Las Ideas Estéticas de Schiller PDF

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Flix l\!

aTtTlez Bonati
LA IDEA ESTETIC
Q 7
DE CHILLER
SERIE NEGRA
EDICIONES -DE LOS
ANALES
DE LA U 'IVERS.lDAtD
DE CHILE
DIRECTOR:
Guillermo Feli Cruz
SECRETARIO DE PUBLICACIONES:
Juan Uribe Echevarria
SEIS ERIES:
Serie Negra
FILOSOFIA
Serie Roja
LETRAS
Serie Verde
HISTORIA
Serie Gris
ARTE
Serie Azul
CIENCIAS
Serie Marrn
EDUCACION
Flix Martnez Bonati
IDEA ESTETIC
DE SCHILLER
EDICION.ES DE LOS A N A L E S
DE LA UNIVERSIDAD DE CHILE
1 960
Flix '1artnez Bonati, 1960
In cripein Q 22.336
Edicin de 300 ejempla/es
cOn/prusia e impresa en los
Talleres Grficos de la
EDITORIAL NIVER5ITARIA, S. A.
calle Ricardo Santa Cruz 747,
Santiago de Chile. Proyect la
cubierta y la tipografa
MAURICIO AM5TER
1 DIe E
I. Objetividad de la filosoa 9
II. El problema vivo y la raz de la respuesta
schilleriana . 14
III. El 'islema de Schiller 32
1. L s conceptos schillerianos de la libertad 32
2. An tropologa, filosoa de la historia y
tipologa . 34
3. Crtica de la tica kantiana. Sublimidad
y bell za . 37
4. La dignidad y la gracia. Realismo e idea-
li mo 39
5. La forma del arte y de la poesa 40
IV. La razn viviente, idea regulati a en sen,
tido kantiano 43
V. Crli a d la reducciones 54
l. obre la relativizacin psicologista 54
2. obre la relativizacin sociologista 56
l. OBJETIVIDAD DE LA FILOSOFIA
Cuando S -hiller discurre acerca del arte,
se refiere a cosas tales como la estatuaria o
la tragedia griegas, los dramas de Shakes-
peare o los de Goethe. Y nosotros hoy, cier-
tamente, no permitiramos que se definie-
ra el concepto de arte o se usara esta pala.
bra de tal modo que obras como las nom-
bradas quedasen fuera de su mbito. El
objeto de sus reflexiones estticas es el mis-
mo que puede presidir las nuestras; habla-
mos de lo mismo, l y nosotros, cuando
pretendemos determinar qu sea el arte
o caracterizar algn aspecto de este fen-
meno.
y as tambin, cuando se ocupa del hom-
bre y de la sociedad, de la moral y de la
naturaleza, se enfrenta con las mismas situa-
ciones y entidades esenciales con que no-
sotros no enfrentamos hoy. El que su
sociedad fuera otra, los hombres de su
tiempo diferentes de no otros, su sentimien-
to de la naturaleza de diverso carcter -to-
do esto- no niega sino reafirma la identi-
dad del fenmeno general cuyo reconoci-
miento posibilita precisamente hacer las
distinciones particulares.
Desechemos, pues, la visin lgicamente
mal ajustada del relativismo que quiera
desconocer esta comunidad fundamental
de mundo que nos une a los hombres de
otro tiempo, que no comunica con ellos
y nos permite descubrir en sus palabras el
mismo espritu que anima la nue tras.
Si el pensamiento ajeno est dirigido a
) 9 (
lo esencial y po ee el grado necesario de
generalidad, compartir su objeto con el
nuestro, podremos, en principio, compren-
derlo y juzgar de su verdad o falsedad.
s estamos hoy frente al pensamiento
de Schiller sobre el arte y su sentido en la
vida del hombre.
o obstante, nuestra lectura y valoracin
de sus disquisiciones estticas no e mueve
simplemente en un plano de verdad o fal-
sedad. o se da en ella tan slo el senci-
llo modelo de confrontacin en que la pre-
encia del objeto dirime tajantemente ade-
cuacin o inadecuacin de la imagen
propue tao Y si disemos a nuestro encuen-
tro con el pen amiento de otros tiempos, el
carcter de una mera discriminacin de
acierto y errores, lo empobreceramos subs-
tancialmente.
Aparte de verdadera o falsa, una visin
e siempre caractersticamente parcial; pro-
cede de una cierta atalaya histrica y per-
anal, y revela en su parcialidad particular
el punto de vi ta en que se origina. Por
e to, no nos limitamos a barajar visiones
histricas como si fue en meramente frmu-
las verdaderas o no, sin otra dimen in
e piritual. Por el contrario, nos importa
tambin su dimensin "expresiva", docu-
mental, la subjetividad histrica que ponen
de manifiesto. Y que esta funcin de snto-
ma o de revelacin de subjetividad circuns-
tancial es intensa tambin en el pensamien-
to filosfico, puede ejemplificarse en las
ideas estticas de chiller. u conocimiento
no slo produce las impresiones "lgicas"
) 10 (
de justeza, plausibilidad o error; tambin
las impresiones "expresivas" de alteridad
espiritual, de pasi.n y fe educativas con
carcter dieciochesco, etc. Efectivamente,
percibimos que es una persona "de otro
tiempo" la que nos habla, y con tales y
cuales caractersticas. Toda obra de filoso-
fa es, a la vez, documento.
Empero (y esto es lo que, en estos preli-
minares, me importa establecer), en esta
incuestionable subjetividad e historicidad
del texto, nada hay que permita reducirlo
a expre in, a sntoma, a manifestacin de
un modo de ver, sentir y ser. Ni, en espe-
cial, a un modo de querer, de desear el
mundo, como si la obra filosfica (o arts-
tica) fuese pura y simplemente ideologa,
"superestructura".
Pues la sealada relatividad del pensa-
miento no est en conflicto con su objeti-
vidad ni con lo absoluto de su pretensin
terica y de su sentido. Se trata de planos
diversos. El aspecto elegido del fenmeno
que un pensamiento intenta definir, carac-
teriza los inte1'eses tericos y la pe1'spectiva
del pensador, pero su objeto es tambin el
nuestro, no se restringe a su tiempo o per-
sona, y sus afirmaciones permanecen frente
al objeto, verdaderas o falsas, pertinentes a
ste o a aquel aspecto de la cosa.
Si algo merece el nombre de filosofa,
es que merece que lo tomemos rectamente
como teora absoluta, independiente de la
circunstancia de su origen, como pura
visin del objeto. Y esto de igual modo en
los casos en que pueda pensarse que efecti-
) 11 (
vamente una voluntad pragmtica, cons-
ciente o inconsciente, desnaturaliz el es-
fuerzo filosfico y origin la falsedad de la
teora.
na co a es la fal edad o la verdad del
pensamiento, otra, que stas puedan ser
"explicadas" por la circunstancia de origen
y tengan as valor de caracterizacin y do-
cumento. na cosa es que determinada teo-
ra ilumine tal aspecto del fenmeno, otra,
que el que haya podido o debido iluminar
precisamente ste y no otro momento, sea
consecuencia y expresin de tal rasgo de la
subjetividad histrica. Toda situacin tie-
ne us probabilidades e improbabilidades
cognoscitivas. 'Pero lo que en ella de verdad
se conoce es verdad para toda situacin,
pues es objetivamente verdadero, e decir,
simplemente, verdadero.
La actitud primera y recta ante la tra-
dicin, y, en este caso, ante la filosofa de
chiller, es, pues, acoger, comprender, revi-
vir su ,isin del fenmeno del arte, del
hombre, de la hi toria, como lo que es, co-
mo teora acerca de estas objetividades que
compartimos con l. As enriqueceremo
nuestra visin con facetas que la pura re-
flexin per anal probablemente no nos da-
ra. La "compren in" que en primera l-
nea bu cama e, en consecuencia, realiza-
cin en nosotros de sus conceptos e intuicio-
nes. Slo secundariamente puede interesar-
nos "comprender", en un sentido de expli-
cacin gentico-causal, las razones circuns-
tanciale que condicionaron su pensamien-
) 12 (
to, que lo orientaron hacia talo cual aspec-
to del asunto, que dificultaron su visin de
otros y que eventualmente lo indujeron a
error.
Rechacemos as la manera literalmente
torcida de tratar con la tradicin que ca
racteriza buena parte del teorizar de la vs-
pera: se ha ignorado el sentido constituti-
vo de las obras filosficas, que es decir al-
go sobre el objeto, para considerarlas como
pura manifestacin (consciente o incons-
ciente) de la poca, la personalidad, la cla-
se social, la nacin, el subconsciente o la
generacin. As en el dictum de que la fi-
losofa expresa o resume la poca tn pen-
samientos. Es ste un modo grotesco de des-
calificar la intencin consciente del pensa-
dor (que, por cierto, sabe que habla de un
objeto y quiere hacerlo) e implica un es-
cepticismo radical que abandona la idea
de objetividad y as se quita a s mismo el
supuesto constitutivo de toda afirmacin,
se autocontradice. Tal postura revela, en
consecuencia, no ser sino una apariencia de
pensamiento. El principio de la objetividad
del pensamiento terico es inherente al sen-
tido mIsmo del pensar algo acerca de algu-
na cosa. egar universalmente la posibili-
dad de tal hecho del espritu, como si se
tratara siempre de ilusin, autoengao, etc.,
es negar la posibilidad de aseverar algo,
negar la objetividad, condicin de esta po-
sibilidad. Y ello no slo es autonegarse, es-
to es, contrasentido, sino implcitamente ne-
gacin de la comunicacin y del lenguaje,
del mundo comn de los hombres, fuera
) 13 (
del cual ya el impulso inicial del movimien-
to que termina en pensamientos y palabras
carece de sentido.
Tratemos ahora de comprender la vi-
sin de Schiller desde dentro de ella, tra-
temos de revivirla. Para ello, recojamos pri-
mero de nuestra propia circunstancia las
experiencias esenciales que dan su objeto
a aquel pensamiento. Hablemos luego en
su espritu y con sus palabras. Discurramos
en su senda con simpata, postergando to-
da reserva crtica ha ta experimentar en
nosotros vivamente su modo de ver.
,Claro est que no podremos abarcar en
una incursin toda su riqueza. Nuestra sub-
jetividad circunstancial, nuestra perspecti-
va, determina el aspecto de su mundo ideal
que hemos de actualizar. Aunque no ser
nue tra visin por necesariamente parcial
necesariamente falsa, tengamos presente
que ella representa s610 una lnea de su
pen amiento.
Ir. EL PROBLEMA VI o y LA RAz DE LA
RESPUESTA CHILLERIA
La labor interpretativa de la obra de
Schiller parece encontrarse en su bicentena-
rio bajo el signo de un rescate de su efigie
autntica, de entre las seculares imgenes
que lo falsean como pattico hroe al uso
de las e cuelas o inofensivo e iluso entusias-
ta de vagos ideales. En 1955, a los 1:.50 aos
) 14 (
de su muerte, Thomas Mann, en el discurso
celebratorio, profiere enfticamente: "1 o
un exaltado iluso, sino un hombre!". Y en
este ao, quien seguramente es uno de los
mayores conocedores actuales de Schiller,
Benno van Wiese, dedica con inequvoca
insistencia su voluminoso libro "Schiller"
(Stuttgart, 1959) a la restitucin de su ver-
dadera personalidad espiritual. En una pe-
quea publicacin de homenaje al bicente-
nario eSchiller. Festschrift", Bonn, 1959),
el mismo van Wiese se esfuerza por acumu-
lar testimonios contrarios a la imagen de
un idealista inofensivo y sin sentido de la
realidad.
Frente al documento incontrastable e ine-
quvoco que es la obra schilleriana, y,
en especial, su obra filosfica, cabra sor-
prenderse hasta la incredulidad de que
haya podido constituirse semejante ima-
gen del escritor -si no fuese evidente que
la opinin cultivada imperante es la de
una publicidad que no lee a los c1sicios,
o no los lee bien.
Entre los testimonios de un Schiller
distinto citados por van 't\Tiese, encun-
trase una impresin de Jean Paul, que
quisiramos utilizar, puesta en el prti-
co, como smbolo y suma de la concep-
n filosfica de Schiller, segn la inter-
pretaremos aqu. Ciertamente no es ese
el sentido del texto de Richter, el cual no
representa sino una pura objetivacin del
efecto inmediato de la persona de Schiller.
Dice asi: ", .. l (Schiller) parece erguirse
por sobre todo, sobre los hombres, sobre la
) 15 (
desgracia y sobre... la moral". El fillogo
agrega: "En el hecho, tiene la moral de
Schiller, como su natural, algo prometeico".
y luego: "El es moral hasta lo desmesurado
lo aventurero".
El sentido en que la breve caracterizacin
del impacto del hombre Schiller en Jean
Paul puede servir aqu de cifra del pensa-
miento schilleriano es el siguiente: estar por
sobre la moral, no es ser inmoral ni ser a-
moral, pues lo primero debera ms bien
definirse como un vivir por debajo de ella,
y lo segundo, la amoralidad, como habitar
en otro mbito, como ser simplemente aje-
no a esta determinacin. Erguirse por en-
cima de la moralidad es aprobarla relati-
vamente, afirmarla con reservas, contem-
plarla desele una instancia superior, acaso
absol utao Mi exposicin pretende funda-
mentar la tesis de que el concepto de la edu-
cacin e ttica en Schiller es el concepto
ele una elevacin del hombre por medio del
arte a tal instancia superior.
Parece lo ms natural que las naciones
celebren a los grandes hombres, pues sup-
nese que su efigie e piritual es un norte
educativo para todo el pueblo. Sin embar-
go, no es del todo as. La consagracin
oficial de la grandeza del espritu envuel-
ve siempre una espina de contrasentido, un
algo ele simulacro, y, a veces, es estrategia de
ocultacin y falsedad. Bajo regmenes en
que falta libertad de vida y expresin in-
) 16 (
telectuales, la honoracin de los espritus
egregios es ciertamente una farsa entre gro-
tesca y sombra -y esto no menos cuando
se trata de grandes pensadores a quienes
se encasilla en la ideologa oficial o cuyo
pensamiento ha sido erigido precisamente
como doctrina del estado.
Pero tambin en los diversos grados de
la sociedad democrtica, persiste en tales
homenajes una parte de irreductible ina-
decuacin. Toda sociedad vive en un orden
determinado, jurdico, moral, ideolgico y
mtico, que la autoridad oficializa e impo-
ne en forma de verdades e imperativos ab-
solutos, destinados a hacerse conviccin in-
conmovible en el alma de la multitud ciu-
dadana. o conocemos hasta hoy sociedad
sin ideales sagrados de algn tipo, e inde-
pendientemente del grado de adhesin efec-
tiva al ideal que se da en su seno, la auto-
ridad espiritual oficiosa, sea cual fuere, re-
presenta estos ideales y los difunde. La la-
bor educativa en funcin de estos ideales
es lo que podemos llamar, siguiendo el uso
ms generalizado, la edificacin del pueblo.
Ahora bien, la grandeza del espritu ha
de estar en conflicto con el espritu edifi-
cante desde su misma raz, pues vida supe-
rior del espritu slo es posible como des-
pliegue de la libertad, y ella es, en el ori-
gen mismo de su movimiento, suspensin
y negacin de todo otro valor que el de la
vida y su acrecentamiento.
Cuando la autoridad poltica busca un
aura de absoluto y sublimidad, presenta
al gran hombre como pastor de la morali-
) 17 (
dad vigente o "ingeniero de almas". Con
ello desvirta esencialmente su ser y su
significacin. El destino de la memoria de
Friedrich Schiller ha sido en este sentido
extremadamente caracterstico. Los diver-
sos regmenes, a travs de todos los rganos
de la educacin popular, han utilizado su
obra y efigie para imponer actitudes so-
ciales bsicas o promover herosmos ocasio-
nales. La imagen de Schiller ha llegado a
quedar as, si bien en lugar supremo, en
una lnea con el predicador moral y el acti-
vista, con el boy-scout y el censor oficial.
y a tal punto, que la a ociacin de su obra
con el espritu edificante -sea ste conser-
vador o revolucionario- e hoy muchas
veces un obstculo para la viva y autntica
estimacin de sus compatriota.
Pues bien, su per onalidad y u obra
incluyen en verdad una rica materia de
ideales educativos que las ociedade con-
temporneas pueden usar para la inculca-
cin de las formas sutilizadas del tab y del
ttem. Se desprende con natural fluencia
de su carcter vitalmente afirmativo y de u
fe en el destino del hombre, al par que de
su concepcin filosfica del principio tico
de la razn, la adhesin al principio del or-
den social, de la moralidad, de la edifica-
cin de la sociedad humana, condicin ne-
cesaria de toda aventura del espritu y de
toda libertad. Pero no e e e material de
ideales sociales 10 que con tituye su gran-
deza, ni cabe efectiva grandeza de espritu
en su afirmacin, por entusiasta y litera-
ria que sta sea. Para las labores de la
) 18 (
edificacin y de la ingeniera de almas,
bastan las personalidades modestas que
ordinariamente las ejercen. No es tarea
en que la humanidad pueda crecer co-
mo crece a travs de la obra genial. (Una
sutil repugnancia nos inspira aquella per-
sona adscrita ardorosa e irrestrictamente a
alguna moralizacin vigente, del mismo
modo que el "esteticismo" nihilista de
quien no percibe la superioridad de la po-
sibilidad humana fundada en el orden mo-
ral. En estos sentimientos inmediatos de un
vivir de buen temple, se manifiesta el im-
pulso a una superior plenitud de la vida.)
Edificacin es empresa destinada a la to-
talidad de la sociedad, es decir, sometida
necesariamente, por su naturaleza misma,
a todas las contingencias de la realidad
masiva de la poblacin. El imperativo defi-
nitorio de esta accin no es, pues, el de m-
xima al tura espiritual, sino el de mxima
eficacia funcional-prctica. Si los indivi-
duos que integran la colectividad no son
en su mayora plenamente humanos, tam-
poco puede serlo la edificacin. Lejos de
operarse entonces en el plano de la eviden-
cia, la racionalidad y la libertad, recrrese
al mito y a la presin irracional de los est-
mulos. Tan slo la educacin, piensa Schi-
ller, puede tornar a esta multitud progresi-
vamente susceptible de ordenamiento racio-
nal. La vida ordenada de modo puramente
racional es una meta de lejana infinita.
Subsi tirn entonces dos rdenes espiritua-
les: el general edificante y el de la razn.
) 19 (
La tarea histrica es hacer crecer al de la
razn y reducir el mtico.
No son las obras de educacin general
del pueblo, en cuanto tales, ms que accin
comprometida (deliberadamente o no) en
la rueda de la practicidad, en la funciona-
lidad esttica o dinmica del cuerpo social.
Hasta nuestros das, y quin sabe por cuan-
to tiempo an, es la educacin para la li-
bertad y el enriquecimiento de la vida en
el espritu, es decir, el intento de una vida
humana, la aventura solitaria de pocos, de
una dispersa comunidad casi incomunica-
da. Esta es sostenida (en parte gracias a
malentendidos) por el cuerpo social en ese
milagro frgil, e incomprendido an por
la mayor parte de sus defensores, que es la
sociedad en que hay libertad de pensamien-
to y expresin.
Con estas reflexiones, estamos en plena
temtica schilleriana: moralidad y libertad,
educacin y poltica, espritu y vida, gran-
deza e idea del hombre. Prosigamos an
unos pasos ms estas consideraciones intro-
ductorias.
Justamente desde la esfera espiritual su-
perior de objetividad y libertad, se descu-
bre la naturaleza pragmtica de los do-
los sociales, la relatividad de las doctrinas,
lo inautntico de la pretensin de verdad
de las ideologas, la irracionalidad de lo
edificante. Encaminar hacia esta grandeza,
la espiritual, no es, pues, la actitud ms pro-
pia y consecuente de la autoridad estable-
cida. Para hacer inofensiva la accin del
) 20 (
espritu, se procura alejarlo del alcance de
los ciudadanos por medios brutales o suti-
les: condenacin y prohibiciones, o simu-
lacro de asimilacin del autor al orden de
los mitos vigentes. En esta ltima forma de
ocultar, se "interpreta" la obra genial en
trminos de edificacin y se difunde la
exgesis en vez de la obra, o ms que ella.
La peligrosidad del espritu se ha torna-
do mayor en cuanto ste ha llegado a la
autoconciencia y se ha constitu do a s mis-
mo en criterio ltimo de validez, esto es, en
la Ilustracin. La destruccin del mito se
ha convertido entonces en tarea, y al efecto
explosivo que siempre tiene el espritu por
pura presencia corno fenmeno de la liber-
tad, se agrega ahora la Cl tica corno conte-
nido expreso de su accin. La Ilustracin
-en todas sus pocas-o ha provocado a la
autoridad social un dificilsimo problema
educativo. Y a las soluciones tradicionales
de negacin persecutiva o tolerancia en
precario equilibrio, se ha sumado en nues-
tro siglo una forma al parecer nueva del
mito edificante: la pseudociencia, la crtica
de las ideologas hecha (aparentemente
ella misma) ideologa
l
.
Ciertamente se trata en esta ltima de
la solucin ms negativa para los altos fines
1 Ideologa es un pensamiento que, teniendo la
forma de la teora, est determinado por valores
prcticos, esto es, no por su objeto aparente, sino
por su presumible efecto en la conducta de los
destinatarios. Ideologa es una pseudoteora, usada
como instrumento de dominio social.
) 21 (
humanos: no puede producirse mayor des-
orientacin en la juventud estudiosa que si
se le ofrece como libertad algo que no lo es.
El mito gesticula como razn, se imposta
como crtica. Como, por necesidad de su
naturaleza de conviccin intocable, no se
critica a s mismo, como en l la ley de la
razn, que es la libertad, la suspensin de
todas las cristalizaciones de creencias, no
se cumple, se delata. Pero esta autodelacin
slo es tal precisamente para el que conoce
la ley del espritu, y sta permanece escon-
dida con ms eficacia que nunca, ya que
parece estar ostensiblemente presente, en
este nuevo sistema de dominio de las men-
tes
2

El mtodo de esta ocultacin se completa


con una operacin simtrica: la ideologa
acusa a la filosofa de ser ideologa. El mi-
to acusa al espritu de ser mito. e presen-
ta para ello una imagen degradada de las
obras de la libertad, afirmando un univer-
sal relativismo sociolgico e histrico de las
verdades -que, como demostr la antes alu-
dida crtica de Husserl frente a otros relati-
vismos, psicologistas, se autocontradice, se
hace culpable del mayor pecado de una teo-
, os es vital tarea develar el fenmeno de la
ciencia como espritu libre. Anlogamente. en el
pensamien to de SchilIer. la mayor urgencia educa
tiva para salvar al hombre era mostrarle en el arte
la verdadera cara de la libertad.
) 22 (
ra: el escepticismo. Es decir, el no ser efec-
tivamente una teora
3

En la medida mnima posible, el fabri-


cante y el administrador de mitos deben
ser tolerados en aras de la necesidad prc-
tica emprica de su accin. ,Pero es necesario
a la vez, como esencial gesto de orientacin,
despreciar su obra, pues en ella se pervier-
ten el pensamiento y la palabra en funcio-
nes ajenas a su sentido, y se produce as
una imagen inferior de la posibilidad hu-
mana. Preservar el sentido del espritu, de-
nunciar su desnaturalizacin, mantener
abiertos los caminos hacia la libertad, es
preservar la posibilidad del hombre.
y sta es, segn Schiller, la tarea del arte
y de la educacin esttica. Su concepcin de
la misin del artista es rigurosamente opues-
ta a las concepciones de las ideologas en
uso. Y, naturalmente, de igual modo opues-
ta a la concepcin platnica en los libros
No es producto de casuales circunstancias que el
nombre de Husserl surja aqu. Con frecuencia se
seala su filosfico con Kant, pero no se
advierte hasta qu punto su fenomenologa es re
descubrimiento de la razn como instancia supre.
'ma y absoluta del conocimiento. La razn es la ins
tancia que libremente decide sobre el criterio de
objetividad y de verdad, justamente la instancia
que decide, en el pensamiento de Husserl, que en
la plena evidencia se encuentra el principio de too
dos los principios del conocimiento. Fenomenologa
es exactamente libertad. G. Lukcs (Die Zerstorung
der Vernunft, Berln, 1954, Existentialismus oder
Marxismus, Berln, 1951) ejerce su ministerio ideo
lgico con toda su trastocacin de realidades cuando
acusa a Husserl de irr!cionalismo.
) 23 (
segundo y tercero de La Repblica, a la
cual hace Schiller inequvoca referencia en
Sobre la educacin esttica del hombre.
La magnitud de la degradacin de la
imagen de Schiller en el uso edificante,
puede ser apreciada si se considera que lo
dicho hasta aqu (proyectado sobre nuestro
tiempo y con lenguaje y coloracin nues-
tros, por cierto) est dicho en el espritu
de su pensamiento filosfico. Sus ideas
estticas son a la vez que teora del arte,
antropologa y filosofa de la historia y de
la sociedad. Preocpale el fenmeno del
arte en su significacin vital. De modo que
su comprensin de lo bello surge de su
concepto del hombre, ser que vive en socie-
dad, entre naturaleza y cultura, sensoriali-
dad y razn, necesidad y libertad. Educa-
cin esttica, en su sentido, es lo contrario
de edificacin, es superacin de la doble es-
trechez de la naturaleza y del artificio so-
cial, es iniciacin a la libertad y a la gran-
deza del espritu. Y es ste por cierto un es-
pritu, la razn, originariamente tico y or-
denador, es decir, es el principio que anima
el sentido superior de toda moralidad al
tiempo que relativiza todas sus cristalizacio-
nes normativas, es el espritu que evidencia
la necesidad de orden moral y es libre fren-
te a todo orden determinado. Es la fuente
de la superacin moral, en el sentido
de la vida, y el nico lugar de una huma-
nidad no enajenada. En este espritu, en
la libertad, vive el hombre su vida autn-
tica, en s mismo.
La educacin esttica que nos ha de
) 24 (
poner por encima de los sistemas ideolgi-
cos y morales vigentes, no nos deja, al
hacerlo, en el caos; no se trata de educa-
cin hacia un cnico nihilismo. Contra-
riamente, es retorno al origen tico para
renovar el sistema vigente de la moralidad
en vistas a la idea del hombre como armo-
na superior de naturaleza y razn, de
moral y libertad. Todo progreso hacia esa
meta presupone la formacin esttica del
espritu, la liberacin en el arte, la visin
intensa del ideal de la humanidad. Y as
pues, evidentemente, vuelve el espritu li-
berado a la caverna de su tiempo a reha-
cer la moral, a edificar bajo la orientacin
de la idea buscando una progresiva reali-
zacin del hombre. As desciende el esp-
ritu como poltica consciente de su rela-
tividad con respecto al tiempo histrico
y de su ideal absoluto. Y como esta edu-
ca,n se realiza y difunde en el mbito
social, y como ste es propicio a ella si es
libre, y enemigo si es totalitario, no es
en verdad indiferente para el espritu qu
orden social impera efectivamente.
Formar mediante el arte hombres libres
que, por serlo, transformen progresivamen-
te la sociedad: tal es el sentido de la idea
de una educacin esttica en Schiller.
.La grandeza del espritu es, pues, en
lo ideal, sin duda, luz educativa para todo
el pueblo. Pero para la accin prctica
sobre la realidad casual histrica, no lo es
de inmediato. La difusin intensa y gene-
ral de la grandeza no obtendra compren-
sin cabal, y slo se percibira de ella la
) 25 (
relativizacin de las normas y la destruc-
cin de su imperio. Seria una contribucin
al caos. "All donde el hombre natural
abusa segn sus antojos y sin norma algu-
na, no se le debe mostrar su libertad".
En el hecho, es, pues, el espritu fuer-
za que destruye los marcos irracionales
que hasta hoy, en toda sociedad, parecen
necesarios para la subsistencia de sta. Y
en este respecto, entonces, resulta contra-
sentido la celebracin oficial del espritu
que relativiza, ironiza y suspende la pre-
tensin de validez absoluta de esta propia
oficialidad. 'Pero queda claro que la tole-
rancia de este contrasentido, la autoiron:l,
la admisin del disonante vivir o revivir
la libertad, es decir, la admisin de la
humanidad, de vida superior, en medio
de la naturaleza inconsciente y la sometida
irracionalidad, es deber inalienable y la
dignidad mayor de la sociedad de nuestro
tiempo --y su secreta sabidura, que pue-
de orientar la transformacin y eliminar
las limitaciones innecesarias de la vidalj.
4 Las citas que aparecen sin mencin de origen
pertenecen a Sobre la educacin esttica del hom-
bre.
a Es un ndice de la liberalidad de una sociedad el
que haya en ella un trato vivo y directo con la
grandeza espiritual. Inversamente, es caracterstica
del rgimen opresor, la existencia de un cuerpo de
exgetas oficiales, "tericos" del partido o sacerdo-
cio de "intrpretes", interpuesto entre el pblico
estudioso y los textos clsicos. Estos in trpretes tie-
nen por tarea crear y difundir una imagen ad hoc
del pensamiento superior, una degradacin de s-
te af nivel de la ideologa y los mitos vigentes. Un
) 26 (
El orden mtico total es ciego; sin el mira-
dor de la libertad se corrompe y brutali-
za. Por otra parte, cuando la sombra des-
naturalizada y anrquica de la libertad,
cada en la masa humana ineducada, rom-
pe el orden funcional de la sociedad y
provoca el caos, no tarda en hacerse ne-
cesaria la reaccin edificante totalitaria,
y torna el estado de las hormigas. "El don
de principios liberales es traicin a la
causa total cuando recae sobre fuerzas en
ebullicin y estimula ms a una natura-
leza ya sobrepoderosa".
Es asunto de ser o no ser para el hombre
que el proceso de la libertad se d histri-
camente, y para ello es necesaria la armona
difcil de edificacin y espritu, y ms que
la astucia de la razn, la sabidura. (Aca-
so debamos felicitarnos de que estas li-
bertades todava nos hayan sido posibles.)
El sentido principal de estas considera-
ciones ha sido hacer ver que la tarea
histrica de una educacin espiritual {"es-
ttica"), que es el impulso ms profundo
plasmado en el filosofar de Schiller, no
ha sido realizada, ni ha desaparecido la
situacin real que la hace necesaria. Co-
mo todo pensamiento egregio, tendr siem-
pre el de Schiller actualidad. Pero, ade-
remedo domesticado y funcional del espritu libre
circula entonces para dirigir la c o n ~ u c t de una
multitud que no ha superado la lrraclOnahdad. ce-
rrndose as todo cammo para la autntica libe-
racin progresiva de esa multitud.
) '27 (
ms, tiene hoy actualidad temtica -y agu-
dizada.

En este punto, debo hacer una restric-
cin y a la vez una explicitacin de 10 dicho
hasta aqu. La lnea de pensamiento cuyo
curso general he esquematizado, corres-
ponde a las obras filosficas de la madu-
rez de Schiller, en especial a las cartas So-
bre la educacin esttica del hombre (1794)
y a Sobre poesa ingenua y sentimental
(1795) . Junto a esta lnea, corre otra ini-
ciada en la Disertacin sobre la escena
teatral (1784) y mantenida hasta el fi-
nal de su vida en prlogos a sus dramas.
y sta es un programa de edificacin di-
recta, moral y nacional, intelectual y po-
ltica. Pues Schiller se hace cargo de toda
la dimensin de la tarea histrica del esp-
ritu y no desconoce la necesidad inmediata
de la educacin pre-esttica, de la primaria
civilizacin o socializacin de la masa del
pueblo. En este sentido, recomienda a los
poderes polticos las virtudes educativas del
teatro, en su El teatro como instituto mo-
ral.
No obstante, no hay cuestin con respec-
to a la jerarqua de una y otra funcin en
la unidad de su pensamiento: edificacin es
antesala de 10 humano. La escuela de la
humanidad es el arte como liberacin del
imperio de la necesidad orgnico-sensorial
y del imperio mtico de la moral comuni-
taria. En verdad, no hay contradiccin al-
) 2'8 (
guna en la postulacin de estas dos tareas
educativas: la inferior, edificante, inminen-
te, determinada por la contingencia hist-
rica, y la superior, liberadora, eterna,
determinada por la idea del hombre. Por-
que se entiende que es posible su concilia-
cin prctica, justamente en el modo de
una contradiccin formal de la autoridad,
que afirma a la vez dos absolutos exclu-
yentes. Se excluyen ambos ideales, si se ~
postula absolutamente, y la prctica exige
esto. 'Pero para la instancia irnica del
espritu filosfico, se relativiza el ideal edi-
ficante y as se concilia la doble exigencia
en un pensamiento coherente.
Para la concepcin de la. obra de arte,
empero, el doble ideal educativo presenta
un problema grave: cmo puede la obra
potica, al mismo tiempo, edificar y poner
por encima de toda edificacin? Cmo
puede la escena teatral servir de "instituto
de moral" y a la vez de escuela de la liber-
tad? Hemos insinuado ya al comienzo la
solucin schilleriana de este problema, que
es, en sentido estricto, esttico: los ideales
edificantes son en la obra de arte, como las
pasiones y la sensualidad, materia, presen-
cia subordinada al total artstico, despojada
de su autonoma por la forma, es decir,
estticamente relativizada. Se edifica por la
obra teatral quien slo percibe su materia
y con ella los ideales educativos comunita-
rios sin relativizacin; es decir, se edifica
quien no la comprende como arte. La f01--
ma reduce lo edificante; sin negarlo expre-
samente, lo suspende de hecho, y as, no de
) 29 (
un modo lgico, sino bajo la especie de un
sentir liberado y superior, de un estado del
alma despojado de coaccin, de un espritu
de juego, pone el arte al espectador por
sobre su condicin prehumana, lo hace ser
hombre. Ahora bien, la forma no elimina
a la materia; la transfigura simplemente,
mas aprovecha su riqueza. De modo que lo
edificante como lo sensual quedan dentro
de la obra de arte, traspasados slo a un
tono de la sensibilidad que los pone entre
parntesis y anula su pretensin de imperio
sobre el hombre. En la forma, se realiza el
arte como una suerte de "epoj" que retie-
ne al mundo de la moral y los sentidos,
pero lo desarma, suspende su validez. En
la notable formulacin de Schiller: "La
forma anonada a la materia". ("Darin also
besteht das eigentliche Kunstgeheimnis des
Meisters, dass er den Stoff durch die Form
vertilgt.")
Benedetto Croce, en los prrafos perti-
nentes de la parte histrica de su Esttica
como ciencia de la expresin y lingstica
general, opina que el concepto schilleriano
de la forma es insatisfactorio. Tal vez pro-
ceda este juicio de la aparente pobreza del
concepto de la forma especficamente arts-
tica en Schiller. Creemos, sin embargo, que
no hay tal pobreza y que el concepto citado
resulta de una profundidad sorprendente,
precisamente porque es slo uno su rasgo
definitorio. En efecto, la forma como deter-
minacin eficiente del arte en esta visin
de Schiller, no es sino aquel orden que ano-
) 30 (
nada a la materia. Esto es, no tiene la forma
otro atributo que el ser neutralizante de los
poderes del material. Un orden que suspen-
de los imperios de lo temtico conservando
a la vez su riqueza., vale decir, su presencia
anonadada, es un orden esttico, es forma
artstica.
Hemos dicho al comienzo que toda gran-
deza de espritu est en pugna con la vo-
luntad edificante. Y lo est an cuando no
sea en apariencia sino glorificacin de los
ideales oficiales, y an contra una primera
voluntad del autor. Schiller nos ha dado la
visin exacta de este poder disolvente de
la grandeza artstica. El arte desborda al
orden social porque lo reduce a materia.
La forma es un orden avasallador; en ella
se proyecta el orden superior de la razn
y de la libertad.
# "
Despus de esta primera e informal in-
mersin en la viva problemtica del pensa-
miento de Schiller, despus de esta mirada
en su direccin fundamental y profunda,
ya es tiempo de exponer rigurosamente en
su propio lenguaje sus conceptos esenciales
y su sistema. (Digo "sistema" para caracte-
rizar la coherencia y el maduro despliegue
de sus ideas, expuestas en desarrollos de
plena responsabilidad filosfica.) Los con-
ceptos bsicos de esta filosofa correspon-
den a una profundizada intuicin de los
fenmenos nombrados en grandes palabras
habituales: espritu, razn, naturaleza,
) (
necesidad, libertad, belleza, gracia, digni-
dad, sublimidad. Schiller usa estas palabras
en sentidos potenciados y rigurosos, a me-
nudo expresa y formalmente definidos, sen
tidos que debemos mantener separados de
las vagas nociones corrientes con que se
relacionan. En esta conceptualizacin, sigue
Schiller principalmente a Kant, y, en gene-
ral, al pensamiento de la Ilustracin.
IlI. EL SISTEMA DE SCHILLER
Para una observacin superficial, parece
el pensamiento de Schiller impreciso y con
tradictorio. Revelada su sutil dialctica,
asombra su rigor y solidez.
1. Los conceptos schilleTianos de la libertad
Hay, segn creo evidente, en la obra
filosfica de Schiller no uno, sino varios
conceptos, sistemticamente relacionados,
de libertad. Libre llama Schiller, desde
luego, a lo que se desenvuelve segn su
propia ley. En este sentido, nos dice que la
naturaleza es libre y que el objeto natura)
entregado a su determinacin interna es
para el hombre smbolo de la libertad. "La
libertad y el estar determinado por s mis-
mo, determinado de dentro hacia fuera. son
uno y lo mismo". (En los escritos para
Kallias oder Ober die Schonheit.) Por cier-
to que este concepto de libertad coincide
totalmente con el concepto de necesidad, y
en verdad aparecen en los textos schilleria-
nos indistintamente, y con perfecto derecho,
estas dos palabras para calificar el estado
) (
de lo natural. Ahora bien, segn este mis-
mo concepto, es tambin la razn a la vez
libertad y necesidad, y esto no quiere decir
sino que la razn tiene ley propia, esto es,
que es absoluta y autnoma.
Pero un nuevo concepto de libertad
surge cuando consideramos el ser de un
ente que no tiene una ley sino dos. Un
ente, por ejemplo, en el cual se encuentran
~ necesidades de la naturaleza y de la ra-
zn. Este encuentro puede ser espontnea-
mente armnico o conflictivo. Si es conflic-
tivo, deber destruirse la unidad del ente,
y por lo tanto ste, para quedar entregada
cada parte del mismo a su ley propia, o
deber el ente establecer una unidad some-
tiendo una parte a la ley de la otra. El
ente que tiene la potencia de mantener la
unidad sometiendo la diversidad y el con-
flicto a una de las leyes que se cruzan en l,
es el hombre, y esta potencia es la volun-
tad. Slo el hombre entre los seres quiere,
nos dice Schiller. y he aqu entonces un
concepto diverso de libertad, en que liber-
tad no es necesidad, sino eleccin, decisin.
Tenemos as un primer concepto de la li-
bertad humana. Pero no es ste el nico
en la obra de este pensador.
Hay un concepto superior de la libertad
humana, el cual constituye un tercer con-
cepto de libertad. Es la libertad que consis-
te en imponer la necesidad de la razn
sobre la necesidad de la naturaleza, esto es,
en querer 10 racional. El hombre es libre
de modo mayor, cuando se identifica con la
) 33 (
razn, cuando se centra en su parte racio-
nal. Esta es la libertad de lo digno, lo heroi-
co, lo sublime. Empero, es sta, notoria-
mente, una libertad a medias, si atendemos
al primer concepto de lo libre como lo des-
envuelto en su propia ley. Pues esta elec-
cin de lo racional supone la opresin de
una de las leyes propias del hombre, es
decir, la negacin de una parte de su liber-
tad.
El cuarto concepto de libertad es el su-
premo, y se confunde con la idea del hom-
bre como meta de un progreso histrico
infinito. Es la libertad del ser que al querer
realizar la ley de la razn, realiza tambin
la de la naturaleza. Es la libertad del ser
que eligiendo vive y se desenvuelve segn
la espontaneidad de sus propias leyes. Vale
decir, que se trata de un estado en que se
suspende la oposicin de eleccin y nece-
sidad. Este estado es el de la armona de
razn y naturaleza.
Estos cuatro conceptos constituyen el sis-
tema de la idea schilleriana de la libertad.
2. Antropologa, filosofa de la historia y
tipologa
La antropologa de Schiller se define en
dos concepciones: primera, la de la natura-
leza humana como encuentro realmente
conflictivo de naturaleza y razn. Segunda,
la de la idea del hombre como plena armo-
na de ambos principios. La historia es el
puente tendido entre aquel encuentro y
esta idea. Ahora bien, la idea del hombre
) 34 (
es una idea de la razn, vale decir, pertene-
ce a la naturaleza humana. Por ello, esta na-
turaleza es dinmica e histrica, lleva en s
el principio de su progreso. La historia se
despliega, segn la concepcin filosfica de
Schiller, en una dialctica de naturaleza y
razn y a la vez de armona y desarmona.
Este proceso no es simplemente una aproxi-
macin progresiva e infinita de los dos prin-
cipios; antes bien, se da corno una serie de
snte i de creciente riqueza y perfeccin y
una serie de recadas en la dualidad y el
conflicto.
Con esta visin histrica de los princi-
pios metafsicos, lleva a cabo Schiller un
vuelco de transcendencia extraordinaria en
la evolucin no slo de la esttica, sino de
la filosofa en general. Torna as un lugar
decisivo en el desarrollo del idealismo ale-
mn, entre Kant y Fichte, por una parte,
Schelling y Hegel, por otra. Hegel ha reco-
nocido la importancia de este paso schille-
riano y, en especial (en su Esttica)} la
deuda de su propia concepcin del arte con
la obra de Schiller. Por otra parte, es sin
duda Goethe quien, por su influjo en la
superacin schilleriana del kantismo, deter-
mina indirectamente esta evolucin.
La realidad armnica original es, en el
pensamiento de Schiller, la naturaleza. La
fuente de la desarmona es la razn. La ar-
mona de naturaleza y ralJn, es decir, el
hombre, es slo una idea, no una realidad.
Por eso usa Schiller a veces indistintamente
los calificativos "natural" y "armnico", y
toda sntesis histrica de relativa armona
) 35 (
se le presenta como una parcial restaura-
cin de la naturaleza. Esta restauracin es
destruda luego por la renovada y ms
alta exigencia de la razn.
La descripcin de este proceso histrico
es, pues, posible en estos trminos, porque
los conceptos de razn y naturaleza son
usados por Schiller, al margen de su signi-
ficacin absoluta, como correlativos. As,
por ejemplo, el 'hombre y las costumbres
griegos de la edad clsica son para Schiller
"naturales" y armnicos frente a los hom-
bres y usos de su tiempo, que califica de
inarmnicos y artificiosos. 'Por cierto que
a su vez es el griego antiguo frente a la
naturaleza misma inarmnico y artificioso,
pero en l se ha realizado una sntesis rela-
tiva de armonizacin que en las edades
posteriores se ha perdido. Schiller lamenta
nostlgico esta prdida de la armona natu-
ral, pero a la vez la acepta decididamente,
pues ella es consecuencia de una mayor
exigencia moral de la razn y debe condu-
cir a una sntesis superior. Hay, pues, lo
natural y lo racional absolutos junto a rea-
lizaciones relativas de sus leyes.
Fuera de la perspectiva del proceso hist-
rico, distingue Schiller tambin entre los
individuos contemporneos relativas des-
armona o "naturalidad" de ndole; e igual-
mente en las edades del individuo, opone
la armona y naturalidad de la infancia
a la interna contradiccin del adulto. Las
nociones de naturalidad armnica y des-
equilibrio conflictivo se extienden as, de
conceptos histricos aplicados a las culturas
) 36 (
y el tipo de hombre que producen, a con-
ceptos caracterolgicos de edad, tempera-
mento y personalidad, y, finalmente, como
veremos luego, a categoras estticas.
3. Crtica de la tica kantiana. Sublimidad
y belleza
'La armona importa a Sc.hiller como
plenitud de la vida humana, como libre
desarrollo de sus dos posibilidades funda.-
mentales: sensorialidad y espritu. La con-
ciliacin de razn y naturaleza es el nico
modo de una vida humana grande y rica.
Negar la naturaleza en aras del imperativo
moral, le parece mutilacin injustificable
ante la propia razn, en la cual justamente
reside la idea del hombre como suprema
armona. "La razn exige unidad, la natu-
raleza, empero, plural diversidad; y el hom-
bre es reclamado a la vez por ambas legis-
laciones. ,La ley de la razn est encarnada
en l como conciencia insobornable, la de
la naturaleza, como sentimiento indestruc-
tible. Por eso ser siempre testimonio de
una formacin defectuosa, que el carcter
moral slo pueda imponerse mediante el
sacrificio del natural; y una constitucin
estatal ser. muy incompleta, si solamente
es capaz de producir unidad eliminando la
diversidad. El estado no debe honrar ni-
camente lo objetivo y genrico en el indi-
viduo, sino tambin lo subjetivo y espec-
fico, y al expandir el reino invisible de las
buenas costumbres, no deber despoblar el
reino de los fenmenos sensibles."
) S" (
Por eso, la tica kantiana le resulta estre-
cha y falsa. Para Kant, el ideal tico es la
sumisin de la naturaleza al imperativo
de la razn, lo que da por supuesta la irre-
ductibilidad absoluta de su oposicin y
conflicto. na accin es virtuosa, en tonces,
si va contra la natural inclinacin, y por-
que va contra ella. La destinacin del hom-
bre aparece as como un camino de auto-
mutilacin, de crecimiento unilateral, de
eterno conflicto interior. Schiller ha satiri-
zado e ta concepcin tica en clebres dsti-
cos. Ciertamente que percibe y declara la
grandeza del triunfo de aquella voluntad
que impone la ley moral sobre el pleno po-
der de la sensorialidad, la grandeza de la
heroicidad: ta es la libertad mayor que
realmente cabe al hombre en su vida prc-
tica, y el nombre de esta actitud es lo subli-
me. Por momento, exalta Schiller este mo-
do de la vida ilimitadamente. Pero en
otros, al cabo ms fundamentale , re tringe
la grandeza de lo sublime, y lo pone por de-
bajo del modo de ser armnico en que, sin
lucha, la ley moral se da como naturalidad
y movimiento e pontneo de la persona. Es-
te modo de ser es la belleza, y el carcter
que en pura espontaneidad obra bien, es lo
que llama alma bella.
Sublimidad es ms alto valor que belle-
za en cuanto que representa un avance ha-
cia mayor perfeccin moral. Belleza es ms
alto valor que sublimidad en cuanto que
representa la conciliacin de las dos leyes
del hombre. Esta correlacin no slo justi-
fica sino que determina la necesidad del al-
) 38 (
ternante preferir la una a la otra en los tex-
tos de Schiller: en ambas hay principios
superiores de una dialctica infinita.
4. La dignidad y la gracia. Realismo e idea-
lismo
Lo que es en la esfera de las grandes ac-
ciones la oposicin de sublimidad y belleza,
es en lo cotidiano la de dignidad y gracia.
Graciosa es la rectitud sin esfuerzo. Slo dig-
na, la rectitud tensa del autodominio. La
dignidad es, pues, una imperfeccin, un mo-
do deficiente de lo humano, ciertamente su-
perior a la naturalidad del primitivo, pero
inferior a la naturalidad recuperada del
hombre formado. La decencia, que es la dig-
nidad del hombre en la sociedad artificiosa,
es algo admirable, pero defectuoso, un esta-
do de autocontraccin que hace evocar me-
lanclicamente la niez, o la niez de los
pueblos.
Las categoras estticas (belleza, sublimi-
dad, gracia) han aparecido hasta aqu en es-
ta ordenacin esquemtica de las ideas de
Schiller corno modos de la vida, de la con-
ducta humana, como categoras ticas en
sentido amplio. Y esto son primeramente
en la concepcin de Schiller.
Su tipologa de los modos de vida histri-
cos e individuales se completa con los con-
ceptos del hombre "realista" (armnico) y
del hombre "idealista" (inarmnico), en los
cuales expres Schiller lgicamente la in-
tuicin renovada de la polar diversidad
personal entre l y Goethe, y la visin de
) 39 (
la oposicin general entre su tiempo y la
edad clsica de los griegos. Las proyeccio-
nes de esta tipologa han sido enormes, y
baste recordar que la distincin de ciclo-
tmicos y esquizotmicos en la caracterolo-
ga de Ernst Kretschmer est en reconocida
deuda con la genial visin de Schiller.
5. Las formas del arte y de la poesa
Los conceptos antedichos adquieren su
proyeccin estrictamente esttica, como ca-
tegoras del arte, del modo siguiente.
Por una parte, la representacin o apa-
riencia que es el objeto artstico posee a su
modo los dos principios cuyas relaciones
determinan todas las categoras que hemos
mencionado. La obra tiene matera senso-
rial, afectiva, moral, etc., y forma espiri-
tual. En otro sentido, la obra contiene co-
mo materia representaciones de deas y de
realidad en una relacin determinada por
la forma.
Por otra parte, la contemplacin del ar-
te determina en el espectador un estado de
su ser que es, claro est, un modo transito-
rio de la vida. El carcter de este estado de-
pende del carcter de la representacin, es-
to es, del tipo de la relaci0n imaginaria en
que se presentan en la obra los principios
de la naturaleza y de la razn. La obra de
arte es as como forma un smbolo de la vi-
da. La belleza del objeto es el simbolo de la
belleza potencial de la vida humana, es de-
cir, de la armona de naturaleza y razn.
El arte produce en el espectador un estado
) 40 (
transitorio de armona superior, lo hace ver-
daderamente humano, lo eleva al nivel de
la idea del hombre. De este modo, al poner
al hombre en transitoria libertad plena,
que es la armona de las dos necesidades en
la conjuncin de su voluntad, el arte lo ha-
ce consciente de su posibilidad y destino,
lo educa y, por la tran itoria liberacin de
las opresiones naturales y morales, lo deja
en dispo icin de educarse ms altamente.
En la representacin artstica y en el es-
tado que ella produce, le es posible al hom-
bre una concordancia superior, que est le-
jos de lograr en su vida continua y funda-
mental.
y sin embargo, tampoco el arte alcanza
an, segn Schiller, una perfeccin verdade-
ramente total. La defectuosidad de los
creadores limita y caracteriza en su parti-
cularidad a la creacin. En consecuencia,
no son todas las obras artsticas de idnti-
ca ndole general, como lo seran, si fuesen
perfectas. Las obras pueden ser clasificadas
segn categoras que corresponden a los mo-
dos de vida de los creadores.
El hombre "natural", "realista", "inge-
nuo", en el cual se da el valor de la armo-
na, pero falta superior inten idad de la
idea, produce poesa "ingenua", sensual-
mente rica, plural, de perfiladas individua-
lidades, spera y fuerte. El arquetipo de es-
ta poesa es Homero y, en general, el poeta
griego antiguo. El hombre del tiempo de
Schiller, en cambio, produce una poesa
inarmnica, dignificada por la idea y nos-
) 41 (
tlgica de la naturaleza. La naturaleza, en
el poeta sentimentalista, es idea de armo-
na a que se aspira porque no se la tiene.
El poeta ingenuo, por el contrario, no bus-
ca la naturaleza, "es naturaleza". (Debe en-
tenderse en rigor que el poeta ingenuo re-
presenta una primera sntesis de razn y na-
turaleza.)
Ahora bien, como corresponde al sistema
schilleriano, tambin dentro de los poetas
de la edad sentimental se da la oposicin
de (relativamente) ingenuos y (ms extre-
madamente) sentimentales, tcitamente
ejemplificada en la oposicin de Goethe y
Schiller. y as cae dentro de la esfera de
la poesa sentimental, la subespecie de "s-
tira graciosa", propia de las "almas bellas",
esto es, armnicas, y la subespecie de la
"stira pattica", propia del carcter subli-
me y de la digna discordancia interior.
La desarmona de lo sentimental procede
justamente de la oposicin de la realidad
con la idea de una armona superior a la
real. La armona de lo ingenuo procede de
la aceptacin de la realidad como sta se
da. Ambas especies poseen valores y defec-
tos. La leve imperfeccin de la poesa es re-
flejo de la gran deficiencia de la vida efec-
tiva. Y como el arte es proximidad y revela-
cin de lo supremo, constituye el instru-
mento egregio del perfeccionamiento de la
vida.
La teora schilleriana de los gneros po-
ticos tiene, pues, base antropolgica y me-
tafsica. o determina los gneros de modo
) 42 (
aristotlico, esto es, a la vez segn la estruc-
tura pormenorizada y el efecto anmico l-
timo de las obras, del cual aqulla depende.
Slo el efecto en el contemplador, corno re-
flejo de la relacin de sensacin e idea en la
obra, caracteriza aqu las especies de la poe-
sa. Elega, idilio, stira, etc. son para Schi-
ller "modos de sentir" cuya forma literaria
puede variar indefinidamente
6

IV. LA RAZN VIVIENTE, IDEA REGULATIVA EN


SE TlDO KANTIANO
Retornemo ahora a los conceptos de be-
lleza, humanidad y educacin esttica.
En rigurosa correspondencia con los prin-
cipios de naturaleza y razn (o, en un con-
cepto ms amplio: espritu), se dan en el
hombre, piensa Schiller, dos impulsos fun-
damentales, que lo urgen conflictivamente
a la efectiva realizacin de su vida, y, en
consecuencia, de su ser genrico. Estos son
el impulso de materialidad y el impulso de
forma. El de materialidad empuja al ejer-
cicio de las potencias de los sentidos, a la
riqueza de la experiencia sensible -a la rea-
lizacin de la vzda en sentido amplio, nos
dice Schiller. En este movimiento esencial,
el hombre recibe mundo, se abre en una
pasividad irrestricta a la accin de la natu-
raleza y a la pluralidad del ser. El impulso
de forma es, opuestamente, un movimien-
to de actividad, de ordenacin, de unidad,
6 Un carcter semejante tienen las categoras po-
ticas en la obra Grundbegriffe der Poetik, de Emil
Staiger (Zrich, 1946).
) 43 (
de proyeccin del espritu sobre la materia
sensible, de comprehensin del mundo.
El ser bestial, ineducado, despliega su
tendencia material en desmedro de la vo-
luntad de forma. El hombre culto de las
sociedades artificiosas modernas, inhibe su
sensorialidad y hace su vida vaca, pobre de
substancia, inconcreta. La idea del hombre,
que yace en la razn, en cuanto que sta
no acepta por ideal nada inferior a lo con-
cebible, exige armonizar ambas posibilida-
des y desarrollarlas en una existencia que
sea a la vez plena moralidad y vida plena.
iPues bien, hay, segn Schiller, en el hombre
histrico y real una tendencia a la armoni-
zacin de ambas fuerzas, es decir, un ger-
men de realizacin de la idea del hombre.
Este tercer impulso, de conciliacin, que lle-
va a un estado de actividad y pasividad
equilibradas y vigorosas a la vez, es el im-
pulso al juego. En el juego, vive el hombre
la alegra serena de una sensorialidad or-
denada y de un orden vital. Vale decir, que
en el juego es libre en el sentido supremo, o
sea, es verdaderamente hombre. "...el hom-
bre juega slo cuando es hombre en el ple-
no significado de la palabra, y slo es total
mente hombre cuando juega".
Es obvio que no todo lo que habitual-
mente llamarnos "juego" corresponde al
concepto schilleriano de un ser en plenitud
y libertad. (o.iramos: nada de lo que as
llamamos. Tal vez sean los juegos de la in-
fancia una sombra reminiscente de la li-
bertad, porque el impulso sensual es enton-
ces con frecuencia s'lo simple deseo de vi-
) 44 (
va movilidad, el cual se consuma justamen-
te en las reglas de juego que lo ordenan.)
El nico hecho en que de manera autnti-
ca se recibe la anchura del mundo y se po-
ne orden sometindola sin limitarla, es el
arte, la belleza. Y c.omo la belleza es, pues,
a la vez forma y vida, la define Schiller co-
mo "conformacin viviente". os lleva al
arte, pues, un impulso de armona y de ple-
nitud, que slo en el arte se satisface. En el
objeto bello encontramos la imagen de esta
armona suprema y en su contemplacin vi-
vimos la libertad: la belleza est ambigua-
mente al mismo tiempo en el objeto y en
nosotros. En el objeto, como forma viviente,
en nosotros, como conjuncin de pasividad
y actividad, de sensorialidad y espritu. "La
belleza es ciertamente objeto para llosatras,
porque la reflexin es la condicin bajo la
cual tenemos una sensacin de ella; a la
vez, empero, es ella un estado de nuestro
sujeto, porque el sentimiento es la condi-
cin bajo la cual tenemos una representa-
cin de ella. Ella es, pues, forma, porque la
contemplamos; a la vez es vida, porque la
sentimos. En una palabra: es al mismo tiem-
po nuestro estado y nuestra accin". La con-
templacin esttica nos deja en un estado
de serenidad y en una disposicin en senti-
do estricto indiferente, indeterminada, ya
que carece de lmites. Este estado es el nico
propicio a la razn y a la enaltecida sen-
sibilidad, y por ello necesariamente previo
a toda educacin superior moral y vital. Y,
en verdad, esta condicin transitoria puede
) 45 (
ser caracterizada como actitud libre, des-
prendida de todo sometimiento, sea al im-
perio de la naturaleza, sea al de las morali-
dades, y por ello actitud abierta a toda
transformacin de los rdenes histricos y
naturales de la vida, en el sentido de una
reordenacin ms moral y ms vi tal a la vez,
conforme a la idea racional del hombre y
a su doble ley. La educacin esttica es as
para Schiller el paso histrico previo a la
instauracin de una razn viviente como
orden moral de la sociedad (instauracin
que, ciertamente, nunca termina de consu-
marse) .
El estado esttico es la regin de un es-
pritu en estrictez sin prejuicios. En la ver-
tiente lgica, conduce a la actitud autnti-
camente cientfica; en la vertiente prcti-
ca, al desapasionamiento, la nobleza, la am-
plitud.
Como puede verse, se desprende con per-
fecta coherencia de su sistema filosfico la
necesidad de la exigencia de una permanen-
te y progresiva reforma de la moral a la vez
que de un ennoblecimiento de la naturali-
dad del hombre. Es sta una exigencia de
la razn, de la idea racional de lo humano.
La imagen corriente del pensamiento de
Schiller en las historias de la esttica y de la
filosofa (vase por ejemplo la de Windel-
band) insiste tan slo en una de las funcio-
nes de la educacin esttica: el ennobleci-
miento de la naturalidad, de la vida sensi-
tiva y afectiva por medio del arte. La as-
censin a la armona aparece entonces ca-
) 46 (
mo unilateral asimilacin progresiva de la
vida a la moral vigente. Esta deformacin
del pensamiento de Schiller es claramente
de prosapia edificante, pues oculta la efec-
tiva relativizacin de las normas morales
histricas inherentes a su concepcin del
destino del hombre. El perfeccionamiento
de la vida es, en su sistema, a la vez eleva-
cin de la r.aturalidad a la norma tica y na-
turalizacin de las "buenas costumbres". La
vid.a ha de tornarse razonable, y la razn,
vital. "Asegurar sus fronteras a cada uno
de estos impul os es la tarea de la cultura,
la cual debe hacer justicia a ambos y no
meramente apoyar al impulso racional con-
tra el sensual, sino tambin a ste contra
aqul. Su labor es por lo tanto doble: pri-
mero, proteger a la sensualidad contra la
intromisin de la libertad; segundo, asegu-
rar la personalidad contra el poder de las
sensaciones. "
Podemos hablar, en efecto, usando estric-
tamente los trminos del propio chiller,
de una "razn vital" Clebende Vernunft")
como idea suprema del orden de la socie-
dad y de la vida del hombre. o he encon-
trado en su textos esta combinacin de pa-
labras, pero s otras que son con rigor equi-
valentes a ella en su proyeccin sistemti-
ca: "conformacin viviente" Clebende Ges-
talt"), por ejemplo, o "moral natural"
Cnatrliche Sitte") . El sentido de esta ex
presin como frmula sumaria de u pensa-
miento queda, a travs de sus textos, total-
mente claro, pues la explicitacin de tal
concepto es justamente el si tema de su fi-
) 47 (
losofa. El sistema no es sino la verdadera
presencia de la idea, su despliegue, su rea-
lizacin
7

La idea del hombre, los conceptos de li-


bertad, juego, belleza y razn viviente, as
como su concepcin del sentido de la histo-
ria, proceden -lo hemos mostrado- de una
raz comn: la dialctica de los principios
de naturaleza y espritu -no son, en ver
dad, ms que diversas perspectivas de la re-
lacin armnica de estos principios. Vale
decir que el sistema se da ntegro, slo di-
versamente perfilado, en cada uno de es-
tos conceptos esenciale .

Debemos, para terminar esta visin del
sistema schilleriano, aclarar ms un punto
centralsimo: la relacin de razn y moral.
Para Schiller, como para Kant, la razn no
slo es la fuente de los principios absolutos
del conocimiento sino tambin de los prin-
cipios absolutos de la conducta. La razn es
el principio general de la moralidad, elori-
gen del orden tico. En cuanto principio,
est, pues, la razn pre ente en todo cdigo
moral. El encuentro real de razn y natura-
leza se da justamente en los mltiples cdi-
7 Lo que es autntico pensamiento. se despliega
naturalmente en arboladura sistemtica. El filoso-
far enrgico de ata extiende la intuicin en la
precisa fronda conceptual. Lo que es slo aparen-
temente idea se desmaya en el mero ademn de
pensarla hasta el cabo, se autodisuel e en la con-
tradiccin.
) 48 (
gos histricos de buenas costumbres, decen-
cia, dignidad, moralidad, ya que stos son
efectivamente concretas ordenaciones de la
vida. Sin embargo, nada alejara ms de la
concepcin de Schiller que una identifica-
cin total de moral y razn. Desde luego, no
todo lo que constituye el cdigo moral, pro-
cede, segn el pensador, de la razn. En l
intervienen otras potencias espirituales, el
entendimiento (Verstand) y el "arte"
(Kunst), en el sentido de creacin prcti-
Por ello cristaliza el principio
tICO racIOnal, que es uno, en cdigos di-
versos, ms naturales o ms artificiosos. La
determinacin concreta de los cdigos mora-
les no es, pues, absoluta sino emprica, his-
trica. (Frente al ideal regulativo que es la
razn vital, est la necesidad concreta que
es la razn histrica.) La razn queda as
por encima de toda cristalizacin moral, sin
8 Puede ejemplificarse esta relacin de razn ab-
soluta y moral vigente con el propio imperativo
categrico kantiano (en el cual Schiller ha visto,
efectivamente, el principio tico racional absoluto) .
El imperativo categrico es, en una de sus frmu-
las: "Acta de tal modo que la mxima de tu vo-
luntad pueda valer, en todo momento, a la vez
como principio de una legislacin general." ("Cr-
tica de la razn prctica"). En verdad, esta norma
originaria y formal da coherente paso a la idea de
la historicidad y relatividad de los cdigos concre-
tos: el que una mxima determinada pueda o no
ser convertida en ley general, ya no es materia de
evidencia racional. no puede, en rigor, ser deduci-
do. Es cuestin emprica. Y lo que para determi-
nada realidad social ser inaceptable como ley co-
munitaria, puede ser orden conveniente para otra.
) 49 (
ser ajena a ellas. Y como lleva en s la idea
del hombre, es decir, la idea de una moral
que es una con la vida, es la razn el ori-
gen de toda crtica y de toda reforma de
los rdenes histricos de la conducta, a la
vez que su absoluta inspiracin y funda-
mento.
La moral slo podr iden tificarse con la
razn cuando sea una con la vida, esto es,
cuando la razn sea una con la naturaleza,
cuando se ennoblezca la naturaleza hasta
el punto en que coincida con un nuevo or-
den dictado slo por la razn. Y en este or-
den, la razn ser vital, esto es, razn que
acoge el orden propio de la vida 9


La educacin esttica del hombre, de que
nos habla Schiller, no es, evidentemente, la
mera educacin de su sensibilidad esttica,
sino algo ulterior y transcendente a ello: su
educacin como hombre por medio de la
experiencia esttica. La meta de esta edu-
cacin est al trmino de un proceso infini-
to. Por lo tanto, constituye una eterna, ina-
cabable tarea histrica, que ninguna reno-
vacin real del orden social puede hacer
Fuentes de la desintegracin del hombre en la
sociedad de su tiempo le parecen a chiller tambin
la divisin del trabajo y la especializacin del esp-
ritu. Con ellas progresa la mera abstraccin del
gnero humano, mas retrocede el hombre concreto.
Pero no es sta, en su pen amiento, la fuente fun
damental de la imperfeccin de la vida, como creen
algunos intrpretes. Ella reside, por cierto, en la
antinaturalidad de las costumbres "decentes" y en
la bajeza de la sensibilidad.
) 50 (
innecesaria. Esta tarea no es otra cosa, po-
demos decir, que la vida del espritu, la mi-
sin, personal y social a la vez, del pensa-
dor y del artista, la imperfecta cotidiana
realizacin de la idea de la libertad.
El arte ina gura, puc., en la formacin
del hombre, la eslera supraideolgica. En
este recinto, es libre, es uno, es l propio.
Estos momentos de experiencia superior
lo arrebatan hacia s mi mo, son capaces de
arrastrar consigo toda la existencia enaje-
nada, y cambiarla, reverterla en ensimisma-
miento.
La obra filosfica de Schiller no slo no
es, pues, un tratado edificante, como no lo
es grandeza alguna, sino que debe precisa-
mente ser considerada como una madura,
consumada inteleccin de la diversidad de
razn e ideologa.
En el captulo de su obra sobre Schiller
dedicado a la esttica, B. van Wiese desa-
rrolla una interpretacin de su pensamien-
to en varios puntos diversa de sta que nos-
otros hemos desprendido de los textos schi-
llerianos como lnea esencial de su visin
filosfica. o obstante, nos confirma con-
siderablemente en nuestra interpretacin,
una observacin relativamen te circunstan
cial y no desarrollada del eminente germa-
nista. Dice, en relacin con la tesis schille-
riana del arte como "honrada apariencia
ilusoria": "Pero igualmente importante -y
esto ha sido hasta ahora poco advertido-
es la contraexigencia que se une a aquello:
depurar la realidad de apariencias ilusorias.
Pues con esto se pide -si seguimos nuestro
) 51 (
uso lingstico actual- la demolicin de
toda ideologa poltica". A continuacin,
agrega que Schiller ha expresado ms tarde,
en los versos titulados "Doctrina poltica",
muy agudamente "el rechazo a todo pen-
sar ideolgico". Por cierto que de esta ob-
servacin de van Wiese slo nos interesa
aqu que en ella ha cado la palabra "ideo-
loga", y en el mismo sentido en que noso-
tros la usamos cuando sostenemos que es
"Sobre la educacin esttica del hombre"
la clara concepcin del espritu libre como
supraideolgico. Acaso arroje luz esta idea
interpretativa, sobre este magnfico pasaje
schilleriano de amarga profeca: "En otros
continentes se honrar al hombre en el neo
gro, y en Europa se lo vejar en el pensa-
dor. Permanecern los viejos principios, pe-
ro llevarn el hbito del siglo, y para una
opresin que hasta entonces reciba la au-
toridad de la Iglesia, prestar su nombre la
filosofa" .
o es la experiencia esttica una educa-
cin para hacer de los hombres esto o lo
otro (patri.::>tas, buenos padres de familia o
buenos ciudadanos) sino para que sean
ellos mismos, para que se entreguen autn-
ticamente a su libertad:" o menos contra-
dictorio es el concepto de un arte bello di-
dctico o moralista, pues nada se opone
ms al concepto de la belleza que dar al
alma una determinada tendencia." Y lue-
go, criticando al lector incapaz que no com-
prende la naturaleza de lo esttico y busca
en el arte valores morales: "Tales lectores
gozan un poema serio y pattico como una
) 52 (
prdica, y uno ingenuo o humoristico co-
mo una bebida embriagadora y si tuvie-
ron tan mal gusto como para pedir edifica-
cin [subrayado por SchillerJ de una tra-
gedia o epopeya, aunque fuese una Mesa-
da, tendrn un bochorno con una cancin
de Anacreonte o de Catulo."
Van Wiese comenta la idea de Schiller en
trminos semejantes: "Tarea de la poesa
no es educar moralmente al hombre ni en-
cender en el ciudadano sentimientos nacio-
nales, sino llevar a representacin el todo
de la naturaleza humana. De esta pura poe-
sa de lo bello y lo sublime pueden surgir,
por cierto, mediatamente
J
las ~ y o r s con-
secuencias morales y polticas."
Para Schiller, el espritu es tanto ms de-
cididamente moral cuanto ms libre. Entre-
gado autnticamente a s mismo, se salva
el hombre por su naturaleza racional. El
hombre libre, esto es, el verdadero hombre,
ser por aadidura ejemplar ciudadano,
siempre que el estado est a la altura de lo
humano. "Si una constitucin estatal es
obstculo para el desarrollo de todas las
fuerzas que yacen en el hombre, y para el
progreso del espritu, entonces es despre-
ciable y daina, por muy bien pensada que
est y por muy perfecta que sea en su
gnero".
Hay que mostrar la verdad al hombre
que se educa, ilimitadamente, aceptar el
riesgo de su inicial anarqua. Pues este
riesgo es necesario para el perfecciona-
) 53 (
miento humano y es el menor que pode-
mos elegir, embarcados ya en la aventura
de la historia, en la cual, segn palabras
de Schiller, "se arroj el hombre en el
salvaje juego de la vida, se puso en el pe-
ligroso camino de la libertad moral" (Die
Gesetzgebung des Lylwrgus und Solon)
1789/90).
Y as debemos nosotros, y podemos ha-
cerlo en la sociedad libertaria, conservar
el cido de la inteligencia sin neutraliza-
ciones convencionales, salvaguardar el an-
tagonismo de ideologa y autntica vida
del espritu, de doctrina y filosofa, de mi-
to y arte -para lo cual es ocasin de pro-
fundo simbolismo la celebracin oficial de
los clsicos.
V. CRTICA DE LAS REDUCCIONES
l. Sobre la relativizacin psicologista
Una interpretacin generalizada del
pensamiento filosfico de Schiller es la
que sigue: el filsofo habra dado expre-
sin conceptual a los conflictos vitales de
su alma, a su anhelo de armonizacin
con la riqueza de lo viviente, a su natural
inclinacin por los rdenes abstractos, a
su relacin de diversidad temperamental
con Goethe. Su filosofa sera la versin
en ideas de su esquizotimia y de su admi-
racin por la ciclotmica grandeza de su
contemporneo. As queda una concepcin
que, como todas, pretende validez absoluta
y que, adems, afirma el carcter absoluto
de la verdad, reducida a manifestacin vital
) 54 (
de lo contingente, de la individualidad his-
trica o del tipo psquico. Lo casual se
habra ilusionado necesario. Tenemos as
una reduccin psicologista del pensamien-
to a funcin circunstancial de la vida.
Quiero sugerir la validez de una com-
prensin inversa del fenmeno. Schiller,
en efecto, ha vivido en cierto modo su con-
cepcin de los principios metafsicos de
razn y naturaleza en la concreta existen-
cia de cada da, en su esfuerzo creador de
dramaturgo y poeta lrico, en su labor
crtica de comprensin de la obra literaria
de los clsicos antiguos y modernos. Pero
es que acaso son los fenmenos de for-
ma y sensorialidad, de naturalidad inge-
nua y pathos sentimental, de realismo flu-
yente e idealismo desconectado, hechos
casuales? No muestra ya la anttesis ti-
polgica que se trata de formas necesarias
de la vida? Forma y sensorialidad son sen-
cillamente las dos posibilidades de la vida,
posibilidades que la existencia corriente
realiza sin perfiles, y el espritu genial
objetiva verdaderamente.
Con estricta necesidad, una vitalidad de
aquella magnitud ha debido precipitar la
efigie de las posibilidades humanas. En la
obra suprema, el bombre llega a su fondo
virtual. El impulso mximo de lo vivien-
te se topa con su potencia ideal. As, en es-
te altsimo momento de la historia del
espritu, en la vida de este gran hombre,
se di como realidad de una existencia el
principio de la forma, del espritu orde-
nador, esta dimensin ideal de lo humano.
) 55 (
En la reflexin sobre su experiencia de vi
da, no eleva, pues, Schiller a idea 10 ca-
sual, sino que intuye simplemente lo ne-
cesario all objetivado.
2. Sobre la relativizacin sociologista
Finalmente, una breve referencia a la
reduccin sociologista de Georg Lukcs
(Zur ;thetik Schillers, 1935, en Beitrage
zur Geschichte der 'sthetik, Berlin, 1954,
pp. 11-96). Para Lukcs, el ascetismo tico
de Kant refleja la actitud ante la vida de
una burguesa dbil en la sociedad del
absolutismo feudal, y la tica vital de Schi-
ller, ya anticipada por Goethe, refleja un
momento posterior, ms afirmativo, de la
condicin de esta clase en ascenso. La fi
losofa schilleriana, empero, sigue siendo
un pensamiento burgus comprometido y
contradictorio, que condena el estado de
la sociedad, pero no adopta la consecuen
te actitud revolucionaria. Por el contra-
rio, la educacin esttica sera el iluso pro-
grama de Schiller para evitar la revolu
cin a travs de una mejora progresiva de
los hombres. Una utopa de evasin, una
filosofa idealista de la historia que desco-
noce el real fundamento de los cambios
histricos y la base material de las concep
ciones espirituales.
Observar en primer lugar que Lukcs
atribuye inadecuadamente a Schiller su
propia visin de la educacin esttica como
ideologa destinada a la prctica poltica
inmediata. Creo haber mostrado que el
) 56 (
pensamiento de Schiller no es tal: la edu-
cacin esttica no est, segn Schiller, des-
tinada a una transformacin inmediata y
acaso definitiva del orden social, de modo
que no ha sido pensada por Schiller como
programa para evitar la revolucin. Pues
la tarea de la educacin esttica se encuen-
tra en un plano diverso de accin histrica,
y para esta tarea es indiferente que la alte-
racin del orden social sea revolucionaria o
pacfica: ambas empresas histricas, revolu-
cin y reforma paulatina, son caminos de
edificacin, de artificio histricamente ne-
cesario, de dignidad y de conflicto de moral
y naturaleza. Lo que Schiller s estima neo
cesario preservar contra la violencia es
algn orden funcional de la sociedad, como
base real, "fsica", de una educacin huma-
na. La anttesis que Schiller considera en
este punto no es la de orden tradicional o
revolucin, pues esta anttesis no es ms
que la de un orden viejo y un orden nuevo.
La anttesis a que Schiller alude cuando ha-
o bla de no sacrificar la vida de los hombres
a una idea, es la de orden o caos, es decir, la
de la preservacin de la realidad y materia-
lidad de la sociedad humana, en cualquiera
de sus formas, frente a la destruccin de s-
ta, y con ello la simple desaparicin del ob-
jeto de toda posible educacin. "Ahora
bien, el hombre fsico es real; el moral, s-
lo problemtico. Si la razn anula al estado
natural, como debe hacerlo para poner el
suyo en su lugar, arriesga al hombre fsico
y real en aras del problemtico moral,
) 57 (
arriesga la existencia de la sociedad [sub-
rayado por m] en aras de un ideal social
meramente posible (si bien moralmente
necesario) ... El gran problema es, pues,
que la sociedad fsica en el tiempo
no puede cesar de existir ni por un mo-
mento, mientras la sociedad moral se cons-
tituye en la idea) porque no debe por cau-
sa de la dignidad del hombre correr peli-
gro su propia existencia". No se trata de
evitar una revoludn, sino de evitar la
desaparicin de la sociedad humana a con-
secuencias de un intento antihistrico de
racionalizacin, de ilustracin y libertad
precipitadas. Se trata de conservar las con-
diciones "fsicas" de toda cultura.
Schiller no piensa, con su educacin es-
ttica, en la sustitucin de un orden con-
creto caduco por otro definitivo. Desde
luego, no hay para l posibilidad real de
instaurar el orden de la libertad. La tarea
de la educacin esttica, pues, en la con-
cepcin de Schiller, no puede ser elimina-
da por revolucin ni cambio social histri-
co alguno, ergo: no puede ser pensada en
consecuencia como programa para ahorrar-
se el trastorno violento de la estructura so-
cial. La reduccin marxista de toda concep-
cin a superestructura social nivela una di-
versidad esencial que Schiller tiene presen-
te y que determina su idea de la historia.
Esto con respecto a la pura interpreta-
cin lukacsiana inmanente de la filosofa
de Schiller, interpretacin que en este
punto esencial es inexacta.
) 58 (
En segundo lugar, es preciso sealar que
no cabe calificar al pensamiento de Schi-
ller corno optimista e ilusorio utopismo.
Es justamente Schiller quien comprende
la idea del hombre corno una meta inal-
canzable, como una utopa orientadora,
corno una idea regulativa de la razn. Su-
poner, en cambio, que el conflicto vital
que l examina pueda ser resuelto en defi-
nitiva histricamente con una nueva regu-
laci,6n de las relaciones sociales, en un ho-
cus pocus poltico-administrativo, con la
prxima revolucin o con la de pasado
maana, esto s es utopismo cndido o no
haber entendido de qu se trata, no haber
comprendido la idea del hombre y de una
educacin superior.
Si Lukcs plantea, creyendo interpretar
a Schiller, el pensamiento de la educacin
esttica corno altemativa de una revolu-
cin social, es que ha confundido dos ni-
veles diversos de la vida social y de la his-
toria. o puede haber contradiccin ni
oposicin alguna entre la idea de la edu-
cacin e ttica corno programa eterno de
la vida humana, y las diversas razones his-
tricas de reforma y revolucin que la
consideracin emprica de las necesidades
y posibilidades reales haga estimar desea-
bles. Por el contrario, la idea de la educa-
cin esttica compromete al pronuncia-
miento sobre los rdenes sociales histri-
cos, en el sentido de si stos posibilitan o
no el progreso en la realizacin de la idea
del hombre; est lejos de eximir de la res-
) 59 (
ponsabilidad poltica inmediata. ,Da a sta
su canon absoluto, es decir, en rigor, da
constitucin verdaderamente a la respon-
sabilidad poltica cotidiana.
Por ltimo, quiero aludir a la negacin
de la objetividad del pensamiento, implcita
en la visin que critico. Esta negacin es
constitutiva del mtodo seguido por Lu-
kcs. La citada interpretacin de la filo-
sofa de Schiller, como la de toda otra en
esta lnea ideolgica, presntala como ma-
nifestacin de una situacin histrica, co-
mo expresin de una clase social. El pensa-
miento constituye algo as como un reflejo
consciente o inconsciente de voliciones his-
tricas. La idea es una actitud que se to-
ma, y debe ser juzgada por la validez his-
trico-social de esta actitud. La cuestin
de la verdad de las ideas adquiere as un
viso rigurosamente pragmatista; es decir:
no se plantea el autntico problema de la
verdad. Pues, obviamente, no se considera
al pensamiento en cuestin confrontndo-
lo con su objeto y examinando su adecua-
cin. Por lo dems, un efectivo despliegue
de las ideas es imposible en la historiogra-
fa panoramstica de Lukcs. Cuando Lu-
kcs interpreta la tica y la esttica post-
kantianas de Schiller y Goethe como ex-
presin de una nueva situacin de la bur-
guesa alemana, pasa sencillamente por al-
to el problema de si las cosas de que Schi-
ller habla, el hombre, el arte, etc. son ver-
daderamente as como ste las concibe. Es-
to es, por cierto, algo ms que un mero
) 60 (
amaneramiento relativista. Es una omisin
que oculta la contradiccin interna del
mtodo usado. Pues introducir junto a la
idea y al sujeto, el trmino objetivo en esta
consideracin, significa negar la tesis fun-
damental: la de la relatividad de las ideas
a la base econmico-social, o, en ltimo
trmino, a la situacin del sujeto pensan-
te. Si admitimos objetividad alguna, y
objetividad del pensamiento, admitimos
eo ipso la determinacin del pensamiento
por el objeto. El pensamiento deja de ser
as mera expresin o reflejo de la condi-
cin del sujeto, deja de ser pensable como
superestructura. Slo en las determinacio-
nes extrnsecas de la idea, en su parciali-
dad perspectual, encontraremos entonces
expresividad, subjetividad, relatividad, no
as en su ncleo terico.
) 61 (
EDICIONES AVCH
Serie Roja (Letras)
Incorporacin de PEDRO GRASES como miembro
Honorario de la Facultad de Filosofa y
Educacin. Discursos de GUILLERMO FELl
CR Z y PEDRO GRASES. NQ l.
CEDOMIL GOIC: La poesia de Vicente Huidobro.
Q 2.
ALFO SO M. ESCUDERO: Zorrilla de San MarUn y
Chile. Q 3
HcroR FUENZALIDA: Esquemas y perfiles. Q 4
MARIA O LATORRE: Autobiografia de una vocacin.
Algunas preguntas que no me han hecho so-
bre el criollismo. Q 5.
JUAN URIBE ECHEVARRA: Po Bamja: tcnica, esti
lo, personajes. Q 6.
DR. RODOLFO OROZ: Don Marcelino Menndez y
Pelayo y la poesia latina. lQ 7.
JUAN LOVELUCK: Menndez y Pelayo y la Litera-
tura Espaola Medieval. NQ 8.
MARCELI 'o ME DEZ y PELAyo: Historia de la
Poesa chilena (1569-1892). NQ 9.
RAL SILVA CASTRO: Ramn Rengifo. NQ 10.
RAL SILVA CASTRO: Produccin de Gabriela Mis-
tral de 1912-1918. Q I I.
GASTN VON DEM BUSSCHE: Vi in de una poesa.
Q 12.
GABRIELA MISTRAL: Epistolario (Introduccin y
notas de Ral Silva C.) . NQ 13.
ALFO so M. ESCUDERO: La prosa de Gabriela Mis-
tral. Q 14.
CORA SA TA DREU: Aspectos del estilo en la poe-
sa de Gabriela Mistral. NQ 15.
) 63 (
FEDERICO HANSSE : Estudios: Mtrica. Gramtica.
Historia Literaria. N.os 16-17-18.
JULIO MOLlNA MLLER: Barros Arana, tratadista
de la literatura. Q 19.
RICARDO A. LATCHAM: Blest Gana y la novela rea
lista. Q 20.
Serie Negra (Filosofa)
ARTURO ALDU ATE PH.: Alberto Einstein. Q 1.
JORGE MILLAS: Ortega y la responsabilidad de la
inteligencia. Q 2.
FERNANDO RIARTE: Ortega: Filosofa y C"cunstan-
cia. Q 3.
MARTN HEIDEGGER: La Epoca de la Imagen del
Mundo (Traduccin y prlogo de Alberto
Wagner de Reyna). Q 4.
ROBERTO MUNIZAGA AGUIRRE: Augusto Comte, su
poca y la nuestra. Q 5.
FLIx MART EZ Bo ATI: La concepcin del lenguaje
en la filosofa de Husserl. 'Q 6.
FLIx MART 'EZ Bo ATI: Las ideas estticas de Schi.
ller. Q 7.
MARIO CIUDAD: Bergson y Husse1"l: diversidad en la
coincidencia. Q 8.
Serie Verde (Historia)
ANTONIO DE QUINTA ILLA: Autobiografa del Ma-
riscal de Campo. Q l.
EUGE 10 PEREIRA ALAS: La arquitectura chilena
en el siglo XIX. lQ 2.
ROBERTO LEVILLIER: Mundus Novus. Q 3.
GUILLERMO FELI CRUZ: Barros Arana, historiador.
.os 4-5-11-12-13.
) 64 (
ERNESTO GREVE: Barros Arana y la cuestin de [z'.
mites entre Chile y Argentina. TQ 6.
ROLANDO MELLAFE: Barros Arana, americanista.
NQ 7.
GUILLERMO FELl CRUZ: Benjamn Vicua Mac-
kenna. El historiador. 'Q 8.
Jos ZAMUDIO: Chile en la Revista "La Amrica",
de Madrid. NQ 9.
CARLOS KELLER R.: Nuestra frontera en el (;mwl
Beagle. NQ 10.
STERO DEL Ro, GUILLERMO FELl CRUZ. LUIS VARAS
ARA GUA: Manuel Montl. lQ 14.
GUILLERMO FELI CR z: El imperio espaol y los
historiadores norteamericanos del siglo XIX.
.os 15-16.
Serie Gris (Arte)
JULIO MOLINA MLLER: Las ideas estticas en Ar-
tes Plsticas de Menndez y Pelayo. Q 1.
Se1'ie Azul (Ciencias)
ERIKA GRASSAU: Anlisis estadstico de las pruebas
de Bachillerato. Q L
HORACIO ARAVENA: Jean-Antoine-Claude Chaptal.
Q 2.
Jos HERRERA, MARA ETCHEVERRY y RODOLFO BA-
RRIENTOS: Los Nymphalidae Chilenos. Q 3.
HUGO K. SIEVERS WICKE: Max Westenhfer (1871-
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