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Por ello, y as se lo dice Rabelais al lector, no se trata de buscar interpretaciones elevadas (siguiendo el modelo de la exgesis bblica), all donde solo hay
parodia. Las obras no necesitan ser ledas de manera alegrica cosa debida, en
gran medida, a la rotundidad de su lenguaje ms bien exigen aceptar y tolerar
los excesos como parte constituyente la realidad social del momento. De este
modo, el lenguaje utilizado por el autor no poda ser ya el latn, sino la lengua vulgar, inundada adems de vocablos y frmulas provenientes del habla coloquial.
La escritura de Rabelais supone, desde esta perspectiva, no slo el rescate y acuacin de ciertas palabras ignoradas por la cultura oficial, sino tambin, la equiparacin de stas a aquellas toleradas por la Literatura y el discurso dominante.
En palabras de Bajtn: la destruccin pardica de los vnculos ideolgicos y sentidos periclitados entre las cosas y los fenmenos, e incluso de los vnculos lgico
elementales (alogismos de los despropsitos)18, presente en la obra de Rabelais,
conlleva una fuerte subversin del dogmatismo lingstico del momento y de la
cosmovisin aceptada por la cultura oficial.
Se advierte, pues, que es la contradiccin, el contrapunto y el pastiche, lo que
permite a Rabelais mostrar una visin polidrica de la realidad. Es posible concluir,
de este modo, que si el folklore y la cultura carnavalesca popular resultan ser fundamentales en su literatura, no es menos recursivo el uso que hace de las formas
literarias que le precedieron. Encontramos, as, ciertas similitudes con los Cantares
de gesta medievales, las Epopeyas renacentistas, los relatos de aventuras, ecos de
la llamada Literatura goliardesca (sobre todo en lo referente al mbito eclesis15
RABELAIS, Franois, Garganta y Pantagruel. Trad. Antonio Garca-Die Miralles de Imperial. Barcelona, Crculo de Lectores, 1980, p. 381-386.
16
Ibd., p. 385.
17
BAJTN, Mijail, Op. Cit., p. 50.
18
Ibd., p. 418.
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tico) e, incluso, de las Stiras latinas. El mecanismo que le permite a Rabelais crear
esa visin no totalizadora, pero s total, es el del pastiche. ste consiste en la apropiacin de un estilo peculiar o nico, que no presupone, como s hace la parodia,
la idea de que exista una normalidad a la que esta peculiaridad se oponga19. El
pastiche, por tanto, no produce una actitud burlesca haca aquello que se escapa
de lo habitual, sino que se rie de la consideracin de que haya una normalidad a
la que ajustarse. As, la funcionalidad del pastiche reside en la confrontacin de
puntos de vista, que por su insostenibilidad acaban invalidndose unos a otros y
a s mismos y dando como resultado la nica va de lo risible. Es de esta manera,
como el autor puede hacer convivir un ideal de hombre renacentista (aquello tolerado) con el hedonismo propio de los ambientes celebrativos (lo intolerado).
Garganta y Pantagruel quieren viajar, conocer y realizar mltiples hazaas valiosas, pero tambin quieren comer, mear y rer.
La obra de Rabelais acepta y abarca, por todo ello, gran cantidad de identidades: por un lado, la sociedad popular puede reconocerse en estas pginas, contemplar ese segundo mundo del que habla Bajtn, y utilizarlas como vlvula de escape
a la presin que impona la rgida cohesin social establecida. Tambin tiene la posibilidad de encontrar un modelo al que sumarse, una imagen social que reivindicar,
alejada del estereotipo criticado en el texto. Y por otro lado, el pblico culto va a
ver satisfechas sus expectativas con la apreciacin de modelos literarios conocidos,
la propuesta de ciertos ideales sociales con los que ellos estn totalmente en sintona, y gracias a la alegra que reporta el saberse distintos de esos otros, los que
celebran el carnaval. Adems de stas y otras muchas cabra otra perspectiva ms,
la que nosotros como lectores actuales adoptamos ante esta contra-representacin
de Rabelais. Su intencin del docere y el delectare, queda perfectamente cumplida en
un pblico como el contemporneo, que gracias a la distancia histrica y la eliminacin de ciertos prejuicios, es capaz de ver en este texto una compleja perspectiva
sobre una sociedad tremendamente dispar y fragmentaria.
Enrique Marty y sus monstruos
Ahora bien, dando un paso de gigantes en honor a Garganta y Pantagruel,
se podra comprobar cules son las diferencias y similitudes que la situacin comentada tendra con respecto a la sociedad actual. Despus de una larga lucha a
favor de la tolerancia durante siglos, hemos llegado a una situacin en la que esta
disposicin moral habra perdido parte de su sentido. En su volumen, En defensa
de la intoleracia, Slavoj Zizek muestra las contradicciones de cierta posicin multiculturalista, reivindicada por gran parte de la sociedad contempornea, y formula
un nuevo punto de vista desde el que interpretar dicha virtud social. Para este filsofo, tal posicionamiento ideolgico, el multiculturalista, estara desactivando
el sentido poltico que toda lucha por la tolerancia debiera tener, pues, al consi19
Como dice Jameson: El pastiche, como la parodia, es la imitacin de un estilo peculiar o nico [
] sin ese sentimiento todava latente de que existe algo normal en comparacin con lo cual aquello que se
imita es bastante cmico en JAMESON, Fredric, Posmodernismo y sociedad de consumo en: FOSTER,
Hal (coord.), La posmodernidad. Barcelona, kairs, 2002, p. 170.
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derar que las batallas ms importantes son aquellas que se libran por conseguir el
reconocimiento de los diversos estilos de vida, se est impidiendo el proceso de
lucha por la igualdad, inherente a la democracia. Segn este autor:
Lo que esta tolerante prctica excluye es, precisamente, el gesto de la politizacin: aunque se identifiquen todos lo problemas que pueda tener una madre
afroamericana lesbiana y desempleada, la persona interesada siente que en ese
propsito de atender su situacin especfica hay algo equivocado y frustrante:
se le arrebata la posibilidad de elevar metafricamente su problemtica situacin a la condicin de problema universal20.
Es decir, lo que estas prcticas postpolticas, como las denomina Zizek, tratan
de impedir es, precisamente, el acto poltico por excelencia, la universalizacin
metafrica de las reivindicaciones particulares: La postpoltica moviliza todo el
aparato de expertos, trabajadores sociales, etc. para asegurarse que la puntual reivindicacin (la queja) de un determinado grupo se quede en eso: en una reivindicacin puntual21.
Suponiendo, entonces, que Zizek est en lo cierto y que todas las reivindicaciones llevadas a cabo por el multiculturalismo no estuvieran, a da de hoy, sino
contribuyendo an ms a la creacin de una sociedad tremendamente individualista, intolerante y antidemocrtica, qu posicin crtica podra adoptar el arte y
la literatura? Desde luego que, bajo esta perspectiva, todas las prcticas denominadas de minoras (como el Movimiento Artstico Chicano o la literatura feminista) habran perdido toda su eficacia poltica, al haber sido absorvidas por la
aideologicidad de la pospoltica y un mercado que las exporta en virtud de esas
quejas puntuales que mencionbamos.
Se concluye, por tanto, que el problema del imperante multiculturalismo radica en que proporciona la forma (la coexistencia hbrida de distintos mundos de
vida cultural) que su contrario (la contundente presencia del capitalismo en cuanto
sistema mundial global) asume para manifestarse: el multiculturalismo es la demostracin de la homogeneizacin sin precedentes del mundo actual22.
Tomemos ahora, entonces, un caso de prctica artstica contempornea que
lejos de situarse en el universo polticamente correcto asentado por el multiculturalismo, lo desmonta al presentar los aspectos ms intolerables de aquello que
se asume como normal.
De la misma manera que en Rabelais, la creacin de personajes deformados
no responde en Marty a intenciones ridiculizadoras. Su visin distorsionada de la
realidad supone un claro efecto desautomatizador, que lleva al espectador a reflexionar sobre la imagen que se le est presentando. A diferencia de otro tipo de
20
ZIZEk, Slavoj. En defensa de la intolerancia. Trad. Javier Eraso Ceballos y Antonio Antn Fernndez.
Barcelona, Editorial sol 90, 2010, p. 42.
21
Ibd., p. 43.
22
Ibd., p. 67-68.
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PANERA, Javier, Entrevista con Enrique Marty [catlogo]. Salamanca, Ediciones Universidad de Salamanca, 2003.
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