Este artículo discute si el cristianismo de liberación en América Latina y el Caribe fracasó en lograr su utopía. Usa el testimonio de vida de una religiosa llamada Nenuca para reflexionar sobre algunas crisis e impases teóricos que enfrentó este movimiento. A través de la experiencia de Nenuca, busca vislumbrar caminos para superar dichas dificultades.
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Pasos (no.
130 mar-abr 2007) Titulo
DEI, Departamento Ecumnico de Investigaciones - Compilador/a o Editor/a; Autor(es) San Jos Lugar DEI, Departamento Ecumnico de Investigaciones Editorial/Editor 2007 Fecha Coleccin Feminismo; Tecnologa; Pensamiento crtico; Mujeres; Cultura; Filosofa poltica; Teologa de la liberacin; Religin; Caribe; Amrica Latina; Temas Revista Tipo de documento http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Costa_Rica/dei/20120706102634/pasos130.pdf URL Reconocimiento-No comercial-Sin obras derivadas 2.0 Genrica http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.0/deed.es Licencia Segui buscando en la Red de Bibliotecas Virtuales de CLACSO http://biblioteca.clacso.edu.ar Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) Conselho Latino-americano de Cincias Sociais (CLACSO) Latin American Council of Social Sciences (CLACSO) www.clacso.edu.ar PASOS l30 2 MAPZO A8P|L SAN JOS-COSTA RICA SEGUNDA POCA 2007 N 130 MARZO ABRIL Una publicacin del Departamento Ecumnico de Investigaciones (DEI) ISSN 1659-2735 Consejo Editorial Franz J. Hinkelammert Pablo Richard Maryse Brisson Jos Duque Elsa Tamez Wim Dierckxsens Germn Gutirrez Gabriela Miranda Colaboradores Hugo Assmann Luis Rivera Pagn Frei Betto Julio de Santa Ana Jorge Pixley Otto Maduro Fernando Martnez Heredia Leonardo Boff Jos Francisco Gmez Jung Mo Sung Enrique Dussel Pedro Casaldliga Giulio Girardi Juan Jos Tamayo Arnoldo Mora Michael Beaudin Ral Fornet-Betancourt Maruja Gonzlez Georgina Meneses Silvia Regina de Lima Silva Correccin Guillermo Melndez Se autoriza la reproduccin de los artculos conteni- dos en esta revista, siempre que se cite la fuente y se enven dos ejemplares de la reproduccin CONTENIDO Cristianismo de liberacin: fracaso de una utopa? ...................................... 1 JungMoSung Sobre la lectura popular de la Biblia ............ 15 CarlosMesters Francisco Orofno Diosas asesinadas y diosas que no se dejan matar ........................26 ElsaTamez Tecnologa, globalizacin y reconstruccin de la educacin popular ....................30 MarcoRalMeja Pensamiento crtico y crtica de la razn mtica ...............................42 FranzHinkelammert Cristianismo de liberacin: fracaso de una utopa? Jung Mo Sung * En la dcada de los setenta el mundo vio nacer en Amrica Latina y el Caribe un nuevo tipo de mmmm * Profesor del Programa de Posgrado en Ciencias de la Religin de la Universidad Metodista de So Paulo. Autor de diversos libros, entre ellos: Sujetoysociedadescomplejas:pararepensarlos horizontesutpicos (San Jos, DEI, 2005) y Educarparareencantar avida (Petrpolis, Vozes, 2006). PASOS l30 3 MAPZO A8P|L
cristianismo que infuira no solamente a las socie- dades cristianas occidentales, sino tambin a grupos religiosos de otros continentes y de otras religiones. Ese movimiento que conoci su auge en los aos ochenta y entr en declive a partir del decenio de los noventa, es considerado por muchos como algo del pasado, mientras otros consideran que l est vivo y casi tan actuante como antes. No obstante, cuando tratamos de fenmenos sociales de esa magnitud, contemporneos a nuestra generacin, tenemos que ser cuidadosos con juicios tan defnitivos. En esa discusin, algunas preguntas siempre rondan a los que debaten, entre ellas la siguiente: el cristianismo latinoamericano y caribeo o la Teologa de la Liberacin (TL) fracas en la realizacin de su utopa? ste es el tema de nuestro texto. Antes de entrar en la discusin del tema propia- mente dicho, aclaro que no abordar el cristianismo latinoamericano y caribeo como un todo, pues no todos los sectores del cristianismo lucharon por la utopa o proyecto de una sociedad poscapitalista y estn viviendo la experiencia de un cierto fracaso o desencanto por la no-realizacin de esa utopa llama- da muchas veces construccin del Reino de Dios, sino un sector minoritario dentro de l que M. Lwy llam cristianismo de liberacin 1 . El cristianismo de liberacin es un amplio mo- vimiento sociorreligioso con una nueva cultura re- ligiosa que expresa las condiciones socio-histricas marcadas por la subordinacin al sistema capitalista internacional hoy global, pobreza en masa, violencia institucionalizada y religiosidad popular. Muchos se referen a l como Teologa de la Libera- cin, sin embargo como el movimiento surgi antes de esa teologa y la mayora de sus activistas no son telogos, ese trmino no es el ms apropiado. Ms an hoy cuando muchos telogos y telogas que se sienten parte de ese cristianismo de liberacin, en el sentido ms amplio, no se defnen ms como telogos o telogas de la liberacin. Adems, otro trmino uti- lizado, la Iglesia de los Pobres, tampoco es el mejor porque esa red social va ms all de los lmites de la Iglesia como institucin. El concepto cristianismo de liberacin, por ser ms amplio que teologa o que Iglesia y por incluir tanto la cultura religiosa y la red social, nos parece ser ms apropiado para tratar de una cierta frustracin que qued despus de dcadas de luchas sociales y eclesiales en la expectativa de la construccin del Reino de Dios o en la realizacin de la utopa. Con certeza, hay diversas formas de abordar histricamente la experiencia del cristianismo de liberacin en los ltimos decenios. No voy a hacer una periodizacin histrica, ni a analizar los cam- bios ocurridos en las instituciones eclesiales (sea en la Iglesia ofcial, sea en las comunidades de base), sino ms bien ofrecer algunas refexiones a partir del testimonio y la refexin personal de alguien que vivi con intensidad la opcin por los pobres, la Nenuca una religiosa que tuve la honra de conocer junto a su comunidad en su convento: dos cuartos pequeos en un conventillo, en el barrio Brs en So Paulo, a mediados de los aos setenta. No ser una biografa, ni la recuperacin de la memoria de esa lucha, sino un punto de partida des- de el cual quiero discutir algunas crisis o problemas en la experiencia del cristianismo de liberacin en Amrica Latina y el Caribe y, a partir de eso, intentar vislumbrar caminos para superar algunos impases terico-existenciales que muchos de nosotros todava estamos viviendo. La principal razn de haber escogido ese mtodo est relacionada con la comprensin de lo que es un fenmeno religioso. El impacto del cristianismo de liberacin en Amrica Latina y el Caribe no se debi fundamentalmente a la estructura organizacional o institucional de las comunidades eclesiades de base (Cebs) o a la novedad terico-teolgica de la TL, ni aun a los nuevos ritos sin negar la importancia de esos factores, sino al testimonio de vida de las per- sonas que expresaron en el campo social y poltico su experiencia religiosa o espiritual manifestada como encuentro con Jess en la persona pobre u oprimida. Esto es, no podemos comprender el cristianismo u otra religin vivida de manera concreta en un determinado contexto histrico, sin tomar en consideracin la ex- periencia religioso-espiritual que lo impuls y le dio sentido. Los propios telogos de la liberacin insistie- ron mucho en el hecho de que la TL era el momento segundo y que el momento primero no era el anlisis de la sociedad por medio de las ciencias sociales, aunque s las prcticas de liberacin, y el momento cero sera la experiencia espiritual de encontrar la persona de Jess en el rostro del pobre 2 . Este tipo de abordaje puede ser descrito como el estudio de un punto en el holograma 3 . Un punto, 1 Lwy, Michael. A guerra dos deuses: Religio e poltica na Amrica Latina. Petrpolis, Vozes, 2000, pgs. 53s.57. 2 Dice Gutirrez en su libro Teologia da Libertao: la praxis social se convierte gradualmente en el propio campo donde el cristiano se juega con otros su destino de hombre, su fe en el Seor de la historia. La participacin en el proceso de liberacin es un lugar obligatorio y privilegiado de la actual refexin y vidas cristianas. En ellas se oirn matices de la palabra de Dios imperceptibles en otras situaciones existenciales, y sin las cuales no hay, en el presente, au- tntica y fecunda fdelidad al Seor. Gutirrez, Gustavo. Teologia da Libertao. Perspectivas. Petrpolis, Vozes, 1986 (6a. ed.), pg. 53. 3 Por ejemplo, Morin, Edgar. Um ponto no holograma: a histria de Vidal, meu pai. So Paulo, Girafa, 2006. 4 Castelvecchi, G. (Nenuca). Quantas vidas eu tivesse, tantas vidas eu PASOS l30 4 MAPZO A8P|L una vida, que encierra en s los elementos y las infor- maciones que componen el sistema/totalidad en el cual est localizado. Buscar comprender un momento dado o un perodo histrico a partir de la memoria y la vida de una persona. 1. La experiencia de la fe cuestion- ando las teologas Fray Carlos Mesters, en la presentacin del libro Cuantas vidas yo tuviera, tantas vidas yo dara! 4 , que la Nenuca escribi recogiendo sus memorias, dice: As es el retrato de Nenuca que se revela en estos escritos: ella nunca aparece sola! Del comienzo al fn, desde 1953 hasta 1984, Nenuca se presenta mezclada en medio de los pobres, de los obreros, de los nios abandonados, del pueblo marginado de la calle, de las prostitutas, siempre rodeadas por las hermanas y compaeras de la Fraternidad Oblatas de San Benito. Lo que impresiona en todo eso es que Nenuca, aun en el auge de su enfermedad, poco antes de su muerte, cuando ella pona en el papel estas memorias de su vida, nunca pens en s misma, sino slo pensaba en s con la preocupacin de servir mejor a Dios y a los pobres. Dios y los pobres! El tren de la vida de Nenuca corri siempre sobre estas dos vas: Dios y los pobres! 5 . Nenuca se dedic a los pobres, iniciando sus traba- jos en Uruguay y despus en el Brasil, por un perodo que va desde la poca anterior al Concilio Vaticano II hasta la del auge de la TL. O sea, ella vivi tres momentos distintos de la Iglesia Catlica en Amrica Latina y el Caribe: a) Iglesia Catlica pre-Vaticano II; b) el perodo entre el Vaticano II y el surgimiento de las Cebs y de la TL; c) el inicio y el auge de las Cebs y de la TL. El libro, escrito a pedido de sus compaeras du- rante la enfermedad cncer que no la dejaba ms salir de la cama y que acab llevndola a la muerte, narra la memoria de su vida y la de su comunidad. Sobre ese acto de escribir la memoria, ella indica: Recordar la historia de un grupo, y particular- mente de un grupo religioso, en este caso de las Oblatas [la congregacin religiosa que ella ayud a fundar], es formular no slo el ideal que nos uni, sino tambin revivir las difcultades de ser fel al primer Amor 6 .
Por las palabras que siguen podemos tener una idea del ideal que uni a su grupo y movi su vida, el ideal que las hizo vencer las difcultades para continuar siendo feles a ese primer amor: Yo vine para que todos tengan vida. Son palabras de Jess: l vino a los hombres para que todos tengan vida abundante: vino a traer la vida plena y a liberar de la muerte. Aquellos que nos senti- mos llamados a seguirlo no tenemos otra cosa que hacer. Como l, tenemos que ir a los hombres, los ms profundamente sumergidos en las tinieblas de la muerte, para anunciarles el Sol de la Vida. Anunciarles que Dios cumple las promesas de liberar a los ciegos, a los cojos, a los presos, a los oprimidos y que podrn ver con los propios ojos esta Salvacin. Fue esto lo que el viejo Simen cant, con Jess en los brazos! 7 . Su memoria y su recordar estn marcados por ese ideal y las difcultades de mantenerse fel a l. Michel de Certeau, al decir que la personalidad de alguien consagrado a la vida religiosa tiene un valor de enig- ma, ms que de ejemplo, se pregunta: Quin es esta fgura enigmtica y responde: No hay respuesta, salvo la que procede de una necesidad interna. Porque la vida religiosa no recibe su justifcacin de afuera. No tiene una utilidad social por la razn de no ser un conformismo, como si debiese estar bien adaptada, fundindose con la pared, ni ser tampoco la simple consecuencia de una doctrina. Lo que la defne no es el benefcio de la sociedad o el provecho que de ella va extraer lo religioso, sino un acto: el acto de creer 8 . Muchas personas en Amrica Latina y el Caribe, y en todo el mundo, no solamente personas consa- gradas a la vida religiosa, sino todas las personas que experimentaron, no lo Sagrado que tiene que ver con la fascinacin y el miedo delante de una fuerza que la supera y sirve como fundamento del orden establecido o al cual pertenece la persona que lo experimenta, sino una experiencia espiritual (se le d o no el nombre de divino) que la humaniza y la lleva a encontrar en el prjimo, en el pobre, la fuente de la mutua humanizacin, descubri como dice Certeau algo que abre en ella la imposibilidad de vivir sin eso 9 . El gran problema o la gran fuente de cuestio- namiento y de crisis para ella y tambin para el cristianismo de liberacin no ser ese llamado a compartir la verdad sobre Jess y sobre el ser huma- daria! So Paulo, Paulinas, 1985. 5 Ibid., pg. 5. 6 Ibid., pg. 9. 7 Ibid., pg. 142. 8 Certeau, Michel. La debilidad de creer. Buenos Aires, Katz, 2006, pg. 27. 9 Ibid., pg. 28. 10 Ibid., pg. 91. PASOS l30 5 MAPZO A8P|L no en la cual ellas creen y apuestan sus vidas, sino el anuncio de que Dios cumple la promesa de liberar a los cautivos y a los oprimidos. Promesa sa que tarda en cumplirse. Esto aparece con claridad en un texto de Nenuca que vamos a tratar de leer atentamente: En las calles, o debajo de los viaductos, se vive en la suciedad, expuestos al sol, a la lluvia, al fro, al viento. Por causa de eso, aforan en nosotros sentimientos de incapacidad y soledad. Es necesario poner el corazn en Dios y disponerse a enfrentar cualquier tiempo, sea en el sentido que fuera. Slo cuando vamos creando amistades, cuando la desconfanza se transforma en el descubrimiento de que algo diferente est aconteciendo, es que nos sentimos mejor. Eso algo diferente los po- bres lo asocian naturalmente con Dios. Llegan a reconocer y bendecir a Dios por nuestra presencia entre ellos. Pero para nosotras, las cosas no son tranquilas. La miseria es demasiada! Ella nos lleva, a cada mo- mento, a cuestionar la paternidad de Dios. Cmo es posible para el Seor ser Padre y permitir que acontezcan a sus hijos cosas tan terribles? O tendr l diferentes categoras de hijos, los que pueden vivir y los que slo pueden morir? Porque nosotros percibimos que no va a ser posible liberar a los cautivos; cambiar el ambiente va a llevar todava mucho tiempo. No ser antes de que cambien las estructuras sociales. Y eso cundo acontecer? En el fondo, todava, sentimos que Dios quiere cambios. Cul es la manera de actuar para ayudar en ese cambio que Dios quiere? En cuanto buscamos respuesta, nos vamos alegrando con uno u otro que se libera. Pero es tan poco! Si no fuese por los rostros, los ojos, las sonrisas... Delante de las angustias que conocemos, todava es difcil es- cuchar la respuesta de Dios a nuestras invocaciones para salvar a ese pueblo esclavizado. A pesar de todo eso, la calle siempre fue la fuerza mayor, la manera de reencontrar nuestra identidad, cada vez ms comprometida con la dureza de esa realidad, en la participacin del sufrimiento con los ms pobres. Tanto en Recife como en So Paulo, se parti con fe y coraje para nuestras vivencias 10 . Al inicio de la cita, Nenuca dice: Slo cuando vamos creando amistades, cuando la desconfanza se transforma en el descubrimiento de que algo diferente est aconteciendo, es que nos sentimos mejor. Eso algo diferente los po- bres lo asocian naturalmente con Dios. Llegan a reconocer y bendecir a Dios por nuestra presencia entre ellos. Los primeros contactos entre el grupo de la religio- sa Nenuca y los moradores de la calle son difciles y marcados por la desconfanza por parte de ellos. Pero con la amistad que se va creando poco a poco, en la medida en que mutuamente se permiten las aproxi- maciones fsicas y emocionales, esa desconfanza se transforma en la percepcin de algo diferente que hace, no solamente que los moradores de la calle se sientan mejor, sino tambin que las voluntarias se sientan mejor. Es preciso darle nombre a ese algo diferente para poder lidiar con l, para poder usufruc- tuarlo de la mejor forma posible. Los pobres lo asocian a la presencia de Dios en medio de ellos. Esa experiencia de sentirse recordados y visitados por Dios a travs de personas que, en nombre de Dios, reconocen, en la gratuidad, la dignidad humana de las personas marginadas y excluidas de la convivencia social y del rol del grupo de personas dignas na- rrada aqu en la experiencia de la dura vida debajo de los puentes, tambin ocurri en innumerables partes de Amrica Latina y el Caribe. Este tipo de experiencia fue y contina siendo la gran fuerza espiritual de las comunidades de base y otros tipos de comunidades donde se renen los pobres y las personas excluidas de nuestra sociedad y que tratan de resistir y/o hacer frente al espritu del capitalismo. Slo que Nenuca hace un comentario intrigante en seguida de decir que los pobres reconocan, por la presencia de ellas, la presencia de Dios en medio de ellos: Pero para nosotras, las cosas no son tranqui- las. La miseria es demasiada!. Es decir, no basta ser testigos de la presencia de Dios en medio de los pobres! La misin de ellas no es simplemente ser la presencia reveladora de Dios en medio de los pobres y anunciarles que los ama o que tiene compasin de ellos. Es ms que eso: es
Anunciarles que Dios cumple las promesas de liberar a los ciegos, a los cojos, a los presos, a los oprimi- dos, y que podrn ver con sus propios ojos esta Salvacin. Fue esto lo que el viejo Simen cant, con Jess en sus brazos! Es una presencia en medio de ellos con una di- reccin, una fnalidad: anunciar un Dios que libera! La contradiccin que las inquieta se da entre su ex- periencia/creencia de que Dios quiere liberar a los pobres de sus sufrimientos y la teologa o el discurso religioso que les permite explicar y contextualizar esas experiencias y creencias dentro de una narrativa ms amplia. Esto aparece ms claramente en la secuencia del texto: La miseria es demasiada! Ella nos lleva, a cada momento, a cuestionar la paternidad de Dios. Cmo es posible para el Seor ser Padre y permitir que acontezcan a sus hijos cosas tan terribles? O 11 Habermas, Jrgen. O discurso flosfco da modernidade. Lisboa, PASOS l30 6 MAPZO A8P|L tendr l diferentes categoras de hijos, los que pueden vivir y los que slo pueden morir? (la cursiva es ma). El conficto se da entre una teologa tradicional, premoderna, y su experiencia concreta vivida en las calles y debajo de los puentes. La teologa afrma: Dios es Padre y todopoderoso y todo lo que sucede en la historia sucede por su voluntad o con su permiso. Nada escapa a su conocimiento y voluntad, porque l es omnisciente y omnipotente. Cuando se pronuncia esa teologa de una forma abstracta y genrica, no hay grandes problemas y ella parece bastante lgica y cohe- rente. A partir de algunos principios y conceptos fun- damentales como, si Dios es Dios, l es omnisciente y omnipotente se deducen las verdades secundarias y los valores morales y religiosos que deben conducir las vidas de las personas creyentes. La hermana Nenuca no est cuestionando aqu el aspecto machista y patriarcal de la nocin de la paternidad de Dios ella probablemente no tuvo contacto con la teologa feminista, pues falleci en 1984, pero s la contradiccin entre la nocin de que Dios es Padre y la existencia de hijos que slo pueden morir. Sabemos que la cristiandad produjo diversas justifcaciones para esa contradiccin, todas ellas de matriz sacrifcial; esto es, presuponiendo la nocin de un Dios que no puede salvarnos sin sacrifcios, sin sufrimientos para pagar los pecados. Las teologas sacrifcales transforman los sufrimientos injustos en pagos necesarios exigidos por Dios (o los dioses) en forma de sacrifcios; y a las vctimas de esas injusticias en pecadores merecedores del sufrimiento y la muerte. La hermana Nenuca no acepta la teologa sacrifcial, por eso cuestiona la teologa de la paternidad divina que no se interesa por la situacin concreta de las personas ni por esa experiencia de algo diferente experimentado por los pobres y por ellas. No obstante, ese cuestionamiento revela igualmen- te que ella todava mantiene en su cabeza esa teologa premoderna. Eso aparece claro en su afrmacin: Cmo es posible para el Seor ser Padre y permitir que acontezcan a sus hijos cosas tan terribles?. En las frases anteriores, Nenuca est describiendo su memoria en la perspectiva de una tercera persona. Ella est describiendo la memoria de las experiencias en las calles y debajo de los puentes, cmo la amistad lleva a los pobres a reconocer la presencia de Dios en medio de ellos y la contradiccin que existe entre la teologa y su experiencia. Es su memoria vista, por ella, en la perspectiva de tercera persona una actitud que nos permite hacer, por ejemplo, una autoevaluacin o refexin sobre nosotros mismos o sobre nuestro pensamiento. Pero, cuando dice: cmo es posible para el Seor..., ella deja la perspectiva de tercera persona y pasa a hablar en la perspectiva de primera persona. Ya no es ms una descripcin o refexin sino una queja, una protesta, que brota del fondo de su alma, del fondo de sus convicciones que nacieron de su experiencia religiosa y espiritual. En nombre de su fe, ella cuestiona la teologa con que fue educada y aprendi a interpretar y expresar su fe. La frase cmo es posible para el Seor ser Padre y permitir que acontezcan a sus hijos cosas tan terri- bles? muestra cmo ella an retiene dentro de s la teologa premoderna, que sostiene que todo lo que acontece es fruto de la voluntad o del permiso de Dios. El problema de ella no es con la paternidad de Dios, pero s con la permisin, vale decir, con la teologa que proclama que la historia es un desdoblamiento de la voluntad divina, incluyendo los sufrimientos de los moradores de la calle. Frente a este conficto sin solucin dentro de la teologa metafsica premoderna, Nenuca salta hacia otra teologa: Porque nosotros percibimos que no va a ser posible liberar a los cautivos; cambiar el ambiente, to- dava va a llevar mucho tiempo. No ser antes de que cambien las estructuras sociales. Y eso cundo acontecer? En el fondo, todava, sentimos que Dios quiere cambios. Cul es la manera de actuar para ayudar en ese cambio que Dios quiere? Ella pasa a utilizar ahora una teologa que la satisface ms que la anterior que no abandon completamente, que es la Teologa de la Liberacin. El punto de apoyo para ese cambio, el punto que le permite dar el salto sin perder las bases de su fe es la idea o el sentimiento de que Dios quiere cambios. Dios-Padre no puede estar de acuerdo con la situacin de clamorosa injusticia. l quiere cambios. Este cam- bio en la visin de Dios y de la historia es una de las caractersticas del cristianismo de liberacin. En las cosmovisiones y teologas premodernas, el principal o el nico sujeto de la historia es Dios. Dios hace o Dios permite! Dentro de esa cosmovisin no hay un sujeto histrico humano sujeto humano que tenga la historia como su objeto de refexin y accin, sino nicamente un sujeto histrico divino. En la medida en que la historia es vista como la ma- nifestacin de la voluntad divina, la esperanza de un cambio cualitativo, radical, en el modo de vivir, slo podr ser realizado ms all de la historia, en el cielo despus de la muerte. Es eso lo que ella no acepta ms, as como tampoco lo acepta el mundo moderno. La modernidad cambia el lugar de la plenitud del cielo despus de la muerte para el futuro, a ser construido por el sujeto humano a travs del progre- so y/o la revolucin poltico-econmica que creara nuevas estructuras sociales no opresivas ni injustas. Como expresa Habermas: PASOS l30 7 MAPZO A8P|L Mientras en el Occidente cristiano los nuevos tiempos designaron el tiempo todava por llegar que se habra al hombre solamente despus del Juicio Final... el concepto profano de edad moderna expresa la conviccin de que el futuro ya comenz, y signifca la poca que vive dirigida hacia el futuro, la cual se abri a lo nuevo que va a venir. ...el concepto de progreso sirvi no apenas para la secularizacin de la esperanza escatolgica y para la utpica apertura del horizonte de expectativas sino igualmente para, con la ayuda de construcciones teleolgicas de historia, obstruir una vez ms el futuro como fuente de inquietud 11 . Alain Touraine, a su vez, asevera que ...la modernidad que destruye las religiones, libera y usurpa la imagen del sujeto hasta entonces prisio- nera de las objetivaciones religiosas, de la confusin del sujeto y de la naturaleza, y transfere el sujeto de Dios hacia el hombre. La secularizacin no es la destruccin del sujeto, sino su humanizacin. Ella no es solamente desencantamiento del mundo, ella es tambin reencantamiento del hombre 12 .
Esas ideas se transparentan en las memorias de la religiosa Nenuca cuando ella: a) seala que la libe- racin de los cautivos slo ocurrir con los cambios de las estructuras sociales, que an llevarn tiempo, o sea, que ocurrirn dentro del tiempo histrico; b) y se pregunta cul es la manera de actuar para ayudar en ese cambio que Dios quiere? la voluntad es de Dios, pero la accin, el actuar, es de los humanos. Ella asume, aunque inconscientemente, una de las carac- tersticas de la Teologa de la Liberacin: una sntesis peculiar de las cosmovisiones premoderna y moderna. El fundamento, el proyecto y la certeza del cambio en la historia no vienen de un argumento racional e inma- nente a la historia, sino de la voluntad divina revelada en la tradicin bblica: una caracterstica fundamental del pensamiento premoderno. Sin embargo, el agente de cambio no es ms Dios, es el sujeto humano; y el lugar de lo nuevo no es el despus del fnal de los tiempos, el ms all de la historia, sino el futuro, al interior de la historia. La TL, de una cierta forma, fue una tentativa de negar no solamente la crtica marxista a la religin, sino tambin la tesis hegeliana de que ...slo a partir del momento en que el hombre deja de proyectar el ideal en el ms all es que l puede querer realizarlo por la accin en el mundo, es decir, hacer una revolucin. As, el atesmo cons- ciente llega necesariamente a la revolucin. Luego, tesmo y revolucin se excluyen mutuamente, y toda tentativa de sntesis slo puede llevar a un malentendido que se revelara en el momento de pasar a la accin propiamente dicha 13 . Es preciso destacar asimismo una especifcidad del cristianismo de liberacin en lo tocante al sujeto histrico de liberacin. Mientras en el liberalismo el agente principal es el burgus y en el marxismo es el proletariado o el Partido Revolucionario, en el cristia- nismo de liberacin el pobre es el sujeto de su propia liberacin. Esto aparece, por ejemplo, en los temas de los Encuentros Intereclesiales de las CEBs del Brasil. En el Primer Encuentro, en Vitoria en 1975, que cont con setenta participantes, adems de los obispos y asesores, el tema fue CEBs: una Iglesia que nace del pueblo por el Espritu Santo. El Segundo Encuentro, 1976, tuvo como tema: CEBs: Iglesia, Pueblo que camina y trat del compromiso de las CEBs en las luchas sociales. En el Tercer Encuentro, 1979, el tema ya evolucion para CEBs: Iglesia, Pueblo que se Libera; y en el Cuarto Encuentro, el ltimo antes de la muerte de la hermana Nenuca, el tema fue CEBs: Pueblo unido, semilla de una nueva sociedad. Esos temas refejan el optimismo que se respiraba en aquel tiempo sobre la posibilidad o casi certeza de la liberacin de los pobres. La gran pregunta era por el cundo, y no por la posibilidad o imposibilidad. En el texto de Nenuca, esta cuestin aparece en la pregunta: Y eso cundo acontecer?. No se planteaba cuestionar o desconfar de la posibilidad de que la liberacin de los pobres no fuese factible dentro de la historia, pues eso sera negar el poder de Dios de realizar, por medio de su pueblo escogido los pobres y las CEBs, su voluntad de liberar y de crear un Nuevo Cielo y una Nueva Tierra. El problema es que la historia no camina de acuerdo con las promesas religiosas o ciertas inter- pretaciones de los textos religiosos, ni de acuerdo con nuestros mejores deseos. La crisis siempre alcanzan a las personas que aun confando en las teologas y metanarraciones sobre la liberacin, estn con los ojos y odos abiertos a la cotidianidad de las personas que sufren. La hermana Nenuca, ms abierta a la realidad de las personas que a las teoras y los libros, habla de la crisis que surge tambin en esa su nueva teologa. Ella dice: En cuanto buscamos respuesta [a la pregunta sobre cmo actuar para el cambio], nos vamos alegrando con uno u otro que se libera. Pero es tan poco!. Si no fuese por los rostros, los ojos, las sonrisas... Delante Dom Quixote, 1990, pgs. 17.23. 12 Touraine, Alain. Crtica da modernidade. Petrpolis, Vozes, 1994, pg. 243. 13 Kojve, Alexandre. Introduo leitura de Hegel. Rio de Janeiro, Contraponto-EdUERJ, 2002, pg. 204. 14 Boff, Clodovis. Cartas teolgicas sobre o socialismo. Petrpolis, PASOS l30 8 MAPZO A8P|L de las angustias que conocemos, todava es difcil escuchar la respuesta de Dios a nuestras invoca- ciones para salvar ese pueblo esclavizado. La expresin Pero es tan poco! es de una profun- da intensidad existencial. No es una mera conclusin despus de una argumentacin lgica o de un anlisis bien hechos. Es tambin eso, aunque no solamente eso. Ese lamento es la expresin de una sntesis de la razn y la emocin: la constatacin racional de que son pocos los que se liberan y la expresin del dolor y la frustracin que brotan del fondo de su corazn porque son tan pocos!. Lo que la hace entrar en crisis no es ninguna contradiccin interna en el discurso teolgico o el descubrimiento de una mala articulacin entre las proposiciones de la TL y la tradicin bblico-cristiana. La crisis en la refexin y el dolor viene de la constata- cin de que delante de las angustias que conocemos, todava es difcil escuchar la respuesta de Dios a nues- tras invocaciones.... Las respuestas tericas sobre las posibilidades del futuro que estaran garantizadas por las promesas de Dios reveladas en la Biblia, no le son sufcientes frente al sufrimiento concreto de tantas personas por tanto tiempo. Ms que eso, pareciera que ella comienza a desconfar de las afrmaciones optimistas de la TL. 2. Las diversas respuestas a la crisis de la utopa La crisis fruto del descomps o de la no-adecua- cin entre su experiencia y las proposiciones de la TL que la hermana Nenuca narr al inicio de los aos ochenta, se torn ms clara para muchas otras per- sonas con la cada del Muro de Berln y el derrumbe del bloque socialista. La razn de esto es que sectores signifcativos del cristianismo de liberacin vean en el socialismo el camino de superacin de las injusticias del capitalismo. Clodovis Boff, por ejemplo, escribi algunos meses antes de la cada de Muro de Berln que ...el socialismo no constituye un mero proyecto, un simple ideal histrico, sino que es la expresin del proceso real de la historia... No hay, pues, otra salida objetiva. El pueblo, el resto, est siendo empujado en esa direccin por la propia realidad, como muestra el proceso histrico de las ltimas naciones que se emanciparon. Concluye sus refexiones afrmando que el ideal de la comunin de bienes, del cual el socialismo es hoy la forma moderna, fue y contina siendo el gran ideal social de los cristianos y que queda claro que el cristianismo est reencontrando sus races socia- listas. Entre tanto, el socialismo se est abriendo a la dimensin tico-religiosa 14 . No quiero discutir aqu si hay o no una afni- dad entre el socialismo y el cristianismo o si hay un proceso real de la historia empujndonos hacia una determinada direccin, sino nicamente mostrar que el impacto del derrumbe del bloque socialista aparece con nitidez en los temas de los Encuentros Interecle- siales de las CEBs. En 1986, el Sexto Intereclesial tuvo como tema CEBs: Pueblo de Dios en Busca de la Tierra Prometida y el Stimo Encuentro, que reuni ms de dos mil quinientas personas, con representantes de diecinueve pases latinoamericanos y caribeos y de doce Iglesias y que se realiz en julio de 1989, por lo tanto antes de la cada del Muro, tuvo como tema CEBs, Pueblo de Dios en Amrica Latina en Cami- no a la Liberacin. Estos temas todava expresan la continuidad en la lnea del optimismo con relacin a la liberacin de los pobres. En el Octavo Encuentro, en 1992, el tema fue CEBs: Culturas Oprimidas y la Evangelizacin en Amrica Latina; en el Noveno Encuentro, en 1997, CEBs: Vida y Esperanza en las Masas; y en el dcimo, CEBs, Pueblo de Dios, 2000 aos de caminata, revelando as una infexin signi- fcativa en la perspectiva. Esa infexin manifesta una frustracin con la expectativa mesinica no cumplida o con la expectativa histrica no realizada. Frente a la crisis paradigmtica, por causa de la distancia entre las expectativas generadas por las narrativas mesinicas y la realidad experimentada en la vida concreta, los intelectuales y los lideres de los movimientos sociales y de las CEBs fueron y an siguen siendo llamados a dar una respuesta. La for- ma como se solucione esa crisis va marcar o infuir de modo signifcativo el futuro del cristianismo de liberacin en Amrica Latina y el Caribe. Quiero mencionar rpidamente algunas de las propuestas que encontramos hoy. Una solucin hallada fue la de proponer nue- vos temas (como por ejemplo la discusin sobre los nuevos sujetos histricos o teolgicos indgenas, negros, mujeres, etc. o el dilogo intercultural) como nuevos desafos teolgicos y eclesiales, sin responder de manera adecuada a la crisis fundamental de la expectativa mesinica no cumplida o sin discutir lo que se entiende ahora por liberacin. Esto puede ser comprendido como una forma de desviar el foco de atencin con la introduccin de temas nuevos, que por la novedad, acaban llamando la atencin. Con esto no pretendo decir que los nuevos temas y desafos no sean importantes; slo apunto hacia el hecho de que muchas veces esos nuevos abordajes y temas pueden Vozes, 1989, pgs. 130.139s. 15 Ferraro, Benedito. IX Encontro Intereclesial de CEBs: festa da PASOS l30 9 MAPZO A8P|L servir para no enfrentar uno de los problemas claves del cristianismo de liberacin, que es el de la frustracin de la expectativa mesinica algo semejante a lo que le pas a los discpulos de Emas. Un segundo tipo de solucin es el de mantener explcitamente la lnea del cristianismo de liberacin reafrmando ciertas verdades metafsicas y a partir de ellas reconstruir, usando o no nuevos argumentos tericos o cientfcos, la validez de la expectativa me sinica. Presento aqu los que me parecen ser ejemplos de dos opciones tericas distintas de esa lnea. Benedito Ferraro, un asesor de mucho tiempo de los Encuentros Intereclesiales, escribi comentando sobre el Noveno Encuentro, de 1997: Lo que se puede ver y sentir en el IX Intereclesial fue la recuperacin de la utopa de que hay espacio y lugar para todos... Aqu se encuentra uno de los grandes desafos suscitados por el encuentro de las CEBs: cmo reactivar el sueo, la utopa de una sociedad que acoja a todos y a todas, independien- temente del color, sexo, cultura y religin... Esta bsqueda de una sociedad donde quepan todos y todas contina siendo la gran utopa... Es a partir de las luchas de los movimientos populares, de las luchas de las mujeres, los negros, indios, nios, que un nuevo sueo, por lo dems siempre antiguo, viene surgiendo en el horizonte: la creacin del Paraso Terrestre, de la Tierra sin Males, de la Sociedad sin Clases 15 . l no cuestiona la nocin de utopa ni la posibilidad histrica defendida por la razn moderna de construir al interior de la historia el Paraso Terrestre (de la tradicin bblica), la Tierra sin Males (de la tradicin guaran) o la Sociedad sin Clases (del marxismo). Su objetivo es reafrmar la validez de esa utopa y reactivar ese sueo y las luchas para construirla. El Dios que se revela en la Biblia, en las religiones originarias de Amrica Latina y en los movimientos sociales com- prometidos con la vida de los pobres y la justicia, es presentado como el fundamento ltimo de la validez de esa utopa y de esa metanarrativa. Leonardo Boff, por su parte, procura reafrmar la utopa en nombre de y en dilogo con las nuevas teoras cientfcas. Partiendo de la tesis cosmolgica de que hay una minuciosa calibracin de medidas sin las cuales las estrellas jams habran surgido o estallado la vida en el universo, afrma que ...esta comprensin supone que el universo no sea ciego, sino cargado de propsito e intencionalidad. Hasta un conocido astrofsico ateo como Fred Hoyle reconoce que la evolucin slo puede ser entendida en la presuposicin de que exista un Agente supre- mamente inteligente. Dios, el nombre para este Agente supremamente inteligente y ordenador, est umbilicalmente implicado en el proceso evolutivo y cosmognico 16 . Contra pensamientos que se basan en los hechos histricos para afrmar que la historia no tiene un sentido predeterminado o que ella no desembocar en la armona y plenitud (el Reino de Dios o la Tierra Sin Males), L. Boff busca una visin ms amplia de la historia todo el proceso evolutivo y cosmog- nico para aseverar que existe un Agente supremo inteligente y ordenador por detrs de todo lo que ocurre en el universo. A partir de esa premisa, salta al argumento teo- lgico: ...aqu entra la fe cristiana punta de lanza de la conciencia csmica. La fe ve en el punto omega de la evolucin el Cristo de la fe, aquel que es credo y anunciado como la cabeza del cosmos y de la Iglesia, el meeting point de todos los seres. Si lo que la fe proclama no es mera ideologa ni pura fantasa inconsciente, entonces eso debe de alguna forma mostrarse en el proceso evolutivo del universo 17 . Con esto, Boff puede concluir la argumentacin: Eco-espiritualmente la esperanza nos asegura que, a pesar de todas las amenazas de destruccin que la mquina de agresin de la especie humana mont y utiliza contra la Gaia, el futuro bueno y bienhechor est garantizado porque este Cosmos y esta Tierra son del Espritu y del Verbo 18 . Esas dos propuestas comparten un mismo presu- puesto entre s y tambin con la teologa premoderna: la concepcin metafsica de la verdad y una metana- rrativa de la historia. Vale decir, la presuposicin de un orden en la historia o en el cosmos ya escrita e inscripta en el proceso evolutivo e histrico y que puede ser conocido de modo objetivo a travs de las ciencias naturales, de la ciencia/flosofa de la historia o por la revelacin. Ese conocimiento nos mostrara que la utopa, el Reino de Dios o la Tierra Sin Males se establecer de manera defnitiva y segura al interior de la historia. Uno de los problemas de esta aparente solucin es que los sufrimientos y las angustias concretas de las personas quedan sin respuesta o sin su debido valor por incluso e recriao da utopia. Um olhar de esperana, en Revista Eclesistica Brasileira (Petrpolis), vol. 57, fasc. 228 (dez., 1997), pgs. 811-816. Citado de la pg. 814. 16 Boff, L. Ecologia: grito da Terra, grito dos pobres. So Paulo, tica, 1995, pg. 226. 17 Ibid., pg. 273. 18 Ibid., pg. 306. El nfasis es nuestro. 19 Habermas, Jrgen. O discurso flosfco da modernidade, op. cit., PASOS l30 l0 MAPZO A8P|L causa de su pequeez frente a la evolucin del cosmos o a la larga historia de la construccin de la utopa... O ser simplemente vistos como los dolores del parto del nuevo mundo, esto es, dolores necesarios. Adems, ese optimismo obstruye, como expresa Habermas, el futuro en cuanto fuente de inquietud 19 . Es decir, podemos estar tranquilos en cuanto al futuro, pues l ya est garantizado. Otro problema de ese tipo de pensamiento meta- fsico es que puede desembocar en un sacrifcialismo de izquierda: exigir sacrifcios en nombre de la lucha por una sociedad sin sacrifcios 20 . Podemos encontrar un ejemplo de esto en la charla de Jos Mara Vigil en el Forum sobre Teologa de la Liberacin de los hijos de Abraham, realizado en Bari, Italia, del 7 al 9 de diciembre de 2005, que reuni representantes del ju- dasmo, cristianismo e islamismo. Despus de declarar que la supremaca absoluta de la utopa es la segunda dimensin esencial de la visin liberadora, el autor proclama que hay perspectiva liberadora cuando en el horizonte del camino est la utopa de la liberacin, una esperanza y promesa mesinica que atrae a los caminantes y les da fuerza para superar los obstculos y las tentaciones que puedan apartarlos del camino. Si la utopa es absoluta, todo puede y debe ser sacrifcado en nombre de ella. Por eso, Vigil afrma: Abraham se puso obediente en el camino, sin meta fja, sabiendo solamente que debera encaminarse a la tierra que Yo te mostrar. Esa Tierra Prometida, que est ah adelante, pero no precisamente al al- cance de la mano, sino como un horizonte desde el cual se da fuerza para caminar, es tambin la Utopa absoluta por la cual los caminantes son capaces de dejar y de postergar (sacrifcar) todo, hasta el propio hijo Isaac. Hacer posible la realizacin de la Promesa, vivir y luchar por la Tierra Nueva prometida... se constituye en la tarea de la vida humana, en su misin sobre la Tierra 21 .
Estar dispuesto a sacrifcarlo todo, hasta el pro- pio hijo, por una sociedad sin sacrifcios (utopa), es una consecuencia de la ilusin y la pretensin de construir con acciones humanas una sociedad plena y absoluta. Estos dos tipos de solucin a la crisis el de desviar el foco y el de reafrmar la expectativa de la realizacin de la utopa son intentos de mantener la validez y vitalidad del cristianismo de liberacin me- diante el mantenimiento de la expectativa mesinica de liberacin plena de los pobres y de las personas oprimidas dentro de la historia. Podemos decir que esa lnea es la ms conocida y tambin la ms aceptada por las comunidades y los activistas del cristianismo de liberacin, pues ella reafrma, al mismo tiempo, el poder del Dios-liberador y la garanta de la realiza- cin de los deseos ms profundos de las personas de buena voluntad. Sin embargo, esta lnea de pensamiento no es lo nica dentro del cristianismo de liberacin en Am- rica Latina y el Caribe. Un tercer tipo de solucin fue presentado por lo que llamo la Escuela del DEI (Franz Hinekelammert, Hugo Assmann, Julio de Santa Ana y otros) que critic la ilusin trascendental de la modernidad 22 , la pretensin de la razn moderna y de la civilizacin occidental de construir al interior de la historia la utopa, la sociedad perfecta. Pretensin esta que, como vimos antes, desemboca siempre en exigencias sacrifcales 23 . Esos autores defenden la tesis de que la utopa es una condicin para poder elaborar teoras de accin, una necesidad epistemolgica para todos los que quieran intervenir en la sociedad o en la naturaleza. Hasta los neoliberales, quienes critican la propia nocin de utopa, precisaron crear el concepto trascendental o utpico de mercado de competencia perfecta o el mercado totalmente libre para poder elaborar hiptesis que orientan sus intervenciones en el campo econmico y poltico. La utopa (sociedad perfecta, mercado perfecto, cuerpo perfecto, etc.) nos permite ver lo que est fallando en aquello que actualmen- te existe y trazar estrategias de intervencin para aproximarnos al modelo de perfeccin. Por ejemplo, un ingeniero que busca construir un motor ms econmico requiere tener en mente un motor que no gasta ninguna energa y procurar una aproximacin a este modelo ideal. En el caso de la ingeniera, l sabe que su objetivo ltimo es imposible porque va contra la ley de la ter- modinmica, no obstante no tiene ningn problema existencial por causa de eso. Pero en el caso de los agentes y movimientos sociales, sean pro-capitalismo o anti-capitalistas, olvidan con facilidad la no-factibi- lidad histrica de la utopa. Con todo, el secreto de la atraccin de las grandes utopas radica exactamente en este olvido. Pues es justo este olvido el que enciende la esperanza de la realizacin plena de nuestros deseos. pg. 23. 20 Vide por ejemplo, Hinkelammert, Franz. Crtica a la razn utpica. San Jos, DEI, 1984; Sacrifcios humanos y sociedad occidental: Lucifer y la Bestia. San Jos, DEI, 1991. 21 Vigil, Jos Mara. El camino de liberacin de las fes del Medite- rrneo, en Alternativas (Managua, Ed. Lascasiana) No. 31 (enero- junio, 2006), pgs. 165-178. Citado de la pg. 170. 22 La principal obra de esa crtica es Hinkelammert, F. Crtica de la razn utpica, op.cit. 23 Vide, por ejemplo, Assmann, H. y Hinkelammert, F. La idolatra del mercado. San Jos, DEI, 1997; Assmann, Hugo. Crtica lgica da excluso. So Paulo, Paulus, 1994; Hinkalemmert, F. Sacrifcios humanos y sociedad occidental: Lucifer y la Bestia, op. cit.; Sung, Jung Mo. Economa: tema ausente en la Teologa de la Liberacin. San Jos, DEI, 1994 y Sujeto y sociedades complejas: para repensar los horizontes utpicos. San Jos, DEI, 2005. 24 Gebara, Ivone. Hora de fcar: difculdades das religiosas na PASOS l30 ll MAPZO A8P|L Freud afrm que la fuerza de la religin reside en el deseo, y aqu podemos parafrasearlo y decir: la fuerza de la utopa est en el deseo. En esta misma lnea de crtica a la ilusin de la modernidad, encontramos otro tipo, el cuarto, de respuesta a la crisis que coloca el foco ms en la vida cotidiana, en las relaciones micro-sociales e interper- sonales. Ivone Gebara, tomando en cuenta su expe- riencia cotidiana ella trabaja y vive en un barrio muy pobre, escribi en 1990: Me pregunto si nuestro discurso para los po- bres sobre su liberacin, sobre la conquista de la tierra, sobre la justicia... no estar siendo viciado por un lindo idealismo o por una esperanza sin el sufciente anlisis de las condiciones objetivas de nuestra historia?... Me atrevo a pensar que noso- tras, religiosas, deberamos iniciar el proceso de rechazo del consuelo barato, como Raquel (Jr 31,15) rechaz la consolacin ante la muerte de sus hijos. Prefri permanecer en la lamentacin y en el llanto, o sea en la realidad de su dolor, a engullir un anestsico que podra crear ilusiones y falsas esperanzas 24 .
Con este texto, Gebara critic pblicamente al sec- tor mayoritario de la TL y, poco a poco, fue elaborando otro tipo de teologa para comprender y expresar su fe y su opcin por los pobres y por las personas y los grupos oprimidos. Probablemente, ese texto lleno de coraje debe haberle costado algunas incomprensiones. Despus de todo, para los optimistas, el realismo apa- rece como pesimismo. Por eso, en un texto de 1991, Gebara expresa: No me siento pesimista, pero cada vez ms me in- comodan los discursos irrealistas de los telogos y de algunos cientistas sociales que piensan modifcar la realidad con sus escritos. Los telogos... hablan de sus deseos como si fuesen realidades y crean ansiedades en los lectores menos crticos, quienes se frustran en la medida en que no encuentran en sus vivencias aquello de que hablan los telogos. La teologa es un discurso de lo todava no, mas a partir del ya, es decir, a partir de lo que es vivencia real de los diferentes grupos 25 . Los pensadores de la escuela del DEI, al igual que Ivone Gebara, han criticado la ilusin trascendental del capitalismo neoliberal y sus exigencias sacrifciales en nombre de la absolutizacin del mercado, de la idola- tra del mercado. Esa crtica a la ilusin trascendental tambin cabe a algunos sectores del cristianismo de liberacin que creen poder construir al interior de la historia una sociedad plenamente armnica, justa y solidaria; sin embargo, eso no signifca la crtica al cristianismo de liberacin como tal y mucho menos signifca abandonar la lucha por una sociedad ms justa y solidaria, en favor de una vida corporal ms digna para todas las personas. Signifca nicamente que ellos asumen los lmites de la historia, de la con- dicin humana y de la lucha por otras formas de vida interpersonal y social y de organizacin de la sociedad que sean ms justas, solidarias y humanas. Para ese grupo, el valor y la validez del cristianismo de libe- racin no estn basados en la promesa de construir la utopa, sino en la justicia de la propia lucha. De la refexin hecha hasta ahora, podemos pre- guntarnos: es posible mantener la validez y vitalidad del cristianismo de liberacin asumiendo los lmites de la condicin humana y las contradicciones insupe- rables de la historia? O el cristianismo de liberacin est tan conectado con la promesa de la liberacin que l no puede sobrevivir sin olvidar que la utopa no se realizar plenamente dentro de la historia?
3. Los rostros, los ojos, las sonrisas... Y cmo soluciona su crisis la Nenuca? Debemos recordar que la crisis que estamos tratando aqu no es crisis de sentido de su vida, sino la crisis que nace del conficto entre su vida de fe y el discurso religioso que ella posee para explicar esa vida. No creo que ella haya solucionado la crisis, pues no encontr otro discurso teolgico que substituyese la teologa premoderna y la TL con que ella estaba narrando y explicando sus experiencias y difcul- tades. Ella no se deja convencer por la teologa del Dios-Padre que permite esas cosas ni se alimenta de la ilusin de que, con la liberacin, el futuro ser maravilloso. Tampoco se deja llevar por el pesimis- mo, el nihilismo o la indiferencia como mecanismos de defensa frente al dolor y la angustia, ni se deja atraer por nuevos amores, nuevos temas o trabajos que la desviaran de los rostros y las miradas de los moradores de la calle. La teologa no es su fuente de motivacin, ni de su identidad. La teologa, como otras teoras flosfcas o sociales, puede hablar sobre y en favor de la lucha por los y de los pobres, pero ella es siempre un discurso de un observador externo, en la perspectiva de una tercera persona. Otra teologa le facilitara la comprensin de evangelizao em meio a um povo empobrecido, en Vida Pastoral (So Paulo: Paulinas) No. 160 (set-out, 1991), pg. 4. 25 Gebara, Ivone. Espiritualidade: escola ou busca cotidiana?, en Vida Pastoral (So Paulo: Paulinas) No. 164 (mai-jun, 1992), pg. 9. Vide tambin, Gebara, Ivone. Rompendo o silncio. Uma fenomenologia feminista do mal. Petrpolis, Vozes, 2000. 26 Sobre esa cuestin vide Sung, Jung Mo. Sujeto y sociedades com- plejas, op. cit., cap. 3 (Sujeto como trascendentalidad al interior de PASOS l30 l2 MAPZO A8P|L su experiencia y de su angustia, no obstante la falta de sta no la inmoviliza ni le quita su fe. Nenuca se mantiene realista, al mismo tiempo que trata de hallar fuerza para continuar en la lucha. Ella dice: A pesar de todo eso o sea, reconociendo todas las difcultades, frustraciones y angustias [J. M. S.], la calle siempre fue la fuerza mayor. Y qu es eso de que la calle le da fuerzas? Podemos encontrar la respuesta en la frase que ella deja escapar entre dos afrmaciones de tono negativo: Pero es tan poco! Si no fuese por los rostros, los ojos, las sonrisas... Delante de las angustias que conocemos, todava es difcil escuchar la respuesta de Dios a nuestras invocaciones para salvar a ese pueblo esclavizado. Entre las constataciones de que es tan poco y que es difcil escuchar la respuesta de Dios, ella deja escapar:Si no fuese por los rostros, los ojos, las son- risas... de las personas pobres, prostitutas, menores y tantas otras personas que encuentra en las acequias, debajo de los puentes o en otros lugares donde los ms pobres hallan un rincn para sobrevivir. Es esoalgo diferente que nace en la amistad con esas personas, que por ser tan maltratadas ni siquiera son ms reco- nocidas como humanas, lo que la hace continuar. La opcin de continuar el trabajo,a pesar de todo eso, no es fruto de una opcin irracional, sin sentido, mucho menos resultado de una opcin sacrifcial. Ella no sacrifca su vida en nombre de la utopa que cree se realizar en el futuro, ni asume una postura de autosacrifcio de vivir una vida de dolor nicamente para identifcarse con Jess que sufre en la cruz. Es algo positivo lo que la mantiene en su opcin: la experiencia humanizante que nace del encuentro y la amistad con los ms pobres. Experiencia sa que permite que las personas se encuentren como suje- tos frente a sujetos, y no como sujetos frente a otros reducidos a condicin de objetos de observacin, de manipulacin o de conquista 26 . Esoalgo diferente los rostros, los ojos, las sonrisas no es un mero consuelo, una migaja que se adjunta despus de la sensacin del fracaso. Es el fundamento, la base, lapiedra desde donde se reconstruye el sentido de su vida y de su lucha, es el lugar frme desde donde ella salta para su apues- ta/fe que va a guiar su vida cotidiana y sus acciones. Por eso, Nenuca afrma que es en el encuentro con esas personas que ellas, la comunidad, reencuentran la identidad: A pesar de todo eso, la calle siempre fue la fuerza mayor, el modo de reencontrar nuestra identidad, cada vez ms comprometida con la dureza de esa realidad, con la participacin del sufrimiento de los ms pobres. Tanto en Recife como en So Paulo, se parti con fe y coraje para nuestras vivencias. Cuando habla sobre el modo de reencontrar su identidad, ella lo hace en la perspectiva de primera persona. Ella no usa la perspectiva de un observador, tercera persona, para ver los alcances, los lmites y las contradicciones de la opcin por los pobres, sea de acuerdo con la teologa premoderna, sea en la perspec- tiva de la TL. Cuando ella habla del poco resultado o de la difcultad de escuchar la respuesta de Dios, usa la perspectiva del observador. Pero, cuando expresa: si no fuese por los rostros, los ojos, las sonrisas...; o cuando dice: se parti con fe y coraje para nuestras vivencias, est utilizando la perspectiva de primera persona. Y en primera persona no se pregunta acerca del alcance de una determinada accin o acerca de qu tipo de accin me llevar a mi intencin, sin embargo s se pregunta sobre qu tipo de accin debera realizar para estar de acuerdo con su intencin y con su iden- tidad. Y como vimos arriba, para Nenuca: Aquellas que nos sentimos llamadas a seguirlo, no ten- emos otra cosa que hacer. Como l, tenemos que ir a los hombres, los ms profundamente hundidos en las tinieblas de la muerte, para anunciarles el Sol de la Vida. La experiencia espiritual no pide coherencia con relacin a una determinada teora o teologa, pero s la coherencia con relacin a la experiencia fundante, el primer Amor, a la opcin fundamental que marc y modifc su vida. Esa oscilacin entre la perspectiva de la tercera y de la primera persona, nunca confundindose o apareciendo al mismo tiempo, se debe al hecho de que, como seala Akeel Bilgrame, ...no podemos ser, al mismo tiempo, agentes y observadores o vaticinadores de nosotros mismos y o que nuestras mentes nos harn, o nos llevarn a hacer. Mientras somos agentes nos pregunta- mos lo que seria necesario hacer, y decimos lo que nos comprometemos a hacer a travs de nuestras intenciones 27 . Alguien podra recordarnos: Pero la liberacin prometida tarda!. Esa afrmacin, no obstante, es la de un observador que mide la distancia entre la hip- tesis de la liberacin y la realidad de la vida concreta de los pobres. Y el cristianismo de liberacin, como otros movimientos religiosos y espirituales signif- la vida real). 27 Bilgrami, Akeel. Interpretando una distincin, en Bhabha, Homi & Mitchell, W. J. T. (comps.) Edward Said: continuando la conversacin. Buenos Aires-Barcelona-Mxico D. F., Paids, 2006, pgs. 45-58. Citado de la pg. 55. PASOS l30 l3 MAPZO A8P|L cativos en la historia, no encuentra su fuerza y su signifcado mayor en afrmaciones de observadores, en discursos en la perspectiva de la tercera persona, s en el compromiso de agentes que experimentaron un acontecimiento que les permiti una nueva percepcin de la realidad y una nueva relacin con el mundo que los lleva a asumir compromisos y a practicar determi- nadas acciones 28 . Hay muchas personas y grupos, que como la Nenuca, continan viviendo su compromiso con per- sonas y grupos oprimidos, a pesar de las frustraciones con las expectativas y la insufciencia de las teologas para explicar su fe y sus praxis en el mundo de hoy, a pesar de las doctrinas ofciales de sus iglesias y de teologas que insisten en la verdad absoluta de sus dogmas (conservadores o progresistas, poco importa) petrifcados por el tiempo. Esas personas viven su fe porque continan sintiendo llamados y no pueden dejar de seguirlos. sta es la fuerza del cristianismo de liberacin. Teologas, anlisis histricos y sociolgicos y otras refexiones slo entendern mejor ese movi miento y contribuirn a esa caminata en la medida en que tomen en serio palabras como las de Nenuca, que muestran que los sistemas tericos o lingsticos no pueden dar cuenta de ese espritu que mueve a esa gente. Esto es, en la medida en que no se reduzca esa experiencia a un conjunto de principios y categoras asumidas a priori, ni se tenga la pretensin de agotar o reducir esa experiencia a algn tipo de explicacin racional, de tipo sociolgico, psicolgico, histrico, teolgico o, incluso, un conjunto de conocimientos usados de modo interdisciplinario. 4. La libertad y el misterio Alguien podra todava preguntar: Pero las pro- mesas de la liberacin de Dios se realizarn? Es decir, las promesas de Dios son verdaderas? Finalmente, muchos entraron o se mantienen en la lucha por causa de esas promesas. Ese tipo de pregunta presupone una nocin de verdad con la cual nosotros leemos textos cientfcos o religiosos. Personas como la Nenuca no esperan una respuesta satisfactoria a esa pegunta para continuar frmes, con fe y coraje. Con todo, tambin es necesario dar respuestas. Pienso que no es posible dar una respuesta rpida, en trminos de s o no, o bien en trminos de un poco ahora y en plenitud en la parusa. Es preciso ir ms al fondo y cuestionar la propia nocin de verdad que subyace a esa pregunta. Como esa cuestin fundamental exigira muchas pginas adicionales , aqu simplemente introducir un texto provocativo de Vattimo: La verdad que, de acuerdo con Jess, nos har libres, no es la verdad objetiva de las ciencias y mucho menos la verdad de la teologa: la Biblia no es un libro de cosmologa, como tampoco es un manual de antropologa o de teologa. La revelacin de la Escritura no reside en hacernos saber cmo somos, cmo Dios est hecho, cul es la naturaleza de las cosas o cules son las leyes de la geometra y cosas semejantes, como si pudiramos salvarnos a travs del conocimiento de la verdad. La nica verdad de la Escritura se revela como aquella que en el curso del tiempo no pudo ser objeto de ninguna desmiti- fcacin ya que no es un enunciado experimental, lgico, ni metafsico, sino una apelacin prctica: es la verdad del amor, de la caritas 29 . Si la promesa de la liberacin tiene que ver con la verdad que nos har libres y esa verdad tiene que ver con el amor y no con el anlisis o la previsin histri- ca, cul sera la garanta de la liberacin? El recurrir casi permanentemente a horizontes utpicos, como el Paraso Terrestre, la Tierra sin Males o la socie- dad sin clases, o a las nuevas teoras cosmolgicas o cientfcas, no es una plataforma segura para afrmar que la historia tiende o est diseada para un fnal feliz. Mucho menos garantiza la posibilidad de poder construir dentro de la historia la plenitud deseada. La tradicin occidental siempre bas su pensa- miento en la nocin del orden y busc el fundamento de ese orden. Dios siempre fue buscado o especulado exactamente como el fundamento de ese orden visto como esttico en el mundo premoderno y como evo- lutivo en el moderno. Por eso, en la argumentacin cosmolgica de Leonardo Boff, citada ms arriba, en- contramos la referencia a Dios como el nombre para este Agente supremamente inteligente y ordenador (la itlica es ma). No obstante, sta no es la nica forma de comprender la realidad humana. Comblin sostiene que en la tradicin bblica Dios no es comprendido como el fundamento del orden, sino como Amor. Y ...el amor no funda el orden, sino el desorden. El amor quiebra toda estructura de orden. El amor funda la libertad y, por consiguiente, el desorden. El pecado es consecuencia del amor de Dios 30 . Y cuando la Biblia manifesta que Dios es amor, est afrmando que la vocacin humana es la libertad, que sta es ms que una cualidad o un atributo del ser humano, sino que es la propia razn de ser de la 28 Ver el concepto de permisin en Certeau, M. La debilidad de creer, op. cit., pgs. 215-217. 29 Rorty, Richard & Vattimo, Gianni. El futuro de la religin: solidari- dad, caridad, irona. Zabala, Santiago (comp.). Buenos Aires, Paids, 2006, pg. 75. 30 Comblin, Jos. Cristos rumo ao sculo XXI: nova caminhada de libertao. So Paulo, Paulus, 1996, pg. 65. 31 Ibid., pg. 67. PASOS l30 l4 MAPZO A8P|L humanidad, el eje central de toda la existencia huma- na. Que Dios es amor y que la vocacin humana es la libertad son las dos caras de la misma realidad, las dos vertientes del mismo movimiento 31 . Si no es posible vivir la libertad sin la posibilidad del mal (ticamente hablando), podemos decir en un lenguaje religioso que Dios hizo al mundo de una manera tal que el pecado es una posibilidad inevitable. Por eso, Comblin retoma un texto del Apocalipsis: Ya estoy llegando y golpeando a la puerta. Quien oiga mi voz y abra la puerta, entrar en su casa y cenar con l y l conmigo (Ap 3,20), y agrega: si nadie abre, Dios acepta la derrota sabiendo que su creacin fracas. Dios cre un mundo que poda fracasar 32 . En otras palabras, nada garantiza que la historia humana terminar bien, que el bien vencer defniti- vamente al mal en la historia; ni la nocin de Dios o de la encarnacin de Dios. Este tipo de teologa parece ser muy compatible con la experiencia espiritual y con el compromiso social de tantas personas y grupos que continan en su lucha, a pesar de todo eso. Pues, la fuente original del cris- tianismo de liberacin es la experiencia espiritual que permite ver una imagen de Dios que no est basada en las exigencias sacrifcales o en la insensibilidad frente a los sufrimientos de las personas, una imagen de Dios bueno que no quiere eso y que nos llama para tomar partido frente a la realidad injusta y cam- biar las relaciones humanas y las estructuras sociales. El horizonte utpico de una sociedad sin opresin e injusticia nace de esa experiencia y del seguimiento. Sin embargo, el deseo de que ese horizonte histrico se realice histricamente llev o puede llevar a la ilusin de una teologa o ciencia que pretenda garantizar la realizacin de esa utopa al interior de la historia. Teoras sean teolgicas, cosmolgicas o socia- les que pretenden descubrir el orden que mueve la realidad y predecir el sentido y la meta de la historia humana y de la naturaleza, acaban cayendo en algn tipo de pensamiento metafsico que, para cerrarse como un sistema de pensamiento, tienen que negar la realidad y lo dramtico del sufrimiento humano, espe- cialmente de los inocentes. Contra esa tentacin, pienso que es importante, como asevera Gebara, rechasar el consuelo barato, como Raquel (Jr 31,15), y perma- necer por lo menos por un tiempo signifcativo en el llanto y en la lamentacin, en la realidad del dolor. Falsas esperanzas pueden engendrar inmovilismo pues el futuro ya estara garantizado, dejando de ser fuente de inquietud (Habermas), como igualmente teologas sacrifcales que presentan un Dios que no puede prescindir de sacrifcios. El nico modo de que no caigamos en la tenta- cin de la modernidad de reducir todos los misterios de la vida a un problema cientfco o terico a ser descubierto, es permanecer en la angustia ante del sufrimiento de los inocentes y en la crisis insoluble provocada por la realidad del mal y la confesin de fe en un Dios Amor-Libertad. La vida tiene misterios como el misterio del mal que no son reducibles a explicaciones tericas. Los misterios fundamentales de la vida humana continan y continuarn misterios, pese a todas las tentativas intelectuales. Por eso es que la verdad que puede liberarnos no es una verdad que explica y soluciona el rompecabezas de la realidad, sino una apelacin tica al amor, a la solidaridad. Los sistemas tericos, aun los que se asumen como posmodernos, tienden a cerrarse como un sistema de pensamiento que pretende dar cuenta de la realidad o del objeto estudiado. Una de las formas de evitar esa tendencia y tentacin es estar siempre abiertos a la interpelacin del otro que sufre, que no ve su dolor contemplado en el sistema terico o no encuentra en l una solidaridad con su dolor. Y esto vale principal- mente para la teologa y otros estudios que tienen como objeto de refexin la religiosidad del pueblo. Despus de estas refexiones, volvamos a la pre- gunta del ttulo: El cristianismo de liberacin fracas? Considero que un cierto tipo de cristianismo de libera- cin, aquel que haca de la promesa de la construccin de la utopa su fuerza y motivacin principal, est en profunda crisis, para no decir que fracas. Pero la fuerza espiritual y la identidad de sectores signifcati- vos del cristianismo de liberacin no se fundan en esa ilusin trascendental. Para muchos, aun cuando repro- dujesen el discurso teolgico optimista dominante, la fuerza espiritual de su cristianismo vena y viene de la experiencia que les permiti ver y relacionarse con el mundo, la sociedad y las personas de una manera nueva. Es esa espiritualidad la que los lleva a buscar la coherencia con su identidad en el compromiso personal y social con las personas ms sufridas. Para personas, como Nenuca y sus compaeras, que a pesar de todo continan en la lucha con fe y coraje, la pregunta por el fracaso de la utopa del cristianismo de liberacin no es la pregunta ms decisiva. Pues es una pregunta en la perspectiva de tercera persona, de un observador externo. La cuestin clave es cmo podemos mantenernos coherentes con nuestro primer Amor; cmo vivir de acuerdo con la experiencia que dio sentido humano a nuestras vidas y que por eso nos sentimos llamados a transitar ese camino. Ese caminar, con difcultades y alegras, demanda un discurso religioso capaz de dar cuenta de esa ex- periencia, aun sabiendo que siempre ser provisorio e insufciente. Para aquellos y aquellas que se sienten parte de ese cristianismo de liberacin, aunque no 32 Ibid., pg. 66. 33 Gutirrez, Gustavo. Falar de Deus a partir do sofrimento do inocente: uma refexo sobre o livro de J. Petrpolis, Vozes, l987, pg. 164. PASOS l30 l5 MAPZO A8P|L sean miembros de Iglesias, el desafo es como indica Gutierrez, ...encontrar un lenguaje sobre Dios en medio del hambre de pan de millones de seres humanos, de la humillacin de razas consideradas inferiores, de la discriminacin de la mujer 33 . Con todo, no debemos olvidar que, aun cuando logremos ese discurso, ste ser apenas un discurso y que la fuerza espiritual no reside en l sino en la experiencia que continuamente contesta y protesta contra las imgenes de Dios y del ser humano presen- tadas por las teoras. Pues el dolor de la injusticia y del hambre y la alegra del encuentro entre personas que se reconocen mutuamente en la gratuidad, tras- cienden cualquier lenguaje humano, estn ms all de cualquier y todo smbolo. RIBLA No. 55 Duteropaulinas: un cuerpo extrao en el cuerpo pau- lino? RIBLA No. 56 Re-imaginando las masculinidades NOVEDADES DEI PASOS l30 l6 MAPZO A8P|L En este artculo abordamos la lectura popular de la Biblia que se hace en las Comunidades Eclesiales de Base en Amrica Latina y el Caribe. Es bueno recordar que ellas son apenas una minora. La gran mayora de los cristianos y la mayor parte de las iglesias tienen otra manera de leer la Biblia. Muchos de ellos hacen una lectura ms tradicional y ms fundamentalista. Sin embargo, el impacto y la irradiacin de la lectura hecha en las Comunidades Eclesiales de Base son grandes y signifcativas para la vida de las iglesias y para el camino del movimiento popular. Este artculo es como una fotografa que fja la posicin de una persona en un determinado momento de su vida. Una vez hecha, la fotografa no cambia ms. Pero la persona fotografada contina cambiando y creciendo. Ella no para. Tal vez nunca ms recuerde la fotografa. Puede suceder que, despus de algunos aos, ella ni se reconozca en la fotografa que aqu presentamos con mucho respeto y cario. 1. Diez caractersticas de la lectura popular de la Biblia en Amrica Latina y el Caribe A manera de introduccin presentamos aqu diez puntos que, de cierto modo, ofrecen una visin global de la lectura popular y son el resumen de todo lo que vamos a decir. 1) La Biblia es reconocida y acogida por el pueblo como Palabra de Dios. Esta fe ya exista antes de la lle- gada de la lectura popular de la Biblia. Es en esta raz o tronco frme de la fe popular, que insertamos todo nuestro trabajo en torno a la Biblia. Es lo que carac- teriza la lectura que hacemos de la Biblia en Amrica Latina y el Caribe. Sin esta fe, todo el proceso y todo el mtodo tendran que ser diferentes. No eres t quien sostiene la raz, sino la raz quien te sostiene (Rm 11,18). 2) Al leer la Biblia, el pueblo de las Comunidades trae consigo su propia historia y tiene en sus ojos los problemas que vienen de la dura realidad de su vida. La Biblia aparece como un espejo, smbolo (Hb 9,9; 11,19), de aquello que l mismo vive hoy. Se esta- blece, as, una relacin profunda entre Biblia y vida que, muchas veces, puede dar la impresin aparente de un concordismo superfcial. En realidad, es una lectura de fe muy semejante a la lectura que hacan las comunidades de los primeros cristianos (Hch 1,16-20; 2,29-35; 4,24-31) y los Santos Padres en los primeros siglos de las iglesias. 3) A partir de esta nueva relacin entre Biblia y vida, los pobres descubren el mayor descubrimiento de todos: Si Dios estuvo en aquel tiempo con aquel pueblo en el pasado, entonces, l estar tambin con nosotros en esta lucha por liberarnos. l escucha tambin nuestro clamor! (x 2,24; 3,7). As va naciendo, imperceptiblemente, una nueva experiencia de Dios y de la vida, lo que se hace el criterio ms determinante de la lectura popular y el que menos aparece en sus explicitaciones e interpretaciones. Pues el mirar no se divisa a s mismo. 4) Antes de que el pueblo haya tenido ese contacto SOBRE LA LECTURA POPULAR DE LA BIBLIA Carlos Mesters Francisco Orofno PASOS l30 l7 MAPZO A8P|L ms cercano con la Palabra de Dios, para muchos, sobre todo en la Iglesia Catlica, la Biblia estaba muy lejos. Era el libro de los padres, del clero. Pero ahora ella ya est cerca! Lo que era misterioso e inaccesible, comenz a ser parte de la vida cotidiana de los po- bres. Y junto a su Palabra, el propio Dios est cerca! Ustedes que antes estaban lejos, han llegado a estar cerca (Ef 2,13). Difcil para uno de nosotros evaluar la experiencia de novedad y de gratuidad que todo esto representa para los pobres. 5) As, poco a poco, fue surgiendo una nueva ma- nera de mirar la Biblia y su interpretacin. Ya no se la ve como un libro extrao que pertenece al clero, sino como nuestro libro, escrito para nosotros que hemos llegado a la plenitud de los tiempos (1 Cor 10,11). Muchas veces, para algunos, ella llega a ser el primer instrumento para un anlisis ms crtico de la realidad que hoy vivimos. Por ejemplo, sobre una empresa ex- plotadora del pueblo, la gente de la comunidad dijo: Es el Goliat que tenemos que enfrentar!. 6) Est en camino un descubrimiento progresivo de que la Palabra de Dios no se encuentra slo en la Biblia, sino tambin en la vida, y que el objetivo principal de la lectura de la Biblia no es interpretarla, sino interpretar la vida con la ayuda de la Biblia. Se descubre que Dios habla hoy a travs de los hechos. Por ejemplo, cuando las comunidades refexionan sobre los Hechos de los Apstoles, se percibe un en- tusiasmo muy grande. No tanto por las cosas nuevas que descubren en los Hechos, sino mucho ms porque este libro les confrma que lo que estn viviendo hoy es un camino bblico. La Biblia ayuda a descubrir que la Palabra de Dios, antes de ser leda en la Biblia, ya exista en la vida. As pues, el Seor est en este lugar, y yo no lo saba (Gn 28,16). 7) La Biblia entra por una puerta en la vida del pue- blo: no por la puerta de la imposicin autoritaria, sino por la puerta de la experiencia personal y comunitaria. Ella se hace presente no como un libro que impone una doctrina de arriba hacia abajo, sino como una Buena Nueva que revela la presencia liberadora de Dios en la vida y la lucha del pueblo. La Biblia confrma el camino que el pueblo est haciendo y, as, lo anima en su esperanza. Los que participan de los grupos bblicos se encargan de divulgar esta Buena Noticia y atraen a otras personas para participar. Vengan a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho (Jn 4,29). Por eso, nadie sabe cuntos grupos bblicos existen. Solamente Dios lo sabe! 8) Para que se produzca esta profunda relacin entre Biblia y vida, es importante: a) Tener en los ojos las preguntas reales que vienen de la vida y de la realidad sufrida de hoy, y no preguntas artifciales que nada tiene que ver con la vida del pueblo. Aqu aparece la importancia de que el estudioso de la Biblia tenga una experiencia pastoral inserta en medio del pueblo. b) Descubrir que se pisa el mismo piso antes y hoy. Aqu aparece la importancia del uso de la ciencia y del sentido comn, tanto en el anlisis crtico de la realidad de hoy como en el estudio del texto y su contexto social. c) Tener una visin global de la Biblia que cubra a los propios lectores y lectoras y que est relacionada con la situacin concreta de sus propias vidas. El sentido y el alcance de la Biblia se manifestan y se enriquecen a la luz de lo que se vive y se sufre en la vida, y viceversa. 9) La interpretacin que el pueblo hace de la Biblia es una actividad envolvente que comprende la contri- bucin intelectual del exegeta, pero tambin y sobre todo el proceso de participacin de la comunidad: trabajo y estudio de grupo, lectura personal y comuni- taria, teatro, celebraciones, oraciones, juegos, en fn, todo lo que hay de verdadero, de noble, de justo, de puro, de amable, de honorable, todo cuanto sea virtud y cosa digna de elogio (Fl 4,8). Aqu se revelar la riqueza de la creatividad popular y la ampliacin de las intuiciones que se van generando. 10) Para una buena interpretacin, es muy impor- tante el ambiente de fe y de fraternidad, por medio de cantos, celebraciones, oraciones. Sin este contexto del Espritu, no se llega a descubrir el sentido que el texto tiene para nosotros hoy. Pues el sentido de la Biblia no es apenas una idea o un mensaje que se capta con la razn y se objetiva a travs de raciocinios: es asimismo un sentir, una consolacin, un consuelo que es sentido con el corazn, para que, por la perseverancia y por la consolacin que nos proporcionan las Escrituras, tengamos esperanza (Rm 15,4). 2. Un poco de historia Todo esto que hoy est sucediendo en las Comu- nidades Eclesiales de Base tiene una larga historia. Muchos factores intervinieron para que se llegara a este tipo de lectura bblica. Destacamos tres factores que no pueden ser ignorados para entender la actual coyuntura. Hay un cuarto factor que no puede ser evaluado ni verifcado. A continuacin, veremos tres etapas que marcaron y continan marcando este pro- ceso histrico de lectura popular de la Biblia. 2.1. Tres factores 2.1.1.Unanuevamaneradeverlarevel- acindeDiosenlaBiblia Los grandes cambios producidos en la humanidad durante los siglos XIX y XX llevaron a los cristianos de varias iglesias a mirar la realidad y la Biblia con PASOS l30 l8 MAPZO A8P|L una mirada diferente. Por ejemplo, en Alemania, la experiencia de R. Bultmann lo condujo a un nuevo abordaje de la Biblia que infuy en la exgesis bblica del siglo XX en prcticamente todas las iglesias. En Blgica, la crisis entre las dos grandes guerras y la convivencia con los obreros llev al Padre Cardijn a crear el mtodo ver-juzgar-actuar que infuy en sec- tores de la Accin Catlica y trajo una nueva forma de considerar y experimentar la accin reveladora de Dios en la historia. Antes de querer saber lo que Dios habl en el pasado, se busca ver la situacin del pueblo hoy, y sus problemas. Luego, con la ayuda de los textos b- blicos y de la tradicin de las iglesias, se procura juzgar esta situacin. Esto hace que, poco a poco, la palabra de Dios ya no venga slo de la Biblia, sino tambin y principalmente de los propios hechos iluminados por la Biblia y la tradicin. Y son ellos, los hechos, los que se vuelven as transmisores de la Palabra y del llamado de Dios y llevan a un modo nuevo de actuar. Este mtodo ver-juzgar-actuar tuvo una infuencia muy grande en los movimientos de renovacin de la Iglesia Catlica brasilea de los aos cincuenta y sesenta, en particular en varios sectores de la Accin Catlica: JOC, JEC, JUC y JAC. Fue produciendo un cambio en la manera de conocer la voluntad de Dios y en la apertura hacia una actitud ms ecumnica y menos confesional. En los Estados Unidos, el compromiso poltico de N. K. Gottwald en la lucha contra la guerra del Vietnam tuvo una infuencia profunda en su forma de leer e interpretar el origen y la formacin del pueblo de Dios. Sus escritos, sobre todo el libro The Tribes of Jahweh, tuvieron mucha infuencia en los estudiosos de la Biblia en Brasil, especialmente en el modo de abordar e interpretar el xodo. En Amrica Latina y el Caribe, en los aos sesenta y setenta, el compromiso poltico de numerosos cris- tianos repercuti y contina repercutiendo profunda- mente en la manera de leer e interpretar la Biblia. La inhumanidad de las dictaduras militares, algunas de ellas con el apoyo velado de autoridades eclesisticas o en nombre de la as llamada tradicin cristiana, pro- voc y despert en las personas ms conscientes una nueva lectura de la Biblia en defensa de la vida. Una lectura ms liberadora y ms ecumnica, impidiendo que la Palabra de Dios fuese manipulada para legitimar la opresin y la explotacin del pueblo. 2.1.2.Larenovacindelasiglesiaslleva aunintersrenovadoporlaBiblia A partir del terremoto de las dos guerras mundia- les, 1914 a 1918 y 1939 a 1945, la mayora de las iglesias entraron en un proceso de conversin y de cambio. Las nuevas circunstancias en las que se encontraba la hu- manidad dejaron claro que era necesaria una relectura de las cosas de la fe de cara a la nueva experiencia de Dios y de la vida que estaba surgiendo. Este cambio o conversin fue sucediendo de forma diferente en varias iglesias y en varios pases. En la Iglesia Catlica de Brasil, por ejemplo, el documento Dei Verbum del Concilio Vaticano II y su relectura para Amrica Latina y el Caribe a travs de las Asambleas Episcopales de Medelln y Puebla, consagraron esa nueva forma de ver la accin reve- ladora de Dios de la que hablamos anteriormente. A saber, Dios contina hablando hoy, dirigindonos su Palabra por medio de hechos y personas, y nosotros logramos descubrir ese hablar divino con la ayuda de la Palabra de Dios en la Biblia. A partir del Concilio Vaticano II fue creciendo el inters del pueblo catlico por la Biblia y, a travs de varios canales, cada vez ms, la Biblia fue llegando a las manos del pueblo. Entre muchos otros, conviene destacar los siguientes canales: 1) La renovacin litrgica. La liturgia renovada, mediante el uso de la Biblia en lengua verncula, trajo una mayor aproximacin de sta al pueblo. 2) El trabajo pionero del biblista fray Joo Jos Pedreira de Castro, ofm. En los aos cincuenta, l capt las Seales de los Tiempos y sinti la necesidad de provocar una mayor aproximacin de la Biblia al pueblo. Para ello tradujo la Biblia de Maredsous al portugus, hoy con ms de 150 ediciones sucesivas, conocida como la Biblia del Ave Mara. 3) El trabajo de la Liga de Estudios Bblicos (LEB). Sus miembros hicieron una traduccin de la Biblia directamente de los textos originales, actualmente publicada por la Editora Loyola. Los miembros de la LEB tienen, ade- ms, el mrito de haber incentivado la realizacin de semanas bblicas en todas partes. 4) La entrada de las iglesias evanglicas de misin en Brasil en la primera mitad del siglo XX, venidas sobre todo de los Estados Unidos, divulg e intensifc la lectura de la Biblia. Su accin evangelizadora contribuy para que, en la Iglesia Catlica, mucha gente tomara conciencia de la importancia de la Palabra de Dios. Al inicio, fue un despertar reaccionario de defensa contra lo que algunos llamaban la amenaza protestante. Poco a poco, sin embargo, termin siendo vista como una de las mayores gracias de Dios. 2.1.3. La situacin del pueblo, el golpe militar y el surgimiento de los crculos bblicos La situacin del pueblo era (y contina siendo) de abandono, de opresin y explotacin. Por eso, hubo todo un trabajo poltico de concientizacin para el cam- bio. Miembros de varios sectores de la Accin Catlica participaron activamente en este trabajo de concien- PASOS l30 l9 MAPZO A8P|L tizacin. Llegaron a formar un grupo, Accin Popular, que tuvo una actuacin poltica muy signifcativa. No obstante, el golpe militar de 1964 mostr, de modo indirecto, que el trabajo de concientizacin poltica del pueblo no haba sido aquello que la vanguardia de la oposicin poltica imaginaba y esperaba. No hubo la reaccin esperada de levantamiento popular contra los militares. Por el contrario. Se percibi la necesidad de un trabajo mucho ms capilar y paciente junto al pueblo, respetando mucho ms su religin, su cultura y su experiencia. As, desde los aos sesenta, comenz un trabajo renovado de base en medio de los pobres y surgieron las Comunidades Eclesiales de Base. En aquella situa- cin de persecucin y control ideolgico, las iglesias emergieron como un posible espacio de articulacin de la oposicin, donde an se poda trabajar con cierta libertad. Por eso mismo, ellas sufrieron y fueron vcti- mas de la represin poltica. Baste recordar los nombres de Don Helder Cmara, Don Pedro Casaldliga, el padre Enrique Santos Dias, Margarida Alves y tantos otros lderes, religiosas y laicos, perseguidos, presos, torturados y asesinados. A partir de esta necesidad de un trabajo pastoral ms respetuoso y delicado, fueron apareciendo en todas partes los llamados Crculos Bblicos. El mtodo usado en ellos de manera natural tena en cuenta, de un lado, la experiencia adquirida en los grupos de Accin Catlica con su mtodo ver-juzgar-actuar y las enseanzas de Paulo Freire sobre la pedagoga del oprimido y, de otro lado, la tradicin de los propios evangelios. O sea, la forma de leer la Biblia en las Comunidades Eclesiales de Base imitaba de cerca el mtodo sugerido por el Evangelio de Lucas en la des- cripcin del camino de los discpulos de Emas, donde el propio Jess aparece interpretando la Escritura para sus amigos (Lc 24,13-35). El proceso de interpretacin seguido por Jess, tiene los mismos tres pasos que caracterizan tambin el mtodo adoptado por los pobres en los Crculos Bblicos de las Comunidades Eclesiales de Base. Primer paso: partir de la realidad (Lc 24,13-24): Jess encontr a los dos amigos en una situacin de miedo y dispersin, de escepticismo y desesperacin. Ellos estaban huyendo. Las fuerzas de la muerte, la cruz, haban matado en ellos la esperanza. Jess se aproxima y camina con ellos, escucha la conversacin y pregunta: De qu estn hablando?. La ideologa dominante les impeda ver y tener conciencia crti- ca. Nosotros esperbamos que l nos iba a liberar, pero (Lc 24,21). El primer paso es ste: acercarse a las personas, escuchar la realidad, los problemas, ser capaz de hacer preguntas que ayuden a mirar la realidad con un mirar ms crtico. Segundo paso: usar el texto de la Biblia (Lc 24,25-27): Jess usa la Biblia no para dar una clase bblica, sino para iluminar el problema que haca sufrir a sus dos amigos y, as, esclarecer la situacin que ellos es- taban viviendo. Con la ayuda de la Biblia, l los sita dentro del proyecto de Dios y muestra que la historia no est fuera de las manos de Dios. El segundo paso es ste: con la ayuda de la Biblia, iluminar la situacin y transformar la cruz, seal de muerte, en seal de vida y de esperanza. De este modo, aquello que impeda ver, se hace ahora luz y fuerza en el camino. Tercer paso: celebrar y compartir en la comunidad (Lc 24,28-32): La Biblia, por s sola, no abre los ojos. Pero hace arder el corazn! (Lc 24,32). Lo que abre los ojos y hace que los dos amigos perciban la presencia de Jess, es el partir el pan, el gesto comunitario del compartir, la celebracin. En el momento en que es reconocido, Jess desaparece. Pues ellos mismos experimentaron la resurreccin, renacieron y ahora caminan por s mismos. El tercer paso es ste: saber crear un ambiente orante de fe y de fraternidad donde pueda actuar el Espritu que nos hace entender el sentido de las cosas que Jess habl. Es, sobre todo en este punto de la celebracin, que la prctica de las comunidades ayud a reencontrar el antiguo pozo de la Tradicin para beber de su agua. El resultado: resucitar y volver a Jerusaln (Lc 24,33- 35): Todo cambi en los dos discpulos. Ellos mismos resucitaron, tomaron coraje y volvieron a Jerusaln, donde continan activas las fuerzas de la muerte que mataron a Jess, pero donde ahora se manifestan las fuerzas de la vida en el compartir la experiencia de la resurreccin. Coraje, en vez de miedo. Retorno, en vez de fuga. Fe, en vez de escepticismo. Esperanza, en vez de desesperacin. Conciencia crtica, en vez de fatalismo frente al poder. Libertad, en vez de opresin. En una palabra: vida, en vez de muerte! En vez de la mala noticia de la muerte de Jess, la Buena Noticia de su Resurreccin! El resultado de la lectura de la Biblia debe ser ste: experimentar la presencia viva de Jess y de su Espritu presente en medio de nosotros. Es l quien abre los ojos sobre la Biblia y sobre la Realidad y lleva a compartir la experiencia de la Resurreccin, como contina su- PASOS l30 20 MAPZO A8P|L cediendo hoy en los encuentros comunitarios. 2.1.4.LaaccindelEsprituSanto Estos son los tres factores que ayudan a entender la actual coyuntura. Como decimos, hay un cuarto factor, el ms importante de todos, que no puede ser evaluado ni verifcado, pero que acta a travs de los otros tres factores. Es la accin del Espritu Santo que invisiblemente acta en nuestra experiencia y la conduce. El que tenga odos, oiga lo que el Espritu dice a las iglesias! (Ap 2,7.11.17.29; 3,6.13.22). As, a partir de los aos sesenta y setenta, el pueblo comenz a leer la Biblia. Los Crculos Bblicos tuvieron una expansin muy rpida. En pocos aos se divulgaron en todo Brasil, seal de que estaban respondiendo a una exigencia real. Nadie sabe cun- tos Crculos Bblicos hay actualmente. nicamente el Espritu Santo. Ellos fueron y continan siendo la raz de un nuevo modo de ser iglesia. 2.2. Tres etapas, tres aspectos En el transcurrir de todos estos aos fueron apa- reciendo tres aspectos de la interpretacin popular, aspectos simultneos, mezclados entre s. A lo largo de los aos, cada uno de ellos fue teniendo su momento privilegiado. Son como tres etapas. Se trata de tres aspectos de la misma actitud interpretativa del pue- blo frente a la Biblia. Ellos indican los tres objetivos distintos que estn presentes y mezclados, a veces en conficto, en el uso popular de la Biblia. 2.2.1.ConocerlaBibliaInstruir El proceso de conocer mejor la Biblia comenz ya en el siglo XIX con el trabajo renovador de exegetas europeos, tanto evanglicos como catlicos. Los nue- vos descubrimientos trajeron nuevos conocimientos, abrieron una nueva ventana sobre el texto bblico y sobre el contexto de su origen. El deseo de conocer la Biblia estimul a mucha gente a una lectura frecuente. En la Iglesia Catlica, la renovacin de la exgesis, las encclicas de Len XIII, Benedicto XV y Pio XII, las nuevas traducciones de la Biblia y el trabajo de divulgacin de los exegetas llevaron a la Biblia a una mayor cercana al pueblo. Adems, en Brasil, como ya mencionamos, lo que ayud a provocar en los catlicos un inters mayor por la Biblia fue el vigor misionero de las iglesias evanglicas de misin. Fueron surgiendo, en todo lugar, semanas b- blicas, cursos bblicos, escuelas y escuelitas bblicas, competencias y maratones bblicos, y muchos otros movimientos e iniciativas para divulgar la Biblia y estimular su lectura como, por ejemplo, los as llama- dos Mes de la Biblia, que fue celebrado durante ms de 25 aos y contina hoy en muchos lugares, o el Movimiento de la Buena Nueva. Este naci, inicialmente, como un movimiento ms apologtico de defensa del catolicismo contra la creciente infuencia de las iglesias evanglicas. Hoy, es uno de los movimientos de evan- gelizacin liberadora ms difundidos que anima ms de quince mil grupos en varios estados brasileos. Es difcil recordar y enumerar todas las iniciativas que la creatividad popular invent para divulgar la lectura y el conocimiento de la Biblia. 2.2.2.CrearComunidadCelebrar En la medida en que la Palabra empezaba a ser conocida, ella produca sus frutos. El primer fruto fue aglutinar personas y crear comunidad. Semanas bblicas populares, difusin de la Biblia en lengua verncula, cursos, encuentros, talleres, innumerables grupos y crculos bblicos, desde la Biblia, movimiento de la Buena Nueva: todo esto produjo un fervor co- munitario muy grande en torno a la Palabra de Dios. El movimiento de renovacin litrgica hizo que se multiplicaran e intensifcaran las celebraciones de la Palabra. Fueron surgiendo y creciendo las Comunidades Eclesiales de Base que a su vez, suscitaban, en todas partes, los crculos bblicos, grupos de refexin, gru- pos de oracin. Ya, a comienzos de los aos setenta, tenemos la iniciativa de los Encuentros Intereclesiales de las Comunidades de Base, que fueron sucediendo peridicamente y en el ao 2000 celebraron el dci- mo Intereclesial en Porto Seguro, Baha, con ocasin de la conmemoracin de los 500 aos de llegada de los europeos al continente americano. La dimensin comunitaria llev a renovar varias parroquias y a organizarlas como comunidad de comunidades. Aqu conviene mencionar el fenmeno intrigante de la evasin en masa de los feles de las iglesias tra- dicionales a las iglesias pentecostales, que tiene que ver con el cambio socio-econmico en los ltimos cincuenta aos. A mitad del siglo XX, alrededor del 75% de la poblacin brasilea viva en el campo. La in- dustrializacin y el xodo rural produjeron un cambio radical. Segn el censo de 2001, el 82% de la poblacin vive en la ciudad y apenas el 18% en el campo. Ahora, lo que antes pareca imposible, hoy es un hecho nor- mal: antes, la autoridad moral mayor que en el Brasil orientaba las conciencias era la Iglesia Catlica. En las pequeas ciudades del interior, el prroco ejerca un poder sagrado muy fuerte. Difcilmente el pueblo tena el coraje de enfrentar o romper con ese sistema PASOS l30 2l MAPZO A8P|L secular. Hoy, en nombre de una experiencia comunita- ria en los grupos pentecostales de las periferias de las grandes ciudades, millones de brasileos rompen con aquello que antes era la mayor autoridad moral. Por ms contradictorio y ambivalente que pueda parecer este hecho, no deja de tener un aspecto positivo: en nombre de la Palabra de Dios y de un encuentro con Jess, el pueblo tiene el coraje de romper y transitar nuevos caminos que tal vez no sean nuevos, pero que son diferentes y poseen una dimensin comunitaria muy profunda. 2.2.3.ServiralpuebloTransformar Especialmente a partir de 1968, se fue dando un paso ms. El conocimiento de la Biblia y la preocu- pacin comunitaria encontraron su objetivo que es el servicio al pueblo. No teniendo dinero ni tiempo para leer libros acerca de la Biblia, los pobres en sus comu- nidades y en los crculos bblicos comenzaron a leer la Biblia a partir del nico criterio de que disponan, a saber, su vida de fe vivida en comunidad, y su vida sufrida de pueblo oprimido. Leyendo as la Biblia, descubrieron lo obvio que no conocan: una historia de opresin igual a la que ellos mismos sufran, una historia de lucha por los mismos valores que ellos persi- guen hasta hoy: tierra, justicia, compartir, fraternidad, vida digna. El resultado de esta prctica liberadora fue explicitado en la Teologa de la Liberacin que intenta sistematizar la nueva vivencia que est ocurriendo en las comunidades. Es el perodo en el que empieza a ser acentuada la dimensin poltica de la fe. En la Iglesia Catlica, desde el Concilio Vaticano II y sobre todo desde la conferencia episcopal de Medelln (1968), ocurri una evolucin importante. Frente a la situacin dramtica de los indios, se cre el CIMI (Conselho Indigenista Missionrio). Frente a la situacin cada vez peor de los agricultores, se cre la CPT (Comisso Pastoral da Terra). Frente a la situacin de los obreros, se cre la CPO (Comisso Pastoral dos Operrios). Frente a la situacin de los pescadores, se cre la CPP (Comisso Pastoral dos Pescadores). Son instrumentos nuevos de pastoral que ayudan a estas clases y grupos de personas a defender mejor su vida, su tierra, sus derechos, su identidad. Ellos tienen en comn lo siguiente: apare- cieron por causa de la fe renovada en Jess y, como Jess, defenden la vida, son ecumnicos, incomodan a la sociedad establecida, provocan polmica. Todo esto revela la evolucin en la conciencia que las igle- sias tienen de s mismas y de su misin: luchar por la defensa de la vida amenazada del pueblo. En este mismo perodo de los aos setenta surge el CEBI, el Centro Ecumnico de Estudios Bblicos para la pastoral popular, que tiene como objetivo articular, explicitar, profundizar, divulgar y legitimar la lectura de la Biblia que el pueblo vena haciendo en sus comunidades. Aqu deben ser recordados los mrtires, los testigos de la fe, esa nube de testigos a nuestro alrededor (Hb 12,1), que dieron su vida por la libertad, la justicia y la fraternidad. As como el autor de la Carta a los Hebreos hace memoria de los testigos de la fe (Hb 11,1-40), la Agenda Latinoamericana, cada nuevo ao, hace memoria de los millares y millares de mrtires latinoamericanos y caribeos, hombres y mujeres, lai- cos y religiosos, conocidos y annimos, que imitaron a Jess quien dice: Yo vine para que todos tengan vida y la tengan en abundancia (Jn 10,10). 3. La dinmica interna del proceso de interpretacin En la lectura que las comunidades hacen de la Biblia, a pesar de las diferencias propias de cada pas o regin, existe un mtodo cuyas caractersticas bsicas son comunes a todos. Un mtodo es mucho ms que simples tcnicas o dinmicas. Es una actitud que se toma frente a la Biblia y frente a la propia vida. El mtodo de los pobres se caracteriza por estos tres criterios: 1) Los pobres llevan consigo a la Biblia los pro- blemas de su vida. Leen la Biblia a partir de su lucha y su Realidad. 2) La lectura es hecha en Comunidad. Es, antes que todo, una lectura comunitaria, una prctica orante, un acto de fe. 3) Ellos hacen una lectura obediente: respetan el Texto y se ponen a la escucha de lo que Dios tiene que decirles, dispuestos a cambiar si l lo exige. Estos tres criterios (Texto, Comunidad, Realidad) se articulan entre s para un mismo objetivo: escuchar a Dios hoy. Ellos actualizan a su modo el mismo m- todo que aparece en el episodio de Emas (Lc 24,13- 35). Son como tres aspectos o etapas de una misma actitud Interpretativa frente a la Biblia. Entre los tres existe una dinmica interna que marca el proceso de interpretacin popular: conocer la Biblia lleva a convivir en comunidad; convivir en comunidad lleva a servir al pueblo; servir al pueblo, a su vez, lleva a desear un conocimiento ms profundo del contexto del origen de la Biblia, y as sucesivamente. Es una dinmica que no termina nunca. Estos tres aspectos: uno nace del otro, supone lo otro y lleva al otro. El esquema explica lo que queremos comunicar: PASOS l30 22 MAPZO A8P|L Realidad Comunidad Biblia No importa tanto por cul de los tres aspectos se inicia el proceso de interpretacin. Esto depende de la situacin, de la historia, de la cultura y de los inte- reses de la comunidad o del grupo. Lo que importa es percibir que un aspecto queda incompleto sin los otros dos. Generalmente, en todas las comunidades hay personas que se identifcan con uno de estos tres aspectos: 1) personas que quieren conocer la Biblia y se interesan por el estudio; 2) personas que insisten ms en la Comunidad y en sus funciones internas; 3) personas ms preocupadas en transformar la Realidad, sirviendo al pueblo en la poltica y los movimientos populares. Todo esto produce tensiones entre varios grupos e intereses. Estas tensiones son saludables y fecundas. Por ejemplo, en algunos lugares, la prctica poltica ms intensa de los ltimos aos est pidiendo, ahora, un conocimiento ms profundo del texto bblico y del contexto social donde este texto fue producido, y un vivencia comunitaria ms intensa de la espiritualidad de la liberacin. En otros lugares, la vivencia comunitaria lleg a su lmite y est pidiendo una accin ms com- prometida con los movimientos populares. En otras palabras, las tensiones ayudan a crear un equilibrio que favorece la interpretacin de la Biblia, e impiden que ella se torne unilateral. A veces, sin embargo, estas tensiones son negati- vas y pueden llevar a cada uno de los tres aspectos a cerrarse sobre s mismos y a excluir a los otros dos. El itinerario de la interpretacin popular, muchas veces, es intenso y confictivo, con riesgo de encerrarse o de retroceder. Cuando la comunidad alcanza el objetivo de uno de estos tres aspectos (conocer, convivir o transfor- mar), algunos miembros, por fdelidad a la Palabra, quieren avanzar y dar un paso adelante, y otros, en nombre de esta misma fdelidad, rehsan la apertura. Es el momento de la crisis y tambin de la gracia. No siempre vence el grupo que quiere avanzar. 1) Todos los movimientos pastorales usan la Biblia y en ella se apoyan. En nombre de la Biblia, los funda- mentalistas rechazan la interpretacin y la apertura a la realidad. En algunos lugares, los grupos bblicos que se cerraron en torno a s mismos y a la lectura de la Biblia, se convirtieron en los grupos ms conservadores de la parroquia. El propio exegeta puede correr el riesgo de cerrarse en el estudio liberal e incluso progresista del texto bblico, hasta ponerse al servicio de las fuerzas conservadoras de la opresin. 2) Muchos movimientos se cierran en lo comu- nitario, en lo mstico, en lo carismtico, y rehsan la apertura a lo social y a lo poltico. Ellos se abren al servicio a los pobres (y mucho!), pero no en una lnea de transformacin y de liberacin. Dejan tranquila la conciencia de los opresores y no incomodan el sistema en que vivimos. 3) Existe tambin el cerrarse desde el lado opues- to, aunque con menor frecuencia. A veces sucede lo siguiente. Una comunidad al alcanzar un alto grado de concientizacin y compromiso poltico comienza a dar menos importancia a la vivencia comunitaria, a las devociones personales, a las romeras y proce- siones. Todo eso, para ellos, puede estar manipulado con relativa facilidad por la ideologa dominante, y concluyen, de manera apresurada, que tales prcticas no contribuyen sufcientemente a la transformacin. Por eso, corren el peligro de cerrarse en lo social, en lo poltico, en el servicio al pueblo, olvidndose de la dimensin espiritual y mstica de la convivencia comunitaria. Aunque comprensibles, posiciones as de cerra- das son trgicas, porque ninguno de los tres alcanza el sentido por s mismo. Para superar este peligro, es importante mantener un ambiente de dilogo. Pues donde la palabra humana circula con libertad y sin censura, all la Palabra de Dios engendra libertad. 4. Novedad y alcance de la interpretacin popular Dentro de la interpretacin que los pobres hacen de la Biblia existe una novedad de gran alcance para la vida de las iglesias. Novedad antigua que viene de lejos y retoma algunos valores bsicos de la Tradicin comn. Siguen siete puntos que, de una u otra forma, sealan el itinerario: 1) El objetivo de la interpretacin no es buscar in- formaciones sobre el pasado, es aclarar el presente con la luz de la presencia de Dios en medio de nosotros, Dios liberador; es interpretar la vida con la ayuda de la Biblia. Redescubrir en la prctica la nueva visin de la Revelacin, de la que hablamos arriba. 2) El sujeto de la interpretacin ya no es el exegeta. Interpretar es una actividad comunitaria en la que todos participan, cada uno a su modo y conforme a su capacidad, inclusive el exegeta que en ella ejerce un papel especial. Por eso, es importante tener a la vista tanto la fe de la comunidad, como hacer parte PASOS l30 23 MAPZO A8P|L efectiva de una comunidad viva y buscar el sentido comn aceptado por esta comunidad. Esta pertenencia efectiva ejerce una infuencia crtica sobre la funcin de la exgesis cientfca que, as se pone mejor al servicio de la comunidad. Lo mismo vale para la teologa. Por causa de los cambios ocurridos en el mundo la teologa de la liberacin entr en crisis y est en una fase de revisin. Por otro lado, es bueno constatar que la lectura popular no est en crisis, sino que sigue creciendo en todos lados. Pues, como dijimos, el sujeto no es el exegeta, sino el pueblo de las comunidades eclesiales de base. 3) El lugar social desde donde se hace la interpre- tacin es a partir de los pobres, los excluidos y los marginados. Esto modifca la mirada. Muchas veces, por falta de una conciencia social ms crtica, el in- trprete es vctima de los prejuicios ideolgicos y, sin darse cuenta, usa la Biblia para legitimar el sistema de opresin que deshumaniza. 4) La lectura que relaciona la Biblia con la vida es ecumnica y liberadora. Lectura ecumnica no quiere decir que catlicos y protestantes discuten sus di- vergencias para llegar a una conclusin comn. Esto puede ser una consecuencia. Lo ms ecumnico que tenemos es la vida que Dios nos dio. En Amrica Latina y el Caribe, la vida de gran parte de la poblacin corre peligro, ya que sta ha disminuido. Lectura ecumnica es interpretar la Biblia en defensa de la vida y no en defensa de nuestras instituciones y confesiones. En la actual situacin en que viven los pueblos latinoame- ricanos y caribeos, una lectura en defensa de la vida, necesariamente debe ser liberadora. Por eso mismo, ella es confictiva. Se hizo seal de contradiccin. Por ser ecumnica es liberadora, extrapol las fronteras de las instituciones y ahora es leda desde los diferentes grupos de marginados: negros, indios, mujeres, homo- sexuales. El criterio bsico no es la Iglesia, s la vida, leda a travs de los ojos de raza, de gnero, de cultura, de clase. O sea, el criterio es explicitar el misterio de la Iglesia tal como fue defnido por Pablo: Todos los bautizados en Cristo, son revestidos de Cristo: ya no hay judo ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos ustedes son uno en Cristo Jess (Gl 3,27-28). 5) Aqu aparece la caracterstica propia de la ex- gesis popular. El problema mayor entre nosotros no es, como en Europa, la fe que corre peligro por causa de la secularizacin. Es la vida que corre serio peligro de ser eliminada y deshumanizada por un sistema econmico injusto y excluyente. Y lo que es peor, la propia Biblia corre peligro de ser utilizada para legitimar esta situa- cin en nombre de Dios. Como en los tiempos de los reyes de Jud y de Israel, se usa la Tradicin del pueblo de Dios para legitimar a los dolos. La Biblia fue usada para legitimar la conquista de las Amricas, la poltica del apartheid, las dictaduras militares y la represin. Uno de los mayores represores y torturadores deca: Mi libro de cabecera es el evangelio de San Mateo. Y Pinochet siempre se compar con Moiss, liberador de su pueblo. La interpretacin popular descubre, revela y denuncia esta manipulacin. 6) El mtodo y la dinmica usados por los pobres en sus reuniones son muy simples. Ellos no acostumbran recurrir a un lenguaje intelectual, discursivo, lleno de argumentos racionales. Al igual que la Biblia, preferen su propia manera que es contar hechos y utilizar com- paraciones. El lenguaje popular funciona por asociacin de ideas. Su primera preocupacin no es saber, sino hacer descubrir. Mucho ayud en todo esto el mtodo de la pedagoga del oprimido de Paulo Freire. 7) Aparecen con mayor claridad la funcin y los lmites de la Biblia. Los lmites son stos: la Biblia no es un fn en s misma, est al servicio de la interpretacin de la vida. Ella solita no funciona y no logra abrir los ojos, porque lo que abre los ojos es el compartir el pan, el gesto comunitario. La Biblia debe ser interpretada dentro de un proceso ms amplio, que tiene en cuenta la comunidad y la realidad. La Biblia es como el corazn: cuando es sacado fuera del cuerpo de la comunidad y de la vida del pueblo, muere y hace morir! 5. Aparecen nuevos caminos, surgen nuevos problemas 5.1. La lectura feminista o lectura de gnero Esta lectura cuestiona y relativiza la secular lectura masculinizada hecha por las iglesias para mantener el sistema patriarcal. Ella no puede ser descartada como un fenmeno pasajero ni como una de las tantas curiosidades exegticas sin mayores consecuencias. Ella es una de las caractersticas ms importantes que viene surgiendo desde dentro de la lectura popular de la Biblia. Su alcance es mucho mayor de lo que podra parecer a primera vista. En Brasil ella adquiere una relevancia mayor por causa de la aplastante mayora de mujeres que participan activamente en los grupos bblicos y sustentan la lucha del pueblo en muchos lugares. En el CEBI es grande el nmero de asesoras que se formaron en los ltimos aos y que estn pro- fundizando la lectura de gnero no como un nuevo sector, sino como una caracterstica que debe marcar toda la lectura popular que hacemos. 5.2. Cmo enfrentar la realidad PASOS l30 24 MAPZO A8P|L del fundamentalismo? Lo encontramos en las actividades de masas pro- movidas por las redes de televisin, por los sacerdotes cantores que aparecen. En los encuentros bblicos orga- nizados por el CEBI, abiertos a diversos sectores de la vida de las iglesias, aparece cada vez ms el siguiente fenmeno. El estudio y la interpretacin de la Biblia son hechos en una lnea claramente liberadora. Sin embar- go, en las celebraciones, las conversaciones de los gru- pos, las preguntas, aparece una actitud interpretativa diferente en la que se mezcla fundamentalismo con teologa de la liberacin. Sobre todo en los jvenes! Cmo explicar este fenmeno? De dnde viene? Del contacto con la lnea conservadora, con la lnea carismtica, con los pentecostales? Ser que tambin viene de las defciencias de la actitud liberadora frente a la Biblia? No ser que viene de algo an ms pro- fundo que est cambiando en el subconsciente de la humanidad? Pues la realidad del fundamentalismo existe tanto en las iglesias cristianas como en otras religiones: judasmo, islamismo, budismo Existe incluso un fundamentalismo secularizado. El fundamentalismo es un peligro. l separa el texto del resto de la vida y de la historia del pueblo y lo absolutiza como la nica manifestacin de la Palabra de Dios. La vida, la historia del pueblo, la comunidad ya no tendra nada que decir sobre Dios y su Voluntad. El fundamentalismo anula la accin de la Palabra de Dios en la vida. Es la ausencia total de conciencia crtica. El distorsiona el sentido de la Biblia y alimenta el moralismo, el individualismo y el espiritualismo en la interpretacin. Es una visin alienada que agrada a los opresores del pueblo, pues ella impide que los oprimidos tomen conciencia de la iniquidad del sistema montado y sostenido por los poderosos 1 . En la Iglesia Catlica, por primera vez, el docu- mento La Interpretacin de la Biblia en la Iglesia critica con fuerza el fundamentalismo como una cosa nefasta que no respeta sufcientemente el sentido de la Biblia. 5.3. La bsqueda de la espiritualidad y nuestro mtodo de interpretacin Por todas partes se oye y se siente el deseo de mayor profundidad, de mstica, de espiritualidad. La Biblia, de hecho, puede ser una respuesta a este deseo. Porque la Palabra de Dios posee dos dimensiones fun- damentales. De un lado, ella trae Luz. En este sentido, ella puede contribuir a aclarar las ideas, desenmasca- rar las falsas ideologas y comunicar una conciencia ms crtica. De otro lado, ella trae una Fuerza. En este sentido, ella puede animar a las personas, comunicar coraje, traer alegra, ya que ella es fuerza creadora que produce lo nuevo, engendra pueblo, crea hechos, hace amar. Infelizmente, con mucha frecuencia, en la prc- tica pastoral estos dos aspectos de la Palabra se hallan separados. De un lado, los movimientos carismticos, de otro lado, los de liberacin. Los carismticos hacen mucha oracin, pero a menudo carecen de visin cr- tica y tienden a una interpretacin fundamentalista, moralizante e individualista de la Biblia. Por eso, su oracin, muchas veces, carece de fundamento real en el texto y la realidad. Los movimientos de liberacin, por su parte, tienen mucha conciencia crtica, pero no es raro que carezcan de perseverancia y de fe, cuando se trata de enfrentar situaciones humanas y relaciones entre personas que, dentro del anlisis cientfco de la realidad, en nada contribuyen a la transformacin de la sociedad. En ocasiones, ellos tienen una cierta dif- cultad para ver la utilidad de largas horas gastadas en la oracin sin resultados inmediatos. Ya existen varias iniciativas importantes que buscan enfrentar y superar este problema ms all de las divergencias: el proyecto Tu Palabra es Vida (Proyecto de formacin bblica para religiosos y religiosas promovido por la Conferencia de Religiosos de Brasil); el equipo de espiritualidad del CEBI, la iniciativa de la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil de valorar los cuatro evangelios y los Hechos de los Apstoles en preparacin del Jubileo del Nuevo Milenio, etc. 5.4. La cultura de nuestros pueblos En el mito de Tucumn, que explica a los indios de la regin amaznica el origen del mal en el mundo, la culpable de los males no es la mujer, sino el hombre. En un encuentro bblico, alguien pregunt: Por qu no usamos nuestros mitos en vez de los mitos del pueblo hebreo?. No hubo respuesta. La misma pregunta fue hecha en un curso bblico en Bolivia en mayo de 1991. Los participantes, casi todos aymaras, preguntaban: Por qu usar slo la Biblia? Nuestras historias son ms bonitas, menos machistas y ms conocidas!. Las religiones de Asia, ms antiguas que la nuestra, plan- tearon estas mismas preguntas hace varios aos. Cul es el valor de nuestra historia y de nuestra cultura? Ser que ellas no podran valer como nuestro Antiguo Testamento, donde estn escondidas las promesas que Dios hizo a nuestros antepasados y donde existe nuestra ley como nuestro pedagogo hasta Jesucristo 1 Coleccin: Tua Palavra Vida I: A Lectura Orante da Bblia. Publi- caes CRB, 1990, pg. 22. PASOS l30 25 MAPZO A8P|L (Gl 3,24)? El evangelio no vino a eliminar ni sustituir el Antiguo Testamento, s a completarlo y explicitar todo su signifcado (Mt 5,17). El Antiguo Testamento del pueblo de Israel es el canon o norma inspirada que nos ayuda a percibir y a revelar esta dimensin ms profunda de nuestra cultura y nuestra historia, de nuestro Antiguo Testamento. En este sentido son muy importantes las distintas iniciativas de lectura indgena, negra y de gnero. 5.5. Necesidad de un estudio ms profundo de la Biblia en Amrica Latina y el Caribe El camino de las Comunidades avanza y se profun- diza. Poco a poco, del corazn de esta prctica popular est surgiendo una nueva actitud interpretativa que no es nueva, sino muy antigua. Ella necesita ser legitima- da tanto a partir de la Tradicin de las iglesias como de la investigacin exegtica. La lectura que se hace a partir de los pobres y de la causa de los pobres tiene sus exigencias propias. En la medida en que se avanza, crece el deseo de mayor profundizacin cientfca. Hay muchos asesores y asesoras populares a quienes les gustara conocer las lenguas bblicas; conocer mejor el contexto econmico, poltico, social e ideolgico en que naci la Biblia; llevar hacia dentro de la Biblia las preguntas que hoy angustian al pueblo en la vivencia de su fe. Escasean los asesores y asesoras acadmicos capaces de responder a esta demanda creciente de formacin bblica de los asesores populares, y de qu hacer frente al nuevo problema que est surgiendo por causa del inmenso crecimiento del fundamentalismo (mucho ms peligroso que cualquier otro ismo). La prctica de la lectura bblica hecha en las Co- munidades Eclesiales de Base en Amrica Latina y el Caribe, ya adquiri una cierta repercusin en las igle- sias, pues est produciendo discusiones, reacciones y adhesiones en muchos lugares. Esto se vio claramente en los encuentros Intereclesiales realizados desde los aos setenta, en el Encuentro Mundial de la Iglesia Luterana efectuado en Curitiba en enero de 1990, en el Encuentro Mundial de la FEBIC en Bogot en julio de 1990. Existen muchas otras seales del inters en otros continentes por la lectura que se hace de la Biblia aqu. Por todo eso, es importante comenzar a pensar con seredad en la creacin de centros de investigacin y de formacin bblica orientados a partir de los problemas reales que sentimos en las comunidades. El CEBI es un intento que busca responder a este Signo de los Tiempos. Fundado en 1978, creci y se expandi con rapidez. Ahora existe organizado en prcticamente todos los estados de Brasil prestando servicios a un nmero cada vez mayor de iglesias. Adems, recibe solicitudes de varios pases de Amrica Latina y el Caribe, frica y Europa para un intercambio de este tipo de lectura bblica. 6. Historias paralelas que se iluminan mutuamente para alegra de muchos 6.1. Revelacin de un nuevo rostro de Dios En un grupo de amigos alguien mostr una foto- grafa donde se vea un hombre de rostro severo, con el dedo levantado, casi agrediendo al pblico. Todos quedaron con la idea que se trataba de una persona infexible, antiptica, que no permita intimidad. En ese momento lleg un joven, vio la fotografa y ex- clam: Es mi pap!. Los otros miraron hacia l y, apuntando a la fotografa, comentaron: Pap severo, eh?. l respondi: No, no, no, es muy carioso. Mi pap es abogado. Esa fotografa fue sacada en el tribunal, cuando l denunciaba el crimen de un hacendado que quera desalojar una familia pobre que estaba viviendo en un terreno baldo del municipio haca varios aos. Mi pap gan la causa. Los pobres no fueron desalojados!. Todos miraron de nuevo y dijeron: Qu fotogra- fa simptica!. Como por un milagro, l se ilumin y tom otro aspecto. Aquel rostro tan severo adquiri los razgos de una gran ternura. Las palabras del hijo cambiaron todo sin cambiar nada. Las palabras y los gestos de Jess, nacidos de su experiencia de hijo, sin cambiar una letra, ni siquiera una coma, cambiaron el sentido del Primer Testamento (Mt 5,17-18). El Dios que pareca tan distante y severo, al punto de que el pueblo no tena coraje de pronunciar su Nombre, adquiri los razgos de un Padre bondadoso de gran ternura. Lo mismo sucede hoy en las Comunidades Eclesiales de Base. La experiencia humanizadora de convivencia comunitaria y de lucha en pro de justicia y fraternidad origina una nueva experiencia de Dios y de vida que se transmite por medio de la participacin de las personas en los Crculos Bblicos y encuentros comunitarios, comunicndoles un criterio nuevo de interpretacin. Aqu est la fuente escondida y gene- radora del proceso de la lectura popular de la Biblia en Amrica Latina y el Caribe. PASOS l30 26 MAPZO A8P|L 6.2. Ms all de la letra, el espritu comunica vida El apstol Pablo deca: La letra mata, mas el Espritu da vida (2Cor 3,6). Para Pablo, la letra era la historia del pueblo descrita en el Antiguo Testamento. El Espritu era el rumbo que existe dentro de la histo- ria. En tiempos de Pablo, algunos judos se cerraban dentro de su propia historia (letra) y no aceptaban que ella estuviese orientada a terminar en la Buena Nueva de Dios que Jess nos revel (2Cor 3,13). Por eso Pablo afrma que la letra ya no les comunica vida. Hoy, igualmente, la letra mata cuando las personas se cierran en su propio pensamiento y no quieren percibir que dentro de nuestra historia existe el hilo de oro de la accin del Espritu de Dios que nos dirige a la vida plena. La letra mata cuando reducimos la imagen de Dios al tamao de nuestras ideas y de nuestras iglesias. Al contrario. La letra desata y revela el Espritu que comunica vida cuando las personas se abren ms all de s mismas, de su propio mundo e Iglesia, y tratan de descubrir el rumbo hacia el cual conduce su historia, su cultura, su Iglesia. Ah, su horizonte se abre hacia la experiencia siempre renovada de Dios en la vida. Ah, la letra de la Biblia se hace para ellas gramtica que las ayuda a leer lo que el Espritu nos habla a travs de nuestra vida y de la historia de nuestros pueblos. Ella ayuda a revitalizar las confesiones religiosas en bsqueda del Reino de Dios. 6.3. Superando los prejuicios, la imagen de Dios se purifca La experiencia de Dios, la imagen de Dios, se transmite no tanto por lo que informamos sobre Dios mediante las doctrinas que enseamos, sino mucho ms por lo que transmitimos a travs de las actitudes que tomamos. As, sin ni siquiera hablar de Dios, somos un refejo suyo. Algo se comunica. La imagen de Dios-juez-que-condena produce gente miedosa. La imagen de Dios-todopoderoso-slo-nuestro puede producir gente intolerante. La imagen de Dios- ternura-madre-y-padre suscita personas acogedoras y solidarias. La experiencia de Dios se refeja en las relaciones humanas. La Biblia puede ayudarnos a pu- rifcar nuestra imagen de Dios y a humanizar nuestra vida. A lo largo de sus pginas corre la expresin de una doble experiencia. De un lado, una experiencia siempre renovada de vida, que lleva a las personas a descubrir y criticar las imgenes erradas de Dios. De otro lado, una experiencia siempre renovada de Dios, que lleva a las personas a descubrir y criticar actitudes y leyes religiosas represivas contra la vida. Hasta llegar a Jess que es, para nosotros cristianos y cristianas, revelacin plena de Dios y del sentido de la vida. Todo esto est empezando a nacer como una semilla de mostaza. 6.4. Humanizando las relaciones, la vida se diviniza! La imagen verdadera de Dios es ser humano, porque l nos hizo a su imagen y semejanza, l nos hizo hombre y mujer (Gn 1,27). Por eso, la experiencia de Dios verdadero solamente es verdadera cuando ella crea una relacin que humaniza las personas y las hace acogedoras y solidarias, comprensivas y amigas. Pues, si Dios nos hace humanos, lo que ms honra a Dios y ms refeja su imagen es la humaniza- cin progresiva de la vida. Para nosotros, cristianos y cristianas, Jess es el modelo. El papa Len Magno dice al respecto de l: Jess fue tan humano, mas tan humano, como slo Dios puede ser humano. La experiencia siempre renovada de Dios debe producir nuevas relaciones entre nosotros. La ltima frase del Antiguo Testamento que hace la transicin al Nuevo Testamento, expresa la esperanza mesinica de todo ser humano: reconducir el corazn de los padres hacia los hijos y el corazn de los hijos hacia los padres, para que la tierra no sea destruida (Ml 3,24). Es lo que la humanidad puede y debe esperar de la accin de nosotros los cristianos que seguimos la enseanza de Jess. Las Comunidades buscan ser una respuesta a este deseo ms profundo del corazn humano. Buscar ser, como Jess, una Buena Nueva de Dios para todos, sobre todo para los pobres. PASOS l30 27 MAPZO A8P|L En este artculo la autora presenta tres mitos de la cultura nhuatl, mexicana, en los cuales participan diosas. Dos mitos son de nacimiento de dioses y uno de la creacin. A travs de los relatos advierte que no todos los mitos son rescatables para las mujeres, pues en muchos de ellos, en el trato a las diosas, se deja ver la cultura patriarcal presente en los relatos y en la transmisin e interpretacin de estos. Me alegro de que en los ltimos aos las teologas feministas aludan a las diosas ancestrales o presentes en las religiosidades de las diversas culturas. Esto es bueno porque en el imaginario teolgico cristiano la fuerza de un Dios masculino es imponente, por ms relecturas que hagamos del lado femenino del Dios judeo-cristiano. Las diosas ofrecen nuevas visiones, energas, sabiduras, lados, fsuras, misterios, ausentes en el pensamiento teolgico cristiano al cual estamos acostumbrados. Esto es bueno porque nos permite calibrar mejor la teologa. Sin embargo no debemos entusiasmarnos pen- sando que todo es provechoso y liberador para las mujeres. Mucho del comportamiento de los dioses y las diosas proviene justamente de la visin de las culturas, la cual es patriarcal. 1. Las diosas que barren y muelen, problemas de interpretacin En los mitos mexicanos las diosas abundan tanto como los dioses; esto es porque generalmente cada dios tiene su contraparte femenina. Vienen del prin- cipio supremo de la dualidad Ometetl: la seora de la dualidad Omechuatl y el Seor de la dualidad Ometecuhtli (Len-Portilla, 1970: 155-163). El Dios de la lluvia (Tlaloc) tiene su contraparte femenina, la diosa Chalchiutlicue, que signifca la que tiene falda de jade, ella es la diosa de las aguas; el Dios Quetzalcatl tiene a su contraparte Cihuacatl, etc. Segn Len-Portilla, todos los dioses y las diosas son mscaras o representaciones del principio supremo dual (Ibid.,176). Cuando en los mitos vemos actuar a las divi- nidades en sus lados masculinos y femeninos, vemos que las diosas retoman los roles que tenan las mujeres de las diferentes culturas mexicanas. As, en el precioso mito de Quetzalcatl sobre la creacin del ser humano, toda la accin corresponde a su lado masculino: busca los huesos, lucha en el reino de la muerte por ellos y los fecunda con la sangre de su pene herido por l. La participacin de Cihuacatl, su lado femenino, se reduce a moler en el metate los huesos que le trajo Quetzalcatl. La hermenutica del mito presenta el recipiente de los huesos molidos, la materia, para ser fecundados por Quetzalcatl. 1 Elsa Tamez es profesora de la Universidad Bblica Latinoamericana en San Jos, Costa Rica. 2 Segn Len-Portilla, Huitzilopochtli pas de un simple numen DIOSAS ASESINADAS y DIOSAS qUE NO SE DEJAN MATAR
Elsa Tamez 1 PASOS l30 28 MAPZO A8P|L
Esto no quiere decir que las diosas no sean poderosas y veneradas, lo son, pues en ellas tanto como en ellos, est siempre el poder destructivo y constructivo, el bien y el mal, un equilibrio necesario en la naturaleza. No obstante, me parece que en los grandes mitos de nacimientos de los dioses ms im- portantes para determinadas culturas mexicanas, as como en los mitos de creacin, pareciera que las diosas participan poco, y cuando participan, se convierten en vctimas. Posiblemente sea porque muchos de los roles femeninos son asignados a lo privado, all donde ellas se desenvuelven a sus anchas, como en la hora del parto, por ejemplo. Antes de contar las historias quiero aclarar que uno de los problemas para las mujeres que queremos rescatar algunos mitos, es que estos ya vienen satura- dos de sentidos patriarcales, unos originales y otros aadidos despus. Los mexicanos escuchamos los mitos en la casa y en la escuela, y tambin los leemos en infnidad de literatura. Muchas veces los mitos ya vienen interpretados. Las personas que los van legando en forma oral o escrita, van colocando tambin su pro- pia visin de mundo, visin patriarcal, y con ello van reforzando lo que en su origen ya haba de mal para las mujeres. Digo en su origen porque muchos mitos refejan la cultura patriarcal ancestral. Ms tarde, con la formacin del imperio azteca surgen relecturas de los mitos, a la luz de una realidad imperial que necesita justifcacin. Aqu los sacrifcios humanos ofrecidos a dioses y diosas le son fundamentales. Posteriormente, con la conquista, los mitos son recolectados y redacta- dos. Esto supone mediaciones que interpretan a la luz de la realidad de la colonia cristianizada. Los mitos escritos con los cuales contamos hoy da han sido recolectados despus de la conquista y son los que se repiten en las escuelas y en los libros. Voy a relatar tres historias de la mitologa mexica- na, dos tristes para las mujeres y otra sugestiva. Dos mitos son sobre el nacimiento de dos grandes divi- nidades: Quetzalcatl y Huizilopochtli. Quetzalcatl proviene de la prestigiosa cultura tolteca, acogida ms tarde por las dems culturas como la nhuatl; tiene su contraparte femenina llamada Cihuacatl. Esta historia es de aquellas que nos gusta recordar. El dios Huitzilopochtli es el dios guerrero, del pue- blo mexcatl, que dar origen al imperio azteca. Su contraparte femenina es asociada con Coatlicue, su madre, quien muere asesinada justamente cuando el dios nace. Coatlicue es tambin llamada madre de los dioses porque crea las divinidades representadas en los astros; adems del Sol, que es su hijo Huizilopochtli, crea las estrellas y la luna. La tercera y ltima historia es la de la diosa Tlatecutli, la madre tierra, asesinada por los dioses para crear el mundo. Esta, como la de Coatlicue, es una historia triste. No es mi propsito analizar los relatos, solamente quiero compartirlos, como un libro abierto, que recuerda la vida de tantas mujeres y de tantas culturas a travs de la vida de las diosas mexicanas. 2. Coatlicue, la diosa asesinada por estar embarazada y para crear estrellas La madre de Huitzilopochtli se llamaba Coatli- cue. Ella concibi a Huitzilopochtli milagrosamente siendo virgen. El relato cuenta que una da ella estaba barriendo el templo cuando descendi sobre ella una bola de plumas, como una madeja de hilos. Ella la tom y se la guard en el seno, cerca del estmago, debajo de las enaguas. Cuando termin de barrer se puso a buscarla pero ya no la encontr. De all se dice que qued embarazada. El haber quedado embarazada caus un gran enojo de parte de sus hijos, que eran cuatrocientos, y de su hija mayor. Sintieron que su honor fue manchado y juraron matarla para vengar el honor de la familia. Cuando los hermanos, capitaneados por la hermana mayor llegan a matarla, Huiltzilopchtli sale del vientre de la madre, completamente armado, y con rayos de luz le corta la cabeza a su hermana y persigue a sus hermanos hasta matarlos a casi todos. La hermana se convierte en la luna y los hermanos en las estrellas, Huiltzilopochtli es el Dios sol. Por eso la diosa Coat- licue es conocida como madre de los dioses: el sol, la luna y las estrellas. Ella tambin es la Madre Tierra. Su imagen es la de una diosa descuartizada. La lectura literal de este texto es espeluznante. La mujer, materia, asesinada, por deshonrar a la familia, no deja ser parte de la ideologa patriarcal de tantas culturas y por tantos siglos. Coatlicue es la madre tierra, una mujer descuartizada justamente para crear la tierra que da la vida. El nacimiento virginal de Hui- lzilopochtli ya lo identifca como el Dios guerrero del imperio azteca que se impone sobre los dems pueblos, porque nace armado desde las entraas de su madre y nace matando para imponerse sobre todos los dioses: las estrellas son sus hermanos ancestros nhuas, ado- radores de Quetzalcatl. Pero no solo nace matando, guerreando, sino que exige sacrifcios humanos para poder sobrevivir como el Dios sol. No me gusta esta historia. Reconozco que las interpretaciones que se hacen son muy interesantes. Por ejemplo, el hecho de que Coatlicue barra el templo se trata de un acto de purifcacin justo en el centro del templo, lugar sagrado, donde caer la bolita de plumas. La bolita de plumas que cae de lo alto se trata del encuentro de lo celestial con lo material para unir los contrarios o salvar la materia. Sin embargo, como PASOS l30 29 MAPZO A8P|L mujer, me incomodan las imgenes que producen el acto segundo o sea la elaboracin del pensamiento. Estas lecturas se parecen a algunas de nuestras relec- turas bblicas para salvar algunos textos que no son liberadores. Desde mi punto de vista no hay justifca- cin para matar, ni siquiera para crear las estrellas o la tierra. En muchos de nuestros mitos las asesinadas para crear el cosmos son las diosas. No son equivocadas las sospechas de que muchos de estos mitos tardos del tiempo del imperio son utilizados para consolidar el poder del imperio azteca 2 . En todo caso un mito as, por ms espiritual que trate de explicarse, sus imgenes no solo pueden re- fejar una realidad vivida, sino sustentar divinamente esa realidad de injusticia contra las mujeres. No es que en los mitos todo deba ser luminoso, pues sabemos que el bien y el mal forman parte de la vida y que los dioses de nuestros antepasados encarnan ambos polos, como la vida y la muerte, la guerra y la paz. El problema que veo en las imgenes es que las mujeres muchas veces son las vctimas y que las relaciones de poder entre los dioses y las diosas son desequilibradas, casi siempre a favor de los dioses varones. 3. Chimalma, la diosa que no se deja matar y transforma el mundo con su desnudez El nacimiento de Quetzalcatl, llamado tambin Ce Acatl Quetzalcatl Topilzin, es bastante diferente al de Huitzilopchtli. Quetzalcatl es uno de los dioses ms venerados de los ancestros hasta ahora, porque a l se le debe la vida y la cultura. Fue el Dios que en- contr el maz y lo dio a la humanidad. Segn el mito los toltecas tenan un gran jefe llamado Mixatl. Era un guerrero con mucho poder, muchos guerreros le seguan para sus conquistas. Des- pus de fundar una ciudad y asegurar su posicin en ese lugar, comenz a conquistar los pueblos vecinos. En una de sus conquistas, se apareci una hermosa mujer guerrera que no era de su cultura tolteca. Ella se llamaba Chimalma. Cuando ella lo vio, dice la historia que puso su escudo en el suelo, as como su arco y fechas y se par enfrente de l desnuda, sin su escudo. Mixcatl se qued turbado frente a ella y su desnudez, y como no saba qu hacer empez a lanzarle sus fechas para matarla. Pero ella las esquiv; la primera la lanz arriba y ella movi la cabeza, la segunda le pas por un lado y ella se inclin hacia el otro, la tercera fecha ella la cogi fcilmente con su mano, la cuarta fecha le pas por entre las piernas. Mixcatl, el gran guerrero tolteca se sorprendi, y sin saber qu hacer comenz a buscar ms fechas para atacarla de nuevo. Mientras tanto, Chimalma aprove- ch para huir y refugiarse en una cueva. Ms tarde Mixcatl fue en busca de Chimalma porque quera verla otra vez. Cuenta la historia que como no la encontr empez a maltratar a las mujeres de Cuernavaca. Las mujeres entre s protestaron y se fueron a buscar a Chimalma. Cuando la encontraron le dijeron que Mixcoatl la estaba buscando, que tena que salir a su encuentro porque por no encontrarla maltrataba a las mujeres. Entonces Chimalma sali de su escondite para buscar a Mixcatl. Cuando lo hall, hizo lo mismo que la primera vez, se quit sus armas y el escudo, los puso en el suelo y se qued de pie frente a l, desnuda. Mixcatl tambin hizo lo mismo que la primera vez, la atac con sus fechas y fall en todas las ocasiones. Entonces, viendo que no se podan matar entre s, se unieron y concibieron a Quetzalcatl. Este segundo relato de nacimiento permite hacer diferentes relecturas positivas para las mujeres y para la fundacin de sociedades pacfcas 3 . El desnudo de Chimalma es una invitacin a que Mixcatl, smbolo de guerra, se desnude y reinvente la historia, una nueva humanidad. Esta es de las historias que nos hacen sonrer con ternura cuando la recordamos; nos ayuda a pensar que es posible crear otro mundo donde las relaciones interhumanas son justas, evitan la guerra, y no matan a las mujeres, ni estas se dejan matar. 4. Tlatecutli, la diosa asesinada por ser un caos y para crear el mundo Termino este artculo con uno de los mitos de la creacin en la cual participa la diosa Tlatecutli. Este mito es triste. Cuando las mujeres lo recordamos nos deja un sinsabor en la boca. Tal vez porque logramos percibir detrs toda una artimaa inconsciente en la cual se fundan o legitiman estereotipos sobre y contra las mujeres. Por otro lado, molesta un poco la forma como lo recibimos interpretado en algunas literatu- ras. As, por ejemplo, la diosa Tlatecutli es llamada por Roldn Peniche la abominable diosa Tlatecutli (Peniche, 1995: 11) 4 ; esta interpretacin contribuye a justifcar el asesinato de esta diosa. Lo mismo po- tutelar de una pobre tribu perseguida a un gran Dios, gracias al idelogo-asesor Tlacalel. Para otros hay una traicin a Quet- zalcatl en estos mitos. Cp. L. Sjourn, 1957, 3 Cp. E. Tamez, La fuerza del desnudo, 1986. 4 La fuente viene de los cronistas del siglo XVI, de manera que PASOS l30 30 MAPZO A8P|L dramos decir de nuestra sospecha de participacin del imperio azteca en la relectura del mito, pues en l aparece asimismo la necesidad de alimentar a la diosa con sacrifcios humanos, hecho ms comn durante el imperio que en los tiempos anteriores de las culturas tolteca y nhuatl; adems, en este relato Quetzalcatl es cmplice tambin. Tlatecutli es descrita como un monstruo sagrado con muchos ojos, los cuales provenan de todo su cuerpo. Posea adems infnitas bocas que mordan salvajemente. Un da, dos dioses impacientes llama- dos en su lado masculino Tezcaltipoca y Quetzalcoatl decidieron crear la tierra. Una noche, esos dioses raptaron a la diosa Tlatecutli del cielo y la bajaron. En un lugar donde haba agua le permitieron caminar, y escondidos se pusieron a observarla. Ella era un caos venerado, un ente sagrado y estos dioses masculinos se dijeron que era menester fundar la tierra. Entonces los dioses se transformaron en serpientes gigantes y de forma violenta la atacaron, uno agarr la diosa de la mano derecha hasta el pie izquierdo y el otro de la mano izquierda hasta el pie derecho y la estiraron tanto que la partieron en dos. Con ello se fund la tierra con una parte del cuerpo de la diosa y el cielo con la otra parte. El ultraje tan desgarrador y violento que se le hizo a la diosa Tlatecutli caus horror a los dioses viejos quienes decidieron, como para compen- sar el dolor de la diosa, que de su cabeza germinara todo lo bueno para que los seres humanos pudieran habitar en la tierra, as: hicieron de sus cabellos, rboles y fores y yer- bas; de su piel, yerba muy menuda y forcillas; de los ojos, pozos profundos y fuentes y pequeas cuevas; de la boca, ros y cavernas grandes; de la nariz, valles y montaas (Ibid., pg. 12). Como vemos, podramos decir que esta diosa es una mrtir por la causa de la creacin, gracias a ella la humanidad goza de vida, sustento y de bellos pai- sajes. Sin embargo, jams hay que olvidar que detrs de este hecho est el crimen causado por los dioses masculinos. Hasta los otros dioses, los ms antiguos, se compadecieron de ella y quisieron consolarla, ya que segn el mito ella sola llorar desesperadamente por las noches. Para los humanos el remedio no fue tan alentador, porque los sacerdotes, que tambin eran masculinos, para silenciar sus terribles quejidos, le daban de comer a la diosa corazones humanos. Parece que a ella le gustaban, por lo cual, como dije arriba, hay aqu con este hecho el imaginario ideolgico del imperio azteca. Conclusin He contado tres mitos en los cuales hay una par- ticipacin activa de las diosas. Dos de los mitos son tristes porque hay asesinato de mujeres; ni Cuatlicue ni Tlatecutli dan su vida voluntariamente para crear el universo o la tierra, ellas son asesinadas para crear el mundo. Ambas son vctimas de estereotipos patriar- cales: a Cuatlicue la matan para vengar el honor de la familia; a Tlatecutli la descuartizan porque es temible, es un caos y hay que domesticarla para crear la tierra. Aunque ellas, como todos los dioses y las diosas, sean creadoras y destructuras a la vez, el asesinato no se puede olvidar, es fundante en la civilizacin. En el mito del nacimiento del Dios Quetzalcatl, Chimalma no se dej matar por el guerrero Mixcatl, ni tampoco lo mat en el encuentro de esas dos culturas tolteca/no-tolteca, masculina/femenina. Chimalma sali al frente para fundar una nueva cultura des- patriarcalizando al guerrero con su desnudez. El nacimiento de Quetzalcatl (y Cihuatlcatl) sera la esperanza de una civilizacin que no se funda con ase- sinatos. No es por azar que de Quetzalcatl provengan los mitos ms favorables para la humanidad, no es por azar que este dios rechace los sacrifcios humanos y solo guste de mariposas, smbolo de la resurreccin. Quiz por esto es el Dios esperado hasta hoy. Segn el mito, el padre de Ce Acatl Quetzalcatl Topilzin muri muy pronto y l fue educado en la cultura de su madre Chimalma. Chimalma signifca mano escudo, porque ella detuvo las fechas con su mano. Ella es quien detiene la guerra. Ella invita a los pueblos de hoy a poner en el suelo los escudos y las fechas y a enfrentar desnudos la guerra; nos invita as a concebir dioses buenos como Quetzalcatl. Bibliografa Len-Portilla, Miguel. La flosofa nhuatl. Mxico D. F., UNAM, 1970. Peniche B., Roldn. Mitologa mexicana. Mxico D. F., Pan- orama Editorial, 1995. Sjourn, Laurette. Pensamiento y religin en el Mxico antiguo. Mxico D. F., Cultura SEP, 1957. Tamez, Elsa. La fuerza del desnudo. En El rostro femenino de la teologa. San Jos, DEI, 1986. habra que ver cmo fue en realidad en su origen sin la mediacin de los cronistas. PASOS l30 3l MAPZO A8P|L En el panorama mundial de revolucin cient- fcotcnica, la educacin popular sufre profundas transformaciones en la medida en que las situaciones y dinmicas de los sujetos y los contextos tambin se han transformado. Hoy es un imperativo refundamentar los horizontes y caminos de la educacin popular a la luz de los nuevos fenmenos y a que los cambios van desde aquellos ms sencillos como los operados a nivel de las necesidades, los deseos e intereses de las poblaciones pobres, debidos al acceso a la televisin, hasta otros ms complejos relacionados con la inser- cin de la tecnologa en la vida de los pases, otrora llamados, del Tercer Mundo, pasando por aspectos como la mediacin de los saberes populares frente a la llegada de la tecnologa o la discusin sobre las posibilidades de acceso al mundo de las tecnologas de punta. Como ilustracin basta referir el ejemplo del uso del telfono, cuyo promedio en los pases del Norte es de 5/6 mil llamadas por persona/ao, mientras en el continente africano llega escasamente a 1/10 llamadas por persona/ao. Pero ms all del planteamiento sobre su necesa- ria transformacin, algunos sectores que encarnan el pensamiento liberal y otros ms desde el optimismo tecnolgico, proponen de manera explcita el fn de la educacin popular ya que en su perspectiva, sus propsitos podran subsumirse y reorganizarse en lo liberal, a travs de las actuales formas de la ciudadana y de la sociedad civil mediante la amplia integracin de los grupos pertenecientes a la rbita de lo popular. Sin duda este planteamiento deviene de la prdida del perfl clasista que resulta de la crisis y transformacio- nes del trabajo, que a muchos se les aparece como la disolucin de lo popular. A este respecto, el debate est abierto y plantea un importante reto dar cuenta de los nuevos sentidos y rumbos de una educacin popular con pertinencia y coherencia frente a los nuevos fenmenos y dinmicas del siglo XXI. 1. Usos de lo popular cuestionados La idea de lo popular desarrollada durante toda la modernidad, exige una relectura en razn de los cambios que la globalizacin ha implicado no slo en la rbita de las relaciones sociales del capitalismo, sino adems, en las formas de los comunitarismos y de los nacionalismos. Los principales aspectos en los cuales esa visin tradicional de lo popular es replan- teada son los siguientes: 1.1. En la fragmentacin de las culturas populares La cultura, o mejor las culturas, que durante mucho tiempo fueron centrales para la defnicin de lo popular, hoy enfrentan realidades nuevas fruto de los procesos comunicativos de la revolucin cientfco tcnica de la globalizacin, pues han perdido su ubica- cin en el territorio, no son fcilmente ubicables en sus lugares de origen ni en las comunidades estables. As, encontramos fragmentos de mundos indge- nas habitando algunas ciudades capitales, integrn- dose a los crculos del consumo y de la produccin por ejemplo, incorporando en su produccin artesanal formas artsticas ms universales. De estas mezclas TECNOLOGA, GLOBALIZACIN y RECONSTRUCCIN DE LA EDUCACIN POPULAR Marco Ral Meja PASOS l30 32 MAPZO A8P|L surgen hbridos que se constituyen en nuevas formas culturales. De igual modo se pueden sealar los cam- bios en la esfera sindical agenciados por los obreros jvenes, quienes se vinculan al mundo del consumo construyendo nuevos smbolos globales a travs de gustos, consumos musicales o hobbies que producen un desplazamiento de la cultura obrera tradicional a la cual estaban ligados. 1.2. La emergencia de las culturas hbridas Lo popular estaba referido a un territorio y a unos procesos de explotacin en los que resultaba evidente la separacin de las formas tradicionales de las culturas cultas y de las culturas incultas, as como de las de los grupos sociales altos y bajos. Sin embar- go, el fenmeno de medios masivos generado por la revolucin tecnolgica hace que el repertorio cultural no se construya especfcamente desde la tradicin ni desde el origen de clase, sino que sea atravesado por infnidad de procesos que modifcan costumbres, acciones y dinmicas organizativas dando paso a un consumo afn en diferentes sectores de clase. Esto hace que el hecho de clase sea un elemento ms y en algunas ocasiones, irrelevante, para el surgimiento de algunas de las realidades culturales de los distintos sectores. Los casos ms comunes se han dado a travs de maneras de vestir, consumos musicales, formatos de televisin o de cine, elementos que producen un cam- bio y una reorganizacin de imaginarios, sentidos y deseos, ampliando los campos en los cuales se libran las luchas de poder en la sociedad actual. 1.3. La emergencia de la tecnologa y su uso tcnico La esfera de lo domstico se ha visto inundada por una gran cantidad de aparatos y de medios que antes estaban reservados a una lite. Es as como hoy, los trabajos de investigacin en comunicacin mues- tran que en Amrica Latina y el Caribe el 98% de los hogares tienen televisin. Este hecho, aparentemente simple, evidencia una ruptura con la idea de una cultura popular no adulterada hecha por los mismos sujetos populares. Sin duda, luego de la irrupcin de la televisin se produce un hbrido que interrelacio- na ese mundo tcnico con elementos de la cultura local, confgurndose nuevos imaginarios de accin y producindose una transformacin en el mundo de intereses, necesidades y deseos de los diversos grupos humanos. 1.4. La desterritorializacin El mundo de hoy asiste a un vertiginoso desarrai- go de lo fsico, a un desplazamiento de la raigambre cultural y a un debilitamiento de la afliacin al hogar, caractersticas que marcaban con fuerza a muchas culturas en las que era central tanto lo terrgeno como la consanguinidad. El fenmeno tecnolgico ha originado migraciones y desplazamientos, tanto fsicos como simblicos, que construyen realidades y mundos ms all de lo familiar y que se confguran no slo en lo urbano sino en otras muchas modalidades de comunidad atravesadas por las posibilidades de las nuevas tecnologas y por la creacin de nuevas identidades por va del consumo. En la actualidad se plantea que existe una sus- traccin del valor tradicional del territorio, asentado en aspectos fsicos, culturales y de fliacin, y una desvalorizacin y desplazamiento de lo afectivo hacia lo social y lo econmico. A la vez, se han desarrollado nuevas competencias y lazos para sobrevivir y arti- cularse en mbitos mucho ms amplios alejados del territorio. 1.5. La aparicin de la industria cultural de masas Este fenmeno afanza una globalizacin cultural (que rebasa la crtica de los aos setenta fundamen- tada nicamente en el anlisis del consumo) creando un extrao collage en el que se revitaliza lo viejo con lo nuevo generando interdependencias entre formas cultas, culturas orales, iconos de masas, entre otros, muy visibles en todo el consumo de msica, teleno- velas o programas de concursos. En esa mezcla emerge una identidad fragmentada que reorganiza procesos y actividades ms all de las asignadas por los di- ferentes grupos sociales y que abren caminos hacia nuevas modos de organizacin, imaginarios y formas de encuentro. Estas dinmicas han complejizado las estructuras simblicas de dominacin ocultas en las tradiciones de los grupos populares. 1.6. El ciudadano consumidor Tal vez uno de los lugares donde la globalizacin ha marcado claramente su impronta, es en la cons- titucin de un ciudadano consumidor, organizado desde una lgica individual y con una manifestacin social equivalente a su capacidad de ser exitoso en el mercado, hasta el punto que su reconocimiento social lo obtiene de su posibilidad de consumir unos u otros productos. Esto ha producido una cierta y curiosa homogeneizacin en el consumo que crea y delimita niveles fabricando artculos que imitan a los de marca, PASOS l30 33 MAPZO A8P|L pero con precios y calidades para las distintas clases. De tal manera, se confguran una serie de ventajas individuales y un contexto de competencia social del consumo que causa inseguridades generalizadas y rupturas de los lazos de solidaridad. 1.7. El desplazamiento de lo popular como lo contrahegemnico Lo cultural y lo popular al verse modifcados, intentan colocar la realizacin de los intereses con- trahegemnicos en otros lugares diferentes. As, y frente a la preeminencia del discurso liberal, aparece la ciudadana como la nueva posiblidad de ir ms all de las clases sociales realizando los movimientos y los partidos de otra manera, ms amplia y plural. Igualmente, la sociedad civil aparece como un lugar ms amplio en el que se expresan la sociedad y lo pblico, y en el que se logra la representacin de los intereses de todos, no slo los de las clases populares. De la misma manera, la idea de democracia es recolocada como el lugar privilegiado de la participacin y en tanto tal, es de todos y no apenas de los sectores populares. 1.8. La fragmentacin de los actores sociales histricos La globalizacin, de un lado, con su canto a las realizaciones individuales y la ruptura de las solida- ridades y los sentidos de lo colectivo, y de otro, con la creacin de nuevas realidades sociales, econmicas y culturales, ha debilitado de modo ostensible la repre- sentacin y por lo tanto, las modalidades de participa- cin y de organizacin. En ese sentido, muchos de los actores se tornan ms reactivos que proactivos dando pie a procesos muy aislados y locales que no permiten la transformacin hacia nuevas alternativas de repre- sentacin y que hacen que sta aparezca prisionera de los planteamientos y formas del pasado. 1.9. La descentracin y fragmentacin del poder Por los cambios que introduce, la globalizacin origina un desplazamiento del poder centrado en el Estado y la fbrica, y construye nuevos escenarios y dinmicas del poder. Las pistas de estas realidades deben ser indagadas en las nuevas formas de lo domstico, en las nuevas realizaciones por va de la ciudadana y en la nueva mirada sobre lo global y lo mundial, entre otros. De cualquier manera, esa nueva confguracin y operacin del poder es el mbito en el cual debern encontrarse y desarrollarse los actua- les sentidos y caminos de las luchas de resistencia y contrahegemona. Dados los elementos anteriores se explica por qu en la actualidad las referencias a lo popular son tan variadas e incluso, tan difusas, hasta el punto de correr el riesgo de oscurecerse en razn de la predomi- nancia de un discurso liberal (en poltica) y neoliberal (en economa), para quienes lo popular termin con la cada del Muro de Berln. No obstante, hay esfuer- zos por constituir el nuevo campo de lo popular en tiempos de globalizacin, es decir, su perspectiva y sentido de cara a las nuevas realidades mundiales. La imagen que actualmente predomina en trminos de lo popular se puede sintetizar en cuatro grandes versiones, a saber: Lo popular ya no existe puesto que no es posible hoy hablar de una cultura hecha por el pueblo. Las nuevas realidades muestran la existencia de culturas hbridas que atraviesan completamente y permean todos los espacios de lo conocido como popular y la imposibilidad de diferenciar los productos culturales propios. Existe una nueva estratifcacin de individuos en la sociedad defnida por sus patrones de consumo. En esa medida, se cambia el viejo modo de la repre- sentacin y aparecen movimientos interclasistas que se representan ms en la esfera del consumo que en su perspectiva con respecto al anterior campo de lo popular. Lo popular no pertenece hoy a ningn grupo. Los problemas de identidad fragmentada y de movi- mientos interclasistas hacen que no exista una forma estable de grupo que en la actualidad pueda llamarse especfcamente ubicada en el terreno de lo popular. Lo popular resulta un intento fallido de retornar a la vieja concepcin de clase que ya no es posible hoy, pues las sociedades actuales estn fundadas sobre la ciudadana y la sociedad civil. Estas cuatro afrmaciones nicamente pueden en- tenderse dentro de una agenda de redemocratizacin construida desde la hegemona capitalista de un mundo globalizado, donde los centros y las nuevas formas del poder se fundan en la ciencia, la tecnologa y el capital constante. No obstante, el desbordamiento de numerosos fenmenos en la actualidad pone en evidencia que la narrativa de la Ilustracin y su visin liberal ya no tienen capacidad explicativa universal. As como la cultura nacional intent anular las culturas populares por va de la realizacin del Estado liberal, hoy se crea un nuevo campo confictivo en el cual la globalizacin hace que el Estado-nacin pierda su monopolio libe- rando las identidades locales del peso de las culturas nacionales. PASOS l30 34 MAPZO A8P|L As mismo, ciertos estados-nacin que curiosa- mente nunca se integraron a la dinmica hegemnica mundial, se afrman en su especifcidad y buscan un nuevo espacio para manifestarse en la globalizacin. ste es el caso de muchas de las culturas indgenas que ahora acuden ante los tribunales internacionales para defender sus derechos: a la cultura, al territorio, e incluso, debatiendo temas de candente actualidad como el de la biotecnologa y los bancos genticos existentes en el mundo del Sur. Sin duda, las verdades construidas por los cen- tros de poder a nivel internacional y por los grupos hegemnicos a nivel mundial, dejan mrgenes para construir un nuevo pensamiento crtico que permita el encuentro de los habitantes del Sur y del Sur que crece hoy en el mundo del Norte. Este ser el reto para poder abordar el conocimiento y anlisis de las nuevas formas de la dominacin tejiendo una nueva perspectiva crtica y una nueva y posible accin trans- formadora. Una de esas vetas de nueva construccin la plan- tea lo local en la medida en que empieza a emerger como una nueva fuerza impugnadora. La periferia, entonces, aparece con una especifcidad en la que hay mucho que defender y mucho que ensear al centro. En esa nueva dinmica, se comienzan a cuestionar y a deslegitimar algunos de los instrumentos polticos y organizativos ms importantes de las democracias ilustradas: partidos, sindicatos, gremios, entre otros, y se asoman nuevas perspectivas que buscan corregir los vicios de la democracia representativa y construir lo pblico reconstituyendo la esfera de lo local y ges- tando nuevas formas de control social. Esto crea un espacio en el que algunos grupos, que viven marginados por ese desarrollo global, empiezan a afanzar sus modos de resistencia y a reconocer su carcter subalterno con relacin a las formas como se produce y se administra la globalizacin capitalista, en- tre ellas, la neoliberal. Es por esto, por lo que comienza a manifestarse con claridad una diferenciacin entre aquellos que estn en lo pblico en lugares dominantes y los que se encuentran en posiciones subalternas. En ese sentido, lo popular emerge como eso subalterno que hace visible las nuevas fsuras del sistema, tanto en lo pblico como en lo privado. Lo local tiene un peso especfco en la globalizacin ya que es all, en la vida cotidiana, donde aparece con evidencia que tal capitalismo no es democrtico, que ese cambio de la globalizacin que se vende como propio e inevitable ha signifcado un retroceso en las vidas de las personas y que de ninguna manera encarna la posibilidad de un desarrollo de las potencialidades humanas y grupales ni la satisfaccin de las necesida- des. Los sujetos descubren que, por supuesto, pueden estar conectados a la industria cultural de masas o ligados a la red, pero que para ellos, la globalizacin pasa con pena y dolor. En las fsuras que aparecen cuando el sistema mundial construye la nueva marginacin, es donde emerge la nueva cara de lo popular, cuestionando y poniendo en crisis el discurso de progreso de la ilus- tracin globalizada, reconstruyendo lo local como lo glocal y creando desde all los nuevos sentidos de la impugnacin. En la marginacin que se gesta por la creciente diferenciacin social entre clases, regiones, culturas, gneros y niveles de ciudadana diferenciacin que se confgura por la desigualdad en el acceso y el consumo tecnolgico, se produce una nueva fragmentacin en la cual los pobres econmicos son los ms vulnerables y poseen una muy dbil, casi inexistente, representacin social y poltica. Estas rea- lidades abren paso a nuevos modos de organizacin que permiten construir otros procesos y dinmicas de empoderamiento desde lo glocal. De cara a estos cambios, lo educativo tambin requiere ser reconstruido de tal forma que d cuenta de la globalizacin y de la manera como ella afecta subjetividades, instituciones, organizaciones y proce- sos humanos. Por eso es necesario pensar un proceso educativo desde una identidad pedaggica especfca, que permita que la educacin salga del silencio y construya la impugnacin y el empoderamiento en los nuevos procesos sociales. Cuando se recupera la educacin popular desde su expresin poltica y pedaggica, se vislumbran una serie de tareas que deben ser asumidas como parte del reto de construir educacin popular en la perspectiva de una globalizacin alternativa. Desde esa mirada es importante articular este propsito con algunas de las refexiones que se vienen haciendo desde las ciencias sociales, al igual que con los elementos de lo que ha sido su especifcidad en el continente. Algunos de esos elementos son los siguientes: 2. Algunos caminos iniciales desde la educacin popular 1. No hay ciencia y tecnologa sin contexto. Desde la tradicin crtica se plantea como stas tienen una historia que debe aclararse, as como los intereses que hicieron posible su desarrollo y marcaron los caminos de sus posteriores usos. En ese sentido, se debe plan- tear con claridad que no solamente hay un contexto de produccin sino adems un contexto de recepcin, y que es en esa doble interaccin en donde el proceso de endogenizacin (hacer propio lo otro) se realiza. 2. No existe uso neutro de la ciencia y la tecnologa. Tal uso corresponde a valores, formas de organizacin PASOS l30 35 MAPZO A8P|L social, actores que las agencian y su aplicacin provoca cambios. Por ello, todo proceso educativo debe hacer consciente y explcito tanto el para qu sirven la cien- cia y la tecnologa como, adems, el lugar donde se coloca en la sociedad quien vive el proceso. En ltima instancia, debe mostrar la manera como los sujetos que acceden a ellas quedan insertos en la totalidad social al servicio de unos intereses especfcos. 3. De la tica de la ciencia y la tecnologa. El momento actual ha presionado para una reformulacin de la tica producto de las transformaciones tecnolgicas y en esa medida, quienes se mueven en un horizonte de educacin popular con intereses desde los excluidos, deben hacer explcitos los tipos de empoderamientos que se generan tanto en la produccin como en el uso tecnolgico y la manera cmo, fruto de las relaciones sociales en que estamos insertos, se producen empo- deramientos que engendran desigualdad. Esto supone develar los nuevos circuitos por los cuales corren la segregacin y la exclusin y plantearse, desde la tica, las preguntas por la justicia, la desigualdad social y las exclusiones, aspectos todos centrales del pensamiento histrico de la educacin popular. 4. Construccin de un proyecto crtico. La educacin popular enfrenta el proyecto positivista que asume la ciencia y la tecnologa como realidades sin intereses ni valores, legitimadas por la efciencia instrumental. En ese sentido es preciso iniciar un proceso de refexin crtica que salga de los lugares comunes del pasado y lea el uso de la ciencia y la tecnologa como capital constante al servicio de una mayor acumulacin capi- talista. Esa perspectiva permitir confgurar un nuevo pensamiento crtico que d fundamento a nuevas formas de organizacin de la ciencia y la tecnologa como factores preponderantes de los procesos de pro- duccin, socializacin y culturizacin. 5. Construccin de nuevas organizaciones sociales. Que debern enfrentar las nuevas desigualdades que se han gestado en el cambio de civilizacin y abordar una amplia discusin sobre el uso social de la tecnologa. Es necesario asumir el replanteamiento de las formas organizativas que han acompaado las dinmicas sociales en los ltimos decenios, con vistas a permitir la aparicin de otras que sean coherentes con el nuevo tipo de trabajo que se desarrolla en el mundo de hoy, en el cual predominan la ciencia y tecnologa como capital constante sacrifcando a grandes sectores de seres humanos. Esto exige la capacidad de incor- porar una serie de reivindicaciones de otro tipo que darn paso a la constitucin de nuevos movimientos sociales, lo mismo que al surgimiento de un nuevo pensamiento crtico que enfrente al unanimismo del pensamiento nico. 6. Las tecnologas tradicionales y la sabiduria popular muestran el horizonte de las construcciones alternativas. Si bien es cierto que el discurso nuevo de la tecnologa est fundado sobre la artifcialidad, tambin lo es que aforan diferentes campos del saber y el conocimiento donde se hacen esfuerzos por encontrar caminos en los cuales la hibridacin y la endogenizacin, tengan como punto de partida la sabidura milenaria de los grupos ancestrales. No en vano, mucho del trabajo de la biotecnologa gira actualmente en torno al conoci- miento que tenan los grupos raizales sobre el uso de infnidad de plantas que haban dado como resultado tecnologas especfcas para solucionar infnidad de problemas. Construir una sensibilidad para escuchar y darles un lugar social, va a ser una de las tareas centrales. 7. La negociacin cultural. Ella se plantea hoy como una alternativa para triangular pedaggicamente pro- cesos en los cuales estn implicados saberes comunes, saberes cientfcos y sabidura popular emprica. Esta relacin debe ser resuelta no solamente en el campo de la tecnologa como construccin cientifcista, sino as mismo en el horizonte de procesos pedaggicos que realicen tal triangulacin para dar como resultado caminos endgenos en tecnologa. 8. Construir capacidad cientfca y tecnolgica en dgena. Esta tarea es una reivindicacin especfca de la educacin popular frente a la ola de transferencia tecnolgica, en cuanto se requiere construir en los contextos de los pases del Sur, condiciones para el nacimiento de grupos crticos con una formacin de punta que les permita evaluar, controlar y prever las consecuencias sociales, econmicas y culturales de la utilizacin de la ciencia y la tecnonologa. 9. Mantener la mirada crtica para reconocer la incapacidad, ya estructural, del capitalismo de base tecnolgica, para democratizar el avance y los nuevos desarrollos de las fuerzas productivas, acentuando la monopolizacin de sus rditos y la profundizacin de la desigualdad. 3. Refundamentando la educacin popular La primera pregunta urgente frente a un tema de tanta envergadura como el desarrollado en los nume- rales anteriores, es la que indaga por cmo estamos entendiendo la educacin popular? Si an persistimos en entenderla como tal por la calidad de sus destinatarios (pobres, populares), o si hemos asumido de manera explicita una opcin de empoderamiento que per- mita a los grupos segregados y desiguales, construir un proyecto de sociedad para todos que enfrente y transforme las relaciones sociales que producen la exclusin. Aceptar que el devenir de educadores y educa- PASOS l30 36 MAPZO A8P|L doras populares se deriva de las consecuencias de un desarrollo que ha marcado de exclusin y deterioro el tejido social de nuestras realidades, supone asumir que tenemos una opcin de transformacin que im- plica no nicamente una solidaridad con quien sufre sino una solidaridad estructural para transformar las condiciones que crean esas condiciones de exclusin, segregacin y pobreza. Las consecuencias prcticas de tal aceptacin es que globalizacin, tecnologa, desarrollo y medio ambiente, son componentes de la prctica co- tidiana de todo aquel que se plantea educador desde un horizonte de educador popular. Avanzar en esa va exige salir de los moldes de las dos teoras simplifcadoras de este siglo: la del so- cialismo real, con un estatismo a ultranza aun en sus versiones socialdemcratas, y la de las sociedades de mercado liberales, llevadas a su extremo en este fn de siglo por el neoliberalismo. Y buscar caminos para transformar las condiciones capitalistas de la globa- lizacin, desarrollando otras perspectivas desde una globalizacin alternativa que reconozca la existencia del mercado, pero que impugne la organizacin de una sociedad de mercado. Esto igualmente conduce a proponer otros mo- dos de intervencin, construir nuevas teoras para esta poca y reconstruir los mecanismos de gestin en los procesos sociales, pero ante todo, reorganizar los nuevos sentidos de la accin desde las exigencias sociales y morales de los actores de hoy y de los viejos reconstruidos, sin los cuales no ser posible reinventar los nuevos movimientos que van a resistir al capitalismo actual y a construir la globalizacin de la solidaridad. Se trata de reconocer que es posible construir poder popular para otra realidad y desde otra perspectiva. Esa otra perspectiva de la globalizacin presenta la urgencia de construir los nuevos paradigmas crticos que coloquen los primeros frenos a la globalizacin neoliberal y capitalista (que no tiene ley, es especu- lativa y desborda normatividades). Es precisamente all, donde es posible hablar de una manera nueva de educacin popular en este comienzo de siglo que d respuesta al razonamiento de ese capitalismo globalizado y cuyas caractersticas centrales pueden ser esbozadas as: 3.1. La educacin popular tiene una opcin tica de transformacin y de construccin de vida: digna y con sentido El modelo de desarrollo del capitalismo ha terminado con su proyecto al hacer evidente su no sustentabilidad en cuanto niega la posibilidad de vida para todos. De hecho, apenas la quinta parte de la humanidad disfruta plenamente los benefcios del desarrollo, en tanto 3/5 partes mueren de desnutricin y de hambre y estn siendo sacrifcadas y condenadas a condiciones de inviabilidad humana. El quinto de poblacin restante confgura un colchn social que permite paliar las crticas y los descontentos en la in- visibilidad que la sociedad de masas construye. Ellos se arropan en una idea de progreso que en el discurso y de manera aparente cobija a todos y son hijos de una lgica del ascenso social que les evita mirar hacia quienes estn ms abajo. En la invisibilizacin de esos otros se construye su nueva ideologa. Para ello basta ver los datos que cita Prez Esclarn en su documento Educar para el tercer milenio 1 . Los 225 personajes ms ricos del mundo acumu- lan una riqueza equivalente a la que tienen los 2.500 millones de habitantes ms pobres, es decir, el 47% de la poblacin mundial. El PIB (Producto Interno Bruto) de China, con 1.300 millones de habitantes, es superado por el dinero de 84 de esos sper mil- lonarios. Los tres personajes ms ricos del mundo tienen activos que superan el PIB combinado de los 48 pases menos adelantados. El 20% de la poblacin mundial acapara el 86% de todos los recursos de la tierra, lo que demuestra la imposibilidad de que toda la humanidad alcance los niveles de desarrollo de la minora privilegiada. Las matemticas nos demuestran que, para alcanzar todos los habitantes del planeta el desarrollo de ese 20% privilegiado, se necesitaran los recursos de ms de cuatro planetas tierra. El que unos pocos puedan disfrutar del consumo ms desenfrenado es a costa de las necesidades insatisfechas de las grandes mayoras. Si toda la humanidad tuviera acceso de repente a los niveles de consumo de los pases del Norte, el mundo colapsara. Slo con que todo el mundo tuviera el mismo promedio de carros que tienen los norteamericanos, el aire del mundo se tornara irrespirable. El 25% de la poblacin total del mundo, es decir, 1.442 millones de personas, viven en la ms atroz de las miserias y no ganan siquiera el equivalente a un dlar diario para vivir. En un mundo intercomunicado por el Internet, re- des satelitales y sper autopistas de la informacin, hay todava mil millones de personas analfabetas absolutas, de las cuales 600 millones son mujeres. La pobreza tiene rostro eminentemente femenino: el 70% de las personas que viven en situacin de extrema pobreza son mujeres. A pesar de que las mujeres trabajan hasta diez horas ms a la semana que los hombres, sus salarios son un 50% y un 80% ms bajos. Las mujeres que trabajan, tienen que enfrentar, adems, en su mayora, el trabajo extra y extenuante del hogar y de los hijos. Mil millones de personas viven sin agua potable. 800 millones sufren desnutricin crnica, 200 1 Prez Esclarn, Antonio. Educar para el tercer milenio. Ponencia presentada en el I Taller de la Regin Andina de Fe y Alegra. Tenjo (Cundinamarca), Colombia, 16 al 18 de septiembre de 1999. PASOS l30 37 MAPZO A8P|L millones de nios menores de cinco aos estn desnutridos y 11 millones de nios mueren al ao de hambre. Para los escpticos que siguen pensando que acabar con la pobreza es imposible, les ofrecemos los si- guientes datos: Estamos entrando al siglo XXI con cerca de 36 mil cabezas nucleares y gastos militares mundiales que se estiman aproximadamente en 780 millardos de dlares anuales. Segn el Programa de Desarrollo de la ONU, la inversin de menos del 10% de esa suma sera sufciente para alcanzar el acceso universal a la educacin, el agua potable, los servicios de saneamiento y de salud, as como la nutricin, en todos los pases en desarrollo (Jayan- tha Dhanapala, El desarrollo sostenible pasa por el desarme. El Nacional No. 6, febrero 8-1999.). A su vez, el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo de 1998, nos ofrece los siguientes datos: proveer servicios de salud pblica y nutricin a los 4.400 millones de personas que viven en pases en desarrollo, costara 13.000 millones de dlares anuales. Actualmente se gastan 17.000 millones de dlares anuales en alimentos para perros en Europa y los Estados Unidos; 35.000 millones anuales en la industria del entretenimiento en Japn, y 50.000 millones anuales en cigarrillos en Europa. En la primera noche de bombardeos a Yugoslavia se calcula que se gast ms que todo lo recaudado para ayudar a las vctimas del huracn Mitch en Centroamrica. Hace unos das, el presidente de los Estados Unidos, Clinton, pidi al congreso 6.000 millones de dlares ms para continuar la guerra en Los Balcanes y los republicanos duplicaron la cifra. Es imbatible la pobreza en el mundo o no hay voluntad para hacerlo? Curiosamente, a lo largo de toda Amrica Latina y el Caribe, el ajuste fscal con el cual se inici el nuevo siglo y que busca los tan anhelados indicadores econ- micos de baja infacin, equilibrio fscal, etc., se viene logrando con la reduccin de la inversin en educacin y salud para la mayora pobre, como si fuera posible generar progreso y crecimiento con ciudadanos dotados de una pobre formacin cientfca y cultural o cerrando escuelas y hospitales para conseguir una infacin de un dgito. Estas medidas han conducido a muchos a preguntarse por las pretensiones de ciencia de la macro-economa, por su racionalidad para hacer lo que hace y por las consecuencias de sus apuestas, e incluso a plantearse si la Economa carece de tica o no tiene nada que ver con la moral. Es necesario confrontar la gobernabilidad en la globalizacin suscitando un pensamiento en el que los derechos del mercado no estn por encima de los seres humanos. 3.2. La educacin popular tiene una opcin poltica por construir lo pblico como bien comn El propsito es trabajar por una democracia social de la cual las personas se sientan partcipes, sin exclu- siones, y puedan construir desde sus particularidades culturales el mundo que quieren desarrollar. Esto supone enfrentar una globalizacin excluyente que ocurre a travs del capitalismo y de su administracin neoliberal, para buscar caminos que conduzcan a un equilibrio global fundado en la justicia y hacer real la globalizacin de la solidaridad. Tambin signifca transformar la idea de lo p- blico para garantizar que este espacio sea de todos, reconocindolo como el nuevo escenario de la accin. Para ello ser necesario crear nuevos y reales controles a la economa fnanciera logrando su sujecin a la ley y a lo poltico. Igualmente se requiere enfrentar la construccin de ciudadana desigual que se gesta desde un discur- so de ciudadana abstracta, que niega la diferencia y que desde las dinmicas de este desarrollo, ha trado fragmentacin, desigualdad, exclusin y segregacin. Es preciso recomponer la sociedad para que produzca una justicia fundada en la diferencia y la pluralidad. Al respecto resulta ilustrativo revisar la siguiente informacin: En diciembre de 1996, 33 organizaciones no gu- bernamentales plantean crticamente a la Confe- rencia de la Organizacin Mundial del Comercio celebrada en Singapur, que es un mito construido por ellos, el creer que la liberalizacin trae prospe- ridad para todos, como lo anunciaron en la Cumbre del GATT de 1993... y le sealan cmo 70 pases tienen hoy una renta per cpita menor que en los aos setenta y ochenta, en los ltimos 15 aos el crecimiento econmico ha disminuido en 100 pases, tambin en el Norte desde 1980, en los EE. UU., donde el 1% de la poblacin con ingresos ms altos ha duplicado en ms de un 100%, mientras ha disminuido el 10% los ingresos para el sector de menos ingresos 2 . Estos datos muestran cmo, en muchos lugares, la sustitucin del mercado interno por productos importados ha desintegrado al sector exportador e incentivado una economa paralela con base en mer- cados ilcitos. Un ejemplo dramtico es el de la droga, un negocio que mueve 500 billones de dlares al ao y es el segundo mayor, nicamente superado por el de las armas. Desde la perspectiva de una globalizacin crtica o alternativa es preciso exigir la actualizacin de la regulacin de la economa y la creacin de meca- nismos de control supranacionales que enfrenten la creciente desigualdad entre los pases. Las protestas de Seattle (noviembre 1999), Davos (abril 2000) y Praga (octubre 2000) manifestan ese malestar y evidencian 2 Trugman, Paul. Peddling. Prosperity: Economy Seurse and Seuse in the age of this triminglef expectative norton. No. 4 (1994). PASOS l30 38 MAPZO A8P|L la necesidad de darle otro rumbo a la globalizacin. Las preguntas que acerca del costo humano se han venido formulando en este fn de siglo, comienzan a producir reacciones y anlisis que muestran cmo parte de la ideologa es invisibilizar los problemas que la globalizacin excluyente origina. Quiz la tarea ms urgente para los educadores populares sea la capacidad de hacer real la construccin de una globalizacin que tenga como fundamentos la solidaridad y la justicia y que avance hacia una ciudadana no excluyente. Y en ese sentido, debemos hacernos de manera obligada la pregunta por dnde y cmo se van a forjar las nuevas polticas pblicas que protejan a la gente contra los catastrfcos resultados de la globalizacin. Trabajar en la construccin de lo nuevo desde la educacin popular tendr ahora por tarea la bsqueda y construccin de nueva ciudadana y por lo tanto, la politizacin de las discusiones sobre el desarrollo, la sustentabilidad, la ciencia y la tecnologa, evitando que queden reducidas a explicaciones en reas especfcas (economa, ambientalismo, sociologa, etc.). Tales de- bates debern colocarse en los espacios pblicos de discusin evitando que estos temas sean construidos nada ms como discusiones de la tecnocracia, lo que equivale a decir que hay que permitir la participa- cin y discusin social sobre estos temas para lograr su confguracin ms holstica. sta es una apuesta por implicarnos en la ampliacin de la esfera pblica democrtica, como construccin cotidiana, para hacer real la autonoma, la libertad, la justicia y la accin concreta para que la democracia sea posible. 3.3. La educacin popular construye nuevos movimientos sociales de segregados y excluidos Reconocida la globalizacin como un nuevo es- cenario que cambia las reglas y marca la cancha de otra manera, sigue luego reconocer tambin que esto afecta a las luchas reivindicativas del pasado y a sus formas de realizacin. Por ello es necesario evitar la tentacin de insistir en unas luchas de los excluidos de hoy bajo los viejos esquemas de un corporativismo y un gremialismo que no leen esas nuevas realidades. Cmo negar la mala gestin de muchas de las empresas y acciones estatales?, su burocratismo, su inefciencia? Basta observar en los aparatos escolares latinoamericanos y caribeos los logros de rendimiento escolar de un mismo docente que opera en la escuela pblica y en la escuela privada. No ser la hora de preguntarnos por el modo como los jacobinismos de izquierda y de derecha que vienen desde los siglos XIX y XVIII, nos han legado un tipo de estatismo que hoy ahoga tambin la emergencia de nuevos actores que, en ltima instancia, son quienes permitirn reconstituir las luchas bajo sus nuevas formas en este comienzo de siglo globalizado? Plantearse esto signifca ganar en la capacidad para construir un nuevo espacio poltico (en medio de la debilidad de la poltica) en el cual los ms dbiles de la sociedad, en este mundo de mercado, puedan emerger como actores para negociar y combatir por sus intereses, colocando nuevos horizontes a sus movimientos, llenndolos de sentido y potencialidad para el hoy de los nuevos procesos sociales. Ser preciso ganar en capacidad para reconstruir una nueva fortaleza poltica con unos actores que van ms all de reivindicar su exclusin. Se trata de poder encontrar, a partir de las propias reivindicaciones, los nexos y las palabras para hablar de igual modo a nombre de la sociedad, y afrmndose a s mismos, construir esas nuevas identidades para reiniciar luchas capaces de proponer futuro para su grupo, para los otros segregados y excluidos y para el conjunto de la sociedad. Por ello, la protesta social y la accin poltica deben encontrar nuevos caminos. En un primer momento, los senderos que permitan la especifcidad de las reivindi- caciones y luego, caminos ms amplios en donde las luchas traigan apareada la exigencia de reconocer lo pblico de otra manera, que sean capaces de hablar del poder, de las nuevas formas en las que se manifesta y de la construccin de nuevos movimientos. Han de ser caminos y movimientos propositivos que salgan de la sola denuncia y permitan inventar nuevas modos de ocupar crticamente el escenario de la globalizacin, salindose de todas las ortodoxias tericas y prcti- cas e inaugurando una nueva etapa de rupturas que busquen lo nuevo impugnador. Paulo Freire, en La pedagoga de la esperanza, plante que el problema de la modernidad haba sido el de la toma del poder y el de la posmodernidad el de la cons- truccin del poder. Esto nos coloca frente al replantea- miento de los viejos mtodos de la conquista del poder que ensearon en su ilusin, que los nuevos son los viejos con otra ideologa pero con la misma prctica. Sin duda, las transformaciones fundamentales sobre el poder, su uso y sus imaginarios, no han sido decons- truidos en nuestra experiencia humana y social y por ello, como tantos otros aspectos, hemos de reconocer que el camino es amplio y que tenemos muchas ms incertidumbres y preguntas que certezas 3 . La globalizacin, segunda revolucin del capi- talismo, crea una interinidad y transicin hacia la bsqueda de nuevos procesos y exige de quienes tienen opciones por los grupos excluidos, la capaci- dad de aunar teora y prctica crtica y de reinventar el discurso de la transformacin desde esa multitud fragmentada de exclusin y segregacin que empieza a impugnar. Esto signifca una nueva ofensiva terica y prctica para enfrentar al liberalismo en sus distintas versiones, un liberalismo que ha hegemonizado la cada del socialismo real para la consolidacin de una 3 Freire, Paulo. Pedagoga de la esperanza. Un reencuentro con la peda- goga del oprimido. Mxico, D. F., Siglo XXI, 1996. PASOS l30 39 MAPZO A8P|L globalizacin capitalista. Desde la educacin popular debe hacerse la pre- gunta por los nuevos actores y movimientos que van surgiendo de estos procesos, y desde luego, se debe hacer la apuesta por la produccin de los nuevos em- poderamientos que permitan la ruptura con el control liberal de esta transicin. Esto posibilitar inventar una nueva accin impugnadora, propositivamente transformadora, que empodere la accin directa y d pie a una nueva democracia de base, una nueva accin cultural, unas nuevas formas organizativas, unos nuevos discursos, y en fn, una nueva esfera pblica democrtica que permita salir de lo pblico estatal en el que hemos quedado atrapados como herencia del pasado. Para plantearnos esas tareas, no basta la sola or- ganizacin, se requiere recuperar identidades que en la actualidad se presentan como reconstructoras de sentido: tnicas, culturales, generacionales, religiosas, de gneros. Dotadas de elementos que hablan de una complejidad que no reduce los nuevos escenarios de la accin a uno solo de sus aspectos y que exigen visiones ms integrales y perspectivas ms comple- jas de la realidad. Para hacer este esfuerzo, se debe construir una idea de subjetividad que desborde las visiones individualistas, que encuentre la conexin de las opciones transformadoras de sujetos que sin negarse a s mismos, ms bien construyndose desde s mismos, impulsan y animan la construccin de las nuevas realidades crticas. Ser muy difcil ir a lo nuevo de estos movimientos que se gestan si no se realiza un ejercicio profundo de deconstruccin 4 que permita ajustar cuentas tran- quilas con nuestro pasado, reconociendo lo que de confictivo hay en l y reconstruir el presente tomando los elementos de ese pasado que todava sirven para estos nuevos tiempos globalizados. Este ejercicio de deconstruccin busca instaurar una nueva crtica, con nueva forma y contenido para la accin, que siendo propositiva, sea capaz de dinamizar el actor social reconstruido desde su historia y su sub- jetividad. Un actor que haga su propia crtica, organice sus nuevos senderos para transformar su accin y su teora, se encuentre con otros con los cuales va a construir nuevas comunidades de sentido, reconstruya su accin a partir del quehacer inmediato, reinvente su prctica desde el nuevo lugar de lo glocal en la globalizacin, y all, ubicado glocalmente, inaugure las nuevas modalidades de los movimientos. 3.4. La educacin popular propugna por la reconstruccin de la solidaridad Esto signifca construir un lugar donde la inte- rioridad se trabaje desde los valores bsicos que la recomponen y exigir de ella una serie de opciones que implican dar vida a una nueva humanidad. Esta es una opcin que nace desde lo profundo de esa nueva humanidad, y que integra plenamente la interioridad y la solidaridad. Esto implica, sin lugar a dudas, rein- ventar la idea de solidaridad. El capitalismo de fnal de siglo es organizado de acuerdo con las leyes del mercado, que a su vez es el gran regulador de la vida econmica y social al que estn sometidos individuos, grupos, sociedades, culturas, en las cuales la competitividad, efciencia y rentabilidad se convierten en centrales, y como bien dice Petrella 5 , organiza unas nuevas tablas de la ley para el funcionamiento del mundo. Ellas son: Mundializacin: debers adaptarte a la globaliza- cin actual de los capitales, mercados y empresas. Innovacin: debers innovar sin cesar para reducir gastos. Liberalizacin tecnolgica: apertura total de todos los mercados, que el mundo sea un nico mercado. Desreglamentacin: dars el poder al mercado a favor de un Estado notario. Privatizacin: eliminars cualquier forma de propiedad pblica y de servicios pblicos. Dejars el gobierno de la sociedad a la empresa privada. Competitividad: debers ser el ms fuerte si quie- res sobrevivir en la competicin mundial. El resultado de tal manera de asumir la existencia salta a la vista en algunos pocos datos: el informe de 1996 del PNUD muestra cmo, a pesar del gran creci- miento econmico, la brecha entre ricos y pobres crece. El 60% de la poblacin mundial sobrevive con menos del 6% del total de los ingresos. Entre 1960 y 1995 la riqueza mundial producida al ao se multiplic por seis, pasando de 4 a 23 billones de dlares y la media de ingresos por habitantes se multiplic por tres. Sin embargo las diferencias de ingresos se acentan en Amrica Latina y el Caribe, especialmente en Gua- temala, Panam, Brasil, Bolivia y Per, y se dice que de seguir las tendencias actuales, en el 2030 la renta anual de los ms pobres sera de US$325, mientras en los pases industrializados alcanzara a US$40.000. Esta situacin plantea preguntas por el derecho a la vida y la posibilidad de la justicia y hace resurgir el viejo planteamiento de cmo ellas no podrn realizarse sino mediante la solidaridad, pues sta se funda en una opcin tica bsica que exige la superacin de las estructuras sociales que generan prcticas injustas. 4 Meja, Marco Ral. La deconstruccin, una urgencia de los disoa- dores. Reconstruyendo la crtica en tiempos de globalizacin. La Paz, CEBIAE, 1998. 5 Petrella, Ricardo. Op. cit., pg. 75. PASOS l30 40 MAPZO A8P|L El principio y fundamento de la solidaridad no es otro que el ser humano y sus condiciones de existencia sobre la tierra. En tal sentido, la pregunta de la globalizacin por la interdependencia entre los seres humanos encuentra respuesta cuando la solidaridad construye una interdependencia ms all del fenmeno cultural y entra a una esfera en la cual el otro ingresa a la esfera de las propias relaciones. Y ese otro signifca no solamente el individuo del proyecto capitalista de fnal de siglo, sino el ser humano en tanto punto de partida desde el cual se construye la igualdad bsica humana y la fuente de derechos y deberes fundamentales. Surgen entonces all los otros diferentes, pueblos y comunidades inscritas en procesos multiculturales que se convierten en fuente de toda pregunta moral (acciones y comportamientos) y base tica (princi- pios orientadores) de construccin de convivencia. Por eso no aparecen como individuos aislados sino como partes de un todo, comunidades de personas que comparten esfuerzos, que buscan responder a los efectos negativos de la globalizacin y que anuncian una nueva humanidad desde el lado de la vida. Por lo tanto, la solidaridad est enclavada: en el respeto por el otro (comprensin) en el sentir con el otro (empata) en el sufrir con el otro (compasin) en la responsabilidad con el otro (compromi- so) en la accin con el otro (organizacin). La solidaridad no es entonces un acto individual con el prximo que opera en el mundo de lo micro, es la capacidad de reconocer los sujetos sociales de accin. Esto supone reconocer el mundo macro, ser capaz de ser solidario con el desconocido, con el lejano, y hacindolo, emerge con nitidez el conficto que en el mundo macro se plantea entre el mercado como regulador y el lugar de lo humano. De tal forma se establece un escenario cotidiano en el cual se empieza a construir una nueva crtica que hace que lo humano surja como posibilidad y como eleccin en el propio horizonte moral. Es por eso que en este siglo que nace es tan impor- tante ligar la justicia y la solidaridad, porque con las transformaciones del Estado de Bienestar y el debilita- miento del Estado con la aparicin de las tecnocracias 6 , 7 , no basta la justicia como simple realizacin de las leyes existentes. No hay que olvidar que muchas de esas leyes han sido realizadas en contra de lo huma- no, construyendo una especie de legalidad retrica que domina y hace que la justicia sea simplemente el cumplimiento de la ley. Por el contrario, la solidaridad debe surgir como recusadora de la irracionalidad del mercado y establecer un escenario en el que se vuelva a preguntar por la vida, la justicia y la necesidad de la bondad en el sentido sugerido por Agnes Heller, como un lugar ms all de la justicia para restablecer el predominio de lo humano. En este mundo, en el que el lenguaje ha ido evo- lucionando para designar con precisin la segregacin (primero fueron pobres, luego empobrecidos, despus excluidos, ms recientemente desechables, underclass y ahora, indeseables), se impone la urgencia de un nuevo lugar de lo afectivo que coloque a cada sujeto: como interlocutor crtico con capacidad de eleccin; como humano enfrentando el mercado y sus ver- dades verdaderas; como actor capaz de reconocer en el otro su dolor; como persona abierta para que la comprensin, la empata y la compasin se convier- tan en compromiso y en obligacin moral y social; y como constructor de nuevas formas de organizacin que hagan el paso entre la solidaridad individual y la solidaridad social. As pues, se trata de ganar la capacidad para colo- car a los otros en el centro de la subjetividad. De una subjetividad que libra la lucha contra los imaginarios culturales de poder instalados en cada uno y que re- troalimentan socialmente la injusticia, la opresin y exclusin del otro a partir de verdades absolutas, de 6 Citado por Gorostiaga, Xabier, sj. En busca del eslabn perdido entre Educacin y Desarrollo. B Desafos y retos para la Universi- dad en Amrica Latina y el Caribe, en: revista La Piragua (Mxico) No. 15 (1999), pg. 58. El ejemplo ms claro es la manera como todos los documentos internacionales de esta dcada construyen un optimismo sobre la educacin; hablan de multiculturalidad, de diferencia, de interculturalidad, de autonoma, la Comunidad Educativa, sin embargo, la inmensa mayora de las nuevas leyes de Educacin en el mundo, son realizadas sobre una matriz bsica del Banco Mundial, produciendo una especie de ajuste estructural desde sus lineamientos, que ya el mismo Federico Mayor, director de la UNESCO, denunciara en la reunin africana de Ministros de Educacin celebrada en 1998, as deca: Como director general de la UNESCO, no puedo aceptar que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional continen tomando decisiones y sigan haciendo recomendaciones en temas educativos para los cuales no estn sufcientemente informados. Ellos deberan concentrarse en los asuntos econmicos, en la banca y fnanzas y dejar la Educacin a la UNESCO y a las otras agencias internacionales encargadas de esa temtica (PanBAfrican News Agency, 22.04.1998). 7 Tambin lo habra dicho el exministro de Jamaica, Michael Manley: La situacin actual en el mundo es dramtica y podra volverse desastrosa. Los programas de reformas impuestas por el Fondo Monetario Internacional y los programas de ajuste estructural del Banco Mundial han penalizado a los pases en desarrollo, pri- vndolos de los medios fnancieros para mejorar cuantitativa y cualitativamente su sistema educativo. Las acciones emprendidas recientemente para corregir esa situacin son demasiado modestas y llegan demasiado tarde... Lo ms paradjico es que la UNESCO nos pide que imaginemos nuestros paradigmas para el siglo XXI, mientras las instituciones fnancieras multilaterales, que proceden justamente de Bretton Woods y del sistema de las Naciones Uni- das, conspiran para que el modelo omnipresente desde hace unos aos se resuma en la frmula AComprensin y regresin. Manley, Michael. Educacin, autonomizacin y reconciliacin social, en: Delors J. Op. cit., pgs. 265-26. PASOS l30 4l MAPZO A8P|L juicios dicotmicos, de cosmovisiones totalizantes, de consideraciones que sitan la razn como nico modo de conocer, de entender la diferencia como enemistad y de considerar la exclusin como natural. En ltima instancia, se trata de superar las estructuras sociales y humanas que engendran prcticas injustas y retomar la esfera de lo personal, haciendo presente esa vieja idea evanglica de la misericordia en tanto capacidad de asumir el dolor del otro. Esto exige diferenciar con claridad seis tipos de solidaridad: La solidaridad de la condolencia: las situaciones de desventaja social causan molestia que se enfrenta dando limosnas. La solidaridad asistencial: se ayuda a los grupos excluidos por medio de instituciones de caridad. La solidaridad promocional: se ayuda a algunos para que puedan gozar de benefcios sociales; esto permite minimizar la situacin de exclusin mediante la inclusin de unos pocos. La solidaridad comunitaria: la preocupacin llega hasta el grupo inmediato con el cual se convive y con el que se han construido normas bsicas de convivencia. La solidaridad gremial: que permite la correspon- sabilidad con el destino comn de un grupo que es afn a los propios intereses (por lugar de trabajo, por profesin, etc.). La solidaridad estructural: como construccin de estructuras sociales solidarias y equitativas que no den cabida a la exclusin, la segregacin y la des- igualdad. Es la capacidad de reconocer, en y desde la esfera individual, que las salidas nicamente pueden ser colectivas. Para reconstruir la solidaridad hay que empezar por tomar distancia crtica, posibilidad refexiva y capacidad de eleccin frente al mundo en el que se vive. Y esto supone reconstruir tambin los funda- mentos sobre los que se levanta este nuevo camino de la solidaridad en un mundo globalizado: Antropolgicos: somos humanos, la solidaridad se realiza en el nosotros, es la capacidad de colocar un empeo en la realizacin humana del otro diferente que existe en un mundo multicultural. El nosotros se plantea como una ayuda para crecer y construir propsitos en torno al bien comn. Sociales: hay unos derechos comunes a la con- dicin humana. La injusticia y la exclusin no son naturales, obedecen a estructuras de poder. Las luchas por incorporar la solidaridad tanto en los sujetos como en las estructuras, anuncian que es posible un nuevo orden en el que ella se constituya como mediacin necesaria y efcaz para construir una responsabilidad compartida como base comn de lo humano. Polticos: estamos y operamos en el mundo de lo pblico y por eso tenemos una co-responsabilidad que nos exige vinculacin para no hacernos cmplices de injusticias y guerras. Cada sujeto debe decidir tal vinculacin, pero en el fondo de lo humano est la op- cin por los dbiles, por los pobres, por los excluidos, por el lugar que deben tener en la sociedad mediante el gobierno de lo humano y por la exigencia de polticas pblicas favorables para ello. Educativos: hay una corresponsabilidad de to- dos los humanos por construir un sistema de valores, que para la actualidad, deben ser el fruto de nuevas prcticas de ruptura y distancia crtica que permitan actuar en consecuencia con los planteamientos ticos sobre lo humano y que reconozcan procesos de auto- educacin y co-educacin. ticos: la tica se reconoce como la opcin bsica para reconstruir lo humano, la justicia y el amor. En torno a ellos se organiza el compromiso de la alteridad construyendo el otro personal y social que se compromete con el bien comn y con una nueva forma de humanidad. Teolgicos (para los creyentes en distintas formas de la divinidad): que reconoce la solidaridad como el lugar humano donde se expresa la experiencia de Dios, haciendo histrica la fe y haciendo de la realizacin de la comunidad (koinona) el compromiso y la opcin de la presencia de Dios en cada uno. El camino de la solidaridad est abierto. Las bsquedas no han sido clausuradas a pesar de los discursos acerca del fn de las ideologas o el fn de las utopas. La solidaridad es la puerta que se entre- abre para anunciar que mientras las preguntas ticas puedan ser hechas desde una perspectiva crtica, el mundo puede ser mejorado y transformado. Desde el horizonte de la educacin popular se afrma taxativamente que el proyecto de globaliza- cin capitalista es un modelo insostenible, siendo necesario plantearse a gritos otro desarrollo donde la cultura humana no sea slo una pieza rentable del mercado y donde se genere una nueva conciencia de humanidad planetaria. Indudablemente, la encrucijada actual nos coloca frente a proyectos humanos que exigen una serie de opciones bsicas, entre ellas, el esfuerzo por el em- poderamiento de desiguales y excluidos para que puedan representarse en la sociedad mayor. Adems, por supuesto, plantearnos de manera radical que no podemos hablar de globalizacin de la solidaridad si no incorporamos en lo cotidiano de nuestras acciones modos de hacer real ese otro desarrollo, en los cuales se construya una nueva conciencia de humanidad planetaria que reinvente una visin holstica donde naturaleza y humanidad edifcan confictivamente su PASOS l30 42 MAPZO A8P|L Esa insostenibilidad est fundamentada en un mundo que: En lo ambiental destruye o integra al valor de unos pocos. En el conocimiento aborda verdades y tecnologas a ser replicadas por otros. En lo social slo hay pobreza y violencia y la salida se plantea como una opcin individual de consumo en el mercado. En lo cultural, una civilizacin de la globalizacin y la homogeneizacin cultural. Globalizacin del capitalismo. En cambio: La educacin popular propone una endogenizacin adaptativa fundada en la diversidad. La educacin popular propone un conocimiento cada vez ms complejo que requiere procesos de integracin en red. La educacin popular plantea una equidad fundada en un proceso redistributivo que permita la igualdad de oportunidades. La educacin popular plantea una multiculturalidad y una diferencia fundadas en la diversidad. destino comn. En el mbito del conocimiento escolarizado, no se puede negar la forma como las presiones de la pro- duccin han venido moldeando los procesos escolares, puesto que tambin la educacin es exigida por la lgica de la utilidad. Por consiguiente, es menester plantear una alerta para no quedar encerrados en la ideologa utilitarista del mercado, y para ampliar la comprensin de lo humano reduciendo el mercado a la economa y llevando lo humano a la totalidad social. Igualmente aqu urge una comprensin holstica de lo humano que apele a marcos ticos y culturales ms amplios y vaya ms all de la simple insercin laboral, hacindose preguntas por la forma de nueva humanidad y por el lugar de los valores en ese de- sarrollo. Esto llama a un reencuentro con la accin humana solidaria en lo concreto, vale decir, en el espacio injusto que ha construido el capitalismo neo- liberal globalizado. 4. La educacin popular construye una pedagoga coherente con su opcin tica y poltica Una oleada de reformas educativas y nuevas propuestas metodolgicas invade el escenario de la educacin, siendo muy importante aprender a se- leccionar sus caminos para que sean coherentes con los presupuestos de la educacin popular. Hoy ms que nunca, a los escenarios educativos concurren los confictos de intereses y posiciones y por ello, hay que tener muy claras las apuestas y concretarlas con nitidez en la escuela, el barrio, la urbanizacin y los mltiples espacios donde las relaciones sociales son tejidas desde el poder excluyente que crea desigualdad, entre otros, en la accin educativa. El empoderamiento real de los excluidos ser el que hable del tipo de educadores populares que somos. Por tal motivo, las apuestas ticas, polticas, or- ganizativas y solidarias, en el sentido que ha sido sealado en numerales anteriores, deben llevarse al campo especfco de la educacin para construir pro- puestas desde tal especifcidad que estn orientadas por esos criterios. De no ser as, quedaramos reducidos en la esfera de lo poltico social pero no avanzaramos en lo educativo ni podramos hacer real lo pedaggi- co-poltico o poltico-pedaggico constitutivo de la educacin popular. El proyecto educativo y pedaggico, en tanto refexin sobre lo polticopedaggico, debe mostrar con claridad que opta y realiza un empoderamiento de los excluidos y segregados y que esto lo hace cons- truyendo metodologas coherentes con tales principios, propsitos y acciones. Es muy importante entender que lo poltico se refere a las relaciones sociales, mientras que lo pedaggico se refere a esas relaciones sociales ocurridas al interior de cualquier actividad educativa. De esta manera evitamos reducir las acciones educa- tivas nicamente a procesos individuales o mentales, sin negar claro est, que ellos son parte constitutiva aunque no nica. PASOS l30 43 MAPZO A8P|L
Todo pensamiento que critica algo, no por eso es pensamiento crtico. La crtica del pensamiento crtico la constituye un determinado punto de vista bajo el cual esta critica se lleva a cabo. Este punto de vista es el de la emancipacin humana. En este sentido, es el punto de vista de la humanizacin de las relaciones humanas mismas y de la relacin con la naturaleza entera. Emancipacin es humanizacin, y humaniza- cin desemboca en emancipacin. Este punto de vista constituye el pensamiento crtico y, por tanto, atraviesa todos sus contenidos. Aqu, sin embargo, quiero concentrarme en los ele- mentos que conforman el propio pensamiento crtico a partir de la humanizacin del ser humano en pos de su emancipacin. Los conceptos de humanismo y de emancipacin humana son creaciones de la Modernidad, tal como ella aparece a partir del Renacimiento en la Europa de los siglos XV y XVI. Obviamente, tienen muchos antecedentes en la historia europea. No obstante, no son meras recuperaciones de algo anterior como la palabra renacimiento podra insinuar. No renace algo anterior, aunque el propio Renacimiento lo concibe as. Se trata de creaciones nuevas a partir de un mundo que desde este momento, cada vez ms, es concebido como un mundo secular y disponible. Como el mundo ahora es secular, la humanizacin es necesariamente universal. Como dice el poeta (Schi- ller): Libre es el ser humano aunque nazca en cadenas. Lo podemos expresar en otros trminos, aunque el sig- nifcado se mantiene: Tiene dignidad el ser humano aunque nazca en cadenas. Las cadenas son negacin de algo, que es el ser humano. Por tanto, son deshu- manizacin. Humanizar es liberar al ser humano de sus cadenas. Libertad es libertad de las cadenas y el pensamiento crtico tiene que decir y derivar cules son estas cadenas. Tiene que preguntarse igualmente por las libertades que se ofrecen en el mundo ideolgico, hasta qu grado las libertades prometidas esconden nuevas cadenas. En la primera mitad del siglo XIX este grito de humanizacin y emancipacin se hace or con nitidez. Lo hace a partir de la flosofa de Hegel, en el pensa- miento de Feuerbach y de Marx. La sociedad burguesa se haba constituido en nombre de la emancipacin de los poderes mundanos y eclesisticos de la Edad Media y se senta como sociedad emancipada, inclusive como fn de la historia. Pero ahora, frente a los impactos de los efectos de esta misma sociedad burguesa, surgan los movimientos de emancipacin. Esto es, los movi- mientos de emancipacin emergan en el interior de la sociedad moderna. La sociedad burguesa haba visto la emancipacin como un enfrentamiento con otras sociedades premodernas. Ahora, la emancipacin se presentaba a partir y dentro de la sociedad bur- guesa. En la Revolucin Francesa el choque ocurre en trminos simblicos. La sociedad burguesa guillotina los poderes de la sociedad anterior en los aristcratas, de los cuales busca su emancipacin. Sin embargo, guillotina igualmente tres fguras simblicas de los movimientos de emancipacin en el interior de esta sociedad burguesa: Babeuf, el lder ms cercano a los movimientos obreros y su emancipacin; Olympe de Gouges, la mujer de la emancipacin femenina; poste- riormente se degoll en la crcel a Toussaint Louver- ture, el lder haitiano de la liberacin de los esclavos en Hait. A estos movimientos de emancipacin se juntan ms tarde las exigencias de emancipacin de las PENSAMIENTO CRTICO y CRTICA DE LA RAZN MTICA Franz Hinkelammert PASOS l30 44 MAPZO A8P|L colonias, de las culturas y de la propia naturaleza. La emancipacin burguesa haba sido una emancipacin en el plano de los derechos individuales. Ahora, las emancipaciones son a partir de los derechos corporales y de la diversidad concreta de los seres humanos. El mismo signifcado de la palabra emancipacin cambia. Se refere ahora casi exclusivamente a estas emanci- paciones que parten desde el interior de la sociedad moderna y burguesa. En esta situacin aparecen nuevas formulaciones de la emancipacin que todava hoy mantienen su vigencia. Quiero desarrollar una especie de marco cate- gorial del pensamiento que en la actualidad llamamos pensamiento crtico o teora crtica. Lo desarrollar en tres puntos: la tica de la emancipacin, la justicia como orientacin del proceso de emancipacin y la relacin de sujeto y bien comn, que subyace al proceso. 1. La tica de la emancipacin: el ser humano como ser supremo para el ser humano El pensamiento crtico, como hoy lo entendemos, aparece en el contexto de los movimientos de eman- cipacin, tal como se manifestaron desde fnales del siglo XVIII. Su formulacin ms ntida la encontramos en Marx. Por eso quiero empezar a presentarlo a partir de dos citas suyas que considero muestran claramente el paradigma del pensamiento crtico, dentro del cual todava hoy se sigue desarrollando. Se trata de citas textuales de Marx, pero que he compuesto con base en dos textos del joven Marx y que resumen su posicin inicial. stas son: El pensamiento crtico (lo que Marx llama flosofa) hace su propia sentencia en contra de todos los dioses del cielo y de la tierra que no reconocen la autoconciencia humana (el ser humano consciente de s mismo) como la divinidad suprema (De 1841) 1 . En alemn, conciencia es ser consciente. Marx insiste en eso varias veces. Dice por ejemplo: La conciencia no puede ser nunca otra cosa que el ser consciente, y el ser de los seres humanos es su proceso de vida real 2 . La crtica de la religin desemboca en la doctrina de que el ser humano es el ser supremo (no la esencia suprema) para el ser humano y, por con- siguiente, en el imperativo categrico de echar por tierra todas las relaciones en que el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable (De 1844) 3 . Combinando las dos citas, resulta el pensamiento crtico con sus sentencias: 1) El pensamiento crtico hace su propia sen- tencia en contra de todos los dioses del cielo y de la tierra, que no reconocen que el ser humano es el ser supremo para el ser humano. 2) El pensamiento crtico hace su propia sen- tencia en contra de todos los dioses del cielo y de la tierra, en cuyo nombre el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable. Marx, para tener la referencia de la crtica, establece un ser supremo, habla incluso de divinidad. No obs- tante el ser supremo es secular, no es un Dios externo. El ser supremo para el ser humano es el propio ser humano. Sin embargo, no es el ser humano que es y que se considera ser supremo. Es el ser humano que no es, el ser humano que debera ser. Y lo que debera ser es ser humano. Emerge entonces una trascendencia, que es humana y que brota a partir de la crtica de la deshu- manizacin de lo humano. El mundo est atravesado por lo inhumano, por deshumanizaciones. Desde el ser humano como ser supremo para el ser humano se constituye aqu el humanismo, que en seguida se vincula con la emancipacin, siendo la emancipacin el proceso de humanizacin. Que el ser supremo para el ser humano es el ser humano, lleva a la crtica de los dioses, por tanto a la crtica de la religin, y que en Marx siempre empieza con la crtica del cristianismo. Esta crtica declara falsos todos los dioses que no aceptan que el ser supremo para el ser humano sea el ser humano mismo. Es llamativo que se trata de una sentencia en contra de todos los dioses en el cielo y en la tierra. Cules son los dioses de la tierra? Para Marx es claro. Son el mercado, el capital y el Estado. En cuanto se divinizan (Marx posteriormente dir se fetichizan), se oponen a que el ser humano sea el ser supremo para el ser huma- no. Declaran al capital y al Estado el ser supremo de la tierra para el ser humano. Y en cuanto se acompaan por dioses del cielo, crean dioses falsos que tampoco reconocen al ser humano como ser supremo para el ser humano. Se imponen al ser humano y lo someten a sus propias lgicas de sometimiento. El ser humano, al ser el ser supremo para el ser 1 Marx, Karl. Prlogo de su tesis doctoral. Marx Engels Werke. Ergnzungsband, Erster Teil, pg. 262 (marzo 1841). 2 En Marx, Karl y Engels, Friedrich. La ideologa alemana. Montevideo, Pueblos Unidos, 1958, pg. 25, citada por Fromm, Erich (ed). Marx y su concepto del hombre. Mxico D. F., FCE, 1964, pgs. 31s. 3 Marx, Karl. La introduccin a la crtica de la flosofa del derecho de Hegel. Crtica de la religin, en Fromm, Erich (ed), op. cit., pg. 230. El texto es de 1844. PASOS l30 45 MAPZO A8P|L humano, trasciende al propio ser humano como es y se transforma en exigencia. Marx expresa as esta exigencia: echar por tierra todas las relaciones en que el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable. Esto describe al ser humano en su trascendentalidad.: que no sea tratado como ser humillado, sojuzgado, abandonado y des- preciable. Aparece, pues, la exigencia que es proceso de emancipacin: echar por tierra todas las relaciones en que el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable. Se entiende, entonces, que Marx se dedique des- pus a la crtica del capital como el Dios dominante de la tierra que niega que el ser humano es el ser supremo para el ser humano, y frente al cual hay que exigir echar por tierra todas las relaciones en que el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable. Analiza esto como la propia lgica del capital, que l llama fetichismo. No existe un corte entre el joven Marx y el Marx maduro. El Marx que escribe El Capital, se mantiene en el marco del paradigma del joven Marx, tal como lo he presentado hasta ahora. Esto constituye una espiritualidad de lo humano, aun cuando Marx hable de materialismo. Es espiritua- lidad desde lo corporal. Se trata de la crtica de la idolatra, de dioses falsos. Pero el criterio de verdad de esta crtica es secular, es humano, no es religioso. Si el ser humano es el ser supremo para el ser humano, resulta esta crtica de la religin, la cual es a la vez el paradigma de toda crtica a la razn mtica. Que el ser humano sea el ser supremo para el ser humano, es otra manera de decir: Dios se hizo hombre, esto es, ser humano. Se trata de un resultado, muchas veces no-intencional, del propio cristianismo, que entra en conficto con la ortodoxia cristiana. De hecho, se trata del origen del cristianismo del cual se produce este humanismo desde lo corporal: Hazlo como Dios, humanzate. En una de las protestas de los estudiantes en Zrich, stos llevaban una pancarta que justo deca as: Hazlo como Dios, humanzate! Marx saca una conclusin de este anlisis, que ciertamente no es sostenible, aunque en un primer momento sea comprensible. La conclusin es: si Dios se hizo humano y el ser humano es el ser supremo para el ser humano, para qu Dios? Por ende, supone que la religin va a morir como resultado del propio humanismo. Marx nunca pretende la abolicin de la religin y menos el ateismo militante que muchas veces asumi la ortodoxia marxista posterior. Con todo, anuncia la muerte de la religin en general. Segn esto, la espiritualidad de lo humano, desde lo corporal, llevar a la muerte de la religin. El huma- nismo ateo aparece como el nico coherente. Marx cree terminada la crtica de la religin en lo referente a los dioses del cielo. Su problema ahora es la crtica de los dioses de la tierra. De hecho, los dioses en la tierra se siguen acom- paando por dioses en el cielo y por consiguiente persiste la necesidad de la crtica de la religin. Los dioses de Reagan, de Bush, pero tambin el Dios de Hitler y especialmente los dioses del fundamentalismo cristiano de la teologa de la prosperidad, hacen ver que tampoco termin la crtica de los dioses falsos. La propia formulacin del paradigma crtico por parte de Marx, indica la falacia de su conclusin sobre la muerte necesaria de la religin y que tanto dao caus en el desarrollo posterior de los movimientos socialistas. Podemos plantear la pregunta: Qu pasa con los dioses que sostienen que el ser humano es el ser supremo para el ser humano y que por tanto hay que echar por tierra todas las relaciones en que el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable? Marx no hace esta pregunta, pero su propia formulacin del paradigma crtico obliga a hacerla. Al no hacerla, el inicio de una crtica de la razn mtica queda trunco. En este sentido, en Amrica Latina y el Caribe ha aparecido la teologa de la liberacin en el interior del pensamiento crtico. Aparece al descubrir en la propia tradicin en nuestro caso en la tradicin cristiana un Dios que reconoce que el ser humano es el ser supremo para el ser humano, y en cuyo nombre hay que echar por tierra todas las relaciones en las que el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable. Es el Dios en nombre del cual Monseor Romero recuper una frase de Ireneo de Lyon del siglo II, que dice: Gloria Dei vivens homo. Es un Dios connivente y cmplice de la humanizacin y de la emancipacin. Tambin para este Dios el ser humano es el ser supremo para el ser humano. Dios solamente es ser supremo en cuanto hace presente el hecho de que el ser humano es el ser supremo para el ser humano. Que el mismo Dios se haya hecho ser humano, no puede sino signifcar eso. De hecho, resulta que la teologa de la liberacin brota en un lugar insinuado precisamente por la crtica de la religin de Marx. Ahora que, a partir de esta teologa se hace visible el vaco que qued en la crtica de la religin de Marx. Sin embargo, hoy en los movimientos de liberacin acontece que efectiva- mente coexisten el humanismo ateo y el humanismo teolgico. Con todo, ninguna de esas dos posiciones es obligatoria de por s. La fe es la misma: es la fe de que el ser humano es el ser supremo para el ser humano. Esto no tiene que ver con creyentes o no-creyentes. El que asume que el ser humano es el ser supremo para el ser humano, constituye esta fe. Vivir esta fe es independiente o previo a ser creyente o no. Esta fe conforma el pen- samiento crtico, a la vez que confgura la dignidad PASOS l30 46 MAPZO A8P|L humana. Es fe humanista. El telogo de la liberacin Juan Luis Segundo, al hablar de una fe antropolgica constituyente, se acerca ms a esta posicin. Por eso, la teologa de la liberacin no es marxista. No obstante ha llegado a ser parte del gran paradigma crtico descubierto por Marx, que tampoco es de por s marxista, sino humano. Ella nace de sus propias fuentes. Pero a partir de su desarrollo es posible pasar a una crtica de la razn mtica en general y no nica- mente de la religin. Surge con el descubrimiento de que el mito central de la modernidad desde hace 2000 aos es el: Hazlo como Dios, humanzate! Es el tiempo de la gestin de la modernidad y de su aparicin a partir del Renacimiento. Constituye el laberinto de la modernidad y su principio de inteligencia y su hilo de Ariadna, que es en la mitologa griega de color rojo. Para que el ser humano sea asumido como ser supremo para el ser humano, tampoco tiene que ha- cerse marxista, sino humano. Esto vale aun cuando el pensamiento de Marx es fundante para el desarrollo del paradigma del pensamiento crtico. Visiblemente, el pensamiento crtico en este sen- tido no es posible sin vincularse con una crtica de la razn mtica. 2. La justicia de la emancipacin Esta tica no es simplemente tica de la buena vida, es tica de la vida. La tica de la buena vida presupone que la vida est asegurada, aunque sin la tica de la buena vida la vida es una vida banal o insignifcante o miserable. Por s sola, la tica de la buena vida es una decoracin de la vida y, en este sentido, es secundaria. Marx necesita todo su anlisis de El Capital para ubicar su tica como tica necesaria para vivir y no como un simple juicio de valor en el sentido de Max Weber. El resultado, al fnal de su anlisis de la plusvala del primer tomo de El Capital el nico tomo editado por el propio Marx, es el siguiente: Por tanto, la produccin capitalista slo sabe de- sarrollar la tcnica y la combinacin del proceso social de produccin socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el trabajador 4 . Esta cita describe nuestra actual percepcin del mundo y nuestra crtica al capitalismo. Expresa el sentido comn de la mayora de la gente hoy, ms all de la izquierda o la derecha, ms all de las clases sociales. Resume, a la vez, la suma de la crtica del capita- lismo por parte de Marx. Ms all de las fraseologas sobre los valores eternos, derivados de alguna esencia humana nunca encontrada, nos presenta los valores que Marx propicia, sobre todo su concepto de justicia. Creo que hasta hoy, no tenemos un concepto de justicia ms all de ste. En la cita, ciertamente, este concepto de justicia se nos presenta a partir de su concepto de la injusticia. Se puede derivar fcilmente del texto: injusticia es producir la riqueza socavando al mismo tiempo las dos fuentes originales de toda riqueza: la tierra y el trabajador. Trabajador no se refere aqu nicamente a la clase trabajadora, sino al ser humano en cuanto trabajador. No se restringe a la injusticia distributiva, sino al conjunto de la sociedad como parte de la na- turaleza. En otros trminos, podemos decir que esto defne hoy el bien comn, que es un inters de todos y por lo tanto, de cada uno. En efecto, luchar actualmente por la justicia es luchar por este bien comn. Luego, la justicia no se restringe a la tal llamada justicia distributiva, abarca toda vida humana. La tesis es: la sociedad capitalista produce la riqueza socavando las fuentes de la produccin de tal riqueza. No hay que tomar esto en trminos de- masiado estrechos. En buena parte, las sociedades del socialismo histrico han tenido un efecto anlogo. Tomndolo en cuenta, sin duda, hoy de nuevo vivimos la sociedad capitalista como el centro de este tipo de destruccin. La tesis no es economicista. Parte de las condi- ciones de posibilidad de la vida humana. Son estas condiciones las que determinan lo que es la justicia y el bien comn. Ahora bien, estas condiciones son corporales. La tesis se refere a la sociedad en todas sus dimensiones, pero la caracteriza en funcin de las condiciones de posibilidad de la vida humana. Aparece un criterio de discernimiento que se refere a la sociedad entera. Es un criterio que rige tambin sobre la economa, si se la entiende como es usual- mente asumida en la actualidad, esto es, el mbito de la alocacin de los recursos. Estas condiciones de posibilidad de la vida huma- na constituyen todo un circuito: el circuito natural de la vida humana. No hay vida posible que no est incluida en este circuito natural. Ser separado de la integracin en este circuito signifca la muerte. El socavamiento de las fuentes originales de toda produccin posible es la otra cara del socavamiento de este circuito natural de la vida humana. Y esto es la justicia. Ella no puede ser asegurada sin al mismo tiempo afrmar la tica de la emancipacin tal como es formulada en el imperativo categrico de Marx. No hay sobrevivencia de la humanidad sin asegurar esta justicia enraizada en este imperativo 4 Marx, El Capital. Mxico D. F., FCE, I, pgs. 423s. He corregido la traduccin segn el texto original. PASOS l30 47 MAPZO A8P|L categrico. La tica de la emancipacin (y de la hu- manizacin) resulta ser tica necesaria. El juicio de hecho, segn el cual el capitalismo desnudo desemboca en un sistema autodestructivo, y el juicio tico de la emancipacin humana se unen en un nico juicio: la sobrevivencia de la humanidad no se reduce a un problema tcnico, est intrnsicamente vinculada con la vigencia de una tica de la emancipacin, la cual incluye la emancipacin de la naturaleza. En el lenguaje de la teologa de la liberacin se trata de la tica resultante de la opcin por los pobres. 3. El sujeto y el bien comn Esta tica de la justicia expresa un bien comn. El bien comn no es el inters general del cual habla la tradicin del liberalismo econmico. Es una ideologa del poder. En trminos literales la propia Modernidad se construye sobre la afrmacin del ser humano como el ser supremo para el ser humano. Lo hace desde los tiempos del Renacimiento. El liberalis- mo econmico igualmente lo hace, sin embargo no saca la conclusin del paradigma del pensamiento crtico: echar por tierra todas las relaciones en que el ser hu- mano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y despreciable. Saca la conclusin contraria, resultado de una mala dialctica: para que el ser humano sea el ser supremo para el ser humano, tiene que someterse incondicionalmente a los dictados del mercado. se es el signifcado de la construccin de la mano invisible desde Adam Smith y del tal llamado automatismo del mercado con su tendencia al equilibrio. Esta tendencia, si existe, es nada ms en determinados mercados parciales, no en el conjunto de los merca- dos. Su absolutizacin como una mano invisible es la ideologizacin y a la vez la divinizacin del mercado y del capital. El liberalismo econmico sostiene sus tesis en nombre del inters general. Esto es ideologa del poder absoluto del mercado y del capital, el cual se hace pasar como servidor del ser humano y con la capacidad mgica de garantizar que el sometimiento a un poder externo al ser humano sea la afrmacin del ste como ser supremo para el ser humano. Por medio de este tipo de mala dialctica se cons- tituyen en la Modernidad todas las autoridades y los poderes que se absolutizan y divinizan. Es el tipo de argumentacin que encontramos en la reciente notifcacin de condena del Vaticano al telogo de la liberacin Jon Sobrino, y cuyo resultado es una idntica absolutizacin del poder eclesistico en la Iglesia Catlica. Muchas teoras de la democracia adolecen del mismo tipo de absolutizacin del po- der establecido, aun cuando sea democrticamente elegido. Igual argumentacin se presenta tambin en todas las tendencias al totalitarismo moderno, inclu- sive en el socialismo histrico. En este ltimo caso se las realiza a travs de ciertas teoras de la vanguardia del proletariado. El resultado es siempre el mismo: a todos les ir mejor si se someten incondicionalmente al poder respectivo para que el ser humano sea el ser supremo para el ser humano. El bien comn en el que desemboca el pensamiento crtico, es lo contrario de este inters general impuesto. Es un bien de todos en el sentido de vida humana concreta, que presupone necesariamente una relati- vizacin de los mercados mediante una intervencin sistemtica en pos de la vida humana. Rechazar esta intervencin de los mercados transforma al mercado (y el capital) en ser supremo frente al ser humano y, por consiguiente, en un fetiche (un Dios falso). Se trata del bien comn desde la perspectiva del sujeto No se deduce de una naturaleza humana previa- mente conocida, como el aristotlico-tomista. Se lo descubre en la vida, siempre que el el ser humano sea un ser humillado, sojuzgado, abandonado y des- preciable. Su criterio es que el ser humano es el ser supremo para el ser humano (gloria Dei, vivens homo. El ser humano como ser supremo no solamente para el ser humano, sino tambin para Dios). Como es un bien de todos, a partir de la emanci- pacin de los discriminados todos se emancipan, no nicamente los discriminados. Las emancipaciones desembocan pues en la emancipacin de todos: yo soy si t eres. Asesinato es suicidio. Si hay emancipacin efectiva de la mujer, el hombre tiene que cambiar. Y cambiando, vive mejor, aunque en trminos de un clculo de poder, pierda. Cuando el esclavo se emancipa, el amo tiene que cambiar, pero vive mejor, aunque pierda poder. Cuando el obrero se emancipa, de igual modo el ms rico llega a vivir mejor, aunque tenga menos en trminos cuantitativos calculables. Y as con todas las emancipaciones. Esto demuestra que entre el vivir mejor y el tener ms existe un conficto tanto en la sociedad como en el interior de cada persona. Ahora bien, a pesar de que todos estos confictos estn atravesados por la lucha de clase, no se reducen a ella. La emancipacin no defende slo intereses de grupos, defende un bien de todos, que es el bien comn. Por eso no se puede renunciar al concepto del bien comn en el sentido indicado. El bien co- mn es un inters de grupo que es al mismo tiempo el inters comn, es decir, el inters de cada uno de los seres humanos si se defende en el marco de este inters de todos y no ms all de este lmite. Por eso es emancipacin. El grupo que se restringe a su inters de grupo para maximizarlo, anda mal adems en cuanto a su inters de grupo, visto desde la perspectiva del bien comn. Su tica es la de una banda de ladrones. PASOS l30 48 MAPZO A8P|L Destruye el bien comn para producir un mal comn, que igualmente es un mal para todos y cada uno. Se trata de un conficto entre ventajas y poder calculados y una vida mejor de todos. Es autntica- mente un conficto tico en lo social y lo poltico. Este conficto es el lugar donde el ser humano se hace sujeto y se trasciende como individuo. Es un conficto entre dos utilidades: la utilidad del clculo de la utilidad y la utilidad del bien comn, la cual no es calculable en trminos cuantitativos, por ms que tambin use clculos. Pero estos clculos son medios y no determinan los fnes. El clculo de la utilidad de las metas es precisamente la razn del colapso que nos amenaza. Seguir este bien comn es realismo poltico. NUEVA LIBRERA VIRTUAL DEI www.dei-cr.org Con la nueva Librera Virtual es ms fcil, cmodo y seguro comprar nuestros libros y revistas. Simplemente ingrese a nuestra pgina web: www.dei-cr.org y haga click en la imagen de la Librera Virtual que aparece en la parte superior de la pgina o en el enlace Librera Virtual del men que aparece en la parte izquierda de la pgina. En nuestra Librera Virtual usted podr comprar todos nuestros libros y revistas, adems de conocer las novedades y promo- ciones de nuestro Fondo Editorial. Usted podr realizar compras desde cual- quier lugar del mundo y efectuar el pago de forma segura con cualquier tipo de tarjeta de crdito. Visite nuestra Librera Virtual y adquiera estas y otras novedades de nuestro Fondo Editorial. REVISTA PASOS Departamento Ecumnico de Investigaciones San Jos, Costa Rica SUSCRIPCIN 6 NMEROS AL AO CON CORREO INCLUIDO AMRICA LATINA: $ 18 OTROS PASES: $ 24 COSTA RICA: 5.000 NMEROS ATRASADOS: AMRICA LATINA: $ 3 cada uno OTROS PASES: $ 4 cada uno COSTA RICA: 1.1000 cada uno Favor enviar cheque en US$ a nombre de: Asoc. Departamento Ecumnico de Investigaciones Apartado Postal 390-2070 Sabanilla San Jos, Costa Rica Telfonos 253-0229 253-9124 Fax (506) 280-7561 Direccin electrnica: asodei@racsa.co.cr http://www.dei-cr.org PASOS l30 49 MAPZO A8P|L RIBLA N 14: Vida cotidiana: resistencia y esperanza RIBLA N 15: Por manos de mujer RIBLA N 16: Urge la solidaridad RIBLA N 17: La tradicin del discpulo amado: cuarto evangelio y cartas de Juan RIBLA N 18: Goel: solidaridad y redencin RIBLA N 19: Mundo negro y lectura bblica RIBLA N 20: Pablo de Tarso, militante de la fe RIBLA N 21: Toda la creacin gime... RIBLA N 22: Cristianismos originarios (30-70 d. C.) RIBLA N 23: Pentateuco RIBLA N 24: Por una tierra sin lgrimas. Redimensionando nuestra utopa RIBLA N 25: Pero nosotras decimos! RIBLA N 26: La palabra se hizo india RIBLA N 27: El Evangelio de Mateo RIBLA N 28: Hermenutica y exgesis a propsito de la carta a Filemn RIBLA N 29: Cristianismos originarios extrapalestinos (35-138 d. C.) RIBLA N 30: Economa y vida plena RIBLA N 31: La carta de Santiago RIBLA N 32: Ciudadanos del Reino RIBLA N 33: Jubileo RIBLA N 34: Apocalipsis de Juan y la mstica del milenio RIBLA N 35/36: Los libros profticos RIBLA N 37: El gnero en lo cotidiano RIBLA N 38: Religin y erotismo. Cuando la palabra se hace carne RIBLA N 39: Sembrando esperanzas RIBLA N 40: Lectura juda y relectura cristiana de la Biblia RIBLA N 41: Las mujeres y la violencia sexista RIBLA N 42-43: La canonizacin de los escritos apostlicos RIBLA N 44: Evangelio de Lucas RIBLA N 45: Los salmos RIBLA N 46: Mara RIBLA N 47: Jess histrico RIBLA N 48: Los pueblos confrontan el imperio RIBLA N 49: Es tiempo de sanacin RIBLA N 50: Lecturas bblicas latinoamericanas y caribeas RIBLA N 51: Economa: solidaridad y cuidado RIBLA N 52: Escritos: Salmos, Job y Proverbios RIBLA N 53: Interpretacin bblica en busca de sentido y compromiso RIBLA N 54: Races afro-asiticas en la Biblia RIBLA N 55: Duteropaulinas: un cuerpo extrao en el cuerpo paulino? RIBLA N 56: Re-imaginando las masculinidades RIBLA COSTO DE LA SUSCRIPCIN (tres nmeros al ao, correo areo incluido) AMRICA LATINA: US$ 24 OTROS PASES: US$ 36 COSTA RICA: 9.000 Pedidos a: Asociacin Departamento Ecumnico de Investigaciones Apartado Postal 390-2070 Sabanilla San Jos, Costa Rica Telfonos 253-0229 253-9124 Fax (506) 280-7561 Direccin electrnica: asodei@racsa.co.cr http://www.dei-cr.org