León Florido

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Francisco Len Florido

Las filosofas en la Edad Media: Una historia conflictiva

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za a producirse la gran crisis que ocasionar un cambio sustancial en el pejisjniiejitxLeic^lstjc^que seclebTa los telogos y, sobre todo al Ffnciscano Duns Escoto. E l moderno espritu escptico y crtico tiene motivaciones muy diversas, pero no parece que hubiera sido posible sin la distincin a parte rei escotista entre el pensamiento y la realidad o sin la posibilidad de que Dios sustituya la verdad entendida como adecuacin con la realidad por cualquier idea arbitrariamente impuesta a la mente humana por su poten tia absoluta . As pues, hay que reconocer el valor de una lnea de investigacin reciente que ha conseguido en no poca medida recuperar el inters por el pensamiento medieval al abrir campos de estudio hasta el momento poco tratados, que han acabado por presentar la imagen de este perodo de la historia de la cultura europea como una poca abierta al debate de las ideas, al conflicto y la polmica, muy lejana de la tradicional visin esttica y dogmtica. Hemos subrayado cmo estos buenos propsitos no pueden ocultar una notable incongruencia, pues, como lo muestra muy singularmente el anlisis de los acontecimientos de la censura parisina, hay que concluir que la pretendida actualidad del pensamiento escolstico se debera a ciertos raros_jestellos luminosos como loTqnencara los magistriartium, y, especialmem^Sigfx^^oecipT~~iin yaltomiriF^^ ele los telogos, puestos al servicio de la jerarqua eclesistica. Aunque la diferencia de tooentre los investigadores es muy amplia, esta manera de presentar los hechos no puede por menos que recordar la tradicional imagen del medievo como un largo tiempo de transicin cargado de supersticin y tinieblas a la espera del resurgir renacentista de la cultura. En cierto sentido la interpretacin de las circunstancias de las condenas bajo el prisma metodolgico del conflicto de las facultades no hace sino recuperar el antiguo prejuicio de la irracionalidad de un pensamiento medieval esencialmente religioso. Ciertamente, Alain de Libera, uno de los abanderados de esta nueva corriente de interpretacin, ha subrayado el carcter desorientador de esa rgida separacin entre la dos disciplinas, concluyendo que se dedique a lafilosofa o a la teologa, la universidad medieval es el lugar de la Razn . Sl^emBargTcle hecho, l mismcTcTha podido sustraerse, si no Ta condena, s al menos a la minusvaloracin de la teologa escolstica, al concluir que el enlace de la cultura intelectual y filosfica del medievo con la modernidad se producir al margen de la universidad escolstica, y, sobre todo, en los movimientos msticos y en ciertas formas de religiosidad popular como las comunidades que
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practicaban la devocin en los beguinarios centroeuropeos . Parece que una interpretacin no ideologizada y, por tanto, no simplificadora, del desarrollo del pensamiento medieval en general y del syllabus parisino en particular, debera partir del reconocimiento del carcter complejo de un objeto de estudio en que fe y razn, filosofa y teologa, maestros en artes y telogos, autoridades eclesisticas, universitarias y cvicas, laicos y religiosos, o condenadores y condenados, establecan complicadas y a menudo oscuras relaciones, en las que, no raramente, llegaban a intercambiar sus papeles respectivos.

Cfr., F. Len Florido, Una estructura filosfica en Historia de la Filosofa, Anales de Seminario de Historia de la Filosofa (2000), nm. 17, Madrid, Servicio de publicaciones de la Universidad Complutense, pgs. 195-216. Una imagen que, al menos hasta hace relativamente poco, no se poda considerar abandonada completamente. Cfr., B. E . Bykhovskii, Siger of Braban A Beam of Light in the Darkness of Scholasticism, Soviet Studies in Philosopby, 17 (1978), pgs. 80-98. Cit. en Insolente libert, pg. 45. A . de Libera (2000), pgs. 87-88.
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Ibd., pgs. 237-252.

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Francisco Len Florido

El neoplatonismo, sistema de la concordia filosfica

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sica del uno, que determina la subsuncin de todas las formas de la verdad a la unidad del conocimiento, o incluso de toda realidad a la nica realidad por s del Uno, y que establece una separacin radical de pares de elementos conceptuales entre los que la superacin dialctica es imposible: ser/no-ser, algo/nada, verdad/falsedad, bien/mal, uno/mltiple. En cambio, la estructura metafsica aristotlica se presenta como una metafsica del ser, en que la unidad se instituye a partir del orden en una jerarqua que adopta la forma conceptual de uno, sustancia y acto, donde se sitan en un mismo plano la investigacin ontolgica sobre el principio primero y ltimo, de manera que tienden a borrarse las oposiciones contradictorias, ya que fuera del ser no hay otra realidad opuesta, de modo que el no-ser no es, o por mejor decir, el no-ser es no-ser. Sin embargo, pese a esta oposicin terica, en la realidad histrica, la oposicin entre platonismo y aristotelismo en la Edad Media puede considerarse un resultado artificial, pues la tendencia a la concordia caracterstica de los comentaristas se mantuvo constante . As se ve cmo la complementariedad entre los dos filsofos griegos tuvo una notable aplicacin en las polmicas teolgicas en torno al dogma que llenan el perodo medieval en el oriente cristiano, donde las tendencias herticas platonizantes a acentuar la unidad divina y a negar el carcter humano de Cristo fueron corregidas por la ortodoxia apelando al hilemorfismo aristotlico. Mientras que, por el contrario, en el occidente latino, fue la excesiva humanizacin de las manifestaciones religiosas lo que requiri, a menudo, la intervencin de los partidarios del esplritualismo mstico de tendencia platnica. El neoplatonismo tendi a ser visto en la Edad Media como la sabidura comn humana, que poda considerarse como explicacin racional de las sabiduras del Libro. El modo de resolver el conflicto entre las dos estructuras es paradigmtico en un Toms de Aquino influido tanto por el neoplatonismo dionisiano, en la denominada por Gilson metafsica tomista del xodo, como por su fe aristotlica. Toms se encuentra entre la propuesta aristotlica de los trascendentales (trascendentia) como nociones comunes que aseguran la unidad del ser en cuanto ser y de los seres particulares, y el neoplatonismo platonizante en que se subraya la separacin real del ser como principio respecto de los seres mltiples (universlitas theologica sive separationis). Toms se opone a la separacin trascendente de los principios del ser del platonismo , defendiendo el carcter comn de los trascendentales , y parece percibir lo que distingue a las dos estructuras filosficas: la universalidad aristotlica es predicativa, men16 17 18

tras que la platnica es una universalidad real causal teolgica , lo que no le impide, haciendo uso de un mtodo aristotlico, realizar la sntesis de los dos sentidos de la universalidad: los universalia per praedicationem son primero quoad nos, los universalia in causando son primeros secundum naturatn que supone la conciliacin entre dos posiciones doctrinales que l ya considera distintas, pero que pueden concertarse en funcin de la ciencia superior teolgica. Con Toms, el intento neoplatnico de sintetizar a Platn con Aristteles alcanza, pues, su pice, aunque, eso s, desde principios ntidamente aristotlicos, lo que provocar, como veremos, una aguda crisis, de la que habra de surgir una nueva concepcin de la filosofa. 4. L A FUSIN DEL CRISTIANISMO C O N E L COMENTARISMO CLSICO

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Esta conviccin perdur durante casi todo el perodo medieval, como es patente si obser vamos que, por ejemplo, Alberto Magno an pensaba que el neoplatnico Lber de causis no era otra cosa que la coronacin de la Metafsica aristotlica, de modo que slo en el siglo xiv ct> mien/a a considerarse que Platn y Aristteles podan haber sido los fundadores de dos filosofas contrarias (A. De Libera, Albert le Grand et Thoms d'Aquin interpretes du "Liber de <:u sis", en Rm/t* des sciencesphilosophiques et thcologiques, 14 [1990], pgs. 347-378). Devenate, q. 1, a. 1. Segn Aristteles, los trascendentales son idnticos realmente v distintos coiuvprualnxnv ( < (distincin tic razn): Metafsica, l(K)3b 22-25.
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Los cristianos comienzan a interesarse por la filosofa hacia el siglo segundo despus de Cristo. En ese momento se contaba ya con el precedente de algunos sabios judos como Filn de Alejandra, que haba vivido en el cambio de era en la metrpoli de Alejandra, que era el centro espiritual de la antigedad tarda. Tiln el Judo haba tenido un destacado papel en el encuentro entre la tradicin del monotesmo judo y la filosofa griega. En sus obras, las ms importunes de las cuales son su comentario alegrico al Gnesis y la Apologa pro mdaeis, se propuso demostrar que el Pentateuco es compatible con la filoso pagana, y as cre las condiciones para un acercamiento entre la religin revelai l.i cristiana y el pensamiento racional a travs de la reflexin sobre el logos. Al poco de su fundacin, el cristianismo comenz a desarrollarse como una religin erudita, pues a partir de las cartas de Pablo de Tarso se fue genei indo un corpus doctrinal que concluir en la literatura dogmtica de los concilios ecumnicos. E l testimonio textual ms antiguo del modo en que tuvo Itif'ai- la conexin entre la filosofa y el cristianismo es el Dilogo con Trifn de Justino (100-165), un filsofo converso que sufri el martirio, cuyo recorrido intelectual sigui la senda de las escuelas filosficas tradicionales: estoicos, agricos, peripatticos y platnicos. Justino resalta el fracaso de estas escuet . para elfinltimo que se propone la sabidura, que es el conocimiento de 1 |ps, aunque no su inutilidad sino ms bien su insuficiencia, que slo puede mi ei >lmada por la verdad revelada. De este modo, el cristianismo puede asum i la tradicin filosfica en lo que tiene de verdadero, como un esbozo, un jn sentimiento de la autntica sabidura cristiana. Ciertamente, en el Nuevo lea .miento, el trmino filosofa aparece raramente y siempre en trminos n . M i i v o s , como en el propio Pablo, quien habla de la filosofa y vana
' In III Metaphvsica, leer. 12, 501. " fln.l.,lcer.2,4. Sobre esta cuestin: 1 1 1 Marrn. / \tt(wk./.
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