Alquimia
Alquimia
Alquimia
ABSTRACT On the occasion of the presentation of the novel Azogue, the text says, first, the participation of women as an alchemist throughout history, and secondly a review of the historical argument of alchemical science, by allowing to its various practical applications and taking as example the world of pharmacopoeia and ceramics. Key words: Alchemy, alchemist, ceramics, chemistry, science, occultism.
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RESUMEN Con motivo de la presentacin de la novela Azogue, el texto comenta, por un lado, la participacin de la mujer como alquimista a lo largo de la historia, y por otro una revisin de la argumentacin histrica de la ciencia alqumica, dando cabida a sus diferentes aplicaciones prcticas y tomando como ejemplos el mundo de la farmacopea y la cermica. Palabras clave: Alquimia, alquimista, cermica, qumica, ciencia, ocultismo.
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La alquimia ha sido considerada una ciencia ms durante muchos aos, aunque en la actualidad no sea fcil entenderla como tal. Eso s, son muchos los escritos de todas las pocas que versan sobre alquimia para que se obvie la influencia de su conocimiento en el devenir de la historia (Feliu, 2000: 749-769). La alquimia en Espaa se remonta al menos a los rabes, en el siglo XII, aunque algunos investigadores lo datan en el siglo IX, un tal monje Thefilo escribi Schedula diversarum artium, libro para la fabricacin de objetos sagrados de metal. Unos aos antes un judo converso llamado Paulus fabricaba oro a partir de cobre en la corte del archiduque Adalberto de Brme (fallecido en 1076), y un siglo despus se escriba el gran tratado de alquimia espaola: Tratado de los alumbres y las sales, mientras en Toledo Gerardo de Cremona (1114-1187) traduca la Meteorologa de Aristteles, base de todos los alquimistas (Luanco, 1998; Garca Font, 1995; Ruska, 1933: 337-340; Ruska, 1935; Eslava Galn, 1987; Aromtico, 1997; Burckhardt, 1994, Marteles, 1992; Saint Germain, 1991; Von Ganzenmller, 1938; Berthelot, 1893). La escuela de Toledo fue un gran centro de traduccin de estudios utilizados luego por los alquimistas. El ingls Robert de Chester (1150) tradujo la Historia del eremita Morienus, y Daniel de Morley, a finales del siglo XII, el Tratado de las ciencias de la naturaleza (Canseliet, 1981). Cientficos como Michel Scotus Castronomo en la corte de Federico II Stanfen, Bartholomeus Anglicus, Thomas de Chantimpr, Vincent de Beauvais, o Jean Clopinel de Meng, se acercaron a la alquimia como una de las bases de sus estudios, a lo largo del siglo XIII. Todos conocieron uno de los ensayos alqumicos ms importantes de la historia, la Summa Perfectionis Magisterii, escrito a mediados del siglo VIII por Djabir.Ibn-Hajjan le Geber, autor tambin del Libro de los Septantes, que recoga las enseanzas del imn Djafar; as como estudios como El secreto de los secretos del mdico alquimista Al Razi (circa 950)1. En estos aos aparecieron numerosas publicaciones firmadas por Hermes, entre ellas el Tabula Smardigna, o el Tabula Chemica. En el siglo XIV las publicaciones aumentaron. Arnald de Vilanova, a cargo de Jaime II y del papa Bonifacio VIII, del que fue mdico al menos en 1301, fue el autor de Tesoros, Rosal de filsofos, El camino derecho y Perfectum magisterium (Diepgen, 1910: 369). De esta poca datan al menos media docena de pequeos rosales, destacando uno muy pretencioso de un filsofo de Toledo que bien podra ser el ingls John Dastin; as como De Alchimia, atribuida a Alberto Magno (circa 1350); o las numerosas obras atribuidas a Ramn Llull, y que con toda probabilidad no escribi (ni tan slo es creble su iniciacin en la alquimia por
1. Vincent de Beauvais atribuye errneamente en Speculum naturae y en Speculum doctrinae a Al Razi la obra espaola Tratado de los alumbres y las sales.
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parte de Vilanova), como Ars magna, El testamento o El lapidario (Finken, 1902). Del siglo XV, aunque slo se conoce la impresin de 1602, es la obra del monje benedictino de Erfurt, Basile Valentn, Le triunfe de lantimonine. Esta obra se consider durante mucho tiempo la fuente de inspiracin de Paracelso, aunque esta afirmacin carece de pruebas. Tambin son importantes las publicaciones de los ingleses: Ripley (fallecido en 1490), Libro de las doce puertas, y Thomas Norton, Ordinal (1477). Si han llegado hasta esta lnea tras esta tediosa introduccin habrn comprobado que no aparecen mujeres. En la mayora de los casos la relacin mujer-alquimia est en una visin iconogrfica de la Virgen o la doncella celeste como smbolo de la matriz, que de la pura realidad operativa2. Tambin aparece como Sorror Mstica, como Lorenzana Feliciani compaera del Conde Cagliostro, que acta como inspiradora y apoyo espiritual del hombre alquimista. Un carcter de musa que slo es acertado en casos muy concretos3. El paradigma de la Sorror Mstica es Perenelle, mujer de Nicols Flamel, la compaera espiritual. Y sin embargo, nada ms lejos de la realidad. Hoy sabemos que la boda del clebre escribano de Pars fue de conveniencia. Conveniencia para Flamel, que luch hasta el final por el testamento de su mujer (ella vena de dos matrimonios anteriores que la haban colocado en una situacin acomodada). Ya en el lecho de muerte y apenas cuatro das antes de morir redact, debido en gran parte a la influencia de su confesor particular, el testamento final en beneficio nico de su marido. Porque esta compaera espiritual, le deshered durante largo tiempo en beneficio de sus familiares ms prximos, una hermana y varios sobrinos. Desde luego la relacin entre ambos no tiene nada que ver con el himeneo idlico que sostiene la Tradicin Hermtica. As pues, no solo no hay mujeres, sino que las que hay se ven con una mirada interesada. El concepto Sorror Mstica surge en una ciencia que es indudablemente de hombres, pero tambin es evidente que es el papel pasivo al que han sido relegadas las mujeres dentro del desarrollo cientfico europeo hasta bien entrado el siglo XX. Los detalles que tenemos a cerca de damas diestras en el laboratorio son absolutamente extraordinarios y se refieren a ancdotas graciosas o a pequeas reseas histricas sin ms validez que la meramente documental. He aqu algunas muestras: Anne Marie Zieglerin, miembro del llamado Grupo de Smering que estaf una fuerte suma de dinero al duque alemn Julius Von Braunshweig. Al parecer fue quemada viva en una silla de hierro all por 1574.
2. Para conocer ms sobre este tema no tengo ms remedio, pecando de acientfico, de referenciar mi novela Azogue (Bohodn ediciones, Madrid, 2010) a la que haca referencia anteriormente. En los ensayos ya citados slo aparece de forma tangencial. 3. Recomiendo sigan, como yo, el texto publicado por Susan Ross en http://www.levity.com/alchemy/ miriam.html. Dossiers Feministes, 14, 2010, 55-68.
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Eva Kaufman, sopladora alemana del siglo XVIII que, con su diestra operativa y su gran belleza utiliz la alquimia como estratagema para estafar a numerosos aristcratas de la poca. Tampoco acab muy bien sus das. Madame de Pfuel, puede que sea una de las alquimistas reales, o al menos saba destilar perfumes. Sabemos que se instal en Postdam en 1751 bajo la proteccin de Federico II el Grande para el que trabaj con la nica ayuda de sus dos hijas. Martine Berteream, esposa del tambin alquimista Jean du Chaterlot. Fue condenada a cadena perpetua por el caracter hertico y pecaminoso de sus sencillos tratados sobre el origen de las minas y la formacin de los minerales. Muri en la prisin de Vincennes (Francia) en 1645. Irene Hiller-Erlanger, poetisa francesa autora del Voyage en Kalidoskope editado por George Crs en 1919, un libro muy alabado por alquimistas posteriores tan reputados como Fulcanelli. Y las ms conocidas: Cristina de Suecia y Mara la juda. Una de las reinas ms controvertidas de la historia es la sueca Cristina, cuyo intelecto dejaba boquiabierto a Renato Descartes, dicen que no as su aspecto, el cual era lamentable porque ni se peinaba ni se baaba ni nada por el estilo. Cristina desde nia dio muestras de ser algo poco comn. No temblaba ante el rugir de caones, y senta pasin desmedida por los libros. Aprendi italiano, francs, latn, hebreo, espaol y alemn, se sumerga en tratados cientficos y era adicta a las novelas y poesa. Muchos creen que Cristina vivi enamorada de Ebba Sparre, una belleza deslumbrante de la nobleza menor, pero el idilio acab cuando Ebba fue casada contra su voluntad. Cristina hizo llegar hasta Estocolmo a los ms grandes cerebros de la poca. El propio Renato Descartes pesc all un fabuloso resfriado que le llev a la tumba. El 24 de diciembre de 1654 en Bruselas Cristina abjura de su fe luterana y se hace catlica, y sale rumbo a Roma. Su cortejo aumenta al acercarse a la Ciudad Eterna, y entre los nuevos allegados estn el marqus Monaldeschi y el Conde Santinelli. En Roma es recibida con boato y se aloja en el Vaticano unos das para luego pasar al Palacio Farnesio. Tras un tiempo, comienza a experimentar aprietos monetarios. Su sucesor le haba prometido doscientos mil escudos anuales de renta al abdicar, pero Cristina solo haba recibido neventa y cuatro mil. Ante su situacin (parece que Santinelli le robaba descaradamente) el papa le asigna al cardenal Decio Azzolino para que le ayude. Azzolino ser la pasin mayor de Cristina, de hecho, las lenguas de la poca se soltaron afirmando que el cardenal tena relaciones sexuales con Cristina, por lo que el mismo Azzolino tuvo que dar explicaciones
al Papa. Cuando el 3 de febrero de 1660 muere en Estocolmo Carlos X, dejando como heredero a un niito, Cristina piensa en volver a su pas. Los suecos la reciben framente y la reina edifica como venganza una capilla catlica en su casa. La capilla es destruida por desconocidos y Cristina se ve obligada a salir rumbo a Hamburgo, donde conoci al alquimista Borri. Cristina termin por considerar que el tal Borri era un charlatn, pero debi de aprender lo suficiente para montar su propio laboratorio de vuelta a Roma. Sobre Mara la Juda no se tienen suficientes referencias claras para poder afirmar que fue un personaje real o si se trata de un pseudo-epigrfico, pues los griegos hablaban normalmente de Hermes, de Ostanes o de Pibechios sin que se refirieran a una persona en concreto sino a un personaje mtico, y en el caso de Mara la Juda parece que se circunscriben nicamente al pueblo judo. No es la nica mujer practicante del Arte Sagrado en tiempos lejanos. Conocemos a Theosebia, a Paphnutia y a una supuesta Cleopatra (muy dudosa) que, al parecer, se animaron a trabajar los metales y minerales con igual soltura que sus compaeros. Sin embargo es a Mara a quien todos parecen mostrar como grandsima maestra. Es reconocida como la Eva particular de la historia de la alquimia, la primera mujer alquimista. Para os hagis una idea de su tremenda antigedad basta decir que el vetustsimo qumico Zsimo de Panpolis (siglo IV) la cita siempre en pasado, venerndola entre los que l llama sabios antiguos, un exclusivo grupo en el que figuran Demcrito, Moiss, Ostanes, Hermes, Isis, Chymes, Agathodaemon, Pibechios, Iamblichus... nombres mticos y pseudo-epigrficos que buscaban dar una mayor relevancia al contenido de los textos que encabezaban. Sin embargo, la idea de Mara como persona fsica real es la que actualmente est ms extendida entre los estudiosos del tema. Tiene gran fama de diestra operativa y pudo inventar cierto aparato destilatorio denominado Dibikos o Tribikos (segn tuviese dos o tres caos para la destilacin). Otra atribucin mucho ms precaria es aquella que la identifica como inventora del bao Mara, un mtodo para aplicar fuego a los cuerpos de manera suave y uniforme. Si echamos mano de los varios textos que han llegado hasta nuestros das con la firma Mara la Juda, se puede presumir la idea de que se tratara muy posiblemente de un personaje mtico. Eso s, alguien con su nombre firm el Dilogo de Mara y Aros sobre el magisterio de Hermes, entre otras muchas atribuciones poco serias. Las primeras versiones que llegaron a Europa en los siglos XIV y XV no coinciden en el ttulo que era Discursin entre Mara, hermana de Moises y Arn, o bien Prctica de Mara. Tal vez se deba a una pluma posterior que pretenda dar relevancia a su trabajo aprovechndose de la buena reputacin de los libros firmados con el nombre Mara la Juda. Los alquimistas griegos no nos dan noticia de este dilogo, y hasta el siglo XIV en que llega a Europa, as que pudo escribirlo
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cualquiera, pero a su favor hay que decir que el dilogo se desarrolla entre personajes de la literatura juda, el estilo de redaccin es plenamente coincidente con el de aquellos tiempos, todos los recursos empleados son tpicos la primera literatura alqumica... Adems est el detalle fundamental de la utilizacin de expresiones simblicas que nicamente tienen lgica desde una perspectiva hebrea. Y poco ms, vamos a continuacin a reflexionar sobre el tema de la alquimia como ciencia. Como he comentado, Espaa fue la puerta de la alquimia europea, desde el apcrifo Geber de Sevilla hasta Ramn Lull, Arnald de Vilanova o Rupescissa. Los reyes de Aragn protegieron esta ciencia (Oscar, 1999), y posteriormente Enrique de Villena, el arzobispo Carrillo de Toledo o la propia Isabel I mantuvieron encendido el fuego. Carlos I tambin tuvo relacin con la alquimia a travs de un tal doctor Beltrn, pero el verdadero protector fue Felipe II, amante de las relaciones analgicas entre objetos y conceptos y hombre de gran cultura4. Sin duda fue en los siglos XVI y XVII cuando el arte alqumico estuvo ms cerca de las cortes monrquicas al ser considerado como una llave de obtencin de conocimientos que slo poda girarse con riqueza y virtudes como el altruismo, la piedad y la constancia. Tanto los fondos econmicos como las virtudes se unan nicamente en la figura de un monarca. Los alquimistas que fueron bien recibidos en las cortes lo fueron por las promesas de ganancias, pero en el caso de Felipe II debi de tener mucho que ver su inters en la obtencin de medicamentos qumicos. Por esta razn la alquimia en la corte de Felipe II
4. Felipe II tuvo incluso relacin con magos y astrlogos. Su padre acuda asiduamente a Enrique Cornelio Agrippa y l consult en Inglaterra a John Dee y se hizo una carta astrolgica. Estos datos se encuentran comentados en el libro de REY BUENO, Mar, El Hechizado: medicina, alquimia y supersticin en la corte de Carlos II (1661-1700), Madrid, Corona Borealis, 1995. Parece ser que Felipe II encarg prcticas alqumicas con el objetivo de conseguir plata con la que pagar a sus ejrcitos en Malinas (Flandes) a los alquimistas Tiberio de Roca y Pedro Stenberg (en el caso de este ltimo a travs de un secretario del conde de boli), entre 1557 y 1559, reanudando de nuevo las prcticas en casa de Pedro de Hoyo, secretario real, en 1567. En cuanto a sus lecciones tericas, slo dos aos despus de su coronacin en 1555, aparecan las Coplas sobre la piedra filosofal de Luis de Centelles; en 1558 Los Dilogos de philosophia natural y moral de Pedro de Mercado (Granada); en 1561 se public la Praxis artis alchimicae de Caravantes; en 1589 De Medicinae fonte del discpulo de Paracelso Lorenzo Gozar; y por estas mismas fechas debi de publicarse el desaparecido Dilogo de alquimia de Jernimo Gracin; mientras se establecan relaciones con los alquimistas, el dctor Manresa de Murcia, Baltasar de Zamora, Francisco Ortiz, cura de Saelices, y especialmente con Leonardo Fioravanti, bolos que estuvo en la corte entre 1576 y 1577, aunque ya haba servido a Carlos I en 1551 en las campaas africanas. Este ltimo pblic en 1582 sus cuatro tratados Della fisica, dedicados al rey de Espaa, donde citaba a numerosos alquimistas que trabajan en Madrid, suficientemente conocidos y tolerados para que la mencin de sus trabajos no les causase problemas con la Inquisicin. En la ltima etapa del reinado de Felipe II se cre un nuevo crculo alqumico en El Escorial, donde se estudiaron las obras atribuidas a Ramn Llull, al que Juan de Herrera, el doctor Dimas o el precepto de las infantas Isabel y Catalina, Pedro de Guevara, admiraban. En este crculo se integraron alquimistas como Diego de Santiago y Ricardo Estanihurst. El primero era un boticario afincado en Sevilla y Destilador Real al que se le atribuyen varios inventos de vasos destilatorios y la autora de los Dos Libros del Arte separatoria (Sevilla, 1598). El segundo fue el alquimista que mantuvo un contacto ms directo con el rey, como se demuestra en su texto Toque de alquimia (San Lorenzo el Real, 1593. Biblioteca Nacional). De este crculo debi de surgir el manuscrito Tratado en el arte de la alchemia, atribuido a santo Toms de Aquino y dedicado a Fray Reynaldo. Se conserva en el Biblioteca del Escorial.
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estuvo relacionada extraordinariamente con las corrientes paracelsistas, lo que no contradice la presin contrarreformista sobre cualquier idea renovadora, ms an si provena de los estados protestantes. Es sobradamente conocido que la corte de Felipe II influy fuertemente en la formacin de su sobrino Rodolfo II, en Espaa entre 1564 y 1571, el que fuera emperador de Austria entre 1576 y 1612, considerado como el principal protector, no slo de alquimistas, sino tambin de magos, astrnomos y astrlogos, a los que patrocin en la corte de Praga con la ilusoria intencin de, entre otros fines ms prosaicos, buscar un conocimiento que permitiera reconciliar los cismas polticos y religiosos del Sacro Imperio Germnico, precisamente en el momento histrico situado entre el Concilio de Trento y la guerra de los 30 aos (Smith, 1994; Erlanger, 1974; Evans, 1984). En este contexto se sita la historia de la tinaja de Can que crey descubrir en Chipre. Cuando los turcos conquistaron Chipre en 1571, el general que se hizo cargo de la plaza, Mustaf Pasha, se qued con dicha tinaja y slo consinti en venderla al embajador Alemn, que la traslad a Viena con la creencia de que, efectivamente, trataba de la tinaja de Can, y que por obra de la transformacin de los elementos, no slo se haba convertido el agua en vino, sino que tambin el barro se haba hecho oro. Rodolfo II vio en este vaso la prueba de que la resolucin alqumica era, no slo posible, sino acorde con los preceptos religiosos cristianos, ya que el primer alquimista sera el mismo Jess. No tard la corte de Praga en contar con este ejemplar, comprndolo en Viena, y mostrndolo como uno de los objetos ms preciosos de sus colecciones. Cuando las tropas suecas entraron en Praga, uno de los tesoros ms preciados que se llevaron como botn fue la tinaja de Can, pasando a formar parte del tesoro imperial de la corona sueca, donde consta en el gabinete de Antigedades de nuestra amiga la Reina Cristina como una de las seis tinajas de las que prestaron servicio en Can. La realidad es que la tinaja no resiste el examen ms somero, pues aparece claramente una decoracin epigrfica rabe que fue interpretada como un conjunto de smbolos indescifrables. De hecho, la falta de un asa y ciertos desperfectos en el cuello fueron solucionados aadiendo un asa nueva con forma de dragn y un cuello de bronce a imitacin de las vasijas egipcias, puesto que se supona que si era un ejemplo de transmutacin alqumica, deba estar relacionada con Egipto, lugar originario de esta ciencia. Lo cierto es que se trata de una vasija hispanomusulmana de las que existe una moderadamente abundante serie fabricada en Mlaga y Granada y que hoy en da se conocen como vasijas de La Alhambra. Volvamos a la alquimia como ciencia mdica y filosfica. Decamos que Felipe II estaba buscando remedios mdicos, y adems, coincidiendo con Rodolfo II, relacionaba
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la prctica de la alquimia con la religin de tal modo que la distincin entre el alquimista verdadero y el embaucador se encontraba en la fiel profesin del catolicismo. La cristianizacin de la alquimia fue una constante de estos tiempos. Christoforo Prisiense, en su escrito Summa menor de 1612, puso como condicin para ser un buen alquimista, el ser tambin un buen catlico5. Crea que la alquimia era una revelacin divina que se haca a virtuosos reconocidos, como los representantes de la monarqua espaola. Aos ms tarde, Roque Garca de la Torre atribuira a la fe catlica la garanta de que sus medicamentos de base alqumica funcionasen en la persona de Carlos II. La alquimia estaba concebida como una parte de la mstica, cuyo fin era la unin del hombre con Dios. Su conocimiento era necesario para lograr el restablecimiento de la nobleza primitiva del hombre, el Adn semejante a su creador, antes del pecado original. Con su asimilacin a la fe cristiana, la alquimia tena un camino espiritual para funcionar a travs de la necesaria oracin, por lo que su prctica termin presuponiendo la fe en Dios. En el mundo alqumico Dios no era slo el creador del universo, sino tambin el ms elevado de todo un plan csmico que haba que interpretar para conseguir comprender el mundo. Para los alquimistas los relatos bblicos contenan las claves de la interinfluencia de las estrellas y los planetas, cuyo conocimiento conllevaba al descubrimiento de la regeneracin vital. La mayora de las doctrinas hermticas partan del principio de que el universo o macrocosmos estaba en relacin directa con el ser humano o microcosmos, que el uno era reflejo del otro. En este sentido, la religin, la historia sagrada, se poda concebir como una historia alegrica de movimientos y conjunciones celestes que demostraba la mutua correspondencia entre el cielo y la tierra por el gobierno de un solo espritu, Dios. De hecho, la propia existencia de Dios quedaba probada por la constatacin del movimiento giratorio y matemtico del cielo a partir de un eje fijo e invisible. As, Dios marcaba la trayectoria inequvoca del sol, que a su vez divida la tierra en cuatro puntos cardinales y determinaba zonas fras, calientes, secas y hmedas, separacin que se encontraba tambin en los caracteres del hombre (Peradejordi, 1986). Parece que tambin existi cierto inters, por parte de Felipe II, en conseguir oro, o as al menos se desprende de las cartas remitidas por Francisco Caldern al monarca en 1560, o tambin los informes que sobre los ensayos alqumicos de Juan Fernndez hizo Antonio Gracin y la respuesta que obtuvo del propio monarca.
5. Geber imita en su redaccin la del Credo y Alberto Magno copia literalmente fragmentos de la Biblia y repite en varias ocasiones Mt 24, 2.
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Pero el caso es que los constantes problemas de salud del rey le haban llevado a rodearse de un importante nmero de mdicos, boticarios y destiladores, con la esperanza de encontrar algn remedio a sus males. Los cientficos de la poca. Dentro de la sanidad del momento haba grupos profesionales carentes de formacin acadmica, como los barberos, los algebristas que hoy llamaramos traumatlogos, los curadores de cataratas y tambin las matronas, y es cierto que Felipe II concedi licencias especiales para que estas personas pudieran seguir ejerciendo, pero tambin lo es el hecho de que se durante este reinado la mayora de los cientficos eran mdicos, y que esto favoreci el uso del torniquete, la farmacologa, el microscopio, la embriologa, o la autopsia. Ya en aquella poca se estaba utilizando en Espaa con fines medicinales el alcohol obtenido por destilacin del vino, el mismo que Rupescissa llam aqua ardens o quintaesencia, y era comn la fabricacin de algunas medicinas a partir de disolventes extrados de sustancias vegetales, tal y como indic en sus trabajos Vilanova o Llull. Felipe II debi estar buscando remedios alternativos a los prescritos por sus mdicos galenistas Valdes de Covarrubias, Lzaro Soto, Villalobos, Gutirrez de Santander o Cristbal de Mena. Todos ellos eran defensores de la teora humoral y por lo tanto muy dados a las sangras y las purgas. Parece ser que la desesperacin ante la falta de resultados llev a probar tratamientos tan extraos como el del morisco Pinterete, llamado a corte para atender el traumatismo craneal que el prncipe Carlos sufri al caerse por las escaleras. Pinterete llev en procesin hasta el lecho del enfermo los restos del santo fray Diego. Tambin era habitual que el rey se rodeara de reliquias que se dejaban a la vista para poder recurrir a ellas en alivio de dolores repentinos. Incluso parece ser que las reliquias se colocaban sobre la parte del cuerpo que padeca ms la enfermedad (Debus, 1977; Esteve, 1991; Fernndez Checa, 1995; Canseliet, 1981). Los tratamientos alqumicos, mejor dicho los espagiricos, eran productos de la extraccin de quintaesencias generalmente tomados de las recetas pseudo-llullianas o pseudo-arnaldianas, de los tratados de Paracelso, de los libros secretos medicinales, muy abundantes entre 1500 y 1650, y de libros tcnicos de destilacin que alcanzaron gran fama en el siglo XVI por toda Italia y en el entorno mediterrneo. Tambin haba casos peculiares. En 1576, y por iniciativa del propio Felipe II, lleg a la botica de El Escorial, Leonardo Fioravanti, uno de estos profesores de secretos italianos que pronto fue acusado de ser un mero charlatn, lo que era bastante comn entre estos autores que vendan sus libros por las plazas de los pueblos. Tambin se le imput haber falsificado sus ttulos e historial, no saber latn e experimentar con medicinas qumicas que la mayora de las veces acababan matando a sus pacientes. Su condicin de invitado real le salv de la crcel, aunque acab regresando a Italia en 1577, slo un ao despus de su llegada (Rey, 1998).
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Pero no se ces en su empeo. Conviene recordar que en 1580 falleci la reina Ana de Austria, cuarta mujer de Felipe II, sin que el nmero de varones nacidos asegurara completamente la dinasta. Ya haba fallecido Margarita de Valois, y tambin el prncipe Carlos, y slo dos aos antes, en 1578, Fernando. Dos aos despus, en 1582, mora tambin el heredero, Diego, y en 1583 la infanta Mara, de tres aos de edad. La nica esperanza era cuidar del futuro Felipe III, de naturaleza no demasiado fuerte. A estos hechos hay que aadir los grandes fracasos de los galenistas, especialmente en los embarazos de Isabel de Valois, cuyas sangras y enemas fueron, sin duda, una de las causas de los abortos de 1564 y 1568, ao este ltimo que coincidi con la controvertida pero sin duda dolorosa muerte de don Carlos, por la que la corte llev luto durante un ao, y la posterior muerte de la reina. Adems hay que considerar tambin la situacin de la propia salud del rey, agravada con constantes y cada vez ms graves convalecencias. Los mdicos no encontraban solucin a sus patologas crnicas, especialmente el mal de la gota, que hizo que el rey pasara muchas horas en cama, levantndose casi a medioda, y usando una silla de ruedas. Sus dolores eran tan intensos que dorma dentro de un enrejado para que las sbanas no rozasen su piel. No es extrao entonces que el monarca se interesara por la espagiria, ni que mandara construir, entre 1585 y 1587, el laboratorio para estas prcticas junto a la botica de El Escorial, lo que se conoci como la torre del filsofo. Para este proyecto, se haba solicitado la presencia del destilador napolitano Giovanni Vicenzo Forte, que deba dotar el laboratorio de todo el utillaje que el maestro destilador Diego de Fernando poda necesitar. Y con la alquimia se hicieron medicamentos extrados de plantas y minerales y, sobretodo, perfumes para la casa real (Feliu, 2007: 285-320). Para terminar, en muchas ocasiones se han vinculado las operaciones alqumicas con las de los ceramistas, especficamente con aquellos hombres obstinados en la bsqueda de la porcelana o de algn mtodo o colorante concreto. Para eso es fundamental la figura de Michael Maier, nacido en Rendsburg, en 1568, mdico de cmara en Praga en 1608, autor de Atalanta Fugiens, publicada por Juan Teodoro de Bry, en Oppenheim, en 1618. La obra fue el libro de cabecera de todos alquimistas posteriores. En ella, Maier, manifestaba las bases de los procedimientos alqumicos que, analizados a partir de sus emblemas, se han relacionado con los procedimientos de reflejo dorado de la cermica (Sebastin, 1989). Maier relacion directamente la cermica y la alquimia en el emblema 15: Opus siguli, consistens in sicco et humido, te doceat, es decir, que la obra del alquimista, consistente en lo seco y lo hmedo, te ensea. El emblema enseaba a un alfarero al torno modelando una especie de globo.
Segn esta explicacin, el alfarero es un secretista al igual que el alquimista, que experimenta tras un periodo de iniciacin. Dios mezcla los elementos, el alfarero arcilla y agua, y el alquimista azufre y azogue, y al igual que en las tinajas de Can, el alfarero es la representacin del dios alquimista, del Cristo que transforma la arcilla en oro mientras convierte el agua en vino. La cermica es, en definitiva, la legitimacin divina de la alquimia. Es tambin interesante el caso de Jean-Frderic Bttger. La descripcin de su demostracin ante el farmacutico Sieber y los pastores Winkler y Borst en la corte de Federico I, coincide totalmente con la tcnica de reflejo dorado. El caso es que su reputacin le llev a la corte de Federico Guillermo I de Prusia, pero al no conseguir oro, huy, con espectacular persecucin y sitio a la ciudad de Wittenberg, para refugiarse en la corte de Dresde de Augusto II de Polonia. All fue nombrado barn Sur-le-Champ y recompensado generosamente por sus promesas, hasta que sus experimentos fracasados volvieron a acabar con la paciencia real. Otro alquimista llamado Lascaris negoci su rescate y mand a un mdico amigo suyo, un tal Pasch, con 800.000 ducados de oro para Augusto II, no obstante ste encarcel tambin al emisario. El pobre Pasch muri en Berln a los seis meses de ser liberado de Sonnenstein, mientras que Bttger convenci al conde Tschirhaus de que su encierro en Koenigstein poda reportarles a ambos beneficios si centraban sus investigaciones en el mundo de la cermica en lugar del de la alquimia. Bttger se adjudic el descubrimiento del mtodo de la fabricacin de la porcelana roja y el de la porcelana blanca, el secreto ms buscado de su poca. Restituida su barona, Bttger fue director de la manufactura de porcelana de Saxe en Dresde hasta su muerte. Fue tambin Bttger quien introdujo en 1717 su dorado en Meissen, ayudado por el alquimista y escritor Johann Funckel. Qumica de la poca6. Existe una extraa descripcin del proceso alqumico de un alquimista llamado Helvecio, relatada en un libro de Hortencio Flamel (Flamel, 1993). Helvecio cuenta como un alquimista annimo le ofreci una pequesima piedra filosofal, y cmo calent plomo en un crisol, y cuando este metal estuvo derretido, ech tambin el pedacito de piedra envuelto en un poco de cera, tap el crisol y al cabo de un cuarto de hora hall toda la masa dorada. En realidad, si aunamos las explicaciones de Maier con las de Helvecio, podemos formular un procedimiento de dorado cermico. El vidriado cermico es el resultado real de muchos procesos alqumicos, consiste en operar con una solucin alcalina trrea. Los primeros vidriados fueron realizados con alcalinos de slice, pero en la Espaa musulmana fueron ms habituales
6. Los experimentos alqumicos coinciden en sus resultados con la obtencin del amarillo a partir del antimoniato de plomo o del rojo violento a partir del cromato de plomo, cuando si nos se les aade este metal comn, el antimonio es totalmente transparente y el cromo, verde. Dossiers Feministes, 14, 2010, 55-68.
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los de plomo. El uso del plomo como fundente de la slice puede causar la desvitrificacin de la mezcla al cristalizar habiendo bajado en exceso la temperatura de fusin, por lo que es necesario el uso de pequeas cantidades por su acidez. Encontramos aqu una explicacin a la obsesin alqumica por el uso de pequeas proporciones, o al menos una coincidencia ms con el proceso de dorado cermico. En cuanto al reflejo dorado, este es comnmente el resultado de la utilizacin de cloruro, acetato o sulfato de cobre mezclado con aceites y enfriado en proceso de reduccin. Cogemos cobre, lo mezclamos con plomo para que se funda ms rpidamente y luego lo dejamos enfriar sin que est en contacto con el aire, con lo que no se oxida, y en lugar de salir verde, sale dorado. Esta formulacin permite trabajar con un material llamado sangre de buey, que equivaldra en terminologa alqumica al dragn rojo (famoso por el dibujo de Drake que aparece en la segunda parte de la pelcula El silencio de los corderos). Desarrollando las enseanzas alqumicas de Maier deducimos que hemos de combinar una parte metlica, una terrosa, una gaseosa y otra acuosa a travs del fuego. Si tomamos al cobre como parte terrosa, y al vinagre o cido actico, al zumo de limn o cido ctrico, o a la orina, notad que todos estos lquidos son amarillentos y fuertes por lo que eran asimilables al oro, cualquiera de ellos como parte acuosa, y los mezclamos con mercurio, el aglutinador que no es ni lquido ni slido, obtendremos la pasta para el reflejo dorado, el trocito de piedra filosofal de Helvecio. Esta resina puede conservarse inalterable, y de hecho, los ceramistas guardaban en barriles la pelcula, la costra roja que resulta de la coccin, durante aos a la espera de una otra coccin, debido a que la creacin de esta sangre de buey era el momento ms adecuado para una filtracin del secreto del reflejo dorado a la competencia. He aqu otra coincidencia con el proceso alqumico, puesto que la piedra viajaba durante toda su vida junto con el alquimista, y las demostraciones se realizaban a partir de la piedra ya formulada y materializada. Falta la intervencin de un elemento, segn Maier, el aire, resulta fundamental en la creacin del reflejo dorado, pues lo que conseguan los alquimistas taponando el crisol para que los efluvios de la coccin se integrasen en la mezcla era en realidad crear una atmsfera reductora en la que el aire exterior no participaba en el proceso de enfriado, no pudiendo por tanto oxidar el cobre para la realizacin de verdes y obteniendo en consecuencia el famoso reflejo metlico de color oro rojizo. Como vemos, bien sea para hacer perfumes, medicamentos o para elaborar colorantes cermicos, alquimia fue el nombre que se le dio a estas prcticas, y si bien la alquimia no fue slo eso, en eso s fue ciencia.
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