Zanetti - Comparatismo en A. Latina

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Zanetti, Susana

El comparatismo y la construcción del objeto


literatura latinoamericana

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Cita recomendada:
Zanetti, S. (2004). El comparatismo y la construcción del objeto literatura latinoamericana. Prismas, 8(8),
129-137. Disponible en RIDAA-UNQ Repositorio Institucional Digital de Acceso Abierto de la Universidad
Nacional de Quilmes http://ridaa.unq.edu.ar/handle/20.500.11807/2352

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El comparatismo y la construcción
del objeto literatura latinoamericana

Susana Zanetti

Universidad de Buenos Aires / Universidad Nacional de La Plata

El planteo de problemas o de consideraciones intercambios intelectuales y comparten tra-


de orden general sobre la literatura latinoa- diciones.1
mericana y sobre las literaturas nacionales Estas menciones a vuelo de pájaro, muy
siempre se hizo, dados los rasgos de su con- conocidas además, solamente se proponen
formación a partir de su condición colonial, señalar cómo concepciones comparatistas, en
atento a enfoques comparatísticos, es decir, el sentido amplio del término, estuvieron pre-
teniendo en cuenta los lazos con otras expe- sentes desde la constitución misma de la lite-
riencias literarias y culturales, si bien desde ratura latinoamericana y de su crítica. Ellas
actitudes y criterios que forzaban el rol que fueron herramienta indispensable para enca-
cumplían los modelos estéticos y los proce- rar el estudio de las complejas tramas de ten-
sos históricos de las mismas, provenientes de siones que imponían tanto la relación en el
Europa –principalmente– y más tarde de los continente entre una literatura nacional y las
Estados Unidos, en el ámbito de los estudios restantes, entre la pluralidad de lenguas y de
comparatísticos interculturales. culturas, casi nunca ceñidas a las fronteras
A medida que se producía un desarrollo nacionales, o atenta a deslindes entre víncu-
más complejo del campo literario en los dis- los estéticos concretos (a través de la confor-
tintos centros latinoamericanos, se fue de- mación de movimientos, de autores que se
senvolviendo un trabajo historiográfico y convertían en modelos continentales –Rubén
crítico sobre movimientos y obras, que obli- Darío, César Vallejo, Pablo Neruda, tanto co-
gó a promover enfoques más atentos a las mo Jorge Luis Borges, Juan Rulfo o Julio
particularidades de los textos y de los ámbi- Cortázar– o en áreas que superaran los lími-
tos en que se inscribían, diseñándose así tes nacionales, etc., etc.) y las coincidencias
nuevas perspectivas metodológicas abiertas ajenas a una verdadera interrelación, entre
rápidamente a lo interdisciplinario –la antro- muchas otras cuestiones.2 En este campo es
pología por ejemplo, ya en las primeras déca-
das del siglo XX, sobre todo para pensar las
identidades o la integración nacionales–, mu- 1 Véase Earl Miner, “Estudios comparados intercultura-
chas veces impuestas por los propios textos o les”, en VV.AA., Teoría literaria, México, Siglo XXi,
por sus áreas culturales, las cuales podemos 1993, pp. 183-205.
2 En estos y otros ítems vinculados con la constitución
pensar dentro de un comparatismo intracultu- de la literatura latinoamericana atendiendo a las relacio-
ral, es decir, como aquellas que mantienen nes concretas entre los distintos centros, véase mi “Mo-

Prismas, Revista de historia intelectual, Nº 8, 2004, pp. 129-137


de destacar el interés pionero de Ana Pizarro modos en los cuales el comparatismo puede
acerca de las posibilidades del comparatismo, aportar mucho si se conjugan los múltiples fe-
como puede comprobarse en sus postulacio- nómenos económicos, sociales y culturales,
nes de valerse de un comparatismo contrasti- estableciendo relaciones productivas en cuan-
vo ya en los años ochenta del pasado siglo.3 to puedan articular las disparidades sin las exi-
Los lineamientos actuales del comparatis- gencias de asimilación o de homogeneidad.6, 7
mo proporcionan más afinadas metodologías
para las investigaciones en la disciplina, libe-
radas ya de las presiones de dar cuenta de Comparatismo sobre el eje
“nuestra” originalidad, de disolver estigmas de lectura y lectores
de atraso o asincronía, del mecánico estudio
de fuentes, entre otros temas. Mis investiga- He tenido en cuenta estos ejemplos de traba-
ciones reconocen en primer lugar un funda- jos sobre el comparatismo y otras considera-
mento teórico y metodológico en la línea de ciones sobre el tema que he elegido exponer
Roger Chartier, a las que sumo aportes no or- siguiendo los puntos de vista desarrollados
todoxos dentro del comparatismo, pero que en mi libro La dorada garra de la lectura.
han enriquecido mis reflexiones, como son los Lectoras y lectores de novela en América La-
de Serge Gruzinsky en su libro La coloniza- tina, aparecido en 2002.8 Allí, para respon-
tion de l’imaginaire,4 cuando investiga las re- derme sobre la existencia, los alcances y las
constituciones culturales en el ámbito mexica- funciones de la literatura latinoamericana
no luego del colapso demográfico de fines del preferí hacer pie no en los datos que nos pue-
siglo XVi en el Virreinato de la Nueva España. de dar la producción de los textos, a menudo
Otro aporte es el de Edouard Glissant, espe- engañosa, sino en su lectura. Lectura y lecto-
cialmente en Le discours antillais,5 que des- res fueron los ejes que dirigieron mi trabajo.
pliega, en la misma articulación del libro, las Revisar la constitución de lectorados a tra-
posibilidades de pensar desde una cultura plu- vés de recorridos fragmentarios –pues son los
ral, desde ese “légamo incierto”, los contactos únicos posibles–, fundados en la compara-
entre las diferentes experiencias humanas, sin ción de experiencias lectoras y, sobre todo, a
someterlas a concepciones de superioridad/ in-
ferioridad, o a perspectivas eurocéntricas. Co-
mo se sabe, Glissant es martiniqués. Sus refle-
6 Tengo también muy en cuenta aportes fundamentales
xiones parten del Caribe para quebrar las ideas
como el de R. Etiemble, Ensayos de la literatura (ver-
de insularidad de lo antillano y pensar la perti- daderamente) general, Madrid, Taurus, 1977.
7 Tengo en cuenta las siguientes reflexiones de Pierre
nencia de considerarlo como un todo, según
Laurette en “Universalidad y comparabilidad”: “[...]
existe en la comparación un cierto juego de transitivi-
dad que permite, por una parte, una cierta predicción y
dernidad y religación en América Latina.1880-1916”, que, por otra parte, tiene por corolario una cierta entro-
en Ana Pizarro (org.), América Latina. Palavra, litera- pía o pérdida de rasgos de semejanza. La metáfora del
tura e cultura, San Pablo, Memorial, Universidad de hilo pone en claro estos fenómenos: el hilo está forma-
Campinas-Unesco, 1994, vol. 2, pp. 489-534. do por numerosas fibras que se entrecruzan, aparecen y
3 Véase su artículo “Pour une histoire de la litteratura desaparecen. El terreno de los objetos comparados se
latinoamericaine”, en Neohelicon, Xi, No. 2, 1984, los podrían considerar, así pues, como un espacio fibroso
trabajos incluidos en Hacia una historia de la literatu- en el que los elementos están en una doble posición de
ra latinoamericana, México, El Colegio de México- contigüidad y de superposición”, en VV.AA., Teoría li-
Universidad Simón Bolívar, 1987. Ana Pizarro fue teraria, cit., pp. 62-63.
coordinadora del volumen. 8 La dorada garra de la lectura. Lectoras y lectores de
4 París, Gallimard, 1988. novela en América Latina, Buenos Aires, Beatriz Viter-
5 París, Gallimard, 1981. bo, 2002.

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partir de cómo se las ponía en escena, se las en los distintos capítulos para considerar las
fabulaba en la ficción, fue mi cometido más cuestiones en los que se centraban. Conside-
importante. Es decir, acudí a la idea de la lec- ré entonces cómo se volvían visibles cuestio-
tura compartida como fundamento imagina- nes de colocación del escritor, de sus mode-
rio de una comunidad, idea ya muy traída y los, de sus disputas estéticas e ideológicas, de
llevada, más bien para analizar cómo la per- cómo cooperaban en el trazado de los hori-
geñaban los autores en los textos, cómo se la zontes morales, sociales, culturales que cir-
representaba en lectores imaginarios, cómo cundan la lectura en su época. También inten-
se proyectaba que ellos debían actuar. Esas té comparar problemas de conformación de
representaciones iluminan gestualidades, po- públicos.
ses y ademanes, que siempre son índice de En esta línea de trabajo, no he dejado de la-
maneras de leer que expresan conductas, for- do, tampoco, el hecho de que las peculiarida-
mas de sociabilidad y de comunicación ama- des que pautan la imaginería y las prácticas
sadas por las instituciones escolares y las tra- del acto de leer se han vinculado y se vincu-
diciones. Los novelistas las representan lan con el acceso concreto al libro, es decir,
modulando las nuevas experiencias que las con la oferta, que se abre a muy diversos es-
transforman, siguiendo sus concepciones es- tudios sobre la base del comparatismo. Única-
téticas e ideológicas, pero los moldes y las mente quiero recordar que en América Latina
normas sociales y culturales se encuentran debemos atender siempre a dos perspectivas
inmersos en conflictos y contaminaciones va- cuando nos referimos a las fragmentaciones de
riables según los ámbitos y los grupos huma- público: la cantidad de títulos y el número de
nos, también según los momentos históricos, ejemplares de cada uno de ellos publicado –y
que a su vez presionan sobre los autores. És- por ende las variables bocas de expendio, for-
te es un tema que enriquece el trabajo compa- males e informales, para su adquisición (libre-
rativo pues en esas configuraciones de perso- rías, quioscos, suscripciones, “regalo” del pe-
najes y de ámbitos, en nuestro tema centrado riódico, etc.)– y el desarrollo de mecanismos
en la representación de los lectores y de men- que posibiliten la circulación entre el centro
ciones o escenificaciones de lecturas, el no- donde ocurre la producción industrial de de-
velista debe cuidar los riesgos de la censura terminado libro y los circuitos de venta de ese
así como del rechazo por razones morales o mismo centro, así como de los restantes del
sociales, expuestas muchas veces en el relato país y del extranjero.
mismo por el narrador o por algún personaje, La América Hispana y España constitui-
además del tratamiento de estas cuestiones rían un enorme consumidor si reparamos en
que ofrece la correspondencia de escritores o la ventaja de la lengua compartida, el espa-
de lectores. ñol, con muy alto número de hablantes en el
Traté, entonces, la pertinencia de sostener nivel mundial. Pero el cálculo optimista se
la existencia de una literatura latinoamerica- derrumba en cuanto atendemos a la enorme
na, o más bien de trazar diagramas desde extensión territorial que, si actualmente pue-
donde pensarla, a partir del privilegio del lec- de exhibir un avance cierto en las comunica-
tor, y de la emergencia y constitución de lec- ciones, presenta también muy despareja in-
torados modernos en América Latina, punto dustria editorial. Quiero aquí sólo recordar lo
de vista que circunscribí a su vez porque pu- que afirmaba el novelista chileno José Dono-
se en primer plano la representación de la so para mediados del siglo XX sobre Chile en
lectura casi únicamente en novelas que iban Conjeturas sobre la memoria de mi tribu:
dando cuenta de las vías de análisis elegidas “[...] era imposible comprar novelas de escri-

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tores extranjeros en nuestro país, y al mismo dagaciones iban siempre hacia lectores y
tiempo era imposible exportar nuestros li- campo de lectura históricos, pues me propor-
bros”.9 Por otra parte, el diario La Nación de cionaban un recodo para restaurar públicos,
Buenos Aires encabezaba así su dossier “Fuga como dije, si bien sabemos que la empresa se
de lectores” del 11 de junio del 2000: “La na- inscribe en ámbitos culturales diversos, con
rrativa argentina se vende poco o nada. Excep- su juego de prácticas, de instituciones y de
ciones aparte, la abrumadora mayoría de los li- construcciones imaginarias propias, de mo-
bros rara vez agota su primera edición y, en el dos de dominio y luchas interdiscursivas, de
mejor de los casos, las tiradas no superan los jerarquía de valores estéticos, de ideas y sen-
3000 ejemplares”. La encuesta que glosa el 4 sibilidades, etc., en los cuales la cuestión que
de mayo de 2001 dice que el 45% no leyó ese nos ocupa es sólo parte del espectro.
año ningún libro, el 35% entre 1 y 4, el 12 % Quizás una inmediata comprobación en
entre 5 y 10 y el 8% más de 10. Las posibili- cuanto a las primeras conformaciones de esas
dades del comparatismo para este tema ingre- comunidades lectoras, pequeñas pero influ-
saron en distintos momentos de mi trabajo. yentes, era la de que realmente compartían
lecturas: los narradores les ponían los mismos
libros en las manos, pero no eran los del país,
La lectura de novelas sino folletines y novelas europeas, cuando no
(generalmente no) algún libro piadoso. El aná-
Tratando de congeniar el estudio tipológico lisis comparativo de estas escenas abre un es-
con el histórico, me atuve a un fenómeno o a pectro de posicionamientos de los novelistas
una práctica literaria, explayando una diver- acerca de la función social de la novela, del in-
sidad controlada, de modo tal que no se dilu- terés en influir en la lectura de sus textos, de
yera en una dispersión sometida a circunstan- sus ideas respecto del mercado y la competen-
cias o contingencias no significativas, de allí, cia, tanto como de sus propuestas específicas
por ejemplo, que varios de los capítulos de en el plano artístico. En 1864, y luego del éxi-
mi libro se hayan concentrado en Chile, y en to de Martín Rivas, Alberto Blest Gana, el no-
sus vínculos con la Argentina y el Uruguay, velista chileno (de quien me ocupo en el libro
atendiendo sobre todo a los múltiples despla- valiéndome de perspectivas contrastivas), qui-
zamientos humanos, entre ellos de escritores, zás el mejor ejemplo hispanoamericano hasta
artistas y políticos, a que dieron lugar los exi- avanzado el siglo XiX, escribe a su amigo Juan
lios. De este núcleo me desplacé hacia otros Vicuña acerca de los frenos a su proyecto de
del continente operando con semejanzas y di- representar la sociedad nacional:
ferencias en diferentes niveles culturales y so-
ciales que pudieran ilustrar las dimensiones El gusto literario tiene aún que dar muy
complejas de toda generalización. grandes pasos en Chile, [...] nuestra socie-
El trabajo de comparación de representa- dad [...] solo se interesa en la acción de
ciones novelísticas de lectores y lectura del
área fue completado, en la medida posible, por
el análisis del testimonio de las lecturas de lec-
tores del período, comprendido entre 1840 y largo epistolario de esta romántica chilena con el pintor
alemán Mauricio Rugendas. Tengo en cuenta el si-
1870, aproximadamente,10 dado que mis in- guiente comentario de Earl Miner sobre diversidad y
congruencia en los fenómenos en comparación: “ [...] la
diversidad es la diferencia realizable en el seno de un
9 Santiago de Chile, Alfaguara, 1996, p. 29. conjunto de elementos verdaderamente comparables”.
10 La lectora es Carmen Arriagada y el análisis utiliza el En el artículo citado, p. 200.

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personajes que se hallen a su altura en la Enuncio muy esquemáticamente un solo
jerarquía social, [...] viciado su gusto por ítem, concretado en la comparación de múlti-
novelas de estupenda trama, como las ples textos sobre María, provenientes de crí-
francesas recién desprestigiadas y las es- ticos, escritores, lectores comunes, ficciona-
pañolas [...] empieza apenas a admitir que lizaciones de su lectura en las novelas, etc.,
le presenten escenas y personajes chile- con el fin de revisar cómo las lecturas de fin
nos, y cerraría el libro que quisiese hacer
de siglo XiX y principios del XX coincidieron
asistir al desarrollo de su intriga cuyos ac-
tores principales deberían ser huasos in-
en promoverla como novela ejemplar ameri-
cultos y codiciosos hacendados, conde- cana, y auspiciar su lectura, no sólo en razón
nando además al autor de tal propósito.11 de cuestiones estéticas sino sobre todo ante
los riesgos que acarreaban a la moral las no-
El ejemplo me es útil también para recordar velas naturalistas y las decadentes. Este desa-
que cuando traemos a la escena testimonios rrollo diacrónico fue uno de los modos de
como éste y los ponemos en relación en el es- plantear aspectos acerca de la constitución de
pacio y el tiempo, se impone la incertidum- nuestro canon, en una obra evidentemente
bre sobre el objeto que consideramos, sobre fundamental del mismo, que culminó con la
todo si no admitimos que está inserto en esa comparación con un caso que daba cuenta de
heterogeneidad conflictiva, definida por An- cómo podía sostenerse esta condición de clá-
tonio Cornejo Polar para el área andina como sico de María, cuando se producía dentro de
procesos de producción de literaturas en las nuevas concepciones estéticas –y así me cen-
que se intersectan conflictivamente dos o más tré, especialmente, en La traición de Rita
universos socioculturales.12 Hayworth (1967), de Manuel Puig, también
En mi trabajo utilicé también con prove- atenta o otros ejemplos dentro de la narrativa
cho la matriz de las “influencias”, de los mo- latinoamericana contemporánea–.
delos y de los movimientos que pesaron en En todos estos análisis eludí pretensiones
novelas específicas, de modo tal de analizar totalizadoras. Me incliné en cambio al trata-
cómo se producían las apropiaciones y las miento de fragmentos que se abrieran al dise-
transformaciones en el texto americano, ño de redes que tuvieran muy presente los
siempre sobre el eje de la función y las signi- aportes del comparatismo, si bien pensándolos
ficaciones de la lectura. En este caso, el lazo dentro de relaciones intraculturales, e intercul-
más importante tratado fue entre Chateau- turales respecto de Europa principalmente, sin
briand y María de isaacs, influencia ya con- descuidar, por cierto, hasta dónde las diferen-
siderada por la crítica, pero sobre la que mi cias de lenguas y culturas seccionan y quie-
perspectiva comparatística permitió otras re- bran perspectivas homogeneizadoras, impo-
flexiones. Enmarqué y contextualicé estos niendo, dentro de la misma Hispanoamérica,
capítulos valiéndome de diferentes ejes, que la necesidad de encarar un comparatismo in-
consideré en otros ámbitos literarios y cultu- tercultural.
rales latinoamericanos, con el fin de acotar Mi enfoque fundado en la lectura se atuvo a
las interrelaciones, así como de sustentarlas. ejes específicos que iban engarzando temas y
significaciones que podían darse para enrique-
cer la comparación. Sabía por cierto que el
análisis de testamentos, listas de suscriptores o
11 Sergio Fernández Larrain (comp.), Epistolario de Al-
de los catálogos y los avisos de las librerías, el
berto Blest Gana. 1856-1903, Santiago de Chile, Edito-
rial Universitaria, 1991, p. 61. inventario de bibliotecas, sumados a los datos
12 Escribir en el aire, Lima, Horizonte, 1994. sobre alfabetización y escolarización tanto co-

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mo los provenientes de la industria del impre- dadanos que ya habían aprendido a leer y que
so, organizaban un panorama de la historia de lograban el acceso al libro a través de la difu-
la lectura y de la constitución de lectorados y sión en grandes tiradas, ayudadas además
campos de lectura que permitían abordar en la con el aporte también notable de la prensa.
circulación general de textos el de los pertene- Aquí estamos ante un momento de constitu-
cientes a la literatura latinoamericana, pero, ción de lo que llamamos literatura hispanoa-
para mis criterios, y las convicciones que diri- mericana o latinoamericana. No ignoramos
gieron mi trabajo, el solo enunciado de esta que el envés de la página nos habla de una
perspectiva la hace sucumbir a causa de las di- Hispanoamérica que hacia 1910 tenía, en Ve-
mensiones del abordaje propuesto. nezuela o en América Central y en México,
He tenido en cuenta la información dispo- es decir, en una vasta porción del territorio,
nible al respecto, y la volqué en mi libro con mirada optimista, un 80% de analfabetos,
siempre que me pareció pertinente, pues el datos que quedan en las sombras cuando en-
tema, creo, se puede encarar atendiendo a los cerramos nuestro objeto de estudio en el mo-
siguientes interrogantes sin que ellos impli- vimiento de su producción sin considerar la
quen respuestas que supriman las diferencias, circulación y la lectura de los textos.
los desencuentros dentro de heterogeneida-
des conflictivas. La necesidad de investiga-
ciones estrechamente ligadas con recortes Un ejemplo: la biblioteca imaginaria
sincrónicos o por períodos, diseñados según
ejes de comparación seleccionados cuidado- La lectura alienta este otro recorrido que pro-
samente, podrán colaborar en dar respuesta a pongo atendiendo a los lazos entre el Brasil y
las preguntas que me formulé: ¿Cómo teje- la Argentina privilegiados por este encuentro,
mos nexos entre literatura y público? ¿Cómo y que tiene como eje la biblioteca y la legiti-
se conformaron lectorados y campos de lec- mación de saberes en la figura del autodidac-
tura? ¿Cómo pesaron éstos en la producción ta, atendiendo a significaciones que entrañan
de los textos? ¿Cómo planteamos los lazos el robo y la traición.
entre sociedades y literaturas, de modo tal de Sabemos que prácticamente de manera si-
reparar tanto en las concepciones estéticas multánea las naciones americanas hicieron de
como en el diseño de políticas de lectura, en- la biblioteca nacional una vidriera ante el
tre otros asuntos, en América Latina? mundo, un templo del saber que evidenciaba
Las encaré a partir de la entrada en la mo- su marcha civilizatoria y democrática, tanto
dernidad y de su fe en el libro, apoyada en la en los inicios de las nuevas repúblicas a tra-
recurrencia del tema en los discursos, espe- vés de una fundación que el fragor de las lu-
cialmente en las novelas, como ya dije, pero chas no postergaba, como en el 900, cuando
también en cartas y otros documentos, que la nueva etapa modernizadora impuso la
dan testimonios muy mediatizados de las dis- inauguración de edificios que convalidaban
tintas maneras en que una sociedad se ha con su monumentalidad aquellos principios,
pensado como lectora. Sabemos que durante que sostenían el acceso al conocimiento de
el siglo XiX se fueron conformando las litera- los ciudadanos sin exclusiones. Los ejemplos
turas nacionales y que en los comienzos del que fui exponiendo corroboraron con creces
XX se organizaron sus lecturas en el mercado estas afirmaciones, enmarcadas además con
y en la escuela en colecciones probatorias del la revisión de las ofertas en el mercado de
triunfo del proyecto, con una producción que “bibliotecas”, especialmente de las coleccio-
alcanzaba cada vez a mayor número de ciu- nes publicadas por los grandes diarios, tema

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presente en muchos otros capítulos del libro, bates acerca de cómo leer la tradición y los li-
dentro de los ítems comparados respecto de najes es un rico filón para el comparatismo.
la formación de lectorados modernos en Aunque sea extensa, quiero apuntar la si-
América Latina. guiente cita para explicitar los sentidos en
Sintomáticamente y en momentos en que que consideré la biblioteca, especialmente lo
nuevos actores sociales intervienen en las que se ha convenido en denominar la repre-
discusiones acerca de cómo escribir y qué sentación de la “biblioteca imaginaria”,14 co-
leer, tropezamos con dos figuras que queda- mo uno de esos ejes, a pesar de que sólo de-
rían por años desterradas de la biblioteca na- sarrolle brevemente alguno de ellos. Dice
cional recomendada por poner en riesgo, des- Jean Marie Goulemont:
de cierta perspectiva, la continuidad de una
literatura a la que se demanda obedecer a una Toda lectura es una lectura comparativa de
determinada representación, con cierto len- unos libros con otros –un modo de dialo-
guaje, dentro de estéticas e ideologías media- gismo e intertextualidad, en el sentido baj-
namente aceptables. tiniano, presente en nuestra práctica lecto-
Estamos en los años en que aumenta de ra–, en la cual emerge la biblioteca vivida
en un marco cultural, temporal y espacial,
manera significativa el número de alumnos en
ligado a las instituciones, a los tipos de
los distintos niveles educativos en toda Amé-
edición, a la crítica. Sus códigos permean
rica Latina, si bien de modo bastante dispar. la lectura, así como los diferentes códigos
Las exigencias de formación universitaria se narrativos de las obras mismas, que coe-
acentúan en algunos ámbitos de la ciudad le- xisten en un momento dado. La noción de
trada, en la cual irrumpen sin embargo, y de biblioteca utilizada aquí se instala en la
manera notable, actores no previstos, aquellos cultura colectiva, envuelta en códigos de
que se afirman en un saber adquirido a través valores epocales, históricos. Una bibliote-
de las disponibilidades del mercado, espacio, ca donde se articulan las lecturas del texto
a su vez, en el que se profesionalizan como leído y aquellas que las han precedido
escritores, periodistas, traductores, etc., y a [...]; un dehors cultural y el del texto mis-
través del cual adquieren renombre. A este mo impregnan el sentido.
amplio segmento pertenecen Lima Barreto y
Roberto Arlt, ambos autores marginados, por
cierto con matizadas significaciones y puesta
en escena de tal marginación por ellos mis-
en su mayoría extranjeros; aunque “Se podía garanti-
mos, sus contemporáneos, tanto como escri- zar que no faltaba en los estantes del mayor ningún au-
tores y críticos posteriores que hicieron de tor nacional o nacionalizado, desde los ochenta hasta
acá”, se mencionan muy pocos –los que primero con-
ambos bandera de debate y de afiliaciones. formaron la literatura brasileña, como Gregorio de
Así, el trabajo de comparación en distintos ni- Matos o Basilio da Gama, y los románticos–, mientras
veles y tramas de asuntos que atañen a la lite- la expresión “además de muchos otros” engloba a los
contemporáneos, negados aquí de este modo, frente a
ratura nacional me llevó a considerar la mar- sus muy explicitadas divergencias estéticas. En El ju-
ginación en la constitución de los cánones guete rabioso los valores literarios del poeta célebre,
nacionales, tanto como los latinoamericanos, Leopoldo Lugones, se reducen al precio de venta del
ejemplar robado de Las montañas del oro, sólo porque
especialmente en uno de los más recientes, el se trata de una edición “agotada”. Cito por A. Lima
que diseña la Biblioteca Ayacucho.13 Los de- Barreto, Dos novelas, Caracas, Biblioteca Ayacucho,
1978, p. 181.
14 Véase Georges Benrrekasa, “Bibliothèques imaginai-
13 En la biblioteca de Policarpo prevalecen, sintomáti- res: honnêteté y culture, des Lumières à leur posterité”,
camente, viajeros y cronistas, algunos historiadores, en Romantisme, No. 44, 1984.

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Y esta biblioteca cultural “sirve tanto para es- biblioteca es el centro y la justificación de su
cribir como para leer” porque “en tanto la bi- vida, es el instrumento para propender a la
blioteca trabaja sobre el texto, cuando se lo defensa de los valores nacionales auténticos
lee éste trabaja a su vez sobre la biblioteca”.15 y al desarrollo correcto de sus enormes posi-
Once años de diferencia hay entre la edi- bilidades, vastamente confortadas por los
ción en libro de El triste fin de Policarpo mensajes oficiales del Brasil, bajo la presi-
Quaresma (1915), de Afonso Henriques de dencia de Floriano Peixoto, el “Mariscal de
Lima Barreto, y la de El juguete rabioso Hierro”, iniciada en 1891, con los que comul-
(1926), de Roberto Arlt. Los protagonistas de ga. Paradójicamente, recibe como premio las
ambas novelas se caracterizan por su entrega máximas sanciones del antisocial (loco, trai-
apasionada a la lectura; lectores devotos pero dor) cuando, en realidad, encarna una suerte
autodidactas, pronto caen en la lectura erró- de santo laico, imagen paródica del Apostola-
nea que los conduce a la traición y, en el ca- do Positivista y de su no menos argüida Reli-
so de Policarpo, a la muerte. El espectro se- gión de la Humanidad. La lectura labra su
mántico de la traición las acerca de modo destino: es antecámara de la muerte.
singular por los lazos que plantean entre la La crítica de Lima Barreto señala la dis-
ley y la lectura. Trasvasada al plano jurídico tancia infranqueable entre las ciencias mo-
bajo la acción de acusar –delatar, ser acusa- dernas, en las cuales los positivistas fincaban
do– la traición aquí se inviste de implicacio- el desarrollo del Brasil, y los saberes arcai-
nes que se vuelven hacia el orden de la Ley, cos, de escasa pertinencia y aparentemente
poniendo en escena el precio para integrarse improductivos, como es el caso del arte, so-
a él. bre todo del arte popular, desplazado, tanto
Novelas de formación ambas, diseñan el como los sujetos productores del mismo, por
itinerario de un aprendizaje por fuera de las el proyecto hegemónico del Brasil de entresi-
instituciones, marcado por la exclusión, en glos. Difícilmente encontramos en la narrati-
una acerba crítica a las funciones y significa- va latinoamericana de estos años una mirada
ciones del conocimiento, y a los modos de su tan crítica, y en buena medida escéptica, no
adquisición, planteada además, con la temati- sólo sobre las creencias que sirven de funda-
zación de la lectura autorizada, de la lectura mento a una nación, sino sobre el sentido de
legítima, la engañosa disyuntiva entre la fe su existencia misma.
ciega en el saber de los libros y el de la expe- El juguete rabioso se preocupa por proble-
riencia, junto al aprendizaje informal, centra- mas similares, si bien encarando su represen-
do en el parafraseo irónico del malo o buen tación, y su escritura, desde ángulos con fuer-
autodidacta, figura siempre de evaluación tes vínculos pero que no se sobreimprimen.
compleja y altamente ideologizada. Los derroteros de la iniciación en esta novela
Policarpo es el tímido amanuense que si- de Arlt se dan prácticamente circunscriptos al
gue al pie de la letra los principios y las reco- aprendizaje de las significaciones que entra-
mendaciones para la formación del ciudada- ña la posesión del libro en cuanto evidencia
no ejemplar, y hace de la lectura de los libros de poder, pues lo garantiza o muestra que se
de su biblioteca, todos sobre el Brasil, herra- marcha hacia él. Uno de los caminos que
mienta fundamental para servir a la patria. La alienta esta posesión en Silvio Astier, el pro-
tagonista, es el del delito, desbaratando la es-
perada función social de los libros, pues se
15 En Roger Chartier (comp.), Practiques de la lecture, vuelven maestros cuando se planean críme-
París, Rivages, 1993, pp. 89-99. nes o en cuanto son buena presa para el robo.

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Astier se desplaza desde el robo a una biblio- qué sentido forman, ya que estamos ante no-
teca pública hasta la traición al amigo, te- velas de aprendizaje (muy peculiar en el caso
niendo como modelos a los personajes de Ro- de El triste fin de Policarpo Quaresma)?
cambole y de Los miserables, con el plus que ¿Qué enseñan?
implica al título mismo de la novela y las Enuncio muy esquemáticamente estas re-
elecciones de escritura. En otro plano, el per- des significativas con el solo fin de esbozar
sonaje coloca Las flores del mal de Baudelai- las vías que he seguido. En El triste fin de
re, vivenciada como confluencia de lo gratui- Policarpo Quaresma los libros también están
to y de la belleza del arte. sujetos a la malversación (según el Dicciona-
Figuras opuestas en extremo, Policarpo rio de la Real Academia, malversar es el acto
Quaresma y Silvio Astier coinciden en que de “invertir ilícitamente los caudales públi-
son prisioneros de un autodidactismo excesi- cos, o equiparados a ellos, en usos distintos
vo, fruto de la lectura fuera de control y por de aquellos para los que están destinados”),
lo tanto errada, en la cual sucumbe para el úl- es decir, están inmersos en el mundo del de-
timo la modesta posibilidad de aliar su voca- lito, en el mal uso de un bien que se expande
ción con el trabajo, reducido a la comproba- al universo de los valores comprometiendo la
ción de los ámbitos degradados en que la lectura –poder, saber leer, ser versado como
literatura pierde el aura, tanto como el fraca- para, y malversarla–. En ambos se pone en
so ante el destino de grandeza inspirado en escena muy claramente también malversa-
las heroicas figuras de Edison, Napoleón, ciones de la escritura y los valores del arte.
Baudelaire o Rocambole. Ambas traman estas cuestiones con el eje de
Esta rápida síntesis del eje de la compara- la exclusión, ligada a pretendidos magisterios
ción muestra cómo el espectro semántico de y a sus lazos con el dinero.
la traición –unida al derrumbe de la carrera Espero que a través de esta muy somera
del mérito que descansaba en el libro y la lec- ilustración se haya comprendido cómo he ins-
tura– acerca de modo singular ambas ficcio- trumentado los aportes del comparatismo pa-
nes. ¿Hasta dónde se involucran en este seña- ra fortalecer las perspectivas de investigación
lamiento la función de los libros y de la en este último trabajo. Espero también que el
biblioteca? ¿Traicionan con los discursos so- diálogo que enseguida entablaremos me per-
bre sus prometedores beneficios o son trai- mita disolver las dudas y enriquecer mi inter-
cionados los beneficios de la lectura? ¿En vención con los comentarios de ustedes. o

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