El Testamento de Los Mártires
El Testamento de Los Mártires
El Testamento de Los Mártires
Texto de la Conferencia organizada por el Foro San Benito de Europa (Hospedera de la Santa Cruz del
Valle de los Cados, domingo 25-V-2014).
SAN JUSTINO
Tomado de SAN JUSTINO, Apologas, ed. de Hilario Yaben, Madrid, Aspas, s.f., pp. 80-81.
San Cipriano, obispo de Cartago, vivi entre los aos 200/210 y 258, en el cual
sufri el martirio. En su poca se vivi un episodio de especial dificultad para la vida de
la Iglesia en el frica romana con relacin al fenmeno del martirio: la cuestin de los
lapsi, es decir, de aquellos cristianos que, a la hora de la verdad, haban apostatado de su
fe al verse ante la amenaza de morir. Haban salvado su vida terrena, ciertamente, pero,
qu se deba hacer ahora con ellos, pues muchos volvan a llamar a la puerta de la
Iglesia? Despus de no pocos y encendidos debates, la Iglesia optara por la
misericordia, por acogerlos de nuevo en su seno, y muchos de ellos incluso moriran
mrtires en una segunda ocasin. No obstante, es cierto que, al volver al seno de la
Iglesia, era inevitable que bastantes les mirasen con mala cara y que ellos no pudieran
dejar de sentir una profunda vergenza interior.
San Cipriano es autor de varias cartas exhortando al martirio, que l mismo
acabara abrazando y cuyas actas se conservan. Conoci concretamente las
persecuciones de Decio (250) y Valeriano (257), en la que derramara su sangre.
Algunas de estas cartas son la 10 (A los mrtires, confesores de Jesucristo) y la 76 o
Exhortacin al martirio. Pero aqu vamos a recoger un texto de la Carta 6, a Sergio
Rogaciano y a los otros confesores de la fe, donde anima con las promesas de la gloria
eterna3:
Que en vuestros corazones y en vuestras almas ya no haya ms que los
preceptos divinos y las rdenes celestes que el Espritu Santo nos ha insuflado
siempre para soportar el sufrimiento. Que nadie tenga en su cabeza la muerte,
sino la inmortalidad, ni el dolor pasajero, sino la gloria eterna, puesto que est
escrito: Preciosa es a los ojos de Dios la muerte de sus justos (Sal 116,15). Y
an: El sacrificio a Dios es un corazn contrito; un corazn contrito y
humillado, oh Dios, no lo desprecias (Sal 50,19). Del mismo modo, cuando la
Sagrada Escritura habla de las torturas que consagran a los mrtires de Dios y
los santifican mediante la prueba misma del sufrimiento: Aunque, a juicio de
los hombres, hayan sufrido torturas, su esperanza estaba llena de inmortalidad;
por una corta correccin recibirn largos beneficios, pues Dios los someti a
prueba y los hall dignos de s; como oro en el crisol los prob y como
holocausto los acept. El da de su visita llegar su recompensa. Juzgarn a las
naciones y dominarn a los pueblos y sobre ellos el Seor reinar eternamente
(Sb 3,4-8). Estis llamados a juzgar y a reinar a los lados de Cristo nuestro
SAN CIPRIANO DE CARTAGO, Carta 6, a Sergio Rogaciano y a los otros confesores de la fe, II-1,
en HAMMAN, A.-G., El martirio en la Antigedad cristiana, Bilbao, Descle de Brouwer, 1998, pp.
136-137.
ella que es la que est puesta al frente de la caridad, fiel a la ley de Cristo y adornada
con el nombre de Dios, lo cual es un reconocimiento de su Primado. Vemoslo4:
[]
Las oraciones, hechas cada vez con mayor insistencia, me han obtenido de Dios
la gracia de ver vuestros piadosos semblantes. He alcanzado ms de lo que
peda. En efecto, encadenado por mi fe en Jesucristo, espero llegar a saludaros,
si Dios quiere, y hacerme digno de llegar hasta el fin5. [] Temo que vuestro
amor me perjudique. Porque a vosotros os es fcil hacer lo que queris; a m,
sin embargo, me ser difcil alcanzar a Dios si vosotros no me tenis
consideracin6.
No quiero en verdad que tratis de complacer a los hombres, sino a Dios (cf.
1Tes 2,4, Gl 1,10), y as lo hacis. En realidad, no tendr jams otra ocasin
igual para llegar a Dios, ni vosotros de contribuir a obra mejor con slo no
intervenir a mi favor. Porque si vosotros no hablis, yo ser palabra de Dios;
pero si os dejis llevar del amor por mi vida terrena volver a ser mero sonido.
No intentis prepararme cosa mejor que derramar mi sangre (Flp 2,17) por
Dios, mientras el altar est todava dispuesto de modo que vosotros, formando
un coro por la caridad, cantis al Padre por Jesucristo, porque Dios concedi al
obispo de Siria7 venir desde donde nace el sol hasta el poniente. Qu precioso
es transponerse en Dios como se ausenta del mundo el sol! Que yo amanezca en
su presencia8.
[] No pidis para m ms que fortaleza interior y exterior; que tenga yo
decisin, no meras palabras; que no slo me llame cristiano sino que lo sea de
verdad. Porque si acto como cristiano tambin puedo llamarme as y podr
llamarme fiel entonces, cuando ya no me vean en el mundo [].
Estoy escribiendo a todas las Iglesias y a todas digo con franqueza que
libremente voy a morir por Dios, con tal que vosotros no me lo impidis9. Os
suplico que no me mostris benevolencia intempestiva. Permitid que yo sea
pasto de las fieras, por medio de las cuales pueda llegar a Dios. Soy trigo de
Dios y ser molido por los dientes de las fieras para convertirme en limpio pan
de Cristo. Ms bien halagad a las fieras para que sean mi tumba sin dejar
rastro de mi cuerpo y que despus de mi muerte no sea gravoso a nadie. Ser
verdadero discpulo de Jesucristo cuando el mundo ya no vea mi cuerpo. Rogad
a Cristo por m; que por tales instrumentos sea yo sacrificio para Dios. []
Mediante mis sufrimientos ser liberto de Jesucristo y libre resucitar con l.
Ahora, en mis cadenas, aprendo a no desear nada10.
Desde Siria hasta Roma ya estoy luchando con las fieras por tierra y por mar,
de noche y de da, encadenando a diez leopardos, es decir, a un pelotn de
4
Tomado de MARTN, Teodoro H. (ed.), Textos cristianos primitivos, Salamanca, Sgueme, 1991, pp.
100-104.
5
Es decir, al martirio.
6
Comienza a rogarles que no impidan su martirio intercediendo por l ante las autoridades, pues desea
llegar ya a Dios mediante una muerte martirial.
7
El propio San Ignacio; se refiere a s mismo.
8
Hace un paralelismo entre el curso del sol, que l mismo recorre geogrficamente viniendo desde Siria
hasta Roma para sufrir el martirio, con el curso de su vida, que se ha de ocultar para amanecer ya en la
presencia de Dios tras el martirio.
9
Vienen aqu las frases ms expresivas e impresionantes de la carta y algunas de las que se han hecho
ms famosas. Es donde ms se descubre la libertad absoluta con que asume el martirio, el deseo incluso
de sufrirlo y la fe total en que ser el medio ms directo y rpido de llegar a unirse a Dios en el Cielo.
10
Refleja una realidad que aprendieron muchos mrtires: la prisin se convirti para muchos en una
escuela espiritual preparatoria para el martirio.
soldados que cuanto mejor se los trata peores se vuelven. Pero con sus malos
tratos me voy haciendo discpulo, aunque no por esto estoy justificado11. Ojal
disfrute yo de las fieras que me tengan preparadas; rezo para que estn listas
contra m. Yo mismo voy a acariciarlas para que rpidamente me devoren y no
como algunos a quienes, intimidadas, no tocaron. Si ellas no quisieran atacarme
a m, que lo quiero, yo mismo las provocara. Perdonadme, yo s lo que me
conviene. Por fin empiezo a ser discpulo. Que ninguna cosa, visible o
invisible (cf. Col 1,16), me alucine y estorbe el camino para llegar felizmente a
Jesucristo. Fuego, cruz, manadas de fieras, miembros mutilados, trituracin de
todo el cuerpo, crueles tormentos del diablo vengan sobre m con tal que yo
llegue a Jesucristo (cf. Rom 8,35).
De nada me serviran los deleites del mundo ni los reinos de este siglo (cf. Mt
16,26). Mejor para m morir en Jesucristo (cf. 1Cor 9,15; Flp 1,21) que ser
rey de toda la tierra. Busco a aquel que muri por nosotros, anhelo al que por
nosotros resucit. Me llegan ya los dolores del nacimiento (cf. Mt 10,39; Flp
1,17-24). Perdonad, hermanos, no me impidis vivir. No me regalis al mundo
porque quiero ser de Dios. No me seduzcis con lo terreno. Dejadme recibir la
luz pura. Cuando haya llegado all ser hombre. Permitidme ser imitador de la
pasin de mi Dios. []
Creedme, Jesucristo os har entender con cunta sinceridad os escribo esto, l,
en cuyos labios no hay mentira y por cuya boca el Padre ha hablado
verdaderamente. []
En vuestras oraciones acordaos de la Iglesia de Siria que, en mi lugar, tiene a
Dios como pastor. Slo Jesucristo y vuestro amor sern su pastor12. []
Cf. 1Cor 4,4. Como se ve, para San Ignacio uno se hace verdadero discpulo de Jesucristo al padecer
por l. Aqu vienen ahora otras de las frases ms impactantes tambin de la carta.
12
Refleja un deseo de no dejar hurfana a su Iglesia de Siria, que pierde a su obispo; por eso la
encomienda para que Dios la asista y los cristianos de Roma oren por ella.
13
SANTO TOMS MORO, Un hombre solo. Cartas desde la Torre (1534-1535), ed. de lvaro Silva.
Tambin est publicado en espaol: SANTO TOMS MORO, La Agona de Cristo, ed. de lvaro
Silva, Madrid, Rialp, 1991 (4 ed).
15
SANTO TOMS MORO, Dilogo de la fortaleza contra la tribulacin, ed. de lvaro Silva, Madrid,
Rialp.
16
SANTO TOMS MORO, Los Novsimos / Piensa la muerte, ed. de lvaro Silva, Madrid, Cristiandad,
2006. El ttulo de Los Novsimos (The Last Things) es con el que se public por primera vez en 1557.
17
Vamos a tomar las cartas de la biografa de Andrs VZQUEZ DE PARGA, Sir Toms Moro,
Canciller de Inglaterra, Madrid, Rialp, 1999 (6 ed.), pp. 318-320.
14
ESCOBAR, Fray Juan, O.F.M., Los veintisis mrtires de Japn, Tokyo, Pa Sociedad de San Pablo
Delegacin General O.F.M. de Japn, 1961, p. 29.
25
ESCOBAR, Fr. J., O.F.M., Los veintisis mrtires de Japn, p. 31.
10
sobrino de otros dos de los mrtires. Serva con gran gusto a los leprosos y estaba
dotado de un gran humor. Cuando lleg a la colina donde iban a ser martirizados,
pregunt:
Cul de stas es mi cruz?
Al saber cul era, corri hacia all y se abraz a ella, causando la admiracin de
cristianos y paganos presentes. Una vez atado, pregunt a San Pedro Bautista si podan
empezar ya a cantar, como les haba dicho, y con el otro nio San Antonio entonaron el
salmo 112:
Alabad, nios, al Seor, alabad su santo Nombre.
Al ser alanceado por el verdugo, sus ltimas palabras fueron Jess y
Mara26.
San Andrs Kim Taegon, perteneciente a una familia noble de Corea, fue el
primer sacerdote nativo de esa nacin asitica. Se form en Macao y recibi la
ordenacin sacerdotal en Sanghai. Fue canonizado por el Papa San Juan Pablo II en
1984 junto con otros 103 mrtires de Corea (de 1839 a 1846). Su padre tambin fue
mrtir. Hay que aadir aqu que el primer evangelizador de Corea fue un misionero
jesuita espaol, Gregorio de Cspedes, como tambin lo fue de Japn otro gran jesuita
espaol: San Francisco Javier.
Podemos resear algunos prrafos de la exhortacin que escribi previamente a
su martirio27. Son muy hermosas las palabras de nimo que infunde y el afecto que
expresa: el dolor humano inevitable debe superarse con la esperanza cristiana, pues
Dios es ms fuerte que el demonio y que la tribulacin. Tambin es precioso observar
su patriotismo, su amor por nuestra Corea, en la que ve florecer a la Santa Iglesia, que
ya derrama una sangre fecunda. Recogemos la parte final del documento:
Hermanos muy amados, tened esto presente: Jess, nuestro Seor, al bajar a
este mundo, soport innumerables padecimientos, con su Pasin fund la santa
Iglesia y la hace crecer con los sufrimientos de los fieles. Por ms que los
poderes del mundo la opriman y la ataquen, nunca podrn derrotarla. Despus
26
27
11
filosfica se fue decantando hacia ste y, de hecho, est considerada como una de las
grandes metafsicas realistas de la poca contempornea. Espiritualmente tambin entr
en relacin con la abada benedictina de Beuron y con las obras de San Juan de la Cruz
y Santa Teresa de Jess, lo cual hizo que se encaminara finalmente a abrazar la
vocacin carmelitana. Ingres, en efecto, en el Carmelo de Colonia en 1933, pero en
1938 pas al de Echt (Holanda) ante el incremento de la persecucin nacionalsocialista
a los judos. Tras la ocupacin de los Pases Bajos por las tropas del III Reich, fue
apresada por la Gestapo junto con su hermana, tambin conversa al catolicismo y que
trabajaba en la portera del convento, y fueron deportadas al campo de concentracin de
Auschwitz-Birkenau, en la Polonia igualmente invadida por los nazis. All fueron
asesinadas el 9 de agosto de 1942. Fue beatificada y canonizada por San Juan Pablo II,
que la declar Copatrona de Europa con Santa Catalina de Siena y Santa Brgida de
Suecia.
Edith Stein, Santa Teresa Benedicta de la Cruz (nombre de carmelita), elabor
un ltimo testamento como religiosa el 9 de junio de 1939, del que nos parece
interesante destacar sobre todo la ltima parte, en la que se ve, entre otros aspectos, su
amor a Alemania, que es su Patria, y al pueblo judo, para el que desea la conversin a
Cristo, y tambin su ofrecimiento por la paz de un mundo que camina hacia la guerra
total28:
Agradezco de todo corazn a mis queridas superioras y a todas las queridas
hermanas [del Carmelo de Echt] el amor con que me han acogido y todo lo
bueno que se me dio en esta casa.
Desde ahora acepto con alegra y con absoluta sumisin a su santa voluntad la
muerte que Dios ha preparado para m. Pido al Seor que acepte mi vida y
tambin mi muerte en honor y gloria suyas; por todas las intenciones del
Sagrado Corazn de Jess y de Mara; por la Santa Iglesia y, especialmente,
por el mantenimiento, santificacin y perfeccin de nuestra Santa Orden, en
particular los conventos carmelitas de Colonia y Echt; en expiacin por la falta
de fe del pueblo judo y para que el Seor sea acogido por los suyos; para que
venga a nosotros su Reino de Gloria, por la salvacin de Alemania y la paz en el
mundo. Finalmente, por todos mis seres queridos, vivos y muertos, y todos
aquellos que Dios me dio. Que ninguno de ellos tome el camino de la
perdicin.
28
EDITH STEIN (TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ), Los caminos del silencio interior, ed. de A.
Bejas y S. Spitzlei, Madrid, Editorial de Espiritualidad, 1988, pp. 187-189; la parte destacada, en p. 189.
13
29
HAVERS, Guillermo Mara, Testigos de Cristo en Mxico, Bogot, CELAM, 1989, pp. 232-233. Su
semblanza y otros textos de sus momentos finales, pp. 228-237.
14
HAVERS, G. M., Testigos de Cristo en Mxico, pp. 288-289. Su semblanza y otros textos de sus
momentos finales, pp. 286-291.
15
sobrino que mucho te quiere y verte desea. Cristo vive, Cristo reina, Cristo
impera y Santa Mara de Guadalupe!
Jos Snchez del Ro, que muri en defensa de su fe.
No dejes de venir. Adis.
Al ser fusilado, cay acribillado por las balas. Justo antes, uno de los solados
federales le haba preguntado:
Qu le decimos a tu mam?
A lo que l respondi:
Que nos veremos en el Cielo Viva Cristo Rey!
16
total fueron martirizados 51 claretianos, casi todos jvenes, entre los das 2 y 15 de
agosto de 1936, y supone una de las pginas ms impresionantes del Martirologio
espaol en toda la Historia. Su testimonio de amor a Cristo y a Espaa, de decisin
absoluta, de alegra al encarar la muerte, de conciencia de que marchaban a la gloria
eterna, de perdn sincero y profundo a sus verdugos, es realmente estremecedor, como
lo son algunos textos que ellos mismos dejaron. Barbastro fue la dicesis espaola
proporcionalmente ms castigada en la persecucin de los aos de la guerra (88% del
clero diocesano asesinado, adems de los religiosos).
De uno de estos mrtires claretianos, el Beato Luis Masferrer Vila (1912-1936),
hay una carta escrita ya en junio de 1931 donde se observa la amenaza de ser disueltas
las congregaciones y comunidades religiosas y de que sus miembros fueran obligados a
adoptar la vida seglar, y tambin su disponibilidad al martirio, que le llegara el 15 de
agosto de 1936. Entonces, junto con otros claretianos, ante la oferta hecha de elegir:
A dnde queris ir: al frente a luchar contra el fascismo, o a ser fusilados?
Respondieron con claridad:
Preferimos morir por Dios y por Espaa.
Y casi a continuacin aadieron:
Os perdonamos con toda nuestra alma. Cuando estemos en el cielo, pediremos
por vosotros.
Fueron a la muerte cantando, rezando y dando vivas a Cristo Rey, al Corazn de
Mara, a la Asuncin y al Papa. Leamos ahora un extracto de la carta mencionada de
1931:
Qu ser de nosotros? La Santsima Virgen nos proteger como hijos suyos
que somos y no permitir que seamos vencidos en la pelea. Nos podrn
dispersar, nos podrn hacer volver al siglo [la vida seglar], nos podrn
maltratar y perseguir, para quitarnos el santo temor de Dios, salvaguarda de
nuestras almas, y el amor a nuestra Madre que es la que guarda en nuestro
corazn el temor de Dios; pero su fin no lo conseguirn; nos podrn matar,
fusilar, descuartizar si quieren, pero su innoble fin no lo han de alcanzar.
Nuestra muerte ser el noble trofeo de nuestra victoria, y nuestra sangre
ardorosa vertida a nuestro lado, pregonar a todos los vientos la derrota
completa de nuestros enemigos.
Yo, por mi parte, he determinado y prometido llevar siempre y en cualquier
parte sobre mi pecho la consagracin de m mismo a mi dulce Madre, firmada
con mi sangre, y no permitir que nadie me la quite.
Los mrtires claretianos de Barbastro, a falta de papel, escribieron por lo general
sus ltimos textos en sus breviarios y devocionarios, en hojas de libreta, en envoltorios
de chocolate, en los tablones de un escenario donde estaban presos, en las escaleras y
hasta en las paredes. Del joven cordimariano cataln Jos Brengaret Pujol (1913-1936)
nos ha quedado lo siguiente, redactado posiblemente la vspera de su asesinato:
J.H.S. Viva Cristo Rey! Si Dios quiere mi vida, gustoso se la doy. Por la
Congregacin y por Espaa. Muero tranquilo, despus de haber recibido todos
los Santos Sacramentos. Muero inocente; no pertenezco a ningn partido
poltico; lo tenemos prohibido por nuestras Constituciones; acatamos todo
poder legtimamente constituido. Pido perdn a todos, delante de Dios y de mi
conciencia, de todos los agravios y ofensas. Perdono a todos mis enemigos. Me
despido de mi padre y de mis hermanos. Si Dios es servido de llevarme al cielo,
all encontrar a mi madre. Jos Brengaret, C.M.F.
17
18
Y del cataln Beato Ramn Illa Salva (1914-1936) nos ha quedado una carta
martirial a su familia:
Queridsima madre, carsima abuela, recordados hermanos, P. Faustino,
Jovita, Pablo y Rosa (y dems) tos y tas en el Seor:
Con la ms grande alegra del alma escribo a ustedes, pues el Seor sabe que
no miento: no me cansara y (lo digo ante el cielo y la tierra) les comunico con
unas lneas que escribo que el Seor se digna poner en mis manos la palma del
martirio; y en ellas envo un ruego por todo testamento; que al recibir estas
lneas canten al Seor por el don tan grande y sealado como el Martirio que el
Seor se digna concederme.
Llevamos en la crcel desde el da 20 de julio. Estamos toda la comunidad: 60
individuos justos; hace ocho das fusilaron ya al Rvdo. P. Superior y a otros
Padres. Felices ellos y los que les seguiremos; yo no cambiara la crcel por el
don de hacer milagros, ni el martirio por el apostolado, que era la ilusin de mi
vida.
Voy a ser fusilado por ser religioso y miembro del clero, o sea, por seguir las
doctrinas de la Iglesia Catlica Romana. Gracias sean dadas al Padre por
Nuestro Seor Jesucristo, Hijo suyo, que con el mismo Padre y Espritu Santo
vive y reina por los siglos de los siglos, Amn.
Ramn Illa, Misionero del Corazn de Mara, Clrigo lector. Barbastro, 10VIII-1936.
El Beato Luis Escal Binefa (1912-1936), tambin cataln, escribi para sus
padres en un pauelo:
Lrida. Sr. D. Jos A. Escal. Por Mollerusa. Fondarella.
Despus de 22 das les dirijo estas lneas como recuerdo y como despedida. Las
ejecuciones han comenzado ya. Esperamos que de un momento a otro nos
llegar tambin. Cuando os notifiquen mi muerte, estad tranquilos porque tenis
un hijo mrtir. Hasta el cielo. Adis. Su hijo interceder por todos. Luis Escal,
C.M.F.
En fin, a falta de otro papel, 40 religiosos claretianos escribieron el 12 de agosto
de 1936 una hermosa carta colectiva de despedida, expresando su perdn a los
verdugos, su amor a los obreros, a la Iglesia, a la Congregacin de los Hijos del
Corazn de Mara (claretianos) y a sus familias, y firmada por cada uno de ellos con
emocionantes vivas!:
Agosto, 12 de 1936. En Barbastro.
Seis de nuestros compaeros ya son mrtires; pronto esperamos serlo nosotros
tambin; pero antes queremos hacer constar que morimos perdonando a los que
nos quitan la vida y ofrecindola por la ordenacin cristiana del mundo obrero,
por el reinado definitivo de la Iglesia catlica, por nuestra querida
Congregacin y por nuestras queridas familias. La ofrenda ltima a la
Congregacin, de sus hijos mrtires!
Viva Cristo Rey!
Viva la Congregacin mrtir!
Faustino Prez, C.M.F.
Viva la Pilarica,
Patrona de mi tierra!
19
Offero
libenter
Deum
sanguinem
innocentem pro Ecclesia et Congregatione
[Ofrezco libremente a Dios mi sangre por
la Iglesia y la Congregacin]
Johannes Echarri, C.M.F.
CANTERA, S., O.S.B., As iban a la muerte, pp. 48-55. Los textos los habamos tomado de PREZ
ALONSO, Alejandro, Informe sobre los mrtires benedictinos del Pueyo, en Barbastro, sacrificados en
1936, Oviedo, 1986, pp. 180-189; BENABARRE VIGO, Jos Pascual, Murieron cual vivieron. Apuntes
biogrficos de los 18 monjes benedictinos del Pueyo de Barbastro, sacrificados en 1936, Aler (Huesca),
21
1991, pp. 333-339; PERAIRE FERRER, Jacinto, La cancin de Dom Mauro. El primitivo entusiasmo
cristiano, revivido por los benedictinos de El Pueyo, Madrid, 2006, pp. 212-214.
22
33
CANTERA, S., O.S.B., As iban a la muerte, pp. 76-79; CASTRO ALBARRN, A. de, Este es el
cortejo Hroes y mrtires de la Cruzada Espaola, Salamanca, 1938, pp. 162-163. LUGO, Fray
Antonio de, O.S.H., El precio de una victoria, Madrid, 1979, pp. 75-76; NIETO CUMPLIDO, Manuel
SNCHEZ GARCA, Luis Enrique, La persecucin religiosa en Crdoba, 1931-1939, Crdoba, 1998,
pp. 987-988.
23
34
CANTERA, S., O.S.B., As iban a la muerte, pp. 71-76; PERAIRE FERRER, Jacinto, Cantando hacia
la muerte. Heroico testimonio martirial del joven Francisco Castell Aleu, Madrid, 2001, pp. 162-167.
24
No quiero en modo alguno que lloris por m: es lo nico que os pido. Estoy
muy contento, muy contento. Os dejo con pena a vosotras, a quienes tanto he
amado, pero ofrezco a Dios este afecto y todos los lazos que me retendran en
este mundo.
Teresina: s valiente. No llores por m. Soy yo quien ha tenido una inmensa
suerte, que no s como agradecer a Dios. He cantado el Amunt, que s sols
cam dun dia [Vamos, que es camino de solo un da!, del himno de los que
practican Ejercicios Espirituales], con toda propiedad. Perdname las penas y
los sufrimientos que te he causado involuntariamente. Yo siempre te he querido
mucho. No quiero que llores por m, oyes?
Mara: Pobre hermanita ma. Tambin t sers valiente, y no te abrumar este
golpe de la vida. Si Dios te da hijos, les dars un beso de mi parte, de parte de
su to, que los amar desde el cielo. A mi cuado un fuerte abrazo. Espero de l
que ser vuestra ayuda en este mundo y sabr sustituirme.
Ta: en este momento siento un profundo agradecimiento por cuanto Ud. ha
hecho por nosotros. Nos encontraremos en el cielo dentro de unos aos. Sepa
usted gastarlos con toda clase de generosidad. Desde el cielo rogar por Ud.,
ste que le quiere tanto.
Saludos a Bastida, a la seora Francisqueta, a los Didos, a Pedro, a Puig, a
Lpez, a los amados compaeros de la Federacin, que no quiero nombrar. A
todos los amigos les diris que muero contento y me acordar de ellos en la otra
vida.
A los Foles, a los tos de Vallmoll, a los del Jardn, a Carlos, a los de Alicante, a
los de Pravia, a los de Sarri, a todos mi afecto.
Francisco.
No recogemos aqu la carta escrita a un amigo jesuita, el P. Galn, que tambin
tiene inters, pero s terminaremos con la dirigida a su novia:
Querida Mariona:
Nuestras vidas se unieron y Dios ha querido separarlas. A l le ofrezco, con
toda la intensidad posible, el amor que te profeso, mi amor intenso, puro y
sincero.
Siento tu desgracia, no la ma. Sintete orgullosa: dos hermanos y tu prometido.
Pobre Mariona!
Me est sucediendo algo extrao, no puedo sentir pena alguna por mi suerte.
Una alegra interna, intensa, fuerte, me invade por completo. Querra hacerte
una carta triste de despedida, pero no puedo. Estoy todo envuelto de ideas
alegres como un presentimiento de Gloria.
Querra hablarte de lo mucho que te habra querido, de las ternuras que tena
reservadas para ti, de lo felices que habramos sido. Pero para m todo es
secundario. Voy a dar un gran paso.
Una cosa quiero decirte: si puedes csate. Desde el cielo yo bendecir tu unin
y tus hijos. No quiero que llores, no quiero. Sintete orgullosa de m. Te quiero.
No tengo tiempo para nada ms.
Francisco.
Ante la grandeza de estas almas, sobra hacer conclusiones. Cada uno las habr
podido ir haciendo durante la lectura de los textos.
25