Los Petrograbadosdel Nortemexico-Libre
Los Petrograbadosdel Nortemexico-Libre
Los Petrograbadosdel Nortemexico-Libre
LOS PETROGRABADOS
DEL NORTE DE
MEXICO
Grupo Arqueilos
a travs de la revista
Actualidades Arqueolgicas.
Pasado en presente.
actualidades
Arqueolgicas
Pasado e n presente
LOS PETROGRABADOS
DEL NORTE DE
MEXICO
Edicin pdf
INAHSinaloa
ActualidadesArquelogicas
2005
PRESENTACIN:
La realizacin de manifestaciones rupestres: pictogricas, como la pintura mural,
los grabados en piedra o petrograbados, as como los geograbados, que se localizan
en los desiertos, las costas y las serranas de la regin occidental y septentrional
del pas; algunos del periodo arcaico (con ms de 6,000 aos de antigedad),
otros realizados en los periodos formativo al posclsico (300 a. C. al 1100 d. C.),
corresponden a las culturas que habitaron los actuales estados de Jalisco, Nayarit,
Sinaloa, Sonora, Baja California Sur, Baja California, Chihuahua, Zacatecas,
Coahuila y Nuevo Len.
A travs de las diversas representaciones grabadas en las supericies de las rocas, las
culturas nmadas, estacionales y semisedentarias que poblaron el occidente y norte
de Mxico, desarrollaron sistemas ideogricos basados en formas geomtricas,
iguras humanas, de animales y plantas. La cantidad, calidad y diversidad de
petrograbados que se hallan en el norte de Mxico, alrededor del setenta por ciento
del total que existe en todo el pas, constituye uno de los patrimonios ms numerosos
e importantes de arte rupestre en el mundo.
La localizacin, caractersticas fsicas y contextos en los que se encuentran la
mayora de los sitios con petrograbados, impiden precisar su antigedad, establecer
su iliacin cultural, determinar su funcin y ms an, conocer su signiicado.
La investigacin de petrograbados ha sido abordada por diversas disciplinas y
tcnicas, tales como la prehistoria, arqueologa, etnografa, lingstica, ecologa,
historia de arte, entre otras. En la actualidad, su estudio est siendo complementado
con la aplicacin de tcnicas cienticas que intentan establecer con precisin su
antigedad, as como su posible relacin con eventos naturales y astronmicos.
El editor
INDICE
RESUMEN:
En el presente estudio se revisan los antecedentes del estudio de petroglifos en el estado de
Sinaloa; los contextos y caractersticas de los grabados en piedra, en particular, el sitio de
Las labradas. La relacin de las manifestaciones rupestres con las culturas prehispnicas de Sinaloa; las implicaciones de su consideracin como arte y cosmovisin, su sentido
tradicional y simblico.
INTRODUCCIN
La geografa del estado Sinaloa, conformada por abruptas serranas, amplias planicies,
caudolosos ros, valles frtiles y extensas zonas costeras, favoreci el establecimiento
de diversos grupos humanos en la poca prehispnica. Sin embargo, las condiciones
climticas, humedad y temperaturas altas en todo el ao, la falta de algunos recursos
naturales y alimenticios, la inexistencia de yacimientos de piedra en las llanuras y
valles ribereos, entre otros factores, diicultaron que los asentamientos lograran
consolidarse en poblados con cierto grado de urbanidad. Los grupos prehispnicos
que habitaron el actual estado de Sinaloa, no fueron completamente sedentarios, pero
tampoco nmadas, se adaptaron a las condiciones de una regin rica en recursos naturales, pero adversa para la vida humana; lograron desarrollar formas de vida propicias
para su estadia estacional y permanente en la regin durante cientos aos1.
Las grupos prehispnicos de Sinaloa, adems de haber practicado la agrcultura, fueron pescadores y recolectores, a su vez, desarrollaron una arquitectura,
*
Hacemos estas precisiones porque las culturas de Sinaloa han sido tratadas como: incipientes,
seminmadas y semisedentarias, cuando no siempre se encontraron en este estadio cultural. En la
regin de Chametla, al sur del estado, la sedentarizacin comenz alrededor del 300 d. C., mientras
que en el centro y norte del estado, a partir del 750 d. C.
1
una industria cermica, ltica, de concha; tambin un comercio, en el que los grupos
costeros intercambiaban sus productos con los ribereos y viceversa. Pero sobre todo,
lograron un alto grado en sus concepciones religiosas, en la integracin espiritual de
su mundo con la naturaleza; en la forma de comprender la vida y la muerte, as lo
podemos inferir en los sistemas de enterramiento, en el arte funerario que desarrollaron, pero, particularmente, a travs de sus manifestaciones rupestres. Aislados de
los contextos habitacionales, en parajes roscosos, las culturas de Sinaloa, desarrollaron
una de las manifestaciones culturales ms antiguas, conocidas y difundidas en todo
el mundo, los petroglifos2 .
Los petroglifos fueron las manifestaciones rupestres ms difundidas por las
culturas noroccidentales de Mxico. Sin embargo, sabemos muy poco acerca de su
origen, temporalidad y signiicado. El estado de Sinaloa es una de las regiones con
mayor nmero y diversidad de grabados rupestres a pesar de que los yacimientos de
piedra, materia prima para estas manifestaciones, son escasos en la planicie costera,
en el rea de mayor extensin y el principal asiento de las culturas que poblaron
el actual estado en la poca prehispnica. Los sitios de petroglifos se localizan en
aloramientos rocosos dispersos en pequeas y medianas protuberancias, en rocas
aisladas, acantilados y en las mrgenes de los ros; la mayora, en las extensas reas
que anteceden a la sierra; de forma excepcional en la planicie y raramente en la costa.
Los petroglifos poseen una similitud en cuanto a su tcnica de elaboracin y tipos
representativos, lo cual, ha sido la base para establecer que su desarrollo tuvo una
amplia difusin, sin una frontera deinida, pero que se extendi desde el norte de
Nayarit al sur estado de Sonora.
Los arquelogos que han incursionado en el estudio de las culturas prehispnicas de Sinaloa, pocas veces han tomado en cuenta la presencia de petroglifos,
a pesar de que prcticamente se les encuentra en todas partes; pocos investigadores
se han interesado en registrarlos, en relacionar su presencia con los asentamientos
prehispnicos que se han localizado en el estado. En este sentido, es importante sealar que los sitios de petroglifos, por lo regular, no se encuentran asociados con los
materiales arqueolgicos que representan a los asentamientos humanos, esto debido a
que no fueron sitios de habitacin, se hallan en lugares agrestes, de difcil acceso
y alejados de los recursos alimenticios.
Coincidimos con los especialistasque sealan que el trmino correcto que debe emplearse para
estas manifestaciones rupestre es el de petrograbados, pero consideramos que el trmino petroglifos, por tener un uso coloquial en el noroeste de Mxico, es tambin adecuado. En el presente texto
emplearemos ste ltimo para evitar alguna confusin.
2
En 1894, apareci un artculo en la revista britnica Journal of the Royal Anthropological Institute of G. B. and Ireland, en la cual, O. H. Howarth daba a conocer la
existencia de un sitio de petroglifos en la costa del Pacico mexicano, Las labradas.
El artculo publicado por Howarth, es la primer referencia publicada de la existencia de un sitio con petroglifos en Sinaloa, pero su intento por explicar su origen es
completamente errneo; el autor en ningn momento consider la posibilidad de que
pudieron haber sido realizados por culturas prehispnicas, en todo momento intent
demostrar que fueron realizados por grupos provenientes de Asia.
A mediados del siglo XX, el historiador Antonio Pompa y Pompa, visit
algunos sitios en la regin de Piaxtla, al sur del estado, realiz dibujos que junto con
sus observaciones, public en el artculo: ideografa rupestre (1960), que incluy
en la Memoria de la II Reunin del XI Congreso Mexicano de Historia, celebrado en
1955 en la ciudad de Culiacn. El trabajo de Don Antonio es discreto, es un bosquejo
impreciso de los sitios existentes en el estado, pero es un primer intento por impulsar
el desarrollo de su estudio3. En su artculo, Don Antonio advierte sobre la importancia de estudiar al hombre protohistrico de Sinaloa a travs de sus manifestaciones
rupestres, sealndo que nadie se haba interesado en su estudio; cita al Ing. Manuel
Bonilla, como uno de los precursores del estudio de los petroglifos de Sinaloa, quien
dio a conocer la existencia de varios sitios en el estado, destacando su importancia y
realizando algunas interpretaciones, pero sin metodologa y demostraciones cienticas,
lo cual fue criticado por el propio Don Antonio, quien las consider con mucha fantasa y poca investigacin. Contemporneos a estos autores fueron Crispn Mrquez,
Alfonso Toro y F. L. Quintero, quienes publicaron breves noticias sobre la existencia
de algunos sitios en el estado.
Tuvieron que pasar ms de quince aos, despus de la publicacin del artculo
de Antonio Pompa, para que apareciera un nuevo estudio. En 1976, el Ing. Gonzalo
Ortz de Zrate, public su libro: Petroglifos de Sinaloa. Esta obra tiene un valor
muy singular, no solamente por ser la primer aproximacin para sistematizar el registro de petroglifos, sino porque fue uno de los primeros trabajos sobre grabados
rupestres en el pas. El Ing. Ortiz de Zrate, de origen espaol, siendo docente de un
colegio de la ciudad de Culiacn, llev a cabo junto con sus alumnos el registro de
varios sitios localizados en el sur, centro y norte del estado. El resultado fue una obra
No sabemos si Don Antonio conoci Las labradas, pero es importante sealar que en su breve
artculo cita la localizacin del sitio.
3
El extenso territorio que comprende el estado de Sinaloa estuvo poblado por grupos
que se establecieron en las mrgenes de los innumerables ros y arroyos que descienden
de la sierra Madre Occidental hacia las costas del ocano Pacico. Existen evidencias
de asentamientos prehispnicos en la regin de los altos (en las proximidades de la
sierra), en la extensa planicie y en la costa. Los materiales arqueolgicos que caracterizan a estas culturas, lo componen: una variedad sencilla de piezas cermicas con
ines utilitarios y funerarios; iguras de arcilla, malacates, metates y hachas acanaladas.
Los sitios y restos materiales, corresponden a pequeos asentamientos; poblaciones
establecidas en zonas frtiles, en la cercana de aluentes permanentes de agua. Las
culturas de Sinaloa practicaron una agricultura incipiente, desarrollaron construcciones parecidas a las vernculas actuales; fabricadas con materiales perecederos,
madera y tierra. Los asentamientos ms antiguos se han encontrado al sur del estado,
en la regin de Chametla, donde se ha obtenido la secuencia cultural ms completa
(300 - 1250 d. C.). A partir de las secuencias cermicas obtenidas de la excavacin
de algunos sitios en Culiacn, Guasave y Mochicahui, los asentamientos del centro y
norte del estado corresponden a periodos ms tardos (750 al 1530 d. C.).
De acuerdo con los datos arqueolgicos; las regiones sur, centro y norte
de Sinaloa, comenzaron a compartir atributos culturales a partir del ao 750 d. C.,
hasta el ao de 1400 d. C. La correlacin cronolgica de las culturas de este periodo
abarc todo el estado de Sinaloa, se extiende hacia norte de Nayarit y el occidente
de Durango, formando un horizonte cronolgico que ha sido denominado: horizonte
Aztatln. Ahora bien, se ha querido explicar al desarrollo de este proceso a travs
de una tradicin cultural que se extendi en las regiones sealadas, sobre todo, fue
adoptada por las culturas de las planicies ribereas, corresponde a una forma de
vida sedentaria, en la que la alfarera alcanz un importante desarrollo en variedades
cermicas, particularmente en los decorados polcromos; en la elaboracin de herramientas lticas, hachas acanaladas, instrumentos de molienda, perfeccionamiento en
las puntas de lecha, en la fabricacin de artefacto de concha; pero sobre todo, en el
arte funerario, en los sistema de enterramiento en urnas funerarias, en la calidad y
atributos de los ajuares que acompaaban a los difuntos.
La presencia de los restos materiales mencionados, en casi todos los sitios de
la regin, sobre todo en el sur y centro del estado, han sido la base para establecer la
existencia de la tradicin Aztatln, cuyo origen parece encontrarse en el norte de
Nayarit y sur de Sinaloa, pero que se difundi, con algunas variantes, al centro y norte
de este ltimo estado; posiblemente tambin hacia el sur de Sonora y hacia el oriente,
en las culturas del estado de Durango. Las caractersticas culturales y la difusin que
tuvo la tradicin Aztatln, no ha sido establecida por completo, debido sobre todo, a
la falta de investigaciones.
Finalmente, sealaremos que los petroglifos no han sido incluidos en esta
tradicin; porque no ha sido posible obtener una cronologa y tampoco establecer su
relacin con los grupos Aztatln, ello debido a que no se cuenta con investigaciones
de sitios de petroglifos. Pero tambin, porque las manifestaciones rupestres posiblemente fueron ms antiguas, ya que en otras regiones del norte del pas y del suroeste
de Estados Unidos, su realizacin corresponde a grupos nmadas o seminmadas,
es decir, a culturas estacionales que no adoptaron formas de vida completamente
sedentaria, en consecuencia no desarrollaron las tcnicas y los instrumentos que distinguieron a los grupos sedentarios. Por supuesto, porque sus formas de vida no lo
requeran. Pero, sera errneo pensar que los grupos nmadas siempre antecedieron
a las poblaciones sedentarias, pues ambas formas de vida fueron contemporneas en
muchas regiones.
No nos atreveramos a situar a los petroglifos de Sinaloa como parte de la
tradicin Aztatln y no precisamente porque no haya existido una relacin con las
culturas que conforman este grupo, pues inalmente comparten una regin que estamos
seguros, no es coincidencia. La tradicin Aztatln deine la coexistencia temporal de
grupos humanos ms o menos homogneos en sus formas de vida y desarrollo de su
industria, particularmente la cermica. Es una deinicin arqueolgica que explica el
desarrollo particular de los asentamientos que conformaron una amplia cultura.
Los sitios de petroglifos se encuentran apartados del desarrollo que tuvieron
los asentamientos humanos, pues las mismas culturas se encargaron de establecer
esta separacin. La distribucin de sitios de petroglifos es ms amplia y se encuentra
mejor deinida que los sitios de la cultura Aztatln; pero sobre todo, no hay que perder
de vista, que representan caractersticas culturales distintas; los sitios de petroglifos
fueron espacios escogidos para representar diversos aspectos de lo que verdaderamente
podemos considerar como la existencia de una tradicin, en cuanto a que los
grabados en piedra, fueron realizados por grupos vinculados por una forma de entender
y representar su propia cosmovisin del mundo; encontrando a los sitios rocosos como
el principal medio para practicar, transmitir y conservar sus conocimientos. Los sitios
de petroglifos fueron el soporte de esta tradicin, en el sentido de que en ellos, a travs
de los grabados, los conocimientos se actualizaban, de forma similar, en como los
ritos mantienen vigentes a los cultos. De esta manera, tambin entenderamos, el porque
de su extensin y desarrollo; el cual, solamente vemos como un estilo particular de
formas o patrones de petroglifos, que se difundieron en una regin muy amplia.
LOS PETROGLIFOS DE SINALOA EN LA TRADICIN NOROCCIDENTAL DE ARTE
RUPESTRE
En terminos generales, las caractersticas de los petroglifos que hemos sealado, conforman las manifestaciones de arte supestre en Sinaloa. Faltara sealar
los contextos donde se encuentran, pues su comprensin depende enteramente de
ello, ya que estos fueron los escenarios donde se recrearon universos de manifestaciones. Los sitios rocosos, con todas sus particularidades, fueron una especie
de santuarios, en el sentido de que fueron lugares especiales, aloramientos en promontorios que en algunos casos se asemejan a cerros (recordemos que los cerros en
las culturas prehispnicas tuvieron un carcter sagrado, imagen que fue reproducida
simblicamente en las estructuras piramidales). El hecho de que hayan sido sitios
seleccionados, permanentes para la realizacin de grabados, ello les da esta signiicacin; pues simblicamente, al grabarse en la supericie de las rocas representaciones
que indudablemente tuvieron un carcter sagrado, el espacio que resguardaba estos
conocimientos, tambin era sacralizado (convertido en sagrado).
Finalmente, los sitios de petroglifos que se encuentran en Sinaloa, demuestran
la importancia que estos tuvieron en las culturas noroccidentales y cuyas caractersticas
nos permiten establecer que, formaron parte de una tradicin de arte rupestre, cuyo
desarrollo se extendi en una amplia regin que comparten los estados de Nayarit,
Sinaloa y Sonora.
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LAS LABRADAS
Al sur del estado de Sinaloa, sobre la costa del ocano Pacico, en los lmites de la
franja del trpico de Cncer; en una supericie de arena, en contacto con el mar, distribuidas en una franja de alrededor de cuatroscientos metros de longitud por sesenta
metros de ancho, se localiza un agrupamiento de rocas con manifestaciones rupestres
conocido como: Las labradas.*
Las rocas que componen este agrupamiento son de diversas dimensiones, se
caracterizan por su supericie pulida, lisa, redondeada por encontrarse en contacto
con el mar; su color es oscuro y opaco, alcanza varias tonalidades de grises durante el
da. Las piedras son baslticas, lo cual es muy raro encontrar en una regin de orgen
sedimentario. Al parecer, se trata de un lujo originado en una formacin volcnica que
se encuentra en la serrana, que lleg hasta la costa y se sumergi en el mar, de esta
manera se introdujo en la regin sedimentaria. En la supericie de la arena tambin
se encuentran grandes cantidades de cantos rodados, pero solamente en el rea del
agrupamiento de rocas. Los cantos rodados son de origen sedimentario, al parecer
son los vestigios de un antiguo ro que se encontraba en esta misma zona. El agrupamiento de rocas, es el nico con estas caractersticas geolgicas que se encuentra en
El acceso al sitio se realiza por la autopista Mazatlan-Culiacan, en el km. 51, por el poblado La
Chilacayota; alrededor de 6 km en direccin a la costa. El sitio se encuentra en el municipio de San
Ignacio.
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I. GEOMTRICOS
1. - Crculos: (a) concntricos; (b) con
una cruz en forma de equis en el centro
dividindolos en cuatro porciones; (c)
con pequeas lneas verticales que brotan
alrededor del crculo (representaciones
solares).
2. - Escudos: semirectngulos; (a) con
una cruz en forma de equis que parte
del centro hacia sus ngulos internos;
(b) conteniendo iguras indeinidas.
3. - Espirales: (a) simples o sencillas; (b)
en forma de greca; (c) de doble espiral;
(d) doble espiral compuesta.
5.- Complejos: conjuntos de smbolos
formulando una asociacin, ya sea,
espirales con crculos concntricos y
otros elementos, o petroglifos unidos
por medio de una lnea.
6.- Ondulaciones: lneas en aparente
movimiento ondulatorio.
7.- Concavidades: formas de recipientes
y oradaciones; recipientes labrados en la
piedra. Nos referimos a las pequeas concavidades que son muy comunes en estos
sitios y a otras de mayor tamao que han
sido descritas como morteros.
8. - Indeinidos: (a) iguras difciles de
precisar en cuanto a su forma y (b) los
que han sido borrados parcialmente por
la erosin.
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II. - ANTROPOMORFOS:
(a) rostros dibujados (destacando los ojos, nariz, boca, orejas y cabello); (b) rostros
en esquinas de las rocas (destacando ojos, nariz y boca); (c) cuerpos de personajes
(estilizaciones de iguras humanas erguidas, con piernas (abiertas y dobladas) y brazos
(doblados, levantados hacia arriba a la altura de los hombros), representando en el
rostro: los ojos, la nariz, boca y orejas (orejeras), las extremidades de pies, manos y
cabello. (No todas las representaciones tienen los mismos atributos).
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Figura 18 Asociacin de lneas ondulantes con un smbolo que parte de una espiral
Figura 19 Representacin solar unida por una lnea con un disco de crculos concntricos, acompaados
de una doble espiral.
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CONCLUSIONES
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Naturalmente, partimos de que los petroglifos no tienen un signiicado animista o naturista, como se ha pensado convencionalmente, sino que representan
cuestionamientos ms profundos. Ya hemos comentado con anterioridad que, ante la
incomprensin del signiicado de los petroglifos, se han empleado diversos recursos
de interpretacin; tales como el ver en ellos la representacin de acontecimientos
migratorios, la evolucin de iguras glicas que posteriormente fueron adoptadas por
otras culturas, o interpretaciones verdaderamente lamentables como la del Ing. Ortz
de Zarate, quien no encontrando valores artsticos y expresiones sensibles en los
petroglifos de Sinaloa, no tuvo otra alternativa que situarlos en un nivel inferior de
conocimiento5.
Para comprender al arte rupestre en general, lo primero es eliminar los
prejuicios evolutivos que caliican a una cultura solamente por sus conocimientos
tecnolgicos y por sus formas de vida relativamente desarrolladas, ya que debido a
estas consideraciones; no es reconocible y por lo tanto es subestimada, la intelectualidad de los grupos culturales que aparentan un desarrollo menor. Esto provoca que, al
estudiar una cultura de la que se desconoce la profundidad de su pensamiento, no sea
comprendida en lo que posiblemente fue su aspecto ms importante, su espiritualidad.
Los petroglifos, son el mejor ejemplo, pues por mucho tiempo se ha considerado que
los grabados rupestres representan formas naturistas de observaciones fenomnicas
realizadas por culturas que nmadas o seminmadas; por lo que sus representaciones
rupestres, adems de ser el producto de un presunto ocio cultural, fueron realizados
a partir de una lgica simple y primitiva. La pregunta inmediata es, por qu entonces desconocemos su signiicado? En la actualidad reconocemos que los petroglifos
tuvieron una importancia mayor en las culturas que los realizaron, que su signiicado
es complejo, pero carecemos de elementos para su interpretacin.
Es un hecho, que el arte rupestre fue caracterstico en determinadas sociedades
antiguas y que en algunos casos antecedi al desarrollo de otras manifestaciones culturales. No por esto, debemos considerar que los cambios culturales suscitaron una
evolucin en la forma de concebir el arte, cuando esta posibilidad tambin pudo ocurrir
de forma contraria, es decir, como una degradacin del arte. Podemos considerar que
el arte rupestre, en efecto, fue primitivo en su origen, en el sentido de que parti de
Al ver agrupados en las lminas que presento los dibujos que corresponden a los glifos, no puedo
menos que recordar los que realizan los nios de un modo espontneo. Su falta de experiencia y de la
adecuada educacin, que an no han recibido a su edad, puede hacerlos sicolgicamente semejantes a
los artistas de los antiguos petroglifos de ambos continentes. ORTIZ de Zarate , Gonzalo 1976, p. 83
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El estudio del arte rupestre siempre ha estado en desventaja en el juego de la interpretacin con respecto a la de otras formas culturales con las que trabaja la arqueologa. El
terreno de lo interpretativo del material rupestre ha sido casi por lo general resbaladizo
o fangoso, segn el grado de acercamiento que la arqueologa tenga con este (cuando
llega a tenerlo), y no s, a estas alturas, si es porque los arquelogos as lo percibimos o
porque as lo hemos querido hasta ahora. De cualquier manera que sea, identiico aqu
una primera tensin que se observa entre nuestra formacin arqueolgica de resabios
positivistas y lo que es considerado subjetivo, entre ese transcurrir de la rigidez de un
proceder cuantitativo que busca afanosamente comprender la realidad objetiva y
el rechazo de lo que no lo es, es decir, lo subjetivo, lo que no es cientico. Tensin
que para la arqueologa es una constante: buscar demostrar y justiicar que ella es una
*Arquelogo, investigador del Centro INAH Chihuahua
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En cuanto a la primera impresin, debo anotar que esta cay al mbito de los
efectos emotivos o actitudes humanas frente al arte rupestre in situ, en el marco de la
experiencia esttica productora de efectos emotivos (MANDOKY 1992:244), entendidos
como las impresiones personales, reacciones y actitudes que se derivan del contacto con
el objeto (Len Bopp, 1954, citado por ECO, Humberto 1991:51) y que generan conocimiento emprico sensible, el cual a su vez, se constituye, como acto perceptivo, de dos
niveles: el primero comprende los efectos emotivos con carcter adjetivo (interesante,
bonito, feo, sublime, importante, bello, til, etc.) y el segundo, que considera a su vez
dos vertientes: la de las actitudes humanas con carga emocional (alegra, tristeza, placer,
duda, tensin, paz, ansiedad, desasosiego, triunfo, fracaso, gusto, pasin, etc.) y la de las
actitudes humanas con carga racional, cumplindose esta ltima slo cuando el sujeto
investigador posee en su acervo previa informacin que le permite preliminarmente poder
asignar cultural y simblicamente elementos en ese sentido al material grico-rupestre,
as tambin, correlacionar cronologas y hacer en general valoraciones o interpretaciones
generales temticas tanto simblicas, formales y plsticas (MENDIOLA; en prensa).
Bajo este modelo, los dos primeros sitios (Cerro Tres Maras23 y Piedra Escrita
de San Vicente 30 B) generaron en m, en el primer nivel, efectos emotivos de irrelevancia, inters y complejidad; para el segundo nivel (que se compone de las vertientes de
las actitudes humanas con carga emocional y la de carga racional), se produjeron efectos
de cierta indiferencia y duda y el acto automtico de asignacin cultural al correlacionar
el sitio Piedra Escrita de San Vicente con los ojitos de Dios de los indios huicholes,
cuestin que se expresa ms ampliamente en el siguiente subapartado. Para el tercer sitio
(Vialacahui14) se produjo, en el primer nivel, efectos emotivos de inters, importancia,
complejidad y admiracin; para el segundo nivel, hubo en su primera vertiente de carga
emocional, un efecto de alegra, placer, impacto y emocin intensa, y en cuanto a los
efectos de carga racional, simplemente sealo que ciertos elementos grico-rupestres,
como es el de la representacin en petrograbado de una serpiente con picos (plumas?)
y cuerno, permitir hablar en el futuro de dualidades no desconocidas para el mundo
mesoamericano (MENDIOLA 1994:276).
En general, esta primera impresin se mantiene an durante el registro sistemtico,
por lo que este no es un acto que pueda caliicarse slo como algo mecnico, precisamente porque la subjetividad-intersubjetividad, se reconozca o no, est permendolo
constantemente.
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En varios sitios de las porciones noroeste, noreste y centro del Chihuahua en las que
existe arte rupestre de los estilos Paquim y Jornada (SCHAAFSMA 1995:89-97) se
presentan formas especicas peculiares relacionadas entre s. Los sitios ms representativos que las contienen son el de Arrollo de los Monos y Samalayuca en el
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Para el sitio Arroyo de los Monos se observan, entre varias formas especicas
petrograbadas, dos que especialmente interesan a la temtica del presente trabajo: son
la pirmide escalonada y la representacin de una serpiente con cuerno. En cuanto a
la primera es importante anotar que recibe entre varios estudiosos norteamericanos el
nombre de altar de lluvia (rain altar) y que se identiica con el arte rupestre del estilo
Jornada Mogolln. Esta igura para los indios Pueblo es la nube con lluvia (SCHAAFSMA 1995 comunicacin personal; en MENDIOLA 2002:148), aun en la actualidad los
indios hopi del suroeste de los Estados Unidos utilizan esta forma de pirmide escalonada
como tocado capital en sus ceremonias (SUTHERLAND y Giese, 1992:110-133).
En cuanto a la forma especica de serpiente con cuerno de este sitio se inscribe
tambin en el estilo Jornada Mogolln. Se considera as que es una serpiente de agua,
expresin sincrtica que releja simbiticamente la relacin Quetzalcatl-Tlaloc (MENDIOLA, op. Cit., p. 130). En el sitio Samalayuca una de las iguras ms importantes
es la conocida como Tlaloc, tambin del estilo Jornada Mogolln. Este petrograbado
destaca por su compleja elaboracin, es la de un diseo de manta (blanket design)
[...] Tambin la mscara de grandes ojos con pupila [...] se relaciona al estilo Jornada
Mogolln. (GAMBOA 1992:34-44, SCHAAFSMA op. Cit., pp. 22-25 en MENDIOLA
op. Cit., p. 82). Al lado del bloque rocoso que contiene el elemento grico descrito
se halla un Tlaloc con cara que muestra ojos cuadrados, pupilas redondas y cuerpo
trapezoidal. Una caracterstica importante es que presenta cuernos o antenas. El sitio
Parque Lerdo, en el centro del estado de Chihuahua, un tanto alejado del rea de distribucin del estilo Jornada Mogolln, se registr una forma especica muy parecida
a la del anterior sitio aunque sin ojos y es tambin muy parecida a la del sitio de Pony
Hills, Nuevo Mxico (MENDIOLA op. Cit., pp. 58-59 y 62).
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6 Una
impresin general de los principales sitios con arte rupestre en el suroeste de los Estados Unidos, puede conocerse en MENDIOLA, Francisco 2002:135 y 137
7 Es el espritu de las fuerzas invisibles de la vida (WATERS 1992:360). Los kachinas son hombres
que danzan enmascarados. Al poseer facultades sobrenaturales piden a los dioses que otorguen lluvia
y as se obtengan las cosechas (MURDOCK 1975:276)
38
Este elemento, se ha asociado de manera importante con la deidad mesoamericana de Tlaloc por varios investigadores connotados del arte rupestre y de la arqueologa del suroeste norteamericano: Polly Schaafsma (1980:208), Kay Sutherland (1995
y s. f.) y Stewart, Matousek y Kelley (1990:311-313) entre otros. Tambin en este
sitio se observa una igura peculiar que es la representacin de una cara humana con
ojos en forma de estrella a la manera de Venus as tambin simbolizado por algunas
culturas mesoamericana como la maya (cf. cdice Dresden). Dicha asociacin, permite
preliminarmente comenzar a hablar de la dicotoma Venus-Quetzalcatl; otras caras
con antifaz de este mismo sitio podran ser katchinas (MENDIOLA 2002:144).
El siguiente sitio es el de Three Rivers, Nuevo Mexico. Este lugar posee una
gran cantidad de petrograbados entre los que destacan antropomorfos con tocado
capital de pirmide escalonada o altar de lluvia con planta de maz en una de sus
manos; tambin una forma especica identiicada como Tlaloc por sus grandes ojos y
debajo de la misma un ave posada sobre una pirmide escalonada con gotas de lluvia
regando una planta de maz, lo que recuerda en conjunto la asociacin lluvia-Tlaloc;
pjaro-Quetzalcatl (ibd., p. 148) y a la misma dependencia agrcola de los grupos
sedentarios que manufacturaron estos petroglifos. El ltimo sitio, que es el de Fort
Hancock, tambin en el sur de Texas, posee tanto pinturas como petrograbados.
Existen varios elementos pictogricos en color blanco al interior de un abrigo
de este mismo sitio conocido como la Cueva del Jaguar; el cual que contiene representaciones posibles de un coyote de gran hocico con puntos, dos pequeos Tlaloc,
un oso, un jaguar con collar, un venado y una serpiente con un gran cuerno, collar de
maz y escalonamientos en su cuerpo a la manera de diseo de manta muy parecidos
a los del Tlaloc del sitio Hueco Tanks, elementos que en su conjunto conirman
su relacin con estilo Jornada Mogolln (ibd., pp. 150 y 155). La serpiente posiblemente est representada con plumas a la manera de escalonamientos, caracterstica
que permite relacionarla con Quetzalcotl en vnculo con el jaguar que muestra un
collar a la manera de los jaguares de Tula (SUTHERLAND y Giese, 1992:119). Todos
estos elementos corresponden al estilo Jornada Mogolln, los cuales innegablemente
presentan inluencias mesoamericanas como as lo airman Kay Sutherland y Paul
Steed (1974:6-8, 39).
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Mucho se ignora an sobre diversos aspectos particulares de la temtica aqu expuesta, cuestin que es evidente ante la gran cantidad de preguntas que podemos
plantear alrededor de la misma, por lo tanto se hace necesario abundar en su estudio
integrando diversas disciplinas del conocimiento social y erradicando los etnocentrismos mesoamericanos que de ellas podran estar emanando. La riqueza del material grico-rupestre es evidente ante el giro temtico que aqu se ha mostrado, sin
embargo, la aportacin de la misma quedara incompleta sino se considera para el
futuro de la investigacin de esta forma cultural acceder a la misma considerando
la subjetividad-intersubjetividad del sujeto de investigacin frente a este objeto de
estudio, y esto es, a decir verdad, la consecuencia de no contar con los suicientes
elementos, nada ms que los generales, para comprender racionalmente muy en la
supericie temticas como la que aqu se han expuesto. As pues, es necesario darse
la oportunidad de considerar que la subjetividad-intersubjetividad es parte importante
de la investigacin cualitativa, lo que hermenuticamente queda conirmado al generarse una mayor sensibilidad de quien estudia arte rupestre. Al preguntarse por qu
lo estudio, el tiempo desaparece, las distancias se acortan entre el yo-sujeto y el arte
rupestre-objeto, se funden y se pierden en la metfora de la noche de los tiempos,
por ello entiendo ahora que la dicotoma Tlaloc-Quetzalcatl ha venido cumpliendo
milenariamente, en ese eterno ciclo de la reproduccin del universo, con el papel de
preservar la vida y la materialidad que la sustenta.
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RESUMEN
La presente ponencia aborda principalmente las caractersticas generales de las diversas
modalidades de petrograbados existentes entre los Grandes Murales del Desierto Central,
en la pennsula de Baja California, con el objeto de revalorarlos dentro del proceso cronocultural del fenmeno rupestre del Norte de Mxico. Adems se hace un breve repaso de las
investigaciones realizadas, distribuidas principalmente entre los que deienden un origen tardo,
y los que proponen un periodo ms temprano para el desarrollo de esta tradicin rupestre.
EL CONJUNTO RUPESTRE DE LOS GRANDES MURALES
de la ENAH de Mxico
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1) Zonas extensivas
2) Zonas restringidas
3) Rocas aisladas
CAVIDADES:
48
Por otra parte, el grupo de iguras humanas queda repartido en: hombres, mujeres
y nios, adems se localizan, espordicamente, algunos seres particulares con rasgos
simbiticos: pisccolas o de aves; tambin hay manos primordialmente en positivo
y varias formas elipsoidales que podran representar vulvas. Entre los objetos e instrumentos se hallan bolsas, posibles abanicos, dardos, lanzas con ciertas puntas de
proyectil. Es interesante observar que casi ninguna igura sostiene un arma, pero en
cambio, muchas de ellas estn atravesadas por proyectiles. El apartado igurativo se
completa con unos pocos cuerpos celestes, que se limitan a esferas, crculos radiados
y periles lunares.
En el mbito abstracto destacan las retculas o parrillas con estructura elipsoidal, ovalada y rectangular.
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50
Las grandes reas con petrograbados son abundantes, tanto dentro como fuera
de la regin del Gran Mural, y presentan las dos modalidades, por una parte la igurativa asociada a la tradicin muralista y por otra parte la esquemtica-abstracta de
ampla temporalidad. Algunas iguras presentan convencionalismos del estilo Gran
Mural, en particular los ejemplares faunsticos, as como los pies y los personajes
con vistosos tocados, algunos de ellos atravesados con proyectiles. En varios sitios
coexisten ambas tendencias estilsticas y maniiestan un largo proceso.
Entre los ejemplos cabe resear la Cuesta del Soldado, la Tinaja del Muerto,
Tinaja del Refugio, Los Pozos, el Pollo y Piedras Pintas. Por otra parte, hallamos
ncleos con un alto porcentaje de formas esquemticas y abstractas donde tambin
se exhiben pies, vulvas, espirales, y otros elementos no igurativos.
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En cuanto a las reas con pequeos ncleos de rocas o bloques con petrograbados,
habitualmente con diseos muy diversos de tipo abstracto y igurativo, cabra mencionar los que aparecen en los alrededores del rancho San Francisco, y en el Coyote
cerca de Muleg.
3) Rocas aisladas
Aunque no son muy frecuentes se localizan desde los arroyos hasta las mesas, y
junto a las veredas, con diseos abstractos y ocasionalmente con marcas de cruces
misionales idnticas a las que se pintaron en las cuevas con Grandes Murales. Entre
estas citemos las del arroyo de San Gregorio y San Casimiro o las que aparecen cerca
del rancho de San Francisco.
TCNICA Y PATINACIN
Respecto a la tcnica y patinacin de estos grabados, cabe observar que entre los ms
patinados se hallan algunas iguras humanas con tocados y varios pies de la Cuesta del
Soldado en la Sierra de San Francisco, diversos animales entre ellos ciervos y peces
de la sierra de Guadalupe, as como elementos abstractos tipo espiral de San Gregorio.
Sus tcnicas son las ms elaboradas y muestran, aparentemente, un picoteado indirecto
que produce un cierto rebaje dentro del propio diseo o bien un acentuado peril.
Entre los que muestran una menor patinacin se renen pies, iguras humanas
esquemticas, algunos animales marinos y terrestres, de El Pollo, Piedras Pintas, la
Cueva Pintada, ciertas vulvas de las cuevas de Clarita, El Batequi, y San Borjita, y
52
numerosos elementos abstractos, como los que aparecen en Los Pozos, y que son inexistentes entre la temtica del Gran Mural. En cuanto a su tcnica destaca el picoteado
directo, la perforacin, la incisin, el martilleado y la abrasin supericial.
ANTECEDENTES
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En funcin de las fechas por hidratacin de obsidiana, obtenidas en los mismos sitios
con petrograbados, Meighan propuso las siguientes cronologas:
Los pozos 700 a 1100 d. C.
Tinaja de Refugio 600 a 1100 d. C.
Rincn Grande y Velicat 800 aos [cabe suponer 1200 d. C. ]
Las Pintas 1.300 aos [700 d. C. ]
Aunque el mismo Meighan consider que hay una gran diversidad tipolgica
y que es preciso analizar una muestra ms grande y mejor controlada, slo resalt
la presencia de pequeas puntas dentadas, localizadas en supericie y elaboradas en
los ltimos 1000 aos, para proponer
inalmente los siguientes periodos:
Periodo Temprano. Antes de
1000 d. C. El pueblo de los pies,
quienes fueron responsables de los
muchos petroglifos con improntas de
pies. Alto predominio de elementos
geomtricos y abstractos comparables
al estilo abstracto de la Gran Cuenca.
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ocupaciones: Paleoindio, Arcaico temprano y Arcaico tardo (ARNOLD, 1957 y Davis, 1964).
Poco despus Enrique Hambleton (1979) y
Harry Crosby (1984), iniciaron las prospecciones en
los macizos centrales, registrando en seis aos ms
de 200 sitios con grandes murales, muchos de ellos
con la presencia de petrograbados, y publicados en
dos magniicas obras de divulgacin que se convirtieron en los nuevos puntos de referencia para abordar
las exploraciones en la regin. A partir de los aos
ochenta, el estilo Gran Mural empez a tomar un
auge sin precedentes y diversos estudiosos, as como
aicionados estadounidenses, recorrieron el territorio
peninsular y presentaron sus resultados en la revista
Rock Art Papers de San Diego (California, EE.UU.) en la cual han aparecido numerosos artculos sobre el Gran Mural y los petrograbados del rea central.
En los aos setenta, E. W. Ritter emprendi un proyecto arqueolgico a largo
plazo, aportando interesantes resultados para las bahas de Concepcin, Los ngeles
y Ojo de Liebre, o sea el lmite perifrico del Gran Mural. Sus excavaciones reconocieron diversos yacimientos y para Concepcin propuso dos periodos: la tradicin
Concepcin, entre el 5,500 y el 1,000 a. C. y la tradicin Coyote entre el 1,000 a. C.
y el 1,000 d. C. , a la que seguira el periodo Prehistrico Tardo Comond que se
prolonga con los grupos cochims del periodo misional (RITTER, 1998). A pesar de
que Ritter estableci estas fases, casi ningn autor relacion las fechas tempranas con
el fenmeno rupestre, ni siquiera el mismo Ritter que continu considerando a las
manifestaciones rupestres como un desarrollo tardo Comond.
En octubre de 1981, participe en el X Congreso Internacional de Ciencias Prehistricas y Protohistricas que se celebr en la ciudad de Mxico, donde acud para
exponer un estudio sobre expresiones prehistricas del viejo continente y aproveche
la ocasin para visitar diferentes cuevas de la Sierra de San Francisco, que conoca
a travs de un artculo de Pere Bosch Gimpera titulado El Arte Rupestre de Amrica
(BOSCH Gimpera, 1964). Con el consentimiento del consejo de arqueologa del
INAH, inicie una serie de visitas (aos ochenta y noventa) de las que hemos publicado
diversos estudios (VIAS et al. 1984-85, 86-87, 91, 2000-01).
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Repblica, que habr de resultar tan interesante para el estudio del pasado de la
nacin... (MARTNEZ del Ro 1940, en
CASADO y Mirambell 1990:75). Por lo
visto la labor anunciada por Martnez del
Ro nunca lleg a su in, y, este sueo [el
de elaborar un corpus o carta petrogrica
que integrara mapas temticos y estilsticos], sigue siendo un proyecto anhelado por
muchos; sabemos que facilitara una herramienta indispensable para la investigacin
intercultural, temporal y territorial.
En resumen y para terminar, creo
que debemos pensar seriamente en la
elaboracin de la carta petrogrica del
Norte de Mxico, es un asunto pendiente
e imprescindible. En cuanto a las peculiaridades sui generis estilo Gran Mural,
estas responden a un producto regional
peninsular, obra de grupos cazadorespescadores-recolectores tempranos, cuya tradicin prosigui con el arribo de los
grupos pre-cochims y alcanz la poca misional. Comunidades que se nutrieron del
extraordinario entorno peninsular, pero que se desarrollaron dentro de los procesos
histricos, sociales e ideolgicos que se dieron y transmitieron en los territorios del
Norte de Mxico y Suroeste de Estados Unidos.
63
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66
67
Figura 1
Figura 2
68
D) Una elevacin rocosa que rebasa los 30 m de altura ubicado al mismo nivel del
centro de la boca pero en el extremo poniente del sitio, conocido como Promontorio
que en realidad es brazo o extensin de la Sierra del Antrisco.
E) Un arroyo intermitente denominado Los Indios que en algunos puntos rebasa los
100 m de ancho y 12 m de profundidad, el cual divide la zona arqueolgica en dos
grandes porciones norte y sur y drena las aguas procedentes del Can de Potrerillos
hacia el Ro Salinas.
Figura 3
El primer reporte que se conoce para esta zona es una visita efectuada en 1963
por Mara Antonieta Espejo, quien fungi como delegada del INAH para la regin
Noreste de Mxico, de 1960 a 1969. En su escrito, la mencionada investigadora solo
hace mencin de la existencia de petrograbados en el Can de Potrerillos2. Pasan
ms de veinte aos cuando se realiz el registro oicial del sitio como parte del Proyecto
Atlas Arqueolgico Nacional en 19873.
Cf. VALADEZ, Turpin y Eling; 1998
ESPEJO; 1963
3 Cf. VALADEZ; 1999 [b]
1
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Figura 4
Figura 5
70
En fechas posteriores al proyecto Bocas de Potrerillos, nuestros estudios prospeccin y excavacin en este sitio y reas adyacentes10 han ampliado el acervo de datos
e informacin sobre el importante desarrollo econmico y social de los habitantes
originales de esta zona. Un aspecto notable entre los hallazgos, ha sido recuperacin
de restos seos humanos en diferentes estados de conservacin y locaciones que nos
han permitido tener un primer acercamiento al patrn de enterramiento de la prehistoria
nuevoleonesa11, El rango temporal de las inhumaciones de acuerdo a los materiales
asociados puede estimarse hacia el perodo Arcaico Medio hace unos ca. 4500 aos
TURPIN; 1993
Hornos de poca profundidad donde segn las crnicas se asaban alimentos Cf. VALADEZ; 1999 [b]
6 TURPIN, Eling y Valadez; 1996
7 VALADEZ, Turpin y Eling; 1998
8 TURPIN, Eling y Valadez; 1993, 1994, 1995 y 1996
9 TURPIN, Eling y Valadez; 1995; VALADEZ, Turpin y Eling 1998
10 Como parte del proyecto catalogacin e identiicacin de sitios arqueolgicas en la parte norte de
Nuevo Len y el proyecto arqueologa en Nuevo Len (1997 a 2002), ambos dirigido por M. Valadez
de 1992 a 2000); Los informes tcnicos de estos proyectos pueden ser consultado en el Archivo Tcnico
de la Coordinacin Nacional de Arqueologa.
11 VALADEZ; 2001[b] y 2001[c]
4
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71
y prolongarse hasta el perodo Prehistrico Tardo hace unos 1500 aos. As, la disposicin espacial de estos elementos y los materiales arqueolgicos asociados nos
permite airmar que:
Entre las particularidades de las sociedades que ocuparon los territorios de
Nuevo Len, las prcticas y usos en torno a la muerte presentan una notable austeridad
de ornamentos objetos utilitarios a manera de ofrendas y una aparente intencin de
ocultar los lugares de enterramiento, probablemente porque estos sitios representaban
la inevitable circunstancia que signiica el sueo eterno, como principal exponente
de la irrupcin o discontinuidad de la reproduccin biolgica y social, que es uno
de los estados de tensin social caracterstico de grupos cazadores recolectores en
diferentes reas. Sin embargo, la austeridad ofrendara y en monumentos funerarios,
contrasta con la cuidadosa seleccin de lugares o espacios rituales donde elaboraban
las sepulturas como sitios con arte rupestre o lugares donde parece ser trascendental
la integracin de diferentes elementos del paisaje.
PLANTEAMIENTO GENERAL SOBRE LOS RESTOS DE LA CULTURA MATERIAL
DEL SITIO
72
de cerros con miles de rocas con petrograbados y covachas con pinturas rupestres y
sitios de enterramientos, que denotan un estructurado ordenamiento de los espacios
domsticos y rituales que en conjunto formaban parte del complejo paisaje prehistrico
del actual territorio de Nuevo Len.
EL PAISAJE PREHISTRICO
Pero que entendemos como paisaje? Ser la manera en que los actores sociales,
en un tiempo y lugar determinado estructuran y simbolizan el entorno biogeogrico
y social donde habitan, interactan y del cual forman parte integral12. Cada individuo
formar su propia concepcin del paisaje dependiendo de su gnero, edad, estrato
social o condicin histrica. Sin embargo, al seguir una serie de principios, reglas o
habitus13, compartir la visin de paisaje como parte del grupo y su visin madurar
y experimentar transformaciones a travs del tiempo.
Muchas veces, se confunde al paisaje con el entorno natural o el medioambiente,
suponiendo que los componentes fsicos de este ltimo caracterizarn al primero.
Sin embargo, como seala Iwaniszewski14, solo parte de los rasgos, elementos y
propiedades del entorno fsico poseern un valor saliente para la accin cognoscitiva
y simblica del hombre, lo cual transforma un espacio neutral (carente de signos y
signiicativos) en un espacio ordenado donde este hombre puede satisfacer sus necesidades cognoscitivas y establecer su estructura social15.
El ordenamiento de los espacios que integran el paisaje se realiza adems
en momentos o intervalos de tiempo y en lugares especicos16, donde una serie de
elementos, signos y smbolos entran en operacin, sobre todo en aquellos lugares
donde se realizan rituales17 pues cada sociedad, incluso las occidentales, tienden a
mitologizar su paisaje y a travs de la creacin y recreacin de mitos en ceremonias o
rituales donde se utilizan cdigos de signiicado ambiguo y polismico, que el hombre
justiica y refuerza su entendimiento del paisaje18.
As, el ordenamiento del espacio y tiempo en patrones conocidos como cronotipos a la vez que relejan la concepcin del mundo, modelan el pensamiento cogCf. INGOLD; 1993, BENDER 1995, 1999, LAYTON y Ucko 1999
BOURDIEU; 1991
14 IWANISZEWSKI; 1997:206-209
15 Ibd.
16 INGOLD; 1993:158, BENDER 1995:2, BARRET 1999:23-24
17 IWANISZEWSKI op. Cit., pp. 207-208
18 Cf. BENDER op. Cit., IWANISZEWSKI, op., cit.
12
13
73
noscitivo del hombre y estructura sus relaciones sociales19. Para el caso de Boca de
Potrerillo, el ordenamiento de los espacios que conformaban el paisaje los dividimos
en dos grandes grupos.
Un primero grupo que conjunta los lugares donde se llevaban cabo acciones
de carcter cotidiano y de relaciones sociales como la unidad domstica, el rea de
campamento, las zonas de apropiacin directa de los bienes materiales, los sitios de
procesamiento de alimentos y las zonas de elaboracin de herramientas.
En el segundo grupo, incluimos aquellos lugares que consideramos especicos
para la realizacin de eventos trascendentes o de tipo ritual como los sitios de enterramiento, elevaciones de singulares siluetas, cimas, laderas y conjuncin de cerros,
cuevas, y en especial, las zonas donde se practicaron manifestaciones grico rupestre,
mejor conocido como petrograbados y pinturas rupestres.
Las caractersticas y distribucin de estos ltimos en primera instancia, parecen
abstractos y sin orden alguno, sin embargo, estamos convencidos que se elaboraron
en lugares cuidadosamente seleccionados, en momentos especicos y sobre rocas
cuya visual en proyeccin vertical y horizontal se proyecta hacia geoformas, otros
sitios arqueolgicos o eventos naturales como la salida y puesta del sol como veremos
ms adelante.
ANTECEDENTES DE ESTUDIOS RUPESTRES
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caron en detalle con teodolito y en croquis de cada roca con grabados y con un mtodo
sistemtico para la fotografa22. El trabajo fue presentado por DeWitt como tesis de
licenciatura para la hoy extinta carrera de Antropologa de la Universidad Autnoma
de Nuevo Len en 1983 y prologado por Luis Aveleyra Arroyo de Anda23.
Figura 6
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iconos como lneas rectas, lneas que interceptan crculos o lneas onduladas o curvas
que sealan o asemejan el pico o peril de cerros (ver igura 6) como la silueta de la
punta del cerro Caja Pinta o el contorno del cerro Huevo de Toro26.
2) IMGENES DEDICADAS AL REGISTRO DE EVENTOS ASTRALES.- con iconos
como lneas en cruz, lneas que conectan o interceptan crculos y crculos de los cuales
penden lneas onduladas; estos elementos corresponden con direcciones cardinales, la
representacin del sol, de la luna, de estrellas, el paso de cometas y la cada de estrellas fugaces. Se ubican generalmente en zonas abiertas y despejadas que permitan
la observacin del cielo por las noches, como la cima de lomas o cerros y en lugares
donde se visualizan cerros como la Sierra Azul o el Cerro Gordo que se proyectan al
oriente y poniente y registran la salida y puesta del sol en fechas de cambio estacional
como solsticios y equinoccios (iguras 7 y 8).
3) IMGENES DE CULTO AL AGUA Y A LA CACERA.- que agrupa imgenes como
series de lneas rectas, paralelas, sinuosas o en zigzag y iguras ojivales, que se relacionan con el fenmeno de la lluvia, los relmpagos (iguras 9 y 10) y los cauces por
donde corre el agua (igura 17). Se localizan en lugares como la conjuncin de dos
lomas o cerros que son atravesados por ros y arroyos intermitentes y eran el acceso
a caones como la misma BOCA DE POTRERILLOS, as mismo, al pie de un cerro,
a mitad de ste o sobre el mismo cauce de un ro o arroyo, o donde nace un manantial
donde las rocas estn en contacto con el vital lquido. Es tambin en estas locaciones
donde se pueden encontrar representaciones de astas (igura 11), huellas de venado,
de artefactos como atlatl (iguras 12 y 13) y puntas de proyectil (igura 14) que se
han considerado como lugares propicios para la cacera, adems de series de lneas y
puntos reconocidas como cuentas numricas (iguras 15, 16 y 17), que contabilizan
las fases sindicas de la luna y los perodos de gestacin del venado27.
4) IMGENES DE CULTO A OBJETOS RITUALES Y PERSONAJES MTICOS.- en esta
27 MURRAY;
87
en todo tipo de ritual28. En este caso su ubicacin por lo regular es en la parte media
o cima de lomas de poca altura y en las paredes de abrigos o cuevas.
Sobre la funcin social de las manifestaciones rupestres, consideramos que
fueron elaborados en espacios de orden pblico y privado; diferenciados porque los
primeros, como su nombre lo indica, se realizaban en lugares de fcil acceso, a cielo
abierto como El Promontorio, donde varios individuos podan presenciar fenmenos
astronmicos o ceremonias con rituales como las relacionadas al tema del agua, la
cacera o alguna celebracin como ritos de pubertad, ritos de iniciacin de guerreros,
enlaces matrimoniales, pactos de paz, o alianzas, donde incluso individuos grupos
antagnicos podan convenir para reunirse en fechas especiales como al cambio de
las estaciones del ao y realizar ceremonias que quedaban registradas en las smbolos
rupestres.
El otro tipo de espacios que hemos llamado privados, son lugares ubicados en
zonas apartadas y en ocasiones de difcil acceso, donde se encuentran solo algunas
rocas con motivos rupestres, pero que probablemente funcionaron como espacios
donde individuos en perodo liminar, representaban sus ritos de paso a travs de
imgenes de culto a determinados rasgos del paisaje.
CONSIDERACIONES FINALES
Hasta aqu, hemos esbozado un primer nivel de anlisis de las imgenes rupestres
de BOCA DE POTRERILLOS, pero el estudio debe continuar tanto a nivel de sitio
y regional para confrontar y complementar las ideas presentadas. Por el momento,
es importante destacar, la cuidadosa seleccin de lugares y de las imgenes que se
elaboraban de acuerdo al tipo de topoforma, para proponer que las manifestaciones
rupestres pudieron funcionar como un recurso simblico a travs del cual, an siendo
sociedades igualitarias, un determinado sector de la poblacin podan limitar el uso
de espacios, los signiicados de los smbolos y tener control sobre las relaciones sociales y las creencias religiosas, tanto al interior de la comunidad como hacia grupos
vecinos.
Sobre la concepcin del paisaje, los petrograbados y pinturas rupestres se
elaboraron sobre paredes de caliza muy clara o sobre rocas de fuerte oxidacin por
los agentes naturales, lo cual produca un alto contraste entre la imagen pintada o
grabada con la supericie que serva como soporte. Sin embargo, aunque en muchos
lugares las paredes o rocas cumplan con este requisito o incluso el sitio era de mayor
accesibilidad para elaborar los iconos, si su ubicacin no se proyectaba hacia algn
28
88
rasgo del medio natural o su orientacin no empataba con las caractersticas de otros
sitios o temas mencionados, simplemente el lugar se descartaba como candidato a
integrar este paisaje, donde cada imagen y cada roca, cada elemento y cada actividad
de la vida cazadora recolectora, aparentemente deban interactuar de manera simblica
con los elementos y fuerzas de la naturaleza, para en conjunto conformar un paisaje
dinmico y sagrado que a travs de rituales y ceremonias, cclicamente vea reforzar
su culto.
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Informe tcnico de la primera temporada del proyecto catalogacin e identiicacin de
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Monterrey, Mxico
92
RESUMEN
Este texto, aborda diferentes aspectos de las manifestaciones grico-rupestres del estado de
Nuevo Len, las cuales fueron realizadas por grupos nmadas de cazadores-recolectores.
Sin embargo, aunque aparentemente comparten cosas en comn, existen grandes diferencias
entre ellas. Por un lado, estn los sitios con pintura, mismos que suelen ser lugares un tanto
inaccesibles, pequeos y/o estrechos y parcialmente oscuros. Mientras que, por el otro lado,
estn los sitios con petrograbados, los cuales son regularmente visibles desde distintos ngulos, tienen una longitud que va de algunas decenas o hasta cientos de metros y las rocas
suelen estar iluminados la mayor parte del da. No obstante, existen ciertos grabados incisos
que parecen hbridos entre las dos creaciones gricas. Pues si bien comparten la tcnica de
manufactura con otros grabados, estn casi siempre en espacios reducidos como las pinturas.
Esto, sin duda, nos remite a distintos mensajes, los cuales se conciben como polismicos.
1 Del sentimiento trgico de la vida, Grandes Obras del Pensamiento Contemporneo, no. 12 Editorial
93
94
Figura 2
95
ciertos individuos privilegiados, que posean una destreza manual y que dejaban
alorar su creatividad haciendo lo que ahora denominamos Arte, pues desde luego,
nos distanciamos de este tipo de interpretaciones, ya que partimos de la premisa que
en este tipo de sociedades, las manifestaciones grico rupestres estn condicionadas
socialmente y su funcin va ms all de los ines estticos o la exteriorizacin de los
sentimientos personales.
Figura 3
Por lo tanto, cuando nos referimos al carcter individual de la pintura, lo hacemos porque la evidencia arqueolgica nos sugiere que dichos elementos arqueolgicos
eran destinados a ser pocas veces observados, o en su defecto, a ser observados slo
por un bajo nmero de individuos. Lo anterior, se puede inferir en primera instancia
al analizar la ubicacin de los sitios, ya que stos se encuentran casi siempre sobre
angostas caadas, pequeos caones y frentes rocosos formados por arroyos intermitentes que descienden de los grandes macizos montaosos. Adems, ya en el interior
del sitio, resulta evidente que en muchas ocasiones las pinturas aparecen en un reducido espacio, como por ejemplo pequeas grietas, nichos naturales o en los techos de
abrigos rocosos de muy baja altura, los cuales nos obligan a entrar agachados o incluso
96
Figura 4
Es decir, creemos que al tomar en cuenta la relativamente difcil accesibilidad al sitio y la poca visibilidad de los motivos pintados, nos permite plantear la
hiptesis que se trata de manifestaciones gricas que tenan como intencin ocultarlas ms que mostrarlas. Al menos, mostrarlas a otras personas, pues si bien es cierto
que al tratarse de graismos se convierten en un acto de comunicacin humana, tal
vez con ellas se pretenda entrar en contacto con lo sobrenatural. Pero si hemos mencionado todo lo anterior, es porque coincidimos con Gonzlez Arratia cuando seala
que la manufactura de las manifestaciones grico rupestres muy posiblemente estn
asociados con otras prcticas como danzas, cantos y gesticulaciones, acciones en las
que se buscaba mantener lazos de comunicacin con seres o eventos sobrenaturales.
(GONZLEZ Arratia 1987:32).
97
Entonces, siguiendo con la hiptesis del limitado nmero de personas, tendramos como consecuencia que los individuos en cuestin que estaban participando, podran tratarse, por ejemplo, de los miembros de grupos familiares o grupos separados
por gneros y/o edad, lo que en parte coincidira con aquellas interpretaciones que
relacionan a las pinturas rupestres con ritos de paso o ciclos de la vida. Por ejemplo,
referencia a ciclos naturales (isiolgicos) como la menstruacin, o ciclos culturales
como la obtencin de la primera pieza de caza, o momentos trascendentales en la
vida del individuo en sociedad como lo es la unin matrimonial o la misma muerte.
Sin embargo, aunque hemos hecho hincapi en el papel mgico de las pinturas, no es
posible descartar una funcin similar a la de los petrograbados, pues no pretendemos
caer en posiciones tajantes y limitantes que nieguen la posibilidad que las pinturas
tuvieran tambin otro tipo de mensajes.
LAS INCISIONES EN LA ROCA: ENTRE LOS PETROGRABADOS Y LAS PINTURAS
Los petrograbados, no slo son un sistema de representacin visual, sino que estas
manifestaciones, plantean un problema profundamente terico, tal y como lo hace la
llamada escritura braile en la eterna y polmica discusin sobre lo que es escritura
(HARRIS, Roy; 1999:67). Y es que, a inal de cuentas, podemos concluir que a excepcin de la pintura corporal y la pintura rupestre, los petrograbados, las piedras incisas
y la misma escariicacin, tendran como sustrato formal esencial no el mbito visual,
sino el espacial. Esto se debe a que no se trata de una representacin bidimensional,
ya que es tridimensional, o sea, que no slo entra en juego el sentido visual, sino que
se trata de una representacin con la cual en determinado momento se podra tener
una experiencia tctil y obtener distinta informacin, pues mientras que la percusin
tiene una apariencia rugosa, la abrasin o pulido muestra una supericie llana.
Ahora bien, independientemente si los grabados deban o podan ser tocados,
las distintas tcnicas utilizadas para realizar el grabado dejan en la roca diferentes
huellas, por lo que an sin tener una experiencia palpable con ellos, es innegable que
evocan sensaciones tctiles. Entonces, desde esta perspectiva, creemos que existen
ciertas manifestaciones grico rupestres que ameritan un tratamiento especial y nos
referimos a las lneas incisas. Ya que si bien es cierto que tcnicamente se trata de
petrograbados, pues son iguras formadas con el desprendimiento del crtex de la
roca y por lo tanto tambin actan en la tridimensionalidad, el tipo de sitios donde se
98
Figura 5
localizan, los acerca, literalmente, con las pinturas, ya que en la mayora de los casos
dichas incisiones estn en frentes o abrigos rocosos y en las cuevas.1
Como ya lo mencionamos, no hay evidencia suiciente para pensar que los
petrograbados podan o deban ser tocados. Salvo, aquellos realizados precisamente por
incisin, ya que estas lneas incisas suelen presentar una supericie sumamente pulida
y resbalosa, misma que en muchas ocasiones muestra una evidente coloracin rojiza
que sugiere la aplicacin de un pigmento. Por lo que coincidimos con el arquelogo
norteamericano Walter W. Taylor cuando se reiere a un pequeo bloque ptreo de
esta caractersticas recuperada por l en una cueva de Coahuila, ya que seala que
tena la apariencia de que le haba sido aplicada una sustancia como grasa o cebo,
ceniza, sangre y hematita y/o una combinacin de estos elementos. (TAYLOR 1966:
71) Efectivamente, una gran proporcin de este tipo de petrograbados aparece a la
entrada de las cuevas y/o en sus paredes y suele presentar las caractersticas antes
mencionadas, o sea, la supericie sumamente pulida y con una coloracin rojiza.
Aqu, resulta conveniente recordar ciertas prcticas indgenas que hemos recuperado de los archivos municipales en las que se seala que para emparentar, y
concretamente en la unin matrimonial, los indgenas se untaban cebo de venado y
Por supuesto, existen excepciones en las que este tipo de incisiones aparecen en sitios a cielo abierto,
como por ejemplo en el can de Icamole, en Garca y La escondida en Mina, Nuevo Len.
1
99
100
arqueolgicos, a diferencia de las pinturas, suelen localizarse a cielo abierto y las rocas grabadas aparecen distribuidas a lo largo de decenas o incluso cientos de metros,
como es el caso de Boca de Potrerillos. Por lo tanto, como resultado, tenemos que a
diferencia de las pinturas, que la mayora de la veces prcticamente slo pueden ser
percibidas por pocos individuos, los grabados pueden ser observados simultneamente
por un grupo mucho mayor.
Figura 6
101
Desde nuestra perspectiva, un mismo sitio con petrograbados posee distintas funciones
e implcitamente tiene mensajes diversos, mismos que van de la informacin prctica
con ines utilitarios a todo un simbolismo asociado a lo sobrenatural. Es decir, consideramos que muchos motivos que lo conforman eran polismicos, por ello creemos
conveniente ejempliicarlo con un caso concreto: las huellas de animales.
LAS HUELLAS DE ANIMALES COMO MENSAJE NEMOTCNICO
102
Figura 7
Por supuesto, toda esta informacin resulta de gran importancia para una sociedad que basa su economa en la caza y la recoleccin, y seguramente pudo funcionar
como un recurso para que los adultos expertos en la cacera, ensearan a los jvenes a
obtener informacin a partir de la impronta de un animal. Sin embargo, sera limitado
pensar que un petrograbado como las huellas de animales eran nicamente un simple
auxiliar de la memoria o un medio para dar informacin con ines cinegticos, por
lo que es posible abundar en dicha igura.
103
104
102) De igual modo, por analoga de los grupos de Norteamrica, las pinturas paleolticas de Europa, y concretamente la gran cantidad de animales, fueron interpretadas
de esta manera. (LEROI-Gurhan 1987:133) Lo mismo ocurre entre los grabados de
indios Hopi de Arizona1. (FEWKES 1968:2) Por otra parte, citando a Olsen, Robert
Layton menciona tambin que ms del 60 % de los motivos rupestres entre los indios
Hopi son smbolos de los clanes, mientras que por otro lado, tambin seala un vnculo
entre los clanes y el arte rupestre en Australia. (LAYTON 2000:176).
Figura 8
105
Sin embargo, esto no debe confundirse que en caso de grabar y/o pintar su
emblema lo convierta en una simple mojonera, ni que con stos petrograbados los
grupos indgenas nmadas de cazadores-recolectores pretendan apropiarse del territorio o del espacio. Pues, creemos que los grupos nmadas de cazadores-recolectores
no ejercen una propiedad sobre la tierra. (BATE 1998), y por lo tanto, no se puede
controlar el acceso a determinado espacio (HARRIS, Marvin 1993:13-14) Aunque,
esto no quiere decir que no existiera territorialidad entre estos grupos:
Ms no por esto se ha de entender, salen del trmino y territorio que tienen
sealado con otra ranchera; si no es con su consentimiento y permiso. (LEN, Alonso
de 1980:18)
Entonces, si tomamos en cuenta todo lo anterior, podemos sugerir la existencia
de petrograbados que identiicaba a un grupo, marcando diferencias respecto a los otros,
para legitimar as el uso del espacio tal y como algunos investigadores con el enfoque
de arqueologa del paisaje han sugerido para los petrograbados de grupos nmadas
del Viejo Mundo. (BRADLEY 1994:160). Estas diferencias se haran palpables con
diferentes iguras grabadas segn el grupo, y estaran en un espacio geogrico determinado, mismo en el que desarrollaran sus actividades. Aunque hasta ahora slo
se trata de una propuesta, hemos denominado tentativamente a estos petrograbados,
petrograbado emblema.
En lo que en la actualidad son los estados de Nuevo Len y Coahuila, existi
un grupo que est documentado en la evidencia histrica que se llamaba: boiguaras,
o sea, rayas de los pies de venado, o en otras palabras: huellas de venado
Por supuesto, nos inclinamos a creer que muchos nombres de grupos tenan su
origen en distintos mitos, mismos que pueden ser compartidos por distintos grupos,
y que por consiguiente, dichos grabados no estaran funcionando exclusivamente
como emblemas de un slo grupo. Sin embargo, ello no excluye la posibilidad que
adems del valor mtico que compartira con muchos grupos del noreste respecto al
venado, dicho grupo haya tenido a dicha igura como motivo en la pintura corporal y
que tambin fuera lo que a manera de emblema los distingua de los dems.
COMENTARIOS FINALES
Desde luego, las anteriores interpretaciones que hemos atribuido a una misma igura
grabada no son las nicas que se le pueden otorgar, pues se podran explorar otras
ms. Sin embargo, para nuestros ines resulta suiciente, ya que buscamos dar los
argumentos necesarios para mostrar que existe evidencia arqueolgica e histrica que
insina la diversidad de signiicados de los petrograbados.
106
Esto, no debe confundirse con el hecho de que asumimos que toda interpretacin de
las manifestaciones grico rupestres sea vlida, tal y como ocurre con el enfoque de la
arqueologa interpretativa a la manera de Ian Hodder, Shanks y Tilley, pues el adoptar
una posicin as, puede conducirnos a un indeseable relativismo en el que todo sirve
y todo se vale, pues no existira una manera de evaluar las interpretaciones, por lo
que se crea una inconmensurabilidad que impide el problema de la demarcacin
entre la ciencia y aquello que no lo es (POPPER 1994:64). Esto, sin duda, nos remite
a una discusin ontolgica y epistemolgica, pero por ahora no es posible profundizar
en ello. Sin embargo, conscientes de las diicultades a las que se enfrenta aquel que
aborda las manifestaciones grico rupestres, nos inclinamos hacia el lado cientico
de la arqueologa, por lo que sin pretender caer en un rgido positivismo, creemos
que unas interpretaciones estn ms fundamentadas que otras.
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107
108
RESUMEN:
El estudio de las manifestaciones gricas rupestres, ya sea en la forma de grabados o pinturas puede realizarse desde varios enfoques. Uno de ellos, que en este texto se plantea, es
el de considerar la igura o un grupo de iguras como textos reconocidos a partir de una
o varias iguras especicas. Se plantea tambin la posibilidad de que existan metatextos no
necesariamente ligado a iguras sino a la forma de abordar la construccin de las iguras
en este caso por medio de secuencias que no necesariamente culminan con una igura
completa y la intencin de que esta manera de aproximarse a la igura contenga en s
misma un signiicado.
INTRODUCCIN
109
Para intentar una interpretacin del material grico que aparece en las manifestaciones
grico rupestres, es necesario pensar las formas como metforas ms que representaciones directas de una realidad, y propongo la categora de texto para interpretar
este fenmeno arqueolgico y demostrar eventualmente el carcter excepcional de
los sitios que las contienen.
As pues, ...introduzco como premisa que las iguras representadas -en algunos casos de manera individual, en otros en combinacin con otras iguras- dan
cuenta de uno o varios textos, cada texto relejando en s un concepto en torno al cual
girara la seleccin de las iguras, [y] la tcnica aplicada.... En el caso de sitios con
alta densidad de iguras, el mismo texto repetido ... podra representar diferentes
momentos histricos y/o tecnolgicos y /o a diferentes etnias. (GONZLEZ Arratia; 1992:40-41)
Parto del principio de que el dejar plasmadas en la roca una serie de formas
y el acto mismo de grabar o de pintar en s, no constituyeron actos individuales y
caprichosos, sino decisiones provenientes de la tradicin, de la comunidad humana
que representan, y su cumplimiento las traslada al mbito del ritual por lo cual es de
esperarse un signiicado especico socializado. (GONZLEZ Arratia 1987:39)
Para el caso de las manifestaciones grico rupestres de los cazadores recolectores del desierto, y desde una perspectiva metodolgica, su signiicado podra estar
contenido en una sola igura o en un conjunto de iguras (adecuada su deinicin de
la lingstica).1 O incluso en un segmento de la misma.
1"texto, Enciclopedia Microsoft(r) Encarta(r) 99. VOX - Diccionario General de la Lengua Espaola,
(c) 1997 Biblograf, S.A., Barcelona. Reservados todos los derechos.
110
111
Una de stas sera que la expresin grica de los antiguos habitantes nmadas del
Norte rido de Mxico, responde a necesidades de culto, derivado de la prctica de
una religin. La base de cualquier religin se expresa, segn Durkheim, en sus relaciones con el mundo sobrenatural, (DURKHEIM 2003) cuya base se desprende de
determinados fenmenos de la naturaleza tales como el nacimiento, el paso de la niez
a la pubertad, la muerte, las estaciones del ao, la presencia, ausencia, abundancia
o escasez de los recursos naturales que permiten la diaria supervivencia como las
plantas, los animales y el agua.
La intencin y necesidad de prevenir las desgracias que pudiera acarrear un
futuro inmediato, (RAPPAPORT 1979:28, 34) implicara, en buena medida, el conocimiento y observacin de los fenmenos astronmicos. (AVENI 1993:91-99)
Los cultos, a su vez, se apoyan con prcticas especicas conocidas como ritos
o rituales y fueron seguramente presididos por el sujeto social identiicado como
shamn. (GONZLEZ Arratia 1987:43-44) El ritual es considerado como parte de
un conjunto de manifestaciones que estructuran la vida social, tecnolgica y religiosa
de la sociedad que los realiz. (MAUSS 1967)
As pues, otra de las hiptesis implcitas en este estudio, es que las iguras
plasmadas en las manifestaciones gricas rupestres darn cuenta de alguno, varios o
todos los cultos practicados por la sociedad humana que los elabor. Para lo cual es
necesario conocer los diferentes rituales practicados.
Como bien expresa Rappaport, ... el ritual no es nicamente una forma de expresar ciertas cosas, sino que ciertas cosas pueden expresarse nicamente por medio
del ritual... (RAPPAPORT 1979:174) y es muy probable que las formas plasmadas
en la roca, los graismos, hayan pertenecido a este tipo de cosas que deberan de
expresarse nicamente mediando el ritual y seguramente utilizando un lenguaje
secreto como lo propone Eliade (1992:93), lenguaje conocido por el shamn.
As pues, considerara que una manera de aproximarse al ritual, a los momentos
que lo integran y a sus variantes, sera a partir del desciframiento de este lenguaje para
lo cual la utilizacin de la categora de texto es una primera aproximacin.
112
113
De momento he identiicado tres textos que se vinculan con diferentes iguras (as como
con el tratamiento de la lnea) que en principio considerar como textos diferenciados
entre s, y como hiptesis a ponerse a prueba ms que comprobadas.
Los textos que he identiicado y que en hiptesis propongo que deberan de representar algunas de las iguras grabadas y/o pintadas por los cazadores recolectores del
desierto son los siguientes:
Texto 1. El shamn
Texto 4. Los astros
Texto 5. Las cuentas
Las iguras que en hiptesis daran cuenta de estos temas, me han sido sugeridas por el anlisis de cientos de representaciones, tanto grabadas como pintadas, de
aproximadamente doscientos sitios del suroeste y centro de Coahuila tales como en
El Perico, El Sol, El Molino, Narihua, La Gualdria, Mala Noche, El Quemado, El
Pelillar, El Huizache, El Junco, Cueva Pinta, Lagartijas, etc. (GONZLEZ Arratia,
1996, y GONZLEZ Arratia, en prensa)
Como una forma de ir precisando, los contenidos de cada texto, he subdividido esta
categora en temas y a los temas en variantes como sigue:
114
Este momento lo he identiicado en varios graismos. Uno en la igura de forma trapezoidal, cuadrangular o triangular de aristas tanto redondeadas como angulosas, que
he caliicado de torso. (Figuras 2 y 3)
Propongo en hiptesis, que la igura triangular/trapezoidal e incluso cuadrangular (torso) es una manera de representar lo intangible como el espritu y en el
contexto del tema, un momento especico que es en el que sta se separa del cuerpo
punto culminante del trance y que denomino desdoblamiento.
Segunda variante: El vuelo del shamn (Incursin en el espacio sobrenatural) y el trance.
Denominado como vuelo mgico por Eliade (1992:94) y asociado entre otros sm-
115
bolos con las alas de las aves que en forma muy esquematizada aparecen tanto en
petrograbados pero principalmente en pictografas, incluira para el caso del Norte
de Mxico igualmente la representacin de la planta del pie, tanto aislada o asociada
a iguras humanas y de otro tipo. (Ver Figura 14).
La huella del pie, segn mi hiptesis, estn indicando otro de los momentos
del trance, en el cual el espritu del shamn -desprovisto de materia- tiene capacidad
de desplazarse por el espacio (volar), y la huella misma, representa el momento
preciso en que da el gran salto abandonando el mundo material para entrar en otro
universo sobrenatural en que trastoca las leyes naturales que rigen a los dems seres
humanos.
116
Sin embargo, esto no signiica que todos los crculos presentes representen necesariamente astros, pero s que prcticamente todos los astros se representan en algn
momento dado por crculos. Tampoco signiica que no se hayan utilizado otras formas
para representarlos (por ejemplo el tringulo como lo menciono ms abajo).
117
118
c.1 Las lneas sencillas y generalmente rectas cortas, unidas radialmente (en torno)
a la parte exterior de la lnea del crculo, las traduzco como el intento de mostrar
gricamente el halo o los rayos de los diferentes cuerpos celestes. (Figura 6) El ms
conspicuo sera el sol.
c.2 Lneas largas que se desprenden de un segmento del crculo sean rectas o curvas
y que he interpretado como cometas. (Figura 6c)
c.3 El tratamiento ms complicado de las lneas rectas al representarlas en pares, o
la aplicacin de la abrasin, podran indicar momentos especicos del fenmeno
celeste. (Figura 6b)
c.4 La doble lnea perimetral, por otra parte la interpreto como el halo que en determinados das del mes aparece en torno a los cuerpos celestes. (Figura 7)
119
d.4 Dos lneas rectas, una horizontal y otra vertical cruzndose perpendicularmente,
con o sin lneas enmarcndolas formando una cruz la cual a su vez a sido repetidamente interpretada como Venus. (Figura 9c)
d.5 Si bien el crculo lo considero el arquetipo de la forma seleccionada en el pasado
para representar astros, existe al menos otra forma como es la lnea ondulada que con
un pequeo crculo o punto en uno de sus extremos parece representar una serpiente.
El hecho de que frecuentemente muestra uno, dos o tres grandes puntos a uno y otro
lado de la ondulacin me inclina a
pensar que se est representando una
serpiente celeste con determinados
planetas o estrellas. (Figura 10)
d.6 El tringulo del que se desprenden
de su base segmentos de arco, que he
120
121
Plano 1
ANTECEDENTES
122
Aveleyra Arroyo de Anda, quien en su Proyecto de Arte Rupestre del Museo Regional
de La Laguna (INAH)2 las integra como parte de los sitios que visit y describi
someramente. La opinin textual de Aveleyra sobre los cerros de San Rafael de los
Milagros, es la siguiente:
Esta localidad es sin duda, la ms importante y ms ilustrativa concentracin
de petroglifos que se ha encontrado en La Laguna. Es el centro de toda una serie de
importantes sitios, con abundancia de petroglifos, que se sitan a lo largo de la margen
sur de la cuenca desecada de la antigua Laguna de Mayrn, desde el ejido el Sol hasta
ms all de Paila, sobre la carretera Torren-Saltillo. (AVELEYRA 1977)
En 1983, el Departamento de Prehistoria del INAH inicia un registro fotogrico de San Rafael que pretenda ser exhaustivo. Este trabajo queda trunco porque la
extraordinaria cantidad de petroglifos presentes, requeran de una metodologa mucho
ms soisticada para su total registro, como era la intencin. Este problema da pie
para un planteamiento metodolgico y terico que aparece publicado en 1987 bajo el
ttulo de Teora y Mtodo en el Registro de las Manifestaciones Gricas Rupestres.
(GONZLEZ Arratia 1987)
Posteriormente, en la dcada de los ochenta, el proyecto Atlas Arqueolgico de
Pictografas y Petrograbados, registr los mismos sitios que ya haba reportado Luis
Aveleyra sin aportar mayores datos ni mejorar la metodologa. (CASADO 1987)
En el ao 2000, en el marco del Proyecto INAH Procede Coahuila y con motivo
a la atencin de una denuncia de vandalismo y saqueo, se regres al sitio en diferentes
momentos en una ocasin con el arquelogo Jorge Moto Chvez y posteriormente con
el Arqlgo. Jess Gerardo Ramrez, para agregar nuevos datos a los ya conocidos, como
el nmero de rocas con grabados y su distribucin en las elevaciones. (GONZLEZ
Arratia 2000)
Hasta el momento se han identiicado seis de esas unidades arqueolgicas las
que se han denominado como sigue:
San Rafael Ia
San Rafael Ib
San Rafael Ic
San Rafaelito I
San Rafaelito II
San Rafaelito III
123
Ochoa y Yuri de la Rosa, se termin el registro fotogrico de cada una de las rocas con
grabado, el dibujo sin escala de cada una de las iguras presentes, y una distribucin
aproximada de los petrograbados en toda la loma.
La suma de estos trabajos as como las diferentes visitas espordicas que he
realizado en el pasado a esta rea -paso obligado en la carretera Torren-Saltillo- me
ha permitido ir recopilando otros datos tendientes a lograr un registro total de al menos
una de las elevaciones, la que se bautiz como San Rafael Ic, los cuales menciono
en el presente trabajo.
Como comentario al margen sealar que el rea de San Rafael de los Milagros es muy visitada gracias a su fcil acceso ya que prcticamente todas las lomas
se localizan a unos 20 a 100 m de distancia de la carretera pavimentada, comodidad
que ha sido ampliamente aprovechada por los saqueadores y vndalos.
El material arqueolgico
En torno a las elevaciones con los petrograbados se encuentran vestigios de asentamientos humanos caractersticos de los cazadores recolectores, como roca fracturada
por el fuego en una disposicin circular o aproximadamente circular interpretada como
fogata, as como artefactos de ltica tallada e instrumentos de molienda.
La poblacin prehispnica del sitio
A partir de la llegada de los europeos a este territorio, a ines del Siglo XVI, aparecen
las primeras referencias a los grupos indgenas. Las fuentes histricas mencionan la
presencia de una buena cantidad de poblacin de cazadores recolectores nmadas,
asentada temporalmente en el permetro de lo que en esa poca se deini como una
gran laguna, la laguna de Mayran la cual reciba de manera estacional el caudal
del Ro Nazas una vez al ao. (ZUBILLAGA 1981, Tomo VII:117) Despus de seis
meses o menos sta se evaporaba retornando su lecho a la condicin de desierto. Al
ser el ro represado en el siglo XX, desaparece totalmente el espejo de agua como es
el caso actualmente.
En el momento del contacto con los espaoles, la vegetacin, la fauna lacustre,
los peces y el agua existan en cantidades suicientes durante algunos meses del ao
y luego desaparecan al secarse la laguna. (MOTA y Escobar 1940:168) Pero durante
esos meses, este espacio era el punto de reunin de una buena cantidad de los grupos
nmadas pues les permiti subsistir, segn las fuentes, de manera holgada pescando,
cazando y recolectando vegetales (posiblemente de agosto a noviembre) en los aos
en que el ro acarreaba un abundante caudal. (MOTA y Escobar 1940) (GONZLEZ
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Arratia 2003) Los vestigios arqueolgicos, parecen indicar esta misma situacin de
abundancia en el pasado prehispnico.
La alta densidad de grabados en el rea, y sumado al resto de las elevaciones
vecinas, me permite suponer que este sitio fue visitado durante siglos y milenios con
la inalidad de dejar plasmadas iguras en las rocas.
La loma mide 140 m de largo por 12 m de altura. En su supericie se distribuyen
casi homogneamente 145 rocas con petroglifos (Plano 2) presentando un trmino medio de 2 iguras por roca, o sea que se trata de cuando menos 290 diferentes iguras.
La distribucin del total de las rocas grabadas sobre la loma donde aloran,
seala una direccin oriente-poniente o poniente-oriente, concentrndose la mayor
parte de los grabados en la ladera norte ms que en la ladera sur. El norte es la direccin donde se encontraba la Laguna de Mayran es decir, el agua temporal.
Las iguras representadas en San Rafael Ic.
Los textos y el metatexto
Si bien en este momento me encuentro estudiando este sitio, por lo que presento
resultados preliminares, algunas hiptesis tentativas pueden adelantarse.
El metatexto
125
Ciertamente, en los grabados de San Rafael Ic, estn presentes los indicadores que he
identiicado mostraran la preocupacin de la sociedad humana que los manufactur
de dejar constancia de su trascendencia histrica. Estos indicadores tienen que ver
con el momento en que se encuentra el tratamiento de la lnea que conforma la igura,
as como de las partes representadas y por representar de la misma.
La evidencia relejada en las lneas y las formas, revela que la manera de
aproximarse a la construccin de las mismas fue por medio de secuencias, por lo
tanto, muestra lneas, formas y texturas inacabadas.
Esta aproximacin a las diferentes partes de que consta la actividad del grabado,
la interpreto como la intencin de dejar constancia de un metatexto, e implica un
compromiso con el regreso futuro al mismo sitio a terminar, iniciar o simplemente
continuar con el acto de grabar. Un acto que he deinido en otra parte como un rito
en s.
En hiptesis, este metatexto contiene un signiicado subyacente a la presencia
y manufactura de los grabados, y representara el contenido generalizado en las tradiciones de petrograbados de los cazadores recolectores cuya tcnica ms importante
sera la percusin indirecta plasmada en forma de puntos, y utilizando necesariamente
un cincel. Posiblemente los petrograbados de sociedades de agricultores o en centros
ceremoniales no presenten esta caracterstica de aproximacin por secuencias a la
construccin de las iguras, y por lo tanto este tipo de metatexto.
El texto
Las formas geomtricas son las que predominan en San Rafael Ic como es
el caso en cualquier sitio de petrograbados en Coahuila. No obstante existen tres
tipos de iguras que podran considerarse como igurativas con diferente grado de
esquematizacin. Se trata de una igura que posiblemente represente un agave, otras
que estaran representando una serpiente, la igura humana y los pies. Estos ltimos
se muestran de manera realista y con un tratamiento interior de relleno. Se trata de
una manera de diferenciar a una igura utilizando la misma tcnica del grabado por
picoteo (percusin) para extraer el cortex de la roca que queda generalmente dentro
de una lnea de contorno cerrado. Visualmente tiene el efecto de resaltar el volumen
de la forma representada. Socialmente podra estar simbolizando un mayor status de
este tipo de igura sobre las dems pues implica la inversin de una mayor cantidad
de trabajo.
En el caso de las formas geomtricas, considero como formatizadas en hip-
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Figura 17
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En una roca de la cima, con su cara orientada al norte aparece un grabado que muestra
una serie de puntos divididos y ordenados por lneas horizontales. Visualmente se
destaca como el motivo central, los puntos. (Figura 18)
En la ladera sur, prcticamente a nivel del suelo circundante hay otro graismo
compuesto de lneas horizontales cortadas por verticales no totalmente rectas. Forman
una especie de cuadrcula irregular. En su interior se colocaron tres pequeos puntos.
Visualmente lo que destaca es la forma de las lneas. (Figura 19)
Otras dos rocas al oriente de la elevacin, muestran rayas y/o puntos ordenados. Un petrograbado consta de una serie de 11 cuadros, cada uno con un punto en el
centro, y de la lnea inferior (horizontal) de los cuadros surgen 16 rayas cortas (verticales). (Figura 20) El otro, presenta doce puntos alineados distribuidos en 3 lneas
horizontales de cuatro puntos cada una. (Figura 21)
Texto 1
Chamn
Tema
Trance
Variante 1
Vuelo
Texto 2
Astros
Tema
Observacin del irmamento
Variante 1 Variante 2
Venus Serpiente emplumada
Variante 3
Cometa
Texto 3
Cuentas
Tema
Anotacin numrica
Variante 1 Variante 2
Rayas Puntos
132
Tratadas desde la perspectiva del texto, temas, y variantes, hasta el momento identiicados en el sitio de San Rafael Ic, y en otros sitios con petrograbados y pictografas
de Coahuila, Nuevo Len, Chihuahua, Utah, California y otros lugares del desierto,
es posible observar una complejidad conceptual de las sociedades que grabaron las
iguras que, asumo, fueron cazadoras recolectoras.
Ciertamente, la complejidad de la tarea implcita en el grabado de las iguras,
rebasa stas y abarca desde la seleccin del sitio que presente tanto la materia prima
necesaria como la ubicacin geogrica y posiblemente astronmica adecuada, las
diferentes tcnicas y modalidades de grabado que se emplearon y que en este trabajo
no trat, y la seleccin de las iguras que den cuenta de una idea que releje tanto
uno o varios rituales como uno o varios cultos uniicados en torno a una cosmogona
especica.
En el caso de San Rafael Ic, se puede apreciar que en este yacimiento se encuentran iguras antropomorfas, crculos y otras iguras geomtricas as como puntos
y rayas, que he equiparado a textos como el shamn, los astros y las cuentas.
Existen pues, cuando menos representados tres temas de por s complicados y
posiblemente vinculados unos a otros. Una hiptesis es que la igura que podra vincularlos sera la antropomorfa o chamn. Esto me permite complementar otra hiptesis
ya expresada en otros trabajos de que el ejecutante de los grabados fue el chamn,
entre otras cosas porque es el que est designado por su sociedad y predisposicin
natural, al conocimiento de las maneras de relacionarse con el mundo sobrenatural y
posiblemente predecir, los momentos importantes relacionados con la naturaleza en
s, y aliviar o mitigar los efectos negativos que padecen los mortales.
Dos de los conocimientos del chamn que probablemente estn relejados en estos
textos seran el movimiento de los astros y la identiicacin de algunos de ellos, y algn
tipo de cuentas ya que la observacin astronmica implica la necesidad de realizar
una anotacin cuantitativa. Pero en teora el chamn tambin requiere de entrar en
contacto con lo sobrenatural antes de iniciar cualquiera de sus actividades fundamentales como podran ser las del grabado, por lo que debera de pasar por el trance, el
cual se compone de diferentes momentos, uno de los cuales, segn propongo, sera el
vuelo, la elevacin hacia otros niveles de realidad que segn mi propuesta quedara
representada materialmente (como metfora) por la huella de los pies.
Desde una perspectiva metodolgica, el plantear la presencia de determinados
textos en un sitio con manifestaciones gricas rupestres, implica pasar de la identiicacin y ordenamiento de meras formas, a convertir esas formas en smbolos que
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ANTECEDENTES
Hasta el momento la referencia ms temprana sobre arte rupestre en el noroeste de
Mxico, la encontramos en la obra Triunfos de Nuestra Santa F entre gentes las
ms brbaras y ieras del Nuevo Orbe, del jesuita Andrs Prez de Rivas, escrita en
la primera mitad del siglo XVII (1616), quien escribi:
No pasar en silencio aqu un caso particular que sucedi estos das y maniiesta la rabia del demonio contra la doctrina de Cristo. El caso fue, que el padre que
haba comenzado a doctrinar los guazaves, volva en compaa de algunos espaoles
para la villa; y repar que un indio que caminaba delante, dejando el camino, se entr
por una senda del monte: siguile el padre y vio que iba a parar a una piedra a modo
de pirmide, con ciertas iguras, aunque toscas, esculpidas en ellas, y que le estaba
haciendo algunas demostraciones de reverencia. (PREZ de Rivas, 1985:119).
*Arquelogo,
137
Hace cien aos, en 1890 el noruego Carl Lumholtz, viajaba por territorio sonorense, siguiendo en parte la cuenca del ro Bavispe y en su libro El Mxico Desconocido, hace mencin a las rocas esculpidas cercanas a la poblacin de Granados, en
la parte oriental del estado, reirindose a ellas en los siguientes trminos:
Cerca de Granados, me hablaron de unos petroglifos iguras esculpidas
en las rocas, y envi Mr. Stephen examinarlas. Los mexicanos llaman
los diseos cara pintada; hallbanse slo dos millas y media al N.O. de la
ciudad, y eran interesantes. Los dibujos estaban rudamente grabados pico en
las rocas de felsita, bastante suaves, sobre un tajo perpendicular de la parte baja
de la sierra, como cuarenta pies sobre el lecho del arroyo quiebra. Todas las
iguras humanas estaban diseadas en el estilo caracterstico que encontramos
ms al norte, iguradas las manos y los pies con tres lneas radiantes, semejanza
de pisadas de pjaro. El tamao y la igura, esculpida dentro de una especie de
marco, es de veinte pulgadas de ancho por veinticuatro de largo, y cada una de
las tres iguras del grupo prximo de abajo, tena como 18 pulgadas de altura.
Algunos de los dibujos representan evidentemente la liblula deiicada que se
ha encontrado casi donde quiera entre las ruinas de Arizona y el norte de Mxico.
Hay tambin crculos concntricos, la espiral de forma convencional y el dibujo
del laberinto, tan comn entre los indios americanos del norte y todava usado
entre los moquis. (LUMHOLTZ 1986:15-16).
138
Cuando visita el sitio conocido como La Nariz que tiene algunos elementos
constructivos prehispnicos, antiguas fortiicaciones como las llamo Lumholtz, al este
de la actual poblacin de Sonoyta, hace mencin a las rocas donde haba pictografas
del mismo tipo y diseo como las que se pueden ver en otras partes de la regin, como
por ejemplo las cercanas a Caborca. En su libro ilustra lo anterior, presentando dos
fotografas, una de los petroglifos de La Nariz y otra con unos de Caborca.
Investigadores norteamericanos inician trabajos de tipo arqueolgico en la cuenca
del ro Magdalena, hasta el Golfo de California, en los aos treinta, continuando durante
dcadas de los cuarenta y cincuenta; podemos citar las investigaciones de Sauer y
Brand (1931), Gifford (1946), Ezell (1954), Hinton (1955) y Johnson (1960, 1963).
El profesor Manuel Sandomingo en su libro Historia de Sonora. Tiempos
Prehistricos (1953), hace alusin al arte rupestre en varios sitios del estado:
En Sonora, los jeroglicos de nuestras sierras, se encuentran cerca de alguna
fuente y, en numerosos casos, consisten principalmente de rayas verticales a
colores, lneas curvas y onduladas, crculos concntricos, manos, cuadrados,
crculos con lneas exteriores convergentes al centro, como si quisieran dar la
idea del sol, espirales, iguras humanas muy simples, y algunos jeroglicos muy
complicados. (SANDOMINGO 1953:421).
A partir de los aos cincuenta poco a poco se fueron dando a conocer nuevos
trabajos como el de Rafael Orellana (1953) y Miguel Messmacher (1961), este ltimo
describi la estacin rupestre de La Pintada, que durante un tiempo fue el nico lugar
con pintura rupestre que se conoca fuera de Sonora. Este sitio est a 54 kilmetros
al sur de Hermosillo, rumbo al puerto de Guaymas, por la carretera federal Mxico
15 y a 6 kilmetros al oriente por un camino de terracera.
El investigador Julin D. Hayden que ha dedicado prcticamente su vida al
estudio de la regin de El Pinacate, en el municipio de Puerto Peasco, public en
1972 un estudio de lo petroglifos Hohokam de la sierra de El Pinacate, Sonora.
139
Se puede decir que el tema del arte rupestre en los simposios de Historia de Sonora ha
estado presente desde sus inicios hasta la fecha, tenemos por ejemplo los siguientes
trabajos: QUIJADA Hernndez, 1976; QUIJADA Lpez, 1984 y 1985; MENDIOLA
Galvn, 1990, pretendiendo en esta ocasin, realizar un esfuerzo de sntesis marcando
las distintas concentraciones de sitios con petrograbados en el noroeste de Sonora.
Hoy sabemos de la existencia de casi dos centenares de sitios con este tipo
de manifestaciones culturales en el Estado de Sonora; aunque para los ines de este
trabajo solamente mencionaremos algunos de ellos como ejemplos. Unos solamente
tienen unas cuantas iguras, en cambio otros cuentan con cientos de ellas, que se pueden agrupar en antropomorfas, zoomorfas, itomorfas (motivos realistas, biomorfos)
y geomtricas (motivos no realistas, laberintos, grecas, etc.).
En ocasiones se observan iguras sobrepuestas, notndose las diferencias de
estilo y tcnica de ejecucin, los hay de pocos centmetros de altura, en cambio algunos se miden por metros, a veces son iguras aisladas, en otras ocasiones forman
conjuntos hasta de diez metros cuadrados.
Desde mediados de la dcada de los aos setenta, se han venido recorriendo
una a una las distintas reas de Sonora, con la inalidad de localizar y registrar los
sitios con arte rupestre, as como rescatar en un primer momento la mayor cantidad
posible de informacin. A continuacin presentamos una sntesis de los sitios y de
las regiones ms signiicativas en cuanto a presencia de manifestaciones de arte rupestre tratando de llevar una secuencia de norte a sur y de oeste a este de acuerdo a
la geografa del estado.
LA REGIN DEL PINACATE
140
mentos del desierto, raspando el mosaico y perilndolo con piedras (geoglifos). Los
diseos son zoomorfos (aves, reptiles) y antropomorfos; a menudos grandes, existe
una igura masculina de ms de 100 metros de longitud. Casi todo campamento tiene
por lo menos una igura al lado de l, y una o ms avenidas de tiras largas limpiadas
de toda maleza, hasta 200 m de largo y 2 m de ancho, que deben haber sido usadas
para procesiones y bailes ceremoniales, es la opinin de Hayden. Tambin escribe
que quizs las iguras en la tierra tomaron el lugar de los petroglifos en El Pinacate,
pues los que existen en La Tinaja de Romero, en la cueva indgenas Hohokam del ro
Gila, por la existencia de un diseo en forma de conchas en las paredes de La Tinaja
de Romero, como de otros lugares de descanso, al norte de las veredas hohokam que
llegan al ro Gila desde el Pinacate y el mar.
Tambin se consideran de la misma rea aquellos sitios cercanos a la poblacin
de Sonoyta, cabecera del actual municipio de Plutarco Elas Calles; localizndose al
oriente de Sonoyta, aproximadamente a 35 kilmetros y muy cerca de la lnea divisoria con los Estados Unidos, el sitio del Cerro de La Nariz, en donde se encuentran
algunas iguras zoomorfas y geomtricas. Este sitio Carl Lumholtz lo menciona en
su libro New Trails in Mxico, que es un relato de su segundo viaje por territorio
sonorense, en donde por espacio de un ao explor el noroeste de Sonora y suroeste
de Arizona (1909-1910), en este libro hace una comparacin entre estos petroglifos
y los cercanos a Caborca. (LUMHOLTZ 1990:169).
LA REGIN DE TRINCHERAS
En el norte de esta rea, cerca del poblado de Ssabe, en terrenos del rancho San
Carlos, se han reportado varios grabados en formas diversas dando la impresin de un
laberinto. Al sur del pueblo de Saric y a una distancia de 5 kilmetros, est el Cerro
Prieto, en donde se observan algunos grabados de difcil clasiicacin debido a que
estn daados por la erosin distinguindose solamente uno en forma de espiral. En
el valle que forma el ro Altar, en el municipio del mismo nombre, se encuentra una
cordillera conocida como el Cerro del Carnero en cuyas inmediaciones hay rocas
grabadas con iguras antropomorfas, zoomorfas y geomtricas.
Cerca del poblado de Imuris, a unos 11 kilmetros al este, en el arroyo Babasac,
se localiz y registro el lugar conocido como Petroglifos Puerta del Cajn, en las
paredes de varios acantilados existen conjuntos de iguras, en su mayora son formas
geomtricas.
Siguiendo el curso del ro Magdalena, cerca de la pequea comunidad de Terrenate, a la orilla del camino de terracera, esta el sitio de La Cara Pintada, existen
141
pinturas pero tambin algunos grabados que representan animales, espirales, grecas
y cruces muy estilizadas.
El sitio de La Cantera est localizado a 25 kilmetros al sureste de la ciudad
de Magdalena de Kino, entre las cuencas de los ros Magdalena y San Miguel. Este
lugar lo forman dos cerros pequeos, existiendo en el piso de su cspide una buena
cantidad de grabados profundos, formando crculos y cuadrngulos. Es notable la
cantidad de diminutos hoyos dispuestos alrededor de las iguras geomtricas.
El sitio El Pedregoso esta en terrenos del ejido El Claro, municipio de Santa
Ana, a ms de 10 kilmetros al suroeste de la cabecera municipal. Por el nmero de
grabados y su distribucin tan dispersa, se ha dividido el sitio en cinco secciones, en
todas tenemos grabados en forma geomtricas, antropomorfas y zoomorfas. Las secciones A y B son las estn en mejor estado de conservacin en cambio las secciones C
y D casi han desaparecido por la extraccin masiva de rocas, plantas, rboles, sahuaros,
etc., por parte de alguna compaa constructora que ediic un bordo de contencin
para proteger a la poblacin de Santa Ana de las aguas del ro Magdalena en enero
de 1993, la seccin E tambin esta siendo afectada en la actualidad por personas que
se dedican a la venta de piedras para la construccin.
En la cabecera municipal de Trincheras, en el cerro del mismo nombre y en su
extremo occidental localizamos algunos petroglifos, as como tambin en una prolongacin de este cerro hacia el sur y que los habitantes de la regin llaman Cerrito de los
Monos Pintos, en donde se aprecian dos iguras antropomorfas de 50 centmetros de
altura y en buen estado de conservacin. Aproximadamente a 2 kilmetros al oriente de
este punto, existe otro cerro llamado Trincheritas en donde hay dos rocas grabadas
con representaciones naturistas, presumiblemente algn tipo de cabra. Todos estos
sitios estn dentro de la regin que los arquelogos han llamado de la Cultura Trincheras para pocas ms tardas.
En el asentamiento arqueolgico conocido con el nombre de La Playa, muy cerca
del sitio de Trincheras, existen algunos geoglifos representando iguras geomtricas
como crculos, estrellas, lechas, etc.
La regin de Caborca tambin al noroeste del estado debi ser excepcionalmente
rica en petroglifos, pues en las dcadas de los aos cuarenta y cincuenta se perdieron
muchas rocas donde se encontraban estas manifestaciones culturales a raz de la
abertura de tierras para la agricultura, la construccin de puentes para el ferrocarril,
nuevas carreteras e incluso se utilizaron estas piedras para los cimientos de casas y
ediicios de la ciudad de Caborca. Pero a pesar de la destruccin a que han sido objeto
142
todava existen diseminados por sus montaas cientos de grabados. En algunos sitios
como La Proveedora, La Calera y Potrero de Balderrama forman verdaderos
murales de extraordinaria belleza y de incalculable valor. Estos grabados son de una
gran variedad en cuanto a estilos y formas, as como a sus dimensiones; tambin se
localizan en forma aislada, pero esto es poco frecuente. Solamente en toda la regin
se ha localizado hasta la fecha una sola pintura de tipo geomtrico.
Esta regin fue visitada por el explorador noruego Carl Lumholtz a inales de
1909 o principios de 1910 y menciona la existencia de pictografas cercanas a Caborca
y en su libro New Trails in Mexico muestra una fotografa de una igura geomtrica de
las que denominamos grecas, adems realiza una comparacin con las del sitio de La
Nariz, cercanos a Quitovac. De esta forma Carl Lumholtz es el primer investigador
que menciona la existencia de estas manifestaciones culturales.
Despus de Lumholtz pasaran muchos aos antes de que nuevamente se mencionaran estos petroglifos por otros investigadores tanto extranjeros (HILTON 1955;
BOWEN 1976), como nacionales (QUIJADA Hernndez, 1976), hasta el ltimo
estudio arqueolgico, realizado por la Dra. Beatriz Braniff donde:
...se estudiaron 136 unidades de las que se identiicaron 462 motivos. Aunque
esta coleccin de diseos es slo una muestra, considerando que la clasiicacin
y evaluacin numrica es vlida hasta cierto punto. Hemos agrupados primeramente a motivos realistas (antropomorfos, zoomorfos, astros), y no realistas
(grecas, laberintos, gorros frigios, elementos aislados y garabatos). Los no
realistas son los que aparecen en mayor cantidad, y dentro de stos las grecas
representan el 50%. Estas proporciones seguramente implican tendencias especicas del grupo, que los especialistas en historia del arte pudieran conocer.
(BRANIFF 1985:I:165-166).
143
144
BALLEREAU, Dominique
1988
El arte rupestre en Sonora: petroglifos en Caborca. Trace, No. 1 Centro de Estudios Mexicanos y Centro Americanos. Mxico
BRANIFF C., Beatriz
1985
La Frontera Protohistorica Pima-Opata en Sonora, Mxico. Proposiciones arqueolgicas
preliminares. Tesis Doctoral, Facultad de Filosofa y Letras. UNAM
BOWEN, Thomas
1976
Seri Prehistory. The archaeology of the Central Coast of Sonora, Mxico. University of
Arizona Press. Tucson
145
146
LOS PETROGRABADOS DE
LOS NARANJOS, SINALOA
Julio C. Vicente Lpez*
[No] poda llamar en mi auxilio los jeroglicos, que contribuyen a dar
una idea de la signiicacin de las palabras, puesto que no fueron
usados, o al menos transmitidos hasta nosotros, por los pueblos del
Noroeste de Mxico, y s en algunos cerros de esas comarcas se han
visto rasgos de escritura hiertica, hasta ahora han permanecido
indescifrables.
Eustaquio Buelna, 1887
RESUMEN:
Las investigaciones sobre el pasado prehispnico en el estado de Sinaloa han sido pocas en
comparacin a otros lugares en Mxico. Sin embargo, las que se han realizado, excluyendo
algunos casos aislados, no se han abocado profundamente al tema de los petrograbados,
los cuales sin duda, aportan una gran cantidad de informacin sobre la cosmovisin y la
organizacin social de las culturas prehispnicas sinaloenses. Para poder llevar a cabo
esto, es necesaria una investigacin, primeramente particular, para posteriormente pasar a
una investigacin regional. De esta manera se llegar a un conocimiento ms amplio sobre
el pensamiento de los antiguos pobladores sinaloenses. Este escrito trata sobre el estudio
particular del sitio con petrograbados Los Naranjos o cerro del Tlacuilole, y de sus caractersticas discursivas.
Uno de los temas que ha sido muy poco estudiado de manera profunda, en el estado
de Sinaloa es el de los petrograbados. Esto resulta un tanto contradictorio, pues en
un estado dnde la presencia de petrograbados es muy basta, se espera contar con un
inters fuertemente difundido entre el medio especializado, el cual al parecer no ha
tomado en cuenta la riqueza existente en el discurso plasmado sobre la roca.
En el estado de Sinaloa, de manera muy general y conservadora, se puede
mencionar la existencia de ms de cincuenta sitios con petrograbados, los cuales se
distribuyen a todo lo largo y ancho del territorio sinaloense; tanto en barrancas y cauces
de ro, como en la sierra, planicie costera o a orillas del mar. Las representaciones con
las que hemos tenido contacto, sea directo o indirecto1, nos hacen notar una diversi* P. A.
1 La falta de un conocimiento pleno sobre el vasto territorio sinaloense, slo nos permite conocer algunos
147
dad en los diseos representados: las iguras que se encuentran en el norte, diieren
estilsticamente con las del centro y stas, a su vez con las del sur. As tenemos, por lo
que se ha podido observar de manera supericial, tres estilos de diferente naturaleza. Al
respecto, si nos basamos en las fuentes que nos legaron los colonizadores y misioneros
espaoles, esta divisin resulta un tanto evidente, pues la distribucin poblacional
en cada una de estas regiones, como ellos lo mencionan era de distinto tipo2. Ahora
bien, si nos abocamos al campo al cual pertenece el estudio de petrograbados, es decir
la arqueologa, esta divisin tambin se encuentra presente. Al respecto se pueden
mencionar los trabajos clsicos de Isabel Kelly en Chametla3 y Culiacn4, y los de
Gordon Ekholm en Guasave5, por citar los ms signiicativos. Resumiendo estos, los
nombres antes mencionados corresponderan cada uno a una provincia prehispnica:
Chametla al sur, Culiacn al centro y Guasave al norte. Teniendo cada una diferentes desarrollos temporales, pero coincidiendo algunos de sus periodos entre s. Es
prudente mencionar en este momento, que la divisin arriba propuesta, basada en
aspectos estilsticos, se realiza nicamente de manera emprica, pues los estudios en
este tema son muy escasos y la presencia de sitios con petrograbados obedece, en la
mayora de los casos, a cuestiones geogricas y culturales, teniendo probablemente
as, subregiones dentro de las mismas provincias antes mencionadas.
Para fortuna de unos y desgracia de otros, los escritos sobre petrograbados de Sinaloa,
con los que hasta el momento se cuenta, con alguna excepcin, fueron realizados por
aicionados a la arqueologa. A pesar de lo anterior, no es la intencin de este escrito
profundizar en aspectos relacionados con los estilos o tradiciones pictricas, con
provincias o regiones en particular, mas bien trata sobre uno de los tantos sitios con
petrograbados que se tienen en el estado, especicamente localizado en el centro de
Sinaloa: Los Naranjos. Tambin conocido como cerro del Tlacuilole.
La decisin de abordar un solo sitio en esta exposicin, obedece al objetivo de empezar el estudio de los petrograbados de forma particular, para posteriormente poder
llegar a una generalidad, primeramente regional y posteriormente estatal. Es decir,
primero se deben conocer los sitios y sus caractersticas, para despus poder comparar cada uno de los rasgos de los sitios y as poder tener una base en que sustentar
interpretaciones.
2 Al respecto se puede consultar: ORTEGA Noriega, Sergio 1993; y GERHARD, Peter 1996
3 KELLY, Isabel; 1938
4 KELLY, Isabel; 1945
5 EKHOLM, Gordon; 1942
148
Figura 1
149
Figura 2
LOS PETROGRABADOS
Se encuentran en el sector Oeste del Cerro del Tlacuilole, orientados en esta misma
direccin, teniendo de frente el aluente del ro. En total se puede manejar un aproximado de 56 representaciones de distintos tipos y tamaos, los cuales para desgracia,
se encuentran seriamente afectados por grafitis. En el sitio, encontramos formas
geomtricas, antropomorfas, zoomorfas y itomorfas (igura 3); muchas de las veces,
aparecen aisladas o en conjunto. Es decir, puede encontrarse un signo, cual sea, de
forma individual, o en asociacin con otros tantos, formando as una escena o conjunto, es decir una serie de signos que guardan una relacin ideolgica, simblica o
semitica; plasmados en un discurso ideogrico determinado social y naturalmente
por el medio circundante. Dicho discurso puede estar vinculado estrechamente al
ejercicio del poder, pues el discurso preciso y deseable es el que est ligado a este6.
Referente al caso de las escenas, la igura 4 es una buena muestra; siendo esta
la que guarda, a nuestro parecer, la importancia central del discurso en Los Naranjos, pues la mayora de las imgenes se presentan solas o en pares. Dicha escena se
compone de cinco personajes con caractersticas humanas, cuatro en conjunto y uno
aislado, representados de distintas maneras; se encuentran envueltos en una franja
horizontal superior compuesta por diseos de lneas entrelazadas y una inferior, con6
150
sistente en una lnea horizontal continua en zigzag. Tanto dentro, como fuera de los
marcos, se observan animales. Por debajo del marco inferior se encuentra un signo o
smbolo semicircular el cual es el contenedor de lneas cortas; un diseo compuesto
por una lnea horizontal, rematada en sus lados por dos crculos, se encuentra muy
cercano a ste.
Figura 3
Esta escena contiene una complejidad especial (igura 4). El foco de atencin
son los personajes contenidos entre estas dos franjas: espacio perteneciente al nivel
terrenal, pues la banda superior delimita el espacio celeste y la inferior el mundo
subterrneo o inframundo o quiz seale un aluente de agua.
En la parte celeste, podemos ver como dos estrellas emergen del cielo (esquina
superior derecha) lo cual nos habla que la escena se lleva a cabo durante el ocaso del
sol o en la noche. Asociado a estas encontramos un diseo zoomorfo consistente en
lo que consideramos un insecto volador.
Por su parte, en el rea correspondiente al ultra mundo, se encuentra el diseo
semicircular antes mencionado, el cual probablemente, corresponde a algn tipo de
signo ideogrico; asociado se encuentra un diseo zoomorfo acompaado de un espiral. Estas representaciones presentan una incgnita a nuestra interpretacin, pues
desconocemos su signiicado. La parte central de la imagen seala la presencia de
cinco personajes. El 1, 3 y 5 se encuentran sobre un mismo plano vertical, el 2 y 4 en
otro, el personaje 5 esta aislado.
La estancia de los personajes1, 3 y 5 se puede interpretar de dos formas: que
los personajes se encuentran en un segundo plano con respecto del 2 y 4, que los
primeros se encuentran por encima de estos. La primera opcin parece ms iable,
151
Figura 4
pues como podemos observar, los personajes 2 y 4, no estn parados sobre la franja
en zigzag, lo cual seala que se encuentran por detrs de ella. Por consiguiente, si
retomamos la idea de que dicha lnea en zigzag representa algn aluente de agua, lo
anterior parece correcto.
Cada personaje representado tiene caractersticas distintas entre si; el nmero
1, pareciera tener un semblante de felicidad, se encuentra ligado por dos lneas en
forma de S a la franja superior o nivel celeste; en la mano derecha parece sostener
un objeto largo. El segundo es el de mayores proporciones, su rostro no se muestra;
carga en su mano derecha un objeto de forma cuadrangular con tres puntos. El personaje 3, porta un tipo de tocado, las lneas que salen de la cabeza as parecen indicarlo,
su cuerpo o vestuario esta representado por un rectngulo, la particularidad de esta
imagen es que la lnea que sale de la unin entre la cabeza y el rectngulo esta ligada
a un signo o smbolo ubicado en la parte inferior; este personaje guarda cierto parecido con el personaje 5 y con otras imgenes plasmadas en el sitio (mas adelante se
especiica). Por su parte el personaje 4 es de tamao pequeo y diiere de los otros, la
particularidad que presenta es que pareciera cargar sobre la cabeza una vasija y por
152
su actitud, tal parece que la transporta hacia algn lugar. El contenido probablemente
sea agua, debido a la cercana aluente.
Finalmente el personaje 5, presenta un tocado muy parecido al del personaje
3, el cuerpo o vestido lo es tambin, pero la particularidad es que dentro se encuentra
un diseo o smbolo geomtrico (igura 5).
Este tipo de diseos compuestos de cabeza con tocado y cuerpo rectangular,
es una constante estilstica en ciertos sitios con petrograbados. De manera particular,
en Los Naranjos tenemos tres variantes de la misma.
EL CONTEXTO CULTURAL
153
Figura 5
norte.7
en el sur y el ro Mocorito en el
Para el historiador Peter Gerhard, ocurre lo
mismo. Esta confusin entre las fuentes histricas y arqueolgicas proveen un serio
conlicto para el conocimiento del rea de ocupacin de la cultura Culiacn: nicamente recorridos de supericie y estudios sistemticos en ambas disciplinas podrn
remediarlo. De cualquiera forma, el sitio en cuestin, entra en esta zona geogrica
y cultural. La caracterstica principal de los asentamientos de Culiacn, segn lo
mencionan las fuentes histricas y estudios modernos de historia, es la presencia de
excelentes tierras para el cultivo, adems de ubicarse entre varias fuentes de agua,
tales como el ro Culiacn y sus aluentes el ro Humaya, Tamazula y San Lorenzo.
Para el historiador Peter Gerhard:
Culiacn mismo era un centro ceremonial-administrativo-comercial de proporciones urbanas. En la planicie costera, entre los ros, los asentamientos eran mas
pequeos, dispersos y lo mismo puede decirse de las comunidades del litoral
dnde la gente pasaba mas tiempo pescando que en tareas agrcolas8
154
En este momento se pueden sealar algunas aseveraciones. La gente que realiz los
petrograbados en Los Naranjos, muy probablemente fueron miembros de la cultura
Tahue o Culiacn, los cuales se asentaron entre 900 d. C. y 1531 d. C. aproximadamente. En su forma de pensamiento posiblemente manejaban la idea de una divisin
espacial en tres niveles: celeste, terrestre e inframundo. Ahora bien asumiendo la
diferencia en las caractersticas entre los personajes representados en Los Naranjos,
se puede pensar en la existencia de cierta estratiicacin social11, denotada por las
caractersticas de cada personaje representado. Siendo los personajes con tocado y
cuerpo rectangular los de mayor envergadura o importancia (por lo menos en el discurso plasmado), debido a lo elaborado de su representacin y tambin en parte al
ser los portadores de un discurso simblico o semitico.
En este momento, la informacin expuesta nos permite tener una idea un poco
mas precisa del sitio de petrograbados Los Naranjos y de sus caractersticas estilsticas, ideolgicas y culturales. Todo lo anterior no se espera sea tomado como una verdad
absoluta, nicamente es un aporte en el largo camino que lleva al esclarecimiento
de la cultura prehispnica del rea de Culiacn. Uno de los medios para llegar a esto
Ibd.
KELLEY Y Winters; 1960:547-561 op., cit.
11 Algunos autores han sealado esto, cf. KELLY 1945; CABRERO 1988
10
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Entre las formas de comunicacin de los antiguos habitantes del Estado de Durango,
resultan de particular importancia las formas conocidas como arte rupestre, es decir,
aquellos smbolos creados y utilizados por los grupos humanos para transmitir alguna
idea, o para sealar un evento o un fenmeno, debido a que la calidad de su manufactura
y la belleza de su presentacin, se les ha estudiado como manifestaciones artsticas, y
aunque indudablemente lo son, constituyen una importante fuente de informacin que
los actores podan leer y que en algunos casos, debieron ser recordatorios de algn
evento pasado, representaciones de personas, objetos o sucesos que por algn motivo
consideraron importantes y que deseaban guardarlos en la memoria.
Los grupos agricultores de Durango dejaron necesariamente algunos de los
diseos que empleaban en la decoracin de ciertos objetos, sobre todo en la cermica,
algunas de las iguras de las rocas debieron ser hechas con gentes que hacan la decoracin de las vasijas, trabajo en el que empleaban generalmente diseos abstractos, o
bien, que utilizaban la roca para tallar las pequeas esculturas que son caractersticas
de la cultura de La Ferrera, y en lo general, de la de Chalchihuites, de la que conforman una importante rama en el Norte Centro del pas.
Las diferencias culturales entre los distintos grupos que habitaron en Durango se
dejaron sentir en los objetos que producan, particularmente en aquellos que disponan
de un diseo o con algn tipo de decoracin. Entre ellos guardan importancia los que
eran utilizados en las actividades de la vida cotidiana y que luego fueron empleados
tambin al grabar en las rocas de los santuarios indgenas. El estudio de algunos rasgos
que se repiten y de otros, que pueden ser considerados como caractersticos, nos ha
permitido hacer el intento de clasiicar las manifestaciones de arte rupestre en grandes
grupos que parecen corresponder a regiones del Durango antiguo, sin embargo, cabe
sealar que por ser este un primer intento de agrupar a este tipo de manifestaciones,
todava deber trabajarse ampliamente en ello.
*Arquelogo,
159
Entre las grandes reas del Estado de Durango que cuentan con arte rupestre diferenciado, la primera que podemos mencionar es la de la parte central de la entidad,
que forma una franja alargada y que corre a lo largo de las estribaciones de la Sierra
Madre Occidental, en ella pueden ser observados algunos diseos grabados en las
rocas, entre los que pueden reconocerse iguras tomadas o asociadas a la cultura
de Chalchihuites, debido a que esta cultura tuvo contactos con la cultura de Casas
Grandes y a travs de sta, con la cultura del Suroeste de los Estados Unidos, tambin
se han podido reconocer diseos propios de aquellas regiones, que sealan la fuerte
inluencia cultural que se daba entre las culturas que interactuaban gracias a las rutas
comerciales. Esta regin corre aproximadamente de Norte a Sur, nace en el rea de
Schil al Sur de la entidad, y parece terminar hacia el Norte, cerca de la frontera con el
Estado de Chihuahua. De esta rea se conocen hermosos grabados en los alrededores
de Durango capital y en las rocas del ro Tepehuanes.
Otra gran regin de arte rupestre diferenciado, es tambin una franja alargada
que aproximadamente corre de Norte a Sur, se trata del rea ocupada por grupos
zacatecos, o por grupos aines a estos grupos de cazadores recolectores que fueron
particularmente sensible y receptores de las manifestaciones culturales de otros
grupos, por lo que hicieron suyos algunos diseos propios del rea mesoamericana,
y en la primera poca de la colonia, de los rasgos trados por los primero europeos
que llegaron al rea. El rea de los zacatecos es muy irregular y sus manifestaciones
pueden verse en el rea de la Brea, en las inmediaciones de Nombre de Dios, en el
rea central, en lo que ahora es el Nuevo Ideal, Pen Blanco, El Zape, Avino y parte
de la Regin Lagunera.
Un tercer grupo de manifestaciones del arte rupestre de Durango corresponde
a las regiones semidesrticas del Noreste, donde habit un gran nmero de grupos de
cazadores recolectores que se desplazaban en la regin lagunera y en diversos puntos.
Los miembros de estos grupos correspondan a tantas culturas que es difcil sealar
rasgos propios de algn grupo y los que se conocen por ahora, debieron ser utilizados
por varias de las sociedades nmadas que habitaron en el rea, tales como los tobosos,
irritilas, salineros, meresalineros, negritos y acoclames (PORRAS Muoz 1980) cuyos
territorios no estaban bien delimitados y por lo mismo, se empalmaban.
La cuarta y ltima de las regiones de Durango con arte rupestre que parece ser
propio, es aquel que cuenta con diseos que muestran alguna semejanza con diseos
de la costa, se trata de la regin de las quebradas, esta es el rea es la ms mal cono-
160
cida ya que los arquelogos del Centro INAH Durango todava no han comenzado a
trabajar, se trata de la parte ms abrupta de la Sierra Madre Occidental, slo tenemos
algunos ejemplos reportados por algunos aicionados que han hecho buenos trabajos
de deteccin, y slo por que conocemos donde se les ubica, nos permitimos suponer
que varios de aquellos diseos rupestres debieron ser elaborados por los grupos
Acaxees, que vivieron en el rea de Topia y que ms bien podran ser considerados
como grupos sinaloenses, y los Acaxees, que vivieron en rea Sur de la misma sierra,
donde fueron exterminados por los europeos, que se espantaron fuertemente cuando
vieron que los indgenas practicaban con gran intensidad la antropofagia con ines
de dominacin.
ALGUNOS DISEOS REPRESENTATIVOS
En los conjunto de rocas grabadas y/o pintadas del Estado de Durango que debieron
ser elaborados por los grupos de la cultura de La Ferrera o sus aines, se pueden ver
los infaltables crculos concntricos y las iguras abstractas, sin embargo, adems
de los animales de peril que muchas veces son venados, que fueron utilizados por
muchos grupos y que por lo mismo no son diagnsticos, se pueden reconocer las
lneas quebradas con las que solan representarse las corrientes de agua, las grecas
escalonadas que en Mesoamrica se asociaron con la serpiente (BRANIFF Cornejo
1970), los tringulos redondeados rematados con lneas que parecen enroscarse y
que hemos interpretado como parejas de aves que revolotean (GUEVARA Snchez
1993). Entre las iguras de este tipo puede reconocerse una de tipo antropomorfo que
tiene una sola pierna y que hemos interpretado como la representacin de un dios
nocturno asociado a Tezcatlipoca. Estos diseos indudablemente son de inluencia
mesoamericana y debieron ser grabados en los santuarios de arte rupestre por gente
de la cultura de la Ferrera.
En la franja central de Durango se pueden reconocer adems algunos diseos
que debieron ser el resultado de la inluencia de los grupos de Casas Grandes y por
lo mismo, del Suroeste de los Estados Unidos, en algunos sitios se pueden reconocer
las iguras que algunos autores han llamado diseo del Reloj de Arena, que aparece
en muchos textiles de los grupos Hopis y Zuis y que algunos autores han identiicado como la representacin de los puntos de salida y ocaso del sol en equinoccios
y solsticios, fechas que eran muy importantes tambin para los grupos nmadas que
estaban pendientes de la loracin de las plantas. En el lanco oriental de la Sierra
Madre Occidental se han observado iguras de danzantes indgenas con lecos de piel
161
en los tobillos, como lo hacen los danzantes de algunos grupos tambin del Suroeste
de los Estados Unidos, e incluso, en un sitio del Ro Tepehuanes se ha podido observar una mujer con el peinado tipo mariposa que todava utilizan las mujeres Hopi de
Arizona (GUEVARA Snchez 1999:147).
El grupo de los zacatecos fue una sociedad que ocup un territorio muy amplio que comprendi parte de Jalisco, Zacatecas, el Oeste de Durango y una esquina
de Coahuila, este grupo, que fue bsicamente nmada, en Durango ocup una franja
alargada de Norte a Sur, en la que puede verse la representacin de cuadros con diseos que fueron utilizados para decorar los textiles, para facilitar su ejecucin, los
indgenas representaron unos vestidos semejantes a los huipiles, en los que asoman
las cornamentas de venados que utilizaban los chamanes enmedio de sus ceremonias,
a veces nicamente insinuadas como si el personaje tratara de esconder su propia
cabeza para conseguir una imagen ms realista.
Tambin como una imagen trada desde el Suroeste de los Estados Unidos, en
Durango se ha localizado la igura del lautista conocido como Kokopelli, que tiene
un carcter ms bien festivo, a veces representado con atributos flicos muy pronunciados y que debi asociarse a las ceremonias relacionadas con la fertilidad. Se le ha
considerado hroe, cazador, mago, sacerdote de la lluvia, trovador errante e incluso
mercader (HERS 2001:64).
Entre los grupos del Noroeste de Durango se encuentran iguras muy generalizadas y muy conocidas, de los cules pocos han podido ser identiicados, entre
ellos se encuentran los alineamientos de tringulos que han sido interpretados como
la representacin de serranas, o bien la de grandes serpientes cornudas, seres mticos
que debieron ser parte de la religiosidad imperante en la sociedad nmada. Se pueden
ver los puntos alineados o iguras que semejan peines, que son identiicados como
formas de conteo, sobre todo cuando estn asociadas a iguras de animales.
Por la notoria escasez de agua en estas parte de la entidad, las fuentes de agua
eran de gran importancia para los habitantes del Norte de Mxico, algunas culturas
del desierto muchas veces grabaron dos o tres crculos concntricos en la parte alta de
los ojos de agua, lo que parece indicar a los viajeros la presencia de una fuente natural
del vital lquido, como si se hubiera querido colocar un letrero para dar a conocer la
presencia de la fuente del agua.
En el rea de las quebradas y asociados a lugares que posiblemente correspondan a grupos que habitaron en la costa, se conocen algunos conjuntos de rocas
grabadas, con diseos abstractos de formas redondeadas, en donde pocas veces es
162
posible apreciar ngulos rectos, se trata de conjuntos en los que hay abundancia de
crculos, lneas onduladas y grandes lneas curvas, las iguras tienden a ser sinuosas
y muchas veces dan la impresin de ser animales estilizados. Los diseos tienden a
llenar las grandes rocas a las orillas de los ros, como aquellas que fueron reportadas
en Jalisco por Montjouy (1987). Figuras de este tipo han sido localizadas en sitios
arqueolgicos de las quebradas de Durango, donde habitaron precisamente grupos
con inluencias de las costas del Pacico.
En estos sitios pueden verse iguritas antropomorfas con los brazos levantados,
con una forma de seccin de crculo muy acentuada, como se haca en el Noroeste de
Durango, con iguras con los brazos formando ngulos abruptos. A veces estas iguras
antropomorfas fueron representadas enmedio del diseo de crculos concntricos,
como si se hubiera querido representar a un personaje bandose.
ULTIMAS CONSIDERACIONES
Estas fueron a grandes rasgos las caractersticas ms notorias de las grandes reas en
que ha podido dividirse el Estado de Durango, aunque cabe sealar que son de lmites
irregulares y que debido a que no siempre fueron ocupadas simultneamente, a veces
las rocas grabadas de una rea qued dentro de los lmites de otra, aunque cerca de
la lnea limtrofe que hemos marcado arbitrariamente.
Es evidente que las culturas del Estado de Durango tienen una riqueza muy
grande que comprende inluencias llegadas de varias direcciones, de la costa del
Pacico, de Paquim o Casas Grandes y del rea mesoamericana, siendo estas dos
ltimas regiones, aquellas que mayor relacin tienen con el arte rupestre de la entidad. Aunque se conocen muchos diseos abstractos de los que no sabemos todava
su posible signiicado, por ahora consideramos prudente limitarse a sealar algunos
sobre los que se tiene una mejor informacin, y por lo cual, las interpretaciones pueden ser ms coniables.
Aunque los diseos de origen forneo que fueron aceptados por las antiguas
sociedades de Durango son a veces asociados a la subsistencia, generalmente, a la
cacera, por lo regular son representaciones que se asocian a la vida y a la ideologa
reinante, se gravaron iguras de danzantes, a veces solos, a veces en grupo, en las que
se dio el uso de adornos propios del Suroeste de los Estados Unidos. Relacionados
con la religin, las creencias y los mitos, tambin se representaron iguras con las
cornamentas de uso ritual que se emplearon en el Norte de Durango y particularmente
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El Occidente del pas est formado por un cnclave geogrico de cuatro importantes
provincias isiogricas con el ocano Pacico, por lo que una de sus caractersticas
ms sobresalientes, es la existencia de enormes montaas con numerosas barrancas,
peas y peones, cuevas, refugios y laberintos cavernosos.
En este entorno se desarroll con el paso del tiempo una aeja tradicin cultural
de elaborar gran cantidad de grabados en bajorrelieve sobre grandes aloramientos
de rocas o en piedras y paredones expuestos por la erosin, incluso fueron realizados
estos trabajos en ciertas playas a la orilla de ros, arroyos y del mar, lo mismo que en
algunas islas, islotes y peones marinos.
Las aloraciones rocosas de algunas montaas o colinas consideradas sagradas,
fueron grabadas con diferentes diseos por lo tanto fueron objeto de culto y devocin.
Guardan una rica informacin simblica que hasta la fecha no a sido interpretada. De
alguna manera es el equivalente de las estelas existentes en el resto de Mesoamrica,
estelas que tambin hay en Occidente pero son lisas y con una de sus caras bruida.
En cuanto a su cronologa, estudios anteriores sobre petrograbados haban
sugerido que la mayora de ellos en el Occidente procedan de las fases tardas, correspondientes al postclsico, sin embargo hay evidencias recientes que algunos de
ellos fueron elaborados desde fechas tan tempranas como el 200 o el 600 a. C.
La interpretacin de estas inscripciones, lo mismo que su asociacin cronolgica
y la identiicacin cultural encierran ciertas diicultades por diversas razones. Por lo
tanto su identiicacin se a basado principalmente en su asociacin con los materiales
cermicos y artefactos lticos recolectados en sus alrededores, tanto en la supericie
del terreno como en las excavaciones del sitio.
*Arquelogo,
173
En la provincia nayarita existen muchos campos de petrograbados en sus montaas y a las orillas de sus ros, manantiales y playas. Sin embargo a pesar de haber sido
detectados cantidad de conjuntos lticos, destacan ampliamente los sitios y trabajos
realizados en Coamiles, Altavista y el Malinal de Higuera Blanca. El presente trabajo
habla sobre este ltimo sitio
LA REGIN Y EL CERRO PTZCUARO
La regin estudiada, el cerro Ptzcuaro lo mismo que el sitio del Malinal y sus
petrograbados forman parte de la sierra de Vallejo, la cual pertenece a la sierra Madre
del Sur que muestra gran pendiente en su gradiente altitudinal, lo que genera la presencia de varios y ricos ecosistema, una gran biodiversidad y un marcado endemismo.
El ocano Pacico le otorga al sitio condiciones especicas y le permite tener
acceso a la explotacin marina y a sus riquezas, la cual se encuentra muy bien representada en el lugar por los materiales arqueolgicos, principalmente de peces, concha
y caracol.
174
Debido a la ubicacin y a la gran altura del cerro, ste presenta excelentes condiciones como mirador en la cima, desde donde se puede observar la bveda celeste o
controlar visualmente el corredor marino del Pacico hasta las islas de sotavento.
En este cerro existen evidencias de eventos geolgicos de primera magnitud
con materiales paleontolgicos asociados a ellos, ya que han sido detectados peces
y moluscos fosilizados, destacan ejemplares de Pinctada c.f. mazatlnica, Ostreas,
Lyropecyten c.f. subnudodus, y otras especies ms, los cuales se encuentran ubicadas
arriba del nivel actual del mar. En las partes bajas existen fuertes depsitos sedimentarios de origen marino como calizas, yesos, areniscas etc.
EL SITIO DEL MALINAL
175
varios grupos entre los que sobresale una extensa rea habitacional, un centro cvico
ceremonial con presencia de arquitectura monumental formada por una plataforma
y 9 montculos, as como reas funerarias, algunos pequeos concheros dispersos
y el conjunto ltico de petrograbados, el cual como dijimos es el tema del presente
estudio.
En sus depsitos profundos el sitio presenta unos pocos tiestos Capacha
pertenecientes al formativo inferior y medio, sin embargo predominan ampliamente
los materiales pertenecientes a varias de las principales ramas de la tradicin Tumbas
de Tiro del formativo superior y del clsico, principalmente materiales Chinescos,
Tuxcacuesco inciso, Ixtn y Comala local.
Posteriormente en el postclsico hay una ocupacin Aztatln y Banderas, pero
no se asientan en el mismo centro ceremonial, sino que construyen uno nuevo en la
parte alta de una loma, lugar conocido como Canoas de Reyna. Durante la limpieza
del montculo II, que forma parte del centro ceremonial del Malinal, fue encontrado
un cajete Aztatln tipo Botadero.
LOS PETROGRABADOS
176
177
Por lo tanto se puede apreciar que la primera funcin a la que estaban destinados fue contener el agua de lluvia con ines ceremoniales y medicinales, aunque
tambin podra haber sido utilizado cualquier otro lquido. Fueron registradas 128
piedras con este tipo de trabajo.
2 - Diseos geomtricos. Se trata de 13 piedras cuyos diseos fueron elaborados con
lneas rectas, otras cruzadas o bien onduladas.
3 - Diseo zoomorfo o naturalista. En realidad existen pocas representaciones de
animales en el lugar, pero destacan algunos perros, venados, el alacrn y el guila.
4 - Taunas. As son llamadas las grandes concavidades excavadas en piedras de buen
tamao, algunas hasta de 1.60 m de dimetro, se les encuentra cerca de los manantiales y arroyos.
5 - Diseos abstractos o simblicos como son los remolinos o espirales del viento, lo
mismo que algunos patollis y crculos concntricos. Estos diseos aparecen juntos con
algunas otras piedras o bien aisladas. Cabe hacer notar que estos diseos simblicos
pueden ser de trazo geomtrico o naturalista.
COMENTARIOS FINALES
178
Nuevo Corral del Risco. En los otros sitios de Coamiles y Altavista los petrograbados
han sido sujetos a vandalismo y afectados por grafitis.
Es importante destacar la necesidad de proteger un patrimonio cultural cuyo
estudio permitir la permanencia de las costumbres, ritos y cosmovisin que de otro
modo se perderan. Este tipo de sitios deben ser conservados o abiertos al turismo de
manera muy controlada, para garantizar su conservacin y estudio, que adems de los
beneicios que aporta al conocimiento prehispnico de este sitio de Occidente, permitir
a los habitantes del lugar beneiciarse y contar con un atractivo turstico que genere
una fuente de ingresos que beneicie a la comunidad, obligndola a incorporarse en
el cuidado del sitio arqueolgico.
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179
*Doctor
Figura 1
180
Sin embargo, quedan siempre algunos pocos grabados que no se puedan explicar como signos de ritos de lluvia plasmados en las piedras. Entre estos grabados
hay algunos que son patrones grandes para jugar el juego mesoamericano del patolli.
Entre 339 piedras con grabados registradas en el valle de Tomatln, una piedra tena
el patrn de un patolli grande grabado en la cima (MOUNTJOY y Smith 1985). Ese
patolli fue el sujeto de un anlisis que nos llev a relacionar ese patrn con el patrn
cuadrado tpico de las culturas del perodo Clsico en Mesoamrica, tanto en la zona
del altiplano central como en la zona maya, a pesar de su probable fecha dentro del
Postclsico en el Occidente. Tambin fue posible utilizar datos histricos de los tarascos para sugerir cuales fueron las reglas del juego, y sugerimos que ciertos objetos
de cermica (discos incisos y pequeos conos) encontrados en la supericie de algunos
sitios en el valle de Tomatln fueron utilizados en el juego como dados y piezas para
marcar los espacios, respectivamente, (MOUNTJOY y Smith 1985).
Figura 2
181
difcil fechar tales grabados, los datos arqueolgicos locales disponibles sugieran que
la asignacin ms probable de estos patollis sea al Postclsico Tardo, aproximadamente de 1300 d. C. a 1600 d. C.
Figura 3
Uno de estos patollis (109 cm. por 100 cm.), aunque muy daado, parece haber
tenido por lo menos 40 espacios (20 interiores y 20 exteriores), tres patollis (uno
de 112 cm. por 79 cm.; y otro de 91 cm. a 80 cm. de lado) parecen haber tenido 52
espacios (20 interiores, 20 interiores, ms 12 en las esquinas), y un patolli (87 cm.
Figura 4
por 81 cm.) parece haber tenido 44 espacios (20 interiores y 20 exteriores, as como
1 espacio extra en el centro del exterior de cada lado). En todos estos patollis las
unidades de 20 espacios, parecen coincidir con el sistema matemtico vigsimo de
182
Figura 5
PATOLLIS ABREVIADOS
En el caso en varios juegos modernos de los que ocupan naipes o dados con tablas, a
veces se han inventado maneras de jugar los juegos en una forma abreviada que lleva
mucho menos tiempo que el juego normal, completo. Propongo que esto tambin pas
en tiempos prehispnicos con el juego del patolli en el rea poniente de Jalisco.
En las afueras del pueblo de Mascota, en el mismo sitio de La Mesa del Durazno en donde se encuentran cuatro patollis grandes y cuadrados, hay dos piedras
con grabados que yo sugiero que fueran utilizados para jugar una versin abreviado
del patolli. Dos de estos patollis abreviados se encuentran en la cima de una piedra
(Figura 2). Uno de ellos (aproximadamente 63 cm. por 11 cm.) ha sido daado por
algunos grabados posteriores (incluyendo el grabado de un pie), pero el otro (57 cm
por 13.5 cm) est bien conservado e incluye un total de solo 12 espacios para llegar
de un extremo al otro. En la cima de otra piedra, tambin plana, se encontr el mismo
tipo de diseo grabado (Figura 3) (80 cm. por 22 cm.), aunque en este caso el dibujo
est dividido en un total de 18 espacios.
Adems, anteriormente al registro de grabados en el valle de Mascota, yo haba
registrado otro posible patolli abreviado en el municipio de Puerto Vallarta. Se trata
183
184
LOS PETROGRABADOS
DE ACAPULCO, GUERRERO
Rubn Manzanilla Lpez*
INTRODUCCIN
A ines de 1990, a solicitud de la Secretara de Fomento Turstico del estado de Guerrero y del entonces Centro Regional Guerrero del INAH, realic en compaa del
Antroplogo Fsico Arturo Talavera, un diagnstico del estado de conservacin de los
sitios arqueolgicos del puerto de Acapulco (MANZANILLA 1998). El objetivo de
estas dependencias era realizar un proyecto llamado Circuitos Tursticos Culturales,
que consista en la elaboracin de guas e itinerarios que permitieran a los visitantes
del puerto el recorrido de sus sitios arqueolgicos e histricos. El proyecto no se concret, pero la informacin que se obtuvo, dentro de la cual se inscribe un inventario de
los petrograbados conocidos en los sitios aledaos a las bahas de Acapulco y Puerto
Marqus (MANZANILLA y Talavera 1993), se vuelve cada da ms valiosa, ya que
la continua urbanizacin ha precipitado el deterioro progresivo de los sitios y es la
causa ms probable de su pronta desaparicin. En este trabajo se describirn algunas
de las manifestaciones grico rupestres que se encuentran en los sitios arqueolgicos
de Acapulco, muchos de ellos reportados inicialmente por la arqlga. Martha Cabrera
(1990), tratando de explicar brevemente su signiicado, funcin, estilos, cronologa
y propuestas de conservacin o difusin.
ANTECEDENTES ARQUEOLGICOS
185
186
1 La secuencia se inicia con el periodo Ostiones, que se caracterizaba por artefactos en piedra y la ausencia
de cermica (2950 a 2300 a. C.). El siguiente, llamado Pox se deini por la aparicin de la cermica Pox
pottery (2300 a 1200 a. C.). Continuaron los periodos Uala, Tom y Rin (1200 a 400 a. C.), asociados
a cermicas rojas con tradicin del Preclsico y formas similares a las de la cuenca de Mxico, mismas
que fueron agrupadas bajo l termino de hard ware; siguiendo el periodo Et (400 a 200 a. C.) con
cermicas rojas cuyas formas representan una transicin al Clsico y inalmente los periodos Fal (200
a 200 d. C.), Yax (200 a 500 d. C.) e Ita (500 a 750 d. C.), que correspondieron al Clsico, a los que se
asocia una cermica de pasta ina que semeja formas teotihuacanas, a la que denomin ine ware.
187
Zanja, Brush (1969) propuso la primera parte de una secuencia cronolgica prehispnica para la costa de Guerrero que est formada por ocho periodos sustentados con
fechamientos de C14.1
Figura 2 Escena de caza en un abrigo rocos de la playa Mogollitos, en Pie de la Cuesta, Acapulco.
188
grico rupestres se registr la tcnica de grabado, que en general fue una combinacin consecutiva de punteado-cincelado-abrasin de los diseos. Las localidades
con petrograbados son:
Figura 3 Roca que representa a un felino con iguras humanas en la Escuela de Ecologa marina, Cerro Tambuco
189
Figura 4 Roca con un diseo de crculos concntricos y puntos en la Escuela de Ecologa marina,
Cerro Tambuco
190
Figura 7.- Roca conocida como La Mona, en Palma Sola (tomado de CABRERA 1990:179)
aos los ltimos vestigios habitacionales del sitio reportado por Ekholm en 1948,
donde destacaba una piedra de aproximadamente 2.40 m de largo por 2 m de grosor
con 18 pozuelos de 20 por 12 cm en promedio (Figura 6).
El estado de conservacin del sitio es en general bueno y podra ser visitado,
si existiera una gua escrita de los petrograbados y se evitara el uso del lugar como
basurero y sanitario, situacin que se agrava los ines de semana, en que aumenta la
aluencia a esta playa.
Figura 8.- Elementos antropomorfos en el sitio Palma sola (tomados de CABRERA 1990:181-183)
191
Figura 10.- Grabado que representa a un pez vela, en el sitio de Puerto Marqus
192
forma completa, generalmente en posicin de frente con las manos en alto en actitud
ritual como orando o bailando (Figura 8).
La exposicin al sol y a la lluvia, han provocado la exfoliacin y disgregamiento
de las rocas, que muestran la falta de partes considerables. Los deterioros humanos
ms graves consisten en el remarcado de los diseos con pintura de aceite, el rayado
con diversos instrumentos punzantes y el pastoreo de chivos.
En el ao 2002, este sitio fue habilitado para la visita al pblico mediante la
construccin de andadores y la colocacin de cdulas temticas. Asimismo la minigua
fue publicada (MANZANILLA 2002).
Figura 13.- roca con representaciones faciales, cruces y puntos, localizada frente a la Escuela Mtra. Rosaura Zapata,
en El Coloso (tomado de CABRERA 1990:172)
193
Se localiza en las cercanas del fraccionamiento Industria Militar, en la colonia Cumbres de Llano Largo.
El sitio se encuentra a lo largo de un arroyo seco, observndose an algunas
rocas con pozuelos y espacios abiertos, que fueron lugares de habitacin prehispnica.
El grado de destruccin que ha sufrido por los asentamientos modernos y la construccin de un campo militar es muy severo, a tal nivel que solo podra ser posible su
comprensin a travs de una investigacin de salvamento arqueolgico.
Figura 14.- Representacin de un mono en el sitio Colonia 5 de Mayo, La Sabana (tomado de CABRERA 1990:150)
Este sitio reportado por Brush (op., cit.), se encuentra dentro del actual desarrollo
turstico Punta Diamante, en la playa conocida como La Majahua.
En la parte derecha de un arroyo de temporal y en las laderas noroeste y norte
del cerro del Revolcadero, se conservan al menos cinco grandes terrazas, con gran
cantidad de desechos de concha, cermica y fragmentos de bajareque quemado (vase:
MANZANILLA et. al, 1991).
En la cima del cerro existen manantiales de agua dulce. En este lugar hay cuando
menos nueve rocas con pequeos pozuelos o cavidades de forma elptica, interpretados
como morteros o como recipientes para recolectar agua con ines ceremoniales.
Siguiendo la lnea de la baha unos 300 m. al suroeste se encuentra un apilamiento de grandes bloques de granito en el que se localizan cinco petrograbados,
relacionados con el propiciamiento de la pesca marina y con algunas ceremonias
1 Especie de hechicero cuya principal funcin social consista en entrar en comunicacin con los espritus
194
Figura 16.- Grabado de barras de puntos y lneas verticales que han sido interpretados como posibles registros de
tipo calendrico. Colonia 5 de Mayo (tomado de CABRERA 1990:162)
Este sitio forma parte del gran asentamiento prehispnico La Sabana. Se localiza
en la unidad habitacional El Coloso.
195
Entrando a la unidad, junto a la escuela secundaria Maestro Justo Sierra, en el camelln central de la avenida Pea Blanca, se encuentra una gran roca con petrograbados
que representan iguras antropomorfas, zoomorfas, lores de cuatro ptalos, puntos y
lneas ondulantes (vase: MANZANILLA y Talavera, 1993). Frente al Jardn de nios
Maestra Rosaura Zapata, se encuentran tres rocas con diseos complejos (Figura 13),
publicados e interpretados por la Arqlga. Martha Cabrera (1990:167-172), quin los
incluye en su catlogo de petrograbados del sitio de La Sabana.
Figura 17.- Petrograbado de la colonia La Mira, cerca de la denominada Playa Olvidada en Mozimba.
Este sitio, conocido tambin como La ciudad prdida, se localiza en las estribaciones orientales de la Sierra Madre del Sur y en la Cuenca del ro La Sabana. Sus
dimensiones comprenden una extensin de 354 Hectreas.
El asentamiento est formado por numerosas terrazas habitacionales que estuvieron limitadas por muros de contencin, las cuales han sido reutilizadas por los
moradores actuales de las colonias Cinco de Mayo, La Mquina y de los asentamientos
irregulares cercanos a la unidad habitacional El Coloso. Dentro del predio que ocupa
la escuela primaria Emiliano Zapata, en la colonia Cinco de Mayo, se encuentra un
196
197
Se localiza en la colonia Azteca, cerca del jardn de nios Aztecalli, aqu hay un
petrograbado de 1.91 m x 71 cm. (por su lejana no aparece en la Figura 1) que al
parecer representa a una lagartija o iguana (Figura 18), los vecinos conocen como el
alacrn (vase: MANZANILLA y Talavera, 1993). Se recomienda su difusin.
CONCLUSIONES
El recorrido de los sitios referidos nos permiten plantear las siguientes conclusiones:
Acapulco tiene en el sitio de Puerto Marqus la evidencia de uno de los asentamientos costeros ms antiguos de Mesoamrica (3000 aos a. C.) , su conservacin
y estudio futuro permitira comprender el desarrollo de la complejidad social que
alcanzaron en los siglos posteriores las culturas de la Costa de Guerrero.
La ocupacin ms importante de la baha y aniteatro de Acapulco, la baha
de Puerto Marqus y la Cuenca de La Sabana, ocurri desde el Preclsico medio al
Clsico tardo (1000 a. C. a 750 d. C.), por grupos cuya economa estaba basada en
la agricultura combinada con el aprovechamiento de los recursos de los esteros y del
mar.
De esta manera, los vestigios materiales que an se conservan en Acapulco,
corresponden en su mayora a sitios habitacionales conformados por terrazas de tierra
198
limitadas por muros en talud hechos con piedras de granito; piedras con pozuelos y
petrograbados.
Para el Clsico (200 d. C. a 750 d. C.), La Sabana se consolida como el ms
importante sitio rector local, dejando las nicas huellas de arquitectura ceremonial
prehispnica en Acapulco, mismas que se estn perdiendo.
La temtica de los petrograbados de Acapulco est conectada con diferentes
formas de ritualizacin de espacios destinados a diferentes actividades, tanto cotidianas como eran la pesca y la agricultura, como cosmognicas, que tenan que ver con
el origen mtico de sus ancestros. En muchos casos se representaron ceremonias en
donde pueden distinguirse a shamanes y gente comn en posicin de orar o danzar.
Por el hallazgo de terrazas de ladera delimitadas con muros de piedra en talud y con cimientos habitacionales en su parte plana, a slo 300 m al norte de los
petrograbados de Puerto Marqus (MANZANILLA, Talavera y Rodrguez 1991),
suponemos que una primera temporalidad asignable, de acuerdo con la secuencia
ocupacional de los sitios aldeanos hasta ahora encontrados en Acapulco (CABRERA
1990; MANZANILLA 1998 y 2000) se establece en el tiempo comprendido entre el
Preclsico medio y Clsico tardo (1000 a. C. a 750 d. C.).
Sin embargo, consideramos que muchos de estos diseos estuvieron relacionados directamente con la ltima etapa de ocupacin de los asentamientos, la cual
se remonta al periodo Clsico (MANZANILLA, Talavera y Rodrguez 1991), por lo
que estimamos que su antigedad podra ser mucho menor, es decir entre 200 y 750
d. C.
Para inalizar, mencionaremos que dado que existe el inventario de los sitios y
la ubicacin y delimitacin exacta de los mismos (vase: CABRERA, 1988 y MANZANILLA y Talavera, 1990) no hay pretexto para no iniciar la defensa y proteccin
de este patrimonio, solo tomando conciencia de su importancia, ser posible legar a
las futuras generaciones de este puerto el conocimiento de su historia y la explicacin
de su presente.
199
200
RESUMEN:
En este trabajo se aborda la importancia de elementos simblicos presentes en petrograbados
como indicadores de ritualidad. Se parte de un registro sistemtico de estos elementos en varios
sitios de la Cuenca de Mxico, se abordan diversas temporalidades y motivos iconogricos
de cada elemento tratado en el anlisis. Se presenta adems una visin de conjunto que contienen informacin calendrica, onomstica de gobernantes, mtica y religiosa. Se ubica a
cada elemento en su sitio en particular y se relaciona con otros contemporneos de la cuenca
de Mxico, en general, el hilo conductor para hacer la propuesta de su importancia religiosa
es la cosmovisin mesoamericana y sus elementos de larga duracin. En el desarrollo de la
investigacin se desglosan los elementos arqueolgicos an presentes y algunos ya desaparecidos, es una sntesis muy global pero a la vez muy puntual de los elementos presentes en
estas manifestaciones grico-rupestres del Altiplano Mesoamericano. Tambin se esboza
una hiptesis: que la raz de los smbolos principales representados en los petrograbados de
la Cuenca de Mxico, tuvieron su raz en el ms antiguo sustrato de la cosmovisin de los
grupos de cazadores recolectores del norte y occidente de Mxico.
INTRODUCCIN
201
rupestres (TELLO Charles 1993; VIRAMONTES Anzures 2002) y trabajos especicos sobre las tcnicas de elaboracin, e intentos de lectura contextual (GONZLEZ
Arratia 1987, 1992:36-47 y 1997:73-79). Todos los temas que se abordaron en la
iconografa de las manifestaciones grico-rupestres desde tiempos de cazadoresrecolectores y posteriormente de grupos de agricultores sedentarios versan sobre la
obtencin de alimentos para la subsistencia, fuentes de agua; tambin encontramos
representaciones pictricas que hacen alusin a la peticin de abundancia de caza o
recoleccin de plantas comestibles y mgicas de los dioses, que permitan al hombre
comunicarse con ellos y viajar en un tiempo primordial y en un espacio ilimitado,
bajo esas formas de percepcin.
Las rocas evocaban a los antepasados que se petriicaron para sobrevivir como
entes ancestrales, as se conservaron en la memoria de sus descendientes. Un aspecto
muy importante en referencia al culto a la roca es que no es privativo de Mesoamrica,
pues tenemos conocimiento del mismo en Africa, Oceana, Asia, La India, China
y Sudamrica. Evidentemente que se trata de un uso y costumbre relacionado con
el pensamiento religioso a nivel mundial y con una presencia histrica que data de
tiempos de cazadores-recolectores-pescadores, hasta la grandes urbes que denotan el
desarrollo de las civilizaciones.
LA IMPORTANCIA DE LAS MANIFESTACIONES GRFICO RUPESTRES
202
En un relato de tradicin oral, compilado por Yolanda Lastra,1 recuper lo que es muy
interesante para el estudio y simbolismo de la piedra en la cosmovisin otom de la
regin de San Pablito Pahuatln, Sierra Norte de Puebla. En esta narracin se explica
como conciben el concepto de muecos, patrones; modelos en su propia cultura:
1 LASTRA, Yolanda, 2001:54
203
Con este ejemplo vemos como los datos etnogricos, conirman la presencia
de elementos de la cosmovisin de larga duracin, uno de ellos, es precisamente el
culto a la piedra entre los otomes de varias latitudes en Mesoamrica, adems, su
presencia est documentada
arqueolgicamente.
LOS EJEMPLOS ARQUEOLGICOS Y LOS DATOS ETNOGRFICOS
2 La autora anota en un pi de pgina (11) que tambin en San Antonio Huehuetla: el concepto Koi se
entiende como patrn.
204
Fig. 3 Plano de ubicacin de los sitios con presencia de petrograbados y pintura rupestre en la regin de Tepozotlan,
Estado de Mxico. Cueva de la Leona, San Mateo Xoloc. Plano retomado de la carta topogrica 1:50 000, Cuauhtitlan, E14A29
205
Figura 4 Reconstruccin hipottica de la forma que debi tener la pintura de la Cueva de la Leona, Tepozotln, Edo
de Mxico. (La forma de la cabeza se injert con base a una imagen del Lienzo de Tlalixtlahuaca (Rollo Selden).
(Dibujada en campo, in situ por Francisco Rivas Castro, 2003)
En el sitio del cerro Xoloc existen Las piedras campanas (Figura 1). Este
sitio corresponde segn datos del cdice Xolotl e Ixtlixochitl (op., cit.), a la primer
capital del caudillo Xolotl, la descripcin de las caractersticas del paisaje y datos
arqueolgico evidentes en supericie denotan una densa ocupacin ya que encontramos cermicas teotihuacanas, incluyendo anaranjado delgado, cermicas rojo sobre
el color natural del barro distintas a las denominadas como coyotlatelco, pues son de
tradicin local, adems, todos estos vestigios arqueolgicos se ubican en las terrazas
que circundan el cerro.
En este sitio existe
un elemento de ritualidad
relacionado con la piedra;
se trata de un aloramiento
rocoso aledao a una de las
terrazas artiiciales del sitio,
muy cerca de la parte alta
del mismo. Los habitantes
del pueblo en la actualidad
lo llaman Las piedras
campanas. De acuerdo con
la tradicin, la gente sube y
haciendo girar unas piedras Figura 5 Petrograbado de Chicomecoatl, Tepozotlan, Edo. de Mxico
sobre otras ms grandes (son (fotografa de Reyna Cedillo)
206
207
A. Terrazas habitacionales
B. Bao de la reina, labrado en la roca
C. Palacio, donde se encontr una escultura del dios del maz (sin publicar)
D. Recinto donde estuvieron las imgenes de los gobernantes de Texcoco
E. Templo labrado en la roca, presencia de una plaza, asiento de roca labrada y escultura de coyote
F. Templo en la cima del cerro, sin explorar, tiene restos de muros y cuerpos de una estructura
G. Esculturas monolticas de las deidades del maz
H. Bao pequeo, labrado en la roca y donde termina un canal
I. Escultura monoltica del Axolotl
Plano despus de Parsons, 1971, ig. 24 (PASZTHORY, 1983:129, plate 70. Traduccin y reintepretacin de
Francisco Rivas
208
Fig 8. Asiento, bao y maqueta de una muralla, cerro del Tezcutzinco. Edo de Mxico.
209
Figura 11 Muralla de Huexotla, Texcoco (despus de PASSZTORY 1983:99, colorplate 24), porcin de muralla
que circunda el rea de templos, Huexotla, Acolhuacn
Muralla de Tenayuca, topnimo tomado del Cdice Mendocino, frontispicio, Epoca colonial Temprana, c.
1541-42. Biblioteca Bodleiana, Oxford
210
211
Otro nombre que reciben las zonas arqueolgicas en el contexto otom del occidente
de la Cuenca de Mxico el de Iglesias viejas,
por lo general, ubicados en la cima de los cerros ms prominentes de su regin. Respecto
a la asociacin de la serpiente a ritos de fertilidad y agua en sitios de tradicin otom, hemos
descubierto que existe una relacin estrecha de
este animal con la peticin de lluvias y el culto
a sitios de manantiales permanentes, ubicados
a poca distancia de los lugares de culto, es el
caso de la gran serpiente de 11 m, pintada en el
abrigo rocoso de travertino, en la Cueva de la
Leona, Tepozotln (Figura 4). El abrigo rocoso
(que no es una cueva en el sentido estricto del
concepto) se ubica en un punto muy visible
del paisaje, y en relacin a la barranca de la
Leona, importante cauce por donde bajan las
aguas de lluvias de temporal, en tiempos de
secas los manantiales que manan del tepetate
excavado provean del vital liquido a los ha- Figura 13 Escalinatas labradas en la roca, Tezcutzinco, Texcoco, Edo. de Mxico
bitantes del lugar.
Analizando el contexto de los sitios
(Figura 3) y respecto al conjunto de sitios con presencia
de elementos arqueolgicos que denotan ritualidad, he
concluido que existe un complejo ritual regional, relacionado con un sitio arqueolgico en la segunda prominencia del cerro ms alto de la Sierra de Tepozotln: El
Tres Cabezas, con otros con presencia de petrograbados
ms tardos de la poca mexica y colonial, (Figura 5)
ntimamente relacionados con las bajadas de los cauces
de los ros e intermitentes y zonas de manantiales permanentes. Esos mismos cauces que provienen de la barranca de la Leona, por donde bajan y se unen con otras
FIG 14 Tlaloc, Tezcutzinco, Estado de Mxico, foto de Francisco Rivas Castro, 2002.
212
Escultura de Tlaloc,
Tepepolco (Pen del
Marqus). Escaneado de
Salas, 1984.
Cdice Techialoyan Garca Granados, 1992 Gobierno del Estado de Mxico, Secretara de Finanzas
y Planeacin, El Colegio Mexiquense, Toluca, con nota introductoria y descripcin del contenido del
anverso y reverso del Dr. Xavier Noguez, y un estudio sobre los pueblos y genealogas en el cdice de
la Mtra. Rosaura Hernndez R.
3
213
Figura 16. Templo-Maqueta, San Mateo Nopala, Naucalpan, Edo. de Mxico. Foto Francisco Rivas Castro
214
Fig. 19 (a) Escultura del cerro Mazatepetl (El judo), Magdalena Contreras, D. F. (b) Piel de jaguar, cdice Tudela
Figura 20 Maqueta labrada en la roca, Acalpixcan, Xochimilco, D. F. (Despus de COOK de Leonard, 1955)1
Templo prehispnico del Pen de los Baos, antiguamente Tepetzinco, D. F. (Despus de KRIECKEBERG 1969)
COOK de Leronard, Carmen 1955 Una maqueta prehispnica , en:El Mxico Antiguo, Tomo VIII, pp169-191,
Mxico, Sociedad Alemana Mexicanista.
215
216
que se labr en la maqueta del templo del cerro de San Mateo Nopala, Naucalpan,
Edo. de Mxico (TELLO Charles, 1993:193; RIVAS Castro 2000: 280-81) localizado
en el campo por nosotros4, (Figura10) en este, al sentarse, se ve hacia un abrigo y
pared de roca sedimentaria que al acercarnos presenta un petrograbado de un buitre
con diversos emblemas y numerales prehispnicos.
Volviendo con los elementos ptreos labrados del Tezcutzinco, junto al asiento
y tina tambin se labr un elemento arquitectnico muy interesante: un muro con remates almenados en miniatura que algunos autores han identiicado con el topnimo
de Tenayuca el lugar amurallado (Figura 11). (PASZTORY 1983:131). Nosotros
hacemos otra propuesta: Se puede tratar de Huexotla, sitio cercano al cerro Tezcutzinco, donde an existe parte de la gran muralla que lo protega Figura12, adems, si
consideramos la hiptesis de Rafael Alducin, que este lugar pudo ser la primer capital
de la regin del Acolhuacan y por ser un elemento de sumo inters ubicado en el contexto regional, podra estar representado como un modelo en miniatura en el bao
de Nezahualcoyotl (Comunicacin personal 2003) esta consideracin implica que
lo que se represent en bao de Nezahualcoyotl, pudo ser la muralla de Huexotla,
ya que Tenayuca fue un sitio ms alejado a nivel regional; aunque no descartamos
la posibilidad de que se trate de Tenayuca, ya que esta fue la segunda capital de Xolotl al norte del lago de Texcoco, en la regin este y rumbo a Tlalnepantla, antigua
Teocalhueyocan. Por otro lado, y segn algunos cdices (Mendocino y Matrcula de
Tributos) y datos de fuentes histricas sabemos que Xolotl como caudillo fundador de
Texcoco, debi jugar un importante papel en los contextos de la poltica y la religin
del lugar, por lo cual varios elementos de su poder poltico se pudieron representar el
Tezcutzinco, como animales emblemticos y smbolos de poder, relacionados con el
gobierno de Xolotl en la regin del Acolhuacan.
Otros elementos labrados en la roca viva, lo constituyen largas escalinatas
que bajan a los recintos de la parte media del cerro (Figura 13) que interconectan los
diversos niveles de las construcciones de elite.
En el cerro Tezcutzinco existen tambin restos de esculturas que tuvieron atributos de las deidades del maz y los mantenimientos, ampliamente estudiadas por varios
autores (PASZTHORY 1983:129-133). Recientemente, en una visita que hice al sitio
en el ao 2002, descubr una escultura exenta de un Tlaloque (tal vez sin terminar)
que se encuentra en una de las plazas de los complejos arquitectnicos, ubicado en
la falda sur del cerro (Figura 14) que estilsticamente es similar al reportado para el
4
217
Figs . 22 y 23 Petrograbados del Pen de los baos, D,F. Fotografas de Bustamante, 1892. Archivo tcnico
del Arqueologa, Mxico, D. F.
218
Fig. 24 Templo prehispnico del Peon de los Baos, antiguamente Tepetzinco, D. F. Despus De Krieckeberg,
monte Tlaloc y los de la caada de San Mateo Nopala (MORANTE, Rivas Castro
2000 op., cit.). El tipo de roca en que se hizo la escultura fue la andesita gris y las
tcnicas para su elaboracin son similares a las de la Caada de San Mateo Nopala.
(Figura 15)
Otro sitio de la poca Coyotlatelco y el Postclsico temprano y tardo con vestigios de roca trabajada es el de San Mateo Nopala, donde existe la representacin en
miniatura de un templo con 13 escalinatas y un asiento labrado en la roca sedimentaria
(Figura 16); petrograbados zoomorfos: un buitre y un numeral con un conejo, conjuntos
de pocitas y esculturas de una diosa del maz y Tlaloques, todos, relacionados con
culto al agua de manantiales, bajadas de aguas de lluvia de temporal, elemento que
denotan su estrecha relacin con el culto al agua, la fertilidad de la tierra y el maz
(Cf. RIVAS Castro 2000).
Otro ejemplo cronolgicamente contemporneo es el del cerro Moctezuma
(Otoncalpulco), ubicado en la regin de Naucalpan, al occidente de la Cuenca de Mxico, que tiene un sitio arqueolgico an no explorado, que adems tiene petrograbados
relacionados con los ciclos sindicos de Venus, ataduras de aos Xiuhmolpilli y
Krieckeberg, Walter, 1969 Fesbilder Mexikos. A historische religiose und kunstdenkmler von Walter Krickeberg,
verlag von Drietich Reimer, in Berln Band II, Tagel XVIII.
219
220
Fig. 26 Orientaciones de las paredes del recinto de Moctezuma, labradas en la roca.Despues de GALINDO
Trejo, 2003 La astronoma prehispnica en Mxico en, Lajas Celestes, astronoma e Historia en
Chapultepec. Mxico, CNCA, Patronato del Museo Nacional de Historia, UNAM, 2003 , pp. 64.
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Fig. 27.-dibujo recontructivo de bao e imagen de Moctezuma II, Chapultepec, D. F. Tomado de TORRES
Garca y MORENO Cabrera, 2003:84 Torres Garca, Manuel Alberto y Mara de la Luz Moreno Cabrera,
Inicios de la observacin astronmica en Chapultepec a travs de su arqueologa. En: Lajas celestes.
Astronoma e Historia en Chapultepec, CNCA-Patronato del Museo Nacional de Historia- UNAM, 2003.
222
encendido del fuego nuevo en la regin de Naucalpan, Edo de Mxico. (Cf. RIVAS
Castro 1998 y 2000 op., cit.), (Figura 18).
Tambin contamos con un reciente descubrimiento de una escultura labrada
en la roca, frente al templo principal del cerro Mazatepetl (Figura 19) as como las
escalinatas y parte del piso de la plataforma labrada en la roca y asociada a un aloramiento con representaciones de escalinatas, conjuntos de oquedades interconectadas
por pequeos canales, numerales y deidades, lo ubicaran dentro del conjunto de sitios
con presencia de culto a la roca del Occidente de la Cuenca de Mxico. La cronologa
de estos elementos data de la poca de Azteca II, que correspondera a 1150-1250 d.
C. ( cf. RIVAS Castro 2002:131-135).
Existen otros sitios en la Cuenca de Mxico, con presencia de cruces punteadas,
maquetas y petrograbados de importancia, es el caso del cerro de la Estrella, en la
regin de Iztapalapa, donde hay modelos en miniatura de canales y terrazas de cultivo,
numerales, rocas con pocitas rituales y representaciones de deidades.
En Santa Cruz Acalpixcan, Xochimilco existe una roca con una cruz punteada
labrada, la cual fue reutilizada para esculpir en pocas posteriores una maqueta reportada por Carmen Cook de Leonard (COOK de Leonard 1955), (Figura 20) se
trata de una cruz punteada, de estilo teotihuacano segn la propuesta de Zimbrn
(ZIMBRN 1992), quin seala que se puede tratar de un ejemplo de recuperacin
del pasado teotihuacano entre los xochimilcas, quienes esculpieron elementos nahuas
ms tardos (cf. COOK de Leonard 1955).
Existen otros sitios de importancia ritual con elementos ptreos tales como:
San Gregorio Atlapulco, ubicados en la regin de Xochimilco y los linderos de Milpa
Alta donde se labraron esculturas prehispnicas de un guerrero y una mujer de grandes
dimensiones (Figura 21) estos elementos escultricos se encuentran en la parte media
del cerro y se relacionan con un sitio arqueolgico de grandes dimensiones ubicado
en la cima de este cerro.
Por otro lado, no solo existieron sitios con estos elementos rituales en tierra
irme, si no adems, en islas de lago adentro, es el caso del cerro Tepetzinco, donde
existi un adoratorio mexica con una plaza en la parte alta del cerro y petrograbados
hoy desaparecidos, pero bien documentados con fotografas de 1890 (BUSTAMANTE
1890), y de Walter Krieckeberg tomadas en los aos cuarenta (KRICKEBERG 1969),
(Figura 22); se trata de personajes mticos de la religin mexica. Las escenas reiteran
pasajes de conquista y establecimiento de seoro y elementos de la fundacin de
Mexico-Tenochtitlan. En otros, se plasmaron alegoras de las antiguas deidades de
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FIG. 28 Esculturas muebles de Tlaloc, detalle de acueducto colonial y relieves con pintura.
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Fig. 29 - Glifos de Chapultepec, Atlas de Durn, donde se ve como se esculpieron las imgenes de Moctezuma II.
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Otro hecho histrico tuvo lugar en ese mismo cerro. Despus de la huida de
los espaoles en la famosa noche triste, volvieron a sitiar a Tenochtitlan con mayores refuerzos de material y hombres, fueron tomadas las poblaciones que rodeaban
la ciudad. Texcoco fue saqueado y cayeron, Coatinchan, Huexotla, Chimalhuacan,
Atenco y Chalco. Los preparativos para el ataque a la ciudad culminaron al instalar
Corts su campamento en el Pen Viejo, a la vez que sus capitanes se situaron en
Iztapalapa, Tlacopan y Coyoacn. Posiblemente debido a la actuacin de Corts en esos
hechos se le puso a ese cerro el nombre del Pen Viejo del Marqus (NOGUERA
1974:83-84).
Otro sitio ms con elementos labrados en roca viva de la poca mexica es
Chapultepec, donde se trabaj un recinto que ve hacia el oriente, que tiene escudos y
emblemas de gobierno, descritas de manera muy puntual por Nicholson (NICHOLSON, H. 1961:379-444). Este recinto estuvo lanqueado por 2 serpientes monolticas
de 12m de largo por 2.50m de espesor, reportados por Bustamante a principios de
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siglo, en 1935, tambin aqu se labr en la roca un asiento para bao bajo las imgenes
de los gobernantes mexicas (Moctezuma I y II). (Figura 25).
Descripcin de las esculturas de Chapultepec, segn Ignacio Alcocer a principios del siglo
XX (1935)
Segn el seor Salas, este aposentillo fue encontrado desde 1905, cuando por
all se trazaba un acueducto. Nos parece que sea el aposento alto que se construy
para Moctezuma, segn el siguiente prrafo de Tezozomoc, p. 669:
Iba cada semana a visitar su igura a Chapultepec que adornaron los canteros y albailes
el aposento alto muy bien labrado.
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Suponemos que sus ojos se iguraran con piedra jade, o alguna otra piedra de
estima que ha de haber sido sustrada desde las primeras horas de la conquista.
Estos restos nos revelan que se trat de un primoroso monumento en el que
se agot la vanidad del gran emperador que con su esplendidez estimul la habilidad
de los artistas canteros, pues los colm de distinciones y les mando regalar todo el
tributo que se haba recogido de Coixtlahuaca (Oax).
Presumimos que el poderoso monarca que le tom gran aicin a su eigie
retratada en la piedra, a tal grado que con frecuencia la iba a visitar y a contemplarla
derramaba copiosas lagrimas de contento, mand construir en la parte superior un
aposento real, desde donde poda contemplar a sus anchas gran parte del Valle de
Mxico... .
Sera de desearse que fuera colocada delante de las ruinas de este monumento
una barandilla que sirva para guardar contra la completa destruccin y como desagravio
de injurias que recibi en tiempos pasados (1753-1754) con su correspondiente placa
descriptiva. El culto Ingeniero P. Ortz Rubio, siendo presidente de la Repblica, mand
rodear al monumento con una balaustrada de piedra (ALCOCER I. 1935:95).
Por otro lado, Tezozomoc asegura (p. 368) que Moctezuma Ilhuicamina mand
labrar su imagen en el ao de 1457 en Chapultepec, as mismo Axayacatl y Ahuizotl
con atavos de Xipe Totec, con rodela y sonaja llamada Omichicahuaztli, segn Len
y Gama (p. 151) la escultura de Axayacatl estuvo viendo hacia el norte, y que las de
Moctezuma y Xocoyotzin permanecieron grabadas a la perfeccin hasta el ao de
1753 o 1754, que tambin mand borrar.
La estatua de Moctezuma se ubica al pie del cerro por el oriente, la roca en que
se hizo fue andesita y su altura fue de 2.00 m aproximadamente.
Todos estos elementos ptreos denotan ritualidad, algunos autores consideran que este fue un cerro sagrado (PASZTORY 1983:127-128) quin anota que los
petrograbados y la arquitectura existente en el cerro fueron mandados a destruir por
el Obispo Fray Juan de Zumrraga, tambin se construy el palacio del Virrey en la
punta del cerro a inales del siglo XVII, el sitio fue objeto de varios actos vandlicos,
pues se utiliz dinamita hacia inales del siglo XVIII y principios del XIX, actualmente,
es un rea de reserva ecolgica y rea recreativa y cultural.
Segn la propuesta de Pasztory (op., cit.) originalmente Chapultepec tuvo
jardines, templos, palacios y esculturas labradas en la roca en relieve, sabemos por
algunas excavaciones que se practicaron en el lugar que hubo un importante culto
a las deidades del agua y los mantenimientos, su antiguo nombre: San Miguel, nos
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habla de la relacin simblica sincretizada entre San Miguel y el Seor del Monte:
Tepeyolotl, una de las advocaciones de Tlaloc, como seor del monte, de los animales
y los bosques. El cerro estuvo dedicado a las deidades de la naturaleza. Es conocido
por las esculturas de algunos gobernantes hechas al alto relieve en los aloramientos
de roca andesita del lugar, estas son atribuidas por los cronistas Durn y Tezozmoc
a Moctezuma I y Tlacaelel. En el Atlas de Durn se ilustr como se elaboraba la
imagen de Moctezuma I en las rocas de Chapultepec (PASZTORY 1983:33, Fig. 19)
(Fig. 29) pero tambin se esculpieron las de Axaycatl, Ahuizotl, y Moctezuma II,
adems en las recientes exploraciones en el cerro hechas por Mara de la Luz Moreno
Cabrera (2000:26-33), al realizar la limpieza del rea de petrograbados ya conocidos
por el trabajo de Nicholson (op., cit.), se descubri un Bao ritual (Fig. 25) donde
se labraron pequeos canales para hacer llegar el agua al recinto, representaciones
de un templo miniatura, as como un asiento que ve hacia el grabado de Moctezuma
II. Todos estos elementos de grabado en piedra ubicaran a Chapultepec como un
lugar de culto en la temprana y tarda poca del esplendor del seoro mexica en la
Cuenca de Mxico.
Adems del rea de petrograbados tenemos nuevos datos de los manantiales del
cerro, que abastecan del vital lquido a la Ciudad de Tenochtitln en poca prehispnica y a la capital novohispana en la colonial, se tiene memoria de la importancia
de estos manantiales hasta principios del siglo XX.
El cerro de Chapultepec, adems, representaba un lugar mtico muy importante,
ya que en este sitio fue donde segn las Fuentes histricas, huy y se refugi el ltimo
gobernante Tolteca, Huemac, y se suicid en la Cueva de Cincalco -cueva del lugar
del maz-. Es seguro que el cerro tuvo diversas ocupaciones, pues en las recientes
exploraciones se han ubicado cermica de tradicin teotihuacana, Coyotlatelco, Azteca temprano y Tardo. Actualmente, sabemos que en la ladera sur del cerro se ha
encontrado evidencia de presencia humana desde el periodo Preclsico y lo que parece
ser una aldea de la poca teotihuacana (comunicacin personal de la Arqlga Mara de
la Luz Cabrera Moreno, 28 de noviembre de 2003) al igual que en las excavaciones
practicadas en la parte alta del cerro, en donde estuvo ubicado el templo prehispnico,
actualmente en el Alcazar del Castillo (Cf. MORENO Cabrera 2000).
El cerro conjugaba los elementos importantes del Altepetl, que tena como
metfora pictrica el Cerro, la cueva y el manantial, caractersticas geogricas de
Chapultepec. (Fig. 30).
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Tabla I
Tabla III
Tabla IV
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Noviembre 2005