Las doctrinas de indios tuvieron gran importancia en el establecimiento de pueblos en San Juan a principios del siglo XVII. El documento analiza la situación socioeconómica de los indígenas en la provincia durante este siglo, examinando aspectos como los tipos de trabajo en que participaban, los salarios, la composición de las encomiendas indígenas y cómo cambiaron a lo largo del tiempo, entre otros tópicos. Se basa en documentación histórica primaria de archivos provinciales y nacionales de Argentina y Chile.
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Las doctrinas de indios tuvieron gran importancia en el establecimiento de pueblos en San Juan a principios del siglo XVII. El documento analiza la situación socioeconómica de los indígenas en la provincia durante este siglo, examinando aspectos como los tipos de trabajo en que participaban, los salarios, la composición de las encomiendas indígenas y cómo cambiaron a lo largo del tiempo, entre otros tópicos. Se basa en documentación histórica primaria de archivos provinciales y nacionales de Argentina y Chile.
Las doctrinas de indios tuvieron gran importancia en el establecimiento de pueblos en San Juan a principios del siglo XVII. El documento analiza la situación socioeconómica de los indígenas en la provincia durante este siglo, examinando aspectos como los tipos de trabajo en que participaban, los salarios, la composición de las encomiendas indígenas y cómo cambiaron a lo largo del tiempo, entre otros tópicos. Se basa en documentación histórica primaria de archivos provinciales y nacionales de Argentina y Chile.
Las doctrinas de indios tuvieron gran importancia en el establecimiento de pueblos en San Juan a principios del siglo XVII. El documento analiza la situación socioeconómica de los indígenas en la provincia durante este siglo, examinando aspectos como los tipos de trabajo en que participaban, los salarios, la composición de las encomiendas indígenas y cómo cambiaron a lo largo del tiempo, entre otros tópicos. Se basa en documentación histórica primaria de archivos provinciales y nacionales de Argentina y Chile.
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REALIDAD SOCIOECONMICA DE LOS INDGENAS DE SAN JUAN
EN EL SIGLO XVII
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Director responsable: Prof. Mariano GAMBIER Composicin y diagramacin: Lic. C. T. MICHIELI
Diseo de tapa: Gabriela RIVEROS
Correspondencia y canje: Instituto de Investigaciones Arqueolgicas y Museo Universidad Nacional de San Juan Termas La Laja - Casilla de Correo 13 5419 Albardn San Juan - Argentina
Hecho el depsito que marca la Ley N 11.723 Prohibida su reproduccin total o parcial Impreso en la Argentina ISBN 950-605-105-4
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REALIDAD SOCIOECONMICA DE LOS INDGENAS DE SAN JUAN EN EL SIGLO XVII
Catalina Teresa Michieli
INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ARQUEOLGICAS Y MUSEO Facultad de Filosofa, Humanidades y Artes Universidad Nacional de San Juan
San Juan 1996
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INTRODUCCIN
El proyecto para la realizacin de este trabajo fue aprobado acadmicamente por la Universidad Nacional de San Juan mediante Resolucin N 194/94 CS (Anexo V). Para su ejecucin cont con el apoyo del Instituto de Investigaciones Arqueolgicas y Museo de dicha Universidad y se financi con fondos personales.
La finalidad del trabajo se orienta a la reconstruccin de la situacin social y econmica de los indgenas que vivan en el territorio de la actual provincia de San Juan durante el siglo XVII, ya que los estudios anteriormente realizados sobre el poblamiento aborigen de la regin en el siglo XVI y sobre la realidad econmica de Cuyo durante las primeras dcadas del siglo XVII, permitan apreciar que esta situacin variaba notoriamente con respecto a lo observado para el siglo anterior.
Para su cumplimiento se analizaron documentos ditos e inditos que proporcionaron una gran cantidad de datos que permitieron considerar: 1- la verdadera importancia que las "doctrinas" de indios tuvieron en la instalacin de pueblos al principios de siglo; 2- las causas, desarrollo y consecuencia de las rebeliones indgenas ocurridas en San Juan y su sofocamiento; 3- los tipos de trabajo en que participaban los indgenas y los cambios que se suscitaron por ello en la conformacin social de los grupos; 4- el alcance y variacin de los salarios, las formas de pago y la comparacin con los precios del siglo XVII; 5- la conformacin numrica, tnica y social de las encomiendas indgenas existentes en San Juan y su variacin durante el desarrollo del siglo; 6- la forma de pago de los tributos a los encomenderos de San Juan y la relacin de stos con la legislacin de la Capitana General; 7- el proceso de traslado y desnaturalizacin de los grupos indgenas dentro y fuera del territorio provincial y sus consecuencias; 8- la relacin entre la desaparicin de los grupos indgenas y el nacimiento de las primeras propiedades rurales en el territorio provincial y 9- los cambios y sustituciones tnicos y lingsticos ocurridos entre los grupos indgenas.
Varias personas colaboraron en el acceso a documentos y bibliografa especfica. En primer lugar el Prof. Mariano Gambier, Director del Instituto de 5 Investigaciones Arqueolgicas y Museo UNSJ no slo aport el apoyo institucional sino que tambin en forma personal ayud a relevar documentacin en el Archivo Nacional de Chile; el Dr. Jorge Hidaldo, entonces Conservador de dicho Archivo, facilit el acceso al mismo; los colegas Marta Bonofiglio de Carrara (Crdoba), Mara Teresa Planella (Santiago de Chile), Leonor Paredes de Scarso, Guillermo F. Genini y Oscar A. Damiani (San Juan) gentilmente colaboraron en la obtencin de material bibliogrfico, cartogrfico y documental.
El trabajo se realiz con fuentes ditas e inditas correspondientes al siglo XVII. Entre las obras ditas se encuentran repertorios documentales publicados como las "Cartas Anuas de la Compaa de Jess", las "Actas Capitulares de Mendoza", "Documentos Coloniales relativos a San Miguel de Tucumn", "Fuentes para la historia del trabajo en el Reino de Chile" (compilados por Alvaro Jara y Sonia Pinto) o documentos aislados incluidos en obras de otros autores como Salvador Canals Frau, Pablo Cabrera, Anbal Verdaguer, Alfredo Gargaro, Romualdo Ardissone y Mario Grondona.
Los documentos inditos utilizados fueron relevados personalmente en el Archivo Histrico y Admistrativo de San Juan y en el Archivo Nacional de Chile. En el primero los documentos concernientes al siglo XVII se encuentran en el Fondo Histrico; estn contenidos en una serie de cuadernillos y papeles sueltos guardados rudimentariamente en una carpeta dentro de la caja fuerte. Su estado de conservacin es bastante malo y en varios casos estn numeradas como documentos distintos partes de un mismo documento. En el momento de realizar el relevamiento, estos documentos estaban siendo transcriptos por personal del archivo.
En el Archivo Nacional de Chile se relev la mayor parte de los documentos utilizados en este trabajo. Corresponden a los fondos: Real Audiencia, Capitana General, Escribanos de Santiago, Morla Vicua y Notarios de La Serena.
Los puntos de partida para la bsqueda de los documentos fueron la obra de Juan Luis Espejo (con la valiosa ampliacin y correccin de ubicacin realizada por Edberto Acevedo) y el trabajo de Rogelio Daz Costa. Si bien en la obra de Espejo se encuentran resumidos varias de las fuentes utilizadas, la transcripcin completa de los documentos permiti obtener una mayor cantidad de datos de suma importancia para el tema de este trabajo que haban sido obviados en el resumen a la vez que corregir errores de transcripcin que hacan variar tanto los nombres indgenas como el sentido de mucha documentacin. El 6 trabajo de Daz Costa constituy una ayuda menos segura, ya que a los errores de transcripcin y adjudicacin de nombres indgenas, se sum una poco clara referencia a los documentos en s.
Despus de haber ubicado los documentos citados por estos autores se prosigui con la bsqueda y el relevamiento de otros que contenan importantes datos vinculados con los indgenas de San Juan o que, sin referirse especficamente al tema, permitan reconstruir un marco espacio-temporal, poltico y social en el cual insertar la problemtica a tratar.
El anlisis posterior abarc la totalidad de los documentos encontrados con referencias a indgenas de San Juan en el siglo XVII sin hacer una seleccin intencional de ellos, ya que se considera que los mismos son, de por s, una muestra aleatoria debido a que, por una parte, no todas las actuaciones quedaban intencionalmente registradas y, por otra, la conservacin de documentos tan antiguos es generalmente casual.
El trabajo se completa con algunos croquis que permiten ubicar las localidades mencionadas con respecto a su ubicacin geogrfica y poltica y con un ndice alfabtico de nombres indgenas de personas y lugares.
Advertencia:
Para la transcripcin de documentos en el trabajo se han seguido las siguientes pautas: cuando se copian citas documentales extradas de la obra de otros autores se anteponen las palabras "Cit. de ..."; cuando las citas corresponden a documentos inditos se hace la referencia directa al archivo, fondo, volumen y folios; en la transcripcin se ha preferido respetar estrictamente la ortografa, abreviaturas y puntuacin originales a fin de no introducir posibles errores de interpretacin; cuando la cita es segmentada para que no resulte demasiado larga, se colocan puntos suspensivos entre parntesis en lugar del texto desestimado; todo comentario o agregado aclaratorio que no figura en la cita se coloca entre corchetes; cuando una palabra o una parte de ella es ilegible en el documento, en la transcripcin se suplanta la parte ilegible con puntos suspensivos sin parntesis.
Los nombres en lengua indgena (todos los nombres propios y los nuevos topnimos) se colocan con bastardilla reproduciendo todas las formas en que estn transcriptas en los documentos y respetando la ortografa original. Los nombres espaoles se han modernizado en el texto y se respetan en las citas. 7
Los precios, tasas y salarios se expresan en "pesos de plata corriente de a ocho reales" por lo que en general no se aclara especficamente. Cuando se trata de pesos de oro se hace la aclaracin pertinente. Las fracciones de pesos no se expresan en reales sino en decimales.
En la redaccin del trabajo se utilizan las denominaciones de indio, mestizo y espaol con el sentido de categoras socio-jurdicas y nacionalidad que tenan en la colonia, considerando como espaol a todo sbdito de la corona espaola nacido en la pennsula Ibrica o en Amrica, siempre que no fuera natural de ella. La categora indio no es peyorativa sino que obedece a la forma legal en que se designaba a los individuos originarios de Amrica; en ocasiones se utiliza en su lugar como sinnimos los adjetivos sustantivados aborigen, indgena o natural con la significacin de originario en el suelo en que vive.
San Juan, setiembre de 1996. 8
LAS "DOCTRINAS" DE PRINCIPIOS DE SIGLO
El siglo XVII comenz en Cuyo con la decisin del gobierno de Chile de hacer cumplir las normas reales sobre el ordenamiento de las encomiendas, sobre todo en lo referente al buen tratamiento de los indgenas y a su evangelizacin.
Esto se puso de manifiesto el da 4 de diciembre de 1600 con motivo de la presentacin ante el Cabildo de Mendoza, por parte del capitn Alonso de Crdoba, de su nombramiento e instrucciones como "Teniente de Capitn General y Corregidor y Justicia Mayor de las provincias de Cuyo" dadas por el Gobernador de Chile, don Francisco de Quiones, el da 15 de mayo de 1600 y ratificadas por su sucesor, Alonso Garca Ramn, el 6 de agosto del mismo ao. En estas instrucciones, y entre otras cosas, se deca que, viendo que los indgenas de las tres ciudades de Cuyo (Mendoza, San Juan y San Luis) no tenan hasta ese momento la instruccin en la religin catlica conveniente y siendo esta obligacin de los encomenderos, como no lo hacan y se aprovechaban de los indgenas en exceso, se mandaba al nuevo Corregidor a que
"...se funden y Entablen doctrinas rreduziendo los dhos yns o apoblado porlos medios mas suaves y conbinyentes para que sean encaminados a bida pulitica. y enseados Enla ley Evangelica (...) para que rrepresent do my persona. hagays Reduzir a pueblos formados y poblasciones losdhos naturales y los demas alcds. comarcanos assi los questubieren debaxo del domynyo desumag t
comolos quenolo obieren dado la obidiencia Enlas partes y lugares de comodidad para su doctrina conserbascion E aumento. que conbinyere desuerte que puedan ser ynstruydos enlas cossas de nra S ta ffee catholica donde fundareys las yglesias y cassas delos Religiossos y sacerdoctes con licencia delhordinario acomodando las comarcas de yns o que cada Encomendero tubiere proueyendo personas ydoneas y suficientes quelos visiten y numeren..." (ACTAS Capitulares de Mendoza, pg. 215-219).
La indicacin expresa a que se fundasen doctrinas reduciendo los indios a poblados se refera a la evangelizacin de los indgenas encomendados en los mismos lugares de ubicacin de las encomiendas. sta era una obligacin propia del encomendero desde el comienzo de la instalacin en Amrica de los repartimientos de indios, que fue ratificada por las Leyes de Burgos dictadas en 9 1512 que intentaban ordenar y reglamentar el sistema colonial. Los beneficiados con repartimientos y encomiendas deban construir una casa que hiciera las veces de iglesia donde se reuniran los indgenas para ser instruidos en la religin catlica (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 161-164).
La palabra "doctrina" seala por lo tanto en este caso el "pueblo de indios recin convertidos, cuando todava no se haba establecido en l parroquialidad o curato" que es una de las acepciones sealadas para Amrica por la Real Academia Espaola. Al frente de estas doctrinas estaba una persona relativamente capacitada para impartir las enseanzas del Catecismo y no necesariamente un sacerdote, debido a que el mismo deba ser mantenido por los propios indgenas. Es as que en 1610, cuando los jesuitas haban comenzado las misiones a la zona lagunera de Guanacache el padre Fabin Martnez afirmaba que
"...yo puse escuela de doctrina muy fundada de muchahos y muchahas (...) qued el hijo del curaca tan industriado que poda hacer la doct a como uno de nosotros..." (DOCUMENTOS para la Historia Argentina..., t. XIX, pg. 67).
Del mismo modo la palabra "pueblo" seala estas concentraciones de poblacin indgena en los sitios de las encomiendas, para la agrupacin, control y evangelizacin de los naturales. Estos "pueblos" no deben ser considerados entonces como verdaderas poblaciones separadas de las encomiendas; en muchas ocasiones, y tratndose de grandes repartimientos en espacios extensos, estos "pueblos" podan ser varios para una misma encomienda. Las Cartas Annuas de la Compaa de Jess, en su detalle de las misiones realizadas en las primeras dcadas del siglo, presentan varios ejemplos para las zonas de Guanacache, Uco y Barrancas en Mendoza, donde existan varios de estos "pueblos" (a veces tambin llamados "puestos") dentro de una misma encomienda.
"...nra partida alamision de los pueblos de doa ines partimos desta ciudad, el P e Ju o pastor, y yo a principio de setiembre llegados a guanacache, que es la iglesia y cabeade la dotrina (...) pasamos a otro puesto. las lagunas adelante seis leguas donde se habian juntado dos curacas con toda su gente, y abian hecho una Iglesia para el p e dixese misa y capaz para la gente con su cimenterio, y muy delante para la doct a ..." (DOCUMENTOS para la Historia Argentina..., t. XIX, pg. 67).
Con posterioridad a las instrucciones presentadas por el nuevo Corregidor de Cuyo se dio la circunstancia de que el nuevo Obispo de Santiago, 10 en su viaje desde Buenos Aires a Chile para hacerse cargo de su obispado, debiera invernar en Mendoza esperando cinco meses la apertura de los pasos cordilleranos. Es as que en 1601 fray Juan Prez de Espinosa permaneci en Cuyo y aprovech este tiempo para interesarse sobre la situacin social y religiosa de los indgenas cuyanos. En una carta dirigida al rey Felipe III relataba estos hechos y sealaba que estando en Cuyo "pusironse once doctrinas y los indios quedaron contentos" (VERDAGUER, Historia eclesistica..., pg. 72-73). Esta carta es conocida en la historia cuyana por la transcripcin textual que el padre Jos Anbal Verdaguer realiz a partir de la coleccin de documentos histricos recopilados por el presbtero Lizana y que incluy en su historia eclesistica. A continuacin el padre Verdaguer seal cuales eran, a su parecer y sin guiarse por documentacin histrica estricta, los lugares de Cuyo donde el Obispo Prez de Espinosa habra establecido las citadas once doctrinas; esto fue tomado al pie de la letra por los historiadores posteriores a Verdaguer quienes, sin hacer una lectura crtica de la obra ni tener en cuenta el verdadero sentido del concepto de establecer doctrinas y "pueblos" de indios para esa poca, consideraron desde entonces y equivocadamente como verdad histrica el hecho de que estas doctrinas constituiran verdaderas avanzadas de fundaciones de pueblos o villas con iglesia instituida en diversos sitios de las provincias de San Juan, Mendoza y San Luis.
Lo cierto es que estas doctrinas establecidas por Prez de Espinosa eran esas sencillas agrupaciones de poblacin aborigen perteneciente a una encomienda con el objeto poltico de su control y religioso de su evangelizacin, tal como se ha sealado anteriormente. La confirmacin de esto se encuentra en la misma obra del padre Verdaguer cuando indica, citando documentacin probatoria, que slo se supo fehacientemente de dos doctrinas provistas de cura por Prez de Espinosa: Guanacache y Uco (VERDAGUER, Historia eclesistica..., pg. 75).
La confusin se aumenta cuando se considera la instalacin de estas doctrinas como paso previo a la instalacin colonial y no como una consecuencia de sta. Segn la legislacin indiana la instalacin y atencin de doctrinas en el sentido de lugar donde se reuna a los indgenas para su evangelizacin era responsabilidad de cada encomendero (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 161-164) y continuamente las autoridades reiteraban esa obligacin, tal como lo haca el Gobernador de Chile en las instrucciones dadas al nuevo Corregidor de Cuyo en 1600 (ACTAS Capitulares de Mendoza, pg. 216).
11 Para que las doctrinas pudieran ser provistas de cura la manutencin del mismo deba ser a cargo de los propios indgenas. En efecto, la tasa del gobernador de Chile Martn Ruiz de Gamboa de 1580 ya sealaba que de los ocho pesos de oro que deba tributar anualmente el indgena, un peso (es decir el 12,5%) ira para el sacerdote a cargo de la doctrina, pagado parte en dinero y parte en especias; las tasas posteriores de 1620, 1622 y 1635 establecan tasas ligeramente variables en pesos de plata corriente, pero todas determinaban que un peso y medio sera para el cura doctrinero, medio peso para el protector de naturales y otro medio peso para el corregidor (ver Cuadro n 7); los indios que vivan y trabajaban en el servicio domstico en las ciudades no pagaban doctrina por lo que la tasa tributaria era menor (JARA y PINTO, Fuentes..., t. I, pg. 60, 90 y 111). Hasta 1668 el pago se realizaba a travs del encomendero: ste cobraba el tributo (generalmente en servicio personal) y deba despus derivar lo destinado al sacerdote; cuando el encomendero no cumpla con esta obligacin la doctrina careca de atencin eclesistica.
La Iglesia sin embargo, trat de afirmar estas doctrinas, y en especial la Compaa de Jess en Cuyo a partir de 1609 cuando comenz su obra de misionar en zonas con poblacin indgena. Pero aun as estas misiones no fueron independientes de los encomenderos sino que justamente se realizaron cuando stos lo permitieron e incluso ayudaron. sta es la razn por la cual la mayor cantidad de misiones evangelizadoras de los jesuitas en Cuyo reseadas en las Cartas Annuas se realizaron a la zona de Guanacache y el valle de Uco. En la primera, las misiones de los jesuitas se hicieron en los pueblos de la encomienda de Lope de Pea (benefactor de la Compaa de Jess y donante de la casa donde la misma tena instalada la Residencia), especialmente sostenidas por su esposa, Ins de Carbajal; en Uco las misiones de los jesuitas estuvieron apoyadas por su encomendero (DOCUMENTOS para la Historia Argentina..., t. XIX, pg. 208 y 530; CANALS FRAU, Los huarpes y sus doctrinas..., pg.8-9).
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LAS REBELIONES INDGENAS Y SUS CONSECUENCIAS
Pocas son las rebeliones indgenas que ocurrieron en el actual territorio de San Juan. Las dos nicas documentadas son justamente de principios del siglo XVII y tuvieron lugar en la zona de Valle Frtil la primera y en el norte y noreste del territorio de San Juan la segunda. De ambas se tienen muy escasas noticias desde principios de siglo con algunas referencias parciales debidas a notorios investigadores, pero quienes las trataron ms en profundidad fueron Romualdo Ardissone y Mario Grondona en su trabajo "La instalacin aborigen en Valle Frtil" publicado en 1953, si bien en la consideracin de la segunda se limitaron exclusivamente a Valle Frtil. Todos los autores que posteriormente hicieron referencia a ellas tomaron los datos de los primeros.
Ardissone y Grondona trabajaron con casi todos los documentos, ditos e inditos, que hacen referencia a estos hechos y transcribieron las partes ms importantes de los mismos. La sucesin de hechos y la identificacin de personajes que analizan en su trabajo es correcta y til, pero algunas de las interpretaciones de las causas y consecuencias de los sucesos y las relaciones entre ellos, as como las caractersticas de las instituciones involucradas, no son totalmente acertadas. Obviamente los autores posteriores que siguieron al pie de la letra este trabajo sin una adecuada lectura crtica, no slo cayeron en el mismo error sino que lo aumentaron incorporando apreciaciones totalmente infundadas.
Este captulo, basado en la documentacin parcial aportada por Ardissone y Grondona, pero con el agregado de la lectura crtica de los documentos en forma completa y de otras fuentes ditas e inditas, trata de esclarecer con ms precisin la ubicacin geogrfica de los hechos y su sucesin y realizar una nueva interpretacin de los mismos.
Los sucesos de 1604
Por la probanza de mritos de dos vecinos de San Juan, Juan Jufr y Juan Jufr de Arze (su hijo) de 1633 (copiada por Jos Torre Revello en el Archivo de Indias) y por las Actas Capitulares de Mendoza se conoce que en 1604 el entonces corregidor de la provincia de Cuyo, el capitn Gernimo de Benavdez, debi acudir a la zona de Valle Frtil a castigar a los indgenas de 13 ese lugar por haberse sublevado y haber asesinado a su encomendero, don Toribio de Dueas, y dos espaoles que iban con l; una vez que el corregidor lleg a la localidad vecina de Ro Bermejo le encarg especialmente a Juan Jufr recorrer las localidades de Las Tumanas, Hocoma y Gigante en busca de los sublevados. En la expedicin punitiva se detuvieron algunos caciques as como otros indgenas (especialmente uno que vesta una camisa evidentemente quitada a un espaol) que fueron ahorcados en el mismo lugar o en la ciudad de San Juan (ARDISSONE y GRONDONA, La instalacin aborigen..., pg. 23-26).
Por estos documentos se sabe as el nombre de uno de los encomenderos de Valle Frtil, don Toribio de Dueas. Haban otras encomiendas en esa zona que evidentemente no tuvieron los problemas de la anterior. Una de ellas, en la localidad de Las Tumanas, haba sido de Pedro de Barreda Estrada y otra de Juan de Mallea, ambos vecinos de la ciudad de San Juan. Los dos encomenderos hicieron dejacin de sus respectivas encomiendas en 1605, por lo que su otorgamiento haba sido realizado con anterioridad a esa fecha; en ese ao fueron otorgadas a Juan Gil de Heredia.
"...os encomiendo a vos del dho Joan xil de heredia ennombre del Rey n o
seor y Como su gouernador e capitan general yenbirtud delos rreales poderes que he yostengo para dar y encomenDar yndios quePor sunotoriedad Noban aqui ynsertos el casique cilpino subzesor del casique chumpeta que sus tierras sellaman tumana guil enla Probincia de los gacambis terminos de San Joan de lafronteraCon todos sus yndios e Prinsipales aellos subjetos queestan bacos por dexacion Que dellos hizo Pedro de Barreda estrada Vezino de ladha ciudad ensan luis de loyola encinco de hebrero destePresente ao [1605] ante joan deescouedo escribano publico eDel cauildo deladha ciudad = y asi messmo os encomiendo el casique yocampe subzesor delcasique gaape y sutierra nombrada Partinaco ydel casique Calamanta su tierra easiento se llama Agilanca subcesor del Cassique Gomean contodos sus Principales eyndios aellos subzetos enlos cayampee que estan asimismo bacos Por dezacion que dellos hizo el capitan Joan Demallea besino de ladha ciudad deSan Joan enla dha ciudad en quatro de hebrero deste Presente ao [1605]..." (ANC RA 2615, f. 114-114 v.).
De este modo resulta evidente que la encomienda de Dueas no era la nica existente a principios del siglo XVII en la regin de Valle Frtil, pero s que los sucesos acaecidos en ella fueron excepcionales ya que no volvieron a repetirse luego de la persecucin, captura y castigo de los indgenas rebelados. Los encomenderos de la zona eran todos vecinos de la ciudad de San Juan, ya que Valle Frtil caa dentro de su jurisdiccin, y no residan en las cercanas de 14 su encomienda ya que la documentacin aportada por Ardissone y Grondona seala que Dueas y los dos espaoles que fueron muertos con l, "iban" hacia su encomienda.
Otro dato interesante que aporta el documento transcripto es que estos indgenas, de las localidades comarcanas de Valle Frtil, eran considerados de la "provincia de los gacambis" o "los cayampee", es decir eran indios yacampis.
Para Ardissone y Grondona la rebelin de los indgenas encomendados en Toribio de Dueas y la necesidad de pacificacin de la zona tuvo como consecuencia la fundacin de la villa de San Ramn realizada en 1606 (ARDISSONE y GRONDONA, La instalacin aborigen..., pg. 28). En realidad ambos sucesos parecen no tener una conexin tan evidente, ya que como se ha visto la encomienda de Dueas no era la nica existente en Valle Frtil y la instalacin espaola y el aprovechamiento de la mano de obra indgena en el lugar tena antecedentes.
De todos modos la fundacin de la Villa de San Ramn en Valle Frtil en el ao 1606 es un hecho llamativo y que an hoy no puede explicarse convenientemente. Los documentos que testifican esta creacin estn casi todos vinculados con las Actas del Cabildo de Mendoza ya que no existen documentos de San Juan que la mencionen. Don Sebastin de Espinosa, corregidor de Cuyo desde principios de 1605, acompaado por gran cantidad de vecinos de Mendoza, entre ellos todos los integrantes del Cabildo, haba partido hacia Valle Frtil y fundado una villa con el nombre de San Ramn (ACTAS Capitulares de Mendoza, pg. 360-361).
Si bien no se conoce con exactitud la fecha de la fundacin de dicha villa, tanto Ardissone y Grondona como los autores que posteriormente se basaron en su trabajo, supusieron que la misma haba sido hecha en setiembre de 1606 ya que el Acta del Cabildo de Mendoza que hace referencia a la misma es de fecha 11 de setiembre de ese ao (ARDISSONE y GRONDONA, La intalacin aborigen..., pg. 29). Sin embargo, la lectura del Acta completa permite apreciar que justamente en esa fecha haban regresado los integrantes del Cabildo, especialmente el regidor Jos de Villegas, quien era el encargado de "sacar el estandarte" para la fiesta del Apstol Santiago, patrono de la ciudad de Mendoza (que se celebra el 25 de julio), debido a lo cual se autorizaba a hacerlo en forma retrasada en esa fecha. La ausencia de todos los integrantes del Cabildo haba ocasionado la falta de reunin y, por lo tanto, de la redaccin de Actas; la ltima efectuada era del 4 de mayo anterior (ACTAS Capitulares de Mendoza, pg. 360-361). Por estas evidencias puede sealarse que la creacin de la Villa 15 de San Ramn fue realizada en el lapso comprendido entre mayo y setiembre de 1606.
No se sabe bajo qu circunstancias el corregidor determin tal fundacin, ya que si bien por su cargo era el funcionario a quien corresponda realizarla, no existen evidencias documentales de instrucciones previas por parte del Gobernador de Chile (en ese momento -y por segunda vez- don Alonso Garca Ramn) quien era la persona que deba ordenar dicha accin (HARDOY, Sistemas sociopolticos..., pg.97). Ni siquiera en el nombramiento como corregidor de Sebastin de Espinosa, asentado en las Actas del Cabildo de Mendoza con fecha 2 de enero de 1606, figura ninguna instruccin para realizar fundacin alguna (ACTAS Capitulares de Mendoza, pg. 347-348). De todos modos la Villa de San Ramn fue considerada oficialmente por el mismo Gobernador de Chile, quien posteriormente la mencion en los nombramientos del nuevo corregidor de Cuyo, don Alvaro de Villagra, y del teniente de corregidor de Mendoza, dadas con fecha del 20 de diciembre de 1607 y asentadas en las Actas Capitulares de esa ciudad en marzo de 1608 (ACTAS Capitulares de Mendoza, pg. 429-432). Estas menciones y dos anteriores de diciembre de 1606 cuando el Cabildo de Mendoza mandaba a los vecinos a hacer el "apercibimiento" (preparacin de cosas y sostenimiento) para el fuerte de la villa y el corregidor Sebastin de Espinosa avisaba al Cabildo de Mendoza que sala con destino a la ciudad de San Juan y "...a dar socorro ala vi a de sanRamon..." (ACTAS Capitulares de Mendoza, pg. 366) son casi las nicas referencias anteriormente conocidas sobre la existencia de la villa.
Las otras menciones sobre la Villa de San Ramn provienen de un documento judicial por la posesin de las tierras de Aguango, que actualmente es una localidad de la provincia de La Rioja pero que antiguamente perteneca a Valle Frtil, sostenido en 1757 entre don Gernimo de Flores y don Francisco de Herrera. En l se presentaron pruebas de mercedes de tierra realizadas con anterioridad a esa fecha en la zona de Valle Frtil; si bien estas referencias no estn fechadas las menciones de los nombres de los funcionarios que las hicieron, como los Gobernadores Alonso Garca Ramn y Alonso de Rivera y el corregidor Sebastin de Espinosa, permiten datarlas entre 1605 y 1606. El documento da tambin indicaciones importantes para poder ubicar el emplazamiento de la villa en las cercanas del actual Valle Frtil y al norte del mismo, ya que estaba a cinco o seis leguas al oeste de Aguango mientras que ste quedaba a seis o siete leguas al norte o al este del paraje de Valle Frtil. "...todas las Mercedes resan delser cituadas enel dho Valle como son la que hizo Don Balthasar de Espinosa [sic por Sebastin] que hizo merced a francisco deContreras Picon detreinta quadras detierras, enterminos dela Villa 16 desanRamon seis leguas deella pocomas o menos hasta el Arroyo tigolantin deesta parte hacia el sur donde cae una Acequia antigua enel Valle fertil = Itten otro titulo deDon Alonso de Huy [sic por Alonso de Rivera], Governador, y Capitan General. que hizo merced a christobal de Argumedo enel Valle fertil Jurisdiccion deesta Ciudad deSan Juan de Vna quadra llamada Caquio pampas en la quese le hizo merced deochocientas quadras detierras = Itten otra merced que hizo el Governador Alonso Garcia Ramon a Balthasar de Zisternas enel repartimiento enlas tierras deel Valle fertil hasta el Arroyo llamado Acongo acia alaparte deel oriente hasta Quibitchac para una Estancia de Ganados de cinquenta quadras (...) Ilo segundo, es endecir la Merced que dela Villa de San Ramon, que es el Pueblo que oy poseen los Indios de Valle fertil para el oriente, como cinco, o seis leguas que es el mismo trecho queay aldho Paraxe de Aguango (...) que el paraje que en estos tpos llamande Aguango esta seis osiete Leguas al Norte onaciente del Parage del Valle fertil, que en la antiguedad llamaban deSanRamon, que oy nos e Conose portal, que es oy pueblo de Indios..." (ANC RA 674, f. 3-49 v.).
El motivo de la aparicin de una villa en Valle Frtil de tan efmera existencia, sobre todo en pocas en que haban cesado las fundaciones de villas y ciudades, no deja de ser una incgnita. Para Ardissone y Grondona ste habra sido la necesidad de controlar los levantamientos indgenas y pacificar la regin por una parte, y por otra la determinacin de separaciones entre las Gobernaciones de Tucumn y Chile por eventuales conflictos (ARDISSONE y GRONDONA, La instalacin aborigen..., pg. 30-33) aunque las pruebas que aportan no son lo suficientemente demostrativas. En cambio es ms verosmil considerar que la creacin de la villa haya sido para realizar nuevas distribuciones de tierras para estancias y legitimar las existentes.
En la administracin hispana las villas eran las poblaciones que tenan ciertos privilegios que las distinguan de la aldeas y lugares; estaban gobernadas por regidores y justicias (es decir funcionarios encargados de la administracin econmica y de la administracin judicial respectivamente) que deban residir en ella y dependan del corregidor. Una vez realizada la fundacin legal, que estaba encargada al corregidor como delegado y representante directo del Gobernador, quien a su vez reciba el mandato y las instrucciones de la Corona (HARDOY, Sistemas sociopolticos..., pg. 97), se proceda a la distribucin de solares y tierras a los vecinos, quienes deban sustentar vecindad y edificar sus viviendas en un trmino perentorio (ANC RA 2907, f. 52 v.).
La creacin de la Villa de San Ramn fue al parecer slo en los papeles ya que es posible que nunca existiera en forma real porque deba ser siempre 17 atendida y socorrida en sus necesidades desde la ciudad de Mendoza y en ella slo haba un "fuerte", es decir un simple destacamento, segn evidencian los documentos capitulares (ACTAS Capitulares de Mendoza, pg. 366). An as esta fundacin trajo aparejada la inmediata distribucin de tierras e, incluso, la legalizacin de repartimientos anteriores. Esto se aprecia en el documento de 1757 citado ms arriba cuando se enumeran las mercedes de tierra otorgadas por el Gobernador Alonso Garca Ramn (quien gobernaba en el momento de la fundacin de la villa) y el corregidor de Cuyo Sebastin de Espinosa y tambin las que haba otorgado en fecha anterior el Gobernador Alonso de Rivera quien haba precedido en la gobernacin a Alonso Garca Ramn. En este caso no importaba el repartimiento de indgenas, para lo cual no era necesario concretar la fundacin de una villa, ya que los mismos estaban distribuidos en encomiendas desde mucho antes (como se ha visto ms arriba) considerando a Valle Frtil dentro de la jurisdiccin de San Juan.
La actuacin de gente de Mendoza tanto en la sofocacin de la rebelin de 1604 como en la creacin y sostenimiento de la Villa de San Ramn en Valle Frtil se explica por el hecho de que los corregidores de Cuyo que actuaron en esos momentos eran vecinos de Mendoza y recurran a la gente que tenan ms a mano. Pero el hecho de que entre stos estuvieran los vecinos ms importantes y caracterizados de la ciudad de Mendoza, que a su vez integraban el Cabildo de la Ciudad, permite considerar que el inters de stos iba ms all que el cumplimiento de los deberes de asistencia al corregidor. Anteriormente hemos considerado que este inters se ligaba a la excelente condicin de la zona de Valle Frtil para la cra de ganado vacuno y la conexin de la misma con otra zona ganadera de excelencia como son los llanos riojanos, por lo que intentaron tener presencia efectiva en ella, en momentos en que la ganadera comenzaba a tener importancia econmica y era de inters en especial para los vecinos de Mendoza (MICHIELI, Trfico transcordillerano..., pg. 36). La prueba est en las mismas mercedes otorgadas en 1605 y 1606 donde se hace referencia a que las tierras se entregaban para "...crianza deganados, como que para otra cosa es inservible..." y "...para Estancia de Ganados..." (ANC RA 674, f. 3 v. y 38 v.).
Otra referencia que permite apreciar que la existencia de la Villa de San Ramn fue exclusivamente formal y no real es el hecho de que se estableci en ese lugar posteriormente un pueblo de indios. Este pueblo de indios no fue una consecuencia necesaria de la instalacin de la villa; al contrario, son dos cosas diferentes y mutuamente excluyentes, y el pueblo de indios pudo establecerse all justamente porque no exista la villa espaola. Segn la ley indiana las villas no podan tener como habitantes a indgenas, as como en los llamados "pueblos de indios" no podan habitar espaoles, mestizos, negros ni mulatos 18 (KONETZKE, Amrica Latina..., pg. 196-197). Los pueblos de indios eran instalaciones consideradas diferentes a las ciudades y villas; configuraban agrupaciones de indgenas donde stos podan vivir organizadamente y ser evangelizados y se regan, al menos tericamente, por un cabildo compuesto a imagen y semejanza del castellano (DE SOLANO, Poltica de concentracin de la poblacin indgena..., pg. 90-104), aunque en la prctica a lo sumo tenan un alcalde aborigen.
Los sucesos de 1630-1633
Estos sucesos comenzaron con la extensin hacia el sur de la rebelin indgena ocurrida en esa fecha en el noroeste del actual territorio argentino conocida como "el gran alzamiento calchaqu" que comenz en Salta y se expandi sucesivamente a otras regiones meridionales. La defensa de la ciudad de Londres por parte de Gernimo Luis de Cabrera y el retiro de personas y enseres de la misma hacia la ciudad de La Rioja motiv el alzamiento general de los indgenas de Londres, La Rioja, Famatina, Batungasta, Capayn, Machingasta y Guandacol (GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg. 92-100). Cuando la rebelin lleg a esta ltima localidad que era la ms meridional de la Gobernacin de Tucumn y, por ende, frontera con la provincia de Cuyo, el cura de la misma padre Juan Paes huy hacia la ciudad de San Juan llevando la noticia de la inminente expansin del alzamiento.
En ese momento era teniente de corregidor de la ciudad de San Juan el capitn Diego de Salinas; la Informacin que sobre l se hizo en 1635 es la fuente principal sobre estos hechos y se debe a la transcripcin y publicacin que de la misma realizara Alfredo Gargaro en 1946. Esta documentacin se completa con la ya citada probanza de Juan Jufr de Arze que transcriben parcialmente Ardissone y Grondona y con documentos de la actuacin que tuvo en estos hechos el corregidor Juan de Adaro y Arrazola transcriptos parcialmente por el mismo Gargaro y por monseor Pablo Cabrera.
Conocida la noticia de la sublevacin por parte del corregidor Diego de Salinas, ste inmediatamente se aboc por una parte a prevenir la misma en los lugares donde era posible y por otra a la defensa de la ciudad de San Juan ante un posible ataque. Para lo primero envi al capitn Juan de la Guardia Berberana con veinte hombres a reconocer la situacin en Valle Frtil y zonas aledaas y l mismo se puso al frente de la defensa de la ciudad con los hombres ms viejos e impedidos. Al mismo tiempo envi los pedidos de ayuda a su superior en Mendoza, el corregidor Pedro Ome Posoa, de quien no obtuvo respuesta al 19 parecer por acercrsele la finalizacin de su gestin, y al gobierno central de Chile (Cit. de GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg. 68-71).
Es evidente que el padre Paes haba informado acabadamente sobre a qu zonas se iba a extender la sublevacin si entraba a la provincia de Cuyo, ya que el envo de los hombres armados al mando del capitn Juan de la Guardia Berberana fue especficamente hacia Valle Frtil y regiones comarcanas. Una vez en Valle Frtil dicho capitn levant un fuerte de madera y se refugi en l junto con la gente de las estancias de la zona, constituida por espaoles de ambos sexos y sus indios domsticos, es decir de servicio. Ms adelante recibi el refuerzo de seis hombres ms que enviaba el teniente de corregidor desde San Juan. En Valle Frtil tena frecuentes encuentros armados con los sublevados segn la afirmacin de un testigo de que "...cada da tena armas y rrepiquetes con los yndios..." (Cit. de GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg. 70- 104).
Mientras tanto en San Juan el teniente de corregidor Diego de Salinas vigilaba la seguridad de la ciudad con rondas permanentes ayudndose con los indios leales que seguramente eran los de servicio de los vecinos y los encomendados en las cercanas. Estos no causaron problemas ni se mostraron favorables con respecto a la sublevacin y el nico acontecimiento en el que se vieron involucrados fue la tentativa de huida de un "curaquillo" (diminutivo despectivo de "curaca" o jefe indio) de la encomienda de Villanueva "...con otros yndios y llevado dies y seis o dies y siete piezas..." es decir, indios de tributo y mujeres y nios que fue controlada por el ayudante Diego Baca con la ayuda de cuatro soldados (Cit. de GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg. 82 y 101).
Ante la noticia de que una parte de los indgenas sublevados se haba agrupado en la localidad de Mogna con la intencin de atacar la ciudad de San Juan, Salinas mand volver a Juan de la Guardia Berberana quien lo hizo en compaa de todas las personas de Valle Frtil y vecindades que se haban refugiado en el fuerte. Segn los testigos de la Informacin de Salinas, esta medida haba sido acertada ya que al haber ms gente en la ciudad los indgenas agrupados en Mogna depusieron su actitud y se dispersaron (Cit. de GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg. 74-86).
Mientras tanto el gobierno central de Chile haba recibido el pedido de auxilio y haba enviado con Gaspar de Lemos, vecino de San Juan que en esos momentos se encontraba all, un refuerzo de 15 arcabuces y municiones; posteriormente se envi al capitn Juan de Adaro y Arrazola con 86 soldados y 20 el flamante ttulo de nuevo corregidor de Cuyo realizado por el gobernador Laso de la Vega el 4 de noviembre de 1631 y presentado a los cabildos de Mendoza y San Juan entre abril y mayo de 1632 (Cit. de GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg. 74 y 80).
Adaro recibi en 1632 una serie de instrucciones enviadas por el gobernador. En ellas se lo exhortaba a hacer un completo informe de la situacin y un registro de los hombres de armas, a consultar permanentemente con Baltazar de Sisternas quien era un hombre experimentado en esas regiones y a ayudarse con el capitn Juan de Villaceca Pinson a quien haba nombrado Sargento Mayor de la provincia, a que inspeccionara las tres ciudades de Cuyo y reforzara la que considerara ms fuerte para el caso de tener que refugiarse todos los espaoles e indgenas cuyanos en una de ellas si prosperaba el alzamiento, a mantener permanentemente informado de sus acciones y de las noticias de la rebelin al gobernador del Tucumn, a no dejar salir a los indgenas de la provincia de Cuyo salvo si los enviaba como mensajeros al gobernador, a informarse si entre los indios huarpes que estaban en Santiago exista la intencin de huir a Cuyo para incorporarse a la rebelin y, finalmente, que castigase a los indgenas rebelados que deba castigar pero que no se los alejase de sus mujeres e hijos y que, adems, a los que no merecan el castigo no les impusiese servidumbre (Cit. de GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg. 74-80).
Estas instrucciones son interesantes de analizar por su relacin con otras evidencias. En primer lugar la instruccin de la debida consulta a Baltazar de Sisternas, vecino de San Juan, se explica teniendo en cuenta que dicho espaol era propietario de tierras en Valle Frtil como se ha sealado anteriormente. El inters del gobernador, que en esos momentos se encontraba en la ciudad de Concepcin, por saber si la intencin de rebelin y, por lo tanto, de huida, haba prosperado entre los huarpes que estaban en Santiago se ligaba evidentemente con la preocupacin de los espaoles que en Chile utilizaban la mano de obra huarpe tanto en la actividad privada como en las obras pblicas (MICHIELI, El despoblamiento indgena..., pg. 6). Por ltimo la orden de que a los indgenas que no merecan castigo no les impusiese servidumbre quera decir que no se los considerase ni tratase como esclavos, teniendo en cuenta que para esos momentos la esclavitud indgena estaba permitida para los casos de prisioneros de guerras justas y era especialmente aplicada en Chile a los indgenas tomados en la guerra del Arauco (KONETZKE, Amrica Latina..., pg. 158).
La actuacin del corregidor Adaro en la sofocacin de la rebelin sigui los lineamientos acordados entre l y Gernimo Luis de Cabrera en 1632; este 21 ltimo se encargara de la pacificacin de La Rioja y Famatina mientras que Adaro hara lo mismo en Valle Frtil, Ro Bermejo y Guandacol. Dicha actuacin qued manifiesta en una certificacin que le otorg el escribano de San Juan, Juan Fernndez Pern con fecha 27 de setiembre de 1633; en ella se sealaba que la sublevacin haba dejado como saldo cuatro espaoles muertos, as como la mujer y los hijos de uno de ellos y gran cantidad de indgenas que servan a estos espaoles, que se haban quemado las casas de las estancias donde vivan estas personas y que se haba robado gran cantidad de ganado. Adaro haba ido en busca de los indios alzados especialmente a la localidad de Ro Bermejo (donde se haban fortificado), los haba vencido y matado en gran cantidad mientras que haba tomado como prisioneros ms de sesenta. Una vez pacificada la zona haba hecho construir un nuevo fuerte en Valle Frtil denominado "Nuestra Seora del Rosario" y otro en el valle de Angacao (antigua denominacin de Jchal) llamado "Asunpcin de la Vega" con guarnicin de espaoles considerando que estas localidades eran frontera con la jurisdiccin de La Rioja, para posteriormente continuar la tarea en Guandacol (Cit. de GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg. 83-88 y 101; CABRERA, Los aborgenes..., pg. 34-35) y ARDISSONE y GRONDONA, La instalacin aborigen..., pg.48).
Tambin en la certificacin figuraba la lista de los nombres y procedencia de los caciques e indios capturados:
"...los cassiques alzados con sus sugetos que son los siguientes: Don Francisco Cocoqui del valle fertil del apellido Aguaxican. Don Juan Curaquilla del Rio Bermejo del apellido Quilmitamux ambos de la encomienda de Martin de la Ria. Don Alonso Catintucla del Rio Bermejo del apellido Quilmitamux. Don Bartolom Aymissa del dicho rio, del apellido Cahian ambos a dos de la encomienda del Capitn Francisco Martin. Don Juan Catmutela del valle de Mocna del apellido Tutmancasta de la encomienda de Christobal de Mallea. Don Alonso Simpaymana de Rio Bermejo del apellido Utunucasta. Don Anton Incatimuc del Rio Bermejo del apellido Quichahan de la encomienda de doa Petronila de Mallea. Don Phelipe Qualcuza de Rio Bermejo del apellido Ysillacac de la encomienda del sargento maior Andres Gimenes de Lorca. Don Alonso Cantana del valle de Angacao del apellido Ahagasta. Don Tomas Taliquina del rio Bermejo del apellido Sapugil. Don Francisco Macasi de Rio Bermejo de apellido Aguayucan. Don Juan Yocacala de Rio Bermejo del apellido Amancasta de la encomienda del Capitn Garcia Sanchez de Villanueba. Don Alonso Casigua del valle Angacao del apellido Misquincasta de la encomienda del Capitn Diego de Salinas. Y otros indios sin estos sueltos..." (Cit. de GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg. 85-87). 22
El castigo impuesto a los hallados culpables en mayor grado fue la muerte por horca en noviembre de 1633; en total fueron diecisiete entre caciques e indios principales. Los ahorcados fueron despus colgados del cuello en un largo palo durante todo un da en la plaza principal de la ciudad de San Juan con un letrero que rezaba "Por traidores a la real corona", y luego cuatro de sus cabezas cortadas y expuestas en lo alto del Cabildo para que sirviera de escarmiento. A los restantes cautivos el corregidor los areng, los perdon en nombre del rey y los redujo en pueblos en las cercanas de la ciudad de San Juan, as como a los indgenas sujetos a los caciques ahorcados (Cit. de GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg. 89-91 y CABRERA, Los aborgenes..., pg. 35). Segn la testificacin del escribano la lista de los ajusticiados era la siguiente:
"Don Francisco Cocoqui, Bartolom Aymissa, Juan Cantintucla, Alonso Simpaymana, Felipe Gualcusa, Tomas Taliquina, Juan Yocacalo, Francisco Pacioca, Juan Quilpi, Gaspar, Juan Amplamatucla, Juan Casigua, Pedro Guacalonco, Garzia Capi, Pedro San, y otro hermano Pedro del cacique Anton Yncatinuc, Francisco sobrino del cacique Francisco Cocoqui y Martin del apellido Mucas." (Cit. de GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg. 89- 90).
Debido a que entre los ahorcados figuraban siete "caciques principales" el corregidor Adaro envi al alcalde ordinario y teniente corregidor de San Juan, el capitn Diego Jufr de Arze, quien hablaba la lengua indgena, a que fuese a los lugares donde haban sido reubicado los indgenas castigados para que averiguase quines eran los sucesores de los cacicazgos y les diese la posesin de los mismos. El informe dio como resultado un listado de los caciques castigados, con la referencia a sus lugares de origen, sucesores, encomenderos y sitios de reubicacin que resulta de sumo inters.
"...Por don Toms Taliquina, un hijo suyo llamado don Lorenzo Subpa, de edad de diez y seis aos, poco ms o menos, del apellido de Sapuxil, que por ser menor de edad, se le seal por tutor en el cacicazgo a don Antn Umacha. Y a don Juan Yocacalo, el dicho don Antn Umacha; y a don Francisco Macassi que muri antes del castigo, -de una enfermedad,- don Pascual Caa; a don Alonso Simpaymana, Quilica, infiel, que aunque hubo controversia por decir era heredero don Felipe Gualcuza, por constar sucederle al dicho don Lorenzo Simpaymana, se le entreg su cacicazgo. Al dicho don Felipe Gualcuza, don Miguel Chiquipay, su hijo mayor; a don Bartolom Baimisa, su hijo mayor llamado Payami, infiel; a don Francisco Cocogni, don Francisco Sapatay; a 23 don Juan Catintucla, don Felipe Talibe, su to: a quienes se di posesin a nombre de su Magestad... Y los dems caciques, como son don Alonso Cantama, don Antn Incantinuun y don Alonso Casigua, a quienes se les perdon, habloseles en su lengua, dndoles a entender lo que deban guardar, ponindoles por delante el castigo que se haba hecho en los caciques a quienes llos sucedan... Y habindose hecho este parlamento, les sealaron tierras desta banda del ro: y los del capitn Garci Fernndez de Villanueva el ro arriba, a media legua de dicha ciudad, poco ms o menos: al cacique don Miguel Chiquipay del sargento mayor Andrs Gimnez de Lorca, en el pueblo Viejo, un cuarto de legua de la ciudad; al cacique Quilica y a don Antn Incatinuc, de la encomienda de doa Petronila de Mallea, ro abajo, junto a la cinaga, y a Payauci, cacique infiel de la encomienda del capitn Francisco Martn, hacia la Cinaga de Jagey, camino de la ciudad de Mendoza; y a don Felipe Taliue, de la encomienda de Cristbal de Mallea, camino del Valle de Zonda, y a don Francisco Sapatay, de la encomienda de Martn de la Ra, abajo del ro, hacia la Cinaga." (Cit. de CABRERA, Los aborgenes..., pg. 35-36).
El anlisis de la documentacin presentada y su comparacin con otras evidencias documentales permite apreciar varios aspectos relacionados con el cambio de situacin de los indgenas de las zonas sublevadas.
En primer lugar es importante reafirmar la diferencia cultural existente entre los indgenas propios del norte y noreste de de Cuyo con los de las zonas centrales; en efecto esta diferenciacin, sealada anteriormente por autores como Canals Frau, Daz Costa y Ardissone y Grondona y documentada ampliamente en nuestro trabajo anterior "Los huarpes protohistricos", est evidenciada en el hecho de que la sublevacin tuvo aceptacin en Cuyo exclusivamente en los valles de Angacao (actualmente Jchal) y Mogna al norte de San Juan y Valle Frtil y Ro Bermejo, al noreste y este de San Juan respectivamente, y no en los valles centrales de poblamiento huarpe como el de Tucuma o Caria donde estaba asentada la ciudad de San Juan.
Los grupos huarpes no estuvieron vinculados con el alzamiento, continuaron sirviendo de la misma manera y en los mismos lugares de trabajo (inclusive en Chile, a pesar de la preocupacin del gobernador) e incluso sirvieron de ayuda en la defensa de la ciudad de San Juan; de todos modos es necesario destacar que, tal como lo sealaron tambin Ardissone y Grondona (ARDISSONE y GRONDONA, Instalacin aborigen..., pg. 44-45), en los mismos lugares de alzamiento existieron algunos aborgenes que no se plegaron a la sublevacin, quienes incluso sufrieron el ataque y la muerte en manos de los indios alzados y debieron ser evacuados junto con sus patrones cuando las 24 circunstancias as lo obligaron. Por eso, la diferenciacin entre "indios alzados" e "indios amigos" en la documentacin es permanente y existi un verdadero inters por parte de las autoridades de mantenerla, como se aprecia en las instrucciones del gobernador Laso de la Vega a Adaro sobre la necesidad de no castigar a los que no merecan el castigo y a la contnua defensa de los "indios domsticos" junto con sus amos espaoles en los casos de ataque.
Los valles en los cuales cundi la sublevacin estaban habitados hasta esa fecha por grupos de nacin capayana y yacampis (ANC RA 3031, f. 89 v. y 92 v.; NSer 1, f. 45-50), vinculados culturalmente con los diaguitas y calchaques del noroeste argentino con los cuales compartan la lengua general cacana, si bien hablaban los dialectos capayn y yacampis de la misma (MICHIELI, Los huarpes protohistricos, pg. 73-74).
La diferenciacin entre estos grupos sublevados y los huarpes se ve confirmada por un sutil detalle que se evidencia en los documentos transcriptos anteriormente. Este consiste en la posesin por parte de los indgenas sublevados de un "apellido" o "nombre de familia" adems del nombre propio formado por el nombre del santoral catlico que se les daba a los aborgenes en el momento del bautismo y el propio nombre indgena; para el caso de los huarpes en cambio jams se encontr documentado un tipo de apelativo semejante.
Este "apellido" indica pertenencia a un grupo, familia o parcialidad y no corresponde al nombre propio, ni al de la tierra de origen, ni al de la nacin ya que los mismos suelen constar juntamente con ste en forma expresa en los documentos relacionados con indgenas de extraccin capayana o yacampis, como se observa por ejemplo en una serie de actuaciones sobre encomiendas del ro Bermejo realizadas entre 1612 y 1619.
"...hago demostracion me Pertenesen los sujetos y prinsipales del casique Santagua subzesor de toscuno sutierra en payate su apellido guayucan enel Rio bermejo denasion yacampis (...) sujetos aldho casique Sanctagua ysu Parcialidad su tierra ampayase y su apellido aguayucan enel Rio bermejo denasion yacampis (...) Pregunto aldho casique como se llama ysies caPayan o yacambis ydeque tierra es ydeque aPellido (...) y dixo ... que es yacambis de apellido aguayucan..." (ANC RA 3031, f. 89 v. a 92 v.).
En varios de los "apellidos" de los caciques que participaron en la sublevacin se observa la desinencia "gasta" o "casta", la que sintomticamente aparece tambin en una documentacin de 1618 sobre una encomienda en la zona de las lagunas existentes en la frontera entre San Luis y Mendoza, donde 25 dos de los indgenas encomendados llevan el apellido ulungasto (ANC RA 1092, f. 10 v.). Lo que resulta extrao es que en gran parte de la zona de habla cacana, es decir el noroeste argentino, la desinencia "gasta" fue empleada en los documentos histricos en los nombres de valles, parajes, sitios o asientos y, ms comnmente, pueblos de indios (MONTES, Encomiendas de indios diaguitas..., pg. 7-29; GRAMAJO de MARTINEZ MORENO, Pueblos de indios postconquista de la jurisdiccin de Santiago del Estero..., pg. 181-209; DOCUMENTOS Coloniales relativos a San Miguel de Tucumn...) aunque excepcionalmente aparece utilizada en nombres de parcialidades indgenas (CRUZ, La "construccin" de identidades tnicas..., pg. 71; MONTES, Encomiendas de indios diaguitas..., pg. 8, 11, 16 y 20). En San Juan esta terminacin apareci excepcionalmente como locativo fuera de la zona capayana o yacampis en uno de los documentos relacionados con la fundacin de la ciudad donde al valle central se lo denomina "Cariagasta" al mismo tiempo que "Caria" y en la denominacin actual, (registrada desde fines del siglo XVII) de la localidad de Calingasta, al sudoeste de la provincia (MICHIELI, Los huarpes protohistricos, pg. 41 y 70; ANC CG 555, f. 76).
NOMBRES APELLIDO LUGAR DE ORIGEN SUCESOR ENCOMEN- DERO REUBICA- CION Francisco Cocoqui (o Cocogui)* Aguaxican Valle Frtil Fracisco Sapatay Martn de la Ra ro abajo ha- cia la cinaga Juan Curaquilla Quilmitanux Ro Bermejo Martn de la Ra
Alonso Cantintucla Quilmitanux Ro Bermejo Bartolom Aymissa (o Baimisa)* Cahian Ro Bermejo Payami (o Pyauci) Francisco Martn cinaga de Jagey (ca- mino a Mza) [actual Dpto. Pocito]
Juan Catmutela (o Cantintucla)* Tutmancasta Valle de Mogna Felipe Talibe (to) Cristbal de Mallea camino del v. de Zonda Alonso Simpaymana* Utunucasta Ro Bermejo Quilica Petronila de Mallea cinaga (ro abajo) Antn Incatimuc (o Incantinun) Quichahan Ro Bermejo Petronila de Mallea cinaga (ro abajo) Felipe Qualcuza (o Gualcusa)* Ysillacac Ro Bermejo Miguel Chiquipay (hijo) Andrs Gimnez de Lorca Pueblo Viejo Alonso Cantana (o Cantama) Ahagasta Angacao 26 Toms Taliquina* Sapugil (o Sapuxil) Ro Bermejo Lorenzo Subpa (hijo)
Francisco Macasi Aguayucan Ro Bermejo Pascual Caa Juan Yocacala (o Yocacalo)* Amancasta Ro Bermejo Antn Umacha Garca Fernndez de Villanueva ro arriba legua de la ciudad Alonso Casigua Misquicasta Angacao Diego de Salinas
Fracisco Pacioca* Juan Quilpi* Juan Amplamatucla*
Juan Casigua* Pedro Guacalonco*
Garzia Capi* Pedro San* Pedro Yncatinuc* Francisco (sobrino de F. Cocoqui)*
Martn Mucas*
Cuadro n 1: Caciques e indios alzados y castigados. (La diferencia en los nombres indgenas se deben a las distintas transcripciones; los indios infieles poseen nicamente el nombre indgena; *indios ahorcados).
La zona sublevada abarc los valles de Angacao, Mogna, Valle Frtil y Ro Bermejo. El primero de ellos corresponde al actual valle del ro Jchal, al norte de la provincia. Su antigua denominacin, que aparece tambin en la documentacin analizada como "Angacau" y "Angacan", est registrada documentalmente desde fines del siglo XVI (ANC NSer 1, f. 45-50) y perdur por lo menos hasta finales del siglo XVII cuando excepcionalmente aparece junto con la denominacin de Jchal (Cit. de VERDAGUER, Historia eclesistica..., pg. 140-141) que ser la utilizada a partir de mediados del siglo XVIII (ANC RA 2907) -ocasionalmente transcripta como "Jachall" segn la costumbre usual en esa poca de duplicar la letra "l" final-. El valle de Mogna, tambin sobre el ro Jchal pero a aproximadamente 80 km aguas abajo, registra esta denominacin desde la poca en estudio, a veces transcripto como "Mocna". El Valle Frtil, ubicado en el extremo noreste de la provincia de San Juan sobre la falda oriental de la sierra del mismo nombre, aparece con este nombre desde 1604, tal como se lo ha sealado ms arriba.
De ms difcil ubicacin es el paraje llamado en los documentos "Ro Bermejo" porque como tal no existe en la actualidad ya que la actual localidad 27 de Bermejo surgi como una estacin ferroviaria. El Bermejo es un ro que cruza el territorio de la provincia de San Juan con direccin aproximadamente norte- sur; nace en la provincia de La Rioja y desemboca en el sector oriental del complejo lagunero de Guanacache, justo en el lmite entre las provincias de San Juan, Mendoza y San Luis. El sector inferior del valle que conforma este ro est constituido por mdanos y planicies que reciben precipitaciones anuales del orden de los 120 a 200 mm; estas precipitaciones generan pasturas naturales junto con la flora de la provincia fitogeogrfica del Monte, rica en algarrobos. El ro Bermejo sufre crecidas peridicas que hacen que los terrenos planos se inunden y generen ms pasturas estacionales por la humedad y las altas temperaturas propias del lugar. Estas pasturas y los frutos de algarrobo, entre otros, fueron el soporte econmico de grupos ganaderos prehistricos (GAMBIER, Prehistoria de San Juan, pg. 21-22). La primera entrada a la regin de la conquista espaola en 1551 encontr la zona del valle inferior de este ro muy poblado de indgenas los que posean numeroso ganado nativo (MICHIELI, La regin de Cuyo y sus naturales..., pg. 2-4; BIBAR, Crnica..., pg. 164) y, como se ha visto ms arriba, fue una de las reas ms antiguamente utilizadas por los espaoles para ubicar sus estancias; en la actualidad todava es una de las zonas con ms alta receptividad ganadera de la provincia (MICHIELI, Trfico transcordillerano de ganado..., pg. 35). Sin embargo la propia caracterstica de inestabilidad ante las cclicas temporadas de sequa o de escaso caudal del ro hacen que la poblacin del lugar tuviera siempre poca estabilidad, lo que explica la inexistencia de un asentamiento bien definido incluso en el momento actual, ya que la misma localidad de Bermejo depende artificialmente de la estacin ferroviaria; de tal modo, la denominacin de "Ro Bermejo" que hacen los documentos debe ser considerada como expresin de toda una regin y no de un sitio en particular.
La documentacin mencionada, especialmente la informacin sobre la actuacin del corregidor Adaro, permite apreciar que la poblacin de estos cuatro valles estaba constituida en ese momento no slo por aborgenes sino tambin por espaoles de ambos sexos (ARDISSONE y GRONDONA, La instalacin aborigen..., pg. 43) pero esta ltima no estaba nucleada en instalaciones fijas como podan ser aldeas, villas o ciudades, sino que era de tipo rural, es decir ubicadas en sus propiedades, especialmente estancias ganaderas. La mayor densidad de poblamiento espaol se evidencia en Valle Frtil para el cual se menciona expresamente este tipo de instalacin que sufri la mayor parte de los ataques de los sublevados. La necesidad de construir "fuertes" o recintos fortificados para defenderse de los indgenas alzados hace an ms evidente la inexistencia de establecimientos de tipo urbano en la zona. Por otra parte estos mismos fuertes no perduraron, ya que durante los acontecimientos en Valle 28 Frtil fueron erigidos dos (uno al comienzo por el capitn Juan de la Guardia Berberana que despus abandon para dirigirse con toda la gente refugiada y de armas a la ciudad de San Juan, y el otro al final de la rebelin por mandato del corregidor Adaro) sin contar con el que anteriormente figuraba vinculado con la creacin de la Villa de San Ramn. Junto con el ltimo de los fuertes de Valle Frtil se erigi otro en Angacao o Jchal; ambos no obedecan a la hipottica necesidad de sofocacin de nuevos focos rebeldes sino que actuaban como guarniciones de frontera (Cit. de GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg. 88) por ser estas localidades limtrofes con la jurisdiccin de la Gobernacin de Tucumn, de donde haba provenido la rebelin.
La densidad de poblacin indgena de esas mismas zonas no era en general demasiado alta. Segn Ardissone y Grondona el hecho de que los espaoles que se enviaron para la sofocacin de la rebelin fueran pocos es uno de los indicadores (ARDISSONE y GRONDONA, La instalacin aborigen..., pg. 44) aunque debe tenerse en cuenta que en la entonces pequea ciudad de San Juan no se contaba con ms gente y adems la sofocacin se consigui recin cuando lleg el corregidor Adaro con el refuerzo de 86 hombres. Ms bien esta baja densidad de poblamiento indgena se observa en la escasa cantidad de caciques mencionados como sublevados, a pesar de que no todos se plegaron a la misma. Observando la lista de ellos se aprecia que figuran como alzados slo dos caciques del valle de Angacao o Jchal, uno de Mogna y uno de Valle Frtil, mientras que la mayora (un total de nueve) eran caciques de Ro Bermejo.
El castigo impuesto a los declarados culpables fue contundente: los principales cabecillas fueron ahorcados y todos los dems, junto con su gente, desnaturalizados de sus tierras, trasladados a la ciudad de San Juan y reubicados en tierras del valle central siempre bajo la responsabilidad de su encomendero (ARDISSONE y GRONDONA, La instalacin aborigen..., pg. 51-52); lo que no se puede dilucidar es si las tierras donde fueron reubicados ya pertenecan a los encomenderos de cada grupo. El grupo de Mogna fue reubicado hacia el oeste de la ciudad, sobre el camino al valle de Zonda; uno proveniente del Ro Bermejo se llev a un rea ubicada aguas arriba del ro, a media legua (entre 2.500 y 2.750 m) de la ciudad, mientras que otro del mismo origen se reubic en el llamado "Pueblo Viejo" (actualmente barrio de Concepcin al noreste de la ciudad de San Juan) que posiblemente fuera donde se ubicaba con anterioridad una mayor concentracin indgena y no una hipottica y e indocumentada primera instalacin de la ciudad, ya que como se indic ms arriba la categora de "pueblo" se relacionaba en esa poca necesaria y legalmente con poblacin indgena y no con poblacin espaola. Los grupos restantes, especialmente los 29 provenientes del Ro Bermejo, se reubicaron en las cinagas que existan al este y al sur de la ciudad de San Juan.
Estas cinagas conformaban un ambiente particular constituido por lagunas y pantanos cuya flora permita la sustentacin de ganado (GAMBIER, Cerro Valdivia..., pg. 10-18). No se sabe si el hecho de localizar grupos del ro Bermejo en las cinagas del valle central fue premeditado o no, pero llama la atencin por la semejanza de ambos ambientes y de sus recursos basados principalmente en la cra de ganado con pasturas originadas en zonas inundables y/o pantanosas; si se acepta esta reubicacin como intencional podra tambin pensarse si todos los grupos castigados con la desnaturalizacin y traslado eran realmente culpables o si sta slo fue una excusa bien aprovechada para contar en la zona de las cinagas con mano de obra indgena acostumbrada a una actividad econmica en un ambiente muy particular.
De todos modos la consecuencia ms notoria de la sofocacin del alzamiento indgena de 1630-1633 fue el drstico cambio en la distribucin espacial de los grupos indgenas que se sum al que ya vena sucediendo en forma menos rpida, y que ser tratado en forma separada. La reubicacin de los grupos en las cercanas de la ciudad de San Juan trajo a su vez como consecuencia el surgimiento de algunos pleitos entre encomenderos de San Juan (ANC RA 3030, f. 169 v. a 170; ANC RA 3031, f. 96) e incluso con vecinos de La Rioja, ya que se haban trado a San Juan indgenas de ese origen; algunos haban llegado con el cura de Guandacol en los comienzos de la rebelin (Cit. de ESPEJO, La provincia de Cuyo..., pg. 86; ANC RA 3031, f. 177 v.) y a otros los haba trasladado el Capitn Juan de la Guardia Berberana, a quien se lo acusaba de haber cautivado gran cantidad de indgenas que no estaban rebelados en una estancia de la jurisdiccin de La Rioja y vendido posteriormente como esclavos en la ciudad de San Juan (Cit. de ESPEJO, La provincia de Cuyo..., pg. 88-89).
Semejanzas y diferencias entre ambos acontecimientos
Si bien ambas sublevaciones tuvieron como principal escenario la zona de Valle Frtil y sus vecindades, pobladas por grupos indgenas de nacin capayana o yacampis, se diferencian especialmente porque la primera fue ms localizada y limitada al parecer a una sola encomienda. La segunda en cambio form parte de una rebelin generalizada, con inicio fuera del territorio de San Juan, que abarc toda una regin con identidad cultural propia, y cuya 30 manifestacin ms meridional y tarda fue la que tuvo lugar en el norte y noreste de San Juan.
Ambas rebeliones concluyeron con el castigo ejemplificador del ahorcamiento de los principales cabecillas. Este tipo de hecho se volvera a repetir en la ciudad de San Juan en 1658 cuando se puso en el potro de torturas para que confesara y luego se ahorc a un indgena que haba participado en el levantamiento de puelches y pehuenches comandados por el cacique don Bartolo en el sur de Mendoza (Cit. de CABRERA, Los aborgenes del pas de Cuyo, pg. 175-188; y ZAPATER, Cuyo, en 1658..., pg. 43).
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LAS FORMAS DE TRABAJO INDGENA, LOS SALARIOS Y LA DIFERENCIACIN SOCIAL
Variadas fueron las formas de trabajo indgena en San Juan en el siglo XVII. No eran muy diferentes de las restantes de Amrica ni del reino de Chile en particular, aunque tenan algunas caractersticas propias. En general se regan por las ordenanzas derivadas de la autoridad colonial para todo el reino de Chile, aunque en ocasiones el trabajo de los indgenas de Cuyo tena ciertas normas particulares (especialmente referidas a salarios y tributos) sealadas especficamente en la legislacin.
Por otra parte el trabajo indgena del siglo XVII difera en algn grado del apreciado para el siglo anterior. En ste, y a pesar de la escasa evidencia documental, se observaba una tendencia al exclusivo servicio personal, sobre todo en las ciudades de Santiago y La Serena, hacia donde eran trasladados ilegalmente y en gran cantidad los indgenas encomendados en Cuyo. El siglo XVII en cambio, y si bien continu durante un tiempo esta fatdica e ilegal costumbre, aparecieron, o por lo menos se hicieron ms comunes, otras formas de relacin laboral como el alquiler y el concierto de trabajo.
Para la organizacin de este tema fue de suma utilidad la obra pionera del investigador chileno lvaro Jara sobre trabajo y salario indgena en Chile (siglo XVI) y la publicacin por el mismo autor, junto con Sonia Pinto, de la documentacin sobre legislacin colonial referida al trabajo en Chile. Con este punto de partida, el anlisis documental permiti observar las caractersticas particulares del trabajo indgena en San Juan y su relacin con los salarios, los tributos, la forma de pago de los mismos y la relacin de stos con la diferenciacin social, dentro del mismo grupo indgena, a partir de la especializacin laboral.
Las fuentes documentales utilizadas para la elaboracin de este captulo provienen en su mayora del Archivo Nacional de Chile y, en menor proporcin, del Archivo Histrico y Administrativo de San Juan, con el apoyo de alguna documentacin dita.
33 El trabajo de indgenas de San Juan en Chile
Los treinta primeros aos del siglo XVII se caracterizaron por la continua derivacin de trabajadores indgenas de Cuyo, especialmente huarpes, a las ciudades chilenas de Santiago y La Serena, tal como haba sucedido desde la fundacin de las ciudades cuyanas a mediados del siglo anterior. A la ciudad de La Serena eran llevados sobre todo los indgenas de San Juan. La mayora era trasladados por sus propios encomenderos, quienes por su parte residan generalmente en Chile, y eran utilizados en sus propiedades trasandinas para a atencin de su casa, cultivos y ganado. En otras ocasiones, se haca figurar a los indgenas cuyanos como sujetos a caciques trasandinos y, por lo tanto, como naturales de esos lugares, encomendndolos directamente (MICHIELI, El despoblamiento indgena..., pg. 4-5).
En Chile los indgenas cuyanos eran tambin alquilados a otros usuarios para su empleo en diversos fines; el alquiler a veces se formalizaba ante escribano y se fijaba el salario por da. Generalmente se los empleaba para el trabajo domstico y para la atencin de propiedades rurales; en ocasiones se arrendaban propiedades con los indgenas para su explotacin incluidos, que valorizaban las mismas (JARA, Guerra y sociedad..., pg. 278-79).
Pero tambin se alquilaban huarpes para otro tipo de tareas; Jara aporta el dato del alquiler de seis indios curtidores en 1608 y Mara Teresa Planella ha demostrado recientemente la presencia, por lo menos entre 1609 y 1611, de indios huarpes alquilados como trabajadores en el obraje de paos y batn de la encomienda de Alonso de Crdoba en la cuenca de Rancagua, Chile (JARA, Guerra y sociedad..., pg. 280; PLANELLA, La propiedad territorial..., pg. 17 y 24). Con este sistema las utilidades del encomendero eran ms altas que si se limitaba al exclusivo cobro del tributo de sus encomendados (JARA, Guerra y sociedad..., pg. 281 y 304).
Estos indgenas no eran necesariamente trasladados bajo la forma institucionalizada de la "mita", sino en forma paralela. La mita fue una forma coercitiva de trabajo que la administracin espaola adapt de las costumbres imperantes en el imperio incaico (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 184). Para su implementacin, y segn las distintas tasas y ordenanzas para el reino de Chile (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 65-141) se deba partir el padrn del repartimiento (entendiendo como tal los hombres en edad de tributar -entre los 17 o 18 a los 50 aos, segn la poca-) en tres partes o "tercios"; cada una de estas partes deba trabajar obligatoriamente en la encomienda o para el gobierno durante doscientos siete das efectivos al ao, lo que equivala a nueve meses de 34 veintitrs das de trabajo. Tres meses al ao quedaban para que el indgena trabajara en sus propios cultivos y los otros dos tercios de los indgenas, a los que no les tocaba la mita, tenan dos aos de descanso en sus lugares de morada. El encomendero o quien empleaba al indio de mita deba pagarle un salario en frutos o en ropa y ste, a su vez deba pagar con su salario al encomendero el tributo correspondiente a l y a otros dos indios, que eran los que estaban en descanso; en el tributo estaba incluido el pago del doctrinero, del corregidor y del protector. Por supuesto que a travs del tiempo existieron algunas variantes y excepciones; por ejemplo la tasa de 1622 determinaba que los indgenas de otras zonas del reino que cumplan su mita en estancias de los alrededores de Santiago deban trabajar ciento setenta das fijos y descansar el resto en la propia estancia, donde el estanciero deba darles tierras, bueyes y semillas para que hiciesen su propia sementera. A su vez todas las ordenanzas establecan que los indios oficiales (es decir maestros en un determinado oficio), como carpinteros, albailes, herreros, sastres, zapateros, etc. no deban entrar en tercio, tributaran en plata o en obras y residiran en las ciudades.
Estas obligaciones no fueron siempre cumplidas. A los indgenas de Cuyo, que cumplan generalmente su mita en Chile, no se les daba el descanso de tres meses sino que simplemente se los abandonaba a su suerte cuando conclua su mita y no eran devueltos a su tierra de origen. A los dos tercios que tericamente deban quedar en descanso, se los utilizaba de otra manera. Por ltimo casi nunca se les abonaba el salario estipulado.
Si bien existieron intentos de legislacin para cesar con el traslado de indios de mita a Chile, por la escasez de mano de obra, la propia autoridad chilena tena particular inters en esta actividad, que era considerada de utilidad pblica. La mano de obra cuyana llevada a Chile como mita fue empleada tanto en el trabajo de las minas como en actividades relacionadas con ella (como la atencin de la produccin agropecuaria que suministraba el sustento de los obreros). Tambin el Cabildo de Santiago utilizaba huarpes de Cuyo como obreros; los documentos capitulares sealan que entre 1620 y 1630 continuamente se buscaban indgenas cuyanos para realizar obras pblicas (reparacin de casas y edificios, apertura y mantenimiento de tajamares y canales, etc.) y trabajar en las estancias o en los obrajes de paos estatales; en casi todos los casos nunca se abon el salario estipulado e incluso los indgenas no fueron regresados a su lugar de origen (MICHIELI, El despoblamiento indgena..., pg. 4-6; ESPEJO, La provincia de Cuyo..., pg. 59-64; JARA, Guerra y sociedad..., pg. 263 y 275-277; ANC MV 19, f. 238 v.-239). El traslado de indios, especialmente huarpes, a Chile fue de tal magnitud que motiv que en aproximadamente los ochenta aos posteriores a las 35 fundaciones de las ciudades de Mendoza y San Juan se produjera un importante cambio en la distribucin de la poblacin indgena de Cuyo. La primera consecuencia fue el despoblamiento indgena de los valles centrales donde se hallaba la concentracin de la poblacin huarpe. En segundo lugar se produjo un sensible aumento de la poblacin indgena en las zonas marginales a los valles, especialmente en el complejo lagunero de Guanacache que era usado como refugio natural de los que se resistan a su traslado (MICHIELI, El despoblamiento indgena..., pg. 15-16).
El trabajo indgena en San Juan
Ante la importante disminucin de la poblacin indgena en las zonas centrales de Cuyo y como la mano de obra indgena tambin era indispensable en las ciudades cuyanas, particularmente empobrecidas en esta etapa, fue necesaria la inclusin de trabajadores indgenas de zonas perifricas. Por esta razn en el siglo XVII comenzaron a actuar en las actividades econmicas, tanto domsticas como pblicas, industriales y rurales de Mendoza y San Juan, indgenas de otra extraccin tnica y geogrfica.
Para el cumplimiento de estas tareas se emplearon dos formas: el trabajo de los indgenas pertenecientes a encomiendas (a veces reforzadas con el traslado de pueblos enteros a zonas ms cercanas a las ciudades como se vio anteriormente que ocurri luego del alzamiento de 1630) utilizado directamente por los encomenderos o bajo alquiler voluntario de los propios indgenas, y el contrato de trabajo por tiempo limitado conocido como "concierto". La primera forma qued documentada excepcionalmente cuando se dejaba expresa constancia de la utilizacin de indgenas encomendados en trabajos que implicaban la salida de los mismos de sus lugares de residencia; la segunda forma en cambio fue asentada legalmente en los protocolos de escribanos.
Las actividades econmicas principales en las ciudades cuyanas del siglo XVII eran la vitivinicultura (centrada en las ciudades y sus alrededores) y la ganadera (en las zonas rurales). Ambas requirieron de la mano de obra indgena e incluso compitieron por ella.
La crianza de ganado, especialmente el vacuno que a partir de 1640 comenz a ser comercializado en Chile para su industrializacin, emple mano de obra indgena en la zona de Valle Frtil y Ro Bermejo. All, grupos indgenas de habla cacana (capayanes y yacampis) se dedicaron a la actividad ganadera en las estancias espaolas. En algunos casos, la especializacin en el 36 trabajo motiv la adopcin como apellido del sustantivo indicador de la actividad ("vaquero") por parte de algunos de los indgenas, segn consta en documentos de 1643 y 1677 sobre encomiendas de Valle Frtil.
"...por cuanto confiessa aberse Retenido y detentado Los Indios siguientes subjetos aldho casique. Geronimo silpian, cassado con mujer e hijos. Juan hijo de tomas baquero. y su hermano Lorenzo xpoval gualcusa. anton sallapay." (ANC RA 1874, f. 12-12v.).
"...sesirua dedespacharle titulo dela dha encomienda en segunda vida delos dhos yndios que son los siguientes= (...) Ju o baquero casado..." (ANC ES 343, f. 22).
Otros indgenas, especialmente los ubicados ms cerca de las ciudades cuyanas, fueron ocupados -generalmente por obligacin como encomendados y ocasionalmente por contrato- como arrieros del ganado a Chile. Si bien esta actividad fue por lo comn realizada extraoficialmente porque estaba expresamente prohibido sacar los indgenas de su lugar habitual de residencia, en algunos casos qued suficientemente documentada. Precisamente uno de esos casos corresponde a un pedido de autorizacin elevado por Cristbal Fernndez Pizarro en 1658 en nombre de su hijo para que se permitiera el uso de indgenas encomendados para el arreo de ganado a Chile.
"...al pre e tiene al piedela cordillera eldho mi hijo cantidad de bacas (...) y parapasar las que tiene la Cordillera nesecita dealgunos de los Indios de Suen Comienda que Vienen de su boluntad apasar las parabolberse aSus Reducciones luego que las pasen..."(ANC RA 3035, f.182).
El otro es el juicio promovido en 1654 a raz de los problemas que tuvieron los hermanos Antonio y Pedro Moyano Cornejo, vecinos de Mendoza, en el traslado de ganado a Chile; este documento patentiza el empleo de mano de obra de indgenas locales contratados como arrieros, para lo cual los interesados haban obtenido licencia del corregidor. La discusin posterior entre los hermanos Moyano Cornejo y el propio corregidor, apoyado por el Cabildo, deja ver que exista entre los vecinos dedicados al comercio de ganado y los que tenan intereses en la vitivinicultura una gran disputa por la mano de obra indgena. Ambas partes se acusaban mutuamente de utilizarla contraviniendo la ley. Segn el corregidor l haba cumplido con Moyano Cornejo al entregarle los doce indios para arrear el ganado, pero no poda permitir su paso a Chile porque esto implicaba la desnaturalizacin de los mismos, lo cual estaba prohibido por la Real Audiencia. La otra parte present una contra acusacin diciendo que el 37 mismo corregidor y aun los propios miembros del Cabildo utilizaban a los indgenas para llevar carretas a Buenos Aires y Tucumn destinadas al comercio de vinos, no obstante las mismas prohibiciones (MICHIELI, Trfico transcordillerano de ganado..., pg. 38-39).
En realidad desde el gobierno de Chile e incluso desde la metrpolis, varias veces se haba tratado de prohibir la llevada de indios de Cuyo a Chile, pero las ordenanzas se sucedan y en ocasiones se contradecan unas a otras segn las presiones de los distintos grupos. La tasa dictada por el virrey del Per Francisco de Borja, Prncipe de Esquilache, para Chile (conocida como "tasa de Esquilache") que haba intentado terminar con este trfico, haba sido sustituida en 1622 por el Gobernador Pedro Osorez de Ulloa por una nueva dictada por l, que a su vez tuvo escasa aplicacin. sta volva a permitir el paso de indios de trabajo de Cuyo a Chile y a prohibir en cambio su traslado a las provincias de Tucumn, Buenos Aires y Paraguay, salvo que lo hiciesen llevando carretas, alquilndose voluntariamente y con licencia gubernamental (JARA, Guerra y sociedad..., pg. 272-73; JARA y PINTO, Fuentes..., t. I, pg. 145).
El alquiler voluntario por parte de los indgenas para realizar cualquier tipo de trabajo tena sus orgenes en la legislacin indiana desde mediados del siglo XVI, que estipulaba que se podan alquilar por su voluntad como gente libre, sobre todo aqullos que no ejercan un oficio (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 191). En Chile fue reglamentado especialmente por la tasa de Esquilache en 1620, la tasa del gobernador Pedro Osorez de Ulloa en 1622 y la tasa del gobernador Francisco Laso de la Vega en 1635. La primera estipulaba que el alquiler deba ser voluntario y con un pago de un real y medio por da, que no poda pagarse en vino y que si los indgenas se alquilaban durante los das de fiestas, en las cuales no tenan otra obligacin de trabajo, deban hacerlo a no ms de cuatro leguas del sitio de alojamiento para poder volver a su trabajo y a su doctrina rpidamente. La tasa de Ulloa permita alquilarse al indgena que corresponda al "tercer tercio", considerando como primer tercio el que estaba cumpliendo la mita y el segundo el que estaba descansando, y a los "oficiales" (es decir aquellos que tenan un oficio reconocido) previo censo de los mismos, con un salario de cuatro reales por da. Segn la tasa de Laso de la Vega tambin se permita el alquiler voluntario en cercanas de sus asentamientos, es decir a no ms de cuatro leguas de distancia; para alquilarse deba preferirse al propio encomendero para trabajar a cambio del pago del tributo; los salarios deban pagarse segn lo estipulado por la tasa real y discriminarse de la siguiente manera: dos tercios del salario se pagaran en ropa y el restante en plata, de la cual slo se entregara al indgena no ms de un peso al mes y el resto se dara al 38 protector que se hara cargo de la cuenta; se ratificaba la prohibicin del pago en vino (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 88-93, 142-144 y150-154).
Sin embargo de lo estipulado en la legislacin existen evidencias documentadas del empleo de mano de obra indgena, especialmente de San Juan, para el trfico de carretas hacia otras provincias del virreinato, en las cuales no se cumpla el mandato de que deba hacerse con la voluntad de los indgenas y no a la fuerza. En 1658 el cacique Alonso Chiquipay, nacido en la ciudad de San Juan pero originario del Ro Bermejo, pidi Real Provisin de amparo porque
"...el dhocapitan Joan Jofre saco los dhos yndios contra su voluntad y forsados parallebarlos alpueblo de buenosayres con sus carretas..." (ANC RA 3035, f. 270 v.).
En otras ocasiones este servicio quedaba protocolizado ante escribano publico con expresa mencin de que se haca con la voluntad de los indgenas.
"[El 26-10-1656] ...paresio el cap n grabiel de mallea besino encomendero desta dha seudad y para aber de aser uiaje consus caretas alas probinsias del tucuman rejistro sus indios ante sum d dho just a maior ... todos los cuales dijeros estar pagados y contentos y que iban con mui buena boluntad..." (AHA SJ Caja I).
"[El 4-11-1656] ...fue tasado el trabajo de cadaindio delos dhos siete q ande lleuar las dhas carretas por el biaje tarden lo que tardasen decada indio treintapesos de aocho rreales..." (AHA SJ Caja I).
"[El 3-12-1699] ...Yo El Capp n thomas Jofre dela Varreda ...Estoi de Prossimo alhacer Viaje despachando Mis carretas ala Gouernaz on del tuccuman y con dhaz Carretas despacho tres Indios Pertenezientes al deposito que se me hizo..." (AHA SJ Caja I).
Las carretas se utilizaban para traficar con vino y otros productos. Por una escritura de 1606 realizada en San Miguel de Tucumn se estableca que se iba a llevar a la ciudad de Santiago del Estero carretas conducidas por indios con vino, pasa e higos desde San Juan o Mendoza (DOCUMENTOS coloniales relativos a San Miguel de Tucumn, s.I, v.II, pg. 56-57).
Anteriormente, en 1623, el defensor del cacique e indios del pueblo de Guanacache haba asegurado que Juan Luis Pacheco, por mandato del corregidor
39 "...llebo y saco Para el dho efecto cosa que nunca sea hecho para aprobecharle como Lohase apurando a que los miserables yndios en las pesquerias y despachando las rrequas con yndios del dho pueblo ala rrioxa y ciudad de cordoua conla pesca que sesaca y con Carretas y ganados sacando assimismo mas yndios del dho pueblo Para otras grangerias y yndias para su serbisio..." (ANC RA 3017, f. 196).
Este ltimo documento sirve adems para confirmar el uso de mano de obra indgena obtenida por la fuerza para otras actividades, como son la pesca en las lagunas de Guanacache y el traslado del producto a lomo de mulas a ciudades mediterrneas como La Rioja y Crdoba, el arreo de ganado, el trabajo en propiedades rurales y el servicio domstico de las mujeres.
Del mismo modo en 1677 Alonso Cansama y Lorenzo Chacay, caciques de los pueblos de Angacao (Jchal), Mogna y Tucunuco, por intermedio del protector, denunciaban que el capitn Domingo Snchez Chaparro utilizaba sus indios en trabajos no especificados en la ciudad de San Luis.
"...asacado los yndios deestos dhos pueblos y lleuado los asan luis deloyola enla Punta mas de treynta leguas desunatural y lostiene ensus faenas ocupados..." (ANC RA 3036, f. 35).
El trabajo en vias y minas tambin utilizaba mano de obra indgena, para lo cual se extraaba a los indgenas de su lugar de origen. En 1613 un documento originado por un pleito entre encomenderos afirmaba que un indio de nacin yacampis trabajaba en una via de la ciudad de San Juan aunque su pueblo quedaba a cuatro das de viaje y en 1644 se asentaba una queja contra el maestre de campo Domingo Snchez Chaparro porque sacaba grupos indgenas completos de su lugar de habitacin y los trasladaba a trabajar en las minas a ms de treinta leguas (unos 150 a 160 km). A fines del siglo XVII, en el censo de encomiendas que se realiz en la regin, figuraban en San Juan dos encomiendas de indios sin pueblo ni cacique que estaban "reducidos" en la via del encomendero.
"...esta en la uia delsusodicho e que es yacambis de apellido aguayucan y que seba desta ciudad a sus tierras en quatro dias..." (ANC RA 3031, f. 92 v.).
"...desnatturalisandolos desurredusion y llebandolos desta ciudad de San Juan a las minas que havra mas de treinta leguas deella elmro de campo 40 domingo sanchez chaparro consus hijos mugeres e familia..." (ANC RA 3033, f. 31 bis v.).
"EnComienda delcap n tthomas Jofre debarreda- No tienen Casique ni Pueblo tienelos redusidos en su bia-..." (ANC CG 555, f. 75 v.).
"EnComienda de Clemente xil de quiroga- No tienen casique, ni pueblo tienelos redusidos en subia-..." (ANC CG 555, f. 75).
En los primeros aos del siglo XVIII (1702) todava se empleaban indgenas, en este caso de las lagunas de Guanacache, para el procesamiento de minerales segn la matrcula de la encomienda de Juan de Mayorga que tena dos jvenes indgenas trabajando en su trapiche.
"...los redusidos al seruicio del serg to M or D n Ju n
de mayorga en su trapiche fran co de quinse a s ... Antt o de edad de Dies y ocho [que] murio el ao pasado..." (ANC CG 476, f. 8 v.).
Otro trabajo que era realizado comnmente por indgenas era el de servir como albailes y carpinteros. Generalmente los indgenas con este ltimo oficio, al parecer considerado de bastante importancia, eran individualizados como tales en todo tipo de documentacin; la mayora provena de Valle Frtil y algunos haban incorporado como apellido propio el vocablo que indicaba su actividad: "carpintero".
Por ejemplo en un intercambio de encomiendas entre Andrs de Lemos y Garci Hernndez de Villanueva el segundo se reservaba para su servicio el nico indio carpintero del grupo.
"...esetando como eseta parasi ama... yndio Carpintero subjeto aldho Casique Joan cholompa..." (ANC RA 3031, f. 98 v.).
Cuando en 1643 se le encomendaron al capitn Gregorio Morales de Albornoz los indios de Las Tumanas (Valle Frtil) se especificaba que entre los encomendados haban dos indios carpinteros. Dentro de las obligaciones que se le imponan al otorgrsele la encomienda estaba la de mandar durante un tiempo no determinado, por turnos de un ao y a su costa, seis de sus indios para ayudar en la construccin de la Iglesia de Santo Domingo en la ciudad de San Juan.
"...a bos eldho Capp n Gregorio morales de os encomendar (...) los casiques etributarios son los siguientes- (...) alonso carpintero= (...) Pablo 41 carpintero (...) por el dho tienpo deunao Ipor esta bes Inomas tengais obligasion por bia de pension adar seis de los dhos indios mudandolos por sus mitas Ia Buestra costa Para la fabrica I ... edificacion dela Iglesia Iconbento de santo domingo orden depredicadores de la siudad de San Ju o
dela frontera Ino para otro efeto..." (ANC RA 1874, f. 6-6 v.).
Esta obligacin qued tambin registrada en otra documentacin correspondiente a la encomienda (ANC ES 343, f. 24 v.; ANC CG 554, f. 229v.).
En dos conciertos de trabajo realizados en 1657 en la ciudad de San Juan un indio de una encomienda local y otro originario de la ciudad de Esteco, provincia del Tucumn, se obligaban a trabajar un ao como carpinteros.
"...paresio Juan indio carpintero natural desteco prouincia del tucuman (...) dijo quequeria seruir por tienpo deun ao alorenso desajabedra de carpintero desus caretas (...) paresio felipe indio dela encomienda del sarjento maior Ju n bautista de oro y bustamante ydijo (...) le adeseruir el dho ao del ofisio de carpintero..." (AHA SJ Caja I).
Mientras tanto el capitn Gaspar de Lemos dio a dos vecinos de La Rioja el poder para cobrar los encomendados que tena en esa jurisdiccin entre los cuales figuraban dos carpinteros.
"...=alonso ucha carpintero enpoder delos padres Rdos delaconpaia degesus y anton ysuhijo sebastian casado= y todos los antados en poder desde la p u don gregorio de luna = alonso goanpalloa carpintero..." (AHA SJ Caja I).
Unos aos ms tarde -en 1663- el capitn Joseph Jofr, alcalde ordinario de la ciudad de San Juan, se comprometi a entregar al maestro carpintero Martn de Fuentes (encargado de realizar la terminacin interior de la misma iglesia, incluidos el coro, ventanas, puertas y capillas) dos ayudantes indgenas expertos en el oficio.
"Para la cual obra Le a de dar el dho Capitan Joseph Jofre dos Indios Carpinteros que sepan Lauor de azuela y hacha, y toda la madera necessaria..." (AHA SJ Caja I).
Hacia fin del siglo (1695) en la matrcula de la encomienda que Julin de Mallea tena en Valle Frtil se citada a dos indios carpinteros.
42 "...del pueblo de balle fertil (...) -Clemente Maeztro deCarpinteria de hedad de treyntay seys aoz poCo maz o menoz Casado no tienen hijos- Bernabe carpintero de hedad de beynte Y dos aos..." (ANC CG 555, f. 73).
Debi existir tambin otra actividad laboral cumplida en San Juan por los indgenas que no qued documentada, pero que puede inferirse indirectamente de otros documentos. Tal es el trabajo en obrajes de paos y batn.
Por documentos de fines del siglo XVI y de mediados del siglo XVIII ligados con la merced de tierras dada a Juan Eugenio de Mallea y las actuaciones judiciales posteriores, se pudo establecer que a pocos kilmetros al noreste de la ciudad de San Juan, en el actual departamento de Chimbas, funcionaba desde antes de 1593 un batn ligado a un arroyo que no era sino un brazo meridional del ro San Juan.
Este brazo del ro, actualmente no funcional pero visible en levantamientos cartogrficos a travs de fotografa area (Mapa del valle de Tulm y Plano catastral del departamento de Chimbas del Centro Regional de Agua Subterrnea, San Juan), separaba en los siglos XVI, XVII y XVIII "la Chimba" de los suburbios de la ciudad de San Juan (especialmente del llamado "Pueblo Viejo"), de tal modo que esta rea quedaba sobre la margen norte del ro, o por lo menos rodeado por l, y no sobre la margen sur como en la actualidad (ANC CG 81, f. 270 v.-292 v.; AHA SJ caja I).
Hacia el ao 1772 se conservaba el nombre de "Batn" para el paraje donde se juntaban los dos brazos principales del ro, que debi ser la ubicacin del establecimiento. Dicho topnimo, as como la histrica existencia del batn, quedaron totalmente olvidados hasta la actualidad.
"[Don Luis Jufr, teniente de capitn general de Cuyo, en 1593] ...hago merced al dicho Juan Ugenio deMalla (...) y mas la tierra que huviere de provecho, que linda con Chacara deel dicho Juan de Malla a la parte del oriente entre los Salitrales dende la Barranca del Cascajal del Rio hasta la Barranca del Arroyo, que va junto al Batan, que Vienen a juntarse la vna Con la otra (...) estando el dicho Alguacil Mayor Yo el dicho escrivano, y los demas Testigos arriva dichos en la Tierra que esta entre la Barranca al Batan... (ANC CG 81, f. 278- 278 v. y 280).
"...y estando presente [en 1772] el suso dicho y los testigos enel dicho Parage dela Chimba asiento proprio del dicho Titulo y merced, y donde el dicho 43 Juan Eugenio demallea aprehendio la possecion de dichas tierras y sus Succesores la han Continuado inmemorial hasta el tiempo presente vistos y reconocidos por mi y dichos testigos sus linderos para efecto de hazer dicha mensura mande medir vna Cuerda de Ciento y Cincuenta varas Castellanas y la mand tender de oriente a Poniente enel Parage nombrado el Batan donde juntan las dos Cajas antiguas del Rio..." (ANC CG 81, f. 294v.-295).
Se conoce como batn a una mquina hidrulica compuesta de gruesos mazos de madera para golpear, desengrasar y enfurtir (o apelmazar) los paos de lana para darles mayor consistencia. Para su instalacin era obviamente necesaria la cercana de una corriente de agua de regular magnitud y su existencia supona la presencia de un obraje donde previamente se tejieran los paos que iban a ser tratados.
La poltica econmica de tipo mercantilista sostenida por Espaa para sus colonias americanas permiti excepcionalmente la elaboracin de manufacturas exclusivamente para uso interno (BRAVO, El obraje de Melipilla..., 121-123); entre ellas estaba la confeccin de paos y otras telas bastas que eran las utilizadas para la vestimenta de las clases ms bajas. Para los siglos XVI y XVII se conoce la existencia de obrajes y batanes en pocos lugares de la Capitana General de Chile. Segn el Licenciado Fernando de Santilln, hacia 1559, el posteriormente fundador de la ciudad de San Juan de la Frontera, el capitn y fuerte encomendero Juan Jufr, tena un obraje (Cit. de JARA, Trabajo y salario indgena..., pg. 202); entre fines del siglo XVI y las primeras dcadas del siguiente en Rancagua exista tambin un obraje de paos y batn de propiedad de Alonso de Crdoba (PLANELLA, La propiedad territorial..., pg. 17 ss) y entre 1606 y 1660 funcion un obraje y batn en Melipilla (cerca de Santiago) creado por el gobierno para surtir al ejrcito permanente (BRAVO, El obraje de Melipilla..., pg. 120). Los tres establecimientos utilizaban mano de obra indgena en gran cantidad, aun cuando a partir de 1601 la corona espaola prohibi el trabajo de los indios en los obrajes (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 193 y 303). Tanto en el obraje de Rancagua (PLANELLA, La propiedad territorial..., pg. 17-18) como en el de Melipilla, parte de esta mano de obra era de huarpes de Cuyo (Cit. de ESPEJO, La provincia de Cuyo..., pg. 62-64)
El hecho de la presencia de un batn en las cercanas de la ciudad de San Juan permite suponer tambin la utilizacin en gran cantidad de mano de obra indgena para su funcionamiento, as como la concentracin de instalaciones para la vivienda de los trabajadores aborgenes en sus inmediaciones.
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Croquis de la ciudad de San Juan y departamentos vecinos con indicacin del brazo antiguo del ro y la probable ubicacin del batn (). (Fuentes: Mapa del valle de Tulm y Plano catastral del departamento de Chimbas. CRAS, San Juan.)
Los conciertos de trabajo
Otra forma de relacin de trabajo, usual en el siglo XVII, fue la de "conciertos" o "asientos" de trabajo, es decir convenios entre dos personas, generalmente asentados ante escribano pblico, para realizar una obra determinada o trabajar durante cierto tiempo a cambio de un pago estipulado. El hecho de que fueran realizados ante escribano permiti que quedaran documentados estos casos dentro de los protocolos de los mismos.
45 Esta forma provena de los primeros tiempos de la colonia ya que los indgenas siempre fueron considerados legalmente como trabajadores libres, aunque se justificaba los actos de coercin laboral bajo el argumento de su haraganera; por eso mismo los individuos que estaban o llegaban a una localidad sin relacin laboral previa, deban presentarse en la plaza mayor del lugar para concertar convenios laborales (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 191-92). Por las ordenanzas reales para la administracin de bienes de las comunidades indgenas de 1647 qued expresamente prohibido que los indgenas reducidos en pueblos fueran "asentados", es decir, pudieran concertarse para trabajar de esta manera, aunque s se podan alquilar (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 163).
Como antecedente del estudio de los conciertos de trabajo indgena (del cual se tom la metodologa bsica) debe citarse a la obra de lvaro Jara: "Trabajo y salario indgena. Siglo XVI", en el que realiza por primera vez el anlisis de documentacin de este tipo con inferencias socio-econmicas y culturales. No obstante que estos asientos corresponden a Santiago de Chile y al siglo XVI, resultan de gran valor para las comparaciones que se realizarn ms adelante.
Al parecer en la regin este tipo de contrato no fue comn durante todo el siglo, ya que para 1699 el mismo corregidor de Cuyo se quejaba en un informe al gobierno de Chile que, revisando los registros de sus antecesores en el cargo, observaba que los conciertos de trabajo de indios, mestizos y mulatos asentados legalmente se haban reducido notoriamente por evitar el pago de las tasas obligatorias.
"recorriendo LaVista Porlos rexistros demis antesessores reparo, micuriossidad aVer en ellos; ynfinidad, de Conciertos deymdios anaconas Como assimesmo negros zambos y mulatos Conlos Vecinos Viendo, que abia, Vn Ao que estaba enel oficio y ninguna Persona traya Antemi a ninguno delos sussos dhos aConzertar, haciendo Juicio quelos Conciertos Arian Ante los alcaldes ordinarios por ocultar denopagar Latasa..." (ANC RA 2801, f. 155).
Por lo tanto, y si bien los asientos hallados para San Juan son escasos, el hecho de que gran parte de ellos correspondan a todos los registrados ante un mismo escribano durante un ao y medio en un caso y a once meses en el otro, hace que constituyan una buena muestra.
Los conciertos listados a continuacin provienen del Fondo Histrico del Archivo Histrico y Administrativo de San Juan. Estn contenidos en una 46 serie de cuadernillos y papeles sueltos conservados en una caja fuerte, que corresponden a protocolos de escribanos. Los conciertos realizados entre enero de 1656 y julio de 1657 corresponden a los protocolizados por el escribano pblico y de cabildo Antonio de Rivera. Ante el escribano pblico Gernimo de Ayala existen conciertos desde julio de 1664 a mayo de 1665 y otros del mes de agosto de ese ao. Al escribano Joseph de Ubeda corresponde un concierto de 1669 y otros de 1661, 1663 y 1665 fueron realizados ante el teniente de corregidor por estar en esos momentos ausente el escribano.
Fecha Nombre Origen Tiempo Tipo de servicio Pago Forma de Pago 17-1-1656 Jusepe de Santesteban Natural de la Villa de Potos 1 ao todo servicio $ 30 en plata o en ropa 18-1-1656 Juana india Encom. del Cap. Fco. de Nieba de la jurisdiccin de La Rioja 1 ao - $ 20 en plata o en ropa 26-2-1656 Micaela india Encom. de Fco. Pedraza 1 ao todo servicio $ 20 en plata o en ropa 19-4-1656 Juan indio Encom. de don Gonzalo de Santiago de Chile 1 ao todo servicio $ 25 y tributo en plata o en ropa 16-5-1656 Alonso indio Encom. de Juan Seballos de San Miguel de Tucumn 1 ao - $ 30 incluido tributo en plata, ropa o en otra cosa 16-5-1656 Pedro Rodriguez indio libre 6 meses - $ 7 por mes [$ 84 anual] - 3-6-1656 Ignacio indio Encom. de A. Moyano de la ciudad de Mendoza 1 ao todo servicio $ 25 incluido tributo - 3-8-1656 Mara india encom. de J. de la Guardia Berberana [San Juan] 1 ao - 2 piezas de ropa en ropa
26-10-1656 Mateo indio Encom. de Bme. de Oro y Bustamante 1 ao todo servicio $ 30 incluido tributo en plata, ropa o en lo que pida 20-11-1656 Mara india Encom. de A. Fres de Lorca 1 ao todo servicio (mientras est ausente el marido) $ 20 - 47 24-11-1656 Hernando indio Encom. de J. Nez de vila de la ciudad de La Rioja 1 ao - $ 6 por mes incluido tributo [$ 72 anual] en plata o ropa (se adelant: 2 varas de pao, 2 varas de cordellate, 3 varas de bayeta y 1 camisa de run por valor de $ 30 con 6 reales) 31-11-1656 Pedro indio Encom. de G. de Lemos de la ciudad de San Juan 1 ao todo servicio $ 30 incluido $10 de tributo - 14-12-1656 Bartolo indio Natural de Paraguay; sin encomendero 1 ao - $ 30 en plata o ropa dic. 1656 Pascual indio Encom. de C. Ortiz 1 ao - $ 40 en plata, ropa o lo que pidiere 7-1-1657 Andrs indio Encom. de don Laurensio de la ciudad de San Miguel del Tucumn 1 ao todo servicio $ 35 - 5-2-1657 Andrs indio Natural de San Miguel del Tucumn (encom. de B. de Abrego) 1 ao - $ 50 incluido tributo en plata, ropa o lo que pidiere 23-2-1657 Juan indio carpintero Natural de Esteco, Pcia. del Tucumn 1 ao como carpintero de carretas y otros servicios $ 48 en plata, ropa o lo que pidiere 4-4-1657 Felipe indio Encom. de J. B. de Oro y Bustamante 1 ao como carpintero y otros servicios $ 50 incluido tributo en plata, ropa o lo que pidiere 5-4-1657 Juan indio Natural de Paraguay 1 ao - $ 36 en plata, en ropa o lo que pidiere 26-4-1657 Beatriz india Encom. de A. de Carbajal y Sarabia en la ciudad de Mendoza 1 ao todo servicio 2 vestidos en ropa 4-5-1657 Clemente y Diego indios Encom. de J. de Mesa 1 ao - $ 30 c/u incluido tributos - 4-6-1657 Luis indio Encom. de Fco. de Perasa 1 ao - $ 25 y tributo - 4-6-1657 Pascual indio Encom. de Fco. de Perasa 1 ao - $ 25 y tributo en plata, ropa o lo que pidiere 6-7-1657 Bernab indio Encom. de G. de Luna de la ciudad de La Rioja 1 ao - $ 36 incluido tributo - 20-8-1661 Pedro indio Natural de Concepcin 1 ao - $ 25 en plata o ropa
1664 Cristbal y Bartolom (indios) Encom. de P. de Villarroel 1 ao - $ 50 c/u en ropa o plata 48 16-6-1664 Lorenso indio de Valdivia 1 ao - $ 30 - 1664 indio Encom. de Morales 1 ao - $ 30 reales o vestuario 1664 Francisco indio Natural de Cauquenes (encom. de P. Arias de Mol) 1 ao - $ 30 y tributo plata y ropa 25-8-1664 Antn Varragn indio Natural de La Rioja (encom. de Pasquala de Robledo) 1 ao - $ 55 (menos $7 que se haba pagado a fray Fco. de Sotoma -yor) - 4-9-1664 Juan de los Ros indio oficial de dorador - 7 meses dorar tabernculo de Sto. Domingo (incluido material) $ 1.000
ms $30 para comida reales o gneros que pidiere
en carne, vino y trigo 18-9-1664 Francisca y Francisca indias Encom. de P. de Olivares 1 ao - - 2 piezas de ropa c/u o su valor 20-9-1664 Diego indio Del cercado de Lima 1 ao - $ 35 incluido $10 al encom. si aparece - 6-10-1664 Alonso y Gernimo indios Crdoba (encom. de L. Barrientos) 1 ao - $ 45 c/u y tributos - 22-10-1664 Sebastin indio Crdoba (encom. de G. de Tejeda) 1 ao - $ 40 en plata o ropa 22-10-1664 Cristbal mestizo y Andrs indio Gobernacin [del Tucumn] 6 meses - $ 30 [$60 anual] $ 24 [$48 anual] - 29-10-1664 Pedro indio Santiago del Estero (encom. de L.Vasques) 8 meses - $ 40 en reales o ropa 19-12-1664 Clarita india Encom. de M. de Silva 1 ao - 2 piezas de ropa o su valor 17-2-1665 Ignacio indio Gobernacin del Tucumn 1 ao - $ 25 en plata o ropa 26-2-1665 Gabriel indio Natural de La Rioja (encom. de J. de Gre...) 1 ao - $ 25 - 3-3-1665 Luis indio Gobernacin del Tucumn (encom. de L. de Tejeda) 6 meses - $ 27 y tributo - 49
23-3-1665 Gabriela india Encom. J. Jufr de Arce [San Juan] 1 ao - - 2 piezas de la tierra o su valor 12-8-1665 indio Natural de Salta 1 ao - ? - 12-8-1665 Gonzalo indio Encom. de F. Pedraza 1 ao - $ 30 y $ 10 de tributo - 13-8-1665 Juan (indio) Chile (encom. del Cap. Crdoba) 1 ao - $ 30 y eventua lmente tributo - 13-8-1665 Marucha y Pascuala indias - 1 ao - ? - 21-8-1665 Diego indio Encom. de Miguel de... 1 ao - $ 30 - 27-8-1665 Felipe indio - 1 ao todo lo mandado ? - agosto 1665 Gonzalo (indio) Natural de Crdoba (encom. de L. de Tejada) 1 ao - $ 48 en plata o ropa 29-8-1665 Diego indio Natural del Cuzco 1 ao - $ 30 en plata o ropa 17-7-1699 Bartolo indio Natural de Crdoba 1 ao todo lo mandado $ 50 en plata para su vestuario o ropa
Cuadro n 2: Conciertos de trabajo de indgenas realizados ante escribano pblico o autoridad competente en la ciudad de San Juan de la Frontera
Si bien los conciertos podan involucrar, como trabajadores, tanto a indios como espaoles, mestizos y mulatos, para el caso de San Juan los primeros son casi los nicos. Como excepciones figuran un hombre con nombre y apellido espaol proveniente de la villa de Potos que, al no haber en el documento explcita designacin como indgena o mestizo y no decirse que perteneciera a alguna encomienda, puede considerarse espaol, y un mestizo sin apellido. Los indgenas estn consignados como tales en forma explcita o, excepcionalmente, indirectamente al sealarse la pertenencia a una encomienda.
La mayora de los indgenas y el nico caso de mestizo que figuran en los asientos slo son citados con su nombre de pila cristiano. Sin embargo existen tres excepciones notables en las cuales los indios tienen nombre y apellido espaol. Coincidentemente stos pactan salarios ms altos que el promedio, uno de ellos se contrata para un trabajo sumamente especializado ("dorador") y otro se seala explcitamente como "libre", es decir no perteneciente a ninguna encomienda. Todos estos aspectos los diferencian del resto de los sujetos contratados.
50 Podan concertase, y de hecho lo hacan, tanto hombres como mujeres; se observa que estas ltimas sin embargo son la minora (alrededor del 20% del total). Las personas que contrataban los servicios provenan de todos los estamentos sociales: eran tanto particulares (comerciantes y productores, profesionales, funcionarios) como militares con distinta graduacin, sacerdotes (que contraban en forma personal o como representantes de conventos) e incluso mujeres. En general estas ltimas contrataban el servicio de mujeres, aunque hay un caso en que una mujer era contratada por un hombre y otros dos casos en que eran mujeres las que contrataban a indios varones; en el caso de los sacerdotes y conventos siempre se contrataban hombres.
Del total de asientos se observa que la procedencia de los indgenas era variada: venan tanto de la regin como de fuera de ella. La mayor parte corresponda a indgenas sealados explcitamente como de San Juan o de encomiendas que se sobreentienden eran locales, los que, sumados a los provenientes de Mendoza, constituyen el 40% de los casos. No obstante, la suma de los individuos originarios de la Gobernacin del Tucumn es casi similar en importancia, sobre todo de las ciudades cercanas de La Rioja y Crdoba, las que por otra parte y consideradas en forma individual aportaron ms trabajadores concertados que la de Mendoza. Con respecto a zonas ms distantes se observa que existen dos casos tanto de Paraguay como de Per (Lima y Cuzco), as como de diversas zonas de Chile, algunas tan alejadas como Concepcin, Valdivia y Cauquenes.
Per 2 3,6% Paraguay 2 3,6% Total otras regiones 9 16,36% Chile 5 9,09% Tucumn y otras ciudades 9 16,36% La Rioja 5 9,09% Total Gobernacin del Tucumn 19 34,54% Crdoba 5 9,09% Mendoza 2 3,6% locales (San Juan y mencin exclusiva de encomienda) 2 0 36,36% Total regin de Cuyo 22 40% procedencia desconocida 5 9,09% procedencia desconocida 5 9,09% Total 5 5
Cuadro n 3: Procedencia de los indgenas que se concertaron para trabajar en San Juan a mediados del siglo XVII
La variedad de procedencia de los indgenas que se concertaban seala una importante movilidad dentro no slo de la Capitana General de Chile sino 51 tambin entre distintas provincias y gobernaciones del Virreinato del Per que, por otra parte, era comn durante la colonia y ha quedado documentada en diversas fuentes como los conciertos realizados en Chile y los libros de bautismos de San Juan (JARA, Trabajo y salario indgena..., pg. 59-64; SNCHEZ CANO, Conformacin de la sociedad sanjuanina..., pg. 60-64;).
En el momento de realizar este tipo de trato las partes se obligaban a cumplir ciertos requisitos que estaban incluidos en el mismo: el trabajador se obligaba al cumplimiento y buen comportamiento y el contratante a darle alimentacin, doctrina y atencin en las enfermedades; quiere esto decir que tales obligaciones estaban de por s incluidas en el trato y no eran pactadas, por lo que no deben ser consideradas como parte del salario. El salario -que salvo indicacin en contrario se pagaba al cumplirse el trmino del contrato- s se pactaba, as como la duracin temporal del trato, el tipo de servicio que el trabajador iba a prestar y la forma en que se hara efectivo el salario; tambin se pactaba si el salario incluira o no el pago del tributo al encomendero del indgena.
El tiempo por el cual se obligaban al servicio era generalmente por un ao. En pocas ocasiones se trataba de fracciones del mismo, a veces segn la duracin de la tarea pactada. Un caso particular lo constituye una mujer que en 1656 concert trabajar al servicio de la seora Antonia de Oro y Bustamante mientras su marido, perteneciente a la misma encomienda, se encontrara ausente; el pacto era por un ao pero se dejaba constancia que si el regreso del marido de la india se produca antes del cumplirse el ao, ella poda dejar de trabajar y volver con su esposo.
Generalmente el trabajo a realizar por estos contratos se defina como "de todo servicio" o "todo lo mandado", es decir un trabajo no calificado de servicio en general. En forma particular se dejaba constancia cuando dicho pacto se haca para cumplir tareas ms especficas, como trabajos de carpintera en general y de carpintera de carretas en particular, o indudablemente especializadas como dorar el tabernculo de la Iglesia de Santo Domingo.
Esta ltima tarea fue pactada en 1664 entre el padre Fray Francisco de Sotomayor, prior del convento de Santo Domingo de la ciudad de San Juan y el indio Juan de los Ros (de procedencia sin determinar), oficial dorador, es decir prctico en cubrir de oro (seguramente a la hoja) una superficie. En este caso Juan de los Ros se concertaba para dorar, estofar, esmaltar y labrar en realce el "tabernculo", es decir el Sagrario, de la Iglesia de Santo Domingo.
52 "...paresio el Dro. P e fray fran co desotomayor Prior del conbento del S r
santo domingo deesta ciudad y Juan delos Rios yndio ofisial de dorador y se conbinieron y consertaron enqueel dho Juan delos Rios adedorar el tabernaculo dela Iglesia del S r Santo domingo y ade darlo acabado para semana santa para el ao que biene de sesenta y sinco o antes si pudiera y ade yr estofado y esmaltado y Realsado y seobliga a poner todo lo nesesario colores y todo lo demas que fuere menester Para dho efecto y el dho P e Prior fray fran co de sotomomayor se obliga en nombre de dho su conbento adarle a dho Juan de los Rios por lo dho mil pesos pagados en Reales oen los Jeneros que pidiere con mas treynta pesos para su comer pagados en bino carne y trigo y dha paga ade ser En tres plasos por tersias partes quelprimero corre desde oy dia de la fecha deesta escritura yel segundo ala mitad del tiempo y el tersero ennacabando dha obra y para encuenta desde ministerio tiene rreseuidos tresientos y sesenta y dos pesos..." (AHA SJ Caja I).
El trabajo deba terminarse antes de Semana Santa del ao siguiente, es decir en no ms de siete meses, y el dorador pondra los materiales necesarios. El convento le pagara por el trabajo mil pesos de plata de a ocho reales (la moneda corriente) en dinero o en los artculos que l solicitase adems de treinta pesos en alimentos; el pago se hara en tres partes habindose adelantado la primera.
La tarea concertada completara indudablemente la obra de la Iglesia de Santo Domingo que estaba en construccin desde haca dcadas. Ya en 1643 se estableci que el capitn Gregorio Morales de Albornoz, encomendero de los indios de Las Tumanas (Valle Frtil) deba mandar durante un ao, por turnos y a su costa, seis de sus indios para ayudar a su edificacin (ANC RA 1874, f. 6-6 v.; ANC ES 343, f. 24 v.; ANC CG 554, f. 229 v.). En 1663 un acuerdo firmado entre el alcalde ordinario de la ciudad de San Juan, Joseph Jofr, y Martn de Fuentes, maestro carpintero, estableca que este ltimo terminara el interior y exterior de dicha Iglesia con la ayuda de dos indios carpinteros que el alcalde le proporcionara, junto con la madera necesaria. La obra deba terminarse en un ao y se le pagara 600 pesos ms la comida del maestro carpintero y de sus ayudantes indgenas.
"...que el dho Martin defuentes se obliga har la obra siguiente= cubrir la Iglesia del Conuento del seor Santo domingo desta dha Ciudad de san Juan, de tres paos de Cinta y saetin y har todo lo demas que hubiere que hazer la dha Iglesia nueba, assi dentro como a fuera es a saber vn arco Coral de Madera, el Choro ala con su regeria, ventanas y las puertas que faltan por hazer, Capillas y todo lo demas anexo y perteneciente adha Iglesia assi dentro como afuera con su sachristia a Consenso y satisfacion del muy Reverendo 53 Padre Prior u del dho Capitan Joseph Jofre y demas Religiosos del dho Conuento. Para la qual obra Le a de dar el dho Capitan Joseph Jofre dos Indios Carpinteros que sepan Lauor de azuela y hacha, y toda la madera necessaria..." (AHA SJ Caja I).
Estas evidencias documentales, que posiblemente sean las que han perdurado de entre muchas otras, permiten apreciar que toda la obra de ese templo tan importante en la ciudad de San Juan fue realizada con mano de obra comn y especializada de origen indgena.
Tambin sealan la importancia que tenan los oficios por sobre la calidad tnica de los trabajadores. El oficio de dorador, como toda tarea de orfebrera, era de inters de la corona y por lo tanto se permiti que la ejercieran todos aquellos que posean la capacidad de hacerlo, independientemente de su origen tnico. Segn Konetzke en las artes y oficios no se permita que los que no fueran espaoles puros llegaran al grado de maestro y que slo pudieran ser oficiales los mestizos (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 302-303), pero en este caso se tiene la prueba de que tambin haban oficiales de extraccin indgena. Por otra parte, y en el caso de actividades menos especiales como la anterior, tambin se documenta la existencia del grado de maestro de carpintera en las matrculas de encomiendas de San Juan levantadas para el censo de 1695.
"EnComienda del sarg to Mor Julian de Mallea- (...) del pueblo del balle fertil sus sujetos- (...) -Clemente Maeztro deCarpinteria de hedad de trreyntay seys aos..." (ANC CG 555, f. 73 v.-74).
Salarios, formas de pago y diferenciacin social
En los conciertos analizados ms arriba se observa que se pactaba la forma de pago. Lo ms usual era que se ofreciera la eleccin entre dinero efectivo en pesos de plata de ocho reales ("en plata", "en reales"), en piezas o materiales de vestimenta ("en ropa", "en vestuario", "en piezas de la tierra") o, menos usualmente, en otro tipo de artculo ("en otra cosa", "en lo que pidiere", "en gneros que pidiere"). En los casos de mujeres era ms comn que el pago del salario se pactara directamente en dos piezas de ropa. La ropa que se entregaba como parte de pago en el caso de los conciertos y en otros casos de relacin laboral a los indgenas era "de la tierra", es decir telas -medidas en varas [aproximadamente 83,6 cm]- o piezas de vestimenta realizadas con telas gruesas y bastas, de lana o algodn, fabricadas en Amrica, y no con las telas finas de materiales especiales que venan de Europa 54 conocidas genricamente como "de Castilla". Entre las primeras se encontraban el pao (tela de lana tupida), el paete (un pao de inferior calidad y menos densidad), la bayeta (tela de lana floja y poco tupida), el cordellate (tela basta de lana cuya trama forma un cordoncillo) y la jerga (tela de lana gruesa y tosca, usada generalmente para frazadas y costales); a stas solan agregarse algunas telas de algodn como el lienzo y el run.
Las piezas de vestimenta de la tierra citadas son "vestidos" en general para las mujeres y "camisa de run" para los hombres. El vestido femenino incluira un jubn y una pollera o sayal segn se desprende de los listados de ropas de cartas de dotes tanto de San Juan como de San Miguel de Tucumn de esa poca, si bien en esos casos se trata de prendas de telas finas tradas de Europa (AHA JS caja I; DOCUMENTOS coloniales relativos a San Miguel de Tucumn..., pg. 51-55). El vestido masculino consista en "manta, camiseta, zaragelles [calzones] de lienzo y un sombrero" segn un concierto de trabajo realizado en San Miguel de Tucumn en 1610 (DOCUMENTOS coloniales relativos a San Miguel de Tucumn, s.I, v.II, pg. 259-260); como se aclara expresamente que los calzones eran de lienzo es evidente que la manta y la camiseta eran de lana. En Chile los calzones solan ser de jerga y la camisa de run (JARA, Trabajo y salario indgena..., pg.43-51).
El pago en telas o ropa para los indgenas no slo aparece para San Juan en los conciertos de trabajo, sino tambin en otros tipos de contratos. Uno de stos incluye el pago a varios indgenas por un viaje con carretas a la Gobernacin del Tucumn que envi en 1656 el capitn Gabriel de Mallea; en el registro correspondiente estableca lo que le corresponda a cada uno.
"...pascual carpintero dos bs de paos- y dos de cordellate- gonsalo lomes mo- pablo maa sinco b decordellate- grabiel lomismo- perucho sinco b de cordellate- gaspar sinco b de cordellate- cristobal lomismo- diegito sinco b de paete- jeronimo sinco b de cordellate- Rodrigillo sinco b de paete- siluna sinco b de paete- Ju n ijo de andres sinco b de cordellate- todos los cuales dijeron estar pagados y contentos..." (AHA SJ Caja I).
Otro, si bien es de los primeros aos del siglo XVIII, corresponde a parte del pago de la venta de la propiedad de la cacica Teresa Icaa en el valle de Pismanta (actual valle de Iglesia) inserto en la escritura correspondiente de 1725.
"...y pag r ala susodha enrropa dela tierra o jeneros de ella al presio Corriente de dose reales bara..." (ANC CG 6, f. 300 v.). 55
El pago en ropa de servicios prestados por indgenas era comn en todas las regiones del virreinato y en Chile estaba especialmente legislado; la tasa de Esquilache de 1620 determinaba el pago en ropa en algunos casos, si bien la correccin real de la misma de 1622 no lo contemplaba, y la tasa de Laso de la Vega de 1635 mandaba que las dos terceras partes de los jornales fuera en vestimenta (JARA y PINTO,Fuentes..., pg. 89-151).
Para Chile Jara reproduce una gran cantidad de conciertos de trabajo del siglo XVI y algunos del siglo XVII, en los cuales se incluyen indgenas cuyanos, que pactan el pago casi siempre en telas o piezas de ropa (JARA, Trabajo y salario indgena..., pg. 35-51; JARA, Guerra y sociedad..., pg. 283-285). Tambin en Chile la Compaa de Jess estableci en 1608 el pago en vestimenta para los indios ocupados en su servicio tanto oficiales como trabajadores no especializados (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 80-84). En documentos de Tucumn se incluye un concierto donde tambin el pago del servicio de un indio como sastre durante cuatro aos se pacta en piezas de ropa (DOCUMENTOS coloniales relativos a San Miguel de Tucumn, s.I, v.II, pg. 259-260).
Por otra parte las ordenanzas reales para la administracin de bienes de las comunidades indgenas de 1647 reglamentaba la entrega de ropa a los indgenas reducidos en pueblos y estableca tambin la prohibicin de que los indgenas traficaran entre ellos o con otras personas las piezas de ropa o tela que se les haba repartido o dado como pago de su trabajo (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 164-166).
En el caso de los conciertos, el pago de los salarios en ropa completaba para los indgenas los recursos de subsistencia, ya que el trabajo en s inclua la vivienda, la comida, la atencin en las enfermedades y la doctrina; de igual modo en el caso del pago de la propiedad de la cacica Icaa el trato se completaba con el permiso de seguir viviendo en la propiedad (ANC CG 6, f. 300-300 v.). La posibilidad de elegir entre este tipo de pago y dinero en efectivo que manifiestan la mayora de los conciertos permiten pensar que la opcin era real y que efectivamente los indgenas preferan la primera por las razones enunciadas arriba y porque quizs el dinero en efectivo no les era de mucha utilidad ni saban manejarlo. Indudablemente tambin existira en parte el desinters de los espaoles por entregar dinero efectivo a los indgenas. Jara, en cambio, seala como razn para el pago en especies de los conciertos realizados en Santiago en la segunda mitad del siglo XVI la escasez de moneda metlica (JARA, Trabajo y salario indgena..., pg. 66-67) si bien tambin acepta que 56 entre los indgenas sera difcil una valuacin monetaria de los servicios prestados (JARA, Guerra y sociedad..., pg. 295). No creemos que el pago en ropa del servicio indgena fuera exclusiva y taxativamente por una circunstancial escasez de metlico porque esta costumbre era muy general y abarcaba tanto el siglo XVI como los dos siguientes, tal como lo permiten apreciar las citas referidas ms arriba.
Lo que s resulta indudable es que la equivalencia de valores entre servicio, dinero efectivo y ropa no era siempre la misma. Mientras en el siglo XVI el vestido de lana vala en la Gobernacin de Chile alrededor de dos pesos de oro, que equivala a un cuarto del tributo segn la tasa de Gamboa (JARA, Trabajo y salario indgena..., pg. 70), en 1610 en la ciudad de San Miguel de Tucumn el trabajo como sastre de un indio se pagaba con un vestido de la tierra, consistente en "manta, camiseta, zaragelles [calzones] de lienzo y un sombrero" (DOCUMENTOS coloniales relativos a San Miguel de Tucumn, s.I, v.II, pg. 259-260). En cambio en los conciertos listados para San Juan se observa que el trabajo anual de las mujeres a mediados del siglo XVI se pagaba con dos piezas de ropa o se tasaba en 20 pesos, por lo que deban ser equivalentes, y por lo tanto el vestido femenino valdra 10 pesos. En San Juan el viaje de un indgena con carretas a la Gobernacin del Tucumn se pagaba en 1656 con dos varas de pao y dos varas de cordellate, o cinco varas de cordellate o paete o se tasaba en una carta de dote del mismo ao en 30 pesos, cualquiera fuera la duracin del mismo hacia Buenos Aires u otra ciudad (AHA SJ Caja I). En un concierto de trabajo del mismo ao dos varas de pao, dos varas de cordellate, tres varas de bayeta y una camisa de run equivala a 30 pesos con 6 reales. Las diferencias se hacen aun ms evidentes considerando que en la venta de la propiedad de la cacica Icaa realizada en 1725 se tasaba la vara de cualquier gnero de la tierra en 12 reales ($ 1,50).
Las cifras expuestas han permitido confeccionar el siguiente cuadro comparativo, teniendo en cuenta que aproximadamente cuatro a cinco varas de tela se equiparaba con los treinta pesos que se tasaba un viaje en carreta en un caso, y en otro, que treinta pesos con seis reales corresponda a siete varas de tela y una camisa de run.
Lugar Ao Valor vestido de la tierra Valor vara de gnero de la tierra Santiago s. XVI $ 2 de oro ($ 2,64 aproximadamente)
Tucumn 1610 salario anual [masculino] San Juan 1656 $ 10 (mitad salario anual) [femenino]
San Juan 1656 $ 6 57 San Juan 1656 aproximadamente $ 3 San Juan 1725 $ 1,50
Cuadro n 4: Cuadro comparativo de valores relativos de telas y piezas de ropa de la tierra
La comparacin de los valores absolutos de los salarios expresados en pesos de plata de ocho reales es mucho ms fcil. De la lectura de los conciertos de trabajos de mediados del siglo XVII en San Juan resulta evidente que las tareas ms especializadas incluan el pacto de un salario acorde con el tipo de trabajo, pero incluso en las tareas menos calificadas se pactaban salarios de alcance muy diverso, por lo que es posible pensar que no slo el tipo de trabajo determinaba el monto del salario sino tambin otros aspectos, en el que no deba ser ajeno la propia eficiencia y actitud de servicio del indgena.
Los salarios pagados a los varones por trabajos no calificados iban desde 25 hasta 50 pesos anuales; se llegaba tambin a pagar hasta 84 pesos al ao por trabajos no especificados en el contrato, por lo que deban ser tambin no especializados. Los salarios promedio alcanzaban aproximadamente a 37 pesos anuales. Los viajes guiando carretas con cargamento de vino hacia las ciudad de Buenos Aires o a la Gobernacin del Tucumn se pagaban a 30 pesos, cualquiera fuera el tiempo que durara el viaje; para guiar seis carretas se empleaban siete indgenas (AHA SJ Caja I). En el caso de las mujeres, en las pocas ocasiones que est definida la equivalencia del salario, era solamente de 20 pesos anuales, es decir, muy por debajo del salario promedio.
Los trabajos especializados se pagaban mucho mejor. Los ejemplos de salarios de carpinteros muestran un mayor alcance (entre 48 y 50 pesos), as como los salarios de aqullos que, si bien figuran como indios, tienen nombre y apellido espaol o se indica que son libres (entre 55 y 84 pesos). Obviamente es mayor aun el salario pactado para una tarea tan especializada como el de "dorador", en la cual se pag 1.000 pesos ms 30 pesos en comida.
El nico caso que aparece en los conciertos listados ms arriba de un posible espaol indica que su salario no era mayor que en los casos de indgenas por trabajos no especializados (30 pesos anuales), a diferencia del nico caso de mestizo, al que se le pag el correspondiente a 60 pesos anuales.
Existen pocos documentos con datos semejantes que permitan una comparacin ms ajustada del alcance de los salarios indgenas en San Juan para el siglo XVII con respecto a otras regiones o a otros grupos tnicos. Los ms cercanos son los aportados por las obras de Jara. En ellas puede apreciarse (una 58 vez hecha la transformacin a pesos de plata de a ocho reales en los casos necesarios) que a los indgenas concertados en Santiago de Chile entre 1586 y 1600 se les pagaba un promedio de 36 pesos anuales aproximadamente; los trabajos no especializados y el trabajo femenino estaba tasado en general en menos de 30 pesos anuales, mientras que los trabajos especializados -como carpintero de carreta, sastre, albail y zapatero- se pagaban entre 40 y 80 pesos anuales (JARA, Trabajo y salario indgena..., pg. 33-51). Para indgenas de Cuyo concertados en Santiago entre 1599 y 1641 el promedio de salarios anuales para trabajos no especializados alcanzaba a 31 pesos como promedio (JARA, Guerra y sociedad..., pg. 282-285) en tanto la Compaa de Jess de Chile estableci en 1608 que los indios ocupados en su servicio cobraran un salario anual (pagado en ropas y telas) de 40 pesos para los oficiales y 25 pesos para los ganaderos, labradores y trabajadores en general (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 81-82). Las cifras sealadas permiten considerar que a grandes rasgos no haba gran diferencia en los salarios pagados a los indgenas entre Santiago de Chile y San Juan.
De todos modos tantos unos como otros, obviamente, estaban muy por debajo de los que establecieron las diferentes tasas oficiales del siglo XVII (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 88-125, 142-144 y 150-154). La tasa de Esquilache de 1620 sealaba que por el alquiler deba pagarse al indgena un real y medio por da (es decir unos 68 pesos anuales) salvo en el caso de indgenas que Cuyo para los cuales el salario bajaba a un real y un cuartillo (unos 57 pesos anuales) ms la comida; este salario se descontara del tributo o se pagara en vestimenta o frutos de hacienda. En 1622 la tasa de Ulloa suba el salario a cuatro reales por da (unos 182 pesos anuales) y la de Laso de la Vega en 1635 mandaba pagar slo un tercio del salario en plata siempre que no equivaliera a ms de un peso por mes, porque en tal caso la diferencia se entregara al protector que lo guardara en una cuenta (teniendo en cuenta que como mximo el indgena cobrara un peso por mes en plata y el resto en ropa, el salario anual totalizara, como mnimo, 36 pesos).
Sin embargo la misma tasa de Esquilache de 1620 y la correccin real de 1622 establecan que para los casos de indgenas que trabajaban en las ciudades como servidores domsticos se pagara 22 pesos anuales para hombres mayores de 18 aos y 16 pesos anuales para las mujeres, 12 pesos anuales para varones y nias entre 12 y 18 aos pagaderos en ropa de la tierra o pao de Quito y a los menores de 12 aos se entregara un vestido.
A nuestro juicio tampoco haba diferencia notable entre los salarios pagados a indios o a mestizos y espaoles por el mismo tipo de trabajo, cosa que 59 parece distinta para Jara quien opina que el salario indgena sufra una subestimacin por razones tnicas, sobre todo el calificado (JARA, Trabajo y salario..., pg. 24). En San Juan el trabajo no especializado de espaoles y mestizos alcanzaba similar nivel que el indgena, como se seal ms arriba, y el especializado incluso lo poda superar cuando el tamao y duracin de la obra o la calidad del trabajo as lo requirieran.
Ao Tarea Materiales Plazo Ejecutor Pago pactado 1656 1 "dorar un sagrario de madera que est hecho para la Iglesia Matriz de esta ciudad [Men- doza] con las piezas siguien- tes: un banco, el primer cuerpo con cuatro columnas con sus remates; segundo cuerpo, su banco y remate, el simborio con su cruz y todo ello con sus cartelas y sobre- puestos; se ha de dorar, matizar y estofar" el dorador pon- dr el oro y colores y todos los dems mate- riales dos meses Juan de los Ros, maestro dorador, residente en Men- doza 330 pesos en dos partes 1663 2 "cubrir la Iglesia de Santo Domingo [de San Juan] de tres paos de cinta y saetn y hacer un arco coral de ma- dera, el coro, ala con su regera, ventanas y las puertas que faltan, capillas y todo lo dems anexo as dentro como fuera, con su sacrista" la Iglesia dar dos indios car- pinteros y la madera necesa- ria un ao Martn de Fuentes, maestro carpintero 600 pesos en tres partes y la comida para l y sus ayu- dantes 1664 3 "dorar el tabernculo de la Iglesia de Santo Domingo [de San Juan], que ha de ir estofado y esmaltado y realzado" el dorador pon- dr el material necesario 7 u 8 meses Juan de los Ros indio, oficial de dorador 1.000 pesos en plata en tres partes y 30 pesos en vino, carne y trigo 1665 4 "dorar el tabernculo de San Clemente [San Juan]" Miguel Granados de Yodar, maestro es-cultor y dorador 430 pesos
Cuadro n 5: Datos extrados de: 1)- ESPEJO, La Provincia de Cuyo..., pg. 190; 2 a 4)- protocolo del escribano Gernimo de Ayala de la ciudad de San Juan (AHA SJ, ca- ja I). Esto ltimo resulta evidente cuando se compara el pago pactado para la obra de decoracin del tabernculo de la Iglesia de Santo Domingo, realizado por un indgena (quien ocho aos antes haba hecho el mismo trabajo en la Iglesia Matriz de Mendoza, sin figurar como indio), con la similar para el tabernculo de la Iglesia de San Clemente realizada el ao siguiente por un 60 maestro escultor y dorador espaol y con la terminacin de la carpintera de la Iglesia de Santo Domingo por un maestro carpintero espaol el ao anterior.
Otra comparacin puede realizarse entre estos pagos y el salario del administrador espaol del obraje de Melipilla, en Santiago de Chile, que iba de 215 pesos anuales en 1613 a 480 pesos anuales en 1649 (BRAVO, El obraje de Melipilla..., pg. 135), lo que indica que las labores altamente especializadas eran mejor pagadas independientemente de la calidad tnica de las personas.
Con respecto a lo que podra llamarse el poder adquisitivo del salario indgena, poco puede decirse. El hecho de que los conciertos y otros contratos de trabajo incluyeran comida, vivienda, atencin en las enfermedades y doctrina y que el pago generalmente se realizase con ropas, exima los indgenas de compras de elementos de subsistencia. Otros elementos, que para los indgenas podran considerarse suntuarios, eran prcticamente inalcanzables salvo para los casos de trabajadores muy especializados.
De todos modos algunos precios de estos elementos han quedado registrados para la misma poca y en los mismos documentos en los que hay mencin de salarios en San Juan; el listado de parte de ellos permite adquirir una idea de la relacin de valores entre esos precios y los salarios.
El cuadro comparativo muestra que los bienes ms valiosos en cifras absolutas eran aqullos vinculados con la produccin y los trabajadores. El alto valor dado a los esclavos negros contrasta con el escaso precio de la tierra para estancias, las que de por s y sin la mano de obra para su explotacin, no eran valuadas especialmente.
Fecha Objeto Precio (de venta o tasacin) Documento 1656 arriendo de casas en la ciudad de San Juan con huerta y corrales, por un ao $ 35 Arriendo 1656 2 solares cercados y edificados frente a la plaza de la ciudad de San Juan $1.600 Venta
1656 6 carretas de quebracho nuevas con yugos, conyundas y lazos $ 360 Carta de dote (se han seleccionado algunos tems) 36 bueyes $ 324 300 @ de vino $ 450 120 botijas embreadas $ 150 el trabajo de 7 indios para llevar las 6 carretas con el vino a Buenos Aires u otra ciudad $ 210 1 esclavo negro $ 700 61 1 esclava negra $ 600 1 vestido de mujer de jubn y pollera negra de damasco de Castilla $ 270 1 vestido de mujer de jubn y pollera de damasco de Castilla $ 300 1 caja grande con cajn con clavazn grande y asideros en los lados y con su llave $ 50 1 espejo dorado $ 12 12 platillos de plata y 2 fuentes, 6 cucharas y 1 cucharn, 7 tenedores (que pesaron 37 marcos y 6 onzas) $ 296 1657 mitad de la Estancia de Yoca, en Valle Frtil (deshabitada) $ 100 Carta de Venta 1664 7 carretas de quebracho con aperos (entre viejas y nuevas) $ 350 Escritura de venta 56 bueyes $ 504 1664 1 esclavo mulato de 15 aos $ 400 Escritura de venta 1664 200 cuadras (350 ha) de tierra en el Ro del Fuerte de Valle Frtil $ 130 Carta de venta
Cuadro n 6: Precios en la ciudad de San Juan a mediados del siglo XVII (AHA SJ Caja I)
El trabajo, y especialmente el calificado, sirvi en el siglo XVII para que se produjera una diferenciacin social dentro del grupo indgena.
En primer lugar indujo a la adopcin por parte del individuo de un apellido espaol en desmedro del nombre nativo y a diferencia de su propio grupo. En varias ocasiones este apellido espaol fue el originario del propio trabajo, como los ejemplos de "vaquero" y "carpintero" ya sealados para San Juan, que se repiten en los casos de "baquiano" y "pescador" para San Luis y "zapatero" y "curtidor" en Chile (ANC ES 343, f. 22-90) indicando que fue ste un hecho bastante general en esa poca por lo menos para la gobernacin de Chile. Generalmente el apellido espaol sirvi tambin para disimular el origen tnico, que en ocasiones (como en el contrato para dorar el sagrario de la Iglesia Matriz de Mendoza por parte del dorador indio) pudo obviarse en su registro, e igualar al individuo con los otros grupos.
En segundo lugar permiti a los indgenas con oficios altamente especializados una mayor disposicin de moneda en metlico, que posiblemente posibilitara la adquisicin de algunos bienes, a diferencia de aqullos que realizaban tareas no calificadas y que slo reciban pagos en ropa. No se sabe qu bienes compraran, pero es posible que realizaran algunas transacciones con bienes inmuebles, por lo menos arriendos, segn sugiere el contrato de dorador de Mendoza donde se afirma que era "residente en dicha ciudad".
62 Por ltimo, la posibilidad de ejercer algunos oficios o de alquilarse fuera de su encomienda, fue liberando a los indgenas de la dependencia estricta de su encomendero y les permiti tambin una mayor movilidad dentro o fuera de la jurisdiccin a la que pertenecan que hizo que, entre otras cosas se separaran de sus familias originales e incluso se integraran, o por lo menos se ligaran, a grupos indgenas tnicamente diferentes por medio del matrimonio.
En resumen, a travs de las evidencias sealadas para San Juan durante el siglo XVII puede concordarse con Konetzke cuando en una consideracin general afirmaba que donde los indgenas convivieron con los espaoles y se habituaron a las formas econmicas europeas alcanzaron una importancia cada vez mayor como asalariados libres (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 193).
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LAS ENCOMIENDAS Y LOS TRIBUTOS
La encomienda fue considerada desde sus mismos orgenes como una forma de trabajo libre y no como esclavitud. Por medio de ella se aprovechaba la fuerza de trabajo indgena en Amrica a la vez que se pretenda "civilizar" y cristianizar a los naturales, quienes eran repartidos a los espaoles. La forma clsica de la encomienda, instituida a principios del siglo XVI, estableci la no perpetuidad de las mismas, que eran entregadas slo por una o dos vidas y no podan ser heredadas, aunque para Chile se otorgaron excepcionalmente encomiendas de tres y hasta cuatro vidas como recompensa por los servicios en la guerra del Arauco (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 170-171).
El encomendero, a cambio del cuidado y evangelizacin de los indgenas, estaba autorizado a cobrar un tributo que se estableca a partir de inspecciones y tasaciones que estaban a cargo de los oidores de las audiencias o sus encargados de confianza bajo juramento. Este tributo generalmente se cobraba en prestaciones personales; a mediados del siglo XVI se haba prohibido el pago del tributo en trabajo, pero como en grandes zonas de Amrica era prcticamente imposible cobrar el tributo en metlico o en especias, se permiti esta forma de encomienda de servicios personales. Durante ese siglo y los primeros aos del siglo XVI los indgenas eran encomendados mediante la adjudicacin de un cacique y su gente a un encomendero sin realizar un cmputo de individuos en forma exhaustiva. Hasta el siglo XVIII la encomienda de servicio personal se mantuvo en Chile, Paraguay, Tucumn y Ro de la Plata aunque siempre la corona trat que el pago del tributo fuera, cada vez ms, suplantando esta antigua forma (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 174-177); a este efecto comenzaron a registrarse todos los indgenas con calidad de tributarios en los otorgamientos de encomienda.
Esto se aprecia especialmente en la legislacin chilena, en la cual las diferentes tasas y ordenanzas -especialmente la tasa de Esquilache de 1620 y la de Laso de la Vega de 1635 (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 56-156)- tendan a favorecer el pago del tributo en metlico o especias y prohibir el servicio personal mediante la autorizacin cada vez ms amplia del alquiler o el concierto como trabajadores de los indgenas, incluso los encomendados en sus das de descanso o con la anuencia del mismo encomendero, tal como se ha visto ms 65 arriba. La relacin salario-tributo se transform en un elemento de ms importancia en la economa colonial que el servicio personal en s.
En general en Amrica tributaban todos los hombres casados hasta los 50 aos, los solteros a partir de los 18 aos, los viudos y las viudas. Se exceptuaban las mujeres casadas y solteras, los caciques y sus sucesores (generalmente sus hijos mayores) y los enfermos e incapacitados para el trabajo (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 175). Estos exceptuados, as como los hombres mayores de 50 aos, eran considerados "reservados". En particular las tasas chilenas establecieron las edades y condiciones de los tributarios y el alcance de los tributos, con diferencias en algunos casos para los indios de Cuyo.
Los tributos segn la legislacin de la Capitana General
La tasa del gobernador Martn Ruiz de Gamboa de 1580 (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 56-60), en cumplimiento de una real cdula para que se visitaran los repartimientos y se tasara el tributo segn las posibilidades de cada lugar, estableci que el tributo deba ser pagado por los hombres entre los 17 y 50 aos de edad y quedaran exceptuados los enfermos e imposibilitados para el trabajo, las viudas y el cacique y su sucesor. La tasa tributaria por persona sera de 8 pesos de oro anuales (aproximadamente 10,57 pesos de plata corriente), de los cuales 7 pesos recibira el encomendero y uno el sacerdote; en ambos casos dos tercios deban pagarse en metlico y el resto en productos como ropa, alimentos, etc.
La llamada "tasa de Esquilache" dictada para Chile por el virrey del Per en 1620 (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 84-93) estableca que deban tributar los varones a partir de los 18 aos cumplidos y no antes aunque fuesen casados, hasta los 50 aos en que quedaban como "reservados". La tasa tributaria era de 10,50 pesos de los cuales 8 pesos quedaban para el encomendero, uno y medio para el sostenimiento de la doctrina y medio peso (4 reales) para el corregidor y el protector (quien tena prohibido residir en Santiago) respectivamente. Para los indios de Mendoza, San Juan y San Luis -en cualquier lugar en que estuviesen- determin una tasa discriminada de 10 pesos anuales; la reduccin de medio peso afectaba directamente la recaudacin que corresponda al encomendero. Tambin mandaba que el indio que cumpla la mita, aparte de su propio tributo, pagara el tributo de los otros dos indgenas que no entraban en el tercio de mita con una parte de sus jornales; como para los indios de Cuyo el jornal alcanzaba a un real y un cuartillo, stos deban pagar en total 30 pesos anuales. Esta decisin 66 asegurara el pago del tributo completo de toda la encomienda a travs de los tercios en mita.
La correccin real a esta ltima tasa dictada en 1622 (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 105-124) estableca tambin la tributacin de los hombres, solteros o casados, exclusivamente entre los 18 y 50 aos, exceptuando al cacique y su hijo mayor, y bajaba el tributo en Cuyo a 8 pesos anuales, afectando tambin directamente la recaudacin del encomendero que pasaba a recibir slo 5,50 pesos por tributario y dejando igual la cantidad para la doctrina, corregidor y protector. Reduca tambin el pago del tributo del tercio en mita de los indios de Cuyo a 24 pesos anuales pagaderos en jornales de real y cuartillo ms quince das de trabajo sin paga en beneficio del hospital. Los indios que cumplan servicios domsticos en las ciudades tributaran slo 7 pesos anuales porque en las ciudades no se pagaba la doctrina.
Por ltimo la tasa del gobernador Laso de la Vega de 1635 volva la tasa tributaria a 10 pesos anuales por persona pagadero en efectivo o con productos. Mandaba tambin a los vecinos la realizacin de padrones detallados de los indios que tenan como tributarios con mencin expresa de la cantidad de hijos y sus edades y la cantidad y nombres de los indios que estaban ausentes de la encomienda y el lugar donde se encontraban (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 146-156) Esta tasa era la que estaba vigente cuando se realizaron los conciertos documentados para la ciudad de San Juan (ver Cuadro n 2) en varios de los cuales se estableca el pago de los 10 pesos anuales correspondientes al tributo apartir del mismo salario.
En 1680 la recopilacin de las leyes de Indias sobre los indios de Chile reafirmaba la tasa real de 1622 de 8 pesos anuales para los tributarios de Mendoza, San Juan y San Luis en el lugar en que estuviesen y la excepcin de tributo para el cacique y su hijo mayor, as como el pago del tributo de los tercios en mita en 24 pesos anuales ms quince das sin paga en beneficio del hospital (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 173-181) .
El tributo as establecido era, segn Konetzke, a la vez una capitacin (es decir el repartimiento de tributos o contribuciones por individuos), un impuesto de tipo directo -nico en Amrica- (considerando como tal el que exige el estado a cada miembro de la sociedad en forma individual) y la expresin de la pertenencia a una clase inferior constituida por la poblacin aborigen sometida (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 174).
Ao Tasa Tributo anual Discriminacin 67 Encomendero Doctrina Corregidor Protector 1580 Gamboa $ 8 de oro ($ 10,57) $ 7 de oro $ 1 (de oro) - - 1620 Esquilache en general: $ 10,50 $ 8 $ 1,50 $ 0,50 $ 0,50 para Cuyo: $ 10 $ 7,50 $ 1,50 $ 0,50 $ 0,50 1622 correccin real en general: $ 8,50 $ 6 $ 1,50 $ 0,50 $ 0,50 para Cuyo: $ 8 $ 5,50 $ 1,50 $ 0,50 $ 0,50 1635 Laso de la Vega $ 10 - - - - 1680 recopilacin $ 8 $ 5,50 $ 1,50 $ 0,50 $ 0,50
Cuadro n 7: Resumen de las tasas tributarias y su discriminacin establecida para el reino de Chile por distintas ordenanzas y leyes del siglo XVII
Hasta 1668 el tributo se pagaba directamente al encomendero; en esa fecha se estableci que la recaudacin deba quedar bajo la responsabilidad del corregidor. Esto ltimo y la cada vez ms baja proporcin del tributo que corresponda al encomendero, junto con la disminucin de la poblacin indgena, fue lo que llev a que la encomienda cayera en desuso y finalmente se aboliera en 1720 (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 175-181) en forma oficial aunque no real.
Matrculas o registros de encomiendas de San Juan
Las mejores referencias documentales a encomiendas de indios en el siglo XVII consisten en las matrculas o registros que se realizaban sobre ellas. Las matrculas, es decir el listado de las personas con sus nombres y otros datos de filiacin, se incorporaban a los pedidos, oposiciones y ttulos de encomienda as como a gran parte de la documentacin judicial promovida cuando haba problemas entre encomenderos. De los primeros aos del siglo XVII existen en los archivos pocas de estas matrculas, a diferencia de las ltimas dcadas donde son ms comunes, sobre todo porque fueron realizadas de forma obligatoria, y ms completas en cuanto a la variedad de datos.
Estos registros constituyen de por s documentos poco atrayentes, confusos y, a primera vista, sin datos de relevancia. Por esta razn para trabajar con ellos se ide un procedimiento, ya ensayado en un trabajo anterior menos extenso (MICHIELI, Aportes documentales...), que permite ordenar y destacar los datos colocndolos en forma de cuadros que contienen toda la informacin que proveen las matrculas (ver Cuadros n 8 a 48); estos cuadros facilitan a su vez la comparacin entre ellos a fin de apreciar los cambios producidos en las encomiendas a lo largo del siglo XVII.
68 En los cuadros la lista de los indgenas sigue el orden expresado en los documentos, donde generalmente se coloca en primer lugar al o los caciques, despus el sucesor del cacique si lo hubiere, a continuacin los indios sujetos y sus hijos y por ltimo los muchachos y nios hurfanos y las mujeres solteras o viudas. En la primer columna de los cuadros se colocan los nombres de los varones sin subrayar y de las mujeres subrayados; estos nombres van con bastardilla cuando son las denominaciones en lengua aborigen (de las cuales se reproducen todas las formas en que estn transcriptas en los documentos respetando la ortografa original). Los nombres de los hijos se ingresan a continuacin del padre respectivo pero con una sangra, y se hace la aclaracin en la columna de observaciones. Cuando no figura el nombre de alguna persona se lo suplanta con un signo de interrogacin, que va subrayado si se trata de una mujer. En la segunda columna se coloca la edad del indgena que aparece en la matrcula, la cual siempre es estimativa, ya que generalmente va acompaada del giro adverbial "poco ms o menos". En la tercera columna se coloca el estado civil cuando est expresado; si figura el nombre de la esposa se coloca en ese lugar subrayado. La columna siguiente contiene la referencia a la cantidad de hijos de cada jefe de familia. Siguen otras columnas que corresponden al nombre de la tierra o pueblo originario y datos de reubicacin y otros datos complementarios: si es cacique, de quin es hijo, si se encuentra ausente o huido y a dnde, si est en poder de otra persona, etc. Los epgrafes sealan a quien perteneca o quien solicitaba una encomienda, el ao, cualquier otro dato de inters y la cita del documento donde se encuentra la matrcula.
La primera matrcula documentada, del ao 1605, est contenida en un expediente de 1629 en el cual Gernimo Bermdez y Fras, en nombre del capitn Alonso Izquierdo, marido de doa Petronila de Mallea, litigaba ante la Real Audiencia contra Pedro de la Barreda Estrada por una encomienda de Valle Frtil. Bermdez aduca que los indios en disputa eran sujetos al cacique Silpino que estaba encomendado en su representado; entre la documentacin incluida en el expediente se encuentra el otorgamiento de la encomienda al capitn Juan Gil de Heredia realizada en 1605 en la que estaba comprendida la gente del cacique Cilpino (que haba quedado vacante por dejacin de su anterior encomendero Pedro de la Barreda Estrada) y la gente de los caciques Yocampae y Calamanta (vacantes por dejacin que haba hecho su anterior encomendero Juan de Mallea). Las nuevas listas de encomendados que se realizaron para esta demanda figuran en el Cuadro n 10. En el otorgamiento de 1605 figuran algunos datos interesantes. En primer lugar se observa cmo a principios de siglo los repartimientos se hacan, del mismo modo que en siglo anterior, mediante el recurso de la cesin de un cacique con todo su grupo dependiente (MICHIELI, Los huarpes 69 protohistricos, pg. 157), sin mencin expresa de por cuntos individuos y de qu calidades estaba conformado. En todos los casos aparecen los nombres de los sucesores (generalmente el hijo mayor del cacique, heredero del cacicazgo) porque tanto el cacique como aqul estaban exceptuados del tributo. Tambin en esta temprana poca se menciona la nacin o etnia a la que pertenecan los indgenas encomendados y el nombre nativo de la tierra de origen; en forma similar se listaban en 1630 los caciques sublevados y castigados por el levantamiento de Valle Frtil (ver Cuadro n 1). Estas referencias ("provincia de los Gacambis" y "en los Cayampee") permiten certificar que los indgenas de Valle Frtil, sobre todo de la localidad posteriormente conocida como "Las Tumanas", eran de nacin yacampis.
Nombre Tierras Observaciones Cilpino (o Silpino) Tumana Guil, provincia de los Gacambis cacique; sucesor del cacique Chumpeta. Haba pertenecido a Pedro de Barreda Estrada quien haba hecho dejacin de la encomienda. Yocampae (o Lleocampa) Partinaco cacique; sucesor del cacique Gaape. Haba pertenecido a Juan de Mallea quien haba hecho dejacin de la encomienda. Calamanta Agilanca, en los Cayaampee cacique; sucesor del cacique Gomean. Haba pertenecido a Juan de Mallea quien haba hecho dejacin de la encomienda.
Cuadro n 8: Caciques e indios encomendados a Juan Gil de Heredia en 1605 originarios de Valle Frtil (ANC RA 2615, f. 114-116)
La segunda matrcula relevada corresponde a un expediente de la Real Audiencia con actuaciones sobre transacciones entre encomenderos que abarcan de 1612 a 1619. Entre los documentos agregados figura la encomienda otorgada en 1613 a Gaspar de Lemos, vecino de la ciudad de San Juan, formada por los caciques Santagua y Caa y sus sujetos, originarios del Ro Bermejo y de nacin yacampis, que haba pertenecido a Baltasar de Lemos. A stos se agregaban otros dos indios de los que haba hecho dejacin el mismo Baltasar de Lemos pero que no eran sujetos a los caciques citados. Por primera vez aparecen registrados, adems de los caciques y sus sucesores, los indgenas tributarios con sus nombres nativos y algn otro dato de filiacin.
La matrcula se complementa con otras actuaciones entre las que figura una informacin que haba mandado hacer el capitn Alonso Sarmiento quien reclamaba para s al cacique Santagua. En ellas se preguntaba al cacique, a travs de un intrprete, datos de su filiacin y ste responda que serva a Andrs de Lemos, junto con dos indios llamados Ycano y Alemca, en su casa y via que 70 quedaba a cuatro das de marcha de su tierra y que era de nacin yacampis y no capayana y de apellido Aguayucan.
En 1614 y 1619 Andrs de Lemos celebr dos escrituras de transaccin con Garca Hernndez de Villanueva debido a que se haba suscitado una controversia entre ambos porque el ltimo afirmaba que el cacique Santagua era sujeto del cacique Camina y sucesor del cacique Aguamana de su encomienda. El acuerdo celebrado entre ambos y fijado por escritura determinaba que Hernndez de Villanueva se quedaba con los caciques Santagua y Caa y su gente y entregaba a cambio a Andrs de Lemos, y por el "derecho dudoso", 1.000 pesos y al cacique Juan Cholompa con sus sujetos como encomendados. Segn se afirmaba Cholompa era "guarpe natural del balle de yoca" (localidad de Valle Frtil). De esos indios exceptuaba entregar y se reservaba para s a un indio carpintero y otros de los que ya haba hecho dejacin anteriormente y estaban a su vez encomendados en el general Ugalde en los trminos de la ciudad de San Juan. El general Juan de Ugalde resida en Santiago de Chile (Cit. de ESPEJO, La Provincia de Cuyo..., pg. 75). Al parecer el trato no se cumpli en forma estricta porque en 1637 Hernndez de Villanueva pidi por va judicial que Gaspar de Lemos Aceda y los otros herederos de Andrs de Lemos le devolvieran los 1.000 pesos pactados por el cacique Santagua (Cit. de ESPEJO, La Provincia de Cuyo..., pg. 100).
Con estos interesantes documentos se reafirma que los indios originarios del Ro Bermejo, al igual que los de Las Tumanas en Valle Frtil, eran de nacin yacampis; tambin lo eran los indgenas de Guandacol, de la jurisdiccin de La Rioja (ANC RA 3031, f. 177 v.-178). Por las preguntas directamente hechas a Santagua y su respuesta es claro que la nacin o etnia yacampis se diferenciaba netamente de la capayana. La concreta mencin a que el cacique Cholompa era huarpe reafirma que hacia la segunda dcada del siglo XVII an existan diferencias marcadas de extraccin tnica entre los indgenas encomendados. Al parecer tambin conservaban su lengua original porque para el interrogatorio realizado al cacique se necesitaron los servicios de un intrprete.
Los indgenas yacampis llevaban, adems de su nombre propio en lengua aborigen, un "apellido" o nombre de familia, distinto del anterior y del nombre de su nacin, tal como se puede observar en la lista de los caciques e indios castigados por las sublevaciones de 1630-33 en Valle Frtil (ver Cuadro n 1) donde tambin se aprecia la continuacin de algunos de estos nombres y de los apellidos en indgenas del Ro Bermejo a travs del tiempo.
Nombre Apellido Origen Observaciones 71 Santagua (Sanctagua o Santtagua) Guayucan (o Aguayucan o Aguayuxcan) y An- tapacaste tierra: Payate (Ampa- yase o Quillixllaguil); nacin: yacampis (o yacambis) cacique; sucesor del cacique Toscuno. Serva en 1619 en la via de Andrs de Lemos con los indios Ycano y Alemca y figuraba tambin como sujeto al cacique Caminay (o Camina) y sucesor del ca- cique Aguamana. Francisco Caa Ca- sensubca cacique Salecbu... Pilusapa Jacinto Caningue Aguase con sus hijos Acampill Melchor Guachacan Caechaque Quedaguae hijo de Caechaque Alonso Guacal Guacali no era sujeto a los caciques mencionados Tamparparo no era sujeto a los caciques mencionados
Cuadro n 9: Caciques encomendados en 1613 con todos sus sujetos a Gaspar de Lemos, vecino de San Juan, naturales del Ro Bermejo, que pretenda Garca Hernndez de Villanueva, a su vez encomendero del cacique Juan Cholompa, huarpe, natural del valle de Yoca. El arreglo se produjo en 1619 entre Andrs de Lemos y Hernndez de Villanueva por intercambio de encomiendas (ANC RA 3031, f. 89 v.- 98v.)
La tercera matrcula corresponde tambin al documento de 1629 por el cual Gernimo Bermdez y Fras, en nombre del capitn Alonso Izquierdo, marido de doa Petronila de Mallea, litigaba ante la Real Audiencia contra Pedro de la Barreda Estrada por una encomienda de Valle Frtil (ver Cuadro n 8). Bermdez aduca que los indios en disputa eran sujetos al cacique Silpino que estaba encomendado en su representado, cuya esposa a su vez haba anteriormente litigado contra Garca Hernndez (o Fernndez) de Villanueva demostrando que esos indios no eran los sujetos al cacique Suscoye y su sucesor Salaguasino. Barreda Estrada, quien desde 1625 era el propietario de las tierras de Las Tumanas por una merced otorgada por el gobernador de Chile (ANC RA 2965, f. 88 v.-89 v.), afirmaba por su parte en 1629 que Antilus y su familia eran sujetos al cacique Aymeoca y su sucesor Pedro Napayo, de nacin "tumanas" en el Valle Frtil, de su encomienda, y que Aymeagua era hijo del cacique Sacagua, sucesor del cacique Suscaybe, de su encomienda.
72 En este caso se da el nombre de "tumanas" a la nacin, que es el nombre de la tierra de donde era originario el cacique Silpino (ver Cuadro n 8), en lugar de yacampis. Uno de los encomenderos litigantes era Garca de Villanueva, quien tambin apareca en la disputa de 1619 por el cacique Santagua y su gente (ver Cuadro n 9) y en 1635 por el cacique Alcalen y sus sujetos contra Cristbal de Argumedo aduciendo que dicho cacique tambin se llamada Vehumen o Vchumun (ANC RA 3030, f. 169 v.-170). A su vez su hija, Juana de Villanueva, reclamaba en 1658 (ANC RA 3035, f. 270-270 v.) que Juan Jufr haba sacado de su encomienda del Ro Bermejo (heredada de su padre) al cacique Chiquipay y lo haba llevado ilegalmente a Buenos Aires con sus carretas (ver Cuadro n 49). Es indudable que dicho Garca Hernndez de Villanueva era un fuerte encomendero de San Juan y trataba por todos los medios, teniendo o no razn, poseer la mayor cantidad posible de indgenas encomendados.
Tanto Petronila de Mallea como Garca de Villanueva apareceran pocos aos despes como encomenderos de algunos de los indios sublevados del Ro Bermejo que fueron reubicados en las cercanas de la ciudad de San Juan (ver Cuadro n 1).
Nombre Familia Observaciones Silpino (o Sylpino) ...seson Salica heredero del cacique Silpino Mateo Via Camai en poder de P. de la Barreda Estrada Toms sobrino del anterior; en poder de P. de la Barreda Estrada Galanbao en poder de P. de la Barreda Estrada Machane en poder de P. de la Barreda Estrada Ylliques en poder de P. de la Barreda Estrada Aymeagua (o Aymagua, o Periquillo) hijo del cacique Sacagua, sucesor de Suscaybe; en poder de P. de la Barreda Estrada Ampacallo s en poder de P. de la Barreda Estrada ? hijos de Antilo (o Antilus), difunto sujetos al cacique Aymeoca y su sucesor Pedro Napayo; en poder de P. de la Barreda Estrada ? hijos de Yapalli, difunto en poder de P. de la Barreda Estrada
Cuadro n 10: Indios encomendados a Petronila de Mallea en 1628, naturales de Valle Frtil, que le reclamaba Pedro de la Barreda Estrada en 1629 (ANC RA 2615, f. 113 y 137-148)
El Cuadro n 11 lista los caciques encomendados en Pedro de Silva. Desde 1610 la encomienda haba pertenecido a su padre, el capitn Pedro de Silva, de quien la haba heredado a pesar de la contradiccin presentada por el capitn Juan de Larrea, residente en la ciudad de San Juan de la Frontera. En la matrcula aparecen slo los nombres indgenas de los caciques y algunos 73 correspondientes a las tierras de donde eran originarios. No hay otros datos de filiacin ni de cuntos indgenas constituan el grupo de cada cacique. Al no haber mencin expresa de lugares conocidos por su nombre actual (aunque hay algunos ligeramente parecidos a zonas del lmite sur de la jurisdiccin de La Rioja, como Guandacol y Famatina) no se puede ubicar el origen de los grupos; si bien es posible que en este caso no se tratara de yacampis porque falta la referencia a los apellidos. Aunque en la documentacin no es totalmente evidente, es posible que los indios de esta encomienda estuvieran desde antiguo en Chile, ya que se resaltaba que quien presentaba la contradiccin era residente en la ciudad de San Juan.
Cuadro n 11: Caciques encomendados con todos sus sujetos a Pedro de Silva, vecino de San Juan, que pidi en 1628 su hijo homnimo contra el capitn Juan de Larrea (ANC RA 3027, f. 83-83 v.)
Las tres matrculas siguientes (Cuadros n 12 a 14) corresponden a una misma encomienda, la de los indgenas de Las Tumanas (Valle Frtil), con los cambios producidos durante una dcada. Figuran en los papeles del juicio entre Gregorio Morales de Albornoz y Jusepe Jofr de Arze, ambos vecinos de San Juan, por la pertenencia de la misma. Segn Morales de Albornoz l recibi la encomienda vacante por la muerte del anterior titular Rodrigo de Junco, tambin vecino de San Juan, quien a su vez la haba heredado de su hermano, el capitn Pedro de Barreda.
La encomienda es la continuacin de la analizada en el Cuadro n 10, con la cual se relaciona por la ubicacin geogrfica, el encomendero y la continuacin de algunos de los nombres en lengua aborigen de los 74 encomendados (como Ylliquis y Aymeagua entre otros) si bien haban cambiado los nombres de los caciques. En este caso corresponda a los cacique Pedro Camate, Pedro Ninacan y Juan Posiguaia con sus sujetos y totalizaba cuarenta tributarios (sin contar uno que haba fallecido) y 23 muchachos no tributarios. La toma de posesin de la misma fue realizada en 1643 ante uno de los indgenas en lengua castellana (Cuadro n 13). La titularidad de la encomienda inclua la obligacin para el encomendero por nica vez y durante un ao de ceder por turnos y a su costa seis indios para colaborar con la edificacin del templo de Santo Domingo en la ciudad de San Juan.
En ese mismo ao Morales de Albornoz tambin reclamaba que los indios que le haban sido encomendados pudiesen quedarse en su lugar de origen y que otras personas no los llevasen a la ciudad de San Juan para servirse de ellos alejndolos de sus familias tal como estaba sucediendo, sobre todo teniendo en cuenta que la tasa de Laso de la Vega de 1635 estableca que los indios encomendados podan alquilarse voluntariamente exclusivamente a no ms de cuatro leguas de su lugar de residencia.
Jofr de Arze en cambio aseguraba en 1644 que tena la posesin de los indios sujetos al cacique Juan Paciguayao y su sucesor Pedro Caligua y que Rodrigo de Junco le haba quitado y retenido algunos de estos indios que eran:
"...geronimo silpian casado con muger ehijos, Joan hijo detomas vaquero, y su herm o loreno, xpoual gualcuia y Antonio gallapai..." (ANC RA 1874, f.10).
Estos figuraban como naturales del pueblo de "los rematos" en Valle Frtil. Para fundamentar su solicitud presentaba un pedido realizado en 1636 para que se le encomendaran trece indios sujetos al cacique Juan Pasiguayao y su heredero, naturales del pueblo de "los Tumanas" en el Valle Frtil (Cuadro n 12).
Finalmente la encomienda fue confirmada a Gregorio Morales de Albornoz (Cuadro n 14) tal como figura en el ttulo y matrcula presentados a su vez por su hijo Juan Gregorio Morales de Albornoz en 1677 en ocasin de pedir la titularidad que le corresponda como heredero (ver Cuadro n 21).
Los tres cuadros analizados revelan que para ese tiempo (cuarta dcada del siglo) las encomiendas ya se otorgaban haciendo mencin de todos los indios tributarios con sus nombres propios e incluso algunos otros datos de filiacin de tipo familiar; tambin se citaba -tenindolo muy en cuenta- la cantidad de 75 jvenes y nios varones que seran los futuros tributarios. En estas matrculas aparece por primera vez la mencin a individuos con adopcin de apellido espaol que indica oficio especializado como "vaquero" y "carpintero"; se haban perdido en cambio los "apellidos" o nombres de familia as como las referencias a nacin o etnia, junto con el uso comn de la lengua indgena ya que para 1643 la toma de posesin de la encomienda ante uno de los indgenas se realiz en lengua castellana sin necesidad de intrprete.
Nombre Observaciones Juan Passiguayao "su heredero" sucesor del cacique Miguel Duro Juan Quilpis Guanpalao Martn Jumali Diego Chaquirta Sebastin Ylienco Juan Macassao Francisco amio Mateo Llangatay Pedro Yrecamux Pedro Aymiagua Miguel Anquia Miguel Fragua Andrs Ylliquis Pedro Machanic Juan Salayan TOTAL VARONES: 17
Cuadro n 12: Matrcula de los indios del pueblo de "los Tumanas" (Valle Frtil) que pidi como encomienda Jusepe Jofr de Arze en 1636 (ANC RA 1874, f. 25)
Nombre Estado civil Hijos Observaciones Pedro Camate cacique Pedro Ninacan cacique Juan Posiguaia (Paciguayao o Paciguay) cacique Pedro Caligua sucesor del cacique Juan Posiguaia Francisco Inquinpca
Pedro Ichanpi Pedro Tutuda Alonso Carpintero Cristbal Pisan Marcos Caguaylaba Bartolom Juan Pigsaia Lorenzo hijo de Toms Vaquero [?] 76 Miguel Sicua Gernimo Silpiyan (o Silpian) casado 3 Bartolo hijo de Gernimo Silpian Diego hijo de Gernimo Silpian Garca hijo de Gernimo Silpian Cristbal Bianguayan (o Piamguavan) Cristbal Gualcuia (o Gudecuta) Miguel Iauqui Antn Posimulano Rodrigo Isibi Alonso Ayminto Mateo Tancaia Alonso Sigaia Martn Juan Cantacalo Lucas Tricaham Melchor Cabiculipeo Juan Chumbeta Domingo Silpiolla Pablo Carpintero Juan hijo de Toms Vaquero [?] Gonzalo Diego Beumenio Pedro Canpil Alonso Juan Sacagua Diego Juan Francisco Caxa Gaspar muerto Antonio Gallapai (o Antn Sallapay o Sallgan) TOTAL VARONES: 44
Cuadro n 13: Matrcula de los indios de Las Tumanas (Valle Frtil) que quedaron vacos por la muerte del encomendero, cap. Rodrigo de Junco, vecino de la ciudad de San Juan, y que se disputaban G. Morales de Albornoz y J. Jufr de Arze (1643-44). Originalmente eran 3 caciques, 41 tributarios y 23 muchachos (ANC RA 1874, f. 3-15)
Nombre Observaciones Pedro Caniate (o Cam...) cacique su sucesor
Pedro Ninacan cacique "su sucesor" Juan Pasiguayao (Pasiguya o Pasiguaya) cacique "su sucesor" Francisco Yngusupea (o Ynquisupea) Pedro Ychanpi Pedro Tutuda 77 Alonso Carpintero Cristbal Pizan Marcos Zapilaua (o Zaquilava) Bartolom Juan Pigsaya Antonio Sivilague (o Sivilagua) Garca Vlima Alonso Chamaca Miguel Sicua Gernimo Silpiyan Cristbal Pianguayan (o Piamguavan) Cristbal Gudulguza (o Padulguza) Miguel Yanqui (o Jauqui) Antonio Pasimulana Rodrigo Isib (o Ysib) Alonso Ayminto Mateo Tancaya Alonso Zigaya (o Zipaya) Martn Juan Cantacala (o Cantacalo) Lucas Tucaham (Tucaha o Tucan) Melchor Cauicusipea (o Caniculipea) Juan Chumbeta Pascual Juan Ubica Amano (o Vbica amano) Felipe Cucipea (o Culipea) Domingo Silpiolla Pablo Carpintero Juan Gonzalo Diego Leu...erco (o Beumerea) Pedro Campil Alonso Juan Sacaagua (o Sacagua) Diego Juan Francisco Cassa (o Cajas) Paspan (o Gaspar) muerto TOTAL VARONES: 47
Cuadro n 14: Matrcula de los indios del capitn Gregorio Morales de Albornoz, de Valle Frtil, que haba posedo anteriormente el capitn Rodrigo de Junco (1643) (ANC ES 343, f. 23-24 v.; CG 554, 227-229 v.) Las matrculas representadas por los Cuadros n 15 y 16 corresponden a los indgenas originarios del pueblo de Pismanta (actual valle de Iglesia). En 1649 qued vacante, por su fallecimiento, la encomienda que en segunda vida (es decir, como herencia) haba posedo Francisco Pastn -o Pastene-, vecino de Santiago. La mayora de estos indgenas (incluso el cacique) servan en la estancia del capitn Juan Pastn, pariente del anterior, y dos de ellos, padre e 78 hijo, lo hacan para el principal De Crdova. Tanto la familia Pastn como la familia De Crdova descendan de encomenderos cuyanos residentes en Santiago con permiso del gobernador Ulloa (Cit. de ESPEJO, La Provincia de Cuyo..., pg. 63 y 85).
Ante su pedido y de acuerdo con la detallada matrcula que present (Cuadro n 15) se le otorg la encomienda al Lic. Juan del Pozo y Silva en ese mismo ao; tambin ste era residente en Santiago de Chile y actuaba como abogado de la familia De Crdova y curador de una de sus integrantes que era menor de edad (Cit. de ESPEJO, La Provincia de Cuyo..., pg. 133).
Pedro de Iturgoien y Amassa, a su vez, haba hecho oposicin a la encomienda con presentacin de una matrcula algo diferente y bastante insegura en cuanto al lugar de residencia y trabajo de los indgenas (Cuadro n 16); por ella peda que se le encomendasen
"Los quales dhos indios. ylos demas que paresieren ser del pueblo de Pismanta dela Provinzia decuio..." (ANC RA 1370, f. 13 v.).
El hecho de que los diferentes y sucesivos titulares de esta encomienda fueran residentes de Santiago de Chile y la mencin en la matrcula de otorgamiento de la encomienda de que los indgenas servan para las familias Pastn y De Crdova sugiere que los indgenas originarios de Pismanta (hacia mediados del siglo y desde mucho tiempo atrs) estaban en Chile y no en su lugar de origen; este hecho se ve confirmado por las actuaciones posteriores de un litigio entre Pozo y Silva y Amassa donde se aseguraba que los indios de Pismanta andaban vagando, especialmente los que deban estar en Santiago (Cit. de ESPEJO, La Provincia de Cuyo..., pg. 142).
Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones Gabriel "en la estancia del capitn Juan Pastn" cacique del pueblo de Pismanta Cristbal casado 2 " Juan " hijo de Cristbal; tri- butario
? 11 aos " hijo de Cristbal Pedro Quil- quil " Diego Pis- manta " Juan Toro[?] " Diego casado con Isabel " 79 Alonso ms de 50 aos casado " Felipe casado 2 " Diego " hijo de Felipe; tribu- tario ? 10 aos " hijo de Felipe Pedro casado con Ins 2 " Gabriel 16 aos " hijo de Pedro Juan 14 aos " hijo de Pedro Home Cal- chague [?] casado 1 " Toms " hijo de Home cal- chague [?] Juan " Francisco 1 "en el Prin- cipal de Cr- dova"
Damin " hijo de Francisco TOTAL VARONES: 20 TOTAL MUJERES: al menos 6
Cuadro n 15: Matrcula de los indios del pueblo de Pismanta vacantes por muerte del capitn Francisco Pastn; fueron encomendados al Licenciado Juan del Pozo y Silva (1649). Ambos encomenderos eran vecinos de la ciudad de Sgo. de Chile (ANC RA 1370, 8-10 ; RA 3034, f. 1v.)
Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones Cristbal 40 aos casado 1 Martn 9 aos hijo de Cristbal Gernimo 30 aos casado 3 Lorenzo 3 aos hijo de Gernimo Bartolo 2 aos hijo de Gernimo Domingo 1 ao hijo de Gernimo Lorenzo 40 aos casado Domingo 20 aos soltero Juan 18 aos soltero Francisco 10 aos hijo de Luisa Alonso 12 aos Alonso casado no sabe donde asiste "ausente" Toms casado " "ausente"
Hernando " "ausente" Bartolo " "ausente" Antn Simn " "ausente" Luis " "ausente" TOTAL VARONES: 17 TOTAL MUJERES: al menos 6 80
Cuadro n 16: Matrcula de los indios "que parecen" ser del pueblo de Pismanta que fueron pedidos para ser encomendados a Pedro de Iturgoien y Amassa (1649)(ANC RA 1370, 13-13 v.)
En 1649 el capitn Juan Ruiz de la Cuesta, vecino de Cuyo, pidi al gobernador de Chile, como heredero de su padre, la encomienda de los indios que por muerte de doa Mara Carrillo viuda del capitn Juan de Escobar, haban quedado vacantes. La encomienda era en las Lagunas del Encn y segn la matrcula (ver Cuadro n 17) los indgenas no tenan cacique y efectivamente eran tres tributarios, dos muchachos y un viejo reservado; asimismo se tena noticia de que haban otros que se hallaban ausentes. La encomienda fue otorgada tal como se solicitaba.
Nombre Observaciones Francisco tributario Gaspar tributario Gaspar tributario Jusepe muchacho Bartolom muchacho Pedro viejo reservado TOTAL VARONES: 6
Cuadro n 17: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Juan Ruiz de La Cuesta en Las Lagunas del Encn, que estaban sin cacique y algunos ausentes; haban quedado vacantes por muerte de Mara Carrillo (1649) (ANC CG 500, f. 104)
El Cuadro n 18 corresponde a la memoria dada por Gaspar de Lemos (vecino de San Juan) posiblemente en 1652, sobre los indios que formaban la encomienda que haba quedado vacante en San Juan por muerte del vecino Garca de Tobar -quien a su vez la haba posedo en segunda vida- y que finalmente fue otorgada a Francisco de Pedraza.
El documento original, que es de muy difcil lectura, est contenido al final del volumen 476 del Fondo Capitana General de Archivo Nacional de Chile y fue anteriormente incompleta e incorrectamente citado por otros autores (ESPEJO, La provincia de Cuyo..., pg. 147-148; DAZ COSTA, Topnimos y gentilicios..., pg. 5) dndolo exclusivamente como una encomienda del pueblo de Mogna. En realidad se trata de una encomienda bastante particular formada por la unin de tres grupos de distinto origen geogrfico, aunque cercano, con sus respectivos cacique e indios: el cacique Juan Sancama, de Mogna; el cacique 81 Francisco Curaquilla, de Angacao (posteriormente conocido como Jchal) y el cacique del Ro Bermejo, Alonso Silpicona. En los tres casos se puede apreciar que los sujetos a los caciques eran en realidad familias.
Entre los sujetos al cacique de Mogna figura Juan Aguapilla, al parecer uno de los hijos del viejo Quilintai. Para 1659 Juan Aguapilla figura en otro documento (ANC RA 3035. f. 94) como cacique del valle de Xata marca, Xatamalca o Jatamalca (ver Cuadro n 49) dado por el defensor general de los naturales del reino de Chile. El documento, un pedido de amparo, sealaba un origen dudoso de su cacigazgo porque era hijo natural de Mara Duimilo, hija a su vez del antiguo cacique principal Martn Duymilo. Si bien en el documento no se aclara dnde quedaba dicho lugar y el nombre no se ha conservado en la actualidad, por otro documento de 1754 se pudo ubicar la denominacin de Sierra de Jatamalca o Yatamalca para la identificada como la actual Sierra de Mogna, ya que era la que formaba el lmite occidental de la estancia que regaba el llamado "ro de Mogna" (hoy ro Jchal) e inclua la aguada de Famacoa; dicha estancia fue otorgada en esa fecha al maestre de campo Juan de Echegaray (superintendente y fundador de la villa de Jchal) teniendo en cuenta que anteriormente haba pertenecido a su suegro Joseph de Lasiar (ANC CG 151, f.132-140). De tal modo puede considerarse como muy posible la identidad entre las zonas de Xatamalca y Mogna y que en la misma dcada figuraban como caciques del mismo lugar dos personas diferentes (en 1652 Juan Sancama y en 1659 Juan Aguapilla) bajo distintos encomenderos (Francisco de Pedraza y Catalina de los Ros respectivamente); cuando esta ltima muri dej vacante la encomienda que fue otorgada en 1675 a Jacobo de Lasiar (ver Cuadro n 19) figurando nuevamente como del "pueblo de Mogna".
Uno de los indgenas sujetos a Francisco Curaquilla, cacique de Angacao (posteriormente Jchal) -que posiblemente era hijo de otro indgena llamado Cuntala- se encontraba en La Rioja, seguramente alquilado o enviado por su encomendero ya que figura explcitamente en la matrcula. Por otra parte el indio Aimimana y el mismo Cuntala, slo cuatro aos despus de realizado el registro, figuraran tambin en La Rioja junto con otros indgenas tambin originarios de Angacao y sujetos al cacique Quarquilla (o Curaquilla?) o al cacique Alonso Cantama con conocimiento de su encomendero, el capitn Gernimo de Uliarte (ver Cuadro n 49) quien mandaba cobrar el tributo, dando lugar a otra confusa superposicin de encomiendas.
Como la encomienda analizada estaba formada por la agrupacin de caciques e indios de distinto lugar se infiere que la misma estaba establecida en un sitio diferente y no en alguno de los originarios. El hecho de que la memoria 82 fuera realizada por Gaspar de Lemos, quien era vecino de San Juan y que posteriormente (1657) existiera una queja de su encomendero porque sus indios eran sacados por Jacinto de Urquizo u otros vecinos de San Juan hacia Buenos Aires, permite pensar que dicho sitio era la ciudad de San Juan o sus proximidades, si bien Pedraza resida en Santiago (Cit. de ESPEJO, La Provincia de Cuyo..., pg. 147-148).
Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones Juan Sancama 1 cacique de "Mocna" Juan hijo del cacique Gonzalo casado 1 ? "pequeo" hijo de Gonzalo Quilintai "viejo" 5 Francisco hijo de Quilintai Juan Aguapilla hijo de Quilintai (?) Ayunta hijo de Quilintai (?) Choquen hijo de Quilintai (?) Tolosio hijo de Quilintai (?) Alonsillo 1 ? hijo de Alonsillo Torano (?) Cristbal "con 2 nietos varones" Luis 1 "el contador" ? hijo de Luis Francisco Curaquilla cacique de Angacao Aimimana Cuntala 2 Pacia camil casado 4 hijo de Cuntala ? hijo de Pacia camil ? hijo de Pacia camil ? hijo de Pacia camil ? hijo de Pacia camil Conca San Vic (?) "est en La Rioja" hijo de Cuntala (?) Alonso Silpicona 1 [cacique de?] "el Ro Bermejo" ? hijo de Silpicona Antn hermano de Silpicona Felipe 1 ? hijo de Felipe Chilinca 1 ? hijo de Chilinca ? hijo de Mateo ? hijo de Mateo Alonsito Agustn Jacinto TOTAL VARONES: 37
83 Cuadro n 18: Memoria de los indios de la encomienda que haba quedado vacante por muerte de su encomendero Garca de Tobar (1652) originarios de Mogna, Angacao y Ro Bermejo, dada por Gaspar de Lemos (ANC CG 476, f. 277-278)
El Cuadro n 19 resume la matrcula que acompaa al ttulo de la encomienda otorgada al capitn Jacobo o Jacomedes de Lasiar en 1675. Dicha encomienda corresponda a los indios del pueblo de Mogna y haba vacado por muerte de Catalina Flores de los Ros; en documentos anteriores (ver Cuadro n 49 y comentarios al Cuadro n 18) la misma persona figuraba como encomendera de Juan Aguapilla, reputado como cacique del valle de Xatamalca. Tal hecho reafirma la identidad de ambos lugares.
En esta matrcula los indgenas no estn citados con su nombre aborigen sino slo por el espaol, y figuran los nombres de sus esposas y la cantidad de hijos de cada matrimonio, tal como se ver registrado durante los aos siguientes. Dos de los varones tributarios (padre e hijo) y una de las mujeres casadas se encontraban en la Gobernacin del Tucumn con conocimiento de su encomendero, posiblemente alquilados; dos indios solteros figuran como "huidos" de la encomienda. Llamativamente se listan dos caciques llamados Pascual; no parecen ser la misma persona porque uno era casado y el otro soltero.
Segn la documentacin la matrcula fue levantada en San Juan por el capitn Jofr de Arze con la presencia de otros vecinos que conocan a los indgenas citados.
Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones Pascual casado con Beatriz 1 cacique ? 6 aos hijo de Pascual lvaro viudo 1 "est en la Gobernacin"
Diego "est en la Gobernacin" tributario; hijo de l- varo Francisco casado con Catalina 2 ? hija de Francisco ? hija de Francisco Melchor casado con Bartola 3 la mujer "est en la Gobernacin"
? hija de Melchor ? hija de Melchor ? hija de Melchor 84 Clemente casado con Petrona 3 ? "de teta" hijo de Clemente ? 6 aos hijo de Clemente ? hija de Clemente Toms casado con Juana
Juan soltero huido Agustn soltero huido Pascual soltero cacique Gernimo soltero "an no tributa" TOTAL VARONES: 14 TOTAL MUJERES: 11
Cuadro n 19: Ttulo de la encomienda del capitn Jacobo de Lasiar de los indios originarios del pueblo de Mogna, que vacaron por muerte de Catalina Flores de los Ros (1675) (ANC ES 343, f. 91-92)
El Cuadro n 20 corresponde a la matrcula que acompaa al ttulo de una encomienda otorgada en 1677 al alfrez real de la ciudad de San Juan Nicols Gil de Quiroga que haba quedado vacante por muerte de su anterior encomendera. Los indios no tenan cacique y eran originarios de una via cercana a la ciudad, donde probablemente vivan y servan.
Ninguno de los encomendados est citado con nombre aborigen y por primera vez en los registros del siglo aparece citada una mujer como titular de una familia (y posiblemente como tributaria); dicha mujer figura tambin como madre de tres nios naturales habidos de un indio casado perteneciente a otra encomienda quien s conservaba su nombre indgena.
Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones Pedro 40 aos natural de una via a una legua de la ciudad Marcos casado natural de una via a una legua de la ciudad Pedro casado natural de una via a una legua de la ciudad Mariana 3 Alonso 12 aos hijo de Mariana, habido de un indio casado llamado Felipe Tuttula de la encomienda de Julin de Mallea
Felipe 10 aos hijo de Mariana, habido de un indio casado llamado Felipe Tuttula de la encomienda de Julin de Mallea 85 Francisco 7 aos hijo de Mariana, habido de un indio casado llamado Felipe Tuttula de la encomienda de Julin de Mallea TOTAL VARONES: 6 TOTAL MUJERES: al menos 3
Cuadro n 20: Ttulo de la encomienda del alfrez real Nicols Gil de Quiroga de los indios que vacaron por muerte de Juana de Villanueva (1677) (ANC ES 343, f. 175)
El ttulo de la encomienda otorgada en 1677 a don Juan Gregorio Morales de Albornoz, vecino de la ciudad de San Juan, contiene la matrcula de la misma que se resume en el Cuadro n 21. La encomienda era en segunda vida y le corresponda como herencia de su padre el maestre de campo Gregorio Morales de Albornoz. Los indgenas eran naturales y originarios de Valle Frtil y posiblemente descendientes de los listados en los Cuadros n 13 y 14. Como puede observarse comparando los tres cuadros, el nico nombre indgena que continuaba despus de ms de treinta aos era el de Juan Sacagua (ignorndose si corresponda o no a la misma persona), con la diferencia que en la nueva encomienda ste figuraba como uno de los dos caciques listados. Otro de los indgenas llevaba un nombre al parecer tambin de origen indgena, aunque es de muy difcil lectura en los dos documentos en que figura.
Tal como suceda en las dcadas anteriores, en esta encomienda aparece como apellido espaol adoptado el de "vaquero" con obvia referencia a un oficio especializado.
Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones Clemente Juan Sacagua soltero cacique Alonso soltero 4 cacique Francisco tributario; hijo de Alonso Sebastin casado tributario; hijo de Alonso Pedro hijo de Alonso Domingo hijo de Alonso Martn casado 3 Ventura casado hijo de Martn Diego hijo de Martn Garca casado hijo de Martn Garca casado Gonzalo casado Andrs casado 3 Lucas 10 aos
Lorenzo Lorenzo casado 86 Rodrigo Juan Bartolo Josephe 6 aos Clemente 7 aos Cristbal 9 aos Gonzalo 5 aos Alonso Perraros[?] (o Pernacos) soltero tributario Juan Vaquero casado Marcos 8 aos hijo de Juan, difunto Matheo 7 aos hijo de Juan, difunto Alonso 6 aos Diego soltero TOTAL VARONES: 30 TOTAL MUJERES: al menos 9 Cuadro n 21: Ttulo de la encomienda de los indios originarios de Valle Frtil del capitn Juan Gregorio Morales de Albornoz hijo, heredados de su padre, vecino de San Juan de la Frontera (1677) (ANC ES 343, f. 21 v.-22; CG 554, f. 232-232 v.)
En 1678 el capitn don Juan de Oro Bustamante recibi ttulo de la encomienda que le corresponda en segunda vida por muerte de su padre el general Juan Bautista de Oro Bustamante. Segn el documento la encomienda constaba de diecinueve indios aunque en total se registraban veintiuno entre adultos y nios tal como se resume en el Cuadro n 22.
El anterior encomendero a su vez la haba obtenido en 1655 a la muerte del capitn Francisco Jofr de Arze; la peticin que haba presentado oportunamente sealaba que
"...por muerte del capp an fran co Jofre de Arze an bacado los indios siguienttes en la dha ciu d de San Juan- D n Gabriel cazique = Juan Carpio = Augustin = hernandillo = hernandillo = Antton = Andresillo = Alonso eldiona = sicaia caizique =" (ANC ES 343, f. 277 v.-278).
Entre una y otra lista de encomendados no existe una correspondencia de nombres indgenas, aunque s en el nombre espaol del cacique. En la encomienda antigua se nombran dos caciques en total y ninguna aporta datos sobre el origen de los indgenas encomendados.
Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones Gabriel cacique Fernandillo 50 aos 1 ? 5 aos hijo de Fernandillo 87 Gernimo casado Felipe casado 1 ? 4 meses hijo de Felipe Pedro viudo Andrs Barranca casado 3 Andrs Ba- rran 14 aos hijo de Andrs Gregorio hijo de Andrs Bartolom hijo de Andrs Luis casado Juan ...6 aos 1 Santos 10 aos hijo de Juan Gaspar tributario Asencio 7 aos Toms 8 aos Juan 40 aos 1 Juan 25 aos hijo de Juan Alonso Barranca 25 aos 1 Pedro hijo de Alonso TOTAL VARONES: 21 TOTAL MUJERES: al menos 4 Cuadro n 22: Ttulo de la encomienda en segunda vida del capitn Juan de Bustamante que le corresponda por muerte de su padre Juan Bautista de Oro y Bustamante (1678) (ANC ES 343, f. 277-278.)
Los cuadros siguientes (Cuadros n 23 a 43) corresponden a matrculas incluidas en un mismo documento de 1695 (ANC CG 555, f. 68 ss) que haba sido publicada resumidamente por Espejo (ESPEJO, la Provincia de Cuyo..., pg. 403-405). El origen del mismo se remontaba a una Real Cdula dictada por la Corona en 1678 por la cual se ordenaba a las autoridades de la Gobernacin de Chile hacer el reconocimiento de las encomiendas que haba en cada provincia; en cumplimiento de lo expresado el gobernador de Chile, Toms Marn de Poveda, en 1693,
"Mando quetodos los Vezinos deeste rreino ydemas personas que poseyeren encomiendas enel manifiesten los titulos conque las gozan, y poseen dentro deocho dias de Comofuere publicado esteauto y quese despachen Provisiones atodos los Corregidores delas Ciudades y Partidos deeste rreino para quelo agan publicar en sus distritos yrrecojan las encomiendas queante ellos sepresentaren y asimismo aga numerazion ymatricula delos yndios queseallaren en suJurisdizion contoda claridad desus nombres hedades yfamilia ydequepueblo y [...ilegible...] originarios yaque encomiendas pertenezen..." (ANC CG 555, f. 68-68 v.).
88 En 1695 el corregidor de Cuyo Juan de Urdinola orden a su vez desde Mendoza que los tenientes de corregidor de San Juan y San Luis cumplieran lo expresado y remitieran los registros de las encomiendas inspeccionadas en el trmino de los treinta das de su publicacin. El teniente de corregidor de San Juan, el capitn Manuel de Tobar Urquizo concret lo mandado con fecha 9 de junio de 1695, pregonando la orden, registrando los ttulos que posean los encomenderos y realizando las matrculas de los indios con los datos requeridos:
"Enla Ciu d de s n Ju n dela frontera en nuebe dias del mes de junio de Mill Y seys Sientos Y no benta Y sinco aos Yo el Cap n Manu El detobar YVrquiso Lugar ttheniente de Correjidor Justisia Mayor YCap n agerra enesta dha Ciu d
Ysu Jurisdision por su Mag d quedios g de = Por Cuanto meremitio elg l don Juan deVrdinola Lugar ttheniente deCapp n g l Correjidor y Justisia Mayor de esta probinsia deCuio El aVto del seor don tthomas Marin depobeda Caballero del horden deSantiago delconsejo desuMag d enel supremo degerra gobernador yCappp n g l del reyno de chile Y presidente desu real aVdiensia enque Manda suseoriaParez can con sus titulos YenComiendas de mersedes deyndios YLomas dedusido endho aVto dentro de ocho diaz deSu publicasion deeste aVto sufecha enla Ciu d delaConsepsion de chile en dose diez delmes dejunio de Mil, yseys sientos yno benta y trez aoz= Como asi mismo Parese por dho aVto el obedesimiento dedho orden del s or gobernador queyso ymando publicar El g l d n
Juan deVrdinola enla Ciu d demendosa entreynta diaz del Mes de mayo de Mil Yseys sientos Yno benta Ysinco aoz en que Mando saCar Vn tanto de su original yrremitir asuJusgado Las enComiendaz que se presentaren enEl termino delos treynta diaz Ylo demaz de dusido en Los aVtos pro beydos enesta rason Yen obedesimiento demez Juesez superiorez para darle su exeCusion yCmplimiento= enesta dha Ciu d en nueba diaz de este presente mez Yao Yo dho Justisia Mayor ysepregonar Ypregone todos los hordenez referidos todos deberbo y berbo enlaplasa publica deesta dha ciu d ason deCaja degerra en ConCurso delos besinos enComenderoz Ymoradorez quepresentez fueron como alas trez oCuatro dela tarde que que [sic] aCudieron Eldho conCurso alas fusta dels r dela otaba delcorpus Y porque dhos ordenes sepregonaron por bos de pregonero de Martin negro mi ezclavo enbos alta para quellege anotisia detodos asi Lopor bey mande Yfirme contestigos por falta de esCribano publico ni R l detodo Locual do Yfe cuanta debo Ypuedo en der o - ... Por quanto combiene adar execusion YCumplimiento alos aVtos Yordenez del seor don tthomas Marin depobeda Caballero delorden de Santiago delconsejo desuMagestad enEl supremo de Gerra gobernador YCapitan gen l del reyno de chille; Ypresidente de sureal aVdiensia enque me manda su, SS a Por su aVto despachado en La ciu d de S n ttg o de chile aseys de Mayo de estepresente ao demil y seys sientos Ynobentay sinco en que meManda aga numerasion YmatriCula delos Yndioz que se allaren 89 enezta Juridision de esta dha ciu d contoda diztinsion Claridad desus nombrez hedades Yfamiliaz y deque pueblo orredusion son orijinarios Yaque enComiendaz pertenesen es enla forma Y manera siguiente-..." [continan las matrculas] (ANC CG 555, f. 70).
La primera matrcula registrada fue la de la encomienda de Joseph de Lasiar, formada por indgenas originarios del pueblo del valle de Mogna (ver Cuadro n 23). Por lo expresado slo el cacique Nicols Cantintucla resida en su pueblo original y un muchacho de 15 aos serva a su encomendero en el lugar de residencia de este ltimo; se ignora dnde estaban los otros encomendados. Posiblemente esta encomienda fuera la continuacin en segunda vida de la dada a Jacobo de Lasiar en 1675 (ver Cuadro n 19), tambin del pueblo del valle de Mogna, conocido tambin como de Xatamalca (ver Cuadro n 49). El nuevo encomendero, Joseph de Lasiar fue posteriormente (en 1710) beneficiado con una merced de tierras que pidi haciendo constar que era "sin perjuicio de los indios", cuyos lmites consistan en
"...por la parte de El sur la junta delos Rios mogna Ybermejo ypor la parte de El oriente el dho Rio bermejo Ypor la parte de El Norte el camino del valle fertil Ypor la de El poniente la sierra de Yatamalca..." (ANC CG 151, f. 137).
Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones Nicols Cantintucla 25 aos casado asiste en su dicho pueblo de Mogna cacique Clemente 50 aos viudo 3 Blas 22 aos soltero hijo de Clemente Antonio 15 aos hijo de Clemente Micaela hija de Clemente lvaro 28 aos casado con Francisca 1 Antonio 1 ao hijo de lvaro Diego 36 aos casado con Dominga 4 Ignacio 9 aos hijo de Diego Bernarda hija de Diego Mara hija de Diego
? recin nacida hija de Diego Antonio 15 aos "est con su encomendero"
TOTAL VARONES: 9 TOTAL MUJERES: 6
90 Cuadro n 23: Matrcula de los indios de la encomienda de Joseph de Lasiar, "naturales del pueblo del valle de Mogna" (1695) (ANC CG 555, f. 71)
La matrcula de la encomienda perteneciente al capitn Marcos de Molina Vazconselos se lista en el Cuadro n 24. Corresponde al cacique Lorenzo Olayan quien era originario y viva en Las Tumanas. El grupo estaba integrado por una mayora de mujeres.
Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones Lorenzo Olayan 39 aos viudo reducido en su pueblo de Las Tumanas cacique Francisco 25 aos soltero Juan 26 aos casado con Margarita 1 Francisca "de pecho" hija de Juan Juan 24 aos soltero Bartolo 31 aos casado con Micaela Santiago 23 aos casado con Margarita Pablo 9 aos Mateo 11 aos Agustina viuda Beatriz Micaela Petrona Juana viuda TOTAL VARONES: 8 TOTAL MUJERES: 9
Cuadro n 24: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Marcos de Molina Vazconselos de Las Tumanas (1695) (ANC CG 555, f. 71- 71 v.)
El Cuadro n 25 corresponde a la encomienda del capitn Diego Jufr de la Guardia de indios del Ro Bermejo bajo el cacicazgo de don Bartolo Namio. En la matrcula figura tambin el sucesor en el cacicazgo a quien le corresponda por ser el hijo mayor habido en el primer matrimonio del cacique; ste conservaba el mismo nombre indgena del padre mientras que el hijo menor no. Ambos estaban en su pueblo con su padre. De los hombres jvenes, cinco haban huido de la encomienda, en general hacia la Gobernacin del Tucumn. Un viudo tributario estaba en Crdoba; en este caso se encontraba all con la aceptacin del encomendero ya que as lo sealaba.
Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones Bartolo Namio 52 aos casado con Mariana 2 (primer matrimonio) "su pueblo en el Ro Bermejo" cacique 91 Antonio Namio 23 aos soltero "est en su pueblo con su padre" hijo de Bartolo; suce- sor en el cacicazgo por ser el mayor Agustn 21 aos "est en su pueblo con su padre" hijo de Bartolo Bernab 25 aos casado con Margarita 1 Bernab 5 aos hijo de Bernab Pascual 23 aos soltero Juan 23 aos casado con Mara Bartolo 23 aos casado con ...tola Domingo 43 aos casado con Mara 1 Pascual 15 aos hijo de Domingo Lzaro 30 aos casado con ... 1 Lzaro 15 aos hijo de Lzaro Pascual 23 aos soltero Domingo 25 aos soltero Juan 21 aos soltero Gernimo Cayca 23 aos "huido en las provin- cias del Tucumn" Agustn 25 aos "huido" Juan Largo 43 aos viudo "en la provincia del Tucumn de Crdoba" Bartolo 23 aos "huido en Co..." ? ? hijo de Gernimo "huido en el Tucumn" ? ? hijo de Gernimo "huido en el Tucumn" Juan 10 aos Francisca Micaela Teresa Ana Catalina TOTAL VARONES: 22 TOTAL MUJERES: 11
Cuadro n 25: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Diego Jufr de la Guardia en el Ro Bermejo (1695) (ANC CG 555, f. 71 v.-72)
La matrcula de la encomienda del capitn Francisco de Robledo est resumida en el Cuadro n 26. Corresponde a un pequeo grupo familiar formado por el varn, su esposa y dos hijos pequeos reducidos en la ciudad de San Juan y de quienes se desconoca su origen.
Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones 92 Diego 30 aos casado con Agustina 2 "no tiene pueblo"; reducido en la ciudad de San Juan
Jusepe 4 aos hijo de Diego Magdalena 1 ao y medio hija de Diego TOTAL VARONES: 2 TOTAL MUJERES: 2
Cuadro n 26: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Francisco Robledo reducidos en la ciudad de San Juan (1695) (ANC CG 555, f. 72)
El Cuadro n 27 corresponde a la encomienda del capitn Pedro de Mesa y Ziga que estaba administrada por el teniente Juan de Ceballos; llamativamente en la matrcula se afirma que la encomienda no tena pueblo ni cacique. Estaba conformada por igual cantidad de hombres que de mujeres y uno de los varones en edad de tributar se encontraba ausente, posiblemente huido. El documento no aclara dnde resida el encomendero ni dnde estaba asentada la encomienda y cules eran las razones por las que estaba administrada por otra persona. Es posible que fuera porque los encomendados no servan en el mismo lugar de residencia del titular.
En 1699 esta encomienda fue declarada vacante por falta de confirmacin porque los indgenas no se encontradan en la jurisdiccin de San Juan (ver Cuadro n 46).
Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones Jacinto 28 aos casado con Mara Alonso 38 aos viudo 2 hermano de Jacinto Juan 5 aos hijo de Alonso Ignacia hija de Alonso Bartolo 34 aos casado con Micaela Bartolo 24 aos "ausente" Cristbal 44 aos casado con Mara Angelina soltera Pascuala soltera TOTAL VARONES: 6 TOTAL MUJERES: 6
Cuadro n 27: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Pedro de Mesa y Ziga administrada por el teniente Juan de Ceballos sin cacique ni pueblo (1695) (ANC CG 555, f. 72) La encomienda del capitn Juan Gregorio Morales de Albornoz no tena cacique y ningn indio mantena nombre en su lengua. La mencin a que "pareca" que eran del pueblo de Valle Frtil contenido en el registro permite pensar que estaban reducidos en otro lugar, posiblemente la misma ciudad de San Juan (ver Cuadro n 28). Por el nombre del encomendero deba ser la 93 continuacin de la registrada en el Cuadro n 21 de 1677, que era a su vez la continuacin de la resumida en el Cuadro n 14 de 1643.
Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones Mateo 27 aos soltero Toms 26 aos viudo Francisco 26 aos soltero Clemente 22 aos soltero Felipe 21 aos casado con Juliana Cristbal 32 aos casado con Mara 4 Lorenzo 4 aos hijo de Cristbal Dominga hija de Cristbal Teresa hija de Cristbal Jacinta hija de Cristbal Pascual 11 aos "hurfano" Simn 9 aos Domingo 12 aos Juan 7 aos Agustina Mara Micaela TOTAL VARONES: 11 TOTAL MUJERES: 8
Cuadro n 28: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Juan Gregorio Morales de Albornoz sin cacique -parecen ser del pueblo de Valle Frtil- (1695) (ANC CG 555, f. 72-72 v.)
En el Cuadro n 29 se listan los indgenas encomendados en el capitn Alonso del Pozo y Lemos, originarios del pueblo del Ro Bermejo. El cacique conservaba su nombre indgena junto con el espaol: Marcos Quilica. Una parte de los varones tributarios se encontraban huidos en la Gobernacin del Tucumn.
Para las primeras dcadas del siglo el nombre Quilica corresponda al sucesor del cacique Simpaymana, de apellido Utunucasta, originario del Ro Bermejo y encomendado en Petronila de Mallea, que fue ahorcado en San Juan y sus indios reubicados en las cercanas de las cinagas de la ciudad como consecuencia de la rebelin de 1630 (ver Cuadro n 1).
Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones Marcos Quilica cacique, "natural de su pueblo del Ro Bermejo" Miguel 52 aos viudo 1 "reservado" Cristbal 8 aos hijo de Miguel Valerio 38 aos casado con Isabel 2 94 Juan 20 aos hijo de Valerio Gabriel 10 aos hijo de Valerio Marcelo 8 aos Bernab 23 aos casado con Catalina 2 Mara hija de Bernab Lorenza 1 aos hija de Bernab Juan 20 aos soltero Gabriel 18 aos soltero Francisco 18 aos soltero Ambrosio 14 aos Mateo ? Joseph 27 aos "huido en las provincias del Tucumn" Bartolo 22 aos "huido en las provincias del Tucumn" Pedro 21 aos "huido en las provincias del Tucumn" Agustn 33 aos "huido en las provincias del Tucumn" Domingo 37 aos "huido en las provincias del Tucumn" Gonzalo 43 aos "huido en las provincias del Tucumn" Domingo 35 aos "huido en las provincias del Tucumn" TOTAL VARONES: 20 TOTAL MUJERES: 4
Cuadro n 29: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Alonso del Pozo y Lemos, del pueblo del Ro Bermejo (1695) (ANC CG 555, f. 72 v.)
La matrcula de la encomienda del capitn Francisco Macaya, quien resida en Chile, estaba administrada por el capitn Pedro de Oro y Bustamante (ver Cuadro n 30). En realidad se trataba de una familia compuesta por un matrimonio mayor con sus cinco hijos (dos varones y tres mujeres), originarios de Santiago de Chile, que evidentemente se hallaban sirviendo en San Juan.
Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones Joseph 53 aos casado con Mara 5 reservado Lorenzo 22 aos soltero hijo de Joseph Clemente 20 aos soltero hijo de Joseph Tomasa hija de Joseph
Juana hija de Joseph Mara hija de Joseph TOTAL VARONES: 3 TOTAL MUJERES: 4 95
Cuadro n 30: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Fco. Macaya, vecino de Santiago de Chile, administrada por el capitn Pedro de Oro y Bustamante, sin cacique y originarios de Santiago de Chile (1695) (ANC CG 555, f. 72 v.-73)
El Cuadro n 31 corresponde a la encomienda de doa Mara de Morales administrada por su esposo el capitn Francisco Antonio de Marigorta. Estos indios se registraban como pertenecientes a la ciudad de San Juis de Loyola pero residan en la ciudad de San Juan donde fueron "visitados" para confeccionar la matrcula. El hijo del cacique figuraba ausente, sin que se especificara si huido o bajo conocimiento del administrador y otro tributario con su mujer y sus hijos servan a sus encomenderos en la estancia de San Francisco de la jurisdiccin de San Luis.
Con relacin a esta encomienda es interesante notar que el capitn Marigorta don a principios del siglo XVIII la estancia de Guanacache a la Compaa de Jess, mientras que la de San Francisco (o San Francisco Javier) fue tambin posteriormente cedida a la misma comunidad (AC SJ, carp. 6; ENRICH, Historia de la Compaa de Jess..., t. II, pg.79-80, 146 y 379-380).
Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones Juan 51 aos 1 ciudad de San Juan cacique Juan 27 aos hijo del cacique; "ausente" Domingo 20 aos Francisco 20 aos soltero Diego 31 aos casado con Mara l Juliana hija de Diego Andrs casado con Juana Pedro 28 aos casado con Ana Alonso 33 aos casado con Juana (tienen hijos) estancia de San Francisco de la ciudad de San Luis "en servicio de sus encomen- deros" TOTAL VARONES: 8 TOTAL MUJERES: 5
Cuadro n 31: Matrcula de los indios de la encomienda de Mara de Morales, administrada por su esposo el capitn Francisco Antonio de Marigorta, originarios de San Luis de Loyola (1695) (ANC CG 555, f. 73) El Cuadro n 32 resume la matrcula de la encomienda del capitn Pedro de Balmaceda; estaba formada por la agrupacin de los sujetos a tres caciques de diferentes orgenes: Gaspar Mullmui, del valle de Mogna; Francisco Managua, 96 de Valle Frtil y Joseph Gualcusa, del pueblo del Ro Bermejo. Slo figuraba como "huido en Crdoba" un hermano soltero del cacique Gualcusa.
Algo pas con esta encomienda porque cuatro aos ms tarde, y por falta de confirmacin, fue declarada vacante y entregada a otro encomendero junto con otras encomiendas agregadas en la misma situacin (ver Cuadro n 44). Segn la nueva documentacin los indgenas no se encontraban dentro de la jurisdiccin de San Juan.
El nombre indgena Gualcusa ya apareca en 1633 entre los caciques ahorcado por la sublevacin de Valle Frtil; el cacique Felipe Gualcusa, de apellido Ysillacac era originario del ro Bermejo y sus indios fueron reubicado en el Pueblo Viejo (ver Cuadro n 1).
Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones Gaspar Mullmui soltero cacique del valle de Mogna Mateo 40 aos casado con Luisa 1 sujeto del cacique Mullmui Juan 20 aos casado con Pascuala 1 hijo de Mateo Juan 6 meses hijo de Juan Francisco Managua cacique del pueblo de Valle Frtil Sebastin 18 aos casado con Isabel sujeto del cacique Managua Diego 50 aos viudo 3 sujeto del cacique Managua Lo... 17 aos hijo de Diego Santiago 14 aos hijo de Diego Andrs 8 aos hijo de Diego Joseph Gualcusa casado con Lorenza 1 cacique del pueblo del Ro Bermejo Mara soltera 1 hija de Joseph Gualcusa Toms 3 aos hijo de Mara Juan soltero hermano del cacique; "huido en Crdoba" Ins hermana del cacique Magdalena 1 hermana del cacique Ins hija de Magdalena Simn 15 aos Joseph 13 aos Pascual 10 aos Ambrosio 9 aos TOTAL VARONES: 17 TOTAL MUJERES: 8
Cuadro n 32: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Pedro de Balmaceda (1695) (ANC CG 555, f. 73-73 v.)
Una pequea encomienda correspondiente a indios del pueblo del valle de Jchal y perteneciente a Juan Gil de Quiroga se lista en el Cuadro n 33. En este caso y por primera vez aparece encabezando la encomienda una mujer, la 97 "cacica" Constanza. Uno de los dos hombres tributarios que constituyen el grupo, un viudo de 27 aos, se encontraba huido en la Gobernacin del Tucumn.
Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones Constanza viuda valle de Jchal cacica Agustn 21 aos casado con Petrona 1 Teodora 1 ao hija de Agustn Francisco 27 aos viudo "huido por la Go- bernacin del Tucu- mn" Nicols 8 aos TOTAL VARONES: 3 TOTAL MUJERES: 3
Cuadro n 33: Matrcula de los indios de la encomienda de Juan Gil de Quiroga del valle de Jchal (1695) (ANC CG 555, f. 73 v.)
El mismo caso se presenta en la encomienda perteneciente al sargento mayor Julin de Mallea (ver Cuadro n 34) que est encabezada por una mujer como cacica del pueblo de Valle Frtil. Uno de los tributarios varones conservaba su nombre indgena; dos eran sealados expresamente por su oficio de carpintero y otros dos haban huido a Crdoba.
Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones Clara pueblo de Va- lle Frtil cacica Pedro Gua- nunta 40 aos casado con Agustina 1 Juan 20 aos casado con Francisca hijo de Pedro Alonso 33 aos casado con Ignacia 2 Francisco 5 aos hijo de Alonso Andrs 2 aos hijo de Alonso Antonio 29 aos casado con Bernabela
Diego 31 aos casado con Mara 2 Miguel 4 aos hijo de Diego Mara (menor) hija de Diego Clemente 36 aos casado maestro de carpin- tera Bernab 22 aos casado carpintero Francisco 34 aos casado huido en Crdoba de la provincia del Tu- cumn Pedro 31 aos soltero huido en Crdoba Pascuala soltera
Luisa soltera 98 Angelina soltera TOTAL VARONES: 12 TOTAL MUJERES: 10
Cuadro n 34: Matrcula de los indios de la encomienda del sargento mayor Julin de Mallea, de Valle Frtil (1695) (ANC CG 555, f. 73 v.-74)
La matrcula resumida en el Cuadro n 35 corresponde al capitn Melchor Moyano Cornejo, vecino de la ciudad de Mendoza, quien haba registrado sus indios en la ciudad de San Juan. Ninguno de los encomendados aparece con nombre indgena y se desconoce su origen.
Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones Pablo casado con Francisca 3 ciudad de San Juan cacique Pedro 10 aos hijo de Pablo Gabriel 8 aos hijo de Pablo Beatriz 3 aos hija de Pablo Sebastin 20 aos casado con Luisa 1 Isabel 3 aos hija de Sebastin Francisco 26 aos soltero Diego 42 aos casado con Juana 4 Francisco 7 aos hijo de Diego Beatriz hija de Diego Josefa hija de Diego Mara hija de Diego Domingo 12 aos TOTAL VARONES: 8 TOTAL MUJERES: 8
Cuadro n 35: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Melchor Moyano Cornejo, vecino de Mendoza (1695) (ANC CG 555, f. 74)
El Cuadro n 36 corresponde a la matrcula de la encomienda del maestre de campo Juan de Oro Bustamante, que es una de las ms numerosas de la poca. Los encomendados estaban reducidos en la ciudad de San Juan y sus contornos junto con su cacique. Ninguno figura con su nombre indgena y cuatro de los tributarios (tres con sus respectivas familias) se encontraban huidos, principalmente en Crdoba. Una de las mujeres estaba casada con un indio que se encontraba en el Paraguay; se ignoraba su nombre y, si bien no se aclara si perteneca a la misma encomienda o no, al no aparecer listado como ausente o huido es ms probable que no lo fuera. Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones 99 Gabriel 65 aos viudo reducidos en la ciudad de San Juan y sus contornos cacique Pedro 43 aos casado con Juana 5 Pedro 9 aos hijo de Pedro Jacoba hija de Pedro Juana hija de Pedro Catalina hija de Pedro Agustina hija de Pedro Santos 31 aos casado con Mara 1 Santos 6 aos hijo de Santos Jacinto 28 aos casado con Isabel Gregorio 30 aos casado con Catalina Bartolo 31 aos casado con Mara 2 Miguel 6 aos hijo de Bartolo Matas 4 aos hijo de Bartolo Gernimo 36 aos casado con Ana 1 Andrs 6 aos hijo de Gernimo Asencio 28 aos casado con Clara Felipe 38 aos casado con ... 1 "huidos en Crdoba" Francisco 9 aos hijo de Felipe Antonio 18 aos casado con Mara Andrs ms de 60 aos "reservado" Bartolo 7 aos "hurfano" Francisco 13 aos "hurfano" Pedro 9 aos "hurfano" Francisco 8 aos "hurfano" Mara Rosa Olalla Luca Juan 27 aos soltero "huido en Crdoba" Catalina casada con un indio que anda en Paraguay 1 Pascuala hija de Catalina Agustina soltera 1 Mara hija de Agustina Juan casado con Bartola 3 "huidos" Toms 13 aos hijo de Juan Santiago 6 aos hijo de Juan Felipe 5 aos hijo de Juan Andrs casado con Esperanza "huidos" TOTAL VARONES: 27 TOTAL MUJERES: 22
Cuadro n 36: Matrcula de los indios de la encomienda del maestre de campo Juan de Oro Bustamante (1695) (ANC CG 555, f. 74-74 v.)
100 La encomienda correspondiente al capitn Toms Jofr de la Barreda (ver Cuadro n 37) no tena pueblo ni cacique y estaba reducida en su via; constaba de slo tres tributarios y sus familias en las que la mayora eran mujeres.
En 1699 el titular mand tres de sus indios con carretas a la Gobernacin del Tucumn con expresa declaracin ante escribano (ver Cuadro n 49). Ese mismo ao, por falta de confirmacin, esa encomienda fue agregada a otras dos otorgadas a Mara Ramrez de Orellano (ver Cuadro n 48).
Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones Francisco 49 aos soltero "reducidos en su via"
Luis 43 aos casado con Ana 3 Brgida hija de Luis Lorenza hija de Luis Mara hija de Luis Pedro 29 aos casado con Ana 3 Margarita hija de Pedro Teresa hija de Pedro Francisca hija de Pedro TOTAL VARONES: 3 TOTAL MUJERES: 8
Cuadro n 37: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Toms Jofr de la Barreda, sin pueblo ni cacique (1695) (ANC CG 555, f. 75)
La encomienda de Clemente Gil de Quiroga (ver Cuadro n 38) tampoco tena cacique. No se saba el origen de sus encomendados y se encontraban reducidos en la via de su propiedad. El nico indio tributario haba huido a la ciudad de Santiago de Chile.
Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones Juan 52 aos casado con Lorenza 1 "reducidos en su via" "reservado" Micaela hija de Juan Joseph 34 aos casado con Mara 2 "huido en la ciudad de Santiago de Chile" Mara hija de Joseph Magdalena hija de Joseph TOTAL VARONES: 2 TOTAL MUJERES: 5
101 Cuadro n 38: Matrcula de los indios de la encomienda de Clemente Gil de Quiroga, sin pueblo ni cacique (1695) (ANC CG 555, f. 75) El Cuadro n 39 corresponde a la matrcula de la encomienda perteneciente al capitn Miguel de Silva Verdugo, vecino de la ciudad de Chile, quien era oficial del ejrcito. El administrador local de la misma era el capitn Juan Jofr de la Barreda.
Estaba encabezada por el cacique Jacinto Chancay, originario del pueblo de Jchal, quien permaneca all junto con sus hijos y dos muchachos. Cinco de los tributarios se encontraban huidos en diferentes lugares de la Gobernacin del Tucumn.
Anteriormente (1679) el mismo encomendero tambin haba tenido encomendados indios que figuraban como de Angacao (actualmente Jchal) y Tucunuco, quienes haban solicitado amparo, a travs del defensor, para que no se los sacara de su pueblo (ver Cuadro n 49).
Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones Jasinto Chancay 40 aos casado con Mara (tiene hijos) est en su pueblo con sus hijos cacique Fernando 40 aos casado con Mara 2 ? 20 aos hijo de Fernando; huido en Crdoba Hernando 24 aos casado con Mara 2 hijo de Fernando Juan de poca edad hijo de Hernando Pascual de poca edad hijo de Hernando Jacinto 20 aos soltero Lorenzo 28 aos casado con Bernabela
Toms 20 aos soltero Clemente 20 aos casado 2 Miguel de poca edad hijo de Clemente Juan de ms poca edad hijo de Clemente Gregorio soltero ausente y fugitivo en las gobernaciones del Tucumn Toms 20 aos soltero huido en la provincia del Tucumn Manuel 20 aos huido en las pro- vincias del Tucumn Vicente 12 aos asiste a su cacique Felipe 12 aos asiste a su cacique Pedro 12 aos 102 Bartolo 10 aos ? 20 aos hijo de Teresa; huido Teresa
Bernabela Luisa Ana Asaguate Juliana TOTAL VARONES: 20 TOTAL MUJERES: 9
Cuadro n 39: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Miguel de Silva Verdugo (vecino de la ciudad de Santiago de Chile) administrada por el capitn Juan Jofr de la Barreda del pueblo de Jchal (1695) (ANC CG 555, f. 75-75 v.)
La encomienda del capitn Pedro de Angulo estaba administrada por un residente en Chile, el general Lorenzo de Faguaga (ver Cuadro n 40); es posible que tambin el titular de la encomienda no residiera en Cuyo. Llamativamente la encomienda figuraba encabezada por un cacique muerto (Pedro Santagua, originario del pueblo del Ro Bermejo) -lo que era una gran irregularidad- y estaba principalmente constituida por mujeres de su familia. Un muchacho de quince aos estaba en Santiago de Chile sirviendo al administrador y el resto de los hombres (un reservado de 50 aos y sus cuatro hijos) figuraban huidos en la Gobernacin del Tucumn.
El nombre indgena Santagua, con origen en el Ro Bermejo, ya apareca en las matrculas de las encomiendas de principios de siglo (ver Cuadro n 9).
Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones Pedro Santa- gua (difunto) casado con Feliciana 5 cacique ... 5 aos hijo de Pedro Ana hija de Pedro Agustina hija de Pedro Isabel hija de Pedro Jacinta hija de Pedro Magdalena soltera Mara soltera Mara viuda 1 Simn 15 aos lo tiene el administrador (en Santiago) hijo de Mara Sebastin 50 aos casado 4 huido 103 ? hijo de Sebastin; huido en las pro- vincias del Tucumn ? hijo de Sebastin; huido en las pro- vincias del Tucumn
? hijo de Sebastin; "huido en las pro- vincias del Tucumn" ? hijo de Sebastin; "huido en las pro- vincias del Tucumn" TOTAL VARONES: 7 TOTAL MUJERES: 8
Cuadro n 40: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Pedro de Angulo, administrada por el general Lorenzo de Faguaga que reside en la ciudad de Santiago de Chile, del pueblo de Ro Bermejo (1695) (ANC CG 555, f. 75 v.)
El Cuadro n 41 resume la matrcula de la encomienda del capitn Joseph Jofr de Arze, encabezada por el cacique natural del pueblo de Las Tumanas. La encomienda no tena ningn tributario ya que estaba constituida por el mismo cacique, un hijo menor de ste huido en la Gobernacin del Tucumn, una mujer y otros dos menores.
Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones Pedro 35 aos viudo 2 "natural del pueblo de Las Tumanas"
Antonio 14 aos hijo de Pedro; "huido en el Tucumn" Lucas 9 aos hijo de Pedro Juan 12 aos hijo de Francisco, ya difunto Graciana TOTAL VARONES: 4 TOTAL MUJERES: 1
Cuadro n 41: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Joseph Jofr de Arze, del pueblo de Las Tumanas (1695) (ANC CG 555, f. 75 v.-76)
El cuadro siguiente corresponde a la matrcula de la encomienda perteneciente a doa Magdalena de Erazo, residente en la ciudad de Santiago de Chile (ver Cuadro n 42). Estaba constituida por la familia del cacique Juan Ucha, natural del pueblo de Sata, donde resida al menos uno de sus hijos con su 104 propia familia. Otro de sus hijos, de treinta aos, figuraba como "indio impedido de ambos brazos", lo que significaba que estaba eximido de tributar. El nombre indgena Ucha apareca tambin en una documentacin de mediados del siglo cuando el capitn Gaspar de Lemos otorg poder a dos vecinos de La Rioja para cobrar los indios de su encomienda que estaban en esa jurisdiccin; entre ellos figuraba "alonso ucha carpintero" que lo tenan los padres de la Compaa de Jess y "alonso goanpalloa carpintero" (AHA SJ Caja I).
Con respecto al llamado "pueblo de Sata" no existe ninguna referencia de la misma poca que pueda dar idea de su ubicacin, as como tampoco ha quedado como topnimo en la actualidad ni en poca histrica ms reciente. En cambio, exactamente un siglo antes de la realizacin de esta matrcula, en la merced de tierras otorgada a Juan Eugenio de Mallea en 1593 y en la toma de posesin correspondiente figuraba un lugar con el nombre de Cata -no ata-, al cual llegaba un camino (ANC CG 81, f. 278 y 279). Las actuaciones posteriores (casi dos siglos despus) de un juicio entre los herederos de Mallea y la Iglesia Matriz de San Juan por la propiedad de las tierras conocidas como "la Chimba y valle de Angaco" (actualmente departamento de Chimbas la primera y departamento de Albardn y parte del departamento de Angaco la segunda) ubicadas al norte del ro San Juan, dentro del cual se encuentra la copia de la merced original, establecan en 1772 que las tierras en litigio excedan las 200 cuadras dadas a Mallea porque abarcaban 700 cuadras (o aproximadamente dos leguas) de largo de este a oeste,
"...desde el Camino, que atraviesa dicho Ro, y va al valle fertil, q e esta al oriente asta el Camino, que Cae al Poniente ... rumbo derecho al Norte..." (ANC CG 81, f. 298-299).
Una superficial lectura del documento llev anteriormente a algunas personas a identificar el lugar nombrado Cata (transformado arbitrariamente en Zata) con un hipottico nombre antiguo de Valle Frtil por aparecer ambos citados en un mismo expediente (aunque en documentos separados por dos siglos) como terminales de camino (DIAZ COSTA, Topnimos y gentilicios..., pg. 24). La mensura de las tierras en litigio, al determinar que las primitivas tierras dadas a Juan Eugenio de Mallea eran las doscientas cuadras (350 ha aproximadamente) ms cercanas al "cerrillo de Angaco" (actual Sierra de Villicum), permite suponer que el camino a que haca referencia la merced original sera el que en el siglo XVIII se recostaba sobre el oeste y formaba el lmite occidental de las tierras. De tal modo que no existe evidencia documental ninguna para asegurar que el hipottico "Zata" fuera un antiguo nombre de Valle Frtil ni tampoco que ste surgiera del ms antiguo "Cata", o que el Sata que 105 aparece en la matrcula de la encomienda de Magdalena de Erazo a fines del siglo XVII estuviera relacionado con el anterior.
Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones Juan Ucha 58 aos viudo 3 "reservado" Juan 30 aos casado con Victoria 2 hijo de Juan Ucha; "im- pedido de ambos brazos ? de poca edad hijo de Juan ? de poca edad hija de Juan Pascual 25 aos casado con Bartola 1 estn en su pueblo hijo de Juan Ucha Mariana hija de Juan Ucha TOTAL VARONES: 4 TOTAL MUJERES: 4
Cuadro n 42: Matrcula de los indios de la encomienda de Magdalena de Erazo (residente en Santiago de Chile), del pueblo de Sata (1695) (ANC CG 555, f. 75 v.)
La ltima encomienda registrada por el teniente de corregidor de San Juan en 1695 fue la del capitn Joseph del Pozo, quien resida en la ciudad de Santiago de Chile (ver Cuadro n 43). Estaba encabezada por el cacique Gabriel Icao, natural del pueblo y valle de Calingasta, y formada por tres mujeres, dos tributarios y algunos menores de edad, dos de los cuales eran hermanos del cacique.
Anteriormente no haba sido citada ninguna encomienda en el valle de Calingasta; tampoco haba quedado registrado el nombre indgena del cacique. Con posterioridad (1725) aparece un nombre similar en la cacica de Pismanta, doa Teresa Icaa, hija del cacique Francisco Icaa, con motivo de la venta de sus tierras a Lorenzo Jofr porque se encontraba sola, sin vasallos ni sucesin masculina (ANC GC 6, f. 297-301 v.).
Esta afirmacin coincide con el hecho de que para 1649 los indios originarios de Pismanta fueron encomendados en el licenciado Juan del Pozo y Silva, vecino de Santiago, y estaban reducidos en Chile (ver Cuadro n 15). El encomendero de la cacica Icaa era el mismo capitn Joseph del Pozo y Silva de la encomienda de Calingasta.
Si bien no se dice dnde residan, por documentos posteriores se sabe que en 1699 la encomienda fue declarada vacante por falta de confirmacin por 106 estar los indios distantes de la ciudad y su jurisdiccin y entregada a Juan de Oro y Santamara agregada a otras en la misma situacin (ver Cuadro n 45).
Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones Gabriel Icao 30 aos soltero cacique Domingo 20 aos casado con Pascuala 1 Lorenzo 3 meses hijo de Domingo Martn 18 aos soltero hermano del cacique Francisco 14 aos soltero hermano del cacique Isabel soltera Margarita soltera TOTAL VARONES: 5 TOTAL MUJERES: 3
Cuadro n 43: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Joseph del Pozo (que reside en Santiago de Chile), del pueblo y valle de Calingasta (1695) (ANC CG 555, f. 75 v.)
Las restantes cinco matrculas corresponden al ltimo ao del siglo XVII. De ellas, las cuatro primeras (ver Cuadro n 44 a 47) tienen su origen en un pedido realizado por Juan de Oro y Santamara, vecino de la ciudad de San Juan, quien en 1698 solicit al gobernador la reduccin bajo su titularidad, a un mismo pueblo y con un cacique nombrado al efecto, de las encomiendas de Pedro de Balmaceda, Joseph del Pozo, Pedro de Mesa y Francisco de Olivares; stas, si bien se haban registrado en 1695, no haban podido ser confirmadas por no hallarse los indios y por no haberse pagado el impuesto correspondiente, y por lo tanto haban sido declaradas vacantes.
"...por defecto de Confirmacion sin embargo de ser las dhas en Comiendas de Corto numero y hauerseles hecho alos suso dhos la mered de dhos Indios sin el grabamen de Confirmacion Yestando dispuesto porsu Mag d
que dhas enComiendas de Corto numero se redusgan a Vn pueblo nombrandoseles casiques y dando seles adichos Indios lastierras nessesarias en derecho dispuestas..." (ANC CG 488, f. 1-7 v.).
Santamara no fue el nico interesado y se registraron varias oposiciones a este pedido. Para cumplir con el otorgamiento de la encomienda solicitada, en octubre de 1699 el alcalde ordinario de la ciudad de San Juan, el capitn Alonso del Pozo y Lemos, orden hacer las matrculas de las encomiendas.
107 "...contoda espresion yClaridad desusnombres edades y familias laqual sehiso Con asistencia del coadjutor delos dhos indios nombrado para este efecto por no auerle propiettario..." (ANC CG 488, f. 25 v.-26).
En primer lugar se registraron los indios de la encomienda que haba pertenecido al capitn Pedro de Balmaceda (ver Cuadro n 44), encabezada por los caciques Joseph Balcussa, don Diego, don Francisco Managua y don Gaspar Muimui. Esta encomienda era la misma registrada en 1695 (ver Cuadro n 32) que estaba formada por la agrupacin de indgenas originarios de Mogna, Valle Frtil y Ro Bermejo.
Los nombres de los caciques son los mismos (salvo diferencias de escritura); en el caso de Valle Frtil se haba agregado tambin como cacique un indio de edad avanzada que en 1695 se haba matriculado como sujeto al cacique Managua.
Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones Joseph Balcussa ms de 60 aos casado con Teresa 2 Pascuala* casada con Juan hija de Joseph Mara hija de Joseph Mateo 50 aos casado con Luca 7 Juan 25 aos casado con Pascuala* 2 hijo de Mateo Juan 5 aos hijo de Juan Josefa hija de Juan Pascual 6 aos hijo de Mateo Leonor hija de Mateo Juana hija de Mateo Petrona hija de Mateo Teresa hija de Mateo ? hija de Mateo Diego 60 aos viudo 3 cacique Alonso 20 aos casado con Lorenza hijo de Diego Santiago 18 aos casado con Isabel 1 hijo de Diego Petrona 6 meses hija de Santiago Andrs 6 aos hijo de Diego Gaspar Muimui 24 aos casado con Mara 1 cacique Pedro 5 aos hijo de Gaspar Francisco Managua 30 aos soltero cacique Sebastin 24 aos casado con Andr... 1 Bernardo 5 aos hijo de Sebastin ... Isabel Mara viuda Ambrosio 8 aos hurfano 108 Pedro 9 aos hurfano Pascual 10 aos hurfano Ana 30 aos soltera 1 Flix 8 aos hijo de Ana Laura soltera Andrea viuda 1 Miguel 10 aos hijo de Andrea
Magdalena viuda 1 Ma... hija de Magdalena Ana viuda TOTAL VARONES: 19 TOTAL MUJERES: 24
Cuadro n 44: Matrcula de los indios de la encomienda que haba sido del capitn Pedro de Balmaceda; fue declarada vacante por falta de confirmacin por estar los indios "distantes de la ciudad y su jurisdiccin" y entregada junto con las siguientes al capitn Juan de Oro y Santamara quien deba recogerlos(1699) (ANC CG 488. 26- 26v.)
A la encomienda anterior se agregaban los indios que haban quedado vacantes de la encomienda de Joseph del Pozo (ver Cuadro n 45) que eran en realidad algunos de los que en 1695 figuraban como sujetos al cacique Gabriel Icao del pueblo de Calingasta (ver Cuadro n 43). En ese caso los indgenas que cuatro aos antes figuraban como hermanos del cacique, en esta nueva matrcula lo hacan como hijos de Mara Mamparo, viuda.
Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones Domingo 30 aos casado con Pascuala 2 Lorenzo 5 aos hijo de Domingo ... 1 ao hija de Domingo Martn 20 aos casado con Micaela 1 hijo de Mara Mamparo Domingo 1 ao y me-dio hijo de Martn Francisco 14 aos hijo de Mara Mamparo; hermano de Martn Mara Mamparo viuda 5 Juana viuda hija de Mara Mamparo Isabel soltera hija de Mara Mamparo Margarita soltera hija de Mara Mamparo TOTAL VARONES: 5 TOTAL MUJERES: 7
Cuadro n 45: Matrcula de los indios de la encomienda que haba sido de Joseph del Pozo; fue declarada vacante por falta de confirmacin por estar los indios "distantes de la ciudad y su jurisdiccin" y entregada junto con la anterior y las siguientes al capitn Juan de Oro y Santamara quien deba recogerlos(1699) (ANC CG 488, 26 v.) 109
Tambin se agregaban a los anteriores los indios pertenecientes a la encomienda de Pedro de Mesa (ver Cuadro n 46) que consista en las familias de tres tributarios varones. Si bien la lectura del documento en esta parte es dificultosa, parece ser que a uno de ellos le corresponda la herencia del cacicazgo. Cuando esta encomienda fue registrada en 1695 su enumeracin ya era irregular y figuraba "sin pueblo ni cacique" (ver Cuadro n 27).
Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones Alonso Taia 30 aos casado con Mara 1 Ignacia hija de Alonso Jacinto 28 aos casado con Mariana Gonzalo 40 aos casado con Mara 4 hermano de Jacinto (parece ser sucesor del cacicazgo) ? hijo de Gonzalo ? hijo de Gonzalo ? hija de Gonzalo ? hija de Gonzalo TOTAL VARONES: 5 TOTAL MUJERES: 6
Cuadro n 46: Matrcula de los indios de la encomienda que haba sido de Pedro de Mesa; fue declarada vacante por falta de confirmacin por estar los indios "distantes de la ciudad y su jurisdiccin" y entregada junto con las anteriores y la siguiente al capitn Juan de Oro y Santamara quien deba recogerlos (1699) (ANC CG 488. 26 v.)
Por ltimo se agregaban a los anteriores los indios que haban pertenecido a la encomienda de Francisco de Olivares (ver Cuadro n 47). Esta encomienda estaba prcticamente formada por mujeres y menores no tributarios (diez mujeres y cinco varones menores de quince aos); tambin fue declarada vacante por falta de confirmacin por estar los indios "distantes de la ciudad y su jurisdiccin" y entregada junto con las anteriores al capitn Juan de Oro y Santamara quien deba recogerlos.
Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones Toms 15 aos Andrs 10 aos hermano de Toms Domingo menos de 10 aos Juana 60 aos viuda 3 Agustina hija de Juana Lorenza hija de Juana Paula 1 hija de Juana Paula 10 aos hija de Paula 110 Gernima 60 aos 3 Gernima viuda hija de Gernima Nicolasa hija de Gernima Dominga casada 3 hija de Gernima Andrs 6 aos hijo de Dominga
Gaspar 3 aos hijo de Dominga ? 4 aos hija de Dominga TOTAL VARONES: 5 TOTAL MUJERES: 10
Cuadro n 47: Matrcula de los indios de la encomienda que haba sido del capitn Francisco de Olivares; fue declarada vacante por falta de confirmacin por estar los indios distantes de la ciudad y su jurisdiccin y entregada junto con las anteriores al capitn Juan de Oro y Santamara quien deba recogerlos (1699) (ANC CG 488. f.27)
Como todos estos indgenas registrados precedentemente (ver Cuadro n 44 a 47) no haban podido ser inspeccionados, el alcalde ordinario de la ciudad de San Juan decidi no hacer la matrcula final hasta que Santamara los encontrara, reuniera y redujera para, finalmente, hacrsele merced de los cuatro repartimientos en una sola encomienda por dos vidas.
...ser auidos los dhos Yndios por estar distanttes deesta ciu d ysu jurisdiccion... [y] ...de los quales no ai ninguno al presente por quetodos andan Vagando en diferentes partes distantes Vnos de otros (...) no se hace el Padron deellos asta que Sean recogidos por el Cap n D n Juan deoro Y Santamaria quien tiene Comiss on para ello... (ANC CG 488, f. 27 v.).
La ltima matrcula registrada para el siglo XVII (ver Cuadro n 48) tambin estaba ligada con la falta de confirmacin de las encomiendas inspeccionadas en 1695. Corresponde a la unin y reduccin de varios indios que haban pertenecido a otros encomenderos (el capitn Juan Gregorio Morales de Albornoz, el capitn Toms Jofr de la Barreda y don Nicols de Quiroga). Estos indios fueron solicitados por varias personas porque
...andan Vagando Como Vacos y dueos de su Voluntad Sin sujesion... (ANC CG 526, f. 95).
Al capitn Juan Gregorio Morales de Albornoz haban pertenecido los sujetos al cacique Pedro Pasiguayan (o Pedro Aymian), que se registraron en 1695 (ver Cuadro n 28), que desde mediados de siglo haban estado 111 encomendados en la misma familia y que eran originarios de Valle Frtil (ver Cuadros n 14 y 21).
A Toms Jofr de la Barreda haban pertenecido el grupo formado por dos hombres mayores y un tributario con sus familias y una serie de mujeres viudas y solteras; este grupo corresponda a la encomienda registrada en 1695 sin cacique ni pueblo y reducida en una via de propiedad del mismo encomendero (ver Cuadro n 37). En el mismo ao en que se declar vacante, el encomendero envi a estos indios con carretas a la Gobernacin del Tucumn con asiento ante escribano (ver Cuadro n 49).
De la encomienda de Nicols de Quiroga, que quizs tuviera su origen en la registrada en 1677 y que estaba asentada en una via a una legua de la ciudad de San Juan (ver Cuadro n 20), quedaba un solo indgena llamado Agustn y su familia.
El nico indio tributario que figuraba ausente en la Gobernacin del Tucumn, posiblemente con autorizacin, no quedaba nuevamente encomendado. Los dems fueron reunidos formando una nueva encomienda, bajo la titularidad de doa Mara Ramrez de Orellano, que sera reducida en la chacra de su propiedad.
Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones Pedro Pasiguayan (o Aymian) 40 aos soltero viudo 1 cacique Lucas 9 o 10 aos hijo de Pedro Cristbal 38 0 35 aos casado con Mara 7 Lorenzo 12 aos hijo de Cristbal Santiago 8 aos hijo de Cristbal Agustn 6 aos hijo de Cristbal Cristbal 1 ao hijo de Cristbal Dominga 11 aos hija de Cristbal Teresa 7 aos hija de Cristbal Jacinta 7 aos hija de Cristbal Felipe 24 o 20 aos casado con Juliana 2 Andrs 6 aos hijo de Felipe Francisco 6 meses hijo de Felipe Toms 28 o 25 aos casado con Mara 1 ausente en las Prov. del Tucumn Toms 4 aos hijo de Toms Mateo 25 o 22 aos soltero Clemente 20 aos soltero Francisco 26 o 20 aos soltero hijo de Mara, viuda Simn 18 o 16 aos soltero hijo de Mara, viuda Melchor 10 aos hurfano Juan Pilatos (o Pelazos) 15 aos hurfano 112 Juan 8 aos hurfano Agustn 20 aos casado con Petrona 1 de la encomienda que fue de Nicols de Quiroga ? tierna edad hijo de Agustn
Francisco 60 aos soltero agregado de la encomienda del capitn Toms Jofr de la Barreda Luis 52 aos casado con Anna 5 agregado de la encomienda del capitn Toms Jofr de la Barreda Lorenza hija de Luis Melchora hija de Luis Isabel casada hija de Luis; casada en otra parte Brgida casada hija de Luis; casada en otra parte Mara casada hija de Luis; casada en otra parte Pedro 28 aos casado con Anna 5 agregado de la encomienda del capitn Toms Jofr de la Barreda Antonio 10 aos hijo de Pedro Gernimo 1 ao hijo de Pedro Margarita hija de Pedro Teresa hija de Pedro Francisca hija de Pedro Asencio 11 aos hermano de Pedro Esperanza hermana de Pedro Isabel viuda Lorenza soltera Mara 10 aos soltera Micaela 20 aos Agustina 50 aos viuda TOTAL VARONES: 27 TOTAL MUJERES: 21
Cuadro n 48 Matrcula de la encomienda del capitn Juan Gregorio Morales de Albornoz que fue declarada vacante; eran originarios de "trminos" de la ciudad de San Juan y estaban asitiados en su via y chacra en la ciudad de San Juan. La encomienda fue otorgada a Mara Ramrez de Orellano, con el agregado de otros indios que vacaron de las encomiendas de Nicols de Quiroga y del capitn Toms Jofr de la Barreda y la excepcin del indio ausente(1699) (ANC CG 526, f. 80 v.-106 v. y 112-113)
Un hecho destacable es que la misma encomendera declaraba que esta agregacin de encomiendas no se trataba de la conocida como "los siete pueblos de Pismanta" formada a partir del mandato de las autoridades para que
"...los siete pueblos que su Seoria manda se reduzgan alpueblo de Pismanta..." (ANC CG 526, f. 94 v.-95).
113 Este interesante dato permite asegurar que adems de las uniones de encomiendas antes listadas (ver Cuadro n 44 a 48) exista por lo menos una ms en el valle de Pismanta (actual valle de Iglesia).
Por ltimo se resumen en forma de cuadro una serie de referencias documentales que corresponden a peticiones o demandas realizadas por indgenas, sus defensores o los encomenderos sobre diferentes problemas que involucraban a indios encomendados.
Ao Nombre Origen Observaciones 1635 Alcalen (o Alcasan) cacique; la sentencia establece que dicho cacique y sus sujetos pertenecen a Cristbal de Argumedo y no a Garca de Villanueva quien reclamaba alegando que se llamaba tambin Vehumen o Vchumun (ANC RA 3030, f.169 v.-170). 1656 Agustn Ayminama, Agustn Cuntala, Agustn Melebca y Hernando Hilinca con sus mujeres e hijos pueblo de Angacao indios sujetos al cacique Quarquilla (o Alonso Cantama) encomendados en el capitn Gernimo de Uliarte y Cornejo que estn en La Rioja; el encomendero da poder para que se cobren sus tributos a quien los tuviere (AHA SJ Caja I). 1657 hijos de Abate y su mujer, Domingo, Pe- rucho, Gaspar; Mag- dalena, soltera con cuatro hijos y Lo- rencillo con su chus- ma; Alonso Ucha car- pintero*, y Antn y su hijo Sebastin casa-do**, Alonso Goan-palloa carpintero Encomendados en el capitn Gaspar de Lemos, los tiene Andrs de Ahumada en La Rioja en poder del Gral. Nicols de Brizuela; * en poder de los padres de la Compaa de Jess; ** en poder de Gregorio de Luna 1658 Alonso Chiquipay Ro Bermejo cacique; encomendado en Juana de Villanueva, reclama que el capitn Juan Jufr de Arze sac sus indios contra la voluntad de su encomendera y los llev a Buenos Aires con sus carretas (ANC RA 3035, f. 270-270 v.). 1659 Juan Aguapilla valle de Xata marca (o Xatamalca o Jatamalca) cacique; hijo mayor de Mara Duimilo, quien era hija legtima del cacique principal Martn Duymilo encomendado en Catalina de los Ros, viuda del maestre de campo Alonso de Carvajal Campofro, que sufri la prdida del cacicazgo por ser hijo natural (ANC RA 3035, f. 94) 1673 Mara, viuda de Fu- lano Tuluya quiere volver al pueblo de origen con sus deudos que estn encomendados en Francisco de Olivares, vecino de San Juan, y se lo impide el capitn Juan de Larrea que se sirve de ella y sus hijos (ANC RA 3037, f. 8). 114 1677 Alonso Cansama Lorenzo Chacay (o Chancai) pueblos de Angacau, Mogna y Tucunuco caciques; el capitn Domingo Snchez Chaparro los ha llevado a la ciudad de San Luis de Loyola, donde los tiene ocupados en sus faenas y estn solos (ANC RA 3036, f. 35-35 v.). 1678 mujer e hijas del cacique Alonso Caa muchas personas las inquietan y perturban querindose servir de ellas contra su voluntad (ANC RA 3037, f. 88).
1678 Juan Jorge Suga...e y su hijo Juan Jorge cacique principal al servicio del capitn Juan Jofr de Estrada; el capitn Juan Bautista de Oro Bustamante lo apremia al servicio personal y lo quiere sacar de su lugar natural (ANC RA 3035, f. 115). 1679 Felipe, Agustn Can- tamaa, Ana y Bartola pueblos de Angacao y Tucunuco trmites de amparo de indios encomendados en el alguacil mayor Miguel Gmez de Silva Verdugo (ANC RA 1955, f. 68-78). 1699 Mateo, Felipe y Pedro indios que su encomendero, el capitn Toms Jofr de la Barreda, enva con carretas a la Gobernacin del Tucumn (AHA SJ Caja I). 1699 Pedro, Toms, An- drs, Gregorio, Fran- cisco, Domingo y Toms indios de la encomienda del maestre de campo Juan de Oro Bustamante que el capitn Toms de Fragua lleva con carretas a la provincia del Tucumn (AHA SJ Caja I).
Cuadro n 49: Lista de caciques e indios encomendados con problemas legales
Las caractersticas de las encomiendas indgenas de San Juan durante el siglo XVII y los cambios producidos
Si bien las encomiendas fueron legalmente consideradas como forma de trabajo libre y no como esclavitud en la realidad, y por lo menos en San Juan y en toda la provincia de Cuyo en general, durante el siglo XVII tom ambas formas. El traslado coercitivo de indgenas a Chile para servir como mano de obra que comenz en el siglo anterior y prosigui firmemente por lo menos en las tres primeras dcadas del siglo XVII, puede ser considerado como una forma de esclavitud totalmente fuera de las normas legales: los indgenas eran llevados como presidiarios, se los usaba en forma indiscriminada para los ms variados trabajos, no se les pagaba salario alguno e incluso no eran devueltos a sus lugares de origen (MICHIELI, El despoblamiento indgena..., pg. 5).
Al mismo tiempo se utilizaron, sobre todo a partir de mediados del siglo e incrementndose hacia el final, las formas de contratacin legal de trabajadores indgenas, ya fueran encomendados o no, con pago de salario. Estos casos generalmente coinciden con algn tipo de ejecucin de un trabajo especializado o un oficio.
115 La prestacin en servicio personal, usual e incluso casi nica a principios de siglo, disminuy en cierta medida a lo largo del tiempo, pasando el cobro del tributo a ser ms comn e incluso preferido. De todos modos la prestacin en servicio personal no fue nunca totalmente abandonada y es comprobable en las matrculas, especialmente las de finales de siglo, que algunas encomiendas tenan muy pocos tributarios o no los posean en absoluto y estaban conformadas mayoritariamente por indios adultos o caciques (que no tributaban), mujeres y nios (ver Cuadros n 26, 30 y 39) que indudablemente trabajaran para sus encomenderos de alguna manera, de tal modo que justificara la titularidad de las mismas.
La posesin de una encomienda constitua, por la percepcin de los tributos correspondientes o por el aprovechamiento del trabajo indgena como servicio personal, un bien sumamente requerido por los espaoles. Es por eso que no son pocos los pedidos de encomienda que se tratan de justificar por la pobreza del peticionante o de su familia, que se aumenta cuando se trata de mujeres viudas con hijos menores que sostener.
Los encomenderos fueron generalmente vecinos de la ciudad de San Juan o de Santiago de Chile, y en menor medida de las otras ciudades de Cuyo (Mendoza y San Luis). Los nombres de los encomenderos que figuran en los documentos registrados a lo largo del siglo XVII coinciden con los de los vecinos ms representativos de la ciudad que tambin ejercan cargos gubernamentales o judiciales; en la mayora de los casos posean el grado militar de capitn. Era legal y comn que tambin las mujeres fueran titulares de encomiendas, obtenidas en segunda vida por herencia de padres o maridos o por otorgamiento directo. Los encomenderos eran casi siempre los representantes de las mismas familias; los nombres y apellidos se repiten a lo largo del siglo. Si bien los repartimientos slo podan ser heredados una vez (cuando se trataba de encomiendas de dos vidas), es posible advertir en la documentacin cmo los integrantes de una misma familia postulaban y generalmente obtenan la o las encomiendas que tradicionalmente haban posedo sus antepasados (ver Cuadro n 50).
N Ao Encomendero Origen Encomendero anterior 8 1605 Juan Gil de Heredia Valle Frtil Pedro de Barreda Estrada Juan de Mallea 9 1613 Gaspar de Lemos Ro Bermejo Bartasar de Lemos 10 1628 Petronila de Mallea Valle Frtil [reclamada por Pedro de Barreda] 11 " Pedro de Silva Pedro de Silva (padre) 1 1633 Martn de la Ra Valle Frtil " " Martn de la Ra Ro Bermejo " " Fracisco Martn Ro Bermejo 116 " " Cristbal de Mallea Mogna " " Petronila de Mallea Ro Bermejo " " Andrs Gimnez de Lorca Ro Bermejo " " Garca de Villanueva Ro Bermejo " " Diego de Salinas Angacao 49 1635 Cristbal de Argumedo [reclamada por Garca de Villanueva]
12 1636 Jusepe Jofr de Arze Las Tumanas Rodrigo de Junco (antes Pedro de Barreda) 13 1643 En disputa: Jusepe Jofr de Arze y Gregorio Morales de Albornoz Las Tumanas Rodrigo de Junco 14 " Gregorio Morales de Albornoz Valle Frtil Rodrigo de Junco 15 1649 Juan del Pozo y Silva Pismanta Francisco Pastn 16 " Demanda la anterior: Pedro de Iturgoien y Amassa Pismanta Francisco Pastn 17 " Juan Ruiz de la Cuesta Encn Mara Carrillo 18 1652 Francisco de Pedraza Mogna, Angacao y Ro Bermejo Garca de Tobar 49 1656 Gernimo de Uliarte y Cornejo Angacao 49 1658 Juana de Villanueva Ro Bermejo 49 1659 Catalina de los Ros Xatamalca [Mogna]
49 1673 Francisco de Olivares 19 1675 Jacobo de Lasiar Mogna Catalina de los Ros 20 1677 Nicols Gil de Quiroga ciudad de San Juan Juana de Villanueva 21 " Juan Gregorio Morales de Albor- noz Valle Frtil Gregorio Morales de Albornoz 22 1678 Juan de Oro Bustamante Juan Bautista de Oro (antes de Francisco Jofr de Arze) 49 " Juan Jofr de Estrada (incomodada por Juan Bautista de Oro Bustamante) 49 1679 Miguel Gmez de Silva Verdugo Angacao y Tucunuco
23 1695 Joseph de Lasiar Mogna 24 " Marcos de Molina Vasconselos Las Tumanas 25 " Diego Jufr de la Guardia Ro Bermejo 26 " Francisco Robledo ciudad de San Juan
27 " Pedro de Mesa y Ziga 28 " Juan Gregorio Morales y Albornoz Valle Frtil 29 " Alonso del Pozo y Lemos Ro Bermejo 30 " Francisco Macaya Santiago de Chi-le
31 " Mara Morales San Luis 32 " Pedro de Balmaceda Mogna, Valle Frtil y Ro Bermejo
33 " Juan Gil de Quiroga Jchal 34 " Julin de Mallea Valle Frtil 117 35 " Melchor Moyano Cornejo ciudad de San Juan
36 " Juan de Oro Bustamante cuidad de San Juan
37 y 49 " Toms Jofr de la Barreda via 38 " Clemente Gil de Quiroga via 39 " Miguel de Silva Verdugo [administrada por Juan Jofr de la Barreda] Jchal
40 " Pedro de Angulo Ro Bermejo 41 " Joseph Jofr de Arze Las Tumanas 42 " Magdalena de Erazo Sata 43 " Joseph del Pozo Calingasta 49 1699 Juan de Oro Bustamante 44 " Pedro de Balmaceda 45 " unificadas en Joseph del Pozo 46 " Juan de Oro Santamara Pedro de Mesa 47 " Francisco de Olivares 48 " Mara Ramrez de Orellano Juan Gregorio Morales de Albornoz Toms Jofr de la Barreda Nicols de Quiroga
Cuadro n 50: Nombre de los encomenderos registrados en San Juan para el siglo XVII y origen de los indgenas encomendados (los nmeros de la primera columna remiten a los cuadros correspondientes)
Esto ltimo se relaciona con lo anteriormente sealado del por lo menos llamativo mantenimiento de encomiendas pequeas (a veces en lugares distantes de la ciudad) sin un nmero importante de tributarios que se observa en los matrculas de fines de siglo. La explicacin puede encontrarse en los casos documentados que permiten vislumbrar o incluso que muestran fehacientemente (ver Cuadros n 10 y 23) que el encomendero fue anterior o posteriormente beneficiado con una merced de tierra en el territorio de donde eran originarios los indios de su encomienda, lo que indicara que la posesin de una encomienda, por pequea y poco redituable que fuera, posibilitaba el usufructo de las tierras de los indgenas y facilitaba su posterior legalizacin.
A pesar de toda la legislacin y algunas acciones concretas llevadas a cabo por el gobierno de Chile desde el siglo XVI (MICHIELI, El despoblamiento indgena..., pg. 4-13), no pudo asegurarse la residencia permanente de los encomenderos cuyanos en el lugar de origen de los indios de su repartimiento ni tampoco que cesara totalmente el traslado de indios a Chile, 118 como es evidente en algunas matrculas a todo lo largo del siglo XVII. Algunas encomiendas figuraban en el censo de 1695 como administradas por otra persona a nombre del encomendero (ver Cuadros n 27, 30, 31 y 40), sobre todo aqullas vinculadas con encomenderos chilenos o con indgenas encomendados en San Juan pero originarios de otros lugares. Obviamente la administracin de la encomienda por personas distintas de su encomendero obedeca a que la residencia del titular no coincida con la residencia real de los encomendados.
A comienzos de siglo se continuaron otorgando las encomiendas del mismo modo que en el anterior: a travs del repartimiento de un cacique con todo el grupo de sujetos. Como las encomiendas eran entonces exclusivamente de servicio personal no importaba registrar en los documentos cuntas personas constituan el grupo ni otros datos de filiacin. Los otorgamientos mencionaban en cambio generalmente los nombres indgenas de los caciques y de su tierra de origen, y a veces tambin su nacin, parcialidad o familia. Era usual tambin que se encomendaran al mismo tiempo varios caciques, con sus respectivos grupos, en una misma persona, por lo que es posible inferir que las encomiendas de esa poca eran numerosas.
En cambio al avanzar el siglo, las encomiendas fueron paulatinamente menores en cantidad de encomendados, como es posible observar en las mismas matrculas, y en lneas generales se encomendaba un nico grupo a travs de su cacique; las excepciones que se dieron a partir de mediados de siglo, y especialmente al final del mismo, estn en esos casos relacionadas con la unin de varios grupos en una sola encomienda por la escasez de indgenas. Tambin progresivamente en los otorgamientos de encomiendas comenzaron a figurar claramente los datos de filiacin de los indgenas tributarios, es decir aqullos que deban pagar un tributo anual en dinero a los encomenderos, coincidiendo con la mayor importancia dada al tributo en contraposicin con el servicio personal. Concomitantemente en los registros de encomendados comenz a desaparecer el nombre indgena de sujetos y caciques y otras referencias que permitiera ubicarlos tnicamente.
Este hecho no es casual sino que se relaciona con el cambio de ubicacin geogrfica de grupos enteros, de parte de grupos o incluso de individuos aislados y tambin con la existencia de matrimonios y uniones libres entre individuos de diferente encomienda o de distinto origen geogrfico (ver Cuadros n 20 y 34) que originaron un gran entrecruzamiento y prdida de las identidades tnicas. Evidentemente estas pocas evidencias directas son la certificacin de una situacin real que se vislumbraba a travs de otros anlisis; los conciertos de trabajo listados en el captulo anterior indican claramente el origen variado de 119 los indgenas que se contrataban para trabajar en la ciudad de San Juan y el estudio de los libros de bautismos de la segunda mitad del siglo XVII y primera mitad del siglo XVIII (SNCHEZ CANO, Conformacin de la sociedad sanjuanina..., pg. 60-64) ya mostraba que existi un importante nmero de matrimonios formados por indgenas de distinto origen geogrfico.
Por otra parte la disminucin de indgenas con posibilidades de ser encomendados puede observarse a travs de otro importante detalle presente en las matrculas. Como los repartimientos se realizaban siempre a travs del otorgamiento en encomienda de un cacique con su grupo, era necesario la existencia real del mismo. Pero a medida que avanzaba el siglo algunas encomiendas (generalmente constitudas por una sola familia) se registraron sin cacique ni pueblo; en otros casos y a fin de salvaguardar figuradamente la legalidad aparecieron encabezando las encomiendas, como caciques, indgenas que aos antes haban sido matriculados como simples indios sujetos (ver Cuadros n 19 y 44), caciques difuntos (ver Cuadro n 40) y mujeres en calidad de "cacicas" (ver Cuadros n 33 y 34); hasta entonces en la zona cuyana el cacicazgo no era heredado por las mujeres (MICHIELI, Los huarpes protohistricos, pg. 162-164; comentarios al Cuadro n 18).
La aparicin a fines de siglo de la mujer como cacique se liga tambin con la matriculacin de las mismas en forma detallada y como cabeza de familia en el caso de viudas y madres solteras; es posible que esto estuviera ligado tambin con la percepcin de algn tributo por parte del encomendero, ya que segn Konetzke tambin las viudas eran consideradas tributarias (KONETZKE, Amrica Latina..., pg. 175); de todos modos la legislacin de la gobernacin de Chile no contemplaba especficamente la tributacin femenina.
Al avanzar el siglo la presencia de la mujer tom importancia y se asent en todos los casos con la cantidad de hijos vivos, que era baja. Por el anlisis de las encomiendas de San Juan registradas por el censo de 1695, que representa una muestra completa, puede observarse que un alto porcentaje de las parejas (un 73,58 %) tenan slo uno o dos hijos y eran excepcionales las que tenan tres o ms de tres hijos. Si se toman en cuenta todas las matrculas correspondientes a la segunda mitad del siglo (1652-1699) se observa que tambin a cifra de hijos por pareja era baja (2,10 de media y 2 de mediana).
De todos modos la cantidad de tributarios registrados en las encomiendas es evidentemente escasa hacia finales de siglo; en varias existan slo uno a tres indgenas tributarios y hay incluso una que no tena ningn tributario. En muchos casos (que constituyen el 38 % de las encomiendas 120 registradas para fin de siglo) gran parte de stos haban huido, especialmente a alguna zona de la Gobernacin del Tucumn, y obviamente no pagaban el tributo correspondiente.
Un hecho comn a lo largo del siglo fue el reclamo de repartimientos entre distintos encomenderos; la mayora de las matrculas registradas (salvo las correspondientes al censo de fin de siglo) tienen su origen en juicios u oposiciones realizadas por distintos postulantes. La evidencia de notables superposiciones de encomiendas, como las ejemplificadas en los Cuadros n 12 a 14, 15, 16 y 18, seala la disputa por el aprovechamiento de un recurso econmico importante como era el trabajo indgena.
La poca disponibilidad de indgena para ser encomendados, su huida y desvinculacin de la encomienda, la posibilidad del alquiler voluntario, el menor tributo cobrado por los encomenderos de Cuyo a diferencia del resto de la gobernacin (ver Cuadro n 7), fue incidiendo en la disminucin paulatina de las grandes encomiendas. A esto se agreg a fines del siglo la orden de que el cobro del tributo no lo hiciera directamente el encomendero sino el corregidor, lo que llev a la realizacin de matrculas ms detalladas y censos de encomiendas como el que se orden en 1678 y se concret en Cuyo en 1695. Como resultado se confirmaron algunas encomiendas y se replantearon otras; el ltimo ao del siglo fue testigo de la unificacin forzada de diferentes grupos, restos de grupos e incluso individuos aislados en encomiendas que nada tenan que ver con las originales.
Las encomiendas se transformaron as en una manera de mantener una fuente de mano de obra y en la posibilidad del usufructo por parte del encomendero de la tierra que haba pertenecido al grupo encomendado. La integracin de los repartimientos por un cacique y algunos ancianos, junto con mujeres y nios, y sin la presencia importante de varones tributarios permite pensar que la mano de obra principal era utilizada fuera de la encomienda inmediatamente despus que los varones llegaban a esa edad.
Durante el siglo XVII las encomiendas permitieron llenar el vaco de mano de obra aborigen existente en el centro y sur del territorio de la actual provincia de San Juan. El origen de los indgenas encomendados en ese tiempo se grafica muy bien con dos mapas comparativos de mediados (desde 1643 a 1659) y fines del siglo XVII (desde 1675 a 1699). Se han agrupado as segn la disponibilidad de datos. No se tienen en cuenta aquellas encomiendas cuyo origen es desconocido ni la cantidad de grupos originarios de cada lugar.
121 En los mapas puede observarse que la zona de Jchal, Valle Frtil y Ro Bermejo fueron durante el siglo XVII las que aportaron permanentemente indgenas para las encomiendas. En cambio el oeste y sudoeste del territorio provincial prcticamente careca ya de indgenas encomendados y las excepciones, como Pismanta a mediados del siglo y Calingasta a fines del siglo, estaban ligadas a grupos casi enteramente asentados en Chile.
122 Origen de las encomiendas registradas para mediados del siglo XVII (1643-1659) independientemente del lugar de asistencia. Referencias: 1- Las Tumanas; 2- Valle Frtil; 3- Pismanta; 4-Encn; 5- Angacao; 6- Mogna (o Xatamalca); 7- Ro Bermejo 123
Origen de las encomiendas registradas para finales del siglo XVII (1675-1699) independientemente del lugar de asistencia. Referencias: 1- Mogna; 2- ciudad de San Juan y alrededores; 3- Jchal; 4- Tucunuco; 5- Valle Frtil; 6- Las Tumanas; 7- Ro Bermejo; 8- Calingasta; 9- Santiago de Chile; 10- San Luis 124
125
TRASLADO, DESNATURALIZACIN, DESAPARICIN Y MOVILIDAD DE GRUPOS E INDIVIDUOS
Bajo las leyes indianas y como resultado de la consideracin de los indgenas como trabajadores libres, la movilidad espacial voluntaria de los mismos no estaba restringida. S lo estaba en cambio el traslado coercitivo, salvo en caso de castigo. Ambas acciones, con sus variantes, fueron a la vez realidad en el siglo XVII en toda Amrica, dentro de la cual San Juan no result la excepcin. Esto origin una situacin de movilidad social y espacial y cambio tnico de contornos tan complejos que slo puede vislumbrarse mediante el anlisis parcial de cada grupo de casos a fin de llegar a tener una idea de la realidad de relaciones e interrelaciones que caracterizaron ese siglo.
En los captulos anteriores el tema de los traslados se ha tocado en forma indirecta al hablar de las sublevaciones, trabajo y encomiendas. En ste se tratar en forma especial haciendo referencia a los documentos transcriptos anteriormente que se repetirn en caso de ser de importancia.
El traslado y la desnaturalizacin coercitiva de grupos indgenas
Ya se ha tratado la particular situacin de los indgenas huarpes de Cuyo, incluidos los de San Juan (ver captulo sobre "Las formas de trabajo indgena..."). Conocidas fuentes ditas de la literatura histrica cuyana, como cartas de los prelados de la Iglesia y de las autoridades capitulares de las ciudades de Mendoza y San Juan a la ms alta autoridad monrquica han patentizado la difcil situacin que vivieron los indgenas de Cuyo, especialmente los conocidos tnicamente como huarpes por su traslado coercitivo a Chile, desde el mismo momento de la fundacin de sus ciudades, a fin de servir de mano de obra no calificada en la instalacin y sostenimiento de las ciudades espaolas trasandinas (MICHIELI, El despoblamiento indgena..., pg. 4-7).
Este traslado coercitivo motiv que para fines del siglo XVI, es decir a pocas dcadas despus de la conquista de Cuyo, existieran en Santiago de Chile grandes agrupaciones de indios huarpes identificados como tales, a veces censados e incluso ocupando sectores de barrios indgenas, tal como lo certifica 126 Jara (JARA, Trabajo y salario indgena... pg. 58-61 y 64). La lengua que hablaban estas importantes agrupaciones en Chile era la huarpe, con sus dialectos allentiac y millcayac por medio de los cuales y a travs de las obras realizadas por el jesuita Luis de Valdivia, se las catequizaba (MICHIELI, Millcayac y allentiac..., pg. 10-15).
Como consecuencia de estos traslados, a principios del siglo XVII las zonas centrales de Cuyo, es decir los valles donde se asentaban las ciudades de San Juan y Mendoza y el intermedio a ambas, o valle de Guanacache, vieron disminuir drsticamente la poblacin nativa y, por lo tanto, la mano de obra (MICHIELI, El despoblamiento indgena..., pg. 4-7), mientras que se produca un aumento de poblacin en las zonas marginales, como los sectores menos accesibles del complejo palustre de Guanacache (ubicado al este del valle homnimo) que permita un tipo de vida menos ligado a un establecimiento en especial; esta circunstancia posibilit la mezcla con otros grupos llegados de las zonas circunvecinas empujados por el mismo tipo de problema y conform una particular poblacin que posteriormente se conoci como "indios laguneros".
Ya que la mano de obra indgena era necesaria para todas las labores - desde las domsticas y rurales, de transporte, de albailera y carpintera, hasta las industriales como tejeduras y elaboracin de vinos- se deba disponer de ella tanto en las zonas centrales (donde estaban edificadas las ciudades y se ubicaban las tierras de labranza y las industrias) como en las zonas rurales especialmente destinadas a la cra de ganado y laboreo de minas. En forma inmediata y para salvar esta falta, se trat de llevar otros indios de trabajo a los valles centrales de San Juan y Mendoza.
La primera solucin provino de la aceptacin legal de que podan ser trasladados en forma coercitiva aquellos grupos indgenas sublevados en concepto de castigo por desnaturalizacin. Este castigo significaba un extraamiento de su lugar de origen y un traslado a zonas de donde no eran naturales. A principios del siglo XVII la circunstancia de haberse producido algunos levantamientos y sublevaciones al noreste de la jurisdiccin de la ciudad de San Juan (ver captulo sobre "Las rebeliones indgenas...") posibilit el traslado legal a zonas circundantes a la ciudad de San Juan de grupos completos de extraccin tnica capayana y yacampis con sus familias para ser aprovechados por sus encomenderos. Algunos de estos grupos no estaban totalmente cristianizados y conservaban sus nombres familiares y apellidos tnicos as como su lengua particular porque debieron usarse lenguaraces para parlamentar con ellos (Cit. de CABRERA, Los aborgenes del pas de Cuyo..., pg, 35-36). 127 La otra fue trasladar sobre todo a la ciudad de San Juan, a indgenas encomendados de zonas marginales de San Juan en forma permanente o transitoria, sobre todo para cumplir trabajos especializados. Frecuentemente los indgenas con oficio de carpintero y albail oriundos de Valle Frtil eran los ms requeridos para estas labores, como cuando se trasladaban en turnos para la construccin de la Iglesia de Santo Domingo en 1643 y 1644.
"...tengais obligasion por bia de pension adar seis de los dhos indios mudandolos por sus mitas Ia Buestra costa Para la fabrica I ... edificacion dela Iglesia Iconbento de santo domingo orden depredicadores de la siudad de San Ju o dela frontera... (ANC RA 1874, f. 6 v.).
No siempre el trasladado lo realizaba el mismo encomendero, sino que los casos documentados mayormente evidencian la injerencia de otras personas en el traslado y usufructo indebido, lo que ocasionaba quejas de los afectados, como la realizada en 1643 por Gregorio Morales de Albornoz sobre su encomienda de Las Tumanas en Valle Frtil.
"...algunas personas ansacado muchos desos yndios de su natural Ise estan sirbiendo de llos Iotros los antraydo aesta ciudad en ... juicio mio. Ideesos yndios por desnaturalicarlos ... Y suplico sesirba demandar ... para que los dgos mis Indios (...) de quedar asu natural con sus mugeres y demas familia" (ANC RA 1874, f. 3-3 v.).
De este modo, en las tres primeras dcadas del siglo XVII el panorama tnico de los alrededores de la ciudad de San Juan haba variado notablemente, sin la presencia masiva de los individuos y la lengua huarpe y con la instalacin de grupos y familias de otra extraccin tnica, otras costumbres y diferente lengua, colocados all con el fundamento legal de la necesidad de castigo a los sublevados y el real de la necesidad de la restauracin de la mano de obra indgena donde era ya casi inexistente.
Aunque estos hechos de principios de siglo fueron los ms marcados y los que dejaron ms consecuencias de sustitucin tnica, los traslados coercitivos continuaron bajo las ms dispares excusas. Los ms singulares fueron las encomiendas otorgadas directamente a vecinos de Santiago u otras ciudades de Chile las cuales durante aos residieron permanentemente all (ver Cuadros n 15, 16, 18, 43).
Todava a fin de siglo se encomendaban indgenas cuyanos en Santiago de Chile. Esto fue denunciado por el cura de San Luis por carta al obispo de 128 Santiago de 1679 y 1686 y certificado en una Real Cdula de 1690 (JARA y PINTO, Fuentes..., pg.36l-362); segn las afirmaciones de un Auto de la Real Audiencia de Santiago de 1687 y del corregidor de Cuyo incluidas en un informe de 1699 este hecho disminua notoriamente la mano de obra indgena, especialmente la necesaria para el trabajo de las minas, sobre todo la ms importante de ese momento que era la de San Lorenzo en los Paramillos de Uspallata (Mendoza).
"Autos sobre fomento del Mineral de San Lorenzo en la prov a de Cuio (...) ...por la falta defabricas, y en especial por la de Indios, ogente que puedan trabajar, pues asi los deesta Vanda como los dela Provincia de Cuio son pocos..." (ANC RA 2801, f. 106 y 109 v.).
"...quitandoles los yndios pocos queoy se allan endha probincia de algunas enComiendas porestar las mas enComendados enlos vesinos dela Ciudad de Santiago dechile los quales debian aser vesindad enesta provincia ynodisipar los yndios dedhas enComiendas queposeen ni desnaturalisarlos desus pueblos saCandolos dellos y pasandolos adha Ciudad deSantiago Como lo estan ylos vesinos desta probincia Caresiendo dellos para el cultivo desus labransas (...) La esperiencia nos demuestra esta Verdad que algunos encomiendas de Yndios de esta ProVincia muy floridos que sean encomendado a algunos Vecinos delas ProVincias dela Consepion y Sanctiago (...) yan quedado los abitadores dela Probincia Sin gente para Labrar Lastierras y los yn dios que Assistian enel Labor delas minas (...) no a quedado yndio deserbicio enla Probincia..." (ANC RA 2801, f. 152-152 v., 154 v., 155- 155v.).
En otros casos, conocidos por algunas documentos en los cuales se peticionaban amparos (ver Cuadro n 49) existieron tambin traslados coercitivos de forma individual como el protagonizado por un indio llamado Felipe, natural del pueblo de Angacao (hoy Jchal) quien en 1678 pidi y consigui ser amparado en su libertad.
"...gano Vna R l probission felipe Indio natural delpueblo de angacao. en que manda. Su alteza gose de su libertad. Y seste ensupueblo..." (ANC RA 1955, f. 68).
Si bien el destino de los traslados eran generalmente las ciudades y localidades chilenas, ms avanzado el siglo tambin se trasladaban a algunas personas en forma coercitiva a otros lugares del virreinato como Buenos Aires, o la Gobernacin del Tucumn. Para mediados de siglo existan grupos enteros de indios naturales de zonas de la jurisdiccin de San Juan que haban sido 129 traslados o eran enviados a trabajar y servir a otras ciudades de la Gobernacin del Tucumn, especialmente La Rioja o Crdoba.
Las quejas sobre el despoblamiento del pueblo de Guanacache realizada en 1623 por el defensor de indios, las interpuestas en 1644 y 1658 por la encomendera Juana de Villanueva contra algunos miembros de la familia Snchez Chaparro y contra el capitn Juan Jufr de Arze respectivamente y la del protector general de los indios, tambin contra Snchez Chaparro de 1671, son ejemplificadoras de esta situacin, as como poderes otorgados en 1656 y 1657 ante escribano pblico para el cobro de los tributos de encomiendas sanjuaninas reubicadas en La Rioja (AHA SJ Caja I; ver Cuadro n 49).
"...por la defensa del casique y indios del pueblo de guanacache y sus lagunas (...) apurando a que los miserable yndios en las pesquerias y despachando las rrequas con yndios de dho pueblo ala rrioxa y ciudad de cordoua conla pesca que sesaca y con Carretas y ganados sacando assimismo mas yndios del dho pueblo Para otras grangerias y yndias Para su serbisio (...) Con quequeda Destrydo y despoblado y los yndios sedesnaturalian ymbiandolos y sacandolos Contra suboluntad aotraparte y Probinsias tratandolos y trabajandolos Peor que si fueran negros esclabos..." (ANC RA 3027, f. 196- 196, v.).
"...me despoxo y quito los Yndios encomendados (...) desnatturalisandolos desurredusion y llebandolos desta ciudad de San Juan a las minas que havra mas de treinta leguas deella el mro de campo domingo sanchez chaparro consus hijos y mugeres e familia..." (ANC RA 3033, f. 31 bis- 31 bis v.).
"...y sinembargo el dhocapitan Joan Jofre saco los dhos yndios contra su voluntad y forsados parallebarlos alpueblo de buenosayres con sus carretas..." (ANC RA 3035, f. 270 v.).
"...Ypor la defensa delos caciques Don alonso cansama y de don lorenso chancai casique de los Pueblos de angacau y mogna y tucunuco dela Probincia desan Joan terminos decuyo Digo quepor parte delosdhos casiques hetomado noticia queelcapi tandomingo sanches chaparro asacadolos yndios deestos dhos pueblos y lleuado los asan luis deloyola enla Punta mas de treyntaleguas desunatural y lostiene ensus faenas ocupados..." (ANC RA 3036, f. 35).
En otros casos la situacin era a la inversa y se documentan traslados coercitivos hacia San Juan, como el caso de grupos de La Rioja y Guandacol 130 trasladados a San Juan despus de la rebelin de 1630-33, que incluso haban sido vendidos como esclavos (ANC RA 3030, f. 169 v.-170; ANC RA 3031, f. 96 y 177 v.; ESPEJO, La provincia de Cuyo.., pg. 86-88) o encomiendas de indios originarios de San Luis e incluso Santiago de Chile matriculadas en San Juan en 1695 (ver Cuadros n 30 y 31).
Para 1687 existen tambin referencias del pedido de repartimiento de indios mocoves (originarios de la regin chaquea) por parte de la vecina de San Juan Melchora Lpez Salinas, viuda del capitn Pedro Gil de Oliva, que haba comprado don Juan de la Barreda (ESPEJO, La provincia de Cuyo..., pg. 358) coincidentemente con la aparicin de varios indgenas adultos de esa extraccin y con calidad de esclavos que se bautizaron en San Juan cerca de esa fecha (SNCHEZ CANO, Conformacin de la sociedad..., pg. 61-63). La presencia en San Juan de indios esclavos de un origen diferente al del sur de Chile se explica por el hecho de que la esclavizacin de indios considerados prisioneros en guerras justas se prohibi en 1674 y aun as fue practicada despus de esa fecha en territorios fronterizos (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 157-159).
As como los traslados en grupo motivaron la instalacin perdurable del mismo en el lugar, el traslado de individuos aislados durante mucho tiempo ocasion la ligazn por medio del casamiento, o por lo menos por formacin de parejas, y la procreacin entre personas de distinta extraccin geogrfica y tnica, originando un mestizaje entre los mismos indgenas que puede ser comprobado en las matrculas presentada como cuadros y en otros trabajos especficos (SNCHEZ CANO, Conformacin de la sociedad... pg. 60-64) y en otros casos la separacin de las familias en forma temporaria o permanente.
Como ejemplo se documentan, en los conciertos de trabajo de mediados de siglo y en las matrculas de encomiendas, algunos de estos casos: una mujer que se concertaba para trabajar en 1657 mientras su marido se hallaba ausente (AHA SJ Caja I), y la ausencia en la Gobernacin del Tucumn de la mujer del indio Bartolo con el cual tena tres hijas (ANC ES 343, f. 92) como qued registrado en la matrcula de la encomienda de Jacobo de Lasiar de los indgenas originarios de Mogna realizada en 1675 (ver Cuadro n 19).
Los traslados no permanentes por razones de trabajo
Si bien los traslados coercitivos grupales o individuales tenan como fundamento razones de trabajo, se diferencian por su forma y duracin de los traslados, generalmente de pocos individuos y voluntariamente, para realizar 131 alguna tarea especfica o para ganarse la vida en forma de alquiler voluntario. Estos casos han quedado asentados documentalmente de formas diversas, pero especialmente en los conciertos de trabajo realizados en San Juan a mediados de siglo (ver Cuadro n 2) y en las declaraciones que los vecinos realizaban ante escribano pblico del empleo de indgenas de su encomienda o de la de otro encomendero para efectuar alguna tarea y el modo de pago a los mismos.
"...en beinte seis dias del mes de otubre de mil y seissientos ysinco entayseis aos (...) paresio el cap n grabiel de mallea besino encomendero desta dha seudad y para aber de aser uiaje consus caretas alas probinsias del tucuman rejistro sus indios ante sum d ..." (AHA SJ Caja I).
"...estan prorratadas nuebe mil bacas y parapasar las que tiene la Cordillera nesecita [el capitn Francisco Pizarro Cajal en 1658] dealgunos de los Indios de Suen Comienda que Vienen deSu boluntad apasar las parabolberse aSus Reducciones luego que las passen..." (ANC RA 3035, f. 182).
"...Yo El Capp n thomas Jofre dela Varreda [en 1699] (...) Estoi de Prossimo alhacer Viaje despachando Mis carretas ala Gouernaz on del tuccuman y con dhaz Carretas despacho tres Indios Pertenezientes al deposito que se me hizo..." (AHA SJ Caja I).
"[En 1699]...el cap. Don thomas de graguas [sic por Fraguas] (...) dijo que por quantto esta deprogsimo hacer Viaje ala prouincia deel Tucuman Con tropa de carretas yenellas para hacer dho viaje lleua los indios siguientes (...) todos perttenecienttes ala encomienda deel Mro de campo don Juan de oro Busttamantte Vecino deesta ciu d los quales dhos Indios me obligo delos Boluer atraer aesta dha ciu d asu pueblo natural..." (AHA SJ Caja I).
Aun aceptndose que estos casos registrados fueran los excepcionales y que muchos otros traslados no quedaron registrados, puede tenerse una idea bastante aproximada a la realidad de la importancia que este tipo de actividad tuvo en el siglo XVII con respecto a la movilidad indgena. As como nativos de las distintas zonas de San Juan viajaban con carretas o recuas de mulas llevando vino, aguardiente, pescado y frutas secas, otros venan a la ciudad desde localidades ms alejadas o de distantes lugares del virreinato para ejercer oficios especializados o incluso trabajar en tareas no calificadas.
Esto es evidente en los conciertos de trabajo asentados para mediados de siglo ante los escribanos de San Juan (ver Cuadro n 2), en especial el caso de un 132 indio oriundo de Esteco, Gobernacin del Tucumn, que era carpintero de carretas y del indio Juan de los Ros, de procedencia desconocida y sin dependencia, que fue contratado para dorar el tabernculo de la Iglesia de Santo Domingo (AHA SJ Caja I).
En estos mismos registros estn asentados individuos, como el caso del dorador sealado arriba, que no figuran bajo dependencia de ningn encomendero e incluso se sealan expresamente como "libres". Como indios libres se consideraban a aqullos que no estaban sometidos a la tutela directa de espaoles (JARA, Trabajo y salario indgena.., pg. 24) y que por lo tanto no deban tributar en ninguna forma.
Una categora similar, que estuvo especialmente reglamentada en la Gobernacin de Chile, fue la de indio forastero. La reforma real introducida en 1622 a la tasa de Esquilache, ordenaba que los indios en edad de tributar que llegaran al reino de Chile desde alguna provincia de virreinato -especialmente desde el Per o Tucumn- fueran censados pero que no se los encomendara ni hiciese tributar sino que fuesen favorecidos en su libertad, trabajasen voluntariamente a cambio de un salario igualitario y pudiesen cambiar de lugar de residencia y trabajo cuando quisiesen, sobre todo en los casos de oficiales en alguna actividad; esto fue ratificado por la recopilacin de leyes sobre los indios de Chile (ley XI) realizada en 1680 (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 111 y 175- 176).
La temprana fecha de esta legislacin y su vigencia a los largo del siglo XVII revela la preocupacin de las autoridades (al menos las de la Capitana General) de favorecer la adquisicin de mano de obra especializada sin importar la procedencia tnica. Del mismo modo el ejercicio de un oficio o profesin o por lo menos de un trabajo no calificado pero bien realizado, le garantizaba al indgena libertad de movimiento, libertad de trabajo y salario no diferenciado. La comprobacin de que estas intenciones implcitas en la legislacin fueron reales en la prctica, resulta visible en los mismos conciertos de trabajo (ver Cuadro n 2) y otros contratos citados anteriormente.
La huida de encomendados
Al mismo tiempo de los traslados coercitivos y de los viajes voluntarios por trabajo existi otro modo de variacin de la residencia indgena de notable envergadura que qued especialmente certificada hacia mediados y fines de siglo: la huida de indios de su encomienda. La calificacin de huido colocada en las matrculas de encomiendas no debe confundirse con la de ausente que, 133 en los mismos registros y en otros documentos, se refiere a indgenas que en el momento del censo se hallaban de viaje o trabajando o sirviendo en otro lugar bajo la autorizacin, o por lo menos el conocimiento, del encomendero o de las autoridades correspondientes. El indgena que era asentado como huido era aquel que se haba retirado de su encomienda sin autorizacin y haba dejado de pagar tributo, del cual no se conoca concretamente su nueva residencia.
Los registros o matrculas de encomiendas de San Juan, sobre todo los de los ltimos aos del siglo que fueron realizados en forma ms completa, permiten apreciar la gran cantidad de varones tributarios que figuran como huidos de la encomienda a la que pertenecan. El 38% de las encomiendas registradas en el censo de 1695 certificaban este hecho (ver Cuadros n 23 a 43); de total de tributarios de stas casi el 50% haba huido. En muchas ocasiones no slo se trataba de individuos aislados sino de los varones de una misma familia o incluso a veces de la familia completa. En todos los casos en que se registraba el destino del huido era algn lugar de la Gobernacin del Tucumn, especialmente Crdoba.
En trabajos anteriores (MICHIELI, Aportes documentales al conocimiento...) hemos sealado que similar situacin se daba en las encomiendas de la misma poca del sur de San Luis y de Mendoza, en cambio est escasamente documentada en encomiendas de la Gobernacin del Tucumn (DOCUMENTOS coloniales relativos a San Miguel del Tucumn..., s.I, v.IV [pg. 136-137] y v.V [pg. 36-122]; MONTES, Encomiendas de indios..., pg. 17-22). El hecho de que la huida de tributarios fuera ms usual en Cuyo que en la Gobernacin del Tucumn estara ligado con el deseo imperioso de evitar el traslado y el trabajo coercitivo que los alejaba de su lugar de origen y de su ncleo familiar y de subsistir, en cambio, por sus propios medios.
Para el caso de las jurisdicciones de las ciudades de San Luis y Mendoza el refugio ms comn eran las pampas donde los huidos se reunan en grupos heterogneos con indgenas en la misma situacin provenientes de la Gobernacin del Tucumn y de la jurisdiccin de Buenos Aires, bajo el mando de un caudillo erigido al efecto, formando familia de acuerdo con sus propias costumbres y sin seguir las directivas administrativas ni religiosas de la colonia y concertndose eventualmente con otros grupos indgenas en la misma situacin con la finalidad del ataque a las estancias vecinas y de la cacera del ganado (MICHIELI, Aportes documentales al conocimiento..., pg. 11-13).
Para el caso especfico de los huidos de San Juan era ms comn como destino algn lugar indeterminado de la Gobernacin del Tucumn. Es posible 134 que all los individuos consiguieran trabajo ms fcilmente y pudieran soslayar ms eficazmente el pago del tributo a su encomendero. Sostiene esta presuncin tanto la poca existencia de huidos de encomiendas de esa regin como el hecho de que desde antiguo los encomenderos de Crdoba trataron de apropiarse, bajo distintos argumentos, de indgenas de la regin de Cuyo para emplearlos como mano de obra (MICHIELI, Aportes documentales al conocimiento..., pg. 2).
La desaparicin de grupos indgenas y el nacimiento de propiedades rurales
Estrechamente relacionado con la temprana desaparicin masiva de poblacin indgena de algunas zonas de la jurisdiccin de San Juan por su traslado coercitivo a vivir y trabajar en otras regiones, se encuentra el nacimiento y consolidacin de las grandes propiedades rurales espaolas de ms antigua data.
Algunos ejemplos de los cuales se ha conservado documentacin (aun cuando sta no sea totalmente explcita en ese aspecto) permiten apreciar cmo la apropiacin de la tierra, sobre todo en aquellas zonas de conveniencia ganadera, se realiz a expensas del traslado de los grupos indgenas a otros lugares donde podan servir ms eficazmente como mano de obra y con la excusa de que la tierra haba pertenecido a los indios de las respectivas encomiendas, como una forma subrepticia de tratar de generar cierto derecho que en realidad no exista. Por esa razn es posible rastrear en la ms antigua documentacin histrica la correspondencia de los nombres de los primeros propietarios de las tierras con los de los encomenderos de los indgenas originarios de los mismos lugares, lo que indica que se trataba de las mismas personas o de parientes homnimos muy prximos.
La zona sur de San Juan
El sector central y oriental del sur de la actual provincia de San Juan, en su lmite con la jurisdiccin de Mendoza, fue un territorio que desde muy temprano sufri el movimiento de grupos indgenas. El sector central, es decir el comprendido entre el sistema de la Precordillera hasta el mismo ro San Juan era una zona abundantemente poblada por indgenas cuando a mediados del siglo XVI lleg la conquista espaola (MICHIELI, Los huarpes protohistricos, pg. 54-58). Genricamente se conoci desde el primer momento como valle de Guanacache; estaba ubicado al oeste del complejo palustre de Guanacache (o lagunas de Guanacache) y conform el lmite entre las jurisdicciones de las ciudades de San Juan y Mendoza siendo a la vez tambin territorio compartido 135 por ambas debido a una ingeniosa argucia ejecutada por el fundador Juan Jufr a fin de poder encomendar indios en vecinos de las dos ciudades (MICHIELI, La fundacin de las ciudades..., pg. 13-14).
El temprano repartimiento de indios del valle de Guanacache, que al parecer haba comenzado incluso antes de las fundaciones legales (MICHIELI, Los huarpes protohistricos, pg. 56), motiv que en poco ms de medio siglo la poblacin natural disminuyera drsticamente en ese sector mientras se mantena, e incluso se incrementaba, la poblacin indgena dentro del complejo palustre de Guanacache, por el refugio natural que representaba para los indgenas que huan de los valles a fin de evitar su traslado a Chile (MICHIELI, El despoblamiento indgena..., pg. 16).
Sobre estos sucesos la evidencia documental, si bien escasa, es explcita. En la primera dcada del siglo XVII la labor misional de los jesuitas, promovida por un importante encomendero del lugar (ver captulo Las doctrinas del principios de siglo) debi centrarse en el interior de las lagunas, donde todava existan indios sin evangelizar y donde se erigieron pueblos o agrupaciones de indios recin convertidos.
En 1623 el defensor de los indgenas del pueblo de Guanacache y sus lagunas hizo una presentacin contra el corregidor de Cuyo por considerarlo responsable del traslado, abuso y desnaturalizacin de los indios de dicho lugar y el consecuente despoblamiento indgena del valle de Guanacache.
...Muy Poderoso seor eldoctor Jacobe deadaro y samyn vro fiscal por la defensa del casique y indios del pueblo de guanacache y sus lagunas en la Prouincia de cuyo digo que el corregidor della contrabiniendo a vras zedulas y hordenanzas Reales y no lo pudiendo no debiendo haser anombrado por corregidor de dho pueblo y Lagunas deyndios a Ju n Luis Pacheco suyntimo amigo y que dista...dad llebo y saco Para el dho efecto cosa que nunca sea hecho para aprobecharle como Lohase apurando a que los miserables yndios en las pesquerias y despachando las rrequas con yndios del dho pueblo ala rrioxa y ciudad de cordoua conla pesca que sesaca y con Carretas y ganados sacando assimismo mas yndios del dho pueblo Para otras grangerias y yndias Para su serbisio y les aze otros muchos agrabios Proybiendoles que siembren quees lo mas prinsipal para su sustento y quitando lamano ala persona que los tiene Conpoder desu encomendero y Para el sustento de subesindad Conforme a lo ordenado por don Pedro Jose de Vlloa vro Press te = yassimismo Porcomplaser amuchas personas asacado otros yndios y yndias del dho pueblo y losaasentado Por carta Con quequeda Destruydo y despoblado y los yndios sedesnaturalian 136 ymbiandolos y sacandolos Contra suboluntad aotraparte y Probinsias tratandolos y trabajandolos Peor que si fueran negros esclabos... (ANC RA 3027, f. 196-196 v.).
Del mismo modo la documentacin de fines del siglo XVI y principios del XVII sobre la zona de El Acequin, en la vertiente oriental del sistema precordillerano y al oeste del valle de Guanacache, no contiene referencias a indgenas; por ese lugar pasaba el camino natural y oficial de San Juan a Santiago de Chile, capital de la Gobernacin (MICHIELI, El antiguo camino..., pg. 9-11), y era intensamente usufructuado para el pastaje de ganado por parte de vecinos de San Juan. El inventario de bienes de Pedro Gil de Oliva de 1596, marido de Mara Astudillo, inclua el ganado vacuno, ovino, caprino y caballar que tena en sus dos estancias de El Acequin; en 1601 parte de ese ganado - concretamente la mitad del vacuno- pas en dote a la hija de ambos, Isidra Gil de Oliva, al contraer matrimonio con Gabriel de Urquizo:
...e inventario Por bienes dedho difunto dos estancias enel asequion donde tiene sus ganados q era camino de Sant o dose leguas desta dha ciu d - yten todas las vacas q Paresieren de dho difunto y las q dixere el vaquero q son q estan enel hato y estancia dha delasequion - yten veinte cabezas deyeguas con un Pe e chicas y grandes Pocomas o menos q estan al dho asequion Yten todas las ovejas q Paresieren al dho hato y asequion con mas las cabras q Ubiese q estan al dho hato delasequion-... (ANC RA 2146, f. 276 v.).
...Ytem os dy la mytad delas vacas que tengo Eposeo En una estacia que llaman El acequion en donde estan al presente... (ANC RA 2146, f. 232).
El intencional y temprano vaco de poblacin indgena y el intenso usufructo de los recursos, especialmente ganaderos, por parte de vecinos de la ciudad, fue el antecedente de los intentos de legalizacin de las propiedades en favor de distintas personas durante la primera mitad del siglo XVII. La documentacin permite afirmar que los principales solicitantes de la propiedad legal de las tierras eran los mismos que haban gozado de su usufructo por haber sido encomenderos de indios de la zona.
Los primeros hechos de apropiacin legal de las tierras correspondientes al sur de la jurisdiccin de San Juan que constan documentalmente corresponden al pedido y otorgamiento de mercedes reales a Gabriel de Urquizo, quien era encomendero de la zona y se haba casado con la heredera de parte del ganado que se criaba en El Acequin. En las actuaciones de un litigio de 1749 entre Manuel Godoy y el Convento de San Agustn por las tierras de las lagunas se 137 encuentran las copias de los trmites de pedido, concesin y toma de posesin de propiedad de los extensos sectores otorgados en 1617 a Gabriel de Urquizo.
"El licenciado fernando talaberano Gallegos (...) Por quanto el Sargento maior Gabriel de Urquizo Vezino feudatario de la ciudad de S n Juan dela frontera en la Prov a de Cuio me hizo relacion diciendo tenia nesecidad de quinientas quadras de tierras para sustento de sus ganados enterminos dela dha ciudad deS n Joan las doscientas en las demasias dela tierra llamada el azequion y las trecientas en tierra delas lagunas llamadas chalguali y el asiento de Chocha y que las dhas tierras aviande tener por frente por Vn lado las dhas lagunas y por el otro el camino que yba de caballos detupeli alas dhas lagunas, y por otro el camino de carretas y avian de lindar con el asiento devn rancho donde estava vn Indio q se decia camalao con el rio..." (ANC RA 1564, f. 122).
Si bien el pedido y el otorgamiento de la merced de tierras eran por un total de quinientas quadras (aproximadamente 785 ha), los lmites reales evidencian una extensin extraordinaria ya que abarcaban un sector de El Acequin por una parte y un tringulo entre Tupeli, el camino desde este punto a las lagunas por el oeste, todo el frente de las lagunas que hacan de lmite con la jurisdiccin de Mendoza por el sur y el camino de carretas (es decir el camino de San Juan a San Luis) por el este. Esta ltima propiedad, que en 1634 an integraba los bienes de Urquizo segn el listado de su testamento (ANC RA 1564, f. 121) se conoca como la estancia de Chalguali (Chalueli, Chaluli o Chalveli) e inclua el asiento de Chocha. La posesin de ambas propiedades fue efectivizada entre abril y mayo de ese mismo ao y si bien en el caso de El Acequin no hubo mayores dificultades, la segunda debi hacerse por partes por lo extenso y desigual del territorio.
"En el asiento y tierras del Azequion Junto aun serrillo q parece aver sido fuerte del Inga y de vn manantial q alli junto esta... [y] ...En el asiento y tierras de las lagunas y parage de chalueli sobre la misma laguna q cae al poniente catorze leguas poco mas omenos de la ciudad deS n Juan de la frontera Prov a de Cuio en sus terminos y jurisdicc on (...) q para ello [tomar posesin] fueron llamados depedimento del dho Sarg to
Maior Gabriel de Urquizo algunos Yndios y casiquez comarcanos de dhas lagunas (...) por quantolas q son delos dhos sus encomenderos corren sus aguadas y bebederos con sus algarrobales desde el dho parage de Chalguali el desaguadero abaxo hasta dos leguas mas abajo del camino del camarico del camino de las carretas q es su dormida el Encon via recta del camino q se continua para cordova y van arrematar las dhas tierras al oriente de vnos arenales grandes q paresen q descabesan en las peas camino dela Rioja y subiendo asi arriva descabesan dos leguas mas aca 138 detupeli poco mas o menos q sus linderos eran dos arenalillos llamados toista ala costa del rio deS n Juan que pasa portupeli y entra en dhas lagunas y que y q [sic] de alli costeando el dho rio con sus llanadas todas en Contorno hasta la misma laguna y su costa (...) y le di la posecion en el dho Asiento de chaluli de Sien quadras de tierra En contorno conforme su pedimento con los linderos, al poniente la mesma laguna, y al Sur la mesma laguna q el desaguadero que sale de ella donde se divide las jurisdicciones deesta ciudad de S n Juan y la de Mendoza y al oriente. le doi por lindero el Camarico y dormida de las carretas y remate de dhas tierras desus Encomendados y asimesmo ala parte del norte el camino real delas carretas y arenales sacancete y acacheuta y Corpio (...) y oy Veinte y dos dias del mes de mayo demil seiscientos y dies y siete. aos llegamos con los dhos casiques Y yndios y testigos al parage y citio y arenales llamados Vilaeceta dose leguas poco mas o menos dela dha Ciud. de S n Juan sus terminos y Jurisdiccion En la costa del Rioque entra en la laguna" (ANC RA 1564, f. 122 v.-124).
Para la ceremonia de la toma de posesin, adems de los testigos espaoles, se deba contar con algunos testigos indgenas. En este caso fue necesario hacer comparecer indgenas que vivan dispersos dentro del territorio otorgado y que eran encomendados de Urquizo o lo haban sido de su suegro Gil de Oliva, y otros provenientes de otros sectores. La testificacin de algunos de ellos -aunque larga, apologtica y cansadora- fue indispensable para establecer los difciles lmites de la propiedad, as como para generar cierta seguridad en el derecho a la propiedad del peticionante por ser la tierra de origen de sus encomendados.
En las declaraciones de los indgenas resulta evidente que eran muy pocos los naturales que quedaban dentro de este amplio sector, la mayora de los cuales eran caciques ancianos que estaban solos porque su grupo haba sido trasladado a Chile o haba huido y que deban mudar su residencia a fin de poder subsistir cerca de otros parientes y con recursos de ms fcil acceso como la pesca o la siembra al secano por la vecindad con el ro.
"...Y en particular aun cazique mas comarcano aeste parage y citio q su rancho tiene en Sacancete y dixo (...) y que era natural detupeli y sus sugetos y que sus tierras y algarrobales se dividian de cosa detres leguas de alli donde Estavamos, y la division y lindero eran Como vamos adho tupeli llamados tolita y que Son vnos arenales que tienen este dho nombre, y de alli asi atupeli eran sus tierras y desus sugetos, y que aunq estaba arranchado en sacancete se avia venido al amor desus parientes Juan Tanamay, y sus herm s y por ser Su pariente el casique D n Juan Talicana dela Encomienda del dho Sarg to maior [Urquizo] y 139 por gozar del Pescado y por q ya notenia compaia ni gente q estubiese con el y q ya era viejo y q todos sus yndios los avia llevado y los tenia su amo en Santiago de Chile y q vno que avia quedado llamado Apalchin handaba huido por q lo perseguia el escrivano y q por esso no tenia q contradecir por q delos Arenales Tolita para Tupeli eran sus tierras y asimesmo dededim to del dho Sarg to maior [Urquizo] hice parecer ante mi Vn Indio llamado Camalao por estar Circunvecino y rancheado serca deste para Vilaeceta y Toctoluita en la costa del rio (...) dixo que si alli tenia su rrancho era porestar serca de sus parientes y poder sembrar, como Sembraba aorillas del rio Sapallos y maz y por aver sido Encomendados En el Mre de campo Pedro Xil de oliva Suegro del dho Sarg to maior y que sus tierras propias eran dela obra banda del rio e yndios y parcialidad q bacaron p fin y muerte del dho Mre de Campo y averse retirado el dho rrio por aber salido de madre y baadole sus citios y rranchos se avia retirado y Venido adonde estaba de esta banda donde asistia y sembraba conconcentim to del cacique D n Juan Talicana y sus sugetos como seores y dueos q eran de dhas tierras y lagunas y llanos y costas del rio hasta topar con los arenales tolita y que de alli p a
tupeli corrian las tierras de Don Gonzalo ayen y que de dhos arenales al oriente hasta topar con los arenales delas peas del camino q va ala Rioja cogiendo en medio del camino rreal de carretas q ban a cordova y governacion del tucuman y que de las dhas tierras corren yban hasta dos leguas mas alla de camarico caminando al Encon y hasta alli llegaban las tierras y algarrobales de D n Juan Talicana sucesor del cazique principal D n fran o Quipue y sus sugetos alo qual el dho Cazique D n Juan Talicana y sus sugetos dixeron al dho Sarg to Maior [Urquizo] su amo, q se estaba cansando..." (ANC RA 1564, f. 124-124 v.).
En definitiva, y con la ayuda de las testificaciones de los indgenas, los lmites de las tierras quedaron establecidos ms claramente: "...por cabesadas asiha el norte q linda con vnos arenalillos dhos tolita donde rematan las tierras delos dhos Sus Yndios y caziques y al poniente lindan con la costa del rio que entra en dha lagunas y rancho de camaleo y al sur lindan con la dha laguna y al oriente lindan con Vn arenal grande llamado topata casi una legua de este asiento y otros mas aca q entre ellos vn esterillo q viene delas lagunas q alli remata llamado colonicecta..." (ANC RA 1564, f. 125).
Segn consta en el mismo expediente, poco ms de una dcada despus fue otorgada otra merced en la misma zona. En 1631 se dio la propiedad a Diego Jofr de Arze de mil cuadras (aproximadamente 1.570 ha) de tierra a trece leguas de la ciudad que haba usufructuado con ganado y cultivos desde fecha anterior 140 por haber sido encomendero de los indios del lugar; la posesin fue efectivizada en 1635. En 1638 se le agregaron otras mil quadras.
"...el ao pasado de mil seiscientos y treinta y uno el S r D n Franzisco Laso delavega siendo Gv d deste Reyno hico merced a D n
Diego Jofr de Arze demil quadras de tierras trece leguas dela Ciudad de S n Juan enlas lagunas de chalguillu hasta el Encon entre el camino Real y las dhas lagunas y de ellas tomo posesion el ao de mil seiscientos treinta y sinco conla expresion de tomarla donde ya tenia su estancia deganados mayores y menores de sementeras y su Cazique e yndios reducidos de mucho tiempo atras. Y porotro titulo expedido por dho S r G or el ao de mil seiscientos. treinta y ocho lehico merced de otras mill quadras, las mil desde el asiento de huilacseta la sienega arriba hasta donde dezemboca el rio de S. Juan entre el camino de carretas y la sienega y las otras mil en la sierra alta desde el asiento de Orpar hasta el dho rio de S. Juan... [Entre los testigos de la toma de posesin de 1635 figuraban] ...Julian Alpacsi, D n Gonzalo Casique de la Encom da de el Sarg to
Maior Garzi fernandez de Caseres y Pedro guanacai de la Encom da de el Cap n Alvaro rodriguez..." (ANC RA 1564, f. 153-153 v. y 156 v.).
La identidad de algunos lugares mencionados en ambas mercedes caus algunas confusiones y conflictos, especialmente en el siglo siguiente cuando los herederos y sucesores de ambos propietarios (Manuel Godoy por la parte de Jofr de Arze y el Convento de San Agustn por la de Gabriel de Urquizo) se disputaban un sector que al parecer era valioso en recursos pesqueros porque se conoca como "el pago de la pesquera". La sentencia final del juicio se realiz en 1753 sobre la base del peritaje y mensura realizado por Pedro Antonio Lepe quien aclar los linderos y exacta extensin de las tierras de cada parte. En l se ratifican los nombres de los sitios Tupel y Encn (que se mantienen hasta la actualidad) y se identifica Chalguali con el ms moderno Aibili, porque se aclara expresamente que "el paso antiguo del rio nombrado Aibili" era el asiento donde haba tomado la posesin Gabriel de Urquizo (ANC RA 1564, f. 253 v.-254), as como en 1757 se dira en otro documento:
"...en el paraje de Aybili que llaman oy y en los tpos pasados quando se hiso la mersed Consta por los titulos aberse llamado Ayguali..." (ANC RA 674, f. 49).
141
Croquis del sector sur de la jurisdiccin de San Juan (Fuente: Mapa de la Provincia de San Juan (Escala 1:500.000). San Juan, Direccin Provincial de Catastro, 1974).
Otra merced realizada en el siglo XVII de la que se tiene noticia es la
que benefici al maestre de campo don Diego de Salinas y Heredia quien en octubre de 1687 solicit y obtuvo una propiedad de dos mil cuaras (aproximadamente 3.140 ha) para pastaje de ganados tambin en la zona de El Acequin (GIL, La frontera de San Juan con Mendoza..., pg. 58-59). De otros hechos semejantes no ha quedado evidencia documental, pero por la cantidad de juicios promovidos en el siglo XVIII (GIL, La frontera de San Juan con Mendoza..., pg. 60-76; AC SJ, seccin anexa) sobre tierras del sector sur de la jurisdiccin de San Juan se aprecia que tal zona fue sumamente disputada una vez que la poblacin indgena desapareci casi por completo.
Las Tumanas y otras zonas de Valle Frtil
Otra de las zonas de la jurisdiccin de San Juan donde ms tempranamente se formaron propiedades rurales fue Valle Frtil. La mayora de las referencias documentales que citan otorgamientos de mercedes reales a comienzos del siglo XVII en esa regin estn contenidas en un litigio de 1757 por las tierras de Aguango a cuyo expediente se agregaron como antecedentes con mencin de la equivalencia de los nombres que haban cambiado a lo largo 142 del siglo; si bien stas no estn fechadas, la menciones a las autoridades que las concedieron permiten ubicarlas entre 1605 y 1635.
...cuya presentacin hago con el Juramento de Derecho aconstrumbrado para la Defensa quepretendo hacer deel del [sic] citado paraxe de Aguango, y demas tierras pertenecientes a mis partes eneldho Valle fertil respecto deque todas las Mercedes resan delser cituadas eneldho Valle como son la que hizo Don Balthasar [sic por Sebastin] de Espinosa que hizo merced a francisco deContreras Picon detreinta quadras detierras, enterminos dela Villa desanRamon seis leguas deella pocomas o menos hasta el Arroyo tigolantin deesta parte hacia el sur donde cae una Acequia antigua enel Valle fertil = Itten otro titulo deDon Alonso de Huy [sic por Alonso de Rivera], Governador, y Capitan General, que hizo merced a crhistobal de Argumedo enel Valle fertil Jurisdiccion deesta Ciudad deSan Juan de Vna quadra llamada Caquio pampas en la quese le hizo merced deochocientas quadras detierras = Itten otra merced que hizo el Governador Alonso Garca Ramon a Balthasar de Zisternas enel repartimento enlas tierras deel Valle fertil hasta el Arroyo llamado Acongo acia alaparte deel oriente hasta Quibitchac para Una Estancia de Ganados de cinquenta quadras = Itten otra Merced deel Governador Don francisco Laso dela Vega aGabriel de Malle de millquadras detierras enlos sitios siguientes: Sillux; Payaguil: y Chaxmin: Pilaguil: Quistilaguil, para Criansa, y Labraza, parajes enel Valle fertil; todos estos nombres constan en los titulos, y con la antiguedad nose practica ninguno de estos nombres, ni habra persona que los sepa, ni los aya oydo nombrar enestos tiempos por estar mudados, y derivados con otros nombres y entre ellos, es muy factible yaun por heuidente sepuede tener elquesean Uno de ellos el paraje de Aguango y se confirma ser assi pordos razones; Laprimera, es en donde dize enVn titulo Acongo puede dezir, o ser Aguango como oy setitula, lo que no sepuede leer el renglos porestar Partido con la rotura del Papel porlo muy Viexo deel, y por essa razon esta inteligible, pero donde no lo esta confronta; Ilo segundo, es endecir La Merced que dela Villa de San Ramon, que es el Pueblo que oy poseen los Indios de Valle fertil para el oriente como cinco, o seis leguas que es el mismo trecho queay aldho Paraxe de Aguango, en donde se tiene enplena inteligencia deser alli la merced delas cuatrocientas quadras detierra... (ANC RA 674, f. 38-39 v.).
Es decir que en esa poca se otorg la propiedad legtima de diversos sectores de Valle Frtil. A Francisco de Contreras Picn el corregidor de Cuyo Sebastin de Espinoza le concedi treinta cuadras (aproximadamente 47 ha) desde seis leguas (aproximadamente 33 km) de la Villa de San Ramn que acababa de fundar, hasta un arroyo conocido entonces como Tigolantin y de all 143 hacia el sur hasta donde exista una antigua acequia que iba al mismo Valle Frtil; la antigua villa de San Ramn (ver captulo Las rebeliones indgenas y sus consecuencias) se ubicada segn el mismo documento, a cinco seis leguas al oeste de Aguango. A Cristbal de Argumedo el gobernador Alonso de Rivera le otorg ochocientas cuadras (aproximadamente 1.256 ha) en Caquio pampas. El gobernador Alonso Garca Ramn le concedi a Baltasar de Cisternas cincuenta cuadras (aproximadamente 78 ha) desde Acongo (segn el documento el nombre antiguo de Aguango) por el oeste hasta Quibitchac. El gobernador Francisco Laso de la Vega le otorg a Gabriel de Mallea mil cuadras de tierra (aproximadamente 1.570 ha) en diversos sitios de Valle Frtil, cuyos nombres antiguos no se conservaron. Casi todos estos terrenos eran destinados a la cra de ganado.
En el expediente no se haca mencin directa a la presencia o no de indgenas; sin embargo en 1606, cuando los espaoles acababan de tomar real posesin de esas tierras con la fundacin de la Villa de San Ramn y el otorgamiento de las mercedes, se hablaba de una acequia antigua que llevaba agua al paraje de Valle Frtil. Por su calificacin de antigua puede considerarse que esta acequia estaba fuera de uso a principios del siglo XVII por lo que deba ser de tradicin indgena. La presencia de ella, por otra parte indica que la poblacin indgena anterior haba practicado la agricultura en forma intensa ya que empleaba para ese fin un sistema de riego en una zona donde tambin es posible el cultivo al secano.
Por otra parte Cristbal de Argumedo, uno de los nuevos propietarios, fue beneficiado en 1635 con una sentencia que estableca que le correspondan como encomendados los sujetos al cacique Alcalen que, bajo otro nombre, reclam tambin Garca Fernndez de Villanueva (ANC RA 3030, f. 169 v. - 170) y algunos miembros de la familia Mallea fueron encomenderos de indios de Valle Frtil o litigaron por ellos a lo largo de ese perodo (ver Cuadro n 50).
En otra merced de tierras de la misma poca, copiada en un expediente de 1775, la referencia a los indgenas del lugar era ms explcita.
...Porq to Pedro de Barreda vezino dela Ciudad de S n Juan de la frontera me hizo relacion habia servido a su Mag d en las ocasiones que se habian ofresido y que tenia nesesidad deseis sientas quadras de tierras en el Valle fertil en las Tumanas desde donde desemboca elrio al dho: Valle en las tierras que empiezan desde elaciento que se llama Aguaca = Aqui esta roto el renglon = La asequia abajo como corre por el dho Valle asia donde sale el sol con el arroyo del dho: Valle (...) hago merzed auos el dho: Pedro Barreda 144 estrada [en mayo de 1625] de las dhas seissientas quadras de tierras suso referidas esTando bacas y sin perjuicio delos Indios y sus reducciones... (ANC RA 2965, f. 88 v.-89).
sta es la ms antigua merced de tierras en el paraje Las Tumanas, considerado distinto al de Valle Frtil aunque estaba incluido en su jurisdiccin (ANC RA 2965, f. 86), de la que se tiene registro documental. Su extensin corresponda a slo seiscientas cuadras (aproximadamente 942 ha) y se otorgaba haciendo constar que estaban vacantes, es decir no eran usadas por otro vecino, y que su concesin no perjudicara a los indgenas del lugar. Estos ltimos, por otra parte, haban estado encomendados en la misma persona, Pedro de Barreda Estrada o un familiar homnimo, desde antes de 1605 (ver Cuadro n 8) y luego en Juan Gil de Heredia. El mismo nuevo propietario, por otra parte, reclam por va judicial en 1629 la encomienda que haba sido concedida el ao anterior a Petronila de Mallea (ver Cuadro n 10).
Los indgenas tributarios eran empleados fuera del lugar de origen de las encomiendas, mientras que en ellas quedaban los caciques, reservados, mujeres y nios a fin de la conservacin de la titularidad. As se observa, por ejemplo cuando en 1643 Gregorio Morales de Albornoz (el nuevo titular de la misma encomienda de Las Tumanas que haba pertenecido a Pedro de la Barreda Estrada y luego a su hermano Rodrigo de Junco), reclamaba que otras personas se llevaban los indgenas a la ciudad de San Juan; de esta encomienda fueron empleados seis indios por turno en la construccin de la Iglesia de Santo Domingo en la ciudad de San Juan (ver Cuadros n 12 a 14). Jusepe Jofr de Arze, quien disputaba la titularidad de la encomienda con Morales de Albornoz, afirmaba a su vez que lo mismo haba hecho Rodrigo de Junco con sus indios.
...algunas personas ansacado muchos desos yndios de su natural Ise estan sirbiendo de llos Iotros los antrydo aesta ciudad en perjuicio mio. Ideesos yndios por desnaturalicarlos (...) Y suplico sesirba demandar (...) para que los dhos mis Indios (...) de quedar asu natural con sus muegeres y demas familia... (...) Jusepe Jufre de ArceVn o encomendero delaciudad desanjuan dela frontera (...) digo q yoestoy enquieta y Pacifica poss on de los yndios (...) naturales del peublo delas tumanas en el valle fertil (...) y es assi q El capp n R o de Junco (...) me retubo y detent algun tiempo, algunos yndios... (ANC RA 1874, f. 3-10).
Otro miembro de la familia Jofr de Arze en 1690 todava usufructuaba con ganado parte de las tierras de Las Tumanas, aunque el propietario de ellas, del huerto y de la vivienda donde habitaba era otro. En 1685 Francisca Bravo de Montenegro (mujer de Alonso del Pozo y Lemos) haba heredado de su hermano 145 Martn Bravo de Montenegro la mitad de esa vivienda, del huerto, de la estancia de Las Tumanas y del ganado. A su vez el marido de la nueva propietaria - Alonso del Pozo y Lemos- figuraba en el censo de encomiendas de 1695 como encomendero de los indios de la vecina zona de Ro Bermejo (ver Cuadro n 29).
Similar situacin se dio en 1657 con otro sector de Valle Frtil, la estancia de Yoca. En ese ao el capitn Juan de Losada Quiroga y su mujer Catalina de Vega Sarmiento vendieron por cien pesos a Gabriel Sarmiento de Vega (vecino de La Rioja) la mitad de dicha estancia expresando que estaba despoblada y libre de uso; porteriormente en 1664 la seora, ya viuda, entreg en donacin a la misma persona el resto de la estancia y tierras de Yoca y Asiln y la mitad de las chacras que posea en el paraje del Fuerte de Valle Frtil (AHA SJ caja I). Las tierras de Yoca estaban efectivamente despobladas para mediados de siglo, ya que hacia 1619 un documento de transaccin entre Andrs de Lemos y Garca Herndez de Villanueva (ver Cuadro n 9) afirmaba que los sujetos al cacique Cholompa, natural de ese lugar, estaban encomendados en el general Ugalde (residente en Santiago de Chile) en los trminos de la ciudad de San Juan (ANC RA 3031, f. 98 v.).
Aun cuando la documentacin se ha conservado en forma restringida, reiteradamente los nombres de los encomenderos y de los beneficiarios de las mercedes de tierra coinciden, evidenciando que la concesin de stas se ligaba con la previa posesin de las encomiendas y el usufructo de los recursos durante cierto lapso as como con el despoblamiento indgena de los lugares.
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Croquis de la zona de Valle Frtil (Fuente: Mapa de la Provincia de San Juan [Escala 1:500.000]. San Juan, Direccin Provincial de Catastro, 1974). 147
La zona del ro Zanjn
Ms tardamente, y ya en el siglo XVIII, se concret la titularidad de una gran estancia ubicada al sudeste de Mogna, sobre la continuacin del ro Jchal denominada actualmente ro Zanjn.
La propiedad de las tierras fue solicitada en 1710 por el capitn Joseph de Lasiar, vecino encomendero y alcalde ordinario de la ciudad de San Juan, en consideracin de sus antecedentes como nieto de los primeros pobladores y viudo cargado de hijos. Para este pedido antepona sus mritos en el socorro de las poblaciones del sur de la ciudad de Mendoza ante el ataque de grupos indgenas "pehuenches y pampas" y el hecho de que usufructuaba con ganado las tierras que peda desde un ao antes.
Segn su pedido stas estaban sin poblacin de espaoles ni indios por ser inhabitables debido a la falta de pastos y agua, aunque las solicitaba porque desde poco tiempo atrs las mismas se haban hecho aprovechables por el hecho de que haban llegado las aguas del "ro de Mogna" (actual ro Jchal) formando en ellas baados pastosos. Los lmites que propona eran: al norte el camino de Mogna a Valle Frtil, al sur la junta de los ros Zanjn (continuacin del ro Jchal y de cauce eventual) y Bermejo, al este el ro Bermejo y al oeste la sierra de Jatamalca o Yatamalca (identificable por su ubicacin como la actual Sierra de Mogna y sus continuaciones meridionales). La posesin le fue otorgada en forma fehaciente ese mismo ao y en 1711 le dio poder a Juan de Oro Bustamante para que pagara en Chile los impuestos a fin de completar los trmites legales reiterando las caractersticas y lmites de la propiedad.
"...eYecho una poblasion treinta leguas poComas omenos desta siudad Conganados maYores Ymenores entierras desumagestad dios le g de desiertas de abitacion de ninguna jente ni de pueblo de indios p aber sido dhas tierras inabitables sin pastos niaguas yaora depoCo tienpo aesta parte abaado p ellas el rio de moxna yaecho enellos sienegas enlas Cuales ei echo dha poblasizion [sic] atienpo de un ao sin Contradision de nadie (...) A Vm pido y suplico sesirba deanpararme enlapozesion de ellas mandando semede debajo delos linderos al sur la junta delos rios; al oriente el rio bermejo, al norte el Camino del Valle fertil, al poniente lasierra de jatamalCa... (...) ...Yes bacia Yermo Y eriazo sin que ninguna perzona delongisimo tiempo aesta parte lo Vbiera poseido Yes sin perjuicio de los yndios y de otro terzero Yal presente Eldho Suparte lo tiene poblado con ganados maiores y menores yde poco tienpo aesta parte a baado por dhas tierras el Rio de Mogna ya echo enellas sienagas 148 Yenellas aecho ladha poblazion Y lindan las dhas tierras por la parte de El sur la junta delos Rios mogna Ybermejo ypor la parte de El oriente el dho Rio bermejo Y por la parte de El norte el camino del valle fertil Ypor la de El poniente la sierra de Yatamalca..." (ANCCG 151, f. 134-137 v.).
La singular particularidad de la zona hace que sea slo aprovechable en los ciclos climticos en los cuales el ro Jchal es lo suficientemente caudaloso como para que sus aguas alcancen a llegar a juntarse con el cauce del ro Bermejo y en su camino formen baados con pasturas.
Una merma en los caudeles hizo que al poco tiempo la estancia otorgada a Joseph de Lasiar, que l mismo denomin "San Jos", debiera ser abandonada por yerma. Un nuevo ciclo de grandes caudales renov sus condiciones hacia mediados del siglo XVIII y motiv que en 1754 Juan de Echegaray, como yerno del anterior propietario, la solicitara a cambio de una estancia que l mismo se haba otorgado en Jchal, haciendo constar que le servira como paso intermedio en sus viajes entre la ciudad de San Juan, Jchal y Valle Frtil y que por lo tanto deba incluirse expresamente la aguada nombrada Famacoa que se ubicaba sobre el camino entre la ciudad y la ltima localidad (ANC CG 151, f. 132-133). A fin de documentar los antecedentes de dicha propiedad incorporaba al expediente los papeles originales de la merced dada a su suegro.
ste a su vez haba figurado anteriormente como uno de los encomenderos de los indgenas naturales del pueblo de Mogna en el censo de encomiendas realizado en 1695 (ver Cuadro n 23); el otro encomendero era Pedro de Balmaceda (ver Cuadro n 32).
La encomienda de Joseph de Lasiar era posiblemente continuacin en segunda vida de la otorgada en 1675 a Jacobo o Jacomedes de Lasiar (ver Cuadro n 19) por muerte de Catalina de los Ros, cuyos indios estaban ausentes o figuraban como huidos de la encomienda.
Por la matrcula de 1695 de la encomienda de Joseph Lasiar se aprecia que slo el cacique estaba con seguridad en su lugar de origen, en tanto que la encomienda de Pedro de Balmaceda, formada por la agrupacin de individuos oriundos de tres localidades vecinas, fue posteriormente otorgada junto con otras a Juan de Oro y Santamara por falta de confirmacin y por hallarse los indios "distantes de la ciudad de San Juan y su jurisdiccin" (ver Cuadro n 44). Es decir que la localidad de Mogna hacia fines del siglo XVII estaba prcticamente despoblada de indios, lo que posibilit que uno de sus encomenderos utilizara las tierras vecinas y sus recursos y solicitara posteriormente su propiedad. 149
Croquis de la zona del ro Zanjn (Fuente: Mapa de la Provincia de San Juan [Escala 1:500.000]. San Juan, Direccin Provincial de Catastro, 1974).
La zona del valle de Pismanta (actual valle de Iglesia)
150 En el antiguamente llamado valle de Pismanta, que abarca el sur del valle de Iglesia al noroeste de la provincia de San Juan, tuvo tambin inicio una propiedad rural a fines del siglo XVII.
Poco se conoce documentalmente sobre su poblacin aborigen de las pocas histricas ms tempranas, lo que no significa que la zona fuera desierta ya que arqueolgicamente las evidencias sealan que fue intensamente poblada durante toda la poca prehispnica (GAMBIER, Prehistoria de San Juan). Es posible pensar que los indgenas de todo el noroeste de la actual provincia de San Juan fueron tempranamente trasladados como mano de obra a otras regiones de la gobernacin de Chile; de este traslado slo quedaron algunas referencias en documentos de mediados del siglo XVII.
Dos matrculas de encomiendas (ver Cuadros n 15 y 16) permiten conocer que hacia 1649 qued vacante la encomienda de los indios originarios del valle de Pismanta que haba posedo en segunda vida Francisco Pastn -o Pastene-, vecino de Santiago de Chile. Los indgenas de esta encomienda, incluso su cacique, servan en ese momento en las propiedades de Juan Pastn, pariente del anterior y del principal De Crdova, ambos residentes en Santiago. La nueva encomienda fue otorgada a otro vecino chileno, el licenciado Juan del Pozo y Silva, abogado de la familia De Crdova. A sta se haba interpuesto la oposicin realizada por Pedro de Iturgoien y Amassa, haciendo constar en las actuaciones que los indgenas de Pismanta andaban vagando, especialmente los que deban estar en Santiago (ANC RA 1370, f. 8-13 v.; ANC RA 3034, f. 1 v.; ESPEJO, La Provincia de Cuyo..., pg. 142). Todas las evidencias sugieren que los indgenas originarios de Pismanta estaban en Chile y no en su lugar de origen.
Posiblemente en l quedara solamente un ncleo con un cacique al frente que permita la permanencia de la titularidad de la encomienda, como sucedi en otras regiones, mientras que los trabajadores tributarios eran aprovechados en otros lugares. Ante esa circunstancia y por motivos desconocidos, en una poca no precisada pero que debi ser hacia finales del siglo XVII o principios del siglo XVIII, el cacique de Pismanta don Francisco Ycaa, fue "amparado en su propiedad" por el corregidor de Cuyo por mandato de la Real Audiencia, lo que implicaba ser beneficiado con el otorgamiento de la propiedad legal de sus tierras. Tal hecho, bastante particular en la historia colonial, se conoce fehacientemente por referencias incluidas en la escritura de venta de la propiedad que la hija y heredera del cacique, Teresa Icaa, realiz en 1725. Teresa Icaa -o Ycaa- era considerada "cacica" del valle de Pismanta, con asiento en el pueblo conocido como "la Iglesia". Su encomendero era el 151 capitn Joseph del Pozo (posiblemente sucesor del anterior) y haba heredado el cacicazgo y la propiedad de las tierras de su padre. Joseph del Pozo, por otra parte, era tambin encomendero de indios de Calingasta cuyo cacique haba sido en 1695 Gabriel Icao y que fueron entregados a Juan de Oro y Santamara en 1699 por estar "distantes de la ciudad y su jurisdiccin" (ver Cuadro n 45). Ese mismo ao se dejaba constancia que la encomienda entregada a Mara Ramrez de Orellano no corresponda con los "siete pueblos" que se haban reducido al pueblo de Pismanta (ANC CG 526, f. 94 v.-95) formando una sola unidad indudablemente por la escasez de individuos. Todas las referencias indican que hacia finales de siglo casi no haba poblacin indgena en ese lugar y se ven confirmadas por lo expresado por Teresa Icaa en la escritura de 1725 donde aseguraba que, por encontrarse sin indios sujetos y sin sucesin masculina, sola y vieja, venda la propiedad al capitn Lorenzo Jofr, quedndose a vivir en ella.
La venta se efectu por un total de doscientos pesos de los cuales la vendedora recibi cincuenta y cinco pesos en efectivo; de los restantes, cien pesos se pagaran dentro del ao siguiente de la escritura en forma de misas y limosnas en nombre de las almas de los antepasados de la cacica y cuarenta y cinco se le entregaran en ropa o gneros de la tierra a valor estimado de doce reales la vara de tela.
La propiedad se extenda entre el Cerro Negro por el este, el cerro Ashian o Ahian por el norte (actualmente el paraje de Achango), el Agua Hedionda (o Los Pozos) por el sur y por el oeste comprenda los potreros o vegas de Pismanta, Bauchaceta, Chita y Espota. Estos lmites son perfectamente identificables en la actualidad.
"Por presentado el Poder y escrip ra de benta otorgada p la casica D a
theresa Icaa a D n Lorenzo Jofre delas tierras contenidas Vajo delos linderos sig tes Porel oriente el serro negro que diuide el Valle de Gualilan. Por el norte Otro serrito nombrado ahian. Por el poniente la falda dela Cordillera enque estan los Potreros pertenesientes alas dhas tierras Vendidas nombrados Chigta yspota, y Abauchaceta, y otro nombrado Pismanta. Yporel sur el Agua quellaman Hedionda (...) Sepan cuantos esta escrip ra de benta R l viezen como yo D a theresa ycaa casica delos yndios de encomienda del capp n D n Joseph delposo e yja lexitima del casique D n fran co y caa seor de basallos en el pueblo y balle de Pismanta Jurisdiz n deesta = ciu d de S n Ju n dela fron ra cuio asiento depueblo asido en el paraxe nombrrado la y Glecia dentro de dho balle depism ta enq fue anparado el dho mi P e Por el G l Pedrro de trrilles siendo correx r
deesta Prou a
por dueo Absoluto y ss r delas tierras de dho pueblo p r
mandato delos Senores de la R l Audien a deeste reyno estando Prre te del cap n
152 Luis Brabo de Montenegrro Prroteg or delos yndios deesta Prou a otorgo y conosco yo la dha D a theresa y caa sin fuersa = Ni aprremio q semeaya echo Para loque desuso se contendra. quebendo sedo y traspado alcap n D n lorenso Jofrre dela Barreda Vezino feudatario deesta Ciu d La Agasion Prropiedad y dominio q como tal casica debotener y tengo. alas tierras del dho Pueblo Nonbrado la y Glecia en el dho balle de pism ta Con todos Sus usos y serbinbres [sic] de aguas patos. y bertientes debaxo delos linderos con que poseieron dhas tierras Mis antepasados q son y lindan Por lap te de oriente El serro Negrro q dibide el balle de Gualilan. y por lap te del norte Con un serrito nonbrado aShian, y por laparte del pon te con la falda de la Cordillera enq estan los Potreros Pertenecientes a dhas tierras Nonbrradas chigta yspota. y Abauchaseta. y Otrro Potrero llamado Pismanta y p r la parte delsur. Con elagua edionda. Las cuales dhas tierras de dho Pueblo. dentro delos linderos referidos Por allarme yo la dha D a theresa y caa sola y biexa Sinsubsesion lexitima debaron ni basallos q las posean y cultiben Por aber fallesido. Bendo. como dhoes al dho Cap n
D n
Lorenzo Jofrre le sedo y trraspaso todo mi dominio Agsiones y derechos de propiedad. Para elsuso dho y sus erederos y P a q del y de ellos Vbiere titulo bos orrason en q l quier manera Porprrecio y quantia de dosientos pesos los cuales confieso aber resebido. Sinq ta y sinco pesos de q medoy Por entregada ami satisfaz on y de ellos la eseg on y leies delaentrega y p r
el resto delos siento y cuarenta y sinco p s yo el dho Cap n D n Lorenso Jofrre Meobligo aser lapaga de ellos dela fha. deesta escrip ra enun ao. enla forma sig te q los sien p s ede dar y pagar Por la limosna de sien Misas aquelesq r
Saserdotes q residieren en esta Ciu d Mostrando resiuo y oblig n de limosna y misas aplicadas p r las animas de los padres y abuelos dela dha D a theresa y caa y los cuarenta y sinco p s restantes ede dar y pag r ala susodicha enrropa dela tierra o jeneros de ella al presio Corriente de dose reales bara al ao cumplido y del pado enla forma dha Para firma deesta es criptura edetomar resiuo con asistencia deel dho protegtor o de otro q en el dho oficio se diere (...) y le doy poder y facultad al dho D n lorenzo Jofrre Para q entre enla posesion de dhas tierras y lastome y aprenda Judicial o estra Judicialm te y en el intez q la aprende me constituio Por Su ynquilina y tenedora (...) en catorse dias delmes demayo demill setec os y beinte y sinco a s en este papel Co n p no aberle sellado y por nosaber firmar ladha bendedora firmo Por ella suproteg tor de todo lo qual Doy fee= [fdo.] Luis Brabo Demontenegro [fdo.] lorenso Jofre Delabarreda Pormi y ante mi= [fdo.] Joseph de quiroga Sarmiento [y testigos]" (ANC CG 6, 296 v.- 301 v.). En consecuencia esta propiedad, que abarcaba todo el sector meridional del valle de Iglesia, tuvo un origen diferente al de las otras zonas; no procedi de una merced real otorgada a un espaol sino de la excepcional concesin de la propiedad a un indgena, cuya hija pudo por lo tanto heredarla y venderla segn 153 las normas legales. Sin embargo la realidad subyacente era la misma: el lugar se hallaba casi totalmente carente de poblacin indgena porque la misma haba sido trasladada a fin de su uso como mano de obra fuera de la jurisdiccin de San Juan.
Croquis de la zona del valle de Pismanta -actual valle de Iglesia- (Fuente: Mapa de la Provincia de San Juan [Escala 1:500.000]. San Juan, Direccin Provincial de Catastro, 1974).
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CONCLUSIONES: LOS CAMBIOS ECONMICOS, SOCIALES, TNICOS Y LINGSTICOS EN EL SIGLO XVII
El siglo XVII fue una poca de grandes cambios en la sociedad de San Juan y de Cuyo en general, sobre todo en el sector de la poblacin de origen indgena. Los cambios en la situacin econmica regional que se dieron a lo largo del siglo afectaron de diversa manera la realidad social, lo que a su vez dio como resultado un reacomodamiento tnico y lingstico en el sentido de prdida de identidades de los grupos nativos.
Las nuevas actividades econmicas de la colonia (mineras, vitivincolas, de frutos secos y ganaderas) se vieron incrementadas por diversas razones; la ms importante en cuanto a su incremento fue la de la ganadera cuyos productos industrializados en Chile tenan un mercado importante dentro del virreinato que cubra a partir de los puertos sobre el Ocano Pacfico. Los vinos y aguardientes, las frutas secas y el pescado salado de las lagunas de Guanacache eran motivo de un comercio interno (considerando como tal las provincias y gobernaciones que despus constituiran el Virreinato del Ro de La Plata) que, aunque restringido, permita el movimiento econmico y artesanal de la regin, sobre todo cuando no generaba competencia con similar produccin chilena.
Todas estas actividades, sumadas a las de construccin de edificios y obras de infraestructura bsica de centros urbanos en discreto crecimiento, tanto en Chile como en la misma regin, debieron ser realizadas con mano de obra indgena que era cada vez ms escasa y, por eso mismo, sumamente requerida. En Chile la misma se cubri en gran parte con el traslado de aborgenes de los valles centrales de Cuyo; en stos, y una vez que se hizo ms necesaria, con los originarios de las zonas marginales. San Juan en particular recibi mano de obra de zonas del este, norte y noreste de su jurisdiccin.
La escasez de mano de obra en Cuyo motiv la promocin de disputas judiciales por la misma entre diferentes encomenderos e incluso entre propietarios de vias y bodegas por un lado y criadores de ganado por el otro. La necesidad de cubrir esta falta llev a que en el siglo XVII se conjugaran diversos procedimientos para conseguirla y afianzarla: continuaron los antiguos de encomiendas de servicio personal, mita, traslado coercitivo y desnaturalizacin de grupos como castigo por levantamientos y se incrementaron los nuevos de 156 encomiendas de tributo, alquiler voluntario y conciertos de trabajo libre.
Hacia la dcada comprendida entre 1630 y 1640 la ganadera cuyana se increment y, aparte de un mejoramiento general del nivel econmico de toda la regin, motiv tambin tanto la reubicacin de grandes grupos aborgenes de tradicin ganadera en zonas ms aptas para esta produccin como la apropiacin de hecho y luego legal de grandes extensiones de territorio de alta receptividad ganadera por parte de los espaoles.
La reubicacin de grupos indgenas completos fue el resultado de los levantamientos indgenas en Valle Frtil y Jchal de las tres primeras dcadas del siglo. Los indgenas acusados por estos alzamientos sufrieron castigos que implicaron su mejor aprovechamiento como mano de obra por su traslado coercitivo a zonas agrcolas y ganaderas ms cercanas a la ciudad. Estos hechos incorporaron en San Juan por primera y nica vez la distincin entre grupos de indios "amigos" o "domsticos" y "enemigos" o "alzados", comn en otras regiones de la Gobernacin de Chile por la situacin de constante guerra. Los primeros eran quienes vivan y trabajaban junto con los encomenderos de la ciudad o los dueos de haciendas rurales y los segundos los rebeldes.
La apropiacin legal de grandes extensiones de tierras por parte de vecinos de San Juan a lo largo del siglo tuvo en todo los casos como antecedente inmediato el usufructo de las mismas por parte de los encomenderos de los indios de cada lugar y la paulatina desaparicin de stos, promovida a su vez por su traslado coercitivo a otros lugares para trabajar en beneficio de su encomendero. Este usufructo y la posesin anterior de encomiendas de los indios originarios era esgrimido como argumento del pretendido derecho que se tena a la propiedad de las tierras. Las zonas de Valle Frtil, El Acequin y las cinagas ubicadas entre la ciudad de San Juan y las lagunas de Guanacache fueron los lugares que ms tempranamente pasaron legalmente a manos de los espaoles; ms tardamente lo fueron el valle de Iglesia y el valle del ro Zanjn. Salvo en un caso de fines de siglo, no se reconoca la propiedad de tierras a los mismos indgenas.
Otras actividades, como la construccin de edificios y de carretas favorecieron la aparicin de oficios especializados en los cuales algunos indgenas tuvieron una importante actuacin. Cuando su eficacia en ellos los destacaba, resultaba tambin en una cada vez mayor diferenciacin de los otros integrantes de su propio grupo; sta era de tipo econmico, porque sus servicios eran en mayor medida pagados en efectivo, y social, porque comenzaban a ser considerados diferentes a los otros integrantes de su grupo al tener ms libertad 157 de movimiento y de trabajo. La evidencia ms notoria de la diferenciacin era la adopcin de un apellido espaol que acompaaba a su nombre cristiano y que indicaba claramente su oficio.
La esclavitud no fue una forma utilizada directamente en San Juan ya que las rebeliones que tuvieron lugar a principios de siglo, tan restringidas y al parecer bastante exageradas, no dieron razones de suficiente peso como para justificarlas; s existi en grupos e individuos trasladados de otras zonas como los documentados de La Rioja y mocoves de la regin chaquea.
La reubicacin de la gran cantidad de grupos del norte, este y noreste del territorio en las zonas agrcolas y ganaderas circunvecinas a la ciudad como castigo por los alzamientos, dio por resultado la continuacin de un poblamiento indgena artificial que se haba iniciado con la constitucin de "pueblos" y "doctrinas"; stos eran los agrupamientos de cierto nmero de familias indgenas a fin de su conversin religiosa y control poltico y social en sitios que no siempre coincidan con su ubicacin natural ya que deban estar en zonas que permitieran la presencia de la iglesia y el servicio de los indios a su encomendero. En realidad la mayora de los conocidos como "pueblos" del siglo XVII tenan esta caracterstica de poblaciones indgenas creadas artificialmente.
A tal punto lleg este cambio de ubicacin que para finales de siglo se censaban familias indgenas completas asentndolas como originarias de "vias" en la ciudad o en las cercanas de las ciudad de San Juan. Obviamente estas vias fueron el lugar de nacimiento de varias generaciones de indgenas pero no el origen natural del grupo censado.
Este tipo de instalacin aborigen coincidi con el surgimiento y consolidacin de nuevas formas de agrupacin forzada por la escasa cantidad de indios constituyentes de encomiendas. Debido a esto a partir de 1650 aparecieron las encomiendas formadas por grupos, familias o individuos de distinto origen.
Concomitantemente la figura del cacique, indispensable para justificar la integracin de una encomienda, fue suplantada cuando no exista el real por indios comunes erigidos artificialmente en caciques, caciques difuntos que seguan apareciendo como titulares e incluso, hacia finales de siglo, la figura de "cacicas" mujeres en contradiccin con las costumbres indgenas suficientemente documentadas de la herencia por va masculina del cacicazgo.
La permanencia de la figura del cacique era evidentemente indispensable 158 para que el encomendero pudiera mantener la titularidad de la encomienda e, indirectamente, el usufructo de la tierra. Cuando a los espaoles les fue factible conseguir la propiedad legal de los territorios que haban aprovechado especialmente como campos de cra de ganado, no tuvieron obstculos en dejar que cesaran las encomiendas respectivas. El cacique generalmente era el nico que quedaba -a veces con unas pocas mujeres, viejos y nios- en el lugar de origen de la encomienda, sin oficio especializado, al mismo tiempo que era el nico que conservaba el nombre indgena como apellido. Puede afirmarse que para fines del siglo XVII los pocos indios naturales que continuaban siendo considerados como tales eran los caciques (reales o impuestos) mientras que los indios comunes, generalmente los tributarios, haban cambiado su situacin social y tnica, haban perdido o abandonado su nombre en lengua nativa y trataban de integrarse cultural y tnicamente al grupo espaol.
La desaparicin progresiva de la encomienda, que era evidente hacia fines de siglo aun cuando se obligaba a llevar un estricto control de su integracin, fue un hecho al cual contribuyeron varios factores adems de la legislacin y la disminucin de indgenas. El mayor aprovechamiento de los alquileres y conciertos de trabajo voluntario permiti por un lado al espaol tener acceso a una mano de obra ms especializada sin tantas trabas legales ni preocupaciones por atencin y control de las encomiendas y al indgena a ejercer ms libremente su oficio y su movilidad espacial, as como aprovechar para cambiar su situacin tnica y poco a poco pasar a ser considerado espaol.
El gradual incremento de la percepcin de tributos por parte de los encomenderos en lugar de servicio personal, en parte como respuesta a la preocupacin de la legislacin indiana, y el pago de salario a los indgenas, ya fuese en especias o en metlico, favoreci el movimiento econmico. A diferencia de lo ocurrido en los primeros cien aos de vida colonial, la relacin salario-tributo se transform a partir de mediados del siglo en un elemento ms importante en la economa local que el servicio personal en s.
La mita de indios cuyanos en general, que se cumpla en Chile y evitaba los pagos estipulados, fue decreciendo en favor de los cada vez ms comunes contratos libres. Los conciertos y los contratos de trabajo de mediados de siglo muestran en San Juan un gran movimiento de relaciones laborales donde se incluan trabajos de todo tipo (servicio general, cra y traslado de ganado, construccin de carretas, viajes con carretas y recuas de mulas, pesca y salado de pescado de las lagunas, trabajo en carpintera, decoracin de iglesias, labores en viedos, trabajo en obrajes, minas y trapiches, etc.) e involucraban a todo tipo de 159 personas como contratantes e indgenas de diferentes lugares (incluso tan distantes como Paraguay, Lima y el sur de Chile) como contratados.
Las categoras sociales de estos ltimos eran marcadamente diferentes, desde libres y con apellido espaol adoptado hasta encomendados que deban pagar el tributo correspondiente. Estas categoras, ya firmemente establecidas entre la poblacin aborigen para esa poca, se corresponda directamente con el tipo de trabajo ejercido y el salario cobrado. Los oficiales y maestros, que por la legislacin no deban servir en la mita, residan en las ciudades, gozaban de libertad de movimiento y de trabajo, generalmente cobraban en efectivo y al no ser encomendados, no deban pagar tributo. Al parecer no existan grandes diferencias en el salario con respecto a la extraccin tnica o al origen geogrfico por lo que el monto de los salarios y la forma de pago no variaban notoriamente entre indios, mestizos o espaoles -tanto en Cuyo como en Chile- siempre que se tratara del mismo tipo de trabajo.
Aqullos que seguan siendo tributarios de servicio general, es decir sin un oficio especializado y reconocido por su capacidad, slo conseguan librarse del servicio huyendo de sus encomiendas hacia otras regiones. En el ltimo cuarto de siglo la mayor parte de los indgenas tributarios de San Juan haban huido hacia zonas indeterminadas de la Gobernacin del Tucumn, donde posiblemente podan sobrevivir con algn tipo de trabajo evitando el pago del tributo y el peligro de ser trasladado coercitivamente a otros lugares como indios de mita o alquilados por sus encomenderos.
La gran movilidad que se produjo en este siglo de grupos e individuos, ya fuera por traslados coercitivos o voluntarios, cambi la constitucin de las familias; en la mayora de los casos las perjudic con la separacin transitoria o definitiva y con la constitucin de parejas libres y en otros permiti la formacin de matrimonios mixtos en el sentido del origen de los cnyuges.
Para finales de siglo la mujer indgena haba alcanzado una importancia mayor. En primer lugar las nuevas formas laborales como el concierto de trabajo permitieron que fuera considerada como una trabajadora libre, si bien la paga era bastante menor que para los casos de varones. En segundo lugar, la aplicacin del cobro del tributo por una parte y la progresiva escasez de varones encomendados por otra, hizo que las mujeres fueran censadas y tenidas en cuenta en los registros de encomiendas, incluso al parecer como posibles tributarias. Por ltimo y hacia fines de siglo, la misma razn de la disminucin de encomendados varones motiv que en las matrculas de encomiendas comenzaran a figurar algunas mujeres, generalmente mayores y solas, como 160 titulares de los cacicazgos.
La movilidad indgena espacial y laboral no slo provoc cambios en las costumbres, sino que tambin produjo grandes modificaciones en cuanto a la identidad tnica de cada grupo. Hasta 1640 todava perduraban las diferenciaciones por naciones o etnias provenientes de distintas zonas de la jurisdiccin de San Juan. Gran nmero de huarpes (originarios de los valles centrales de Cuyo) vivan y servan en distintos tipos de labores en las ciudades chilenas, principalmente Santiago, mientras que en la propia ciudad de San Juan se asentaban artificialmente grupos capayanes y yacampis del norte, este y noreste del territorio jurisdiccional de San Juan, e incluso del sur de la jurisdiccin de La Rioja, como castigo por los alzamientos o trasladados para ejercer distintos trabajos. A partir de mediados del siglo XVII en cambio estas diferencias desaparecieron junto con la llegada y asentamiento por trabajo de indgenas de otras regiones. Aqullos que no se mestizaron con el espaol y disimularon su condicin de nativos con el ejercicio de un oficio especializado, se unieron con indgenas de otras zonas y mantuvieron su categora social y jurdica de "indio" sin reconocimiento de nacin o etnia particular.
Concomitantemente las lenguas indgenas propias de esas etnias desaparecieron gradualmente. No existen referencias documentales a lo largo del siglo de que se necesitara traduccin al idioma huarpe en actuaciones de la ciudad de San Juan o su jurisdiccin, mientras en Santiago se evangelizaba con ayuda de las obras del padre Luis de Valdivia en los dialectos huarpes. En cambio hacia principios de siglo era necesario un intrprete en lengua indgena para realizar procedimientos legales en Valle Frtil (ANC RA 2615, f. 116). Con el traslado de indgenas de las zonas marginales hacia el valle central, en la misma ciudad de San Juan fue imprescindible contar con intrpretes en lengua indgena; en 1613 se tom declaracin en lengua indgena a un cacique yacampis en la ciudad de San Juan (ANC RA 3031, f. 92 v.); igualmente en 1633 con motivo del castigo a los grupos indgenas alzados de nacin capayana y yacampis que fueron reubicados en las cercanas de la ciudad de San Juan, se tom declaracin en lengua indgena a los acusados. Todo esto permite asegurar que en las primeras dcadas del siglo XVII las lenguas de las etnias de las zonas marginales se hablaban incluso en el valle central de San Juan.
La realidad cambi un poco ms tarde, porque en 1643 ya no era necesario tomar declaracin a los indgenas de Valle Frtil en su propia lengua ni siquiera en sus lugares originarios (ANC CG 554, f. 229 v.; RA 1874, f. 6 v.- 7). Esto indica que si bien los grupos podan seguir utilizando sus lenguas nativas en forma privada, por lo menos todos hablaban y entendan el espaol 161 que utilizaban en sus actividades pblicas y de relacin. Slo en zonas menos accesibles como el complejo lagunero de Guanacache permaneci ms tiempo el idioma huarpe ya que en 1689 en zonas laguneras de la jurisdiccin de Mendoza fue necesario un intrprete en esa lengua para tomar las declaraciones que dirimiran un problema de herencia de cacicazgo entre dos interesados (ANC RA 2339, f. 148 v.; CG 476, f. 5-8v).
La desaparicin de las lenguas nativas, por otra parte, se evidenci por la prdida paulatina de los nombres indgenas. El primer cambio en ellos se realizaba en el momento del bautismo por la adopcin de un nombre cristiano del santoral catlico; el nombre indgena pasaba a funcionar como apellido y se perda el nombre de familia o apellido indgena y el de nacin. El segundo paso del cambio suceda cuando el indio ejerca eficazmente un oficio calificado; en estos casos la denominacin del oficio reemplazaba como apellido al nombre indgena y por lo tanto ya el individuo pasaba a tener nombre y apellido espaol. En casos muy especiales, y cuando el indgena era considerado libre, el apellido espaol adoptado ya no se refera exclusivamente al oficio. Tambin estos cambios comenzaron a hacerse evidentes hacia 1640. Los nombres indgenas con funcin de apellidos siguieron en uso casi exclusivamente en los caciques, quienes eran generalmente obligados a permanecer en los lugares de origen para mantener vigente la titularidad de las encomiendas.
Por ltimo el cambio de lugar primero y la prdida posterior de las lenguas aborgenes originaron durante el siglo XVII la consecuente desaparicin de topnimos indgenas. De los nombres indgenas de lugares que permanecieron hasta la actualidad pocos sufrieron modificaciones, las cuales en casi todos los casos fueron documentadas por alguna razn.
En sntesis puede afirmarse que el elemento comn y movilizador del cambio socioeconmico que se produjo en el siglo XVII y que abarc no slo a los indgenas de San Juan sino a toda la sociedad, fue el trabajo. La llegada del espaol haba igualado a todos los indgenas, considerndolos en el mismo nivel social y cultural e ignorando sus diferencias tnicas y jerrquicas internas; el trabajo en cambio sirvi para marcar nuevas diferencias socioeconmicas entre los individuos de un mismo grupo, a la vez que los llev a identificarse cada vez ms con los espaoles, con la consecuente prdida de su propia identidad. La compleja realidad socioeconmica que pone en evidencia este trabajo, deber ser comprendida para tener una idea ms justa y acabada de la historia de San Juan.
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ABREVIATURAS
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NDICE DE NOMBRES INDGENAS
Se listan a continuacin en forma alfabtica los nombres indgenas de personas, naciones y lugares tal cual aparecen en los documentos relevados. En el caso de los nombres de lugares, slo se registran los topnimos desaparecidos o las formas antiguas de topnimos actuales; estos nombres van sealados con asterisco.
Introduccin 5 Advertencia 7 Las doctrinas de principios de siglo 9 Las rebeliones indgenas y sus consecuencias 13 Los sucesos de 1604 13 Los sucesos de 1630-33 19 Semejanzas y diferencias entre ambos acontecimientos 31 Las formas de trabajo indgena, los salarios y la diferenciacin social 33 El trabajo de indgenas de San Juan en Chile 34 El trabajo indgena en San Juan 36 Los conciertos de trabajo 46 Salarios, formas de pago y diferenciacin social 54 Las encomiendas y los tributos 65 Los tributos segn la legislacin de la Capitana General 66 Matrculas o registros de encomiendas en San Juan 68 Las caractersticas de las encomiendas indgenas de San Juan durante el siglo XVII y los cambios producidos
115 Traslado, desnaturalizacin, desaparicin y movilidad de grupos e individuos
125 El traslado y la desnaturalizacin coercitiva de grupos indgenas 125 Los traslados no permanentes por razones de trabajo 131 La huida de encomendados 133 La desaparicin de grupos indgenas y el nacimiento de propiedades rurales
134 La zona sur de San Juan 134 Las Tumanas y otras zonas de Valle Frtil 142 La zona del ro Zanjn 147 La zona del valle de Pismanta (actual valle de Iglesia) 150 Conclusiones: los cambios econmicos, sociales, tnicos y lingsticos en el siglo XVII
155 Abreviaturas 163 Bibliografa 163 ndice de nombres indgenas 167