PP28, Los Sufíes
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PP28, Los Sufíes
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PROPÓSITOS PSICOLÓGICOS
Libro XXV
Los Sufíes
Los Sufíes
LOS SUFÍES
1
No se puede hablar seriamente de sufismo sin apoyarse en la enseñanza
de aquel que ha sido nombrado el “Gran Shaykh” por excelencia: Mohyiddîn
Ibn’Arabî.
Una decena de años antes de morir, ese Maestro compuso una Obra que 2
ha quedado como uno de los grandes clásicos del Islam, y que acaba de ser
traducida por primera vez a una lengua europea bajo el título “La Sabiduría de
los Profetas” por Titus Burkhardt, quien esboza la enseñanza y describe su
influencia considerable; es pues de este autor que tomaremos numerosos
pasajes y, ante todo, las primeras líneas de su introducción.
“… El Sufí Abû Bakr Mohammad Ibn al’Arabî, de la tribu árabe de Hâtim 3
que una paráfrasis, desde entonces consagrada por el uso, del título árabe
Fuçûç al-Hikam que significa literalmente “Los engarces de la Sabiduría”. Esa
expresión no define tanto el contenido del libro como sí lo resume
simbólicamente y no podría ser comprendida sin un conocimiento previo del
simbolismo de que se trata: al-façç, singular de fuçûç, es el engarce de una
piedra o el sello (al-Khatam) de una sortija, mientras que por “las sabidurías”
(al-hikam) es preciso comprender los “aspectos de la Sabiduría divina”. “Los
“engarces” que engastan la piedra preciosa de la Sabiduría eterna (al-hikmah),
son las “formas” espirituales de los diferentes profetas cuyas respectivas
naturalezas humanas y espirituales, sirven de vehículo a tal o cual aspecto del
Conocimiento divino; en cuanto a la piedra preciosa, su carácter incorruptible
se corresponde con la naturaleza inmutable de la Sabiduría”.
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Los Sufíes
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Los Sufíes
Cada capítulo del Fuçûç al-Hikam está dedicado a uno de los profetas 5
Dios (al-haqq) quiso ver las esencias (a’yân) de Sus nombres muy perfectos 7
que le procura esa otra realidad de que se sirve como espejo, él se manifiesta a
sí mismo bajo la forma que resulta del “lugar” de su visión, la cual, por otra
parte, no existiría sin ese “plano de reflexión” y el rayo que se refleja en él.
Dios ha creado al mundo entero ante todo como una cosa amorfa 3 y 9
1Alusión a la palabra divina (hadith qudsî) revelada por boca del Profeta: “Yo era un tesoro
escondido; Yo he querido ser conocido y Yo he creado al mundo”.
2 Literalmente: “la cosa” (ash-shay’). Ibn ‘Arabi emplea a veces el término “cosa” para
designar una realidad que él prefiere no definir de ninguna manera; no dice la Esencia (adh-
dhât) para no afirmar la trascendencia y la no-manifestación de aquello de que se trata; y
tampoco dice el “Ser” o la “Existencia” (al-wujûd), para no subrayar la inmanencia y la
manifestación.
3 U “homogenea” (musawwi), es decir, que no lleva todavía el molde cualitativo y
diferenciado del Espíritu.
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Ahora bien, es una regla de la Actividad divina no preparar ningún “lugar” sin
que éste reciba un espíritu divino, lo que el Corán expresa como la insuflación
del Espíritu divino en Adán6. Desde un punto de vista complementario del
primero, ésta no es otra cosa que la actualización de la aptitud (al-isti’dâd) que
posee esa forma, es decir, su predisposición a recibir la efusión (al-fayd)
inagotable de la revelación (al-tajallî) esencial.
Fuera de la Realidad divina no hay más que un puro receptáculo (qâbil). 10
Pero ese receptáculo proviene él mismo de la “Efusión muy Santa” (al-fayd al-
aqdas), o sea de la manifestación principial metacósmica, donde las “esencias
inmutables” son “concebidas” divinamente antes de su proyección aparente en
la existencia relativa7 “ya que la realidad toda entera, de comienzo a fin, viene
de Dios solamente y es a Él que ella regresa” (Corán, LVII,5). Así pues, el
Orden divino (al-amr) exigía la clarificación del espejo del mundo y Adán se
convirtió en la claridad de ese espejo y en el espíritu de esa forma.
En cuanto a los Ángeles, mencionados en la narración coránica de la 11
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Esto es así, por cuanto en cierto modo ellas participan en la síntesis divina 12
(al-jam’iyat al-ilâhiyâh) que rige todo lo que ellas tienen, tanto su lado divino (al-
janâb al-illâhî) como su lado de la Realidad de las realidades (haqîqat al-aqâiq), y
que por medio del organismo, soporte de todas las facultades, rige aún a la
Naturaleza Universal (tabî’at al-kull) que engloba, de la cima al fondo9 , todos
los receptáculos del mundo. Pero la razón discursiva no puede comprender
este orden de conocimientos que sólo puede provenir de la intuición divina (al-
kash al-ilâhî), ya que es solamente por ella que puede ser conocida la raíz de las
formas del mundo en tanto son receptivas con respecto al espíritu que las rige.
Es así que el ser adámico fue llamado Hombre (insân) y Representante 13
tesoro, nadie osa abrirlos sin su permiso. Así también, Dios ha confiado al
hombre la salvaguardia divina del mundo y el mundo no cesará de ser
salvaguardado durante todo el tiempo que el Hombre Universal (al-insân al-
kâmil) permanezca en él. ¿No ves que cuando él desaparezca y sea quitado de
los cofres de este bajo mundo, nada de aquello que Dios conserva quedará?
Todo cuanto los cofres contenían saldrá y cada parte se reunirá con su parte
correspondiente; así, el todo se transportará al otro mundo y el Hombre
Universal será perpetuamente el sello sobre los cofres en el otro mundo.
Todo lo que está implicado en la “Forma Divina”, es decir el conjunto de 16
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a la creación de Adán sobre la tierra: ¿Quieres Tú, pues, crear a alguien que
siembre la corrupción?” Pero esa corrupción ¿no es precisamente la revuelta
que ellos mismos manifestaban?, pues aquello que los Ángeles decían en
contra de Adán, se aplica a su propia actitud hacia Dios. Por otro lado, si esa
posibilidad de revuelta no hubiera estado en su propia naturaleza, ellos no la
habrían afirmado inconscientemente a propósito de Adán. Si hubiesen tenido
conocimiento de sí mismos, habrían estado exentos por ese mismo
conocimiento, de las limitaciones que sufrieron y no habrían insistido en acusar
a Adán hasta el punto de sacar vanidad de su propia “loa” a Dios, y de aquello
por lo cual ellos Lo “proclaman Santo”, mientras que Adán realizaba Nombres
divinos que los Ángeles ignoraban, de manera que ni su “loa” (tasbîh), ni su
“proclamación de la Santidad divina” (taqdîs), eran semejantes a las de Adán.
Esto nos lo describe Dios para que estemos en guardia y aprendamos la 19
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existencia individual, determinan todo lo que pertenece a ésta; más aún, lo que
existe individualmente no es otra cosa que la expresión de esas Ideas
universales, que no por ello cesan de ser en sí mismas puramente inteligibles.
De manera que éstas son, por una parte, exteriores en tanto que
determinaciones implicadas en la existencia individual y, por otra, interiores en
tanto que realidades inteligibles.
Aun cuando todo lo que existe individualmente proviene de esas Ideas, 21
11Titus Burkardt hace notar que según el lenguaje utilizado por Ibn’Arabî en este texto, la
idea de “existencia individual” (wujud ‘aynî), puede ser transpuesta más allá de la condición
formal, que es el dominio de la individualización propiamente dicha. Así, por ejemplo, un
Ángel no es un “individuo” porque no representa una variante al interior de una especie;
sin embargo, el argumento enunciado más arriba se aplica igualmente a los Ángeles.
Nota de la Edición Internet. “Principial” es una palabra introducida por René Guenón para
referirse al orden de los principios metafísicos.
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relativa, más que con relación al principio del cual obtiene su posibilidad, de
manera que aún cuando lo efímero no posea al ser, lo obtiene de otro al cual
está ligado en virtud de su dependencia. De hecho, es el Principio necesario
subsistente por sí mismo e independiente en su ser de toda otra cosa, el que
por su misma esencia confiere el ser a lo efímero que depende de él. Pero como
el Principio exige por sí mismo la existencia del ser efímero, se comprueba bajo
ese aspecto que el ser efímero es no solamente “posible” sino también
“necesario”. Y como lo efímero depende esencialmente de su principio, es
preciso que aparezca también bajo la “forma” cualitativa de este último, con
todo lo que posee en sí de “nombres” y “cualidades”, a excepción, sin
embargo, de la autonomía principial que no es aplicable al ser efímero aunque
éste sea “necesario”; y esto, porque es necesario en virtud de otro y no de sí
mismo.
Dado que el ser efímero manifiesta la “forma” de lo eterno, es por la 27
todo aquello que nos atribuimos a nosotros mismos y es debido a eso, por otra
parte, que la revelación nos fue dada por la boca de los Profetas, los intérpretes;
es así que Dios Se describe a nosotros por medio de nosotros mismos. Cuando
Lo contemplamos, nosotros nos contemplamos y, contemplándonos, Él se
contempla a Sí mismo. A pesar de ser evidentemente numerosos en cuanto a
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las mismas cualidades que pertenecen a Dios, hay entre Él y nosotros una
diferencia segura, a saber: nuestra dependencia a Su respecto por aquello del
Ser, y nuestra conformidad esencial a Él en razón de nuestra propia
posibilidad, mientras que Él permanece independiente de todo aquello que
hace a nuestra indigencia. Es en ese sentido que es preciso entender la
eternidad sin comienzo (al-azal) y la ancianidad (al-qidam) de Dios, que
derogan, por otro lado, la primacía divina (al-awwaliyah),al efectuar el paso de la
no-existencia a la existencia .
Aún cuando Dios sea el Primero (al-awwal) y el Último (al-âkhir), Él no 30
manos que Él tendía para la creación del Hombre Universal, que reúne en sí
mismo todas las realidades esenciales (haqâiq) del mundo, tanto en su conjunto
como en cada uno de sus individuos. El mundo es lo aparente, mientras que lo
escondido en él es el representante de Dios. En el mismo sentido que el Sultán
permanece invisible, Dios dice de Sí-mismo que Él se esconde detrás de velos
de tinieblas (que son los cuerpos naturales) y de velos de Luz (que son los
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puede ver a Dios por el mismo hecho que es Él quien Se ve. El mundo no
puede deshacerse jamás por sí mismo de su velo, aún sabiendo que esta ligado
a su Creador por su dependencia; y es que el mundo no participa en la
autonomía del Ser esencial y por lo tanto jamás podría concebirlo. Bajo ese
aspecto, Dios permanece siempre desconocido, tanto para la intuición como
para la contemplación, ya que lo efímero no tiene asidero en lo Eterno.
Cuando Dios dijo a Iblis: “Qué es lo que te impide prosternarte delante de 34
aquel que yo he creado con Mis dos Manos?” (Corán, XXXVIII, 75), su mención
de las dos Manos indica una distinción para Adán, por cuanto Dios alude así a
la unión de dos formas en Adán, a saber: la forma del mundo, análoga a las
Cualidades divinas pasivas, unida a la “forma” divina, análoga a las
Cualidades divinas activas; esas son, pues, las Dos Manos de Dios13.
En cuanto a Iblis, no es más que el fragmento del mundo que no ha 35
Universal, cuya forma exterior está hecha de las realidades y de las formas del
mundo, y cuya forma interior corresponde a la “Forma de Dios”, es decir a la
“suma” de todos los Nombres y Cualidades divinas. Es a causa de esto que
Dios ha dicho de él: “Yo soy su oído y su vista”. Él no ha dicho su “ojo” y su
“oreja”, pues hace una distinción entre estas dos “formas” 14. Sucede lo mismo
para todo ser de este mundo bajo la relación de su propia realidad
12 Según la palabra del Profeta: “Dios Se esconde detrás de setenta mil velos de luz y de
tinieblas: si Él los quitara, las fulguraciones de Su rostro consumirían a quien quiera que Lo
mirase”.
13 El simbolismo de las Dos Manos de Dios se encuentra ya en la Qabbalah y especialmente
en el Zohar donde son comparadas con el Cielo y la Tierra en tanto que principios activo y
pasivo de la manifestación.
14 Según la palabra divina revelada por la boca del Profeta (hadith qudsî): “Mi servidor no
puede acercarse a Mí con algo que Me gusta mejor que con aquello que yo le impongo. Mi
servidor se acerca sin cesar a Mí por obras gratuitas hasta que Yo lo ame; y cuando Yo lo
amo, Yo soy el oído con el cual él oye, la vista con la cual él ve, la mano con la cual él ase, y
el pie con el cual él camina: si él Me ruega Yo le doy ciertamente y si él busca Mi ayuda, Yo
le socorro ciertamente.” (Citado por al-Bukhârî según Abû Hurayrah).
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trascendental. Sin embargo, ningún ser encierra una síntesis semejante a la que
distingue al Representante, ya que es precisamente por esa síntesis que él
sobrepasa a todos los demás seres.
Si Dios no penetrara de Su “Forma” 15 la existencia, el mundo no sería. 37
puesto en él. En una de Sus dos Manos sostuvo al mundo y en la otra a Adán y
sus descendientes. A estos les mostró después los rangos que ocupan al interior
de Adán. La narración coránica dice: “Y cuando tu Señor extrajo de los riñones
15Por referencia a la palabra del profeta: “Dios creó a Adán a Su forma”, la expresión de
“forma” es análoga aquí a la noción peripatética de “forma” (eidos), es decir, la marca
cualitativa de una cosa. Pero recordemos que la cualidad puede ser transpuesta a lo
universal puro, como podemos verlo en el sufismo, que llama “forma divina” al conjunto de
las cualidades perfectas por medio de las cuales Dios se revela en el Universo.
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de Adán la simiente de sus hijos y los tomó como testigos, les preguntó: ¿No
soy Yo vuestro Señor? Ellos respondieron: sí, nosotros lo testimoniamos; y esto,
para que en el día de la resurrección vosotros digáis: en verdad lo hemos
descuidado”. (Corán, VII, 171).
“Puesto que Dios me hizo ver aquello que Él puso en el generador 42
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las esencias de los Nombres por oposición a sus formas verbales o ideales. El
objeto de la “visión” divina reside en las posibilidades esenciales de los
“Nombres muy perfectos” que constituyen a su vez los “aspectos” universales
y permanentes del Ser. Cuando se habla de la Esencia única de todos los
Nombres o Cualidades divinas, se emplea el término adh-dhât.
En cuanto a la palabra al-‘ayn, singular de a’ yân, comporta las 46
por “objeto global dotado de existencia”; pero también podría traducirse por
“dotado de Ser”, ya que el término al-wujûd tiene esos dos sentidos. Algunos
manuscritos presentan la variante: “siendo dotado de fases (al-wujûh)...” es
decir, dotado de múltiples “planos de reflexión” o la irradiación divina (at-
tajallî) diferenciada. En cuanto al Orden divino (al-amr) simbolizado por la
palabra “sea” (kun), se identifica, pues, con el principio de Existencia, de ahí
que “Kun” pueda ser asimilado al término latino “Fiat”, del “Fiat Lux” del
Génesis, “¡Que sea la luz !”
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Resumido de esa manea, es preciso confesar que estamos muy lejos del 48
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facultades de la “forma” del mundo. Pero como esa expresión “forma” (çurah),
es susceptible de diversas transposiciones, los sufíes la utilizan de una manera
muy libre por cuanto, además de su significación más próxima que es aquella
de “delimitación”, la “forma” de una cosa comporta su aspecto puramente
cualitativo que es su naturaleza esencial. Por otra parte, en tanto que la forma
de un ser se opone a su espíritu, se refiere simbólicamente a la función
receptiva de la materia.
En fin, esa forma del mundo llamada “Gran Hombre” (al-insân al-kâbir), es 56
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primer “Avatar”16 divino, está representado por Noé, Enoch, Abraham, Isaac,
Moisés, Jesús, así como por Quetzalcoalt para los Mayas, Huiracocha para los
Incas, Krishna para los Hindúes, etc. Ibn’Arabî nos dice: “El hombre es a Dios,
aquello que la pupila es al ojo”... con lo cual se comprende que se trata del
Hombre Universal (al-insân al-kâmil), es decir del Hombre Perfecto en el sentido
de “Avatar”, “Buda”, “Mesías”, “Cristo” o simplemente “Profeta” como lo
designa el Islam.
La moral fundamental enseñada por el Profeta Mahoma, reside sobre todo 63
Ángeles, pues justamente la “Razón” parece ser lo propio del Ser Humano
encarnado. Pero no filosofemos demasiado sobre esa facultad humana y
veamos mejor el hecho que ni la “loa” de los Ángeles ni su “proclamación de la
Santidad divina” eran semejantes a las de Adán.
En cuanto a la “Loa” o “tasbîh”, se comprende aquí como la acción de 66
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del gran Maestro Sufí en lo que concierne a la Sabiduría divina en Adán, quien
posee las Ideas Universales (al-umûr al-kulliyah). Esas Ideas universales
corresponden evidentemente a “los universales” en la terminología escolástica.
En cuanto al término “al-umûr”, plural de “al-amr”, se refiere a los
mandamientos divinos; es así que “al-umûr al kulliyah” son “las realidades
universales”. Según Ibn’Arabî, esas “Ideas” permanecen unidas al intelecto en
el tiempo y fuera del tiempo, pero él concibe la idea de “existencia individual”
como pudiendo ser simbólicamente transpuesta (ver la llamada N°11), ya que
la palabra “al-wujûd” es el Ser, la Existencia como tal, mientras que “wu-jûd
‘ayni”, es la existencia determinada, individual y dotada de substancia.
La Idea universal asume ciertas condiciones propias de las existencias 68
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teosofía hebraica se designa como la “Shekina” que pasa a través de cada una
de las Sephiras, animando el Hayah (cuerpo fluídico), permitiendo así la
elevación espiritual. Es aún la “Shakti” en el método de los Yoghis, que al ser
activada por el Prana hace actuar a Kundalini que sube a través de los centros
nervo-fluídicos. (Ver explicaciones más detalladas en nuestro Propósito
Psicológico Nº II de esta misma serie).
Pero, regresemos ahora a la descripción de la naturaleza de Adán como el 75
“Alma única” de la que, según el Corán, fue creado el género humano, aunque
también, hay que decirlo, según las diversas teologías. Pero no podemos
analizar de nuevo los estudios sobre religiones comparadas que han sido objeto
de nuestras exposiciones desde hace varios años; contentémonos, pues, con
permanecer en la idea sufí.
Así pues, el Alma, An-nafs, es la psiquis, es decir el aspecto sutil del 76
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menciona al final del primer capítulo de “La Sabiduría de los Profetas”. Ese
simbolismo se encuentra un poco en todas partes y la marca de las manos
presenta desde la época prehistórica un carácter mágico. En la India, incluso
actualmente, la marca de las manos señala una consagración y cuando se
aplican sobre un Altar por medio de un polvo rojo, constituyen un signo de
veneración. Así, por ejemplo, la marca de los cinco dedos, cuya virtud
propiciatoria se asimila a la que se le atribuye al número cinco, está dotada de
un poder que preserva de influencias maléficas. Por otra parte, el mismo valor
se le atribuye a la marca de los pies, que se encuentra también representada en
diversos países a través de las épocas. J. Hackin en “Mitología asiática ilustrada”
se refiere a un lienzo del siglo XVIII, en posesión del Museo Guimet de París, el
cual representa el retrato de un Místico tibetano. Este autor explica que fue
gracias a ciertas inscripciones que se pudieron reconocer en esa pintura las
marcas del Gran Lama Tachi-Lhum-po. Esas marcas tienen una significación
más elevada aún, por cuanto indican que la presencia mística de ese Lama,
maestro espiritual del Tíbet, es la encarnación del Buda Amitâbha. El mismo
símbolo ha sido empleado en los monumentos del anciano Budismo de la
India, donde la marca de los pies sugiere la presencia de Sakyamuni o
Siddhârtha Gautama, el Buda.
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los dedos de una mano combinado con la palabra que designa “dos”. Según
Balbi, los Guaraníes del Brasil dicen también “dos manos” para significar
“diez”. En la lengua arawak de los aborígenes de Venezuela (Orinoco) y otros
grupos, el número diez se forma de la misma manera. En la lengua Cahita, que
hablan ciertas poblaciones mexicanas, se puede observar que ha permanecido
esa misma y muy natural asociación sintemática. El hecho de duplicar la
numeración pentenaria se encuentra también entre los Mayas, donde el 5 está
figurado por un trazo y el 10 por dos trazos, así como en el “Quipu” peruano,
ese primitivo instrumento de cálculo donde la decena está representada por un
nudo de doble bucle.
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Si la cifra romana X, correspondía así a “dos manos”, es conveniente notar
que ellas se podían cruzar a la altura de las muñecas para concluir la cuenta; o
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bien, se podían oponer por sus palmas con los dedos abiertos. En el primer
caso, la extensión establece una relación directa entre la palabra sánscrita
“tanayati” (“él oye”), el gótico “taihun” (diez), el inglés “ten” (diez) o “tenth”
(décimo), el alemán “zhen o “zehnte”. En el segundo caso, el gesto evoca una
especie de recipiente. Constatemos solamente la existencia de una relación entre
la raíz indo-europea “dek” o “dak” (“recibir”), el griego “dokhe” (recipiente),
“dekhomái” (recibidor), el latín “doga” (Vaso) y la raíz “dek’m” (diez), en
sánscrito “daca” , en griego “deka”, en latín “decem”.
En la posición de las manos precedentemente indicada, una asociación 84
efecto, con el fin de mostrar que uno estaba desligado de la Ley y probar su
inocencia, recurría a un tiesto de agua y se lavaba las manos en presencia del
pueblo. El gesto de Poncio Pilatos parece pues reposar sobre un orden
sintemático arcaico compuesto de las equivalencias: “dos manos” = “lazos”;
“lazos” = “leyes”; “lavar las manos” = “quitar los lazos”, entonces, “lavar las
manos” = “liberarse de las leyes”. Esas ecuaciones no tenían necesidad de ser
formuladas explícitamente para ser comprendidas de inmediato, pues es obvio
que para Israel la noción de Ley estaba espontáneamente asociada al numero
DIEZ, es decir al Decálogo de Moisés.
Los dedos de las manos evocaban generalmente la acción humana y la 86
17Las dos columnas, los dos lados del Arbol Sefirótico, simbolizan el Jehovah de la Derecha
y el Jehovah de la Izquierda. Se trata siempre de la idea sintemática de las Dos Manos.
(Revisar en particular los Propósitos Psicológicos No II, VII y XIV).
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guerra entre esos dos principios que reflejan la antinomia esencial que opone la
libertad a la ley. Y René Alleau, plantea la cuestión: ¿Es solamente una simple
coincidencia que la inicial griega del nombre de quien debía anunciar la nueva
Ley, tenga la misma forma que la cifra romana que designaba el número de
mandamientos de la antigua Ley? ¿Acaso, la “X” de “Xristos” no evocaba esa
significación para los primeros cristianos y aun para Julián el Apóstata cuando
se vanagloriaba, según sus propios términos, de “hacer la guerra a los X”?
Evidentemente nada podemos afirmar a este respecto, pero no es menos cierto
que desde los tiempos de la “disciplina arcani”, los primeros cristianos
compusieron sintemas enigmáticos cuyo sentido no era revelado más que a los
adeptos.
En el “Timeo”, Platón trata de explicar la formación del mundo, es decir de 88
las cosas reales en tanto percibidas con nuestros sentidos. La vida participa de
la naturaleza de la mismidad y de la otredad, puesto que tiene algo que la hace
idéntica a si misma en medio de los cambios que prueba necesariamente para
manifestar aquello que encierra. Es, pues, una esencia intermediaria formada
por la esencia indivisible y la esencia divisible. Esas dos últimas, representadas
por la inteligencia y la materia, fueron combinadas entre sí con el fin de formar
la unidad. De esa mezcla que constituye el alma, la divinidad cortó siete partes,
marcadas por los números 1, 2, 3, 4, 8, 9, 27, que sirvieron para determinar los
círculos que debían describir los planetas.
Notemos que sin el socorro de la experiencia física y solamente 89
18 En: “El Timeo o de la Naturaleza”, p. 500, Platón, Obras y diálogos metafísicos, París 1843.
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Los Sufíes
DE LA SABIDURÍA DE LA INSPIRACIÓN
DIVINA EN EL VERBO DE SETH
Ibn ’Arabî. Mientras que el capítulo sobre Adán “La Sabiduría de los Profetas”,
describe la manifestación universal de Dios o la “visión” que Dios tiene de Sí
mismo en el Hombre Universal, el capítulo sobre Set tiene por objeto la
revelación interior de Dios o el Conocimiento que tiene el hombre de sí mismo
en el “espejo” divino.
Set era un don de Dios para Adán, ya que por su nacimiento el crimen de 92
Abel fue compensado y el orden roto fue restablecido. Como primer profeta
entre los descendientes de Adán, Set fue el verdadero hijo corporal y espiritual
de su padre. Ahora bien, cuando en el capítulo sobre Enoch Ibn’Arabî escribe:
“el hijo es el secreto de su padre”, eso significa que él simboliza el aspecto
interior de Adán. En conformidad con ese simbolismo, el capítulo “De la
Sabiduría de la Inspiración divina en el Verbo de Set”, implica una perspectiva
espiritual inversa de aquella que representa el capítulo precedente.
Al inicio de este segundo capítulo, el Maestro sufí explica las diversas 93
una manera global, y los que lo conocen de una manera distintiva. Entre éstos,
los segundos ocupan un rango superior, porque el que tiene un conocimiento
distintivo de aquello de que se trata, reconoce lo que el Conocimiento divino
implica a su respecto, sea que Dios le revele aquello que en el hecho del
conocimiento resulta de su propia esencia (’aynuh, forma posesiva de ’ayn), o
bien sea que Él le devele directamente su esencia inmutable y el desarrollo sin
fin de los estados que se derivan. Este último conocedor ocupa el rango
superior, ya que en el conocimiento de sí mismo adopta el punto de vista
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Los Sufíes
19La esencia inmutable o Arquetipo no tiene razón de ser como tal, ya que no es más que
una posibilidad no manifestada contenida en la Esencia divina. Es de una manera toda
simbólica que el arquetipo puede ser considerado como un receptáculo (qâbil) o un “molde”
opuesto al Ser divino. (Al qâbil, es la substancia pasiva y receptiva; se deriva de la raíz QBL
que significa “recibir” o “situarse en frente”…Hemos analizado ya esa raíz: “Qoph – Beth –
Lameth” en el término hebraico “Qabbalah”, o sea la enseñanza iniciática tradicional recibida
frente al Maestro, de labio a oído, del Iniciado a su discípulo, etc…).
20 al-a’yân= plural de ’ayn = las esencias o primeras determinaciones de las cosas; al-a’yân
ath-thâbitah = las “esencias inmutables” o posibilidades principiales.
21 Al-’udum, a veces también vocalizado ’adam; la no-existencia, la ausencia, el No-Ser, la
nada. En el Sufismo, esa expresión comporta por una parte un sentido positivo, aquel de la
no-manifestación, o sea el de estado principial situado más allá de la existencia a aun más
allá del Ser y, por otra parte, un sentido negativo, aquel de privación, de nada relativa.
22 Relaciones esenciales son las relaciones inherentes a la Esencia divina (adh-dhât).
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Los Sufíes
distingue, por otro lado, del verdadero conocedor de Dios dotado de intuición
(kashf) y realizando el Ser.
Aquí, Ibn ’Arabí ofrece quizás una de las partes más importantes de su 97
citan a ese respecto la palabra del Califa Abû Bakr: “Asir que uno es impotente
para asir ese Conocimiento, es un conocimiento”. Y el autor del “Fuçuç al-
Hikam” prosigue: pero, entre nosotros quien de veras conoce no pronuncia esas
palabras, ya que su conocimiento no implica una impotencia para conocer, sino
que denota lo inexpresable. Es este último quien realiza el conocimiento más
perfecto de Dios.
Ahora bien, ese conocimiento no le es dado más que al Sello de los 100
23‘Khâtim ar-rusul’, es el título del profeta Muhhammed (Mahoma) en tanto que es el último
de los legisladores inspirados por Dios
24‘Khâtim al-aw1iyâ’ o “Sello de los Profetas” cuyo papel corresponde a una función cíclica
aparente, mientras que la función necesariamente intemporal y oculta de “Sello de los
santos”, representa el prototipo de la espiritualidad independientemente de toda “misión”.
25 Todo “enviado” (rasûl) es Profeta (nabî) por su grado de inspiración, sin embargo no es
llamado “enviado” sino el Profeta que promulga una nueva ley sagrada.
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santos saca el conocimiento de otra parte que del tabernáculo del Santo que es
su Sello; de manera que también los enviados sacan ese conocimiento del
tabernáculo del Sello de los santos, ya que la función de enviado de Dios y
aquella de profeta cesan (es decir, la función profética en tanto que comporta la
promulgación de una ley sagrada), mientras que la santidad no cesa jamás; y es
por eso que los enviados reciben ese conocimiento, en tanto que ellos son
también santos, del tabernáculo del Sello de los santos.
Titus Burckhardt hace notar que en sus Futûhât al-Makkiyah Ibn’Arabî 103
habla también del “Sello de la santidad de los profetas y de los enviados” (IV,
57) y comprende con ello al Cristo durante su segunda venida. Esa función,
que puede parecer contradictoria en sí misma, se explica de la siguiente
manera: el “enviado” que “sellará” el presente ciclo de la Humanidad y que
salvará a los elegidos haciéndolos pasar al ciclo futuro, no puede traer
evidentemente una nueva ley sagrada que no tendría sentido más que para una
colectividad que debe subsistir como tal; pero hará, por el contrario, resaltar las
verdades intrínsecas comunes a todas las formas tradicionales. Él se dirigirá
pues a la humanidad entera, lo que no podrá hacer sino situándose de cierta
manera en el plano esotérico, aquel del santo contemplativo (al-walî).
Él será de todos modos profeta y enviado de una manera implícita a causa 104
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Los Sufíes
Universal”. Así, todo profeta sin excepción, desde Adán hasta el último, saca
sus luces del tabernáculo del Sello de los profetas; si bien la arcilla del último
no ha sido formada sino después de aquella de los otros, él no está menos
presente desde el principio por su realidad espiritual, en conformidad con la
palabra de Mohammad: “Yo era profeta mientras que Adán estaba aún entre el
agua y la arcilla”. (Notemos que San Juan en su capítulo VIII, versículo 58,
señala las palabras del Cristo, quien había anunciado igualmente: “Antes que
Abraham fuese, yo era...”).
Todo eso proviene de que el mismo Sello de los Santos se verá 106
corresponder con el lugar que deberán llenar los dos ladrillos (de oro y de
plata) en la terminación del muro de esa construcción del Templo de
dimensiones universales. Él ve pues, necesariamente, el orden divino tal como
es. En teología, ese Orden divino (al-amr) es el Mandamiento divino
simbolizado por la palabra creadora kun, “sé”, que constituye Su mandamiento
(amruhu). “Cuando Él quiere una cosa, Él dice: ¡sé! y ella es” (Corán, XXXVI,
81). El Mandamiento corresponde pues al Verbo; por otro lado, la palabra amr
tiene ese mismo sentido en arameo. Los dos pasajes siguientes del Corán
afirman implícitamente la identidad del Mandamiento y de la Palabra (kalimah)
divina o Verbo: “Jesús es a los ojos de Dios aquello que es Adán. Dios lo formó
de polvo, después le dijo: sé “kun”)! y él fue” (III-54). “El Mesías Jesús, hijo de
María, es el enviado de Dios y Su palabra (kalimatuhu) que Él proyectó sobre
María es el espíritu de Él...” (IV-170).
La palabra Al-amr, toma a menudo el sentido de “realidad”, “acto”, “cosa 107
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Los Sufíes
DE LA SABIDURÍA DE LA TRASCENDENCIA
EN EL VERBO DE NOÉ
En todos los tiempos los Sufíes han estado entre los más grandes 109
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Los Sufíes
27Sharî’ah, es la ley sagrada revelada. Cada Mensajero divino (rasûl) trae una nueva sharî’ah
conforme a las condiciones correspondientes a su ciclo cósmico y humano. Sharî ’ah, la ley
Sagrada, se opone a Haqîqah, la Verdad o la Realidad divina, ya que las respectivas Leyes
sagradas difieren mientras que su Realidad divina es la misma. (ash-sharâ’ î, plural de ash-
sharî ’ah, son las diversas leyes reveladas).
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Los Sufíes
“La loa es a Dios”, dice el Corán (I, 2), es decir que, en definitiva, la gloria 115
de todo aquello que loa y de todo lo que es loado regresa sólo a Dios. “A Dios
retorna toda realidad” (Corán, XI, 123). Esa palabra comprende tanto lo
reprensible como lo loable, y no existe más que lo uno o lo otro.
Al-Qashânî explica que el mal no es más que una relativa privación del 116
Ser, es decir, del bien, ya que el mal en sí mismo no tiene existencia. San Denis
el Areopagita, había expuesto ya la misma verdad. Como ejemplo
particularmente resaltante, al-Qashânî menciona la mala pasión amorosa, que
no es condenable en su esencia que es amor, sino como accidente, es decir, en
tanto que contradice el amor integral que es propiamente su esencia.
En el capítulo “De la Sabiduría Elevada en el Verbo de Ismael”, se puede leer la 117
28Porque la Señoría divina supone una relación personal única que se sitúa, por definición,
fuera de toda comparación “horizontal” con otros seres.
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Los Sufíes
DE LA SABIDURÍA LUMINOSA
EN EL VERBO DE JOSÉ
resaltar las cualidades del sueño, en tanto que sueño profético o Presencia
imaginativa, Ibn’Arabî escribe: La sabiduría luminosa expande su luz en la
Presencia imaginativa (hadarat al-khayâl) y es entre los Enviados y los Profetas
que comienza para los hombres la inspiración (al-’wahî) de la Asistencia divina.
Aisha (la mujer del Profeta) - ¡qué Dios esté satisfecho con ella!- ha dicho: “el
primer indicio de la inspiración divina en el Enviado de Dios fue el sueño
verídico; desde entonces todo sueño que él tuvo se cumplió y nada era oscuro
sino como el día que se levanta,”; “ese estado duró seis meses -agrega ella-
enseguida vino el Ángel” (que le reveló el Corán).
En realidad, toda la existencia terrestre del Profeta pasa así, como un sueño 120
maestros sufíes dan a entender con ello que es ilusorio y que no tiene realidad
propia, pero también que está constituido por “imágenes” que reflejan
realidades eternas; ya que la imaginación (khayâl) que corresponde al medio
formal, está considerada como una función cósmica. El “mundo de las
analogías” (âlam al-mîthâl) que relaciona la manifestación sutil con la
manifestación corporal, es llamado igualmente “mundo de la imaginación”
(âlam al-khâyâl).
Así, en el espíritu del Sufismo, decir que el mundo es imaginación no 122
29 Aquí, como en otras partes, el término “forma” es susceptible de una transposición más
allá del mundo propiamente “formal” o individual.
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Los Sufíes
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Los Sufíes
maneras, con la condición de que haya alguna cosa que la proyecte, porque si a
la sombra se le quitara todo soporte ya no existiría en lo sensible sino sólo en lo
inteligible, y potencialmente contenida en la persona de la cual depende. La
sombra es conocida en la medida en que el Ser divino la proyecta sobre las
esencias permanentes de las posibilidades, y es por el Nombre divino “La Luz”
(an-nûr), que la percepción de la sombra tiene lugar. La sombra que se proyecta
sobre las esencias inmutables de las posibilidades es “a imagen” del Misterio
desconocido ¿no ves que las sombras tienden hacia lo negro?, lo cual indica el
carácter insondable que les es propio según cierta correspondencia entre la
sombra y la persona que la proyecta.
Esa descripción de la sombra de Dios recuerda los comentarios del 127
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Los Sufíes
“Con relación a una sombra particular pequeña o grande y más o menos pura,
Dios es como la luz que es incolora en sí misma con relación a un filtro de
vidrio coloreado que la tiñe de su color. Ahora bien, si cuando Lo ves dices: “es
una luz verde”, tienes razón porque el filtro es verde, tal como lo prueba la
experiencia visual; pero si dices que Él no es verde en Sí mismo y que no tiene
color, como lo prueba el razonamiento, habrás dicho igualmente la verdad y el
mismo argumento sacado de la experiencia sensible, lo confirmará.
T. Burckhardt, hace notar que la percepción sensible corresponde al punto 131
DE LA SABIDURÍA DE LA PROFECIA
EN EL VERBO DE JESÚS
Este capítulo del libro “La Sabiduría de los Profetas” de Ibn ‘Arabí, comienza 132
así: “El espíritu (ar-rûh), es decir el Cristo, fue manifestado del agua de María y
del soplo de Gabriel, bajo la forma de un cuerpo depurado de hombre hecho de
arcilla y de naturaleza corruptible, que él llama prisión (sijîn). De manera que
después de más de mil años 30 él permanece en el “espíritu de Dios” 31 y de
ningún otro. Es por ello que él resucitaba a los muertos y creó al pájaro desde
la arcilla. 32 Su relación hacia su Señor es tal, que en virtud de ésta Él actúa en
30Es decir el tiempo transcurrido desde la ascensión del Cristo hasta el momento en el cual
éste libro fue escrito; y él permanecerá hasta su “redescenso” al final del ciclo.
31Jesús es llamado ’Aissâ en el Corán. “. . .El Mesías, Jesús, hijo de María, es el enviado de
Dios y su Verbo que El proyectó sobre María es el espíritu de Él... “ (Corán, IV, 170)
32“(Jesús les dirá) : “Para mostraros los signos de vuestro Señor, formaré con arcilla la figura
de un pájaro, luego soplaré sobre él y será un pájaro -viviente- con el permiso de Dios... ”
(Corán III, 43).” Esa historia del niño Jesús dando vida a un pájaro de arcilla se encuentra
también en los Evangelios apócrifos.
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Los Sufíes
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Los Sufíes
En el Corán (V,19) está dicho: “Aquellos que dicen : en verdad, El-mismo 137
relaciona con Jesús y que define bien su naturaleza desde el punto de vista sufí.
“Y cuando Dios dijo a Jesús: Has dicho alguna vez a los hombres: tomadme a
mí y a mi madre por divinidades fuera de Dios? El respondió: Exaltado seas
Tú! No es a mí que me toca decir aquello que no tengo el derecho de decir (o,
aquello que no es verdad para mí). Si yo lo he dicho, Tú lo has sabido; Tú sabes
lo que esta en mí y yo no sé lo que está en ti, ya que eres Tú el Conocedor de
los secretos. Yo no les he dicho sino aquello que Tú me has ordenado decirles:
Adorad a Dios, mi Señor y vuestro Señor. Mientras permanecí entre ellos, yo
relación excepcional que reúne su elemento “Paterno” con su sustancia “maternal”, como lo
demuestra la continuación del texto.
37Es decir que ellos, por las Palabras “hijo de María”, definían la forma de Jesús como forma
humana terrestre identificando a Dios con esa forma. Se trata evidentemente de la confusión
de las dos naturalezas, la divina y la humana del Cristo.
Por otra parte, Ibn ´Arabî, no considera a María bajo su aspecto de Theotokos (“Madre de
Dios”). Desde el punto de vista del Islam, esa expresión sería completamente ininteligible,
puesto que el Islam distingue siempre nítidamente entre lo creado y lo increado. La idea del
“Dios manifestado”, en el sentido directo y “concreto” de ese término, se encuentra no
obstante en el Sufismo, a saber, en la identificación del Nombre de Dios con Dios-mismo.
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Los Sufíes
Hay que señalar que la expresión “divinidades fuera de Dios”, al inicio de 140
ese pasaje coránico, define muy exactamente el error que, sin ser justificado por
la doctrina cristiana puede prácticamente introducirse en el culto del “Hijo de
Dios” y de la “Madre de Dios”. En contra del abuso ocurrido en el seno de la
cristiandad, el Corán afirma la trascendencia divina. El simbolismo de la
Theotokos está sin embargo implícitamente afirmado en el pasaje coránico
siguiente “Nosotros hicimos del hijo de María y de su madre (es decir de la
madre de Jesús), un símbolo. Le dimos como residencia un sitio elevado,
tranquilo (o “inmutable”) y abundante en fuentes”. (Corán, XXIII, 49.)
Ibn ‘Arabí explica entonces de esta manera: En cuanto a las palabras que 141
según el Corán Jesús respondió a cierta pregunta que Dios le planteó (bajo la
misma relación que Él hace decir, por otro lado : “Nosotros os probaremos
hasta que sepamos”, — yo lo comprendo como si Él quisiera saber si tal cosa
que uno atribuía a Jesús había sucedido verdaderamente o no, y eso a pesar de
que Él lo supiera desde toda la eternidad), diciéndole: “¿ Has dicho a las gentes
que ellos te tomen a ti y a tu madre por divinidades al lado de Dios?”, era
preciso que la respuesta estuviese conforme a la relación y al aspecto bajo los
cuales se revelaba el interlocutor; ahora bien, la Sabiduría exigía, en ese caso,
que la respuesta respetase la dualidad esencialmente contenida en la Unidad; y
es por ello que Jesús dijo -exaltando ante todo a Dios más allá de las formas y
definiéndolo al mismo tiempo por el pronombre de la segunda persona, que
indica la confrontación-. “Exaltado seas Tú, no es a mí…” -es decir a mi Ego,
que se distingue de Ti- “…a quien corresponde el decir aquello que no es
verdad para mí…” -dado mi identidad o mi esencia individual-, “…si yo lo he
dicho, Tú lo has sabido”…; -ya que eres Tú en realidad quien habla y aquel que
habla sabe lo que dice; Tú eres la lengua por la cual yo hablo; (como nos lo ha
enseñado el Enviado de Dios, la Paz sobre él!, relatando el mensaje divino: “...y
Yo soy la lengua por la cual él habla, etc.”, identificándose así el Elegido
esencialmente a la lengua de Dios quien habla la palabra que viene del
individuo).
A continuación, el servidor santo (Jesús) dice, continuando su respuesta: 142
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Los Sufíes
sirve de ejemplo a esa gran tolerancia que han manifestado los Sufíes, modelos
de una profunda Mística.
Junio de 1958
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Los Sufíes
Personajes y Autores
Cristo
Salih y Hûd. “…profetas de los antiguos pueblos de Arabia que las escrituras judeo-
cristianas no conocen” .
Abû Bakr Mohammad Ibn ’Arabî
Adán
Noé
Enoch,
Abraham,
Isaac,
Moisés,
Jesús,
Quetzalcoalt (Mayas),
Huiracocha (Incas),
Krishna (Hindúes)
Abraham
Titus Burckhardt
J. Hackin en “Mitología asiática ilustrada” se refiere a un lienzo del siglo XVIII, en
posesión del Museo Guimet de París.
Tachi-Lhum-po, un Gran Lama.
Buda Amitâbha
El Buda Sakyamuni o Siddhârtha Gautama
René Alleau, “De la naturaleza de los símbolos”.
Balbi
Poncio Pilatos
Moisés, Decálogo de…
Platón, el “Timeo” o de la Naturaleza.
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Los Sufíes
Set
Enoch
Abû Bakr, Califa.
Titus Burckhardt
San Juan, en su capítulo VIII, versículo 58.
María, madre de Jesús.
Gabriel, el Arcángel
Al-Qashânî
San Denis, el Areopagita
Ismael
José
Aisha, la mujer del Profeta
Abû Hâmid al-Ghazzâlî
G. Dandoy, “La Ontología del Vedanta”
’Aissâ , nombre de Jesús en el Qorán.
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