Realidad Socioeconomica

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REALIDAD SOCIOECONMICA DE LOS INDGENAS DE SAN JUAN


EN EL SIGLO XVII

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Director responsable: Prof. Mariano GAMBIER
Composicin y diagramacin: Lic. C. T. MICHIELI










Diseo de tapa: Gabriela RIVEROS

















Correspondencia y canje:
Instituto de Investigaciones Arqueolgicas y Museo
Universidad Nacional de San Juan
Termas La Laja - Casilla de Correo 13
5419 Albardn
San Juan - Argentina

Hecho el depsito que marca la Ley N 11.723
Prohibida su reproduccin total o parcial
Impreso en la Argentina
ISBN 950-605-105-4

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REALIDAD SOCIOECONMICA DE LOS
INDGENAS DE SAN JUAN
EN EL SIGLO XVII





Catalina Teresa Michieli

















INSTITUTO DE INVESTIGACIONES ARQUEOLGICAS Y MUSEO
Facultad de Filosofa, Humanidades y Artes
Universidad Nacional de San Juan


San Juan
1996


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INTRODUCCIN


El proyecto para la realizacin de este trabajo fue aprobado
acadmicamente por la Universidad Nacional de San Juan mediante Resolucin
N 194/94 CS (Anexo V). Para su ejecucin cont con el apoyo del Instituto de
Investigaciones Arqueolgicas y Museo de dicha Universidad y se financi con
fondos personales.

La finalidad del trabajo se orienta a la reconstruccin de la situacin
social y econmica de los indgenas que vivan en el territorio de la actual
provincia de San Juan durante el siglo XVII, ya que los estudios anteriormente
realizados sobre el poblamiento aborigen de la regin en el siglo XVI y sobre la
realidad econmica de Cuyo durante las primeras dcadas del siglo XVII,
permitan apreciar que esta situacin variaba notoriamente con respecto a lo
observado para el siglo anterior.

Para su cumplimiento se analizaron documentos ditos e inditos que
proporcionaron una gran cantidad de datos que permitieron considerar: 1- la
verdadera importancia que las "doctrinas" de indios tuvieron en la instalacin de
pueblos al principios de siglo; 2- las causas, desarrollo y consecuencia de las
rebeliones indgenas ocurridas en San Juan y su sofocamiento; 3- los tipos de
trabajo en que participaban los indgenas y los cambios que se suscitaron por
ello en la conformacin social de los grupos; 4- el alcance y variacin de los
salarios, las formas de pago y la comparacin con los precios del siglo XVII; 5-
la conformacin numrica, tnica y social de las encomiendas indgenas
existentes en San Juan y su variacin durante el desarrollo del siglo; 6- la forma
de pago de los tributos a los encomenderos de San Juan y la relacin de stos
con la legislacin de la Capitana General; 7- el proceso de traslado y
desnaturalizacin de los grupos indgenas dentro y fuera del territorio provincial
y sus consecuencias; 8- la relacin entre la desaparicin de los grupos indgenas
y el nacimiento de las primeras propiedades rurales en el territorio provincial y
9- los cambios y sustituciones tnicos y lingsticos ocurridos entre los grupos
indgenas.

Varias personas colaboraron en el acceso a documentos y bibliografa
especfica. En primer lugar el Prof. Mariano Gambier, Director del Instituto de
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Investigaciones Arqueolgicas y Museo UNSJ no slo aport el apoyo
institucional sino que tambin en forma personal ayud a relevar documentacin
en el Archivo Nacional de Chile; el Dr. Jorge Hidaldo, entonces Conservador de
dicho Archivo, facilit el acceso al mismo; los colegas Marta Bonofiglio de
Carrara (Crdoba), Mara Teresa Planella (Santiago de Chile), Leonor Paredes
de Scarso, Guillermo F. Genini y Oscar A. Damiani (San Juan) gentilmente
colaboraron en la obtencin de material bibliogrfico, cartogrfico y
documental.

El trabajo se realiz con fuentes ditas e inditas correspondientes al
siglo XVII. Entre las obras ditas se encuentran repertorios documentales
publicados como las "Cartas Anuas de la Compaa de Jess", las "Actas
Capitulares de Mendoza", "Documentos Coloniales relativos a San Miguel de
Tucumn", "Fuentes para la historia del trabajo en el Reino de Chile"
(compilados por Alvaro Jara y Sonia Pinto) o documentos aislados incluidos en
obras de otros autores como Salvador Canals Frau, Pablo Cabrera, Anbal
Verdaguer, Alfredo Gargaro, Romualdo Ardissone y Mario Grondona.

Los documentos inditos utilizados fueron relevados personalmente en
el Archivo Histrico y Admistrativo de San Juan y en el Archivo Nacional de
Chile. En el primero los documentos concernientes al siglo XVII se encuentran
en el Fondo Histrico; estn contenidos en una serie de cuadernillos y papeles
sueltos guardados rudimentariamente en una carpeta dentro de la caja fuerte. Su
estado de conservacin es bastante malo y en varios casos estn numeradas
como documentos distintos partes de un mismo documento. En el momento de
realizar el relevamiento, estos documentos estaban siendo transcriptos por
personal del archivo.

En el Archivo Nacional de Chile se relev la mayor parte de los
documentos utilizados en este trabajo. Corresponden a los fondos: Real
Audiencia, Capitana General, Escribanos de Santiago, Morla Vicua y Notarios
de La Serena.

Los puntos de partida para la bsqueda de los documentos fueron la obra
de Juan Luis Espejo (con la valiosa ampliacin y correccin de ubicacin
realizada por Edberto Acevedo) y el trabajo de Rogelio Daz Costa. Si bien en la
obra de Espejo se encuentran resumidos varias de las fuentes utilizadas, la
transcripcin completa de los documentos permiti obtener una mayor cantidad
de datos de suma importancia para el tema de este trabajo que haban sido
obviados en el resumen a la vez que corregir errores de transcripcin que hacan
variar tanto los nombres indgenas como el sentido de mucha documentacin. El
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trabajo de Daz Costa constituy una ayuda menos segura, ya que a los errores
de transcripcin y adjudicacin de nombres indgenas, se sum una poco clara
referencia a los documentos en s.

Despus de haber ubicado los documentos citados por estos autores se
prosigui con la bsqueda y el relevamiento de otros que contenan importantes
datos vinculados con los indgenas de San Juan o que, sin referirse
especficamente al tema, permitan reconstruir un marco espacio-temporal,
poltico y social en el cual insertar la problemtica a tratar.

El anlisis posterior abarc la totalidad de los documentos encontrados
con referencias a indgenas de San Juan en el siglo XVII sin hacer una seleccin
intencional de ellos, ya que se considera que los mismos son, de por s, una
muestra aleatoria debido a que, por una parte, no todas las actuaciones quedaban
intencionalmente registradas y, por otra, la conservacin de documentos tan
antiguos es generalmente casual.

El trabajo se completa con algunos croquis que permiten ubicar las
localidades mencionadas con respecto a su ubicacin geogrfica y poltica y con
un ndice alfabtico de nombres indgenas de personas y lugares.


Advertencia:

Para la transcripcin de documentos en el trabajo se han seguido las
siguientes pautas: cuando se copian citas documentales extradas de la obra de
otros autores se anteponen las palabras "Cit. de ..."; cuando las citas
corresponden a documentos inditos se hace la referencia directa al archivo,
fondo, volumen y folios; en la transcripcin se ha preferido respetar
estrictamente la ortografa, abreviaturas y puntuacin originales a fin de no
introducir posibles errores de interpretacin; cuando la cita es segmentada para
que no resulte demasiado larga, se colocan puntos suspensivos entre parntesis
en lugar del texto desestimado; todo comentario o agregado aclaratorio que no
figura en la cita se coloca entre corchetes; cuando una palabra o una parte de ella
es ilegible en el documento, en la transcripcin se suplanta la parte ilegible con
puntos suspensivos sin parntesis.

Los nombres en lengua indgena (todos los nombres propios y los
nuevos topnimos) se colocan con bastardilla reproduciendo todas las formas en
que estn transcriptas en los documentos y respetando la ortografa original. Los
nombres espaoles se han modernizado en el texto y se respetan en las citas.
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Los precios, tasas y salarios se expresan en "pesos de plata corriente de a
ocho reales" por lo que en general no se aclara especficamente. Cuando se trata
de pesos de oro se hace la aclaracin pertinente. Las fracciones de pesos no se
expresan en reales sino en decimales.

En la redaccin del trabajo se utilizan las denominaciones de indio,
mestizo y espaol con el sentido de categoras socio-jurdicas y
nacionalidad que tenan en la colonia, considerando como espaol a todo sbdito
de la corona espaola nacido en la pennsula Ibrica o en Amrica, siempre que
no fuera natural de ella. La categora indio no es peyorativa sino que obedece
a la forma legal en que se designaba a los individuos originarios de Amrica; en
ocasiones se utiliza en su lugar como sinnimos los adjetivos sustantivados
aborigen, indgena o natural con la significacin de originario en el suelo
en que vive.

San Juan, setiembre de 1996.
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LAS "DOCTRINAS" DE PRINCIPIOS DE SIGLO


El siglo XVII comenz en Cuyo con la decisin del gobierno de Chile
de hacer cumplir las normas reales sobre el ordenamiento de las encomiendas,
sobre todo en lo referente al buen tratamiento de los indgenas y a su
evangelizacin.

Esto se puso de manifiesto el da 4 de diciembre de 1600 con motivo de
la presentacin ante el Cabildo de Mendoza, por parte del capitn Alonso de
Crdoba, de su nombramiento e instrucciones como "Teniente de Capitn
General y Corregidor y Justicia Mayor de las provincias de Cuyo" dadas por el
Gobernador de Chile, don Francisco de Quiones, el da 15 de mayo de 1600 y
ratificadas por su sucesor, Alonso Garca Ramn, el 6 de agosto del mismo ao.
En estas instrucciones, y entre otras cosas, se deca que, viendo que los
indgenas de las tres ciudades de Cuyo (Mendoza, San Juan y San Luis) no
tenan hasta ese momento la instruccin en la religin catlica conveniente y
siendo esta obligacin de los encomenderos, como no lo hacan y se
aprovechaban de los indgenas en exceso, se mandaba al nuevo Corregidor a que

"...se funden y Entablen doctrinas rreduziendo los dhos yns
o
apoblado
porlos medios mas suaves y conbinyentes para que sean encaminados a bida
pulitica. y enseados Enla ley Evangelica (...) para que rrepresent
do
my persona.
hagays Reduzir a pueblos formados y poblasciones losdhos naturales y los
demas alcds. comarcanos assi los questubieren debaxo del domynyo desumag
t

comolos quenolo obieren dado la obidiencia Enlas partes y lugares de
comodidad para su doctrina conserbascion E aumento. que conbinyere desuerte
que puedan ser ynstruydos enlas cossas de nra S
ta
ffee catholica donde
fundareys las yglesias y cassas delos Religiossos y sacerdoctes con licencia
delhordinario acomodando las comarcas de yns
o
que cada Encomendero tubiere
proueyendo personas ydoneas y suficientes quelos visiten y numeren..." (ACTAS
Capitulares de Mendoza, pg. 215-219).

La indicacin expresa a que se fundasen doctrinas reduciendo los indios
a poblados se refera a la evangelizacin de los indgenas encomendados en los
mismos lugares de ubicacin de las encomiendas. sta era una obligacin propia
del encomendero desde el comienzo de la instalacin en Amrica de los
repartimientos de indios, que fue ratificada por las Leyes de Burgos dictadas en
9
1512 que intentaban ordenar y reglamentar el sistema colonial. Los beneficiados
con repartimientos y encomiendas deban construir una casa que hiciera las
veces de iglesia donde se reuniran los indgenas para ser instruidos en la
religin catlica (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 161-164).

La palabra "doctrina" seala por lo tanto en este caso el "pueblo de
indios recin convertidos, cuando todava no se haba establecido en l
parroquialidad o curato" que es una de las acepciones sealadas para Amrica
por la Real Academia Espaola. Al frente de estas doctrinas estaba una persona
relativamente capacitada para impartir las enseanzas del Catecismo y no
necesariamente un sacerdote, debido a que el mismo deba ser mantenido por los
propios indgenas. Es as que en 1610, cuando los jesuitas haban comenzado las
misiones a la zona lagunera de Guanacache el padre Fabin Martnez afirmaba
que

"...yo puse escuela de doctrina muy fundada de muchahos y muchahas
(...) qued el hijo del curaca tan industriado que poda hacer la doct
a
como uno
de nosotros..." (DOCUMENTOS para la Historia Argentina..., t. XIX, pg. 67).

Del mismo modo la palabra "pueblo" seala estas concentraciones de
poblacin indgena en los sitios de las encomiendas, para la agrupacin, control
y evangelizacin de los naturales. Estos "pueblos" no deben ser considerados
entonces como verdaderas poblaciones separadas de las encomiendas; en
muchas ocasiones, y tratndose de grandes repartimientos en espacios extensos,
estos "pueblos" podan ser varios para una misma encomienda. Las Cartas
Annuas de la Compaa de Jess, en su detalle de las misiones realizadas en las
primeras dcadas del siglo, presentan varios ejemplos para las zonas de
Guanacache, Uco y Barrancas en Mendoza, donde existan varios de estos
"pueblos" (a veces tambin llamados "puestos") dentro de una misma
encomienda.

"...nra partida alamision de los pueblos de doa ines partimos desta
ciudad, el P
e
Ju
o
pastor, y yo a principio de setiembre llegados a guanacache,
que es la iglesia y cabeade la dotrina (...) pasamos a otro puesto. las lagunas
adelante seis leguas donde se habian juntado dos curacas con toda su gente, y
abian hecho una Iglesia para el p
e
dixese misa y capaz para la gente con su
cimenterio, y muy delante para la doct
a
..." (DOCUMENTOS para la Historia
Argentina..., t. XIX, pg. 67).

Con posterioridad a las instrucciones presentadas por el nuevo
Corregidor de Cuyo se dio la circunstancia de que el nuevo Obispo de Santiago,
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en su viaje desde Buenos Aires a Chile para hacerse cargo de su obispado,
debiera invernar en Mendoza esperando cinco meses la apertura de los pasos
cordilleranos. Es as que en 1601 fray Juan Prez de Espinosa permaneci en
Cuyo y aprovech este tiempo para interesarse sobre la situacin social y
religiosa de los indgenas cuyanos. En una carta dirigida al rey Felipe III relataba
estos hechos y sealaba que estando en Cuyo "pusironse once doctrinas y los
indios quedaron contentos" (VERDAGUER, Historia eclesistica..., pg. 72-73).
Esta carta es conocida en la historia cuyana por la transcripcin textual que el
padre Jos Anbal Verdaguer realiz a partir de la coleccin de documentos
histricos recopilados por el presbtero Lizana y que incluy en su historia
eclesistica. A continuacin el padre Verdaguer seal cuales eran, a su parecer
y sin guiarse por documentacin histrica estricta, los lugares de Cuyo donde el
Obispo Prez de Espinosa habra establecido las citadas once doctrinas; esto fue
tomado al pie de la letra por los historiadores posteriores a Verdaguer quienes,
sin hacer una lectura crtica de la obra ni tener en cuenta el verdadero sentido del
concepto de establecer doctrinas y "pueblos" de indios para esa poca,
consideraron desde entonces y equivocadamente como verdad histrica el hecho
de que estas doctrinas constituiran verdaderas avanzadas de fundaciones de
pueblos o villas con iglesia instituida en diversos sitios de las provincias de San
Juan, Mendoza y San Luis.

Lo cierto es que estas doctrinas establecidas por Prez de Espinosa eran
esas sencillas agrupaciones de poblacin aborigen perteneciente a una
encomienda con el objeto poltico de su control y religioso de su evangelizacin,
tal como se ha sealado anteriormente. La confirmacin de esto se encuentra en
la misma obra del padre Verdaguer cuando indica, citando documentacin
probatoria, que slo se supo fehacientemente de dos doctrinas provistas de cura
por Prez de Espinosa: Guanacache y Uco (VERDAGUER, Historia
eclesistica..., pg. 75).

La confusin se aumenta cuando se considera la instalacin de estas
doctrinas como paso previo a la instalacin colonial y no como una
consecuencia de sta. Segn la legislacin indiana la instalacin y atencin de
doctrinas en el sentido de lugar donde se reuna a los indgenas para su
evangelizacin era responsabilidad de cada encomendero (KONETZKE,
Amrica Latina, pg. 161-164) y continuamente las autoridades reiteraban esa
obligacin, tal como lo haca el Gobernador de Chile en las instrucciones dadas
al nuevo Corregidor de Cuyo en 1600 (ACTAS Capitulares de Mendoza, pg.
216).

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Para que las doctrinas pudieran ser provistas de cura la manutencin del
mismo deba ser a cargo de los propios indgenas. En efecto, la tasa del
gobernador de Chile Martn Ruiz de Gamboa de 1580 ya sealaba que de los
ocho pesos de oro que deba tributar anualmente el indgena, un peso (es decir el
12,5%) ira para el sacerdote a cargo de la doctrina, pagado parte en dinero y
parte en especias; las tasas posteriores de 1620, 1622 y 1635 establecan tasas
ligeramente variables en pesos de plata corriente, pero todas determinaban que
un peso y medio sera para el cura doctrinero, medio peso para el protector de
naturales y otro medio peso para el corregidor (ver Cuadro n 7); los indios que
vivan y trabajaban en el servicio domstico en las ciudades no pagaban doctrina
por lo que la tasa tributaria era menor (JARA y PINTO, Fuentes..., t. I, pg. 60,
90 y 111). Hasta 1668 el pago se realizaba a travs del encomendero: ste
cobraba el tributo (generalmente en servicio personal) y deba despus derivar lo
destinado al sacerdote; cuando el encomendero no cumpla con esta obligacin
la doctrina careca de atencin eclesistica.

La Iglesia sin embargo, trat de afirmar estas doctrinas, y en especial la
Compaa de Jess en Cuyo a partir de 1609 cuando comenz su obra de
misionar en zonas con poblacin indgena. Pero aun as estas misiones no fueron
independientes de los encomenderos sino que justamente se realizaron cuando
stos lo permitieron e incluso ayudaron. sta es la razn por la cual la mayor
cantidad de misiones evangelizadoras de los jesuitas en Cuyo reseadas en las
Cartas Annuas se realizaron a la zona de Guanacache y el valle de Uco. En la
primera, las misiones de los jesuitas se hicieron en los pueblos de la encomienda
de Lope de Pea (benefactor de la Compaa de Jess y donante de la casa
donde la misma tena instalada la Residencia), especialmente sostenidas por su
esposa, Ins de Carbajal; en Uco las misiones de los jesuitas estuvieron apoyadas
por su encomendero (DOCUMENTOS para la Historia Argentina..., t. XIX, pg.
208 y 530; CANALS FRAU, Los huarpes y sus doctrinas..., pg.8-9).


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LAS REBELIONES INDGENAS Y SUS CONSECUENCIAS


Pocas son las rebeliones indgenas que ocurrieron en el actual territorio
de San Juan. Las dos nicas documentadas son justamente de principios del siglo
XVII y tuvieron lugar en la zona de Valle Frtil la primera y en el norte y
noreste del territorio de San Juan la segunda. De ambas se tienen muy escasas
noticias desde principios de siglo con algunas referencias parciales debidas a
notorios investigadores, pero quienes las trataron ms en profundidad fueron
Romualdo Ardissone y Mario Grondona en su trabajo "La instalacin aborigen
en Valle Frtil" publicado en 1953, si bien en la consideracin de la segunda se
limitaron exclusivamente a Valle Frtil. Todos los autores que posteriormente
hicieron referencia a ellas tomaron los datos de los primeros.

Ardissone y Grondona trabajaron con casi todos los documentos, ditos
e inditos, que hacen referencia a estos hechos y transcribieron las partes ms
importantes de los mismos. La sucesin de hechos y la identificacin de
personajes que analizan en su trabajo es correcta y til, pero algunas de las
interpretaciones de las causas y consecuencias de los sucesos y las relaciones
entre ellos, as como las caractersticas de las instituciones involucradas, no son
totalmente acertadas. Obviamente los autores posteriores que siguieron al pie de
la letra este trabajo sin una adecuada lectura crtica, no slo cayeron en el mismo
error sino que lo aumentaron incorporando apreciaciones totalmente infundadas.

Este captulo, basado en la documentacin parcial aportada por
Ardissone y Grondona, pero con el agregado de la lectura crtica de los
documentos en forma completa y de otras fuentes ditas e inditas, trata de
esclarecer con ms precisin la ubicacin geogrfica de los hechos y su sucesin
y realizar una nueva interpretacin de los mismos.


Los sucesos de 1604

Por la probanza de mritos de dos vecinos de San Juan, Juan Jufr y
Juan Jufr de Arze (su hijo) de 1633 (copiada por Jos Torre Revello en el
Archivo de Indias) y por las Actas Capitulares de Mendoza se conoce que en
1604 el entonces corregidor de la provincia de Cuyo, el capitn Gernimo de
Benavdez, debi acudir a la zona de Valle Frtil a castigar a los indgenas de
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ese lugar por haberse sublevado y haber asesinado a su encomendero, don
Toribio de Dueas, y dos espaoles que iban con l; una vez que el corregidor
lleg a la localidad vecina de Ro Bermejo le encarg especialmente a Juan Jufr
recorrer las localidades de Las Tumanas, Hocoma y Gigante en busca de los
sublevados. En la expedicin punitiva se detuvieron algunos caciques as como
otros indgenas (especialmente uno que vesta una camisa evidentemente quitada
a un espaol) que fueron ahorcados en el mismo lugar o en la ciudad de San
Juan (ARDISSONE y GRONDONA, La instalacin aborigen..., pg. 23-26).

Por estos documentos se sabe as el nombre de uno de los encomenderos
de Valle Frtil, don Toribio de Dueas. Haban otras encomiendas en esa zona
que evidentemente no tuvieron los problemas de la anterior. Una de ellas, en la
localidad de Las Tumanas, haba sido de Pedro de Barreda Estrada y otra de
Juan de Mallea, ambos vecinos de la ciudad de San Juan. Los dos encomenderos
hicieron dejacin de sus respectivas encomiendas en 1605, por lo que su
otorgamiento haba sido realizado con anterioridad a esa fecha; en ese ao
fueron otorgadas a Juan Gil de Heredia.

"...os encomiendo a vos del dho Joan xil de heredia ennombre del Rey n
o

seor y Como su gouernador e capitan general yenbirtud delos rreales poderes
que he yostengo para dar y encomenDar yndios quePor sunotoriedad Noban
aqui ynsertos el casique cilpino subzesor del casique chumpeta que sus tierras
sellaman tumana guil enla Probincia de los gacambis terminos de San Joan de
lafronteraCon todos sus yndios e Prinsipales aellos subjetos queestan bacos por
dexacion Que dellos hizo Pedro de Barreda estrada Vezino de ladha ciudad
ensan luis de loyola encinco de hebrero destePresente ao [1605] ante joan
deescouedo escribano publico eDel cauildo deladha ciudad = y asi messmo os
encomiendo el casique yocampe subzesor delcasique gaape y sutierra
nombrada Partinaco ydel casique Calamanta su tierra easiento se llama
Agilanca subcesor del Cassique Gomean contodos sus Principales eyndios
aellos subzetos enlos cayampee que estan asimismo bacos Por dezacion que
dellos hizo el capitan Joan Demallea besino de ladha ciudad deSan Joan enla
dha ciudad en quatro de hebrero deste Presente ao [1605]..." (ANC RA 2615,
f. 114-114 v.).

De este modo resulta evidente que la encomienda de Dueas no era la
nica existente a principios del siglo XVII en la regin de Valle Frtil, pero s
que los sucesos acaecidos en ella fueron excepcionales ya que no volvieron a
repetirse luego de la persecucin, captura y castigo de los indgenas rebelados.
Los encomenderos de la zona eran todos vecinos de la ciudad de San Juan, ya
que Valle Frtil caa dentro de su jurisdiccin, y no residan en las cercanas de
14
su encomienda ya que la documentacin aportada por Ardissone y Grondona
seala que Dueas y los dos espaoles que fueron muertos con l, "iban" hacia
su encomienda.

Otro dato interesante que aporta el documento transcripto es que estos
indgenas, de las localidades comarcanas de Valle Frtil, eran considerados de la
"provincia de los gacambis" o "los cayampee", es decir eran indios yacampis.

Para Ardissone y Grondona la rebelin de los indgenas encomendados
en Toribio de Dueas y la necesidad de pacificacin de la zona tuvo como
consecuencia la fundacin de la villa de San Ramn realizada en 1606
(ARDISSONE y GRONDONA, La instalacin aborigen..., pg. 28). En realidad
ambos sucesos parecen no tener una conexin tan evidente, ya que como se ha
visto la encomienda de Dueas no era la nica existente en Valle Frtil y la
instalacin espaola y el aprovechamiento de la mano de obra indgena en el
lugar tena antecedentes.

De todos modos la fundacin de la Villa de San Ramn en Valle Frtil
en el ao 1606 es un hecho llamativo y que an hoy no puede explicarse
convenientemente. Los documentos que testifican esta creacin estn casi todos
vinculados con las Actas del Cabildo de Mendoza ya que no existen documentos
de San Juan que la mencionen. Don Sebastin de Espinosa, corregidor de Cuyo
desde principios de 1605, acompaado por gran cantidad de vecinos de
Mendoza, entre ellos todos los integrantes del Cabildo, haba partido hacia Valle
Frtil y fundado una villa con el nombre de San Ramn (ACTAS Capitulares de
Mendoza, pg. 360-361).

Si bien no se conoce con exactitud la fecha de la fundacin de dicha
villa, tanto Ardissone y Grondona como los autores que posteriormente se
basaron en su trabajo, supusieron que la misma haba sido hecha en setiembre de
1606 ya que el Acta del Cabildo de Mendoza que hace referencia a la misma es
de fecha 11 de setiembre de ese ao (ARDISSONE y GRONDONA, La
intalacin aborigen..., pg. 29). Sin embargo, la lectura del Acta completa
permite apreciar que justamente en esa fecha haban regresado los integrantes
del Cabildo, especialmente el regidor Jos de Villegas, quien era el encargado de
"sacar el estandarte" para la fiesta del Apstol Santiago, patrono de la ciudad de
Mendoza (que se celebra el 25 de julio), debido a lo cual se autorizaba a hacerlo
en forma retrasada en esa fecha. La ausencia de todos los integrantes del Cabildo
haba ocasionado la falta de reunin y, por lo tanto, de la redaccin de Actas; la
ltima efectuada era del 4 de mayo anterior (ACTAS Capitulares de Mendoza,
pg. 360-361). Por estas evidencias puede sealarse que la creacin de la Villa
15
de San Ramn fue realizada en el lapso comprendido entre mayo y setiembre de
1606.

No se sabe bajo qu circunstancias el corregidor determin tal
fundacin, ya que si bien por su cargo era el funcionario a quien corresponda
realizarla, no existen evidencias documentales de instrucciones previas por parte
del Gobernador de Chile (en ese momento -y por segunda vez- don Alonso
Garca Ramn) quien era la persona que deba ordenar dicha accin (HARDOY,
Sistemas sociopolticos..., pg.97). Ni siquiera en el nombramiento como
corregidor de Sebastin de Espinosa, asentado en las Actas del Cabildo de
Mendoza con fecha 2 de enero de 1606, figura ninguna instruccin para realizar
fundacin alguna (ACTAS Capitulares de Mendoza, pg. 347-348). De todos
modos la Villa de San Ramn fue considerada oficialmente por el mismo
Gobernador de Chile, quien posteriormente la mencion en los nombramientos
del nuevo corregidor de Cuyo, don Alvaro de Villagra, y del teniente de
corregidor de Mendoza, dadas con fecha del 20 de diciembre de 1607 y
asentadas en las Actas Capitulares de esa ciudad en marzo de 1608 (ACTAS
Capitulares de Mendoza, pg. 429-432). Estas menciones y dos anteriores de
diciembre de 1606 cuando el Cabildo de Mendoza mandaba a los vecinos a
hacer el "apercibimiento" (preparacin de cosas y sostenimiento) para el fuerte
de la villa y el corregidor Sebastin de Espinosa avisaba al Cabildo de Mendoza
que sala con destino a la ciudad de San Juan y "...a dar socorro ala vi
a
de
sanRamon..." (ACTAS Capitulares de Mendoza, pg. 366) son casi las nicas
referencias anteriormente conocidas sobre la existencia de la villa.

Las otras menciones sobre la Villa de San Ramn provienen de un
documento judicial por la posesin de las tierras de Aguango, que actualmente es
una localidad de la provincia de La Rioja pero que antiguamente perteneca a
Valle Frtil, sostenido en 1757 entre don Gernimo de Flores y don Francisco de
Herrera. En l se presentaron pruebas de mercedes de tierra realizadas con
anterioridad a esa fecha en la zona de Valle Frtil; si bien estas referencias no
estn fechadas las menciones de los nombres de los funcionarios que las
hicieron, como los Gobernadores Alonso Garca Ramn y Alonso de Rivera y el
corregidor Sebastin de Espinosa, permiten datarlas entre 1605 y 1606. El
documento da tambin indicaciones importantes para poder ubicar el
emplazamiento de la villa en las cercanas del actual Valle Frtil y al norte del
mismo, ya que estaba a cinco o seis leguas al oeste de Aguango mientras que
ste quedaba a seis o siete leguas al norte o al este del paraje de Valle Frtil.
"...todas las Mercedes resan delser cituadas enel dho Valle como son la
que hizo Don Balthasar de Espinosa [sic por Sebastin] que hizo merced a
francisco deContreras Picon detreinta quadras detierras, enterminos dela Villa
16
desanRamon seis leguas deella pocomas o menos hasta el Arroyo tigolantin
deesta parte hacia el sur donde cae una Acequia antigua enel Valle fertil = Itten
otro titulo deDon Alonso de Huy [sic por Alonso de Rivera], Governador, y
Capitan General. que hizo merced a christobal de Argumedo enel Valle fertil
Jurisdiccion deesta Ciudad deSan Juan de Vna quadra llamada Caquio pampas
en la quese le hizo merced deochocientas quadras detierras = Itten otra merced
que hizo el Governador Alonso Garcia Ramon a Balthasar de Zisternas enel
repartimiento enlas tierras deel Valle fertil hasta el Arroyo llamado Acongo
acia alaparte deel oriente hasta Quibitchac para una Estancia de Ganados de
cinquenta quadras (...) Ilo segundo, es endecir la Merced que dela Villa de San
Ramon, que es el Pueblo que oy poseen los Indios de Valle fertil para el oriente,
como cinco, o seis leguas que es el mismo trecho queay aldho Paraxe de
Aguango (...) que el paraje que en estos tpos llamande Aguango esta seis osiete
Leguas al Norte onaciente del Parage del Valle fertil, que en la antiguedad
llamaban deSanRamon, que oy nos e Conose portal, que es oy pueblo de
Indios..." (ANC RA 674, f. 3-49 v.).

El motivo de la aparicin de una villa en Valle Frtil de tan efmera
existencia, sobre todo en pocas en que haban cesado las fundaciones de villas y
ciudades, no deja de ser una incgnita. Para Ardissone y Grondona ste habra
sido la necesidad de controlar los levantamientos indgenas y pacificar la regin
por una parte, y por otra la determinacin de separaciones entre las
Gobernaciones de Tucumn y Chile por eventuales conflictos (ARDISSONE y
GRONDONA, La instalacin aborigen..., pg. 30-33) aunque las pruebas que
aportan no son lo suficientemente demostrativas. En cambio es ms verosmil
considerar que la creacin de la villa haya sido para realizar nuevas
distribuciones de tierras para estancias y legitimar las existentes.

En la administracin hispana las villas eran las poblaciones que tenan
ciertos privilegios que las distinguan de la aldeas y lugares; estaban gobernadas
por regidores y justicias (es decir funcionarios encargados de la administracin
econmica y de la administracin judicial respectivamente) que deban residir en
ella y dependan del corregidor. Una vez realizada la fundacin legal, que estaba
encargada al corregidor como delegado y representante directo del Gobernador,
quien a su vez reciba el mandato y las instrucciones de la Corona (HARDOY,
Sistemas sociopolticos..., pg. 97), se proceda a la distribucin de solares y
tierras a los vecinos, quienes deban sustentar vecindad y edificar sus viviendas
en un trmino perentorio (ANC RA 2907, f. 52 v.).

La creacin de la Villa de San Ramn fue al parecer slo en los papeles
ya que es posible que nunca existiera en forma real porque deba ser siempre
17
atendida y socorrida en sus necesidades desde la ciudad de Mendoza y en ella
slo haba un "fuerte", es decir un simple destacamento, segn evidencian los
documentos capitulares (ACTAS Capitulares de Mendoza, pg. 366). An as
esta fundacin trajo aparejada la inmediata distribucin de tierras e, incluso, la
legalizacin de repartimientos anteriores. Esto se aprecia en el documento de
1757 citado ms arriba cuando se enumeran las mercedes de tierra otorgadas por
el Gobernador Alonso Garca Ramn (quien gobernaba en el momento de la
fundacin de la villa) y el corregidor de Cuyo Sebastin de Espinosa y tambin
las que haba otorgado en fecha anterior el Gobernador Alonso de Rivera quien
haba precedido en la gobernacin a Alonso Garca Ramn. En este caso no
importaba el repartimiento de indgenas, para lo cual no era necesario concretar
la fundacin de una villa, ya que los mismos estaban distribuidos en
encomiendas desde mucho antes (como se ha visto ms arriba) considerando a
Valle Frtil dentro de la jurisdiccin de San Juan.

La actuacin de gente de Mendoza tanto en la sofocacin de la rebelin
de 1604 como en la creacin y sostenimiento de la Villa de San Ramn en Valle
Frtil se explica por el hecho de que los corregidores de Cuyo que actuaron en
esos momentos eran vecinos de Mendoza y recurran a la gente que tenan ms a
mano. Pero el hecho de que entre stos estuvieran los vecinos ms importantes y
caracterizados de la ciudad de Mendoza, que a su vez integraban el Cabildo de la
Ciudad, permite considerar que el inters de stos iba ms all que el
cumplimiento de los deberes de asistencia al corregidor. Anteriormente hemos
considerado que este inters se ligaba a la excelente condicin de la zona de
Valle Frtil para la cra de ganado vacuno y la conexin de la misma con otra
zona ganadera de excelencia como son los llanos riojanos, por lo que intentaron
tener presencia efectiva en ella, en momentos en que la ganadera comenzaba a
tener importancia econmica y era de inters en especial para los vecinos de
Mendoza (MICHIELI, Trfico transcordillerano..., pg. 36). La prueba est en
las mismas mercedes otorgadas en 1605 y 1606 donde se hace referencia a que
las tierras se entregaban para "...crianza deganados, como que para otra cosa es
inservible..." y "...para Estancia de Ganados..." (ANC RA 674, f. 3 v. y 38 v.).

Otra referencia que permite apreciar que la existencia de la Villa de San
Ramn fue exclusivamente formal y no real es el hecho de que se estableci en
ese lugar posteriormente un pueblo de indios. Este pueblo de indios no fue una
consecuencia necesaria de la instalacin de la villa; al contrario, son dos cosas
diferentes y mutuamente excluyentes, y el pueblo de indios pudo establecerse
all justamente porque no exista la villa espaola. Segn la ley indiana las villas
no podan tener como habitantes a indgenas, as como en los llamados "pueblos
de indios" no podan habitar espaoles, mestizos, negros ni mulatos
18
(KONETZKE, Amrica Latina..., pg. 196-197). Los pueblos de indios eran
instalaciones consideradas diferentes a las ciudades y villas; configuraban
agrupaciones de indgenas donde stos podan vivir organizadamente y ser
evangelizados y se regan, al menos tericamente, por un cabildo compuesto a
imagen y semejanza del castellano (DE SOLANO, Poltica de concentracin de
la poblacin indgena..., pg. 90-104), aunque en la prctica a lo sumo tenan un
alcalde aborigen.


Los sucesos de 1630-1633

Estos sucesos comenzaron con la extensin hacia el sur de la rebelin
indgena ocurrida en esa fecha en el noroeste del actual territorio argentino
conocida como "el gran alzamiento calchaqu" que comenz en Salta y se
expandi sucesivamente a otras regiones meridionales. La defensa de la ciudad
de Londres por parte de Gernimo Luis de Cabrera y el retiro de personas y
enseres de la misma hacia la ciudad de La Rioja motiv el alzamiento general de
los indgenas de Londres, La Rioja, Famatina, Batungasta, Capayn,
Machingasta y Guandacol (GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg.
92-100). Cuando la rebelin lleg a esta ltima localidad que era la ms
meridional de la Gobernacin de Tucumn y, por ende, frontera con la provincia
de Cuyo, el cura de la misma padre Juan Paes huy hacia la ciudad de San Juan
llevando la noticia de la inminente expansin del alzamiento.

En ese momento era teniente de corregidor de la ciudad de San Juan el
capitn Diego de Salinas; la Informacin que sobre l se hizo en 1635 es la
fuente principal sobre estos hechos y se debe a la transcripcin y publicacin
que de la misma realizara Alfredo Gargaro en 1946. Esta documentacin se
completa con la ya citada probanza de Juan Jufr de Arze que transcriben
parcialmente Ardissone y Grondona y con documentos de la actuacin que tuvo
en estos hechos el corregidor Juan de Adaro y Arrazola transcriptos parcialmente
por el mismo Gargaro y por monseor Pablo Cabrera.

Conocida la noticia de la sublevacin por parte del corregidor Diego de
Salinas, ste inmediatamente se aboc por una parte a prevenir la misma en los
lugares donde era posible y por otra a la defensa de la ciudad de San Juan ante
un posible ataque. Para lo primero envi al capitn Juan de la Guardia Berberana
con veinte hombres a reconocer la situacin en Valle Frtil y zonas aledaas y l
mismo se puso al frente de la defensa de la ciudad con los hombres ms viejos e
impedidos. Al mismo tiempo envi los pedidos de ayuda a su superior en
Mendoza, el corregidor Pedro Ome Posoa, de quien no obtuvo respuesta al
19
parecer por acercrsele la finalizacin de su gestin, y al gobierno central de
Chile (Cit. de GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg. 68-71).

Es evidente que el padre Paes haba informado acabadamente sobre a
qu zonas se iba a extender la sublevacin si entraba a la provincia de Cuyo, ya
que el envo de los hombres armados al mando del capitn Juan de la Guardia
Berberana fue especficamente hacia Valle Frtil y regiones comarcanas. Una
vez en Valle Frtil dicho capitn levant un fuerte de madera y se refugi en l
junto con la gente de las estancias de la zona, constituida por espaoles de
ambos sexos y sus indios domsticos, es decir de servicio. Ms adelante recibi
el refuerzo de seis hombres ms que enviaba el teniente de corregidor desde San
Juan. En Valle Frtil tena frecuentes encuentros armados con los sublevados
segn la afirmacin de un testigo de que "...cada da tena armas y rrepiquetes
con los yndios..." (Cit. de GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg. 70-
104).

Mientras tanto en San Juan el teniente de corregidor Diego de Salinas
vigilaba la seguridad de la ciudad con rondas permanentes ayudndose con los
indios leales que seguramente eran los de servicio de los vecinos y los
encomendados en las cercanas. Estos no causaron problemas ni se mostraron
favorables con respecto a la sublevacin y el nico acontecimiento en el que se
vieron involucrados fue la tentativa de huida de un "curaquillo" (diminutivo
despectivo de "curaca" o jefe indio) de la encomienda de Villanueva "...con
otros yndios y llevado dies y seis o dies y siete piezas..." es decir, indios de
tributo y mujeres y nios que fue controlada por el ayudante Diego Baca con la
ayuda de cuatro soldados (Cit. de GARGARO, Informacin hecha en 1635...,
pg. 82 y 101).

Ante la noticia de que una parte de los indgenas sublevados se haba
agrupado en la localidad de Mogna con la intencin de atacar la ciudad de San
Juan, Salinas mand volver a Juan de la Guardia Berberana quien lo hizo en
compaa de todas las personas de Valle Frtil y vecindades que se haban
refugiado en el fuerte. Segn los testigos de la Informacin de Salinas, esta
medida haba sido acertada ya que al haber ms gente en la ciudad los indgenas
agrupados en Mogna depusieron su actitud y se dispersaron (Cit. de
GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg. 74-86).

Mientras tanto el gobierno central de Chile haba recibido el pedido de
auxilio y haba enviado con Gaspar de Lemos, vecino de San Juan que en esos
momentos se encontraba all, un refuerzo de 15 arcabuces y municiones;
posteriormente se envi al capitn Juan de Adaro y Arrazola con 86 soldados y
20
el flamante ttulo de nuevo corregidor de Cuyo realizado por el gobernador Laso
de la Vega el 4 de noviembre de 1631 y presentado a los cabildos de Mendoza y
San Juan entre abril y mayo de 1632 (Cit. de GARGARO, Informacin hecha en
1635..., pg. 74 y 80).

Adaro recibi en 1632 una serie de instrucciones enviadas por el
gobernador. En ellas se lo exhortaba a hacer un completo informe de la situacin
y un registro de los hombres de armas, a consultar permanentemente con
Baltazar de Sisternas quien era un hombre experimentado en esas regiones y a
ayudarse con el capitn Juan de Villaceca Pinson a quien haba nombrado
Sargento Mayor de la provincia, a que inspeccionara las tres ciudades de Cuyo y
reforzara la que considerara ms fuerte para el caso de tener que refugiarse todos
los espaoles e indgenas cuyanos en una de ellas si prosperaba el alzamiento, a
mantener permanentemente informado de sus acciones y de las noticias de la
rebelin al gobernador del Tucumn, a no dejar salir a los indgenas de la
provincia de Cuyo salvo si los enviaba como mensajeros al gobernador, a
informarse si entre los indios huarpes que estaban en Santiago exista la
intencin de huir a Cuyo para incorporarse a la rebelin y, finalmente, que
castigase a los indgenas rebelados que deba castigar pero que no se los alejase
de sus mujeres e hijos y que, adems, a los que no merecan el castigo no les
impusiese servidumbre (Cit. de GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg.
74-80).

Estas instrucciones son interesantes de analizar por su relacin con otras
evidencias. En primer lugar la instruccin de la debida consulta a Baltazar de
Sisternas, vecino de San Juan, se explica teniendo en cuenta que dicho espaol
era propietario de tierras en Valle Frtil como se ha sealado anteriormente. El
inters del gobernador, que en esos momentos se encontraba en la ciudad de
Concepcin, por saber si la intencin de rebelin y, por lo tanto, de huida, haba
prosperado entre los huarpes que estaban en Santiago se ligaba evidentemente
con la preocupacin de los espaoles que en Chile utilizaban la mano de obra
huarpe tanto en la actividad privada como en las obras pblicas (MICHIELI, El
despoblamiento indgena..., pg. 6). Por ltimo la orden de que a los indgenas
que no merecan castigo no les impusiese servidumbre quera decir que no se los
considerase ni tratase como esclavos, teniendo en cuenta que para esos
momentos la esclavitud indgena estaba permitida para los casos de prisioneros
de guerras justas y era especialmente aplicada en Chile a los indgenas tomados
en la guerra del Arauco (KONETZKE, Amrica Latina..., pg. 158).

La actuacin del corregidor Adaro en la sofocacin de la rebelin sigui
los lineamientos acordados entre l y Gernimo Luis de Cabrera en 1632; este
21
ltimo se encargara de la pacificacin de La Rioja y Famatina mientras que
Adaro hara lo mismo en Valle Frtil, Ro Bermejo y Guandacol. Dicha
actuacin qued manifiesta en una certificacin que le otorg el escribano de
San Juan, Juan Fernndez Pern con fecha 27 de setiembre de 1633; en ella se
sealaba que la sublevacin haba dejado como saldo cuatro espaoles muertos,
as como la mujer y los hijos de uno de ellos y gran cantidad de indgenas que
servan a estos espaoles, que se haban quemado las casas de las estancias
donde vivan estas personas y que se haba robado gran cantidad de ganado.
Adaro haba ido en busca de los indios alzados especialmente a la localidad de
Ro Bermejo (donde se haban fortificado), los haba vencido y matado en gran
cantidad mientras que haba tomado como prisioneros ms de sesenta. Una vez
pacificada la zona haba hecho construir un nuevo fuerte en Valle Frtil
denominado "Nuestra Seora del Rosario" y otro en el valle de Angacao
(antigua denominacin de Jchal) llamado "Asunpcin de la Vega" con
guarnicin de espaoles considerando que estas localidades eran frontera con la
jurisdiccin de La Rioja, para posteriormente continuar la tarea en Guandacol
(Cit. de GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg. 83-88 y 101;
CABRERA, Los aborgenes..., pg. 34-35) y ARDISSONE y GRONDONA, La
instalacin aborigen..., pg.48).

Tambin en la certificacin figuraba la lista de los nombres y
procedencia de los caciques e indios capturados:

"...los cassiques alzados con sus sugetos que son los siguientes: Don
Francisco Cocoqui del valle fertil del apellido Aguaxican. Don Juan Curaquilla
del Rio Bermejo del apellido Quilmitamux ambos de la encomienda de Martin
de la Ria. Don Alonso Catintucla del Rio Bermejo del apellido Quilmitamux.
Don Bartolom Aymissa del dicho rio, del apellido Cahian ambos a dos de la
encomienda del Capitn Francisco Martin. Don Juan Catmutela del valle de
Mocna del apellido Tutmancasta de la encomienda de Christobal de Mallea.
Don Alonso Simpaymana de Rio Bermejo del apellido Utunucasta. Don Anton
Incatimuc del Rio Bermejo del apellido Quichahan de la encomienda de doa
Petronila de Mallea. Don Phelipe Qualcuza de Rio Bermejo del apellido
Ysillacac de la encomienda del sargento maior Andres Gimenes de Lorca. Don
Alonso Cantana del valle de Angacao del apellido Ahagasta. Don Tomas
Taliquina del rio Bermejo del apellido Sapugil. Don Francisco Macasi de Rio
Bermejo de apellido Aguayucan. Don Juan Yocacala de Rio Bermejo del
apellido Amancasta de la encomienda del Capitn Garcia Sanchez de
Villanueba. Don Alonso Casigua del valle Angacao del apellido Misquincasta
de la encomienda del Capitn Diego de Salinas. Y otros indios sin estos
sueltos..." (Cit. de GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg. 85-87).
22

El castigo impuesto a los hallados culpables en mayor grado fue la
muerte por horca en noviembre de 1633; en total fueron diecisiete entre caciques
e indios principales. Los ahorcados fueron despus colgados del cuello en un
largo palo durante todo un da en la plaza principal de la ciudad de San Juan con
un letrero que rezaba "Por traidores a la real corona", y luego cuatro de sus
cabezas cortadas y expuestas en lo alto del Cabildo para que sirviera de
escarmiento. A los restantes cautivos el corregidor los areng, los perdon en
nombre del rey y los redujo en pueblos en las cercanas de la ciudad de San
Juan, as como a los indgenas sujetos a los caciques ahorcados (Cit. de
GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg. 89-91 y CABRERA, Los
aborgenes..., pg. 35). Segn la testificacin del escribano la lista de los
ajusticiados era la siguiente:

"Don Francisco Cocoqui, Bartolom Aymissa, Juan Cantintucla, Alonso
Simpaymana, Felipe Gualcusa, Tomas Taliquina, Juan Yocacalo, Francisco
Pacioca, Juan Quilpi, Gaspar, Juan Amplamatucla, Juan Casigua, Pedro
Guacalonco, Garzia Capi, Pedro San, y otro hermano Pedro del cacique Anton
Yncatinuc, Francisco sobrino del cacique Francisco Cocoqui y Martin del
apellido Mucas." (Cit. de GARGARO, Informacin hecha en 1635..., pg. 89-
90).

Debido a que entre los ahorcados figuraban siete "caciques principales"
el corregidor Adaro envi al alcalde ordinario y teniente corregidor de San Juan,
el capitn Diego Jufr de Arze, quien hablaba la lengua indgena, a que fuese a
los lugares donde haban sido reubicado los indgenas castigados para que
averiguase quines eran los sucesores de los cacicazgos y les diese la posesin
de los mismos. El informe dio como resultado un listado de los caciques
castigados, con la referencia a sus lugares de origen, sucesores, encomenderos y
sitios de reubicacin que resulta de sumo inters.

"...Por don Toms Taliquina, un hijo suyo llamado don Lorenzo Subpa,
de edad de diez y seis aos, poco ms o menos, del apellido de Sapuxil, que por
ser menor de edad, se le seal por tutor en el cacicazgo a don Antn Umacha.
Y a don Juan Yocacalo, el dicho don Antn Umacha; y a don Francisco Macassi
que muri antes del castigo, -de una enfermedad,- don Pascual Caa; a don
Alonso Simpaymana, Quilica, infiel, que aunque hubo controversia por decir
era heredero don Felipe Gualcuza, por constar sucederle al dicho don Lorenzo
Simpaymana, se le entreg su cacicazgo. Al dicho don Felipe Gualcuza, don
Miguel Chiquipay, su hijo mayor; a don Bartolom Baimisa, su hijo mayor
llamado Payami, infiel; a don Francisco Cocogni, don Francisco Sapatay; a
23
don Juan Catintucla, don Felipe Talibe, su to: a quienes se di posesin a
nombre de su Magestad... Y los dems caciques, como son don Alonso Cantama,
don Antn Incantinuun y don Alonso Casigua, a quienes se les perdon,
habloseles en su lengua, dndoles a entender lo que deban guardar,
ponindoles por delante el castigo que se haba hecho en los caciques a quienes
llos sucedan... Y habindose hecho este parlamento, les sealaron tierras
desta banda del ro: y los del capitn Garci Fernndez de Villanueva el ro
arriba, a media legua de dicha ciudad, poco ms o menos: al cacique don
Miguel Chiquipay del sargento mayor Andrs Gimnez de Lorca, en el pueblo
Viejo, un cuarto de legua de la ciudad; al cacique Quilica y a don Antn
Incatinuc, de la encomienda de doa Petronila de Mallea, ro abajo, junto a la
cinaga, y a Payauci, cacique infiel de la encomienda del capitn Francisco
Martn, hacia la Cinaga de Jagey, camino de la ciudad de Mendoza; y a don
Felipe Taliue, de la encomienda de Cristbal de Mallea, camino del Valle de
Zonda, y a don Francisco Sapatay, de la encomienda de Martn de la Ra, abajo
del ro, hacia la Cinaga." (Cit. de CABRERA, Los aborgenes..., pg. 35-36).

El anlisis de la documentacin presentada y su comparacin con otras
evidencias documentales permite apreciar varios aspectos relacionados con el
cambio de situacin de los indgenas de las zonas sublevadas.

En primer lugar es importante reafirmar la diferencia cultural existente
entre los indgenas propios del norte y noreste de de Cuyo con los de las zonas
centrales; en efecto esta diferenciacin, sealada anteriormente por autores como
Canals Frau, Daz Costa y Ardissone y Grondona y documentada ampliamente
en nuestro trabajo anterior "Los huarpes protohistricos", est evidenciada en el
hecho de que la sublevacin tuvo aceptacin en Cuyo exclusivamente en los
valles de Angacao (actualmente Jchal) y Mogna al norte de San Juan y Valle
Frtil y Ro Bermejo, al noreste y este de San Juan respectivamente, y no en los
valles centrales de poblamiento huarpe como el de Tucuma o Caria donde estaba
asentada la ciudad de San Juan.

Los grupos huarpes no estuvieron vinculados con el alzamiento,
continuaron sirviendo de la misma manera y en los mismos lugares de trabajo
(inclusive en Chile, a pesar de la preocupacin del gobernador) e incluso
sirvieron de ayuda en la defensa de la ciudad de San Juan; de todos modos es
necesario destacar que, tal como lo sealaron tambin Ardissone y Grondona
(ARDISSONE y GRONDONA, Instalacin aborigen..., pg. 44-45), en los
mismos lugares de alzamiento existieron algunos aborgenes que no se plegaron
a la sublevacin, quienes incluso sufrieron el ataque y la muerte en manos de los
indios alzados y debieron ser evacuados junto con sus patrones cuando las
24
circunstancias as lo obligaron. Por eso, la diferenciacin entre "indios alzados"
e "indios amigos" en la documentacin es permanente y existi un verdadero
inters por parte de las autoridades de mantenerla, como se aprecia en las
instrucciones del gobernador Laso de la Vega a Adaro sobre la necesidad de no
castigar a los que no merecan el castigo y a la contnua defensa de los "indios
domsticos" junto con sus amos espaoles en los casos de ataque.

Los valles en los cuales cundi la sublevacin estaban habitados hasta
esa fecha por grupos de nacin capayana y yacampis (ANC RA 3031, f. 89 v. y
92 v.; NSer 1, f. 45-50), vinculados culturalmente con los diaguitas y
calchaques del noroeste argentino con los cuales compartan la lengua general
cacana, si bien hablaban los dialectos capayn y yacampis de la misma
(MICHIELI, Los huarpes protohistricos, pg. 73-74).

La diferenciacin entre estos grupos sublevados y los huarpes se ve
confirmada por un sutil detalle que se evidencia en los documentos transcriptos
anteriormente. Este consiste en la posesin por parte de los indgenas sublevados
de un "apellido" o "nombre de familia" adems del nombre propio formado por
el nombre del santoral catlico que se les daba a los aborgenes en el momento
del bautismo y el propio nombre indgena; para el caso de los huarpes en cambio
jams se encontr documentado un tipo de apelativo semejante.

Este "apellido" indica pertenencia a un grupo, familia o parcialidad y no
corresponde al nombre propio, ni al de la tierra de origen, ni al de la nacin ya
que los mismos suelen constar juntamente con ste en forma expresa en los
documentos relacionados con indgenas de extraccin capayana o yacampis,
como se observa por ejemplo en una serie de actuaciones sobre encomiendas del
ro Bermejo realizadas entre 1612 y 1619.

"...hago demostracion me Pertenesen los sujetos y prinsipales del
casique Santagua subzesor de toscuno sutierra en payate su apellido guayucan
enel Rio bermejo denasion yacampis (...) sujetos aldho casique Sanctagua ysu
Parcialidad su tierra ampayase y su apellido aguayucan enel Rio bermejo
denasion yacampis (...) Pregunto aldho casique como se llama ysies caPayan o
yacambis ydeque tierra es ydeque aPellido (...) y dixo ... que es yacambis de
apellido aguayucan..." (ANC RA 3031, f. 89 v. a 92 v.).

En varios de los "apellidos" de los caciques que participaron en la
sublevacin se observa la desinencia "gasta" o "casta", la que sintomticamente
aparece tambin en una documentacin de 1618 sobre una encomienda en la
zona de las lagunas existentes en la frontera entre San Luis y Mendoza, donde
25
dos de los indgenas encomendados llevan el apellido ulungasto (ANC RA 1092,
f. 10 v.). Lo que resulta extrao es que en gran parte de la zona de habla cacana,
es decir el noroeste argentino, la desinencia "gasta" fue empleada en los
documentos histricos en los nombres de valles, parajes, sitios o asientos y, ms
comnmente, pueblos de indios (MONTES, Encomiendas de indios diaguitas...,
pg. 7-29; GRAMAJO de MARTINEZ MORENO, Pueblos de indios
postconquista de la jurisdiccin de Santiago del Estero..., pg. 181-209;
DOCUMENTOS Coloniales relativos a San Miguel de Tucumn...) aunque
excepcionalmente aparece utilizada en nombres de parcialidades indgenas
(CRUZ, La "construccin" de identidades tnicas..., pg. 71; MONTES,
Encomiendas de indios diaguitas..., pg. 8, 11, 16 y 20). En San Juan esta
terminacin apareci excepcionalmente como locativo fuera de la zona capayana
o yacampis en uno de los documentos relacionados con la fundacin de la
ciudad donde al valle central se lo denomina "Cariagasta" al mismo tiempo que
"Caria" y en la denominacin actual, (registrada desde fines del siglo XVII) de la
localidad de Calingasta, al sudoeste de la provincia (MICHIELI, Los huarpes
protohistricos, pg. 41 y 70; ANC CG 555, f. 76).


NOMBRES APELLIDO LUGAR DE
ORIGEN
SUCESOR ENCOMEN-
DERO
REUBICA-
CION
Francisco Cocoqui
(o Cocogui)*
Aguaxican Valle Frtil Fracisco
Sapatay
Martn de la
Ra
ro abajo ha-
cia la cinaga
Juan Curaquilla Quilmitanux Ro Bermejo Martn de la
Ra

Alonso
Cantintucla
Quilmitanux Ro Bermejo
Bartolom
Aymissa (o
Baimisa)*
Cahian Ro Bermejo Payami (o
Pyauci)
Francisco
Martn
cinaga de
Jagey (ca-
mino a Mza)
[actual Dpto.
Pocito]

Juan Catmutela (o
Cantintucla)*
Tutmancasta Valle de
Mogna
Felipe Talibe
(to)
Cristbal de
Mallea
camino del v.
de Zonda
Alonso
Simpaymana*
Utunucasta Ro Bermejo Quilica Petronila de
Mallea
cinaga (ro
abajo)
Antn Incatimuc
(o Incantinun)
Quichahan Ro Bermejo Petronila de
Mallea
cinaga (ro
abajo)
Felipe Qualcuza
(o Gualcusa)*
Ysillacac Ro Bermejo Miguel
Chiquipay
(hijo)
Andrs
Gimnez de
Lorca
Pueblo Viejo
Alonso Cantana
(o Cantama)
Ahagasta Angacao
26
Toms Taliquina* Sapugil (o
Sapuxil)
Ro Bermejo Lorenzo
Subpa (hijo)

Francisco Macasi Aguayucan Ro Bermejo Pascual Caa
Juan Yocacala (o
Yocacalo)*
Amancasta Ro Bermejo Antn
Umacha
Garca
Fernndez de
Villanueva
ro arriba
legua de la
ciudad
Alonso Casigua Misquicasta Angacao Diego de
Salinas

Fracisco Pacioca*
Juan Quilpi*
Juan
Amplamatucla*

Juan Casigua*
Pedro
Guacalonco*

Garzia Capi*
Pedro San*
Pedro Yncatinuc*
Francisco (sobrino
de F. Cocoqui)*

Martn Mucas*

Cuadro n 1: Caciques e indios alzados y castigados. (La diferencia en los
nombres indgenas se deben a las distintas transcripciones; los indios infieles poseen
nicamente el nombre indgena; *indios ahorcados).

La zona sublevada abarc los valles de Angacao, Mogna, Valle Frtil y
Ro Bermejo. El primero de ellos corresponde al actual valle del ro Jchal, al
norte de la provincia. Su antigua denominacin, que aparece tambin en la
documentacin analizada como "Angacau" y "Angacan", est registrada
documentalmente desde fines del siglo XVI (ANC NSer 1, f. 45-50) y perdur
por lo menos hasta finales del siglo XVII cuando excepcionalmente aparece
junto con la denominacin de Jchal (Cit. de VERDAGUER, Historia
eclesistica..., pg. 140-141) que ser la utilizada a partir de mediados del siglo
XVIII (ANC RA 2907) -ocasionalmente transcripta como "Jachall" segn la
costumbre usual en esa poca de duplicar la letra "l" final-. El valle de Mogna,
tambin sobre el ro Jchal pero a aproximadamente 80 km aguas abajo, registra
esta denominacin desde la poca en estudio, a veces transcripto como "Mocna".
El Valle Frtil, ubicado en el extremo noreste de la provincia de San Juan sobre
la falda oriental de la sierra del mismo nombre, aparece con este nombre desde
1604, tal como se lo ha sealado ms arriba.

De ms difcil ubicacin es el paraje llamado en los documentos "Ro
Bermejo" porque como tal no existe en la actualidad ya que la actual localidad
27
de Bermejo surgi como una estacin ferroviaria. El Bermejo es un ro que cruza
el territorio de la provincia de San Juan con direccin aproximadamente norte-
sur; nace en la provincia de La Rioja y desemboca en el sector oriental del
complejo lagunero de Guanacache, justo en el lmite entre las provincias de San
Juan, Mendoza y San Luis. El sector inferior del valle que conforma este ro est
constituido por mdanos y planicies que reciben precipitaciones anuales del
orden de los 120 a 200 mm; estas precipitaciones generan pasturas naturales
junto con la flora de la provincia fitogeogrfica del Monte, rica en algarrobos. El
ro Bermejo sufre crecidas peridicas que hacen que los terrenos planos se
inunden y generen ms pasturas estacionales por la humedad y las altas
temperaturas propias del lugar. Estas pasturas y los frutos de algarrobo, entre
otros, fueron el soporte econmico de grupos ganaderos prehistricos
(GAMBIER, Prehistoria de San Juan, pg. 21-22). La primera entrada a la
regin de la conquista espaola en 1551 encontr la zona del valle inferior de
este ro muy poblado de indgenas los que posean numeroso ganado nativo
(MICHIELI, La regin de Cuyo y sus naturales..., pg. 2-4; BIBAR, Crnica...,
pg. 164) y, como se ha visto ms arriba, fue una de las reas ms antiguamente
utilizadas por los espaoles para ubicar sus estancias; en la actualidad todava es
una de las zonas con ms alta receptividad ganadera de la provincia (MICHIELI,
Trfico transcordillerano de ganado..., pg. 35). Sin embargo la propia
caracterstica de inestabilidad ante las cclicas temporadas de sequa o de escaso
caudal del ro hacen que la poblacin del lugar tuviera siempre poca estabilidad,
lo que explica la inexistencia de un asentamiento bien definido incluso en el
momento actual, ya que la misma localidad de Bermejo depende artificialmente
de la estacin ferroviaria; de tal modo, la denominacin de "Ro Bermejo" que
hacen los documentos debe ser considerada como expresin de toda una regin y
no de un sitio en particular.

La documentacin mencionada, especialmente la informacin sobre la
actuacin del corregidor Adaro, permite apreciar que la poblacin de estos
cuatro valles estaba constituida en ese momento no slo por aborgenes sino
tambin por espaoles de ambos sexos (ARDISSONE y GRONDONA, La
instalacin aborigen..., pg. 43) pero esta ltima no estaba nucleada en
instalaciones fijas como podan ser aldeas, villas o ciudades, sino que era de tipo
rural, es decir ubicadas en sus propiedades, especialmente estancias ganaderas.
La mayor densidad de poblamiento espaol se evidencia en Valle Frtil para el
cual se menciona expresamente este tipo de instalacin que sufri la mayor parte
de los ataques de los sublevados. La necesidad de construir "fuertes" o recintos
fortificados para defenderse de los indgenas alzados hace an ms evidente la
inexistencia de establecimientos de tipo urbano en la zona. Por otra parte estos
mismos fuertes no perduraron, ya que durante los acontecimientos en Valle
28
Frtil fueron erigidos dos (uno al comienzo por el capitn Juan de la Guardia
Berberana que despus abandon para dirigirse con toda la gente refugiada y de
armas a la ciudad de San Juan, y el otro al final de la rebelin por mandato del
corregidor Adaro) sin contar con el que anteriormente figuraba vinculado con la
creacin de la Villa de San Ramn. Junto con el ltimo de los fuertes de Valle
Frtil se erigi otro en Angacao o Jchal; ambos no obedecan a la hipottica
necesidad de sofocacin de nuevos focos rebeldes sino que actuaban como
guarniciones de frontera (Cit. de GARGARO, Informacin hecha en 1635...,
pg. 88) por ser estas localidades limtrofes con la jurisdiccin de la
Gobernacin de Tucumn, de donde haba provenido la rebelin.

La densidad de poblacin indgena de esas mismas zonas no era en
general demasiado alta. Segn Ardissone y Grondona el hecho de que los
espaoles que se enviaron para la sofocacin de la rebelin fueran pocos es uno
de los indicadores (ARDISSONE y GRONDONA, La instalacin aborigen...,
pg. 44) aunque debe tenerse en cuenta que en la entonces pequea ciudad de
San Juan no se contaba con ms gente y adems la sofocacin se consigui
recin cuando lleg el corregidor Adaro con el refuerzo de 86 hombres. Ms
bien esta baja densidad de poblamiento indgena se observa en la escasa cantidad
de caciques mencionados como sublevados, a pesar de que no todos se plegaron
a la misma. Observando la lista de ellos se aprecia que figuran como alzados
slo dos caciques del valle de Angacao o Jchal, uno de Mogna y uno de Valle
Frtil, mientras que la mayora (un total de nueve) eran caciques de Ro
Bermejo.

El castigo impuesto a los declarados culpables fue contundente: los
principales cabecillas fueron ahorcados y todos los dems, junto con su gente,
desnaturalizados de sus tierras, trasladados a la ciudad de San Juan y reubicados
en tierras del valle central siempre bajo la responsabilidad de su encomendero
(ARDISSONE y GRONDONA, La instalacin aborigen..., pg. 51-52); lo que
no se puede dilucidar es si las tierras donde fueron reubicados ya pertenecan a
los encomenderos de cada grupo. El grupo de Mogna fue reubicado hacia el
oeste de la ciudad, sobre el camino al valle de Zonda; uno proveniente del Ro
Bermejo se llev a un rea ubicada aguas arriba del ro, a media legua (entre
2.500 y 2.750 m) de la ciudad, mientras que otro del mismo origen se reubic en
el llamado "Pueblo Viejo" (actualmente barrio de Concepcin al noreste de la
ciudad de San Juan) que posiblemente fuera donde se ubicaba con anterioridad
una mayor concentracin indgena y no una hipottica y e indocumentada
primera instalacin de la ciudad, ya que como se indic ms arriba la categora
de "pueblo" se relacionaba en esa poca necesaria y legalmente con poblacin
indgena y no con poblacin espaola. Los grupos restantes, especialmente los
29
provenientes del Ro Bermejo, se reubicaron en las cinagas que existan al este
y al sur de la ciudad de San Juan.

Estas cinagas conformaban un ambiente particular constituido por
lagunas y pantanos cuya flora permita la sustentacin de ganado (GAMBIER,
Cerro Valdivia..., pg. 10-18). No se sabe si el hecho de localizar grupos del ro
Bermejo en las cinagas del valle central fue premeditado o no, pero llama la
atencin por la semejanza de ambos ambientes y de sus recursos basados
principalmente en la cra de ganado con pasturas originadas en zonas inundables
y/o pantanosas; si se acepta esta reubicacin como intencional podra tambin
pensarse si todos los grupos castigados con la desnaturalizacin y traslado eran
realmente culpables o si sta slo fue una excusa bien aprovechada para contar
en la zona de las cinagas con mano de obra indgena acostumbrada a una
actividad econmica en un ambiente muy particular.

De todos modos la consecuencia ms notoria de la sofocacin del
alzamiento indgena de 1630-1633 fue el drstico cambio en la distribucin
espacial de los grupos indgenas que se sum al que ya vena sucediendo en
forma menos rpida, y que ser tratado en forma separada. La reubicacin de los
grupos en las cercanas de la ciudad de San Juan trajo a su vez como
consecuencia el surgimiento de algunos pleitos entre encomenderos de San Juan
(ANC RA 3030, f. 169 v. a 170; ANC RA 3031, f. 96) e incluso con vecinos de
La Rioja, ya que se haban trado a San Juan indgenas de ese origen; algunos
haban llegado con el cura de Guandacol en los comienzos de la rebelin (Cit. de
ESPEJO, La provincia de Cuyo..., pg. 86; ANC RA 3031, f. 177 v.) y a otros
los haba trasladado el Capitn Juan de la Guardia Berberana, a quien se lo
acusaba de haber cautivado gran cantidad de indgenas que no estaban rebelados
en una estancia de la jurisdiccin de La Rioja y vendido posteriormente como
esclavos en la ciudad de San Juan (Cit. de ESPEJO, La provincia de Cuyo...,
pg. 88-89).


Semejanzas y diferencias entre ambos acontecimientos

Si bien ambas sublevaciones tuvieron como principal escenario la zona
de Valle Frtil y sus vecindades, pobladas por grupos indgenas de nacin
capayana o yacampis, se diferencian especialmente porque la primera fue ms
localizada y limitada al parecer a una sola encomienda. La segunda en cambio
form parte de una rebelin generalizada, con inicio fuera del territorio de San
Juan, que abarc toda una regin con identidad cultural propia, y cuya
30
manifestacin ms meridional y tarda fue la que tuvo lugar en el norte y noreste
de San Juan.

Ambas rebeliones concluyeron con el castigo ejemplificador del
ahorcamiento de los principales cabecillas. Este tipo de hecho se volvera a
repetir en la ciudad de San Juan en 1658 cuando se puso en el potro de torturas
para que confesara y luego se ahorc a un indgena que haba participado en el
levantamiento de puelches y pehuenches comandados por el cacique don Bartolo
en el sur de Mendoza (Cit. de CABRERA, Los aborgenes del pas de Cuyo,
pg. 175-188; y ZAPATER, Cuyo, en 1658..., pg. 43).




31
32



LAS FORMAS DE TRABAJO INDGENA, LOS SALARIOS Y LA
DIFERENCIACIN SOCIAL


Variadas fueron las formas de trabajo indgena en San Juan en el siglo
XVII. No eran muy diferentes de las restantes de Amrica ni del reino de Chile
en particular, aunque tenan algunas caractersticas propias. En general se regan
por las ordenanzas derivadas de la autoridad colonial para todo el reino de Chile,
aunque en ocasiones el trabajo de los indgenas de Cuyo tena ciertas normas
particulares (especialmente referidas a salarios y tributos) sealadas
especficamente en la legislacin.

Por otra parte el trabajo indgena del siglo XVII difera en algn grado
del apreciado para el siglo anterior. En ste, y a pesar de la escasa evidencia
documental, se observaba una tendencia al exclusivo servicio personal, sobre
todo en las ciudades de Santiago y La Serena, hacia donde eran trasladados
ilegalmente y en gran cantidad los indgenas encomendados en Cuyo. El siglo
XVII en cambio, y si bien continu durante un tiempo esta fatdica e ilegal
costumbre, aparecieron, o por lo menos se hicieron ms comunes, otras formas
de relacin laboral como el alquiler y el concierto de trabajo.

Para la organizacin de este tema fue de suma utilidad la obra pionera
del investigador chileno lvaro Jara sobre trabajo y salario indgena en Chile
(siglo XVI) y la publicacin por el mismo autor, junto con Sonia Pinto, de la
documentacin sobre legislacin colonial referida al trabajo en Chile. Con este
punto de partida, el anlisis documental permiti observar las caractersticas
particulares del trabajo indgena en San Juan y su relacin con los salarios, los
tributos, la forma de pago de los mismos y la relacin de stos con la
diferenciacin social, dentro del mismo grupo indgena, a partir de la
especializacin laboral.

Las fuentes documentales utilizadas para la elaboracin de este captulo
provienen en su mayora del Archivo Nacional de Chile y, en menor proporcin,
del Archivo Histrico y Administrativo de San Juan, con el apoyo de alguna
documentacin dita.

33
El trabajo de indgenas de San Juan en Chile

Los treinta primeros aos del siglo XVII se caracterizaron por la
continua derivacin de trabajadores indgenas de Cuyo, especialmente huarpes, a
las ciudades chilenas de Santiago y La Serena, tal como haba sucedido desde la
fundacin de las ciudades cuyanas a mediados del siglo anterior. A la ciudad de
La Serena eran llevados sobre todo los indgenas de San Juan. La mayora era
trasladados por sus propios encomenderos, quienes por su parte residan
generalmente en Chile, y eran utilizados en sus propiedades trasandinas para a
atencin de su casa, cultivos y ganado. En otras ocasiones, se haca figurar a los
indgenas cuyanos como sujetos a caciques trasandinos y, por lo tanto, como
naturales de esos lugares, encomendndolos directamente (MICHIELI, El
despoblamiento indgena..., pg. 4-5).

En Chile los indgenas cuyanos eran tambin alquilados a otros usuarios
para su empleo en diversos fines; el alquiler a veces se formalizaba ante
escribano y se fijaba el salario por da. Generalmente se los empleaba para el
trabajo domstico y para la atencin de propiedades rurales; en ocasiones se
arrendaban propiedades con los indgenas para su explotacin incluidos, que
valorizaban las mismas (JARA, Guerra y sociedad..., pg. 278-79).

Pero tambin se alquilaban huarpes para otro tipo de tareas; Jara aporta
el dato del alquiler de seis indios curtidores en 1608 y Mara Teresa Planella ha
demostrado recientemente la presencia, por lo menos entre 1609 y 1611, de
indios huarpes alquilados como trabajadores en el obraje de paos y batn de la
encomienda de Alonso de Crdoba en la cuenca de Rancagua, Chile (JARA,
Guerra y sociedad..., pg. 280; PLANELLA, La propiedad territorial..., pg. 17
y 24). Con este sistema las utilidades del encomendero eran ms altas que si se
limitaba al exclusivo cobro del tributo de sus encomendados (JARA, Guerra y
sociedad..., pg. 281 y 304).

Estos indgenas no eran necesariamente trasladados bajo la forma
institucionalizada de la "mita", sino en forma paralela. La mita fue una forma
coercitiva de trabajo que la administracin espaola adapt de las costumbres
imperantes en el imperio incaico (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 184). Para
su implementacin, y segn las distintas tasas y ordenanzas para el reino de
Chile (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 65-141) se deba partir el padrn del
repartimiento (entendiendo como tal los hombres en edad de tributar -entre los
17 o 18 a los 50 aos, segn la poca-) en tres partes o "tercios"; cada una de
estas partes deba trabajar obligatoriamente en la encomienda o para el gobierno
durante doscientos siete das efectivos al ao, lo que equivala a nueve meses de
34
veintitrs das de trabajo. Tres meses al ao quedaban para que el indgena
trabajara en sus propios cultivos y los otros dos tercios de los indgenas, a los
que no les tocaba la mita, tenan dos aos de descanso en sus lugares de morada.
El encomendero o quien empleaba al indio de mita deba pagarle un salario en
frutos o en ropa y ste, a su vez deba pagar con su salario al encomendero el
tributo correspondiente a l y a otros dos indios, que eran los que estaban en
descanso; en el tributo estaba incluido el pago del doctrinero, del corregidor y
del protector. Por supuesto que a travs del tiempo existieron algunas variantes y
excepciones; por ejemplo la tasa de 1622 determinaba que los indgenas de otras
zonas del reino que cumplan su mita en estancias de los alrededores de Santiago
deban trabajar ciento setenta das fijos y descansar el resto en la propia estancia,
donde el estanciero deba darles tierras, bueyes y semillas para que hiciesen su
propia sementera. A su vez todas las ordenanzas establecan que los indios
oficiales (es decir maestros en un determinado oficio), como carpinteros,
albailes, herreros, sastres, zapateros, etc. no deban entrar en tercio, tributaran
en plata o en obras y residiran en las ciudades.

Estas obligaciones no fueron siempre cumplidas. A los indgenas de
Cuyo, que cumplan generalmente su mita en Chile, no se les daba el descanso
de tres meses sino que simplemente se los abandonaba a su suerte cuando
conclua su mita y no eran devueltos a su tierra de origen. A los dos tercios que
tericamente deban quedar en descanso, se los utilizaba de otra manera. Por
ltimo casi nunca se les abonaba el salario estipulado.

Si bien existieron intentos de legislacin para cesar con el traslado de
indios de mita a Chile, por la escasez de mano de obra, la propia autoridad
chilena tena particular inters en esta actividad, que era considerada de utilidad
pblica. La mano de obra cuyana llevada a Chile como mita fue empleada tanto
en el trabajo de las minas como en actividades relacionadas con ella (como la
atencin de la produccin agropecuaria que suministraba el sustento de los
obreros). Tambin el Cabildo de Santiago utilizaba huarpes de Cuyo como
obreros; los documentos capitulares sealan que entre 1620 y 1630
continuamente se buscaban indgenas cuyanos para realizar obras pblicas
(reparacin de casas y edificios, apertura y mantenimiento de tajamares y
canales, etc.) y trabajar en las estancias o en los obrajes de paos estatales; en
casi todos los casos nunca se abon el salario estipulado e incluso los indgenas
no fueron regresados a su lugar de origen (MICHIELI, El despoblamiento
indgena..., pg. 4-6; ESPEJO, La provincia de Cuyo..., pg. 59-64; JARA,
Guerra y sociedad..., pg. 263 y 275-277; ANC MV 19, f. 238 v.-239).
El traslado de indios, especialmente huarpes, a Chile fue de tal magnitud
que motiv que en aproximadamente los ochenta aos posteriores a las
35
fundaciones de las ciudades de Mendoza y San Juan se produjera un importante
cambio en la distribucin de la poblacin indgena de Cuyo. La primera
consecuencia fue el despoblamiento indgena de los valles centrales donde se
hallaba la concentracin de la poblacin huarpe. En segundo lugar se produjo un
sensible aumento de la poblacin indgena en las zonas marginales a los valles,
especialmente en el complejo lagunero de Guanacache que era usado como
refugio natural de los que se resistan a su traslado (MICHIELI, El
despoblamiento indgena..., pg. 15-16).


El trabajo indgena en San Juan

Ante la importante disminucin de la poblacin indgena en las zonas
centrales de Cuyo y como la mano de obra indgena tambin era indispensable
en las ciudades cuyanas, particularmente empobrecidas en esta etapa, fue
necesaria la inclusin de trabajadores indgenas de zonas perifricas. Por esta
razn en el siglo XVII comenzaron a actuar en las actividades econmicas, tanto
domsticas como pblicas, industriales y rurales de Mendoza y San Juan,
indgenas de otra extraccin tnica y geogrfica.

Para el cumplimiento de estas tareas se emplearon dos formas: el trabajo
de los indgenas pertenecientes a encomiendas (a veces reforzadas con el
traslado de pueblos enteros a zonas ms cercanas a las ciudades como se vio
anteriormente que ocurri luego del alzamiento de 1630) utilizado directamente
por los encomenderos o bajo alquiler voluntario de los propios indgenas, y el
contrato de trabajo por tiempo limitado conocido como "concierto". La primera
forma qued documentada excepcionalmente cuando se dejaba expresa
constancia de la utilizacin de indgenas encomendados en trabajos que
implicaban la salida de los mismos de sus lugares de residencia; la segunda
forma en cambio fue asentada legalmente en los protocolos de escribanos.

Las actividades econmicas principales en las ciudades cuyanas del
siglo XVII eran la vitivinicultura (centrada en las ciudades y sus alrededores) y
la ganadera (en las zonas rurales). Ambas requirieron de la mano de obra
indgena e incluso compitieron por ella.

La crianza de ganado, especialmente el vacuno que a partir de 1640
comenz a ser comercializado en Chile para su industrializacin, emple mano
de obra indgena en la zona de Valle Frtil y Ro Bermejo. All, grupos
indgenas de habla cacana (capayanes y yacampis) se dedicaron a la actividad
ganadera en las estancias espaolas. En algunos casos, la especializacin en el
36
trabajo motiv la adopcin como apellido del sustantivo indicador de la
actividad ("vaquero") por parte de algunos de los indgenas, segn consta en
documentos de 1643 y 1677 sobre encomiendas de Valle Frtil.

"...por cuanto confiessa aberse Retenido y detentado Los Indios
siguientes subjetos aldho casique. Geronimo silpian, cassado con mujer e hijos.
Juan hijo de tomas baquero. y su hermano Lorenzo xpoval gualcusa. anton
sallapay." (ANC RA 1874, f. 12-12v.).

"...sesirua dedespacharle titulo dela dha encomienda en segunda vida
delos dhos yndios que son los siguientes= (...) Ju
o
baquero casado..." (ANC ES
343, f. 22).

Otros indgenas, especialmente los ubicados ms cerca de las ciudades
cuyanas, fueron ocupados -generalmente por obligacin como encomendados y
ocasionalmente por contrato- como arrieros del ganado a Chile. Si bien esta
actividad fue por lo comn realizada extraoficialmente porque estaba
expresamente prohibido sacar los indgenas de su lugar habitual de residencia,
en algunos casos qued suficientemente documentada. Precisamente uno de esos
casos corresponde a un pedido de autorizacin elevado por Cristbal Fernndez
Pizarro en 1658 en nombre de su hijo para que se permitiera el uso de indgenas
encomendados para el arreo de ganado a Chile.

"...al pre
e
tiene al piedela cordillera eldho mi hijo cantidad de bacas (...)
y parapasar las que tiene la Cordillera nesecita dealgunos de los Indios de Suen
Comienda que Vienen de su boluntad apasar las parabolberse aSus
Reducciones luego que las pasen..."(ANC RA 3035, f.182).

El otro es el juicio promovido en 1654 a raz de los problemas que
tuvieron los hermanos Antonio y Pedro Moyano Cornejo, vecinos de Mendoza,
en el traslado de ganado a Chile; este documento patentiza el empleo de mano de
obra de indgenas locales contratados como arrieros, para lo cual los interesados
haban obtenido licencia del corregidor. La discusin posterior entre los
hermanos Moyano Cornejo y el propio corregidor, apoyado por el Cabildo, deja
ver que exista entre los vecinos dedicados al comercio de ganado y los que
tenan intereses en la vitivinicultura una gran disputa por la mano de obra
indgena. Ambas partes se acusaban mutuamente de utilizarla contraviniendo la
ley. Segn el corregidor l haba cumplido con Moyano Cornejo al entregarle los
doce indios para arrear el ganado, pero no poda permitir su paso a Chile porque
esto implicaba la desnaturalizacin de los mismos, lo cual estaba prohibido por
la Real Audiencia. La otra parte present una contra acusacin diciendo que el
37
mismo corregidor y aun los propios miembros del Cabildo utilizaban a los
indgenas para llevar carretas a Buenos Aires y Tucumn destinadas al comercio
de vinos, no obstante las mismas prohibiciones (MICHIELI, Trfico
transcordillerano de ganado..., pg. 38-39).

En realidad desde el gobierno de Chile e incluso desde la metrpolis,
varias veces se haba tratado de prohibir la llevada de indios de Cuyo a Chile,
pero las ordenanzas se sucedan y en ocasiones se contradecan unas a otras
segn las presiones de los distintos grupos. La tasa dictada por el virrey del Per
Francisco de Borja, Prncipe de Esquilache, para Chile (conocida como "tasa de
Esquilache") que haba intentado terminar con este trfico, haba sido sustituida
en 1622 por el Gobernador Pedro Osorez de Ulloa por una nueva dictada por l,
que a su vez tuvo escasa aplicacin. sta volva a permitir el paso de indios de
trabajo de Cuyo a Chile y a prohibir en cambio su traslado a las provincias de
Tucumn, Buenos Aires y Paraguay, salvo que lo hiciesen llevando carretas,
alquilndose voluntariamente y con licencia gubernamental (JARA, Guerra y
sociedad..., pg. 272-73; JARA y PINTO, Fuentes..., t. I, pg. 145).

El alquiler voluntario por parte de los indgenas para realizar cualquier
tipo de trabajo tena sus orgenes en la legislacin indiana desde mediados del
siglo XVI, que estipulaba que se podan alquilar por su voluntad como gente
libre, sobre todo aqullos que no ejercan un oficio (KONETZKE, Amrica
Latina, pg. 191). En Chile fue reglamentado especialmente por la tasa de
Esquilache en 1620, la tasa del gobernador Pedro Osorez de Ulloa en 1622 y la
tasa del gobernador Francisco Laso de la Vega en 1635. La primera estipulaba
que el alquiler deba ser voluntario y con un pago de un real y medio por da,
que no poda pagarse en vino y que si los indgenas se alquilaban durante los
das de fiestas, en las cuales no tenan otra obligacin de trabajo, deban hacerlo
a no ms de cuatro leguas del sitio de alojamiento para poder volver a su trabajo
y a su doctrina rpidamente. La tasa de Ulloa permita alquilarse al indgena que
corresponda al "tercer tercio", considerando como primer tercio el que estaba
cumpliendo la mita y el segundo el que estaba descansando, y a los "oficiales"
(es decir aquellos que tenan un oficio reconocido) previo censo de los mismos,
con un salario de cuatro reales por da. Segn la tasa de Laso de la Vega tambin
se permita el alquiler voluntario en cercanas de sus asentamientos, es decir a no
ms de cuatro leguas de distancia; para alquilarse deba preferirse al propio
encomendero para trabajar a cambio del pago del tributo; los salarios deban
pagarse segn lo estipulado por la tasa real y discriminarse de la siguiente
manera: dos tercios del salario se pagaran en ropa y el restante en plata, de la
cual slo se entregara al indgena no ms de un peso al mes y el resto se dara al
38
protector que se hara cargo de la cuenta; se ratificaba la prohibicin del pago en
vino (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 88-93, 142-144 y150-154).

Sin embargo de lo estipulado en la legislacin existen evidencias
documentadas del empleo de mano de obra indgena, especialmente de San Juan,
para el trfico de carretas hacia otras provincias del virreinato, en las cuales no
se cumpla el mandato de que deba hacerse con la voluntad de los indgenas y
no a la fuerza. En 1658 el cacique Alonso Chiquipay, nacido en la ciudad de San
Juan pero originario del Ro Bermejo, pidi Real Provisin de amparo porque

"...el dhocapitan Joan Jofre saco los dhos yndios contra su voluntad y
forsados parallebarlos alpueblo de buenosayres con sus carretas..." (ANC RA
3035, f. 270 v.).

En otras ocasiones este servicio quedaba protocolizado ante escribano
publico con expresa mencin de que se haca con la voluntad de los indgenas.

"[El 26-10-1656] ...paresio el cap
n
grabiel de mallea besino
encomendero desta dha seudad y para aber de aser uiaje consus caretas alas
probinsias del tucuman rejistro sus indios ante sum
d
dho just
a
maior ... todos los
cuales dijeros estar pagados y contentos y que iban con mui buena boluntad..."
(AHA SJ Caja I).

"[El 4-11-1656] ...fue tasado el trabajo de cadaindio delos dhos siete q
ande lleuar las dhas carretas por el biaje tarden lo que tardasen decada indio
treintapesos de aocho rreales..." (AHA SJ Caja I).

"[El 3-12-1699] ...Yo El Capp
n
thomas Jofre dela Varreda ...Estoi de
Prossimo alhacer Viaje despachando Mis carretas ala Gouernaz
on
del tuccuman
y con dhaz Carretas despacho tres Indios Pertenezientes al deposito que se me
hizo..." (AHA SJ Caja I).

Las carretas se utilizaban para traficar con vino y otros productos. Por
una escritura de 1606 realizada en San Miguel de Tucumn se estableca que se
iba a llevar a la ciudad de Santiago del Estero carretas conducidas por indios con
vino, pasa e higos desde San Juan o Mendoza (DOCUMENTOS coloniales
relativos a San Miguel de Tucumn, s.I, v.II, pg. 56-57).

Anteriormente, en 1623, el defensor del cacique e indios del pueblo de
Guanacache haba asegurado que Juan Luis Pacheco, por mandato del corregidor

39
"...llebo y saco Para el dho efecto cosa que nunca sea hecho para
aprobecharle como Lohase apurando a que los miserables yndios en las
pesquerias y despachando las rrequas con yndios del dho pueblo ala rrioxa y
ciudad de cordoua conla pesca que sesaca y con Carretas y ganados sacando
assimismo mas yndios del dho pueblo Para otras grangerias y yndias para su
serbisio..." (ANC RA 3017, f. 196).

Este ltimo documento sirve adems para confirmar el uso de mano de
obra indgena obtenida por la fuerza para otras actividades, como son la pesca en
las lagunas de Guanacache y el traslado del producto a lomo de mulas a ciudades
mediterrneas como La Rioja y Crdoba, el arreo de ganado, el trabajo en
propiedades rurales y el servicio domstico de las mujeres.

Del mismo modo en 1677 Alonso Cansama y Lorenzo Chacay, caciques
de los pueblos de Angacao (Jchal), Mogna y Tucunuco, por intermedio del
protector, denunciaban que el capitn Domingo Snchez Chaparro utilizaba sus
indios en trabajos no especificados en la ciudad de San Luis.

"...asacado los yndios deestos dhos pueblos y lleuado los asan luis
deloyola enla Punta mas de treynta leguas desunatural y lostiene ensus faenas
ocupados..." (ANC RA 3036, f. 35).

El trabajo en vias y minas tambin utilizaba mano de obra indgena,
para lo cual se extraaba a los indgenas de su lugar de origen. En 1613 un
documento originado por un pleito entre encomenderos afirmaba que un indio de
nacin yacampis trabajaba en una via de la ciudad de San Juan aunque su
pueblo quedaba a cuatro das de viaje y en 1644 se asentaba una queja contra el
maestre de campo Domingo Snchez Chaparro porque sacaba grupos indgenas
completos de su lugar de habitacin y los trasladaba a trabajar en las minas a
ms de treinta leguas (unos 150 a 160 km). A fines del siglo XVII, en el censo
de encomiendas que se realiz en la regin, figuraban en San Juan dos
encomiendas de indios sin pueblo ni cacique que estaban "reducidos" en la via
del encomendero.

"...esta en la uia delsusodicho e que es yacambis de apellido
aguayucan y que seba desta ciudad a sus tierras en quatro dias..." (ANC RA
3031, f. 92 v.).

"...desnatturalisandolos desurredusion y llebandolos desta ciudad de
San Juan a las minas que havra mas de treinta leguas deella elmro de campo
40
domingo sanchez chaparro consus hijos mugeres e familia..." (ANC RA 3033, f.
31 bis v.).

"EnComienda delcap
n
tthomas Jofre debarreda- No tienen Casique ni
Pueblo tienelos redusidos en su bia-..." (ANC CG 555, f. 75 v.).

"EnComienda de Clemente xil de quiroga- No tienen casique, ni pueblo
tienelos redusidos en subia-..." (ANC CG 555, f. 75).

En los primeros aos del siglo XVIII (1702) todava se empleaban
indgenas, en este caso de las lagunas de Guanacache, para el procesamiento de
minerales segn la matrcula de la encomienda de Juan de Mayorga que tena
dos jvenes indgenas trabajando en su trapiche.

"...los redusidos al seruicio del serg
to
M
or
D
n
Ju
n

de mayorga en su
trapiche fran
co
de quinse a
s
... Antt
o
de edad de Dies y ocho [que] murio el ao
pasado..." (ANC CG 476, f. 8 v.).

Otro trabajo que era realizado comnmente por indgenas era el de servir
como albailes y carpinteros. Generalmente los indgenas con este ltimo oficio,
al parecer considerado de bastante importancia, eran individualizados como tales
en todo tipo de documentacin; la mayora provena de Valle Frtil y algunos
haban incorporado como apellido propio el vocablo que indicaba su actividad:
"carpintero".

Por ejemplo en un intercambio de encomiendas entre Andrs de Lemos
y Garci Hernndez de Villanueva el segundo se reservaba para su servicio el
nico indio carpintero del grupo.

"...esetando como eseta parasi ama... yndio Carpintero subjeto aldho
Casique Joan cholompa..." (ANC RA 3031, f. 98 v.).

Cuando en 1643 se le encomendaron al capitn Gregorio Morales de
Albornoz los indios de Las Tumanas (Valle Frtil) se especificaba que entre los
encomendados haban dos indios carpinteros. Dentro de las obligaciones que se
le imponan al otorgrsele la encomienda estaba la de mandar durante un tiempo
no determinado, por turnos de un ao y a su costa, seis de sus indios para ayudar
en la construccin de la Iglesia de Santo Domingo en la ciudad de San Juan.

"...a bos eldho Capp
n
Gregorio morales de os encomendar (...) los
casiques etributarios son los siguientes- (...) alonso carpintero= (...) Pablo
41
carpintero (...) por el dho tienpo deunao Ipor esta bes Inomas tengais
obligasion por bia de pension adar seis de los dhos indios mudandolos por sus
mitas Ia Buestra costa Para la fabrica I ... edificacion dela Iglesia Iconbento de
santo domingo orden depredicadores de la siudad de San Ju
o

dela frontera Ino
para otro efeto..." (ANC RA 1874, f. 6-6 v.).

Esta obligacin qued tambin registrada en otra documentacin
correspondiente a la encomienda (ANC ES 343, f. 24 v.; ANC CG 554, f.
229v.).

En dos conciertos de trabajo realizados en 1657 en la ciudad de San
Juan un indio de una encomienda local y otro originario de la ciudad de Esteco,
provincia del Tucumn, se obligaban a trabajar un ao como carpinteros.

"...paresio Juan indio carpintero natural desteco prouincia del tucuman
(...) dijo quequeria seruir por tienpo deun ao alorenso desajabedra de
carpintero desus caretas (...) paresio felipe indio dela encomienda del sarjento
maior Ju
n
bautista de oro y bustamante ydijo (...) le adeseruir el dho ao del
ofisio de carpintero..." (AHA SJ Caja I).

Mientras tanto el capitn Gaspar de Lemos dio a dos vecinos de La
Rioja el poder para cobrar los encomendados que tena en esa jurisdiccin entre
los cuales figuraban dos carpinteros.

"...=alonso ucha carpintero enpoder delos padres Rdos delaconpaia
degesus y anton ysuhijo sebastian casado= y todos los antados en poder desde
la p
u
don gregorio de luna = alonso goanpalloa carpintero..." (AHA SJ Caja I).

Unos aos ms tarde -en 1663- el capitn Joseph Jofr, alcalde ordinario
de la ciudad de San Juan, se comprometi a entregar al maestro carpintero
Martn de Fuentes (encargado de realizar la terminacin interior de la misma
iglesia, incluidos el coro, ventanas, puertas y capillas) dos ayudantes indgenas
expertos en el oficio.

"Para la cual obra Le a de dar el dho Capitan Joseph Jofre dos Indios
Carpinteros que sepan Lauor de azuela y hacha, y toda la madera necessaria..."
(AHA SJ Caja I).

Hacia fin del siglo (1695) en la matrcula de la encomienda que Julin
de Mallea tena en Valle Frtil se citada a dos indios carpinteros.

42
"...del pueblo de balle fertil (...) -Clemente Maeztro deCarpinteria de
hedad de treyntay seys aoz poCo maz o menoz Casado no tienen hijos-
Bernabe carpintero de hedad de beynte Y dos aos..." (ANC CG 555, f. 73).

Debi existir tambin otra actividad laboral cumplida en San Juan por
los indgenas que no qued documentada, pero que puede inferirse
indirectamente de otros documentos. Tal es el trabajo en obrajes de paos y
batn.

Por documentos de fines del siglo XVI y de mediados del siglo XVIII
ligados con la merced de tierras dada a Juan Eugenio de Mallea y las actuaciones
judiciales posteriores, se pudo establecer que a pocos kilmetros al noreste de la
ciudad de San Juan, en el actual departamento de Chimbas, funcionaba desde
antes de 1593 un batn ligado a un arroyo que no era sino un brazo meridional
del ro San Juan.

Este brazo del ro, actualmente no funcional pero visible en
levantamientos cartogrficos a travs de fotografa area (Mapa del valle de
Tulm y Plano catastral del departamento de Chimbas del Centro Regional de
Agua Subterrnea, San Juan), separaba en los siglos XVI, XVII y XVIII "la
Chimba" de los suburbios de la ciudad de San Juan (especialmente del llamado
"Pueblo Viejo"), de tal modo que esta rea quedaba sobre la margen norte del
ro, o por lo menos rodeado por l, y no sobre la margen sur como en la
actualidad (ANC CG 81, f. 270 v.-292 v.; AHA SJ caja I).

Hacia el ao 1772 se conservaba el nombre de "Batn" para el paraje
donde se juntaban los dos brazos principales del ro, que debi ser la ubicacin
del establecimiento. Dicho topnimo, as como la histrica existencia del batn,
quedaron totalmente olvidados hasta la actualidad.

"[Don Luis Jufr, teniente de capitn general de Cuyo, en 1593] ...hago
merced al dicho Juan Ugenio deMalla (...) y mas la tierra que huviere de
provecho, que linda con Chacara deel dicho Juan de Malla a la parte del
oriente entre los Salitrales dende la Barranca del Cascajal del Rio hasta la
Barranca del Arroyo, que va junto al Batan, que Vienen a juntarse la vna Con la
otra (...) estando el dicho Alguacil Mayor Yo el dicho escrivano, y los demas
Testigos arriva dichos en la Tierra que esta entre la Barranca al Batan... (ANC
CG 81, f. 278- 278 v. y 280).

"...y estando presente [en 1772] el suso dicho y los testigos enel dicho
Parage dela Chimba asiento proprio del dicho Titulo y merced, y donde el dicho
43
Juan Eugenio demallea aprehendio la possecion de dichas tierras y sus
Succesores la han Continuado inmemorial hasta el tiempo presente vistos y
reconocidos por mi y dichos testigos sus linderos para efecto de hazer dicha
mensura mande medir vna Cuerda de Ciento y Cincuenta varas Castellanas y la
mand tender de oriente a Poniente enel Parage nombrado el Batan donde
juntan las dos Cajas antiguas del Rio..." (ANC CG 81, f. 294v.-295).

Se conoce como batn a una mquina hidrulica compuesta de gruesos
mazos de madera para golpear, desengrasar y enfurtir (o apelmazar) los paos de
lana para darles mayor consistencia. Para su instalacin era obviamente
necesaria la cercana de una corriente de agua de regular magnitud y su
existencia supona la presencia de un obraje donde previamente se tejieran los
paos que iban a ser tratados.

La poltica econmica de tipo mercantilista sostenida por Espaa para
sus colonias americanas permiti excepcionalmente la elaboracin de
manufacturas exclusivamente para uso interno (BRAVO, El obraje de
Melipilla..., 121-123); entre ellas estaba la confeccin de paos y otras telas
bastas que eran las utilizadas para la vestimenta de las clases ms bajas. Para los
siglos XVI y XVII se conoce la existencia de obrajes y batanes en pocos lugares
de la Capitana General de Chile. Segn el Licenciado Fernando de Santilln,
hacia 1559, el posteriormente fundador de la ciudad de San Juan de la Frontera,
el capitn y fuerte encomendero Juan Jufr, tena un obraje (Cit. de JARA,
Trabajo y salario indgena..., pg. 202); entre fines del siglo XVI y las primeras
dcadas del siguiente en Rancagua exista tambin un obraje de paos y batn de
propiedad de Alonso de Crdoba (PLANELLA, La propiedad territorial..., pg.
17 ss) y entre 1606 y 1660 funcion un obraje y batn en Melipilla (cerca de
Santiago) creado por el gobierno para surtir al ejrcito permanente (BRAVO, El
obraje de Melipilla..., pg. 120). Los tres establecimientos utilizaban mano de
obra indgena en gran cantidad, aun cuando a partir de 1601 la corona espaola
prohibi el trabajo de los indios en los obrajes (KONETZKE, Amrica Latina,
pg. 193 y 303). Tanto en el obraje de Rancagua (PLANELLA, La propiedad
territorial..., pg. 17-18) como en el de Melipilla, parte de esta mano de obra era
de huarpes de Cuyo (Cit. de ESPEJO, La provincia de Cuyo..., pg. 62-64)

El hecho de la presencia de un batn en las cercanas de la ciudad de San
Juan permite suponer tambin la utilizacin en gran cantidad de mano de obra
indgena para su funcionamiento, as como la concentracin de instalaciones
para la vivienda de los trabajadores aborgenes en sus inmediaciones.


44



Croquis de la ciudad de San Juan y departamentos vecinos con indicacin del brazo
antiguo del ro y la probable ubicacin del batn (). (Fuentes: Mapa del valle de
Tulm y Plano catastral del departamento de Chimbas. CRAS, San Juan.)


Los conciertos de trabajo

Otra forma de relacin de trabajo, usual en el siglo XVII, fue la de
"conciertos" o "asientos" de trabajo, es decir convenios entre dos personas,
generalmente asentados ante escribano pblico, para realizar una obra
determinada o trabajar durante cierto tiempo a cambio de un pago estipulado. El
hecho de que fueran realizados ante escribano permiti que quedaran
documentados estos casos dentro de los protocolos de los mismos.

45
Esta forma provena de los primeros tiempos de la colonia ya que los
indgenas siempre fueron considerados legalmente como trabajadores libres,
aunque se justificaba los actos de coercin laboral bajo el argumento de su
haraganera; por eso mismo los individuos que estaban o llegaban a una
localidad sin relacin laboral previa, deban presentarse en la plaza mayor del
lugar para concertar convenios laborales (KONETZKE, Amrica Latina, pg.
191-92). Por las ordenanzas reales para la administracin de bienes de las
comunidades indgenas de 1647 qued expresamente prohibido que los
indgenas reducidos en pueblos fueran "asentados", es decir, pudieran
concertarse para trabajar de esta manera, aunque s se podan alquilar (JARA y
PINTO, Fuentes..., pg. 163).

Como antecedente del estudio de los conciertos de trabajo indgena (del
cual se tom la metodologa bsica) debe citarse a la obra de lvaro Jara:
"Trabajo y salario indgena. Siglo XVI", en el que realiza por primera vez el
anlisis de documentacin de este tipo con inferencias socio-econmicas y
culturales. No obstante que estos asientos corresponden a Santiago de Chile y al
siglo XVI, resultan de gran valor para las comparaciones que se realizarn ms
adelante.

Al parecer en la regin este tipo de contrato no fue comn durante todo
el siglo, ya que para 1699 el mismo corregidor de Cuyo se quejaba en un
informe al gobierno de Chile que, revisando los registros de sus antecesores en
el cargo, observaba que los conciertos de trabajo de indios, mestizos y mulatos
asentados legalmente se haban reducido notoriamente por evitar el pago de las
tasas obligatorias.

"recorriendo LaVista Porlos rexistros demis antesessores reparo,
micuriossidad aVer en ellos; ynfinidad, de Conciertos deymdios anaconas Como
assimesmo negros zambos y mulatos Conlos Vecinos Viendo, que abia, Vn Ao
que estaba enel oficio y ninguna Persona traya Antemi a ninguno delos sussos
dhos aConzertar, haciendo Juicio quelos Conciertos Arian Ante los alcaldes
ordinarios por ocultar denopagar Latasa..." (ANC RA 2801, f. 155).

Por lo tanto, y si bien los asientos hallados para San Juan son escasos, el
hecho de que gran parte de ellos correspondan a todos los registrados ante un
mismo escribano durante un ao y medio en un caso y a once meses en el otro,
hace que constituyan una buena muestra.

Los conciertos listados a continuacin provienen del Fondo Histrico
del Archivo Histrico y Administrativo de San Juan. Estn contenidos en una
46
serie de cuadernillos y papeles sueltos conservados en una caja fuerte, que
corresponden a protocolos de escribanos. Los conciertos realizados entre enero
de 1656 y julio de 1657 corresponden a los protocolizados por el escribano
pblico y de cabildo Antonio de Rivera. Ante el escribano pblico Gernimo de
Ayala existen conciertos desde julio de 1664 a mayo de 1665 y otros del mes de
agosto de ese ao. Al escribano Joseph de Ubeda corresponde un concierto de
1669 y otros de 1661, 1663 y 1665 fueron realizados ante el teniente de
corregidor por estar en esos momentos ausente el escribano.


Fecha Nombre Origen Tiempo Tipo de
servicio
Pago Forma de
Pago
17-1-1656 Jusepe de
Santesteban
Natural de la Villa de
Potos
1 ao todo servicio $ 30 en plata o en ropa
18-1-1656 Juana india Encom. del Cap. Fco.
de Nieba de la
jurisdiccin de La
Rioja
1 ao - $ 20 en plata o en ropa
26-2-1656 Micaela india Encom. de Fco.
Pedraza
1 ao todo servicio $ 20 en plata o en ropa
19-4-1656 Juan indio Encom. de don
Gonzalo de Santiago
de Chile
1 ao todo servicio $ 25 y
tributo
en plata o en ropa
16-5-1656 Alonso indio Encom. de Juan
Seballos de San
Miguel de Tucumn
1 ao - $ 30
incluido
tributo
en plata, ropa o
en otra cosa
16-5-1656 Pedro
Rodriguez
indio
libre 6 meses - $ 7 por
mes
[$ 84
anual]
-
3-6-1656 Ignacio indio Encom. de A. Moyano
de la ciudad de
Mendoza
1 ao todo servicio $ 25
incluido
tributo
-
3-8-1656 Mara india encom. de J. de la
Guardia Berberana
[San Juan]
1 ao - 2 piezas
de ropa
en ropa

26-10-1656 Mateo indio Encom. de Bme. de
Oro y Bustamante
1 ao todo servicio $ 30
incluido
tributo
en plata, ropa o
en lo que pida
20-11-1656 Mara india Encom. de A. Fres de
Lorca
1 ao todo servicio
(mientras
est ausente
el marido)
$ 20 -
47
24-11-1656 Hernando
indio
Encom. de J. Nez
de vila de la ciudad
de La Rioja
1 ao - $ 6 por
mes
incluido
tributo
[$ 72
anual]
en plata o ropa
(se adelant: 2
varas de pao, 2
varas de
cordellate, 3
varas de bayeta y
1 camisa de run
por valor de $ 30
con 6 reales)
31-11-1656 Pedro indio Encom. de G. de
Lemos de la ciudad de
San Juan
1 ao todo servicio $ 30
incluido
$10 de
tributo
-
14-12-1656 Bartolo indio Natural de Paraguay;
sin encomendero
1 ao - $ 30 en plata o ropa
dic. 1656 Pascual indio Encom. de C. Ortiz 1 ao - $ 40 en plata, ropa o lo
que pidiere
7-1-1657 Andrs indio Encom. de don
Laurensio de la ciudad
de San Miguel del
Tucumn
1 ao todo servicio $ 35 -
5-2-1657 Andrs indio Natural de San Miguel
del Tucumn (encom.
de B. de Abrego)
1 ao - $ 50
incluido
tributo
en plata, ropa o lo
que pidiere
23-2-1657 Juan indio
carpintero
Natural de Esteco,
Pcia. del Tucumn
1 ao como
carpintero de
carretas y
otros
servicios
$ 48 en plata, ropa o lo
que pidiere
4-4-1657 Felipe indio Encom. de J. B. de
Oro y Bustamante
1 ao como
carpintero y
otros
servicios
$ 50
incluido
tributo
en plata, ropa o lo
que pidiere
5-4-1657 Juan indio Natural de Paraguay 1 ao - $ 36 en plata, en ropa
o lo que pidiere
26-4-1657 Beatriz india Encom. de A. de
Carbajal y Sarabia en
la ciudad de Mendoza
1 ao todo servicio 2
vestidos
en ropa
4-5-1657 Clemente y
Diego indios
Encom. de J. de Mesa 1 ao - $ 30 c/u
incluido
tributos
-
4-6-1657 Luis indio Encom. de Fco. de
Perasa
1 ao - $ 25 y
tributo
-
4-6-1657 Pascual indio Encom. de Fco. de
Perasa
1 ao - $ 25 y
tributo
en plata, ropa o lo
que pidiere
6-7-1657 Bernab
indio
Encom. de G. de Luna
de la ciudad de La
Rioja
1 ao - $ 36
incluido
tributo
-
20-8-1661 Pedro indio Natural de
Concepcin
1 ao - $ 25 en plata o ropa

1664 Cristbal y
Bartolom
(indios)
Encom. de P. de
Villarroel
1 ao - $ 50 c/u en ropa o plata
48
16-6-1664 Lorenso
indio
de Valdivia 1 ao - $ 30 -
1664 indio Encom. de Morales 1 ao - $ 30 reales o vestuario
1664 Francisco
indio
Natural de Cauquenes
(encom. de P. Arias de
Mol)
1 ao - $ 30 y
tributo
plata y ropa
25-8-1664 Antn
Varragn
indio
Natural de La Rioja
(encom. de Pasquala
de Robledo)
1 ao - $ 55
(menos
$7 que
se haba
pagado
a fray
Fco. de
Sotoma
-yor)
-
4-9-1664 Juan de los
Ros indio
oficial de
dorador
- 7
meses
dorar
tabernculo
de Sto.
Domingo
(incluido
material)
$ 1.000


ms
$30
para
comida
reales o gneros
que pidiere

en carne, vino y
trigo
18-9-1664 Francisca y
Francisca
indias
Encom. de P. de
Olivares
1 ao - - 2 piezas de ropa
c/u o su valor
20-9-1664 Diego indio Del cercado de Lima 1 ao - $ 35
incluido
$10 al
encom.
si
aparece
-
6-10-1664 Alonso y
Gernimo
indios
Crdoba (encom. de
L. Barrientos)
1 ao - $ 45 c/u
y
tributos
-
22-10-1664 Sebastin
indio
Crdoba (encom. de
G. de Tejeda)
1 ao - $ 40 en plata o ropa
22-10-1664 Cristbal
mestizo y
Andrs indio
Gobernacin [del
Tucumn]
6 meses - $ 30
[$60
anual]
$ 24
[$48
anual]
-
29-10-1664 Pedro indio Santiago del Estero
(encom. de
L.Vasques)
8 meses - $ 40 en reales o ropa
19-12-1664 Clarita india Encom. de M. de Silva 1 ao - 2 piezas de ropa o
su valor
17-2-1665 Ignacio indio Gobernacin del
Tucumn
1 ao - $ 25 en plata o ropa
26-2-1665 Gabriel indio Natural de La Rioja
(encom. de J. de
Gre...)
1 ao - $ 25 -
3-3-1665 Luis indio Gobernacin del
Tucumn (encom. de
L. de Tejeda)
6 meses - $ 27 y
tributo
-
49

23-3-1665 Gabriela
india
Encom. J. Jufr de
Arce [San Juan]
1 ao - - 2 piezas de la
tierra o su valor
12-8-1665 indio Natural de Salta 1 ao - ? -
12-8-1665 Gonzalo
indio
Encom. de F. Pedraza 1 ao - $ 30 y
$ 10 de
tributo
-
13-8-1665 Juan (indio) Chile (encom. del
Cap. Crdoba)
1 ao - $ 30 y
eventua
lmente
tributo
-
13-8-1665 Marucha y
Pascuala
indias
- 1 ao - ? -
21-8-1665 Diego indio Encom. de Miguel
de...
1 ao - $ 30 -
27-8-1665 Felipe indio - 1 ao todo lo
mandado
? -
agosto
1665
Gonzalo
(indio)
Natural de Crdoba
(encom. de L. de
Tejada)
1 ao - $ 48 en plata o ropa
29-8-1665 Diego indio Natural del Cuzco 1 ao - $ 30 en plata o ropa
17-7-1699 Bartolo indio Natural de Crdoba 1 ao todo lo
mandado
$ 50 en plata para su
vestuario o ropa

Cuadro n 2: Conciertos de trabajo de indgenas realizados ante escribano pblico o
autoridad competente en la ciudad de San Juan de la Frontera

Si bien los conciertos podan involucrar, como trabajadores, tanto a
indios como espaoles, mestizos y mulatos, para el caso de San Juan los
primeros son casi los nicos. Como excepciones figuran un hombre con nombre
y apellido espaol proveniente de la villa de Potos que, al no haber en el
documento explcita designacin como indgena o mestizo y no decirse que
perteneciera a alguna encomienda, puede considerarse espaol, y un mestizo sin
apellido. Los indgenas estn consignados como tales en forma explcita o,
excepcionalmente, indirectamente al sealarse la pertenencia a una encomienda.

La mayora de los indgenas y el nico caso de mestizo que figuran en
los asientos slo son citados con su nombre de pila cristiano. Sin embargo
existen tres excepciones notables en las cuales los indios tienen nombre y
apellido espaol. Coincidentemente stos pactan salarios ms altos que el
promedio, uno de ellos se contrata para un trabajo sumamente especializado
("dorador") y otro se seala explcitamente como "libre", es decir no
perteneciente a ninguna encomienda. Todos estos aspectos los diferencian del
resto de los sujetos contratados.

50
Podan concertase, y de hecho lo hacan, tanto hombres como mujeres;
se observa que estas ltimas sin embargo son la minora (alrededor del 20% del
total). Las personas que contrataban los servicios provenan de todos los
estamentos sociales: eran tanto particulares (comerciantes y productores,
profesionales, funcionarios) como militares con distinta graduacin, sacerdotes
(que contraban en forma personal o como representantes de conventos) e incluso
mujeres. En general estas ltimas contrataban el servicio de mujeres, aunque hay
un caso en que una mujer era contratada por un hombre y otros dos casos en que
eran mujeres las que contrataban a indios varones; en el caso de los sacerdotes y
conventos siempre se contrataban hombres.

Del total de asientos se observa que la procedencia de los indgenas era
variada: venan tanto de la regin como de fuera de ella. La mayor parte
corresponda a indgenas sealados explcitamente como de San Juan o de
encomiendas que se sobreentienden eran locales, los que, sumados a los
provenientes de Mendoza, constituyen el 40% de los casos. No obstante, la suma
de los individuos originarios de la Gobernacin del Tucumn es casi similar en
importancia, sobre todo de las ciudades cercanas de La Rioja y Crdoba, las que
por otra parte y consideradas en forma individual aportaron ms trabajadores
concertados que la de Mendoza. Con respecto a zonas ms distantes se observa
que existen dos casos tanto de Paraguay como de Per (Lima y Cuzco), as como
de diversas zonas de Chile, algunas tan alejadas como Concepcin, Valdivia y
Cauquenes.


Per 2 3,6%
Paraguay 2 3,6% Total otras regiones 9 16,36%
Chile 5 9,09%
Tucumn y otras ciudades 9 16,36%
La Rioja 5 9,09% Total Gobernacin del Tucumn 19 34,54%
Crdoba 5 9,09%
Mendoza 2 3,6%
locales (San Juan y mencin exclusiva de
encomienda)
2
0
36,36% Total regin de Cuyo 22 40%
procedencia desconocida 5 9,09% procedencia desconocida 5 9,09%
Total 5
5

Cuadro n 3: Procedencia de los indgenas que se concertaron para trabajar en San
Juan a mediados del siglo XVII


La variedad de procedencia de los indgenas que se concertaban seala
una importante movilidad dentro no slo de la Capitana General de Chile sino
51
tambin entre distintas provincias y gobernaciones del Virreinato del Per que,
por otra parte, era comn durante la colonia y ha quedado documentada en
diversas fuentes como los conciertos realizados en Chile y los libros de
bautismos de San Juan (JARA, Trabajo y salario indgena..., pg. 59-64;
SNCHEZ CANO, Conformacin de la sociedad sanjuanina..., pg. 60-64;).

En el momento de realizar este tipo de trato las partes se obligaban a
cumplir ciertos requisitos que estaban incluidos en el mismo: el trabajador se
obligaba al cumplimiento y buen comportamiento y el contratante a darle
alimentacin, doctrina y atencin en las enfermedades; quiere esto decir que
tales obligaciones estaban de por s incluidas en el trato y no eran pactadas, por
lo que no deben ser consideradas como parte del salario. El salario -que salvo
indicacin en contrario se pagaba al cumplirse el trmino del contrato- s se
pactaba, as como la duracin temporal del trato, el tipo de servicio que el
trabajador iba a prestar y la forma en que se hara efectivo el salario; tambin se
pactaba si el salario incluira o no el pago del tributo al encomendero del
indgena.

El tiempo por el cual se obligaban al servicio era generalmente por un
ao. En pocas ocasiones se trataba de fracciones del mismo, a veces segn la
duracin de la tarea pactada. Un caso particular lo constituye una mujer que en
1656 concert trabajar al servicio de la seora Antonia de Oro y Bustamante
mientras su marido, perteneciente a la misma encomienda, se encontrara ausente;
el pacto era por un ao pero se dejaba constancia que si el regreso del marido de
la india se produca antes del cumplirse el ao, ella poda dejar de trabajar y
volver con su esposo.

Generalmente el trabajo a realizar por estos contratos se defina como
"de todo servicio" o "todo lo mandado", es decir un trabajo no calificado de
servicio en general. En forma particular se dejaba constancia cuando dicho pacto
se haca para cumplir tareas ms especficas, como trabajos de carpintera en
general y de carpintera de carretas en particular, o indudablemente
especializadas como dorar el tabernculo de la Iglesia de Santo Domingo.

Esta ltima tarea fue pactada en 1664 entre el padre Fray Francisco de
Sotomayor, prior del convento de Santo Domingo de la ciudad de San Juan y el
indio Juan de los Ros (de procedencia sin determinar), oficial dorador, es decir
prctico en cubrir de oro (seguramente a la hoja) una superficie. En este caso
Juan de los Ros se concertaba para dorar, estofar, esmaltar y labrar en realce el
"tabernculo", es decir el Sagrario, de la Iglesia de Santo Domingo.

52
"...paresio el Dro. P
e
fray fran
co
desotomayor Prior del conbento del S
r

santo domingo deesta ciudad y Juan delos Rios yndio ofisial de dorador y se
conbinieron y consertaron enqueel dho Juan delos Rios adedorar el tabernaculo
dela Iglesia del S
r
Santo domingo y ade darlo acabado para semana santa para
el ao que biene de sesenta y sinco o antes si pudiera y ade yr estofado y
esmaltado y Realsado y seobliga a poner todo lo nesesario colores y todo lo
demas que fuere menester Para dho efecto y el dho P
e
Prior fray fran
co
de
sotomomayor se obliga en nombre de dho su conbento adarle a dho Juan de los
Rios por lo dho mil pesos pagados en Reales oen los Jeneros que pidiere con
mas treynta pesos para su comer pagados en bino carne y trigo y dha paga ade
ser En tres plasos por tersias partes quelprimero corre desde oy dia de la fecha
deesta escritura yel segundo ala mitad del tiempo y el tersero ennacabando dha
obra y para encuenta desde ministerio tiene rreseuidos tresientos y sesenta y dos
pesos..." (AHA SJ Caja I).

El trabajo deba terminarse antes de Semana Santa del ao siguiente, es
decir en no ms de siete meses, y el dorador pondra los materiales necesarios. El
convento le pagara por el trabajo mil pesos de plata de a ocho reales (la moneda
corriente) en dinero o en los artculos que l solicitase adems de treinta pesos
en alimentos; el pago se hara en tres partes habindose adelantado la primera.

La tarea concertada completara indudablemente la obra de la Iglesia de
Santo Domingo que estaba en construccin desde haca dcadas. Ya en 1643 se
estableci que el capitn Gregorio Morales de Albornoz, encomendero de los
indios de Las Tumanas (Valle Frtil) deba mandar durante un ao, por turnos y
a su costa, seis de sus indios para ayudar a su edificacin (ANC RA 1874, f. 6-6
v.; ANC ES 343, f. 24 v.; ANC CG 554, f. 229 v.). En 1663 un acuerdo firmado
entre el alcalde ordinario de la ciudad de San Juan, Joseph Jofr, y Martn de
Fuentes, maestro carpintero, estableca que este ltimo terminara el interior y
exterior de dicha Iglesia con la ayuda de dos indios carpinteros que el alcalde le
proporcionara, junto con la madera necesaria. La obra deba terminarse en un
ao y se le pagara 600 pesos ms la comida del maestro carpintero y de sus
ayudantes indgenas.

"...que el dho Martin defuentes se obliga har la obra siguiente=
cubrir la Iglesia del Conuento del seor Santo domingo desta dha Ciudad de
san Juan, de tres paos de Cinta y saetin y har todo lo demas que hubiere que
hazer la dha Iglesia nueba, assi dentro como a fuera es a saber vn arco Coral
de Madera, el Choro ala con su regeria, ventanas y las puertas que faltan por
hazer, Capillas y todo lo demas anexo y perteneciente adha Iglesia assi dentro
como afuera con su sachristia a Consenso y satisfacion del muy Reverendo
53
Padre Prior u del dho Capitan Joseph Jofre y demas Religiosos del dho
Conuento. Para la qual obra Le a de dar el dho Capitan Joseph Jofre dos Indios
Carpinteros que sepan Lauor de azuela y hacha, y toda la madera necessaria..."
(AHA SJ Caja I).

Estas evidencias documentales, que posiblemente sean las que han
perdurado de entre muchas otras, permiten apreciar que toda la obra de ese
templo tan importante en la ciudad de San Juan fue realizada con mano de obra
comn y especializada de origen indgena.

Tambin sealan la importancia que tenan los oficios por sobre la
calidad tnica de los trabajadores. El oficio de dorador, como toda tarea de
orfebrera, era de inters de la corona y por lo tanto se permiti que la ejercieran
todos aquellos que posean la capacidad de hacerlo, independientemente de su
origen tnico. Segn Konetzke en las artes y oficios no se permita que los que
no fueran espaoles puros llegaran al grado de maestro y que slo pudieran ser
oficiales los mestizos (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 302-303), pero en
este caso se tiene la prueba de que tambin haban oficiales de extraccin
indgena. Por otra parte, y en el caso de actividades menos especiales como la
anterior, tambin se documenta la existencia del grado de maestro de carpintera
en las matrculas de encomiendas de San Juan levantadas para el censo de 1695.

"EnComienda del sarg
to
Mor Julian de Mallea- (...) del pueblo del balle
fertil sus sujetos- (...) -Clemente Maeztro deCarpinteria de hedad de trreyntay
seys aos..." (ANC CG 555, f. 73 v.-74).


Salarios, formas de pago y diferenciacin social

En los conciertos analizados ms arriba se observa que se pactaba la
forma de pago. Lo ms usual era que se ofreciera la eleccin entre dinero
efectivo en pesos de plata de ocho reales ("en plata", "en reales"), en piezas o
materiales de vestimenta ("en ropa", "en vestuario", "en piezas de la tierra") o,
menos usualmente, en otro tipo de artculo ("en otra cosa", "en lo que pidiere",
"en gneros que pidiere"). En los casos de mujeres era ms comn que el pago
del salario se pactara directamente en dos piezas de ropa.
La ropa que se entregaba como parte de pago en el caso de los
conciertos y en otros casos de relacin laboral a los indgenas era "de la tierra",
es decir telas -medidas en varas [aproximadamente 83,6 cm]- o piezas de
vestimenta realizadas con telas gruesas y bastas, de lana o algodn, fabricadas en
Amrica, y no con las telas finas de materiales especiales que venan de Europa
54
conocidas genricamente como "de Castilla". Entre las primeras se encontraban
el pao (tela de lana tupida), el paete (un pao de inferior calidad y menos
densidad), la bayeta (tela de lana floja y poco tupida), el cordellate (tela basta de
lana cuya trama forma un cordoncillo) y la jerga (tela de lana gruesa y tosca,
usada generalmente para frazadas y costales); a stas solan agregarse algunas
telas de algodn como el lienzo y el run.

Las piezas de vestimenta de la tierra citadas son "vestidos" en general
para las mujeres y "camisa de run" para los hombres. El vestido femenino
incluira un jubn y una pollera o sayal segn se desprende de los listados de
ropas de cartas de dotes tanto de San Juan como de San Miguel de Tucumn de
esa poca, si bien en esos casos se trata de prendas de telas finas tradas de
Europa (AHA JS caja I; DOCUMENTOS coloniales relativos a San Miguel de
Tucumn..., pg. 51-55). El vestido masculino consista en "manta, camiseta,
zaragelles [calzones] de lienzo y un sombrero" segn un concierto de trabajo
realizado en San Miguel de Tucumn en 1610 (DOCUMENTOS coloniales
relativos a San Miguel de Tucumn, s.I, v.II, pg. 259-260); como se aclara
expresamente que los calzones eran de lienzo es evidente que la manta y la
camiseta eran de lana. En Chile los calzones solan ser de jerga y la camisa de
run (JARA, Trabajo y salario indgena..., pg.43-51).

El pago en telas o ropa para los indgenas no slo aparece para San Juan
en los conciertos de trabajo, sino tambin en otros tipos de contratos. Uno de
stos incluye el pago a varios indgenas por un viaje con carretas a la
Gobernacin del Tucumn que envi en 1656 el capitn Gabriel de Mallea; en el
registro correspondiente estableca lo que le corresponda a cada uno.

"...pascual carpintero dos bs de paos- y dos de cordellate- gonsalo
lomes mo- pablo maa sinco b decordellate- grabiel lomismo- perucho sinco b
de cordellate- gaspar sinco b de cordellate- cristobal lomismo- diegito sinco b
de paete- jeronimo sinco b de cordellate- Rodrigillo sinco b de paete- siluna
sinco b de paete- Ju
n
ijo de andres sinco b de cordellate- todos los cuales
dijeron estar pagados y contentos..." (AHA SJ Caja I).

Otro, si bien es de los primeros aos del siglo XVIII, corresponde a
parte del pago de la venta de la propiedad de la cacica Teresa Icaa en el valle
de Pismanta (actual valle de Iglesia) inserto en la escritura correspondiente de
1725.

"...y pag
r
ala susodha enrropa dela tierra o jeneros de ella al presio
Corriente de dose reales bara..." (ANC CG 6, f. 300 v.).
55

El pago en ropa de servicios prestados por indgenas era comn en todas
las regiones del virreinato y en Chile estaba especialmente legislado; la tasa de
Esquilache de 1620 determinaba el pago en ropa en algunos casos, si bien la
correccin real de la misma de 1622 no lo contemplaba, y la tasa de Laso de la
Vega de 1635 mandaba que las dos terceras partes de los jornales fuera en
vestimenta (JARA y PINTO,Fuentes..., pg. 89-151).

Para Chile Jara reproduce una gran cantidad de conciertos de trabajo del
siglo XVI y algunos del siglo XVII, en los cuales se incluyen indgenas cuyanos,
que pactan el pago casi siempre en telas o piezas de ropa (JARA, Trabajo y
salario indgena..., pg. 35-51; JARA, Guerra y sociedad..., pg. 283-285).
Tambin en Chile la Compaa de Jess estableci en 1608 el pago en
vestimenta para los indios ocupados en su servicio tanto oficiales como
trabajadores no especializados (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 80-84). En
documentos de Tucumn se incluye un concierto donde tambin el pago del
servicio de un indio como sastre durante cuatro aos se pacta en piezas de ropa
(DOCUMENTOS coloniales relativos a San Miguel de Tucumn, s.I, v.II, pg.
259-260).

Por otra parte las ordenanzas reales para la administracin de bienes de
las comunidades indgenas de 1647 reglamentaba la entrega de ropa a los
indgenas reducidos en pueblos y estableca tambin la prohibicin de que los
indgenas traficaran entre ellos o con otras personas las piezas de ropa o tela que
se les haba repartido o dado como pago de su trabajo (JARA y PINTO,
Fuentes..., pg. 164-166).

En el caso de los conciertos, el pago de los salarios en ropa completaba
para los indgenas los recursos de subsistencia, ya que el trabajo en s inclua la
vivienda, la comida, la atencin en las enfermedades y la doctrina; de igual
modo en el caso del pago de la propiedad de la cacica Icaa el trato se
completaba con el permiso de seguir viviendo en la propiedad (ANC CG 6, f.
300-300 v.). La posibilidad de elegir entre este tipo de pago y dinero en efectivo
que manifiestan la mayora de los conciertos permiten pensar que la opcin era
real y que efectivamente los indgenas preferan la primera por las razones
enunciadas arriba y porque quizs el dinero en efectivo no les era de mucha
utilidad ni saban manejarlo. Indudablemente tambin existira en parte el
desinters de los espaoles por entregar dinero efectivo a los indgenas. Jara, en
cambio, seala como razn para el pago en especies de los conciertos realizados
en Santiago en la segunda mitad del siglo XVI la escasez de moneda metlica
(JARA, Trabajo y salario indgena..., pg. 66-67) si bien tambin acepta que
56
entre los indgenas sera difcil una valuacin monetaria de los servicios
prestados (JARA, Guerra y sociedad..., pg. 295). No creemos que el pago en
ropa del servicio indgena fuera exclusiva y taxativamente por una circunstancial
escasez de metlico porque esta costumbre era muy general y abarcaba tanto el
siglo XVI como los dos siguientes, tal como lo permiten apreciar las citas
referidas ms arriba.

Lo que s resulta indudable es que la equivalencia de valores entre
servicio, dinero efectivo y ropa no era siempre la misma. Mientras en el siglo
XVI el vestido de lana vala en la Gobernacin de Chile alrededor de dos pesos
de oro, que equivala a un cuarto del tributo segn la tasa de Gamboa (JARA,
Trabajo y salario indgena..., pg. 70), en 1610 en la ciudad de San Miguel de
Tucumn el trabajo como sastre de un indio se pagaba con un vestido de la
tierra, consistente en "manta, camiseta, zaragelles [calzones] de lienzo y un
sombrero" (DOCUMENTOS coloniales relativos a San Miguel de Tucumn, s.I,
v.II, pg. 259-260). En cambio en los conciertos listados para San Juan se
observa que el trabajo anual de las mujeres a mediados del siglo XVI se pagaba
con dos piezas de ropa o se tasaba en 20 pesos, por lo que deban ser
equivalentes, y por lo tanto el vestido femenino valdra 10 pesos.
En San Juan el viaje de un indgena con carretas a la Gobernacin del
Tucumn se pagaba en 1656 con dos varas de pao y dos varas de cordellate, o
cinco varas de cordellate o paete o se tasaba en una carta de dote del mismo ao
en 30 pesos, cualquiera fuera la duracin del mismo hacia Buenos Aires u otra
ciudad (AHA SJ Caja I). En un concierto de trabajo del mismo ao dos varas de
pao, dos varas de cordellate, tres varas de bayeta y una camisa de run
equivala a 30 pesos con 6 reales. Las diferencias se hacen aun ms evidentes
considerando que en la venta de la propiedad de la cacica Icaa realizada en
1725 se tasaba la vara de cualquier gnero de la tierra en 12 reales ($ 1,50).

Las cifras expuestas han permitido confeccionar el siguiente cuadro
comparativo, teniendo en cuenta que aproximadamente cuatro a cinco varas de
tela se equiparaba con los treinta pesos que se tasaba un viaje en carreta en un
caso, y en otro, que treinta pesos con seis reales corresponda a siete varas de
tela y una camisa de run.

Lugar Ao Valor vestido de la tierra Valor vara de gnero de la tierra
Santiago s. XVI $ 2 de oro ($ 2,64
aproximadamente)

Tucumn 1610 salario anual [masculino]
San Juan 1656 $ 10 (mitad salario anual)
[femenino]

San Juan 1656 $ 6
57
San Juan 1656 aproximadamente $ 3
San Juan 1725 $ 1,50

Cuadro n 4: Cuadro comparativo de valores relativos de telas y piezas de ropa de la
tierra

La comparacin de los valores absolutos de los salarios expresados en
pesos de plata de ocho reales es mucho ms fcil. De la lectura de los conciertos
de trabajos de mediados del siglo XVII en San Juan resulta evidente que las
tareas ms especializadas incluan el pacto de un salario acorde con el tipo de
trabajo, pero incluso en las tareas menos calificadas se pactaban salarios de
alcance muy diverso, por lo que es posible pensar que no slo el tipo de trabajo
determinaba el monto del salario sino tambin otros aspectos, en el que no deba
ser ajeno la propia eficiencia y actitud de servicio del indgena.

Los salarios pagados a los varones por trabajos no calificados iban desde
25 hasta 50 pesos anuales; se llegaba tambin a pagar hasta 84 pesos al ao por
trabajos no especificados en el contrato, por lo que deban ser tambin no
especializados. Los salarios promedio alcanzaban aproximadamente a 37 pesos
anuales. Los viajes guiando carretas con cargamento de vino hacia las ciudad de
Buenos Aires o a la Gobernacin del Tucumn se pagaban a 30 pesos,
cualquiera fuera el tiempo que durara el viaje; para guiar seis carretas se
empleaban siete indgenas (AHA SJ Caja I). En el caso de las mujeres, en las
pocas ocasiones que est definida la equivalencia del salario, era solamente de
20 pesos anuales, es decir, muy por debajo del salario promedio.

Los trabajos especializados se pagaban mucho mejor. Los ejemplos de
salarios de carpinteros muestran un mayor alcance (entre 48 y 50 pesos), as
como los salarios de aqullos que, si bien figuran como indios, tienen nombre y
apellido espaol o se indica que son libres (entre 55 y 84 pesos). Obviamente es
mayor aun el salario pactado para una tarea tan especializada como el de
"dorador", en la cual se pag 1.000 pesos ms 30 pesos en comida.

El nico caso que aparece en los conciertos listados ms arriba de un
posible espaol indica que su salario no era mayor que en los casos de indgenas
por trabajos no especializados (30 pesos anuales), a diferencia del nico caso de
mestizo, al que se le pag el correspondiente a 60 pesos anuales.

Existen pocos documentos con datos semejantes que permitan una
comparacin ms ajustada del alcance de los salarios indgenas en San Juan para
el siglo XVII con respecto a otras regiones o a otros grupos tnicos. Los ms
cercanos son los aportados por las obras de Jara. En ellas puede apreciarse (una
58
vez hecha la transformacin a pesos de plata de a ocho reales en los casos
necesarios) que a los indgenas concertados en Santiago de Chile entre 1586 y
1600 se les pagaba un promedio de 36 pesos anuales aproximadamente; los
trabajos no especializados y el trabajo femenino estaba tasado en general en
menos de 30 pesos anuales, mientras que los trabajos especializados -como
carpintero de carreta, sastre, albail y zapatero- se pagaban entre 40 y 80 pesos
anuales (JARA, Trabajo y salario indgena..., pg. 33-51). Para indgenas de
Cuyo concertados en Santiago entre 1599 y 1641 el promedio de salarios anuales
para trabajos no especializados alcanzaba a 31 pesos como promedio (JARA,
Guerra y sociedad..., pg. 282-285) en tanto la Compaa de Jess de Chile
estableci en 1608 que los indios ocupados en su servicio cobraran un salario
anual (pagado en ropas y telas) de 40 pesos para los oficiales y 25 pesos para los
ganaderos, labradores y trabajadores en general (JARA y PINTO, Fuentes...,
pg. 81-82). Las cifras sealadas permiten considerar que a grandes rasgos no
haba gran diferencia en los salarios pagados a los indgenas entre Santiago de
Chile y San Juan.

De todos modos tantos unos como otros, obviamente, estaban muy por
debajo de los que establecieron las diferentes tasas oficiales del siglo XVII
(JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 88-125, 142-144 y 150-154). La tasa de
Esquilache de 1620 sealaba que por el alquiler deba pagarse al indgena un
real y medio por da (es decir unos 68 pesos anuales) salvo en el caso de
indgenas que Cuyo para los cuales el salario bajaba a un real y un cuartillo
(unos 57 pesos anuales) ms la comida; este salario se descontara del tributo o
se pagara en vestimenta o frutos de hacienda. En 1622 la tasa de Ulloa suba el
salario a cuatro reales por da (unos 182 pesos anuales) y la de Laso de la Vega
en 1635 mandaba pagar slo un tercio del salario en plata siempre que no
equivaliera a ms de un peso por mes, porque en tal caso la diferencia se
entregara al protector que lo guardara en una cuenta (teniendo en cuenta que
como mximo el indgena cobrara un peso por mes en plata y el resto en ropa, el
salario anual totalizara, como mnimo, 36 pesos).

Sin embargo la misma tasa de Esquilache de 1620 y la correccin real de
1622 establecan que para los casos de indgenas que trabajaban en las ciudades
como servidores domsticos se pagara 22 pesos anuales para hombres mayores
de 18 aos y 16 pesos anuales para las mujeres, 12 pesos anuales para varones y
nias entre 12 y 18 aos pagaderos en ropa de la tierra o pao de Quito y a los
menores de 12 aos se entregara un vestido.

A nuestro juicio tampoco haba diferencia notable entre los salarios
pagados a indios o a mestizos y espaoles por el mismo tipo de trabajo, cosa que
59
parece distinta para Jara quien opina que el salario indgena sufra una
subestimacin por razones tnicas, sobre todo el calificado (JARA, Trabajo y
salario..., pg. 24). En San Juan el trabajo no especializado de espaoles y
mestizos alcanzaba similar nivel que el indgena, como se seal ms arriba, y el
especializado incluso lo poda superar cuando el tamao y duracin de la obra o
la calidad del trabajo as lo requirieran.


Ao Tarea Materiales Plazo Ejecutor Pago pactado
1656
1
"dorar un sagrario de madera
que est hecho para la Iglesia
Matriz de esta ciudad [Men-
doza] con las piezas siguien-
tes: un banco, el primer
cuerpo con cuatro columnas
con sus remates; segundo
cuerpo, su banco y remate, el
simborio con su cruz y todo
ello con sus cartelas y sobre-
puestos; se ha de dorar,
matizar y estofar"
el dorador pon-
dr el oro y
colores y todos
los dems mate-
riales
dos
meses
Juan de los Ros,
maestro dorador,
residente en Men-
doza
330 pesos en dos
partes
1663
2
"cubrir la Iglesia de Santo
Domingo [de San Juan] de
tres paos de cinta y saetn y
hacer un arco coral de ma-
dera, el coro, ala con su
regera, ventanas y las
puertas que faltan, capillas y
todo lo dems anexo as
dentro como fuera, con su
sacrista"
la Iglesia dar
dos indios car-
pinteros y la
madera necesa-
ria
un ao Martn de Fuentes,
maestro carpintero
600 pesos en tres
partes y la comida
para l y sus ayu-
dantes
1664
3
"dorar el tabernculo de la
Iglesia de Santo Domingo
[de San Juan], que ha de ir
estofado y esmaltado y
realzado"
el dorador pon-
dr el material
necesario
7 u 8
meses
Juan de los Ros
indio, oficial de
dorador
1.000 pesos en
plata en tres
partes y 30 pesos
en vino, carne y
trigo
1665
4
"dorar el tabernculo de San
Clemente [San Juan]"
Miguel Granados
de Yodar, maestro
es-cultor y dorador
430 pesos

Cuadro n 5: Datos extrados de: 1)- ESPEJO, La Provincia de Cuyo..., pg. 190; 2 a
4)- protocolo del escribano Gernimo de Ayala de la ciudad de San Juan (AHA SJ, ca-
ja I).
Esto ltimo resulta evidente cuando se compara el pago pactado para la
obra de decoracin del tabernculo de la Iglesia de Santo Domingo, realizado
por un indgena (quien ocho aos antes haba hecho el mismo trabajo en la
Iglesia Matriz de Mendoza, sin figurar como indio), con la similar para el
tabernculo de la Iglesia de San Clemente realizada el ao siguiente por un
60
maestro escultor y dorador espaol y con la terminacin de la carpintera de la
Iglesia de Santo Domingo por un maestro carpintero espaol el ao anterior.

Otra comparacin puede realizarse entre estos pagos y el salario del
administrador espaol del obraje de Melipilla, en Santiago de Chile, que iba de
215 pesos anuales en 1613 a 480 pesos anuales en 1649 (BRAVO, El obraje de
Melipilla..., pg. 135), lo que indica que las labores altamente especializadas
eran mejor pagadas independientemente de la calidad tnica de las personas.

Con respecto a lo que podra llamarse el poder adquisitivo del salario
indgena, poco puede decirse. El hecho de que los conciertos y otros contratos de
trabajo incluyeran comida, vivienda, atencin en las enfermedades y doctrina y
que el pago generalmente se realizase con ropas, exima los indgenas de
compras de elementos de subsistencia. Otros elementos, que para los indgenas
podran considerarse suntuarios, eran prcticamente inalcanzables salvo para los
casos de trabajadores muy especializados.

De todos modos algunos precios de estos elementos han quedado
registrados para la misma poca y en los mismos documentos en los que hay
mencin de salarios en San Juan; el listado de parte de ellos permite adquirir una
idea de la relacin de valores entre esos precios y los salarios.

El cuadro comparativo muestra que los bienes ms valiosos en cifras
absolutas eran aqullos vinculados con la produccin y los trabajadores. El alto
valor dado a los esclavos negros contrasta con el escaso precio de la tierra para
estancias, las que de por s y sin la mano de obra para su explotacin, no eran
valuadas especialmente.


Fecha Objeto Precio (de venta
o tasacin)
Documento
1656 arriendo de casas en la ciudad de San Juan con huerta
y corrales, por un ao
$ 35 Arriendo
1656 2 solares cercados y edificados frente a la plaza de la
ciudad de San Juan
$1.600 Venta

1656 6 carretas de quebracho nuevas con yugos, conyundas
y lazos
$ 360 Carta de dote (se han
seleccionado algunos
tems)
36 bueyes $ 324
300 @ de vino $ 450
120 botijas embreadas $ 150
el trabajo de 7 indios para llevar las 6 carretas con el
vino a Buenos Aires u otra ciudad
$ 210
1 esclavo negro $ 700
61
1 esclava negra $ 600
1 vestido de mujer de jubn y pollera negra de
damasco de Castilla
$ 270
1 vestido de mujer de jubn y pollera de damasco de
Castilla
$ 300
1 caja grande con cajn con clavazn grande y
asideros en los lados y con su llave
$ 50
1 espejo dorado $ 12
12 platillos de plata y 2 fuentes, 6 cucharas y 1
cucharn, 7 tenedores (que pesaron 37 marcos y 6
onzas)
$ 296
1657 mitad de la Estancia de Yoca, en Valle Frtil
(deshabitada)
$ 100 Carta de Venta
1664 7 carretas de quebracho con aperos (entre viejas y
nuevas)
$ 350 Escritura de venta
56 bueyes $ 504
1664 1 esclavo mulato de 15 aos $ 400 Escritura de venta
1664 200 cuadras (350 ha) de tierra en el Ro del Fuerte de
Valle Frtil
$ 130 Carta de venta

Cuadro n 6: Precios en la ciudad de San Juan a mediados del siglo XVII (AHA SJ Caja
I)

El trabajo, y especialmente el calificado, sirvi en el siglo XVII para que
se produjera una diferenciacin social dentro del grupo indgena.

En primer lugar indujo a la adopcin por parte del individuo de un
apellido espaol en desmedro del nombre nativo y a diferencia de su propio
grupo. En varias ocasiones este apellido espaol fue el originario del propio
trabajo, como los ejemplos de "vaquero" y "carpintero" ya sealados para San
Juan, que se repiten en los casos de "baquiano" y "pescador" para San Luis y
"zapatero" y "curtidor" en Chile (ANC ES 343, f. 22-90) indicando que fue ste
un hecho bastante general en esa poca por lo menos para la gobernacin de
Chile. Generalmente el apellido espaol sirvi tambin para disimular el origen
tnico, que en ocasiones (como en el contrato para dorar el sagrario de la Iglesia
Matriz de Mendoza por parte del dorador indio) pudo obviarse en su registro, e
igualar al individuo con los otros grupos.

En segundo lugar permiti a los indgenas con oficios altamente
especializados una mayor disposicin de moneda en metlico, que posiblemente
posibilitara la adquisicin de algunos bienes, a diferencia de aqullos que
realizaban tareas no calificadas y que slo reciban pagos en ropa. No se sabe
qu bienes compraran, pero es posible que realizaran algunas transacciones con
bienes inmuebles, por lo menos arriendos, segn sugiere el contrato de dorador
de Mendoza donde se afirma que era "residente en dicha ciudad".

62
Por ltimo, la posibilidad de ejercer algunos oficios o de alquilarse fuera
de su encomienda, fue liberando a los indgenas de la dependencia estricta de su
encomendero y les permiti tambin una mayor movilidad dentro o fuera de la
jurisdiccin a la que pertenecan que hizo que, entre otras cosas se separaran de
sus familias originales e incluso se integraran, o por lo menos se ligaran, a
grupos indgenas tnicamente diferentes por medio del matrimonio.

En resumen, a travs de las evidencias sealadas para San Juan durante
el siglo XVII puede concordarse con Konetzke cuando en una consideracin
general afirmaba que donde los indgenas convivieron con los espaoles y se
habituaron a las formas econmicas europeas alcanzaron una importancia cada
vez mayor como asalariados libres (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 193).

63
64



LAS ENCOMIENDAS Y LOS TRIBUTOS


La encomienda fue considerada desde sus mismos orgenes como una
forma de trabajo libre y no como esclavitud. Por medio de ella se aprovechaba la
fuerza de trabajo indgena en Amrica a la vez que se pretenda "civilizar" y
cristianizar a los naturales, quienes eran repartidos a los espaoles. La forma
clsica de la encomienda, instituida a principios del siglo XVI, estableci la no
perpetuidad de las mismas, que eran entregadas slo por una o dos vidas y no
podan ser heredadas, aunque para Chile se otorgaron excepcionalmente
encomiendas de tres y hasta cuatro vidas como recompensa por los servicios en
la guerra del Arauco (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 170-171).

El encomendero, a cambio del cuidado y evangelizacin de los
indgenas, estaba autorizado a cobrar un tributo que se estableca a partir de
inspecciones y tasaciones que estaban a cargo de los oidores de las audiencias o
sus encargados de confianza bajo juramento. Este tributo generalmente se
cobraba en prestaciones personales; a mediados del siglo XVI se haba prohibido
el pago del tributo en trabajo, pero como en grandes zonas de Amrica era
prcticamente imposible cobrar el tributo en metlico o en especias, se permiti
esta forma de encomienda de servicios personales. Durante ese siglo y los
primeros aos del siglo XVI los indgenas eran encomendados mediante la
adjudicacin de un cacique y su gente a un encomendero sin realizar un cmputo
de individuos en forma exhaustiva. Hasta el siglo XVIII la encomienda de
servicio personal se mantuvo en Chile, Paraguay, Tucumn y Ro de la Plata
aunque siempre la corona trat que el pago del tributo fuera, cada vez ms,
suplantando esta antigua forma (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 174-177); a
este efecto comenzaron a registrarse todos los indgenas con calidad de
tributarios en los otorgamientos de encomienda.

Esto se aprecia especialmente en la legislacin chilena, en la cual las
diferentes tasas y ordenanzas -especialmente la tasa de Esquilache de 1620 y la
de Laso de la Vega de 1635 (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 56-156)- tendan a
favorecer el pago del tributo en metlico o especias y prohibir el servicio
personal mediante la autorizacin cada vez ms amplia del alquiler o el concierto
como trabajadores de los indgenas, incluso los encomendados en sus das de
descanso o con la anuencia del mismo encomendero, tal como se ha visto ms
65
arriba. La relacin salario-tributo se transform en un elemento de ms
importancia en la economa colonial que el servicio personal en s.

En general en Amrica tributaban todos los hombres casados hasta los
50 aos, los solteros a partir de los 18 aos, los viudos y las viudas. Se
exceptuaban las mujeres casadas y solteras, los caciques y sus sucesores
(generalmente sus hijos mayores) y los enfermos e incapacitados para el trabajo
(KONETZKE, Amrica Latina, pg. 175). Estos exceptuados, as como los
hombres mayores de 50 aos, eran considerados "reservados". En particular las
tasas chilenas establecieron las edades y condiciones de los tributarios y el
alcance de los tributos, con diferencias en algunos casos para los indios de Cuyo.


Los tributos segn la legislacin de la Capitana General

La tasa del gobernador Martn Ruiz de Gamboa de 1580 (JARA y
PINTO, Fuentes..., pg. 56-60), en cumplimiento de una real cdula para que se
visitaran los repartimientos y se tasara el tributo segn las posibilidades de cada
lugar, estableci que el tributo deba ser pagado por los hombres entre los 17 y
50 aos de edad y quedaran exceptuados los enfermos e imposibilitados para el
trabajo, las viudas y el cacique y su sucesor. La tasa tributaria por persona sera
de 8 pesos de oro anuales (aproximadamente 10,57 pesos de plata corriente), de
los cuales 7 pesos recibira el encomendero y uno el sacerdote; en ambos casos
dos tercios deban pagarse en metlico y el resto en productos como ropa,
alimentos, etc.

La llamada "tasa de Esquilache" dictada para Chile por el virrey del Per
en 1620 (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 84-93) estableca que deban tributar
los varones a partir de los 18 aos cumplidos y no antes aunque fuesen casados,
hasta los 50 aos en que quedaban como "reservados". La tasa tributaria era de
10,50 pesos de los cuales 8 pesos quedaban para el encomendero, uno y medio
para el sostenimiento de la doctrina y medio peso (4 reales) para el corregidor y
el protector (quien tena prohibido residir en Santiago) respectivamente. Para los
indios de Mendoza, San Juan y San Luis -en cualquier lugar en que estuviesen-
determin una tasa discriminada de 10 pesos anuales; la reduccin de medio
peso afectaba directamente la recaudacin que corresponda al encomendero.
Tambin mandaba que el indio que cumpla la mita, aparte de su propio tributo,
pagara el tributo de los otros dos indgenas que no entraban en el tercio de mita
con una parte de sus jornales; como para los indios de Cuyo el jornal alcanzaba a
un real y un cuartillo, stos deban pagar en total 30 pesos anuales. Esta decisin
66
asegurara el pago del tributo completo de toda la encomienda a travs de los
tercios en mita.

La correccin real a esta ltima tasa dictada en 1622 (JARA y PINTO,
Fuentes..., pg. 105-124) estableca tambin la tributacin de los hombres,
solteros o casados, exclusivamente entre los 18 y 50 aos, exceptuando al
cacique y su hijo mayor, y bajaba el tributo en Cuyo a 8 pesos anuales,
afectando tambin directamente la recaudacin del encomendero que pasaba a
recibir slo 5,50 pesos por tributario y dejando igual la cantidad para la doctrina,
corregidor y protector. Reduca tambin el pago del tributo del tercio en mita de
los indios de Cuyo a 24 pesos anuales pagaderos en jornales de real y cuartillo
ms quince das de trabajo sin paga en beneficio del hospital. Los indios que
cumplan servicios domsticos en las ciudades tributaran slo 7 pesos anuales
porque en las ciudades no se pagaba la doctrina.

Por ltimo la tasa del gobernador Laso de la Vega de 1635 volva la tasa
tributaria a 10 pesos anuales por persona pagadero en efectivo o con productos.
Mandaba tambin a los vecinos la realizacin de padrones detallados de los
indios que tenan como tributarios con mencin expresa de la cantidad de hijos y
sus edades y la cantidad y nombres de los indios que estaban ausentes de la
encomienda y el lugar donde se encontraban (JARA y PINTO, Fuentes..., pg.
146-156) Esta tasa era la que estaba vigente cuando se realizaron los conciertos
documentados para la ciudad de San Juan (ver Cuadro n 2) en varios de los
cuales se estableca el pago de los 10 pesos anuales correspondientes al tributo
apartir del mismo salario.

En 1680 la recopilacin de las leyes de Indias sobre los indios de Chile
reafirmaba la tasa real de 1622 de 8 pesos anuales para los tributarios de
Mendoza, San Juan y San Luis en el lugar en que estuviesen y la excepcin de
tributo para el cacique y su hijo mayor, as como el pago del tributo de los
tercios en mita en 24 pesos anuales ms quince das sin paga en beneficio del
hospital (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 173-181) .

El tributo as establecido era, segn Konetzke, a la vez una capitacin
(es decir el repartimiento de tributos o contribuciones por individuos), un
impuesto de tipo directo -nico en Amrica- (considerando como tal el que exige
el estado a cada miembro de la sociedad en forma individual) y la expresin de
la pertenencia a una clase inferior constituida por la poblacin aborigen sometida
(KONETZKE, Amrica Latina, pg. 174).

Ao Tasa Tributo anual Discriminacin
67
Encomendero Doctrina Corregidor Protector
1580 Gamboa $ 8 de oro ($ 10,57) $ 7 de oro $ 1 (de oro) - -
1620 Esquilache en general: $ 10,50 $ 8 $ 1,50 $ 0,50 $ 0,50
para Cuyo: $ 10 $ 7,50 $ 1,50 $ 0,50 $ 0,50
1622 correccin real en general: $ 8,50 $ 6 $ 1,50 $ 0,50 $ 0,50
para Cuyo: $ 8 $ 5,50 $ 1,50 $ 0,50 $ 0,50
1635 Laso de la Vega $ 10 - - - -
1680 recopilacin $ 8 $ 5,50 $ 1,50 $ 0,50 $ 0,50

Cuadro n 7: Resumen de las tasas tributarias y su discriminacin establecida para el
reino de Chile por distintas ordenanzas y leyes del siglo XVII


Hasta 1668 el tributo se pagaba directamente al encomendero; en esa
fecha se estableci que la recaudacin deba quedar bajo la responsabilidad del
corregidor. Esto ltimo y la cada vez ms baja proporcin del tributo que
corresponda al encomendero, junto con la disminucin de la poblacin
indgena, fue lo que llev a que la encomienda cayera en desuso y finalmente se
aboliera en 1720 (KONETZKE, Amrica Latina, pg. 175-181) en forma oficial
aunque no real.


Matrculas o registros de encomiendas de San Juan

Las mejores referencias documentales a encomiendas de indios en el
siglo XVII consisten en las matrculas o registros que se realizaban sobre ellas.
Las matrculas, es decir el listado de las personas con sus nombres y otros datos
de filiacin, se incorporaban a los pedidos, oposiciones y ttulos de encomienda
as como a gran parte de la documentacin judicial promovida cuando haba
problemas entre encomenderos. De los primeros aos del siglo XVII existen en
los archivos pocas de estas matrculas, a diferencia de las ltimas dcadas donde
son ms comunes, sobre todo porque fueron realizadas de forma obligatoria, y
ms completas en cuanto a la variedad de datos.

Estos registros constituyen de por s documentos poco atrayentes,
confusos y, a primera vista, sin datos de relevancia. Por esta razn para trabajar
con ellos se ide un procedimiento, ya ensayado en un trabajo anterior menos
extenso (MICHIELI, Aportes documentales...), que permite ordenar y destacar
los datos colocndolos en forma de cuadros que contienen toda la informacin
que proveen las matrculas (ver Cuadros n 8 a 48); estos cuadros facilitan a su
vez la comparacin entre ellos a fin de apreciar los cambios producidos en las
encomiendas a lo largo del siglo XVII.

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En los cuadros la lista de los indgenas sigue el orden expresado en los
documentos, donde generalmente se coloca en primer lugar al o los caciques,
despus el sucesor del cacique si lo hubiere, a continuacin los indios sujetos y
sus hijos y por ltimo los muchachos y nios hurfanos y las mujeres solteras o
viudas. En la primer columna de los cuadros se colocan los nombres de los
varones sin subrayar y de las mujeres subrayados; estos nombres van con
bastardilla cuando son las denominaciones en lengua aborigen (de las cuales se
reproducen todas las formas en que estn transcriptas en los documentos
respetando la ortografa original). Los nombres de los hijos se ingresan a
continuacin del padre respectivo pero con una sangra, y se hace la aclaracin
en la columna de observaciones. Cuando no figura el nombre de alguna persona
se lo suplanta con un signo de interrogacin, que va subrayado si se trata de una
mujer. En la segunda columna se coloca la edad del indgena que aparece en la
matrcula, la cual siempre es estimativa, ya que generalmente va acompaada del
giro adverbial "poco ms o menos". En la tercera columna se coloca el estado
civil cuando est expresado; si figura el nombre de la esposa se coloca en ese
lugar subrayado. La columna siguiente contiene la referencia a la cantidad de
hijos de cada jefe de familia. Siguen otras columnas que corresponden al nombre
de la tierra o pueblo originario y datos de reubicacin y otros datos
complementarios: si es cacique, de quin es hijo, si se encuentra ausente o huido
y a dnde, si est en poder de otra persona, etc. Los epgrafes sealan a quien
perteneca o quien solicitaba una encomienda, el ao, cualquier otro dato de
inters y la cita del documento donde se encuentra la matrcula.

La primera matrcula documentada, del ao 1605, est contenida en un
expediente de 1629 en el cual Gernimo Bermdez y Fras, en nombre del
capitn Alonso Izquierdo, marido de doa Petronila de Mallea, litigaba ante la
Real Audiencia contra Pedro de la Barreda Estrada por una encomienda de Valle
Frtil. Bermdez aduca que los indios en disputa eran sujetos al cacique Silpino
que estaba encomendado en su representado; entre la documentacin incluida en
el expediente se encuentra el otorgamiento de la encomienda al capitn Juan Gil
de Heredia realizada en 1605 en la que estaba comprendida la gente del cacique
Cilpino (que haba quedado vacante por dejacin de su anterior encomendero
Pedro de la Barreda Estrada) y la gente de los caciques Yocampae y Calamanta
(vacantes por dejacin que haba hecho su anterior encomendero Juan de
Mallea). Las nuevas listas de encomendados que se realizaron para esta demanda
figuran en el Cuadro n 10.
En el otorgamiento de 1605 figuran algunos datos interesantes. En
primer lugar se observa cmo a principios de siglo los repartimientos se hacan,
del mismo modo que en siglo anterior, mediante el recurso de la cesin de un
cacique con todo su grupo dependiente (MICHIELI, Los huarpes
69
protohistricos, pg. 157), sin mencin expresa de por cuntos individuos y de
qu calidades estaba conformado. En todos los casos aparecen los nombres de
los sucesores (generalmente el hijo mayor del cacique, heredero del cacicazgo)
porque tanto el cacique como aqul estaban exceptuados del tributo. Tambin en
esta temprana poca se menciona la nacin o etnia a la que pertenecan los
indgenas encomendados y el nombre nativo de la tierra de origen; en forma
similar se listaban en 1630 los caciques sublevados y castigados por el
levantamiento de Valle Frtil (ver Cuadro n 1). Estas referencias ("provincia de
los Gacambis" y "en los Cayampee") permiten certificar que los indgenas de
Valle Frtil, sobre todo de la localidad posteriormente conocida como "Las
Tumanas", eran de nacin yacampis.


Nombre Tierras Observaciones
Cilpino (o Silpino) Tumana Guil, provincia
de los Gacambis
cacique; sucesor del cacique Chumpeta. Haba
pertenecido a Pedro de Barreda Estrada quien
haba hecho dejacin de la encomienda.
Yocampae (o Lleocampa) Partinaco cacique; sucesor del cacique Gaape. Haba
pertenecido a Juan de Mallea quien haba hecho
dejacin de la encomienda.
Calamanta Agilanca, en los
Cayaampee
cacique; sucesor del cacique Gomean. Haba
pertenecido a Juan de Mallea quien haba hecho
dejacin de la encomienda.

Cuadro n 8: Caciques e indios encomendados a Juan Gil de Heredia en 1605
originarios de Valle Frtil (ANC RA 2615, f. 114-116)

La segunda matrcula relevada corresponde a un expediente de la Real
Audiencia con actuaciones sobre transacciones entre encomenderos que abarcan
de 1612 a 1619. Entre los documentos agregados figura la encomienda otorgada
en 1613 a Gaspar de Lemos, vecino de la ciudad de San Juan, formada por los
caciques Santagua y Caa y sus sujetos, originarios del Ro Bermejo y de
nacin yacampis, que haba pertenecido a Baltasar de Lemos. A stos se
agregaban otros dos indios de los que haba hecho dejacin el mismo Baltasar de
Lemos pero que no eran sujetos a los caciques citados. Por primera vez aparecen
registrados, adems de los caciques y sus sucesores, los indgenas tributarios con
sus nombres nativos y algn otro dato de filiacin.

La matrcula se complementa con otras actuaciones entre las que figura
una informacin que haba mandado hacer el capitn Alonso Sarmiento quien
reclamaba para s al cacique Santagua. En ellas se preguntaba al cacique, a
travs de un intrprete, datos de su filiacin y ste responda que serva a Andrs
de Lemos, junto con dos indios llamados Ycano y Alemca, en su casa y via que
70
quedaba a cuatro das de marcha de su tierra y que era de nacin yacampis y no
capayana y de apellido Aguayucan.

En 1614 y 1619 Andrs de Lemos celebr dos escrituras de transaccin
con Garca Hernndez de Villanueva debido a que se haba suscitado una
controversia entre ambos porque el ltimo afirmaba que el cacique Santagua era
sujeto del cacique Camina y sucesor del cacique Aguamana de su encomienda.
El acuerdo celebrado entre ambos y fijado por escritura determinaba que
Hernndez de Villanueva se quedaba con los caciques Santagua y Caa y su
gente y entregaba a cambio a Andrs de Lemos, y por el "derecho dudoso",
1.000 pesos y al cacique Juan Cholompa con sus sujetos como encomendados.
Segn se afirmaba Cholompa era "guarpe natural del balle de yoca" (localidad
de Valle Frtil). De esos indios exceptuaba entregar y se reservaba para s a un
indio carpintero y otros de los que ya haba hecho dejacin anteriormente y
estaban a su vez encomendados en el general Ugalde en los trminos de la
ciudad de San Juan. El general Juan de Ugalde resida en Santiago de Chile (Cit.
de ESPEJO, La Provincia de Cuyo..., pg. 75). Al parecer el trato no se cumpli
en forma estricta porque en 1637 Hernndez de Villanueva pidi por va judicial
que Gaspar de Lemos Aceda y los otros herederos de Andrs de Lemos le
devolvieran los 1.000 pesos pactados por el cacique Santagua (Cit. de ESPEJO,
La Provincia de Cuyo..., pg. 100).

Con estos interesantes documentos se reafirma que los indios originarios
del Ro Bermejo, al igual que los de Las Tumanas en Valle Frtil, eran de nacin
yacampis; tambin lo eran los indgenas de Guandacol, de la jurisdiccin de La
Rioja (ANC RA 3031, f. 177 v.-178). Por las preguntas directamente hechas a
Santagua y su respuesta es claro que la nacin o etnia yacampis se diferenciaba
netamente de la capayana. La concreta mencin a que el cacique Cholompa era
huarpe reafirma que hacia la segunda dcada del siglo XVII an existan
diferencias marcadas de extraccin tnica entre los indgenas encomendados. Al
parecer tambin conservaban su lengua original porque para el interrogatorio
realizado al cacique se necesitaron los servicios de un intrprete.

Los indgenas yacampis llevaban, adems de su nombre propio en
lengua aborigen, un "apellido" o nombre de familia, distinto del anterior y del
nombre de su nacin, tal como se puede observar en la lista de los caciques e
indios castigados por las sublevaciones de 1630-33 en Valle Frtil (ver Cuadro
n 1) donde tambin se aprecia la continuacin de algunos de estos nombres y
de los apellidos en indgenas del Ro Bermejo a travs del tiempo.

Nombre Apellido Origen Observaciones
71
Santagua (Sanctagua
o Santtagua)
Guayucan (o Aguayucan
o Aguayuxcan) y An-
tapacaste
tierra: Payate (Ampa-
yase o Quillixllaguil);
nacin: yacampis (o
yacambis)
cacique; sucesor del cacique
Toscuno. Serva en 1619 en la
via de Andrs de Lemos con
los indios Ycano y Alemca y
figuraba tambin como sujeto
al cacique Caminay (o
Camina) y sucesor del ca-
cique Aguamana.
Francisco Caa Ca-
sensubca
cacique
Salecbu...
Pilusapa
Jacinto
Caningue
Aguase con sus hijos
Acampill
Melchor Guachacan
Caechaque
Quedaguae hijo de Caechaque
Alonso Guacal Guacali no era sujeto a los caciques
mencionados
Tamparparo no era sujeto a los caciques
mencionados

Cuadro n 9: Caciques encomendados en 1613 con todos sus sujetos a Gaspar de
Lemos, vecino de San Juan, naturales del Ro Bermejo, que pretenda Garca
Hernndez de Villanueva, a su vez encomendero del cacique Juan Cholompa, huarpe,
natural del valle de Yoca. El arreglo se produjo en 1619 entre Andrs de Lemos y
Hernndez de Villanueva por intercambio de encomiendas (ANC RA 3031, f. 89 v.-
98v.)

La tercera matrcula corresponde tambin al documento de 1629 por el
cual Gernimo Bermdez y Fras, en nombre del capitn Alonso Izquierdo,
marido de doa Petronila de Mallea, litigaba ante la Real Audiencia contra Pedro
de la Barreda Estrada por una encomienda de Valle Frtil (ver Cuadro n 8).
Bermdez aduca que los indios en disputa eran sujetos al cacique Silpino que
estaba encomendado en su representado, cuya esposa a su vez haba
anteriormente litigado contra Garca Hernndez (o Fernndez) de Villanueva
demostrando que esos indios no eran los sujetos al cacique Suscoye y su sucesor
Salaguasino. Barreda Estrada, quien desde 1625 era el propietario de las tierras
de Las Tumanas por una merced otorgada por el gobernador de Chile (ANC RA
2965, f. 88 v.-89 v.), afirmaba por su parte en 1629 que Antilus y su familia eran
sujetos al cacique Aymeoca y su sucesor Pedro Napayo, de nacin "tumanas" en
el Valle Frtil, de su encomienda, y que Aymeagua era hijo del cacique Sacagua,
sucesor del cacique Suscaybe, de su encomienda.

72
En este caso se da el nombre de "tumanas" a la nacin, que es el nombre
de la tierra de donde era originario el cacique Silpino (ver Cuadro n 8), en lugar
de yacampis. Uno de los encomenderos litigantes era Garca de Villanueva,
quien tambin apareca en la disputa de 1619 por el cacique Santagua y su gente
(ver Cuadro n 9) y en 1635 por el cacique Alcalen y sus sujetos contra
Cristbal de Argumedo aduciendo que dicho cacique tambin se llamada
Vehumen o Vchumun (ANC RA 3030, f. 169 v.-170). A su vez su hija, Juana de
Villanueva, reclamaba en 1658 (ANC RA 3035, f. 270-270 v.) que Juan Jufr
haba sacado de su encomienda del Ro Bermejo (heredada de su padre) al
cacique Chiquipay y lo haba llevado ilegalmente a Buenos Aires con sus
carretas (ver Cuadro n 49). Es indudable que dicho Garca Hernndez de
Villanueva era un fuerte encomendero de San Juan y trataba por todos los
medios, teniendo o no razn, poseer la mayor cantidad posible de indgenas
encomendados.

Tanto Petronila de Mallea como Garca de Villanueva apareceran pocos
aos despes como encomenderos de algunos de los indios sublevados del Ro
Bermejo que fueron reubicados en las cercanas de la ciudad de San Juan (ver
Cuadro n 1).

Nombre Familia Observaciones
Silpino (o Sylpino)
...seson Salica heredero del cacique Silpino
Mateo Via Camai en poder de P. de la Barreda Estrada
Toms sobrino del anterior; en poder de P. de la
Barreda Estrada
Galanbao en poder de P. de la Barreda Estrada
Machane en poder de P. de la Barreda Estrada
Ylliques en poder de P. de la Barreda Estrada
Aymeagua (o Aymagua, o
Periquillo)
hijo del cacique Sacagua, sucesor de Suscaybe;
en poder de P. de la Barreda Estrada
Ampacallo s en poder de P. de la Barreda Estrada
? hijos de Antilo (o
Antilus), difunto
sujetos al cacique Aymeoca y su sucesor Pedro
Napayo; en poder de P. de la Barreda Estrada
? hijos de Yapalli, difunto en poder de P. de la Barreda Estrada

Cuadro n 10: Indios encomendados a Petronila de Mallea en 1628, naturales de Valle
Frtil, que le reclamaba Pedro de la Barreda Estrada en 1629 (ANC RA 2615, f. 113 y
137-148)

El Cuadro n 11 lista los caciques encomendados en Pedro de Silva.
Desde 1610 la encomienda haba pertenecido a su padre, el capitn Pedro de
Silva, de quien la haba heredado a pesar de la contradiccin presentada por el
capitn Juan de Larrea, residente en la ciudad de San Juan de la Frontera. En la
matrcula aparecen slo los nombres indgenas de los caciques y algunos
73
correspondientes a las tierras de donde eran originarios. No hay otros datos de
filiacin ni de cuntos indgenas constituan el grupo de cada cacique. Al no
haber mencin expresa de lugares conocidos por su nombre actual (aunque hay
algunos ligeramente parecidos a zonas del lmite sur de la jurisdiccin de La
Rioja, como Guandacol y Famatina) no se puede ubicar el origen de los grupos;
si bien es posible que en este caso no se tratara de yacampis porque falta la
referencia a los apellidos. Aunque en la documentacin no es totalmente
evidente, es posible que los indios de esta encomienda estuvieran desde antiguo
en Chile, ya que se resaltaba que quien presentaba la contradiccin era residente
en la ciudad de San Juan.

Nombre Tierras Observaciones
Cosla cacique
Ynibira cacique
Cantanama cacique
Lupigueno cacique
Chambuleta cacique
Gualapa cacique
Roynoyunta Guandacole cacique
Olemo Famatunto cacique
Pasefn Cocabil cacique
Conuncacha Pincheconchaguan cacique
? Vnayoye cacique
Abastata Casuil balcale cacique
El Tacab cacique
Gualaitar cacique

Cuadro n 11: Caciques encomendados con todos sus sujetos a Pedro de Silva, vecino
de San Juan, que pidi en 1628 su hijo homnimo contra el capitn Juan de Larrea
(ANC RA 3027, f. 83-83 v.)


Las tres matrculas siguientes (Cuadros n 12 a 14) corresponden a una
misma encomienda, la de los indgenas de Las Tumanas (Valle Frtil), con los
cambios producidos durante una dcada. Figuran en los papeles del juicio entre
Gregorio Morales de Albornoz y Jusepe Jofr de Arze, ambos vecinos de San
Juan, por la pertenencia de la misma. Segn Morales de Albornoz l recibi la
encomienda vacante por la muerte del anterior titular Rodrigo de Junco, tambin
vecino de San Juan, quien a su vez la haba heredado de su hermano, el capitn
Pedro de Barreda.

La encomienda es la continuacin de la analizada en el Cuadro n 10,
con la cual se relaciona por la ubicacin geogrfica, el encomendero y la
continuacin de algunos de los nombres en lengua aborigen de los
74
encomendados (como Ylliquis y Aymeagua entre otros) si bien haban cambiado
los nombres de los caciques. En este caso corresponda a los cacique Pedro
Camate, Pedro Ninacan y Juan Posiguaia con sus sujetos y totalizaba cuarenta
tributarios (sin contar uno que haba fallecido) y 23 muchachos no tributarios.
La toma de posesin de la misma fue realizada en 1643 ante uno de los
indgenas en lengua castellana (Cuadro n 13). La titularidad de la encomienda
inclua la obligacin para el encomendero por nica vez y durante un ao de
ceder por turnos y a su costa seis indios para colaborar con la edificacin del
templo de Santo Domingo en la ciudad de San Juan.

En ese mismo ao Morales de Albornoz tambin reclamaba que los
indios que le haban sido encomendados pudiesen quedarse en su lugar de origen
y que otras personas no los llevasen a la ciudad de San Juan para servirse de
ellos alejndolos de sus familias tal como estaba sucediendo, sobre todo
teniendo en cuenta que la tasa de Laso de la Vega de 1635 estableca que los
indios encomendados podan alquilarse voluntariamente exclusivamente a no
ms de cuatro leguas de su lugar de residencia.

Jofr de Arze en cambio aseguraba en 1644 que tena la posesin de los
indios sujetos al cacique Juan Paciguayao y su sucesor Pedro Caligua y que
Rodrigo de Junco le haba quitado y retenido algunos de estos indios que eran:

"...geronimo silpian casado con muger ehijos, Joan hijo detomas
vaquero, y su herm
o
loreno, xpoual gualcuia y Antonio gallapai..." (ANC RA
1874, f.10).

Estos figuraban como naturales del pueblo de "los rematos" en Valle
Frtil. Para fundamentar su solicitud presentaba un pedido realizado en 1636
para que se le encomendaran trece indios sujetos al cacique Juan Pasiguayao y
su heredero, naturales del pueblo de "los Tumanas" en el Valle Frtil (Cuadro n
12).

Finalmente la encomienda fue confirmada a Gregorio Morales de
Albornoz (Cuadro n 14) tal como figura en el ttulo y matrcula presentados a su
vez por su hijo Juan Gregorio Morales de Albornoz en 1677 en ocasin de pedir
la titularidad que le corresponda como heredero (ver Cuadro n 21).

Los tres cuadros analizados revelan que para ese tiempo (cuarta dcada
del siglo) las encomiendas ya se otorgaban haciendo mencin de todos los indios
tributarios con sus nombres propios e incluso algunos otros datos de filiacin de
tipo familiar; tambin se citaba -tenindolo muy en cuenta- la cantidad de
75
jvenes y nios varones que seran los futuros tributarios. En estas matrculas
aparece por primera vez la mencin a individuos con adopcin de apellido
espaol que indica oficio especializado como "vaquero" y "carpintero"; se
haban perdido en cambio los "apellidos" o nombres de familia as como las
referencias a nacin o etnia, junto con el uso comn de la lengua indgena ya que
para 1643 la toma de posesin de la encomienda ante uno de los indgenas se
realiz en lengua castellana sin necesidad de intrprete.

Nombre Observaciones
Juan Passiguayao
"su heredero" sucesor del cacique
Miguel Duro
Juan Quilpis Guanpalao
Martn Jumali
Diego Chaquirta
Sebastin Ylienco
Juan Macassao
Francisco amio
Mateo Llangatay
Pedro Yrecamux
Pedro Aymiagua
Miguel Anquia
Miguel Fragua
Andrs Ylliquis
Pedro Machanic
Juan Salayan
TOTAL VARONES: 17

Cuadro n 12: Matrcula de los indios del pueblo de "los Tumanas" (Valle Frtil) que
pidi como encomienda Jusepe Jofr de Arze en 1636 (ANC RA 1874, f. 25)


Nombre Estado civil Hijos Observaciones
Pedro Camate cacique
Pedro Ninacan cacique
Juan Posiguaia (Paciguayao o Paciguay) cacique
Pedro Caligua sucesor del cacique Juan
Posiguaia
Francisco Inquinpca

Pedro Ichanpi
Pedro Tutuda
Alonso Carpintero
Cristbal Pisan
Marcos Caguaylaba
Bartolom
Juan Pigsaia
Lorenzo hijo de Toms Vaquero [?]
76
Miguel Sicua
Gernimo Silpiyan (o Silpian) casado 3
Bartolo hijo de Gernimo Silpian
Diego hijo de Gernimo Silpian
Garca hijo de Gernimo Silpian
Cristbal Bianguayan (o Piamguavan)
Cristbal Gualcuia (o Gudecuta)
Miguel Iauqui
Antn Posimulano
Rodrigo Isibi
Alonso Ayminto
Mateo Tancaia
Alonso Sigaia
Martn
Juan Cantacalo
Lucas Tricaham
Melchor Cabiculipeo
Juan Chumbeta
Domingo Silpiolla
Pablo Carpintero
Juan hijo de Toms Vaquero [?]
Gonzalo
Diego Beumenio
Pedro Canpil
Alonso
Juan Sacagua
Diego
Juan
Francisco Caxa
Gaspar muerto
Antonio Gallapai (o Antn Sallapay o Sallgan)
TOTAL VARONES: 44

Cuadro n 13: Matrcula de los indios de Las Tumanas (Valle Frtil) que quedaron
vacos por la muerte del encomendero, cap. Rodrigo de Junco, vecino de la ciudad de
San Juan, y que se disputaban G. Morales de Albornoz y J. Jufr de Arze (1643-44).
Originalmente eran 3 caciques, 41 tributarios y 23 muchachos (ANC RA 1874, f. 3-15)


Nombre Observaciones
Pedro Caniate (o Cam...) cacique
su sucesor

Pedro Ninacan cacique
"su sucesor"
Juan Pasiguayao (Pasiguya o Pasiguaya) cacique
"su sucesor"
Francisco Yngusupea (o Ynquisupea)
Pedro Ychanpi
Pedro Tutuda
77
Alonso Carpintero
Cristbal Pizan
Marcos Zapilaua (o Zaquilava)
Bartolom
Juan Pigsaya
Antonio Sivilague (o Sivilagua)
Garca Vlima
Alonso Chamaca
Miguel Sicua
Gernimo Silpiyan
Cristbal Pianguayan (o Piamguavan)
Cristbal Gudulguza (o Padulguza)
Miguel Yanqui (o Jauqui)
Antonio Pasimulana
Rodrigo Isib (o Ysib)
Alonso Ayminto
Mateo Tancaya
Alonso Zigaya (o Zipaya)
Martn
Juan Cantacala (o Cantacalo)
Lucas Tucaham (Tucaha o Tucan)
Melchor Cauicusipea (o Caniculipea)
Juan Chumbeta
Pascual
Juan Ubica Amano (o Vbica amano)
Felipe Cucipea (o Culipea)
Domingo Silpiolla
Pablo Carpintero
Juan
Gonzalo
Diego Leu...erco (o Beumerea)
Pedro Campil
Alonso
Juan Sacaagua (o Sacagua)
Diego
Juan
Francisco Cassa (o Cajas)
Paspan (o Gaspar) muerto
TOTAL VARONES: 47

Cuadro n 14: Matrcula de los indios del capitn Gregorio Morales de Albornoz, de
Valle Frtil, que haba posedo anteriormente el capitn Rodrigo de Junco (1643) (ANC
ES 343, f. 23-24 v.; CG 554, 227-229 v.)
Las matrculas representadas por los Cuadros n 15 y 16 corresponden a
los indgenas originarios del pueblo de Pismanta (actual valle de Iglesia). En
1649 qued vacante, por su fallecimiento, la encomienda que en segunda vida
(es decir, como herencia) haba posedo Francisco Pastn -o Pastene-, vecino de
Santiago. La mayora de estos indgenas (incluso el cacique) servan en la
estancia del capitn Juan Pastn, pariente del anterior, y dos de ellos, padre e
78
hijo, lo hacan para el principal De Crdova. Tanto la familia Pastn como la
familia De Crdova descendan de encomenderos cuyanos residentes en
Santiago con permiso del gobernador Ulloa (Cit. de ESPEJO, La Provincia de
Cuyo..., pg. 63 y 85).

Ante su pedido y de acuerdo con la detallada matrcula que present
(Cuadro n 15) se le otorg la encomienda al Lic. Juan del Pozo y Silva en ese
mismo ao; tambin ste era residente en Santiago de Chile y actuaba como
abogado de la familia De Crdova y curador de una de sus integrantes que era
menor de edad (Cit. de ESPEJO, La Provincia de Cuyo..., pg. 133).

Pedro de Iturgoien y Amassa, a su vez, haba hecho oposicin a la
encomienda con presentacin de una matrcula algo diferente y bastante insegura
en cuanto al lugar de residencia y trabajo de los indgenas (Cuadro n 16); por
ella peda que se le encomendasen

"Los quales dhos indios. ylos demas que paresieren ser del pueblo de
Pismanta dela Provinzia decuio..." (ANC RA 1370, f. 13 v.).

El hecho de que los diferentes y sucesivos titulares de esta encomienda
fueran residentes de Santiago de Chile y la mencin en la matrcula de
otorgamiento de la encomienda de que los indgenas servan para las familias
Pastn y De Crdova sugiere que los indgenas originarios de Pismanta (hacia
mediados del siglo y desde mucho tiempo atrs) estaban en Chile y no en su
lugar de origen; este hecho se ve confirmado por las actuaciones posteriores de
un litigio entre Pozo y Silva y Amassa donde se aseguraba que los indios de
Pismanta andaban vagando, especialmente los que deban estar en Santiago (Cit.
de ESPEJO, La Provincia de Cuyo..., pg. 142).

Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones
Gabriel "en la estancia
del capitn
Juan Pastn"
cacique del pueblo de
Pismanta
Cristbal casado 2 "
Juan " hijo de Cristbal; tri-
butario

? 11 aos " hijo de Cristbal
Pedro Quil-
quil
"
Diego Pis-
manta
"
Juan Toro[?] "
Diego casado con Isabel "
79
Alonso ms de 50
aos
casado "
Felipe casado 2 "
Diego " hijo de Felipe; tribu-
tario
? 10 aos " hijo de Felipe
Pedro casado con Ins 2 "
Gabriel 16 aos " hijo de Pedro
Juan 14 aos " hijo de Pedro
Home Cal-
chague [?]
casado 1 "
Toms " hijo de Home cal-
chague [?]
Juan "
Francisco 1 "en el Prin-
cipal de Cr-
dova"

Damin " hijo de Francisco
TOTAL VARONES: 20
TOTAL MUJERES: al menos 6

Cuadro n 15: Matrcula de los indios del pueblo de Pismanta vacantes por muerte del
capitn Francisco Pastn; fueron encomendados al Licenciado Juan del Pozo y Silva
(1649). Ambos encomenderos eran vecinos de la ciudad de Sgo. de Chile (ANC RA
1370, 8-10 ; RA 3034, f. 1v.)



Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones
Cristbal 40 aos casado 1
Martn 9 aos hijo de Cristbal
Gernimo 30 aos casado 3
Lorenzo 3 aos hijo de Gernimo
Bartolo 2 aos hijo de Gernimo
Domingo 1 ao hijo de Gernimo
Lorenzo 40 aos casado
Domingo 20 aos soltero
Juan 18 aos soltero
Francisco 10 aos hijo de Luisa
Alonso 12 aos
Alonso casado no sabe donde
asiste
"ausente"
Toms casado " "ausente"

Hernando " "ausente"
Bartolo " "ausente"
Antn Simn " "ausente"
Luis " "ausente"
TOTAL VARONES: 17
TOTAL MUJERES: al menos 6
80

Cuadro n 16: Matrcula de los indios "que parecen" ser del pueblo de Pismanta que
fueron pedidos para ser encomendados a Pedro de Iturgoien y Amassa (1649)(ANC RA
1370, 13-13 v.)


En 1649 el capitn Juan Ruiz de la Cuesta, vecino de Cuyo, pidi al
gobernador de Chile, como heredero de su padre, la encomienda de los indios
que por muerte de doa Mara Carrillo viuda del capitn Juan de Escobar, haban
quedado vacantes. La encomienda era en las Lagunas del Encn y segn la
matrcula (ver Cuadro n 17) los indgenas no tenan cacique y efectivamente
eran tres tributarios, dos muchachos y un viejo reservado; asimismo se tena
noticia de que haban otros que se hallaban ausentes. La encomienda fue
otorgada tal como se solicitaba.

Nombre Observaciones
Francisco tributario
Gaspar tributario
Gaspar tributario
Jusepe muchacho
Bartolom muchacho
Pedro viejo reservado
TOTAL VARONES: 6

Cuadro n 17: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Juan Ruiz de La
Cuesta en Las Lagunas del Encn, que estaban sin cacique y algunos ausentes; haban
quedado vacantes por muerte de Mara Carrillo (1649) (ANC CG 500, f. 104)


El Cuadro n 18 corresponde a la memoria dada por Gaspar de Lemos
(vecino de San Juan) posiblemente en 1652, sobre los indios que formaban la
encomienda que haba quedado vacante en San Juan por muerte del vecino
Garca de Tobar -quien a su vez la haba posedo en segunda vida- y que
finalmente fue otorgada a Francisco de Pedraza.

El documento original, que es de muy difcil lectura, est contenido al
final del volumen 476 del Fondo Capitana General de Archivo Nacional de
Chile y fue anteriormente incompleta e incorrectamente citado por otros autores
(ESPEJO, La provincia de Cuyo..., pg. 147-148; DAZ COSTA, Topnimos y
gentilicios..., pg. 5) dndolo exclusivamente como una encomienda del pueblo
de Mogna. En realidad se trata de una encomienda bastante particular formada
por la unin de tres grupos de distinto origen geogrfico, aunque cercano, con
sus respectivos cacique e indios: el cacique Juan Sancama, de Mogna; el cacique
81
Francisco Curaquilla, de Angacao (posteriormente conocido como Jchal) y el
cacique del Ro Bermejo, Alonso Silpicona. En los tres casos se puede apreciar
que los sujetos a los caciques eran en realidad familias.

Entre los sujetos al cacique de Mogna figura Juan Aguapilla, al parecer
uno de los hijos del viejo Quilintai. Para 1659 Juan Aguapilla figura en otro
documento (ANC RA 3035. f. 94) como cacique del valle de Xata marca,
Xatamalca o Jatamalca (ver Cuadro n 49) dado por el defensor general de los
naturales del reino de Chile. El documento, un pedido de amparo, sealaba un
origen dudoso de su cacigazgo porque era hijo natural de Mara Duimilo, hija a
su vez del antiguo cacique principal Martn Duymilo. Si bien en el documento no
se aclara dnde quedaba dicho lugar y el nombre no se ha conservado en la
actualidad, por otro documento de 1754 se pudo ubicar la denominacin de
Sierra de Jatamalca o Yatamalca para la identificada como la actual Sierra de
Mogna, ya que era la que formaba el lmite occidental de la estancia que regaba
el llamado "ro de Mogna" (hoy ro Jchal) e inclua la aguada de Famacoa;
dicha estancia fue otorgada en esa fecha al maestre de campo Juan de Echegaray
(superintendente y fundador de la villa de Jchal) teniendo en cuenta que
anteriormente haba pertenecido a su suegro Joseph de Lasiar (ANC CG 151,
f.132-140). De tal modo puede considerarse como muy posible la identidad entre
las zonas de Xatamalca y Mogna y que en la misma dcada figuraban como
caciques del mismo lugar dos personas diferentes (en 1652 Juan Sancama y en
1659 Juan Aguapilla) bajo distintos encomenderos (Francisco de Pedraza y
Catalina de los Ros respectivamente); cuando esta ltima muri dej vacante la
encomienda que fue otorgada en 1675 a Jacobo de Lasiar (ver Cuadro n 19)
figurando nuevamente como del "pueblo de Mogna".

Uno de los indgenas sujetos a Francisco Curaquilla, cacique de
Angacao (posteriormente Jchal) -que posiblemente era hijo de otro indgena
llamado Cuntala- se encontraba en La Rioja, seguramente alquilado o enviado
por su encomendero ya que figura explcitamente en la matrcula. Por otra parte
el indio Aimimana y el mismo Cuntala, slo cuatro aos despus de realizado el
registro, figuraran tambin en La Rioja junto con otros indgenas tambin
originarios de Angacao y sujetos al cacique Quarquilla (o Curaquilla?) o al
cacique Alonso Cantama con conocimiento de su encomendero, el capitn
Gernimo de Uliarte (ver Cuadro n 49) quien mandaba cobrar el tributo, dando
lugar a otra confusa superposicin de encomiendas.

Como la encomienda analizada estaba formada por la agrupacin de
caciques e indios de distinto lugar se infiere que la misma estaba establecida en
un sitio diferente y no en alguno de los originarios. El hecho de que la memoria
82
fuera realizada por Gaspar de Lemos, quien era vecino de San Juan y que
posteriormente (1657) existiera una queja de su encomendero porque sus indios
eran sacados por Jacinto de Urquizo u otros vecinos de San Juan hacia Buenos
Aires, permite pensar que dicho sitio era la ciudad de San Juan o sus
proximidades, si bien Pedraza resida en Santiago (Cit. de ESPEJO, La Provincia
de Cuyo..., pg. 147-148).

Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones
Juan Sancama 1 cacique de "Mocna"
Juan hijo del cacique
Gonzalo casado 1
? "pequeo" hijo de Gonzalo
Quilintai "viejo" 5
Francisco hijo de Quilintai
Juan Aguapilla hijo de Quilintai (?)
Ayunta hijo de Quilintai (?)
Choquen hijo de Quilintai (?)
Tolosio hijo de Quilintai (?)
Alonsillo 1
? hijo de Alonsillo
Torano (?)
Cristbal "con 2 nietos varones"
Luis 1 "el contador"
? hijo de Luis
Francisco
Curaquilla
cacique de Angacao
Aimimana
Cuntala 2
Pacia camil casado 4 hijo de Cuntala
? hijo de Pacia camil
? hijo de Pacia camil
? hijo de Pacia camil
? hijo de Pacia camil
Conca San Vic
(?)
"est en La Rioja" hijo de Cuntala (?)
Alonso Silpicona 1 [cacique de?] "el Ro
Bermejo"
? hijo de Silpicona
Antn hermano de Silpicona
Felipe 1
? hijo de Felipe
Chilinca 1
? hijo de Chilinca
? hijo de Mateo
? hijo de Mateo
Alonsito
Agustn
Jacinto
TOTAL VARONES: 37

83
Cuadro n 18: Memoria de los indios de la encomienda que haba quedado vacante por
muerte de su encomendero Garca de Tobar (1652) originarios de Mogna, Angacao y
Ro Bermejo, dada por Gaspar de Lemos (ANC CG 476, f. 277-278)


El Cuadro n 19 resume la matrcula que acompaa al ttulo de la
encomienda otorgada al capitn Jacobo o Jacomedes de Lasiar en 1675. Dicha
encomienda corresponda a los indios del pueblo de Mogna y haba vacado por
muerte de Catalina Flores de los Ros; en documentos anteriores (ver Cuadro n
49 y comentarios al Cuadro n 18) la misma persona figuraba como
encomendera de Juan Aguapilla, reputado como cacique del valle de Xatamalca.
Tal hecho reafirma la identidad de ambos lugares.

En esta matrcula los indgenas no estn citados con su nombre aborigen
sino slo por el espaol, y figuran los nombres de sus esposas y la cantidad de
hijos de cada matrimonio, tal como se ver registrado durante los aos
siguientes. Dos de los varones tributarios (padre e hijo) y una de las mujeres
casadas se encontraban en la Gobernacin del Tucumn con conocimiento de su
encomendero, posiblemente alquilados; dos indios solteros figuran como
"huidos" de la encomienda. Llamativamente se listan dos caciques llamados
Pascual; no parecen ser la misma persona porque uno era casado y el otro
soltero.

Segn la documentacin la matrcula fue levantada en San Juan por el
capitn Jofr de Arze con la presencia de otros vecinos que conocan a los
indgenas citados.

Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones
Pascual casado con
Beatriz
1 cacique
?
6 aos hijo de Pascual
lvaro viudo 1 "est en la
Gobernacin"

Diego "est en la
Gobernacin"
tributario; hijo de l-
varo
Francisco casado con
Catalina
2
? hija de Francisco
? hija de Francisco
Melchor casado con
Bartola
3 la mujer "est en la
Gobernacin"

? hija de Melchor
? hija de Melchor
? hija de Melchor
84
Clemente casado con
Petrona
3
? "de teta" hijo de Clemente
? 6 aos hijo de Clemente
? hija de Clemente
Toms casado con
Juana

Juan soltero huido
Agustn soltero huido
Pascual soltero cacique
Gernimo soltero "an no tributa"
TOTAL VARONES: 14
TOTAL MUJERES: 11

Cuadro n 19: Ttulo de la encomienda del capitn Jacobo de Lasiar de los indios
originarios del pueblo de Mogna, que vacaron por muerte de Catalina Flores de los
Ros (1675) (ANC ES 343, f. 91-92)


El Cuadro n 20 corresponde a la matrcula que acompaa al ttulo de
una encomienda otorgada en 1677 al alfrez real de la ciudad de San Juan
Nicols Gil de Quiroga que haba quedado vacante por muerte de su anterior
encomendera. Los indios no tenan cacique y eran originarios de una via
cercana a la ciudad, donde probablemente vivan y servan.

Ninguno de los encomendados est citado con nombre aborigen y por
primera vez en los registros del siglo aparece citada una mujer como titular de
una familia (y posiblemente como tributaria); dicha mujer figura tambin como
madre de tres nios naturales habidos de un indio casado perteneciente a otra
encomienda quien s conservaba su nombre indgena.

Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones
Pedro 40 aos natural de una via a una legua de la
ciudad
Marcos casado natural de una via a una legua de la
ciudad
Pedro casado natural de una via a una legua de la
ciudad
Mariana 3
Alonso 12 aos hijo de Mariana, habido de un indio
casado llamado Felipe Tuttula de la
encomienda de Julin de Mallea

Felipe 10 aos hijo de Mariana, habido de un indio
casado llamado Felipe Tuttula de la
encomienda de Julin de Mallea
85
Francisco 7 aos hijo de Mariana, habido de un indio
casado llamado Felipe Tuttula de la
encomienda de Julin de Mallea
TOTAL VARONES: 6
TOTAL MUJERES: al menos 3

Cuadro n 20: Ttulo de la encomienda del alfrez real Nicols Gil de Quiroga de los
indios que vacaron por muerte de Juana de Villanueva (1677) (ANC ES 343, f. 175)


El ttulo de la encomienda otorgada en 1677 a don Juan Gregorio
Morales de Albornoz, vecino de la ciudad de San Juan, contiene la matrcula de
la misma que se resume en el Cuadro n 21. La encomienda era en segunda vida
y le corresponda como herencia de su padre el maestre de campo Gregorio
Morales de Albornoz. Los indgenas eran naturales y originarios de Valle Frtil
y posiblemente descendientes de los listados en los Cuadros n 13 y 14. Como
puede observarse comparando los tres cuadros, el nico nombre indgena que
continuaba despus de ms de treinta aos era el de Juan Sacagua (ignorndose
si corresponda o no a la misma persona), con la diferencia que en la nueva
encomienda ste figuraba como uno de los dos caciques listados. Otro de los
indgenas llevaba un nombre al parecer tambin de origen indgena, aunque es
de muy difcil lectura en los dos documentos en que figura.

Tal como suceda en las dcadas anteriores, en esta encomienda aparece
como apellido espaol adoptado el de "vaquero" con obvia referencia a un oficio
especializado.

Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones
Clemente
Juan Sacagua soltero cacique
Alonso soltero 4 cacique
Francisco tributario; hijo de Alonso
Sebastin casado tributario; hijo de Alonso
Pedro hijo de Alonso
Domingo hijo de Alonso
Martn casado 3
Ventura casado hijo de Martn
Diego hijo de Martn
Garca casado hijo de Martn
Garca casado
Gonzalo casado
Andrs casado 3
Lucas 10 aos

Lorenzo
Lorenzo casado
86
Rodrigo
Juan
Bartolo
Josephe 6 aos
Clemente 7 aos
Cristbal 9 aos
Gonzalo 5 aos
Alonso Perraros[?] (o
Pernacos)
soltero tributario
Juan Vaquero casado
Marcos 8 aos hijo de Juan, difunto
Matheo 7 aos hijo de Juan, difunto
Alonso 6 aos
Diego soltero
TOTAL VARONES: 30
TOTAL MUJERES: al menos 9
Cuadro n 21: Ttulo de la encomienda de los indios originarios de Valle Frtil del
capitn Juan Gregorio Morales de Albornoz hijo, heredados de su padre, vecino de San
Juan de la Frontera (1677) (ANC ES 343, f. 21 v.-22; CG 554, f. 232-232 v.)


En 1678 el capitn don Juan de Oro Bustamante recibi ttulo de la
encomienda que le corresponda en segunda vida por muerte de su padre el
general Juan Bautista de Oro Bustamante. Segn el documento la encomienda
constaba de diecinueve indios aunque en total se registraban veintiuno entre
adultos y nios tal como se resume en el Cuadro n 22.

El anterior encomendero a su vez la haba obtenido en 1655 a la muerte
del capitn Francisco Jofr de Arze; la peticin que haba presentado
oportunamente sealaba que

"...por muerte del capp
an
fran
co
Jofre de Arze an bacado los indios
siguienttes en la dha ciu
d
de San Juan- D
n
Gabriel cazique = Juan Carpio =
Augustin = hernandillo = hernandillo = Antton = Andresillo = Alonso eldiona
= sicaia caizique =" (ANC ES 343, f. 277 v.-278).

Entre una y otra lista de encomendados no existe una correspondencia
de nombres indgenas, aunque s en el nombre espaol del cacique. En la
encomienda antigua se nombran dos caciques en total y ninguna aporta datos
sobre el origen de los indgenas encomendados.

Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones
Gabriel cacique
Fernandillo 50 aos 1
? 5 aos hijo de Fernandillo
87
Gernimo casado
Felipe casado 1
? 4 meses hijo de Felipe
Pedro viudo
Andrs Barranca casado 3
Andrs Ba-
rran
14 aos hijo de Andrs
Gregorio hijo de Andrs
Bartolom hijo de Andrs
Luis casado
Juan ...6 aos 1
Santos 10 aos hijo de Juan
Gaspar tributario
Asencio 7 aos
Toms 8 aos
Juan 40 aos 1
Juan 25 aos hijo de Juan
Alonso Barranca 25 aos 1
Pedro hijo de Alonso
TOTAL VARONES: 21
TOTAL MUJERES: al menos 4
Cuadro n 22: Ttulo de la encomienda en segunda vida del capitn Juan de
Bustamante que le corresponda por muerte de su padre Juan Bautista de Oro y
Bustamante (1678) (ANC ES 343, f. 277-278.)


Los cuadros siguientes (Cuadros n 23 a 43) corresponden a matrculas
incluidas en un mismo documento de 1695 (ANC CG 555, f. 68 ss) que haba
sido publicada resumidamente por Espejo (ESPEJO, la Provincia de Cuyo...,
pg. 403-405). El origen del mismo se remontaba a una Real Cdula dictada por
la Corona en 1678 por la cual se ordenaba a las autoridades de la Gobernacin
de Chile hacer el reconocimiento de las encomiendas que haba en cada
provincia; en cumplimiento de lo expresado el gobernador de Chile, Toms
Marn de Poveda, en 1693,

"Mando quetodos los Vezinos deeste rreino ydemas personas que
poseyeren encomiendas enel manifiesten los titulos conque las gozan, y poseen
dentro deocho dias de Comofuere publicado esteauto y quese despachen
Provisiones atodos los Corregidores delas Ciudades y Partidos deeste rreino
para quelo agan publicar en sus distritos yrrecojan las encomiendas queante
ellos sepresentaren y asimismo aga numerazion ymatricula delos yndios
queseallaren en suJurisdizion contoda claridad desus nombres hedades yfamilia
ydequepueblo y [...ilegible...] originarios yaque encomiendas pertenezen..."
(ANC CG 555, f. 68-68 v.).

88
En 1695 el corregidor de Cuyo Juan de Urdinola orden a su vez desde
Mendoza que los tenientes de corregidor de San Juan y San Luis cumplieran lo
expresado y remitieran los registros de las encomiendas inspeccionadas en el
trmino de los treinta das de su publicacin. El teniente de corregidor de San
Juan, el capitn Manuel de Tobar Urquizo concret lo mandado con fecha 9 de
junio de 1695, pregonando la orden, registrando los ttulos que posean los
encomenderos y realizando las matrculas de los indios con los datos requeridos:

"Enla Ciu
d
de s
n
Ju
n
dela frontera en nuebe dias del mes de junio de Mill
Y seys Sientos Y no benta Y sinco aos Yo el Cap
n
Manu El detobar YVrquiso
Lugar ttheniente de Correjidor Justisia Mayor YCap
n
agerra enesta dha Ciu
d

Ysu Jurisdision por su Mag
d
quedios g
de
= Por Cuanto meremitio elg
l
don Juan
deVrdinola Lugar ttheniente deCapp
n
g
l
Correjidor y Justisia Mayor de esta
probinsia deCuio El aVto del seor don tthomas Marin depobeda Caballero del
horden deSantiago delconsejo desuMag
d
enel supremo degerra gobernador
yCappp
n
g
l
del reyno de chile Y presidente desu real aVdiensia enque Manda
suseoriaParez can con sus titulos YenComiendas de mersedes deyndios
YLomas dedusido endho aVto dentro de ocho diaz deSu publicasion deeste aVto
sufecha enla Ciu
d
delaConsepsion de chile en dose diez delmes dejunio de Mil,
yseys sientos yno benta y trez aoz= Como asi mismo Parese por dho aVto el
obedesimiento dedho orden del s
or
gobernador queyso ymando publicar El g
l
d
n

Juan deVrdinola enla Ciu
d
demendosa entreynta diaz del Mes de mayo de Mil
Yseys sientos Yno benta Ysinco aoz en que Mando saCar Vn tanto de su
original yrremitir asuJusgado Las enComiendaz que se presentaren enEl
termino delos treynta diaz Ylo demaz de dusido en Los aVtos pro beydos enesta
rason Yen obedesimiento demez Juesez superiorez para darle su exeCusion
yCmplimiento= enesta dha Ciu
d
en nueba diaz de este presente mez Yao Yo dho
Justisia Mayor ysepregonar Ypregone todos los hordenez referidos todos
deberbo y berbo enlaplasa publica deesta dha ciu
d
ason deCaja degerra en
ConCurso delos besinos enComenderoz Ymoradorez quepresentez fueron como
alas trez oCuatro dela tarde que que [sic] aCudieron Eldho conCurso alas fusta
dels
r
dela otaba delcorpus Y porque dhos ordenes sepregonaron por bos de
pregonero de Martin negro mi ezclavo enbos alta para quellege anotisia
detodos asi Lopor bey mande Yfirme contestigos por falta de esCribano publico
ni R
l
detodo Locual do Yfe cuanta debo Ypuedo en der
o
- ... Por quanto combiene
adar execusion YCumplimiento alos aVtos Yordenez del seor don tthomas
Marin depobeda Caballero delorden de Santiago delconsejo desuMagestad enEl
supremo de Gerra gobernador YCapitan gen
l
del reyno de chille; Ypresidente de
sureal aVdiensia enque me manda su, SS
a
Por su aVto despachado en La ciu
d
de
S
n
ttg
o
de chile aseys de Mayo de estepresente ao demil y seys sientos Ynobentay
sinco en que meManda aga numerasion YmatriCula delos Yndioz que se allaren
89
enezta Juridision de esta dha ciu
d
contoda diztinsion Claridad desus nombrez
hedades Yfamiliaz y deque pueblo orredusion son orijinarios Yaque
enComiendaz pertenesen es enla forma Y manera siguiente-..." [continan las
matrculas] (ANC CG 555, f. 70).

La primera matrcula registrada fue la de la encomienda de Joseph de
Lasiar, formada por indgenas originarios del pueblo del valle de Mogna (ver
Cuadro n 23). Por lo expresado slo el cacique Nicols Cantintucla resida en
su pueblo original y un muchacho de 15 aos serva a su encomendero en el
lugar de residencia de este ltimo; se ignora dnde estaban los otros
encomendados. Posiblemente esta encomienda fuera la continuacin en segunda
vida de la dada a Jacobo de Lasiar en 1675 (ver Cuadro n 19), tambin del
pueblo del valle de Mogna, conocido tambin como de Xatamalca (ver Cuadro
n 49). El nuevo encomendero, Joseph de Lasiar fue posteriormente (en 1710)
beneficiado con una merced de tierras que pidi haciendo constar que era "sin
perjuicio de los indios", cuyos lmites consistan en

"...por la parte de El sur la junta delos Rios mogna Ybermejo ypor la
parte de El oriente el dho Rio bermejo Ypor la parte de El Norte el camino del
valle fertil Ypor la de El poniente la sierra de Yatamalca..." (ANC CG 151, f.
137).


Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones
Nicols
Cantintucla
25 aos casado asiste en su
dicho pueblo
de Mogna
cacique
Clemente 50 aos viudo 3
Blas 22 aos soltero hijo de Clemente
Antonio 15 aos hijo de Clemente
Micaela hija de Clemente
lvaro 28 aos casado con Francisca 1
Antonio 1 ao hijo de lvaro
Diego 36 aos casado con Dominga 4
Ignacio 9 aos hijo de Diego
Bernarda hija de Diego
Mara hija de Diego

? recin
nacida
hija de Diego
Antonio 15 aos "est con su
encomendero"

TOTAL VARONES: 9
TOTAL MUJERES: 6

90
Cuadro n 23: Matrcula de los indios de la encomienda de Joseph de Lasiar,
"naturales del pueblo del valle de Mogna" (1695) (ANC CG 555, f. 71)


La matrcula de la encomienda perteneciente al capitn Marcos de
Molina Vazconselos se lista en el Cuadro n 24. Corresponde al cacique Lorenzo
Olayan quien era originario y viva en Las Tumanas. El grupo estaba integrado
por una mayora de mujeres.

Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones
Lorenzo
Olayan
39 aos viudo reducido en su
pueblo de Las
Tumanas
cacique
Francisco 25 aos soltero
Juan 26 aos casado con Margarita 1
Francisca "de pecho" hija de Juan
Juan 24 aos soltero
Bartolo 31 aos casado con Micaela
Santiago 23 aos casado con Margarita
Pablo 9 aos
Mateo 11 aos
Agustina viuda
Beatriz
Micaela
Petrona
Juana viuda
TOTAL VARONES: 8
TOTAL MUJERES: 9

Cuadro n 24: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Marcos de Molina
Vazconselos de Las Tumanas (1695) (ANC CG 555, f. 71- 71 v.)


El Cuadro n 25 corresponde a la encomienda del capitn Diego Jufr de
la Guardia de indios del Ro Bermejo bajo el cacicazgo de don Bartolo Namio.
En la matrcula figura tambin el sucesor en el cacicazgo a quien le corresponda
por ser el hijo mayor habido en el primer matrimonio del cacique; ste
conservaba el mismo nombre indgena del padre mientras que el hijo menor no.
Ambos estaban en su pueblo con su padre. De los hombres jvenes, cinco haban
huido de la encomienda, en general hacia la Gobernacin del Tucumn. Un
viudo tributario estaba en Crdoba; en este caso se encontraba all con la
aceptacin del encomendero ya que as lo sealaba.

Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones
Bartolo
Namio
52 aos casado con Mariana 2 (primer
matrimonio)
"su pueblo en el
Ro Bermejo"
cacique
91
Antonio
Namio
23 aos soltero "est en su
pueblo con su
padre"
hijo de Bartolo; suce-
sor en el cacicazgo
por ser el mayor
Agustn 21 aos "est en su
pueblo con su
padre"
hijo de Bartolo
Bernab 25 aos casado con Margarita 1
Bernab 5 aos hijo de Bernab
Pascual 23 aos soltero
Juan 23 aos casado con Mara
Bartolo 23 aos casado con ...tola
Domingo 43 aos casado con Mara 1
Pascual 15 aos hijo de Domingo
Lzaro 30 aos casado con ... 1
Lzaro 15 aos hijo de Lzaro
Pascual 23 aos soltero
Domingo 25 aos soltero
Juan 21 aos soltero
Gernimo
Cayca
23 aos "huido en las provin-
cias del Tucumn"
Agustn 25 aos "huido"
Juan Largo 43 aos viudo "en la provincia del
Tucumn de Crdoba"
Bartolo 23 aos "huido en Co..."
? ? hijo de Gernimo
"huido en el
Tucumn"
? ? hijo de Gernimo
"huido en el
Tucumn"
Juan 10 aos
Francisca
Micaela
Teresa
Ana
Catalina
TOTAL VARONES: 22
TOTAL MUJERES: 11

Cuadro n 25: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Diego Jufr de la
Guardia en el Ro Bermejo (1695) (ANC CG 555, f. 71 v.-72)


La matrcula de la encomienda del capitn Francisco de Robledo est
resumida en el Cuadro n 26. Corresponde a un pequeo grupo familiar formado
por el varn, su esposa y dos hijos pequeos reducidos en la ciudad de San Juan
y de quienes se desconoca su origen.

Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones
92
Diego 30 aos casado con
Agustina
2 "no tiene pueblo"; reducido en
la ciudad de San Juan

Jusepe 4 aos hijo de Diego
Magdalena 1 ao y medio hija de Diego
TOTAL VARONES: 2
TOTAL MUJERES: 2

Cuadro n 26: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Francisco Robledo
reducidos en la ciudad de San Juan (1695) (ANC CG 555, f. 72)


El Cuadro n 27 corresponde a la encomienda del capitn Pedro de Mesa
y Ziga que estaba administrada por el teniente Juan de Ceballos;
llamativamente en la matrcula se afirma que la encomienda no tena pueblo ni
cacique. Estaba conformada por igual cantidad de hombres que de mujeres y uno
de los varones en edad de tributar se encontraba ausente, posiblemente huido. El
documento no aclara dnde resida el encomendero ni dnde estaba asentada la
encomienda y cules eran las razones por las que estaba administrada por otra
persona. Es posible que fuera porque los encomendados no servan en el mismo
lugar de residencia del titular.

En 1699 esta encomienda fue declarada vacante por falta de
confirmacin porque los indgenas no se encontradan en la jurisdiccin de San
Juan (ver Cuadro n 46).

Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones
Jacinto 28 aos casado con Mara
Alonso 38 aos viudo 2 hermano de Jacinto
Juan 5 aos hijo de Alonso
Ignacia hija de Alonso
Bartolo 34 aos casado con Micaela
Bartolo 24 aos "ausente"
Cristbal 44 aos casado con Mara
Angelina soltera
Pascuala soltera
TOTAL VARONES: 6
TOTAL MUJERES: 6

Cuadro n 27: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Pedro de Mesa y
Ziga administrada por el teniente Juan de Ceballos sin cacique ni pueblo (1695)
(ANC CG 555, f. 72)
La encomienda del capitn Juan Gregorio Morales de Albornoz no tena
cacique y ningn indio mantena nombre en su lengua. La mencin a que
"pareca" que eran del pueblo de Valle Frtil contenido en el registro permite
pensar que estaban reducidos en otro lugar, posiblemente la misma ciudad de
San Juan (ver Cuadro n 28). Por el nombre del encomendero deba ser la
93
continuacin de la registrada en el Cuadro n 21 de 1677, que era a su vez la
continuacin de la resumida en el Cuadro n 14 de 1643.

Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones
Mateo 27 aos soltero
Toms 26 aos viudo
Francisco 26 aos soltero
Clemente 22 aos soltero
Felipe 21 aos casado con Juliana
Cristbal 32 aos casado con Mara 4
Lorenzo 4 aos hijo de Cristbal
Dominga hija de Cristbal
Teresa hija de Cristbal
Jacinta hija de Cristbal
Pascual 11 aos "hurfano"
Simn 9 aos
Domingo 12 aos
Juan 7 aos
Agustina
Mara
Micaela
TOTAL VARONES: 11
TOTAL MUJERES: 8

Cuadro n 28: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Juan Gregorio
Morales de Albornoz sin cacique -parecen ser del pueblo de Valle Frtil- (1695) (ANC
CG 555, f. 72-72 v.)


En el Cuadro n 29 se listan los indgenas encomendados en el capitn
Alonso del Pozo y Lemos, originarios del pueblo del Ro Bermejo. El cacique
conservaba su nombre indgena junto con el espaol: Marcos Quilica. Una parte
de los varones tributarios se encontraban huidos en la Gobernacin del
Tucumn.

Para las primeras dcadas del siglo el nombre Quilica corresponda al
sucesor del cacique Simpaymana, de apellido Utunucasta, originario del Ro
Bermejo y encomendado en Petronila de Mallea, que fue ahorcado en San Juan y
sus indios reubicados en las cercanas de las cinagas de la ciudad como
consecuencia de la rebelin de 1630 (ver Cuadro n 1).

Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones
Marcos Quilica cacique, "natural de su pueblo
del Ro Bermejo"
Miguel 52 aos viudo 1 "reservado"
Cristbal 8 aos hijo de Miguel
Valerio 38 aos casado con Isabel 2
94
Juan 20 aos hijo de Valerio
Gabriel 10 aos hijo de Valerio
Marcelo 8 aos
Bernab 23 aos casado con Catalina 2
Mara hija de Bernab
Lorenza 1 aos hija de Bernab
Juan 20 aos soltero
Gabriel 18 aos soltero
Francisco 18 aos soltero
Ambrosio 14 aos
Mateo ?
Joseph 27 aos "huido en las provincias del
Tucumn"
Bartolo 22 aos "huido en las provincias del
Tucumn"
Pedro 21 aos "huido en las provincias del
Tucumn"
Agustn 33 aos "huido en las provincias del
Tucumn"
Domingo 37 aos "huido en las provincias del
Tucumn"
Gonzalo 43 aos "huido en las provincias del
Tucumn"
Domingo 35 aos "huido en las provincias del
Tucumn"
TOTAL VARONES: 20
TOTAL MUJERES: 4

Cuadro n 29: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Alonso del Pozo y
Lemos, del pueblo del Ro Bermejo (1695) (ANC CG 555, f. 72 v.)


La matrcula de la encomienda del capitn Francisco Macaya, quien
resida en Chile, estaba administrada por el capitn Pedro de Oro y Bustamante
(ver Cuadro n 30). En realidad se trataba de una familia compuesta por un
matrimonio mayor con sus cinco hijos (dos varones y tres mujeres), originarios
de Santiago de Chile, que evidentemente se hallaban sirviendo en San Juan.


Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones
Joseph 53 aos casado con Mara 5 reservado
Lorenzo 22 aos soltero hijo de Joseph
Clemente 20 aos soltero hijo de Joseph
Tomasa hija de Joseph

Juana hija de Joseph
Mara hija de Joseph
TOTAL VARONES: 3
TOTAL MUJERES: 4
95

Cuadro n 30: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Fco. Macaya,
vecino de Santiago de Chile, administrada por el capitn Pedro de Oro y Bustamante,
sin cacique y originarios de Santiago de Chile (1695) (ANC CG 555, f. 72 v.-73)


El Cuadro n 31 corresponde a la encomienda de doa Mara de Morales
administrada por su esposo el capitn Francisco Antonio de Marigorta. Estos
indios se registraban como pertenecientes a la ciudad de San Juis de Loyola pero
residan en la ciudad de San Juan donde fueron "visitados" para confeccionar la
matrcula. El hijo del cacique figuraba ausente, sin que se especificara si huido o
bajo conocimiento del administrador y otro tributario con su mujer y sus hijos
servan a sus encomenderos en la estancia de San Francisco de la jurisdiccin de
San Luis.

Con relacin a esta encomienda es interesante notar que el capitn
Marigorta don a principios del siglo XVIII la estancia de Guanacache a la
Compaa de Jess, mientras que la de San Francisco (o San Francisco Javier)
fue tambin posteriormente cedida a la misma comunidad (AC SJ, carp. 6;
ENRICH, Historia de la Compaa de Jess..., t. II, pg.79-80, 146 y 379-380).

Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones
Juan 51 aos 1 ciudad de San Juan cacique
Juan 27 aos hijo del
cacique;
"ausente"
Domingo 20 aos
Francisco 20 aos soltero
Diego 31 aos casado con Mara l
Juliana hija de Diego
Andrs casado con Juana
Pedro 28 aos casado con Ana
Alonso 33 aos casado con Juana (tienen hijos) estancia de San
Francisco de la
ciudad de San Luis
"en servicio de
sus encomen-
deros"
TOTAL VARONES: 8
TOTAL MUJERES: 5

Cuadro n 31: Matrcula de los indios de la encomienda de Mara de Morales,
administrada por su esposo el capitn Francisco Antonio de Marigorta, originarios de
San Luis de Loyola (1695) (ANC CG 555, f. 73)
El Cuadro n 32 resume la matrcula de la encomienda del capitn Pedro
de Balmaceda; estaba formada por la agrupacin de los sujetos a tres caciques de
diferentes orgenes: Gaspar Mullmui, del valle de Mogna; Francisco Managua,
96
de Valle Frtil y Joseph Gualcusa, del pueblo del Ro Bermejo. Slo figuraba
como "huido en Crdoba" un hermano soltero del cacique Gualcusa.

Algo pas con esta encomienda porque cuatro aos ms tarde, y por
falta de confirmacin, fue declarada vacante y entregada a otro encomendero
junto con otras encomiendas agregadas en la misma situacin (ver Cuadro n
44). Segn la nueva documentacin los indgenas no se encontraban dentro de la
jurisdiccin de San Juan.

El nombre indgena Gualcusa ya apareca en 1633 entre los caciques
ahorcado por la sublevacin de Valle Frtil; el cacique Felipe Gualcusa, de
apellido Ysillacac era originario del ro Bermejo y sus indios fueron reubicado
en el Pueblo Viejo (ver Cuadro n 1).

Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones
Gaspar Mullmui soltero cacique del valle de Mogna
Mateo 40 aos casado con Luisa 1 sujeto del cacique Mullmui
Juan 20 aos casado con Pascuala 1 hijo de Mateo
Juan 6 meses hijo de Juan
Francisco Managua cacique del pueblo de Valle Frtil
Sebastin 18 aos casado con Isabel sujeto del cacique Managua
Diego 50 aos viudo 3 sujeto del cacique Managua
Lo... 17 aos hijo de Diego
Santiago 14 aos hijo de Diego
Andrs 8 aos hijo de Diego
Joseph Gualcusa casado con Lorenza 1 cacique del pueblo del Ro
Bermejo
Mara soltera 1 hija de Joseph Gualcusa
Toms 3 aos hijo de Mara
Juan soltero hermano del cacique; "huido en
Crdoba"
Ins hermana del cacique
Magdalena 1 hermana del cacique
Ins hija de Magdalena
Simn 15 aos
Joseph 13 aos
Pascual 10 aos
Ambrosio 9 aos
TOTAL VARONES: 17
TOTAL MUJERES: 8

Cuadro n 32: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Pedro de
Balmaceda (1695) (ANC CG 555, f. 73-73 v.)

Una pequea encomienda correspondiente a indios del pueblo del valle
de Jchal y perteneciente a Juan Gil de Quiroga se lista en el Cuadro n 33. En
este caso y por primera vez aparece encabezando la encomienda una mujer, la
97
"cacica" Constanza. Uno de los dos hombres tributarios que constituyen el
grupo, un viudo de 27 aos, se encontraba huido en la Gobernacin del
Tucumn.

Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones
Constanza viuda valle de Jchal cacica
Agustn 21 aos casado con Petrona 1
Teodora 1 ao hija de Agustn
Francisco 27 aos viudo "huido por la Go-
bernacin del Tucu-
mn"
Nicols 8 aos
TOTAL VARONES: 3
TOTAL MUJERES: 3

Cuadro n 33: Matrcula de los indios de la encomienda de Juan Gil de Quiroga del
valle de Jchal (1695) (ANC CG 555, f. 73 v.)


El mismo caso se presenta en la encomienda perteneciente al sargento
mayor Julin de Mallea (ver Cuadro n 34) que est encabezada por una mujer
como cacica del pueblo de Valle Frtil. Uno de los tributarios varones
conservaba su nombre indgena; dos eran sealados expresamente por su oficio
de carpintero y otros dos haban huido a Crdoba.

Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones
Clara pueblo de Va-
lle Frtil
cacica
Pedro Gua-
nunta
40 aos casado con Agustina 1
Juan 20 aos casado con Francisca hijo de Pedro
Alonso 33 aos casado con Ignacia 2
Francisco 5 aos hijo de Alonso
Andrs 2 aos hijo de Alonso
Antonio 29 aos casado con
Bernabela

Diego 31 aos casado con Mara 2
Miguel 4 aos hijo de Diego
Mara (menor) hija de Diego
Clemente 36 aos casado maestro de carpin-
tera
Bernab 22 aos casado carpintero
Francisco 34 aos casado huido en Crdoba de
la provincia del Tu-
cumn
Pedro 31 aos soltero huido en Crdoba
Pascuala soltera

Luisa soltera
98
Angelina soltera
TOTAL VARONES: 12
TOTAL MUJERES: 10

Cuadro n 34: Matrcula de los indios de la encomienda del sargento mayor Julin de
Mallea, de Valle Frtil (1695) (ANC CG 555, f. 73 v.-74)


La matrcula resumida en el Cuadro n 35 corresponde al capitn
Melchor Moyano Cornejo, vecino de la ciudad de Mendoza, quien haba
registrado sus indios en la ciudad de San Juan. Ninguno de los encomendados
aparece con nombre indgena y se desconoce su origen.

Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones
Pablo casado con Francisca 3 ciudad de San
Juan
cacique
Pedro 10 aos hijo de Pablo
Gabriel 8 aos hijo de Pablo
Beatriz 3 aos hija de Pablo
Sebastin 20 aos casado con Luisa 1
Isabel 3 aos hija de Sebastin
Francisco 26 aos soltero
Diego 42 aos casado con Juana 4
Francisco 7 aos hijo de Diego
Beatriz hija de Diego
Josefa hija de Diego
Mara hija de Diego
Domingo 12 aos
TOTAL VARONES: 8
TOTAL MUJERES: 8

Cuadro n 35: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Melchor Moyano
Cornejo, vecino de Mendoza (1695) (ANC CG 555, f. 74)


El Cuadro n 36 corresponde a la matrcula de la encomienda del
maestre de campo Juan de Oro Bustamante, que es una de las ms numerosas de
la poca. Los encomendados estaban reducidos en la ciudad de San Juan y sus
contornos junto con su cacique. Ninguno figura con su nombre indgena y cuatro
de los tributarios (tres con sus respectivas familias) se encontraban huidos,
principalmente en Crdoba. Una de las mujeres estaba casada con un indio que
se encontraba en el Paraguay; se ignoraba su nombre y, si bien no se aclara si
perteneca a la misma encomienda o no, al no aparecer listado como ausente o
huido es ms probable que no lo fuera.
Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones
99
Gabriel 65 aos viudo reducidos en la ciudad
de San Juan y sus
contornos
cacique
Pedro 43 aos casado con Juana 5
Pedro 9 aos hijo de Pedro
Jacoba hija de Pedro
Juana hija de Pedro
Catalina hija de Pedro
Agustina hija de Pedro
Santos 31 aos casado con Mara 1
Santos 6 aos hijo de Santos
Jacinto 28 aos casado con Isabel
Gregorio 30 aos casado con Catalina
Bartolo 31 aos casado con Mara 2
Miguel 6 aos hijo de Bartolo
Matas 4 aos hijo de Bartolo
Gernimo 36 aos casado con Ana 1
Andrs 6 aos hijo de Gernimo
Asencio 28 aos casado con Clara
Felipe 38 aos casado con ... 1 "huidos en Crdoba"
Francisco 9 aos hijo de Felipe
Antonio 18 aos casado con Mara
Andrs ms de 60
aos
"reservado"
Bartolo 7 aos "hurfano"
Francisco 13 aos "hurfano"
Pedro 9 aos "hurfano"
Francisco 8 aos "hurfano"
Mara Rosa
Olalla
Luca
Juan 27 aos soltero "huido en Crdoba"
Catalina casada con un indio
que anda en
Paraguay
1
Pascuala hija de Catalina
Agustina soltera 1
Mara hija de Agustina
Juan casado con Bartola 3 "huidos"
Toms 13 aos hijo de Juan
Santiago 6 aos hijo de Juan
Felipe 5 aos hijo de Juan
Andrs casado con
Esperanza
"huidos"
TOTAL VARONES: 27
TOTAL MUJERES: 22

Cuadro n 36: Matrcula de los indios de la encomienda del maestre de campo Juan de
Oro Bustamante (1695) (ANC CG 555, f. 74-74 v.)


100
La encomienda correspondiente al capitn Toms Jofr de la Barreda
(ver Cuadro n 37) no tena pueblo ni cacique y estaba reducida en su via;
constaba de slo tres tributarios y sus familias en las que la mayora eran
mujeres.

En 1699 el titular mand tres de sus indios con carretas a la Gobernacin
del Tucumn con expresa declaracin ante escribano (ver Cuadro n 49). Ese
mismo ao, por falta de confirmacin, esa encomienda fue agregada a otras dos
otorgadas a Mara Ramrez de Orellano (ver Cuadro n 48).

Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones
Francisco 49 aos soltero "reducidos en
su via"

Luis 43 aos casado con
Ana
3
Brgida hija de Luis
Lorenza hija de Luis
Mara hija de Luis
Pedro 29 aos casado con
Ana
3
Margarita hija de Pedro
Teresa hija de Pedro
Francisca hija de Pedro
TOTAL VARONES: 3
TOTAL MUJERES: 8

Cuadro n 37: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Toms Jofr de la
Barreda, sin pueblo ni cacique (1695) (ANC CG 555, f. 75)


La encomienda de Clemente Gil de Quiroga (ver Cuadro n 38) tampoco
tena cacique. No se saba el origen de sus encomendados y se encontraban
reducidos en la via de su propiedad. El nico indio tributario haba huido a la
ciudad de Santiago de Chile.

Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones
Juan 52 aos casado con Lorenza 1 "reducidos en
su via"
"reservado"
Micaela hija de Juan
Joseph 34 aos casado con Mara 2 "huido en la ciudad de
Santiago de Chile"
Mara hija de Joseph
Magdalena hija de Joseph
TOTAL VARONES: 2
TOTAL MUJERES: 5

101
Cuadro n 38: Matrcula de los indios de la encomienda de Clemente Gil de Quiroga,
sin pueblo ni cacique (1695) (ANC CG 555, f. 75)
El Cuadro n 39 corresponde a la matrcula de la encomienda
perteneciente al capitn Miguel de Silva Verdugo, vecino de la ciudad de Chile,
quien era oficial del ejrcito. El administrador local de la misma era el capitn
Juan Jofr de la Barreda.

Estaba encabezada por el cacique Jacinto Chancay, originario del pueblo
de Jchal, quien permaneca all junto con sus hijos y dos muchachos. Cinco de
los tributarios se encontraban huidos en diferentes lugares de la Gobernacin del
Tucumn.

Anteriormente (1679) el mismo encomendero tambin haba tenido
encomendados indios que figuraban como de Angacao (actualmente Jchal) y
Tucunuco, quienes haban solicitado amparo, a travs del defensor, para que no
se los sacara de su pueblo (ver Cuadro n 49).

Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones
Jasinto
Chancay
40 aos casado con Mara (tiene hijos) est en su
pueblo con
sus hijos
cacique
Fernando 40 aos casado con Mara 2
? 20 aos hijo de Fernando;
huido en Crdoba
Hernando 24 aos casado con Mara 2 hijo de Fernando
Juan de poca
edad
hijo de Hernando
Pascual de poca
edad
hijo de Hernando
Jacinto 20 aos soltero
Lorenzo 28 aos casado con
Bernabela

Toms 20 aos soltero
Clemente 20 aos casado 2
Miguel de poca
edad
hijo de Clemente
Juan de ms
poca edad
hijo de Clemente
Gregorio soltero ausente y fugitivo en
las gobernaciones del
Tucumn
Toms 20 aos soltero huido en la provincia
del Tucumn
Manuel 20 aos huido en las pro-
vincias del Tucumn
Vicente 12 aos asiste a su cacique
Felipe 12 aos asiste a su cacique
Pedro 12 aos
102
Bartolo 10 aos
? 20 aos hijo de Teresa;
huido
Teresa

Bernabela
Luisa
Ana Asaguate
Juliana
TOTAL VARONES: 20
TOTAL MUJERES: 9

Cuadro n 39: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Miguel de Silva
Verdugo (vecino de la ciudad de Santiago de Chile) administrada por el capitn Juan
Jofr de la Barreda del pueblo de Jchal (1695) (ANC CG 555, f. 75-75 v.)


La encomienda del capitn Pedro de Angulo estaba administrada por un
residente en Chile, el general Lorenzo de Faguaga (ver Cuadro n 40); es posible
que tambin el titular de la encomienda no residiera en Cuyo. Llamativamente la
encomienda figuraba encabezada por un cacique muerto (Pedro Santagua,
originario del pueblo del Ro Bermejo) -lo que era una gran irregularidad- y
estaba principalmente constituida por mujeres de su familia. Un muchacho de
quince aos estaba en Santiago de Chile sirviendo al administrador y el resto de
los hombres (un reservado de 50 aos y sus cuatro hijos) figuraban huidos en la
Gobernacin del Tucumn.

El nombre indgena Santagua, con origen en el Ro Bermejo, ya
apareca en las matrculas de las encomiendas de principios de siglo (ver Cuadro
n 9).

Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones
Pedro Santa-
gua (difunto)
casado con Feliciana 5 cacique
... 5 aos hijo de Pedro
Ana hija de Pedro
Agustina hija de Pedro
Isabel hija de Pedro
Jacinta hija de Pedro
Magdalena soltera
Mara soltera
Mara viuda 1
Simn 15 aos lo tiene el
administrador
(en
Santiago)
hijo de Mara
Sebastin 50 aos casado 4 huido
103
? hijo de Sebastin;
huido en las pro-
vincias del Tucumn
? hijo de Sebastin;
huido en las pro-
vincias del Tucumn

? hijo de Sebastin;
"huido en las pro-
vincias del Tucumn"
? hijo de Sebastin;
"huido en las pro-
vincias del Tucumn"
TOTAL VARONES: 7
TOTAL MUJERES: 8

Cuadro n 40: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Pedro de Angulo,
administrada por el general Lorenzo de Faguaga que reside en la ciudad de Santiago
de Chile, del pueblo de Ro Bermejo (1695) (ANC CG 555, f. 75 v.)


El Cuadro n 41 resume la matrcula de la encomienda del capitn
Joseph Jofr de Arze, encabezada por el cacique natural del pueblo de Las
Tumanas. La encomienda no tena ningn tributario ya que estaba constituida
por el mismo cacique, un hijo menor de ste huido en la Gobernacin del
Tucumn, una mujer y otros dos menores.

Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones
Pedro 35 aos viudo 2 "natural del
pueblo de Las
Tumanas"

Antonio 14 aos hijo de Pedro; "huido
en el Tucumn"
Lucas 9 aos hijo de Pedro
Juan 12 aos hijo de Francisco, ya
difunto
Graciana
TOTAL VARONES: 4
TOTAL MUJERES: 1

Cuadro n 41: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Joseph Jofr de
Arze, del pueblo de Las Tumanas (1695) (ANC CG 555, f. 75 v.-76)


El cuadro siguiente corresponde a la matrcula de la encomienda
perteneciente a doa Magdalena de Erazo, residente en la ciudad de Santiago de
Chile (ver Cuadro n 42). Estaba constituida por la familia del cacique Juan
Ucha, natural del pueblo de Sata, donde resida al menos uno de sus hijos con su
104
propia familia. Otro de sus hijos, de treinta aos, figuraba como "indio impedido
de ambos brazos", lo que significaba que estaba eximido de tributar. El nombre
indgena Ucha apareca tambin en una documentacin de mediados del siglo
cuando el capitn Gaspar de Lemos otorg poder a dos vecinos de La Rioja para
cobrar los indios de su encomienda que estaban en esa jurisdiccin; entre ellos
figuraba "alonso ucha carpintero" que lo tenan los padres de la Compaa de
Jess y "alonso goanpalloa carpintero" (AHA SJ Caja I).

Con respecto al llamado "pueblo de Sata" no existe ninguna referencia
de la misma poca que pueda dar idea de su ubicacin, as como tampoco ha
quedado como topnimo en la actualidad ni en poca histrica ms reciente. En
cambio, exactamente un siglo antes de la realizacin de esta matrcula, en la
merced de tierras otorgada a Juan Eugenio de Mallea en 1593 y en la toma de
posesin correspondiente figuraba un lugar con el nombre de Cata -no ata-, al
cual llegaba un camino (ANC CG 81, f. 278 y 279). Las actuaciones posteriores
(casi dos siglos despus) de un juicio entre los herederos de Mallea y la Iglesia
Matriz de San Juan por la propiedad de las tierras conocidas como "la Chimba y
valle de Angaco" (actualmente departamento de Chimbas la primera y
departamento de Albardn y parte del departamento de Angaco la segunda)
ubicadas al norte del ro San Juan, dentro del cual se encuentra la copia de la
merced original, establecan en 1772 que las tierras en litigio excedan las 200
cuadras dadas a Mallea porque abarcaban 700 cuadras (o aproximadamente dos
leguas) de largo de este a oeste,

"...desde el Camino, que atraviesa dicho Ro, y va al valle fertil, q
e
esta
al oriente asta el Camino, que Cae al Poniente ... rumbo derecho al Norte..."
(ANC CG 81, f. 298-299).

Una superficial lectura del documento llev anteriormente a algunas
personas a identificar el lugar nombrado Cata (transformado arbitrariamente en
Zata) con un hipottico nombre antiguo de Valle Frtil por aparecer ambos
citados en un mismo expediente (aunque en documentos separados por dos
siglos) como terminales de camino (DIAZ COSTA, Topnimos y gentilicios...,
pg. 24). La mensura de las tierras en litigio, al determinar que las primitivas
tierras dadas a Juan Eugenio de Mallea eran las doscientas cuadras (350 ha
aproximadamente) ms cercanas al "cerrillo de Angaco" (actual Sierra de
Villicum), permite suponer que el camino a que haca referencia la merced
original sera el que en el siglo XVIII se recostaba sobre el oeste y formaba el
lmite occidental de las tierras. De tal modo que no existe evidencia documental
ninguna para asegurar que el hipottico "Zata" fuera un antiguo nombre de Valle
Frtil ni tampoco que ste surgiera del ms antiguo "Cata", o que el Sata que
105
aparece en la matrcula de la encomienda de Magdalena de Erazo a fines del
siglo XVII estuviera relacionado con el anterior.

Nombre Edad Estado civil Hijos Ubicacin Observaciones
Juan Ucha 58 aos viudo 3 "reservado"
Juan 30 aos casado con Victoria 2 hijo de Juan Ucha; "im-
pedido de ambos brazos
? de poca
edad
hijo de Juan
? de poca
edad
hija de Juan
Pascual 25 aos casado con Bartola 1 estn en su
pueblo
hijo de Juan Ucha
Mariana hija de Juan Ucha
TOTAL VARONES: 4
TOTAL MUJERES: 4

Cuadro n 42: Matrcula de los indios de la encomienda de Magdalena de Erazo
(residente en Santiago de Chile), del pueblo de Sata (1695) (ANC CG 555, f. 75 v.)


La ltima encomienda registrada por el teniente de corregidor de San
Juan en 1695 fue la del capitn Joseph del Pozo, quien resida en la ciudad de
Santiago de Chile (ver Cuadro n 43). Estaba encabezada por el cacique Gabriel
Icao, natural del pueblo y valle de Calingasta, y formada por tres mujeres, dos
tributarios y algunos menores de edad, dos de los cuales eran hermanos del
cacique.

Anteriormente no haba sido citada ninguna encomienda en el valle de
Calingasta; tampoco haba quedado registrado el nombre indgena del cacique.
Con posterioridad (1725) aparece un nombre similar en la cacica de Pismanta,
doa Teresa Icaa, hija del cacique Francisco Icaa, con motivo de la venta de
sus tierras a Lorenzo Jofr porque se encontraba sola, sin vasallos ni sucesin
masculina (ANC GC 6, f. 297-301 v.).

Esta afirmacin coincide con el hecho de que para 1649 los indios
originarios de Pismanta fueron encomendados en el licenciado Juan del Pozo y
Silva, vecino de Santiago, y estaban reducidos en Chile (ver Cuadro n 15). El
encomendero de la cacica Icaa era el mismo capitn Joseph del Pozo y Silva de
la encomienda de Calingasta.

Si bien no se dice dnde residan, por documentos posteriores se sabe
que en 1699 la encomienda fue declarada vacante por falta de confirmacin por
106
estar los indios distantes de la ciudad y su jurisdiccin y entregada a Juan de
Oro y Santamara agregada a otras en la misma situacin (ver Cuadro n 45).


Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones
Gabriel Icao 30 aos soltero cacique
Domingo 20 aos casado con Pascuala 1
Lorenzo 3 meses hijo de Domingo
Martn 18 aos soltero hermano del cacique
Francisco 14 aos soltero hermano del cacique
Isabel soltera
Margarita soltera
TOTAL VARONES: 5
TOTAL MUJERES: 3

Cuadro n 43: Matrcula de los indios de la encomienda del capitn Joseph del Pozo
(que reside en Santiago de Chile), del pueblo y valle de Calingasta (1695) (ANC CG
555, f. 75 v.)


Las restantes cinco matrculas corresponden al ltimo ao del siglo
XVII. De ellas, las cuatro primeras (ver Cuadro n 44 a 47) tienen su origen en
un pedido realizado por Juan de Oro y Santamara, vecino de la ciudad de San
Juan, quien en 1698 solicit al gobernador la reduccin bajo su titularidad, a un
mismo pueblo y con un cacique nombrado al efecto, de las encomiendas de
Pedro de Balmaceda, Joseph del Pozo, Pedro de Mesa y Francisco de Olivares;
stas, si bien se haban registrado en 1695, no haban podido ser confirmadas por
no hallarse los indios y por no haberse pagado el impuesto correspondiente, y
por lo tanto haban sido declaradas vacantes.

"...por defecto de Confirmacion sin embargo de ser las dhas en
Comiendas de Corto numero y hauerseles hecho alos suso dhos la mered de
dhos Indios sin el grabamen de Confirmacion Yestando dispuesto porsu Mag
d

que dhas enComiendas de Corto numero se redusgan a Vn pueblo
nombrandoseles casiques y dando seles adichos Indios lastierras nessesarias en
derecho dispuestas..." (ANC CG 488, f. 1-7 v.).

Santamara no fue el nico interesado y se registraron varias oposiciones
a este pedido. Para cumplir con el otorgamiento de la encomienda solicitada, en
octubre de 1699 el alcalde ordinario de la ciudad de San Juan, el capitn Alonso
del Pozo y Lemos, orden hacer las matrculas de las encomiendas.

107
"...contoda espresion yClaridad desusnombres edades y familias laqual
sehiso Con asistencia del coadjutor delos dhos indios nombrado para este efecto
por no auerle propiettario..." (ANC CG 488, f. 25 v.-26).

En primer lugar se registraron los indios de la encomienda que haba
pertenecido al capitn Pedro de Balmaceda (ver Cuadro n 44), encabezada por
los caciques Joseph Balcussa, don Diego, don Francisco Managua y don Gaspar
Muimui. Esta encomienda era la misma registrada en 1695 (ver Cuadro n 32)
que estaba formada por la agrupacin de indgenas originarios de Mogna, Valle
Frtil y Ro Bermejo.

Los nombres de los caciques son los mismos (salvo diferencias de
escritura); en el caso de Valle Frtil se haba agregado tambin como cacique un
indio de edad avanzada que en 1695 se haba matriculado como sujeto al cacique
Managua.


Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones
Joseph Balcussa ms de 60
aos
casado con Teresa 2
Pascuala* casada con Juan hija de Joseph
Mara hija de Joseph
Mateo 50 aos casado con Luca 7
Juan 25 aos casado con
Pascuala*
2 hijo de Mateo
Juan 5 aos hijo de Juan
Josefa hija de Juan
Pascual 6 aos hijo de Mateo
Leonor hija de Mateo
Juana hija de Mateo
Petrona hija de Mateo
Teresa hija de Mateo
? hija de Mateo
Diego 60 aos viudo 3 cacique
Alonso 20 aos casado con Lorenza hijo de Diego
Santiago 18 aos casado con Isabel 1 hijo de Diego
Petrona 6 meses hija de Santiago
Andrs 6 aos hijo de Diego
Gaspar Muimui 24 aos casado con Mara 1 cacique
Pedro 5 aos hijo de Gaspar
Francisco Managua 30 aos soltero cacique
Sebastin 24 aos casado con Andr... 1
Bernardo 5 aos hijo de Sebastin
...
Isabel
Mara viuda
Ambrosio 8 aos hurfano
108
Pedro 9 aos hurfano
Pascual 10 aos hurfano
Ana 30 aos soltera 1
Flix 8 aos hijo de Ana
Laura soltera
Andrea viuda 1
Miguel 10 aos hijo de Andrea

Magdalena viuda 1
Ma... hija de Magdalena
Ana viuda
TOTAL VARONES: 19
TOTAL MUJERES: 24

Cuadro n 44: Matrcula de los indios de la encomienda que haba sido del capitn
Pedro de Balmaceda; fue declarada vacante por falta de confirmacin por estar los
indios "distantes de la ciudad y su jurisdiccin" y entregada junto con las siguientes al
capitn Juan de Oro y Santamara quien deba recogerlos(1699) (ANC CG 488. 26-
26v.)


A la encomienda anterior se agregaban los indios que haban quedado
vacantes de la encomienda de Joseph del Pozo (ver Cuadro n 45) que eran en
realidad algunos de los que en 1695 figuraban como sujetos al cacique Gabriel
Icao del pueblo de Calingasta (ver Cuadro n 43). En ese caso los indgenas que
cuatro aos antes figuraban como hermanos del cacique, en esta nueva matrcula
lo hacan como hijos de Mara Mamparo, viuda.

Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones
Domingo 30 aos casado con Pascuala 2
Lorenzo 5 aos hijo de Domingo
... 1 ao hija de Domingo
Martn 20 aos casado con Micaela 1 hijo de Mara Mamparo
Domingo 1 ao y
me-dio
hijo de Martn
Francisco 14 aos hijo de Mara Mamparo;
hermano de Martn
Mara Mamparo viuda 5
Juana viuda hija de Mara Mamparo
Isabel soltera hija de Mara Mamparo
Margarita soltera hija de Mara Mamparo
TOTAL VARONES: 5
TOTAL MUJERES: 7

Cuadro n 45: Matrcula de los indios de la encomienda que haba sido de Joseph del
Pozo; fue declarada vacante por falta de confirmacin por estar los indios "distantes de
la ciudad y su jurisdiccin" y entregada junto con la anterior y las siguientes al capitn
Juan de Oro y Santamara quien deba recogerlos(1699) (ANC CG 488, 26 v.)
109


Tambin se agregaban a los anteriores los indios pertenecientes a la
encomienda de Pedro de Mesa (ver Cuadro n 46) que consista en las familias
de tres tributarios varones. Si bien la lectura del documento en esta parte es
dificultosa, parece ser que a uno de ellos le corresponda la herencia del
cacicazgo. Cuando esta encomienda fue registrada en 1695 su enumeracin ya
era irregular y figuraba "sin pueblo ni cacique" (ver Cuadro n 27).

Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones
Alonso Taia 30 aos casado con Mara 1
Ignacia hija de Alonso
Jacinto 28 aos casado con Mariana
Gonzalo 40 aos casado con Mara 4 hermano de Jacinto (parece ser
sucesor del cacicazgo)
? hijo de Gonzalo
? hijo de Gonzalo
? hija de Gonzalo
? hija de Gonzalo
TOTAL VARONES: 5
TOTAL MUJERES: 6

Cuadro n 46: Matrcula de los indios de la encomienda que haba sido de Pedro de
Mesa; fue declarada vacante por falta de confirmacin por estar los indios "distantes de
la ciudad y su jurisdiccin" y entregada junto con las anteriores y la siguiente al
capitn Juan de Oro y Santamara quien deba recogerlos (1699) (ANC CG 488. 26 v.)


Por ltimo se agregaban a los anteriores los indios que haban
pertenecido a la encomienda de Francisco de Olivares (ver Cuadro n 47). Esta
encomienda estaba prcticamente formada por mujeres y menores no tributarios
(diez mujeres y cinco varones menores de quince aos); tambin fue declarada
vacante por falta de confirmacin por estar los indios "distantes de la ciudad y su
jurisdiccin" y entregada junto con las anteriores al capitn Juan de Oro y
Santamara quien deba recogerlos.


Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones
Toms 15 aos
Andrs 10 aos hermano de Toms
Domingo menos de 10 aos
Juana 60 aos viuda 3
Agustina hija de Juana
Lorenza hija de Juana
Paula 1 hija de Juana
Paula 10 aos hija de Paula
110
Gernima 60 aos 3
Gernima viuda hija de Gernima
Nicolasa hija de Gernima
Dominga casada 3 hija de Gernima
Andrs 6 aos hijo de Dominga

Gaspar 3 aos hijo de Dominga
? 4 aos hija de Dominga
TOTAL VARONES: 5
TOTAL MUJERES: 10

Cuadro n 47: Matrcula de los indios de la encomienda que haba sido del capitn
Francisco de Olivares; fue declarada vacante por falta de confirmacin por estar los
indios distantes de la ciudad y su jurisdiccin y entregada junto con las anteriores al
capitn Juan de Oro y Santamara quien deba recogerlos (1699) (ANC CG 488. f.27)


Como todos estos indgenas registrados precedentemente (ver Cuadro n
44 a 47) no haban podido ser inspeccionados, el alcalde ordinario de la ciudad
de San Juan decidi no hacer la matrcula final hasta que Santamara los
encontrara, reuniera y redujera para, finalmente, hacrsele merced de los cuatro
repartimientos en una sola encomienda por dos vidas.

...ser auidos los dhos Yndios por estar distanttes deesta ciu
d
ysu
jurisdiccion... [y] ...de los quales no ai ninguno al presente por quetodos andan
Vagando en diferentes partes distantes Vnos de otros (...) no se hace el Padron
deellos asta que Sean recogidos por el Cap
n
D
n
Juan deoro Y Santamaria quien
tiene Comiss
on
para ello... (ANC CG 488, f. 27 v.).

La ltima matrcula registrada para el siglo XVII (ver Cuadro n 48)
tambin estaba ligada con la falta de confirmacin de las encomiendas
inspeccionadas en 1695. Corresponde a la unin y reduccin de varios indios
que haban pertenecido a otros encomenderos (el capitn Juan Gregorio Morales
de Albornoz, el capitn Toms Jofr de la Barreda y don Nicols de Quiroga).
Estos indios fueron solicitados por varias personas porque

...andan Vagando Como Vacos y dueos de su Voluntad Sin
sujesion... (ANC CG 526, f. 95).

Al capitn Juan Gregorio Morales de Albornoz haban pertenecido los
sujetos al cacique Pedro Pasiguayan (o Pedro Aymian), que se registraron en
1695 (ver Cuadro n 28), que desde mediados de siglo haban estado
111
encomendados en la misma familia y que eran originarios de Valle Frtil (ver
Cuadros n 14 y 21).

A Toms Jofr de la Barreda haban pertenecido el grupo formado por
dos hombres mayores y un tributario con sus familias y una serie de mujeres
viudas y solteras; este grupo corresponda a la encomienda registrada en 1695
sin cacique ni pueblo y reducida en una via de propiedad del mismo
encomendero (ver Cuadro n 37). En el mismo ao en que se declar vacante, el
encomendero envi a estos indios con carretas a la Gobernacin del Tucumn
con asiento ante escribano (ver Cuadro n 49).

De la encomienda de Nicols de Quiroga, que quizs tuviera su origen
en la registrada en 1677 y que estaba asentada en una via a una legua de la
ciudad de San Juan (ver Cuadro n 20), quedaba un solo indgena llamado
Agustn y su familia.

El nico indio tributario que figuraba ausente en la Gobernacin del
Tucumn, posiblemente con autorizacin, no quedaba nuevamente
encomendado. Los dems fueron reunidos formando una nueva encomienda,
bajo la titularidad de doa Mara Ramrez de Orellano, que sera reducida en la
chacra de su propiedad.

Nombre Edad Estado civil Hijos Observaciones
Pedro Pasiguayan
(o Aymian)
40 aos soltero viudo 1 cacique
Lucas 9 o 10 aos hijo de Pedro
Cristbal 38 0 35 aos casado con Mara 7
Lorenzo 12 aos hijo de Cristbal
Santiago 8 aos hijo de Cristbal
Agustn 6 aos hijo de Cristbal
Cristbal 1 ao hijo de Cristbal
Dominga 11 aos hija de Cristbal
Teresa 7 aos hija de Cristbal
Jacinta 7 aos hija de Cristbal
Felipe 24 o 20 aos casado con Juliana 2
Andrs 6 aos hijo de Felipe
Francisco 6 meses hijo de Felipe
Toms 28 o 25 aos casado con Mara 1 ausente en las Prov. del Tucumn
Toms 4 aos hijo de Toms
Mateo 25 o 22 aos soltero
Clemente 20 aos soltero
Francisco 26 o 20 aos soltero hijo de Mara, viuda
Simn 18 o 16 aos soltero hijo de Mara, viuda
Melchor 10 aos hurfano
Juan Pilatos (o
Pelazos)
15 aos hurfano
112
Juan 8 aos hurfano
Agustn 20 aos casado con Petrona 1 de la encomienda que fue de
Nicols de Quiroga
? tierna edad hijo de Agustn

Francisco 60 aos soltero agregado de la encomienda del
capitn Toms Jofr de la Barreda
Luis 52 aos
casado con Anna
5 agregado de la encomienda del
capitn Toms Jofr de la Barreda
Lorenza hija de Luis
Melchora hija de Luis
Isabel casada hija de Luis; casada en otra parte
Brgida casada hija de Luis; casada en otra parte
Mara casada hija de Luis; casada en otra parte
Pedro 28 aos casado con Anna 5 agregado de la encomienda del
capitn Toms Jofr de la Barreda
Antonio 10 aos hijo de Pedro
Gernimo 1 ao hijo de Pedro
Margarita hija de Pedro
Teresa hija de Pedro
Francisca hija de Pedro
Asencio 11 aos hermano de Pedro
Esperanza hermana de Pedro
Isabel viuda
Lorenza soltera
Mara 10 aos soltera
Micaela 20 aos
Agustina 50 aos viuda
TOTAL VARONES: 27
TOTAL MUJERES: 21

Cuadro n 48 Matrcula de la encomienda del capitn Juan Gregorio Morales de
Albornoz que fue declarada vacante; eran originarios de "trminos" de la ciudad de
San Juan y estaban asitiados en su via y chacra en la ciudad de San Juan. La
encomienda fue otorgada a Mara Ramrez de Orellano, con el agregado de otros
indios que vacaron de las encomiendas de Nicols de Quiroga y del capitn Toms
Jofr de la Barreda y la excepcin del indio ausente(1699) (ANC CG 526, f. 80 v.-106 v.
y 112-113)


Un hecho destacable es que la misma encomendera declaraba que esta
agregacin de encomiendas no se trataba de la conocida como "los siete pueblos
de Pismanta" formada a partir del mandato de las autoridades para que

"...los siete pueblos que su Seoria manda se reduzgan alpueblo de
Pismanta..." (ANC CG 526, f. 94 v.-95).

113
Este interesante dato permite asegurar que adems de las uniones de
encomiendas antes listadas (ver Cuadro n 44 a 48) exista por lo menos una ms
en el valle de Pismanta (actual valle de Iglesia).

Por ltimo se resumen en forma de cuadro una serie de referencias
documentales que corresponden a peticiones o demandas realizadas por
indgenas, sus defensores o los encomenderos sobre diferentes problemas que
involucraban a indios encomendados.

Ao Nombre Origen Observaciones
1635 Alcalen (o Alcasan) cacique; la sentencia establece que dicho cacique
y sus sujetos pertenecen a Cristbal de Argumedo
y no a Garca de Villanueva quien reclamaba
alegando que se llamaba tambin Vehumen o
Vchumun (ANC RA 3030, f.169 v.-170).
1656 Agustn Ayminama,
Agustn Cuntala,
Agustn Melebca y
Hernando Hilinca
con sus mujeres e
hijos
pueblo de Angacao indios sujetos al cacique Quarquilla (o Alonso
Cantama) encomendados en el capitn Gernimo
de Uliarte y Cornejo que estn en La Rioja; el
encomendero da poder para que se cobren sus
tributos a quien los tuviere (AHA SJ Caja I).
1657 hijos de Abate y su
mujer, Domingo, Pe-
rucho, Gaspar; Mag-
dalena, soltera con
cuatro hijos y Lo-
rencillo con su chus-
ma; Alonso Ucha car-
pintero*, y Antn y
su hijo Sebastin
casa-do**, Alonso
Goan-palloa
carpintero
Encomendados en el capitn Gaspar de Lemos,
los tiene Andrs de Ahumada en La Rioja en
poder del Gral. Nicols de Brizuela; * en poder de
los padres de la Compaa de Jess; ** en poder
de Gregorio de Luna
1658 Alonso Chiquipay Ro Bermejo cacique; encomendado en Juana de Villanueva,
reclama que el capitn Juan Jufr de Arze sac sus
indios contra la voluntad de su encomendera y los
llev a Buenos Aires con sus carretas (ANC RA
3035, f. 270-270 v.).
1659 Juan Aguapilla valle de Xata marca (o
Xatamalca o Jatamalca)
cacique; hijo mayor de Mara Duimilo, quien era
hija legtima del cacique principal Martn Duymilo
encomendado en Catalina de los Ros, viuda del
maestre de campo Alonso de Carvajal Campofro,
que sufri la prdida del cacicazgo por ser hijo
natural (ANC RA 3035, f. 94)
1673 Mara, viuda de Fu-
lano Tuluya
quiere volver al pueblo de origen con sus deudos
que estn encomendados en Francisco de
Olivares, vecino de San Juan, y se lo impide el
capitn Juan de Larrea que se sirve de ella y sus
hijos (ANC RA 3037, f. 8).
114
1677 Alonso Cansama
Lorenzo Chacay (o
Chancai)
pueblos de Angacau,
Mogna y Tucunuco
caciques; el capitn Domingo Snchez Chaparro
los ha llevado a la ciudad de San Luis de Loyola,
donde los tiene ocupados en sus faenas y estn
solos (ANC RA 3036, f. 35-35 v.).
1678 mujer e hijas del
cacique Alonso Caa
muchas personas las inquietan y perturban
querindose servir de ellas contra su voluntad
(ANC RA 3037, f. 88).

1678 Juan Jorge Suga...e y
su hijo Juan Jorge
cacique principal al servicio del capitn Juan Jofr
de Estrada; el capitn Juan Bautista de Oro
Bustamante lo apremia al servicio personal y lo
quiere sacar de su lugar natural (ANC RA 3035, f.
115).
1679 Felipe, Agustn Can-
tamaa, Ana y
Bartola
pueblos de Angacao y
Tucunuco
trmites de amparo de indios encomendados en el
alguacil mayor Miguel Gmez de Silva Verdugo
(ANC RA 1955, f. 68-78).
1699 Mateo, Felipe y
Pedro
indios que su encomendero, el capitn Toms
Jofr de la Barreda, enva con carretas a la
Gobernacin del Tucumn (AHA SJ Caja I).
1699 Pedro, Toms, An-
drs, Gregorio, Fran-
cisco, Domingo y
Toms
indios de la encomienda del maestre de campo
Juan de Oro Bustamante que el capitn Toms de
Fragua lleva con carretas a la provincia del
Tucumn (AHA SJ Caja I).

Cuadro n 49: Lista de caciques e indios encomendados con problemas legales


Las caractersticas de las encomiendas indgenas de San Juan durante el
siglo XVII y los cambios producidos

Si bien las encomiendas fueron legalmente consideradas como forma de
trabajo libre y no como esclavitud en la realidad, y por lo menos en San Juan y
en toda la provincia de Cuyo en general, durante el siglo XVII tom ambas
formas. El traslado coercitivo de indgenas a Chile para servir como mano de
obra que comenz en el siglo anterior y prosigui firmemente por lo menos en
las tres primeras dcadas del siglo XVII, puede ser considerado como una forma
de esclavitud totalmente fuera de las normas legales: los indgenas eran llevados
como presidiarios, se los usaba en forma indiscriminada para los ms variados
trabajos, no se les pagaba salario alguno e incluso no eran devueltos a sus
lugares de origen (MICHIELI, El despoblamiento indgena..., pg. 5).

Al mismo tiempo se utilizaron, sobre todo a partir de mediados del siglo
e incrementndose hacia el final, las formas de contratacin legal de trabajadores
indgenas, ya fueran encomendados o no, con pago de salario. Estos casos
generalmente coinciden con algn tipo de ejecucin de un trabajo especializado
o un oficio.

115
La prestacin en servicio personal, usual e incluso casi nica a
principios de siglo, disminuy en cierta medida a lo largo del tiempo, pasando el
cobro del tributo a ser ms comn e incluso preferido. De todos modos la
prestacin en servicio personal no fue nunca totalmente abandonada y es
comprobable en las matrculas, especialmente las de finales de siglo, que algunas
encomiendas tenan muy pocos tributarios o no los posean en absoluto y estaban
conformadas mayoritariamente por indios adultos o caciques (que no
tributaban), mujeres y nios (ver Cuadros n 26, 30 y 39) que indudablemente
trabajaran para sus encomenderos de alguna manera, de tal modo que justificara
la titularidad de las mismas.

La posesin de una encomienda constitua, por la percepcin de los
tributos correspondientes o por el aprovechamiento del trabajo indgena como
servicio personal, un bien sumamente requerido por los espaoles. Es por eso
que no son pocos los pedidos de encomienda que se tratan de justificar por la
pobreza del peticionante o de su familia, que se aumenta cuando se trata de
mujeres viudas con hijos menores que sostener.

Los encomenderos fueron generalmente vecinos de la ciudad de San
Juan o de Santiago de Chile, y en menor medida de las otras ciudades de Cuyo
(Mendoza y San Luis). Los nombres de los encomenderos que figuran en los
documentos registrados a lo largo del siglo XVII coinciden con los de los
vecinos ms representativos de la ciudad que tambin ejercan cargos
gubernamentales o judiciales; en la mayora de los casos posean el grado militar
de capitn. Era legal y comn que tambin las mujeres fueran titulares de
encomiendas, obtenidas en segunda vida por herencia de padres o maridos o por
otorgamiento directo. Los encomenderos eran casi siempre los representantes de
las mismas familias; los nombres y apellidos se repiten a lo largo del siglo. Si
bien los repartimientos slo podan ser heredados una vez (cuando se trataba de
encomiendas de dos vidas), es posible advertir en la documentacin cmo los
integrantes de una misma familia postulaban y generalmente obtenan la o las
encomiendas que tradicionalmente haban posedo sus antepasados (ver Cuadro
n 50).

N Ao Encomendero Origen Encomendero anterior
8 1605 Juan Gil de Heredia Valle Frtil Pedro de Barreda Estrada
Juan de Mallea
9 1613 Gaspar de Lemos Ro Bermejo Bartasar de Lemos
10 1628 Petronila de Mallea Valle Frtil [reclamada por Pedro de Barreda]
11 " Pedro de Silva Pedro de Silva (padre)
1 1633 Martn de la Ra Valle Frtil
" " Martn de la Ra Ro Bermejo
" " Fracisco Martn Ro Bermejo
116
" " Cristbal de Mallea Mogna
" " Petronila de Mallea Ro Bermejo
" " Andrs Gimnez de Lorca Ro Bermejo
" " Garca de Villanueva Ro Bermejo
" " Diego de Salinas Angacao
49 1635 Cristbal de Argumedo [reclamada por Garca de Villanueva]

12 1636 Jusepe Jofr de Arze Las Tumanas Rodrigo de Junco (antes Pedro de
Barreda)
13 1643 En disputa: Jusepe Jofr de Arze y
Gregorio Morales de Albornoz
Las Tumanas Rodrigo de Junco
14 " Gregorio Morales de Albornoz Valle Frtil Rodrigo de Junco
15 1649 Juan del Pozo y Silva Pismanta Francisco Pastn
16 " Demanda la anterior: Pedro de
Iturgoien y Amassa
Pismanta Francisco Pastn
17 " Juan Ruiz de la Cuesta Encn Mara Carrillo
18 1652 Francisco de Pedraza Mogna,
Angacao y Ro
Bermejo
Garca de Tobar
49 1656 Gernimo de Uliarte y Cornejo Angacao
49 1658 Juana de Villanueva Ro Bermejo
49 1659 Catalina de los Ros Xatamalca
[Mogna]

49 1673 Francisco de Olivares
19 1675 Jacobo de Lasiar Mogna Catalina de los Ros
20 1677 Nicols Gil de Quiroga ciudad de San
Juan
Juana de Villanueva
21 " Juan Gregorio Morales de Albor-
noz
Valle Frtil Gregorio Morales de Albornoz
22 1678 Juan de Oro Bustamante Juan Bautista de Oro (antes de Francisco
Jofr de Arze)
49 " Juan Jofr de Estrada (incomodada por Juan Bautista de Oro
Bustamante)
49 1679 Miguel Gmez de Silva Verdugo Angacao y
Tucunuco

23 1695 Joseph de Lasiar Mogna
24 " Marcos de Molina Vasconselos Las Tumanas
25 " Diego Jufr de la Guardia Ro Bermejo
26 " Francisco Robledo ciudad de San
Juan

27 " Pedro de Mesa y Ziga
28 " Juan Gregorio Morales y
Albornoz
Valle Frtil
29 " Alonso del Pozo y Lemos Ro Bermejo
30 " Francisco Macaya Santiago de
Chi-le

31 " Mara Morales San Luis
32 " Pedro de Balmaceda Mogna, Valle
Frtil y Ro
Bermejo

33 " Juan Gil de Quiroga Jchal
34 " Julin de Mallea Valle Frtil
117
35 " Melchor Moyano Cornejo ciudad de San
Juan

36 " Juan de Oro Bustamante cuidad de San
Juan

37
y
49
" Toms Jofr de la Barreda via
38 " Clemente Gil de Quiroga via
39 " Miguel de Silva Verdugo
[administrada por Juan Jofr de la
Barreda]
Jchal

40 " Pedro de Angulo Ro Bermejo
41 " Joseph Jofr de Arze Las Tumanas
42 " Magdalena de Erazo Sata
43 " Joseph del Pozo Calingasta
49 1699 Juan de Oro Bustamante
44 " Pedro de Balmaceda
45 " unificadas en Joseph del Pozo
46 " Juan de Oro Santamara Pedro de Mesa
47 " Francisco de Olivares
48 " Mara Ramrez de Orellano Juan Gregorio Morales de Albornoz
Toms Jofr de la Barreda
Nicols de Quiroga

Cuadro n 50: Nombre de los encomenderos registrados en San Juan para el siglo XVII
y origen de los indgenas encomendados (los nmeros de la primera columna remiten a
los cuadros correspondientes)


Esto ltimo se relaciona con lo anteriormente sealado del por lo menos
llamativo mantenimiento de encomiendas pequeas (a veces en lugares distantes
de la ciudad) sin un nmero importante de tributarios que se observa en los
matrculas de fines de siglo. La explicacin puede encontrarse en los casos
documentados que permiten vislumbrar o incluso que muestran fehacientemente
(ver Cuadros n 10 y 23) que el encomendero fue anterior o posteriormente
beneficiado con una merced de tierra en el territorio de donde eran originarios
los indios de su encomienda, lo que indicara que la posesin de una
encomienda, por pequea y poco redituable que fuera, posibilitaba el usufructo
de las tierras de los indgenas y facilitaba su posterior legalizacin.

A pesar de toda la legislacin y algunas acciones concretas llevadas a
cabo por el gobierno de Chile desde el siglo XVI (MICHIELI, El
despoblamiento indgena..., pg. 4-13), no pudo asegurarse la residencia
permanente de los encomenderos cuyanos en el lugar de origen de los indios de
su repartimiento ni tampoco que cesara totalmente el traslado de indios a Chile,
118
como es evidente en algunas matrculas a todo lo largo del siglo XVII. Algunas
encomiendas figuraban en el censo de 1695 como administradas por otra persona
a nombre del encomendero (ver Cuadros n 27, 30, 31 y 40), sobre todo aqullas
vinculadas con encomenderos chilenos o con indgenas encomendados en San
Juan pero originarios de otros lugares. Obviamente la administracin de la
encomienda por personas distintas de su encomendero obedeca a que la
residencia del titular no coincida con la residencia real de los encomendados.

A comienzos de siglo se continuaron otorgando las encomiendas del
mismo modo que en el anterior: a travs del repartimiento de un cacique con
todo el grupo de sujetos. Como las encomiendas eran entonces exclusivamente
de servicio personal no importaba registrar en los documentos cuntas personas
constituan el grupo ni otros datos de filiacin. Los otorgamientos mencionaban
en cambio generalmente los nombres indgenas de los caciques y de su tierra de
origen, y a veces tambin su nacin, parcialidad o familia. Era usual tambin que
se encomendaran al mismo tiempo varios caciques, con sus respectivos grupos,
en una misma persona, por lo que es posible inferir que las encomiendas de esa
poca eran numerosas.

En cambio al avanzar el siglo, las encomiendas fueron paulatinamente
menores en cantidad de encomendados, como es posible observar en las mismas
matrculas, y en lneas generales se encomendaba un nico grupo a travs de su
cacique; las excepciones que se dieron a partir de mediados de siglo, y
especialmente al final del mismo, estn en esos casos relacionadas con la unin
de varios grupos en una sola encomienda por la escasez de indgenas. Tambin
progresivamente en los otorgamientos de encomiendas comenzaron a figurar
claramente los datos de filiacin de los indgenas tributarios, es decir aqullos
que deban pagar un tributo anual en dinero a los encomenderos, coincidiendo
con la mayor importancia dada al tributo en contraposicin con el servicio
personal. Concomitantemente en los registros de encomendados comenz a
desaparecer el nombre indgena de sujetos y caciques y otras referencias que
permitiera ubicarlos tnicamente.

Este hecho no es casual sino que se relaciona con el cambio de ubicacin
geogrfica de grupos enteros, de parte de grupos o incluso de individuos aislados
y tambin con la existencia de matrimonios y uniones libres entre individuos de
diferente encomienda o de distinto origen geogrfico (ver Cuadros n 20 y 34)
que originaron un gran entrecruzamiento y prdida de las identidades tnicas.
Evidentemente estas pocas evidencias directas son la certificacin de una
situacin real que se vislumbraba a travs de otros anlisis; los conciertos de
trabajo listados en el captulo anterior indican claramente el origen variado de
119
los indgenas que se contrataban para trabajar en la ciudad de San Juan y el
estudio de los libros de bautismos de la segunda mitad del siglo XVII y primera
mitad del siglo XVIII (SNCHEZ CANO, Conformacin de la sociedad
sanjuanina..., pg. 60-64) ya mostraba que existi un importante nmero de
matrimonios formados por indgenas de distinto origen geogrfico.

Por otra parte la disminucin de indgenas con posibilidades de ser
encomendados puede observarse a travs de otro importante detalle presente en
las matrculas. Como los repartimientos se realizaban siempre a travs del
otorgamiento en encomienda de un cacique con su grupo, era necesario la
existencia real del mismo. Pero a medida que avanzaba el siglo algunas
encomiendas (generalmente constitudas por una sola familia) se registraron sin
cacique ni pueblo; en otros casos y a fin de salvaguardar figuradamente la
legalidad aparecieron encabezando las encomiendas, como caciques, indgenas
que aos antes haban sido matriculados como simples indios sujetos (ver
Cuadros n 19 y 44), caciques difuntos (ver Cuadro n 40) y mujeres en calidad
de "cacicas" (ver Cuadros n 33 y 34); hasta entonces en la zona cuyana el
cacicazgo no era heredado por las mujeres (MICHIELI, Los huarpes
protohistricos, pg. 162-164; comentarios al Cuadro n 18).

La aparicin a fines de siglo de la mujer como cacique se liga tambin
con la matriculacin de las mismas en forma detallada y como cabeza de familia
en el caso de viudas y madres solteras; es posible que esto estuviera ligado
tambin con la percepcin de algn tributo por parte del encomendero, ya que
segn Konetzke tambin las viudas eran consideradas tributarias (KONETZKE,
Amrica Latina..., pg. 175); de todos modos la legislacin de la gobernacin de
Chile no contemplaba especficamente la tributacin femenina.

Al avanzar el siglo la presencia de la mujer tom importancia y se asent
en todos los casos con la cantidad de hijos vivos, que era baja. Por el anlisis de
las encomiendas de San Juan registradas por el censo de 1695, que representa
una muestra completa, puede observarse que un alto porcentaje de las parejas
(un 73,58 %) tenan slo uno o dos hijos y eran excepcionales las que tenan tres
o ms de tres hijos. Si se toman en cuenta todas las matrculas correspondientes
a la segunda mitad del siglo (1652-1699) se observa que tambin a cifra de hijos
por pareja era baja (2,10 de media y 2 de mediana).

De todos modos la cantidad de tributarios registrados en las
encomiendas es evidentemente escasa hacia finales de siglo; en varias existan
slo uno a tres indgenas tributarios y hay incluso una que no tena ningn
tributario. En muchos casos (que constituyen el 38 % de las encomiendas
120
registradas para fin de siglo) gran parte de stos haban huido, especialmente a
alguna zona de la Gobernacin del Tucumn, y obviamente no pagaban el
tributo correspondiente.

Un hecho comn a lo largo del siglo fue el reclamo de repartimientos
entre distintos encomenderos; la mayora de las matrculas registradas (salvo las
correspondientes al censo de fin de siglo) tienen su origen en juicios u
oposiciones realizadas por distintos postulantes. La evidencia de notables
superposiciones de encomiendas, como las ejemplificadas en los Cuadros n 12 a
14, 15, 16 y 18, seala la disputa por el aprovechamiento de un recurso
econmico importante como era el trabajo indgena.

La poca disponibilidad de indgena para ser encomendados, su huida y
desvinculacin de la encomienda, la posibilidad del alquiler voluntario, el menor
tributo cobrado por los encomenderos de Cuyo a diferencia del resto de la
gobernacin (ver Cuadro n 7), fue incidiendo en la disminucin paulatina de las
grandes encomiendas. A esto se agreg a fines del siglo la orden de que el cobro
del tributo no lo hiciera directamente el encomendero sino el corregidor, lo que
llev a la realizacin de matrculas ms detalladas y censos de encomiendas
como el que se orden en 1678 y se concret en Cuyo en 1695. Como resultado
se confirmaron algunas encomiendas y se replantearon otras; el ltimo ao del
siglo fue testigo de la unificacin forzada de diferentes grupos, restos de grupos
e incluso individuos aislados en encomiendas que nada tenan que ver con las
originales.

Las encomiendas se transformaron as en una manera de mantener una
fuente de mano de obra y en la posibilidad del usufructo por parte del
encomendero de la tierra que haba pertenecido al grupo encomendado. La
integracin de los repartimientos por un cacique y algunos ancianos, junto con
mujeres y nios, y sin la presencia importante de varones tributarios permite
pensar que la mano de obra principal era utilizada fuera de la encomienda
inmediatamente despus que los varones llegaban a esa edad.

Durante el siglo XVII las encomiendas permitieron llenar el vaco de
mano de obra aborigen existente en el centro y sur del territorio de la actual
provincia de San Juan. El origen de los indgenas encomendados en ese tiempo
se grafica muy bien con dos mapas comparativos de mediados (desde 1643 a
1659) y fines del siglo XVII (desde 1675 a 1699). Se han agrupado as segn la
disponibilidad de datos. No se tienen en cuenta aquellas encomiendas cuyo
origen es desconocido ni la cantidad de grupos originarios de cada lugar.

121
En los mapas puede observarse que la zona de Jchal, Valle Frtil y Ro
Bermejo fueron durante el siglo XVII las que aportaron permanentemente
indgenas para las encomiendas. En cambio el oeste y sudoeste del territorio
provincial prcticamente careca ya de indgenas encomendados y las
excepciones, como Pismanta a mediados del siglo y Calingasta a fines del siglo,
estaban ligadas a grupos casi enteramente asentados en Chile.


122
Origen de las encomiendas registradas para mediados del siglo XVII (1643-1659)
independientemente del lugar de asistencia. Referencias: 1- Las Tumanas; 2- Valle
Frtil; 3- Pismanta; 4-Encn; 5- Angacao; 6- Mogna (o Xatamalca); 7- Ro Bermejo
123

Origen de las encomiendas registradas para finales del siglo XVII (1675-1699)
independientemente del lugar de asistencia. Referencias: 1- Mogna; 2- ciudad de San
Juan y alrededores; 3- Jchal; 4- Tucunuco; 5- Valle Frtil; 6- Las Tumanas; 7- Ro
Bermejo; 8- Calingasta; 9- Santiago de Chile; 10- San Luis
124




125



TRASLADO, DESNATURALIZACIN, DESAPARICIN Y
MOVILIDAD DE GRUPOS E INDIVIDUOS


Bajo las leyes indianas y como resultado de la consideracin de los
indgenas como trabajadores libres, la movilidad espacial voluntaria de los
mismos no estaba restringida. S lo estaba en cambio el traslado coercitivo, salvo
en caso de castigo. Ambas acciones, con sus variantes, fueron a la vez realidad
en el siglo XVII en toda Amrica, dentro de la cual San Juan no result la
excepcin. Esto origin una situacin de movilidad social y espacial y cambio
tnico de contornos tan complejos que slo puede vislumbrarse mediante el
anlisis parcial de cada grupo de casos a fin de llegar a tener una idea de la
realidad de relaciones e interrelaciones que caracterizaron ese siglo.

En los captulos anteriores el tema de los traslados se ha tocado en forma
indirecta al hablar de las sublevaciones, trabajo y encomiendas. En ste se tratar
en forma especial haciendo referencia a los documentos transcriptos
anteriormente que se repetirn en caso de ser de importancia.


El traslado y la desnaturalizacin coercitiva de grupos indgenas

Ya se ha tratado la particular situacin de los indgenas huarpes de
Cuyo, incluidos los de San Juan (ver captulo sobre "Las formas de trabajo
indgena..."). Conocidas fuentes ditas de la literatura histrica cuyana, como
cartas de los prelados de la Iglesia y de las autoridades capitulares de las
ciudades de Mendoza y San Juan a la ms alta autoridad monrquica han
patentizado la difcil situacin que vivieron los indgenas de Cuyo,
especialmente los conocidos tnicamente como huarpes por su traslado
coercitivo a Chile, desde el mismo momento de la fundacin de sus ciudades, a
fin de servir de mano de obra no calificada en la instalacin y sostenimiento de
las ciudades espaolas trasandinas (MICHIELI, El despoblamiento indgena...,
pg. 4-7).

Este traslado coercitivo motiv que para fines del siglo XVI, es decir a
pocas dcadas despus de la conquista de Cuyo, existieran en Santiago de Chile
grandes agrupaciones de indios huarpes identificados como tales, a veces
censados e incluso ocupando sectores de barrios indgenas, tal como lo certifica
126
Jara (JARA, Trabajo y salario indgena... pg. 58-61 y 64). La lengua que
hablaban estas importantes agrupaciones en Chile era la huarpe, con sus
dialectos allentiac y millcayac por medio de los cuales y a travs de las obras
realizadas por el jesuita Luis de Valdivia, se las catequizaba (MICHIELI,
Millcayac y allentiac..., pg. 10-15).

Como consecuencia de estos traslados, a principios del siglo XVII las
zonas centrales de Cuyo, es decir los valles donde se asentaban las ciudades de
San Juan y Mendoza y el intermedio a ambas, o valle de Guanacache, vieron
disminuir drsticamente la poblacin nativa y, por lo tanto, la mano de obra
(MICHIELI, El despoblamiento indgena..., pg. 4-7), mientras que se produca
un aumento de poblacin en las zonas marginales, como los sectores menos
accesibles del complejo palustre de Guanacache (ubicado al este del valle
homnimo) que permita un tipo de vida menos ligado a un establecimiento en
especial; esta circunstancia posibilit la mezcla con otros grupos llegados de las
zonas circunvecinas empujados por el mismo tipo de problema y conform una
particular poblacin que posteriormente se conoci como "indios laguneros".

Ya que la mano de obra indgena era necesaria para todas las labores -
desde las domsticas y rurales, de transporte, de albailera y carpintera, hasta
las industriales como tejeduras y elaboracin de vinos- se deba disponer de ella
tanto en las zonas centrales (donde estaban edificadas las ciudades y se ubicaban
las tierras de labranza y las industrias) como en las zonas rurales especialmente
destinadas a la cra de ganado y laboreo de minas. En forma inmediata y para
salvar esta falta, se trat de llevar otros indios de trabajo a los valles centrales de
San Juan y Mendoza.

La primera solucin provino de la aceptacin legal de que podan ser
trasladados en forma coercitiva aquellos grupos indgenas sublevados en
concepto de castigo por desnaturalizacin. Este castigo significaba un
extraamiento de su lugar de origen y un traslado a zonas de donde no eran
naturales. A principios del siglo XVII la circunstancia de haberse producido
algunos levantamientos y sublevaciones al noreste de la jurisdiccin de la ciudad
de San Juan (ver captulo sobre "Las rebeliones indgenas...") posibilit el
traslado legal a zonas circundantes a la ciudad de San Juan de grupos completos
de extraccin tnica capayana y yacampis con sus familias para ser
aprovechados por sus encomenderos. Algunos de estos grupos no estaban
totalmente cristianizados y conservaban sus nombres familiares y apellidos
tnicos as como su lengua particular porque debieron usarse lenguaraces para
parlamentar con ellos (Cit. de CABRERA, Los aborgenes del pas de Cuyo...,
pg, 35-36).
127
La otra fue trasladar sobre todo a la ciudad de San Juan, a indgenas
encomendados de zonas marginales de San Juan en forma permanente o
transitoria, sobre todo para cumplir trabajos especializados. Frecuentemente los
indgenas con oficio de carpintero y albail oriundos de Valle Frtil eran los ms
requeridos para estas labores, como cuando se trasladaban en turnos para la
construccin de la Iglesia de Santo Domingo en 1643 y 1644.

"...tengais obligasion por bia de pension adar seis de los dhos indios
mudandolos por sus mitas Ia Buestra costa Para la fabrica I ... edificacion dela
Iglesia Iconbento de santo domingo orden depredicadores de la siudad de San
Ju
o
dela frontera... (ANC RA 1874, f. 6 v.).

No siempre el trasladado lo realizaba el mismo encomendero, sino que
los casos documentados mayormente evidencian la injerencia de otras personas
en el traslado y usufructo indebido, lo que ocasionaba quejas de los afectados,
como la realizada en 1643 por Gregorio Morales de Albornoz sobre su
encomienda de Las Tumanas en Valle Frtil.

"...algunas personas ansacado muchos desos yndios de su natural Ise
estan sirbiendo de llos Iotros los antraydo aesta ciudad en ... juicio mio. Ideesos
yndios por desnaturalicarlos ... Y suplico sesirba demandar ... para que los dgos
mis Indios (...) de quedar asu natural con sus mugeres y demas familia" (ANC
RA 1874, f. 3-3 v.).

De este modo, en las tres primeras dcadas del siglo XVII el panorama
tnico de los alrededores de la ciudad de San Juan haba variado notablemente,
sin la presencia masiva de los individuos y la lengua huarpe y con la instalacin
de grupos y familias de otra extraccin tnica, otras costumbres y diferente
lengua, colocados all con el fundamento legal de la necesidad de castigo a los
sublevados y el real de la necesidad de la restauracin de la mano de obra
indgena donde era ya casi inexistente.

Aunque estos hechos de principios de siglo fueron los ms marcados y
los que dejaron ms consecuencias de sustitucin tnica, los traslados coercitivos
continuaron bajo las ms dispares excusas. Los ms singulares fueron las
encomiendas otorgadas directamente a vecinos de Santiago u otras ciudades de
Chile las cuales durante aos residieron permanentemente all (ver Cuadros n
15, 16, 18, 43).

Todava a fin de siglo se encomendaban indgenas cuyanos en Santiago
de Chile. Esto fue denunciado por el cura de San Luis por carta al obispo de
128
Santiago de 1679 y 1686 y certificado en una Real Cdula de 1690 (JARA y
PINTO, Fuentes..., pg.36l-362); segn las afirmaciones de un Auto de la Real
Audiencia de Santiago de 1687 y del corregidor de Cuyo incluidas en un
informe de 1699 este hecho disminua notoriamente la mano de obra indgena,
especialmente la necesaria para el trabajo de las minas, sobre todo la ms
importante de ese momento que era la de San Lorenzo en los Paramillos de
Uspallata (Mendoza).

"Autos sobre fomento del Mineral de San Lorenzo en la prov
a
de Cuio
(...) ...por la falta defabricas, y en especial por la de Indios, ogente que puedan
trabajar, pues asi los deesta Vanda como los dela Provincia de Cuio son
pocos..." (ANC RA 2801, f. 106 y 109 v.).

"...quitandoles los yndios pocos queoy se allan endha probincia de
algunas enComiendas porestar las mas enComendados enlos vesinos dela
Ciudad de Santiago dechile los quales debian aser vesindad enesta provincia
ynodisipar los yndios dedhas enComiendas queposeen ni desnaturalisarlos
desus pueblos saCandolos dellos y pasandolos adha Ciudad deSantiago Como
lo estan ylos vesinos desta probincia Caresiendo dellos para el cultivo desus
labransas (...) La esperiencia nos demuestra esta Verdad que algunos
encomiendas de Yndios de esta ProVincia muy floridos que sean encomendado a
algunos Vecinos delas ProVincias dela Consepion y Sanctiago (...) yan
quedado los abitadores dela Probincia Sin gente para Labrar Lastierras y los
yn dios que Assistian enel Labor delas minas (...) no a quedado yndio deserbicio
enla Probincia..." (ANC RA 2801, f. 152-152 v., 154 v., 155- 155v.).

En otros casos, conocidos por algunas documentos en los cuales se
peticionaban amparos (ver Cuadro n 49) existieron tambin traslados
coercitivos de forma individual como el protagonizado por un indio llamado
Felipe, natural del pueblo de Angacao (hoy Jchal) quien en 1678 pidi y
consigui ser amparado en su libertad.

"...gano Vna R
l
probission felipe Indio natural delpueblo de angacao. en
que manda. Su alteza gose de su libertad. Y seste ensupueblo..." (ANC RA 1955,
f. 68).

Si bien el destino de los traslados eran generalmente las ciudades y
localidades chilenas, ms avanzado el siglo tambin se trasladaban a algunas
personas en forma coercitiva a otros lugares del virreinato como Buenos Aires, o
la Gobernacin del Tucumn. Para mediados de siglo existan grupos enteros de
indios naturales de zonas de la jurisdiccin de San Juan que haban sido
129
traslados o eran enviados a trabajar y servir a otras ciudades de la Gobernacin
del Tucumn, especialmente La Rioja o Crdoba.

Las quejas sobre el despoblamiento del pueblo de Guanacache realizada
en 1623 por el defensor de indios, las interpuestas en 1644 y 1658 por la
encomendera Juana de Villanueva contra algunos miembros de la familia
Snchez Chaparro y contra el capitn Juan Jufr de Arze respectivamente y la
del protector general de los indios, tambin contra Snchez Chaparro de 1671,
son ejemplificadoras de esta situacin, as como poderes otorgados en 1656 y
1657 ante escribano pblico para el cobro de los tributos de encomiendas
sanjuaninas reubicadas en La Rioja (AHA SJ Caja I; ver Cuadro n 49).

"...por la defensa del casique y indios del pueblo de guanacache y sus
lagunas (...) apurando a que los miserable yndios en las pesquerias y
despachando las rrequas con yndios de dho pueblo ala rrioxa y ciudad de
cordoua conla pesca que sesaca y con Carretas y ganados sacando assimismo
mas yndios del dho pueblo Para otras grangerias y yndias Para su serbisio (...)
Con quequeda Destrydo y despoblado y los yndios sedesnaturalian
ymbiandolos y sacandolos Contra suboluntad aotraparte y Probinsias
tratandolos y trabajandolos Peor que si fueran negros esclabos..." (ANC RA
3027, f. 196- 196, v.).

"...me despoxo y quito los Yndios encomendados (...)
desnatturalisandolos desurredusion y llebandolos desta ciudad de San Juan a
las minas que havra mas de treinta leguas deella el mro de campo domingo
sanchez chaparro consus hijos y mugeres e familia..." (ANC RA 3033, f. 31 bis-
31 bis v.).

"...y sinembargo el dhocapitan Joan Jofre saco los dhos yndios contra
su voluntad y forsados parallebarlos alpueblo de buenosayres con sus
carretas..." (ANC RA 3035, f. 270 v.).

"...Ypor la defensa delos caciques Don alonso cansama y de don lorenso
chancai casique de los Pueblos de angacau y mogna y tucunuco dela Probincia
desan Joan terminos decuyo Digo quepor parte delosdhos casiques hetomado
noticia queelcapi tandomingo sanches chaparro asacadolos yndios deestos dhos
pueblos y lleuado los asan luis deloyola enla Punta mas de treyntaleguas
desunatural y lostiene ensus faenas ocupados..." (ANC RA 3036, f. 35).

En otros casos la situacin era a la inversa y se documentan traslados
coercitivos hacia San Juan, como el caso de grupos de La Rioja y Guandacol
130
trasladados a San Juan despus de la rebelin de 1630-33, que incluso haban
sido vendidos como esclavos (ANC RA 3030, f. 169 v.-170; ANC RA 3031, f.
96 y 177 v.; ESPEJO, La provincia de Cuyo.., pg. 86-88) o encomiendas de
indios originarios de San Luis e incluso Santiago de Chile matriculadas en San
Juan en 1695 (ver Cuadros n 30 y 31).

Para 1687 existen tambin referencias del pedido de repartimiento de
indios mocoves (originarios de la regin chaquea) por parte de la vecina de
San Juan Melchora Lpez Salinas, viuda del capitn Pedro Gil de Oliva, que
haba comprado don Juan de la Barreda (ESPEJO, La provincia de Cuyo..., pg.
358) coincidentemente con la aparicin de varios indgenas adultos de esa
extraccin y con calidad de esclavos que se bautizaron en San Juan cerca de esa
fecha (SNCHEZ CANO, Conformacin de la sociedad..., pg. 61-63). La
presencia en San Juan de indios esclavos de un origen diferente al del sur de
Chile se explica por el hecho de que la esclavizacin de indios considerados
prisioneros en guerras justas se prohibi en 1674 y aun as fue practicada
despus de esa fecha en territorios fronterizos (KONETZKE, Amrica Latina,
pg. 157-159).

As como los traslados en grupo motivaron la instalacin perdurable del
mismo en el lugar, el traslado de individuos aislados durante mucho tiempo
ocasion la ligazn por medio del casamiento, o por lo menos por formacin de
parejas, y la procreacin entre personas de distinta extraccin geogrfica y
tnica, originando un mestizaje entre los mismos indgenas que puede ser
comprobado en las matrculas presentada como cuadros y en otros trabajos
especficos (SNCHEZ CANO, Conformacin de la sociedad... pg. 60-64) y en
otros casos la separacin de las familias en forma temporaria o permanente.

Como ejemplo se documentan, en los conciertos de trabajo de mediados
de siglo y en las matrculas de encomiendas, algunos de estos casos: una mujer
que se concertaba para trabajar en 1657 mientras su marido se hallaba ausente
(AHA SJ Caja I), y la ausencia en la Gobernacin del Tucumn de la mujer del
indio Bartolo con el cual tena tres hijas (ANC ES 343, f. 92) como qued
registrado en la matrcula de la encomienda de Jacobo de Lasiar de los indgenas
originarios de Mogna realizada en 1675 (ver Cuadro n 19).

Los traslados no permanentes por razones de trabajo

Si bien los traslados coercitivos grupales o individuales tenan como
fundamento razones de trabajo, se diferencian por su forma y duracin de los
traslados, generalmente de pocos individuos y voluntariamente, para realizar
131
alguna tarea especfica o para ganarse la vida en forma de alquiler voluntario.
Estos casos han quedado asentados documentalmente de formas diversas, pero
especialmente en los conciertos de trabajo realizados en San Juan a mediados de
siglo (ver Cuadro n 2) y en las declaraciones que los vecinos realizaban ante
escribano pblico del empleo de indgenas de su encomienda o de la de otro
encomendero para efectuar alguna tarea y el modo de pago a los mismos.

"...en beinte seis dias del mes de otubre de mil y seissientos ysinco
entayseis aos (...) paresio el cap
n
grabiel de mallea besino encomendero desta
dha seudad y para aber de aser uiaje consus caretas alas probinsias del
tucuman rejistro sus indios ante sum
d
..." (AHA SJ Caja I).

"...estan prorratadas nuebe mil bacas y parapasar las que tiene la
Cordillera nesecita [el capitn Francisco Pizarro Cajal en 1658] dealgunos de
los Indios de Suen Comienda que Vienen deSu boluntad apasar las
parabolberse aSus Reducciones luego que las passen..." (ANC RA 3035, f.
182).

"...Yo El Capp
n
thomas Jofre dela Varreda [en 1699] (...) Estoi de
Prossimo alhacer Viaje despachando Mis carretas ala Gouernaz
on
del tuccuman
y con dhaz Carretas despacho tres Indios Pertenezientes al deposito que se me
hizo..." (AHA SJ Caja I).

"[En 1699]...el cap. Don thomas de graguas [sic por Fraguas] (...) dijo
que por quantto esta deprogsimo hacer Viaje ala prouincia deel Tucuman Con
tropa de carretas yenellas para hacer dho viaje lleua los indios siguientes (...)
todos perttenecienttes ala encomienda deel Mro de campo don Juan de oro
Busttamantte Vecino deesta ciu
d
los quales dhos Indios me obligo delos Boluer
atraer aesta dha ciu
d
asu pueblo natural..." (AHA SJ Caja I).

Aun aceptndose que estos casos registrados fueran los excepcionales y
que muchos otros traslados no quedaron registrados, puede tenerse una idea
bastante aproximada a la realidad de la importancia que este tipo de actividad
tuvo en el siglo XVII con respecto a la movilidad indgena. As como nativos de
las distintas zonas de San Juan viajaban con carretas o recuas de mulas llevando
vino, aguardiente, pescado y frutas secas, otros venan a la ciudad desde
localidades ms alejadas o de distantes lugares del virreinato para ejercer oficios
especializados o incluso trabajar en tareas no calificadas.

Esto es evidente en los conciertos de trabajo asentados para mediados de
siglo ante los escribanos de San Juan (ver Cuadro n 2), en especial el caso de un
132
indio oriundo de Esteco, Gobernacin del Tucumn, que era carpintero de
carretas y del indio Juan de los Ros, de procedencia desconocida y sin
dependencia, que fue contratado para dorar el tabernculo de la Iglesia de Santo
Domingo (AHA SJ Caja I).

En estos mismos registros estn asentados individuos, como el caso del
dorador sealado arriba, que no figuran bajo dependencia de ningn
encomendero e incluso se sealan expresamente como "libres". Como indios
libres se consideraban a aqullos que no estaban sometidos a la tutela directa de
espaoles (JARA, Trabajo y salario indgena.., pg. 24) y que por lo tanto no
deban tributar en ninguna forma.

Una categora similar, que estuvo especialmente reglamentada en la
Gobernacin de Chile, fue la de indio forastero. La reforma real introducida en
1622 a la tasa de Esquilache, ordenaba que los indios en edad de tributar que
llegaran al reino de Chile desde alguna provincia de virreinato -especialmente
desde el Per o Tucumn- fueran censados pero que no se los encomendara ni
hiciese tributar sino que fuesen favorecidos en su libertad, trabajasen
voluntariamente a cambio de un salario igualitario y pudiesen cambiar de lugar
de residencia y trabajo cuando quisiesen, sobre todo en los casos de oficiales en
alguna actividad; esto fue ratificado por la recopilacin de leyes sobre los indios
de Chile (ley XI) realizada en 1680 (JARA y PINTO, Fuentes..., pg. 111 y 175-
176).

La temprana fecha de esta legislacin y su vigencia a los largo del siglo
XVII revela la preocupacin de las autoridades (al menos las de la Capitana
General) de favorecer la adquisicin de mano de obra especializada sin importar
la procedencia tnica. Del mismo modo el ejercicio de un oficio o profesin o
por lo menos de un trabajo no calificado pero bien realizado, le garantizaba al
indgena libertad de movimiento, libertad de trabajo y salario no diferenciado.
La comprobacin de que estas intenciones implcitas en la legislacin fueron
reales en la prctica, resulta visible en los mismos conciertos de trabajo (ver
Cuadro n 2) y otros contratos citados anteriormente.

La huida de encomendados

Al mismo tiempo de los traslados coercitivos y de los viajes voluntarios
por trabajo existi otro modo de variacin de la residencia indgena de notable
envergadura que qued especialmente certificada hacia mediados y fines de
siglo: la huida de indios de su encomienda. La calificacin de huido colocada
en las matrculas de encomiendas no debe confundirse con la de ausente que,
133
en los mismos registros y en otros documentos, se refiere a indgenas que en el
momento del censo se hallaban de viaje o trabajando o sirviendo en otro lugar
bajo la autorizacin, o por lo menos el conocimiento, del encomendero o de las
autoridades correspondientes. El indgena que era asentado como huido era
aquel que se haba retirado de su encomienda sin autorizacin y haba dejado de
pagar tributo, del cual no se conoca concretamente su nueva residencia.

Los registros o matrculas de encomiendas de San Juan, sobre todo los
de los ltimos aos del siglo que fueron realizados en forma ms completa,
permiten apreciar la gran cantidad de varones tributarios que figuran como
huidos de la encomienda a la que pertenecan. El 38% de las encomiendas
registradas en el censo de 1695 certificaban este hecho (ver Cuadros n 23 a 43);
de total de tributarios de stas casi el 50% haba huido. En muchas ocasiones no
slo se trataba de individuos aislados sino de los varones de una misma familia o
incluso a veces de la familia completa. En todos los casos en que se registraba el
destino del huido era algn lugar de la Gobernacin del Tucumn, especialmente
Crdoba.

En trabajos anteriores (MICHIELI, Aportes documentales al
conocimiento...) hemos sealado que similar situacin se daba en las
encomiendas de la misma poca del sur de San Luis y de Mendoza, en cambio
est escasamente documentada en encomiendas de la Gobernacin del Tucumn
(DOCUMENTOS coloniales relativos a San Miguel del Tucumn..., s.I, v.IV
[pg. 136-137] y v.V [pg. 36-122]; MONTES, Encomiendas de indios..., pg.
17-22). El hecho de que la huida de tributarios fuera ms usual en Cuyo que en
la Gobernacin del Tucumn estara ligado con el deseo imperioso de evitar el
traslado y el trabajo coercitivo que los alejaba de su lugar de origen y de su
ncleo familiar y de subsistir, en cambio, por sus propios medios.

Para el caso de las jurisdicciones de las ciudades de San Luis y Mendoza
el refugio ms comn eran las pampas donde los huidos se reunan en grupos
heterogneos con indgenas en la misma situacin provenientes de la
Gobernacin del Tucumn y de la jurisdiccin de Buenos Aires, bajo el mando
de un caudillo erigido al efecto, formando familia de acuerdo con sus propias
costumbres y sin seguir las directivas administrativas ni religiosas de la colonia
y concertndose eventualmente con otros grupos indgenas en la misma
situacin con la finalidad del ataque a las estancias vecinas y de la cacera del
ganado (MICHIELI, Aportes documentales al conocimiento..., pg. 11-13).

Para el caso especfico de los huidos de San Juan era ms comn como
destino algn lugar indeterminado de la Gobernacin del Tucumn. Es posible
134
que all los individuos consiguieran trabajo ms fcilmente y pudieran soslayar
ms eficazmente el pago del tributo a su encomendero. Sostiene esta presuncin
tanto la poca existencia de huidos de encomiendas de esa regin como el hecho
de que desde antiguo los encomenderos de Crdoba trataron de apropiarse, bajo
distintos argumentos, de indgenas de la regin de Cuyo para emplearlos como
mano de obra (MICHIELI, Aportes documentales al conocimiento..., pg. 2).


La desaparicin de grupos indgenas y el nacimiento de propiedades rurales

Estrechamente relacionado con la temprana desaparicin masiva de
poblacin indgena de algunas zonas de la jurisdiccin de San Juan por su
traslado coercitivo a vivir y trabajar en otras regiones, se encuentra el nacimiento
y consolidacin de las grandes propiedades rurales espaolas de ms antigua
data.

Algunos ejemplos de los cuales se ha conservado documentacin (aun
cuando sta no sea totalmente explcita en ese aspecto) permiten apreciar cmo
la apropiacin de la tierra, sobre todo en aquellas zonas de conveniencia
ganadera, se realiz a expensas del traslado de los grupos indgenas a otros
lugares donde podan servir ms eficazmente como mano de obra y con la
excusa de que la tierra haba pertenecido a los indios de las respectivas
encomiendas, como una forma subrepticia de tratar de generar cierto derecho
que en realidad no exista. Por esa razn es posible rastrear en la ms antigua
documentacin histrica la correspondencia de los nombres de los primeros
propietarios de las tierras con los de los encomenderos de los indgenas
originarios de los mismos lugares, lo que indica que se trataba de las mismas
personas o de parientes homnimos muy prximos.

La zona sur de San Juan

El sector central y oriental del sur de la actual provincia de San Juan, en
su lmite con la jurisdiccin de Mendoza, fue un territorio que desde muy
temprano sufri el movimiento de grupos indgenas. El sector central, es decir el
comprendido entre el sistema de la Precordillera hasta el mismo ro San Juan era
una zona abundantemente poblada por indgenas cuando a mediados del siglo
XVI lleg la conquista espaola (MICHIELI, Los huarpes protohistricos, pg.
54-58). Genricamente se conoci desde el primer momento como valle de
Guanacache; estaba ubicado al oeste del complejo palustre de Guanacache (o
lagunas de Guanacache) y conform el lmite entre las jurisdicciones de las
ciudades de San Juan y Mendoza siendo a la vez tambin territorio compartido
135
por ambas debido a una ingeniosa argucia ejecutada por el fundador Juan Jufr a
fin de poder encomendar indios en vecinos de las dos ciudades (MICHIELI, La
fundacin de las ciudades..., pg. 13-14).

El temprano repartimiento de indios del valle de Guanacache, que al
parecer haba comenzado incluso antes de las fundaciones legales (MICHIELI,
Los huarpes protohistricos, pg. 56), motiv que en poco ms de medio siglo la
poblacin natural disminuyera drsticamente en ese sector mientras se mantena,
e incluso se incrementaba, la poblacin indgena dentro del complejo palustre de
Guanacache, por el refugio natural que representaba para los indgenas que
huan de los valles a fin de evitar su traslado a Chile (MICHIELI, El
despoblamiento indgena..., pg. 16).

Sobre estos sucesos la evidencia documental, si bien escasa, es explcita.
En la primera dcada del siglo XVII la labor misional de los jesuitas, promovida
por un importante encomendero del lugar (ver captulo Las doctrinas del
principios de siglo) debi centrarse en el interior de las lagunas, donde todava
existan indios sin evangelizar y donde se erigieron pueblos o agrupaciones de
indios recin convertidos.

En 1623 el defensor de los indgenas del pueblo de Guanacache y sus
lagunas hizo una presentacin contra el corregidor de Cuyo por considerarlo
responsable del traslado, abuso y desnaturalizacin de los indios de dicho lugar
y el consecuente despoblamiento indgena del valle de Guanacache.

...Muy Poderoso seor eldoctor Jacobe deadaro y samyn vro fiscal por
la defensa del casique y indios del pueblo de guanacache y sus lagunas en la
Prouincia de cuyo digo que el corregidor della contrabiniendo a vras zedulas y
hordenanzas Reales y no lo pudiendo no debiendo haser anombrado por
corregidor de dho pueblo y Lagunas deyndios a Ju
n
Luis Pacheco suyntimo
amigo y que dista...dad llebo y saco Para el dho efecto cosa que nunca sea
hecho para aprobecharle como Lohase apurando a que los miserables yndios en
las pesquerias y despachando las rrequas con yndios del dho pueblo ala rrioxa
y ciudad de cordoua conla pesca que sesaca y con Carretas y ganados sacando
assimismo mas yndios del dho pueblo Para otras grangerias y yndias Para su
serbisio y les aze otros muchos agrabios Proybiendoles que siembren quees lo
mas prinsipal para su sustento y quitando lamano ala persona que los tiene
Conpoder desu encomendero y Para el sustento de subesindad Conforme a lo
ordenado por don Pedro Jose de Vlloa vro Press
te
= yassimismo Porcomplaser
amuchas personas asacado otros yndios y yndias del dho pueblo y losaasentado
Por carta Con quequeda Destruydo y despoblado y los yndios sedesnaturalian
136
ymbiandolos y sacandolos Contra suboluntad aotraparte y Probinsias
tratandolos y trabajandolos Peor que si fueran negros esclabos... (ANC RA
3027, f. 196-196 v.).

Del mismo modo la documentacin de fines del siglo XVI y principios
del XVII sobre la zona de El Acequin, en la vertiente oriental del sistema
precordillerano y al oeste del valle de Guanacache, no contiene referencias a
indgenas; por ese lugar pasaba el camino natural y oficial de San Juan a
Santiago de Chile, capital de la Gobernacin (MICHIELI, El antiguo camino...,
pg. 9-11), y era intensamente usufructuado para el pastaje de ganado por parte
de vecinos de San Juan. El inventario de bienes de Pedro Gil de Oliva de 1596,
marido de Mara Astudillo, inclua el ganado vacuno, ovino, caprino y caballar
que tena en sus dos estancias de El Acequin; en 1601 parte de ese ganado -
concretamente la mitad del vacuno- pas en dote a la hija de ambos, Isidra Gil de
Oliva, al contraer matrimonio con Gabriel de Urquizo:

...e inventario Por bienes dedho difunto dos estancias enel asequion
donde tiene sus ganados q era camino de Sant
o
dose leguas desta dha ciu
d
- yten
todas las vacas q Paresieren de dho difunto y las q dixere el vaquero q son q
estan enel hato y estancia dha delasequion - yten veinte cabezas deyeguas con
un Pe
e
chicas y grandes Pocomas o menos q estan al dho asequion Yten todas
las ovejas q Paresieren al dho hato y asequion con mas las cabras q Ubiese q
estan al dho hato delasequion-... (ANC RA 2146, f. 276 v.).

...Ytem os dy la mytad delas vacas que tengo Eposeo En una estacia
que llaman El acequion en donde estan al presente... (ANC RA 2146, f. 232).

El intencional y temprano vaco de poblacin indgena y el intenso
usufructo de los recursos, especialmente ganaderos, por parte de vecinos de la
ciudad, fue el antecedente de los intentos de legalizacin de las propiedades en
favor de distintas personas durante la primera mitad del siglo XVII. La
documentacin permite afirmar que los principales solicitantes de la propiedad
legal de las tierras eran los mismos que haban gozado de su usufructo por haber
sido encomenderos de indios de la zona.

Los primeros hechos de apropiacin legal de las tierras correspondientes
al sur de la jurisdiccin de San Juan que constan documentalmente corresponden
al pedido y otorgamiento de mercedes reales a Gabriel de Urquizo, quien era
encomendero de la zona y se haba casado con la heredera de parte del ganado
que se criaba en El Acequin. En las actuaciones de un litigio de 1749 entre
Manuel Godoy y el Convento de San Agustn por las tierras de las lagunas se
137
encuentran las copias de los trmites de pedido, concesin y toma de posesin de
propiedad de los extensos sectores otorgados en 1617 a Gabriel de Urquizo.

"El licenciado fernando talaberano Gallegos (...) Por quanto el
Sargento maior Gabriel de Urquizo Vezino feudatario de la ciudad de S
n
Juan
dela frontera en la Prov
a
de Cuio me hizo relacion diciendo tenia nesecidad de
quinientas quadras de tierras para sustento de sus ganados enterminos dela dha
ciudad deS
n
Joan las doscientas en las demasias dela tierra llamada el azequion
y las trecientas en tierra delas lagunas llamadas chalguali y el asiento de
Chocha y que las dhas tierras aviande tener por frente por Vn lado las dhas
lagunas y por el otro el camino que yba de caballos detupeli alas dhas lagunas,
y por otro el camino de carretas y avian de lindar con el asiento devn rancho
donde estava vn Indio q se decia camalao con el rio..." (ANC RA 1564, f. 122).

Si bien el pedido y el otorgamiento de la merced de tierras eran por un
total de quinientas quadras (aproximadamente 785 ha), los lmites reales
evidencian una extensin extraordinaria ya que abarcaban un sector de El
Acequin por una parte y un tringulo entre Tupeli, el camino desde este punto a
las lagunas por el oeste, todo el frente de las lagunas que hacan de lmite con la
jurisdiccin de Mendoza por el sur y el camino de carretas (es decir el camino de
San Juan a San Luis) por el este. Esta ltima propiedad, que en 1634 an
integraba los bienes de Urquizo segn el listado de su testamento (ANC RA
1564, f. 121) se conoca como la estancia de Chalguali (Chalueli, Chaluli o
Chalveli) e inclua el asiento de Chocha. La posesin de ambas propiedades fue
efectivizada entre abril y mayo de ese mismo ao y si bien en el caso de El
Acequin no hubo mayores dificultades, la segunda debi hacerse por partes por
lo extenso y desigual del territorio.

"En el asiento y tierras del Azequion Junto aun serrillo q parece aver
sido fuerte del Inga y de vn manantial q alli junto esta... [y] ...En el asiento y
tierras de las lagunas y parage de chalueli sobre la misma laguna q cae al
poniente catorze leguas poco mas omenos de la ciudad deS
n
Juan de la frontera
Prov
a
de Cuio en sus terminos y jurisdicc
on
(...) q para ello [tomar posesin]
fueron llamados depedimento del dho Sarg
to

Maior Gabriel de Urquizo algunos
Yndios y casiquez comarcanos de dhas lagunas (...) por quantolas q son delos
dhos sus encomenderos corren sus aguadas y bebederos con sus algarrobales
desde el dho parage de Chalguali el desaguadero abaxo hasta dos leguas mas
abajo del camino del camarico del camino de las carretas q es su dormida el
Encon via recta del camino q se continua para cordova y van arrematar las
dhas tierras al oriente de vnos arenales grandes q paresen q descabesan en las
peas camino dela Rioja y subiendo asi arriva descabesan dos leguas mas aca
138
detupeli poco mas o menos q sus linderos eran dos arenalillos llamados toista
ala costa del rio deS
n
Juan que pasa portupeli y entra en dhas lagunas y que y q
[sic] de alli costeando el dho rio con sus llanadas todas en Contorno hasta la
misma laguna y su costa (...) y le di la posecion en el dho Asiento de chaluli de
Sien quadras de tierra En contorno conforme su pedimento con los linderos, al
poniente la mesma laguna, y al Sur la mesma laguna q el desaguadero que sale
de ella donde se divide las jurisdicciones deesta ciudad de S
n
Juan y la de
Mendoza y al oriente. le doi por lindero el Camarico y dormida de las carretas y
remate de dhas tierras desus Encomendados y asimesmo ala parte del norte el
camino real delas carretas y arenales sacancete y acacheuta y Corpio (...) y oy
Veinte y dos dias del mes de mayo demil seiscientos y dies y siete. aos llegamos
con los dhos casiques Y yndios y testigos al parage y citio y arenales llamados
Vilaeceta dose leguas poco mas o menos dela dha Ciud. de S
n
Juan sus terminos
y Jurisdiccion En la costa del Rioque entra en la laguna" (ANC RA 1564, f. 122
v.-124).

Para la ceremonia de la toma de posesin, adems de los testigos
espaoles, se deba contar con algunos testigos indgenas. En este caso fue
necesario hacer comparecer indgenas que vivan dispersos dentro del territorio
otorgado y que eran encomendados de Urquizo o lo haban sido de su suegro Gil
de Oliva, y otros provenientes de otros sectores. La testificacin de algunos de
ellos -aunque larga, apologtica y cansadora- fue indispensable para establecer
los difciles lmites de la propiedad, as como para generar cierta seguridad en el
derecho a la propiedad del peticionante por ser la tierra de origen de sus
encomendados.

En las declaraciones de los indgenas resulta evidente que eran muy
pocos los naturales que quedaban dentro de este amplio sector, la mayora de los
cuales eran caciques ancianos que estaban solos porque su grupo haba sido
trasladado a Chile o haba huido y que deban mudar su residencia a fin de poder
subsistir cerca de otros parientes y con recursos de ms fcil acceso como la
pesca o la siembra al secano por la vecindad con el ro.

"...Y en particular aun cazique mas comarcano aeste parage y citio q su
rancho tiene en Sacancete y dixo (...) y que era natural detupeli y sus sugetos y
que sus tierras y algarrobales se dividian de cosa detres leguas de alli donde
Estavamos, y la division y lindero eran Como vamos adho tupeli llamados tolita
y que Son vnos arenales que tienen este dho nombre, y de alli asi atupeli eran
sus tierras y desus sugetos, y que aunq estaba arranchado en sacancete se avia
venido al amor desus parientes Juan Tanamay, y sus herm
s
y por ser Su pariente
el casique D
n
Juan Talicana dela Encomienda del dho Sarg
to
maior [Urquizo] y
139
por gozar del Pescado y por q ya notenia compaia ni gente q estubiese con el y
q ya era viejo y q todos sus yndios los avia llevado y los tenia su amo en
Santiago de Chile y q vno que avia quedado llamado Apalchin handaba huido
por q lo perseguia el escrivano y q por esso no tenia q contradecir por q delos
Arenales Tolita para Tupeli eran sus tierras y asimesmo dededim
to
del dho
Sarg
to
maior [Urquizo] hice parecer ante mi Vn Indio llamado Camalao por
estar Circunvecino y rancheado serca deste para Vilaeceta y Toctoluita en la
costa del rio (...) dixo que si alli tenia su rrancho era porestar serca de sus
parientes y poder sembrar, como Sembraba aorillas del rio Sapallos y maz y
por aver sido Encomendados En el Mre de campo Pedro Xil de oliva Suegro del
dho Sarg
to
maior y que sus tierras propias eran dela obra banda del rio e yndios
y parcialidad q bacaron p fin y muerte del dho Mre de Campo y averse retirado
el dho rrio por aber salido de madre y baadole sus citios y rranchos se avia
retirado y Venido adonde estaba de esta banda donde asistia y sembraba
conconcentim
to
del cacique D
n
Juan Talicana y sus sugetos como seores y
dueos q eran de dhas tierras y lagunas y llanos y costas del rio hasta topar con
los arenales tolita y que de alli p
a

tupeli corrian las tierras de Don Gonzalo
ayen y que de dhos arenales al oriente hasta topar con los arenales delas peas
del camino q va ala Rioja cogiendo en medio del camino rreal de carretas q ban
a cordova y governacion del tucuman y que de las dhas tierras corren yban
hasta dos leguas mas alla de camarico caminando al Encon y hasta alli
llegaban las tierras y algarrobales de D
n
Juan Talicana sucesor del cazique
principal D
n
fran
o
Quipue y sus sugetos alo qual el dho Cazique D
n
Juan
Talicana y sus sugetos dixeron al dho Sarg
to
Maior [Urquizo] su amo, q se
estaba cansando..." (ANC RA 1564, f. 124-124 v.).

En definitiva, y con la ayuda de las testificaciones de los indgenas, los
lmites de las tierras quedaron establecidos ms claramente:
"...por cabesadas asiha el norte q linda con vnos arenalillos dhos tolita
donde rematan las tierras delos dhos Sus Yndios y caziques y al poniente lindan
con la costa del rio que entra en dha lagunas y rancho de camaleo y al sur
lindan con la dha laguna y al oriente lindan con Vn arenal grande llamado
topata casi una legua de este asiento y otros mas aca q entre ellos vn esterillo q
viene delas lagunas q alli remata llamado colonicecta..." (ANC RA 1564, f.
125).

Segn consta en el mismo expediente, poco ms de una dcada despus
fue otorgada otra merced en la misma zona. En 1631 se dio la propiedad a Diego
Jofr de Arze de mil cuadras (aproximadamente 1.570 ha) de tierra a trece leguas
de la ciudad que haba usufructuado con ganado y cultivos desde fecha anterior
140
por haber sido encomendero de los indios del lugar; la posesin fue efectivizada
en 1635. En 1638 se le agregaron otras mil quadras.

"...el ao pasado de mil seiscientos y treinta y uno el S
r
D
n
Franzisco
Laso delavega siendo Gv
d
deste Reyno hico merced a D
n

Diego Jofr de Arze
demil quadras de tierras trece leguas dela Ciudad de S
n
Juan enlas lagunas de
chalguillu hasta el Encon entre el camino Real y las dhas lagunas y de ellas
tomo posesion el ao de mil seiscientos treinta y sinco conla expresion de
tomarla donde ya tenia su estancia deganados mayores y menores de
sementeras y su Cazique e yndios reducidos de mucho tiempo atras. Y porotro
titulo expedido por dho S
r
G
or
el ao de mil seiscientos. treinta y ocho lehico
merced de otras mill quadras, las mil desde el asiento de huilacseta la sienega
arriba hasta donde dezemboca el rio de S. Juan entre el camino de carretas y la
sienega y las otras mil en la sierra alta desde el asiento de Orpar hasta el dho
rio de S. Juan... [Entre los testigos de la toma de posesin de 1635 figuraban]
...Julian Alpacsi, D
n
Gonzalo Casique de la Encom
da
de el Sarg
to

Maior Garzi
fernandez de Caseres y Pedro guanacai de la Encom
da
de el Cap
n
Alvaro
rodriguez..." (ANC RA 1564, f. 153-153 v. y 156 v.).

La identidad de algunos lugares mencionados en ambas mercedes caus
algunas confusiones y conflictos, especialmente en el siglo siguiente cuando los
herederos y sucesores de ambos propietarios (Manuel Godoy por la parte de
Jofr de Arze y el Convento de San Agustn por la de Gabriel de Urquizo) se
disputaban un sector que al parecer era valioso en recursos pesqueros porque se
conoca como "el pago de la pesquera". La sentencia final del juicio se realiz
en 1753 sobre la base del peritaje y mensura realizado por Pedro Antonio Lepe
quien aclar los linderos y exacta extensin de las tierras de cada parte. En l se
ratifican los nombres de los sitios Tupel y Encn (que se mantienen hasta la
actualidad) y se identifica Chalguali con el ms moderno Aibili, porque se aclara
expresamente que "el paso antiguo del rio nombrado Aibili" era el asiento donde
haba tomado la posesin Gabriel de Urquizo (ANC RA 1564, f. 253 v.-254), as
como en 1757 se dira en otro documento:

"...en el paraje de Aybili que llaman oy y en los tpos pasados quando se
hiso la mersed Consta por los titulos aberse llamado Ayguali..." (ANC RA 674,
f. 49).





141

















Croquis del sector sur de la jurisdiccin de San Juan (Fuente: Mapa de la
Provincia de San Juan (Escala 1:500.000). San Juan, Direccin Provincial de Catastro,
1974).


Otra merced realizada en el siglo XVII de la que se tiene noticia es la

que benefici al maestre de campo don Diego de Salinas y Heredia quien en
octubre de 1687 solicit y obtuvo una propiedad de dos mil cuaras
(aproximadamente 3.140 ha) para pastaje de ganados tambin en la zona de El
Acequin (GIL, La frontera de San Juan con Mendoza..., pg. 58-59). De otros
hechos semejantes no ha quedado evidencia documental, pero por la cantidad de
juicios promovidos en el siglo XVIII (GIL, La frontera de San Juan con
Mendoza..., pg. 60-76; AC SJ, seccin anexa) sobre tierras del sector sur de la
jurisdiccin de San Juan se aprecia que tal zona fue sumamente disputada una
vez que la poblacin indgena desapareci casi por completo.

Las Tumanas y otras zonas de Valle Frtil

Otra de las zonas de la jurisdiccin de San Juan donde ms
tempranamente se formaron propiedades rurales fue Valle Frtil. La mayora de
las referencias documentales que citan otorgamientos de mercedes reales a
comienzos del siglo XVII en esa regin estn contenidas en un litigio de 1757
por las tierras de Aguango a cuyo expediente se agregaron como antecedentes
con mencin de la equivalencia de los nombres que haban cambiado a lo largo
142
del siglo; si bien stas no estn fechadas, la menciones a las autoridades que las
concedieron permiten ubicarlas entre 1605 y 1635.

...cuya presentacin hago con el Juramento de Derecho
aconstrumbrado para la Defensa quepretendo hacer deel del [sic] citado paraxe
de Aguango, y demas tierras pertenecientes a mis partes eneldho Valle fertil
respecto deque todas las Mercedes resan delser cituadas eneldho Valle como
son la que hizo Don Balthasar [sic por Sebastin] de Espinosa que hizo merced
a francisco deContreras Picon detreinta quadras detierras, enterminos dela
Villa desanRamon seis leguas deella pocomas o menos hasta el Arroyo
tigolantin deesta parte hacia el sur donde cae una Acequia antigua enel Valle
fertil = Itten otro titulo deDon Alonso de Huy [sic por Alonso de Rivera],
Governador, y Capitan General, que hizo merced a crhistobal de Argumedo
enel Valle fertil Jurisdiccion deesta Ciudad deSan Juan de Vna quadra llamada
Caquio pampas en la quese le hizo merced deochocientas quadras detierras =
Itten otra merced que hizo el Governador Alonso Garca Ramon a Balthasar de
Zisternas enel repartimento enlas tierras deel Valle fertil hasta el Arroyo
llamado Acongo acia alaparte deel oriente hasta Quibitchac para Una Estancia
de Ganados de cinquenta quadras = Itten otra Merced deel Governador Don
francisco Laso dela Vega aGabriel de Malle de millquadras detierras enlos
sitios siguientes: Sillux; Payaguil: y Chaxmin: Pilaguil: Quistilaguil, para
Criansa, y Labraza, parajes enel Valle fertil; todos estos nombres constan en los
titulos, y con la antiguedad nose practica ninguno de estos nombres, ni habra
persona que los sepa, ni los aya oydo nombrar enestos tiempos por estar
mudados, y derivados con otros nombres y entre ellos, es muy factible yaun por
heuidente sepuede tener elquesean Uno de ellos el paraje de Aguango y se
confirma ser assi pordos razones; Laprimera, es en donde dize enVn titulo
Acongo puede dezir, o ser Aguango como oy setitula, lo que no sepuede leer el
renglos porestar Partido con la rotura del Papel porlo muy Viexo deel, y por
essa razon esta inteligible, pero donde no lo esta confronta; Ilo segundo, es
endecir La Merced que dela Villa de San Ramon, que es el Pueblo que oy
poseen los Indios de Valle fertil para el oriente como cinco, o seis leguas que es
el mismo trecho queay aldho Paraxe de Aguango, en donde se tiene enplena
inteligencia deser alli la merced delas cuatrocientas quadras detierra... (ANC
RA 674, f. 38-39 v.).

Es decir que en esa poca se otorg la propiedad legtima de diversos
sectores de Valle Frtil. A Francisco de Contreras Picn el corregidor de Cuyo
Sebastin de Espinoza le concedi treinta cuadras (aproximadamente 47 ha)
desde seis leguas (aproximadamente 33 km) de la Villa de San Ramn que
acababa de fundar, hasta un arroyo conocido entonces como Tigolantin y de all
143
hacia el sur hasta donde exista una antigua acequia que iba al mismo Valle
Frtil; la antigua villa de San Ramn (ver captulo Las rebeliones indgenas y
sus consecuencias) se ubicada segn el mismo documento, a cinco seis leguas
al oeste de Aguango. A Cristbal de Argumedo el gobernador Alonso de Rivera
le otorg ochocientas cuadras (aproximadamente 1.256 ha) en Caquio pampas.
El gobernador Alonso Garca Ramn le concedi a Baltasar de Cisternas
cincuenta cuadras (aproximadamente 78 ha) desde Acongo (segn el documento
el nombre antiguo de Aguango) por el oeste hasta Quibitchac. El gobernador
Francisco Laso de la Vega le otorg a Gabriel de Mallea mil cuadras de tierra
(aproximadamente 1.570 ha) en diversos sitios de Valle Frtil, cuyos nombres
antiguos no se conservaron. Casi todos estos terrenos eran destinados a la cra de
ganado.

En el expediente no se haca mencin directa a la presencia o no de
indgenas; sin embargo en 1606, cuando los espaoles acababan de tomar real
posesin de esas tierras con la fundacin de la Villa de San Ramn y el
otorgamiento de las mercedes, se hablaba de una acequia antigua que llevaba
agua al paraje de Valle Frtil. Por su calificacin de antigua puede considerarse
que esta acequia estaba fuera de uso a principios del siglo XVII por lo que deba
ser de tradicin indgena. La presencia de ella, por otra parte indica que la
poblacin indgena anterior haba practicado la agricultura en forma intensa ya
que empleaba para ese fin un sistema de riego en una zona donde tambin es
posible el cultivo al secano.

Por otra parte Cristbal de Argumedo, uno de los nuevos propietarios,
fue beneficiado en 1635 con una sentencia que estableca que le correspondan
como encomendados los sujetos al cacique Alcalen que, bajo otro nombre,
reclam tambin Garca Fernndez de Villanueva (ANC RA 3030, f. 169 v. -
170) y algunos miembros de la familia Mallea fueron encomenderos de indios de
Valle Frtil o litigaron por ellos a lo largo de ese perodo (ver Cuadro n 50).

En otra merced de tierras de la misma poca, copiada en un expediente
de 1775, la referencia a los indgenas del lugar era ms explcita.

...Porq
to
Pedro de Barreda vezino dela Ciudad de S
n
Juan de la
frontera me hizo relacion habia servido a su Mag
d
en las ocasiones que se
habian ofresido y que tenia nesesidad deseis sientas quadras de tierras en el
Valle fertil en las Tumanas desde donde desemboca elrio al dho: Valle en las
tierras que empiezan desde elaciento que se llama Aguaca = Aqui esta roto el
renglon = La asequia abajo como corre por el dho Valle asia donde sale el sol
con el arroyo del dho: Valle (...) hago merzed auos el dho: Pedro Barreda
144
estrada [en mayo de 1625] de las dhas seissientas quadras de tierras suso
referidas esTando bacas y sin perjuicio delos Indios y sus reducciones... (ANC
RA 2965, f. 88 v.-89).

sta es la ms antigua merced de tierras en el paraje Las Tumanas,
considerado distinto al de Valle Frtil aunque estaba incluido en su jurisdiccin
(ANC RA 2965, f. 86), de la que se tiene registro documental. Su extensin
corresponda a slo seiscientas cuadras (aproximadamente 942 ha) y se otorgaba
haciendo constar que estaban vacantes, es decir no eran usadas por otro vecino,
y que su concesin no perjudicara a los indgenas del lugar. Estos ltimos, por
otra parte, haban estado encomendados en la misma persona, Pedro de Barreda
Estrada o un familiar homnimo, desde antes de 1605 (ver Cuadro n 8) y luego
en Juan Gil de Heredia. El mismo nuevo propietario, por otra parte, reclam por
va judicial en 1629 la encomienda que haba sido concedida el ao anterior a
Petronila de Mallea (ver Cuadro n 10).

Los indgenas tributarios eran empleados fuera del lugar de origen de las
encomiendas, mientras que en ellas quedaban los caciques, reservados, mujeres
y nios a fin de la conservacin de la titularidad. As se observa, por ejemplo
cuando en 1643 Gregorio Morales de Albornoz (el nuevo titular de la misma
encomienda de Las Tumanas que haba pertenecido a Pedro de la Barreda
Estrada y luego a su hermano Rodrigo de Junco), reclamaba que otras personas
se llevaban los indgenas a la ciudad de San Juan; de esta encomienda fueron
empleados seis indios por turno en la construccin de la Iglesia de Santo
Domingo en la ciudad de San Juan (ver Cuadros n 12 a 14). Jusepe Jofr de
Arze, quien disputaba la titularidad de la encomienda con Morales de Albornoz,
afirmaba a su vez que lo mismo haba hecho Rodrigo de Junco con sus indios.

...algunas personas ansacado muchos desos yndios de su natural Ise
estan sirbiendo de llos Iotros los antrydo aesta ciudad en perjuicio mio. Ideesos
yndios por desnaturalicarlos (...) Y suplico sesirba demandar (...) para que los
dhos mis Indios (...) de quedar asu natural con sus muegeres y demas familia...
(...) Jusepe Jufre de ArceVn
o
encomendero delaciudad desanjuan dela frontera
(...) digo q yoestoy enquieta y Pacifica poss
on
de los yndios (...) naturales del
peublo delas tumanas en el valle fertil (...) y es assi q El capp
n
R
o
de Junco (...)
me retubo y detent algun tiempo, algunos yndios... (ANC RA 1874, f. 3-10).

Otro miembro de la familia Jofr de Arze en 1690 todava usufructuaba
con ganado parte de las tierras de Las Tumanas, aunque el propietario de ellas,
del huerto y de la vivienda donde habitaba era otro. En 1685 Francisca Bravo de
Montenegro (mujer de Alonso del Pozo y Lemos) haba heredado de su hermano
145
Martn Bravo de Montenegro la mitad de esa vivienda, del huerto, de la estancia
de Las Tumanas y del ganado. A su vez el marido de la nueva propietaria -
Alonso del Pozo y Lemos- figuraba en el censo de encomiendas de 1695 como
encomendero de los indios de la vecina zona de Ro Bermejo (ver Cuadro n 29).

Similar situacin se dio en 1657 con otro sector de Valle Frtil, la
estancia de Yoca. En ese ao el capitn Juan de Losada Quiroga y su mujer
Catalina de Vega Sarmiento vendieron por cien pesos a Gabriel Sarmiento de
Vega (vecino de La Rioja) la mitad de dicha estancia expresando que estaba
despoblada y libre de uso; porteriormente en 1664 la seora, ya viuda, entreg
en donacin a la misma persona el resto de la estancia y tierras de Yoca y
Asiln y la mitad de las chacras que posea en el paraje del Fuerte de Valle
Frtil (AHA SJ caja I). Las tierras de Yoca estaban efectivamente despobladas
para mediados de siglo, ya que hacia 1619 un documento de transaccin entre
Andrs de Lemos y Garca Herndez de Villanueva (ver Cuadro n 9) afirmaba
que los sujetos al cacique Cholompa, natural de ese lugar, estaban
encomendados en el general Ugalde (residente en Santiago de Chile) en los
trminos de la ciudad de San Juan (ANC RA 3031, f. 98 v.).

Aun cuando la documentacin se ha conservado en forma restringida,
reiteradamente los nombres de los encomenderos y de los beneficiarios de las
mercedes de tierra coinciden, evidenciando que la concesin de stas se ligaba
con la previa posesin de las encomiendas y el usufructo de los recursos durante
cierto lapso as como con el despoblamiento indgena de los lugares.

146



Croquis de la zona de Valle Frtil (Fuente: Mapa de la Provincia de San Juan [Escala
1:500.000]. San Juan, Direccin Provincial de Catastro, 1974).
147

La zona del ro Zanjn

Ms tardamente, y ya en el siglo XVIII, se concret la titularidad de una
gran estancia ubicada al sudeste de Mogna, sobre la continuacin del ro Jchal
denominada actualmente ro Zanjn.

La propiedad de las tierras fue solicitada en 1710 por el capitn Joseph
de Lasiar, vecino encomendero y alcalde ordinario de la ciudad de San Juan, en
consideracin de sus antecedentes como nieto de los primeros pobladores y
viudo cargado de hijos. Para este pedido antepona sus mritos en el socorro de
las poblaciones del sur de la ciudad de Mendoza ante el ataque de grupos
indgenas "pehuenches y pampas" y el hecho de que usufructuaba con ganado
las tierras que peda desde un ao antes.

Segn su pedido stas estaban sin poblacin de espaoles ni indios por
ser inhabitables debido a la falta de pastos y agua, aunque las solicitaba porque
desde poco tiempo atrs las mismas se haban hecho aprovechables por el hecho
de que haban llegado las aguas del "ro de Mogna" (actual ro Jchal) formando
en ellas baados pastosos. Los lmites que propona eran: al norte el camino de
Mogna a Valle Frtil, al sur la junta de los ros Zanjn (continuacin del ro
Jchal y de cauce eventual) y Bermejo, al este el ro Bermejo y al oeste la sierra
de Jatamalca o Yatamalca (identificable por su ubicacin como la actual Sierra
de Mogna y sus continuaciones meridionales). La posesin le fue otorgada en
forma fehaciente ese mismo ao y en 1711 le dio poder a Juan de Oro
Bustamante para que pagara en Chile los impuestos a fin de completar los
trmites legales reiterando las caractersticas y lmites de la propiedad.

"...eYecho una poblasion treinta leguas poComas omenos desta siudad
Conganados maYores Ymenores entierras desumagestad dios le g
de
desiertas de
abitacion de ninguna jente ni de pueblo de indios p aber sido dhas tierras
inabitables sin pastos niaguas yaora depoCo tienpo aesta parte abaado p ellas
el rio de moxna yaecho enellos sienegas enlas Cuales ei echo dha poblasizion
[sic] atienpo de un ao sin Contradision de nadie (...) A Vm pido y suplico
sesirba deanpararme enlapozesion de ellas mandando semede debajo delos
linderos al sur la junta delos rios; al oriente el rio bermejo, al norte el Camino
del Valle fertil, al poniente lasierra de jatamalCa... (...) ...Yes bacia Yermo Y
eriazo sin que ninguna perzona delongisimo tiempo aesta parte lo Vbiera
poseido Yes sin perjuicio de los yndios y de otro terzero Yal presente Eldho
Suparte lo tiene poblado con ganados maiores y menores yde poco tienpo aesta
parte a baado por dhas tierras el Rio de Mogna ya echo enellas sienagas
148
Yenellas aecho ladha poblazion Y lindan las dhas tierras por la parte de El sur
la junta delos Rios mogna Ybermejo ypor la parte de El oriente el dho Rio
bermejo Y por la parte de El norte el camino del valle fertil Ypor la de El
poniente la sierra de Yatamalca..." (ANCCG 151, f. 134-137 v.).

La singular particularidad de la zona hace que sea slo aprovechable en
los ciclos climticos en los cuales el ro Jchal es lo suficientemente caudaloso
como para que sus aguas alcancen a llegar a juntarse con el cauce del ro
Bermejo y en su camino formen baados con pasturas.

Una merma en los caudeles hizo que al poco tiempo la estancia otorgada
a Joseph de Lasiar, que l mismo denomin "San Jos", debiera ser abandonada
por yerma. Un nuevo ciclo de grandes caudales renov sus condiciones hacia
mediados del siglo XVIII y motiv que en 1754 Juan de Echegaray, como yerno
del anterior propietario, la solicitara a cambio de una estancia que l mismo se
haba otorgado en Jchal, haciendo constar que le servira como paso intermedio
en sus viajes entre la ciudad de San Juan, Jchal y Valle Frtil y que por lo tanto
deba incluirse expresamente la aguada nombrada Famacoa que se ubicaba
sobre el camino entre la ciudad y la ltima localidad (ANC CG 151, f. 132-133).
A fin de documentar los antecedentes de dicha propiedad incorporaba al
expediente los papeles originales de la merced dada a su suegro.

ste a su vez haba figurado anteriormente como uno de los
encomenderos de los indgenas naturales del pueblo de Mogna en el censo de
encomiendas realizado en 1695 (ver Cuadro n 23); el otro encomendero era
Pedro de Balmaceda (ver Cuadro n 32).

La encomienda de Joseph de Lasiar era posiblemente continuacin en
segunda vida de la otorgada en 1675 a Jacobo o Jacomedes de Lasiar (ver
Cuadro n 19) por muerte de Catalina de los Ros, cuyos indios estaban ausentes
o figuraban como huidos de la encomienda.

Por la matrcula de 1695 de la encomienda de Joseph Lasiar se aprecia
que slo el cacique estaba con seguridad en su lugar de origen, en tanto que la
encomienda de Pedro de Balmaceda, formada por la agrupacin de individuos
oriundos de tres localidades vecinas, fue posteriormente otorgada junto con otras
a Juan de Oro y Santamara por falta de confirmacin y por hallarse los indios
"distantes de la ciudad de San Juan y su jurisdiccin" (ver Cuadro n 44). Es
decir que la localidad de Mogna hacia fines del siglo XVII estaba prcticamente
despoblada de indios, lo que posibilit que uno de sus encomenderos utilizara
las tierras vecinas y sus recursos y solicitara posteriormente su propiedad.
149




Croquis de la zona del ro Zanjn (Fuente: Mapa de la Provincia de San Juan [Escala
1:500.000]. San Juan, Direccin Provincial de Catastro, 1974).

La zona del valle de Pismanta (actual valle de Iglesia)

150
En el antiguamente llamado valle de Pismanta, que abarca el sur del
valle de Iglesia al noroeste de la provincia de San Juan, tuvo tambin inicio una
propiedad rural a fines del siglo XVII.

Poco se conoce documentalmente sobre su poblacin aborigen de las
pocas histricas ms tempranas, lo que no significa que la zona fuera desierta
ya que arqueolgicamente las evidencias sealan que fue intensamente poblada
durante toda la poca prehispnica (GAMBIER, Prehistoria de San Juan). Es
posible pensar que los indgenas de todo el noroeste de la actual provincia de
San Juan fueron tempranamente trasladados como mano de obra a otras regiones
de la gobernacin de Chile; de este traslado slo quedaron algunas referencias en
documentos de mediados del siglo XVII.

Dos matrculas de encomiendas (ver Cuadros n 15 y 16) permiten
conocer que hacia 1649 qued vacante la encomienda de los indios originarios
del valle de Pismanta que haba posedo en segunda vida Francisco Pastn -o
Pastene-, vecino de Santiago de Chile. Los indgenas de esta encomienda,
incluso su cacique, servan en ese momento en las propiedades de Juan Pastn,
pariente del anterior y del principal De Crdova, ambos residentes en Santiago.
La nueva encomienda fue otorgada a otro vecino chileno, el licenciado Juan del
Pozo y Silva, abogado de la familia De Crdova. A sta se haba interpuesto la
oposicin realizada por Pedro de Iturgoien y Amassa, haciendo constar en las
actuaciones que los indgenas de Pismanta andaban vagando, especialmente los
que deban estar en Santiago (ANC RA 1370, f. 8-13 v.; ANC RA 3034, f. 1 v.;
ESPEJO, La Provincia de Cuyo..., pg. 142). Todas las evidencias sugieren que
los indgenas originarios de Pismanta estaban en Chile y no en su lugar de
origen.

Posiblemente en l quedara solamente un ncleo con un cacique al frente
que permita la permanencia de la titularidad de la encomienda, como sucedi en
otras regiones, mientras que los trabajadores tributarios eran aprovechados en
otros lugares. Ante esa circunstancia y por motivos desconocidos, en una poca
no precisada pero que debi ser hacia finales del siglo XVII o principios del
siglo XVIII, el cacique de Pismanta don Francisco Ycaa, fue "amparado en su
propiedad" por el corregidor de Cuyo por mandato de la Real Audiencia, lo que
implicaba ser beneficiado con el otorgamiento de la propiedad legal de sus
tierras. Tal hecho, bastante particular en la historia colonial, se conoce
fehacientemente por referencias incluidas en la escritura de venta de la
propiedad que la hija y heredera del cacique, Teresa Icaa, realiz en 1725.
Teresa Icaa -o Ycaa- era considerada "cacica" del valle de Pismanta,
con asiento en el pueblo conocido como "la Iglesia". Su encomendero era el
151
capitn Joseph del Pozo (posiblemente sucesor del anterior) y haba heredado el
cacicazgo y la propiedad de las tierras de su padre. Joseph del Pozo, por otra
parte, era tambin encomendero de indios de Calingasta cuyo cacique haba sido
en 1695 Gabriel Icao y que fueron entregados a Juan de Oro y Santamara en
1699 por estar "distantes de la ciudad y su jurisdiccin" (ver Cuadro n 45). Ese
mismo ao se dejaba constancia que la encomienda entregada a Mara Ramrez
de Orellano no corresponda con los "siete pueblos" que se haban reducido al
pueblo de Pismanta (ANC CG 526, f. 94 v.-95) formando una sola unidad
indudablemente por la escasez de individuos. Todas las referencias indican que
hacia finales de siglo casi no haba poblacin indgena en ese lugar y se ven
confirmadas por lo expresado por Teresa Icaa en la escritura de 1725 donde
aseguraba que, por encontrarse sin indios sujetos y sin sucesin masculina, sola
y vieja, venda la propiedad al capitn Lorenzo Jofr, quedndose a vivir en ella.

La venta se efectu por un total de doscientos pesos de los cuales la
vendedora recibi cincuenta y cinco pesos en efectivo; de los restantes, cien
pesos se pagaran dentro del ao siguiente de la escritura en forma de misas y
limosnas en nombre de las almas de los antepasados de la cacica y cuarenta y
cinco se le entregaran en ropa o gneros de la tierra a valor estimado de doce
reales la vara de tela.

La propiedad se extenda entre el Cerro Negro por el este, el cerro
Ashian o Ahian por el norte (actualmente el paraje de Achango), el Agua
Hedionda (o Los Pozos) por el sur y por el oeste comprenda los potreros o
vegas de Pismanta, Bauchaceta, Chita y Espota. Estos lmites son perfectamente
identificables en la actualidad.

"Por presentado el Poder y escrip
ra
de benta otorgada p la casica D
a

theresa Icaa a D
n
Lorenzo Jofre delas tierras contenidas Vajo delos linderos
sig
tes
Porel oriente el serro negro que diuide el Valle de Gualilan. Por el norte
Otro serrito nombrado ahian. Por el poniente la falda dela Cordillera enque
estan los Potreros pertenesientes alas dhas tierras Vendidas nombrados Chigta
yspota, y Abauchaceta, y otro nombrado Pismanta. Yporel sur el Agua
quellaman Hedionda (...) Sepan cuantos esta escrip
ra
de benta R
l
viezen como yo
D
a
theresa ycaa casica delos yndios de encomienda del capp
n
D
n
Joseph
delposo e yja lexitima del casique D
n
fran
co
y caa seor de basallos en el
pueblo y balle de Pismanta Jurisdiz
n
deesta = ciu
d
de S
n
Ju
n
dela fron
ra
cuio
asiento depueblo asido en el paraxe nombrrado la y Glecia dentro de dho balle
depism
ta
enq fue anparado el dho mi P
e
Por el G
l
Pedrro de trrilles siendo
correx
r

deesta Prou
a

por dueo Absoluto y ss
r
delas tierras de dho pueblo p
r

mandato delos Senores de la R
l
Audien
a
deeste reyno estando Prre
te
del cap
n

152
Luis Brabo de Montenegrro Prroteg
or
delos yndios deesta Prou
a
otorgo y
conosco yo la dha D
a
theresa y caa sin fuersa = Ni aprremio q semeaya echo
Para loque desuso se contendra. quebendo sedo y traspado alcap
n
D
n
lorenso
Jofrre dela Barreda Vezino feudatario deesta Ciu
d
La Agasion Prropiedad y
dominio q como tal casica debotener y tengo. alas tierras del dho Pueblo
Nonbrado la y Glecia en el dho balle de pism
ta
Con todos Sus usos y serbinbres
[sic] de aguas patos. y bertientes debaxo delos linderos con que poseieron dhas
tierras Mis antepasados q son y lindan Por lap
te
de oriente El serro Negrro q
dibide el balle de Gualilan. y por lap
te
del norte Con un serrito nonbrado
aShian, y por laparte del pon
te
con la falda de la Cordillera enq estan los
Potreros Pertenecientes a dhas tierras Nonbrradas chigta yspota. y
Abauchaseta. y Otrro Potrero llamado Pismanta y p
r
la parte delsur. Con
elagua edionda. Las cuales dhas tierras de dho Pueblo. dentro delos linderos
referidos Por allarme yo la dha D
a
theresa y caa sola y biexa Sinsubsesion
lexitima debaron ni basallos q las posean y cultiben Por aber fallesido. Bendo.
como dhoes al dho Cap
n

D
n

Lorenzo Jofrre le sedo y trraspaso todo mi dominio
Agsiones y derechos de propiedad. Para elsuso dho y sus erederos y P
a
q del y
de ellos Vbiere titulo bos orrason en q
l
quier manera Porprrecio y quantia de
dosientos pesos los cuales confieso aber resebido. Sinq
ta
y sinco pesos de q
medoy Por entregada ami satisfaz
on
y de ellos la eseg
on
y leies delaentrega y p
r

el resto delos siento y cuarenta y sinco p
s
yo el dho Cap
n
D
n
Lorenso Jofrre
Meobligo aser lapaga de ellos dela fha. deesta escrip
ra
enun ao. enla forma
sig
te
q los sien p
s
ede dar y pagar Por la limosna de sien Misas aquelesq
r

Saserdotes q residieren en esta Ciu
d
Mostrando resiuo y oblig
n
de limosna y
misas aplicadas p
r
las animas de los padres y abuelos dela dha D
a
theresa y
caa y los cuarenta y sinco p
s
restantes ede dar y pag
r
ala susodicha enrropa
dela tierra o jeneros de ella al presio Corriente de dose reales bara al ao
cumplido y del pado enla forma dha Para firma deesta es criptura edetomar
resiuo con asistencia deel dho protegtor o de otro q en el dho oficio se diere (...)
y le doy poder y facultad al dho D
n
lorenzo Jofrre Para q entre enla posesion de
dhas tierras y lastome y aprenda Judicial o estra Judicialm
te
y en el intez q la
aprende me constituio Por Su ynquilina y tenedora (...) en catorse dias delmes
demayo demill setec
os
y beinte y sinco a
s
en este papel Co
n
p no aberle sellado y
por nosaber firmar ladha bendedora firmo Por ella suproteg
tor
de todo lo qual
Doy fee= [fdo.] Luis Brabo Demontenegro [fdo.] lorenso Jofre Delabarreda
Pormi y ante mi= [fdo.] Joseph de quiroga Sarmiento [y testigos]" (ANC CG 6,
296 v.- 301 v.).
En consecuencia esta propiedad, que abarcaba todo el sector meridional
del valle de Iglesia, tuvo un origen diferente al de las otras zonas; no procedi de
una merced real otorgada a un espaol sino de la excepcional concesin de la
propiedad a un indgena, cuya hija pudo por lo tanto heredarla y venderla segn
153
las normas legales. Sin embargo la realidad subyacente era la misma: el lugar se
hallaba casi totalmente carente de poblacin indgena porque la misma haba
sido trasladada a fin de su uso como mano de obra fuera de la jurisdiccin de
San Juan.

Croquis de la zona del valle de Pismanta -actual valle de Iglesia- (Fuente: Mapa de la
Provincia de San Juan [Escala 1:500.000]. San Juan, Direccin Provincial de Catastro,
1974).


154
155



CONCLUSIONES: LOS CAMBIOS ECONMICOS, SOCIALES,
TNICOS Y LINGSTICOS EN EL SIGLO XVII


El siglo XVII fue una poca de grandes cambios en la sociedad de San
Juan y de Cuyo en general, sobre todo en el sector de la poblacin de origen
indgena. Los cambios en la situacin econmica regional que se dieron a lo
largo del siglo afectaron de diversa manera la realidad social, lo que a su vez dio
como resultado un reacomodamiento tnico y lingstico en el sentido de prdida
de identidades de los grupos nativos.

Las nuevas actividades econmicas de la colonia (mineras, vitivincolas,
de frutos secos y ganaderas) se vieron incrementadas por diversas razones; la
ms importante en cuanto a su incremento fue la de la ganadera cuyos productos
industrializados en Chile tenan un mercado importante dentro del virreinato que
cubra a partir de los puertos sobre el Ocano Pacfico. Los vinos y aguardientes,
las frutas secas y el pescado salado de las lagunas de Guanacache eran motivo de
un comercio interno (considerando como tal las provincias y gobernaciones que
despus constituiran el Virreinato del Ro de La Plata) que, aunque restringido,
permita el movimiento econmico y artesanal de la regin, sobre todo cuando
no generaba competencia con similar produccin chilena.

Todas estas actividades, sumadas a las de construccin de edificios y
obras de infraestructura bsica de centros urbanos en discreto crecimiento, tanto
en Chile como en la misma regin, debieron ser realizadas con mano de obra
indgena que era cada vez ms escasa y, por eso mismo, sumamente requerida.
En Chile la misma se cubri en gran parte con el traslado de aborgenes de los
valles centrales de Cuyo; en stos, y una vez que se hizo ms necesaria, con los
originarios de las zonas marginales. San Juan en particular recibi mano de obra
de zonas del este, norte y noreste de su jurisdiccin.

La escasez de mano de obra en Cuyo motiv la promocin de disputas
judiciales por la misma entre diferentes encomenderos e incluso entre
propietarios de vias y bodegas por un lado y criadores de ganado por el otro. La
necesidad de cubrir esta falta llev a que en el siglo XVII se conjugaran diversos
procedimientos para conseguirla y afianzarla: continuaron los antiguos de
encomiendas de servicio personal, mita, traslado coercitivo y desnaturalizacin
de grupos como castigo por levantamientos y se incrementaron los nuevos de
156
encomiendas de tributo, alquiler voluntario y conciertos de trabajo libre.

Hacia la dcada comprendida entre 1630 y 1640 la ganadera cuyana se
increment y, aparte de un mejoramiento general del nivel econmico de toda la
regin, motiv tambin tanto la reubicacin de grandes grupos aborgenes de
tradicin ganadera en zonas ms aptas para esta produccin como la apropiacin
de hecho y luego legal de grandes extensiones de territorio de alta receptividad
ganadera por parte de los espaoles.

La reubicacin de grupos indgenas completos fue el resultado de los
levantamientos indgenas en Valle Frtil y Jchal de las tres primeras dcadas
del siglo. Los indgenas acusados por estos alzamientos sufrieron castigos que
implicaron su mejor aprovechamiento como mano de obra por su traslado
coercitivo a zonas agrcolas y ganaderas ms cercanas a la ciudad. Estos hechos
incorporaron en San Juan por primera y nica vez la distincin entre grupos de
indios "amigos" o "domsticos" y "enemigos" o "alzados", comn en otras
regiones de la Gobernacin de Chile por la situacin de constante guerra. Los
primeros eran quienes vivan y trabajaban junto con los encomenderos de la
ciudad o los dueos de haciendas rurales y los segundos los rebeldes.

La apropiacin legal de grandes extensiones de tierras por parte de
vecinos de San Juan a lo largo del siglo tuvo en todo los casos como antecedente
inmediato el usufructo de las mismas por parte de los encomenderos de los
indios de cada lugar y la paulatina desaparicin de stos, promovida a su vez por
su traslado coercitivo a otros lugares para trabajar en beneficio de su
encomendero. Este usufructo y la posesin anterior de encomiendas de los indios
originarios era esgrimido como argumento del pretendido derecho que se tena a
la propiedad de las tierras. Las zonas de Valle Frtil, El Acequin y las cinagas
ubicadas entre la ciudad de San Juan y las lagunas de Guanacache fueron los
lugares que ms tempranamente pasaron legalmente a manos de los espaoles;
ms tardamente lo fueron el valle de Iglesia y el valle del ro Zanjn. Salvo en
un caso de fines de siglo, no se reconoca la propiedad de tierras a los mismos
indgenas.

Otras actividades, como la construccin de edificios y de carretas
favorecieron la aparicin de oficios especializados en los cuales algunos
indgenas tuvieron una importante actuacin. Cuando su eficacia en ellos los
destacaba, resultaba tambin en una cada vez mayor diferenciacin de los otros
integrantes de su propio grupo; sta era de tipo econmico, porque sus servicios
eran en mayor medida pagados en efectivo, y social, porque comenzaban a ser
considerados diferentes a los otros integrantes de su grupo al tener ms libertad
157
de movimiento y de trabajo. La evidencia ms notoria de la diferenciacin era la
adopcin de un apellido espaol que acompaaba a su nombre cristiano y que
indicaba claramente su oficio.

La esclavitud no fue una forma utilizada directamente en San Juan ya
que las rebeliones que tuvieron lugar a principios de siglo, tan restringidas y al
parecer bastante exageradas, no dieron razones de suficiente peso como para
justificarlas; s existi en grupos e individuos trasladados de otras zonas como
los documentados de La Rioja y mocoves de la regin chaquea.

La reubicacin de la gran cantidad de grupos del norte, este y noreste del
territorio en las zonas agrcolas y ganaderas circunvecinas a la ciudad como
castigo por los alzamientos, dio por resultado la continuacin de un poblamiento
indgena artificial que se haba iniciado con la constitucin de "pueblos" y
"doctrinas"; stos eran los agrupamientos de cierto nmero de familias indgenas
a fin de su conversin religiosa y control poltico y social en sitios que no
siempre coincidan con su ubicacin natural ya que deban estar en zonas que
permitieran la presencia de la iglesia y el servicio de los indios a su
encomendero. En realidad la mayora de los conocidos como "pueblos" del siglo
XVII tenan esta caracterstica de poblaciones indgenas creadas artificialmente.

A tal punto lleg este cambio de ubicacin que para finales de siglo se
censaban familias indgenas completas asentndolas como originarias de "vias"
en la ciudad o en las cercanas de las ciudad de San Juan. Obviamente estas
vias fueron el lugar de nacimiento de varias generaciones de indgenas pero no
el origen natural del grupo censado.

Este tipo de instalacin aborigen coincidi con el surgimiento y
consolidacin de nuevas formas de agrupacin forzada por la escasa cantidad de
indios constituyentes de encomiendas. Debido a esto a partir de 1650
aparecieron las encomiendas formadas por grupos, familias o individuos de
distinto origen.

Concomitantemente la figura del cacique, indispensable para justificar la
integracin de una encomienda, fue suplantada cuando no exista el real por
indios comunes erigidos artificialmente en caciques, caciques difuntos que
seguan apareciendo como titulares e incluso, hacia finales de siglo, la figura de
"cacicas" mujeres en contradiccin con las costumbres indgenas
suficientemente documentadas de la herencia por va masculina del cacicazgo.

La permanencia de la figura del cacique era evidentemente indispensable
158
para que el encomendero pudiera mantener la titularidad de la encomienda e,
indirectamente, el usufructo de la tierra. Cuando a los espaoles les fue factible
conseguir la propiedad legal de los territorios que haban aprovechado
especialmente como campos de cra de ganado, no tuvieron obstculos en dejar
que cesaran las encomiendas respectivas. El cacique generalmente era el nico
que quedaba -a veces con unas pocas mujeres, viejos y nios- en el lugar de
origen de la encomienda, sin oficio especializado, al mismo tiempo que era el
nico que conservaba el nombre indgena como apellido. Puede afirmarse que
para fines del siglo XVII los pocos indios naturales que continuaban siendo
considerados como tales eran los caciques (reales o impuestos) mientras que los
indios comunes, generalmente los tributarios, haban cambiado su situacin
social y tnica, haban perdido o abandonado su nombre en lengua nativa y
trataban de integrarse cultural y tnicamente al grupo espaol.

La desaparicin progresiva de la encomienda, que era evidente hacia
fines de siglo aun cuando se obligaba a llevar un estricto control de su
integracin, fue un hecho al cual contribuyeron varios factores adems de la
legislacin y la disminucin de indgenas. El mayor aprovechamiento de los
alquileres y conciertos de trabajo voluntario permiti por un lado al espaol
tener acceso a una mano de obra ms especializada sin tantas trabas legales ni
preocupaciones por atencin y control de las encomiendas y al indgena a ejercer
ms libremente su oficio y su movilidad espacial, as como aprovechar para
cambiar su situacin tnica y poco a poco pasar a ser considerado espaol.

El gradual incremento de la percepcin de tributos por parte de los
encomenderos en lugar de servicio personal, en parte como respuesta a la
preocupacin de la legislacin indiana, y el pago de salario a los indgenas, ya
fuese en especias o en metlico, favoreci el movimiento econmico. A
diferencia de lo ocurrido en los primeros cien aos de vida colonial, la relacin
salario-tributo se transform a partir de mediados del siglo en un elemento ms
importante en la economa local que el servicio personal en s.

La mita de indios cuyanos en general, que se cumpla en Chile y evitaba
los pagos estipulados, fue decreciendo en favor de los cada vez ms comunes
contratos libres. Los conciertos y los contratos de trabajo de mediados de siglo
muestran en San Juan un gran movimiento de relaciones laborales donde se
incluan trabajos de todo tipo (servicio general, cra y traslado de ganado,
construccin de carretas, viajes con carretas y recuas de mulas, pesca y salado de
pescado de las lagunas, trabajo en carpintera, decoracin de iglesias, labores en
viedos, trabajo en obrajes, minas y trapiches, etc.) e involucraban a todo tipo de
159
personas como contratantes e indgenas de diferentes lugares (incluso tan
distantes como Paraguay, Lima y el sur de Chile) como contratados.

Las categoras sociales de estos ltimos eran marcadamente diferentes,
desde libres y con apellido espaol adoptado hasta encomendados que deban
pagar el tributo correspondiente. Estas categoras, ya firmemente establecidas
entre la poblacin aborigen para esa poca, se corresponda directamente con el
tipo de trabajo ejercido y el salario cobrado. Los oficiales y maestros, que por la
legislacin no deban servir en la mita, residan en las ciudades, gozaban de
libertad de movimiento y de trabajo, generalmente cobraban en efectivo y al no
ser encomendados, no deban pagar tributo. Al parecer no existan grandes
diferencias en el salario con respecto a la extraccin tnica o al origen
geogrfico por lo que el monto de los salarios y la forma de pago no variaban
notoriamente entre indios, mestizos o espaoles -tanto en Cuyo como en Chile-
siempre que se tratara del mismo tipo de trabajo.

Aqullos que seguan siendo tributarios de servicio general, es decir sin
un oficio especializado y reconocido por su capacidad, slo conseguan librarse
del servicio huyendo de sus encomiendas hacia otras regiones. En el ltimo
cuarto de siglo la mayor parte de los indgenas tributarios de San Juan haban
huido hacia zonas indeterminadas de la Gobernacin del Tucumn, donde
posiblemente podan sobrevivir con algn tipo de trabajo evitando el pago del
tributo y el peligro de ser trasladado coercitivamente a otros lugares como indios
de mita o alquilados por sus encomenderos.

La gran movilidad que se produjo en este siglo de grupos e individuos,
ya fuera por traslados coercitivos o voluntarios, cambi la constitucin de las
familias; en la mayora de los casos las perjudic con la separacin transitoria o
definitiva y con la constitucin de parejas libres y en otros permiti la formacin
de matrimonios mixtos en el sentido del origen de los cnyuges.

Para finales de siglo la mujer indgena haba alcanzado una importancia
mayor. En primer lugar las nuevas formas laborales como el concierto de trabajo
permitieron que fuera considerada como una trabajadora libre, si bien la paga era
bastante menor que para los casos de varones. En segundo lugar, la aplicacin
del cobro del tributo por una parte y la progresiva escasez de varones
encomendados por otra, hizo que las mujeres fueran censadas y tenidas en
cuenta en los registros de encomiendas, incluso al parecer como posibles
tributarias. Por ltimo y hacia fines de siglo, la misma razn de la disminucin
de encomendados varones motiv que en las matrculas de encomiendas
comenzaran a figurar algunas mujeres, generalmente mayores y solas, como
160
titulares de los cacicazgos.

La movilidad indgena espacial y laboral no slo provoc cambios en las
costumbres, sino que tambin produjo grandes modificaciones en cuanto a la
identidad tnica de cada grupo. Hasta 1640 todava perduraban las
diferenciaciones por naciones o etnias provenientes de distintas zonas de la
jurisdiccin de San Juan. Gran nmero de huarpes (originarios de los valles
centrales de Cuyo) vivan y servan en distintos tipos de labores en las ciudades
chilenas, principalmente Santiago, mientras que en la propia ciudad de San Juan
se asentaban artificialmente grupos capayanes y yacampis del norte, este y
noreste del territorio jurisdiccional de San Juan, e incluso del sur de la
jurisdiccin de La Rioja, como castigo por los alzamientos o trasladados para
ejercer distintos trabajos. A partir de mediados del siglo XVII en cambio estas
diferencias desaparecieron junto con la llegada y asentamiento por trabajo de
indgenas de otras regiones. Aqullos que no se mestizaron con el espaol y
disimularon su condicin de nativos con el ejercicio de un oficio especializado,
se unieron con indgenas de otras zonas y mantuvieron su categora social y
jurdica de "indio" sin reconocimiento de nacin o etnia particular.

Concomitantemente las lenguas indgenas propias de esas etnias
desaparecieron gradualmente. No existen referencias documentales a lo largo del
siglo de que se necesitara traduccin al idioma huarpe en actuaciones de la
ciudad de San Juan o su jurisdiccin, mientras en Santiago se evangelizaba con
ayuda de las obras del padre Luis de Valdivia en los dialectos huarpes. En
cambio hacia principios de siglo era necesario un intrprete en lengua indgena
para realizar procedimientos legales en Valle Frtil (ANC RA 2615, f. 116). Con
el traslado de indgenas de las zonas marginales hacia el valle central, en la
misma ciudad de San Juan fue imprescindible contar con intrpretes en lengua
indgena; en 1613 se tom declaracin en lengua indgena a un cacique
yacampis en la ciudad de San Juan (ANC RA 3031, f. 92 v.); igualmente en
1633 con motivo del castigo a los grupos indgenas alzados de nacin capayana
y yacampis que fueron reubicados en las cercanas de la ciudad de San Juan, se
tom declaracin en lengua indgena a los acusados. Todo esto permite asegurar
que en las primeras dcadas del siglo XVII las lenguas de las etnias de las zonas
marginales se hablaban incluso en el valle central de San Juan.

La realidad cambi un poco ms tarde, porque en 1643 ya no era
necesario tomar declaracin a los indgenas de Valle Frtil en su propia lengua
ni siquiera en sus lugares originarios (ANC CG 554, f. 229 v.; RA 1874, f. 6 v.-
7). Esto indica que si bien los grupos podan seguir utilizando sus lenguas
nativas en forma privada, por lo menos todos hablaban y entendan el espaol
161
que utilizaban en sus actividades pblicas y de relacin. Slo en zonas menos
accesibles como el complejo lagunero de Guanacache permaneci ms tiempo el
idioma huarpe ya que en 1689 en zonas laguneras de la jurisdiccin de Mendoza
fue necesario un intrprete en esa lengua para tomar las declaraciones que
dirimiran un problema de herencia de cacicazgo entre dos interesados (ANC RA
2339, f. 148 v.; CG 476, f. 5-8v).

La desaparicin de las lenguas nativas, por otra parte, se evidenci por
la prdida paulatina de los nombres indgenas. El primer cambio en ellos se
realizaba en el momento del bautismo por la adopcin de un nombre cristiano
del santoral catlico; el nombre indgena pasaba a funcionar como apellido y se
perda el nombre de familia o apellido indgena y el de nacin. El segundo
paso del cambio suceda cuando el indio ejerca eficazmente un oficio calificado;
en estos casos la denominacin del oficio reemplazaba como apellido al nombre
indgena y por lo tanto ya el individuo pasaba a tener nombre y apellido espaol.
En casos muy especiales, y cuando el indgena era considerado libre, el apellido
espaol adoptado ya no se refera exclusivamente al oficio. Tambin estos
cambios comenzaron a hacerse evidentes hacia 1640. Los nombres indgenas
con funcin de apellidos siguieron en uso casi exclusivamente en los caciques,
quienes eran generalmente obligados a permanecer en los lugares de origen para
mantener vigente la titularidad de las encomiendas.

Por ltimo el cambio de lugar primero y la prdida posterior de las
lenguas aborgenes originaron durante el siglo XVII la consecuente desaparicin
de topnimos indgenas. De los nombres indgenas de lugares que
permanecieron hasta la actualidad pocos sufrieron modificaciones, las cuales en
casi todos los casos fueron documentadas por alguna razn.

En sntesis puede afirmarse que el elemento comn y movilizador del
cambio socioeconmico que se produjo en el siglo XVII y que abarc no slo a
los indgenas de San Juan sino a toda la sociedad, fue el trabajo. La llegada del
espaol haba igualado a todos los indgenas, considerndolos en el mismo nivel
social y cultural e ignorando sus diferencias tnicas y jerrquicas internas; el
trabajo en cambio sirvi para marcar nuevas diferencias socioeconmicas entre
los individuos de un mismo grupo, a la vez que los llev a identificarse cada vez
ms con los espaoles, con la consecuente prdida de su propia identidad. La
compleja realidad socioeconmica que pone en evidencia este trabajo, deber ser
comprendida para tener una idea ms justa y acabada de la historia de San Juan.



162



ABREVIATURAS


AC SJ: Archivo de Catastro de San Juan, Seccin Anexa.
AHA SJ: Archivo Histrico y Administrativo de San Juan (Fondo Histrico).
ANC CG: Archivo Nacional de Chile, Fondo Capitana General.
ANC ES: Archivo Nacional de Chile, Fondo Escribanos de Santiago.
ANC MV Archivo Nacional de Chile, Fondo Morla Vicua.
ANC NSer: Archivo Nacional de Chile, Fondo Notarios de La Serena.
ANC RA: Archivo Nacional de Chile, Fondo Real Audiencia.



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166



NDICE DE NOMBRES INDGENAS


Se listan a continuacin en forma alfabtica los nombres indgenas de
personas, naciones y lugares tal cual aparecen en los documentos relevados. En
el caso de los nombres de lugares, slo se registran los topnimos desaparecidos
o las formas antiguas de topnimos actuales; estos nombres van sealados con
asterisco.

...seson Salica, 73
Abastata, 74
Abauchaceta*, 151
Abauchaseta*, 152
Acacheuta*, 138
Acampill, 72
Acongo*, 17, 142, 143
Agilanca*, 14, 70
Aguaca*, 144
Aguamana, 71, 72
Aguapilla, 82, 83, 84, 114
Aguase, 72
Aguaxican, 22, 26
Aguayucan, 23, 26, 27,
41, 71, 72
Aguayuxcan, 72
Ahagasta, 23, 27
Ahian*, 151
Aimimana, 82, 83
Alcalen, 73, 114, 144
Alcasan, 114
Alemca, 71, 72
Alpacsi, 140
Amancasta, 23, 27
Ampacallo, 73
Ampayase*, 26, 72
Amplamatucla, 23, 27
Angacan*, 27
Angacao*, 22, 23, 24, 27,
29, 40, 82, 83, 84, 102,
114, 115, 116, 117, 122,
128
Angacau*, 27, 114, 129
Anquia, 76
Antapacaste, 72
Antilus, 73
Apalchin, 139
Asaguate, 103
Ashian*, 151, 152
Aybili*, 141
Ayen, 139
Ayguali*, 141
Aymagua, 73
Aymeagua, 73, 75
Aymeoca, 73
Aymiagua, 76
Aymian, 111, 112
Ayminama, 114
Ayminto, 77, 78
Aymissa, 22, 23, 26
Ayunta, 83
Baimisa, 24, 26
Balcussa, 108
Barran, 88
Barranca, 88
Beumenio, 77
Beumerea, 78
Bianguayan, 77
Cabiculipeo, 77
Caechaque, 72
Caguaylaba, 77
Cahian, 22, 26
Cajas, 78
Calamanta, 14, 69, 70
Caligua, 75, 76
Cam..., 77
Camalao, 137, 139
Camaleo, 140
Camate, 75, 76
Camina, 71, 72
Caminay, 72
Campil, 78
Caa, 24, 27, 70, 71, 72,
114
Caniate, 77
Caniculipea, 78
Caningue, 72
Canpil, 77
Cansama, 40, 114, 129
Cantacala, 78
Cantacalo, 77, 78
Cantama, 24, 27, 83, 114
Cantana, 23, 27
Cantanama, 74
Cantintucla, 23, 26, 27,
90
Capayan, 26
Capi, 23, 27
Caquio pampas*, 17,
142, 143
Caria*, 24, 26
Cariagasta*, 26
Carpio, 87
Casensubca, 72
Casigua, 23, 24, 27
Cassa, 78
Casuil balcale*, 74
Cata*, 105
Catintucla, 22, 24
Catmutela, 22, 27
Cauicusipea, 78
Caxa, 77
Cayaampee, 70
Cayampee, 14, 15, 70
Cayca, 92
167
Chacay, 40, 114
Chalguali*, 137, 138, 141
Chalguillu*, 140
Chalueli*, 137, 138
Chaluli*, 137, 138
Chalveli*, 137
Chamaca, 78
Chambuleta, 74
Chancai, 114, 129
Chancay, 102
Chaquirta, 76
Chaxmin*, 142
Chigta*, 151, 152
Chilinca, 83
Chiquipay, 24, 27, 39, 73,
114
Chocha*, 137
Cholompa, 41, 71, 72,
145
Choquen, 83
Chumbeta, 77, 78
Chumpeta, 14, 70
Cilpino, 14, 69, 70
Cocabil*, 74
Cocogni, 24
Cocogui, 26
Cocoqui, 22, 23, 26, 27
Colonicecta*, 140
Conca San Vic, 83
Conuncacha, 74
Corpio*, 138
Cosla, 74
Cucipea, 78
Culipea, 78
Cuntala, 82, 83, 114
Curaquilla, 22, 26, 82, 83
Duimilo, 82, 114
Duro, 76
Duymilo, 82, 114
El Tacab, 74
Eldiona, 87
Famatunto*, 74
Fragua, 76
Gacambis, 14, 15, 70
Gaape, 14, 70
Galanbao, 73
Gallapai, 75, 77
Goanpalloa, 42, 105, 114
Gomean, 14, 70
Guacal, 72
Guacali, 72
Guacalonco, 23, 27
Guachacan, 72
Gualaitar, 74
Gualapa, 74
Gualcuia, 75, 77
Gualcusa, 23, 27, 37, 97
Gualcuza, 24
Guanacai, 140
Guandacole*, 74
Guanunta, 98
Guarpe, 71
Guayucan, 25, 72
Gudecuta, 77
Gudulguza, 78
Hilinca, 114
Home Calchague, 80
Huarpe, 72
Huilacseta*, 140
Iauqui, 77
Icaa, 56, 57, 106, 150,
151
Icao, 106, 107, 109, 151
Ichanpi, 77
Incantinun, 27
Incantinuun, 24
Incatimuc, 22, 27
Incatinuc, 24
Inquinpca, 76
Isib, 78
Isibi, 77
Jatamalca*, 82, 114, 147
Jauqui, 78
Jumali, 76
Leu...erco, 78
Llangatay, 76
Lleocampa, 70
Lupigueno, 74
Macasi, 23, 27
Macassao, 76
Macassi, 24
Machane, 73
Machanic, 76
Mamparo, 109
Managua, 97, 108
Maa, 55
Melebca, 114
Misquicasta, 27
Misquincasta, 23
Mocna*, 22, 28, 83
Moxna*, 147
Mucas, 23, 27
Muimui, 108
Mullmui, 97
Namio, 91, 92
amio, 76
Napayo, 73
Ninacan, 75, 76, 78
Olayan, 91
Olemo, 74
Orpar*, 140
Pacia camil, 83
Paciguay, 76
Paciguayao, 75, 76
Pacioca, 23, 27
Padulguza, 78
Partinaco*, 14, 70
Pasefn, 74
Pasiguaya, 78
Pasiguayan, 111, 112
Pasiguayao, 75, 78
Pasiguya, 78
Pasimulana, 78
Paspan, 78
Passiguayao, 76
Payaguil*, 142
Payami, 24, 26
Payate*, 25, 72
Payauci, 24
Pelazos, 112
Pernacos, 87
Perraros, 87
Piamguavan, 77, 78
Pianguayan, 78
Pigsaia, 77
Pigsaya, 78
Pilaguil*, 142
Pilusapa, 72
Pisan, 77
Pismanta, 80
Pizan, 78
Posiguaia, 75, 76
Posimulano, 77
Pyauci, 26
Qualcuza, 22, 27
Quarquilla, 82, 114
Quedaguae, 72
Quibitchac*, 17, 142, 143
Quichahan, 22, 27
Quilica, 24, 27, 94, 95
168
Quilintai, 82, 83
Quillixllaguil*, 72
Quilmitamux, 22
Quilmitanux, 26
Quilpi, 23, 27
Quilpis Guanpalao, 76
Quilquil, 80
Quipue, 139
Quistilaguil*, 142
Rematos*, 75
Roynoyunta, 74
Sacaagua, 78
Sacagua, 73, 77, 78, 86
Sacancete*, 138, 139
Salaguasino, 72
Salayan, 76
Salecbu..., 72
Sallapay, 37, 77
Sallgan, 77
San, 23, 27
Sancama, 82, 83
Sanctagua, 26, 72
Santagua, 25, 70, 71, 72,
73, 103
Santtagua, 72
Sapatay, 24, 26
Sapugil, 23, 27
Sapuxil, 23, 27
Sata*, 104, 105, 106, 118
Sicaia, 87
Sicua, 77, 78
Sigaia, 77
Sillux*, 142
Silpian, 37, 75, 77
Silpicona, 82, 83
Silpino, 69, 70, 72, 73
Silpiolla, 77, 78
Silpiyan, 77, 78
Siluna, 55
Simpaymana, 22, 23, 24,
27, 94
Sivilagua, 78
Sivilague, 78
Subpa, 23, 27
Suga...e, 115
Suscaybe, 73
Suscoye, 72
Sylpino, 73
Taia, 110
Talibe, 24, 27
Talicana, 139
Taliquina, 23, 27
Taliue, 24
Tamparparo, 72
Tanamay, 139
Tancaia, 77
Tancaya, 78
Tigolantin*, 17, 142, 143
Toctoluita*, 139
Toista*, 138
Tolita*, 139, 140
Tolosio, 83
Topata*, 140
Torano, 83
Toscuno, 25, 72
Tricaham, 77
Tucaha, 78
Tucaham, 78
Tucan, 78
Tucuma*, 24
Tuluya, 114
Tumana guil*, 14, 70
Tumanas, 73
Tumanas*, 75, 76
Tupeli*, 137, 138, 139
Tutmancasta, 22, 27
Tuttula, 85, 86
Tutuda, 77, 78
Ubica Amano, 78
Ucha, 42, 104, 105, 106,
114
Ulungasto, 26
Umacha, 24, 27
Utunucasta, 22, 27, 94
Vbica amano, 78
Vchumun, 73, 114
Vehumen, 73, 114
Vilaeceta*, 138, 139
Via Camai, 73
Vlima, 78
Vnayoye*, 74
Xata marca*, 82, 114
Xatamalca*, 82, 84, 90,
114, 117, 122
Yacambis, 26, 41, 72
Yacampi, 25, 26, 31, 37,
40, 74
Yacampis, 72
Yanqui, 78
Yapalli, 73
Yatamalca*, 82, 90, 147,
148
Ycaa, 150, 151, 152
Ycano, 71, 72
Ychanpi, 78
Ylienco, 76
Ylliques, 73
Ylliquis, 75, 76
Yncatinuc, 23, 27
Yngusupea, 78
Ynibira, 74
Ynquisupea, 78
Yocacala, 23, 27
Yocacalo, 23, 24, 27
Yocampae, 69, 70
Yocampe, 14
Yrecamux, 76
Ysib, 78
Ysillaca, 23
Ysillacac, 27, 97
Yspota*, 151, 152
Zapilaua, 78
Zaquilava, 78
Zigaya, 78
Zipaya, 78





169



NDICE GENERAL


Introduccin 5
Advertencia 7
Las doctrinas de principios de siglo 9
Las rebeliones indgenas y sus consecuencias 13
Los sucesos de 1604 13
Los sucesos de 1630-33 19
Semejanzas y diferencias entre ambos acontecimientos 31
Las formas de trabajo indgena, los salarios y la diferenciacin social 33
El trabajo de indgenas de San Juan en Chile 34
El trabajo indgena en San Juan 36
Los conciertos de trabajo 46
Salarios, formas de pago y diferenciacin social 54
Las encomiendas y los tributos 65
Los tributos segn la legislacin de la Capitana General 66
Matrculas o registros de encomiendas en San Juan 68
Las caractersticas de las encomiendas indgenas de San Juan durante el
siglo XVII y los cambios producidos

115
Traslado, desnaturalizacin, desaparicin y movilidad de grupos e
individuos

125
El traslado y la desnaturalizacin coercitiva de grupos indgenas 125
Los traslados no permanentes por razones de trabajo 131
La huida de encomendados 133
La desaparicin de grupos indgenas y el nacimiento de propiedades
rurales

134
La zona sur de San Juan 134
Las Tumanas y otras zonas de Valle Frtil 142
La zona del ro Zanjn 147
La zona del valle de Pismanta (actual valle de Iglesia) 150
Conclusiones: los cambios econmicos, sociales, tnicos y lingsticos en
el siglo XVII

155
Abreviaturas 163
Bibliografa 163
ndice de nombres indgenas 167

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