas, nunca han con-
seguido quitarse la ropa de atletas. Como Michael Jordan, que después de dejar las
canastas se dedicó al béisbol. O como Edwin Moses. Elegante y perfecto en saltar
vallas y al mismo tiempo capaz de ganar un bronce en Campeonato del Mundo de
bobsleigh (Eleonora Giovio, El País, 29-X-2007, p. 71).
En ambos casos, el uso de la coma evitaría la ruptura de las dos partes ora-
cionales, como se muestra en (4b) y (5b):
(4b) Los foros andan revueltos con el caso de homofobia del concejal del PP de Berga
que escribió a su colega del PSC, homosexual, que no podía entender que haya hom-
bres dándose por el culo, «cosa de lo más innatural y depravada». Pero también hay
noticias de carácter bien distinto, por ejemplo, la presentación del partido de gays y les-
bianas Libertades Civiles.
(5b) Hay deportistas que, por mucho que hayan colgado las botas, nunca han conse-
guido quitarse la ropa de atletas, como Michael Jordan, que después de dejar las canas-
tas se dedicó al béisbol. O como Edwin Moses. Elegante y perfecto en saltar vallas y al
mismo tiempo capaz de ganar un bronce en Campeonato del Mundo de bobsleigh.
Tanto en (3) como (4) se observa también el uso de punto ante conjuncio-
nes coordinantes (respectivamente, y y pero), permitido por la Academia, y fre-
cuente en la prensa escrita.
En ocasiones el uso de los signos de puntuación no es el más adecuado
para facilitar la comprensión del texto, como en el ejemplo (5a):
(5a) Ancianas que apenas podían caminar, niños y muchos adolescentes hacían cola
para depositar flores y sus situaciones jurídicas reflejaban el laberinto en el que están
los habitantes de Estonia (1,3 millones de personas) (Pilar Bonet, El País, 10 de mayo
de 2007, p. 5).
171
ANTONIO RÍOS MESTRE
(5b) Ancianas que apenas podían caminar, niños y muchos adolescentes hacían cola
para depositar flores, y sus situaciones jurídicas reflejaban el laberinto en el que están
los habitantes de Estonia (1,3 millones de personas).
(6) En el principio de todo estuvieron las bombas. Los aviones enemigos. La posguerra.
Antes de la fortuna conjugada con m de multimillonario, antes de las cacerías con la
familia Franco y del tenis, estuvo la muerte. El primer invierno tras la II Guerra Mundial.
El amor a la patria. Y la infancia de Ion Tiriac (Rumanía, 1939), banquero, ex tenista y
dueño de un holding que incluye una aerolínea [...] (Juan José Mateo, «Desayuno con...
Ion Tiriac», El País, 5 de noviembre de 2007).
4. Conclusiones
Por otro lado, las normas de redacción periodística, que recomiendan los
períodos sintácticos breves y un orden de constituyentes canónico, marcan un
determinado estilo que condiciona el uso de los signos, aunque en ocasio-
nes se llegue a desordenar el discurso y a provocar una «descohesión» de las
ideas, con las consecuentes dificultades para la lectura y comprensión correc-
tas del texto.
Bibliografía
Agencia Efe (2005): Manual del español urgente, 16.ª ed. corregida y aumen-
tada, Madrid: Cátedra.
Alcoba, S. (coord.) (2000): La expresión oral, Barcelona: Ariel.
Canellada. M. J. y Madsen, J. K. (1987): Pronunciación del español. Lengua
hablada y literaria, Madrid: Castalia.
El País (2003) Libro de estilo, 18.ª ed., Madrid: Ediciones El País.
El Periódico de Catalunya (2007): Libro de estilo. Actualización de la ed. de
diciembre de 2002, Barcelona: Primera Plana.
Figueras, C. (2000): «La puntuación» en Montolío, E. (coord.), Manual práctico
de escritura académica, Vol. III, Barcelona: Ariel, pp. 77-152.
Figueras, C. (2001): Pragmática de la puntuación, Barcelona: Octaedro-Edi-
ciones Universitarias de Barcelona.
La Vanguardia (2004): Libro de redacción, Barcelona: La Vanguardia Edi-
ciones.
Navarro Tomás, T. (1946): Manual de entonación española, New York: His-
panic Institute.
Real Academia Española (1999): Ortografía de la lengua española, Madrid:
Espasa-Calpe.
Real Academia Española (2005): Diccionario de la lengua española, 22.ª
ed.. Madrid: Espasa Calpe; edición en CD-Rom de la 22.ª ed., Madrid,
Espasa Calpe, 2003; ed. en línea, http://www.rae.es/.
Real Academia Española (2005): Diccionario panhispánico de dudas, Madrid:
Santillana; en línea: http://www.rae.es/.
Vigara, A. M.ª y Consejo de redacción del Abc (2001): Libro de estilo, 2.ª edi-
ción, Barcelona: Ariel.
173
Santiago Alcoba (coord.), Ramón Sarmiento, José Manuel Pérez Tornero et al.; ed. Margarita
Freixas, María J. Machuca y José María Perceval, Barcelona, 2009. Publicación electrónica
en http://mediamentor.org/es/publications
ISBN: 978 - 84 - 692 - 3369 - 6
LLIBRES D’ESTIL
DELS MITJANS DE COMUNICACIÓ
ESCRITS EN CATALÀ
Albert Rico Busquets
Universitat Autònoma de Barcelona
http://kane.uab.cat/llenguaimedia/
E
n les primeres dècades del segle XX es produeix un increment important
de la premsa en llengua catalana del Principat1. Un increment relacionat
amb el paper cada vegada més rellevant de la premsa en la societat i
amb el fet que les organitzacions polítiques de signe nacionalista necessiten mit-
jans de comunicació de masses per difondre les seves idees, uns mitjans que
utilitzaran sobretot el català2. Convé recordar, en aquest sentit, que el 1907
es produeix el triomf de les candidatures de Solidaritat Catalana al parlament
de l’Estat i el 1914 es constitueix la Mancomunitat de Catalunya, que presi-
dirà Prat de la Riba.
Aquesta eclosió coincideix en el temps amb el moviment de reforma orto-
gràfica i lingüística que havia iniciat Pompeu Fabra a finals del segle XIX, a les
1
Entre 1913 i 1920 es va incrementar notablement el nombre de periòdics en català o bilin-
gües al Principat. El 1913 n’hi havia 96, i el 1920, 210 (Gómez Mompart 1992:123).
2
Limitant-nos només a alguns títols de la premsa diària, l’any 1899 apareix La Veu de Cata-
lunya, portaveu de la Lliga Regionalista; el 1906, El Poble Català, òrgan del Centre Nacionalista
Republicà; el 1922 La Publicitat (anteriorment La Publicidad, editat en castellà), vinculat a Acció
Catalana; el 1929, El Matí, relacionat amb Unió Democràtica de Catalunya; el 1931, La Huma-
nitat, òrgan d’Esquerra Republicana de Catalunya...
174
L L I B R E S D ’ E S T I L D E L S M I T J A N S D E C O M U N I C A C I Ó E S C R I T S E N C ATA L À
La solució definitiva que han de rebre una gran part de les qüestions morfològiques i
sintàctiques [...], depèn de la solució que donarem a una qüestió capital [...]; la de
quina relació ha de guardar la futura llengua literaria amb la llengua parlada. ¿Hem
de rebutjar en absolut els canvis que ha experimentat la llengua, els quals han romput
l’unitat aconseguida un dia, o recolzar el català literari sobre la llengua parlada, puri-
3
Va quedar un reducte reaci a l’acceptació de les normes, entorn sobretot de la revista La Ilus-
tració catalana, dirigida per Francesch Matheu.
175
ALBERT RICO BUSQUETS
ficant-la, refinant-la, però evitant tots aquells retocs que la poguessin encarcarar? ¿Hem
d’admetre, com ha estat proposat diferents cops, l’existencia de dugues llengües incom-
penetrables, –una llengua purament literaria, arcaica, inmobilitzada, i una llengua fami-
liar, vulgar, condemnada a una perpetual degradació– o rebutjar una tal dualitat i voler
les dugues llengües tant acostades que la parlada pugui infondre tota la seva vida a la
literaria i pugui, en canvi, anar assimilat-se tots els perfeccionaments i refinaments intro-
duits en aquesta4? (Fabra 1907: 352-369).
Fabra també era conscient que, tot i el pes que hi havia de tenir el dialecte
central, aquesta llengua referencial no podia menystenir les diferents varietats
dialectals del territori, perquè havia de tendir a la cohesió nacional i aconseguir
que tots els parlants la poguessin fer seva. En aquest sentit, últimament se’l sol
anomenar «model composicional», enfront d’altres models possibles basats en
una sola varietat, o «unitaristes». Moltes de les opcions ortogràfiques de Fabra
es justifiquen pel desig d’adequar-se a totes les varietats, com el fet de mantenir
les grafies <b / v>, el tractament del dígraf <ix> o els plurals en -es; en l’àmbit
de la morfologia verbal, l’acceptació de variants territorials (cant, cante, canto),
i en el del lèxic, la incorporació al Diccionari general de 1932 de mots de les
diferents varietats, tot i que quasi sempre la forma de referència és la del dia-
lecte central5.
Tal com diu Polanco en el seu estudi sobre l’aplicació de la normativa al
País Valencià:
[...] tot acceptant que el barceloní fou «l’eix de la llengua estàndard moderna», creiem
que el model de codificació realitzat per Fabra difícilment pot ser qualificat com a uni-
tarista [...] sinó més aïna com a composicional –atenent a la diversitat d’elements diàto-
pics tinguts en compte– si bé amb una prioritat evident per les solucions nord-orientals
(Polanco 1984: 120).
4
Fabra, P. (1907), citat a Solà 1987: 32-33.
5
Tot i aquesta voluntat de Fabra, la representació del lèxic de les varietats dialectals «perifèri-
ques» resulta clarament insuficient (v. Rico 1989: 75-114).
6
Ell mateix havia impulsat la col·lecció «Els Nostres Clàssics» de l’Editorial Barcino, dirigida
pel seu amic Josep M. de Casacuberta.
7
El mot bústia mot medieval que significava ‘bossa on el correu porta les cartes’, com a alter-
nativa al castellanisme busson, per exemple.
176
L L I B R E S D ’ E S T I L D E L S M I T J A N S D E C O M U N I C A C I Ó E S C R I T S E N C ATA L À
discurs escrit, com ara àdhuc, tanmateix, nogensmenys, etc. També tenia present,
amb una visió molt moderna del paper de les llengües de cultura, que el català
no es podia apartar gaire, en les adaptacions de neologismes provinents del
grec i del llatí, de les solucions que hi donaven les altres llengües europees.
Així, Fabra contraposava les grafies àcid i sòlid, enfront de les tradicionals àcit
i sòlit, per comparació amb les solucions adoptades per les principals llengües
europees, a partir del llatí acidus.
S’ha comentat que en moltes ocasions Fabra aplicava solucions basades en
criteris lògics o «logicistes», que a vegades donaven lloc a solucions forçades
(v. Solà 1987: 39-42). L’exemple prototípic és la solució gràfica que va donar
a les combinacions de pronoms febles.
Però el més substantiu de la proposta fabriana és que trenca radicalment amb
la visió de supeditació del català al castellà, que havia caracteritzat les genera-
cions anteriors. El seu objectiu estratègic era aconseguir una llengua moderna,
vàlida i independent, que contribuís a la cohesió i a la consciència nacional.
D’aquí el seu interès per la depuració dels castellanismes, per evitar l’acostament
del català al castellà. En una conversa filològica de l’any 1923 aprofita les
cartes d’un pare i un fill, tots dos escriptors, rebudes a la redacció de La Publici-
tat, per il·lustrar aquestes dues actituds i per prendre partit clarament per la del fill:
Però, mentre ell [el pare], en realitat voldria un català semànticament i sintàcticament
estargit de l’espanyol, el seu fill frisa per veure la nostra llengua completament alliberada
de tota traça de la influència espanyola. A l’un el satisfà una llengua provinciana, un
idioma que vindria a ésser, amb mots i formes catalans, una variant dialectal de la llen-
gua espanyola; l’altre aspira que Catalunya posseeixi una veritable llengua nacional, la
llengua moderna que hauria sortit de la nostra gloriosa llengua medieval sense l’acció
pertorbadora de l’espanyol (Fabra 1919-1928, conversa de 1-IV-1923).
Per impulsar i consolidar aquest model de llengua, que com hem dit ell ano-
menava «català literari» pensant sobretot en la llengua escrita, Fabra confiava
molt en el paper dels escriptors8 i en una feina constant de divulgació i explica-
ció de les noves normes. Durant prop de deu anys, des del 1919 fins al 1928,
les pàgines de La Publicitat van acollir els seus articles (més de vuit-cents), que
conformen un cos doctrinal de primera magnitud. En aquests escrits, que apa-
reixien sota el rètol de «Converses filològiques»9, Fabra s’adreça al públic il·lustrat
en general, i especialment als escriptors i homes de lletres, difonent les normes
8
Les primeres emissores radiofòniques van sorgir a la dècada dels anys vint, però no fou
fins a la dècada següent que van tenir un paper important en els esdeveniments socials i polítics.
(V. Franquet 1986.)
9
Edició de Joaquim Rafel (1983-1984), per a les citacions i referències.
177
ALBERT RICO BUSQUETS
[...] una simple lectura de les Converses ja ens mostra que aquesta obra de redreçament
té una complexitat molt més gran que si consistís solament en l’eliminació de castellanis-
mes: tot i que la influència de la llengua castellana, que qualifica sovint de pertorbadora
o humiliant, gairebé és una obsessió per a Fabra en redactar les Converses, l’autor diri-
geix la seva atenció, al llarg dels més de vuit-cents articles que va publicar sota aquest
títol, als més diversos aspectes relacionats amb la purificació de la llengua i la seva
unificació, defensant sovint les solucions ortogràfiques o mofològiques adoptades per
l’Institut d’Estudis Catalans, fent consideracions sobre el lèxic, explicant en alguns casos
les raons que havien aconsellat d’inclinar-se per una o altra solució, o exposant simple-
ment opinions o propostes personals [...]» (Rafel 1983-1984: v).
10
«Creiem que C. Soldevila és de la mateixa opinió nostra... », comenta a la «conversa» 468,
del 28-X-1923, a propòsit de l’ús de la construcció de... estant. I a la 811, del 26-VIII-1927,
comença així: «Amb gust interrompem, per un dia, les nostres vacances per contestar a les tres pre-
guntes que ens fa el nostre car amic Ferran Soldevila».
11
A la famosa tertúlia de la Penya Gran, presidida per Joaquim Borralleres, hi participaven,
entre d’altres, Josep M. de Sagarra, Josep Pla, Joan Creixells i el mateix Pompeu Fabra.
178
L L I B R E S D ’ E S T I L D E L S M I T J A N S D E C O M U N I C A C I Ó E S C R I T S E N C ATA L À
tes havien estudiat sempre en castellà (la majoria, dret), en castellà s’havien
format culturalment i havien fet la majoria de lectures, i era el castellà la llen-
gua escrita que dominaven. En aquestes circumstàncies, la redacció de textos
en català s’havia de sotmetre a una revisió d’acord amb les normes ortogràfi-
ques modernes, a la revisió dels correctors. Però aquests correctors tampoc no
sortien del no-res: s’havien de formar. Així ho raonava Carles Soldevila, en un
«full de dietari»12 de l’1 de desembre de 1922, que porta el títol significatiu de
«Cal crear una escola de correctors de proves»:
[...] Crec modestament i sincerament que la Mancomunitat hauria de crear una petita
Escola de correctors de proves. Si en sortien cada any cinc o sis minyons efectivament
ensinistrats en la correcció del català, és a dir, si en sortien cinc o sis bons correctors de
proves, l’aspecte dels nostres impresos canviaria d’una manera ràpida i insensible.
I qui dubta de l’eficàcia pedagògica que tindria aquest simple fet? Fóra, n’estic con-
vençut, una revolució des dels cims (Soldevila 2004: 42-43).
12
Carles Soldevila, periodista i escriptor, va publicar una col·laboració diària a La Publicitat
des del 1922 fins al 1934, sota el títol «Fulls de dietari». (Des del 1917 fins al 1922 els havia
publicat en castellà, abans que el diari canviés de llengua.)
179
ALBERT RICO BUSQUETS
Ot Jespersen, en la seva excel·lent obreta Growth and structure of the English lan-
guage, comparant l’anglès amb el francès, diu que la llengua francesa recorda un
jardí francès de Lluís XIV, mentre l’anglesa és semblant a un parc anglès, que sembla
fet sense un pla definit, en el qual podeu anar per on us plagui sense por de topar
amb un guàrdia sever que us en privi. El català de la decadència podria, llavors,
ésser comparat a un bosc ple de maleses, el qual els gramàtics i bons escriptors trac-
ten simplement de desbrossar i fer transitable. Per això fa certa gràcia que quan tot just
havem aconseguit de posar un poc d’ordre en la llengua literària, es parli que inten-
tem d’ofegar l’espontaneïtat de la llengua sotmetent-la a un conjunt de regles rígides!
No cal alarmar-se: estem encara ben lluny del jardí francès, no som encara al parc
anglès; allò que els gramàtics condemnen i els bons escriptors eviten són, en general,
incorreccions gramaticals inconcebibles, no en francès precisament, sinó en qualse-
vol llengua literària. ¿És que és encongir una llengua de privar que sigui usada com
a causal una conjunció consecutiva, o usat com a relatiu un mot exclusivament interro-
gatiu, o expressat dues vegades un mateix complement sense cap motiu estilístic que
justifiqui el pleonasme, o expressat mitjançant una frase de gerundi, allò que forçosa-
ment hauria d’ésser expressat per una proposició coordinada? (Fabra, 1919-1929,
conversa 625, 13-I-1925).
13
El 1928 apareix el primer manual d’estil de què tenim constància, Style Book of the Man-
chester Guardian, un volumet de reduïdes dimensions (8 x 15,5 cm), de 22 pàgines, amb indica-
cions sobre tipografia, ortografia, tractaments protocol·laris i llistes de paraules manllevades.
14
Recentment s’han publicat reculls d’articles de Ramon Esquerra (Lectures europees),
de Josep M. Planas (Nits de Barcelona), d’Irene Polo (La fascinació del periodisme. Cròni-
ques (1930-1936)), de Carles Soldevila (Fulls de dietari) o de Carles Sentís (L’instant abans
del 36).
180
L L I B R E S D ’ E S T I L D E L S M I T J A N S D E C O M U N I C A C I Ó E S C R I T S E N C ATA L À
S’ha d’escriure una llengua clara, precisa intel·ligible per tothom útil per a tothom,
normal. [...]
La qüestió és la gent corrent: s’ha d’habituar la gent corrent que escrigui una llen-
gua clara, sense pintoresquisme, sense folklore, sense genialitat de cap classe. La nostra
premsa hauria de ser un model de claredat (Pla 1950: 66).
Pla, en el mateix escrit, opinava que el model que havia prevalgut entre els
més joves era aquest: «Una cosa és evident, però: calgué passar per aquests
excessos [els del noucentisme] per a arribar a la prosa normal de Soldevila,
que és la que avui tothom escriu. No hi ha altra realitat» (Pla 1950: 66).
Aquest panorama, pel que fa a la premsa, es clou dramàticament amb la
victòria franquista. Però els temes que hem apuntat tornaran a la palestra pas-
sats quaranta anys, en la «normalitat» democràtica: el model de llengua basat
en una única varietat, la introducció d’arcaismes i l’acceptació de castellanis-
mes, la relació de llengua parlada i llengua escrita, el protagonisme d’escriptors
i correctors en la configuració del model.
2. El franquisme
15
Soldevila (2004), «Del llum de gas...» , p.1584. Tot i la valoració negativa de l’estil de
Xènius, Soldevila afegeix «Però Xènius eixamplava fins a límits mai abastats el temari dels nostres
articulistes, i, de més a més, no era mai rústic [...]».
181
ALBERT RICO BUSQUETS
i privada, registre civil, toponímia, etc.)16. El català quedava reclòs al «uso pri-
vado y familiar»17.
La duresa de la repressió durant els primers anys va anar donant pas a
alguna concessió, com la publicació d’obres de caràcter religiós, i més enda-
vant a una tímida producció editorial. Pel que fa a la premsa, hi havia alguna
publicació de caràcter mensual, en general vinculada amb institucions religio-
ses, com Serra d’Or –la més important–, o Oriflama, i no gaire cosa més. La
difusió d’aquestes publicacions era, a més, molt limitada.
En aquesta època, l’únic intent seriós de fer una publicació periòdica set-
manal d’una certa ambició és el del setmanari Tele / Estel. Nascut a l’empara
de l’anomenada «Llei Fraga»18, la seva història il·lustra el tarannà de la dicta-
dura davant de les manifestacions culturals en català «formal». El permís obtin-
gut per l’empresa, editora del diari Tele / Exprés, incloïa certes condicions: no
s’hi permetia parlar de política ni tampoc no es podia reivindicar ni la llengua
ni la cultura catalanes. Dirigida per Andreu-Avel·lí Artís i Tomàs («Semprònio»,
de nom de ploma), va sofrir una suspensió temporal l’any 1969 i l’any 1970
fou clausurada definitivament.
Fabra –s’ha comentat moltes vegades– havia escrit que les innovacions (lèxi-
ques, sobretot), si al cap de quatre o cinc anys no s’assentaven en la llengua
literària, si no eren ben rebudes, s’haurien de replantejar. I en el diàleg perma-
nent que ell mantenia amb escriptors i periodistes, aquesta dialèctica hauria
estat possible. Però la situació durant el franquisme era molt diferent. El model
ja no es podia contrastar amb la pràctica. Desapareguda la llengua de la vida
pública, no solament no es podia provar cap innovació, sinó que de retruc
es generava una actitud resistencial, conservadora, purista... entre les persones
que, pel seu compte, en cenacles o en cursos clandestins, preservaven l’obra
del Mestre. Sense possibilitat de cultivació de la llengua en els diversos regis-
tres d’ús, només es podia aspirar a conservar una llengua escrita testimonial,
molt respectuosa amb la normativa, tant, que en ocasions anava més enllà dels
desitjos del Mestre. Aquesta tendència ja s’intuïa en el període republicà, i en
són una mostra, per exemple, els exercicis de gramàtica catalana d’Artur Balot,
16
Cf. Benet (1995: 329-443).
17
Boletín Oficial de la Provincia de Barcelona, 4-II-1939; citat a Benet (1995: 266).
18
El 15 de març de 1966 va ser aprovada en sessió plenària a les corts franquistes, la «Ley
de prensa e Imprenta».
182
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que emetia Ràdio Associació, per corregir barbarismes, i els diversos manuals
de divulgació de les normes (v. Solà 1977: 107-109), però adquiriran carta de
naturalesa en la llarga travessia pel desert de la dictadura. Els pocs manuals a
l’abast dels interessats a adquirir els principis normatius de la llengua eren sim-
plificadors i, a còpia de buscar la genuïnitat arribaven a la confusió de regis-
tres i fins i tot a condemnar usos legítims (v. Solà 1977: 130-133).
[...] cada text a revisar constitueix un veritable problema per al corrector català que,
cientment, creu que, havent esguard a l’estat actual de la llengua, no s’ha de limitar a
corregir l’ortografia i les principals faltes de gramàtica, sinó que ha d’atendre àdhuc al
183
ALBERT RICO BUSQUETS
lèxic, a l’ordre dels mots dins la proposició, a la construcció total de la frase, a la substi-
tució d’expressions o maneres de dir poc catalanes per altres de més genuïnes.
[...] i el corrector «es permet» de substituir, de tant en tant, aquells mots i aquelles expres-
sions, correctes, és clar [...], no pas per la pruïja de fer esmenes, sinó perquè davant
la concurrència d’aquelles paraules i d’aquelles expressions, més acostades al castellà,
tem que les darreres no perillin d’ésser bandejades de mica en mica del lèxic sortosament
encara viu, no creiem pas que ningú pugui blasmar-lo al·legant que això és fora de les
seves atribucions, que és excedir-se, o que així encongeix («encotilla») i empobreix el llen-
guatge, com, potser massa sovint, ha estat dit dels correctors (Artells 1969: 26-29).
3. El període democràtic
19
S’ha esmentat moltes vegades el cas de Joan Fuster, que va trobar el seu Nosaltres els valen-
cians, un cop publicat, farcit de llurs que ell no hi havia posat.
184
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185
ALBERT RICO BUSQUETS
premsa, que són tan analfabets com molts dels futurs lectors –si se’ns permet
l’exageració– fa inevitable la presència d’un tercer factor, el dels correctors.
Perquè en el nou diari els correctors hauran de tenir un paper fonamental.
22
Aquest model va durar més o menys fins el 1987, en què Ricard Fité es va incorporar al
diari com a cap d’edició.
186
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pels correctors de l’etapa franquista. També el mateix any 1975 es publica Llen-
gua standard i nivells de llenguatge, de Lluís López del Castillo, que presenta
els diferents «nivells» en què es manifesta una llengua, col·loquial, estàndard
i culte, i defensa que poden existir opcions diverses, igualment vàlides, en un
model lingüístic: no cal dir que aquesta presentació de la llengua fou molt ben
acollida entre els lingüistes joves23.
Mentrestant, la màxima autoritat acadèmica, l’Institut d’Estudis Catalans,
es mantenia en silenci. Sortia d’una època difícil, és cert, però la nova situa-
ció exigia orientacions, decisions. En canvi, el que els professionals dels mit-
jans trobaven era l’enèsima edició del Diccionari de la llengua catalana,
que bàsicament reproduïa el lèxic de feia cinquanta anys, i la gramàtica de
l’any 1918.
23
L’any 1978 apareixeria l’obra fonamental de Gregory, M. i S. Carroll, Language and situa-
tion. Language varieties and their social contexts. Londres: Routledge & Kegan Paul, traduïda al caste-
llà el 1986, que posava en circulació un terme que ha fet fortuna entre els lingüistes, el de «regis-
tre», i estudiava la relació de la llengua amb les circumstàncies d’ús.
24
Posteriorment s’hi anirien afegint Catalunya Música (1987), el Canal 33 (1988), etc.
187
ALBERT RICO BUSQUETS
4. La polèmica heavys-lights25
L’enfrontament que s’havia anat gestant entre les dues maneres d’entendre el
model de llengua per als mitjans de comunicació, a partir de l’any 1976, es
desferma virulentament.
L’article que enceta públicament la polèmica és «Volem una llengua mo-
derna», de Ricard Fité26, i s’anirà desenvolupant en forma d’articles, cartes al
director, etc., al llarg de tota la dècada dels anys 80 (v. Casals 2001, amb
bibliografia exhaustiva). En la polèmica hi participaran, sobretot, escriptors, tra-
ductors, professors d’universitat i assessors lingüístics de mitjans de comunicació
(v. Gec 1992).
Les posicions anomenades light diagnostiquen que enfront del model correcte
del català l’usuari està desconcertat. Se sent insegur i, faltat dels coneixements
i d’un bon referent, passa amb facilitat del castellanisme més flagrant a l’ús
d’arcaismes o mots massa literaris. Es crea així –diuen– una llengua artificiosa,
allunyada de la parla real, de la parla del carrer. Però el que la situació reque-
reix és una llengua moderna, amb diversos nivells, que s’adeqüi als diversos
registres, i la llengua que s’ofereix justament és una barreja de registres. La
causa d’aquesta situació –continuen– és que l’ensenyament del català s’ha
basat durant molts anys en l’evitació de barbarismes i la cerca de la genuïnitat:
ha estat un ensenyament ideològic, «[...] perquè confon el qui l’estudia donant-li
criteris lingüístics basats gairebé exclusivament en la catalanitat, el naciona-
lisme, la pròpia identitat i una separació màxima respecte a la llengua espa-
nyola» (Fité 1982: 24)
La solució que plantegen per construir aquesta «llengua moderna» és
l’elaboració d’un estàndard, el nivell adequat per als mitjans de comunicació,
que es basi en la varietat central barcelonina, que és la de més pes demogràfic
i per tant serà la que arribi a més gent. Proposen que aquest model de llengua
s’acosti a la «llengua del carrer», a la llengua parlada (lògicament, de l’àrea
barcelonina), la qual cosa implica prescindir d’arcaismes i de formes literàries
i dialectals (s’entén: d’altres dialectes que no fossin el barceloní), perquè no
formen part de l’estàndard, i donar entrada a castellanismes arrelats en la
parla. Diu Fité: «és millor fer anar un castellanisme arrelat i sovint insubstituïble,
d’aquells que tenen tradició, que són vius en la nostra parla, que no pas un
25
El «bateig» de les dues posicions cal atribuir-lo, segons sembla, a Joan Barril, des de les pàgi-
nes de la revista El Món. En aquella època s’havien posat de moda els aliments light (baixos en
calories, en greixos), el tabac light...
26
Ricard Fité (1982), Volem una llengua moderna, publicat a la revista «Crònica».
188
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fòssil enterrat fa segles, perdut per sempre, ens agradi o no, per a la llengua
parlada, per més genuí que sigui.» (Fité 1982: 25).
Enfront de la proposta que acabem d’esmentar s’alçaran veus de tots els
àmbits, a favor i en contra. Les posicions contràries es poden resumir en dues
(v. Solà 1987: 159-164). La primera, la dels partidaris del model fabrià tal
com s’havia aplicat fins aleshores (o amb matisos poc importants), que acusa-
ven els light de voler acostar la llengua al castellà, i per tant d’espanyolitzar-la,
de degradar-la, etc.
Aquests arguments eren més aviat resistencials i no encaraven el problema
real, ben detectat pels light: els mitjans de comunicació escrits i audiovisuals exi-
gien una varietat de recursos que el model no estava en condicions de donar.
Ara bé, els anomenats heavy assenyalaven una qüestió evident: la reforma
fabriana de principis de segle no es pot separar de la presa de consciència
nacional (v. supra): Fabra no era només un «tècnic lingüístic», i els light justa-
ment volien apartar el cultiu de la llengua de qualsevol nosa extralingüística.
Això els va valer crítiques furibundes i apassionades. Se’n queixava, amb raó,
Joan Sellent, en un article –que no es va arribar a publicar a cap diari– titulat
significativament «Moros i fabrians»:
27
N’és una mostra l’article signat pel Departament de català de l’Estudi General de Lleida
(1986), publicat a la revista El Món (31-I-1986), titulat significativament «El català, llengua nacio-
nal o idioma municipal?».
189
ALBERT RICO BUSQUETS
Les propostes lingüístiques light van ser exposades també en diverses obres. La
primera, el 1986, de títol significatiu, fou Verinosa llengua, de Xavier Pericay
i Ferran Toutain, amb pròleg de Joan Ferraté. Posteriorment alguns dels lingüis-
tes d’aquesta tendència van formar el Grup d’Estudis Catalans (GEC), que a
part de defensar els criteris exposats més amunt, proposava a l’Institut d’Estudis
Catalans l’admissió d’una llista de paraules que consideraven que havien de
formar part de l’estàndard. Llista que van publicar a El barco fantasma (1982-
1992)28, juntament amb una selecció d’articles apareguts a la premsa sobre la
polèmica entorn del model lingüístic.
La preponderància del corrent light en els mitjans de comunicació era un
fet, i és evident que les seves propostes han configurat el model de llengua
28
La paraula barco, avalada per lingüistes com Coromines, i defensada pels light, no ha estat
acceptada encara pel IEC.
190
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dels mèdia que s’ha consolidat posteriorment. L’intent més agosarat d’aplicar-
les es va produir arran de l’adquisició del Diari de Barcelona, degà de la
premsa continental, per l’ajuntament de la ciutat, que el va cedir a les empre-
ses Zeta i Once, amb la condició que el diari sortís en català. Com a res-
ponsable lingüístic es va contractar un dels autors de Verinosa llengua, Xavier
Pericay.
Com a resultat de la feina de Pericay, representant conspicu del corrent
light, l’any 1987 va aparèixer el primer llibre d’estil per a un diari en català: es
titulava Un model de llengua pels mitjans de comunicació, i en el títol mateix hi
havia la voluntat de transcendir el marc d’una única publicació.
El volumet, de 110 pàgines, conté els apartats convencionals de tots els
manuals d’estil periodístics (principis, criteris informatius, normes de redacció
i estil, convencions, etc.), i una part on s’explica el model de llengua, «La
llengua del diari», de la pàgina 23 a la 43. En l’apartat del model de llen-
gua es reflecteixen fidelment les posicions light (varietat barcelonina, exclusió
d’arcaismes i dialectalismes...), i ja s’adverteix de dues normes especialment
polèmiques que adoptarà de la publicació: l’ús sistemàtic del perfet perifràstic i
la supressió de la preposició composta per a. En l’apartat «Criteris lingüístics
i normes d’ús» es donen els 30 punts que caracteritzen l’opció del diari res-
pecte al model de llengua. N’esmentarem els més significatius: En morfologia
nominal, defensen els plurals femenins de noms d’ofici moderns en –a (advo-
cada millor que advocadessa); opten pels plurals discos, bojos, textos i simi-
lars (enfront de discs, boigs, texts); opten per les formes col·loquials en les com-
binacions de pronoms proclítics o enclítics, si la forma literària no hi coincideix
(coneixe’l, digue’m, anem’s-en; enfront de conèixer-lo, digues-me, anem-nos-
en); la combinació l’hi pot equivaler a l’hi, la hi o li ho; en morfologia verbal,
a part d’optar sistemàticament pel perfet perifràstic, accepten sigut com a par-
ticipi de ser, i valdre (i prevaldre, equivaldre, etc.), al costat de valer, etc., i
sempre usaran pendre (en lloc de prendre); admeten prous, masses i forces en
casos de noms comptables; admeten al + inf. amb valor causal; pel que
fa als relatius, prescindeixen del relatiu possessiu (l’home els vicis del qual...)
i admeten el col·loquial (La sala que els balcons donen...); proscriuen abso-
lutament els possessius llur, llurs, igual que els arcaismes (llista: àdhuc, aital,
ans, car, ço, d’antuvi, de bell antuvi, ensems, hom, llur, manta (adj.), nogens-
menys, per tal com, puix (que), quelcom); prefereixen no obstant a no obstant
això, i donen llistes de mots (poc usuals) que caldrà substituir per una altra
llista (de més usuals). També prefereixen tenir, fer, voler, estar(-se), quedar(-se),
anar a, començar, acabar, haver-hi als sinònims més «literaris (?)» disposar de,
comptar amb, efectuar, realitzar, desitjar, romandre, dirigir-se a, iniciar, ende-
gar, finalitzar, cloure, produir-se.
191
ALBERT RICO BUSQUETS
Molts dels trenta punts que hem esmentat a l’apartat anterior ja formaven part,
en aquells moments, de l’«estil» dels mitjans, i d’altres tipus de publicacions29.
La major formació lingüística de correctors i assessors els feia distingir els diver-
sos registres. El model, amb la sacsejada dels lingüistes light o sense, s’hauria
mogut en aquesta direcció.
El cert és que, llevat de la proposta de suprimir la preposició per a i alguns
altres detalls poc rellevants, podem dir que els criteris del primer manual d’estil
s’han anat reproduint en tots els que l’han succeït (però v. infra), i que el perfet
simple ha deixat el lloc al perifràstic, en la premsa del Principat30, que resulta
difícil trobar al diari paraules com àdhuc, hom, llur, etc., si no és amb una inten-
ció clarament connotada, que al + inf. campa per la premsa de més difusió,
etc., etc. Pel que fa a les propostes d’incloure determinats mots legítims o cas-
tellanismes històrics o arrelats al diccionari normatiu, Ricard Fité (2004) cons-
tata que la primera edició (1995) del IEC recull el 65% dels de les «formes
històricament legítimes» i els «castellanismes històrics» que proposava el llibre
d’estil del Diari de Barcelona l’any 1987: clero, cuidar, desaiguar, melanco-
lia i verdader (formes legítimes), i afició, aficionar-se, aficionat, caldo, carrera,
entrega, entregar i guapo (castellanismes històrics); en total, tretze sobre les vint
proposades.
Tot i que els llibres d’estil posteriors han seguit bàsicament l’estela marcada
pel del Diari de Barcelona, n’hi ha que han aprofundit més en aspectes estilís-
tics, com el d’El 9 Nou o el d’El Punt, o bé han eixamplat generosament la per-
missivitat en el terreny del lèxic, com el de l‘Avui o el d’El Periódico.
29
Per exemple, dels manuals escolars que s’havien començat a editar a finals dels anys 70.
30
No passa el mateix amb el Diari de Balears, publicat a Palma de Mallorca.
192
L L I B R E S D ’ E S T I L D E L S M I T J A N S D E C O M U N I C A C I Ó E S C R I T S E N C ATA L À
Ricard Fité, un dels lingüistes que més han influït en la configuració del
model de llengua de la premsa catalana31, justifica l’admissió de nombrosíssi-
mes paraules no normatives, perquè
«[...] s’intueix que aquests mots ja s’han integrat tan naturalment en la llengua, sense
posar en perill cap dels seus pilars fonamentals, i hi han arrelat tant, que fins i tot pel bé
de la mateixa llengua surt molt més a compte considerar-los catalans, en tant que ja en
formen part, que no pas rebutjar-los en benefici d’unes alternatives que més sovint que no
sembla desvirtuen les tendències evolutives del català actual» (Fité 2004: 35).
31
Membre del Grup d’Estudis Catalans, és autor del Llibre d’estil del diari Avui i coordinador
lingüístic de l’edició catalana d’El Periódico de Catalunya.
32
http://10anys.vilaweb.com/llibreestil/pdf/Llibreestil-v1.pdf
33
Jem Cabanes fou durant molts anys corrector del circuit català de RTVE i en la polèmica sobre
el model de llengua dels anys 80 fou molt crític amb les posicions light.
193
ALBERT RICO BUSQUETS
que no pretén ensenyar als periodistes el que ja haurien de saber (llengua), i que
enllaça amb l’obra de Fabra:
Seguint l’orientació lingüística general d’en Fabra i les propostes raonades que s’hi ins-
piren i la continuen, no senten la necessitat [aquestes pàgines] de qüestionar la bona
feina feta; simplement hi remeten. Això vol dir que parteixen del coneixement d’aquest
model i del designi que el sustenta: el de bastir una llengua estàndard nacional, no pas
regional, apta per a tot el domini lingüístic i aclarida de tota interferència innecessària,
sobretot si en mina el sistema (p. 5).
El llibre d’estil de Vilaweb vol aprofitar les possibilitats del diasistema sense
limitacions; per tant, –diuen– s’enfrontaran amb les interferències lèxiques o sin-
tàctiques pouant en la llengua popular i en les varietats geogràfiques, sense
menystenir tampoc els arcaismes34. El manual es preocupa molt dels aspec-
tes estilístics de la llengua periodística, precisió, concisió, claredat, però sense
sacrificar-hi mai la genuïnitat.
Genuïna [la llengua], que vol dir que es prefereixen, sense apocament, els recursos
propis, sintàctics i lèxics. La genuïnitat contribueix, d’una banda, a la claredat perquè es
basa en l’ús d’un fons comú sedimentat. D’una altra, ja que defuig la promiscuïtat, faci-
lita la univocitat o, si més no, limita l’equívoc. I com que evita la supeditació de la llen-
gua, no solament en manté el marc de referència que potencia la intercomprensió, ans
també coopera a perpetuar-la (cosa important en una llengua petita i assetjada com la
nostra) i a recuperar-la tant com calgui i convingui (p. 6).
34
Recomanen, per exemple, l’ús de la conjunció car, per eixamplar el camp dels connectors
causals.
194
L L I B R E S D ’ E S T I L D E L S M I T J A N S D E C O M U N I C A C I Ó E S C R I T S E N C ATA L À
5. Conclusions
Amb la recuperació dels espais d’ús que havia perdut amb el franquisme, la
llengua catalana es troba, sobtadament, en una situació nova. Noves exigèn-
cies comunicatives impliquen recursos diferents dels usats en el període dicta-
torial. El model del fabrisme encarcarat no podia funcionar, ni en la premsa
diària ni en els mitjans audiovisuals. Moltes de les propostes dels lingüis-
tes light eren ja una realitat en llibres de text, publicacions periòdiques o en
obres literàries (abandó d’arcaismes, preferència per les opcions més acosta-
des a la llengua oral, tant en morfologia com en lèxic).
Ara bé, l’opció per l’acostament a la llengua «del carrer» resulta equívoca.
Si la llengua del carrer és la llengua col·loquial, és evident que en català
no hi havia un estàndard col·loquial; hi havia, això sí, molts carrers i molts
col·loquials interferits. Als lingüistes light se’ls retreia que pensessin en el «seu»
carrer quan parlaven de llengua del carrer, i això vol dir desaprofitar els recur-
sos del diasistema, dels altres carrers.
El model de llengua que s’ensenyava durant el franquisme era resistencial
i basat en els valors patriòtics. No servia, ara. Però, ¿quines conseqüències
podien derivar-se de posar l’accent exclusivament en la funcionalitat de la llen-
gua, i no en la «puresa»? ¿És possible, això, en una situació social en què la
pressió asfixiant de la llengua oficial de l’estat fa que el domini del català trontolli
en tots els àmbits i en tots els individus? Perquè, si es dóna entrada a tota mena de
castellanismes amb l’argument que s’usen en la llengua del carrer, s’elimina len-
tament la diferenciació lèxica entre les dues llengües en contacte, s’abandona la
idea que el català sigui una «llengua independent», com pretenia Fabra. En cas
de dubte, la temptació de recórrer al calc o a la imitació dels recursos de la llen-
gua veïna és inevitable. Al cap i a la fi, si ja hi ha una manera de dir les coses,
de cobrir els buits, de resoldre cada nova exigència –encara que aquesta solu-
ció no sigui genuïna–, ¿per què cal trencar-se el cap buscant-ne una altra? La
resposta, si només tenim en compte el caràcter funcional que ha de tenir la llen-
gua, és òbvia.
En tota aquesta polèmica sap greu que s’hagi oblidat que ja hi havia premsa
escrita abans de la guerra, i molt ben escrita, per cert. Perquè l’eficàcia d’un
text no es pot mesurar en nombre d’«àdhucs» o «llurs»; en aquest sentit, la polè-
mica se centrava excessivament en el terreny lèxic. Un bon grapat d’articles
de Creixells, de Planas, de Soldevila... són perfectament actuals. En canvi,
també és cert que alguns articles del primer Avui eren il·legibles, ja quan
van sortir, però no només perquè els escriguessin amb un model de llengua
inaplicable.
195
ALBERT RICO BUSQUETS
Bibliografia
196
L L I B R E S D ’ E S T I L D E L S M I T J A N S D E C O M U N I C A C I Ó E S C R I T S E N C ATA L À
197
II.
COMUNICACIÓN
Y LIBROS DE ESTILO
Santiago Alcoba (coord.), Ramón Sarmiento, José Manuel Pérez Tornero et al.; ed. Margarita
Freixas, María J. Machuca y José María Perceval, Barcelona, 2009. Publicación electrónica
en http://mediamentor.org/es/publications
ISBN: 978 - 84 - 692 - 3369 - 6
«Every time anyone writes a script for BBC News they are potentially touching
the lives of millions of people – through radio, TV and the Internet. That is the
privilege of working for one of the biggest news organisations in the world.
It brings with it responsibilities. BBC News is expected to set the highest stan-
dards in accuracy, fairness, and impartiality – and in the use of language.
Clear story-telling and language is at the heart of good journalism. This style
guide will help make your journalism stronger and connect better with our
audiences. As my first news editor on a small weekly paper used to say:
“Keep it plain and keep it simple.” It still holds true» (BBC Style Guide Lines).
L
os libros de estilo suponen un esfuerzo para obtener identidad: mantener
un lenguaje correcto, un estilo propio, y construir, de este modo, la figura
singular de un medio.
La «identidad» mostrada y marcada, como hacen los libros de estilo, cons-
tituye un signo de reconocimiento, es decir, un camino hacia la consolidación
199
JOSÉ MANUEL PÉREZ TORNERO
1. El problema:
dificultades y cambios de los libros de estilo actuales
200
TELEVISIÓN Y LIBROS DE ESTILO
-la enorme dificultad con que se encuentran los actuales libros de estilo a la
hora de establecerse como normas operativas en un mundo mediático cada
vez más amplio, más global, y más complejo y diversificado1;
1
Lo que hace que muchos libros de estilo pierdan su capacidad de influencia en lo que
sucede.
2
Al cambiar la situación de comunicación, muchas de las normas que hasta ahora se conside-
raban justificadas y válidas hasta ahora están entrando en cuestión.
3
Abandonar la noción de estilo significaría, tal vez, basar la identidad del medio en cuestio-
nes más amplias y profundas que la mera selección superficial –en el sentido de génesis semiótica–
en que ahora se basan. Abandonar el concepto de libro, quiere decir sustituir el carácter lineal y
escritural de un libro por otros dispositivos operativos más pragmáticos: correctores, depósitos léxi-
cos, sistemas expertos, etc.
4
Queremos decir, mostrar al sujeto emisor, presentarlo ante su público de la manera en que
conscientemente este quiere auto-presentarse.
201
JOSÉ MANUEL PÉREZ TORNERO
Todo ello lo situaremos en el marco del tema que se nos ha propuesto como
origen de este texto sobre televisión y libros de estilo.
Así, nos referiremos, siempre que sea posible, a este tema y observaremos,
fundamentalmente, los cambios que están afectando al medio televisión.
Trataremos, pues, de exponer cómo la televisión convencional está cam-
biando aceleradamente y cómo aparece una nueva televisión más diversifi-
cada, más interactiva y más participada socialmente.
La televisión ya no se emite desde arriba, ya no es sólo la libertad que pro-
porciona el zapping, empieza a ser un tejido complejo de interacciones, de
producción participada, mezcla de la industria más pesada y compleja y, al
mismo tiempo, de la artesanía más elemental.
La nueva televisión se declina en satélite, cable, en código analógico y digi-
tal, en emisión continua o en la interacción que permite Internet; es, a la vez,
global y local; es grande y pequeña.
La nueva televisión es la televisión del pueblo, de la región, la convencional
y la alternativa, el vídeo en el metro, la televisión en las farmacias, los paneles
audiovisuales, el You Tube y la CNN, Al Jazira y la televisión de Gracia o la
202
TELEVISIÓN Y LIBROS DE ESTILO
Los libros de estilo de los medios de comunicación han sido desde su origen un
conjunto heteróclito de normativas lingüísticas, protocolos profesionales, princi-
pios éticos, y, sobre todo, la formulación activa de un estilo propio del medio,
compuesto, pues, por una mezcla de normas sustantivas, comportamentales
(profesionales) y estéticas.
A partir de esta realidad, los libros de estilo han sido y son:
-un elemento clave para lograr construir una imagen específica ante su público,
y, por otro lado,
-Su carácter normativo, que actúa como una especificación de otras normas más
generales y, por tanto, se presenta como norma reglamentaria o secundaria.
-Por otro lado, el carácter que tienen los libros de estilo de conectar y proyectar
las citadas normas como un artificio retórico para la construcción de la propia
imagen del medio, es decir para forjar su propia identidad.
203
JOSÉ MANUEL PÉREZ TORNERO
Fuente general: De un lado, es evidente que buena parte de las indicaciones, normas
y protocolos presentes en los libros de estilo derivan de las convenciones más usua-
les existentes en el uso de un idioma. Se sostienen, se apoyan en otras normas de
índole más general, con las que son congruentes. Esas normas son, por ejemplo,
las normas lingüísticas y las normas periodísticas –que responden en ambos casos
a un proceso de institucionalización formal o informal de sistemas de comporta-
miento. A veces, incluso, muchas de las indicaciones de un libro de estilo y de sus
protocolos son sencillamente redundantes con relación a otras normas pre-existentes.
Fuente particular: Por otro lado, las decisiones y protocolos del libro de estilo se
apoyan en la voluntad específica y propia del medio de dotarse a sí mismo de
una auto-regulación concreta; en este sentido, se trata de un acto normativo, sin-
gular y específico.
204
TELEVISIÓN Y LIBROS DE ESTILO
5
Siguiendo con el razonamiento, el uso concreto que un periodista hace del lenguaje, tanto en
lo que se refiere al sistema lingüístico como al sistema periodístico sería el habla.
6
Cf. como ejemplo de esta secundariedad lo que dice el libro de estilo de Vilaweb (2009: 5-
6): «Però és que, ara i ací, es pot suposar el coneixement de la llengua, oimés quan les generacions
ensenyades en català no es distingeixen pas per un domini de la llengua millor que el de les prece-
dents, privades d’escola catalana? Sigui com sigui, força llibres d’estil de la nostra àrea lingüística
no solament no la suposen, ans n’esbossen models més o menys ajustats al sistema fabrià.
I tanmateix, aquestes pàgines volen suposar-lo, aquest coneixement. Seguint l’orientació lin-
güística general d’en Fabra i les propostes raonades que s’hi inspiren i la continuen, no senten la
necessitat de qüestionar la bona feina feta; simplement hi remeten. Això vol dir que parteixen del
coneixement d’aquest model i del designi que el sustenta: el de bastir una llengua estàndard nacio-
nal, no pas regional, apta per a tot el domini lingüístic i aclarida de tota interferència innecessària,
sobretot si en mina el sistema.
Conseqüentment i per damunt de tot, aquestes pàgines no tenen pas tant la intenció d’abordar
el model o la gramàtica de la llengua, com la d’oferir uns criteris estilístics: redaccionals, termino-
lògics, tipogràfics..., que dibuixin el perfil de la llengua periodística que es gesta a VilaWeb. Això
205
JOSÉ MANUEL PÉREZ TORNERO
En este sentido, si aceptamos que la lengua es una semiótica y que, por otro
lado, el conjunto de estándares periodísticos comúnmente asumidos dentro de
la profesión periodística, adopta también el carácter de una semiótica –aunque
orientada a la praxis–, entonces podemos afirmar que los libros de estilo son
una semiótica segunda que se superpone a dos semióticas previas. Es decir,
que cumplen la función que Lotman veía en una cultura: la de operar como un
significado segundo, o una semiótica segunda con respecto a otra que consi-
deraremos básica.
Es preciso retener este carácter de los libros de estilo como semióticas
segundas, si queremos comprender la magnitud de los cambios que el nuevo
entorno comunicativo está imprimiendo en las competencias semióticas y en la
praxis de los diferentes actores en el mundo actual.
no priva, certament, que alguns aspectes de llengua, especialment vulnerables o confusos, hi siguin
recordats, amb el propòsit de seguir i prosseguir el model fabrià sense servilismes, però també
sense renúncies. La fita que aquests apunts s’imposen és de cercar uns patrons redaccionals, estilís-
tics, i lingüístics, generals i coherents; tan generals, que hi cabés tota la llengua genuïna, i tan cohe-
rents que no detonessin. Uns patrons que fossin prou còmodes perquè els redactors de VilaWeb s’hi
trobessin a pler, i prou rigorosos perquè no en sofrís la qualitat d’una llengua clara, feta de precisió
i concisió, i genuïna; i que fos, essencialment i sobretot, obra dels redactors que hi participen.
Clara, que vol dir intel·ligible. Doncs bé, la intel·ligibilitat està en l’ordre expositiu. Una informa-
ció ordenada, amb tots els elements que en formen part ben travats i relacionats, val a dir: sintàcti-
cament ben cenyits, generalment serà clara. En canvi, una redacció desordenada, confusa, no ho
serà gairebé mai, tant se val que la sintaxi sigui elemental, i el lèxic, ínfim. Ara, l’ordre emana, en
primera instància, de l’esperit del redactor: no hi ha manera d’expressar clarament una idea o una
percepció confusa. Tan sols una idea clara té possibilitats d’expressar-se meridianament.
Feta de precisió, que vol dir exacta en els termes, en les frases i en l’ordenació d’aquestes
frases. Un terme ambigu, vague o massa genèric perjudica la precisió i, de retop, la claredat d’un
text. I no diguem una frase o un període ambigus. És allò del pa, pa i el vi, vi. Aquesta precisió ha
d’ésser necessàriament crítica del desgavell de sinònims en cadena que prodiga el discurs informa-
tiu dels nostres dies, perquè és sovint confusionari i frivolitza la llengua i... la comunicació>.
206
TELEVISIÓN Y LIBROS DE ESTILO
Así pues, el Libro de estilo actúa, al mismo tiempo, como escenario o meca-
nismo de la intervención del sujeto de la enunciación y, a la vez, como un ope-
rador pragmático de formulación –si se quiere parcial e informal– de lo que se
denomina el contrato enunciativo y, más ampliamente, contrato comunicativo. Estos
dos fenómenos lógicamente van unidos, pero deberían estudiarse por separado.
Consideremos la presentación de uno mismo por parte del medio.
Generalmente, se realiza mediante decisiones de tipo enunciativo. Por ejem-
plo, considerando que el enunciador se presenta en el discurso, instituye un
punto de vista, y sitúa al destinatario o enunciatario en el otro extremo de la rela-
ción. Es éste un fenómeno básicamente formal.
Pero lo hace también de forma narrativa. En ese caso, el medio se suele
presentar en los libros de estilo como un actante semiótico cuya misión le ha
sido encomendada por un destinador superior y que tiene que conseguir un fin
determinado u objeto.
En ese caso, las reglas que presenta el Libro de estilo son como el debe ser
derivado de la misión asumida, pero, a la vez, las reglas que el sujeto mismo
acepta en su camino hacia la realización.
Obviamente, este fenómeno de narrativización discursiva viene acompañado
de un fenómeno de investidura semántica, que hace que un actante concreto,
pueda cargarse de objetos de valor o de atributos precisos: defensor de la cali-
dad, del respeto al pluralismo, de la equidad, de la identidad de un pueblo, etc.
El libro de estilo se presenta pues, como un código que el medio asume
para el cumplimiento de su misión –encomendada por un destinatario que no
aparece– y que se constituye como una herramienta para cumplir su tarea.
Encontraremos muchos tipos de misiones que subyacen en los distintos libros
de estilo. Hay relatos, por ejemplo, el de la BBC, que pretende sostener el buen
inglés en el mundo, el de Canal Sur, que busca construir un acento andaluz que
rompa con la imagen de vulgaridad, o el de TV3.
Pero lo singular es que este carácter de código que asume el sujeto por sí
mismo y que, de hecho, sólo depende de la misión que le ha encargado su des-
tinatario, se convierte, desde su publicación, en un código que pretende regular
las expectativas del receptor y que, por tanto, construye el código comunicativo.
Para entender con claridad el fenómeno que queremos mostrar, no basta, segu-
ramente, con hablar de enunciación –fenómeno que se da siempre dentro del
texto y que tiene un carácter formal básico–, sino que tendríamos que relacio-
207
JOSÉ MANUEL PÉREZ TORNERO
Veamos algunos ejemplos concretos que nos podrán sobre la pista de lo que
queremos manifestar.
Sea el caso de un libro de estilo de televisión, Canal Sur. En su conjunto,
en el libro de estilo de este medio se fijan normas lingüísticas, periodísticas y
hasta éticas.
Atendamos a las lingüísticas primero. Canal Sur habla de los estilos de pro-
nunciación y de los rasgos que presentan las distintas formas dialectales del
castellano en su variedad andaluza. Se declara abierto a todas las modalida-
des del español, pero pone dos condiciones: que sean inteligibles y que no se
alejen demasiado del estilo formal –alejarse del estilo coloquial es una obsesión
para el Libro de Estilo de Canal Sur. Propone que cuando el habla empleada
sea la andaluza, los profesionales se alejen lo más posible de lo «popular, de
lo coloquial y de lo vulgar». Esta obsesión por que el andaluz no se identifique
con lo vulgar y chabacano –además de revelar la existencia de una inseguri-
dad reactiva, probablemente fruto de haber interiorizado la ecuación andaluz =
208
TELEVISIÓN Y LIBROS DE ESTILO
vulgaridad– supone de hecho una elección –por otro lado, poco precisa– entre
estilos de pronunciación y de sintaxis que en teoría apoyan el pluralismo lin-
güístico, pero que en esencia, vienen a imponer una normatividad más restric-
tiva a los estándares del español. De hecho, este procedimiento sintoniza con
lo que en el prólogo se constituye como la finalidad suprema del Libro de estilo
de esa televisión: «una buena referencia para promover el uso debido del len-
guaje audiovisual en la televisión andaluza»7. Y, también para promover una
identidad andaluza «alejada de los tópicos y los estereotipos».
Vemos, pues, cómo el Libro de estilo se postula como norma respetuosa e
otras normas, pero, a la vez, se convierte en instrumento para formular normas
específicas que, en este caso, no buscan sólo identificar al medio sino, incluso,
contribuir mediante la normativización del idioma a la construcción de una
identidad.
Tomemos otro ejemplo del Libro de Estilo de El País. Las páginas que el Libro
de estilo del El País dedica al uso de la lengua podrían categorizarse en dos
grandes ámbitos. Uno de ellos es sencillamente un recordatorio de las normas
de la gramática y de la sintaxis que bien pudieran ser sostenidas por la Acade-
mia de la lengua o bien, pudieran ser el fruto de alguna consulta realizada
a esas normas, algo así como la jurisprudencia de las normas académicas. En
este sentido, coincide con buena parte de las propuestas realizadas por el libro
de estilo de Canal Sur: estamos ante un caso de referencia a normas externas,
preexistentes, cuya mención tiene, en todo caso, una función pedagógica,
interpretativa, como máximo.
Otras, sin embargo, pertenecen al espacio, menos convencionalizado y
más ambiguo de lo que Coseriu llamó norma –es decir, a medio camino entre
la lengua y el habla.
Por ejemplo, el uso dentro del castellano de palabras que provienen de otro
idioma ibérico o hispánico. El País reclama, en estos casos, que los nombres de
instituciones en lengua vernácula sean traducidos al castellano. Sin embargo,
plantea algunas excepciones en función de la institución o del idioma.
Obviamente, este uso no puede deducirse de las normas de la Academia, ni
tampoco puede encontrar su justificación en una exigencia proveniente de una
exigencia comunicativa basada en el concepto saussureano de lengua. Más bien
pertenecen a un proceso de decisión y de convención realizado por El País.
Se trata, sin duda, de una elección convencional por parte de El País que
no responde más que a un acto de voluntad singular, fundamentado en esa
misma voluntad –y, a su vez, este acto de voluntad sólo puede ser entendido en
un macroacto de afirmación de un estilo como rasgo identificatorio del propio
7
Libro de Estilo de Canal Sur, pág. 7.
209
JOSÉ MANUEL PÉREZ TORNERO
210
TELEVISIÓN Y LIBROS DE ESTILO
3.1. Hipótesis
Mis hipótesis al respecto del cambio que se avecina en los libros de estilo son
las siguientes:
A) que esta normatividad identificativa, que expresan los libros de estilo, y sus
consecuencias para la fijación de contratos comunicativos con sus receptores
entran en crisis en esta nueva etapa de la comunicación mediática actual.
C) Que, al mismo tiempo, muchas de las finalidades que persiguen los actua-
les libros de estilo se cumplirán mediante herramientas informáticas: correcto-
res, selectores léxicos, organizadores de información, visualizadores, sistemas
expertos discursivos, etc. Es decir, todo un sistema de inteligencia textual que
sustituirá paulatinamente a las normas de estilo.
211
JOSÉ MANUEL PÉREZ TORNERO
Esto hará, desde mi punto de vista, que muchos de los estilos de los libros de
estilo mediáticos, valga la redundancia, deban reformularse y que la función
de normatividad segunda que presentaban tenga que alterarse y buscar funcio-
nalidad en otro tipo de estrategias y acciones.
Todo lo cual es afirmar que, en la medida en que el nuevo marco comuni-
cativo está cambiando, y se están tejiendo nuevas formas de expresión y de
interacción, es el estilo y más el estilo identificatorio lo que está estallando en
mil pedazos y, por tanto, es la misma figura de los libros de estilo la que entra
en cuestión.
Intentaré mostrar todo esto en mi análisis –aunque considerándolo sobre
todo una reflexión provisional y sometida al examen de una discusión más
amplia. Ahora bien, pese al cuestionamiento de los libros de estilo, inten-
taré rescatar aquello que me parece esencial de la función que cumplen y
tendrán que cumplir en el futuro estos libros de estilo –o lo que quede de
ellos– y otros mecanismos que tendrán que añadirse a los libros de estilo
tradicionales.
8
«Whenever computer-mediated communcation technology becomes avalaible to people any
where, they inevitable build virtual communities with it, just as microorganiss inevitable create colo-
nies» (H. Reinholt, 1994: 6).
212
TELEVISIÓN Y LIBROS DE ESTILO
9
Nos estamos refiriendo a la profunda transformación que los cibermedios están imponiendo
en el periodismo. Es probable, por ejemplo, que, con Internet, la información periodística habitual
se vaya entrelazando cada vez más profundamente con un diálogo establecido entre usuarios con
intereses temáticos semejantes y que producen colectivamente un discurso que ya no es meramente
213
JOSÉ MANUEL PÉREZ TORNERO
informativo. Esto tiene que ver con el hecho de que la información está íntimamente ligada a una
determinada situación enunciativa en que el sujeto de la enunciación, por así decirlo, revela o des-
cubre un elemento de la realidad al enunciatario que éste no conocía de antemano. En cambio,
en una conversación comunitaria la posición del enunciador varía constantemente y, por tanto, el
punto de vista y también el mismo hecho de descubrir o no la realidad.
10
Se podría discutir mucho sobre la «importancia» del lenguaje oral en la televisión y su rela-
ción con el de la imagen... Lo que queremos decir es lo que los operadores y programadores del
medio saben con completa certeza: que la imagen es consustancial a la televisión, que sin ella se
pierden posibilidades expresivas y se frustran las expectativas de los públicos.
11
De hecho, la cuestión de la iconicidad de los signos o su carácter simbólico, o dicho de otro
modo, su carácter convencional o su carácter analógico han dominado y dominan buena parte de
la filosofía de la significación y de la teoría semiótica.
214
TELEVISIÓN Y LIBROS DE ESTILO
12
El consumo medio está en 217 minutos días por habitante en España. Los mayores de 65
años consumen una media de 306.
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JOSÉ MANUEL PÉREZ TORNERO
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TELEVISIÓN Y LIBROS DE ESTILO
Y, por otro lado, incluso es cada vez más frecuente en España que las televisio-
nes públicas –pese a que muchos de sus principios les obligaban a no hacerlo–
subcontraten buen parte de las emisiones de tipo periodístico. El papel del libro
de estilo se queda pues en papel mojado en la mayoría de las ocasiones.
El nuevo estilo de consumo mediático contribuye también al desdibujamiento
de estilo propio de cada medio. Los espectadores han perdido, salvo mino-
rías, la fidelidad y la lealtad a las cadenas. Tanto el zapping, como el estilo
errante de programación de muchas cadenas ha tenido como consecuencia la
pérdida de confianza mutua entre emisor y receptor y, de ahí, el deterioro de
la lealtad mutua. Los operadores programan sin respeto a los hábitos y costum-
bres de la audiencia13; y los espectadores no prevén su consumo en función de
las cadenas, sino de los programas. Nadie está sujeto a casi ninguna expecta-
tiva previa y, por tanto, el margen de libertad y de azar crece. Las previsiones
se hacen más difíciles y la funcionalidad de un estilo –entendido como contrato
con la audiencia– se pierde. ¿Para qué entonces los libros de estilo?
De hecho nada sería más descorazonador hoy en día que proceder al
examen de la programación y del discurso de una cadena de televisión a partir
de los criterios que fija su libro de estilo. Se podría comprobar que las normas
estilísticas no son más que una retórica huera y vacía en un mundo práctico que
se mueve por otros principios.
No todo esto se debe en exclusiva a la explosión de cadenas y de conteni-
dos en televisión. De hecho, la desregulación que supone la pérdida de valor
de los libros de estilo es coincidente con la desregulación que se ha producido
con respecto a la legislación sobre televisión. La privatización de buena parte
del espacio radioeléctrico ha permitido la aparición de operadores que conside-
ran que la única relación contractual que pueden mantener con las audien-
cias es la explotación de la plusvalía que les permite el mercado. Los conteni-
dos de televisión tienden en este contexto a presentarse como mera mercancía
cuya función no va más allá que la de servir de pretexto a la inserción de la
publicidad y, de este modo, lo que se está disolviendo es el carácter comuni-
cativo y relacional del medio.
Sólo las televisiones públicas con la misión especial que reciben del sistema
político tienen que afirmar su imagen y tienen que identificar un campo de com-
promiso con los espectadores. Pero, también en ellas, los libros de estilo pier-
den funcionalidad y alcance. Y también las contradicciones que imponen la
13
El éxito de la contraprogramación que pasa por hacer imprevisible el horario de emisión de
un programa determinado y someterlo a los vaivenes ocasionales y a la competencia más salvaje
han contribuido en buena parte a la pérdida de confianza de las audiencias en las cadenas. La
contraprogramación expresaba también un desprecio de las cadenas por el espectador.
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JOSÉ MANUEL PÉREZ TORNERO
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TELEVISIÓN Y LIBROS DE ESTILO
4. Conclusiones
Referencias bibliográficas
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JOSÉ MANUEL PÉREZ TORNERO
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Santiago Alcoba (coord.), Ramón Sarmiento, José Manuel Pérez Tornero et al.; ed. Margarita
Freixas, María J. Machuca y José María Perceval, Barcelona, 2009. Publicación electrónica
en http://mediamentor.org/es/publications
ISBN: 978 - 84 - 692 - 3369 - 6
C
ada vez son menos los usuarios del español que dudan sobre quién o
quiénes dictan la norma de uso. Mucho más que los diccionarios, las
gramáticas y los libros de ortografía, hoy en día las verdaderas guías de
uso del español actual son los manuales de estilo, y la mayor parte perte-
necen a los medios de comunicación, es decir, a la prensa, tanto escrita como
oral; manuales que, en muchas ocasiones, están redactados o supervisados
por expertos en la lengua, y en los demás casos están copiados de los pri-
meros. Así, pues, cualquier persona que se aproxime al estudio del español
deberá tener muy en cuenta el uso que de este se hace en la prensa y deberá
consultar los libros de estilo de periódicos, emisoras de radio y canales de tele-
visión, en los que encontrará resueltas muchas de las dudas que se irá plan-
teando a medida que avance en su conocimiento. Hay que tener presente que
los verdaderos maestros del español son los medios de comunicación, que se
encargan de difundir los nuevos usos de la lengua; hasta tal punto es evidente
ese papel de la prensa que la Real Academia Española, al redactar la última edi-
ción de su diccionario (22.ª, 2001), utilizó los textos de la prensa como referen-
cia y les dio la misma importancia, o quizás más, que a los textos surgidos de las
plumas de los grandes escritores.
Los medios de comunicación pueden salir hacia el público, cosa que no
puede hacer un ciudadano normal, y por lo tanto esos medios de comunica-
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LOS MANUALES DE ESTILO EN LAS AGENCIAS DE PRENSA
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LOS MANUALES DE ESTILO EN LAS AGENCIAS DE PRENSA
más atentos y aficionados a las cuestiones del uso del idioma. Y antes de llevar
los originales a la imprenta hubo varias reuniones para corregir, añadir o supri-
mir, para sugerir o para rectificar, hasta llegar al texto definitivo, cuyos primeros
2.000 ejemplares salieron el 22 de diciembre de 1978. Es curioso constatar
que, por coincidencia de fechas, es muy probable que al mismo tiempo, tam-
bién en Madrid, alguien o algunos estuvieran preparando la que sería la pri-
mera edición del Libro de Estilo del diario El País.
La segunda edición del Manual de Estilo de la Agencia Efe apareció en
1980 y su principal diferencia con la precedente es la ampliación del capítulo
titulado «Sobre léxico» gracias a la autorización de Manuel Seco, de la Real
Academia Española, para emplear libremente su Diccionario breve de dudas
de la lengua española.
Luis María Ansón, en la presentación del libro titulada «Palabras prelimi-
nares», explica cómo sigue su proyecto de trabajar en pro de la unidad del
español: «Los servicios de la Agencia Efe llegan hoy instantáneamente a los
teletipos de los principales periódicos impresos, hablados y audiovisuales del
mundo hispánico. Por primera vez existe un instrumento capaz de evitar el colo-
nialismo al que tradicionalmente estaba sometida nuestra lengua por las gran-
des agencias estadounidenses en los medios de comunicación iberoamerica-
nos. Este Manual de Estilo ha sido un primer paso para crear en la Agencia Efe
un ‘Departamento del Español Urgente’, del que formarán parte académicos y
catedráticos. Se trata de dar respuesta inmediata a las dudas sobre expresio-
nes, palabras y nombres propios, evitando a tiempo que se generen los angli-
cismos. La fuerza de la prensa, y sobre todo de la radio y la televisión es tan
grande que se hace necesario divulgar con rapidez el término correcto».
Y ese Departamento de Español Urgente (DEU) que Ansón anunciaba en la
segunda edición del Manual comenzó a funcionar el mismo año de 1980, en
octubre, y los filólogos que comenzamos a trabajar en la labor diaria de lec-
tura y corrección de las noticias y en la atención a las consultas que nos llega-
ban por teléfono y por el teletipo, nos encontramos con esa segunda edición
como principal herramienta de trabajo.
Además del equipo de filólogos dedicados a las tareas diarias del Depar-
tamento, Ansón fundó un Consejo Asesor de Estilo formado por cuatro miem-
bros de la Real Academia Española (Fernando Lázaro Carreter, Manuel Alvar,
Antonio Tovar y Luis Rosales) y el secretario general de la Asociación de Acade-
mias, el académico colombiano José Antonio León Rey; equipo que se reunía
periódicamente en la agencia para supervisar el trabajo del Departamento de
Español Urgente, dictaminar sobre asuntos de dudosa resolución, y establecer
una vía de contacto permanente entre la Real Academia Española, la Asocia-
ción de Academias de la Lengua Española y la Agencia Efe.
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ALBERTO GÓMEZ FONT
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LOS MANUALES DE ESTILO EN LAS AGENCIAS DE PRENSA
ción titulada «Un manual al día del español urgente» explica: «En el año de
su cincuentenario, Efe ha tenido el honor de que un miembro de su Comisión Ase-
sora de Estilo, don Manuel Alvar, haya sido elegido director de la Real Acade-
mia Española. En el homenaje íntimo que la agencia ofreció a sus asesores con
tan grato motivo, el director de la Real Academia Española ponderó el caudal
idiomático del que la agencia dispone diariamente y resaltó su importancia en
la tarea unificadora de la lengua. Elogió el trabajo diario de los filólogos del
Departamento, ‘que son mucho más rigurosos que nosotros’, y se felicitó de la
colaboración entre la Academia y la Agencia Efe...».
Las cuatro siguientes ediciones (6.ª, 7.ª, 8.ª y 9.ª) más que ediciones fueron
nuevas tiradas de la 5.ª edición, pues no fueron retocadas en lo más mínimo.
La decisión de reimprimirlas no fue de Efe, sino de Ediciones Cátedra.
La décima edición del Manual de Español Urgente salió en 1994, y sus
consejos y advertencias se pusieron al día con la edición del Diccionario de la
Real Academia, aparecida en 1992. Se añadió un capítulo sobre la lengua
hablada en el que se advierte sobre la pronunciación, dirigido al servicio de
televisión de la agencia; se ampliaron los capítulos de siglas, gentilicios dudo-
sos, los términos del lenguaje económico, y se pusieron al día la ortografía
correcta y la transcripción de los políticos y dirigentes de los países que no
usan el alfabeto latino, lista que hubo de ampliarse con todas las repúblicas
que antes formaban parte de la Unión Soviética y de Yugoslavia.
El entonces director de información de la Agencia, Carlos González Rei-
gosa, dice en el prólogo: «En el propósito de mantener la unidad del idioma
los medios de difusión han de desempeñar un papel fundamental, y el Depar-
tamento de Español Urgente trabaja con esa intención. A tal fin solicita la cola-
boración de cuantos trabajan en la agencia, no sólo aceptando estas reco-
mendaciones, aunque resulten discutibles –más vale un mal acuerdo que el
desacuerdo y la dispersión totales–, sino haciéndoles llegar advertencias y pro-
puestas, en la seguridad de que serán inmediatamente atendidas. Esta invita-
ción se extiende a todos los profesionales de la información, tanto de nuestro
país como de América, que se sientan interesados por la mejora y unidad del
español en las comunicaciones, empresa que, desde la fundación del departa-
mento, constituye uno de los principales objetivos de Efe».
La undécima edición del Manual de Español Urgente, aparecida en 1995,
fue fruto de una revisión muy minuciosa de la anterior, y también de todos los
manuales y libros de estilo que habían ido apareciendo, de los que se tomaron
algunas recomendaciones y datos que ayudaron a completar nuestro libro.
Después volvió a suceder lo que ya ocurrió con las ediciones sexta, séptima,
octava y novena, es decir, que Ediciones Cátedra hizo una nueva tirada de
la undécima y la llamó duodécima edición corregida y aumentada, cuando lo
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ALBERTO GÓMEZ FONT
único que cambió fue ese número, de once pasó a doce, y el año de edición,
que de 1995 pasó a 1998. También estas pequeñas o no tan pequeñas anéc-
dotas forman parte de la historia de los manuales de estilo.
Y como lo más fácil es caer en la inercia, la edición decimotercera, apa-
recida en el 2000, que sí fue el resultado de la revisión y actualización de la
anterior, tuvo un descendiente clónico que se llamó edición decimocuarta y que
no contiene más cambio que ese: el número ordinal de edición.
En febrero del 2004 salió a la calle la edición número quince; esta vez sí
se trataba de una revisión y puesta al día de la edición anterior, teniendo en
cuenta la última edición, vigesimosegunda, del Diccionario de la Real Acade-
mia Española, así como algunos de los adelantos del Diccionario Panhispánico
de Dudas que la Academia muestra en su página de Internet.
Y en la última edición, la decimoséptima (17.ª), ya no figura como autor la
Agencia Efe, sino la Fundación del Español Urgente, creada en el 2005 por el
actual presidente de la agencia, Álex Grijelmo, sobre la estructura del anterior
Departamento de Español Urgente.
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LOS MANUALES DE ESTILO EN LAS AGENCIAS DE PRENSA
El acuerdo necesario
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ALBERTO GÓMEZ FONT
par de ese círculo vicioso. Hojeando el libro de estilo más reciente, el del diario
Perfil de Buenos Aires, pude comprobar que había partes copiadas al pie de
la letra del Manual de Español Urgente y, sin embargo, cosa por demás muy
habitual, no hay ninguna mención a nuestro libro en los dos párrafos en los que
se enumeran los libros consultados para la confección del suyo.
Esa constatación y el hecho de que ya en algunas ocasiones, en congresos
y seminarios, se hubiese mencionado la necesidad de un acuerdo, de un libro
común para todos los medios de comunicación en español, fue el origen del Pro-
yecto Zacatecas, presentado por Álex Grijelmo, periodista del diario El País y el
autor del presente artículo en abril de 1997 en el I Congreso Internacional de la
Lengua Española «El español y los medios de comunicación», en la ciudad mexi-
cana de Zacatecas. Los textos de la presentación se pueden leer en la página
de Internet del Centro Virtual Cervantes, en los siguientes enlaces:
http://cvc.cervantes.es/obref/congresos/zacatecas/prensa/proyectos/morenode.htm
http://cvc.cervantes.es/obref/congresos/zacatecas/prensa/proyectos/gomezfon.htm
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LOS MANUALES DE ESTILO EN LAS AGENCIAS DE PRENSA
incluso de ser partícipe, ocasiones que creo también interesante recordar hoy
aquí: en 1990 se celebró en Madrid un congreso internacional organizado
por la Agencia Efe y titulado El español en las agencias de prensa, y revisando el
libro de actas, publicado en 1991, vi que entre las conclusiones-intenciones
finales había una en la que se recomienda la elaboración de un libro de normas
de redacción que sirva para todas las agencias de prensa que redactan noti-
cias en español.
También comenté en Zacatecas que en 1992, en el Congreso de la Lengua
Española que se celebró en Sevilla y que fue el embrión del de Zacatecas, en
la sección dedicada a «La lengua española y la prensa escrita», Milagros Sán-
chez Arnosi presentó un «Informe sobre los libros de estilo» (puede verse en:
http://cvc.cervantes.es/obref/congresos/sevilla/comunicacion/ponenc_
arnosi.htm) y dijo que sería deseable una total puesta en común de todos los
periódicos que han elaborado un libro de estilo, con el fin de unificar crite-
rios, mejorar la prensa en la lengua escrita, contribuir de manera conjunta al
decoro del idioma y, en definitiva, a una mejor competencia lingüística. En esa
misma sección del congreso, Clara Eugenia Lázaro Mora, entonces correctora
de estilo del diario ABC y coautora de la primera edición del Libro de Estilo de
ese periódico y de la última del de El País, solicitó la ayuda y colaboración de la
Real Academia Española y pidió que esa institución llevase cuanto antes a
la práctica su idea de reunirse con los medios de comunicación para elaborar
entre todos, y bajo su coordinación, un conjunto de normas periodísticas espe-
cíficas para el lenguaje periodístico, es decir, un Manual para todos los medios
de comunicación españoles y, si es posible, también hispanoamericanos. (Sus
palabras están en: http://cvc.cervantes.es/obref/congresos/sevilla/comuni-
cacion/mesaredon_lazaro.htm). Y yo me atreví, en ese mismo congreso de
Sevilla, a proponer (según consta en: http://cvc.cervantes.es/obref/congre-
sos/sevilla/comunicacion/mesaredon_gfont.htm) la elaboración de un cóctel
en el que los ingredientes fuesen todos los manuales y normas de redacción
periodística existentes, que, una vez bien mezclados en la coctelera, diesen
como resultado una mezcla homogénea que sirviese para unificar criterios y
evitar la dispersión y la fragmentación del español periodístico.
Y en esas dos primeras ocasiones, en 1990 y en 1992, ocurrió, como
tantas otras veces en situaciones semejantes, que las conclusiones-intenciones-
proyectos con los que se clausuran los congresos, nunca llegaron a ser una rea-
lidad. Pero afortunadamente se cumplió el dicho y a la tercera fue la vencida, y
el proyecto presentado en Zacatecas dio algunos pasos durante 1997, 1998
y 1999 y consiguió algo necesario para que estas cosas funcionen: dinero.
En la bibliografía que presentamos en Zacatecas había 163 obras, entre
diccionarios generales, diccionarios de dudas, léxicos especializados, libros
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ALBERTO GÓMEZ FONT
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LOS MANUALES DE ESTILO EN LAS AGENCIAS DE PRENSA
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ALBERTO GÓMEZ FONT
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LOS MANUALES DE ESTILO EN LAS AGENCIAS DE PRENSA
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ALBERTO GÓMEZ FONT
Agencia Efe (2004): Manual de español urgente, 15.ª ed., Madrid: Cátedra.
Agencia Efe (2007): Manual de español urgente, 17.ª ed., Madrid: Cátedra.
Agencia Reuters (1995): Manual de Estilo de la Agencia Reuters, 2.ª ed., a
cargo de Alberto Arévalo, Miami: Reuters.
Agencia Télam (1984): Normas de estilos periodísticos, Buenos Aires: El
Coloquio.
Agencia Télam (s. f.): Manual de Estilo [apuntes impresos de ordenador], Buenos
Aires.
Agencia Venpress (1991): Manual de Estilo, Caracas: Venpres.
Ansón, Luis María (1978): «Introducción» al Manual de estilo de la Agencia
Efe, 1.ª ed., a cargo de Fernando Lázaro Carreter, Madrid: Agencia Efe.
Ansón, Luis María (1980): «Palabras preliminares», en Manual de estilo de
la Agencia Efe, 2.ª ed. ampliada, a cargo de Fernando Lázaro Carreter,
Madrid: Agencia Efe.
Associated Press (1996), Manual de Técnicas de Redacción Periodística, a
cargo de Jorge Covarrubias, Nueva York: Associated Press.
ECO Latinoamérica (s. f.): Borrador de Manual de Técnica y Estilo, Miami:
ECO-Buró de Asignaciones.
Gómez Font, Alberto (1992): «La lengua española y los medios de comunica-
ción. La lengua española y la prensa escrita» (contribución en una mesa
redonda), http://cvc.cervantes.es/obref/congresos/sevilla/comunicacion/
mesaredon_gfont.htm).
Gómez Font, Alberto (1997): «El español y los medios de comunicación»,
I Congreso Internacional de la Lengua (Zacatecas), http://congresosdela-
lengua.es/zacatecas/ponencias/prensa/proyectos/gomezfont.htm.
González Reigosa, Carlos (1994): «Prólogo» a Agencia Efe, Manual de espa-
ñol urgente, 10.º ed., Madrid: Cátedra.
Grijelmo, Álex (1997): «Presentación», en I Congreso Internacional de la Lengua
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Lázaro Carreter, Fernando (1993a): «Prólogo» al Libro de Estilo de ABC, Bar-
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Lázaro Carreter, Fernando (1993b): «Prólogo» a Salvador Mendieta, Manual
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Lázaro Mora, Clara Eugenia (1992): «La lengua española y los medios de
comunicación. La lengua española y la prensa escrita» (contribución en una
mesa redonda), http://cvc.cervantes.es/obref/congresos/sevilla/comuni-
cacion/mesaredon_lazaro.htm).
Martínez Albertos, José Luis; y Luisa Santamaría Suárez (1996): Manual de estilo,
Indianápolis: Instituto de Prensa de la Sociedad Interamericana de Prensa.
236
LOS MANUALES DE ESTILO EN LAS AGENCIAS DE PRENSA
237
Santiago Alcoba (coord.), Ramón Sarmiento, José Manuel Pérez Tornero et al.; ed. Margarita
Freixas, María J. Machuca y José María Perceval, Barcelona, 2009. Publicación electrónica
en http://mediamentor.org/es/publications
ISBN: 978 - 84 - 692 - 3369 - 6
INFORMACIÓN RADIOFÓNICA:
REDACCIÓN, LOCUCIÓN Y
MANUALES DE ESTILO
Juan José Perona Páez
Universitat Autònoma de Barcelona
Introducción
L
os periodistas que desarrollan su labor informativa en las emisoras pertene-
cientes a las principales cadenas de radio españolas disponen de manua-
les de estilo, aunque es bien cierto que buena parte de ellos, incluidos los
que en algún momento de su trayectoria profesional han desempeñado tareas
de responsabilidad en el seno de las redacciones, no saben de su existencia.
Esta circunstancia minimiza considerablemente el importante papel que, pese
a su necesidad de actualización, tienen los libros de estilo en el terreno de la
comunicación informativa radiofónica, en tanto que, dada la especificidad del
medio, se consagran como instrumentos de una gran riqueza para construir el
sonido propio de cada emisora, para personalizar las noticias, y, sobre todo,
para generar ese contacto directo, caliente y mágico con el receptor que no
consigue lograr ninguno de los otros medios de comunicación tradicionales. El
desconocimiento generalizado de los libros de estilo entre los integrantes de
las redacciones no ha impedido, sin embargo, que los informadores se hayan
habituado a la particular forma de construir y verbalizar las noticias que domina
en la empresa para la que trabajan, llegando a unificar casi automáticamente
criterios semánticos (uso de determinadas palabras, modos de citar las fuentes,
fórmulas de actualización, etc.) y estéticos (entonación, ritmo, actitud, etc.).
238
INFORMACIÓN RADIOFÓNICA: REDACCIÓN, LOCUCIÓN Y MANUALES DE ESTILO
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J U A N J O S É P E R O N A PÁ E Z
Entre los factores que más directamente influyen sobre el objeto que nos
ocupa, Balsebre apunta los siguientes: a una distinción más explícita entre infor-
mación y opinión, una mayor credibilidad; a un trabajo más riguroso de las fuen-
tes informativas, una mayor credibilidad; a una información más actual e inme-
diata, una mayor credibilidad; a una información más clara y con el mínimo de
errores sonoros y vocales, una mayor credibilidad (Balsebre, 1994: 41). Como
puede apreciarse, estamos ante un concepto sumamente complejo, aunque de
una gran trascendencia en el terreno de la información radiofónica. En el caso
de Onda Cero, por ejemplo, su Guía de estilo advierte que el principal obje-
tivo del estilo debe ser la creación del sonido de Onda Cero. «Un sonido que
será fácilmente identificable por el oyente, que será reconocido y que transmi-
tirá credibilidad. Un sonido que será sinónimo de veracidad, claridad, creati-
vidad, imaginación, formación y, a la vez, entretenimiento». (Madero y otros,
1996: 37). Más adelante, sobre el rigor profesional, se añade:
Atraer la atención del oyente es difícil, pero es más complicado aún retenerla. La fideli-
dad radiofónica se logra con el rigor del trabajo diario. La credibilidad no se conquista
en un día, ni siquiera en un año. La credibilidad se logra demostrando veracidad y rigor
240
INFORMACIÓN RADIOFÓNICA: REDACCIÓN, LOCUCIÓN Y MANUALES DE ESTILO
en todas y cada una de las noticias que se transmiten. El rigor se consigue tratando las
noticias con exactitud, con precisión, sin exageraciones, con datos y opiniones contras-
tadas (Madero y otros, 1996: 38).
Todos los ciudadanos tienen derecho a una información total, veraz y exacta. La noticia
debe llegar al oyente de tal forma que jamás se pueda apreciar el criterio personal del
que la ha elaborado. La objetividad e imparcialidad de los informadores está reñida,
en casi todas las ocasiones, con el ejercicio de actividades comerciales, industriales y
publicitarias. Asimismo resulta claramente incompatible con la objetividad e imparciali-
dad exigidas al profesional de un medio como RNE denotar o reflejar en sus informacio-
nes su propia militancia política. Por descontado, el informador puede ser militante polí-
tico. Pero debe dejar su ideología en la puerta de la Redacción (RTVE, 1980: 56).
La apuesta por transmitir información que resulte lo más creíble posible entre
los oyentes impera en todas las cadenas de radio, incluso en aquellas, como
la Cope, en las que algunos de sus periodistas más relevantes incumplen reite-
radamente con los principios elementales sobre los que se sustenta la credibili-
dad. En este sentido, por ejemplo, en mayo de 2007, la Comisión Episcopal
de Medios de la Conferencia Episcopal Española (CEE), accionista mayoritaria de
la citada cadena, arremetía sorprendentemente contra algunos de sus locuto-
res, al aconsejar a «los fieles» que se distanciaran del estilo de Federico Jiménez
Losantos y de César Vidal. A través de un Manual del buen uso de los medios
de comunicación elaborado por los obispos con motivo de la Jornada Mundial de
las Comunicaciones Sociales, se invitaba a «huir» tanto «de los santones» de las
ondas como «del sensacionalismo» y «del personalismo» (ABC, 17/05/2007).
El Episcopado recomendaba igualmente a los radioyentes católicos «escuchar,
que no es lo mismo que oír» y que buscasen en las emisoras «la información sin
alharacas», advirtiendo que «la información es lo primero».
Algunas de estas recomendaciones ya las hacía, en el año 2000, el arzo-
bispado de Madrid, cuando publicaba, a través del Semanario Católico de
Información Alfa y Omega, un texto similar bajo el título Los medios de comuni-
cación: manual de uso, con un decálogo de recomendaciones para escuchar
la radio. El texto, firmado por Rafael Ortega, por entonces director de emiso-
ras territoriales de RNE y responsable del programa socio-religioso Frontera, de
RNE-Radio 1, aconsejaba lo siguiente:
241
J U A N J O S É P E R O N A PÁ E Z
1. Encontrar la hora adecuada. Cada oyente debe saber cuándo puede estar
mejor o peor informado. No todas las horas son las mismas para todos.
2. Buscar la sintonía amiga. Cada uno debe intentar sintonizar con la emisora que
responda a sus inquietudes o preferencias políticas, económicas, religiosas, etc.
5. Huir de los santones. Los tertulianos son los nuevos santones de las emisoras
de radio, son los que hablan y saben de todo sin conocer todo. Pueden ayudar
a completar la información, pero nunca a dirigir nuestra opinión personal.
8. Ser muy crítico. Tenemos que escuchar la radio con criterios propios y, por
tanto, no tener miedo a criticar a aquello o aquellos que nos parece que no están
acertados en sus apreciaciones sobre informaciones y comentarios. Es conve-
niente hacérselo saber a la emisora a través de cartas o de llamadas telefónicas.
10. Escuchar, no oír. Retomamos el inicio del escrito. Tenemos que aprender a
escuchar la radio y no solamente a oír. Escuchar una transmisión de noticias y
242
INFORMACIÓN RADIOFÓNICA: REDACCIÓN, LOCUCIÓN Y MANUALES DE ESTILO
Estructura de la información
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J U A N J O S É P E R O N A PÁ E Z
relevantes del hecho, los cuales serán posteriormente ampliados por un redactor
al que se «dará paso»– y el cuerpo. El donapàs debe reflejar las ideas esenciales
de la noticia que seguidamente se desarrollarán, es decir, «debe condensar toda
la información, y todo lo que se diga se tiene que repetir o completar después. Y
al revés, debemos procurar que la noticia o el dato más destacado no aparezca
después sin que lo hayamos presentado primero» (Ortega, 2007: 12).
La estructura entrada / cuerpo / cierre recuerda a los principios clásicos
de la narración dramática, que como se sabe se basa en tres actos o etapas
lógicas: el planteamiento, el nudo y el desenlace. El planteamiento es el primer
bloque de contenidos en el que se presenta a los personajes, se definen los
escenarios en los que éstos se desenvuelven y se plantean los objetivos que
dichos personajes persiguen. Este bloque será más amplio y complejo cuantos
más sean los personajes que entren en escena, los objetivos que cada uno de
ellos deba cumplir en la historia y las distintas relaciones que se establezcan.
El nudo es el segundo bloque de contenidos, en el que se introducen los pro-
blemas que impiden que los personajes puedan conseguir sus objetivos. Dichos
problemas van a hacer actuar a los personajes, enfrentarse entre ellos, cambiar
su trayectoria inicial para intentar llegar a su meta por caminos distintos, etc. El
desenlace, finalmente, es el último bloque de contenidos, en el que se explica
de qué modo los personajes superan los problemas que han encontrado para
lograr sus objetivos, o bien de qué manera son los problemas los que acaban
derrotando a los personajes. Es decir, se cuenta cuál es el final de la historia. La
tendencia a la espectacularización de la información ha propiciado que cada
vez sea más habitual el desarrollo de noticias con una estructura propia de
la narrativa, del mismo modo que también son abundantes los relatos en los
que se concibe al protagonista de un hecho noticioso como si del héroe de una
historia se tratara (Huertas y Perona, 1999).
Al margen de la necesidad que tienen los redactores de adaptarse a la
estructura de entrada / cuerpo / cierre –en tanto que facilita la asimilación
de un mensaje que va a ser percibido a través del oído–, con el fin de corre-
gir los efectos negativos de las condiciones de recepción a las que antes alu-
díamos, la redacción precisa, como se subraya en los libros de estilo, de
la redundancia: «La imposibilidad de regresar al principio es lo que obliga,
en radio, a una continua redundancia. Hay que repetir la información cada
cierto tiempo para repescar al oyente confuso» (Madero y otros, 1996: 17).
La redundancia consiste en reiterar las ideas más importantes que aparecen a
lo largo de una noticia, «transformando el vocabulario y la estructura grama-
tical de la frase, para evitar crear una sensación repetitiva» (Soengas, 2003:
45). Según Huertas y Perona (1999), la redundancia desempeña una triple
función:
244
INFORMACIÓN RADIOFÓNICA: REDACCIÓN, LOCUCIÓN Y MANUALES DE ESTILO
La inmediatez es connatural a la Radio. Por consiguiente, las noticias de ayer son noti-
cias viejas para este medio. Nunca se puede comenzar una noticia en Radio con el
adverbio ayer. Si se ha escapado una noticia del día anterior hay que buscar el modo
de actualizarla. El ayer no existe en Radio. Todas las noticias hay que traerlas al hoy.
Puede, sin embargo, citarse el ayer en medio de la noticia, para situar los hechos tem-
poralmente, siempre que se dé esa actualización de que hablamos (RTVE, 1980: 15).
246
INFORMACIÓN RADIOFÓNICA: REDACCIÓN, LOCUCIÓN Y MANUALES DE ESTILO
el mejor de los casos, de forma muy superficial. Sin embargo, es bien sabido
que una locución mal construida (por ejemplo, con pausas inadecuadas que
rompen el sentido de los grupos fónicos, con un ritmo monótono, o con una
entonación plagada de anti-cadencias, por citar algunos de los errores más
comunes), puede eclipsar la brillantez de una redacción radiofónica impeca-
ble, del mismo modo que una deficiente transformación del texto en sonido,
sobre todo en cuanto a dicción acústica se refiere, puede acabar complicando
seriamente la comprensión y, en consecuencia, anular la eficacia comunicativa
de unos mensajes caracterizados por una ínfima presencia en el tiempo: «Los
errores de pronunciación despistan al oyente y restan credibilidad al mensaje
informativo» (Cadena Ser, 1989: 23).
Las escasas referencias a la locución que contienen los manuales estudia-
dos no aportan prácticamente nada y, en ocasiones, inducen a la confusión,
puesto que las características que se atribuyen a ciertos conceptos, como el
tono, la entonación o el ritmo, no son adecuadas. Una prueba fehaciente de
lo que aquí decimos se encuentra, por ejemplo, en la Guía de estilo de Onda
Cero, donde se afirma que «debe procurarse ajustar el tono de la lectura o la
palabra al programa y al contenido del mismo. Siempre se debe evitar la lec-
tura monocorde y repetitiva. La entonación debe servir para mantener la aten-
ción del oyente» (Madero y otros, 1996: 84). No olvidemos que, en sentido
estricto, el tono sólo puede ser grave o agudo, por lo que aquí resultaría mucho
más conveniente que se hablara de actitud. Por otra parte, es difícil interpretar
a qué se refiere realmente el texto al decir que la entonación debe servir para
mantener la atención del oyente, que sería mucho más propio de un ritmo bien
conseguido.
Otro ejemplo interesante lo encontramos en las Normas de estilo de la Ser,
en las que se asegura:
248
INFORMACIÓN RADIOFÓNICA: REDACCIÓN, LOCUCIÓN Y MANUALES DE ESTILO
recomendaciones que poco tienen que ver con la locución en el sentido que
nos ocupa:
En el locutorio, una voz tendrá que hacer siempre la presentación del tema o bloque (...)
Cuando alguien se despide diciendo ‘buenas tardes’ hay que contestarle por correc-
ción para agradecerle la conexión o emplazarle para la próxima (...) Hay que tenerle
respeto al oyente. Por eso, es incorrecto y de mal efecto, cuando el locutor entabla con-
versación con un enviado especial, llamarle solamente por el nombre de pila, Manolo,
Alberto, César. En todo caso, habrá que dar el apellido (RTVE, 1980: 62-63).
En efecto, la radio genera una particular relación emisor / receptor; un contexto comuni-
cativo único en el que la expresión sonora del locutor se dota de una especial significa-
ción. La especificidad que presenta el medio obliga al profesional a convertir su voz en
un instrumento de trabajo perfectamente moldeable, capaz de estimular, en la mente del
receptor, la recreación de cualquier imagen, cualquier sensación y / o cualquier emo-
ción (Huertas y Perona, 1999: 93).
249
J U A N J O S É P E R O N A PÁ E Z
250
INFORMACIÓN RADIOFÓNICA: REDACCIÓN, LOCUCIÓN Y MANUALES DE ESTILO
Las fuentes de información es otro de los temas a los que se refieren la totalidad
de los libros de estilo analizados, que inciden en la comprobación, fiabilidad e
identificación de las mismas, a la vez que recomiendan huir de expresiones
atributivas vacías de contenido, como «fuentes competentes», «fuentes fidedig-
nas», «fuentes de todo crédito» (Madero y otros, 1996: 47) o «fuentes de toda
solvencia» (Cadena Ser, 1989: 12). Con independencia de que el periodista
está llamado a ser el principal suministrador de noticias, los manuales no pasan
por alto el papel que en este ámbito desempeñan las agencias de noticias, los
gabinetes de comunicación, los informes de empresas e instituciones, u otros
medios de información, como la prensa o la televisión, en tanto que fuentes de
información asiduamente utilizadas. No obstante, la insistencia en la necesi-
dad de disponer de informaciones propias es una constante: «La redacción de
Onda Cero debe intentar ampliar cualquier despacho de agencia con datos
propios. Nunca leeremos en antena un despacho de agencia tal y como
nos llega» (Madero y otros, 1996: 50).
Hay que eliminar el teletipo en todo lo posible. Y, cuando se utilice, hay que reelabo-
rarlo y perfeccionarlo siempre, sin limitarnos a copiar el primer párrafo. Las fotocopia-
doras hacen eso mejor y más rápidamente. Las informaciones deben ser propias. Para
eso tenemos a los reporteros, a las redacciones en provincias y a los corresponsales y
enviados especiales en el extranjero. No os fiéis ciegamente de los teletipos. No hay
que dar por buenos los errores que contengan. (RTVE, 1980: 64).
Puesto que ninguno de los textos han sido revisados, los cambios experimen-
tados como consecuencia de la informatización de las redacciones y el uso de
Internet como fuente de información no aparecen reflejados, lo que evidencia,
de nuevo, la necesidad que tienen los manuales de adaptarse a los requeri-
mientos del actual entorno digital.
251
J U A N J O S É P E R O N A PÁ E Z
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INFORMACIÓN RADIOFÓNICA: REDACCIÓN, LOCUCIÓN Y MANUALES DE ESTILO
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J U A N J O S É P E R O N A PÁ E Z
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INFORMACIÓN RADIOFÓNICA: REDACCIÓN, LOCUCIÓN Y MANUALES DE ESTILO
Aunque los libros de estilo más recientes nacen con objetivos similares a los
manuales más antiguos, en los primeros se observa una clara tendencia a pro-
fundizar en aquellos aspectos relativos al contenido de las noticias, dejando
255
J U A N J O S É P E R O N A PÁ E Z
en un plano mucho más secundario todo lo que tenga que ver con cuestio-
nes meramente normativas. En este sentido, resulta de especial interés el Llibre
d’Estil de COMRàdio, donde, en consonancia con las particularidades de
la sociedad actual y los fenómenos más recurrentes, aparecen distintas reflexio-
nes sobre el tratamiento que deben recibir las informaciones relativas a la inmi-
gración, el terrorismo, la justicia y los sucesos, o la violencia contra las mujeres.
Sobre el primero de estos temas, el Llibre d’Estil advierte de la necesidad de
tratar la inmigración de la manera más humana posible, evitando los tópicos y
los estereotipos sobre las personas que migran.
En primer lugar, se deberá observar siempre si el contexto ayuda a saber de qué esta-
mos hablando, y así, si ya tenemos expresiones como patera o cruzar el estrecho,
podremos omitir siempre que convenga la palabra inmigrante. Es decir, preferimos una
fórmula como ‘Hoy la Guardia Civil ha interceptado una patera con 20 personas a
bordo’ en vez de ‘Hoy la Guardia Civil ha interceptado una patera con 20 inmigrantes
a bordo’, cosa que quiere decir recordar un hecho que a menudo se olvida: se trata de
personas, y siempre que podamos lo diremos así, personas (Ortega, 2007: 23).
Es lo que pasó con el «caso Alba», la niña maltratada de Montcada i Reixac (Barce-
lona). Todos los medios pusieron el nombre (y en algunos casos los apellidos) de la niña,
y sólo días más tarde algunas voces se atrevieron a alertar de los excesos que el trata-
miento de la información había comportado. Lo mismo se debe hacer con las víctimas
de la violencia machista (Ortega, 2007: 24).
256
INFORMACIÓN RADIOFÓNICA: REDACCIÓN, LOCUCIÓN Y MANUALES DE ESTILO
La violencia doméstica es, literalmente, violencia «en casa» y consideramos que incluye
las agresiones que pueda padecer la mujer en su hogar, pero también otros miembros
de la familia, como por ejemplo los niños o los ancianos. En cambio, la violencia contra
la mujer o violencia machista son conceptos mucho más amplios, e incluyen tanto las
agresiones a mujeres fuera del ámbito doméstico como también otras formas de violen-
cia. Por tanto, tenderemos al uso de violencia contra la mujer para hablar de la proble-
mática en general, pero mantendremos violencia doméstica para los casos circunscritos
al ámbito familiar. En 1993 (diez años antes de que se instalara entre nosotros el sen-
tido anglófono de género), las Naciones Unidas ya aprobaron la Declaración sobre la
eliminación de todas las formas de violencia contra la mujer, mientras que en 1997 el
Parlamento Europeo formuló la resolución Tolerancia cero ante la violencia contra las
mujeres. (Ortega, 2007: 24).
Conclusión
257
J U A N J O S É P E R O N A PÁ E Z
Bibliografía
258
INFORMACIÓN RADIOFÓNICA: REDACCIÓN, LOCUCIÓN Y MANUALES DE ESTILO
Otras fuentes
«La Iglesia invita a “huir de los santones” de las emisoras de radio», ABC,
Madrid, Edición del 17 de mayo de 2007.
Publiradio, http: http://www.publiradio.net/.
Ministerio de Educación y Ciencia (2009): Mediaradio, http://recursos.cnice.
mec.es/media/radio/index.html.
259
Santiago Alcoba (coord.), Ramón Sarmiento, José Manuel Pérez Tornero et al.; ed. Margarita
Freixas, María J. Machuca y José María Perceval, Barcelona, 2009. Publicación electrónica
en http://mediamentor.org/es/publications
ISBN: 978 - 84 - 692 - 3369 - 6
Introducción
L
a raíz topos se aplica par formar una serie de términos científicos que nos
hablan de fenómenos iterativos: topografía, toponimia, topología, topome-
tría,... Es una fórmula que utilizamos para ahorrar información, al darla por
sabida o porque forma una frecuencia repetitiva. Científicamente, por tanto, es
correcto e imprescindible su uso de la misma forma que, en la creación de un
texto explicativo, ayuda a crear una corriente de identificación con el lector al
andar sobre terrenos compartidos.
Literariamente, el término ‘tópico’ adquiere contenidos negativos ya que nos
referimos a algo ya conocido, algo habitual y por tanto no creativo, la llamada
«utilización de los lugares comunes», metáfora paisajística que nos indica la
tranquilidad y ductilidad de su uso para explicar situaciones convencionales.
Caer en el tópico es no sólo normal sino tranquilizador.
Se trata, por tanto, de una ayuda, una alusión a un lugar común –algo com-
partido en el universo común mental al que pertenecen el comunicador y su
receptor– que permite al comunicador ahorrarse información. Los tópicos son
previos al discurso producido por el comunicador, son la punta del iceberg de
260
TÓPICOS Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN
261
J O S É M A R Í A P E R C E VA L Y J AV I E R F O R N I E L E S A L C A R A Z
262
TÓPICOS Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Así que, como está sucediendo cada vez con más frecuencia, dos redes
de comunicación: la occidental y la del mundo africano (al que se ha sumado
el mundo árabo-musulmán) desarrollaron dos estrategias diferentes de trata-
miento de la noticia (en realidad, el secuestro frustrado de unos niños por una
organización delictiva disfrazada de filantrópica): de una parte los tópicos
sobre las sociedades extra-occidentales que necesitan la ayuda inminente de
los europeos y, de otra parte, los tópicos sobre el occidental explotador que
termina robando niños.
b) La red de publicaciones del mundo árabe por dos razones fundamentales (la
entrada de ONGS árabes en Chad y Darfur en competencia con las occiden-
tales y la oposición a la adopción que es considerada directamente un robo
por la prensa islámica).
1. El robo que practican de las riquezas locales (en este caso, los niños)
263
J O S É M A R Í A P E R C E VA L Y J AV I E R F O R N I E L E S A L C A R A Z
264
TÓPICOS Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Por un lado tenemos una concentración reductiva: últimamente, las víctimas van
asociadas estrictamente a actos terroristas, serían las ‘Víctimas’ con mayúsculas
que, desde el 11S se van imponiendo como las super víctimas. Quedan olvida-
das las víctimas provocadas por otros conflictos, por una situación continuada
de guerra o por la represión, indiscriminada en ciertos casos, de los «violen-
tos». Esta reacción frente a la violencia puede ser extremadamente violente y
puede alcanzar a otros grupos de civiles, considerados apoyo ideológico o
logístico de estos «violentos». Estas nuevas víctimas son minimizadas, olvidadas
o despreciadas al haber sido un apoyo de los violentos.
Por otro lado, sin embargo, nos encontramos con una extensión del término
‘víctimas’ –aunque sea en minúscula– de forma explosiva en múltiples artículos
y opiniones canalizadas por los medios de comunicación. En esta ampliación
del contenido semántico del término víctima se diluye la condición de víctima,
ya que abarca desde quien sufre la violencia estructural al mobbing, desde el
atentado terrorista a las víctimas de la carretera en fin de semana, de la violen-
cia doméstica a los efectos del tabaco, de la represión policial a los infracto-
res de circulación, de los concentrados en los campos de Darfur a los afecta-
dos por los hundimientos del Carmelo en Barcelona, de los asesinados por un
grupo paramilitar a los ahogados en un tsunami....
En esta extensión del término contamos incluso con un aspecto ciertamente
paradójico, la extensión de la víctima en sentido diacrónico: la herencia del
victimismo puede extenderse por generaciones, como es el caso de los descen-
dientes de esclavos o de etnias maltratadas por el desarrollo nacionalista del
siglo XIX y XX, de los habitantes de los estados postcoloniales a los sucesores
de diversos genocidios. Esta extensión que, peca de racismo implícito, no tiene
que ver con una restauración de la memoria histórica –siempre necesaria– sino que
traslada una herencia genética inédita –la de víctima– y la conecta con el
historicismo nacionalista que construye sus reclamaciones en afrentas sucedidas
265
J O S É M A R Í A P E R C E VA L Y J AV I E R F O R N I E L E S A L C A R A Z
hace cincuenta años o tres siglos. Los historiadores oficiales del nacionalismo
serbio pueden considerarse víctimas por una batalla ocurrida en Kosovo hace
ocho siglos o los partidarios del gran Islam reclamar un al-Andalus imaginado
como un paraíso perdido. Naturalmente, algunos grupos violentos derivados
de esta metafísica insatisfacción pueden convertir estas aspiraciones reivindica-
tivas en fuentes de nuevas violencias y nuevas víctimas.
Lo más paradójico de esta explosión victimista es que muchas de las vícti-
mas son consideradas, y acusadas por otros grupos, de verdugos de otras víc-
timas: así que tenemos víctimas victimarias1, incluso en este campo ahora tene-
mos un nuevo tipo de víctima, la del «mártir» que muere en un atentado suicida.
Es decir, muere por sus ideas –que reivindica como víctima– matando y provo-
cando nuevas víctimas.
No hay que olvidar que el criminal nazi Eichmann se consideraba una víc-
tima doble: del régimen al que había servido fielmente cumpliendo sus órdenes
como funcionario genocida y del tribuna que lo juzgaba.
¿Hasta dónde es soportable toda esta extensión del victimismo?
La extensión, si nos atenemos a la utilización mediática y pragmática del
término, es patológica-universal: todo el mundo puede considerarse víctima, de
los padres, de los hijos, de los vecinos, del jefe en el trabajo.... de la propia
situación en la vida que le ha llevado a no ser un triunfador, a ser un rebelde
sin causa o, simplemente, a sentir la pérdida de fuerzas e ilusión por la llegada
de la vejez. En una sociedad fuertemente competitiva y meritocrática, todos los
que no consiguen subir al podium y obtener la medalla de oro, pueden consi-
derarse, y se consideran, víctimas. Los filósofos franceses que critican el estado
compasional señalan esta deriva que convierte en universal a la víctima, conse-
cuencia del estado-dispensario-paternalista que incita a la reclamación con-
tinua, a no asumir la responsabilidad frente a la existencia, a refugiarse en un
egoísmo infantil o adolescente. Paradójicamente, el estado del bienestar provo-
caría una serie de insatisfechos patológicos.
Este proceso de extensión del victimismo, animado de forma enloquecida
por los medios de comunicación en su búsqueda de la sensación (sensaciona-
lismo) debe cortarse y denunciarse porque no sólo es perverso sino que des-
protege a las víctimas de procesos violentos. El ciudadano democrático de los
países desarrollados, afectado por su particular proceso de victimismo tiende
a minusvalorar las auténticas víctimas o convertirse en espectador pasivo, por
muy compasional que sea su mirada, del espectáculo mediático que le presen-
tan sobre las víctimas de los conflictos armados.
1
Persona que con sus actos o conducta, hace sufrir o convierte en víctima suya a alguien.
266
TÓPICOS Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Un nosotros y un ellos
La generalización
El principal problema que deben tratar los libros de estilo de las televisiones
tanto como el de los medios impresos, es el abuso de las generalizaciones que
267
J O S É M A R Í A P E R C E VA L Y J AV I E R F O R N I E L E S A L C A R A Z
La xenofobia y la xenofilia
268
TÓPICOS Y MEDIOS DE COMUNICACIÓN
Conclusiones
Los libros de estilo deben realizar un estudio sin prejuicios sobre los luga-
res comunes, ‘topoi’, que los comunicadores utilizan. Estos lugares comunes,
aunque ahorren información y faciliten la inteligibilidad de los textos, pueden
provocar ruido y perversiones en la comunicación. Aunque es muy difícil rea-
lizar una lista, y menos exhaustiva, de estos ‘lugares comunes, la ejemplifica-
ción es necesaria para que el comunicador construya su propia lista de tópi-
cos a evitar.
La perversión más peligrosa es la utilización de generalizaciones sobre
grupos y colectivos por razones sociales, culturales o étnicas. Estas generaliza-
ciones sobre grupos étnicos pueden ser negativas provocando la xenofobia y
la exclusión de estos grupos o pueden ser aparentemente positivas –sin dejar
de ser generalizaciones–, provocando la xenofilia pero no la inclusión de estos
colectivos. Es más peligrosa, por que es más difícil de detectar y de atacar, la
aparente e inconsciente simpatía que otorga características positivas a grupos
y colectivos sin ninguna base científica.
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J O S É M A R Í A P E R C E VA L Y J AV I E R F O R N I E L E S A L C A R A Z
Bibliografía
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Santiago Alcoba (coord.), Ramón Sarmiento, José Manuel Pérez Tornero et al.; ed. Margarita
Freixas, María J. Machuca y José María Perceval, Barcelona, 2009. Publicación electrónica
en http://mediamentor.org/es/publications
ISBN: 978 - 84 - 692 - 3369 - 6
L
a red de redes ha planteado importantes retos y complejos interrogantes en
el escenario comunicativo: Establecer las nuevas competencias del profesio-
nal de la información on-line, determinar las directrices de la producción de
mensajes ciberperiodísticos, conferir una idiosincrasia o «personalidad» propia
a unos medios nacidos «desde» y «para» la Red, esclarecer enrevesados pro-
blemas legales, y, entre otros muchos retos, fijar las pautas y las directrices
de una «escritura» multimedia (para algunos, una «ciberescritura») dotada de
textos, fotografías, vídeos, sonidos y de una constante y cada vez mayor parti-
cipación de los usuarios en la conformación del mensaje final.
En este contexto, los libros de estilo se presentan como una herramienta de
gran validez y provecho1. Concebidos como manuales con indicaciones,
1
En el Congreso Nacional de Periodismo Digital de Huesca celebrado en enero de 2005,
Santiago Tejedor planteaba la necesidad de trabajar en la investigación, primero, y en el desarro-
llo, después, de libros de estilo para internet. Bajo el título de «Los libros de estilo en los diarios elec-
trónicos: En busca de una normativa o identidad digital», el autor concluía que los cibermedios no
habían percibido todavía la importancia de este tipo de guías o manuales. «El concepto de “nor-
mativa” alude a un ‘conjunto de normas aplicables a una determinada materia o actividad’. En el
271
S A N T I A G O T E J E D O R C A LV O
consejos y advertencias para llevar a cabo un eficaz uso del lenguaje informa-
tivo, estas «herramientas» adquieren un sentido mayor en la comunicación
on-line2. La convergencia de atributos informativos de diferentes medios de
comunicación (como la radio, la prensa en soporte papel y la televisión) en la
Red, subraya la pertinencia de construir manuales que orienten y guíen a los
ciberperiodistas en su quehacer profesional.
Mar de Fontcuberta define el libro de estilo como «un conjunto de normas
lingüísticas y estilísticas de las que se dota un medio para producir men-
sajes más coherentes, más eficaces y más correctos» (Fontcuberta, 1995:
108). Por su parte, Antonio López de Zuazo los concibe como «un conjunto
de normas que tienen los redactores de una publicación, agencia o emisora
para unificar los criterios ortográficos y de presentación de los originales»
(López de Zuazo, 1977: 82). Por otro lado, Josep María Casasús y Xavier
Roig destacan que «el libro de estilo responde a la necesidad que se ha regis-
trado en la prensa moderna de disponer de un manual de instrucciones pre-
cisas que hagan posible un uso eficaz del lenguaje informativo» (Casasus;
Roig, 1981: 127).
caso del periodismo electrónico, se plantea la necesidad –entendiendo que nos referimos todavía
a un campo sumido en su etapa “incunable”– de elaborar un conjunto de directrices de carácter
multidisciplinar que, por un lado, posibiliten el acercamiento de los periodistas más analógicos a
la redacción ciberperiodística y que, permitan, por otro lado, ofrecer a los usuarios (en su rol
de lectoacutores) acceder a una información clara, rápida y funcional. [...] La creación de un libro de
estilo para los diarios electrónicos, entendido como un conjunto de normas o consejos de redac-
ción, edición y diseño, pueden contribuir ampliamente a introducir un poco de orden y claridad en
las redacciones de los periódicos digitales. Y, si bien cada medio deberá “personalizar” su libro
de estilo en función de sus características, existen una serie de aspectos compartidos que pueden
ayudar en el –incipiente y arduo– proceso de consolidar las bases de una redacción ciberperiodís-
tica tan atractiva como eficaz», apunta Tejedor.
2
Como señala Ramón Salaverría, profesor de la Universidad de Navarra y autor de diferentes
monografías y manuales sobre periodismo on-line: «El ciberperiodismo no obliga a hacer borrón
y cuenta nueva en la redacción periodística. De hecho, el estilo periodístico clásico, basado en
los tres criterios esenciales de precisión, concisión y claridad, se ajusta como un guante a las exi-
gencias de comunicación rápida y clara de la Red. El hábito de la titulación sintética y denotativa
propio de la redacción para medios impresos, también resulta de gran utilidad. Incluso formatos
discursivos tan veteranos como el lead de sumario y la pirámide invertida también tienen cabida
en los cibermedios. La redacción periodística clásica, en definitiva, sirve en internet. Ahora bien:
sirve, pero no basta. [...] El ciberespacio plantea exigencias comunicativas que no encuentran res-
puesta en las normas tradicionales de la redacción de la redacción periodística. Ningún manual
clásico de redacción explica cómo estructura un artículo de manera hipertextual, cómo combinar
eficazmente texto, imagen y sonido en una pieza multimedia; o cómo mantener por escrito un diá-
logo público y simultáneo con los lectores. [...] Es preciso, por tanto, alumbrar y difundir nuevas
pautas prácticas que los periodistas puedan aplicar en su reto cotidiano de escribir para los ciber-
medios» (Salaverría, 2005: 40).
272
LIBROS DE ESTILO E INTERNET
3
Véase Tejedor (2006).
273
S A N T I A G O T E J E D O R C A LV O
274
LIBROS DE ESTILO E INTERNET
Redacción ciberperiodística:
Una ‘escritura’ de palabras, sonidos e imágenes
4
«El ordenador aúna el mosaico espacial de la página del periódico, el mosaico temporal
de las películas y el mosaico participativo del mando a distancia de la televisión. Además de com-
binar esta confusa multiplicidad de mosaicos, el ordenador nos ofrece nuevas formas de enfrentar-
nos a lo fragmentario. [...] Guarda la historia de nuestro recorrido a través de una red para que
podamos volver atrás. [...] Nos ofrece un calidoscopio multidimensional con el que podemos reor-
ganizar los fragmentos una y otra vez, y nos permite cambiar alternativamente de formas de orga-
nización-mosaico» (Murray: 1999).
5
«El economista Michael Goldhaber postula que en la era de la creación y transmisión digi-
tal de los canales y los contenidos que los llenan el recurso escaso es nuestra atención. El contenido
es multiplicable hasta el infinito, mientras que la atención es indivisible, y el tiempo de que dispone-
mos es el auténtico recurso escaso. Esta escasez es la que crea una ‘nueva economía natural de la
red’, que Goldhaber llama ‘economía de la atención’ [...] en la sociedad de la información la aten-
ción no sólo es escasa, sino valiosa en términos que se pueden contabilizar» (Candeira: 2001).
275
S A N T I A G O T E J E D O R C A LV O
6
«Este [el libro electrónico] no puede ser la simple sustitución de un soporte por otro en obras
que seguirían estando concebidas y escritas en la antigua lógica del códice. Si la ‘forma tiene
efecto sobre el sentido’, como escribió D. F. McKenzie, los libros electrónicos organizan de una
manera nueva la relación entre la demostración y las fuentes, la organización de la argumentación
y los criterios de la prueba», cita procedente de Chartier (2001).
7
«Y si es cierto que todos coinciden al afirmar que una de las claves del futuro de la prensa
digital está en los contenidos y en hacer compatible la rapidez de este soporte electrónico con
la fiabilidad del papel tradicional, también han destacado en distintas reuniones académicas la
importancia de llegar a determinar las características del lenguaje adecuado –un nuevo lenguaje–
para la transmisión de información a través de la red, que ve crecer el número de usuarios cada
año [...]. El nuevo lenguaje, que todavía no está definido ni consolidado, es uno de los grandes
retos del periodismo del siglo XXI. Debe incluir texto, audio, vídeo, contar con las posibilida-
des interactivas de Internet y facilitar la actualización constante de las noticias de una manera atrac-
tiva para el público. Pero lo cierto es que todavía no existe como tal, y que se darán muchos pasos
intermedios antes de que lleguemos a verlo hecho realidad», Edo (2001: 93).
276
LIBROS DE ESTILO E INTERNET
8
«La comunicación muestra la vigencia del periodismo escrito en un ámbito multimedia digi-
tal. En esta primera etapa, sin embargo, no está adaptándose el ejercicio del periodismo al sistema
alfanumérico que caracteriza las comunicaciones digitales. Continuamos, a diferencia de otras
actividades profesionales on-line, con un sistema alfabético que está definiendo y determinando
en estos momentos la producción periodística en la red y, curiosamente, revalorizando la palabra
frente al dominio audiovisual de otros medios de comunicación», Pinto Lobo (2001: 135).
9
Para David Sancha, la posibilidad que introduce el hipertexto de estructurar las informacio-
nes en diferentes capas de profundidad informativa es muy importante para los medios digitales. «Los
redactores han de ser qué significa este tipo de estructura y cómo aplicarla. Tiene que saber que una
noticia a partir de su título, lead y párrafos puede tener posibilidades de ampliación mediante mate-
riales vinculados con el diario, foros, encuestas, etc. [...]. El conocimiento del valor hipertextual de
la información es una de las principales carencias que presentan los periodistas recién licenciados.
Llegan con un nivel aceptable de redacción para prensa, radio o televisión, pero todos los matices
hipertextuales que incorpora el medio on-line, los licenciados no los poseen», aclara Sancha (entre-
vista de diciembrede 2005). Txema Alegre destaca que en la Red hay que escribir de manera «dis-
tinta». «Hay una razón de coordenadas. Se escribe para un medio que tiene un alcance geográfico.
No sabes en qué punta del mundo y a qué hora te van a consultar. Por ello, exige un gran sentido de
la contextualización, especialmente al aplicar una actualización permanente. [...] El diario electró-
nico se basa en el hipertexto y además se consulta a través de una pantalla que cansa la vista. Por
ello, hay que facilitar que el lector entre en la información a través de un titular. El lead se mantiene
y se debería hacer un último párrafo de contextualización del hecho en cuestión. [...] Muchos perio-
distas estamos bloqueados en la pirámide invertida, que está muy bien y que ha hecho periodismo
durante 60 años. Pero cuando sucede algo importante nos vamos a muchas páginas. En el medio
on-line, la estructura hipertextual es la que impera» (entrevista de noviembre de 2005). Pepe Cervera
considera que «una materia sobre cómo escribir para la Red es sumamente interesante. El problema
es que es muy complicada ponerla en práctica» (entrevista de diciembre de 2005).
277
S A N T I A G O T E J E D O R C A LV O
10
«Si la credibilidad la otorgan a los periódicos impresos también las marcas. Aquí radica el
poder del periodismo escrito y debe, en estos momentos, aprovechar su prestigio para preservar y
extender el reconocimiento de la marca al entorno multimedia», Pinto Lobo (2001: 140).
278
LIBROS DE ESTILO E INTERNET
tido en una de sus características más explotadas. Frente a ello, algunos exper-
tos consideran que la publicación on-line de contenidos informativos puede
conllevar una pérdida de la calidad de los mensajes periodísticos. Según ellos,
existen una serie de labores propias del periodista –contraste de datos, verifica-
ción de datos, etc.– de las que no es posible prescindir11.
En el marco del IV Congreso Nacional de Periodismo digital de Huesca,
los investigadores Mercedes del Hoyo y José Alonso Seco, de la Universidad
Carlos III de Madrid presentaron los resultados de un estudio sobre, entre otros
aspectos, la concepción que los estudiantes de Periodismo poseían del ciber-
periodismo. El estudio, que se basó en los alumnos de la primera promoción de
Periodismo (año 2004) que había cursado los estudios completos de esta licen-
ciatura en la Universidad Carlos III. Según esta investigación, «la cuarta parte
de los estudiantes del último curso de Periodismo de la Carlos III cuestionarían el
rigor de la información que reciben a través de los medios digitales, y un tercio
de ellos sigue sin confiar en ella» (Alonso Seco-Del Hoyo Hurtado, 2005).
En conclusión, queda patente la urgencia de dotar de prestigio y credibi-
lidad a los medios de comunicación on-line y, por ende, a los mensajes que
éstos difunden. Este logro contribuirá directamente a aumentar el interés de los
usuarios por los contenidos de los cibermedios y, al mismo tiempo, a encon-
trar una solución a problemas tales como la definición de un modelo de nego-
cio rentable. Los libros de estilo, presentes en los medios de mayor trayecto-
ria (como la prensa o la televisión, y en menor medida la radio) contribuirían
a conferir un mayor prestigio y credibilidad a la labor de los profesionales de
la comunicación on-line y, por extensión, a los mensajes por éstos elaborados.
11
«Las noticias de los diarios digitales no son muy diferentes de las que aparecen, previa o
posteriormente, en la edición de papel. Los textos electrónicos son por lo general una copia de los
de papel, con algún elemento complementario, como, por ejemplo, gráficos. Las diferencias entre
ambas ediciones, no obstante, se acrecientan cuando hablamos de las noticias de última hora. En
este caso, la edición electrónica reproduce las noticias de agencia sin ampliar el texto. La rapidez
y la falta de comprobación de la información son la principal causa de las diferencias. Los diarios
(en medio electrónico o de papel) requieren un proceso y, consecuentemente, un mínimo período
de tiempo. En el presente la prensa no puede competir con la televisión, la radio ni con Internet en
el campo de la rapidez, excepto en algunas situaciones específicas. Su objeto debe seguir siendo
la calidad de la información». (De Ramón et al.: 2001)
279
S A N T I A G O T E J E D O R C A LV O
el trabajo del ciberperiodista e, igualmente, cuáles son los aspectos del perio-
dismo tradicional (esto es, de los medios analógicos) que poseen vigencia y,
por ende, se mantienen en el día a día del profesional del periodismo on-line.
En este sentido, y según una encuesta desarrollada a ciberperiodistas y direc-
tivos de medios digitales de Iberoamérica12, existe consenso a la hora de identifi-
car las líneas o ámbitos que debería recoger un libro de estilo de Internet. Los pro-
fesionales del periodismo on-line coinciden en señalar dos grandes apartados:
Los libros de estilo para Internet deben ser concebidos como herramien-
tas capaces de conferir cohesión y unidad a los contenidos publicados por un
cibermedio. Del mismo modo, tiene que otorgar al medio una idiosincrasia o
identidad que será de utilidad tanto a nivel comunicativo (eficiencia de los men-
sajes difundidos) como desde el punto de vista del prestigio y credibilidad que
el propio cibermedio poseerá entre los usuarios. Estos aspectos (necesidad de
otorgar cohesión, por un lado; y la importancia de dotar al medio de una «per-
sonalidad», por otro) aparecen ya como puntos de referencia de los libros de
12
En el marco del programa de Doctorado de Periodismo y Ciencias de la Comunicación
impulsado por el Departamento de Periodismo de la Universidad Autónoma, se ha puesto en
marcha un proyecto de investigación que persigue establecer las bases de un «Libro de estilo de
Internet para periodistas de América Latina» y proceder a su posterior desarrollo. En el marco del
proyecto se ha encuestado a responsables de medios digitales y ciberperiodistas de España, Repú-
blica Dominicana, México, Colombia, Perú, Argentina, Brasil, Portugal, Chile y Panamá, entre
otros. Bajo la dirección de Santiago Tejedor, el proyecto cuenta con la participación de Ainara
Larrondo (Universidad del País Vasco), Iban Campo (Fundación Global Democracia y Desarrollo
de República Dominicana), Fernando Esquivel (Universidad Autónoma de Nuevo León, México),
y Stefany Hernánez Requena (Instituto Tecnológico de Las Américas, República Dominicana) como
asesores. El equipo de investigadores lo conforman Santiago Giraldo, María Forga, Laia Montoliu,
Juan Guillermo Gaviria, João Paulo Rodrigues dos Santos y Xavier Ortuño.
280
LIBROS DE ESTILO E INTERNET
13
AA. VV. Libro de estilo de «El País» (1990).
14
AGENCIA EFE (1988), «Normas Básicas para los Servicios Informativos».
15
La siguiente propuesta deriva la consulta realizada a periodistas y directivos de diferentes
cibermedios de Iberoamérica. No obstante, se trata tan solo de un propuesta que, evidentemente,
podría verse amplia y enriquecida.
281
S A N T I A G O T E J E D O R C A LV O
282
LIBROS DE ESTILO E INTERNET
16
«Los propulsores de la aproximación a la web 2.0 creen que el uso de la web está orientado
a la interacción y Redes sociales, que pueden servir contenido que explota los ‘efectos red’ con o
sin crear web interactivas y visuales. Los sitios Web 2.0 actúan más como puntos de encuentro,
o web dependientes de usuarios, que como web tradicionales», Cerezo (2006).
283
S A N T I A G O T E J E D O R C A LV O
17
Nafría (2000).
18
«A lo largo de la todavía breve historia de Internet ha habido diferentes “reyes” de la web.
En su día, la frase “el contenido es el rey” (content is the king) fue la dominante. Se entendía en
esa etapa, previa al estallido de la “burbuja puntocom”, que si una web quería obtener una posi-
ción realmente dominante en el mercado debía ofrecer un contenido lo más valioso posible, dis-
tinto de la competencia, de gran valor añadido. Quién tuviera el contenido, reinaría», Nafría
(2000: 117).
284
LIBROS DE ESTILO E INTERNET
Conclusiones
Los libros de estilo se presentan como una herramienta de gran utilidad y pro-
vecho para los profesionales de la comunicación on-line. No obstante, su pre-
sencia se reduce, por el momento, a iniciativas muy concretas que han impul-
sado algunos cibermedios. La naturaleza convergente y multimedia de la red
de redes hace que la creación y aplicación de estas herramientas constituya
un hito crucial en el proceso de consolidación del periodismo on-line en la
medida en que:
b) Facilitan el reciclaje formativo: Los libros de estilo para Internet servirían para
formar a los periodistas con un menor dominio de Internet en las nuevas habi-
lidades y destrezas que introduce la Red y, del mismo modo, serviría para
renovar los conocimientos de aquellos que, si bien poseen una base de cono-
cimientos sobre el tema, necesitan solventar dudas o interrogantes en su que-
hacer cotidiano.
c) Unifican los contenidos: Los libros de estilo para Internet desempeñan una
labor decisiva en la conformación de una imagen de marca del medio en cues-
tión, ya que refuerzan la cohesión y la unidad de los contenidos presentados.
19
Nafría (2000).
285
S A N T I A G O T E J E D O R C A LV O
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286
LIBROS DE ESTILO E INTERNET
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CORDOBA.net, http://www.cordoba.net/.
Entrevistas
287
Santiago Alcoba (coord.), Ramón Sarmiento, José Manuel Pérez Tornero et al.; ed. Margarita
Freixas, María J. Machuca y José María Perceval, Barcelona, 2009. Publicación electrónica
en http://mediamentor.org/es/publications
ISBN: 978 - 84 - 692 - 3369 - 6
SERVIMEDIA,
OTRA MANERA DE INFORMAR
José Manuel González Huesa
Director general de Servimedia
S
ervimedia se ha convertido en una referencia para todos los medios de
comunicación, ha marcado una pauta, ha iniciado un camino en la infor-
mación social, y así nos lo reconocen las diferentes instituciones públicas
y privadas, que a lo largo de nuestros casi veinte años nos han concedido dife-
rentes premios y reconocimientos. Pero, ahora que alcanzamos la mayoría de
edad, debemos dar un paso más.
El valor informativo de la Agencia y su influencia se va consolidando poco
a poco. Somos el referente de la comunicación social para las empresas.
Somos el primer medio de comunicación que se incorpora a Forética, un foro
que agrupa a empresas que tienen el objetivo de promover la responsabilidad
social, y pertenecemos a la Red de Medios de Comunicación Europeos y Dis-
capacidad. Y organizamos, junto con expertos universitarios, cursos y jornadas
sobre la comunicación de la responsabilidad social de las empresas.
Objetivos de un equipo de cien personas, cuarenta con discapacidad,
quienes con su esfuerzo diario consolidan el valor informativo de la Agencia. Y,
en medio de este cambio permanente de Servimedia, hemos decidido crear un
manual de estilo propio de la Agencia que tiene un primer objetivo profesional:
unificar criterios gramaticales y ortográficos en nuestras informaciones. Pero
este libro va mucho más allá. No sólo se trata de escribir de forma correcta, de
contar los géneros informativos y las fuentes de la noticia, de explicar qué es
una agencia; este manual habla del compromiso de la información, de buscar
la implicación del periodista con lo que pasa en la sociedad, de dar un paso
288
SERVIMEDIA, OTRA MANERA DE INFORMAR
1. ¿Qué es Servimedia?
289
JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ HUESA
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SERVIMEDIA, OTRA MANERA DE INFORMAR
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JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ HUESA
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SERVIMEDIA, OTRA MANERA DE INFORMAR
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JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ HUESA
nunca más tarde. La Agencia de Noticias Servimedia corregirá, tan pronto los
advierta, los errores que pueda cometer en la elaboración de las informacio-
nes. El derecho de nuestros clientes a recibir una información veraz y el de las
fuentes a ser tratados correctamente así lo requieren. Es su derecho y nuestra
obligación. Además de ser profesional, el periodista de Servimedia debe par-
ticipar de principios tan básicos como la honradez, la ética o la coherencia;
no sólo somos periodistas, también personas que hablamos de otras personas.
De su cumplimiento nace la objetividad, piedra angular de esta profesión. Por
último, los periodistas de Servimedia podrán adquirir acciones, realizar inver-
siones u operaciones del mercado, siempre que no utilicen al efecto informa-
ción confidencial o reservada, que por su trabajo profesional, hayan obtenido.
Esta información tampoco la utilizarán en beneficio de terceras personas. Y su
imparcialidad no les permitirá influir con noticias o comentarios que beneficien
a intereses de personas o entidades. La independencia no podrá verse com-
prometida por la aceptación de regalos, donaciones o prebendas que puedan
condicionar el libre ejercicio de la profesión.
294
SERVIMEDIA, OTRA MANERA DE INFORMAR
295
JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ HUESA
En este ámbito, más que atenernos a lo que llamamos «corrección política» del
lenguaje, lo que nos interesa como periodistas es afinar en aquello que la pala-
bra representa para no herir a las personas que son protagonistas, centrales o
casuales, de la noticia.
Premisa principal: un «minusválido» no es «minus» (menos) válido que otra
persona. Peor es el término «inválido» (no válido), atribuido también a quienes
no entran en el imaginario perfil o patrón de las «personas normales». Dice el
académico Javier Marías que hay quienes «nos instan a no utilizar nunca tér-
minos en sí mismo inocuos pero que ellos han tildado de ‘peyorativos’ o discrimi-
natorios», y agrega: «decir de alguien que es ‘negro’ no difiere apenas de decir
de otro que es ‘rubio’, algo meramente descriptivo; proscribir ‘lisiado’ o ‘tullido’
nos obligaría», subraya, «a prescindir asimismo de ‘tuerto’, ‘manco’, ‘ciclán’ o
‘cojo’ (...) y así hasta el infinito». Marías tiene razón, pero habla de otra cosa.
No persigue este manual censurar o excluir términos, no sólo de uso popu-
lar, sino recogidos en el Diccionario. Tampoco un debate etimológico, sino una
apuesta por corregir, aunque sólo sea con letras, la connotación equívoca que
acompaña a determinados términos o expresiones en periodismo. La filosofía,
si se nos permite, es no subrayar, en un contexto informativo determinado, una
discapacidad del protagonista del hecho noticioso. No pasó a la Historia el
presidente de Estados Unidos Franklin D. Roosevelt por su discapacidad (una
paraplejia), sino por su función política. En este ámbito de reflexión, ningún perio-
dista escribiría «El presidente tullido de EEUU ordenó ayer...», como tampoco
hoy que «Un senador negro opta a la Casa Blanca». En la década de los cin-
cuenta del siglo pasado, que un senador «negro» aspirara a presidente de Esta-
dos Unidos era un hecho, además de insólito y arriesgado, todo un aconteci-
miento informativo. Hoy, en la sociedad globalizada y multicultural que vivimos,
probablemente no sea más que una rémora, un detalle que no merezca ser des-
tacado, salvo excepciones. Para el caso, mejor que negro escribamos de raza
negra, con la misma naturalidad que: «Elegido presidente de Mozambique un
político de raza blanca», lo que es un hecho extraordinario, sin duda, en un país
mayoritariamente habitado por personas de raza negra.
En otro ámbito, no olvidemos que una persona con discapacidad, como
una persona mayor, como un niño, como cualquiera de nosotros en un momento
dado, puede ser al mismo tiempo dependiente de alguien, ser persona depen-
296
SERVIMEDIA, OTRA MANERA DE INFORMAR
diente, esto es, que precisa de la ayuda de otro. Ello no le invalida en todo
lo demás.
Convertimos la palabra discapacidad en fuente de la que manan nuestros
recursos expresivos. Discapacidad es también el término elegido por la Asam-
blea General de la ONU en el Primer Tratado Internacional de Derechos de los
Discapacitados, aprobado en agosto de 2006, como es dependencia el tér-
mino habitual que se emplea en el desarrollo y contenidos de una ley española
sobre el particular, también conocida como ley de autonomía personal. En
la elaboración de informaciones donde se hable de personas con algún tipo
de discapacidad, dejamos en desuso términos como: invalidez, inválido, minus-
valía, minusválido, loco, invidente, cojo, subnormal, anormal, tullido, mutilado,
tarado, etcétera.
En este punto, anotamos como tendencia generalizada en los últimos tiem-
pos el uso de la palabra persona acompañando la definición de la corres-
pondiente discapacidad de la que hablemos. Aún hay quien se ve tentado de
llamar a alguien a secas sordo o cojo peyorativamente. En periodismo social
esto no es aceptable.
Persona se perfila como una luz al fondo del túnel. No creemos que sea redun-
dante. Es una solución adecuada, correcta y, sobre todo, respetuosa. Quien
presente una determinada discapacidad será una persona con discapacidad.
Del mismo modo, escribiremos, también como recomendación general,
persona sorda, persona muda, persona sordomuda o persona sordociega.
A la sordera la podemos llamar discapacidad auditiva. Escribiremos tarta-
mudo y tartamudez, pero no tartaja, como lengua de signos y no «lenguaje de
signos» o «de los signos».
Persona con discapacidad física, intelectual o con enfermedad mental, sea
cual fuere el grado de la discapacidad o enfermedad, será mejor que definir
con concreción, a veces exasperante, discapacidades o enfermedades como
la locura (en todas sus variantes posibles), la cojera, etcétera.
Asimismo, se ha de evitar el uso de términos que en sí mismos llevan una
apreciación negativa de la discapacidad, que termina proyectándose a la per-
sona. Por ejemplo, hay que abstenerse de hacer uso de verbos como «pade-
cer», «sufrir», «aquejar», referidos a la discapacidad; es preferible optar por
palabras neutras como presentar, tener, manifestar, concurrir, etcétera, que
no prejuzgan el hecho de tener una discapacidad. Para entender mejor la cues-
tión, hacemos nuestras las recomendaciones que, en relación con las enferme-
dades mentales, difundió en su día un grupo de expertos por encargo de la
Confederación Española de Agrupaciones de Familiares y Enfermos Menta-
les (Feafes), que opta por usar la expresión persona con enfermedad mental o
persona con problemas de salud mental en vez de «enfermo mental», «trastor-
297
JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ HUESA
Escribiremos por regla general ciego o discapacitado visual o persona con dis-
capacidad visual, pero no «invidente». Perro guía se escribirá separado y sin
guión mientras que juntas las palabras sordoceguera y persona sordociega.
En cualquier caso, señalamos aquí algunas consideraciones que hace la
ONCE sobre los distintos grados de discapacidad visual. Cuando hablamos
en general de ceguera o discapacidad visual nos estamos refiriendo a con-
diciones caracterizadas por una limitación total o muy seria de la función
visual.
298
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300
SERVIMEDIA, OTRA MANERA DE INFORMAR
301
JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ HUESA
Ocurre otro tanto con muchos otros términos que, afortunadamente, tienden a
desaparecer, si no lo han hecho ya, concernientes a colectivos sociales tradicio-
nalmente marginados, como las personas de etnia gitana u otras personas que,
por el color de su piel, identidad o procedencia cargan de connotaciones nega-
tivas o extrañas determinadas informaciones. Que una persona de raza negra
abuse de una mujer de raza blanca levita en nuestro subconsciente como un
suceso, si cabe, más espeluznante que si fuera un ciudadano de pelo rubio el
autor. Nos lo relata bien Harper Lee en Matar a un ruiseñor.
El inmigrante o persona inmigrante es aún visto como un problema, en
muchos casos de seguridad ciudadana. En Servimedia debemos hacer un
esfuerzo por no encuadrar informativamente este fenómeno social en un escena-
rio plagado de sospecha permanente.
Idéntico valor informativo tendrá que el atraco a un chalé lo perpetren cinco
ciudadanos rumanos que cinco españoles. Es decir, no centremos el enfoque
del suceso en la condición exclusiva de rumanos que tienen los presuntos atra-
cadores.
El suceso es el que es: el atraco a un chalé, el botín logrado, si hubo víc-
timas... En el cuerpo de la noticia haremos mención, sin que ello suponga un
rasgo distintivo, al hecho de que los autores eran de otra nacionalidad distinta
de la española.
¿Por qué estas prevenciones? Los medios de comunicación, es obvio decirlo
a estas alturas, tienen una enorme responsabilidad en la difusión de ciertos
enfoques o contenidos que determinados sectores de la sociedad pueden inter-
pretar de forma errónea, o cuando menos injusta, como una amenaza que
afecta, en este caso, a todos los rumanos por el simple hecho de serlo. Ocu-
rrió durante décadas, si no siglos, en España con las personas de etnia gitana,
abocadas a un estigma que nada ayudó a su desarrollo e integración social.
No debemos olvidar que carecer de un documento para residir legalmente
en un país no hace que una persona sea inferior. La inmigración masiva como
fenómeno social reciente en España nos conduce casi a diario a tratarla infor-
mativamente desde distintos ángulos. En los últimos tiempos, la tendencia a
nombrar los hechos y las personas de modo singular, con el falso objetivo de
diferenciarlos de otros sucesos, motivos o sujetos, no debe necesariamente
aceptar la consolidación de según qué términos.
Hablamos de expresiones del tipo «sin papeles», «indocumentados», «irre-
gulares». Una situación, un hecho, un objeto puede ser regular o irregular, legal
o ilegal, pero entendemos que una persona es algo más que un ser ilegal o irre-
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SERVIMEDIA, OTRA MANERA DE INFORMAR
gular. Es, por encima de todo, una persona, con nombre y apellidos, familia y
enseres, por pocos que sean, que le convierte en algo más que una expresión
hecha, un número, un elemento social no identificable. El inmigrante que cruza
el mar en cayuco, por ejemplo, no es per se un delincuente, aunque por tras-
pasar una frontera sin autorización o la documentación precisa en regla esté
infringiendo una normativa determinada y aceptada por tratados internaciona-
les. Así, es preciso que en el tratamiento informativo que apliquemos a informa-
ciones referidas a personas inmigrantes prime, precisamente, esta condición:
que son personas antes que inmigrantes legales o ilegales.
No recomendamos, por ello, utilizar expresiones sueltas del tipo «los
‘sin papeles’», «los irregulares», «los ilegales», y sí, como mucho, las personas sin
papeles, los inmigrantes irregulares, las personas inmigrantes sin documen-
tación, y apurando en un titular, indocumentados, siempre entendiendo que la
circunstancia, a veces accidental, de no poseer un determinado papel o docu-
mento en regla no nos convierte en un ser inferior o sospechoso, con menos
derechos y deberes que quienes son nacionales o, sencillamente pueden acre-
ditar su identidad por medio de un simple documento. Además, términos suel-
tos como «sin papeles» parecen conjugar falsamente bien cuando hablamos
de un grupo numeroso de personas inmigrantes. Si habláramos del caso de
una sola persona, ¿titularíamos así? «Un ‘sin papel’ llega a la costa española».
Queda raro.
Hay otras expresiones de uso común en nuestras informaciones cuyo signi-
ficado conviene detallar. Parecería que al hablar de un exilado, refugiado o
represaliado hablamos de lo mismo, pero no siempre es así. Con el Dicciona-
rio en la mano, fijamos como sinónimos las palabras exiliado, expatriado, asi-
lado y refugiado para definir a las personas que han abandonado su país, for-
zosa o voluntariamente, por motivos políticos.
Afinando, asilado es, en particular, la persona que, por motivos políticos,
encuentra asilo con protección oficial en otro país o en embajadas o centros
que gozan de inmunidad diplomática. Escribiremos acogido, refugiado o des-
plazado al referirnos a aquellas personas que se encuentran forzosamente en
un país distinto del suyo, además de por razones políticas, por otras como gue-
rras, catástrofes naturales, revoluciones, etcétera.
En este contexto, otro término habitual es el de represaliado, para el que la
Real Academia fija que es persona que «ha sufrido represalias», sin especificar
de qué tipo. Como es válido para cualquier circunstancia, usémoslo si intuimos
que se ajusta mejor a lo que queremos contar.
Un campo de refugiados es, según el Diccionario, un «lugar acondicionado
para la instalación temporal de personas que se han visto obligadas a aban-
donar el lugar en el que viven». Prestemos especial atención en la elaboración
303
JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ HUESA
2.7.1. Homofobia
No será correcto decir que una persona es racista hacia los homosexuales,
«tanto masculinos como femeninos», gays y lesbianas. Estamos ante una per-
sona homófoba cuando es una persona «que siente aversión hacia los homo-
sexuales». Además, cuidado con vocablos como «transfobia» o «tránsfobo», que
no existen aunque son utilizados, incluso por instituciones públicas. Por supuesto,
alejémonos de considerar la homosexualidad como una enfermedad.
En terreno tan resbaladizo como éste, que soporta una elevada carga de subje-
tividad e interpretación, y riesgo de malentendidos, serán reglas básicas el res-
peto a las partes implicadas y el sostén en la Constitución española a la hora
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SERVIMEDIA, OTRA MANERA DE INFORMAR
305
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2.9. Adicciones
Las drogas, en todas sus variantes, entre ellas el alcohol, pueden conducir a sus
consumidores, dependiendo de las cantidades, hacia estados físicos o intelec-
tuales que rayan en un problema de salud mental. Debemos ser cuidadosos en
no usar en estos casos términos despectivos que vinculen tales adicciones con
determinadas consideraciones morales que no vienen al caso.
Un alcohólico o alcoholizado no es peor persona que otra que no lo sea. El
alcoholismo –no confundamos con la alcoholemia, que es «presencia de alco-
hol en la sangre»– está definido por la Real Academia como el «abuso de bebi-
das alcohólicas» y, en su segunda acepción, como una «enfermedad ocasio-
nada por tal abuso».
Por tanto, invoquemos para los alcohólicos, como desde hace años hace
la conocida asociación Alcohólicos Anónimos, su condición de personas enfer-
mas. Lo mismo para con las personas cuya estabilidad intelectual o física ha
resultado dañada como consecuencia del abuso en el consumo de otra droga.
Una persona alcohólica, como una drogodependiente, no es necesaria-
mente un germen de delincuencia. Lo puede ser un ingeniero agrónomo que
nunca ha bebido ni siquiera ha inhalado el humo de un cigarrillo. No emplee-
mos nunca expresiones del tipo «borracho», «bebido» –en un sentido despec-
tivo. En noticias de sucesos, mejor que «dos jóvenes borrachos agredieron
a...», escribiremos «dos jóvenes ebrios agredieron a...». Aunque el alcohol
también es considerado una droga, la expresión drogadicción está más ligada
al consumo de estupefacientes. Al consumidor de sustancias como cocaína,
heroína, pastillas, etcétera califiquémoslo como persona con problema de dro-
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SERVIMEDIA, OTRA MANERA DE INFORMAR
2.10. Prostitución
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JOSÉ MANUEL GONZÁLEZ HUESA
2.11. Menores
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SERVIMEDIA, OTRA MANERA DE INFORMAR
y, entre los 13 y los 18, jóvenes o adolescentes. Es, en todo caso, una regla
abierta, en la que aplicaremos el sentido común, puesto que joven también lo
es alguien que tiene 28 años, pero quizá no tanto quien calce los 39, aunque
a él le parezca que sí: más que joven, estamos hablando de un adulto. Si inmi-
grantes, prostitutas, personas adictas, etcétera, merecen toda nuestra atención,
cuando no el mayor de los respetos en el tratamiento de informaciones en las
que sean protagonistas, principales o colaterales, en el caso de menores la exi-
gencia debe ser aún mayor.
La sensibilidad debe acentuarse al abordar noticias en las que un menor
es protagonista, tanto si es por un hecho feliz como por todo lo contrario. El
menor que delinque, sea cual fuere la gravedad de la acción de la que se le
acusa, exige de nosotros el mismo respeto que otro que por razón de su popu-
laridad –por ser cantante, por obtener un premio o ser el estudiante del año–
llama nuestra atención informativa.
Especial tratamiento recibirá el menor cuando sea protagonista informativo
en condición de víctima de abusos sexuales. La pederastia es una práctica per-
seguida y penada, que en los últimos tiempos adquiere singular relevancia en
relación con las nuevas tecnologías.
Las publicaciones y ediciones digitales de Servimedia se abstendrán de
difundir imágenes de menores violentados, a excepción de aquéllas que hayan
sido suministradas por la Policía, y por tanto filtradas, en actuaciones policiales
contra este fenómeno. Aun en este caso, serán los responsables de estas áreas
informativas y la dirección quienes tomen una decisión final al respecto. Otro
tanto aplicaremos con imágenes en las que un menor es golpeado por otro u
otros, en el ámbito de lo que llamamos acoso escolar, mejor que «bullying»,
expresión anglosajona.
Huelga decir que en la redacción de textos vinculados con la pederastia,
fenómeno delictivo y degradante hacia el menor como pocos, el periodista eli-
minará del relato aquellos aspectos más controvertidos, escabrosos o morbo-
sos, que en la mayoría de las ocasiones poco o nada aportan. De igual modo,
cuando el menor sea víctima de las redes de prostitución, explotación sexual
infantil, o del desafortunadamente llamado «turismo sexual». La seguridad del
menor, su identidad y entorno, serán siempre respetados escrupulosamente.
De los malos tratos podemos ser víctimas todos y todas, aunque convendremos
que, atendiendo a las estadísticas, mujeres, niños o niñas y personas mayores son
las principales víctimas. De un tiempo a esta parte se han acuñado expresiones
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SERVIMEDIA, OTRA MANERA DE INFORMAR
tan sólo informar de ello con la mayor objetividad posible, pero con respecto
a éste, como en el resto de apartados que aquí se explican, no está de más
recordar que la víctima, en todos los casos, será la protagonista principal frente
a aspectos más o menos morbosos que rodeen tanto la acción como su pre-
sunto autor.
Es cada vez más usual, tanto en el lenguaje político como periodístico, definir
a las personas que viven en la vía pública como los «sin techo». Se trata, imagi-
namos, de que suenan peor otros términos como mendigos, indigentes, vaga-
bundos, no pocos de ellos inmigrantes encuadrados en el llamado síndrome
de Ulises. A nosotros no nos parece así, y por ello, sin descartar el uso de «sin
techo», seguiremos empleando los citados con naturalidad y también personas
sin hogar, pese a que no deja de ser una traducción del inglés «homeless»,
vocablo no del gusto de todos, pero tampoco ofensivo.
Lo que no nos parece adecuado, y es práctica que se va extendiendo, es el
uso periodístico de PSH, siglas de personas sin hogar, al estilo del francés SDF,
«sansdomicilie-fixe» (sin domicilio fijo). Llegará un momento en que nos encon-
traremos ante un titular tan rocambolesco como éste: «Hallan 207 PSH resguar-
dados bajo carpas de PVC». Porque, además, corremos el riesgo de identifi-
car en el futuro también de este modo a los PCD (personas con discapacidad),
EDC (enfermos de cáncer) o PTB (personas de talla baja). No empleemos siglas
para referirnos a personas.
La cuestión no es tanto cómo definimos a estas personas como el contexto
en que las situemos en una información. En ningún caso nos veremos tenta-
dos a hacer un juicio de valor sobre su modo de vida, que no es siempre libre-
mente elegido, y al que se ven abocados forzosamente muchos por causas
derivadas de determinadas dependencias, como del alcohol o las drogas, por
pobreza absoluta, problemas familiares, inmigración ilegal o trastorno intelec-
tual. Que no dé la impresión, ni remota, de que la agresión de que puede ser
víctima un mendigo es, de algún modo, resultado de su forma de vivir.
Como mendigos asemejan vivir, aunque con domicilio propio, algunas per-
sonas afectadas del llamado síndrome de Diógenes, que no son conscientes de
los riesgos que conlleva la acumulación de basuras en sus viviendas. Estamos
claramente ante un caso de trastorno mental, y como tal habrá de ser afrontado
desde el punto de vista periodístico, esto es, sin estridencias.
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-Autenticidad. Siempre que se haga una referencia con nombre y apellidos hay
que citar las fuentes, si no se nos ha informado invocando el «off de record» o la
confidencialidad, en cuyo caso hay que respetarlo. Huir de la piratería, la copia
o el plagio. Hay que dar siempre el link de acceso a la fuente originaria, si es
pública. Mantener un espíritu crítico con el propio trabajo. A pesar de la especia-
lización, el rigor, la objetividad y todas las características de que se debe rodear
un periodista, podemos cometer errores. Y los errores al informar de salud o hábi-
tos de vida saludables repercuten en miles o millones de personas.
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veces carecemos de tiempo suficiente para profundizar más en las noticias que
abordamos y en ocasiones, las condiciones de trabajo no son las adecuadas.
Eso no nos exime de responsabilidad ni nos sirve de excusa para llevar a cabo
un trabajo poco riguroso. Simplemente, nos hace difícil cubrir toda la informa-
ción que desearíamos, teniendo en cuenta que, en materia sanitaria, las cues-
tiones son numerosas y muy amplias.
Para intentar mejorar el tratamiento que damos a las informaciones sanita-
rias, haciendo que reflejen aún más las realidades de los temas abordados,
acabando con falsos mitos y contribuyendo a una mayor y mejor información
en materia sanitaria, siempre dentro de la ética, se podría hacer, entre otras
cosas, mantener un contacto más continuo y fluido con nuestros informadores
para que nos hagan llegar sus sugerencias y reclamaciones y nos trasmitan un
mayor conocimiento sobre las distintas enfermedades, por ejemplo.
2.15.2. Enfermos
Sobre el tratamiento informativo del enfermo, nada nuevo hay que decir a estas
alturas en que se ha logrado desvincular a quienes padecen cáncer o sida, por
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2.15.3. Enfermedades
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2.16. Suicidio
A veces, el redactor tiene dudas sobre cómo escribir esta palabra, si unida o
separada. Hablaremos de que hay que proteger el medio ambiente, de que
el Ministerio de Medio Ambiente aprobó... y de que hay un problema medio-
ambiental.
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Publicaciones
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Otras fuentes
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Santiago Alcoba (coord.), Ramón Sarmiento, José Manuel Pérez Tornero et al.; ed. Margarita
Freixas, María J. Machuca y José María Perceval, Barcelona, 2009. Publicación electrónica
en http://mediamentor.org/es/publications
ISBN: 978 - 84 - 692 - 3369 - 6
INFORMACIÓN Y GÉNERO:
LA REPRESENTACIÓN DE LAS MUJERES
EN LA PRENSA. DIAGNÓSTICO
Y PROPUESTAS
Núria Simelio Solà
Universitat Autònoma de Barcelona
1. Introducción
L
os resultados de varias investigaciones realizadas por el grupo de investiga-
ción consolidado Mujeres y Cultura de Masas del Departamento de Perio-
dismo y Ciencias de la Comunicación de la UAB, dirigido por la Dra. Núria
Simelio Solà, han puesto de manifiesto que en la prensa de información gene-
ral, desde la transición, persisten rutinas de construcción de noticias y formas
de enfocar y tratar la realidad que impiden dar cuenta de importantes transfor-
maciones sociales ocurridas a partir de los inicios de la democracia.
En las últimas décadas se han producido cambios sociales decisivos. La
Constitución de 1978 restableció el papel activo de la ciudadanía al recono-
cer los derechos políticos al conjunto de mujeres y hombres adultos. La demo-
cracia ha favorecido también que las mujeres hayan abandonado el papel
supeditado a los hombres dentro del hogar, que la dictadura trató de preservar,
y se hayan incorporado ampliamente a las actividades públicas laborales, pro-
fesionales, políticas y culturales.
A la vez, la construcción de la Unión Europea y la globalización han faci-
litado la circulación de personas y mercancías por todo el planeta de manera
que en cualquier ciudad convive hoy una ciudadanía cada vez más plural.
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representadas como víctimas. Por el contrario, las noticias que afectan particu-
larmente a las mujeres como la violencia sexual o la violencia doméstica reci-
ben muy poca cobertura mediática. (Gallagher 2005, pp. 18).
Otras investigaciones más específicas como las realizadas por Marian
Meyers (1997) establecen el tratamiento diferente que reciben las mujeres vícti-
mas y los hombres perpetradores en los medios de comunicación, y la recons-
trucción del sistema patriarcal en las informaciones sobre violencia de género.
La autora afirma que en las informaciones mediáticas sobre la violencia contra
las mujeres converge una ideología que parte de la supremacía de los hombres
blancos. (Meyers 1997, pp. 119). Los periodistas han sido socializados dentro
de las estructuras e ideologías patriarcales que todavía subsisten. Al analizar
las representaciones de violencia doméstica en las informaciones, los tópicos
periodísticos se mezclan con los nuevos valores y códigos. En este sentido, la
representación en los medios de la violencia doméstica masculina suele enfo-
car a los hombres perpetradores como «monstruos», «obsesivos patológicos»
o «hombres que no pueden resistir sus impulsos» (Meyers, 1997). Las mujeres
víctimas son enfocadas como «incapaces» o «débiles» y en algunos casos se
las acusa de su propia victimización (Meyers, 1997). La dicotomía entre las
representaciones opuestas de «virgen-prostituta» o «buena mujer-mala mujer» y
los mitos sobre «las mujeres provocando la violencia de los hombres o com-
portándose de forma inapropiada» demuestra estas ideologías patriarcales. El
rechazo de los medios de comunicación y de los periodistas a contextualizar
la información en relación a la naturaleza sistémica de la violencia contra las
mujeres comporta la reconstrucción de estos estereotipos y los efectos de re-vic-
timación y oscurecimiento del sistema de la violencia contra las mujeres.
1
Esta investigación fue dirigida por Amparo Moreno Sardà y realizada por las profesoras y profe-
sores Natividad Abril, Isabel Alonso, Manuel López, Núria Simelio y M.ª Soledad Vargas y las docto-
randas y doctorandos Alfonso Buitrago, Patricia L. Gómez, Gloria Quinayas y Florencia Rovetto. Pro-
yecto I+D+I Nº 7/01. Los resultados se han publicado en diversos artículos citados en la bibliografía.
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más del 50% de la población, los resultados muestran que la prensa de informa-
ción general no ha reflejado las transformaciones que se sucedieron durante la
transición y la democracia que significaron la recuperación del pleno derecho
de ciudadanía para las mujeres.
Los resultados de este estudio coinciden con los obtenidos en otras investi-
gaciones sobre muestras más recientes, realizadas a partir de la elaboración
de la Guía para humanizar la información, un proyecto financiado por el Insti-
tut Català de les Dones (2005).
En este proyecto se simplificó la metodología aplicada en las anteriores
investigaciones que derivó en la construcción del TEST ADSH: una herramienta
de evaluación fácil de utilizar por parte de cualquier persona, sea profesio-
nal o lectora. El test se resume en «5Q’s», un cuestionario que permite recopi-
lar datos para responder a cinco preguntas básicas: quién enfoca, a quién, en
qué actuaciones, en qué escenarios y utilizando qué fuentes. Una apuesta deci-
dida por identificar claramente a los protagonistas de la información y los con-
textos en los que son presentados, en cuanto son las personas quiénes debe-
rían estar en el centro de la información.
Estas preguntas permiten examinar a qué mujeres y hombres se enfoca y se
presenta como protagonistas de las informaciones, y qué valoraciones merecen,
positivas o negativas, como sujetos activos o pasivos. Por tanto, no preguntamos
sólo por las mujeres, o el género, sino por el conjunto de la ciudadanía plural
y no centramos la atención en los temas o la agenda, sino en el tratamiento de
las personas en su diversidad.
En la Guía para humanizar la información, (2007) aplicando el Test ADSH,
se analizaron los titulares de las noticias de portada y contraportada del ABC,
La Vanguardia, El País y El Periódico de Cataluña del primer viernes de febrero
de 1984, 1994 y 2004 y los titulares del mismo día de 2004 de los diarios
El Punt, 20 Minutos y Metro Directe.
Si profundizamos en los datos, vemos que solamente aparecen cuatro muje-
res en El País de 1984; ninguna en las cabeceras analizadas de 1994; una
mujer en las portadas del ABC y La Vanguardia de 2004, dos mujeres en El
Punt, cuatro en el 20 Minutos, una en El País y una en El Periódico de 2004.
Por el contrario, aparecen un total de 15 hombres en los ejemplares de
La Vanguardia, El Periódico, El País y el ABC de 1984; 18 en 1994 y 9 en
2004. Además, aparecen 14 hombres en los ejemplares de El Punt, 20 Minu-
tos y Metro Directe. Así mismo, las entidades, instituciones, cosas y datos abs-
tractos acaparan el protagonismo en más de un 60% en 1984, en un 64% en
1994 y un 65% y un 56% en 2004.
En el marco de esta investigación Florencia Rovetto Gonem (2007), pro-
fundizó en la aplicación de esta metodología en su tesina de doctorado La
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2
Actualmente, Florencia Rovetto está realizando su tesis doctoral dirigida por la autora de
este artículo. El resumen que presentamos aquí se basa en las conclusiones de su trabajo de doc-
torado y en los primeros datos de una nueva investigación que está financiada por el Instituto de
la Mujer bajo el título de Representación del trabajo de las mujeres en los medios de comunica-
ción: de la marginación a la utilización de Internet para la participación en la construcción de
conocimiento y la evaluación de políticas públicas. (2007-2010). Este proyecto está dirigido por
Amparo Moreno y forman parte del grupo de investigación Natividad Abril, Isabel Alonso, Jordi
Ibarz, Florencia Rovetto, Núria Simelio y Teresa Vera. Proyecto I+D+I / Nº 011/07. Universidad
Autónoma de Barcelona.
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tan es muy escaso en relación con el resto de las unidades comunicativas que
presenta cada publicación.
Por último, podemos afirmar que en el conjunto de textos periodísticos ana-
lizados se da una ausencia total de referencias a la necesidad de generar un
debate social sobre la situación del empleo de las mujeres: la precariedad y
la conciliación laboral, la doble jornada de trabajo y la igualdad de oportuni-
dades, que incluya a diferentes protagonistas individuales y colectivos y al con-
junto de mujeres involucradas.
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4. Conclusiones
Las investigaciones que hemos expuesto en este artículo nos han permitido
explicar el enfoque y tratamiento que reciben las mujeres en los medios de
comunicación. Los resultados confirman la existencia de un tratamiento informa-
tivo de los distintos medios de comunicación y profesionales del periodismo que
adoptan un enfoque compartido basado en un sistema simbólico androcéntrico
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y patriarcal. Además, este enfoque restringido no se limita sólo al sexo del pro-
tagonista, sino que está construido articulando diversas desigualdades sociales
que afectan también a la edad, clase social y pueblos de procedencia.
En este sentido hemos visto como las mujeres están muy poco representadas
en la información de los medios de comunicación tanto escritos como audiovi-
suales y que además reciben un tratamiento que a menudo las sitúa como
víctimas, personajes marginales o seres débiles e incapaces. Pero, lo que es
más importante es como este enfoque negativo se acentúa cuando interaccio-
nan otras variables como el lugar de procedencia o la clase social. Así, mien-
tras que se ha conseguido que las mujeres que se han integrado a los poderes
públicos sean enfocadas en relación a su actividad profesional y reciban un tra-
tamiento más o menos similar al de sus compañeros hombres, las mujeres inmi-
grantes, las víctimas de la violencia doméstica o las trabajadoras sexuales reci-
ben por parte de los medios de comunicación un tratamiento tan negativo que
incluso llega al menosprecio.
Es evidente que en este enfoque no hemos de limitarnos a la perspectiva de
género, sino que ampliando nuestra mirada informativa podemos ver como las
mayorías de hombres y mujeres que conforman la ciudadanía plural y que no
forman parte de las redes del poder, son también tratados como seres pasivos
y pocas veces son tenidos en cuenta como agentes sociales activos con sen-
tido positivo.
¿Cómo podemos cambiar esta situación? ¿Qué tratamiento debemos apli-
car? ¿Qué pautas recogidas en manuales como los libros de estilo podemos
seguir? Hemos visto como se están haciendo esfuerzos para aplicar otros enfo-
ques informativos más igualitarios y que se intentan introducir normas tan bási-
cas como acabar con el lenguaje claramente sexista, incorporar la igualdad de
género en los libros de estilo o diversificar y ampliar las fuentes de información.
Sin embargo, estos esfuerzos pueden acabar por no servir de nada sino
intentamos revisar el sistema de valores que permite hacer estos enfoques redu-
cidos y que ignoran que formamos parte de una sociedad plural y heterogé-
nea. Por tanto, es necesario un cambio global en el periodismo y en la educa-
ción. En este sentido, las nuevas tecnologías de la información pueden ayudar
a la aplicación de otros enfoques y otras pautas para la construcción de las
noticias.
Pero también se debe modificar el sistema de pensamiento androcéntrico
que domina la sociedad actual y en esto tienen un papel fundamental las institu-
ciones educativas y especialmente las Universidades. A las personas que hemos
accedido a ellas nos corresponde convertir las aulas en un espacio de reflexión
y debate y abrir las puertas a las nuevas necesidades sociales que demanda
una ciudadanía cada vez más diversa y plural.
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Diseño, composición y tipografía: Carolina Valcárcel