Behler Wackenroder

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Anuario Filosfico, 1996 (29), 21-39 21

WACKENRODER Y LA CONCEPCIN MUSICAL DEL


PRIMER ROMANTICISMO
ERNST BEHLER
Wackenroder and the musical conception of early Romanticism.- The early
romantic movement brings in a new general conception of art and the
artist. Within this context, music is treated as a proper and independent
form of art. This paper shows how a reflection on music is to be found
expressed in the texts of Wackenroder, which is later to be carried on by
other thinkers.
El primer romanticismo suscita en la mayora de los especialis-
tas en esa poca la representacin de una nueva concepcin de la
literatura que superaba la teora clasicista (l'art potique), bien
fundada en slidas reglas, e inauguraba con la forma artstica de la
novela y la irona artstica nuevas posibilidades de expresin para
la literatura. Esta consideracin es sin duda correcta, pues en todos
los representantes del primer romanticismo los hermanos
Schlegel, Tieck y Novalis la poesa se situaba en el centro de
inters, y su reflexin global sobre el arte presentaba un carcter
impregnado por el arte potico. Pero si se aborda ms profun-
damente esta teora de la literatura, pronto se hace patente que no
puede ser concebida aislada del resto de las artes, y que ha de te-
ner, en palabras de Friedrich Schlegel, un sentido para las ma-
ravillosas afinidades entre todas las artes y todas las ciencias
1
.
Para estas relaciones mutuas entre artes y ciencias, Schlegel se
remita al lrico y epigramtico griego Simnides, el cual haba
llamado a la poesa una pintura que habla, a la pintura una po-
esa silenciosa, y haba designado a la poesa como msica es-
piritual
2
. En otro pasaje, Schlegel se preguntaba: en las obras de
los ms grandes poetas se respira con no poca frecuencia el

1
Se citar a Friedrich Schlegel segn la Kritische Friedrich Schlegel
Ausgabe, ed. por Ernst Behler, en colaboracin con Jean-Jacques Anstett,
Hans Eichner y otros especialistas, Paderborn, 1956. Desde ahora, KFSA, con
indicacin del pasaje en el texto. F. Schlegel, KFSA 2, 254, n 444.
2
F. Schlegel, KFSA 2, 221, n 325.
ERNST BEHLER
22
espritu de otro arte. No debera ocurrir tambin en el caso de los
pintores? no pinta Miguel Angel en cierto sentido como un
escultor, Rafael como un arquitecto, Correggio como un m-
sico?
3
.
August Wilhelm Schlegel intent esclarecer la contraposicin
entre la poesa clsica y la romntica comparando a la primera con
la plstica y a la segunda con la pintura, aplicando para ello los
contornos ntidamente determinados del arte plstico a la poesa
clsica, y las gradaciones difusas de las pinturas a la poesa
romntica
4
. Cuando Novalis quiso determinar el carcter creador
del arte, su carcter no dependiente de la imitacin de la natura-
leza, tom como ejemplo ms claro para ello la msica, y escribi
en uno de sus fragmentos:
As como el pintor ve los objetos visibles con ojos entera-
mente distintos a los del hombre ordinario, tambin el poeta
percibe los acontecimientos del mundo exterior e interior de
manera muy diferente a la del comn de los mortales. Pero en
ningn otro lugar que en la msica se advierte de modo tan
claro que es nicamente el espritu el que poetiza los objetos,
las modificaciones de la materia; y que lo bello, el objeto del
arte, no nos es dado, ni reside ya de modo acabado en los
fenmenos. Todos los sonidos que produce la naturaleza son
toscos y sin espritu; slo al alma musical le parece a
menudo meldico y significativo el susurro de los bosques, el
silbido del viento, el canto del ruiseor, el murmullo del
arroyo. El msico toma de s mismo la esencia de su arte: ni
la ms leve sospecha de imitacin puede alcanzarle
5
.
Pero la msica se pone de relieve en la teora del arte del primer
romanticismo no slo en un sentido comparativo e ilustrativo, sino
tambin como una forma propia e independiente. Ello ser el

3
F. Schlegel, KFSA 2, 233, n 372.
4
Se citar a August Wilhelm Schlegel segn las Smtliche Werke, ed. por
Eduard Bcking, Leipzig, 1846. Desde ahora, AWS SW, con indicacin del
pasaje en el texto. A.W. Schlegel, AWS SW 5, 200.
5
Novalis, Schriften, ed. por Richard Samuel, en colaboracin con Hans-
Joachim Mhl y Gerhard Schulz, Stuttgart, 1960-1988, 2, 573-574.
WACKENRODER Y LA CONCEPCION MUSICAL DEL PRIMER ROMANTICISMO
23
objeto de las pginas que siguen. Sin duda, no puede tratarse aqu
de una elaboracin de la teora del primer romanticismo musical,
efectuando una comparacin entre todos los representantes de este
movimiento
6
. Se trata ms bien de mostrar cmo esta reflexin
sobre la msica encontr su expresin en textos de Wackenroder
de los aos 1796, una reflexin que fue desarrollada ulteriormente
por otros representantes del primer romanticismo. Wackenroder
mismo no pudo tomar ya parte en esta evolucin, pues falleci el
17 de febrero de 1798, poco despus de la aparicin en el ao
1797, en Berln, de su escrito Efusiones ntimas de un monje
amante del arte. Sus restantes anotaciones sobre arte fueron
publicadas por su amigo Tieck en el ao 1799 bajo el ttulo
Fantasas en torno al arte. Estos dos escritos y la imagen de la
msica que en ellos se perfila son el objeto principal de este
trabajo (la esttica musical del primer romanticismo ser tratada
en otra ocasin).
I
Wilhelm Heinrich Wackenroder era de la misma edad que
Tieck, y naci en Berln en 1773. Su padre era miembro del
Consejo de Guerra y magistrado del gobierno prusiano; un alto
funcionario en el espritu de Federico el Grande, embargado de
sentido del deber y entrega al estado. Se haba distinguido en la
Guerra de los Siete Aos, cuando Berln fue ocupada por los ru-
sos, y se dedic con gran rigor a la educacin de su nico hijo.
Wackenroder fue junto con Tieck al Instituto Friedrich-Werder, y
desde entonces les uni una gran amistad.
El padre, que por lo dems aparece como un tirano espiritual,
hizo formar a su hijo con Karl Fasch, el fundador de la
Singakademie de Berln; y ms tarde, en violn y composicin,
con Karl Friedrich Zelter. Wackenroder haba sido destinado por
su padre a la carrera judicial. Pero no se le permiti asistir a la

6
Tal intento subyace en el trabajo de Barbara Neumann titulado
Musikalisches Ideen-Instrument, en Das Musikalische in Poetik und
Sprachtheorie der Frhromantik, Sttutgart, 1990.
ERNST BEHLER
24
universidad inmediatamente despus del Bachillerato, como
Tieck, sino que antes tuvo que prepararse para los estudios durante
un ao entero con un asesor, en Berln. En esta poca comienzan
sus cartas a Tieck, cartas en las que su carcter y sus intereses se
muestran con toda franqueza.
En el otoo de 1793 Tieck y Wackenroder iniciaron conjun-
tamente sus estudios en Erlangen, despus de que Tieck ya hubiera
pasado el ao anterior en la universidad de Gttigen. Ambos
asistieron a los cursos de Gottlieb Christoph Harle sobre el
espritu de la poesa antigua, y a los de Mensel y Breger sobre
Pndaro. De enorme influencia sobre ellos fueron las impresiones
recibidas acerca del arte y de la naturaleza, impresiones que los
dos jvenes, procedentes de Berln, y por tanto poco familiariza-
dos con todo ello, asimilaron vidamente: la catedral de Bamberg,
la galera de cuadros del castillo condal de Pommersfelden,
Nrnberg, las excursiones a la zona de Bayreuth o las marchas a
Bhmen y a los bosques del Fichtelgebirge. En los informes sobre
la vida de Tieck se dice al respecto:
Nrnberg era un lugar principal de peregrinaje para los dos
amigos. Cuanto ms la vean, con mayor inters, e incluso
devocin, retornaban a ella. La antigua vida artstica alemana
se les presentaba en su total plenitud. Lo que antes haban
presentido oscuramente, se haca aqu sobradamente realidad
viva. Cun rica en monumentos de todas las artes era esta
ciudad, con las iglesias de San Lebaldo y San Lorenzo, con
sus obras de Alberto Durero, de Vischer y Krafft! En ella, la
artesana, gracias a su sentido artstico e infatigable celo, se
ennobleca hasta convertirse en arte. All era cada casa un
monumento del pasado, cada puente y cada banco un testigo
de la vida silenciosa, simple y plena de sentido de los Padres.
Todava no exista un parangn del plido encalamiento de
sus casas, que resplandecan magnficamente con figuras
multicolores tomadas de la tradicin y la poesa del pueblo.
All se vea a Ottnit y Siegenot, a Dietrich y otros hroes
como protectores y guardianes de las puertas. Sobre la
antigua y honorable ciudad imperial, con sus maravillas y
singularidades, reposaba una fragancia de la poesa, fragancia
WACKENRODER Y LA CONCEPCION MUSICAL DEL PRIMER ROMANTICISMO
25
que la corriente de la nueva poltica y la Ilustracin haba
desvanecido tiempo haba en otros lugares
7
.
A finales de aquel ao los amigos decidieron proseguir sus es-
tudios en la universidad de Gttingen, mejor dotada. Wackenroder
se haba dedicado, junto a sus estudios jurdicos, a la antigua
literatura alemana, y estudi la Coleccin Manesse de canciones
amorosas, la edicin de Mller de la poesa pica, los inicios del
drama alemn, particularmente Hans Sachs
8
. Wackenroder curs
estudios con el conocido historiador del arte Johann Dominique
Fiorillo (1748-1821), pintor l mismo, y que ms tarde fue
profesor de filosofa en Gttingen; y con el historiador de la
msica e investigador de Bach por entonces ms conocido, Johann
Nikolaus Forkel (1749-1818); se dedicaba adems en la biblioteca
al estudio de la pintura italiana en las monografas sobre arte de
Giorgio Vasari y Giovanni Pietro Bellori. En el otoo de 1794 los
dos amigos regresaron a su ciudad natal, donde la incorporacin al
servicio judicial esperaba inevitablemente a Wackenroder. Por
aquel entonces comenz a elaborar su manuscrito de las Efusiones
ntimas de un monje amante del arte, que haba comenzado en
Erlangen y Gttingen, sin informar mucho acerca de ello a Tieck.
De esta poca de su vida sabemos muy poco. Friedrich
Schlegel, a raz de su traslado de Jena a Berln en el verano de
1787, haba podido todava conocer a Wackenroder. Para l,
Wackenroder era el ms querido en toda esta escuela de arte, y
aada: tena ciertamente ms genio que Tieck; pero ste tena sin
duda ms entendimiento, lo que Schlegel atribua a la falta de
experiencia mundana en el primero, y al exceso de ella en el se-
gundo. El 18 de diciembre de 1797 escriba a su hermano:
Wackenroder ha estado muy enfermo, pero ahora se encuentra de
nuevo fuera de peligro
9
. A ello sigui el 17 de febrero de 1798,
de modo bastante indeterminado y comprimida entre una pltora
de noticias, una lacnica notificacin:

7
Ludwig Tieck, Erinnerungen aus dem Leben des Dichters nach dessen
mdlichen und schriftlichen Mitteilungen, ed. por Rudolf Kpke, 2 vols.,
Leipzig, 1855, vol.1, 159-160.
8
L. Tieck, Erinnerungen, vol. 1, 176.
9
F. Schlegel, KFSA 24, 66.
ERNST BEHLER
26
Wackenroder ha muerto. Tuvo un tifus, despus estuvo me-
lanclico durante varios meses, o como dicen algunos,
loco
10
.
En las restantes y escasas informaciones al respecto se indica
una fiebre tifoidea como causa de su muerte. En las memorias
de Tieck se lee:
Estaba enemistado consigo mismo y con su modo de ser,
hastiado del presente, sin esperanza para el futuro. Con fa-
cilidad hubiera soportado cosas ms difciles una naturaleza
delicada como la suya, si se hubiera puesto de acuerdo con-
sigo misma; en esta atormentada contradiccin se fue a pique.
Su salud se desmoron; enferm, se desarroll una fiebre
tifoidea. Falleci el 13 de febrero con veinticinco aos. Le
fue dado gozar, entre luchas y combates, de los ms elevados
arrobos del arte, l los haba expresado, luego muri. Su vida
fue breve, pero no exenta de dolor, y sin embargo haba sido
silenciosa, pura y repleta de fe artstica, como la de aquellos
antiguos maestros de cuyas imgenes estaba llena su alma
11
.
August Wilhelm Schlegel haba ya reseado para la Allgemeine
Literaturzeitung, con gran aprobacin, las Efusiones ntimas,
aparecidas annimamente, sin que sin duda le fuera conocido su
autor, y sobre el cual supo algo ms en estas circunstancias por
medio de su hermano. Cuando en 1801 incluy su recensin en
Charakteristiken und Kritiken, aadi esta observacin:
Lo indicado ms arriba lo escrib sin saber personalmente
nada de su autor, en el cual quizs hubiera encontrado pos-
teriormente un amigo, si su prematura y amarga muerte no
hubiera frustrado todas las esperanzas. Su ntimo amigo
Tieck, al cual el Monje tambin debe algo, ha publicado su
obra pstuma en las Fantasas en torno al arte, junto con ar-
tculos afines propios, y ha celebrado su memoria con emo-
tivas poesas
12
.

10
F. Schlegel, KFSA 24, 89.
11
L. Tieck, Erinnerungen, vol. I, 224.
12
A.W. Schlegel, AWS, SW 10, 371.
WACKENRODER Y LA CONCEPCION MUSICAL DEL PRIMER ROMANTICISMO
27
A pesar de su temprana muerte y de la carencia de contacto con
el crculo de los primeros romnticos de Jena, Wackenroder fue
una de sus figuras operativas, cuya influencia se manifest sobre
todo en el inters por la pintura, inters que tuvo su expresin en
las Peregrinaciones de Franz Sternbald de Tieck, en el dilogo de
August Wilhelm Schlegel y Caroline Schlegel Los cuadros, en las
descripciones de pinturas realizadas por Friedrich Schlegel en su
Europa y, posteriormente, en el lugar destacado que alcanz la
pintura en la teora del arte del romanticismo tardo.
II
En los escritos crticos de Wackenroder y Tieck el arte no se
desarrolla, como en los primeros romnticos de Jena, segn el
modelo de la poesa, sino que se determina predominantemente
mediante el de la pintura y la msica. Esta orientacin fue intro-
ducida sobre todo por Wackenroder, al que Tieck sigui en este
mbito hasta un cierto grado, dando despues la expresin ms
afortunada a esta tendencia en su novela Peregrinaciones de Franz
Sternbald. Originalmente, este impulso proceda de un pequeo
libro sin pretensiones que llevaba el extrao ttulo de Efusiones
ntimas de un monje amante del arte. En la poca de su aparicin,
en el ao 1798, acababa de morir su autor, Wackenroder. Por
respeto al padre, que habra desaprobado la posicin de escritor de
su hijo, Tieck haba publicado el texto de forma annima. El ttulo
fue formulado por Johann Friedrich Reichardt, cuando public una
tirada previa en su revista Deutschland
13
. La primera edicin
contena tambin algunas contribuciones de Tieck, las que llevan
por ttulo Al lector de estas pginas, Nostalgia de Italia, Una
carta del joven pintor florentino Antonio a su amigo Jacobo en

13
Johann Friedrich Reichardt era el editor de la revista Deutschland, en la
cual public el captulo Memoria honorfica de nuestro venerable antepasado
Durero. Como el nombre de Wackenroder deba permanecer oculto,
Reichardt aadi la indicacin de un monje amante del arte, que tom de
Nathan el sabio de Lessing.
ERNST BEHLER
28
Roma, y Carta de un joven pintor alemn a un amigo en
Nrnberg.
Si nos concentramos nicamente en el texto de Wackenroder, y
sin considerar las partes procedentes de Tieck, las Efusiones n-
timas muestran una composicin estructurada. De los 14 captulos,
el sptimo, Memoria honorfica de nuestro venerable antepasado
Durero, constituye el centro. Est circundado por dos captulos
que tienen igualmente una posicin central en el mundo artstico
aqu representado: Unas palabras sobre universalidad, tolerancia
y filantropa y De dos lenguajes admirables y de su fuerza
misteriosa. La primera mitad consiste fundamentalmente en
relatos sobre pintores italianos, que con Rafael, el artista de mayor
grado, constituyen el principio. Los siguientes muestran otras
realizaciones del arte de la pintura. Inmediatamente antes del
captulo Unas palabras sobre universalidad, tolerancia y filan-
tropa, Wackenroder ofrece dos descripciones pictricas: La
Santsima Virgen con el Nio y el pequeo Juan y La adoracin
de los tres Magos de Oriente. El Monje admite abiertamente que
la belleza de estas pinturas se vera agraviada con una represen-
tacin en prosa, y por ello utiliza versos simples que intentan
imitar el estilo de los antiguos cronistas. Tras la seccin central
sobre Durero, el texto prosigue con relatos sobre pintores italianos,
entre los cuales es ahora Miguel Angel el que adquiere una
destacada posicin. En Los retratos de los pintores establece una
comparacin entre cuadros de los artistas Leonardo da Vinci,
Durero, Miguel Angel y Rafael, comparacin nuevamente con-
cebida en verso. La crnica del pintor cierra el tratamiento de la
pintura e introduce junto a un gran nmero de pintores italianos al
dibujante y grafista francs Jaques Callot. Cuando centra su
inters en los tiempos presentes
14
, el Monje muestra con La
singular vida musical del compositor Joseph Berglinger un nuevo

14
Wackenroder se citar segn: Wilhelm Heinrich Wackenroder, Smtliche
Werke und Briefe. Historisch-Kritische Ausgabe, ed. por Silvio Vietta y John
Litteljohns. 2 vols., Heidelberg, 1991. Desde ahora: WA, con indicacin del
pasaje en el texto. Tanto el informe editorial como la notas de esta edicin
son de gran valor para la investigacin sobre Wackenroder. W.H.
Wackenroder, WA 1, 130.
WACKENRODER Y LA CONCEPCION MUSICAL DEL PRIMER ROMANTICISMO
29
aspecto del arte, la msica. Se podra comparar la disposicin del
libro con la estructura de un retablo. La diferencia reside en que la
sucesin de santos y profetas a los lados izquierdo y derecho se
representa aqu mediante artistas, y el centro no lo constituye
Cristo, sino Durero.
Para la elaboracion de las partes individuales, Wackenroder
utiliz los relatos de la vida de pintores italianos famosos recopi-
lados por Giorgio Vasari en el siglo XVI
15
. Vasari proporcion el
material para siete captulos con acontecimientos significativos de
la vida de Rafael, Francesco Francia, Pietro di Cosima, Miguel
Angel y algunos otros conocidos artistas, que aparecen en La
crnica del pintor. El modo en que Wackenroder utiliz la
recopilacin de Vasari es altamente concluyente. Del material en
general muy amplio que se refiere a los artistas individuales,
Wackenroder se concentra casi siempre en un punto, dejando todo
lo dems. Pasa tambin por alto las demarcaciones histricas de
estos informes, tales como se informa que, con el fin de obtener
un tono ms inmediato. Evita otras representaciones biogrficas, y
slo en contadas ocasiones toma en consideracin obras de arte
individuales que en Vasari juegan un gran papel. En los captulos
dedicados a Durero y a la escuela alemana de pintura,
Wackenroder sigue la biografa de Durero de Joachim von
Sandrart
16
. Las Efusiones ntimas se muestran desde cualquier
punto de vista como una obra literaria compuesta de un modo
altamente consciente.
La figura central de este escrito, el Monje, se identifica siempre
de buen grado con el mismo Wackenroder. En las obras crticas
sobre las Efusiones ntimas se habla del idealismo creyente de
Wackenroder, de su entusiasmo puro, de sus sentimientos
entusiasmados por lo divino y lo bello, de su pura y casta
veneracin por el arte
17
. Pero con ello se olvida fcilmente que

15
G. Vasari, Vite de' pi eccelenti pittori, scultori ed architetti, Florencia,
1550.
16
J. von Sandrart, Deutsche Akademie der edlen Bau-, Bild- und
Malerknste. 2 vols., Nrnberg, 1675-1679.
17
R. Haym, Die romantische Schule. Ein Beitrag zur Geschichte des
deutschen Geistes, Berln, 1906
2
, 119-128.
ERNST BEHLER
30
no se habla de Wackenroder, sino de su creacin, del Monje. Las
Efusiones ntimas se toman de este modo no como comunicacin
de un escritor sino como profesin de fe, como evangelio, y
se entienden como una proclamacin de verdad. El Monje no es
entonces una mscara de Wackenroder, sino su corporeizacin
directa. Las contribuciones de Tieck, ya el captulo introductorio
Al lector de estas pginas, muestran una altura reflexiva que
contrasta con la sencillez de las otras partes y que produce la
impresin de una quiebra en el estilo. La seccin siguiente,
Nostalgia de Italia, es, con su paso a poesa lrica, tan
profundamente diferente que el mismo Tieck not esta discre-
pancia, y por ello quiso aclarar que fue redactada en la primera
juventud del Monje
18
. La Carta del joven pintor florentino
Antonio a su amigo Jacobo en Roma pertenece ya al contexto de
la novela de Tieck Peregrinaciones de Franz Sternbald, y
transmite, con la atmsfera catlica, con la Misa y la elevacin de
la Hostia, una extraa impresin. Estas observaciones tienen evi-
dentemente su peso. Pero no deben apartar de la valoracin ple-
namente artstica de las Efusiones ntimas segn el espritu de
Wackenroder, para quien este texto inaugur una determinada
perspectiva del arte que se completaba con otras, como la elegida
por Tieck, y para la que el Monje tena una determinada funcin
literaria.
De especial significado para la consideracin del arte de
Wackenroder, en medio de ancdotas y particularidades de la vida
de los artistas, es la visin de Mara que Rafael habra tenido en la
pared de su habitacin. El Monje supo de este suceso cuando
registraba el tesoro de manuscritos de nuestro monasterio, y en
ello top con algunos pliegos de la mano del Bramante
19
, en los
cuales se informaba del acontecimiento
20
. Bramante relata en este
manuscrito cmo Rafael le confi, bajo el sello de la reserva, el
modelo segn el cual haba creado su Madonna, bella sobre todas
las cosas. Cuando l, en su juventud, haba comenzado un cuadro

18
W.H. Wackenroder, WA 1, 53.
19
Bramante, ms exactamente, Donato d'Angelo (1444-1514), famoso
arquitecto italiano, que originariamente fue pintor.
20
W.H. Wackenroder, WA 1, 56.
WACKENRODER Y LA CONCEPCION MUSICAL DEL PRIMER ROMANTICISMO
31
de la Santsima Virgen, pero estaba atormentado por las dudas
sobre cmo deba pintar adecuadamente a la Virgen Mara en su
perfeccin celestial, fue despertado en medio de la noche, y le
fue otorgado que su cuadro de la Madonna, el cual, todava in-
completo, colgaba de la pared, reluciera con la luz ms suave, y se
convirtiera en una imagen totalmente perfecta y realmente viva
21
.
A partir de aquel momento la aparicin se haba grabado
firmemente en su nimo y en sus sentidos, y habra conseguido
representar a la Madre de Dios siempre as, como ella se haba
presentado a su alma
22
.
Con este suceso, segn parece, han de ser explicados los en-
tusiasmos del poeta y artista, que desde siempre han sido un
gran motivo y objeto de discusin y de los cuales los hombres se
han hecho las representaciones ms errneas, sobre todo cuando
los interpretaban con su vanidosa y profana filosofera. Los
incrdulos y ofuscados blasfemos, que con risa de escarnio nie-
gan lo celestial en el entusiasmo artstico, deben desengaarse
con esta confesin de Rafael
23
. Debe darse al entusiasmo artstico
una interpretacin religiosa, cristiana. Teniendo en cuenta, sin
embargo, que lo religioso, aunque se expresa en las imgenes
sensibles del cristianismo catlico, no tiene una forma confesional,
y designa una zona de experiencia que se encuentra ms all de la
racionalidad.
El suceso de La aparicin de Rafael se muestra ms instructivo
si se investiga desde su ncleo histrico y biogrfico. La cita
central:
se ven tan pocas figuras femeninas bellas, que me aferro a
una cierta imagen en el espritu que acude a mi alma
24
,
es un pasaje de una carta de Rafael al conde Castiglione
25
. Esta
carta y este pasaje suscitaron en Alemania especial atencin,

21
W.H. Wackenroder, WA 1, 57.
22
W.H. Wackenroder, WA 1, 58.
23
W.H. Wackenroder, WA 1, 55.
24
W.H. Wackenroder, WA 1, 56.
25
Conde Baldaserre Castiglione (1448-1529), famoso hombre de estado de
esta poca.
ERNST BEHLER
32
cuando Johann Joachim Winckelmann utiliz la cita en sus
Pensamientos sobre la imitacin de las obras griegas
26
. Pero en
este contexto el pasaje significa que Rafael, en su trabajo artstico,
no se basaba en la teora aristotlica de la imitacin, sino en la
teora platnica de la inspiracin. Winckelmann quiso mostrar con
esta cita, sobre todo, que Rafael obraba en el autntico espritu de
la Antigedad, y que era un maestro que supo producir la quietud
y el sosiego de los antiguos artistas en los tiempos modernos.
Winckelmann reconoca en la faz de la Madonna de la Sixtina la
paz divina y dichosa de la antigua fisiognomia
27
. En su carta al
conde Castiglione, Rafael se refiere sin duda no a una Madonna
sino a una diosa del mar, una Galatea que l pint en la Farnesina,
prominente villa romana, en la que la diosa atraviesa el ocano
espumoso en un carro llevado por delfines. La cita indica en este
contexto que Rafael haba de pintar este cuadro segn un modelo.
Pero como slo raramente pudo encontrar en el mundo bellezas
femeninas, se sirvi de una cierta imagen en el espritu al crear
esta Galatea. Esta referencia alcanz un giro religioso y cristiano a
travs de Wackenroder. August Wilhelm Schlegel reconoci
enseguida, naturalmente, esta falsificacin en su recensin de las
Efusiones ntimas. Schlegel haba interpretado las inclinaciones
cristianas de Wackenroder como certero modo de expresin sobre
el arte en una poca que haba sido distanciada de la vida artstica,
pero opinaba, sin embargo, que no exista fundamento para esta
interpretacin de las palabras de Rafael
28
.
La concepcin de Wackenroder sobre el arte aparece particu-
larmente clara en el captulo De dos lenguajes maravillosos y de
su fuerza misteriosa. Se trata en l, y en contraposicin al len-
guaje de las palabras, que no alcanza a captar lo invisible que se
cierne sobre nosotros, del lenguaje de la naturaleza y del arte, que
pueden hablar de modo espontneo. El primero corresponde a
Dios, el segundo nicamente a unos pocos elegidos entre los

26
J.J. Winckelmann, Gedanken ber die Nachahmung der griechischen
Werke in der Malerei und Bildhauerei, en Deutsche Literaturdenkmale, vol.
20 Heilbronn, 1885.
27
J.J. Winckelmann, 14.
28
A.W. Schlegel, AWS SW 10, 369.
WACKENRODER Y LA CONCEPCION MUSICAL DEL PRIMER ROMANTICISMO
33
hombres
29
. Dios ha dispuesto alrededor del hombre una multi-
tud infinita de cosas, de las que cada una tiene otra esencia, y de lo
cual nosotros no entendemos ni captamos nada: no sabemos qu
es un rbol; no sabemos qu es una pradera, o una roca; no
podemos hablar con ellos en nuestro lenguaje; nicamente nos
entendemos entre nosotros. Aqu aparece el lenguaje del arte con
todo derecho, y presta su ayuda al hombre. Los sabios del
mundo, que quisieron descubrir estos misterios, han perdido el
camino. Pero el arte es una fuerza maravillosa propia del cora-
zn del hombre:
El arte habla mediante imgenes a los hombres, y se sirve
entonces de una escritura jeroglfica cuyos signos segn lo
exterior conocemos y comprendemos. Pero funde lo espiri-
tual y lo no sensible en las figuras visibles de un modo tan
conmovedor y digno de admiracin, que de nuevo nuestra
esencia entera y todo lo que habita en nosotros se mueve y
estremece en sus races
30
.
Para ilustrar el poder de este lenguaje, el Monje se remite en
este pasaje a un cuadro de San Sebastin, en el que ste aparece
desnudo, atado a un rbol, un ngel le saca la flecha del pecho, y
otro ngel acerca una corona de flores a su cabeza. Al respecto,
dice: a este cuadro debo penetrantes y consistentes sentimientos
cristianos, y apenas puedo representrmelo vvidamente sin que
acudan las lgrimas a mis ojos
31
. Wackenroder explica de manera
ms terica este efecto del lenguaje del arte con las siguientes
palabras:
Las enseanzas de los sabios slo ponen en movimiento
nuestro cerebro, slo una mitad de nosotros mismos; pero los
dos lenguajes maravillosos cuyo poder aqu proclamo re-
mueven nuestros sentidos tanto como nuestro espritu; o
mejor dira, con ello (no lo podra expresar de otra manera)
todas las partes de nuestra (para nosotros misteriosa) esencia

29
W.H. Wackenroder, WA 1, 97.
30
W.H. Wackenroder, WA 1, 98.
31
W.H. Wackenroder, WA 1, 99.
ERNST BEHLER
34
parecen fundirse en un nico nuevo rgano que capta y
concibe el milagro celestial por esta doble va
32
.
III
La ltima parte de las Efusiones ntimas lleva el ttulo La sin-
gular vida musical del compositor Joseph Berglinger, y nos tras-
lada a los tiempos presentes, es decir, al tiempo de la primera
juventud del Monje y de su estrecha amistad con un artista que
dedic su vida a la msica. Nos encontramos en una pequea ciu-
dad del sur de Alemania, y el nombre del amigo es Joseph
Berglinger. Debido al final desgraciado de esta historia y a la
propia muerte temprana de Wackenroder, estos dos sucesos han
sido siempre puestos en relacin en sentimentales historias de la
literatura de los siglos XIX y XX. Adems se ha visto en la ima-
gen de un carcter mortalmente amenazador del arte, de un fun-
damental antagonismo entre arte y vida, el tema de esta historia.
Repercusiones de este punto de vista se encuentran en los cuentos
de E.T.A. Hoffmann, en la literatura decadente del siglo XIX y en
Thomas Mann. En la novela de Hoffmann El consejero Krespel,
de 1818, suena durante la noche, procedente de una casa de
extravagante construccin situada a las puertas de la ciudad, la voz
angelical de una joven, celosamente guardada por el extrao
consejero. La joven debe la fuerza sobrenatural de su canto a un
defecto orgnico, y es condenada a muerte si utiliza su voz. Este
destino le sobreviene cuando una noche, acompaando al com-
positor al que amaba con un violn especialmente valioso, rompe
en hermossimo canto, que Krespel y el narrador escuchan con un
deleite jams sentido y a la vez con un gran temor. Tales ca-
racteres dieron desde el principio a la teora musical un carcter
particularmente prominente como forma artstica del mayor re-
finamiento, pero tambin del mayor peligro.
La historia de Joseph Berglinger coloca a la msica en el centro
del inters esttico. Berglinger est plenamente convencido de que

32
W.H. Wackenroder, WA 1, 99.
WACKENRODER Y LA CONCEPCION MUSICAL DEL PRIMER ROMANTICISMO
35
Dios le ha puesto en el mundo para ser un admirable artista de la
msica; y de cuando en cuando pensaba con agrado que el cielo le
elevara de la sombra y estrecha indigencia en que tuvo que pasar
su juventud a un brillo tanto ms elevado
33
. En algunas poesas
compuestas por aquel entonces invocaba a Santa Cecilia, patrona
de la msica, pidiendo:
Hazme derretir en canto,
que tanto embelesa mi corazn
34
.
A causa de su padre, que se opone a este placer con una rgida
conciencia del deber, la msica y el arte adquieren para Berglinger
el aliciente de un fruto prohibido. Un da abandona la casa paterna
y se traslada a la residencia episcopal, donde se convierte en
maestro de capilla y vive con gran esplendor. Pero Berglinger se
encuentra nicamente en una nueva jaula, pues ahora se ve
obligado a ofrecer actuaciones en la sala de conciertos que no le
permiten dejar correr libremente sus sentimientos. Ante su audi-
torio se dice: Y para estas almas gasto mi espritu! Para ellas
me enardezco a hacerlo de tal modo! Esta es la elevada vocacin
para la que cre haber nacido!
35
. Como artista, en palacio se ve
envuelto en repugnante envidia y maliciosa conducta, en
tortuosas costumbres y encuentros, as como en la
subordinacin del arte a la voluntad palaciega. Para la repre-
sentacin de una obra musical no basta la pura expresin del sen-
timiento, sino que es necesaria una profusin de manos.
Mientras en su juventud crea escapar de la miseria terrena, se
siente ahora bien caido en el cieno
36
. Sobre el deseo de su padre
de que fuera mdico para aminorar el dolor de sus semejantes,
piensa ahora: Quizs hubiera sido mejor!
37
. Ante el lecho de
muerte de su padre, Berglinger se reconcilia con l y recupera la
fuerza para componer una msica de la Pasin que, en palabras del
Monje, con sus melodas penetrantes, que contienen en s todos

33
W.H. Wackenroder, WA 1, 136.
34
W.H. Wackenroder, WA 1, 136.
35
W.H. Wackenroder, WA 1, 140.
36
W.H. Wackenroder, WA 1, 141.
37
W.H. Wackenroder, WA 1, 143.
ERNST BEHLER
36
los dolores del sufrimiento, permanecer eternamente como una
obra maestra
38
.
Poco despus fallece Berglinger, en la flor de su juventud. El
Monje busca extraer una leccin de esta vida, y pregunta: Por
qu quiso el cielo que la batalla entre su etreo entusiamo y la vil
miseria de esta tierra hubiera de hacerle tan infeliz toda su vida, y
por qu tuvo que desgarrarse finalmente su doble esencia de
espritu y cuerpo?. La respuesta es que Rafael, Reni, Durero,
pese a todas las contradicciones de la vida, produjeron grandiosas
obras; Berglinger, sin embargo, en cuyas armnicas obras sub-
yace belleza tan misteriosa, es diferente a todos ellos. Su ele-
vada fantasa le consumi, y quiz fue creado ms para disfrutar
del arte que para ejercerlo. Esta misteriosa fuerza creadora es
quizs algo absolutamente distinto, s, algo an ms
maravilloso, an ms divino que el poder de la fantasa
39
. Tras
haber anotado estos recuerdos y sus reflexiones al respecto, el
Monje concluye su libro, deseando que fuere til al uno o al otro
para suscitar buenos pensamientos
40
.
IV
Cuando en 1799 Tieck public del legado de su amigo las
Fantasas en torno al arte, aadi una parte mayor de contribu-
ciones propias que en las Efusiones ntimas. La primera parte de
las Fantasas, dedicada principalmente a la pintura y pintores, re-
presenta una continuacin del estilo biogrfico y legendario que
Wackenroder haba creado, y procede principalmente, con ex-
cepcin de dos piezas, de Tieck
41
. La segunda parte se ocupa de la

38
W.H. Wackenroder, WA 1, 144.
39
W.H. Wackenroder, WA 1, 144.
40
W.H. Wackenroder, WA 1, 145.
41
Se trata de laa obras Schilderungen wie die alten deutschen Knstler
gelebt haben: wobei zu Exempeln angefhrt werden Albrecht Drer, nebst
seinem Vater Albrecht Drer dem Alten, y Die Peterskirche.
WACKENRODER Y LA CONCEPCION MUSICAL DEL PRIMER ROMANTICISMO
37
msica, y su autor principal es Wackenroder
42
, con lo que el
nombre de Berglinger se hace dominante.
Cae la mscara del Monje, y en las observaciones introductorias
a las Fantasas en torno al arte de la msica cesa el estilo
luctuoso del episodio Berglinger de las Efusiones ntimas. Muy al
contrario, leemos: Sus convicciones sobre el arte sintonizaban
maravillosamente con las mas, y las frecuentes efusiones rec-
procas de nuestro corazn hacan que nuestros sentimientos inti-
maran cada vez ms
43
.
La primera de estas contribuciones de la segunda parte lleva el
singular ttulo de Un maravilloso cuento oriental sobre un santo
desnudo. En l se trata de un ermitao que se haba refugiado en
una apartada cueva en el desierto del Oriente, y viva comple-
tamente retirado del mundo de los hombres. La mayora de los que
pasaban por all lo consideraban habitculo de un genio ms
elevado que desde el reino del firmamento se ha extraviado en una
figura humana, y no sabe comportarse como los hombres
44
.
Estaba posedo por el sentimiento de que escuchaba en sus odos
incesantemente el silbido del giro de la rueda del tiempo, y a
causa de ello no poda descansar ni llevar a cabo un trabajo dis-
ciplinado. Tan pronto algo pareca aquietarse, el ermitao haca
desesperados esfuerzos por impedirlo. Si la gente le observaba, se
enfadaba porque permanecan inactivos frente a l. Cuando al-
guien recoga hierbas o trozos de madera en los alrededores de su
cueva, se enfureca a la vista de tales actividades intiles. En esas
ocasiones acostumbraba a saltar fuera de su cueva y matar al in-
truso de un golpe. El ermitao no poda comportarse como los
dems seres humanos alargar una mano, poner un pie delante del
otro porque un miedo tembloroso agitaba todos sus nervios
45
.
Slo durante la noche, cuando la luna estaba ante su cueva, se
arrojaba al suelo, lloraba amargamente y senta una ardiente

42
Los ltimos cuatro captulos constituyen las contribuciones de Tieck:
Unmusikalische Toleranz, Die Tne, Symphonien, Der Traum. Eine
Allegorie.
43
W.H. Wackenroder, WA 1, 199.
44
W.H. Wackenroder, WA 1, 201.
45
W.H. Wackenroder, WA 1, 202.
ERNST BEHLER
38
nostalgia por desconocidas cosas bellas. Visiblemente buscaba
algo determinado desconocido
46
. Una noche se acercaron dos
amantes en un bote sobre el ro. La luna haba inflamado su amor,
y desde el bote una msica etrea flotaba hacia lo alto en el
espacio celestial. En ese mismo momento le desapareci al
santo desnudo la rueda sibilante del tiempo, y su nostalgia des-
conocida se acall: la figura del santo haba desaparecido, y una
fantasmal figura de belleza angelical, movida por suave brisa,
sali flotando de la cueva, tendi con nostalgia sus delgados
brazos hacia el cielo y se elev con los sonidos de la msica, en
danzante movimiento, desde el suelo hacia las alturas
47
.
Para explicar el milagro de la msica, con lo que pasamos al
captulo siguiente, Wackenroder utiliza un gran nmero de com-
paraciones, pero la ms convincente reside para l en la reflexin
del msico, que pregunta: No es la vida entera un bello sueo,
una deliciosa pompa de jabn? Igualmente mi obra
48
. Otra ex-
plicacin del milagro reside en la pregunta acerca de cmo el
hombre ha adquirido este arte. El hombre quiso, es evidente,
conservar sus sentimientos agradables, y cre con este fin las be-
llas artes. Pero la msica es la ms maravillosa de estas inven-
ciones, porque describe los sentimiento humanos de un modo so-
brehumano. Todos los movimientos de nuestro nimo son re-
presentados por su mediacin de un modo incorpreo. La m-
sica habla un lenguaje que no conocemos en la vida ordinaria
49
.
Con ello, es tambin el arte que nos infunde la autntica sereni-
dad del alma
50
. En el captulo De los diferentes gneros en cada
arte, y en particular de los diferentes modos de la msica reli-
giosa, Wackenroder desarrolla una teora comparativa del arte y
estudia atentamente las diferentes formas artsticas, del modo en
cmo stas se establecen en la poesa, la pintura y en la msica
respecto al fin de una veneracin de lo divino. En su opinin, estas
tres artes compiten por el lugar ms cercano posible al trono

46
W.H. Wackenroder, WA 1, 203.
47
W.H. Wackenroder, WA 1, 204.
48
W.H. Wackenroder, WA 1, 205.
49
W.H. Wackenroder, WA 1, 207.
50
W.H. Wackenroder, WA 1, 208.
WACKENRODER Y LA CONCEPCION MUSICAL DEL PRIMER ROMANTICISMO
39
divino. Pero la msica es la ms osada y audaz en la alabanza a
Dios, porque en un extrao e intraducible lenguaje, con fuerte
sonido, con impetuoso movimiento y con armnica confluencia de
una multitud entera de esencias vivas, se aventura a hablar de las
cosas del cielo
51
.
La seccin La verdadera esencia de la msica y la teora del
alma en la msica instrumental de nuestros das es el intento ms
directo de Wackenroder de determinar la naturaleza y el atractivo
especfico de la msica. Investiga en ella la fsica y la matemtica
de los sonidos, y explica en base a este medio por qu la msica es
la ms joven de todas las artes. La caracterstica ms importante
de la msica en comparacin con las dems artes es, sin embargo,
que puede expresar directamente los sentimientos humanos:
En el espejo de los sonidos aprende el corazn humano a
conocerse a s mismo; en ellos aprende el sentimiento a sen-
tir; los sonidos dan conciencia viva a muchos geniecillos so-
adores escondidos en rincones secretos del nimo, y enri-
quecen nuestro interior con espritus mgicos y enteramente
nuevos del sentimiento
52
.
Con el captulo Una carta de Joseph Berglinger concluyen las
contribuciones de Wackenroder a las Fantasas
53
. Esta carta est
compuesta de nuevo con aquella disposicin de nimo sombra y
desesperada en el artista, el cual, con el fin de ejercer su oficio, se
ha separado del resto de la humanidad, poniendo una gran
distancia entre l y ella. Esto encierra una falta de sociabilidad,
incluso egosmo y narcisismo: El arte es un fruto tentador,
prohibido; quien una vez ha gustado su jugo ms interno, ms
dulce, est irremediablemente perdido para el mundo activo, para
el mundo vivo
54
. Berglinger percibe con amargura que es incapaz
de llevar una vida de bien, una vida que agrade a Dios. Habla

51
W.H. Wackenroder, WA 1, 211.
52
W.H. Wackenroder, WA 1, 220.
53
Tieck informa en el prlogo que no haba incorporado un artculo
incompleto sobre Rubens, como tampoco una cantata, de las cuales el mismo
Wackenroder se senta insatisfecho; W.H. Wackenroder, WA 1, 149.
54
W.H. Wackenroder, WA 1, 225.
ERNST BEHLER
40
del veneno mortal que yace escondido en la semilla inocente del
sentimiento artstico
55
. Ni siquiera la irona puede ayudar aqu,
pues tambin este sarcasmo es slo un miserable mecanismo.
Pero la mayor miseria consiste en que aquel que est totalmente
hundido en el sentimiento artstico menosprecia profundamente la
razn y la sabidura del mundo que deben dar al hombre una tan
slida paz, e incluso no puede avenirse a ella. Dice: El sabio
del mundo examina su alma como un libro sistemtico, y
encuentra principio y fin, y verdad y falsedad separadas en
determinadas palabras. El artista la examina como una pintura o
una pieza musical, no conoce convicciones slidas, y encuentra
bello todo lo que est en su lugar propio. Berglinger se contenta
al final, resignadamente, con el pensamiento: Y as es
comparable mi alma mientras viva al arpa fluctuante de Eolo, en
cuyas cuerdas sopla un lejano y desconocido hlito, y aires
cambiantes remueven a placer
56
.
Con estas modestas reflexiones y bosquejos anmicos encontr
la msica en el primer romanticismo su primera consideracin.
Ernst Behler
Department of Comparative Literature
University of Washington
Seattle, Wt. 98195 USA

55
W.H. Wackenroder, WA 1, 226.
56
W.H. Wackenroder, WA 1, 227.

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