Este documento analiza la concepción musical del primer romanticismo alemán a través de los escritos de Wilhelm Heinrich Wackenroder. En primer lugar, describe la vida y educación de Wackenroder, quien estudió música con Karl Fasch y Karl Friedrich Zelter. Luego, examina cómo Wackenroder y su amigo Ludwig Tieck se interesaron en el arte y la naturaleza durante sus estudios universitarios en Erlangen. Finalmente, analiza cómo los escritos de Wackenroder de 1796 reflejan una nueva concepción de
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Este documento analiza la concepción musical del primer romanticismo alemán a través de los escritos de Wilhelm Heinrich Wackenroder. En primer lugar, describe la vida y educación de Wackenroder, quien estudió música con Karl Fasch y Karl Friedrich Zelter. Luego, examina cómo Wackenroder y su amigo Ludwig Tieck se interesaron en el arte y la naturaleza durante sus estudios universitarios en Erlangen. Finalmente, analiza cómo los escritos de Wackenroder de 1796 reflejan una nueva concepción de
Este documento analiza la concepción musical del primer romanticismo alemán a través de los escritos de Wilhelm Heinrich Wackenroder. En primer lugar, describe la vida y educación de Wackenroder, quien estudió música con Karl Fasch y Karl Friedrich Zelter. Luego, examina cómo Wackenroder y su amigo Ludwig Tieck se interesaron en el arte y la naturaleza durante sus estudios universitarios en Erlangen. Finalmente, analiza cómo los escritos de Wackenroder de 1796 reflejan una nueva concepción de
Este documento analiza la concepción musical del primer romanticismo alemán a través de los escritos de Wilhelm Heinrich Wackenroder. En primer lugar, describe la vida y educación de Wackenroder, quien estudió música con Karl Fasch y Karl Friedrich Zelter. Luego, examina cómo Wackenroder y su amigo Ludwig Tieck se interesaron en el arte y la naturaleza durante sus estudios universitarios en Erlangen. Finalmente, analiza cómo los escritos de Wackenroder de 1796 reflejan una nueva concepción de
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Anuario Filosfico, 1996 (29), 21-39 21
WACKENRODER Y LA CONCEPCIN MUSICAL DEL
PRIMER ROMANTICISMO ERNST BEHLER Wackenroder and the musical conception of early Romanticism.- The early romantic movement brings in a new general conception of art and the artist. Within this context, music is treated as a proper and independent form of art. This paper shows how a reflection on music is to be found expressed in the texts of Wackenroder, which is later to be carried on by other thinkers. El primer romanticismo suscita en la mayora de los especialis- tas en esa poca la representacin de una nueva concepcin de la literatura que superaba la teora clasicista (l'art potique), bien fundada en slidas reglas, e inauguraba con la forma artstica de la novela y la irona artstica nuevas posibilidades de expresin para la literatura. Esta consideracin es sin duda correcta, pues en todos los representantes del primer romanticismo los hermanos Schlegel, Tieck y Novalis la poesa se situaba en el centro de inters, y su reflexin global sobre el arte presentaba un carcter impregnado por el arte potico. Pero si se aborda ms profun- damente esta teora de la literatura, pronto se hace patente que no puede ser concebida aislada del resto de las artes, y que ha de te- ner, en palabras de Friedrich Schlegel, un sentido para las ma- ravillosas afinidades entre todas las artes y todas las ciencias 1 . Para estas relaciones mutuas entre artes y ciencias, Schlegel se remita al lrico y epigramtico griego Simnides, el cual haba llamado a la poesa una pintura que habla, a la pintura una po- esa silenciosa, y haba designado a la poesa como msica es- piritual 2 . En otro pasaje, Schlegel se preguntaba: en las obras de los ms grandes poetas se respira con no poca frecuencia el
1 Se citar a Friedrich Schlegel segn la Kritische Friedrich Schlegel Ausgabe, ed. por Ernst Behler, en colaboracin con Jean-Jacques Anstett, Hans Eichner y otros especialistas, Paderborn, 1956. Desde ahora, KFSA, con indicacin del pasaje en el texto. F. Schlegel, KFSA 2, 254, n 444. 2 F. Schlegel, KFSA 2, 221, n 325. ERNST BEHLER 22 espritu de otro arte. No debera ocurrir tambin en el caso de los pintores? no pinta Miguel Angel en cierto sentido como un escultor, Rafael como un arquitecto, Correggio como un m- sico? 3 . August Wilhelm Schlegel intent esclarecer la contraposicin entre la poesa clsica y la romntica comparando a la primera con la plstica y a la segunda con la pintura, aplicando para ello los contornos ntidamente determinados del arte plstico a la poesa clsica, y las gradaciones difusas de las pinturas a la poesa romntica 4 . Cuando Novalis quiso determinar el carcter creador del arte, su carcter no dependiente de la imitacin de la natura- leza, tom como ejemplo ms claro para ello la msica, y escribi en uno de sus fragmentos: As como el pintor ve los objetos visibles con ojos entera- mente distintos a los del hombre ordinario, tambin el poeta percibe los acontecimientos del mundo exterior e interior de manera muy diferente a la del comn de los mortales. Pero en ningn otro lugar que en la msica se advierte de modo tan claro que es nicamente el espritu el que poetiza los objetos, las modificaciones de la materia; y que lo bello, el objeto del arte, no nos es dado, ni reside ya de modo acabado en los fenmenos. Todos los sonidos que produce la naturaleza son toscos y sin espritu; slo al alma musical le parece a menudo meldico y significativo el susurro de los bosques, el silbido del viento, el canto del ruiseor, el murmullo del arroyo. El msico toma de s mismo la esencia de su arte: ni la ms leve sospecha de imitacin puede alcanzarle 5 . Pero la msica se pone de relieve en la teora del arte del primer romanticismo no slo en un sentido comparativo e ilustrativo, sino tambin como una forma propia e independiente. Ello ser el
3 F. Schlegel, KFSA 2, 233, n 372. 4 Se citar a August Wilhelm Schlegel segn las Smtliche Werke, ed. por Eduard Bcking, Leipzig, 1846. Desde ahora, AWS SW, con indicacin del pasaje en el texto. A.W. Schlegel, AWS SW 5, 200. 5 Novalis, Schriften, ed. por Richard Samuel, en colaboracin con Hans- Joachim Mhl y Gerhard Schulz, Stuttgart, 1960-1988, 2, 573-574. WACKENRODER Y LA CONCEPCION MUSICAL DEL PRIMER ROMANTICISMO 23 objeto de las pginas que siguen. Sin duda, no puede tratarse aqu de una elaboracin de la teora del primer romanticismo musical, efectuando una comparacin entre todos los representantes de este movimiento 6 . Se trata ms bien de mostrar cmo esta reflexin sobre la msica encontr su expresin en textos de Wackenroder de los aos 1796, una reflexin que fue desarrollada ulteriormente por otros representantes del primer romanticismo. Wackenroder mismo no pudo tomar ya parte en esta evolucin, pues falleci el 17 de febrero de 1798, poco despus de la aparicin en el ao 1797, en Berln, de su escrito Efusiones ntimas de un monje amante del arte. Sus restantes anotaciones sobre arte fueron publicadas por su amigo Tieck en el ao 1799 bajo el ttulo Fantasas en torno al arte. Estos dos escritos y la imagen de la msica que en ellos se perfila son el objeto principal de este trabajo (la esttica musical del primer romanticismo ser tratada en otra ocasin). I Wilhelm Heinrich Wackenroder era de la misma edad que Tieck, y naci en Berln en 1773. Su padre era miembro del Consejo de Guerra y magistrado del gobierno prusiano; un alto funcionario en el espritu de Federico el Grande, embargado de sentido del deber y entrega al estado. Se haba distinguido en la Guerra de los Siete Aos, cuando Berln fue ocupada por los ru- sos, y se dedic con gran rigor a la educacin de su nico hijo. Wackenroder fue junto con Tieck al Instituto Friedrich-Werder, y desde entonces les uni una gran amistad. El padre, que por lo dems aparece como un tirano espiritual, hizo formar a su hijo con Karl Fasch, el fundador de la Singakademie de Berln; y ms tarde, en violn y composicin, con Karl Friedrich Zelter. Wackenroder haba sido destinado por su padre a la carrera judicial. Pero no se le permiti asistir a la
6 Tal intento subyace en el trabajo de Barbara Neumann titulado Musikalisches Ideen-Instrument, en Das Musikalische in Poetik und Sprachtheorie der Frhromantik, Sttutgart, 1990. ERNST BEHLER 24 universidad inmediatamente despus del Bachillerato, como Tieck, sino que antes tuvo que prepararse para los estudios durante un ao entero con un asesor, en Berln. En esta poca comienzan sus cartas a Tieck, cartas en las que su carcter y sus intereses se muestran con toda franqueza. En el otoo de 1793 Tieck y Wackenroder iniciaron conjun- tamente sus estudios en Erlangen, despus de que Tieck ya hubiera pasado el ao anterior en la universidad de Gttigen. Ambos asistieron a los cursos de Gottlieb Christoph Harle sobre el espritu de la poesa antigua, y a los de Mensel y Breger sobre Pndaro. De enorme influencia sobre ellos fueron las impresiones recibidas acerca del arte y de la naturaleza, impresiones que los dos jvenes, procedentes de Berln, y por tanto poco familiariza- dos con todo ello, asimilaron vidamente: la catedral de Bamberg, la galera de cuadros del castillo condal de Pommersfelden, Nrnberg, las excursiones a la zona de Bayreuth o las marchas a Bhmen y a los bosques del Fichtelgebirge. En los informes sobre la vida de Tieck se dice al respecto: Nrnberg era un lugar principal de peregrinaje para los dos amigos. Cuanto ms la vean, con mayor inters, e incluso devocin, retornaban a ella. La antigua vida artstica alemana se les presentaba en su total plenitud. Lo que antes haban presentido oscuramente, se haca aqu sobradamente realidad viva. Cun rica en monumentos de todas las artes era esta ciudad, con las iglesias de San Lebaldo y San Lorenzo, con sus obras de Alberto Durero, de Vischer y Krafft! En ella, la artesana, gracias a su sentido artstico e infatigable celo, se ennobleca hasta convertirse en arte. All era cada casa un monumento del pasado, cada puente y cada banco un testigo de la vida silenciosa, simple y plena de sentido de los Padres. Todava no exista un parangn del plido encalamiento de sus casas, que resplandecan magnficamente con figuras multicolores tomadas de la tradicin y la poesa del pueblo. All se vea a Ottnit y Siegenot, a Dietrich y otros hroes como protectores y guardianes de las puertas. Sobre la antigua y honorable ciudad imperial, con sus maravillas y singularidades, reposaba una fragancia de la poesa, fragancia WACKENRODER Y LA CONCEPCION MUSICAL DEL PRIMER ROMANTICISMO 25 que la corriente de la nueva poltica y la Ilustracin haba desvanecido tiempo haba en otros lugares 7 . A finales de aquel ao los amigos decidieron proseguir sus es- tudios en la universidad de Gttingen, mejor dotada. Wackenroder se haba dedicado, junto a sus estudios jurdicos, a la antigua literatura alemana, y estudi la Coleccin Manesse de canciones amorosas, la edicin de Mller de la poesa pica, los inicios del drama alemn, particularmente Hans Sachs 8 . Wackenroder curs estudios con el conocido historiador del arte Johann Dominique Fiorillo (1748-1821), pintor l mismo, y que ms tarde fue profesor de filosofa en Gttingen; y con el historiador de la msica e investigador de Bach por entonces ms conocido, Johann Nikolaus Forkel (1749-1818); se dedicaba adems en la biblioteca al estudio de la pintura italiana en las monografas sobre arte de Giorgio Vasari y Giovanni Pietro Bellori. En el otoo de 1794 los dos amigos regresaron a su ciudad natal, donde la incorporacin al servicio judicial esperaba inevitablemente a Wackenroder. Por aquel entonces comenz a elaborar su manuscrito de las Efusiones ntimas de un monje amante del arte, que haba comenzado en Erlangen y Gttingen, sin informar mucho acerca de ello a Tieck. De esta poca de su vida sabemos muy poco. Friedrich Schlegel, a raz de su traslado de Jena a Berln en el verano de 1787, haba podido todava conocer a Wackenroder. Para l, Wackenroder era el ms querido en toda esta escuela de arte, y aada: tena ciertamente ms genio que Tieck; pero ste tena sin duda ms entendimiento, lo que Schlegel atribua a la falta de experiencia mundana en el primero, y al exceso de ella en el se- gundo. El 18 de diciembre de 1797 escriba a su hermano: Wackenroder ha estado muy enfermo, pero ahora se encuentra de nuevo fuera de peligro 9 . A ello sigui el 17 de febrero de 1798, de modo bastante indeterminado y comprimida entre una pltora de noticias, una lacnica notificacin:
7 Ludwig Tieck, Erinnerungen aus dem Leben des Dichters nach dessen mdlichen und schriftlichen Mitteilungen, ed. por Rudolf Kpke, 2 vols., Leipzig, 1855, vol.1, 159-160. 8 L. Tieck, Erinnerungen, vol. 1, 176. 9 F. Schlegel, KFSA 24, 66. ERNST BEHLER 26 Wackenroder ha muerto. Tuvo un tifus, despus estuvo me- lanclico durante varios meses, o como dicen algunos, loco 10 . En las restantes y escasas informaciones al respecto se indica una fiebre tifoidea como causa de su muerte. En las memorias de Tieck se lee: Estaba enemistado consigo mismo y con su modo de ser, hastiado del presente, sin esperanza para el futuro. Con fa- cilidad hubiera soportado cosas ms difciles una naturaleza delicada como la suya, si se hubiera puesto de acuerdo con- sigo misma; en esta atormentada contradiccin se fue a pique. Su salud se desmoron; enferm, se desarroll una fiebre tifoidea. Falleci el 13 de febrero con veinticinco aos. Le fue dado gozar, entre luchas y combates, de los ms elevados arrobos del arte, l los haba expresado, luego muri. Su vida fue breve, pero no exenta de dolor, y sin embargo haba sido silenciosa, pura y repleta de fe artstica, como la de aquellos antiguos maestros de cuyas imgenes estaba llena su alma 11 . August Wilhelm Schlegel haba ya reseado para la Allgemeine Literaturzeitung, con gran aprobacin, las Efusiones ntimas, aparecidas annimamente, sin que sin duda le fuera conocido su autor, y sobre el cual supo algo ms en estas circunstancias por medio de su hermano. Cuando en 1801 incluy su recensin en Charakteristiken und Kritiken, aadi esta observacin: Lo indicado ms arriba lo escrib sin saber personalmente nada de su autor, en el cual quizs hubiera encontrado pos- teriormente un amigo, si su prematura y amarga muerte no hubiera frustrado todas las esperanzas. Su ntimo amigo Tieck, al cual el Monje tambin debe algo, ha publicado su obra pstuma en las Fantasas en torno al arte, junto con ar- tculos afines propios, y ha celebrado su memoria con emo- tivas poesas 12 .
10 F. Schlegel, KFSA 24, 89. 11 L. Tieck, Erinnerungen, vol. I, 224. 12 A.W. Schlegel, AWS, SW 10, 371. WACKENRODER Y LA CONCEPCION MUSICAL DEL PRIMER ROMANTICISMO 27 A pesar de su temprana muerte y de la carencia de contacto con el crculo de los primeros romnticos de Jena, Wackenroder fue una de sus figuras operativas, cuya influencia se manifest sobre todo en el inters por la pintura, inters que tuvo su expresin en las Peregrinaciones de Franz Sternbald de Tieck, en el dilogo de August Wilhelm Schlegel y Caroline Schlegel Los cuadros, en las descripciones de pinturas realizadas por Friedrich Schlegel en su Europa y, posteriormente, en el lugar destacado que alcanz la pintura en la teora del arte del romanticismo tardo. II En los escritos crticos de Wackenroder y Tieck el arte no se desarrolla, como en los primeros romnticos de Jena, segn el modelo de la poesa, sino que se determina predominantemente mediante el de la pintura y la msica. Esta orientacin fue intro- ducida sobre todo por Wackenroder, al que Tieck sigui en este mbito hasta un cierto grado, dando despues la expresin ms afortunada a esta tendencia en su novela Peregrinaciones de Franz Sternbald. Originalmente, este impulso proceda de un pequeo libro sin pretensiones que llevaba el extrao ttulo de Efusiones ntimas de un monje amante del arte. En la poca de su aparicin, en el ao 1798, acababa de morir su autor, Wackenroder. Por respeto al padre, que habra desaprobado la posicin de escritor de su hijo, Tieck haba publicado el texto de forma annima. El ttulo fue formulado por Johann Friedrich Reichardt, cuando public una tirada previa en su revista Deutschland 13 . La primera edicin contena tambin algunas contribuciones de Tieck, las que llevan por ttulo Al lector de estas pginas, Nostalgia de Italia, Una carta del joven pintor florentino Antonio a su amigo Jacobo en
13 Johann Friedrich Reichardt era el editor de la revista Deutschland, en la cual public el captulo Memoria honorfica de nuestro venerable antepasado Durero. Como el nombre de Wackenroder deba permanecer oculto, Reichardt aadi la indicacin de un monje amante del arte, que tom de Nathan el sabio de Lessing. ERNST BEHLER 28 Roma, y Carta de un joven pintor alemn a un amigo en Nrnberg. Si nos concentramos nicamente en el texto de Wackenroder, y sin considerar las partes procedentes de Tieck, las Efusiones n- timas muestran una composicin estructurada. De los 14 captulos, el sptimo, Memoria honorfica de nuestro venerable antepasado Durero, constituye el centro. Est circundado por dos captulos que tienen igualmente una posicin central en el mundo artstico aqu representado: Unas palabras sobre universalidad, tolerancia y filantropa y De dos lenguajes admirables y de su fuerza misteriosa. La primera mitad consiste fundamentalmente en relatos sobre pintores italianos, que con Rafael, el artista de mayor grado, constituyen el principio. Los siguientes muestran otras realizaciones del arte de la pintura. Inmediatamente antes del captulo Unas palabras sobre universalidad, tolerancia y filan- tropa, Wackenroder ofrece dos descripciones pictricas: La Santsima Virgen con el Nio y el pequeo Juan y La adoracin de los tres Magos de Oriente. El Monje admite abiertamente que la belleza de estas pinturas se vera agraviada con una represen- tacin en prosa, y por ello utiliza versos simples que intentan imitar el estilo de los antiguos cronistas. Tras la seccin central sobre Durero, el texto prosigue con relatos sobre pintores italianos, entre los cuales es ahora Miguel Angel el que adquiere una destacada posicin. En Los retratos de los pintores establece una comparacin entre cuadros de los artistas Leonardo da Vinci, Durero, Miguel Angel y Rafael, comparacin nuevamente con- cebida en verso. La crnica del pintor cierra el tratamiento de la pintura e introduce junto a un gran nmero de pintores italianos al dibujante y grafista francs Jaques Callot. Cuando centra su inters en los tiempos presentes 14 , el Monje muestra con La singular vida musical del compositor Joseph Berglinger un nuevo
14 Wackenroder se citar segn: Wilhelm Heinrich Wackenroder, Smtliche Werke und Briefe. Historisch-Kritische Ausgabe, ed. por Silvio Vietta y John Litteljohns. 2 vols., Heidelberg, 1991. Desde ahora: WA, con indicacin del pasaje en el texto. Tanto el informe editorial como la notas de esta edicin son de gran valor para la investigacin sobre Wackenroder. W.H. Wackenroder, WA 1, 130. WACKENRODER Y LA CONCEPCION MUSICAL DEL PRIMER ROMANTICISMO 29 aspecto del arte, la msica. Se podra comparar la disposicin del libro con la estructura de un retablo. La diferencia reside en que la sucesin de santos y profetas a los lados izquierdo y derecho se representa aqu mediante artistas, y el centro no lo constituye Cristo, sino Durero. Para la elaboracion de las partes individuales, Wackenroder utiliz los relatos de la vida de pintores italianos famosos recopi- lados por Giorgio Vasari en el siglo XVI 15 . Vasari proporcion el material para siete captulos con acontecimientos significativos de la vida de Rafael, Francesco Francia, Pietro di Cosima, Miguel Angel y algunos otros conocidos artistas, que aparecen en La crnica del pintor. El modo en que Wackenroder utiliz la recopilacin de Vasari es altamente concluyente. Del material en general muy amplio que se refiere a los artistas individuales, Wackenroder se concentra casi siempre en un punto, dejando todo lo dems. Pasa tambin por alto las demarcaciones histricas de estos informes, tales como se informa que, con el fin de obtener un tono ms inmediato. Evita otras representaciones biogrficas, y slo en contadas ocasiones toma en consideracin obras de arte individuales que en Vasari juegan un gran papel. En los captulos dedicados a Durero y a la escuela alemana de pintura, Wackenroder sigue la biografa de Durero de Joachim von Sandrart 16 . Las Efusiones ntimas se muestran desde cualquier punto de vista como una obra literaria compuesta de un modo altamente consciente. La figura central de este escrito, el Monje, se identifica siempre de buen grado con el mismo Wackenroder. En las obras crticas sobre las Efusiones ntimas se habla del idealismo creyente de Wackenroder, de su entusiasmo puro, de sus sentimientos entusiasmados por lo divino y lo bello, de su pura y casta veneracin por el arte 17 . Pero con ello se olvida fcilmente que
15 G. Vasari, Vite de' pi eccelenti pittori, scultori ed architetti, Florencia, 1550. 16 J. von Sandrart, Deutsche Akademie der edlen Bau-, Bild- und Malerknste. 2 vols., Nrnberg, 1675-1679. 17 R. Haym, Die romantische Schule. Ein Beitrag zur Geschichte des deutschen Geistes, Berln, 1906 2 , 119-128. ERNST BEHLER 30 no se habla de Wackenroder, sino de su creacin, del Monje. Las Efusiones ntimas se toman de este modo no como comunicacin de un escritor sino como profesin de fe, como evangelio, y se entienden como una proclamacin de verdad. El Monje no es entonces una mscara de Wackenroder, sino su corporeizacin directa. Las contribuciones de Tieck, ya el captulo introductorio Al lector de estas pginas, muestran una altura reflexiva que contrasta con la sencillez de las otras partes y que produce la impresin de una quiebra en el estilo. La seccin siguiente, Nostalgia de Italia, es, con su paso a poesa lrica, tan profundamente diferente que el mismo Tieck not esta discre- pancia, y por ello quiso aclarar que fue redactada en la primera juventud del Monje 18 . La Carta del joven pintor florentino Antonio a su amigo Jacobo en Roma pertenece ya al contexto de la novela de Tieck Peregrinaciones de Franz Sternbald, y transmite, con la atmsfera catlica, con la Misa y la elevacin de la Hostia, una extraa impresin. Estas observaciones tienen evi- dentemente su peso. Pero no deben apartar de la valoracin ple- namente artstica de las Efusiones ntimas segn el espritu de Wackenroder, para quien este texto inaugur una determinada perspectiva del arte que se completaba con otras, como la elegida por Tieck, y para la que el Monje tena una determinada funcin literaria. De especial significado para la consideracin del arte de Wackenroder, en medio de ancdotas y particularidades de la vida de los artistas, es la visin de Mara que Rafael habra tenido en la pared de su habitacin. El Monje supo de este suceso cuando registraba el tesoro de manuscritos de nuestro monasterio, y en ello top con algunos pliegos de la mano del Bramante 19 , en los cuales se informaba del acontecimiento 20 . Bramante relata en este manuscrito cmo Rafael le confi, bajo el sello de la reserva, el modelo segn el cual haba creado su Madonna, bella sobre todas las cosas. Cuando l, en su juventud, haba comenzado un cuadro
18 W.H. Wackenroder, WA 1, 53. 19 Bramante, ms exactamente, Donato d'Angelo (1444-1514), famoso arquitecto italiano, que originariamente fue pintor. 20 W.H. Wackenroder, WA 1, 56. WACKENRODER Y LA CONCEPCION MUSICAL DEL PRIMER ROMANTICISMO 31 de la Santsima Virgen, pero estaba atormentado por las dudas sobre cmo deba pintar adecuadamente a la Virgen Mara en su perfeccin celestial, fue despertado en medio de la noche, y le fue otorgado que su cuadro de la Madonna, el cual, todava in- completo, colgaba de la pared, reluciera con la luz ms suave, y se convirtiera en una imagen totalmente perfecta y realmente viva 21 . A partir de aquel momento la aparicin se haba grabado firmemente en su nimo y en sus sentidos, y habra conseguido representar a la Madre de Dios siempre as, como ella se haba presentado a su alma 22 . Con este suceso, segn parece, han de ser explicados los en- tusiasmos del poeta y artista, que desde siempre han sido un gran motivo y objeto de discusin y de los cuales los hombres se han hecho las representaciones ms errneas, sobre todo cuando los interpretaban con su vanidosa y profana filosofera. Los incrdulos y ofuscados blasfemos, que con risa de escarnio nie- gan lo celestial en el entusiasmo artstico, deben desengaarse con esta confesin de Rafael 23 . Debe darse al entusiasmo artstico una interpretacin religiosa, cristiana. Teniendo en cuenta, sin embargo, que lo religioso, aunque se expresa en las imgenes sensibles del cristianismo catlico, no tiene una forma confesional, y designa una zona de experiencia que se encuentra ms all de la racionalidad. El suceso de La aparicin de Rafael se muestra ms instructivo si se investiga desde su ncleo histrico y biogrfico. La cita central: se ven tan pocas figuras femeninas bellas, que me aferro a una cierta imagen en el espritu que acude a mi alma 24 , es un pasaje de una carta de Rafael al conde Castiglione 25 . Esta carta y este pasaje suscitaron en Alemania especial atencin,
21 W.H. Wackenroder, WA 1, 57. 22 W.H. Wackenroder, WA 1, 58. 23 W.H. Wackenroder, WA 1, 55. 24 W.H. Wackenroder, WA 1, 56. 25 Conde Baldaserre Castiglione (1448-1529), famoso hombre de estado de esta poca. ERNST BEHLER 32 cuando Johann Joachim Winckelmann utiliz la cita en sus Pensamientos sobre la imitacin de las obras griegas 26 . Pero en este contexto el pasaje significa que Rafael, en su trabajo artstico, no se basaba en la teora aristotlica de la imitacin, sino en la teora platnica de la inspiracin. Winckelmann quiso mostrar con esta cita, sobre todo, que Rafael obraba en el autntico espritu de la Antigedad, y que era un maestro que supo producir la quietud y el sosiego de los antiguos artistas en los tiempos modernos. Winckelmann reconoca en la faz de la Madonna de la Sixtina la paz divina y dichosa de la antigua fisiognomia 27 . En su carta al conde Castiglione, Rafael se refiere sin duda no a una Madonna sino a una diosa del mar, una Galatea que l pint en la Farnesina, prominente villa romana, en la que la diosa atraviesa el ocano espumoso en un carro llevado por delfines. La cita indica en este contexto que Rafael haba de pintar este cuadro segn un modelo. Pero como slo raramente pudo encontrar en el mundo bellezas femeninas, se sirvi de una cierta imagen en el espritu al crear esta Galatea. Esta referencia alcanz un giro religioso y cristiano a travs de Wackenroder. August Wilhelm Schlegel reconoci enseguida, naturalmente, esta falsificacin en su recensin de las Efusiones ntimas. Schlegel haba interpretado las inclinaciones cristianas de Wackenroder como certero modo de expresin sobre el arte en una poca que haba sido distanciada de la vida artstica, pero opinaba, sin embargo, que no exista fundamento para esta interpretacin de las palabras de Rafael 28 . La concepcin de Wackenroder sobre el arte aparece particu- larmente clara en el captulo De dos lenguajes maravillosos y de su fuerza misteriosa. Se trata en l, y en contraposicin al len- guaje de las palabras, que no alcanza a captar lo invisible que se cierne sobre nosotros, del lenguaje de la naturaleza y del arte, que pueden hablar de modo espontneo. El primero corresponde a Dios, el segundo nicamente a unos pocos elegidos entre los
26 J.J. Winckelmann, Gedanken ber die Nachahmung der griechischen Werke in der Malerei und Bildhauerei, en Deutsche Literaturdenkmale, vol. 20 Heilbronn, 1885. 27 J.J. Winckelmann, 14. 28 A.W. Schlegel, AWS SW 10, 369. WACKENRODER Y LA CONCEPCION MUSICAL DEL PRIMER ROMANTICISMO 33 hombres 29 . Dios ha dispuesto alrededor del hombre una multi- tud infinita de cosas, de las que cada una tiene otra esencia, y de lo cual nosotros no entendemos ni captamos nada: no sabemos qu es un rbol; no sabemos qu es una pradera, o una roca; no podemos hablar con ellos en nuestro lenguaje; nicamente nos entendemos entre nosotros. Aqu aparece el lenguaje del arte con todo derecho, y presta su ayuda al hombre. Los sabios del mundo, que quisieron descubrir estos misterios, han perdido el camino. Pero el arte es una fuerza maravillosa propia del cora- zn del hombre: El arte habla mediante imgenes a los hombres, y se sirve entonces de una escritura jeroglfica cuyos signos segn lo exterior conocemos y comprendemos. Pero funde lo espiri- tual y lo no sensible en las figuras visibles de un modo tan conmovedor y digno de admiracin, que de nuevo nuestra esencia entera y todo lo que habita en nosotros se mueve y estremece en sus races 30 . Para ilustrar el poder de este lenguaje, el Monje se remite en este pasaje a un cuadro de San Sebastin, en el que ste aparece desnudo, atado a un rbol, un ngel le saca la flecha del pecho, y otro ngel acerca una corona de flores a su cabeza. Al respecto, dice: a este cuadro debo penetrantes y consistentes sentimientos cristianos, y apenas puedo representrmelo vvidamente sin que acudan las lgrimas a mis ojos 31 . Wackenroder explica de manera ms terica este efecto del lenguaje del arte con las siguientes palabras: Las enseanzas de los sabios slo ponen en movimiento nuestro cerebro, slo una mitad de nosotros mismos; pero los dos lenguajes maravillosos cuyo poder aqu proclamo re- mueven nuestros sentidos tanto como nuestro espritu; o mejor dira, con ello (no lo podra expresar de otra manera) todas las partes de nuestra (para nosotros misteriosa) esencia
29 W.H. Wackenroder, WA 1, 97. 30 W.H. Wackenroder, WA 1, 98. 31 W.H. Wackenroder, WA 1, 99. ERNST BEHLER 34 parecen fundirse en un nico nuevo rgano que capta y concibe el milagro celestial por esta doble va 32 . III La ltima parte de las Efusiones ntimas lleva el ttulo La sin- gular vida musical del compositor Joseph Berglinger, y nos tras- lada a los tiempos presentes, es decir, al tiempo de la primera juventud del Monje y de su estrecha amistad con un artista que dedic su vida a la msica. Nos encontramos en una pequea ciu- dad del sur de Alemania, y el nombre del amigo es Joseph Berglinger. Debido al final desgraciado de esta historia y a la propia muerte temprana de Wackenroder, estos dos sucesos han sido siempre puestos en relacin en sentimentales historias de la literatura de los siglos XIX y XX. Adems se ha visto en la ima- gen de un carcter mortalmente amenazador del arte, de un fun- damental antagonismo entre arte y vida, el tema de esta historia. Repercusiones de este punto de vista se encuentran en los cuentos de E.T.A. Hoffmann, en la literatura decadente del siglo XIX y en Thomas Mann. En la novela de Hoffmann El consejero Krespel, de 1818, suena durante la noche, procedente de una casa de extravagante construccin situada a las puertas de la ciudad, la voz angelical de una joven, celosamente guardada por el extrao consejero. La joven debe la fuerza sobrenatural de su canto a un defecto orgnico, y es condenada a muerte si utiliza su voz. Este destino le sobreviene cuando una noche, acompaando al com- positor al que amaba con un violn especialmente valioso, rompe en hermossimo canto, que Krespel y el narrador escuchan con un deleite jams sentido y a la vez con un gran temor. Tales ca- racteres dieron desde el principio a la teora musical un carcter particularmente prominente como forma artstica del mayor re- finamiento, pero tambin del mayor peligro. La historia de Joseph Berglinger coloca a la msica en el centro del inters esttico. Berglinger est plenamente convencido de que
32 W.H. Wackenroder, WA 1, 99. WACKENRODER Y LA CONCEPCION MUSICAL DEL PRIMER ROMANTICISMO 35 Dios le ha puesto en el mundo para ser un admirable artista de la msica; y de cuando en cuando pensaba con agrado que el cielo le elevara de la sombra y estrecha indigencia en que tuvo que pasar su juventud a un brillo tanto ms elevado 33 . En algunas poesas compuestas por aquel entonces invocaba a Santa Cecilia, patrona de la msica, pidiendo: Hazme derretir en canto, que tanto embelesa mi corazn 34 . A causa de su padre, que se opone a este placer con una rgida conciencia del deber, la msica y el arte adquieren para Berglinger el aliciente de un fruto prohibido. Un da abandona la casa paterna y se traslada a la residencia episcopal, donde se convierte en maestro de capilla y vive con gran esplendor. Pero Berglinger se encuentra nicamente en una nueva jaula, pues ahora se ve obligado a ofrecer actuaciones en la sala de conciertos que no le permiten dejar correr libremente sus sentimientos. Ante su audi- torio se dice: Y para estas almas gasto mi espritu! Para ellas me enardezco a hacerlo de tal modo! Esta es la elevada vocacin para la que cre haber nacido! 35 . Como artista, en palacio se ve envuelto en repugnante envidia y maliciosa conducta, en tortuosas costumbres y encuentros, as como en la subordinacin del arte a la voluntad palaciega. Para la repre- sentacin de una obra musical no basta la pura expresin del sen- timiento, sino que es necesaria una profusin de manos. Mientras en su juventud crea escapar de la miseria terrena, se siente ahora bien caido en el cieno 36 . Sobre el deseo de su padre de que fuera mdico para aminorar el dolor de sus semejantes, piensa ahora: Quizs hubiera sido mejor! 37 . Ante el lecho de muerte de su padre, Berglinger se reconcilia con l y recupera la fuerza para componer una msica de la Pasin que, en palabras del Monje, con sus melodas penetrantes, que contienen en s todos
33 W.H. Wackenroder, WA 1, 136. 34 W.H. Wackenroder, WA 1, 136. 35 W.H. Wackenroder, WA 1, 140. 36 W.H. Wackenroder, WA 1, 141. 37 W.H. Wackenroder, WA 1, 143. ERNST BEHLER 36 los dolores del sufrimiento, permanecer eternamente como una obra maestra 38 . Poco despus fallece Berglinger, en la flor de su juventud. El Monje busca extraer una leccin de esta vida, y pregunta: Por qu quiso el cielo que la batalla entre su etreo entusiamo y la vil miseria de esta tierra hubiera de hacerle tan infeliz toda su vida, y por qu tuvo que desgarrarse finalmente su doble esencia de espritu y cuerpo?. La respuesta es que Rafael, Reni, Durero, pese a todas las contradicciones de la vida, produjeron grandiosas obras; Berglinger, sin embargo, en cuyas armnicas obras sub- yace belleza tan misteriosa, es diferente a todos ellos. Su ele- vada fantasa le consumi, y quiz fue creado ms para disfrutar del arte que para ejercerlo. Esta misteriosa fuerza creadora es quizs algo absolutamente distinto, s, algo an ms maravilloso, an ms divino que el poder de la fantasa 39 . Tras haber anotado estos recuerdos y sus reflexiones al respecto, el Monje concluye su libro, deseando que fuere til al uno o al otro para suscitar buenos pensamientos 40 . IV Cuando en 1799 Tieck public del legado de su amigo las Fantasas en torno al arte, aadi una parte mayor de contribu- ciones propias que en las Efusiones ntimas. La primera parte de las Fantasas, dedicada principalmente a la pintura y pintores, re- presenta una continuacin del estilo biogrfico y legendario que Wackenroder haba creado, y procede principalmente, con ex- cepcin de dos piezas, de Tieck 41 . La segunda parte se ocupa de la
38 W.H. Wackenroder, WA 1, 144. 39 W.H. Wackenroder, WA 1, 144. 40 W.H. Wackenroder, WA 1, 145. 41 Se trata de laa obras Schilderungen wie die alten deutschen Knstler gelebt haben: wobei zu Exempeln angefhrt werden Albrecht Drer, nebst seinem Vater Albrecht Drer dem Alten, y Die Peterskirche. WACKENRODER Y LA CONCEPCION MUSICAL DEL PRIMER ROMANTICISMO 37 msica, y su autor principal es Wackenroder 42 , con lo que el nombre de Berglinger se hace dominante. Cae la mscara del Monje, y en las observaciones introductorias a las Fantasas en torno al arte de la msica cesa el estilo luctuoso del episodio Berglinger de las Efusiones ntimas. Muy al contrario, leemos: Sus convicciones sobre el arte sintonizaban maravillosamente con las mas, y las frecuentes efusiones rec- procas de nuestro corazn hacan que nuestros sentimientos inti- maran cada vez ms 43 . La primera de estas contribuciones de la segunda parte lleva el singular ttulo de Un maravilloso cuento oriental sobre un santo desnudo. En l se trata de un ermitao que se haba refugiado en una apartada cueva en el desierto del Oriente, y viva comple- tamente retirado del mundo de los hombres. La mayora de los que pasaban por all lo consideraban habitculo de un genio ms elevado que desde el reino del firmamento se ha extraviado en una figura humana, y no sabe comportarse como los hombres 44 . Estaba posedo por el sentimiento de que escuchaba en sus odos incesantemente el silbido del giro de la rueda del tiempo, y a causa de ello no poda descansar ni llevar a cabo un trabajo dis- ciplinado. Tan pronto algo pareca aquietarse, el ermitao haca desesperados esfuerzos por impedirlo. Si la gente le observaba, se enfadaba porque permanecan inactivos frente a l. Cuando al- guien recoga hierbas o trozos de madera en los alrededores de su cueva, se enfureca a la vista de tales actividades intiles. En esas ocasiones acostumbraba a saltar fuera de su cueva y matar al in- truso de un golpe. El ermitao no poda comportarse como los dems seres humanos alargar una mano, poner un pie delante del otro porque un miedo tembloroso agitaba todos sus nervios 45 . Slo durante la noche, cuando la luna estaba ante su cueva, se arrojaba al suelo, lloraba amargamente y senta una ardiente
42 Los ltimos cuatro captulos constituyen las contribuciones de Tieck: Unmusikalische Toleranz, Die Tne, Symphonien, Der Traum. Eine Allegorie. 43 W.H. Wackenroder, WA 1, 199. 44 W.H. Wackenroder, WA 1, 201. 45 W.H. Wackenroder, WA 1, 202. ERNST BEHLER 38 nostalgia por desconocidas cosas bellas. Visiblemente buscaba algo determinado desconocido 46 . Una noche se acercaron dos amantes en un bote sobre el ro. La luna haba inflamado su amor, y desde el bote una msica etrea flotaba hacia lo alto en el espacio celestial. En ese mismo momento le desapareci al santo desnudo la rueda sibilante del tiempo, y su nostalgia des- conocida se acall: la figura del santo haba desaparecido, y una fantasmal figura de belleza angelical, movida por suave brisa, sali flotando de la cueva, tendi con nostalgia sus delgados brazos hacia el cielo y se elev con los sonidos de la msica, en danzante movimiento, desde el suelo hacia las alturas 47 . Para explicar el milagro de la msica, con lo que pasamos al captulo siguiente, Wackenroder utiliza un gran nmero de com- paraciones, pero la ms convincente reside para l en la reflexin del msico, que pregunta: No es la vida entera un bello sueo, una deliciosa pompa de jabn? Igualmente mi obra 48 . Otra ex- plicacin del milagro reside en la pregunta acerca de cmo el hombre ha adquirido este arte. El hombre quiso, es evidente, conservar sus sentimientos agradables, y cre con este fin las be- llas artes. Pero la msica es la ms maravillosa de estas inven- ciones, porque describe los sentimiento humanos de un modo so- brehumano. Todos los movimientos de nuestro nimo son re- presentados por su mediacin de un modo incorpreo. La m- sica habla un lenguaje que no conocemos en la vida ordinaria 49 . Con ello, es tambin el arte que nos infunde la autntica sereni- dad del alma 50 . En el captulo De los diferentes gneros en cada arte, y en particular de los diferentes modos de la msica reli- giosa, Wackenroder desarrolla una teora comparativa del arte y estudia atentamente las diferentes formas artsticas, del modo en cmo stas se establecen en la poesa, la pintura y en la msica respecto al fin de una veneracin de lo divino. En su opinin, estas tres artes compiten por el lugar ms cercano posible al trono
46 W.H. Wackenroder, WA 1, 203. 47 W.H. Wackenroder, WA 1, 204. 48 W.H. Wackenroder, WA 1, 205. 49 W.H. Wackenroder, WA 1, 207. 50 W.H. Wackenroder, WA 1, 208. WACKENRODER Y LA CONCEPCION MUSICAL DEL PRIMER ROMANTICISMO 39 divino. Pero la msica es la ms osada y audaz en la alabanza a Dios, porque en un extrao e intraducible lenguaje, con fuerte sonido, con impetuoso movimiento y con armnica confluencia de una multitud entera de esencias vivas, se aventura a hablar de las cosas del cielo 51 . La seccin La verdadera esencia de la msica y la teora del alma en la msica instrumental de nuestros das es el intento ms directo de Wackenroder de determinar la naturaleza y el atractivo especfico de la msica. Investiga en ella la fsica y la matemtica de los sonidos, y explica en base a este medio por qu la msica es la ms joven de todas las artes. La caracterstica ms importante de la msica en comparacin con las dems artes es, sin embargo, que puede expresar directamente los sentimientos humanos: En el espejo de los sonidos aprende el corazn humano a conocerse a s mismo; en ellos aprende el sentimiento a sen- tir; los sonidos dan conciencia viva a muchos geniecillos so- adores escondidos en rincones secretos del nimo, y enri- quecen nuestro interior con espritus mgicos y enteramente nuevos del sentimiento 52 . Con el captulo Una carta de Joseph Berglinger concluyen las contribuciones de Wackenroder a las Fantasas 53 . Esta carta est compuesta de nuevo con aquella disposicin de nimo sombra y desesperada en el artista, el cual, con el fin de ejercer su oficio, se ha separado del resto de la humanidad, poniendo una gran distancia entre l y ella. Esto encierra una falta de sociabilidad, incluso egosmo y narcisismo: El arte es un fruto tentador, prohibido; quien una vez ha gustado su jugo ms interno, ms dulce, est irremediablemente perdido para el mundo activo, para el mundo vivo 54 . Berglinger percibe con amargura que es incapaz de llevar una vida de bien, una vida que agrade a Dios. Habla
51 W.H. Wackenroder, WA 1, 211. 52 W.H. Wackenroder, WA 1, 220. 53 Tieck informa en el prlogo que no haba incorporado un artculo incompleto sobre Rubens, como tampoco una cantata, de las cuales el mismo Wackenroder se senta insatisfecho; W.H. Wackenroder, WA 1, 149. 54 W.H. Wackenroder, WA 1, 225. ERNST BEHLER 40 del veneno mortal que yace escondido en la semilla inocente del sentimiento artstico 55 . Ni siquiera la irona puede ayudar aqu, pues tambin este sarcasmo es slo un miserable mecanismo. Pero la mayor miseria consiste en que aquel que est totalmente hundido en el sentimiento artstico menosprecia profundamente la razn y la sabidura del mundo que deben dar al hombre una tan slida paz, e incluso no puede avenirse a ella. Dice: El sabio del mundo examina su alma como un libro sistemtico, y encuentra principio y fin, y verdad y falsedad separadas en determinadas palabras. El artista la examina como una pintura o una pieza musical, no conoce convicciones slidas, y encuentra bello todo lo que est en su lugar propio. Berglinger se contenta al final, resignadamente, con el pensamiento: Y as es comparable mi alma mientras viva al arpa fluctuante de Eolo, en cuyas cuerdas sopla un lejano y desconocido hlito, y aires cambiantes remueven a placer 56 . Con estas modestas reflexiones y bosquejos anmicos encontr la msica en el primer romanticismo su primera consideracin. Ernst Behler Department of Comparative Literature University of Washington Seattle, Wt. 98195 USA
55 W.H. Wackenroder, WA 1, 226. 56 W.H. Wackenroder, WA 1, 227.