Carta Del Arzobispo de Valladolid

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 4

Carta del arzobispo de Valladolid, Ricardo Blzquez, a los

sacerdotes la espiritualidad y Cuaresma


Queridos hermanos presbteros: En la proximidad de la Cuaresma, en que nos
preparamos a la celebracin de la Pasin, Muerte y Resurreccin de nuestro Seor
Jesucristo, tiempo propicio para la conversin y la renovacin personales, os escribo
esta carta, que vengo gestando desde hace algn tiempo. Una vez ms os manifiesto mi
respeto y confianza, mi gratitud y afecto; os agradezco vuestra vida y ministerio
pastoral. Saludo igualmente a los diconos a los que va dirigida tambin esta carta.
Hace algunos aos escuch a un Superior General de una Congregacin Religiosa de
larga historia y universal presencia una expresin que se me qued profundamente
grabada. Habl del peligro que corremos los sacerdotes de caer en lo que l llamaba con
un neologismo des-espiritualizacin; quera decir poca interioridad orante,
superficialidad en las celebraciones, extroversin de un espritu derramado. Pasar
directamente de la calle a la sacrista, revestirse los ornamentos sagrados y comenzar
inmediatamente la celebracin es un recorrido demasiado corto y rpido para practicar
el trnsito del ruido a la concentracin que reclama la celebracin. Necesitamos orar
para entrar en el mbito litrgico, para que desde el principio sintonice el corazn con el
Misterio que se actualiza en la Eucarista.
La jornada de Jess, como podemos percibir en los Evangelios, arranca de la
comunicacin con el Padre y desemboca en la intimidad orante con El (cf. Mc. 1, 35-38;
6, 45-46). La soledad y la oracin forman parte del ministerio de Jess. Jess une la
actividad apostlica con la oracin; sirve a los hombres a la luz del Padre, y se retira a la
montaa llevando a los enfermos, hambrientos y necesitados en su corazn. La oracin
es culmen y fuente de su accin. Entrevera la comunicacin con Dios Padre y la
comunicacin con los hombres.
Queridos amigos, necesitamos por la maana ponernos en las manos de Dios
abrindonos confiadamente a El, y por la noche debemos proclamar su fidelidad.
Cuanto ms impregnadas por el Espritu estn nuestra palabra y nuestra vida, ms
eficaces apostlicamente seremos. Qu imagen emitimos cuando presidimos la
Eucarista, cuando predicamos, cuando tratamos pastoralmente con las personas?
Emitimos el impacto de la proximidad al Misterio de Dios? Reflejamos la luz del
Espritu en nuestra vida entregada a los dems como fue la de Jess?.
La caridad pastoral, es decir, el amor del Buen Pastor, debe mover nuestra vida
unificando sus numerosas actividades, como ministros de Jesucristo, de la Iglesia y de
los hombres (cf. Presbyterorum rdinis 13-14). Lo que significa y comporta ser buenos
pastores, lo aprendemos en el Evangelio (cf. Jn. 10, 1-18). El ejercicio del ministerio
nutre, postula y configura nuestra espiritualidad. Podemos recordar unas palabras
admirables de San Agustn comentando el captulo 21 del mismo Evangelio, en que el
Seor otorga a Pedro apacentar su rebao (cf. Liturgia de las Horas III, pp. 1189-
1190). Jess empieza preguntando a Pedro si le ama: Simn de Juan, me amas?, a lo
que responde Pedro en un principio con espontnea decisin: S, Seor, t sabes que te
quiero; y al preguntarle por tercera que le recuerda la triple negacin, responde Pedro
con mayor conciencia de su fragilidad y remitindose al conocimiento de Jess: Seor,
t lo sabes todo; t sabes que te quiero. Jess confiere a Pedro un oficio de amor, un
encargo que presupone el amor. Nuestro ministerio es tambin un oficio de confianza y
de amor. Jess va a contestar a Pedro: Si me quieres apacienta mis ovejas. Si me
quieres, avanza el Seor preparndole de antemano para la cruz: Sgueme, tambin en el
cuidado paciente y sacrificado de las ovejas. Hermanos sacerdotes, el Seor nos
interroga por nuestro amor a El; nos confa su rebao y nos advierte de que el servicio a
los hermanos exigir trabajos, paciencia y sufrimientos. As imitaremos, seala San
Agustn, a Jesucristo que vino no a ser servido sino a servir y dar su vida en rescate por
muchos (cf. Mc. 10, 45). El amor al Seor se traduce en nuestra dedicacin generosa al
ministerio que l nos encomend findose de nosotros. Resumiendo: Si me amas
apacienta mis ovejas, si me amas sgueme, si me amas sufre por mis ovejas. El amor
verdadero, la dedicacin ministerial sin reservas, comporta sufrimiento real y tambin
una forma singular de alegra y de esperanza en que el Seor nos dar la corona de la
vida. Nos juzgar el mismo por quien vamos gastando y desgastando la vida.
En la ordenacin de diconos el obispo al entregarnos el libro de los
evangelios nos dijo: Recibe el Evangelio de Cristo, del cual has sido constituido
mensajero; convierte en fe viva lo que lees, y lo que has hecho fe viva ensalo, y
cumple aquello que has enseado. El recorrido de la Palabra de Dios en nuestra vida
abarca la lectura, la fe, la conducta y la enseanza. En la exhortacin apostlica sobre la
Palabra de Dios Verbum Domini 80 podemos leer: El sacerdote es, ante todo, ministro
de la Palabra de Dios; es el ungido y enviado para anunciar a todos el Evangelio del
Reino, llamando a cada hombre a la obediencia de la fe. El sacerdote, por ello,
<<necesita acercarse a la Palabra de Dios con un corazn dcil y orante, para que ella
penetre a fondo en sus pensamientos y sentimientos y engendre dentro de s una
mentalidad nueva: la mente de Cristo (1 Cor. 2, 16)>>. Sin comunicacin espiritual
con Dios, sin hablar a Dios de los hombres, no podemos hablar a los hombres de Dios.
Debemos sintonizar interiormente con el Evangelio para que nuestras palabras sean
instrumentos de la llamada de Dios mismo. El hombre espiritual y servicial es
escuchado y buscado.
En la ordenacin sacerdotal cuando el obispo nos entreg la patena con el pan y el cliz
con el vino para la Eucarista nos dijo: Recibe la ofrenda del pueblo santo para
presentarla a Dios. Considera lo que realizas e imita lo que conmemoras, y conforma tu
vida con el misterio de la cruz del Seor. La celebracin reclama que nuestra persona
est disponible y atenta. En la Eucarista diaria se nos ofrece la oportunidad de ser
configurados existencialmente con Jesucristo entregado por nosotros y resucitado como
fuente inagotable de esperanza.
La necesidad vital de espiritualidad requiere cauces que la alimenten y sostengan.
Recuerdo algunos, todos muy conocidos, invitando encarecidamente a entrar en ellos. El
acompaamiento espiritual nos alentar en su cumplimiento.
La Liturgia de las Horas, el Oficio divino, que se nos confi y prometimos en la
ordenacin de diconos, es gua cotidiana en nuestra oracin: Prometes conservar y
acrecentar el espritu de oracin, tal como responde a tu ministerio, y fiel a este espritu
celebrar la Liturgia de las Horas, segn tu condicin, para el bien de la Iglesia y de todo
el mundo?. Adems de los salmos, que es la oracin fundamental del pueblo de Israel,
de Jesucristo y de la Iglesia, contiene una extraordinaria antologa de lecturas bblicas,
patrsticas y cristianas.
La oracin personal con el procedimiento que juzguemos ms adecuado para nosotros:
La lectio divina (muy recomendada por la Asamblea ltima del Snodo de los
Obispos), la meditacin segn el mtodo ignaciano, el estudio de Evangelio, la
scrutatio de las Escrituras, etc.
Es importante que preparemos la homila en un clima de oracin. Nos preguntemos
siempre: Qu me dice a m personalmente la Palabra de Dios que ser proclamada en
la celebracin y sobre la cual predicar? Aunque parezca paradjico, nosotros somos los
primeros destinatarios de la predicacin. No predicamos slo a otros, y menos contra
otros.
Los sacerdotes somos al mismo tiempo penitentes y confesores, pecadores y ministros
de la reconciliacin. Debemos acercarnos peridicamente a esta fuente del perdn y de
la misericordia; y mostrarnos disponibles a celebrar el sacramento de la penitencia. La
Cuaresma, que estamos a punto de comenzar, es tiempo particularmente propicio para
dejarnos reconciliar con Dios y para reconciliar a otros con El, para acogernos a la
misericordia de Dios y para ser ministros de la penitencia y de la paz. Como sabemos,
hay dos modos ordinarios de celebrar este Sacramento: Rito para reconciliar a un solo
penitente, y rito para reconciliar a varios penitentes con confesin y absolucin
individual.
La dicesis ofrece la oportunidad de un retiro mensual, que es ms intenso en los
tiempos litrgicos del Adviento, Cuaresma y Pascua. Todos sabemos que lo
necesitamos; participemos, por tanto, con asiduidad. La inasistencia frecuente crea
inapetencia y consiguientemente empobrecimiento espiritual del que no siempre somos
conscientes. Os pido la participacin en el retiro con los dems sacerdotes compaeros
en el ministerio. La oportunidad de compartir la propia experiencia espiritual es tambin
una contribucin a la fraternidad ministerial.
Estamos invitados, adems, a practicar los Ejercicios Espirituales. Unos das de
oracin en un ambiente de silencio y dejando al lado otras tareas nos ayudan a entrar en
comunicacin con Dios ayudados por el Director de los Ejercicios. A nuestro alcance
hay varias oportunidades: En el Centro de Espiritualidad, en Villagarca de Campos
para sacerdotes de diversas dicesis; unos prefieren retirarse unos das a un monasterio,
otros se unen a tandas organizadas por otros grupos sacerdotales o dicesis. La oferta
amplia debe hallar en nosotros una acogida generosa. Acudamos a esta convocatoria
anual. Son una medicina contra la posible tendencia a la des-espiritualizacin a que
alud al principio. En los Ejercicios recuperamos el gozo de la fe y el entusiasmo para
transmitirla; as podemos ser nuevos evangelizadores para la Nueva Evangelizacin.
La devocin a la Virgen Mara, Madre de Dios y nuestra Madre, ha cristalizado, ya
desde hace siglos, en la prctica del Rosario. Es la oracin de los hijos, de los sencillos,
de los enfermos, de los ancianos, de los cansados. Es una bella oracin, reiterada como
las expresiones del amor. Iniciemos progresivamente a las nuevas generaciones en su
prctica.
Queridos hermanos presbteros y diconos, la calidad de nuestra accin pastoral
requiere tambin la interioridad espiritual y orante. Siguiendo a Jess introduzcamos y
mantengamos la oracin en nuestra agenda de actividades.
Un saludo cordial en el Seor
22 de febrero de 2012. Mircoles de Ceniza.

También podría gustarte