John Bellamy Foster La Ecologia de Marx 2000
John Bellamy Foster La Ecologia de Marx 2000
John Bellamy Foster La Ecologia de Marx 2000
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Ttulo original: Marx' Ecolog. Materia/ism and Nature
John Be!lamy Foster, 2000
Edicin original en Monthly Review Press
De la edicin espaola:
Edicones de Intervencin Cultural/El Viejo Topo
Diseo: M. R. Cabot
ISBN: 84-95776-92-8
Depsitolegai:B-16592-2004
Imprime Novagrafk, SA
Impreso en Espaa
r!hlcd/l0h
PRLOGO
]mvrPASTOR
Es difcil no compartir, tras la lectura de esta obra, el comentario
que Richard C. Lewontin hizo al reconocer que le habla propor
cionado "una nueva comprensin de la totalidad del materialismo
de Marx y de la forma en que se desarrollara la dialctica de la
sociedad humana y la naturaleza''. En efecto, quienes, procedentes,
como es mi caso, de la tradicin marxista antiestalinista, nos vimos
confrontados ante la necesidad de asumir la critica que desde el
ecologismo emergi con fuerza desde mediados de los aos seten
ta del siglo pasado respecto al rumbo que estaba tomando el "mo
delo' civilizatorio comn al Oeste yal Este, ypronto nos sentimos
obligados tambin a hacer nuestro propio "ajuste de cuentas" con
la carga productivista que nos pareda haber impregnado a aquella
tradicin desde sus inicios.
En esa tarea el afn de revisar lo que considerbamos una fe inge
nua en el progreso derivado del desarrollo de las fuerzas producti
vas, que impregnaba la interpretacin dominante del pensamiento
de Marx y Engels yque habla sido llevada hasta sus extremos por
el stalinismo, pudo llevar a algunos a no tener en cuenta en un pri
mer momento lo que Manuel Sacristn defini como "atisbos polf
tico-ecolgicos" de Marx y de Engels; o, tambin, a menospreciar
la fuerza que en la URSS tuvo un ecologismo que, como recono
ci Bujarin, abri la oportunidad de desarrollar un "naturalismo
dialctico" y lleg a conseguir que el gobierno sovitico fera el
7
primero en el mundo en establecer parques nacionales protegidos,
hasta que, como ha documentado suficientemente el historiador
Douglas R. Weiner, el propio Bujarin fue cayendo en desgracia por
su oposici6n al Primer Plan Quinquenal stalinista.
Ahora, gracias a estudios como el de J. B. Foster, podemos aspi
rar a alcanzar una visi6n ms equilibrada de la evoluci6n de las re
flexiones de Marx, a medida que fue madurando su teora de la
"fractura irreparable" en la "interacci6n metab6lica entre el hom
bre y la tierra" y la necesidad de combatirla como condici6n para
trascender la alienaci6n en todos sus aspectos y no s6lo en relaci6n
con el trabajo. As, a lo largo de esta obra vemos un recorrido por
c que pasan distintos pensadores con los que Marx entra en dilo
go: Epi curo y Lucrecio son sus referentes "clsicos", pero luego
estn, sobre todo, Darwin y Morgan, de los cuales ir aprendien- `
do hasta llegar a elaborar una concepci6n que, pese a los aspectos
"prometeicos" presentes en algunas de sus obras, apuntan clara
mente a la necesidad de, como propone J. B. Foster en la introduc
ci6n, "no contraponer antropocentrismo a ecocentrismo", puesto
que es una cuesti6n de "coevoluci6n".
Pero seria absurdo pretender afirmar que Marx y Engels fueron
unos "profetas'' de la crisis ecol6gica y, sobre todo, del alcance glo
bal que la misma est adquiriendo en este siglo 7. Su confianza
en que antes de que se profundizara la misma triunfara el movi
miento obrero y se pudieran sentar las bases de una nueva sociedad
no les llev6 a pensar que las contradicciones ecol6gicas fueran a
condicionar, como lo hacen hoy, el tipo de socialismo que habra
que poner en pie si queremos garantizar que la emancipaci6n de la
Humanidad de todo tipo de alienaciones y la supervivencia del
planeta Tierra vayan de la mano.
J. B. Foster nos dice tambin en su Introducci6n que su prop6-
sito en este libro es "trascender el idealismo, el espiritualismo y el
dualismo de gran parte del pensamiento verde contemporneo"
con el fin de proporcionar una base materialista efectiva a la criti
ca de la alienaci6n de la Humanidad respecto a la naturaleza. Qui-
b
zs esto pueda llevar a pensar en que pretende "liberar" al ecolo
gismo de su corriente ms "clidi', pero no creo que sea as: ms
bien, hay que deducir que lo que sugiere es que en los tiempos que
corren un pensamiento "verde" bien fundamentado ha de ser radi
cal en su critica de las bases materiales sobre las que se sustenta esa
alienaci6n humana respecto a la naturaleza y que hoy exige no s6lo
la ruptura con el capitalismo sino tambin con una "civilizaci6n de
choque" que vuelve a mostrarnos abiertamente esas tendencias
"exterministas" que tan lcidamente denunciara Edward Thomp
son en los afos ochenta del pasado siglo.
9
PRLOGO DEL AUTOR
El ttulo que originalmente di a este libro, cuando comenc a es
cribirlo, era Marx la Ecologfa. En algn lugar del camino, cambi
y pas a ser La Ecologfa de Marx. Este cambio de ttulo tiene su ori
gen en un cambio radical que ha experimentado mi pensamiento
sobre Marx (y sobre la ecologa) en el curso de estos ltimos aos,
cambio en el que desempearon un papel numerosas personas.
Se ha caracterizado muchas veces a Karl Marx como pensador
antiecolgico. Pero yo he estado siempre demasiado familiarizado
con su obra como para tomar en serio esa crtica. En numerosos
momentos de su obra, como yo saba, dio muestras de una profun
da conciencia ecolgica. Pero, cuando escrib The Vulnerable Planet:
A Short Economic Histor ofthe Environment ( 1994) todava crea
que las cosas que Marx alumbrara en relacin con la ecologa eran
un tanto secundarias en su pensamiento; que no aportaban nada
nuevo ni esencial a nuestro actual conocimiento de la ecologa en
cuanto tal, y que la importancia de sus ideas para el desarrollo de s
ta resida en el hecho de que proporcionaba H anlisis histrico
materialista que la ecologa, con sus nociones por lo general ahist
ricas y malthusianas, necesitaba desesperadamente.
Que fuera posible interpretar a Marx de un modo diferente, de un
modo que otorgara a la ecologa una posicin central en su pensa
miento, era algo de lo que yo sin duda era co1sciente, ya que se sus
citaba a diario en la dcada de 1980 por parte de UI amiga Ira Sha
piro, que se haba expatriado de Nueva York y se haba convertido
en agricultora, carpintera y filsofa de la clase trabajadora, a la vez
que asista eomo alumna a mis clases. En contra de todas las con-
11
venciones de la interpretacin de Marx, Ira me decla: "mira esto",
sealndome pasajes en los que Marx se ocupaba de los problemas
de la agricultura y de la circulacin de los nutrientes del suelo. Yo la
escuchaba atentamente, pero no apreciaba todava toda la impor
tancia de lo que me estaba diciendo (algo que sin duda, a diferencia
de lo que le ocurra a Ira, me impeda el hecho de que yo carecla de
toda experiencia real en el trabajo de la tierra). Por aquellos mismos
aos, mi amigo Charles Hum, activista radical, socilogo, profesor
a tiempo parcial, y apicultor profesional, me dijo que deberla fami
liarizarme ms con la Dialctica de l naturalez de Engels, debido
a su visin cientfica y naturalista. Nuevamente yo escuchaba, pero
tena mis dudas. No haba fallado la "dialctica de la naturaleza
'
'
desde el comienzo?
,
El camino hacia el materialismo ecolgico estaba bloqueado por
el marxismo que yo haba aprendido durante aos. Mi base filos
fca haban sido Hegel y la rebelin del marxismo hegeliano contra
el marxismo positivista, rebelin que se inici en la dcada de 1920
con las obras de Lukcs, Korsch y Gramsci, y que haba llevado a la
Escuela de Frncfort y a la Nueva Izquierda (como parte de la rebe
lin ms amplia contra el positivismo que domin la vida intelec
tual europea desde 1 890 hasta 1930 y ms all) . Se haca hincapi
en el materialismo prctico de Marx, que tena sus rafees en el con
cepto de prtis, que en mi propio pensamiento vena a combinarse
con la economa poltica de la tradicin de la Monthl Review en los
Estados Unidos, y con las teoras histricas de E. Thompson y
Raymond Williams en Gran Bretaa. En una sntesis como esta
quedaba sin embargo poco lugar para un enfoque marxista de temas
relacionados con la naturaleza y con las ciencias fsico-naturales.
Es cierto que pensadores como Thompson y Williams en Gran
Bretaa, y Sweezy Baran, Magdoff y Braverman, asociados en EEUU
con la Monthl Review, insistan todos en la importancia de. re
lacionar el marxismo con el reino fsico-natural en general, y cada
uno de ellos contribua a sn manera al pensamiento ecolgico. Pero
el legado terico de Lukcs y Gramsci, que yo haba interiorizado,
l2
negaba la posibilidad de aplicar los modos del pensamiento dialc
tico a la naturaleza, con lo qne esencialmente cedan todo este
campo al positivismo. Por entonces apenas conocla yo una tradicin
alternativa, ms dialctica, que se daba dentro de las ciencias biol
gicas contemporneas, asociadas en nuestros das con la obra de
pensadores tan importantes como Richard Lewontin, Richard Le
vins y Stephen Jay Gould. (Cuando por fin cobr conciencia de es
to, fue debido a Monthl Revew, que haca tiempo que trataba de
vincular de nuevo el marxismo en general con las ciencias naturales
y fsicas). Tampoco estaba familiarizado todava con el realismo cr
tico de Roy Bhaskar.
Para empeorar an ms las cosas, como la mayora de los marxis
tas (con la excepcin d los dedicados a las ciencias biolgicas, donde
esta historia se haba conservado en parte), yo desconoca por com
pleto la historia real del materialismo. Mi materialismo era, por en
tero, de una ndole prctica, poltico-econmica, informado filos
ficamente por el idealismo hegeliano y la rebelin materialista de
Feuerbach contra Hegel. Pero ignoraba la historia general del mate
rialismo dentro de la filosofa y de la ciencia. A este respecto, la pro
pia tradicin marxista, tal como se haba transmitido, ohecla una
ayuda relativamente escasa, puesto que no se haba entendido ade
cuadamente la base sobre la que Marx haba roto con el materialis
mo mecanicista a la vez que segua siendo materialista.
Resulta imposible explicar (excepto quiz sealando el argumento
que sigue) las etapas de cmo finalmente llegu a la conclusin de
que la visin que Marx forj del mundo era profunda y quiz siste
mticamente ecolgica (en todos los sentidos positivos en que hoy
se utiliza el trmino), y de que esta perspectiva ecolgica se deriva
ba de su materialismo. Si hubo un nico punto de decisivo cambio
en mi modo de pensar, tuvo su comienzo poco despus de que pu
blicara The Vulnerable Plnet, cuando mi amigo John Mage, jurista
radical, erudito clsico y colega de la Monthl Review, dijo que yo
haba cometido un error en mi libro y en un artculo posterior, al
adoptar la visin verde romntica segn la cual las tendencias an-
13
tiecolgicas del capitalismo se remontaban en gran parte a la revo
lucin cientfica del siglo XII y, en particular, a la obra de Francis
Bacon. John suscit la cuestin de la relacin de Marx con Bacon,
y del signifcado histrico de la idea de "dominio de la naturaleza''
que surgi en dicho siglo. Me fui dando cuenta gradualmente de
que todo el tema de la ciencia y de la ecologa tena que ser recon
siderado desde el principio. He aqu algunas de las preguntas que
me preocupaban: Por qu la teora verde solla pre
s
entar a Bacon
como el enemigo? Por qu se ignoraba tantas veces a Darwin en las
discusiones de la ecologa decimonnica (ms all de limitarse a
atribuirle las concepciones del darwinismo social y el malthusia
nismo)? Qu relacin tena Marx con todo esto?
En el curso de este proceso no tard en llegar a la conclusin de
que los intentos hechos por los "ecosocialistas" de injertar teora
verde en Marx o de introducir a Marx en la teora verde nunca gene
raran la sntesis orgnica que se hace necesaria. A este respecto me
impresionaron las famosas palabras de Bacon: "En vano buscaremos
el avance del conocimiento cientfico como proveniente de sobrea
adir o implantar cosas nuevas en las viejas. Ha de partirse de un
nuevo comienzo (instauratio), empezando por los fundamentos
mismos, a menos que queramos girar eternamente en crculo y
hacer progresos nimios, casi despreciables" (Novum Organum). El
problema pasaba a consistir en volver a los fundamentos del mate
rialismo, donde cada vez ms parecan residir las respuestas, en
reexaminar desde el principio nuestra teora social y su relacin con
la ecologa, es decir, dialcticamente, atenindonos a su surgimiento.
que descubr, para gran sorpresa ma, fue una historia que
tena en cierto modo el carcter de historia literaria de detectives, en
la que varias pistas conducan por separado a una misma y sorpren
dente fuente. En este caso, el materialismo de Bacon y el de Marx,
e incluso el de Darwin (aunque de manera menos directa) se remon
taban a un comn punto de origen: la filosof a materialista antigua de
Epicuro. El papel que desempe Epicuro como gran esclarecedor
de la Antigedad -una visin de su obra que han compartido pen-
l4
sadores tan distintos como Bacon, Kant, Hegel y Marx-me pro
porcion por vez primera una imagen coherente del surgimiento de
la ecologa materialista en el contexto de un forcejeo dialctico en
toro a la definicin del mundo.
`
En una lnea de investigacin estrechamente relacionada con esto
descubr que la investigacin sistemtica que llev a cabo Marx del
gran qumico agrcola alemn Justus van Liebig, iniciada a partir de
s crtica del malthusianismo, fue lo que le condujo al concepto
central de la "fractura metablica
'
' que se produce en la relacin
humana con la naturaleza: el anlisis que hizo en su inadurez de la
alienacin respecto a la naturaleza. Pero, para entender esto plena
mente, se hada necesario reconstruir el debate histrico en toro a
la degradacin del suelo que surgi a mediados del siglo X!X, en el
contexto de la "segunda revolucin agrcola' y que se ha prolonga
do hasta nuestros das. En l est la aportacin ms directa que
Marx hiciera a la discusin ecolgica (vase el Captulo Cinco). Es
ty sumamente agradecido a Liz Allsopp y a sus colegas de la IACR
Rothamsted, de Hertfordshire, por facilitarme la traduccin que
Lady Gilbert hizo de la "Introduccin" de Liebig, existente en los
archivos de Rothamsted. En la realizacin de esta investigacin
pude beneficiarme de la colaboracin con Fred Magdoff y Fred But
tel en la coedicin de un nmero especial de Mont!l Review,
correspondiente a los meses de Julio y Agosto de 1998 y que lleva
por ttulo Hun fr Proft, posteriormente ampliado y publicado
en forma
de libro. Tambin me sirvi de ayuda el apoyo de mi ca
editor de la revista Organization CEnvironment, John Jermier. Parte
de este trabajo ha aparecido previamente en el nmero de Organi
ztion &Enviromnent correspondiente a Septiembre de 1997, y en
el nmero de Septiembre de 1999 de American joural ofSociolog.
Dada la complejidad de la historia intelectual que el presente libro
se propone desenmaraar, y sus incursiones en reas aparentemente
tan distantes entre s como la flosofa antigua y la moderna, era evi
dente que necesitaba a un interlocutor de extraordinarias dotes. Ese
papel lo desempe plenamente John Mage, cuyo enfoque clsico
l
del conoc1m1ento, y cuyos inmensos conoc1m1entos histricos y
tericos, van unidos a su gran capacidad dialctica, propia de n
buen abogado. No hay una sola lnea en este libro que no haya sido
objeto de las perspicaces preguntas de John. Gran parte de lo mejor
que contiene se lo debo a l, mientras que los defectos que puedan
haber quedado en la obra son necesariamente, incluso tercamente,
mos.
El magistral libro de Paul Barkett Marx and Nature: A Red and
Green Perspectve [Marx la naturalez: una pmpectiva verde roja}
(1990) no slo forma parte del fondo que ha servido de apoyatura
a mi escritura, sino que es tambin un esencial complemento del
anlisis que aqu hago. Si a veces he renunciado a desarrollar plena
mente los aspectos polticos y econmicos de la ecologa marxiana,
ello se debe a que la existencia de este libro lo hace innecesario y
redundante. Los aos de estimulante dilogo con Paul han contri
buido mucho a afinar el anlisis que sigue.
Con Paul Sweezy Harry Magdoff y Ellen Meiksins Wood, los tres
directores de Monthl Review, estoy en deuda por su estmulo y por
la fuerza que me aporta su ejemplo. La dedicacin de Paul al anli
sis medioambiental ha sido un importante factor que me ha impul
sado a seguir esta direccin. Christopher Phelps, quien, en sn cali
dad de director de la Editorial de Monthly Review Press, ha tenido
que ver con el libro desde el comienzo, me ha aydado en numero
sas ocasiones de una manera importante.
No hace flta decir que el amor y la amistad son esenciales para
todo cuanto es verdaderamente creativo. Quisiera expresar aqu mi
agradecimiento a Laura Tamkin, con quien comparto mis sueos, y
a Saul e Ida Foster, as como a Bill Foster y Bob McChesney. A Saul
eIda, y a toda su joven generacin, dedico esta obra.
!
\`
INTRODUCCI
N
No es la niJsdde la humanidad viviente yactiva con las condiciones
naturales, inorgnicas, del intercambio metablico con la natural
za,
yen consecuencia de su apropiacin de sta, lo que requtere
explicacin o es el resultado de un proceso hi
t;rico,
.
sino, a
tes bien,
la sepss:i+nexistente entre estas condtctones morg
1cas de la
existencia humana yesta existencia activa, una separacin que se
postula por completo nicamente en la relacin
del trabajo asalariado con el capital.
!kLMA, CnJis'
El argumento que expone el presente libro se basa en una premi
sa muy sencilla: en que para entender los orgenes de la ecologa es
necesario comprender las nuevas visiones de la naturaleza que sur
gieron con el desarrollo del materialismo y de la ciencia entre los
siglos XII y XIX. Y adems, en vez d
limitarnos a p
esentar al
materialismo y la ciencia como los enem1gos de concepciones de la
naturaleza anteriores y supuestamente preferibles, algo que
s co
,
n
en la teora verde contempornea, en lo que aqu hacemos hmcap1 e es
en cmo el desarrollo del materialismo y de la ciencia promovieron
-de hecho hicieron posible-- los modos de pensar ecolgicos.
La discusin general se estructura en torno a la obra de Darwin y
de Marx, los dos grandes materialistas del siglo XIX. Pero es sobre
este ltimo sobre el que se centra el presente libro, yque su
.
pro
psito es entender y desarrollar las visiones ecolgicas revoluciOna
rias que tienen hoy gran importancia para nosotros, adoptando
.
un
enfqne que vincula la transformacin social con la transformacin
de la relacin humana con la naturaleza de maneras que actual
mente consideramos ecolgicas. La clave del pensamiento de Marx
a este respecto, afirmamos, reside en la forma en que ste desarroll
y transform una tradicin epicrea existente en relacin con el ma-
!J
terialismo y la libertad, lo que tuvo una importancia integral para el
surgimiento de gran parte del pensamiento cientfco y ecolgico
moderno. '
En esta introduccin voy a intentar clarificar estos temas separan
do al principio las cuestiones del materialismo y la ecologa -aun
que el tema fundamental de este estudio es su necesaria conexin
y comentando brevemente el problema al que en ltima instancia se
dirige este anlisis: la crisis de la ocio-ecologa contempornea.
EL MATERIALISMO
El materialismo como teora de la naturaleza de las cosas surgi al
comienzo de la filosofa griega. "Ha persistido hasta nuestros das
-observarla Bertrand Russell al principio del siglo 7a pesar de
que son muy pocos los filsofos eminentes que lo han defendido. Se
ha asociado con muchos avances cientficos y, en determinadas po
cas, ha parecido ser casi sinnimo de un punto de vista cientfi co."'
En su sentido ms general, el materialismo afirma que el origen y
el desarrollo de cuanto existe depende de la naturaleza y de la "mate
ria', es decir, de un nivel de realidad fsica que es independiente del
pensamiento y previo a l. Siguiendo al filsofo de l a ciencia brit
nico Roy Bhaskar podemos decir que un materialismo flosfco
racional, como visin del mundo compleja, comprende:
!
[!) el materialismo ontolgico, que arma la dependencia unilateral
del ser social respecto del ser biolgico (y en un sentido ms general
del ser fsico) y el surgimiento del primero a pRtildel segundo;
(2) el materialismo epistemolgico, que arma la existencia indepen
diente y la actividad transfctica [esto es, causal y sometida a leyes] de
al menos algunos de los objetos del pensamiento cientico;
3) el materlismo prdctico, que afrma el papel constitutivo de la
accin transformadora humana en la reproduccin y transformacin
de las formas sociales.'
La concepcin ma
t
erialista de la historia mantenida por Marx se
centraba princpalmente en el "materialismo prctico". "Las relacio
nes del hombre con la naturaleza'' tuvieron "desde el principio un
carcter prctico, es decir, se establecieron por medio de la accin". '
Pero, en su concepcin materialista ms general de la naturaleza y
de la ciencia, adoptaba tambin el "materialismo ontolgico" y el
"materialismo epistemolgico' '. Esa concepcin materialista de la
naturaleza era, en opinin de Marx, esencial para la actividad cien-
tfica.
! importante comprender que la concepcin materialista de la
naturaleza, tal como Marx la entenda -y como sola entenderse en
su poca-no implicaba necesariamente un determinismo mecni
co rgido, como en el mecanicismo (es decir, un materialismo meca
nicista). forma en que Marx enfocaba el materialismo se inspira
ba, en considerable medida, en la obra del filsofo griego antiguo
Epicuro, que fue el tema de su tesis doctoral. "Epicuro -segn
Russell-era materialista, pero no determinista' . ' Su filosofla tena
por fnalidad mostrar cmo una visin materialista de la naturaleza
de las cosas proporcionaba la base esencial para una concepcin de
la libertad humana.
El inters de Marx por Epicuro surgi de sus tempranos estudios
. de la religin y de la flosofa de la Ilustracin, en los que recibi a
influencia de Bacon y Kant. Ambos pensadores afrmaban que Epi
curo habla sido fundamental para el desarrollo de su filosofa. Su
inters recibi un nuevo impulso del encuentro de Marx con la filo
sofa de Hegel, quien vela en Epicuro al "inventor de la Ciencia
Natural emprica' y la encarnacin del espritu de la "llamada ilus
tracin
'
' en la Antigedad'. Y lo acentu todava ms el renovado
inters por las doctrinas materialistas que, comenzando por Feuer
bach, ya a comienzos de la dcada de 1 830, habla emergido entre
muchos de los Jvenes Hegelianos. Como habra de explicar Engels
en Ludwig Feuerbach d fn de l flosofa clsica alemmza (1888), "el
ncleo principal de los Jvenes Hegelianos ms decididos, debido a
las necesidades prcticas de su lucha contra la religin positiva
'
' se
l9
habla visto "retrotrado al materialismo anglo-francs", es decir, a
pensadores tales como Bacon, Hobbes, Locke y Hume en Inglate
rra y Escocia, y a La Mettrie, Diderot y Holbach en Francia. La base
comn del materialismo de estos pensadores, como Marx muy bien
saba, era la filosofa de Epicuro. El epicuresmo propugnaba sobre
todo una visin anti-teleolgica: el rechazo de las explicaciones
naturales basadas en causas ltimas, en la intencin divina. Era aqu
donde hablan de coincidir materialismo y ciencia.
Entender la importancia de todo esto es crucial para reconocer
que, a principios del siglo XIX, haba una cuestin preeminente en
toda discusin filosfica. A saber: que, como dijera Engels:
"Ha creado dios el mundo o ha existido ste eteramente?" Las
respuestas que los filsofos han dado a esta pregtmta los divide en
dos grandes campos. Quienes afirmaban la primada del espritu
sobre la naturaleza y, en consecuencia, daban por supuesta, en
ltima instancia, la creacin del mundo de uno u otro modo -(y
entre los filsofos, Hegel por ejemplo, esta creacin se hace a
menudo mucho ms intrincada e imposible que en el cristianis
mo)-, componen el campo del idealismo. Los otros, que consi
deraban primordial a la naturaleza, pertenecen a las distintas es
cuelas del materialismo. Estos dos conceptos, idealismo y mate
rialismo, no significan en principio nada ms que esto, y tampo
co aqullos utilizamos en ningn otro sentido'.
Este materialismo se asoci por l o comn con dsensismo y el em
pirismo, dentro de las teoras de la cognicin humana, debido a su
oposicin a las explicaciones teleolgicas. En consecuencia, el ma
terialismo y el sensismo se opusieron con frecuencia al idealismo y
el espiritualismo. Tal como observara el gran poeta (y prosista) ale
mn Heinrich Heine al comienzo de la dcada de 1 830, cabra def
nir al "espiritualismo", en su sentido puramente flosfco, como
"esa desorbitada presuncin del espritu que, tratando de glorificar
se nicamente a s mismo, intenta humillar a la materia, o al menos
difamada". El "sensualismo", por el contrario, podra defnirse co-
Z
mo "la enrgica oposicin que busca rehabilitar a la materia y rei
vindicar los derechos de los sentidos". Otra forma de denotar al pri
mero era denominarlo "idealismo", mientras se llamaba al segundo
"materialismo".
Sin embargo, el materialismo y el idealismo se confrontaban con
el escepticismo que era comn al empirismo de David Hume y a la
filosofa idealista trascendental de Immanuel Kant. Es verdad,
admita Kant, que existe una realidad ms all de nuestros sentidos,
pero slo puede ser percibida a travs de stos y no directamente.
Esa realidad era para Kant el reino de los "numenos" o las "cosas
en s", un reino incognoscible y trascendental. En consecuencia, la
necesidad de certeza requera para Kant que no confiemos simple
mente en un conocimiento a posteriori (basado en la experiencia),
del que nunca podemos estar seguros, sino tambin en cierto cono
cimiento a priori (fundamentado en categoras de nuestro entendi
miento, tales como el espacio y el tiempo), en las que hay que con
fiar por lgica para que nuestra experiencia sea posible. La crtica
kantiana de toda visin que confase en las potencias causales de las
"cosas en s" pareca socavar todo intento de construir una flosofa
materialista coherente. La estructura real y las potencias de la mate
ria que no estuvieran presentes en los sentidos (tales como los
"tomos" de los materialistas de la Antigedad y todos los dems
intentos de caracterizar los componentes y potencias no actuales
pero reales de la. materia) fueron presa del racionalismo kantiano,
como lo fueron todos los intentos de los idealistas absolutos de pos
tular la identidad del pensamiento con el ser. En la breve "Historia
de la razn pura'', que Kant incluy en su Criica de la razn pura,
escribe que "Puede considerarse a Epicuro el mximo flsofo de la
sensibilidad, y a Platn el del intelecto", mientras que la filosofa
crtica del propio Kant era un intento de trascender a ambos."
La importancia de la filosofa dialctica de Georg Wilhelm Frie
drich Hegel consista, desde el punto de vista de Marx (y de Engels),
en que mostraba una va para escapar al dilema kantiano de la cosa
en s, en la medida en que ello fuera posible desde una posicin
Z!
idealista. Lo hada arguyendo que la objetivacin y la alienacin que
separaban a los seres humanos del mundo exterior, y planteaban en
consecuencia problemas gnoseolgicos, estn en proceso de ser su
peradas gracias al desarrollo del espritu en la historia.'1 La correc
cin de nuestras opiniones sobre el mundo, la confirmacin de
nuestra razn, se establecen conforme transformamos el mundo y
nos transformamos con l. Es este proceso de contradiccin y tras
cendencia, y el desprendernos de la alienacin, lo que constituye la
esencia de la dialctica. Sin embargo, para Hegel, todo esto aconte
ca nicamente en el reino del desarrollo del pensamiento, y tenda
finalmente a reforzar un punto de vista idealista (en rigor, religioso).
"La proposicin de que lo finito es ideal", de que carece de existen
cia en y de por s, y que existe nicamente por medio del pensa
miento, dice Hegel en su Lgica,
constituye idealismo. El idealismo de la filosofa consiste en nada
ms que en el reconocimiento de que lo fnito no tiene verdade
ro ser. Toda filosofa es esencialmente idealista, o tiene al menos
el idealismo por principio ... Esto es cierto tanto de la filosofa
como de la religin; pues tampoco la religin reconoce la finitud
como verdadero ser, como algo ltimo o absoluto, o como algo
no derivado, no creado, eterno.
1
1
Sin embargo, para Marx, este intento de subsumir la realidad ma
terial/existencia bajo el pensamiento, que caracterizaba a la filoso
fa idealista de Hegel, conduca precisamente a una cosmovisin
religiosa, y a la negacin del humanismo junto con el materialis
mo. As pues, lo verdaderamente significativo, la concepcin dia
lctica de una totalidad en el proceso de devenir que se asociaba
con Hegel, tena que situarse en un contexto prctico, materialista,
que trascendiera todo el proyecto hegeliano de restaurar dialctica
mente la metafsica del siglo XII, a expensas del materialismo de
la Ilustracin.
1
' Segn Marx, transformamos nuestra relacin con
el mundo y trascendemos nuestra alienacin de l -creando nues-
ZZ
tras propias relaciones claramente humano-naturales-mediante la
accin, es decir, a travs de nuestra prctica material.
Si, para Kant, las alas materialista e idealista de la filosofa tenan
sus representantes ms destacados en Epicuro y Platn, para Marx
eran Epicuro y Hegel quienes las representaban. Epicuro, el mate
rialista antiguo, haba desempeado un papel de crucial impor
tancia en la formacin de la concepcin dialctica de la realidad,
porque, en opinin de Marx, "fue el primero en comprender la
apariencia como apariencia, es decir, como alienacin de la esen
cia", y en "reconocer la autoconciencia humana como la ms alta
divinidad". "La Filosofa, mientras pulse una gota de sangre en su
corazn, sometedor del mundo y absolutamente libre -procla
maba Marx-jams se cansar de contestar a sus adversarios con el
grito de Epicuro: 'No es verdaderamente impo el hombre que niega
los dioses que la multitud venera, sino aqul que afirma de los dio
ses lo que la multitud cree de ellos"' .`` La impiedad consiste aqu en
la negacin de la autodeterminacin y la libertad humanas y de la
base mortal material de la vida.
El materialismo epicreo haca hincapi en la mortalidad del
mundo, en el arcter transitorio de toda vida y de toda existen
cia. Sus principios ms fundamentales eran que nada procede de
la nada y que nada, al ser destruido, puede reducirse a la nada.
Toda la existencia material era interdependiente, surgida de to
mos (y desaparecera de nuevo en ellos), organizada en infinitas
configuraciones para producir nuevas realidades. Para Marx, la
profundidad del materialismo epicreo se revelaba por el hecho de
que, dentro de esta filosofa -y en el concepto mismo del to
mo- "la muerte de la naturaleza se ha . . . convertido en su subs
tancia inmortal, y tiene razn Lucrecio cuando exclama: 'Cuando
al inmortal ha tomado la muerte su mortal vida"' .15 As pues, no
haba en la filosofa de Epicuro ninguna necesidad de las causas
fnales aristotlicas. Antes bien se haca en ella hincapi en las dis
posiciones constantemente cambiantes dentro de la propia natu
raleza, concebidas como mortales y transitorias (mors immorta!is).
ZJ
Lcritica materialista de Hegel que hiciera Ludwig Feuerbach -a
quien se incluye en el grupo de los Jvenes Hegelianos-, aflor
con su mayor fuerza en sus Tesis preliminares sobre la rerma de la
Filosofa ( 1842), que se superpona con la crtica que Marx estaba ya
desarrollando por medio de su tesis doctoral sobre Epicuro, termi
nada tan slo un ao antes. En su obra anterior, Historia de l Filo
sofa modera, desde Bacon a Spinoza (1 833), a la que Marx hada
referencia en su trabajo doctoral, se habla esforzado Feuerbach por
desarrollar una postura materialista, aunque rechazando el "mate
rialismo puro", abstracto, mecnico, de Hobbes y Descartes (en su
flsica). La determinacin con la que Feuerbach buscaba desarrollar
una alternativa al materialismo mecanicista, que pudiera contrapo
ner al idealismo de Hegel, acab por llevarle, en sus Tesis prelimina
res, a hacer hincapi en el sensismo. En esta obra contrapona una
esencia humana a la esencia abstracta del espritu, como clave para
el desarrollo dialctico (y la trascendencia de la cosa en s). No obs
tante, como todas las anteriores formas de materialismo, y muy
especialmente la de Epicuro, tal como argira Marx en sus Tesis
sobre Feuerbach, fue presa de un materialismo puramente contem
plativo (ms abstractamente contemplativo, de hecho, que el de
Epicuro, porque careda de todo contenido tico positivo). Lo que
hada falta, segn Marx, era conducir el materialismo en direccin a
la prctica, convertirlo en un principio activo.16
Ahora bien, lo que importa entender es que, al dar al materialis
mo un carcter prdctico, Marx no abandon nunca su compromiso
general con una concepcin materialista de la naturaleza, esto es,
con el materialismo en cuanto categora ontolgica y epistemolgica.
El materialismo, tanto en el sentido de una "dependencia unilateral
del ser social respecto del ser biolgico (y en un sentido ms gene
ral del ser fsico) y el surgimiento del primero a partir del segundo",
como en el de "la existencia independiente y la actividad transfcti
ca de al menos algunos de los objetos del pensamiento cientfico"
(en referencia a los dos primeros componentes del materialismo se
alados por Bhaskar), sigui siendo esencial para el anlisis marxia-
24
1
l
'
no. Detrs de esto yace una critica materialista radical de todas las
formas teleolgicas del pensamiento.
A este respecto, Marx adopt lo que hoy se considerara una pos"
rura ontolgica "realista
'
', que hara hincapi en la existencia del
mundo exterior, fsico, con independencia del pensamiento. Aqu
deberla observarse que los dos primeros componentes del materia
lismo racional, segn designacin de Bhaskar, constituyen en reali
dad los puntos de partida ontolgico y epistemolgico del propio
"realismo critico" de ste. Desde una perspectiva declaradamente
materialista, Marx adopt, as pues, un enfoque que era a la vez rea
lista y relacional (es decir, dialctico). Como hemos visto, Hegel ha
ba intentado, por medio de la dialctica, superar las antinomias que
representaba la cosa en s de Kant. Pero, segn Bhaskar, en la filo
sofa de Hegel esto implicaba
precisamente la negacin de la existencia aut1wma de la materia;
es decir, de su existencia salvo como momento del desarrollo del
Geist [espritu], la autorrealizacin de la idea absoluta. Para Marx,
por el contrario, ('ni el pensatniento ni el lenguaje . . . constituyen
un reino propio; son nicamente man{stacones de la vida real" . . .
de modo tal que "la conciencia no puede ser nunca nada ms que
existencia consciente'' .17
No es posible exagerar la importancia de este enfoque en relacin
con el subsiguiente desarrollo de la filosofa y de la ciencia social.
Como forma de realismo insista Marx en la perpetua y estrecha
relacin existente entre la ciencia natural y la ciencia social, entre
una concepcin del mundo material/natural y el mundo de la socie
dad. Razn por la cual siempre defina su materialismo como un
materialismo que formaba parte del "proceso de la historia natu
ral" .^ mismo tiempo hada hincapi en el carcter dialctico-rela
cional de la historia social y en la imbricacin de la sociedad huma
na en la prctica social. Quedaba as rechazada en consecuencia,
desde el primer momento, toda separacin del materialismo del
reino de la naturaleza y de la ciencia fsica. A la vez, el materialismo
2
marxiano adoptaba un carcter nico, prctico, en creino de lo so
cial, que reflejaba la libertad (y tambin la alienacin) que se daban
en la historia humana.
Todo esto puede antojarse incontrovertible, pero su importancia
suprema reside en el hecho de que establece lo que Bhaskar ha de
n
!ste
.
(o puede existir) una esencial unidad metodolgica entre las
C1
.
enc1as naturales y las sociales", por mucho que el reino que estu
dian unas pueda ser diferente del de las otras. Lo cual es impor
tante, dado que nos aparta de la divisin dualista de la ciencia
social en un "positivismo hipernaturalista", por una parte, y una
"hermenutica antinaturalista" por otra." El marxismo crtico occi
dental (junto con gran parte de la filosofa y la ciencia social con
tem
:
Porne
argo, al rech
.
azar el mecanicismo, incluido el biologismo meca-
111 C!Sta de la vanedad que representa el darwinismo social, pensa
dores del campo de las ciencias humanas, incluidos los marxistas,
rechazaban ca)a vez ms el realismo y el materialismo, y adoptaban
el punto de VISta de que el mundo social estaba construido en la
totali)ad de sus relaciones por la prctica humana -incluidos, en
especial, aquellos aspectos de la naturaleza que afectan al mundo
so
ial-
.
, con l
.
que simplemente negaban los objetos del conoci
miento mtransmvos (objetos del conocimiento que son naturales y
que existen con independencia de los seres humanos y de las cons
trucciones sociales).
.
De
mo del ma
'
guesa
'
' ." Desde el principio, la nocin marxiana de la alienacin
del trabajo humano estaba vinculada con una comprensin de la
alienacin de los seres humanos respecto a la naturaleza. Era esta
doble alienacin la que, sobre todo, necesitaba ser explicada hist
ricamente.
De ah que, incluso los ms virulentos crticos de Marx se hayan
visto obligados ltimamente a admitir que su obra contiene nume
rosas y notables ideas ecolgicas. En vez de condenarle sin ms a
este respecto, los crticos suelen emplear ahora seis argumentos
estrechamente relacionados entre s. El primero de ellos desecha las
afirmaciones ecolgicas de Marx como "comentarios marginales ilu
minadores" que no tienen relacin sistemtica con el cuerpo prin
cipal de su obra.25 El segundo afirma que estas ideas ecolgicas
provienen en su mayor proporcin de la temprana crtica de la
alienacin, y que son mucho menos evidentes en su obra tarda.
El tercero nos dice que, en ltima instancia, Marx i1o abord la
explotacin de la naturaleza (al no incorporarla a su teora del valor),
y que adopt en cambio un punto de vista "prometeico" (pro-tecno
lgico, anti-ecolgico).26 El cuarto, como corolario del argumento
"prometeico", asevera que, en opinin de Marx, la tecnologa capita
lista y el desarrollo econmico habran resuelto todos los problemas
planteados por los lmites ecolgicos, y que la sociedad futura de pro
ductores asociados existira en medio de la abundancia. No sera en
consecuencia necesario, como afirma el economista Alee Nove, en
su supuesta transmisin de la lgica marxiana, "tomar en serio el
problema de la asignacin de los recursos escasos", ni desarrollar un
socialismo "eco lgicamente consciente". 27 El quinto asegura que
Marx se tom poco inters por las cuestiones de la ciencia o por los
efectos de la tecnologa sobre el medio ambiente y que, en conse
cuencia, careca de verdadera base cientfica para el anlisis de los
temas ecolgicos. Segn los eminentes socilogos britnicos Mi
chael Redclif y Gral1am Woodgate, Marx ha sugerido que la inte
raccin humana con el medio natural, si bien es social, es tambin
"ubicua e inmutable, comn a todas las fases de la existencia social. . .
Z9
Semejante perspectiva no reconoce plenamente el papel de la temo
logia y sus efectos sobre el medio ambiente". El sexto argumento
afrma por ltimo que Marx fue "especista", que separaba radical
mente a los seres humanos de los animales y que tomaba partido
por los primeros por encima de los segundos.
Todas estas criticas las contradice de plano el anlisis que vamos a
exponer en el presente libro y que intenta la reconstruccin siste
mtica del pensamiento ecolgico de Marx. Todas ellas confunden
a Marx con otros tericos socialistas a los que el propio Marx hizo
objeto de sus crticas, y siguen una tradicin bien establecida de la
critica e arx s
gn la cual,
y
or citar aJean-Paul Sartre, "un argu
mento antllnarxista no es mas que el aparente rejuvenecimiento de
u 'd . " " D al na 1 ea pre-marx1sta . e J que se ataque a Marx por su
supuesto "prometelsmo" tecnolgico a pesar de que el ms vigoroso
ata
ue q
j
.
ams se ha
s que a
ncia se con
s")
entre los seres humanos y la naturaleza. Desde un punto de vista
coherentemente materialista, la cuestin no reside en el antropo
centrismo en contraposicin al ecocentrismo -dualismo que, en
rigor, en poco contribuye a q
e ent
?
ndamos las condiciones r
ales,
en continuo cambio, de la existencia humana dentro de la bwsfe
ra-, sino que es, antes bien, una cuestin de coevolcin. Los enfo
ques que simplemente se centran en los valores ecol
?
1cos
:
como
.
el
idealismo filosfico y, de modo ms general, el espmtuahsmo, son
de escasa ayuda para entender estas complejas relaciones. En con
traste con todos esos modos de ver las cosas "que descienden del
cielo hasta la tierra' es necesario "ascender desde la tierra hasta el
cielo"." ! decir: tenemos que entender cmo las concepciones es
pirituales, incluida nuestra vinculacin espiritual con la tierra, se re
lacionan con nuestras condiciones materiales, terrenales.
Aqul se pone en cuestin algo ms que a ar
ientfca
del siglo XII. Representada sobre todo po
:
l
s aportaciOnes de
Francis Bacon. Se describe a Bacon como el prmc1pal proponente de
"dominacin de la naturaleza'', punto que suele desarrollarse
a
d
4
citando determinados aforismos, sin consi erar sistem ncamente
su pensamiento. En consecuencia, la idea de la "dominacin de la
naturaleza" se trata como una simple perspectiva francamente an
tropocntrica, caracterlstica del mecan
.
icismo, a
.
la
.
que
uee o
,
o
nerse una visin posmoderna, romntica, orgamcista, vi
a,Ista.
Sin embargo, al centrarse en el conflict
?
entre el m
camc
smo yel
italismo O idealismo (y al perderse de vista la cuesnn mas funda
-ental del materialismo) se cae en una concepcin dualista ncapaz
de reconocer que estas categorlas estn dialcticamente relaciOnadas
JI
en su unilateralidad, y deben de trascenderse conjuntamente, pues
to que representan la alienacin de la sociedad capitalista. Tal coro
observara en la dcada de 1930 Christopher Caudwell (1907-
1 937), sin duda el mayor pensador marxista de su generacin en
Gran Bretafa, al recanicista "la reflexin sobre la experiencia le
lleva al polo opuesto, que meramente es el otro aspecto de una mis
ma ilusin: a la teleologa, el vitalismo, el idealismo, la evolucin
creativa, o coro quiera llamrsele, pero que en realidad es la ideo
loga de moda del capitalismo en decadencia''."
La perpetuacin de esta perspectiva dualista es intrnseca a gran
parte de la teora verde contempornea, y ha conducido a veces a esa
tradicin a un crudo rechazo de la ciencia moderna, junto con la
Ilustracin y la mayor parte de los movimientos revolucionarios,
tendencia que se ha introducido en el antirracionalisro de gran
parte del pensamiento posmoderno contemporneo. Segn esta
opinin, casi todos los pensadores, desde el siglo XII al XIX, con
la excepcin de unos cuantos poetas, artistas y crticos de la cultu
ra, estn condenados por su adhesin a valores ami-ecolgicos y por
la deificacin del progreso. 34
En este extrafo contexto idealista, en el que slo importan los
valores, desaparecen los temas histrico-materiales reales, y grandes
luchas histricas e intelectuales quedan reducidas a meras frases. I
evidente, o debera serlo, que la nocin de "dominacin de la natu
raleza" por la especie humana, aun cuando tienda hacia el antropo
centrismo, no implica necesariamente una extrema indiferencia
hacia la naturaleza o sus leyes. |propio Bacon argumentaba que el
dominio de la naturaleza tena sus ralees en la comprensin y el
seguimiento de sus leyes. Aun cuando Marx haba de condenar esto
principalmente como un "ardid" para hacer que la naturaleza se
conformase segn las necesidades del desarrollo burgus, la formu
lacin expresaba no obstante una verdadera contradiccin de la con
dicin humana."
As, partiendo de este concepto del "dominio de la naturaleza'',
Caudwell dira en I usion and Realit (1937) que
J2
En su lucha con la Naturaleza (e. d., en su lucha por la libertad),
los hombres entran en determinadas relaciones unos con otros
para conseguir esa libertad . . . Pero los hombres no pueden cam
biar la Naturaleza sin cambiarse a s mismos. La plena compren
sin de esta mutua interpenetracin del movinento refexivo de
los hombres y la Naturaleza, con la mediacin de las relaciones
necesarias yen evolucin, a las que llamamos sociedad, es el IYLo
lloCmiento de la necesidad, no slo en la Naturaleza, sino en
nosotros mismos y, en consecuencia, en la sociedad. Vista objeti
vamente, esta relacin sujeto-objeto es la ciencia; vista subjetiva
mente, es el arte. Pero, en cuanto conciencia que surge en activa
unin con la prctica, es, sencillamente, vida concreta: todo el
proceso de trabajar, sentir, pensar yactuar corno individuo huma
no en un mundo de individuos yNaturaleza."
En una concepcin dialctica, que hace hincapi en la "reflexibi
lidad", el llamado "dominio de la naturaleza" se convierte en un
proceso interminable de interaccin dialctica. No supone por lo
tanto ninguna sorpresa que, en su obra Heredit and Development
[Herencia desarrollo], escrita poco despus de Illusion and Realit
[Ilusin realidad} pero no publicada hasta medio siglo despus,
n
1 986, Caudwell defendiera con energa un enfoque co-evolucwms
ta de las relaciones entre los seres humanos y la naturaleza, a partir
de Darwin y de Marx.
.
Una vez que reconocemos, de acuerdo con el argumento antenor
mente expuesto, que no existe necesariamente contradiccin funda
mental entre la mera idea del "dominio de la naturaleza'' y el concep
to de sostenibilidad, no supondr sorpresa alguna que las nociones de
"dominio" y de "sostenibilidad" hayan surgido juntas dentro de la
misma tradicin baconiana. No tiene nada de accidental que entre
los "rejoradores' baconianos se contaran tan1bin los primeros
defensores del desarrollo sostenible, tales como John Evelyn, con su
magnca defensa de los bosques, contenida en su obra Sylva
(1 664), y los ataques a la contaminacin del aire que hizo en su
Fumigium (1661): la ms grande crtica materialista de la coma-
JJ
minacin del aire que jams se haya escrito. No slo en su calidad
de mejorador baconiano, sino tambin en cuanto traductor de parte
de la obra de Lucrecio De rerum natura (De la naturalez de las
cosas), la obra maestra potica del antiguo materialista epicreo (que
habla de ser c punto de partida del materialismo del propio Marx),
Evelyn trata todo el complejo conjunto de cuestiones que el tema
implica."
De hecho, los mayores avances en la evolucin del pensamiento
ecolgico hasta el siglo 7I7fueron resultado de la prominencia al
canzada por las concepciones materialistas de la naturaleza y su inte
raccin con las cambiantes condiciones histricas. En los tiempos
medievales, y en rigor hasta el siglo 7I7,la visin del mundo domi
nante era la visin teleolgica de la Gran Cadena del Ser (poste
riormente modificada por la teologa natural), que explicaba todo lo
existente en el universo de acuerdo con la idea de la divina provi
dencia, y secundariamente con la idea de la creacin de la tierra por
Dios para "el hombre". Las especies hablan sido creadas cada una
por separado. La tierra era el centro del universo, y el tiempo y el
espacio tenan limites. El gran enemigo de esta cosmovisin fue,
desde el principio, el materialismo antiguo, en particular el de Epi
curo, que resurgi en el mbito de la ciencia del Renacimiento y de
la Ilustracin.
A poner en tela de juicio el punto de vista escolstico-aristotli
co, el materialismo cuestionaba tambin el antropocentrismo que
ocupaba una posicin central en esta teleologa: se desplaz a la tie
rra del centro del universo; se descubri que el tiempo y el espacio
eran infinitos (e incluso se hall que la historia de la tierra estaba
vinculada al "profundo abismo" del tiempo), y por ltimo se de
mostr que los seres humanos tienen un antecesor comn con los
simios, y son una rama del mismo rbol evolutivo que stos. En
cada punto de este crecimiento de la ciencia, que se equiparaba con
el crecimiento del materialismo, se iba desalojando a Dios del uni
verso material: del sistema solar, de la evolucin de la tierra, de D
evolucin finalmente de la vida, con lo que, al igual que los dioses
J4
de Epicuro, pas a habitar cada vez ms en los intermundos, en los
poros situados entre los mundos, que no tienen ninguna relacin
con el universo material. Y, lo que era de igual importancia, se hizo
el gran descubrimiento -esencial para el anlisis ecolgico-de la
interdependencia de los seres humanos y la tierra durante todo el
curso de la evolucin material. No poda seguirse manteniendo que
los seres humanos eran sin ms seres dominantes, o supremos, que
ocupaban una posicin inalterable en la Gran Cadena del Ser, a me
dio camino entre los organismos ms inferiores y los ngeles ms
elevados (o Dios). Lo que importaba era, por el contrario, la Indo
le de la interaccin entre los seres humanos y el mundo material del
que forman parte. La relacin humana con la naturaleza era, como
aseverase Bacon, un fenmeno de la historia natural; o, como resal
tara Darwin, del largo curso de la historia natural."
La exposicin que hace Darwin de la naturaleza se derivaba de su
materialismo fundamental, sin compromiso (respecto a la naturale
za del mundo). Representaba al mismo tiempo la "muerte de la tele
ologa' (como resaltara Marx) y el desarrollo de una perspectiva no
antropocntrica. Puede decirse que fue sobre la base de la obra
biohistrica de Darwin, complementada por los descubrimientos
biofsicos de otros cientficos, como el gran qumico agrcola Justus
von Liebig, que hada hincapi en la circulacin de los nutrientes del
suelo y su relacin con el metabolismo animal, como surgi la
moderna ecologa. Aun cuando muchas veces se ha convertido al
darwinismo en una perspectiva mecanicista ms, "el darwinismo tal
como se encuentra en las obras de Darwin", dice Caudwell,
sigue manteniendo su frescura gracias al contacto con la multitud
de nuevos hechos biolgicos que a la sazn se descubrieron. No
coloca de una manera cruda aorganismo frente al medio, sino que
presenta el tejido de la vida en fuida interpenetracin con el resto
de la realidad ... La extraordinaria riqueza que despliega Darwin, al
hacer desfilar los cambios, la historia y los confictos de la vida, da
un poder revolucionario insurgente a sus escritos y a los de sus
seguidores ms inmediatos tales como Huxley."
J
La importancia que el anlisis de Darwin tiene hoy para nosotros
la resalta sobre todo Rache! Carson, que dice: "Sera hoy dificil
encontrar una persona instruida que niegue los hechos de la evolu
cin. Sin embargo, entre nosotros, muchos niegan su evidente coro
lario: que al hombre le afectan las mismas infuencias ambientales
que controlan la vida de muchos miles de otras especies con las que
est relacionado por medio de vnculos evolutivos". 40
Las implicaciones ms generales de esto, y la importancia del ma
terialismo para el desarrollo del pensamiento ecolgico, pueden
entenderse ms claramente desde la perspectiva ecolgica contem
pornea si se consideran las cuatro "leyes informales" de la ecologa,
bien conocidas, que ha formulado Barry Commoner. Son stas: [!)
todo est relacionado con todo lo dems; (2) todas las cosas van a
parar a algn sitio; (3) la naturaleza sabe ms; (4) nada procede de
la nada.41
Las dos primeras de estas "leyes informales" y la ltima de ellas
eran destacados principios de la fsica de Epicuro, en los que hace
hincapi el Libro I de Lucrecio, De rerum natura, que fue un inten
to de presentar la filosofa epicrea en forma potica." La tercera
"ley informal" parece a primera vista implicar un determinismo te
leolgico naturalista, pero en el contexto en que la formula Com
moner se entiende mejor en el sentido de que "la evolucin sabe
ms". Es decir: en el curso de la evolucin -que debe entenderse
no como un proceso teleolgico o rgidamente determinado, sino
como un proceso que contiene enormes niveles de contingencia en
cada uno de sus estadios-, las especies, incluidos los seres huma
nos, se han adaptado al medio en el que viven mediante un proce
so de seleccin natural de las variaciones innatas que opera en una
escala temporal de millones de afos. De acuerdo con esta perspec
tiva, deberamos proceder con precaucin al llevar a cabo cambios
ecolgicos fundamentales, y reconocer que, si introducimos nuevas
sustancias qumicas sintticas, que no son producto de una larga
evolucin, estamos jugando con fuego.
En ltima instancia, los seres humanos no estn desde luego de-
J
tdo
predominantes en el pensamiento ve
;
de en general. A saber:
.
l
,
a tdea
de los lmites naturales a la expanstn humana y la cuesuon del
punto de vista antropocntrico en contraposicin
.
ecocntrico.
Los socilogos ambientalistas han condenado tradtcwnalmente al
pensamiento social clsico (es decir, el pensamiento
}
ocial her
dao
principalmente del siglo XIX) como una forma de construccwms-
J9
mo radical" que niega la prioridad ontolgica del mundo natural y
percibe la naturaleza como el producto del desarrollo humailo. Se
ve en esto el reflejo de un antropocentrismo profundamente arrai
gado, de un acercamiento instrumentalista a la naturaleza, y de la
no consideracin de los limites naturales (incluidos los limites del
crecimiento).47
Las virtudes de esta critica se derivan de su impllcito realismo, es
decir, de su insistencia en la prioridad ontolgica (y material) del
mundo natural; de su insistencia en la dependencia humana, en
ltima instancia, de la tierra, y de la forma en que entiende la exis
tencia como cambio irrevocable (la flecha del tiempo). La sugeren
cia ltima es que nos encontramos en un momento crtico de la
relacin humana con la tierra. La teora social, se recalca, se ha cons
truido sin ningn fundamento material slido, ya que no incluye
ninguna teora significativa de la dependencia de los seres humanos
del medio ambiente.
Sin embargo, a pesar de lo pertinente de esta crtica, la teora so
cial ambientalista no ha sido hasta ahora, en su orientacin, lo su
ficientemente materialista, histrica o dialctica, como para re
construir la teora social siguiendo unas lineas ms realistas y ms
eco lgicamente conscientes. El socilogo ambientalista tpico asu
me una existencia propia de un centauro: con la cabeza de una cria
tura y el cuerpo de otra. 48 En cuanto socilogos se adl1ieren a la gran
tradicin clsica procedente de Marx, Durld1eim y Weber, tal como
se nos ha transmitido. En cuanto medioambientalistas, la rechazan
como una tradicin que se ha desarrollado "como si la naturaleza no
contase"." Pero, mientras tanto, la compleja tarea de retroceder his
tricam
nte hasta l
stt
.
a ser recnperado, as como lo que necesita ser
transcend
_
tdo dtalecncamente, se les hace imposible a estos pensa
dores debido a la falta de una herencia intelectual critica. De ah que
el d
t
_
e
,
dentro de la sociologa ambientalista quede enfangado en
la d!Vls
lu
10nano de
la sociedad capitalista, empez por llevar al descubnmiento de la
ecologa (y, lo que es ms importante, de la socio-ecologa). Dicho
4J
de otra manera: el objetivo es trascender el idealismo el
-
lismo y el dualismo de gran parte del pensamiento vrde contem
;
porneo,
_
mediante la recuperacin de una crtica ms profunda de
la a!Jenacin de la humanidad respecto a la naturaleza, que ocupa
ba un lugar central en la obra de Marx (y, segn argumentaremos,
de la de Darwin).
Las ideas ecolgicas de Marx, a menudo brillantes, no fueron
me
ura capitali
.
sta. Fundamental para esta linea de pensamiento era el
mters re,a
Ivo a la divisi
_
n antagnica entre la ciudad y el campo.
Esta t
marr
_
ca del pensamiento marxiano no disminuy en su obra
postenor, smo que adquiri nueva importancia cuando intentaba
abordar problemas de la prehistoria y de las formas comunales arcai
cas que se estudiaban en la literatura etnolgica de la ltima dcada
de su vida.
La presente investigacin deriva gran parte de su significacin,
coi
:
respecto a la reinterpretacin de Marx, de la luz que arroja sobre
:
arras de las anomallas, hasta ahora inexplicadas, de su desarrollo
Intelectual. Por qu escribi Marx su tesis doctoral sobre los ato
mistas de la Antigedad? Cules eran las ralees de su crtica mate
rialista de Hegel (dada la ndole superfcial del materialismo de
Feuerbach y las inadecuaciones flosfcas de la economa pol!tica)?
Cul era la relacin de Marx con la Ilustracin? Cmo se explica
el hecho de que en La Sagrada Familia expresara Marx gran estima
por la obra de Bacon, Hobbes y Locke? Por qu se dedic Marx,
durante toda su vida, al estudio sistemtico de la ciencia natural y
44
u habla detrs de la critica compleja y continuada que
.
de la teorla malthusiana? Cmo nos explicamos el sbi
QQ)O de Marx respecto a Proudhon, que pas de ser amigo a
ehemigo? Por qu declar Marx que Liebig era ms importante
.
los economistas pol!ticos juntos para la comprensin del
_
.
-
de la agricultura capitalista? Qu explicacin hemos de
d
ar a la afirmacin de Marx de que la teorla de la seleccin natural
dc Darwin proporcionaba "la base en la historia natural para nues
. tra Visin''?" Por qu dedic Marx sus ltimos aos principalmente
3los estudios etnolgicos, en vez de terminar El Capital respues-
tas stas y a otras preguntas controvertidas, que han desconcertado
' ,
d
urante largo tiempo a los analistas del vasto corpus terico de Marx,
80 ofrecen aqul, y referzan grandemente la opinin de que su obra
cepcin
!1atetialista de la historia. Dicho de otro modo: el pensamiento so
cial de Marx est inextricablemente relacionado con una visin eco
lgica del mundo.
4
CATUL I
L CONCEPCI
O
N MATERISTA
DE LA NATUREZA
En 1 837, el joven Charles Darwin, que acababa de volver de un
viaje de exploracin de cinco aos a bordo del buque de la armada
britnica HMS Beagle inici el primero de una serie de cuadernos
sobre la "transmutacin de las especies", comenzando un estudio
sistemtico del resbaladizo tema. Fue poco ms de un ao ms tar
de, en el otoo de 1 838, leyendo el Ensayo sobre la poblacin, de
Thomas Malthus, cuando Datwin tuvo su gran revelacin: que la
transmutacin de las especies ocurra por medio de la seleccin
natural provocada por la lucha por la existencia. Inspirado por la
descripcin que hace Malthus del crecimiento exponencial de las
poblaciones cuando se produce sin restriccin, de donde se deriva la
necesidad de controles naturales sobre dicho crecimiento, de modo
que se mantenga un equilibrio entre la poblacin y los medios de
subsistencia, Darwin hizo la observacin en su cuaderno de que los
frenos al crecimiento de la poblacin que se dan entre las especies
fncionaban como "una fuerza semejante a cien mil cuas" que
empujan "cada clase de estructura adaptada hacia los espacios exis
tentes en la economa de la Naturaleza'', forma de expresin que
volvi a repetir ms de dos dcadas despus en su gran obra Sobre el
origen de ls especies por medio de l seleccin natull. As recordaba
Darwin este gran momento, muchos aos despus, en su Autobio
'
En octubre de I838, es decir, quince meses despus de haber
empezado mi indagacin sistemtica, estaba leyendo yo para dis
traerme lo escrito por Malthus sobre La Poblacn, y, estando bien
preparado para apreciar la lucha por la existencia que tiene lugar
47
en todas partes, gracias a la prolongada observacin de los hbi
tos de los animales y las plantas, se me ocurri de repente que, en
estas circunstancias, las variaciones favorables tenderan a verse
preservadas, y las desfavorables a ser destruidas. El resultado de
esto sera la formacin de nuevas especies. Tena por fn, as pues,
una teora con la que trabajar. Pero me preocupaba tanto evitar
los prejuicios que decid no escribir por algn tiempo ni c ms
breve bosquejo de tal teora. Hasta junio de I842no me permit
la satisfaccin de escribir un resumen muy breve de la misma en
35pginas que, durante el verano de I844,ampli hasta compo
ner 230pginas que hice copiar fielmente y que todava poseo.'
Dado que Darwin no dio a conocer realmente su descubrimiento
hasta 1 858, primero en una presentacin conjunta con Alfred Rus
sell Wallace, y luego, un ao ms tarde, a travs de la pub
i
icacin de
Sobre el origen de las especies por medio de l seleccin natural, uno de
los grandes misterios en los anales de la ciencia ha sido la razn de
este largo retraso. Por qu esper dos dcadas enteras antes de hacer
pblicas sus ideas, y slo las dio a conocer cuando un rival ms
joven amenazaba adelantrsele?'
Se ha supuesto, desde luego, que un factor importante en la dila
cin de Darwin respecto a dar publicidad a sus ideas tena que ver
con la blasfemia contra las opiniones establecidas que representaba
su teora de la seleccin natural. Pero la evidencia material de la
magnitud de la blasfemia en la que incurra, y la conmocin inte
lectual que representaba, slo fue apareciendo gradualmente. Poco
despus de la muerte de Emma, su mnjer, en 1 896, se hall una
serie de cuadernos en un armario situado debajo de la escalera de la
casa de Darwin en Kent. Entre los cuadernos estaban los dos ma
nuscritos que menciona en la Autobiografa, en los que haba desa
rrollado las versiones primeras de su teora: uno fechado en 1 842 y
otro (mucho ms extenso) fechado en 1 844. Tambin se descubrie
ron -aunque no se publicaron hasta los ltimos decenios-una
serie de cuadernos que Darwin haba escrito entre 1 836 y 1 844, en
los que sacaba notas de varias obras y, poco a poco, iba desarrollan-
`
la vida haba surgido partiendo de las formas si
del esp(r
tu de Dws.
Con el desarrollo de la ciencia, la VISIn tradicional e la Escal de
la Naturaleza y la visin cristiana basada en las escnturas bblicas
retrocedieron algo, y surgi la tradicin de la teologa natural que se
utiliz "tanto para atacar como para defender al cristianismo". 8 As,
las figuras ms destacadas de la revolucin cientfica inglesa, tales
como Robert Boyle, Isaac Newton y John Ray, incor
oraron a
_
su
visin la teologa natural. Segn esta perspectiva, la real1ad de Dws
y una comprensin teleolgica
_
del
?
undo deban denvarse 1
:
0 de
las escrituras sino de la determmacwn de las leyes de la providen
cia que gobe.naban la naturaleza, y que a menudo i1
'
plicaa
eros
de creacin por parte de Dios (especialmente en el remo bwlog1co).
Fue el hecho de que se desarrollara junto a la ci
nc1as de (a v1da
guan estando gobernadas por conceptos teleolog!Cos extra1dos de
e
religin en el que Darwin trat de desarrollar su teora. Le ayud
a
l " d
.
l l
en el empeo el previo desarrollo de as 1 eas matena 1stas e1
a as-
tronoma, la fsica, la qumica y la psicolog
, en la Ilustrac
!
n en
En Gran Bretaa se vea el matenahsmo, remontandose
genera .
" bl
incluso a Thomas Hobbes (1 588-1679), como
pan e con a
religin (en especial con la versin desta de la rel1
?
10n;No obstan
te el crecimiento del materialismo, tanto en la ciencia como en la
s.ciedad en general, lo vea la iglesia establecida como una amena-
za.
.
b l
E l XIII la hereJ"a del materialismo se asocia a mue 1as
n e stg o ,
za, tal co
_
mo
las revelaba la argumentacin utilitaria. En consecuencta era postble
avanzar considerablemente en la direccin del reconocimiento de
un universo material que funciona de acuerdo con sus propias leyes,
aun cuando se siguiera encontrando en ste la "prueba" de la exis
tencia de Dios.11
Erasmus Darwin ( 1731-1 802), abuelo de Charles Darwin, tam-
bin adopt estas opiniones, y se inspiraba asimismo en Hartley.
Temprano terico evolucionista, avanz la idea ee que la vida des
cenda toda de una filamento vital que Dios haba cread0.12
En Francia adopt el materialismo una forma an ms radical co
la obra de Julian Offray de La Mettrie ( 1709-1751), Paul Henn
Thiery, Barn de Holbach ( 1723-1789), y Denis Diderot ( 1713-
1784). La Metn
ie, que expuso un materialismo mecanicisra en el
que todo poda derivarse de la materia y el movmi
e el n
:
ovt
miento estaba condicionado por fuerzas tales como la reststencta, la
atraccin y la repulsin, insista este pensador n que el a,ma no es
en realidad otra cosa que el cerebro. Su flosof
l
a matenahsta adop-
53
taba sin embargo una forma polticamente ms significativa, debi
do a los ataques que diriga a todo intento de ver la naturaleza en
trminos religiosos. Ver a Dios en la naturaleza supona para Hol
bac una duplicidad innecesaria, ya que la naturaleza poda ser
explicada en sus propios trminos. La doctrina de la inmortalidad
del alma, argumentaba, distraa a la humanidad de su situacin pre
s
nte y de la n
cesid
:
d de modificarla de acuerdo con su propia
libertad y necesidad. Se debera permitir tanto a la moral como a
la poltica -dice Holbach-sacar del materialsmo ventajas que no
p
ueden obtenerse
.
del dogma de la espiritualidad, de las que ste
mcluso excluye la Idea. El hombre seguir siendo siempre un miste
rio para quienes obstinadamente persisten en verle con ojos predis
puestos a la metafsica"." Para Holbach, la teologa haba dividido a
la naturaleza en dos: en un poder de l naturaleza previo a sta, a la
que
.
denominaba
.
Dios, y una naturaleza inerte carente de poder.
Diderot, el editor de la Encclopdie, adopt un materialismo
semejante al de Holbach, que influy en l, pero bebi tambin en
la historia del materialismo en la filosofa, que se remontaba a los
antiguos filsofos griegos Demcrito y Epicuro. Para Diderot las
ltimas realidades eran tomos dotados tanto de movimiento cmo
de sensibilidad. El alma se manifestaba nicamente en determina
da
.
s combinaciones de tomos. La naturaleza es completa en s
nusma,
o
.
requier
principios teleolgicos de ndole religiosa. El ser
de los distintos objetos deviene en forma de determinadas combi
naciones atmicas, y luego desaparece en incesantes ciclos.'
.
\ pues, pueden verse en el materialismo del siglo XIII y prin
cipiOs del XX teoras que adoptan dos formas relacionadas entre s.
Una de ellas haca hincapi en el materialismo en trminos ms me
canicistas (ms fcil de integrar con nociones de un espritu divino
por encima y ms all de la naturaleza y, por tanto, con un desmo
moderado), mientras que la otra era un enfoque que se centraba
ms en las interacciones orgnicas (y en la experiencia sensorial),
que conduda a veces a un vitalismo universal, a menudo de carc
ter pantesta. La ltima de estas formas lleg a pensarse como natu-
54
ralismo, vitalismo o pantesmo, y con frecuencia se la separaba del
materialismo, que pas a interpretarse como mero mecanicismo.
Pero la designacin amplia de materialismo aplicada a estas teoras
deba mucho a su comn repudio (en grado mayor o menor) de los
principios divinos postulados en la naturaleza. Un ejemplo clsico
de una versin pantesta del materialismo se encontrara en el gran
bilogo francs Georges Louis Lederc, Conde de Buffon (1707-
1788), que consideraba que la naturaleza toda estaba compuesta por
"molculas orgnicas". La naturaleza en su conjunto se converta no
en una mquina gigantesca, sino en un vasto organismo, que podra
explicarse en sus propios trminos, sin recurrir a un Dios trascen
dental.15
Lo que todos estos pensadores compartan -a pesar de sus dife
rencias-era una tendencia radical a ver que la realidad, e incluso
la mente humana, dependan de la naturaleza entendida en trmi
nos fsicos, y el alejarse del recurso a ideas de supervisin divina o a
principios teleolgicos, en la comprensin del mundo que les rodea
ba, aun cuando lo que esto a veces supona era simplemente un des
plazamiento de la divinidad a la naturaleza o a leyes externas esta
blecidas por la providencia divina. En general, tanto la filosofa
mecanicista que se asociaba con Newton, como un materialismo
ms convencido, suscitaban el tema de dnde haba de percibirse la
influencia divina. La compleja naturaleza de la relacin entre reli
gin y ciencia segua en cierto modo un paralelismo con la antigua
filosofa epicrea, ya que Epicuro, a pesar de su filosofa materialis
ta de un universo gobernado por las relaciones existentes entre los
tomos, decidi en ltima instancia dejar un lugar para los dioses,
aunque slo fuera en los espacios entre los mundos.
Paradjicamente, la cultura intelectual de Gran Bretaa en los
siglos XII, XIII y principios del XJX, estaba dominada no slo
por el desarrollo de la ciencia, el materialismo y el utilitarismo, sino
tambin por un desplazamiento dentro de la teologa hacia la teo
loga natural, en el que se descubra a la providencia divina en las
leyes naturales y en los principios utilitarios que se supona que
55
gobernaban el universo material. Hubo en consecuencia un inten
to, representado en su cenit por el arcediano William Paley (1743-
1 805), cuya Natural Theology ( 1802) y otras obras habran de for
mar
e haber sido una persona. Esa persona es Dios".16 Todo esto sig
mfcaa, no obstante, que el punto de vista teolgico estaba a la
defenstva, ya que ahora buscaba demostrar la existencia de Dios
principal
1en
:
e a travs de sus obras (como revelada por la natura
leza y la ct
lun
tada el
universo. La "principal contribucin de Bruno a la cten
ta,
.
segun
el historiador de la ciencia Thomas Kuhn, fue su reconocimiento y
elaboracin de "la afmidad" existente entre el atomismo copernica
no y el de Epicuro. "Una vez que se hubo reconocido la afnidad, el
atomismo demostraba ser la corriente intelectual ms efcaz y de
mayor alcance de las varias que, en ecurso del si
lo x.t
ans
formaron el cosmos fnito de Copnuco en un umverso mfmto y
mulripoblado". As, aunque se ha suscir
.
ado con
.
fre
:
.
uenc
el inr
n
por va
:
tas
.
l
ereJtas teolo
gicas", merece ser considerado un martt
,
de la ctenc
, el 1e
ho de
que entre estas herejas fgurase s
adheswn a la nocwn eptcurea de
un universo infnito parecera dear poco lugar para la duda. Dar
win conoca bien el destino que haba sufrido Giordano Bruno. '
La estrecha relacin existente entre el Estado y la Iglesia en la ma
yor parte de los pases de Europa, inclus
a entrado el siglo x,
signifcaba que las acusaciones de matena!t
mo aresm
consti
tuan ataques muy graves dirigidos contra el mvesngador cientfco.
En 1 81 9, William Lawrence, profesor del Royal College of Surg
ovoco ral
escndalo pblico que Lawrence tuvo que renrarlo d
I
.
a ctrc
.
ulacwn,
y cuando, tres aos despus, un editor sac una edtct
,
n puara
.
del
mismo Lawrence demand al editor. El tribunal fallo que el ltbro
de Larence era tan sedicioso e inmoral que el autor no tena dere
cho alguno de propiedad sobre l. Lo cual -e
tgm
.
fcaba
.
que cual
quier editor tena derecho a publicar una edtcton puara sm pagar al
autor.
. _
Lawrence, que era un sofisri
ado pe
1sador bwl
1 a l
yes natura
les superiores a las que caba atribuir a la naturaleza manunada. Pero
57
l
:
egaba todo "principio vital" ms all d 1 .
. .
'
na y de los rganos cor
e a otgamzacwn de la mate-
pora es, y negaba po t l
. .
toda propiedad mental inde endiente d
r anto a exlstencla de
ment britnico esto era se
ll
d
e cetebro. Para el establish-
.
.
ncl amente emasiado L Q / Vtew de tendenCia tory reprob ,
"l d
.
a ua1 tmy Re-
l
'
o a octnna d
1
proc amacin pblica de h
e matena 1smo, una
a cua se a produ 'd
ad
_
a Lawrence a retirar el libro
Charles Darwin, que mantena una lucl
. .
opiniones materialistas mientras escrib
la mtenor con sus propias
transmutacin, era plenamellte
.
a
d
sus cuadernos sobre la
'd
consclente e lo h b' tecl o a Lawrence Pose
.
que e a la acon-
sefalado en los mrgene
un eemp ar del libro de ste, que haba
cin hada referencia a s
y
o
sus cuadernos sob
e la transmuta
ascendencia del homb .
'
as como postenormente en La
ledad, y el autor de la
ficos. I'
e sus In agaclones a temas no flos-
La
.
idea de que el cerebro es el r ano d
func
wnes
mentales recl'b'
_
g
e que se denvan todas las
`
1 un uene
respald I 1
II con la obra de Franz ]ose h Gall 1
o a ma es del siglo
hoy se relaciona a Gall con l
'. . ,
(
d
758
-
1 828) . Aun cuando
a Clencla e la fienol
oga, que cay
d
hace ya mucho en el descrdito, no fue esto, sino su rompedora
insistencia en una interpretacin materialista de la relacin entre el
cuerpo y la mente, lo que en 1 802 llev a la prohibicin de impar
tir sus lecciones en Viena, por considerarse que eran peligrosas para
la religin. En 1 807 Gall emigr a Pars, donde se pusieron sus
libros en el Index Librorum Prohibitorum, y a su muerte se le neg
un entierro religioso. 20
En los cuadernos donde hizo sus reflexiones metafsicas adopt
Darwin una postura que era inequvocamente materialista. Tal co
mo comentan los editores de sus Notebooks: 'braz con entusias
mo el materialismo y sostuvo, utilizando el lenguaje del asociacio
nismo, que el pensamiento se origina en las sensaciones". "Qu es
el intelecto -se preguntaba en un momento dado-sino la orga
nizacin a la que se sobreafade la misteriosa consciencia?" O, tal
como figura en el Notebook C: "El pensamiento (o los deseos, ha
blando con ms propiedad) al ser hereditario, resulta difcil imagi
nar que sea otra cosa que una estructura hereditaria del cerebro . . .
oh, t, materialista! "21
Estas opiniones materialistas en desarrollo estn en el ncleo de la
emergente teora de la transmutacin de las especies de Darwin.
"Platn -escribe-dice en el Fedn que nuestras "ideas necesarias"
surgen de la preexistencia
del alma, no se derivan de la experiencia.
Lase monos en lugar de preexistencia". Estaba de acuerdo con la
afrmacin que hace Francis Bacon en Ofthe Dignit and Advance
ment ofLeaming [De la dignidad y el progeso del conocimiento] de
que todo argumento relativo a la naturaleza basado en causas fna
les es "estril y, cual una virgen consagrada a Dios, no produce
nada''. A observar que Malthus haba argumentado desde las cau
sas ltimas en su recurso a la providencia, Darwin anot en sus
Cuaderos que el materialismo propio le impeda seguir a Malthus
a este respecto. "Es una anomala en mi hablar de causas ltimas.
Ten esto en cuenta! Ten en cuenta a esas vrgenes"."
Darwin era aguda, penosamente, consciente de la ndole hertica
de sus opiniones, y se debata en torno a si el materialismo condu-
59
c
.
a necesariamente atesmo. Afirmaba que no era asf. 24 En los
tiempos de Darwin, el materialismo solia asociarse en la mentali
dad pblic
no slo
ra revolucionaria
.
Existan en Gran Bretaa leyes sobre
la blasfen
.
ua y los actos de sedicin, dirigidas contra los librepensa
dores radrcales. Entre 1 83 7 y 1 842, los peridicos estaban llenos de
las sonadas actividades de los cartistas, los owenistas y otros grupos
que adoptaban el materialismo en la causa de la reforma social.
Iaba tambin en Londres ncleos de materialistas radicales, espe
cralmente en los crculos mdicos, que se adheran a las ideas evo
lucionistas, pero cuyas opiniones eran anatema para Darwin debi
do a su carcter extremadamente contrario a la Iglesia y el Estado."
Deseando que sus propias ideas no fueran proscritas en los crculos
r
spetables,
.
Darwin buscaba estrategias para soslayar la proclama
CIn explcita de su m
te
nto n
:
s hertica por cuanto destronaba no slo a la teleologa reli
grosa, smo tambin las visiones antropocntricas, en el sentido de
que, desde el punto de vista de la Escala de la Naturaleza, se atribua
a Dios el propsito de haber creado el mundo para "el hombre", y
se pensaba que la mente estaba claramente separada de la materia.
Las opiniones de Darwin tendan por una parte a reducir la estatu
ra de la especie humana al atribuir su origen a la descendencia de
otras especies "inferiores". Ahora poda considerarse que los monos
ylos grandes simios -a los que hasta entonces slo se haba tenido
por ligeramente inferiores en la escala de la naturaleza, pero inmen
samente distantes del "hombre" debido a su creacin por separado
c
a
de Demcrito la de Epicuro .(escrita en 1 840-184
), a
nque se !!
ciara con un enfoque propio esencialmente de la zqmerda hegelia
na, empezaba ya a trascender esta tendencia al suscitar el tem
el
conflicto entre la filosofa especulativa (o idealismo) y el matenalis
mo. 29
La mayor parte de quienes se han ocupado de la tesis doctoral de
Marx argumentan que Marx y los Jvenes Hegelian
?
s en gener
.
se
sintieron atrados por las antiguas filosofas helensticas (el estoiCIS
mo, el epicuresmo y el escepticismo) simplemente porque es
.
tas
.
fi
losofas se haban producido a raz de la filosofa total de Anstote
les, lo que parece prefigurar la posicin que adopta
.
ran los Jvenes
Hegelianos a raz de la filosofa total de Hegel. As1 pues, Marx,
e
nos quiere inducir a creer, se sinti atrado no tanto por el
ontem
do de la filosofa epicrea como por el hecho de que reflepb
.
a
a
especie de "espritu" paralelo de los tiempos. En estrecha asoCiacwn
con esta postura se da por supuesto que, al escribir su tesis doctoral,
Marx segua por completo encerrado en la visin de
.
! mundo heg
liana. En consecuencia, mientras se ve en su tesis un Intento de deli
near (en trminos hegelianos) una dialctica epicrea de la conci
n
cia de s, se ignora toda la relacin del epicuresmo
on la Il
straCin
y con el materialismo britnico y francs, como SI no tuviera nada
que ver con el tema, o quedara totalmente fuera de su conciencia."
Esta omisin es tanto ms sorprendente por cuanto Marx haba
hecho fuerte hincapi en la propia tesis de que Epicuro era la figu
ra representativa de la Ilustracin en la Antigedad, punto que tam
bin sefalara Hegel, aunque de un modo menos po
itivo. Marx
seguira insistiendo, en posteriores escritos, en que Ep1curo ocua
ba una posicin central para todos aquellos pe1
n
.
del epi
u
.
re,smo con la Ilustracin, y en particular con U
matenahsmo bntamco y francs, se pone de manifiesto no slo en
la tesis o
;
toral misma, sn
.
o tambin en siete Cuadernos sobre l flo
softa eptcurea, que compilo e
1 839, mientras trabajaba en la tesis,
asco
cuales era la gran obra del poeta romano Lucrecio De rerum natura
(literalmente, De la naturalez de ls cosas), en la que Lucrecio (c.
95-55 a.C.) reprodujo felmente, tal como ha demostrado la inves-
I se conoce como e
l
d I
titulan o que lO
!
.
d E icuro
signif
icaba
la
expu slon
e
cin' ." El
matenaltsmo e
. .
I l ' gicos-de la natura-
d
dos los pr
mc1p1os te eo o
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Poder divino - e to
. .
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.
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extsnen ,
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espacios
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opona a to a te eo og
.
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materia.
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.
sclavo
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verttrse en e
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ranza de aplacar a os \O
I ero sugiere una espe .
natu
rales; pues e pnm
.
I se
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implica una necesl-
d
ante el culto
mtentras que e g
ses me t
1
. 9
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podan explicar, segun pl-
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can" porque esos aconrecl-
. .
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curo, "aconteclmlento
l .
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Jams vers as que los
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I
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acin y
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"d b
con
cebida por a
.
me
'bl , As pues, a decir de Farringron,
e e
la discusin son
nnpoSI es .
1
cepto general, y si ya no fuera conforme a las circunstancias mate
riales, "dejara de tener la condicin esencial de justicia". Se encon
traba as en Epicuro una concepcin materialista de la ley, opuesta
a la idealista, que negaba a la ley un aspecto trascendente aparte de
las necesidades de la interrelacin social humana. Como posterior
mente sealara Marx, fue Epicuro el primero en dar origen a la
nocin de contrato social."
La filosofa de la naturaleza de Epicuro tomaba como base de par
tida el "principio de la conservacin", y tenda por tanto a una
visin del mundo ecolgica. Esto se pona de manifesto de especial
manera en la obra de Lucrecio, quien, en palabras del conocido his
toriador del pensamiento ecolgico J. Donald Hughes, "planteaba
algunas cuestiones que ahora se consideran ecolgicas". Lucrecio
aluda a la contaminacin del aire debida a la minera, a la dismi
nucin de las cosechas por la degradacin del suelo, y a la desapari
cin de los bosques, a la vez que arga que los seres humanos no
son radicalmente distintos de los animales."
"Habiendo prescindido totalmente de la teleologa en su cosmologa
-dicen Long y Sedley-Epicuro opt por una versin evolucionista
y experimental del origen y desarrollo de las instituciones humanas" .50
De ese modo, el materialismo epicreo llevaba a una concepcin del
progreso humano. "Hemos de suponer -escribe en su "Carta a
Herdoto"-que la naturaleza humana fe enseada y obligada a ha
cer muchas cosas de todo tipo meramente debido a las circunstancias,
y que, posteriormente, razonando, elabor lo que la naturaleza haba
sugerido, e hizo nuevas invenciones, rpidamente en algunas mate
rias, lentamente en otras, haciendo grandes avances en algunas pocas
y periodos, y de nuevo menos en otros".51 La propia naturaleza huma
na se transforma con la evolucin de la sociedad; la amistad y la socia
bilidad son producto de pactos sociales que surgen en el proceso de la
obtencin de los medios de subsistencia materiales."
Fue en Epicuro, visto a travs de Lucrecio, donde se encontraba,
de entre los autores de la Antigedad, la exposicin de ideas evolu
cionistas que implicaban cuestiones relativas a las especies, a la adap-
70
-
racin y a la supervivencia. La idea la suscitaron originalmente Em
pdocles (. h. 445 a.C.) y Anaxgoras (c. 500-428) y fue objeto de
los ataques de Aristteles en su Fsica. Resumiendo a Empdocles
escribe Aristteles:
Por qu, entonces, no habra de ocurrir lo mismo con las par
tes de la naturaleza, v.gr. que nuestros dientes aparecieran por
necesidad -los frontales aflados, aptos para desgarrar, los mola
res anchos y tiles para reducir la comida-, puesto que no sur
gieron para este fin, sino que su surgimiento fue una mera coin
cidencia, y as con todas las dems partes en las que suponemos
que hay un propsito? Como quiera entonces que todas esas par
res se habran convertido en lo que habran sido si hubieran lle
gado a ser para un fn, tales cosas sobreviviran, al estar organiza
das de un modo adecuado; mientras que las que se desarrollaron
de otro modo perecieron y siguen pereciendo, como dice Emp
docles que aconteci con su "progenie de bueyes con rostro hu
mano".53
Aristteles respondi a este interrogante reafirmando la impor
tancia de las causas finales: "Es evidente -dice-que la naturaleza
es una causa, una causa que opera en funcin de una finalidad"."
Epicuro, aun cuando ridiculizara a los "hijos de bueyeS con rostro
humano" como coleccin de combinaciones aleatorias contrarias a
la naturaleza, defendi no obstante frente a Aristteles los puntos de
vista materialistas-evolucionistas. Las especies que sobrevivan, y
que eran capaces de perpetuar "la cadena de la descendencia", expli
cara Lucrecio, eran aqullas que haban desarrollado especiales atri
butos que las protegan del entorno en la lucha por la existencia,
"mas las que no estaban dotadas de estas dotes naturales . . . fueron
libre caza y fcil presa de otros, hasta que la naturaleza llev su raza
a la extincin
''
. Es, as pues, a travs de Empdocles, Epi curo y Lu
credo, como se piensa que tuvo su origen un importante elemento
de anlisis evolucionista que habra de aparecer desps en la teora
darwiniana.55
71
Fundamental en la visin de Epicuro, tal como la presenta Lucre
co, era que la vida naci de la tierra, y no descendi de los cielos
(ni fue resultado de la creacin por los dioses). "Los animales -ice
Lucrecio-no pueden haber cado desde el cielo, y los que viven en
la tierra no. pueden haber surgido de los salados golfos. Nos queda
la conclusin de que el nombre de madre se le ha concedido con
razn a la tierra, ya que de ella nace rodo". Esro, como comentara
W K. C
.
Guthrie, una autoridad en el pensamienro protoevolutivo
de la antigedad, "era quizs, en ausencia del conocimienro biol
gico moderno y de una teora de la evolucin sobre bases slidas, la
nica alternativa razonable", a saber: que la tierra misma mereca "el
nombre de madre"".
En su obra Ideas oflif and Matter: Studies in the Histor ofGene
ral Physiolog 00B. C to !00A.D. [Ideas de la vida y la materia:
Estudios de historia de la fsiologfa general de 00a. C a !00d. C]
Thomas Hall arguye que Epicuro fue la principal fuente antigua de
la visin (anticipada por Empdocles y Demcrito) segn la cual la
vida es una "consecuencia surgida'' de la organizacin de la materia.
"En la Antigedad -escribe Hall-, Epicuro utiliz explcitamen
te la vida como ejemplo de surgimienro, insistiendo en que no ha
ba vida en los tomos del cuerpo romados por separado". As pues,
para Epicuro; "la vida es emergente en sentido estricro". La existen
cia material, en Epicuro, slo se pone de manifiesro a travs del azar,
es decir, de la evolucin."
Esa misma perspectiva evolucionista se pona asimismo de mani
fiesro en la forma en la que Epicuro trataba de la sociedad humana.
En las dcadas de 1 860 y 1 870, tras "la revolucin en el tiempo
antropolgico" que se asociaba con El origen de las especies de Dar
win y con los primeros descubrimienros cientficos de fsiles huma
nos que tuvieron una amplia aceptacin, se hizo habitual entre im
portantes pensadores darwinistas, tales como John Lubbock y Henry
Margan, remontarse a la discusin de Lucrecio sobre el desarrollo
etnolgico, que daba cuenta de la evolucin, a partir de una ed
d de
la piedra y de la madera, a la del bronce, y luego a la del hierro,
72
donde tambin se trataba sobre el desarrollo del lenguaje, la ayuda
mutua, de la revolucin en el uso del fuego, etc.''
En ltima instancia, la opinin de Epicuro era que una compren
sin de la naturaleza y de sus leyes, es decir, el progreso de la cien
cia, dispersara el terror que causaba la religin. Tal como escribiera
Lucrecio:
Por tanto este terror y las tinieblas de la mente
no por los rayos del sol ni la brillante luz del da
han de dispersarse, como es tan necesario,
sino por la faz de la naturaleza y de sus leyes.
No es de sorprender en consecuencia, como el bilogo evolucio
nista Michael Rose ha observado, que "que algunos estudiosos con
sideren a Lucrecio el ms grande predecesor de la moderna cien-
59
cia .
Lpcuro]la rcvo!uconde la ciencia y la razn
La filosofa de Epicuro iba a desempear un extraordinario papel
en el desarrollo del materialismo de la Ilustracin inglesa y france
sa, que adopt la forma de lucha contra la filosofa de la naturaleza,
esencialmente aristotlica, que se promovi bajo el cristianismo."
Segn la versin del aristotelismo cristianizado o escolasticismo,
que todava se enseaba en las universidades inglesas del siglo XII,
la materia estaba compuesta por cuatro elementos: aire, tierra, fuego
y agua. Las elaboradas taxonomas escolsticas se combinaban con
una visin de la naturaleza que era esencialmente esttica y tautol
gica. No obstante, no era fcil que tales concepciones se mantuvie
ran, dado el cambiante contexro material de la sociedad inglesa de
aquel siglo, en el que las instituciones medievales estaban en rpida
desaparicin e iba surgiendo un orden capitalista dinmico en la
agricultura y en la industria. En consecuencia, los principales cien
tfcos se volvieron al atomismo griego y, en especial, a las ideas de
73
'
!
l
Epicuro. "El ms ligero conocimiento de la fisiologa posrenacentis
ta (desde Descartes hasta el presente) -dice Thomas Hall-har
que Epicuro parezca ms cercano que ningn otro cientfco anti
guo al emergentismo y el materialismo mecanicista de la era moder
na"." Otro tanto cabe decir de la ciencia en general. Thomas Ha
riot, Francis Bacon, Thomas Hobbes, Robert Boyle e Isaac Newton
estaban rodas profundamente influidos por el atomismo griego y, a
partir de Bacon, por la filosofa de Epicuro en particular." Se lleg
a entender que la materia estaba compuesta de romos y, por tanto,
siguiendo a Epicuro, por partculas materiales que podan explicar
se sencillamente en funcin de su tamao, forma, peso y movimien
ro, concepcin que era fcil traducir en trminos esencialmente me
cnicos.
Thomas Hariot ( 1560-1621), una de las ms brillantes figuras de
la revolucin cientfica inglesa, haba tenido contacro con el ato
mismo epicreo a travs de Giordano Bruno. En carta a Johannes
Kepler, en la que explicaba el funcionamiento de la ptica fsica,
deca Hariot: "Os he llevado ahora ante las puertas de la casa de la
naturaleza, dentro de la cual residen sus misterios. Si no podis en
trar porque son stas demasiado estrechas, haced abstraccin y con
traeros hasta convertiros en un tomo, y os ser fcil entrar. Y cuando
hayis salido de nuevo, decidme qu maravillas habis presenciado"."
Hariot fue denunciado en 1 591 por ateo epicreo, y posteriormente,
en 1 605, fe detenido y encarcelado (a continuacin del complot de
Guy Fawkes para volar el parlamento) sobre la infundada sospecha
de hereja suscitada por su relacin con materialistas ateos de la An
tigedad, tales como Lucrecio y Epicuro.6
Tambin Francis Bacon ( 1 561-1626) recibi una fuerte influen
cia de Demcrito y Epicuro (incluido Lucrecio) y trat de justificar
el atomismo griego -del que tom muchas cosas para el desarrollo
de sus ideas-en trminos religiosos, arguyendo que la filosofa de
la naturaleza de Epicuro era infinitamente superior a este respecto
que la de Aristteles, "Pues es mil veces ms creble que 'cuatro ele
mentos mutables, y una quinta esencia inmutable, debida y eterna-
74
mente situados, no necesiten Dios alguno, que no que un ejrcito
de infinitas porciones o semillas pequeas, no situadas, hayan pro
ducido este orden y esta belleza sin un jefe divino" .65 Y, lo que es
ms importante, en su obra De dignitate et augmentis scientiarum
[De l dignidad el desarrolo del saber} (1623) argumentaba que la
flosofa natural de los materialistas antiguos, como Demcrito y
Epicuro (incluido tambin Lucrecio),
que sacaron a Dios y a la Mente de la estructura de las cosas, y atri
buyeron la forma de las mismas a infnitos ensayos y pruebas de la
naturaleza ... y achacaron las causas de las cosas particulares a la
necesidad de la materia, sin mezcla de causas finales, se me antoja
(hasta donde puedo juzgar partiendo de los fragmentos y reliquias
de sus flosofa) haber sido, por lo que hace a las causas flsicas,
mucho ms slida y haber penetrado ms en la naturaleza que la de
Aristteles y Platn; por la sencilla razn de que los primeros jams
perdieron tiempo en ocuparse de causas fnales, mientras los lti
Inos no cesaban de inculcarlas.6
En su ensayo sobre Prometeo en The Wisdom ofthe Ancients [La
sabidura de los antiguos} hace Bacon una descripcin de Prometeo en
la que ste representa dos clases de providencia en la mitologa grie
ga: la de los dioses y la de los seres humanos. Ms adelante desplaza a
Prometeo y lo sustituye con la figura de Demcrito, quien represen
taba, junto con Epicuro, la verdadera cualidad heroica de lo pro
meteico en su forma materialista. Para Bacon, Epicuro fue una fgu
ra inferior a la de Demcrito, porque subordin "su filosofa natural
a su filosofa moral", negndose a aceptar nada contrario a la li
bertad. No obstante consider que el ataque dirigido por Epicuro
contra la supersticin es la esencia de la ilustracin. A este respecto ci
taba la afirmacin epicrea contenida en su "Carta a Menoeceo" de
que, "No es verdaderamente impo el hombre que niega los dioses que
la multitud venera, sino aqul que afirma de los dioses lo que amul
titud cree de ellos"."
75
Tambin habra de seguir Bacon las ideas epicl!reas de la evolucin,
que sealaban la realidad de la "transmutacin de las especies". Como
escribiera en su Sylva Sylvarum; or a Natural Histor in Ten Centuries
[Silva silvarum; o una hitoria natural en diez siglos}, "la transmutacin
de las especies se decreta imposible en la filosofa vulgar . . . pero viendo
que aparecen manifestos ejemplos de ella, la opinin de su imposibili
dad debe ser rechazada, y han de hallarse los medios para tal rechazo"."
El manuscrito de Lucrecio, que haba sido copiado pero que desa
pareci en los tiempos medievales, se descubri de nuevo en 141 7. Se
imprimi en 1473 y conoci unas treinta ediciones desde entonces
hasta comienzos del siglo XII
.
No fue sin embargo hasta comienzos
o mediados de dicho siglo cuando el epicuresmo haba de introdu
cirse a travs de vas principales en el pensamiento europeo. En
1 647-1 649, Pierre Gassendi (1592-1655), clrigo, telogo, filsofo
y matemtico francs, y uno de los principales defensores, junto con
sus contemporneos Hobbes y Descartes, de la filosofa mecnica,
llev a cabo una gran sntesis epicl!reo-cristiana. El propsito explci
to de Gassendi era derrocar la vieja concepcin aristotlica de la natu
raleza." Para Gassendi, como observara Marx, era sorprendente que
Epicuro, sirvindose l!nicamente de la razn, hubiera "anticipado el
hecho experimentalmente demostrado de que todos los cuerpos, aun
cuando sean diferentes en peso y en masa, tienen la misma velocidad
cuando caen de arriba a abajo" .70
Como restaurador de Epicuro, Gassendi -observara Marx-se
convirti en el principal oponente de la metafsica de Ren Descar
tes, plasmada en su Discurso del mtodo (1 637) y en sus Meditacio
nes (1641 ) . En sus Dudas, obra escrita en 1 644, Gassendi atacaba la
metafsica cartesiana, que tena como punto de partida ideas inna
tas: "Pienso, luego soy'. En su crtica adoptaba Gassendi por lo
general una postura materialista contra la posicin idealista encar
nada en el concepto cartesiano de la mente (la metafsica de Des
cartes difera ampliamente de su fsica, que tena un carcter meca
nicista). Haciendo hincapi en la prioridad del mundo natural y de
los sentidos, Gassendi insista en que pensar sin saber ninguna otra
76
cosa previa, y con los sentidos bloqueados, slo dara como resulta
do un interminable "yo, yo, yo", puesto que "no seras capaz en tu
pensamiento de atribuir ninguna cosa a ti mismo, porque nunca
conoceras ningl!n atributo, ni conoceras la fterza del verbo "soy'',
ya que ignoraras lo que es ser o la diferencia entre ser y no ser".71
En Inglaterra, Walter Charleton (1619- 1707), mdico de Carlos I
y Carlos II, al que su amigo Thomas Hobbes puso en contacto con
la obra de Gassendi, transmiti los resultados de la investigacin de
Gassendi a los crculos cientficos britnicos, y desarroll su propia
versin de un epicuresmo "purificado", compatible con el cristia
nismo." La Physiologia Epicuro-Gassendo-Charltonia (1654) fue el
primer esfuerzo sistemtico que se hizo en Inglaterra de fundir a
Epicuro con la filosofa mecanicista. J la obra de Charleton le si
gui pronto la traduccin al ingls que hizo John Evelyn del Libro
I de Lucrecio, De rerum natura, en 1 656. en su History ofPhilosophy,
Containing the Lives, Opinions, Actions and Discourses of the Philo
sophers of Ever Sect [Historia de la Filosofa que contiene la vida, opi
niones, acciones y discursos de los flsofs de todas las sectas} (1660),
Thomas Stanley dedic la mayor parte de la obra a Epicuro, que
ocupaba mayor n{tmero de pginas que Platn y Aristteles juntos."
John Evelyn (1620-1706) no slo era admirador de Epicuro, sino
tambin una de las fguras que estuvieron detrs de la fundacin de
la Royal Society, y el mayor defensor de la conservacin en la Ingla
.
terra del siglo XII. En su Sylva, Or a Discourse of Forest-Trees and
the Propagation ofTimber in His Majesties Dominions [Silva, o dis
curso de los drboles del bosque y la propagacin de l madera en los
dominios de Sus Majestades} (1 664), primera publicacin oficial de
la Royal Society (una obra que conoci cuatro ediciones en vida de
Evelyn), se quejaba de los "prodigiosos estragos" provocados en los
bosques ingleses como consecuencia de las demandas de la cons
truccin naval, las fbricas de vidrio, los hornos siderl!rgicos, y otras
industrias. "Esta devaluacin -observaba-se ha hecho ahora tan
Epidmica que, a menos que se ofrezca un recurso favorable y que,
rpida y seriamente, se resuelva una va para la futura reparacin de
77
esre importante defcto, en breve tiempo estaremos roralmente fal
ros de uno de los ms gloriosos y considerables Baluartes de esta
Nacin". Evelyn recomendaba la aplicacin de la ley isabelina, que
prohiba la rala de ningn rbol "de un pie cuadrado" o ms, en un
permetro de veintids millas desde Londres, y que se plantaran
plnrulas en las grandes propiedades.
) lo que es ms importante, Evelyn fue auror de la gran obra
Fumifugium: Or the Inconvenience of the Aer and Smoake of London
Dissiated [Fumiugium: o l inconveniencia de la dispersin del aire
el humo de Londres} ( 1661), que present a Carlos . En ella se
evidenciaba el entusiasmo de Evelyn no slo por el baconismo, sino
tambin por el materialismo epicreo. En el Libro N de su gran
poema haba escrito Lucrecio: "Con qu facilidad pasa al cerebro el
adormecedor humo y perfume del carbn vegeral". Evelyn citaba
esta frase en la porrada de su obra y, condenando la contaminacin
general existente en Londres, pasaba a considerar el tema de la con
taminacin atmosfrica, que no atribua a los fuegos culinarios de la
poblacin, sino a
Emisiones pertenecientes nicamente a Cerveceros, Fundidores,
Cocedores de Cal jabonadores yotras Industrias privadas ... Mien
tras stos las arrojan por sus tiznadas mandbulas, la Ciudad de
Londres se asemeja ms al Monte Etna, m Corte de Vulcano,
Estrmboli o sus Suburbios de/ Infero .. Es este [horrible humo]
el que esparce estos negros ysucios tomos ycubre todas las cosas
all a donde llega.
"Las consecuencias . . . de todo esto", dice, habra que verlas en el
hecho de que "la mitad de cuanros perecen en Londres mueren de
males Ptsicos Pulmnicos; De modo que los Habitantes no estn
nunca libres de Toses". En todo esto influa claramente en Evelyn la
epidemiologa materialista que se halla en HLibro Vdel poema de
Lucrecio, que hace hincapi en la existencia de cierras tomos de sus
rancias que eran "causa de enfermedad y muerre"."
oce ms
?
aturaleza que la naturaleza mecnica". Es cierto que
Ep1curo -dice Marx en relacin con el gran poema de Lucrecio
celebra las sensaciones, pero en esto reside el extrao carcter de su
filosofa natural, en que "procede a partir de la esfera de lo sensible"
y sin embargo postula "como principio una abstraccin . . . tal como
el 't ""' E
. 7
a omo sta tenswn no se resue ve nunca por comp eto, aun-
que Epicuro, como insistiera el propio Marx en su tesis doctoral,
haba sobrepasado, en considerable medida, el materialismo meca
nicista. Tal como observa Farrington:
No era la intencin de Epicuro, si poda rescatar al mundo grie
go de la infuencia de la Academia [Platn yAristteles], resta
blecer el sistema fsico de Demcrito sin cambio alguno. El siste
ma atmico, tal como lo establecieron Leucipo y Demcrito,
adoleca a sus ojos de un defecto fundamental: estableca una
doctrina determinista universal que inclua al hmnbre en la
misma cadena de causalidad mecnica que a la materia inanima-
101
da. La doctrina del determinismo mecnico era, a los ojos de Epi
curo, un engendro peor para la raza humana que la creencia en
los micos.144
Las ocasionales reservas que manifiesta Marx en relacin con el
mecanicismo que Epicuro en cierta medida traa de Demcrito no
anulaba sin embargo su real aportacin, que apuntaba hacia la tras
cendencia de ral mecanicismo; ni tampoco la de Lucrecio, de quien
deca Marx que era un "maestro del mundo fresco, entusiasta, po
tico" .1" No era la fsica de Epicuro (ni la de Demcrito) la que haba
de tener la influencia ms duradera, sino, ames bien, el materialis
mo-humanismo de la Ilustracin, prefigurado por la revolucin fi
losfica de Epicuro en la Antigliedad.
La tesis doctoral de Marx fue una obra de transicin. Era en un
grado considerable hegeliana en espritu (aunque mucho menos en
sustancia}, en una poca en la que Marx, junto con otros Jvenes
Hegelianos, tales como Bruno Bauer, pensaba que el hegelianismo
era una filosofa revolucionaria. El verdadero espritu de Hegel, crean,
se encontraba en sus implicaciones antirreligiosas (si no ateas}, y en
el hecho de que una la Ilustracin radical con la razn, para encar
narlas en el Estado ideal. Debido a la naturaleza trascendente de la
doctrina hegeliana, que conceba toda filosofa anterior como desa
rrollo parcial de la propia filosofa total, le fue posible a Marx iden
rificarse, en considerable medida, con la autoconciencia de Epicuro
y de los materialistas britnicos y franceses, a la vez que segu
_
a ve
`
104
europea propiamente dicha. Los epicreos argumentaban que "el
mundo debe ser liberado de ilusiones, y especialmente del miedo a
los dioses, porque el mundo es mi amigo". De hecho, la misma "idea
de que el Estado se basa en el mutuo acuerdo entre la gente, en un
contrato soLial -sealan-. . . se encuentra por vez primera en Epi
curo" .150 Lucrecio describi la creacin de un contrato social entre
individuos libres como el proceso que sigui al hecho de dar muer
te a los reyes:
Dise por tanto muerte a los reyes, y en el polvo
yacan, derrocados, la antigua majestad de los tronos
y los soberbios cetros; _ teida de sangre, bajo los pies
del vulgo lamentaba su gloria el ornamento de la testa soberana;
pues con ardor se mancilla lo que antes se temi en exceso.t51
Las incendiarias implicaciones del materialismo epicreo, pese a
que el propio Epicuro pidiese a sus seguidores que se apartasen de
la vida pblica helenstica, resultaban demasiado evidentes en el
clima poltico europeo de los siglos XII y XIII, como lo haban
sido para los comentaristas antiguos. Plutarco se quejaba de que los
epicreos deseaban "abolir las leyes y el gobiero" .152 De hecho, fe
precisamente debido a que el materialismo epicreo era algo ms que
un mero atomismo -ms incluso que el rechazo de los dioses como
fuerzas del mundo material-, sino que tambin representaba, desde
un punto de vista ms positivo, el desarrollo autoconsciente del
humanismo y el naturalismo verdaderos en la vida de la Atigedad,
por lo que fue tan grande su influencia en la Ilustracin.
El materialismo de la Ilustracin no quedaba limitado nicamen
te a Francia, sino que, como Marx y Engels ponan de relieve en La
Sagada Famila, fue en rigor "el hijo naturl de Gran Bretaa" en
los aos que condujeron a la revolucin inglesa y en los que la
siguieron inmediatamente. El "verdadero progenitor del materialis
mo ingls y de toda la ciencia experimental modera -escriben-es
B " N b B "
.
d " l acon . o o stante, en acon, su pnmer crea or , e materialis-
105
mo "est plagado de incoherencias importadas de la teologa". Fue
Hobbes el que "sistematiz el materialismo baconiano". Pero fue
Loclce, en su Ensayo sobre el entendimiento humano; el que aport "la
prueba en favor del principio fundamental de Bacon: el origen de
todo conocimiento y de rodas las ideas humanas a partir del mundo
de los sentidos". Y cientficos tales como Hartley y Priestley ataca
ron las "resistencias teolgicas que todava inhiban el sensismo loc
kiano". La importancia que, en 1 845, daban Marx y Engels a Loclce
se deba a que ste "haba fundado la filosofa del. . . sentido comn,
es decir, afirmaba indirectamente que no puede existir filosofa que
est en desacuerdo con los sentidos humanos sanos y la razn basa
da en ellos" .153
Qued no obstante reservado a pensadores como Helvtius y Hol
bach, en Francia, llevar el materialismo al campo social. Y esto, a
consecuencia de las luchas histricas, acab conduciendo al surgi
miento del materialismo ms radical del comunismo y el socialismo.
Si el hombre extrae todo su conocimiento, sus percepciones, etc.
del mundo de los sentidos y de la experiencia adquirida en l, lo
que habr que hacer en tal caso es organizar el mundo emprico de
tal manera que lo experimente yse acostumbre a lo que en l es
verdaderamente humano ... Si se entiende correctamente, el inters
es el principio de toda moralidad. Debe hacerse que el inters pri
vado del hombre coincida con el inters de la humanidad.
Para cuando Marx termin su tesis doctoral haba alcanzado una
posicin que era materialista por su orientacin, pero difera ee la
ee los materialistas franceses del siglo XIII por su carcter no me
canicista, no determinista (ya que se basaba en una distinta in
terpretacin ee Epicuro). No obstante, su punto ee vista estaba
todava "teido", como recordara ms tarde, por la filosofa del
idealismo alemn.155 Su encuentro con Epicuro y con los materia
listas britnicos y franceses le coloc ante lo que Engels llamara
ms tarde "la concepcin materialista de la naturaleza". Sin embar-
106
``
go, Marx recelaba de toda tendencia hacia el materialismo vulgar o
mecanicista que ignoraba el papel prctico ee la racionalidac. 156 Ins
pirndose en Epicuro y Bacon, haba adoptado el punto ele vista
antiteleolgico como ncleo del materialismo. Del mismo modo
que lo hiciera Darwin en la dcada de 1 840. Marx puso roela su
atencin citica en la observacin que hizo Bacon sobre las "vrge
nes estriles". "Bacon ele Verulamio -escribe en 1 842-dijo que
la fsica teolgica era una virgen consagrada a Dios y estril; l
emancip a la fsica de la teologa y la hizo frtil"157
Podemos entender mejor el desarrollo flosfco de Marx recono
ciendo que era en cierto modo anlogo al de Kant (y parece en rigor
haber sido influido por ste), quien, como hemos visto, presentaba
a "Epicuro como el ms destacado flsofo de la sensibilidad, y a
Platn como el del intelecto", antinomia que era el punto de parti
da para la flosofa trascendental crtica del propio Kant. (Kant,
como ya hemos observado, defini tambin a Bacon como el prin
cipal estudioso moderno de la naturaleza) . Para Marx, Epicuro
sigui siendo el principal filsofo de la sensibilidad, que haba des
cubierto la alienacin ele los seres humanos respecto al mundo y,
para oponerse a ella, la necesidad de una ciencia (Ilustracin), basa
da en una concepcin materialista de la naturaleza. En la concep
cin de Marx, Hegel sustituy sin embargo a Platn: como el ms
grande filsofo del intelecto. Como veremos ms adelante en la cr
tica marxiana de Hegel, ste haba descubierto la alienacin del tra
bajo en la historia, aunque en abstracto, en forma de trabajo inte
Lectual. Fue mediante una trascendencia crtica de estos enfoques
como surgi el propio materialismo prctico de Marx, que sin
embargo conservaba como fundamento una ontologa realista (es
decir, una concepcin materialista de la naturaleza) , como trascen
dencia dialctica en el sentido hegeliano. Feuerbach, tal como expli
camos en el captulo siguiente, llev a cabo una crtica similar de
Hegel (inspirndose en Bacon y Gassendi, ms que directamente en
Epicuro) y lo hizo adoptando un punto de vista explcitamente hu
manista y materialista. Pero, como en el caso de Epicuro, el mate-
107
rialismo de Feuerbach era primordialmente contemplativo. Para
Marx, el objetivo era hacerlo prdctico.
En 1 893, ms de medio siglo despus de que Marx escribiera su
tesis doctoral, Aexei Mijailovich Voden ( 1 870-1939), hombre de
letras ruso que tom parte en las actividades del Partido Socialde
mcrata en la dcada de 1 890, visit Londres y tuvo una serie de
conversaciones con Engels. En la ltima de estas conversaciones
1
J
segun recuerda Voden,
Engels me pregunt si estaba interesado por la historia de la
filosofa griega, y me ofreci hacerme una exposicin de la pri
mera obra filosfica de Marx. Me explic la tesis doctoral de
Marx, con gran detalle, sin ayuda del manuscrito, citando de me
n1oria no slo a Lucrecio y a Cicern, sino una serie de textos
griegos (de Digenes Laercio, Sexto Emprico y Clemente).
.
n
els prosig
:
ti explicando que las crticas que Cicern y otros
,mg1eron a Ep1curo, segn las cuales la teora de ste negaba todo
Intento de dar cuenta de la causalidad, estaban en rigor equivoca
das, y que la obra de Epicuro representaba una "llamada [dialcti
camente autoconsciente] a investigar las conexiones causales desde
varias perspectivas, siempre y cuando no estuvieran en contradic
cin con la tesis fundamental" .15' V o den recordaba asimismo:
108
Cuando le pregunt si Marx haba sido alguna vez hegeliano en
el estricto sentido de la palabra, Engels respondi que la misma
tesis sobre las diferencias que existen entre Demcrito y Epicuro
nos permite afrmar que, desde el comienzo mismo de su obra,
Marx, que dominaba por completo el mtodo dialctico de Hegel
y an no se haba visto obligado por el curso de sus estudios a sus
tituirlo por el mtodo materialista dialctico, mostraba una per
fecta independencia de Hegel en la aplicacin de la propia dia
lctica hegeliana, y que, en la esfera misma en la que Hegel era
ms fuerte -la historia del pensamiento-, no ofrece ste una
reconstruccin de la dialctica inmanente del sistema epicreo,
sino una serie de opiniones despectivas de dicho sistema. Marx,
;,
CAPTULO 1I
LA VERDADERA CUESTIN TERRENAL
En abril de 1 841 fue aceptada la tesis doctoral de Marx. Sin em
bargo, al emprender las autoridades prusianas enrgicas medidas con
tra los Jvenes Hegelianos, muy pronto se vieron truncadas sus espe
ranzas de seguir una carrera acadmica. En marzo de 1 842, Bruno
Bauer, con quien Marx mantena una estrecha relacin, fue destituido
del cargo de profesor acusado de difndir doctrinas no ortodoxas.
Mar se vio obligado a abandonar su carrera acadmica y busc una
salida en el periodismo, y en octubre de 1 842 pas a ocupar el puesto
de redactor jefe de un peridico de prestigio de Renania, la Gaceta
Rnana {Reiniche Zeitni, representativa en Colonia de la emergen
te clase media, en cuya linea editorial predominaban por entonces los
Jvenes Hegelianos. Un articulo de Marx titulado "Debates en torno
a la Ley sobre los Robos de Madera" escrito cuando ya era redactor jefe,
marc un giro decisivo en su vida intelectual. Este tema tocaba "la ver
dadera cuestin terrenal en su real dimensin"'. Por primera vez Marx
abraz la causa de los pobres y lo hizo con el mismo fervor que carac
terizarla su obra posterior. Ms tarde recordarla este momento
como la primera vez en que cay en la cuenta de su "embarazosa"
ignorancia de la economa pol!tica y de su necesidad de enfocar los
estudios hacia temas econmicos.'
Marx, al ocuparse del tema del robo de lea, no se estaba dedi
cando a un asunto menor .. Cinco sextas partes de los procesos que
tuvieron lugar en Prusia en aquella poca tenan que ver con la
madera, y en Renania la proporcin era incluso mayor.' Lo que esta
ba en juego era la supresin de los ltimos derechos de los campe
sinos relativos a lo que hasta entonces hablan sido tierras comuna-
!!!
les, derechos adquiridos desde tiempo inmemorial y que ahora se
eliminaban por el crecimiento de la industria y del sistema de la
propiedad privada. Tradicionalmente se haba tenido derecho a re
colectar la madera muerta (la madera de los rboles muertos o que
simplemente se hallaba cada en el bosque), lo que hasta ahora haba
permitido a la gente calentar sus hogares y cocinar sus alimentos.
Los terratenientes, sin embargo, cada vez ponan ms obstculos al
pueblo ordinario privndole de este derecho y de todo aquello que
tuviese que ver con el bosque. El robo de madera, as como la caza
y la pesca furtiva y el allanamiento de terrenos, se rrataron con la
mxima severidad.
Marx abord este tema haciendo un anlisis perspicaz de los deba
tes que se estaban celebrando sobre el robo de madera en la oieta
Renana (asamblea provincial de Renania). Principalmente se discu
ta si los grandes terratenientes merecan tener la misma proteccin
de los bosques de la que ya disfrutaban los pequeos terratenientes.
Estos ltimos, en virtud de que sus terrenos eran pequeos y ade
ms residan en los mismos, tenan posibilidad de proteger sus bos
ques contra los infractores, los cazadores frtivos, la poda o la tala
de rboles vivos y la recogida de madera seca. Por el contrario, los
grandes terratenientes dependan de los guardabosques para prote
ger sus tierras, lo que slo podra realizarse si las infracciones que los
pobres cometan llegaban a considerarse acto punible. En estos
debates parlamentarios, en ningn momento se tuvieron en cuenta
los derechos de los pobres, tarea que Marx emprendi en el men
cionado artculo.'
Marx observ que, ahora, la recogida de lea muerta en los bos
ques se calificaba de robo y que por lo tanto se juzgara con la
n
is"
ma severidad con que se juzgaba el robo o la tala de madera v1va.
De esta manera, los propietarios de bosques se las arreglaban para
convertir en un "valor" (fente de riqueza privada) lo que hasta
CJJCC J sc vcwo7a <.7za7a tcw.oO w.w_dw r.ucrcuuc.
!ncusO tCcO
uardabo
'
'
'
'
`
Zeitung, decidi que no le quedaba otra alter
ativa qt
e dimitir del
puesto de redactor jefe, que llevaba desempenando cmco tempes
tuosos meses.
lrursr-cu
Ames de emprender en serio los estudios de economa poltica, era
necesario, sin embargo, que Marx realizase una ruptura filosfica ms
decisiva con el sistema hegeliano, que haba tratado el desarrollo de l
historia como refejo del desarrollo de la mente. Esta ruptura la llevo
Marx a cabo esencialmente en respuesta a la crtica del sistema hege
liano introducida por Ludwig Feuerbach (1804-1872). Este lti
o,
fgura central entre los Jvenes Hegelianos, ya
:
n 1 833, en su Htsto
ria de la Filosofa Moderna desde Bacon a Spmoza, haa vue
.
Ir
?
,
a
considerar el materialismo como el medio para combanr la rehgwn
positiva. En esta obra mostraba Feuerbach una afinidad crtica con
la filosofa de Bacon, a quin defina como "el autntico padre de la
ciencia'' , y a quien atribua un materialismo cualitativo (en o
osi
cin al materialismo cuantitativo o mecanicista). Bacon, escnba,
"fue el primero en reconocer la originalidad de la naturaleza: en reco
nocer que la naturaleza no puede concebirse d
7
ivnoa de supue
trapartida del
espritu; el objeto de Bacon es la naturaleza real; el oeto de
.
D
sc
:
r
,
versin )e la real y
autntica sensibilidad humana; que la humamdad hab1a creado a
1 14
.
.
` ,
.
b~
st
del Estado".17 La primera obra importante de Marx tras
dimitir como redactor jefe de la Rheinische Zeitung fue un extenso
texto: a critica
.
de la Filosofa del Derecho de Hegel en la que trat
e aplicar el metodo transformativo de Feuerbach al terreno pol
tico.
L
ALIENACIN RESPECTO A L NATURALEZA Y A L HUMANIDAD
La crtica
<
ue Marx ha
lacin hu
ana con la
.
tierra. 'Solamente a travs del trabajo, a tra
ves de la agncu!tura, ex1ste la nerra para el hombre", dice Marx. Sin
embargo, la relacin con la tierra estaba transformndose gracias a
lo qt
!
como el cuerpo inorgnico de ste", quien a su vez la utiliza para
dominar al campesinado. Pero es la sociedad burguesa la que lleva a
la perfeccin esta dominacin de la tierra (y a travs de la domina
cin de la tierra, la dominacin de la humanidad) y, mientras apa
rentemente se opone al sistema basado en los bienes races, llega a
depender de l en la fase clave de su desarrollo. Por lo tanto "la pro
piedad de la tierra a gran escala, como sucede en Inglaterra, arroja a
una abrumadora mayora de la poblacin en brazos de la industria
y reduce a sus propios trabajadores a la rotal miseria''
_J
La funcin que desempeaba el gran latifundismo al monopolizar
el suelo -y en consecuencia alienar la tierra-era anloga, segn
Marx, al dominio del capital sobre el dinero, entendido como "ma
teria muerta'' . La expresin "el dinero no conoce dueo" era simple
mente la "expresin de la dominacin completa de la materia muer
ta sobre el hombre". Era la expresin que mejor reflejaba el hecho
de que "tanto la tierra, como el hombre" haban descendido al nivel
de objetos venales."
En 1 843, en Sobre la cuestin juda, manifestaba que "La visin de
la naturaleza que ha surgido bajo el rgimen de la propiedad priva
da y del dinero es un verdadero desprecio y prctica degradacin de
sta . . . En este sentido, afirma Thomas Mntzer que es intolerable
que rodas las criaturas se hayan convertido en propiedad: los peces
que hay en las aguas, los pjaros que vuelan en el aire, las plantas
que crecen en la tierra, todos los seres vivos deben ser libres". En este
punto, Marx se inspira en el lder revolucionario de la gran. Guerra
Campesina que tuvo lugar en Alemania a principios del siglo XI,
que consider que la transformacin de las especies en tan diversas
formas de propiedad era un ataque tanto a la humanidad como a la
naturaleza. Como tambin exclamara Mlintzer: "Abrid los ojos!
De qu otro brebaje maligno podran haber surgido roda la usura,
el robo y los atracos, sino del convencimiento que tienen nuestros
seores y prncipes de que todas las criaturas les pertenecen?""
Marx consideraba que esta alienacin de la naturaleza, descrita
por Mlintzer, se expresaba a travs del fetichismo del dinero, que se
123
convierte en la "esencia alienada": "El dinero es el valor universal y
auroconstituido de rodas las cosas. Por lo tanto, es el dinero el que
ha privado al mundo entero -tanto al mundo del hombre como al
de la naturaleza-de su valor especfico" .`
Sin embargo, no era solamente en relacin con la agrien! tura y las
grandes propiedades donde se produca un antagonismo entre el sis
tema de la propiedad privada y la naturaleza. Tambin se poda
apreciar una degradacin ecolgica, segn manifestaba Marx en sus
Manuscritos econmicos jflosfcos, "en la contaminacin universal
que se est originando en las grandes ciudades"''
En estas ciudades,
explicaba,
Incluso la necesidad de aire fresco ya ha dejado de ser una nece
sidad para los obreros. El hombre vuelve una vez ms a vivir en
una caverna, pero la caverna ahora est contaminada por el alien
to meftico y pestilente de la civilizacin. Ms aln, el obrero no
tiene ms que el precario derecho a vivir en ella, ya que para l es
un poder ajeno, que puede serie retirado cualquier da y puede
desahucirsele en cualquier momento si no logra abonar. la renta.
Verdaderamente tiene que pagar por permanecer en este depsito
de cadveres. Una morada en la luz, que, como dice Prometeo en
Esquilo, es uno de los grandes dones gracias a los cuales transfor
m a los salvajes en hombres, deja de existir en este caso para el
obrero. La luz, el aire, etc. -la limpieza animal ms elemental
deja de ser una necesidad para el hombre. La suciedad -esta
corrupcin y putrefaccin del hombre, la cloaca (esta palabra
debe entenderse en su sentido literal) de la civilizacin-llega a
ser un elemento vital para l. El abandono universal, antinatural,
la naturaleza putrefacta, se convierten en elemento de vida para
l."
Por lo tanto, la alienacin de los obreros en las grandes ciudades
haba llegado a un punto en el que la luz, el aire, la limpieza, no lle
gaban ya a formar parte de la existencia del hombre; por el contra
rio, la oscuridad, el aire contaminado y las aguas residuales no tra
tadas constituan su medio ambiental material. La alienacin de la
124
humanidad y de la naturaleza tenan como resultado no slo la re
nuncia al trabajo creativo, sino tambin la renuncia a los elementos
esenciales de la vida misma.
Si el materialismo naturalista de Feuerbach ayud a avivar en
Marx los temas de la alienacin y de la naturaleza, este punto de
vista, por contraste, no haca ms que poner de relieve la debilidad
del sistema de Hegel, segn el cual la naturaleza, considerada apar
te del espritu, degenera en el "ms craso materialismo". "El prop
sito de la naturaleza -haba dicho Hegel en su Filosofa de la Natu
ralez-es extinguirse, y abrirse paso a travs de la corteza de su ser
inmediato y sensible, para autoconsumirse como el ave Fnix, a fin
de emerger externamente rejuvenecida como espritu". Por esta ra
zn, en el sistema de Hegel, segn Marx, la naturaleza (y ms espe
cficamente la materia) "es despojada de su realidad en favor de la
voluntad humana" o espritu, que es lo nico que le da significado."
Al mismo tiempo, Hegel vea a los seres humanos como seres es
pirituales no objetivos.
La alienacin se convierte por lo tanto para Hegel en un extraa
miento de la materia carente de espritu respecto a los seres espiri
tuales no materiales, todo lo cual refleja la alienacin del espritu
respecto a s mismo. ^ final, Hegel trasciende este dualismo alie
nado superando el mundo objetivo (realismo), es decir, la materia o
la existencia separada de la conciencia del espritu de su propia auto
mediacin. LFilosofa de la Naturaleza de Hegel es poco ms que
una Gran Cadena del Ser, una visin de la naturaleza como si estu
viese estratifcada en conformidad con los principios de la lgica, y
que, sin el espritu autoconsciente, carece de cualquier vida real o
desarrollo por s misma. El tema de la ontologa, del ser, est por lo
tanto subordinado por completo a la epistemologa, es decir, al co
nocimiento humano y a la autoconciencia.
Esto se hace ms evidente en la forma en que Hegel aborda el
tema de la evolucin en su Filosofa de la Naturaleza. Para Hegel, la
naturaleza es un "sistema de etapas." Pero estas etapas estn demar
cadas por el desarrollo de la idea. "La Metamorsis slo est rela-
125
|.
ctores
asociados", idea derivada de su crttca de la propiedad de la tterra, y
que para el resto de su vida iba a jugar un papel determina
_
n
:
en su
concepcin del comunismo. Marx arga que la abohcwn del
monopolio de la propiedad privada de la tierra se realizara a travs
de la "asociacin", que, "al aplicarse a la tierra",
conserva los beneficios de los grandes latifundios desde un punto
de vista econmico y hace efectiva por primera v la tendencia
inherente en la divisin de la tierra, a saber la igualdad. Tmismo
tiempo, la asociacin restituye los vnculos ntimos del hombre
con la tierra de una manera racional, no mediatizada ya por la ser
vidumbre, por los seores y por una estpida mstica de la pro
piedad. Esto es as porque la tierra deja de ser un objeto e true
que y, mediante el libre trabajo y el libre disfrute, se convierte de
nuevo en una autntica propiedad personal para el hombre. 35
Los beneficios de la agricultura a gran escala, segua argumentan
do Marx, siempre se haban asociado, en la apologtica de los inte
reses latifundistas, con los grandes latifundios mismos, "como si
estas ventajas, por un lado, no adquiriesen su grado ms alto de
desarrollo y, por el otro, no llegasen a ser socialmente tiles por vez
primera una vez que la propiedad fuese abolida'' .
El comunismo no era otra cosa para Marx que la abolicin posi
tiva de la propiedad privada mediante la asociacin. Un comunis
mo positivo semejante, "como naturalismo plenamente desarrolla
do, equivale a humanismo, de igual manera que el humanismo
plenamente desarrollado equivale a naturalismo; es la solucin ge
nuina del conflicto entre hombre y naturaleza, y entre hombre y
hombre, la autntica solucin del conflicto entre existencia y ser,
entre libertad y necesidad, entre individuo y especie". Esta esencia
humana de la naturaleza y esta esencia natural de la humanidad slo
I30
existe para los seres asociados (totalmente sociales) . La sociedad bajo
el comunismo, que deja de estar alienada por la institucin de la
propiedad privada, por la acumulacin de riqueza como fuerza
impulsora de la industria, "es por lo tamo, en esencia, la unidad per
feccionada del hombre con la naturaleza, la autntica resurreccin
de la naturaleza, del naturalismo realizado del hombre y del huma
nismo realizado de la naturaleza''. Marx contrapone esta sociedad al
mundo de "la prostitucin universal del trabajador" y de la "conra
minacin universal" de las grandes ciudades: un mundo donde "la
materia muerta'', en forma de dinero, ha llegado a dominar sobre las
necesidades humanas y el propio desarrollo. El conocimiento revo
lucionario de un mundo ms all del capitalismo, un mundo del
"naturalismo realizado del hombre y del humanismo realizado de la
naturaleza" -que constituya la esencia del proceso histrico. - no
ha de tenerse directamente, segn Marx, sino que encuentra, "tanto
su base emprica como su base terica, en el movimiento [alienado]
de la propiedad privada o, para ser ms exactos, de la economa''. La
visin naturalista y humanista de Marx es por lo tanto, al mismo
tiempo, de una gran trascendencia histrica: la superacin de un
mundo alienado."
Aos ms tarde, Feuerbach, quiz sin el conocimiento de Marx,
llegara a ser un gran admirador de El Capital, obra U la que Feuer
bach se referira en 1 868 como "la gran crtica de la economa pol
.
rica'' de Marx. Estaba particularmente impresionado por lo que El
Capital de Marx tena que decir en cuanto a la alienacin de la natu
raleza. Citando al propio Feuerbach:
Donde se hacina a la gente, como p.ej. en las fbricas inglesas y
en las viviendas de los obreros, que ms valdra llamar pocilgas,
donde ni siquiera hay oxgeno sufciente para respirar -se podra
hacer aqu referencia a los hechos incontestables que se exponen
en la obra interesantsima, a la vez que horripilante y enriquece
dora, de K. Marx, "Das capital"-. .+ no hay lugar para la morali
dad . . . y la virtud es, en el mejor de los casos, un monopolio de los
propietarios de las fbricas, los capitalistas."
I 31
P
.
e Feuerbach nunca lleg a conocer los Manuscritos eco
uesto qu
'b' h
'
' .
f oicos de Marx desconoca, al escn If esto, asta que
nomtcos ws
,
"
unto Marx ya haba desarrollado su crtica de la contammaci n
p
.
1" de las grandes ciudades en la dcada de 1 840, como den
umversa .
1
.
1' d
vacin de su temprano encuentro con el matena Ismo natura !Sta e
Feuerbach.
.
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A Marx en sus obras posteriores, acabana por rec azar os
unque
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:
cos y contemplativos de la filosofa de Feuerbach, el
aspectos a \
. .
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materialismo naturalista de este ltimo sigm resanan o en e
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tialismo histrico de sus obras maduras. Ade
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s, ta
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1
7
n
.
euer
bach como en Epicuro encontr Marx una cnnca a a re n
.
ue
se convertira en parte integral del desarrollo de su propia VISIn
materialista del mundo.
132
CTULO III
NATURALISTAS CLERICALES
Charles Darwin, en su Autobiogafa, ya cerca del fnal de su vida,
expresaba un reconocimiento sorprendente: concretamente que la
obra de William Paley, telogo ultra-naturalista de los siglos XII
y XIX haba sido una de las influencias ms importantes en el
comienzo de su vida intelectual. En Cambridge, con motivo de los
menes para su licenciatura en filosofa y letras, Darwin tuvo que
leer Evidences ofChristianit [Pruebas deL cristianismo] (y tambin
Pinciies ofMoraL and PoliticaL Philosoph [Princiios dflosofa
moraL politica] de Paley), obra que prcticamente se aprendi de
memoria. La estructura lgica de Pruebas y de la obra posterior de
tent fusw
`
|
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|
l
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1 1
invisible" de Adam Smith, aunque la mano a la que se refiere
P
a
i
ey
es la mano de Dios.11
A pesar de que Paley tena un conocimiento detallado de las con
diciones biolgicas, su visin teolgica natural era esttica y mec
nica, ajena a toda nocin de tiempo, a la historia natural. La analo
ga del reloj de bolsillo de Paley nicamente haca referencia al reloj
como mquina que constitua la pieza central en un argumento
teleolgico sobre la benevolencia de Dios; era bastante irrelevante
que dicho reloj hiciese tictac, que reflejase cambios en proceso, y
frecuentemente irreversibles, en la propia naturaleza. No hay en su
anlisis ninguna concepcin de la flecha del tiempo. Fue precisa
mente por esta razn por lo que El origen de las especies de Darwin
finalmente iba a significar la derrota de la visin que Paley tena del
universo creado por U Dios fabricante de relojes.12
L
TEOLOGA NATURL Y LA ECONOMfA POLfTICA
La combinacin que Paley hizo entre el utilitarismo y la teologa
natural en el siglo XIII y que desarrolla en sus Princiios de floso
fa moral y poltica (1785) defenda las relaciones de propiedad exis
tentes, an cuando pareciesen antinaturales, arbitrarias e injustas.
Tales derechos de propiedad, afirmaba Paley, incluso si no se han
conferido por derecho natural, sino por la disposicin de la autori
dad civil, deben considerarse inviolables, no pueden ser objeto de
expropiacin, ya que se deben tratar como si hubiesen surgido gra
cias al "designio divino". "En el mundo -arga Paley-abundan
los inventos; y todos los inventos que conocemos estn destinados a
fines beneficiosos", lo que demtiestra tanto el "designio" como la
"benevolencia divina''. Paley, al escribir en una poca -cuatro aos
antes de la Revolucin francesa-en la que las relaciones de pro
piedad parecan relativamente estables y la conveniencia pareca
estar siempre del lado de los propietarios, insista confiadamente en
que "Todo lo que es conveniente est bien". 1 '
140
:-.
DPrinciios de flosof a moral y poltica de Paley hay signos de una
visin patriarcal de la sociedad -de responsabilidad hacia los po
bres-que ms tarde desaparecera de su teologa natural. Por en
tonces sostena que la felicidad general de la sociedad iba en aumen
to junto con el aumento de la poblacin. Aunque lo que en ltima
instancia limitaba el crecimiento de la poblacin era el abasteci
miento de alimentos y la fertilidad de la tierra, en ese momento ha
ba abundante tierra frtil para dar cabida a incrementos de pobla
cin. "El descenso de la poblacin -sealaba Paley-es el mayor
mal que un Estado puede padecer; y el remedio para ello es el obje
tivo hacia el cual todos los pases debemos dirigir nuestros esfuer
zos, con preferencia a cualesquiera otros fines polticos". Por otra
parte, en los aos que precedieron a la Revolucin francesa Paley
segua creyendo que era natural que hubiese cierto grado de caridad
pblica. Hubo un tiempo en que se compartan todas las cosas entre
los "cristianos primitivos", arga Paley. Sin embargo habla habido
razones para la divisin de la propiedad entre la humanidad -nece
saria para el desarrollo de una comunidad grande y mezclada-que
fueron "ratificadas" por Dios. Ms an, el "supremo propietario" so
lamente haba consentido que se hiciese esta separacin de la pro
piedad en base a que cada persona tuviese suficientes provisiones
para vivir. Era en este punto, insista Paley donde habra que bus
car razones teolgicas y naturales para ejercer la caridad pblica: en
. la necesidad de que los pobres estuvieran libres del sufrimiento
absoluto -de la indigencia y de la angustia-conforme a la volun
tad de Dios.14
Sin embargo, las consideraciones de Paley a este respecto iban a
sufrir un cambio drmtico a la hora de escribir Teologia natural. En
los ltimos aos del siglo XIII y primeros del XIX, la cuestin de
la poblacin se convirti en competencia especial del naturalismo
clerical, que de este modo se introduca en el discurso de la econo
ma poltica clsica. En 1798 se public en Inglaterra una obra an
nima titulada An Essay on the Princiie ofPopulation as it Efcts the
Future lmprovement ofSociet; with Remarks on the Speculations of
141
Mr. Godwin, M. Condorcet and Other Witers [Ensayo sobre el prin
ciio de la poblacin tal como afcta a la jttura mejora de la sociedad;
con observaciones sobre las especulaciones de Mr Godwin, 1 Condor
cet y otros autores}. Se trataba de un tomo en octavo menor, de tipo
grafa poco apretada, de 396 pginas, y que contena alrededor de
50.000 palabras. Esta obra annima estaba dirigida, principalmente,
como su ttulo indica, a rebatir las ideas de pensadores tan infuyen
tes como William Godwin en Inglaterra y al marqus de Condorcet
en Francia, quienes, dentro del espritu general de la Ilustracin, y
como reaccin ante la Revoh.cin francesa, haban sostenido que el
progreso humano sin fin era posible. Por el contrario, el autor del
ensayo annimo defenda la sombra opinin de que el principio
fundamental que gua a la sociedad humana, y que rige las expecta
tivas de un futuro mejor, era el "principio de la poblacin", segn el
cual la poblacin humana, si no se la restringa, tenda a crecer en
progresin geomtrica ( 1 , 2, 4, 8, 16, etc), mientras que los alimen
tos disponibles lo hacan en progresin aritmtica (1, 2, 3, 4, 5,
etc.) . Desde el momento en que el - crecimiento de la poblacin
nunca podra exceder el aumento de los alimentos, sera preciso es
tablecer algunos controles naturales con el fn de mantener un equi
librio entre la poblacin y los medios de subsistencia. Pero se insis
ta en que todos estos controles naturales llevaban a la miseria y al
vicio, y por lo tanto constituan una barrera insuperable para la me
jora indefinida de la sociedad y para todos los felices programas que
promulgaban los optimistas de la Ilusrracin.
Impresionado por este tratado, Paley concluira su Teologla natu
ral advirtiendo de que "la humanidad de todos los pases" siempre
"se reproducird hasta un punto peligroso", lo que formaba parte del
plan impuesto por la Divinidad. Por lo tanto, "de manera natural,
la poblacin le va pisando los talones a las mejoras". "Sin embargo,
esos lmites, si es que acaso se puede hablar de ellos -insista Paley
slo se aplicaban a las necesidades animales", mientras que las necesi
dades morales pueden satisfacerse de manera ilimitada.15
El autor annimo del Ensayo sobre la poblacin, que haba ejerc-
142
`
l
-de confor
midad con la teologa natural-demostrar en primer lugar que los
principios que haba sealado eran leyes de la naturaleza, que sola
mente deban interpretarse tras haber demostrado la conveniencia
natural que hay detrs de ellas, como si reflejasen las "expresas dis
posiciones de Dios", la intencin benigna del Creador de promover
la felicidad general. Malthus tom en todo momento su filosofa
tica de la visin utilitarista de Paley, en la que se mantena que la
virtud reside en obtener de los materiales de la naturaleza que el
Creador habla proporcionado la mayor felicidad para el mayor
nmero de personas.''
El Ensayo de Mal mus tuvo as desde el principio una intenciona
lidad bastante polmica que provena de la teologa natural. La na
turaleza de su argumentacin -su precisa intencin polmica
fue cambiando sin embargo en ediciones posteriores.
Esta obra de Malthus se public en seis ocasiones sucesivas (1798,
1 803, 1 806, 1 807, 1 817 y 1 826) en vida del autor. La edicin de
1 803 era casi cuatro veces ms 'extensa que la primera, aunque ex
clua secciones muy amplias de aqulla. Tambin llevaba un ttulo
diferente y representaba un cambio en los argumentos. En realidad
era un libro diferente. Las ediciones sucesivas, despus de 1 803, su
frieron cambios relativamente menores. Por esta razn, a la edicin
de su tratado de 1798 se la conoce comnmente como Primer ensa-
144
.
!
,
|^ C'O cl1ll0l(
|
yo (First Essay} sobre la poblacin, mientras que a la edicin de 1 803
'
cesariamente un grado de conocimiento del que no podemos tener
sospecha''. Cabra esperar que "el progreso de la razn hubiera se
guido al paso de la ciencia'', y por lo tanto, si "algn da llegase el
lmite" de los medios de subsistencia de la tierra, "no se sigue en ab
soluto que haya de haber ninguna consecuencia alarmante en lo que
atae a la felicidad de la raza humana y a su indefinida perfeccin".
"Cuando los seres humanos lleguen a saber que tienen un deber
hacia aqullos que todava no han nacido", regularn la poblacin
en consecuencia, "en lugar de cargar al mundo imprudentemente
con seres intiles y desgraciados"."
Malthus dedica su ensayo de 1798 a contraatacar los argumentos
que haban defendido Godwin y Condorcet, as como a demostrar
que el principio de poblacin obstaculizaba la misma realizacin de
una sociedad ms igualitaria. postura que Malthus adopta en este
caso es bastante ms radical que la que anteriormente haba popula
rizado Wallace. Aunque ste simplemente haba mantenido que los
lmites de la tierra en general deben acabar por controlar el creci
miento de la poblacin, Malthus insista en que los controles de la po
blacin siempre eran necesarios, adoptando la forma de "un control
fuerte, constantemente operativo", ya que el principio de poblacin
no trataba de los lmites totales de la tierra, sino de los lmites de la
subsistencia (el alimento), ms inmediatos." A igual que Godwin,
arga que haba una tendencia hacia el equilibrio entre la poblacin
y los medios de subsistencia. Sostena, sin embargo, que, si no se con
trolaba el crecimiento de la poblacin, sta tena una tendencia natu
ral a crecer en progresin geomtrica, mientras la disponibilidad de
alimentos lo haca, en el mejor de los casos, en progresin aritmtica.
Bajo estas circunstancias era preciso prestar atencin a los contro
les verdaderos que aseguraban que la poblacin permaneca equili
brada (independientemente de fluctuaciones menores) con los me
dios limitados de subsistencia. Estos controles, sostena Malthus,
estaban relacionados con el vicio y la miseria, al adoptar formas co
mo la promiscuidad antes del matrimonio, que limitaban la fecun
didad (una suposicin muy habitual en la poca de Malthus), la
148
1
t
'
\ '
enfermedad, las plagas y, en ltima instancia, si todas las causas an
teriores de reduccin de natalidad se quedaban cortas, el temido
azote del hambre. Puesto que el vicio y la miseria eran en todo mo
mento necesarios para mantener a la poblacin a la par de los me
dios de subsistencia, era imposible, segn Malthus, que se produje
se ninguna mejora futura de la sociedad, como por el contrario
haban imaginado pensadores como Godwin y Condorcet. "La l
nea argumental de este Ensayo", declaraba Malthus -en un pasaje
que ms tarde subrayara Marx en los extractos que hizo de la obra
de ste-"slo se propone demostrar la necesidad de una clase de
propietarios, y una clase de trabajadores"."
El propio Malthus no utilizaba el trmino "superpoblacin" al
defender su razonamiento, aunque s lo hicieron sus crticos desde
el principio." Desde la perspectiva de Malthus, a finales del siglo
XIII, los controles sobre la poblacin eran tan efectivos que la su
perpoblacin, en el sentido de que el planeta acabara por estar exce
sivamente poblado por seres humanos, no era lo que haba que te
mer. El problema de una "sobrecarga de poblacin" exista, no a
"largo plazo" (como haba dicho Godwin), sino que estaba siempre
planteado, incluso en una poca en que la mayor parte de la tierra
no estaba cultivada." En respuesta a Condorcet dice Malthus:
M. Condorcet cree que [la llegada de un perodo en el que la
poblacin del mundo haya alcanzado los lmites de la subsistencia]
slo podra acontecer en una era extremadamente lejana ... Si la pro
porcin que he indicado entre el incremento natural de la poblacin
y el de los alimentos estuviese en algn grado cercana a la verdad,
resultar, por el contrario, que el perodo en que el nmero de hom
bres sobrepase los medios de subsistencia [en otras ediciones poste
riores se deca los "fciles medios de subsistencia''] hace tiempo que
ha llegado, y que esta necesaria oscilacin, esta cau
.
sa constante de
peridica miseria, ha existido desde que tenemos conocimiento de
la historia de la humanidad, existe de hecho en la actualidad, y que
seguir siempre eXstiendo hasta que no se produzca un cambio
decisivo en la constitucin fsica de nuestra naturaleza."
149
En la edicin de 1 803, con respecto al tema de la poblacin, Mal
thus aada: "Otras personas, adems del Sr. Godwin, han imagi
nado que yo cuento con que haya ciertos perodos en el futuro en
que la poblacin exceda los medios de subsistencia en un grado
mucho mayor que en el presente, y que los males originados a par
tir del principio de poblacin son ms imaginarios que reales; pero
esto es una idea absolutamente falsa de mi argumentacin"."
En lugar de basar su razonamiento en la nocin de que el creci
miento de la poblacin y la produccin sobrecargaran la capacidad
productiva de la tierra, Malthus en realidad insista en decir que "no
se han puesto en absoluto lmites a la produccin de la tierra; esta
produccin puede seguir incrementndose eternamente y superar
cualquier cantidad establecida"." Malthus no trataba de analizar la
fecundidad de la tierra como tal (como se ha afirmado errnea
mente de su doctrina en interpretaciones posteriores) sino simple
mente el ndice natural de crecimiento de la poblacin relativo al
ndice natural de crecimiento de los medios de subsistencia. Y como
el primero, a pesar de estar "sobrecargado", tena en ltima instan
cia que adaptarse forzosamente al segundo, esto slo poda apuntar
a la necesidad legtima de los diversos controles naturales del creci
miento de la poblacin relacionados con la miseria y el vicio.
Para Malthus, un crecimiento de la poblacin relativamente bajo
o estancado era signo de la presin que la poblacin ejerca sobre los
medios de subsistencia; mientras que el crecimiento elevado era
signo de que un pas estaba subpoblado. "Si . examinamos los prin
cipales estados de la Europa moderna -sealaba-encontraremos
que, aunque su poblacin ha crecido considerablemente desde la
poca en que eran naciones de pastores, en la actualidad su avance
es lento, y en lugar de haber duplicado su nmero cada veinticinco
aos, requieren tres o cuatrocientos aos o ms para ello"." En pa
labras de Malthus, nada mejor que esto puede expresar tan clara
mente la realidad de una poblacin que haba llegado a los lmites
de subsistencia.
Malthus estaba de acuerdo con el punto de vista predominante
150
que haban expresado Godwin, Condorcet y otros, y que deca que
la pqblacin siempre se haba mantenido bsicamente en equilibrio
con los medios de subsistencia. Sin embargo, arga Malthus, lo que
estos pensadores anteriores a l no haban sabido reconocer, era (1)
la desproporcin que constantemente exista entre una "poblacin so
brecargad' que naturalmente creca, si no se la controlaba, en pro
gresin geomtrica, duplicndose cada veinticinco aos, y el creci
miento ms limitado de los medios de subsistencia, que en el mejor
de los casos slo se incrementan en progresin aritmtica; y (2) el
mecanismo por el cual se produce un equilibrio entre el crecimiento
de la poblacin y el aumento de los medios de subsistencia debe rea
lizarse bajo estas circunstancias: la existencia del vicio y la miseria
como reguladores necesarios del ndice de crecimiento de la pobla
cin.
Pero era precisamente con respecto a la coherencia lgica de estos
dos puntos, sobre la que descansaba su evidente contribucin, don
de empezaban las difcultades para Malthus. Nunca haba habido
dudas de la posibilidad de que la poblacin humana aumentase en
progresin geomtrica. Esta cuestin ya se haba establecido emp
ricamente antes de que Malthus escribiese su ensayo. La contribu
cin original de Malthus respecto a las proporciones en las que se
esperaba que aumentase tanto la poblacin como los alimentos, es
taba completamente limitada a su controvertido argumento de que
la provisin de alimentos solamente crece en progresin aritmtica.
Pero la base en la que sustentaba este argumento era desde el prin
cipio extremadamente endeble. Malthus simplemente sostena que
la poblacin de Norreamrica se haba duplicado en veinticinco
aos y que no se poda
de
encontramos los pasajes ms llamativos. De esta manera, d1ce,
_
en
cuanto a los hijos ilegtimos, despus de haber heco l
,
a debida
advertencia, no estn autorizados en absoluto y en mngun caso
.
a
disfrutar de ninguna ayuda parroquial... El nio no tiene, en trmi
nos comparativos, ningn valor para la sociedad, ya que otro como
, .
d
" ^ 5I
l ocupara mme latamente su ugar .
. .
En el mismo tono de insensibilidad, Malthus mamfestaba lo S1~
guiente:
Un hombre que nace en un mundo que ya est posedo, sno
puede obtener la subsistencia gracias a su
padres, a l
s que t
ene `
justo derecho a exigir, y la socied
no qm
re su traao, no nene
ningn derecho a reclamar la mm1ma racin de alimento, y, de
hecho, no tiene nada que hacer donde est. En el gran banquete
de la naturaleza no hay ninguna vacante para l. La naturaleza le
pide que se vaya, y ella pronto ejecutar sus propias
de
?
es, si n
consigue granjearse la compasin de al
nos de s
s Invitados. S1
estos invitados se levantan y le hacen Sitio, otros mtrusos apare
cern inmediatamente exigiendo el mismo favor . . . El orden y la
armona de la festa se perturba, la abundancia que antes haba se
torna escasez . . . Los invitados caen en la cuenta de su error dema
siado tarde, al haber ido en contra de las rdenes estrictas a todos
los intrusos, dictadas por la gran anfitriona de la fiesta, quien, al
desear que todos sus invitados tuviesen de sobra, y al saber que
ella no puede abastecer a un nmero ilimitado, de forma huma
nitaria se haba negado a admitir a los nuevos que llegaran cuan
do su mesa ya estaba llena."
Este infame pasaje, como otro que hemos citado anteriormente,
!60
` '
,,
&``
.
s
e elimin de ediciones posteriores del Ensayo. Sin embargo, la idea
fundamental que reflejaba -la afirmacin de que los pobres no te
nan derecho a un mnimo alivio, y que cualquier intento de invi
tarles al "gran banquete" en contra de la voluntad de su "anftriona"
(que representaba la naturaleza de la teologa natural) solamente
provocara que todo se fuese al traste-segua siendo el aspecto fun
damental del argumento ideolgico del Sndo ensayo a lo largo de
sus numerosas ediciones. "No podemos -manifestaba Malthus con
la mayor naturalidad-asistir de ninguna manera a los pobres, sin
posibilitarles que cren, hasta llegar a la edad adulta, un nmero
todava mayor de hijos" .53
En ninguna ocasin se hacan tan evidentes los valores obtusos y
clericales de Malthus que cuando expona su visin respecto a la
falta de juicio de las mujeres. As, buscaba justificar el doble rasero
impuesto a las mujeres que haban sido "sacadas de la sociedad por
algn delito" ["un quebrantamiento de la castidad" fuera del matri
monio, especialmente si la consecuencia es el nacimiento de n hijo
ilegitimo] que "los hombres cometen casi siempre con impunidad"
basndose en que era "el ms obvio y efectivo mtodo de evitar la
frecuente reaparicin de un serio inconveniente para l a sociedad"."
Cuando atacaba las Leyes de Asistencia Social, Malthus arga que
mientras que las limitaciones en el aumento de los alimentos impe
dan el crecimiento de la poblacin, la sociedad podra existir, bien
. en un equilibrio bajo, en condiciones de relativa igualdad, como en
China, donde se haba "forzado" la poblacin hasta tal extremo que
prcticamente todo el mundo estaba abocado a morirse . casi de
hambre, o en condiciones de equilibrio alto, como las que hay en
Inglaterra, donde la aristocracia, la pequea nobleza y la clase me
dia, tenan la posibilidad de disfrutar del "gran banquete" de la na
turaleza -aunque slo si se mantena a los pobres alejados-, y
donde controles que exceptuaban la hambruna universal (y prcti
cas del tipo de "la exposicin de los recin nacidos") mantenan baja
la poblacin. Su mayor temor -que contribuy a infundir en la
oligarqua inglesa-era que un crecimiento excesivo de la pobla-
161
cin combinado con ideas de igualdad provocase que "la clase me
dia de la sociedad llegara a . . . mezclarse con los pobres". 55
La solucin al problema de la clase pobre rural era simplemente
apartarlos de la tierra y convertirlos en proletarios. As, Malthus res
ponda en una carta a Ricardo, en agosto de 1 817, en relacin al
tema del hambre y de la indigencia en Irlanda, que el primer obje
tivo no debe ser el alivio a los pobres, sino ms bien la desposesin
del campesinado: "En Irlanda el campo est infinitamente ms
poblado que en Inglaterra; y para hacer que sean verdaderamente
tiles los recursos naturales del pas, debe erradicarse del suelo a
gran parte de la poblacin y meterla en ciudades industriales y
comerciales".
Malthus muri en 1 834, el ao de la aprobacin de la Nueva Ley
de Asistencia Social, que fue considerada el triunfo del malthusia
nismo. Esta legislacin estaba dirigida a asegurar que los obreros y
los pobres considerasen la explotacin en los lugares de trabajo e
incluso la posibilidad de irse muriendo de hambre como una alter
nativa preferible a la de buscar ayuda mediante las Leyes sobre la
Pobreza. Como observara Marx, al hacer referencia al Ensayo de
Malthus en 1 844, subyaca en esta obra la idea de que "la caridad . . .
misma fomentaba los males sociales". La propia pobreza, que "ante
riormente se atribua a una deciente caridad se adscriba ahora a la
superabundancia de caridad ".57
No es sorprendente, por lo tanto, que los radicales de la clase tra
bajadora inglesa consideraran generalmente al malthusianismo co
mo su mayor enemigo. William Cobbet, que defenda los derechos
de aqullos, lleg a a lanzar contra Malthus, en 1 819, la incendiaria
acusacin de: "clrigo!", acusacin con connotaciones de domina
cin de clase y de mente estrecha, as como de sometimiento mora
lista a las doctrinas de la teologa natural y de la iglesia protestante
establecida. Citando al propio Cobbett: "durante mi vida he detes
tado a muchos hombres; pero jams he detestado a nadie tanto
como a usted . . . No hay palabras que puedan calificarle con exacti
tud; y por lo tanto, ya que es la nica palabra que mejor refeja el
162
\
-
!
carcter de un hombre de semejante catadura, le llamo Clrigo, que
entre otras cosas signifca Instrumento de los Trafcantes de Escaos
de los distritos"."
Una de las ms duras implicaciones de la argumentacin de Mal
thus desde sus comienzos era que, puesto que haba lmites en los
medios de subsistencia para mantener a los obreros en cualquier
perodo de tiempo dado, toda tentativa de elevar los salarios en
general slo producira una subida de precios de esta limitada exis
tencia de provisiones, y no podra proporcionar a los obreros una
parte mayor para cubrir las necesidades de la vida." Esta doctrina
errnea -que en sus versiones ms sofisticadas lleg a conocerse
como "la doctrina del fondo salarial"-fue entonces utilizada para
sostener que la mejora de las condiciones generales de los obreros
con medios tales como la organizacin de sindicatos era imposible."'
Evidentemente, una de las razones del odio que Cobbett y los
radicales de la clase obrera sentan hacia Malthus tena que ver con
el hecho de que la influencia de Malthus era tan penetrante que no
se limitaba simplemente a los reformadores de la clase media como
John Stuart Mili, sino que se extenda entre las filas de los pensado
res pertenecientes a la clase obrera y activistas como Francis Place.
Para Place, que adopt la teora del fondo salarial de Malthus, el
control de la natalidad lleg a ser una especie de sustitutivo de la or
ganizacin de clase, aunque Place no imagin que esta teora favore
ca los intereses del capital, sino que, equivocadamente, interpret
que serva a los intereses de la clase obrera. Por lo tanto, la ideologa
malthusiana sirvi desde el principio para desorganizar la oposicin
de la clase obrera al capital."
Fue precisamente a causa de este servicio ideolgico a los intereses
dominantes, como manifesta Schumpeter, por lo que "las ensean
zas que se desprenden del Ensayo de Malthus llegaron a arraigar en
el sistema de la ortodoxia econmica de la poca, a pesar del hecho
de que se debera haber reconocido, y en cierto sentido se hizo, que
eran intiles o fundamentalmente insostenibles en 1803, y que
rpidamente iban a aparecer otras razones que as lo justificaran".
163
Schumpeter aada que Malthus, con H reconocimiento de la res
triccin moral como factor, no haba mejorado en nada su teora,
sino que haba emprendido una "retirada pacfica con la artillera
perdida" v
T
HOMAS CMERS Y LOS TRATADOS DE BRDGEWATER
Thomas Chalmers (1780-1 847), eclesistico escocs y teolgo
natural, fue el primer y ms importante discpulo de Malthus."
Chalmers fue algo ms que un simple economista poltico malthu
sino. Fue profesor de teologa en la Universidad de Edimburgo,
ministro de la iglesia, y predicador influyente, as como reformador
eclesistico en el seno de la Iglesia Establecida de Escocia. Por lti
mo, se convertira en el lder del partido evanglico en el cisma que
llev a la aparicin de la Iglesia Libre Escocesa en 1 843. Chalmers
fue en particular el autor de On the Power Wisdom, and Goodness of
Godas Manifsted in the Adaptation ofExterna! nature to the Moral
and Intelectual Constitution ofMan [Sobre el poder la sabidurla la
bondad de Dios tal como se manifesta en l adaptacin de la natura
leza extera a la constitucin moral e intelectual del hombre} (1 834).
Esta obra se convertira en el primer volumen de los Tratados de
Bridgewater, serie de ocho tratados que encarg cconde de Brid
e
water, y que en conjunto constituyen el intento mayor y meor
coordinado para defender la teologa natural contra las herejas evo
lucionistas y materialistas de las dcadas precedentes a la aparicin
de El origen de las especies de Darwin. Como seala el historiador
intelectual Robert Young, la "concepcin de teologa natural" de
Paley "result ser insostenible en un perodo de informacin cient
fica creciente, y que finalmente se derrumb con los Tratados de
Bridgewater la reductio ad absurdum de hacer alarde de los detalles
de rodas las ciencias, seriatim, como una serie acumulativa de prue
bas de la sabidura, la benevolencia y bondad de Dios",64
Chalmers comenz el tratado Bridgewater atacando el materialis-
164
.
'
' ` '
'
!
t
mo y el atesmo. "La tendencia de los escritores ateos", manifestaba,
es razonar exclusivamente en base a las leyes de la materia, y pasar
por alto sus disposiciones. Si todas las bellezas y todos los benef
cios del sistema astronmico se remitieran a una nica ley de gra
vedad, el argumento de una causa diseadora se reducira enor
memente . . . Si tan slo decimos que la materia est dotada de tales
poderes que la hacen servil para otros resultados tiles, retiramos
el ms poderoso e inatacable argumento en favor de la existencia
de un Dios. Es mucho ms pertinente y convincente decir de la
materia que est distribuida en partes tales que aseguran la direc
cin apropiada y la aplicacin benefciosa de sus poderes. No es
tanto en el establecimiento de ciertas leyes para la materia donde
discernimos los objetivos o los propsitos de la inteligencia, como
en ciertas disposiciones de la materia que la coloca en la va de ser
utilizada tilmente mediante las leyes de la naturaleza."
Desde el punto de vista de Chalmers era la inteligencia divina, pa
tente en la naturaleza, la que ocasionaba "la evolucin de este caos"
de la materia, y la dotaba de las "propiedades adecuadas." ^ expre
sar este argumento, utilizaba todos los ejemplos de Paley, cuando
ste se refera a Dios como fabricante de relojes, a la superioridad
del ojo en comparacin con los planetas, etc."
La "firma de Iadeidad" era visible para Chalmers no solamente en
la naturaleza externa como tal, sino tambin en la vida moral e inte
lectual, y particularmente en el reino de la economa: "Si un legis
lador de sabidura suprema y armado de poder desptico fuese libre
para establecer el mejor esquema para aumentar la riqueza y las
comodidades de la sociedad humana, no habra inventado nada tan
efectivo como la existente constitucin de la propiedad, que preva
lece de forma tan generalizada por todo el mundo". Para Chalmers,
H mundo del comercio y del mercado era "una de las mquinas
animadas de la sociedad humana'' y la marca del "intelecto que la
conceba y la daba a luz." La mano invisible de Adam Smith, me
diante la cual el inters propio promova el bien general a travs del
165
mercado, era, insista Chalmers, la marca de un "agente superior."
De igual manera, Dios ha infndido en la
.
humanid
.
ad un fu
rte
"sentimiento de posesin" contra el que las mtervenc10nes antma
turales humanas, como las Leyes sobre la Pobreza, luchaban en va
no.67
Quiz ningn otro economista poltico haca tanto hincapi en
lo que Chalmers llam el "carcter autoregulador" del mercado o
la necesidad de mantenerlo libre de regulaciones externas. Segn
Chalmers, "el capital siempre se adecua, de la mejor forma posible,
a las circunstancias del pas, de modo que pueda dejar injustifca-
da cualquier regulacin econmica que provenga de lsabidura
del hombre; y eso es precisamente a causa de la regulacin mental
y moral previa que proviene de la sabidura de Dios". En efecto, "si
algo puede demostrar la mano de la justa D
idad en la natu
aleza
`.
y en el funcionamiento . . . del propio mecanismo del comercio, se
halla en el sano impulso que se ha dado a todo su movimiento"."
Por lo tanto, en base a estas rectas razones, se podan defender el
'
ataque a las Leyes sobre la Pobreza y la doctrina malthusiana de la
poblacin:
:
`
Por muy detestable que haya parecido y siga pareciendo
.
la doc
trina de la poblacin que expone el Sr. Malthus a los sentimenta
les dbiles y limitados, la verdad es que es l quien de todos ellos
arroja la mayor luz sobre los posibilidades terrenales de la huma
nidad, y ello a pesar de la espantosa protesta suscitada contra ella
y que todava se mantiene. Es un simple caso
.
d
adaptacin, entre
la naturaleza externa del mundo en el que v1v1mos y la naturale
za moral del hombre, su principal ocupante."
En su ltima obra, On Poltica! Economy in Connexion wth the
Moral S tate and the l/oral prospects of Societ [Sobre la economfa pol
tica en relacin con el estado moral y las perspectivas de la sociedad}
(1 853), Chalmers escribi interminablemente, en los trminos de
Malthus, acerca de la "extincin del pauperismo" a travs de la su
presin de las Leyes sobre la Pobreza y de todos los sistemas de cari-
166
dad estatal, como principal objetivo de la economa poltica cristia
na. Estos sistemas de ayuda a los pobres, afirmaba, haban socavado
hasta tal punto las rentas de l a tierra, y con ello el cultivo de la
misma, que representaban una evidente violacin de la naturaleza,
"provocar un juicio del Cielo hasta que por fn" la tierra se nega
ba a producir riqueza y alimento para aqullos que la "haban aban
donado" .70
Chalmers no slo defenda la poltica econmica de Malthus, sino
que tambin atacaba la geologa uniformitaria de Charles Lyell
(mentor y amigo ntimo de Darwin) por atribuir el cambio geol
gico a "las meras leyes de la naturaleza'', excluir el papel de Dios, y
restar importancia al catastrofsmo y a la creacin sucesiva." La teo
loga natural y la economa poltica de Chalmers se funden perfec
ta, aunque burdamente, para hacer una defensa del orden social y
religioso existen te.
Fne este maridaje entre la economa poltica y la teologa natural
cristiana -encarnada en Paley, Malthus y Chalmers-lo que con
virti a los clrigos naturalistas en una amenaza tan poderosa, no
solamente para la clase obrera, sino tambin para rodas las posibili
dades de alcanzar una unificacin entre los seres humanos y la natu
raleza. Por lo tanto, la oposicin radical a estos puntos de vista iba
a desempear desde el principio un papel crucial en el desarrollo de
la concepcin materialista de la historia de Marx y Engels.
1 67
'
_!
CAPTULO IV
LA CONCEPCIN MATERIALISTA
DE LA HISTORIA
"Con la excepcin del monje veneciano Ortes, autor original e
inteligente -escribe Marx en El Capitat-, la mayor parte de los
tericos de la poblacin son clrigos protestantes . . . el pastor Walla
ce, el pastor Townsend, el pastor Malthus y su discpulo, el archi
pastor Thomas Chalmers, por no hablar de los reverendos escribi
dores menores que siguen esta lnea ... Con la entrada del 'principio
de la poblacin' [en la economa poltica] son la hora de los pas
tores protestantes". 1 ^ igual que William Cobbett, que en 1819
dirigi contra Malthus la acusacin de "astor", Marx fue un citi
co inexorable de la intromisin de la teologa natural, la idea de la
providencia y la moralidad estrecha y clerical en la economa pol
tica, intromisin que representaba sobre todo Malthus. La crtica
de Malrhus, y de roda la concepcin de la relacin de la poblacin
con la tierra que simbolizaba su obra, fue uno de los temas centra
les de la economa poltica de Marx desde 1 844 hasta su muerte en
1 883. En rigor cabe ver en parte el auge del materialismo histri
co, como aproximacin diferenciada a la sociedad, a travs de esta
ptica. La crtica de Malthus con respecto a la tierra y de Pierre
Joseph Proudhon en relacin con la industria -junto con la rup
tura con el materialismo contemplativo de Feuerbach- fueron
momentos definitorios en el desarrollo por parte de Marx de su
concepcin materialista de la historia y de su concepcin materia
lista de la naturaleza.
168
.
*.
L
A CRTICA DE MALTHUS Y LOS ORGENES DEL MATERIALISMO HIS
TRICO
Fue con el "Esbozo para una crtica de la economa poltica"
[ Umrisse zu einer Kritik der Nationa!okonomie ] , de Friedrich Engels,
como tuvo su comienzo la critica marxista del malthusianismo.
Marx y Engels se hablan conocido en Colonia a finales de 1 842,
mientras Marx era redactor jefe de la Gaceta Renana (Rheirtische Zei
tung. Engels, que era hijo de un fabricante textil alemn, iba cami
no de Inglaterra para ocupar un empleo en la gran fbrica de hila
turas de algodn de Ermen and Engels, de la que su padre era socio.
El primer encuentro de los dos fundadores del materialismo hist
rico fue fro -como consecuencia de conflictos existentes en el
movimiento de los Jvenes Hegelianos-, y fue solamente con la
publicacin del "Esbozo para una critica de la economa poltica" en
los Deutsch-Frnzosische]ahrbcher [Anales Franco-alemanes] de 1844,
dirigidos por Marx, y del reencuentro de Marx y Engels en Pars,
cuando iniciaron una colaboracin que mantendran durante toda
la vida de Marx.
Para Engels, en su "Esbozo", . la esencia de la teora de la poblacin
de Malthus se basaba en una concepcin religiosa de la naturaleza.
"La teora malthusiana", segn l, no era sino "la expresin econ
mica del dogma religioso relativo a la contradiccin entre el espri
tu y la naturaleza, y la consiguiente corrupcin de uno y otra". Pero,
ms que un dogma religioso, era un intento de fusionar la teologa
protestante (y el naturalismo pastoral) con la necesidad econmica
de la sociedad burguesa. "La consecuencia inmediata de la propie
dad privada era -para Engels-la divisin de la produccin en dos
lados opuestos: el natural y el humano; el suelo que, sin la fertiliza
cin por parte del hombre, est muerto y es estril, y la actividad
humana, cuya primera condicin es ese mismo suelo". 2 La sociedad
burguesa haba alejado crecientemente a la poblacin de la tierra,
preparando as el camino para la ms intensiva exploracin de los
dos lados de la produccin, el natural y el humano:
169
Convertir a la tierra en objeto de mercanchifleda -la tierra,
que es lo (mico y es todo para nosotros, la primera condicin de
nuestra existencia-fe el ltimo paso para convertirnos en obje
to de mercanchiflera. Fue, y sigue siendo hasta hoy, una inmora
lidad solamente sobrepasada por la inmoralidad de la alienacin
de s. Y la apropiacin original -la monopolizacin de la tierra
por unos pocos, la exclusin del resto de aquello que es la condi
cin de su vida- , no va a la zaga en inmoralidad a la posterior
mercanchiflera de la tierra.'
Con el fin de defender este sistema de la explotacin de los seres
humanos y de la naturaleza, mientras se negaba toda posibilidad de
mejora, surgi la teora malthusiana de la poblacin: "la ms burda
y brbara teora que jams haya existido, un sistema de desespera
cin'' cuya expresa finalidad es obligar a los seres humanos a acep
tar las duras leyes de la economa poltica. A analizar detallada
mente la teora de Malthus, Engels se mostr contundentemente
crtico con respecto a la ndole inexorable de sus premisas, que con
sideraban aplicable por igual el mismo principio de la poblacin, en
todo momento y lugar, sin tener en cuenta las condiciones histri
cas. Para Malthus, sealaba Engels, el principio de la poblacin
resultaba aplicable tanto en los asentamientos coloniales de Austra
lia y Amrica como en la Europa densamente poblada. En rigor, la
lgica del argumento malthusiano era tal que "la tierra estaba ya
superpoblada cuando slo exista un hombre". Adems, "las impli
caciones de esta lnea de pensamiento son que, dado que son sola
mente los pobres los que constituyen un excedente, nada debe
hacerse por ellos, salvo dejar que se mueran de hambre con la mayor
facilidad posible, convencerlos de que es inevitable y que no hay
otra salvacin para toda su clase que mantener la reproduccin re
ducida a un mnimo absoluto".
'
Engels arga, por el contrario, que haba que rechazar "la absur
da afirmacin de que la tierra carece de la capacidad de alimentar a
los hombres" -afrmacin que l tena por "la cspide de la eco
noma cristiana"-en una poca en la que _slo se cultivaba una ter-
170
~`
cera parte de la tierra, y en que la productividad de los cultivos de
ese solo tercio poda multiplicarse por seis. Y, lo que era ms, "aun
cuando Malthus tuviera toda la razn'', insista Engels, no haca sino
sealar la urgente necesidad de una transicin al socialismo, que
"debera emprenderse en el acto", ya que solamente el socialismo
"hace posible ese freno moral del instinto de reproduccin que el
propio Malthus presenta como el remedio ms fcil y efectivo para
la superpoblacin''. En este sentido, la teora de Malthus "ha su
puesto una transicin absolutamente necesaria'' que indica la "pro
fundsima degradacin del hombre", su dependencia de la propie
dad privada y de un sistema de competencia que sistemticamente
desecha seres humanos.
La doctrina de Malthus subrayaba asimismo el hecho de que, pese
a que a veces haca hincapi en "la naturaleza'', e incluso en el mate
rialismo, la economa burguesa era "esencialmente cristiana''. Es imc
portante observar aqu una vez ms la ndole incompleta de la rebe
lin materialista del siglo XIII, que se haba limitado a "postular
la Naturaleza, en el lugar del Dios cristiano, como lo Absoluto que
el Hombre tena ante s". Era este rechazo del materialismo revolu
cionario, que adoptaba la forma de utilitarismo de conveniencia
natural, lo que haca tan peligroso al malthusianismo, y lo que, se
gn Engels, daba carcter cristiano a "todas las proposiciones" for
muladas por la economa.'
La ndole ahistrica de la doctrina malthusiana se revelaba en su
rechazo de la nocin de mejora, excepto, naturalmente, en el sentido
estrecho de la necesidad de levantar cercas. Dicho de otra manera: el
malrhusianismo rechazaba roda idea de progreso rpido y continuado
en la accin de cultivo humano de la tierra o en la cra animal, as
como toda posibilidad de avance social. Para Engels, el pesimismo del
siglo XIII acerca de las mejoras haba quedado en gran parte supe
rado por el progreso cientfico que se haba producido desde enton
ces, particularmente en relacin con el desarrollo de la ciencia del
suelo, y sealaba al efecto las innovaciones revolucionarias que se
deban a figuras tales como Humphry Davy y Liebig. Aunque Mal-
171
thus haba insistido en que la poblacin tenda a crecer en progre
sin geomtrica, si no exista ningn control, mientras que los me
dios de subsistencia slo aumentaban en progresin aritmtica, En
gels sealaba que toda la doctrina se vena abajo cuando llegaba a la
progresin aritmtica, que era clave, y para la que haba poca base.
Siguiendo un argumento expuesto tres aos antes por el socialista
utpico britnico Robert Owen (tambin un duro crtico de Mal
chus), Engels insista en que la ciencia tenda a aumentar geomtri
camente, acompaando al crecimiento de la poblacin, y revolucio
naba la produccin agrcola junto con la produccin en general, con
lo que aumentaba la capacidad de producir alimentos. En una
poca en la que la totalidad del valle del Mississippi estaba en gran
parte sin cultivar, y en que poda trasladarse all a toda Europa, estas
mayores posibilidades de la ciencia significaban que no haba razn
para la desesperanza. As pues, la idea de que la situacin de los
pobres era producto de la ley natural (que emanaba de la providen
cia divina) era sencillamente falsa. Tal como haba dicho Owen, el
error de Malthus consista en atribuir los problemas de la subsis
tencia "a una deficiencia de la despensa natural, y no a las leyes de
los hombres que se oponan a las de la Naturaleza" .6
Tambin Marx, ya en 1 844, dirigi ataques crticos a la teora de
Malthus. Lo que primordialmente le preocupaba era la manera en
la que el ataque contra las Leyes sobre la Pobreza existentes en Ingla
terra (ataque que se reflejaba en fa Nueva Ley sobre la Pobreza de
1 834) tena sus races en la idea de una "ley etera de la naturaleza
de acuerdo con la teora de Malthus". En esta teora, "el aumento
progresivo del empobrecimiento" no era "la inevitable consecuencia
de la moderna industria", sino la de la "Le sobre l Pobreza inglesa";
la culpa no era de la falta de caridad sino de su exceso. En el nuevo
sistema de asistencia social que representaba la Nueva Ley sobre la
Pobreza, de 1 834, el Estado ingls ya no buscaba erradicar el paupe
rismo, que era la base de su poder, como haba llegado a comprender,
sino que se limitaba a dispensar "sus ddivas administrativas nica
mente a aquella indigencia a la que la desesperacin induce a dejarse
172
1
capturar y encarcelar". En este marco, el naturalismo clerical de
Malthus, que haba sido trasladado al reino de la economa poltica,
constitua la fundamentacin esencial, irreductible.'
"La ms patente declaracin de guerra de la burguesa contra el
proletariado -dice Engels en La situacin de la clase obrera en Ingla
terra en !844 ( 1845)-es la Ley de la Poblacin de Malthus y la
Nueva Ley sobre la Pobreza, a la que sirve de marco". Tal como ex
plica Engels:
La vieja Ley sobre la Pobreza, basada en la Ley de I6OI (n" 4p
de Isabel I) parta ingenuamente de la idea de que era obligacin
del municipio proveer para la manutencin de los pobres. Quien
quiera que no tuviese trabajo reciba ayuda, y el pobre considera
ba que el municipio tena el compromiso de protegerle para que
no muriese de hambre. Demandaba el semanal auxilio como un
derecho, no como un favor, algo que acab por hacrsele inso
portable a la burguesa.
La ley malthusiana de la poblacin estaba pensada de modo tal
que desterrase toda idea de que el auxilio de los pobres fuese un
"derecho", y para dejar claro que los elementos pauperizados de la
sociedad eran "superfluos", y que por lo tanto no habla que prote
gerlos de la inanicin. El malthusianismo, como "teora predilecta''
de la burguesa, se convirti asl en una racionalizacin para la cons
truccin de asilos de pobres o "Bastillas de la Ley de Pobres" que,
aunque no prescindla de las Leyes sobre la Pobreza, aseguraba su
mxima adaptacin posible a las duras exigencias de la doctrina
malthusiana.
Fue en respuesta a la teora de Malthus como Engels desarroll el
concepto de ejrcito de reserva obrero o de excedente demogrfico
relativo que habra de tener una importancia central en la economa
poltica marxiana. "Malthus . . . tena . . . razn a su manera -argumen
ta Engels-al afirmar que existe siempre un excedente de poblacin,
que hay siempre demasiada gente en el mundo; nicamente se equi
voca al aseverar que hay ms gente de la que puede alimentarse con
173
' l
los medios de subsistencia disponibles". No era el exceso de pobla
cin en relacin con las existencias de alimentos lo que explicaba los
bajos salarios y la pobreza, sino el exceso de poblacin en relacin
con los puestos de trabajo. Exista en todo momento un "ejrcito de
reserva de trabajadores sin empleo", que era mayor o menor depen
diendo de la medida en la que la situacin del mercado estimulaba
el empleo. Es de esta manera como surge un "excedente de pobla
cin". Pero, en lugar de pensar de s mismos que son superfuos, a
los obreros "se les ha metido en la cabeza que ellos, con sus manos
ocupadas, son necesarios, y que son los ricos capitalistas, que no
hacen nada
'
' los que constituyen "el excedente de poblacin".'
Es, as pues, en oposicin al maltlmsianismo como surge por pri
mera vez con claridad en el marxismo el concepto de proletariado.
En Inglaterra, los obreros fabriles vivan a la sazn en la miseria,
atormentados por el hambre y la enfermedad. En la descripcin de
primera mano de la existencia del proletariado ingls, en su situa
cin de la clae obrera en Inglaterra, Engels haca que el lector le
acompaase en un recorrido por zonas enteras de Manchester, calle
por calle; describa lo que se vea en ellas y expona que el entorno
de vida del Manchester de la clase trabajadora y el del Manchester
burgus eran dos mundos diferentes. Los hogares de la "aira bur
guesa
'
' . manchesreriana se hallaban "en lejanas villas con jardines en
Chorlron y Ardwick, o en las aireadas alturas de Cheetham Hill,
Broughton y Pendelton, en medio del aire libre y sano, en casas
magnficas, confortables, ante las que cada media hora o cada cuar
to de hora pasa un mnibus que conduce a la ciudad. Y lo mejor de
todo esto -observa Engels-es que los miembros de la aristocra
cia del dinero pueden tomar el camino ms corto hasta sus lugares
de negocio atravesando los distritos obreros, sin ver jams que estn
en medio de la mugrienta miseria que acecha a derecha e izquier-
d " 1
0
a .
En su investigacin de la situacin de la clase obrera en l
a
s ciuda
des industriales, el joven Engels estaba especialmente preocupado
por las toxinas existentes en el medio ambiente. Sobre la base de los
174
informes de los mdicos y los inspectores de las fbricas, y de sus
propias observaciones personales, Engels proporcion un detallado
anlisis de la situacin de la salud pblica. Sirvindose de los daros
demogrficos compilados por los funcionarios de salud pblica, fue
pionero en la argumentacin de que las rasas de mortalidad estaban
en razn inversa a la clase social, lo que poda comprobarse en su
mayor dramatismo estudiando sectores especficos de cada ciudad.
Las casas de los trabajadores, mal aireadas, no permitan la ventila
cin de las sustancias txicas, y los gases de la combustin del car
bn y de la respiracin humana quedaban atrapados en su interior.
Dado que no haba ningn sistema para la eliminacin de los dese
chos humanos y animales, se acumulaban y descomponan en las
viviendas, los patios y las calles, produciendo una grave contamina
cin del aire y del agua. La elevada mortalidad que ocasionaban las
enfermedades infecciosas, tales como la tuberculosis (que se trans
mita a travs del aire) y el tifus (propagado por los piojos), eran la
consecuencia, sostena Engels, del hacinamiento, el mal saneamien
to y la insuficiente ventilacin.
Engels describi asimismo las deformaciones esquelticas debidas
al raquitismo, problema relacionado con la nutricin, aunque roda
va no se conoca la defciencia diettica especfica relacionada con
esta enfermedad: la falta de vitamina D. Expuso enfermedades pro
fesionales, incluidas descripciones detalladas de trastornos ortopdi
cos, oflmicos, envenenamienro por plomo y anrracosis. 1 1
No obstante, el sistema fabril contaba con muchos defensores.
Cuando los mdicos a los que se hizo comparecer ante un comit de
investigacin de las fbricas testificaron que la exposicin a la luz del
sol era esencial para el desarrollo fsico de los nios, Andrew Ure,
destacado partidario de los principios de la industria manufacture
ra respondi con indignacin que la luz de gas que haba en las
fbricas era un adecuado sustitutivo del sol."
La visin que Marx lleg a tener del proletariado se desarroll en
sentido opuesro a la inhumanidad de gentes del estilo de los econo
mistas polticos clsicos liberales, como Malrhus y Ure. Con el dis-
175
, .
l
tanciamiento de las necesidades humanas generales que caracteriza
al capitalismo, segn Marx, "la luz, el aire, etc. -la ms simple lim
pieza animal- dejan de ser una necesidad para el hombre . . . A
irlands tan slo le queda una necesidad: la necesidad de comer de
comer patatas, ms exactamente de comer patata podrids, patatas
de la peor clase. Pero Inglaterra y Francia tienen ya una pequea
Irlanda en cada una de sus ciudades industriales". La "contamina
cin universal", que segn Marx caracterizaba a las grandes ciuda
des industriales, era el medio ambiente en el que viva la clase obre
ra. El proletariado se converta as en una clase universal expuesta a
la "universal contaminacin" y al universal sufrimiento, una clase
amenazada por la total prdida de su humanidad, y que slo poda
emanciparse a travs de la total emancipacin de la humanidad.1'
EL NUEVO MATERIALISMO
La creciente atencin que Marx prestaba a la lucha de clases, a la
situacin del proletariado y al anlisis de la economa poltica bur
guesa (representada en su forma ms inhumana por el malthusia
nismo) significaba que el naturalismo de Feuerbach, con su con
cepcin abstracta, esttica, de la naturaleza, ya no era suficiente, y
se asemejaba cada vez ms a un callejn sin salida que era necesario
trascender. Engels recordara muchos aos despus que "el ncleo
principal de los Jvenes Hegelianos ms decididos volvieron al
materialismo anglo-francs". Pero esto dio origen a una contradic
cin entre los hegelianos radicales, puesto que el sistema de Hegel
haba mantenido su oposicin al materialismo, al no ver en la natu
raleza ms que la existencia alienada de la idea absoluta, "por as
decirlo una degradacin de la idea". Feuerbacl1 "pulveriz" esta con
tradiccin y volvi a colocar "al materialismo nuevamente en el
trono. La naturaleza existe con independencia de roda filosofa. Es
el fundamento sobre el que nosotros mismos, los seres humanos, y
los productos de la naturaleza, hemos crecido. Nada existe fuera de
176
" '
, ' -
la naturaleza y del hombre, y los seres superiores que han creado
nuestras fantasas religiosas no son ms que el reflejo fantstico de
nuestra propia esencia''. En consecuencia, "se haba roto el encanta
miento. El 'sistema [hegeliano] haba estallado y haba quedado
arrumbado" .
1
4
Pero el materialismo abstracto de Feuerbach, con toda su impor
tancia como refutacin del sistema hegeliano, era sin embargo est
tico, ahistrico en su concepcin, y no pareca llevar a ningn sitio.
Su humanismo careca de un concepto de prctica transformadora
(praxis). Para Marx, centrado en comprender la base histrica de la
lucha de clases, especialmente de la lucha entre la burguesa y el pro
letariado, pareca vaco, una mera inversin de la base histrica del
sistema hegeliano, carente de todo contenido propio y, en conse
cuencia, para siempre a la sombra del gran sistema que haba recha
zado. Adems, como demostr el joven hegeliano Max Stirner en
Der Einzige und sein Eigentum [El nico su propiedad] (1 844), el
humanismo abstracto de Feuerbach, puesto que careca de toda au
tntica fundamentacin, poda desbancarse dialcticamente, trans
formndolo en mero egosmo y nihilismo, en la doctrina de que
"nada es ms para m que yo mismo" y, por lo tanto, "rodas las cosas
no son nada para m" .
1
5
Feuerbach, como insistieran Marx y Engels en La ideo logia alema
na, aceptaba la realidad existente y a la vez no la comprenda. Para
l, el ser era lo mismo que la esencia, por lo que no poda haber
contradiccin entre uno y otra. ^ disolver la alienacin religiosa y
convertirla en existencia material, Feuerbach perda de vista la alie
nacin terrenal real. No consigui por tanto desarrollar un materia
lismo prctico. La naturaleza y la esencia feuerbachianas eran abs
tracciones, aun cuando lo fiteran en nombre del materialismo. "La
"esencia' del pez", diran Marx y Engels en La ideo logia alemana,
` , L "
.
" d d d 1 consiste en su ser y agua. . . a esencta e un pez e agua u ce
es el agua de un ro. Pero esta ltima deja de ser la "esencia" del
pez, y ya no es un medio adecuado para su existencia tan pronto
177
l
|
'1
i
como se pone el ro al servicio de la industria, tan pronto como
se la contamina con tintes y otros productos de desecho y se nave
ga con vapores, o tan pronto como sus agu
:
s se d
sva
hacia
canales en los que las aguas residuales que se VIerten sm mas pue
den privar al pez de su medio de existencia.
Todo esto apuntaba al hecho de que el ser del pez estaba alienado
en un cierto sentido como consecuencia de la praxis humana. Por lo
tanto, todas las contradicciones de este estilo entre el ser y la esen-
cia no exigan ms que soluciones prcticaS.16
loga y la geogr
sierables cooci
t'
.I
racin con lo que los gelogos habran de afrmar una generacin o
dos ms tarde, se apartaba no obstante de manera significativa de las
que se manejaban anteriormente de acurdo con la fe cristiana) . En
sus lecciones de geognosia, Werner hablaba de la historia de la tie
rra diciendo que "en contraste con ella, la historia escrita no era ms
que un punto en el tiempo". El argumento de Werner de la pro
fndidad del tiempo reciba apoyos asimismo de otros campos del
saber. En su gran obra Historia natural universal teora del cielo
(1755), que abordaba la creacin del sistema solar, Kant deca:
"Han podido transcurrir tal vez una serie de millones de aos y si
glos antes de que la esfera de la naturaleza formada en la que nos
hallamos alcanzase la perfeccin que ahora encarna'', y prosegua
hablando del tiempo y el espacio infinitos, idea que, reconoca, era
conforme a las hiptesis formuladas por Epicuro. Consciente del
"profimdo abismo del tiempo", al que apuntaban sus propias inves
tigaciones, Werner, que escriba en la misma poca que Kant, no
senta la menor necesidad de relacionar su geologa con la narracin
bblica de la creacin. De hecho, su enfoque era decididamente ma
terialista, basado en el principio de la sucesin geolgica."
La obra de Werner tuvo una enorme infuencia en el desarrollo de
la geologa en toda Europa. En la generacin que le sigui, la geo
loga histrica cobr identidad propia, basada en el concepto de las
"formaciones geolgicas", que sustituan a las clases minerales como
clave de la reconstruccin del pasado. Tal como explicara el gelo
go ingls ` H. Fitton (1780-1861), Werner, al desarrollar el con
cepto de las formaciones, fue "el primero en dirigir la atencin de
los gelogos, de manera explcita, al orden de sucesin que presentan
las diversas familias naturales de las rocas". 34 Fue este aspecto del
pensamiento werneriano el que haba de ejercer una inmensa in
fluencia en la obra del gran paleontlogo francs Georges Cuvier
(1769-1 832), atrado por la tradicin alemana de la geognosia, en
el desarrollo de su anatoma comparada y teora de la tierra, que rea
liz a partir del examen de los restos fsiles. Ya en 1 804, tambin
Cuvier, sin darle mayor importancia, se refera a fsiles comparad-
188
vamente recientes, hallados en los alrededores de Pars, diciendo que
tenan una antigiiedad de "miles de siglos", aludiendo de ese modo
a un concepto del tiempo geolgico que se extenda hacia atrs a
distancias inmensas, prcticamente inimaginables."
Ello no obstante, la reputacin de Werner dentro de la historia de
la geologa se vio muy daada por las disputas teolgicas que se de
sarrollaron en torno a la geologa durante este perodo. Puesto que,
en su teora general especulativa, Werner haba sugerido que los
minerales se haban formado como precipitados o sedimentos pro
cedentes de un ocano universal, quienes buscaban defender la
narracin bblica del Diluvio Universal no dudaron en aprovechar
su hiptesis. Quienes optaban por esta postura en el debate geol
gico llegaron a ser conocidos como "neptunistas", en oposicin a los
"vulcanistas", cuyo asidero cientfico se hallaba en la obra del ge
logo ingls James Hutton (1726-1797). Este enfoque era contrario
al catastrofismo, y condujo a la geologa "uniformitaria'' que poste
riormente se relacion con Charles Lyell. El hecho de que Werner
no hubiera adoptado la postura teolgica promovida por el neptu
nismo, y de que la principal contribucin de su enfoque terico
residiera en establecer cuidadosamente las bases para una geologa
histrica que en s -gracias a poner el acento en la inmensidad del
tiempo geolgico-socavaba la narracin bblica, qued olvidado
con frecuencia en muchas posteriores historias de la geologa (sobre
todo en la tradicin inglesa)."
En su Filosofa de la Naturalez, Hegel rechazaba explcitamente
las hiptesis neptunisps, aunque argiia, no obstante, que "el gran
mrito de Wrner' era que su teora haba atrado la atencin hacia
la "secuencia de las formaciones" en la historia de la tierra. De he
cho, en opinin de Hegel, la principal contribucin de la geognosia
(es decir, de la tradicin werneriana) era que, al tratar "la constitu
cin de la Tierra'', estableca por primera vez que "sta ha tenido una
historia, y que su estado consecuencia de sucesivos cambios. Estn
en ella las huellas de una serie de prodigiosas revoluciones que for
man parte de un remoto pasado". Para Hegel, en seguimiento de
189
Werner, fue ste un proceso que se produjo durante la inmensidad
del tiempo geolgico: millones de aos. Hegel destacaba el fenme
no de la "generado aequivoca", la espontnea generacin de la vida
a partir de la materia no viviente, como algo que aconteci en algn
momento del tiempo geolgico: "la generatio aequivoca es el modo .
.
general de la vitalizacin manifestada por el mar y por la tierra", una
"revolucin a partir del caos"." (Aqu parece Hegel haber adoptado
una concepcin ms evolutiva de la naturaleza de la que era tpica
de su pensamiento.")
Marx, a quien introdujeron en estas ideas Steininger y Hegel, y
probablemente Steffens (cuyas lecciones de antropologa tocaban
sin duda la cuestin de la historia de la tierra) , no slo conoca bien
la teora werneriana, sino que tom postura dentro de ella, como
ciencia de la geologa histrica, y no segn la idea neptunista. Com
prendi la revolucin en la concepcin del tiempo y la evolucin
que representaba. En sus Manuscritos econmicos flosfcos escribe
Marx: "La creacin de la tierra ha recibido un poderoso golpe pro-
cedente de la geognosia, es decir, de la ciencia que expone la forma
cin de la tierra, el desarrollo de la tierra, como un proceso, como
aurogeneracin. La generatio a equivoca es la nica refutacin prcti
ca de la teora de la creacin"." Posteriormente, al escribir sobre la
''eneratio aeqttivoca" en La ideologa alemana, Marx y Engels insis
tieron en una ontologa materialista en su enfoque del origen de la
vida sobre la tierra. A este respecto, Marx se mantuvo fiel a la opi
nin de Epicuro, expuesta por Lucrecio, de que "Con razn se ha
dado el nombre de madre a la tierra, pues de la tierra ha nacido ro-
d 4
0
o .
Valentino Gerratana ha argido que la nocin de generatio aeqti
voca se haba convertido, a principios del siglo 7I7, en un concep
to filosfico general que trascenda todo contexto filosfico especi
co. "La funcin de la idea de la generatio aequivoca es equivalente
por lo tanto, en los escritos del joven Marx, a la idea evolucionista
misma''. No significaba nada ms que la hiptesis del origen mate
rialista de la vida (que la ciencia no haba sido capaz de establecer) .
190
`
.
'
l
-
.
\
! '
posible
que pudiera seguirse produciendo, porque los organismos vivos
consumen las complejas molculas orgnicas necesarias para vol
ver a crear vida cXH0U0. Adems, la atmsfera reductora que exis
ta antes de comenzar la vida la han convertido los propios orga
nismos vivientes en una annsfera rica en oxgeno reactivo.
En las elocuentes palabras de Rache! Carson, "Las condiciones rei
nantes en la joven tierra produjeron la vida; luego la vida modifc
de una vez estas condiciones terrestres, de modo que no pudiera
repetirse este nico acto extraordinario de generacin espont
nea" .42
La referencia que hace aqu Carson a la "generacin espontnea"
191
I
l.
:
+
refleja el hecho de que, cuando por fin se present, en la dcada de
1 V2, una explicacin materialista de los orgenes de la vida, en lo
que se conoce como la hiptesis de Oparin-Haldane -que desa
rrollaron independientemente dos pensadores materialistas y marxis
tas, Alexander Oparin en la Unin Sovitica y J. B. S. Haldane en
Gran Bretaa-, el argumento estaba construido en forma de expli
cacin de cmo, si bien se sabe que la "generacin espontnea' es
imposible, pudo la vida no obstante originarse espontneamente a
partir de la naturaleza. La respuesta reside en parte en la bioqumica,
y en parte en el anlisis que ya haba proporcionado el ecologista ruso
V I. Vernadski en la teora expuesta en La biosra (1926) de que la
atmsfera tal como la conocemos la ha producido la propia vida. Al
producir la atmsfera, la vida haba alterado las condiciones a partir
de las cuales haba sido posible la "generacin espontnea''."
Adems de la geologa histrica infuy fuertemente en Marx el
desarrollo de la geografa histrica. Como estudiante de la Univer
sidad de Berln haba asistido a las lecciones del gran gegrafo his
trico idealista Karl Rtter (1779-1859), cuyo enfoque histrico y
teleolgico del estudio de la geografa haba tenido una importante
influencia en Hegel, a la hora de componer sus Lecciones sobre la
flosofa de la historia. Adems del enfoque especficamente geogr
fico que haca Rirter de las relaciones entres los distintos continen
tes, Hegel adopt asimismo la correlacin inversa que ste postula
ra entre la civilizacin y el grado de dependencia de la naturaleza."
Es famoso el argumento ritteriano:
Las distancias, las influencias naturales, la produccin material
incluso, ceden siempre ante la marcha victoriosa del hombre, y
desparecen a su paso; o, en otras palabras, la raza humana es cada
vez ms libre de las ferzas de la naturaleza; el hombre es cada vez
menos cautivo del dominio de la tierra en la que habita. As lo
confirma la historia de determinadas regiones y de enteros conti
nentes.
El enfoque que haca Ritter de la historia de la tierra era en lti-
192
ma instancia teleolgico, se remontaba a la mano divina ee la pro
videncia. Pero tena un carcter ms inmediatamente evolucionista
en el sentido ee reflejar un prolongado proceso ee desarrollo org
nico que poda deberse a causas mecnicas.
De ah que, para Ritter, la tierra -el objeto ee la geografa
deba contemplarse desde un punto ee vista histrico (as como
teleolgico). "La historia cle la Tierra muestra, en todos los monu
mentos del pasado, que ha estado sometida en cada una ee sus
caractersticas, en cada una ee sus divisiones, a una incesante trans
formacin'', lo que demuestra que "es capaz ele ese desarrollo org
nico en el que hago tanto hincapi"." Haba, as pues, una nuez
racional dentro ee la cscara mstica ee la geografa ee Ritter.
El impacto ms importante que Ritter ejerci sobre el pensa
miento evolucionista se produjo a travs ee su influencia sobre el
gran conservacionista de Nueva Inglaterra George Perkins Marsh,
autor ee Man and Nature [Hombre y Naturalez} (1864), obra de la
que Lewis Mumforc ha dicho que es "el manantial del movimiento
conservacionista''. El propio Marsh dira que su libro era "un tomito
que mostraba que, mientras que Ritter y Guyot [seguidor suizo ee
Ritter que haba emigrado a EEUU] piensan que la tierra ha hecho
al hombre, es en rigor el hombre el que ha hecho a la tierra''." Lo que
Marsh quera decir con esto es que era necesario incorporar la esen
cial comprensin crtica ee Ritter (a partir ee su normal determinis
mo geolgico) de que la liberacin ee los seres humanos del cautive
rio de la naturaleza, que progresaba con la civilizacin, significaba
que la humanidad era ahora una potente fuerza en la transformacin
del globo, a menudo con devastadoras consecuencias (el libro de
Marsh llevaba como subttulo The Earth as Transrmed by Human
Action [La Tierra, transrmad por la accin humana].
De ah que las ideas histricas de Ritter las utilizara Marsh vol
vindolas del revs, con el fin de suscitar la cuestin ee la domina
cin humana sobre la tierra. Un proceso similar se produjo en el
alumno ee Ritter, Marx, quien, en La ideologa alemana sealaba el
hecho, como hemos visto, ee que la tierra, tal como haba existido
193
con anterioridad a la aparicin de la humanidad, era ahora extraor
dinariamente difcil de encontrar. Y lo que es ms: la ndole de esta
transformacin humana de la naturaleza -y de sus consecuencias a
veces devastadoras-surgi gradualmente como una consideracin
principal en el pensamiento de Marx.
C
RTICA DE LOS VERDADEROS SOCIALISTAS
Con esta larga visin histrica de la historia natural y de la huma
na, Marx y Engels se impacientaban con las concepciones ahistri
cas, mistificadoras de la naturaleza y de la humanidad con las que
trabajaban los "verdaderos socialistas" de mediados de la dcada de
1 840, tendencia intelectual que se hallaba bastante extendida, pero
que desapareci con la revolucin de 1 848. Se trataba de un grupo
de autores alemanes que mezclaban un humanismo y un naturalis
mo abstractos con varios conceptos extrados de la economa polti
ca, con el fin de generar una nocin de "socialismo" basada en la
idea de restablecer la verdadera humanidad y la verdadera naturale
za, mientras ignoraban las bases materiales del desarrollo humano y
de la historia natural. La expresin "verdadero socialismo" la toma
ron Marx y Engels de Karl Grn, uno de los principales represen
tantes de la tendencia.
Uno de los blancos principales de Marx y Engels fue un artculo
titulado "Piedra angular del socialismo", escrito por Rudolph
Matthai. Sin tratarle como intelectual importante de por s, sino
simplemente como representante de la tradicin del "verdadero
socialismo", Marx y Engels citaban sus lamentaciones: "Puede el
hombre saludar una vez ms a la tierra como el pais de la felicidad?
Reconoce una vez ms a la tierra como su hogar original? Por qu
entonces sigue manteniendo separadas la vida y la felicidad? Por
qu no destruye la ltima barrera que separa la vida terrenal en dos
mitades hostiles?" Deseando reconciliar a la humanidad con la
naturaleza, este verdadero socialista invitaba al lector a dar un paseo
194
.
; .
?
.
'
HACS Bibli!ca
por el reino de la "libre naturaleza'' , con el fin de tender un puente
que salvara la alienacin de los seres humanos respecto a la natura
leza gracias a los medios espirituales que la propia naturaleza facili
taba:
Alegres flores ... altos y majestuosos robles . . . su satisfaccin, su
felicidad reside en su vida, su crecimiento y su florecimiento .. .
una infinita multitud de diminutas criaturas en las praderas .. .
pjaros del bosque . . . una manada de briosos potros . . . Veo [dice
"el hombre"] que estas criaturas ni conocen ni desean ninguna
otra felicidad que la que para ellos reside en la expresin y el gozo
de sus vidas. Cuando cae la noche contemplan mis ojos una
incontable multitud de mundos que giran unos alrededor de
otros en el espacio infinito, siguiendo leyes eternas. En sus revo
luciones veo una unidad de la vida, el movimiento y la felicidad. '
El verdadero socialista consideraba que la discordia entra en el
mundo a travs de la mano del "hombre", es decir, de la humani
dad abstracta. Para Marx y Engels el error de esta forma de "misti
ficacin filosfica'' reside en la nocin de que la humanidad debe
volver a unirse con una "naturaleza libre". El verdadero socialista
considera que la respuesta es hacer un "llamamiento" a la naturale
za "presuponiendo que esta dicotoma [esta alienacin] no existe
[asimismo] en la naturaleza''. Y puesto que "el hombre" es tambin
un "cuerpo natural", no debera existir tampoco para la humanidad.
Ante esto, Marx y Engels sealan a la lucha por la existencia que
tiene lugar en la naturaleza, que y no puede verse como pura. Es
cribiendo con el lenguaje que dos dcadas ms tarde se llamara
"d
. .
" '"El h b ' d b arwmmno comentan que om re po ra o servar tambin
otras muchas cosas en la naturaleza, p. ej., la enconadsima compe
ticin que se desarrolla entre plantas y animales". De hecho prosi
guen diciendo que "Hobbes tena razones mucho mejores [que el
verdadero socialista] para invocar la naturaleza como prueba de su
belum omnium contra omnes, y Hegel, de cuya construccin depen-
195
|
|
l
O
1
l
'
I
\
J
|
de nuestro verdadero socialista, para percibir en la naturaleza la esci
sin, el chapucero perodo de la Idea Absoluta, e incluso para llamar
al animal angustia concreta de Dios" .
El verdadero socialista, representado por Matthai, pasa luego a
argumentar que, para que la sociedad sea libre, hay que transfor
marla a imagen de la naturaleza. Matthai haba dicho que "Del mis
mo modo en que la planta individual demanda suelo, calor y sol, aire
y lluvia para su crecimiento, de modo que pueda dar hojas, flores y
fruto, tambin el hombre desea hallar en la sociedad las condiciones
para el pleno desarrollo y la satisfaccin de todas sus necesidades, in
clinaciones y capacidades". A lo que Marx y Engels -desde el punto
de vista de la concepcin materialista de la naturaleza-replican que
la planta no "demanda'' de la naturaleza todas las condiciones de
existencia enumeradas. Si stas no estn ya presentes, no llega en
absoluto a ser planta; no pasa de ser grano o semilla. Adems, el
estado de las "hojas, flores y fruto" dependen en gran medida del
"suelo'', el "calo t,etc., las condiciones climticas y geolgicas de
su crecimiento. En vez de "demandar" nada, se ve que l a planta
depende totalmente de las condiciones reales de existencia.
El verdadero socialista utiliza esta visin mistificadora de la natu
raleza para producir una visin mistificadora de la sociedad; de mo
do que la sociedad, es decir, la creacin del "verdadero socialismo",
es tambin un mero asunto del deseo, y una cuestin de las condi
ciones de existencia.
En esta respuesta al verdadero socialismo, Marx y Engels presen
taron as pues, en trminos sumamente claros, la relacin existente
entre la concepcin materialista de la naturaleza y la concepcin
materialista de la historia. ^ no establecer la distincin entre los se
res humanos como seres naturales y como seres sociales -y al no
entender que el trabajo, mediante el cual la humanidad transforma
la naturaleza y las relaciones sociales, es la esencia del proceso hist
rico humano-, el verdadero socialista simplemente reduce a los se
res humanos a "la igualdad con cada pulga, con cada brizna de paja,
196
'
:
cad
piedra''. Para Marx y Engels, en su respuesta al naturalismo
sennmen
"
l
I
1
sus huevos en el nido de otro pjaro; de las lgrimas, destinadas a
mantener humedecida la superfcie de sus ojos, etc., y que, por
ltimo, tiembla con reverencia mientras recita a sus hijos la Oda
a la primavera de Klopstock. No se menciona para nada, desde
luego, a las ciencias modernas, que, con la moderna industria,
han revolucionado toda la naturaleza y puesto fn a la actitud
infantil del hombre hacia ella ... Pero, en cambio, se nos habla de
misteriosos indicios yasombrosas . . . ideas acerca de las profecas
de Nostradamus, de una segunda visin en los escoceses y del
magnetismo animal. Por lo dems, sera de desear que la aletar
gada economa campesina de Baviera, el terreno en el que pros
peran por igual curas y Daumers, sea fnalmente destripada por
los modernos cultivos y las modernas mquinas.''
Para Marx y Engels, haba que rechazar el sentimentalismo reac
cionario acerca de la naturaleza, que buscaba restablecer las viejas
relaciones jerrquicas del feudalismo, mientras negaba las cambian
tes condiciones materiales. Era mejor para los campesinos que su
relacin con la tierra se transformase por efecto de unas relaciones
de produccin ms "modernas". Lejos de indicar una falta de sim
pata hacia los campesinos o hacia "la tierra", su desdn era aqu,
sencillamente, el rechazo de la relacin reaccionaria entre unos y
otra. Fue aquel mismo ao cuando Engels escribi su gran obra La
guerra campesina en Alemania (1 850), que glorificaba al campesina
do revolucionario del siglo X y su lucha bajo el liderazgo de Tho
mas Mntzer para romper con la propiedad privada y construir una
nueva relacin comunal con la tierra.
EL "PROMETEfSMO" MECANICISTA DE PROUDHON
Marx conoca las obras de los socialistas franceses ya en 1 842,
cuando hizo referencia a las de Charles Fourier (1772-1837) y Pie
rre Joseph Proudhon (1 809-1865) en un artculo para la Rheinische
Zeitung. Fourier aportaba importantes ideas clarificadoras en cam
pos tales como la situacin de las mujeres, la degradacin de la na-
198
' 4
.
.
.
:
Resulta irnico que esta adoptase la forma de una crtica del libro
de Proudhon Sistema de las contradicciones econmicas. O la flosofa
de la miseria ( 1846).
El Sistema de las contradicciones econmicas era una obra de una
clase totalmente diferente de la de Qu es la propiedad? Ms cono
cida por su subttulo, La flosofa de la miseria, es una extraa mezcla
de intento de crtica de la economa poltica, por un lado, e intento,
por otro, de hacer que la sociedad burguesa sea ms social, todo ello
envuelto en alegoras sacadas de laAntigledad y en referencias releo
lgicas a la providencia. Para Marx vena a ejemplificar lo que l y
Engels llamaran en el Manifesto comunista "socialismo burgus",
que definan como el intento de construir la sociedad burguesa sin
sus miserias, y sin el proletariado o, al menos, sin la oposicin de los
proletarios. 55
El primer tomo del Sistema de las contradicciones econmicas se
abra y se cerraba con el concepto de la providencia, y asimilaba a la
humanidad "a lo absoluto, implicando la identidad de las leyes de
la naturaleza y las leyes de la razn". La "hiptesis de Dios", en una
civilizacin que concluye negando a Dios, dice Proudhon en tono
irnico, era necesaria para que pudiera entenderse la naturaleza pro
videncial de la historia. Del mismo modo que la razn no puede
afirmar a Dios como causa efectiva de la providencia, el humanis
mo, "que supone afirmar, en la economa social, el comunismo; en
la filosofa, el misticismo y el statu quo", supone el desarrollo de la
idea de la providencia (esta vez con la humanidad como su causa
efectiva) , lo que no es ms que una "restauracin religiosa'', que asi
mismo la razn no puede afirmar. Lo que nos queda, segn Proud
hon, es una nocin de la providencia, en el sentido de orden, pro
greso, destino: "una secreta relacin de nuestra alma, y de toda la
naturaleza a travs de ella, con el infinito" .56
Dentro de este peculiar marco filosfico trataba Proudhon de
desarrollar su "filosofa de la miseria'' , que se inicia con conceptos
del valor y pasa a examinar fenmenos tales como la divisin del tra
bajo, la maquinaria, la competencia y el monopolio. Con el fin de
201
explicar sus puntos de vista econmicos, Proudhon opt por des
cribir la sociedad y simbolizar la actividad humana personificando
ambas en el nombre de "Prometeo". "Segn la leyenda -dice-,
Prometeo es el smbolo de la actividad humana. Roba el fuego del
cielo e inventa las artes primigenias; prev el futuro y aspira a ser
igual a Jpiter. Prometeo es Dios. Llamemos pues Prometeo a la so
ciedad". Para Proudhon, "Prometeo .. . extiende sus conquistas sobre
la Naturaleza
'
'. Aprende que "la justicia es simplemente la propor
cionalidad de los valores". En rigor
Prometen sabe que tal producto cuesta una hora de trabajo; tal
otro, un da, una semana, un ao; sabe asimismo que todos estos
productos, ordenados de acuerdo con su coste, constituyen la
progresin de la riqueza. Primeramente, en consecuencia, asegu
rar su existencia proporcionndose las cosas menos caras y por
tanto ms necesarias; luego, tan pronto como adquiere seguridad
su situacin, desear tener artculos de lujo, procediendo siempre,
si es prudente, de acuerdo con la posicin natural que ocupa cada
artculo en la escala de los precios."
As pues, la sociedad, o "Prometeo'', reconoca que, de acuerdo
con "la ley de la proporcin", las mercancas oscilaban en precio
desde las ms baratas, que cubran las necesidades fmdamentales de
la vida, a las ms caras, que eran los bienes de lujo. Esto se deba a
que "la sociedad produce primeramente las cosas menos costosas _ en
consecuencia, mds necesarias". Las industris ms sencillas y que im
plicaban los menores costes surgieron con los comienzos de la civi
lizacin: "la recoleccin, el pastoreo, la caza, la pesca, que fueron se
guidas mucho despus por la agricultura'' (todas ellas, formas de
"industrias extractivas"). Las industrias ms avanzadas slo pudieron
desarrollarse con nuevos avances de la productividad, cuyo modelo se
encontraba en stas, las industrias ms sencillas. Para Proudhon, la
determinacin del valor/riqueza era simplemente la distribucin pro
porcionada de los costes, determinada a su vez por el tiempo de tra
bajo. La productividad aumenta, en consecuencia, cuando "Prometeo
202
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plificacin de fuerzas, una condensacin del trabajo, una reduc
cin de los costes. En todos estos aspectos, la maquinaria es la
contrapartida de la divisin. Por lo tanto, a travs de la maquina
ria, se producir una restauracin del trabajador parcelario, una
disminucin del esfuerzo para el obrero, una cada del precio de
su producto, un movimiento en la relacin de los valores) pro
greso hacia nuevos desubrimiencos, avance del bienestar general.
De ah que, a travs de la maquinaria, "Prometeo, como Neptu
no, alcance de tres zancadas los confines del mundo"
6I
Esta misma tendencia a descubrir armona en la socializacin de
las formas econmicas existentes se hallaba asimismo en el anlisis
que haca Proudhon de la renta, en el que, basndose en una enre
vesada exposicin de la teora ricardiana de la renta, sostena que se
haba hecho necesaria en aquel momento del desarrollo
con el fin de vincular al hombre ms estrechamente con la natura,
leza. . Ahora, la renta era el precio de este nuevo contrato . . . En
esencia y por destino, puesto que la renta es un instrumento de la
justicia distributiva . . . La renta, o mejor: la propiedad, ha vencido
al egosmo agrcola y ha creado una solidaridad que ningn
poder, ninguna particin de la tierra, hubiera podido generar ...
Una vez asegurado el efecto moral de la propiedad, lo que falta
por hacer en el presente es distribuir la renta."
Para Marx, estas ideas del Proudhon tardo representaban un desa
fo terico directo al movimiento socialista en ciernes y requeran
una crtica en toda regla. En La miseria de la flosofa rebata Marx
todo el Sistema de las contradicciones econmicas, y en el contexto de
este rechazo ampliaba de una manera mucho ms completa que
hasta entonces la crtica de la economa poltica que estaba desarro
llando y su concepcin materialista de la historia. Marx arguye que
Proudhon, en vez de explicar la gnesis histrica de las relaciones
sociales, reconociendo que los seres humanos son "actores y autores
de su propio drama'', y que la historia es en este sentido "profana'',
204
h
.
agricultor, el capitalista industrial y el trabajador agrcola no es
tn ms ligados a la tierra que explotan de lo que el patrn y el
obrero de las fbricas lo estn al algodn y la lana que fabrican;
ran slo sienten apego por el precio de su produccin, el produc
to monetario.
A pesar de lo que dijera Proudhon, la renta no da para Marx una
medida exacta de la fertilidad de la tierra,
ya que, constantemente, la moderna aplicacin de la qumica est
cambiando la naturaleza del suelo, y los conocimientos geolgi
cos, justamente ahora, en nuestros das, estn empezando a revo
lucionar rodas las viejas estimaciones de la fertilidad relativa . .. La
fertilidad no es una cualidad natural, como cabra pensar, sino
que est estrechamente ligada a las relaciones sociales de la poca.
As pues, en contraposicin a lo afirmado por Proudhon, "la ren
ta, en vez de vincular al hombre a la naturalez, no ha hecho ms
[bajo las condiciones de produccin capitalistas] que vincular la
explotacin de la tierra a la competencia''
_d
Para Marx, el socialismo burgus de Proudhon, o ms bien el
equivocado intento de Proudhon de hacer ms social la produccin
burguesa, sin alterar su carcter esencial, se pone de manifiesto de la
manera ms explcita en la postura de ste segn la cual la justicia
solamente tiene que ver con una distribucin proporcional del
tiempo de trabajo, es decir, con la universalizacin del principio de
dar a cada uno de acuerdo con su trabajo. Marx considera por el
contrario que "la determinacin del valor por el tiempo de trabajo
-la frmula que M. Proudhon nos ofrece como regeneradora del
futuro-es . . . meramente la expresin cientfica de las relaciones
econmicas de la sociedad actual, como con claridad y precisin
demostrara Ricardo mucho ames de Proudhon". Para Marx, la pos
tura de Proudhon es una solucin inadecuada al problema plantea
do por la sociedad capitalista, ya que una estrategia revolucionaria
exige una ruptura con el sistema de produccin y distribucin segn
208
J
1
'
.
alist
'
y la determinacin de las relaciones de produccin y
dtstnbucwn de acuerdo con las autnticas necesidades humanas.
Como explicara muchos aos ms tarde, en la Crica al progama
de Gotha, el principio de "a cada cual segn su trabajo" debe ser sus
tituido por el principio que reza: "de cada cual segn su capacidad;
a cada cual segn sus necesidades". As pues, lo que se necesitaba era
una ruptura decisiva con la "ley del valor" del capitalismo, no su
generalizacin."
Para Marx, por tanto, el anlisis de Proudhon era inferior al de los
economistas cientficos (tales como Ricardo), puesto que tena que
recurrir a la "magia'
'
(Marx pensaba en el recurso al nuevo Prome
teo) para explicar -o ms bien para justificar-las relaciones de
produccin y distribucin imperantes bajo el capitalismo. A mismo
tiempo, en el Sistema de las contradicciones econmicas no alcanzaba
Proudhon a hacer el anlisis del comunismo (al que atacaba), ya que
no "se elevaba, tan slo fuera de manera especulativa, por encima
del horizonte burgus". A misticismo confuso de Proudhon, inclu
so a su idealismo, contrapona Marx el principio materialista, toma
do de Lucrecio, de la "mors immortalis" (la muerte inmortal) o la
mortalidad pura absoluta, es decir, el materialismo prctico y el re
conocimiento de la naturaleza histrica, contingente y transitoria,
de la realidad, que slo caba abordar, segn Marx, desde el punto
-
' de la LI'ga para contrarrestar la propuesta de una sene
ro a penci n ,
, d
de principios denominada "Confesin de Fe", que segma el m o e-
lo de la Confsin de f comunista ( 1844) que M
,
ses He
s haba
escrito con una tendencia fourierisra. (Haba dos ConfesiOnes de
Fe", escritas como respuesta a Hess, en la lucha
or decid
,
cul ha
ba de ser el credo de la Liga. Una de ellas, conocida como La C
n
fesin de Fe Comunista", fechada en junio de 1 847, era esencial
mente un primer borrador, adoptado provisionalmente por la Liga
y donde se detectaba la influencia de Engels. La segunda, de octu
bre de 1 847, eran los "Principios del Comunismo", de Engels.) El
xito que tuvieron los "Principios" de Engels, y la abrumadora
influencia que Marx y Engels ejercieron en el segundo congreso de
la Liga de los Comunistas, que se desarroll en Londres en noviem
bre-diciembre de 1 847, tuvieron como consecuencia la peticin de
la Liga de que Marx y Engels hicieran una redaccin final de los
principios adoptados. Inspirndose en los "Principios" de Engels,
Marx redact la obra maestra annima conocida como Maniesto
del Partido Comunista, que vio la luz en Londres en febrero de 1 848
(la revelacin de que Marx y Engels eran sus autores se produjo en
1 850).71
Dada la crtica que anteriormente haba hecho Marx del "prome
resmo" mecanicisra de Proudhon, resulta bastante irnico que el
Manifesto, ledo desde una perspectiva ecolgica, se vea a menudo
como el punto primordial de la llamada visin "promereic' de
Marx de la relacin entre los seres humanos y la naturaleza. De
acuerdo con esta crtica, muy comn, Marx adopt lo que el
ambientalisra socialista Ted Benron -que tambin critica a Marx a
este respecto-ha denominado "una visin de la historia 'producri
visra' 'promereic". Reiner Grundmann, en su Marxism and Eco
log, afirma que la "premisa bsica de Marx" era el "modelo prome
teico" del dominio de la naturaleza, posicin que Grundmann trata
de defender. Sin embargo, para el liberal Vicror Ferkiss, no es posi-
21 0
ble tal defensa: "La actitud de Marx para con el mundo siempre
conserv ese impulso promereico que glorifica la conquista huma
na .de la naturaleza". Esta opinin cuenta con el apoyo del socilo
go Anrhony Giddens, que se queja de la "acritud promereic' que
caracteriz el tratamiento que hace Marx de la relacin humana con
la naturaleza en rodas las partes de su obra (con la excepcin de sus
escritos ms tempranos), lo que significa que "Marx no haca exten
siva su preocupacin por transformar las relaciones de explotacin
de la sociedad humana, expresadas en el sistema de clases, a la explo
racin de la naruralez' . El ecologista social Jo han Clark llega inclu
so ms lejos:
El "hombre" prometeico ... de Marx es un ser que no siente que
su hogar sea la naturaleza, que no ve en la tierra el "lar" de la eco
loga. Es un espritu indomable, que tiene que sojuzgar a la natu
raleza en su bsqueda de autorrealizacin . .. Para un ser ral, las fer
zas de la naturaleza, ya sea en forma de su propia naturaleza inte
rior no dominada, o de los poderes amenazantes de la naturaleza
exterior, han de ser sometidas.
Incluso el socialista revolucionario Michael Liwy alega que Marx
adopt una "concepcin optimista, 'promereic, del desarrollo ili
mitado de las fuerzas productivas" que resulta "totalmente indefen
dible . . . sobre rodo desde el punto de vista de la amenaza al equili-
.
bro ecolgico del planeta" .
Esta acusacin de "promeresmo", es importante entender, lleva
implcitos ciertos supuestos anrimodernisras (posmodernistas o pre
modernistas) que han llegado a tener un carcter sacrosanto en gran
parte de la teora verde. Pareciera que el verdadero ambienralismo
exige nada menos que el rechazo de la modernidad misma. La acu
sacin de promeresmo es, as pues, una forma indirecta de etique
tar al marxismo en su conjunto de versin extrema de! modernis
mo, al que se condena con mayor facilidad a este respecto que al
propio liberalismo. As, el ambientalista posmoderno Wade Sikors
k escribe que "Marx . . . fue uno de los ms devotos adoradores de la
21 1
'
miento de la naturaleza al hombre" y a la "idiocia de la vida rural",
puntos que, considerados de una manera aislada, y literalmente,
puede parecer que reflejan un punto de vista inadecuadamente cr
tico, "prometeico" en rigor. Sin embargo, el Maniesto, a pesar de
su intencin popular, polmica, contena ya de manera implcita
una comprensin de la relacin entre la concepcin materialista de
la naturaleza y la concepcin materialista de la historia, as como
importantes ingredientes de una perspectiva ecolgica -opuesta al
prometesmo mecanicista del Proudhon tardo-que haca hinca
pi en la necesaria unidad de la existencia humana y natural."
La Primera Parte del Maniesto contiene el famoso panegrico que
Marx y Engels hacan de la burguesa, celebrando sus consecuciones
revolucionarias mediante las cuales "todo lo que es slido se funde
en el aire", y sealando, ms all de estos logros, las principales con
tradicciones a las que haba dado origen: las crisis econmicas peri
dicas y el nacimiento de su propia clase heredera, en forma de pro
letariado industrial. Es dentro del contexto del panegrico de la bur
guesa donde Marx y Engels hacan referencia al hecho de que el
capitalismo
ha sometido el campo al gobierno de las ciudades. Ha creado ciu
dades enormes, ha aumentado grandemente la poblacin urbana
en comparacin con la rural, y as ha rescatado a una parte con
siderable de la poblacin de la idiocia de la vida rural. De igual
modo que ha hecho al campo dependiente de las ciudades, ha
hecho que pases brbaros ysemibrbaros dependan de los pases
civilizados; naciones de campesinos, de naciones de burgueses;
Oriente, de Occidente.77
Por el simple hecho de utilizar la frase "idiocia de la vida rural" se
ha querido ver a veces una postura antiecolgica en sus autores. Vale
la pena por lo tanto mirar con ms detenimiento el lugar que ocu
pan estas palabras en el anlisis de Marx y Engels. En primer lugar,
Marx tena una educacin clsica, y saba por lo tanto que el signi
ficado de "idiota" en la antigua Atenas proceda de "'diotei'; un ciu-
213
1
dadano que estaba separado de la vida pblica y que, a diferencia de
quienes participaban en la asamblea pblica, contemplaba dicha
vida (la vida de la polis) desde un punto de vista estrecho, provin
ciano, "idiota''. En segundo lugar, lo que es ms importante, Marx
y Engels no estaban diciendo aqu ms de lo que ya haban dicho en
La ideologa alemana, al discutir la divisin antagnica del trabajo
entre la ciudad y el campo. All haban observado que la divisin entre
ciudad y campo era "la divisin ms importante del trabajo material
y mental": una forma de " subyugacin que convierte a un ser huma
no en un animal urbano limitado; a otro, en un limitado animal
rural", y que sirve por lo tanto para aislar a la poblacin rural "de rodo
intercambio con el mundo y, por tanto, con roda cultura''."
A lo largo de su vida intelectual, Marx no dej de insistir en que,
mientras que el proletario estaba privado del aire, de la limpieza, de
los indispensables medios fsicos de vida, el campesino, bajo el capi
talismo, estaba privado de toda relacin con la cultura del mundo y
con el ms ancho mundo del intercambio social. Una parte de la
poblacin explotada tena acceso al mundo del intercambio social
(como parte de su existencia urbana), pero careca de salud fsica y
de bienestar; la otra tena con frecuencia salud fsica y bienestar
(debido al acceso al aire puro, etc.), pero careca de relacin con la
cultura del mundo. Marx se tomaba en serio la observacin hecha
por David Urquhart de que la sociedad estaba dividida cada vez ms
en "patanes estpidos" y "enanos mutilados", como consecuencia de
la extrema divisin entre la existencia rural y la urbana, que privaba
a una parte de la poblacin trabajadora de sustancia intelectual, y a
la otra de sustancia material." Todo esto lo utilizaba Marx para
explicar por qu el proletariado era una fuerza revolucionaria mayor
que el campesinado. Al verse obligadas a vivir en la ciudades, las
masas urbanas haban perdido su esencial vnculo con las condicio
nes naturales, pero haban ganado formas de asociacin que las
impulsaban hacia una realidad social ms revolucionaria. Una de las
primeras tareas de toda revolucin contra el capitalismo, insistan
Marx y Engels, debe ser, en consecuencia, la abolicin de la divisin
214 '
antagonista entre ciudad y campo. No se trataba de despreciar a la
naturaleza, sino, antes bien, de establecer que el antagonismo exis
tente entre ciudad y campo era una de las principales manifestacio
nes de la ndole alienada de la civilizacin burguesa.
Marx y Engels vean la dependencia del campo respecto de las ciu
dades como un producto en parte de las enormes "aglomeraciones
de poblacin" que haban surgido en las ciudades durante la poca
burguesa, tema que discutan en el prrafo siguiente a su afirmacin
sobre el rescate del campesinado de la "idiocia de la vida rural". En
la Parte Segunda del Maniesto, dedicada a las demandas histrica
mente especficas de proletarios y comunistas, insistan por tanto en
la necesidad de llevar a cabo "una gradual abolicin de la diferencia
entre ciudad y campo, mediante una distribucin ms por igual de
la poblacin de todo H pas", posibilidad que slo podra alcanzar
se mediante la "combinacin de la agricultura con las industrias
manufactureras". Marx y Engels buscaban, as pues, conectar de
nuevo, a un nivel ms alto, lo que se haba destruido, y a lo que
Marx, ms adelante, llamara el metabolismo humano con la natu
raleza. Esas medidas deban combinarse adems, con "la abolicin
de la propiedad en el campo y la aplicacin de todas las rentas a los
fines pblicos" y "la puesta en cultivo de rodas las tierras baldas, y
la mejora
.
del suelo en general, de acuerdo con un plan comn''."
Todas estas medidas caba verlas como respuesta al enfoque mal
.
thusiano de la relacin de la poblacin con la tierra. Al contrario
que Malthus, que propona "barrer" a los campesinos del campo
con el fin de aumentar el nmero de trabajadores urbanos, Marx y
Engels (inspirndose en cierta medida en las propuestas hechas por
Fourier y Owen) propusieron la dispersin de la poblacin, supe
rando el antagonismo entre ciudad y campo que consideraban cons
titutivo del orden burgus. 81 En vez de insistir, con Malthus, en que
la mejora de los cultivos era muy limitada (lo que impona grandes
limitaciones al ritmo del progreso, si es que no a su alcance) , Marx
y Engels mantenan que esas mejoras podan conseguirse, especial
mente si las diriga el trabajo asociado bajo un "plan comn". La
215
principal respuesta al malthusianismo es, en consecuencia, la aboli
cin de la alienacin de los seres humanos respecto a la naturaleza.
Ievidente que no se trataba de una postura que propugnara que
los seres humanos deberan dejar a la naturaleza intacta. Marx y
Engels ya hablan rechazado las ideas de la naturaleza, puramente
"sentimentales", basadas en la ilusin de que sta segua estando en
un estado prstino y poda mantenerse intacta. Como casi todos los
dems individuos de su poca, condenaban la existencia de "tierras
baldas" cuando el abastecimiento de alimentos era todava un pro
blema. Su postura -que se hizo cada vez ms clara conforme evo
lucionaba su obra-fue, antes bien, la de impulsar una relacin
sostenible entre los seres humanos y la naturaleza a travs de la or
ganizacin de la produccin en modos que tuvieran en cuenta la
relacin metablica de los seres humanos con la tierra.
Como hemos visto, se critica muchas veces al Maniesto Comu
nista por su supuesta defnsa sin ms del "prometelsmo" mecanicis
ta de Proudhon, que suele atribuirse a Marx y Engels a pesar de la
crtica que Marx hizo de Proudhon a este respecto. Estas crticas se
dirigen a menudo contra lo dicho por Marx y Engels en su unilate
ral panegrico de la burguesa, en el sentido de que
la burguesa, durante los cien aos escasos de su gobierno, ha cre
ado unas fuerzas productivas ms masivas ycolosales que las que
crearon todas las generaciones anteriores conjuntamente. El
sometimiento al hombre de las fuerzas de la naturaleza, la maqui
naria, la aplicacin de la qumica a la industria yla agricultura, la
navegacin a vapor, los ferrocarriles, los telgrafos elctricos, el
despeje de continentes enteros para el cultivo, la canalizacin de
ros, el hacer surgir del suelo poblaciones enteras. Qu genera
ciones anteriores tuvieron siquiera el presentimiento de que fer
zas productivas semejantes dorman en el seno del trabajo social?"
Apoyndose principalmente en la referencia que aqu se hace al
"sometimiento al hombre de las fuerzas de la naturaleza'' y al "des
peje de continentes enteros para el cultivo", se ha caracterizado con
21 6
frecuencia a Marx y Engels como insuficientemente crticos, en la
poca que escribieron el Maniesto Comunista, de las contradiccio
nes ecolgicas de la produccin burguesa." Es cierto que eran lo
suficientemente baconianos en su perspectiva para considerar que el
sometimiento de las fuerzas naturales a la humanidad, que asocia
ban al desarrollo de la ciencia y de la civilizacin, constitua en con
junto un bien. Sin embargo, esto deja abierta la cuestin de la sos
tenibilidad, que no abordaron en el panegrico de la burguesa de la
primera parte del Maniesto.
Aqu hay que observar que H "sometimiento a hombre de las
fuerzas de la naturaleza'' se presta a diferentes interpretaciones, y es
por completo compatible con el famoso axioma de Bacon: "Slo
podemos mandar sobre la naturaleza obedecindola''. En cuanto al
"despeje de continentes enteros para el cultivo", era algo que haba
que celebrar, crean Marx y Engels, puesto que haba hecho retro
ceder al hambre, al espectro malthusiano, por ste y otros medios,
gracias a la produccin burguesa. Nada de esto sugera, sin embar
go, un prometelsmo mecanicista en el que se alabasen sin reservas la
mecanizacin y la industrializacin a expensas de la agricultura,
aunque s indicaba el hecho de que la preservacin de las tierras vr
genes no era una preocupacin primordial de Marx y Engels.
Quien haya ledo el Maniesto Comunista tiene que percatarse de
que el panegrico de la civilizacin burguesa que domina la seccin
inicial de esta obra no es ms que la introduccin a una considera
cin de las contradicciones sociales que ha engendrado el capitalis
mo y que acabarn por llevar a su cada. Nadie podra decir que
Marx, al presentar al capitalista como figura heroica, o al celebrar
los avances de la divisin del trabajo, de la competencia, de la glo
balizacin, etc., en la Primera Parte del Manifesto, prescinde sin
ms de toda perspectiva crtica. Antes bien, al estilo dialctico, se
resalta la unilateralidad de estos procesos en la argumentacin sub
siguiente. Del mismo modo que Marx y Engels hacen constar que
las caractersticas de la generacin de riqueza por el capitalismo van
acompaadas de un aumento en la pobreza relativa de la mayor
217
listas y la separacin antagonista entre ciudad y campo. As pues, en
la sociedad de productores asociados, sera necesario "gobernar el
metabolismo humano con la naturaleza de una manera racional",
algo que superara por completo las posibilidades de la sociedad
burguesa.'
Este marco conceptual era importante porque permiti a Marx
enlazar su crtica de los tres principales puntos en los que haca hin
capi la economa poltica burguesa: el anlisis de la extraccin del
producto excedente del productor directo; la teora, con ello rela
cionada, de la renta capitalista del suelo, y la teora malthusiana de
la poblacin, que conectaba la una con la otra. Adems, el concep
to marxiano de la fractura metablica en la relacin entre la ciudad
y el campo, entre los seres humanos y la tierra, le permita penetrar
hasta las races de lo que los historiadores han llamado a veces la
"segunda revolucin cultural", que se produce en el capitalismo de
su poca, y la crisis de la agricultura que estuvo relacionada con ella,
lo que le permiti desarrollar una crtica de la degradacin medio
ambiental que anticipaba gran parte del pensamiento ecolgico
actual. Analticamente, la crtica que hace Marx de la agricultura ca
pitalista pasa por dos etapas: (I)la crtica de Malthus y Ricardo (cr
tica en la que desempe un papel fundamental el anlisis de James
Anderson), y (2) una consideracin de la segunda revolucin agr
cola y de las implicaciones de la qumica del suelo, de Justus van
Liebieg, que obligaron a Marx a analizar las condiciones sobre las
que debera sustentarse una relacin sostenible con la tierra.
LA SUPERPOBLACIN Y LAS CONDICIONES DE REPRODUCCIN DE LOS
SERES HUMANOS
En el ncleo del anlisis de Marx estuvo siempre su crtica de las
ideas malthusianas sobre la poblacin, que Malthus haba propues
to con lo que Marx llamaba "fanatismo clerical". Como afirmara
Marx en los Grundrise ( 1857-1858) -su gran primer intento de
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estaba determinada, en consecuencia, por la simple existencia de un
excedente de poblacin relativo de trabajadores en busca de empleo
y, con ello, de medios de subsistencia; sino, de manera ms unda
mental, por las relaciones de produccin que hacan necesana para
el sistema la continuada existencia de ese relativo excedente de po
blacin.
Ahora bien, una crtica ms completa de la teora de la poblacin
de Malrhus requera, como se percat Marx, una crtica de la teora
clsica de la renta diferencial, a la que finalmente estaba ligada. Si
Malrhus no ofreci una autntica explicacin de su rasa aritmtica
en ninguna de las seis ediciones de su Ensayo sobre la poblacin, y
por tanto, como Marx sola sealar, la teora de la renta no era
"apropiada en absoluto para Malrhus", es no obstante cierro que, a
final de su vida, recurri a la teora clsica de la renta con el fn de
defender su progresin aritmtica en Una visin resumida del prin
ciio de la poblacin, y sta fue la base sobre la que el malrhusianis
mo clsico acab detenindose.
]AMES ANDERSON Y LOS ORGENES DE | FERTILIDAD DIFERENCIAL
Aunque suele darse por supuesto que Marx se limit a seguir a
Ricardo en el campo de la teora de la renta y el anlisis del desa
rrollo agrcola, fue en rigor un duro crtico de esta teora porque en
ella no se explicaba el desarrollo histrico del cultivo de la tierra o
del suelo. El principal punto dbil de la teora ricardiana de la renta
(a la que a veces se denomina teora malrhusianalricardiana) proce
da, en opinin de Marx, de su incapacidad de incorporar una reo
ra del desarrollo histrico (y el hecho de que el posterior desarrollo
histrico de la agricultura la haba convertido en inadecuada) . A
este respecto, Marx mantena que la obra del verdadero autor de la
teora clsica de la renta diferencial, el economista poltico escocs y
terrateniente (entlemanfrmer) James Anderson (1730-1 808), era
muy superior a la de Malrhus y Ricardo.'
224
\
Anderson desarroll todas las proposiciones tericas de la teora
clsica de la renta ya en 1777, en An Enquir into de Nature ofthe
Corn Laws (Una indagacin de la naturaleza de las lees del gano}, y
sigui ampliando sus reflexiones al respecto en sus obras posterio
res. La renta, afirmaba, era un cargo por el uso de suelos ms frti
les. Los suelos menos frtiles que se mantienen en cultivo generan
unos ingresos que simplemente cubren los costes de produccin,
mientras que los suelos ms frtiles reciben "una cierra prima por el
derecho exclusivo de cultivarlos, que ser mayor o menor de acuer
do con la mayor o menor fertilidad del suelo. Es esta prima lo que
constituye lo que \lamamos renta, una media mediante la cual pude
reducirse a la igualdad perfecta el gasto del cultivo de suelos de muy
diferente grado de fertilidad".' .
Para Malrhus y Ricardo, que escriban dcadas despus, la fuente
de la fertilidad diferencial pas a ser considerada casi por entero de
acuerdo con las condiciones de la productividad natural, con inde
pendencia de los seres humanos. A decir de Ricardo poda defnirse
la renta como "la porcin del producto de la tierra que se paga al
propietario de la misma por el uso de las potencias originales e
indestructibles del suelo"'. Adems, Malrhus y Ricardo afirmaban
-con el supuesto respaldo de la ley natural-que la tierra que era
por naturaleza la ms frtil era la que primero se pona en produc
cin, y que d aumento de la renta sobre ese tipo de tierras y la dis
minucin general de la productividad agrcola eran el resultado de
poner en cultivo tierras cuya fertilidad era cada vez ms marginal,
como respuesta a la presin que ejerca el crecimiento demogrfico.
Por el contrario, el modelo anterior de Anderson atribua la exis
tencia de una renta diferencial principalmente a los cambios hist
ricos en la fertilidad del suelo, en vez de a las condiciones de "ferti
lidad absoluta''. La mejora continuada del suelo, mediante el abono
con estircol, el drenaje y el riego, era posible, y se poda elevar la
productividad de la tierra menos frtil hasta un punto que la acer
cara mucho a la de la ms frtil. Pero tambicn cra cierro lo contra
rio: los seres humanos podan degradar el suelo. Eran esos cambios
Z2
'
I
2=
i
en la productividad relativa del suelo, segn Anderson, los respon
sables de la renta diferencial, y no las condiciones de fertilidad abso
luta como rezaba la argumentacin de Malthus y de Ricardo.
All donde se producan fallos en la mejora de la fertilidad del
suelo, aseguraba Anderson, era en gran parte consecuencia de no
adoptar prcticas agrcolas racionales y sostenibles. El hecho de que,
en Inglaterra, la propiedad de la tierra estuviera en manos de terra
tenientes y la cultivaran agricultores arrendatarios colocaba impor
tantes obstculos para una agricultura racional, puesto que el agri
cultor tenda a evitar toda mejora cuyo beneficio no pudiera recibir
dentro del plazo del arrendamiento.'
En A Calm Investigation ofthe Circtmstances that have Led to the
Present Scarcit ofGrain in Britain [Una tranquila investigacin de las
cirunstancias.qte han llevado a la presente escasez de grano en Gran
Bretaa} ( 1 801), Anderson afirma que la creciente divisin entre la
ciudad y el campo haba conducido a la prdida de los recursos na
turales en fertilizantes. "Toda persona que conozca la agricultura
aunque slo sea de odas -dice- sabe que el estircol animal,
cuando se aplica al suelo, tiende a aumentar la fertilidad de ste,
ser consciente desde luego de que toda circunstancia que tienda a
privar al suelo de ese abono debera considerarse un despilfarro ami
econmico, sumamente merecedor de culpa''. De hecho, mediante
la juiciosa aplicacin de los desechos animales y humanos, era posi
ble, sostena Anderson, mantener el "suelo por siempre jamds, sin la
adicin de fertilizantes extraos". Y, sin embargo, Londres, con su
gargantuesco despilfarro de esos recursos naturales de la fertilidad,
"que a diario se vierte en el T mesis, a su paso, y que somete a las
gentes de la parte baja de la ciudad a los efluvios ms ofensivos", era
un ejemplo de hasta qu punto la sociedad se haba alejado de una
economa agrcola sostenible.' Armado con este anlisis crtico, y
con una perspectiva histrica, Anderson se opona directamente a la
opinin malthusiana de que la escasez de grano podra derivarse del
crecimiento de la poblacin humana y de la presin que ejerce sobre
una limitada oferta de tierra.10
226
'
.
..
_ ,
.
Marx estudi l a obra de Anderson ya en 1 851 , e incorpor breves
extractos de dos de los libros de ste a sus cuadernos de notas
.
1 1 En
sus Teorfas de la pltsvala, su larga exgesis en tres partes sobre el
desarrollo de la economa poltica clsica, que escribiera en las dca
das de 1850 y 1 860, arguye Marx que lo esencial de la contribucin
de Anderson reside en el hecho de haber historizado el tema de la
fertilidad del suelo. ''nderson no da en modo alguno por supues
to . . . que los diferentes grados de frtilidad sean meramente el pro
ducto de la naturaleza'' . En vez de ello, "la renta diferencial de los
terratenientes es en parte H resultado de la fertilidad que el agricul
tor ha proporcionado artifcialmente a la tierra'' .12 Inicialmente,
Marx puso de relieve la importancia del modelo de Anderson para
la comprensin de la posibilidad de mejora agrlcola, y cmo esto era
coherente con la teora de la renta diferencial. Pero tambin se se
gua de la perspectiva histrica de Anderson (como ste mismo
demostrara en sus obras posteriores) que un declive general en la
fertilidad del suelo deba atribuirse, no, como en la teora de Ricar
do, a disminuciones de la productividad agregada del suelo debidas
0 cultivo de tierras marginales, sino a factores rales como la no in
versin en la mejora del
.
suelo como consecuencia del conflicto de
clases existente entre el agricultor arrendatario capitalista y el terra
teniente, o del empobrecimiento real del suelo relacionado con la
ausencia de reciclado del estircol (motivada por la creciente divi
sin entre la ciudad y el campo)."
As pues, al combinar la economa poltica con la agronoma,
Anderson desarroll a finales del siglo XIII un corpus de pensa
miento de inusitada presciencia, que anticipaba la interrelacin
entre la fertilidad del suelo y la geoqumica (as como cuestiones
tales como la relacin entre la ciudad y el campo, y entre la propie
dad de la tierra y la agricultura capitalista), y que cobrara impor
tancia unas cuatro dcadas despus, como consecuencia de la revo
lucin cientfica en la qumica de los suelos. Anderson ayud a
Marx a historizar el problema del arrendamiento capitalista de los
. terrenos, y a comprender de manera ms completa las condiciones
227
.'
i- !
-
del suelo. Fueron la crisis de la fertilidad del suelo en la agricultura
de Europa y de Amrica del Norte, y los grandes avances en la eda
fologa en los tiempos de Marx, los que, sin embargo, permitieron
a Marx transformar este enfoque histrico en la cuestin de la mejo
ra de la agricultura en una c
;
tica ecolgica de la agricultura capita
lista.14
Anderson se haba limitado a desarrollar un anlisis, con base his
trica, de la renta y la mejora (y la degradacin) agrcola; tambin,
hacia el final de su vida, fue uno de los principales crticos del Ensa
yo sobre la poblacin publicado por Malrhus en 1798. Su Tranquila
investigacin la escribi en gran parte como respuesta al ensayo
malthusiano, y probablemente como respuesta asimismo al panfle
to de Malrhus Una investigacin de la causa de los altos precios actua
les de las provisiones (1 800). Anderson le envi a Malrhus un ejem
plar de la Tranquila investigacin, que fe probablemente el primer
conocimiento que este ltimo tuvo de la obra del primero, y Mal
chus se esforz repetidamente por responder a Anderson en las
siguientes ediciones de su ensayo. (Marx afirma que el conocimien
to que tuvo Malthus de la obra de Anderson, relativamente poco
conocida, en el rea de la economa, le permiti adoptar sin reco
nocimiento elementos de la teora de nderson, sin comprenderlos
del todo, en su Inquir into the Nature and Progress ofRent [Indaga
cin de la naturaleza y el progreso de la renta}, publicada en 1 81 5.
La crtica de Anderson a la progresin aritmtica de Malthus, que
tambin present en el tercer volumen de su obra Recreations in
Agirculure [Reconstrucciones en Agricultura} (1801) era tanto ms
demoledora porque, al presentar dicha progresin (es decir, el
supuesto de que la tasa de aumento de los alimentos nunca podra
sobrepasar un incremento fijo, que, segn l, sera, en el mejor de
los casos, igual a toda la produccin agrcola del ao 1798), Mal
chus haba ofrecido como "prueba" el hecho de que ningn observa
dor con conocimiento de la agricultura contradecirla su tesis. Pero,
Anderson, que era sin duda uno de los analistas de la agricultura
con mayores conocimientos de su tiempo, se propuso refutar la ar-
228
gumentacin malthusiana. En rigor, expuso Anderson, "si ha de
progresar l a poblacin de un pas, y si sus gentes estuvieran princi
palmepte ocupadas en el cultivo del suelo, su productividad mar
chara a l a par de l a poblacin, fuere la que fuere, y gozaran de
abundancia en todo tiempo; tal es la experiencia de todas las nacio
nes". Era posible, no obstante, que, debido a la divisin entre ciu
dad y campo, al cultivo inadecuado, y al no reciclaje de los desechos
orgnicos, se crease "un estado de progresin opuesto, hasta que,
mediante un gradual proceso de deterioro, [el suelo) volviera casi al
punto originario del que haba partido", es decir, que se habran
perdido los beneficios de toda mejora. En este ltimo caso, la dis
ponibilidad de alimentos podra resultar insuficiente, debido a las
distorsiones producidas en la sociedad y en el cultivo del suelo, ms
que las inherentes insuficiencias de la agricultura. Anderson prose
gua exponiendo la degradacin del suelo que se haba producido en
el norte de frica, en Sicilia y en la propia Italia en comparacin
con los tiempos de Roma. 15
LIEBJG, MAR, Y L SEGUNDA REVOLUCIN AGICOLA
Si el enfoque histrico que Anderson haca de la cuestin de la
agricultura, que resaltaba la posibilidad de mejora (y tambin de de
gradacin), era muy superior al de Malthus y al posterior de David
Ricardo, no deja de ser cierto que todas estas tempranas teoras de
la economa clsica adolecan de la falta de comprensin cientfica
de la composicin del suelo, algo que se evidenciaba al mximo en
Malthus y Ricardo, que crean casi exclusivamente en la concepcin
de la ley natural. Aun cuando es cierto que Ricardo reconoca la po
sibilidad de mejora de la tierra mediante un mejor abono con es-
.
tircol, la rotacin de las cosechas, etc., no obstante haca poco
hincapi en ello, y subrayaba que las posibilidades de mejora eran
bastante limitadas. Su teora contemplaba las propiedades del suelo
como algo fijo por lo general. En consecuencia, los fallos de la agri-
229
.
cultura podan atribuirse casi por completo al cultivo de tierras de
grado inferior, en respuesta a la creciente demanda provocada por el
aumento de las poblaciones.
Considerando retrospectivamente, a mediados de la dcada de 1 860,
;
cuando estaba escribiendo El Capital estas teoras de la agricultura y
la renta, Marx resaltaba con gran nfasis la distancia histrica que
separaba aquellos anlisis de su propia poca, y observaba que "las
causas reales del agotamiento de la tierra . . . eran desconocidas para
cualquiera de los economistas que haban escrito acerca de la renta
diferencial, debido al estado en el que por entonces se hallaba la qu-
.
mica agrcola" .
1
6 Marx haca esta observacin despus de leer la valo- .
7
racin de Liebig, en la 17 edicin de su obra La qumica orgdnica en
. ' .
su aplicacin a la agriculura la fsiologa, del estado de los conoci
mientos agrcolas con anterioridad a 1 840, fecha en la que se haba
publicado su libro, que hizo poca. Segn Liebig, los conocimientos
agrcolas previos a la dcada de 1 840 haban resaltado el papel del
estircol y la "latente potencia" de la tierra o suelo. Puesto que en
aquellos tiempos se desconocan las propiedades qumicas del suelo,
tampoco se saba cmo se produca la nutricin de las plantas. De ah '
`
que la potencia latente que se le atribua al suelo se consideraba con
frecuencia como inherentemente limitada y, al mismo tiempo, indes
tructible. No haba forma de averiguar cules eran los verdaderos pro
blemas de la agricultura.17
Estas observaciones hechas por Liebig y por Marx sirven para
subrayar lo que algunos historiadores de la agricultura han denomi
nado "la segunda revolucin agrcola'' . ' Aun cuando los historiado
res suelen referirse a una sola revolucin industrial, que tuvo lugar
en Gran Bretaa en los siglos XII y XIII, y que puso los cimien
tos para el capitalismo industrial, los historiadores agrcolas hacen a
veces referencia a una segunda e incluso a una tercera revolucin
agraria. Segn esta concepcin, la primera revolucin fue un proce
so gradual que se desarroll a lo l:rgo de varios siglos, en relacin
con los cercados y con el creciente centralismo del mercado. Los
cambios tcnicos que se produjeron comprenden mejoras en el
230
'
.
I
1 866, el ao antes de que se publicara el primer tomo de esta obra,
le escribi a Engels que, al desarrollar su critica de la renta del suelo
en el tomo tercero, "He tenido que trabajarme la nueva qumica
agrcola que se est haciendo en Alemania, en particular Liebig y
Schonbein, que tiene ms importancia para esta cuestin que todos
los
.
economistas juntos"
.
En rigor, "haber desarrollado desde el
punto de vista de las ciencias naturales el lado negativo, es decir,
destructivo, de la modera agricultura -dice Marx en el tomo I de
tCapital-es uno de los mritos inmortales de Liebig""
Bajo la infuencia de Liebig, a quien estudi atentamente -ha
ciendo extensos extractos de la obra de ste en sus cuaderos-Marx
desarroll una crtica sistemtica de la "explotacin" capitalista (en
el sentido de robo que no conserva los medios de reproduccin) del
suelo." As, las dos principales exposiciones que hace Marx de la
agricultura capitalista terminan con la explicacin de cmo la in
dustria a gran escala y la agricultura a gran escala se combinaban
para empobrecer el suelo y al trabajador. Gran parte de esta critica
se resume en un notable pasaje al fnal del tratamiento que hace
Marx de "La gnesis de la renta capitalista del suelo" en el tomo III
de El Capital donde escribe:
.
240
El latifundio reduce la poblaci6n agraria a un mnimo siempre
decreciente y l a sita frente a una creciente poblaci6n industrial
hacinada en grandes ciudades. De este modo da origen a unas
condiciones que provocan una fractura irreparable en el proceso
interdependiente del metabolismo social, metabolismo que pres
criben las leyes naturales de la vida misma. El resultado de esto es
un desperdicio de la vitalidad del suelo, que el comercio lleva
mucho ms all de los lmites de un s6lo pas. (Liebig) . . . La in
dustria a gran escala y la agricultura a gran escala explotada indus
trialmente tienen el mismo efecto. Si originalmente pueden dis
tinguirse por el hecho de que la primera deposita desechos y
arruina la fuerza de trabajo, y por tanto la fuerza natural del hom
bre, mientras que la segunda hace lo mismo con la fuerza natural
del suelo, en el posterior curso del desarrollo se combinan, por-
,
`
`.
es el
fundamental concepto terico de la "fractura'' en la "interaccin
241
metablica entre el hombre y la tierra', es decir, el "metabolismo so
cial que prescriben las leyes naturales de la vida", mediante el "robo"
de sus elementos constituyentes al que se somete al suelo, y que
requiere su "sistemtica resrauraci
.
' . Esta con
.
rradiccn se desa
rrolla mediante el simultneo creCimiento de la mdustrla a gran es
cala y la agricultura a gran escala bajo el capirali
mo, proceso en el
que la primera proporciona a la segunda los medws para la explora
cin intensiva del suelo. A igual que Liebig, Marx argumenta q
e
el comercio a larga distancia en alimentos y en fbras par
vesnr
haca del problema de la enajenacin de los elementos constituyen
res del suelo una "fractura irreparable". Para Marx, esto era parte del
curso natural del desarrollo capitalista. Tal como escribiera en 1 852,
"el suelo es una mercanca comercializable, y su explotacin ha de
llevarse a cabo de acuerdo con las leyes comerciales comunes. Tiene
que haber fabricantes de alimento
lo mismo
.
que
,
bricantes de
hilados y de algodn, pero no ya senores de la nerra .
,
Adems, las contradicCiones relacionadas con el desarrollo teman
un carcter global. Tal como Marx observar
:
,
n El
C
api
;
L, tomo I,
el hecho de que el "ciego afn de ,eneficw hu-I
ra agota
,
o
l
suelo" de Inglaterra poda verse a diana en las
ndicwnes que ol
:
gaban a abonar los campos ingleses con guano Im
?
ortado de eru.
El mero hecho de que las semillas, el guano, etc. se Importaran
.
d
sde
lejanos pases", observa Marx en los Grundrisse (
,
1 857
.
-1 858) I
dica
ba que, bajo el capitalismo, la agricultura h
b
.
Ia deado de soste
nerse a s misma" y "ya no encuentra las condiciOnes naturales de su
propia producCin en s misma, sur
iendo de m
do nat
ra
.
l, espon
tneo y a mano, sino que stas existen como mdusma mepen
diente, separadas de ella"." Parte principal de la argumentaci
de
Marx la constitua la tesis de que el carcter inherente de la agncul
tura a gran escala bajo el capitalismo i
.
mpide una
licacin verda
deramente racional de la nueva ciencia de la gesnon del suelo. A
pesar de todo este desarrollo cientfico y tecnol
o en la agric
:
Il
tura, el capital era incapaz de mantener las condiCiones necesanas
para el reciclaje de los elementos constituyentes del suelo.
242
. :
La categora conceptual clave en el anlisis terico de Marx en este
campo es el concepto del metabolismo (Sto.lechse{. La palabra ale
mana "Stojwechsel" expresa directamente en sus componentes la
nocin de "intercambio material" que subyace en la nocin del pro
ceso estructurado de crecimiento y decadencia biolgicos que encie
rra el trmino "metabolismo". En su definicin del proceso de tra
bajo, Marx hizo que el concepto de metabolismo fuese fundamental
para todo su sistema de anlisis, al basar en l su comprensin del
proceso de trabajo. As, en su definicin del proceso de trabajo en
general (en contraposicin a sus manifestaciones histricas concre
tas), Marx utiliz el concepto de metabolismo para defnir la rela
cin humana con la naturaleza a travs del trabajo:
El trabajo es, antes que nada, un proceso que tiene lugar entre
el hombre y la naturaleza, un proceso por el que el hombre, por
medio de sus propias acciones, media, regula ycontrola el meta
bolismo que se produce entre l y la naturaleza. Se enfrenta a los
materiales de la naturaleza como una fuerza de la naturaleza. Pone
en movimiento las fuerzas naturales que forman parte de su pro
pio cuerpo, sus brazos, sus piernas, su cabeza ysus manos, con el
fin de apropiarse de los materiales de la naturaleza de una forma
adecuada a sus propias necesidades. A travs de este movimiento
acta sobre la naturaleza exterior y la cambia, y de este modo
cambia simultneamente su propia naturaleza... [El proceso de
trabajo] es la condicin universal para la interaccin metablica
[ Stojechsel entre el hombre y la naturaleza, la perenne condi
cin de la existencia humana impuesta por la naturaleza."
Unos aos antes, Marx haba escrito en su Manuscrito econmico
de !8!-3 que "el trabajo real es la apropiacin de la naturaleza
para la satisfaccin de las necesidades humanas, la actividad a travs
de la cual se produce la mediacin del metabolismo entre el hom
bre y la naturaleza' '. De lo que se segua que la actividad real del tra
bajo nunca era independiente del potencial de creacin de riqueza
de la propia naturaleza, "puesto que la riqueza material, el mundo
243
los valores de uso de, est constituida exclusivamente por materiales
naturales modificados por el trabajo" &44
Marx utiliz el concepto de metabolismo en toda su obra madu
ra, aunque variaba el contexto de esta utilizacin. Todava en 1 880,
en sus Notas sobre Adolh Wl gner, su ltima obra econmica, desta
caba el carcter fundamental del concepto de Sto!echsel en su cr
tica general de la economa poltica, y sealaba: "He empleado esta
palabra . . . para referirme al proceso 'natural' de produccin como
intercambio material [Stofuechsel entre el hombre y la naturaleza''.
"Las interrupciones del intercambio formal" en la circulacin de
mercancas -insista- se interpretan luego como interrupciones
del intercambio material". El flujo circular econmico estaba en
consecuencia estrechamente unido, en el anlisis de Marx, al inter
cambio material (flujo circular ecolgico), relacionado con la inte
raccin metablica entre los seres humanos y la naturaleza. "El pro
ceso qumico regulado por el trabajo -escribe-ha consistido en
todas partes en un intercambio de equivalentes (naturales)". A par
tir del carcter universal del intercambio material, respecto al cual el
intercambio formal de equivalentes econmicos en la economa ca
pitalista era una mera expresin alienada, Marx se refera en los
Grundrisse al concepto de metabolismo (Stofechsel) en el sentido
ms amplio de "un sistema general de metabolismo social, de rela
ciones universales, de necesidades en todos los aspectos y de capaci
dades universales ... constituido por primera vez" bajo la produccin
generalizada de mercancas."
Marx, por lo tanto, utilizaba el concepto tanto para referirse a la in
teraccin metablica real entre la naturaleza y la sociedad a travs del
trabajo humano (el contexto en el que habitualmente se utilizaba en
sns obras), como en un sentido ms general (especialmente en los
Grundrisse), para describir el conjunto de necesidades y relaciones,
complejo, dinmico, interdependiente, que se originaba y se repro
duca constantemente, en forma alienada, bajo el capitalismo, y tam
bin la cuestin de la libertad humana que suscitaba. Todo ello poda
considerarse relacionado con el modo en el que H metabolismo
244
|
.
humano con la naturaleza se expresaba a travs de la ornizacin
concreta del trabajo humano. El concepto de metabolismo adoptaba
un significado ecolgico especfico y un signifcado social general."
En gran parte puede considerarse que la exposicin que hace
Marx de la relacin metablica entre los seres humanos y la natura
leza parte de la base de los intentos marxianos anteriores, ms direc
tamente filosficos, de explicar la compleja interdependencia exis
tente entre aqullos y sta. En 1 844, en sus Manuscritos econmicos
flosfcos, Marx haba explicado que "El hombre vive de la natu
raleza, e. d., la naturaleza constituye su cuero, y tiene que mante
ner un constante dilogo con ella, si no quiere perecer. Decir que la
vida fsica y mental del hombre est vinculada a la naturaleza signi
fica que la naturaleza est vinculada consigo misma, puesto que el
hombre es parte de la naturaleza''." Pero el posterior concepto mar
xiano de metabolismo le permita dar una expresin ms slida y
cientfica de esra fundamental relacin, al describir el complejo
intercambio dinmico que se produce entre los seres humanos y la
nturaleza, como consecuencia del trabajo humano. El concepto de
metabolismo, con sus nociones asociadas de intercambios materia
les y accin reguladora, le permita expresar la relacin humana con
la naturaleza como una relacin que inclua las "condiciones im
puestas por la naturaleza" y la capacidad de los seres humanos para
afectar este proceso.
Y, lo que es ms importante: el concepto de metabolismo le pro
porcionaba a Marx un modo concreto de expresar la nocin de la
alienacin de la naturaleza (y su relacin con la alienacin del tra
bajo), que era fundamental en su critica a partir de sus primeros
escritos. Tal como explica en los Grundrsse:
No es la unidctd de la humanidad viviente yactiva con las con
diciones naturales, inorgnicas del intercambio metablico con la
naturaleza, y por tanto de la apropiacin humana de sta, lo que
requiere explicaci6n, o es el resultado de un proceso histrico
sino, antes bien, la separacin que se produce entre estas condi
ciones inorgnicas de la existencia humana yesta existencia acti-
24
l
va, una separacin que se postula completamente tan slo en la
relacin del trabaja asalariado y el capital."
Aqu estaba contenida en esencia toda la crtica que hace Marx del
carcter alienado de la sociedad burguesa.
Segn Tim Hayward, el concepto marxiano de metabolismo so
cio-ecolgico
recoge fundamentales aspectos de la existencia de los humanos
como seres naturales y fsicos. Entre ellos se cuentan los inter
cambios energticos y materiales que tienen lugar entre los seres
humanos y su entorno natural . . . Este metabolismo se regula por
parte de la naturaleza mediante leyes naturales que gobiernan los
distintos procesos fsicos implicados, y por parte de la sociedad
mediante normas institucionalizadas que gobieran la divisin
del trabajo, la distribucin de la riqueza, etc."
Dada la centralidad que se le asigna al concepto de metabolismo
-que constituye el proceso complejo, interdependiente, que vin
cula a los seres humanos con la naturaleza a travs del trabajo-no
debera sorprendernos que este concepto desempee asimismo un
papel fundamental en la visin de Marx de la futura sociedad de
productores asociados: "La libertad en esta esfera [el reino de la
necesidad natural] -dice en el tomo III del El Capital-slo. pue
de consistir en esto, en que el hombre socializado, los productores
asociados, gobiernen el metabolismo humano con la naturaleza de
un modo racional, ponindolo bajo su propio control colectivo, en
vez de estar dominados por l como una fuerza ciega; realizndolo
con el menor gasto de energa y en las condiciones ms dignas y
apropiadas para su humana naturaleza". 5'
Para entender ms plenamente la importancia del uso que hace
Marx del concepto de metabolismo para explicar la relacin huma
no-natural que se produce a travs de la produccin social, es nece
sario considerar brevemente cmo surgi este concepto. El trmino
"metabolismo" (Stojechsel se introdujo ya en 1 81 5, y lo adopta-
246
,_ ::
~ \
1
*
ron los fisilogos alemanes durante las dcadas de 1 830 y 1 840 para
referirse primordialmente a los intercambios materiales que se pro
ducen dentro del cuerpo humano en relacin con la respiracin.
Pero adquiri una aplicacin ms amplia (y se generaliz por lo
tanto ms) al utilizarlo Liebig en 1 842, en su Qumica animal la
gran obra que sigui a la Qdmica agiola, publicada en 1 840. En
Qdmica animal, Liebig introdujo la nocin de proceso metablico
en el contexto de la degradacin tisular. Se generaliz luego todava
ms y surgi como uno de los conceptos clave en el desarrollo de la
bioqumica, aplicable tanto a nivel celular como en el anlisis de los
organismos enteros."
En la Qufmica animal de Liebig, el concepto material de metabo
lismo se mezclaba de manera bastante incoherente con la nocin de
"fuerza vital", con la que Liebig volva a hacerse eco de un vitalismo
anterior, e identificaba el movimiento fisiolgico con fuentes desco
nocidas, incluso msticas (imponderables) que no era posible redu
cir al intercambio material. (La contribucin que haca aqu Liebig
encajaba en toda una tradicin de anlisis a la que se ha denomina
do "materialismo vital" y que trataba de evitar los enfoques meca
nicistas de la bioqumica.) Su anlisis al respecto fue objeto, en
1 845, de los ataques del cientfco alemn Julius Roben Mayer, uno
de los cuatro descubridores, a principios de la dcada de 1 840, de la
ley de la conservacin de la energa. En un artculo titulado "El
movimiento de los organismos y su relacin con el metabolismo"
arga Mayer, en oposicin a Liebig, que la nocin de "fuerza vital"
era innecesaria, y que el metabolismo (Stojechsel) poda explicar
se tOtalmente en trminos de una energtica (la conservacin de la
energa y su intercambio) que pusiera de relieve el materialismo
cientfico. De ese modo, el concepto mismo de metabolismo se
puso en relacin con la tendencia ms general hacia la energtica en
la ciencia, y result en consecuencia esencial para el desarrollo de la
"ecologa cuantitativa'' . El uso que el mismo Marx hiciera de tal
concepto en la dtcada de 1860, con el fin de explicar la relacin del
trabajo humano con el entorno fsico, era coherente con esta orien-
247
racin general hacia la energtica que se produca en la ciencia.
Esto no tena nada de fortuito, puesto que Marx estaba plena
mente al tanto de estos debates cientficos. Segua de cerca la obra
del fsico britnico John Tyndall, que defenda la obra de Mayer en
los aos sesenta. Engels estaba asimismo familiarizado con las apor
taciones de Mayer y con las discusiones cientficas generales en este
campo, y no cabe duda de que transmitira a Marx tal conocimien
to. Por aadidura, Marx haba estudiado en 1 864 la obra del fsi
logo alemn Theodor Schwann, y estaba profundamente impresio
nado por ella. Schwann haba introducido en 1 839 la nocin de
metabolismo celular e influido con ella en Liebig, Mayer y otros."
Desde la dcada de 1 840 hasta el momento actual, el concepto de
metabolismo se ha utilizado como categora clave en el enfoque que
la teora de los sistemas da a la interaccin de los organismos con su
medio. Comprende el complejo proceso bioqumico del intercam
bio metablico, a travs del cual un organismo (o una chila dada)
se sirve de los materiales y la energa que encuentra en su medio y,
por medio de una serie de reacciones metablicas, los convierte en
los elementos constructivos de su crecimiento. Adems, el concep
to de metabolismo se uriliza para hacer referencia a los procesos regu
ladores especficos que gobiernan este complejo intercambio entre
los organismos y su medio. Eugene Odum y otros destacados eco
logistas sistmicos emplean en la actualidad el concepto de "meta
bolismo" en referencia a todos los niveles biolgicos, empezando
por la clula, aisladamente considerada, y terminando por el ecosis
tema. 54
Dado todo lo cual, resulta un tanto sorprendente descubrir que en
su concepto de la naturaleza en Marx (1962), Alfred Schmidt afirme
que Marx se haba limitado a adoptar "La teora del metabolismo de
Jakob Moleschorr", aunque no sin introducir algunos cambios.
Como prueba de tal afirmacin cita una obra de Moleschorr, de
1 857, en la que ste afirma que:
El nombre de "metabolismo" se le ha dado a este intercambio
248
'' '
de material [entre diferentes formas de vida]. Hacemos bien en
no pronunciar la palabra sin un sentimiento de reverencia. Pues,
del mismo modo que la transaccin es el alma del comercio, la
circulacin externa de la materia es el alma del mundo . . . No me
andar con rodeos para afrmar lo siguiente: el eje en torno al cual
gira toda la sabidura actual es la teora del metabolismo."
Sin embargo, la deduccin que aqu hace Schmidr en relacin con
la influencia directa de Moleschorr en Marx tiene escasa base en
cuanto a su lgica o a las pruebas. El trmino metabolismo (Stof
wechsel) estaba ya bien establecido en la literatura cientfica en el
momento en el que Moleschort escribi estas lneas. Aunque Marx
conoca la obra de Moleschorr (en Londres haba asistido a confe
rencias dadas por l, como a las que daban Liebig, Tyndall y Tho
mas Huxley), y puede que esto infuyera en su utilizacin del tr
mino, no hay pruebas de que tomara dicha obra especialmente en
serio." Por el contrario, Marx estudi a Liebig con detenimiento, y
estaba sin duda familiarizado con el uso que sre haca del concep
to desde fecha ms temprana. Adems, en el uso que Marx hace de
l en El Capital siempre se mantiene cerca de la argumentacin de
Liebig, y lo hace por lo general en un contexto que incluye alusio
nes directas a la obra de ste. Dada la tendencia de Moleschorr de
dar pasos hacia adelante y hacia atrs entre el materialismo mecani
cisra y el misticismo, es poco probable que Marx congeniara con su
anlisis.
En el Anti-Dhring (1 877-1 878) Engels seala el extenso uso del
concepto de metabolismo durante estas dcadas: uso que no cabe
atribuir a ningn pensador en singular, aun cuando Liebig desem
peara claramente un importante papel. El hecho de que "el meta
bolismo", o "el intercambio material orgnico -dice Engels-sea
el fenmeno ms general y caracterstico de la vida se ha repetido
innumerables veces a lo largo de los ltimos treinta aos por parte
de los qumicos fisiolgicos y de los fsilogos qumicos". Posterior
mente, en la Dialctica de la Naturaleza" -en la exposicin que
hace de las teoras de Liebig, Helmholtz y Tyndall, todos los cuales
249
haban contribuido a la orientacin hacia la energtica de la ciencia
de las dcadas de 1 840 y 1 850-aade: "La vida es el modo de exis
tencia de los cuerpos constituidos por protenas, lo esencial de las
cuales consiste en el continuo intercambio metablico con el medio
natural exterior, ] cesa en el momento en que cesa el metabolismo,
que provoca la descomposicin de la protena'' . (Para Engels, tal
intercambio metablico constitua "una condicin primordial de la
vida'', incluso, en un sentido, la "definicin" de la misma, "pero no
una definicin exacta ni exhaustiva''. Adems, el intercambio de
materia se hallaba tambin en ausencia de vida). No habra por lo
tanto ninguna base autntica para dar por supuesto que Marx, al
emplear este concepto a finales de la dcada de 1 850 y en la de
1860, se basara principalmente en Moleschott (o que incluso se
basara en l en absoluto)."
Ms curioso todava es que Marina Fischer-Kowalski, que basa sus
observaciones en la interpretacin de Schmidt, haya afirmado que,
"segn Schmidt, Marx extrajo en gran parte su comprensin del
metabolismo de esta fuente [Moleschott] , y que tom de l una
nocin de la jerarqua trfica, las cadenas de alimentacin y el ciclo
de los nutrientes, ms que una interpretacin bioqumica, organs
mica, del metabolismo". Sin embargo, el hecho de que el anlisis de
Marx en este campo se derivase primordialmente de Liebig (e influ
yeran en l sin duda Mayer, Tyndall y Schwann) contradice la afir
macin de que su anlisis no era de ndole bioqumica ni organs
mica. En rigor es sin duda errneo separar temas tales como el "ciclo
de los nutrientes" de la "interpretacin bioqumica del metabolis
mo", tal como hace Fischer-Kowalski, puesto que el primero es
parte del proceso metablico en la vida de los organismos. As,
Marx se refera al "metabolismo natural de los seres humanos" cuan
do trataba del complejo proceso bioqumico interdependiente que
intervena en la ingestin de nutrientes y en la produccin de dese
chos humanos o excremento.
Ms til es la referencia que recientemente ha hecho Marina Fis
cher-Kowalski al concepto de metabolismo como "estrella concep-
250
. J
-` `
..
tual en ascenso" dentro del pensamiento socio-ecolgico, como
consecuencia del surgimiento de la investigacin transdisciplinaria
sobre el "metabolismo industrial", que trata de los procesos regula
dores que gobiernan el movimiento de materiales y energa de un
complejo industrial dado." Adems, el concepto de metabolismo se
utiliza con frecuencia en un contexto ms global, para analizar el
intercambio material entre la ciudad y el campo, de una manera
muy parecida a como Liebig y Marx lo utilizaran. Entre los estu
diosos que trabajan en estos campos es comn ahora reconocer que
"fueron Marx y Engels quienes aplicaron a la sociedad el trmino
'metabolismo' en los fundamentos de la teora social del siglo XIX".
U
Tericos ambientalistas que trabajan con el concepto de "metabo
lismo industrial" han insistido con frecuencia en estos ltimos aos
en que, del mismo modo que los materiales que las aves utilizan
para construir los nidos se consideran por lo comn flujos materia
les asociados con el metabolismo de las aves, flujos materiales an
logos en la produccin humana puede considerarse que constituyen
parte del metabolismo humano. Por ejemplo, Fischer-Kowalski in
cluye "como parte del metabolismo del sistema social /os fujos ma
teriales j energticos que sustentan los compartimentos materiales del
sistema".
6
1 La cuestin principal es, no obstante, cmo se regula tal
sistema, especialmente en el caso de la sociedad
.
humana. Para
Marx, la respuesta es que se regula por medio del trabajo humano
.
y su desarrollo dentro de las formaciones sociales histricas con
cretas.
EL ANLISIS QUE HACE MAR DE L SOSTENIBILIDAD
Un componente esencial del concepto de metabolismo ha sido
siempre la nocin de que ste constituye la base sobre la que se sus
tenta la compleja red de interacciones necesaria para la vida, y sobre
la que se hace posible el crecimiento. Marx utiliz el concepto de
"fractura" abierta en la relacin metablica entre los seres humanos
25 1
|
)
' '
y la tierra para denorar el extraamiento material de los seres huma
nos, dentro de la sociedad capitalista, en relacin con las condiciones
naturales que constituyen la base de su existencia, lo que l denomi
naba "las sempiternas condiciones de la existencia humana impuestas
por la naturaleza''.
Insistir en que la sociedad capitalista a gran escala ha creado esta
fractura metablica entre los seres humanos y el suelo era conside
rar que se haban violado las condiciones de la sostenibilidad im
puestas por la naturaleza. "La produccin capitalista -observa
Marx-slo repara en la tierra despus de que sus efectos la hayan
agotado, y tras haber devastado sus cualidades naturales". Adems,
esto poda verse no slo en relacin con el suelo, sino tambin en la
relacin de antagonismo existente entre la ciudad y el campo. Para
Marx, como para Liebig, el hecho de que no se le devolvieran al
suelo los nutrientes que se haban sacado de l en forma de alimen
tos y de fibras tena su contrapartida en la contaminacin de las ciu
dades y en la irracionalidad de los modernos sistemas de alcantari
llado. En el tomo III de El Capital hace la observacin de que "En
Londres . . . no pueden hacer nada mejor con los excrementos que
producen cuatro millones y medio de personas que contaminar con
ellos el T mesis, con un coste monstruoso". Engels no fue menos
explcito en este punto. Refirindose, en El problema de la vivienda,
a la necesidad de trascender la divisin antagnica del trabajo entre
la ciudad y el campo, alude, siguiendo a Liebig, al hecho de que
"slo en Londres, una mayor cantidad de estircol de la que produ
ce todo el Reino de Sajonia se vierte todos los das al mar con un
gasto de enormes sumas". Se haca en consecuencia necesario, argu
mentaba, restablecer "una ntima conexin entre la produccin
industrial y la agrcola", junto con "una distribucin de la poblacin
por todo el pas lo ms uniforme posible" (argumento que Marx y
Engels haban utilizado en el Maniesto Comunista) . En el tomo III
de El Capital, Marx era categrico en su insistencia de que "los
excrementos producidos por el metabolismo humano natural",
junto con los desechos de la produccin industrial y del consumo,
252
tenan que ser devueltos al suelo, como parte de un ciclo metabli
co completo."
Pra Marx, la fractura metablica relacionada en el nivel social
con la divisin antagnica entre ciudad y campo se pona tambin
de manifiesto a un nivel ms global: colonias enteras vean el robo
de sus tierras, sus recursos su suelo en apoyo de la industrializacin
de los pases colonizadores. Siguiendo a Liebig, que haba afirmado
que "Gran Bretaa roba a todos los pases las condiciones de su fer
tilidad" y sealando a Irlanda como ejemplo extremo, escribe Marx:
"Indirectamente, Inglaterra ha exportado el suelo de Irlanda, sin
dejar siquiera a sus cultivadores los medios para reemplazar los
constituyentes del suelo agotado" .63
De ah que sea imposible evitar la conclusin de que la visin que
tena Marx de la agricultura capitalista, y de la fractura metablica
en las relaciones que impone la naturaleza entre los seres humanos
y el suelo, le llev a un concepto ms amplio de la sostenibilidad
ecolgica, nocin que consideraba de muy limitada importancia
prctica para la sociedad capitalista, que era incapaz de aplicar
mtodos cientficos racionales en este campo, pero que sera esen
cial para una sociedad de productores asociados.
El modo en el que determinados cultivos dependen de las fuc
tuaciones que se producen en los precios de mercado, y los cons
tantes cambios en los cultivos con estas fluctuaciones de precio
-todo el espritu de la produccin capitalista, que se orienta
hacia los benefcios monetarios ms inn1ediaros-est en con
tradiccin con la agricultura, que debe preocuparse de toda la
gama de condiciones permanentes de la vida que requiere la ca
dena de las generaciones humanas.6
El nfasis que pona Marx en la necesidad de conservar la tierra
por el bien de "la cadena de las generaciones humanas" (idea que
haba encontrado a principios de la dcada de 1 840 en la obra de
Proudhon Qu es la propiedad. captaba la esencia misma de la
actual nocin de desarrollo sostenible, definida, como es sabido, por
253
la .Comisin Brundtland como "el desarrollo que satisface a las ne
cesidades del presente sin comprometer la capacidad de futuras ge
neraciones de satisfacer sus necesidades". O, tal como lo expresa
Marx en otro punto, captando la misma idea esencial: el "trato
consciente y racional de la tierra como propiedad comunal perma
nente" es "la condicin inalienable para la existencia y reproduccin
de la cadena de las generaciones humanas"." De hecho, en un pasa
je verdaderamente notable de El Capital escribe Marx:
Mirada desde una formacin socioeconmica superior_ la pro
piedad privada de la tierra en manos de determinados individuos
parecer tan absurda como la propiedad privada que un hombre
posea de otros hombres. Ni siquiera una sociedad o nacin ente
ra, ni el conjunto de todas las sociedades que existen simultnea
mente son propietarias de la tierra. Son simplemente sus poseso
res, sus beneficiarios, y tienen que legada en un estado mejorado
a las generaciones que les suceden, como boni patres fmilas [bue
nos padres de familia]."
Estos temas se volvieron cada vez ms importantes para Marx
hacia el final de su vida, cuando, como consecuencia de sus investi
gaciones sobre el potencial revolucionario de la comuna arcaica rusa,
desarroll el argumento de que sera posible constituir un sistema
agrcola "organizado a una vasta escala y basado en el trabajo coope
rativo", mediante el uso de moderos "mtodos agronmicos" no
utilizados de manera plena o racional bajo el capitalismo. El mrito
de tal sistema, afrmaba, consista en que estara "en condiciones de
incorporar todas las adquisiciones positivas ideadas por el sistema
capitalista'', sin ser presa de la relacin con el suelo puramente explo
tadora, es decir, del expolio que caracterizaba dicha relacin. La aten
cin que prest Marx hacia el final de su vida a la literatura de los
populistas rusos, y su creciente conviccin de que la revolucin con
tra el capitalismo surgira primero en Rusia -donde no poda darse
por descontada la abundancia econmica y, ms concretamente,
agrcola-le oblig a centrarse en el subdesarrollo agrcola y en las
254
exigencias ecolgicas de un sistema agrcola ms racional."
Marx no crea, aunque suelen atribursele opiniones en tal senti
do, que la respuesta al problema del desarrollo agrcola consistiese
simplemente en aumentar la escala de la produccin. Antes bien, su
anlisis le ense los peligros de la agricultura a gran escala, a la vez
que le enseaba que la cuestin principal era la interaccin meta
blica entre los seres humanos y la tierra. Por consiguiente, la agri
cultura slo poda darse a una escala bastante grande all donde se
mantuvieran las condiciones de la sostenibilidad, algo que Marx
consideraba imposible en la agricultura capitalista a gran escala. "La
moral del cuento -dice Marx en el tomo III de El Capital-. . . es
que el sistema capitalista va en direccin opuesta a la agricultura
racional,
.
o que la agricultura racional es incompatible con el siste
ma capitalista (aun cuando este ltimo promueva el desarrollo tc
nico de la agricultura) y necesita, bien pequeos agricultores que
trabajen para s mismos, o el control por parte de los productores
asociados". Marx y Engels argumentaron constantemente en sus
obras que los grandes terratenientes eran invariablemente ms des
tructivos en su relacin con la tierra que los agricultores libres. As,
Engels escribe en el Anti-Dihring que, en Norteamrica, "los gran
des latifundistas del Sur, con sus esclavos y su uso avariento de la tie
rra, agotaron el suelo hasta que slo crecan en l abetos"."
Aun cuando se centrara en considerable medida en las contradic
ciones de la segunda revolucin agrcola y su relacin con la divi
sin antagnica entre ciudad y campo, la concepcin materialista de
la naturaleza que tenan .Marx y Engels significaba que tambin
tenan en cuenta (aunque los abordaran con mayor brevedad) otros
problemas ecolgicos, incluida la disminucin de las reservas de car
bn, las destruccin de los bosques, etc. Como observara Engels en
una carta dirigida a Marx, "El individuo que trabaja no es slo un
estabilizador del presente, sino tambin, y en medida an mayor, un
despilfarrador del calor solar del pasado. En cuanto a lo que hemos
hecho en el sentido de despilfarrar nuestras reservas de energa,
nuestro carbn, mineral, bosques, etc., t ests mejor informado
255
que yo mismo". Por lo que respecta a Marx, se haba referido a los
efectos "devastadores" de la "deforestacin", y vean en ellos un re
sultado histrico a largo plazo de la relacin explotadora con la na
turaleza que haba caracterizado a toda civilizacin, no slo al capi
talismo, hasta aquel momento: "El desarrollo de la civilizacin y de
la industria en general -escribe-se ha mostrado siempre tan acti
vo en la destruccin de los bosques, que todo cuanto se ha hecho
para su conservacin y reproduccin resulta por completo insignifi
cante en comparacin" .70 Marx condenaba asimismo el hecho de
que los bosques de Inglaterra no fuesen "verdaderos bosques",pues
ro que "los ciervos en los parques de los grandes seores son tmi
das bestias domsticas tan gordas como los concejales londinenses";
mientras que en Escocia, los llamados "bosques de ciervos", que se
haban establecido en beneficio de los cazadores (a expensas de los
trabajadores rurales) tenan ciervos pero no rboles.71 Bajo la in
fluencia de los materialistas de la Antigedad y de Darwin, Marx y
Engels rechazaron la viejsima concepcin que situaba a los seres
humanos en el centro del universo natural. As, Engels profesaba
"un fulminante desprecio por la exaltacin idealista del hombre por
encima de los dems animales". No hay el menor rastro en Marx y
Engels de la reduccin cartesiana de los animales a meras mqui
nas.72
En aos recientes, la economa ecolgica se ha centrado mucho en
la energtica y en la ley de la entropa. En este contexto se ha argu
mentado a veces que Marx y Engels estaban equivocados al negarse
a reconocer la importancia de los flujos de energa y materiales para
una teora del valor econmico, en el contexto de su rechazo de la
obra del temprano economista ecolgico Serguei Podolinski, quien,
a partir de 1 880, haba hecho algunas contribuciones pioneras en
este campo, y que se consideraba seguidor de Marx. Esta crtica la
diriga en particular Juan Martnez-Alier en una serie de obras."
No obstante, rodas las "pruebas" ofrecidas por esta interpretacin
consisten en dos cartas que Engels escribi a Marx, a peticin de
ste, valorando el anlisis de Podolinski, tres meses antes de la muer-
256
te de Marx. En estas cartas, Engels aceptaba la base cientfica gene
ral sobre
.
la
'
78
'don libre y no reproduc1 e e a natura eza .
Sin duda estaba Marx de acuerdo con la economa poltica liberal
clsica en que, bajo la le del valor del capitalismo, no se conceda a
la naturaleza ningn valor. "La tierra -dice-.. . acta como agen
te de produccin en la produccin de
.
un valor de uso, un produc
to natural, digamos el trigo. Pero no nene nada que ver con la pro
duccin del valor del trigo" .79 El valor del trigo, como ocurre con
roda mercanca bajo el capitalismo, proceda del trabajo. Pero, para
Marx esto no haca ms que indicar la muy limitada y estrecha con
cepci:n de la riqueza asociada con las relaciones capitalistas entre as
mercancas y un sistema construido alrededor del valor de cambw.
La autntica riqueza, arga, estaba constituida por los valores de
uso, la caracterstica de la produccin en general, que trascena
_
u
forma especficamente capitalista. En rigor, era la contradi
CIn
entre el valor de uso y el valor de cambio, generada por lc
pitahs
mo, la que Marx consideraba una de las mayores cont
adicciones de
toda la dialctica del capital. La naturaleza, que contnbua a la pro
duccin de valores de uso, era tan fuente de la riqueza como el tra
bajo, aun cuando su contribucin a la riqueza fu
se omi
id
_
a po
_
r el
sistema. De hecho, el trabajo mismo poda reducme en ultima Ins
tancia a esas propiedades naturales, proposicin profundamen
e
arraigada en la tradicin materialista que se remontab
hasta Ep
80
"La naturaleza -dice Marx- no construye mquinas, locomo
toras, ferrocarriles, telgrafos elctricos, selfactinas, etc. Estos son
productos de la industria humana, materia natural transformada en
rganos de la voluntad humana sobre la naturaleza, o de la partici
pacin humana en la misma. Son rganos del cerebro humano, crea
dos por l mano humana; Hpoder del conocimiento objetivado". En
consecuencia, los seres humanos, a travs de su produccin, dan
nueva forma a la naturaleza material existente, es decir, la transfor
man activamente. "t trabajo es el fuego viviente, conformador; es
la transitoriedad de las cosas, su temporalidad, as como su forma
cin por el tiempo vivo"" (Aqu tomaba Marx como base el con
cepto epicreo de la naturaleza transitoria de las cosas, de la mate
ria como mera "encarnacin del tiempo", como dijera en su tesis
doctoral. Vase el captulo II.)
De acuerdo con esta concepcin, que tena en cuenta tanto la
naturaleza material como el papel transformador del trabajo huma
no, Marx insiste en que "el trabajo -tal como afirma al comienzo
de El Capital-no es la nica fente de la riqueza material, e.d., de
los valores de uso que produce. Como dice William Petry, el traba
jo es el padre de la riqueza natural; la tierra es su madre". En la CH
tica del programa de Gotha, Marx hace una crtica mordaz de los so
cialistas que, como Ferdinand Lassalle, le atribuan al trabajo lo que
Marx llamaba "un poder creador sobrenatural", al ver en l la nica
fuente de la riqueza y dejar a un lado la contribucin de la natura
leza." Con el comunismo, insiste, habra que contemplar la riqueza
de un modo mucho ms universal, considerando que est consti
tuida por los valores de uso materiales que son la base para el pleno
desarrollo de la creatividad humana, "el desarrollo de la rica indivi
dualidad, multifactica en la produccin y en el consumo", am
pliando la riqueza de relaciones que la naturaleza permite, y refe
jando al mismo tiempo el metabolismo, complejo y cambiante, que
se produce entre los seres humanos y la naturaleza."
259
|'
'
!
l
I
|
.
* El autor dice literalmente que la ltima parte del tomo I del capital es la parte
octava, compuesta por ocho captulos, ydedicada a "La llamada acumulacin
primitiva'. Como no disponemos de la edicin inglesa de El Capital citada por
262
|| hC\O U|l|`c
este pr
ces
.
?
histrico de "la expropiacin del productor agrcola, el
campesm
_
o ue
o
.
bleza, que no tard en metamorfosearse en nobleza adinerada,
.
hiZo de la tr
:
nsformacin de las tierras de cultivo en paseos de ove
as . . . su lema . El proceso de desposesin del campesinado adopt
la forma de cercamientos de las tierras comunes, con lo que separa
ban a los trabajadores agrcolas libres de sus medios de produccin,
y
_
l
s conv
|
I '
'
l
*
descender por debajo del mnimo, y a ser com
leme
tad,s o
,s
ayudas oficiales establecidas por las Leyes de Asistencia ubhca .
Estos cambios significaron tambin el fin de los pequenos terrat
:
ho mas
numerosos que la clase de los agricultores, y formaron la espma dor
sal del Ejrcito de Nuevo Modelo de Cromwell. En el siglo XIII,
simplemente haban desaparecido. e aprobaron
umerosos proye
:
,
nto
,
)e las tl
?
rras comunales ,
con el fin de legalizar su apropiacin. En el siglo x, hasta la
memoria de la relacin que haba existido entre el trabapdor agr
cola y la propiedad comunal h
.
ab
.
a . . . desap
recid
_
" .'' in emb
rgo,
el proceso de cercamiento prosigUi hasta dicho siglo. Como ejem
plo de los mtodos que se utilizaban en el siglo XX", dice Marx,
264
bastarn los "despejamientos" llevados a cabo por la Duquesa de
.
Sutherland. Esta persona, que haba recibido una buena instruc
cin en economa, resolvi, cuando hered la jefatura del clan,
poner en marcha una radical cura econmica, y convertir todo e
,
l
,
condado de Sutherland [Norte de Escocia], cuya poblacin haba
quedado ya reducida a I .UUU personas, como consec
encia de
.
procesos semejantes, en tierra de pastos para las ovejas. Entre
I bI 4y Ib2U, estas I.UUU personas, que componan u
?
as p.UUU
familias, fueron perseguidas sistemticamente y desarraigadas. Se
destruyeron y quemaron todos sus pueblos, y sus c
mpos se con-
virtieron en pastos. Soldados britnicos procedieron estos
desahucios en masa y llegaron a las manos con los habitantes
,
, .
Una mujer anciana fue quemada viva en las llamas de la cabaa
que se negaba a abandonar. Fue de este modo como
'
ta gran
seora se apropi de 7J4.UUU acres [unas I I .UUU l
:
ectareas]
.
de
tierra que haban pertenecido al clan desde tiempo mmemonaL
Asign a los expulsados .UUUacres junto a la costa: dos a
res por
familia. Hasta aquel momento, los .UUU acres haban s
do a
tierra balda que no produca renta alguna para sus propietanos,
.
Guiada por la nobleza de su corazn, la duque
a lleg incl
.
uso $
arrendar estas tierras baldas por una renta media de 2 chehnes.y
peniques por acre a los miembros del clan que durante siglos
haban dado su sangre por su familia. Dividi la totalidad de las
tierras del clan robadas en veintinueve grandes explotaciones de
ganado ovino, cada una de ellas habitada por una sola familia. En
su mayor parte se trataba de familias de criados agrcolas impor
tadas de Inglaterra. Hacia Ib2, los I.UUU galicos haban sido
sustituidos por IpI.UUUovejas. El resto de los habitantes origina
les que haban huido a la costa trataban de sobrevivir con la pesca.
Se hicieron anfbios y vivan, como dice un autor ingls, mitad en
tierra y mitad en el agua, y en total slo mediovivan en uno y
otro medio.92
Todo esto significaba que se habla hecho posible "incorporar el
suelo al capital", al tiempo que se creaba el necesario excedente de
mano de obra para alimentar la industria urbana."
Sin embargo "De dnde -se pregunta Marx-proceden origi
nalmente los capitalistas? Pues la nica clase creada directamente
por la expropiacin del campesino agricultor es la de los grandes
latifndistas". Marx divide su respuesta a esta pregunta en dos par
tes: el origen del agricultor capitalista y el origen dEl Capitalista
industrial. El primero surgi lentamente, puede decirse que lo hizo
a partir de la forma anterior del mayordomo en la segunda mitad
del siglo XV. Es en este momento cuando el terrateniente comien
za a proporcionar las semillas, el ganado y los aperos de labranza para
que el agricultor pueda llevar a cabo el trabajo agrcola real. Final
. .mente se adopta la forma de un sistema ms desarrollado, basado en
.
la renta del terreno. Todo el proceso fue grandemente facilitado, por
otra parte, por la revolucin agrcola que comenz a finales del siglo
7,y por los cercamientos. "La usurpacin de las tierras comunes
permiti al agricultor aumentar mucho su cabaa ganadera, casi sin
coste alguno, mientras que el ganado aportaba una mayor cantidad
.
de estircol para el cultivo del suelo"."
El grado de divisin del trabajo depende en parte, tal como sea
laraAdam Smith, de la amplitud del mercado. Para Marx, la "gne
sis dEl Capitalista industrial" no era tanto una cuestin de la histo-
265
|
'
1
.
.
'
|
'
'
:
^ . ,
`' `
.
capital y su condicin previa. La metamorfosis que representa mar
ca el sistema de la apropiacin capitalista, que se basa en la explora
cin. de la mano de obra formalmente libre pero alienada. Y de aqu
arrancan toda la tendencia histrica de la acumulacin capitalista y
sus "leyes inmanentes" del desarrollo. Para Marx, esto se expresa de
la manera ms sucinta en las nuevas leyes que gobiernan a la propia
poblacin en estas condiciones, es decir, lo que l llama la "ley gene
ral absoluta" de la acumulacin capitalista: la tendencia de la socie
dad de clases capitalista, levantada sobre la explotacin del proleta
riado, a polarizarse de tal manera que cada vez se cohcentra ms y
ms riqueza en menos manos, mientras que la gran masa de la
poblacin, a la que mantiene oprimida la constante reproduccin
de un ejrcito industrial de reserva de parados, se encuentra en una
situacin de empobrecimiento relativo y de degradacin. Como
dice Marx:
.
Cuanto mayor sea la riqueza social, el capital funcional, la mag
nitud y la energa de su crecimiento, y cuanto mayor sea tambin,
en consecuencia, la masa absoluta del proletariado y la producti
vidad de su trabajo, tanto mayor ser el ejrcito industrial de
reserva . . . Pero, cuanto mayor sea este ejrcito de reserva en pro
porcin al ejrcito de los trabajadores activos, ranto mayor ser la
masa de una poblacin excedentaria consolidada, cuya miseria
est en razn inversa a la tortura de la que ha sido objeto en forma
de actividad laboral. Por ltimo, cuanto ms amplios sean los sec
tores empobrecidos de la clase trabajadora y ms numeroso sea el
ejrcito industrial de reserva, tanto mayor ser la indigencia of
cial. Esta es la le general absoluta de la ammulacin capitalista.
Como todas las dems leyes, es modificada en su aplicacin por
muchas circunstancias, cuyo anlisis no nos concierne aquf.97
En las dos ltimas partes del tomo I de El Capital, Marx alude a
leyes de la poblacin, pero a unas leyes que difieren grandemente de
la forma transhistrica (y esencialmente no evolutiva) que adoptan
en la teora de Malthus. La condicin previa del capitalismo es la
267
separacin de la masa de la poblacin del suelo, lo que hace posible
el propio desarrollo histrico del capital. Este proceso adquiere la
forma de un aumento de la polarizacin entre las clases de la pobla
cin, su creciente divisin en ricos y pobres, la separacin antag
nica de ciudad y campo (que se reproduce a escala mundial al con
vertirse algunos pases en meras fuentes de alimentos, en origen de
materias primas para el desarrollo industrial del centro del sistema).
Para Marx, todo esto era inseparable, y en rigor es una excrecen
cia lgica de lo que l llamara la "difrentia specifca" del sistema de
propiedad privada capitalista, el hecho de que est construido sobre
la alienacin sistemtica respecto a todas las formas de necesidad
con una base natural. De ah que, bajo el rgimen artificial del capi
tal, es la bsqueda del valor de cambio (es decir, del beneficio), en
vez de la atencin de las necesidades naturales, universales, autnti
cas, lo que constituye el objeto, el motivo, de la produccin. La
extrema polarizacin resultante entre una riqueza que no conoce
lmites, en uno de los polos, y una existencia alienada, explotada,
degradada, que constituye la negacin de wdo lo ms humano, en
el otro, crea una contradiccin que, cual lnea de dislocacin, reco
rre todo el sistema capitalista. Finalmente, el "integumento" capita
lista, que as distorsiona y restringe el desarrollo del trabajo social,
"estalla, suena la hora para la propiedad privada capitalista. Los
expropiadores son expropiados"."
Pero, en todas estas exposiciones, Marx insiste continuamente en
que la alienacin con respecto a la tierra es una condicin sine qua
non del sistema capitalista. As, en el ltimo captulo del tomo 1 de
El Capital "La moderna teora de la colonizacin", alude Marx a la
teora de la colonizacin de Edward Wakefield, en la que ste sos
tiene que la nica manera de mantener una ferza de trabajo prole
taria barata para la industria en las colonias consiste en hallar un
modo de elevar artificialmente el precio de la tierra. De otro modo,
los trabajadores no tardaran en abandonar la industria por el
campo y establecerse como pequeos propietarios. Para Marx, esto
apuntaba a la contradiccin de la separacin y extraamiento de la
268
poblacin respecto a la tierra, que constitua el fundamento sobre el
ue descansaba todo el sistema de la mano de obra formalmente
hbre. La transformacin de la propiedad de la tierra llevada a cabo
por el capital, escribe Marx en los Grtndrisse, '"limpia', como dice
Stuart el campo del exceso de bocas, arranca a los hijos de la tierra
del pecho en el que se criaron, y transforma as el propio trabajo del
suelo, que por su naturaleza parece ser la fuente directa de la sub
sistencia, en una fuente de subsistencia mediada, puramente depen
diente de las relaciones sociales". As pues, la transformacin del
capitalismo, la abolicin del trabajo asalariado, y la creacin de una
sociedad de trabajadores asociados, necesitaba la abolicin de esta
alienacin de los seres humanos con respecto a la tierra."
En consecuencia, a partir de la dcada de 1 840, tanto Marx como
Engels insistieron en la necesidad de trascender esta forma de alie
nacin de la naturaleza en la que se basaba el capitalismo. Su argu
mentacin implicaba siempre la abolicin de la relacin antagnica
entre la ciudad y el campo, mediante la integracin de la agricultu
ra y la industria, la dispersin de la poblacin y lo que Marx defna
como "la restauracin" de la relacin metablica entre los seres
humanos y la tierra. Marx citaba las palabras de Hippolyte Colins
en las que deda: "I gracias a la apropiacin individual del suelo
por lo que existen hombres que slo poseen la fuerza. de sus brazos .. .
Si colocas a un hombre en un lugar hermticamente cerrado, le ests
.
privando del aire. Eso mismo haces cuando le quitas el suelo . . . por
que lo colocas en un espacio vado de riqueza, de forma que no le
dejas ningn modo de vivir, excepto de acuerdo con tus deseos".
!
Para Engels, siguiendo a Liebig, la trascendencia del antagonismo
entre ciudad y campo se expresaba en trminos ecolgicos:
La abolicin de la anttesis existente entre la ciudad yel campo
no es que meramente sea posible. Ha llegado a ser una necesidad
dirCcta de la propia produccin industrial, del mismo modo que
se ha convertido en una necesidad de la produccin agrcola y,
adems, de la salnd pblica. Aactual envenenamiento del aire,
269
l
del agua y de la tierra nicamente puede ponrsele
.
fn media
.
nte
la fsin de la ciudad y el campo, y tan slo esa fusin cambiar
la situacin de las masas que ahora languidecen en las ciudades y
permitir que sus excrementos se utilicen para la produccin de
plantas, en vez de para la produccin de enfermedades.'"
As pues, en su concepcin de una sociedad futura, Marx y Engels
proponan una sntesis superior de la relacin entre la ciudad y el
campo que, tal como ha observado Bertell Ollman, pareca "impli
car el desplazamiento de algunas industrias al campo, as como la
ampliacin en gran medida de los espacios libres dentro de las ciu
dades para destinarlos a parques, zonas boscosas y jardines. Sospe
cho tambin que a Marx le gustara ver reducirse el nmero de habi
tantes que viven en una gran ciudad, y establecerse ms ciudades de
- d' d l "
4
tamao pequeno y me 1ano por ro o e campo .
La estrecha relacin entre la visin que Marx tena del comunis
mo y la sostenibilidad econmica se pone de manifiesto en las con
cepciones utpicas del aclamado artista, maestro artesano, proyec
tista, poeta y activista socialista ingls William Morris (1 834-1896),
que no slo fue un firme defensor del socialismo marxiano, sino
tambin uno de los pensadores que contribuyeron a la formacin
del pensamiento verde en el contexto ingls. En su clebre novela
utpica Noticias de ninguna parte describe Morris una sociedad en
la que el derrocamiento del Mercado Mundial ha conducido al
abandono de las formas de produccin econmica despilfarradoras
enfocadas a las necesidades artificiales en funcin del beneficio, y la
consiguiente reduccin de la produccin de modo tal que "no pueda
fabricarse nada que no est destinado a un autntico uso". El tiem
po libre para dedicarlo a la indagacin intelectual y a la artesana
independiente era ms fcilmente accesible -porque la sociedad
haba abandonado sus fines instrumentalistas estrechamente defini
dos-, mientras que el trabajo mismo se consideraba que serva
tanto a la creatividad humana como a la satisfaccin de las necesi
dades sociales. En este orden utpico posrevolucionario -escribe
270
Morris en el espritu de Marx-"la diferencia entre la ciudad y el
campo se hizo cada vez menor". Inicialmente, a cOntinuaLin Cc la
revolucin, las gentes haban acudido en tropel al campo desde las
ciudades y, "bajo el influjo del entorno, se haban convertido en
campesinos", con lo que la poblacin del campo lleg a ser mayor
que la de las ciudades. Inglaterra, en el siglo 2, se explicaba, se
haba convertido en "un pas de enormes y sucias fbricas, y de an
ms sucios antros de juego, en torno a los cuales exista una agri
cultura pobre, mal llevada, que era objeto del pillaje de los jefes de
las fbricas. Ahora es un jardn donde nada se desperdicia y nada se
echa a perder, con las viviendas, los cobertizos, establos y talleres
necesarios, distribuidos por todo el pas, todo bien cuidado, limpio
y bonito". La existencia de este jardn no impeda sin embargo la
preservacin de las reas silvestres, que se mantenan por su valor
intrnseco. La poblacin, entre tanto, se haba estabilizado y se ha
ba diseminado (parte del progrma enunciado por Marx y Engels
en el Maniesto Comunista).'"
ab
_
licas e
tre los
.
seres hu
manos y la naturaleza por medio de la c1enc1a y la 1
dustna
n
o)er
nas-trascender la alienacin con respecto a la nerra: el ulnmo
fundamento/condicin previa del capitalismo. Solamente en estos
trminos tiene sentido el frecuente llamamiento de Marx a la "abo
licin del trabajo asalariado".
272
I
CPTULO V
LA BASE DE NUESTRA VISIN
EN L HISTORIA NATURAL
Darwin escribi a lpiz, en 1 842, el primer breve borrador de su
teora de la transmutacin de las especies. Dos aos ms tarde escri
bi un borrador mucho mayor, de unas cincuenta mil palabras, y
dio estrictas instrucciones a su mujer Emma de que se publicara
despus de su muerte. No fue hasta 1 858 -dos dcadas despus de
que diera expresin a su teora en sus Cuaderos-cuando la hizo
pblica en una presentacin conjunta de ponencias con su joven
rival Alfred Russell Wallace (El origen de la esecies en s lo public
al ao siguiente). Y slo lo hizo entonces porque daba toda la
impresin de que Wallace se le iba a adelantar. Esto ha suscitado la
cuestin (tal como vimos en el Captulo JI) de lo que Stephen Jay
Gould ha denominado la "Demora de Darwin", cuestin que ha
tenido un creciente inters para los estudiosos de Darwin, en espe
cial al publicarse sus primeros cuadernos sobre la transmutacin.
La tradicional interpretacin del retraso ha sido que Darwin, co
mo cientfico racional, simplemente haba ido acumulando lenta
mente pruebas con el fn de construir una teora mucho ms slida.
Pero esa interpretacin tiene que explicar por qu, durante estos
aos, habla estado ocupado en actividades tales como escribir una
obra en mltiples tomos sobre la taxonoma y la historia natural de
los percebes. Sobre la base de las pruebas que aportan los Cuadernos
de Darwin, los historiadores de la ciencia han llegado hace poco a
unas conclusiones bastante diferentes, conclusiones que ahora man
tienen, casi universalmente, los especialistas en Darwin: que Dar
win era un "evolucionista atormentado", un "revolucionario reacio
a serlo" y un materialista alarmado, que trataba de reconciliar sus
273
descubrimientos cientficos con sus tradicionales creencias liberales
(de whig) y anglicanas, temeroso asimismo de perder su respetabili
dad y su posicin dentro de los crculos de la lite. 1 Sin embargo,
sera un grave error atribuir la demora de Darwin a cobarda. Antes
bien ha de entendrsele, no simplemente como cientfico, sino
como actor social complejo en un tiempo de turbulentos cambios
histricos, que trataba de exponer sus opiniones cientfcas, enraiza
das en el materialismo, a la vez que defenda una particular posicin
de clase. Nieto, por parte materna, del industrial Josiah Wedgwood,
.
viviendo en su propiedad de Down House, en Kent, con su dinero
(y el dinero de su mujer) invertido en acciones del ferrocarril, Dar
win era un firme creyente en el orden burgus. Su ciencia era revo
lucionaria, pero Darwin el hombre no lo era, y en esto resida su in
terior dilema.'
En los das de Darwin, Inglaterra era una hirviente caldera de des- .
contento. En agosto de 1 839, cuando asista en Birmingham a la
reunin de la Asociacin Britnica para el Progreso de la Ciencia, se
encontr una ciudad al borde de la ley marcial. Se estaba celebran
do la Convencin Cartista y asistan a ella socialistas y evolucionis
tas lamarckianos rojos. Se haba distribuido medio milln de pan
fletos que denunciaban la pobreza, el matrimonio y la escasa coo
peracin del Estado. En 1 842, mientras Darwin trabajaba en su
esquema evolucionista, todo el pas qued paralizado por una huel
ga general organizada por los cartistas. La Ley contra los Disturbios
se ley en muchas ciudades industriales, y en algunas se dispar
contra los manifestantes produciendo algunos muertos. Entre
tanto, los ateos acababan de lanzar un peridico ilegal de perra
gorda, The Oracle of Reason, que venda miles de ejemplares. Ataca
ba a la religin con argumentos geolgicos de andar por casa y con
su lamarckismo revolucionario. William Chilton, que escriba en el
Oracle, presentaba el materialismo en trminos de clase revolucio
narios que combinaba con conceptos evolucionistas: "El hombre no
es ms que un conjunto de tonos organizados". El Oracle atacaba
a la teologa natural de Paley como "perniciosa' justificacin del
274
statu quo. En agosto de 1842 se juzg pblicamente al director del
Oracle, G
'
rge Holyoake, quien pronunci blasfemias tales como
la afirmacton d
.
e que Dios no exista y la imposibilidad de que los
pobr
s mantuvt
Joseph Hoo(er, uno de los p
_
ocos onfdentes
,
e Dar
:
in, le escri
en 1 847 dicindole que nad1e tema derecho a exammar la cuesnon
de las especies si no haba descrito minuciosamente mucas". Aun
cuando Hooker no estaba en realidad pensando en Darwm cuando
escribi esto, ste lo tom personalmente y, en parte por esta razn,
se sinti obligado a desarrollar su amplio estudio de los percebes,
con lo que se ganaba el derecho a pronunciarse sobre la transmuta
cin de las especies. Ame la perspeqjva de una revolucin de la teo
ra cientfica que era tan importante, y tan amenazadora para las
opiniones establecidas, como lo haba sido la revol
cin cope
nica
na, Darwin busc primero hacerse con una reputacin como mves
tigador cientfico emprico que fuese inexpugnable. Ahor
ben,
esto era en s una especie de tctica dilatoria, ya que su prmC!pal
problema consista en que se senta incapaz de publicar su teora
debido a las implicaciones sociales y al clima del momento.'
Para 1 854, Darwin haba concluido su estudio de los percebes y
volvi a su trabajo sobre la seleccin natural. En 1 856 comenz a
escribir un libro sobre la transmutacin de las especies. Esta vez su
tarea resultaba ms fcil, porque la situacin histrica haba cam
biado considerablemente desde que hiciera la primera redaccin de
su teora. En 1 851 , cuando tuvo lugar la Gran Exposicin de Lon
dres, "la era de la revolucin" pareca haber pasado, y haber sido sus
tituida por "la era del capital". La Gran Exposicin celebraba la
posicin hegemnica de Gran Bretaa como taller del mundo. La
derogacin de las Leyes del Grano cinco aos antes reflejab
e
,
l
re
ciente predominio del capital fabril sobre la economa bntamca.
Esta situacin significaba que la ciencia materialista-evolutiva, siem
pre y cuando fuera compatible con el sistema del capitalismo indus
trial, ya no poda ser suprimida con tanta facilidad.
Tal como escribiera Thomas Huxley ( 1 825-1895) en 1 859, a raz
de la publicacin de El origen, "la teora de la transmutacin, tal
como se la ha llamado, ha estado siendo un 'esqueleto en el arma
rio', que constantemente amenazaba con salir a la luz. Por qu, se
preguntaba con frecuencia, el reino de la biologa, de la vida, no se
278
ajustaba, como parte de un "todo coherente", a las leyes materiales
que se haba demostrado que gobiernan la astronoma, la fsica, la
qumica y la medicina?"
En la dcada de 1 850, la cuestin de la transmutacin no pasara
inadvertida. Una de las maneras en las que se suscit fue a travs de
la publicacin annima de The stiges ofthe Natural Histor of
Creation [Los vestigios de . la historia natural de la Creacin} ( 1844)
por el editor Rober Chambers (1 802-1871), de Edimburgo. El libro
de Chambers pronto se convirti en best-seler. Aparecieron cuatro
ediciones en los primeros siete meses, y acab por conocer hasta
diez. Hacia 1 860 se hablan vendido 24.000 ejemplares. Chambers
no diriga los stigios a los cientficos, y mucho menos a aqullos a
los que se refera como "los perros del clero", sino al lector victoria-
no ilustrado ordinario. Sus argumentos, aunque imperfectos, causa
ban impresin; eran lo sufcientemente convincentes como para
que, por primera vez, la doctrina evolucionista se convirtiese en
tema de discusin general entre el pblico ilustrado. Los stigios
tenan desde luego muchos puntos dbiles, y recibieron feroces ata
ques, no slo de gente como Sam Wilberforce, obispo de Oxford, y
Adam Sedgwick, el gelogo de Cambridge defensor de la teologa
natural, sino tambin de Thomas Hnxley, al que despus se cono
ciera como el "perro guardin" de Darwin. No obstante, el papel
que desempe en extraer el veneno, y as preparar el camino para
el posterior xito de Darwin, no debe subestimarse. "Hacia media
dos de los cuarenta -escriben Desmond y Moore pensando en los
stigios-la transmutacin estaba saliendo de las calles, de las sr
didas salas de diseccin, y estaba siendo admitida en los salones". El
gran romntico ingls John Ruskin habla visto una vez a la naturale
za en trminos teleolgicos, pero a principio de la dcada de 1 850
experimentaba dudas: "Con que slo los gelogos me dejaran en
paz -escriba en una carta de 1 851-estara perfectamente. Pero
esos horribles Martillos! Oigo su golpeteo al final de cada cadencia
de los versculos de la Biblia''.'
Para finales de los cincuenta, Darwin habla decidido publicar sus
279
\'
l
ideas a gran escala, venciendo toda oposicin gracias al monumen
tal carcter de su investigacin. Para 1 858 haba escrito un cierto
nmero de captulos de lo que intentaba ser su gran obra sobre la
Seleccin Natural. Pero en junio de aquel mismo ao el correo trajo
una veintena de pginas de Alfred Russell Wallace que bosquejaban
la propia teora de ste sobre la seleccin natural, desarrollada de
manera independiente, y proporcionando una argumentacin muy
semejante a la del bosquejo de Darwin de 1 842. Presa de pnico,
Darwin se vio obligado a exponer su teora, junto con la de Walla
ce, en una presentacin conjunta (que llevaron a cabo Charles Lyell
y Joseph Hooker con los dos directores ausentes) aquel mismo ao,
a la que sigui, un ao ms tarde, la rpida terminacin de El ori
gen de las especies, que Darwin insista en considerar un mero "resu
men" de una obra ms larga que nunca lleg a materializarse.
EL ORIGEN DE LS ESPECIES
Como otros muchos grandes descubrimientos, la idea esencial de
la obra de Darin, cuyo ttulo completo rezaba On the Origen of
Species by Means of Natural Selection; Or the Preservation of Favoured
Races in the Strugle fr Li [Sobre el origen de las especies por medio
de la seleccin natural; o la preservacin de las razs fvorecidas en la
lucha por la vida}, era bastante sencilla, aunque infinitamente com
pleja en su funcionamiento interno y sus ramificaciones. La teora
fundamental expuesta en los captulos iniciales de la obra se desa
rrollaba de la siguiente manera: todos los organismos se caracterizan
por la "superfecundidad", o tendencia a producir mucha ms des
cendencia de la que puede sobrevivir. Los descendientes varan unos
de otros y no son simples reproducciones de un tipo original. Parte
de esta variacin pasa a las generaciones h!turas. (Darwin no cono
da las leyes de la herencia en este momento, anterior al desarrollo
de la gentica, pero la herencia como hecho era desde luego bien
conocida.) Puesto que no todos los descendientes sobreviven, con-
280
clu
Darwin, tiene necesariamente que haber una lucha por l a exis
tencia entre los nu
so
descendientes, y los mejor adaptados en
este proceso de vanacwn mherente a las condiciones limitadas del
medio local en el que viven tenderan, estadsticamente, a tener una
tasa de supervivencia mayor, con lo que pasaran estas variaciones
(al menos en alguna medida) a sus descendientes. La acumulacin
e estas variacones favorables durante el largusimo perodo del
tiempo geolgiCo tendra como consecuencia la evolucin de las
especies, o descendencia con modificaciones.'
.
Darwin dej claro en la introduccin que la principal contribu
cin de su obra no resida en el mero postulado de la transmutacin
de las especies, que ya se haba propuesto en numerosas ocasiones,
como por ejemplo en la obra del autor de los Vstigios, sino en expli
car los concretos mecanismos -la seleccin natural por medio de
la variacin innata-mediante los cuales se produca esa transmu
tacin. Adems, el propsito de su teora era dar cuenta de la mara
villosa adaptacin (y coadaptacin) al medio que se hallaba por
todas partes en la naturaleza, y en la que la tradicin de la teologa
natural haba hecho tanto hincapi.
La estrategia de presentacin de Darwin era sencilla y elegante.
Comenzaba en el captulo primero con lo que sus lectores mejor
conocan: las condiciones de la "Variacin bajo domesticacin" de
plantas y animales, basada en la larga historia humana de la horti
cultura y la cra animal. Aqu demostraba que la seleccin artificial
haba producido variaciones que a menudo eran mayores que las
que separan lo que generalmente se conoca como especies distintas,
y que al mismo tiempo estas variaciones podan seguirse hasta un
antecesor comn. Luego, en el captulo segundo, pasaba a ocuparse
de la "Variacin en la naturaleza". No slo exista una enorme varia
cin en la naturaleza, se suscitaba la cuestin de si exista algn
mecanismo en ella, equivalente a la accin del criador, que produ
jera el mismo resultado, aunque a una escala mayor y durante
mmensos espacios de tiempo.
La respuesta se daba en el captulo tercero, titulado "La lucha por
281
la existencia', en la que Darwin empezaba a exponer el funciona
miento de tal mecanismo. La exposicin se desarrollaba de manera
ms completa en el captulo cuarto, de acuerdo con el principio de
la seleccin natural dentro del contexto de la lucha por la existen
cia. En el captulo sexto, Darwin examinaba, por ejemplo, la cues
tin de la evolucin de rganos que presentaban una gran perfec
cin -tales como el ojo-, que tanto haban resaltado los telogos
naturales seguidores de Paley. Y en el captulo sptimo abordaba el
tema del desarrollo de un comportamiento instintivo complejo, tal
como el de las abejas que construyen panales. En todos los casos
explicaba cmo todo esto puedo originarse en innumerables grada
ciones por medio de la seleccin natural. En consecuencia, el argu
mento de la teologa natural referente a la adecuacin de la adap
tacin como prueba irrefutable de la intervencin divina en la
naturaleza poda ser enterrada. La argumentacin de Darwin iba
todava ms lejos que la propia teologa natural en el reconoc"
miento de la variacin y la adaptacin de los organismos en la
naturaleza. Sin embargo lo haca sin recurrir a causas finales.
El punto central de toda la argumentacin era la idea de "La lucha
por la existencia'', idea que en gran parte estaba inspirada por Mal
chus. Como expona Darwin en la introduccin al Origen,
Esta es la doctrina de Malthus aplicada al conjunto de los rei
nos animal y vegetal. Como nacen muchos ms individuos de
cada especie de los que pueden sobrevivir, y como, en conse
cuencia, se prduce una lucha por la existencia que se repite con
frecuencia, se sigue que cualquier ser, si vara aunque sea muy
ligeramente de algn modo que le sea favorable, tendr una
mayor oportunidad de sobrevivir y, por lo tanto, resultar selec
cionad naturalmente. Partiendo del fuerte principio de la heren
cia, toda variedad seleccionada tender a propagar su nueva
forma modificada."
Este principio se expone de una manera algo diferente en el cap
tulo dedicado a "La lucha por la existencia''. En l escribe Darwin:
282
'
.
Una lucha por la vida se produce inevitablemente a partir de la
alta tasa a la que todos los seres orgnicos tienden a aumentar.
Todo ser, que durante el tiempo de su vida natural produce varios
huevos o semillas, tiene que sufrir destruccin durante alglin
perodo de su vida, y durante alguna temporada o ao ocasional;
de otro modo, de acuerdo con el principio del crecimiento geo
mtrico, el nmero de sus ejemplares llegara a ser tan excesiva
mente grande que ningn pas podra soportar su producto. En
consecuencia, dado que se producen ms individuos de los que es
posible que puedan sobrevivir, tiene que haber en todo caso una
lucha por la existencia, ya sea de un individuo contra otro de la
misma especie, o con los individuos de especies diferentes, o con
las condiciones fsicas de la vida. Es la doctrina de Malthus apli
cada, con multiplicada fuerza, al conjunto de los reinos animal y
vegetal; pues en este caso [a diferencia del caso humano del que
se ocupaba Malthus] no puede haber aumento artifcial del ali
mento, ni prudente abstencin del matrimonio. Aunque algunas
especies puedan estar creciendo ahora en nmero, con mayor o
menor rapidez, no pueden hacerlo todas, pues el mundo no les
darla cabida. No hay excepcin a la regla de que todo ser orgni
co se incrementa de manera natural a tasa tan elevada que, si no
fuera destruido, la tierra estara pronto cubierta por la progenie
de una sola pareja. Incluso el hombre, que se reproduce lenta
mente, ha duplicado su poblacin en veinticinco aos y, a este
ritmo, en unos miles de aos, no habra para su progenie literal
mente espacio donde poner los pies.11
Tan intensa era la lucha por la existencia en la naturaleza que Dar
win era incapaz de explicarla excepto por medio de una dramtica
metfora (que utiliz por primera vez en sus Cuaderos): "Cabe
comparar el rostro de la Naturaleza con una superficie blanda con
diez mil cuas afiladas puestas todas apretadas y a las que se mete
cada v<z ms adentro mediante incesantes golpes, golpeando unas
veces una cua, y luego otra con mayor fuerza'' . La imagen de las
cuas, a l a que Darwin recurri repetidamente, era, segn Stephen
}ay Gould, "la imagen de una superficie llena a rebosar, en la que las
283
'
:
.
'
1
\
cuas representaban especies en una economa de la naturaleza que
tiene puesto el cartel de Completo. El cambio evolutivo slo puede
darse cuando una especie consigue introducirse en medio de estas
apreturas desplazando a otra especie (al meter su cua)". Todos los
seres orgnicos, sostena Darwin, "trataban de aumentar en progre
sin geomtrica", y cada uno de estos seres orgnicos se vea obliga
do "en algn perodo de su vida, en alguna estacin del ao, con
cada generacin o a intervalos . . . a luchar por la vida y a sufrir gran
destruccin"
I2
Darwin tuvo sin embargo el cuidado de explicar que el concepto
de "lucha por la existencia'' [strugle fr existence] no debera consi
derarse que representara simplemente (o siquiera principalmente)
una lucha directa entre organismos y/o especies individuales. "Uti
lizo el trmino de Lucha por la Existencia'', observa,
284
en un sentido amplio y metafrico, que incluye la dependencia de
un ser con respecto a otro, e incluye (lo que es ms importante)
no slo la vida del individuo, sino el xito en dejar descendencia.
Dos animales caninos en tiempos de escasez puede decirse verda
deramente que luchan uno con el otro para decidir quien obten
dr el alimento y vivir. Pero de una planta al borde del desierto
se dice que lucha por la vida contra la sequa, aunque sera ms
propio decir que depende de la humedad . .. El murdago depen
de del manzano y de otros pocos rboles, pero slo en un sentido
trado por los pelos puede decirse que luche con estos rboles,
pues si demasiadas de estas plantas parsitas viven en el mismo
rbol, ste decaer y perecer. En cambio puede decirse con ms
verdad que varias plntulas de murdago que crecen muy juntas
en la misma rama luchan unas con otras. Puesto que el murda
go lo diseminan los pjaros, su existencia depende de stos, y cabe
decir metafricamente que lucha con otras plantas que dan fruto
con el fin de tentar a los pjaros a comerse sus semillas y disemi
narlas en vez de las de otras plantas. En estos varios sentidos, que
se interpenetran, es en el que utilizo, por mor de conveniencia, el
trmino general de lucha por la existencia. 13
|
El uso del concepto de "lucha por la existencia
'
', que Darwin sola
entender en un sentido metafrico, ms que literal, prestaba un
tono "malthusiano" a su teora que era en gran parte equvoco. Aun
que la lectura del Ensayo sobre la poblacin de Malthus inspir sin
duda a Darwin, su deuda intelectual directa con ste era sumamen
te limitada, apenas iba ms all de la hiptesis de que el aumento
natural en progresin geomtrica tena que estar sometido a un con
trol externo relacionado con la lucha por la existencia.
No cabe duda de que Malthus parece haber inspirado en Darwin
el inters por lo que los bilogos evolucionistas denominan "pensa
miento poblacional". Segn Ernst Mayr, uno de los ms destacados
contribuidores a la sntesis neodarwiniana (al que Stephen Jay
Gould se refiere como "nuestro ms grande evolucionista vivo"), el
pensamiento poblacional es "un punto de vista que hace hincapi en
el carcter nico de cada individuo en las poblaciones de una espe
cie que se reproduce sexualmente, y por tanto en la variabilidad real
de las poblaciones". La exposicin que haca Malthus de la progre
sin geomtrica del aumento de la poblacin (en ausencia de todo
control) pona de relieve la lucha entre los individuos de una misma
especie, y su aplicacin incluso a la especie dominante, los seres
humanos, puesto que, como indicaba el caso de la especie humana,
no habla excepcin alguna a la regla general. Combinando esta idea
con el pensamiento poblacional, y centrndose en la variacin y, por
tanto, en la lucha por la existencia dentro de una poblacin dada (y
no slo entre especies diferentes), Darwin pudo ofrecer una visin
de la plena fuerza de un proceso evolutivo representado por innu
merables pequeas variaciones innatas, o lo que l denominaba
"descendencia con modificacin". Pero, aunque el propio Darwin
atribua su descubrimiento intelectual (su momento de inspiracin)
a la lectura de Malthus, ste ltimo, tal como ha sealado Mayr,
rechazaba la nocin de variabilidad de las especies ms all de cier
tos lmites muy estrechos, y por tanto la posibilidad misma de
"mejora' en la adaptacin. En rigor, la crucial progresin aritmtica
de Malthus -que aplicaba a las plantas y los animales-se basaba
285
an heursticamente
tiles, pero inherentemente arbitrarias y cambiantes. "Una raza, una
vez producida -escribe Huxley-no es una entidad fija e inmuta
ble en mayor grado que el linaje de donde ha surgido", y otro tanto
poda decirse de las especies. sta era de hecho la esencia de la
"hiptesis de la transmutacin"." Y lo que es ms, las implicaciones
ltimas de la crtica darwiniana del esencialismo iban todava ms
lejos: ponan en tela de juicio la exaltada posicin, supuestamente
fija, de los seres humanos y la permanencia de la "naturaleza huma-
" na .
La crtica revolucionaria que hizo Darwin de la teleologa era
todava ms importante por cuanto iba dirigida a la creen
ta central
291
t
'
l
de la teologa natural. Tal como dijera Thomas Huxley en 1 864, "la
teleologa, tal como se entiende comnmente, ha recibido un golpe
morral a manos del Sr. Darwin". L argumentacin teleolgica
segn Huxley, se expresa como sigue:
un rgano o un organismo (A) tiene una precisa aptitud para rea
lizar una funcin o cumplir una finalidad (B); por lo tanto ha
sido construido especialmente para llevar a cabo tal funcin.
Segn el famoso ejemplo puesto por Paley, la adaptacin de todas
las partes de un reloj a la funcin o el propsito de mostrar la
hora se considera evidencia de que el reloj fue ideado especial
mente para ese fn, sobre la base de que la nica causa que cono
cemos que tenga la competencia para producir un efecto tal como
un reloj que mida el tiempo, es una inteligencia maquinadora que
adapta los medios directamente a dicho fin.
Pero si poda demostrarse que exista un proceso natural total
mente contingente que produca el mismo conjunto de resultados
sin intencin y sin maquinador, podra entonces eliminarse el argu
mento teleolgico que, a partir del propsito postulaba la "doctrina
de la creacin especial". En esto, segn Huxley, resida la enorme
consecucin de Darwin."
La posicin teleolgica haba sostenido que los gatos estaban tan
bien adaptados para cazar ratones porque haban sido concebidos
para hacerlo coino su principalidad finalidad. Sin embargo, esos
argumentos teleolgicos, desde el punto de vista de Huxley, eran,
"dialcticamente hablando . . . no muy formidables". "Lejos de ima
ginar que los gatos existen con el fn de cazar bien ratones -afrm
Huxley-, Darwin parte del supuesto de qu los gatos existen por
que cazan bien ratones; cazar ratones no es la finalidad de su exis
tencia, sino su condicin". En respuesta a quienes queran hallar el
modo de hacer a Darwin compatible con la teleologa -y que basa-
.
ban sus argumentos en la equvoca afrmacin de ste, al fnal de El
origen sobre la tendencia de los organismos a evolucionar hacia la
"perfeccin"-, Huxley insista en que, "si comprendemos correcta-
292
mente el espritu de 'El origen de las especies', nada puede ser ms
co
n
_pleta y absolutamente opuesto a la Teleologa, tal como se
entiende por lo comn, que la Teora darwiniana". Quitando im
portancia a la referencia de Darwin a la tendencia de los organismos
a progresar "hacia la perfeccin'', Huxley insista en que dicha teo
r!a, debidamente entendida, era independiente de toda concepcin
hneal del progreso, o de un proceso teleolgico deliberado:
Lejos de que un progreso gradual hacia la perfeccin forme
necesariamente parte del credo darwiniano, se nos antoja que es
perfectamente consecuente con la persistencia indefinida en un
estado, o con la gradual regresin. Supngase, por ejemplo, que
se produce una vuelta a la poca glacial, y una extensin de las
condiciones climticas polares por todo el globo. El funciona
miento de la seleccin natural en estas circunstancias tendera en
conjunto, a la eliminacin de los organismos superiores y a f.vo-
recer a las formas de vida inferiores.
.
El hecho de que el medio pudiera cambiar de manera radical,
haciendo que un organismo que anteriormente estaba magnfica
mente adaptado a su medio, tal como el lanudo mamut, dejara de
estar bien adaptado (llevndole de hecho a la extincin), contrade
ca toda nocin simple de progreso."
Para Huxley, la importancia de la revolucin darwiniana consisti
desde el principio en la demolicin de la "doctrina de las causas lti
.mas''. Adems, para que esto fuera as, no hada falta apoyarse en los
supuestos lamarckianos sobre "la modificacin a travs del ejercicio"
yla transmisin hereditaria de esas modificaciones una vez que se
haban producido. (Lamarck, por ejemplo, haba observado errne
amente que "los esfuerzos de algunas aves de cuello corro para cap
turar peces sin mojarse haban dado origen a rodas nuestras garzas y
aves zancudas de cuello largo"). Segua quedando no obstante la
pregunta, que Huxley formulara en sus primeras discusiones de El
origen d
:
las especies, de si Darwin haba "sobreestimado" el papel de
la selecc1n natural. En opinin de Huxley,
293
La postura del Sr. Darwin podra, pensamos, haber sido toda
va ms firme de lo que es, si se hubiera desembarazado del afo
rismo "Natura H0Hfcit salmm" [la Natur
.
aleza no da saltos], que
con tanta frecuencia aparece en sus pgmas. Creem
s&
:
que a
Naturaleza da saltos de vez en cuando, y
n reconoc
m
lento e
este hecho es de no pequea importancia para termma
.
r con
muchas de las objeciones menores que se ponen a la doctnna de
la transmutaci
n.
2
6
Esas dudas acerca del hincapi exclusivo qu
haca Da
;
win en
lento proceso de la seleccin natural como mco m
ca
lsmo de a
evolucin persistan -incluso entre los mayores parndanos de r-
.
- e incluso se haran mayores durante el resto de su VI a.
~ci.
'
el final de la misma, el propio Darwin se haba r
tractado de
su confianza en la seleccin natural como causa exclusl
a del desa
rrollo evolutivo. Se deba ello a tres objeciones que se mvelaban en
a La primera de estas objeciones se centraba en torno a
.
lo
su reor
.
d
4 4
edws
.
pleto del registro fsil y a la ausenCia e npos mterm
mcom
l ecles Basndose en la geologa uniformista de Lyell, que .
entre as esp .
l l
.
' d
descartaba acontecimientos catastrficos en a exp ICaClon e
s
cambios geolgicos -con lo que ampliaba enormeme
re la longi
tud del tiempo geolgico, que tena que
'
acrua
,
me
ante lento
.
d b
.
Darwin desecho todo salto en la natu
mcrementos e cam lO ,
,
.
d
'
';
raleza Sin embargo, los restos paleontolgicos que rapl amente
iban pareciendo por entonces parecan indic
d
la poca de Darwin, William Thomson (ms tarde L
rd Kelvm
argumentaba, basndose en los clculos del supuesto ntmo de
r
lucionism
?
tardament
." Tal
como afirmara Engels, "en un sentido ms estrecho, los animales
tienen tambin herramientas, aunque slo como miembros de su
cuerpo" .48 La tecnologa humana se distingua as de la tecnologa
natural en que no estaba constituida por esos rganos adaptados,
sino que se produca a travs de la produccin social de herramien
tas: los "rganos productivos del hombre en la sociedad". Basndo
se tanto en la concepcin de la relacin humana con la naturaleza,
que haba puesto ya de manifiesto en los Manuscritos econmicos
flosfcos -donde haba considerado que las
.
he,ramientas
.
son a
extensin externa de los seres humanos, es decu, el cuerpo morga
nico del hombre"-como en los resultados del anlisis de Darwin,
pudo Marx definir en El Capital el proceso del trabajo y la relacin
humana con la naturaleza (que acab por llevarle al concepto de la
interaccin metablica entre los seres humanos y sta) en trminos
que eran a la vez materialistas y evolucionistas:
306
Dejando fuera de nuestra consideracin los medios de subsis
tencia disponibles sin ms elaboracin, como los frutos, en cuya
recoleccin nicamente intervienen como instrumentos de su
trabajo los rgnos corporales del hombre, el objeto del que el
trabajador toma posesin de manera directa no es el objeto de su
trabajo sino su instrumento. As, la naturaleza se conviert
en uno
de los rganos de su acrividad, que anexiona a sus propiOs rga
nos corporales, con lo que aumenta su estatura, a pesar de la
.
+ 1
`
Biblia. Del mismo modo que la tierra es su despensa original,
tambin es su casilla de herramientas. Le proporciona, por ejem
plo, piedras para arrojar, moler, prensar, cortar, etc. La propia tie
rra es un instrumento de trabajo. Pero la utilizacin de este modo,
en la agricultura, presupone toda una serie de otros instrumentos,
y un estadio comparativamente elevado de desarrollo de la fuerza
de trabajo. Tan pronto como el proceso laboral ha experimenta
do el ms ligero desarrollo, requiere instrumentos especialmente
preparados. As, hallamos utensilios y armas de piedra en las
cavernas ms antiguas. En el perodo ms remprano de la hisroria
humana, los animales domesricados, e.d., los animales que han
sido modificados por medio del trabajo, que han sido criados ex
professo, desempean el papel principal como instrumentos de
labor, junto con las piedras, la madera, los huesos y las conchas,
que tambin han sido trabajados. El uso yla fbricacin de ins
trumentos de trabajo, aun cuando presentes en germen en ciertas
especies de animales, es caracterstico del proceso de trabajo espe
cficamente humano, razn por la que Franldin defne al hombre
como 'animal fabricante de herramientas". Las reliquias de pasa
dos instrumentos de trabajo poseen la misma importancia para la
investigacin de las formaciones econmicas extintas de la socie
dad que los huesos fsiles para la determinacin de las especies
animales extintas.49
As pues, para Marx, tena que seguirse la pista de la evolucin
humana a travs del desarrollo de las herramientas ms que a travs
de los fsiles. Esto se deba a que las herramientas representaban el
desarrollo de los rganos productivos humanos -la evolucin de la
relacin humana con la naturaleza-, del mismo modo que los
rganos animales representaban los instrumentos por medio de los
cuales los animales se haban adaptado a su medio local. De este
modo muy sofisticado busc Marx, ocho aos despus de la publi
cacin de El origen de las especies, y cuatro aos antes de que Dar
win publicase Descent ofMan [La ascendencia del hombre} ( 1871),
especificar la diferente ndole del desarrollo y la evolucin humanas.
Este anlisis estaba adems basado en un estudio detenido. Marx
307
ley cuidadosamente The Geological Evidences ofthe Antiquit of
Man, hizo anotaciones marginales, escudri el anlisis que hada
Lyell del desarrollo de la fabricacin de
rramient
s en ,a
.
prehisto
ria y puso en tela de juicio la supuesta falta de disposicin de las
d l
? 50
tribus salvajeS a a optar as nuevas mvencwnes .
Para colocar todo esto en su perspectiva histrica, es til observar
que, en 1 864, Alfred Russell Wallace, co-descubridor con Darwin
de la teora de la seleccin natural, haba escrito un influyente art
culo sobre "El origen de las razas humanas y la antigedad del hom
bre, deducida de la teora de la 'Seleccin Natural"'. Wallace argu
mentaba, en trminos que ya haba sugerido Darwin y que poste
riormente se adoptaran ampliamente dentro de la teora darwinia
na, que los animales slo pueden adaptarse a cambios en su medio
mediante la alteracin de su estructura corporal. ''Alterar su alimen
tacin, su vestido o sus armas es algo que un animal slo puede
hacer mediante un cambio correspondiente en su estructura corpo
ral y en su organizacin interna". Sin embargo, los seres humanos,
afirmaba, eran capaces de cambiar su relacin con el medio en el
que vivan "fabricando armas y herramientas", con lo que "le arre
bataban a la naturaleza el poder de cambiar la forma externa y la
estructura que ejerce sobre todos los dems animales". En opinin
de Wallace, el cuerpo humano (a diferencia de la mente) era relati
vamente inmune a los procesos evolutivos, como consecuencia de
su habilidad para construir herramientas -o tecnologa humana
que haba dado impulso al desarrollo de la "mente". (Incluso en esta
temprana etapa de su pensamiento, Wallace demostraba una ten
dencia a considerar la mente o intelecto separadamente del cuerpo
fsico -de modo que no hablaba de la evolucin del cerebro en
cuanto tal-, tendencia que habra de llevarle en la direccin del
espiritualismo y a una radical ruptura con el punto de vista de Dar
win, consecuentemente materialista.'1)
Escribiendo slo tres aos ms tarde, pero en trminos que se
aproximaban ms a Darwin que a Wallace, Marx intent distinguir
entre la tecnologa natural y la humana, sealando el carcter dife-
308
.
' `
.
r
ncial de
.
la fabricacin de herramientas. Aunque reconociera que
Ciertos ammales han mostrado esa capacidad, estimaba que la fabri
cacin de herramientas era "caracterstica" nicamente de los seres
humanos. De ese modo, Marx trat de proporcionar una base his
trico-natural, relacionada con Darwin, para su propia teora gene
ral del papel del trabajo (que naturalmente estaba relacionado con
el desarrollo de la fabricacin de herramientas) en la evolucin de la
sociedad humana.
Engels desarrollara este anlisis todava ms en su innovador
ensayo "El papel desempeado por el trabajo en la transicin del
simio al hombre" (escrito en 1 876 y publicado de manera pstuma
en 1 896). Segn el anlisis de Engels -derivado de su filosofa
materialista, pero en el que influan tambin opiniones expresadas
por Haeckel unos aos antes-, cuando los primates que fueron los
antecesores de los seres humanos descendieron de los rboles, se
desarroll primero la postura erecta (antes de que evolucionara el
cerebro humano), con lo que quedaron libres las manos para la fa
bricacin de herramientas . . .
La mano se hizo lbre y pudo en consecuencia alcanzar una des
treza y habilidad cada vez mayor, y la mayor flexibilidad as
adquirida se hered y aument de generacin en generacin. A
pues, la mano no es solamente el rgano del trabajo; es tambin
producto del trabajo
.
3
| `
-
E
?
estas l
.
timas dcadas, los grandes descubrimientos paleonto
lgicos relaciOnados con el hallazgo de diversos restos de australo
pitecos durante el siglo X, han conducido al desarrollo de teoras
de l a evolucin humana que estn muy de acuerdo con el anlisis
decimonnico de Engels. El antroplogo Sherwood L. Washburn
muestra la impresin que produjeron estos descubrimientos en su
ensayo "Tools and Human Evolution" ["Las herramientas y la evo
lucin humana''] , publicado en Scientic American en septiembre
de 1 960:
Una serie de recientes descubrimientos ha vinculado a primates
prehumanos de hace medio milln de aos con herramientas de
piedra. Durante algunos aos, los investigadores han estado des
cubriendo herramientas de tipo muy sencillo en depsitos anti
guos de
,
nsetos' 4 E
esas
,
'sociedades
,
, las principales caractersticas eran la
sohdandad y la ayuda mutua'' . Y esa ayuda mutua, afirmaba Lav
rov, era la respuesta ltima a quienes sostenan sobre bases darwi
nianas que el socialismo era imposible."
Lavrov discuti su anlisis con Friedrich Engels y, en 1 875, este lti
mo le contest en una carta en la que, aunque simpatizaba con el
deseo de Lavrov de contrarrestar el malthusianismo y el darwinismo
social, adverta que no deba distraerse demasiado con expresiones
tales como "lucha por la existencia'' o "cooperacin'', mientras perda
de vista las interconexiones dialcticas. A este respecto, Engels seala
ba cmo la "cooperacin
ia Eng
ls
-
s decir, la derivada principalmente de Liebig y la
denvada prmc1palmente de Darwin- "estn justificadas en cierta
medida, pero cada una de ellas es tan unilateral y estrecha como la
otra. La interaccin de los cuerpos naturales -tanto los muertos
como los vivos-comprende armona as como enfrentamiento, lu
cha as como competicin". Para Engels, el problema real, una vez
ms, no era la idea de que se diera una lucha por la existencia en la
naturaleza, es decir, la extrapolacin del malthusianismo o del bellum
omnium contra omnes de Hobbes a los reinos vegetal y animal (aun
cuando esto tenda a producir una comprensin unilateral de la na
turaleza), sino ms bien el intento de algunos tericos de "re-extrapo
lar esas mismas teoras de la naturaleza orgnica a la historia, y procla
mar entonces que han demostrado su validez como leyes eternas de la
sociedad humana
'
' .59 Dentro de la perspectiva dialctica, coevolutiva,
que defendan Marx y Engels, la naturaleza orgnica (y la relacin
humana con la naturaleza) se caracterizaba tanto por la armona co
mo por la lucha. Era una perspectiva que pona de relieve las ideas
relacionadas con Liebig y con Darwin.
31 5
En 1 873 se public la segunda edicin alemana del tomo I de El
Capital dos aos despus de la aparicin de La ascendencia del hom
bre de Darwin. Marx le envi a Darwin un ejemplar de la nueva edi
cin con la inscripcin: "Mr. Chales Darwin/ De parte de su since
ro admirador/ (firmado) Karl Marx/ Londres 16 de Junio de 1 873
[I] Modena Villas/ Maitland Par k''. En octubre, Darwin le contest
a Marx:
Estimado seor:
Le agradezco el honor que me ha hecho al enviarme su gran
obra sobre el Capital, y quisiera de todo corazn merecer ms
haberla recibido, por entender ms del profundo e importante
tema de la economa pol!tica. Aunque nuestros estudios han sido
tan diferentes, creo que los dos deseamos con la mayor seriedad
la difsin del Conocimiento y ["que" aadido) a la larga es segu
ro que esto contribuir sin duda a la felicidad de la Humanidad.
Quedo, estimado Seor/ De Usted afectsimo/ Charles Darwin.60
LA DIFfCIL SITUACIN DE LOS MATERIALISTAS
En 1 874, en su Discurso Inaugural en Belfast, como presidente de
la Asociacin Britnica para el Progreso de la Ciencia, John Tyndall
(1 820-1893), el "archidemcrata de la ciencia" y el mejor amigo de
Huxley, le declar la guerra al establishment e hizo una larga exge
sis sobre el desarrollo del materialismo desde Epicuro hasta Darwin.
Tyndall y Darwin fueron a Irlanda, como dira Tyndall, "como
Lutero nte a Worms", y se enfrentaran "all con todos los demonios
del Infierno"
_
Tyndall haba nacido protestante irlands e inici su actividad
como topgrafo para los ferrocarriles. Posteriormente estudi qu
mica en Alemania con el gran Bunsen, y conoca, al menos superfi
cialmente, la filosofa alemana. En 1 85 1 se traslad a Londres, don
de no tard en convertirse en ayudante de Michael Faraday en la
Royal Institution, ] termin por ocupar el puesto de Faraday. Tyn-
31 6
dall adquiri fama de destacado fsico y qumico y se l e considera
ba el ms grande enseante y popularizador de la ciencia de Ingla
terra. Como camarada de armas de Huxley, formaba parte del pe
queo grupo de cientfcos materialistas que apoyaron la teora de la
evolucin de Darwin en la turbulenta atmsfera de las dcadas de
1 860 y 1 870. Tyndall era conocido por practicar el montaismo
alpino y por ser un materialista potico, que daba a su pensamien
to un aire humanista, incluso cuando presentaba puntos de vista
que frecuentemente se haban asociado con el mecanicismo.
62
En su "Discurso de Belfast", Tyndall present lo que Friedrich
Engels denominara "el ms valiente discurso que se haya pronun
ciado en Inglaterra [sic] ante una audiencia semejante". Trat de
exponer una filosofa materialista coherente que se remontaba a
Epicuro, en apoyo de los revolucionarios avances que se estaban
produciendo en la ciencia. Influido por la Historia del materialismo,
de Albert Lange (1 865), Tyndall reconstruy roda la historia de la
ciencia. Seal "el gran aprecio por Demcrito" que senda Bacon,
y el hecho de que "Bacon consideraba que Demcrito era un hom
bre hecho de metal ms pesado que Platn o Aristteles". Fue
Empdocles, entre los presocrticos, el primero en introducir las
nociones de adaptacin y de "supervivencia de los ms aptos". Pero,
para Tyndall, el materialismo antiguo alcanz su punto culminante
en la obra de Epicuro y de Lucrecio. Al igual que Bacon en De la
dignidd el progreso del conocimiento, y que Marx en el prefacio de su
tesis doctoral, Tyndall consideraba que la esencia del desafo de Epi
curo a la religin ortodoxa estaba en la afirmacin de que "No es
impo quien rechaza a los dioses de la multitud, sino quien los acep-
Q
ta .
Para Tyndall, Epicuro, a travs de Lucrecio, haba aportado la
esencia de la visin cientfica moderna en su forma de tratar de los
tomos y el vaco y en su reconocimiento de que la materia no
puede ser creada ni destruida. Giordano Bruno haba sido uno de
los primeros conversos a la astronoma copernicana como conse
cuencia de la influencia que Epicuro (a travs de Lucrecio) ejerci
31 7
en su pensamiento, abrindolo, afi rmaba Tyndall, a "la nocin de la
infinitud de los mundos". "La concepcin imprecisamente grandio
sa [de Epicuro] de los tomos cayendo eternamente a travs del
espacio sugiri a Kant, que fue el primero en proponerla, la hipte
sis nebular". No cabe duda de que los atomistas antiguos no tenan
nocin alguna del magnetismo ni de la electricidad, y no tenan por
tanto modo de entender las fuerzas moleculares: el hecho de que
"las molculas poseen polos de atraccin y de repulsin". ^ postu
lar la desviacin, Lucrecio abandonaba el dominio de la fsica con el
fin de hacer que los tomos se juntaran. Pero, al hacerlo, no estaba
del todo equivocado, ya que su instinto le condujo en la direccin
correcta desde el punto de vista de la ciencia moderna. La base ini
cial para los descubrimientos de Julius Robert Mayer y otros cient!
ficos del siglo XX respecto a la conservacin de la energa se esta
bleci de acuerdo con la idea de la indestructibilidad de la materia,
tan claramente enunciada por los materialistas antiguos."
Aunque Tyndall alababa la obra de Descartes y Hobbes en el siglo
XII, fue Gassendi, explicaba, quien, a pesar de su catolicismo,
aport por vez primera una slida base para el materialismo moder
no inspirado en Epicuro. En Gassendi, dice Tyndall, "el principio
de cada cambio reside en la materia. En la produccin artificial, el
principio que mueve la produccin es diferente del material sobre el
que se trabaja; pero, en la naturaleza, el agente trabaja en Hinterior,
y es la parte ms activa y mvil del propio material. As, este vale
roso eclesistico, sin incurrir en la censura de la iglesia ni del mun
do, consigue superar al seor Darwin"."
El gran logro de Darwin, segn Tyndall, consiste en que, aunque
considerase todos los detalles que supuestamente haban constitui
do las pruebas de los releologistas, "rechaza [no obstante] la teleolo
ga, y trata de referir esas maravillas a causas naturales". Sin embar
go, el problema que Darwin no abord era el de la "forma primor
dial": de dnde surge la vida si no proviene de un Creador? Insis
tiendo en la visin de Lucrecio de que "Se ve a la Naturaleza hacer
rodas las cosas espontneamente por si misma, sin la intromisin de
31 8
los dioses", y en l a afirmacin de Bruno de que l a materia es la
"madre universal", Tyndall pasa a afirmar la necesidad en la ciencia
de ofrecer explicaciones puramente materialistas y de identificar
estas explicaciones con el desarrollo de la ciencia misma. "La inex
pugnable posicin de la ciencia puede describirse en pocas palabras.
Reclamamos, y arrebataremos a la teologa, todo el dominio de la
teora cosmolgica'' .
Aunque alcanz fama por contribuir, junto con Pasreur, a la defi
nitiva critica cientfica de la generacin espontnea, Tyndall insisti
no obstante en numerosas ocasiones en que, en el profundo abismo
del tiempo, la vida haba surgido a partir de la materia, y que sus
orgenes estaban relacionados con los del sistema solar, que deban
explicarse mediante la hiptesis nebular de Kant y de Laplace.
Haba surgido, as pues, en n momento dado, a partir de la no
vida, aunque las condiciones que hicieron posible tal surgimiento
formaban parte de la historia del sistema solar y no perduraban ya.
Slo cuatro aos antes, Huxley haba adoptado una postura similar,
aun cuando no estuviera claramente relacionada con la hiptesis
nebular (y presentara sorprendente semejanza en lneas generales
con las opiniones cientficas que se mantienen hoy), en su Discurso
Presidencial a la
&
ociacin Britnica para el Progreso de la Ciencia,
en el que afirm: "Si me fuera dado mirar ms all del abismo del
tiempo geolgicamente registrado, al periodo todava ms remoto
cuando la tierra estaba pasando por condiciones fsicas y qumicas
que ya no puede volver a ver en mayor medida de lo que un hom-
.
bre puede recordar su infancia, esperara ser testigo de la evolucin
del protoplasma vivo a partir de la materia no viviente". William
Thomson, el azore de Darwin, respondi acusando falsamente a
Huxley de defender la "generacin espontnea'' .67
El "Discurso de Belfst" de Tyndall desencaden una tempestad
de protestas. Le atacaron en particular por encontrar en "la mate
ria . . . la promesa y potencia de roda forma y cualidad de la vida'' . Se
le acus de acelerar la "ruina" de la humanidad y de fomentar la
blasfemia. Tuvo que defenderse contra una mirada de ataques."
319
|
l
Engels, leyendo los discursos que Tyndall y Huxley haban pronun
ciado en Belfast, inform a Marx, que a la sazn se encontraba en
Alemania, de que todo esto no hada sino poner de manifiesto, una
vez ms "la mala situacin en la que se encuentra esta gente, y el
modo eel que se aferran a la cosa en s y en que gimen de angustia
por una filosofa que venga en su rescate". En refe
encia a la ''tre
menda impresin de pnico" que haba cread
el d1
curso de T
n
dall, Engels le contaba a Marx el valeroso desafto de este establtsh
ment, y aada: "Te alegrara su reconocimiento de Epicuro. nay
algo que es cierto: la vuelta a la visin de la natu
aleza
.
autntica
mente reflexiva est haciendo progresos mucho mas senos aqu en
Inglaterra que en Alemania. Aqu, la gente busca al menos la salva
cin en Epicuro, Descartes, Hume y Kant . . . los pensadores france
ses del siglo XIII siguen siendo desde luego tab". Engels refexio
naba sobre la manera de trascender las dificultades en las que se
encontraban materialistas tan firmes como Tyndall y Huxley, y
sugera que su salida estaba en la dialctica de Hegel, sobre todo en
la Enciclopedia, donde, debido a la presentacin ms "popular", el
anlisis estaba en gran parte libre de idealismo y "cortado a medida
para esta gente". Poca duda cabe de que fue en este punto en el que
Engels empez a formular su propio gran proyecto, que adoptara la
forma de su inacabada Dialctica de la Naturaleza. "
El proyecto de envergadura mayor de Engels era evidente en
1 878, en su "Viejo prefacio al Anti-Dhring sobre la Dialctica".
Engels, basndose en parte en notas que Marx le haba proporcio
nado, observaba que los cientfcos naturales escriban a menudo
ignorando la historia de la filosofa. La consecuencia era que
320
las proposiciones que se adelantaron en la filosofa hace siglos, y
que con harta frecuencia hace tiempo que se han desechado filo
sficamente, las presentan muchas veces en sus teorizaciones los
cientficos naturales como si fueran novsimos conocimientos, e
incluso se ponen de moda por algn tiempo . . . Puesto que la fsi
ca y la qumica, una vez ms, operan de manera casi exclusiva con
molculas y tomos, la flosofa atmica de la antigua Grecia ha
vuelto a cobrar necesariamente importancia. Pero, con qu su
perficialidad la tratan los mejores de ellos! As, Kekul nos dice . . .
que fue a Demcrito, en vez de Leucipo, a cjuien se debe su ori
gen, y mantiene que Dalton fue el primero en suponer la exis
tencia de tomos elementales cualitativamente diferentes, y el
primero en adscribirles caractersticas de peso distintas, corres
pondientes a los distintos elementos. Sin embargo, cualquiera
puede leer en Digenes Laercio . . . que Epicuro haba adscrito 0los
tomos diferencias no slo de magnitud y de forma, sino tambin
de peso, es decir, que conoca ya a su manera cpeso y el volumen
at6micos.70
Para Engels, esta ignorancia de la flosofa griega antigua estaba
ligada al hecho de que, desde 1848, en Alemania (y en cualquier otro
sitio) no se entenda la importancia de la dialctica y del hegelianis
mo. Las dos grandes fuentes del conocimiento dialctico haban sido
l
'.
.
1
_l
Dado que la probable duracin de su carrera est relacionada
con los perodos geolgicos, queda excluida una limitada medi
da del tiempo. Cien o doscientos mil aos no sera una esti
macin nada extravagante del perodo comprendido entre la
desaparicin de los glaciares en el hemisferio norte y el tiempo
presente. Cualesquiera sean las dudas que puedan asistimos en
la estimacin de un perodo, la duracin real del cual nos es
desconocida, la existencia de la humanidad se prolonga hacia
atrs de modo inconmensurable y se pierde en Ivasta profun
didad de la antigedad."
En La sociedad anta, Margan trataba de proporcionar una teo
ra general del desarrollo humano social que incluyese esta con
cepcin de un tiempo antropolgico ms prolongado y con la que
buscaba trascender las particularidades regionales del desarrollo y
descubrir, a un nivel terico, con el apoyo de datos etnolgicos, la
base comn del desarrollo de las instituciones y las ideas humanas,
centrando la atencin en tres ramas de las instituciones: el Estado,
la familia y la propiedad. Pero, al hacerlo as, Margan adopt un
enfoque histrico decididamente materialista, basando su compren
sin de la evolucin de estas tres esferas en las condiciones materia
les concretamente en el crecimiento de "las artes de la subsistencia",
7
y dentro de ellas los diversos inventos y utensilios, que tom como
indicadores revelados por el registro etnolgico." Aigual que otros
pensadores que haban tratado de reconceptualizar el desarrollo de
los seres humanos a lo largo de vastos perodos de tiempo, Margan
se remontaba a la amplia afirmacin de Lucrecio de que los seres
humanos haban tenido principio que servirse de sus uas y dien
tes, de la madera y las piedras, en su lucha por la existencia, y que
luego -tras la formacin de. alianzas mutuas y el dominio del fue
go-haban aprendido a forjar utensilios y armas, sucesivamente de
cobre, bronce y hierro. En la divisin en tres edades, la de la piedra,
la del bronce y la del hierro, que por su parte Lubbock hace del
desarrollo humano en Los tiempos p1e-histricos (1 865), cita a Lucre-
l d d
cto, que menc10na as tres e a es .
326
Margan d
.
desarrollado
_
a partir de las ms toscas y simples formas de expre
ston. El lenguaJe de gestos o de signos, tal como insinuara Lucrecio,
327
:
I
1
!
|
l
debi de preceder al lenguaje hablado, del mismo modo que el pen
samiento debi tambin de preceder al lenguaje fluido, al habla . . .
Este gran tema, un departamento del conocimiento por s slo, no
entra dentro del alcance de la presente investigacin"."
En vez de ello, el anlisis que hizo Morgan de la Sociedad Antiua
se centr coherentemente en la base material para las instituciones
humanas establecidas a nivel de subsistencia. El arado de hierro,
insista, dio origen a un perodo de "subsistencia ilimitada'' que,
adems de la escritura, haba de caracterizar la etapa de la Civiliza
cin. Con la introduccin del arado de hierro, observa
.
Morgan
citando a Lucrecio, sm'gi "la idea de reducir el bosque y de poner
en cultivo grandes campos". Partiendo de esta base lleg a conclu
siones exageradas, y afirm que "la humanidad est constituida por
los nicos seres de los que cabe decir que han conseguido un con
trol absoluto sobre la produccin de alimentos, una ventaja que de
partida no posean respecto a los dems animales". '
Las etapas que Morgan describiera siguen emplendose por lo
general en antropologa, aun cuando se hayan cambiado de nom
bre,. como consecuencia de las connotaciones negativas que se aso
cian con trminos como "salvajismo" o "barbarie". Al "estado salva
je" de Morgan se le suele hacer referencia como sociedad recolecto
ra (con la caza como ocupacin marginal), forma de subsistencia
que perdur durante todo el Paleoltico. En vez de "barbarie" se ha
bla hoy de sociedades que practicaban la horticultura. La domesti
cacin de las plantas suele asociarse con la Revolucin Neoltica,
ocurrida hace unos diez mil aos. (Los trminos "Paleoltico" y
"Neoltico", o "Nueva'' y ''Antigua Edad de Piedra'' los introdujo
originalmente Lubbock para establecer la distincin entre una era
en la que los utensilios de piedra se tallaban toscamente, seguida de
una era posterior de utensilios de piedra pulimentada. Hoy, sin
embargo, se hace ms hincapi en las cambiantes formas de subsis
tencia que estableciera Morgan. 85)
Morgan insinu una rudimentaria teora de coevolucin gentico
cultural, centrada en el desarrollo de herramientas o "invenciones".
328
`.
.
Con la produccin de inveniones ydescubrimientos, y con el
crecimiento de las instituciones, la mente humana tuvo necesa
riamente que crecer yexpandirse, ynos vemos inducidos a admi
tir un gradual agrandamiento del cerebro mismo, en especial de
su parte cortical. La lentitud del crecimiento mental fue inevita
ble en el perodo salvaje, dada la extrema dificultad de que los
ms sencillos inventos surgieran de la nada.
Esta argumentacin se acercaba mucho a la de Darwin en La
ascendencia del Hombre. 8
6
Durante mucho tiempo se dio por supuesto que el enfoque evo-
lucionista de Morgan del desarrollo de la sociedad humana se deri
vaba principalmente de Darwin, a quien Morgan conoca y que cla
ramente influy en su pensamiento. Pero estudios ms recientes se
h
.
an
`
' *
" ' ' ' `
'` `
: '
Marx conoci a Lankester en 1 880 y parece ser que entre los dos
hombres se estableci una firme amistad durante los ltimos tres
aos de la vida de Marx. No se sabe a ciencia cierta quin los pre
sent. Pero tenan una serie de amigos y conocidos comunes, entre
los que se contaba el profesor de historia E. S. Beesly, colega de Lan
kester en la universidad y que durante muchos aos mantuvo una
estrecha amistad con la familia Marx. En septiembre de 1 880, Marx
se dirigi a Lankester para conseguir ayuda mdica para su mujer,
Jenny, que estaba muriendo de cncer de mama. Lankester le reco
mend a su amigo ntimo el mdico H. B, Donkin, quien trat a
Jenny y, posteriormente, al propio Marx en su enfermedad termi
nal. A partir de entonces, Lankester visit a los Marx con bastante
regularidad, e invit tanto a Marx como a su hija Eleanor a visitar-
339
1
1
le en su propia casa. Cuando muri Marx, en 1 883, Lankester fue
uno de los pocos asistentes a su entierro. Puesto que, durante el
tiempo de su conocimiento de Lankester, Marx trabaj asiduamen
te en sus Cuaderos etnolgicos, que trataban cuestiones tales como
la antigedad de la especie humana y ahondaban en la obra de auto
res cuyos estudios antropolgicos y etnolgicos se superponan con
las especulaciones de Darwin en La ascendencia del Hombre -a
saber: Lubbock, Morgan y Maine-cabe una razonable certeza de
que hablaran de algunos de estos temas, as como de cuestiones ms
generales del materialismo y la evolucin. Marx hizo indagaciones,
por encargo de Lankester para averiguar si se haba traducido al ruso
un opsculo darwinista de ste sobre La degeneracin. Aunque
durante mucho tiempo se ha considerado un misterio la relacin de
Marx con Lankester, nada poda ser ms natural, dado el inters que
Marx tuvo durante toda su vida por el materialismo y por la cien
cia. Tal como ha indicado Stephen Jay Gould, en sus ltimos aos
Marx encontraba placer en la amistad de un hombre ms joven que
era una gran promesa, al que Darwin consideraba parte de la flor y
nata de su generacin. Pero la amistad con Lankester simboliza asi
mismo el firme compromiso de Mar con la concepcin materialis
ta de la naturaleza, y su cm;wiccin duradera de que Darwin (cuan
do se le libraba de Malthus) haba proporcionado "la base histrico
natUral para nuestra visi
n'.
101
El 28 de septiembre de 1881, Darwin recibi en Down House 3
Edward Aveling (que posteriormente contraera matrimonio civil
con la hija de Marx, Eleanor) y a un grupo de librepensadores, el
ms distinguido de los cuales era el alemn Ludwig Bchner. En la
conversacin que se entabl, Darwin admiti que haba abandona
do por completo c cristianismo a la edad de cuarenta aos. Pero
insisti en que era "agnstico" en el tema de Dios y que no deseaba
atacar a la religin desde el punto de vista de la ciencia. Darwin
muri la primavera siguiente, el 1 9 de abril de 1 882. Hasta el fnal
de sus das sigui siendo un materialista consecuente en su enfoque
340
de la historia natural, pero se neg a pronunciarse sobre la religin,
adoptando en vez de ello el precepto que Stephen Jay Gould ha
denominado "Non-Overlapping Magisteria'' [NOMA, doctrinas no
superponibles], segn el cual se reconoce que la ciencia y la religin
operan en esferas esencialmente diferentes: una de ellas material; la
otra, moral.
102
La muerte de Marx sigui a la de Darwin en menos
de un ao, el 14 de marzo de 1883. En carta escrita el da despus
del fallecimiento, Engels haca constar que Marx acostUmbraba a
referirse a un pasaje de Epicuro: "La muerte no es una desgracia
para aquel que muere; sino para quienes le sobreviven'.' " Marx, as
pues, se mantuvo fel hasta el fnal a la doctrina materialista funda
mental de Epicuro, expresada por Lucrecio: Mors immortalis. En lo
que Marx difera de la doctrina epicre era en su llamamiento a la
transformacin revolucionaria del mundo -de la relacin material
humana con la naturaleza y con la sociedad-, que iba ms all de
la mera contemplacin. "Los filsofos se han limitado a interretar
el mundo de distintas maneras; de lo que se trata es de cambiarlo".
*
* Esta es la frase original de Marx que constituye la undcima y ltima tesis
].de los traductores] .
341
11
I
I
:
l
l
EPLOGO
Slo conocemos una ciencia: la ciencia de la historia. La historia puede
contemplarse desde dos perspectivas: puede dividirse en historia de la
naturaleza yen historia del hombre. Pero estos dos aspectos no deben verse
como entidades independientes. Desde que existe el hombre, ste yla
naturaleza se han afectado mutuamente.
!8LMAR yI8iED8iCHLNGEL,
Ls:Jeo/ogs s!emsns1
En febrero de 1937, Nikolai Bujarin (1 888-1938), una de las
principales figuras de la Revolucin Rusa, a quien Lenin llamara "el
muchacho de oro de la revolucin", el "favorito de todo el partido"
y su "mayor terico", fue detenido por orden de Stalin y confinado
en la prisin de la Lubianka. Excepto cuando le llevaban al cuarto
de interrogatorios, permaneca encerrado en una reducida celda, sin
otra luz que una bombilla, donde estuvo solo durante meses, excep
to el tiempo en que comparti la celda con un informante. Duran
te ms de un ao aguard el juicio y la posible ejecucin, temeroso
por la supervivencia de su familia. En marzo de 1 938 se vio some
tido a juicio pblico, en el que no slo se pona en juego su propia
vida, sino tambin la de su familia, y se vio obligado a confesar que
era un vil enemigo de la Revolucin. Dos das despus fue ejecuta
do en secreto en una celda. Su biografa fue excluida sistemtica
mente de la historia de la Revolucin, y oficialmente no se le recor
daba ms que como enemigo del pueblo.
Bujarin combati la desesperacin durante su terrible encierro en
la Lubianka escribiendo cuatro manuscritos que componan sendos
libros, principalmente de noche (la mayor parte del da la pasaba en
los interrogatorios). Eran una novela autobiogrfica (Cmo empez
todo); un libro de poemas (La transfrmacin del mundo); un trata
do sobre el socialismo (El socialismo su cultura); y una obra filos
fico-terica de gran alcance (Arabescos flosfcos). Solamente Stalin
342
y algunos carceleros conocan la existencia de los manuscritos.
Sabiendo que seguramente le aguardaba la ejecucin, Bujarin luch
arduamente para que los manuscritos no fuesen destruidos, envi
cartas a Stalin rogndole que se conservaran, incluso si a l le quita
ban la vida. Finalmente, Stalin no quem los manuscritos, sino que
los encerr en su archivo personal, el mayor depsito del Terror,
donde se descubrieron a fnales de la dcada de 1980, con Gorba
chov. Su existencia fue revelada en 1988 a Stephen Cohen por un
ayudante de Gorbachov. Pero hasta 1992 no pudo Cohen conseguir
copias de los manuscritos. Poco despus se publicaron en ruso Cmo
empez todo y Arabescos flosfcos. 2
Bujarin estaba convencido de que Arabescos flosfcos era su obra
intelectual ms importante y madura. Trataba en ella de reexaminar
la filosofla desde la perspectiva del materialismo dialctico y del
desarrollo de la ciencia. Su propsito era construir un marxismo
humanista, ms avanzado filosficamente, basado en el materialis
mo prctico de Marx, con el fin de trascender algunos de los ele
mentos ms burdos del materialismo mecanicista, a la vez que se
consegua un arma contra el solipsismo, el misticismo y el fascismo.
Para Bujarin, tal como indicaba en Arabescos Filosfcos, la base lti
ma del materialismo haba que encontrarla en la ecologa, en la teo
ra, procedente de V . Vernadski, de la "biosfera de la tierra, llena
de vida infinitamente variada, desde los ms pequeos microorga
I
tiene de sorprendente el hecho de que los seres humanos formen
parte del tiempo de la naturaleza y de sus ciclos?'
Aun cuando pueda antojarse sorprendente hoy escuchar estas
palabra provenientes de un marxista de los aos treinra, el profun
do carcter ecolgico de la obra de Bujarin no habra sorprendido a
sus ms avisados lectores si Arabescos flosfcos se hubiera publicado
en el tiempo en el que se escribi, en vez de haber estado relegado
al ms hondo, oscuro y secreto archivo de Stalin. De entre los prin
cipales tericos marxistas de aquel tiempo, Bujarin era el que man
tena lazos ms estrechos con la ciencia natural. Su importante obra
de los aos veinte, Materialismo histrico (1921 ), contena un cap
tulo sobre "El equilibrio entre la sociedad y la naturaleza'', en el que
analizaba "el proceso material del "metabolismo" entre sociedad y
naturaleza", que l vea como "la relacin fundamenral entre el
medio y el sistema, entre las "condiciones externas" y la sociedad
humana
'
'. Aqu, Bujarin desarrollaba su anlisis sobre la base del
concepto marxiano de interaccin metablica entre la naturaleza y
la sociedad. En consecuencia, Stephen Cohen, cuya importante bio
grafla de Bujarin desempe un papel en el deshielo poltico que se
produjo en la Unin Sovitica con Gorbachov, ha caracterizado la
teora de Bujarin como una teora de "materialismo naturalista'''.
Ya en 1931, seis aos antes de su detencin, sostena Bujarin que
el sujeto humano real, que viva y respiraba, no era un estengrafo
que proporcionara '"apropiados' signos taquigrfcos", como en
Wittgenstein y otros "buscadores de solipsismo", sino que era un ser
activo, transformador, que "ha cambiado por enrero la faz de la tie
rra. Viviendo y trabajando en la biosfera, el ser humano social ha
remodelado de radical manera la superfcie del planeta''. ' La obra de
V. I. Vernadski La biosfra (1926) hizo gran impresin en Bujarin,
que lleg a la conviccin de que si mar la historia humana dentro del
contexto mayor de la biosfera era un esencial elemento de la puesta
al da del materialismo prctico de Marx.
Aun cuando en su anlisis del "equilibrio" entre la naturaleza y la
344
. ' .
sociedad entraban explicaciones mecanicistas, junro con l o que a ve
ces pareciera una visin "triunfalista" de la relacin humana con la
natu
:
aleza, ujarin era perfectamente consciente de la compleja
relactn rectproca que conllevaba la coevolucin; de la posibilidad
de degradacin ecolgica (especficamente, en seguimiento de Marx,
la relacin con el suelo), y de la necesidad de evitar un construccio
nismo social radical que no tuviera en consideracin las condiciones
fsico-naturales de la existencia. Sin embargo, este modo de pensar,
al que cabe caracterizar como "naturalismo dialctico" (para distin
guirlo del ms amplio mecanicismo o positivismo que vino a carac
terizar el "materialismo dialctico"), desapareci en su mayor parte
dentro del marxismo con la cada de Bujarin, a la que acompa la
purga de los ms grandes ecologistas rusos. As pues, puede consi
derarse que el destino de Bujarin simboliza la gran tragedia que
sufri el pensamiento ecolgico marxista despus de Marx.
Aunque la aparente ausencia de pensamienro ecolgico en el seno
del marxismo sovitico (yen la ciencia social marxista en Occiden
te antes de la dcada de 1970) ha reforzado durante mucho tiempo
el punto de vista de que el legado de Marx en este campo era, en el
mejor de los casos, muy dbil, tales conclusiones ignoran la lucha
que realmente se desarroll. La historia de lo que ocurri con la eco
loga de Marx en las dcadas que siguieron inmediatamente a su
muerte es muy compleja, ya que comprende la etapa ms contro
vertida en el desarrollo de la teora marxista: el intento que hiciera
Engels de desarrollar una "dialctica de la naturaleza
'
', seguido del
desarrollo del "materialismo dialctico" en sus diversas fases posten
gelsianas, y que acab metamorfosendose en la ideologa sovitica
(y en su gemela dialctica occidental, en cuanto al rechazo de toda
conexin con la ciencia y la naturaleza).
En este breve "Eplogo" no puedo proporcionar ms que un bos
quejo a grandes rasgos de esta evolucin. Haremos un intento de
entender lo que ocurri con el materialismo de Marx, y cmo te
ricos posteriores a Engels se apropiaron (y usaron inapropiadamen
te) los esfuerzos, muy importantes, aunque nunca acabados, de ste
345
por elaborar un materialismo dialctico que comprendiera la con
cepcin materialista de la naturaleza. Examinaremos el papel repre
sentado respectivamente por Morris, Bebe!, Kautsk, Rosa Luxem
burg, Lenin y Bujarin, para mantener vivas algunas de las nociones
ecolgicas de Marx. Consideraremos la enorme vitalidad de la eco
loga rusa durante las dcadas de 1920 y 1930, junto con su rpido
declive bajo Stalin. Por ltimo, prestaremos atencin a la teora
marxista en Occidente en la dcada de 1930, que estuvo muy cerca
de desarrollar un anlisis que salvara dialcticamente la epistemolo
ga, y que apuntaba a la teora coevolutiva de la historia humana y
la naturaleza, con races tanto en Marx como en Darwin. Pero tam
bin aqu hubo una tragedia: la muerte de Christopher Caudwell,
con slo veintinueve aos, en la guerra civil espaola.
Si finalmente volvi a surgir, en la dcada de 1 970, un marxismo
armado de una concepcin (y de una dialctica) de la naturaleza,
sostendremos, fue tan slo por va de la ciencia natural, donde la
concepcin materialista de la naturaleza no se haba extinguido.
NATURALISMO DIALCTICO
La responsabilidad de hacer avanzar la visin de Marx despus de
la muerte de ste recay inicialmente en Engels. Fue Engels quien
aport la relacin ms directa entre el marxismo y la ciencia. Es
ms: fue Engels quien inicialmente defni la relacin del marxismo
con la flosofa, puesto que la obra flosfca ms importante de
Marx, los Manuscritos econmicos flosfcos de 1 844 era descono
cida, incluso para Engels. Es importante observar aqu que, aunque
al referirse a las aportaciones que Engels hizo al ulterior desarrollo
de la teora marxista, se ha hecho costumbre estos ltimos aos citar
sobre todo la Dialctica de la naturalez, esta obra no vio la luz hasta
!27 desus de la muerte de Lenin, En las concepciones iniciales
del marxismo en la Segunda y la Tercera Internacional no influy
por lo tanto esta obra, sino que infuyeron el Anti-Diihring (1 877-
346
'`,,
1 878) y Ludwig Feuerbach la salida de la flosofa clsica alemana
(1 886), de Engels. ste le haba ledo a Marx todo elAnti-Diihring,
y Marx escribi un captulo para el libro y claramente dio su apro
bacin a la argumentacin general. En cuanto a Ludwig Feuerbach,
fue el intento de Engels de explicar los orgenes del marxismo y la
crtica del sistema hegeliano (a travs de Feuerbach), de argumentar
la necesidad de una concepcin materialista de la naturaleza y de
insistir en un enfoque dialctico del materialismo, opuesto . a la
interpretacin mecanicista. Aunque se ha argido con frecuencia
que estas obras estaban afectadas de positivismo, que en el anlisis
de Engels se haban incrustado supuestos mecanicistas, un examen
detenido muestra hasta qu punto Engels haba conseguido tras
cender las formas mecanicistas de pensamiento basndose en una
crtica dialctica y en un conocimiento de la evolucin. Esto ltimo
era de una importancia crtica, ya que en la visin de Engels (como
en la de Marx) era la concepcin de la historia natural que sala del
anlisis de Darwin la que permita entender la naturaleza de modo
dialctico, es decir en trminos de surgimiento. Fue esto lo que, en
su pensamiento, se convirti en la clave de la comprensin de las
relaciones entre lo que l llamaba "la concepcin materialista de la
naturaleza'' y la concepcin materialista de la historia.
Sin embargo, lo que principalmente faltaba en. el anlisis de
Engels era una comprensin suficientemente profunda de la base
flosfica de la concepcin materialista de la naturaleza que tena
Marx, y que haba surgido de su confront,cin con la flosofa de
Epicuro y con la de Hegel. Si Kant haba dicho de Epicuro que era
el "mximo flsofo de la sensibilidad, mientras que Platn lo era
del intelecto", Marx, como hemos podido ver, sustituy a Platn
por Hegel al establecer su propia antinomia, esforzndose as por
entender la relacin entre la dialctica inmanente del mximo fil
sofo materialista y la del mximo flsofo idealista. A partir de esta
indagacin crtica, dialctica, surgi la sntesis marxiana de mate
rialismo y dialctica, superponindose a una crtica similar que
Feuerbach llevaba a cabo a la sazn, pero yendo ms all que ste (y
347
|
i
que Epicuro), al alejarse de un materialismo puramente contempla
tivo y derivar hacia un materialismo ms prctico. Epicuro, sostena
Marx, fue el primero en descubrir la alienacin que, a travs de la
religin, se introduca en la concepcin huttiana de la naturaleza.
Hegel, por su parte, fue el primero en descubrir la alienacin del
trabajo (pero slo de una manera idealista, como alienacin del pen
samiento). La meta de Marx dentro de l historia de l flosofa consis
ta simplemente en combinar, dentro de una sntesis dialctica ms
amplia, la concepcin de la alienacin que se daba en la praxis, rela
cionada con Hegel, con la concepcin materialista &
la alienacin de
los seres humanos respecto a la naturaleza, que se hallaba en Epicuro.
Est claro que, en los ltimos aos de su vida, Engels habla empe
zado a reconocer la importancia de la tesis doctoral de Marx sobre
Epicuro, y su relacin con el desarrollo de la dialctica materialista.
Esperaba sin duda que Alexei Voden, con quien trat de estos te
mas, llevase el mensaje al marxista ruso Gueorgui Valentinvich
Plejnov (1856-191 8), y que era aqu, y no en el estudio de los
materialistas franceses, donde habla de hallarse la base para un enfo
que dialctico del materialismo (es decir: la concepcin materialista
de la naturaleza). Pero tambin est claro que Plejanov, que habla
desarrollado su propia concepcin del materialismo basndose en
un anlisis crtico del materialismo de la Ilustracin francesa, y que
cay en varias trampas positivistas, no capt H mensaje. Tal como
expone Voden, "Plejanov era de la opinin de que, cuando Engels
hablaba de los materialistas Demcrito y Epicuro, yo deb hacer que
la conversacin derivase hacia los materialistas franceses del siglo
XIII, "ms interesantes". Le hice observar que no poda perderme
el deleite de escuchar la exposicin que .Engels estaba haciendo de
la primera obra flosfica de Marx
'
''.
Para Engels, como para Marx, los orgenes del materialismo (su
base natural) no se hallaba en los materialistas franceses del siglo
XIII, cuyo materialismo era "exclusivamente mecdnico", sino en la
antigua Grecia:
348
`
--
La visi6n materialista de la naturaleza no signifca sino concebir
sencillamente a sta tal como existe, sin ningn previo ingredien
te, y as se la entendi originalmente entre los flsofos griegos co
mo algo natural. Pero' entre aquellos antiguos griegos ynosotros
yacen ms de dos mil aos de una visin del mundo esencial
mente idealista y, en consecuencia, el retorno a lo evidente por sf
mismo se hace ms difcil de lo que pudiera parecer a primera
vista.7
El no reconocimiento de estas ms profundas races filosficas del
materialismo que se halla tanto en Marx como en Engels tuvo
importantes consecuencias para el posterior pensamiento marxista
(despus de Engels), que con harta frecuencia cay en concepciones
mecanicistas, y en una visin del conocimiento como simple reeo
(o de correspondencia), an cuando supuestamente se haca hinca
pi en perspectivas dialcticas que rechazaban tanto el mecanicismo
.
como el idealismo. As, tericos como Plejanov produjeron algunas
de las peores formas de positivismo marxista. El materialismo de
Lenin (en especial el Lenin de los Cuaderos flos6fcos) presentaba
una mayor sofisticacin filosfca, pero no escapaba a las mismas
dificultades, lo cual planteaba autnticos problemas para el desarro
llo del materialismo dialctico. En la dcada de 1920; la influencia
positivista en el marxismo se hizo cada vez ms manifiesta, lo que
provoc la rebelin de marxistas occidentales tales como Lukcs,
Kirsch y Gramsci. Pero si estos pensadores, y posteriormente la
Escuela de Frncfort, resistieron frente a la invasin positivista en el
marxismo, lo hicieron, tal como recalcara E. Thompson, "a un
precio muy elevado". Dejaron una va abierta para "una epistemo
loga marxista que se puso de moda y qued atrapada en una prc
tica terica idealista''. Representaba una "grave regresin", cuando se
la compara no slo con la de Marx y Engels, sino tambin con la de
una figura como Caudwell, que integr en su anlisis una concep
cin materialista de la historia y un nfasis realista sobre las bases
fsico-naturales de la existencia, que hunde sus races en una com-
349
|
'
l
|
`
'
|
'
\
prensin de la necesaria interrelacin de la naturaleza con la socie
dad.'
A Engels, como hemos observado, le criticaron macistas occi
dentales acusndole de ser mecanicista y reduccionista en su mate-
.
rialismo, as como por intentar imponer sobre la ciencia una filoso
fa idealista de la naturaleza, derivada de Hegel.' Una de las posibles
interpretaciones es que Engels se sirvi
.
en exceso en la Filosofa de
la Naturaleza y de la Lgica de Hegel, superponiendo una dialcti
ca hegeliana desespiritualizada a una visin mecanicista del univer
so. 10 La aplicacin directa a los fenmenos naturales de una nocin
simplificada de la dialctica, concebida en forma de tres leyes gene
rales, que hace Engels, parece reforzar tal opinin.
Sin embargo, tal interpretacin de la sntesis a la que apuntaba
Engels es insatisfctoria por una serie de razones. En primer lugar,
por la amplitud de su crtica de Hegel, a consecuencia del idealismo
de ste, y del materialismo mecnico, por su mecanicismo, as como
por su adhesin al materialismo prctico de Marx. En segundo
lugar, por el fortsimo hincapi que Engels haca en la tercera crti
ca de Kant, especficamente en la "Crtica del juicio teleolgico",
que lleg a creer que proporcionaba una base para entender no slo
la crtica del pensamiento teleolgico, sino tambin cmo poda
integrarse sta con el darwinismo. En tercer lugar, lo cual tena la
mayor importancia, por su clara intencin de desarrollar una dia
lctica del surgimiento, en la que desempeaba el papel principal la
teora de Darwin de la evolucin. Para Engels (como para Marx),
una concepcin materialista y dialctica de la naturaleza, no slo era
posible, sino que, en gran parte, ya la haba proporcionado, para el
mundo natural, El origen de las especies de Darwin.
La dificultad que presenta la lectura de la inacabada Dialctica de
l naturaleza de Engels es que hay en ella una tensin no resuelta
que refleja ese estado inacabado que parece permitir ms de una
interpretacin: una dialctica fuerte y una dialctica dbil de la na
turaleza. Engels escribe a veces como si la dialctica fuese una pro
piedad ontolgica de la propia naturaleza; en otras ocasiones parece
350
'
! 1 :
inclinarse por el postulado crtico, ms defendible, de que la dialc
tica, en este campo, un dispositivo heurstico necesario para el ra
zonamiento humano respecto a la naturaleza. De hecho, ambos
argumentos pueden considerarse coherentes. Como dijera Hegel,
"la verdad es el todo". Pero inmediatamente aada que ese todo
slo puede entenderse, en consecuencia, en trminos de su "desa
rrollo". u De al1 que podamos conocer a la razn (o el mundo) sola
mente en el contexto de su surgimiento. Marx mismo tom de Epi
curo la concepcin materialista de que percibimos la naturaleza, a
travs de nuestros sentidos, nicamente conforme sta "pasa", es de
cir, en un proceso temporal; de m que "el libre movimiento de la
materia" sea parte de nuestra cognicin, ya que somos parte de la na
turaleza y la percibimos sensorialmenre, y de acuerdo con los con
ceptos que extraemos de esta percepcin sensorial. El razonamiento
dialctico puede considerarse, as pues, como un elemento necesa
rio de nuestra cognicin que surge del carcter emergente, tramitorio
de la realidad tal como la percibimos. "El libre movimiento de la
-materia -dice Marx-no es ms que una parfrasis del mtodo con
el que tratamos a la materia, es decir, del mtodo dialctico" .12 El m
todo dialctico presenta, por lo tamo, una alternativa ms radical al
argumento que usa Kant en su tercera crtica, a saber: que aunque
la teleologa no podra defenderse sobre la base de la razn pura, era
no obstante necesario utilizar explicaciones teleolgicas (esto es: que
implican finalidad) por motivos heursticos, con el fn de poder des
cribir a la naturaleza en absoluto. Aqu, el razonamiento dialctico,
la lgica del mrgimiento, desempea el mismo y necesario papel heu
rstico para nuestra cognicin que el que desempeaba la teleologa
para Kant. Pero, en el caso de Marx y Engels, las razones de esto son
ellas mismas materiales, basadas en una ontologia material del surgi
miento, una ontologa que comprende a los propios seres humanos.
El mundo material tal como se nos da, el mundo de la apariencia
objetiva, no es otra cosa, crea Marx, que "tiempo encarnado": mors
immortalis. "
Dado el hecho de que Marx (y tambin Engels) concibi una dia-
351
I
J
|
1
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l .
'
l '
'
. .
' .
poda aplicarse adems ms all de la evolucin orgnica, tambin
reino de lo inorgnico: a la cosmogona y la cosmologa. "La posi
CIn de Engels -dice Thomas Benton (en su valoracin ms madu
r
de la ecologa engelsiana)-puede verse como una primera apro
XImacin a una visin de las propiedades emergentes resultantes de
los sucesivos niveles de organizacin de la materia en movimien
to
,
.IG
Esa visin dialctica, centrada en el surgimiento, sostena Engels,
. era opuesta al "determinismo" que l asociaba con los materialistas
franceses, los cuales haban intentado "librarse del azar negndolo
de manera absoluta''. Antes bien la necesidad, como enseara Hegel
(y Marx haba descubierto asimismo en Epicuro) tena su fundamen
to en el azar (o la contingencia). "En su trascendental obra -dice
Engels-, Darwin"
parta de la ms amplia base existente para el azar. Precisamente
las infinitas diferencias accidentales entre los individuos de una
misma especie, diferencias que se van acentuando hasta que rom
pen el carcter de la especie, y cuyas causas inmediatas slo pue
den demostrarse en extraordinariamente pocos casos (el material
sobre los cambios contingentes que se ha acumulado entre tanto
ha suprimido y hecho aicos la vieja idea de la necesidad), le
indujeron a poner en tela de juicio la base anterior de toda regu
laridad en biologa, vale decir, el concepto de especie en su previa
rigidez e inalterabilidad metafsicas. Sin embargo, sin el concep
to de especie, toda la ciencia no era nada. Todas sus ramas nece
sitaban el concepto de especie: la anatoma humana y la compa
rada; la embriologa, la zoologa, la paleontologa, la botnica,
etc., qu eran sin el concepto de especie? Todos sus resultados,
no slo se ponan en tela de juicio, sino que se dejaban de lado.
El azar derroca a la necesidad tal como se la ha concebido hasta
ahora. La previa idea de la necesidad se quiebra. Mantenerla su
pone imponer dictatorialmente a la naturaleza, como ley, una de
terminacin humana arbitraria, que est en contradiccin consigo
misma y con la realidad; signifca negar de paso toda necesidad
interna de la naturaleza viva.17
353
i'
|
'
'
'
'
sde el
.
momento en el q
e lo
seres humanos empiezan a pro
ductr, co
ron el terren
para las plantas que llevaron posteriormen
te marmeros ycolonizadores .. Pero los animales ejercen un efecto
duradero
obre
,
e en algunos casos los animales planean respuestas a su
medw, toda la accin planeada de todos los animales nunca ha
conseguido imprimir l a impronta de su voluntad sobre
.
la tierra. Eso
ha quedado reservado a los humanos" .
Pero la capacidad del ser humano para imprimir su sello en la
naturaleza se ve limitada por su continua dependencia de un siste
ma natural del que la humanidad es una parte. As, la historia hu
n
ana, segn Engels, tropieza constantemente con problemas ecol
gicos que representan contradicciones en la relacin humana con la
naturaleza, contradicciones que slo pueden abordarse relacionn
dose con sta racion
.
alm
.
e
.
nte mediante la comprensin de las leyes
natur
les
.
y l a orgamzacwn de la produccin de acuerdo con este
conocimiento:
Pero no nos a
l
abemos en exceso por nuestras humanas victorias
355
'|
|
tiliza
ron los bosques de pinos de las laderas mendionales, ctll
dos
con tanto esmero en las laderas septentrionales, no tenan D Idea
de que, al hacerlo, estaban arrancando las ralees de la industria
lctea de la regin. Y an menos sospechaban que de ese modo
estaban privando de agua, durante la mayor parte del ao, a sus
manantiales de montaa, y haciendo posible que sus torrentes
inundaran con mayor furia los llanos en la estacin de las ll
.
uvias . . .
Se nos recuerda as a cada paso que en modo alguno dommamos
la naturaleza como domina un conquistador a un pueblo extrao,
como alguien que estuviese fera de la naturaleza; sino que, c
n
nuestra carne, sangre y cerebro pertenecemos a la natural
za, exis
timos en medio de ella, y toda nuestra supremaca consiste en el
hecho de que tenemos la ventaja, respecto a toda las dems cria
turas, de ser capaces de aprender sus leyes y aplicarlas correcta
mente.22
EL MARISMO Y | ECOLOGA DESPUS DE ENGELS
Suele afirmarse que, despus de Marx y Engels, el marxism
h
.
a
contribuido muy poco al anlisis ecolgico, al menos con antenon
dad a la dcada de I)7c,y que, fuere cual fuere el legado que los
fundadores del materialismo histrico dejaran en este campo, no tuvo
influencia alguna en las siguientes generacione
:
de tericos
I
_arxistas.
La verdad es, no obstante, que la crtica ecolgica de Marx, unto con
la de Engels, era bastante bien conocida (aunque sus fundamentos
356
filosficos estaban ms oscuros) y tuvo un impacto directo sobre el
marxismo de las dcadas que siguieron inmediatamente a la muer
te de Marx. Slo se descart ms tarde, especialmente en la Unin
Sovitica bajo Stalin, cuando el aumento de la produccin por mor
de la produccin se convirti en el objetivo capital de la sociedad
sovitica: Puede entenderse esto .aten!ndose a dos temas principa
les que surgen de la crtica ecolgica de Mx (y de Engls): el con
cep.to de desarrollo sostenible asociado con Liebig, y el anlisis coe
volutivo que emana de Darwin.
Incluso cuando Engels todava viva, la estrecha relacin entre la
visin del comunismo que tena Marx y la sostenibilidad ecolgica
se puso ya de manifiesto en las concepciones marxistas utpicas de
William Morris. Morris no ley El Capital hasta 1 883, el ao de la
muerte de Marx, y al mismo tiempo se declar abiertamente socia
lista. Adems de su argumentacin sobre la dispersin de la pobla
cin, con el fin de trascender el antagonismo entre la ciudad y el
. campo y su defensa de la vida silvestre (vase el Captulo V),se le
recordar (en el anlisis ecolgico) por el hincapi que hada en la
produccin nicamente para el arte o para el uso, no para el l ucro.23
A Morris le alarmaba la contaminacin de las ciudades y el
ambiente txico en el que los obreros industriales se vean obligados
a trabajar. Tal como escribiera en Commonwealth, en 1886:
Un caso de envenenamiento por blanco de plomo, del que ha
informado esta semana la prensa, merece que los trabajadores en
general le dediquen un poco de atencin. Si despojamos a la noti
cia de toda verborrea, viene a decir que se mat a un hombre al
obligarle a trabajar en un lugar en el que pululaba el carbonato de
plomo, y que no se tom precaucin alguna para evitar su pre
matura muerte. Un cheln extra por semana fue la generosa suma
que se le dio al pobre hombre, as asesinado, como compensci6n
por darle muerte. Es imposible que el patrn de este hombre no
conociera c riesgo que corra de morir prematuramente, y la cer
teza de que, antes o despus, resultara envenenado. )sin embar
go, todo lo que cjurado se ha atrevido a decir acerca de la cues-
357
tin ha consistido en "expresar la esperanza de
e el Sr. Lal
:
e
an
(supervisor de la fbrica) pudiera presentar pettc!Ones a Mmiste
rio del Interior con referencia al caso, con
_
el fin
.
de mostrar la
necesidad de que se adoptase alguna precauIn mas par
:
las per
sonas que trabajan en fbricas donde se realizan mezclas .
Se trata, no obstante de un ejemplo extremo del modo en q
e
.
con la vida de la gente trabajadora. En las actuales cir-
se uega
l ` l` '
`
cunstancias, casi la totalidad del trabajo que a CI
;
I IZaci
.
n Impo-
ne a las "clases inferiores" es malsano, lo que qutere decir que se
acorta con l la vida de las personas y, sin embargo,
uesto que no
degliellan a los trabajadores delante de nuestros oos, no pensa
mos nada al respecto."
En "Una fbrica como debera ser", Morris expona la visi
.
n de
un socialismo en el que las fbricas estaran instalada
en mediO
.
de
jardines, que los trabajadores cultivaran con su traba o voluntano:
Imposible, le oigo decir a un antisocialist
. Recuerda, amigo
mo, que la mayor parte de las fbricas mannen
.
en hoy grandes y
hermosos jardines, y no es raro que mantengan mduso parqu
:
s j
bosques de muchos acres de extensin, y por aadidura con ar
dineros escoceses, guardabosques, administradores,
rdas de
cotos de caza, etc., bien pagados, todo lo cual se
dmim
.
stra
.
con
el mayor despilfarro concebible. Slamente
.
que Ichos ar
.
di
es,
hallan digamos a veinte millas de distancia de la fabnca,
etc., se , ,
.
b d l f'b .
lejos de los humos, y se mantien
ara mte
"
ro e a a IIl
tan slo, a saber el socio comanditano, quien qmz preste
.
"demas
el servicio de organizar el trabajo de la mis
a
.
(en su prop10 bene
ficio), en cuyo caso recibir una paga adicional absurdamente
d
.
d
esproporcwna a.
La fbrica del futuro, propona Morris, "no debe produci
srdi
dos desperdicios, ensuciar el agua, envenenar
on humos el a1e. No
necesito decir ms al respecto, puesto que, deando aparte c bene
ficio' , resultara bastante fcil""
.
La Liga Socialista, que Morris, junto con Eleanor Marx, contri-
358
se
chos y excrementos animales y humanos contienen los mgredt
n
tes qumicos que son los ms apropiados para la reconstr
cctn
del alimento humano. Resulta por tanto deseable consegutr este
abono en la mayor medida posible. Esta regla es transgredida
constantemente en la actualidad, esencialmente en las grandes
ciudades, que reciben cantidades ingentes de alimentos, pero slo
devuelven a la tierra una pequea porcin de la basura y los excre
menws valiosos. La consecuencia es que rodas las explotaciones
agrcolas que se encuentran a una cierta distancia de las ciudades
a las que envan anualmente la mayor parte de su
productos
sufren una considerable escasez de abono; el que obtienen de las
personas y del ganado que viven en la explotacin es insuficiente,
puesto que slo consumen una pequea parte de las cosechas, con
lo que se produce un ruinoso sistema de cultivo que e
r
pobrece
el suelo, hace disminuir las cosechas y aumenta el preciO de los
alimentos. Todos los pases que principalmente exportan produc
tos del suelo, y que no reciben a cambio materiales para abonar
lo, Hungra, Rusia, los principados del Danubio y Amrica, estn
siendo arruinados gradual pero inevitablemente. Es cierto que el
abono artificial, sobre todo el guano, sustituye m de hombres y
1
'
-
ganado, pero son pocos los agricultores que pueden adquirirlo en
cantidades suficientes, debido a su precio, y, en todo caso, impor
tar abono desde muchos miles de kilmetros de distancia, mien
tras se desperdicia el que se tiene ms cerca, es invertir el orden
natural de las cosas.27
La importante obra de Karl Kautsky, La cestin agraria ( 1 899)
desarroll estos temas de manera ms sistemtica. Inclua una sec
cin sobre "La explotacin del campo por la ciudad" en la que afir
maba que el fujo neto de valor desde el campo a l a ciudad
representa una prdida de nutrientes constantemente creciente,
en forma de grano, carne, leche, etc., que el agricultor tiene que
vender para pagar los impuestos, los intereses de los prstamos y
el arrendamiento de la tierra ... Aunque ese flujo no significa una
explotacin de la agricultura segn la ley del valor [del capitalis
mo], lleva no obstante ... a su explotacin material, al empobreci
miento de la tierra y sus nutrientes.
A formular su argumentacin en una poca en la que la industria
de los fertilizantes estaba ms desarrollada que en tiempos de Marx,
Kautsk presentaba una critica del uso rutinario de los fertilizantes
como consecuencia de la fractura metablica:
Los fertilizantes suplementarios ... permiten evitar la reduccin
de la fertilidad del suelo. Pero la necesidad de recurrir a ellos en
creciente medida no hace ms que aumentar la carga que sopor
ta la agricultura, no slo la que inevitablemente le impone la
naturaleza, sino como resultado directo de la actual organizacin
social. Si se superase la anttesis entre la ciudad y el campo ... los
materiales que se le quitan al suelo podran fluir de nuevo hacia
ste. En ese caso, los fertilizantes suplementarios tendran como
mucho la funcin de enriquecer el suelo, y no de evitar su empo
brecimiento. Los avances en el cultivo significaran un aumento
de los nutrientes solubles en el suelo, sin la necesidad de aadir
fertilizantes artificiales."
361
Siguiendo las lneas generales de la argumentaci6n de Marx,
Kautsky pas6 a afirmar que "el crecimiento de las ciudades y la ex
pansi6n de la industria, que agota cada vez ms el suelo e impone
cargas a la agricultura en forma de fertilizantes, necesarios para
combatir ese agotamiento, no se conforma con conseguir tal resulta
do. Le roba tambin a la agricultura su fuerza de trabajo" mediante
la "despoblaci6n del campo" .29
KauIsky se ocup6 tambin del creciente uso de pesticidas y atri
bua el aumento de las plagas al exterminio de los pjaros insectvo
ros debido a la extensi6n de los cultivos, a la sustituci6n de la selec
ci6n natural por la selecci6n artifcial en el cultivo de las plantas
(que tenda a reducir la resistencia a las enfermedades y las plagas),
y a las caractersticas de las "modernas operaciones de explotaci6n
a gran escala'', por las que, por ejemplo en la silvicultura, se estimu
la la destrucci6n de los bosques mediante "la supresi6n de las espe
cies de hoja caduca, de crecimiento lento, por las conferas, de ms
rpida explotaci6n". Por tanto, "a los costes de los fertilizantes vie
nen a aadirse los de los pesticidas"."
Preocupaciones parecidas se expresan en la obra de Lenin. En La
cuestin agaria los "crlicos de Marx" (1901) dice que
la posibilidad de sustituir los abonos naturales por los artificiales
y el hecho de que ya se haya hecho as (arcialmente) no refutan
en absoluto la irracionalidad de desperdiciar los fertilizantes y de
contaminar de ese modo los ros y el aire de los suburbios y de los
distritos industriales. Incluso en la actualidad hay explotaciones
agrcolas en las inmediaciones de las grandes ciudades que utili
zan los residuos urbanos con enorme benefcio para la agricultu
ra. Pero con este sistema slo se aprovecha una parte infinitesimal
de los residuos."
En mayo de 1917, cuando se encontraba en prisi6n, tambin Ro
sa Luxemburg demostraba su preocupaci6n a este respecto. Le escri
bi6 a su amiga Sonja Liebknecht que estaba estudiando "ciencias
naturales":
362
. l ,
geografa de las plantas y de los animales. Fue ayer mismo cuan
do le por qu las currucas estn desapareciendo de Alemania. La
explotacin forestal cada vez ms sistemtica, la horticultura y la
agricultura, estn destruyendo, paso a paso, todos los lugares en
que anidan y cran: los rboles huecos, las tierras en barbecho, los
macizos de arbustos y los matorrales, las hojas marchitas en los
huertos. Me afligi tanto leerlo. No porque se pierda su canto
para la gente. Ms bien era imaginar la extincin silenciosa, irre
sistible, de estas pequeas criaturas, lo que me hiri hasta el
punto de que tuve que llorar. Me recordaba un libro ruso que le
mientras estaba todava en Zurich, un libro del profesor Sieber
sobre el exterminio de los pieles rojas en Norteamrica. Exacta
mente del mismo modo, paso a paso, los hombres civilizados los
fueron persiguiendo y expulsando de sus tierras, y los abandona
ron para que perecieran-callada y cruelmente."
Fue no obstante Bujarin quien, de entre los primeros seguidores de
Marx y Engels, ira ms lejos en la aplicaci6n del concepto marxiano
de interacci6n metab6lica entre los seres humanos y la naturaleza, al
menos en un nivel general. "El proceso material del 'metabolismo'
entre la sociedad y la naturaleza'', escribe en El materialismo histrico,
es la relacin fundamental entre medio ambiente y sistema, entre
"condiciones externas" y sociedad humana... El metabolismo
entre el hombre y la naturaleza consiste, como hemos visto, en la
transferencia de energa material desde la naturaleza externa a la
sociedad ... As pues, la interrelacin entre sociedad y naturaleza es
un proceso de reproduccin social. En este proceso, la sociedad
aplica la energa del trabajo humano y obtiene una cierta canti
dad de energa de la naturaleza ("material de la naturaleza", en
palabras de Marx). El balance que aqu se establece entre gasto e
ingreso energticos es, evidentemente, el elemento decisivo para
el crecimiento de la sociedad. Si lo que se obtiene supera la pr
dida por el trabajo, de ello se derivan claramente importantes
consecuencias para la sociedad, consecuencias que varan segn la
cuanta de ese excedente."
363
Para Bujarin era la tecnologa la principal fuerza mediadora en el
intercambio metablico. El metabolismo social con la naturaleza
estableca en consecuencia un "equilibrio inestable" que, desde un
punto de vista social, poda ser progresivo o regresivo. "La produc
tividad del trabajo -dice- da una medida precisa del 'balance'
nentre sociedad y naturaleza". Un incremento en la productividad
social resultante de esta relacin se consideraba un proceso progre
sivo y, a la inversa, una disminucin de la productividad social,
debida a una relacin metablica mal adaptada -y aqu citaba
Bujarin "el agotamiento del suelo" como posible causa de tal dismi
nucin-significaba que la relacin era regresiva. Un declive seme
jante, arguye, poda conducir a una "barbarizacin" de la sociedad."
Todo "el proceso de la produccin social -insiste-es una adap
tacin de la sociedad humana a la naturaleza exterior". En conse
cuencia, "nada podra ser ms incorrecto que la consideracin de la
naturaleza desde el punto de vista teleolgico: el hombre, seor de
la creacin, con la naturaleza creada para su uso y rodas las cosas
adaptadas a sus necesidades". En vez de ello, los seres humanos esta
ban inmersos en una constante lucha activa por adaptarse. "El hom
bre como forma natural, as como la sociedad humana en su con
junto, son productos de la naturaleza, parte de este gran todo infi
nito. El ser humano no puede escapar nunca de la naturaleza, e
incluso cuando la "controla" esr meramente utilizando las leyes de
la naturaleza para sus propios fines" .`"Ningn sistema, incluido el
de la sociedad humana -recalca Bujarin- puede existir en un
espacio vaco; est rodeado de un 'medio ambiente' del que en lti
ma instancia dependen rodas sus condiciones. Si la sociedad huma
na no se adapta a su medio ambiente, no est destinada a esre mun
do". A buen seguro, la relacin humana con la naturaleza es menos
directa que la de otras especies, ya que est mediada por la sociedad,
y la sociedad es el medio humano inmediato. Pero la sociedad tiene
a la naturaleza como su medio: "Para el rbol en el bosque -como
dice el propio Bujarin-el medio ambiente est compuesto por ro
dos los dems rboles, el arroyo, la tierra, los matorrales, con todas
364
sus propiedades. El medio en el que vive el hombre es la sociedad;
el medio de la sociedad humana es la naturaleza exterior"". De he
cho, era necesario considerar que los seres humanos, resaltaba Buja
rin en la conferencia sobre la historia de la ciencia que pronunci en
Londres en 1931, y de nuevo, en 1937, en Arabescos flosfcos, "vi
ven y trabajan en la biosfera".
En la dcada de 1920, la ecologa sovitica era probablemente la
ms avanzada del mundo. Mientras los modelos de ecologa occi
dentales tendan an a basarse en modelos reduccionistas, lineales,
con una orientacin teleolgica, dirigidos a la sucesin natural, la
ecologa sovitica exploraba el desarrollo de modelos dialcticamen
te ms complejos, dinmicos, holsticos, coevolurivos. Los ms gran
des ecologistas rusos de las dcadas de 1920 y 1930 fueron V I. Ver
nadski ( 1863-1945) y N. I. Vavilov (1 887-1943). Vernadski alcanz
renombre internacional por su anlisis de la biosfera y como funda
dor de la ciencia de la geoqumica (o geobioqumica) . En 1926 publi
c La biosra. Como escribieran Lynn Margulis et al. en el prlogo
a la traduccin inglesa de esta obra, Vernadski "fue la primera per
sona en roda la historia que se enfrent con las reales implicaciones
del hecho de que la Tierra es una esfera autnoma". Fue slo como
consecuencia de los trabajos de Vernadski sobre la biosfera, con su
enfoque holstico, cmo finalmente se hizo posible para la ciencia
hallar una solucin al problema del origen de la vida a partir de la
materia inanimada (mediante discusiones entre cientfcos britni
cos y soviticos)."
Ms estrechamente relacionado con la revolucin proletaria que
Vernadski estaba el especialista en gentica vegetal Vavilov, que fue
el primer presidente de la Academia de Agricultura Lenin y que,
con el apoyo del Estado sovitico, aplic el mtodo materialista a la
cuestin de los orgenes de la agricultura. Fue Vavilov quien, en los
aos veinte, establec que existan una serie de centros de gran di
versidad gentica en las plantas -los ms ricos bancos de plasma
germinal, la base de todos los cultivos humanos-situados en los
pases subdesarrollados, "en regiones montaosas tropicales y sub-
365
I
l
'
'
ciencia de mantenerse materialista y dialctica se manifiesta por lo
tanto en "la aurocontradiccin burguesa en cuanto a la relacin de
individuo y medio, expresado como un mito acec
.
a de |n
;
uina".
Esto "nos proporciona la fundamental metafis1ca bwlog1ca del
materialismo cartesiano o mecanicismo, que acaba por reaparecer
en sus formas, aparentemente contradictorias, pero gemelas en rea
lidad, del idealismo vitalista o la teleolog' ."
El valor de la obra del propio Darwin, segn Caudwell, es que en
gran parte elude tales puntos e vista unil
terales y apunt
:
a una
perspectiva coevolutiva. Darwm fue el pnmero que ensen a la
gente a ver la naturaleza histricamente. "Si hacemos una represen
tacin diagramtica de la vid', dice Caudwell, (cayendo un poco
en una metfora de progreso lineal),
como una serie de pasos, a cada paso el medio se habr vuelto
diferente: a cada paso se dan diferentes problemas, diferentes
leyes, diferentes obstculos, aun cuando una serie cualquiera de
pasos, aparte de sus diferencias, tenga en comlm cierto
'
s
'
proble
mas, leyes y obstculos generales. Cada paso de la evoluc10n cons
tituye una nueva cualidad en s, lo cual implica una novedad que
|
.
d" 57
afecta a ambos trminos: a organismo y a me lo.
Caudwell rechazaba la burda nocin de que el medio ambiente era
siempre "hostil", y que debiera entenderse unilateralmente en tr
minos de la generacin natural de superpoblacin
de lucha por la
existencia dentro de cada especie y entre unas especieS y otras. Antes
bien deba considerarse como facilitador, a la vez que como !imita
dor. "Una concepcin anterior de la sociedad -seala basndose
?
n
descubrimientos antropolgicos-vea a la naturaleza como un sis
tema en el que la totalidad del mundo vivo cooperaba en la asisten
cia mutu'. Aunque en muchos sentidos era igual de ilusoria (o
incluso ms por las concepciones teleolgicas que adoptaba),
.
esta
visin cooperativa de la naturaleza captaba una parte de la realidad
que con harta frecuencia se le escapaba a la visin darwinista cruda
374
- .
':
,` `
.
:
.
-q
e no
.
hay que confundir con la obra de Dafin, ni con la de
sus Inmediatos seguidores, tales como Huxley-, como un mundo
de desenfrenada competicin y de supervivencia del ms dotado.
Caudwell argumenta convincentemente que las mismas rupturas de
la dialctica que caracterizaban el enfoque burgus de la economa
caracterizaban asimismo la concepcin de la biologa (y de la ecolo
ga), y parte del mismo tipo de crtica general que se aplicaba. A
saber: (1) "No es posible separar al organismo del medio, como si
fueran opuestos distintos entre s. La vida es la relacin entre los
polos opuestos que se han separado a partir de la realidad, pero que
permanecen en relacin a travs de la red del devenir". [2) "La evo
lucin de la vida no pueden determinarla nicamente las volunta
des de la materia viva, ni nicamente los obstculos de la materia no
viv'. (3) "Las leyes del medio, en la medida en que constrien el
funcionamiento de la vida, no se dan en ste, sino que se dan en la
relacin entre medio y vida". (4) "El desarrollo de la vida est deter
minado por las tendencias de sta. Pero la historia no realiza la
voluntad de los individuos; tan slo est determinada por ellos, y a
su vez los determin'. (5) "La relacin dentro de una especie, o en
tre una especie y otras, no es siempre hostil, en el sentido de que los
individuos luchen por la posesin individual de unos alimentos
escasos. La provisin de alimentos es en s misma consecuencia de
las relaciones existentes entre la vida y la naturaleza . . . De modo se
mejante, tampoco la multiplicacin de una especie es hostil a otra
si constituye el alimento de sta. Y puede tambin ocurrir que la
relacin entre especies sea beneficiosa, aunque de modo indirecto,
como cuando los pjaros expanden las semillas, las abejas el polen y
los plipos del coral forman arrecifes""
El hecho mismo de que la relacin existente entre organismos y me
dio tuviese precisamente ese carcter de relacin significaba, segn
Caudwell, que, como toda relacin, era mutuamente determinante,
y estaba conectada con c "cambio material'. En rigor, "lo que
constituye la realidad es un devenir material". 59 Esta perspectiva ma
terialista compleja, dialctica, coevolutiva, captaba la esencia de una
375
visin del mundo ecolgica. Como dijera E. Thompson cuatro
dcadas despus de la muerte de Caudwell, ste habla conseguido
trascender el positivismo a la vez que evitaba pagar el "elevado pre
cio'' que, despus de la dcada de 1 920, se asociaba con el "marxis
mo occidental", en el que una vez ms se rechazaba el materialismo
como inherentemente mecanicista, en favor de un enfoque dialcti
co que era esencialmente idealista. De este modo mantuvo un rea
lismo crtico, dialctico, y la posibilidad del naturalismo, evitando
la destruccin de la dialctica marxiana y la bifurcacin de los rei
nos humano y natural.
EL ECOLOGISTA DIALCTICO
La gran aportacin de Caudwell, como hemos visco, no escap a
la tragedia que rode al anlisis ecolgico marxista durante este
perodo. Caudwell muri antes de los treinta aos, y Herencia y
desarrollo, su obra con una orientacin ms coevolutiva, ecolgica,
no se public -a diferencia de codos los dems estudios que cons
tituyeron el libro Etudios y nuevos estudios en una cultura moribun
da-debido a su crtica explcita del lysenkosmo, contraria a la
ideologa de los comunistas britnicos de aquel momento, que asu
mieron la responsabilidad de publicar los manuscritos caudwellia
nos.
6
t
Sin embargo, a pesar de la prctica desaparicin del debate ecol
gico dentro de la teora social marxista desde la dcada de 1930
hasta a la de 1 970, no todo se perdi. Interpretaciones ecolgicas
impregnaban la tradicin cultural-naturalista britnica, representa
da por Raymond Williams y E. Thompson. Este lrimo, sobre
todo, estaba fuertemente infuido por el socialismo ecolgico de
William Morris, as como por el materialismo de Caudwell." Algu
nas escuelas de economa poltica marxiana, en especial la formada
en torno a la revista Monthl Review, que (a diferencia de la mayor
parte de la tradicin "marxista occidental") conservaron una fuerte
376
orientacin materialista, mantuvieron un cierto reconocimiento de
los temas ecolgicos. El hincapi que hiciera en la crtica del derro
che econmico bajo el rgimen del capital monopolista (relaciona
do con la contradiccin existente entre el valor de uso y el valor de
cambio) proporcionaba un molde ecolgico al anlisis de Paul
Sweezy ya en la dcada de 1940. El tema se reforz en la parte de su
obra correspondiente a las dcadas de 1 960 a la de 1990."
Mayor importancia tena sin embargo el hecho de que en Occi
dente existiera una refndacin del pensamiento ecolgico marxis
ta dentro de la propia ciencia (en especial en la biologa), en la que
exista un profundo compromiso con el materialismo y con la dia
lctica entre destacados cientfcos influidos por el marxismo, que
en algunos casos constitua las bases filosficas fundamentales para
sus descubrimientos cientficos. En Inglaterra surgi en los aos
treinta una ferte tradicin de cientfcos izquierdistas, entre los que
se contaban J. D. Berna!, J. B. S. Haldane y Joseph Needham
. Para
Berna! y Needham, las exposiciones que hicieran los miembros de
la delegacin sovitica, entre los que se contaban Bujarin, Vavilov y
Boris Hessen, en la Segunda Conferencia Internacional de Historia
de la Ciencia y la Tecnologa, celebrada en Londres en 1931, tuvie
ron una importancia crucial en la formacin de sus opiniones. Ber
na! se hizo famoso principalmente por sus historias de la ciencia, y
en especial por su famosa Science in History [Ciencia en la hitoria],
en cuatro tomos. En esta obra adopt una decidida perspectiva ma
terialista, aunque sea una perspectiva que ha sido criticada por pre
sentar ocasionalmente puntos de vista mecanicistas. Para Berna!, la
mayor expresin antigua del materialismo que ha sobrevivido es
De remm natura [De la naturaleza de las cosas}, de Lucrecio, que
muestra al mismo tiempo su poder para poner orden y el peligro
que ello representa. Es en lo esencial una filosofa de los objetos
y sus movimientos, una explicacin de la Naturaleza yla sociedad
desde abajo y no desde arriba. Hace hincapi en la inagotable
estabilidad del mundo en perpetuo movimiento, yen el poder del
377
hombre para cambiarlo aprendiendo sus reas. Los materialistas
clsicos no podan ir ms all, porque, como veremos, estaban se
parados de las artes manuales; y tampoco pudo hacerlo, en tiem
pos posteriores, el gran reformulador del materialismo: Francis
Bacon.
Berna! fue el primero en sugerir que, al criticar el materialismo
contemplativo en sus Tesis sobre Feuerbach, Marx no pensaba nica
mente en Feuerbach, sino que, en mayor medida an, pensaba en
"su viejo favorito Epicuro" .64
El bioqumico de Cambridge Joseph Needham, miembro de la
Royal Society, adopt una perspectiva dialctica y sostuvo que
"Marx y Engels tenan el suficiente valor para afirmar que sta [la
dialctica] ocurre en la propia naturaleza en evolucin''. Lo que es
ms: "el hecho indubitable de que ocurre en nuestro pensamiento
sobre la naturaleza se debe a que nosotros y nuestro pensamiento
formamos parte de la naturaleza'' .65 Needham rechaz explcita
mente la visin mecanicista y la vitalista, y se mostr a favor de un
enfoque dialctico y materialista.
Ms importante que Berna! o Needham fue Haldane, asimismo
miembro de la Royal Society, que fue una destacada figura en el
desarrollo de la sntesis neodarwiniana en la biologa. En 1 929 (un
ao despus de su viaje a la Unin Sovitica) , Ha! dan e, trabajando
en lneas paralelas a las del cientfico sovitico A. . Oparin, fue,
como ya hemos visto en el Captulo \el "codescubridor" de la pri
mera explicacin autnticamente materialista del surgimiento de los
organismos vivos a partir del mundo inorgnico, que actualmente
se conoce con el nombre de hiptesis de Oparin-Haldane y que el
anlisis de la biosfera de Vernadski hizo en parte posible. Comen
tando esta teora materialista de los orgenes de la vida (que cuenta
ahora con muchas adhesiones en la ciencia), dice Berna! en su mo
numental obra The Origins ofLi [Los orgenes de la vida} (1967)
que "La gran liberacin de la mente humana que supuso la com
prensin, resaltada primero por Vico y puesta luego en prctica por
378
' :
Marx y sus seguidores, de que el hombre se hace a si mismo, se agran
dar an ms ahora con el esencial contenido flosfico del nuevo
conocimiento del origen de la vida y la comprensin de su carcter
autocreativo" .
66
.
El propio Haldane era un ferviente partidario del naturalismo dia
lctico de Engels, y escribi un "Prlogo" a La dialctica de la natu
raleza. Segn Haldane, "si se hubiera estado ms familiarizado con
el mtodo de Engels, las transformaciones de nuestras ideas sobre la
fsica que se han producido en el curso de los treinta ltimos aos
habran sido mucho ms suaves. Si sus observaciones sobre el darwi
nismo hubieran sido conocidas de modo general, por mi parte me
habria ahorrado un cierto grado de confusin en mi proceso de pen
samiento"
6
7.
Aun cuando ha habido toda clase de discontinuidades, esta tradi
cin de la investigacin materialista y dialctica por parte de inves
tigadores con influencia marxista ha proseguido en las ciencias de la
vida, y adquiri incluso nuevo impulso entre los aos setenta y
noventa del siglo X, en la obra de importantes figuras como Ri
chard Lewontin, Stephen Jay Gould y Richard Levins (todos ellos
profesores de Harvard). El materialismo de estos pensadores se deri
va tanto o ms de Darwin que de Marx. Pero la deuda para con
Marx es clara. Es significativq que, en la obra de estos pensadores,
subsista una comprensin del prolongado debate sobre materialis
mo y teleologa, que los filsofos en general han perdido de vista en
la actualidad, lo que proporciona la base para un completo mate
rialismo ecolgico. En rigor, la prominencia misma de estos cient
ficos -Gould en la paleontologa y en la historia natural; Lewon
tin en la gentica, y Levins en la ecologa- indica la continuada
importancia de Marx, Darwin, el materialismo y el razonamiento
dialctico, en el anlisis de lo que, a grandes rasgos, cabe denominar
fenmenos ecolgicos.
Un intento general de bosquejar un nuevo materialismo dialcti
co lo desarroll la obra ya clsica de Levins y Lewontin The Dialec
tical Biologist [El bilogo dialctico} ( 1985). La caracterstica distin-
379
tiva de esta obra, dedicada a Friedrich Engels ("que se equivoc
muchas veces, pero que acert en lo importante") es su perspectiva
compleja, no teleolgica, coevolutiva. "Un compromiso con la vi
sin del mundo evolucionista -dicen Levins y Lewontin-es un
compromiso con una creencia en la inestabilidad y el constante mo
vimiento de los sistemas en el pasado, el presente y el futuro; se
snpone que ese movimiento es su caracterstica esencial". En el n
cleo del anlisis de Levins y Lewontin (como en el de Engels y
Caudwell, pero sobre una base cientfica ms slida) est la nocin
de "el organismo como el sujeto y el objeto de la evolucin". Esto
signifca que los organismos no se limitan a adaptarse a su medio,
sino que lo cambian. "Suele olvidarse que la plntula es el "medio"
del suelo, en el que el suelo experimenta grandes y duraderos cam
bios evolutivos como consecuencia de la actividad de las plantas que
crecen en l, y estos cambios actan a su vez sobre las condiciones de
existencia de los organismos". Este punto de vista esencialmente dia
lctico se utiliza luego para llevar a cabo la crtica del reduccionismo
ecolgico, que predomina en gran parte de la ciencia ecolgica, a
saber: la visin tradicional de la ecologa clementsiana de que los
ecosistemas presentan propiedades de diversidad, estabilidad y com
plejidad crecientes que atraviesan estadios sucesivos, como si fueran
efectivamente "superorganismos". Para Levins y Lewontin, por el
contrario, todos esos anlisis son "idealistas" y no dialcticos.
68
En Humanit and Nature: Ecology Science and Societ [La huma
nidad la naturalez: ecologa, ciencia sociedad] (1992), Yrjo Haila
y Richard Levins unieron este punto de vista con un anlisis de gran
alcance de los problemas de la ecologa, que inclua la "historia
social de la naturaleza'' vista desde una perspectiva marxista. En esta
obra introdujeron el concepto de "perodos ecohistricos" para
explicar la especifcidad compleja, cambiante, de la relacin huma
na ecoevolutiva con la naturaleza. Obras de este tipo hacen hinca
pi en la importancia de la relacin humana sostenible con la natu
raleza, no dentro de un marco esttico, sino dentro de una ms
amplia perspectiva que intenta centrarse en el proceso de cambio
380
inherente tanto a la naturaleza como a la sociedad, as como a su inte
raccin."
Stephen ]ay Gould reflexiona continuamente en sus escritos sobre
los principios del materialismo y del razonamiento dialctico que
inspiran su propia comprensin de la ciencia y su desarrollo. Su
obra se basa principalmente en Darwin, pero ocasionalmente recu
rre tambin a Engels, e incluso a Marx. El resultado es un dinmi
co tratamiento materialista y dialctico de la naturaleza y de la so
ciedad humana como un proceso de la historia natural, que se pone
de manifiesto en todo cuanto escribe, con independencia de cul sea
el tema. Es de la mayor importancia la forma en que se ocupa del
azar/la contingencia y del "equilibrio interrumpido".70
Si la relacin Darwin-Marx resulta evidente en la obra de pensa
dores tales como Lewontin, Levins y Gould, la relacin Liebig
Marx tambin lo es en el trabajo cientfco contemporneo. El mo
do en el que el anlisis de Marx en este campo ha prefgurado parte
del anlisis ecolgico ms avanzado de fnales del siglo X no puede
considerarse ms que sorprendente. Alguna parte de la investigacin
cientfica reciente ms importante sobre la ecologa del suelo, y en
particular la obra de Fred Magdoff, Less Lanyon y Bill Liebhardt, se
ha centrado en las sucesivas rupturas histricas ocurridas en los
ciclos de los nutrientes. La primera de estas rupturas, que se remon
ta a la segunda revolucin agrcola, se concibe en este anlisis en los
mismos trminos, por regla general, en los que originalmente la tra
taron Liebig y Marx, y se considera consecuencia del alejamiento
fsico de los seres humanos de la tierra y de la consiguiente fractura
en el ciclo metablico y la prdida neta de nutrientes del suelo resul
tante de la transferencia de productos agrarios (alimentos y fibras) a
cientos y miles de kilmetros. El resultado fue la creacin de una
industria de fertilizantes, externa a la economa agraria, con la que
se trat de reemplazar estos nutrientes.
Una rpIr posterior se produjo con la tercera revolucin agr
cola (el auge de la industria agrcola), que estuvo relacionada en
381
l
|
|
l
|
|
|
1.l
'
sus primeras etapas con la eliminacin de los grandes animales de
las exploraciones agrcolas, el desarrollo de grandes cebaderos
centralizados [edlots] y la sustitucin de la traccin animal por
tractores. Ya no era necesario cultivar leguminosas, qu
de un
modo natural fijaban el nitrgeno al suelo, con el fin de alimen
tar rumiantes. En consecuencia aument la dependencia de los
abonos nitrogenados, producto de la industria de los fertilizantes,
con roda suerte de efectos ambientales negativos, entre ellos la
contaminacin de las aguas freticas, la "muerte" de los lagos, etc.
Estas modificaciones y otros procesos estrechamente relaciona
dos con las mismas, se considera en la actualidad que han ido uni
dos a un distorsionado patrn de desarrollo que ha caracterizado
al capitalismo (y a otros sistemas sociales tales como el de la
Unin Sovitica, que reprodujeron la misma pauta desarrollisra),
y que han adoptado la forma de una fractura cada vez ms extre
ma entre la ciudad y el campo: entre lo que actualmente es una
humanidad mecanizada frente a una mecanizada naturaleza.71
Desgraciadamente, el reciente resurgimiento del pensamiento
ecolgico marxista, que se ha centrado primordialmente en la eco
noma poltica de las relaciones ecolgicas, ha tomado hasta ahora
escasamente noticia del materialismo ms profundo (ms profundo
en su punto de vista flosfico tanto como cientfico) y del materia
lismo ecolgico ms desarrollado, que con frecuencia se ha manteni
do entre los materialistas radicales dentro del mbito de la ciencia."
A pesar de los grandes avances producidos en el pensamiento eco
lgico dentro de la economa poltica marxista, y del redescubri
miento de gran parte de la argumentacin de Marx, el tema de la
relacin de la concepcin materialista de la naturaleza con la con
cepcin materialista de la historia (es decir, de la alienacin del tra
bajo con la alienacin respecto a la naturaleza) apenas se ha amplia
do en esos debates." La barrera establecida por la crtica filosfi
-
ca
dominante de la "dialctica de la naturaleza'' sigue siendo hegem
nica dentro de la propia teora social marxista; hasta tal punto que
toda indagacin creativa en esta direccin parece quedar bloqueada
382
desde el comien
o
:
(Una e
I
'
|
l
'
'
Epicuro llegaron hasta los comienzos de la poca moderna: las tres
cartas preservadas por Digenes Laercio como eptome de su siste
ma, las Doctrinas princiales (asimismo conservadas por Digenes)
y el poema de Lucrecio, que presenta fielmente el sistema de Epi
curo, y varias citas contenidas en las obras de otros autores. A pesar
de la amplia influencia que alcanz el epicuresmo en las pocas
helenstica y romana, la mayor parte de los escritos de Epicuro y de
sus seguidores perecieron o fueron desrrudos mucho antes del re
surgimiento de su pensamiento en el siglo XII. El descubrimiento
en dicho siglo de toda una coleccin de fragmentos carbonizados en
la biblioteca de Filodemo en Herculano (que qued enterrada en lava
por la erupcin del Vesubio del ao 79 de nuestra era) pareca indi
car que algunos de los escritos se recuperaran. Pero el proceso de su
recuperacin de los restos carbonizados era tan lento que Hegel, en su
Historia de l flosofa, llega a la conclusin de que "los fragmentos de
una de la obras de Epicuro, hallados hace aos en Herculano e impre
sos por Orelli . . . no ha ampliado ni enriquecido nuestro conocimien
to; de manera que debemos con roda seriedad lamentar el hallazgo de
las restantes obras"." Marx escribi sin poder beneficiarse de ms
escritos de los que ya conoca Hegel.
Sin embargo, el proceso de recuperacin ha continuado durante
los siglos XX y X. Los restos carbonizados se han transformado
en importantes secciones fragmentarias de la obra de Epicuro De l
naturaleza, con una amplia descripcin, en lneas generales, de la
mayor parte de esta voluminosa obra, que comprenda treinta y
siete romos, y que slo surge ahora. A esto hay que unir otros des
cubrimientos que se han producido desde que escribieran Hegel y
Marx. Slo unos aos despus de la muerte de Marx se descubrie
ron los
restos del gran muro de Digenes de Oenoanda, sobre el que
se encuentran inscripciones de las obras de Epicuro que se queran
preservar a travs de los tiempos, a lo que sigui el hallazgo del ma
nuscrito varicanense que contiene los proverbios de Epicuro.
Lo que ha emergido de todo esto es una visin de Epicuro que
contradice gran parte del pensamiento previo. Se revela ahora como
384
-
.. _
..
I .
_
{~
.
un pensador no reduccionisra, no mecanicisra, no determinista,
preocupado por el rema de la libertad humana y que encarna una
perspectiva dialctica. En trminos generales, la imagen de Epicuro
que ha emergido durante el pasado siglo es una imagen sorpren
dentemente acorde con lo que mantena Marx (y Kant sospechaba):
la de un pensador que se enfrent tanto al determinismo de la fsi
ca mecanicisra como a la teleologa de la filosofa idealista, tanto a
Demcrito como a Platn, con el fin de hallar espacio para la con
tingencia y la libertad.
Lo hizo, adems, desde un punto de vista que era crtico-materia
lista: un punto de vista que surga de postulados materialistas y que,
sin embargo, reconoca, en su concepto de la "anticipacin" (o de
las preconcepciones), la importancia de un cierro conocimiento a
priori, que no se derivaba directamente de los sentidos. La imagen
de la obra de Epicuro De la naturalez que ha emergido en aos
recientes es una imagen a la que David Sedley, la principal autori
dad en dicha obra, se ha referido como metodolgicamente riguro
sa y "dialctica" .77 El materialismo de Epicuro haca extensiva la li
bertad y la contingencia a los seres humanos y a toda la naturaleza,
mientras que no perda de vista el reino de la necesidad material. A
hacerlo, proporcionaba la base para una visin del mundo huma
nista y ecolgi
c
a. "Una vez que se haya considerado debidamente
roda la evidencia -escriben Long y Sedley (teniendo en cuenta los
materiales recuperados de la biblioteca de Filodemo en Hercula
no-, deber considerarse el epicuresmo mejor como una crtica
radical, pero selectiva, de la poltica de su poca, en vez de la postu
ra apoltica con la que suele identificrsele" .78
Marx estuvo fuertemente influido por el materialismo no deter
minista que crey encontrar en Epicuro (aunque no pudiera probar
lo acertado de su opinin dadas las fuentes a la sazn disponibles).
Esta opinin la transform absorbindola en su sntesis dialctica
ms amplia, en la que inclua tambin a Hegel, a la economa pol
tica, al socialismo francs y a la ciencia evolutiva del siglo XIX. Epi
curo, segn Marx, haba descubierto la alienacin con respecto a la
385
|
(
naturaleza; pero Hegel revel la alienacin de
_
los seres humanos e
relacin con su trabajo, y por tanto con la soc1ed
y con la e
pecl
fica relacin humana con la naturaleza. Marx foro con estas 1deas,
junto con el conocimiento crtico que haba extrad
de la e
on
?
ona evoluciOniS
ta de Darwin, una filosofa revolucionaria que asp1raba nada menos
que a trascender la alienacin en todos sus aspectos, a un mundo de
ecologa racional y de libertad humana con una base terrenal: la so
ciedad formada por los productores asociados.
+
386
NOTAS
NTRODUCCIN
I . Karl Marx, rmdr::c (Nueva York, Vinrage, 1973), 489.
2. La iinporrancia de Epicuro para la ecologa de Marx, as como la de Liebig y Dar
win, la puso de relieve hace unos aos, en un excelente bosquejo del desarrollo de
las opiniones ecolgicas de Marx, Jean-Guy Vaillancourr, autor que daramenre
apuntaba en l misma direccin del tipo de anlisis que ofrecemos en el presente
libro. Vase Jean-Guy Vaillancourr, "Marxism and Ecology: More Benedicrine
rhan Franciscan", en Ted Benton, ed., 1hc rccnn_c_Au>rm (Nueva York, Guil
ford, 1996), 50-63.
3. Bertrand Russell, "lnrroducrion". En Frederick Albert Lange, 1hc :Icijc_AuIc-
rul:m (Nueva York Humaniries Press, 1950), v.
4. Roy Bhaskar, "Materialism", en Tom Boctomore, ed., !rIcnuij c_ Aur:I
1hcu_hI (Oxford: Blackwe!l, 1983), 324.
5. Karl Marx, 1ttrcnAcIhcd(Oxford: Basil Blackwell, 1975), 190.
6. Bertrand Russell, :Icijc_\W:Icm1hlc:chj (Nueva York: Simon &Schuster,
1945), 246. Vase asimismo George E. McCarthy, Au>undIhcnrcnI: (Savage,
Md.: Rowman Litdefeld, 1990), 42-48.
7. Georg Wilhelm Friedrich Hegel, LcrI:trc: ctt Ihc rIcj c_ 1hlc:chj (Lincoln:
University ofNebraska Press, 1995), r. 2, 295-298.
8. Friedrich Engels, Ludu_1c:tcrurh undIhc mrcmc c_ Cm::rul rrmun 1hlc-
1c]h_(Nueva York: lnternarional Publishers, 1941), 17-21.
9. Heinrich Heine, clcrrcd1c:c (Harmondsworrh: Penguin Books, 1993), 238-40.
l0. Immanuel Kant, CrIgucc_1urccu:cn (Cambridge: Cambridge Universiry Press,
1997), 702-703, y CrIgucc_1urIrulcu:cn (Cambridge: Cambridge Universil)
Press, 1997), 1 17.
1 1 . Respecto a la funcin de la dialctica hegeliana de transcender la cosa en s de Kant
vase Charles Taylor, c_cl undAcdcm crcQ (Cambridge: Cambridge Univer
sity Press, 1979), 47-49.
12. Georg Wilhelm Friedrich Hegel, rcnrc c_L@k(Nueva York: Humanities Press,
1975), 154-155.
13. Karl Marx y Friedrich Engels, CcllcrrcdWrk: (Nueva York: Internado na! Publis
hers, 1975), 4, 125.
387
14.
15.
16.
17.
18.
19.
20.
388
Marx y Engels, CcllrrlrdWrk:, t. 1, 30, 64. En cuanto a la flosofa pura, Marx le
escribi a Ferdinand Lassalle que prefer a Aristteles y Hetclito, entre los anti
guo, al "ms fcil" Epicuro. Era sin embargo a Epicuro al que Marx haba dedi
cado un "estudio especial" debido a su importancia "[poltica]": presumiblemente
al concepto epicreo de la libertad y a su relacin con la Ilustracin. Cartas de
Marx a Lassalle, 21 de diciembre de 1857 y 31 de mayo de 1858, en Marx y
Engels, CclrrrrdWrk:, t. 40, 226, 316 {la palabra "poltica" aparece entre corche
tes en la cita porque es una reconstruccin editorial. No est clara la palabra exac
ta que utilizara Marx debido a que el manuscrito est daado).
Marx y Engels, Cclrrrrd Wrk:, r. 1, 62; Lucredo, n rhr ururr c_rhr Unvrr:r
(traduccin de Oxford en verso) (Nueva York: Oxford Universiry Press, 1999), 93
(I,865-870).
La referencia que aqu se hace a un "principio activo" debe relaciOnarse con el
materialismo ]rurrrc y contrastarse con su forma ms rcnrrm]mrvu. En modo
alguno pretende sugerir que la naturaleza impone relaciones a los seres humanos
en las que estos son simplemente "pasivos", que exista un "elemento pasivo en la
experiencia", como indica la desafortunada terminologa adoptada por Sebastiano
Timpanaro en la crtica, por lo dems vlida, de crr rl murrru:mc Este error
tiene su contrapartida dialctica, en el pensamiento de Timpanaro, en la tenden
cia de ste a contemplar la naturaleza en s en un sentido "pasivo", reducindola a
un conjunto de condiciones limiradores para los seres humanos. La ndole deter
minista de tales supuestos es propia del pesimismo excremo que caracteriza la
visin de Timpanaro. Vase S. Timpanaro, n Aurrrul:m (Londres: Verso,
1975), 34; Raymond Williams, 1rclrm: n Aurrrul:m und Cumrr (Londres:
Verso, 1980), 107-109; Perry Anderson, CcmdrrurcmcnV:rrmAur:m (Lon
dres: Verso, 1970), 60, 91.
Roy Bhaskar, 1hr 1c::lQc_ururul:m (Atlantic Highlands, N. J.: Humaniries
Press, 1979), 100.
Karl Marx, Cu]ru( t. 1 (Nueva York: Vintage, 1976), 92.
Bhaskar, 1hr 1c::lQc_ul:rul:m, 3; Roy Bhaskar, "General lntroducrion", en
Margaret Archer, Roy Bhaskar, Andrew Collier, Tony Lawson y Alan Norrie, eds.,
Cr:ruul:m (Nueva York: Rourledge, 1 998), xiii.
As se afrma de manera explcita en la gran obra de Georg Lukcs 1:rcru_rcn-
rrnrudrrm:r(1922), donde textualmente se dice:
Los malentendidos que surgen de la exposicin que hace Engels de la dialctica
pueden atribuirse principalmente al hecho de que ste -siguiendo la orientacin
equivocada de Hegel-haca extensivo el mtodo tambin a la naturaleza. Sin
embargo, los determinantes cruciales de la dialctica -la interaccin de sujeto y
objeto, la unidad de teora y prctica, los cambios histricos en la realidad, subya
centes en las categoras como causa radical de los cambios en el pensamiento,
etc.-no aparecen en nuestro conocimiento de la naturaleza.
Por importante que fueran estos puntos, la consecuencia para la propia obra de
Lukcs fue la radical separacin de la ciencia social de la natural, y de la historia,
: `
21.
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23.
24.
25.
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27.
28.
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30.
31.
32.
33.
34.
35.
de la naturaleza,
te modo, segn Bhaskar, Lukcs "inaugura una larga tradicin dentro del
marxtsmo, qu
onfunde la ciencia con su errnea interpretacin posidvista".
Bhaskar, rrmmnn_rulQ (Londres: Verso, 1980), 139.
Williams, /clrm:nAurrrul:m undCuhurr, 104.
lbid., 105. Vase asimismo E. Thompson, Aukn_ 1:rcrj (Nueva York: New
Press, 1994), 98.
Vase Stephen Jay Go
.
uld, 1hr Armrururr c_Aun (Nueva York: VV Norton,
1996); R. C. Lewonrm, Steven Rose y Lean J. Kamin, eds., cr n c:r rnr:
(Nueva York: Pantheon, 1984).
Massimo Quaini, r_ru]hj und Aur>:m (Toronto, N. J.: Barnes & Noble,
1982), 136.
David Goldblatt, crul 1hrcrj undrhr nvrcnmrnr (Boulder, Colorado: West
view Press, 1996), 5.
An
hon
y
Gidden
chael Redcl
.
lft y Graham Woodgate, "Sociology and rhe Environmem", en
Mtchael Redchfc Ted Benron, eds., crul 1hrcrj undrhr lculnvrcmn~r
(Nueva York: Rourledge, 1994), 53.
An
a B
n
:
Paul Sartre, 1hr rurrh_ruArrhcd (Nueva York: Vinrage, 1963), 7. Vase
astm1smo John Bellamy Fosrer, "lncroduction", en Ernsc Fischer, /curc rudKurl
Aur> (Nueva York: Monrhly Review Press, 1996), 7-30.
Marx y Engels, CcllrrrrdWrk:, J. 5, 36.
Un brillante ejemplo a este respecto puede verse en Carolyn Merchant, 1hr Lrurh
c_u
ruento u
tl
teral de la
.
tradicin baconiana, por su profunda crtica de las wn
den
7
tas mecantctscas y patnarcales de gran paree de la ciencia del siglo XII.
Chrlstopher Caudwell, rrnr:undrrcn:: Un]uh:hrdAunu:rrgr: (Nueva York:
Rourledge &Kegan Paul, 1986), 199.
Vase, por ejemplo, Wade Sikorski, AcdrmQ und 1trhnclc_y (Tuscaloosa: Uni
versiry of Alabama Press, 1993).
Respecto a la ndole compleja del concepto de "la dominacin de la naturaleza",
tal como se desarroll
.
a
.
partir de Bacon1 y del modo dialctico, ms complejo
todava, en que lo perctbtera Marx, vase William Leiss, 1hr Lcmnurcn c_u:-
Ic (Bosto
.
n: Beacon Press, 1974). Sobre la crtica que hace Marx del "ardid" de esti
lo bacomano, vase Marx, rmdr::r, 409-41 O.
389
36. Chrisropher Caudwell, Jmon und1rulQ (Nueva York: Internacional Publishers,
1937), 279.
37. Vase John Bellamy Foster, "Inrroduction ro John Evelyn's 1umt_um, r_un:-
Zr:on cnv:ronmrnr, vol. 12, n 2 Qunio 1999), 1 84-187.
38. Un anlisis histrico de la mejora baconiana y del concepto de "historia natural"
en el siglo XVII puede verse en Charles Websrer, 1hr rrur1n:ruur:on (Londres:
Duckworrh, 1975).
39. Caudwell, rrnr: undrr:on:, 187-188.
40. Rache! Carson, Lo:r Wod (Bastan: Beacon Press, 1998), 245.
41 . Barry Commoner, 1hr Clo:n_ C:rrlr (Nueva York: Knopf, 1971), 37-41. Aun
cuando Commoner formulase la cuarca ley informal como "no existe la comida
gratuita", el ecologista ruso Alexei Yablokov ha hecho una traduccin ms general
como "nada procede de la nada'. RolfEdberg y Alexei Yablokov, 1omoi1ouu:ll r
1ooLurr(Tucson: Universiry of Atizona Press, 1991), 89.
42. Vaillancourt, "Marxism and Ecology", 52, resalta la estrecha relacin existente
entre Epicuro (y Lucrecio) y Commoner.
43. Carson, Lo:r!Voodr, 230-231.
44. Richard Levins y Richard Lewonrin, 1hr !urrrrul :om_rr(Cambridge, Mass.:
Harvard University Press, 1985), 134.
45. Marx, 1tr: onArrhod, 191. Esa perspectiva compleja, dialctica, hay que diferen
ciarla de la ecologa tradicional, clementsiana, con su modelacin mecanicisra,
teleolgica, afio a la teora de los sistemas, que contempla los ecosistemas como
superorganismos que evolucionan en una direccin unilineal, hacia la estabilidad
y la diversidad.
46. Levins y Lewontin, 1hr !ulrrrrul olo_::r, 160.
47. Puede decirse que la sociologa medioambiental contempornea surgi en 1978
con la introduccin por William Canon y Riley Dunlap de la distincin entre el
"paradigma de la exencionalidad humana" (al que originalmente se llam "para
digma de la excepcionalidad humana"), que caracterizaba en su opinin a la mayor
parte de la sociologa posterior a la Segunda Guerra Mundial, y que negaba la
dependencia de los seres humanos respecto a la naturaleza, y el "nuevo paradigma
medioambiencal", que ellos proponan y que reconoca dicha dependenia. Se
entenda el primero de estos paradigmas como una forma de construccionismo
radial en la relacin humana con la naturaleza; el segundo, como un realismo refe
xivo. La irona es que este realismo, que caracterizaba a los sociologa medioam
biental en los EEUU, se ha encontrado lcim3mente a la defensiva en relacin con
exposiciones construccionistas ms extremas, provenientes de Europa {que refejan
el crecimiento del pensamiento culcuralista y posmodero radical), que ha forzado
al primero a redefiniese como un "construccionismo cauto" (frence Uconstruccio
nismo fuerte de las segundas). Sin embargo, lo que hasta el momento se echa nota
blemente de menos en todo este debate es un genuino intento de comprender la
naturaleza dialctica, coevolutiva, de la inceraccin enrre los seres humanos y su
medio fsico-natural. Vase William Catron y Riley Dunlap, "Environmental
390
Sodology: A New Paradigm", 1hr mrrrun orolo_:r, vol. 104, 13, j" 4
(Noviembre 1978), 252-256.
48. Este argumento se desarrolla de manera ms completa en John Bellamy Foster,
"Marx's Theory ofMetabolic Rift: Classical Foundations for Environmental Socio
logy", mrr:run joumul o_orolo@ vol. 104, no 2 (Septiembre 1999), 170. El
estado general en el que se encuentra l a sociologa medioambiental se expone en
Fred Burrel, "New Directions in Environmenral Sociology", nnuul 1rvru o_
or:olo_y vol. 13 (1987), 465-488.
49. Raymond Murphy, orolo_y und ururr (Boulder, Colorado: Westview Press,
1996), 10.
50. Riley Dunlap, "The Evolution ofEnvironmental Sociology", en Michael Redclifr
y Graham Woodgate, eds. Jnrrmu:onul Jundook o_nvronmrnrul orolo_y
(Norrhampton, Mass.; Edward Elgar, 1997), 31-32.
51 . Vase, por ejemplo, Robyn Eckersley, nv:ronmrnrul:m und 1olr:rul 1iroj
(Nueva York: Sta te University ofNew York Press, 1992).
52. Bhaskar, que hace una buena exposicin de la dificultad que presenta determinar
la relacin de Marx con el posterior debate en torno a la "dialctica de la naturale
za", dice al respecm: "Mientras que la evidencia indica que Marx estaba de acuer
do con la tendencia general de la intervencin de Engels, su critica de la economfa
pollrica no presupone ni conlleva una dialctica de la naturaleza". Bhasknr, 1rrlu:-
m:n_1rulQ; 122.
53. Carta de Karl Marx del 19 de Diciembre de 1 860, Karl Marx y Friedrich Engels,
rlrrrrdCorrr:ondrnrr, 1846-1895 (Nueva York: Imernational Publishers, 1936),
126.
LA CONCEPCIN MATERIALISTA DE LA NATURALEZA
I. Charles Darwin, orrook:, 1836-1844 (lthaca, N.Y.: Cornel
(
University Press,
1987), 375.
2, Charles Darwin, uro:o_ruhj {Nueva York: Harcourt, Brace, 1958), 120
3. Stephen Jay Gould aborda esta cuestin en un admirable ensayo ticulado "Dar
win's Delay'', en Gould, vrr :nrr !uru:n (Nueva York: VV Norton, 1977),
21-27.
4. !bid., 24-25.
5. Petry, citado en Arrhur O. Lovejoy, 1hr rrur Chun o_rn_ (Cambridge, Mass.;
Harvard Universiry Press, 1964), 190.
6. Respecto a la historia de la idea de la Ecala de la Naturaleza, incluida la propen
sin que se dio en el siglo XVIII y principios del XIX a "temporalizarla", vase
Loren Eiseley, !urun:Crnr_ (Nueva York: Doubleday, 1958).
7. !bid., 66-69, 88-89, 94, 353.
8. ]ohn Hedley Brooke, r:rnrr und1rlt_:on (Nueva York: Cambridge Universiry
Press, 1991), 193-194.
9. Vase Margaret C. Jacob., 1hr 1ud:rul nh_irrnmrnr: 1unrhrrr:, !ivrmu:on: und
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Republicans (Bastan: George Allen &Unwin, 1981), y Scientic Culture and the
Making of the lndwtrial \Yst (Nueva York: Oxford University Press, 1997).
1 O. John Locke, An Essay Concering Human Understanding (Nueva York: Dover,
1959), \. 2, 1 91 .
1 1 . Charles Coulsron Gillespie, Genesis and Geolog (Cambridge, Mass.: Harvard Uni
versity Press, 1996), 33-35,
12. Abraham Wolf, A Hist01y ofScience, Tchnology and Philosophy in the 18th Centry.
segunda edicin, revisada por Douglas McKie (Nueva York: Harper &Brothers,
1952, 784-787; John W. Yolton, Thinking Matter: Materia/sm in Eighteenth-Cen
H:_Britain (Minnepolis: University ofMinnesota Press, 1983), xi, 14, 107-125.
13. Paul HenryThiery, Batan d'Holbach, The System ofNature (Nueva Yotk: Garland
Publishing, 1984), t. 1, 138.
14. Wolf, A History ofScience, 787-791 .
1 5. Jbid. 791-793.
16. William Paley, National Theology (Londres: R. Faulder, 1 803), 473.
17. Howard E. Gruber, Darwin on Man (Chicago: University ofChicago Press, 198 1),
37; John Hedley Brooke, Science and Religion: Sore Historical Perspectives (Nueva
York: Cambridge University Press, 1991), 74-75; Thomas S. Kuhn, The Copemi
can Revolution (Cambridge, Mass.; Harvard University Press, 1985), 199, 235-
237. Kuhn pone de relieve el descubrimiento de Bruno de "la afnidad" del coper
nicanismo con el atomismo epicreo como su mayor contribucin a la ciencia,
pero parece desconocer la medida en la que la hereja del epicuresmo (que la igle
sia cristiana de la poca consideraba la mayor hereja contra la religin) era un ele
mento central de la condena de la Iglesia contra l. En consecuencia, Kuhn se pre
gunta sin Bruno fue realmente un "mrtir de la ciencia" en vez de un mrtir del
misdcismo. El enfoque de Brooke es importante a este respecto.
18. Gruber, Darwin on Marx, 204-205.
19. Janet Browne, Charles Darwin: V0yaging (Princeton, N.J.: Princecon University
Press, 1995), 72-78.
20. Gruber, Darwin on Man, 204.
21 . Sandra Herbert y Paul H. Barrett, "lntroduction to Notebook M.", en Darwin,
Notebooks, 1836-1844, 291. 638.
22. Darwin, Notebooks, 1836-1844, 551.
23. Francis Bacon, Philosophical Wrks (Nueva York: Freeport, 1905), 473; Darwin,
Notebooks, 1836-1844, 637. Darwin reaccionaba en parte ante el tratado de Brid
gewater del telogo natural William Whewell, que comentaba la afrmacin de
Bacon. Vase William Wewell, Astronomy and General Phsics Considered with
Refrence to Natural Theolog (Londres: William Pickering, 1 834), 355-356.
24. Darwin, Notebooks, 1836-1844, 614.
25. James R. Moore, "Darwin of Down", en David Kohn, ed., The Darwinian Heri
tage (Princeton, J. J.: Princeton University Press, 1985), 452; Adrian Desmond,
The Poltics ofEvolution: Morphology, Medicine and Refrm in Radical London (Chi
cago: Univecsity of Chicago Press, 1989), 412. 414.
392
.'
26. Darwin, Notebooks, 1836-1844, 532-533.
27. Jbid., 213.
28. John R. Durant, "The Ascent of Nature in Darwins's Descent of Man", en Kohn,
ed., The Darwinian Heritage, 30 l .
29. La tesis doctoral de Marx ha llegado hasta nosotros de forma incompleta. La lagu
na de mayor imporrancia es la prdida de los dos ldmos captulos (captulos 4 y
5) de la Parte Primeia de la tesis, lo que sabemos porque en el ndice figuran los
ttulos "Diferencia general en principio entre la filosofa de la naturaleza de Dem
crito y la de Epicuro" y "Resultados". (Tenemos, sin embargo, las noras del cap
tulo 4.) Echaros en falta asimismo la totalidad del Apndice de la tesis, salvo un
fragmento que lleva por ttulo "Crtica de la polmica de Plutarco contra la teolo
ga de Epicuro" (aunque tambin en este caso tenemos las notas del Apndice).
30. Respecto a la interpretacin tradicional, vase H. Adams, Karl Mar.-. in Hi Ear
lier Writings (Londres: George Allen &Unwin, 1940), 27-41. y David McLellan,
Marx Bere Marxism (Nueva York: Harper &Row, 1970), 52-68. La interpreta
cin de McLellan que contempla a Marx como si nunca hubiera ido ms all de
Hegel en su tesis, se basa en la previa afirmacin de este autor de la ''conversin de
Marx al hegelianismo", interpretacin que, al reducir a Marx a mero "converso",
claramente subestima (como la propia tesis doctoral pone de relieve) la lucha inte
lectual que Marx estaba llevando a cabo. Marx Befre Marism, 46-52. La inter
premcin de Mclellan es en este aspecto semejante, en cieno modo, a la que hace
Franz Mehring, quien, en su biografa clsica de Marx, afrma que la tesis docto
ral quedaba circunscrita "por completo dentro de la base idealista de la flosofa
hegeliana". La nica prueba que Mehring tena al respecto es que Marx rechazaba
el materialismo recanicista de Demcrito, y prefera el modelo materialista de
Epicuro, que, a diferencia de ste, hada ms hincapi en la actividad libre. Sin
embargo, lejos de demostrar que era un idealista hegeliano, la admiracin de Marx
por Epi curo, que se prolonga en sus obras posteriores, no hace sino apuntar a una
relacin mucho ms compleja con el materialismo, incluso en esta temprana etapa,
de lo que por lo general se supone. Vase Franz Mehring, Karl Marx (Ann Arbor:
Univecsity ofMichigan Press, 1962), 30.
31. Esta opinin de que Marx se inclinaba ya hada el materialismo cuando escribi su
tesis doctoral la indica el siguiente epigrama, escrito en 1837: "Kant y Fichte se
remontan al celeste azul/ en busca de un pas lejano;/ yo busco entender, profun
damente y de verdad,/ lo que en la calle encuentro". Karl Marx y Friedrich Engels,
Colected Wrks (Nueva York: Internacional Publishers, 1975), t. 1, 577.
32. !bid., 18-19.
33. James D. White, Karl Marx and the lntellectttal Origins of Dialectical Materialism
(Nueva York: St. Mardn's Press, 1996), 42. Tal como ha observado Norman Liver
god, "Marx se interesaba por el materialismo y en la poca en que escribi su
tesis doctoral. .. Es el concepto de la actividad libre lo que Marx considera la apor
tacin ms importante de Epicuro al materialismo". Norman D. Livergood, Acti
vit in Marx} Philsophy) La Haya: Martinus Nijhof 1967), l .
393
'
34. Maximilian Rubel and Margaret Manale, Marx WitiJout Myth: A Chronologica!
Stndy of His Lif and \\ork (Oxford: Basil Blackwell, 1975), 16-17. Marx presen
taba el materialismo epicreo como enemigo de la teologa cristiana ya en sus ex
menes de nio en el instituto. Vase Karl Marx, "On che Union of the Faithful
with Christ According to John", en Robert Payne, ed., The Unknown Karl Marx
(Nueva York: News York University Press, 1971), 43.
35. El corpus principal de la obra existente de Epicuro puede hallarse en Cyril Bailey,
Epicttrtts: The Etant Remains (Oxford: Oxford University Press, 1926). Whitney
J. Oates ha proporcionado una dl edicin que incluye la traduccin de Bailey de
los trozos existentes de Epicuro. The Stoi and Epicurean Philosophers: The Complete
Etant Writings of Epictmts, Epictetts, Lucretiw, Marc s Aurelim (Nueva York: Ran
dom House, 1940), De rertm natura, de Lucrecio, se ha traducido numerosas
veces, tanto en verso como en prosa. Debido a las difcultades que presenta la tra
duccin de un largo poema didctico, el lector de habla inglesa encontrar ttiles
las traducciones en verso y en prosa. En relacin con las primeras de estas traduc
ciones, vase la traduccin en verso de Ronald Melville, On the Natttre of the Uni
verse (Nueva York: Oxford University Press, 1999). Respecto a las traducciones en
prOsa, vase la de R. E. Latham (revisada por John Godwin): Lucrecio, On the
Natttre ojthe Universe (Harmondsworth: Penguin Books, 1994). En el texto que
sigue, se har referencia normalmente a la traduccin en prosa de Latham (y God
win), con ocasionales citas de la traduccin en verso de Melville, a la que se cita
como la traduccin en verso de Oxford. (Tambin se utilizar el sistema clsico de
referencia, indicando c libro y los versos del texto lucreciano). Hay que hacer
notar que desde los tiempos de Marx se han descubierto otras fuentes de Epicuro.
En 1884, un ao despus de la muerte de Marx, arquelogos franceses y austra
cos hallaron, en los restos de un gran muro de piedra en el interior de la actual Tur
qua, una inscripcin filosfca de las enseanzas de Epicuro que contiene exten
sos fragmentos de su obra. Linscripcin estaba grabada en forma de 120 o ms
columnas de texto que se prolongaban ms de cuarenta metros a lo largo del muro,
y haba sido hecha por iniciariva de uno de los seguidores de Epicuro, Digenes de
Oenoanda, hacia el ao 200 de la era actual. Vase Digenes de Oenoanda, The
Fragments (Nueva York: Oxford University Press, 1971). Adems de esro, la biblio
teca del principal defensor de las ideas de Epicuro en Italia, Filodemo de Gadara,
en Palescina, que viva en Herculano, qued sepultada por la erupcin del Vesubio
del ao 79. La paciente recuperacin de cientos de rollos de papiro carbonizados,
hallados al redescubriese la biblioteca en el curso de las excavaciones de Herculano
del siglo XVII, ha venido sacando a la luz pequeos trozos de informacin a lo
largo de los dos ltimos siglos. Gran parte de la obra de Epicuro De l Naturalez
ha sido hallada en los restos de Herculano y en la actualidad est siendo cuidado
samente reconstruida a partir de los rollos de papiro quemados. Una evaluacin a
gran escala y una sinopsis de esta obra epicrea se encuentra en David Sedley,
Lucretir and the Transrmation of Greek Wisdom (Nueva York: Cambridge Uni
versity Press, 1998), 84-133. Sedley demuestra, mediante una detallada comparacin
394
I
del poema de Lucrecio con el texro de Epicuro, lo que hace tiempo que los especia
listas han dado por sentado: que Lucrecio fue un epicreo "fundamentalisra" que
reproduca los argumentos e incluso el lenguaje del maestro, aunque en unos cuan
tos pasajes se apartaba de la estructura general (el orden dialctico de la argumen
tacin) del gran tratado de Epicuro. Vase asimismo Benjamin Farrington, The
Faith ofEpicurus (Nueva York: Basic Books, 1967), xi-xiii Marcello Gigante, Phi
lodemtJS in Ita/: The Books Jom Herculnettm (Ann Arbor: University ofMichigan
Press, 1990). Una tercera fuente de la que Marx no dispuso, la constituyen los frag
mentos de la Colecci6n Vaticana, una serie de afrmaciones doctrinales, principal
mente epigramas, que presentan la teora tica de Epicuro. Esra coleccin, que se
conoce tambin como "Los dichos de Epicuro", fue descubierta en 1888 (cinco
aos despus de la muerte de Marx) en un manuscrito vaticano del siglo XIV que
contena tambin el Manual de Epicuro y las Meditaciones de Marco Aurelio. Vase
Epicurus, Letters, Pincial Doctrines and Vatican Sayings (Indianpolis: Bobbs
Merrill, 1964), 89 (nora del traducror).
36. Vase Cyril Bailey, The Greek Atomist and EpimnJ (Oxford: Oxford University
Press, 1928), 128-133, 287-317; A. A. Long, Hellenistic Philosophy: Stoics, Epim
reans and Sceptics (Berkeley: University of California Press, 1986), 14-74. La des
viacin nunca se ha encontrado realmente en los escritos de Epicuro existentes. Su
conocimiento se bas; por completo en Lucrecio y en varias fuentes secundarias.
Varios editores de la "Carta a Herdoto" de Epicuro insertan la desviacin en un
determinado punto del texto (basndose en la lectura de Lucrecio) para hacer ms
inteligible el texto. El descubrimiento de De l Naturlez de Epicuro en la biblio
teca de Filodemo en Herculano suscit la esperanza de que se descubriese la expo
sicin por parte del propio Epicuro de la desviacin, pero hasta ahora la restaura
cin de la obra no ha producido tal resultado. Vase Epicurus, Letters, Princial
Doctrines, and Vtican Sayings. 12 (nota del rraductor); Gigame, Philodemts in
Ital, 43.
37. Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Lectnres on the Hstory of Philosophy (Lincoln:
University ofNebraska Press, 1995), r. 1 , 306.
38. Lucrerius, On the Nature ofthe Univme, 13-15 (1, 145-214); A. a. Long y D. N.
Sedley, eds., The Hellenistic Philosophers: Transltiom of the Princial Sources with
Phi/osophical Commentary (Cambridge: Cambridge University Press, 1987), 25-
27. El principio de la conservacin no era original de Epicuro. Farringron seala
que Demcrito fue "el primero en colocarlo en el sitio adecuado coro primer
principio de too pensamiemo cientfco acerca del mundo fsico''. Benjamn
Farrington, Science in Antiqtit (Nueva York: Oxford Universit Press, 1969), 46.
39. Epicurus, "Letter to Menoeceus", en Oates, ed., The Stoic and Epicttrean P!Jilosop
hers, 33; Cyril Bailey, The Greek Atomists and Epicttrs (Oxford: Oxford University
Press, 1928), 31 8.
40. Lucrerius, On the Natre of the Universe (traduccin en verso de Oxford), 17 (1,
475-485).
41 . Long and Sedley, eds., The Helenistic Philosophers, 88-89. Marx tom nota deca-
395
42.
43.
44.
45.
46.
47.
48.
49.
50.
51 .
52.
53.
396
liada del concepto de prolsls (anticipacin ) al principio de sus Cuaderos sobre l
flosoja epictrea, as{ como, posteriormente, en sus notas sacadas de Sexto Empri
co y de Clemente de Alejandrfa. Vase Marx y Engels, CollectedWrks, r. 1, 405-
406, 428, 478.
Cicern, en Long y Sedley, eds., The Hel/enistic Philosophers, 141. Vase asimismo
Epicurus, The Epicunts Reader (Indianpolis: Hackert, 1994), 51 .
Farrington, The Faith ofEpicurm. 108-109. Vase tambin Diogenes Laertius,
Lives ofEminent Philosophers, (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, Loeb
Classical Library, 1925), r. 2, 563; Bailey, The GrekAtomists and Epicnms, 245-
248; Long, Helenistic Philosophy 23-24. Respecto a la incerpreraci6n que hace
Gassendi del concepto de "anricipacin11 en Epicuro, vase Lynn Sumida Joy, Gas
sendi theAtomist (Cambridge: Cambridge University Press, 1987), 169. En cuan
ro a una interpretacin reciente, vase Gisela Striker, Esay on Hellenistic Epistemo
logy and Ethics (Cambridge: Cambridge Universiry Press, 1996), 150-165.
lmmanuel Kant, Critique ofPureReason (Cambridge: Cambridge Universicy Press,
1998), 290-291; Howard Caygill, A Kant Dictionary (Oxford: Blackwell, 1995),
74-75.
Marx y Engels, Collcted Wrkr, t. 3, 139; Lucretius, L the Nature ofthe Univer
se, 88.
Oares, ed., The Stoicand Epicttrean Philosophers, 35.
George A. Panichas, Epicttrm (Nueva York: Twayne, 1967), 83; Brad Inwood y L.
Gerson, eds., Hellenistic Philosophy (lndianpolis: Hackerr, 1988), 65; Oates,
ed., The Stoic and Epimrean Philosoplers, 35-39.
lbid.; Panichas, Epicurus, 1 16-117; Long and Sedley, eds., The Hellenistic Phi/o
sophers, 137. Marx y Engels, ColectedWrks, t. 5, 141.
J. Donald Hughes, Pan$ Travail: Environmental Poblems oftheAncient Greeks and
Romans (Balrimore: John Hopkins Universiry Press, 1994), 60, 123-124, 130-131,
144, 196. Clarence J. Glacken, en su discusin de Epicuro y Lucrecio, ponen gran
nfasis en la relacin naturaleza-cultura ( de toda la cuestin de la historia del
medio ambienre) en el pensamiento anriguo, Vase Traces on the Rhodian Shore:
Natttre and Cdtttre in Westem Thottght ftomAncient times to the Endofthe Eighte
enth CentJry (Berkeley: Universiry of California Press, 1967), 62-67, 134-140. Ya
a fnales del siglo 7, Michel de Monraigne, ensayista, escptico, humanista y
telogo de la naturaleza, del Renacimiento francs, se refri repetidamente a los
argumentos de Lucrecio en torno a la esencial semejanza existente entre los seres
humanos y los animales. Vase su Apologyfr Raymond Sebond (Harmondsworch:
Penguin Books, 1993).
Long y Sedley, eds., The Hellenistic Philosophers, 134.
Epicurus, "Letter ro Herodorus", en Oates, ed., The Stoic and Epimrean Philosop
hers, 13.
Lucrerius, On t!Je Natnre ofthe Universe, 154-155 (5. 101 1-1 027). Sobre Emp
dodes, vase Farringron, Science in Antiquir\ 40-43.
Arisrorle, Basic \Vorks (Nueva York: Random Housc, 1941), 240 (Libro ,capltu-
lo 8, seccin 198b).
54. !bid., 251.
55. Lucrerius, On the NatJtre of the Universe, 149-151 (5. 791-845); Roberr J.
Richards, "Evolution", en Evelyn Fox Keller y Elisabeth A. Lloyd, eds., Keyword
in Evolutionary Biolog(Cambridge, Mass. : Harvard Universicy Press, 1992), 99;
Sedley, Lttcretim and the Transfrmation ofGreek 'fisdom, 19-30; Henry Fairfeld
Osborn, From the Geek m Darwin (Nueva York: Charles Scribner's Sons, 1927),
36-68.
56. Lucrerius, On the Natltre ofthe Universe, 149 (5. 791-800); ` K. C. Gurhrie, In
the Beginning: Some Greek Views ofthe Origin ofLif and tbe Earl State ofMan
(lrhaca, N. Y:Cornell Universiry Press, 1957), 28.
57. Thomas S. Hall, Ideas ofLif and Master: Sntdies in the History ofGenera/ P!ysio
log 600 B. L to 1900A.D. (Chicago: Universir ofChicago Press, 1969), r. i, 19-
20, 128. Vase tambin Lucrerius, On theNature ofthe Universe, 59 (2. 865-885).
58. Lucretius, On the Natttre ofthe Universe, 152-166 (5. 916-1448).
59. Lucretius, On the Natttre ofthe Universe, (traduccin en verso de Oxford), 7 (I.
145-150); Michael R. Rose, Darwini Spectre (Princeton, J.].: Princeron Universir
Press, 1998), 217.
60. Tal como dice Jonathan Kemp, "La obra de Epicuro domina la historia del mate
rialismo temprano". Notas del editor en Jonathan Kemp, Diderot, Interpreter of
Natttre (Nueva York: Inrernational Publishers, 1963), 343.
61 . Hall, ItofLiandMater, t. I, I36.
62. Roben Hugh Kargon, Atomism in Englndfvm Hariot to Newton (Oxford:
Oxford Universiry Press, 1966).
63. Harior, citado en ibid., 24.
64. lbid. 27-29; J. A. Lohue, "Harrior (o Hariot), Thomas", Dictionary ofScientic
Biography. t. 6, 124.129.
65. Francis Bacon, Phi/osophica!Works, ed. John M. Robertson (Freport, N. Y.: Books
for Libraries Press, 1905), 754. Vase asimismo Thomas Franklin Mayo, Epicttms
in Englnd (1950-1725) (Dalias: Sourhwesr Press, 1934), 19-23.
, ` .
' -
History ofPhilosophy, 123-124: Saine, The Problem ofBeingModer, 193-205 .
1 13. Cyril Bailey, "Karl Marx on Greek Atomism", Clssical Quarterl vol. 22, nme
ros 3 y 4 Qulio-Octubre 1928), 205-206. Bailey pone de relieve la referencia de
Marx en sus Cuaderizos a "la dialctica inmanente del sistema epicreo" .
1 14. Farrington, The Faith ofEpimms, 7-9, 1 13-119; Farringron, Science in Antiquit,
123.
1 15. Oates, ed., The Stoic and Epicurean Philosophers, 13; Benjamin Farringron, Scien
LandPolitics in theAncimr World(Nueva York: Barnes &Noble, 1965), 146, 159,
173.
1 16. A. H. Armstrong, j'The Gods i n Plato, Plotinus, Epicurus", Clsical Quarterl
vol. 32, nms. 3 y 4 Qulio-Octubre 1938), 191-192.
1 17. Marx y Engels, ColectedWorks, vol 1, 29-30.
1 1 8. !bid., 40.
1 19. !bid., 43. Ludwig Feuerbach, cuya Historia de l Filosojl aModera desde Bacon a
Spinoz (1 833) es'rudi Marx mientras escriba su tesis doctoral, haba puesto de
relieve el papel que desempea el azar en el atomismo e Epicuro y de Gassendi.
"Hacer del tomo el principio de las cosas es hacer del azar el principio del
mundo". Citado en Mark VWartofky, Feuerbach (Nueva York: Cambridge Uni
versiry Press, 1977), 72.
120. Marx y Engels, CollectedWrks, t. 1, 36, 49-53. Sobre la cuestin de la desviacin,
que en la flosofa de Epicuro daba lugar al azar/la contingencia, sin los que la ,
naturaleza del universo ral como se pone de manifesto para nuestros sentidos sera
en realidad ininreligible, George Strodach, en el volumen editado por l, The Phi
losophy ofEpimrm (Evanston, Illinois: Norrhwestern Universiry Press, 1963),
observa que: 'jOcurre que la recria de la desviaci6n tiene una perfecta analoga en
el Principio de Incertidumbre de Heisenberg en la moderna fsica. Segn este prin
cipio existe una fundamental incertidumbre (que a veces se interpreta como a-cau
salidad) en el ncleo de la materia. El comportamiento de las parriculas subat6-
micas no es uniforme ni es totalmente preecible, ni siquiera en condiciones de
experimenraci6n idnticas".
121. Marx y Engels, CollectedWorks, t. 1, 49-53.
122. Ibid, 63-65. Hoy podramos captar el signifcado de todo esto diciendo que, para
Epicuro, el conocimiento del mundo material que adquirimos a travs de los sen
tidos es simultneamente el reconocimiento de la "fecha del tiempo": de un;
materialidad que pasa.
123. Sidney Hook, Toward the Understanding ofKrl Marx (Nueva York: John Day
Company, 1933), 93-96; Marx y Engels, ColectedWorks, t. 1, 485.
124. Sidney Hook, Towards the UndrstandingofKarlMarx, 52, 73.
125. Hegel, Letters on the History ofPhilosophy, t. 2, 365.
126. Diogenes Laertius, Lives ofEminent Philsophers, t. 2, 659 (, 134-135). Citado
segn Marx y Engels, Colected Wrks, t. 1, 42-43. Para una crtica ms detallada
de la fsica de Demcrito por su determinismo, que se incluye en De l naturale
z, vase Long y Sedley, eds., TheHelenisticPhilosophers, 102-104. Esta seccin de
401
la propia obra De l naturalez demuestra lo certera que era la concepcin que
rena Marx de Epicuro, a pesar de la escasez de fuemes de la que pudo disponer en
su poca.
127. Seneca, Ad Lttcilittm Epistulae Morales (Cambridge, Mass. Harvard UniverSity
Press, 1927, L. 1, 71-73 (Epstola XII); Marx y Engels, Co/ectedWorks, c. 1 , 41, 43,
82.
128. Epicuro, De l naturalez, citado por Sedley, Lucretitts and the Transnnation of
Greek Wisdom, 142, 88.
129. Epicuro, en Long y Sedley, eds. The Hel/enistic Phi/osophers, L 1, 102.
130. Marx y Engels, Co/lectedWorks, . 1, 45.
131. Ibid. pp. 44-45. La infuencia de Epicuro en el desarrollo de la ciencia basta para
demostrar que su flosofa no contradeca en modo alguno al realismo, aun cuan
do hiciera hincapi en la posibilidad abstracta.
132. Pi marco, Moralia, t. 1 4 (Cambridge, Mass. : Harvard University Press, 1967), 137-
149. La crtica de Plutarco a Epicuro est contenida principalmente en dos obras
en sus Morala: "El concepto de actualidad de Epicuro hace imposible una vida
placemera" y "Rplica a Colores". Marx respondi a ambas de manera extensa en
sus Cuadernos y en el fragmento que se conserva del Apndice de su tesis docto
ral.
133. Holbach, citado en Marx y Engels, Co//ectedWorks, t. 1, 102.
134. !bid, 174.
135. Marx y Engels, Collected\%rks, t. 6, 142.
136. Marx y Engels, Co/lected\Vorks, L. 1, 478, 473; Lucrecius, On theNatttre ofthe Uni-
verse, 88 (3. 861-870).
137. Mehring, Kar/ Marx, 26-27.
138. Marx y Engels, Co/lected\%rks, L. 1, 30.
139. Ibid., 446. Esta interpretacin que hace Marx de la opinin de Epicuro es sor
prendentemente semejame a lo que Marx llamara posteriormente su "mxima
Favorita": "Nihil humanttm a me alienttm puto [Ninguna cosa humana me es
ajena]. Karl Marx, "Confessions", en Teodor Shaning, ed., Late Marxand the Rus
sian Road (Nueva York: Monthly Review Press, 1983), 140.
140. Marx y Engels, Colected\%rks, c. 1, 30.
141. Esquilo, citado en ibid., 31 . El ms pleno desarrollo de la critica materialista de la
religin, crefa Marx, se encuentra en Lucrecio y Luciano. Pero trataba con desdn
la opinin de que aquellas ideas (es decir: la destruccin de la mitologa amigua)
hubieran hundido la civilizacin antigua. "No habra perecido el mundo antiguo
-se pregunta Marx-si se hubiera silenciado a la investigacin cientfca en toro
a los errores de la religin, si se hubiera recomendado a las autoridades romanas ...
suprimieran las obras de Lucrecio y de Luciano?u Marx conoca desde luego la ve
hemenre narracin biogrfca de Luciano, "Alejandro, el profeta impostor", en la
que se describa a los epicreos como los opositores ms valerosas a la supersdcin
y a la charlatanera religiosa, esta lrima simbolizada sobre todo por Alejandro de
Abonoteico (quien respondi a esta oposicin que se le haca quemando las Doc-
402
trinas princiales de Epicuro e intentando lapidar a uno de los seguidores del fl
sofo griego). Vase Luciano, SelectedSatires (Nueva York: N W. Norton, 1962),
267,300.
142. Marx y Engels, Collected Wrks, c. 1 , 73.
143. lbid., 70, 471. En su Lgica haba afrmado Hegel que el principio del tomo era
en s una negacin de lo fnito, un "principio del idealismo", es decir, del intelec
to. Vase Georg Wilhelm Friedrich Hegel, Science ofLoic (Nueva York, Humani
ties Press, 1969), 155.
144.Farrington, Sdence and Politics in theAncient \Vorl 148.
145. Marx y Engels, CollectedWorks, L. 1, 468.
146.Marx escribi un bosquejo del contenido de la Filosoja de l historia de Hegel
miemras trabajaba en su tesis doctoral.
147. Tambin se dedican elogios a Hume en el prlogo de la tesis doctoral de Marx, por
su postura antiteleolgica; as como a Kant,(aunque de modo ms ambiguo), en el
apndice de la tesis, por su refutacin, en la Criica de l raznpura de la prueba
ontolgica de la existencia de Dios. A Bacon se. hace referencia, en relacin con esta
crtica de la religin llevada a cabo por Marx, ya en 1 842. Vase Marx y Engels,
CollectedWorks, t. 1, 30, 104, 201.
148. Alexander Herzen, Selected Philosophical \rks (Mosc: Editorial en Lenguas
Extranjeras, 1956), 103, 221-223.
149. Marx y Engels, Co//ectedWorks, + 4, 124-126. Para Marx, el flsofo alemn de la
Ilustracin Gotrfried Wilhelm Leibniz (1646-1716) representaba la continuacin
de la tradicin metafsica del siglo XVII que vena de Descartes y Spinoza. La
metafsica leibniziana derivaba en gran parte su coherencia de su rechazo categri
co del materialismo de Epicuro, Gassendi, Hobbes y Locke, su defensa de la "causa
ltima (Dios)", y su punto de vista idealista en general. Vase G. V Leibniz, Phi
losophica/Esays (Indianpolis: Hackett, 1980), 245, 281-282, 292, 318, 329.
150. Marx y Engels, Collected Wrks, c. 5, 141-142. Sobre la infuencia de Epicuro (a
travs de Lucrecio) en el concepto hobbesiano del contrato social, vase Mayo,
Epicuros in Englnd 121. Marx haca referencia al contrato poltico en un pasaje
que afadi cuando revisaba su tesis doctoral. Marx y Engels, Colected Wrks, t. 1,
53.
151. Lucredo, On the Nature ofthe Universe (traduccin en verso de Oxford), 169.
152. Plurarco, Moralia, t. 14, 313.
153. Marx y Engels, Col!ectedWorks, t. 4, 128-120. Vase asimismo Boris Hessen, "The
Social and Economic Roots of Newton's Princiia", en Nikolai Bujarin et al.,
Sdence at the Cross Roads: Papers Pesentedat the lnterational Congress ofthe His
tory oJScience, and Technology, 1931 (Londres: Frank Cass, 1971), 181 . Hessen
arguye que, en Hobbes, el materialismo resultaba ms aceptable por cuanto se diri
ga a la comunidad cientfca e ilusrrada, mientras que la religin seguira domi
nando a las masas. "Se excluy al alma viviente del materialismo, y ste se torn
hostil a la humanidad. Este materialismo abstracto, calculador, formalmente mate
mtico, no poda estimular la accin revolucionaria".
403
154. Marx y Engels, ColectedWrks, r. 4, 1 29-133.
155. Karl Marx, Earl Writings (Nueva York: Vinrage, 1975), 424.
156. Friedrich Engels, Ludwig Feuerbach and the Outcome ofClssical German Philo
sophy (Nueva York: lnrernarional Publishers, 1941), 67.
157. Marx y Engels, Col!ectedWrks, r. 1 , 201 .
158. Alexei Mijailovich Voden, "Talles wirh Engels", en Instituto de Marxismo-Leninis
mo, Reminiscences fromMarxand Engel (Mosc: Edirora en Lenguas Extranjeras,
sin fecha), 332-333.
159. !bid., 333.
160. !bid., 326.
.)VERDADERA CUESTIN TERRENAL
I . Karl Marx y Friedrich Engels, Collected Wrks (Nueva York: lnrernariona Publis
hers, 1975), r. 1, 225.
2. Vase Karl Marx, "Preface ro A Contribution to a Critique ofPoliticalEconomy, "en
Marx, Earl Writings (Nueva York: Vinrage, 1974), 424.
3. David McLellan, KarlMarx (Nueva York: Harper &Row, 1973), 56; Franz Meh
ring, KarlMarx (Ann Arbor: Universiry ofMichigan Press, 1962), 41.
4. Vase Sidney Hook, Towards the UnderstandingofKarl Marx, (Nueva York: John
Day, 1933), 259-61.
5. Marx y Engels, CollctedWrks, t. 1 , 224-63.
6. Feuerbach, citado en Mark Wanofsky, Fetterbach {Nueva York: Cambridge Uni
versicy Press, 1 977), 436. La opinin de Marx sobre Bacon y Descartes expuesta
en The HolFami!, as como su comprensin de la relacin que el primero renfa
con Hobbes, era notablemence similar a la que tena Feuerbach; as ocurra res
pecto a su comprensin de la relacin de Bacon con Hobbes.
7. !bid., 197; Marx y Engels, Colected Works, r. 1, 103.
8. Vase Mehring, KrlMarx, 52-53; Alfred Schridt, The Concet ofNature in Marx
(London: New Lef Books, 1971), 22.
9. Ludwig Feuerbach, The FieryBrook (Garden Ciry, N.Y.: Doubleday, 1972), 164-
65.
10. !bid., 168, 185.
1 1 . !bid., 161, 171.
12. Ludwig Feuerbach, TheEsence ofChristianit(Bosron: Houghton Miflin, 1881 ),
270.
13. Karl Marx, Writings ofThe Yozmg Marx on Philosophy and Societ (Garden Ciry,
N.Y.: Doubleday, 1967), 95.
14. Feuerbach, FieryBrook, 172, 198.
15. Michel de Monraigne, An Apolgyfr Raymond Sbond (Harrondsworrh : Pen
guin Books, 1993), 170-75.
16. Feuerbach, Fiery Brook, 243-45.
404
1 ^
17. Marx y Engels, ColectedWorks, r. 1, 400.
18. Marx, Earl Writings, pg. 328.
19. !bid., 329, 31 1 .
20. !bid., 386.
21. !bid., 343, 318-21.
22. !bid., 319.
23. !bid., 239; Thoras Mnner, Colected Wrks (Edirburgo: T &J Clark, 1998),
335. Vase cambin Friedrich Engels, The Peaant ilr in Gennany {Nueva York:
lnrernational Publishers, 1926), 68.
24. Marx, EarlWrirings,.
25. !bid., 302.
26. !bid., 359-60
27. !bid., 174; G, V Hegel, Philosophy ofNarre (Nueva York: Huraniries Press,
1 970), t. 1 , 212. Hegel aadi "El propsito de estas conferencias (sobre la floso
fa de la namraleza) es el de expresar una imagen de la naturaleza,
a fn de some
ter a este Proteo: encontrar en esta exrernalidad nicamence un espejo de nosotros
mismos, para ver en la naturaleza un refejo libre del espritu: para comprender a
Dios ". !bid., 213.
28. Hegel, Philosophy oJNatttre, r. 1, pg. 212. Traduccin de Stephen Houlgare, ed.,
The Hegel Reader (Oxford Blackwel!, 1998), 260.
29. Augusre Cornu, The OrigimofMarxian Thought (Springfield, Illinois: Charles C.
Thoras, 1957), 37-44.
30. Marx, Earl Writings, 390.
31. !bid., 389-91.
32. !bid., 398-99.
33. !bid., 355.
34. !bid., 381-82, 385, 400.
35. !bid., 320.
36. !bid.
37. !bid., 348-49.
38. Feuerbach, citado en Warrofsky, Feuerbach, 451-52.
III. NATURALISTAS CLERICALES
I . Charles Darwin, Atttobiography (Nueva York: Harcourr, Brace, 1958), 59.
2. lb id., 87, Charles Coulsron Gillispie, Genesis and GeolgCambridge, Mass: Har
vard Universiry Press, 1996), 219; Antonello La Vergata, "Images ofDarwin," en
David Kohn, ed., The Darwinian Heritage (Princecon, N.J.: Princeton University
Press, 1985), 949; Stephen Jay Gould, Leonardos Motntain ofC/ms and the Diet
ofWrms (Nueva York: Crown Publishers, 1998), 296.
}. Darwin, Atttobiography, 56-58.
4. Thoras Malrhus, An Esay on the Princiie ofPoptltion andA Summary Viewof
405
the Pinciie ofPoptdation (Harmondsworth: Penguin, 1970), 205. (Las sucesivas
citas de esta obra se harn con el ttulo de FirstEssay).
5. Francis Bacon, Philosophical Wrks (Freeport, N.Y.: Books for Libraries Press,
1905), 91 , 456, 471-72.
6. Loren Eisely, Darwins Centt<ry (Nueva York: Doubleday, 1958), 14-15; John C.
Greene, The Death ofAdm (Ames, lowa: lowa Sra re Universiry Press, 1959), 1-3.
7. John Ray, The Wisdom o[GodManisted in the Works ofCreation (Londres: Ben-
jamin Walford, 1699), 35-39, 41 , 49; Greene, The Death ofAdam, 8-10 .
8. Ray, The Wisdom ofGod 53, 81, 1 16, 257, 425.
9. Greene, The Death ofAdm, 5.
10. William Paley, Natura! Theolog(Londres: R. Faulder, 1 803), 9.
I!. !bid., 344. Cuando Srephen Jay Gould compara la forma en que Paley y Smith
utilizan metafricamente la expresin "la mano invisible", afrma que "los dos
usos son diametralmente opuestos .. .
"
la mano invisible en el caso de Paley es la
intencin explcita de Dios (aunque
iry into Otr Pospect Respectingthe Future Removal or Mitigation ofthe Evils
which it Occassions (Cambridge: Cambridge University Press, 1989), t. 2, 140-41.
(las sucesivas citas a esta edicin se harn con el titulo de Second Esay.).
17. Malthus, Second Essay, t. 2, 101-5; Leslie Stephen, The Engiish Uti!itarians (Lon
dres: Duckworth, 1900), vol 2, !56.
18. Roberr Wallace, l.rious Prospects oflfankind Nature and Povidence (Londres: A.
Millar, 1761), 107, 1 14-17, 125.
19. William Godwin, Enqtiry ConcerningPoliticaljustice and its lnjttence on Moral
406
and Happiness (Toronro: University ofToronto Press, 1946), L. 2, 51 518.
20. !bid., 51 8.
21. Condorcer, Jean-Anroine-Nicholas Caritat, Marquis de, Sketchfr a HistoricalPic-
ture oftheProgesofthe Human Mind(Nueva York: Noonday Press, 1955), 188.
22. !bid., 188-89.
23. Malthus, FirstEsay., 71.
24. Ibid., 177; 1H Marx y Friedrich Engels, Historisch-Kritische Gesamtawgabe
(MEGA), parte 4, t. 9 (BerHn: Dietz Verlag, 1991), 229.
25. Malthus fe muy consecuente al evicar hacer referencias a la sobrepoblacin del
planeta en el sentido moderno, incluso cuando corrigi esos pocos pasajes de su
obra donde inadvertidamente dio la impresin de haber superado los medios de
subsistencia, al reemplazar esta expresin por "medios fciles de subsistencia."
Vase Edwin Cannan, A History ofTheories ofProduction and Distribtttion in
Englsh Political Economyfrom 1776 to 1848 (Nueva York: Augustus M. Kelley,
1917), 108.
26. Malthus, First E.say, 120, 134.
27. !bid., 124.
28. Malthus, SecondEsay t. l, 329.
29. Malthus, First Esay 76.
30. !bid., 89.
31. Cannan, A HistoryofTheories, 1 12.
32. Malthus, FirstEsay, 106.
33. !bid., 129, Second Essay, t. !, 312-13; Eiseley, Darwins Cenmry, 332.
34. Joseph Schumpeter, History ofEconomic Ana/sis {Nueva York: Oxford University
Press, 1954), 581.
35. Malthus, An Esayon the Pincipie ofPopuiation anda Summary Vicw oft!JePrinci
pie ofPopultion, 239.
36. Thomas Robert Malthus, Pamphiet (Nueva York: Augustus M. Kelley, 1970),
1 85; David Ricardo, Principies ofPolitical Economy and Taxation (Cambridge:
Cambridge University Press, 1951), 67; Malthus, First Esay, IOO.
37. Malthus, SecondEssay, . 2, 212; Piercy Ravensrone, citado en Kenneth Smith, The
Maithusian Controversy (Londres: Rourledge &Kegan Paul, 1951), 224.
38. Malthus, First Esay 89, 98.
39. !bid., 81, 92, 103, 124.
40. Malthus, SecondEsay, t. 1, 17-19, 81; t. 2, 97
41 . Godwin, Enqttir Concering Poltical jwtice, . 2, 517; John Avery, Progress,
Povert and Poptt!ation: Re-readingCondorcet, Godwin and MalthmLondres: Frank
Cass, 1997), 1 I .
42. Malthus, FirstEsay 1 18-19.
43. !bid., 1 1 8, 133.
44. !bid., 134, 143.
45. !bid., 94, 97, 102.
46. !bid., 1 15.
407
47. Vase AJan Macfarlane, Marriage and Love in Englnd: Modes ofReproduction
1300-1840 (Oxford: Blackwell, 1986).
48. Thomas Robert Ma!thus, Occasional Papers (NuevaYork: Burt &Franklin, 1963),
139.
49. Cannan, HitorofTheorie, 104, 1 13.
50. Parricia Jones, Imroducdon to rhe SecondE
ay t. 1 , ix-xv.
51 . Ma!thus, Second Essay, t. 2, 127-28.
52. !bid., t. 2, 127-28.
53. !bid., t. 2, 192.
54. Malthus, First Esay, 142.
55. Ma!thus, Pamphlts, 18.
56. Malrhus ro Ricardo, August 17, 1 817, en David Ricardo, \%rks and Correspon-
dence (Cambridge: Cambridge University Press, 1952), t. 7, 175.
57. Karl Mane, Earl Writings (Nueva York: Vintage, 1974), 408-9.
58. Cobbett, citado en Smith, TheMalthusian Controvers, 120.
59. Ma!thus, FirstEssay, 1 83-84.
60. Acerca de la teo
JGeologand
Paleontolog(Nueva York: Charles Scribner's Sons, 1901), 258-259.
31. Abraham Gotdob Werner, Short Clssication and Descrition ofthe VriotJS Rocks
(Nueva York: Hafner Publishing Ca., 1971), 102; Rachel Laudan, FromMinera
logto Geology: The Fottndtions ofa Science, 1650-1830 (Chicago: University of
Chicago Press, 1987), 88.
32. Laudan, From Mineralogy to Geology, 84-95.
33. Werer, citado en Ospovat, "Werer, Abraham Gordob:', 250-260; lmmanuel
41 0
Kant, Cosmology (Nueva York: Greenwood Publishing, 1968), 132-133; Paolo
Rossi, The DarkAbyss ofTime: The History ofthe Earth and the History ofNatiom
from Hooke to Vico (Chicago: University ofChicago Press, 1984), 1 1 1-1 12.
34. Laudan, From Mineralogto Geolog, 139-140.
35. Martin J. S. Rudwick, ed., Georges Cuvier, FossilBones and Geological Catastrophe:
New Translations and lnterpretations ofthe Pmiary Txts (Chicago: University of
Chicago Ptess, 1997), 70, 80, 265-266. Marx estaba familiarizado con la gran obra
de Cuvier Las revoluciones delglobo y probablemente la ley en la poca de sus tem
pranos estudios geolgicos. Vase Marx y Engels, Collected \\rks, t. 42, 322. La
obra de Cuvier la resaltaba asimismo Hegel en su Filosofa de l Naturaleza, que
Marx conoca bien. Marx prosigui sus estudios de geologa duranre coda su vida,
y posteriormente tom abundantes notas de los Pinciios de geologa de Charles
Lyell.
36. La tendencia a considerar a Werner principalmente en trminos de la posterior tra
dicin "neptunista" es fndamental en la argumentacin de Charles Coulsron
Gillispie, Genesi and Geolog (Cambridge, Mass. : Harvard University Press,
1966). Adems, un lugar comn de la historia de la geologa dentro de la tradicin
inglesa es que el concepto del tiempo geolgico lo desarrollaron principalmente
James Hutron y Charles Lyell. Aunque es cierro que Hmton y Lyell, desde su pers
pectiva por lo general uniformitaria, hicieron un hincapi sin precedentes en el
principio de la profundidad del dempo geolgico, sera errneo dar por supuesto
que la nocin del tiempo teolgico -si bien sobre bases algo diferentes-no esta
ba surgiendo tambin en el continente, a travs de la tradicin werneriana, tal co
mo la representaba la obra de Werner y de muchos otros, incluido Cuvier.
37. G. ! Hegel, PhylosophofNamre (Nueva York: Humanities Press, 1970), t. 3,
1 5-24, 33-36. El concepto de generatio aequivoca era comn a Aristteles, Lucre
do, Bacon y Hegel. Tena un signifcado ms especfco, en el que se supona, por
ejemplo, que el estircol poda generar espontneamente gusanos, y un signifcado
ms general que propona que, originalmente, la vida haba emergido a partir de
la materia inanimada, sin necesitar la intervencin divina. Lucrecio utilizaba el
concepto en ambos sentidos, pero resaltaba el ltimo. En Hegel y en Marx slo es
evidente el sentido ms general, y en l haba una fuerte infuencia de las opinio
nes que se exponan en la geognosia wereriana. As pues, el trato que Hegel da a
la geognosia y a la generatio aequivoca encaja bien con una perspectiva totalmente
materialista. No obstante1 se introduce en su anlisis, como otra hiptesis (que l
cree superior), un enfoque opuesto al concepto de la evolucin humana a partir de
otras especies animales, y de la creacin por separado, ms en la lnea de la narra
cin del Gnesis. No cabe duda de que Hegel quera defender una visin antro
pocntrica (y en ltima instancia religiosa) en estos campos, y que slo de mala
gana ceda ante los descubrimientos de la ciencia. Ibid., 23.
38. Hegel nO slo hada referencia a la generatio aequivoca, sino que insista tambin en
que la vida y la materia inorgnica eran cosas radicalmente distinras. "Incluso si la
tierra estuvo una vez desprovisra de seres vivos, y limirada a los procesos qumicos,
ere., tan pronto como el destello de la vida incide en la materia, se hace presente
41 1
una formacin determinada y completa, y surge completamente armada, c
O
mo
Minerva de frente de Jpiter. La narracin de la creacin que se ofrece en el Gne
sis sigue siendo la mejor, puesto que dice, con toda sencillez, que las plantas, los
animales y el hombre hicieron su aparicin en distintos das". Ibid., 32.
39. Marx y Engels, Colected Wrks, t. 2, 304-305. (A difetencia de las ediciones de
Obras completas de Vintage y de lmernacional Press, la de los Escritos tempranos
{Ear( Writings] de Marx contiene un evideme error: utiliza la palabra "geogenia"
en vez de "geognosia" .)
40. Lucretius, On the Nature ofthe Universe, 195 (5. 780-800). tposible que cuan
do Marx se refera a la "generado aequivoca" (a pesar de que suscitaba la cuestin
principalmente en un contexto geolgico, es decir, en relacin con la autogenera
cin de la tierra), conociese la obra de Pierre Louis Moreau de Maupertuis (1608-
1759), que fite el primero en dar a conocer en Francia el anlisis newtoniano.
Maupertuis se haba mostrado contrario a los aspectos deterministas y creacionis
as del newtonismo, y habfa buscado inspiracin en Epicuro y Lucrecio, haciendo
hincapi en la contingencia. Critic duramente la teologfa natural y el argumento
del propsito. Junto con otros materialistas, haca referencia a la "generacin
espontnea'' en la explicacin del origen de la vida. Esta idea adopt diferentes for
mas, algunas ms elaboradas que otras. Su versin ms sofsticada la desarroll Jean
Baptiste Pierre Antaine de Monet, Chevalier de Lamarck (1744-1 820), respecto a
la generacin espontnea que se dara nicamente en los organismos ms sencillos
a partir de la materia no viviente, y que gradualmente se transformaran en orga
nismos ms complejos, de acuerdo con la escala de la naturaleza. La idea de la
generacin espontnea se relacionaba, as pues, con la transformacin (o evolu
cin) de las especies. (Mupertuis, en contraste con Lamarck, haba defendido una
teora de la evolucin basada en los salros, que era la forma de teora evolucionis
ta ms comn antes de Darwin y en la que las especies nuevas no surgan de mane
ra gradual, sino mediante salros sbitos.) Para los materialistas/evolucionistas,
opuestos a la creencia en la creacin, era esencial que la vida se hubiese originado
en un momento determinado a partir de la materia no viviente, aunque no estu
viera claro el proceso por el que esto haba ocurrido. Vase Ernst Mayr, The
Growth of Biological Thought (Cambridge, Mass. : Harvard University Press,
1982), 328-329, y One LongArument: Charles D4rwin and the Genesis ofModer
Evo!utionary Thought (Cambridge, Mass.: Harvard University Press, 1991), 18.
41. Valentino Gerratana, "Marx and Darwin", New Lef Review n 82 (Noviembre
Diciembre 1 973), 60-82: Friedrich Engels, Anti-Diihring (Nueva York: Interna
cional Publishers, 1939), 82.
42. Richatd Levins y Richard Lewontin, The Dialectical Biologist (Cambridge, Mass.;
Harvard Universiry Press, 1998), 320.
43. Los trozos originales de Oparin y Haldane se encuentran en el Apndice I de la
monumental obra de J. D. Berna! The Origin ofLif (Nueva York: World Publis
hing Company, 1967).
44. Vase Georg Wilhelm Friedtich Hegel, Lectures on the Phi/osophy ofWorlHistor:
lntroduction (Cambridge: Cambridge University Press, 1975), 173-179, 218; Mas-
412
sima Quaini, Geography and Marxism (Totowa, N.J.: Bares & Noble Books,
1982), 20-26.
45. Carl Ritter, Comparative Geography (Nueva York: Van Antwerp, Bragg & Co,
1881), xxi, 59. En relacin con Ritter, vase T. Freeman, A Hundred Years of
Geography (Londres: Gerald Duckworth, 1961), 32-40, 321.
46. George Perkins Marsh, Man and Nature (Cambridge, Mass.: Harvard University
Press, 2965), ix, 35-36, 42-43; Lewis Mumford, The Brown Decade (Nueva York:
Dover, 1971), 35.
47. RudolfMatthai, citado en Marx y Engels, ColkctedWrks, t. 5, 471.
48. !bid., 471-473.
49. !bid., 475-476, 479, 481.
50. Marx y Engels, On Religion (Mosc: Editora en Lenguas Extranjeras, sin fecha),
95.
51. Charles Fourier, Selections (Londres: Swan Sonnenschein, 1901), 77, 109, 1 15-
1 17, 120, y The Theoryofthe Four Movements (Cambridge: Cambridge University
Press, 1996), 160-161; Owen, SelectedWrks, t. 2, 69, 84-85.
52. Marx y Engels, Collected Works, t. 1, 220.
53. Pierre Joseph Proudhon, What is Prpert? (Cambridge: Cambridge University
Press, 1994), 82-84.
54. Marx y Engels, ColkctedIVrks, t. 4, 32.
55. Karl Marx y Friedtich Engels, The Commtmist Manifsto (Nueva York: Monthly
Review Press, 1998), 52-53.
56. Pierre Joseph Proudhon, System ofEconoomical Contradictions (Nueva York: Arno
Press, 1 972), 28, 468-469.
57. !bid. 96-97.
58. !bid. 98-101.
59. !bid. 1 17-118.
60. !bid. 126-128.
61 . !bid., 168, 174-175.
62. Proudhon, citado en Karl Marx, The Povert ofPhilosophy (Nueva York: Interna
cional Publishers, 1963), 155-156.
63. !bid., 99, 1 1 5; KuMarx, Grtmdrisse (Nueva York: Vintage, 1973), 84-85.
64. Marx, The PovertofPhi/osophy, 119-120. Marx sabia desde luego que el concep
to de providencia lo haban empleado en la Antigedad los estoicos en oposicin
al materialismo epicreo, tal como expone Cicern en 1naturalezde los dioses.
65. !bid., 98-99, 132-144, 184.
66. !bid., 109-110; Lucretius, On the Nature ofthe Universe, 88 (3. 861-870). Es en
esta misma seccin donde Marx hace su conocida afirmacin epigramtica, a
menudo mal interpretada, de que "el molino a brazo produce una sociedad con
seor feudal; el molino a vapor, una sociedad con capitalista industrial". En vez de
sugerir algn tipo de determinismo recnolgico, Marx intentaba trascender las
ahisrricas concepciones proudhonianas referentes a la recnolog!a, la sociedad, las
ideas y Jas categor!as, sealando que todas Jas relaciones sociales, tecnoJog!as e ideas
eran de lndole histrica, parrc de un incesante proceso de cambio, y guc rodo
41 3
intento de argumentar sobre la base de principios eternos era en consecuencia err
nea. El nico hecho verdaderamente inmutable, como haba dicho Epicuro, era la
mortalidad misma.
67. Marx, 1hr 1cvrrQc_1hm:c]h_; 61-63.
68. !bid., 150-160, 162-163.
69. !bid., 69.
70. !bid., 126, 1 14.
71. Sobre los orgenes del Aungr:rc, vase Rob Beamish, "The Making of the Mani
festo", en Panitch y Colin Leys, eds., 1hr Ccmmm:r Aung:rc cu: crtul:r
1r_:rrr 1998 (Londres: Merlin, 1998), 218-239; y Dirk J. Struik, ed., 1hr rrh
c_rhr Ccmmun:rAun]:rc (Nueva York: Internacional Publishers, 1971).
72. Ted Benton, "Marxism and Natural Limits", ruLQ1rvOn 178 (Noviem
bre-Diciembre 1980), 82; Reiner Grundmann, Aurmundrclc_y (Nueva York:
Oxford University Press, 1991), 52, y "The Ecological Challenge to Marxism",
ruL_1rvru, no 187 (Mayo-Junio 1991), 120; Victor Ferkiss, um z, /rhnc-
lc_y undcrrQ (Nueva York: New York University Press, 1993), 108; Anthony
Giddens, Ccnrrm]cru_ Crrgurc_:rcrnul Jurrruh:m (Berkeley: University
of California Press, 1981), 59-60; John Clark, "Marx's lnorganic Body'', nvtron-
mrnrulrhr:, t. !!,n' 3 (Otofo 1980), 258; Michael Lowy, "For a Critica! Mar
xism", _un:rrhrCurrrnr, t, 12, n 5 (Noviembre-Diciembre 1997), 33-34. Inclu
so Bhaskar, a pesar de su ejemplar erudicin, incurre en esta opinin y se refere al
"prometesmo" de la "obra media y rardfa" de Marx. Roy Bhaskar, "Materialism",
en Tom Bottonmore, ed., !rrcnu_ c_Aur:r 1hc:t_hr {Oxford: Blackwell,
1983), 325. De la mayor influencia a este respecto es Leszek Kolakowski, Aun
Cu1rnr: c_Au:m, t. 1 (Nueva York: Oxford University Press, 1978), 412-414.
Esta crcica de Marx como "prometeico" ha sido objeto ltimamente de una serie
de refutaciones por parte de varios autores. Vase John Bellamy Foster, "Marx and
the Environment", en Ellen Meiksins Wood y Johan Bellamy Foster, eds., n
!qrn:c c_1:rc_(Nueva York: Monthly Review Press, 1997) 149-162; Paul Bur
kett, Aur undumrr: 1rdund Orrrn 1rr:]rrrvr: (Nueva York: St. Martin's
Press, 1999); y Walt Sheasby, 'Md-Promerheus, Post-Marx", i_unZrcn c
nvrcnmrnr, vol. 12, n' 1 (Marzo 1999), 5-44.
73. Wade Sikorski, AcdrrnQ und 1crhnclc_y (Tuscaloosa:
Universiry of Alaama
Press, 1993), 138.
74. Jean-Paul Sartre, 1hr rurrh_ruArrhcd (Nueva York: Vinrage, 1963), 7. Res
pecto a la ndole de la crtica de Marx, que suele atribuirle a ste opiniones que l
atac enrgicamence, vase John Bellamy Foster, "Imroducdon", en Ernst Fischer,
curc 1rudKr Aur (Nueva York: Monthly Review Press, 1996), 7-30.
75. La relacin del 1cmrrrc rnrudrnudc de Esquilo con los debates habidos en la Anti
gedad en corno a la ciencia y el materialismo la describe en detalle admirable
mente Benjamn Farrington en su obra rrnrr und1chrr: n rhr nrrnr Wrld
(Nueva York: Barnes &Noble, 1965), 67-86.
76. Algunas partes de la argumencacin que sigue sobre el Aungr:rc se desarrollaron
anteriormente en John Bellamy Foster, "The Communist Manifesto and the Envi-
414
77.
78.
79.
80.
81 .
82.
83.
84.
85.
ronment", en Panitch y Leys, eds., 1hr CcmmunrAun[:rc, 7-9.
Marx y Engels, 1hr Ccmmun:rAung:rc, 7-0.
Marx y Engels, CcrrrrdWcrk:, t. 5, 32-24, 64-65, 401.
Marx, Cu]ru( . 1, 637-638.
Marx y Engels, 1hr Ccmmm:r Aung:rc, 9-1 0,40.
Vase Friedrich Engels, 1hrcmn_Qur:rtcn (Mosc: Prgress Publishers, 1975),
92, y nr-!hrn_, 319.
Marx y Engels, 1hr Ccmm:tnrrAung:rc, 1 0.
Vase, por ejemplo, Michael LOwy, "Giobalization and lmernationalism: How
Up-to-Date is che Ccmmun:rAung:rc,Acnrh[1rvru, vol. 50, n 6 (Noviem
bre 1998), 20.
Francis Bacon, cvum r_unum (Chicago: Open Court, 1994), 43.
Marx y Engels, 1hr Ccmm:m:rAung:rc, II.
N LIMETABOLISMO DE LNATURALEZA Y U SOCIEDAD
!. El anlisis que sigue no aborda, excepto de manera tangencial, la relacin del an
lisis que hace Marx en l Cu]rul del valor econmico con su concepcin de la
naturaleza, puesto que ya ha sido estudiada por Paul Burkett en su mu_numu]m,
Aun undulurr: 1rdund Orrrn 1rrgrrrvr (Nueva York: Sr. Martin's Press,
1999). Lo que aquf_nos interesa es ms bien el anlisis ms direcrameme ecolgi
co que se hace en l Cu]rul, relacionado con los conceptos de fractura merabli
ca y de sosrenibilidad, y en la relacin de los mismos con las concepciones mate
rialistas de Marx de la naturaleza y de la Historia. En consecuencia, se recomien
da al lector que acuda al libro de Burkett para una mayor comprensin de cmo
la argumentaci6n que aqu ofrecemos se relaciona con la critica de Marx de la eco
noma poltica.
2. Karl Mrx, Cu]rul, t. ! (Nueva York: Vintage, 1976), 283; Karl Marx, Cu]rul, t.
3 (Nueva York: Vinrage, 1981), 949-950, 959.
3. Karl Marx, rmdrnr (Nueva York: Vintage, 1973), 604-6088.
4. !bid.
5. Sobre el hecho de que se debiera a Anderson la teorfa clsica de l a renta, vase
Joseph A. Schumpeter, :rc_c_rcncmrnu[:: (Nueva York: Oxford Uni
versity Press, 1951), 263-266.
6. James Anderson, nngu_nrc rhr urlrr c_rhr CcmLuu:,: urh u Vrurcrhr
ru Ccmll1c]c:rd_r rcrmnd (Edimburgo: Mrs. Mundell, 1777), 45-50, y
:crvurcn: cn rhr Arun: c_Jrrn_u]rr c_urtcnul1ndu:q(Edimburgo: T.
Cadell, 1777), 376.
7. David Ricardo, 1nrglr: c_1clrrul rcncmj und 1uxurcn (Cambridge: Cam
bridge University Press, 1951), 67.
8. James Anderson, J:uj: 1rMrn_ rc _rrulrurr und1urul _r1 (Londres; John
Bell, 1796), t. 3, 97-135. El conflicto entre el arrendatario de tierras de cultivo y
el terrateniente en torno a la inversin en mejoras de la agricultura, que habla de
415
9.
10.
1 1 .
12.
13.
14.
15.
16.
17.
416
ser un elemento central en la crtica de Marx de la agricultura capitalista en Gran
Bretaa, se detecta ya en el ''Bosquejo" de Engels de 1844. Vase Friedrich Engels,
"Outlines of a Critique ofPolitical Economf', en Karl Marx, Economic and Phi!o
sophical Manuscrits of 1844 (Nueva York: lnternational Publishers, 1964), 209-
210.
James Anderson, A Calm Investigation of the Circttmstances that Have Led to the
Pesent Scarcit of Grain in Great Britain: Sttgesting the Means of Alleviating that
Evil and Preventing the Recurrence ofmch a Calm in the Future (Londres: John
Comming, 1801), 73-75.
.
lbid., 12, 56-64; Edwin Cannan, A History ofTheories ofPodttction and Distribtt
tion in English Political Economy fom 1776 to 1848 (Nueva York: Augusrus M.
Kelley, 1 967), 1 14-1 15.
Karl Marx y Friedrich Engels, Historisch-Krtische Gesamtamgabe (MEGA),
PARTE 4, T. 9 (Berlfn: Dietz Verlag, 1991).
Karl Marx, Theories ofSttrplw Value, parte 2 (Mosc: Progress Publishers, 1968),
147-148.
Anderson, Essays Relting toAgriulrre, t. 3, 97-135, Capita4 t. 3, 757; Marx, The
ories ofSmlm Vlue, parte 2, 244.
Dado el olvido en que en general cay la obra de Anderson, incluso en el siglo
XIX, es interesante observar que, no slo Marx, sino tambin Darwin, se sirvieron
ampliamente de ella. En el caso de Darwin, Anderson representaba una fable
fuente de informacin sobre la cra animal y la herencia, y le cita con frecuencia en
The Vriations of Animals and Plnts tmder Domestication. Vase Charles !Mullett,
"A Village Aristotle and the Harmony ofinterestS: Janies Anderson {1730-1808)
of Monks Hill", The Joural of British Swdies, vol. 8, n 1 (1968), 94-1 18.
James Anderson, Recreation of Agrim!ure, Nattral-Hitor Art, and Miscellneom
Literatttre (Londres: T. Bentley, 1801), t. 4, 376-380.
Marx, Capital t. 3, 915-916. Este punto lo prefgura Marx (basndose tambin en
Liebig) en los Grtmdrise, 754.
Vase un ndice detallado y una serie de extractos de la larga edicin de Liebig a la
sptima edicin ( 1862) de su Organic Chemistry in its Application to Chemitry and
Physiology en The Chemical News, vol. 7, n 182 (30 de Mayo, 1 863), 256-258;
tambin el vol. 7, n 183 (6 de Junio, 1 863), 268-270; el vol. 7, n 165 (20 de
Junio, 1 863), 292-294; el vol. 7, n 186 (27 de junio de 1 863), 302-305. La tra
duccin del "Prlogo" y de la "Introduccin" a la sptima edicin de la gran obra
de Liebig sobre qumica agrcola no se publicen ingls, aunque todo el resto del
libro s acab publicndose, y aunque todas las ediciones anteriores de Liebig se
haban publicado en ingls slo meses despus de su aparicin en alemn. Lrazn
fue que esta "Introduccin" (o "Einleitung") se consider excesivamente crtica
con b "alta agricultura" inglesa [agricultura intensamente capitalizada]. El editor
ingls de las obras de Uebig lleg incluso a destruir el ejemplar en su posesin.
(Vase William H. Brock, ftsttts von Liebig: Cambridge: Cambridge Universiry
Press, 1997], 177). En consecuencia, las nicas traducciones publicadas en ingls
18.
19.
20.
21.
22.
23.
eran los
.
Iarg
?
s extractos aparecidos en The Chemical News, a los que hemos hecho
referenc
en
ara la produ
mo di
robos se mos
traban muy crdcos con lla teora de la renta malthustano-ncardtana. Adems,
Marx vea en Carey uno de los principales defensores (junto con James Anderson)
del crucial concepto de "capital tierra" (capital asociado con las "mejoras" huma
nas de la naturaleza y parte, por lo tanto, del clculo del valor, un concepto que
Marx
.
diferenciaba de la materia tierra). Sobre las opiniones de Marx sobre Carey,
vase principalmente Marx y Engels, Selected Correspondence (Mosc: Progress
Publishers, 1975), 78-79, 212-215 (Marx a Engels, 14 de Junio de 1853; Marx a
418
Ehgels, 26 de Noviembre de 1 860); Marx, Gnmdrisse, 883-893. Vale la pena aa
dir que Marx ejerca alguna infuencia sobre Carey, ya que, en su obra sobre el
comercio de esclavos, ste citaba extensameme en dos lugares los arrculos de Marx
en el New York Dail Tribune. La exposicin ms detallada de la relacin de Marx
con Carey se encuentra en Michael Perelman, "Political Economy and the Press:
Karl Marx and Henry Carey at rhe NewYrk Tribune': Discussion Paper Series, no
85-89, School of Behavioral and Social Sciences, California State Universicy,
Chico, 1985. Perelman demuestra que los fmosos artculos de Marx en el TribU
ne sobre el dominio britnico en la India, que a veces se ha considerado que defen
dan la tesis de que el imperialismo estaba desempeando un papel progresivo al
promover la industrializacin en la periferia, estaban escritos expresamente para
contrarrestar la interpretacin totalmente negativa a que haca Carey del papel
internacional de Gran Bretaa, y eran parte de una lucha interna por hacerse con
la hegemona terica dentro del propio peridico. Una valoracin sopesada de
Carey se encuentra en Schumpeter, Histor ofEconomic Analsis, 51 5-519.
P
ara un
tratamiento detallado reciente, vase Michael Perelman, "Henry Carey's Polidcal
Ecological Economic", Organiztion and Environment, vol. 12, n 5 (Septiembre
1999), 280-292.
30. Jusrus van Liebig, Letters on Moder Agrirolture (Londres: Walton & Maberly,
1859), 175-178, 183, 320.
31. Liebig, citado en K. William Kapp, The Social Costs ofPrivate Enterrise (Nueva
York: Schocken Books, 1971), 35.
32. Liebig, citado en Karl Kautsky, The Agrarian Qpestion (Londres: Zwan, 1988), t.
1 , 3: Liebig, "Einleitung", 80.
33. Jusrus van Liebig, Familiar Lettm on Chemitr. (Filadelfa: T. B. Peterson, 1852),
44. Publicadas como parte de las Obras compltas sobre l qzdmica (que compren
de una serie de obras separadas encuaderadas con la misma cubiena).
34. Edwin Chadwick, Report on the Sanitar Condition ofthe Labouring Popultion of
Great Britain (Edimburgo: Edinburgh Universi ty Press, 1963), 121-123; F riedrich
Engels, The Condition ofthe Wrking Clss in Englnd (
ry
.
(Nueva
York: Doubleday, 1958), 133; Ruskin, citado en J. N Burrows, Edttors lnt
o
duction'' @ en Charles Darwin, The Origin ofSpecies by Means ofNatural SelectJon
(Harmondsworth: Penguin Books, 1 968), 20.
9. Srephen Jay Gould, 1tt|lHottse: The Spread ofEcelencefom Plto to Darwin
(Nueva York: Three Rivers Press, 1996), 138.
10. Darwin, The Origin ofSpecies, 68.
1 1 . !bid., 1 16-17.
12. !bid., 1 19, 120; Stephen Jay Gould, Eight LittlPigies (Nueva York: NNNor-
ton, 1993), 302.
.
13. Darwin, The Origin ofSpecies, 1 16.
14. Mayr, One Long Argument, 79-81, 184: Gould, F1/Home, 41.
15. Marx a Engels, 18 de Junio de 1863, en Karl Marx y Friedrich Engels, Se/ected
Correspondence (Moscl: Progress Publishers, 1975), 120.
16. Desmond and Moore, Darwin, 20 i.
17. Diane Paul, "Fitness: Historical Perspectives", en Evelyn Fax Keller y Elisaberh A.
Lloyd, eds. Keword in Evolutionary Biolog(Cambridge, Mass.: Harvard Univer-
sity Press, 1992), 1 12-114.
,
18. Burrow, "Ediror's Introduction", 33.
19. Sumner, citado en Richard Hofstadter, Social Darwinism in American Thought
(Bosron: Beacon Press, 1955), 58. Vase asimismo William Graham Sumner,
Social Darwinism (Englewood Cliffs, N.J.: Prentice-Hall, 1 963). John D. Rocke
fller, citado en Alan Chase, The Legac ofMalth1s: The Social Costs ofthe N
:
w
Scientifc Racism (Nueva York: Alfred A. Knopf, 1977). Sobre Conrad y la crtica
del exterminismo, vase Sven Linquist, Eteninate al the Erutes (Nueva York:
New Press, 1996).
20. Stephen Jay Gould, EverSince Darwin (Nueva York: NNNorton, 1 977), 34-38;
Burrow, "Editor's lntroduction", 33.
21. Adrian Desmond, H: FromDevil' Disciple to Evoiution' HighPiest (Reading,
Mass.: Perseus Books, 1997), 276-280; Gould, Ever Since Darwin, 33; Hal Hell
man, Great Fmdin Science (Nueva York: John Wiley &Sons, 1998), 81-85.
22. Mayt, One Long Argument, 40-41.
23. Lyell y Mili, cit. en ibid., 41; Huxley, Darwiniana, 42, 54.
24. Huxley, Darwiniana, 54, 82-85.
25. !bid., 57, 85-91 .
26. !bid., 6, 12, 20, 77.
27. Burrow, "Edicor's lntroduction'', 46.7; Eiseley, Darwin' Centur 21 1-216, 233-
244, 252-253; Hellman, Great Feuds in Science, 105-110.
28. Thomas Huxley, Lay Sennom, Adress and Rcviews (Nueva York: D. Appleton and
Col, 188771), 246.
29. Eiseley, Darwins Centur, 239-242,
30. James A. Second, "lntroduction'', en Charles Lyell, Pinciies ofGeokg (Har-
424
mondsworth: Penguin Books, 1997), xiv; Huxley, Darwiniana, 52; Desmond,
Hux/e, 271-272.
31 . Paul Shorey, Pltonim: Ancient and Moder (Berkeley: Universiry of California
Press, 1983), 17; Desmond, Huxle, 595; Huxley, Lay Sermons, 346 Huxley criti
ca a Lucrecio, y a otros filsofos y cientfcos anteriores, por adoptar el concepto
de generacin espontnea. Respecto al contexto histrico del gran poema de
Tennyson In Mcmoriam, escrito en 1850, que condene el verso "Naturaleza, roja
en dientes y garras", vase Stephen Jay Gould, Dinosaur in a Haystack(Nueva York:
Random House, 1995), 63-75. Tennyson escribi tambin un largo poema dtula
do "Lucrecio", fantasiosa narracin de la muerte del gran poeta romano que ahon
daba asimismo en sus conceptos filosfcos. Vase Alfred Lord Tennyson, The
Poems ofTnnyson in Three Vlumes (Berkeley: Universicy of California Press,
1987), t. 2, 707-721.
32. Ernst Haeckel, Monism MConnecting Religion and Science: The Confssion ofFaith
ofa Man ofScience (Londres: Adam &Charles Black, 1895), 4; Anna Bramwell,
Ecology in the 20th Century (New Haven, Conn.: Yale University Press, 1989), 44.
33. Haeckel, citado en Frank Benjamn Golley, A History ofthe Ecosystem Concept in
Ecolgy (New Haven, Conn.: Yale University Press, 1993), 207.
34. Haeckel, Monism, 73-74.
35. Stephen Jay Gould, Ontogenyand Phylogeny (Cambridge, Mass: Harvard Univer
sity Press, 1977), 77-78.
36. Karl Marx y Friedrich Engels, Colected Works (Nueva York: lnternarional Publis
hers, 1975), t. 40, 551; t. 41, 232, 246-247. Catta de Marx a Engels, de 19 de
Diciembre de 1860, citada segn Karl Marx y Friedrich Engels,
"
Selected Corres
pondnce, 1846-1895 (Nueva York: lnternational Publishers, 1936), 126. La afr
macin de Marx recuerda a la "Crlrica del juicio teleolgico" de Kant. Se niega la
teleologa, pero se afrma la esencial tarea de proporcionar una explicacin racional
al proceso natural real.
37. William Liebknecht, "Reminiscences of Marx' , en Ir
i
sritutO de Marxismo-Leni
nismo, ed., Reminiscences o[Marxand Engel (Masc
alez. Au
r el ano
en el que se escribieron estos fragmentos, el hecho de q
e comen
a precisame
te
esos pasajes de Epicuro (as como de Leucipo Demcnt
) q
cita
.
En
els s
.
ugie
re que el fragmento estaba relacionado con el Prlogo amigue . Es signtfcatiVO al
respecto el hecho de que las notas procedentes especficamente de los atomistas
griegos estn en letra de Marx, lo que indica su colaboracin directa aqu con
Engels. Vase Marx y Engels, Collected Works, t. 25, 4;0
:
471, 67. Con referencia
a Kekul cita Engels un folleto, Fines logros de l Qmmtca, publicado en Bonn en
1878.
71. Engels, Anti-Dihring, 395-386
72. !bid., 444; Alexei Mikbalovich Vadeo, "Talks with Engels", en Instituto de Mar
xismo-Leninismo, ed., Reminiscences of Marx andBngel, 332-333.
73. Engels, Dialctics ofNature, 7, 13.
74. La frase "la revolucin del dempo antropolgico." procede de Thomas R. Traut
mann, Lewis Henry Margan and the lnvention of Kinshi (Berkeley: Universicy of
California Press, 1987), 35, 220. [El original dice "ethnological time', sin duda
porque procede de una obra de carcter etnolgico. Pero creemos pr
rible utili
zar "tiempo antropolgico" en este contexto, ya que se refere a la
nnguedad de la
especie humana en su conjunto. N. de los traductores]. En relaci
?
n
on la cue
de Brixham, vase Jacob W. Gruber, "Brixham Cave and the AnttqUIC of Man ,
en Melford E. Spiro, ed., Context and Meaning in Cultural Anthropology (Nueva
York: Free Press, 1965), 373-402; y Donald K. Grayson, The Establshment of
HumanAntiquit (Nueva York: Free Press, 1983), 179-188.
75. Cuvier, citado en Grayson, The Establishment ofHuman Antiquitl 51 .
76. Gruber, "Brixham Cave'', 382-383, 396: Lyell, Geological Evidentes.
428
77.
78.
79.
80.
81 .
82.
ol
n
.
Lubock, Pe-hist
.
ric Times (Londres: Williams Norgate, 1890), 1.
GetkJe, cu. en Gruber, Bdxham Cave", 374.
Lewis Henry M-r_an, Ancient Societ Or Researches in the Lines of Human Progess ftom Savagery Through Barbarism in Civiliztion (Nueva York: World Publishing
Company, 1963), prlogo.
La i
xton
:
s espe
cfcas enrre las ideas de Darwin y las de Margan . Slo es necesano senalar la
conexin entre los dos en la teora de la evolucin del cerebro humano.
,
89. Carl Resak, Lewis Henry Morgan, American Scholr (Chicago: n
_
iersity f Chi
cago Press, 1960), 100. En su juventud Horado (al igual que Y1rglho) esta a muy
infuido por Epicuro y admiraba el poema de Lucrecio.
. .
90. Insdcuro de Marxismo-Leninismo, ELibris, Krl Marxy Frtedrzch Engels, 132-
133.
91. Karl
M
arx, Gmndrisse (Nueva York: Vmrage, 1973), 182.
92. Marx, Capital, t. !, 286.
93. Karl Marx, Ethnological Notebooks (Assen, Pases Bajos: Van Gorcum, 1972);
Engels, The Origin ofthe Famil, Private Popertand the State, 71-73.
94. Teodor Shanin, ed., Late Marx and the Russian Road (Nueva York: Month
d
ly
Review Press, 1983). En 1869, Marx hizo extensos extractos de los Pincipios e
Geologfa de Lyell, a los que, en la dcada de 1870, siguieron extraeros d
n
mero
sas obras de geologa y de qumica. Vase E. C
lema
, "Shorr Co
mumcat!on on
m U ublishe Writing of Karl Marx Dealmg w1th Mathemaucs, rhe Natural
e np
h b " N
.
k 1 B kh
23-36.
Ed
.
f Th
97. Karl Marx y Friedrich Engels, "Prefce ro che Second Rstan n
.
e
Manisto of the Communist Part", en Shanin, ed., Late arx an t e usstan
Road 138-139.
98. Joseph Lesrer (editado con material adicional por Peter ],
h
ow
5
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:
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ter and the Making of Modern British Biolog (Oxford: Bntls ocery or t e IS
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Chair (Londres: Archibald &Constable, 1909), 1 17-123.
99. Lester, E. &y Lankester 80, 171179-181; E. Ray Lankeste
,
,
)he Ki
d
mgom
k
ofMa
(Londres: Watrs &Co., 1912), 9-1 1 , 34-37, 45. El matena "
'
."o e an ester e
llev tambin a anticipar en algunos aspectos la teora de Oparm y Haldane sobre
los orgenes de la vida. Vase Lester, E. Ray Lankester 90-91.
100. E. Ray Lankester, Science from an Esy Chair (Nueva York: Henry Holt, 1913),
368-369.
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l M
101. Lester, E. Ray Lankester. 185-1 87; Gould, ''A Darwintan Gent eman at arxs
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es arwm an ar
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430
Gould, The Rock ofAges (Nueva York: Ballanrine, 1999).
103. Friedrich Engels, "Letter ro Friedrich Aldolph Sorge", en Philip Poner, ed., Karl
MarxRemembered(San Francisco: Synthesis Publications, 1983), 28.
EPILOGO
I . Karl Marx y Friedrich Engels, extractos de The German Ideolog en Karl Marx,
Writings ofthe Ytng Mar on Philosophy and Societ (Indianpolis: Hackett,
1967), 408. Este es un pasaje tachado en el manuscrito, que no se incluye en la
edicin de Obras completas [ColectedWorks}.
2. Stephen !Caben, "lntroduction", en Nikolai Bukharin, Howit Al Begfn (Nueva
York: Columbia Universiry Press, 1998), vii-xxviii.
3. Nikolai Bukharin, Philosophical Arabesques, captulo 8, de prxima aparicin en
Monthly Review Press; citas a partir del borrador de la traduccin al ingls.
4. Nikolai Bukharin, HistoricalMaterialism:A SystemofSociology (Nueva York: Inrer
national Publishers, 1925), 108; Stephen ! Cohen, B11kharin and the Bolhcvik
Revolution (Nueva York: Oxford University Press, 1980), 1 18.
5. Nikolai Bukharin, "Theory and Practice from the Standpoint of Dialectical Mate
rialism", en Bukharin et al., Science atthe Cross Roads: PapersPresentedat tbe lnter
national Congress ofthe History ofScience and Tchnology. 1931 (Londres: Frank
Cass, 1971), 17.
6. Alexei Mikhailovich Veden, "Talks with Engels", en Instituto de Marxismo-Leni
nismo, Reminiscences ofMarxand Engel (Mosc: Editora en Lenguas Exrran,eras,
s.f.), 333. A pesar de la lectura extraordinariamente atenta y roda va fascinante que
hace Plejanov de los materialistas franceses) prcticamente no ciene conocimiento
de la rama ms imprtante del materialismo antiguo, la de Epicuro y Lucrecio.
Vase Georgi Plekhanov, SelectedPhilosophicalWrks (Mosc: P"rogress Publishers,
1 974), r. 1 , 482-494.
7. Karl Marx y Friedrich Engels, Co!lectedWrks (Nueva York: lnternarional Publis
hers, 1975), t. 25, 532; Friedrich Engels, L11dwigFmerbach and the Outcomc of
Clssical German Philosophy (Nueva York: Inrernarional Publishers, 1941), 68.
8. E. Thompson, MakingHistory (Nueva York: New Press, 1994), 98.
9. Vase la excelente exposicin que hace sobre esto Helena Sheehan, Marxismand
the Philosophy ofScience (Atlanric Highlands, N.J.: Humanities Press, 1985), 53-
64.
10. Esta era una valoracin provisional que yo aceptaba hace poco, pero que ahora
considero simplista en exceso, como consecuencia de una investigacin ms amplia
emprendida para escribir este libro. Vase John Bellamy Foster, "Marx's Theory of
Metabolic Rife: Classical Foundarions for Environmental Sociology", American
Jomal ofSociologvol. 104, n' 2 (Septiembre 1999), 399. En el momento en el
que escribl este artculo todava era yo partidario de una versin modificada de la
prohibicin pronunciada por Lukcs contra roda "dialctica de la naturaleza", y
43 1
1 1.
12.
13.
14.
15.
16.
atribua esta prohibicin al propio Marx. Ahora vuelvo a cOnsiderar que la cues
tin de la dialctica de la naturaleza sigue constimyendo un interrogante.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel, The PhenomenololgofMind(Nueva York: Har
per &Row, 1967), 81 .
Marx y Engels, Colected Wrks, t. 1, 65; Marx, Letterr to Kugelman (Nueva York:
lnterational Publishers, 1934), 1 12.
Marx y Engels, Collcted Wrks, t. 1, 65; Lucrerius, On the Nature ofthe Universe
(Harmondsworch: Penguin Books, 1994), 88 (3. 861-870), Karl Marx, The
Povert ofPhilosophy (Nueva York: Inrerational Publishers, 1963), 1 10.
Marx y Engels, Col/ectedWrks, t. 25, 492-493, 582.
!bid., 314; Thomas S. Hall, Ideas ofLi and Matter: Studier in the History ofGene
ralPhysiolog600.C.ro 1900 Z.C. (Chicago: Universidad of Chicago Press, 1969),
t. 2, 279.
Thomas Bencon, "Engels and the Poli HCofNature", en C. J. Arthur, Engel Today:
A CenturyAppreciation {Nueva York: Sr. Martin
'
s Press, 1996), 88. En este ensayo,
Benton se
parta
.
bastante radicalmente de su anlisis anterior de la ecologa de
Engels (e, Implcitamente, de la de Marx). Ya no le caracteriza como pensador .
estrechamente "promereico", sino como realista dialctica, plenamente consciente
de los lmites ecolgicos.
17. Marx y Engels, CollctedWrks, t. 35, 499-501.
!bid., 583-585. 18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
432
!bid., 23.
Engels, LudwigFeuerbach, 67.
Marx y Engels, CollctedWrks, r. 35, 459-460. Largumentacin de Engels acen
ta deliberadamente las semejanzas, incluso en las facultades mentales, que hace
incluso extensivas a la capacidad de razonar, entre los seres humanos y los anima
les, mientras que se centra en el cambio cualitativo que se produce como conse
cuencia de la organizacin social del rrabajo, especfcamente humana (que ha
desempefado el papel central en la evolucin humana). Esca perspectiva no antro
pocntrica, que atribula emociones y razn a los animales, era sobremanera impo
pular a fnales del siglo XIX. Se solan criticar opiniones de este estilo tachndolas
de anrropomorfzaciones. Sin embargo, esta era la postura general que adoptaba
tambin Darwin. Vase Charles Darvvin, The Eression ofthe Emotions in Man
andAnimal (Nueva York: Oxford Universiry Press, 1998).
Marx y Engels, Co/ecredWrks, t. 25, 460-461. En su valoracin madura de "En
gels y lapolrica de la naturaleza", Ter Bemon admite que esta afrmacin de Engels
contradice "el prometesmo sin matices que a veces se atribuye a Marx y Engels",
Bemon, "Engels and the Polidcs ofNature", 7778.
La argumemacin de Morris sobre la produccin para el uso frente a la produc
cin por el benefcio la analizo en John Bellamy Foster, The Vulnerable Planet: A
Short Economic History ofthe Environmt (Nueva York: Monthly Review Press,
1994), 67-68.
William Morris, "Notes on Passing Events", Commomveal**, vol. 2 (Octubre 23,
1 886), 122.
25.
26.
27.
28.
29.
30.
31 .
32.
33.
34.
35.
36.
37.
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V. I. Lenin, CollectedWrks (Mosdt: Progress Publishers, 1961), t. 5, 155-1 56.
Rosa Luxemburg, Letters (Atlantic Highlands, N.J.: Humanities Press, 1993), 202-
203 (Luxemburg ro Sonia Liebknecht, 2 de Mayo, 1917).
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nadsky, The Biosphere (Nueva York: Capericu
as
en el campo del pensamiento y la investigacin ecolgicos-sus ap
.
orta
IOnes
.
sls
remticas en este campo, representadas por obras tales como The Dudecttcal Bwlo
gist y Humanit and Nattre han tenido asta ahora e
s
:
infue
cia detec
.
cabl
:
en
los colaboradores de esa imporrame revista. Los anhss ecolgicos marxlStas de
la crisis medioambiental, en la medida en la que tienen una base c_ientlfca, den
den a centrarse en la energcica y a ignorar la evolucin.
73. Por ejemplo Natural Can, de James O'Connor (Nueva York: Guilford, 1998),
representa un intento innovador de introducir las "condiciones de produccin'de
Marx, incluida la naturaleza externa, en la dialctica del capital, pero no se entien
de en ella la forma en la que estas condiciones materiales de produccin se rela
cionan con la concepci6n materialista que tiene Marx de la naturaleza (as[ como
de la historia), ni con su anlisis del metabolismo de la naturaleza y la sociedad. En
el anlisis dialctico complejo de Marx, la alienacin respecto a la naturaleza es ms
que un simple teln de fondo para la alienacin del trabajo. En cambio, el nara
mienco ms dialctico de Paul Burkerr se deriva del hecho de que toma como
punto de partida la propia concepcin dialctica de Marx de las relaciones e
tre
naturaleza y sociedad (ya que estas se relacionan principalmente con la circulactn
del capital). Vase Paul Burkert, Marx and Natttre: A Red and Creen Perspectwe
(Nueva York: Sr. Martin's Press, 1999).
74. Vase Meira Hanson y Ariel Salleh, "On Production and Reproducdon, ldentity
and Nonidentit in Ecofeminist Theory", Organiztion cEnvironment, vol
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no 2 Ounio 1999), 207,218: Mary Mellar, Feminism and Ecology (Cambndge:
Poliry, 1997).
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r
of Philosophy (Lmcoln: Um
.
|
I
de Marx sobre, 1 14-19. 129, 179
Filodemo, 97, 384-5
filosofa griega, 18, 90, 108-9, 321-2
Fischer-Kowalski, Marina, 250-1
Fitton, N H., 188
Finroy, Robert, 290
fsiles, restos; examen de los, 188
Fourier, FcM-C. , 198-9, 215, 219
fractura metablica, 15, 221, 239, 252-3,
361, 370
Frncforc, Escuela qe, 12, 349, 370; crtica
ecolgica, 369-70
fuerza viral, concepto de, 247
Gall, Franz Joseph, 58-9
Gassendi, Pierre, Duds, 76-7, 79, 81-2,
104, 107, 31 8
Gay, Peter, 82, 85
Geikie, James, 324
generatio aequivoca, 184, 190
genticas, reservas, 366
geognosia, 187-90
geografa histrica, 186, 192
geologa, histrica, 1 86-90, 192
geomtrica, progresin del crecimiento de
la poblacin, 142, 148, 152-4, 172, 222,
284-5, 302
Gerratana, Valentino, 190
Giddens, Anthony, 21 1-2
Gilberr, Lady, 15
Godwin, William, 142-3, 1 47-52, 156,
159; Indagacin conceriente a l jmticia
polftica. . , 146
Goethe, J. `von, 298
Gorbachov, Mijai!, 343-4
Gould, Stephen Jay, 13, 28, 49, 81 , 273,
283, 285, 299, 310, 340-1, 379, 381
Gramsci, Antonio, 12, 349, 368-9; Cuader-
nos de l cdrcel, 369
Gran Exposicin de 1851, 278
Grane, Robert, 276
Greene, John, La muerte deAdn, 138
Grn, Karl, 194
Grul1dmann, Reiner, 21 0
guano, 232, 234-5, 260; acceso al, 234;
importado de Per, 234-5, 242
.. Guthrie, K. C., 72
Guyot, A., 193
Haber, Frirz, 235
Haeckel, Ernst, 298-9, 309, 336; El monis
mo como relcin entre la religin_l cien
cia.. , 299
Haila, YrjO, con Richard Levins, 80, 383;
/humanidad_la naturaleu, 380
Haldane, J. B. S., 192, 337, 377-9
Hall, Thomas, 72, 74; Ideas de l vida_l
materia.., 72
Halley, Edmund, oda a Newton, 82
hambte, en Irlanda, 162, 176
Harior, Thomas, 74
Harrley, David, 52-3, 106; Observaciones
sobre el hombre, 52
Hart!ib, Samuel, 79
Hayward, Tim, 246
Hegel, G. N !, 12, 15, 19-22, 25, 66, 89-
90, 104, 1 16-7, 126, 176, 190, 192, 320-
2, 352, 367; rechazo de H. por Feuerbach,
13, 24; Historia de l flosoja, 88, 384;
Lecciones sobre l floso/a de la historia,
192; Lgica, 22, 1 1 5, 350; visin de
Marx sobre, 23, 37, 44, 63-4, 88, 93, 96,
97, 102-3, 107-9, 1 1 5, 1 18-9, 121, 125,
127-9, 190, 195, 347-8, 351, 353, 385-
6; Filosofa de la naturalez, 125-6, 187,
189, 350
hegelianismo, 64, 102, 321; Jvenes Hege
. lianos, 19, 24, 63, 88-9, 100, 102, 1 1 1 ,
1 14-6, 169, 176
Heine, Heinrich, 20, 89
Helmholtz, Hermann von, 249
Helvtius, C.-A., 85, 106
Henslow, J. S., 277
Herencia, leyes de la, 280
Herdoto, 70, 93
herramientas (tiles), desarrollo de las, 307,
334
Herzen, Alexander, Cartas s_obre la !istoria
441
de la nat1tra!eza, 104
Hess, Mases, Confsin def comuuista, 21 0
Hessen, Boris, 377
Heyer, Paul, Nattraleza, nawraleza httma
na y sociedd, 301-2
Hill, James J., 174, 287
historia, concepcin materialista de la, 19,
27-8, 45, 167-8, 178, 181-2, 186, 196,
204, 209, 213. 219-20, 331-2, 334-5.
347. 349, 369, 382
historia natural, 25, 27, 35, 43, 58, 81,
127-8, 138, 140, 181, 184, 194, 273,
298-301, 304-5, 312, 333, 336, 341,
347, 379. 381
Hobbes, Thomas, 20, 24, 44, 51 , 74, 76-7,
79. 83, 104, 106, 195. 286, 302, 315,
318
Holbach, Baron d' , 20, 52-4, 85, 99-100,
1 034. 106, 372; Elsistema de la Natnra
lez, 53, 85, 99
Holyoake, George, 275
Horofber, 42, 179
Hook, Sidney, 95
Hooker, Joseph, 278, 280, 289-90, 336
Horado, 329-30
huesos, importaciones a Gran Bretaa, 232
Hughes, J. Donald, 70
humanismo, 22, 90, 101-2, 105, 127, 1 30-
1. 177, 180, 182, 194. 201, 337
humanidad, alienacin de la, 44, 124, 218-9
Hume, David, 20-1, 84, 103-4, 143, 320;
Investigacinsobreel mtendimiento htma-
no, 84
Hunn, Eugene, 335
Hum, Charles, 12
Hurtan, James, 189
Huxley, Thomas, 35, 249, 278-9, 289-93,
295-8, 302-3, 316-7, 320, 324, 333,
336-7, 375; Evidencia respecto al lugar
que ocupa el Hombre en la Nat1tralez,
324
ides {las), como productos histricos, 206-7
idealismo, de Hegel, 24, 103, 129
442
Iglesia catlica, como latifndista, 263
Ilustracin, 19, 22, 32, 34, 37, 44, 51, 52,
63-4, 66, 73, 82, 85, 88-90, 100, 102,
104-5, 107, 1 16, 135, 142, 146, 212,
348, 367, 370
Inglaterra, taller del mundo, 266, 278
Irlanda, 1 76; hambre en, 162, 1 76; despo
jada de su ferrilidad, 253
Isabel, reina, 173, 263
James, Patricia, 159
Jenkin, Fleeming, 295-6
Jermier, John, 15
Johnston, James !W, 231, 236; Notas so
bre Amrica delNorte, 236
Kant, lmmanuel, 15, 19, 21, 23, 25, 68,
85-8, 95, 107, 188, 31 8-9, 320, 322,
347, 350-1, 385; Critica deljnido, 86,
350; Criica de la raznprdctica, 87; Cri
tica de la razn pura, 21, 68, 87; Lgica,
87; Hitoria universal de l naturalezy
teorla del cielo, 85, 188
Kargon, `Robert, 82
Kaursky, Karl, 346, 359, 362; La cnestin
agraria, 361
Kekul, |A. , 321
Kepler, Johannes (Keplero), 74
Komrov, VI _ El marximoy el pensamiento
modero, 366
Koppen, Karl Friedrich, 88-90; Federico el
Grandey su oponentes, 89-90
Korsch, Karl, 12
Kropotkin, prncipe Piorr Alexeievich, 314
Kuhn, Thomas, 57
Lamark, Jean Baptiste, 276
lamarkismo, 293, 296, 373
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rialismo, 303, 317
Lankester, E. Ray, 336-40; "La eliminacin
de la Naturaleza por el Hombre", 338;
Reino del hombre, 338
Lanyon, Less, 381
Laplace, P S., 319
Lassalle, Ferdinand, 97, 103, 212, 259, 301
Laudan, Rachel, 187
LvrOv, Piotr Lavrovich, 314; "El socialis
mo y la lucha por la existencia", 314
Lawes, J. B. , 233
Lawrence, William, 57-8; Lecciones sobre
fsiologla, zoologia e historia niwral del
hombre, 57
Leclerc, Georges Louis, vase Buffon, conde
de, 55
lenguaje, desrrollo dd, 73, 310
Lenin, Vladimir Ilich, 342, 346, 359. 365,
367; La cuestin agrariay los "crltios de
Marx", 362; Materialismosy empiriocriti
cismo, 367; Cuaderos flosfcos, 349,
367
Lessner, Friedrich, 302
Leucipo, 66, 86, 101, 321
Levellers ("niveladores", comuneros parti
darios de la igualdad], 52
Levins, Richard, 13, 39, 191, 379, 380-1,
383
Lewonrin, Richard, 28; con Richard Levins,
13, 39, 191, 379-81; El bilogo dialctico,
379
Ley del Grano; derogacin de la, 233, 278
ley natural, 172, 222, 225, 229
Liebhardt, Bill, 381
Liebig, Justus van, 15, 35, 38, 45, 154,
171. 229-33. 235-40, 242, 247-53. 257,
269, 315, 357. 360, 366, 370, 381, 386;
Qulmica agr/cola, 232, 236, 238, 247;
Qulmica animal, 247; Cartas fmilares
sobr qttimica, 239; Ley del Mnimo,
234; Cartas sobre l agricultura moderna,
238; Cartas sobre el tema de l utilizcin
de las aguas residuales municiales, 239;
Qulmica orgdnica, 230-3; estudio de
Marx sobre, 239
Liebknechr, Sonja, 301, 362
Liebknecht, Wilhelm, 302
Linnaeus, Carolus [Linneo]. 50, 153
Locke, John, 20, 44, 52, 87, 106, 1 18, 199;
Ensayo sobre el conocimiento humano, 52
Long, A. A.,con D. N. Sedley, 69-70, 385
Lowy, Michael, 21 1
Lubbock, John, 72, 324, 326, 328, 331,
333, 340; Tiemposprehistricos, 324, 333
lucha por la existencia, 47, 71, 195, 281-7,
298, 302, 313-5, 326, 354, 374
Lucrecio, 23, 34, 36-7, 57, 65-6, 68, 70-9,
82-5, 90-I. 94-5, 98-9, 101-5, 108, 137,
181, 190, 207, 209, 258, 276, 297-8,
317-8, 321, 326-30, 333-4. 341, 377,
384; De rerum natura, 34, 36, 65, 77,
84, 90, 333. 377
Lukcs, Gyorgy, 12, 349, 368-70
Lunacharskii, Anatolii Vasilivich, 367
Luxemburg, Rosa, 346, 359, 362
Lyell, Charles, 50, 167, 189, 277, 280,
291. 294, 297. 303, 308, 322-4, 330-1,
333, 336; J pmebas geolgicas de lt|
antigedad del hombre, 82, 303, 324,
333; Principios de geologia, 50, 277, 303
Lysenko, Trofim Denisovich, 368
Mackinrosch, Fanny, 286-7
Mackinrosch, Sir James, 286
Magdof Fred, 12, 15-6, 381
Mage, John, 13, 15
Maine, Henry Sumne;, 331, 333, 340
Malthus, David, 143
Malthus, Thomas Roberr, 47, 59, 122,
134-5, 144-5, 148-56, 158-64, 166-73,
175, 215, 221-2, 226, 228-9, 231 , 257.
267, 275, 282-3, 285-7, 301, 304, 313,
340, 359; Una visi1J resumida delprinci
pio de l poblacin, 153, 224; Una inves
tigacin de l causa de los altos precios
act1tales delasprovisiones, 228; Indagacin
de l ttawraleza y elprogreso de la renta,
228; Pincipios de economlapolltica, 143;
Un ensayo sobre los principios de la
poblacin ... , 47, 134, 142-3, 154, 224,
228, 285 (segundo ensayo, 154)
malrhusianismo, 14-5, 162, 169, 171, 173-
4, 176, 209, 216, 224, 286, 314-5
443
Manale, Margaret, 65
Manchester, enromo de vida de la clase tra-
bajadora en, 174
mano invisible, 139, 165
maquinismo, 206, 212
Margulis, Lynn, 365
Marsh, George Perkins, El hombre y l
naturaleza, 193
Marshall, Alfred, 258
Marrineau, Harrier, 286
Mardnez-Alier, Juan, 256
Marx, Eleanor, 358
Marx, Jenny, nac. von Westphalen, 1 1 9,
301, 339
Marx, Karl: 40, 152, !54. !62, 220, 312,
320, 372, 379, 380-1, 384; alegaciones
de dar por supuesta la abundancia, 260;
supuesto prometelsmo, 30, 210-12, 370;
anlisis sosrenibilidad, 251-261; y epicu
refsmo, 37; y Epicuro, 90-1 10; El Capi
tal, 27, 45, 131, !68, 200, 220, 230,
234, 239-42, 246, 249,252, 254-5, 258-
60, 262, 265-8, 298, 300, 304-6, 316,
330, 332, 334, 337, 357; Contrbucin a
l critica de l economia polltica, 300; Cri
tica de l flsoja del drecho de Hegel,
1 19; Critica del Programa de Gotha, 259;
crtica de Malrhus, 168-9, 221; crtica de
Plutarco, "Una critiCa de la polmica de
Plutarco .. ", 98-9; crtica de la religin,
37, 85, 98, 102, 1 1 6; muerre de, 256,
331, 336, 341, 357, 384; "Debares en
toro a la Ley sobre los Robos de Made
ra", 1 1 1; Direncia entre la flosofa de l
naturalez de Demcrito y la de Epiwro,
63; resis doctdral sobre Epicuro, 19, 24,
37, 44, 63-5, 91-3. 98, 100-4, 106, 108-
I! 1 15, 179, 259, 317, 348; primeros
escriros de, 245; Manuscrtos econmicos y
floscos, 44, 120, 124, 130, 132, 190,
200, 245, 306, 346; Manuscrito econmi
co de /861-1863, 243, 257; redacror jefe
de la Neue Rheinische Zeitung, 1 1 1 . !69;
redactor jefe de la Rheinische Zeittmg
444
(dimisin), ! 14, 1 19; Cuadernor etrwl
gicos, 331, 333, 340; Grundritse, 17, 205,
221, 242, 244-5, 261, 269, 330, 335;
carta a Engels, 302; matrimonio en
Jenny von Westphalen, 1 19; Cuadernos
sobre l flosofa epicrea, 64, 98; Notas
sobre Adolh Wguer, 244; "Sobre la cues
tin juda", 123; La miseria de la floso
fa, 200, 204-5; Teorlas de la plusvala,
227; Tesis sobre Feuerbach, 24, 178, 181,
378; y Lewis Henri Morgan, 322, 336; y
la segunda revolucin agrcola, 229-72;
como supuesto "espedsra", 30 concep
cin de la naturaleza, 194-8; crtica de
Feuerbach, 178; cdrcica de Fourier, 198-
209; crtica de Hegel, 1 15; crdca de
Proudhon, 198-209; primeros escritos,
62-73; inrers ecolgico, 28, 44-5, 218,
298, 360, 383; traslado a Inglaterra, 220;
relacin con el hegelianismo, 64-5, 108;
relacin con E. Ray Lankester, 336-41;
estudios de geologa, 333; estudios de
ciencia, 28-9 imerprecacin de Lucrecio,
220; visin de los bosques, 256; visin
del trabajo, 300-16; visin sobre los dese
chos en la industria, 260
Marx y Engels: El Maniesto Comttnista,
201, 209, 212, 217, 220, 252, 271; La
ideologla alemana, 64, 99, 104, 177, !82,
186, 190, 193, 200, 214, 342; La sagr
df"ila, 44, 64, 104-5, 1 1 8, 200
Marxismo: y ecologa, 192, 356-68; desvin
culacin de la ciencia, 26 7
materialismo: dialctico, 43, 343, 345-6,
349, 372, 379; ecolgico, 12, 43, 379,
382; epistemolgico, 18-9; histriCo, 28,
1 1 0, 132, 168-9, 181, 344, 356, 363,
368-9 (Orgenes del, 169); humanisra,
1 18; de Feuerbach, 44, 107, 1 18, 178-9,
185; de Marx, 30; ontolgico, 1 8-9; or
genes del, 103, 1 69, 348; prctico, 12,
18-9, 37, 107, 177, 181, 209, 343-4.
350; viral, 247; concepcin materialista
de la naturaleza, 19, 24, 26-7, 37, 43-5,
106-7, 168, 1 79, 181, 191, 196, 213,
219, 255. 300, 334-5, 340, 346-8, 369,
382
"Mathaii, Rudolph, 194
matrimonio, 146, 148, 155, 157-9, 161,
274, 283
Mauperruis, P-L., M. de, 91
Mayer, Julius Robert, 247-8, 250, 318; "El
movimiem de los organismos y su rela
cin cort el metabolismo", 247
Mayr, Ersr, 277, 285-6, 291
McConnell, Campbell, 258
McLaughlin, Andrew, 260
Mellor, Mary, 383
metabolismo, origen e historia del concep
ro de (Stofechseb, 220, 243-5, 247-51,
370; trmino aplicado a la sociedad, 240-
2, 245
metabolismo emre la naturaleza y la socie
dad, 181, 215. 220-1, 243, 246, 248,
259, 261, 344, 363-4
merfora del reloj, 139
Mettrie, Jlian Ofray de la, 20, 53, 85, 89,
91 El sistema d Epimro, 85
Mili, John Sruart, 163, 291
Moleschorr, Jakob, 248-50, 315
Monista, Liga, 300
Monraigne, Michel de, Apologla de Ray-
mond Sebond, 1 1 8
MonthlReview, 12-3, 15-6, 376
Moore, Ruth, 31 1
More, Thomas (Toms Moro), Utopia, 263
Morgan, Lewis Henry, 72, 322, 325, 327-
31, 333-4, 340; La sociedad antita .,
326, 328, 330
Morris, William, 270-l , 337, 346, 357-9;
Noticias de ninguna parte, 270
mugletonianos, 52
muerte, inmorcal, 68, 99, 181, 209
Mumford, Lewis, 193
Mntzer, Thomas, 123, 198
natural, 40, 181; sistema de la, 127
naturaleza: "Libre don" para el c;pital, 257;
cooperacin en la, 315; culto de la, 197;
dependencia de la, 192; dialctica de la,
12, 431345, 350, 369, 382; dominacin
de la, 31-2, 41, 370; encarnada, 383;
explotacin de la, 29, 21 1 ; concepcin
materialista de la, 19, 24, 26-7, 37, 43-5,
106-7, 168, 179, 181, 191, 196, 213,
219, 255. 300, 334-5, 340, 346-8, 369,
382; prioridad ontolgica del mundo
nazismo, 300
Neanderral, descubrimiemo de los restos
de, 323-4
Needham, Joseph, 377-8
neoltico, desarrollo del trmino, 328
neptunismo, 189
New York Agricultura! Sociecy, 236
Newron, Isaac, 51, 55, 74, 79, 81-3, 85-6,
135; Priuciios matemdticos de flosofa
natttral, 81, 137
nihilismo, 177
nitratos chilenos como fertilizante, 235
Nove, Aec, 29, 260
Odum, Eugene, 248
Ollman, Berrell, 270
Oparin, Alexander, 192, 378
Oparin-Haldane, hiptesis de, 192
Oracle ofReason, 2l4
Ortes, Giammaria, 168
Osler, Margaret, 83
Owen, Richard, 275, 297
Owen, Robert, 172, 199, 215
paleolftico, desarrollo del trmino, 328
Paley, William, 56, 81 , 91, 133-4, 137-44,
153, 164-5, 167, 274, 276, 282, 292;
Pruebas del cristianismo, 133; Tologa
natural, 56, 133; Pincipios de flosofa
moral y politica, 133, 140-1
Panichas, George, 69
Panizza, Lerizia, 83
pamesmo, 55
Pasreur, Louis, 319
pesticidas, uso de, 362
445
Petry, Sir William, 49, 259
Phear, John Budd, 331
Place, Francis, 163
Platn, 21-3, 39, 65, 69, 75, 77, 87, 91-3,
101, 107, 109, 291, 317, 347, 385,
Fedn, 39
Plejnov, Gueorgui Valentinovich, 348-9
Plinian Sociery, 58
Plutarco, 97-100, 105
poblacin: despoblamiento, 147, 199; cre
cimiento de la, 47, 141-2.- 146, 148,
150-2, 154, 158, 161, 172. 223, 226,
287; regulacin de la, 145-6, 148; reorfa
de la, 134, 152, 1 69, 224; Crtica de
Malthus, 149-53, 155-7, 161-2, 166,
169-74; principio de la, 142, 144, 168,
170
pobreza, leyes inglesas sobre la, 172; Ley de
Asistencia Social, 157, 161-2; ataque de
Malthus a las, 161; Nueva Ley (1834),
162, 172-3; flosofa de la miseria, 201;
sociedad fundada sobre la, 207
Podolinski, Serguei, 256-7
polis, 179, 186, 214
positivismo, 12-3, 26, 129, 345, 347, 349,
368, 3723. 376
prehistoria, 44, 266, 308, 330-2, 337, 354
preservacin de las cierras vrgenes/ de la
vida silvestre, 217
Priestley, Joseph, 52, 53, 106; Libre discu
sin mmdoctrina del materialismo, 52
progresionismo, 50
proletariado, creacin del, 174-6, 213, 218;
explotacin del, 262, 267; revolucin
del, 171, 177, 201, 203, 214
prometeismo, en Marx, 30, 203, 206, 209-
13, 216-7; en Proudhon, 42, 198, 203,
206, 209
Prometeo, 75, 91, 100, 124, 202-6, 209,
21 2
promiscuidad, 148
propiedad, privada, 1 1 2-3, 122-4, 130-1,
169, 171, 185; abolicin de la, 130, 205,
215, vase tambin tierra
446
protestantismo, 1 1 6
Proudhon, Pierre Joseph, 45, 168, 200-1 0,
212-3, 216; Sistema de l contradicciones
econmicas, 30, 201; Qu es mpropie-
dad?, 199, 25; Prometesmo de, (ver pro
metesmo)
providencia, 34, 49, 51-3, 55-6, 59, 75, 80,
135. 137, 139, 143, 168, 172, 193, 201,
203
Quaini, Massimo, 28
Rey, Reverendo John, 51 , 80, 136-9; /
sabidtrla de Dios manistad Clas obras
de l Creacin, 136-8
.
Real Sociedad Agrcola de Inglaterra, 233
Redclif, Michael, 29
Reimarus, Hermano Samuel: Fragmentos,
Densa de l verdades princiales de m
religin natural, Consideraciones sobre los
instintos de especie de los animales, 91
Religin, conquisca de la, por la ciencia, 85;
crtica de la, (por parte de Marx,) 1 02
Renta, anlisis de la, 204, 228; diferencial,
217, 224, 226-7, 230; teora de la, 204,
224-5, 230
Resak, Carl, 330
reserva, vase ejrcito de reserva
revolucin, contra el capitalismo, 214, 254,
271; en Rusia, 337
Revolucin Francesa, 140-2
Ricardo, David, 1 22, 154, 162, 208-9,
221, 223-6, 229, 386; crtica de, 221
Ritter, Karl, 192-3
Rockefeller, John D., 287
Romanticismo, 31
Rose, Michael, 73
Rousseau, Jean-Jacques, 91, 143
Royal lnstitution, 316
Royal Sociery, Fundacin de la, 77, 79, 82-
3, 137, 297, 336, 378
Rubel, Maximilian, 65
Ruge, Arold, 1 1 9
Ruslcin, John, 279
Russell, Bertrand, 18-9
217, 251, 253, 255. 257, 261, 270, 357
Stalin, Josip, 342-4, 346, 357
salarios, de los trabajadores agrcolas, 263 Sranley, Thomas, Historia de laflosoja, 77
Salleh, Asid, 383 Steffens, Heinrich, 187, 190
salvajismo y barbarie, perodos de, 327-8 Steininger, Johann, 187, 190
Sartre, Jean-Paul, 30, 212 Stillingfleet, Edward, Origenes sacrae, 83
Schelling, Friedrich, 88, 100, 102, 187; "La Stirner, Max, 180; El zlnico _Dpropiedad,
confesin de fe epicrea de Hans Brirrle- 180; crdca de Marx, 182
back", 88 Stofvechsel, 220, 243-4, 246, 247 249
Schlegel, Friedrich, 89
vase tambin metabolismo
' '
Schmidt, Alfred, 248-50, 370; El concepto Strauss, David, La vida dejestfs, 1 1 5
de l natttralezen Marx, 370 suelo, degradacin del, 15, 70, 154, 129,
Schonbein, C. !,240 232; ecologa del, 381; ferrilidad del,
Schumpeter, Joseph, 153, 163-4 154, 225-8, 232-3, 235, 238, 241, 360-
Schwann, Theodor, 248, 250 1; (declive de la, 235; diferencial, 224-5;
ciencia, y marxismo, como superestructura, orgenes de la, 224; mejora de la, 226 )
basada en la naturaleza, crecimiento de Sumner, William Graham, 287
la, Rechazo de la, supervivencia de los ms aptos, concepto de
Sears, Paul, Charles Darwin: El naturalista la, 287 8, 305, 317
como ferz cultural, 276 surgimiento, 14, 347, 350-1, 372
Sedgwick, Adam, 277, 279 Sutherland, condado de, despoblado, 264
Sedley, David, 69-70, 385 Sweezy, Paul, 12, 16, 277
Sneca, Eplstols, 97, 103
seres humanos, evolucin de los, 62, 354, Tmesis, emisin de aguas residuales al,
368; hombre histrico real, 184 226, 239, 252, 338-9
Sexro Emprico, 94, 101, 106, 155, 278,
322
Shanin, Teodor, 333
Shapiro, Ira, 1 1
Shelley, Percy Bysshe, 42
Shorey, Paul, Elplatonismo antiuo _moder
no, 297
Shuckford, Samuel, Historia sagrada_pro-
fna, 83
Sikorski, Wade, 21 1
sistema de esclavitud transatlntico, 264-5
sistemas de alcantarillado, 252
Smirh, Adam, 122, 140, 165, 265
socialismo, crtica del, 314-5; ecolgico,
260, 291, 376; "verdadero", 194, 196-7
Socialista, Liga 358
socioecologa, crisis, 39-45
sociologa ambientalista, 40
sostenibilidad, anlisis de la por Marx, 33,
tecnologa natural, en relacin con la hu
mana, 305-6, 308
teleologa, 32; crtica
de la, 34, 60, 67, 70,
100, 136, 182, 206, 290-1, 293. 318,
351-2, 373-4, 379, 385; muerte de la,
35, 289, 292, 297, 301, 304
Tennyson, Alfred Lord, 297
teologa, 34, 51 , 53-6, 80-1, 83, 86-7, 90-
1, 98, 106-7, 1 16, 128, 133-7, 139-41,
143-4, 161-2, 164, 167-9, 179. 197,
274, 279, 281-2, 286, 290-2, 296-7,
314, 319
Thierry, Paul Henri, vase Holbach, Baron d'
cosa en s, 21, 24-5, 69, 320
Thompson, E. 1, 12, 349, 372, 376
Thomson, William, Lord Kelvin, 294-6,
319, 338
tiempo: profundidad del, 83, 85, 188;
antropolgico, 72, 303, 322, 324-6, 332,
447
335, 338; geolgico, 50, 83, 187, 189-
90, 281, 294; de trabajo, 202-3, 208-9
Tierra: como madre, 72; dominacin de la,
en Marx, 123; historia de la, 34-5, 50,
189, 193, 338, 365
tierra (suelo): elevacin artifcial del precio
de la, 268; mejora del, 215, 227, 261,
229; ley del rendimiento decreciente,
153; monopolizacin, 170; propiedad
privada de la (bienes rafees, 123) 130,
200, 254; abolicin de la, 130, 205, 215
tierras baldfas, 21 5-6, 264
tierras comunales, destruccin de las, 265-
6; parcelacin y cerramiento de las, 121;
derechos sobre las, 109
.
trabajo: alienacin del, 29, 107, 121-2,
245, 348, 382; alienacin con respecm
al, 120, 335; y relacin humana con la
naturaleza, 15, 17, 35, 42, 120, 1281
211, 243, 245, 261 , 306-7, 315, 334,
355, 364, 386; Productividad del, 364;
proceso del, 120, 306
trabajo asalariado, 262; abolicin del, 269,
272
transmutacin de las especies, 47, 49. 59,
61, 76, 1 1 0, 273, 277-8, 281
Trautmann, Thomas R., Lewis Henry Mor
gan y l invencin del parentesco, 329-30
Trmaux, Pierre, Origine et transrmations
de l'omme et des autres tres, 303-4
Tyndall,John, 248-50, 297, 303, 316, 320,
336; "Discurso de Belfst", 317, 319
universo, naturaleza ilimitada del, 57
Uranovski, Y. M., 366, 368
U re, Andrew, 175
Urquhart, David, 21 4
448
valor de uso, y valor de cambio, 258, 359,
377
valor: determinacin del, 202, 208, 256-7;
teora del valor, 29; ley del, 209, 258
Vavilov, N.I.,365-6, 368, 377
verde, recria, 14, 17, 32, 43, 21 1
Vernadski, V I., La biosra, 192, 343-4,
365, 367, 378
Vico, Giambauista, Scienz nttova, 83-4,
305, 378
vida rural, idiocia de la, 213, 21 5
vitalismo, 31-2, 54-5, 138, 247, 338, 372
Voden, A. M., 108-9, 348
Voltaire, 84-5, 89
Wakefeld, Edward, 268
Wallace, Alfred Russell, 48, 280, 308, 338;
"El origen de las razas humanas ...", 273
Wallace, Roben, 145-8, 152, 168; Perspec-
tivas diversas de l humanidad.. , 145
Waller, Edmund, 79
Waring, George, 236-8
Washburn, Sherwood L., 31 1-2
Weber, Max, 40, 370
Wedgwood, Hensleigh, 286-7
Wedgwood, Josiah, 274, 277
Wellingron, Duque de, 275
Wells, H. G., 337
Werner, Abraham Gottlob, 1 87-90
White, James, 64
Wilberforce, Sam, 279, 289
Williams, Raymond, 12, 27, 28, 376
Wittgenstein, Ludwig, 344
Woodgate, Graham, 29
Woodward, John, Ensayopara una hitoria
natural de l Tierra, 83
Young, Robert; 164
Prlogo de Jaime Pastor
Prlogo del autor
Introduccin
NDICE
Captulo l. La concepcin materialista de la haturaleza
Captulo Il. La verdadera cuestin terrenal
Captulo III. Naturalistas clericales
Captulo IV. L concepcin materialista de la historia
Captulo V. El metabolismo de sociedad ynaturaleza
Captulo VI.La base de nuestra visin de la historia natural
Epilogo .
Notas
ndice analltico
7
1 1
I/
+/
1 1 1
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22
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