La Salud Como Tarea Espiritual
La Salud Como Tarea Espiritual
La Salud Como Tarea Espiritual
LA SALUD COMO
TAREA ESPIRITUAL
Actitudes para encontrar
un nuevo gusto por la vida
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narcea, s. a. de ediciones
UAGtru
LIBROS
Grn, Anselm
La salud como tarea espiritual : actitudes para encontrar un nuevo gusto
por la vida - la ed. la reimp. - Buenos Aires: Agape Libros, 2008.
120 p. ; 19x 14 cm. (Eusebeia; 10)
Traducido por: Guillermo Gutirrez
ISBN 978-987-1204-27-4
l. Autoayuda. 1. Guillermo Gutirrez, trad.
CDD 158.1
Fecha de catalogacin: 04/01/2008
ISBN: 978-987-1204-27-4
Primera edicin (3000 ejemplares): Marzo de 2006
Segunda edicin (2000 ejemplares): Febrero de 2008
Queda rigurosamente prohibida sin la autorizacin escrita de los titulares del
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parcial de esta obra por cualquier medio o' procedimiento, comprendidos la
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Impreso en Argentina - Industria Argentina
Queda hecho el depsito que establece la Ley 11.723.
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Introduccin
LA ENFERMEDAD
COMOSMBOLO
La enfermedad como expresin de un estado anmico
La enfermedad como oportunidad
n. Ttulo
ndice General
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:.. 16
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DIETTICA,LACIENCIADELASALUD
Aire y luz
Comida y bebida
Ejercicio y descanso
Sueo y vigilia
Secreciones y eliminaciones
Pasiones, sentimientos y emociones
Al
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RASGOSFUNDAMENTALES
DEUNAESPIRITUALIDAD
TERAPUTICA
La falta de moderacin
Inestabilidad, depresin y murmuracin
Superoferta acstica y visual
Teraputica de la vida espiritual
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CRITERIOSPARAUNAESPIRITUALIDAD
SANA
Ser mistaggica y no moralizadora
Liberadora y no asfixiante
Creadora de unidad y no de divisin
Encarnada y no aislante de la realidad
Buscadora a Dios y no de sus consuelos
Global y no excluyente
Humilde y no orgullosa
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CoNCLUSIN
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Prlogo
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tos, a interpretar el sentido de las enfermedades y a proceder con mayor cautela y cuidado en el trato con nosotros mismos. Nos ha servido tambin para hacernos ms
sensibles, en el acompaamiento espiritual, a la interdependencia entre enfermedad y estilo de vida, salud y relaciones con Dios.
Tenemos que agradecer su ayuda a todos los que con
tanta franqueza nos abrieron la historia de sus vidas y
con ello nos permitieron adivinar algo del misterio y fuerza
curativa de Dios, manifestado en Jesucristo. Queremos
agradecer especialmente al Dr. Hagen y a su esposa
Mnica sus valiosas indicaciones hechas despus de leer
el manuscrito, que nos han hecho caer en la cuenta de
muchas interdependencias. Confiamos que los principios
que se exponen, conocidos hace tiempo en amplios crculos de la psicologa, puedan servir de ayuda a muchos
hombres y mujeres para avanzar por su camino espiritual con ms sinceridad y mejor salud.
lO
Introduccin
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cientficos del estado de la sanidad pblica que responsabilizarse cada uno y preocuparse de llevar un sano rgimen de
vida. Cada ao se pierden en falsos remedios sumas fabulosas aportadas por la sociedad porque ese dinero se gasta en
propaganda de un equivocado estilo de vida: mucha comida
y poco ejercicio, abuso de la nicotina y del alcohol, de las
tabletas y estupefacientes, excesivas exigencias de la vida en
la ilusin de creer que la salud se consigue por medios tcnicos y que, por lo tanto, todo el mundo tiene derecho a ella.
Paralelamente a la medicina convencional se descubren y
aplican otros mtodos en el tratamiento de las enfermedades:
psicoterapia, tcnicas psicolgicas, homeopata, dietas de
adelgazamiento, consumo de productos sintticos, medicina
integral, adems de las mltiples ofertas de curacin por procedimientos psquicos. Algunos pioneros de la medicina
globalizada recurren a viejos modelos empleados por los antiguos. Porque en general, nunca se limit la medicina a curar
enfermedades sin prestar atencin al mismo tiempo a las indicaciones de llevar una vida sana. En la antigedad el principal
campo de la medicina era la diettica, ciencia de una vida
sana. El arte de esta vida inclua elementos naturales como,
por ejemplo, el recto uso de la luz y el aire, de la comida y la
bebida, del ejercicio, del descanso, de la ordenacin del sueo y la vigilia, de las secreciones, y tambin de los afectos,
los sentimientos y pasiones del alma. En su estadio primitivo
era la medicina tambin asunto religioso. Los mdicos juraban fidelidad a Esculapio, dios de la salud. Para los mdicos
antiguos toda energa curativa proceda de Dios. El culto a
los dioses y las rectas relaciones con el creador del mundo
eran elementos integrantes de una vida sana.
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La Iglesia ha descuidado en exceso la salud corporal dejndola al cuidado y competencia de los mdicos. La Iglesia
se ha preocupado casi exclusivamente de la salud del alma en
lugar de atender conjuntamente, como de una unidad, a la
salud del alma y del cuerpo. La salud del alma se ha considerado como asunto exclusivamente espiritual. De ah se ha derivado el olvido de los principios naturales como elementos
de una vida sana. Es verdad que no siempre fue as. En los
primeros tiempos de la Iglesia describi Clemente de
Alejandra a Jess como el verdadero pedagogo, el verdadero educador que ensea el arte de una vida sana. Las reglas de los monjes de los siglos IV a VI eran un intento de
crear un marco vital en el que pudieran vivir gozando de salud de alma y cuerpo. La regla de san Benito se distingue en
este punto por la discrecin y suma prudencia con que deja
libre un espacio conveniente a cada aspecto de la vida humana. Todo lo que la medicina antigua inclua en el concepto de
rgimen para una vida sana est recogido en la regla de san
Benito. En esta tradicin de la vida espiritual entendida como
medio para mantener sanos el alma y el cuerpo destacan principalmente en la Edad Media Alberto Magno e Hildegarda
de Bingen. Los dos utilizaron la diettica dentro del marco de
sus enseanzas religiosas. La diettica es considerada como
una parte de la asctica-conjunto de principios normativos
de la vida espiritual. Las reglas dietticas de la vida se relacionan a su vez con las prcticas de la asctica encaminadas
a introducir al individuo en un estado de mayor, libertad y
mejor salud.
Hoy debera asumir nuevamente la Iglesia el compromiso
de vivir y anunciar la concepcin unitaria del alma y del cuer-
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tengamos ms remedio que orle. Entonces tiene que decirnos la verdad pura y dura sobre nuestro estado y sobre nuestra vida sirvindose para ello del lenguaje simblico de una
enfermedad. La enfermedad podra convertirse, por lo tanto,
en importante fuente de informacin para el autoconocimiento.
Dios puede, por ejemplo, hablar por una tensin elevada para
decir que estamos provocando nosotros mismos una elevada
tensin interior sin caer en la cuenta de que con ello estamos
aadiendo nuevos conflictos. La tensin corporal sera una
seal de alarma dada por el cuerpo. Por ella quiere decir que
debemos controlamos mejor, que nos debemos enfrentar con
los conflictos internos y liberamos de las propias exigencias l.
De la misma manera que los sueos nos descubren cosas
imposibles de detectar por la reflexin racional, as tambin
nos suministra el cuerpo.por medio de una enfermedad una
valiosa informacin sobre nuestro estado. Teegen opina que
no se debera considerar la enfermedad como un enemigo
sino todo lo contrario, como un amigo y compaero que nos
advierte de algo que nosotros hasta ahora no hemos sido
capaces de constatar y comprender. Hay que preguntar a la
enfermedad qu pretende decimos. La enfermedad es un trastorno somtico que apunta a otros trastornos psquicos en el
interior.Teegen aconseja iniciar un dilogo libre con esos trastornos. Qu mensaje traen los sntomas de la enfermedad?
Qu cosas hay en m que no funcionan bien? En qu me
estoy perjudicando yo mismo? A qu cosas no presto la
debida atencin, qu otras necesito y qu podra hacerme
bien? Podemos dialogar con los sntomas de la enfermedad y
I Cfr. Ganzen F. Teegen: Ganzheitliche
Gesundheit. Der sanfte
Umgang mit uns selbst.Hamburg, 1984. p. 256.
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Ibid, p. 256.
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sonalidad pueden hacerse conscientes durante la enfermedad. Con la ampliacin del campo de autopercepcin puede
una enfermedad ayudar a dar un importante paso adelante en
el camino de la madurez. A veces es la enfermedad una reaccin de autodefensa sin la cual nos sentiramos psquicamente
desbordados. Los psiclogos actuales hablan de la enfermedad de no poder ponerse enfermo, que a veces desemboca en un grave y repentino derrumbamiento, en la muerte
por infarto en la flor de la edad despus de largos aos de
salud slo aparente. Por consiguiente, la posibilidad de caer
enfermo puede convertirse
en proteccin
contra la
autodestruccin psquica y en regulador salvavidas. La enfermedad nos obliga a aceptar nuestras limitaciones y adaptar como norma de vida la medida exacta que nos hace bien
y nos conserva sanos.
Esta funcin positiva de la enfermedad slo puede ser efectiva si se vive de manera reflexiva, con atencin a la enfermedad y a la interpretacin de su lenguaje. Frecuentemente basta
atender a la descripcin verbal para entender el mensaje de
la enfermedad. Uno dice: estoy hasta las narices y quiere
significar que se siente desbordado. Otro dice: estoy acatarrado, y est aludiendo a reacciones alrgicas. Un tercero
dice que se ha contagiado porque alguien se ha puesto a su
lado cuando l deseaba estar solo. Otro dice que se ha resfriado y lo que est haciendo es describir la frialdad de los
dems a la que es especialmente sensible. Se siente fro y se
congela en la helada atmsfera del trato con los dems. Si yo
caigo enfermo y presto atencin al mensaje de la enfermedad
llegar a comprender mejor mi situacin actual yeso me
permitir vivir una vida ms autntica.
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Las causas ms frecuentes de la aparicin de enfermedades son las inhibiciones agresivas, la inhibicin del placer,
de los deseos y las necesidades.
El que no sabe controlar sus impulsos agresivos, sus deseos de placer y sus necesidades, cae necesariamente enfermo. Un falso ascetismo, ampliamente difundido entre los cristianos, es el responsable de estas inhibiciones. Ocurre cuando se veta el placer y la satisfaccin de las necesidades. Una
necesidad no atendida puede ~lamar por sus derechos de
manera simulada durante la enfermedad.
Una mujer, por ejemplo, que lleva una vida sacrificada a
favor de su familia sin compensacin de ternura, ver inconscientemente en la enfermedad un medio de reclamar lo que
se le debe. En la enfermedad deber ocuparse de ella su
marido, y los hijos tendrn algo ms que hacer que venir a
ella con exigencias imponiendo sacrificios. Se sentir considerada, atendida. De manera indirecta y velada ha hecho
comprender a su familia la necesidad que tiene de ternura, de
atenciones, de descanso. La enfermedad es la nica salida
que les queda a muchas personas para hacer comprender su
necesidad de ternura y de clarificar situaciones. Hasta tales
extremos puede ser til una enfermedad. Cuando una mujer
no logra de manera permanente adaptarse a los modos de su
marido, no le queda otra salida que la resignacin o la enfermedad como medio de hacerle ver que tambin ella tiene
apetencias y deseos. Y ste obrara entonces muy acertadamente si supiera reaccionar positivamente ante esta expresin de la agresividad.
La enfermedad de un miembro de la familia se convierte
siempre en expresin del estado general de la familia entera.
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La Salud como tarea espiritual
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no bastan la conversacin y el anlisis cerebral solo. Debemos dejar curso libre a las agresiones y al latente deseo de
vida, de libertad y de independencia oculto en ellas. Entonces podramos cometer algn gnero de locura, romper alguna lanza y en ese acto simblico romper tambin todos los
yugos impuestos por los dems sobre nuestros hombros. Los
profetas de Israel hicieron muchos gestos simblicos de este
gnero no slo para llamar la atencin de otros sobre la presencia activa en general de Dios sino tambin para experimentar ellos mismos su accin liberadora.
La enfermedad nos seala una tarea que debemos cumplir a base de mucho ejercicio. Sin embargo puede suceder
que los sntomas no desaparezcan ni despus de haber cumplido meticulosamente todo lo prescrito. Qu hacer? No
queda ms remedio que aceptarlos. A fin de cuentas, toser
no es una cosa demasiado grave. Pero aun as nos sentimos
liberados. Quiz algn da desaparezca la tos pero si no sucede as, es posible vivir tosiendo. Y lo que nunca se debe
hacer es valorar la situacin interior por la eventualidad de
que la tos haya desaparecido o no. Lo importante es dejarse
recordar por ella que tenemos algo importante que cumplir:
vivir ante los hombres la libertad recibida de Dios y disfiutar
de los encantos de la vida. En el comportamiento frente a los
sntomas de una enfermedad necesitamos siempre una pizca
de buen humor, porque el humor nos libra de la tentacin de
la vana ilusin de querer liberamos de la enfermedad necesariamente y a cualquier precio, y de la peor ilusin de creer
que para llevar una vida autntica y plena es necesario gozar
de perfecta salud. El amor nos hace ms humanos.
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La accin de Dios puede manifestarse en m de dos maneras: o bien curndome o tambin hacindome comprender
la verdad de lo que soy. Qu causas apagan mi vida, qu es
lo que le da su valor, a dnde va a parar? En la enfermedad
puedo experimentar en mi cuerpo que lo propio de mi vida
no es la fortaleza, ni la salud, ni mis logros, ni la duracin de
mis das, sino la permeabilidad a Dios. No es cuestin de
llegar a dar una explicacin de todo en mi vida, de ser fuerte,
de poder ayudar a otros. Se trata nicamente de ponerme
con mi vida y con todo cuanto tengo en manos de Dios, de
presentarme ante l para que su voluntad se cumpla en m y
disponga de m para anunciar su palabra en el mundo por el
tiempo que quiera. Es imprescindible hacerse trasparente a
Dios, a su amor, a su misericordia, a su bondad y filantropa.
Si la luz de Dios se difunde por el mundo, si brilla y calienta a
travs de m, eso me basta. Nada importa si esa luz se difunde y brilla por mi enfermedad o salud, debilidad o fortafeza.
Debe dejarse a voluntad de Dios la decisin sobre el tiempo
y lugar que quiere iluminar con nuestra lmpara. Nuestra tarea consiste en limpiar bien de polvo la lmpara para que la
luz de Dios irradie mejor a travs de ella. Esa luz puede brillar
tambin en un cuerpo enfermo, a veces quiz con mayor intensidad que en un cuerpo rebosante de salud. En la enfermedad aprendemos que la salud no es cosa nuestra ni depende de nuestras fuerzas; es cosa de Dios que quiere traspasamos de su luz y llenamos de su amor para hacerse sentir
por nuestro medio a los dems que nos rodean.
Sera un lamentable error pensar que la salud queda garantizada si se lleva un rgimen sano de vida y una vida espiritual intensa. Es imprescindible contar con la enfermedad.
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que la morada de nuestro cuerpo se va desmoronando exteriormente amenazando ruina total nos debemos ir replegando
hacia las habitaciones interiores del espritu donde Dios mismo mora. El castillo del alma de Teresa de vila y la celda interior de Catalina de Siena, el espacio interior ocupado
por Dios dentro de nosotros nunca puede ser destruido. El
tiempo de la enfermedad debera ser tiempo de reflexin hacia dentro, hacia estos espacios interiores y definimos por
relacin a ellos.
Hay personas que han vivido constantemente enfermas
desde su nacimiento. La mera sugerencia de que su quebradizo estado de salud pudiera tener algo que ver con su psique
sera una grosera mayscula y cruel. Han venido al mundo
sin posibilidad de elegirsu constitucin fisica. En esa constitucin somtica tienen un constante quehacer espiritual. La
enfermedad les obliga a prestar mayor atencin a su cuerpo,
les habla sin callarse y no les permite desentenderse de ella
como desearan. Es para ellos como una frontera que pone
estrecho lmite a sus posibilidades. El que la padece se siente
inevitablemente confrontado con su fragilidad humana. Puede resultar extremadamente duro para el enfermo porque
equivale a hacerle sentirse excluido del club de los fuertes y le
hace muy dificil considerarse como un valor y tener fe en sus
posibilidades. Pero al mismo tiempo y por eso mismo le brinda la oportunidad de penetrar en la vida hasta llegar a su ms
hondo significado. La enfermedad vendra a ser la herida en
la que Dios pone su mano, y esa herida sera a su vez puerta
extraordinaria por la que hace su entrada la gracia como fuente
de bendiciones para el enfermo y para otros. El corazn traspasado de Cristo es un smbolo. Su herida se convirti en
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medad. O tambin, cuando no se encuentra la forma adecuada de vivenciar el placer se debe temer la aparicin de una
enfermedad como retencin permanente del placer. La prevencin del placer conduce a su sustitucin por sucedneos
disimulados. La enfermedad es por lo tanto una llamada de
Dios a aprender a encontrar el gusto por la vida. Ahora bien,
a la vida pertenece una saludable moderacin de las agresiones de tal manera que me deje un espacio de refugio seguro
frente a los dems. Y pertenece tambin una cultura del eros
que me permita disfrutar y experimentar el disfrute como una
manera de hacerme trasparente a Dios. La enfermedad puede ser el medio de que se sirve Dios para abrirme ms a l
limitando la vitalidad hacia fuera y abriendo caminos hacia las
riquezas de dentro. Puede hacerlo tambin dando valor para
aumentar la vitalidad dentro del recto comportamiento frente
a las agresiones, placeres y deseos.
Ha habido santos que entendieron la enfermedad como
una llamada de Dios a intensificar la vida en una doble direccin interior y exterior. El resultado fue por una parte una
vida mstica hacia dentro y una extraordinaria y ms intensa
vitalidad hacia fuera con extraordinarios logros. Tres ejemplos pueden demostrarlo: Hildegarda de Bingen pas en
su vida repetidas veces por fases de malsima salud a pesar
de haber escrito libros muy apreciados sobre los medios para
lograr una vida sana y de haber conocido por experiencia
propia la interaccin entre el cuerpo y el alma. En su enfermedad se, convirti en profetisa de Alemania con una extraordinaria fuerza de irradiacin. Sus predicaciones conmovan ciudades enteras que hacan penitencia. La mala salud
en nada limit ni disminuy sus posibilidades antes al contra-
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No es bueno retirarse a dormir inmediatamente despus de las comidas y antes de que las
calidades del sabor, jugos y olores hayan llegado a su lugar correspondiente. Es mucho
mejor tardar un buen rato en acostarse despus de las comidas para evitar que el estado
de sueo dirija el sabor, jugos y olor de los
alimentos a rganos indebidos y se dispersen
aqu y all, a manera de polvo, en el sistema
de vasos circulatorios".
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No seguimos a Hildegarda en sus principios tericos sobre la funcionalidad del cuerpo humano. Pero s podemos
aprender de ella a relacionar la vida espiritual con un rgimen
sano de vida, a considerar en serio las interdependencias entre alma y cuerpo, y a seguir como norma el principio de la
escolstica: la gracia edifica sobre la naturaleza y la supone
tgratia supponit naturam).
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Aire y luz
El primer principio se refiere al uso debido de la luz y el
aire, es decir, al medio ambiente. Tiene mucha importancia el
medio en que se vive. Los antiguos tenan instinto a la hora de
elegir el emplazamiento de sus viviendas. Dependemos mucho del clima, paisaje y situacin de nuestra vivienda para
nuestra salud corporal y bienestar espiritual. Por eso da Benito tanta importancia a la estructura arquitectnica de los
monasterios. A los hermanos de un lejano monasterio les enviaba los planos descriptivos de un edificio ideal. Una construccin que proteja la salud, adecuada relacin entre edificio y paisaje, atencin a los ngulos de incidencias de la luz ...
no son detalles de pura cosmtica sino algo muy importante
para la salud. Naturalmente, se trata siempre de normas de
valor relativo. Porque hay hombres que viven en el desierto o
se enclaustran sin dar importancia a los condicionamientos
de lugar y clima. Puede haber una llamada a renunciar a toda
comodidad humana para vivir slo de Dios. Pero los que no
hemos sentido esa llamada tenemos que fijamos en el orden
de la creacin y organizar segn l nuestra vida para consumirla en estado de buena salud.
Nuestro espacio vital de cada da puede favorecer o perjudicar a la salud. Hay que tener en cuenta lo primero y evitar
que la construccin se planifique o se site en un lugar inadecuado o con materiales nocivos o bajo el influjo negativo de
corrientes de agua o radiaciones. Pero tambin debe cuidarse y organizar la habitacin en que se vive. Puede haber pedantes pruritos de novedad o modernidad, y puede haber
desorden, exponente de falta de cultura. Todo eso es perju-
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dicial para la vida del espritu. Sin embargo hay que reconocer que no se tratara de una espiritualidad de calidad si se la
hiciera depender en exceso del orden de las cosas en el despacho. El orden en el aposento o en el despacho puede estimular el orden del alma. Cuadros relajantes y una disposicin
de las cosas con buen gusto favorecen los sentimientos del
alma
Es verdad que no podemos depender de lo exterior pero
tampoco podemos olvidar que somos seres corpreos que
viven en parte por los ojos y deben ser tratados con consideracin. Los antropsofos conceden suma importancia, a veces hasta exagerada a la cultura del saber instalarse y del
saber vivir. Construyen sus edificios con determinados materiales y los decoran con determinados colores. Son un ejemplo en lo que se refiere a la importancia debida al espacio en
que vivimos y nos movemos. Lo exterior influye en el interior
para bien o para mal. Por eso y desde el punto de vista de la
comprensin cristiana, es importante la valoracin de estos
elementos en lo que se merecen. Influye mucho el espacio en
que se vive y el entorno acstico porque la msica prolonga
su efectividad ms all del mundo de los sentidos. Estamos
constantemente bajo el influjo de los ruidos. Si expongo mis
odos a un constante ruido carraspeante terminar por caer
enfermo. Hay una clase de msica que machaca algo dentro
de m hasta triturarlo. Lo mismo se puede decir de la TV. Es
imposible estar largas horas ante la pantalla y permanecer
aspticos. Quiz debamos preguntamos si son las imgenes
de la TV o las de la Biblia las que nos acompaan durante el
da y cules son las que pueden curamos.
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Comida Ybebida
En la actualidad est ampliamente difundido una especie
de instinto por procurarse una dieta sana. Es evidente que
podemos comer hasta reventar perjudicando la salud o ahorrar muchas medicinas con una dieta sana. Muchas enfermedades estn en funcin de esta alternativa. La moderacin en
la comida y el ayuno son prcticas ascticas aconsejadas siempre. Benito escribi en su Regla un captulo sobre la moderacin en la comida y bebida. Habla evidentemente desde la
profunda conviccin de que el comportamiento ante la comida y bebida tiene su importancia para la vida del espritu. La
vida espiritual no se reduce a conceptos cerebrales desencarnados, incluye por el contrario, la materialidad del cuerpo
y ste necesita alirlentos sanos y suministrados con moderacin. Sin embargo, la lucha por la moderacin en la comida
resultara infructuosa si no va acompaada de motivaciones
espirituales. Si todo se reduce a darle vueltas para ver cmo
se pueden perder unos kilos y pasar el invierno sin gripe, la
dieta alimenticia as buscada puede degenerar en obsesin y
convertirse en una pesadilla llena de crispaciones y vaca de
resultados. No se puede nunca perder de vista la unidad de
alma y cuerpo. El cuerpo es en s mismo suficientemente importante como para que se respeten sus leyes y se le de un
tratamiento digno en el suministro de bebida y alimento. No
que se le deba tratar con remilgos ni que se le d culto pero s
que se le ayude a hacerse trasparente al Espritu de Dios.
La manera de comer tiene repercusin sobre la salud y
afecta a la vida espiritual. Para los antiguos era la moderacin
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en la comida un ejercicio asctico dentro del marco ms general de la lucha por la limpieza de corazn. La inmoderacin
en la comida y bebida activa la sexualidad, por eso se aconseja el ayuno como medio de control de los impulsos sexuales. En las manifestaciones extremas de la inmoderacin se
ve claro hasta qu punto la comida y bebida arruinan simultneamente alma y cuerpo. El comportamiento moderado en la
comida y bebida anda en la actualidad alterado en muchas
personas. Unos tienen obsesin por comer, otros por adelgazar. Ambas conductas afectan a cuerpo y alma. La obsesin por la comida que degenera en dependencia de ella es
una manera de evasin frente a los problemas. Uno busca en
la comida una anestesia contra el enfado, decepcin, soledad. Pero esta obsesin por la comida es de hecho una permanente fuga de la realidad y un permanente engao de s
mismo. La psicoterapia intenta curar esta dependencia de la
comida pero los buenos resultados se producen casi exclusivamente dentro del marco de una radical reorganizacin espiritual y mental. Cualquiera que padezca una dependencia
necesita ponerse delante de su vida y de sus deseos dar paso
a las tendencias reprimidas. Y como la dependencia es siempre fuga de Dios que me ha puesto en la realidad de este
mundo, todo combate contra la dependencia incluye al mismo tiempo una reorganizacin de la vida espiritual. Necesito
reconciliarme con Dios que me pide vivir en un mundo en el
que no todos los deseos pueden ser satisfechos. Muchas de
las dependencias son en realidad sucedneo s de la madre,
que me estn empujando a buscar el bienestar dentro de m y
en Dios, a sentirme dentro de m como en mi casa porque
Dios, el misterio, habita tambin all.
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igualmente cierto que ayuda a ver en los alimentos algo sagrado por el hecho de que nos permiten disfrutar de los dones de Dios. Ya las mismas formas de urbanidad y comportamiento correcto son positivas y saludables. Si se empieza a
comer con avidez tan pronto como aparece algo sobre la
mesa, la atencin se centra en lo material y se desvirta el
aspecto de la comida como convivencia para limitarse a un
engorde silencioso. Si los autores ascticos de la Edad Media dedicaron tratados a cosas aparentemente tan banales
como las normas de urbanidad y del buen estar a-la mesa,
quiere decir que lo hacan desde la profunda conviccin de
que el comportamiento exterior influye en el cuerpo y en el
alma.
Ejercicio y descanso
En el tercer rea de una vida sana se incluye la acertada
combinacin del ejercicio y el descanso, el trabajo y el ocio.
Herodiks de Se1ymbria escribi una distribucin del da bien
detallada en la que se suceden alternativamente el trabajo y el
ocio, el deporte y el descanso. Objetivo? La salud. De l
tom Benito, para incluirlo en su Regla, el principio diettico
de una razonable alternancia entre trabajo y ocio e hizo de l
el principio fundamental de su espiritualidad: ora et labora,
reza y trabaja. Este combinado de trabajo y oracin -accin
y contemplacin- ha quedado como caracterstica y distintivo de la vida benedictina. Benito piensa que los principios
dietticos son vlidos y eficaces tambin para la vida espiritual, sin perder nunca de vista la dimensin teraputica de la
fe. La espiritualidad no se limita nunca al rea de lo racional y
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Un estilo de vida sano permite que la vida espiritual se desarrolle con virtualidad curativa sobre el cuerpo y sobre el alma.
por el contrario, una vida espiritual voluntarista pone en tensin nuestras fuerzas y con mucha facilidad nos pone enfermos por la simple razn de que casi siempre quedamos por
debajo de nuestros propsitos por ser incapaces de soportar
ms tiempo la disgregacin interior.
Sueo y vigilia
La cuarta regla de la diettica modera el tiempo dedicado al sueo y a la vigilia. Todo ser humano necesita disponer de un tiempo razonable para el sueo. Ese tiempo lo garantiza a sus monjes la Regla de Benito. El sueo y la vigilia
fueron en el monacato un importante tema espiritual. El que
duerme con exceso andar siempre medio amodorrado y es
eso lo que l busca muchas veces. Incapaz de enfrentarse
con la realidad huye de ella buscando refugio en el sueo. El
que por el contrario duerme demasiado poco suele proceder
en todo sin moderacin. Tiene un elevado autoconcepto y exagera su importancia sin permitir que nadie le saque de ese
error. Ciertamente, la norma de un tiempo razonable para el
sueo vara de unas personas a otras. Cada uno debe analizarse para ver si exagera la necesidad de sueo o si por dormir poco se siente agotado. Aumenta constantemente el nmero de personas que padecen trastornos en el sueo y todos saben que la causa reside en problemas psquicos en
parte no resueltos y en parte reprimidos. Los trastornos en el
sueo son una verdadera seal de alarma que nos previene
de la necesidad de prestamos ms atencin y llegar hasta el
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todo lo que ha sucedido durante el da y deducir en qu medida o aspectos debemos aplicrnoslo. En los sueos reconocemos tambin nuestra real situacin. El inconsciente nos
comunica por medio de imgenes la verdad de la situacin en
que nos hallamos en el momento actual, en qu tenemos razn o en qu estamos equivocados, cul es tambin nuestra
situacin ante Dios, si estamos abiertos o cerrados a l y qu
nuevas medidas deberan adoptarse. La escucha atenta a la
voz de Dios, que nos habla en sueos para orientamos por el
camino espiritual, nos previene contra el gran riesgo de pasar
al margen de nuestra propia realidad y de Dios mismo sin
percatamos quiz de ello.
En el sueo quedamos sumergidos en la autntica realidad, asegura el pensador judo Weinreb". All quedamos
unidos a la vida divina.habla Dios al corazn y nosotros nos
movemos dentro del mbito de su intimidad. sta es la razn
por la que los monjes dan tanta importancia al silencio nocturno. El silencio de la noche trasmite al dormir y al soar un
espacio curativo y sagrado que la antigedad haba creado
en el sueo del templo. La paz de la noche es beneficiosa
para todos. En el silencio de la noche desciende la palabra
divina y penetra en los odos de nuestro interior. La liturgia de
Navidad celebra este silencio y lo considera como el lugar en
que baj Cristo de los cielos para hacerse hombre. Weinreb
cree que la actividad y todo lo que sucede durante el da no
es ms que el desarrollo y concrecin de las percepciones
trasmitidas por Dios durante el silencio nocturno. A lo largo
del da vivimos muy poco de motivaciones racionales y de
1982.
auf
dern
geistlichen
Weg.
12
55
AnselmGrn
La Salud como tarea espiritual
decisiones conscientes de la voluntad. Casi todo es un formulario o ritual en que se expresa la realidad vista y oda en el
sueo. Por eso se debe un respetuoso silencio a la noche
para permitir que Dios nos hable en ella al corazn. Las noches alborotadas cortan las races divinas del alma y no dejan
percibir la voz de Dios que habla en el silencio.
Secreciones y eliminaciones
La quinta regla de la diettica trata de las secreciones y
eliminaciones, tema aparentemente de menor importancia. Sin
embargo, ya Groddeck, el fundador de la psicosomtica, trata
detalladamente el problema de la obstruccin, relacionada
siempre con la estructura psquica del ser humano. El que
padece estreimiento est reteniendo algo que debe ser eliminado. Groddeck lamenta que mucha gente tenga tiempo
para comer y no lo tenga para vaciar. Muchos viven como si
la madre naturaleza les hubiera dotado de un tubo de hojalata
en vez de intestinos 13 La preocupacin por una vida sana
incluye tambin la atencin a las funciones orgnicas de evacuacin. Hildegarda de Bingen no tiene reparo en hablar de
estas funciones del organismo porque tambin ellas son un
instrumento de ninguna manera despreciable de la existencia racional, porque contribuyen a una vida feliz. y
compara el proceso digestivo con un lagar: las sobras se elirnman.
Lo que resulta extrao e intil se tira: como
el sudor y las lgrimas, la saliva y el semen,
las heces y la orina. Sucede como con los ra1)
56
57
AnselmGrn
El potencial de ansiedad en una relacin ertica puede ser gratificacin momentnea pero
nunca satisfaccin permanente, porque el
ansia de Dios supera y excede cualquier satisfaccin posible del amor humano. El amor
intersexual no existe nunca como sucedneo
de la unin con Dios ni puede saciar el ansia
de la unin con Dios inasequible ahora; tiene
la funcin de mantener viva la esperanza y
vigilancia en el camino hacia el infinito",
No se trata en el matrimonio, por lo tanto, de una experiencia frvola de la sexualidad hasta agotar todas sus posibilidades, sino del placer de una unin que trasforma la sexualidad en ansiedad espiritual. En ese intento hay que dar va
libre a la sexualidad y en matrimonios de intensa vida religiosa debe ser incluso provocada. La energa sexual es siempre
una energa vital. Si se la congela queda el hombre reducido a
la mitad. Un cristiano no tiene motivo alguno para tener miedo a la sexualidad. Debe por el contrario elevar el placer y
trasformarIo en vida, en vitalidad en el cuerpo y en satisfaccin provisional e imperfecta del ansia de identificacin con
Dios.
El clibe tiene otra manera de vivir la sexualidad. El celibato es integracin de la sexualidad en el camino espiritual.
Pero no se trata en modo alguno de una separacin o represin sino de una trasformacin de la sexualidad en eros. El
eras es fertilizante de la vida espiritual. Cuando la corriente
14 H. Jellouschek:
Manner und Frauenauf dem Weg zu neuen
Beziehungsformen (Texto manuscrito).
58
AnselrnGrn
de las personas casadas pasa por la trasformacin de la sexualidad en direccin a Dios. Para los clibes pasa por la aceptacin de las profundas heridas abiertas por el ansia de identificacin con el otro, contenida en la sexualidad. Si el clibe
deja a Dios tocarle la herida y le presenta su corazn roto,
quedar trasformada la sexualidad en corriente ertica
fecundante de su vida con una fertilidad difundida y perceptible en tomo a l.
Pasiones, sentimientos y emociones
La ltima regla de la diettica se refiere a los affectus
animi, a las pasiones, emociones y sentimientos del alma. El
61
AnselmGrn
bida".
Lo que aqu se pretende no es sustituir los sentimientos
negativos por otros positivos. Eso podra ser un lavado de
higiene y nada ms. Se trata, lo primero, de dar entrada franca y dejar curso libre al desarrollo de los sentimientos. Limitarse a reprimir los sentimientos negativos, como el odio y la
rabia, equivale a dejarlos agazapados dentro del cuerpo.
Mucho mejor es mirarlos de frente con audacia y vivirlos,
siempre eso s, en contemplacin interior y con respeto a los
otros. El que da paso a su indignacin y la mira fijamente de
frente para contemplarse en ella no ser causa de alborotos.
La exteriorizar de manera comprensible a los dems. Despus de haber vivido los sentimientos de rabia avanzar por
medio de ella hacia otros sentimientos que sin ella nunca hubiera descubierto, como la necesidad de intimidad y de cario. El que no hace ms que alborotar se limitar a repetir
constantemente el mismo modelo de conducta sin progreso
alguno interior. Puede vivir sus agresiones pero atento a s
mismo y a los dems.
En la actualidad hay mucha gente enferma por no vivir de
esta manera ni permitir a las agresiones manifestarse entre
padres respecto a sus hijos y a la inversa, por miedo al aislamiento. La nueva generacin de padres tiene menos que ver
15 C. Simonton:
Wieder gesund werder. Eine Anleitung zur
Aktivierung der Selbstheilungskrafte fiir Krebspatienten und ihre
Angehrige, Hamburg, 1982.
62
'"'"'1
AnselmGrn
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de salvacin lo mismo si est sano que enfermo. Y ser salvacin de otros como lo fue Pablo de manera insuperable.
Pablo acept el aguijn en su carne no con amargura sino
con amor, con dinamismo, autenticidad y credibilidad. No le
bloque la enfermedad. Lo que hizo fue abrirle ms a los
hombres y a Dios. En la enfermedad experimentaba una paz
profunda con Dios y en ella comprendi tambin el misterio
de su vida: El tesoro de Dios lo llevamos en vasijas de barro
para que se vea que esa fuerza tan extraordinaria es de Dios
y no viene de los hombres (2 Cor 4,7). Al que entiende su
vida como un don de Dios para servicio de los hombres le da
igual prestar ese servicio con salud o enfermo. Lo nico que
cuenta es la gloria de Dios en todo.
65
La tarea permanente de la vida espiritual consiste en quitar los defectos y dominar las pasiones e impulsos instintivos.
Pero consiste tambin en llevar una vida natural y espiritualmente higinica. Si entendemos la salud como ocupacin espiritual tenemos que asumir las consecuencias que de este
hecho se derivan para nuestra espiritualidad. En las lneas que
siguen desearamos fijamos slo en algunos aspectos que nos
parecen particularmente importantes.
La vida espiritual no debe levantarse a expensas de nuestro cuerpo ni sobre sus escombros. El cuerpo es un compaero importante en nuestro camino espiritual. Tiene la funcin
de ayudar a conocemos mejor con slo prestar atencin a
las indicaciones que nos hace. Pero los exmenes de conciencia no deben limitarse a una exploracin del mbito de la
inteligencia y de la voluntad. Deberan incluir tambin el rea
de lo corporal. Porque si en el examen de conciencia nos
limitamos a escudriar en qu cosas hemos faltado, estamos
reduciendo las posibilidades de autoconocimiento al mbito
exclusivo de la moral, pero nunca llegaremos a los
67
AnselmGrn
condicionamientos inconscientes que con frecuencia nos bloquean y obstaculizan la ejecucin de nuestros deseos. Nunca
nos topamos tampoco con las necesidades y deseos ms profundos. En consecuencia no llegaremos a saber dnde estamos exactamente, cul es nuestra situacin real y en qu consiste en concreto nuestra falta o nuestra responsabilidad.
Muchas veces no consiste la falta en una conducta equivocada sino en un posicionamiento radical que esquiva por principio lo molesto y por lo tanto no vive, de hecho, la realidad.
Reducir el examen de conciencia a un meticuloso rendimiento de cuentas sobre las acciones buenas y malas lleva a un
moralismo y crea conciencias escrupulosas. El examen de
conciencia tendra mucho ms sentido si, en lugar de hacer un
recorrido por todo el da para detectar las faltas cometidas,
sepusiera el sujeto en la presencia de Dios, intentara percibir
su cuerpo y se preguntara:
-Quin soy yo realmente ante mi Dios?
-Cmo estoy ante l?
Todo autntico examen de conciencia es un encuentro con
Dios. En ese encuentro descubro en qu he fallado. Por el
mero hecho de concentrarme y escuchar la voz de mis sentimientos y de mi cuerpo llego a detectar con precisin qu
obstculo exacto me bloquea y qu culpa concreta me atenaza.
En este encuentro siento cmo Dios me perdona y me acepta
sin reservas. ste sera un provechoso examen de conciencia
que nos pondra otra vez plenamente en forma. Entra de lleno
en la mentalidad de san Benito.
68
El examen de conciencia, falsamente atribuido a san Ignacio, que analiza una por una todas las acciones y omisiones,
tiende a convertirse en esquematismo, en anotacin mecnica en el diario yeso nada tiene que ver con el espritu de
JesSy adems vuelve loco al hombre moderno. Escuchar la
voz del cuerpo quiere decir tomar en serio los elementos
cognitivos de la psicosomtica y preguntar a cada sntoma
qu nos tiene que decir. Las preguntas deben referirse siempre a m y nunca a los dems. Si, por ejemplo, padezco dolores de cabeza necesito preguntarme qu tipo de emociones
no he tolerado, en qu he sido excesivamente exigente conmigo, qu cargas de problemas y responsabilidades he puesto sobre mis hombros. Los dolores de espalda pueden ser
seal de emociones no vividas. Pero si pretendo convencer a
todos los que padecen dolores de espalda de que sus dolores se deben a sentimientos reprimidos, cometera una falta
de delicadeza y una grave injusticia. La informacin de las
reacciones de mi cuerpo son una pregunta exclusivamente
ma y para m, Tengo que intentar percibir en la voz de mi
cuerpo la voz de Dios que me habla de mi verdadero estado
y me seala los pasos que debo dar en el camino espiritual.
Puedo sentirme agradecido cuando mi cuerpo se convierte
en tambor de resonancia de la voz de Dios que me previene
contra caminos equivocados. El que no logra or la voz de
Dios en las expresiones de su cuerpo corre un grave peligro
de pasar al borde de su propia realidad sin vivirla y extraviarse sin remedio.
Despus de un acontecimiento importante reaccionamos
reflexivamente con pensamientos en los que comentamos lo
sucedido y valoramos nuestras vivencias del evento. Tam-
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AnselmGrn
La falta de moderacin
73
......
AnselmGriin
do los aspectos negativos y negando las debilidades. Muchas veces se recurre a psicofrmacos para rechazar y devolver a su origen lo inaceptable. Pero esta solucin slo aparente se paga con el derrumbamiento de la persona, seal de
que el hombre no puede excederse impunemente en sus posibilidades.
A esta falta de mesura opone Benito la moderacin, el
don de discernimiento, la sabidura de la norma justa que l
denomina madre de todas las virtudes. El abad debe disponerlo todo con moderacin, segn la exacta medida, sin
exigir de nadie ms de lo que razonablemente puede. Debe
conocer a cada uno y acomodarse a l para ver hasta dnde
llegan sus posibilidades en el trabajo y en las prcticas ascticas. El abad no puede hacerse ilusiones pensando que en su
monasterio todos son sper monjes; debe tener muy en cuenta
que ha asumido la direccin y vigilancia de hombres llenos de
flaquezas. Debe preocuparse de todos con amor, sin olvidar
nunca que se ha hecho responsable de ellos.
Debe discernir si el trabajo que encomienda tiene carcter divino o solamente humano y guardar en todo lajusta medida. (RB, 64, 127).
Disponga todas las cosas con moderacin de tal
manera que los fuertes encuentren lo que buscan y los dbiles no huyan.
Piense siempre en Santiago que no impuso cargas agobiantes a su rebao y adapte sus exigencias en la oracin, trabajo y penitencias de manera que estimule a sus monjes y los tenga siempre ocupados pero sin desalentarlos ni afligirlos.
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La moderacin o medida exacta de san Benito no es mediocridad o trmino medio sino el justo equilibrio, hoy tan
necesario, capaz de curar las enfermedades psicosomticas;
desterrarlas o prevenirlas. La moderacin se aplica ante todo
al trabajo, a la comida, a la bebida y al sueo. Pero tambin
se aplica a la vida espiritual. Benito sabe que tambin en ella
pueden resultar perjudiciales los abusos, pues proceden del
demonio. La inmoderacin afecta principalmente a nuestro
ideal de perfeccin. Pensamos que Jess nos exige perfeccin, ante todo perfeccin moral. Es un error. A. Louf 1611a_
ma al ideal de perfeccin ideal pagano porque es un deseo
de ser impecables, de pretender ser como Dios sin faltas ni
flaquezas, es negarse a aceptar las flaquezas y limitaciones
inherentes anuestra naturaleza humana. No debemos pretender ser perfectos sino completos.
Debemos dejar que viva todo en nosotros y relacionarlo
con Dios. Debemos ser misericordiosos como nuestro Padre celestial es misericordioso (Le 6, 36).
Inestabilidad, depresin y murmuracin
Existe otro factor de riesgo relacionado con la inmoderacin. Es la indisciplina e inestabilidad. Benito describe l mismo en su Regla a monjes que llevan una vida de vagabundos
sin disciplina ni estabilidad.
Son los que nunca se han sometido a una regla ...
Temperamentos blandos como la cera. Viven
16 A. Louf:
Demutund Gehorsam beider
Monchsleben. Mnsterschwarzach, 1976, p. 18.
Einfhrung
ins
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.-"'"
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AnselrnGrn
to quiere hacer desaparecer todas las condiciones ambientales que favorecen la tristeza y crear en su lugar una atmsfera
en la que todos puedan vivir y trabajar contentos. Si a pesar
de todo hay algunos que murmuran y protestan, lo que estn
demostrando con ello es una actitud negativa duramente condenada por Benito. Os amonesto encarecidamente que no
murmuris (RB 40,9). Con la murmuracin y protesta se
sumerge uno en una atmsfera negativa en la que le resulta
imposible reconciliarse con la realidad y aceptarla en paz. Se
vive en permanente dependencia de ilusiones infantiles y todo
lo que no coincide con esas quimeras es considerado como
adverso y rechazable. La murmuracin y descontento corroen el alma, la vacan de alegra. El sujeto se paraliza a s
mismo y se siente excluido de la vida que Dios nos da para
vivirla. La murmuracin pone enfermo. N o se ha encontrado
antdoto eficaz contra el veneno de la murmuracin, tristeza y
descontento. Benito aconseja al administrador no permitir que
nadie se vaya descontento y triste. Si no tiene otra cosa que
dar, d al menos una cariosa palabra porque una buena palabra vale ms que todo (RB 31,14). Por lo tanto, el administrador es el responsable de la creacin de una atmsfera
en la que todos puedan vivir con satisfaccin y alegra. Pero
los monjes deben colaborar en este intento con su actitud
interior de aceptacin agradecida de su estado de vida. Benito se da cuenta de que la vida de un monje no puede realizarse fuera de la alegra del Espritu Santo (RB 49,6). Irradiar paz y alegra contagiosas son un importante criterio para
nuestra espiritualidad porque ellas pueden trasformar desde
dentro la atmsfera interior y exterior colectiva sin necesidad
de recurso a motivaciones de ndole moral.
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tra plaza del mercado. All se oyen los gritos de los negociantes, el ruido de nuestros pensamientos atentos nicamente al
alza de nuestro mercado particular y a tener xitos en el mercado pblico. El smbolo del mercado pone en tensin nuestro cuerpo. Tenemos que contraer los msculos para evitar
que las palomas y novillos (los pensamientos que revolotean,
los impulsos instintivos) se instalen all y lo trastomen todo. El
smbolo del templo, por el contrario, nos permite amplios
espacios interiores, podemos respirar, gozar con la belleza y
grandeza que hay dentro de nosotros. Todo se amplifica, ilumina y embellece. Un smbolo como ste puede tener efectos
teraputicos. Muchas escuelas de psicologa trabajan con smbolos corpreos como stos. Lo que sucede es que muchas
veces esos smbolos son de creacin propia mientras que los
smbolos bblicos no lo son. En ellos esboza Dios nuestra
imagen, la imagen en que se plasma nuestro ser, la imagen
ideal capaz de purificamos de otras imgenes falsas superpuestas por otros o imgenes con las que el Super-yo ha
descentrado y desfigurado nuestra esencia. Los smbolos bblicos nos ponen frente a nuestra verdadera imagen. Si meditamos sobre ellos llegamos a comprender lo que somos. Todos los adhesivos extraos y nocivos se desprendern y quedaremos curados.
Quedaran an muchos elementos teraputicos de la espiritualidad benedictina. Hildegarda de Bingen demostr la necesidad de utilizar la virtud curativa de las hierbas del campo.
Ella misma practic cierto arte medicinal al que acude otra
vez hoy la paramedicina o medicina blanda. En los jardines y
farmacias de los conventos se practic algo de esta medicina
alternativa. Valdra bien la pena redescubrir los mtodos cu-
82
No vamos a enumerar ms que algunos elementos teraputicos de la vida espiritual, que ya han sido desarrollados
con ms amplitud en otro lugar. En primer trmino hay que
citar la liturgia con sus ritos curativos a travs de los cuales
se sumerge el hombre en su verdad y se sacude de este modo
todo lo insano que se le ha ido adhiriendo en las actividades
de cada da. El ao litrgico con sus fiestas es un psicodrama
en el que el hombre se hace actor de su propia salvacin 19. A
lo largo de un ao litrgico van siendo progresivamente interpelados los principales aspectos del alma. Lo enfermo y lo
sano, lo marginado y reprimido puede ser meditado y presentado a Dios para que lo sane con su palabra. Pero tambin se ponen ante nuestros ojos las grandes posibilidades de
una encarnacin bien lograda en la conmemoracin de cada
19 Cfr. A. Grn y M. Reepen:
Heilendes Kirchenjahr.
Kirchenjahr als Psychodrama. Mnsterschwarzach, 1986.
Das
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CRITERIOS
SANA
Existen en la actualidad innumerables formas de espiritualidad tanto dentro de la Iglesia como fuera de ella. Muchas
veces no basta fijarse en la materialidad de las palabras para
saber o deducir si una determinada forma de religiosidad es
garanta de salud o no. Antes de emitir un juicio de valor
sobre la calidad de una espiritualidad hay que esperar a ver
qu efectos produce en la psique de los individuos que la
practican, en sus comportamientos mutuos, en su trabajo y
en sus compromisos con el mundo. Partiendo de la tradicin
monstica desearamos exponer algunos criterios que nos
permitan diagnosticar cuando nos encontramos ante una autntica religiosidad. Es precisamente en la pluralidad de ofertas espirituales donde estos criterios pueden servir mejor de
indicadores que nos mantienen a prudente distancia de una
espiritualidad inautntica y nos acercan o inician en la verdadera. Para que una espiritualidad pueda ayudar al individuo a
mantenerse sano y dinmico debera estar marcada por las
siguientes caractersticas:
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La espiritualidad moralizadora tiene como principal objetivo evitar las faltas y pecados. Parte del ideal de perfeccin
moral y est constantemente creando escrpulos de conciencia. El ms grave error en los dos ltimos siglos ha sido la
equiparacin de fe y moral. En el primer milenio de existencia
de la Iglesia no sucedi as. El objetivo de entonces era la
experiencia espiritual y la unin con Dios. Pero cuando hacia
el ao 1700 se impuso en Francia la tendencia moralizadora
de Jansenio sobre la corriente mstica, se centr la atencin
espiritual en los pecados para evitarlos, especialmente los pecados sexuales. En todo se vea culpabilidad sexual, y se consumieron todas las energas en un angustioso esfuerzo por
evitar las faltas morales. Eljansenismo sec la vida espiritual
en Francia. Todo se contemplaba con estrechez de miras y
angustias de conciencia, y an hoy estamos sufriendo las tristes, funestas, consecuencias deljansenismo. Las miopes y
angustiosas perspectivas de muchos autores ascticos en los
ltimos doscientos aos tienen su origen y explicacin en los
principios deljansenismo. La moral sexual, atribuida a la Iglesia,
no procede de la tradicin del primer milenio cristiano sino
del jansenismo. El monacato primitivo habla positiva y
valorativamente de la sexualidad y, lo que es ms importante,
la sexualidad no constituye el ncleo de la lucha asctica. La
ira y el orgullo ocupan el lugar central, merecen ms atencin
y son tratados por los autores con mayor detalle.
La espiritualidad mistaggica tiene por objeto las experiencias de la vida espiritual, don incomparable de Dios. Cuanta
ms importancia se d a la moralizacin tanto menor espacio
queda para la vitalidad. Si los sacerdotes clibes, incluidos
papas y obispos, consideran como principal ocupacin suya
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gaciones y se dedica a cumplir preferentemente las obligaciones cuyo incumplimiento podra acarrearle mayores sufrimientos. Se aferra al deber para huir de la angustia. Salta por
encima de los valores del espritu y en el cumplimiento del
deber busca exclusivamente su satisfaccin personal. El motivo del deber es en l ms fuerte que el motivo del bien. En
su bsqueda de seguridad pone toda la confianza y fe en el
cumplimiento del deber como refugio del narcisismo y del
amorfo amor propio.
El neurtico padece sentimientos de culpabilidad con independencia de haber cometido o no esas faltas, y se angustia por pequeas faltas sin importancia mientras muchas veces es excesivamente indulgente con faltas verdaderamente
graves. Cae con facilidad en estado de tristeza. Se siente con
frecuencia indigno e incapaz de nada, incapaz de pensar que
en cada uno de nosotros se esconde una buena dosis de bondad y que adems la gracia sola nos basta. Por todas estas
razones anda siempre expuesto a graves tentaciones que l
tiende a confundir fcilmente con pecados. A veces practica
la penitencia pero ms por las faltas de las que huye que por
el bien que podra hacer: el mal le persigue y el bien apenas
ejerce atractivo sobre l. Por eso muchas veces se considera
y adopta posturas como de vctima sacrificada.
El neurtico no sabe qu es la paciencia, nobleza de alma;
no entiende por qu se debe esperar, por qu hay que aceptar las leyes del crecimiento lento o confiarse a la providencia, se pone frecuentemente intratable y este mal humor est
adulando en el fondo su amor propio: [Qu bueno soya
pesar de todo, puesto que el sentirme no-bueno me produce
tanta afliccin! No entiende nada de generosidad, ni de audacia, ni de entrega sacrificada con olvido de s.
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no puede hacemos andar siempre con escrpulos de conciencia. Contra lo que algunos sacerdotes piensan, una conciencia escrupulosa no es signo de devocin espiritual en un
individuo piadoso; es ms bien seal de que ese individuo
anda demasiado ocupado con la perfeccin en lugar de mirar
a Dios que le acepta y celebrar esa aceptacin con alegra.
La espiritualidad unitiva tiende siempre a crear comunidad. Nunca es cosa privada del individuo, siempre le abre e
impulsa a vivir su espiritualidad en comunidad, en la Iglesia.
La espiritualidad cristiana no puede trasmitir el verdadero espritu de Jess si no es en comunidad. Jess envi a sus discpulos a predicar la misericordia de Dios de dos en dos.juntos. Se puede ser profeta en solitario para disparar la palabra
de Dios a los hombres. Pero el mensajero que desea hacer
creble el mensaje de Jess tiene que actuar en grupo porque
slo en grupo experimentamos mejor nuestra dependencia
de Dios y la necesidad de su misericordia para vivir en comunidad verdaderamente humana. Por eso es imposible hablar
de la misericordia de Dios en trminos abstractos; es necesario experimentarla y vivirla en comunidad. Una espiritualidad
que asla al individuo preocupado nicamente de su santidad
personal est en contradiccin con el espritu de Jess.
Para vivir una espiritualidad unitiva y no divisoria es de
suma importancia preguntarse sobre el sentido de las relaciones interpersonales humanas. Una vida espiritualmente sana
necesita relacionarse. Una vida ocupada exclusivamente en
sus relaciones funcionales hace caer enfermo. En ese caso
podra funcionar la vida espiritual pero no irradiar a los hombres la bondad y amor de Dios. Una vida espiritualmente
sana y vigorosa necesita buenas relaciones humanas, cordia-
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de que su espiritualidad es enfermiza. Se reducir a un permanente girar en tomo a s, Todos los sentimientos y afectos
de devocin que pueda experimentar son puras complacencias de s mismo pero de ningn modo experiencias de Dios,
siempre provocativas y exigentes. El comportamiento ante la
realidad es un criterio determinante a la hora de hacer la valoracin de una espiritualidad determinada, Si tenemos que
andar cambiando constantemente de ocupacin para evadirnos de la cruda realidad, es seal evidente de que la vida
espiritual no funciona. Efectivamente, una vida espiritual en
buen funcionamiento debe capacitar al sujeto para decir s a
las ocupaciones de la vida ordinaria que Dios nos seala.
El control que la espiritualidad ejerce sobre las actividades de la vida ordinaria tiene su especial aplicacin en la forma de trabajar, es decir, en saber si uno se encuentra en su
trabajo dividido y distrado, desorganizado y sin concentracin. Las imperfecciones en el trabajo suelen descubrir las
imperfecciones del alma. Una conducta desorganizada y mecnica en el trabajo significa que todas nuestras energas son
necesarias para atender al alma y no queda ninguna libre para
dedicarla a la actividad exterior. Se trabaja entonces como el
que conduce su vehculo con el freno de mano echado por
miedo a la vida, en definitiva, por miedo a encontramos con
Dios. Si uno se golpea repetidas veces en el dedo o se le cae
el martillo sobre el pie, est demostrando en esa conducta un
increble desorden y divisin interior. Podra significar tambin una autosancin inconsciente. Lo exterior es siempre
reflejo de lo interior. El nivel de conducta es siempre una
importantsima fuente de informacin para conocerse y para
analizar los efectos de la devocin. Cuando las personas pia-
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dosas andan dispersas y faltas de concentracin en el trabajo, es evidente que su devocin carece de suficiente fuerza
configurativa de la personalidad. Es como una detonacin en
el aire, sin eficacia, y sirve slo de pretexto para escabullirse
con buena conciencia de los compromisos y exigencias de la
vida.
Una espiritualidad encarnada hace notar su presencia en
el mundo. Configura el mundo, acta con virtud curativa sobre sus estructuras y polticamente es una bendicin para los
hombres en especial para los pobres y marginados. La opcin por los pobres es un tema central en la teologa de la
liberacin pero es mucho ms un criterio decisorio sobre la
autenticidad del cristianismo. Una espiritualidad que se limitara a consolar con la esperanza de otro mundo seria el opio
del pueblo. En Amrica Latina existen sectas cristianas apoyadas econmicamente por el servicio secreto americano de
la CIA que logran provocar grandes entusiasmos en la gente
con canciones pero se niegan a cambiar las estructuras polticas y sociales con el argumento de que esas son las cruces
de la vida que debemos llevar. Con la perversin de la religin pretende la CIA quebrar el poder de influjo de la Iglesia
catlica comprometida con los pobres. Se instrumentaliza as
la religin para dar estabilidad a las estructuras polticas y
econmicas injustas. Pero el que pretende ser discpulo de
Jess tiene que estar muy en vela contra este tipo de manejos. El verdadero discpulo de Jess se ala con los pobres e
intenta, mediante el compromiso social y poltico, oponerse a
las situaciones injustas. Con ese compromiso no debe naturalmente hacerse demasiadas ilusiones pensando que va a
cambiar el mundo. Pero el mero hecho de creer en un obje-
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La Salud como tarea espiritual
tivo intramundano en esta vida puede ayudarle a trabajar pacficamente por la mejora de la situacin social en el mundo
sin la rabia infecunda de los violentos.
Buscadora a Dios y no de sus consuelos
Hay en la actualidad muchas corrientes de espiritualidad
que aspiran a introducir a sus miembros en la experiencia de
Dios. En esta expresin se incluyen todos nestros anhelos.
Nos metemos en un camino espiritual para tener vivas experiencias espirituales de Dios. Es un deseo legtimo y bueno.
Pero tenemos siempre el peligro de quedamos pegados a las
vivencias y sentimientos que llegan a convertirse en lo ms
importante y as desplazan a Dios de su lugar y obstaculizan
su contemplacin. Hay que tomar muy en serio las advertencias de los msticos cuando previenen y hablan del peligro de
que los pensamientos y sentimientos ocupen el lugar debido a
Dios. Si los pensamientos llegan a convertirse en lo ms importante, nunca llegaremos al encuentro con Dios. Benito exige
de sus monjes una bsqueda sincera de Dios, que todos le
busquen en sus pensamientos, sentimientos, experiencias y
vivencias al Dios que est por encima y es superior a todo
reflejo suyo en las cosas creadas.
La fe necesita experiencias. No basta exigir de los hombres una fe firme; es necesario tambin introducirlos en la
experiencia de Dios y esto supone ser capaces de hablar a
los sentimientos y dejar que stos se expresen en el entusiasmo de las celebraciones litrgicas. Pero no podemos quedamos en eso. Es necesario ascender por encima de los sentimientos hasta llegar a la realidad de Dios. No podemos que-
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por los fenmenos corporales como la enfermedad, los estados de tensin o nerviosismo, los trastornos en el ritmo del
sueo, etc. Cuando se trata de personas piadosas las alteraciones psicosomticas demuestran que las agresiones y la
sexualidad son marginadas o reprimidas siguiendo una falsa
comprensin del mensaje de Jess y un ascetismo equivocado. Cualquier trastorno de esta clase se convierte en reto
para intentar madurar en la libertad de Cristo (Ga15, 1 ). Los
casos frecuentes de enfermedades en sacerdotes y personas
consagradas o en miembros de movimientos religiosos son
prueba de no haber llegado todava al estado de libertad trado por Cristo y, por el contrario, de haber puesto lmites y
perjudicado la salud con una religiosidad mal entendida.
Si en. un caso de enfermedad se siente afectado solo y
unilateralmente el entendimiento, o la voluntad, o la sensibilidad, hay que pensar que se trata de un fenmeno negativo
para el sujeto contemplado en su totalidad. La devocin debe
confrontarse con la razn y ser capaz de resistir sus anlisis,
tiene que incluir tambin la voluntad y los sentimientos con su
necesidad de expresarse en el lenguaje exterior del cuerpo.
Hay que abordar de igual manera todas las energas anmicas
yponerlas en contacto con Dios. El inconsciente debe abrirse a Dios analizando e interpretando el mensaje de los sueos. El hombre no adquiere su estado de salud total mientras
no logre relacionar con Dios todo cuanto es y tiene. Cualquier fisura en el mbito de lo humano es causa de enfermedad. Pero la verdadera causa tiene su origen en la fisura y no
en el incumplimiento de los mandamientos. Culpa significa
escisin, desdoblamiento. El hombre desea a veces ocultar
algo a sus propios ojos y a los de Dios porque no se atreve a
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mirarlo de frente. Con ello se produce la escisin de una parte de la personalidad y el hombre marcha y vive escindido,
roto, ya no est sano ni puede vivir integrado. La escisin le
persigue y le bloquea. Y si se siente culpable le resulta imposible creer que Dios sea capaz de salvar y trasformar tambin
las partes escindidas.
Una espiritualidad global parte del principio de ser al mismo tiempo masculina y femenina. Lo masculino tiene su expresin en la disciplina asctica, en el esfuerzo de la voluntad,
en la planificacin y organizacin de la vIda espiritual y en el
intento de llegar a controlar las faltas. La espiritualidad femenina deja que la vida crezca, no pretende impaciente hacerlo
todo y deja espacio libre a la accin del Espritu de Dios. En
la espiritualidad femenina procede el sujeto con cautela sobre s. En vez de arrancar violentamente todo lo negativo que
brota en nosotros, deja crecer lo bueno y crea las condiciones necesarias para que se desarrolle y se haga ms fuerte
que lo malo. sta es la forma de espiritualidad enseada por
Jess en su parbola cuando prohbe arrancar la cizaa por
miedo de arrancar tambin el trigo. Dejen crecer a ambos
hasta la cosecha (Mt 13,30).
La espiritualidad femenina se expresa bien en los relatos
de curaciones en las que Jess rodea a los enfermos de sentimientos maternales de ternura. Necesitamos este elemento
femenino porque en nuestra vida espiritual combatimos con
frecuencia contra nosotros mismos de manera dura y cruel.
Nos irritamos contra nosotros porque somos incapaces de
perdonamos nuestras faltas y flaquezas. Consideramos la
asctica como algo masculino, como lucha dura contra nuestros vicios. Es un aspecto importante pero a veces lleva al
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rechazo de s, a no ser capaz de aceptarse. Deberamos dejar que se desarrolle en nosotros, al menos en las mismas
proporciones, el aspecto femenino de la espiritualidad. Tambin en la vida espiritual hay que ser compasivos con nosotros y lograr formas gratificantes de oracin y meditacin.
Deberamos tratamos con cario y ternura maternales en la
confianza de que lo bueno que hay en nosotros crecer y se
desarrollar ms vigoroso que lo malo. La vida espiritual necesita ambas cosas: configuracin y crecimiento, arriba y abajo, inhalacin y exhalacin, respeto e intervencin, dureza de
exigencias y ternura maternal.
Humilde y no orgullosa
Para Benito y los monjes antiguos constituye la humildad
un criterio de discernimiento para saber si una determinada
forma de espiritualidad es autntica o no. Un individuo puede
ayunar y rezar todo cuanto quiera si as lo necesita pero ante
los hombres no le vale para nada. Cuando los antiguos monjes se visitaban, cada uno observaba si el otro era humilde y
apacible o si, por el contrario, era susceptible y duro con los
dems. En la humildad vean ellos un test de la autenticidad
de su asctica. Hoy este concepto de humildad nos resulta
dificil y complicado. Pero una parte de la dificultad desaparece si consideramos que humildad significa valor para aceptar la verdad, para aceptamos como somos con nuestros
puntos fuertes y dbiles. La palabra latina es humilitas, y
tiene relacin con la palabra humus, tierra. Quiere decir que
estamos con los dos pies sobre la tierra, en contacto con ella,
con la fecunda madre tierra. Y la palabra humus se relacio-
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AnselmGrn
na, a su vez, con la palabra humor. La humildad no es aceptacin obstinada y terca de la verdad sino aceptacin con
humor. Parte de la autocomprensin y lleva a una paz profunda, a un amor misericordioso, a una alegra serena y al sentido del humor. Torello escribe sobre la humildad:
La humildad cristiana autntica, sencilla y pacfica, capaz de aceptar la propia verdad y los propios lmites, es' la piedra de toque para discernir
la verdadera espiritualidad de la falsa. San Juan
Clmaco dijo: La humildad es lo nico que no
estn dispuestos a imitar los demonios. Los verdaderos santos y hombres interiores sienten vergenza ante los dones de Dios y slo por obediencia aceptan escribirlos. Los santos en apariencia, por el contrario, escriben en tono grandilocuente sus memorias, diarios espirituales,
oraciones y se lo hacen leer a todos.
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AnselmGrn
La espiritualidad autntica es siempre creadora de paz profunda y de alegra serena. El Espritu de Dios puede naturalmente hacer explosin alguna vez dentro de nosotros, pero
eso no es ms que un reclamo. A la larga, el Espritu termina
creando en nosotros una humildad serena. El que necesita
estar voceando constantemente sus experiencias de Dios no
cae en la cuenta del egocentrismo que en esta actitud se exterioriza. Las palabras del apstol: No podemos menos de
contar lo que hemos visto y odo (Hch 4,20), no deben ser
mal interpretadas ni mal utilizadas para hacer que todos se
enteren de nuestras presuntas experiencias espirituales. Debemos hablar de Dios, de todo lo que hemos visto y experimentado como accin suya, pero en ningn caso de nosotros
mismos. La autntica espiritualidad, segn los monjes, se exterioriza en comportamientos humildes de apertura ytranquilidad, de paz y misericordia, que ganan ms hombres para
Dios sin tanto ruido y de manera ms duradera que el clamoroso cacareo de las grandes experiencias msticas.
Los criterios de una espiritualidad sana y verdadera los
enumer ya Pablo en la carta a los Corintios: El fruto del
Espritu es amor, alegra, paz, tolerancia, agrado, generosidad, lealtad, sencillez, dominio de s (Ga15, 22). No hay
ms que aadir. Donde se dan estos frutos all est activo el
Espritu de Dios. Pero donde hay estrechez, angustia, asperezas y condenas no puede estar activo el Espritu de Dios
sino nuestro espritu, el mal espritu que deseara hacerse pasar por espritu de Dios.
Existen en la actualidad lamentablemente corrientes de devocin tan enfermiza que hacen enfermar a sus adeptos con
exigencias inmisericordes, que los atormentan constantemente
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Conclusin
Cualquier espiritualidad que pretenda inspirarse en el esprit;I de Jess tiene que contemplar la curacin espiritual y
material de la persona. Con esto no se alude sin embargo a
ningn concepto o receta mdica para la salud exterior. La
autenticidad de nuestra espiritualidad no se manifiesta ni demuestra en la calidad de la salud corporal. No podemos sometemos al efecto de los resultados espirituales como si toda
enfermedad fuera un argumento de carencia de vida interior.
Sabemos que una vida espiritual vigorosa puede beneficiar a
la salud corporal y anmica y conservamos en buena forma.
Pero Dios puede tambin permitir una enfermedad para obligamos a tomar conciencia de nuestras limitaciones y como
oportunidad de buscarle ms intensamente a l y no slo nuestra salud. La enfermedad es una cualidad de la naturaleza
humana creada. Sera fatal pensar que una vida espiritual sana
podra -debera-libramos de todo riesgo de enfermedad. Eso
sera manifiesta soberbia. La humildad nos lleva a reconocer
nuestra condicin de seres creados con limitaciones humanas
y que esas limitaciones pertenecen a nuestra naturaleza, nos
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AnselmGrn
hacen conscientes de que podemos caer una y otra vez enfermos para encontramos en la enfermedad con las propias
sombras, con lo negativo, con nuestra realidad. Pero comprenderemos tambin que toda enfermedad puede convertirse en el lugar de encuentro con Dios luminoso y profundo.
Si durante el tiempo de la enfermedad sabemos escuchar la
voz de Dios y nos entregamos a l, hemos encontrado la
salvacin en la enfermedad y sta se convierte en fuente de
bendiciones divinas para el enfermo y para los que le rodean.
Es posible estar enfermo y sentir paz interior, alegra serena y
afectos de agradecimiento a Dios que desea tocamos con su
mano amorosa en el lugar de la herida.
La salud personal es tarea espiritual de cada uno. Para
gozar de buena salud no es suficiente someterse a tratamiento con dosis de medicamentos. Es necesario adems vivir
conforme a las exigencias del Espritu. La vida espiritual interpela al hombre en su totalidad sin excluir nada, ni separar
nada, ni pasar por alto nada. Slo as puede salvarse y curarse todo. Pero tambin la enfermedad es en s misma una tarea espiritual, porque es una llamada de Dios a reconocer el
misterio de la vida que no consiste en encontrarse simplemente en forma sino en adquirir tambin conciencia plena
de ser un producto de la creacin de Dios y objeto de su
amor, de que estamos en camino hacia l para encontrarle en
la muerte, sin velos de misterio, y caer definitivamente en sus
brazos misericordiosos. Sanos o enfermos vivimos constantemente en la presencia del Seor. Nuestro valor como personas consiste en que Dios nos contempla y dirige su palabra, ms an, que pronuncia una Palabra para que resuene
en el mundo por nosotros y en nosotros, una Palabra nica
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