TSC - HdH.Schlosser (1) HIJO DEL HOMBRE
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Jacques SCHLOSSER*
Ningún trabajo de conjunto sobre el Jesús histó- «Jesús empezó a enseñarles que el hijo del
rico puede prescindir de la cuestión que plantea la hombre debía padecer mucho, que sería recha-
expresión «el hijo del hombre». Pero todo aquel que zado por los ancianos, los jefes de los sacerdotes
aborda esta cuestión teniendo un conocimiento, y los maestros de la ley; que lo matarían, y a los
aunque sólo sea fragmentario, de las posiciones de tres días resucitaría».
la investigación, pasada y presente, sobre este tema
sabe de antemano que sin duda está fuera de su al- El segundo grupo está formado por los logia que
cance una solución plenamente satisfactoria. se refieren al porvenir, situando al hijo del hombre
en la esfera celestial. El acento se pone entonces en
su gloria y, ocasionalmente, en la función que re-
1. EL «ELENCO» DE LOS TEXTOS presentará el hijo del hombre en el cumplimiento de
la salvación. Así ocurre, por ejemplo, en Mc 13,26-
En el Nuevo Testamento la expresión «el hijo del 27:
hombre» sólo se halla atestiguada una vez fuera de
los evangelios (Hch 7,56). Sin embargo, se lee con «Entonces verán venir al hijo del hombre en-
frecuencia en los evangelios. He aquí la distribución tre nubes con gran poder y gloria. Él enviará a
de estos empleos según las grandes tradiciones: los ángeles y reunirá de los cuatro vientos a sus
elegidos, desde el extremo de la tierra al extremo
– en Mc «el hijo del hombre» se menciona en tre- del cielo».
ce unidades literarias;
– en la fuente Q los testimonios conjuntos (Mt + En Mc y en la tradición Q hay atestiguados otros
Lc) llegan a ocho, pero hay que añadir dos casos en logia de esta categoría. Lo mismo ocurre con los que
los que sólo Lc tiene esta expresión (Lc 6,22; 12,8), se refieren a la existencia presente del hijo del hom-
y un caso en el que sólo Mt la recoge (Mt 19,28); bre. No obstante, los logia de este tercer grupo no
– en la tradición particular de Mt se señalan son homogéneos en cuanto a su contenido. En Mc 2
cuatro empleos; (v. 10 y 28) se refieren más bien a la autoridad que
– en la producción propia del tercer evangelio te- se le reconoce al personaje, calificado como el que
nemos dos empleos; perdona los pecados (v. 10) y que es señor del sába-
– en Jn hay doce unidades que hablan de «el hijo do (v. 28). En la tradición Q se acentúan más bien
del hombre»; las condiciones concretas de su existencia presente
– el Evangelio de Tomás no contiene esta expre- realmente precaria (Lc 9, 58), pero marcada por el
sión más que una sola vez (logion 86). gozo de vivir (Lc 7, 34).
sión evangélica podría explicarse por Dn 7,13, en la curso a un uso arameo, de un fenómeno que perci-
medida en que los artículos definidos (el hijo del be fácilmente el que hace una comparación minu-
hombre) tendrían precisamente la función de remi- ciosa de los textos: algunas palabras de Jesús, por
tir a este texto realmente singular del Antiguo Tes- ejemplo las que recogen Lc 12,8-9 y Mt 10,32-33,
tamento. Semejante explicación es más plausible si existen bajo una forma en la que Jesús dice «yo» y
pensamos que un fenómeno similar está atestigua- bajo otra en la que dice «el hijo del hombre».
do en los dos apocalipsis judíos, 1 Enoc y 4 Esdras.
Después de haber recordado expresamente a sus Se encuentra un fenómeno semejante en la
lectores la escena del libro de Daniel, hacen inter- forma con que la tradición judía recoge las pala-
venir también ellos a un personaje llamado «ese hijo bras de Caín referidas en Gn 4, 14: «Yo tendré
del hombre» o «el hijo del hombre» (en 1 Enoc) o que ocultarme de tu vista» [la vista de Dios]. La
simplemente «el hombre» (en 4 Esdras). tradición no podía recibir al pie de la letra estas
palabras, ya que parecían limitar el poder de
Pero existe una explicación de otro género, más Dios. En los targumim se encuentran varias ver-
realista si se quiere, que merece también nuestra siones que atenúan la dificultad («¿es posible
atención. En las lenguas semíticas, la palabra «hijo» que me oculte de ti?») e incluso la eliminan ex-
puede emplearse de forma muy amplia, a saber, pa- cluyendo que Caín pueda ocultarse de Dios.
ra evocar cualquier relación entre dos realidades
emparentadas entre sí: por eso mismo, se puede ca- Para expresar esta última convicción, hay
lificar a un sujeto de «hijo de la maldad», para decir atestiguadas dos formulaciones rivales. Una
simplemente que es malo. En nuestro caso hay pa- hace hablar a Caín en primera persona; en la
ralelos muy claros que muestran la equivalencia en- otra el sujeto que habla se designa con la pala-
tre «hombre» e «hijo de hombre», por ejemplo el pa- bra barnash («hijo de hombre»): «barnash no
ralelismo utilizado en Sal 8,5: «¿Qué es el hombre puede, Señor, ocultarse ante ti». Con estos datos
para que te acuerdes de él, el hijo del hombre para delante resulta posible pensar que «hijo de hom-
que de él te cuides?» o en 1Q, Regla de la comuni- bre» equivale a «yo», pero es posible considerar
dad 11, 20-21: «¿Y qué es entonces el mismo hijo también legítimamente que la expresión aramea
del hombre entre tus obras maravillosas? y ¿qué va- está tomada en sentido genérico («un hombre» en
lor tiene ante ti el que ha nacido de la mujer?». En oposición a Dios).
el arameo contemporáneo de los orígenes cristianos
parece ser que no existe ninguna distinción, en A pesar de su interés, la hipótesis de que «hijo
cuanto al sentido, entre la expresión indeterminada del hombre» corresponde a «yo» no es aceptada ge-
(un hijo de hombre) y la determinada (el hijo de neralmente en la discusión reciente, ya que los tex-
hombre); las dos se utilizan bien en sentido indefi- tos que se alegan en su favor son raros, inciertos y
nido (alguien, uno), bien para designar al género en definitiva demasiado recientes para poder ilumi-
humano o para marcar la pertenencia de un indivi- nar su uso en el Nuevo Testamento. Por tanto, el
duo al género humano (sentido llamado genérico): exegeta tendrá que contentarse con dos posibilida-
en ese caso el propio locutor puede incluirse en él, des seguras: el empleo de la expresión como equiva-
como muestra el ejemplo muchas veces citado del lente de un indefinido (alguien, uno) y el sentido
Talmud de Jerusalén (Schebiit 9,1). Según este tex- genérico (el hombre, un ser humano).
to, cuando vio a Dios intervenir para salvar a unos
pájaros, cierto rabino Simeón abandonó una cueva Para completar el listado del que venimos
que llevaba ocupando por más de trece años; en hablando, volvamos al uso del Nuevo Testamento y
efecto, argumenta, si el pájaro no muere sin la or- recordemos dos hechos importantes, que cuentan
den de Dios, lo mismo pasa, con mayor razón, con efectivamente mucho en la discusión. 1) Con excep-
un bar nasha (hijo del hombre). En el ejemplo se ción de algunos empleos externos a los evangelios,
trata evidentemente de un genérico (el hombre como la expresión «hijo del hombre», según se dice habi-
opuesto al pájaro), pero Simeón se implica a sí tualmente, se pone siempre en labios de Jesús. La
mismo, ya que abandona su cueva para arrostrar el verdad es que esta constatación no resulta del todo
mundo con el coraje que da la confianza en la pro- exacta, ya que la atención a las aproximaciones na-
videncia. rrativas hace ver que en Mc 8,31 no se trata ya de
un discurso directo, sino de una frase de Jesús re-
En la literatura exegética anglosajona, los espe- ferida por el narrador en estilo indirecto. Pero la
cialistas han discutido mucho sobre la posibilidad, constatación global sigue siendo impresionante. 2)
que sugieren ciertos textos, de que «hijo del hombre» Los pocos empleos no evangélicos no tienen que ver
sea una circunlocución en lugar del pronombre per- con el género de la confesión de fe. En los mismos
sonal de primera persona. La hipótesis, defendida evangelios «hijo del hombre» no se utiliza como atri-
sobre todo por G. Vermes, no carece de interés; buto, sino como sujeto de los verbos empleados.
permitiría en particular dar cuenta, mediante el re- Generalmente no existe necesidad de definir la iden-
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tidad del personaje. Por otra parte, no se utiliza esta fuertes que parece difícil atribuírselas a la comuni-
expresión para designar a Cristo como objeto de fe. dad. De manera al menos plausible, se les puede
En la tradición, podemos afirmar, la identidad del buscar un apoyo bastante concreto en la actividad
personaje llamado hijo del hombre no constituye de Jesús, apelando a un episodio del Antiguo Tes-
ningún problema, y la expresión no posee el estatu- tamento. El texto de Dt 21,20-21 refiere cómo un
to de un título que tuviera su lugar en una confe- hijo díscolo y reacio es llevado ante el consejo de
sión de fe o en una declaración del tipo «tú eres el ancianos y es acusado por su padre en estos térmi-
hijo del hombre» o «él es el hijo del hombre». nos: «Este hijo nuestro es indócil y desobediente; no
nos hace caso; es un libertino y un borracho»; el
targum Neofiti precisa de este modo el último repro-
2. ¿UNA AUTODESIGNACIÓN DE JESÚS? che: «un devorador de carne y un bebedor de vino».
Los ancianos deciden y ejecutan la lapidación.
En su mayor parte los autores que han estudia-
do recientemente esta cuestión excluyen del elenco En Lc 7,34 el calificativo «un comilón y un bo-
de textos, sobre cuya base se ha intentado quizás rracho» expresa manifiestamente el punto de vista
remontarse al Jesús de la historia, por una parte de los que rechazan a Jesús. Por otra parte, no tie-
los logia joánicos sobre el hijo del hombre y, por ne nada de inverosímil un juego de palabras entre
otra, el grupo de dichos atestiguados solamente en «hombre comilón» e «hijo del hombre». En efecto, el
la tradición marcana y en los dos evangelistas que código cultural permite comprender hijo del hombre
dependen de ella, sobre el hijo del hombre que sufre en sentido negativo, por antítesis implícita con Dios:
y resucita. En estos dos grupos de textos se aprecia un hombre no fiable, opuesto a Dios. Le habrían di-
un gran trabajo de redacción. Por todo ello nos limi- rigido este reproche a Jesús no solamente porque
taremos al testimonio de los sinópticos y en concre- no vivía como un asceta, sino también porque, en
to a las palabras que recogen a propósito del hijo su trato dudoso con los publicanos y los pecadores,
del hombre terreno, así como las que se refieren al no se cuidaba quizás de respetar al pie de la letra
hijo del hombre que ha de venir. Pero no podremos las reglas alimenticias, que eran para los judíos un
evidentemente analizar cada una de las numerosas sello de identidad por el mismo título que las
sentencias sobre el caso. prácticas del sábado y la circuncisión. En plan de
desafío, Jesús habría recogido el reproche que le
hacían y lo habría transformado en una afirmación
2.1. El hijo del hombre terreno de su dignidad: aquel a quien tratáis de hombre mi-
serable es de hecho un enviado de la sabiduría.
Una ocasión que nos permite probablemente fi-
jar la expresión «hijo del hombre» en la situación El segundo texto al que los exegetas dedican ge-
prepascual parece ser la que nos ofrecen ante todo neralmente su atención en el debate sobre la histo-
las palabras de Lc 7,34 y 9,58. ricidad se lee en una unidad Q cuya extensión se
discute en lo que se refiere a la fuente, pero com-
La primera tiene su lugar en un conjunto narra- prende al menos las dos pequeñas escenas de Lc
tivo y temático muy coherente que se refiere a las 9,57-60a. En la primera, que es la única que nos
relaciones entre Juan Bautista y Jesús (Lc 7,18-35); interesa directamente aquí, Jesús parece templar el
uno de sus elementos es Lc 7,31-35. Esta pequeña entusiasmo de un candidato a discípulo llamando
unidad se divide claramente en dos: una parte son su atención sobre la vida precaria del hijo del hom-
imágenes que evocan los juegos de los niños y que bre, una existencia mucho menos envidiable que la
recogen un tema conocido en el mundo helenista vida relativamente protegida de los animales que se
(vv. 31-32), y otra parte es lenguaje directo que pro- refugian en su madriguera o en su nido. El contras-
pone en cierto modo una aplicación de esta historie- te con los animales implica que se tome aquí «hijo
ta a la acogida que prestaron a Jesús y a Juan Bau- del hombre» en sentido genérico, pudiendo entrar el
tista sus contemporáneos: locutor en el grupo de los que viven en semejante
condición. La situación de itinerancia que vivían
Porque vino Juan el Bautista, que no comía Jesús y su grupo ofrece una referencia concreta que
ni bebía, y dijisteis: «Está endemoniado». hace plausible la autenticidad de la frase. Pero, si la
Viene el hijo del hombre, que come y bebe, y interpretación propuesta es exacta, hemos de guar-
decís: «Ahí tenéis a un comilón y a un borracho, darnos –a pesar del contexto en el que esta nota es
amigo de los publicanos y pecadores». bastante clara (Lc 9,59-60a)– de leer en la referencia
al hijo del hombre la reivindicación de una autori-
Los contemporáneos de los dos personajes no dad soberana. En efecto, aun cuando el locutor se
saben lo que quieren: rechazan al asceta y rechazan sitúe en el grupo de los humanos, la expresión
también al vividor. Las palabras utilizadas para genérica no puede expresar por sí misma una pre-
descalificar a Jesús, como hemos visto, son tan tensión que sería exclusiva. En otras palabras: «un
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hombre como yo» no puede equivaler a «nadie sino en un tribunal, ni se trata tan sólo de la separación
yo». La expresión funciona como una frase hecha que hay que llevar a cabo entre buenos y malos;
que indica modestia. puede emplearse también como equivalente de cas-
tigo y antítesis de la salvación. Hay ciertamente jui-
He presentado estos dos breves análisis para cio en este último caso cuando el efecto de la irrup-
ilustrar la posibilidad de un proceso que lleva a la ción del hijo del hombre se compara con las catás-
conclusión de que Jesús mismo utilizó la expresión trofes típicas que son el diluvio y la destrucción de
«hijo del hombre». En este caso, podríamos conside- Sodoma (Lc 17, 24-30).
rar que la expresión «el hijo del hombre», de la que
se sabía que se había servido Jesús en su vida, im- Para esbozar el retrato del hijo del hombre que
pulsó luego a sus discípulos a expresar su fe y su ha de venir, me he apoyado en el conjunto de la
esperanza recurriendo a esta misma expresión, pero tradición. Es verdad que la mayor parte de las pie-
cargándola ahora del contenido tan denso que tenía zas del elenco de textos, consideradas como secun-
en la apocalíptica, más concretamente en el texto darias, no tienen un papel especial en el debate
fuente de Daniel 7. Sin embargo, para que pueda crítico, y seguramente no hay que resaltar demasia-
tomarse realmente en serio esta posibilidad, sería do aprisa ciertos detalles como el «trono» (Mt 19,28;
menester que fueran un poco más abundantes las 25,31). Pero los rasgos generales del retrato bastan
huellas literarias que atestiguasen el empleo por el para plantear las cuestiones fundamentales: ¿habló
mismo Jesús de la expresión «hijo del hombre» en el mismo Jesús del hijo del hombre como de un
sentido indefinido. Por lo demás, aunque se acepte personaje admitido en la intimidad de Dios y llama-
la hipótesis mencionada, está claro que la encuesta do a representar un papel decisivo? En caso afirma-
desemboca en un resultado muy pobre para el que tivo, ¿consideró que sería él mismo ese personaje y,
quiera recoger los datos auténticos relativos a la teniendo en cuenta la falta de precisión, pudo la
identidad de Jesús. Pero se presenta otra posibili- gente comprenderlo en este sentido en función de
dad: el mismo Jesús pudo utilizar esta expresión en su herencia cultural y religiosa?
varios registros, unas veces en el lenguaje banal de
la vida ordinaria, y otras según el lenguaje de la rei- En la escena de Dn 7,13-14, cuya influencia
vindicación mesiánica inspirado por el texto funda- puede percibirse en algunos de los logia (por ejem-
dor de Dn 7. De una forma o de otra, nos vemos plo en Mc 13,26 y 14,62), la expresión «hijo del
remitidos al examen de los logia que se refieren al hombre» no corresponde a un título en el sentido
hijo del hombre triunfante, ya que sólo ellos encie- estricto de la palabra. El personaje misterioso, pro-
rran realmente un gran interés para la investigación bablemente de naturaleza angélica, que es conduci-
histórica sobre Jesús. do hasta Dios e investido de autoridad, es compa-
rado simplemente con un ser humano. En la visión
de Dn 7,1-8 los reinos terrenos estaban representa-
2.2. El hijo del hombre transcendente dos por unas bestias; el reino de Dios lo está por un
ser semejante a un hombre, y la interpretación que
En una impresionante serie de logia, el Jesús de se da de él por el contexto es colectiva: representa al
los evangelios sinópticos habla del hijo del hombre pueblo de los santos del Altísimo (Dn 7,18). Esta
como de un personaje que tiene su lugar en la esfe- escena del libro de Daniel tuvo sin embargo una
ra divina y que habrá de ejercer una función en el gran importancia en la apocalíptica y la figura de
día final. Se halla en pie en medio de los ángeles ese personaje designado «como un ser humano» sir-
que, llegado el momento, estarán a su disposición vió de base en el judaísmo para una reflexión de ti-
para actuar (Lc 12,8-9 par Mc 8,38; Mc 13,27; Mt po mesiánico, en el sentido amplio de este adjetivo:
13,41) y le acompañarán cuando venga (Mt 25,31). en otras palabras, hubo una identificación con un
La «venida» del hijo del hombre es por otra parte el individuo. Tenemos la prueba de ello en las Parábo-
tema que más subrayan este grupo de textos. En la las de 1 Enoc.
perspectiva postpascual, que es la de los evangelios,
la venida en que se piensa es evidentemente el re- 1 Enoc, llamado también Enoc etiópico, es un li-
torno, la parusía, la segunda venida de Cristo. Lo bro de inspiración apocalíptica que se compone de
mismo ocurre cuando la categoría que se utiliza es cinco conjuntos primitivamente independientes. La
la de la manifestación o la revelación del hijo del sección llamada de las «Parábolas» (1 Enoc 37-71)
hombre (Lc 17,30), o la de su «día» (Lc 17,24.30). A pone en escena a un personaje llamado repetidas
veces se habla expresamente de un juicio ejercido veces «hijo del hombre» y en algunas ocasiones «este
por el hijo del hombre o al menos en relación con él hijo del hombre». En la primera mención del perso-
(Lc 12,8-9; Mt 13,41-42; 19,28; 25,31-46). En otros naje (1 Enoc 46) se hace una referencia indudable a
lugares esto aparece implícito. Pero hay que preci- Dn 7. Pero el autor de las «Parábolas» no se conten-
sar el término de «juicio». A diferencia del uso actual ta con la comparación «como un ser humano». Por
de esta palabra, no designa solamente lo que ocurre otro lado supera manifiestamente la interpretación
EL HIJO DEL HOMBRE 5
colectiva, como demuestran la identificación repeti- sentación de Dn 7 podía ser recogida personalizan-
da del misterioso personaje con aquel a quien llama do su figura y valorando el tema del juicio.
«Elegido» y su identificación ocasional con el mesías,
«el ungido de Dios». En los dos capítulos que forman La expresión «hijo del hombre», como hemos vis-
el epílogo (70-71) de esta sección, parece identifi- to, se caracteriza por su gran flexibilidad: no define
carse el Enoc arrebatado al cielo con el hijo del con precisión lo que quiere decir, sino que lo sugie-
hombre. Este personaje –se anuncia– jugará un pa- re. Sin equivaler al pronombre personal «yo», puede
pel considerable cuando Dios lleve a cumplimiento introducir al locutor en esta perspectiva: un hombre
su plan. Glorificado, el hijo del hombre se sentará como yo. La vinculación con el «hijo del hombre» de
en el trono, identificado a veces con el trono de Dn 7, reinterpretado entonces en un sentido indivi-
Dios, y asegurará el juicio. Este juicio consistirá so- dual, pudo hacerla el mismo Jesús a partir de la
bre todo en la acción emprendida contra «los reyes y conciencia de su autoridad. Esta es una de las po-
los poderosos de esta tierra» (53,5), explotadores de siciones que puede pasar por clásica; no carece
los justos. Los malos quedarán reducidos a la impo- ciertamente de coherencia. Pero ¿qué es lo que im-
tencia y exterminados; los justos se verán así ven- plica? Según los logia evangélicos sobre el hijo del
gados y gozarán de la plenitud de la salvación en hombre que ha de venir, el personaje gozará de una
compañía del hijo del hombre. La convergencia de promoción extraordinaria, ya que será exaltado a la
estos datos con los logia sinópticos sobre el hijo del derecha de Dios y su venida o manifestación para el
hombre que ha d venir parece innegable, pero es juicio se hará a partir del mundo de Dios. Este su-
muy difícil de explotar. Varias son las razones. pone, en aquel que habla en estos términos y que se
atribuye a sí mismo este papel mientras está some-
En primer lugar porque los contactos entre estos tido todavía a las condiciones de la existencia pre-
dos conjuntos no son lo bastante precisos para ser- sente, la espera de una especie de elevación al cielo
vir de fundamento a una explicación en términos de a la manera de Enoc, que fue «arrebatado de la tie-
dependencia literaria. En segundo lugar, y sobre to- rra» (Eclo 49,14; cf. Gn 5,24; Eclo 44,16; Heb 11,5),
do, porque sigue planeando la duda sobre la fecha o de Elías (2 Re 2), o bien la convicción de verse li-
de composición de las «Parábolas». berado de la muerte y ser trasladado al lado de Dios
para recibir en herencia un modo de existir y de ac-
Mientras que los otros cuatro conjuntos re- tuar que es el de Dios. Sin llegar hasta la afirma-
unidos en 1 Enoc son conocidos en Qumran, no ción de que ese hombre, en este caso Jesús, perdió
se ha podido hasta el presente encontrar huella el sentido común y sin evocar demasiado pronto
alguna de las «Parábolas», y esta sección tampo- unas disposiciones patológicas, no debemos mini-
co está representada en los fragmentos de 1 En- mizar la dificultad psicológica, ya que esta se pre-
oc conservados en griego. Se invoca a veces esta senta realmente desde que se admite lo que acabo
ausencia en apoyo de la hipótesis extrema, pero de decir, a saber, que un hombre de la esfera terre-
totalmente minoritaria, de un origen cristiano y na reivindique por sí mismo y para sí mismo una
de una fecha tardía (siglo III de nuestra era) de postura y una función celestiales, ¡y qué función:
la sección de las «Parábolas». Pero, si en su gran juzgar al mundo! Esta dificultad desaparecería cier-
mayoría los especialistas están de acuerdo en tamente si pudiera retenerse la hipótesis de que
rechazar esta hipótesis, dejan de estarlo cuando Jesús habló del hijo del hombre como de otro, tal
se trata de proponer una fecha. Algunos mantie- como sugiere la distinción a veces muy fuerte, par-
nen que las «Parábolas» vieron la luz en el siglo I ticularmente en el logion sobre la confesión (Lc
antes de nuestra era; otros prefieren situarlas en 12,8-9 par), entre el «yo» de Jesús y el hijo del hom-
el siglo I después de Cristo, en donde la tenden- bre. Pero esta hipótesis, que hasta hace poco estaba
cia dominante está a favor del último tercio de fuertemente representada por la exégesis de la es-
siglo. cuela de Bultmann, cuenta hoy con muchos menos
simpatizantes, ya que crea más problemas de los
La incertidumbre sobre la fecha de las «Parábo- que resuelve.
las» llega hasta el punto de que no es posible apo-
yarse en ellas más que con enorme prudencia, La dificultad psicológica mencionada deja de
cuando se intenta dar cuenta de la cuestión del hijo existir si uno se sitúa en el contexto postpascual. Se
del hombre en el mismo Jesús. En estas condicio- comprende sin esfuerzo que los cristianos, sobre la
nes tampoco se puede suponer demasiado aprisa base de la experiencia pascual y de la aclamación
que las representaciones ligadas al «hijo del hom- «Jesús es Señor» que le sirve de expresión, hayan
bre» estuvieran tan extendidas entre los contem- llegado rápidamente a sacar de Dn 7 un medio para
poráneos de Jesús que bastase con utilizar esta ex- decir su fe. Con Anton Vögtle, buen conocedor del
presión para evocarlas. El interés del elenco de tex- conjunto del dossier de textos, se puede proponer
tos de las «Parábolas» es, sin embargo, real, ya que una hipótesis más precisa. En la primera Carta a
ofrece un paralelismo para ilustrar cómo la repre- los corintios –una carta rica en elementos sacados
6 EL HIJO DEL HOMBRE
por Pablo de la tradición cristiana precedente, sien- otra parte, los logia en su conjunto no proponen ex-
do un ejemplo de ello la aclamación pascual («¡Se- presamente una identificación de Jesús con el hijo
ñor [es] Jesús!») citada en 1Cor 12,3 y que forma sin del hombre. El más importante de ellos, a saber, el
duda parte de ella–, Pablo recoge en arameo la invo- logion sobre la confesión (Lc 12,8-9), implica por el
cación «ven, Señor», maranatha (1Cor 16,21). Esta contrario la distinción entre los dos personajes. Es-
invocación, que nos remite sin duda a la comunidad tas dos observaciones complementarias se oponen
primitiva de expresión aramea en Jerusalén, impli- claramente a la hipótesis de que la tradición sobre
ca el traslado de Jesús al cielo, a la esfera divina. el hijo del hombre haya sido creada en todas sus
No es difícil entonces atribuirle unas prerrogativas piezas por la comunidad postpascual. En efecto,
divinas como la salvación y el juicio; en la situación ¿cómo comprender que la comunidad cree una ex-
prepascual, la yuxtaposición del juicio que ha de presión con la que al parecer no sabe muy bien qué
ejercer Dios mismo y el ejercicio de esta función por hacer cuando se trata de expresar su propia cristo-
el hijo del hombre sería indudablemente más difícil logía?
de explicar. En resumen, el uso de maranatha y la
reflexión sobre el Cristo que supone esta invocación La complejidad de esta cuestión queda perfec-
crean las condiciones de base que permiten a los tamente ilustrada por el logion llamado de la confe-
cristianos hablar de un hijo del hombre celestial sión, mencionado ya en varias ocasiones y concre-
cuya venida aguardaban ardientemente. tamente al comienzo de este capítulo. Recuerdo lo
esencial. El logion se lee en cinco ocasiones en los
Entonces la hipótesis se presenta por sí misma: evangelios y según dos tradiciones concurrentes: la
el empleo de la expresión «el hijo del hombre» debe tradición marcana (Mc 8,38, par) y la tradición de la
aplicarse a partir del maranatha, sobre todo si se fuente Q (Lc 12,8-9; Mt 10,32-33). Los especialistas
piensa, como indiqué anteriormente, que el verbo están casi todos de acuerdo en reconocer la forma
«venir» ocupa un lugar esencial en los logia sobre el marcana como más evolucionada que la de Q y en
hijo del hombre que ha de venir. La hipótesis, por apoyar sobre esta última el proceso de restitución
otra parte, puede apoyarse también en la influencia histórica. Pero este punto de vista no es tan seguro
discreta, pero perceptible, de la temática de Dn 7 en sus detalles. Las dos versiones (Lc 12,8-9 y Mt
sobre otros elementos de la tradición de comienzos 10,32-33) tienen ciertamente como articulación de
del cristianismo. A. Vögtle da un paso más: según base la correspondencia entre la actitud que uno
él, la primera palabra formada por la comunidad adopta al presente ante la persona de Jesús y la
sobre el «hijo del hombre» fue el logion del relámpa- sanción que le aguarda en el momento del juicio fi-
go en Lc 17,24 y las representaciones atestiguadas nal. Y divergen en la identificación de aquel que in-
en las Parábolas de 1 Enoc pudieron muy bien ayu- tervendrá el día del juicio de manera favorable o
dar a los seguidores de Jesús a articular y expresar desfavorable, el «yo» de Jesús según Mt, el hijo del
su fe a través de la figura del hijo del hombre. Pero hombre según Lc:
limitémonos a la hipótesis fundamental, que tiene
la ventaja de suprimir muchas dificultades y ha re- Mateo
sultado ser la más convincente: el recurso a un
«hijo del hombre» transcendente es obra de la co- «Si alguno se declara a mi favor
munidad palestina después de pascua, no del mis- delante de los hombres,
mo Jesús. Sin embargo, esta hipótesis no puede yo también me declararé a su favor
considerarse como demostrada, de forma que se re- delante de mi Padre celestial.
quiere examinar también la otra posibilidad, la del Pero a quien me niegue
empleo de «hijo del hombre» en sentido transcen- delante de los hombres,
dente por parte del mismo Jesús. yo también lo negaré
delante de mi Padre celestial».
Expuse anteriormente los datos básicos sobre el
empleo de la expresión «el hijo del hombre» en el Lucas
Nuevo Testamento. He aquí la recapitulación de los
mismos: 1) Dicha expresión no figura prácticamente «Si uno se declara a mi favor
más que en labios de Jesús y constituye la única delante de los hombres,
designación firme que Jesús utiliza para hablar de también el hijo del hombre
sí mismo; 2) Es una expresión frecuente y que se se declarará a favor suyo
distribuye por las diversas capas tradicionales que delante de los ángeles de Dios.
son la base de los evangelios; 3) No está atestiguada Pero si uno me niega
en el lenguaje al que recurre la comunidad postpas- delante de los hombres,
cual para expresar su fe. Todas estas características también será negado
globales postulan el arraigo de la expresión «el hijo delante de los ángeles de Dios».
del hombre» en el lenguaje mismo de Jesús. Por
EL HIJO DEL HOMBRE 7
El que opte por Mt, no por eso cierra los ojos an- continuidad existente entre el Reino presente y el
te la validez de su fuerza, ya que allí se afirma fuer- Reino venidero, en la proximidad de Jesús con Dios
temente la importancia de la persona de Jesús. El que se expresa en el uso de abba y en la certeza que
que, con la mayor parte de los autores, mantenga muestra Jesús, enfrentado con su muerte ya
su preferencia por la versión de Lc, se ve directa- próxima, de tener parte en el reino de Dios (Mc
mente enfrentado con el problema que nos ocupa y 14,25). Este papel futuro puede percibirse en la ex-
tiene que pensar en varias explicaciones. Parece presión «hijo del hombre». La correspondencia entre
difícil de aceptar una identificación directa y formal el presente y el futuro no invita a pensar que Jesús
de esa figura con Jesús. La yuxtaposición del pro- haya introducido en el cuadro a un tercero que pu-
nombre «yo» y de «hijo del hombre» hace pensar más diera ser de alguna manera su rival; por tanto, es
bien en una tercera persona. Pero esta interpreta- difícil imaginar que hable de otro distinto de él
ción, a primera vista, no parece conciliarse muy mismo. Pero no estamos obligados, por ello, a admi-
bien con la predicación de Jesús en su conjunto, tir que Jesús se haya identificado formalmente con
sobre todo con su mensaje sobre el reino de Dios. la figura celestial, quizás angélica, que pone en es-
Conviene insistir en este último punto. cena Dn 7. Pudo recurrir a esta figura conocida
viendo en ella un símbolo de su Reino futuro. La
Los evangelios presentan numerosos logia de venida del Reino traerá consigo una transformación
Jesús sobre el reino de Dios y una tradición abun- del mundo entero, y esta transformación afectará
dante sobre el hijo del hombre. Sin embargo, jamás también a la misma persona de Jesús; la expresión
los dos temas aparecen juntos en una misma uni- un tanto distanciada, en virtud de la tercera perso-
dad literaria. Incluso el evangelista Mateo que, en na gramatical, es apropiada para expresar esta dife-
su redacción (ante todo en Mt 13,36-43), atribuye rencia.
sin embargo un reinado al hijo del hombre, mantie-
ne la distinción con el reino de Dios. Tras dos artí- En resumen, intentando la articulación del tema
culos importantes de Vielhauer, esta constatación del hijo del hombre con el del reino de Dios, de igual
fue por mucho tiempo una razón suficiente para forma que invita a hacerlo Dn 7, es como cabe la
negarle a Jesús toda la tradición relativa al hijo del posibilidad de proponer no ya una solución satisfac-
hombre. Pero la investigación, que nunca había toria en todos los puntos, pero sí al menos una ex-
aceptado por entero la posición de Vielhauer, ha plicación plausible. La persona de Jesús no puede
progresado en estos últimos años. El elemento más disociarse del Reino presente; el hijo del hombre es
importante en el logion sobre la confesión es la se- el que garantiza la intervención futura de Dios.
paración clara entre el presente, en que se realiza el Jesús, un hombre en la tierra, se ve a si mismo co-
ministerio de Jesús, y el futuro, en que se celebran mo asociado al hijo del hombre celestial en la causa
las sesiones del juicio. Pues bien, esta bipolaridad común del reino de Dios. El profeta de Nazaret in-
temporal se encuentra de forma análoga en el men- terviene en los dos registros, y lo hace no a la ma-
saje de Jesús sobre el reino de Dios: Jesús lo conci- nera de un pensador moderno forjado en la raciona-
be como presente, pero lo anuncia al mismo tiempo lidad, sino como un poeta y como un profeta que
como futuro. Además, la presencia del reino no se tiene el sentido del lenguaje simbólico. Unas veces
efectúa independientemente de Jesús. En efecto, se sitúa ante sus oyentes como persona humana,
aunque no da ninguna precisión sobre este punto, otras se refiere al agente celestial o la figura esca-
Jesús se atribuye un papel en esta realización pre- tológica venidera, pero en cada ocasión la referencia
sente, como señala muy bien el logion sobre los última es el reinado de Dios. Jesús no pretende ex-
exorcismos realizados por Jesús «con el dedo de presamente «ser idéntico al hijo del hombre, pero
Dios» (Lc 11,20). La persona misma de Jesús «está dice que tiene una gran intimidad con él» y que hay
ya directamente comprometida en el fervor de un entre ellos al menos un vínculo de solidaridad. El
reinado que llega». No tenemos desgraciadamente que así habla no se mueve en el terreno de la evi-
una indicación tan precisa sobre el papel de Jesús dencia racional y verificable, sino que expresa una
en el establecimiento del Reino en su plenitud, pero convicción y una llamada, como lo hace también,
algunos hechos generales hacen por lo menos plau- por otra parte, cuando pretende representar un pa-
sible la idea de que Jesús jugará efectivamente un pel efectivo en la realización presente del reino de
papel en aquel momento: pienso en particular en la Dios.
*
SCHLOSSER, J., «El hijo del hombre», en Jesús, el pro-
feta de Galilea (VeI, 154), Salamanca, Sígueme, 2005, p.
205-220.