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JULIO HERRERA Y REISSIG

Seleccin y nota introductoria de ALBERTO PAREDES

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTNOMA DE MXICO


COORDINACIN DE DIFUSIN CULTURAL DIRECCIN DE LITERATURA MXICO, 2012

NDICE

NOTA INTRODUCTORIA OBRA POTICA LAS PASCUAS DEL TIEMPO PLENILUNIO LOS MAITINES DE LA NOCHE LAS ARAAS DEL AUGURIO SOLO VERDE-AMARILLO NEURASTENIA ESPLN WAGNERIANAS NIVOSA LOS XTASIS DE LA MONTAA LA SIESTA LA IGLESIA EL AMA LOS PARQUES ABANDONADOS LA AUSENCIA MEDITATIVA LA LIGA FIAT LUX LAS CLEPSIDRAS REINA DEL ARPA Y DEL AMOR EPITALAMIO ANCESTRAL LITURGIA ERTICA ODALISCA EL COLLAR DE SALAMB BERCEUSE BLANCA

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NOTA INTRODUCTORIA

Injustamente olvidado de cuntos notables poetas hispanoamericanos puede decirse lo mismo? En su momento vigoroso, festivo y enrgico, tres eran los nombres clave del modernismo: Rubn Daro, Leopoldo Lugones y el uruguayo Julio Herrera y Reissig (1875-1910). Vivi slo 35 aos y antes de los 25 es decir todava en el siglo XIX o en el ao 1900 ya haba facturado poemas que perduraran dentro de lo mejor suyo como Plenilunio y Wagnerianas. El modernismo: bien podemos concebir ese movimiento literario bajo el signo de la oralidad. Los poetas hispanoamericanos conocieron padecieron y gozaron una oralidad voraz; todo se lo apropian: los museos, acervos culturales, corrientes, modos y modas estticos, son engullidos carnavalescamente por nuestros poetas que as mostraron el camino de participar en la agitada danza de la cultura europea. Entre ellos, Herrera y Reissig est marcado por el exceso; su voracidad fue tal que se le conoca como el barroco del grupo. Ultramodernista, segn Max Henrquez Urea; ametralladora metafrica: Anderson Imbert; aparatosa maquinaria verbal donde el referente es cada vez ms postergado, en la visin de Yurkievich (vase especialmente su Julio Herrera y Reissig: El urico ensimismo en Celebracin del modernismo, Tusquets Editores). Herrera y Reissig: volcnica mquina verbal que no se detiene ante nada y todo lo vuelve parte de s asimilndolo o no, transformndolo o dejndolo inusitadamente intacto en un triple movimiento de apropiacin, carnaval y kitsch; no se detiene ni siquiera para configurar un estilo. No podemos fijar el caudal multvoco del uruguayo: lo nico que contemplamos es el perpetuo movimiento verbal, una suerte de Herclito con inspirada logorrea. La musa, en este poeta, no es distinta del museo. Un tipo de museo: el gabinete del anticuario; su sen-

sualidad inequvoca, olores y texturas densas. Todo es opaco (caobas, lienzos, cristalera antigua, tapices con motivos exticos, marfiles y viejos espejos biselados de marco buclico). La lectura de un poema de este modernista exige un ritmo lento: no digerimos con rapidez su exceso y slo un tempo reposado capta la espesa materializacin del estrato sonoro de sus textos. La teatralidad: Herrera aprovecha el planteamiento de lo teatral dentro de un texto lrico. Notablemente, ese tipo de poemas con acotaciones escnicas y personajes identificables dentro de una esbozada accin dramtica (como en el extenso Las pascuas del tiempo, o en Berceuse blanca que aqu se reproduce), logran la radicalizacin de la propuesta ficcional y literaturizante del texto. Se ostenta la realidad virtual de cosa cultural y literaria del poema; con ello queda potenciado el terreno a la voracidad museogrfica que, ahora s, no tendr lmite ninguno. Mas de golpe, el todo excesivo propugnado muestra el revs: caos. Lo ingobernable por heterclito se vuelve contra todo (y no slo contra las manas positivistas de orden social); aun la poesa y el espritu sensible quedan afectados del desorden incontenible del cosmos. Este uruguayo a partir de su hipersensibilidad afectada fue de los primeros en admitir dentro de su discurso en Sudamrica, a principios de siglo las nociones balbuceantes de las nuevas escuelas psicoanalticas. Habla de noches clorticas, de neurticos batracios y de la hipertrofia de las ilusiones. El poema, entonces, prosigue su deglucin y acepta con el mismo talante el nuevo lenguaje cientfico y prefuturista que los viejos motivos romnticos de exotismos orientales o sajones: una realidad literaria est naciendo conforme estos poetas lo saquean todo pantagrulicamente. Llamamos modernismo a ese terreno conquistado, a esa actitud ejemplar. El paroxismo se comunica a una cierta fantasa productora de imgenes sin fin; sintaxis en cascada y verbalizacin paroxstica de ese sbito, delirante, cosmos interior. El carnaval, el pastiche, del sincretismo

modernista rebasa todo lo previsto y llega a su extremo: barroco, caricatura, manierismo; exacerbacin y cosquilleo psico-estticos. Por sobre todo, campea el carcter del en s literario de esta obra, tan presente en los poemas exotistas como en los buclicos vascos o pampeanos idealizados como en los psicologizantes. Todos ellos ofrecen su sostn temtico para escenificar la operacin literaria (formal, metaforizante, aliterante, trpica) que define el cuerpo verbal obeso, obseso, multifnico de Julio Herrera y Reissig. Esta conciencia (y premura) exacerbada de lo literario seala la vigencia inagotable del uruguayo. Las notas sintomticas de su obra subrayan (imposible que esto fuera involuntario) un afn irrealizante, es decir literario: la mana metafrica, la extravagancia, lo fantasioso, lo artificial, el exotismo, las sinestesias incontenidas, los neologismos fortuitos o deliberados Entonces es que el poema se escenifica como carnaval de s mismo objeto, efecto y afecto: otra leccin del hombre de La Torre de los Panoramas. No lo digo por exceso insostenible: bajo una modalidad que podra parecer anacrnica al lector desatento, Herrera y Reissig, en su afn de la poesa como caudaloso objeto verbal, despliega irrestrictamente las categoras de deseo y libertad como fundamentos de la literatura. Mquina deseante y mquina librrima: el exceso si realmente lo es siempre ser una aventura frtil. El naufragio inefable de palabras/ hundindose como noches recorridas.

ALBERTO PAREDES

OBRA POTICA

Iniciaciones, 1897-1899. Las pascuas del tiempo, 1900. Los parques abandonados (primera serie), 1900-1905. Ciles alucinada, 1902. La vida, 1903. Los xtasis de la montaa (primera serie), 1904-1907. Sonetos vascos, 1906. Los parques abandonados (segunda serie), 1908. La torre de las Esfinges, Tertulia luntica, 1909. Las clepsidras, 1909. Los xtasis de la montaa (segunda serie), 1910. Berceuse blanca, 1910. Poesas completas, Ed. Losada (Biblioteca Clsica y Contempornea), estudio preliminar de Guillermo de Torre, Buenos Aires, 1942 (4a. ed., 1969).

LAS PASCUAS DEL TIEMPO

PLENILUNIO

En la clica alcoba reinaba un silencio de rosas dormidas, de tmidas ansias, de ruegos callados, de nidos sin aves, de iglesias en ruinas; mas de pronto se siente que salta, que salta agitado, que llama o palpita, el vital corazn de una virgen: campana de fuego que al goce convida. En su lecho de escarchas de seda, cual cisne entre espumas, la virgen dorma: eran alas de su ngel custodio los leves encajes de la alba cortina! En su boca entreabierta mostraba una hermosa y extraa sonrisa que la noche anterior en sus labios, pensando en un rezo, quedse dormida. Mirla y de pronto qudeme extasiado, admirando sus formas benditas, y sus senos: las cpulas blancas del templo de carne de Santa Afrodita! Besadla, Poeta me dijo mi Musa, panal es su boca, bebed ambrosa y sea la lengua de ardientes rubes la hostia de fuego de su eucarista! Su frente tan blanca, tan plida y tersa, semejaba la pgina nvea en que Psiquis pintaba sus sueos con sangre nevada de rosas lascivas Yo miraba en sus curvas ojeras las sendas que atraen, las sendas prohibidas, las manchas sensuales, los arcos de gloria que adoran la eterna ciudad de la Vida!

Mi Musa me dijo: Pedidle a Cupido su flecha de fuego, su flecha divina: en el cuerpo sensual de la virgen hay dos aves muy blancas, dormidas! Oh Poeta, la virgen os llama; que sea su cuerpo la lbrica lira: los ritmos ms dulces los tiene su boca. Su aliento es un verso de blanda armona! Oh luna de amores! Fogoso y brillante radiaba en la noche de sedas bruidas, en el bosque de sombra, aromado, que el negro cabello tendido esparca, semejando la Venus de fuego, esa reina de crencha encendida, que es flgido faro en el mar de las noches, y blanca azucena en la frente del da! Acerqume temblando: la virgen ostentaba la misma sonrisa que es novia del beso y hermana del llanto, que es pena y reproche, palabra y caricia; ostentaba las mismas ojeras: las sendas que atraen, las sendas prohibidas, las manchas sensuales, los arcos de gloria, que adornan la eterna ciudad de la Vida. Gran Dios! Ya eran ros de vino mis venas, serpientes mis brazos, serpientes mordidas. Mi fatal corazn se agitaba cual fiera convulsa sintindose herida! Y, oh solemne momento, oh milagro; apenas la virgen despierta y me mira, la fiera y las sierpes quedaron exnimes y slo un arcngel sus alas bata!

LOS MAITINES DE LA NOCHE

LAS ARAAS DEL AUGURIO


La sed jams saciada que hace infinito el sueo

Yo s que sus pupilas sugieren los misterios de un bosque alucinado por una luna extica; yo s que entre sus sedas late una fuga ertica que suea en irreales y lcteos hemisferios. Para mis penas fueran divina magia hipntica sus labios incensarios de msticos sahumerios; y yo deseara siempre tener por cautiverios sus brazos, sus cabellos y su nostalgia gtica. Oh, si pudiera hallarla! Soaba en este da que ilusion el palacio de mi melancola; sus finas manos ebrias de delirar armnicas dulzuras de los parques, vagaban en el piano sonambuleando, y eran las blancas filarmnicas araas augurales de un mundo sobrehumano.

SOLO VERDE-AMARILLO PARA FLAUTA,


LLAVE DE U

Virgilio es amarillo y Fray Luis verde. (Manera de Mallarm)

(Andante) rsula punza la boyuna yunta; la lujuria perfuma con su fruta, la pbera frescura de la ruta por donde ondula la venusa junta. (Piano) Recin la hirsuta barba apunta al dios Agricultura. La impoluta (Pianissimo)

ua fecunda del amor, debuta (Crescendo) cual una duda de nupcial pregunta. Anuncian lluvias las adustas lunas. Almizcladuras, uvas, aceitunas, (Forte) gulas de mar, fortunas de las musas;

(Fortissimo) han madurado todas las verduras. Hay bilis en las rudas armaduras; y una burra hace hablar las cornamusas.

NEURASTENIA
Le spectre de la ralit traverse ma pense. Vctor Hugo

Hurao el bosque muge su rezongo y los ecos, llevando algn reproche, hacen rodar su carrasqueo coche y hablan la lengua de un extrao Congo. Con la expresin estpida de un hongo, clavado en la ignorancia de la noche, muere la Luna. El humo hace un fantoche de pies de stiro y sombrero oblongo. Hncate! Voy a celebrar la misa. Bajo la azul genuflexin de Urano adorar cual hostia tu camisa: Oh, tus botas, los guantes, el corpio! Tu seno expresar sobre mi mano la metempscosis de un astro nio.

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ESPLN

Todas las cosas se visten de una vaguedad profunda; plidas nieblas evocan la nostalgia de Pars; hay en el aire perezas de cocotte meditabunda. Llenos estn cielo y tierra de un aburrimiento gris. Otoo el prncipe vela tras una tenue vitrina, medio envuelto en la caricia de su plido jubn. Flora, enferma, se desmaya mientras el Hada neblina abre a los silfos del sueo su palacio de algodn. Pulsa el arpa somnolienta; y haz que tus dedos armnicos salten como plumas de palo de un verderol del Edn y que finjan en tus manos los insectos filarmnicos, dos araas venturosas de un ensueo de Chopin. Yo quiero ver en tus ojos una tiniebla azulina de la clortica noche de tu faz plenilunial; crucifcame en tus brazos, mientras el Hada neblina fuma el opio neurastnice de su cigarro glacial.

WAGNERIANAS

Oh!, llvame con tus ansias; en las nevadas uvas de tus [senos, fermenta el vino sublime de los placeres azules. Quiero libar en tu boca la satnica miel de los venenos; con el haschisch de tus besos me har ver mil Estambules. Las romnticas palomas se besan blandamente con el pico; y se abraza con las nubes ogro de piedras el cerro. Une tu boca a la ma, mientras me embrujan con su [ideal chamico, tus ojos, cafres ardientes, que se vengan de su encierro. Pasaron las golondrinas: ideas de un espritu iracundo;

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las nubes negras pasaron como viudas lacrimosas; y el iris, risa de Flora, cay cual serpentina sobre el [mundo, y de l nacieron los sueos y las regias mariposas. Las flores de porcelana son jarrones artsticos de Etruria; canta el crepsculo herido, su yambo de cisne griego. Como un silfo ruboroso que se esconde en su lecho de [lujuria, entra el Sol en occidente bajo sbanas de fuego. Vamos a pasear, querida! Plutn fecunda la dormida [tierra y teje Dios en el cielo su luminoso arabesco. Por entre las verdes cejas que embellecen el rostro de la [sierra baja el ro a la llanura como un sudor gigantesco. Una loca pincelada, del Miguel ngel soador de arriba, flota en la cpula inmensa del etreo Vaticano; sobre el triste campanario la aguja de metal se yergue [altiva como el dedo de Dios mismo sealando un gran arcano. Vamos a pasear, querida, florecen las dormidas amapolas como blasfemias sangrientas que Richepin cincelara, como bocas de odaliscas, como ardientes mejillas de [manolas, como lenguas que Swinburne con su gran cincel tallara! Como hiprbole de duda, nace la noche blanca de la [bruma y su ramazn de nieve forma un incienso de tules, cadavricos jazmines va deshojando la nevada espuma, y los cardales nos miran con sus pupilas azules! Como en el alma de Rubens, hay en el lago llamas y [mirajes. Dios sopla en la inmensa fragua y el cielo florece chispas; y celebran sus idilios sobre el gracial balcn de los ramajes, bayaderas de oro y plata, las armnicas avispas.

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Las uvas negras esplenden, cual pupilas de reinas de [Etiopa; un gran harem hay arriba que para Venus fue hecho, entre sbanas de raso duerme la reina en su lujosa [umbra, y los astros son gacelas que reposan en su lecho. Como Poe yo amo el negro: los negros novilunios de tus [cejas que en el cielo de tu rostro fueron hechos de relieve; la escandinvica noche de tu cabello, que flotar dejas para que forme un misterio sobre tu cuerpo de nieve Los tristes gajos del sauce lloran temblando su inmortal [roco; el alma azul de Luca, trmula, en ellos se arropa: como estrofas de Prudhomme lloran ondas, cngaras del [ro; Y el zorzal ebrio de cantos es Verlaine frente a una copa! de Mallarm dicen versos los neurticos batracios, y las lucirnagas de oro semejan, al formar extraos giros, una elegante gavota de hermossimos topacios. Vamos a pasear, querida; tus ojos son de luz cristalizada, como el ardiente veneno que hizo cantar a Anacreonte; es tu boca el rojo Infierno donde Dante labr sus [llamaradas y tus senos son dos versos cincelados por Leconte!

NIVOSA

Es noche de Neurastenias. Es una noche de junio, los surtidores derraman plumas, jazmines, burbujas; por sus manchas me parece que se re el Plenilunio, y se me antojan las plantas un ejrcito de brujas. Cual procesin de novicias, envueltas en areo velo,

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pasan las nubes aladas vertiendo nevado lloro; y en el nveo campanario, que es un tmpano sonoro, hay dos palomas muy blancas que son como hostias del [cielo. Las rocas, como fantasmas, ensean sus curvos flancos, y parecen recostadas en un divn de albo lino; yergue el monte su cabeza de gran pontfice albino, y es el mar un gran cerebro donde bullen versos blancos. Con nveo tis se visten las acacias amorosas; ostentan los floripondios sus copas de porcelana en que siempre beberemos oh mi pdica sultana! la miel blanca de los nardos y la leche de las rosas. Todo es blanco; muestra el bosque su gran peinador de seda, mil abanicos de ncar y mil nforas de nidos; me parecen los corderos mil pierrots que estn dormidos y la neblina en el rbol una escala que se enreda. La gran capital del mrmol y de los sueos, la Grecia, est en todo lo que es blanco y est en todo lo que es [fuerte; en el fondo de las aguas hay una extraa Venecia y una antrtica acuarela de la ciudad de la Muerte. Oh, ven, mi blanca querida de los plidos hastos; Chopin y Schubert conversan entre esas muertas [blancuras; y ejecutan en el bosque la romana de los fros, de las tristes palideces y las blancas hermosuras! Miro a un lirio que est loco: miro a Ofelia que se aleja; miro a un astro que se cae: miro a Safo que se mata; sintate al piano, oh querida, y hazme or la serenata

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En los pechos ateridos de la diosa del invierno, nieva almbar coagulada, nieva leche temblorosa, y es la luna el sacerdote de las nupcias de una rosa. Ven, mi hermosa desposada; son tus senos los altares en que ofrezco mis querellas: son los cisnes en el ro como gndolas de azahares y los azahares son perlas del collar de las estrellas. Esa tnica de bruma, que el viento prende o arranca, es el peplo de la muerte y es el alma de la espuma que sacude sobre el mundo su eucarstica ala blanca. Camelia del ocano va el tmido barquichuelo agitando su teristro de mbar, cera y alabastro, y es cual hada misteriosa que alza su enorme pauelo saludando a lo infinito y haciendo seas a un astro. Plida virgen, ebrnea, cndida, mstica, santa, la tierra es un incensario de intacta, inhollada nieve en donde, trmula y casta, sutil, impoluta y leve, la niebla, incienso con alas, vuela, gira y se levanta! Ven, neurastnica, loca de mis inviernos de hasto! Lejos de ti siento fro: ven, neurastnica, loca! Tus ojeras son las flores que te deja el amor mo, ala, lirio, flor y hostia, gasa, niebla, luz y pluma: sern mis dientes los cirios que buscan fuego en tu boca y tus brazos en mi cuerpo dos serpentinas de espuma!

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LOS XTASIS DE LA MONTAA

LA SIESTA

No late ms que un nico reloj: el campanario, que cuenta los dichosos hastos de la aldea, el cual, al sol de enero, agriamente chispea, con su aspecto remoto de viejo refractario A la puerta, sentado, se duerme el boticario... En la plaza yacente la gallina cloquea y un tronco de ojaranzo arde en la chimenea, junto a la cual el cura medita su breviario. Todo es paz en la casa. Un cielo sin rigores bendice las faenas, reparte los sudores... Madres, hermanas, tas, cantan lavando en rueda las ropas que el domingo sufren los campesinos Y el asno vagabundo que ha entrado en la vereda huye, soltando coces, de los perros vecinos.

LA IGLESIA

En beato silencio el recinto vegeta. Las vrgenes de cera duermen en su decoro de terciopelo lvido y de esmalte incoloro; y San Gabriel se hasta de soplar la trompeta... Sedienta, abre su boca de mrmol la pileta, Una vieja estornuda desde el altar al coro... Y una legin de tomos sube un camino de oro areo, que una escala de Jacob interpreta. Inicia sus labores el ama reverente. Para saber si anda de buenas San Vicente con tmidos arrobos repica la alcanca...

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Ac y all maniobra despus con un plumero mientras, por una puerta que da a la sacrista, irrumpe la gloriosa turba del gallinero.

EL AMA

Erudita en lejas, doctora en la compota y loro en los esdrjulos latines de la misa, tan gil viste un santo, que zurce una camisa, en medio de una impvida circunspeccin devota... Por cuanto el seor cura es ms que un hombre, flota en el naufragio unnime su continencia lisa... y un tanto regaona, es a la vez sumisa, con los cincuenta inviernos largos de su derrota. Hada del gallinero. Genio de la despensa. Ella en el paraso fa la recompensa... Cuando alegran sus vinos, el vicario la engre ajustndole en chanza las pomposas casullas... Y en sus manos cannicas, golondrinas y grullas comulgan los recortes de las hostias que fre.

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LOS PARQUES ABANDONADOS

LA AUSENCIA MEDITATIVA
Je me souviens des jours anciens et je pleure. Verlaine

Tu piano es un enlutado misterioso y pensativo... hay un sueo de Beethoven desmayado en el atril; su viudez es muy antigua y en su luto intelectivo tiene lgrimas muy negras su nostalgia de marfil. En la abstraccin somnolienta del espejo, est cautivo el histrico abandono de tu tarde juvenil, su metafsica extraa cuenta un cuento extenuativo a la alfombra, a la cortina y al dolor de tu pensil. Tus glorietas me abandonan. Hoy los plidos violines me anunciaron la agona de tus ltimos jazmines... Fue mi llanto a la ribera. Mientras el hada Neblina abdic frvolamente su corona de algodn... En el clortico espanto de la vela sibilina, tus ausencias meditaban en mi gran desolacin!

LA LIGA
Honni soit qui mal y pense...

Husmeaba el sol, desde la pulcra hebilla de tu botina, un paraso blanco... Y en bramas de felino, sobre el banco, hinchse el tornasol de tu sombrilla. Columpise, al vaivn de mi rodilla, la esttica nerviosa de tu flanco; y se exhal de tu vestido un franco

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efluvio de alhucema y de vainilla. Entre la fuente de pluviosas hebras, dilua cambiantes de culebras la tarde... Tu mirada se hizo muda al ertico ritmo; y desde el pardo plinto, un Tritn signific su dardo concupiscente, hacia tu liga cruda...!

FIAT LUX

Sobre el rojo divn de seda intacta, con dibujos de extica gramnea, jadeaba entre mis brazos tu virgnea y exange humanidad de curva abstracta Mir el felino con sinuosa lnea de palo; y en la noche estupefacta, desde el jardn, la Venus curvilnea manifestaba su esbeltez compacta. Ante el alba, que iz nimbos grosellas, ajronse las ltimas estrellas... El cristo de tu lecho estaba mudo. Y como un huevo, entre el plumn de armio que un cisne fecundara, tu desnudo seno brot del virginal corpio...

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LAS CLEPSIDRAS

REINA DEL ARPA Y DEL AMOR

Evocadora de Jerusalenes de las graves Afroditas msticas, de Salomn el creador de harenes y sumo pjaro de las lingsticas... Duermen tus manos de prerrafaelsticas insinuaciones todos mis vaivenes; manos que son custodias eucarsticas para las regias hostias de tus sienes. Vamos a Dios! Entre floridos cnticos, piquen tus dedos, pjaros romnticos, el Arpa antigua del vergel de Sin... Y alzando a ti mi beso, en un hipntico rapto de azul, como en un cliz gtico beber el vino de tu corazn.

EPITALAMIO ANCESTRAL

Con pompas de brahmnicas unciones, abrise el lecho de tus primaveras, ante un lbrico rito de panteras y una ereccin de smbolos varones... Al trgico fulgor de los hachones, onde la danza de las bayaderas, por entre una apoteosis de banderas y de un siniestro trueno de leones. Ardi el epitalamio de tu paso un himno de trompetas fulgurantes...

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Sobre mi corazn, los hierofantes ungieron tu sandalia, urna de raso, a tiempo que cien blancos elefantes enroscaron su trompa hacia el ocaso.

LITURGIA ERTICA

En tus pendientes de palos malditos y en tu collar de rojos sacrilegios, fulgi un Walhalla de opulentos mitos y una Bagdad de Califatos regios... Ante los religiosos monolitos, al mago influjo de tus sortilegios, grab a tus plantas, zcalos egregios, la efigie de mis besos eruditos. Y fui tu dueo... Entre devotas pomas, sacrifiqu gacelas y palomas... Despus, en una gloria de fagotes, surgiste hacia los tlamos votivos, sobre una alfombra, negra de cautivos, bajo el silencio de los sacerdotes.

ODALISCA

Para hechizarme, hur de maravillas, me sorprendiste en pompas orientales, de aros, pantuflas, velos y corales, con ajorcas y astrales gargantillas... Sobre alcatifas regias, en cuclillas, gustaste el narguil de opios rituales

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mientras al son de guzlas y timbales ardieron aromticas pastillas. Tu cuerpo, ondeando a la manera turca, se insinu en una mstica mazurca... Luego en un vals de giros extranjeros te envaneciste en milagroso esfumo, arrebatada por quimeras de humo, sobre la gloria de los pebeteros...

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EL COLLAR DE SALAMB

BERCEUSE BLANCA
A ti, Julieta, a ti

I Adorad a la Virgen en su amable santuario, junto al lecho en que velan devociones azules; una forma imprecisa bate el sordo incensario, y es el humo de encajes de cortina y los tules. Cmo va y viene el rtmico pleamar de tu seno! Es la luna que ondea en un lago que expira. Loreley tae el alma y la Muerte conspira en el crculo de palo de ese abismo sereno. II Silencio, oh Luz, silencio! Pliega tu faz, mi Lirio! No has menester de Venus filtros para vencerme. Mi pensamiento vela como un dragn asirio. Duerme, no temas nada. Duerme, mi vida, duerme!... Duerme, que cuando duermas sin fin, bajo la fosa, mi alma ir en los beatos crepsculos a verte, y con sus dedos frgiles de marfil y de rosa desflorar tus ojos sonmbulos de muerte! III Su mano blasonada de esmalte y de jacinto, su ilusa mano de agua sedante que apacigua como un Leteo, mano muerta que suea un plinto, mano de santa y mano de una deidad ambigua... Sus manos en un gesto gtico de cansancio duermen no s qu sueo de candores ilesos, y como en las suntuosas vitrinas de Bizancio desgranan distradas un rosario de besos...

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IV Silencio, oh Luz, silencio! Duerme, mi vida, duerme! No has menester que Venus sus legiones embosque. Duerme, no temas nada. Heme a tus pies inerme, plido como un pobre nio a mitad de un bosque! V Alguien riza las alas. Alguien vuelca los ojos. Su mirada es de luna y de sol es su veste. Miradla: es la divina Poesa celeste, con los brazos en cruz y plegada de hinojos. Duerme, que mientras duermes, mi alma en incandescente escala de Jacob hacia los astros sube... Y que tu rizo negro sea la sola nube que turbe el ilusorio menguante de tu frente VI Entre irreales tules, gaseosamente anida, el lecho, un espejismo de Primavera inerte, y es como una magnolia narctica de vida, que se abre bajo un blanco crepsculo de muerte. En el tapiz de Oriente, a la sombra de un dtil, una pastora suea con el alma inclinada, sin mirar que a su vera, desde amable emboscada, le insina una flecha el Arquero verstil. Y suspira su canto: Ven y rige la sonda en el mar de mis penas; pon tu beso en mi herida, hndeme tus desdenes, y mi muerte tan honda, te dir, sin decrtelo, hasta dnde eres vida!... Reposa, oh Luz, reposa! Pliega tu faz, mi Lirio! Nos has menester de Venus filtros para vencerme. Mi amor vela a tu lado, como un dragn asirio. Duerme, no temas nada! Duerme, mi vida, duerme...

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VII Cmo suea la Virgen! Soar en cosas vanas, en su hermana la rosa desmayada en un vaso, en el mago Aladino o en las otras hermanas que hartarn de bombones su zapato de raso? En su seno hay rielares de luz blanca y de seda y palpita dormido sobre olmpica cuna, en un ritmo celeste, como el huevo de Leda fecundado por una apoteosis de luna. La expresin distrada de su claro aderezo y su risa entreabierta son tan ebrias de encanto, que esa noche sin duda se olvid de algn rezo o pensando en su amante, se durmi con un canto! Oh levedad de lneas! Oh esbeltez de contorno!... Algo ruega, algo late en la oscura armona... Es tan bella, que el ngel azul que vela en torno, se interroga temblando si es su amante o su gua... Duerme, que cuando duermas sin fin, bajo la fosa, mi alma ir en los beatos crepsculos a verte, y con sus dedos frgiles de marfil y de rosa, desflorar tus ojos sonmbulos de muerte!... VIII Su tenue mano de agua sedante que amortigua, palo del olvido para morir soando, su mano cincoptala de una fragancia antigua, duerme sobre su pecho, como en un plinto blando. En sus sienes ailan transparencias de copo. Oh mi exange Nirvana! Oh mi etrea Latzuna! Y arden en un halo espectral de heliotropo sus clementes ojeras otoales de luna. Cmo su cabellera de azul negro trasciende

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sobre el busto que es todo joven luz y armona! Es tan vivo el contraste de ilusin, que sorprende como si anocheciera en la mitad del da. Sus joyas un zodaco de luz cristalizada titilan en su gala de ingenuo paraso: como a los astros para rielar les es preciso. que el da de sus ojos se duerma en la almohada. Quin al verla en su hipnosis, bajo el ciego misterio, recelara el prodigio de su rayo iracundo? Oh Judith de la gracia, en su mano de imperio sustentara inaudita la cabeza del mundo! Alguien riza las alas. Alguien postra los ojos. Abre el velo de Maya y unge el beso de Alceste Recogida en su cuello y plegada de hinojos, se parece a la ingenua Poesa celeste. Silencio, oh Luz, silencio! Duerme, mi vida, duerme! No has menester que Venus sus legiones embosque. Duerme, no temas nada. Heme a tus pies inerme temblando como un pobre nio a mitad de un bosque!... IX (Afuera es un motivo de Brahms sobre un extico pantesmo, que enuncia descriptivos efectos; es todo un retornelo de columpio narctico para oboes de ranas y marimbas de insectos...) En el tapiz de Oriente, a la sombra de un dtil, una pastora suea con el alma inclinada, sin mirar que a su vera el Arquero verstil le insina una flecha, desde amable emboscada. Qu vaguedad de euritmia! Qu esbeltez de contorno! Auscultad el silencio de la abstrusa armona. Es tan bella que el ngel azul que vela en torno se arrodilla temblando... y es su amante y su gua.

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Ave que en el harmonium de su carne salmodia; hostia de gracia inmune! Todo se exhala en Ella, desde sus eucarsticos xtasis de Custodia hasta sus inefables desnudeces de Estrella! Yerra en su labio, al ritmo de una celeste brisa, la violeta cautiva, pndulo perfumado... Cuntas veces mi alma pendi, muda a su lado, de la dilatacin perla de una sonrisa! Aspirad su incorprea levedad de Ulaluma! En sus sienes rutilan transparencias de copo; y vuelan sus orejas otoales de bruma, como vagas liblulas de una tarde heliotropo. Qu nonchalance de Reina! Qu ebriedad de [eufona! En su gracia inclinada convalece una estrella; en sus lneas hermticas canta la Geometra; y en su actitud beata reza un Enigma en ella! Ramos de Serafines etreos de alabastros deshojan primaveras lricas en su pecho: las noches inauditas se abren sobre su lecho, y tras de la cortina velan todos los astros! Pliega tu faz, mi Lirio! Duerme, mi vida, duerme! No has menester que Venus sus legiones embosque. Duerme, no temas nada. Heme a tus pies inerme, temblando como un pobre nio a mitad de un bosque... Qu efluvio de Epopeyas! Qu anunciacin de rosas! Qu frmito de mundos! Qu beatitud de ritos! Qu alumbramiento en xtasis de azules infinitos! Qu aleluya inspirado late en todas las cosas! Sauce abstrado y arpa muda, vaso de Ciencia, mstica sensitiva que sus gracias restringe, noche estrellada y urna blanca de quintaesencia, eres toda la Lira y eres toda la Esfinge!

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Oh Plegaria del verbo, Iris de dulcedumbre, interjeccin de un sabio vrtigo sibilino, cliz evaporado en fragancia y en lumbre, eres todo el pentagrama y eres todo el Destino! La pompa de tu frente reclama una diadema, por santa y por augusta, de Emperatriz de Hungra y tu escote, Laponia de blancura suprema, el collar de una Aurora boreal de pedrera. Sntesis de Gliceras, Diotimas y Atalantas, eres toda la Esfinge y eres la Lira toda: por ti se alzan las treinta cpulas de mi Oda, y todos mis imperios se duermen a tus plantas! Oh Cristalizacin de luna! Oh fausta gema! De todas las Estticas filosofa y norma, nfora pitagrica de idealidad suprema, Carne inspirada en xtasis y xtasis de la forma! Oh Ifigenia que en sueos crece hacia lo Invisible! Diana de luminoso mrmol que nada turba, Astra de Cien Poemas ebrios de Incognoscible, Catedral de la Vida y Orquestrin de la Curva...! Silencio, oh Luz, silencio! Pliega tu faz, mi Lirio! No has menester de Venus filtros para vencerme. Mi amor vela a tu lado, como un dragn asirio. Duerme, no temas nada! Duerme, mi vida, duerme! Duerme! Cuando durmamos la eterna y la macabra, la insensible y la nica embriaguez que no alegra, y sea tu himeneo la Esfinge sin palabra, y el atad el tlamo de nuestra boda negra, con llantos y suspiros mi alma entre la fosa dar calor y vida para tu carne yerta, y con sus dedos frgiles de marfil y de rosa desflorar tus ojos sonmbulos de muerta!...

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Julio Herrera y Reissig, Material de Lectura, Serie Poesa Moderna nm. 141, de la Coordinacin de Difusin Cultural de la UNAM. Cuidado de la edicin: Laura Gonzlez Duran.

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