Políticas de Comunicación en América Latina
Políticas de Comunicación en América Latina
Políticas de Comunicación en América Latina
Por lo tanto, no es de extrañarse que en varios países de América Latina -como Bolivia
y Ecuador, especialmente- se esté transformando, de forma estrictamente participativa e
incluyente, la estructura misma del Estado desde una profunda revisión que fija los
límites y define las relaciones entre los poderes del Estado y la ciudadanía, y le
garantiza derechos y libertades que durante años les fueron negados, usurpados.
Las utopías –aquéllas que durante años nos ayudaron a caminar a muchas generaciones
de cientistas sociales, comunicadores, periodistas y trabajadores de los medios- con la
bandera de Luis Ramiro Beltrán y otros comunicólogos latinoamericanos, tienen hoy
las condiciones históricas más apropiadas para plasmarse en acción.
Actores y circunstancias
Uno de los ámbitos temáticos más importantes sobre el que se estructura uno de los
principales planteamientos de la Escuela Latinoamericana de la Comunicación, es
precisamente el de las Políticas Nacionales de Comunicación (Pnc), en el contexto de la
búsqueda de condiciones favorables para la democratización de la comunicación y por
esta vía coadyuvar en la democratización de la sociedad.
Uno de los hitos históricos en cuanto al reconocimiento de las Pnc fue precisamente el
Informe MacBride –también conocido como “Un solo mundo, voces múltiples”-, donde
la Unesco propuso a través de una Comisión Internacional de trabajo, en 1980, los
principios, acciones y puntos en los que debería basarse un Nuevo Orden Mundial de la
Información y Comunicación (Nomic). Una de las cinco líneas de actuación del Informe
en referencia a la creación del Nomic fue precisamente el planteamiento de Pnc en cada
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uno de los Estados, consideradas éstas como el enlace de la comunicación con las metas
globales del desarrollo.
Así, el enfoque teórico y el tratamiento de las Pnc, que tuvieron un gran impulso desde
este organismo internacional, fueron prácticamente sepultados en las bibliotecas de los
centros académicos y en los sueños de miles de comunicadoras y comunicadores que
veíamos en éstas los mecanismos políticos y legales que podían favorecer o aportar a la
democratización de la comunicación.
La década de los ’70 fue, sin lugar a dudas, la de mayor producción intelectual pero la
de menor resultados prácticos en cuanto a la formulación e implementación de Pnc, a lo
que debe sumarse que éstas tuvieron una presión contraria desde diversos frentes, tales
como la Sociedad Interamericana de Prensa (Sip) y la Asociación Interamericana de
Radiodifusión (Air), que vieron en la consolidación de esta propuesta una amenaza
potencial a sus intereses económicos y políticas privatizadoras (del capital, de la
palabra).
De acuerdo con Alejandro Alfonso (1998: 23), Beltrán ya mostró interés por los temas
sobre el planeamiento y elaboración de las Pnc como instrumento para el desarrollo
desde 1955, cuando fue contratado por el Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas
(Iica) y, posteriormente, en sus estudios de maestría y doctorado bajo la inspiración de
teóricos de la comunicación para el desarrollo (Schramm, Berlo, Lerner, Pye y otros).
A inicios de los años setenta, Beltrán formó parte del Programa Internacional de
Investigaciones sobre Comunicación (1971), de la Unesco, donde incluyó en la agenda
el tema de las Pnc, a las que definió inicialmente como “serie de normas establecidas
para orientar la acción de los órganos de comunicación”.
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Además del aporte a la reflexión teórica sobre la planificación de la comunicación para
el desarrollo -que se sustenta, según Beltrán, en tres instrumentos primordiales: política,
estrategia y plan, los mismos que determinan las operaciones a ejecutarse por programas
y proyectos, conducentes a trazar comportamientos para el logro de determinados
propósitos- vinculada al desarrollo humano y a la democracia, Beltrán participó en el
diseño de políticas de comunicación, tanto globales como sectoriales, en diferentes
países de América Latina, tales como Venezuela (1975), Bolivia (1977) y otros.
En la esencia que da sentido al planteamiento, la utopía que sirve para trazar sendas
nuevas: la comunicación bajo el enfoque de derechos, necesidades y recursos, a través
de la formulación de la comunicación horizontal (Beltrán, 1979), considerada como “el
proceso de interacción social democrática que se basa sobre el intercambio de símbolos
por los cuales los seres humanos comparten voluntariamente sus experiencias bajo
condiciones de acceso libre e igualitario, diálogo y participación.”
En esta línea, destaca el aporte de José Luis Exeni (1998: 98-99) que, sobre la base del
aporte teórico de Beltrán, planteó la noción de Políticas Públicas para la Comunicación
Pública como:
Éste, al igual que muchos otros planteamientos innovadores, puede ayudar a reubicar y
replantear la necesidad y viabilidad de las Pnc –o el nombre más apropiado con el que
se quiera nombrarlas- en la coyuntura que vivimos en Latinoamérica, en función de
seguir caminando -de la mano de las utopías- hacia la democratización de la
comunicación. Ya se registran significativos avances en los principios legales
fundamentales sobre los que descansa la organización de algunos Estados. Veamos a
continuación.
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Políticas de comunicación: Bolivia y Ecuador
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Participación para promover la formación ciudadana e impulsar procesos de
comunicación.
Incentivos y estímulos para que los medios de comunicación promuevan,
apoyen, desarrollen y financien actividades culturales.
Respeto a los derechos de imagen e integridad de niños, niñas y adolescentes.
Inviolabilidad y secreto de la correspondencia física y virtual.
Los medios de comunicación social deberán contribuir a la promoción de los
valores éticos, morales y cívicos de las diferentes culturas del país.
La información y las opiniones emitidas a través de los medios de comunicación
social deben respetar los principios de veracidad y responsabilidad. Estos
principios se ejercerán mediante las normas de ética y de autorregulación de las
organizaciones de periodistas y medios de comunicación y su ley.
Los medios de comunicación social no podrán conformar, de manera directa o
indirecta, monopolios u oligopolios.
El funcionario público debe guardar secreto respecto a las informaciones
reservadas, que no podrán ser comunicadas incluso después de haber cesado en
las funciones.
La participación y el control social implica la generación de un manejo
transparente de la información y del uso de los recursos en todos los espacios de
la gestión pública. La información solicitada por el control social no podrá
denegarse, y será entregada de manera completa, veraz, adecuada y oportuna.
Epílogo: Luis Ramiro, la utopía que encarnaste no sólo nos ayuda a caminar, es ahora
razón de lucha, sentido de vida, práctica cotidiana.
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Referencias
Exeni, José Luis. “Repensar las políticas de Comunicación: bases para la planificación
de la comunicación en la década del noventa en el horizonte de la influencia del
pensamiento de Luis Ramiro Beltrán”, en A trajetória comunicacional de Luiz Ramiro
Beltrán. Sao Paulo, Unesco-Umesp, 1998, pp. 41-51.