Poetica Al Pie Del Volcan
Poetica Al Pie Del Volcan
Poetica Al Pie Del Volcan
Los textos aquí ofrecidos corresponden a un sitio que hice en abril del 2005, cuya dirección
era http://www.geocities.com/poesia_aqp/index.htm. Buscó cubrir un penoso vacío, pero de
entonces a hoy han surgido nuevos sitios y blogs que ofrecen buena información, algunos de
los cuales se enlazan aquí.
En esta Presentación he corregido y actualizado varios detalles. Es sólo un rasgo general al
que le falta mucho; por ejemplo, el proceso de 1980 hasta hoy (lo post-moderno, en que se
visibilizan cada vez más el sujeto migrante y los nuevos mestizajes... sus formas de sentir,
pensar y encarar sus nuevas realidades -si, Arequipa ya no es conjunto armónico sino mosaico
desbordado, aún por entender y resolver-), el del sujeto del espacio chacarero
o loncco (precisamente en crisis por la migración y el crecimiento de la ciudad), un enfoque
más completo y coherente de la creación poética femenina, por mencionar lo principal.
Este es sólo un breve esbozo del hacer poético a nivel provincial, no departamental, y acusa
por sí mismo un endémico centralismo regional que debe ser superado. La literatura
arequipeña entendida como literatura del departamento de Arequipa, tanto en poesía como en
narrativa, constituye un universo mucho más vasto y variado.
M.C.D.
blog
"El gran poeta es, entre otras cosas, aquel que no solamente restaura una tradición olvidada sino que entreteje en su poesía,
cuantos cabos sueltos de tradición sea posible"
T.S. Elliot
[Función de la poesía y función de la crítica. Barcelona : Seix Barral, 1968, p. 98]
Mariano Melgar (1790-1815) significa el inicio clave de la poesía auroral no sólo arequipeña
sino peruana. Hizo prosa y poesía investida de un fuerte neoclasicismo, pero también, en el
caso de sus elegías y canciones amorosas, de un profundo sentimiento romántico de origen
neoplatónico, tributario de fórmulas retóricas de amor cortés (3). Después de su prematura y
trágica muerte frente a un pelotón de fusilamiento realista, fueron más que sus versos
patrióticos, sus canciones amorosas las que remontaron los linderos de su tierra para
popularizarse en boca de trajinantes de caminos (arrieros, milicias, viajeros...) bajo el nombre
de yaravíes. Estas canciones fusionaron la poesía melgariana (si ya no de autoría autógrafa de
Melgar, creada en su estilo por autores anónimos) con una música que conjugaba
el
cromatismo occidental con la pentafonía indígena. Se fue desarrollando de
manera espontánea, popular, una forma expresiva a la medida del
temperamento y el sentimiento mestizo arequipeño: hondura, simplicidad,
espíritu romántico y señorial a la vez. Luis Alberto Sánchez, profundo conocedor del proceso
de la literatura peruana, identifica con sereno acierto los siguientes hitos que aporta Melgar:
...Analizándolo, aunque dejando para un ensayo especial otros aspectos, resulta que Melgar inicia
en la poesía peruana: (a) la tendencia erótica; (b) La fábula; (c) la incorporación oficial del elemento
indígena; (ch) el sentimentalismo franco (d) rinde culto directo a una mujer. Notas adicionales son
(e) su clasicismo inicial como excelente traductor de Ovidio y (f) cierta facilidad para describir el
paisaje... Sánchez pasa a argumentar cada punto, concluyendo en el caso de (d): ... El
sacrificio de Melgar es la dignísima coronación de una vida fervorosa. El friso romántico de un
friso también romántico. Si consideradas estas realidades, se insiste en menospreciar al poeta por
imperfecto, se comete craso error. Cualquiera fuese su torpeza expresiva, le salva su valentía
temática. El rompe las trabas coloniales. Exalta a la mujer. Se entrega a la Patria. Reivindica el
canto indígena. Intenta todos los rumbos con y tal de realizar el suyo, fundamental urgido por un
corazón insaciable, antes que por un cerebro cauteloso. En otros términos el romanticismo
peruano se inicia en 1812. No en Lima, ciudad de Corte, sino en Arequipa, ciudad rural. El "poeta
de los yaravíes" lega a la expresión romántica a costa de una tenaz depuración de su alma y de un
valeroso encaramiento de la realidad que le circunda. Melgar es el primer poeta republicano
y romántico del Perú... (4).
A lo largo del siglo XIX la poesía arequipeña se remite reiteradamente al tributo al legado
melgariano, dentro de los cauces del romanticismo liberal imperante, sin embargo las
exploraciones e innovaciones expresivas asoman enérgicas en las ultimas décadas del
siglo. Gracias a la Lira Arequipeña, compilada por Manuel Pío Chávez y Rafael Valdivia en 1889,
se rescata en un grueso volumen, la obra de variable logro, de numerosos intelectuales
arequipeños, muchos de ellos, notables personajes del quehacer político y cultural asentados
tanto en Arequipa como en la capital y el extranjero. Resaltemos sólo algunos nombres:
Ángel Fernando Quiroz Nieto (1799-1862), Manuel Isidoro Castillo Vizcarra (1814-1871), Benito
Bonifaz Febres (1829-1858), Trinidad Fernández (1830-1873), José María Carpenter Aponte
(1830-1888), Armando De La Fuente y Errea (1830-1896), Ernesto Noboa Arredondo (1839-
1873), Abel de La Encarnación Delgado (1841-1914), Samuel Velarde Reynoso (1848-1902), J.
Ignacio Gamio (1854-1928), Belisario Soto Salas (1860-1935).
También vale mencionar en la delineación auroral del paisaje literario nacional el trabajo de
Miguel del Carpio y Melgar (n.
en 1895, sobrino y alumno de Mariano Melgar),
Ministro de Estado de Castilla, quien descolló, más que por sus dotes literarias
por su labor de mecenazgo hacia los jóvenes poetas bohemios de mediados
del siglo XIX como Ricardo Palma, Luis Benjamín Cisneros, Arnaldo Márquez,
Luis Corpancho, Numa Pompilio Llona. Un interesante testimonio de esta
decisiva relación de mecenazgo, así como del ambiente ideológico en la
política y la literatura de la época en la capital, se relata en La bohemia de mi
tiempo de Ricardo Palma (1898).
Entre fines del siglo XIX e inicios del XX Juan Manuel Polar, escritor, periodista y profesor,
marcó profundamente la vida intelectual de la ciudad. Entre otras actividades suyas, destacan
las tertulias que convocó en su casa para debatir temas varios de política y cultura. El hacer y
ser de este grupo fue conocido coloquialmente como pacpaquería, y sus miembros,
como Pacpacos. Pacpaco (pakpaco, pajpaco) significa búho, y el apelativo acaso se debe a que
solían retirarse a sus casas a altas horas de la noche, al búho de yeso que el maestro Polar
tenía en su biblioteca (6),
o a ambas cosas. Lo concreto es que en
él destacaron varios hombres de letras (no sólo poetas) como Juan Barclay,
Manuel Aguirre, Jorge Alberto Llosa, Benigno Ramírez del Villar, Manuel
Cereceda, Manuel Ugarteche, Francisco Mostajo.
El siglo XX inició con la novedad del modernismo y el vanguardismo. En esa cota destacó la
revista Anunciación (1914), promovida por Alberto Hidalgo, Alberto Guillén, Miguel Angel
Urquieta y Luis De La Jara. Poco después germina “el momento embrujado de la poesía
arequipeña” (7) que fue la revista Aquelarre (1916), dirigida por un grupo de poetas jóvenes
como Percy Gibson, César Atahualpa Rodríguez, Renato Morales de Rivera, Belisario Calle,
Nathal Llerena, Carlos Enrique Telaya y el pintor Carlos P. Martínez. Este grupo se reunía en la
casa del "Chuzo" Gibson para compartir inquietudes sobre la necesaria renovación radical de
la literatura, una renovación que superara el estilo romántico de expresar solo lamentos y
desgarramientos internos y que trascendiera el horizonte localista, tanto a nivel espacial
como temporal. Jorge Cornejo Polar sitúa esta particular sinergia, más que como un
movimiento, como una generación de poetas que aunque provincianos, eran innovadores, y
cuyas analogías pueden encontrarse en el Grupo Colónida de Valdelomar (Lima), el Grupo
Norte de Antenor Orrego (Trujillo), y el Grupo Orkopata de Arturo Peralta alias Gamaliel
Churata (Puno). La editorial del número 3 de la revista Aquelarre a cargo de César Atahualpa
Rodríguez, proclamaba: "la literatura arequipeña se remoza quitándose las legañas que una
forzada senectud le había hecho filtrar sobre sus ojos campesinos... La poesía que hoy se labora ya
no se extrae de los libros: la sentimos bajo la carne como vibración espontánea... Hoy día no diré
que se ha alcanzado la máxima independencia, pero es evidente que nuevos cauces abiertos a
nuestra curiosidad han solicitado nuestros espíritus, conduciéndolos frente a un panorama
múltiple... Nuestra mente se tocó de cosmopolitismo, librándonos de la antigua tiranía
unilateral" (8). Para este poeta y sus amigos, Arequipa es una entidad más profunda que
trasciendía lo costumbrista, pintoresco o provinciano, y que se conecta teleológicamente con
el universo.
Algunos años después, ya en Buenos Aires, Alberto Hidalgo publicó su poemario-manifiesto
titulado Simplismo (1925), del cual fue único seguidor, y cuya trascendencia recién está siendo
valorada por la crítica de años recientes. En el cauce vanguardista, fue de un individualismo
adanista, iconoclasta, anarquista, anti-hispano. De acuerdo a C. A. Caballero, sus temas
centrales fueron su país, el amor y el auto-endiosamiento (9).
Pedro Arenas i Aranda [1902-1995] fue otro poeta destacado de perfil más bien singular
(cercano a la épica chocanesca) y obra apreciable. Sin embargo, no publicó sino un solo libro,
en 1990 [Obra poética, compendio de seis poemarios]. En 1923 ganó los Juegos Florales de la
Universidad Mayor de San Marcos de Lima, con su Canto de bronce. Fue catedrático emérito de
la UNSA.
Las características de la Generación del Cincuenta se centran en el abandono más resuelto del
localismo vinculado al paisaje, y en el desarrollo de un discurso poético más universal. “Hay
sin duda una renuncia al color local pero no -y esto es importante subrayar- una renuncia a la
condición arequipeña muy clara en el pensar, en el sentir y en el actuar de estos escritores aunque
no figure explícitamente en sus textos” (11). Esta es la nómina que destaca Jorge Cornejo Polar
(1966 y 1990) (12): Gustavo Valcárcel (1921), Efraín Miranda Luján (1927), Pedro Róger
Cateriano (1927), Edgardo Pérez Luna (1928-1984), Jorge Bacarorzo (1927 o 28), Xavier
Bacacorzo (1932), Luis Yáñez Pacheco (1930 o 31), Oswaldo Reynoso (1932), José Ruiz Rosas
(1928), José Gonzalo Morante (1929), Enrique Huaco (1930-1967), Aníbal Portocarrero (1931);
Alberto Vega Herrera (1932), Rosa del Carpio (1933), Edgar Guzmán (1935), César Vega Herrera
(1936), José Valdez Pallete (1934).
Surge después en los años 60 una nueva generación marcada por los profundos cambios
socio-políticos producidos por la Revolución Cubana, la Revolución Cultural del año 68
(liderada por estudiantes norteamericanos y parisinos), el movimiento hippie, las nuevas
tecnologías en la comunicación de masas, el auge del boom literario latinoamericano, los
movimientos feministas, etc., que imprime un sello más cosmopolita y a la vez, de sentido
social a la creación poética. Jorge Cornejo Polar (1966 y 1990) (16) destaca en esta
generación a: Oscar Valdivia (1938), Peter O'Brien (1938), Abel Rubio (1938), Raúl Bueno
Chávez (1944), Walther Márquez (1945), Omar Aramayo (1947, de origen puneño), Ana María
Portugal (1939), Max Neira Gonzáles (1939), José Rodriguez Guillén 81940), Félix Benavente
(1942), Tommy Ramirez Rodriguez (1943) Shelma Guevara (1948, nacida en Cusco) y Brunilda
Joyce (1948). Raúl Bueno Chávez en particular, destaca al presente no sólo como poeta sino
como docente, teórico y crítico literario de importancia internacional, habiendo ganado el
Premio Internacional de Ensayo "Ezequiel Martínez Estrada" de la Casa de las Américas de
Cuba (2012) con el trabajo Promesa y descontento de la modernidad. Estudios literarios y
culturales en América Latina.
Otro poeta de esta etapa, que se inició a fines de la
década del 50, es Carlos Maldonado Valz, arquitecto de profesión.
Jorge Cornejo Polar define a partir de 1976 una nueva generación –nacida en los años 50 y
primeros años de los 60- que propició una intensificación de la vida cultural de la Arequipa de
los años 70, y que en muchos aspectos, a pesar de las crisis y altibajos recientes, sigue estando
activa en nuestros días: Rosa Elena Maldonado Valz (1952) Oswaldo Chanove (1953), Alonso
Ruiz Rosas (1959), Misael Ramos (1956), Leandro Medina, Nilton del Carpio, Pedro Escribano,
José Gabriel Valdivia (1959), Dino Jurado, Luzgardo Medina (1959), Rolando Luque, Odi
Gonzáles, Rosario Muñoz, Porfirio Mamani (1963), Fátima Carrasco, Alfredo Herrerra, Walter
Velásquez.
Por la tendencia a la poligrafía en Arequipa (al menos hasta hace algunas décadas), tenemos
sin duda muchos casos meritorios y dispersos de creadores de poesía, sea por su
inclasificabilidad disciplinaria, como por el simple hecho de su voluntario anonimato. De esta
vasta cantera baste mencionar sólo dos casos pendientes de estudio literario: Francisco
Mostajo (1874-1953) fue un periodista y jurista que se acercó también a la
historia, la literatura y el folclor (de ahí sus estudios de arequipeñismos); de su
faceta literaria destacan cuentos, ensayos, y mucha poesía dispersa aún no
compendiada ni estudiada críticamente. Lo que ha trascendido más al
presente es su tesis precursora sobre el modernismo y el americanismo
literario, sustentada en 1896 en la Universidad Nacional de San Agustín. El
otro caso es el de Teodoro Núñez Ureta (1912-1988), que se dedicó y dio a valer más como
pintor, pero que hizo sin duda, apreciable obra poética aún no estudiada críticamente:
"...Conocemos las altas calidades de la obra pictórica dejada por Teodoro Núñez Ureta, y su
representatividad en el arte peruano. Conocemos la maestría de sus juicios críticos en torno a las
diversas corrientes de las artes plásticas contemporáneas y sobre las figuras de la pintura
republicana. Ello bastaría para su consagración señera en los fastos de la cultura nacional. Pero
además confiamos que muy pronto se pueda apreciar el estilo ágil y la profundidad sicológica de
sus cuentos, los severos y reveladores perfiles de sus ensayos sobre sociología peruana, y la
tremenda belleza de sus poesías" (17).
Aunque falta revisar el trabajo de quienes nacieron entre mediados de los 60 y 70, y descubrir
obra meritoria aún no difundida y analizada, puedo afirmar a la fecha, de manera general, y
salvo otras opiniones, que Percy Gibson, César Atahualpa Rodríguez, Alberto Hidalgo,
Guillermo Mercado, Edgar Guzmán, José Ruiz Rosas, Walter Márquez, Enrique Huaco y
Oswaldo Chanove, cada cual con estilos, derroteros y devenires específicos, han podido
alcanzar las cotas mayores del prisma poético arequipeño del siglo XX.
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Notas