Libro de Melquisedec
Libro de Melquisedec
Libro de Melquisedec
Sagradas, y han ideado tantas maneras para desacreditar cada conocimiento, cada
revelacin, cada profeca, cada misterio, cada milagro contenidos en ellas,
menospreciando as al Autor de estas verdades, a la Fuente de la Luz.
Tambin es sabido por muchos sobre todas aquellas interpretaciones errneas de
las Escrituras que algunos en el mundo han esparcido, y es natural que al salir la
Luz del Sol, las Tinieblas de la Noche contrasten con ella. As que, ser natural que
al revelarse la Luz contenida en el Libro de Melquisedec, muchos que haban
estado en algn grado de Tinieblas, ya sea por desconocimiento o por los errores de
interpretacin escritural, tengan dos caminos para decidir seguir, uno sera
reconocer con humildad su ignorancia o su error y con toda sabidura recibir la Luz
del Libro, y el otro camino sera el del rechazo, y tal como sucede con las
Tinieblas, tener que estar en el lado opuesto luchando en contra de la Luz y
desvanecerse o huir cuando esta se manifiesta con toda claridad.
Todos aquellos que aman la Verdad encontrarn en el Libro de Melquisedec mucho
de las verdades que haban estado buscando por mucho tiempo. Quin no ha
anhelado conocer su origen personal? Quin no ha deseado con anhelo conocer a
Aqul que nos dio Vida, Aqul que form el Universo? Por qu nos encontramos
en un mundo cado si en el principio no fue as? Cul fue el descenlace "antes de
la fundacin de este mundo"? Cul ser el final de todo este Drama Universal en
el futuro? Son solo algunas de las verdades que revela este registro sagrado.
Nuestra oracin sincera es que la Verdad se allegue a la Verdad, sabemos que los
que se esfuerzan por vivir en la Verdad recibirn estas Verdades contenidas en el
Libro de Melquisedec, pues sern dulcemente saboreadas por ellos, ya que son de
su misma naturaleza. Aqullos que han amado la Verdad y la han procurado
durante sus vidas tendrn grandes motivos para regocijarse por las "buenas nuevas
de gran gozo" que recibirn de este preciado Libro. Cuando se descorra ante ellos
el velo, y el Padre y el Hijo manifiesten las Revelaciones de Su Amor, su corazn
llorar, pues sabrn que Ellos siguen siendo Los Mismos, y conocern la Verdadera
Naturaleza y Carcter que Ellos han mantenido desde el comienzo, probarn en
gran porcin el Amor con el que Ellos les han amado desde el principio.
Oh! Cmo contener mis lgrimas ante las Ddivas de Su Amor? Mi corazn se
desborda al reconocer y considerarme ser "lo dbil del mundo", y en esta humilde
condicin el Eterno an as obra por nuestro conducto. Mi hermano y yo no
imaginamos ni mucho menos planeamos todo esto que el Seor nos ha concedido
concerniente a los misterios y revelaciones del Libro de Melquisedec. Es Su Obra
la que se efecta, no la nuestra. Bendecimos el camino que comenzarn todos
aqullos que reciban con sinceridad de corazn, humildad y fe estas cosas. El
Mesas, Aqul que nos am desde el principio, Aqul a quin amamos desde el
principio, manifestar la Eternidad de Su Amor a travs de Sus palabras registradas
en el Libro de Melquisedec, nuestro amado Libro.
pequeo Isaac, dice: En la descendencia de ste nio habr de cumplirse todas las
cosas escritas en este manuscrito (H. Salem 14:17-18).
Al final del primer rollo se halla una profeca dada por Melquisedec y
registrada por Abraham concerniente a este libro, que dice: Al salir de su cueva, el
rollo enfrentara la oposicin de muchos eruditos que lo declararan apcrifo.
Vendra, sin embargo, el momento, en que sus revelaciones seran confirmadas, y
muchos seran transformados por sus mensajes, preparndose para el da del juicio
final (H. Salem 14:20).
Las abreviaturas que utilizamos en esta obra para referirnos a una cita
bblica, usamos las comnmente conocidas, y para hacer referencia a las historias y
cronologas contenidas en este libro, las identificamos de la siguiente manera:
H. Vaso
H. Salem
H. Univ.
La Historia de un Vaso
La Historia de Salem
La Historia del Universo
Crono. 1
Cronologa 1
Crono. 2
Cronologa 2
Crono. 3
Cronologa 3
La Historia de un Vaso
(Un relato escrito por Abraham)
Abraham, habiendo recibido el mandamiento de Yahwh, escribe en un rollo los
acontecimientos que dieron origen a la historia que se conoce como La Historia de
un Vaso, que narra los hechos que enmarcaron La Gran Liberacin que el Seor
efectu por medio de Abraham, sus pastores y al La Historia de un Vaso
(Un relato escrito por Abraham)
Abraham, habiendo recibido el mandamiento de Yahwh, escribe en un rollo los
acontecimientos que dieron origen a la historia que se conoce como La Historia de
un Vaso, que narra los hechos que enmarcaron La Gran Liberacin que el Seor
efectu por medio de Abraham, sus pastores y aliados. (Vase Crono. 1, 2 y 3)
Captulo 1
Abraham es informado de la batalla en la cual Lot y muchos son llevados cautivos.
Abraham recibe mandamientos del Eterno a fin de efectuar la Gran Liberacin,
esto es, convocar y preparar a sus pastores, y preparar un vaso con caractersticas
especiales.
1 Estaba descansando bajo la sombra del Roble de Mambr junto a mi tienda,
cuando vi llegar apresuradamente a uno de los siervos de mi sobrino Lot. Casi sin
aliento, l comenz a relatarme sobre la tragedia: Hubo el da anterior una batalla
entre las ciudades de la planicie, implicando a cuatro reyes contra cinco. Como
resultado, Sodoma fue derrotada y muchos de sus habitantes llevados cautivos,
entre ellos mi sobrino Lot. La noticia me dej muy afligido, pues al mismo tiempo
en que senta que era preciso salir en su ayuda, me vea fragilizado, sin ninguna
condicin.
2 Siempre fui un hombre pacfico y detesto a aquellos que derraman sangre. Tengo
muchos siervos, pero pocos saben manejar espadas y lanzas, pues desde la infancia
han sido entrenados como pastores. En lugar de espadas y lanzas, ellos manejan
bordones con los cuales conducen los rebaos; En lugar de escudos, ellos cargan
vasos en sus cinturas, siempre llenos de agua fresca, para matar su sed y refrescar a
las ovejas afligidas; En lugar de vino para embriagarse, cargan sujeto a sus cintos
pequeas botijas con aceite de olivo, con los cuales ungen las heridas del rebao;
En lugar de trompetas resonantes, ellos soplan en cuernos pequeos, con los cuales
convocan al rebao hacia el corral.
3 Imaginando como sera un combate entre mis siervos y los ejrcitos de
aqullos cinco reyes victoriosos, comenc a rer. Mientras reflexionaba, la voz de
Aqul que siempre me gua, reson en mis odos, diciendo:
4 Abram, Abram! No menosprecies los instrumentos de los pastores, pues
santificados por el fuego del sacrificio, habrn de conquistar la gran liberacin.
5 El Eterno comenz a darme rdenes, hacindome avanzar por la fe, sin saber
como tal liberacin habra de realizarse.
6 El primer paso fue la convocacin de todos los pastores que, dejando a sus
rebaos, se dirigieron al Roble de Mambr, trayendo sus instrumentos pastorales.
Eran en total seiscientos pastores.
7 Orden que vaciaran los jarros, colocando en ellos el aceite de la botija.
8 Despus de cumplir ellos esta orden, ped que tomara cada uno la lana de una
oveja, mezclndola con el aceite de los jarros.
9 Despus de estas cosas, Yahwh me mand tomar un vaso grande de barro,
llenndolo hasta la mitad con el aceite de olivo.
10 Al concluir esta tarea, el Seor me mand hacer una larga mecha de lana,
enroscando la mitad dentro del aceite y dejando la otra parte apresada encima del
vaso.
11 Despus de estas cosas, Yahwh me orden encender la mecha, con el fuego del
altar. Al aproximarme al fuego sagrado que todava arda sobre el sacrificio de la
maana, una pequea flama salt hacia la mecha, y poco a poco se fue alimentando
del aceite, hasta convertirse en una llamarada que poda ser vista de lejos.
Captulo 2
Captulo 3
Captulo 4
11 Entre los cautivos, haba un hombre en aquella noche, que viva la mayor
angustia de su vida. Era mi sobrino que, despus de convertirse en el blanco de
tantos abusos y humillaciones, haba tomado conocimiento del castigo que les
esperaba al amanecer.
12 En aquella noche, Lot tena sus pensamientos vueltos hacia su to; se acordaba
con arrepentimiento del momento en que me haba dejado junto al Roble de
Mambr, mudndose hacia las campias de Sodoma. En su desesperacin, sinti
deseo de volver a ver mi faz y de pedirme perdn por haberse apartado de m.
Justamente en aquel momento, Lot fue atrado por el brillo de una antorcha que
arda sobre la colina. Al mirar el brillo, imagin estar teniendo una visin, pues ello
mismo le revelaba la faz de su querido to.
13 Queriendo mostrarme su rostro, Lot palp en medio de las tinieblas hasta
encontrar una pequea lamparilla que haba trado en su alforja. Frustrado, percibi
que no haba en ella nada de aceite. Concluy que aquella lmpara apagada y seca,
era un smbolo de su vida vaca y sin fe.
14 Sin desviar los ojos de mi rostro iluminado por la llama del vaso, en un
desesperado gesto de fe, Lot palp la mecha de su lamparilla, descubriendo que
haba en ella un residuo de aceite. Curvndose, comenz a herir las piedras del
fuego, hasta que una chispa salt hacia la mecha. Sin saberlo, Lot estaba
comandando con sus gestos, los pasos para una gran liberacin.
15 Los trescientos pastores al ver el tenue brillo de la lamparilla, se encaminaron
rpidamente hacia sus puestos, y, permanecieron aguardando el apagar de la
pequea llama.
16 Desde el momento en que Lot se levant con su diminuta llama, yo estaba
mirando hacia sus ojos que miraban los mos. Vi que su faz traa seales de
inenarrable angustia y malos tratos. As mismo, pude leer en sus ojos azules, que la
esperanza y la fe todava no le haban abandonado.
17 El pequeo fuego de la lamparilla de Lot, con todo, no resistira por mucho
tiempo. Era necesario que se apagase, para sealizar la gran victoria.
18 Cuando la oscuridad volvi a cubrir la faz de Lot, mis trescientos pastores
arremetieron sus cuernos contra los vasos que mantenan ocultas las antorchas
ardiendo. Un gran ruido, como de caballera en combate reson por todas partes,
mientras que las antorchas eran suspendidas. Los trescientos cuernos utilizados
hasta entonces para conducir el rebao, sonaban ahora como trompetas de
conquistadores.
Captulo 5
Captulo 6
7 En un gesto de gratitud, tom el vaso repleto de perlas, y lo coloqu a los pies del
rey. Tomndolo en los brazos, l comenz a acariciarlo, sin atentar hacia el brillo
de las perlas. Expresndome la gratitud por aquella ofrenda, me dijo que aceptara
el vaso y, que de las perlas, solamente aceptara el diezmo.
8 Inmediatamente comenc a contar las joyas, separando las ms bellas para el rey.
Haba un total de 1,440 perlas, de las cuales le entregu 144. l las guard
cuidadosamente en una cajita hecha de oro puro, en cuya tapa haba lindos adornos
con incrustaciones de pequeas piedras preciosas.
9 Despus de recibir el diezmo que simbolizaba la gran liberacin operada por
Yahwh en la planicie, Melquisedec llam venir a l a uno de sus sbditos que era
maestro en adornos y pinturas, ordenndole honrar el vaso con un lindo grabado
que retratase el momento en que yo lo ofrend.
10 Mientras el jarro era pintado, Melquisedec comenz a contarme la historia de su
reino, desde su fundacin hasta aquel momento en que estbamos conmemorando
la gran victoria sobre los enemigos.
11 Al devolverme el vaso, ahora honrado con el ms bello grabado e inscripciones
que exaltaban la justicia, la humildad y el amor, el rey de Salem me orden que
llevara conmigo el vaso con aquellas perlas. Durante seis aos yo y mis pastores
deberamos contar a todos la historia de aquel vaso que fue victorioso por causa de
la llama del altar. A todos aquellos que, con arrepentimiento, aceptasen la
salvacin representada por su historia, deberamos ofrecer una perla. Al final de los
seis aos, las perlas se acabaran; Ya no habra oportunidad de salvacin.
Sobrevendra entonces el sptimo ao, en el cual habra un tiempo de gran
angustia y destruccin, cuando solamente habra proteccin para aquellos que
poseyesen las perlas. Por esa ocasin, las ciudades de la planicie seran totalmente
detruidas por el fuego del juicio, y los dems pueblos que no se arrepintiesen,
seran diezmados por grandes plagas.
Captulo 7
4 Despus de consolar a los afligidos con los acordes de su lad, el beduino tomar
el vaso con los pergaminos de la tumba de David, y lo llevar sobre los hombros.
En aquel da, estarn los pies suyos sobre el Monte de los Olivos, y, al clamar por
descubri su santo brazo a los ojos de todas las naciones, y todos los extremos de
la tierra vern la salvacin de nuestro Dios".
13 Durante seis aos, toda la humanidad, iluminada por la mayor revelacin del
amor y de la justicia de Yahwh, tendr oportunidad de romper con el imperio del
pecado, unindose a los hijos de Israel en su marcha de purificacin y restauracin
del reino de la luz.
14 Entonces acontecer que, todos los sobrevivientes de las naciones que
marcharon contra Jerusaln, subirn, ao tras ao, para postrarse delante del rey
Yahwh de los Ejrcitos, y para celebrar la fiesta de Sukot. Y acontecer que
aqulla de entre las familias de la tierra que no suba y no venga, atraer contra s
misma la plaga con la que Yahwh herir a las naciones que no suban a celebrar la
fiesta de Sukot.
15 En aquellos aos de oportunidad, sonar por todas partes del mundo el ltimo
convite de misericordia, en un intento por que todos los pecadores se arrepientan y
se unan en una eterna alianza con Yahwh, diciendo:
16 "As dice Yahwh: Observad el derecho y practicad la justicia, porque mi
salvacin esta pronta a llegar y mi justicia, a manifestarse. Bienaventurado el
hombre que proceda as, y el hijo del hombre que en esto se afirma, que guarda el
sbado y no lo profana y que guarda su mano de practicar el mal. No diga el
extranjero que se entreg a Yahwh: Naturalmente Yahwh va a excluirme de su
pueblo, ni diga el eunuco: No hay duda, yo no paso de un rbol seco"; Pues
as dice Yahwh a los eunucos que guardan mis sbados y optan por aquello que es
mi voluntad, permaneciendo fieles a mi alianza: He de darles, en mi casa y dentro
de mis muros, un monumento y un nombre ms precioso del que tendran como
hijos e hijas; He de darles un nombre eterno, que no ser extirpado. Y, en cuanto a
los extranjeros que se entregaren a Yahwh para servirlo, s, para amar el nombre
de Yahwh y convertirse en sus siervos, a saber, todos los que se abstienen de
profanar el sbado y que se mantienen fieles a mi alianza, yo los traer a mi santo
monte y los cubrir de alegra en mi casa de oracin. Sus holocaustos y sus
sacrificios sern bien aceptados en mi altar. En efecto, mi casa ser llamada casa de
oracin para todos los pueblos".
17 En los seis aos de oportunidad, Samael, el gran engaador, en un gesto de
desesperacin, emplear todos los recursos posibles para impedir la realizacin de
Yahwh a travs de Su pueblo. En oposicin a la santificacin del sbado que es la
seal de la alianza entre Yahwh y sus escogidos, numerosas religiones, aliadas a
Captulo 9
Abraham intenta convencer a Sara sin tener xito. Abraham recibe con
hospitalidad a tres peregrinos. El Seor convierte a Sara y le bendice, le entrega
dos perlas, una para ella y otra para su hijo. Abraham cae a los pies de su
Redentor y recibe la ltima perla.
1 Despus de una noche en vela en que, desesperadamente, procur convencer a mi
amada de posesionarse de su perla, aceptando la salvacin representada por aquel
vaso, vi el sol surgir trayendo la luz del ltimo da vspera de Rosh Hashan.
Al mirar hacia dentro del vaso en aquella maana, vi que restaban apenas tres
perlas. Al admirarles el brillo, comenc a imaginar que la ms brillante sera para
mi hijo prometido, la de brillo intermedio sera la de Sara, y la ltima sera la ma.
Ese pensamiento me trajo alivio y esperanza; Pero, al mismo tiempo, comenc a
preocuparme con la posibilidad de que llegaran personas procurando obtenerlas; Si
viniesen, yo no podra negarles el derecho a ellas.
2 Tomado por esa preocupacin, permanec sentado bajo el Roble de Mambr. En
el transcurso del da, me sobrevino un gran estremecimiento cuando vi a lo lejos
tres peregrinos que caminaban rumbo a nuestra tienda. Comenc a clamar a Dios
que ellos cambiaran de rumbo, pero mis clamores no fueron atendidos. Dominado
por una gran amargura, corr hasta ellos, y, despus de postrarme, los invite hacia
la sombra.
3 Tomando una vasija con agua, comenc a lavarles los pies, limpindolos del
polvo del camino. Al ver los pies heridos y ampollados de aqullos hombres, sent
compasin por ellos; Comprend que haban venido de muy lejos, enfrentando
peligros y desafos, con el propsito de obtener a tiempo las perlas. Vi que ellos
eran mucho ms merecedores que yo, Sara y nuestro hijo prometido.
4 Al lavar los pies del tercero, mi corazn que hasta entonces estaba afligido, se
lleno de paz y alegra; Imaginaba en aquel momento, cun terrible sera si aqul
tercer peregrino, no se hubiese unido a los dos primeros en aquel trayecto; En ese
caso yo estara obligado a tomar la ltima perla, subiendo sin mi amada a Salem. Si
tuviera yo que pasar por esa experiencia, la perla que simbolizaba la alegra de la
salvacin, se convertira para m en un smbolo de soledad y tristeza, pues la larga
vida del cario de Sara, sera para m el mayor castigo, como la propia muerte.
5 Despus de lavarles los pies, comenc a servirles el alimento que fue
especialmente preparado para ellos. Mientras les serva en silencio, estaba yo
esperando el momento en que me preguntaran por las perlas. Pero sin revelar
ninguna prisa, ellos hablaban sobre la larga caminata que hicieron, sobre las
ciudades por donde haban pasado. Yo les pregunt si conocan Salem; Ellos me
respondieron afirmativamente, agregando que en aquellos seis aos, muchas obras
haban sido realizadas en aqulla ciudad, en preparacin para una gran fiesta que
estaba por realizarse dentro de un ao ms, por la ocasin de Sukot.
6 Las palabras de aqul tercer peregrino, el ms conversador de los tres,
comenzaron a traerme, misteriosamente, un sentimiento de esperanza. Al mirar
hacia sus ojos azules, Vi que l se pareca a Melquisedec.
7 Recordaba la ltima promesa hecha por el rey de Salem, cuando el tercer
peregrino me pregunt con una sonrisa:
8 Abram, Donde est Sara tu mujer?!
9 Atnito, le pregunt:
10 Cmo sabes mi nombre y el nombre de mi esposa?
11 El peregrino, me respondi:
12 No solamente s vuestros nombres, sino tambin s que, de aqu a un ao
vosotros tendris un hijo que ser llamado Isaac.
13 Al or las palabras del visitante, corr hacia dentro de la tienda a fin de llamar a
mi esposa, para que oyese las palabras de aqul peregrino.
Captulo 10
Abraham acompaa al Seor hasta la colina desde donde el Seor enva a sus dos
compaeros a una misin. Yahwh se lamenta por la destruccin que habr de
sobrevenir a los habitantes de las ciu-dades de aquel hermoso valle. Abraham
intercede por aquel pueblo. No haba diez justos en Sodoma y Gomorra.
Lamentacin de Yahwh. Los dos compaeros son enviados para rescatar a Lot y
sus hijas. Abraham se postra agradecido a Yahwh por la intervencin en el
rescate de sus familiares.
1 Despus de estas cosas, Yahwh se despidi de Sara y de los pastores que all se
encontraban, y me invit a que los acompaara hasta la colina que esta frente al
valle. Cuando llegamos a aquel lugar, el Eterno se despidi de sus dos compaeros,
envindolos a una misin especial en Sodoma.
2 De la cima del monte contemplbamos los frtiles valles y bosques que, como un
paraso, se extendan en ambos mrgenes del ro Jordn, circundando las prsperas
ciudades, dentro de las cuales se destacaban Sodoma y Gomorra.
3 Fue sobre aquella colina que, despus de la contienda entre mis pastores y los
pastores de Lot, le di la oportunidad de escoger el rumbo a seguir, pues no
podramos permanecer juntos. Atrado por las riquezas de la campia, l decidi
mudarse hacia all.
4 Al mirar hacia mi compaero que permaneca en silencio desde el momento en
que vimos la campia, me sorprend al verlo llorando. Le pregunt el motivo de su
tristeza, y l, sollozando respondi:
5 Este es para m un da de mucha tristeza, pues por ltima vez mis ojos podrn
posarse sobre este valle frtil. Lloro por los habitantes de esas ciudades que no
saben que sus das acabarn!
6 La declaracin de Yahwh me trajo el recuerdo de todos aqullos cautivos que
haban sido liberados seis aos antes; lamentablemente, casi todos rechazaron el
bao de la purificacin, regresando inmundos hacia sus casas; nicamente Lot y
sus hijas aceptaron la salvacin, tomando posesin de sus perlas. Pensando en
alguna posibilidad de liberacin para aqul pueblo, pregunt al Seor:
7 Y si acaso existe en aquellas ciudades, cincuenta personas justas, an as
seran ellas destruidas?
8 Yahwh me dijo que si hubiese cincuenta justos, toda la planicie sera perdonada.
9 y si hay 45 justos?
10 Si hubiese all 45 justos, todas aquellas ciudades seran perdonadas.
11 Continu con mis indagaciones hasta llegar al nmero diez. Yahwh me dijo
que si hubiese 10 justos en aquellas ciudades, toda la planicie sera perdonada.
12 Torturado por una inexpresable agona de espritu, Yahwh volvi a llorar
amargamente, mientras que con voz embargada, pronunciaba un triste lamento:
13 Sodoma y Gomorra, cuntas veces quise Yo juntar a tus hijos, como la gallina
junta a sus polluelos debajo de las alas, mas vosotras no aceptasteis mi proteccin.
Por qu es que vosotras cambiasteis la luz de mi salvacin, por las tinieblas de
este reino de muerte?! Mis odos estn atentos en busca de, por lo menos una
plegaria, mas todo es silencio! Mis manos estn extendidas, prontas a impedir el
fuego del juicio, mas vosotras rechazis mi socorro!
14 Inclinndome al lado de mi sufridor compaero, me un a l en la lamentacin.
En aquel momento de dolor, tuve la certeza de que Melquisedec tambin sufra por
todos aquellos que haban cambiado el amor y la paz de Salem, por las ilusiones de
aquel valle de destruccin.
15 Despus de un largo llanto, Yahwh me consol, con la revelacin de sus dos
compaeros, se encontraban en aquel momento en Sodoma, con la misin de salvar
a Lot y a sus hijas librndoles de la muerte. Sus palabras me trajeron gran alivio, y
me postr agradecido a sus pies.
Captulo 11
Yahwh comisiona a Abraham registrar en un rollo la historia del Vaso, as como
la historia de Salem, para posteriormente entregarlo dentro del Vaso a
Melquisedec. Destruccin de Sodoma y Gomorra. Abraham se lamenta en
extremo.
La Historia de Salem
(Un relato escrito por Abraham)
Abraham relata La Historia de Salem segn lo escuch de los labios de
Melquisedec en la ocasin en que subieron a Salem para celebrar la fiesta de
Sukot, despus de La Gran Liberacin. Adonas, cansado de las iniquidades del
pueblo e inspirado en las virtudes de su amado hijo, edifica una ciudad: un reino
diferente a todos los dems. Despus de vivir el jbilo de la victoria y la
lamentacin de la perdicin, Melquisedec recibe una revelacin de un ngel, en la
que le declara que todo aquel drama que estaba viviendotena un sentido
prefigurativo, retratando acontecimientos pasados y futuros, que envolvan todo el
vasto universo. (Vase Crono. 1 y 2)
Captulo 1
Adonas, hombre justo, busca alcanzar su sueo de justicia y paz. Escribe en un
pergamino las leyes que regiran el nuevo reino de paz. Inicia la edificacin de
Salem, la cual esta destinada nicamente pa-ra los limpios de corazn.
1 sta es la historia de Salem segn la o de los labios de Melquisedec en la
ocasin de la fiesta de Sukot, quince das despus de la liberacin de Lt y sus
hijas.
2 Todo comenz con un sueo en el corazn de un hombre llamado Adonas; l
posea muchas riquezas, pero a nada apreciaba ms que a la justicia y a la paz que
nacan de la sabidura y del amor.
3 Cansado con las injusticias que predominaban por toda la tierra de Canan,
Adonas resolvi edificar un reino que fuese regido por leyes de amor y de justicia.
El nombre de la capital de ese reino sera Salem, la Ciudad de la Paz.
4 Los sbditos de Salem no empuaran arcos y flechas, mas seran entrenados en
el arte musical; Cada habitante de Salem tendra siempre al alcance de sus manos
un instrumento musical, para expresar por medio de el la paz y la alegra de aquel
Captulo 2
Conclusin de la edificacin de Salem. Melquisedec, la inspiracin de su padre.
Adonas buscando honrar a un sbdito especial, ve en Samael un reflejo de las
virtudes del propio prncipe. Samael es honrado.
1 La edificacin de la ciudad fue finalmente concluida y Salem se revel hermosa
como una novia adornada, a la espera de su esposo.
2 Asentado en su trono, Adonas ahora examinaba a los nu-merosos candidatos a
sbditos que llegaban de todas partes. Aqullos que, prometiendo fidelidad a las
leyes, eran aprobados, reciban tres dotes del rey: el derecho a una mansin,
vestiduras de lino fino y un instrumento musical en el cual deberan practicar.
Captulo 3
16 Ante esta revelacin que a todos sensibiliz, el prncipe postrndose a los pies
de su padre, llor motivado por mucha alegra. Mientras tanto, todos le aplaudan
con euforia, anhelando ver el amanecer de ese da en que la paz sera victoriosa.
17 Adonas, llamando a Samael a estar junto a su hijo, concluy diciendo:
18 En el gobierno de esta Salem victoriosa, tengo el prop-sito de hacer de
Samael el primero despus de Melquisedec. A l ser confiado el pergamino de las
leyes, debiendo ser el guardin de la honra de este reino triunfante.
Captulo 4
12 El hijo del rey se estremeci mucho ante las palabras de su amigo, que
evidenciaban locura. Cmo liberarlo de ese camino de muerte?!
13 Nadie en Salem, adems de Melquisedec, conoca la triste condicin de Samael.
Con paciencia, el prncipe procuraba concientizarlo del valor real del pergamino,
cuyas leyes no po-dran jams ser alteradas, pues esto ocasionara el fin de toda la
paz.
14 Los consejos del prncipe finalmente despertaron su corazn. Meditando en sus
palabras, se concientiz de estar siguiendo por un camino engaoso.
15 Al ver en los ojos de aqul a quin tanto amaba las lgrimas del
arrepentimiento, el hijo de Adonas se alegr con su victoria sobre el orgullo y el
egosmo.
16 Los das que siguieron a la liberacin, fueron llenos de realizaciones; El
prncipe se mostraba an mas amigo, dispuesto a dar todo de s mismo de modo
que su compaero pudiese proseguir triunfante en el camino de la humildad. En
aquellos das de jbilo, fue dado a l el honor de conocer el cetro que estaba siendo
moldeado.
17 En un momento de descuido, Samael que haba vuelto a disfrutar de paz en el
espritu, permiti que su corazn nuevamente estuviera posedo por un sentimiento
de grandeza, que hizo desencadenar una nueva tormenta en su alma. Ese
sentimiento mezcla de orgullo y codicia le sobrevino en el momento en que el
prncipe le mostraba el lad dorado, en el cual estaba siendo impreso el sello de
todo el dominio.
Captulo 5
Samael formula planes de conquista. Predica a los sbditos una falsa y engaosa
doctrina. Adonas percibe esta rebelin y predica la exactitud de las leyes del
pergamino para lograr la paz y la ver-dadera libertad. Melquisedec les ofrece el
perdn y la oportunidad de volverse a la rectitud. Samael se rene en secreto con
sus seguidores y les revela su plan de conquista.
1 Desde su mansin Samael contemplaba a Salem en su resplandor matinal.
Vindola, cual novia adornada a la espera de su rey, la codici. En su delirio
todos y, con voz llena de bondad les ofreci el perdn y la oportu-nidad de volver a
iniciarse en el camino de la paz. Sus palabras a todos conmovi, logrando que
hasta el mismo Samael estuviese al principio motivado, sin embargo, el orgullo le
impidi de nuevo el arrepentimiento. De esta manera, el sbdito honrado, cuando
todava poda mirar arrepentido hacia el pergamino, se endureci en su rebelda,
decidiendo continuar hasta el fin. Esta decisin, todava, no la manifestara
prontamente, pues haba idealizado un plan traicionero.
10 Al finalizar el encuentro de oportunidad, Samael convoc a sus seguidores a
una reunin secreta, que fue realizada bajo el manto de la noche, junto al riachuelo
de Cedrn que estaba fuera de los muros de Salem.
11 Despus de maldecir el pergamino y a todos aqullos que lo defendan,
comenz a hablarles de sus planes de venganza y traicin:
12 Como vosotros sabis, los seis aos de prueba se estn agotando, restando, a
partir de hoy, veinticuatro semanas para el da de la coronacin. Si vosotros
quisierais tenerme como rey en lugar de Melquisedec, podr robarle el cetro,
apoderndome del reino.
13 Samael comenz a explicarles los lanzamientos de la traicin, dndoles las
debidas orientaciones sobre la manera de actuar a partir de aquella fecha:
14 Necesitamos mantener una apariencia de fidelidad al per-gamino y al
prncipe hasta que llegue el momento de actuar. El golpe ser dado en la noche que
antecede al da de la coronacin. A la media noche, furtivamente nos ausentaremos
de Salem. Robar en esa noche el cetro y, juntos, huiremos hacia el pro-fundo valle
donde estn las ciudades de Sodoma y Gomorra. All nos armaremos, y
marcharemos contra Salem, subyugando a nuestros enemigos. Aca-baremos
entonces con el per-gamino y con todos aqullos que se rehusaren rendir
obediencia a nuestro gobierno
Captulo 6
Samael y sus cmplices fingen fidelidad al reino. Melquisedec confiado le muestra
a Samael el lugar secreto del lad dorado. Samael traiciona la confianza de
Melquisedec preparando a sus hombres y robando el preciado cetro. Samael y sus
seguidores marchan hacia el valle. Salem peligra.
Captulo 7
Los sbditos fieles, ajenos a la traicin, elevan cnticos de triunfo en expectativa
de la coronacin de su rey. La coronacin es truncada debido a la ausencia del
cetro. Todos se afligen y Melquisedec los consuela con la promesa de rescatar el
preciado cetro. Melquisedec sale en su bsqueda. Samael, lleno de ira, raspa las
inscripciones grabadas en el cetro. Melquisedec enfrenta peligros en busca del
cetro y es preservado.
1 Al aproximarse al monte Sin, subieron las blanqusimas gradas de la escalera,
siendo seguido por la multitud triunfante. Le dola en el alma la expectativa de ver
morir en los labios de los fieles, en aquella maana, su alegre canto, debido al
golpe de la traicin.
2 Se encontraba ahora en el interior del palacio, delante del magnfico trono que
esperaba al joven rey. En la base del trono, yaca abierto, en medio de un arreglo
floral, el pergamino de las leyes. Junto a l se poda ver la linda corona, hecha de
oro y piedras preciosas, as como el estuche de aqul cetro que simbolizaba toda la
armona de Salem.
3 Los sbditos estaban felices, pues saban que seran hallados dignos de heredar
aquel reino de paz. Aguardaban ahora el momento de la coronacin, cuando su
nuevo rey los regira desde su trono con su precioso cetro, en un cntico triunfal.
4 En medio de los aplausos de las huestes victoriosas, Melquisedec se dirigi hacia
su padre, que le recibi con un carioso abrazo. El momento era en verdad
solemne. Las huestes se silenciaron a la expectativa de la coronacin. El estuche
sera abierto y, todos atestiguaran la exaltacin del amado prncipe.
5 Con el corazn latiendo fuertemente por la alegra, Adonas se agach hacia el
estuche, abrindolo cuidadosamente; Cuando al encontrarlo vaco, la alegra de su
semblante dio lugar a una expresin de inexpresable preocupacin y tristeza, pues
en aquel cetro se haba sellado el destino de aquel reino de paz.
6 Al ver a su padre y a todos los sbditos afligidos por la ausencia del cetro y de
tantos amigos que deberan estar con ellos en aquel momento, Melquisedec los
consol con la promesa de que buscara el cetro. Inconscientes de los riesgos y
peligros que le esperaban al prncipe en su camino, los sbditos se despidieron de
l, vindolo partir apresuradamente.
7 El amanecer de aquel da que sera el de la coronacin, alcanz a los rebeldes
distantes de Salem, en camino a las ciudades de la planicie. En aquella maana,
Samael se llen de furia al ver que el precioso lad estaba adornado con
inscripciones de las leyes contenidas en el pergamino. Tomando una piedra
puntiaguda, comenz a daar el cetro, raspndole todas las palabras de amor y
justicia. Sus armoniosas cuerdas estaban ahora desafinadas sobre su parte convexa
herida, mas continuaba siendo precioso, pues sobre l yaca sellado el dominio de
Salem. Poseerlo, significaba ser el dueo de todo el poder.
8 Al llegar a la altura en que el camino se ramificaba, Samael orden a sus
seguidores que prosiguieran rumbo a Gomorra, mientras que l ira hasta Sodoma,
donde permanecera por dos das, unindose despus a ellos.
9 Esper la noche para entrar en Sodoma. Cuando entr all, camin por las calles
estrechas sin ser notado, hasta encontrar una casa aislada sobre una elevacin.
Haciendo del cetro su arma, invadi la casa matando a sus moradores, mientras que
dorman. Se posesion de esa manera de aqulla residencia donde, solitario,
maquinara sus planes para la toma de Salem.
10 El atardecer de aquel da que seria el de la coronacin, alcanz al hijo de
Adonas al caminar por el pedregoso camino rumbo al valle. Sus ojos estaban
cargados de tristeza y anso se voltearon hacia el suelo, en busca de los rastros de
los rebeldes. El recuerdo de la ingratitud de aqullos a quines tanto amaba, lo hizo
llorar. Sus lgrimas, reflejando los ltimos destellos de aquel sol poniente, se
asemejaban a gotas de sangre fluyendo de un corazn herido. l lloraba no por
causa de los peligros que le sobrevinieran en aquella fra noche, sino por la infeliz
suerte de aqullos que haban cambiado la paz de Salem por la violencia de
aquellas ciudades de la planicie.
11 Su nico consuelo era el recuerdo de aqullos que, a pesar de todas las
tentaciones, haban permanecido fieles. A ellos les haba prometido devolver el
cetro, y esto lo conseguira a pesar de cualquier sacrificio.
12 Despus de una larga noche de insomnio en que el prncipe estuvo recostado al
lado del camino, ray la luz de un da que sera decisivo.
13 Al aproximarse a Sodoma en aquella maana, el pensamiento de estar tan
prximo al cetro de su amada Salem, hizo que se olvidara de toda la fatiga,
acortando sus pasos rumbo al desafo.
14 Al abrirse la gran puerta de la ciudad, le sobrevino un temor, al or ruidos
espantosos de desarmona, que traducan el orgullo, el egosmo y la codicia que all
dominaban en todos los corazones, hacindolos explotar en la orga de una maldad
sin fin.
15 Sera un gran riesgo exponerse a la violencia gratuita de aquella ciudad. Este
pensamiento lo hizo detenerse a un paso del portal, donde estremecido inclin la
frente en una inexpresable lucha interna. Era tentado a retirarse, pero luchaba con
todas las fuerzas de su alma contra ese pensamiento de fracaso.
16 Pensando en la triste suerte de Salem, cuyo dominio estaba siendo pisoteado en
el interior de aquella cruel Sodoma, Melquisedec tom una firme decisin: como
un temerario guerrero habra de avanzar, y, ciertamente an y cuando tuviese que
hacer frente a la acumulacin de todos los peligros, proseguira, hasta levantar en
sus manos victoriosas el cetro amado.
Captulo 8
haba permitido ser esclavizado por la ilusin del orgullo y del egosmo?! Cun
doloroso era ver aqul joven que, por su belleza y simpata, haba sido honrado por
encima de todos los sbditos, ahora arruinado por la codicia! No haba sido acaso
el sueo del prncipe tener junto a su trono glorificado, a aqul a quien l
consideraba el ms preciado amigo?! Esta tragedia le hera el alma. No obstante, la
triste condicin del cetro lo afliga an ms, pues este haba sido hecho como el
smbolo de toda la armona, y estaba siendo destruido bajo los pies de la ingratitud.
19 Sorprendido de no ver en los ojos de Melquisedec ninguna expresin de temor,
sino de piedad, Samael se sinti frustrado en sus afrentas que tenan como objetivo
amedrentarlo, llevndolo a desistir de su misin.
20 Ante la digna postura del prncipe, que en silente dolor lo contemplaba, se sinti
avergonzado. Esa debilidad, sin embargo, fue desterrada por el orgullo que
dominaba su corazn. Comenz entonces a planear algo terrible, para humillar y
herir al prncipe, hacindolo sufrir todava ms. Con escarnio le dijo:
21 El cetro de Salem podr ser tuyo, si consigues pagarme el precio de su
rescate.
22 Con un brillo en los ojos, el prncipe le pregunt:
23 Cul es el precio?
24 Samael, con una sonrisa maliciosa, pausadamente le contest:
25 El precio no es oro ni plata, sino dolor y sangre. T debers desnudarte
completamente de vuestras vestiduras, acostndote en el suelo. Debers soportar en
esa condicin, golpes, hasta que el sol se ponga. Si t estuviereis dispuesto a
someterte a m, sin reaccionar, el cetro ser enteramente tuyo.
26 Estremecido ante tan cruel propuesta, el hijo de Adonas mir hacia el sol que
reposaba distante sobre una nube. Comenz entonces a trabar una intensa lucha en
su corazn. Al principio, el horror del sacrificio casi lo domin, animndolo a
retirarse, pero el pensamiento de ver a Salem esclavizada por la rebelda, lo
condujo finalmente a la decisin de pagar el precio del rescate, entregndose al
humillante sufrimiento.
27 Habiendo tomado la firme decisin de rescatar el cetro, el prncipe, tir las
vestiduras, colocndolas sobre una piedra. Se acost en seguida en aquel suelo fro,
con la frente vuelta hacia el poniente.
28 Sin piedad, Samael comenz a azotarlo, haciendo uso del propio cetro como
instrumento de tortura. Gimiendo por el dolor de los golpes que lo hacan sangrar,
el prncipe mantena la mirada fija en el sol que pareca detenerse sobre la nube.
Aturdido por el dolor, contempl finalmente el sol pronto a ponerse. Alentado por
la victoria que se aproximaba, murmur en voz baja:
29 Salem, Salem, de aqu a poco tendr en mis brazos t preciado cetro que, en
mis manos, se convertir en un instru-mento de justicia y paz.
30 Oyendo la promesa que el prncipe hizo entre gemidos, Samael le vocifer con
furia:
31 T sufrimiento no traer ningn amanecer para Salem, pues tus manos jams
sern capaces de tocar en el cetro.
32 Despus de hacer esa afrenta, Samael se posesion de una piedra puntiaguda,
preparndose para asestar los ltimos golpes.
33 Mientras pensaba en la feliz victoria de Salem, Melquisedec sinti su brazo
derecho siendo comprimido por los pies de Samael. Seguido a este rudo gesto un
golpe que lo hizo contorsionarse en agona. Su mano haba sido cavada
cruelmente, comenzando a brotar abundante sangre de la herida abierta. Esa misma
violencia fue descargada despus sobre su mano izquierda.
34 No soportando la agona causada por esos desgarradores golpes, el hijo de
Adonas, ensangrentado, se sumergi en las tinieblas de un profundo desmayo.
Captulo 9
vestiduras estaba siempre al lado del prncipe que, con dedicacin, le enseaba
cada da sus canciones que hablaban de la paz.
2 En los indeseados recuerdos por los cuales era arrastrado, revivi sus primeros
pasos en el camino del orgullo y del egosmo. Se acord de los incesantes consejos
y ruegos de aqul que haba sido su mejor amigo, para que desistiera de aquel
camino que podra conducirlo a la infelicidad.
3 Despus de ser arrastrado en recuerdos por todo aquel pasado de felicidad
destruida por su culpa, Samael tuvo conciencia de su ingratitud. Horrorizado por lo
que haba hecho, se inclin sobre el cuerpo ensangrentado de Melquisedec, y se
desesper al verlo sin vida. No soportando el peso de la gran culpabilidad, dej
aquel lugar apresuradamente, deseando ocultarse lejos, bajo las tinieblas de la
noche fra.
4 Despus de un profundo desmayo, el prncipe comenz a recobrar la conciencia;
En delirios que lo transportaban al seno de su amada Salem, l reviva momentos
vividos y soados: Con alegra contemplaba la faz de su mejor amigo, a quin
extendi la mano con una sonrisa. Pero su gesto fue frustrado por un profundo
dolor. En medio de los aplausos de los sbditos victoriosos, recibi de su padre el
cetro, pero al tocarlo, sinti un dolor irresistible en sus manos.
5 Con estos sueos frustrados por el dolor, Melquisedec despert a la realidad.
Estaba desnudo, herido y solitario, en un lugar peligroso, lejos del abrigo y del
cario de Salem. Ms doloroso era pensar que todo aquello haba sido la
retribucin de alguien que haba sido el blanco principal de todas las ddivas de su
amor.
6 El prncipe, sin poder moverse, considerando la gran traicin comenz a llorar
sin consuelo. Lamentaba no por su dolor, sino por la perdicin de aqullos que
haban cambiado el cario y la justicia de Salem por el desprecio y el odio que los
reducira finalmente a cenizas sobre aquel valle condenado.
7 A travs de las lgrimas, el prncipe contemplaba el cielo que, semejante a un
manto entintado de sangre, se extenda baado en la luz del sol poniente. Se acord
entonces del lad por el cual haba pagado tan alto precio. Dnde estara l?
8 En su desesperada fuga, Samael haba dejado el cetro abandonado junto al
cuerpo herido de Melquisedec. Cuando l lo vio, se olvid de todo el dolor, y lo
abraz con sus manos heridas. Acaricindole la parte convexa arruinada, con una
sonrisa le dijo:
9 T eres mo nuevamente. Yo te compr con mi sangre".
10 Samael que, dominado por el extrao horror, haba huido despus de cometer el
horrible crimen, se detuvo a un paso de la puerta de Sodoma. All, impulsado por el
orgullo, se arrepinti con indignacin de su flaqueza. Por qu haba huido despus
de coquistar tan grande victoria? No era su plan destruir el reino de Salem, para
establecer su propio reino? Acordndose del cetro, decidi regresar para tomarlo.
Por qu lo haba dejado abandonado junto al cadver de aqul odiado prncipe?
11 Juntando sus pocas fuerzas, Melquisedec se dirigi entorpecido al lugar donde
haba dejado sus vestiduras.
12 Despus de vestirse, teniendo junto al pecho el cetro amado, el hijo de Adonas,
con profunda emocin hizo un juramento antes de dejar aquel lugar de su
sufrimiento. Acariciando el cetro le dijo:
13 Mi amado cetro, fuiste creado como un emblema de la armona que procede
de la justicia y del amor. Toda la gloria de Salem reposaba sobre ti cuando la
rebelda en su ingratitud te esclaviz, arrastrndote hacia este valle hostil. Aqu t
fuiste herido y humillado, llegando a convertirte en un instrumento de impiedad en
las manos del tirano. Yo, sin embargo, te redim con mi sangre. Ahora nuestras
heridas sern restauradas, y en breve seremos entronizados en medio de las
alabanzas de una Salem victoriosa. Cuando este sueo se concretice,
atestiguaremos juntos el final de aqullos que se levantaron contra nosotros para
herirnos. Samael y sus seguidores sern devorados por el fuego que reducir a
cenizas a Sodoma y Gomorra.
14 Concluyendo su solemne juramento, el joven prncipe, ya oculto por las
tinieblas de la noche dej aquella colina, y sobre ella las marcas de su sufrimiento.
15 Desde que el hijo del rey haba partido, prometiendo regresar con el cetro,
Salem vivi momentos de indecible ansiedad. En llanto, el rey y los sbditos
restantes se acordaban de todo aquel feliz pasado deshecho por la ingratitud de los
rebeldes. Lo que ms les torturaba era la ausencia del prncipe y del cetro, sin los
cuales todo el brillo de aquel reino de paz se ofuscara.
16 Deseando consolar el corazn de sus sbditos, Melquisedec avanzaba en medio
de la noche rumbo a los montes que rodeaban a Salem. An debilitado y herido,
prosegua en su marcha ascendente, esperando alcanzar su patria por la maana.
17 Aquella noche larga y oscura finalmente fue vencida por los rayos del amanecer.
En Salem la esperanza de volver a ver a Melquisedec con su cetro estaba casi
abandonada cuando, al mirar hacia el Monte de los Olivos, le vieron descendiendo
por el camino de Getseman. Cuando lo encontraron en el profundo valle de
Captulo 10
Samael no encontrando el cuerpo del prncipe ni el cetro, parte hacia Gomorra y
es recibido como rey por sus hombres. Samael y sus seguidores aumentan en la
iniquidad y orgullo. Por medio del terror confabula a los reyes de la planicie e
incita a la guerra en contra de otros reyes. Samael y sus hombres son vencidos y
se esconden en cuevas.
1 Pocos instantes despus de la salida de Melquisedec, Samael lleg al lugar en
donde aparentemente lo haba dejado sin vida, al lado del lad. Sin entender
aquella misteriosa desaparicin, prosigui l hacia Gomorra, donde sus seguidores
lo esperaban. Al verlos, proclam su "victoria" sobre el odiado prncipe y sobre el
cetro, a quienes haba masacrado en Sodoma, no restando a los seguidores del
pergamino ninguna esperanza.
2 Sus palabras agradaron a la turba rebelde, que comenz a conmemorar la
"conquista" entregndose a la orga. Se burlaban ahora de la justicia y del amor,
exaltando a Samael como rey victorioso.
Captulo 11
sus mansiones. Esto lo hizo concluir que los golpes que haban aniquilado al
prncipe y al cetro, haban trado como consecuencia todo aquel abandono. l no
saba, sin embargo, que en aquel momento todos los remanentes de aquel reino, se
encontraban ocultos en el gran saln del palacio, esperando el momento ms
glorioso, de la coronacin de Melquisedec.
9 Imaginndose exaltado sobre el trono abandonado, teniendo a sus pies a los
ejrcitos victoriosos, el rebelde penetr en la ciudad, dirigindose apresuradamente
al palacio. Al cruzar el portal principal que da entrada al saln principal, se llen
de asombro al ver all reunidos una multitud de fieles. Sobre un tablado de oro,
adornado de flores talladas en piedras preciosas, se encontraba el trono vaco. En la
base del trono estaba el pergamino de las leyes, una corona de oro llena de piedras
preciosas y el estuche que haba dejado vaco en aquella noche de la traicin. Sin
entender el enigma, Samael se escondi por detrs de una columna, temiendo ser
reconocido, y se mantuvo observando.
10 Los sbditos, con la expresin de feliz expectativa miraban hacia el trono vaco.
Dnde encontraban ellos motivos para toda esa alegra, si haban perdido a su rey
juntamente con el cetro? Samael se preguntaba sobre ese misterio, cuando Adonas,
aplaudido por los sbditos, se encamin junto al trono. Con una voz llena de
emocin por la victoria, el fundador de Salem anunci que haba llegado el
momento tan soado de la coronacin. Un grito de triunfo reson por los aires
cuando, anunciado por su padre, entr el prncipe amado encaminndose en
direccin del trono. Al verlo cubierto por un manto de gloria, Samael fue posedo
por un terrible pavor, y procur huir. Descubri, sin embargo, que todos los
portales del gran saln estaban cerrados por fuera.
11 Dio inicio la ceremonia de la coronacin. Era un momento en verdad solemne.
Adonas, en un gesto reverente, tom la rica corona, colocndola en la frente de su
hijo. Inclinndose despus hacia el estuche, lo abri cuidadosamente, sacando de l
el lad restaurado, cuya belleza y brillo eran muy superiores a su primera
condicin, al salir de las manos de Adonas su laudero. Sentndose en el trono en
medio de las aclamaciones de los sbditos, Melquisedec comenz a tocar el cetro,
sacando de l acordes de mucha armona y paz. Todos se aquietaron para or sus
nuevas composiciones que expresaban su profundo amor por el cetro y por todo
aquel reino de paz.
12 Gran emocin invada el corazn de todos en ese momento, llevndolos a las
lgrimas. Samael, sin fuerzas para reaccionar, se senta torturado por aquellos
Captulo 12
Captulo 13
haba un lindo paraso el cual el ngel revel ser el jardn del Edn. All, en ambos
bordes del ro de la vida, haba campos repletos de todo tipo de vegetacin, con
flores y frutos en abundancia. Vivan all en perfecta armona, todas las especies de
insectos, aves y animales.
5 En medio del paraso se poda ver una montaa fulgurante, la cual el ngel
afirm ser el monte Sin, el lugar del trono de Dios. Era de aquel monte que
emanaba el ro de la vida, fluyendo por toda la ciudad.
6 Cuando hubieron alcanzado la cumbre de la montaa sagrada, el rey de Salem
estuvo deslumbrado con el escenario visto a su alrededor. Se encontraba en la parte
ms elevada de Sin la ms linda de todas las edificaciones revelado por el ngel
como el palacio del Dios. Aquella magnifica construccin era sustentada por siete
columnas, todas de oro transparente, incrustadas de lindas perlas. Alrededor del
palacio, floreca la ms exuberante vegetacin: haba all el pino, el ciprs, el olivo,
la murta, la romasera y la higuera, doblndose al peso de sus higos maduros.
7 Mientras que se admiraba ante la belleza de aquel lugar, el ngel le dijo que a
ningn ser humano le haba sido dado el privilegio de ver el interior de aquel
palacio de Dios. A l le sera dado este honor, pues fue escogido para ser el
portador de las ms amplias revelaciones sobre el reino de la luz.
8 Al traspasar con reverencia uno de los portales de perlas, se postraron en
adoracin, mientras que oan el cntico de una multiplicidad de serafines, que
circundaban el trono, en constante alabanza a Aqul que Era, que Es y que Siempre
Ser.
9 Al mirar hacia Aqul que estaba sentado sobre el trono, Melquisedec se
sorprendi al descubrir la figura de un hombre. l estaba cubierto por un manto de
lino fino, de una blancura sin igual, y tena sobre la cabeza una corona formada por
siete coronas sobrepuestas, repletas de piedras preciosas.
10 Al mirar hacia las manos que sustentaban el cetro, el hijo de Adonas se
sorprendi al descubrir en ellas cicatrices de heridas, semejantes a aqullas en sus
manos. El ngel le afirm ser el Mesas, la manifestacin visible de Yahwh, el
Dios invisible.
11 Atrado por el cetro resplandeciente, con el cual el Mesas gobernaba sobre todo
el Universo, el rey de Salem vio en l el sello del dominio, y en l escrito el
nombre: Israel.
12 Arrebatado por una profunda emocin, Melquisedec se postr ante el Rey de
aquella Salem eterna, y, reviviendo all la historia de su pequea ciudad, tuvo el
3 Fue por esto que al llegar nosotros a Salem, fuimos sorprendidos con toda
aquella honorfica recepcin.
4 El ocuparme con el relato de todos esos acontecimientos, me hizo pasar por todo
este sptimo ao, casi sin notar sus das, que pasaron veloces. Estamos hoy a las
puertas de un nuevo Rosh Hashan, cuando los 300 pastores tocarn los cuernos,
convocando a todos aquellos que posean las perlas, para la reunin solemne de
Yom Kipur. Cinco das despus seremos recibidos en Salem para la fiesta de Sukot.
5 La certeza de que acontecimientos importantes todava debern ser relatados
hasta el momento en que el vaso ser dejado en la cueva, me hace reservar un
espacio en el rollo, en el cual registrar, da tras da, los hechos, hasta la
consumacin de esta historia.
6 Hoy es Rosh Hashan, el da ms feliz de mi vida, pues mis brazos podrn
abrazar finalmente al hijo de la promesa. La primera cosa que Sara hizo al
recibirlo, fue colocarle en su manita derecha la segunda perla que el Mesas le
haba dado en el da de su conversin, en la cual estaba escrito el nombre Isaac que
significa "risa", el nombre de Melquisedec y el nombre de Salem.
7 Dos das antes del Yom Kipur, Isaac fue circuncidado, conforme a la orden de
Yahwh.
8 Desde que los pastores comenzaron a tocar sus cuernos en Rosh Hashan, todos
aquellos que posean perlas del vaso, dejaron sus tiendas, dirigiendose en grupos
pequeos, para estar junto al Roble de Mambr.
9 Al llegar el Yom Kipur, el da de la reunin solemne, mis pastores me informaron
que todos aquellos que haban recibido perlas, haban comparecido a la reunin, no
faltando ninguna persona. Era maravilloso ver la alegra estampada en el semblante
de toda aquella multitud, que anhelaban la subida a Salem. Todos tenan una
historia que contar, de cmo fueron mal comprendidos y humillados por aquellos
que no recibieron la salvacin representada por las perlas. El nico consuelo que
tenan en aquel tiempo, provena de la certeza de que subiran a Salem para la
fiesta de Sukot.
10 En el primer da de la fiesta de Sukot, la multitud fue subdividida en grupos
pequeos de doce personas, para subirnos en orden hasta Salem.
11 Teniendo el vaso con el rollo en mi espalda, me coloqu al frente de la
multitud, siendo seguido por Sara e Isaac, que venan montados en un camello;
Luego detrs venan Lt y sus hijas; y un poco mas atrs, los trescientos pastores
seguidos por todos los fieles.
Captulo 1
El Eterno vivi una eternidad antes de crear el Universo. Mundo de Luz. Monte
Sin. Ro de la vida. Jardn de Edn. Jerusaln, la ciudad de paz. Lucifer, el
primognito de los ngeles. Leyes del gobierno divino. Libertad de escoger.
ngeles, ministros del reino de la luz. Universo. Abismo de tinieblas, prueba de
fidelidad. Separacin entre la luz y las tinieblas.
1 Antes que existiese una estrella para brillar, antes que hubiese ngeles para
cantar, ya haba un cielo, el hogar del Eterno, el nico Dios. Perfecto en sabidura,
amor y gloria, vivi el Eterno una eternidad, antes de concretizar Su lindo sueo,
en la creacin del Universo.
2 Los incontables seres que componen la creacin fueron, todos, idealizados con
mucho cario. Desde el diminuto tomo hasta las gigantescas galaxias, todo
mereci Su suprema atencin. Amador de la msica, Dios idealiz el Universo
como una gran orquesta que, bajo Su regencia, debera vibrar acordes armoniosos
de justicia y paz. Para cada criatura l compuso una cancin de amor.
3 El Eterno estaba muy feliz, pues Sus sueos estaban por realizarse. Movindose
con majestad, inici Su obra de creacin. Sus manos moldearon primeramente un
mundo de luz, y sobre l una montaa fulgurante sobre la cual estara para siempre
afirmado el trono del Universo.
4 Al monte sagrado Dios llam: Sin. De la base del trono, el Eterno hizo brotar un
ro cristalino, para representar la vida que de l fluira hacia todas las criaturas.
Como sala del trono, cre un lindo paraso que se extenda por centenas de
kilmetros alrededor del monte Sin. Al paraso llam: Edn. Al sur del paraso, en
ambos mrgenes del ro de la vida, fueron edificadas numerosas mansiones
adornadas de piedras preciosas, que se destinaban a los ngeles, los ministros del
reino de la luz.
5 Circundando el Edn y las mansiones angelicales, construy Dios una muralla de
jaspe brillante, a lo largo de la cual podan ser vistos grandes portales de perlas.
Con alegra, el Eterno contempl la Capital soada. La ciudad en su esplendor era
como una novia adornada, pronta para recibir a su esposo.
6 Cariosamente, el gran Arquitecto la llam: Jerusaln, la Ciudad de la Paz. Dios
estaba por traer a la existencia a la primera criatura racional. Sera un ngel
glorioso, de entre todos el de mayor honra. Adornado por el brillo de las piedras
preciosas, ese ngel vivira sobre el monte Sin, como representante del Rey de
reyes delante del Universo.
7 Con mucho amor, el Creador comenz a moldear al primognito de los ngeles.
Toda sabidura aplic al formarlo, hacindolo perfecto. Con ternura le concedi la
vida; el hermoso ngel, como despertando de un profundo sueo, abri los ojos y
contempl la faz de su Autor. Con alegra, el Eterno le mostr las bellezas del
paraso, hablndole de Sus planes, que comenzaban a concretizarse.
8 Al ser conducido al lugar de su morada, junto al trono, el prncipe de los ngeles
estaba agradecido y, con voz melodiosa, enton su primer cntico de alabanza. De
las alturas de Sin, se descubra, a los ojos del hermoso ngel, Jerusaln en su
inmensidad y esplendor. El ro de la vida, al deslizar sereno en medio de la Ciudad,
se asemejaba a una larga avenida, reflejando las bellezas del jardn del Edn y de
las mansiones angelicales.
9 Envolviendo al primognito de los ngeles con Su manto de luz, el Eterno
comenz a hablarle de los principios que habran de regir el reino universal. Leyes
fsicas y morales deberan ser respetadas en toda la extensin del gobierno divino.
Las leyes morales se resuman en dos principios bsicos: amar a Dios sobre todas
las cosas y al prjimo como a S mismo. Cada criatura racional debera ser un
canal por medio del cual el Eterno pudiese derramar a otros vida y luz. De esa
forma, el Universo crecera en armona, felicidad y paz.
10 En el reino de Dios, las leyes no seran impuestas con tirana; Los sbditos
seran libres. La obediencia debera surgir espontnea, en un gesto de
deseo de conocer el sentido de las tinieblas era inmenso, con todo, los ruegos de
aqul amoroso Padre, a quin no quera tambin perder, lo torturaban. Viendo el
sufrimiento que su actitud causaba al Creador, a veces demostraba arrepentimiento,
pero volva a caer.
7 Antes de crear el Universo, Dios ya haba previsto la posibilidad de una rebelin.
El riesgo de conceder libertad a las criaturas era inmenso, mas, sin este don, la vida
no tendra sentido. El Eterno no quera reinar sobre robots, programados para hacer
solamente Su voluntad. El quera que la obediencia fuese fruto del reconocimiento
y del amor, por eso decidi correr el gran riesgo. Aunque prosegua en la bsqueda
del sentido de las tinieblas, Lucifer no pretenda abandonar la luz.
8 Se esforzaba por llegar a una combinacin entre esas partes que, en el reino del
Eterno, coexistan separadas. Finalmente, con un sentimiento de exaltacin,
concibi una teora engaosa, que pretenda presentar al Universo como un nuevo
sistema de gobierno, superior al gobierno del Eterno. Denomin a su teora la
ciencia del bien y del mal". Estructurada en la lgica, la ciencia del bien y del mal
se revel atrayente a los ojos de Lucifer, pareciendo descorrer un sentido de vida
superior a aqul ofrecido por el Creador, cuyo reino posibilitaba solamente el
conocimiento experimental del bien.
9 En el nuevo sistema, habra equilibrio entre el bien y el mal, entre el amor y el
egosmo, la luz y las tinieblas. A lo largo del tiempo en que madurara en su mente
la ciencia del bien y del mal, Lucifer sabra guardarla en secreto delante del
Universo. Continuaba en su puesto de honra, cumpliendo la funcin de Portador de
la Luz. Sin embargo, por ms que procuraba fingir, su semblante ya no revelaba
alegra en servir al Eterno. El divino Rey, que sufra en silencio, procuraba, por
medio de Sus revelaciones de amor, preparar a las criaturas racionales para la gran
prueba que se aproximaba.
10 Saba que muchos daran odo a la tentacin, volvindole la espalda. La noche
de la prueba hara sobresalir, sin embargo, a los verdaderos fieles aqullos que
servan al Creador no por inters, sino por amor. Al ver que la hora de la prueba
llegaba, y que Lucifer estaba listo para traicionarlo delante del Universo, el Eterno,
que jams haba cesado de revelar los tesoros de su sabidura, se torno silencioso y
contemplativo.
11 El silencio hizo revivir en el corazn de las huestes el recuerdo de aquella
primera excursin sideral, cuando, despus de mostrarles las riquezas del reino de
la luz, Dios se torn silencioso ante aqul abismo. Se acordaban de Sus palabras:
"Todos los tesoros de la luz estarn abiertos a vuestro conocimiento, menos los
secretos ocultos por las tinieblas. Sois libres para servirme o no. Amando la luz
estaris ligados a la fuente de la vida. Lucifer, que haba comenzado a codiciar el
trono de Dios, le indag el motivo de Su silencio. El Creador, contemplndolo con
infinita tristeza, le dijo: "Ha llegado la hora de las tinieblas. T eres libre para
realizar sus propsitos.
12 Viendo que el momento propicio para la propagacin de su teora haba
llegado, Lucifer convoc a los ngeles para una reunin especial. Las huestes,
deseosas de conocer el significado del silencio del Padre, tomaron sus lugares junto
al magnfico ngel, que siempre les haba revelado los tesoros del reino de la luz.
Lucifer comenz su discurso exaltando, como de costumbre, el gobierno del
Eterno. En una amplia retrospectiva, les record las grandiosas revelaciones que
los haban enriquecido en toda aquella eternidad.
13 El silencio divino, lo present como siendo la indicacin de que el Universo
haba alcanzado la plenitud del conocimiento que provena de la luz. Callando, el
Eterno les abra camino para el entendimiento de misterios an no soados,
guardados hasta entonces ms all de los lmites de Su gobierno. Sorprendidas, las
huestes tomaron conocimiento de la experiencia de Lucifer sobre las tinieblas. Con
elocuencia, l les habl de la ciencia del bien y del mal, indicndola como el
camino de las mayores realizaciones.
14 El efecto de sus palabras pronto se hizo sentir en todo el Universo. La pregunta
era decisiva y explosiva, generando por primera vez discordia. Los seres
racionales, en su prueba, habran de optar por permanecer solamente con el
conocimiento de la luz, el cual Lucifer afirmaba haber llegado a su lmite, o
aventurarse en el conocimiento de la ciencia del bien y del mal. En el comienzo,
los ngeles se debatieron ante la pregunta, siendo luego despus todo el Universo
puesto a prueba. Pareca que la ciencia del bien y del mal habra de arrebatar la
mayor parte de las criaturas, sin embargo, poco a poco, muchos que al principio se
empaparon con la teora, despertaron de la ilusin de la misma, reafirmando su
fidelidad al reino de la luz.
15 Al final de ese conflicto, que se arrastr por largo tiempo, se revel un tercio de
las estrellas del cielo al lado de Lucifer, y las restantes, aunque conmocionadas por
la prueba al lado del Eterno. La ciencia del bien y del mal fue proclamada por
Lucifer como un nuevo sistema de gobierno. Pero cmo ejercerlo, si el Eterno
continuaba reinando en Sin? Necesitaban encontrar una manera de bajarlo de all.
El consejo, formado por los ngeles rebeldes, comenz a tratar de eso. Decidieron,
finalmente, solicitarle el trono por un tiempo determinado, en el cual podran
demostrar la excelencia del nuevo sistema de gobierno. En caso de que fuese
aprobado por el Universo, el nuevo sistema se establecera para siempre; en caso
contrario, el dominio retornara al Creador.
16 Fue as que Lucifer, acompaado por sus huestes, se aproxim arrogante delante
de Aqul Padre sufridor, hacindole tal peticin. El Eterno no era ambicioso, slo
quera el bien para Sus criaturas. Si la ciencia del bien y del mal consistiera
realmente en un bien mayor, no Se opondra a su implantacin, cediendo el trono a
sus defensores. Ms l saba que aquel camino conducira a la infelicidad y a la
muerte. Movido por Su amor protector, el Creador desatendi la peticin de las
huestes rebeldes, que se apartaron enfurecidas.
17 Al serles negado el trono, Lucifer y sus huestes comenzaron a acusar al divino
Rey, proclamando ser su gobierno de tirana. Afirmaban ser su permanencia en el
trono la ms patente demostracin de Su arbitrariedad. No les haba concedido
libertad de escoger? Por qu neutralizarla ahora, impidindoles poner en prctica
un sistema de gobierno superior? Las acusaciones de las huestes rebeldes
repercutieron por todo el Universo, haciendo parecer que el gobierno del Eterno
era injusto. Esto trajo profunda angustia a aquellos que permanecan fieles al reino
de la luz.
18 No sabiendo como refutar tales acusaciones, esas criaturas, enmudecidas por el
dolor moral, anhelaban el momento en que nuevas revelaciones procedentes del
Creador pudiesen aclararles los misterios de ese gran conflicto. Las acusaciones y
blasfemias de las huestes rebeldes alcanzaron el punto culminante cuando el
Eterno, en un gesto sorprendente, se levant de Su trono, como pronto a dejarlo.
Los infieles, en la expectativa de una conquista, se aquietaron, mientras que un
sentimiento de temor penetraba en el corazn de los sbditos de la luz.
19 Entregara l el dominio de toda la creacin, para librarse de las viles
acusaciones? De acuerdo con la lgica a partir de la cual Lucifer fundamentaba sus
enseanzas, no le quedaba otra alternativa al Creador. En esta tremenda
expectativa, el Universo acompaaba los pasos de Dios. En un gesto de humildad,
el Creador Se despoj de Su corona y de Su manto real, colocndolos sobre el
blanco trono. En Su semblante no haba expresin de resentimiento o de ira, sino
de infinito amor y tristeza. Con solemnidad, el Eterno proclam que el momento
decisivo haba llegado, cuando cada criatura debera sellar su decisin al lado de la
24 Dnde sera ahora Su morada? Las huestes fieles acompaaban reverentes Sus
misteriosos pasos de abandono, que parecan descorrer un futuro difcil, de
sufrimientos y humillaciones. Ocuparan los
rebeldes el trono divino,
profanndolo como dominio del pecado? Esta indagacin torturaba el corazn de
los sbditos del Eterno. Dejando Su amada Ciudad, el Seor de la luz se condujo,
en medio de las glorias del Universo, en direccin del abismo inmenso, respecto
del cual haba callado hasta entonces. All Se detuvo una vez ms, enmudecido,
mientras que pareca leer en las tinieblas un futuro de grandes luchas.
25 Ante el sufrimiento del Eterno, expresado en la tristeza de su semblante, los
fieles pudieron finalmente comprender el significado de aqul misterioso abismo:
consista en una representacin simblica del reino de la rebelda. En el rostro
entristecido de Dios se manifest, por fin, un brillo que a los fieles anim.
Levantando los poderosos brazos ante las tinieblas, orden en alta voz: "Haya luz."
Inmediatamente, la luz de Su presencia inund el profundo abismo y, triunfando
sobre las tinieblas, revel un mundo inacabado, cubierto por aguas cristalinas. Con
ese gesto, el Eterno iniciaba una gran batalla por la reivindicacin de Su gobierno
de luz; batalla del amor contra el egosmo; de la justicia contra la injusticia; de la
humildad contra el orgullo; de la libertad contra la esclavitud; de la vida contra la
muerte.
26 Batalla que, sin tregua, se extendera hasta que, en el amanecer anhelado,
pudiese el divino Rey retornar victorioso al santo monte Sin, donde, entronizado
en medio de las alabanzas de los redimidos, reinara para siempre en perfecta paz.
Las tinieblas, en su fuga, sealaban hacia el aniquilamiento final de la rebelda. Las
aguas abundantes que cubran aqul mundo, hasta entonces oculto, simbolizaban la
vida eterna que para los fieles sera conquistada por el amor que todo sacrifica. El
mundo revelado era la tierra. Visitada por las tinieblas y por la luz, ella sera el
palco de la gran lucha. Los fieles se regocijaban ante el triunfo de la luz en aqul
primer da, cuando las tinieblas en su furia rodaban sobre el planeta,
sucumbindolo en densa obscuridad.
27 La luz, que pareca vencida, renaci victoriosa en un lindo amanecer. Al rayar la
luz de un segundo da, el Eterno orden: "Haya una expansin en medio de las
aguas, y haya separacin entre agua y aguas." Inmediatamente, el calor de Su luz
hizo que una inmensa cantidad de vapor se elevase de las aguas, envolviendo el
planeta en un manto de transparencia ail. Surgi as la atmsfera, con su mezcla
perfecta de gases que seran esenciales para la vida que en breve coronara el
Tierra, comenz a moldear, con mucho cario, una criatura especial. Despus de
algunos instantes, estaba extendido delante del Creador el cuerpo, an sin vida, del
primer hombre. El Eterno lo contempl y, despus de acariciarle la cara fra y
descolorida, le sopl en las vas de la nariz el aliento de vida y el hombre comenz
a vivir.
10 Como despertando de un sueo, el hombre abri los ojos y contempl la dulce
faz de Su Creador que, sonriendo, le bes la cara ahora colorida y llena de vida. Se
emocion al or al Eterno decirle con voz suave y llena de afecto: "Mi hijo, mi
querido hijo!" Por haber nacido de la tierra, el primer hombre recibi el nombre de
Adn. Tomndolo por la mano, el Eterno lo levant. Sin percibir el escenario de
fulgor que lo circundaba, Adn, en un gesto de gratitud por la existencia, envolvi
al Creador en un tierno abrazo, postrndose en reverente adoracin. Las huestes
fieles que admiradas atestiguaban la grandiosa realizacin divina, emocionadas
ante el gesto humano, se postraron tambin en reverente adoracin.
11 Unieron entonces las voces en un cntico de jbilo en salutacin a aqulla
criatura especial, que despertaba hacia la vida en un momento tan decisivo para el
Universo. Con el corazn lleno de felicidad, Adn se uni a los ngeles en su
cntico de loor. Su voz, al repercutir por los alrededores floridos, se mezcl al
canto de las aves y al mugir de los animales que se aproximaban festivamente. En
un paseo de sorpresas inolvidables, Adn fue concientizado de las bellezas de su
hogar. Con admiracin, contempl el monte Sin, donde brotaba el ro de la vida,
en una cascada de luz. El glorioso monte yaca coronado por un lindo arco iris. En
sus pasos, sigui el curso del ro cristalino, que deslizaba sereno en medio de las
maravillas del Edn.
12 Se admiraba de los rboles altos que, empapados por la brisa, dejaban colgar de
las ramas abundantes flores y frutos. Se inclinaba aqu y all, atrado por el
resplandor de piedras preciosas que por todas partes adornaban el csped. Con
intensa alegra, Adn tomaba conocimiento de las infinidades de especies de
animales que poblaban el jardn. Todos eran mansos y sumisos y vivan en perfecta
armona y felicidad. Detenindose en sus pasos, Adn se admir de la blancura y
ternura de un animalito que brincaba en el csped. Aproximndose, lo tom en sus
brazos, dedicndole un especial afecto. Pues que agradable era acariciar su blanca
lana! Sus dulces ojos refle-jaban un brillo de amor y humildad. Haba algo de
especial en aquel animalito. Afectuosamente, Adn lo llam "cordero".
13 Con el animalito en sus brazos, Adn mir agradecido hacia el Eterno y Lo
ador. Contemplando Sus blancas vestiduras, Sus ojos expresivos de un amor sin
par, Adn descubri que tena en los brazos un smbolo de su Autor. Feliz,
exclam: "Oh, Seor, este corderito revestido de tan blanca lana, con mirada
expresiva de tanto amor, se parece a Ti. Yo quiero tenerlo siempre junto a m."
Observando los animales, Adn percibi que ellos disfrutaban de un compaerismo
especial. Vea por todas partes parejas felices que vivan el uno para el otro. Sus
pensamientos se volvieron hacia Su Compaero. Mir a su alrededor y estuvo
sorprendido de no verlo. El Eterno se haba ocultado a propsito, tornndose
invisible.
14 Adn se senta solitario en medio de aquel paraso. Con quin compartira su
felicidad y su amor? haba all los animales, pero ellos eran irracionales, no
pudiendo compartir de sus ideales. Naca en su corazn, al caminar solitario en
aquel atardecer, un deseo ardiente de encontrar a alguien que pudiese estar siempre
a su lado. Mientras que Adn miraba hacia las distantes colinas en la esperanza de
ver a alguien, el Eterno se present a su lado y le dijo: "No es bueno que el hombre
est solo; le har una compaera."
15 Adn estuvo feliz al or del Creador esa promesa, justamente en el momento en
que tanto anhelaba tener a alguien para que estuviera siempre visible a su lado.
Tomado por un profundo sueo, Adn se reclin en el pecho de su amoroso
Creador que, con caricias, le hizo adormecer. En su subconsciente surgieron los
primeros sueos coloridos: Contempla la mirada tierna del Eterno; oye el sonido
armonioso de la msica angelical; descubre las maravillas al derredor: el monte
Sin con su arco iris; el ro de la vida; los prados en flor; los animales que lo
saludaban en fiesta. Se repiten en su sueo las escenas que lo envolvieron en su
anhelo; mira al derredor en la esperanza de encontrar a su compaero, ms no lo
ve. Se siente solitario en su sueo, y eso lo hace buscar a alguien con quin poder
compartir su existencia.
16 Su mirada se extiende por campias reverdecientes, divisando a lo lejos
colinas floridas. Mientras camina esperanzado, siente la mansa brisa acariciarle el
cabello suavemente. Conversa con la brisa: "Brisa, t pareces ser a quin tanto
busco; t me acaricias el cabello; besas mi cara; t tienes el perfume de los verdes
arbustos! Si yo pudiera ver tu faz, la besara; si yo pudiera tocar tu cabello, hara
largas trenzas y las adornara con las flores de nuestro jardn!" Despus de caminar
en el sueo por los prados del paraso, Adn se detuvo mientras que contemplaba el
paisaje alrededor. Se admir de no ver el efecto de la brisa en las ramas floridas.
aquellos que, desviando los ojos de la tierra, contemplasen los altos cielos.
21 Despus de contemplar por algn tiempo el cielo en su luminosidad, la pareja,
se acord de las bellezas del paraso, volvi los ojos, buscando divisarlas. Estaban,
sin embargo, ocultas en medio de las sombras. Cunto deseaban el amanecer, pues
solamente l traera consigo el paraso! Ante el anhelo del corazn humano, el
Eterno apareci en medio de las tinieblas, devolviendo a la pareja la alegra de
encontrarse nuevamente en un jardn colorido. Baados por suave luz, caminaban
ahora por prados reverdecientes y floridos. El brillo del Creador despertaba la
naturaleza por donde pasaban, coloreando y alegrando todo en derredor.
22 La pareja, admirada, aprendi que al lado del Eterno podran tener un paraso en
plena noche. Sintindose somnolientos, Adn y Eva se recostaron en el regazo del
amoroso Padre, que los hizo adormecer dulcemente, esperanzados en un despertar
feliz. Dejndolos sobre el suave csped, el Eterno se elev dirigindose al lado de
las huestes contemplativas. Volvera a manifestarse al amanecer, haciendo
despertar a la pareja para el ms solemne acontecimiento, que reducira al polvo las
ms viles acusaciones de los enemigos. La noche oscura y fra, a travs de sus
largas horas, pareca burlarse de la luz. Ofuscara para siempre las bellezas de la
creacin? Oh, jams! El sol no retrocedera ante la imponencia de las tinieblas;
aparecera en breve como un libertador, arrebatando con sus clidos rayos la
naturaleza de las fras garras, dndole vida y color.
23 En un ltimo desafo, las tinieblas se tornaron densas en las horas que
antecedieron el amanecer. La noche arremeta sus fuerzas para luchar por el
dominio usurpado. Finalmente, apareci en el este un destello que pareca hablar
de esperanza en un nuevo da. El cielo poco a poco se torn colorido de un rojizo
vivo. Las tinieblas impotentes se retiraron ante la fuerza creciente de la luz y
fueron consumidas en su fuga. La naturaleza comenz a despertarse de la larga
noche, reflejando en su seno los nostlgicos rayos. Flores se abriran, exhalando
perfumes de alegra; animales y aves, silenciados por la noche, unan las voces en
un cntico triunfal en salutacin al amanecer de aquel da grandioso.
24 La negra noche haba llegado al final, dando lugar a la luz del da soado da
que para Dios tena un sentido especial, pues prefiguraba la victoria final de Su
reino sobre el dominio de la rebelda. El Eterno ahora despertara a Sus hijos
humanos que, baados por la luz de Su presencia, haban dormido con la esperanza
de un amanecer feliz. En una marcha festiva, todas las huestes santas, con cnticos
de victoria, lo acompaaron rumbo al paraso baado en luz. Cuando ya estaban
Sin, haba sido corrompido por el orgullo y por el egosmo, siendo seguido por un
tercio de las huestes racionales; buscaban ahora destronar al Eterno, deshonrndolo
con viles acusaciones.
29 Habiendo revelado al ser humano la dolorosa situacin en que el Universo se
encontraba, el Eterno, en un gesto solemne, les mostr dos rboles altos que,
cargados de grandes frutos, se elevaban en ambas orillas del ro que naca del
trono. Al que se elevaba a la derecha el Seor revel ser el rbol de la vida
monumento del reino de la luz. Al que se elevaba en la otra orilla revel ser el
rbol de la ciencia del bien y del mal smbolo de la rebelda. Comiendo del
fruto del rbol de la vida, el hombre manifestara su sumisin al Creador, que es la
Fuente de la vida y de la luz. Comer del otro rbol sera entregar al enemigo el
dominio de Sin.
30 El inevitable resultado de ese paso sera la muerte eterna, no solamente para el
ser humano, sino para toda la creacin, que se reducira al caos bajo la furia de la
rebelda. Despus de contemplar demoradamente los dos rboles altos, que
externaban en sus frutos tan infinita responsabilidad, Adn se postr ante el
Creador, diciendo: "Digno eres Seor de reinar sobre el Universo, pues por T
sabidura, amor y poder todas las cosas fueron creadas y subsisten." El sbado,
emblema del triunfo divino, se hinchi de alabanzas.
31 Todos los hijos de la luz se unieron al ser humano en el ms armonioso cntico
de exaltacin a Aqul cuya grandeza es sin par. Fue con espanto que Satans y sus
seguidores atestiguaron la grandiosa realizacin del Eterno. Presenciaron con
amargura la alegra de los fieles ante la coronacin del hombre, acontecimiento que
lanz por tierra las fuertes acusaciones que ellos haban levantado contra el
gobierno divino. Llenos de ira y frustracin, consideraban ahora su triste
condicin. Cun terrible y humillante les era el pensamiento de ver sus planes de
rebelda desvanecerse delante del Creador, semejantes a las sombras de aquella
noche.
32 Si pudiesen, pensaban, llenaran el sbado de tinieblas, borrando de la mente de
los sbditos del Eterno cualquier esperanza de victoria. Finalmente, en sus
consideraciones, Satans y sus liderados comprendieron que les quedaba una
oportunidad: en medio del jardn del Edn, en las alturas de Sin, se elevaba, junto
al ro de la vida, el rbol de la ciencia del bien y del mal. Bastara un gesto
humano, nada ms, y tendran bajo su poder, para siempre, el dominio codiciado.
Pero cmo seducirlo? Animado ante la perspectiva de una conquista, Satans
de los visitantes celestiales y a ellos levantaron los brazos en una alegre salutacin.
Sin embargo, Adn y Eva se admiraron, por no ver en el semblante de ellos la
misma alegra.
8 Los visitantes traan en la faz una expresin de ansiedad que ellos no podan
entender. Intentaron cambiarles la triste faccin, contndoles los nuevos
descubrimientos hechos en el paraso. Los mensajeros, todava, no teniendo tiempo
disponible como en otras ocasiones, los interrumpieron con palabras de
advertencia. Satans habra de armarles una emboscada, a fin de llevarlos a comer
del fruto del rbol de la ciencia del bien y del mal. Si dieran odo a la tentacin,
haran sucumbir toda la creacin en el abismo de un eterno caos.
9 Los ngeles les recordaron que el reino les haba sido confiado como un sagrado
depsito, debiendo, en una vida de fidelidad, honrar a Aqul que por amor Se
despoj, colocndose en una posicin de husped del ser humano. Adn y Eva
deberan ser firmes ante las insinuaciones del enemigo, pues as sellaran la eterna
victoria del reino de la luz. Hablndoles de la feliz recompensa que le seguira a su
triunfo, los ngeles revelaron que era el plan de Dios la transferencia de la
Jerusaln Celestial hacia la Tierra. All, nuevamente acoplada al paraso,
permanecera para siempre.
10 Y el hombre, sumiso al Creador, reinara por los siglos sin fin sobre el monte
Sin, en medio de las alabanzas de las huestes universales. Ms todo eso dependa
enteramente del posicionamiento humano frente a las tentaciones del enemigo, que
hara de todo para arrebatarle el reino. Adn y Eva estuvieron temerosos al conocer
los planes de Satans, ms fueron consolados al saber que l no podra hacerle
ningn mal, forzndolos a comer del fruto prohibido. Si, por ventura, procurase
intimidarlos con su poder, todas las huestes del Eterno vendran en su ayuda.
11 Los mensajeros de la luz concluyeron su misin recomendando a la pareja
permanecer vigilantes, teniendo siempre en mente la responsabilidad que sobre
ellos reposaba. No deberan separarse uno del otro, ni siquiera por un momento,
pues a solas podran ser seducidos. Adn y Eva, agradecidos por las advertencias
de los ngeles, unieron las voces en un cntico de promesa en una eterna victoria.
Estaban seguros de que jams abandonaran al bendito Creador, oyendo la voz del
tentador.
12 Animados ante la promesa humana, los dos mensajeros regresaron al seno de la
Jerusaln Celestial donde, junto a las huestes santas, aguardaran con ansiedad el
anhelado triunfo. Satans vio aproximarse al paraso a los mensajeros y oy el
canto del hombre prometiendo una eterna victoria. Ese cntico hizo que su envidia
y odio aumentara de tal manera que no los poda contener. Dijo entonces a sus
seguidores que en breve hara silenciar aquella voz irritante. Hara todo para
transformar las alabanza humana en blasfemias al Creador.
13 Las huestes rebeldes estaban curiosas por conocer los planes de su jefe, mas
fueron advertidas por l de que deberan esperar hasta que todo estuviese para
siempre determinado. Si el hombre oyese su voz, comiendo del fruto del rbol de
la ciencia del bien y del mal, sera victorioso, poseyendo para siempre el dominio
del Universo. En caso de que el hombre resistiese, permaneciendo fiel al Creador,
ya no habra ninguna esperanza para ellos. El paraso pareca estar envuelto por
una eterna seguridad, pero en el semblante del hombre se poda ver una expresin
de miedo.
14 Desde que los ngeles partieron, Adn y Eva permanecan silenciosos,
meditando con reverencia sobre la enorme responsabilidad de su misin. Pensaban
en la seriedad de aquella inminente prueba que habra de sellar su futuro y el de
toda la Creacin. Animados, sin embargo, ante el pensamiento de la victoria,
unieron una vez ms las voces en un cntico que expresaba la certeza del triunfo
anhelado. Esa meloda quit de sus mentes todo el miedo de derrota y, alegres,
corrieron por los prados reverdecientes, acompaados por los fogosos animales que
parecan conmemorar la gran conquista.
15 Se sentan seguros en su paraso, totalmente olvidados del peligro de un posible
asalto. Satans, que observaba atentamente a la pareja, percibi que estaba
llegando su oportunidad. Se aproxim de forma invisible al paraso, y estuvo
esperando el mejor momento para armar su emboscada. Inconscientes de la
presencia del enemigo, la pareja continuaba en su desprendida alegra, jugando
despreocupadamente con los animales. En el semblante trastornado de Satans se
estamp una sonrisa maliciosa, al presenciar un descuido de la pareja: en su
exaltacin, haban dejado de atender la ltima recomendacin de los mensajeros,
apartndose el uno del otro.
16 El astuto enemigo, no perdiendo tiempo, se posesion de una serpiente, la ms
bella del paraso, hacindola aproximarse graciosamente a Eva. Eva, que sentada
en el csped jugaba con los animales, percibi la presencia de la atractiva
serpiente, cuyo cuerpo reflejaba los colores del arco iris. Estuvo admirada al verla
coger flores y frutos del jardn, depositndolos a sus pies. Agradecida, la tom en
los brazos, dedicndole afecto.
al rbol de la prueba.
26 Qu haca Eva en aquel lugar tan peligroso?! Un presentimiento horrible le
sobrevino, al acordarse una vez ms de las advertencias recibidas, mas procur
desterrarlo con el pensamiento de que alcanzara a su esposa antes de que algn
mal le ocurriese. Eva vacilaba en su conviccin al contemplar el fruto en sus
manos. Por algunos momentos el futuro le pareci sombro y aterrador, pero venci
ese sentimiento, pensando en las glorias que habra de conquistar al comer aquel
fruto. Todava un tanto indecisa, levant lentamente las manos hasta tocar el fruto
con los labios.
27 Los sbditos del reino de la luz, estremecidos, se inclinaron arrebatados de gran
espanto. Pareca casi imposible, en ese momento, que la mujer volviera atrs.
Mientras que plidos los fieles indagaban sobre una posible esperanza,
presenciaron con horror la terrible decisin de Eva: Haba resuelto romper para
siempre con el Creador, tornndose cautiva de la muerte. El Eterno, que en silente
dolor contemplaba aquella escena de rebelin, inclin la frente teniendo la faz
baada en lgrimas.
28 No poda soportar el dolor de aquella separacin. Los fieles, que en pnico se
crean vencidos, fueron concientizados de que no todo estaba perdido. Si Adn
resistiese la tentacin, permaneciendo fiel al Eterno, l sellara la gran victoria.
Eva, que haba sido vctima de un engao, podra ser concientizada de su error,
siendo favorecida con el perdn divino. Cuando Adn en su angustiosa corrida
alcanz el lugar de la prueba, ya era demasiado tarde. Sentada junto al ro, Eva
saboreaba despreocupadamente el fruto prohibido.
29 Adn se estremeci. Sera el mismo fruto de la prueba? En un gesto de
esperanza mir hacia el rbol de la ciencia del bien y del mal, mas en llanto
reconoci la triste condenacin. Lleno de tristeza contempl a su esposa, mas no
encontr palabras para despertarla de la tan amarga realidad. En completa
desesperacin, elev la voz en una dolorosa exclamacin: "Eva, Eva, qu es lo que
ests haciendo". Al comer del fruto prohibido, la mujer fue tomada por emociones
que la hicieron imaginar haber alcanzado una esfera superior de vida. Al or la voz
de su esposo, todava tomada por las emociones ilusorias, levant la frente
estampando una sonrisa, pero se sorprendi al verlo llorando.
30 Con profunda amargura, Adn procur saber la razn que la haba llevado a
rebelarse contra el Eterno. Eva, prontamente, comenz a contarle la fantstica
historia de la sabia serpiente. Satans saba que esa historia de la serpiente jams
convencera al hombre a comer del fruto del rbol prohibido. Precisaba encontrar
una manera sutil de llevarlo a sellar su suerte siguiendo los pasos de su esposa.
Teniendo a Eva bajo su poder, resolvi hacer de ella el objeto tentador. Aguardara
el momento oportuno para enlazarlo. En el da en que de l comiereis, ciertamente
moriris. El recuerdo de esta sentencia dejaba a Adn muy afligido.
31 La expectativa de ver a su amada falleciendo en sus brazos, era demasiado para
soportar. Esta afliccin, sin embargo, fue disminuyendo, al ver que ella continuaba
feliz y cariosa a su lado, como si ningn mal le hubiese acontecido. Aliviado,
Adn volvi a sonrer, correspondiendo a los afectos de su compaera. Se rindi a
las ms dulces emociones, lejos de saber que era el enemigo quien lo envolva en
aquellos abrazos. En ese momento de embeleso, Eva comenz a hablarle de su
experiencia con la ciencia del bien y del mal.
32 Le habl de los tesoros de la sabidura que le haban sido abiertos. En su nuevo
reino, vivira muy feliz. Sin embargo, esa felicidad sera incompleta sin la
participacin de su esposo. Le habl de la imposibilidad de retroceder en sus pasos,
e insisti para que l la siguiera. Despus de hablarle de su decisin, Eva, con una
dulce sonrisa, le extendi las manos conteniendo un fruto, pidindole que lo
comiese en una demostracin de su amor por ella. Con la voz tentadora en sus
odos, Adn se sent en el csped en profunda reflexin.
33 Su faz se torn nuevamente plida y sus manos temblorosas. Tema rebelarse
contra el Creador, pero al mismo tiempo comprenda que no conseguira vivir
separado de su compaera, a quin amaba con infinito amor. Eva era carne de su
carne, la extensin de su ser. Se senta angustiado al tener que tomar una decisin
tan seria. La palidez del rostro de Adn se reflej en el semblante de todos los
fieles al Eterno. Oyeron la insinuacin del enemigo y percibieron con horror la
vacilacin del hombre. La indecisin de Adn los dejaba desesperados.
34 Si obedeciese l aquella propuesta de Satans, toda felicidad sera eternamente
desterrada. En las decisiones del ser humano estaba el destino de todo el Universo.
Atendera l a la solicitud de Satans? Despus de intensa lucha interna, Adn
mir hacia su compaera; a ella se haba unido en promesas de una eterna entrega.
No la dejara sola ahora. Compartira con ella los resultados de la rebelin. Tom
entonces de las manos de Eva un fruto y, en un gesto precipitado, lo llev a la
boca.
35 Procurando apagar la voz de su conciencia, que le hablaba de una eterna
perdicin, Adn se lanz en los brazos de su esposa, disfrutando el alto precio de
amoroso Padre, atrados por Su luz, ahora huan desesperados en busca de lugares
oscuros, y de denso bosque.
48 El Eterno, movido por infinito amor, comenz a seguir los pasos de la pareja
fugitiva. Mientras caminaba, lloraba al recordar los momentos felices que haba
pasado junto a ellos en aquel paraso. Como se haba transformado todo! Sus hijos
no conseguan ver ms en l un Padre de amor, sino alguien que, airado, buscaba
castigarlos. Movido por un fuerte anhelo de abrazar a Sus hijos humanos, Dios
hizo repercutir la voz en una indagacin: "Adn, dnde os encontris?" Su voz, al
sonar en medio de las tinieblas, traa consigo solamente un eco vaco que hablaba
de ingratitud y rebelda.
49 Como deseaba envolver a la pareja en un ardiente abrazo, y con palabras de
cario confesarle que Su amor era el mismo! Al ver a Sus hijos huyendo de Su
presencia, el Eterno fue embargado de un gran dolor. Ante Su mirar turbado de
lgrimas, se extenda el futuro de la raza humana. Cuntos, engaados por
Satans, huiran de Su presencia en el transcurso de la larga noche de pecado,
juzgando en l un Seor tirano, que vive buscando faltas y flaquezas en los
pecadores, a fin de castigarlos! El Creador, an as, no desistira de buscarlos por
los valles sombros del reino de la muerte, hasta conquistar un pueblo arrepentido.
Adn y Eva, exhaustos por la presurosa fuga, se escondieron por entre el follaje al
pie de una higuera.
50 Reconociendo su desnudez, procuraban hacer delantales cosiendo aquellas
hojas. Vestidos as, creyeron poder librarse del sentimiento de vergenza ante el
Creador. El Eterno, aproximndose al lugar donde la pareja se esconda, pregunt:
Adn, dnde estis? No pudiendo ocultarse ms de Dios, Adn se levant
juntamente con su compaera y, cabizbajos, se presentaron ante el Creador,
postrndose trmulos a Sus pies. No consiguieron encararlo ms, debido al
sentimiento de culpabilidad.
51 El Creador, cariosamente, los tom de las manos, levantndolos del suelo, y,
con una expresin de tristeza en el semblante, les pregunt: Por qu huan de
m? Acaso comieron del fruto del rbol de la ciencia del bien y del mal? Adn,
todo tembloroso, con voz entrecortada por sollozos de temor, respondi: La
mujer que me diste por compaera, ella me dio del fruto y yo com. Con esta
respuesta, Adn buscaba excusarse, lanzando la culpa sobre su esposa.
52 Voltendose hacia Eva, el Eterno le pregunt: Por qu hiciste eso? Eva
prontamente Le respondi: Aquella serpiente me enga y yo com. Ambos
l ser traspasado por causa de vuestra rebelin y molido por vuestras iniquidades.
Ser oprimido y humillado, ms no abrir su boca, como el corderito que hoy se
entreg pacficamente. Sucumbiendo en la muerte, l os conceder los mritos de
su victoria. Envueltos por sus vestiduras de justicia, estaris libres de la
condenacin.
10 La vida eterna alcanzaris as, mediante el sacrificio de ese hombre justo que
habr de nacer. Adn y Eva, que en una mezcla de gratitud y dolor escucharon la
revelacin de tan grande salvacin, indagaron reverentes al respecto de ese hombre
especial que en su descendencia habra de surgir, a fin de cumplir tan inmenso
sacrificio. El Creador, mirndolos tiernamente, movido por un amor que supera la
misma muerte, los envolvi en un carioso abrazo
y revel: Yo ser ese
Hombre! Sorprendidos ante la declaracin del Eterno, Adn y Eva estuvieron
inmviles, mientras que contemplaban Su tierno semblante.
11 Comprendiendo el significado del tremendo sacrificio, se postraron a Sus pies y
con lgrimas clamaron: Nosotros somos merecedores de la muerte Seor, ms
T eres inocente y no debes sufrir en nuestro lugar! Secndoles las lgrimas, el
Eterno con ternura les habl: Hijos mos, Yo les amo con un eterno amor. Yo
morir en lugar de vosotros. Ante esta confirmacin, la pareja elev la voz en
una lamentacin dolorosa. Decan: Nosotros matamos al Creador! Nosotros
matamos al Creador! Mas Dios comenz a consolar a la pareja con palabras de
esperanza, diciendo: Despus de beber el cliz de la eterna muerte, Yo retomar
la vida y subir al cielo.
12 Interceder all por el hombre perdido, concediendo a todos aquellos que,
arrepentidos, aceptaren mi sacrificio, las vestiduras de mi victoria. Juntos,
triunfaremos finalmente sobre el reino del pecado que se deshar en cenizas bajo
nuestros pies. Crear entonces un nuevo Cielo y una nueva Tierra, donde
nicamente la justicia y el amor reinarn. Viviremos as para siempre, en un reino
de perfecta armona y paz. El Creador, que acompaado por la pareja
permaneca todava sobre el monte Sin, concluy Sus revelaciones diciendo:
13 "El jardn del Edn estar ahora vaco. El ser humano, durante la larga noche de
pecado, vagar en su exilio. No andar, sin embargo, solo: el Eterno, tambin
peregrino, pisar con el hombre todo el camino espinoso, hasta poder juntos subir
al monte perdido, triunfando gloriosamente sobre el reino de la muerte. El rbol de
la ciencia del bien y del mal monumento de la rebelda ser entonces deshecho,
dando lugar a un rbol glorioso que, uniendo su copa al rbol de la vida, se tornar
sobre el nuevo Cielo y la nueva Tierra que un da creara, donde la paz y el amor
volveran a reinar en cada corazn. All viviran siempre juntos, no trayendo en la
frente las marcas de la tristeza, sino coronas de eterna victoria.
18 All secara las lgrimas de sus rostros y estas jams volveran a humedecer sus
ojos. Amparando a Adn y a Eva en sus pasos, el Creador los condujo a travs de
un valle herido, hasta alcanzar el pie de una colina. La subieron en lentos pasos,
mientras intercambiaban palabras de nimo y esperanza. Sus pies alcanzaron
finalmente el suave csped que cubra la cima espaciosa de aquella colina. Era
sobre aquel lugar que la pareja vea a cada da el sol declinar, baando el cielo y
los valles de un rojo vivo, como la sangre que haba chorreado del pecho del
cordero.
19 Volvindose hacia el lado oriental, la pareja, en una mezcla de dolor y nostalgia,
contempl a lo lejos los paisajes que los envolvieron en aquel pasado tan feliz. Al
divisar el monte Sin, que majestuoso se elevaba en medio del Edn, lloraron al
acordarse de la cada. Cun dbiles haban sido! El sol declinaba en su jornada,
anunciando la llegada de una triste noche ms la primera fuera del paraso.
En un calmado gesto, el Eterno, mostrndoles el valle sobresaliente de la colina,
les habl con cario: "Aqu ser vuestra provisoria morada. Desde aqu podris
contemplar el paraso que por algn tiempo permanecer en la Tierra, hasta ser
recogido a su lugar de origen, en el seno de la Jerusaln Celestial.
20 All, protegido por la justicia, aguardar el amanecer de la victoria. Cuando ese
gran da llegue, regresaremos juntos a Sin, donde seremos coronados en gloria, en
un reino de eterna felicidad y paz". Despus de decir estas palabras, Dios orden a
la pareja que construyesen en aquel lugar un altar de piedras, sobre el cual cada
semana, en la noche que antecede al sbado, deberan inmolar un cordero, en
memoria de Su Sacrificio.
21 Como seal de Su presencia, y para la certeza de que sus pecados seran
perdonados, l encendera un fuego sobre el altar, el cual durara toda la noche,
hasta consumir por completo la ofrenda del sacrificio. Para que el ser humano
pudiese afirmar su fe sobre las verdades reveladas, y no en la manifestacin visible
de la persona del Creador, l habra de permanecer invisible desde aquel momento
en adelante. Solamente en ocasiones especiales, cuando se hiciese necesario Su
aparicin o la de ngeles para nuevas revelaciones y advertencias, esto ocurrira.
Contemplando a Sus hijos entristecidos en aquel momento en que seran dejados
aparentemente solos.
22 El Eterno les dijo con amor: "Hijos, aunque vosotros tengis que permanecer en
este ambiente hostil, no precisis temer, pues Yo permanecer al lado de vosotros.
Ser un compaero amigo en esta jornada; llevar sobre mis hombros vuestros
dolores, vuestros anhelos, vuestras luchas. Cuando, tentados por el enemigo,
estuvieren a punto de ceder, podrn encontrar abrigo en mis brazos, que siempre
estarn extendidos para salvarlos y, si algn da vosotros no resistiereis, y por la
furia del enemigo fueseis arrastrados hacia las profundidades del abismo, no os
desesperis creyendo no tener esperanza, pues Yo estar all para acudirlos con mi
perdn y fuerza.
23 Tengan siempre en mente el significado de las vestiduras recibidas de mis
manos, pues ellas hablan de la redencin que al hombre pertenece. Descansen hijos
mos, en mis brazos de amor." Despus de consolar a la pareja con estas promesas,
el Creador, viendo que estaban soolientos por el cansancio, los hizo reclinar en Su
regazo y, como de costumbre, los acarici dulcemente hasta adormecerlos. Al
verlos olvidados en su sueo, Dios llor al prever el sufrimiento que
experimentaran al despertar. Con el corazn partido por el dolor causado por
aquella separacin fsica, el Creador dej a la pareja dormida sobre la hierba,
despus de besarles los rostros ya marcados por el sufrimiento.
24 Su luz se disipo al tornarse invisible, dando lugar a las tinieblas de aquella
primera noche fuera del paraso. En el subconsciente de la pareja comenzaron a
desfilar sueos coloridos de un pasado feliz. Se encontraban una vez ms en medio
las bellezas del Edn, saciados por una alegra eterna. Agradecidos por la vida,
corran por los campos floridos, jugando con los animales. Con felicidad unan las
voces a los ngeles en los armoniosos cnticos en alabanza al Creador. Tantas
escenas lindas desfilaban en su subconsciente, pero esos sueos se tornaron
pesadillas, hacindoles revivir su tragedia.
25 Agonizantes despertaron en medio de la oscuridad de aquella primera noche en
el exilio. No consiguiendo conciliar el sueo, la pareja permaneci en llanto hasta
ser consolados por el amanecer que les revel a lo lejos el nostlgico paraso. Dios,
aunque invisible, permaneca al lado de Adn y Eva all en la colina. El sufrimiento
de ellos era Su sufrimiento, como tambin la esperanza de que un da retornaran
victoriosos a Sin. Ante la mirada contemplativa del Creador, se revelaba el futuro
sombro de la humanidad. Con pesar, vea incontables criaturas pereciendo sin
salvacin, por rechazar Su amor. Lgrimas mojaron Su rostro, al prever al enemigo
empleando toda astucia a fin de retener a los seres humanos bajo su dominio.
26 Larga sera la noche del pecado, y reida la batalla por la reconquista del reino
perdido. El triunfo de la luz requerira de parte de Dios un sacrificio inmenso. En la
persona del Mesas, a su tiempo, l nacera entre los hombres, con la misin de
pagar el precio del rescate. Por medio de l muchos seran liberados de las garras
del enemigo: todos aqullos que Lo aceptasen como Salvador y Rey. Contra sos
elegidos, el enemigo arremetera todas las fuerzas procurando hacerlos caer. En su
visin del futuro, el Creador contempl con alegra el triunfo final de los
redimidos.
27 Haban sido extremadamente probados, mas en todo fueron ms que vencedores
por medio de Aqul que los redimi de las tinieblas hacia el reino de la luz.
Despus de antever los sufrimientos que se derivaran de la gran lucha, el Eterno
extendi la mirada por las planicies cautivas, contemplando all a las huestes
rebeldes dispuestas para la lucha. El objetivo de esos ejrcitos, era apoderarse
nuevamente del ser humano, en el cual estaba sellado el derecho de dominio sobre
el Universo. Contrario a la naturaleza del Creador es la guerra, mas para la defensa
de Sus hijos, estaba dispuesto a utilizar Su poder.
28 Su fuerza, sin embargo, solamente sera utilizada con justicia. Si el ser humano
rechazase esa proteccin ofrecida mediante el sacrificio del Mesas, Dios nada
podra hacer para impedir que l mismo pereciese en las garras del enemigo. Adn
y Eva, sin embargo, se haban arrepentido de su gran pecado, recibiendo por la
misericordia de Dios vestiduras de salvacin, simbolizadas por las pieles del
cordero sacrificado. Justificado por la entrega de la pareja, el Eterno convoc a Sus
poderosos ejrcitos para la pelea. En pronta obediencia las huestes de la luz
irrumpieron por el espacio sideral en direccin a la Tierra, circundando cual fuerte
muralla la colina, portadora de aquel tesoro redimido por la sangre del divino Rey.
29 Al ser humano le fue conferido en el Edn el deber de cuidar de la naturaleza:
preparaban canteras para las flores; cosechaban frutos para manutencin; dirigan a
los animales en su inocente vivir, adiestrndolos para que les fuesen tiles. Esas
ocupaciones haban sido para ellos fuentes de desenvolvimiento y placer. Ahora, a
pesar de las adversidades, deberan continuar realizando ese deber. El trabajo en s,
realizado segn las rdenes del Creador, ya anulara muchos ataques del enemigo.
Las primeras ocupaciones de la pareja en aquella maana, les trajo revelaciones del
gran amor de Dios, hasta entonces desconocidas.
30 Al reunir las piedras para la construccin del altar, experimentaron el dolor de
heridas que chorreaban sangre, como tambin la fatiga que hacia emanar sudor.
extendido para la muerte. Las manos que construyeron el altar se levantan ahora,
no para acariciar como antes, sino para herir, sangrando el precio del perdn.
39 Solo un gesto, nada ms, y el destello se apagar para siempre de los ojos
inocentes, haciendo brillar en la faz culpable la luz de la salvacin. Adn,
temblando duda en compasin. En el corderito manso y sumiso, presto a morir en
su lugar, ve al Salvador prometido. Con el corazn arrepentido, en un esfuerzo
doloroso, clava el cuchillo de piedra en el pecho del animalito que perece en sus
manos sin siquiera dar un gemido. El poder de la noche inmediatamente es abatido
por el brillo del fuego de la aceptacin. Su luz revela al ser humano su trgica
condicin: Viendo las manos manchadas por la sangre inocente, la pareja se siente
culpable por aquella muerte.
40 En llanto se arrodillan ante el altar que ya no les reclama sangre, sino ofrece
luz, aceptando el inmerecido perdn. Levantndose, la pareja contempla
demoradamente el cuerpo herido del pobre corderito, sin poder agradecerle por la
riqueza concedida a cambio de su tan rudo golpe. Baados por la suave luz del
sacrificio, Adn y su compaera permanecen silentes a meditar, hasta ser vencidos
por un profundo sueo. Recostndose en el suelo cubierto de hierva suave,
adormecen dulcemente bajo los clidos rayos del perdn, seguros de que su brillo y
calor perduraran hasta ser las tinieblas de aquel sbado desvanecidas
completamente por el fulgurante sol.
41 La luz del cordero, desde que fue encendida sobre el altar en aquella noche,
permaneca en constante guerra con las tinieblas. En varias veces creca en brillo
ahuyentando a lo lejos la fra oscuridad, baando la naturaleza con sus rayos de
vida. En veces, las tinieblas trayendo su viento fro, casi arrancaban por completo
la llama. Esta, sin embargo, en un gran esfuerzo se alimentaba de la sangre del
cordero, lanzando a lo alto su ardiente llama, inundando de luz y calor todo aquello
que haba alrededor.
42 El conflicto entre la luz nacida del sacrificio y las tinieblas en aquella noche,
descubra a los fieles del Universo muchas lecciones importantes verdades que
ocuparan sus mentes por toda la eternidad. En aquella llama, ya fuere ardiente
en su brillo, ya fuere fustigada por los vientos de la noche, los fieles vean una
representacin del conflicto milenario entre el bien y el mal; conflicto que sin
tregua se extendera hasta el amanecer eterno. El Eterno, en prenda de Su futuro
sacrificio, haba encendido en medio de las tinieblas, la luz de la verdad, y esa sera
Captulo 6
Adn y Eva dedicados al trabajo edificante. La colina lleg a ser una miniatura
del Edn. Proteccin y cuidados divinos. Experiencias al obedecer el
mandamiento sobre el sacrificio. La astuta trampa del enemigo, mirar hacia los
smbolos del sacrificio como portadores de perdn y vida. Adn y Eva ofrecen
sacrificios al Seor, el Eterno se les manifiesta consolndolos y previnindolos del
peligro. Promesa del nacimiento de su primognito. Responsabilidades hacia su
hijo. Nacimiento de Can. El nacimiento de Can les recuerda la promesa del
futuro nacimiento del Mesas. La niez rebelde de Can. El enemigo se burla del
sufrimiento de Dios y Sus fieles e intenta hacer desistir a Dios de Su plan de
redencin. El Eterno afirma Su solemne promesa. Adn y Eva hacen sacrificios y
ruegan por su hijo, el Eterno se les manifiesta. El Eterno se revela a Can y le
narra la historia de Lucifer y del Sol. Promesa del nacimiento de Abel. Can, al
igual que Lucifer, es arrastrado por su orgullo a una falsa ilusin. Dios procurara
todas las formas a fin de salvar a Can
1 Consolados por las revelaciones de la naturaleza, Adn y su compaera, alumnos
en la escuela del sufrimiento, aprendan cada da a amar ms al Salvador. Crecan
en sabidura, humildad y santidad. Todas las virtudes destruidas por el pecado,
renacan en el corazn. Con nimo la pareja se dedicaba al trabajo edificante:
plantaban jardines que por el poder de Dios se llenaban de perfumadas flores y
deliciosos frutos. Su hogar en el exilio se converta en un refugio para los animales
perseguidos de los valles. La colina, bajo la proteccin de los ngeles de la luz, se
convirti en una miniatura del Edn distante. Entre los animales reunidos y
domados con amor, haban muchas ovejas.
2 Adn y Eva no conseguan poner los ojos sobre esos dciles animales destinados
al sacrificio, sin probar en lo profundo del alma una mezcla de dolor y gratitud. En
la noche que anteceda a cada sbado, Adn tena, por orden del Creador, el repetir
el doloroso acto. Cunta amargura y arrepentimiento sobrevenan a la pareja al
descender las tinieblas de la noche del sacrificio! Cunto consuelo les traa la
llama del perdn que jams haba dejado de brillar sobre el altar, en aquellas
noches pre figurativas! El decisivo valor del sacrificio, para que la vida pudiese
haban pasado, trayendo consigo las noches de dolor y sacrificio, seguidas por los
das de esperanza y nostalgia de Aqul Padre carioso, el cual despus de hacerles
promesas y secar sus lgrimas, Se haba tornado invisible delante de sus ojos. Cada
da que pasaba, traa a la pareja una nueva carga de nostalgia, hacindolos indagar
en cada atardecer: Cundo besaremos nuevamente Su faz? Cundo seremos
envueltos por Sus brazos, caminando bajo la luz de Su amor?! Cunta nostalgia
sentan de aquellas noches ednicas, cuando adormecan en el suave regazo de su
divino Padre!
8 Una semana ms de trabajo y lecciones aprendidas estaba finalizando. El sol en
su declinar anunciaba otra noche de arrepentimiento y de sangre inocente a baar
el altar. La silente pareja estaba lejos de imaginar que en esa noche, el doloroso
golpe que siempre era seguido por el fuego, les revelara la faz bendita del Padre.
Con las manos estremecidas, Adn levant al cordero que, mudo, no hizo ninguna
resistencia al ser colocado sobre el altar. Lgrimas rodaron en su rostro al pensar
que un inocente animal ms se zambullira en las odiadas tinieblas de la muerte,
para generar la luz con su sangre.
9 Es doloroso sacrificar, mas no hay otro camino de salvacin. nicamente a travs
de la sangre derramada del cordero, podrn vivir para contemplar en el futuro la
faz del Padre. En un penoso esfuerzo Adn hace caer aquella piedra puntiaguda
sobre el corderito que, en un gemido de dolor derrama su sangre. Una Luz gloriosa
pronto disipa las tinieblas inundando toda la colina con sus rayos de vida. A travs
de las lgrimas la pareja entonces contempla en medio del fuego del altar, al
Creador. En un gesto de amor, Dios abre Sus brazos como antes, y con una sonrisa
camina hacia el tan anhelado abrazo.
10 Sin encontrar palabras que expresen su inmensa nostalgia, la pareja se lanza a
Su pecho y llora amargamente. El divino Padre, conmovido, tambin llora, mas
procura consolar a sus hijos, con su dulce sonrisa. Con emocin la pareja
contempla la faz del Padre, envolvindola con besos y carios. El amor de ellos
por l haba sido intensificado por el sufrimiento. Agradecidos y felices, caminan
al lado del Creador, mostrndole los jardines cargados de flores y frutos. Le
cuentan de las lecciones aprendidas junto a la naturaleza; Le muestran el rebao
domado por el afecto.
11 Iluminados por la suave luz del Eterno Padre, la pareja se sienta a Sus pies
como antes, para or Sus enseanzas. El Creador, mirndolos con ternura, pasa a
advertirlos del peligro. Orientndolos acerca de los sacrificios de corderos, que
eterno amor. Todas las huestes de la luz se inclinaron con alegra al or al pequeo
nio pronunciar el nombre del divino Rey.
21 Las semanas se iban pasando trayendo consigo nuevas vctimas hacia el altar, y
el pequeo Can, blanco de la atencin y cuidado de Dios, de las huestes de la luz y
de aquellos amorosos padres incansables en la misin de instruirlo, agrupando sus
pocas palabras, siempre curiosas con todo comenz a interrogar. El da declinaba
cuando el muchacho, que yaca en el regazo de su madre, le pregunt: Madre,
Por qu el sol siempre se va as, dejando a la gente en el fro de la oscuridad?
"Eva, sorprendida contempl a su hijo, sin encontrar palabras para contestarle la
pregunta que le trajo el recuerdo del pasado de felicidad destruido por su culpa.
22 Despus de un momento de silencio, besando la cara del pequeo Can, le dijo:
Hijo, un da el sol vendr para quedarse, trayendo en sus rayos un mundo
solamente de armona; ya no habrn animalitos para combatir, ni corderitos para
morir sobre el altar" El pequeo Can deseando ver rayar pronto ese da, dijo a
su madre: Madre, maana el sol nacer en el paraso; Pide para que l se
quede! As podr jugar, jugar, y nunca ms dormir". Ansioso en ver rayar el da
que no tendra fin, el pequeito Can solamente se durmi hasta despus de hacer a
su madre prometer que pedira al sol permanecer.
23 Un nuevo da de sol radiante a caminar por el cielo surgi para Can, trayendo
en sus rayos alegra y calor. Mientras jugaba en el jardn, sus ojitos curiosos se
volteaban muchas veces hacia el sol que pareca acariciarlo con una sonrisa de
esperanza. Vindolo, sin embargo, caminar en direccin del occidente, el pequeo
corri hacia su madre, preguntndole: Madre, l prometi quedarse?" Eva,
tomndolo en los brazos, le sonri procurando hacerlo comprender con palabras
simples, mientras le sealaba el distante paraso, la historia de la redencin.
24 El sol vendra un da para quedarse. Can, insatisfecho con las palabras de la
madre, demostr no tener paciencia para esperar ese da que yaca en un futuro
distante. Repeta en llanto: "Yo quiero el sol ahora, maana no!" Eva,
pacientemente, procur calmar a su hijo, hablando sobre la luz de Dios, que puede
convertir la noche en da. l lo amaba y podra henchir su corazoncito de brillo, de
alegra y paciencia. Podra as, esperar feliz el da de sus sueos. Balanceando la
cabecita en rechazo al consuelo de la madre, Can pronunci entre sollozos: "Yo
quiero al sol porque yo puedo verlo, al Eterno no".
25 Como una flecha dolorosa las palabras de rebelda de Can penetraron en el
corazn de Eva, hacindola llorar amargamente. Los fieles en todo el Universo se
unieron a ese llanto. Una tristeza infinita se cerna sobre el corazn del Creador
rechazado. Se esbozaba en los gestos de Can los primeros pasos por el camino
descendente de la rebelda. Cuntos lo seguiran rumbo a la muerte! Inconsciente
de la tristeza que se haba abatido sobre el reino de la luz, Adn, al ver el sol
declinar en el horizonte, dej su trabajo en el campo dirigindose hacia la casa.
26 Tena un cntico en el corazn al caminar hacia un encuentro ms con los suyos.
Al acercarse al altar, vio junto a l a su compaera postrada en llanto. El pequeo
Can yaca all tambin llorando. Tomndolo en los brazos, Adn le pregunt con
ansiedad: "Qu sucedi hijo mo?" Can tristemente respondi: "Mam
dej ir al sol todava" amparando al hijo con su brazo izquierdo, Adn puso su
mano derecha sobre el hombro de Eva, ms no encontr palabras para consolarla.
La frase dicha por su hijito, pareci rasgarle el corazn, hacindolo revivir la cada.
Despus de re-flexionar, Adn sintindose culpable respondi a Can: "Fue pap
quien dej ir al sol todava hijo mo".
27 Con sollozos de gran tristeza, Adn se uni a ellos en llanto. El recuerdo del
Salvador, sin embargo, lo consol. Secando sus lgrimas y las de su hijito, le dijo
con ternura: "Podemos alegrarnos hijito, pues Dios prometi hacer el sol para
siempre brillar en el cielo; l ser como el fuego que aparece en el altar,
expulsando a las tinieblas de la noche". Con los ojitos vueltos hacia el ltimo
claro del arrebol, Can permaneci sin consuelo. En aqul atardecer, no hubo como
de costumbre una alegre cena. La pequea familia, entristecida, permaneci silente
a meditar por largas horas, hasta que soolientos durmieron bajo la luz de las
estrellas.
28 El enemigo y sus huestes, en sarcasmo de maldad se burlaban en aquella noche
del sufrimiento de Dios y Sus fieles. Repitiendo las palabras de rebelda del
pequeo Can, se jactaba como vencedor. En un desafo al Creador pronunci:
Mira como este mi pequeo esclavo te rechaza! Lo mismo se dar con todos
aquellos que han de nacer. Estoy seguro que el derecho del dominio jams saldr
de mis manos. Todas las huestes rebeldes repitieron en eco las afrentas del
engaador, humillando a los sbditos de la luz que sufran del lado del Eterno. Con
sus afrentas, el enemigo procuraba hacer a Dios desistir de Su plan de redencin.
Si eso sucediese, su reino de tinieblas se extendera por toda la eternidad,
suplantando el dominio de la luz.
29 En respuesta al desafo del enemigo, el Eterno solemnemente afirm: Aunque
todos me rechazaren, Yo cumplir la promesa. El Creador no soportaba el
con Can. Con alegra, vieron al precioso hijo envuelto en los brazos del gran
amigo, que era parecido a su astro. Despus del largo abrazo, Dios abraz y bes
tambin a la querida pareja, compaeros en el sufrimiento. Con alegra, salieron a
pasear por los jardines de la colina.
39 Al centro iba el Creador y Can, y a los lados Adn y su compaera. Cunta
felicidad experimentaban en esos pasos! Estaban completos. Can, conquistado por
el afecto del Padre Eterno, Le mostr sus animales de estimacin y su pequeo
jardn cargado de lindas flores. Como estaba encantado de verlos coloridos en
aquella noche deshecha por el brillo del Creador, como bajo la luz del da! Pareca
hasta como si el mismo Sol hubiese bajado a ellos. Al pensar en el Sol, Can como
lo amaba mucho, comenz a hablar sobre l diciendo: Como l es bello y
bueno! Cuando l se va no obstante, deja en sus lgrimas de sangre un sentimiento
de tristeza y temor.
40 Todo desaparece en su ausencia: los animales, el jardn; hasta los pajarillos
silencian sus cantos!... Pero basta a l decir que va a aparecer y, todo se llena de
encanto; La naturaleza se despierta de su mansedumbre, pareciendo todava temer
a las tinieblas, mas cuando las ve huir, permanece alerta y canta; Los animales, los
pajarillos, el jardn,... todo vuelve a un feliz vivir! Mas, esta felicidad siempre
acaba!!!
41 Despus de hablar estas palabras, Can mirando al Creador indag curioso:
Pap siempre dice que fuiste t quien cre al Sol. Es verdad? Con una sonrisa
de sinceridad Dios le contest que s. Cuando t le hiciste en el principio, continu Can, l ya hua hacia el poniente? l nunca huye, respondi el Eterno,
es el mundo quien huye de l. l esta triste con esa ingratitud! Pero cmo?
Pregunt Can, contemplando curioso Su faz de luz. Con palabras cariosas,
Dios comenz a contarle la historia de Lucifer que, en su ingratitud desterr de sus
ojos y de los ojos de una multiplicidad de criaturas, el brillo de Su faz el Sol
Verdadero.
42 Despus de actuar as, enga a muchos diciendo que el Sol era quien hua de
ellos. Con su astucia, continu el Creador, el ngel rebelde procur arrastrar al ser
humano hacia las tinieblas, y lo consigui. El Sol en aquel da, llor tantas
lgrimas de sangre, que ba todo el cielo. En su ltimo suspiro de luz, sin
embargo, l le prometi al mundo ya arrebatado por las tinieblas, volver un da a
brillar para siempre, llenando todo su seno de vida.
las huestes celestiales atrados por esa misma ilusin?! El Dios bondadoso, todava,
no sellara el destino de Can sin antes procurar de todas las formas salvarlo de la
ruina eterna.
48 Esa gracia inmerecida, fruto del divino amor, sera concedida a todo el ser
humano que viniese a nacer en ste mundo.