Este documento trata sobre la pérdida y el duelo. Explica que aferrarse demasiado a lo que se ha perdido solo causa más dolor y nos impide avanzar. En cambio, aceptar la pérdida y dejar ir lo que ya no está permite sanar las heridas emocionales y estar abiertos a nuevas experiencias. También enfatiza la importancia de expresar emociones a través de la acción para alcanzar la aceptación de la nueva realidad.
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El Camino de Las Lagrimas
Este documento trata sobre la pérdida y el duelo. Explica que aferrarse demasiado a lo que se ha perdido solo causa más dolor y nos impide avanzar. En cambio, aceptar la pérdida y dejar ir lo que ya no está permite sanar las heridas emocionales y estar abiertos a nuevas experiencias. También enfatiza la importancia de expresar emociones a través de la acción para alcanzar la aceptación de la nueva realidad.
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Empieza con la supuesta conciencia de que no lo voy a soportar.
Hemos sido educados
para creer que podríamos morir si la persona amada nos deja, vivimos condicionando nuestra vida con estos pensamientos que nos empujan a costos mayores que los que supuestamente evitan. La tristeza, el sufrimiento y el dolor nos extravían de la ruta hacia la liberación definitiva de lo que ya no esta. Creer y confiar en que se puede seguir adelante multiplica mis posibilidades de avanzar. El hecho concreto de pensar que voy hacia algo mejor Anima a seguir pero no anula la pena de lo que deje, aprender a sanar las heridas que se producen cuando algo cambia, darme cuenta de que nunca tendré lo que esperaba tener algún día. Compensa pero no evita Aplaca pero no cancela Anima a seguir pero no anula la pena. Perdemos también siendo abandonados, cambiando, siguiendo adelante, renunciando consciente o inconscientemente a nuestros sueños románticos, nuestras ilusiones de libertad. Las perdidas tienden a ser problemáticas y dolorosas pero solo a través de ellas nos convertimos en seres humanos plenamente desarrollados. Desde la situación de retirada es la pérdida, he perdido esto que tenía o creía que tenía y siento. Se articulan mis sentidos y luego me doy cuenta cabal de lo que paso. Aparecen y me invaden ahora si un montón de emociones diferentes y a veces contradictorias. Transformar en acciones estas emociones me permitirá tener la conciencia verdadera de la ausencia de lo que ya no esta, el contacto con la temida ausencia me permitirá luego la aceptación de la nueva realidad. Se debe encontrar una forma de expresión de las vivencias internas pues ayuda a quienes transitan por este camino a aliviar su dolor. La perdida es la sensación que tiene quien siente que ha dado todo a alguien que ya no esta. El dolor de la perdida no tiene tanto que ver con el no tener, como con la situación concreta del mal manejo de mi impotencia, con esa carencia de algo que yo, por el momento al menos, no hubiera querido que se llevara. Un “ya no mas impuesto”, que no depende de mi decisión ni de mi capacidad, así que este dolor es la renuncia forzada a algo que hubiera preferido seguir teniendo. Aprieta algo muy valioso muy fuerte porque alguien te lo quiere quitar, lo aprieto muy fuerte para evitarlo. Es muy probable que yo retenga el objeto, pero van a pasar dos cosas: • Se acabo el placer, no hay ninguna posibilidad de que yo disfrute tactilmente lo que defiendo. Solo percibo que estoy agarrando que estoy tratando de evitar que esto se pierda. • Dolor, lo que sigue a aferrarse siempre es el dolor, el dolor de una mano aferrada que obtiene un único placer posible, el placer del que no ha perdido, el único placer que tiene la vanidad, de le haber vencido a quien me lo quería quitar, el placer de ganar. Pero ningún placer que provenga de mi relación con el objeto en si mismo. Esto pasa con la posesividad en cualquier relación. Lo que hace que mis vínculos, sobre todo los mas amorosos, sean espacios disfrutables, es poder abrir la mano, es aprender a no vincularnos desde el lugar odioso de atrapar, controlar o retener, sino de la situación del verdadero encuentro con el otro el cual solo puede disfrutarse en libertad. La manera de no padecer de mas no es no amar, sino no quedarse pegado a lo que no esta. Comprometerte a analizar, detectar y evaluar si esto que tengo es lo que tengo o el cadáver de aquello que tuve. Y si es el cadáver asumir el compromiso de deshacerme de el. Compromiso no quiere decir apego, quiere decir poner toda mi energía al servicio de lo que esta pasando, y también en función de separarme de lo que se termino. Soltar no es la muerte, la vida esta relacionada con soltar lo que una vez nos salvo. Soltar las cosas a las cuales nos aferramos intensamente creyendo que tenerlas es lo que nos va a seguir salvando de la caída. Creemos en lo “malo conocido” y aunque nos damos cuenta que aferrarnos a esto significara la muerte seguimos anclados, temblando por nuestras fantaseadas consecuencias de soltarlo. El anhelo es la raíz del sufrimiento así que la solución es dejar de desear. Desarrollar la capacidad de desear sin quedarme pegado a ese deseo. Elaborar un duelo es aprender a soltar lo anterior, pero si tengo miedo de las cosas que vienen, y me agarro de las cosas que hay, si me quedo centrado en las cosas que tengo porque no me animo a vivir lo que sigue, si creo que no voy a soportar el dolor que significa que esto se vaya, si voy a aferrarme a todo lo anterior, entonces no podré conocer, ni disfrutar, ni vivir lo que sigue. Hay que vaciarse para poder llenarse. Mi vida se enriquece cada vez que la lleno pero también cada vez que la vacío, porque cada vez que vacío mi taza estoy abriendo la posibilidad de llenarla de nuevo.