Libro 2 Ideas Sobre Educacion Luisa Luisi OCR 1922
Libro 2 Ideas Sobre Educacion Luisa Luisi OCR 1922
Libro 2 Ideas Sobre Educacion Luisa Luisi OCR 1922
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~ Provecto de Eeulamento para la" Escuela, dr Prctica
je al del alumno; distinguir la profunda diferencia que exis-
te entre una nocin entendida y una nocin aprendida; s o n ~
terse a la lentitud, a la repeticin que requiere la enseanza.
Pero el conocimiento 'Y el dominio del nio, los mil tnsignifican-
tes detalles que escapan al Maestro que empieza, y que consti-
tuyen toda la obra de educacin: el criterio que se necesita
para desarrollar un programa en los diez meses del curso esco-
lar paso a paso, sin la rapidez que amontona las nociones
sin darles tiempo a ser asimiladadas por completo, y sin la
lentitud ex.igerada que roba el tiempo a su total desarrollo;
la profundidad de la enseanza calculada por el tiempo que
requiere la completa asimilacin de un programa; los mil
recursos de que debe valerse un Maestro colocado en con-
diciones desfavorables de capacidad de sus salones, de falta
de elementos necesarios para la enseanza; el modo de des-
pertar el cario y el inters del nio y atraer as una asisten-
cia elevada y constante: todos esos recursos que hacen de la
enseiianza un arte sometido a la ciencia, no pueden ser adqui-
ridos en una Escuela nica y en un curso nico. El alumno-
maestro que concluye su prctica reglamentaria conoce una
nica fisonoma escolar: la de la Escuela que lo form; y tra-
tar de llevar a su clase las cualidades y los defectos que obser-
va, demasiado inexperto todava para reconocer y distinguir
unos de otros; pues hay prcticas viciosas que aparentan re-
sultados halageos, escondiendo como frutos tardos, vicios pro-
fundos en la educacin.
y cuando el novel Maestro se encuentra frente a la clase
que se le ha confiado, responsable de ella y solo para dirigir-
la. se le presentan mil inconvenientes que no haba podido
prever porque no existan en las condiciones en que se en-
contraba; y se ve desamparado, perdido, sintiendo que le aban-
donan los conocimientos aprendidos, intiles frente a una cla-
se que no puede dominar, Entonces debe comenzar de nuevo
su prctica verdadera en la plena libertad de sus fuerzas ni-
cas y abandonado completamente a ellas, El primer ao de su
trabajo, tal vez los dos primeros, son casi perdidos; 9 la da
Provecto de Reutamento para las Escuelas de Prdctict 65
se debe ser sacrificada al aprendizaje mal hecho o incomple-
to. Ellton,ces adquirir a su propia costa la paciencia, la per-
severancia, la energa, la atencin constante y dividida, pre-
sente en cada detalle y en el conjunto - la ciencia de divi-
dirse en tantas partes como alumnos y de ensear a uno por
uno y a todos juntos; de conocer todos los caracteres y de
adaptarse a ellos concentrando en s mismo todas las energas
y todas las actiVidades para irradiarlas luego, foco y centro
de la clase de la cual es tambin alma e impulso.
Para evitar en 10 posible Jantos inconvenientes que alejan
la preparacin actual del Maestro de lo que debera ser una
prctica regular 10 ms perfecta posible, es necesario dejar
a,l alumno-maestro entregado a sus propias fuerzas, y adqu-
nr a costa de ellas las condiciones necesarias de una buena
preparacin. Para esto indicarnos un procedimiento aunque de-
tectuoso todava, el nico verdaderamente prctico que sea com-
patible con el modo de funcionar de nuestras Escuelas. Sera
ste. el de refundir en una sola institucin el cuerpo de Su-
plerues y el de Practicantes: El Director de la Escuela de
Prctica indica los alumnos-maestros que han cursado seis
meses en su Escuela y que poseen, por consiguiente, algunas
nociones de l1l;todologa prctica, y algn conocimiento del
nio. Estos alumnos-maestros sern llamados a desempear
las suplencias que no pasen de veinte das en todas las Es-
cuelas de la Capital, SiH retribucin alguna; pues formara par-
te de la prctica reglamentaria y obligatoria, dentro del ao exi-
gido como tiempo mnimo. Con esta disposicin se consegu-
rian algunas ventajas imposibles de obtener dentro del fun-
cionamiento de las Escuelas de Prctica.
En efecto, para desempear la suplencia para la que ha
sido Ha. macla, el alumno-maestro se encuentra librado a sus
;;"'l'i:1s fuerzas; adquiere el dominio de la clase y la confian-
za de si mismo que no puede obtener bajo la vigilancia del
c-in'etcr y del ayudante de la clase; se pone en contacto con
el "j.':,) clui'cinte todas las horas del dia escolar y no nica-
'lente durante las horas de prctica; hace, pues, una prcti-
El modo Je efectuar los exmenes prcticos, tal como tiene
lugar actualmente, prose nta inconvenientes. En efecto,
el examen se efecta a medida el aspirante lo solicita. El
primer inconveniente recae sobre el propio aspirante, que de-
be esperar, para rendir exa ,!,U;. a que se presenten Varios
otros, pues se prefiere 1.1 realizacin ele dos o tres a
un mismo tiempo, par a :l) que nombrar un tribunal es-
pecial para cada uno. De donde resulta que, s el aspirante
es de campaa :: eli'k "ol,'e. '1 ella para reanudar sus tu-
(e2.S esC)!are3. COll1G es .an que suceda en Escue..
las cuyo personal la al tiempo que desempe-
ca intensiva de al<'llllos das, muy importante y dificil de ob-
-
tener en una Escuela de Prctica en que el Ayudante no pue-
de abandonar la clase sin pretexto alguno durante varios das.
Adems, durante su estada en otras Escuelas, aprende a
conocer diferentes criterios y diferentes prcticas escolares;
y forma su criterio personal de la observacin y la compara-
cin, salvando al mismo tiempo, el peligro ele que talios los
alumnos-maestros de una misma Escuela de Prctica sean la
copia fiel de su Director.
Pero no se crea que con la prematura comparacin de di-
ferentes prcticas pierda el alumno-maestro la lnea general
de su criterio: y las contradictorias observaciones (admitiendo
que ellas sean contradictoras), transformen en un caos su
mente recin abierta a la enseanza; la obligacin de volver
a la Escuela de Prctica, terminado el desempeo de la su-
plencia, evitaria el inconveniente sealado. Esta reforma, com-
plemento necesario a una buena prctica, no puede siquiera.
perjudicar a las Escuelas en que ella se desempea; pues en
el corto espacio de tiempo en que se desarrolla no puede
causar un gra ve perjuicio la falta de competencia del alum-
no-maestro. Obtendramos tambin una sensible economa en
el presupuesto de licencias, tan escaso siempre para los Ma-
estros enfermos.
11a un cargo escolar, - queda perjudicada la Escuela a que per-
tenece y el candidato mismo, que prolonga su estada con los
correspondientes gastos y continuacin de su licencia.
La poca fija y conocida de antemano para la realizacin
de los exmenes prcticos, permite al aspirante de campaa
bajar a la capital en fecha fija y regresar al lugar de su re-
sidencia sin demoras perjudiciales.
La terminacin de todos los cursos de prctica antes del fh
del ao, permite, adems, a los candidatos recibidos, presen-
tarse a los concursos de ayudantas que deben realizarse an-
tes de la apertura de las Escuelas, a fin de dotar a stas de
su personal efectivo, y evitar en lo posible el cambio de Ayu-
dantes durante el curso escolar, cambio tan perjudicial a la
buena marcha de la enseanza.
Pero hay an otra razn que exige la realizacin de los
exmenes prcticos en una sola fecha: y es esta el nombra-
miento del Tribunal Examinador. Con el sistema actual, es pre-
ciso nombrar una Mesa examinadora para cada aspirante o ca-
da dos. El excesivo nmero de exmenes solicitados, requiere
el nombramiento de igual nmero de examinadores, los que son
generalmente, entre los mismos Maestros en ejer-
cicio. Pero stos, se niegan en la mayora de los casos, a aban-
donar las tareas de su Escuela,-lo que ha ciado motivo a una
disposicin reciente sobre penas que les deben ser aplicadas -;
dificulta enormemente la formacin de Tribunales y demora
por una parte, la realizacin del acto, obligando, por otra, a
echar mano de elementos inexpertos o incapaces, llamados a
juzgar del mtodo de las Escuelas de Prctica sin base sufi-
ciente de juicio. El criterio personal, tan diverso y varia-
ble en esta parte, conduce adems, a resul tados verdadera-
mente sorprendentes, como lo es el rechazar a un candidato
por las mismas razones que lo hacan considerar en las Es-
cuelas de Prctica corno elemento de valer: y viceversa, de-
clarar sobresalientes individualidades consideradas como VEr-
daderamente deficientes. Y como el alumno-maestro, sigue en
esro el criterio de su Director. se ve expuesto a sorpresas
.5
G.3 Provecto de I?c!!,lall1cnto para la Escuelas de Prctica Pro'CC'IJ de Rc!..!.'fwzentIJ para fa:' Escuela- de Prctica 1,1
desagradables que dejan mal parado el prestigio y la impor-i,
tancia de estas instituciones.
La razn de precedente puede tambin invocarse en este
punto, Los cursos prcticos de las Escuelas de Aplicacin ter-
minan para todos los aspirantes al mismo tiempo; y en su Tri-
bunal examinador, el Director de Prctica tiene Voz y Voto. El
hecho de haber sealado establecimientos especiales para
que se efecte la prctica de los Maestros nacionales, coloca a
dichos establecimientos en las mismas condiciones de curso re-
gular y obligatorio que las Escuelas de Aplicacin. No hay, pues,
razn para aceptar en un caso, y rechazar en otro, un proce-
dimiento cuyos inconvenientes no han sido sealados todava,
y si sus ventajas numerosas. En cuanto al Tribunal encargado
de recibir dichos exmenes puede estar formado por varios
miembros pertenecientes al Magisterio activo, presidido como
es de prctica corriente, por un Vocal de la Direccin o cual-
quier otra persona expresamente delegada por ella, y debe ser
integrado con Voz y voto, como se efecta en todos los ex-
menes de curso regular en las Universidades y Escuelas Nor-
males, por el profesor de la materia, que en este caso lo es .
el Director de Prctica.
El nmero de alumnos-maestros que deban admitirse en ca-
da Escuela es otro punto interesante que debe ser regla-
mentado expresamente. La preparacin prctica se dificulta,
en efecto, enormemente cuando los aspirantes son muy nu-
merosos, pues la prctica magisterial, diversamente de las
otras enseanzas, requiere una participacin casi exclusiva-
mente personal para ser eficaz. En los cursos de enseanza
terica la palabra del Maestro a todos llega por igual, y a pe-
sar del nmero an excesivo de alumnos con que puede con-
tar una clase, la eficacia resulta asegurada por la atencin
de todos.
Pero las clases prcticas, sean del orden que sean, requie-
ren el ejercicio de las facultades y energas individuales que s-
lo pueden desarrollarse sucesivamente; por 10 que cada alum-
no, para obtener un resultado provechoso, debe intervenir lo
GG Provecto de Negtamcnto para las E:icllelas de Prctica Provecto de l'c,!!.'lamcll lo para las Escuelas de Practica G7
ms frecuentemente posible en el curso. Por esta causa hemos
indicado un mnimum de 15 lecciones para cada uno, sin per-
juicio de todas aquellas que pueda dar con los Ayudantes de las
clases y que no pertenecen al curso regular.
Este mnimum est calculado con respecto al nmero de
Practicantes de cada Escuela. En efecto, 1:) lecciones por a-
lumno, da alrededor de 30J lecciones de 20 alumnos-maestros
por Escuela. Estas 300 lecciones, a razn de dos por da, que
deben ser dirigidas, corregidas y preparadas por el Director,
suponen un promedio de 150 das de clase. Es todo lo que po-
demos exigir, si se tiene en cuenta que es necesario descon-
tar los clias de lluvia, en los que, la falta de alumnos dificul-
ta la realizacin del curso. En cuanto a las lecciones modelos
dadas por el Director, quedan fuera del curso.
Esta causa sera ya de por s suficiente para no permitir un
nmero mayor ele 20 alumnos en cada Escuela de Prctica;
pero se agregan otras relacionadas con las clases ordinarias,
muy dignas ele tenerse en cuenta; y son ellas, ante todo, el
desorden y dificultad que representa en los locales escolares
ya de por s estrechos e insuficientes, la presencia durante
todo el da escolar de 50, 60 Y an ms aspirantes, como su-
cede actualmente en la Escuela de Aplicacin de Seoritas.
Este nmero excesivo, agregado al total de alumnos de las
clases, apenas suficientes para contenerlos, constituye una a-
glomeracin tal de personas cuyo silencio y rden es imposi-
ble de mantener; y crea situaciones violeutsimas para unos :J
otros dificultando gravemente la doble enseanza, comn y
magisterial, que se lleva a cabo.
La ubicacin de las Escuelas de Prctica influye poderosa-
I11CllrE: en la distribucin de los alumnos-maestros, libres de c-
i(':;jir e! Establecimiento que mejor convenga a la situacin
de sus domicilios partlculnres: y esto explica perfectamente
~ exceso de alumnos en las Escuelas centrales y su menor
cantidad en las colocadas fuera del radio cntrico: tanto ms,
SI ce ti.,:nc en cuenta que la falta de ganancia inmediata im-
pide =1 .iso del tranviu para muchos alumnos. Esto seria una
-
Provecto de f?eglamellto para fas Escuelas de Pnicticu
-------_._--
Proyecto de l?c,!!,larnento para las Escuelas de Prctica 69
razn para colocar a dichos alumnos en las mismas condicio-
nes que los de la Escuela Normal, a los efectos del medio a-,
bono en los tranvas.
Dos medidas pueden corregir estos inconvenientes; limitar
el nmero de aspirantes a un mximo que no deba pasar en
ningn caso de 20, nmero suficiente para que el curso prc-
tico resulte provechoso, y dejar libertad al exceso de candida-
tos de ubicarse en los dems Establecimientos similares. Crear
un mayor nmero de Escuelas de Prctica ya que el exis-
teute no alcanza y estudiar la ubicacin respectiva de las
mismas, de modo que su nmero est en relacin crecien-
te al ncleo respectivo de poblacin; teniendo en cuenta los
pueblos cercanos y la distribucin de las lneas de tranvas.
O bien, distribuir el nmero de aspirantes proporcionalmente
en todas las Escuelas de Prctica sin consultar las ventajas
de cada uno; pero esta solucin nos parece algo violenta.
La reglamentacin del cambio de Escuela por parte de los
alumnos se justifica por los inconvenientes que traera apare-
jados el movimiento de aquellos sin motivo importante.
La facilidad para cambiar de Escuelas de Prctica no debe,
sin embargo, restringirse demasiado, pues la misma razn que
110S hizo admitir su libre eleccin por parte del alumno que
tiene en cuenta la mayor o menor proximidad de sus domicilios,
nos debe hacer aceptar como lgico el cambio de dichos estable-
cimientos cuando stos hayan dejado de encontrarse en las con-
diciones primitivas. Se hace necesario el conforme de los dos
Directores, para evitar en 10 posible el movimiento excesivo de
alumnos, que pierden con el cambio de direccin una parte de
sus conocimientos al adaptarlos a un criterio diferente.
Siendo las Escuelas de Prctica establecimientos de ense-
fianza organizados con un fin determinado, conviene asegurar
Sil regular funcionamiento con tina asistencia obligatoria de
los alumnos-maestros: los 'lile no podrn rendir examen prc-
tico si cuentan ms de '2U '').It% en el ao. Este punto est
relacionarlo con una disposicin vigente que requiere el plazo
de IIn atto entre el examen t':l.rico y el prctico; asi como con
otra que establece un mnimun de l(}0 asistencias para el ejer-
cicio de la prctica. Estas 160 asistencias pueden estar distri-
buidas en tal forma, que hagan intil todo trabajo metodizado
de parte del Director. En efcto, estas 160 asistencias corres-
ponden solamente a 7 meses de clase; de modo que queda un
excedente de 5 meses en que el aspirante puede perfectamente
dejar de trabajar.
Al establecer las Escuelas de Prctica se ha cambiado de
hecho el espiritu de la prctica obligatoria, transformndola
en un curso regular y metdico, con profesores que se espe-
cializan en ello, en vez de dejarla librada al criterio forzosa-
mente variable y sin responsabilidad alguna que caraterizaba
al sistema anterior. Al darle, pues, el carcter reglamentario
se la coloca en condiciones especiales que, al tiempo que la
mejoran, exigen por parte del alumno circunstancias diversas.
Se hace, pues, necesario cambiar aquella disposicin, para ex-
'lir al alumno-maestro un curso nico de un ao con menos
de 20 faltas, salvo casos de licencia por enfermedad; supri-
\'niendo por lo tanto la disposicin que exige el plazo de un
ao entre el examen terico y el prctico, por no tener ya
razn de ser. Concluido el curso, el aspirante puede rendir
examen en la fecha indicada para su realizacin.
Dos puntos interesantes nos quedan an por tratar, y son:
la provisin de las Ayudantas vacantes por renuncia o por li-
cencia.
Las tareas especiales del Director de Prctica lo dificultan
grandemente para ejercer una vigilancia estrecha sobre la en-
seanza comn de la Escuela a su cargo, y con mayor razn
para atender las clases que queden sin Maestro. Ahora bien,
cuando un Ayudante solicita licencia, suele quedar la clase
sin Maestro durante varios das, a causa de los trmites ms
o menos largos que es necesario efectuar, lo que dificulta gran-
demente la marcha regular de la Escuela.
Se ha tratado de remediar en lo posible este inconveniente
dando a los Secretarios la atribucin de sustituir a los Maes-
tros que faltasen; pero esta disposicin es insuficiente, pues
el Secretario si bien puede dejar SllS tareas durante un uia o
dos, no puede hacerlo en un plazo ms largo sin perjudicar
la buena marcha administrativa de la Escuela. Como, por otra
parte, las funciones de Secretara son completamente diversas
de las de Ayudante, falta a los Secretarios esa prctica diaria
que no necesita de la intervencin frecuente del Director, por
lo que, en muchos casos resulta menos inconveniente a ste
hacerse l mismo cargo de la clase, que tener que atender
al mismo tiempo tres o cuatro trabajos a la vez. Pero estas
dificultades se hacen mucho ms graves cuando se trata del
nombramiento de Ayudantes interinos, en que tiene que interve-
nir la Direccin; pues los trmites son ms largos, y el re-
cargo de tareas impuesto a esa Corporacin le hacen casi
imposible expedirse de inmediato. Hemos tratado de subsa-
nar estas dificultades colocando las Escuelas de Prctica bajo
la dependencia inmediata de la Direccin, de modo que las
suplencias puedan ser provistas directamente por el Inspec-
tor Nacional, suprimiendo de este modo los trmites largo.s
y enojosos tan perjudiciales a la marcha de estas Escuelas.
El nombramiento de interinos queda tambin facilitado por
la presentacin directa de la solicitud a la Direccin en el
mismo da en que se produce la vacante, lo que facilita el
nombramiento evitando la demora de los expedientes en Se-
cretara.
En cuanto a la provisin de puestos efectivos, presenta difi-
cultades que es ms delicado an solucionar.
Hasta ahora, dos son los procedimientos empleados en el
nombramiento: el concurso y el nombramiento directo. Ambos
presentan ventajas e inconvenientes. El concurso permite de-
mostrar aptitudes que hubieran quedado ignoradas an por el
mismo que las posee; s una garanta inmensa de justicia y de
honradez en el nombramiento; y deja abierto el camino, sin fa-
. voritismos ni padrinazgos, a todo elemento de valer que slo
tiene la fuerza de su mrito para abrirse camino en su carre-
ra. Desde el punto de vista del candidato. el concurso es
insustituible. Pero desde el pnnto de vista de la Institucin pue-
de presentar serios inconveniente. Hay, en efecto, cualidades
muy apreciables que no se manifiestan en el acto de un con-
curso. La perseverancia, el tesn, la puntualidad, la concien-
cia del deber y la honradez en la profesin, no pueden en ma-
nera alguna, demostrarse en las pruebas forzosamente limita-
das del concurso. Conviene muchas veces ms la plasticidad
intelectual que se amolda a las indicaciones de la experiencia,
que la brillantez un poco fatua del que, ignorando todava las
verdaderas dificultades de la prctica, confa demasiad; en
sus propias fuerzas, y cierra su entendimiento a los consejos
y advertencias del Director, llegando por fin, despus de un
carnina mucho ms largo, a las mismas conclusiones que l.
El elemento de azar, es adems, muy grande en estas prue-
bas; y an ms en los concursos de Ayudantas, en que las
pruebas, muy limitadas, por su misma ndole, dejan un campo
mayor a la suerte, para decidir en ltimo trmino del valor de
un candidato. Los concursos de Ayudantas, colocan, adems,
a los Directores de Escuelas en una curiosa situacin. En to-
do organismo en que la responsabilidad recae casi entera en
su Director, ste tiene la facultad de elegir el personal que
crea ms idneo para secundarlo en su tarea; pues justo es
que quien tiene la responsabilidad tenga tambin en su mano
los medios de hacerla efectiva. Pues bien, los Directores de
Escuelas no slo no tienen la facultad de elegir su personal,
sino que son ellos elegidos o desechados por los Ayudantes,
que suelen rechazar las Escuelas por motivos nimios y an
sin motivo. Los concursos de Ayudantas, adems, por efecto
de la clasificacin que establecen entre los aspirantes, permi-
ten que los ltimos, que pueden ser psimos o muy buenos,
segn el nivel general del concurso, estn en las mismas con-
dciones que los primeros, a pesar de su inferioridad relativa.
Cn Director debe, pues, aceptar el candidato que se le pre-
senta, an cuando est perfectamente seguro de su incapacidad.
Esta auo.nalia, corregida en algo en la prctica, a la
y amor a la causa que revelan siempre los Maes-
tr.rs, :10 Jeja de existir, y si ha sido tolerada hasta ahora sin
70 Proyecto de Reglamento para las Escuelas de Prdctica Provecto de Pegtamento para las Escuelas de Prctica 71
72 Provecto de Peglamctuo para las Escuelas de Practica
.fisin de la mujer corno madre !' como educadora 73
Conferencia dada a las alumnas del "Curs o
de Adultos :'-l.o 1 por la seorita Luisa Luisi.
N
o tienen mis sencillas palabras pretensin de conferencia,
Cuando la inteligente Directora de este Curso, seora
Teresa Volont de Costa, solicit mi contribucin para la :;:ran-
de y simptica obra que realiza al frente ele su Curso de Adul-
tos, la idea me sedujo desde el primer momento. Una palabra
extraa, diversa de la que se est habituado a oir todos los
das, rompe un poco la monotona de las clases y trae algo ele
vida exterior al recinto un poco cerrado de todas nuestras
instituciones de educacin.
Pero la palabra conferencia me parece demasiado grave,
para lo que yo pueda deciros. Una conversacin solamente
entre vosotras y yo, Pero, de qu podr hablaros que os in-
terese, y que pueda seras de alguna utilidad? i Es tan difcil
interesar y agradar en una simple conversacin, que debe for-
zosamente ser breve para no cansar! Y he pensado que hay
algo que nos interesa siempre poderosamente a todas las mu-
jeres, puesto que es nuestra finalidad suprema. Y son las cria-
turas.
Nosotras como maestras - y vosotras como madres o futu-
ras madres - real izamos una obra en colaboracin, aportando
nosotras el fruto de nuestros estudios, de nuestros desvelos
consagrados a ese nico fin: vosotras, dando la existencia, los
cuielados materiales y la influencia poderosa e irreemplazable
elel hogar.
la mujer
como educadora
de
y
Misin
madre como
mayores inconvenientes por los Directores <le las Escuelas co-
munes, no puede serlo, en manera alguna, para las Escuelas ~
especiales como lo son las de Prctica. Para estas Escuelas es
necesario buscar otro procedimiento ms de acuerdo con sus
necesidades.
El nombramiento directo a propuesta del Director, presen-
ta tambin algunos inconvenientes. Las aptitudes verdaderas
de un .V\aestro slo se revelan con la prctica,
Hemos desechado el concurso por ser insuficiente para pro-
bar dichas aptitudes. El nombramiento directo es an peor que
el concurso. Preferimos, por lo tanto, un procedimiento de
prueba que creernos tenga mayores ventajas, y que se ha apli-
cado ya en la provisin de los Directores de las Escuelas
Rurales creadas por ley de 7 de mayo de 1910.
El nombramiento efectivo es precedido de un interinato de
prueba por el trmino de dos aos, en los cuales el candida-
to puede demostrar prcticamente todas sus condiciones, tan-
to las que se ponen de manifiesto en los concursos, como las
que indicbamos ms arriba, de perseverancia, conciencia pro-
fesional, puntualidad, etc. Permite al Director elegir su perso-
nal entre los mejores element::>s del magisterio y cerciorarse
por s mismo de las cualidades de su candidato, sin exponer-
se a efectuar un nombratniento definitivo perjU'licando la Es-
cuela por un juicio demasiado rpido o equivocado sobre a-
que!. La efectividad del puesto es un aliciente para el mismo
en el buen desempeo de su tarea, y el plazo de prueba
elegido, - dos aos - es suficiente para que las resoluciones
de buen comportamiento tUll1a:!as en previsin ele la efectiv-
elad, se conviertan en habito, y h a ~ l l tal vez ele un Maestro
mediocre o poco br illante. un buen elemento, con el aprendi-
zaje efectuado en vista de ese objeto determinado.
Con el estudio de esL,.-,ulIl,) d:'.:11OS por terminada la expo-
sicin de los motivos que nos fCl; inducido a presentar este
proyecto de Reglamento.
Los artculos restantes e'Or! .iemasiado evidentes por si mis-
mos para necesitar una explicacin detallada y especial.
Nuestra obra. pues, es solidaria, y debemos trabajar siempre
de acuerdo. La misin de la madre es, naturalmente, mucho >
ms vasta, ms amplia, imis profunda; .y es la que dar en de-
finitiva toda su influencia al carcter posterior de las criatu-
ras.
Por eso, quiero hablaros hoy de esa misma influencia, para
que las que ya son madres, y las que an no lo sean, puedan
comprender ms claramente la inmensa responsabilidad que
pesa sobre nuestros hombros.
Cuando se habla de la misin de la mujer, se
dice que ella todo lo puede, puesto que es, en definitiva, quien
modela el carcter de los hombres, y plasma as la forma de
las sociedades que han de venir. Y en efecto: hombres y mu-
jeres, somos lo que nuestras madres han querido que fuse-
mos. Lo que han querido hacer o lo que han hecho de noso-
tros, que no siempre es lo mismo. Todas las mujeres desean
vivamente que sus hijos lleguen a ser, cuando crecidos, hom-
bres de bien: que adquieran una posicin desahogada, que ob-
tengan consideracin, estima, relaciones, que sean alguien en
fin. Cuntas lo consiguen? Muy pocas. Por eso deca que so-
mos lo que ellas nos han hecho, que no siempre es lo mismo
.que decir: lo que han querido que fusemos. Vesta tiene una
explicacin muy sencilla. A las jvenes no se les ensea en
qu consiste su misin de madres. Por eso, en general, no sa-
ben serlo. Van al matrimonio pensando solamente en que de-
ben casarse porque sus madres as lo hicieron, porque sus
amigas lo harn; porque les atrae con toda su poesa, la dul-
zura y el encanto del amor; pero no porque piensen que ma-
ana sern madres, y que esto significa una grave, una dulce,
pero una enorme responsabilidad.
Las mejores, cuidan de sus hijos luego, con un cario que
no por profundo y apasionado es el ms a propsito para ha-
cerlos felices.
Cuidan de ellos con el mismo intenso y fantico instinto de
la leona que defiende sus cachorros, amenazados de algn pe-
ligro; se desviven por ellos: los mecen en sus brazos noches
enteras puru obtener su sueo, eu un sacrificio a Veces com-
pleto de sus propias horas de descanso; entregando as, con
una generosidad admirable, todo el caudal de sus energas y
todas las reservas de su salud; pasan las noches en vela junto
a la cabecera del hijo enfermo, para ir luego, al clarear el
da, al trabajo del hogar, o fuera del hogar....
y creen haber cumplido as, ampliamente, con su nusron ma-
terna. Y bien: yo quiero deciros que no bastan los cuidados
fsicos cuya exageracin mal entendida llega a Veces a ser per-
judicial para la misma salud de la criatura.
Yo qniero deciros que los hijos exigen an ms de las madres
y que ellas deben dar, dar siempre ms, en una inmolacin total
de su felicidad y de su vida. Porque no en balde se da al nom-
bre de madre la divina aureola del martirio y la santidad de las
antiguas fervorosidades religiosas; esa es, y ms an, la misin
suprema de la mujer. Pero es preciso que ella sepa que no
basta dar al mundo un nuevo sr para llamarse madre; y que
este nombre slo debe ser reservado para aquella que, al salvar-
lo de tedas las acechanzas mortales que lo rodean en su primera
edad y an despus, bajo forma de mil distintas enfermedades,
vela tambin sobre su espritu, forma su carcter, crea, en una
palabra, la personalidad fuerte, independiente y consciente de
s misma, que debe ser en el futuro.
Y esta ltima finalidad de la misin materna, es la ms im-
portante, pero por eso tambin, la ms difcil. Nada puede ha-
cer para cumplirla el instintivo amor maternal, que empuja a
sacrificar la existencia si fuera necesario, para ahorrar un do-
lor l la propia criatura..1\1 contrario, ese mismo instintivo y
amor es el que conspira generalmente a la desdicha fu-
tura de los hijos.
El dolor es necesario para formar el carcter. Pero debe ser
uua mano firme y segura .-. exenta de compasiones y sentimen-
ralismos funestos; pero clarividente para evitar su aplicacin
inlirj!' ysobre todo libre de apasionamientos 'j de cleras - la
que delle .. losar, como una medicina, el tnico soberano del su-
rrituiento.
74 JlisiIl de la mujer COI/IO madre )' como citucudora
.'Iisitin de fa mujer como madre l' como educadora 75
;v\adres de tina inconsciencia nsusludoru, se resisten a cas-
tigar, an sin violencia, las faltas a veces graves de sus hijos,'''
ocultndolus a la vigilancia severa del padre, para evitarle as
un castigo que, por demasiado brutal, sera tambin funesto. Y
as, entre la indulgencia cmplice de la madre, y la brutalidad
excesiva del padre, crece y se desarrolla la semilla del mal,
en el alma inocente de las criaturas.
Tan culpable es entonces la una como el otro. Esa falta que
empieza por ser insignificante, y a Veces inocente en si mis-
ma: una rabona a la escuela, una mentira a la madre o a la ma-
estra, un de esos pequeos robos tan comunes en todas las
criaturas, a pesar del ejemplo honrado del hogar, deben ser, sin
embargo, castigadas para evitar que se transforme en hbito
funesto, lo que no es sino nna de las tantas tendencias ances-
trales que aparecen violentamente en el alma de las criaturas.
Pero deben ser castigados con prudencia. Si decs a los ni-
os, para horrorizartos ele su falta, que es un ladren, emplean-
do as una palabra que debe ser un estigma ponis en su es-
pritu una mancha que luego os ser difcil de borrar. Es pre-
ciso que el nio tenga abierta ante s, ampliamente, las puer-
tas de su propia perfeccin, y que la sugestin constante de
los padres lo convenzan de que es bueno, para obligarlo a ser-
lo, si no lo es. Puesto que as como se sugestiona para el mal,
dando a los nios calificativos que ellos no merecen por sus
faltas leves, as tambin se puede conseguir una esplndida
cosecha de virtudes, obligando al nio a ser como nosotros le
convencemos de que es. Y sobre todo, es preciso saber dife-
renciar las travesuras propias de la edad, de aquellas faltas
mucho ms graves por la trascendencia futura que pueden te-
ner. Ah est gran parte del secreto de la educacin. Una seve-
ridad excesiva coarta la ;bre expunsin de los sentimientos y
hace al nio receloso y disimulado.
He visto muchas veces, demasiadas por desgracia, ejemplos
de verdadera corrupcin por parte de los mismos padres. Voy
a citaros un solo caso para que podls juzgar. En la escuela
que dirijo falt una vez a una alumna un comps, que llevaba
la marca de una casa extranjera, comps que haba sido tra-
do como recuerdo, de Europa. Este detalle es de importancia,
por cuanto sirvi despus para identificar la pieza. Al ao
siguiente la duea reconoce su comps en la caja de tiles de
una compaera, y lo pone inmediatamente en conocimiento de
la maestra de la clase, que perteneca ya a un ao superior.
Se procede inmediatamente a las averguaciones del caso. La
poseedora actual sostiene su derecho, indicando haberlo reci-
bido de las propias manos de su padre, mientras la otra sos-
tiene que no es posible encontrar esa marca en Montevideo.
Se llama al padre de la segunda para aclarar el asunto; y a
qui nos encontramos con lo que llamo una verdadera inmorali-
dad paterna. Este seor sostiene en mi presencia que el com-
ps ha sido adquirido por l mismo en una joyera, cuyas se-
us me hago dar para poder comprobar la exactitud, y defien-
de a su hija en forma tan apasionada que no vacila en acusar
a la otra alumna de robo y a nosotras de querer encubrir el
delito. Pues bien: la comprobacin fu sencillsima. El joyero
indicado u visto sin hacerle saber el por qu, a fin de que
suministrara un comps de la misma marca que el disputado,
puesto que, se le dijo, haba l vendido 11110 semejante. El jo-
yero, que no haba sido prevenido con bastante anticipacin
por el padre, de quien era amigo, manifiesta que nunca ha
recibido compases de marca alguna, puesto que no se dedica
a la venta de ese artculo. Con lo que queda comprobada la
falta de veracidad del padre de la segunda alumna.
Ahora bien: la falta de una nia que se encuentre poseedo-
ra de un objeto que no le pertenece, puede, eu muchas cir-
custaucias, no revestir gravedad. Esta segunda alumna poda
haber encontrado el comps en un banco, o en la calle, extra-
viado por su duea; y si bien no debi guardarlo para si, la
falta no tiene la misma gravedad que si lo hubiera sacado de
la caja de aquella.
Pero lo verdaderamente gravc para la educacin del carc-
ter es el apoyo moral del padre que sostiene la falta y la
mentira de su hija con su propia mentira, en una mal enten-
:1
7G Misin de fa mujer como madre !' como educadora
....................... ,
JlisiI/ de fa mujer como madre !' como educadora 77
dida solidaridad del hogar. V esto es lo que quiero haceros ver.."
La nia se siente apoyada en su falta: no slo disculpada,
s que tambin defendida por la autoridad paterna. Cmo lue-
go ese mismo padre podr ensenar a su hija la inmoralidad
de la mentira y del engano? Cmo y por qu medios podr
inculcar la fuerza del carcter que nos hace reconocer las
propias faltas en una intencin de pensamiento?
Ese mismo disimulo enseado para sostener, en contra de
la maestra, lo que el padre crey, en su ignorancia, ser un
ataque a la honorabilidad del hogar - que no estuvo jams
en tela de juicio - ha de volverse forzosamente en contra
de ese mismo padre, cuando la hija, aprovechando demasiado
bien la enseanza del mal, haga uso de la mentira para ocul-
tar faltas rnas graves.
He aqu por qu os deca antes que el ser madre encierra
una gran responsabilidad.
La madre es para las criaturas la e.cpresin nuis completa
de la perfeccin humana.
Si en realidad las madres no gozau de ese ilimitado respe-
to de sus hijos, es porque ellas mismas, con sus propias ma-
nos y por ligereza o inconsciencia, destruyen criminalmente
la obra natural del cario filial.
Por que el hijo copia desde su primera infancia los gestos,
las palabras, las expresiones de su madre, y a medida que
pasa el tiempo esa imitacin inconsciente y puramente fsica
de sus primeros aos, Va convirtindose en una ms honda y
profunda imitacin moral, que es el primero y el ms eficaz
de los medios de educacin.
Es una observacin simple a fuerza de ser comn, la de las
criaturas que toman la misma Voz y emplean las mismas ex-
presiones que su madre para dirigirse l las dems personas,
y que tanta gracia nos causa en boquitas de tres y cuatro
aos. V el afn de la nia de ocho o diez que espera In sali-
da de su madre para vestir sus trajes y jugar a las visitas, es
tambin otra prueba que todas hemos hecho, acerca de esa mis-
ma imitacin. .
Pues bien: no olvidemos que as como el nio copia adema-
nes y expresiones del cuerpo, copia tambin, y casi servilmen-
te, en sus primeros afias las actitudes y los ejemplos morales.
Gabriel Tarde haba hecho de la imitacin el fundamento de
todo un sistema filosfico.
Sin desdear los otros innumerables factores que entran en
la.. formacin del carcter, es necesario dar a la imitacin,
fortalecida por ia sugestin, todo su enorme valor educacional.
V puesto que esa imitacin puramente pasiva constituye ca-
si por s sola todo el primer fundamento de la educacin, f-
cil es comprender cmo del modelo presentado ha de depen-
der forzosamente el valor de las imitaciones.
De ahi la necesidad continua de la vigilancia sobre s mis-
ma que debe observar la mujer que tiene la fortuna y la respon-
sabilidad de llamarse madre. Cada UIlO de sus actos, cada
una de sus palabras, cada uno de sus gestos son observados
y grabados indeleblemente en el alma de sus hijos.
.No habis observado ms de una Vez que un giro de [rase,
una expresin empleada en cualquier conversacin y que ha-
bis olvidado vosotras mismas, es repetido al cabo de tres,
cuatro, a Veces ms das, por una criatura cuya presencia no
habais advertido P Pues bien: escuchada por vuestro oyente,
esa frase fu a grabarse hondamente en su delicado cerebro,
y all, modificando por quin sabe qu obscuro proceso psico-
lgico su espritu infantil, ha reaparecido ya completamente
asimilada y formando parte de su sub-conciencia.
Pensad, pues, que cada una de las almas infantiles es una
delicadsima placa fotogrfica en la que Van a dibujarse las
impresiones que recibe del mundo exterior. Pero si las indife-
rentes pasan sin alterar a Veces la constitucin de su espritu,
aquellas que provienen de los seres .que 10 rodean y a quie-
!I('S mira como entidades superiores: el padre, la madre, los
maestros, Van a grabarse para siempre en su espritu, trans-
l'o:';nnJose luego en los actos de su vida ulterior.
Todos hemos sentido, cuando nios, esa veneracin especial
'lue :103 inspiraron nuestros padres, que nos haca considerar-
-c'
t r. .l!i.-ill/ de /(/ lTIuier como uuulrc !' COIIIO educadora .l/\illdc Ia muicr eO!IIo madre )' COIllO educadora 7D
y la madre, por estar ms cerca, ms en contacto, ms tier-
namente unida a sus hijos que el padre, gana en cario 10 que
pierde a menudo en autoridad. i Cuntas Veces he recibido de
las madres de mis al umnas, con esiones como sta: Sello-
rita, reprndala usted que tiene ms autoridad que yo, o sino;
A usted le hacen ms caso que a m; yo no puedo con ellas,
y otras mil frases semejantes que revelan bieu a las claras que
las madres no gozan del respeto de SlIS hijos.
Pero ese respeto ellas mismas lo han destruido. Ellas, que
no reprenden a sus hijos cuando lo merecen, porque temen
que el nio, colrico por su educacin, no pueda ser luego do-
minado, y se cansan de amenazar y de gritar, mientras los
pilluelos corren y se esconden, haciendo burla del enojo, para
evitar el castigo materno.
Es preciso que las madres se convenzan de que la autori-
dad no est reida con el cario y que una madre severa pe-
ro justa, que castiga sin violencia y sin clera, sabe querer
ms y mejor que la madre dbil que perdona porque s y cas-
tiga sin moderacin cuando la clera la ciega.
Ese capricho 'en el castigo, esa variabilidad en el humor,
esa falta de paciencia y de dulzura, esa ligereza 'lesa incons-
ciencia, son las culpables de que los hijos pierdan tan pronto
el respeto de sus padres, y lo que es peor an, conviertan
las criaturas, generalmente buenas, en los seres imperfectos
o criminales que somos todos los mortales,
i Cuntos crmenes, cuntos robos - y sin llegar a tales ex-
tremas -;- cuntas desgracias y cuntas injusticias han sido
fomentadas, iniciadas, podra decir cultivadas, en el hogar, por
esta misma inconsciencia de los padres!
Aquel que puso en manos de la criatura de ocho aos la
Vara con que castigaba a sus hermanitos menores por cualquier
falta, es el nico responsable del fratricidio que destruy el!
un instante la honra y la felicidad de la familia.
Aquel otro que re de la crueldad de su hijo, empeado en
hacer sufrir a un perro para distraerse, es el culpable de to-
das sus crueldades y de todos sus crmenes futuros.
.lfi."i,/ 'ie fa 11I11;1'1' como lilac/re l' como rdncadora
los como .!!;(g;all/cs buenos, al decir de Anutole Frunce, colo-
cados en nuestro hogar para velar por nuestro bienestar y por ."
nuestra felicidad; todos los hemos considerado, a poco que
nuestros padres se hayan preocupado del alto ejemplo que
daban, como seres di ferentes de las dems personas, de otra
esencia, superior, distinta; y i cmo nos hemos sentido doloro-
samente heridos por cualquiera de esas palabras que los ni_o
110s se dirigen unos a otros para mortificarse, cuando eltas
iban dirigidas contra nuestros propios padres!
Nunca ol vldar, porque esto ha constituido para mi el dolor
ms grande de mi vida, el da eu que, ya seorita, constate
que mi padre era una persona como las dems y que como
las dems poda equivocarse.
Sentir que mi padre, a quien consideraba con una Venera-
cin rayana en idolatra, pudiera haber cometido una equivo-
cacin, constituy para m un sufrimiento tal, que slo puedo
compararlo al que deben experimentar aquellos fervientes re-
ligiosos que sienten un da el vaco y la inanidad de sus dioses.
La vida, luego, ha vuelto a su lngar las cosas, y al bajar a
mi padre de aquel pedestal que por demasiado alto no era
humano, lo ha colocado ms cerca de m, y por eso mismo
ms al alcance de mi ternura humana.
y bien: estos sentimientos que han sido nuestros propios
sentimientos infantiles, sern tambin los que experimenten
las criaturas con respecto a nosotros. A nosotros tocar ser
ese dolo colocado fuera de la realidad, rodeado de esa mis-
ma aureola de perfeccin, hecho Dios por el cario y el res-
peto de sus hijos, A nosotros, pues, nos toca merecerlo, tra-
bajar sobre nosotros mismos para que nuestros hijos \10 vean,
sino hechos ya hombres, que bajo aquel manto de veneracin
y misticismo lata un corazn .unnauo, que para permanecer
hasta tan tarde merecedor de ese religioso respeto ele sus fie-
les, debi mil Veces torcerse, dobleqarse, levantarse sobre si
mismo, ahogar sus propios deseos y sus propias satisfacciones
para levantarse inclume e intacto por sobre todas las luchas
y por sobre todas las vulgaridades.
.1IisiTl de la mujer COIIIO madre !' como educadora SI
13
lit_AL
Jlisil/ de fa mujer corno madre !' como educadora
y aquella madre que para tener quietos a sus cuatro Varo-
nes insoportables, que no la dejan dedicarse con tranquilidad ..,
a la costura o a los quehaceres domsticos, pone en sus ma-
nos el primer juego de barajas, es quien debe ser castigada
nicamente por el delito de defraudacin que el juego impele
siempre a cometer.
Slo a t, madre inconsciente. que lloras hoy con lgrimas
de sangre el Vicio de ebriedad de tu hijo, y todas sus terri-
bles consecuencias, debes culpar, cuando, criminal sin saber-
lo, pusiste en sus manos, por gracia que fuera aplaudida por
todos los presentes, la primera copa de vino y obligaste a be-
ber a la inocencia de sus tres aos, la primera gota del ve-
neno que hoy lo arrastra al abismo de la demencia!
y todos los Vicios, todos los errores, todas las vanidades,
tienen as en el hogar su primer germen y su ulterior cultivo;
y slo, cuando es tarde ya para arrancarlos del alma de sus hi-
jos, lloran las madres su ignorancia culpable.
Dadme la educacin y yo transformar la faz de Europa",
ha dicho sabiamente Leibnitz.
Seamos nosotras ms modestas. Empecemos por reconocer
su enorme influencia; demos al ejemplo vivo de los padres la
importancia enorme que le corresponde; y busquemos luego en
la sugestin constante, en el cario sereno, en la severidad tran-
quila, el complemento necesario a' la educacin de nuestros
hijos.
Pero hay algo ms an. Hay en la parte de la madre algo
ms ntimo que en la parte del padre. Es preciso, deca, que la
madre sea el ejemplo constante, el modelo viviente sobre el
cual ha de formarse el alma de sus hijos. Pero esto corres-
ponde al padre tanto como a la madre y a los maestros.
La madre debe ser ms an. Sin dejar de ser para sus hijos
esa viva perfeccin humana, debe ser tambin la amiga, cuan-
do ms adelante los hijos, ya hechos hombres, busquen en su
regazo el consuelo en los primeros dolores y el consejo en las
primeras luchas.
Esa severidad necesaria de que os hablaba, debe ser tempa-
,Jfisin de fa mujer COII/O madre !' COII/O educadora
da ele indulgencia, mitigada de cario, envuelta en una atms-
fera tul de dulzura que el nio se convenza, a pesar de su pro-
pio sufrimiento en el castigo, de que es slo un intenso amor
el que gua las decisiones maternas y ese convencimiento es
el que har crecer maravillosamente el amor filial, como una
planta de invernculo que florece en belleza y en amor.
Slo as buscar el hijo el regazo materno para confesar sus
faltas y encontrar en l el consejo que alienta y fortalece.
Slo as, en ese grave amor, podr encontrar la sugestin del
ejemplo y la dulzura del cario.
Al lado de cada grande hombre, se ha dicho, encontraris
una grnn mujer: la madre.
Y. yo agregara: junto a cada criminal encontraris una mu-
[er culpable: la madre.
y aunque ello parezca exagerado por cuanto poco pueden con-
tra las taras hereditarias, el ejemplo y la abnegacin mater-
nas, puede mucho, muchsimo, para evitar desdichas e injusti-
cias. la honda, la constante preocupacin de la madre por la
educacin de sus craturas.
Pero es preciso empezar por educarse uno mismo antes de
educar a los dems, Los mejores maestros del perfeccionamien-
to - deca Vctor Hugo en El Arte de ser abuelo", - son las
mismas criaturas a quienes tenemos que ensear.
Esos ojos clavados en nosotras para encontrar en nosotras
su modelo; que nos siguen por doquiera, que observan nues-
tros menores aetas, que copian nuestros ms insignificantes de-
fectos, son los mismos ojos del mito de Argos, transformados,
por su propia inocencia, en jueces implacables que no nos per-
donan, .iue no nos excusan, dorque nos creen perfectos..
~ :n::1Y01' condena y qu mayor castigo para una madre
que ver reproducirse en su hijo, con todos sus ms insignifican-
tes detdlles, el ataque de violencia y de clera que no supo
dominar hace un momento, y que estall en gritos, en injurias,
tal vez en llantos luego!...
'Incita la calma al espritu materno, qu terriblemente pu-
---------.."
Discurso pronunciado con motivo de la Fiesta del
Arbol, en la Escuela de Segundo Grado Nm. 14.
AAis queridos nios: Hnos aqu congregados como todos los
f . \ aos, en nuestro habitual recinto escolar, para conmemo-
rar con una fiesta sencilla, casi familiar, el Da del Arbol .
. Vosotros todos sabis qu significa el <Da del rbol. Antes de
comenzar la Primavera, en este variable y crudo mes de Agosto,
cuando la savia de los troncos no ha comenzado an su sordo tra-
bajo que se manifiesta al exterior en brotas que rompen su COI'
teza, la mano del hombre, con gesto carioso, coloca en la tie-
rra un nuevo vstago que ha de transformarse con los aos en
el frondoso protector contra los rayos ardientes del verano. Vos-
otros todos habis visto cmo se cubrieron de verdes hojas
y cmo se extendieron poco a poco al rededor del tronco las
tiernas ramas de los arbolitos que el ao pasado colocamos en
tierra, conmemorando tambin el Da del rbol: hojas mar-
chitas y cadas luego en el invierno para dar lugar a las nue
Vas frondas que los cubrirn con su verde manto en esta pr-
mavera, El crecimiento es lento, muy lento; muchos de vosotros
abandonaris la escuela, antes de verlos transformados en los
amigos grandes y floridos que sern con el tiempo; pero, no
experimentis desde ahora al verlos vestidos con su tnica
riente de verdura, la satisfaccin honda de haber sido vosotros
quienes les habis dado vida? Vosotros, los que con lo pala
85
El Dia del Arbol
El Dla del Arbol
11isil/ de la mujer como madre l' como educadora
do juzgarse ella misma al Ver los estragos que en el espritu
de sus criaturas dej el ejemplo presenciado por ellas!
Pienso, a veces, que la naturaleza humana no debe ser tan
cruel como la creemos cuando, a pesar de toda la educacin
del mal que reciben los nios en algunos hogares y fuera de
ellos, encontramos junto a corazones corrompidos, almas de
una bondad exquisita.
y pienso cmo sera posible, a pesar de todas las creencias
opuestas que se dividen el amplio y Vasto campo del espritu
humano; a pesar de todas las religiones, de todas las sectas,
de todos los partidos polticos que dividen y destrozan la hu-
manidad en dolores sin cuento y en guerras sin cuartel, cmo
sera posible llegar a un estado de felicidad casi completa si
la educacin de los nios, comprendida al fin en su verdade-
ra trascendencia por madres y maestros, cultivara en los nios
esas flores delicadas del sentimiento, en Vez de atrofiarlas
sin piedad por la impaciencia y la ignorancia de unos y otros!
y an cuando esta educacin no pueda ser todava puesta
en prctica en todo su valor por las jvenes a quienes an no
se ha preparado para ser madres, el convencerlas desde ya de
su enorme trascendencia, es preparar, para el futuro, mejores
madres y, por lo tanto, una humanidad mejor y ms feliz.
Eduqumonos constantemente nosotras mismas, velemos sin
descanso sobre nuestro propio carcter, seamos inflexibles con
nosotras mismas y conseguiremos realizar as el alto y bello
ideal que encarna el santo nombre de madre.
en la IIH1IIO habis arrojado la primera tierra que los sostuvo
y que los alimenta hoy con la riqueza misteriosa de sus jugos?
No sents acaso, el mismo orgullo que debe experimentar quien
contribuye con su esfuerzo a la realizacin de una belleza y
de una bondad ms?
Ah tenis pues, realizada en parte vuestra obra del ao pa-
sado; realizada en verdura, en alegra yen belleza. Y hoy nos
toca emprender la nueva obra de los aos venideros. Muy mo-
destos son esta Vez los ejemplares de nuestra flora qne se nos
enva. Algunos dbiles, casi marchitos ya. No importa: cuanto
mayor es la dificultad, ms grande ser la sastifaccin de Ver-
las florecientes. Estas plantas que hoy entrego a Vuestro amor
y a vuestro cuidado sern como hijos dbiles y enfermizos que
reclamen ms amor y ms cuidado de parte de sus madres
adoptivas. A vosotras, pues, hago responsables de su salud y
de su vida. Acostumbraos as, a que toda planta es una criatura,
ms desgraciada que las otras, puesto que carece de movimiento
y de palabra y que todo lo espera por esta causa de la mano
benvola de los hombres que la han separado de su nica fa-
milia: la selva primitiva; de su nico hogar, la tierra amplia
y fecunda que las nutre con su sangre y las entrega a la ca-
ricia fecundante y tibia del sol. Y por qu es dbil y por qu
es generosa y por qu es amiga nuestra, la planta debe sernas
sagrada.
La fiesta de hoyes un smbolo y un hermosisimo smbolo.
Es el amor ms consciente, ms clarividente que aquel ciego
amor a lo creado que no introduca en su culto al Dios Pan
ningn elemento de actividad, porque no contribua con sus
cuidados y con su iniciativa a extender y ayudar la obra de
lanaturaleza. Hermoso smbolo que vuelve a estrechar los la-
zos un poco relajados con nuestra madre comn, de la que
nunca debiramos separarnos construyendo con muros desnu-
dos y ciudades ridas el baluarte que nos aisla de todas las be-
llezas ':J de todas las fuentes de la vida! Porque slo frente a
la Naturaleza, slo en contacto con su impasible y trgica be-
lleza el alma se reeoje dentro de s misma; slo alli COI-
prende la verdadera cifra de su valor: grauo perdido en el in-
sondable misterio de un destino desconocido: tomo infinitesi-
mal frente al eterno e implacable rodar del Cosmos.
No importa que ahora, nios mos, no comprendis todo lo
que encierran mis palabras; recordad simplemente que un sen-
tido ms hondo y ms profundo que el que alcanzan vuestras
mentes juveniles, se encierra en nuestra sencilla ceremonia: re-
tened solamente de mis palabras el horizonte nuevo que tal ve.z
os abren y que penetraris en el futuro al buscar en la calma in-
finita de los campos, la paz divina que es fuente eterna de con-
suelo. Y recordad sobre todo, que es preciso amar a todo lo
creado, hierba humilde y rbol gigantesco; plantas tiles, y des-
deables ortigas; porque todo tiene derecho a la vida, todo tiene
su objeto sobre la tierra y slo el derecho a una vida ms am-
plia puede obligarnos a destruir vidas dainas. No slo su utili-
dad prctica, no slo los beneficios que nos reportan es lo que
debe hecernos amar a las plantas. Es tambin por la belleza
que nos proporcionan, por la dulzura que Vierte en nuestra
alma la caricia de su verde y la juguetona luz que tamizan entre
sus hojas; por el canto de los pjaros que cobijan, por el rumor
de alas que atraen, por el perfume de sus flores y por esa mis-
teriosa calma, que vierten en el corazn fatigado del bullicio de
las ciudades ebrlcientes. Pensad en lo triste, en lo rido de una
naturaleza donde faltara la alegra tranquila de los rboles, la
frescura acariciadora de la hierba, la belleza frgil y perfumada
de las flores; pensad que sin esa fuente renovada de juventud
que es la primavera con su constante renacer de perfumes,
de colores, de trinos y de bullicio, el alma nuestra sera tam-
bin rida y fria, seca, indiferente y desgraciada.
Recordad entonces que la gota de agua que una mano com-
pasiva arroja sobre la tierra seca, exhausta ya de jugos para
.ilirnentar la planta, es algo ms que la limosna compasiva de
un corazn generoso; algo ms que el gesto de piedad hacia
la criatura abandonada y prisionera en la misma tierra que le
da \'i,h; es un gesto augusto como el del sembrador porque
VHel'.', a la existencia una de las notas de l ~ ~ r con que la
SG El Da del Arbol
."
El Da del Arbol 87
La justicia humana y la justicia natural
1a justicia de los hombres es semejante en mucho a la jus-
L ticia de la naturaleza. Durante muchos siglos la humani-
dad pretendi encontrar en la ceguedad de las leyes ineludi-
bles una justicia consciente de su papel, una justicia divina,
que midiendo los actos humanos por las intenciones que los
rigen castigaba y premiaba los hechos con una regla sobre
humana. Y cuando la contradiccin resultaba demasiado vio-
lenta, colocaba sobre la imperfecta y muy dudosa justicia na-
tural cuyas manifestaciones dejan tanto que desear, una san-
cin de ultratumba para dar razn a esa necesidad humana que
se traduce siempre por la creencia de que el vicio debe ser
castigado y la virtud premiada.
El genio de Maeterlinck nos muestra hoy, con evidente cla-
ridad, la especie de fatalismo con que se cumplen las leyes
inmutables de la naturaleza y da a la pretendida justicia na-
tural el valor de una fuerza ciega e insconciente que de igual
manera sanciona con la muerte al que se arroja a las llamas
para salvar a su semejante como a aquel que en ellas se Ve
arrastrado por intenciones criminales.
La necesidad, innata en el hombre, de justicia le hace volver
los ojos a la sociedad, en espera de esa justicia que no encuen-
tra en la naturaleza. Ha renunciado a hacer hablar a los cielos
que permanecen mudos a pesar de la interrogacin de tantos
seres, y coloca su anhelo insaciable en la justicia humana, per-
dida la esperanza de encontrarlo satisfecho en la divina. Por
eso se esfuerza con tanto tesn en inculcar a las generaciones
El Da del Arbot
Naturaleza entona el himno de la Vida; es un gesto augusto
porque contribuye a hacer mayor la belleza de la tierra al au-
mentar la sinfona eternamente nueva yetmamente la misma
de verdura y de alegra; augusto porque de una vida que co-
mienza, no es posible calcular la belleza 'de que ser fuente
inagotable y generosa. 'No desprecies 'entonces la humilde plan- '
ta que con esfuerzo desesperado busca el rayo de sol que de-
ba darle lozana; ayudadla a renacer, buscadle sitio, dadle re-
go fecundante; y cuando Vuestras manos hayan hecho florecer
con sus cuidados la humilde planta transformada en rbol, ha
de surgir la belleza soberana que es el triunfo del amor a la
Naturaleza, inocencia, primavera y armona.
La jlls/icitl /Illma/la l' la jlls/ieia /la/lira!
...
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que le siguen el respeto a la virtud y al trabajo, y el desdn .'1
a la vanidad y al inters. Pero a pesar de tantos esfuerzos,
de tan tas predicaciones, el mundo sigue siendo tan malo como
antes.
Algo pues, debe destruir la paciente obra de teora que se
estrella, en la realidad de los hechos, contra tina fuerza que no
queremos ver. Apenas si un poco ms de simpata, un poco
ms de tolerancia conserva en la sociedad ejemplares humanos,
cuyo dudoso valor no se discute.
Hay mucho de hipocresa en nuestras prdicas, que desmen-
timos en la existencia de todos los das con nuestra conducta.
Por qu cerramos los ojos voluntariamente a los hechos, y
pretendemos encontrar en los actos humanos esa justicia que
la Naturaleza nos niega? La humanidad es tan ciega, tan injusta,
tan cruel como ella. Y ya que nos hemos convencido al fin de
la amoralidad, de la Naturaleza, y nos hemos resignado a
verla tal como es, por qu no hemos de hacer lo mismo con
la humanidad y aceptar su modo de ser imperfecto e implaca-
ble, pero verdadero?
Pretendemos reformar la sociedad. Perfectamente. Pero has-
ta ahora no Vemos que haya mejorado sensiblemente desde su
infancia. En Vano nos rodeamos de mil comodidades ms; en
vano el progreso pretende conquistar los apartados rincones
del universo. Paralelamente a l, y con l, como precio de su
victoria, penetra el sufrimiento en todas partes.
Todos nos quejamos unos de otros. La desilusin destruye
infaliblemente tarde o temprano los ms sinceros arranques, los
ms fervientes impulsos; y en el dolor de la herida recin a-
bierta, convencidos, como Guyau, del vaco implacable de los
cielos a quienes no podemos culpar de nuestra desventura, a-
rrojamos nuestra indignacin sobre la sociedad humana que
pretendemos formada de mnstruos sin piedad Pero la socie-
dad est formada de seres iguales a nosotros, que se repiten
en una similitud de estados emocionales que es como para des-
esperar de la fecundidad de moldes de la Naturaleza. En todos
se sucede en una cadena invariable el entusiasmo <,eneroso, la
abnegacin, el ideal, el desengao, la amargura, el pesimismo,
hasta llegar al fin a esa admirable serenidad de la vejez que
tanto se parece a la absoluta indiferencia. Desde que la raza
humana llena la tierra con los gritos de sus dolores y de sus
desventuras, esa ha sido siempre la sucesin de sus estados de
alma. Fatal, indefectible, aunque lentamente, pasamos de un es-
labn a otro, desde la cuna hasta la muerte. Siempre se han
visto y se vern por muchos siglos todava los grandes ideales
vencidos por la pequeez de las ambiciones y de las vanidades.
y eternamente la queja dolorida de los que Ven morir en ellos
el sueo cultivado desde la infancia, acusa a la sociedad hu-
mana de verdugo, y se coloca en el lugar de la vctima.
Al escuchar los lamentos de los hombres, podramos pregun-
tarnos en donde estn los verdugos de tantos inocentes: 'j si
en Vez de acusar a los dems de nuestras miserias, no sera
mejor pensar que cada uno de nosotros reune al mismo tiempo
algo de verdugo y algo de vctima. Exijimos a la humanidad
lo que hemos exijido durante tantos siglos a la Naturaleza: una
justicia que es incapaz de proporcionarnos. Todas nuestras des-
venturas, todos nuestros dolores, nacen de la oposicin entre
la educacin que recibimos y que nos ensea la falsedad de
siempre - el castigo del vicio y la recompensa de la Virtud - y
la modalidad propia de la sociedad humana, amoral, cruel, in-
diferente como la Naturaleza de la que es reflejo. Y de esa o-
posicin violenta que se manifiesta al primer contacto con la
realidad nace el desengao, Violento y doloroso como esa mis-
ma oposicin. La conviccin reforzada por tantos a110S de edu-
cacin irreal, falsa, en contradiccin con la vida, coloca al hom-
bre en condiciones exepciouales de debilidad: cuanto ms alto
es t ei ideal ms doloroso es el choque con la realidad. Buscar
en la sociedad humana la justicia que no hemos encontrado en
la Naturaleza, es exponernos a los mismos errores, a los mis-
mos extravos que sufri la humanidad en el pasado. El da que
nos hayamos penetrado de su indiferencia 110 esperaremos de
ella lo ue no nos puede dar, como no esperamos ha)' del im-
placable; cumplimiento de las leyes naturales, una justicia que no
90 La justicia humana l' la justicia naturat
...............
La [usttcia humana l' la justicia natural 91
existe. Sin llegar al extremo de negar al espritu humano la ca-
pacidad de justicia como superior a l, 110 esposible adjudica?'
a la sociedad, sensiblemente inferior al individuo, una nocin
que se ha discutido en l mismo.
La sociedad humana est sometida a leyes tan ciegas y tan
ineludibles como las de la naturaleza, y como ellas extraas
por completo a la justicia. Es necesario, pues, prescindir de
esa justicia social, como hemos prescindido de la natural, y
buscar en el fondo de nosotros mismos la indulgencia y el amor
que suplan a la deficiencia de aquella. No enseemos que el
"Vicio debe ser castigado, puesto que la sociedad no lo castiga,
ni pongamos en el alma de los que nos siguen la esperanza de
una recompensa para la Virtud que la sociedad no recompensa.
Otras son sus leyes. Pacientemente tratemos de investigarlas,
vara adaptar a ellas la educacin de los que "Vendrn sin arro-
jarlos deliberadamente al conflicto entre sus convicciones y
la realidad que las destruye. Cuando no contemos ya con el
apoyo que la sociedad siempre nos rehusa, nuestros ensue-
os, nuestros ideales, sern ms firmes, porque estarn susten-
tados por nuestro solo corazn, y l les dar toda su fuerza al
saberse nico cimiento de esa sublime obra. Pero mientras edi-
fiquemos sobre la inconsistencia de una base imaginaria, no es-
peremos en la solidez de las aspiraciones, por que el desen-
gao destruir forzosamente el paciente trabajo de la educacin.
Independencia econmica de la mujer
93 Independencia econmica de la mujer
Trabajo presentado al Primer Congreso A-
mericano del Nio celebrado en Buenos'
Aires en Julio de 1916.
E
l trabajo que tengo el honor de presentar al H. Congreso
no tiene la pretensin de someter a su estudio un tema
nuevo: toca por casi todos sus puntos a la vieja cuestin del
feminismo, tan diversamente tratado, y an deformado, desde
Mme. de Lambert hasta nuestros das.
Quiero slo someter a su elevado criterio una sola de las
mltiples facetas de este vital problema, hoy ms que nunca
de actualidad a causa de los importantes elementos trados a
su solucin por el estado social que crea la actual guerra eu-
ropea. Tratar solamente la parte econmica. Y pienso que
sea ella la primordial.
De todas las pretendidas reivindicaciones de la mujer, una
se impone con caracteres de justicia tan claros, tan terminan-
tes que no ha podido ser combatida con argumentos decisivos:
es el derecho al trabajo.
El mismo Mr. Turgeon, uno de los ms violentos antifemi-
nistas franceses, que ha estampado en su libro Le Ferninis-
me francais (1902) atrocidades dignas de la defensa de la
NECESIDAD DE DAR A TODAS LAS JVENES
UN INSTRUMENTO DE TRABAJO
La justicia humaua !' la justicia natural 92
bien, no. Camille Bos habla con toda seriedad en su trabajo,
en el que se empea en convertirnos a su modo de ver, y de
cuya lectura salimos ms firmemente convencidos de nuestros
propios ideales. Es esto, en el fondo, lo que deseaba Carni-
lle Bos? Y al disfrazarse de antifeminista, lo hace a fin de
convencer de un modo ms sutil, de penetrar hasta los resqui-
cios ms hondos de la opinin contraria, halagando sus ten-
dencias para herirla ms en lo vivo? ..
Estaramos tentados de creerlo, si no nos demostraran lo
contrario las mil observaciones que encierra toda la parte que
l titula el feminismo ante la ciencia .
Ahora bien, ninguno ha dicho que si la educacin de la mu-
jer, sus mejoradas condiciones de conciencia y de moralidad;
si una mayor clarividencia despertada en ella por una ms al-
ta consideracin de sus derechos y de sus deberes, pueden
hacer peligrar los fundamentos mismos del matrimonio, corres-
ponde reformar esos mismos fundamentos, elevar paralela-
mente al hombre sobre si mismo, educarlo en su propio res-
peto y en el de su compaera, en Vez de hundir a sta en
las tinieblas degradantes de 1& ignorancia y de la inconscien-
cia.
El movimiento femenino crea, indudablemente, un malestar
social, un desequilibrio pasajero, como lo crearon todos los
movimientos colectivos, que al mejorar una clase de la socie-
dad, hacen repercutir en las otras la vibracin de las molcu-
las sociales.
En la solidaridad ele los individuos reposa el equilibrio so-
cial; y este equilibrio, incesantemente movedizo, por cuanto
es la resultante de millones de equilibrios inestables, slo pue-
de ser restablecido por un movimiento correlativo de las de-
ms molculas. En la sociedad como en los cuerpos, el mo-
vimieuto .ll1e no se trasmite a todas las partculas, determina
la ruptura del conjunto. No est, pues, la solucin del proble-
ma en la inmovilizacin de las molculas sociales que deter-
minan d .uovimiento llamado feminismo, sino en la transmi-
sin d" ese movimiento en ondas armoniosas, a todos los iudi-
Independencia cconmica de la mujer
esclavitud" que ha quedado como una mancha para la gloria
del filsofo griego, no puede menos de llegar a la siguiente"
conclusin: La mujer debe ver legalmente todo lo que pue-
de ser naturalmente, frmula que, sin embargo, se empea
malamente en torcer a fin de demostrar que la mujer no ha
dado (no Itabia dado, debera decir) hasta ahora pruebas sa-
tisfactorias de lo que puede ser naturalmente.
No 'loy tampoco a combatir las razones de Faguet, que sin
declararse abiertamente antifeminista, llEga a una conclusin
semejante a la anterior, a saber: que la mujer es en teora
igual al hombre, pero que debe combatirse en la prctica el
desempeo de las mismas profesiones que l.:
En cuanto a Camille Bos, en un estudio bastante sincero so-
bre El Feminismo ante la Moral, despus de reconocer leal-
mente la razn y la legitimidad de los que buscan la igualdad
(he aqu el trmino culpable de todas las derrotas del femi-
nismo) de los sexos, despus de hacer el proceso desinteresa-
do del matrimonio, de las condiciones a que a l llega el hom-
bre, y de reconocer, con una sinceridad muy digna de ala-
banza en un antifeminista declarado, como justa la repug-
nancia que experimenta la mujer consciente de estas condi-
ciones emplea razones como las que transcribo en defensa
de esta misma institucin:
Avec l' indpendence s' est dvelopp chez la femme le
sens critique, et elle risque de juger un iour son mari me-
diocre. 01' le feminisme travaille a faire des Nora et des
Magda pour notre plus grand intret drama tique, mais pour
le moindre avantage de nos mnages >l.
y ms lejos:
Mais encare et surtout le Iminisme a donn aux jeunes
filles une instruction scientifique et la facult de rflchir
sur les faits acquis. De la sorte la lamiere a pntr dans
le cachet o [usqu' ici elles eiaient enfermes, et o 1'011
11'introduisait qu' un eclairage svstcmatiquement deforma-
teur.
Transcripta as la cita, parece una irona de feminista. Pues
Independencia cconmica de la mujer 05
7
ms bien una consecuencia que una causa, no puede darles ya
ese seguro contra la miseria que las mujeres buscan en l, y
las entregan, por lo tanto, inermes y vencidas de antemano, en
la dolorosa alternativa de la miseria, con todas sus funestas
sugestiones, o del suicidio. Y no se crea que es esto una sim-
ple exageracin literaria.
El nmero de suicidios de mujeres registrados en los pases
beligerantes, y en especial, en Berln, y que han tenido por t-
nico motivo la miseria angustiosa y sin salida -suicidios ocul-
tados hasta donde se ha podido por los gobiernos respectivos
- ha sido tan elevado, que constituye una prueba irrefutable de
ese aserto.
En efecto, las circunstancias extraordinarias creadas por el
estado de guerra en los pases europeos, han planteado el pro-
blema en su forma ms Violenta: la mayora de las mujeres no
haba sido educada para hacer frente, de pronto, a las nece-
sidades de la propia subsistencia, y an a la de toda una fa-
milla. Colocadas de pronto en esa angustiosa situacin, sin un
carcter moldeado para las energas de la lucha, sin ninguna
aptitud desarrollada y fortificada por la educacin, sufrieron
violentamente el desequilibrio de la guerra, y buscaron en la
muerte la solucin desesperada de su triste situacin. Pues
bien, este estado de cosas, atenuado naturalmente con la termi-
nacin de aquella, se mantendr an en pie debido al enor-
me nmero de desaparecidos y de invlidos, que dejan en la
miseria 1II1 enorme nmero de hogares.
En cuanto a la mujer americana, que sufre en menor esca-
la, un mal anlogo, debe tambin mirar el peligro frente a frente.
El nmero de mujeres clibes, aumenta considerablemente
afio tras ao. Es, pues, una necesidad social, y un deber de
humanidad, remediar en lo posible esta situacin, y buscar para
las jvenes generaciones que inician su lucha en la vida, un
medio de defensa contra la miseria y la degradacin.
y el remedio es uno solo, dgase lo que se diga, y pese a
quien pese.
Es preciso ensear a la mujer que debe bastarse a s misma
Indcncn dcncia econmica de la mujer
viduos de la sociedad humana. determinando as un equilibrio
nuevo y superior al primitivo. Y as como en los cuerpos esa"
transmisin de vibraciones de molcula a molcula da naci-
miento a un sonido musical, la vibracin armnica de todos
los individuos de la sociedad, da oriqen a una onda armnica
de progreso y a una posibilidad ms' de dicha y de bienes-
tar. .
Sea cual fuere el porvenir que espera a la sociedad tan vio-
lentamente moldeado a sangre y fuego por la actual tragedia
inesperada que lo precipita o lo deforma. el problema se pre-
senta hoy con caracteres ms angustiosos que nunca.
Esa l!1isma solidaridad de que hablaba ms arriba. nos obli-
ga a prepararnos a resolverlo con armas nuevas, en Vez de
presenciar pasivamente un momento de la historia del mundo,
que dar lugar, forzosamente, a un nuevo y ms brillante Re-
nacimiento.
Pues bien. la crisis del matrimonio, que es el argumento ca-
pital de los autiferninistas, y la manifestacin ms clara de e-
se desequilibrio pasajero de que hablaba hace un momento, co-
loca a millares de mujeres en una situacin angustiosa. Las ms
vivamente sacrificadas, son aquellas que no saben comprender-
lo as; las que oponen la resistencia pasiva de un encastilla-
miento secular en tendencias fosilizadas, y son luego las vc-
timas propiciatorias de esa misma.sociedad a la que han sacri-
ficado sus ms legtimas aspiraciones. La educacin les ha en-
seado a esperar el matrimonio como la fuente segura y ni-
ca de subsistencia material, y pasan la vida en la inactividad de
la espera con las brazos caidos, mientras la marea desbordan-
te de la actividad humana y la indiferencia culpable de los que
las han engaado, pasa sobre ellas y las sumerge en el desen-
gao atroz de la miseria o la degradacin.
La crisis del matrimonio, profundamente exacerbada por la
guerra actual, que repercute en Amrica no slo econmica-
mente sino tambin con la material desaparicin de hombres
jvenes y fuertes; y cuyas causas son mucho ms complejas
y numerosas que el pretendido movimiento feminista que es
Independencia econmica de la mujer 97
para lo cual ha de adquirir en la edad adolescente, un instru-
mento de trabajo. .#
Del mismo modo que el joven que ha cursado sus primeros
estudios y an la enseanza secundaria, debe elegir la ocupa-
cin de su vida, sea cual fuere la situacin de su fortuna per-
sonal, por cuanto recae un desprestigio social sobre aquel que
no aporta su contingente de actividad a la civilizacin humana,
as tambin cuando la nia llega a la edad en que abandona
la escuela y se hace adolescente, debe ser encaminada-sea
cual fuere el estado de su fortuna-a buscar una ocupacin que
sea, esa s, el seguro contra la miseria, mucho ms necesario
an en la mujer que en el hombre, por cuanto, ms dbil que
l, se encuentra expuesta a los peligros y acechanzas sociales.
Toda mujer est, pues, en el deber de elegir una profesin
y de perfeccionarse en ella hasta hacerse econmicamente in-
dependiente.
Se oponen dos graves argumentos en contra de la proposi-
cin que someto al estudio del ]-J. Congreso.
Voy a estudiarlos sucesivamente:
Es el primero y menos firme de los dos, la sonada bancarro-
ta de la familia, que levantan los enemigos de la tesis que sos-
tengo, como un fantasma terrible, destinado a alejar del tra-
bajo a las jvenes incautas, y que no es sino el disfraz bajo
el cual se oculta la verdadera razn de la guerra apasionada
contra el trabajo de la mujer. Y dejo de lado el cientifismo de
los antiferninistas, y la ineptitud orgnica de la mujer para el
desempeo de las tareas hasta hoy reservadas nicamente a
los hombres.
Por otra parte, hay mayor diferencia entre el peso del ce-
rebro de un Goethe, de un Spencer o de un .joffre, y el de un
carbonero o un vendedor de cintas, que entre el de estos in-
dividuos y el de una mujer medianamente instruida. En otros
trminos: puede haber mayor diferencia-y la hay-entre el pe-
so del cerebro de dos hombres, que entre el de uno solo de
ellos y una mujer. No necesito para esto comparar, como se
hace generalmente, yendo a los extremos, el cerebro de una
Mme, Curie, una Dra. Dieulnfoi o una Dra. Fabre, con el del
cargador de la esquina. La diferencia existe ya, y muy sensi-
ble, dentro de la mediana que no pasa el nivel de la inteligen-
cia comn.
Pero todos estos mismos contraargumentos buscados a su Vez
en la biologa, o en la morfologa, o en la fisiologa, pierden
su soberana autoridad, ante la prueba material, palpable, irre-
futable y silenciosa, que la mujer francesa y la inglesa estn
dando al universo, al permitir con su esfuerzo y su inteligencia,
con su energa y su aptitud maravillosa para desempear toda
clase de trabajos que fueron hasta ahora patrimonio exclusivo
de los hombres, al permitir-e-deca-e-que la clivizacion euro-
pea quede en pie; salvado as, por sus dbiles manos, el teso-
ro inapreciable de las conquistas seculares del progreso.
En cuanto a la bancarrota de la familia, se basa en los ar-
gumentos siguientes:
1.0 La mujer, econmicamente independiente y medianamente
instruida, ve el matrimonio con sus colores propios, sin el ro-
manticismo y la idealidad que disfraza sus realidades. Ve, por
otra parte, las imperfecciones de su futuro esposo, y no se
encuentra ya seducida por la situacrn de dependencia e in-
ferioridad que era aceptada, cuando consideraba al hombre
como un sr de esencia superior. De ah que se haga difcil
en la eleccin; y que prefiera el celibato a un matrimonio
mediocre. De este modo es la mujer misma que renuncia de
hecho al matrimonio.
2.0 Las tareas propias de una profesin determinada son in-
compatibles - siempre al decir de los enemigos de mi tesis-
con las tareas del hogar, por cuanto, adems de quitarles el
tiempo material de dedicarse a ellas, atrofian en la mujer la
natural disposicin y gusto para desempearlas.
S.O Los trabajos intelectuales suprimen o modifican por lo
menos las condiciones' necesarias a la maternidad.
El primero de los argumentos citados, y el ms Verdadero
de los tres, tiene' un remedio tan sencillo como necesario; y
es el que indicaba hace un momento cuando me refera a la
98 Independencia economica de la muja
Independencia econmica de la mujer 99
transmisin de las vibraciones en las molculas sociales. El
alejamiento del matrimonio por parte de la mayora de la!\'
mujeres independientes no depende tanto de las condiciones
actuales del matrimonio como de las condiciones personales
del hombre. Es indudable que la mujer se ha perfeccionado
moral e intelectualmente, durante la ltima mitad del siglo pasa-
do y lo que Va de ste, de un modo ms rpido y ms gene-
ral que el hombre. Si era muy fcil a ste ser superior a la
mujer y lo es an con respecto a una enorme cantidad de mu-
jeres que han permanecido en la infancia intelectual y moral,
no sucede ya lo mismo con esa elite que constituye las avanza-
das del progreso femenino.
El remedio, pues, es sencillo de aplicar. La educacin moral
del 11tl111 bre, reclama tantas atenciones como la de la mujer.
Si la superioridad masculina peligra en los momentos actuales,
al hombre mismo toca recobrarla elevndose l moral e intelec-
tualmente sobre su compaera, Por otra parte, no hay ley
posible que re:;jlamente dentro ele una asociacin qu carc-
ter ha de ser el que predomine. Como muy bien deca Emile
Paguet: a pesar de la obediencia legal de la esposa dentro del
matrimonio, es la personalidad ms fuerte la que absorbe a la
otra, y nadie puede determinar por medio de una ley si ser la
del hombre o la de la mujer. Sin la autorizacin de aquella,
muchos eran y son los matrimonios en los que la personalidad
de la mujer por su carcter, su energa o su inteligencia domi-
naba y absorba por completo la personalidad del hombre.
En cuanto al segundo argumento, se presenta con aparien-
cias ms graves.
No son, sin embargo, ms que apariencias. No ha peligrado
nunca, ni se ha disuelto hasta ahora el matrimonio, ni se ha
desorganizado la familia de ras clases obreras, que son, sin
embargo, las ms numerosas de la sociedad, por el trabajo de
la mujer.
En ellas tiene sta una carga mucho ms pesada, den-
tro y fuera del hogar, que en las dems clases sociales. Den-
tro de esta clase, la mujer casada y madre de familia atiende
su trabajo en la fbrica, en el taller o en su propio domicilio,
y las tareas del hogar, ms pesadas, por cuanto no tiene
recursos suficientes para hacerse ayudar por manos mer-
cenarias. Y el hogar subsiste. Es indudable que a costa de un
esfuerzo grande, y an de la salud misma de la mujer: pero
esto, que es un estado de cosas secular, no ha trado hasta
ahora la pretendida bancarrota de la familia.
En clases ms acomodadas, alrededor de las cuales es a don-
de gira todo el problema del feminismo, las condiciones no
son tan desesperantes. Los recursos un poco mayores permiten
descarcar en el servicio domstico, la parte ms pesada de
las tareas del hogar, que quedan as reducidas a la vigilancia
y direccin de las mismas que no son en modo alguno incom-
patibles con el trabajo externo de la mujer. Tal el caso de
las maestras primarias, costureras, modistas, bordadoras, peque-
as industriales, encajeras, etc., etc., profesiones todas, declara-
das muy propias de la mujer, as como la de empleada en oficinas
o casas de comercio, y que requieren, algunas, el abandono del
hogar durante varias horas consecutivas, an cuando pueden,
algunas, realizarse dentro de l.
Quedara, pues, el trabajo intelectual de la mujer, como el
nico incompatible con las tareas del hogar. Pues bien, es
dicho trabajo, el que, mejor remunerado que los otros, y abo
sorbiendo menos tiempo fuera del hogar, permite ms fcil-
mente a la mdica, abogada, profesora de escuelas superiores,
periodista, escritora, etc., por un lado, un servicio doms-
tico ms completo, y por otro un mayor loisir para la vigilan-
cia y direccin del mismo.
Ms alejada de l se encuentra, - y ya se ha hecho obser-
var esto infinidad de veces, -la mundana que reparte lodo el
da entre las visitas, los recibos, las fiestas de beneficencia y
la modista.
Podramos citar ms de un caso de seoras de la alta so-
ciedad que abandonan a sus hijos enfermos en manos de sir-
vientas para asistir a fiestas y recibos.
El l timo argumento se combate con casos concretos. Bus-
100 IlIdcpcrulellcia economica de la mujer
Independencia econmica de la mujer 101
te citar por ahora, el de Mme, de Lumbert, la reina de Ru-
mania Carmen Silva, Mme, Curie, la reina Victoria de Ingla-
terra, la Dra. Fabre, entre las antiguas y las modernas, etc.,
etc., etc.
Pero la verdadera razn implcita de todos estos argumen-
tos, nunca expresada clara y abiertamente, es el temor a la
competencia en el terreno del trabajo.
En las profesiones liberales sobre todo, reservadas hasta ayer
a los hombres, y ya enoombres por ellos mismos, ha encontra-
do la mujer una resistencia sorda, tenaz, constante, que no es
otra que la lucha al competidor: lucha tanto ms dura yacer-
ba cuanto que la mujer se ha demostrado en ellas rival temi-
ble. Muy fcil seria demostrar su falta de capacidad, dejn-
dola desempear libremente todas las profesiones: el tiempo y
la prctica se' hubieran encargado por s solos de demostrar
su ineptitud. La lucha de que son objeto, prueba, pues, mejor
que ningn argumento, la seriedad con que son recibidas y te-
midas dentro de esas mismas profesiones.
Pues bien: si esta lucha se cumple con respecto al nmero
hasta hoy reducido de las mujeres que trabajan, fuerza es es-
perar una mayor an cuando ladas las mujeres reclamen pa-
ra s el derecho y el deber del trabajo.
y bien, yo sostengo que este temor es exagerado sino in-
fundado.
En primer lugar, la mujer no es. igual, sino equivatente al
hombre. Sera ridculo pretender que su naturaleza, su fsico,
su sensibilidad, sus aptitudes sean las mismas que las del Varn.
Por lo tanto, las profesiones pOI' ellas desempeadas, no pue-
den ser exactamente las mismas que las desempeadas por l.
Hay trabajos que slo excepcionalmente, como correlativo a
una naturaleza excepcional, sern elegidos por una mujer. Ta-
les las arriesgadas empresas de exploracin, conquista y civi-
lizacin de comarcas an salvajes; la carrera de las armas, las
.-Irandes iniciativas industriales, el trabajo de la tierra, la cons-
truccin de puentes, caminos y grandes edificios, la explota-
cin de minas y de selvas, los trabajos navales en general, la
defensa del orden pblico, la carga y transporte de mercade-
ras, la cra, cuidado, explotacin y matanza del ganado, el
comercio en grand(! escala; que requieren sobre todo, una su-
ma extraordinaria de energa fsica y moral, de valor y de se-
renidad que no SOIl, por cierto, caractersticas de la mujer
comn.
Existen, en camIJi(), profesiones y oficios que debieran ser
e.rclusivos de la Illujnr, por cuanto estn ms en armona con
su carcter y aptitudes propias; y son entre otras: la educa-
cin e instruccin de la niez, la medicina de mujeres y nios,
el cuidado de los eu fermos, la qumica, la tenedura de libros,
las industrias delicadas como la de joyera, relojera, labrado
de metales, constrUccin de instrumentos de ptica y pezas de
maquinaria, pulido y de piedras preciosas, la contabi-
lidad, los empleos I:U oficinas y casas de comercio, etc., etc.,
que requieren una delicadeza de sentimiento las primeras,
dulzura de carcter, paciencia, prolijidad en el detalle, escru-
pulosidad de concieucia, etc.; y que constituyen de por s un
amplo campo de accin para el trabajo de la mujer.
y quedan an una serie de trabajos y profesiones que no
son exclusivos ni di! uno ni del otro sexo; una zona comn pa-
ra ambas dentro de '1a cual, nicamente se produ-
cira esa temida cOlIJpetencia reducida as a sus verdaderas pro-
porciones. Tales, la abovaca la arquitectura el profesorado
superior, las dientficas, las en general
y las artes, el periOdismo, etc., que requieren, sobre todo, con-
diciones de y de talento, comunes a los dos sexos.
No quiero decir C"n esto que deba legislarse en este senti-
do. La libertad de debe ser patrimonio de la mujer co-
mo del hombre, ha usurpado desde hace siglos ocupacio-
nes Ull tanto para su naturaleza robusta y para su
pretendida superil)ridad intelectual, como las de vendedor,
Oficinista, escribielllf:, copista, y en general las que apuntaba
ms arriba como '::<clusivas de la mujer. Quiero decir simple-
mente que la maY')ra de las mujeres, colocadas en la obli-
:Jadn de elegir HIl: profesin u oficio para ganar su subsis-
I<Y2 Independencia econmica de ta mujer
Independencia I'('r'/(;mica de la mujer
105
tencia, optarn por la que ms en armona est con las condi-
ciones de su carcter; y slo las naturalezas excepcionales, '"
. eligirn la ingeniera" la carrera naval, la aviacin u otra de
las que requieran gran energa fsica y valor moral.
Por otra parte, la cuestin de la competencia profesional
constituye un problema econmico de mltiples fases.
Si por un lado es mayor el nmero de los que piden trabajo,
y por lo tanto, menor su retribucin; por otro lado, la mujer
que trabaja no necesita ya del apoyo material del padre, her-
mano o esposo, disminuyendo ele este modo las salidas y los
gastos del hombre.
y queda as, de nuevo, restablecido el equilibrio econmico
dentro ele la familia.
Para hacer prctica esta aspiracin, es necesario ante toelo
que la educacin de la mujer sea orientada en este sentido,
y haga evolucionar la opinin pblica, no ya solamente en el
respeto a la mujer que trabaja, que ya es conquista definiti-
va en la mayora de los pases, sino en el de una reprobacin
manifiesta o tcita a toda mujer que aprovechando del tesoro
de las conquistas modernas, y consumiendo sin producir en
ninguna rama de la actividad humana, constituye una rmora
y un parsito de la civilizacin. Estas actividades pueden ser
tambin las del hogar, cuando la presencia de la mujer en l
sea indispensable; pero an as, la mujer debe tener siempre
en su mano la posibilidad de arrostrar con ventaja la lucha
por la vida, ele por s, y con sus propias fuerzas.
El mismo descrdito que recae sobre el hombre joven y
fuerte que no dedica sus actividades al provecho comn, debe
recaer con la misma justicia sobre la mujer sana y robusta
que no ~ p r t tambin su contingente de trabajo al bienestar
de la humanidad
El establecimiento de escuelas profesionales para mujeres,
anexas a las escuelas primarias superiores, es el corolario
obligatorio de esta proposicin, asi como la admisin de la mu-
CONCLUSIONES
105 Independencia econmica de la muier
Proposiciones
jer al mismo ttulo que el hombre en todas las carreras liberales
y en todos los puestos pblicos.
No se me oculta que deban pasar muchos aos todava, an-
tes de que las mismas mujeres acepten el deber del trabajo,
como uno de los tantos ineludibles deberes ele la existencia;
pero entretanto, toca a las convencidas, predicar con la pala-
bra y el ejemplo, el prximo y feliz advenimiento de una po-
ca mejor.
\.0 No existe ninguna razn de orden psquico, fisiolgico,
ni moral que impida a la mujer desempefar una profesin.
2. No est demostrado en forma alguna que la institucin
de la familia peligre por que la mujer trabaje dentro o fuera
del hogar,
3. La mujer debe ser ante la ley todo lo que ella pueda
ser por su naturaleza ,
4." La mujer no puede esperar ya del matrimonio un segu-
ro contra la miseria, pues da a da' es mayor el nmero de
mujeres clibes que registran las estadsticas. :
5." La mujer casada est expuesta a quedar Viuda o !l di-
vorciar, quedando en la mayora de estos casos sin recursos
suficientes para hacer frente a su subsistencia y an a la de
sus hijos.
6." La mujer sin recursos y sin aptitudes educacionales pa-
ra el trabajo est abocada a una de stas terribles salidas: la
prostitucin, la mendicidad ms o menos disfrazada, o el sui-
cidio.
Admitidas estas conclusiones, es necesario reconocer como
indispensables las siguientes
Toda mujer est en el deber para consigo misma, para con
los hijos que un da pueda terrer, y para con la sociedad, ele
elegir una profesin 1I oficio en su edad adolescente y de per-
Independencia cconomicu de la mujer 104
feccionarse en l hasta hacerse econmicamente independiente.
- Deber establecerse una escuela profesional para m u j ~
res, anexa a cada escuela primaria superior.
- Todas las carreras liberales debern ser abiertas legal-
mente a la mujer al mismo ttulo que al hombre.
- Debe existir la misma libertad en la eleccin de carrera
para la mujer que para el hombre.
106
Independencia econmica de la mujer
NDICE
NDICE
Pl/.
Prlogo................................................ 7
El problema de la educacin en nuestro ambiente ..... " 19
Valor pedaggico de los Desfiles y Fiestas Escolares... ;-lB
Proyecto de Reglamento para las Escuelas de Prctica.. 53
Misin de la mujer como madre y como educadora...... 73
El Da del Arbol " 85
La justicia humana y la justicia natural 89
Independencia econmica de la mujer................... 93
EDICIONES DE LA CASA Y EN DEPSITO
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Florilegio de prosistas uruguayos
Los Ensayistas.
1,01' Articulistas
Los Cuentistas .
Los ).' ovelistas .
Los Periodistas
COLECCIN ESTUDIO
Alberto Zum Felde. - Proceso Histrico d el Uruguav,
csqucmn de una Sociolog'a Na.cionu,l. (Para umplto.r
el curso de Historia) .
Elzear Santiago Giuffra. - Met"orolilglL Esttiea. Re-
sumen de un curso de Goh'rafl" F'Istcu. d ict.ul o a los
grupos e y D de la St\cein de -unzu Secundaria
y Prcpm-torta
Elzear Santiago Giuffra. - \'Iet('olo]o.ra y Climatolo-
tra. Resumen de un elll'Sl} de F'Isicu. dictado
a los g-rupos e y D de la de Ensen.nzu Se-
cundarta y Prepuru.toriu .
Juan A. Scasso. - Gr.coa y runctones. Obra roduotudu
de acuerdo con Jos prognunIls de primero y segundo
curso (1,3 Enseanza 8ecllnd.uia y I?J'eparatoria
Antonio M. Grompone. _._, Curso de lHetaffsica .
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Santn Carlos Rossi. - El Criterio Fislolgieo. Olu-n
que responde al programa de los Cursos Sintticos .
Alfredo Samonati - Vida. y Accin. Texto olleial para
los Cursos del Magisterio. Un tomo en tela.
Baltasar Brum.-Solidaridacl Ame r cunu (Conrerencia)
lAlfredo Croiset, P. Lallier, H. Lantoine. - Curso de
Literatura Griega y Latina, t.ruducirla. al castellano y
nrepuradu con las lect.urn.s de acuerdo con el proxrn-
ma untverstturto por E. Potrie. Un torno de no p-
ginas
Emilio Frugoni. - LOR Nuevos F'u ndumentos. Discursos
pronunciados en la Asumblcu Constituyente .
Wifredo Pi. - .-\.ntnloglL de la lricL guuchcscn. Obra
para amplia' el curso de Literatura Amei-cana .
Juan Zunino. - La Teora trcn . ele la Dtsociacin
electroltica
E. del Valle Iberlucea. - La cuestin internacional Y el
Partido Socialista .
La Constitucin de la Repblica Socialista de los so-
viets rusos, comentada por Cetes t no Mbelt y :\L ele
Vedin y Mitre
Mariano de Vedia y Mitre. - Gobierno del U'ruguay
Gobierno y Administracin Locales. - Ley Orgnica.
- Mensaje y Proyecto del Poder Eljecuti vo .
Constitucin de la Repblica
Dr. Sergio Voronoff. - Vivir. Estudio de los medios de
est im ulur la energa vital y de prolongar la vida.
Lauxar, - Lecturas Ll teru.rius y Ejet'dcioR de Cast.e-
llano. (La y 2.1\ par-tes) .
Arturo Scarone. - El Gaucho. Monorn-arfa sinttica
(h istl'ico-1 itera rta )
Hctor Abadie Soriano. - ele Contab l idud.
- T'e ned u r-Iu de Ll lnos y Clcllloi'Vlercantil .
Memorias militares del general don Ventura Rodriguez.
- Guerra Grande. Derensu de Montevidco .
Gregorio Berman. - El determinismo en la. ciencta y en
la. vida.
Andrs Lamas. - Ln.. ob1':1.. cconrn icn de 13.el'nuTdino
Rivadavia
Paulina Luisi. - Plan y Mt.odos de sexual
- La trata de blancas y probternn. de la
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Luis Alberto de Herrera. - El U'ruguuy internacional
Maria A. Gauthier. - Apuntes soJl'e perspectva .
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e-sta obra un estuio de la civilizacin urucuavn, solu:e
todo su n.spectoJ potlco, hecho con .g'ran riqueza de datos Y
a gudo sentido de la critica htst rtca. $ 1.50,
Por A. Zum Felde,
PROCESO HISTRICO DEL URUGUAY
HOMENAJE A ENRIQUE ROD
Ir
LOS
Por, Frugoni.
La. repatriacin de los restos de este principe de las letras
di motivo-a un homenaje 'en el que intervino 10 ms ropre-:
sentatvo de la intelectualidad americana: profesores. univer-
sitarios, filsofos, literatos "y crticos, contribuyeron con su sa-
ber, estudiando en sus' diversas fases la personalidad de '
eminente artista, maestro de la juventud americana Estos tra-
bajos forman este volumen, que contiene 224 pgfnas.: COIl un
retrato y pensamientos de Had, cuyo precio es de $ 1.20.
En esta .obra se han recogido los discursos pronuncladcs
en la Asa'mblea . que, refo!IIl9 la,Consti-
'lucin di;"18ao. Estos') discu'sos no e'ncri solam(mte
unval():, ydeoratoria insplrada,< sinSH)I:;
de varios
dairieritales en la ctencla soclaL $ O. GO.
Gabriel . De Le6r,,: iD...!J lConiedl:i
i
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dos aos
Melchor Pacheco y Obeso En Pars
IA_" ,7; t- \;;,."'j f-,>, .r..1
Julio Ral', Mendilaharsu. - La Cisterna. Poeslas".,,;.,
Mateo,' '.'.',
Novela' Blixen.'." ,';";"'"
Mateo Magarios Borja, - La familia Gutirrez. Novela
Vicente Martinez Cuitio. - Rapsodias paganas. Versos
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COLECCIN LITERARIA
Victor Arreguine. - Estudios sociales .,. ' $10. {lO
.J::icarclo Ccaio, - Sobre administracin y contralor- de
rentas .' .. . ' , ",,O'. GO
Carlos G. Antela, - El colectivismo, agrario de', Riva-
davta " .: .' , ..
Herr-era, - Teatro completo .
AlberloZum Felde, - El Huanakaur
,-- Crtica (le la Ltera.tura. Uruguaya
Edmunclo Elianchi. - Perdidos en la Luz (drama)
Wilfl"cdo Pi. - Una realidn.d internacional .
.Iu lio Herrera y Reissig. - Cuentos y Criticas
-- D;:"j:inrn :17.111 '.
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Dr. Flix Vitale. - Hacia la Democrn.cla
S. Rus iol. - El Mlstico .
Mateo M;:gario Solsona. - Pasar ... (novela)
Leoroldo Lugones. - Poeslas .
Yamnnrl Rodrguez. - 1810 (Poema histrico)
Max Pemberton. - plrn.ta de hierro.
Ed, Aceveclo Diaz. - Lanza y Sable (novela)
'llsmael COI,tinas. - Ren Masn (comedia) .. "l.
Domingo. A. Caillava. _. Sierras y llanuras. ,Novelas
cortas uruguavae
Enrique Erserger. - El Mesas (novela) ".
- 'La nueva Constitucin de la Repblica
'E. de Herrera. --c Ansiedad. Cuentosu ,
Vicente A. Salaverri. - Este era itti pa.s .... :Novela
-. CuentosdeLRlo de la Plata .. .,.".
Solano A. Riestra. - Ladrillo viejo. Cuentos .'
Elas Regules. --c Versos criollos .
OHo Miguel Cione. - Maula! ... Premin.da en el con-
curso de "El Pa.s" (de Buenos Aires)
Dar-do E. Ciare. -- Los corazones ardientes. Versos
Francisco Mazzoni. - Los invlidos. Novela .
Martnez Cuitio. - Nuevo Mundo. (Teatro).
William Belmont Parker. - Uruguavans or 'I'o-Day
Fr-ancisco Grandmontagne. - Paisajes de Espaa. Ga-
licia y Navarr a .
Car'los Sabat Ercasty. -- Poemas del Hombre .
El Viejo Pancho. - Paja brava. (Versos criollos!
cRf'nA DE L liTERATURA URUGUAYA,
Por A. Zum Felde.
Los autores representattvoane la ,del"pals;,:' ..
estn estudlo.dosseparadamente en esta obra,con,la
quo exige cada uno, rormando un cuadro sinttico de "
de la literatura'uruguaya. $ 2. OO.
EL ULTIMO HIJO DEL SOL
Por Carlos M. Princivalle.
Es ste el primer poema en verso de autor uruguayo, que se
ha estrenado en Montevideo. Desarrolla un episodio de amor,
de fe y de odio, en que se resume un momento y un aspecto
de la conquista del Per por los espaoles. $ 0.60.
;VIVIR
Por el Dr. Voronoff.
Es esta la nica traduccin espaola de la sensacional obra
de Voronoff, sobre la prolongacin de la vida, mediante el in-
jerto de las glndulas. A su valor cenUflcouIle un
alto valor literario, por su hermosa forma,' que 'recuerda 'la
pluma de otro sabio francs: Claudio Bernard. $
PASAR,
Por Mateo Magarios Solsana.
N .: novela uruguaya, CU);OS captuloa prellmlIlal'es, se
desarrollan en Paris; pero que ,es, un cuadro palpitante, en 'Sil
conjunto, de la vida urueuava, tanto en la ciudad. como eniel
campo. S 1. OO.
,EL CAUDILLAJE CRIMINAL !N SUD AMltRICA
Por Florencio Sn'chez.
Estas son unas pginas fuertes del dramaturgo uruguayo, en
las que se dbujan con rotundos rasgos, las suetas de algunos
caudlllos. T'Iene gran valor documerrtur-io y de emocin. $ 0.25.
eu.rverso, dramtico, y .en tres actos;
episodio de la
Rio de la Plata. $ 1. 20.
RAZ 'SALVAJE
Por Juana de Ibarbourou.
Bajo aquel tftulo.i ln Inepirada.ipoettsn uruguaya ha aerupado
su ltima obra potica indita, que es, como suya, de gr..::I'
valor Irtco y de encantadora origina.lidad. $ 1. OO.
EL NUNCA USADO MAR
pQrEmilio Oribe,
Coleccin de poemas; dividido en cuatro partes: 1
'Maruja, versos del amor puro y sereno. II La
'Y del Mar, visiones del ocano y de las playas y ciudades,
con sus smbolos celestes y ef afn civlllzador. III Oda heroica
al viento de las Pampas, extenso canto en el que se ensaya una
forml.l. orlgLnp.l, no usada en castellano, con la cual se consigue
darle al verso la armona brbara; del gran viento del sur.
El nio desnudo, versos Inttmos, meditaciones del alma a-
dentro. En sintesis, "El nunca usada mar" no es otra cosa que
el espiritu del poeta cantando mientras se halla difundido en
el mar. $ 1. OO.
LENGUAS DE DIAMANTE
Por Jua'na de Ibaebcurcu.
Aparecer en breve una nueva edicin de esta hermosa obra.
i bEAS SBRE EolJAclN
Por Luisa Luisi.
Estos .estwllos' pedagglcos'son el resultado daIa obaervacln-s
dtrecta sobre el ambiente vivo de nuestras escuelas; Dlce"el','
prologuiata, Dr. Vicente Mercante: "Conoc a Ia, Sta. Luisa Lulsi,
leyendo sus versos con el mismo encanto con que lela a. T e ~ } ;
crrto, Sfocles" Darfo o Nervo. antes' de escribir "Frenos". Me
seducan los temas, la. forma.lf'. simplicidad elocuente de la
estrofa: la manera de ver los fenmenos, de penetrar en los in-
teriores" de sentir el alma. de las cosasrien tmg'enea de" una.
incomparable belleza..'. o"
"Luisa Lulsi, corno Ada Negr, es ..educactontsta: consagra
parte de su tiempo a la. literatura didctica, abordando temas
de crcunstanctas, ya soclales.tva profesionales. .que, como los:"
de este libro, son de una concepcin madura y se resuelven en
indicaciones que se destacan .porc su: penetracln y' clhridad,
Peuso como ella, que "el problema de In. educacn en nuestro
umbiente".:es moral, ligado Intimamente al carcter y a la. cul-
tura... H,