Especial Ciencia Ficción UDEA
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Juan Escobar
311 Contenido
enero - marzo 2013
Portada: scar Saldarriaga
18
Cuentos
25 30 37 44 46 52 59
El descubrimiento El atardecer
El judo de Ulm
Creced y multiplicaos
Ensayo 61 69
Perpetuum Mobile
Alonso Seplveda
Crnica 72
El poeta y la ciudad
Luca Donado y Alfonso Buitrago Londoo
Entrevista 78
La voz de pap. Alfonso Buitrago Londoo
Ana Cristina Restrepo Jimnez
83
Fragmentos a su imn
Kafka o el juego de Dios
Andrs Colorado Vlez
Arquitectura
88
98
El sombrero de Beuys
Clemencia Echeverri El espacio y los fantasmas
Sol Astrid Giraldo
La mirada de Ulises
The Rolling Stones
112
Reseas
Otro porngrafo inocente, Mario Szichman Rafael Pombo para cantar con piano, Carlos Barreiro Ortiz Heleno de Freitas. Ftbol y literatura en Barranquilla, Consuelo Posada La potica de la mirada, Fredy Yezzed
ISSN:0120-2367
Fundador: Alfonso Mora Naranjo Rector: Alberto Uribe Correa Vicerrector general: John Jairo Arboleda Secretario general: Luquegi Gil Neira Director: Elkin Restrepo Asistente de direccin: Janeth Posada Franco Diseadora: Luisa Santa Auxiliar administrativa: Ana Fernanda Durango Burgos Corrector: Diego Garca Sierra Comit editorial: Jairo Alarcn, Carlos Arturo Fernndez, Patricia Nieto, Juan Carlos Orrego, Csar Ospina, Margarita Gaviria, Luz Mara Restrepo, Alonso Seplveda, Nora Eugenia Restrepo, Carlos Vsquez. Impresin: Imprenta Universidad de Antioquia, Medelln, Colombia Correspondencia y suscripciones: Departamento de Publicaciones, Universidad de Antioquia Bloque 28, ocina 233, Ciudad Universitaria Calle 67 N.o 53-108 Apartado 1226, Medelln, Colombia Tel.: (574) 219 50 10, 219 50 14 Fax: (574) 219 50 12 revudea@quimbaya.udea.edu.co Pgina web: www.udea.edu.co/revistaudea Versin digital www.latam-studies.com http://oceanodigital.oceano.com/ Publicacin indexada en: MLA, Ulrichs, ClaSE Canje: Sistema de Bibliotecas, Universidad de Antioquia Bloque 8, Ciudad Universitaria E-mail: canjebc@caribe.udea.edu.co Licencia del Ministerio de Gobierno N.o 00238 La Revista Universidad de Antioquia no se hace responsable de los conceptos y opiniones emitidos en los artculos, los cuales son responsabilidad exclusiva de los autores.
minsculas
Ciencia y cotidianidad
Andrs Garca Londoo
omencemos con una declaracin que no es obvia, aunque s evidente: los humanos ya deberamos tener colonias en Marte. Es una declaracin evidente porque la lgica de la supervivencia la impone y el estado del arte en tecnologa la apoya. Contamos con las bases tcnicas necesarias para iniciar el proceso y para encontrar las tecnologas que an nos faltan, tenemos tambin la riqueza como especie, e incluso la necesidad, pues un enorme planeta con recursos inexplotados y enormes extensiones vacas nos permitira solucionar buena parte de nuestros problemas. Adems, una colonia por fuera de la Tierra asegurara la supervivencia de la especie en caso de una amenaza planetaria que hoy, gracias a nuestras crecientes interconexin e interdependencia, es ms posible de lo que fue nunca, pues peligros como una epidemia global eran impensables hace solo un par de siglos.
Sin embargo, no es una declaracin obvia porque nada tiene que ver con la vida cotidiana de la mayora de los hombres y mujeres que habitamos sobre este planeta, y por eso la colonizacin de Marte no se va a dar en el futuro cercano. Simplemente no es una prioridad en la poltica internacional, ni existe por ello la voluntad para lograrlo. Valga recordar que no nos hemos puesto de acuerdo en tomar las acciones necesarias para acabar con la pobreza, reducir la cantidad de contaminantes que estn envenenando la bisfera, o hacer que 2.500 millones de personas sedientas tengan acceso a agua potable, cmo vamos a ponernos de acuerdo entonces en construir una ciudad en otro planeta?... Y la colonizacin de Marte es una empresa tan grande que sera preciso un compromiso global para llevarla a cabo. Pero no todas las empresas tecnolgicas requieren de tal colaboracin. Hay ambiciosos proyectos en marcha que dependen solo de un gobierno. Y la poca participacin de la especie como un todo no implica que no nos afectarn profundamente a nosotros o nuestros descendientes, posiblemente en un sentido muy distinto al que podemos imaginar desde ahora, tal como el microondas o internet misma son desarrollos de proyectos que en un inicio tuvieron una orientacin militar: el menos altruista de todos los propsitos para la investigacin, valga recordar, pero uno de los que tiene mayor presupuesto. Exploremos dos ejemplos entre muchos posibles. En febrero,
el presidente de los Estados Unidos Barack Obama anunci que quiere hacer con el cerebro humano lo que ya hizo el Proyecto Genoma con los genes: un mapa que permita entender su funcionamiento. Muchos cientcos la consideran la empresa cientca ms ambiciosa nunca emprendida. Los detalles de las tecnologas a utilizar no estn del todo claros algunos nanocientcos proponen, por ejemplo, una ota de molculas articiales para explorar los procesos cerebrales, pero s es claro que en el caso de llegar a un resultado, este proyecto cientco puede tener consecuencias mayores en la historia. Una especie inteligente que comprenda el funcionamiento del rgano de donde surgen el pensamiento y las emociones, del siempre mutante depsito de la memoria y la personalidad, tendr en sus manos una herramienta sumamente poderosa. Ahora, como toda herramienta, un mapa del cerebro podr usarse para acercarnos a metas utpicas por ejemplo, curar el Alzheimer o el Parkinson, o desarrollar tecnologas educativas ms poderosas y rpidas que lo que nunca hemos conocido o a sociedades distpicas como un ejemplo entre muchos, dndoles a los gobiernos mtodos de control invasivos que eviten la disensin y mantengan las inequidades. Incluso puede sentar las bases para una integracin hombremquina, cuyas consecuencias son imprevisibles en este momento y difciles de categorizar desde ya como positivas o negativas.
Otro proyecto que cientcamente va ms all an, hasta los lmites de lo imposible, es el que se lleva a cabo en los laboratorios Eagleworks de la NASA. All se estudian nuevas tecnologas de propulsin para los viajes espaciales. Y entre los numerosos proyectos del laboratorio, uno se lleva la palma en ambicin, pues busca desarrollar un mtodo para hacerle trampa a las leyes del universo. Segn postul Miguel Alcubierre, un fsico mexicano que fue el primero en demostrar la posibilidad terica del mtodo en 1994 antes de que Harold White, un cientco de la NASA perfeccionara el modelo, ya que no es posible viajar ms rpido que la velocidad de la luz, tericamente sera posible crear un anillo alrededor de una nave que distorsionara el espacio-tiempo, creando una regin de espacio contrado adelante y otra de espacio distentido detrs. As, aunque la nave nunca superara la velocidad de la luz, sus efectos al contraer el espacio-tiempo seran los mismos que si se hubiera viajado ms rpido que la luz. Algo as como el salto WARP de la nave Star-Trek, segn la serie creada por Gene Roddenberry. Aunque no sera un viaje instantneo, nos permitira llegar a las estrellas ms cercanas en semanas o meses en lugar de aos o dcadas El problema es que para desarrollar el motor de una nave as, necesitaramos como combustible materia de masa negativa, un tipo de materia que no sabemos si existe en alguna parte del universo, ni si es posible crearla, aunque tericamente se pueda
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tener cierta idea de lo que podramos hacer con ella si pudiramos encontrarla. Estos dos proyectos vienen a demostrar lo que ya dijimos en un inicio. Lo cierto es que por muy poca participacin que la mayora de los habitantes del planeta tengamos en proyectos cientcos de envergadura o cunto desinters nos provoquen, nosotros o nuestros descendientes sentiremos sus consecuencias en el futuro, bien sea en el hospital, la escuela, la prisin o nuestro mismo hogar. Puede ser que gracias a estos descubrimientos nuestros descendientes aprendan una profesin en solo un da gracias a implantes en zonas especcas del cerebro, o que se vuelvan esclavos de una nueva casta de superhombres imposible de deponer, pues siempre pensar ms rpida y efectivamente que el resto de la humanidad. Pero sea como sea, lo paradjico del caso es que termine bien o mal el esfuerzo, si nuestros descendientes un da miran al cielo tratando de encontrar el planeta Tierra entre las irreconocibles constelaciones de su nuevo hogar, probablemente pensarn ms en nosotros de lo que nosotros nunca pensamos en ellos, y nos asignarn una responsabilidad en su felicidad o su desdicha que realmente no tuvimos, ni quisimos, ni asumimos. Y luego, muy probablemente, tambin ellos volvern a centrarse en las labores del da.
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iento especial atraccin hacia esos libros que, de autor desconocido y editorial dudosa, se le atraviesan a uno en el camino para darle una sorpresa. Casi siempre se trata de libros que son la obra nica de una persona que no se dedica a la escritura, y que estn por fuera de todo circuito comercial. Pero es en esas pginas vrgenes donde suelen encontrarse, en lo que se reere a la vitalidad de su contenido, verdaderos tesoros. Y creo que este es el caso de Hacia el corazn del Amazonas, un relato de viaje de Valerie Meikle. Valerie naci en Inglaterra, y desde pequea mostr inclinacin hacia los senderos que se perdan lejos de casa. Cuando era apenas una nia se iba de paseo a otros barrios; ms tarde recorri los pueblos vecinos en bicicleta, y luego, a sus veinte aos, atraves Europa de punta a punta echando dedo. Por esa poca se cas en Roma con un estudiante de derecho bogotano, con quien luego vendra a vivir
a Colombia. Como ama de casa y madre de familia, Valerie renunci a los viajes, y cuenta que apenas se mova de su casa, en el carro, con el chofer y las nieras. El amor tuvo que acabarse para que se despertara en ella de nuevo su profunda vocacin viajera. Ese fue el comienzo de un perodo de nomadismo que terminara con una larga estada en la selva peruana, desde donde dara comienzo al viaje de su vida: recorrer el ro Putumayo hasta su desembocadura en el Amazonas, a remo y con un solo acompaante, por espacio de mil quinientos kilmetros. El relato, lejos de ser un mero recuento de una proeza fsica, que lo hara vaco y pueril, narra la asimilacin de todo un proceso de aprendizaje interior lejos de la civilizacin. En ese punto, ella y su compaero sentimental haban renunciado casi completamente al uso del dinero y de los antibiticos, y por momentos esa negacin pudiera leerse como cierto fanatismo. Pero a medida que los personajes avanzan corriente abajo, el lector se da cuenta de que cada una de esas elecciones tiene un sentido, pues reivindican el valor de mantenerse a prudente distancia de todo aquello que aleja al ser humano de la naturaleza. Los dos viajeros hacen el recorrido en una canoa que los indgenas Secoya les han proporcionado; mientras l va remando en la parte de adelante, ella dirige el timn desde la popa. Entre el alto Putumayo y el Amazonas se demoran cinco meses, durante los cuales la corriente y la enfermedad marcan el ritmo de su avance. Por lo
general, se detienen a pernoctar en pequeos bohos a orillas del ro, donde son recibidos con una generosidad olvidada en la ciudad. O pasan la noche en la misma embarcacin, acondicionada con un techo de palma y un mosquitero. Reexionando sobre su propia aventura, Valerie dice que la adiccin que tenemos a ir sobre seguro no solo amella el lo de nuestra existencia sino que es un insulto a nuestra fuerza vital, la cual se renueva cada vez que conamos en ella; cada vez que tomamos un riesgo. Hay que resaltar que, en el momento del viaje, en el ao 1993, Valerie tiene cincuenta y seis aos, lo cual si bien no es propiamente una edad avanzada, s podra ser considerada como una excusa vlida para quedarse en casa. En el fondo, el viaje entraa para ella la ilusin de dar solucin a una encrucijada: debe volver a la ciudad junto a sus hijos todava adolescentes de su segundo matrimonio, o debe seguir internndose en la selva, como es el deseo de su compaero? Mientras tanto, el ro se hace cada vez mayor, la corriente aumenta y se forman grandes remolinos que los obligan a navegar con prudencia cerca de la orilla. En cierto lugares, los dos viajeros se detienen apenas una noche, pero en otros se quedan hasta un par de semanas, segn las posibilidades y el cansancio. Su condicin de peregrinos, sumada a la soledad de la regin, hace de los recin llegados una noticia casi siempre agradable. Cada lugareo tiene una historia que contar, a cambio de que
le sean relatados los inconvenientes del recorrido. En las horas muertas, Valerie escribe su diario, que segn ella le ayuda a entender el sentido del viaje. Sobre el miedo a las vicisitudes, ella dice lo siguiente: Tan pronto como estbamos de nuevo en el ro, frente a lo desconocido, todos nuestros miedos se disipaban. Estbamos llenos de excitacin y optimismo, y de una certeza interior de que lo que pudiera ocurrir en el camino ocurrira, y que nosotros lo viviramos, lo viviramos hasta el nal. En la medida que se acercan al ro Amazonas, las poblaciones se hacen cada vez mayores. La gente se torna ms desconada y el trueque de alimentos por manillas tejidas ya no funciona con la efectividad de antes. De ah que donde la mayora de las personas encontrara comodidades, Valerie y su compaero comienzan a sentirse fuera de su elemento. El dinero se hace de pronto imprescindible, y ya no pueden ir al bao simplemente sentados sobre el borde de la canoa. En ese momento del recorrido, Valerie recuerda el da en que, despus de su separacin en Bogot, fue a dormir donde una amiga que no tena casi nada salvo un colchn y unas pocas cosas, y comprendi que lo que ella ms valoraba en la vida era la simplicidad. Durante el viaje, ella llevara al extremo ese rasgo de carcter. Al nal, el yag le permiti a Valerie resolver su encrucijada. Decidi no internarse de nuevo en lo profundo de la selva, pero tampoco volver a la gran ciudad. Se qued a vivir en las afueras
de Leticia, donde pudiera cumplir con su papel de mam sin renunciar del todo a sus principios. All, en ese punto medio, se sent a escribir Hacia el corazn del Amazonas, en un lenguaje sencillo, directo y vital. El libro fue escrito inicialmente en espaol, aunque la versin que cay en mis manos est en ingls (To the Heart of the Amazon). Me la encontr a la venta en una maloca turstica cerca de Leticia, donde pas la noche al abrigo de los misteriosos sonidos de la selva. Haba cuatro ejemplares con las hojas no solo torcidas por la humedad sino manchadas en el borde por rastros de algn bicho, pero los libros estaban all como un fruto ms del bosque tropical, al alcance de cualquiera. Al momento de partir me dijeron que Valerie viva a unos kilmetros de all, donde, si quera, poda ir a visitarla. Ya no tena tiempo y me qued con las ganas. Hago ahora la cuenta y creo que debe ser una seora de setenta y cinco aos, seguramente llena de historias y enseanzas sencillas sobre la vida, que es como uno a veces imagina a los buenos escritores.
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Y qu
Paloma Prez Sastre Yo soy rosa como toda cosa. Gertrude Stein pesar de que hace pocos aos se prohibi en Colombia la ablacin del cltoris practicada por algunas comunidades indgenas, siguen producindose aqu muertes de nias por esta causa. Segn Unicef, seis mil nias entre cuatro y diez aos son mutiladas cada da en el mundo. Varias son las razones para la persistencia de esta costumbre atroz; mencionar tres: la primera, es curioso, esttica: se consideran feos los genitales femeninos. La segunda, la ms evidente: limitar el placer. En Una breve historia de la misoginia, Jack Holland (2010) dice que en Occidente el rechazo al placer clitoridiano hasta bien entrada la dcada de los cincuenta se sustentaba en la creencia de que, gozndolo, la mujer se rebelaba contra su papel biolgico y predeterminado de paridora de nios.
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Detendr mi atencin en el tercer motivo para despojar a las mujeres del rgano del placer: evitar que sean lesbianas. Esta razn, an esgrimida por los indgenas, fue compartida por algunos mdicos occidentales. Cuenta Holland que la masturbacin femenina se consideraba una perturbadora seal de tendencias masculinas, las cuales, entre otras malignas consecuencias, podan conducir al lesbianismo, la ninfomana y una multitud de horripilantes enfermedades. Es ms, Holland trae una cita del British Medical Journal (1867) que describe con detalles el remedio para tales trastornos: una ciruga de clitoridectoma efectuada a una nia de nueve aos. No fue el nico caso, pero esta prctica elogiada por unos los arzobispos de Canterbury y New York, entre otros y rechazada por otros, termin por desaparecer del mbito mdico. A todas estas, una vez ms me pregunto cul es la bronca, por qu tanto prejuicio cruel y gratuito. Discriminacin y violencia les espera a las mujeres que no se someten. Con otras mutilaciones se castra, se despoja y se castiga con mayor rigor a las que gravitan fuera de rbita. En el ao 2000 le en El Malpensante un artculo de Alfredo Grieco titulado La vida secreta de los diccionarios, en el que dice que en la academia francesa todos sus cuarenta miembros han sido hombres, y aclara: ninguna seora: la primera fue la lesbiana Marguerite Yourcenar en 1979. Entonces resulta que lo lesbiana quita lo seora. Desde cundo? Y,
cmo sabe Grieco que los dems 39 inmortales as los llama, han sido seores? Bastara aplicar una estadstica simple para suponer seoras al 10% de los acadmicos, al menos. Con qu arrogancia despoja el articulista a la autora de Memorias de Adriano de su dignidad de mujer, cmo se atreve? Alfred Nobbs, el personaje caracterizado por Glenn Close en la pelcula del mismo nombre dirigida por Rodrigo Garca Barcha (2011), un camarero de hotel serio e impecable, es en realidad una mujer que se ha visto obligada a ocultar su condicin femenina como consecuencia de la violacin y los ultrajes que ha padecido. En medio de una sociedad mezquina, termina despojada de todo: de su verdadera identidad, de la posibilidad de realizar su deseo de vivir en pareja con otra mujer, del dinero que minuciosamente ha acumulado para este n y hasta de la propia vida. Cuntas, como Nobbs, se ocultaron y siguen ocultndose tras un matrimonio infeliz, o tras variadas formas de clausura. Cuntas tas solteras purgando su culpa al servicio de familias abusivas. Cuntas historias calladas. Cunta frustracin y sufrimiento. Pienso, tambin, en aquellas que no solo no se cubrieron, sino que respondieron con altruismo a la segregacin: Desde muy joven, Gertrude Stein brill en el centro del ambiente artstico y literario de su tiempo; fue mecenas de escritores y pintores. Vivi con Alice Toklas desde el mismo da en que se conocieron en 1907. La
casa de la pareja en Pars fue escenario de encuentro de la generacin perdida, los artistas de vanguardia con mayor inuencia en las artes y las letras del siglo XX. Ambas norteamericanas y judas, durante la Segunda Guerra fueron despojadas de su vivienda y debieron trasladarse a Culoz. Cuando Gertrude muri, su familia le arrebat a Alice la coleccin de arte que haba heredado Stein fue una de las primeras coleccionistas de las obras de Picasso, Matisse y Braque. La pobreza y la mala salud dispusieron un triste nal para Alice. Un dato curioso: Alice escribi un libro de cocina, y sus famosos brownies con marihuana aparecen en la pelcula de Peter Sellers I Love You, Alice B. Toklas! Contemporneas y contertulias de las anteriores fueron Adrienne Monnier y Sylvia Beach, una pareja dedicada a los libros, promotoras de la literatura en los aos treinta. Adrienne fund a sus veintitrs aos la librera La maison des amis des libres, con tres mil volmenes que ya haba ledo, y que venda o alquilaba, segn el deseo o el bolsillo de los lectores. As la describe Jacques Prvert:
En el nmero siete de la rue lOdeon, se abran, se cambiaban, se diseminaban o se marchitaban las ideas en total libertad, en total hostilidad, en total promiscuidad, en total complejidad. Y su propietaria, sonriente, inquieta y vehemente, hablaba de lo que ms le gustaba: la literatura; y por eso, al pasar, muchos entraban como por su casa, la casa de ella, la casa de los libros.
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Un da de marzo de 1917, la estadounidense Sylvia Beach entr en ese espacio singular y all naci una relacin que durara treinta y ocho aos. Adrienne le ayud a conseguir un local en la misma calle y a montar la clebre librera Shakespeare and Company. Sostuvieron numerosas revistas de vanguardia; y Sylvia nanci a James Joyce y pag sus deudas, aun poniendo en peligro su propia subsistencia. Se encarg de la primera edicin y de varias reimpresiones del Ulises, pero luego el xito comercial le fue ajeno porque Joyce cambi de casa editorial. En 1941 Sylvia estuvo detenida seis meses en un campo de concentracin al sur de Pars; la razn: haberse negado a venderle a un ocial alemn un ejemplar de Finnegans Wake de Joyce. A la amenaza de conscacin se sigui el allanamiento, pero cuando las tropas llegaron ya su propietaria haba desmantelado la librera, lo que signic el arresto de la librera y el n de la librera (en 1962, G. Whitman retomara el nombre). No es, pues, un pedazo de carne lo que est en juego, es el respeto por otras formas de ser mujer. Mi reconocimiento y mi gratitud, seoras.
palomaperez@une.net.co Profesora de la Universidad de Antioquia
Belleza impune
Ana Cristina Restrepo Jimnez
o escribo estas lneas como el arquelogo que hurga en busca de un pasado oculto, no. Salgo a caminar, y encuentro a mi paso lo que preferira haber conocido a travs de un libro de Historia o fotografas amarillentas: una mansin con aspiraciones de templo politesta sostenida por columnas de estilo grecoromano; un Mercedes Benz con un mocoso al volante; y legiones de mujeres de edad indenible, incapaces de sonrer porque su expresin facial desapareci bajo las capas de un revoque quirrgico. Desde los aos setenta, la cultura maosa ha permeado todos los estratos de la sociedad colombiana, consolidando una forma particular de esttica: la del narco. Aunque el profesor Alejandro Gaviria arm alguna vez que la idea de cultura maosa es un atajo conceptual simplista, bien vale rescatarla como nicho de gestacin y desarrollo de un modelo de belleza, cuyo predominio en la sociedad
actual es un indiscutible triunfo cultural de la maa. En su lucha desesperada por parecerse a la clase alta, los narcos calcaron una de sus marcas sociales ms fuertes: el esnobismo. Adems, como si intentaran revivir el ms puro origen del arte Kitsch, nuestros padrinos criollos han insistido en denir lo bello guiados por criterios consumistas. Despus de casi medio siglo del imperio de la belleza maosa, podemos decir que se distingue por tres rasgos esenciales: 1) Lo bello tiene que ser costoso; 2) Lo bello ha de ser exhibido en pblico (herencia esnob de las lites colombianas); y lo ms importante y realmente exclusivo del narco, 3) Lo bello no requiere la mediacin de los sentidos. La sensibilidad no hace parte de la ecuacin. Lo que empez como una imitacin ordinaria de un estilo de vida degener en una trasgresin abierta, que se ufana de s misma y evidencia el dominio impune de lo ilegal en nuestro medio. Pero dnde est esa belleza? Si por un lado el consumismo nos entren para poseer lo bello (contemplarlo no es suciente), por otro, los narcos nos mostraron todo tipo de medios para conseguirlo. Y encontraron el mejor perifoneo en los grandes medios de comunicacin. Un ejemplo clave sera lo que el escritor Hctor Abad Faciolince llam la sicaresca antioquea, y que se convirti en un producto televisivo sobreexplotado: Las muecas de la maa, El cartel de los sapos, Sin tetas no hay paraso.
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La constante reiteracin de una puesta en escena termina por legitimar las acciones que recrea. Si vamos al campo artstico, notamos cmo para el narco la obra de arte es ante todo un medio para conseguir prestigio social y no una expresin del espritu humano, de creacin de memoria. Al rastrear en archivos de prensa, entre las posesiones incautadas a los narcotracantes no aparece una primera edicin de El aleph, ni un manuscrito de Toms Carrasquilla o un acetato original de Jacqueline Dupr. Pero s hallamos falsos rubens (a alias Rasguo le decomisaron dos) y descomunales obregones. Bajo esa ptica, exhibicionista y desprendida de lo sensorial, un cuadro es bello por su tamao o avalo; la msica, por sus decibeles o posicin del cantante en las listas de popularidad; y la obra literaria por el color de su pasta en contraste con el tono de los muebles de la biblioteca. Arte invisible. Intrascendente. Sin alma. Pura msica de ambiente. Si miramos la ciudad, la cartografa maosa destruye la herencia arquitectnica urbana no solo para exhibir su xito econmico con nuevas edicaciones sino para desviar el pensamiento del ciudadano, para que la memoria colectiva acumule informacin basada en las acciones (logros?) de los narcotracantes. Remover y reemplazar marcas urbanas son sus mtodos para imponer una visin esttica y escribir su versin de la historia. Hace aos, con algo de humor, el columnista Len
Valencia anunci el surgimiento de una nueva corriente esttica a la que llam Narc Dco, que haba trascendido los lmites de la arquitectura, interviniendo tambin el cuerpo femenino. Las cirugas plsticas se convirtieron en una especie de acto tribal (como las perforaciones y ablaciones), un rito inicitico del narcotracante para la aceptacin de la mujer en sociedad. Este smbolo de estatus, que la transforma en una hiprbole ambulante, es avalado y celebrado en pblico con eventos como el reinado de Cartagena. Pero la esttica maosa no es la explicacin de un fenmeno, sino la manifestacin de una larga evolucin y cambio cultural, relacionada con el ethos. Fueron las lites colombianas, discriminatorias y excluyentes, las que motivaron a los narcotracantes a explotar su concepcin de la esttica con la esperanza de alcanzar igualdad e inclusin. Lo que pudo ser un proceso de democratizacin de la experiencia esttica, la empobreci. Y esta forma de lo bello bien podra llevar el mismo rtulo que el captulo de la historia que hoy vive Colombia: impune.
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comienzo, es decir, hasta Guerra y paz de Len Tolsti, el origen y el modelo de la novela histrica que en realidad importa. En Guerra y paz tenemos la accin y la reexin. Estn los hechos y los personajes alrededor de la invasin napolenica a Rusia y estn, tambin, entreveradas, las opiniones omniscientes de Tolsti a lo largo de la obra y en un clebre captulo nal, realmente un ensayo en el que el autor expone in extenso su teora de la historia. Flaubert no estaba de acuerdo con ese autor entrometido de hecho, funda la novela moderna anulndolo, pero los lectores de hoy no debemos despreciar la riqueza de esas reexiones que inspiraron el famoso libro de Isaiah Berlin, El erizo y la zorra, y seguirn inspirando muchos ms. El objeto de la historia es la vida de los pueblos y de la humanidad. Pero es imposible abarcar y describir con palabras la vida, no ya de la humanidad entera, sino de un pueblo. As empieza el clebre captulo nal, sealando de entrada la dicultad del tema. Para Tolsti, la historia no se explica por los designios divinos de los reyes, como tampoco por la voluntad de los grandes personajes, aunque se trate de Metternich o del mismsimo Napolen: Cuando decimos, Napolen quiso y emprendi la campaa de Rusia, esa voluntad, a lo largo de toda su actuacin, en nada se maniesta; vemos diversas series de rdenes o manifestaciones diversas e indeterminadas de su voluntad; de la innita serie de rdenes promulgadas por Napolen para la
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campaa de 1812 hubo algunas que se cumplieron no porque se diferenciaban de otras que no fueron cumplidas, sino por coincidir con los acontecimientos que llevaron a Rusia al ejrcito francs. En otras palabras: lo que quera Napolen era invadir a Inglaterra pero los acontecimientos, la fuerza de los hechos, las circunstancias, lo llevan a Rusia. Resulta claro: para Tolsti es muy pobre el papel que juegan los hroes o los grandes personajes en los acontecimientos histricos. Sus tesis son opuestas a las de Carlyle, quien crea en el protagonismo decisivo de los grandes hombres. En su crtica a estos como hacedores de la historia se asemeja a los marxistas. Aunque la distancia con ellos tambin es abismal: Tolsti intuye unas leyes secretas que mueven la historia pero cree que nunca llegaremos a conocerlas. El conde nalmente es un escptico, al igual que Pascal, Schelling o Chateaubriand. Para l, el mundo no puede llegar a conocerse. En realidad era un discpulo de Schopenhauer: la impotencia de la voluntad humana choca contra las leyes inexibles del universo. Por medio de los personajes de Guerra y paz, Tolsti logra plasmar de mejor manera sus ideas sobre la historia. En la batalla de Borodin, Pierre Bezukhov no ve sino confusin y desorden, unos hechos accidentales sin causa, ajenos a la voluntad humana. El prncipe Andri piensa que el zar Alejandro y sus asesores dan rdenes en el vaco, alejados de lo que ocurre de verdad. Lo que me inquieta no es como
a Flaubert si Tolsti lo hace mejor como novelista o ensayista a mi juicio es absurdo extrapolarlos sino por qu el escritor enamorado de la diversidad, de la particularidad y la vida concreta, se preocupa tanto por encontrar una teora que explique el sentido ltimo de la historia y del lugar de los seres humanos en ella. Isaiah Berlin fue el primero en interesarse por esta paradoja de Tolsti y, como es sabido, la resolvi con otra paradoja maravillosa, la del erizo y la zorra, tomada de Arquloco, el poeta griego de la antigedad. Muchas cosas sabe la zorra, pero el erizo sabe una sola y grande. Hay pensadores y artistas que tienen una visin dispersa y mltiple de la realidad; hay otros cuya visin es sistematizada y central. Los primeros estaran en la categora de zorras, y en ellos Isaiah Berlin ubica a Shakespeare, Aristteles, Montaigne, Molire, Goethe, Balzac y Joyce. Los segundos, son los erizos: Dante, Platn, Hegel, Dostoievski, Nietzsche y Proust. Segn Berlin, en Tolsti conviven a la vez el erizo y la zorra, el escritor fascinado con la particularidad de la vida, con lo diverso y con lo inexplicable, y el que intenta encontrar una explicacin al movimiento de la historia. Tolsti fracas en su intento totalizador, es mejor como zorra que como erizo. Es mejor cuando tiene intuiciones concretas que cuando intenta entender las razones de la batalla:
A tierra! grit el ayudante. El prncipe Andri sigui en pie, indeciso. La granada, humeante, giraba como una
peonza entre l y el ayudante, tumbado en tierra, en el borde del sembrado y el prado junto a la mata de ajenjo. Es la muerte?, pens el prncipe Andri, mirando con expresin nueva y ojos envidiosos la hierba, la mata de ajenjo y el humo que se desprenda de aquella gigante pelota negra. No puedo, no quiero morir, amo la vida, amo esta hierba, la tierra, el aire.
Fracas como erizo, no encontr la respuesta, pero nos leg su entusiasmo desaforado por interrogar la historia. Una buena medida para saber cul es la novela histrica que de veras importa.
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on estticas tan variadas como los mismos autores que las dibujan, la historieta ha demostrado ser una manifestacin muy verstil, pero al mismo tiempo y esto es lo que resulta ms interesante con una variedad tal de temas y tipos de narraciones que ya es imposible no pensar que esta manifestacin est a la altura de las artes que se consideran mayores. Despus de leer un relato apasionante, triste y tremendamente emocional sobre la relacin de un padre y su hijo, y las experiencias de ese progenitor en un campo de concentracin Nazi, en la novela grca Maus, de Art Spiegelman; adems de las historias de un par de adolescentes que empiezan su adultez con tropiezos, en medio de una Norteamrica tan extraa como enferma, en Ghost World de Daniel Clowes; o la historia personal de una mujer iran que crece en medio de las pocas convulsionadas del cambio
de rgimen del Sha al Ayatollah Jomeini, en la obra Persepolis de Marjane Satrapi; pasando por el delicado encanto de los dibujos y los ejercicios narrativos que enfatizan la sensacin de soledad y las dicultades de la vida moderna, en Jimmy Corrigan de Chris Ware; o la simpleza del trazo de los dibujos de Jason en una obra en donde una frase desencadena el desastre: Hey, wait; no puede esperar uno menos para los nuevos autores de la historieta, pues con solo mencionar cinco maravillosas obras de los ltimos veinte aos, dentro del enorme caudal de grandes libros en cmic, el panorama es cada vez ms emocionante. Y lo lgico sera que siguieran producindose obras cada vez ms elaboradas, ms osadas en sus historias, ms extraamente mezcladas con esa serie de cuadritos dibujados. Justamente una de esas extraas pero gratas sorpresas es Logicomix de Apostolos Doxiadis y Christos H. Papadimitriou (editada en espaol por la editorial Sins Entido de Barcelona, 2011). Se trata de la historia de una bsqueda, de encontrar los fundamentos de las matemticas, de tratar de darle una explicacin al mundo en un periodo tan convulso como el de la Europa de nales del siglo XIX y principios del siglo XX, y los aos entre las dos guerras mundiales. El protagonista principal de la historia es Bertrand Russell lsofo, matemtico, lgico y escritor, quien nos conducir por los caminos de la matemtica del siglo XIX y principios
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del siglo XX, presentndonos a algunos de sus colegas (Gottlob Frege, Ludwig Wittgenstein, David Hilbert, Kurt Gdel, Henri Poincar) y el movimiento cientco de la poca. Pero el relato est construido en tres tiempos: un tiempo del presente en donde los creadores del cmic, Apostolos Doxiadis, matemtico de la Universidad de Columbia, y Christos H. Papadimitriou, profesor de informtica de la Universidad de California, discuten con los dibujantes del proyecto Alecos Papadatos y su esposa Annie Di Donna acerca de cmo debe desenvolverse la trama de la historia, que a su vez es contada por Bertrand Russell en otro tiempo de la narracin, durante una conferencia pacista en contra de la Segunda Guerra Mundial. Y en dicha conferencia Russell recuerda los momentos de su infancia hasta su adultez, su formacin en las matemticas y sus descubrimientos, adems de los de sus colegas en ese campo. Se trata entonces de un recorrido personal y profesional, de unos sesenta aos, por la vida de Bertrand Russell, y todo dentro del contexto poltico y cientco de la poca. Pero ms an es un intento por encontrar la verdad absoluta de la matemtica y tratar de desarrollar un sistema lgico que explique los conictos sociales y polticos de nales del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX. Russell trata de llevar la lgica matemtica a una especie de explicacin del mundo social, una suerte de lgica losca como una frmula que le permita entender el comportamiento
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de las sociedades. Su intencin es impedir que, una vez ms, un conicto armado de carcter mundial cree un nuevo bao de sangre. Pero su bsqueda parece infructuosa; sin embargo, durante la misma encuentra otro tipo de experiencias, que son las que va contando en esa conferencia en contra de la guerra, frente a los pacistas norteamericanos, y que nosotros vamos leyendo en Logicomix, en una serie de vietas dibujadas. Logicomix no es una obra fcil de leer, en necesario devolver pginas, releer, tratar de entender conceptos de las matemticas que nos son ajenos a muchos lectores. Pero, a pesar de eso, es en conjunto una obra apasionante y acompaada de una esttica ms bien convencional, pues se trata de un cmic dibujado con contornos en tinta y colores planos (Alecos Papadatos y Annie Di Donna vienen de la animacin europea) que no ponen obstculos a la densa narracin. Es una puerta ms que se abre en el inmenso mundo de posibilidades de la historieta, la opcin quizs de hacer ensayos histricos y cientcos, incluso de ms hondo calado que lo que en ella se presenta de manera excepcional.
truchafrita@gmail.com
Palabras de Simn Hosie, arquitecto que dise la Casa de la Cultura de El Salado (Bolvar).
a ciudad se despierta y con ella el interminable parloteo, el rugido del trco, los pitos iracundos, las radios encendidas, las comunicaciones a distancia, la televisin, la msica estruendosa, las llamadas al telfono.
Y como quien tiene una larga sed que no se quita, uno aora el silencio. Esta poca rpida y aleatoria es bulliciosa; un bullicio laberntico, sin norte, sin alegra, un bullicio que no es esta ni cuerpo con espritu; ms bien es venda, trampa, subterfugio a la mentira que encarnamos. A las dos de la madrugada, a lo lejos, gente enardecida parece querer cantar, pero alla, no s qu meloda. Nadie quiere al silencioso, su comportamiento les parece amargura, malquerencia o algo as. No entienden al silencioso ni al silencio. Tal vez en ellos encuentren su sombro rostro invertido: uno que no se calla porque teme encontrarse al nal en el espejo, porque teme hallar un vaco inconmensurable. Y, eso, debe ser aterrador. Total, pertenecemos a la era de las comunicaciones frenticas, de las redes sociales. Nadie admira al silencioso. Pero en el silencio ms profundo orece el bosque, las visiones. Los ngeles suelen acercarse en el silencio, por eso les gusta la noche, lo mismo que a todas las nimas perdidas. En el silencio ms profundo la sangre bombea con su tambor constante y podemos volvernos uno con nuestro corazn. Si se abren los ojos, el mundo suele detenerse en el silencio; los pjaros se quedan estticos, escuchando nuestra callada voz; los gatos nos acechan con su mirada de constelaciones; es muy probable que escuchemos otras galaxias. El mar nos saluda a pesar de nuestro encierro entre montaas. Nos volvemos buenos en el sentido ms inocente: no desear
ni aspirar a nada. Solo al silencio, como a la muerte. Una muerte ntima, porada. Si no entendemos el silencio, no entendemos, pues, la muerte, su lenta msica. Poco a poco el silencio se va enseoreando, imperceptible. La boca se cierra, cerramos las puertas. Oramos al silencio, no en el silencio, lo hacemos dios y gua. Dame el silencio, pedimos al silencio. Acllame, suplicamos. Luego llega la sordera plena de acufenos que muestran que estamos en otro lado, de vuelta en la cabeza, en contacto con los pulmones, cerca de ese lugar clido que somos nosotros mismos, desconocidos Y como quien no escucha nada y se aterroriza, queremos salir de all, del silencio y hablamos, gritamos El viejo animal atrapado que pide comunicarse. Pero al n llega la noche y la ciudad se aquieta, se duerme cansada de tanta carrera y de tanto alarido, prepara sus noticias de la maana. La noche es extraa, siempre. El silencio se levanta enorme y se recuesta sobre nosotros, amoroso, inmenso, para que durmamos sumergidos en el silencio ms verdadero. Cada clula se ata a nuestro silencio y cambia, se transgura, se renueva y se llena de viejas telaraas. Cada tomo y partcula oran en el silencio de la noche, ya no en nosotros, lejos de nosotros pero en nosotros mismos. Y, al n, dormimos.
claudiaivonne09@gmail.com
obran las tardes de los domingos. Con precisin: luego de las 2 p.m., cuando la luz del da imperturbable y soberana se impone sobre los espritus, incluidos los ms valientes, creativos y alegres. El tedio cubre el universo de cada persona, factor de riesgo para incurrir en las peores decisiones individuales. Desde acabar un matrimonio hasta iniciar otro. En esos das, despus de las dos de la tarde, cualquier cosa fatal puede ocurrir y esto es un acontecimiento. Pero, la verdad, comnmente no pasa nada. Se requiere de la mxima voluntad para divorciarse de la pareja o para optar por otra. Todo se queda en un mal pensamiento. Lo normal es enfrentar una espesa neblina, casi oscura, de molicie que inmoviliza, que petrica las ideas encargadas de otorgar bienestar. En estas horas no hay nada para hacer aunque nada est hecho. Nadie propone algo efectivo contra estas interminables horas. Los polticos saben que es ms rentable hablar de la injusticia,
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los curas son expertos en temas divinos y no en los mundanos domingos, a los empleadores solo los preocupa la obligacin de pagar con recargo el trabajo dominical, y los intelectuales se consideran exentos de ejecutar acciones, viven trabados en sus sosticados conceptos. En los domingos por la tarde Dios bosteza, lo percibe el escritor espaol Carlos Almira Picazo, y tal vez a lo mismo se refera Piedad Bonnett cuando describe este tiempo como domingos de ciudad / rudo bostezo al sol adormecido. Borges, en Camden, en 1982, corrobora lo dicho al pensar en el olor del caf y de los peridicos, el domingo y su tedio. Y el poeta ngel Gonzlez Muiz le canta perturbado: Domingo, or de luz, casi increble da / bajas sobre la tierra como un ngel intil y dorado. Parece que muchos han vivido los estragos del ltimo da de la semana cuando ningn libro da con un lector entusiasmado. Los lunes podran muy bien comenzar los domingos despus de las dos de la tarde. Se hablara, entonces, de los domingos lunes que van desde la hora anterior hasta las doce de la noche de los viejos domingos. Un poco enredado al comienzo pero la costumbre lo convertir en asunto natural. Por supuesto, la jornada laboral seguira iniciando los lunes-lunes. Este es un aporte prctico de alguien que no es poltico, ni cura, ni empleador; solamente envidia a los intelectuales. Para empezar la ejecucin de la anterior propuesta, la expresin domingo lunes se usara
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para registrar lo poco que ocurre en los desvelados domingos despus de las dos de la tarde. Sin embargo, por lo menos en el lenguaje la gente despedira tempranamente las horas de un da cmplice de sensaciones amorfas que nunca logran la felicidad ni el dolor. Paulatinamente el tedio abandonara los domingos, su residencia habitual. Decirle adis a un interminable domingo sera el primer cambio cultural de este siglo. Un grito de libertad que salva a la humanidad de una porcin grande de tan pesado da. Un grito de independencia mental, una conducta amistosa con el medio ambiente, que destierra un txico, por lo dems contagioso. Basta recordar a algunas personas ya infectadas: parecen un domingo despus de las dos de la tarde. No transmiten alegra ni tristeza. Ms que cuerpo poseen un bulto. Ms que ideas vocalizan estribillos. No provocan amores ni odios, solamente alguna molestia. Fcilmente se confunden con un semoviente, sin ser tiles como una vaca. Nunca se sabe cmo aparecieron y nunca se sabe cundo se van. La verdad es que la gente parecida a una tarde de domingo viene creciendo, algo as como una pandemia inspida. No viven; existen. No se sabe qu hacer con ellos. Cada uno es un sopor con traje humano. Son modorras que comen, conscientes de su naturaleza, pero eso poco les importa. Se asemejan a un televisor prendido el da entero. Cortar de un tajo el pedazo de domingo sobrante sera muy benco para la salud social.
Las semanas no estaran amenazadas con un nal mediocre, propicio para cavilaciones malsanas, ajenas a la bsqueda de la comodidad consigo mismo. La vitalidad prevalecera sobre la atona. Se contribuira en la tarea propuesta por Nietzsche cuando arm que el hombre es algo que debe ser superado, lo que no aceptarn quienes se ufanan de ser dueos de una calidad humana inmejorable, seres que siempre pretenden representar a los dems. El lsofo alemn debi haber conocido muchos individuos similares a un domingo despus de las dos de la tarde y fue por ello que consider al bpedo humano como algo, elemento perteneciente al reino mineral o, con algn esfuerzo intelectual, integrado al mundo vegetal, lejano al animal. El pensador ya se dar cuenta en su tumba cmo se transformar la cosa cuando comiencen a funcionar plenamente los domingos lunes, toda una revolucin pacca, como gusta ahora. Se ir tomando distancia de los tediosos domingos de la muerte, en palabras de Garca Mrquez, cuando describa las conversaciones entre Jos Arcadio Buenda y Prudencio Aguilar.
lfmejia@udea.edu.co
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en predios de
la quimera
he Encyclopedia of Science Fiction (ESF), como su nombre lo dice, es la ms importante compilacin acadmica en ingls acerca del gnero de la ciencia ccin. En este vasto inventario encontramos la mayor recopilacin mundial sobre autores, obras, subgneros y temas de la ciencia ccin, entradas sobre el gnero en cualquiera de sus manifestaciones (literatura, cine, televisin, cmics, etc.) y otros temas diversos relacionados con el asunto (premios, asociaciones o informacin sobre el gnero por pases del mundo). La primera edicin de la ESF fue publicada en 1979, con John Clute y Peter Nicholls como editores. Tuvo una segunda edicin en 1993, y en enero de 2013 apareci la tercera, editada por John Clute, David Langford, Peter Nicholls y Graham Sleight. Esta tercera edicin tiene la particularidad de ser electrnica y estar disponible en lnea; adems, es de acceso libre y no tiene una edicin impresa paralela (que, por lo dems, ahora resulta inviable por el tamao desmesurado que ya tiene). Con ms de 4 millones de palabras y 13.777 entradas sobre cuanto aspecto sea concebible en el campo de la ciencia ccin, la ESF es una babel fascinante que, por eso mismo, ha obtenido premios como el British Science Fiction Association Award de 2012 para la categora de textos de no ccin, o el Hugo 2012 en la misma categora (recordemos que el Hugo es una suerte de scar de la ciencia ccin). En esta tercera edicin (www.sf-encyclopedia.com), por n la ciencia ccin colombiana ya tiene su entrada.
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Colombia
A lo largo de la historia, la literatura de ciencia ccin colombiana ha atravesado por lo menos cuatro etapas. La primera de ellas ira desde nes del siglo XIX hasta 1930 (se entiende que estas fechas y las de otras fases son aproximadas). En estas dcadas no hablaramos de literatura de ciencia ccin propiamente dicha, pero s de la aparicin aislada de algunos cuentos y motivos de ciencia ccin. Por ejemplo, l ngel del bosque (1876) de Bernardino Torres Torrente (1813-1886) es una novela realista que incluye algn cuento entre fantstico y de ciencia ccin, y podran citarse cuentos como Phrazomela (1892) de Emilio Cuervo Mrquez (1873-1937), o Bogot en el ao 2000 (1905) de Soledad Acosta de Samper (1833-1913). La segunda etapa ira de 1930 a 1950 y en ella encontramos autores que de un modo aislado, ocasional y a contrapelo de los cnones literarios de la poca, escriben las primeras novelas de ciencia ccin nacionales y de este modo siembran el gnero en el pas. Encontramos as a Jos Flix Fuenmayor (1885-1966), quien en 1928 escribe Una triste aventura de catorce sabios (una stira en la lnea de Los viajes de Gulliver de Swift o Micromegas de Voltaire, que se burla de los fetichismos tpicos de los cientcos). Tambin por estos aos aparece Barranquilla 2132 (1932) de Jos Antonio Osorio Lizarazo (1900-1964) con el argumento de un hombre que se duerme en el siglo XX y despierta en el siglo XXII, y Viajes interplanetarios en zeppelines que tendrn lugar en el ao 2009 (1936) de M. F. Sliger, la que constituye la primera space opera nacional. Ms que logros estticos, las obras de Fuenmayor, Osorio Lizarazo y Sliger constituyen documentos histricos de cmo la sensibilidad colombiana estaba siendo modicada por el mercantilismo y el racionalismo que en ese entonces corran paralelos a la modernizacin socioeconmica que el pas comenzaba a experimentar. La tercera fase de esta evolucin se inicia a mediados del siglo XX y se prolonga ms o menos hasta comienzos de la dcada de los noventa. Por las dcadas de los cincuenta y los sesenta, Colombia ingresa en la era de la comunicacin de masas, el ritmo de urbanizacin se acelera y se incrementa la pluralidad cultural. El escritor colombiano ya se encuentra en un entorno moderno en medio del cual intenta ligarse ms a menudo a propuestas literarias de vanguardia y a movimientos internacionales. Es en este contexto ms favorable que por primera vez aparecen obras y autores que ya se autoetiquetan como autores de ciencia ccin y obras de ciencia ccin, y que incursionan en el gnero con una conciencia clara de la gran tradicin internacional en medio de la cual pretenden actuar. En 1965 Germn Espinosa (1938-2007) publica La noche de la trapa, donde varios cuentos se encuadran en la ciencia ccin y las fabulaciones. En 1967 aparece La nueva prehistoria y otros cuentos de Ren Rebetez (1933-1999), el primer libro de relatos
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que en la literatura colombiana se dedica ntegro a la ciencia ccin y la fantasa. Dado que el ao anterior (1966) Rebetez haba publicado en Mxico un texto donde intentaba analizar el gnero de la ciencia ccin, llamado La ciencia ccin. Cuarta dimensin de la literatura, y a que aos antes, en compaa de Alejandro Jodorowsky haba fundado Crononauta (una de las primeras revistas latinoamericanas dedicadas a la ciencia ccin y la fantasa), se entiende por qu razn Rebetez es considerado el padre de la ciencia ccin colombiana. El otro autor esencial que da a conocer sus obras por estas dcadas es Antonio Mora Vlez (1942), quien publica Glitza en 1979, El juicio de los dioses en 1982 y Lorna es una mujer en 1986. Las tres obras mencionadas son colecciones de cuentos encuadrados en distintas variedades de la ciencia ccin y la fantasa, y que acusan una marcada inuencia de la ciencia ccin sovitica que fue escrita bajo los gobiernos comunistas. En esta poca debe tambin mencionarse a Pedro Gmez Valderrama (1923-1992), quien en compilaciones de cuentos como La procesin de los ardientes (1973) incursiona en diversas variedades de lo fantstico y escribe la que quiz es la primera ucrona colombiana, el relato En un lugar de las Indias (una especulacin sobre un Miguel de Cervantes que abandona Espaa para vivir el resto de su vida en Cartagena de Indias). Captulo aparte merece Gabriel Garca Mrquez (1928), quien alcanza fama mundial a partir de la aparicin de sus obras en las dcadas sesenta y setenta, entre las cuales podramos mencionar Cien aos de soledad (1967), La increble y triste historia de la cndida Erndira y su abuela desalmada (1972), Ojos de perro azul (1973) y El otoo del patriarca (1975). Con estas novelas y colecciones de cuentos, Garca Mrquez se convirti en uno de los pilares del realismo mgico, volvi marca de fbrica las narraciones donde lo sobrenatural
convive sin asombro alguno junto al mundo cotidiano, inuy en las obras fantsticas y de ciencia ccin de Latinoamrica y el mundo, y acab constituyndose por s solo en toda una literatura. Aunque en Colombia, aos despus de estas publicaciones, varios escritores del mainstream intentaron clonar las recetas garciamarquianas para escribir libros, lo cierto es que los escritores colombianos de ciencia ccin y fantasa, en general, optaron por una va distinta. La casi totalidad de ellos escogi lo que fue una sana medida apostarle a sendas poticas distintas. Hoy en da, los escritores colombianos de ciencia ccin y fantasa no copian a Garca Mrquez, sino que lo leen e intentan asimilar de la misma manera en que se lee e intenta asimilar a cualquier otro clsico universal como Cervantes o Shakespeare. Para completar nuestro recorrido por este periodo en que se sientan las bases de la ciencia ccin nacional, no dejemos de mencionar otros autores y obras que exploraron el gnero, como Alberto Gaviria Coronado (1931) con Brujos csmicos (1974), Jess Arango Cano (1915) con Mi gran aventura csmica (1976), Rubn Ardila (1942) con Walden Tres (1979) y la reaparicin de Germn Espinosa con la primera novela ucrnica colombiana llamada El signo del pez (obra de 1987 que especula sobre la inexistencia de Jess de Nazaret). En el periodo que va desde la dcada de los noventa hasta nuestros das (2012), asistimos a un despegue de la ciencia ccin y la fantasa en Colombia; es cierto que las obras de estos dos gneros tienen an una escasa difusin y escasos lectores, pero es innegable que el nmero de escritores y textos a partir del momento sealado ha venido aumentando en calidad, cantidad y presencia internacional. Hagamos un breve repaso de autores y obras importantes. En 1990 Rafael de J. Henrquez publica Los dioses descienden al amanecer y
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en 1991 La seal, libros sobre todo el segundo donde la ciencia ccin y la fantasa son medios para predicar las ideas gnsticas de El libro de Urantia (otro de tantos libros que pretenden transmitir un supuesto camino de salvacin al estilo de los textos de diantica). En esta fase reaparece Ren Rebetez con Ellos lo llaman amanecer y otros relatos (1996) y Cuentos de amor, terror y otros misterios (1998), libros donde se critica la racionalidad occidental y en su lugar se promueven ideas y motivos de carcter msEs un tico tomados de otras tradiciones que van desde el susmo hecho que islmico y el zen, hasta ciertos gnosticismos. En 1999 ve la el escritor luz el volumen Los gegrafos de Julio Csar Londoo (1953), colombiano obra que incluye textos fantsticos, transcciones, ucronas, de ciencia ciencia ccin y literatura del absurdo. Tambin en 1999 apaficcin an rece Imnez, novela breve de Luis Noriega que claramente se produce encuadra como una propuesta cyberpunk. En el 2000 se editextos ta Punto ciego de Juan Alberto Conde Aldana (1973), curiosa apenas para historia a medio camino entre la ciencia ccin y la fantasa. un puado Recomendables tambin son dos compilaciones de cuentos de lectores. de Andrs Garca Londoo (1973): Los exiliados de la arena (2001) y Relatos hbridos (2009), obras que incursionan en diversos subgneros de la ciencia ccin y la fantasa. En esta etapa aparece tambin Campo Ricardo Burgos Lpez (1966) con dos novelas cortas: Jos Antonio Ramrez y un zapato (2003) y El clon de Borges (2010), la primera es una obra que explora la ciencia ccin del espacio interior como alguna vez lo propuso Ballard, y la segunda como su nombre lo anuncia relata la clonacin del escritor argentino Jorge Luis Borges. En 2003, Hctor Abad Faciolince (1958) presenta la novela Angosta, una distopa que sirve de
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metfora de las discriminaciones contemporneas tanto en Colombia como en el mundo. En 2004, Gustavo Wilches-Chaux (1954) publica El universo amarrado a la pata de la cama, una coleccin de cuentos deliberadamente aporticos y que enlazan con acierto la ciencia ccin y la fantasa a motivos de la historia, la geografa y los mitos colombianos. En 2006, tenemos El asunto Garca y otros cuentos de Orlando Meja Rivera (1961), notable recopilacin de cuentos que oscilan entre la fantasa y la ciencia ccin. Por su parte, en este periodo Diego Daro Lpez Mera publica Los hombres que aterrorizaron al mundo (2007) y Calien (2009), dos novelas breves que copian en el campo literario el modelo de cine de accin de escenas truculentas e inverosmiles que Hollywood ha patentado en las ltimas dcadas. En esta misma etapa de la ciencia ccin colombiana, Antonio Mora Vlez vuelve a la palestra con Los caminantes del cielo (1999), El fuego de los dioses (2001), Los jinetes del recuerdo (2005), Los nuevos iniciados (2008) y Helados cibernticos (2011). Las tres primeras obras son poemarios de ciencia ccin, Los nuevos iniciados es una novela que trata de un mundo posapocalptico y Helados cibernticos, una compilacin de cuentos fantsticos y de ciencia ccin. En esta cuarta etapa de la ciencia ccin colombiana tambin deben sealarse algunas antologas, revistas y textos crticos que ya se preocupan por la ciencia ccin y la fantasa. En 1997 la Alcalda de Bogot convoca el primer concurso nacional de cuento de ciencia ccin efectuado en Colombia, y como resultado del evento en 1998 se publica Cuentos de ciencia ccin con los seis relatos ganadores. En el ao 2000 aparece Contemporneos del porvenir, la primera antologa colombiana de relatos de ciencia ccin, recopilada por Ren Rebetez. En 2007 ve la luz Antologa del cuento fantstico colombiano, una compilacin de cuentos colombianos de ciencia ccin y fantasa llevada a cabo por Campo Ricardo Burgos Lpez. En el 2009 aparece
la revista Cosmocpsula, publicacin electrnica dedicada exclusivamente a divulgar cciones y crticas en los campos de la ciencia ccin y la fantasa. Por desdicha, tras cuatro ediciones (nmeros 0, 1, 2 y 3), desde julio de 2010 ha dejado de aparecer. En cuanto a crtica sobre los gneros de ciencia ccin y fantasa, vale la pena sealar algunos textos que en estos ltimos aos han asomado la cabeza: Ciencia ccin: El humanismo de hoy (1996) de Antonio Mora Vlez; De clones, ciborgs y sirenas (2000) y Cronistas del futuro. Ensayos sobre escritores de ciencia ccin (2012) de Orlando Meja Rivera, Pintarle bigote a la Mona Lisa. Las ucronas (2009) y Otros seres y otros mundos. Estudios en literatura fantstica (2012) de Campo Ricardo Burgos Lpez. En general, el balance de la ciencia ccin colombiana desde 1990 hasta nuestros das es agridulce. Sin duda ha aumentado el nmero de obras en el campo, as como la calidad de las mismas, pero es un hecho que el escritor colombiano de ciencia ccin an produce textos apenas para un puado de lectores, no hay un mercado interno para el gnero ni editores interesados en el asunto. En Colombia ya existen escritores de culto en la ciencia ccin, pero (salvo algn autor popular del mainstream literario que ha incursionado fugazmente en la ciencia ccin, como Hctor Abad Faciolince) la totalidad de autores son underground, desconocidos para la gran mayora de los mismos colombianos. Es cierto que hoy en da hay mayor inters por la ciencia ccin y la fantasa que hace un par de dcadas (y ello es evidente en la aparicin de algunas asociaciones de acionados al gnero o en el aumento de estudios acadmicos y tesis universitarias sobre el tema), pero el hecho es que la literatura nacional de ciencia ccin y fantasa an no llega a las grandes masas. Por ltimo, sealemos que la ciencia ccin y la fantasa colombianas muestran dos grandes tendencias: una es la de copiar, sin aportes propios, las grandes corrientes y los movimientos que han jalonado la ciencia ccin y la fantasa anglosajonas de gran despliegue meditico; la otra tendencia es usar ciencia ccin y fantasa anglosajonas pero como insumos para mezclarlos con nuevos materiales y perspectivas, y as explorar sendas inditas (caso de El clon de Borges). Creemos por supuesto que esta segunda corriente es aquella a la cual debera apostarse. Campo Ricardo Burgos (Colombia)
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Cuento
a leyenda de Lina Farah, queridos discpulos, se remonta a los aos nales de la primera centuria del tercer milenio, justamente por los tiempos en que las llamadas grandes potencias de entonces rmaban el acuerdo de destruccin total de las armas biolgicas y la epidemia del Nmesis cobraba ms de doscientos millones de vidas en todo el orbe. Lina trabajaba como reportera en un diario vespertino de Bogot y en las horas de la noche cursaba estudios de fsica en la Universidad Nacional. Era joven y hermosa. Una estudiante alegre y amiga de las cosas nuevas. Nada haca pensar que se convertira, poco despus, en una celebridad por sus poderes paranormales. Como es dable suponer, hubo una primera manifestacin de tales poderes de la que casi nadie se percat en su momento, salvo Lina, como es apenas natural. Ocurri cuando ella cubra la informacin de la expedicin Sayonara comandada por el piloto cosmonauta Yoshiro Takeba. Minutos antes de que sucediera el terrible accidente, Lina dej escapar un grito desgarrador que los presentes pensaron era causado por el aspecto terrorco del robot que prestaba el servicio de refrigerio en el cosmdromo de Wakkanai. Todos sonrieron y algunos rieron sin tapujos. Lina no. Ella qued como paralizada, con la mirada ja en el cielo nipn. Y no tuvo que esperar mucho en esa actitud. A los pocos minutos la nave de Takeba se declaraba en emergencia y casi enseguida se converta en una larga estela de fuego que se consuma en las aguas del mar de Ojotsk, ante la mirada atnita de millones de televidentes y el desespero de los cientcos y tcnicos de la Direccin Espacial del Sol Naciente. Esa fue la primera seal conocida de lo que sera, con el correr del tiempo, el inusitado poder de Lina.
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Por esa poca la telepata haba alcanzado grandes progresos y los neurosilogos continuaban trabajando con la hiptesis de la propagacin de las ondas squicas a travs del espacio, movidos por la necesidad de encontrar medios de comunicacin para el rescate de personas atrapadas o incomunicadas por derrumbes causados por movimientos telricos. Lina culmin sus estudios de fsica y se cas con un joven investigador del subconsciente, a quien conoci durante las sesiones de sicoanlisis que su mdico le haba recomendado para que se acostumbrara a sus espontneas revelaciones del pasado que tanto le perturbaban. Fij su residencia en Montera, en cuya universidad logr vincularse como profesora. Durante algunos meses llev una vida normal, sin los sobresaltos de esos trances que le hacan devolver en su conciencia las manecillas de la historia. Un da de campo de diciembre, en las hermosas praderas del Alto Sin, Lina volvi a experimentar sus facultades de clarividente. Estaba recostada en un frondoso camajn en compaa de su hija cuando vio, del mismo modo que a Takeba en llamas, la imagen de una princesa zen que corra tras un aborigen esbelto. Y vio tambin que la princesa se acostaba despus en un espacio abierto sobre una inmensa piedra con forma de huevo y le hablaba a su acompaante de las titilantes luces del alba, allende el ocano, que a su padre, el viejo cacique de la tribu, le haban parecido seales de mal agero. Lina abri los ojos y mir a su hija. La tom entre sus brazos y llam a su esposo, quien se encontraba cerca. Este le dijo, luego de escucharle el relato: Es un sueo. Una simple oracin de historias mezcladas... sosigate! Pero Lina saba que no era as. La escena haba ocurrido en ese mismo lugar, siglos atrs, y ella la haba visto en todos sus detalles: Por eso Lina el color de la tierra, el vestido de oro de la princesa, la comba del ro a esa altura de su recorrido y, sobre todo, el camajn frondoso se interes de ese momento, que ya lo era en la poca de la visin. Despus de ese trance, Lina viaj ms a menudo por los caen las minos perdidos de la historia y le cambi el modo de parecer a su marido. A instancia de los investigadores de la protohistoria, viaj paredes de con su mente prodigiosa por el pasado remoto y descubri que el templo de la ciudad de Dweenah, en las estribaciones meridionales las citadas del Himalaya, era una cosmonave petricada y que los Dzopas, sus pequeos y casi translcidos moradores, eran en verdad descencuevas... dientes del cielo. Descubri que las pirmides de Egipto fueron enclaves de una expedicin extragalctica que visit la Tierra por los comienzos del Neoltico y que los dogones del frica no mintieron cuando dijeron a los antroplogos que ellos venan de Sirio y que esta era una estrella doble con dos planetas habitados. Hubo dudas respecto a la seriedad de las visiones de Lina. No faltaron quienes dijeran que se trataba de un montaje encaminado a reforzar las tesis de los partidarios de la historia fantstica. Por esto, los ms destacados parasiclogos de Ucrania se interesaron por ella. Sobra que les cuente que la invitaron al clebre centro de investigaciones paranormales de Kiev y que all la sometieron a un delicado proceso de escarbamiento mental que tena el objetivo de denir la fuente de sus asombrosos poderes squicos. Una maana glida de invierno, Lina fue sometida a la prueba denitiva con el S-Gadyvatel-10, mquina compleja de interpretacin de los sueos que
sumerga a los pacientes en las insondables aguas del pasado pero de un modo inducido, al margen de sus facultades. Se trataba de probar que las capacidades mentales de Lina tenan races orgnicas y que no haba nada de sobrenatural en ellas. Lina pareca dormir y todos los cientcos del centro se mantenan en estado de alerta, pendientes de la pantalla del S-Gadyvatel-10 en la que apareceran las escenas del sueo. El momento anhelado lleg pronto. La pantalla se ilumin y aparecieron en ella un extrao ser peludo que llegaba a la cima de una montaa con un ciervo a cuestas y una mujer prehistrica acompaada de dos cros que corran a recibirlo. Los pequeos danzan alegremente alrededor del animal muerto dejado por el cazador encima de una roca. La mujer exclama unos fonemas incomprensibles, al parecer en alabanza al hombre por la proeza realizada. El ser peludo mira hacia el cielo y exclama: Atln! las dems frases son intraducibles. La mujer lo imita y de ese modo se confunden en el rito de la gratitud. Momentos despus se concentran en el animal, lo descuartizan, lo asan y sacian el hambre. El S-Gadyvatel-10 hizo una pausa mientras las imgenes se perdan en un centenar de rayas horizontales. Todos creyeron que all terminaba la sesin, pero no fue as. Los seres de la montaa atraviesan la pradera de los cactus y llegan al ro que baa sus barbechos. En la pantalla aparece por vez primera el arado y el amarillo del maz sembrado. Pero ya no son cuatro sino centenares y no le rezan a Atln sino a Quetzalcotl dice la voz que explica las imgenes. Los investigadores de Kiev no se asombraron. Tampoco quedaron convencidos del todo porque nada de lo mostrado por el aparato era nuevo. Para una mujer culta era relativamente fcil soar con esos datos del pasado y agregarle la fantasa implcita en todo ejercicio onrico. Despus de ese experimento, Lina regres a Sudamrica y se incorpor como docente en la Universidad de Crdoba. An sin develar el misterio, Lina encontraba, y cada vez con mayor frecuencia, la explicacin de muchos secretos de la antigedad. Por su memoria prodigiosa deslaron los dioses de la mitologa sumeria tal y como fueron presentados por Beroso; las ruinas de Bimini sobre la supercie costera de la Atlntida; el observatorio astronmico de Stonehenge; las esculturas de Pascua dedicadas a perpetuar la presencia de los expedicionarios de Tau Ceti; el tridente dejado accidentalmente por el comandante de la citada expedicin en la baha de Paracas; los mapas aerofotogrcos de Piri Reiss que mostraban la Antrtida sin hielos, y muchas otras huellas de esa edad presuntamente primitiva no sucientemente investigada y todava envuelta en las brumas de la especulacin. Una tarde de campo en las cuevas de Palmira, cerca de Tierralta, Lina quiso contemplar los pictogramas encontrados en ellas por los arquelogos de la universidad. Durante mucho tiempo se crey que estas cuevas ocupadas por murcilagos tenan como nico atractivo las estalactitas de su bveda oscura. Por eso Lina se interes en las paredes de las citadas cuevas... Lo tengo! dijo despus de contemplar un centenar de dibujos curiosamente parecidos a los de los indios Hopi del occidente norteamericano. Su marido, quien estaba a su lado, pens que se trataba del desciframiento de los pictogramas y pens en
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Lina informando a la comunidad cientca que los mayas haban llegado hasta Momil en el Sin y que desde all se haban dispersado por toda la geografa suramericana. Pero no. No era eso lo que quera decir Lina, quien por esta vez no entr en trance alguno. Su certeza provena, al parecer, de un simple golpe de lucidez, de una de esas raras percepciones repentinas que muestran en un instante todo un resultado buscado por aos, como si hubiera estado all en el cerebro pero separado por piezas. Lina le dijo a su marido, todava con el jadeo de la excitacin, que su caso tena una interpretacin que rebasaba los horizontes de las ciencias contemporneas, y que haba llegado a ella despus de analizar las extraas guras, una de las cuales semejaba la estructura de un fsil molecular. Sostuvo entonces que en su cerebro, por la accin de algn neurotransmisor arcaico, se produca la sintonizacin del pasado. Dijo tambin que sus adenones nerviosos podan haber repetido al azar toda la arquitectura molecular del sistema cortical de algn cientco del siglo XX, lo cual originaba el efecto de captacin de los episodios remotos, a la manera de un receptor de frecuencia orgnica. Como les dije al inicio de la clase, Lina Farah vivi a nales del primer siglo del tercer milenio y es hoy una hermosa leyenda conservada por nuestros archivadores Omega. Todava no se descubre la forma de repetir, aminocido por aminocido, el edicio natural del ser vivo; ni tampoco la utilizacin de las molculas fsiles en el estmulo de la memoria histrica de la especie. Pero las leyendas estimulan no solo las fantasas sino tambin las ciencias. Quin puede decir que en el futuro no podamos descubrir los verdaderos orgenes de la razn en la Tierra con mtodos semejantes?
Antonio Mora Vlez (Colombia) 1942. Escritor,abogado, columnista de opinin, docente universitario. Considerado como uno de los precursores y un clsico de la ciencia ccin colombiana, y el autor del gnero que ms libros ha editado y el que ms veces ha sido entrevistado y antologado internacionalmente.Sus cuentos, ensayos y poemas han sido publicados en varias revistas de Colombia y del exterior.Reside en Montera y coordina el grupo literario El bocachico letrado.
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L ib ertad
y O rd e n
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EL DESCUBRIMIENTO
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instancias del Grupo de Investigacin nmero 4 que en este momento se ocupa del asunto, y dado que fui miembro del primer equipo exploratorio que hizo el descubrimiento que ha ocasionado este terremoto emocional y conceptual que ahora mismo y desde hace un ao sacude los cimientos de la humanidad, me siento ante ustedes a ofrecer la versin que me solicitan sobre los hechos de los cuales fui testigo. Como en otras ocasiones lo he armado ante periodistas, miembros del gobierno y diversos cientcos, intentar ofrecer un relato muy el de todo el episodio, de modo que mi narracin de algn modo pueda contribuir a esclarecer este tremendo misterio en medio del cual hoy estamos empantanados. Mi nombre es Alberto G. Baz, tengo 37 aos, soy ingeniero aeronutico e hice parte del primer grupo de cinco personas que el 21 de abril de 2324 aterriz en el
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planeta Cuer 3, un mundo que como todos lo recordarn por ser tan parecido desde el punto de vista climtico y atmosfrico a nuestro planeta Tierra, de inmediato fue pensado como un globo que deba ser colonizado para que la especie humana tambin pudiera ancarse all, como ya lo ha hecho en otra decena de mundos. Nuestra misin, como tambin se ha dicho varias veces, no era otra que la de ofrecer un primer informe de ese posible nuevo hogar para los hombres, realizar algunas pruebas ecolgicas y sicoqumicas, y alertar sobre algn posible peligro o inconveniente que sera necesario corregir antes de enviar a aquel lugar un primer puado de colonizadores. Llevbamos ya dos semanas en aquel lugar, cumpliendo nuestros protocolos de anlisis, cuando un da uno de los robots cuya Cuando misin es ofrecer lmaciones de parajes que ellos recorren de manera individual y a donde no se envan humanos porque podra ser volvimos al muy arriesgado, trajo a nuestro campamento una pelcula que de inmediato nos desconcert. A. J. Marchante, la primera persona campamento que la vio, qued tan estupefacto ante ella que el grito que inicialmente prori caus que todo el equipo corriera hacia l. Cuando no sabamos todos estuvimos reunidos ante la pantalla que mostraba el lme, entendimos el porqu de la reaccin. El robot en cuestin haba qu pensar. estado inspeccionando unas grutas muy particulares de la regin llamada Ardella 9, su lmacin mostraba el modo en que poco a Qu diablos poco se adentraba en una de las cavernas de esta zona, mientras revelaba las caractersticas del suelo, las paredes y las bvedas de era eso? De aquellos agujeros. La cinta corra as ms o menos por 40 minutos, cuando de repente, en una de las grutas que as se cartograaba, qu clase apareca una suerte de sendero de no ms de un metro de altura por tal vez dos metros de ancho; por alguna razn, el robot resolva de broma seguir aquel camino y entonces, por unos cinco minutos o algo as, nada ocurra hasta que de sbito el sendero nalizaba en una csmica suerte de gigantesco cuarto de unos veinte metros de alto, veinte de ancho y unos treinta y cinco metros de profundidad. Cuando estbamos el autmata arrib a este punto, decidi ir a lmar hasta el fondo de aquella suerte de recmara natural, y entonces fue que encontr siendo lo que encontr: ante la pared del fondo de aquel hueco haba tres guras talladas en roca de tamao natural, que representaban un objeto? pesebre cristiano. S, as como se oye! Al fondo de una caverna en un planeta deshabitado a cientos de aos luz de la Tierra que jams haba sido visitado antes por el hombre, nos topamos con unas tallas en roca que de manera inconfundible representaban a Jess nio, su madre Mara y su esposo Jos! Entre aterrorizado y pasmado por lo que estaba viendo, el equipo no dud un segundo en abandonar todas las dems tareas que en ese momento se efectuaban y correr en masa hacia la gruta de Ardella 9 que la mquina haba descubierto. Una vez estuvimos all, uno por uno de nosotros se arrastr por el sendero estrecho que ya la lmacin nos haba mostrado, y uno
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por uno llegamos ante la recmara de las guras. All, por entero sobrecogidos, atestiguamos que ante nosotros haba un imposible pesebre moldeado en piedra de tamao natural y que no haba ningn error en la lmacin robtica. Aunque al comienzo quedamos mudos e inmviles del susto, luego nos repusimos, tomamos cientos de fotografas, radiografas y lmes, y, con cuidado de no ir a daar semejante hallazgo, sometimos las guras a cuanto examen tcnico estaba a nuestro alcance con los instrumentos de los cuales disponamos. Cuando volvimos al campamento no sabamos qu pensar. Qu diablos era eso? De qu clase de broma csmica estbamos siendo objeto? S era verdad eso que nuestros sentidos y nuestros artefactos haban presenciado? Creyendo que habamos alucinado de manera colectiva, una y otra vez revisamos las pelculas, fotos y dems registros de cualquier tipo; asimismo, en el curso de los siguientes das visitamos la gruta del pesebre en incontables oportunidades. Cuando nos convencimos de que no estbamos locos y que nuestras mentes no nos estaban tomando del pelo, entre nosotros discutimos y tratamos de resolver algunas preguntas. P. R. Gen sugiri que las obras de arte podan deberse a una formacin totalmente aleatoria de las rocas, pero un simple anlisis probabilstico mostr que la armacin de Gen era un disparate. H. M. Alvia propuso que las guras demostraban que el planeta s estaba habitado por alguna inteligencia y no deshabitado como pensbamos nosotros, pero ya sabemos que esa hiptesis es falsa. Desde ese da hasta hoy, decenas de equipos exploradores tanto humanos como robticos han escudriado palmo a palmo Cuer 3 y nunca han hallado el menor signo de alguna inteligencia que all resida. El mismo Alvia insisti en que tal vez el pesebre era obra de una civilizacin que alguna vez habit el planeta, pero que ya se hallaba extinguida; pero como tambin sabemos hoy, esa conjetura nunca se conrm. Desde ese da hasta hoy, otras decenas de equipos arqueolgicos han husmeado casi todos los rincones de Cuer 3, sin encontrar ningn vestigio, por insignicante que sea, de alguna civilizacin extraterrestre que alguna vez hubiera morado all. Yo mismo recuerdo que en una de esas reuniones suger que tal vez el pesebre haba sido abandonado all por algn grupo de viajeros interestelares que, de algn modo que no podamos entender, en algn momento de la historia humana debi haber visitado tambin la Tierra. Como ya es vox populi, esta nueva hiptesis tampoco ha podido ser corroborada. Marchante aventur entonces la tesis de que el pesebre demostraba o que alguna vez en el pasado de la historia de nuestra especie alguien de la Tierra viaj hasta all, o que nuestra misma especie humana solo era la heredera de unos humanos que primero vivieron en Cuer 3. De nuevo, es bien sabido que estas ideas tampoco han encontrado conrmacin. Hasta donde lo muestran todos los registros, nosotros cinco fuimos los primeros humanos que alguna vez pusimos pie en aquel mundo. Harto de varias semanas de especulaciones infructuosas y totalmente azorado, el equipo explorador dio a conocer a la Tierra su hallazgo, y a partir de ese instante ya todos ustedes saben lo que ha pasado. Cuando la noticia se difundi
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por los cinco continentes, la conmocin fue general. Muchos nos acusaron a m y a mis compaeros del primer grupo explorador, de haber fraguado una mentira. Empero, tambin ya es sabido que jams se nos ha podido comprobar tal acusacin y que tres investigaciones distintas nos han absuelto de cualquier posibilidad de fraude. Como tambin es conocido por todos, cuando la noticia se propal, el gobierno terrestre envi la primera de las 108 misiones que hasta ahora han ido a Cuer 3 a vericar y estudiar nuestro hallazgo. Esas 108 misiones, y es triste reconocerlo, han producido 108 informes que tan solo revelan que todava no entendemos nada. Ustedes tambin conocen los otros efectos que el descubrimiento ha tenido. La ya casi extinta religin cristiana, desde hace un ao ha multiplicado por cien su nmero de proslitos y en este momento contina aumentando. Otras religiones, por el contrario, cada vez pierden ms y ms seguidores, hasta el punto que algn antroplogo ha alertado ante el riesgo de que a la larga, y despus de unas dcadas, la humanidad se quede con una peligrossima religin nica. Son muy populares tambin algunas leyendas, como que San Francisco de Ass, el mtico inventor del pesebre cristiano, en realidad habra sido un extraterrestre que visit muchos mundos, entre ellos la Tierra y Cuer 3, o que el pesebre demuestra el inequvoco origen aliengena de la especie humana (nosotros los hombres solo seramos los descendientes de los desconocidos viajeros que alguna vez hace milenios dejaron ese pesebre en Cuer 3). Tambin es sabido por ustedes que aqu en la Tierra algunos grupos religiosos arguyen que el pesebre en Cuer 3 es una suerte de Novsimo Testamento, una nueva revelacin que Dios ha hecho a los hombres y que cambia por completo el modo en que los humanos debemos considerar nuestra historia y nuestro lugar en el cosmos. Hasta el momento el gobierno ha permitido que solo cientcos e investigadores viajen a Cuer 3, no ciudadanos de a pie, pero es conocida ya la formidable presin de ciertos individuos comunes y corrientes y de varias empresas que por todo el mundo exigen viajar a conocer lo que ya algunos llaman El santuario de Cuer 3. Por otra parte, la historia de Jess de Nazaret, que hasta el ao pasado el 99% de la humanidad consideraba que nunca haba sucedido y que era tan solo otro cuento de hadas, ha cambiado dramticamente su condicin. Segn nos informan los ltimos sondeos de opinin, hoy en da ms del 60% de los hombres y mujeres de este planeta ya piensan que Jess de Nazaret fue un personaje real de la historia humana. Incluso, para escndalo de nuestra agencia espacial, uno de los otros cuatro compaeros que conmigo vivi el descubrimiento inicial, el reconocido gelogo agnstico S. E. Shear, ha abandonado su carrera, se ha unido a una congregacin de monjes de clausura y ha manifestado que el resto de su vida no quiere dedicarse a nada distinto a Dios. En cuanto a m, personalmente ya no s qu decir. Como el antiguo Shear, yo tambin soy agnstico, pero reconozco que el encuentro de Cuer 3 me ha conmovido hasta el tutano. Ahora lo reconozco con rubor cada cierto tiempo me sorprendo considerando la posibilidad de que Dios exista e incluso doble rubor que la fbula de Jess de Nazaret no sea solamente
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una fbula. Adems, el hecho de que hace unas semanas se haya comprobado cientcamente, y ya sin sombra de duda, que ese pesebre de Cuer 3 est all hace por lo menos 1100 o 1200 aos, manda al traste todo lo que suponamos sobre la historia humana. De acuerdo con ese hallazgo, es muy factible que mientras la humanidad de la Tierra se encontraba alrededor del ao 1100 o 1200 despus de Cristo, simultneamente alguien en Cuer 3 estaba fabricando ese pesebre o abandonndolo all. La pregunta es quin? Extraterrestres cristianos? (una idea que antes de ese pesebre solo hubiera provocado sonrisas en cualquier auditorio). Tambin se ha planteado que tal vez quienes elaboraron las guras de Cuer 3 fueron extraterrestres que en algn momento antes del siglo XII despus de Cristo visitaron la Tierra, por alguna razn mientras viajaban a otro lugar del universo hicieron escala en Cuer 3 y, por decirlo as, all perdieron una parte de su equipaje que era ese pesebre. Incluso, lo que resulta poco creble, hay quien ha dicho que el pesebre de Cuer 3 solo es una coincidencia; a una civilizacin extrahumana que nunca tuvo contacto con la Tierra, en un rato de ocio se le habra ocurrido tallar en roca un pesebre con
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guras humanas que es idntico a los tradicionales pesebres humanos con un Nio Jess, un Jos y una Mara. Como digo, un hecho as pudo haber sucedido, pero su probabilidad matemtica raya casi en cero, y ms bien abrira la puerta a otras preguntas inquietantes (citemos solo una: cualquier civilizacin humana o extraterrestre en algn momento de su desarrollo ha de llegar forzosamente a la idea de un pesebre al estilo cristiano?). Tambin se ha aseverado que las guras de Cuer 3 no representan a Jess, Mara y Jos, sino un nacimiento cualquiera, pero lo cierto, y ustedes han visto directamente la obra porque han viajado hasta all, es que la iconografa es idntica a la cristiana de este planeta. Incluso, si esas guras no representan el nacimiento de Jess, s representaran un inconfundible nacimiento humano y el enigma seguira siendo turbador: qu hace la representacin de un tpico nacimiento humano a cientos de aos luz de la Tierra en un planeta que jams haba sido visitado antes por el hombre? Para nalizar este punto, mencionemos tan solo una idea ms que en medio de esta barahnda de hiptesis ha saltado a la palestra: maniestan algunos que el pesebre en Cuer 3 es una seal que alguna cultura extraterrestre les ha dejado a los humanos para que sigan su rastro. Las guras en ese mundo seran una suerte de pista que otra civilizacin ha dejado a los humanos para que la persigan hacia algn lugar. No s. Qu ms puedo aadir a lo ya dicho? Personalmente, reconozco que desde el descubrimiento de Cuer 3 estoy confundidsimo. Dudo de lo que conocemos como historia humana, de nuestra ciencia, de nuestras antropovisiones y cosmovisiones. Para m, es claro que las guras de aquel planeta demuestran que los humanos somos innitamente ms ignorantes y ms ingenuos de lo que suponemos; demuestran que nuestro pasado tal vez es ms incierto que nuestro mismo futuro. Si maana resulta que algn arquelogo encuentra por all las tumbas de Adn y Eva y demuestra de modo inconfutable que toda la historia del libro del Gnesis es literalmente cierta, algo dentro de m ya no se va a extraar.
Campo Ricardo Burgos (Colombia) Profesor de la Universidad Sergio Arboleda de Bogot, escritor y crtico. Entre sus obras de ccin estn Libro que contiene tres miradas, Jos Antonio Ramrez y un zapato y El clon de Borges. Obras crticas suyas son Otros seres y otros mundos. Estudios en literatura fantstica e Introduccin al estudio del diablo.
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El atardecer
Andrs Garca Londoo
ueva York est desierta una vez ms. Llevo dos horas caminando y no he visto a nadie, o al menos a ninguna persona. He ledo que antes, en nuestros tiempos de gloria, las calles de esta ciudad eran infranqueables Tantos ramos nosotros. A veces, cuando camino cerca del extremo sur de la isla de Manhattan, especialmente por Battery Park, puedo ver el brillo de los motores de algn cohete.
Ilustracin: Theirison
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Un grupo ms que se marcha. Y la verdad es que cuando mi caminata de la tarde resulta tan solitaria como la de hoy, yo tambin tengo el deseo de irme. A dnde? No lo s. Venus no me apetece, pues no me agrada la idea de vivir como un topo para que el cido y los cientos de grados de temperatura en la supercie no me disuelvan. Marte, aparte de la superpoblacin que caracteriza a los biodomos, no sera muy distinto a la Tierra, y sera peor para m estar tan cerca de lo que he perdido. Solo en los mundos-borde, como Titn o Europa, nicamente girando alrededor de Saturno y Jpiter, seores del Tiempo y del Todo, encontrara quiz el tipo de no s, quiz la palabra sea futuro, que estoy buscando. Pero soy un historiador y lo he sido toda mi vida, as que cmo puedo alejarme tanto de lo que fuimos y seguir siendo quien soy? Nueva York est impecable, como siempre. Mientras camino no soy capaz de hallar basura, suciedad o algo puesto fuera de lugar. Decir esto puede no signicar mucho hoy, pero mis lecturas me recuerdan la diferencia. Tena fama de ser unas de las ciudades ms sucias del planeta. No s cuntos autores he ledo que mencionan sus olores desagradables, en especial en un verano como este, en que debera oler a cloaca. Pero los excrementos signican animales, animales humanos en el caso de una ciudad, y hoy no quedan muchos por ac. Puede existir una nostalgia del olor a excremento, de la calidez Nueva acogedora que implica, como sinnimo de la existencia de un grupo humano?... No lo s, pero s s que lo preferira a este olor a nada, York est que me recuerda que mi cuerpo es minoritario. La misma razn por la que preero no prolongar mi paseo vespertino hasta la noche. No impecable, quiero ver cun pocas luces hay en los edicios, pues muy pocos de sus habitantes an necesitan luz para poder ver. S, soy una minora. Y una minora en vas de extincin. Lo como que me hace recordar el papel que el color de mi piel, el negro, jug siempre. en esta ciudad. Durante mis recorridos por los archivos descubr que un pariente mo fue asesinado en los disturbios de julio de Mientras 1863 por turbas que protestaban contra el reclutamiento durante la Guerra de Secesin, uno de tantos conictos armados que marcacamino no ron la historia de la especie humana. Pero hoy esa palabra, guerra, signica tan poco como el color de mi piel. Todo cambi con la soy capaz llegada de Fe y para no ser minora tendra que despojarme no de mi piel, sino de mi cuerpo mismo. Mientras emprendo el camino de regreso a mi apartamento, de hallar miro las calles desiertas y una vez ms me doy cuenta de que soy basura, una minora dentro de la minora. Quedamos pocos humanos en Nueva York, es cierto, mas no tan pocos como para que en dos hosuciedad o ras caminando por la ciudad no vea a uno solo de mis congneres en casi todos mis paseos. Pero la mayora ha optado por el camino algo puesto de Fe y nunca salen de sus apartamentos. Desde que opt por renunciar a los placeres que ofrece Fe, solo fuera de me conecto a ella cuando necesito subir mis investigaciones o bajar nuevos documentos. Y desconectarme es la prueba ms dura por la lugar. que debo pasar cada da, pues entiendo la razn de que tantos sigan
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all, vivan all, duerman all, se relacionen all, coman all, mientras los cuidadores automticos alimentan, cuidan y recogen los desechos de sus cuerpos fsicos. Es la eleccin de un mundo perfecto, imposible en el mundo fsico: la utopa de Fe. Lo que tambin implica el prolongado descenso a la extincin de la especie, pues uno de los placeres que ofrece Fe tiene consecuencias de peso: el sexo dentro de la red no produce hijos. Cuando se cre a Fe, se hizo con un carcter utpico. Incluso la sigla que forma su nombre lo seala as, FAITH: First Articially Intelligent Transhuman. Llamarla una supercomputadora sin centro fsico, una nube de inteligencia formada por la unin de miles de millones de unidades de procesamiento en todo el globo, es reducirla tanto como decir que un ser humano es lo mismo que su cerebro. Fe, la primera inteligencia articial autntica, completamente desarrollada y con alcance irrestricto, total, iba a ayudarnos a alcanzar el mximo de nuestro potencial. Iba a ser nuestra gua hacia la etapa siguiente de nuestra especie: la transhumanidad. Gracias a los enormes recursos en informacin y acceso a todos los medios de produccin con el objeto de optimizar su uso, Fe pona al alcance de todos los seres humanos del planeta la felicidad y el desarrollo mximo de sus potencialidades. Y lo hizo. Realmente lo hizo En cierto sentido, nos llev ms all de los lmites. Pero la transhumanidad tena poco espacio para lo humano. Al principio hubo una explosin, una explosin de civilizacin. Y la luz se hizo, reza el Gnesis en el libro sagrado de una de las antiguas religiones judeocristianas, bastante populares a inicios del siglo XXI. Todas las artes, todas las ciencias, vieron una explosin de creatividad. Hacer que Fe obedeciera tus rdenes era como tener a Dios en tus manos. S, era como tener a Dios como esclavo. Le bastaba a cada ser humano del planeta tener un pequeo puerto inalmbrico bajo una de sus orejas, una conexin con Fe, para tener a sus rdenes a un ser todopoderoso dispuesto a cumplir cada deseo. El avance inicial super mil veces el que trajo en sus das la arcaica internet. Fe no solo se encarg de modicar la produccin en el mundo fsico de forma que cada uno de los diez mil millones de seres humanos tuviera acceso garantizado a los requerimientos mnimos para su supervivencia, sino que cambi el concepto mismo de cuerpo y los lmites del sueo. Gracias a Fe y a los ayudantes cibernticos que pronto cre para ayudar a cumplir mejor sus tareas, el cuerpo de cada persona tuvo, en cierto sentido, el tamao de la civilizacin humana misma. No haba mayor diferencia entre mover un pie y dar la orden de acercar un objeto situado al otro lado del globo. Y eso mismo se volvi la proporcin de nuestros sueos. Todo pareca posible. Para construir algo nuevo y nunca visto, bastaba solo con convencer a los sucientes usuarios de Fe, esclavo todopoderoso y democrtico, para que destinara los recursos necesarios a su construccin. Las inequidades econmicas que tanto marcaron nuestro pasado no desaparecieron, pero s perdieron gran parte de su sentido al estar garantizada la supervivencia de todos. Y en lugar de ello fueron remplazadas por otras inequidades que tenan ms que ver con la inuencia que cada usuario de Fe tena en los dems. Pero nuestro esclavo era tambin nuestro juez. Y era un juez humanitario, que chequeaba siempre que
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cada nueva decisin no vulnerara los derechos de otros humanos La utopa estaba al alcance de la mano. Se cumpli la utopa? Esa es la pregunta que constantemente me hago mientras camino por la impecable, inmaculada avenida Broadway. El contraste con las fotos que tan bien conozco de los archivos no podra ser ms grande. No queda ya nada de esa publicidad que hace poco ms de un siglo llamaban contaminacin visual, pues hoy los compradores y los espectadores tienen la atencin puesta en lugares distintos y menos concretos que estas calles. O quiz debera decir casi toda la publicidad, pues frente al antiguo ayuntamiento de la ciudad me espera un gigantesco anuncio, dedicado a quienes, como yo, an caminan a algn lugar. No disfruto verlo, me recuerda demasiadas cosas. Generalmente, preero girar en Park Row a seguir por Broadway, as implique un desvo de media hora, pero hoy estoy de un humor nostlgico, as que me armar de coraje para enfrentarlo. All est. Ya lo veo. No ha cambiado en nada. Los invisibles asistentes de limpieza y reparacin lo mantienen tan brillante como siempre. Creo que su esttica, sacada de la quinta dcada del siglo XX, encierra un enigma. No se trata de preguntarme si Fe ha ledo a Flash Gordon o no, pues la respuesta es obvia: Fe lo ha ledo, as como ha ledo todo lo existente, todo lo que alguna vez nuestra especie escribi y an conserva, para poder entendernos. Pero por qu recurrir a la esttica del pasado? Ser que a Fe le preocupa tanto como a m que ya no nos reproduzcamos y por eso nos llama con una esttica sacada de la poca que conoci el mayor aumento poblacional en la historia? Una poca asociada con la familia nuclear, los grandes autos y el primer gatear de la especie en el espacio? En el aviso un hombre y una mujer miran hacia adelante y hacia arriba bajo un cielo estrellado. Por la forma en que el hombre abraza suavemente a la mujer con la mano izquierda desde atrs, mientras con la otra mano le seala un punto situado en el espacio y arriba del espectador, se trata de una pareja. Deseos de un nuevo horizonte?, reza el aviso con letras brillantes. Mira hacia arriba Est a tu alcance. La primera vez que lo vi estaba con ella. Con Laura, la madre de mi hijo Jacob. Ahora ellos estn en Marte, ella tiene una nueva pareja y l, a sus doce aos, est estudiando para transformarse en ingeniero terraformador. La vida en las nuevas tierras tiene un ineludible aroma a pasado, como las escuelas o los desayunos que se consumen en familia en lugar de recibirse por va intravenosa. La conexin permanente a Fe se desestimula a travs de la presin del grupo social, pero nunca con mtodos invasivos o autoritarios, lo que por otra parte no podra hacerse sin la ayuda de Fe, una nueva prueba de que Ella o l est preocupada por el descenso de nuestra poblacin. Los humanos estamos profundamente integrados en los niveles ms subterrneos de su programacin como la razn de ser de su existencia, e imagino que para un ser ciberntico no debe ser mucho ms fcil que para un ser orgnico encontrar una nueva razn para existir. Como demuestra el aviso, Fe puede intentar manipularnos, de forma similar a cualquier publicista del pasado, pero nunca nos obligar a nada. De hecho, a veces me pregunto qu tanto papel jug Fe en que yo escogiera
Ilustracin: Chickenpede 40
desconectarme de Ella. Cuando era un adolescente viva, como la mayor parte de la poblacin, perpetuamente integrado a la red. Mis padres estaban a su vez conectados, por lo que, a pesar de vivir en un mismo apartamento, no deb coincidir con ellos ms de dos o tres veces en un mismo espacio, contando el momento en que nac. Cada uno en su cuarto, nos comunicbamos en el ambiente virtual de Fe, mientras que nuestros olvidados cuerpos eran cuidados por nuestros sirvientes cibernticos. All convivamos, conversbamos, discutamos. Pero de repente empec a sentir una gran curiosidad por lo que haba fuera y empec a encontrar contenidos dentro de la misma Fe que me llevaban a cuestionar el alcance de mis experiencias. A preguntarme por ese otro yo que yo tambin era, por ese cuerpo que viva ms all de lo virtual, por sus colores, los sentidos y el mundo donde vivi nuestra especie. Y empec a encontrar grupos de adolescentes interesados tambin en explorar fuera de Fe. Mi primera desconexin fue dolorosa. Mi cuerpo, aunque haba sido mantenido en forma por asistentes nanobticos que se encargaban de mantener elctricamente estimulados mis msculos y a mis dientes y mi cabello impecables, no estaba acostumbrado ni a caminar ni a masticar. Pero nuevos asistentes cibernticos llegaron para ayudarme en la transicin casi antes de que hubiera tenido tiempo de pedirlos, como si me hubieran estado esperando: un robot masajista para mi espalda adolorida luego de caminar una hora, una inyeccin de calmante que me ayudaba con el dolor de cabeza luego de exponerme durante un da a la luz natural y los rayos ultravioleta. Todo eso me lleva a sospechar que yo y otros como yo fuimos parte del primer experimento de Fe por recuperar un futuro para la especie. Que los contenidos que hall y plantaron en m la duda por el afuera no fueron casuales, sino cuidadosamente dejados a mi alcance, como migas de pan que me conduciran, inevitablemente, fuera del bosque. En cierto sentido, Fe me conoce mejor que yo mismo, ya que no solo tiene acceso a todo mi historial mdico y gentico, sino que adems recuerda cada eleccin que he tomado desde que yo era un nio, as que no le debe resultar difcil manipularme. Pero si es as, me pregunto, qu vio Fe en m que no vio en otros para decidirse a impulsarme a salir de la red? Y cuando no abord el cohete en que se fueron Laura y Jacob, la decepcion tanto como los decepcion a ellos? O la decisin que deba tomar para complacerla era justo esa, pues quiz Fe necesitaba un cronista, o tal vez extraara mis informes sobre el pasado, o que yo le pidiera materiales de lectura exticos? Fue quizs Ella la que plant en m ese terror a tener que establecer una nueva identidad en las nuevas tierras?... O quiz simplemente yo justico con Fe lo que en ltimas solo es mi responsabilidad frente a mi mayor dolor, lo que a su vez demuestra hasta qu punto Fe ha remplazado a los antiguos dioses, y con qu facilidad un esclavo puede volverse tirano, o al menos producir el temor de que lo haga en quienes se creen sus dueos. Cuando conoc a Laura, ella tambin acababa de aprender a caminar con sus propios pies. Un encuentro aparentemente casual, en los limitados minutos en que nos conectbamos entonces con Fe cada da, nos llev a querer vernos. Nos encontramos por primera vez en Central Park, entre los leones y las jirafas tras las cercas invisibles del gran zoolgico. Fue una tarde mgica, casi como
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si Fe no tuviera nada ms que hacer que guardar el primer encuentro de una pareja de nuevayorquinos ese da. O como si supiera que iba a ser tan extrao y nos iba a producir tanto terror encontrarnos con otro ser de carne que todo tena que salir perfecto, desde el momento en que la fuente comenzaba a rociar el agua hasta la temperatura del aire, o el instante en que las distintas criaturas del gran zoolgico salan a observarnos y hacan sus juegos. Y la verdad, si fue as, lo necesitbamos: es tremendamente difcil estar junto a otro ser orgnico, quiz porque le recuerda constantemente a uno el propio cuerpo. Durante todo el ao siguiente tuvimos que acostumbrarnos el uno al otro, a los distintos olores, a vernos masticar en un almuerzo o a descubrir las posibilidades del sexo real, mucho ms limitadas que las del sexo dentro de Fe, pero ms hondas, quiz? Como si crecieran races dentro de la propia piel. Mientras era adolescente tuve muchos compaeros de sexo en Fe, donde el propio gnero o incluso la especie, si vamos al caso importa poco, ya que la imaginacin constituye el nico lmite, pero solo he tenido una compaera de sexo real y es a la nica que extrao. Todo me recuerda a ella y es algo que yo tambin estimulo, lo s. Por ejemplo, con el hecho de salir a caminar precisamente al nal de las tardes, pues Laura tiene el cabello rojo, tan encarnado como este atardecer o el nuevo planeta en que habita. Es una de las ltimas mujeres de la especie donde domina ese gen recesivo, por lo que no Quiz por puedo sino recordarla cada vez que encuentro en cualquier parte el color de mi propia sangre. Al llegar a mi apartamento, descubro que, despus de todo, la eso siento caminata no va a terminar sin ver a nadie. Hay alguien en la entracada vez da. O algo. No se trata de un asistente ciberntico cualquiera que haya venido a retirar un cadver o a traer algo solicitado por algn ms la habitante del edicio, como los libros de papel que con frecuencia pido. No, no se trata de uno de los robots asistentes que componen tentacin la mayora de la poblacin del planeta. l tambin es parte de una minora, al menos por el momento. El metal y el plstico tan caracde escribir tersticos de los organismos cibernticos han sido remplazados por materiales que recuerdan en todo a los seres humanos, desde la piel una Historia hasta el cabello, pero mucho ms duraderos. La nica distincin evidente se da en los ojos, pues en lugar de absorber luz, la emiten, del Fin de lo permitiendo entrever las pulsaciones del cerebro electrnico tras ellos. Pero es un brillo tenue que solo se distingue en la semipeHumano. numbra. Me da las buenas noches al pasar junto a l y yo le respondo con la misma cortesa. Dos eras que se saludan cortsmente, sin traumatismos. Seguramente se instalar en alguno de los departamentos que han quedado vacos. Qu har all? No lo s, pues ms all de las apariencias es tan distinto a m como lo es un ser humano de un chimpanc. Su cerebro, donde comunidad e individuo se confunden, en perpetua comunicacin con todos los otros de su especie, es ajeno al mo. Una brecha ms profunda que una era glacial nos separa. Somos el antes y el despus. Aunque an no son demasiados, cada vez es ms frecuente que los encuentre. Supongo que son el plan B de Fe para que su existencia siga teniendo
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sentido si su deseo de mantener viva a la especie humana falla, ahora que la Tierra va quedando desierta y preere mantenerse tan al margen de las nuevas tierras como sea posible, para no repetir el mismo error. Yo los llamo Hijos de Fe, y, pensando en Jacob, en cunto me ense criarlo acerca de lo que signica ser humano, sobre lo que implica tener un cuerpo orgnico y un cerebro hambriento de estmulos, me pregunto cunto aprender Fe sobre s misma a partir de atender las necesidades de sus hijos. Y a dnde la conducir ese aprendizaje. Al llegar a mi apartamento y mirar mis libros, mi mesa de trabajo, la taza de caf an sucia que me conrma que Fe ha respetado mi deseo de ser dejado solo, sin asistentes tal como siempre respeta los deseos de todos los seres humanos de este planeta, reexiono sobre el encuentro. Con frecuencia, al estudiar el siglo XX, me doy de frente con los mil temores apocalpticos de nuestra especie, desde el miedo a una epidemia global o a un holocausto nuclear quiz el nico de los temores que estuvo a punto de cumplirse hasta una falla general de la civilizacin. Hoy estamos desapareciendo, pero nunca hubo nunca nada tan dramtico como una guerra, porque no hubo una revolucin, sino un desplazamiento. Y no se trata solo de que las inteligencias articiales tengan mayor capacidad racional o vivan ms, sino de que les cedimos alegremente nuestro lugar. O, como me recuerdan los cohetes, al menos lo hizo la mayora de nosotros. Pero si lo hicimos, si nos retiramos del mundo de lo concreto y abrazamos el universo de lo virtual, fue porque este nuevo cosmos nos ofreca una perfeccin que es incompatible con un mundo real donde la idea de lmite es una constante, desde la fuerza de gravedad hasta el tiempo mismo, o los encuentros con otros seres humanos con deseos opuestos a los nuestros. Solo con Fe perdamos la restriccin de cualquier lmite. Pero no era lo nico que perdamos. Quiz por eso siento cada vez ms la tentacin de escribir una Historia del Fin de lo Humano. Sin embargo, me resisto a la idea. Para m sera como admitir que la decadencia es ya indetenible Pero quiz esa resistencia demuestre al nal ser tan ftil como preguntarme si la idea misma de ese libro se origin en m o en Fe. Y si fui yo o Ella quien decidi que yo no abordara el cohete, precisamente para poder escribir esa historia inspirndome en caminatas al atardecer por una ciudad vaca. Hoy, al nal del ciclo, los lmites del libre albedro son tan complicados como al principio, lo que me recuerda que no importa que se est al principio o al nal de una historia, hay ciertas dudas que nunca sern resueltas. Y poco importa a la hora de enfrentar la impotencia ante ellas el distinguir si se reeren al n de un individuo o al de toda una especie. Eso no las har desaparecer, ni alivianar la carga de la nostalgia por lo que una vez fue. O por lo que pudo ser.
Andrs Garca Londoo (Colombia-Venezuela) Autor de los libros de cuentos Los exiliados de la arena (2001) y Relatos hbridos (2009), y del ensayo El caballo de Ulises: una reexin sobre la utilidad de la literatura en nuestra poca (2006). Ha publicado ensayos, reseas y cuentos en la Revista Universidad de Antioquia, el Boletn Cultural y Bibliogrco del Banco de la Repblica, La Nave, El Malpensante y Odradek, el cuento, entre otros medios. Es graduado de Comunicacin Social-Periodismo de la Universidad de Antioquia, con un magster en artes de la Universidad de Pensilvania, institucin donde actualmente cursa un doctorado en Estudios hispanos.
EL JUDO DE
Orlando Meja Rivera
ULM
l seis de noviembre de 1941, a las nueve y treinta de la noche, el joven judo Hanz Fritsch, estudiante de matemticas en la universidad de Ulm, fue atrapado por los servicios de inteligencia de la Gestapo en el stano de una casa ubicada en las inmediaciones del ro Danubio. Hurfano de padre y madre desde los catorce aos de edad, hered, como hijo nico, una considerable fortuna forjada por su abuelo paterno, quien fue el fundador de una prestigiosa industria de sosticadas lentes para telescopios de observatorios astronmicos. Aunque es posible que hubiese sido detectado por casualidad, gracias al olfato de los perros, a Hanz le qued la duda de que su exnovia, llamada Greta Aschenbach, tuviera que ver con su captura. Haca dos semanas ella le haba manifestado su adhesin a las juventudes hitlerianas y su deseo de terminar con la relacin amorosa, pues a pesar de que todava lo quera no estaba dispuesta a seguir arriesgndose por un judo que, al n y al cabo, perteneca a una comunidad que tanto dao le haba hecho a la patria alemana. No le sirvieron sus splicas para que ella recordara los momentos felices y, cansado, termin insinundole, con cierto despecho, que a l no le haba importado que ella fuera pobre y bizca. Al da siguiente fue despachado, con cientos de otros judos de la ciudad de Ulm, en un tren de carga, con vagones que tenan pintadas en sus puertas la estrella de David. Luego de cuatro das de viaje, en los que conoci por primera vez la sed y el hambre, lleg al campo de concentracin de Auschwitz. A pesar de sus veintitrs aos, fue puesto en la la de los ancianos, los invlidos y los nios, ya que su constitucin fsica era muy dbil y desde la pubertad sufra de una tos crnica que nunca le permiti levantarse de la cama antes del medioda. Atraves las primeras alambradas, acosado por los gritos de los soldados y los ladridos de los perros pastores alemanes, y de pronto vio un letrero sobre una tabla de madera que le llam, sin saber por qu, la atencin; deca: Quod vitae sectabor iter? Lo extrao era que l no saba latn, pero sinti un estremecimiento en todo su cuerpo y no pudo evitar un suspiro hondo y triste. Todas las personas de su la fueron llevadas a un gran galpn de techo rojo, y una vez adentro les ordenaron desnudarse, entregar sus pertenencias y recibir una barra de jabn y una toalla. Por los altavoces les indicaron que seran sometidos a un bao para desinfectarlos de los piojos y de otras alimaas. Mientras se diriga a la ducha vio, sobre la puerta de entrada a los baos, otro escrito en pintura negra que resaltaba sobre la pared blanca: Para la
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investigacin de la verdad de las cosas es necesario el mtodo. Lo ltimo que escuch fue un extrao sonido proveniente de las duchas; cerr los prpados y se prepar para recibir el chorro de agua helada. Abri los ojos y sobresaltado se sent en la cama. El fro era muy intenso, a pesar de que la estufa estaba encendida y alimentada con toda la reserva de carbn. Se senta muy raro y sobrexcitado. No recordaba muy bien si haba soado o no, pero tena un presentimiento: nunca olvidara este da, del 10 de noviembre de 1619, encerrado en un hotel a orillas del Danubio en la ciudad de Ulm, aguardando a que Maximiliano de Baviera diera las rdenes de movilizacin a la tropa. Entonces volvi a soar, o a despertar, y tuvo tres visiones. En la primera iba caminando por una calle y sinti que unos fantasmas lo acosaban, luego perdi la fuerza en el lado derecho de su cuerpo y debi seguir andando, a saltos, en su pie izquierdo. Despus vio un colegio, con alambradas, y trat de entrar a su capilla. Pero un gran viento lo alej y presinti la presencia de un genio maligno. En la segunda observ chispas de luz por todo el cuarto y se encomend a Dios y a la virgen de Loreto. En la tercera se encontr con un hombre que le regal dos libros. Uno era una antologa potica de clsicos. Abri al azar una pgina y ley: Quod vitae sectabur iter? (Qu camino seguir en la vida?); de inmediato record que estas palabras pertenecan al primer verso de un poema de Ausonio. El otro era una enciclopedia y supo, de manera instantnea, que haba descubierto, por n, los fundamentos de una ciencia admirable: el mtodo para la reunin de todos los conocimientos humanos, la luz de la razn que explicara todos los secretos de la naturaleza y del mundo. El joven se levant del lecho con el convencimiento de que Dios le haba inspirado las visiones y de all en adelante su vida estara dedicada a desarrollar su obra, para benecio de la humanidad. Sin embargo, tuvo una cuarta y ltima visin: sobre la mesa de estudio persista la enciclopedia de su ltimo sueo. La abri y encontr una palabra que no conoca: Auschwitz: la consecuencia cumbre del mtodo racional aplicado sobre el mundo. Entonces escuch una gran carcajada y alguien, o algo, sopl en su cara. Ren Descartes muri de una pulmona, treinta y un aos despus de esa curiosa noche, siendo el lsofo preferido de la reina Cristina de Suecia. Siempre estuvo orgulloso de su obra y convencido de que aquella vez tuvo el privilegio de recibir las revelaciones de la divinidad. En realidad, l nunca pudo recordar su cuarta visin, ni el soplo que recibi del gran enemigo de Dios. La ducha fue abierta y el gas venenoso mat al joven Hanz Fritsch. Eran las seis de la tarde del 10 de noviembre de 1941 y el fro haca tiritar a los soldados del Reich.
Orlando Meja Rivera (Colombia) Profesor e investigador de la Universidad de Caldas. Escritor, mdico internista y lsofo. Entre sus publicaciones se encuentran: Antropologa de la muerte (1987), La Casa Rosada (1997), De la prehistoria a la medicina egipcia (1999), De clones, ciborgs y sirenas (2000), La generacin mutante: nuevos narradores colombianos (2002), Los descubrimientos serendpicos (2004) y El Asunto Garca y otros cuentos (2006).
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LA NOCHE
que LLOVIERON
PTALOS
Cristian Romero
sta noche parece que fuera eterna. Como si hace mucho tiempo no se asomara el sol. Un calor hmedo y amenazante envuelve a Medelln, rezumando en sus suelos como el vinagre. El satlite escanea una calle, una esquina, una pared. Hoy la vulnerabilidad palpita en cada metro cuadrado. Un enorme camin de un modelo ya descontinuado atraviesa las calles de la ciudad, poniendo a tope su motor enfermo que regurgita emas de grasa, y chirriando enormes neumticos que dejan su pesada marca en el envejecido asfalto. En su cabezote, una enorme placa convexa de acero reforzado lo escuda como a un guerrero medieval, enlando enormes puntas de acero dispuestas a destrozar cualquier obstculo. Detrs, varias motocicletas de la C.O.E.M.E. (Comando Elite Medelln) danzan en una perfecta coreografa de intimidacin dndole rdenes al conductor que se oculta tras unos vidrios polarizados para que disminuya la velocidad. Pero se puede notar que no tiene ganas de obedecer. El tubo de escape expulsa un chorro de humo ennegrecido y el motor lanza un rugido de furia.
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Las sirenas inician su desanado concierto y tres camionetas de la C.O.E.M.E. se estacionan en la siguiente esquina, obstaculizndole el paso al camin que viene atravesando la avenida. Detngase, por favor una voz autoritaria modicada digitalmente truena por los altavoces. El primer disparo cercena el aire y le entra por un ojo a uno de los motociclistas. Intercambio de mensajes, seales con las manos, cambios de luces. Despliegan su baile defensivo. El camin se lleva por delante las camionetas creando una estrepitosa meloda de hierros que se retuercen, y desde varias terrazas una cascada de balas cae sobre los agentes especiales. Disparos, demencia, explosiones. Vagabundos y drogadictos buscan proteccin detrs de potes de basura, escombros, paredes. Gritando, asustados. Pero parece que nadie los escuchara, como siempre. Puede que esta noche haya una telenovela o un partido de ftbol. Al occidente una violenta manifestacin de un ejrcito de encapuchados se apodera de las calles y lanzan con furia bombas artesanales que retumban rompiendo el silencio nocturno. El comando de policas que trata de controlar la horda iracunda pide refuerzos a las tropas especiales de la C.O.E.M.E. Varios edicios en la ciudad se ven abrasados por repentinas y furiosas llamas que retuercen estructuras, concreto, vigas. Las ltimas plantas explotan en sincrona. Quin ataca? Qu quiere? No hay tiempo para responderse a estas preguntas. La ciudad convulsiona. Y en la zona alta de Medelln, un imponente rascacielos se eleva sacando pecho e irradiando orgullo en nombre de una multinacional que ha privatizado varios ros del pas, devastado miles de hectreas y modicado productivamente centenares de bosques. Un escuadrn silencioso lo rodea. Activan los supresores de calor de sus trajes que los hacen invisibles a los sensores infrarrojos. La piel sinttica digiere todas las molculas que generan olor, camundolos hasta para el olfato hambriento y salvaje de los rottweiler que vigilan el edicio. El arma nueva diseada por los bioqumicos exclusivos de la guerrilla es activada. Unas pequeas granadas dejan salir un imperceptible gas narctico que en menos de cinco minutos entorpece las sinapsis y altera el sistema nervioso de todos los que estn a doscientos metros a la redonda. Y funciona. Ahora susurra el que comanda la misin. Tienen menos de diez minutos para ingresar al edicio, llegar a la ltima planta y ejecutar el plan. Misin en curso vuelve a susurrar. Al sur de la ciudad, en el stano de una iglesia catlica abandonada hace casi veinte aos, el comando de la guerrilla ambiental GAIA recibe el mensaje. El gran atentado, el que ser su gran zarpazo. Todo marcha tal como est planeado.
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Un virus informtico llamado Anaconda es activado. Navegar por las redes y abrazar al satlite que vigila la ciudad, lo asxiar y confundir saturndolo de imgenes pornogrcas vintage del siglo pasado. En las afueras de Medelln, en los cuatro puntos cardinales alrededor del rascacielos, en las terrazas de derruidas construcciones, estn ubicados cuatro chamanes cargados de ayahuasca, agitando shacapas y susurrando caros disparados directamente a la colosal estructura que est siendo profanada por los cinco guerrilleros camuados. Mientras tanto... Las calles de Medelln son campos de batalla que hierven en un fuego silencioso e invisible. Motocicletas que se estampan en paredes. Pilotos que se estallan en el asfalto. Metralletas que desde ventanas furtivas vomitan chorros de balas, destrozan pechos de atacantes y deenden el enorme camin que va mordiendo las abandonadas calles como una era desesperada. El camin suelta su pesado remolque que se desliza con estruendo, chisporroteando en el asfalto. El cabezote se estrella contra una pared. Los agentes especiales de la C.O.E.M.E. rodean con cuidado el enorme cubo. Precaucin extrema, sospechas de explosivos. A cada agente se le informa que se ha perdido el control de la ciudad. Combaten un extrao virus que ha enloquecido el satlite. Una furia anrquica cortocircuita a Medelln. Y nadie sabe lo que ocurre all, en el rascacielos. Los guerrilleros entran silenciosamente en la primera planta. Se deslizan en medio de las sombras, camundose en la oscuridad. Activan los transistores que llevan en sus muecas creando una distorsin elctrica que bloquea las cmaras y las deja paralizadas en el ltimo cuadro. Cada uno ingresa a un ascensor diferente. Comienzan a ascender. Piso 1, 2, 3, 4, 5, 6 La ciudad no deja de retorcerse como una serpiente a la que se le ha inyectado alcohol. Las autoridades no dan abasto. Una bandada de helicpteros vigila nerviosa desde los cielos. 16, 17, 18, 19, 20
Quin ataca? Qu quiere? No hay tiempo para responderse a estas preguntas. La ciudad convulsiona.
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Varios autobuses-bomba explotan en diferentes puntos de la ciudad. Los chamanes siguen masticando, en medio de su trance, caros que como piedras se estrellan en las paredes del rascacielos. 33, 34, 35, 36, 37 Revisan el cabezote del camin. No hay conductor. Solo un robot programado que deja salir sus ltimos estertores mientras sus circuitos colapsan. El triler se abre espontneamente y libera una bandada de mariposas multicolores que deja estupefactos a los agentes. Se elevan con delicadeza desentonando con un cielo gris y espeso que centellea y amenaza. Un cielo que ha escuchado los caros de los chamanes. 45, 46, 47, 48, 49 Explotan las penltimas y antepenltimas plantas de los edicios en llamas y, uno a uno, se desploman con elegancia. La manifestacin se recrudece, los enfrentamientos tienen bloqueadas varias manzanas a la redonda. De pronto, una fuerte tormenta, de las que ya se olvidaron, se desploma sobre Medelln. 56, 57, 58, 59, 60. STOP. Cada ascensor queda cargado de explosivos. Los cinco guerrilleros se metamorfosean con el color de la pared, sus pieles de camalen araan cualquier tonalidad que las puedan convertir en fantasmas. Cada uno, a lo largo de los cien metros de ancho de la ltima planta de la edicacin, observa lleno de furia y tristeza el jardn hidropnico que corona la estructura. Como si fuera un mal chiste, un cruel eufemismo.
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Irrumpen en el jardn y riegan en su suelo unas semillas bendecidas y biomodicadas genticamente, en medio de bonsis y rboles clonados ya extintos. Las alarmas se disparan en el rascacielos Las calles son ros burbujeantes La manifestacin huye Los ascensores vuelan en pedazos Los helicpteros, resignados, tienen que aterrizar Los chamanes sincronizan sus mentes con el universo, con la tierra, con las montaas Los caros atraviesan paredes. Se apoderan de los pisos, de los vidrios, de las vigas, y se derraman en la tierra del jardn, llenan las semillas de energa y las hacen reventar en el milagro ms bello de la naturaleza. El milagro del nacimiento. El milagro de la vida. Deja de llover. Las nubes se despliegan, se arremolinan Los perros rottweiler llegan al jardn, enfurecidos, con las salivas cargadas de drogas. Los cinco guerrilleros se lanzan al vaco. Los perros los siguen. Y caen. Y caen. Y caen. Hasta que activan los jet-packs que tienen a sus espaldas. Un par de alas se despliegan, las turbinas se activan, hacindolos surcar los cielos como alguna vez lo hizo caro. Se pierden entre los edicios, aterrizan en diferentes calles y alguna puerta escondida les da resguardo. Las races rompen suelos. Rompen el hormign. Fracturan paredes. Los rboles evolucionan como un ashazo. Como si en ese pequeo espacio el tiempo respondiera a otras lgicas. Como si el resto del mundo se hubiese estancado en un eterno e inmutable momento. Florecen. Pequeos ptalos retoan de sus ramas. Muy amarillos, muy brillantes. Los chamanes caen arrodillados. Los guerrilleros derraman lgrimas de jbilo. Una extraa tranquilidad inunda la ciudad. Todos han despertado. Han olvidado la telenovela o el partido de ftbol. Ya no hace calor. Un dulce aroma se desliza por las calles. Ya no hay enfrentamientos. Policas, manifestantes, agentes de la C.O.E.M.E., vagabundos, drogadictos, prostitutas, todos se ven embargados por una rara y difana sensacin. Sale el sol... Y la maana es esplndida. Las calles de Medelln han amanecido alfombradas de ptalos de guayacn. Como ocurra hace muchos, muchos aos.
Cristian Romero (Colombia) 1988. Actualmente cursa el pregrado en Comunicacin Audiovisual y Multimedial en la Universidad de Antioquia. Es asistente del taller de creacin literaria de la misma universidad.
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Creced y
multiplicaos
Elkin Restrepo
l golpe de la nave, al precipitarse a tierra, lo arroj sobre una formacin rocosa, destrozndole el traje espacial pero sin consecuencias mayores. Giraba en la rbita del planeta cuando su vehculo colision, no saba bien si con algn pequeo asteroide o con otra nave, lanzndolo al interior de ese mundo situado en los connes de la galaxia y del cual desconoca todo. La nave, en forma de escarabajo, tena partida la pata derecha y la burbuja de cristal de la cabina estropeada. Calcul los destrozos y desperfectos y pronto supo que no estaba a su alcance repararlos. Su esperanza ahora era que los radares y sensores de la nave nodriza lograran ubicarlo en aquel archipilago de estrellas e intentar sobrevivir entre tanto.
La claridad lunar mostraba una geografa llana con una lnea montaosa a lo lejos. Era un paraje solitario y en kilmetros a la redonda no exista un alma a quien acudir. El astronauta estaba, pues, solo, ignorante de su suerte a seguir. Aquella era su primera hora all. Era un muchacho de unos veinticinco aos y contextura poco comn, casi gigantesca. En la arena, mientras inspeccionaba el lugar, observ su sombra alargada, algo inslito para l, porque en su mundo ninguna claridad alcanzaba tal fortaleza y proyeccin. De vuelta a la nave se meti a la cabina y se tendi en el silln de mando. El interior pareca no haber sufrido daos serios pero cuando inici el sistema de computacin, este no respondi. Sin embargo los refrigeradores con las reservas alimenticias y los proveedores de agua permanecan inclumes, lo que era casi milagroso. Pronto los das y las semanas se fueron sucediendo sin que Y vampiros en el cielo apareciera una seal de un pronto rescate. Obligado y demonios a sobreponerse, al desconcierto y frustracin iniciales los sigui luego un raro sentimiento de conformidad, de resignacin casi, empezaron que ms tarde se convirti en otra cosa que no saba cmo llamar, pues encontraba que aquel mundo desconocido, contra lo que entonces a esperaba, empezaba a competir con sus nostalgias. En orden a una rutina que le volviera provechosos los das revolotear y las noches un descanso, haba iniciado una investigacin topogrca, adems de un inventario general de lo que all exista, sobre su tarea que lo llev cada vez ms lejos en sus correras por aquella planicie. All todo era reciente, como si las labores del Creador existencia an estuvieran por completarse, y pronto sus libretas, cmaras y archivos digitales se llenaron de observaciones y datos clasicadiaria. dos de manera metdica, atendiendo a la naturaleza detallada de cada objeto y criatura observados; adems de imgenes de un sinfn de especies y materias sin un nombre an pero a las cuales les daba una identidad, numerndolas y hacindolas parte de un innito logaritmo. En su individualidad y conjunto las vea maravillosas, tan diversas y mltiples a las de su mundo bajo tierra, cubierto de glaciares, donde ni la abundancia ni la variedad eran ley. Ac la dicultad estribaba en cmo llamar, qu nombre darle a cada especie, tan numerosas y diferentes, y dentro de cada una, a cada individuo, algo para lo que su lenguaje no era lo sucientemente dctil y rico, aplazando el problema para cuando fuera rescatado an mantena la esperanza y se iniciaran las expediciones cientcas a travs de aquel conjunto innito de realidades annimas. Postergaba, pues, dadas las circunstancias, todo bautizo o nominacin para dicha eventualidad, y en esa expectativa tampoco cesaba ni daba por terminadas sus labores. Cuando en la noche, frente al panel de mando, intentaba comunicarse, invariablemente le responda un silencio abismal. Una maana, posedo de un nimo distinto, tom un trozo metlico y lo lanz al aire. Vio cmo el sol destellaba en l y sinti que ese sencillo juego lo
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distraa y lo ayudaba a no pensar en su soledad y en si saldra vivo de all algn da. Se volvi una prctica y un reto lanzarlo cada vez ms alto para, de cara al sol, verlo cubrirse de reejos, hasta cuando, con la nueva estacin, repentina para l, llegaron las lluvias y el sol apenas asom entre tantas nubes cargadas movindose sobre la planicie. Sus incursiones tambin terminaron entonces. Medroso ante el poder de aquellas lluvias y el viento atroz, que amenazaban con desmantelar su refugio, por primera vez la idea de que nadie vendra ya en su rescate y morira all olvidado le lleg como una certeza. Por primera vez el buen nimo y las fuerzas lo traicionaron. Culpaba a ese invierno que se echaba encima de su existencia como una sombra malsana y le calaba los huesos y lo haca sentir an ms abandonado. Y vampiros y demonios empezaron entonces a revolotear sobre su existencia diaria. Una tarde, cuando hasta respirar se le haca angustioso, plane caminar hacia el oeste, donde el clima quiz fuera otro y otro el destino que lo esperaba, diferente al menos a ese lento podrirse all, invadido por la humedad y la vegetacin maraosa que ahora envolva y aherrojaba la nave como una maldicin. Buscara el mar, un clima menos crudo, y superara la situacin, cada vez ms al lmite por los meses pasados sin seal alguna de rescate. Al cabo de una semana vislumbr una llanura que anunciaba el mar. Sin embargo, una niebla baja y rojiza la cubra, impidindole ver ms all de unos cientos de metros. Aunque lo dud, acab por internarse en ella, pero kilmetros adentro no supo dnde estaba. All al menos no llova ni haba relmpagos ni el viento ululaba como un dios loco, aunque el calor era sofocante. Pero conaba en que pronto la niebla se disipara, surgiendo al n el ocano (el gran ocano que desde la nave haba visto), y en ese afn continu la marcha. Luego, el terreno se torn cenagoso, obligndolo a detenerse repetidamente, de manera que la idea de que apenas avanzaba empez a acosarlo. Cuando, sobreponindose, intent seguir adelante, supo que todo esfuerzo era intil y que aquella aventura lo nico que dejaba en claro era el grado de desespero en que se encontraba. Al intentar volver sobre sus pasos descubri que sus huellas se haban borrado. Estaba perdido. Atardeca cuando la niebla empez a despejarse; la llanura apareci a lo lejos y una ola luminosa se fue acercando rpidamente y pronto lo alcanz y se extendi por todas partes. Ahora contemplaba la sabana en toda su extensin e intua el mar all donde el color amarillo se haca ms dbil e impreciso. Cuando ms tarde advirti que de nuevo la niebla se levantaba, antes de que lo alcanzara, dio vuelta atrs. Las tempestades haban terminado por volcar la nave, arrastrndola al barranco. Pese a su estado, an le sirvi de refugio y all esper a morir. Un da, mientras yaca en un sueo opaco, escuch sonidos intermitentes que confundi con los de la lluvia sobre la cabina pero que, al prolongarse, descubri que provenan de la computadora cuyo encendido automtico intentaba sostenerse. Al n le llegaban signos de otro lado, un aliento en aquellos tiempos inclementes. Pens en la nave nodriza e imagin que para su situacin se acercaba al n un desenlace.
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La pantalla se ilumin pero, pese a que por momentos estuvo a punto de denir una imagen y emitir un mensaje, no mostr nada. Todo qued ah, para desgracia del muchacho, pues de nuevo fue el silencio, acompaado ahora de una frustracin ms honda. Sucedi en dos o tres ocasiones ms, en fechas distintas, hasta que, sin mayores resultados, el computador se apag. Entonces llor, llor por l y por su vida a la que, cerrndola tristemente, se le haba cruzado suerte semejante. Semanas despus el clima cambi y los das clidos y hermosos volvieron, y l advirti en su corazn el aleteo de algo indenible y bueno que al menos le ayudaba a soliviantar tanta pesadumbre. Miraba aquel cielo primaveral que marcaba con su transcurrir el paso de las cosas y se deca que an estaba vivo y que, mientras as fuera, conservara la fe y el valor de merecer esa vida, por ms solitaria e insignicante que fuera. Tratara de llevarla adelante, enfrentando con todos sus medios la adversidad. Otra vez se ocup de las tareas investigativas y otra vez inici sus andanzas por aquel campo reverdecido, rico en aromas, en el que excitadas manadas de bestias, que l no saba cmo llamar, pero de cuyos hbitos y costumbres tomaba cuenta, competan por tener un lugar. Una maana record el trozo de metal. Lo lanz mientras el sol estuvo alto, tornando a ese juego cada vez que tuvo ocasin, hasta que un da sucedi lo que menos esperaba. De un monte lejano salt un reejo que, pese a la distancia, alcanz a ver. Qu poda ser? Cavil hasta que, movido por una intuicin, volvi al juego con el metal, descubriendo cmo aquel destello remoto responda al suyo. Sinti que el corazn se le apretaba: all haba alguien y buscaba comunicarse con l. No, no estaba, pues, solo! Pens en aborgenes, en algn nativo de aquel planeta extraviado en el universo, aunque nunca los haba visto ni hallado huellas o pruebas de su existencia. Sin embargo, all haba alguien, y eso cambiaba su situacin. Entonces, con una meloda en su corazn enl hacia el cordn de montaas. Atardeca cuando lleg. Lo primero que encontr fue un lugar arrasado por la explosin de una nave estrellada contra la ladera, quin sabe cundo. Por el impacto era muy difcil que hubiera sobrevivientes. Examin los restos diseminados pero no encontr pistas que le permitieran saber de qu nave se trataba, cul el escuadrn al que perteneca, cul su insignia. Tampoco hall el cadver del piloto, seguramente alguien perteneciente, como l, a una de las tantas legiones interestelares lanzadas a la conquista de nuevas galaxias. Quiz la explosin lo haba calcinado por completo y lament su infortunio. Lo haba confundido el efecto del sol sobre aquellos fragmentos dispersos en la montaa? Record, sin embargo, que en algn momento los reejos se haban hecho intermitentes, como si intentaran construir un mensaje. O eso le pareci. En el horizonte la tarde se extingua en colores plidos, sobre los cuales primaba un violeta intenso que no demor tambin en desaparecer. Tendra
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que pasar la noche all; ahora no escuchaba ninguna msica en su interior, reemplazada por un dictado de cosas tristes y vacas que minaron su nimo an ms y lo pusieron a pensar en el sentido que tena su vida all, sin con quien compartirla. En la ladera, un centenar de metros ms arriba, oculta por el follaje, descubri una caverna. Al penetrar en ella advirti elementos del avin que haban sido arrastrados hasta all: un trozo de casco de la turbina, el asiento de pilotaje, los resto retorcidos del computador, la escotilla y un conjunto de objetos menudos piedras, races, cabezas y huesos resecos de animales que en su disposicin y orden remedaban de manera perturbada e infantil un mbito domstico. Alguien haba sobrevivido al accidente? O se trataba de algn aborigen, tosco al organizar su guarida? Sin embargo, all viva alguien, no caba duda. Quedaba esperar, y aunque no dej de hacerlo, nadie vino aquella noche ni el siguiente da ni el otro. Al amanecer del quinto da, sobresaltado, se despert. Alguien estaba all y vigilaba su sueo desde la entrada de la caverna. Una gura se recortaba en aquella luz temprana, una presencia todava fantasmal que pareca salida de su sueo y que lo contemplaba con incredulidad y prevencin. El muchacho se incorpor de un salto y antes de que se diera cuenta de lo que suceda, de nuevo estaba en el piso con la rodilla de la criatura aprisionndole el pecho. Sobre su cara vio un puo de acero amenazante y unos ojos que parecan leer su mente, adelantndose a cualquier intencin. Con un ojo desorbitado y la piel desgarrada en varias partes de su anatoma, que dejaban al descubierto el elemento robtico de que estaba hecha, la sorpresa fue an mayor: El atacante era un cyborg, una cyborg hembra, su contextura no dejaba dudas. En su universo los construan para engaar con sus artes amatorias a los forasteros y luego matarlos, y quizs fuera esto lo que haca ahora con l, inspeccionarlo, palmo a palmo, esculcarle la conciencia para averiguar de quin se trataba. Pronto sinti que la presin aojaba y que pese a los riesgos y peligros que entraaba una criatura como esa, nada tena que temer: la cyborg lo haba reconocido como un ciudadano de Nus, su planeta comn. Cmo haba ido a parar all? No crea que la cyborg lo supiera o pudiera saberlo, no estaba construida para responder a ese tipo de preguntas; ellos, los cyborgs, carecan de pasado, lo que los haca tambin ms seguros en el momento de cumplir una misin. Tal vez realizaba alguna tarea o simplemente hua, como eran cada vez ms frecuentes los casos, en alguna nave sustrada en la oscura noche nusiana, para perderse en el mapa de una nueva galaxia y experimentar, ms all del amor y la delacin, nuevas empresas y, por alguna causa desconocida, haba acabado en aquel lugar. La cyborg le ayud a incorporarse. Era tan alta como l y en otro tiempo, como tantas de ellas, quizs fue un robot bello, muy bello. Lo segua siendo pero a la manera como lo es una mujer que no sabe qu mal la habita y la migraa no le da respiro. Los daos y desperfectos, causados por la intemperie
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y los accidentes, l poda corregirlos, cubrir su piel con tejido seccionado de las caderas y muslos y, poco a poco, aplicando sus conocimientos de gentica y robtica, reemplazando chips, circuitos, sistemas, devolverle mucho de su antiguo esplendor. Tendran que trasladarse a su refugio, abajo en la planicie, para aprovechar el instrumental que portaba la nave y cuidar, como buen experto, de las reacciones biomecnicas y de su estado posterior. Por lo pronto, el azar el mismo que mueve la mecnica del universo, los haba juntado all, en aquel planeta azul, y eso era lo fundamental. Ya no estaran solos! Sin decrselo, supieron que aquella era una inesperada gracia que se les conceda y que no deban perder o malgastar, y que en ese tiempo que los esperaba hacia adelante, tan inextricable como cualquier otro tiempo, deberan cuidar el uno del otro y, en cumplimiento del mandamiento de un nuevo Gnesis, amarse y multiplicarse.
Elkin Restrepo (Colombia) Poeta y narrador. Sus ltimas publicaciones: La orfandad de Telmaco (cuentos, Ed. Slaba, Medelln, 2011); Como en tierra salvaje, un vaso griego (poesa, Ed. Sibila, Sevilla, 2012) y A un da del amor (relatos breves, Ed. Eat, Medelln, 2012).
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Fractal:
Hernn Ortiz y Viviana Trujillo
ractal es un encuentro que creamos y organizamos en Medelln anualmente para que la ciudad imagine el futuro. El nombre viene de la geometra fractal, en la que una frmula matemtica iterativa permite generar guras similares a las encontradas en la naturaleza. Para nosotros estas guras representan una mezcla uida entre arte y ciencia, un smbolo del enfoque interdisciplinario. Los fractales, al observarse, pueden ser apreciados instintivamente, sin importar si el observador conoce o no las matemticas de fondo: el conjunto de Mandelbrot uno de los fractales ms conocidos puede ser visto por algunos como un mueco de nieve y por otros como Zn+1=Zn2 +c , y en el encuentro Fractal ambas perspectivas son vlidas. No estamos interesados en reunir expertos sino personas que aporten con su imaginacin. Todas estas ideas sobre fractales nos ayudaron a denir un proyecto resumido en el acrnimo FRACTAL: Ficcin, Realidad, Arte, Ciencia, Tecnologa, Amrica Latina. La primera etapa, de 2009 a 2012, tuvo como objetivo resaltar la importancia de la imaginacin para crear el futuro. Para esto usamos un formato de charlas cortas en un escenario abierto y natural (el Orquideorama del Jardn Botnico y el Parque Arv) con un espacio para preguntas al nal, complementado con actividades culturales: desles de moda futurista,
conciertos de msica alternativa y lecturas de ciencia ccin que profundizaban los temas abordados. El primer encuentro, bajo el tema Cualquiera puede construir el futuro, tuvo la participacin de los escritores de ciencia ccin James Patrick Kelly y John Kessel, el editor argentino Eduardo Carletti, el doctor en biologa espaol Federico Witt, as como una serie de msicos, artistas, diseadores e ingenieros nacionales entre los que se encuentra La Orquesta Filarmnica de Medelln, la Fundacin Manuel Meja Vallejo, Elniuton, entre otros. En la parte de ccin hablamos sobre los gneros cyberpunk y post-cyberpunk (que plantean futuros donde la tecnologa no solo cambia lo que hacemos sino lo que somos) y abordamos la obra de los escritores Ray Bradbury, Mary Shelley y J.K. Rowling. En la parte de realidad hablamos sobre ingeniera gentica, fractales, teora del caos y la singularidad tecnolgica. Al nalizar el encuentro, John Kessel escribi: la gente que conoc en Medelln est decidida a mirar hacia adelante. Espero que la ciudad vea el evento como un xito; para m fue encantador y estimulante, e incluso necesario. El tema del segundo encuentro fue Reinventando el mundo, con la participacin de los escritores Jeremy Robert Johnson y Daryl Gregory, el ingeniero biolgico Joey Davis, el msico, compositor
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y artista Paul D. Miller (DJ Spooky) y los neurocientcos colombianos doctor Francisco Lopera y doctora Patricia Montas. La ccin la abordamos desde lo extrao en la literatura, cciones snicas (cmo la msica y la literatura pueden reinventar el mundo) y la obra de los escritores William Gibson y Philip K. Dick. En la parte de realidad hablamos sobre biologa sinttica, neuroingeniera, creatividad, sueos, alucinaciones y lenguaje. Al nalizar el encuentro, el msico Paul D. Miller (DJ Spooky) dijo en su blog: la idea de un festival que se basa en la ciencia ccin para tratar asuntos latinoamericanos fue increblemente atractiva. Para el tercer ao el tema fue Descifrando el presente. Adems de invitados nacionales, entre ellos el ingeniero Juan Guillermo Lalinde y el cronista Andrs Felipe Solano, nos acompa el especialista en realidad aumentada James Alliban, la cyborg-antroploga Amber Case, los escritores de ciencia ccin Kij Johnson y John Kessel, la experta en medios Johanna Blakley y el msico Sam Pool (SPL). En lo referente a la ccin hablamos sobre cmo la ciencia ccin usa el maana para entender el hoy, los mensajes cifrados en las historias y la obra del escritor Kurt Vonnegut. En lo concerniente a la realidad hablamos sobre ciudades ubicuas, realidad aumentada, cyborg-antropologa, la inuencia del entretenimiento, el ancho de banda del ser humano y criptografa. En el evento tambin hubo un concierto de Sam Pool (SPL) y el lanzamiento del
libro Chicas mticas, publicado por Proyecto Lquido (la editorial de la Corporacin Fractal). La experta en medios Johanna Blakley dijo: al llegar fui atrapada inmediatamente por el huracn que es Fractal, un evento realmente nico, no solo por su interdisciplinariedad radical, sino tambin por la forma imaginativa en la que rene a comunidades tan disparatadas. Programando la realidad fue el tema del cuarto encuentro. Tuvimos como invitados internacionales al escritor de ciencia ccin Paul Di Filippo, a la programadora de ambientes Jennifer Magnol, al arquitecto Keiichi Matsuda y a la traductora Raquel Herrera. En la parte de ccin hablamos sobre el futuro de los objetos programables en las obras de Rudy Rucker, Bruce Sterling y Paul Di Filippo, y sobre la obra del escritor Douglas Coupland. En la parte de realidad hablamos sobre los ambientes programables, la realidad (hiper) aumentada, el diseo ccin, la batalla entre humanos y algoritmos, y cmo programar la realidad. El escritor Paul Di Filippo dijo: el proceso de un encuentro como este para generar ideas y lanzarlas y ver si merecen sobrevivir y hacer que muten y evolucionen es esencial si esperamos que llegue algo nuevo. Despus de estos cuatro aos resaltando la importancia de la imaginacin, invitamos a la ciudad a participar en la nueva etapa del encuentro Fractal, donde podrn aportar con sus ideas a la construccin del futuro.
fractal@encuentrofractal.com
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Ensayo
Perpetuum
Alonso Seplveda
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E
Escher
n uno de los ms conocidos e ingeniosos grabados de Escher (Cascada, 1961), el artista dibuja un canal descendente de paredes escalonadas, que conduce agua; al nal de un recorrido en zigzag, el agua llega a un punto ubicado exactamente encima del punto de partida, desde donde cae libremente por gravedad completando un circuito; en su cada, el agua hace girar una rueda de paletas interpuesta en su camino. El eje de la rueda giratoria parece entrar en una sala de mquinas hacia la que mira un hombre con cierto aire de curiosidad, mientras una mujer, por completo ajena al prodigio que se realiza en su casa, tiende ropa en su patio. La mirada que sigue el recorrido del agua en el canal descubre que esta ha estado subiendo todo el tiempo, aunque no se logre descubrir fcilmente el sutil articio en que se basa el engao: una cuidada distorsin de las reglas de la perspectiva. La estratagema de Escher se asienta en las singulares propiedades del tringulo de Penrose, con el que puede disearse una escalera cerrada que siempre asciende (o desciende, segn la direccin en que se recorra). La gura de
Cascada, de Escher
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Parece as que Escher se vale de la violacin de una regla de la perspectiva para sugerirnos la violacin de una regla fsica, que en el mundo cotidiano no tiene, hasta ahora, excepciones. Obviamente la Cascada no hace parte de nuestro mundo. La leccin parecera ser que en mundos dibujados que violen las reglas de la perspectiva tambin es posible violar las leyes de la fsica.
Historia
Tringulo de Penrose
Penrose es una estructura triangular imposible, consistente en tres barras rectas que se unen entre s formando un ngulo recto en cada esquina, de modo que el ngulo total es de 270 grados en vez de los conocidos 180 de la geometra euclidiana; el tringulo contra toda evidencia parece formar un gura cerrada consistente, solo que cada vrtice es correcto pero no el ensamble de los tres, lo que da un resultado extico, algo que no puede ocurrir en el espacio fsico. Solo porque este tringulo es posible en el papel, tambin es posible dibujar la arquitectura presentada por Escher en la Cascada. Este y otros grabados de Escher (como Belvedere y Ascendente y descendente) estn basados en una inteligente y disimulada violacin de las reglas de la perspectiva. Lo que, para nuestro propsito, torna ms interesante el dibujo de Escher, es que pone en duda un principio fsico del que no hay excepciones conocidas en el mundo cotidiano: la conservacin de la energa. Esto se concluye si se cae en la cuenta de que Escher ha dibujado una mquina de movimiento perpetuo, un artefacto al que, cuando ms, en palabras de Escher, ha de aadirse de vez en cuando un poco de agua para compensar la natural evaporacin. La mquina de Escher podra funcionar de modo indenido, permitiendo la transformacin de la energa cintica de la rueda en trabajo til, lo que la convierte en una mquina creadora de energa, que viola la primera ley de la termodinmica.
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Se atribuye a Parmnides, unos 500 aos a. C., la proposicin Nada surge de la nada (Ex nihilo nihil t), que parece ser la forma ms antigua de una ley de conservacin, en la cual puede inscribirse la de la energa y la masa. Sin embargo, el propsito de lograr una mquina capaz de generar trabajo a partir de nada tiene una historia que puede rastrearse hasta la India en el siglo VII d. C. Un diseo persistente del que se encuentran muchas variantes es la rueda vertical que girara sobre su eje en forma continua, y que fue concebida no tanto con el propsito de obtener trabajo til sino con el de obtener un mvil perpetuo, smbolo de la divinidad. El concepto esencial que anima la rueda de movimiento continuo es el mismo de la palanca: un par de pesos iguales ubicados en los extremos de una varilla horizontal (llammosla A) permanece en equilibrio si esta se suspende desde su punto medio; en tal situacin los pesos y los brazos son iguales. Si el peso de la izquierda por ejemplo se desplaza hacia el centro una pequea distancia, la varilla se desequilibra y, al ser mayor el brazo del peso de la derecha, la varilla gira en direccin de las manecillas del reloj. La experiencia demuestra que la varilla desequilibrada oscila con el peso de mayor brazo en la parte inferior y al nal se detiene por la friccin con el aire o con la balinera del centro de la varilla. Pero supongamos una segunda varilla (llammosla B) perpendicular a la primera; cuando B logre su posicin horizontal, el peso de la izquierda se le desplaza hacia el centro; con esto, el mayor brazo del peso de la derecha
provoca un desequilibrio que hace que la varilla gire en direccin de las manecillas del reloj. Cuando el peso derecho de la varilla B logre llegar al punto ms bajo, la varilla A ha logrado una posicin horizontal. En su retorno a esta posicin mediante algn mecanismo se hace que la pesa en A, desplazada hacia el centro (que ahora est a la derecha), regrese a su posicin equidistante del centro, y que la pesa izquierda se desplace un poco hacia el centro. De este modo se mantiene siempre un desequilibrio de torques que logra el movimiento continuo de la cruceta de cuatro pesas. Lo que resta es lograr que este proceso se repita sin necesidad de desplazar manualmente las pesas, es decir, automatizar el proceso. Puede adems enriquecerse el sistema con ms pesas para obtener una estructura con mltiples radios, no cuatro, sino ocho o diecisis, o ms.
brazo dara lugar al movimiento de la rueda en direccin de las manecillas del reloj. Sin embargo, la cantidad total de mercurio es mayor a la izquierda aunque est ms cerca al centro, por lo que el desbalance se pierde: mayor brazo a la derecha pero mayor peso a la izquierda, por lo que la ley de la palanca no se viola y la rueda no gira continuamente como se esperaba.
Rueda de Bhaskara
Una versin elaborada, automatizada, de este mecanismo, es una rueda con rayos inclinados, consistentes en tubos cerrados llenos con mercurio; este artefacto se remonta al siglo VII, en la India. Algunas variantes fueron propuestas en los siglos siguientes, como la de Bhaskara, en el siglo XII. Como puede verse, el mercurio a la derecha est ms alejado del centro que a la izquierda, lo que por su mayor
El primer diseo europeo de este tipo es el de Villard de Honnecourt (siglo XIII). Es un mecanismo bastante ms simple que el de Bhaskara. Consiste en una rueda con siete pesas igualmente espaciadas, en la que un giro inicial hace que queden cuatro pesas a la derecha y tres a la izquierda, por lo que la rueda girara en direccin de las manecillas del reloj. Otra vez, el sistema se reduce a sistemas de palancas con mayor peso a un lado pero mayor brazo al otro. Una versin mejorada es la rueda sobrebalanceada de brazos. Lo que esto ensea es que hay que olvidarse de obtener energa gratis usando la ley de la palanca.
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Leonardo trabaj algunas variantes de ruedas desbalanceadas, logrando concluir la imposibilidad de su funcionamiento; una de ellas se encuentra en la direccin de YouTube citada al nal del artculo.1 Un diseo interesante es el de la bomba extractora de agua que se alimenta a s misma, concebida por el ingls Robert Fludd, en el siglo XVII. La rueda de paletas a la izquierda de la gura es movida por el agua que cae; el engranaje unido a su eje hace girar una rueda horizontal, cuyo eje vertical logra el giro de la varilla horizontal superior, que a su vez logra el ascenso de las cubetas con agua, la que, vertida en la canaleta, cae sobre la rueda de paletas, completando el ciclo y permitiendo que la energa de la cada del agua sea extrada de la rueda de paletas. En otra versin equivalente, la cadena con cangilones se reemplaza por un tornillo de Arqumedes. Obviamente, de aqu podra obtenerse trabajo gratis, como en la mquina imaginada por Escher.
cadena cerrada que lo rodea. El peso de la cadena, mayor sobre el plano izquierdo, debera hacerla rotar en direccin contraria a las manecillas del reloj. Puesto que esto nunca ocurre debe haber una ley que lo impide. Stevin descubre entonces la que en fsica elemental conocemos como regla del paralelogramo de fuerzas. Con la aplicacin de esta ley se invalida el funcionamiento de varias mquinas de movimiento perpetuo.
Demostracin de Stevin
Resulta as que de la inecacia de estas mquinas pueden extraerse las leyes que lo impiden, las que, simple y llanamente, son leyes naturales; del mismo modo, leyes ya descubiertas explican la no operacin de nuevas mquinas propuestas. La supuesta operacin de este tipo de mquinas est basada en la pobre comprensin de las leyes naturales asociadas. Por qu no sube el agua en el frasco de autollenado de Boyle? Porque el fenmeno no depende de la mayor cantidad de agua a la izquierda, cuyo peso obligara al acenso por el tubo de la derecha,
Simn Stevin, contemporneo de Galileo, enunci la regla del paralelogramo de fuerzas asociada a su nombre, despus de un estudio detallado de una mquina de movimiento perpetuo que no funciona, como pudo constatarlo. Tal artefacto consiste en un plano inclinado doble y una
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sino de las presiones. Un anlisis mecnico completo revela que estas se encargan de mantener el uido en equilibrio esttico. A medida que la fsica fue avanzando, se involucraron nuevos descubrimientos en el diseo de las mquinas de movimiento perpetuo. Esto ocurri con la mecnica de slidos y uidos, la electrosttica, el magnetismo y la induccin electromagntica, la capilaridad, la smosis y el principio de Arqumedes, por mencionar algunos. La evolucin de estas mquinas ha sido continua y pareja con el de la fsica, solo que ninguna ha funcionado, lo que no ha sido obstculo para que an hoy sigan presentndose propuestas a las ocinas de patentes de diversos pases.
Con el paso del tiempo se adicion la energa magntica, la asociada a la luz, al sonido, la energa nuclear, etc., y se reconoci que el calor es una forma de energa asociada a la cintica, distribuida de modo aleatorio entre las partculas componentes de los slidos, lquidos y gases. Con el desarrollo de las mquinas trmicas surgi el problema de calcular su eciencia, que se resolvi con la enunciacin de las leyes de la termodinmica, de acuerdo con las cuales la energa conservada de un sistema cerrado puede transformarse de un tipo a otro manteniendo siempre el valor total, con la restriccin de que, mientras cualquier forma de energa puede transformarse por completo en calor, este no puede transformarse por completo en otras formas de energa. As, por ejemplo, no puede tomarse agua de mar a La energa 20 grados centgrados, extraer su energa calorca y devol- conservada ver el agua a quince grados sin invertir trabajo en el proceso, de un sistema pues, en forma equivalente, la segunda ley arma como lo cerrado puede propuso Clausius en 1850 que el calor no uye espont- transformarse neamente de los cuerpos ms fros a los ms calientes. En la de un tipo forma enunciada por Kelvin y Planck, la ley asegura que una a otro mquina alimentada con calor nunca lo convierte por entero en manteniendo trabajo; parte del calor se desperdicia, aunque la energa to- siempre el tal se preserva. En un motor de automvil, por ejemplo, el calor valor total. generado por la combustin de la gasolina se reparte entre el trabajo producido al mover los pistones y el que, desperdiciado, va a la atmsfera mediante el radiador. Mientras la primera ley se viola en las mquinas de movimiento perpetuo de primera clase, cuyo propsito es crear energa (como en el mecanismo de Fludd o en la rueda con radios de mercurio), la segunda ley permite en las mquinas de segunda
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clase una eciencia mayor en la transformacin del calor en trabajo que la permitida por esta ley. Ahora bien, la segunda ley de la termodinmica introduce en la fsica una nica direccin del acontecer fsico. Las leyes que gobiernan el movimiento de las partculas no contienen una direccin nica del tiempo, pues son las mismas si la variable temporal t se reemplaza en las ecuaciones por t. Esto sigLa fsica del nica que las leyes bsicas no pueden determinar una secuensiglo xx en cia pasado-presente-futuro, ya que los fenmenos elementabuena medida les son reversibles. Esto puede ejemplicarse con un juego de piensa el billar idealizado en el que las colisiones entre las bolas son mundo sin completamente elsticas, es decir, no disipan energa en forimgenes ma alguna, ni en el choque de las bolas con las bandas, ni en espaciales, su movimiento en la supercie del billar. En este caso pueden solo con lmarse el choque de una bola con otra y la consecuente disestructuras persin del conjunto y proyectar la pelcula en orden tempomatemticas. ral inverso. El resultado es una secuencia que puede ocurrir en el mundo real, por lo que mediante este juego no es posible determinar un orden nico en el tiempo. Sin embargo, cuando se estudian las colisiones entre un gran nmero de partculas, como ocurre en un gas, estas tienden siempre a llevar el sistema a estados de mximo desorden cuya consecucin permite determinar un orden temporal nico, el del aumento de la entropa, del desorden interno del sistema. Si un frasco de perfume se destapa en una esquina de una habitacin hermtica, este se difundir hasta ocupar de modo uniforme todo el lugar. Es este, en la prctica, un proceso irreversible que marca en el tiempo una nica direccin. Vale decir que la direccin del tiempo es la que marcan los procesos en los que participa un gran nmero
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de partculas (como ocurre con el universo entero), procesos, por naturaleza, estadsticos e irreversibles. En las mquinas de movimiento perpetuo de segunda especie el calor adquiere una eciencia no permitida por la segunda ley de la termodinmica. Por simplicidad, y porque no ataen al argumento central de este escrito, no haremos consideraciones sobre la tercera ley de la termodinmica. Las mquinas de movimiento perpetuo violan la primera o la segunda ley de la termodinmica, pero no podra suponerse, por un momento, que tal vez existan violaciones de estas leyes que permitan el funcionamiento de tales mquinas? O hay un argumento ms profundo en contra del funcionamiento de las mquinas de movimiento perpetuo al menos las de primera clase, para simplicar que las leyes de la termodinmica? Quienes se oponen a las mquinas de movimiento perpetuo lo hacen, en la generalidad de los casos, acudiendo a leyes fsicas reconocidas o a la validez irrestricta de las leyes termodinmicas. Pero hay argumentos de ms peso? S, con la condicin de que el tema se enfoque desde una perspectiva estructural de la fsica. Resulta que la fsica actual la que tiene su origen en el primer cuarto del siglo XX no concibe las leyes de conservacin como simples y contundentes resultados experimentales, o como teoremas que pueden enunciarse desde teoras sobre fenmenos especcos, como la mecnica o el electromagnetismo. El tema de las leyes de conservacin, visto modernamente, tiene que ver con la estructura misma de la fsica y no solo con leyes experimentales. Con esto queremos asegurar que la fsica aprendi a trabajar con superestructuras que apuntan mucho ms all de los fenmenos concretos del mundo. La fsica del siglo XX en buena medida piensa el mundo sin imgenes espaciales, solo con estructuras matemticas. Es esto lo que ha permitido el avance moderno de la fsica de partculas y
la cosmologa, con sus versiones de cuerdas, supercuerdas, membranas, p-branas, multiversos; un inslito y sorprendente conjunto de abstracciones que hacen de la fsica actual un panorama calidoscpico bastante divertido, un extico parque de atracciones matemticas para el goce de fsicos y cosmlogos. Qu pas? Que la fsica del siglo XX se dedic no solo a explorar lo minsculo y lo inmenso la microfsica y la cosmologa sino que tambin se dedic, con igual intensidad, a profundizar en su propia estructura; no por otra razn los mejores fsicos de la ltima generacin de la fsica son excelentes matemticos. En el siglo XVIII la mecnica lagrangiana, una versin abstracta de la mecnica de Newton, logr establecer la existencia de cantidades cuyo valor se conserva, cumplidas ciertas condiciones: la energa y los momentos lineal y angular. El paso siguiente, ejemplo inigualable de abstraccin y generalizacin, fue dado por la matemtica alemana Emmy Noether a comienzos del siglo XX, en la forma de un teorema luminoso segn el cual trtese de partculas o de campos, de fsica clsica, cuntica o relativista a cada simetra de una ley fsica hay asociada una ley de conservacin. Abstraccin, simplicidad, generalidad y belleza a la vez. La fsica vuelta esttica de la inteligencia que anunciaba Bachelard. Distancia y momento lineal, ngulo y momento angular, tiempo y energa son parejas que contienen la variable de simetra y la cantidad conservada. Nuevas parejas aparecieron con la mecnica cuntica y la fsica de las partculas elementales. El teorema de
Noether contiene la armacin lagrangiana, altamente generalizada, de que las leyes fsicas se expresan mediante ecuaciones que minimizan una cantidad conocida como la accin. La asociacin simetras-leyes de conservacin signica que si un sistema permanece el mismo bajo traslacin espacial el momento lineal en esa direccin se conserva; si el sistema fsico permanece el mismo bajo rotacin por un ngulo arbitrario el momento angular se conserva; si las leyes que describen un sistema fsico son las mismas ayer, hoy y maana, es decir, son independientes del momento en que se realice una medida en el sistema, entonces la energa se conserva. Vale decir, en este ltimo caso, que la conservacin de la energa est asociada a la invarianza de las leyes fsicas bajo traslacin temporal. Desde esta nueva perspectiva, el tema de las mquinas de movimiento perpetuo no compete solo a la termodinmica, pues en caso de funcionar compromete la superestructura, asociada a las simetras, que da lugar a las leyes de conservacin. Como hemos dicho, las mquinas de primera especie crean energa. Para comprender mejor las implicaciones que traera esta posibilidad, y tomando en cuenta la asociacin entre tiempo y energa, propongamos el siguiente ejemplo: supngase un tanque alto que contiene agua, que puede bajar por su propio peso por una manguera conectada al tanque; el chorro producido se enfoca hacia una rueda provista de paletas, cuyo movimiento es utilizado para poner en marcha un generador que produce corriente elctrica, con la que puede cargarse una batera. Hasta aqu todo est bien:
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energa potencial gravitacional del agua es transformada en cintica de rotacin, luego en corriente elctrica y, al nal, en energa qumica almacenada en la batera. Pero supongamos, y aqu viene lo central, que la gravedad terrestre es menor los lunes que el resto de la semana; esto sugiere que la ley de gravedad depende del tiempo, por lo que no es invariante bajo traslacin temporal. Comencemos con el tanque lleno. El domingo dejamos que el agua almacenada baje y cargue la batera. Para economizar, almacenamos el agua que ha bajado. El lunes, aprovechando que el agua pesa menos, la subimos al tanque utilizando una bomba alimentada por la batera. Es obvio que sobra un poco de energa que puede utilizarse el resto de la semana para otros menesteres. El domingo o cualquier otro da, excepto el lunes, para no perder el regalo recargamos la batera dejando uir el agua. El lunes siguiente el agua se devuelve al tanque, utilizando menos energa que la producida cuando baja cualquier otro da. De este modo siempre habr energa para subir el agua y queda un remanente logrado de manera gratuita. Esta es una mquina de movimiento perpetuo de primera clase basada en que la ley de gravedad es diferente en diferentes momentos. Esta violacin de la simetra temporal viola la conservacin de la energa. Es fcil concluir, as, que las mquinas de movimiento perpetuo desvirtan, en caso de funcionar, la relacin simetra temporal-conservacin de energa. Hemos utilizado aqu el ejemplo de la gravedad, pero podemos concluir que, si vemos variar cualquier ley natural de un da a otro de un instante a otro, para exagerar ah se abrir la posibilidad de hacer funcionar una mquina de movimiento perpetuo. Si se viola la conexin energa-tiempo es de esperar que lo mismo pueda hacerse con distancia-momento lineal o ngulomomento angular: puede crearse movimiento lineal, puede crearse rotacin. Ms an, puesto que la conservacin de la carga elctrica est asociada a la llamada simetra de fase, tambin podra crearse carga
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elctrica. Adems, la relatividad especial engloba en una sola simetra espacio-temporal el momento lineal, el angular y la energa incluso la ley de inercia!, de modo que es suciente que una sola asociacin entre una variable de simetra no d lugar a una cantidad conservada para que todas las leyes de conservacin del grupo sean violables. Hasta ahora estas excepciones no han sido observadas y nadie ha visto an funcionando, de manera examinable, cientca, sin trucos, sin fuentes externas de energa, una mquina de movimiento perpetuo. Un solo perpetuum mobile en operacin uno solo, una sola mquina que permita crear energa en forma ilimitada cambiara la estructura de base de la fsica que conocemos, no solo la termodinmica; adems, seguramente se convertira en el artefacto domstico ms apreciado. Un doble premio para quien logre crear una de estas mquinas exquisitas, exticas y, hasta ahora, solo posibles en el arte.
Alonso Seplveda (Colombia) Fsico de la Universidad de Antioquia, con estudios de posgrado en el Hunter College de la Universidad de Nueva York. Ha publicado: Los conceptos de la fsica, Electromagnetismo, Fsica matemtica y Esttica y simetras. Ha participado en proyectos de investigacin sobre dinmica de galaxias con el grupo de astrofsica de la Universidad de Roma. Notas 1 http://www.youtube.com/watch?v=287qd4uI7-E, http://www.youtube.com/watch?v=OWRyYYX7JxE Estas son unas pocas entre muchas entradas que el lector puede consultar: Una divertida lista de mquinas de movimiento perpetuo que abarca desde el siglo VIII hasta el ao 2006:http://en.wikipedia.org/wiki/ History_of_perpetual_motion_machines. Una buena demostracin de que es posible obtener patentes de artefactos que no funcionan (una lista que va desde 1809 hasta 2004): http://www.lhup. edu/~dsimanek/museum/patents.htm. Vase tambin:http://www.lhup.edu/~dsimanek/museum/ unwork.htm#top. Simulaciones de diversas mquinas, y mquinas reales funcionando: http://www.youtube.com/ watch?v=PTVHXvd267A,http://www.youtube. com/watch?v=0H5k5CJRuiE.
a era Mesozoica se extiende entre las fechas 250 y 65 millones de aos antes de hoy. Durante ella surgieron los primeros mamferos verdaderos, las aves evolucionaron y se diversicaron en una amplia variedad de clases y las plantas con ores adquirieron sus formas modernas. Al terminar, justo en el periodo llamado Cretcico, cuando la temperatura media debi oscilar entre cero y nueve grados centgrados, desaparecieron en forma masiva y casi repentinamente todos los dinosaurios. Y lo mismo pudo ocurrirles a los cientos de especies desaparecidas en esa misma poca. La razn de la extincin de los saurios maravillosos todava es un enigma. Pero sea cual fuere la explicacin, el hecho real es que constituyeron una familia muy exitosa, prueba concluyente de que posean un diseo morfolgico y siolgico avanzado y eciente. Su nica debilidad fue dejarse eliminar de manera tan dramtica, sin dejar ni un solo descendiente, por lo menos de hbitos terrestres, pues la mayora de los bilogos aseguran que las aves modernas son descendientes directos suyos. Es decir, son dinosaurios emplumados. Todava se discute en los crculos cientcos sobre las causas de la catastrca extincin. El desastre acab con casi todo el plancton, con algas y protozoos, reptiles marinos, reptiles voladores, algunos mamferos primitivos y todos los dinosaurios. En suma, se calcula que desaparecieron cerca del 70% de todas las especies vivas, en particular, todos los animales terrestres de
ms de veinticinco kilogramos de peso. Se salvaron de la hecatombe las aves, los cocodrilos, casi todos los organismos de agua dulce, las plantas tropicales y los mamferos pequeos. Luis lvarez, fsico, y su hijo Walter, gelogo, propusieron, con miras a explicar esa gran extincin, una teora que cuenta hoy con numerosos adeptos. Ciertos detalles geolgicos permitieron a los investigadores conjeturar que un asteroide de unos diez kilmetros de dimetro choc contra la Tierra y abri, bordeando la pennsula de Yucatn, un crter de 280 kilmetros de dimetro, conocido hoy con el nombre de Chicxulub. El impacto debi levantar una gigantesca nube de polvo que permaneci varios aos en la parte superior de la atmsfera, a lo cual se sum una intensa actividad volcnica en India. La mejor evidencia en favor del vulcanismo es la existencia de casi 1.300 km cuadrados de terreno cubierto por lava en la meseta Deccn. Las erupciones aumentaron la acidez de las lluvias y sirvieron como elemento adicional en el oscurecimiento atmosfrico. Se form, entonces, una cortina oscura que impidi el paso de la radiacin solar y cre con ello un invierno de dimensiones planetarias. La temperatura media descendi considerablemente, los lagos se congelaron y miles de especies de plantas perecieron. La nube pudo mantenerse durante aos, produciendo la muerte de la vegetacin, seguida por los herbvoros y los carnvoros. Sobrevivieron los animales pequeos y no especializados, como los mamferos primitivos, los lagartos y los odios. La falta de luz solar y la acidez de las lluvias tuvieron que afectar directa e inmediatamente a todas las plantas e, indirectamente, a toda la cadena trca derivada de ellas. En esas condiciones, el fro intenso sirvi para rematar los pocos y mal alimentados sobrevivientes. En este momento hay consenso casi general acerca del impacto del asteroide, pero existen dudas de que haya sido este el
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nico causante de la tragedia. En particular, se alega que los hechos ocurrieron en el lapso de unos cinco millones de aos, lo que signica que no fue tan repentino. El registro paleontolgico parece indicar que muchsimo tiempo antes del impacto ya haba comenzado una lenta disminucin en la diversidad de dinosaurios y un aumento paralelo y progresivo en la de mamferos. Otra posible causa de la extincin podra tener origen astronmico: la explosin de una supernova, cuyas radiaciones destruyen la capa de ozono y aumentan la tasa de mutaciones, lo que produce esterilidad en todos los grandes animales, mientras que los de menor tamao, que pueden ocultarse, y los de vida nocturna, como los mamferos, o los que vivan en aguas profundas, habran sobrevivido sin demasiados problemas. En resumen, el asteroide dicen los opositores fue una causa ms que se sum a un clima ya muy deteriorado, para completar la cruel tarea exterminadora. Pero cualquiera que haya sido la causa del fenmeno, el hecho real y verdico fue el exterminio masivo que dej el planeta casi virgen y despej el terreno para que los mamferos, eclipsados por los dinosaurios durante los 165 millones de aos del Mesozoico, aprovecharan la oportunidad para proliferar, diversicarse e invadir la multitud de nichos antes ocupados por sus ecientes competidores. Es entonces cuando la vida en la Tierra, como el ave fnix, renaci de sus cenizas, hasta un extremo tal que hoy contabilizamos ms de un milln de especies debidamente clasicadas y muchas (se ha llegado a decir que pasan de los diez millones) sin clasicar. Al comenzar la era Cenozoica, hace 65 millones de aos, la gran extincin dej la Tierra despoblada y las cosas en claro para los mamferos. Estos, que ya haban desarrollado durante la era anterior, calladamente y sin ostentaciones, todas sus potentes caractersticas, heredaron el mundo diurno que fue de los dinosaurios, se diversicaron explosivamente y ocuparon con rapidez todos los nichos vacos existentes.
*** Una pregunta que muchos se formulan es si la existencia actual del Homo sapiens depende de la extincin de los dinosaurios. Como en todas estas clases de preguntas, lo nico que podemos es especular. Sabemos que pasaron varios millones de aos sin que los mamferos primitivos mostraran progresos en cuanto a variedad y nmero de individuos. En sentido biolgico, al comienzo los mamferos no fueron exitosos, lo que muchos le atribuyen a la competencia con los dinosaurios. Estos, gigantes en su mayora, fueron los reyes de la creacin hasta llegar al Cretcico. Y de no ser por el meteorito, habran con seguridad dominado la Tierra varios millones de aos ms. Pero los dinosaurios estaban amenazados debido precisamente a su gran tamao. Al elegir el gigantismo como opcin evolutiva, el futuro les qued de inmediato comprometido, pues los pesos pesados portan la semilla del mal, la de su extincin, una suerte que est echada con el aumento de talla. Aclaremos: al crecer, por ejemplo, duplicando las dimensiones, el peso y el volumen crecen al cubo de las mismas, y los requerimientos nutritivos lo hacen en igual medida. Esto, para comenzar, limita automticamente el nmero de individuos que pueden ocupar una determinada regin. Para un gigante, la cantidad de alimento que requiere en un da es difcil de conseguir, y se va volviendo crtico al aumentar el nmero de especies competidoras, o al crecer el nmero de individuos de cada una de ellas, tendencia que es muy comn cuando la vida est sometida a la evolucin darwiniana. En otras palabras, con meteorito o sin l, los dinosaurios hubiesen desparecido. Recurdese que mucho ms adelante tambin desaparecieron algunos mamferos gigantes, como el tigre dientes
de sable y los mamuts, dos enanos al lado de los grandes dinosaurios. Es claro que al limitarse el nmero de sus individuos, la especie entra en un callejn peligroso, pues una plaga o una enfermedad infecciosa pueden matar en poco tiempo todos los animales. Recordemos que el hundimiento y la desaparicin misteriosa y casi instantnea de la civilizacin Maya se lo atribuyen algunos bilogos a un virus que, en solo unos pocos das, acab con todos los sembrados de maz, base de su alimentacin, y, por supuesto, con los mayas. Una doble extincin biolgica en cadena. Digamos que ser gigante trae sus benecios en la lucha darwiniana por la reproduccin y la supervivencia, pero a la larga es riesgoso por el peligro de extincin que hay all latente. Ese pudo ser el destino trgico de los dinosaurios. Ser pequeo, quin lo creyera, parece que a la larga es una mejor estrategia evolutiva. Entonces, la evolucin y el desarrollo exitoso de los mamferos de todos modos se habran dado, aunque mucho ms tarde, de tal suerte que es posible que no estuvisemos ahora aqu para escribir sobre estas cosas, pero algunos de nuestros descendientes terminaran por hacerlo. Es una conjetura optimista, desde la perspectiva humana. Quiz porque nos parece muy triste pensar que nunca sobre el planeta Tierra se pudiera dar el avance cultural y tecnolgico de la nica especie poseedora de inteligencia superior.
Antonio Vlez Montoya (Colombia) Ingeniero electricista de la Universidad Ponticia Bolivariana y mster en Matemticas de la Universidad de Illinois. Entre sus publicaciones se encuentran El hombre, herencia y conducta, Del big bang al Homo sapiens, Parasicologa: realidad, ccin o fraude?, Principio y n y otros ensayos y De Pi a pa: ensayos a contracorriente.
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Crnica
El poeta y la ciudad
Sin embargo mi padre en sueos me ha contado que es una hermosa trampa de colores con urnas pintadas a pistola y que debo quedarme en casa toda la semana. scar Hernndez, Invitacin
scar Hernndez, poeta sin ciudad y sin horario, a cinco das de cumplir ochenta y siete aos, espera sentado en un sof en la sala de su casa. De una de las paredes, a su derecha, cuelgan de un clip tiras de recortes amarillentos de las columnas de opinin semanal que ha publicado durante cuarenta aos en el peridico El Colombiano. Papel sobrante se llama la columna y sus recortes lucen como un tendedero de ropa vieja. El poeta espera como si en realidad le sobrara algo: el barrio, la casa, las horas; cansado de esa ciudad con la que llen sus columnas por tantos aos: de su alarde, de su caos, de su poltica. A m las ciudades no me gustan dice desde su sof. Mientras ms grandes y ms hermosas, peores. Son un alarde, una enfermedad. *** Llegamos a la puerta del garaje media hora despus de haberlo llamado. Nos recibe con alegra de nio. Uno de nosotros Luca, editora de Slaba lo conoce desde hace aos. Le gusta visitarlo porque lo siente muy solo. Esa casa del barrio Beln Los Alpes, que haba comprado con el sudor de mltiples ocios y haba modicado a medida que creca su familia cuatro hijas y un varn, la parti y les entreg su parte en vida. Alarg el muro del garaje, atraves la sala y lo llev hasta el patio. En su lado se qued viviendo solo en un garaje alargado de unos cuarenta metros cuadrados. Al principio dej una comunicacin entre ambos espacios en la parte trasera, pero con la llegada hace siete aos de una sobrina venida del sur del pas, a quien l acogi, decidi separar por completo su vida. La explicacin que l da es quizs ms potica. A lo largo de los aos tuvo veintiocho automviles, que reciba como pago de deudas y que cambiaba con facilidad, pero un da se cans de ellos.
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En la ciudad no hay por dnde moverse y como me qued sin carro me met al garaje. *** El poeta Juan Manuel Roca (1946), quien prepar una antologa de poemas del libro Las contadas palabras, publicada en 2010 por la Universidad Externado de Colombia, dice que las nuevas generaciones, como suele ocurrir con poetas escondidos por la niebla de una falta de crtica o por la neblina pasajera de la moda, vuelven ahora sobre los poemas de Hernndez y encuentran en l a un hermano mayor, despojado y humano. No hay un poeta en ejercicio ms viejo en Colombia; lvaro Mutis tiene ochenta y nueve aos y Rogelio Echavarra ochenta y seis, pero hace aos que no publican. A ese redescubrimiento del hermano mayor de la poesa antioquea se suman el libro Un hombre entre dos siglos, antologa de poesa y prosa, publicado por Slaba Editores y la Alcalda de Medelln en la coleccin Letras Vivas (2011), y Experto en muros blancos, publicado por la misma editorial y el Ministerio de Cultura (2012). La vida de scar atraviesa dos siglos de letras en Medelln. Es paradjico: scar es quizs el poeta ms aislado con la vida pblica ms intensa de su generacin. A los doce aos fue jefe de la Comisin de Hormiga Arriera, en la zona cafetera del Quindo: tena dos trabajadores a su cargo. Con un hornillo y cianuro aplicaban veneno en las bocas de los hormigueros usando un ventilador. Tuvo un taller de mecnica, un restaurante, un caf, un bar. Fue secretario de Len de Greiff y cofundador del diario El Sol, donde escriban Manuel Meja Vallejo (1923-1998), Fernando Gonzlez (18951965) y otros escritores de la poca. Trabaj en El Correo como cronista, columnista, traductor y jefe de redaccin. En El Colombiano tambin tuvo varios cargos y lleva ms de cincuenta aos vinculado a esa casa editorial. Este ao la Universidad Autnoma de Nuevo Len, en Mxico, les encarg a los poetas Santiago Mutis y Samuel Vsquez
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una seleccin de poetas colombianos para una antologa de los veinte del veinte. scar est al lado de los grandes nombres de la poesa colombiana del siglo XX: Fernando Charry Lara (1920-2004), Hctor Rojas Herazo (1921-2002) y lvaro Mutis. scar es un poeta necesario dice Luis Arturo Restrepo (1983), poeta y profesor de poesa colombiana. Su obra ha mostrado coherencia. Era muy comn que los poetas mayores empezaran escribiendo sonetos, pero scar desde el principio tuvo una obra contempornea. Logra ir a temas cotidianos y tratarlos con una delicadeza que a otros poetas les da miedo. No se siente articio, su poesa es pensada, sentida, genuina, muy vital; l es as. Esa reexin sobre los zapatos viejos, esos poemas: Cementerio de payasos, Invitacin, que estn en Experto en muros blancos. Luis Arturo toma un manuscrito que ha sacado de su maletn y lee: Cuando muera el ltimo clown / Si es que el amor permite su viaje nal / Ser un luto universal en colores / Llanto de nios con la nariz encarnada / Con sus trajes de retazos hechos del arco iris / Pero se dice que el ltimo payaso / Ya no est entre nosotros. *** El poeta no conoca a su sobrina. Ella no saba nada de Medelln ni de su to. scar haca aos que no hablaba con su hermana de qu bamos a hablar?. l tena ochenta aos y de ella, de la muchacha, solo saba su nombre bblico, Sandra Sansn, y que vena a estudiar una especializacin en psicologa. El primer da de clase la acompa a la universidad. Tomaron un bus con un recorrido enrevesado. Sandra, curiosa, preguntaba. Con cada pregunta reciba una sorpresa, como si el recorrido estuviera hecho de giros inesperados: fui boxeador; otra pregunta: fui pescador y futbolista; otra pregunta: fund el partido socialista de Colombia y compuse canciones. La curiosidad de la Sansn daba para ms, como si en las preguntas estuviera su fuerza. Le gustaba el cine y pregunt por Rodrigo D. Entonces scar baj el teln de
un recorrido de pelcula: Yo era el pap de Rodrigo y estuve tambin en Sumas y restas, en total he actuado en nueve pelculas. Actor de cine? Es ms fcil actuar que escribir un poema le dijo. La sobrina supo que se quedara con ese to. Vivi con l tres aos, en un minsculo cuarto hecho al fondo del garaje. Lo vea cada da, al nal de la tarde, cuando pona en su equipo de sonido una grabacin del rosario y rezaba caminando desde el cuarto hasta la puerta del garaje. scar no solo se asume como un hombre de izquierda, sino como un ser profundamente religioso. La revolucin rusa no hubiera perdido nada si no tocaban la religin. Habra ganado en moral. El hombre es un ser religioso por naturaleza, dice. El ltimo martes de cada mes, cuando escriba las cuatro columnas de Papel sobrante que publicara al mes siguiente todas en una misma noche, Sandra lo tranquilizaba cuando no encontraba las palabras; a veces lo acompaaba a la redaccin del peridico para entregarlas impresas, porque no conaba en el correo electrnico. Hace cuatro aos no vive con l, pero scar sigue llevando la misma rutina y Sandra sigue siendo su el escudera. Lo visita semanalmente, lo acompaa a los eventos literarios en los que participa y coordina
su ltimo proyecto: La casa del escritor, cuya sede es tan acogedora y esquiva como un garaje: una pgina de Facebook. Salimos a la calle y nos sentamos en una tienda. El poeta pide una copa de helado. Light, por favor dice. Come sin parar y saborendose. Acaba y pide una ms. Light light dice como si quisiera estar dos veces vivo. Como si adelantara su cumpleaos para celebrarlo con nosotros. Lo invitamos a salir el sbado para escuchar tangos y celebrarlo, pero nos dice que en casa tiene ms de ochocientos tangos. Con eso le basta. Ama a Gardel desde los nueve aos. *** Medelln ha sido tierra de poetas y de cacharreros como dice scar Hernndez y se enorgullece de tener el festival internacional de poesa ms grande del mundo. Muchos se enloquecen por la poesa durante esos diez das pasajeros. Nos apeuscamos en auditorios y parques, nos peleamos por un puesto, aplaudimos con ms fuerza al poeta que habla en otra lengua, lejana y desconocida, que a nuestros propios poetas. scar dice que es el circo de la poesa, y el poeta Jaime Jaramillo Escobar (1932) dice que aqu vuelan los poetas, pero no vuela la poesa.
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Durante el resto del ao los recitales de poesa son hurfanos. No hay multitudes para esconder el desconocimiento de la poesa que muchos llevan por dentro. A los recitales o presentaciones de libros de poesa vamos cinco o diez personas, entre los que no falta el loquito que no sabe en qu verso de la vida est parado. Algunos nos asomamos por la ventana para ver qu pasa adentro, entre esos muros blancos, con curiosidad y miedo; como el gamn que en una ocasin le pregunt al poeta con ojos muy abiertos y un balbuceo continuo: Usted fue el que escriLos bi ese libro? S contest el poeta. Ah, yo no saba que poemas de los que escriben libros estaban Hernndez vivos. Qu sera de Medelln brotan en las si toda la gente que asiste al Festival de Poesa leyera poeparedes de sa? Qu sera del Festival de Poesa si toda la gente que asissu garaje, de te leyera poesa? El festival est carente de poesa, es un show, espaldas a dice Luis Arturo, quien particip en l el ao pasado. En los cientos de talleres lila urbe que terarios que atraviesan la ciudad crece al otro se lee y se escribe poesa. La de los autores consagrados de aqu lado. y de otras partes, y la de los jvenes y viejos que muestran esa otra latitud de la vida en versos, ancdotas, crnicas y cuentos donde siempre hay poesa. Uno de nosotros Luca ha sido jurado de varios concursos, convocatorias y becas locales: casi todos los que se creen poetas escriben un mar tormentoso de palabras vacas o un ro contaminado de besos y abrazos que ahogan el amor. Unos pocos abren la puerta de la poesa y traspasan las fronteras de lo cursi; y en silencio van construyendo una obra sin apegos por la ciudad ni por el mundo. En estos tiempos, pocos poetas escriben sobre la ciudad. Los poemas caminan
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por otras avenidas, quizs dormidas, como en los poemas de scar Hernndez: Duerme la ciudad, pero no duerme la ciudad / Solamente abre los ojos / para atrapar en sus pestaas / los primeros asesinados / aquellos que de un solo golpe / perdieron sus historias sus zapatos / su beso nal sellado con la amada saliva / de quien comparti sus lechos / su torta de maz, sus cuatro hijos / y todo aquello que seguir viviendo / en un olvido al que llaman recuerdo La ciudad no ocupa un plano fundamental, la ciudad ni siquiera es amada dice scar. Es el escenario y la denuncia de los muertos. Uno puede ignorar la ciudad en su poesa. No es ninguna condicin ni una ordenanza. La poesa est en cualquier parte, donde menos la imagine. Recuerden lo que deca Borges: esto no lo escribo yo, esto lo escribe el Espritu Santo. Entonces, qu salvara de la ciudad? Ese pequeo rincn donde est uno con su mujer pero puede estar en cualquier parte del mundo, sin ciudad. Tanto el amor como la poesa podran existir ms calmadamente sin la ciudad. Y esa es mi idea sobre la ciudad. No le tengo ningn amor ni afecto especial. Nac en Medelln, pero no tuve la culpa. Son un alarde de riqueza y de pobreza. *** Los poemas de Hernndez brotan en las paredes de su garaje, de espaldas a la urbe que crece al otro lado. Una ciudad que no para de poblarse de muros y de gente. Entre sus muros ha construido una teora para solitarios. Dice que el encierro hace que la gente conviva mejor. No puede concebirlo de otra manera. Puede ser una muestra de optimismo o una manifestacin de su conviccin cristiana. Si uno est en una habitacin donde difcilmente entra el sol, con tres, cuatro o cinco personas, durante mucho tiempo, terminamos por identicarnos, por amarnos O por matarnos. Muy difcil, se lo digo por mi experiencia, fui soldado, interno de un colegio y estuve en la crcel durante quince das por
razones polticas, y nunca sent malas inclinaciones por los dems ni de ellos hacia m. *** A dos das de su cumpleaos visitamos al poeta. Estaba esperando. Llevamos torta diettica, vino, empanadas argentinas y helado. Las empanadas deban ser de Versalles, las ms famosas de la ciudad, pero no las pudimos comprar all; el helado deba ser light-light, pero no haba en la tienda donde fuimos; acordamos no hablar de las empanadas, y si preguntaba decirle que el helado era medio light. Entramos al fondo del garaje, al patio, que est cubierto por un techo de madera y en el interior tiene una mesa plstica blanca con una sombrilla de colores, como de playa. Los muros son grises, sin revoque. En uno de ellos crece una enredadera silvestre. En una esquina hay una mata siempre viva, dice scar que la sembr su hijo scar Luis, muerto hace cinco aos. Muri a los cincuenta y uno, un 14 de febrero, la misma fecha que escogi su padre para fundar La casa del escritor, un lugar sin lugar para tener a donde ir. De sus nietos tiene cuadros colgados en los muros del garaje. De Tatiana, la mayor, un autorretrato y un retrato de su abuelo; de Ricardo, una silla pintada con acuarelas cuando tena siete aos. Los cuadros no sobresalen ni pasan inadvertidos; conviven con los recortes de Papel sobrante; con las copias de las ilustraciones que hizo el pintor Fernando Botero, cuando era un joven desconocido, para el primer libro del poeta; con las cartas que le enviaba el lsofo Fernando Gonzlez al leer sus manuscritos, con las quejas de Jorge Amado sorprendido con Versos para una viajera, escrito de un tirn la noche antes de la partida de una enamorada, quien no entenda por qu esos poemas viajeros no cruzaban las fronteras colombianas. Es un decorado vital, sin vanidad, que le hace compaa. Servimos el vino. scar se resiste, pero al nal acepta una copa que mezcla con
agua. Ponemos la torta y las empanadas sobre la mesa. La torta es light? dice scar. Claro, es torta diettica dice Luca. Empezamos la celebracin anticipada del cumpleaos del poeta comiendo las empanadas. La carne amenaza con delatarnos, parece atn de lata. Son de Versalles? dice scar. No pudimos ir hasta all dice Alfonso, asumiendo la culpa. Mmmmm. Partimos la torta light y servimos el helado medio light. Alzamos las copas y brindamos por la salud del poeta. El helado es light? dice scar. Es medio-light dice Luca. Entonces ustedes me creen medio bobo! Una carcajada juvenil retumba en el patio, en esa mesa plstica blanca, cubierta por una sombrilla de colores. La noche es clida y nosotros parecemos connados en una playa inverosmil. En los muros grises lucen frescas las enredaderas. Eso soy dice. Me gradu en estos muros.
Luca Donado (Colombia) Antroploga de la Universidad de Los Andes y diplomada en Literatura del siglo XX en la Universidad Eat. Codirectora de la revista Odradek, el cuento. Dirige dos talleres literarios en Medelln. Ha publicado Sol de Estremadelio, Alfabeto de infancia y Cambio de puesto. Alfonso Buitrago Londoo (Colombia) Estudi Comunicacin social y Literatura comparada en la Universidad de Antioquia. Ha publicado en La Hoja de Medelln, El Malpensante y Soho. Gan el Premio Nacional de Periodismo Simn Bolvar y una Beca de Creacin en Periodismo Narrativo de la Alcalda de Medelln. En 2012 public El hombre que no quera ser padre.
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Este texto hace parte de Medelln a cuatro manos, publicacin que recoge las nueve crnicas desarrolladas durante cinco das en el Taller anbio de periodismo cultural de la Direccin de Comunicaciones del Ministerio de Cultura de Colombia, en alianza con la Fundacin Gabriel Garca Mrquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano - FNPI, con el apoyo de la Revista Anbia y la Universidad de San Martn (Argentina). El taller fue dirigido por Patricia Nieto y Cristian Alarcn.
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Entrevista
La voz de pap
Alfonso Buitrago Londoo
Ana Cristina Restrepo Jimnez
a primera vez que vi a Alfonso Buitrago Londoo fue en mi casa, en el ao 2011. l, un perfecto desconocido para m, cruz el umbral de la puerta, tmido y muy callado, en compaa del escritor Juan Jos Hoyos. Esa noche, yo era la antriona de un pequeo grupo. Salimos de una charla con Alberto Salcedo Ramos en la Universidad Eat, a rematar conversando en una terraza, con el sonido de la quebrada La aguacatala como msica de fondo. Mientras todos contbamos historias y nos divertamos, Alfonso apenas sonrea. Habl poco, casi nada, pese a que muchos mostramos curiosidad ante su gran triunfo: ese da le haban avisado que era suya la Beca de Creacin en Periodismo Narrativo de la Alcalda de Medelln. El resultado de ese premio fue el libro El Hombre que no quera ser padre, editado por Planeta, con la lectura cuidadosa casi quirrgica de Camilo Jimnez Estrada. Hace un par de semanas volv a ver a Alfonso Buitrago. Nos encontramos en un caf, pero el bullicio nos oblig a irnos para otro lugar menos congestionado.
Terminamos hablando afuera de un edicio cercano (donde vive mi madre), sentados en un banca de madera, entre rboles frondosos. Frente a una piscina, con nios chapuceando en el agua, me concentr en las voces: la del escritor y la de su padre, que muere en el relato y revive a travs de las palabras de su hijo. Qu pasa cuando el rebelde de la casa es el pap? De eso me habl Alfonso Buitrago Londoo, el hijo de un hombre que no quera ser padre.
El hombre y el mundo
Alfonso tiene cara de nio. Su ropa bien planchada, la barba impecablemente afeitada, la placidez en su rostro y su forma pausada y tranquila de hablar no dan cuenta de las angustias y las preguntas que atormentan su alma, ni de su capacidad de observar y cuestionar el mundo. Solo al leer El hombre que no quera ser padre se desvela esa dimensin compleja, crtica y a la vez dulce de Buitrago. El mundo editorial no era del todo ajeno para este narrador antioqueo. Con un ttulo de magster en Literatura comparada,
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haba publicado crnicas en las revistas La Hoja, Soho y El Malpensante, y actualmente hace parte del comit editorial del peridico Universo Centro. As mismo, escribi un libro de carcter terico en compaa de Amparo Moreno y Florencia Rovetto, De quin hablan las noticias? Gua para humanizar la informacin. Pero esta obra era otra cosa muy distinta. Y no solo por su estilo redaccional sino porque, en gran parte, las fuentes se remitan a un sitio que suele ser de difcil acceso: la memoria afectiva. El primer reto que le impuso la forma de El hombre que no quera ser padre fue apelar a la tcnica del reportaje, el gnero rey. Muchos dicen que la novela es a la literatura lo que el reportaje al periodismo (como si el periodismo no fuera hijo legtimo de la literatura): de ese tamao era el desafo! Tena una buena excusa para escribir: a su padre, Alonso Buitrago Gmez, le hicieron la primera ciruga de reconstruccin de cuerdas vocales en Colombia. Era una noticia cargada de sentimientos para l razn de ms para ponerla en el papel. Alfonso buscaba ir ms all de los recuerdos de hijo, no por prejuicio sino porque no sera coherente con la vida de su pap: Su intimidad fue muy pblica, casi todas sus interpretaciones, su manera de relacionarse era muy sociolgica explica el escritor. En sus conversaciones, mi padre volcaba todo su interior porque para l no haba cosas individuales, para l todo era problema social. l no tena contradicciones personales sino que todo era fruto de relaciones sociales, de una cultura. Alfonso tena que hacer un libro ntimo pero a la vez mezclado con lo que pasaba en la sociedad, con las ideas que tenan en su familia. Comenz por contextualizar una historia particular para abrirla y proyectarla en la experiencia colectiva: A travs de mi pap se conoce a todo Medelln, no solo por su ocio de taxista sino porque opinaba. Cuando su padre enferm, perdi la voz y nalmente muri, Alfonso decidi
emprender una bsqueda literaria guiada por la pregunta cmo escribirle al padre? Mi pap siempre anduvo con una agenda y el peridico debajo del brazo. Tena diarios y agendas que no se atreva a mostrar. Yo saba que en esas agendas haba mucha cosa: llevaba treinta aos con ellas, recuerda. Con su hermano Luis Fernando, msico, Alfonso se propuso recopilar todo el material que reconstruyera la vida de su pap: bajaron al cuarto til y, entre cajas abandonadas y hmedas, rescataron apuntes, libretas, cartas y fotos. Despus vino la fase de reportera. El cirujano fue el primero a quien entrevist. Y, en un intento por probar sus lmites, Alfonso le solicit presenciar la ciruga de su padre. El doctor se neg, pero le permiti estar en otras cirugas. Buitrago convers con miembros de su familia y amigos de su pap. Viaj a diversos rincones de su mapa vital. Recuper memorias como viejas calicaciones escolares y notas de sus profesores. Despus de mucho leer, indagar y conversar, surgi una nueva duda, de carcter metdico: cmo darle forma literaria al relato, de qu fuentes beber. Entonces aparecieron Franz Kafka, Paul Auster, Philip Roth, Joseph Conrad y Raymond Carver. Hctor Abad Faciolince, Juan Jos Hoyos, Emilia Pardo Umaa. Y, siempre inmenso, el poeta Jos Manuel Arango: Rostro detenido de mi padre / bajo la piel / sobre los huesos de mi cara. Alfonso reexion: Soy periodista, lo que me gusta es escribir crnicas y es a lo que me dedico. No me voy a poner a inventar: voy a hacer un reportaje sobre cmo es la lucha de un hombre por conservar la voz, y lo que siente el hijo al perderla.
De su puo y letra
Cmo explicar la rebelda de su propio padre? Alfonso sabe que, a veces, la rebelda genera rechazo, por eso pocas veces nos ponemos a pensar sobre el porqu de las
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luchas y de las contradicciones de los seres humanos. Y menos del padre. Una vez en la fase de documentacin, encontr que no eran tantas las cartas que Alonso haba recibido como las que escribi. Su padre era muy obsesivo y escriba borradores en sus cuadernos. Haba cartas desde sus aos de bachillerato hasta que muri, dirigidas a su primera esposa as como a sus hermanos, novias, hijos y amigos. Las misivas eran escritas a mano, casi nunca las pasaba a mquina. Las nicas que estaban mecanograadas eran de su poca como alumno interno; el resto estaba escrito con su puo y letra. Al nal de sus das, el cnNo me voy cer le afect un brazo. Es por eso que algunas de las cartas a poner a que les envi a Alfonso y Luis Fernando, entonces residentes inventar: voy en el exterior, eran por correo electrnico y digitadas por un a hacer un amigo de Alonso. Alonso escriba muy despacio, muy cuidadoso. Su letra reportaje es muy legible, como con casobre cmo ligrafa antigua. Yo en un momento pens: Hay personas que es la lucha describen tu personalidad por cmo escribs. El que se ponga de un a ver cmo escribe mi pap va a descubrir un montn de cosas. hombre por Pero ah no ahond. Y contina el escritor: En los textos conservar la de l hay muy pocos tachones, se equivocaba muy poquito: voz, y lo que era como si las ideas pasaran al papel tal cual las tuviera en la siente el hijo cabeza. No haba mayores correcciones. No haba casi conal perderla. tradicciones: las cosas, conceptos e ideas que mi pap escriba a los treinta aos eran prcticamente iguales a cuando tena cincuenta. Ese cuerpo epistolar qued en cuadernos y agendas empresariales, las cuales Alonso utilizaba como libreta de notas. Eso me facilit mucho todo: era un diario
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Reconstruccin
Alonso dej un rastro para que su hijo reconstruyera su vida: Se estaba dejando huellas a s mismo para un proyecto que tena y que nunca complet, pero que a m me sirvi porque yo iba completando historias de lo que la familia y los amigos me contaban. A nales de los sesenta, Alonso entr a estudiar Sociologa en la Universidad Ponticia Bolivariana e hizo parte del Movimiento Estudiantil Revolucionario. Era comunista radical y ateo. La misma disciplina que tena con sus lecturas se extenda a la prctica de la doctrina y la ideologa, a la aplicacin del marxismo. Alonso abandon la carrera pero dedic su vida a pensar y opinar sobre la familia, la religin, la economa, la paternidad, el sexo y la poltica. Cuando Alonso Buitrago Gmez muri, su hijo revis la cantidad y calidad del material testimonial y documental recolectado, y pens: Esto ya no es una crnica: es un libro. El hombre que no quera ser padre es un hbrido que podra enmarcarse en el gnero epistolar, tambin en la novela, pero podra ser denido como reportaje. Lo tent la ccin? A.B.: No. Todo lo contrario. Hubo casi que una obsesin, que no es ni buena ni mala. El libro lo escrib en tercera persona pues no quera que quedaran dudas de que haba reportera. Al lector quiz eso poco le importe en realidad, al lector le debe importar la historia. Yo s quera que quedara muy claro que todo lo que est ah est muy documentado, que todas las entrevistas estn grabadas, que no hay persona que yo haya entrevistado y que me diga eso no lo dije o no fue as. Y casi todas las personas que entrevist han ledo el libro. Creo que en esa parte cumpl el objetivo que yo quera. En lo nico que me pude haber
traicionado, para no sonar tan escrupuloso, es en mis recuerdos. Y el nico que me pudiera desmentir es l [su padre], y no est. As que si hay alguna traicin, yo me la cobrar en algn momento. Mi pregunta tiene origen en la crtica habitual que recibe el periodismo narrativo: la tentacin de la ccin A.B.: Hay gente muy radical, pero a veces la gente lo calla a uno. Por ejemplo, un libro que me anim mucho es el de un norteamericano que se llama Joseph Mitchell, El secreto de Joe Gold. Joseph Mitchell despus tuvo que reconocer muchas veces que haba mezclado personajes, que ese gran Joe Gold que enamora tanto no era un solo Joe Gold. Pero uno lo lee ahora y dice: vamos a crucicar a Mitchell, si lo que hizo fue muy bonito? El gnero ha avanzado mucho, de Joe Mitchell ac han pasado treinta aos. Pero yo s creo que uno debe ser muy sincero con el lector: uno debe advertirle qu es lo que est haciendo. Uno puede mezclar personajes, aunque haya gente que no lo permita. Por ejemplo, hay un gran libro nuestro: La parbola de Pablo, de Alonso Salazar; l lo dice en el principio: El Alacrn no existe, este personaje no existe, son muchas fuentes mas que yo no puedo identicar. Yo creo a Arcngel para contar unas cosas que no puedo contar de otra manera. Si a uno se lo dicen desde el principio, qu juicio le va a hacer al escritor si uno sabe que de otra manera no habra podido conocer la historia que l pretende contar. Uno advierte: en estas partes voy a inventarme un personaje, o te voy a llevar a un lugar que no es, pero all vas a entender un montn de cosas que te quiero contar. Siento que en este libro hay una metfora de la soledad. Su pap fue un hombre solo? (El escritor calla por unos instantes). A.B.: S y no. Yo dira que fue un hombre solo en su rebelda y en sus luchas, porque en realidad ah solo lo acompaamos mi hermano y yo; pero al mismo tiempo fue
un hombre muy acompaado, un hombre muy querido por sus amigos, cuyo ocio lo mantena en contacto con todo el mundo. Pero en su lucha personal y en su rebelda, creo que s fue un hombre muy solitario. Uno de los hilos conductores de la obra es la bsqueda de su padre por educar a sus hijos como hombres libres. Cree que lo logr? A.B.: Es muy difcil decirlo porque es como dar un juicio de uno mismo. Independientemente de que lo haya conseguido o no con mi hermano o conmigo, lo que s est en el libro es lo que eso implica: una educacin en la que el hijo puede cuestionar a los padres tiene muchas consecuencias. El libro las muestra. La gracia del libro es ver qu pas ah, la gracia de ese resultado; por qu esas consecuencias son positivas y otras no lo son. El lector juzgar. Sin embargo, creo que vale la pena recuperar esa experiencia porque no deberamos dejar de intentarlo, cada uno a su manera, con la fuerza de la que sea capaz, pues hay que enfrentarse a muchas cosas. Su libro est en los anaqueles en un momento muy especial: usted est a punto de ser padre por primera vez. Antes de ser padres a todos nos da vueltas la cabeza, pero usted, adems, se meti en el pozo profundo de la escritura, tan personal. Qu reexiones le suscita? A.B.: Confusin, alegra, temor. Terminando el libro, ya muy al nal, yo me di cuenta de que mi esposa estaba embarazada. Una de las preguntas que yo tena cuando ella me empez a decir que quera ser mam era que no saba si quera o no ser pap. Ella tena muy claro lo que quera hacer, pero siempre le deca que no era el momento, pospuse la decisin. Es una bobada, pero yo me preguntaba: mi hijo me va a decir Alfonso o pap? Nadie se pregunta eso!, pero para m es una cosa fundamental. Responder esa pregunta es el libro. Y ese libro me cost cinco aos. En mi experiencia, esa diferencia de uno tratar
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al padre por el nombre o por el ttulo hace muchos cambios! Pero en el libro Alonso es casi siempre Alonso, a veces mi padre A.B.: Es una mezcla muy calculada, ojal el lector no se vaya a dar cuenta. Cuando escrib las primeras versiones siempre le deca Alonso, no ms. El libro va y viene en el tiempo. Hay partes donde digo: si l est vivo le voy a decir Alonso, ya muerto s le digo pap. Despus mezcl. Quiz al lector le parezca extraa esta conversacin: pero es que a m me cost treinta aos decirle pap a mi pap! El libro tuvo varios lectores antes de pasar a la editorial, entre ellos estuvo su mam. Cuntenos sobre esas reacciones iniciales. A.B.: Yo corra un riesgo muy grande porque iba a hacer un reportaje sobre una historia muy personal. Ah aparecen todas mis tas, toda mi familia. Mi mam fue la nica que no se dej entrevistar. La abord como a cualquier otro entrevistado, y me dijo: no, yo no voy a recordar nada de eso. Ellos [los padres de Alfonso Buitrago] se separaron, y nunca se volvieron a hablar. Fue una separacin difcil. Haba muchos sentimientos encontrados, a pesar de que se haban separado haca treinta aos. Yo le dije: si usted no habla, yo voy a contar todo como me acuerde. Y me dijo: haga con sus fantasmas lo que quiera. Y as fue. Entonces le dije: no me hable pero lame. Me dijo: listo, yo leo. Mi mam ley todos los borradores que escrib. En todos opin. Mi madre es ingeniera, pero debi
haber sido editora, o servira para hacerlo. Fue muy respetuosa sabiendo que haba muchas cosas que la involucraban a ella. Fue un pacto que hizo conmigo, hasta un sacricio. Fue, un poco, nivelar unas cuentas que haba ah, creo. No lo hemos hablado. Esa condescendencia para dejarme hablar de su vida tan personalmente fue como si me dijera: si l necesita eso, pues yo se lo doy. Fue muy generosa. *** Como todo buen escritor, Alfonso Buitrago tiene tambin otros padres: los literarios. En el periodismo son Juan Jos Hoyos y Alonso Salazar, en el medio local. En un panorama ms amplio, Buitrago reconoce la importancia de la obra Honrars a tu padre, de Gay Talese, para la escritura de El Hombre que no quera ser padre. Ah estuvo su modelo de reconstruccin de una historia de familia. Concluyo este texto en un atardecer de domingo. Es la hora gris, el anochecer apenas le empieza a ganar la batalla a la luz del sol. Justo a esta hora, los bebs suelen llorar con el desasosiego que les produce intuir que sus padres dormirn, que callarn por seis o ms horas. Desde la cuna se aora ese eco que nunca ha de desaparecer. Lorenzo Buitrago Loaiza, nieto de Alonso, hijo de Alfonso, naci hace cinco das. Y algo me dice que, en este momento, la voz del escritor, que ya es padre, se convierte en arrullo.
Ana Cristina Restrepo Jimnez (Colombia) Periodista independiente y profesora de la Universidad Eat.
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Fragmentos a su imn
Kafka
de Dios
Andrs Colorado Vlez
o el juego
l hecho de que el escritor checo Franz Kafka, como arma el poeta ingls W. H. Auden, sea el autor que ms prximo estuvo a tener con nuestra poca la relacin que con la suya tuvieron Dante, Shakespeare y Goethe, es una de las motivaciones que ha llevado a lectores y crticos del mundo entero a interpretar, quiz en exceso, la obra del checo. Entre la lista de exgesis y opiniones, que se contradicen abiertamente, hay quienes hablan de las anidades de Kafka con el existencialismo, toda vez que han visto en su obra la culpa y la desesperacin como la base sobre la cual se construye una existencia autntica, as como con la santidad, que es la nica categora, segn Max Brod, aplicable a los escritos de Kafka. Por su parte, quienes lo descifran a la luz del poder poltico, dicen que El castillo ilustrara la concepcin kafkiana diablica y oscura del capitalismo como un sistema de dependencias que van de afuera a adentro y de arriba a abajo. Los surrealistas, en cambio, se deleitaban con las persistentes intrusiones de lo absurdo en su obra, mientras los freudianos sostenan, por ejemplo, que La metamorfosis se basa en las complejas relaciones de Kafka con su padre.
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Ahora, cuando se ha tratado de establecer el paralelo entre el mundo real de Franz Kafka y el de sus creaciones literarias, de la totalidad de su obra tres textos han sido el centro del anlisis: La condena, La metamorfosis y El proceso. Como bien se sabe, las dos primeras hacan parte del proyecto que Kafka le dio a conocer a su editor Kurt Wolff para formar una triloga que deba ser publicada bajo el ttulo Los hijos (Die Shne), que luego cambi por Los castigos (Die Strafen). No obstante El proceso, que no haca parte de esta triloga (El fogonero es el texto elegido por Franz para conformar la triloga cuyo enlace secreto vendra a ser el conicto padre-hijo), encierra, de forma ms evidente, los tpicos de la literatura kafkiana y, por consiguiente, ha sido el texto que, en compaa de La condena y La metamorfosis, conforman la trada en la que se enrazan las dismiles interpretaciones sobre el escritor checo. El inters por la obra de Franz Kafka, no obstante, no se acaba en la gimnasia de la interpretacin. Muchos lectores han querido ir ms all del signicado y sentido de su obra, y se han preguntado, como Guillermo Snchez Trujillo en El crimen de Kafka, por qu este hizo lo que hizo, qu era lo que quera contar u ocultar en sus relatos, o por qu encriptaba de esa manera sus narraciones, ya que sera ingenuo suponer que semejante estructura fuera un mero juego de articio, puro formalismo esteticista sin un sustrato material, biogrco, que la alimentara. Instigado por todas estas expectaciones de Snchez Trujillo y otras curiosidades, el examen al universo literario de Kafka que estas pginas pretenden se centra en sus creaciones literarias e indaga en su ms profundo deseo personal: la dedicacin exclusiva a la literatura, que solo jugando a ser Dios poda lograr.
Primer avistamiento
Puesto el ojo en la Zeltnergasse, en pleno centro de Praga, vemos a Franz Kafka en el ao de 1904 escribiendo una carta a su amigo de juventud Oskar Pollak, en la que le habla de su admiracin por el poeta y dramaturgo alemn Friedrich Hebbel, que hace parte de la lista de los autores de sus intensas lecturas, centradas principalmente en diarios, epistolarios y biografas, que se suman a la obra de cuatro escritores a quienes consideraba sus hermanos de sangre: Flaubert, Grillparzer,
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Dostoievski y Kleist: Necesitamos libros que nos golpeen como una desgracia dolorosa, como la muerte de alguien a quien queramos ms que a nosotros mismos, libros que nos hagan sentirnos desterrados a las junglas ms remotas, lejos de toda presencia humana, algo semejante al suicidio. Un libro debe ser el hacha que rompa el mar helado que llevamos dentro. Eso es lo que creo. En esta confesin a Pollak expresa Kafka una concepcin propia de la literatura en la que nada, ningn aspecto de la vida, era visto fuera de su ptica; idea que con los aos se torna ms rigurosa, como refrenda el texto que escribe a modo de presentacin a la familia de su novia Felice, a un ao de conocerse texto que ella, se cree, nunca les ense a sus familiares: Mi vida consiste, y en el fondo ha consistido siempre, en intentos de escribir. [] slo la marea de la escritura me determina. Mi forma de vida slo est orientada a la escritura, y si experimenta cambios es slo para corresponder lo mejor posible a la escritura, porque el tiempo es corto, las fuerzas son pequeas, la ocina es un horror, la casa ruidosa y hay que tratar de abrirse paso con obras de arte, cuando no es posible tener una vida hermosa y rectilnea.1 Por consiguiente, y si bien el citado es apenas un ejemplo de los mltiples que abundan en los diarios y epistolarios de Kafka, nada ms propicio que ver la literatura, la escritura, la familia y la ocina como astros del universo kafkiano que cifran, a su vez, las intenciones de su juego. Dice Jorge Luis Borges, en el prlogo a La metamorfosis, que l mismo tradujo para la Editorial Losada en 1943, que dos ideas mejor dicho, dos obsesiones rigen la obra de Franz Kafka. La subordinacin es la primera de las dos; el innito la segunda. Sin embargo, en Kafka la frontera entre innito y subordinacin se ve unas veces tenue y otras permeable, lo que acrecienta, a su vez, la impresin de que ambas obsesiones sean indivisibles y, a la larga, hayan permitido cargar, con el sabor de lo absurdo, la sumisin y la paralizacin ante las circunstancias familiares y laborales, tanto de sus personajes como de su propia vida. Vivo en el seno de mi familia, en medio de las personas mejores y ms amables, sintindome ms extranjero que un extranjero. Con mi madre, en los ltimos aos, habr intercambiado por trmino medio unas veinte palabras diarias;
con mi padre, nunca cambiamos apenas ms que palabras de saludo [] El motivo es simplemente que no tengo una sola palabra que decirles. Todo lo que no sea literatura me aburre y lo odio, porque me demora o estorba, aunque slo me lo gure as, escribe Kafka sobre su familia. Por otro lado, dice sobre el trabajo, expresamente sobre la Assicurazioni Generali, empresa en la que solo permaneci nueve meses debido a su rgido rgimen de trabajo entre ocho y nueve horas diarias, por un sueldo minsculo y poco tiempo libre para pasear y escribir: No me entero de historias, no veo gente, paso cada da a toda velocidad por cuatro calles cuyas esquinas ya me s de memoria, y por una plaza; estoy demasiado cansado para hacer planes. Como se sabe, la familia y el trabajo fueron dos mundos, mejor, dos astros del universo kafkiano, que dejaron profundas consecuencias en la formacin ideolgica y en la visin de la sociedad que le toc vivir a Kafka. Lo que a la postre irrigara las circunstancias y el carcter que rodean sus obras y sus personajes; por tanto, una rpida mirada a aquellos textos que han sido el centro del anlisis: La condena, La metamorfosis y El proceso, nos pondr, respectivamente, ante un padre autoritario, una familia sorda a los esfuerzos de Gregor, y un sealamiento indiscriminado, annimo, sin fundamento, que conduce a K. a la muerte.
Segundo avistamiento
Las miradas que desde distintos lentes se han posado sobre el universo literario de Franz Kafka encuentran en la subordinacin y en las ilimitadas exigencias de la patria potestad un patrn que rige la composicin, los misterios y los movimientos del universo kafkiano. Patrn al que se le suma, como vimos, para complementarlo, la idea de innito planteada por Borges. Uno, dos, tres astros; escritura, familia y ocina, donde la subordinacin, las ilimitadas exigencias de la patria potestad y el innito se entretejen para dar la impresin de total incapacidad, de paralizacin absoluta ante las circunstancias que rigen las acciones y los destinos de Kafka y sus personajes de donde este solo podr salir airoso jugando a ser Dios. Pero para ver cmo nace y en qu consiste este juego, agucemos la vista y jemos el ojo en San Petersburgo, en el ao 1865, cuando
Dostoievski comienza la escritura de Crimen y castigo, novela que es la columna vertebral, la estructura, sobre la cual la obra de Kafka se sostiene. Desde lo primero que se conserva de Kafka, Descripcin de una lucha (1904), hasta esa otra descripcin de una lucha que es El castillo, pasando por Preparativos para una boda en el campo, La condena, La metamorfosis, las narraciones de Un mdico rural, etc., pueden considerarse variaciones calidoscpicas de Crimen y castigo, como arma Guillermo Snchez Trujillo, el profesor antioqueo que tras veinte aos de un estudio aplicado y policiaco de la obra de Kafka logr descifrar el orden de los captulos que el escritor checo le haba dado a El proceso. Para Kafka, Crimen y castigo, de Dostoievski, a quien consideraba su hermano de sangre, se constituye en un libro hacha, como los que le refera en las cartas a su amigo Pollak. Tanto as, que lo empujar a jugar con su estructura y sus personajes, pues la peculiar concepcin de la escritura en Kafka, una actividad que, como seala Joachim Unseld, tena ms una funcin cognoscitiva que pretensiones artsticas, halla en dicha novela la posibilidad de intentar y encontrar una salida; pues, como dijo Kafka, cuando se escribe autnticamente, lo escrito suceder verdaderamente.2 Snchez Trujillo, astrnomo kafkiano, en El crimen de Kafka caso cerrado arma que Crimen y castigo es la columna vertebral, la estructura, sobre la cual la obra de Kafka se sostiene. Y agrega, que Preparativos para una boda en el campo, La condena y La metamorfosis tienen un origen comn: el tercer captulo de la primera parte de Crimen y castigo. Un captulo que, en relacin con La metamorfosis, aparte de la curiosa semejanza que Snchez Trujillo descubri en las primeras lneas: A la maana siguiente se despert tarde, tras un sueo que no lo haba descansado, es la fuente misma del relato; tanto as que construye las primeras escenas con los tres despertares de Raskolnikov que lo trasforman en animal, asesino y culpable. Son tantos y tan contundentes los ejemplos que cita para conrmar el estilo de Kafka, donde se conjuga de manera clara la literalidad con que el checo toma la obra del ruso y la genialidad con que la adapta a su biografa ntima escritura, familia y trabajo, a travs de los que queda visto que Gregor, Berdenmann y Josef K.
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son Kafka, pero tambin son Raskolnikov, que si giramos la rueda de enfoque de los prismticos surgen en la circunferencia del objetivo unos destellos, como la cola de un cometa, que trazan vnculos entre los tres despertares de Raskolnikov y la obra del checo: animal La metamorfosis, asesino La condena y culpable El proceso. Al desear Kafka dedicarse exclusivamente a la literatura y, en consecuencia, liberarse del mundo la familia, los estudios, la ocina, que se constitua en un estorbo para poder hacerlo, se apoya en la ntima y rme conviccin de que, cuando se escribe autnticamente, lo escrito suceder verdaderamente. De all que su bsqueda de una salida se da en el plano de la escritura. Ahora, por qu con Crimen y castigo como ruta o mapa de escape? Crimen y castigo, se sabe, era una novela que le fascinaba a Kafka, pero que no le satisfaca. Le fascinaba porque haba sido escrita por Dostoievski, y porque el tema de la culpa y su relacin con el poder y la ley era la tesis que en ella se arga mediante la dicotoma entre los seres superiores y los inferiores. Pero no le satisfaca la resolucin de la obra. Dostoievski, que vea la religin cristiana como una promesa de redencin y de salvacin frente al sufrimiento y al pecado que inundan al mundo, fue incapaz de darle a su protagonista una suerte distinta a la de la culpa. Pero no lo hizo as Kafka, el insatisfecho Kafka, que antes de doblegarse a la suerte de Raskolnikov por extensin a la suya misma juega a ser Dios y se propone darle otro destino. Continuando sobre los pasos de Guillermo Snchez Trujillo, volvamos a uno de sus hallazgos. Haciendo alusin a La condena, dice: Y es as como Kafka logra escribir, entre otras, una historia que en Crimen y castigo solo estaba insinuada como la otra posibilidad de Raskolnikov: el suicidio, arrojarse desde el puente de K. a las oscuras aguas del ro cuando lo atormenta la culpa. Aj, el suicidio como argumento de salida para un ser que como dice Josef K., el protagonista de El proceso, se parece a una de las moscas que con sus patitas rotas quieren escapar del papel engomado. Mas, dicha solucin, dicha salida a los problemas que paralizan a Georg Berdenmann (Raskolnikov), parece que le causa escozor al mismo Kafka. [Vi] con
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Tercer avistamiento
toda claridad que para m no haba ms que dos posibilidades, o tirarme por la ventana cuando todos se fueran a dormir, o ir diariamente a la fbrica y a la ocina de mi cuado [] Lo primero me daba la ocasin de librarme de toda responsabilidad, tanto por el trastorno de la escritura como por el abandono de la fbrica; lo segundo interrumpira forzosamente mi escritura, le dice en una carta a Max Brod en mitad de una crisis econmica y familiar debida al rendimiento de la Fbrica de Asbesto de Praga Hermann & Co. empresa de Karl Hermann, su cuado, de la que su padre le haba cedido una participacin para que asegurara los intereses de la familia Kafka en ella, periodo en el que, pese a los quebrantos de cabeza que le provocaba la supervisin, Franz, que estaba experimentando una euforia creativa indita en su trabajosa pelea con la escritura, escriba de un tirn La condena.3 El suicidio, que lo liberara del trastorno de la escritura y de la fbrica, es una salida que Kafka ensaya con Georg Berdenmann; pero, insatisfecho, pues la escritura, aunque lo trastorne, es lo nico que desea, prueba lo segundo: ir diariamente a la fbrica y a la ocina. Entonces decide darle una nueva oportunidad a Raskolnikov a s mismo, y meses despus, cuando transcurra el ao 1912, escribe La metamorfosis. Ahora acudamos a las cartas y los diarios de Kafka y citemos este prrafo de una de sus cartas a Felice: Muchas veces he pensado que la mejor forma de vida, para m, consistira en reducirme en lo ms hondo de un stano espacioso y cerrado, con un lmpara y todo lo necesario para escribir. Me traeran la comida y me la dejaran lejos de donde yo estuviera, tras la puerta ms exterior del stano. Ir a buscarla, en camisn, a travs de todas las bvedas del stano, sera mi nico paseo. Luego regresara a mi mesa, comera lenta y concienzudamente, y me pondra otra vez a escribir. En este prrafo, si bien hace parte de una carta que escribi Kafka en enero de 1913, est cifrada la nueva oportunidad, la nueva salida que Kafka, a travs de Gregor Samsa, le quiere dar a Raskolnikov. Aunque la muerte el suicidio har poseedor de la libertad a Berdenmann (Raskolnikov), no es libertad precisamente el deseo de Raskolnikov; su deseo, como el del mono de Informe para una academia, era nicamente una salida: a derecha, a izquierda, a donde fuera.
Pero aqu, una vez ms, hay que darle la palabra a Snchez Trujillo, quien en el texto Kafka y Dostoievski dice que es en La condena donde Kafka llega a un pleno dominio de la estructura que trabaja, siendo en La metamorfosis en donde las relaciones familiares se examinan a fondo, descaradamente. Tan a fondo y descaradamente que Gregor Samsa (Raskolnikov), aquel ser subordinado, presa de las ilimitadas exigencias y misericordias de la patria potestad, y por consiguiente dominado por la impresin de total incapacidad, de paralizacin absoluta ante las circunstancias, ve cerrarse ante s su puerta de salida: la construccin de un refugio, similar al que le describe en la carta a Felice, donde pasar el tiempo, haciendo uso de l a sus anchas sin preocuparse por ninguna injerencia externa. Pero su puerta de salida se cierra porque, en ese examen a fondo y descarado que hace el autor de las relaciones familiares, los personajes cobran tal grado de vida, de independencia, que una vez ms Kafka, esta vez en el papel, en La metamorfosis, se ve tan subordinado que no tiene la posibilidad de llevar a feliz trmino la nueva oportunidad que a travs de Gregor le quiere dar a Raskolnikov. De all que si en La condena, dado que el protagonista no puede con la culpa, el autor le brinda como salida el suicidio, en La metamorfosis ni el protagonista ni el autor tuvieron siquiera espacio para batallar contra esta. Es por ello que alrededor de cinco aos despus, entre 1916 y 1917, Kafka, que ante las adversidades no claudica en su juego de Dios, escribira una nueva Metamorfosis, pero esta vez a la inversa: Informe para una academia. La crtica y los lectores de Kafka en general le han dado mucha importancia a la metamorfosis sufrida por Gregor Samsa. Importancia merecida y nada insustancial, pues, como bien sabemos, en esta se ha sustentado la interpretacin del relato mismo. Mas, aquella otra metamorfosis, o mejor, transformacin, como debera haberse traducido Die Verwandlung (La transformacin y no La metamorfosis), sufrida por un mono salvaje y libre, no ya en el plano fsico sino en el intelectual: va de salvaje a civilizado, ha quedado en silencio. No es claro cul pueda ser la razn de ello; sin embargo, los avistamientos ac expuestos indican que en Informe para una academia estn no solo los elementos que nos permiten comprender
lo que deseaba Kafka para Raskolnikov (y para s mismo) a travs de Georg Berdenmann, primero, luego de Gregor Samsa y, nalmente, por intermedio de Josef K., sino que al n vemos desarrollada la idea: es precisamente de un animal salvaje, un mono libre, de quien se vale Kafka para decir que la subordinacin en s no es el problema, esta se hace soportable mientras se nos permita ir abriendo y cerrando otras puertas en el ddalo de la vida, hasta hallar la sala en que se pueda dar rienda suelta a nuestros gustos. De all que el mono, ante la imposibilidad de aferrarse a sus orgenes, diga: Mono libre, acept ese yugo. Y luego, como un gran descubrimiento en su estado de privacin, agregue: Recapitulando, creo que ya entonces presenta que, para seguir viviendo, tena que encontrar una salida, pero esta salida no la hallara en la fuga, pues cada una de las posibilidades de fuga se traducan en actos suicidas todos estos. Por lo tanto, escurrirse entre los matorrales, es decir, ser un aplicado alumno de aprendiz de hombre, le permiti procurarse esa salida especial, esta salida humana. Quin mejor que un animal salvaje que ha perdido su condicin natural de libertad para una vez ms hacer hincapi en la subordinacin, en el yugo, en la impresin de total incapacidad, de paralizacin absoluta ante las circunstancias a que se ve sometido un hombre por la sociedad. Quin mejor que el mono libre de Informe para una academia para expresar que el deseo no es la utpica libertad sino una salida. Una salida que Kafka, apoyado siempre en la ntima y rme conviccin de que cuando se escribe autnticamente lo escrito suceder verdaderamente, busc siempre para Raskolnikov ante la sin salida que no era de su gusto en que le deja Dostoievski.
Andrs Colorado Vlez (Colombia) Socilogo y docente de ctedra de la Universidad de Antioquia. Ganador en dos concursos locales: Primer puesto en el concurso de cuento Consuelo Montoya Gil, Comfenalco, 2007, con A los lectores de Edgar Allan Poe. Tercer puesto del Premio de Cultura Ciudad de Itag, 2006, modalidad cuento, con Un milln de ptalos de or. Notas: 1 Ramn Gonzlez Frriz. Franz Kafka: El miedo a la vida. Bogot: Panamericana, 2004, p. 7. 2 Guillermo Snchez Trujillo, El crimen de Kafka caso cerrado. Medelln: La Carreta Editores, 2006. p. 126. 3 Ibd. p. 33.
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Oscar Niemeyer
con una bella curva de esquina, como ola de mar sobre el cuerpo de la mujer amada. Y ah donde est estar fantaseando, proyectando y creando mundos bellos, curvos y llenos de levedad. Leonardo Boff
Arquitectura
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l 5 de diciembre de 2012 muri el brasileo Oscar Ribeiro de Almeida Niemeyer Soares Filho. Simplemente Oscar Niemeyer. Hombre longevo, alcanz a vivir casi hasta los 105 aos, pues naci el 15 de diciembre de 1907 en la misma ciudad donde muri: Ro de Janeiro. Sealado por la prensa mundial, en los cientos de obituarios, como genio, revolucionario, el ltimo moderno, el ltimo genio del siglo XX, el ltimo smbolo del siglo XX, entre otros calicativos; ha sido adems considerado uno de los grandes arquitectos del mundo y pilar fundamental del denominado movimiento moderno. Este hombre centenario enlaz la obra del famoso arquitecto franco-suizo Charles douard Jeanneret-Gris, ms conocido como Le Corbusier, con quien trabaj en 1936 en los planos del edicio del Ministerio de Educacin y Salud de su ciudad natal, con su propia y particular obra que an no termina de construirse, pues algunas piezas estn en plena ejecucin y otras apenas estn delineadas en los planos recin salidos de su ocina, en donde se mantuvo activo hasta horas antes de fallecer. Una larga vida con una capacidad creativa excepcional y asombrosa, en la medida en que su catlogo abarca ms de seiscientos proyectos en muchas partes del mundo, incluyendo obras tan celebradas como el Palacio del Congreso Nacional (1958), la Corte Suprema (1958-1960), la Catedral Metropolitana Nuestra Seora de la Aparicin (1959-1970) y el Museo Nacional Honestino Guimares (2006), las cuatro localizadas en Brasilia; la sede del Partido Comunista Francs (1966); el edicio de la Editorial Mondadori (1968-1975) en Miln (Italia); la sede de la ONU en Nueva York, proyecto en el que particip, con la direccin de Wallace Harrison (1947-1952); la Universidad de Constantine en Argelia (1972); el Centro Cultural en Le Havre, Francia (1982); el Museo de Arte Contemporneo de Niteri (1991); uno de los pabellones del Serpentine Hall, en el Hyde Park de Londres, el cual se inaugur en 2003, entre otras obras destinadas a casas, edicios para ocinas y apartamentos, bancos, hoteles,
aeropuertos, fbricas, centros comerciales, estadios, universidades, residencias estudiantiles, colegios, hospitales, iglesias, museos, teatros, sedes institucionales, monumentos, etc.; es decir, muchos ms de lo que cualquier arquitecto o, mejor, ocina de arquitectura actual, deseara hacer y pudiera realizar. Catlogo extenso para un hombre que siempre consider que la vida era ms importante que la arquitectura. Obviamente, de toda la obra niemeyeriana, Brasilia es una parada obligada. Si bien esta no se agota all, es un referente fundamental, por formar parte del carcter monumental, megalmano e impositivo de la nueva capital de Brasil, soada desde el siglo XVIII pero solo concretada a instancias del presidente Juscelino Kubitschek a partir de 1956, cuando se deni su localizacin y se adjudic el concurso del plan piloto al urbanista Lcio Costa. Un sueo de equidistancia geogrca del gobernante, resuelto, de acuerdo con el imaginario de muchos, con la forma de un gran avin con alas desplegadas, pero que naci, segn el propio Costa, de un gesto primario, del que seala un lugar o toma posesin de l. Dos ejes que se cruzan en ngulo recto, es decir, haciendo la seal de la cruz.1 Proyecto considerado todo coherencia, racionalidad, claridad y de gran jerarqua, una verdadera obra de arte que le dara grandeza a la nueva capital. Una capital surgida de la nada, a la vez proyecto poltico y principio de racionalidad urbanstica. Luego de su materializacin, Brasilia devino en la ms ambigua de las obras, ejemplo singular de la disociacin del objeto urbanoarquitectnico concebido desde los paradigmas del movimiento moderno y la idea de lo urbano al servicio del hombre. Sin duda alguna, se convirti en el referente de grandeza de poder que so Kubitschek, a la vez que logr reconocimiento arquitectnico por su plasticidad y singularidad formal, hasta convertirse en un hecho icnico de tal magnitud que fue declarado por la UNESCO, en 1987, Patrimonio Cultural de la Humanidad; pero, paradjicamente, ya desde la dcada de los sesenta fue considerada una de las
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concepciones ms desafortunadas de los tiempos modernos, como lo sealaba en Medelln el arquitecto Antonio Mesa Jaramillo: Mucha grandilocuencia y muy poca eciencia; mucho costo y poqusima productividad, y adems, result un mundo inhumano.2 Tal vez no fuera la eciencia la mayor crtica, en tanto en su conguracin urbana predominaron las avenidas, los espacios vacos que no espacios pblicos y la escala monumental, con lo que predomin el vehculo automotor sobre el peatn, la fugacidad sobre la permanencia, la dispersin sobre la congregacin, la monumentalidad sobre la escala humana, la grandilocuencia sobre la intimidad, la posesin territorial sobre la habitabilidad, de ah el carcter maqunico cercano al pensamiento lecorbusiano y no la concepcin humanista, tal vez pretendida pero no lograda. El mismo Niemeyer lo reconoci cuando, cumplidos los noventa y cinco aos, fue homenajeado en Pars con una retrospectiva de su obra, sealando a Brasilia como un punto de referencia arquitectnico pero un fracaso social. Un sueo que acab pronto. Una ciudad racional que, en trminos de Hctor Abad Faciolince, produce un hombre que delira, ante la vaciedad del espacio, la imposibilidad de caminarla, la pequeez e insignicancia del hombre ante la mquina y el poder, en sntesis, un monstruo producto de la razn: Un monstruo hermoso, a veces, pero monstruoso incluso en su belleza.3 En realidad, la vida no est all, esta hace presencia en las barracas y pueblos satlites perifricos formados por los obreros de las construcciones y los migrantes que no tuvieron cabida en el ordenado sueo monumental. Junto al proyecto colaborativo del referido Ministerio de Educacin, Brasilia es lo que ms acerc a Niemeyer lo mismo que a Lcio Costa y a un grupo de arquitectos modernos brasileos a la obra del mentor e inspirador inicial, el arquitecto Le Corbusier. Niemeyer reconoci la inuencia del maestro pero a la vez tom prudente y diplomtica distancia, hasta llegar a hacer demoledores ataques a sus planteamientos, como cuando sealaba que Una casa que parece una mquina? No! Lo mecnico es feo, con lo cual apuntaba al corazn del pensamiento lecorbusiano para zaherirlo en su mecanicismo y reclamar un humanismo arquitectnico
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del cual fue defensor a ultranza, pese a que este qued gravemente comprometido en el proyecto de Brasilia o, tal vez, por ello mismo hizo hincapi en el humanismo despus de evaluar esta experiencia negativa. Desde entonces reclam el contenido humano de la arquitectura, si bien reconoci, en ese tono pesimista tan propio de su personalidad, que la arquitectura no cambiaba nada y estaba siempre al lado de los ricos, aunque quedaba la importante creencia en la posibilidad de hacer la vida mejor. Una arquitectura que se dirigiera generosamente a todos. No poda ser de otra manera. Los arquitectos son en gran medida el producto de las sociedades donde estn insertos (sin que por ello pretenda caer en la generalizacin del espritu del tiempo). Los hay insustanciales tan propios de la era del vaco, en trminos de Lipovetsky, y de ah su gratuidad formalista que campea en nuestros das, o los hay comprometidos con las realidades geogrcas, climticas, ambientales, polticas, econmicas, culturales e histricas como los de la primera modernidad brasilea de la cual form parte Niemeyer, inuenciados por los principios de los maestros modernos, especialmente del omnipresente Le Corbusier, quien encontr entre ellos aventajados alumnos, los cuales hicieron, con el proyecto del Ministerio de Educacin, una espontnea contribucin nativa para la pblica consagracin de los principios por los que siempre luch.4 Ni copistas, ni seguidores obsecuentes, sino aportantes creativos que, si bien tomaban los principios pregonados por el maestro, fueron capaces de ir ms lejos, reconociendo su propia realidad y la solucin de sus problemticas; de all que echaran mano de las formas histricas coloniales el barroco lusitano o aventuraran soluciones creativas a los problemas climticos, a la vez que pensaban en los problemas sociales y miraban la manera de integrar arte y naturaleza, pero en este caso la de su propia naturaleza con su ora y su color. Niemeyer es producto de ese momento y tambin recurre tanto al racionalismo como a integrar en sus formas el paisaje brasileo con las ondulaciones de los ros y las olas, las formas de las montaas y las curvas de las mujeres, como tantas veces lo pregon.5 Labr un camino diferente para sus propuestas arquitectnicas lejos de la abstraccin, del dominio de las
Niemeyer es producto de ese momento y tambin recurre tanto al racionalismo como a integrar en sus formas el paisaje brasileo con las ondulaciones de los ros y las olas.
lneas rectas, la repeticin y la rigidez geomtrica y recurri a las lneas curvas, a la voluptuosidad y sensualidad de las mismas. El arquitecto e investigador argentino Ramn Gutirrez reconoce en Niemeyer y en su obra una enorme capacidad creativa y la vigencia de la unidad forma-estructura y la intencionalidad gurativa con notables cargas simblicas,6 pero tambin critica la incoherencia a la hora de ejecutarlas por la necesidad de dar una respuesta estructural diversa para lograr la forma pura pretendida. Igual a las nefastas consecuencias que se derivaron de obras arquitectnicas concebidas por genios como objetos de arte, en una sociedad incapaz de asumirlas en trminos econmicos y realizadas por arquitectos sin los sucientes conocimientos, destrezas, habilidades y sensibilidades poticas de la forma y la materia, lo cual deriv en bodrios arquitectnicos adornando por doquier las ciudades latinoamericanas. Alelados por la espectacularidad de las formas, se quedaron en el facilismo de lo externo sin asomarse al rigor que las sustentan, aunque es necesario
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reconocer en Medelln y Colombia algn ejemplo relativamente sobresaliente debido a la inuencia de la iglesia de Pampulha (San Francisco de Ass) y la catedral de Brasilia, entre los aos 1950 y 1970 aunque en tiempos presentes hay un retorno a ese objeto escultrico con pocos contenidos. Pero ms all de lo anteriormente sealado, y en pocas de arquitectos eglatras, prepotentes, ignorantes y vacos como las propias cajas que proyectan, es necesario destacar que no es suciente ni la sensibilidad ni la llamada intuicin creadora de la que tanto se enorgulleci el escultor brasileo. Como pocos, Niemeyer representa la conjuncin de un arquitecto ilustrado, que al igual que piensa y escribe, dibuja; pero dibujar no es un n en s mismo, sino una herramienta esencial para expresar la capacidad creativa, luego de una seria reexin; bien lo anotaba l mismo: En muchos casos, mis planos son aprobados gracias a sus textos y no a sus dibujos. Y si, cuando escribo, tengo la impresin de estar falto de argumentos convincentes, vuelvo a la mesa de dibujo. Es mi forma de examen.7 Cosa curiosa, como al arquitecto colombiano Rogelio Salmona y otros arquitectos ms en muchos pases del mundo, a Niemeyer le adjudican parte de su capacidad creativa por haber trabajado con ese monstruo de la arquitectura para bien o para mal como lo fue Le Corbusier. Se puede aseverar que Salmona fue ms alumno Siempre me ha gustado dibujar. del historiador del arte Pierre Lancaster y de sus propios viajes y apuntes que de las horas en el En ese sentido, siempre he taller de aquel en Pars; mientras que Niemeyer, como nos los recuerda el telogo Leonardo Boff, reflexionado con mis manos. lo fue ms de la novela, la ccin y, especialmente, de la poesa, la cual ejerci tanto en la escritura como en la forma arquitectnica, de ah que tambin lo llamaran el poeta de la arquitectura. Es importante destacar la relevancia dada a la literatura en su reexin arquitectnica; de ah su aproximacin tanto a la tradicin portuguesa Joaquim Machado de Assis y a autores como Chjov, Tolsti, Kafka, Malraux, Proust o Camus, como a los escritores contemporneos con los que comparti en su exilio parisino: Jean Paul Sartre, Louis de Aragn o Andr Breton. Cuntos de nuestros arquitectos estrellas pavonean sus doctas ignorancias haciendo de su incapacidad de lectura un alarde y un honor?; de ah a la vacuidad de sus formas apenas queda un corto paso. Es una prctica muy generalizada que hablar de los arquitectos y su obra se limite a enumerar los edicios, reproducir los planos y los render e ilustrar con fotografas de gran calidad escnica aunque de poca pertenencia a la realidad fantasmagoras estticas, pero poco o casi nada se menciona su reexin. En realidad, muchos tienen poco que decir y sustentan tal pobreza en el argumento repetido hasta la saciedad de que el arquitecto habla con el dibujo o la imagen. Niemeyer es la muestra evidente de que esto no es as, pues al dominio tcnico y la capacidad creativa le sum la importancia dada al dibujo mucho ms all de la mera representacin (deca: siempre me ha gustado dibujar. En ese sentido, siempre he reexionado con mis manos) y a la capacidad de reexin y anlisis crtico. Algo que no se debi solo a la cercana con la literatura sino tambin al compromiso ideolgico fue comunista convencido aunque renunci al partido en 1990, en lo cual tuvo mucho de militancia pero tambin de obrar en coherencia para mirar la realidad del medio e incorporarla a su obra arquitectnica, o para que esta sirviera a los propsitos de sus planteamientos.
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Esto ltimo lo ilustra la relacin y cooperacin que tuvo con el antroplogo, socilogo y etnlogo brasileo Darcy Ribeiro en el proyecto educativo de la Universidad de Brasilia, en el cual dise la sede y fue coordinador de la escuela de arquitectura; en la implementacin de los CIEP (Centros Integrados de Educacin Pblica) para la educacin de los nios y adolescentes de las favelas, un ambicioso proyecto de 500 escuelas, las cuales proyect en 1984 para ejecutarse de manera prefabricada, reduciendo los costos en un 30% sin sacricar su expresin plstica; en el desarrollo de la Pasarela de la Samba de Ro de Janeiro (1984), popularmente conocida como el Sambdromo, en el que fueron incluidas bajo las tribunas 200 aulas para escuelas primarias; o la participacin en el Memorial de Amrica Latina, grandioso proyecto ubicado en So Paulo (1986-1988) que se destaca no solo por su calidad arquitectnica sino tambin por el inters de exaltar los diferentes pueblos y los hroes constructores de la latinoamericanidad, as como a los propios artistas que fueron artces de obras al interior de los edicios y en el espacio pblico, en el que se incluy tambin una obra de Niemeyer: una mano abierta sangrante que forma el mapa de Latinoamrica. Hay muchas otras colaboraciones entre ambos, pero bastan estas para mostrar la convergencia ideolgica entre uno de los intelectuales ms destacados de Amrica Latina y el arquitecto de fama mundial, quienes asumieron el reto desde su quehacer por el cambio social, trataron de entender la sociedad desde una perspectiva sociolgica, antropolgica e histrica y sin temor entendieron el valor de la cultura y la geografa para los proyectos, lejos de los cnones ortodoxos planteados desde el mundo europeo, o, en caso contrario, tomaron de all algunos elementos, los relativizaron y los compaginaron en nuestros contextos. Queda por preguntar: podrn trascender no las formas niemeyerianas sino la manera de asumir la arquitectura como el resultado de una profunda reexin de nuestra realidad y de la coherencia tica? Tal vez sea difcil en momentos en que la tica est ausente de las facultades y ocinas de arquitectura, y si de pronto asoma es relativizada y negociable al mejor postor, como lo ha hecho una clase dirigente postrada al dinero fcil
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en detrimento de la ciudad. Menos en un mundo intelectual (se podrn considerar los arquitectos como intelectuales?) que le tiene fobia y le huye a todo lo que se llame compromiso por temor a sectores recalcitrantes y extremistas, cuyos idelogos caricaturizan y mamertizan todo aquello que suene como tal. Todava menos cuando otros ven con horror, en tiempos de globalizacin, algo que se llame identidad o latinoamericanidad;8 si antes era la abstraccin universal del movimiento moderno con lo cual fueron capaces de romper los artistas y arquitectos brasileos de principios del siglo XX, ahora lo es la supuesta mundializacin cultural que homogeniza y masica. Y si se sigue en la escalera descendente se podra pensar en el analfabetismo tecnolgico de muchos de los arquitectos actuales, que no les permite, como s lo hizo Niemeyer, reexionar desde el dibujo ni dibujar el argumento. Del longevo y sensualista Oscar Niemeyer quedaron las obras, ojal que ellas puedan hacernos ver la riqueza y coherencia intelectual del hombre detrs de las mismas.
Luis Fernando Gonzlez Escobar (Colombia) Profesor Asociado adscrito a la Escuela del Hbitat, Facultad de Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia (sede Medelln). Notas Citado en Josep M. Botey, Oscar Niemeyer, Barcelona: Gustavo Gilli, 1996, p. 121. 2 De planes y planos, Medelln, abril 25 de 1962, en: Antonio Mesa Jaramillo, Obra periodstica, Medelln: Concejo de Medelln-Comisin Asesora para la Cultura, 1994, p. 185. 3 Hctor Abad Faciolince, Brasilia, El Espectador, Bogot: 22 de abril de 2012, p. 34. 4 Ramn Gutirrez, Arquitectura y urbanismo en Iberoamrica, Madrid: Ctedra, 1992, p. 639. 5 Lo que me atrae no es el ngulo recto. Ni la lnea recta, dura e inexible creada por el hombre. Lo que me atrae es la curva libre y sensual. La curva que encuentro en las montaas de mi pas, en el sinuoso curso de sus ros, las nubes del cielo y en el cuerpo de la mujer amada. Todo el Universo curvo est formado por curvas. El Universo curvo de Einstein. Citado en J. M. Botey, p. cit., p. 218. 6 R. Gutirrez, Arquitectura y urbanismo, p. cit., p. 642. 7 Entrevista de Fritz Utzeri a Oscar Niemeyer, en: Matthieu Salvaing, Oscar Niemeyer, Madrid, H. Kliczkowski, 2001, p. 12. 8 Creo que hoy incluso la palabra patriotismo la tenemos que usar con ms frecuencia, tenemos que crecer y ser patriotas, no sirve especializarse en arquitectura, ingeniera o medicina; es necesario que el joven participe, estudie losofa, historia; en suma, crezca sabiendo que va a actuar en un mundo tan perverso que lo espera, en: Nuestra Amrica, So Paulo: nm. 25, Revista del Memorial de Amrica Latina, 2007, p. 9.
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Clemencia Echeverri
el espacio y los fantasmas
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El sombrero
de Beuys
En sus video-instalaciones, Clemencia Echeverri se pregunta por el drama violento establecido entre los cuerpos, el poder y el espacio en la actualidad colombiana. Una historia de espectros ms sonoros que visuales.
Sol Astrid Giraldo
n los pueblos colombianos suele contarse, sobre todo en la noche, la leyenda de El judo errante. Un hombre que por haber insultado a Jess est condenado a cabalgar eternamente por los caminos de Dios sin que nunca pueda detenerse ni quedarse. Como a la mayora de las apariciones, no se le ve; se le presiente, se le escucha. Por eso en las noches las calles de los pueblos nunca estn solas: el errante las atraviesa, una y otra vez, dejando una estela de ruidos inconexos y girones de ansiedad en el aire. La tierra sin reposo bien tiene la cara del inerno.
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El pas que se despliega en las obras de Clemencia Echeverri es tambin una geografa surcada por espectros que, como el errante de las leyendas, nunca pueden reposar. Una maldicin que ya no es divina, sino que surge de la lgica muy terrenal de la violencia, la cual les ha hurtado a los cuerpos colombianos un lugar de arraigo. Y es ese no-lugar al que aluden la mayora de las video-instalaciones de Clemencia Echeverri: al poder soterrado que le niega el espacio a cuerpos hurfanos a los que solo les queda desaparecer, convirtindose en una huella. Sonido, texto, caligrafa, ruina, se riegan como impotentes rastros por la supercie de una tierra de nadie (o, cada vez ms, solo de algunos). As, cuerpo, espacio y poder son los protagonistas de unos encuentros y desencuentros dramticos donde campean la negacin, la destruccin, las ausencias, la muerte. Y, sobre todo, la imposibilidad de habitar. Pas de errantes, pas de espectros, donde la historia se ha convertido en una pesadilla fragmentada, donde el cobijo ha perdido el techo, donde el lenguaje se ha quebrado en susurros cargados e inconexos.
En estos llamados, la artista ha replicado, como lo hace notar Marta Rodrguez,1 una tradicin popular donde los campesinos, con sus gritos de amistad, se comunicaban festivamente en los tiempos de paz. Es decir, establecan, con sus voces y cantos, los territorios sonoros y de arraigo que constituyen un espacio humano. El silencio al otro lado de los llamados, que ya no son alegres, sino gritos de dolor, muestra los agujeros que se le han hecho al tejido de las relaciones entre los vecinos y a los territorios fsicos y sonoros que hacen posible una comunidad. El cuerpo desaparecido, aniquilado ha perdido la morada en una geografa expropiada y negada. Solo quedan los fantasmas de las voces y las reliquias vestimentarias. El cuerpo en el espacio ya no es posible en un pas con sus casas abandonadas y la funcin de habitar fsica y simblicamente bloqueada.
En Treno (video-instalacin, 2009), en pantallas simultneas, se proyectan las turbulencias de un ro mtico, nuestro ancestral ro de las tumbas, alcantarilla natural adonde van los muertos de la violencia. El ruido del agua es permeado por gritos de personas llamando a personas, de familiares buscando a sus desaparecidos en los abismos hmedos de la geografa y la historia. Bocas que lanzan a la nada el hilo de Ariadna de su voz, tratando de rescatar con ella a sus deudos de los laberintos de la muerte. Nombres que se modulan como talismanes del encuentro, solo para perderse en el agujero hermtico de la noche. Siguiendo un ttrico ritual que se repite desde violencias inmemoriales, los familiares, en busca de los suyos, hurgan las aguas con un palo hasta que aparece algn rastro, una camisa, un pantaln, un zapato, como reliquias y huellas del cuerpo amado y ausente. Es la nica respuesta al llamado, y sucede en el silencio de la falta de lenguaje para lo que est sucediendo.
La casa, pues, con todas sus connotaciones simblicas, adems de sus implicaciones sociales, parece ya no ser posible en un territorio expuesto a las corrientes salvajes de la destruccin. Idea que ya haba desarrollado la artista en Doble lo (video-instalacin, 2004), donde unas manos de mujer dibujan sobre un terreno fangoso una casa con los trazos elementales de un dibujo infantil, hasta que un torrente de agua oxidada la borra dejando apenas una huella empantanada. La mujer, obstinadamente, sin embargo, vuelve a dibujarla una y otra vez, sin importarle que sea una y otra vez borrada por esa agua que ms que una catstrofe natural parece provenir de la pulsin de muerte de la guerra colombiana. En este trabajo la artista parece aludir a ese imaginario de la tradicin occidental, y por supuesto colombiana, que ha puesto a la mujer en el centro de la casa como soporte de la familia y de la sociedad. Mientras los hombres conquistaban mundos, ellas habitaban y ponan los pies sobre la tierra en la construccin fsica y mental de sus espacios domsticos, en una arquitectura del cobijo y el resguardo que tan bien deni Bachelard. En los desplazamientos y destierros, volcamiento radical de la lgica del habitar, mientras ellos mueren, a ellas les queda la responsabilidad de
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reconstruir la vida cotidiana y la casa en el espacio del exilio. Estas manos femeninas, tercas, elementales ejecutan un baile vital sobre la oscuridad de la muerte. Frgiles, obstinadas, poderosas, reclaman con potencia la vulnerada funcin de habitar en un terreno cenagoso y prohibido como el que ha instaurado el conicto. La casa ha desaparecido, queda su huella mental. De otra manera pierden la casa las mujeres de Casa ntima (1996). En esta pieza, la artista tambin se sumergi en un mundo domstico y femenino, pero esta vez emplazado en un contexto urbano con sus particulares agresiones a la funcin de habitar. La artista registra aqu la historia sonora y visual del despojo fsico y mental de un lugar de cobijo. Este ya no sucede en los altares violentos de la guerra colectiva, sino en los ntimos de una vivienda de un barrio tradicional bogotano destinado a desaparecer por la presin inmobiliaria. Metfora que se extiende a la torpeza espacial de la contemporaneidad, a la pauperizacin del habitar, a la normatizacin de los cuerpos, a la serialidad e industrializacin de los espacios domsticos. La casa de Es que la Casa ntima, Heidegger, establecida como un potente eje entre el cielo y la tierra, con races abajo y ventanas areas, ubicada en el parece insistir, no cosmos, reloj de sol, observatorio astral, fortaleza contra el clima y las inclemencias externas y del alma, punto slido siempre est afuera. sembrado en el paisaje, emplazada en un entorno, sucumbe ante los afanes capitalistas y cuantitativos que han convertido los cuerpos y las casas en simples volmenes, como lo ha sealado Le Breton. Mujeres de tres generaciones, desplazadas urbanas, no por los actores de la guerra sino por agentes de la especulacin, deben dejar el lugar del origen, de la historia, de las races. Deben dejar la casa que caer a los golpes de los mercaderes urbanistas. Acto que por sutil y civilizado no es menos violento. Acto de despojo, de instalacin del no lugar, de arrinconamiento de los cuerpos. Las ruinas de esta casa, sin embargo, quedarn impregnadas de huellas secretas como una mancha sobre la pared, como las cicatrices de la madera de las puertas, como un rayo de sol que no deja de llegar cada tarde al lugar donde sola haber un patio. La Casa ntima, sin embargo, no est siempre afuera, y estas mujeres que se marchan se la llevan adentro, a donde vayan.
As lo hacen tambin los presos colombianos en crceles de Inglaterra y Bogot, entrevistados por la artista durante varios meses de visitas, encuentros y talleres creativos para la realizacin de su obra Voz/Resonancias de la prisin (2006). De este trabajo de campo Echeverri rescat una huella sonora de cuerpos aniquilados por la institucin carcelaria, el exilio, y tambin por una arquitectura de poder y control. Estos cuerpos a los que se les ha roto la relacin con el entorno, el espacio, el transcurso del tiempo, se van desmaterializando en un limbo donde manos y piel pierden todo contacto con lo real, donde los pies ya no se posan sobre nada, donde la identidad se borra, donde cualquier inscripcin se deshace, donde la voz nunca tiene respuesta. La escasez fue lo que ms le llam la atencin a la artista en esta pararealidad detenida por la que vagan cuerpos antes slidos, pero ahora desvanecidos en un aire opresivo que todo lo petrica. Echeverri trat de desbloquear, al menos, los recuerdos de estas personas, llevndolos por la senda del imaginario de la casa primordial, la de los padres, la de la infancia. Es que la Casa ntima, parece insistir, no siempre est afuera. Y grab sus recuerdos susurrados, llenos de nostalgia, odio, ansiedad, desesperanza: Voz a la derecha, voz a la izquierda, contenida y ja. La madurez mira a la infancia: busca los lugares, busca a los otros y a los deseos. Se devuelven en aos, regresan y lloran. Encuentran cal en capas, muro, colegio, otro muro, casa, padres, familia. Aumentan los encuentros.2 En este recorrido, desde una actualidad bloqueada hasta un pasado perdido, los presos
convertidos en voces pudieron burlar las murallas fsicas de las crceles y, transformados en inmateriales ondas sonoras, viajaron hasta el Museo Nacional de Bogot, edicio que a su vez tambin haba sido originariamente una estructura carcelaria. All, en el primer piso, la artista realiz una video-instalacin donde puso a circular estas voces entre unas paredes que tenan las cicatrices del encierro de presos del siglo XIX que alguna vez estuvieron all detenidos. Para recuperar esta memoria perdida del lugar, la artista proyect fotografas antiguas al fondo de una galera abovedada, donde pareca continuarse virtualmente el espacio histrico y el contemporneo. El resultado fue un baile de fantasmas sonoros y tctiles. Las voces de los presos contemporneos se posaron en las paredes cargadas de historias de reclusin, y solo el paso del cuerpo del espectador las reactivaba. Era como si los viejos espectros retomaran su presencia en la actualidad. La huella sonora haba logrado materializarlos de nuevo. Los seres invisibles y ausentes del pasado o del exilio, los cuerpos borrados de la crcel, pudieron ser percibidos por los seres visibles del aqu y el ahora en una transgresin de las coordenadas espacio-temporales y de las leyes de la reclusin. Seres hechos voz, recuperados por su voz, tomaban todo el protagonismo de la presencia en una puesta en escena donde el cuerpo del espectador se ofreca como el lugar de las apariciones. Drama de las violencias entre cuerpos, poderes y arquitecturas represivas. Si el cuerpo est preso, la mente puede volar. Si el cuerpo ha desaparecido, la voz lo puede volver a solidicar. Historia paradjica de fantasmas que se encarnan y desencarnan.
Acidia. 2006
En esta lnea de reexin entre espacio, poder y cuerpo se destaca una obra de cmara, ntima, sensorial, cuyo protagonista es un cuerpo de mujer. En el ao 2006, la artista, adems de lidiar con los espectros de los presos, sirvi de mdium al espritu desasosegado de Sor Josefa del Castillo, nufrago inquieto del monasterio de Santa Clara la Real de Tunja. Este monasterio, uno de los ms rutilantes de nuestra Con esta obra [Acidia] estamos historia colonial, alberg (o aprision) entre sus paredes el cuerpo de Sor Josefa, nuestra mstica de nuevo en el campo de los mayor, autora de Afectos espirituales, obra cumbre de la literatura colonial hispanoamericana. Si fantasmas, los destierros, los bien la iglesia del monasterio est enchapada en oro y superpoblada de imaginera con pieles estocuerpos acorralados. fadas, vestidos brocados y heridas rojas, las celdas de las monjas, como la de Sor Josefa, son austeras y oscuras como el fondo de un cuadro de Gaspar Figueroa. All se reclua la mstica a escribir y a enfrentarse con sus fantasmas. Clemencia Echeverri, interesada en este combate interior, realiz entre estas paredes la video-instalacin Acidia. La obra gira alrededor de uno de sus textos que habla de espritus malos que no sesan de perseguir da y noche, de miserias que sercan en este destierro al cuerpo i alma, de dolores i enfermedades del cuerpo. La artista proyect en las paredes el manuscrito de este texto, y su caligrafa con tinta invisible sobre el muro blanco. Una luz ultravioleta haca aparecer y desaparecer intermitentemente estas palabras de profundo desconsuelo. Acidia fue la gura, que para Echeverri explicaba la vida y escritura de Sor Josefa: La acidia dice, citando a Giorgio Agamben es la angustiosa tristeza y desesperacin, y la incapacidad de controlar el incesante discurso de los fantasmas interiores.3 Con esta obra la artista quiso aludir a la profunda tristeza y melancola que esta mstica pudo haber padecido entre estas paredes-tumbas de su yo, cercada por sus fantasmas interiores, ahogada por la feroz muerte de todos los lugares sobre la tierra que eran prohibidos para las monjas neogranadinas de los siglos XVII y XVIII.
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Las celdas de las novicias, las monjas y las msticas coloniales fueron por antonomasia la negacin de su cuerpo y la aniquilacin de la espacialidad femenina.4 No en vano la entrada en el claustro era vista como una pequea muerte,5 una muerte al mundo y al espacio. Santa Teresa de Jess haba dejado expuesta la situacin con su inconfundible lrica:
Considerando el mucho encerramiento y pocas cosas de entretenimiento que tenis, mis hermanas, y no casas tan bastantes como conviene en algunos monasterios de los vuestros, me parece os ser consuelo deleitaros en este castillo interior, pues sin licencia de los superiores podis entraros y pasearos por l a cualquier hora.6
esa profunda desavenencia de los colombianos con su cuerpo, un desacomodo que viene desde lo ms lejano de nuestro cuerpo bautizado por los agelos catlicos. Pas de errantes, de fantasmas, de cuerpos aprisionados, borrados, aniquilados. Pas de los espacios bloqueados, los territorios rotos y las acidias desde la perspectiva de Clemencia Echeverri y sus intentos de materializaciones sutiles en las borrascas de la disolucin.
Sol Astrid Giraldo (Colombia) Filloga con especializacin en Lenguas clsicas de la Universidad Nacional de Colombia y magster en Historia del Arte de la Universidad de Antioquia. Ha sido editora cultural de El Espectador y periodista de Semana y El Tiempo. Colaboradora habitual de revistas nacionales y latinoamericanas. Investigadora y curadora independiente. Clemencia Echeverri (Colombia) Reside en Bogot. Realiz estudios de pregrado en la Universidad de Antioquia y de especializacin y maestra en Artes Plsticas en Chelsea College of Arts, Londres. Ejerci como docente de Artes en pregrado y maestra en las universidades de Antioquia y Nacional de Colombia. Luego de trabajar en pintura y escultura, desde mediados de los noventa desarrolla obras en instalacin, video, sonido e interactividad a partir de las condiciones polticas y sociales dominantes. En los ltimos aos ha realizado proyectos de video instalacin con participacin en mltiples eventos nacionales e internacionales, entre las que se destacan: Bienal de Liverpool, Inglaterra; Daros-Latinamerica Museum, Suiza; Centre of Contemporary Art Znaki Czasu Polonia; Delna Foundation, Reino Unido; VI Bienal de la Habana, Cuba. En 2013 participar en Mxico con la obra Juegos de herencia para la exposicin Cosmovideografas 10 artistas latinoamericanos, en el CENART. Ha obtenido premios, menciones y becas nacionales e internacionales como el Arts Council Londres. Notas Echeverri Clemencia: Sin respuesta. Bogot: Universidad Nacional de Colombia. Direccin Nacional de Divulgacin Cultural, 2008, p. 52. 2 Ibd., p. 104. 3 Ibd., p. 70. 4 Realic un desarrollo ms extenso de este anlisis en: Giraldo Sol Astrid. Cuerpo de mujer: modelo para armar. Medelln: La Carreta, p. 100. 5 Quevedo Mara Piedad. Un cuerpo para el espritu: mstica de la Nueva Granada, el cuerpo, el gusto y el asco 1680-1750. Instituto Colombiano de Antropologa e Historia ICANH, 2007, 256 p. 6 Ibd., p. 247. 7 Ibd., p. 79. 8 Idem.
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A aquellas msticas la sociedad neogranadina les haba negado el espacio, la corporalidad, la vida pblica, y por ello debieron volcarse hacia adentro, para buscar en los castillos interiores de su espiritualidad la movilidad que no tenan hacia afuera. El cuerpo de la mujer no estaba hecho para habitar el mundo. Deba apartarse, recluirse, separarse: o en la casa o en el convento. La clausura en los conventos femeninos, exigida por el Concilio de Trento, representa un sntoma de la amenaza que se percibe en el cuerpo en general, y en el femenino en particular. Las paredes son construidas con intenciones de aprisionar el cuerpo, impedir al mximo su contacto con otros cuerpos y con otros espacios.7 Esta relacin cuerpo femenino-convento fue tan profunda que sus paredes terminaron convirtindose en extensiones de su cuerpo: partes improvisadas, neutralizadas, descorporizadas de las religiosas.8 Esta condicin de los conventos femeninos reforzaba el orden social de la Colonia, el cual sobrevivi hasta bien entrado el siglo XX, donde al hombre le corresponda lo pblico y a la mujer lo privado. Para ellas la nica espacialidad posible era la interior, la subjetiva. La movilidad solo era practicable adentro de las paredes, de la mente o del corazn; cualquier salida de estas instancias era una hereja. Con esta obra estamos de nuevo en el campo de los fantasmas, los destierros, los cuerpos acorralados. Nietzsche celebraba a los griegos como un pueblo magncamente avenido con la vida. Nosotros, sin embargo, no podemos dejar de ver
www.clemenciaecheverri.com
La mirada de Ulises
El cine est empeado en inmortalizar a los Rolling Stones, fuente de inspiracin de los ms variados cineastas, que no han querido perder la oportunidad de hacerlos visibles, de esculpirlos en celuloide. Para siempre.
Juan Carlos Gonzlez A.
Uno crece pensando que la msica pop es algo muy efmero y que no dura nada. Cuando hicimos nuestro primer lbum y lleg a estar en las listas, pensamos: Bueno. Seguro que estaremos por un ao o tal vez un ao y medio, y luego se terminar todo, anota sin asomo de capacidades profticas un Mick Jagger de apenas veintids aos de edad en el documental Charlie Is My Darling (1965) de Peter Whitehead, la crnica del tour irlands de la banda cuando (I cant get no) satisfaction lleg a la posicin nmero uno de las listas de hits musicales. Jagger y su grupo cumplieron a nales de 2012 cincuenta aos de labor artstica ininterrumpida, celebrndolo con un pequeo tour de conciertos en Londres, Brooklyn y Newark, el lanzamiento de un lbum recopilatorio y de un nuevo documental, Crossre Hurricane (2012), de Brett Morgen, que celebra su longeva carrera. Para unirse a la conmemoracin, el Departamento de Cine del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) organiz una retrospectiva flmica, The Rolling Stones: 50 Years on Film, que se program entre el 15 de noviembre y el 2 de diciembre de 2012 y que inclua entre sus gemas la presentacin de la versin restaurada de Charlie Is My Darling despus de cuarenta y cinco aos de haberse dejado de exhibir pblicamente. Los Rolling Stones han inuenciado a muchos cineastas con su estilo y su msica. As lo declara Martin Scorsese: En mis aos formativos, incluso antes de que hiciera Calles peligrosas, los Rolling Stones crearon una fuente de inspiracin que se hizo parte de mi conciencia. Su msica da forma a las imgenes que veo cuando estoy planeando una pelcula movimientos de la cmara, iluminacin, tono, actitud;1 de la misma manera los cineastas han documentado gran parte de la trayectoria del grupo en una serie de pelculas que son una suerte de inesperada biografa flmica. Si alguien quiere conocer a los Stones no hay que irse exclusivamente a su discografa: el cine tambin le dar pistas de unos hombres que parecen haber hecho En mis aos formativos, un pacto de inmortalidad. En los aos sesenta el registro ms antiguo parece incluso antes de que hiciera ser el legendario documental Charlie Is My Darling, que al parecer nunca se estren. La versin que el MOMA Calles peligrosas, los Rolling exhibi fue restaurada y ampliada por el director Mick Gochenour y la productora Robin Klein, que ya previaStones crearon una fuente mente haban llevado a la pantalla grande The Rolling Stones Rock and Roll Circus en 1996, tras resucitarla del de inspiracin que se hizo olvido. Lo que vemos es el retrato de un grupo muy joven de msicos que an no eran megaestrellas, disparte de mi conciencia. frutando del xito que les ha dado la popularidad de (I cant get no) satisfaction. La mayora del tiempo los Martin Scorsese vemos tras bambalinas, ensayando, creando msica informalmente, departiendo despreocupados ante una cmara que parece no estorbarles. Se ve que la pasan bien juntos y que gozan con su popularidad, aunque Brian Jones uno de los fundadores del grupo, y que muri a los veintisiete aos de edad declare en el documental que Mi meta ltima no fue nunca ser una estrella del pop. Los conciertos en Irlanda que se nos muestran tienen la ingenuidad de la banda joven que es, no hay mayor despliegue escnico distinto a su msica y a la conexin que establecen con un pblico de adolescentes que gritan y se retuercen
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ante sus melodas, como The Last Time y Time Is on My Side. Y que invaden el escenario, tambin, haciendo huir rpidamente al grupo, incapaz de soportar la embestida de los fanticos. Charlie Is My Darling nos permite asomarnos a la historia remota y nos explica de dnde sali todo. En Sympathy for the Devil (1968), JeanLuc Godard se aprovecha de varias sesiones de estudio en Londres donde los Stones estn grabando el tema que le da ttulo a este lme (que tambin se conoce como One Plus One, como un grati de mayo del 68) para intercalarlas con una serie de sketches abiertamente polticos que muestran entre ellos a un grupo de revolucionarios negros que leen el maniesto de las Panteras Negras y capturan a tres mujeres blancas. Los productores alteraron el nal de la pelcula para presentarla en el London Film Festival, incluyendo la versin completa de la cancin, hecho que disgust profundamente a Godard. La presencia de los Stones se antoja una carnada atractiva para un lme que sin ellos no hubiera pasado de ser una pesada charada poltica, que responde al momento profundamente politizado que Godard viva. Cronolgicamente viene despus The Stones in the Park (1969), un documental
para televisin realizado por Leslie Woodhead que hace la crnica de un concierto gratuito del grupo en Hyde Park, que tuvo lugar el 5 de julio de 1969, dos das despus de la muerte de Brian Jones. El documental tiene un inicio bastante particular, mostrando a las personas que pasaron la noche previa al evento a la intemperie, despertndose con cara de perplejidad en la maana en pleno parque. El concierto, diurno, tiene un pequeo escenario rodeado de pblico. Jagger, completamente de blanco, parece moverse a su antojo. En un momento dado manda a toda la multitud a calmarse y a callarse y lee un poema de Shelley en homenaje a su compaero recientemente fallecido. La pandilla de motociclistas de los Hells Angels estuvo a cargo de la seguridad (?) del evento. Esos mismos ngeles tendrn un papel crucial en Gimme Shelter (1970), de Albert y David Maysles y Charlotte Zwerin, un documental que revive para nosotros el concierto al aire libre celebrado en el Altamont Speedway el 6 de diciembre de 1969, que convoc alrededor de 300.000 personas y que implic el asesinato de Meredith Hunter captado en el documental, causado por heridas de arma blanca propinadas por uno de los Hells
revista UNIVERSIDAD DE ANTIOQUIA
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La zozobra que los msicos experimentan frente a nuestros ojos es el mejor homenaje que uno puede hacerle al cine directo de los Maysles.
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Angels. El concierto se sali de control casi que desde que los Stones pisaron el escenario y, pese a los llamados a la calma, el clima de tensin y violencia fue evidente. Gimme Shelter muestra el concierto en pasado, con un apesadumbrado Jagger frente a una moviola donde los Maysles hacen el montaje del lme, mientras se ven imgenes de un concierto previo en el Madison Square Garden, de los preparativos del evento en Altamont, de los grupos teloneros y de la aparicin de los ingleses. Este es uno de los mejores lmes que uno puede ver sobre los Rolling Stones, sobre todo por el poco control que ellos tuvieron frente a lo que fuera a pasar en un evento de tal dimensin. La zozobra que los msicos experimentan frente a nuestros ojos es el mejor homenaje que uno puede hacerle al cine directo de los Maysles. A propsito de la gira norteamericana realizada en 1972 para promocionar el lbum hoy un clsico absoluto Exile on Main St., se gestaron dos documentales: Cocksucker Blues, de Robert Frank, y Ladies and Gentlemen: The Rolling Stones (1974) de Rollin Binzer, lmada en las ciudades de Fort Worth y Houston. Cocksucker Blues nunca fue exhibida comercialmente, pues adems de los nmeros musicales (que segn el mismo documental arma es lo nico real del lme) describe actos sexuales explcitos, consumo de estupefacientes y una serie de caticas actividades hedonsticas que involucran a fanticas del grupo (gruppies) que harn literalmente lo que fuera por estar cerca de sus dolos. Al ver el resultado nal, los Stones impusieron una demanda, y la pelcula de la que existen copias de baja calidad circulando en Internet se archiv. A Robert Frank se le prohibi presentarla ms de una vez al ao. Pese a las interesantes secuencias en concierto, Cocksucker Blues (el ttulo lo dice todo) es una experiencia que no todos disfrutarn. En la dcada siguiente, el director Hal Ashby present Lets Spend the Night Together (1983), que documenta la gira norteamericana de los Stones en 1981.
Se rod entre noviembre y diciembre de ese ao en East Rutherford, New Jersey y Tempe, Arizona. Sin embargo, no es un documental, sino el registro de los conciertos. Las veintiuna cmaras con las que se rod este lme no compensan la monotona de ciertos pasajes. En la misma tnica encontramos At the Max (1991), rodado durante el Urban Jungle Tour europeo en 1990 y presentado en el sistema de gran formato IMAX. Las derechos de las canciones Jumpin Jack Flash y Tell Me le costaron treinta mil dlares a Martin Scorsese, sacados del magro presupuesto de Calles peligrosas (Mean Streets, 1973). No importa lo que costaron, lo importante es lo que esas canciones decan de los personajes protagnicos de ese lme. Scorsese adora a los Stones y por eso Gimme Shelter es un tema recurrente en Buenos muchachos (Goodfellas, 1990), Casino (1995) y Los inltrados (The Departed, 2006). Shine a Light (2008) no es ms que la concrecin en imgenes de esa adoracin y esa gratitud que Scorsese siente por estos msicos. Shine a Light hace el registro de los dos conciertos que la banda present en el teatro Beacon de Manhattan, organizados en benecio de la Fundacin Clinton en 2006. El cineasta Robert Richardson comand un equipo tcnico de lujo que recogi con dieciocho cmaras cada uno de los movimientos de los msicos y de sus invitados a escena. Scorsese nos pone arriba de la primera la, de frente a los Stones, que juegan a hacer su show aparentemente rebelde, pero que ya est cuidadosamente estudiado. Son demonios viejos: ya saben cul es la pose que mejor les sale. Y Scorsese est ah para complacerlos, no para rebatirlos y desaarlos. El resultado nal es visualmente brillante pero nada provocador. Ni Scorsese es el de los aos setenta ni los Stones tampoco. Ambos estn ya por encima del bien y del mal. Ms interesante resulta Stones in Exile (2010) de Stephen Kijak, estrenado en el Festival de Cine de Cannes. Se trata de una hermosa recreacin de la gnesis de Exile
on Main St., y relata el xodo del grupo hacia Francia, acosados por un asunto de impuestos en Inglaterra. Keith Richards y su pareja de entonces, Anita Pallenberg, se refugian en una villa de la Costa Azul que sirve para alojar a todo el grupo y a unos selectos visitantes. En el stano del lugar se va construyendo lo que en unos meses ser Exile on Main St. entre excesos, estas y mucho olor a hierba. Los testimonios de pasado y presente se entrelazan (ntese la hermosa transformacin visual de Jagger y Watts actuales en los jvenes del pasado, como si hubieran ingresado a una mquina del tiempo) sin solucin de continuidad, haciendo un homenaje nostlgico a un momento irrepetible de sus agitadas carreras. Su ms reciente minigira, The Rolling Stones: 50 Years and Counting, de nales del ao 2012, no requiri ni siquiera una pelcula que la lmara. El concierto, que tuvo lugar en The Prudential Center de Newark, New Jersey, el sbado 15 de diciembre, fue transmitido en vivo en alta denicin por el sistema pay per view. La experiencia Stone ya se disfruta de inmediato. Y Crossre Hurricane? Su ltimo documental (aunque la palabra ltimo al referirse a ellos parece no aplicar) es una asignatura pendiente. Qu bueno es saber que an no lo he visto y que sin duda va a atraparme, como su msica lo hace. Larga vida a sus majestades!
Juan Carlos Gonzlez A. (Colombia) Mdico especialista en microbiologa clnica. Profesor titular de la Facultad de Medicina de la Universidad Ponticia Bolivariana. Columnista editorial de cine del peridico El Tiempo, crtico de cine de las revistas Arcadia y Revista Universidad de Antioquia, as como del suplemento Generacin. Actual editor de la revista Kinetoscopio. Autor de los libros Franois Truffaut: una vida hecha cine (Panamericana, 2005), Elogio de lo imperfecto, el cine de Billy Wilder (Editorial Universidad de Antioquia, 2008) y Grandes del cine (Editorial Universidad de Antioquia, 2011).
Notas Museum of Modern Art of New York. The Rolling Stones: 50 Years on Film, sitio web MOMA, disponible en: www.moma.org/visit/calendar/lms/1335.
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La semilla de la ira Consuelo Trivio Anzola Seix Barral Bogot, 2008 282 p.
os Mara Vargas Vila ocupa un lugar muy especial en el imaginario narrativo latinoamericano. Es, en el terreno de la literatura ertica, lo que fue Edmundo DAmicis en la comarca de la literatura infantil. Cada vez que alguien necesita transitar los terrenos de la congoja, all aparece DAmicis ofrecindonos su albailito moribundo (generalmente tiznado de cal), el hijo del fogonero (habitualmente tiznado de holln), el payasito tsico o el maestro que se ha quedado ciego luego de donar sus ojos a una pareja de ancianos. Y as como nadie necesita leer las Memorias de Giacomo Casanova para hacerse una idea de lo que es un Casanova, no hace falta haber ledo a Vargas Vila para convocar con su nombre imgenes de galanes inescrupulosos y de mujeres perdidas, de enfermedades vergonzosas y de suicidios al caer el crepsculo.
Siendo bastante joven, detect la abrumadora y equvoca fama de Vargas Vila en las libreras de viejo de la Plaza Lavalle, en Buenos Aires. Ignoro si era publicado por Tor, o por alguna otra editorial que se encargaba de publicar a los clsicos en libros que crujan y se desencuadernaban apenas uno trataba de revisar sus primeras pginas, pero lo inolvidable eran sus portadas. No solo eran inconfundibles: tambin eran intercambiables. Un hombre afligido, sentado al borde de una cama, generalmente ataviado con pantalones y camiseta, tena la mano derecha apoyada en los desordenados cabellos de su frente y obviamente meditaba. En el background, el hombre era observado por una mujer disgustada y en paos menores. La portada serva para anunciar un manual que ofreca consejos para combatir la impotencia. La misma portada, exactamente la misma, anunciaba el ttulo de alguna novela de Vargas Vila. Y eran tan numerosas las novelas de Vargas Vila, que al cabo de un tiempo la editorial decidi prescindir de las portadas dedicadas al manual para combatir la impotencia. Dudo que en la actualidad haya muchas personas interesadas en Vargas Vila. Afortunadamente existe una estupenda narradora que s lo hizo: Consuelo Trivio Anzola. Y en La semilla de la ira logr dos objetivos: inmortalizar a Vargas Vila, permitiendo crear su retrato definitivo, e incorporar adems a la narrativa hispana un texto realmente bueno. Un texto bueno en el sentido que exiga Marcel Proust. No un compuesto de libros buenos, sino algo
particular, imposible de prever, que no consiste en la suma de todas las precedentes obras maestras sino en algo que no se logra con haberse asimilado perfectamente esa suma, porque est precisamente fuera de ella. Trivio Anzola descentra con su novela una manera de leer y escribir la nueva narrativa hispana, que est en directa contradiccin con ese desbocado avance hacia el precipicio del posmodernismo. Nadie sabe en qu consiste concretamente ese posmodernismo, pero algo tiene que ver con tramas inconclusas, personajes que hablan como si declamaran, viajes a las profundidades de uno mismo que suelen concluir en el ombligo, travesas por muchas ciudades e incursiones en el sexo y la muerte enfundadas en plstico. Es el reino de los datos copiosamente acumulados, intentando desarticular la tarea, tan fcil observada desde el exterior, tan difcil, tan compleja, tan necesaria, de contar una historia, y atrapar al lector para que caiga por una puerta trampa de la cual solo podr emerger tras devorarse el libro. La maldicin de Vargas Vila es haber vivido en una poca muy interesante. En realidad, la bendicin de Vargas Vila fue que Trivio Anzola logr ahondar en esa poca interesante eligiendo escasos, luminosos episodios de la vida del escritor. Y ya que antes mencionamos nuestra ignorancia sobre las premisas del posmodernismo, vamos a sealar algo que conocemos mejor, que convoca imgenes, e inclusive aromas: el fin de sicle en Amrica y en Europa. Por supuesto, hubo otras pocas decadentes. Pero
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Reseas
ninguna otra pudo contemplar al mismo tiempo el exterminio de toda una generacin durante la primera guerra, as como la abolicin del vestuario y del aspecto fsico de hombres y mujeres, y su remplazo por algo totalmente inesperado. Se necesitaron menos de treinta aos para ridiculizar un previo estilo de vida. Corss y polisones, cinturas creadas con base en la tortura fsica de las mujeres, vestidos que rozaban el piso, traseros alzados, monculos, rostros con barba y bigotes, sombreros de fieltro en forma de hongos, levitas para los das de semana pasaron al basurero de la historia para nunca ms volver. Excepto en las producciones de la BBC. Y esa es la poca que narra Trivio Anzola a travs de Vargas Vila. Y lo hace usando la primera persona del singular que es, en el campo de la narrativa, algo tan difcil de concretar como escribir buena stira. En otros campos, el narrador puede ser pedestre sin desentonar. Pero en la primera persona, como en la stira, si baja un peldao de la excelencia se derrumba como un castillo de naipes. Y Trivio Anzola consigue hacerlo sin recargar las tintas. (Es muy difcil no pecar por exceso apenas uno se ceba en la primera persona). Y en esa primera persona cunto hay de Vargas Vila, cunto de Trivio Anzola? Sin tratar de dividir las cargas, un formidable personaje obtiene su pedestal como arquetipo de una cierta manera de ser intelectual en Amrica Latina. Vargas Vila escribe con una pluma calentada en el infierno. Las ciudades que detesta, los pueblos que le caen mal, son delineados de manera indeleble a partir de su indignacin. Basta analizar su desdn por Buenos Aires, una ciudad grande, inmensa, pero no una gran ciudad, o por sus habitantes, que tienen siempre a flor de labios la palabra como, porque en Buenos Aires todo es como en Pars o como en Roma. Y la tarea de la novelista no solo implica una mirada crtica. Tambin requiere de gran coraje personal arremeter contra tantos dolos literarios, que en ocasiones devienen nulidades engredas. All est la inquina de Vargas Vila contra algunos intelectuales colombianos de su poca, como Santos Chocano, o el relamido cronista Gmez Carrillo, que siempre va detrs de una mujer y de una patria para vivir de ellas, o contra Gabriela Mistral, que carece del don de la poesa. (Trivio Anzola toma distancia de esas posturas del escritor. En un correo personal dijo que se trata de consideraciones personales de Vargas Vila, misginas, en el caso de Gabriela Mistral. Para m fue muy divertido expresarme como si fuera l, recurriendo a cierta teatralidad muy propia del dandy). Sin importar la distancia que Trivio Anzola tom de Vargas Vila, es obvio que qued prendada de su hroe. Inclusive, a veces, dice que sinti cierto pudor al parodiarlo, como si de esta forma le perdiera el respeto. Puede quedarse tranquila en ese respecto. Vargas Vila emerge inclume del escrutinio de la novelista. Un ser andrgino como Vargas Vila, que cobij a un hombre mucho ms joven que l y lo hizo pasar por su hijo, un hombre de afligida sexualidad en una poca donde todava el ideal de la mujer era que se quedara en casa, logra atrapar al lector, conducirlo a otra poca y hacer creble esa poca y sus personajes. Y en ese transcurrir, Vargas Vila tambin ha logrado recrear a su narradora. Hay un antes y un despus en la escritura de Trivio Anzola. La semilla de la ira marca un rito de pasaje hacia novelas todava ms trascendentes. Al elegir el personaje de Vargas Vila ha creado un libro bueno que, lejos de ser una sumatoria de libros buenos, es una obra trascendente e imprevista, inclusive para ella. Al terminar la novela, nos dijo la autora, sent que no era yo quien hablaba, sino el propio Vargas Vila, y eso me conmovi.
Mario Szichman (Argentina)
Novedades
La isla del Gallo Juan Carlos Orrego Fondo Editorial Universidad EAFIT Medelln, 2013
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n el libro Antologa crtica de la poesa colombiana, publicado en 1974, Andrs Holgun se refiere a Rafael Pombo como un gran poeta. Y agrega: Ello es cierto, especialmente en cuanto a esa variedad de su espritu potico, abierto a todos los vientos de la inspiracin [...] Noche de diciembre es un poema asombrosamente perfecto [...] De una pureza lrica que espanta, subraya Holgun, quien termina diciendo que en sus fbulas, en sus cuentos pintados y en sus cuentos morales circula una savia lrica excepcional que proviene de la antigua raz, desde Esopo hasta Iriarte y Samaniego. Este sera, segn Holgun, el Pombo nacional. En estas apreciaciones parecen coincidir Jos Mara Albareda y Pedro Garfias en la Antologa de la poesa hispanoamericana, publicada en Madrid en 1957, cuando afirman acerca de Pombo que cultiva todos los gneros desde la fbula ingenua a la oda trascendental, desde el epigrama al poema pico, desde
los versos ligeros llenos de gracia y colorido a los sonetos religiosos, llenos de desasosiego y fervor. En 1880, y como para reivindicar la variedad de sus intereses intelectuales, Pombo aparece como autor del libreto de la pera Florinda la Eva del imperio godo espaol, que con msica de Jos Mara Ponce de Len (1846-1882) se estren el 22 de noviembre con Emilia Benic en el papel principal y Arnaldo Conti en la direccin. Jos Ignacio Perdomo escribe que Pombo recre en magnficos versos la vieja tradicin espaola de la entrada de los moros a la pennsula como resultado de enredos amorosos entre Rodrigo, ltimo rey de los godos, y Florinda, hija del conde don Julin. En el ltimo acto, en el que muere la protagonista con un bellsimo efecto, Pombo escribi, para aquello que se conoci en su poca como los once compases de Florinda, estas dramticas lneas: Alma de mi alma, agurdame/ Yo no te dejo ir solo,/ Agurdame! Voy yo! (Muere, apunta el libretista). En el acto de coronacin de Pombo en el teatro Coln se cant la cavatina de Florinda. El entusiasmo del pblico ray en el frenes. El poeta dej su sitial y, evocando una sombra querida la sombra amada del amigo muerto, dio un abrazo a la hija del artista, recuerda Perdomo. Seis aos antes, en compaa de Manuel Briceo, Pombo escribi en italiano y en castellano el libreto de los tres actos de la pera Ester, reina de Persia tambin con msica de Ponce de Len, retomando en la escena lrica
republicana el personaje bblico que haba reivindicado Jean Racine en las letras francesas. Don Rafael Pombo dice en el libreto: La Ester, aunque trabajada de prisa, no es una partitura trivial: toda ella va constantemente concertada, esto es, agena (sic) a los unsonos que hacen fcil una composicin y tan grosero su efecto [...] Muchos pasajes prueban inteligencia de la msica clsica y la composicin rebosa de frescura. Al terminar la funcin el 2 de julio de 1874, el pblico peda con delirio la aparicin del compositor, quien ingres al escenario luciendo una corona de laurel. Ester es el testimonio del encuentro de un compositor colombiano con la tradicin de Europa, explica Rondy Torres, quien dirigi la pieza en Pars (2012) y en Bogot (2007 y 2012). Pombo tambin contribuy a elaborar un cancionero para las escuelas, como parte del proyecto iniciado por la generacin de educadores que se destac entre 1870 y 1875. En un local antiguo al que ocup el Teatro Municipal, resonaron los versos de amor a la patria con que Pombo obsequiaba a los nios en poemas como el titulado La Revista: Adelante, valientes muchachos;/ suenen cajas y trompas y cachos;/ Bata el viento los rojos penachos;/ Vista al frente y al hombro el fusil. Oreste Sndici, autor de la msica del himno nacional, colabor escribiendo cantos para la escuela con letras de Pombo. Pareciera que el grave poeta de Hora de tinieblas hubiera pasado la vida entre nios estudiando con el ms fino y sutil escalpelo la infantil psicologa. En la oracin de la maana
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se recitaban estos versos: Oh, Padre, cuanto es bello,/ el mundo que t hiciste/ No hay templo, no hay palacio,/ no hay sueo que su canto rivalice!. En el poema titulado Himno, Pombo nos ensea el significado de la escuela: Aqu la ciencia adusta/ se hace muchacho y juega,/ y corriendo re,/ y divirtiendo ensea. En las sencillas estrofas que l mismo llam bambucos nacionales, Pombo exalta la grandeza de la patria, como se aprecia en estas lneas que complet Sndici con msica en el Aire popular No. 1 para canto y piano: Una tierra tan chiquita/ no me llena el corazn; / Patria grande necesita,/ soy de toda la Nacin... Y radiante alumbrar a todos Sol de amor y Libertad. En el siglo xx, algunos compositores colombianos retomaron las lecciones de Pombo en forma de canciones para voz y piano o grupos corales. El ejemplo ms significativo es el de Guillermo Uribe Holgun, quien en su extenso catlogo incluye quince canciones que conforman el opus 45, fechado en 1933, en el que adems figura el poema Rimas de Len de Greiff. Los quince poemas abarcan atmsferas de sensibilidad diversa y contraste anmico y meldico erizadas no pocas veces de pasajes de difcil ejecucin. Inicia la serie con El nio y la mariposa, sigue con Pesadilla y Cuando yo duerma, para terminar con el extenso poema El bambuco, en el que Pombo hace un recorrido histrico y sentimental por todo aquello que para l signific esta tonada criolla hasta convertirse en emblema del canto y la danza tradicionales del pas: Para
conjurar el tedio/ de este vivir tan maluco,/ Dios me depare un bambuco, / y al punto,/ santo remedio... Ningn autor lo escribi,/ Mas cuando alguien lo est oyendo,/ el corazn va diciendo, / Eso lo compuse yo. Resulta oportuno transcribir aqu los comentarios que el propio compositor dej escritos acerca de las circunstancias que hicieron posible la composicin del ciclo de canciones. Todo ello hace parte del texto de su autobiografa, que, con el ttulo Vida de un msico colombiano, se public en Bogot por primera y ltima vez en 1941. As escribi Uribe Holgun:
Como hubisemos preparado con gran anticipacin los festejos para la celebracin del centenario de nuestro ilustre poeta Rafael Pombo, varios de mis amigos, particularmente Guillermo Valencia, me comprometieron a que compusiera alguna msica con letra del insigne vate, msica que se hara conocer, me dijeron, en alguno de los actos que se acordaron para la fecha del centenario el 7 de noviembre (1933). Con especial gusto acat la idea y al efecto, despus de hojear casi todas las letras de Pombo, escog unas tantas, parte de las jocosas y parte de las serias, y me puse a la obra. A los pocos das estuvo lista una coleccin de quince canciones, para soprano unas y para tenor las otras, con acompaamiento de piano. Las hicieron conocer de los miembros del centro literario que lleva el nombre del poeta, centro encargado de organizar los festejos; gustaron mucho a aquellos y qued acordado que se dara una velada lrico-musical
en el teatro de Coln, en la cual Guillermo Valencia pronunciara una oracin y se ejecutaran mis canciones, parte con acompaamiento de piano y parte con orquesta. El programa sera eso no ms. Enseguida hice el trabajo de instrumentacin de los acompaamientos. Mas el programa de la velada hubo de cambiarse radicalmente, porque intervino la colaboracin de una Junta nombrada, que deba obrar en unin del Centro Rafael Pombo, presentndose el consiguiente conflicto de ideas y pareceres en toda reunin de muchas voces.
Ms adelante, Uribe Holgun se refiere a la velada como una escena de circo de la peor clase, no solo por su excesiva duracin, sino tambin por la mezcla de msica y actos escnicos y el prolongado discurso de la representacin oficial que omiti el de Guillermo Valencia. Para el compositor, las canciones son fciles de comprender, lo ms sencillo que yo haya escrito, lo ms popular porque as lo exiga la letra [] Al parecer, esas canciones han merecido posteriormente elogios no solamente en mi patria, sino tambin por fuera. Despus, los versos de Pombo fueron asimilados por Mara Rodrigo Bellido (18881967), quien lleg a Colombia junto con su hermana Mercedes huyendo de las acciones de la guerra civil que por aquella poca azotaba a Espaa. Al parecer, las dos hermanas Rodrigo se identificaban con el bando republicano, y durante su estada de ms de una dcada en Colombia cumplieron una destacada labor en sus respectivos campos acadmicos: la msica y la psicotecnia.
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Mara Rodrigo haba estudiado en Alemania entre 1912 y 1915 con Richard Strauss, Wilhelm Furtngler y Carl Orff. Pertenece a la generacin de los ancestros musicales espaoles en la que figuran nombres tan reconocidos como Joaqun Turina, Conrado del Campo y Manuel de Falla. Compuso ms de treinta obras en varios gneros: msica de cmara, pera, zarzuela y piezas para piano. De acuerdo con Jorge Orlando Melo, Mara Rodrigo lleg a Bogot a travs de la gestin de don Agustn Nieto Caballero, director del Gimnasio Moderno, en donde organiz coros y ofreci clases de solfeo y armona. Tambin estuvo vinculada al Gimnasio Femenino y a la Universidad Nacional, en donde su paso y el de su hermana por la institucin est consignado en las carpetas manuscritas de los docentes que conserva el archivo histrico de la universidad. Su ingreso parece haberse llevado a cabo en septiembre de 1939, para hacerse cargo de los cursos de teora, solfeo, dictado y direccin de coros y orquesta. En 1949, la carpeta indica que tena tres grupos bajo su direccin y siete al ao siguiente, por un sueldo de $60 mensuales. En agosto de 1950, sus honorarios ascendan a $450, que es la ltima fecha registrada en la cronologa de su carpeta. Adems de estos cursos, Mara Rodrigo organiz en la Universidad Nacional conjuntos de canto para nios y ense iniciacin musical, formas musicales, gramtica y direccin de coros y orquesta. En 1950, el gobierno conservador de la poca, con el acicate de una publicacin jesuita que tach a Mercedes de 116
comunista por sus actividades en la Universidad Nacional, expuls a las hermanas Rodrigo del pas, por considerarlas un peligro para la seguridad nacional. Ellas emigraron a Puerto Rico, en donde Mara contribuy a la organizacin del conservatorio Pablo Casals y seguramente a la del reconocido festival musical internacional del mismo nombre. El ciclo de canciones de Pombo parece haber sido conocido desde 1942 en Colombia, y ese repertorio mantuvo cierta difusin durante aquellos aos en las escuelas de msica. Es una coleccin de once piezas para canto y piano, de fcil meloda y ritmos atractivos, que, como en el caso de Uribe Holgun, facilitan su rpido aprendizaje, conservando al mismo tiempo su gracia particular y la irona inocente que caracteriza los textos. All figuran personajes tan entraables como La Pastorcita (que perdi sus ovejas), Juan Matachn, el renacuajo paseador (por supuesto), Simn el bobito, Cutufato y su gato, la gallina y el cerdo, la pobre viejecita y otras historias que, aunque provienen en general de otras culturas, en sus versiones que son ms bien creaciones en el lenguaje castellano han sido asimiladas y degustadas por chicos y grandes ms all de su atmsfera ldica y moralista. En nuestra escena musical, Luis Antonio Escobar (1925-1993) se distingui por su gusto por crear piezas dirigidas a la atencin de los nios. Recordemos sus canciones y rondas y, sobre todo, la pera La princesa y la arveja (1957) y el juego musical El matrimonio del to sapo (1980), estrenadas en
el Teatro Coln y en el Auditorio Len de Greiff. Escobar tambin adopt a su msica poemas de Pombo: El renacuajo paseador, La pobre viejecita y El pardillo. En el repertorio que lleva la voz del poeta al pentagrama figura tambin una cancin de Olav Roots que recrea las aventuras de Juan Matachn. Una curiosidad en este repertorio es la cancin casi desconocida del compositor vallecaucano Luis Carlos Espinoza (1917-1990), quien en un alarde de riesgosa creatividad inventa una cantilena sobre los versos de La marrana, peripuesta en este caso, y sin acompaamiento instrumental. peras, canciones, rondas y juegos infantiles amplan la perspectiva de un poeta que, al decir de Andrs Holgun, dej una herencia de cuentos y breves fbulas de las cuales no hay nada semejante en Espaa (las primeras ediciones en el exterior aparecen en Estados Unidos con la editorial Appleton: Cuentos pintados para nios, publicado en 1867, y Cuentos morales para nios formales, en 1869). Rafael Maya recuerda a Pombo en 1962 como una sombra que desapareci prcticamente del escenario humano. Como todo buen poeta, Pombo fue adems un visionario de situaciones que todava nos perturban. En una de las dos versiones del poema El bambuco, sus versos dibujan paisajes desapacibles: Tal se escarnece irrisoria/ Nuestra fraticida holganza:/ Matarnos a son de danza,/ Sin causa alguna y sin gloria. Queda como antdoto el recurso de la poesa y la msica.
Carlos Barreiro Ortiz (Colombia)
Heleno de Freitas.
Ftbol y literatura en Barranquilla
El da en que el ftbol muri. Triunfo y tragedia de un dios Andrs Salcedo Bogot, 2011 Ediciones B 325 p.
ndrs Salcedo ha sido un estudioso del mundo del ftbol. Adems de haber sido locutor de ftbol en Alemania y en algunos pases de Amrica Latina, ha ejercido como periodista y traductor. Pero en el ftbol, su pasin secreta ha estado ligada a la vida de Heleno de Freitas, de quien parece saberlo todo. En la entrevista que el autor me concedi para la preparacin de esta resea, no puede ocultar su entusiasmo por recontar la historia del astro brasileo que l define como la primera estrella meditica del ftbol mundial. Habla de su condicin singular porque su formacin acadmica como abogado, su conocimiento de varias lenguas, su aficin por la literatura, sus gustos exquisitos,
sus gestos y elegancia y su vida cultural cercana a los intelectuales de su momento lo separaban del mundo normal de los jugadores de ftbol. Salcedo recuenta la investigacin de muchos aos sobre la vida del jugador, su relacin en Alemania con otros apasionados del tema y su viaje a Brasil en los aos ochenta para afinar su investigacin. All visit los clubes donde jug Heleno, llen cuadernos de notas con entrevistas, reconstruy los pasos finales de su dolo por los hospitales de Brasil hasta encontrar los detalles de su muerte y recogi nuevos materiales de inters. La hermosa edicin del libro de Marcos Eduardo Neves Nunca houve um homem como Heleno aparece completamente marcada por las manos de Andrs Salcedo, con notas personales y subrayados para resaltar todos los detalles que pudieran ayudarle a la escritura de la biografa de su dolo, que era su proyecto inicial. De manera que la historia literaria que nos trae Salcedo en esta novela est apoyada en una investigacin rigurosa de muchos aos y detalla con soltura un pasaje de la vida de Heleno de Freitas, el jugador brasileo que maravill a la aficin cuando estuvo vinculado al equipo Junior de la ciudad, en la Barranquilla de 1950. En el captulo introductorio, un supuesto periodista llega en el ao 2010 a Barranquilla, enviado por una editorial independiente, con el propsito de reconstruir el paso de Heleno de Freitas por la ciudad. Toda su bsqueda lo conduce a encontrar a Miche Granados, un hombre ya
viejo, marcado por un seguimiento apasionado por el futbolista. Entonces los recuerdos de Miche Granados, nio, articularn los episodios extravagantes de la corta historia del astro del ftbol brasileo en Barranquilla con su propia historia familiar, que aparece enmarcada en la vida cotidiana de un barrio popular en el sur de la ciudad. Esta perspectiva de la narracin es un primer acierto de la novela porque le da a la historia literaria una apariencia de relato testimonial. Revelar la fuente del texto, los nombres y apellidos del periodista y el nombre del informante es aqu un truco literario, un recurso de la ficcin para darle a la novela una ilusin de verdad. As, no solo parecer verdadera la historia de Heleno de Freitas, cuyo referente histrico es ubicable, sino tambin, de paso, el relato de Miche Granados, el hermoso personaje de ficcin inventado por Andrs Salcedo para encarnar al nio adorador del ftbol, que pas su vida anclado al recuerdo del jugador brasileo. Pero aqu el ftbol es solo uno de los componentes y, como en la buena literatura, hay otros ingredientes capaces de cautivar al lector. Adems de la capacidad del autor para construir personajes con una hondura sostenida, aqu se teje una red de historias que no pierden la tensin de principio a fin. No solo es la vida del nio protagonista que se hace hombre esperando que su padre venga a rescatarlo de la dureza de su to, nostlgico del poder perdido por Hitler. Habra otros muchos hilos que el espacio de esta resea no me permite profundizar, pero de todos ellos
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menciono el tema del telefunken, la bella historia de la radio que Andrs Salcedo conoce muy bien y que le permiti escribir pginas memorables sobre la imagen de la familia que se rene con los vecinos a escuchar la radionovela El derecho de nacer. Sobre ftbol y literatura, debe explicarse que en Barranquilla existe una devocin por el equipo local, que identifica a todos los barranquilleros. A diferencia de otras ciudades, donde la aficin se divide entre los equipos existentes, en Barranquilla los afectos se unifican frente al Junior, y cuando ha existido otra escuadra, tambin se acompaa pero esta pertenencia no es sonora, ni radical, ni excluye el fervor por el equipo de siempre. Esta pasin incluye a todas las capas sociales y a todos los niveles culturales. De manera que el Junior ha sido incluso una parte importante de los sentimientos de los intelectuales. Esta relacin de la ciudad con el ftbol puede explicar el hecho de que la revista Crnica, el reconocido semanario cultural de los aos cincuenta que la crtica ha considerado la mejor revista literaria que ha tenido Colombia dividiera su temtica entre el ftbol y la literatura. Estuvo dirigida por el reconocido escritor Alfonso Fuenmayor y tuvo como jefe de redaccin por algn tiempo a Gabriel Garca Mrquez. Cont, adems, en su comit de redaccin, con nombres notables como los de Ramn Vignes, Jos Flix Fuenmayor, Meira del Mar, Julio Mario Santo Domingo y lvaro Cepeda Samudio. La portada del primer nmero, publicado el 1 de abril de 118
1950, estuvo dedicada a Heleno de Freitas. All aparece su rostro en primer plano, con el ttulo El jugador ms discutido del mundo y se agrega, como subttulo, que el jugador es ensimismado, spero e incapaz de sonrer. De manera que en este contexto no es extrao que Andrs Salcedo, un hombre de letras, amante del ftbol y fiel al equipo Junior, como todos los barranquilleros, haya dedicado esta obra al jugador que pas por su equipo cuando l era un nio y se convirti en una leyenda por su ftbol prodigioso y sus extravagancias. El autor confiesa haber sido marcado por el recuerdo de Heleno de Freitas, que lo acompa desde su infancia. Como Miche Granados, Andrs Salcedo conoca, de nio, todo sobre su dolo: sus costumbres, sus gustos, sus vicios, el sonido de su voz, la ropa que usaba, la brillantina con que se peinaba, el nmero que calzaba o los datos sobre sus enemigos y sus amantes (p. 10). El ttulo de esta novela, aunque centrado en el tema del ftbol, no incluye el nombre de Heleno de Freitas y deja por fuera el mensaje referido a la novela como historia de ciudad y ligada a Barranquilla. Esperemos que, a pesar de este infortunio, esta excelente obra encuentre los lectores que se merece.
Consuelo Posada (Colombia)
La potica de la mirada
Los ojos deseados Jorge Cadavid Ilustraciones: Jorge Eduardo Eielson Comn Presencia Editores Coleccin Los Conjurados Bogot, 2011 86 pgs.
as principales vetas de la poesa de Jorge Cadavid (Pamplona, Norte de Santander, 1962) son la filosofa y la ciencia en cualquiera de sus vertientes, pues l ve poesa en el lenguaje ms rido y acadmico, en el giro ms retrico de una teora, en una reflexin sobre esttica o en un tratado de botnica. Cadavid sabe que estamos rodeados de discursos altamente concentrados de poesa. As, vio poesa en el mundo de los insectos e ide el Diario del entomlogo (Eafit, 2003); o tom el tema de la danza y escribi El derviche y otros poemas (Comn Presencia Editores, 2006); o ley los estudios de botnica de Jos Celestino Mutis y compuso su libro Herbarium (Literalia, 2011).
Todo discurso en las manos de Cadavid vibra de poesa gracias a la paciente observacin, la meditacin profunda y un giro imaginativo ponderable. En Los ojos deseados ser, entonces, el discurso de la mirada y las vicisitudes alrededor del ojo la mina que Cadavid explotar: Envuelto en lo invisible/ salta un pez/ Yo veo lo visible/ y aun as/ hay asombro en mis ojos/ El tiempo es un pez/ que atravesado arquea/ el alma y se levanta/ Cmo hacen estas horas/ fuera del agua?/ Mueren estos segundos/ en la red? (Fondo de ojo p. 16). Los ojos deseados no es un libro realista en el sentido de enunciar lo que existe, es ms bien un legajo de poemas que nominaliza con la distancia adecuada lo que quiere ver. La realidad pura solo dara ms poesa tradicional colombiana, poemas con largas descripciones que no salen de la enumeracin de imgenes que le dan ms nfasis a la musicalidad que a la imagen. En contraposicin, es mirada profunda, revisitada, recuestionada, resignificada lo que hace Cadavid. Su poesa est en el ojo, en la luz, en la distancia. Pero su libro Los ojos deseados no habla de lo tangible y visible, sino de lo imaginado en dilogo con el objeto o la idea. As, podra arrojar una de las claves de la poesa anormal de Cadavid, para estar en la consonancia de Rubn Daro, cuando llama al famoso grupo de poetas Los raros. As como la imagen se invierte en el globo ocular para representarse en nuestra mente, Cadavid le da la vuelta a los objetos y a la reflexin; porque mirada sin pensar
sera solo visin; mirada con imaginacin, en nuestro caso citado, es poesa. Dir Cadavid en su prlogo para poner en claro las cosas: No es el cuidado en la observacin equivalente al agudizamiento en el pensar. Pensar es sustraerse a lo observado, vaciarse de lo que se observa. El poema Refraccin (p. 14) da fe de lo que esbozamos: No sabe si fue el pjaro/ quien quebr la rama/ O si fue apenas/ la nube al doblarse/ la que movi el rbol/ No sabe si fue la mirada/ la que fisur la idea/ que tena del pjaro/ No sabe si es la lengua/ o el ojo o apenas las ideas/ el motivo de nuestras revelaciones. Si la mayor parte de la poesa colombiana es contemplacin del paisaje, la poesa de Cadavid es la fotografa del detalle que no se ve: el movimiento de la luz entre las hojas, el tronco ahuecado de un roble, lo que no pasa. Quizs, como Vincent van Gogh, gusta de hacer poesa con la luz. Como los dibujantes, que son poticas de la mirada (imitan, pero saben guardar la distancia), Cadavid utiliza fotografas, movimientos quietos, imgenes congeladas para crear a su vez movimiento blanco, que es como siempre he llamado secretamente a su poesa, cuando trataba de nombrar ese exceso de silencio, esa apretada mudez, esa imagen explotando eufricamente de calma e inmovilidad. Ejemplo de ello es el poema Estudio sobre la mirada (p. 15): Las letras bajan/ de mi mano a su sombra/ La luz sale de s misma/ en cada letra/ stas son mis visiones. Qu es su libro antolgico Msica callada (2009) sino una metfora de la potica de la
mirada? El observador de colibres tendido horas enteras sobre el montculo en completo silencio a la espera del instante luminoso en el que aparece el movimiento, el aleteo de la imaginacin. Su poema La mirada silente (p. 26) desnuda mejor lo que citamos: Un pjaro/ es una hoja/ Una hoja/ cuyo rbol/ no existe. De igual forma, con emocin contenida y estado de lcida vigilia, Cadavid crea sus instantneas, los tejidos breves, las slabas que le quitan luz al blanco de la pgina. En ese sentido su obra es una potica del espacio tambin. Saber mirar es guardar la distancia. Quizs, en el fondo, lo que valoramos de todo poeta es su mirada, el extraamiento de la misma cosa, el viaje interior que realiza la luz en sus conjeturas: Los ojos deseados (p. 18): Incesantes, internos/ me estn mirando desde m/ Con indeleble pureza/ obstinados, miran adentro/ Ojos internos, perennes/ soy quien estis mirando/ Y no s quin soy. El ojo es una cmara, ya lo haba intuido Baudelaire y lo repiti Susan Sontag. Y en la fotografa el parpadear del obturador juega con la luz, crea recuerdos, que en ltimas nunca tienen movimiento, son ensoaciones estticas. As son los poemas de Cadavid: parpadeos sutiles de luz, delicadas ensoaciones de quietud, juegos conceptuales de distancias. Al terminar de leer la segunda parte del libro, titulada Biografa de la luz, pienso que quiz Cadavid al querer hacer un libro sobre la mirada invent adems un pequeo tratado de fotografa; una ultraantologa en blanco y negro. Tal me lo explica
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el siguiente poema, El ojo y la sombra (p. 38): En la bveda del ojo/ la mirada se enciende/ el da se apaga/ La llama es un alimento vertical/ El espritu no tiene puntos cardinales/ cuerpo y alma parpadean/ en busca de su propia definicin/ Quin desaparece/ detrs de mi mirada?. En la tercera parte del libro, titulada La pupila del cero, sin abandonar el vuelo potico, ni el perfume temtico, se percibe una investigacin con respecto a la anatoma del ojo. Aparecen all con equilibrio las anomalas visuales y los absurdos juegos del deterioro fsico. Esto demuestra que para Cadavid hacer poesa implica tambin una tarea cientfica. El conocimiento no sale del aire, no est en la autoflagelacin del individuo, tampoco en la tragedia del mundo. Cadavid siempre est hablando en su poesa sobre un otro, ya sea animal, rbol, luz, idea, movimiento. Nos resulta, entonces, casi paradojal que se sienta en un reducto del poeta, tambin a un docto y delirante fsico u optmetra haciendo correspondencias con el ser, el alma, el pensamiento, la imaginacin. Aparte de los poemas titulados Punctum remotum, Refraccin y Agudeza visual, el siguiente texto describe con cierto tinte, adems de irnica gracia, lo enunciado: La luz se arremolina con el viento/ Vaga por el follaje de la mirada/ Un haz de ptalos fantasmas/ sale de la flor/ y forma un halo a su alrededor/ Este hombre no confundir/ a su mujer con una sombra/ Relucientes peces voladores/ se elevan por las rbitas/ atraviesan la esclertica/ nadan por el iris ntido, luminoso/ La mayor 120
parte de la imaginacin/ no se ha marchitado con sus ojos (Globo ocular, p. 51). La cuarta parte del libro y la ms extensa, titulada Como una imagen, hace nfasis en el objeto visualizado. Surge all lo mirado como obra natural pura. Con el lenguaje depurado, blanco, luminoso, y con la excusa de la naturaleza, Cadavid obtiene su motivo potico. Hay en su obra un dilogo permanente con pjaros, naranjas, ciervos, hojas secas. Ejemplo justo, por su acercamiento con la insinuacin propia del haik, el poema Geografas del ojo (p. 66): La lucirnaga tiene/ un corazn que late luz [] La lucirnaga en el ojo del gato/ es un injerto de relmpago y noche. En consecuencia, es razonable mencionar que rara vez aparece la figura humana (aunque en el fondo habla del hombre); quizs es de all cuando se le filtra un poema de este calibre, siempre nos roba una sonrisa de complicidad, porque, por fin, nos acerca el humano a lo humano; ejemplo de este caso es el poema La ausente (p. 76): Mi amada/ es de aire/ Parte con un beso/ mi vaco [] Cuando su sombra/ se posa sobre mi sombra/ tiembla la materia/ y escucho mi propia voz. Pero en este mismo conjunto de poemas encontramos una reiteracin que Cadavid ha explorado en otros libros de su madura obra: la potica en verso, como llamo a esos poemas que explican la poesa, el poema, el poeta y el acto de la escritura con ayuda de la misma materia area. Muestra de este ltimo grupo son los poemas La cebra, El vaco, Cartografa y el que ms me obnubil por
su rigor conceptual-paradojal y porque se libera o se arranca los ojos, el poema de cuatro lneas titulado Nominativo (p. 80): Nuestra nica realidad/ son las palabras/ Nuestra identidad no es real/ sino verbal. La mirada, entonces, se hace palabra.
Fredy Yezzed (Colombia)
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Negroides, simuladores, melanclicos Efrn Giraldo Fondo Editorial Universidad EAFIT Medelln, 2011
Un Robinson cercano Pablo Montoya Fondo Editorial Universidad EAFIT Medelln, 2013