Sociedad Vs Natura Moscovici PDF
Sociedad Vs Natura Moscovici PDF
Sociedad Vs Natura Moscovici PDF
,1 i
,1
I
, .
1':
d!
I i
I '
1,
308
SOCIEDAD ANIMAL Y SOCIEDAD HUMANA
y tcnica, al disminuir la polucin atmosfrica, alimentaria, que el
desarrollo de la "industria del conocimiento" ha hecho crecer tan
peligrosamente, contribuira a restablecer condiciones sanas de vida;
en ia escala de nuevas necesidades.
En qu consistira semejante anticoncepcin del espritu y del
hacer humanos, a decir verdad no lo sabemos. Menos an, si no
se nos indica lo que debe entenderse por este famoso balance 01
nature, esta naturaleza en equilibrio. Los hombres, igual que las otras
especies, no han podido evolucionar sino perturbndola; las innume-
rables catstrofes de las que tenemos ejemplo en las diversas partes
del cosmos han forzado la bsqueda de soluciones nuevas. Pero hay
ms. Cuando se denuncia el dao asociado a la tcnica y a la ciencia
se hace con la intencin de mantener el punto de vista del Hom-
bre, con mayscula, es decir, se pretende considerar las cosas desde
un punto de vista universal. Ahora bien, se trata de pura imagina-
cin, proyeccin de la situacin particular de las colectividades que
creen haber alcanzado la cima y que pueden ofrecerse una tregua.
Las otras colectividades, que son la mayora, se interesan por el
contrario no slo en aplicar estas tcnicas y estas ciencias, sino
tambin en promoverlas con el fin de poder superar las dificulta-
des que les son propias. A menos de persuadirlas y persuadirnos
de que nos representamos seriamente su presente o su pasado
como nuestro porvenir, ellas vern, justamente en esta alternativa
de la ignorancia, en esta muerte de la invencin, una superchera
ms, destinada a preservar las diferencias existentes en nombre de
los intereses supremos de la especie. Esta actitud revela la profunda
ambigedad que se experimenta desde hace mucho tiempo hacia
el conocimiento y el trabajo, considerados como actividades a las
que uno se entrega por necesidad, coacciones a las que las comuni-
dades deben someterse, ocupaciones subordinadas a sus necesidades,
apndices y no partes integrantes de una humanidad esttica. De
hecho, por momentos o en circunstancias excepcionales, se les cele-
bra como triunfos y fuerzas del hombre en general; pero, en cuanto
se comprueba que afectan la realidad, que entraan cambios pro-
fundos, que crean el devenir humano, la reaccin es brutal. Se
condena todo en bloque: uno se entrega al elogio del no saber y.
de la espontaneidad, se busca la va bruta y la supuesta frescura del
instinto, se glorifica el mundo obtenido sin esfuerzo y sin pensa-
miento; el resto, es decir, la disciplina del arte y del conocimiento,
es deshonrada a nombre del concreto armado, que dificulta o in-
terrumpe la fiesta natural, purgatorio que amenaza con
nos, si no nos ponemos en guardia, al paraso pasado, al infierno
por venir.
i
I
1
1
"
RETROSPECTIVA
309
En fin, la explotacin abusiva de los recursos bajo el impulso com-
binado de 'la productividad y de la sobrepoblacin, conduce a su
agotamiento, sin que nos sea posible reconstituirlos. Habiendo llegado
al apogeo de lo que se supona el progreso, nos descubrimos de pron-
to en pleno salvajismo, en vsperas de penuria, sin que ni siquiera'
las funciones fisiolgicas elementales -respirar, comer, etc.- pue-
dan ya cumplirse. La humanidad tiene la obligacin de hacer frente
a problemas anlogos a los que asaltan a toda especie animal en un
medio peligroso -en nuestro caso, consecuencia de nuestras obras-
con una herencia gentica y colectiva disminuida, perturbadas las
normas de una sana adaptacin. "El hombre, escribe el gran bilogo
Konrad Lorenz, est destruyendo poco a poco la naturaleza, devas-
tando el biotope en el cual y del cual vive." 131 La proteccin de
la naturaleza completa la panoplia de soluciones, moviliza a los bur
cratas, crea la posibilidad de empleos polticos y es ocasin para
grandes conferencias internacionales. En la prctica, se propone sal
vaguardar los sitios, detener la masacre de las especies animales,
restituir su integridad y su esplendor al paisaje vegetal. "Hace falta,
afirma un acadmico,132 que la necesaria explotacin' de los recur-
sos naturales preserve los bellos paisajes, en donde reposa el espritu
del hombre tanto como en las obras de arte." Por su lado, el Pre-
sidente de la Repblica declara con gran autoridad: "Francia no
debe convertirse en una polvareda de aglomeraciones urbanas, en
un desierto que incluso florece. Hay que salvar la naturaleza, pri-
mera necesidad del hombre moderno, la naturaleza cultivada y
habitada. Otra naturaleza es una naturaleza fnebre." 133 Este rescate
ofrece adems un beneficio econmico, como lo trasluce el comen-
tario: ''Y aun colocndose en el punto de vista de la contabilidad
econmica, esta solucin sera la mejor: retener a ciertos campesinos
en la tierra, a reserva de ayudarlos a permanecer, saldra menos caro
que mantener las reservas con funcionarios." Tanto ms cuanto que
estos campesinos son tambin electores que cuidaron con la misma
vigilancia el paisaje poltico y el paisaje natural.
La recomendacin ms ferviente para constituir reservas de na-
turaleza virgen, es la institucin de una especie de cadena de museos
de la naturaleza, tal cual se crearon reservas de poblaciones primi-
tivas, poniendo el arte en vitrinas y encerrando a los animales en
jardines zoolgicos. El acceso a estos lugares estara prohibido y su
aspecto debera conservarse intacto: "La primera y ms importante
131 K. Lorenz, arto cit" p. 365.
132 Le Monde, 29 de mayo de 1911, p. 11.
133 Le Monde, 29 de junio de 1971, p. 8.
I
1,
,
1,
I
-
I
ir,
- 310 SOCIEDAD ANIMAL Y SOCIEDAD HUMANA
medida es, a los ojos de los naturalistas, escribe Jean Dorst,1M la
constitucin de reservaciones naturales integrales, colocadas bajo el
control pblico y en las cuales todo acto humano tendiente a ' modi-
ficar el hbitat o a provocar cualesquiera perturbaciones a la fauna
o a la flora, estara estrictamente prohibido. La naturaleza estara
abandonada a s misma ; todo sucedera, por lo menos en teora, como
si el hombre no existiera." La nica utilizacin reconocida para estas
reservaciones consistira en ser laboratorios naturales para el bilogo
'('y, por cierto, lugares de excursin para el turista) de la misma ma-
nera que -la comparacin se impone- las poblaciones primitivas lo
son o lo han podido ser para el antroplogo. Estos territorios protegi-
Hos formaran un punto cero del medio; la intervencin humana sera
mnima y reflexiva, se les podra comparar tilmente con otros me-
lios, empezando por ste en el que vivimos: "Estos estudios de inte-
rs capital en lo que respecta.a la investigacin pura, son igualmente
fundamentales en cuanto a las ciencias aplicadas, el medio natural
as conservado en las reservaciones, sirve de trmino de comparacin
con los medios transformados por el hombre." 1811
La doctrina de la proteccin de la naturaleza que se desea aislar
y embellecer en los parques, como el barroco la ha recreado en los
castillos, reposa en una paradoja sutil. Se decide que todo 10 que
no es vegetal o animal es artificial, que no hay otros equilibrios en
la bisfera sino aqullos de la planta y el organismo. Ello no impide
describiiIos como factores cuantitativos de oxgeno, de gas carbnico,
de energa, es decir, en trminos no orgnicos, qumicos o fsicos.
Estamos invitados retornar al marco que era pretendidamente
nuestro, a recuperar el mundo de las montaas, de las praderas, de
los aires puros, nuestro estado natural, sin relacin con el estado
tcnico en el que el equilibrio se establece en mquinas, leyes al:)s-
tractas, cifras, laboratorios, etc. El camino sugerido aislara una parte
ae nuestra realidad de la que seran expulsados trabajo y conoci-
mierito. Al repoblar las ciudades inutilizadas por la mquina econ-
mica, convertidas en desiertos por sus habitantes y decayendo en
ruinas, la vegetacin crecera silvestre, los animales erraran, los
hombres recuperaran la inocencia perdida, festejaran sus reencuen-
tros con la naturaleza: campesinos y artesanos de opereta que retor-
naran a la tierra, no para fecundarla, sino para all retirarse. Nada
tiene de asombroso que se considere a la naturaleza como desprovista
de todo conocimiento y de toda actividad, ya que se le asigna una
funcin puramente vegetativa, de destierro y no una funcin activa,
134 J. Dorst, op. cit., p. 170.
125 Idem! p. 173.
RETROSPECTIVA 311
de arraigo., La relacin establecida es profundamente artificial. Frac-
ciona a la naturaleza desmenuznoola en forma de parques dise-
minados en un medio mecanizado, hace de ella un objeto cualquiera,
a la manera de los objetos tcnicos o cientficos sometidos a la 00-
servacin y al control de los instrumentos de medicin y. de com-
paracin. Lejos de llegar a formar un complejo de elementos ori-
ginales, libre de toda intervencin humana, sta acontece de la
manera en que es habitual en las ciencias y en las tcnicas. La pro-
posicin de crear "reservaciones" vegetales y animales, en las que
slo penetraran los investigadores representando el grado cero de
intervencin humana, no difiere en nada de la proposicin de cons-
truirun acelerador lineal muy poderoso o de evitar toda contami-
nacin del aire lunar. Su nico efecto sera el de cambiar el teatro
de la naturaleza, sujeto de la que suscita la invencin,
en una naturaleza de teatro, con decorado engaoso plantado sobre
un inmenso aparato mecnico y qumico. La proteccin as conferida
parece hastante dudosa; no conduce a un estado estable, protegido
de las transformaciones, sino que desemboca en una gigantesca ilu-
sin, que tiene sus lados operatorios, que se limita a retirar una parte
de las especies de 5U circuito para implantarlas en otros circuitos que
a la larga terminarn por alterarlos, sea que los cambios, que a
pesar de todo se haban estabilizado con nosotros y nuestras habUi-
dades; conduzcan a periclitar algunas especies animales y vegetales,
sea que se obtenga un medio ms natural que la naturaleza: un
parque.
As, para remediar el mal del siglo, no se sugiere otro reme'dio
que el retorno al esta'do anterior, la naturalizacin de la sociedad.
La poltica a seguir en nada 'difiere 'de la preconizada en otro
tiempo. Se busca insuflar un nuevo aliento a lo que se considera
que ya no 10 tiene; se le quiere mantener con vida en lugar. de
cambiar la vida. En muchos mbitos, despojados de su principio,
esto se ofrece enseguida como teraputica y medicacin. El trabajo
no aporta ni alegra ni inters: dedicaos al ocio compensador. Las
ciudades se degradan: eva'dos al campo. Los alimentos in'dustria-
lizados son nocivos: remplazad las sustancias que les hacen falta
con equivalentes qumicos. Y, en el caso que nos ocupa, cuando se
trata de conservar los parques y las selvas, de purificar el aire y
los ros, se tolera, procurndose algunos arreglos, que las fuerzas
de produccin continen desarrollndose de acuerdo con las moda-
lidades conocidas, que conducen a los efectos denunciados. La con-
servacin y la anticoncepcin no son una respuesta verdadera a
estos problemas, as como la filantropa no remedia la pobreza. Se
trata, en realidad, de manifestaciones graves y hay que consagrarles
'"
: J.:
:l
f ~
.1
1
1'
1:
ii!:
'1
,[
'1 '
'):1
:"1 i:, .
I '
i 1\
l'
!
J .
312
SOCIEDAD ANIMAL Y SOCIEDAD HUMANA
mucha energa ,para comprender sus razones, definirlas correctamente
y comprender su evolucin. Pero ni el camino elegido ni los con-
ceptos empleados van al fondo de las cosas. No se intenta trans-
formar el trabajo, construir de otra manera las ciudades tomando
en cuenta el sentido actual del fenmeno urbano, obrar en la
bisfera siguiendo otros mtodos, cuestionar objetivamente los prin-
cipios de una tcnica y una cultura que se han desarrollado cati-
camente, actuando como destructoras de los recursos materiales que
fueran decretados libres y gratuitos por la teora para servir ms
fcilmente como vctimas de los "amos y poseedores" individuales.
El retorno a la naturaleza es una panacea del mismo orden, supues-
tamente capaz de reparar los daos que le hemos infligido y que co-
menzamos, nosotros tambin, a sufrir por haber ' olvidado el respeto
que le dbemos, por haber acumulado artificios demasiado sabios
renunciando a los poderes de la sensibilidad, al contacto directo con
los seres, al placer de poseer un jardn como al de respirar el olor
de la tierra despus de la lluvia.
La naturaleza en esta concepcin, sea sta consignada en los es-
critos de los tericos o circule a travs del discurso social, es un
orden relativamente fijo, que corresponde a la complexin anato-
mofisiolgica de los hombres. En .comn a todas las especies -as
pues uniforme- por su carcter orgnico, si se considera su esencia
misma. Cualquiera que sea la estructura social de una poblacin,
sta se describe siempre en trminos biolgicos, su relacin con el
medio aparece como la de un organismo individual que cohabita con
otros seres animados. En pocas palabras, se llama naturaleza al con-
jurito de la flora y de la fauna, sin excluir al hombre, que ocupa
sin embargo un lugar aparte. Los intercambios con las fuerzas ma-
teriales inanimadas se juzgan fuera de este marco. Se llega a des-
doblar a la naturaleza, tal corno lo he expuesto al principio de este
libro. La solucin preconizada consistira en recortar una parte de
nuestra realidad, en la que no intervendran el trabajo ni el cono-
cimiento, una parte que permanecera natural, mientras que la otra
parte los admitira, se afirmara como tcnica; la primera s e r ~ un
sistema en reposo, la otra un sistema en accin. Naturaleza y socie-
dad aparecen aqu como dos conjuntos cerrados, ensamblados el
uno en el otro, que funcionan de manera autnoma la mayor parte
del tiempo, a condicin de que las reglas del juego sean respetadas.
Estn en una relacin de inclusin: la ms grande, la naturaleza
'( medio o bisfera), ' encierra a la ms pequea, la sociedad, de la
misma manera que las rbitas slidas de la cosmologa aristotlica
rodeaban a los planetas sublunares. Las interacciones o los resqui-
cios no se producen sino de manera excepcional. La carencia en la
RETROSPECTIVA 31.3
naturaleza ,provoca la existencia de la sociedad; el exceso de la
sociedad conduce a reintegrarse a la naturaleza. Su unidad perma-
nece negativa, externa. No solamente porque las circunstancias en
que stas se comunican y se necesitan recprocamente son los mo-
mentos de crisis, sino tambin porque cada una es, en la otra, una
ausencia. El hombre no puede vivir en los dos estados: ora en la
sociedad, ora en la naturaleza. La ruptura con la primera lo empuja
automticamente a la segunda. Es por ello que los caminos de retorno
hacia el salvajismo, la reivindicacin de los antiguos modos de vida,
la protest;t contra el saber y el hacer revisten la significacin de
reacciones radicales contra toda sociedad y toda cultura y no contra
una sociedad y una cultura. La impresin que prevalece es la de
poder anular la divisin oCllrrida, reconquistar el estado de indife-
renciacin, raspar el barniz de lo adquirido para restituir las formas
de vida inmutables y autnticas. Para ello seran necesarias revolu-
ciones tpicas que hicieran revivir estados que han existido ya
-opuestos en esto a las revoluciones utpicas que inventan estados
que no han existido nunca- tan grande es el peso de la realidad
presente.
La naturaleza debe entonces retroceder, para que la sociedad
pueda expandirse plenamente; la sociedad debe medir sus efectos o
desvanecerse para poder retornar a la naturaleza. Durante largos
interregnos, logran mantenerse en una condicin de exterioridad
y de tolerancia. La historia aparece como un movimiento de naveta
entre el punto en que la naturaleza, corrigindose, hace posible la
eclosin de la cultur y el punto en el que la cultura busca reen-
contrar a la naturaleza, es decir, corregirse con la ayuda de sta.
La alternancia de las progresiones y de las regresiones, la reversi-
bilidad implicada, dan la ilusin de un devenir, fenmeno super-
ficial que deja inmutables las estructuras latentes en las profundi-
dades. El verdadero lugar de permanencia de estas estructuras es
el individuo orgnico, con sus componentes genticos y psiquicos.
Todo parte de l y todo llega a l. El vnculo con el fundamento
natural es esencialmente un vnculo con la biologa; conviene do-
minarla, adaptarla, conservarla. Lo social es el reverso y la compul-
sin de lo individual -Louis Dumont insiste con justicia sobre el
atomismo individual del pensamiento occidental- y de lo orgnico,
lo que explica su variabilidad y su fragilidad. En un extremo sus
obras, en el otro extremo, su animalidad, definen para el hombre,
en combinaciones diversas, el curso del mundo. Comprendido de
esta manera el paradigma del orden natural y social, de sus rela-
ciones, sucintamente resumidas aqu y discutidas repetidas veces por
otros, es biocntrico.
314
SOCIEDAD ANIMAL Y SOCIEDAD HUMANA
1lI. EL TEMA DEL CAMBIO Y DE LA CREACIN
1. La naturaleza histrica
A priori, parece difcil resolver el problema de las relaciones del hom-
bre y de la sociedad con la naturaleza, cuando se trata del hombre
y de la sociedad fuera de la naturaleza, contra ella. Esta concepcin
ha nacido de la idea de la universalidad -entendmosla como iden-
tidad y uniformidad- de la naturaleza y de la particularidad de la
sociedad. El contraste entre la unicidad de la primera y la diversidad
de la segunda, forma parte de esta porcin restringida de certidum-
bres, sobre cuyo fundamento, a pesar de los sanos hbitos del esp-
ritu cientfico llevado a examinarlo todo, casi no se interroga.
En el curso de este trabajo han sido reunidos algunos testimonios
que muestran la particularidad, orgnica o no, de la naturaleza y
la universalidad de la sociedad; conviene considerarlas ahora en un
marco ms preciso, el de una naturaleza engendrada, redefinida por
la accin del hombre, y extraer las consecuencias.
La nocin de naturaleza uniforme, recordmoslo, sugiere inmedia-
tamente la existencia de una configuracin estable de fuerzas ma-
teriales en el espacio y en el tiempo, de recursos determinados co-
munes a todos los organismos y correspondientes a su estructura
interna. Tiene un carcter prescriptivo en cuanto a la adecuacin
de los comportamientos de los seres que la componen, normativo en
cuanto al contenido que la caracteriza. Significa, a su manera, que
el orden natural admite al extremo un modo de interferencia que
comparten todas las especies c u n d ~ instalan su nicho ecolgico; toda
otra accin, la del hombre en particular, la centrara, razn por la
cual conviene sustraerla de ello. Pero esta nocin escasamente tiene
fundamento. El acto de intervenir en el curso de la arquitectura de
los sistemas materiales en qu sera excepcional, por qu habra
que des animarlo a toda costa? Es, por el contrario, de los ms ordi-
narios y cada especie, segn sus facultades, lo efecta coti9ianamente
al transformar sustancias y energas. En cambio, sera ms bien la
obstruccin, el no despliegue de las facultades, la no ingerencia en
los crculos propios del medie, lo que constituira la excepcin y
el artificio. Indudablemente, el argumento est dirigido en la actua-
lidad -como en otro tiempo--- contra la tcnica contempornea y
tolera otras formas de accin pasadas que reposan, no obstante, en
uria tcnica necesariamente diferente. El hombre sin arte, sin tcnica,
no existe, no ha existido jams. Cada uno de sus contactos con los
poderes del universo no puede hacerse ms que por intermedio de
I
J
r
RETROSPECTIVA 315
conocimientos organizados, a los que estn asociados e integrados los
aparatos sensoriales e intelectual: otra forma de contacto es una
abstraccin pura. Una potencia material a la que no pudiramos
tener acceso de esta manera, no significara nada para nosotros:
para entrar en nuestro mundo, es necesario que ella se articule con
nuestras capacidades biolgicas e instrumentales a la vez y se enlace
con las potencias y las sustancias que ya se encuentran ah.
De la misma manera, este medio protegido que se aprestan a cercar
y poner en reservaciones dejndolo puro de todo artificio, librado a
los ritmos espontneos, parangn de la no intervencin humana,
tambin es nUestra creacin, nuestra obra. Los ingleses se indignan
a veces porque hay que talar las vallas, gesto contranatura guiado
por la ciencia del agricultor moderno. Olvidan que estas vallas han
sido ellas mismas plantadas y cultivadas. Se puede decir otro tanto .
de muchos paisajes "naturales" que resultan despus de considera-
bles trabajos y cuidados. Las destrucciones de la naturaleza ge las
que cotidianamente somos testigos, son, ante todo, destruccin de
un cierto trabajo, hecho que parece escapar a quienes deploran estas
desapariciones. Los valles florecientes, las extensiones llamadas . sal-
vajes no siempre han existido ni se han formado al azar. El empleo
del fuego para acorralar a la c ~ o para desmontar los terrenos ha
modificado profundamente el aspecto de los continentes .. Aqu un
excelente suelo arable, en Amrica del Norte la extensa pradera
para los rebaos que pastan ah. En Madagascar la tierra devastada
por el roce de la maleza, erosionada por la lluvia ha llegado a ser
en las altas mesetas, impropia para todo cultivo y se la ha compa-
rado con el ladrillo, que es su color.
frica ofrece tal vez la gama de trastornos ms grandes. Su terri-
torio no presenta ya ningn parecido con el paisaje que ha podido
conocer "la especie humana en sus comienzos. La sabana es tambin
producto del fuego y, a su vez, ha permitido a las especies alimen-
tarse de hierba y a las plantas multiplicarse. El extraordinario des-
arrollo de los mamferos ha comenzado all. La polucin de la vida
y por la vida viene de muy lejos; los lugares naturales son su obra.
Remontmonos hasta el principio. Se tiene la costumhre de dividir a
los animales en salvajes y domsticos, suponiendo que los primeros
se han formado y han evolucionado a salvo de toda interferencia
de nuestra parte. En realidad, esta interferencia slo ha tenido un
carcter diferente, los. ha afectado de otra manera. Ninguna espe-
cie ha permanecido en este hipottico estado primitivo: algunas han
desaparecido con nuestro contacto, como por ejemplo, los ungulados,
atacados por los mismos parsitos que nosotros; otros como los gatos,
los perros, los microorganismos, han prosperado con nuestra vecin-
I
I
i I
, ,
i
l '
I
316
SOCIEDAD ANIMAL Y SOCIEDAD HUMANA
dad. Al agotar las tierras, la agricultura ha privado de su hbitat
y de sus recursos a los animales que se vieron obligados a modificar
su manera de vivir para escapar a una desaparicin segura mien-
, dd" 1" '
tras que la predacin _actlV1 a por excelencia- pro-
vocaba hecatombes contra las cuales mnguna especie tena medios
eficaces de defensa. La caza, por. su parte, ha diezmado a los preda-
dores. Es difcil medir con exactltud el grado de influencia en cada
caso, si se toma en consideracin no solamente la accin inmediata
sino tambin los efectos menos manifiestos; frente a casi todas las
especies, la nuestra ha jugado el papel de fuerza material, que trans-
forma los dones de la biologa.136 Al ver a l?s macacos en una regin
desmontada, los investigadores han conclmdo que tenan que vr-
selas con una especie que viva en <:1 suelo, anloga a los babuinos
de frica. En verdad, el este de ASia y el litoral de la cuenca del
Mediterrneo, han sido . modificados por la agricul-
tura; los macacos en cuestin eran ongmalmente una especie arbo-
rcola, al igual que sus congneres del Japn y del sur de Asia en
donde la selva ha permanecido intacta. No sera falso decir qu: los
animales salvajes son aquellos se han adaptado al hombre, a
las condiciones por l creadas, m1entras que los animales domsticos
son aquellos a los que el hombre se ha adaptado, que han entrado
en el circuito de sus intercambios con el medio.
No es con la tcnica invasora, como se pretende, que se ha ini-
ciado el proceso, sino an antes de aparicin del horno sapiens, y
despus ha proseguido sin interrump1rse. Con frecuencia se invocan
a este respecto los peligros que corre nuestra biologa. Dnde esta-
ramos si no los hubiera corrido? locomocin bpeda, el cambio
volumtrico del cerebro -el lenguaJe y el pensamiento en este caso-
la alimentacin carnvora, las prcticas predadoras para adquirir el
material gentico y el equipo instintivo, han sido, cada una a su
tiempo, un peligro similar. Se vacila en poner ante los ojos del lec-
tor hechos tan indudables, aunque tan raramente mencionados. A
propsito de ello, la creencia en un estado desprovisto de toda inter-
vencin humana -este grado cero deseado ardientemente por ciertos
bilogos- revela sus lmites Y sus vnculos: se trata de un estado
relativo a cierto modo de intervencin cinegtica, agrcola, artesanal,
cientfica, mientras arbitrariamente se hace abstraccin de otros mo-
dos, en circunstancias que cada uno ha jugado su papel en el mun-
do animal o vegetal que ha a modelar. La naturaleza,
tal como la percibe una espeCle ammal, es el arte del hombre, y
la naturaleza que el hombre se esfuerza en preservar intacta y pro-
136 M. (jhance y C. JoIly, op. cit.
J
RETROSPECTIVA
teger de toda interferencia es el arte de otro hombre, o aun el arte
del animal ' con respecto al cual los griegos nos aconsejaban instruir-
nos. El medio natural normativo, inicial, escapa a toda comprensin:
no es. El agricultor lo situaba en la selva y en la sabana llena de
matorrales; para el cultivador de maz estaba representada por la
caza y el animal y los vegetales se le aparecan como productos de
la cultura. Ms cerca de nosotros, en la era mecnica, las artes
manuales que prolongaban el cuerpo y se aplicaban a materias pri-
mas vegetales, constituan otra especie de medio material. Luego lo
, veremos desplazado a las minas y altos hornos, a medida que estos
establecimientos desaparecieran de nuestra vida cotidiana. En cada
poca, para cada grupo de poseedores de facultades especficas, este
medio natural autntico, en el que la humanidad est en relacin
directa con las . cosas que satisfacen sus necesidades inmediatas, es
percibido como lo "otro". Ya se ha comprendido que las fronteras,
igual que el contenido de la naturaleza primitiva y de la tcnica
cultivada, son por lo menos variables; que muchas configuraciones
diferentes pueden merecer igualmente el calificativo de naturales;
nadie goza de las prerrogativas del comienzo absoluto y de la norma.
Todas estas observaciones nos obligan a renunciar a la nocin
de naturaleza uniforme, nos hacen abandonar la idea de no haber
participado activamente en su organizacin. Por el contrario, la na-
turaleza no tiene sentido ni forma sino en relacin con lo que nosotros
./ hacemos. Entre los poderes materiales que juegan un papel determi-
nante en su creacin, conviene incluir al hombre con el mismo :vigor
con que en otro tiempo se le exclua. De otro modo, slo cabra
calificarla, retomando los trminos empleados por Freud, de "abs- .
traccin vaca, desprovista de inters prctico." 137 En estas condi-
ciones, el retorno a la naturaleza es una doble imposibilidad: en
el plano de la realidad, lo que ya se saba, y tambin en el plano
de la hiptesis, lo que se esfuerzan por ignorar. Ni concretamente
ni en el pensamiento se puede llevar a cabo la experiencia.
Estas observaciones invitan a extraer, de una vez por todas, el
sustrato natural del dominio de las entidades pasivas, a aceptar la
ingerencia del hombre en el curso ordinario de una naturaleza -que
no es un receptculo inerte de fuerzas materiales- y de la trans-
formacin de sta bajo el impulso humano en el espacio y en el
tiempo. El medio autnomo, continente en el que subsisten seres bio-
lgicos y sociales que no le deben nada, es un mito destruido por la
evidencia de la sucesin evolutiva: dependemos de nuestro medio,
13'7 S, Freud, The future 01 an illusion, en Works, Londres, 1968, t. XXI,
p.56.
j i
318 SOCIEDAD ANIMAL Y SOCIEDAD HUMANA
porque lo hemos hecho mientras l nos haca. Cuando aparecen una
sustancia o un" proceso material nuevo, stos entraan forzosamente
una remodelacin de todo el ordenamiento natural, hacen virar su
historia en una direccin diferente: as, el surgimiento de la vida
ha tenido repercusiones sobre la constitucin de los hidrocarburos,
reaccin biogentica que toma el lugar de reaccin fisicoqumica.
En toda la bisfera, sistemas orgnicos e inorgnicos se influyen re-
cprocamente. La divisin celular y en seguida la reproduccin se-
xual, han dado un impulso decisivo a la evolucin orgnica, creando
este medio que enfticamente declaramos querer proteger, despus
de haber experimentado durante tanto tiempo la necesidad de pro-
tegernos contra l. Los componentes y los contornos de la realidad
natural cambian de una galaxia a otra, de una poca a otra. Con-
cebir un ordenamiento natural nico es ignorar las diferencias rela-
cionadas con los diversos puntos del espacio y del tiempo y no retener
sino las fuerzas o las relaciones que pertenecen a la. mayor parte de
las combinaciones inventariadas hasta el momento. Tal reduccin
vendra a inscribir en el tablero csmico nicamente a las fuerzas
fsicas, a aceptar slo las leyes que las rigen y, en sntesis, a trazar
un diagrama basado en el gran divisor comn de las configura-
ciones conocidas en la historia del mundo.
No obstante, hay que definir a .la naturaleza como una constela-
cin de materias organizadas en series simultneas o sucesivas. Los
fenmenos biolgicos ms all del estado celular, de la seleccin
natural -acabamos de sealarlo- le han agregado una dimensin,
han introducido un desarrollo singular, cuyo origen est fechado.
Asimismo, con nuestra especie, han tomado consistencia las fuerzas
sociales difusas, su peso especfico ' ha empezado a influir en el pro-
ceso general. Lo que se presenta habitualmente como alejamiento del
universo natural, el paso de los primates al hombre es, en realidad,
una transformacin y una expansin; no una salida sino otra orien-
tacin del movimiento ya existente. La reproduccin de la especie
humana, al formar individuos y grupos de un tipo indito, perpeta
una serie de comportamientos, de conocimientos, de convenciones,
repartidos segn una ley objetiva y que representan una modalidad
de relacin con los intercambios materiales. Los talentos, las destre-
zas, tal cual ciertos instintos en los diversos grados de la evolucin,
estn en correlacin con los aparatos anatomofisiolgicos, aumentan
la potencia o la agudeza sensorial, agregan la inteligencia o los sen-
tidos que hacan falta -mesura, rapidez, etc.- se relacionan enton-
ces con los rganos de reproduccin, que les aseguran su ejercicio y
su conservacin. Los instrumentos accionados son medios de repro-
duccin, entre los cuales puede clasificarse a la coordinacin social,
J
RETROSPECTIVA 319
considerndola como uno de los utensilios que las especies utilizan
con xito diverso.
El papel decisivo en el nacimiento del hombre concierne no a una
mutacin feliz, sino a la presencia de un remanente de recursos
complementarios en individuos, las bandas de machos, y en tcnicas
-posicin erguida, locomocin bpeda ocasional, utilizacin de la
madera y de la piedra a guisa de instrumentos- que se combin,
cuando las condiciones genticas y sociales alcanzaron un nivel fa-
vorable, con los recursos complementarios en alimentos; pequeos
animales y cadveres abandonados por las grandes fieras. Cuando
una especie que figuraba entre las presas se convirti en predadora,
generaliz las conductas, conocimientos, utensilios, virtualidades bio-
lgicas, e incluy a los animales entre los elementos del medio hom-
nido, esencialmente vegetal. Esta modificacin cualitativa se acom-
paa de una modificacin cuantitativa, el rea de desplazamiento
se incrementa, la especie silvcola se anexa la sabana. A la larga, la
vida en un universo mixto no pudo ser posible. Las facultades nuevas
exigan ser cultivadas con un cuidado particular, se impona la alter-
nativa entre la caza y la recoleccin, que se desarrollan en lugares
y tiempos diferentes. Todo conduca a los cazadores a romper con
las actividades y los intercambios que contrariaban el desarrollo nor-
mal, la expansin de sus propios intercambios y actividades. Distan-
cindose de los grupos de colectores, oponindose a ellos, separn-
dose tambin . de los otros animales, principalmente de los primates,
se volcaron contra ellos, llegndolos a considerar como objeto, como
partes del medio. Los percibieron como un repertorio de habilidades
y de recursos que se esforzaron en apropiarse y reproducir a su
manera. Las organizaciones sociales, cuyos vnculos estaban ya sua-
vizados frente a sus constituyentes biolgicos, servan para reforzar
o precipitar el movimiento. Estaba ya el primer esbozo de una natu-
raleza verdaderamente humana.
La separacin de la caza y de la recoleccin coincide con este
movimiento que coloca al hombre entre su universo y el del animal.
Favorece al crecimiento numrico y a la aparicin de especies hete:'
rogneas. Los recursos secundarios se convierten en principales, el
remanente demogrfico se transforma en una parte integrante de la
poblacin que se define en otro nivel. Bajo apariencias de una in-
teraccin con el mundo exterior, se lleva a cabo una metamorfosis
de los organismos. Se conserva la posicin erguida y la locomocin
bpeda, lo que entraa cambios anatmicos y neurofisiolgicos indis-
pensables. En esta etapa, las especies homnidas han trastornado los
modos de comunicacin y de relacin, insertando el lenguaje y la
tcnica en la complexin biolgica, en las transacciones colectivas
"
"
"
320 SOCIEDAD ANIMAL Y SOCIEDAD HUMANA
y en el contacto con las otras criaturas. El pensamiento simblico,
que los resume, inscribe en los aparatos sensoriales y los circuitos
neurnicos su experiencia genetizada, modo de ordenacin que con-
tribuye a integrar los comportamientos, a distribuir las informacio-
nes que circulan en torno al hombre, a dirigir las relaciones entre
individuos y grupos. El horizonte del animal est completamente
asimilado y transformado. No se puede hablar, a este respecto, de
barrera, de diferencia absoluta localizada en un instante preciso del
pasado, de colmacin de una deficiencia por medio de una instancia
como el pensamiento, la lengua, la tcnica. Son las premisas de un
desarrollo de la naturaleza que es propia de nuestras especies o de
nuestra especie. El hombre tiene, no obstante, el poder de suscitar,
de combinar las fuerzas materiales en funcin del imperativo de la
colectividad, teniendo en cuenta su extensin y su estructura; el cre-
cimiento del volumen de la poblacin es paralelo al crecimiento y
diversificacin de sus capacidades, que le permitan multiplicar, reor-
ganizar estas fuerzas, contando con una gama ms amplia de apti-
tudes fsicas e intelectuales. La divisin natural de los grupos huma-
nos, que se distinguen por sus facultades, les da la posibilidad de '
vivir en un mismo territorio acercndose respectivamente a fuerzas
materiales distintas, imitando a las especies biolgicas separadas que
habitan un rea comn y explotan recursos especficos. Esta multi-
plicacin evolutiva que se produce en el tiempo significa, en estas
circunstancias, que una fuerza material sustituye a la otra, que sta
es subordinada o abandonada en provecho de aqulla o que ter-
minan por articularse en un sistema natural correspondiente.
La divisin de la caza y de la recoleccin es la primera separa-
cin en esta lnea de desarrollo. El hombre es lo producido y no
lo dado. Desde entonces, ha habido muchas reiniciaciones, otras
"humanidades" se han separado, con su cortejo de las fuerzas mate-
riales: los agricultores, los artesanos, los ingenieros, los cientficos.
Los diferentes grupos han esgrimido las propiedades respectivas de los
vegetales , y de los animales, del cuerpo humano, de las fuerzas me-
cnicas, de los fenmenos qumicos ' y elctricos que caracterizan a
las divisiones ulteriores. En torno a ellos, en torno a sus disciplinas
-artes, filosofas, tcnicas, ciencias- se han desplegado los estados
naturales que los prolongaban. Slo estos estados tienen una realidad,
slo ellos representan a la naturaleza en sus aspectos sucesivos, din-
micos, en los que cada uno es una totalidad original de materias
organizadas. La pluralidad de los rdenes naturales implica eviden-
temente su devenir. Algunos han precedido la llegada del hombre
e ignoran su presencia, bien lo sobrevivirn. La ignorancia es rec-
proca y estos rdenes no tienen ninguna importancia para nosotros.
RETROSPECTIVA 321
Entre aquellos que nos interesan, unos suscitan en vano el rechazo
de una naturaleza anterior, ni ms ni menos "natural" que la natu-
raleza que la remplaza. No conocemos otra. Nuestras ciencias, nues-
tras artes, juegan ah un papel constitutivo. Aqu, oponer el efecto
tcnico al fenmeno material, el medio tcnico al medio natural, no
tiene sentido: ambos son inseparables y se valorizan recprocamente.
La tcnica destaca lo natural que la pone en accin. Artificios y
conocimientos son los mediadores concretos entre lo humano y lo no
humano; ms que lo antinatural, habra que ver en ellos lo prena-
tural, elemento indispensable del proceso que engendra nuestra na-
turaleza familiar. Histricamente, la metamorfosis de una totalidad
artificial en totalidad artificial sigue un desarrollo continuo. Han
hecho falta tres siglos para ver en el movimiento de los planetas
la transposicin del movimiento mecnico del reloj y un lapso de
tiempo equivalente ha transcurrido antes de que se reconociera en la
electri.cidad -que se crea un efecto instrumental- un fenmeno que
no requiere la accin del hombre y que tiene lugar en todo el uni-
verso. Todo lo que consideramos como dado, es tambin, en muchos
aspectos, nuestro producto y se puede decir del -hombre en general
lo que deca Paul Klee del artista - pero no es siempre creador
el hombre?- que con su hacer "ms se imprime en l, en lugar
de una imagen de la naturaleza, aqulla que es la nica que importa,
la de la creacin como gnesis" .138 Porque no hay naturaleza sino
donde hay trabajo y conocimiento; y en todas partes donde se per-
cibe la naturaleza, se puede descubrir el trabajo y el conocimiento
que la sustenta. La naturaleza de ninguna parte y de ningn tiempo,
la naturaleza sin sujeto, es una nada absoluta con respecto a nosotros.
Esto no es todo. Bajo muchos pretextos, se mantiene la idea de
una acumulacin de las tcnicas, de una inflacin de su medio, bola
de nieve que rueda desde los orgenes en detrimento de nuestro me-
dio natural; se le supone una marcha uniforme y continua, un saber
y un mundo material unidos por una relacin de control, que se
enriquece constantemente, y cuyas dimensiones fsicas no dejan de
aumentar. Esto no es ms que una apariencia. En el fondo, este cre-
cimiento ha estado acompaado de destrucciones incesantes, sin las
cuales ninguna invencin, ninguna renovacin es posible. Los dos
efectos contradictorios estn unidos indisolublemente. Si los agricul-
tores se multiplican y buscan valorizar sus tierras formando la re-
produccin de ciertas especies vegetales, no lo consiguen sino elimi-
nando o rechazando a los confines de su dominio especies que
consideran salvajes, devastando la selva o limitando su extensin,
13S P. Klee, Thorie de !'art moderne, Pars, 1964, p. 28.
, I
; I
1
J '
:
, ;
,
d
1,
,, 1,
:; ,
.
r
I
Ili
1 '1
1I
;,1
I
1
I
I
Il
322
SOCIEDAD ANIMAL Y SOCIEDAD HUMANA
reduciendo entonces a la nada lo que cazadores y colectores haban
conservado durante cientos de aos. Y de la misma manera el ma-
quinista o el pastor, el artesano o el cientfico, a su vez, para asegurar
el desarrollo de su propio orden natural ele las cosas, han hecho
desaparecer, han destruido o transformado sustancias, reflejos mo-
tores, caracteres de espritu, cualidades largo tiempo reconocidas a
los seres animados e inanimados. El encadenamiento de los descu-
brimientos y de las artes, su desaparicin y su retirada esbozan, de
manera general, los trastornos de una asociacin de las fuerzas ma-
teriales, incluyendo al hombre, que se transforman en una nueva
gama de fuerzas afectadas a satisfacer nuevas necesidades orgnicas
a travs de la modificacin de las facultades intelectuales y senso-
riales. El asunto en esta ocasin, lo que surge al trmino de la
transformacin, es un estado natural. La distancia que nos separa
de las comunidades paleolticas o neolticas no se mide en cantida-
des de energa, de poderes materiales anexados, o por el mejor domi-
nio que tenemos del universo, as como tampoco es correcto decir
que las dificultades que hemos encontrado en los ltimos milenios
han sido mayores que aquellas que dichas comunidades han debido
superar en el curso de cien mil aos. Esta diferencia se encuentra
esencialmente en la relacin que mantenemos con la materia y con
la energa, que crean un vnculo distinto entre el hombre y el medio
material: orgnico para los griegos, mecnico en la poca clsica,
hoy da se le puede calificar de ciberntico. El mundo natural no
se ha cOl}vertido en un mundo tcnico: simplemente ha evolucionado.
La separacin entre estos estados, estas naturalezas tan frecuente-
mente consideradas ltimas, es el resultado impresionante de lo que
hay que llamar la historia humana de la naturaleza, diferente a
otras historias que se descubren aqu y all. Las comparaciones que
intentan colocar a nuestra especie entre las otras, tan febrilmente
formuladas en nuestros das, que sustituyen el antropomorfismo por
el zoomorfismo y hacen remar el "terror biolgico", poco se justifican
ya que desconocen la heterogeneidad fundamental.
Hay que renunciar, por lo tanto, a la hiptesis de un equilibrio de
la naturaleza establecido espontneamente, en cualquier poca, en
presencia de la especie humana, sin que ella intervenga con todo su
peso para instaurarlo. Nada significa oponer un perodo o una
regin en los que esta ingerencia haya sido discreta, . a un perodo
o regin el!- los que la armona haya sido gravemente perturba-
da por la accin masiva del hombre. Creer que puede recupe-
rarse el estado anterior de equilibrio carece an ms de funda-
mento: nunca se contracalancean las fuerzas naturales sin tropiezo
y no puede existir, en ningn caso, una situacin permanente, es-
I
1
I
1
1
'1
r
i
I
1
i
I
i
!
,
,
I
I
I
1
.
i
RETROSPECTIVA 323
tablecida para siempre. Ello excluira, entre otras cosas, toda evo-
lucin, principalmente la aparicin y desaparicin de estrellas y
planetas que observamos. La esperanza cifrada en una estabilidad
fundamental es perniciosa y no hay razn para asignarle un status
privilegiado en las acciones y los pensamientos. Las especies que han
sido ms fieles a su condicin primera, que se aferran a ellas sin
cambiar desde hace decenas y centenas de miles de aos, no son ms
gloriosas que las que han sido arrastradas en el oleaje del cambio
y han sabido nadar en l, hasta alcanzar el punto frgil y oscilante
de la evolucin. El nico equilibrio que se puede pretender alcanzar
razonablemente es aqul en el que se empleen en comn las presentes
fuerzas materiales -flora y fauna, pero tambin sustancias qumicas
y. energas nucleares- teniendo en cuenta sus relaciones mutuas y
la situacin del conocimiento, del sistema solidario que pueden for-
mar. La condicin es incluir al hombre; pero no solamente su orga-
nismo sino, sobre todo, su sociedad. Este equilibrio, en todo caso,
no podra ser sino momentneo y sealara una configuracin evo-
lutiva. No se trata de rememorar o de restaurar 10 que ha sido; hay
que cambiar el estado existente, preparar el advenimiento de un
nuevo estado que nos sera tan natural como aquel que hemos puesto
en peligro. Es como sostener, cada vez, la necesidad de reinventar
el equilibrio.
De otra forma no se podra esperar nada; jams alcanzaremos la
naturaleza, ni la sociedad, porque ambas son histricas. Nuestro es-
fuerzo no puede actuar sino sobre sociedades, naturalezas; definimos
sus contornos y su organizacin, consideramos los seres que incluyen
y las cualidades que les son necesarias para coexistir. La tensin
extraordinaria que ello produce, invita a buscar una , salida que eli-
mine el devenir, suspenda el movimiento, instaure la paz de los tiem-
pos pasados. Se querra contrarrestar el futuro ayudndose del pa-
sado, promover y revitalizar el pasado como futuro y, con ellos, fijar
el presente en el statu quo. Esta abstraccin remite a una realidad
que ha elaborado sus propias soluciones y que hay que abordar sin
retroceder sino avanzando, hasta que stas terminen por concretarse.
En este descubrimiento, la tensin se resuelve al fin, cuando los hom-
bres comprenden que vivir es verificar las leyes de la naturaleza.
2. La sociedad positiva y negativa
El papel que juegan los hombres en la formacin de los estados de
.naturaleza materializa la presencia y la accin de la sociedad huma-
na. Manifiesta tambin la difusin de lo social en el rbol de la
l
324 SOCIEDAD ANIMAL Y SOCIEDAD HUMANA
vida. A medida que estudiamos mejor las especies animales, descu-
o brimos que, fuera de algunas excepciones -el leopardo, el tejn, la
marta o el visn, por ejemplo-- todas se apegan a una forma de vida
colectiva; tienen mecanismos que aseguran su diversificacin cuando
hay que cumplir funciones especficas, otros que sirven para satisfacer
la necesidad de reunin de los individuos en parejas o en grupos.
Hace unos quinientos millones de aos que la divisin celular dio
lugar a la reproduccin sexual en la que la biparticin de un ser es
sustituida por la unin de dos seres distintos. Este medio, que ofrece
posibilidades de diferenciacin muy numerosas, acrecent de tal mane-
ra las probabilidades de sobrevivir, que se ha convertido en la regla de
gran parte de los seres vivos. Algunos trastornos del medio pueden te-
ner consecuencias dramticas en la vida de una especie o en las relacio-
nes entre muchas especies; pueden incluso implicar la desaparicin
de una familia entera de individuos similares. No obstante, cuando
los individuos presenten caracteres diferentes, son mucho menos vul-
nerables a este gnero de catstrofes, que no afectan por igual a
todos; asimismo, se adaptan ms fcilmente a un medio diversificado
en el que pueden reconocer y disponer de los elementos al grado de
sus necesidades. Mientras ms se avanza en la evolucin, ms nume-
rosas son las ocasiones de asociacin con firies distintos a los repro-
ductivos: explorar el territorio, compartir los recursos, evitar a los
predadores, educar a los Jvenes. Las necesidades de la reproduccin
imponen la disolucin momentnea de los grupos y la formacin
de parejas; pero al mismo tiempo, se observa que los animales luchan
y perecen para asegurar la defensa de la manada.
Las cualidades inherentes al grupo se trasmiten de una generacin
a otra; de hecho, los rasgos anatomofisiolgicos, pero ms que nada,
mecanismos de coordinacin que articulan al individuo . con la colec-
tividad, conducindolo a servir al inters general ms que a su inters
particular en todas las ocasiones que exige la vida social. La adapta-
cin y la seleccin actan en el nivel de la concurrencia entre in-
dividuos en la existencia cotidiana. Se manifiestan incluso para man-
tener la cohesin del grupo contra el azar del medio. Se dibuja as
una doble corriente: distribuye las potencialidades orgnicas y man-
tiene unidas las subdivisiones instituidas, dando la posibilidad de
llegar a una pluralidad de relaciones con el medio y filtrando los
efectos del medio sobre los diversos organismos. Reproduce el geno-
tipo y renueva los fenotipos de tal manera que se preserven las
individualidades -a partir de una multitud de tipos, la colectividad
produce los individuos que le son indispensables- y coloca meca-
nismos de intervencin interna paralelamente a los mecanismos de
accin externa. Lo que as se crea es la sociedad. Subrayando su ge-
RETROSPECTIVA 325
neralidad y su necesidad, el bilogo W. C. Allen ha podido escribir
que "la sociabilidad no es un accidente que aparece espordicamente
en algunos animales altamente evolucionados, sino un fenmeno
normal y fundamental".
La sociedad humana es evidentemente un eslabn de esta secuencia
que resulta, segn hemos visto, de una transformacin profunda de
las sociedades de primates. stas, con sus tipos de organizacin y sus
rituales, con sus separaciones y sus jerarquas que distinguen edades,
sexos, funciones, le han proporcionado un modelo y una materia pri-
ma. La colectivizacin de las actividades productivas y reproductivas,
el nomadismo, la divisin de la caza y de la recoleccin transfirie-
ron la materia prima y el modelo sociales a otro universo natural,
dndoles un contenido biolgico y mental adecuado, para llegar a
la obligacin de destacar y ampliar los lmites del dominio colectivo
y de crear all estructuras nuevas -de la misma manera que la
introduccin de un motor en una calesa incit a los constructores
a redisear todo el objeto, concebirlo sobre nuevos principios, para
hacer el automvil, con su perfil y su aereodinmica propios.
Teniendo en cuenta su pertenencia al conjunto de las sociedades
y la accin que ejerce a su manera sobre el organismo y sobre el
medio, la sociedad humana aparece bajo dos aspectos que redoblan
sus fuerzas : operador de 1::1 naturaleza y organizacin autnoma. Por
un lado es sociedad positiva, potencia material que mira hacia las
otras potencias materiales, forma que toman las relaciones de los hom-
bres que se agrupan para crear su contorno, integrado por los medios
con los que han de conservar y extender sus facultades orgnicas y
psquicas, de reproducir los recursos humanos y no hUIllanos. Repro-
ducir equivale a repetir y reinventar, conservar y renovar, darse los
instrumentos de una continuidad que modifica el organismo o el
medio, independientemente de las exigencias inmediatas de la orga-
nizacin colectiva o fsica .
. El modelado de una parte de los instintos, de los aparatos neuro-
sensoriales, se integra a este marco; sera falso atribuirle una existencia
aparte : T i e n ~ gran importancia, advierte Niko Tinbergen,13il para
nuestra comprensin del comportamiento instintivo en conjunt ad-
vertir que los distintos instintos no son independientes unos de
otros." Se articulan constantemente con una actividad especfica que
precisa y condiciona su combinacin, su peso, sus vnculos de com-
plementariedad o de incompatibilidad. Entre ellos figuran las ten-
dencias que tienen como motivo el hambre, la sed, la agresin, la
procreacin. Habra que agregar, para estudiarlo an ms y en todas
sus ramificaciones, el instinto epistmico. Menos visible y menos fijo
139 N. Tinbergen, op. cit ., p. 125.
1
11
. ,
< I
' 326
SOCIEDAD ANIMAL Y SOCIEDAD HUMANA
en un montaje neurofisiolgico individual, representa indiscutible-
mente una energa movilizadora que inviste, envUelve al organismo
, o lo mueve, sea a la bsqueda de un estmulo ms fuerte y ms
nuevo, sea al encuentro de un estmulo ms tenue y ms antiguo.
Hemos sealado que los antropoides tienen una viva inclinacin por
la exploracin del medio, un inters por los objetos desconocidos y
aun peligrosos. En numerosos casos, el examen de las diversas partes
del cuerpo, la inspeccin del territorio, los modos de encuentro hostil
o amoroso, el espulgamiento o la limpieza sirven, de manera indi-
recta, para satisfacer la inclinacin epistmica. La pareja del co-
nocimiento y del reco.nocimiento del mundo, el fuerte impulso de
probarlo y de probarse, de engendrar tensiones y de apaciguarlas,
de verificar que se est vivo y qUe se tienen aversiones y preferencias,
desvanecen lo grisceo de la uniformidad, favorecen la impregnacin
por lo diverso. Los hombres comparten con la mayora de los seres
animados el deseo de crear la informacin que les permita provocar
el acontecimiento, hacer ensayos y experiencias, abandonar el con-
torno comn, atacar los problemas por el lado inslito, redondear
los esquemas estables que ejercen con frecuencia presiones desvitali-
zadoras. El nomadismo de los cazadores, los desplazamientos de las .
poblaciones tienen ciertamente una relacin con esta propensin.
Las estructuras colectivas integran la totalidad de las disposiciones
orgnicas, las proporcionan y las distribuyen entre las diferentes ca-
tegoras de individuos. La caza o la agricultura, la mecnica o la
recoleccin. realizan tales combinaciones segn los patrones particu-
lares de cada una. Estas estructuras, que repercuten en todos los
actos y hacen sentir su peso en todas las disciplinas, apoyan las bis-
feras creadas sucesivamente para el descubrimiento y utilizacin de
nuevos recursos. Encuentran su prolongacin en la arquitectura de es-
tas bisferas; los mitos o la filosofa de Aristteles, entre otros, nos
lo recuerdan.
Hablar a este respecto en trminos fragmentarios y privativos, ni-
camente de civilizacin material o de tcnica, de control de la ener-
ga, ~ de volumen demogrfico, de bienes y de servicios, de recetas
de cocina y de remedios teraputicos, de catlogos de plantas y de
clases de animales, es ignorar lo principal; es hacer creer que estas
cosas se engendran por s solas, extradas de algn lugar extrao
y lejano para responder a una necesidad preexistente de los indivi-
duos, tributo pagado por el mundo no humano que concurre a la
edificacin del mundo humano. Se tiende a una visin mecnica
de los cambios que unen a la colectividad a su contorno objetivo,
140 L. A. White, "Energy and the evolution of culture", American Anthro-
pologist, 1943, 45, 335-356.
RETROSPECTIVA 327
reducind<;>lo al papel de receptculo, pero externo, con-
siderndolo como un reflejo, completo y plano, de un juego de fuerzas
autnomas. No obstante, a travs de estos esfuerzos considerados en
un orden disperso y subordinados, lo que importa son las propiedades
orgnicas e inorgnicas de la especie, la tendencia general de los
seres vivos a propagarse y a coordinar su accin en una ecologa
que le conviene. Es as como la sociedad se da un fundamento na-
tural y lo renueva sin cesar; no es de manera alguna porque un indivi-
duo fabrique un instrumento o cumpla una operacin -cazar, reco-
lectar, cultivar- sino porque las propiedades de una fuerza material
se han transformado en cualidades fsicas y psquicas. Las artes, las
tcnicas, las disciplinas o los mitos sintetizan las tentativas hechas
en el curso de la historia para insertar a los hombres, coaligados, en el
movimiento de los fenmenos csmicos y los fenmenos csmicos
en el movimiento de los hombres. Al traspasar los lmites marcados,
las ficciones o los esbozos de un momento se convierten en las rea-
lidades y la plenitud de otro momento, as como los titubeos y los
desperdicios de una especie se transforman en certidumbres y en
recursos plenos para otro grupo o para otra especie que ha sabido
asimilarlos.
La separacin de los individuos reproductores y no reproductores
en las sociedades de afiliacin inaugura una nueva reparticin de
los espacios, de los dones de la exploracin, de las habilidades y sus-
cita, finalmente, la alianza con el reino vegetal y el reino animal
diferenciados. La ulterior divisin de la caza y de la recoleccin vuelve
a hacerse cargo de las tentativas mltiples y aleatorias. Al exigir
una mayor solidaridad de los machos, convirtiendo el cuerpo social
en instrumento de defensa y de ataque, esta separacin ha provocado
la revisin de las relaciones entre los sexos, permitindoles abordar el
medio dividido y extraer parte de sus recursos muebles e inmuebles.
La trasmisin d las facultades, su aplicacin estricta, el afn de
mantener una cierta relacin cuantitativa entre el volumen de la
poblacin y los medios de que sta dispone, la eleccin y la fijacin
de. las propiedades neurofisiolgicas indispensables a la correspon-
diente plyade de son otras tantas tareas que figuran
en el pliego de condiciones de los nacientes rganos colectivos. El
xito yel fracaso interesan a todas las especies en la medida en que
stos . afectan las adaptaciones recprocas. En la concepcin actual,
el individuo representa a la humanidad vuelta hacia el mundo ma-
terial y biolgico, que es -como lo hemos comprobado- una abs-
traccin. Desde el punto de vista lgico y real, por el contrario, es la
dimensin social la que ocupa el lugar vacante dejado por el individuo
y que lo manifiesta com.o polo de la naturaleza.
1
1 i
I
1;
328
SOCIEDAD ANIMAL Y SOCIEDAD HUMANA
Por otro lado, tal como lo hemos visto, la sociedad es negativa,
" vuelta hacia s misma y tiene su propio dinamismo que se establece .
evolutiva, histricamente. Concentra una serie ~ intereses, de em-
presas, de intercambios organizados en torno al poder, a la riqueza, a
las jerarquas que separan y ordenan las clases, los sexos y las regio-
nes. La renovacin de estas configuraciones moviliza las energas,
engendra un lenguaje y modos congruentes de interaccin. La distri-
bucin de los bienes, de los servicios, de los smbolos de prestigio, al
desnivelar a los grupos, obliga a enunciar leyes o prohibiciones, crea
desigualdades o diferencias que norman la vida y la organizacin
colectivas. La uniformidad se obtiene en detrimento de la discrepan-
cia y de la singularidad, sometiendo las facultades individuales al
molde comn de los modelos normalizados de pensar, de sentir,
de actuar. La construccin de barreras que aslan a los grupos im-
pidindoles escapar a la dependencia, es otro de sus recursos, para
obtener la cohesin. Las ceremonias, los rituales, los dones simblicos
de bienes y de personas, acompaados de sanciones y de recompen-
sas, son indispensables para la reafirmacin del grupo, para la legi-
timacin de ls reglas, para el desarrollo de la existencia individual,
para el funcionamiento eficaz de los procedimientos que hacen
soportable la rutina de la existencia cotidiana, tolerable la perspectiva
de la enfermedad, del sacrificio y de la muerte. Preservan simult-
neamente la estabilidad del sistema, reanudan los vnculos de solida-
ridad, creando, en cierto aspecto, la impresin de homogeneidad en
la reciprocidad de compaeros sociales y recordando, en otro aspecto,
sus distancias respectivas, la no reciprocidad de su condicin. De esta
manera, cada uno puede probar la comunin con los otros, la aper-
tura del conjunto, y aceptar lo que le discrimina de ellos, el cierre
de su esfera particular. Por el juego de una trasmisin que somete
la generacin ascendente a las que la han precedido, la colectivi-
dad se reconstituye, idntica y exclusiva, enmascarando los grmenes
de su propia diferenciacin en el tiempo. Los cuidados proporcio-
nados a los nios, la elaboracin de tcnicas apropiadas, la comu-
nicacin de los afectos y de las tradiciones que integran a cada
persona y a cada grupo en un conjunto ms vasto, sirven tambin
para prevenir la amenaza de lo discontinuo. La colectividad debe
prevenirse constantemente contra sus tensiones y sus contradicciones.
La contradiccin mayor para ella, est en la obligacin absoluta de
diversificarse, de producir las clases de hombres aptos para asegurar
las variadas funciones y, al mismo tiempo, dominar las tendencias
de los hombres as diferenciados.
La obediencia a la ley, el respeto a las costumbres que las man-
tienen en una sociedad ejerciendo la autoridad ' suprema, exigen
RETROSPECTIVA 329
doblegar las voluntades particulares, formando a cada una en el
que ser su papel y llevndola a aceptar las normas de conducta que
la guiarn en cualquier circunstancia. La disciplina, la represin
y la inhibicin son los medios aplicados a este fin. Pero la so-
ciedad cumple numerosas funciones; los seres que la componen no "
existan antes que ella, aislados en la naturaleza y despus reunidos
por un contrato de asociacin. Es ella, por el contrario, quien existe
antes que ellos y quien tiene corno misin convertir las energas
biolgicas, los recursos y' las facultades, en una diversidad econmica,
psquica, poltica: su funcin no es igualar o limar los rasgos distin-
tivos. No la vernos edificarse en los intersticios de la materia biolgica,
a partir de individuos que se combinan espontneamente o para
satisfacer sus necesidades: las categoras de individuos, la disposicin
de estos intersticios, la intensidad y la orientacin de estas necesidades
son obra suya. Mantener en guardia los deseos, los instintos, los
intercambios mutuos es una tarea constante a la que se entrega cada
especie, cada comunidad por su propia cuenta, siguiendo las moda-
lidades adecuadas. Con el objeto de reproducirse, la sociedad, humana
o no, biologiza a un individuo social, le asegura una densidad org-
nica, instintiva, mental; no es que socialice a un individuo biolgico
despojndolo de una fraccin de sus impulsos originales y de ' sus
capacidades para desviarlos de su objetivo autntico. Si la vivencia
subjetiva experimenta el visible embargo de la sociedad objetiva como
una compulsin, no es necesariamente -se puede exponer la hip-
tesis- porque le oprima una reserva oculta, intrnsecamente libre
y espontneamente natural, sino porque lo hace por un mtodo
opresivo;
La sociedad es una instancia que inhibe lo que estimula, tempera
y excita las tendencias agresivas, epistmicas y sexuales, acrecienta y
,disminuye la frecuencia de su satisfaccin segn sus subdivisiones, ,
imagina las prohibiciones y prepara los caminos para su transgresin.
Definitivamente concebida -por lo menos hasta el momento- con
el solo fin de conservarse, combate el devenir con la norma y la
institucin; en el interior se esfuerza por imponer la colusin de las
fuerzas antagnicas provocadas, en tanto que en el exterior, intenta
rechazar la posibilidad de una alternativa o de una pluralidad. La
colectividad accede a ello actuando como si su orden fuera nico,
reteniendo nicamente las cualidades que son suyas o aquellas en
las que la diversidad se presenta como un esbozo de las suyas en el
tiempo y en el espacio. Las nociones de progreso, de linealidad
de la historia, sirven para definirla, fijndola como fin exclusivo y
supremo. El ostracismo que ha azotado desde los tiempos ms antiguos
a los extranjeros, a los pueblos primitivos, a los brbaros, aun a los
I
1,
1
1,
[i
1,'
11
I
.)
330
SOCIEDAD ANIMAL Y SOCIEDAD HUMANA
animales, ilustra esta propensin a negar la existencia plena a todo
lo que contradice su singularidad; las colectividades susceptibles de
hacerlo se diluyen en la oscuridad, asimiladas a la naturaleza. Cuando
se declara que la sociedad o la cultura es artificial pareciera ha-
blarse el lenguaje de la modestia. Sin embargo, siendo el artificio
signo humano, se sobreentiende en realidad que su sociedad, su cul-
tura, es la nica humana, la nica que merece el nombre de esfuerzo
y de obra y que valoriza las reglas y las instituciones -las otras
culturas se contentan con registrar las presiones del medio y las
necesidades del organismo. La distancia que nos separa de ellas es
la distancia del universo natural, la negacin de ste es su nega-
cin : la identidad se mantiene as por exclusin de la alteridad.
Las concepciones modernas de la sociedad han insistido en la
oposicin del hombre a la naturaleza; han puesto el acento en la pre-
eminencia de la norma, de la economa o de la poltica y subesti-
mado la importancia de la regulacin que llevamos a cabo con las
fuerzas materiales, de la misma manera que han descuidado la crea-
cin de las facultades productivas y cientficas.
La sociedad, empero, se revela al examen de forma y contenido,
en relacin consigo misma y con el universo, como sistema autnomo
y parte de un sistema csmico ms vasto, totalidad dotada de una
existencia especfica incluida en la totalidad de los rdenes naturales
y sociales. Realidad primera, es fuerza y accin colectivas, comprende
el hacer, el saber y los recursos; realidad segunda, derivada, trans-
forma el hacer, el saber, los recursos en riqueza, poder e ideologa.
En lugar de dejar el primero de estos dos aspectos en la sombra
haciendo converger toda la luz sobre el segundo, es necesario com-
prender a la vez las . dos maneras, . en una relacin ' positiva con la
naturaleza, como polo y factor histrico de la sociedad: as _se puede
resumir lo esencial de este paradigma que, al contrario del preceden-
te, es ' sociocntrico.
IV. EL RETORNO A LA NATURALEZA
Las sociedades son organismos amenazados. De lejos se perciben
ataviadas con el vestido luminoso de los tiempos pasados y de la gloria
de los tiempos futuros, mientras en el presente, puesto entre parn-
tesis, se les hace vlvir en el espacio de la perfeccin o de lo extrao.
Sin embargo, bajo su lisa envoltura se originan las fuerzas del des-
orden que ellas provocan, bullen las pasiones que ellas encierran,
se hacinan las injusticias que ellas ocultan. Su orden u ~ r e .las heridas,
~
RETROSPECTIVA 331
mantiene c:uidadosamente aparte a aquellos que estaran inclinados
a denunciar las fallas, obliga a contraer los pseudpodos que, al
franquear los lmites, romperan la superficie intacta. En lucha cons-
tante contra las corrientes violentas listas para destruirlas y dislo-
carlas, ejercen la energa requerida para burlar la angustia, para
combatir lo precario y lo provisional y borrar las huellas del esfuerzo
y del trabajo invertidos para mantener la armona, a fin de aparecer
en la escena como el actor, todo calma y sonrisas. En este instante,
baadas de espontaneidad y de inocencia, las cosas tienen el aspecto
de lo que deberan ser, de lo que no podran dejar de ser, aligeradas
del peso de lo arbitrario, coronadas por la evidencia de la necesidad.
El arte se funda en el ser, el producto en lo .dado. Pero la memoria,
invitada a olvidar esta maniobra de prestidigitacin, no puede dejar
de recordar, y las sociedades, fuertes por el aspecto slido de sus
obras, no cesan de estar fascinadas por su reverso, trama provisional
que el flujo de la realidad deshilvana sin descanso. Proyectadas
sobre un espacio bidimensional, se esfuerzan por asumir en sus leyes,
sus conocimientos, sus instrumentos fsicos y mentales, sus conven-
ciones y subdivisiones, la tarea a veces contradictoria, descentrada,
de continuar la vida y de asimilar las iniciativas individuales, de
amortiguar el choque de las empresas colectivas que ellas qrdenan,
consolidan y manifiestan con respecto a una poblacin ya un mo-
mento histrico determinados. Se esfuerzan as por cumplir dos fun-
ciones bsicas: una universal, comn a todas las especies, tendiente
a unir la matriz orgnica y la matriz psquica; la otra particular,
relativa a una sola especie, la nuestra, que asegure el predominio
de los vnculos colectivos, tomando en cuenta la sustancia de las
riquezas distribuidas y los poderes ejercidos.
Entre todos los dogmas relativos a su situacin y a su marcha, el
del deterioro, de la funcin universal y de la tensin que su existencia
engendra, es el ms sobresaliente. Esta conviccin procede de muchas
causas. La dificultad que experimentan los hombres para actuar y
pensar su estado social como un estado cualquiera entre otros, sol
de una galaxia formada por gran nmero de soles, y a vivir este
estado social objetivamente cualquiera como su estado propio, est
en la esencia "del movimiento que se mantiene desde hace milenios.
Se ha intentado resolverla -las religiones, las teoras sociolgicas, las
ideologas que dejan esperar el fin de la historia lo atestiguan-
adoptando el ideal de una salida de la naturaleza. De " este modo,
podra aislarse una de sus dimensiones y acordarle un status favo-
recido, sustrayndola a .las transformaciones impuestas por la relacin
con el mundo material y biolgico: frente a la sociedad activa y viva,
la naturaleza se decretaba pasiva y muerta. Cifrando la esperanza de su
1
i
I
j
I
11:
1I
II
I
, '
I
i
I
I ,
332
SOCIEDAD ANIMAL Y SOCIEDAD HUMANA
devenir en la negacin de su vnculo con la naturaleza, la sociedad
esfuma su propio papel en la creacin del orden natural subyacente
y ve disminuir la influencia de sta sobre su propia constitucin. La
sociedad no concibe sino relaciones de violencia y de explotacin,
porque su intervencin razonada sirve para limitar el pretendido
imperio del desorden; justifica su prctica de la explotacin y de la
violencia magnificndola en la conquista del mundo exterior. Al
trmino de sta, llega a reconstituir su unidad en torno a la dimen-
sin particular, privilegiada, del principio, desembarazndose de las
servidumbres que acosan a las especies obligadas a proseguir su tarea
natural: " .. . la historia se hara por s misma y la sociedad colocada
fuera y por encima de ella, podra, una vez ms, asumir esta estructura
regular y corno cristalina; en ella, las sociedades primitivas mejor pre-
servadas nos ensean que sta no se contradice con la humanidad".141
La nica causa imaginable para dar cuenta de la utilidad y de la
persistencia de la funcin universal es la existencia de la escasez.
Para paliarla, las colectividades se ven obligadas a entregarse a una
ardua labor: se sqmeten a la dependencia del medio a fin de con-
trolarlo, se dan las instituciones adecuadas para repartir mejor la
penuria, toleran las desigualdades, en la medida en que no han tenido
xito en eliminarlas. El . da que la escasez llegue a desaparecer, las
jerarquas injustas desaparecern con ella. El trabajo penoso perder
toda razn de ser, la pltora de descubrimientos cientficos y tcnicos
suspender la accin natural inmediata del hombre. La sociedad
volver -la espalda a la naturaleza y se retirar de su dependencia:
"Ciertamente, cualesquiera que sean los hombres y los acontecimien-
tos, escriba Jean-Paul Sartre,142 aparecen hasta ahora en el marco
de la escasez, es decir en una sociedad an (el subrayado es mo)
incapaz de liberarse de sus necesidades y por consiguiente de la na-
turaleza, y que a causa de ello, se define por sus tcnicas y sus
utensilios."
Una vez instaurada la abundancia, suceder al reino de la nece-
sidad dirigido por la naturaleza el reino de la libertad, esencia de
la sociedad, nica condicin digna de los hombres que se reconocen
entre ellos, liberados del vnculo, ahora contingente, con la materia-
lidad. Valindose de esta visin, toda progresin anuncia una sociedad
sin naturaleza, de la misma manera que toda regresin remite a una
naturaleza sin sociedad, esperanzas y amenazas que son otros tantos
signos de nuestro xito o nuestro fracaso.
Consumado el dominio del medio, desembarazada la humanidad
de toda preocupacin al respecto, se trazan los lineamientos de una
141 C. Lvi-Strauss. Ler;on inauguTale, Pars, 1960, p. 202.
142 J. p. Sartre,Critique de la raison dialectique, Pars, 1960, p. 202.
RETROSPECTIVA .. 333
historia en que los sujetos, liberados del espectro de la: carencia, no
actan ya bajo su sombra. La organizacin social, contra natura en
su concepcin misma, su presunta salida de la naturaleza, la regla
que pretende oponer a la promiscuidad (que no es ms que otro
nombre de la escasez) conducen, preparan la desaparicin prevista
y deseada y no se justifican ms que en esta eventualidad. Ah donde
se mezclan el leitmotiv del repliegue sobre s y el del fin de la escasez,
surge el tema de la ruptura con la naturaleza, tan atrayente para los
defensores de la cultura. Saber por qu ha . tenido lugar y cul ha
sido su contenido son cuestiones a las que no se ha cesado de res-
ponder. Segn la respuesta que se propone, la razn que se invoca
-la lengua, la riqueza, la represin de los instintos, la reabsorcin
de la promiscuidad animal, la tcnica, etc.- se asigna como figura
a la sociabilidad humana, la capacidad simblica, la propiedad, la
familia, la produccin, etc., como medio que se supone asegurar en
cada caso la dominacin final de esta sociabilidad.
Sin embargo, la naturaleza no es sin nosotros, ella es con nos-
otros y por nosotros; se la ha querido inmutable y muerta, en circuns-
tancias que se mueve y tiene una historia. No la reconocemos slo
como un objeto sino tambin como un sujeto. A la luz de una rica
experiencia, conviene negar el pretendido agotamiento de nuestras rela-
ciones con ella. Peridicamente, se cree acceder a un estado ltimo,
sueo de una humanidad tranquila que ha ganado la partida, que
habiendo terminado su trabajo hacia el mundo ha obtenido, gracias
a la ciencia o al arte, un triunfo absoluto sobre los obstculos exte-
riores, triunfo que puede afectar los dividendos del espritu y del
trabajo. Se estima llegar a paliarlo cuando la colectividad haya
superado la escasez original. Un socilogo norteamericano escriba
hace poco: "La conquista manifiesta de la naturaleza, la superacin
de la escasez, las sienten los hombres de las sociedades superdes-
arrolladas como cosa virtualmente acabada." 142
En realidad, ninguna colectividad sale de la historia para instalarse
en la edad de oro, de la misma manera que la humanidad no ha
vivido una edad de oro antes de ser lanzada a la historia. Mientras
permanezcamos activos, mientras continuemos inventando, produ-
ciendo objetos y conocimientos -y lo hacemos como respiramos-
se crean nuevos recursos mientras que otros se vuelven caducos y
otros se agotan. La invencin es factor de escasez: a mayores inven-
ciones y descubrimientos, mayor escasez. La tcnica y la ciencia no la
suprimen, la engendran. Las piedras tradas de la luna, cargadas
de historia csmica, valen ms que su peso en diamantes. Siempre
1413 C. W. MilIs, La imaginacin sociolgica, traduccin de Florentino M.
Torner, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 1964, p. 35.
1
1
"
, I
I
l '
1:
I
I
334
SOCIEDAD ANIMAL Y SOCIEDAD HUMANA
y por todas partes, espontneamente, creamos la abundancia y al
mismo tiempo la carencia, transformamos la una en la otra. Quin
. se habra figurado hace algunos milenios, que el tiempo, la veloci- .
dad se convertiran en bienes tan preciosos y buscados como 10 son
ahora? Quin habra pensado, hace solamente un siglo, que el agua
y el aire seran 10 que comienzan a ser, recursos que disminuyen?
Si 10 son, es porque se han multiplicado forinas diferentes de energa
y de procesos materiales nuevos, creciendo su consumo por una par-
te y su polucin, por la otra. Una ojeada a travs de la historia nos
convencer de que esto no tiene nada de excepcional. La perspectiva
de que se puede abolir radicalmente la escasez y con ella la funcin
universal en la naturaleza, seguida del surgimiento de una organiza-
cin colectiva que no le debe nada y se desinterese de ella, es
ilusoria; las deducciones prcticas y tericas que han querido despren-
derse no reposan en ningn fundamento.
El cambio correlativo no reside tanto en la respuesta que dar a
la ruptura de los dos rdenes de realidad, como en la 'cuestin que se
expone. Esta podra enunciarse as: De qu manera se une la fun-
cin universal de la sociedad a su funcin particular? Las soluciones
concretas que ha recibido ciertamente difieren en los distintos .es-
tadios de la evolucin y de la historia. Volviendo a trazar su gnesis,
penetrando los resortes de cada una, las formas que ha tomado, se
traza de nuevo y se comprende la vida de las colectivi,dades que las
han adoptado. La diferenciacin y la correspondencia de las dos
funciones, ,sus prolongaciones sociales inherentes, se colocan en el cen-
tro de gravedad de la teora. Y en el centro de la prctica, cuan-
do la inocencia cede ante la responsabilidad y el devenir del
medio natural ya no se atribuye a un poder divino o a un azar mal
previsor. Con justicia se incrimina, un poco por todas partes, la sepa-
racin que existe entre el desarrollo de las ciencias, de las tcnicas
y el dbil poder que tenemos para orientarlas o para adecuarlas a
nuestras necesidades y nuestros fines. Este desplazamiento no tiene
por causa, . como se sostiene, la rapidez y la amplitud de su impulso,
nuestro xito demasiado brillante en este mbito, nuestro dominio
excesivo de los fenmenos objetivos que nos lleva a perturbar su
equilibrio de conjunto. Se debe al hecho de que, concebida desde
un punto de vista provisional, accidental, como un mal necesario,
nuestra funcin en la . naturaleza se ha hecho estril; no la hemos
desarrollado consciente, sistemticamente, de tal manera que su uni-
dad, su significacin, se nos escapan. La hemos ejercido de manera
espordica y dispersa, sin cuidarnos de la totalidad, del vnculo que
rodea lo ecolgico, 10 industrial, lo cientfico, lo demogrfico: se con-
sidera que cada uno de estos campos tiene reglas y dinamismo propios,
RETROSPECTIVA 335
como si no tuvieran relacin entre ellos, como si no se influyeran rec-
procamente, como si no fueran las diversas facetas de un solo y nico
proceso que interesa, en su conjunto, al cuerpo social articulado con
las potencias del medio.
Invirtiendo los trminos de la ecuacin usual y mantenindose
cerca de los fenmenos reales, es posible concebir una relacin mutua:
la sociedad acta en los cambios de la naturaleza, de la cual es
uno de los polos, as como la naturaleza, al englobarla, responde a
lo que en las sociedades escalonadas ocurre en las ramas del mundo
vivo. En lugar de un vnculo unilateral, hemos percibido un vnculo
recproco; en lugar del hermetismo, una comunicacin; en lugar
de un ajuste mecnico, una regulacin orgnica. La funcin uni-
versal de las sociedades como fuerzas objetivas, doblegan a las otras
fuerzas csmicas. Se trata, entonces, de un dato permanente y no de
un punto transitorio; de una dimensin esencial del sistema que ellas
constituyen y no de un sntoma secundario, en tanto que este sistema
no ha alcanzado su perfeccin y est destinado a desaparecer cuando
llegue a ella. Importa en verdad retenerla, resocializar la naturaleza,
reaprender a habitarla en lugar de desear abandonarla. La humanidad
est llamada probablemente a desaparecer, tiene tambin la capacidad
de destruirse; no obstante, mientras estos dos acontecimientos no se
produzcan, esta vocacin natural est inscrita a la vez en la condicin
actual .y seala la presencia de la especie en el seno de su verdadero
medio evolutivo e histrico. No como se sugiere frecuentemente, al
estilo de las otras especies, sino en el que se ha hecho el suyo.
Con este propsito se pretende siempre vencer a la materia, captar
las potencias fsicas y biolgicas. Se desea arrancar al cosmos sus
leyes y sus secretos: se nos presenta la imagen de procedimientos
y de productos celosamente atesorados, que miden las victorias de la
inteligencia en riquezas de una nacin, contabilizadas como el encaje
metlico encerrado en cajas fuertes. Los bienes que ms bien habra
que reconsiderar y generar son, en realidad, las facultades orgnicas,
sociales y psquicas relacionadas con los elementos objetivos sobre los
cuales stas actan, provocando su nacimiento y su muerte y recpro-
camente, ya que ninguno de estos elementos existe para nosotros
sin la facultad humana que lo suscita y lo perfecciona. Por inter-
medio de los talentos y de las habilidades nos comunicamos con el
universo material, lo ordenamos. El reto constante no es tanto el de
conquistar a la naturaleza como el de hacer al hombre. Lo que
se ha pensado y vivido como intencin externa, disimula la intencin
autntica, interna, la que nos concierne. La tradicin apoya semejante
inversin. La religin judeocristiana establece que Dios nos ha acor-
dado la gerencia y concedido todas las criaturas, nuestros inferiores,
! '
I !
1 ,
!
336
SOCIEDAD ANIMAL Y SOCIEDAD HUMANA
y nos ha dado licencia para dominar la tierra. La filosofa racionalista
ha tomado el relevo, afirmando que el saber es poder y que nuestro
espritu nos hace seores y poseedores de esta tierra. Ambas han
contribuido a esta simulacin, han fijado la explotacin CGmo modelo
de las relaciones con los seres animados e inanimados, cuando en
realidad es el modelo de las relaciones entre los hombres que, a
la vez, ha consolidado y extrapolado la ley sagrada y la propiedad
profana justificndose as, conjuntamente.
Es posible que esta justificacin y este gobierno del mundo en tanto
que objeto, y del hombre en tanto su explotador, hayan tenido xito
a su tiempo y hayan registrado resultados positivos, incluso enmas-
carando la realidad. Ahora no solamente se ven desmentidos, sino
que se han convertido en un obstculo a partir del momento en que
nuestro papel determinante en el curso' de la naturaleza pasa a ser
aparente, en que nuestra actividad es arruinante porque est teida
de ambigedad, de irracionalidad y colmada de violencia, desde
que se trata no ya de conquistar, sino de asegurar la buena marcha
de una bisfera compleja, que ha evolucionado y que evoluciona,
ejerciendo una influencia inmediata sobre nuestra historia, de la
misma manera que nosotros la ejercemos sobre la suya. Si podemos
intervenir en ella, no es desde afuera sino desde dentro, porque
ah estamos. Federico Engels ya lo ha reconocido: "Todo nos re-
cuerda a cada paso que el hombre no domina; ni mucho menos, la
naturaleza a , la manera como un conquistador domina un pueblo
extranjero, es decir, Como alguien que es ajeno a la naturaleza, sino
que formamos parte de ella con nuestra carne, nuestra sangre y
nuestro cerebro." 144
Participantes, provocamos en ella equilibrios y desequilibrios, apa-
recemos como reguladores y constructores de su arquitectura. La
accin, en este aspecto, una vez rectificada en su direccin verdadera,
reduce la distancia y la extraeza de nuestra relacin en el orden
de las cosas, el alejamiento del organismo individual y colectivo en
este orden, comprendido nicamente en trminos abstractos, sealado
por la segregacin en funcin de sus cualidades primeras -espacio,
tiempo, leyes, medidas, cantidades. Establece la posibilidad de una
familiaridad con las cualidades segundas, inmediatas, de lo sensible,
de lo percibido, de lo imaginario, llenando el vaco sostenido entre el
hombre y su universo. Instante que es ciertamente la bsqueda de
un retorno, no a la naturaleza, sino retorno en la naturaleza.
144 F. EngeIs, Dialctica. de la naturaleza, trad. de WencesIao Roces, Gri-
jaIbo, Mxico, 1961, p. 152,
I
1
:1
l
:' 1
' , '
I