Movimientos Juveniles
Movimientos Juveniles
Movimientos Juveniles
movimientos
juveniles
en amrica latina y el caribe:
entre la tradicin
y la innovacin
ernesto rodrguez ( ed.)
movimientos juveniles
en amrica latina y el caribe:
entre la tradicin y la innovacin
Alessandro de Len
Mientras preparbamos la edicin de este libro, nos lleg una trgica noticia:
en un accidente automovilstico, volviendo a Ro de Janeiro, falleci Alessandro
de Len, un excelente profesional y un gran amigo, que nos acompa en el
seminario de Lima, realizando aportes sumamente valiosos a los intercambios
de experiencias y a los debates procesados.
Quienes lo conocimos tempranamente nos hemos quedado con la imagen y el
recuerdo de un luchador incansable por la causa de las y los jvenes, brasileos
y latinoamericanos, y quienes lo conocieron en Lima, guardarn por siempre
el recuerdo de un afectuoso compaero, con quien compartieron ideales y
aspiraciones, y con quien aprendieron mucho, sin ninguna duda.
No hay palabras para reflejar el hondo dolor que nos dej esta triste noticia, y
aunque ya no podremos tenerlo fsicamente con nosotros, tenemos la certeza de
saber que nos seguir acompaando en nuestro trabajo colectivo y en nuestra
vida cotidiana, iluminando el camino y apoyndonos con entusiasmo en nuestros
momentos de flaqueza.
Dedicamos este libro a este entraable compaero y amigo, como un simple pero
sentido homenaje, a quien ser ejemplo vivo para varias generaciones, de parte
de quienes lo tendremos en nuestra memoria por siempre. Gracias Alessandro,
muchsimas gracias, por la huella indeleble que deja tu vida entre nosotros.
n dice
Prlogo
................................................................................................................................................................. 11
Introduccin ............................................................................................................................................................ 13
PRIMERA PARTE: UNA PRIMERA VISION DE CONJUNTO ...................................................................................................... 17
Movimientos juveniles en Amrica Latina: entre la tradicin y la innovacin. Ernesto Rodrguez ..................................................... 19
SEGUNDA PARTE: ESTUDIOS DE CASO ............................................................................................................................. 39
La fuerza de los jvenes: aproximaciones a la militancia kirchnerista desde La Cmpora. Melina Vzquez y Pablo Vommaro ................. 41
La juventud boliviana: de la movilizacin activa a la desmovilizacin poltica. Alfredo Balboa ........................................................ 61
Juventudes e violncia: entre polticas de estado e prticas polticas de Recusa, a busca por respeito. Miriam Abramovay, Mary Garca
Castro, e Marissa Freferman ........................................................................................................................................ 75
Qu es un movimiento social fuerte? Conceptualizacin de la nocin de fortaleza y aplicacin al caso del Movimiento Estudiantil
2002-2011 en Chile. Carmen Silva Dreyer y Javier Romero Ocampo .................................................................................... 95
Cmo ha sido la vuelta? Breves notas sobre la organizacin y el movimiento juvenil colombiano. Diego Snchez Gonzlez ............... 109
Personas jvenes y sus movimientos sociales en Costa Rica: algunas reflexiones sobre la situacin actual. Jorge Segura Arias .......... 121
Una mirada a la participacin poltica de jvenes en el Ecuador. Daniel Llanos y Ren Unda ....................................................... 139
Movimientos juveniles en Mxico: el derecho a la pasin. Hctor Castillo Berthier ................................................................. 155
Participacin juvenil y cultura de paz en Nicaragua. Juan Pablo Snchez ............................................................................... 179
Participacinjuvenilyculturadepaz: notas a propsito del caso de Panam. Edith Castillo ........................................................ 187
Movimientos juveniles en Paraguay: una mirada crtica a la expresin poltica juvenil. Soledad Dur ............................................. 191
Qu les queda a los jvenes? Breve resea de participacin social juvenil en Uruguay. Martn Collazo (coord.), Ana Clara Planel,
Alexandra Lizbona y Santiago Soto ............................................................................................................................. 199
TERCERA PARTE: EL CASO PERUANO .............................................................................................................................
Qu dicen los y las jvenes acerca de la poltica? Acerca de los discursos en referencia a la poltica en el Per. Jerjes Loayza ..........
Agenda juvenil indgena en el Per: apuntes para un movimiento en construccin. Diego Salazar ................................................
Diversin y protesta mediatizadas: caractersticas y alcances sociales de los flashmobs en Lima. Doris Len. ................................
Participacin juvenil y cultura de paz: los estudiantes sanmarquinos y la marcha contra el terrorismo del 2012. Csar Nurea...........
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prlogo
Por ello, nos pareci pertinente convocar a una reflexin colectiva rigurosa sobre
estos temas, y extraer los correspondientes aprendizajes, para fundamentar
eventuales recomendaciones para la accin en un campo tan relevante como
descuidado, que es el de las polticas pblicas de juventud.
Para ello, reunimos los aportes del CELAJU, de la UNESCO y de la Secretara
Nacional de la Juventud de Per (SENAJU), y convocamos a un calificado
conjunto de especialistas y protagonistas de estas particulares movidas
juveniles. Este libro rene, precisamente, sus aportes y sus experiencias,
presentadas en el seminario internacional realizado en Lima, los das 22 y 23 de
noviembre de 2012.
Ciertamente, los movimientos juveniles son y tienen expresiones tan heterogneas
como las juventudes que las conforman, y cada movimiento juvenil manifiesta
aspectos relacionados a los procesos socioculturales de los pases en que se
manifiestan. Incluso se puede decir que los movimientos juveniles pueden ser
vistos per se como expresiones de procesos socioculturales con el agregado de
estar impregnado del encanto juvenil: la lucha por la promesa de un futuro mejor.
Uno de los sealamientos que se haca a los nuevos movimientos juveniles
de los 90 es que no impactaron decididamente en los grandes procesos
sociopolticos. Esto habra llevado incluso a pasar de movimientos juveniles a
movidas juveniles, lo cual nos puede dar una idea acerca de su envergadura e
impacto en esos aos.
Sin embargo, en los albores de este nuevo siglo, una caracterstica de los
movimientos juveniles emergentes en Amrica Latina es el protagonismo que
han alcanzado en varios pases de la regin, imponiendo nuevos temas en
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las agendas polticas nacionales (Argentina, Mxico, Colombia y Chile). Lo que es claro es que los movimientos
juveniles brindan a los jvenes en todas partes la oportunidad de expresar sus propios ideales.
Sin duda, los acontecimientos globales de los ltimos aos del siglo pasado -como la cada del campo socialista y la
consiguiente hegemona de la economa de mercado, adems de la revolucin tecnolgico-cientfica e informacionalhan tenido un correlato en las nuevas manifestaciones de los movimientos juveniles en Amrica Latina.
El presente texto analiza precisamente los cambios y continuidades de los movimientos juveniles a partir de casos
especficos en diversos pases de Amrica Latina. Un aspecto central del anlisis tiene que ver con la irrupcin de
los movimientos juveniles, no articulados entre s, en un contexto previo de cierta indiferencia o desinters frente a
la poltica.
Ese fue la razn principal del porqu la Secretara Nacional de la Juventud del Per (SENAJU), el Centro
Latinoamericano sobre Juventud (CELAJU) y la Oficina Regional de Ciencias para Amrica Latina de la UNESCO
organizaron el referido foro en Lima: porque creemos que escuchando las voces de los jvenes y contribuyendo con
la satisfaccin de sus demandas cooperamos decididamente en la construccin de un mundo mejor. Esa es la idea.
Estamos particularmente satisfechos con los resultados obtenidos en el marco de esta importante iniciativa colectiva,
por lo que no nos queda ms que agradecer a quienes aportaron generosamente sus experiencias, conocimientos
y puntos de vista, con un agradecimiento especial a Ernesto Rodrguez, quien dinamiz la preparacin, realizacin
y seguimiento del seminario de Lima, y naturalmente, a todos/as los/as participantes de dicho evento.
Ahora, estos materiales pasan a manos de quienes -con ellos y con sus respectivas perspectivas- podrn enriquecer
estos debates y dinamizar los futuros procesos de promocin juvenil, en el marco de la construccin de sociedades
ms prsperas, ms igualitarias y ms democrticas.
introduccin
Finalmente, el anlisis de los movimientos juveniles nos remite a las reivindicaciones y demandas de las juventudes
que tales movimientos expresan. Una de las formas de encarar estas demandas sera mediante propuestas de
polticas pblicas.
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Finalmente, en esta segunda seccin, se incluyen otros cuatro textos de gran relevancia: por un lado, el texto de
Juan Pablo Snchez centrado en el caso nicaragense y el de Edith Castillo referido al caso panameo (ambos
centrados en el vnculo de las y los jvenes con la violencia y la promocin de cultura de paz, y por otro el de
Soledad Dur referido al caso paraguayo y el de Martn Collazo, Ana Clara Planel, Alexandra Lizbona y Santiago
Soto, referido al caso uruguayo, con importantes matices, que reflejan los diferentes contextos polticos en los
respectivos pases, en lo que hace a los apoyos existentes (o no) de parte de sus respectivos gobiernos, en
trminos de fomento de la participacin juvenil, ms evidentes en Uruguay y mucho ms estrechos y limitados en
Paraguay, marcando dos extremos en este sentido, a pesar de las cercanas territoriales.
En la tercera parte, incluimos cuatro textos referidos al caso peruano, que aportan acercamientos diferentes pero
complementarios, centrados en las especificidades del pas anfitrin del seminario internacional. El texto de Jerjes
Loayza se concentra en la participacin poltica de los jvenes en general, mientras que el texto de Diego Salazar
se concentra en un grupo juvenil particularmente relevante (los jvenes indgenas) sobre el que no suelen existir
anlisis especficos. Por su parte, el texto de Doris Len aporta una mirada incisiva sobre la incidencia de los
flashmobs en Lima, (comparada con lo ocurrido en el marco de la primavera rabe) al tiempo que el texto de
Csar Nurea se concentra en el anlisis de la memoria de los jvenes sobre la violencia poltica protagonizada en
el pasado por Sendero Luminoso, a propsito del surgimiento del MOVADEF.
Finalmente, en la cuarta y ltima parte, se incluye un nuevo texto de Ernesto Rodrguez, en el que se intenta resumir
y sistematizar los principales parmetros del debate procesado en el seminario de Lima, procurando extraer algunas
conclusiones en trminos de aprendizajes y desafos. En dicho marco, el texto trata de reflexionar a propsito de
las novedades que aporta el retorno de varios movimientos juveniles a la escena pblica en varios pases de la
regin (especialmente Chile, Colombia y Mxico) y a propsito de la no existencia de tales dinmicas en otros pases
de la regin, al tiempo que trata de caracterizar las especificidades de otras formas de participacin juvenil (en
movimientos tnicos y en pandillas juveniles, en particular) en otros pases de la regin.
Si alguna conclusin surge claramente del conjunto de los materiales incluidos en esta compilacin, ella se relaciona
con lo inapropiado de los enfoques que durante varios aos predominaron en los anlisis sobre participacin
juvenil, centrados en la apata y la falta de inters de las generaciones jvenes en la democracia. Queda claro
(ahora, mucho ms que en el pasado reciente) que las y los jvenes se interesan y mucho en la poltica y que no
rechazan la democracia como tal, sino las formas concretas en que ella se expresa en contextos especficos.
Del mismo modo, queda claro que varias de las estrategias de fomento de la participacin juvenil promovidas por
los gobiernos de la regin, han fracasado rotundamente, y la evidencia ms contundente est dada por la irrupcin
autnoma e independiente de diversos movimientos juveniles en la escena pblica (ms o menos institucionalizadas,
pero siempre disruptivas con las reglas de juego establecidas) ignorando los Consejos de la Juventud y otros
espacios similares promovidos desde varios gobiernos nacionales y locales, en muy diversos contextos especficos.
Tiene esto que ver (y en qu medida) con gobiernos ms conservadores o ms progresistas? No queda claro,
pero en todo caso, parece evidente que en los gobiernos progresistas hay mayores sensibilidades respecto a los
movimientos juveniles, aunque ello no garantiza apoyos incondicionales ni participacin institucionalizada de las
nuevas generaciones.
El debate est abierto; ojal este libro colabore con su desarrollo futuro y ayude a identificar claves relevantes para
interpretar ms ajustadamente estos procesos y actuar en consecuencia.
primera parte
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Introduccin
Desde que los estudiantes chilenos (los pinginos) tomaron las calles para reclamar una educacin gratuita y
de calidad en 2006, se han comenzado a desarrollar diversas expresiones de movimientos juveniles que vienen
operando con gran creatividad, diferencindose notoriamente de sus antecesores de la segunda mitad del siglo XX.
Seguramente, el Movimiento Yo soy 132 de Mxico, se ubica entre los ms destacados de este ao (2012), en
lnea con sus homlogos chilenos pero tambin con especificidades relevantes. Entre ambas experiencias, puede
caracterizarse un perodo de gran fecundidad en estas dinmicas, que importa analizar a fondo.
En paralelo, y seguramente con menos visibilidad pero no por ello irrelevantes, se han venido desarrollando otras
expresiones juveniles, que han tenido como protagonistas a jvenes indgenas y campesinos (especialmente en los
conflictos territoriales en varios pases andinos) y/o a jvenes urbano-populares excluidos, vinculados a pandillas
(maras) en particular en varios pases centroamericanos (pero tambin en otros varios) as como otros varios
grupos cuyas identidades colectivas tienen que ver con otras categoras de anlisis (identidades raciales y tnicas
e identidades sexuales, entre las ms relevantes).
Las notas que siguen intentan analizar cules son las caractersticas y las modalidades de accin de estos nuevos
movimientos estudiantiles y juveniles, en comparacin con movimientos similares pero que fueron protagonistas
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de los procesos sociales y polticos de la segunda mitad del Siglo XX. La hiptesis bsica en este sentido, es
que se trata de movimientos notoriamente diferentes, ms orgnicos y estructurados los ms tradicionales y
ms vinculados a movidas que a movimientos los ms recientes, segn veremos en las secciones siguientes,
explicitando las diferencias existentes entre las diversas experiencias latinoamericanas incorporadas en el anlisis.
los pases de la regin, en cuyo marco se fueron desarrollando las universidades latinoamericanas, destacndose los
casos de Brasil, Colombia, Mxico y Per, pero incluyendo tambin muchos otros, especialmente en Chile, Ecuador y
Venezuela. De este modo, el Movimiento Estudiantil (en singular y con mayscula) fue construyendo una gran legitimidad
como la expresin ms fuerte y casi exclusiva de las reivindicaciones juveniles de la primera mitad del siglo XX.
Al mismo tiempo, procuramos contrastar estas experiencias latinoamericanas con los grupos de indignados
(eminentemente juveniles) desarrollados en Espaa, Estados Unidos, Israel, y otros varios pases altamente
industrializados. La hiptesis bsica con la que trabajamos es que estamos ante fenmenos totalmente diferentes,
influenciados notoriamente por la crisis (en el mundo altamente industrializado) y por las tendencias de cambio
(progresistas y no tanto) en Amrica Latina, lo cual explica las estrategias ms reactivas en el caso de los
indignados y ms propositivas en el caso de los nuevos movimientos juveniles latinoamericanos.
Otro mojn importante, sin duda, se concreta en los aos sesenta, a la sombra de la Revolucin Cubana, en
cuyo marco se produce otra gran irrupcin de los movimientos estudiantiles promoviendo la revolucin, en un
marco global donde el mayo francs y las luchas de muchos otros movimientos estudiantiles en pases altamente
industrializados, en contra de la guerra de Viet Nam y a favor de la paz, se mezclaban dinmicamente con nuevas
expresiones culturales juveniles, con la irrupcin del rock (de la mano de los Beatles) y el movimiento hippie,
promoviendo el amor libre, de la mano de la aparicin de anticonceptivos modernos, hasta entonces desconocidos
y que permitieron separar claramente el sexo de la procreacin.
Metodolgicamente, la reflexin procura ser eminentemente acadmica, pero con un nfasis fuerte en la necesidad
de extraer consecuencias prcticas para el diseo y la implementacin de polticas pblicas, interactuando en todo
momento con los diversos actores protagonistas de los procesos que se analizan, incluyendo lderes juveniles,
operadores de polticas pblicas y especialistas en estas complejas pero a la vez relevantes dinmicas sociales
y polticas, mirando estos temas desde una perspectiva radicalmente comprometida con la construccin de
ciudadana, la vigencia plena de los derechos humanos y el protagonismo de las y los jvenes, en la construccin
de sociedades ms prsperas, ms democrticas y ms igualitarias.
Se trata, sin duda, de la etapa ms estudiada y comentada en este campo, que ha generado innumerables estudios
comparados, centrados en la evaluacin de la irrupcin de estos movimientos juveniles, que no concretaron LA
revolucin que pregonaban, pero que introdujeron cambios sumamente relevantes en varias de las principales
dimensiones de la dinmica de nuestras sociedades, incluyendo la dinmica universitaria (obviamente) pero tambin
los sistemas polticos y las dinmicas culturales entonces vigentes.
1.2. Movimientos juveniles en Amrica del Sur: estado de situacin en el cambio de siglo
Muchas de estas dinmicas cambiaron significativamente durante los aos ochenta y noventa, en casi todos
los pases de la regin. Por un lado, comenzaron a irrumpir en la escena pblica algunos movimientos juveniles
diferentes, incluyendo varios que reunan jvenes de sectores populares urbanos que no estaban integrados al
sistema educativo (y por lo tanto a los movimientos estudiantiles) y que se expresaban a travs de movilizaciones
sustentadas en otras reglas de juego, menos estructuradas y ms violentas, en la mayor parte de los casos.
En el Cono Sur, estas nuevas dinmicas se expresaban en dos fases ntidamente diferenciadas de las luchas anti
dictatoriales, que comenzaban ms institucionalizadamente durante el da y en el entorno de las universidades
(con directivas claras, provenientes en lo fundamental de los partidos polticos opositores) y que culminaban ms
anmicamente por las noches y en las poblaciones marginales, con enfrentamientos ms violentos con la polica
y el ejrcito. En Centroamrica, por su lado, estas nuevas expresiones fueron asumiendo la forma de pandillas
juveniles (maras en la jerga local) que lenta pero sistemticamente se fueron corriendo a la comisin de delitos.
Con la vuelta a la democracia, por su parte, se comenzaron a visualizar nuevos cambios, promovidos (o al menos
acompaados) desde las polticas pblicas. En este marco, desde los nuevos gobiernos democrticos se comenz
a promover la conformacin de los denominados Consejos de la Juventud, con diversos formatos y atribuciones,
que trataban de aglutinar los esfuerzos de los diferentes movimientos juveniles, que con una ms amplia variedad
comenzaban a mostrarse pblicamente, expresando muy diversos reclamos, desde algunos tpicamente polticos
a otros ms culturales y sociales.
El balance realizado en 2004/2005 en Amrica del Sur, en particular (Rodrguez coord. 2005) nos permiti constatar
que estbamos ante un panorama sumamente heterogneo, pero que admita algunas caracterizaciones en comn,
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que reflejaban claramente algunos de los principales cambios procesados: (i) la transformacin del Movimiento
Estudiantil (en singular y con maysculas) en movimientos estudiantiles (en plural y con minsculas) de la mano
de la masificacin y heterogeneizacin de la matrcula de la educacin superior (Brunner 1985); (ii) la aparicin de
muchas otras expresiones juveniles organizadas (en mayor o en menor medida) que comenzaron a representar
otras realidades y sensibilidades; y (iii) las transformaciones de las lgicas con las que operaban las principales
polticas pblicas, que a la sombra de la re-democratizacin de nuestros pases, comenzaron a preocuparse y a
ocuparse de estas dinmicas con otras sensibilidades.
Como puede apreciarse, se trata de dos paradigmas ntidamente diferentes que, en la prctica, se aplicaron de muy
diversas maneras en los diferentes pases de la regin, pero que reflejan en buena medida el sesgo del debate de
la poca, precisamente en momentos en que en la mayor parte de los casos, los tomadores de decisiones y buena
parte de la opinin pblica coincidan en asumir la existencia de una extendida apata juvenil, como la principal
caracterstica de la poca, que contrastaba ntidamente con los agitados aos sesenta (en los que las irrupciones
estudiantiles haban sido ntidamente opositoras a los regmenes vigentes y hasta al propio sistema capitalista
como tal) lo que de algn modo tranquilizaba a algunos y preocupaba a otros, diferenciados en lo fundamental por
sus propias orientaciones polticas.
El neoliberalismo dominante en los aos noventa en casi todos los pases de la regin, procur desmovilizar a
los jvenes ms crticos, promoviendo en paralelo nuevas expresiones juveniles desde las polticas pblicas,
ya fuera creando artificialmente nuevos movimientos a partir de la convocatoria a jvenes individualmente
considerados o a travs de la cooptacin de las expresiones juveniles organizadas menos crticas, de la mano de
la promocin de polticas pblicas que trataban de apostar a las salidas individuales o de pequeos grupos (los
micro-emprendimientos productivos, por ejemplo) en lugar de las ms organizadas.
Viejo paradigma
Nuevo paradigma
Actores
Contenidos
Valores
Modos de
actuar
Como se sabe, en medio de la peor crisis econmica internacional de la que se tenga memoria (comparable
nicamente con la de 1929) en 2011 comenzaron a encadenarse acontecimientos en gran medida protagonizados
por jvenes, especialmente en el mundo rabe. As, empezando por Tnez y Egipto, y sin que se pudieran registrar
antecedentes relevantes, varias revueltas juveniles terminaron por derrocar a dictadores histricos, a quienes se
consideraba invencibles.
Se han acumulado muchas ancdotas en este campo, que por momentos simplifican el anlisis correspondiente,
pero lo cierto es que convocadas en gran medida por internet y a propsito de hechos concretos puramente
circunstanciales, las manifestaciones que terminaron apropindose del espacio pblico, mostraron dinmicas de
gran espontaneidad y desorganizacin, y han sido catalogadas -adems- como revoluciones sin lderes, en la
medida en que si bien existen personajes destacados, no se trat en ningn momento de revueltas promovidas por
partidos polticos u organizaciones sociales, al menos a travs de procesos del estilo de los que se conocen en la
historia de occidente.
Pero la primavera rabe no se produjo casualmente; cuenta -sin duda- con explicaciones ligadas a una gran
contradiccin entre -por un lado- mayores niveles de informacin sobre sus propios pases y el mundo en general
(gracias al desarrollo de las ya no tan nuevas tecnologas de la informacin y la comunicacin), y la persistencia
-por otro- de regmenes polticos cerrados y autoritarios, que no dejaban resquicio alguno para la participacin
ciudadana. En el caso de las nuevas generaciones, esta contradiccin tiene impactos particularmente relevantes,
en la medida en que stas tienen mayores niveles educativos que cualquier otra generacin anterior, pero al mismo
tiempo tienen muy escasas oportunidades de incorporarse fluidamente al mercado de trabajo en particular y de
integrarse a la sociedad en un plano ms general. Por ello, las manifestaciones articularon dinmicamente los
reclamos de empleo y democracia.
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El resto de la historia es conocido: la mecha que se encendi en Tnez y en Egipto se propag luego a gran parte
del Oriente Medio, contagiando pases muy dispares, como Arabia Saudita, Argelia, Siria o Bahreim. En todos los
casos (ms all de los resultados dispares conseguidos en cada caso particular) el protagonismo juvenil ha sido
evidente, del mismo modo en que lo ha sido el uso intensivo de las tecnologas de la informacin y la comunicacin,
especialmente de los telfonos celulares y de internet, as como la activa presencia de algunas cadenas mediticas
globalizadas (como Al Jazeera, en particular) que jugaron roles importantes, sobre todo en trminos de legitimacin
de las revueltas en curso, mostrando el carcter colectivo y exitoso de las mismas y espantando los miedos
correspondientes en los diferentes espacios locales en que todo esto ocurra en simultneo.
Otros se decantan por transformar la indignacin en partido poltico y buscar alianzas con fuerzas de izquierda
existentes. En medio, un sinfn de opciones, los argumentos en pro de una u otras se agolpan, pero todos parecen
confluir en la necesidad de dotar al movimiento de una organizacin estable, ms all de las reuniones de comisiones,
barrios y asambleas locales (Roitman 2012).
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Ahora s estamos en condiciones de presentar las nuevas irrupciones juveniles en la escena pblica latinoamericana,
ubicndolas en el contexto espacio-temporal presentado esquemticamente.
El otro movimiento juvenil destacable, por su dinmica y creativa irrupcin en la escena pblica actual, es el
denominado Yo soy 132, que ha logrado -en apenas unos pocos meses- incidir centralmente en la reciente campaa
electoral y hasta en el propio resultado de las elecciones en Mxico. Y todo esto ocurre, en un pas atravesado por
la violencia y en donde los jvenes que han sido noticia han sido los ni-ni (que ni estudian ni trabajan) y donde
no se registraban manifestaciones estudiantiles y juveniles relevantes desde haca ms de diez aos.
Los estudiantes chilenos han sido protagonistas de la escena pblica, al menos en dos coyunturas particularmente
relevantes: (i) la denominada revolucin pingina impulsada por los estudiantes secundarios en 2006 y (ii) las
movilizaciones de los estudiantes universitarios registradas en 2011 y que se siguen registrando en la actualidad. Si
bien son dos movimientos diferentes, evidencian varis similitudes y cuentan con numerosos elementos en comn,
que conviene revisar.
Todo comenz el 11 de mayo de este ao, cuando el candidato del PRI, Enrique Pea Nieto asisti a un acto
de campaa en la Universidad Iberoamericana, en la que los asistentes formularon preguntas irritantes (para el
candidato) y su entorno respondi con una campaa de desinformacin muy burda, que fue frontalmente rechazada
por los estudiantes. Estos fueron acusados de no pertenecer a la Universidad, de ser porros al servicio de otras
candidaturas y de revoltosos, frente a lo cual, varios (131 en total) comenzaron a salir a desmentir, presentndose
con su carnet universitario. Muchos otros (miles) se sumaron, presentndose como el 132.
Para empezar, la abundante literatura disponible sobre estos fecundos movimientos juveniles destaca casi
unnimemente que los principales reclamos de ambos movimientos tienen que ver centralmente con la necesidad
de contar con una educacin pblica, gratuita y de calidad, y ello es el resultado inevitable del diagnstico
realizado, que demuestra que si bien la educacin en Chile muestra indicadores relevantes (sobre todo en trminos
de cobertura) no ha logrado mostrar buenos indicadores de calidad y mucho menos de equidad en relacin a la
poblacin de nios, nias, adolescentes y jvenes que es atendida por el sistema educativo.
El centro de las protestas no se ubic en torno al candidato ni en contra del partido como tal (el PRI) sino contra
las grandes cadenas mediticas (en particular, contra Televisa) que venan orquestando una campaa netamente
favorable a Pea Nieto, identificado por muchos analistas polticos como el candidato de los dueos de los
grandes medios de comunicacin. Y para su desarrollo, los estudiantes recurrieron centralmente a las redes
sociales (en particular a twitter) y a los telfonos celulares, lo que los ha convertido en el primer gran movimiento
juvenil ciberntico de la escena mexicana y en buena medida latinoamericana.
El libro editado por la Universidad de Chile y UNICEF (Bellei, Contreras y Valenzuela coord. 2010), as como la entrega
especial de OSAL CLACSO (N 31, mayo 2012) y otros textos afines (Gonzlez y Montealegre comp. 2011; Atria
2011) entre otros muchos, muestran claramente las principales caractersticas de un sistema educativo altamente
segmentado, sustentado en buena medida en recursos privados y gestin tambin privada, que lleva a que quienes
pueden pagar ms reciben una mejor educacin y quienes pueden pagar menos o sencillamente no pueden pagar,
reciben una educacin de muy baja calidad o sencillamente quedan excluidos de la enseanza como tal.
Adems de una gran produccin propia (ver, por ejemplo, www.yosoy132media.org) se cuenta ya con una abundante
literatura analtica, que incluye cronologas y anlisis de gran valor. Tal como lo destacan algunos analistas, se trata
de un movimiento transversal que rene a jvenes alrededor de la indignacin, jvenes que supieron sabiamente
mantenerse unidos y consensuar acciones, aun cuando, como en cualquier movimiento de esta amplitud e
intensidad, son evidentes -si nos acercamos hasta observar detalles- las diferencias internas, las cuales pudieran
ahondarse en el futuro (Estrello y Modonesi 2012).
En buena medida, se trata de un sistema construido en dictadura, que tuvo pocos ajustes relevantes en democracia
y que las nuevas generaciones estn cuestionando radicalmente. Por ello, resulta significativo que las primeras
movilizaciones (las de 2006) se produjeran frente a un gobierno de centro-izquierda (encabezado por la Presidenta
Bachelet) y que las ms recientes se estn concretando frente a un gobierno de derecha (encabezado por el
Presidente Piera).
En perspectiva -agrega esta crnica- no sabemos qu rumbos y qu intensidad tomar un movimiento que
demostr una fuerza sorprendente y una capacidad de interlocucin importante con otros sectores. Ms all de que
prospere o no su continuidad organizativa como #YoSoy132, que se divida en corrientes con mayor afinidad poltica
o que se vuelva una coordinadora de carcter ms o menos permanente -se enfatiza- es un hecho que marc un
punto de inflexin en la historia de la movilizacin en Mxico, en la medida en que los recursos y capacidades que
se han puesto en marcha en estos das no desaparecen de un plumazo; pues en el peor de los casos se vuelven
latentes, entran en letargo, pero se mantienen vivos por un tiempo prolongado, sedimentan y pueden reaparecer
frente a nuevas situaciones, nuevos agravios, nuevas coyunturas crticas (dem).
Las movilizaciones han contado con formatos novedosos, alejados de las prcticas del siglo pasado, pero se
han desarrollado en un marco de gran racionalidad que mezcla constantemente la presencia en la calle exigiendo
cambios, con la participacin de delegados/as estudiantiles en las mesas de negociacin, aportando propuestas y
analizando con gran rigurosidad las que formulan desde el gobierno, logrndose avances importantes, aunque no
se haya llegado a concretar el conjunto de las reivindicaciones formuladas. Ello ha generado importantes apoyos
en la ciudadana, a pesar de las estrategias gubernamentales que, con un gran apoyo meditico, han apostado a
mostrar a los estudiantes como irresponsables y violentos, para desprestigiar y desgastar al movimiento.
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Otro caso destacable en este marco, es el del regreso de un contingente importante de jvenes argentinos a
la actividad poltica. Esto se expresa a travs de muy diversas iniciativas y actividades, as como a travs de
movimientos y agrupaciones juveniles, tradicionales y nuevas, que estn dejando una importante huella en la
dinmica social y poltica en dicho pas.
Pero ms all de los movimientos juveniles ms visibles, existen otros que aunque tienen menos visibilidad, no
por ello son menos relevantes.
Sin duda, podran rastrearse numerosos antecedentes de gran relevancia, incluyendo el importante re-encuentro
de las generaciones jvenes de los aos ochenta con la poltica, en el marco de la democracia restaurada y
sobre todo con el desarrollo del gobierno encabezado por Alfonsn, en cuyo marco, se desarroll un importante
agrupamiento poltico juvenil, conocido como la Coordinadora, que en muchos aspectos podra compararse con
otra agrupacin similar, de gran desarrollo en la actualidad (La Cmpora) que se moviliza intensamente en respaldo
al actual gobierno presidido por Cristina Fernndez de Kirschner.
Pero el recuento debera incluir -tambin y destacadamente- que las actuales generaciones jvenes son las
primeras totalmente democrticas, pues nacieron y crecieron en democracia. Por lo dicho, se trata de jvenes que
no cargan con la mochila de los aos de dictadura y que tienen recuerdos muy genricos de la etapa menemista de
los aos noventa. Sus principales referentes se ubican, sin duda, en la crisis del 2001, que tuvo efectos sumamente
traumticos para toda la poblacin, pero muy especialmente para los sectores de escasos recursos.
El debate actual se centra, en buena medida, en torno a La Cmpora en particular, y al respecto, los principales
contrapuntos se producen en relacin a su origen (construida desde arriba, desde el poder, para algunos,
construida desde abajo y cooptada luego por el gobierno, para otros), en relacin a su rol en el actual proceso
poltico (ser el nexo entre el gobierno y la juventud para algunos, aportar sabia nueva a la gestin de gobierno para
otros) y en lo que tiene que ver con su eventual futuro (durar lo que dure el gobierno, dicen algunos, permanecer
ms all del gobierno, si logra consolidarse como una expresin autnticamente generacional, dicen otros).
Y aunque existen crnicas rigurosas pero ms periodsticas (por ejemplo, Zuazo 2012) existen ya dos libros
relevantes sobre el tema, uno ms centrado en el rumor y el misterio (Di Marco 2012) y otro ms analtico (Natanson
2012) que aportan suficientes elementos como para concluir que estamos ante una agrupacin juvenil que -a
diferencia de muchos de los otros movimientos juveniles presentados aqu esquemticamente- no quiere cambiar
el statu quo sino consolidarlo, a travs de lo que suele llamarse la profundizacin del modelo.
Dicho de otro modo, no son un movimiento anti-poder sino pro-poder. La explicacin radicara en el tipo de
regmenes polticos y gobiernos predominantes en cada caso particular: dictaduras en los pases rabes, gobiernos
de derecha en Chile, Espaa y Mxico, gobierno progresista (dispuesto a tensionar las relaciones con los poderes
corporativos, econmicos y mediticos) en la Argentina. Por ello, como afirma Natanson, los jvenes kirchneristas
gozan de una serie de ventajas inditas y al mismo tiempo tienen la oportunidad de rejuvenecer la poltica; de
ellos depende aprovecharla (dem).
29
30
En la misma lnea, pero funcionando con otras lgicas muy diferentes, podra destacarse la importante presencia de
jvenes en diversos movimientos indgenas y campesinos en varios pases andinos (especialmente Bolivia, Ecuador
y Per) en los que estos movimientos son claros protagonistas de los principales conflictos sociales y polticos
actualmente vigentes, en general, muy vinculados al dominio de la tierra, en manos de comunidades originarias, pero
codiciada por grandes empresas multinacionales dedicadas a la explotacin de minerales y otras acciones afines.
El caso de Brasil ameritara dedicarle un captulo completo, sin duda, no solo por las dimensiones del pas sino
tambin y fundamentalmente porque estamos ante un caso notoriamente diferente, en el que se desarrollan varias
y muy diversas (y a la vez, relevantes) experiencias de participacin juvenil, incluyendo algunas de las ms clsicas
(movimientos estudiantiles, juventudes de los partidos polticos, etc.) hasta algunas ms heterodoxas (jvenes
vinculados a los movimientos de los sin tierra, grupos afrobrasileos o LGTB, entre otros) que se expresan
fuertemente en contra de las mltiples discriminaciones existentes en la sociedad, sin dejar de incluir las nuevas
estrategias promovidas por el propio gobierno, a travs del Consejo Nacional de la Juventud.
En este marco y en estos pases en particular, los movimientos juveniles ms clsicos (movimientos estudiantiles,
juventudes polticas, etc.) no tienen gran presencia pblica, salvo contadas irrupciones parciales y puntuales de
algunos grupos -generalmente pequeos- que rpidamente se desactivan o se desmovilizan. En su lugar, en
cambio, se da este fenmeno de gran protagonismo de jvenes en los movimientos sociales ms amplios, que
aunque no evidencian identidad generacional s cuentan con una gran identidad tnica y territorial.
Aunque el tema no ha sido analizado en profundidad hasta el momento, se sabe que estas particulares dinmicas
tienen que ver -entre otros factores- con los valores vigentes en las comunidades indgenas, en las que la figura
del adulto y en particular del anciano, sigue siendo un referente fundamental, lo que lleva a que los jvenes
(especialmente los hombres) abandonen tempranamente el medio rural en el que habitan y se trasladen a las
ciudades del entorno o directamente a las respectivas ciudades capitales y/o al exterior. En la misma lnea jugara el
hecho de que el traslado de la propiedad de la tierra (por muy escasa que sta sea) de padres a hijos, se produce
recin con la muerte de los primeros (Rodrguez 2012a).
Algo parecido sucede con las mujeres, dada la predominancia en las comunidades indgenas de concepciones que
no reconocen la discriminacin de la mujer, ofreciendo alternativamente la complementariedad de gnero como
alternativa a la equidad de gnero, lo que da lugar a un conflicto entre los derechos indgenas y los derechos
de la mujer. En ms de un sentido, esto se plantea como un desafo al concepto individualista y occidental de
igualdad de gnero, desde la lgica del paradigma indgena de complementariedad. En la pareja andina se unen
extremos opuestos, en la medida en que los individuos son aceptados como adultos en la comunidad hasta que se
casan y se complementan mutuamente (Jaquette 2011, citada en Rodrguez 2012a).
Por todo lo dicho, aunque recorriendo caminos diferentes a los analizados en las pginas precedentes, las y los
jvenes indgenas y campesinos aportan significativamente su energa al desarrollo de movimientos tnicos y son
protagonistas centrales de los principales conflictos sociales existentes (frente a las mineras en Per, en contra del
desplazamiento forzado por el conflicto armado en Colombia, etc.) y hasta se vinculan a procesos ms complejos,
como el relacionado con los movimientos armados en ambos pases, destacndose en la actualidad el resurgimiento
de grupos afines a Sendero Luminoso en algunas universidades peruanas y la importante presencia juvenil en las
milicias de las FARC, en el marco del proceso de pacificacin que se est intentando recorrer en los dilogos con
el gobierno.
En el caso del movimiento estudiantil, por ejemplo, aunque no ha tenido el destaque internacional que han tenido
los estudiantes chilenos o mexicanos, la UNE (Unin Nacional de Estudiantes) ha promovido exitosamente la
fijacin del 10 % del presupuesto nacional para la educacin, como una meta a concretar en el horizonte de los
prximos aos, y ello ha sido posible gracias a una importante y creativa movilizacin que incluy movilizaciones
reivindicativas clsicas, junto con movidas culturales diferentes y con una gran campaa de incidencia en los
tomadores de decisiones (incluyendo destacadamente a los miembros del Congreso y del Gobierno Federal).
Por su parte, frente a la activa defensa de la propiedad privada de la tierra por parte de los grandes latifundistas,
los campesinos sin tierra se han organizado y movilizado intensamente, ocupando haciendas en varios Estados y
presionando al gobierno federal para que los apoye ms y mejor en sus reivindicaciones especficamente vinculadas
con la propiedad de la tierra, promoviendo una efectiva reforma agraria que permita que millones de campesinos
sin tierra puedan obtenerla y explotarla productivamente, para sus propio beneficio. En este sentido, el Movimiento
de Campesinos sin Tierra (MST) se ha movilizado -tambin- con un gran protagonismo de gente joven, a todos los
niveles.
En paralelo, se han promovido diversos movimientos reivindicativos ms especficos o particulares (que en muchos
casos distan de ser irrelevantes) como los dinamizados por movimientos que renen afrobrasileos (en particular,
en el marco de las denominadas quilombolas) y los dinamizados por grupos que renen a personas que asumen
identidades sexuales diferentes a las aceptadas como normales socialmente (gays, lesbianas, transexuales,
etc.), afectados notoriamente por diversas y muy complejas dinmicas discriminatorias. En este marco, se ha
logrado -por ejemplo- que se fijen cuotas para jvenes afrobrasileos en las universidades y entre los beneficiarios
de diferentes programas sociales, junto con ms y mejores estrategias para el tratamiento de enfermedades de
transmisin sexual en general y del VIH-SIDA en particular.
Complementariamente, el gobierno ha constituido hace unos pocos aos el Consejo Nacional de la Juventud
(CONJUVE) con participacin de representantes del gobierno y de la sociedad civil, en cuyo marco se tratan de
concertar estrategias y movilizaciones de todos estos movimientos, en respaldo a algunas de las reivindicaciones
particulares o promoviendo conjuntamente iniciativas globales (como la aprobacin de una Ley General de Juventud,
entre otras).
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32
Qu balance global se puede realizar, a partir de la comparacin de los casos presentados en las secciones
precedentes? Qu puede ocurrir con estas particulares dinmicas a futuro?
La gran pregunta que todos se hacen, es si a futuro, estas movidas juveniles (las movilizaciones estudiantiles en
Chile, el Yo Soy 132 mexicano, etc.) podrn dar vida a nuevos movimientos juveniles, estables y fuertes, que puedan
mantener (y acrecentar) en el mediano y largo plazo, el importante protagonismo con el que se han manejado en
el corto plazo. Las respuestas disponibles hasta el momento, por cierto, distan de ser definitivas y satisfactorias.
Para algunos (los ms escpticos) estamos ante movimientos transitorios, que pronto se desactivarn y darn paso
a prolongadas etapas de inmovilismo. Los fundamentos de tales tesituras distan de ser irrelevantes. Por un lado,
es evidente que hemos asistido a irrupciones ligadas a procesos estructurales (un sistema educativo inequitativo
en Chile, un sistema poltico-meditico autoritario en Mxico, etc.) pero que han sido dinamizadas desde lgicas
de corto plazo (ocupaciones de centros estudiantiles que es difcil mantener en el mediano y largo plazo, procesos
electorales que finalmente se concretan y dan paso a otras etapas del desarrollo poltico, etc.). Por otro lado, los
liderazgos que han incentivado estos protagonismos son inevitablemente transitorios (la juventud, finalmente, pasa
con el paso del tiempo) y no siempre es fcil procesar el imprescindible recambio generacional, en el corto plazo y
fluidamente. Y por otro, se trata de agrupaciones atravesadas por toda clase de conflictos internos, que finalmente
eclosionan y daan la necesaria unidad para operar con fuerza y protagonismo.
5.1. Dnde queda la supuesta apata juvenil?: miradas divergentes sobre un viejo tema
Un primer gran tema de debate es el relacionado con las real o supuesta apata juvenil, sobre la que tanto se
ha hablado en los ltimos aos, visible (segn sus intrpretes) en los escasos niveles de participacin electoral
de las y los jvenes, en su baja presencia en partidos polticos y sindicatos, en las opiniones que brindan sobre la
democracia en las encuestas de opinin pblica, en la supuesta rendicin de las nuevas generaciones ante la
lgica del consumo y el mercado, en el supuesto refugio de las y los jvenes en la vida privada, etc.
Desde este ngulo, era imposible prever la irrupcin de nuevos movimientos juveniles (como los que aqu hemos
presentado) en la escena pblica, y mucho menos con la fuerza y la evidente politizacin con la que se han
expresado (sobre todo en el caso de los estudiantes chilenos y los miembros del Yo Soy 132 mexicano). Por el
contrario, era mucho ms sencillo (y esperable) pronosticar ms apata y ms individualismo, sobre todo en el
marco de economas dinmicas que favoreceran el consumismo capitalista (modas en la vestimenta, deportes,
cultura, etc.).
Pero ha ocurrido exactamente lo contrario, al menos en un nmero considerable de casos, al menos en dos
modalidades diferentes: por un lado, jvenes pertenecientes a clases medias (integrados) que han optado por
reconstruir (sobre nuevas bases) movimientos clsicos y estrategias tradicionales; y por otro, jvenes excluidos,
que han recurrido a la conformacin de pandillas ms o menos violentas, que tambin han tratado de incidir en la
agenda pblica, a travs de mecanismos ms heterodoxos pero igualmente relevantes, como es el caso del pacto
entre pandillas promovido en El Salvador, o a travs de su participacin protagnica en movimientos sociales con
otras identidades (tnicas, de gnero, sexuales, etc.).
En realidad, fueron varios los autores que analizaron la supuesta apata juvenil antes de que se produjeran estas
recientes irrupciones sociales protagonizadas por movimientos juveniles, sealando que las y los jvenes no eran
antidemocrticos por no integrarse a partidos polticos o no hacer uso de sus derechos ciudadanos en el marco de
procesos electorales. En realidad, se dijo insistentemente, lo que las y los jvenes rechazan (y lo hacen cada vez
ms enfticamente) son determinadas estrategias valoradas como exageradamente formales o carentes de valor
real, incluyendo los partidos polticos, las instancias electorales viciadas de diversas limitaciones, etc.
Alternativamente, se ha sostenido (y la historia parece darles la razn de manera contundente) que las nuevas
generaciones s quieren participar, siempre y cuando las ofertas al respecto sean transparentes, estn alejadas de
la manipulacin, la corrupcin y el clientelismo, y apelen realmente al ejercicio de derechos ciudadanos, a travs
de espacios y formatos atractivos, modernos, que incluyan un uso intensivo de redes sociales y cuenten con un
importante protagonismo de los propios jvenes. Sin duda, un enfoque totalmente alejado de la apata.
Para otros, en cambio, estamos ante procesos que llegaron para quedarse, en la medida en que se han cuestionado
problemas de fondo (de nuevo, la inequidad del sistema educativo chileno, las limitaciones del sistema poltico
mexicano, etc.) a travs de estrategias notoriamente diferentes, donde los liderazgos son transitorios por definicin
y se apuesta a una conduccin colectiva y horizontal (operando en redes) y en cuyo marco se ha sabido construir
alianzas con otros movimientos sociales (sindicales, campesinos, tnicos, ambientalistas, etc.) que operan con
perspectivas de mediano y largo plazo. El contexto, adems, es notoriamente diferente al que cobij movilizaciones
similares en otras pocas, en la medida en que estamos (en varios casos) ante dinmicas econmicas expansivas
(que permiten contar con recursos que viabilicen los acuerdos polticos que se generen), confrontando con gobiernos
progresistas que cuentan con otra sensibilidad frente a estas dinmicas, etc.
Frente a estos dos tipos o conjuntos de interpretaciones, podra pronosticarse que este tipo de movilizaciones se
seguirn registrando en aquellos pases donde los gobiernos operen con estrategias confrontativas, que apuesten
a la divisin o la neutralizacin de las mismas (los casos ms claros podran ser Chile, Colombia y Mxico), mientras
que sern ms latentes (o sern acompaadas de movimientos pro - poder como en Argentina) en aquellos
pases donde sus gobiernos muestren una mayor sensibilidad frente a este tipo de dinmicas (los casos ms claros
podran ser Argentina, Brasil y Uruguay). Otros casos estarn ms influenciados por conflictos ms generales (como
en el rea andina o en Centroamrica), mientras que en algunos otros primarn las dinmicas confrontacionales
(como en Venezuela) a menos que cambien las principales reglas de juego vigentes, y se construyan algunos
puentes entre gobierno y oposicin.
5.3. Qu se puede hacer desde las polticas pblicas? Algunas propuestas para la accin
El anlisis que venimos realizando no quedara completo, si no se incluyen algunas reflexiones en cuanto a lo que
33
34
referencias bibliogrficas
podra hacerse, desde las polticas pblicas, para lidiar de la mejor manera posible con este tipo de particulares y
complejas dinmicas, esto es, desde la lgica de asegurar la plena vigencia de los derechos de las y los jvenes,
especialmente en lo que hace a la participacin y la construccin de ciudadana. Al menos en cuatro planos
relevantes, pueden formularse algunos comentarios y propuestas generales y especficas.
Por un lado, es evidente que hace falta promover ms y mejor la construccin de ciudadana entre las nuevas
generaciones. Esto implica mejorar sustancialmente la educacin para la democracia (incluyendo un buen
funcionamiento de las instancias de participacin estudiantil, especialmente en la enseanza media y superior),
junto con un uso ms abierto, transparente y democrtico de los medios de comunicacin (lo que implica limitar
el poder de las grandes cadenas mediticas monoplicas) que permita mejorar la imagen dominante de las y los
jvenes en dichos medios.
Complementariamente, hace falta promover la aprobacin de leyes que regulen ms y mejor la dinmica de algunos
espacios de participacin ciudadana en particular, como los partidos polticos y las instancias electorales. Esto
implica promover el establecimiento de cuotas para jvenes en los Congresos, en los gobiernos locales y en los
partidos polticos (del modo en que se hace con los Concejales Jvenes en Per, por ejemplo) y rebajar la edad
del voto (optativo) a los 16 aos, tal como se est estableciendo ahora en Argentina y ya rige en Brasil, Ecuador,
Nicaragua y otros pases de la regin.
Pero en lo fundamental, habra que cambiar radicalmente las seales que se brindan desde las principales instancias
de poder en nuestros pases en relacin a las nuevas generaciones. Si lo que domina son las imgenes que asocian
a las y los jvenes con el delito, la irresponsabilidad y la natural tendencia a la rebelda, no se podrn concretar
avances relevantes en todos estos planos. Por tanto, habr que promover imgenes y seales que destaquen el
aporte que las nuevas generaciones pueden, deben y quieren hacer a nuestros pases, en su calidad de actores
estratgicos del desarrollo (estn ms y mejor preparados que los adultos, para lidiar con las dos principales
caractersticas del siglo XXI: permanencia del cambio y centralidad del conocimiento).
Y en lo ms especfico, habr que promover modelos renovados en el funcionamiento de los Consejos Nacionales
y Municipales de Juventud, apostando decididamente a la conformacin de los mismos con delegados/as de las
organizaciones y movimientos juveniles (que pueden cumplir funciones de representacin de intereses juveniles,
aunque no sean todo lo representativos de las y los jvenes como muchos quisieran) evitando la eleccin directa
de jvenes (individualmente considerados) para ocupar cargos directivos en dichos consejos (al da siguiente a
la eleccin, estos trabajarn aisladamente de sus electores, en la medida en que no medi ningn mecanismo
de representacin colectiva, en dicho proceso electivo). La interaccin entre movimientos juveniles ms y menos
politizados, seguir siendo un problema, pero habr que saber manejar las tensiones que se generen al respecto
(suponer que no existen o tratar de eliminarlas, no tiene sentido).
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segunda parte
estudios de caso
41
Me gusta ver las banderas flameando, me gusta ver cmo cantan el himno, pnganse a pensar:
cundo nuestra juventud cantaba el himno con la pasin que hoy lo canta,
con el amor que hacen flamear la bandera?
Yo creo que eso tambin es hacer patria y democracia.
Ningn pueblo, ninguna sociedad, puede progresar
si no se siente orgullosos de pertenecer al pas en el que ha nacido
(Spot de campaa la fuerza de los jvenes-Cristina Fernndez de Kirchner 2011)
Introduccin
Durante los aos de los gobiernos kirchneristas se produjeron cambios sustantivos en las formas de movilizacin
y en las experiencias organizativas de buena parte de los movimientos sociales y polticos de la Argentina.
Independientemente de las posiciones asumidas inicialmente hacia el gobierno de Nstor Kirchner (2003-2007)
y luego hacia el de Cristina Fernndez (2007-2011), los espacios militantes existentes atravesaron inflexiones en
cuanto a sus estrategias organizativas que redundaron, en algunos casos, en el alineamiento con dichos gobiernos.
42
Asimismo, en este perodo se crearon agrupaciones que adoptaron una posicin favorable, orientando su capacidad
organizativa a apoyar las gestiones de gobierno - interpretadas como parte de un mismo proyecto o modelo- o,
siguiendo el lenguaje de los propios actores, a militarlas1.
En este segundo grupo de organizaciones es posible identificar a La Cmpora, experiencia organizativa sobre la que
trata este captulo. Sin dudas, hacer una reflexin sobre este grupo supone varios desafos. Por un lado, se trata de
una experiencia ciertamente reciente y sobre la que no hemos registrado trabajos de reflexin acadmica. Por otro, La
Cmpora ha cobrado un marcado protagonismo que la ha situado en el centro de importantes controversias, mediticas
especialmente. Es decir, se trata de una agrupacin sobre la que mucho se ha dicho y poco se ha investigado.
El presente captulo es una aproximacin exploratoria a las formas de militar y de dar sentido a la militancia entre
los activistas de La Cmpora. Para ello se aborda, en primer lugar, el relato histrico elaborado por los militantes
incluyendo un conjunto de acontecimientos de la poltica nacional a travs de los cuales describen su compromiso.
Se exploran as los sentidos elaborados sobre los setenta, los noventa y diferentes hitos del kirchnerismo mostrando
cmo se construyen y actualizan tradiciones, cules son los principios de legitimidad de la militancia y a travs de
qu hechos los activistas elaboran un relato sobre su protagonismo. En segundo lugar, se aborda el anlisis de uno
de los trminos ms relevantes para comprender el posicionamiento pblico de la agrupacin: juventud. Se explora
un abanico de significados construidos en torno a dicho trmino, mostrando que constituye desde una nocin de
autoadscripcin hasta una categora de inteligibilidad del grupo impuesta por otros para hablar acerca de ellos. El
propsito es mostrar la diversidad de sentidos y, fundamentalmente, cmo se ponen en juego tensiones, legados,
mandatos, relevantes para entender esta forma de militancia.
El captulo fue elaborado a partir de un corpus de entrevistas2 en profundidad realizadas a militantes de la Ciudad de
Buenos Aires, dirigentes de la Mesa Ampliada e integrantes de la Mesa Nacional de Conduccin de la organizacin3,
que tomamos como insumo para el anlisis de manera interrelacionada con registros de observaciones participantes,
1 Cabe aclarar que se utilizarn itlicas para indicar trminos o expresiones utilizados por los propios actores, las comillas dobles sern usadas para citar literalmente fragmentos de entrevistas o de otros trabajos, indicando la fuente de la que fueron extrados.
2 La posibilidad de realizar el trabajo de campo no ha sido una tarea para nada sencilla. Es posible advertir entre los activistas una marcada reticencia a ser
entrevistados o a dar determinada informacin acerca de las actividades del grupo.
3 La organizacin interna de La Cmpora o su orgnica se ha empezado a definir con mayor claridad luego de la muerte de Nstor Kirchner, debido a la enorme
afluencia de nuevos integrantes. Cabe destacar que esta organizacin interna no es difundida por los militantes, por lo que el esquema organizativo que aqu
presentamos fue armado en funcin de las fragmentarias y elpticas menciones realizadas por los entrevistados. La Mesa de Conduccin Nacional representa el espacio de mayor jerarqua y responsabilidad al interior de la organizacin y est formado por los dirigentes con mayor visibilidad pblica. A esta Mesa responden, por
un lado, la denominada Mesa Ampliada, integrada por los responsables de las diferentes Secretaras de La Cmpora. Estas son: Universidad (referida a la insercin
de la agrupacin en el espacio universitario), Organizacin (al interior de la cual se realizan tareas como las de Logstica, Administracin, Gestin y, al mismo tiempo,
est integrado por Mesas organizadas en funcin de temticas de inters como por ejemplo, Niez, Derechos Humanos, Trabajo, Salud, Deporte, etc.), Formacin
(orientada a las actividades de formacin poltica), Cultura, Diversia (referida al tratamiento de cuestiones vinculadas con la diversidad sexual), Integra (encargada de
tratar asuntos vinculados con discapacidad). Por otro lado, La Cmpora se organiza territorialmente, hay dirigentes responsables de la Ciudad Autnoma de Buenos
Aires, de la Provincia de Buenos Aires y del interior del pas. Estos dirigentes responden a la Mesa Nacional de Conduccin, aunque algunos casos hay responsables territoriales que tambin integran la Mesa Nacional. Al dirigente a cargo de La Cmpora en la Ciudad de Buenos Aires le responde una Mesa Chica o Mesa
de los Cinco, integrada por cinco dirigentes de quienes depende los responsables de La Cmpora en las Comunas porteas y los responsables de las diferentes
Secretaras, que se replican en escala local. Al dirigente de La Cmpora de la Provincia de Buenos Aires, le responden los responsables de La Cmpora en cada
una de las secciones electorales ms los responsables de las Secretaras en el nivel Provincial. Finalmente, al dirigente a cargo del interior del pas le responden
responsables a cargo de las diferentes provincias o zonas y los responsables de las Secretaras en las Provincias. Dado el vertiginoso crecimiento de la agrupacin,
el esquema organizativo en las provincias es el que ms se ha ido modificando, conforme la organizacin fue creciendo en diferentes localidades y regiones.
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en funcin de aportar a la construccin de este relato histrico. O, como sostiene el referente citado anteriormente,
hacen poltica desde la conceptualizacin.
Un conjunto de actividades realizadas en el marco de dicha Secretara giran en torno a esta cuestin tanto en
lo referido a la organizacin de charlas abiertas y seminarios de formacin, como tambin en la realizacin de
mdulos de formacin temticos que son elaborados por activistas de la Secretara para la formacin de otros
militantes. Tambin la realizacin de notas por parte de los militantes, publicadas tanto en producciones para
difusin realizadas en la revista de La Cmpora, como en otras a travs de las cuales se busca aportar a la
elaboracin de este discurso sobre la historia reciente.
Cabe destacar que esto no representa el nico objetivo declarado de la agrupacin, ni tampoco constituye un
esfuerzo impulsado por esta organizacin solamente. Es ineludible reconocer en este sentido cmo se tejen vnculos
entre el discurso de esta organizacin y el sostenido por distintos funcionarios claves del gobierno, empezando por
la propia presidenta de la Nacin, Cristina Fernndez de Kirchner.
1. Los setenta
El relato construido por La Cmpora hace especial nfasis en un perodo que se nombra como los setenta. ste es
destacado por representar un conjunto de valores centrales para la autoafirmacin de la militancia contempornea.
La figura de Hctor Cmpora es retomada como mxima expresin de la lealtad, constituyendo uno de los valores
morales ms relevantes para comprender el peronismo (Balbi, 2007)6. El elemento a destacar remite a la relacin
entre generaciones, a saber:
El ejemplo de aquel hombre leal, fue recogido por un joven que aquel 11 de marzo del 73 estara munido, ya, de las convicciones
que jams iba abandonar, mancomunado en el aporte annimo de una generacin que trajo a Pern. Ese era Nstor Kirchner, quien ya
presidente, el 28 de diciembre de 2006 recibi de la familia Cmpora los atributos presidenciales del inolvidable To. Aquel acto quizs
pas desapercibido para la gran prensa, pero no para un grupo de militantes, ese da naci La Cmpora7.
A partir del fragmento anterior se advierte, por un lado, la centralidad de Cmpora como expresin de la lealtad hacia
Pern y la aparicin de Nstor Kirchner como encarnacin annima de la generacin que trajo a Pern. Por otro,
Kirchner emerge como el principal heredero de el to Cmpora por compartir sus atributos presidenciales8. Adems,
6 Segn Balbi, el significado y el uso del trmino lealtad forma parte de la socializacin de los peronistas. Este se reconoce a partir de conductas ejemplares que
la representan y ritualizan; entre estas se destaca la figura de Hctor Cmpora. El autor, en efecto, introduce su hiptesis de trabajo tomando como insumo el
discurso de asuncin presidencial de aquel, en el que identifica: el tono moralizante y emotivo con que normalmente son empleados los conceptos de lealtad y
traicin, tambin la enorme variedad de sentidos atribuidos a los mismos y [que] pone de manifiesto () que el carcter moral positivo de la lealtad est ()
fuera de discusin. Asimismo, expone claramente el hecho de que la lealtad amerita confianza, esto es, que se puede confiar en quien es leal (Balbi, 2007: 35).
Finalmente, muestra que la lealtad es presentada como cualidad personal moralmente positiva que habilitara a su poseedor para entenderse mutuamente con
el pueblo argentino y, por lo tanto, para gobernarlo exitosamente (2007: 36). Por la vinculacin con las emociones, la atribucin de un carcter moral positivo y la
asociacin de la lealtad con una forma de confianza entre los peronistas, el discurso de Cmpora es paradigmtico para comprender el sentido y uso del trmino.
7 Fuente: http://www.lacampora.org/2011/03/11/el-nacimiento-de-la-campora/. Consultada el 24 de junio de 2011.
8 De acuerdo con el documento, la recepcin de la familia Cmpora por parte de Nstor Kirchner en el ao 2006 representa el hito fundacional de La Cmpora. Sin
embargo esta es la nica fuente en la que hemos encontrado las referencias a este hecho. En efecto, si observamos los significados que dan los militantes a ciertos
los militantes se reconocen a s mismos como el principal espacio poltico que expresa la lealtad al kirchnerismo.
Otras agrupaciones que tambin se reivindican kirchneristas y exaltan su componente juvenil apelan de manera
similar a smbolos que remiten a los setenta. Por ejemplo, retoman nombres de organizaciones como la Unin
de Estudiantes Secundarios o la Juventud Peronista. Asimismo, utilizan cnticos de esas mismas agrupaciones
Y ya lo ve, y ya lo ve, es la gloriosa Jotap, patria si, colonia no e inclusive se reconocen como herederos o
continuadores de la juventud maravillosa de aquel momento.
Las vinculaciones con la militancia peronista de aquella dcada son ms o menos remotas entre buena parte los
activistas, puesto que aunque algunos de ellos han nacido en dichos aos, ninguno reconoce experiencias de
militancia en aquel perodo. Sin embargo, s integra el relato que da sentido a su militancia. Esto se evidencia en
la legitimidad que posee entre los activistas el hecho de tener familiares que hayan sido militantes en los setenta,
especialmente en organizaciones peronistas. En esta direccin puede leerse la exaltacin del pasado militante de
quienes figuran como sus principales inspiradores: Nstor Kirchner y Cristina Fernndez de Kirchner.
El establecimiento de vnculos entre la militancia juvenil actual y la de los setenta permite establecer principios
de continuidad entre quienes eran militantes entonces - y actualmente ocupan posiciones dirigenciales, como
fue el caso del ex presidente Kirchner y lo es de la actual mandataria- y quienes son militantes ahora. Una de las
cuestiones destacadas enfticamente por los entrevistados refiere al sostenimiento de un vnculo directo entre La
Cmpora y aquellos, como se observa en el fragmento a continuacin:
Nosotros somos Nstor, somos Cristina () Otros hacen poltica a travs de un intermediario (Entrevista realizada por los autores a
Martn, dirigente medio, junio de 2011).
Asimismo, La Cmpora se autoproclama como la organizacin oficial del kirchnerismo y en este sentido- identifican
a Nstor y Cristina como sus principales conductores, aun cuando ninguno de ellos es incluido como miembro en
la orgnica de la agrupacin9.
Es destacable que estas continuidades entre generaciones sean elaboradas a partir del uso de un trmino altamente
significativo en la historia del peronismo: trasvasamiento generacional10.
hechos enmarcados en el kirchnerismo, podremos reconocer la ausencia de un hito que exprese la creacin de La Cmpora o que el hito fundacional de la agrupacin
es entrelazado o superpuesto con el del kirchnerismo: el 2003. En otras palabras, su origen se enmarca en el relato del kirchnerismo y asociado a aquel.
9 Anteriormente mencionamos que la construccin del relato sobre el kirchnerismo constituye parte del quehacer de algunos de sus militantes. Es interesante
destacar en relacin a la centralidad de las figuras de Nstor y Cristina- que sus discursos son integrados como insumo en las actividades de formacin poltica.
Asimismo, la centralidad de los mismos se evidencia en la incorporacin de fragmentos literales en el discurso oral de los militantes, al que apelan para ejemplificar o apoyar una idea.
10 Esta nocin fue enunciada por Juan Domingo Pern en un mensaje enviado al Congreso de la Juventud Peronista que se realiz en Montevideo en 1967. All,
ante las divisiones y conflictos por los que atravesaba el peronismo, Pern escribi: Es indudable que tales defectos, especialmente imputables a los dirigentes,
slo se podrn corregir mediante una verdadera revolucin dentro del Peronismo, y esa revolucin deber estar en manos de la juventud del Movimiento. Por
eso, el Comando Superior ha venido propugnando desde hace tiempo la necesidad de un trasvasamiento generacional que pueda ofrecernos una mejor unidad y
solidaridad, que presuponga para el futuro una unidad de accin de que carecemos en la actualidad (Fuente: Juventud y peronismo, lo que nunca se cuenta,
El Argentino 15/11/10). Vemos ya desde el inicio la nocin de trasvasamiento generacional estaba asociada tanto a la necesidad de producir un cambio abrupto
revolucionario- dentro del peronismo, como a la diferenciacin respecto de los dirigentes que conducan el movimiento hasta entonces.
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En algunas ocasiones esta nocin es utilizada de forma explcita por los militantes, en otras aunque no se enuncie
de manera literal, se apela a la idea del legado entre generaciones. Por ejemplo, en el discurso de asuncin
presidencial de Kirchner, Nstor se inscribi pblicamente como parte de una generacin diezmada, castigada
con dolorosas ausencias, refirindose a la generacin de los setenta con la cual buscaba trazar puentes que la
articulen con las militancias del presente. El compromiso militante sera el mismo, y los proyectos kirchneristas son
presentados como continuidad de los que se sostuvieron en los setenta. La continuidad entre pasado y presente
tambin se ilustra en aquel discurso de asuncin, en el que hace referencia a su participacin en luchas polticas
creyendo en valores y convicciones a los que no pienso dejar en la puerta de la Casa Rosada11. La exaltacin de
los trminos militancia, compromiso as como un repertorio de conceptos asociados y del protagonismo de los
jvenes es postulado en una relacin de continuidad con aquella generacin diezmada.
A diferencia de los setenta, los noventa s constituyen parte de la experiencia biogrfica de algunos de los militantes,
ms concretamente, de aquellos que se ubican en posiciones dirigenciales. No obstante, no se trata solamente
de haber vivido durante este perodo sino que adems algunos de ellos empezaron su militancia en experiencias
organizativas de diverso tipo, en especial en espacios estudiantiles y barriales. Si observamos, por ejemplo, quines
integran la denominada Mesa de conduccin nacional -espacio en el que participan los activistas de mayor edad
y trayectoria de la agrupacin- podremos reconocer que casi todos ellos han dado sus primeros pasos en la
militancia durante la dcada del noventa. Paradjicamente, el relato construido por el grupo apunta sobre la idea
de los noventa como perodo de generalizada apata, especialmente entre los jvenes.
A su vez, existe una retroalimentacin entre los discursos de los dirigentes que se reconocen como viejos militantes
setentistas y los dirigentes de las agrupaciones definidas como juveniles. En el discurso pronunciado por el
secretario general de La Cmpora durante el acto realizado en el Luna Park, se puede observar cmo los jvenes
militantes de las organizaciones kirchneristas son definidos como protagonistas del presente y continuadores del
protagonismo de quienes fueron jvenes durante los setenta.
esta generacin volvi a creer, volvi a creer en la poltica porque esa presidenta y este compaero presidente, ex presidente y presidente
del PJ [Partido Justicialista], para quien ya no hay adjetivos () recuperaron lo ms digno, lo ms sagrado que puede tener un pueblo,
que es la decisin poltica (). Para que alguna vez se diga que al lado de los dos cuadros polticos ms grandes de su generacin y de su
momento, construyeron y realizaron aquello que comenzaron Juan Pern, Eva Pern, y por los que dieron la vida treinta mil compaeros.
Esa es nuestra pelea!, Esa es nuestra lucha!12
Se puede ver as una suerte de convocatoria que impulsa a La Cmpora as como a otros grupos juveniles- a
ocupar aquellos espacios que habran dejado vacantes una generacin anterior de militantes. En efecto, esto es
interpretado como un llamamiento a la militancia, a la organizacin entre los jvenes13.
2. Los noventa
El relato histrico elabora un principio de inteligibilidad de los noventa por medio del cual esta dcada es
interpretada como el perodo neoliberal por excelencia. La denominacin se utiliza para hacer referencia a las
dos gestiones de gobierno de Carlos Menem (1989-1995 y 1995-1999), aunque tambin incluye a la de Fernando
De La Ra (1999-2001). La construccin discursiva acerca del kirchnerismo exalta un conjunto de valores que
adquieren relevancia en contraposicin con atributos negativos considerados propios del neoliberalismo.
Esto ha redundado en la elaboracin de una retrica dicotmica, que exalta aspectos de los dos gobiernos
kirchneristas con la intencin de diferenciarlos de las medidas que sintetizaran lo acontecido durante los noventa.
Si bien los activistas advierten que existan grupos militantes, destacan el aspecto excepcional del compromiso
poltico en ese momento. Expresiones como ramos pocos, nadie militaba, eran pocas difciles, abundan en
los discursos de los entrevistados.
era el ao 95, pleno menemismo, la reeleccin menemista, la dcada del 90 fue media rara para los jvenes, media extraa, () ramos
muy pocos [los militantes], hoy hay pibes que se suman a militar que tienen La Cmpora, hay otros pibes que militan, est buensimo
lo que pasa ahora. En esa poca ramos muy pocos, todava el menemismo era muy fuerte, las leyes educativas menemistas estaban
justo metindose en esos aos, todava nos cagaban a palos en la calle por ir a una marcha por la Ley Federal de Educacin, o en las
marchas de la Noche de los Lpices, durante el 24 de Marzo... Era un contexto distinto, era el fin de las ideolgicas, el fin de la historia, las
privatizaciones, el indulto, era eso. Ah empec a militar, a los 13 aos (Entrevista realizada por los autores a Christian, dirigente medio,
septiembre de 2011).
La socializacin poltica durante el menemismo permite reconocer que hacerse peronista representa una inflexin
poltica y personal que acontece durante el kirchnerismo y que involucra deconstruir los sentidos asociados entre
peronismo y menemismo14.
En este sentido, Carla expresaba:
Para m el peronismo era de los 90, fue Menem, era lo que nos haba vaciado el pas, digamos, ese era el peronismo para m. Yo me acuerdo
que en el 2003 fui a una marcha, a una actividad que hizo mi hermana [militante de una de las agrupaciones en el seno de las cuales nace
La Cmpora], y todos cantaban la marcha peronista, y yo estaba horrorizada: cantan la marcha peronista!, mis paps tambin, estbamos
horrorizados con la marcha peronista. Adems, yo estaba en un colegio que eran todos hijos tambin de gente de izquierda, no haba
peronistas, todos troskos, entonces para m peronista era la derecha, hasta que vos entends, sals del closet, y bueno. Te vas dando cuenta
que todo es al revs, en realidad, que el mundo gira al revs (Entrevista realizada por los autores a Carla, dirigente media, agosto de 2011)
A diferencia de otros militantes de la agrupacin que se definen como peronistas desde siempre o que en los
noventa ya militaban en espacios que se proclamaban peronistas, estos militantes sealan que llegan al peronismo
luego de su identificacin con el kirchnerismo. Es decir, primero se reconocen como kirchneristas y a partir de esta
experiencia se acercan al peronismo.
14 Anteriormente se mostr que Cmpora resulta un ineludible ejemplo de lealtad con Pern, la caracterizacin de los noventa como contexto de degradacin de la
poltica se visualiza en el olvido del ejemplo de esta figura. La degradacin poltica posterior a la dictadura, exacerbada en los 90, configur un escenario donde la
figura de aquel prcer peronista, su ejemplo y su conducta, incomodaban a un tiempo de traiciones cotidianas y seriales. As, mientras un ex presidente se abraz
con Isaac Rojas, ningn funcionario relevante fue a recibir los restos repatriados de Don Hctor Cmpora [en el ao 1991]. Ni su lealtad ni su encierro cruel en
la embajada de Mxico mientras un cncer lo carcoma, resultaron meritorios para una dirigencia que se haba hundido en el pantano neoliberal (Fuente: http://
www.lacampora.org/2011/03/11/el-nacimiento-de-la-campora/). Siguiendo el documento, los noventa es el momento en que la dirigencia lo habra olvidado y en
el que abundaban acciones contrarias a la lealtad, es decir que se trata de un perodo de traiciones cotidianas y seriales.
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Este discurso de la novedad en cuanto al compromiso poltico en el presente funciona como principal estrategia de
legitimacin de su accin poltica. Como sealaba uno de los activistas:
es sumamente interesante porque todo lo que dijo que iba a hacer, lo expres en polticas por parte del gobierno. () los lineamientos de
este gobierno se gestaron en las polticas gubernamentales que l logr acompaar 7 aos. Yo creo que con el tema de la ESMA, fue para
mi el punto que me acerc de lleno a este proceso poltico (Entrevista realizada por los autores a Martn, dirigente medio, junio de 2011).
Este resurgir de la juventud en la poltica porque antes no crea la juventud en la poltica, no?, con lo que fue el menemismo. Digamos,
con la dictadura se desapareci un montn de gente, un montn de lo que nosotros ahora estamos tratando de reconstruir, que son juventud
que eran todos cuadros polticos () Despus, en los 90 vino el individualismo junto con el neoliberalismo. () Bueno, y la lucha contra
eso, por qu tanta gente no crea en la poltica y ahora empieza a creer (Entrevista realizada por los autores a Ignacio, militante, junio de
2011).
Este constituye para los activistas- ms que nada un gesto que es ledo desde la mirada retrospectiva. Es decir,
que se integra al relato como acontecimiento fundacional del compromiso aun cuando en ese momento no se
tradujo en un ingreso a la militancia en el kirchnerismo.
el hito para mi fue cuando Nstor baj el cuadro, cuando Nstor orden bajar ese cuadro de la ESMA para mi fue un momento en el que
dije: puta ch, esto no es mas de lo mismo y a partir de ah s me empiezo a hacer kirchnerista (). Y despus de la 125 fue como voy
con todo! (Entrevista realizada por los autores a Celeste, militante, junio de 2011).
La 125 refiere al conflicto suscitado entre marzo y julio del ao 2008 a raz de la resolucin nmero 125 del Ministerio
de Economa y Produccin de la Nacin que dispona la implementacin de las retenciones mviles a la exportacin
de granos. Dicha medida produjo un conflicto donde la Mesa de Enlace (constituida por la Sociedad Rural Argentina,
Federacin Agraria Argentina, Confederacin Intercooperativa Agropecuaria y Confederaciones Rurales Argentinas)
sostuvo durante varios meses protestas callejeras16. En este perodo las posiciones se polarizaron entre quienes
apoyaban al gobierno y quienes al campo. El conflicto tom estado parlamentario al proponerse varios proyectos
de ley, impulsados tanto por el oficialismo como por otras fuerzas polticas. La participacin pblica de La Cmpora
se increment durante este contexto, evidenciado en su creciente protagonismo en actos de apoyo al proyecto
promovido por el gobierno, particularmente por el acampe que acompa el debate legislativo en ambas cmaras. Este
episodio represent para los militantes un acontecimiento relevante por diferentes motivos. En primer lugar, porque la
polarizacin de posiciones repercuti al interior de diversos espacios organizativos, promoviendo discusiones respecto
de los posicionamientos frente al kirchnerismo. Estos debates se produjeron en mbitos de militancia ya existentes
en los que comenzaron a producirse incipientes discusiones o incluso rupturas que redundaron en la conformacin
de nuevos espacios que, en ese momento o posteriormente, se reconocieron pblicamente como adherentes al
kirchnerismo y terminaron integrndose a La Cmpora. En segundo lugar, porque gener inflexiones personales que
incidieron redefiniendo la participacin en otros espacios, o bien iniciando su militancia en La Cmpora.
La muerte de Nstor, sucedida el 27 de octubre de 2010, es uno de los acontecimiento ms relevantes en el
discurso de los militantes. Este hecho implic un nuevo salto a la visibilidad pblica por parte de la agrupacin,
como tambin un momento de gran afluencia de adherentes e integrantes. Buena parte del relato se elabor sobre
la idea de que este hito representa la vuelta de los jvenes a la poltica. La desaparicin del lder expresara ese
pasaje entre generaciones. En otras palabras, para los militantes la muerte de Nstor puso en juego la continuidad
del proyecto poltico en curso, postulando la propia capacidad militante como un acto de entrega para estar a la
altura de las circunstancias.
Citamos a continuacin diferentes testimonios que ofrecen tres miembros de La Cmpora sobre este acontecimiento:
Sent un montn de cosas, no? Primero, miedo, s, miedo. Miedo e incertidumbre: qu va a pasar ahora. Adems de una profunda tristeza.
Y cuando fui a la plaza ese da, ah se me fue un poco el miedo (). Ver a toda la gente que estaba ah, igual que yo, llorando, gente de
todos los colores, de todas lasde varias lneas polticas, jvenes, viejos, pobres, ricos, morochos, blanquitos, tenas de todo ah. () Y
16 Para profundizar sobre el desarrollo de este conflicto, vase Aronskind y Vommaro (2010) y Ortiz (2010).
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ah como que me tranquilic un poco, no?, ah entend Uno siempre lo dice, pero por ah, bueno, es como que est acostumbrado a que
est Nstor y ya Pero que el proyecto trasciende, no? Y el laburo que hizo fue para eso, para trascender, para que no quede en l. As que
bueno, me sent triste igual, pero un poco ms tranquilo () entend que el modelo segua si nosotros nos ponamos las pilas (Entrevista
realizada por los autores a Ignacio, militante, junio de 2011).
Dicho esto, es insoslayable la incorporacin de nuevos militantes a la agrupacin luego de este acontecimiento. Esta
afluencia se observa por ejemplo- en la campaa realizada a travs de blogs y redes sociales que se denomin yo
quiero militar bancando a Cristina19.
como pas y como generacin vimos que esa persona que a nosotros nos interesaba, nos emocionaba, que nos conmova, que nos acerc
a la poltica, que nos devolvi la herramienta de la poltica como una herramienta de transformacin, falleci. Y el 27 de octubre la sociedad
argentina lo reconoci y sali a la calle masivamente. Imagnense el valor simblico que para nosotros tiene eso, y encima de eso, hoy
Cristina nos dice nos pasa la pelota: muchachos hganse cargo de ste proceso poltico, y nos da un rol central. () Nstor entreg la
vida, es la concepcin nuestra. Si uno mira el desarrollo, la potencia de trabajo que Nstor tena en los ltimos meses de vida -esto por verlo
con la foto del da despus- Nstor no estaba bien, sin embargo, segua entregando 24 por 24 horas (Entrevista realizada por los autores
a Martn, dirigente medio, junio de 2011).
Lo primero que sent fue mucho miedo. Por suerte tengo... o varios, muchos tuvimos el reflejo de juntarnos. Muchos tuvieron miedo, de la
gente que yo conozco, por ah fue slo un instante y luego ya uno volvi a ganar alguna clase de confianza o de una lectura ms poltica.
Pero el primer momento fue miedo () Ms all de la profunda tristeza, era como mucho miedo, y bueno, la participacin era lo mnimo
para ofrecer para que nos volvieran ciertas cosas atrs (Entrevista realizada por los autores a Gabriela, militante, junio de 2011).
Los fragmentos citados ilustran la manera en tres militantes interpretan la muerte de Nstor enfatizando la importancia
de continuar lo que l haba iniciado. Es interesante porque estos tres relatos pertenecen a tres personas que haban
tenido aproximaciones anteriores de diverso tipo a la militancia. Uno de ellos era militante universitario en una
agrupacin con trabajo barrial al interior de la cual se produjo un desprendimiento que, luego, se integr a La Cmpora;
otro se incorpor por primera vez a la militancia en La Cmpora luego de la 125; mientras que la tercera haba sido
militante universitaria en una agrupacin autodefinida independiente de la que se desvincul, hasta que decidi volver
a militar all a raz del fallecimiento de Nstor Kirchner cuando este grupo ya se haba integrado a La Cmpora17.
Estos militantes comparten no solo haber incursionado en la militancia antes que se produjera dicha muerte sino
adems el haber participado de espacios que se caracterizaban o autodefinan a partir del trmino autonoma18.
Colectivos que pese a sus mltiples diferencias- compartan su reconocimiento pblico como espacios que
aspiraban a ser independientes de instituciones partidarias, de la iglesia y del Estado; que ensayaban un conjunto
de crticas hacia la representacin poltica y se pronunciaban favorables a la construccin de espacios definidos
como ms deliberativos y menos delegativos, as como tambin exaltaban una manera de entender el cambio
social a partir del desarrollo de sus propias prcticas polticas en el presente y en sus respectivos espacios de
militancia y no tanto en vistas a la transformacin desde el plano estatal. Desde este punto de vista, podemos
hipotetizar que la apelacin a la desaparicin fsica de Nstor Kirchner expresa un hito fundacional del compromiso
tratado por los militantes en trminos de una vuelta a la poltica- que expresa ms que una vuelta en s, un cambio
en la manera de entender qu es la poltica.
De modo que tanto para los que se incorporan al activismo en ese momento como para aquellos que haban militado con
anterioridad, la muerte de Nstor representa un momento de inflexin en la manera de entender su propio compromiso.
17 Es relevante destacar que La Cmpora no solamente cuenta con la presencia de agrupaciones preexistentes o desprendimientos- que se integran a esta a
partir de uno o varios acontecimientos, sino que adems esta misma surge de la fusin de cuatro grupos previamente constituidos. Estos son: Juventud Presente,
Juventud compromiso K, Generacin para la Emancipacin Nacional (GEN) y una fraccin del Movimiento Unidad Popular (MUP).
18 Para un tratamiento en profundidad de las caractersticas de estos colectivos, consultar Vzquez y Vommaro (2008) y Vommaro (2009).
Difcilmente pueda decirse si fue producto de sta y otras estrategias de reclutamiento de militantes o de un
contexto poltico ms amplio, lo cierto es que luego de la muerte de Kirchner, La Cmpora se nutri de una gran
cantidad de nuevos adherentes. Como afirman algunos de los entrevistados: pasamos de ser cientos a ser miles.
Tal es as que se decidi avanzar en la construccin de una organizacin interna ms definida que se expres
en la orgnica-, por medio de la cual no solamente se precisara quines y cmo integran el colectivo sino que
expresara de forma cristalizada los diferentes rangos y posiciones dentro del mismo.
Es interesante destacar cmo se produce la experiencia de estos recin llegados al espacio organizativo, quienes
en su mayora- estn dando sus primeros pasos en la militancia. Esta integracin reconoce al menos dos
caractersticas. Por un lado, los nuevos integrantes se ubican en edades marcadamente inferiores a las de otros
activistas de la agrupacin, en particular de aquellos con militancia previa en organizaciones de diverso tipo que
luego se articularon con La Cmpora. En efecto, aquellos que poseen trayectorias militantes previas advierten sobre
las diferentes experiencias, planteadas fundamentalmente a partir de los recorridos biogrficos, diferenciados en
funcin de haber vivido perodos polticos previos al kirchnerismo. Por otro lado, los nuevos militantes se identifican
como kirchneristas y peronistas al mismo tiempo. Esto muestra contrastes con aquellos que han vivido en los
noventa y que previo a reconocerse como peronistas realizaron un ejercicio de deconstruccin que disociara al
menemismo del peronismo.
Algunos de los activistas reconocen un conjunto de dificultades involucradas con dicho crecimiento, tales como
limitaciones para dar respuestas a las demandas de acercamiento a la agrupacin, organizar tareas para los recin
incorporados, ofrecerles formacin poltica, entre otras. Esto se agudiza en un contexto como el que se vivi a lo
largo del ao 2011, en el que La Cmpora que particip de las diferentes campaas electorales del Frente para la
Victoria20- destin buena parte de sus tareas a militar la campaa.
La visibilidad que fue cobrando esta agrupacin en el ltimo ao se presenta, entonces, de forma ambivalente.
Por un lado, creciendo en tamao e importancia, monopolizando de alguna manera, el relato sobre la militancia
juvenil. Por otro, siendo blanco de fuertes crticas y estigmatizaciones mediticas que, si bien haban comenzado a
registrarse luego de la 125, se profundizaron luego de la desaparicin fsica de Kirchner21.
19 La modalidad es la siguiente: a travs de sitios como Facebook se difunde la convocatoria, en la que se especifica el modus operandi Si quers participar de la poltica bancando a Cristina y no sabes dnde ni cmo, mand un mail a, seguido de una direccin de correo electrnico a la que los interesados pueden escribir. Luego,
un integrante de la agrupacin se encargaba de contactar a los interesados para convocarlos a una primera reunin de presentacin en los locales de La Cmpora.
20 Cabe destacar que integrantes de La Cmpora fueron incluidos en listas electorales de diverso tipo, as como tambin que producto de las elecciones- algunos de ellos pasarn a ocupar posiciones en diferentes espacios (como comuneros de la Ciudad de Buenos Aires, en la Legislatura portea, en las cmaras de
diputados y senadores nacionales y provinciales, entre otros).
21 En efecto este es uno de los elementos que permite comprender las dificultades que encontramos para poder dar inicio a la investigacin cuyos avances
presentamos aqu. Puntualmente en las limitaciones que fuimos encontrando para entrevistar a los miembros de la agrupacin, para que nos dieran acceso a
presenciar o participar de diferentes actividades de orden interno, sospechados de poder ser periodistas o de hacer un uso periodstico de los materiales.
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La perspectiva generacional
La Cmpora es una agrupacin que se autodefine como juvenil. El texto oficial de presentacin de la agrupacin,
que puede consultarse en su pgina web, seala en este sentido que es fundamental que nos organicemos como
juventud argentina22. Independientemente de la edad de sus integrantes, aqu nos interesa mostrar las mltiples
apelaciones a la juventud como idea y fuerza motorizadora de la construccin poltica de la organizacin y el
proyecto ms general. As, en primer lugar, la juventud y lo juvenil son trminos por medio de los cuales es posible
definir muchos de los rasgos caractersticos de este grupo.
La apelacin a lo juvenil es utilizada, en segundo lugar, como una manera de referir una forma de la poltica que
se reconoce como novedosa. De esta manera, los conflictos polticos aparecen expresados en clave de disputa
generacional, contraponiendo la joven militancia con las estructuras caracterizadas como tradicionales, sobre todo
del Partido Justicialista, pero tambin del sistema poltico en general23. Es as como se valora la incorporacin de
militantes en puestos claves del Estado, condicin que es evaluada como ineludible para dar curso al nuevo proyecto
poltico. Ser joven se convierte entonces en un valor poltico que simboliza una tensin (a veces contradictoria) con
las formas de hacer poltica o gestionar el Estado consideradas viejas.
En tercer lugar, es posible identificar otra manera de apelar a la idea de juventud que se observa desde los dirigentes
que integran el mundo adulto de la poltica. La juventud es invocada a partir de la coyuntura en la que desde el
punto de vista adulto- les toca vivir a los ms jvenes en la actualidad. Para los dirigentes adultos del kirchnerismo,
el contexto actual se presenta como una oportunidad puesto que desde su punto de vista- existen mejores
condiciones para militar que aquellas a las que se enfrentaban quienes fueron jvenes en los setenta. En el discurso
que brind Cristina Fernndez en el acto convocado bajo la consigna La juventud le habla a Nstor, Nstor le habla
a la juventud, realizado en el estadio Luna Park el 14 de septiembre de 2010, la mandataria manifest:
Verlos a ustedes, verlos a ustedes me hace recordar parte de la historia de mi propia vida y tambin la de nuestro pas. Dejenme decirles,
dejenme decirles que siento una sana envidia por todos ustedes. () Saben por qu les tengo envidia? Porque cuando yo fui joven como
ustedes, cuando junto a miles y millones de argentinos apostbamos a un pas diferente, no tuvimos la suerte que tienen ustedes hoy de
vivir en un pas con todas las libertades. () Por eso digo que los envidio mucho. Pero esto tambin les crea muchas responsabilidades.
Nosotros tuvimos que abrirnos como podamos, a los codazos o como podamos, porque no haba libertades. Pero cuando uno tiene la
oportunidad de poder estudiar, cuando uno tiene la oportunidad de poder acceder a una universidad pblica, nacional y gratuita, cuando
uno tiene la posibilidad de poder expresarse con libertad, tiene tambin la obligacin de comprometerse con la patria y a los que menos
tienen, a los que todava hay que llegar.
Yo los convoco, yo los convoco a los jvenes de los movimientos sociales, de las organizaciones sindicales, de las juventudes universitarias,
de las juventudes territoriales, a todos, a transformarse en un colectivo que recorra el pas, que vaya donde se necesita una mano, una
ayuda solidaria24.
22 Fuente: http://www.lacampora.org/la-campora/. Consultada el 8 de agosto de 2011.
23 Sobre este punto cabe hacer dos consideraciones. Por un lado, la crtica a estructuras consideradas tradicionales como el Partido Justicialista- no significa
que La Cmpora no participe de espacios partidarios comunes con aquel, como se puede observa en el mismo Frente para la Victoria o inclusive en la participacin de uno de sus principales dirigentes en la Juventud Peronista (JP) de la Provincia de Buenos Aires. Pese a esto, los militantes se esfuerzan por distinguirse
de las estructuras de aquel partido apelando a su condicin de jvenes. Por otro lado, esta estrategia de diferenciacin es tributaria a la vez de algunas lecturas
definidas desde el propio kirchnerismo. Por ejemplo, durante los primeros aos del gobierno de Nstor Kirchner y en la campaa presidencial del ao 2007 fueron
frecuentes las crticas a lo que este denomin pejotismo. Modalidad en la que se busc legitimar la construccin del Frente para la Victoria (FPV) como herramienta poltica alternativa al Partido Justicialista. En una entrevista realizada al dirigente de La Cmpora que tambin integra la JP, este sostena: Empec a militar
fuerte en el esquema de Compromiso K (una de las organizaciones de la que surge La Cmpora), que era claramente un esquema contra el pejotismo, a favor del
kirchnerismo Fuente: El peronismo ser kirchnerista, o no ser, Revista Zoom, 13/10/11.
24 Fuente: discurso de Cristina Fernndez en el Luna Park, 14 de septiembre de 2010, el destacado es nuestro.
Como se desprende del fragmento citado, el sentido de oportunidad histrica del compromiso de la juventud
invoca la responsabilidad o la obligacin militante de asumir estos desafos. Adems, se reconoce una manera
de invocar a la juventud, vinculada con su papel protagnico en el futuro. En el discurso que ofreci Cristina
Fernndez en la Plaza de Mayo luego de la victoria en las elecciones presidenciales del 23 de octubre de 2011 es
posible advertir cmo -adems del nfasis en la responsabilidad de la juventud como portadora del cambio, como
defensora del proyecto nacional y popular, denominado modelo en varias entrevistas y documentos, que encarnara
el kirchnerismo- se hace alusin a la importancia de que sea entre los jvenes del presente de donde surjan los
futuros cuadros polticos del kirchnerismo.
Mi compromiso es con la historia, con ustedes, con la memoria y con el legado de l [en alusin a Nstor Kirchner], porque tambin
recuerdo un da de 2005 en esta plaza, cuando l dijo y un da volvimos se comprometi con los jvenes que eran mayora (). Recuerdo
tambin esta plaza en momentos de adversidad, y ahora me emociona esta juventud que ha comprendido que ste es un gobierno que
trabaja por el presente, pero mucho ms por el futuro25.
Esta nocin de centralidad futura de los jvenes se expresa, por ejemplo, tambin en la ausencia de un precandidato
presidencial para las elecciones presidenciales del ao 2015 que aparezca con claridad en el presente. Esta idea
de vacancia constituye un estmulo entre los militantes, quienes advierten los guios de la Presidenta de la Nacin
como oportunidad para que su participacin en el presente sea reconocida en el futuro tanto en ese como en otros
espacios de gobierno.
La apelacin a la juventud desde la dirigencia se formula muchas veces desde una visin que podemos caracterizar
como adultocntrica26 que, por un lado, esencializa a los jvenes y, por otro, transmite o crea un conjunto de
mandatos o expectativas sobre aquellos27.
Se reitera as en la convocatoria a la juventud desde la dirigencia- la idea de responsabilidad y compromiso que stos
deberan asumir con un proyecto poltico mayor, que los excede pero a la vez busca contenerlos; as como tambin,
en relacin a temas analizados con anterioridad, retoma la idea de sucesin a partir del trasvasamiento generacional.
Ahora bien, la centralidad de la juventud entre los dirigentes se observa no solo en el llamamiento a los jvenes sino
adems en la inclusin de una agenda que los contiene. Esto se reconoce cuando advertimos el impulso que han
cobrado diferentes polticas orientadas a la juventud durante el kirchnerismo: la designacin del 16 de septiembre
como da nacional de la juventud fruto de la resolucin adoptada por Nstor Kirchner en 2006, la creacin del
Consejo Nacional de Juventud y de Programas como el Voluntariado Universitario28 o el Programa Jvenes con Ms
y Mejor Trabajo29, son muestras de ello.
25 Fuente: discurso de Cristina Fernndez en la Plaza de Mayo, 23 de octubre de 2011.
26 Para ampliar sobre el concepto de mirada o concepcin adultocntrica, vase Duarte (2002).
27 Este llamado a la juventud desde el mundo adulto se expres tambin en la campaa electoral presidencial de octubre de 2011. Por ejemplo, en el spot
con la fuerza de los jvenes, que elegimos como epgrafe y como ttulo para el presente captulo, cuando la presidenta se dirige a lo jvenes mostrando su
satisfaccin al verlos cantar el himno y flamear las banderas argentinas.
28 Este programa se crea en el ao 2006. Depende del Ministerio de Educacin de la Nacin y su objetivo principal consiste en profundizar la vinculacin de
las universidades pblicas con las necesidades de la comunidad e incentivar el compromiso social de los estudiantes. Fuente: http://progvoluntariadouniversitario.blogspot.com/p/institucional.html, consultada el 2 de noviembre de 2011.
29 Este programa, dependiente del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social, est dirigido a personas entre 18 y 24 aos, residentes en argentina,
desempladas y que no hayan finalizado estudios primarios o secundarios. El propsito del programa consiste en promover la finalizacin de su escolaridad
obligatoria y acompaar su insercin laboral.
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Asimismo, esto va acompaado por la apertura de espacios polticos para los jvenes30. Para ellos, la militancia
incluye asumir responsabilidades legislativas o de gestin en el Estado. En las entrevistas aparecen trminos como
militar una ley, militar una poltica (pblica) o militar una campaa que les atribuyen compromisos militantes a estos
espacios en la funcin pblica similares u homologables desde su punto de vista- a los que les imprimen al trabajo
en un barrio.
Nuestra entrevistada Mara nos contaba al respecto:
Porque si hay algo que este proceso le devolvi a la juventud, es pensar que la poltica sirve para transformar la realidad, y desde el Estado
(Entrevista realizada por los autores a Mara, dirigente, julio de 2011).
De esta manera, identificamos dos formas en las que se presenta la relacin entre la militancia juvenil en particular
de La Cmpora- y el Estado. Por un lado, una militancia desde el Estado, encarnada por los miembros de la
agrupacin que adems de ser militantes se desempean laboralmente en dependencias estatales de diverso tipo.
En esta situacin se encuentran desde aquellos ocupan cargos de gestin y se reivindican pblicamente como
activistas de La Cmpora, hasta aquellas personas que trabajaban en el Estado con anterioridad y que -producto
de la vinculacin con La Cmpora- resignifican su desempeo y sus funciones laborales al interior del Estado. Por
otro, una militancia para el Estado o por el Estado, utilizada para referir a las circunstancias en las que sus militantes
se definen como activadores de las polticas pblicas haciendo cosas tales como bajar planes y programas sociales
en diferentes barrios o comunas31.
A diferencia de la concepcin de la poltica que primaba en algunos colectivos de militantes en los aos noventa
que un entrevistado caracteriz como militar contra el Estado32-, en el kirchnerismo el Estado es visto como una
herramienta de transformacin y un escenario de disputas polticas que es precio ocupar y al que hay que dedicarle
esfuerzo y tiempo militante.
La interpelacin de la juventud desde los dirigentes se observa tambin en el propio discurso de los jvenes,
quienes advierten los mandatos y compromisos sobre los que nos referimos anteriormente:
Tambin hay un Estado que est incentivando que la juventud se preocupe, no?, que la juventud participe () Que la juventud empiece
a tener participacin, a organizarse. Y bueno, La Cmpora surgi bastante de acuerdo a eso. Hay muchos discursos interesantes donde se
habla sobre la juventud, tanto de Nstor como de Cristina. Y nada, piden que la juventud empiece a ocupar un rol en temas importantes de
la poltica () Porque si realmente queremos que esto siga siendo un modelo va a trascender a las personas y el da de maana otras
personas van a tener que ir tomando otras responsabilidades y hacerse cargo del pas () A veces decimos que, bueno, somos todos
soldados, pero tenemos que tener todos el bastn de mando en la mochila (Entrevista realizada por los autores a Ignacio, militante, junio
de 2011).
De los testimonios recogidos en las entrevistas surge que este discurso es asimilado por los jvenes que buscan
hacerse cargo y estar a la altura de las circunstancias o las responsabilidades que les reclaman desde el mundo
adulto. Uno de los entrevistados nos deca:
30 Como tratamos antes, esto se muestra adems en el crecimiento del nmero de funcionarios y cargos electivos ocupados por jvenes militantes de La
Cmpora y de otras organizaciones del espacio kirchnerista, aunque tambin fuera del mismo.
31 Ejemplo de esto puede ser cuando los militantes de La Cmpora recorren un barrio con planillas para inscribir a los vecinos en distintos programas sociales
como Jvenes con Ms y Mejor Trabajo o la Asignacin Universal por Hijo.
32 Entrevista realizada por los autores a Martn, dirigente medio, junio de 2011.
Cristina hizo una apuesta fenomenal para con nosotros, de hecho, ella siempre lo marca, tambin lo marcaba Nstor... hay un discurso
de Nstor, en marzo del 2010, dice en Ferro [en alusin al acto realizado el 11 de marzo, da en que se realiza la asuncin de Cmpora
en el ao 1973], de ac va a salir... de ac va a salir seguramente el prximo presidente, de los argentinos en el 2020. Era un claro
mensaje... despus Nstor fue dando claras seales, nosotros el 14 de septiembre hicimos un acto en el Luna Park, donde juntamos todas
las juventudes polticas que estbamos dentro del kirchnerismo, y ah Nstor, otra vez, hizo una apuesta clara por nosotros. Y, Cristina en
el discurso... a un ao, el 11 de marzo del 2011, lo volvi a ratificar. Y Cristina cuando hizo el discurso, donde aclar que iba a ser otra vez,
candidata, dijo yo vengo a ser un puente entre dos generaciones, y es parte de este gobierno, pensar y proyectar que en el 2015 nosotros
tenemos que poner compaeros que expresen nuestro espacio generacional, y que sea continuador de este proceso poltico. Entonces, hoy
nosotros, en este contexto poltico somos un actor que estamos en el centro de la escena poltica, por decisin poltica de este gobierno.
Entonces, eso motiva a la militancia (Entrevista realizada por los autores a Martn, dirigente medio, junio de 2011).
Desde este punto de vista, la elaboracin de lo juvenil como futuro resulta ambivalente puesto que pone en juego la
idea de que constituye una preparacin para el mundo adulto. Es decir que lo joven es tratado como un momento
de moratoria e incompletud33 que terminar de ser una vez que acceda al mundo adulto.34 En diferentes testimonios
aparecen frases como tenemos que ser los cuadros del futuro, tenemos que prepararnos para, el da de
maana otras personas van a tener que ir tomando otras responsabilidades, que alimentan esta concepcin de la
juventud como un sujeto que es incompleto, o inacabado y que, por lo tanto, necesita de cierta tutela o gua del adulto.
En cuarto lugar, podemos reconocer una manera de dilucidar el sentido de lo juvenil como expresin del aqu y
ahora, como juventud presente35. La Cmpora sera, desde este punto de vista, expresin de una coyuntura histrica
que es interpretada en relacin al creciente protagonismo de los jvenes en la poltica. Esto mismo se visualiza en
la gran incidencia que poseen las nuevas formas y tecnologas de la comunicacin y la informacin y en particular
de las redes sociales- que son un componente relevante para comprender la constitucin y consolidacin de la
militancia en La Cmpora y en otras organizaciones juveniles kirchneristas, y en las que puede identificarse un
rasgo generacional del presente36.
Desde ya, las ltimas dos concepciones juventud como presente y como moratoria respecto del futuro- conviven en
esta organizacin con tensiones, dinamismos y superposiciones. Lo que nos interesa destacar refiere en particular
a la reaparicin de una concepcin que fue puesta en cuestin en buena parte de los colectivos reconocidos
como juveniles en los aos noventa. Estos apelaron en su mayora- a la utilizacin de formas de organizacin
y deliberacin que cuestionaban aspectos centrales de la representacin poltica, entre ellas la construccin
jerrquica de principios de adhesin y crecimiento al interior de los grupos. Lo juvenil era utilizado para expresar el
33 Para ampliar sobre esta nocin ver Urresti (2000), entre otros.
34 La idea de reconocimiento de la militancia no se encuentra entrelazada nicamente con la idea de futuro, sino que adems desde el punto de vista de los
jvenes militantes- se advierte en acciones presentes, referidas, por ejemplo, a la designacin de jvenes en espacios de gestin estatal. Una ilustracin de ello
podra ser la designacin de dos de los militantes de La Cmpora en la gerencia y vicegerencia de Aerolneas Argentinas, compaa area privatizada durante el
menemismo que fue reestatizada durante el kirchnerismo.
35 Como vimos, coincidentemente Juventud Presente es el nombre que lleva una de las organizaciones de las que surge La Cmpora.
36 Esta gran incidencia de las redes sociales, blogs y sitios web en la constitucin y ampliacin de la militancia dio origen a la denominacin de militancia 2.0
para acentuar el lugar de la virtualidad e internet en las prcticas militantes de algunas organizaciones. Pese a que este es un rasgo que se identifica fuertemente
en las organizaciones que se identifican como parte del kirchnerismo, es preciso advertir que muchas otras agrupaciones y organizaciones han tenido en el ltimo
tiempo un fuerte crecimiento en el plano virtual. Para profundizar en el anlisis sobre la relacin entre movimientos sociales y el uso de nuevas tecnologas, vase
Benitez Larghi (2009).
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valor de una prctica poltica definida exclusivamente en el aqu y ahora, que pretenda distinguirse de los principios
de construccin de trayectorias de ascenso al interior de las organizaciones polticas partidarias (Vommaro, 2010
y Vzquez, 2010)37.
de tradiciones y acciones del pasado, al interior de las cuales se reconocen como continuadores. A su vez, esto
nos posibilit abordar los diferentes momentos en que los activistas se integran al mundo de la militancia, en
general, y a La Cmpora en particular, para reconocer las singularidades en los procesos de socializacin poltica.
Por ejemplo, en cuanto a las diferentes maneras y modalidades en que los activistas se convierten en kirchneristas
y/o en peronistas.
En La Cmpora, si bien ambas maneras de entender lo juvenil aparecen entrelazadas, se puede observar el retorno
de una forma de concebir la militancia como recorrido ascendente en el cual el punto de llegada es tanto o ms
relevante que el recorrido. Desde esta ptica pueden comprenderse las referencias al reconocimiento a la militancia
que realizan los actores para hacer alusin a cmo y por qu un compaero es designado para realizar funciones
relevantes en la gestin estatal o integrado a una lista electoral.
En quinto y ltimo lugar, la centralidad de la dimensin juvenil en La Cmpora y la apelacin a la juventud como
sustento de la organizacin poltica y el modelo puede interpretarse tambin desde la identificacin de un proceso
de juvenilizacin de la poltica que est vinculado a lo que varios autores han caracterizado como un cambio que
se registra en mltiples esferas sociales38.
En la poltica argentina contempornea, ser joven se convierte en un valor positivo que incluso puede llegar a
desplazar a la experiencia o a la trayectoria como capital poltico. Es importante parecer joven o aparecer como
joven, y no slo ser joven, puesto que los atributos juveniles aparecen como valores que facilitan la apertura de
espacios polticos antes reservados a los adultos39.
Los esfuerzos del electo vicepresidente Amado Boudou por mostrarse como un joven ms, vestido como tal y
tocando la guitarra junto a bandas de rock nacional pueden ser considerados muestras de ello.
Recapitulando, podemos identificar al menos cuatro sentidos diferentes en la dimensin generacional que
expresa La Cmpora: 1) la juventud como forma de autodefinicin, 2) como manera de simbolizar conflictos entre
generaciones, por medio de la cual se homologa lo joven con lo nuevo y se reestablece una manera de entender
la poltica que se contrapone con la tradicional, asociada a los viejos dirigentes; 3) la juventud como una apelacin
desde la dirigencia adulta, en particular desde sus dos principales conductores: Cristina y Nstor. Finalmente, 4) en
el marco de un proceso ms amplio de juvenilizacin de la poltica por medio del cual se entiende la exaltacin de
rasgos juveniles de los militantes, inclusive entre dirigentes adultos.
Palabras finales
El presente trabajo constituye un primer esfuerzo por reflexionar sobre una de las expresiones organizativas que
mayor visibilidad y crecimiento ha tenido en el ltimo tiempo en el denominado espacio kirchnerista. Por ello, nos
hemos propuesto mostrar algunos de los rasgos y propiedades de este grupo, enfatizando en la manera en que se
legitiman a s mismos a partir de la construccin de un relato histrico. Esto les permite inscribirse en un conjunto
37 Esto no significa que dichas agrupaciones no elaboraran principios de jerarquizacin y distincin entre sus militantes en funcin de un conjunto de premisas,
valores, experiencias anteriores, etc.
38 Entre otros, Balardini plantea que en los ltimos aos se ha producido un proceso de juvenilizacin del mundo que da lugar a lo que l denomina juvensfera.
Sin embargo, el mismo autor advierte acerca de los peligros del adultismo poltico que no considera a los jvenes como sujetos polticos plenos (2005: 4).
39 Este es otro de los puntos de distincin entre las actuales formas de reconocimiento y militancia y las predominantes en los aos setenta. En aquella poca
la exaltacin de la juventud resultaba ambivalente, si bien se apelaba a lo joven como estategia de diferenciacin, tambin es cierto que la militancia poltica era
vista como un mundo adulto, en el marco del cual ser joven poda asimilarse a ser imberbe.
Asimismo, realizamos un anlisis pormenorizado acerca de uno de los principales trminos de identificacin pblica
de organizacin: la juventud. En este punto, mostramos el carcter ambivalente de esta definicin puesto que a
veces pone en juego valores asociados con el potencial de sus militantes (por ser encarnacin de lo nuevo) y otras
veces representa un lmite a su quehacer, postulado como mero trnsito a un mundo de la poltica concebido como
fundamentalmente adulto.
Por otra parte, exploramos algunas de las caractersticas del activismo en uno de los colectivos que mayor visibilidad
pblica ha cobrado en los ltimos aos. Vimos que, ms que un ingreso o una vuelta de los jvenes a la poltica,
lo que se despleg fue un cambio en las maneras de caracterizar el sentido mismo de la poltica y de la militancia.
Cuestiones que se reflejan, por ejemplo, en la manera en que se interpreta el lugar del Estado. Mientras que muchos
de los integrantes de La Cmpora advertan que sus experiencias militantes anteriores estaban orientadas contra
el Estado, ahora consideran que este es un espacio a ocupar. Por ello, hablan de militar desde el Estado, para el
Estado o por el Estado.
Seguramente esta sea solo una primera aproximacin al estudio de la militancia en esta agrupacin, no solamente
por lo reciente de la misma, sino adems porque, por un lado, se encuentra en un proceso de crecimiento. Por otro
lado, porque posiblemente se produzcan algunos cambios en cuanto a las formas organizativas y de interpretar
la militancia a partir de diciembre de 2011, momento en que algunos de sus principales dirigentes se integrarn a
espacios legislativos de diverso tipo.
A partir de lo dicho, tendremos que estar atentos tambin a la dinmica que adquieren las distintas tensiones y
contradicciones que analizamos en esta agrupacin. stas podran profundizarse produciendo cambios visibles
en los modos de organizacin y en el lugar que ocupa La Cmpora dentro del espacio kirchnerista juvenil y en
general-; o podran diluirse y asimilarse al calor de la consolidacin de la fuerza del relato que articula la militancia
a la que nos acercamos en este captulo. De todas maneras, estas sern cuestiones que seguramente generarn
nuevos estudios a los que ojal estas pginas puedan contribuir.
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La Juventud Boliviana:
de la movilizacin activa a la desmovilizacin poltica
Alfredo Balboa*
Bolivia desde el ao 2000 vive intensos cambios polticos y conflictos sociales. En el alba del siglo XXI un sinfn de
sucesos polticos ha marcado la vida del pas, con altas y bajas, en el cual la participacin de su juventud ha sido
importante y determinante, a la vez.
El objetivo precisamente de este ensayo es mostrar la participacin de la juventud en estos sucesos polticos,
desde la denominada guerra del agua sucedido en la ciudad de Cochabamba, la derogacin del impuestazo en la
ciudad de La Paz, la participacin en la denominada Guerra del Gas en la ciudad de El Alto hasta la participacin
juvenil ha sido en los sucesos de la Calancha en la ciudad de Sucre, previa a la aprobacin de la Nueva Constitucin
Poltica del Estado (2009), entre otros.
Nuestra hiptesis es que la participacin poltica de los jvenes bolivianos en 12 aos transcurridos que van del
ao 2000 al presente, pas de una movilizacin activa, altamente protagnica y determinante en ciertos momentos,
especialmente en el perodo 2000-2005, a una de desmovilizacin poltica. Complementariamente podemos decir
que la movida juvenil en Bolivia si bien fue vanguardia de las movilizaciones sociales, sin embargo, bajo la tutela del
liderazgo adulto, de organizaciones matrices sindicales, campesinas, indgenas o cvicas comandadas por elites
econmicas especialmente del oriente boliviano, cuyos casos paradigmticos son el de la Unin Juvenil Cruceista
o de la movida del 12 y 13 de febrero de 2003, cuyo conflicto se origino a raz de un Decreto Supremo que impona
un impuesto al salario de los trabajadores, el cual deriv en enfrentamientos sangrientos entre policas y militares,
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cobrando la vida de 34 bolivianos, entre stos jvenes (en este caso conscriptos de 18 a 22 aos o policas jvenes)
que respondan a instrucciones superiores, tal como seala Vctor Orduna, periodista espaol radicado en Bolivia:
Una de las caractersticas especialmente macabras del conflicto social boliviano es que los que se enfrentan de
uno y otro lado desempean, en realidad, papeles asignados por terceros y roles ocasionales que perfectamente
podran ser intercambiables. De tal forma que los jvenes policas aniquilados por las balas hubieran podido ser
militares o al revs40.
Este conflicto social tuvo su epicentro en la ciudad de Cochabamba en el mes de abril de 2000. La principal causa
fue la privatizacin del abastecimiento del agua potable municipal, la misma que fue legalizada por el gobierno
boliviano con la promulgacin de la Ley 2029, verificando el contrato con Aguas del Tunari.
Para develar el fenmeno, hemos dividido la participacin de los jvenes en tres perodos temporales. El primero
que va del ao 2000 (inicio de todo un proceso poltico desgarrador en Bolivia) al 2005, que culmina con la eleccin
de Evo Morales Ayma, como el primer presidente indgena de Bolivia. Perodo de intensa y penetrante participacin
juvenil en movimientos y movilizaciones sociales de tipo orgnico y estructural. Y precisamente ac como caso
emblemtico, la participacin de los jvenes de la ciudad de El Alto de La Paz en las movilizaciones de octubre
de 2003, cuyo reconocimiento como poblacin marginal, segregada y discriminada por su origen tnico y cultural,
fue determinante en las protestas que desembocaron con la renuncia del entonces presidente de Bolivia, Gonzalo
Snchez de Lozada el ao 2003.
El segundo, cubre el perodo 2006 2009, tambin de intensa participacin juvenil en movilizaciones sociales,
pero desde intereses polticos oligrquicos y elitistas, que es el caso especialmente de la Unin Juvenil Cruceista,
dependiente del Comit Cvico Pro Santa Cruz o el caso de los jvenes universitarios de la Universidad San
Francisco Xavier de Chuquisaca, brazo operativo de los intereses del Comit Interinstitucional Pro intereses de
Sucre. A este perodo lo denominamos como de utilizacin instrumental de la juventud.
Finalmente, la tercera, al cual lo podemos tambin denominar como de desmovilizacin poltica juvenil, que cubre
el perodo 2009 2012. Veamos:
40 ORDUNA, Vctor: Los jvenes, desde el 12 y el 13 de febrero. En Temas de Debate 2. Programa de Investigacin estratgica en Bolivia (PIEB), La Paz, 2003, Pg. 2.
Haciendo memoria se sabe que la multinacional Bechtel, en septiembre de 1999, firm un contrato con el entonces
presidente de Bolivia Hugo Banzer Suarez, para privatizar el servicio de suministro de agua a Cochabamba. El contrato
fue oficialmente adjudicado a una empresa denominada Aguas del Tunari, un consorcio empresarial en el que Bechtel
participaba con el 27,5 por ciento. Poco despus, surgieron quejas sobre el aumento de las tarifas del agua (servicio
del que se careca haca varios aos en la ciudad); las mismas se haban elevado en ms de un 50 por ciento.
Todas estas acciones culminaron en las protestas de la guerra del agua de 2000. Se declar la ley marcial y la
polica boliviana mat al menos a una persona (Vctor Hugo Daza, de 17 aos) e hiri a 170 participantes en las
protestas. En medio del colapso de la economa nacional y el aumento de los disturbios, el gobierno de Bolivia
rescindi el contrato con Bechtel.
En estos sucesos, la participacin de los jvenes fue importante, especialmente de los universitarios de la
Universidad Mayor de San Simn de Cochabamba; jvenes de sectores populares e hijos de dirigentes y miembros
de las organizaciones sociales como los regantes, granjeros campesinos y jvenes pertenecientes a la Central
Obrera Boliviana (COB).
En estos sucesos, los jvenes cochabambinos participaron activamente en movilizaciones callejeras, levantando
barricadas, enfrentndose con la polica de manera abierta, sin embargo, pero como parte de las movilizaciones
lideradas por la Federacin Departamental Cochabambina de Regantes (FEDECOR), compuesta por profesionales
locales, incluyendo ingenieros (SIB-Departamental CBBA con el Ing. Maldonado a la Cabeza) y ecologistas, la
federacin de los granjeros campesinos, y dirigentes de la Central Obrera Boliviana dirigida por Oscar Olivera,
quienes conformaron la denominada Coordinadora para la defensa del agua y de la vida, ente que se convirti en
la base de la oposicin a la poltica privatizadora del entonces gobierno de Banzer Suarez. La meta de los jvenes,
como de la Coordinadora para la defensa del agua, fue la de derogar la Ley 2029 y la cancelacin del contrato de
privatizacin del agua en la ciudad de Cochabamba ya que la accin estatal toc un tema tan sensible para los
cochabambinos como es el agua41.
No fue una accin directamente planificada por la juventud cochabambina, sino resultado del proceso poltico
41 Histricamente, el problema del agua potable y riego en Cochabamba se origina en condiciones medio ambientales, demogrficas, productivas, sociales
y poltico institucionales de larga data: i) condiciones geogrficas de la regin ecolgicamente semiseca; ii) elevado ndice de crecimiento demogrfico urbano
e insuficiente cobertura de agua potable; iii) falta de polticas pblicas adecuadas para la provisin de servicios bsicos y sistemas de riego; iv) explotacin de
aguas subterrneas con la perforacin de pozos; y v) participacin de ms del 40% de la poblacin econmicamente activa en el sector agropecuario. Pero lo
que caracteriza a la regin son sus bajos niveles de cobertura y calidad de servicios de agua potable y alcantarillado. La gran vocacin y tradicin agrcolas de
Cochabamba definidas por su clima, condiciones medioambientale y la fuerza de trabajo ocupada, la han convertido, desde fines del siglo XIX, en uno de los
principales departamentos proveedores de productos agrcolas para el mercado nacional y departamental. En la actualidad, y pese a que su nueva dinmica
econmica se nutre de la factura y servicios, es innegable la importancia del sector agrcola, el cual aun en su crecimiento negativo, es el segundo rubro
productivo, despus de la manufactura, con mayor incidencia en el PIB regional y primero en absorber a la poblacin econmicamente activa que bordea el 46
por ciento. La paradoja de Cochabamba es que pese a las potencialidades productivas regionales, la escasez del agua es uno de los problemas vitales para el
desarrollo econmico y el sostenimiento de las condiciones de vida de la poblacin (Garca; Garca; Quitn, Pg.16).
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liderado por sus organizaciones sociales matrices locales. All, la figura del dirigente sindical obrero Oscar Olivera
fue central, en la consecucin del objetivo que finalmente se concret.
trataban de descifrar la clave de los cajeros automticos, los que decapitaron el peaje de la autopista, los del
aquelarre del fuego en la Alcalda de El Alto, los que probaron zapatos Manaco y los que accedieron por primera vez
a las importaciones de Ismar Estudiantes desocupados, universitarios sin universidad, activistas, uniformados
de ocasin, lustrabotas, lumpen callejeros, muchedumbre, policas sin graduacin, leva barata, asistentes para el
reciclaje de los humeantes archivos ministeriales, actores de la marginalidad, agrupaciones nocturnas casuales,
pandillas adaptadas al caos43.
Un estudio elaborado por Alberto Garca, Fernando Garca y Luz Quitn cuyo ttulo precisamente evoca los
acontecimientos de abril de 2000, La Guerra del Agua sealan que este proceso es resultado de la construccin
deficitaria de lo Poltico que ha distinguido al sistema poltico boliviano permanentemente encerrado dentro de
una funcionalidad poltica preestablecida y sustentada en el discurso del monopolio del ejercicio del mandato y
cumplimiento obligatorio de las disposiciones legales. Discurso y prctica que excluyen, en la interaccin poltica
concreta, a los actores sociales no reconocidos ni autorizados por el conjunto de las reglas procedimentales de los
procesos decisorios del sistema poltico; esto significa a los actores no convencionales que irrumpen en el espacio
pblico cuando sus intereses y necesidades ms apremiantes son afectados42.
Dicho de otra manera, el divorci entre Estado y sociedad, la falta de participacin de la ciudadana en las decisiones
claves para su vivencia y sobrevivencia; de ah la definicin del Socilogo boliviano Fernando Caldern, cuando
dice que la poltica tambin se vive en las calles, que las resoluciones de conflictos en Bolivia pasan tambin por
la confrontacin callejera.
1.2. Febrero negro (2003), el impuestazo
Es otro de los sucesos en el que la participacin juvenil fue determinante, aunque tambin bajo la tutela de las
organizaciones social matrices como la COB e incluso el amotinamiento policial. El detonante del conflicto fue el
intento del entonces Presidente de Bolivia, Gonzalo Snchez de Lozada (2002 -2005), quien envo el 9 de febrero de
2003 al Parlamento, un proyecto de Ley de viabilizacin de un impuesto a los ingresos de las personas asalariadas.
La reaccin no se dej esperar ya que regimientos policiales de la ciudad de La Paz se amotinaron y un grupo de
estudiantes de la Universidad Pblica de El Alto se unieron a las movilizaciones. El 12 de febrero, aprovechando
la falta de seguridad policial alrededor del Palacio, un grupo de estudiantes de los Colegios Ayacucho y Felipe
Segundo Guzmn (de entre 12 a 15 aos de edad) se dirigieron hacia el Palacio de Gobierno y apedrearon sus
ventanas. Miembros del ejrcito, que se encontraban en el interior del Palacio, respondieron la agresin con gases
lacrimgenos. Luego, grupos de civiles y trabajadores se van concentrando en las inmediaciones del GES para
expresar su apoyo a la polica y su rechazo al impuestazo. A medio da se produce un intercambio de insultos,
amenazas y balas entre policas y militares controlando cada grupo una mitad de la Plaza Murillo y empieza un
luctuoso enfrentamiento con victimas y heridos de ambos bandos, adems de civiles. La Plaza Murillo, centro
poltico de Bolivia, fue testigo de rfagas de ametralladora y balas se cruzan en medio de la plaza, dejando un saldo
de ms de treinta vctimas.
Ac, la participacin de los jvenes en el conflicto fue tambin sustancial (especialmente para la suspensin
definitiva del tratamiento del proyecto de ley), como lo seala Vctor Orduna: el 12 y 13 la presencia de los jvenes
fue abundante y definitiva. Estuvieron, a golpe de piedra, en la inauguracin del conflicto, entre los amotinados y
tambin, al frente, entre los que apuntaban, temblando, fusil en mano y con apenas unos das de instruccin militar.
Fueron jvenes los que murieron, los heridos , los saqueadores, los interventores de las sedes polticas, los que
42 GARCA O. Alberto; GARCA Y. Fernando; QUITN H. Luz. La guerra del agua. Abril de 2000: la crisis de la poltica en Bolivia. PIEB, La Paz Bolivia Pg. 107.
Fue una participacin significativa aunque tambin bajo el tutelaje de adultos ya que incluso en los sucesos del
12 de febrero, los estudiantes de los colegios pblicos Ayacucho y Felipe II Guzmn, fueron inducidos por sus
profesores (tambin asalariados) y en el caso de los policas jvenes por sus superiores o el de los conscriptos, por
rdenes superiores; pero de capitanes, mayores, coroneles, nada.
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66
seis muertos, de los que cinco eran campesinos y un soldado. Ante ese resultado, los campesinos desafiaron al
Gobierno con fusiles Mauser y carabinas en mano, siendo esto el principio de la insurreccin en contra del gobierno
de Gonzalo Snchez de Lozada. Los pobladores de la ciudad de El Alto, con personas de los pueblos andinos
que llegaron a la ciudad del Alto a reclamar por gas, son los protagonistas principales del conflicto de octubre de
2003. Este empieza ms o menos en los primeros das de octubre, especialmente cuando El Alto declara un paro
cvico. El da 13 de octubre, el gobierno decide llevar un convoy con gasolina y vveres para algunas familias de la
ciudad de La Paz. En la zona de la portada, militares con armas de guerra y grandes ametralladoras empiezan a
disparar contra un poblacin armada de palos y piedras; los helicpteros empiezan a disparar contra los techos de
las casas y crecen las constantes denuncias mediticas de los asesores estadounidenses en Bolivia. En el conflicto
muere un nio de cinco aos que haba salido al balcn de su casa y recibi un balazo, con un tiro certero de los
militares parapetados en el puente de la ceja de El Alto, y con lnea directa a la casa del nio. Mueren alrededor
de 65 personas y los dirigentes de las organizaciones y comunidades claman la renuncia de Snchez de Lozada;
ante esto, se suman otras organizaciones como la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, el Defensor del
Pueblo, los residentes bolivianos en el exterior, etc., que buscaban la pacificacin del pas. Las marchas en contra
de Snchez de Lozada se extienden en todo el territorio nacional, y la ciudad de La Paz tambin se manifiesta desde
todas sus latitudes. Ante tremendo clima hostil y ante un presidente que haba optado por matar a la poblacin,
hacen crecer las presiones de renuncia, ms al ver compatriotas inocentes muertos. El 17 de octubre Gonzalo
Snchez de Lozada decide huir del pas, dejando su renuncia en el congreso.
cultural y nacional, en vivir y sentir la discriminacin y la exclusin cultural y social, de manera latente y a veces
inconscientemente; por ello, segn los autores, expresada de manera simblica, en las letras de sus canciones,
en sus actividades musicales o implcito en su modos de ser de las organizaciones juveniles. En otras palabras,
vivir y sentir antes que razonar lo poltico. En trminos de los autores La Subjetividad Poltica de los jvenes cuyo
marco terico se sustenta en la teora de Dussel sobre la voluntad de vida que no es otra cosa que este vivir
y sentir la poltica antes que razonar propios, dira, de poblaciones tradicionales, no modernas, donde lo poltico
es definido no en trminos racionales sino de vida cotidiana. Dichos de otra manera, cmo a los jvenes les
aparecen los hechos polticos, yendo ms all de sus percepciones o la racionalizacin poltica, sino revisando el
punto inicial que afecta su sentido vivencial respecto a lo poltico que ser afectado en su constitucin desde esta
subjetividad. En ese sentido, entendemos lo poltico como sentido vivido y no como sentido racional. Desde este
plano la subjetividad expresada en estos testimonios constituye la realidad desde los modos de relacionarse con
lo poltico en la cotidianidad(Samanamud et. al. Pg. 7). Pero cul es ese sentido vivido?. Reivindicar mi cultura
es la expresin de mi mismo frente a mis condiciones de vida, es manifestarse no slo respecto a la discriminacin
racial, sino a las condiciones de desigualdad. Es hacerle frente a la alternativa de vida propuesta por el horizonte
moderno de la poltica, asumiendo que es posible encontrar otros modos de expresin que se tornan polticos
en un contexto de desigualdad, pero ms que eso se manifiesta en alternativas o, tal vez, utopas salidas de la
experimentacin, de la exclusin y la discriminacin (Ibd., Pg. 9).
Este hecho impact profundamente en el sentir de las y los bolivianos que incluso muchos estudios sobre la
Guerra del Gas se han producido as sobre la participacin de los jvenes en estas movilizaciones y protestas. Dos
estudios nos llaman la atencin por sus hiptesis tericas45. Se trata de dos estudios elaborados en el ao 2006,
auspiciados ambos por el PIEB, cuya influencia investigativa de las movilizaciones sucedidas en octubre de 2003
y junio de 2005, es innegable. Si bien estos estudios presentan objetos de estudio dismiles, hay sin embargo, en
ambos coincidencias importantes, especialmente el estudio de Samanamud Et. Al., que trata de demostrar que la
poltica no solamente se expresa y circunscribe al acto elector de votar, de participar en partidos polticos, de creer
en la democracia o la participacin en movilizaciones polticas y sociales, sino tambin a las expresiones culturales,
artsticas y hasta musicales, que salen de los marcos tradicionales de entender la poltica.
En ese sentido, Samanamud, (Et. Al.) encuentra, que la poltica de los jvenes tiene mltiples dimensiones y no
circunscrita exclusivamente a los discursos racionalmente estructurados o solamente a los momentos polticos
como las elecciones, o a lo cognitivo de la comprensin del sistema democrtico, de la poltica, etc. o la
participacin en agrupaciones y organizaciones polticas. No, sino en expresiones, yo dira, propias de la juventud
como las actividades musicales, en este caso los hip hop, los chojchos (jvenes urbano populares que frecuentan
regularmente las discotecas populares) o en las actividades que realizan las organizaciones juveniles parroquiales
e incluso entre aquellas organizaciones culturalistas cuyo accionar est orientado explcitamente hacia lo poltico
(organizaciones culturalistas de jvenes que reivindican y revaloran lo indgena, lo aymara, etc.).
Pero nos preguntamos dnde est lo poltico en estas agrupaciones juveniles? En el hecho de que estas
organizaciones juveniles piensan lo poltico, segn los autores, en trminos de resignificacin de la identidad
45 SAMAMANAMUD Jiovanny; CRDENAS Cleverth; PRIETO Patricia. La poltica de los otros. La subjetividad poltica de la juventud en la ciudad de El Alto. PIEB,
La Paz Bolivia. Ao 2006. / MNDEZ Ana Bertha; PREZ Renn. El proceso de reconstruccin de identidades colectivas en organizaciones juveniles de la ciudad
de El Alto. PIEB, La Paz Bolivi. Ao 2006.
Por otro lado, Mndez y Prez estudian a la juventud altea desde el mbito de sus organizaciones sociales. Muestran
con bastante detalle, cmo se construyen y reconstruyen las organizaciones sociales, a partir del reconocimiento
de un nosotros que es denominado por los autores como identidad colectiva que tiene en la discriminacin tnico
cultural y la marginacin social, en los factores que constituyen a estas identidades colectivas que son sustentadas
por la amistad, el compaerismo o dicho en trminos de sus autores, la afectividad y la emotividad. Asimismo, se
debe sealar que se trata de un estudio de la juventud altea nacida en la ciudad o emigrada en su niez; ms no
de jvenes migrantes recientes que salen fuera del objeto de anlisis.
Para mostrar el proceso, los investigadores se apoyaron metodolgicamente en tres tipos de organizaciones sociales
que son seleccionadas de acuerdo a criterios de temporalidad. Es decir, en razn del tiempo de existencia de la
organizacin juvenil. De acuerdo a este criterio, clasifican a las organizaciones juveniles desde aquellas de reciente
creacin, que se caracterizan por carecer de normas institucionales y ms bien articuladas por criterios psicolgicos
de emotividad y afecto, hasta aquellas que sobrepasan los dos aos de existencia, en el que el eje articulador ya
no es la afectividad y emotividad sino la norma institucional; estas ltimas en proceso de institucionalizacin y casi
integradas al universo adulto. El trnsito de una organizacin de reciente creacin a una casi institucionalizada
depende, segn los autores, de la complejizacin de los roles, la normativa y la regularizacin de su presencia
a travs del reconocimiento estatal y ya no tanto de la afectividad y de lo emocional, es decir, la amistad y el
compaerismo, sino de aspectos propios de la vida adulta y lo institucional.
Estas organizaciones facilitarn el trnsito menos traumtico de los adolescentes y jvenes a la vida adulta y,
sobre todo, amortiguar la marginacin social y discriminacin tnicocultural que, entre otras cosas, favorece esta
necesidad de organizarse y articularse en torno a una organizacin juvenil, a travs de la afectividad y la emotividad
y a partir del cual poder plantear cuestionamientos, crticas al sistema, o simplemente identificarse con lo aymara,
con su sociedad, lo que resignifica los contenidos polticos, culturales, sociales y econmicos de la vida de los
jvenes, que es lo que se muestra en este estudio. En todo caso, el objetivo de este recuento fue mostrar la
importancia del estudio de la juventud, debido al protagonismo que asumieron los jvenes alteos en las protestas
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de octubre de 2003 en Bolivia, aunque como se dijo bajo la tutela de la dirigencia adulta.
Pero declar que si el gobierno quiere enfrentamiento lo tendr. Es el Gobierno el que va a marcar la cancha,
amenaz el dirigente de ese grupo irregular.
La palabra ejrcito no necesariamente significa un movimiento blico, la palabra ejrcito en el diccionario de la lengua
espaola significa tambin la asociacin de personas que buscan un fin comn. Nosotros estamos asocindonos con
diferentes instituciones juveniles, diferentes agrupaciones, para defender la autonoma, defender el Estado de derecho,
defender la democracia y la libertad, y ese es el movimiento, argument. Nosotros estamos prestos a poner el pecho,
nosotros hemos sido claros, las acciones se van a dar de acuerdo a lo que el gobierno quiera hacer. Si el gobierno
quiere enfrentar va a sufrir enfrentamientos, si el gobierno quiere tener democracia va a tener democracia, declar.
Lo que nosotros estamos esperando es seguir viviendo en un Estado democrtico, pero si el gobierno rompe
el estado de derecho, no nos va a quedar ms que accionar, y nosotros estamos prestos a arriesgar nuestras
vidas si es necesario para que este pueblo siga viviendo en libertad, en democracia y con autonoma,
continu(vase en http://www.constituyentesoberana.org/3/noticias/autonomias/jun2007/020607_1.html).
Otro caso paradigmtico de la instrumentalizacin de la juventud, es el caso de los jvenes universitarios de
la Universidad San Francisco Xavier de Chuquisaca que enarbolaron la bandera de la Autonoma a partir de la
demanda regional de Capitalia Plena para Sucre.
Estos son algunos de los casos en el que la juventud fue utilizada instrumentalmente por instancias, en este caso
cvicas, de los departamentos de la entonces denominada media luna.
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Ex dirigentes de la Unin Juvenil Cruceista se unen al MAS como Juventud por el Cambio. 20 de Octubre de 2009, 03:49
Santa Cruz - Bolivia.- Ex dirigentes de la Unin Juvenil Cruceista y de la Federacin Universitaria Local (FUL) de
Santa Cruz, antes opositores al Gobierno, conformaron la organizacin Juventud por el Cambio y se unieron el
martes al proyecto del Movimiento Al Socialismo (MAS) para respaldar la reeleccin del presidente Evo Morales en
las elecciones del seis de diciembre prximo.
de las regiones que conformaban la media luna y la reconfiguracin del tablero poltico en Bolivia. Hoy en da, la
oposicin poltica en Bolivia emerge de las filiales del Movimiento Al Socialismo (MAS) como los indgenas de tierras
bajas y altas que demandan el respeto al parque natural Tipnis o de partidos polticos que no hasta hace mucho
sellaron alianzas polticas, nos referimos al Movimiento Sin Miedo (MSM).
El candidato a segundo senador por Santa Cruz, Isaac valos, firm un acuerdo con los representantes de esta nueva
agrupacin, entre ellos el ex presidente unionista, ngelo Cspedes y el barra brava de Oriente Petrolero, Chichi Prez.
Estoy muy sorprendido por esta unidad, por este acuerdo, nunca pens estar al lado de dirigentes de la Unin
Juvenil y de la FUL. Ellos nos hicieron ver que las diferencias entre los jvenes de la ciudad y el campo que tienen
aspiraciones, no haba sido tal, remarc valos tras la firma del acuerdo. Consider que se siente halagado y muy
contento por trabajar con un grupo de jvenes que se pusieron la camiseta para luchar por el proceso de cambio.
Por su parte, el ex lder de la Unin Juvenil Cruceista ngelo Cspedes, dijo que la nueva agrupacin es un
movimiento de diferente liderazgo juvenil. Hemos conformado una organizacin con su propia personera, es una
institucin que se llama Juventud por el Cambio, con jvenes que queremos seguir trabajando por la democracia,
que queremos consolidarnos como lderes, pero no ser parte de un grupo que dice eran lideres cruceos, pero slo
nos utilizaronpara mover gente, subray.
Cspedes, que estaba acompaado de un importante grupo de jvenes, expres tambin su respaldo al binomio
Evo Morales-lvaro Garca Linera. Juventud por el Cambio, como institucin est apoyando y va a apoyar al
binomio Evo-lvaro y a Isaac valos para que sea senador por Santa Cruz. Si bien es cierto que nosotros estuvimos
en las calles, luchando y peleando, no por personas, ni por grupitos, nosotros peleamos por nuestra autonoma que
creemos es de beneficio para Santa Cruz, remarc (www.fmabolivia.com).
Estas alianzas se dan en una coyuntura en el que la oposicin poltica atrincherada en la denominada media luna
es asolada por el gobierno del MAS, cuyo punto de quiebre, segn analistas sociales y polticos, fue la masacre del
Porvenir Pando, acontecido en el ao 2008.
La masacre de Porvenir, tambin llamada masacre de Pando, fue una masacre que se llev a cabo el 11 de
septiembre de 2008 en Bolivia, cerca de la poblacin de Porvenir (en las cercanas de la ciudad de Cobija, capital
del departamento de Pando). Tuvo como resultado 18 campesinos muertos y cerca de 30 desaparecidos.
Investigaciones realizadas por equipos de investigadores enviados por UNASUR (Unin de Naciones Suramericanas,
conformada por doce pases de Suramrica) llegaron a la conclusin de que el hecho haba sido planificado y
llevado a cabo por personal de la prefectura del departamento de Pando y del servicio de Caminos de Bolivia, todos
a rdenes del Prefecto de dicho departamento Leopoldo Fernndez.
Desde el 16 de septiembre de 2008, Fernndez y varios de sus colaboradores se encuentran en calidad de presos
en la crcel de San Pedro en la ciudad de La Paz por rdenes del juez, mientras su caso se encuentra en proceso
de investigacin por parte de la Fiscala de Distrito, por las muertes y tortura de campesinos en Porvenir (http://
es.wikipedia.org/wiki/Masacre_de_Porvenir).
Este fue el punto de inflexin que determin la derrota de la oposicin enquistada en torno a los comits cvicos
Estos procesos tambin redundan en la juventud boliviana, que hoy en da aparecen desmovilizadas, como resultado
de la desmovilizacin de sus organizaciones matrices o por la cooptacin poltica del que son objeto por la actual
administracin estatal gubernamental del MAS.
4. Conclusin
Como observamos, en cuestin de una dcada la movida juvenil boliviana pas de una movilizacin activa y
determinante en protestas sociales de enorme envergadura, a una de desmovilizacin poltica muy en sintona con
el proceso de movilizacin poltica de las organizaciones sociales matrices de la sociedad en general y de stas con
los procesos polticos que vive el pas.
En todos los casos vistos ac, los jvenes bolivianos aparecen como el frente principal de accin, la vanguardia,
pero dentro de procesos polticos definidos por las organizaciones sociales matrices. Lo vimos en los diferentes
perodos descritos en este documento, como es el caso de la Guerra del Agua, en el que estuvo en el frente de
batalla pero bajo la tutela de la Coordinadora por la Defensa del agua en Cochabamba, o en el caso de la Guerra
del Gas, bajo la coordinacin de la FEJUVE y la COR de la ciudad de El Alto.
Por otro lado, en el primer perodo presidencial de Evo Morales, la participacin de la juventud fue tambin
determinante: son los casos de la Unin Juvenil Cruceista o la juventud universitaria sucrense, parcializadas
con las demandas de autonoma de la nacin camba y la capitalia plena para Sucre pero bajo la tutela de sus
organizaciones matrices, como el Comit Cvico de Santa Cruz y la Coordinadora interinstitucional pro intereses
de Sucre. En el segundo mandato presidencial de Evo Morales, asistimos a la desmovilizacin poltica de las
organizaciones sociales matrices a raz de su participacin, de muchas de ellas, en el actual gobierno o por la
desestructuracin poltica; caso media luna o la coordinadora interinstitucional pro intereses de Sucre, que tienen
tambin su incidencia en la movida juvenil boliviana.
Estos procesos nos conducen a problematizarnos si la juventud en el fondo es un actor social autnomo o
dependiente polticamente de las decisiones adultas. De acuerdo al perodo analizado en este documento, vemos
que depende y mucho del liderazgo adulto, de sus intereses, sus reivindicaciones y sus sentidos, que en gran
medida son coincidentes con los de los jvenes, ya sean del occidente o del oriente boliviano.
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JUVENTUDES E VIOLNCIA
Entre polticas de Estado e Prtica Poltica de Recusa, a Busca por Respeito
Miriam Abramovay* - Mary Garcia Castro** - Marisa Fefferman***
Introduo
Revisitamos pesquisas que realizamos com jovens (15-29 anos) em territrios com predominncia de populao
pobre, no Brasil, sendo que uma delas em favelas das recm-implantadas Unidades de Polcia Pacificadora (UPPs),
no Rio de Janeiro, concebida como poltica de segurana pblica, e em outra com jovens em gangues de pichadores
em Braslia. Discutimos a formulao de uma poltica pblica e representao dos jovens sobre essa, considerando
indicadores formais de participao poltica e destacamos prticas polticas dos jovens, ou seja, formas de ser e
estar na sociedade, ainda que por atos considerados socialmente como antissociais, ou seja, sentidos da violncia.
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Partimos de algumas noes de poltica pblica, participao e prtica poltica, apresentadas na seo que se
segue, e indicamos porque os casos pinados se ajustam a tais marcos compreensivos.
Ainda com o norte de modelar o cenrio terico em que nos movemos, discutimos sobre cultura da violncia em
uma seo especifica.
Em outra seo refletimos sobre o imaginrio dos jovens sobre violncias, participao poltica convencional e
iderio da poltica pblica focalizada, as UPPS, destacando limites dessa, principalmente no que diz respeito aos
jovens de favelas, enfatizando a difcil relao juventude pobre, negra, estigmatizada por uma srie de preconceitos
da sociedade, com o Estado. Essa poltica lhes chega por aparato de segurana pblica, repressiva, a polcia. Ou
seja, focalizamos os limites de polticas pblicas onde os jovens no se sentem sujeitos de suas historias, ainda
que muitas dessas polticas visem o bem estar da populao, inclusive dos jovens.
Outra historia contada, em seo posterior. Discutimos prticas de vida de jovens em gangues, estmulos a
vontades de participao, por formas prprias, acionando corpos e vontades. Histrias contadas que demandam
respeito, visibilidade, fama e prestgio, mesmo que por violncias. Ou seja, em que se sintam sujeitos de uma
historia prpria.
Temos, portanto, como objetivo nuclear defender que h que mais conhecer, compreender a partir dos prprios
jovens, seu verbo e prticas, saindo de estigmas e codificaes sociais para ver alm de violncias, e ilegalidades,
buscas de autonomia, reconhecimento e crtica a parmetros adultocratas.
1. Modelando Construtos
1.1. Poltica Pblica, Poltica Social e Prticas Polticas
No inteno explorar a intensa literatura sobre poltica, mas delimitar nosso territrio epistmico, em particular
para melhor esclarecer porque defendemos que polticas pblicas que no so polticas sociais, com a maior
probabilidade no vo contar com legitimidade para sua implantao.
Indicamos tambm nesta seo porque consideramos pertinente olhar a vida dos jovens em gangues, a partir de
suas prprias cartografias de sentidos como um tipo de prtica poltica, que os mobiliza para recusas e afirmaes.
JUVENTUDES E VIOLNCIA. Entre polticas de Estado e Prtica Poltica de Recusa, a Busca por Respeito
H que mais considerar em polticas ditas pblicas, qual a participao do pblico, em especial, quanto a condies
de exercer o controle sobre a sua reproduo (PEREIRA, op.cit.).
Delimitar o que se entende por prtica poltica pede algumas incurses, ainda que simplificadas, pelo psestruturalismo e pela psicanlise, remetendo ao debate sobre micro polticas e nfase na plasticidade do conceito
de poder, como sugere Foucault, entre outros.
A ao coletiva, por configuraes locais pode ser considerada uma prtica poltica, j que consciente ou
inconscientemente, orienta-se por desejos e visa mudanas ou rupturas, instaurando jogos de poder em territrios
localizados, ou seja, em termos de micropolticas (ver sobre tal encadeamento entre processos que movimentam
vontades GONDAR, 2012).
Autores do campo de estudos culturais enfatizam em polticas de recusa, a esttica e a tica (como refletem poetas
como Augusto de Campos e Valery, segundo GARROCHO, 2012), contudo vivncias com jovens nos indicam
que polticas de recusa so configuradas por algumas juventudes consideradas em identidades transgressoras,
como jovens em gangues, tanto atravs de figuras de esttica - no caso as letras, a pichao - e cdigos
entendidos como tica prpria, como imposio de respeito, e a lealdade com os nossos, a galera, a famlia de
rua. A importncia do sentido da famlia para os jovens, como rede de afeto e proteo, mais que propriamente
de vnculos tecidos por consanguinidade, transparece na maneira em que se usa o termo famlia para destacar a
importncia das gangues. Faz parte do vocabulrio de sentidos desses jovens, o termo famlia de rua. Essa famlia
se expande por vrios territrios, sendo a referencia maior a gangue: A gente no fala nem que gangue, a gente
fala que famlia, que aqui o vnculo forte. S a minha galera, se contar a primeira gerao at hoje, passa de
300. Uma famlia imensa.
Em tais prticas polticas, ressalta-se construto bsico de micropolticas, exerccios de poder. As micropolticas so
exploradas por Foucault (1983). Em O sujeito e o poder esclarece que mais que se interessar por poltica, orientase para o debate sobre como os seres humanos aprendem a se reconhecer como sujeitos. Identifica as tcnicas de
poder e as tcnicas de si, expressando:
As tcnicas de poder, que determinam a conduta dos indivduos, submetendo-os a certos fins ou dominao, objetivando o sujeito; as
tcnicas de si, que permitem aos indivduos efetuarem, sozinhos ou com a ajuda de outros, um certo nmero de operaes sobre seus
corpos e suas almas, seus pensamentos, suas condutas, seus modos de ser; de transformarem-se a fim de atender um certo estado de
felicidade, de pureza, de sabedoria, de perfeio ou de imortalidade. (FOUCAULT 1983 op. cit. in GARROCHO 2012)
Sobre poltica social e porque neste artigo questionamos que a poltica pblica de UPPs possa ser enquadrada
como tal, nos termos atuais (mais discutidos na seo seguinte) alinhamo-nos a Pereira (2009, p. 94), que nos
seguintes termos reflete sobre requisitos para que uma poltica pblica seja uma poltica social, envolvendo,
portanto ao pblica:
Segundo Garrocho (op. cit.) Foucault (1983) explicita que as lutas micropolticas so: transversais, portanto no
necessariamente de pases ou governos; no so lutas que visam os efeitos do poder, mas antes criticam o poder
no controlado sobre os indivduos, sobre os corpos. Garrocho, reportando-se a Foucault tambm destaca que as
micropolticas se realizam como lutas imediatas, questionando os enquadramentos dos indivduos, a codificao
de suas escolhas e a definio de suas identidades, ou seja, processos que resultam em formas de assujeitamento.
As micropolticas ou as prticas polticas de recusa giram em torno da questo: quem somos ns?.
Poltica pblica no sinnimo de poltica estatal. Sua maior identificao com o que em latim se denomina res pblica, isto , res (coisa),
pblica (de todos), e, por isso, constitui algo que compromete tanto o Estado como a sociedade. , em outras palavras, ao pblica, na
qual, alm do Estado, a sociedade se faz presente, ganhando representatividade, poder de deciso e condies de exercer o controle sobre
a sua prpria reproduo e sobre os atos de decises do governo.
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Consideramos nesta parte reflexes mais desenvolvidas em Abramovay et. al. (2009) a fim de reivindicar a propriedade
do conceito de cultura da violncia em se tratando de juventudes, em especial as que so aqui focalizadas.
Para vrios autores, como por exemplo, Freire Costa (1993) a cultura da violncia, segue regras prprias e pressupe
que s a fora resolve os conflitos emergentes no dia-a-dia. Assim, constri-se a idia que a nas relaes sociais,
a violncia inevitvel e necessria. O autor ressalta que a violncia se torna corriqueira e que as leis perdem
legitimidade na resoluo de conflitos, criando-se um vcuo, onde indivduos e grupos passam a arbitrar o que
justo ou injusto, segundo decises privadas, dissociadas de princpios ticos vlidos para todos.
Segundo Freire Costa (1993), na expectativa de que s a fora bruta resolve conflitos, o mundo passa a ser
categorizado entre fracos e fortes, ou entre perdedores e ganhadores. O autor pondera que a violncia como
cultura no se alimentaria apenas de atos que ferem e matam, mas de medos, fantasias, assumindo inclusive a
figura social de afirmao frente ao medo:
O hbito que criamos de falar da Violncia com V maisculo uma defesa contra o medo. (...) a fantasia da violncia paralisa nosso
pensamento e nossas aes (...) a violncia, nesse caso, apenas um fetiche, uma figura de linguagem, cuja matria nosso medo. (FREIRE
COSTA, 1993, p. 86-7).
Nas falas dos jovens pesquisados h ilustraes tanto de recusas a violncias como o fascnio pelo seu exerccio,
confundido com o aparecer, o ser reconhecido e respeitado, como mais discutimos sobre jovens em gangues. O
que bem se ajusta ao observado por Rocha (1998, p. 35), quem afirma que a violncia pode se associar ao prazer,
ao consumo e criao de identidade: O fascnio da visibilidade e do reconhecimento ancorado no estrelato
meditico ou na fora bruta da ao criminal cria um inusitado barmetro do sucesso, material e simblico:
ter e poder (poder ter, poder fazer, poder falar, poder aparecer). A violncia se materializa por diversas linguagens
e entre algumas juventudes acionada como constituinte de fratria, ao de gruo, de identificao do ns, de
solidariedade e defesa contra os outros, que podem ser tanto outros jovens como poderes institucionalizados, a
comunicao e afirmao de poder, ou contra poder possvel.
Se a cultura da violncia referida para discutir o simblico e identificar grupos, tambm marca de um tempo
social, que no caso brasileiro, vitimiza principalmente os jovens, como se registra nas tristes e impressionantes
estatsticas sobre homicdios. Segundo o Mapa da Violncia. Crianas e Adolescentes no Brasil, 2012 (WAISELFISZ,
2012), o Brasil em 2009 continua ostentando a posio de quarto pas no mundo quando classificado por crianas
e adolescentes (10 a 14 anos) mortos por homicdio- 3,4 por 100 000 pessoas naquela faixa etria. Se a faixa
considerada so pessoas em idades jovens (15 a 24 anos), no contexto internacional, o Brasil ocupa a sexta posio,
tanto no total de homicdios quanto nos homicdios juvenis, nos 100 pases que apresentam dados oriundos da
Organizao Mundial da Sade (WAISELFISZ, 2011). Segundo Waiselfisz, (2011, p.154):
Continua a crescer a vitimizao juvenil por homicdios [considerando o perodo 1998-2008]. Se em 1998 a taxa de homicdios de jovens
era 232% maior que a taxa de homicdios da populao no jovem (menos de 15 e mais de 24 anos de idade), em 2008 as taxas juvenis j
JUVENTUDES E VIOLNCIA. Entre polticas de Estado e Prtica Poltica de Recusa, a Busca por Respeito
so 258% maiores. Se essa a mdia nacional, h ainda as Unidades Federadas com ndices de vitimizao acima de 300%. Ou diversos
estados com jovens representando mais da metade das vtimas de homicdio.
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80
detalhes do cotidiano, marcas pessoais e grupais, vivncias de vrios tipos, representaes sobre os temas, dando
espao a novas formas de entrar em contato com a realidade das gangues e com a riqueza de vrias opinies
acerca desse universo e seu conjunto de problemticas.
O quadro de referncias tericas subjacente nossa leitura dos discursos nativos se entrelaa com a tica da
pesquisa de respeitar o vocabulrio de sentidos dos jovens entrevistados, considerando que a linguagem no
neutra, ou separada de contedos. Alinha-se assim a autores da chamada Teoria Fundamentada nos Dados
(grounded theory)49, pela qual se retiram do campo elementos para teorizao, considerando o falar nativo. Mas
observamos que muito h que mais pesquisar sentidos na expresso de jovens que circulam por grupos quase
endogmicos, como as gangues, quando a palavra smbolo de pertena, comunicao e de diferenciao em
relao ao outros.
2.2. Jovens e uma Politica de Estado - O caso de jovens em territrios com UPPS-Unidades de Polcia
Pacificadora, Rio, 2012
A poltica/ao governamental, conhecida como UPPs (Unidades de Polcia Pacificadora), inaugurada pelo governo
do Estado do Rio de Janeiro em 2008 tem como foco comunidades que concentram historicamente a populao
pobre e que vinha sendo vitimizada por aes do trfico de drogas, do crime organizado, alm de serem palco de
inmeras violncias, acumulando, portanto, vulnerabilizaes sociais. As UPPs vm sendo consideradas como uma
nova forma de fazer polticas no campo da segurana pblica. Visar-se-ia agir nesse campo via ao de uma polcia
com elo com as populaes das comunidades. Pretender-se-ia uma polcia mais qualificada e supervisionada a fim
de evitar seu envolvimento em situaes de corrupo e desrespeito aos direitos humanos.
Segundo extratos dos Termos de referncia incluso social e oportunidades para juventude no Rio de Janeiro (BR
- l1287) (BID e SEASDH 2011) que teria como foco mapeamento das demandas por servios sociais de jovens
moradores de reas com unidade de polcia pacificadora:
O Brasil possui hoje a terceira maior populao habitante de favelas no mundo50. Segundo projees da ONU, se a atual taxa de expanso
for mantida, 55 milhes de brasileiros sero favelados em 2020, o que equivale a 25% da populao do pas. Somente na cidade do Rio de
Janeiro, entre 1991 e 2000, a populao residente em favelas cresceu 24%, superando 18% da populao total, que cresceu a taxas de
7% no mesmo perodo.
O contexto da favela ou de reas de vulnerabilidade social caracterizado pela escassez da presena do Estado, tanto em termos fsicos
como simblicos. Na prtica, isso se traduz na falta de servios bsicos como educao, sade, habitao e segurana. Dados demonstram
que, dentre as reas da cidade do Rio de Janeiro consideradas pouco violentas, em que h boa oferta de servios de infraestrutura, como
os bairros de classe mdia da Zona Sul e da Zona Norte, apenas 1% composto por favelas. Por outro lado, entre as regies consideradas
49 O pesquisador desejoso de trabalhar dentro da metodologia Teoria Fundamentada nos Dados aproxima-se do assunto a ser investigado sem uma teoria a
ser testada, mas pelo contrrio, com o desejo de entender uma determinada situao e como e porque seus participantes agem de determinada maneira, como
e porque determinado fenmeno ou situao se desdobra deste ou daquele modo. Atravs de mtodos variados de coletas de dados, rene-se um volume de
informaes sobre o fenmeno observado. Comparando-as, codificando-as, extraindo as regularidades, enfim, seguindo detalhados mtodos de extrao de
sentido destas informaes, o pesquisador termina ento, nas suas concluses, com algumas teorias que emergiram desta anlise rigorosa e sistemtica, razo
pela qual a metodologia intitula-se teoria fundamentada nos dados (grounded= apoiada, fundamentada, sustentada pelos dados). In HTTP://www.levacov.eng.
br/marilia/groundedtheory. html. Consultado em 7.7.2009. Ver, entre outros autores, STRAUSS & CORBIN (1997).
50 Davis, M. (2006). Planet of Slums. Ed. Verso.
JUVENTUDES E VIOLNCIA. Entre polticas de Estado e Prtica Poltica de Recusa, a Busca por Respeito
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JUVENTUDES E VIOLNCIA. Entre polticas de Estado e Prtica Poltica de Recusa, a Busca por Respeito
da juventude, das frentes clssicas, como sindicatos e partidos polticos ou a disputa poltico eleitoral principalmente por problemas de
gesto ligados corrupo e falta de transparncia das instituies, no simplesmente apatia juvenil como se supe muitas vezes;
abordagens que ressaltam uma preferncia dos jovens por campos identitrios como gnero, raa, ecologia, direitos sexuais e digitais, e
movimento Hip Hop. Esses, assim como redes virtuais, grupos de estudos, fruns mundiais e ONGs para muitos tm representado uma nova
configurao da prtica poltica juvenil. Mas ao nosso juzo o tema participao mais complexo do que polticas de classe x polticas de
identidade, tendo outras formas de debater trnsitos entre o pblico e o privado, ou entre temas ligados a reconhecimento e a estruturao
da distribuio de bens e servios. De fato se h recusas ou afastamentos em relao participao em instituies
do campo do pblico, registra-se por outro lado vontades de fazer algo para mudanas sociais, principalmente
quando orientadas para suas comunidades, ou lugares que sentem ter alguma pertena e acionadas pelos prprios
jovens, ou seja, quando sentem a probabilidade de serem sujeitos no somente de direitos, mas de reinventar seus
prprios direitos.
Apesar de na discusso sobre participao se diagnosticar que poucos esto engajados em algum tipo de
instituio, atividade, movimento social ou projeto, note-se que bem superior a legitimao dada a participao
da populao que a poltica como agncia para mudanas no pas. Identifica-se que 72% dos jovens esto de
acordo com a possibilidade de mudar o pas por meio da participao da populao. Mas quando a referncia a
poltica, desce to proporo para 30%, ou seja, somente um tero deposita confiana no jogo poltico para mudar
o pas. So muitos, 40% os que discordam da frase acredito na possibilidade de mudar o pas atravs da poltica.
Os que assim se posicionam em relao participao da populao, chegam apenas a 8%. A apatia sobre tal
tema, mudanas do pas, preocupante, j que 25% no concordam nem discordam que se possa mudar o pas
por meio da poltica e 19% pela participao da populao (Ver tabela 1, a seguir).
De fato ao se explorar questes que indicam como os jovens percebem a comunidade de residncia e seu sentido
de pertena tem-se que expressiva a proporo de jovens que declaram que no tm vontade de mudar da
comunidade-cerca de 70%, ainda que muitos servios na comunidade, em especial servios de segurana pblica
e espaos para lazer e diverso, no sejam bem avaliados.
Durante a pesquisa, provocou-se os jovens com uma frase crtica sobre as UPPs, e se lhes pediu que concordassem
ou no a fim de se ter parmetros sobre sentidos dessa poltica para os respondentes: 55% dos jovens concordam
com a frase estimulo, ou seja, que as UPPs no vo dar em nada e tudo voltar a ser como antes.
Perguntados sobre a abordagem policial nas comunidades antes da implantao das UPPs e aps, ou atualmente,
identifica-se que hoje h uma proporo maior daqueles que j foram abordados pela polcia (42%) do que antes da
chegada das UPPs (33%). No claro visualizar mudanas no tipo de abordagem. Segundo o Grfico 1 a seguir,
se h um aumento na proporo dos que declaram que foram abordados de forma respeitosa (antes 14%; depois
20%), h tambm um aumento comparando-se os dois momentos, daqueles que hoje consideram que esto sendo
abordados de forma desrespeitosa (20%), proporo mais expressiva do que aqueles que indicam que antes das
UPPs tinham sido assim abordados (16%).
ANTES
Abordado pela polcia na comunidade
DEPOIS
FRASES ESTMULO
ORIENTAES SOBRE AS FRASES
ESTMULO
Concordo
30%
72%
25%
19%
Discordo
45%
8%
No sabe
1%
1%
Tabela 1 Distribuio dos jovens (15-29 anos) nos territrios com UPPs, segundo apreciao sobre possibilidade de mudar o pas por meio da poltica e da
participao da populao, Rio de Janeiro 2011.
Fonte: Juventudes em comunidades com UPPs, perfil, expectativas e projetos para suas comunidades FLACSO 2011.
P.: Agora vou ler algumas afirmaes e gostaria de saber o quanto voc concorda ou discorda de cada uma delas.
J FOI ABORDADO
J FOI ABORDADO
Foi abordado(a) de
forma respeitosa
Foi abordado(a) de
forma respeitosa
Foi abordado(a) de
forma desrespeitosa
Foi abordado(a) de
forma desrespeitosa
Grfico 1 - Distribuio dos jovens (15-29 anos) nos territrios com UPPs segundo perspectiva sobre abordagem policial antes e aps a chegada das Unidades de Polcia
Pacificadora (UPPs) em suas comunidades, Rio de Janeiro 2011. Fonte: Juventudes em comunidades com UPPs, perfil, expectativas e projetos para suas comunidades
FLACSO 2011.
P.: J foi abordado pelos policiais da UPP? Se sim, como foi a abordagem?
P.: E antes das UPPs, voc j tinha sido abordado pela polcia na comunidade? Se sim, como foi a abordagem?
Quando a referncia a comunidade, amplia-se o horizonte crtico e pr- ativo dos jovens, considerando que o
governo se quisesse mudaria para melhor as condies de vida da comunidade. Mas se afirma, subliminarmente,
que cabe juventude exigir tal querer e alavancar mudanas na comunidade, mas se for unida e reivindicativa.
Segundo a Tabela 2, abaixo, 77% dos jovens concordam com a frase estmulo possvel melhorar a condio de
vida nesta comunidade, s o governo querer, e proporo prxima tambm concorda que as coisas aqui na
comunidade s mudam se o pessoal jovem se unir e exigir. Ento, se cabe ao governo querer, cabe aos jovens se
mobilizar para que mudanas na comunidade ocorram, sugerem as respostas da Tabela 2.
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FRASES ESTMULO
TIPO DE ORIENTAO SOBRE A FRASE
ESTMULO
JUVENTUDES E VIOLNCIA. Entre polticas de Estado e Prtica Poltica de Recusa, a Busca por Respeito
Concordo (3)
77%
70%
15%
19%
Discordo (1)
7%
11%
No sabe
0%
1%
Tabela 2 - Distribuio dos jovens (15-29 anos) nos territrios com UPPs, segundo opinio sobre mudana na comunidade e papel do governo e da juventude,
Rio de Janeiro 2011.
Fonte: Juventudes em comunidades com UPPs, perfil, expectativas e projetos para suas comunidades FLACSO 2011.
P.: Agora vou ler algumas afirmaes e gostaria de saber o quanto voc concorda ou discorda de cada uma dela.
A explorao qualitativa da pesquisa52 traz indcios da complexidade de polticas pblicas que no decolam do
sentido dos jovens se sentirem parte delas, o que vai alm do reconhecimento da sua importncia para um dos
objetivos bsicos da implantao das UPPs, o controle do espao das favelas, o que por muitos sentido como
um tipo de ocupao, e desrespeito. Vrios jovens indicam que as UPPs seriam reproduo de formas de
represso tradicional, como a exercida comumente pela polcia. Na vinheta abaixo estratos do estudo de caso que
do cho para tais inferncias53:
Vinheta Os jovens sobre as UPPS - ilustraes de resistncias
Todos reconhecem direta ou indiretamente que a chegada das UPPs nas favelas provocou enorme impacto na vida dos moradores de
favela. A presena de agentes circulando em grande nmero provoca constantemente eventos que despertam muita ateno, comentrios
e boatos de todo tipo e acirrado debate entre posies favorveis e contrrias aos procedimentos dos policiais.
De um lado, a presena constante da polcia permitiu recuperar o respeito, categoria central na moralidade que rege as relaes interpessoais
na favela, e aumentou a margem de liberdade, dentro de limites bastante restritos, como os jovens ressaltam. Mudou... antigamente voc
ia para a rua e seu filho via arma, cheirando, fumando, era tudo na frente, no queria saber no. No tinha vergonha, no tinha respeito (...).
De outro lado, acabou a alegria das festas frequentes e sem horrio para terminar:
Com a chegada da UPP diminuiu a alegria que, como se sabe, importante elemento da autoimagem que procura valorizar a dinmica
interna das localidades na favela e os jovens buscam lazer em outros lugares da cidade. (Grupo focal com jovens. Depoimento de jovem
do sexo masculino).
, de fato, muito forte a periodizao da vida cotidiana nas favelas, com a implantao das UPPs servindo com ruptura entre o antes e o
depois, o tempo do trfico e o tempo das UPPs. Isso indica que estas so bem sucedidas em sua inteno de entrar na competio pela
adeso moral dos moradores das localidades onde atuam. Desde j, pode-se dizer que, como sntese geral, na comparao entre os dois
52 Relatrio da pesquisa qualitativa coordenado por Luiz Antonio Machado, Marcia Pereira Leite e Luiz Carlos Friedman. Ver Abramovay e Castro, 2012.
53 O texto desta vinheta adaptado da analise de Machado, Leite e Friedman in Abramovay e Castro, 2012.
No entanto, no se deve ver o apelido como uma forma carinhosa e ntima de se referir aos agentes. Pelo contrrio, utilizado como forma
de desqualificar sua presena, de modo que contm uma crtica dirigida ao prprio efetivo policial, e no apenas a um procedimento ou
outro, que desqualifica a capacidade de ao dos membros e, alm disso, constitui um dispositivo de afastamento, e no de aproximao
entre os jovens e os policiais.
Assim, a pesquisa demonstrou que os jovens acreditam que a vida melhorou com a chegada das UPPs, mas seus agentes no so vistos
de maneira muito distinta da viso altamente negativa que as camadas populares sempre tiveram da polcia. A avaliao positiva convive
com uma enxurrada de crticas algumas, inclusive, em que o tempo do trfico aparece como melhor, e no apenas no caso da regulao
das festas e shows. Por outro lado, as referncias ao tempo do trfico talvez sejam ainda mais crticas, inclusive com algumas menes
a cenas de horror patrocinadas pelos bandos de criminosos:
Voc passa assim para ir em um posto de sade, voc tinha que passar no meio [dos traficantes armados] E a questo que queimavam
as pessoas no meio da rua? Parecia que estavam fazendo uma fogueira com um tronco... s vezes botavam at a pessoa dentro de pneu.
Toda sexta feira tinha corpo queimado. (Grupo focal com jovens. Depoimentos de jovens do sexo feminino.)
So muito raras as defesas explcitas do trfico, e ainda mais as que so acompanhadas de atitudes desafiadoras, como estas:
A o cara que vai para a comunidade para oferecer segurana est debochando da cara do morador e querendo esculachar o morador, por
isso que eu achava que quando tinha a bandidagem era bem melhor . (Grupo focal com jovens. Depoimento de jovem do sexo masculino)
Para fechar as observaes sobre a sntese da comparao entre os dois momentos, vale a pena mencionar o que disse um dos jovens, que
parece ter conseguido captar com clareza e iseno o sentido geral das discusses entre eles. Parece que os jovens no sabem ao certo
como orientar sua conduta diante dos policiais nas novas circunstncias, sem abandonar suas preferncias: A gente ainda no sabe lidar
com a UPP, a UPP no sabe lidar com a gente. A gente tem muito problema com policial. So 400 polcias...
H vrias observaes que refletem dvidas como estas, porm com um tom mais normativo e crtico a respeito das mudanas introduzidas
com a chegada das UPPs:
(...) depois de tantos anos, voc convivendo com o risco em sua comunidade, o risco do trfico, voc acaba se habituando a certas regras,
a certos cotidianos. E, de repente, essa mudana radical, bruta... At onde isso bom ou ruim? Sem fazer apologia ao crime, quando
havia o poder paralelo dentro da comunidade, quando acontecia qualquer problema, tipo furto... essas coisas, voc sabia a quem recorrer e
voc sabia que seu produto ia ser recuperado... Hoje com a UPP. A voc chega para reclamar. Faz um registro de ocorrncia e ningum est
nem a. Parece que esto a para dar uma resposta social. Mas aqui dentro a gente v a grande dificuldade que . Eles abusam do poder
que tm, achando-se superiores a tudo. Pedem pra voc se identificar. Nasci e fui criado aqui e, ainda que no fosse, o direito de ir e vir.
Eles precisam aprender a abordar os jovens, porque eles batem de frente mesmo (...) O problema bem isso. Polcia permanente no morro.
Ningum tinha esse hbito. Foraram sem dilogo. (Grupo Focal com jovens)
Pode-se dizer que o tratamento policial no contato com as populaes no mudou substancialmente de qualidade, pois a instituio tem
padres historicamente cristalizados de classificao, localizao e definio de comportamentos considerados moralmente perigosos
(em si mesmos desviantes e potencialmente contagiosos). A cidadania dos pobres, reconhecida apenas em traos esmaecidos, est sujeita
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JUVENTUDES E VIOLNCIA. Entre polticas de Estado e Prtica Poltica de Recusa, a Busca por Respeito
a aes arbitrrias, naturalizadas na prtica policial. Assim, o universo das interaes a serem constitudas supe a superao de grandes
obstculos, o que no se concretizar no curto prazo.
A atuao dos policiais tambm foi motivo para explicitar o claro reconhecimento da subalternidade a que os moradores de favela so
submetidos em virtude dos processos de segregao socioterritorial. H inmeras referncias a respeito, porm talvez a mais tpica ao
pedir a verificao de algum que fosse escutado, j que os prprios favelados no o so seja a seguinte:
Ameaa
Eu acho assim, que da mesma forma que eles esto l observando a gente, teria que ter algum, sei l, paisano, para observar eles, vamos
dizer assim, um exemplo, vendo as atitudes, curtindo o baile com a gente, sei l, uma pessoa mesmo para ver, porque, assim, a comunidade
sempre est errada (...) Eu acho que teria, poderia ter um algum, um polcia que olhasse os polcias, vamos dizer assim, para ver, , tomou
uma atitude errada, fez besteira, fez isso, talvez com uma cmara escondida, talvez no, mas fosse uma pessoa que fosse escutada. (Grupo
Focal com jovens)
Aproveitando esta citao, relevante um comentrio especfico a respeito da questo das festas, bailes, shows e outros eventos, por
se tratar de um tema central na percepo dos jovens acerca da presena das UPPs nas favelas. Na mesma medida em que a oferta
de projetos, vista pela maioria dos jovens como uma das vantagens levadas por elas, a represso s festas intensamente sentida,
comentada e criticada. O que est em discusso , mais uma vez, o respeito: seja a falta dele nas crticas mais fortes, seja a explicao
relativizadora de que a falta de respeito cometida pelos policiais seria uma reao aos exageros dos prprios jovens. Tudo leva a crer que
existe um aspecto da avaliao que ope duas alternativas que, se na teoria no so excludentes, a atuao das UPPs tornou inconciliveis.
De um lado est a percepo bastante generalizada dos benefcios trazidos com a proliferao de projetos que so vistos pelos jovens
como oportunidades de ampliao do horizonte intelectual, possibilidades de incremento de seu capital cultural ou, no mnimo, modos de
preencher o tempo. Do outro lado da balana est a intensa represso a festas de todo tipo, consideradas uma alternativa de lazer acessvel
para quem, como os participantes da pesquisa, tem pouca condio financeira e uma certa limitao de acesso a outras reas da cidade,
a includas outras favelas.
Nos grupos focais com o jovem, como se indica na vinheta construda a partir do trabalho de campo, antes
apresentada, a violncia uma figura que se destaca. Tambm surpreende sua presena quando se recorre
pesquisa quantitativa, em termos de reconhecimento de sua extenso na comunidade, quer por ao do trafico e
crime organizado, quer por ao da polcia, quer por ao dos prprios jovens nas suas interaes, o que embasa
a reflexo de que a cultura da violncia se metamorfoseia em varias formas, inclusive na recusa s violncias
institucionais.
Quando no survey se pergunta sobre os principais problemas das comunidades, as violncias se destacam de
forma impressionante: 97% dos jovens se referem a algum tipo de violncia como o trfico de drogas (28%),
violncia, sem especificar que tipo (26%), polcia violenta (21%), violncia contra a mulher (12%), milcias (1%) e
racismo (8%).
As violncias que os jovens registram como mais frequentes nas comunidades so aquelas, que os tm, quer
como protagonistas quer como vtimas, ou seja, briga entre jovens (49%). As seguintes violncias tambm mais
galvanizam a ateno dos respondentes: agresso fsica (44%); ameaas (36%); violncia policial (27%); leso por
bala perdida (17%); assassinato (14%) e violncias de traficantes (12%). Note-se que no chega a 10% os jovens
que declaram que nunca sofreram ou presenciaram algum tipo de violncia na comunidade. (Ver Grfico 2).
49%
Agresso fsica
44%
36%
Violncia policial
27%
17%
Assassinato
14%
Violncia de traficantes
12%
Assalto a mo armada
9%
Agresso sexual
6%
5%
Sequestro
Violncia de milcias
Nunca presenciou/sofreu
NS/NR
3%
3%
9%
5%
Grfico 2 - Distribuio dos jovens (15-29 anos) nos territrios com UPPs, segundo tipos de violncia mais frequentes na comunidade, Rio de Janeiro 2011.
Fonte: Juventudes em comunidades com UPPs, perfil, expectativas e projetos para suas comunidades FLACSO 2011
P.: Pelo que voc sabe ou ouviu falar, qual destes tipos de violncia o mais frequente na sua comunidade?
Nota As alternativas no so excludentes, portanto no somam 100%.
Como destaca Machado et. al. (ver notas 11 e 12) no texto vinheta, violncia e respeito so temas que se entrelaam.
Os jovens reivindicam respeito, ser ouvido e ter voz ativa na avaliao de polticas e frisam seu desencanto com
aquelas que no desestabilizem a violncia com que so tratados jovens nas favelas.
Contudo tambm sugerem outros indcios de uma cultura da violncia, sua banalizao, pela presena do trafico
de drogas, o crime organizado e abusos de poder, por atos repressivos violentos. So expresses de recusas
em vrios grupos que assumem inclusive prticas polticas que recorrem violncia, como forma de afirmar uma
cultura prpria e o reconhecimento de sua dignidade.
No ao azar Bourgois (1989) focalizando cultura de rua e juventude sublinha a busca por respeito. O autor delineou
os componentes da cultura de rua em uma etnografia sobre traficantes de crack no East Harlem. A violncia um
componente essencial da cultura de rua porque, para garantir a prpria sobrevivncia e obter respeito na rua,
fundamental que uma pessoa demonstre ser capaz de cometer atos de violncia e de resistir a ela. A violncia
e, sobretudo, a aparncia de que se violento um signo de fora e credibilidade, pois se trata de um mundo
em que cada indivduo tem de ser a sua prpria polcia. Bourgois representa os moradores de rua no como
vtimas de foras econmicas opressivas, mas como agentes lutando vigorosamente por dignidade, significado e
sobrevivncia.
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JUVENTUDES E VIOLNCIA. Entre polticas de Estado e Prtica Poltica de Recusa, a Busca por Respeito
Os jovens em gangues, a que nos referimos na seo seguinte, ilustram o apelo para a violncia como linguagem
de comunicao, forma de coeso e pratica poltica por respeito, fama e visibilidade social.
seriam ethos bsicos na sociedade de espetculo, contempornea, e que um tipo de caminho para o reconhecimento
social, o ter respeito, para algumas juventudes, como as gangues, seria o exerccio de poder por violncias, pelo
uso de um capital juvenil bsico, adrenalina e vontade de correr riscos, ou seja, negar protees e privilegiar a fama
e a admirao por pares, buscas por afirmar autonomias. Aparecer, ser reconhecido pelos outros, principalmente
pela comunidade dos pares norte nos discursos dos jovens em gangues.
Considera-se que as contribuies de Debord (1992) so bases de decolagem compreensiva sobre esse ethos
cultural contemporneo, ou seja, que ultrapassa a territorialidade das gangues. O autor aponta que a lgica da
produo industrial e do consumo de massas, com sua presena permanente, ocupa o tempo livre do indivduo,
das mais variadas formas de produtos espetaculares: informao, lazer, publicidade. O que espetacularizado, o
que tem visibilidade o que tem importncia, assim O que aparece bom, o que bom aparece (DEBORD 1992,
p13). Desta forma, a fama o valor mximo da vida sob o espetculo.
quando ser gangueiro, imagem construda na interao no somente entre pares, mas em uma sociedade dada, a
contempornea, ultrapassa e esfumaa a identidade de cidado, cidad, ressaltando-se propriedades que parecem
singulares mas que buscam o aparecer principalmente para alguns, e tambm para todos, na sociedade que de
alguma forma tambm os fabrica. Eles e elas so o espetculo, produzem o espetculo, do seu jeito.
quando a pichao se destaca como uma prtica poltica para os gangueiros. A pichao uma manifestao
da sociedade do espetculo. Debord (1992) foi quem cunhou este conceito na dcada de 50, ele e um grupo de
artistas denominados Situacionistas, utilizavam a pichao como forma de expresso das suas ideias. Belloni
(2003) aponta que Debord (1992) se utilizava da pichao como forma de divulgar seus slogans, entre os quais cabe
lembrar um inscrito feito por ele mesmo numa parede da Rua de Seine, em Paris: no trabalhem nunca.
A pichao, ao longo de sua histria, tambm se constituiu como veculo propagandeador de ideias, marcas,
autorias, grupos. Felisette (2006) aponta a pichao como logotipos de certa cultura, que tem razes peculiares e
que acompanham a velocidade da cidade e as representaes da sociedade. Segundo Debord (1992, p. 16-17).
O conceito de espetculo unifica e explica uma grande diversidade de fenmenos aparentes. Suas diversidades e contrastes so as
aparncias dessa aparncia organizada socialmente, que deve ser reconhecida em sua verdade geral. Considerado de acordo com seus
prprios termos, o espetculo a afirmao da aparncia e a afirmao de toda vida humana isto , social como simples aparncia. Mas
a crtica que atinge a verdade do espetculo o descobre como a negao visvel da vida; como negao da vida que se tornou visvel [].
Como indispensvel adorno dos objetos produzidos agora, como demonstrao geral da racionalidade do sistema, e como setor econmico
avanado que molda diretamente uma multido crescente de imagens-objetos, o espetculo a principal produo da sociedade atual.
Para Mondardo e Goettert (2005), o grafite e a pichao compem um conjunto de prticas que podem expressar
tambm formas de resistncia aos grupos hegemnicos da sociedade. Segundo os autores essas manifestaes
expressam, por meio de territrios, as inquietaes do cotidiano dos jovens que grafitam ou picham. Essas
manifestaes so como textos a serem lidos, interpretados e debatidos no espao urbano. Esses territrios
so vistos como expresso cultural e/ou como sinnimos de resistncia marginalizao e de denncia da ordem
vigente, que produz um discurso hegemnico, sem contradies, sem desigualdades. A pichao uma pratica
poltica que evidencia poder pelas marcas nos muros, monumentos e espaos pblicos; mobiliza a organizao em
fratrias e, no necessariamente, mas pode tambm entrelaar-se a violncias, principalmente contra aqueles que
disputam as mesmas paredes para as letras.
89
90
JUVENTUDES E VIOLNCIA. Entre polticas de Estado e Prtica Poltica de Recusa, a Busca por Respeito
A partir dos autores antes discutidos, pode-se pensar que a manifestao da pichao, como expresso do espao
urbano uma forma que os jovens tm de buscar visibilidade na atual sociedade do espetculo, constituindo-se
uma micropoltica, forma de se destacar no cotidiano, acionando um poder prprio. O risco, que marca a autoria,
o grupo a que pertence, possibilita, mesmo de forma bastante especfica, a inscrio desses jovens neste mundo.
Conseguir ter a fotografia de uma pichao veiculada em um jornal considerado uma conquista: sa no jornal,
primeira capa do Correio! Os jovens entrevistados no questionam a sua objetificao nos meios de comunicao,
mas privilegiam sua dimenso de cenrio privilegiado da sociedade do espetculo, ser reconhecido, ser respeitado.
Alm da adrenalina e da oportunidade de expresso, o sentido de fama e poder uma das caractersticas alinhadas
pichao. A fama aparece como um dos principais atrativos para se entrar em uma gangue, e se estabelece
especialmente por meio do prestgio como pichador ativo e talentoso, o que parece decorrer do fato de a pichao
ser atividade altamente conceituada entre pares:
O poder : aonde voc chegar, ser reconhecido e muitos pagarem pau, serem f... E tipo voc chega, quer comer, e eles pagam. Esse
o poder do pichador no meio da galera. Tem pichador que vira bandido e no quer mais saber de pichao, mas ele entra por meio da
pichao, por meio do poder que ele viu que ele tem dentro da pichao e vira um criminoso se ele quiser. Eu nunca entrei, no precisei
virar um criminoso, a nica coisa que eu gosto da adrenalina da arte. (Grupo focal com jovens. Depoimento de jovem do sexo masculino).
Esta fama relaciona-se com a possibilidade de apropriao de partes da cidade, mesmo que a territorializao se
resuma a um muro. A apropriao do territrio-muro projetada com orgulho, reivindicando-se uso campeo, o
direito sobre o espao pintado, a identidade construda, a cidade reapropriada:
Porque tem o seguinte, se eu marquei meu nome ali, aquele espao ali , digamos assim, meu, entendeu? Se neguinho vier querer usar
esse espao, a vai dar conflito, vai dar guerra. o que a gente chama de anarquizar, riscar a pichao do rival para colocar sua marca. Isso
causa guerra mesmo, s vezes mesmo guerras entre gangues. (Entrevista com jovem do sexo masculino)
A relao entre pichao e vida do crime no consensual entre os entrevistados. Alguns ilustram casos de jovens
em gangues que frisam que virar bandido pode fazer parte da trajetria dos que esto em gangues, mas que no h
propriamente um determinismo, ainda que muitos observem que gangue escolinha do crime. Indica-se tambm
que muitos ficam s na pichao, assim como outros a abandonam por vrios motivos, seja para a vida honesta,
seja pelo crime:
Tipo os bicho mesmo que entraram comigo, hoje esto vendendo droga, outros esto roubado, pararam de pichar para estar a nessa vida...
A eles se aprofundam e com o tempo eles se esquecem, a s pensam em ganhar dinheiro. (Grupo focal com jovens. Depoimento de jovem
do sexo masculino).
Tem muitos que desandam tambm. Tem esse dizer, o pessoal de fora, de falar que as gangues escolinha do crime, est entendendo?
Comea ali pichando, amanh j est vendendo droga, quer ser traficante, outros querem matar, entendeu? Mas nem todos. Tem uns que
no tm a cabea para isso, entendeu? Porque a gente no passa de pichador, irmo. (Grupo focal com jovens. Depoimento de jovem do
sexo masculino).
As violncias em jovens podem se expressar como possibilidade de construir uma identidade. Assim, a violncia
lhes outorga certa posio social e um modo de situar-se em suas histrias e em seus mundos. Mas o fato do
sujeito exercer violncias no implica que sua vida seja sinnimo de violncia. A paixo contempornea pelo risco
parte da sociedade do espetculo na cotidianeidade.
Baudrillard (1990) ao analisar os fenmenos percebidos como violentos no mundo contemporneo exemplifica a
conduta de jovens, na qual a violncia assume uma forma ldica, espetacular. Estas atitudes possibilitam que
os jovens possam participar do espetculo apresentado pela mdia e assim ter visibilidade na sociedade. Assim,
segundo o autor, a violncia seria uma das conseqncias da hipermodernidade, na qual todos almejam a fama.
3. Consideraes finais
Ainda que por prticas diferenciadas, os jovens em territrios de favelas com UPPs, no Rio de Janeiro e os jovens
em gangues, no Distrito Federal, focalizados neste artigo, ilustram buscas por respeito, criticas a violncia policial
tanto como vivencias e como reprodues de violncias.
Ao se refletir sobre cultura de violncia passa-se pelo poder que mobilizado com vrios sentidos, inclusive o
de reconhecimento, pelos smbolos de uma sociedade de espetculo. Entre gangueiros, usar drogas, brigar, usar
armas, pichar, escalar monumentos, roubar so riscos deliberados, escolhidos na busca de adrenalina e fama. A
pichao, o estar juntos seriam praticas polticas de afirmao, reconquistando-se territrios, ainda que muitas
vezes seja um muro e que signifique guerras entre gangues, violncias.
Para vrios autores, a violncia seria uma forma de exerccio de poder. Os jovens em gangues so violentos,
necessitam de limites, leis, punies mas dentro dos parmetros de direitos humanos, enquanto o que se documenta
nesta pesquisa so violncias sendo respondidas com violncia.
Tem-se um quadro em que a alegria, o riso, o encontro, o desejo, o espetculo, o reconhecimento adrenalina e
o risco so supridos pela ambincia de gangue, e o resto, a vida normal no atrai. Que proposies tem uma
sociedade que estimula o consumo, o prazer e no oferece meios legais, no perigosos de completitude da fruio
juvenil?
Insistimos na ideia de que polticas pblicas para serem tambm polticas sociais necessitam de legitimidade,
participao, sentido de pertena, o que pede reconhecimento a demandas por respeito e dignidade. A poltica
de segurana social de policia pacificadora em reas de favela no Rio pede investimentos na construo de uma
relao que historicamente vem se pautando por violncias institucionalizadas, abusos de poder por parte dos
policiais, principalmente contra jovens. No relatrio a partir da pesquisa de campo como jovens em territrios da
UPP pondera-se (Machado et. al. in Abramovay e Castro 2012) sobre a necessidade de uma pedagogia capaz de
amenizar a intensa repulsa que a polcia provoca nos jovens das diversas localidades estudadas Os pesquisadores
registraram tambm que vrios jovens indicaram que o motivo para a desistncia ou recusa do engajamento em
projetos comunitrios ligados a UPPs seria a presena de policiais como responsveis.
Juventudes e polticas como se sublinha neste artigo ainda so campo minado por autoritarismos, formas de fazer
poltica que no atraem os jovens j que no reconhecem que tenham autoria nessas. Suas praticas de vida pedem
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92
referencias bibliogrficas
mais compreenso de sentidos que julgamentos a priori, mesmo que essas desestabilizem a ordem. H um elo
perdido, desencontros entre o que querem e como so os jovens e o que, segundo eles, seriam ocupaes de seus
espaos por outras linguagens que no as suas.
Com tal reflexo no se pretende, ingenuamente, legitimizar violncias, considerando que entre os jovens se
h muitas vitimas, h tambm agressores. O que frisamos que h que mais compreender prticas de vida de
juventudes, por seu prprio verbo, sentido de tica e afirmao por estticas, ou seja, o nexo que fazem entre
cultura e poltica, resgatando, portanto micropolticas, recusas e vontades.
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94
Resumen
Los movimientos sociales persiguen propsitos colectivos en interaccin con oponentes. Su poder de influencia
depender de su nivel de fortaleza. El presente artculo ofrece una nueva sntesis conceptual de la nocin de fortaleza
a partir de las descripciones presentes en la literatura sobre movimientos sociales y los elementos del concepto
de fortalecimiento o empoderamiento provenientes de la psicologa comunitaria. Mediante esta herramienta
conceptual se analiza tericamente el movimiento estudiantil entre los aos 2002 y 2011. Se deduce que se trata
de un movimiento con importantes fortalezas, como sentidas demandas, un consensuado marco interpretativo en
lo esencial y logro de simpata en la poblacin, una importante motivacin de control, una organizacin buena y
horizontal, y tcticas directas. En cambio, merece duda el nivel de logro de metas, la identidad como movimiento,
la claridad de fronteras internas y externas, y las oportunidades polticas aprovechables a su favor.
Los movimientos sociales (MS) constituyen expresiones de la vida democrtica. Se han definido como desafos
colectivos basados en propsitos comunes y solidaridades sociales, en interaccin sostenida con elites, oponentes
y autoridades, en disputa con agentes de poder (Tarrow, 1998, citado en Meyer & Verduzco, 2010). Su poder de
96
influencia depender de su nivel de fortaleza, por lo que la construccin de ella es bsica para su existencia, y la
comprensin de lo que constituye es indispensable para un anlisis del fenmeno. En consecuencia, Qu es la
fortaleza en un MS? Qu herramientas conceptuales tenemos para analizarla en movimientos concretos? Qu
tan fuerte es uno de los movimientos que ha destacado en la ltima dcada, cual es, el movimiento estudiantil (ME)?
En el presente artculo pretendemos ofrecer una nueva sntesis conceptual de la nocin de fortaleza en los MS,
basada tanto en caracterizaciones de fortaleza presentes en la literatura sobre MS, como en los elementos del
constructo de empoderamiento/fortalecimiento de la psicologa comunitaria. Luego utilizaremos esta herramienta
conceptual para desarrollar un diagnstico terico sobre la fortaleza de un MS concreto posterior al ao 2000, cul
es el movimiento estudiantil en Chile, a partir de antecedentes bibliogrficos existentes.
Conceptualizaciones de empoderamiento
Los conceptos de fortaleza descritos anteriormente y el constructo de empoderamiento tienen bastante semejanza
entre s, tanto en el trmino como en su significado. Al respecto, Montero (2003) aboga por el uso de la palabra
fortalecimiento en vez de empoderamiento. El fortalecimiento ha sido definido como El proceso mediante el
cual los miembros de una comunidad (individuos interesados y grupos organizados) desarrollan conjuntamente
capacidades y recursos para controlar su situacin de vida, actuando de manera comprometida, consciente y crtica,
para lograr la transformacin de su entorno segn sus necesidades y aspiraciones, transformndose al mismo tiempo
a s mismos. (Montero, 2003, p.72). Entre los elementos fundamentales que forman parte del empoderamiento ella
nombra (1) La participacin en funcin de objetivos surgidos de necesidades, en presencia de solidaridad. (2) La
conciencia o desarrollo de la crtica y comprensin del carcter histrico de los fenmenos comunitarios. (3) El
control de las personas en sus comunidades sobre circunstancias del orden social y recursos y (4) el poder social de
la comunidad. (5) La autogestin de las acciones y decisiones de la comunidad y autoeficiencia en la organizacin
comunitaria. (6) Compromiso, entendido como un sentimiento de apego y obligacin para con la comunidad y
participacin en acciones que la beneficien. (7) Desarrollo y expresin de capacidades individuales, competencias
de distinto tipo de los miembros de una comunidad. (8) Identidad social comunitaria con sus valores y creencias. Por
su parte, Zimmerman (2000) plantea un modelo de empoderamiento psicolgico constitutivo de tres componentes,
que son: (a) Intrapersonal, que comprende la motivacin de control, percepcin de control y autoeficacia),(b)
Interaccional, que engloba destrezas para interactuar con el ambiente para lograr control (por ejemplo, toma de
decisiones), movilizacin de recursos, habilidades analticas de la situacin sociopoltica en cuanto a conciencia de
las oportunidades existentes para lograr metas y de agentes causales de problemas. (c) Comportamental, entendida
como el despliegue de acciones para lograr las metas. Defini el empoderamiento como creencias en la propia
competencia, esfuerzos para ejercer control y una comprensin crtica de la realidad sociopoltica.
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(b) Sentido de control e influencia: efectividad en el logro de las metas del movimiento, sentido de autoeficacia
y creencia en la propia competencia. Tambin, percepcin de control, sentido de agencia, motivacin de control
(querer cambiar sus situaciones) y creencia en la necesidad imperiosa de participar para generar cambios lo que
se asocia a demandas percibidas como muy relevantes (y conexin de esto con sus opciones de vida o proyectos
biogrficos). A su vez adquiere importancia la evaluacin de costos/incentivos de la participacin.
(c) Existencia de sellos identitarios, identificacin con el movimiento en general, e implicancias positivas para las
identidades individuales y sociales, fronteras con sus lazos internos y definicin de oponentes.
(d) Organizacin, estrategias y acciones: adecuada organizacin comunitaria y sentido de autonoma de las acciones
y decisiones de la comunidad. Ello incluye la capacidad para conciliar diferencias al interior del movimiento. Tambin,
la participacin efectiva en la organizacin y la toma de decisiones. Asimismo, comprende la expresin libre, el
ser escuchado y escuchar. A su vez, engloba la identificacin con las acciones (por sus valores e identidades) y
participacin en stas, los espacios de creatividad e innovacin. Tambin incluye la dedicacin de recursos propios
y la bsqueda de recursos. Finalmente comprende la toma de opcin de involucramiento cvico, el compromiso, la
percepcin de contar con lderes desinteresados y competentes.
(e) Existencia de oportunidades polticas (circunstancias, contextos) externas como polticas pblicas amenazadoras
o por el contario, prometedoras, y afrontamiento a la institucionalidad.
Finalmente, cabe sealar que el empoderamiento no se limita al nivel individual, sino que incluye el nivel colectivo
que refiere a grupos, organizaciones, entre otros agregados sociales (Silva & Martnez, 2004; Zimmerman, 2000),
por lo que es aplicable a movimientos sociales.
Fortaleza en MS
Empoderamiento/Fortalecimiento
Motivacin de control
Percepcin de control y autoeficacia
Autogestin
Habilidades interaccionales (organizacin,
toma de decisiones, negociacin, etc.)
Participar
Componente comportamental
Existencia de oportunidades polticas del
Tabla resumen. Definicin integradora de fortaleza a partir de nociones de fortaleza de MS y el concepto de contexto
Empoderamiento
Oportunidades polticas
Contexto empoderador
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100
destaca el derecho a una educacin digna, gratuita, integral y para todos. Algunas demandas ms especficas
han girado en torno al arancel del pasaje escolar y en el pago de la Prueba de Seleccin Universitaria (PSU) (Osorio,
2003). Las demandas son profundas, al estar basadas en una insatisfaccin de proporciones de parte de los
jvenes. Dicha insatisfaccin se ha evidenciado en sus creencias de vulneracin de derechos sociales en Chile y
de marcada inequidad social en el pas, segn los estudios de Martnez, Silva y Hernndez (2010), y Martnez, Silva,
Carmona y Cumsille (2012) sobre creencias juveniles de ciudadana. En estos estudios se revela que los jvenes
participantes tienen un juicio negativo en relacin al estado actual de la educacin, la salud, la seguridad ciudadana
y las oportunidades en general. Los jvenes critican la hegemona del dinero para acceder a oportunidades y lograr
superacin social, la elevada segregacin territorial de sectores sociales, las marcadas clases sociales y elevados
niveles de discriminacin social, y la atribucin de superioridad de aquellos que tienen mayor poder econmico,
entre otros. Aspiran a la equidad en educacin y otros servicios sociales. En concordancia con estas apreciaciones,
Contreras, Corrales y Sandoval (1996) encontraron que jvenes en desventaja social evalan negativamente la
funcionalidad de las oportunidades existentes para la juventud de sectores socioeconmicos bajos, no conducentes
a una mejor calidad de vida. Todas estas creencias y sentires constituyen el trasfondo de las demandas.
Basado en Pinquart y Silbereisen (2004) y Bronfenbrenner y Ceci (1994), las creencias anteriores tambin se pueden
interpretar a la luz de la tarea del desarrollo evolutivo de la etapa vital juvenil. En la adolescencia el si mismo o
self evala y selecciona opciones disponibles de cara a sus metas, desarrolla estrategias para lograrlas (coping) y
obtiene resultados. Las demandas del movimiento estudiantil sugieren que los y las jvenes estn realizando una
evaluacin negativa de oportunidades de roles disponibles presentes (en sus colegios, en los territorios en los
que viven) y futuros (observacin del mundo adulto, su trabajo y cansancio, malestar) y una evaluacin deficitaria
de la funcionalidad de los roles (que sirvan, que conduzcan a una calidad de vida). Tambin estn acusando
una amenaza para la identidad en trminos de poder ser vctimas de una valoracin social negativa que encierra
discriminacin y posicin social de inferioridad. La valoracin social negativa produce a su vez falta de sentido de
pertenencia con sus colegios desprestigiados y discriminados. Este escenario se constituye en un peligro para la
identidad e insercin social exitosa.
Segn teora de movimientos sociales, las demandas se ligan al ejercicio de un anlisis crtico de la realidad
sociopoltica y una construccin de un marco interpretativo de la demanda. El marco interpretativo del movimiento
en la ltima dcada contiene en trminos generales, una visin de la educacin como derecho ciudadano en
contraposicin a una visin de educacin como bien de consumo. Se concibe as al estudiante como sujeto de
derechos que han sido violentados, y cuyo garante debe ser el Estado, que en este caso no los protege y no
asume su rol (Confederacin de Estudiantes de Chile [CONFECH], 2011; Osorio, 2003).Postulamos que este marco
interpretativo debera identificar masivamente a los jvenes, ya que estudios anteriores (Martnez, Silva, Carmona
& Cumsille, 2012; Martnez, Silva & Hernndez, 2010) demuestran la inconformidad con el dinero restrictor de
oportunidades y dificultades de acceso a servicios sociales comprados (Silva & Silva, 2010). Y a la luz de estos
estudios, los jvenes estn evaluando, con diferentes niveles de elaboracin, el estado de la ciudadana actual
(Martnez, Silva, Carmona & Cumsille, 2012; Martnez, Silva & Hernndez, 2010). El marco tambin logra un vasto
apoyo o una amplia movilizacin de consenso de la poblacin chilena, con un respaldo de aproximadamente
el 79% de los chilenos (Encuesta Adimark, septiembre 2011). Desde estos puntos de vista, el ME cuenta con un
marco que da fortaleza y legitimidad a su actuar. Est por verse si este marco es suficiente para afrontar al marco
ideolgico institucional hegemnico, o si requiere de una mayor elaboracin.
En cuanto al sentido de control e influencia, se dispone de pocas evidencias empricas. Las existentes apuntan a
que sus acciones buscan efectividad a corto plazo, con metas palpables (Baeza & Sandoval, 2009). Tambin, que
tienen sentimientos ambiguos en relacin a la efectividad de las movilizaciones para lograr cambios (Martnez, Silva,
Carmona & Cumsille, 2012). Su empoderamiento es relativo en este sentido, faltan mayores evidencias. Lo que s
llama la atencin es la elevada motivacin por participar y por lograr esos cambios deseados, si consideramos como
indicador la duracin del ME de al menos seis meses consecutivos con presencia de movilizaciones, paros y tomas a
nivel nacional (Acadmicos UC, peridico El Mostrador, 11 noviembre 2011; Salazar, 2011). La motivacin de control
constituye un componente de empoderamiento intrapersonal (Zimmerman, 2000), que en este caso es acentuado.
Otro aspecto del empoderamiento/fortaleza en los movimientos se refiere a la posesin de una identidad social.
Segn los tericos de la identidad social, sta implica un proceso de categorizacin como grupo, diferenciacin de
otros grupos, evaluacin de la posicin del grupo en comparacin a otros e identificacin afectiva o pertenencia al
grupo. Al respecto, no se ha estudiado el movimiento estrictamente en relacin a esos elementos, sino que desde
una visin de la identidad grupal entendida en sentido ms amplio. Se ha documentado que la identidad colectiva
se produce con la propia organizacin con su cultura y smbolos, observndose una multiplicidad de identidades
debido a la participacin de los y las jvenes en diversas organizaciones (Osorio, 2003), ms que con el movimiento
en su conjunto. El estudio de Muoz (2002) sobre movimiento juvenil y cultura coincide con Osorio (2003) en cuanto
a la importancia del componente cultural, que ya se observa desde la dictadura militar en adelante, y que hoy en
da es un componente claro del movimiento estudiantil (Feixa, Saura y Costa 2002; Zarzuri, 2006; ambos citados
en Baeza & Sandoval, 2009). Se observa la carnavalizacin del poder que incluye bailes, msica, actuaciones,
y accin de creacin de conciencia sobre el problema por medio de folletos y otros medios (Osorio, 2003), lo que
puede estar relacionado con un sentido de identidad. Sus acciones tienen efectos simblicos importantes y de
alta originalidad (Baeza & Sandoval, 2009). Han estado parcialmente presentes elementos identitarios distintivos
comunes al movimiento estudiantil en su conjunto. Por ejemplo, el movimiento estudiantil secundario del ao 2006
en nuestro pas tena la simbologa comn del pingino, reflejado en sus pancartas, lienzos, murales, chapitas,
entre otros, que pudiera estar reflejando un proceso de categorizacin grupal y de pertenencia afectiva. Pero el
movimiento del ao 2011, compuesto por secundarios y universitarios, no tiene aquello. En algunos movimientos
del mundo la identidad social ha sido determinante para la participacin, como lo demuestra un estudio que verifica
el rol causal de la categorizacin social versus el anlisis de costo-beneficio para involucrarse. Es el caso de un
movimiento de adultos mayores en Alemania denominado gray panters (Simon et al., 1998). Por lo tanto, no
queda claro el tema de la identidad social en el ME: Existe una identificacin con el grupo, ms all del hecho de
ser estudiantes, como la tienen, por ejemplo, los campesinos holandeses56 por ser parte de su movimiento? Les
confiere una marca como generacin? Se evalan positivamente como grupo en comparacin con otros? Tal
vez esto est por construirse en este proceso dinmico.
Respecto de las fronteras del ME, aunque es claro que incluyan a estudiantes secundarios y universitarios, la
implantacin del sistema de universidades privadas en nuestro pas confiere a stas ltimas una situacin particular,
lo que podra afectar las fronteras de la inclusin de muchas. En cuanto a los oponentes, stos se definen claramente
como las autoridades de gobierno con sus polticas en educacin, y en el plano econmico, la banca. Este hecho
contribuye tericamente a su fortaleza, aunque la falta de evidencia respecto de la identificacin de otros oponentes
asociados al mercado educacional arroja una duda sobre la nitidez de la percepcin del alcance del actor contrario.
Adems de los aspectos de empoderamiento en el movimiento social sealados anteriormente, es importante la
56 Movimiento de protesta de campesinos de los pases bajos, citado en De Weerd & Klandermans (1999).
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organizacin, las estrategias desplegadas y acciones o tcticas llevadas a cabo. Muchos estudios se han centrado en
este aspecto de la construccin de la organizacin, destacando bsicamente la horizontalidad (Baeza & Sandoval,
2009; Gonzlez, 2006; Muoz, 2002) y participacin en la toma de decisiones. Segn Muoz (2002) y Gonzlez
(2006), esto se vincula con su origen en la amistad. Se rechaza el trabajo cupular y en cambio, se opta por una
estructura no jerrquica (Gonzlez 2006; Osorio, 2003). Se incorporan dinmicas muy innovadoras: la asamblea
como mecanismo de toma de decisiones (Baeza & Sandoval, 2009; Gonzlez, 2006) con un estilo de liderazgo
estrictamente sujeto a bases, dinmico y cambiante (Baeza & Sandoval, 2009; Osorio, 2003). En este sentido se
ejerce una vocera de las opiniones de las bases donde se toman las decisiones, aunque las aspiraciones de los
lderes puedan ser ms trascendentes a las de los dems estudiantes. Su estructura no es rgida, y se observa
cambio de voceros de acuerdo a decisiones que tome la base, por lo que frente a negociaciones puede existir una
multiplicidad de voceros (Baeza & Sandoval, 2009; Osorio, 2003). Su lgica de funcionamiento es de coordinacin
ms que de direccin (Osorio, 2003). En trminos de empoderamiento, esto refleja participacin efectiva, toma de
decisiones, expresin libre y escucha de las opiniones. Sus lderes tienen una agenda especfica y son capaces
de explicarla y comunicarla (Baeza & Sandoval, 2009). Tambin tiene importancia la participacin individual y
dbilmente institucionalizada (Baeza & Sandoval, 2009). Asimismo destacan sus protestas bien organizadas (Baeza
& Sandoval, 2009) y el uso de tecnologa virtual en su comunicacin en redes (Baeza & Sandoval, 2009; Osorio,
2003). Su organizacin est basada en la autogestin (Baeza & Sandoval, 2009; Muoz, 2002; Osorio, 2003),
segn Osorio (2003) para no ser controlados y mantener sus formas de proceder. Los aspectos mencionados
corresponden a un despliegue de recursos, que segn Montero (2003) forma parte del proceso de empoderamiento,
y segn Zimmerman (2000), se ha denominado destrezas interaccionales que incluyen capacidad de organizacin,
toma de decisiones, entre otros.
Las tcticas preferidas son la accin directa (Baeza & Sandoval, 2009; Osorio, 2003), resaltando las protestas,
manifestaciones, el tomarse las calles y efectuar funas (pequea protesta frente a un lugar fsico de vulneracin
de derechos o frente a un sujeto involucrado en dichas vulneraciones). Finalmente, es significativa la accin
simblica para difundir sus mensajes y demandas, representada mediante creaciones de danzas, muecos gigantes
ilustrativos de polticos, disfraces, etc. Estas creaciones constituyen un espacio de creatividad y expresin. La
accin es fundamental en el proceso de empoderamiento, y aqu est presente en una variada gama de formas.
Sin embargo, emerge la duda respecto de la identificacin masiva con formas ms confrontacionales o disruptivas
(cortes de calles, barricadas, destrozos de infraestructura de la ciudad, etc.). Esto forma parte del manejo de
diferencias internas, que si no son resueltas, pueden debilitar al ME. Sobre el tema de las diferencias internas
antitticas no hay evidencias que puedan arrojar luz decidora sobre el manejo de dichas controversias.
Finalmente, la fortaleza y empoderamiento experimentado se relaciona con la existencia de oportunidades polticas
(circunstancias) externas. En relacin a su interaccin con el contexto sociopoltico, desde el perodo de transicin
democrtica, el ME se ha caracterizado por su autonoma respecto de los partidos polticos e institucionalidad
gubernamental (Muoz, 2002; Osorio, 2003) y adems, su desconfianza hacia las instituciones (Muoz, 2002). Se
observa un desinters por los mecanismos tradicionales de hacer poltica, y en cambio, una vinculacin con lo
poltico a partir de su observacin de la realidad cotidiana y los sucesos que los afectan o afectan a otros (Baeza
& Sandoval, 2009). No les interesa el poder poltico institucional, sino que su objeto es influir en la opinin pblica
y en los encargados de tomar decisiones polticas (Osorio, 2003). Si bien los dirigentes de una federacin, la
Federacin de Estudiantes de Chile [FECH], se identifican como de izquierda, muchos no militan en partidos polticos
(Carrasco, 2010) y crece la adhesin a nuevas expresiones polticas tales como colectivos y organizaciones de
corte asamblesta. Ms all de la relacin con la institucionalidad poltica, poco se sabe sobre eventos que pudieran
empoderar o desempoderar al ME. Siguiendo a Meyer y Verduzco (2010), tanto la apertura como la cerrazn de las
autoridades pueden estimular a un movimiento. En este caso, se puede hipotetizar que en el movimiento del ao
2011 est influyendo la cerrazn, considerando las afirmaciones juveniles sobre las decisiones gubernamentales
que no acogieron las peticiones centrales de los estudiantes en el ao 2006 (Ahumada, septiembre de 2011) y que
estimulan la idea de una necesidad ineludible de participar movilizados para generar cambios. En el movimiento
ao 2011 en adelante la historia an se est escribiendo, por lo que no es claro hasta qu punto las ofertas
gubernamentales que no son consideradas satisfactorias, estn afectando el curso del movimiento. Finalmente, las
oportunidades estn anidadas en oportunidades internacionales. Desde este punto de vista, el ingreso de Chile
a la OCDE con sus parmetros educativos puede haber influido en la legitimacin de esta causa y su demanda.
Conclusiones
En sntesis, las fortalezas se concentran en torno a la claridad y nivel de acuerdo en sus demandas instrumentales
centrales de equidad en la educacin mediante una educacin pblica gratuita y de calidad. Ellas se basan en
convicciones profundas de vulneracin de derechos sociales de los jvenes y de amplios sectores de chilenos,
debido a la mercantilizacin de la educacin y de otros servicios sociales, privando de acceso a quienes no puedan
comprar esos servicios. Esto redunda en un perjuicio para lograr una posicin social de calidad en la sociedad y un
futuro bienestar subjetivo. Ligado a lo anterior, se puede considerar como fortaleza el nivel de cuestionamiento del
actual estado de cosas y la existencia de un marco interpretativo global del problema que identifica a una mayora,
no solo de estudiantes, sino que de la poblacin. Este marco contiene ideas de rechazo a la concepcin de la
educacin como bien de consumo y sujeto a negocio con lucro, y levanta las nociones de educacin como derecho
a ser garantizado por el Estado. La construccin del marco ha avanzado desde el ao 2006 a la actualidad, en la
que se cuestiona la Constitucin Poltica, el sistema econmico y el sistema tributario (CONFECH, 2011), todos
implicados en las posibilidades de efectuar cambios. Sin embargo, el marco no ha consensuado una explicacin
causal del problema de la mercantilizacin de la educacin, una explicacin que tenga en cuenta diferentes niveles
y mbitos (poltico, econmico, cultural, histrico) y que logre aportar un modelo comprensivo global del problema.
Aun as, se ve muy clara una solucin, que denota prdida de confianza en el mercado y reclama ms Estado. Pero,
Es suficiente esto para lograr los cambios? Tendemos a pensar que es necesaria una construccin ms elaborada
de marco interpretativo para afrontar el marco ideolgico hegemnico. Respecto del componente intrapersonal
del empoderamiento, se observa una gran motivacin de control de parte de los estudiantes. Sin embargo, no es
evidente que exista una percepcin de lograr influencia poltica efectiva en relacin a sus demandas. Este podra
constituir un punto dbil del movimiento. Asimismo, no parece fuerte el sentido identitario ligado especficamente al
movimiento, lo que podra incidir en una ms fcil erosin frente a problemas en el mbito instrumental. La definicin
de oponentes es clara y refiere a las autoridades polticas tanto del actual gobierno, como de los gobiernos pasados
de la Concertacin de Partidos Por la Democracia, adems de la banca. Sin embargo, esta definicin no abarca a
otros potenciales oponentes ligados al mercado educacional, lo que limita la percepcin del alcance de stos.
En relacin con su nivel de organizacin, el manejo de tecnologas virtuales, interaccin en redes, creatividad y
dinamismo constituyen una gran fortaleza y denotan grandes habilidades interaccionales del empoderamiento.
Tambin lo son su estilo de participacin con influencia de todos en las decisiones, lo que es un hecho empoderador
y desarrolla destrezas de liderazgo y/o de sentido de agencia en muchos. La participacin directa coincide con las
aspiraciones ciudadanas actuales de igualdad poltica planteadas por Mujica (2010).
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referencias bibliogrficas
En cuanto a las tcticas, permiten desplegar el componente comportamental del empoderamiento de variadas
formas. Sin embargo, las diferencias respecto de algunas tcticas introducen tensiones, que denotan a su vez
algunas diferencias en los marcos interpretativos ms amplios de sociedad con los cuales ellos analizan el problema
por el que luchan y las vas de solucin acordes.
En el empoderamiento, tendramos dos niveles de contexto, siguiendo el planteamiento de Silva y Martnez
(2004): el contexto del movimiento mismo para el empoderamiento a nivel individual de los jvenes, y el entorno
de la institucionalidad poltica y econmica como contexto del nivel colectivo de movimiento. En este caso,
las oportunidades polticas refieren al contexto del segundo tipo. Los contextos empoderadores son aquellos
que incluyen a las personas en la toma de decisiones (Maton, 2008), y como sealan Rich, Edelstein, Hallman
y Wandersman (1995), refieren a la capacidad de las instituciones formales de responder a los ciudadanos e
involucrarlos en la toma de decisiones, tener mecanismos de consulta efectivos, ofrecer polticas y/o una legislacin
que acoge a la comunidad, y responder a las peticiones satisfactoriamente (Rich et al., 1995). Si los mecanismos
no existen o son inefectivos, las personas deben hacer grandes esfuerzos, tales como costosas acciones legales
y desobediencia civil, para ser odos (Rich et al., 1995). A la luz de esta conceptualizacin, el contexto institucional
poltico y econmico del movimiento no es empoderador, las ofertas de gobierno han sido rechazadas por el
movimiento (TV 13, 2011) y las movilizaciones se prolongaron por ms de seis meses en el ao 2011. Luego del
rechazo del movimiento a la oferta efectuada por el Presidente de la Repblica, el Ejecutivo decidi continuar el
proceso en el Parlamento, marginando a los estudiantes (Carmona, 2011). Ahora, en el caso de un movimiento
social, la falta de apertura efectiva del Ejecutivo puede ser tambin motivo de fortalecimiento, ya que se pueden
acrecentar otros aspectos, como la definicin de oponente, identidad, etc., por lo que frente a este punto no hay
suficiente informacin para plantear una conclusin. En este y otros aspectos inciertos, tendremos que esperar el
avance del proceso del ME y desarrollar mayor investigacin para dar respuestas.
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108
En octubre de 2010, el gobierno de Juan Manuel Santos anunci que presentara al Congreso de la Repblica el
proyecto de ley 112 con el cual pretenda reformar la Ley 30, o ley marco de la educacin superior en Colombia.
Entre marzo y noviembre de 2011, una oleada de marchas, marchas y marchas de estudiantes, recorrieron las calles
unidos brazo con brazo, como un viento fresco y libre, cantando y gritando en jubilosa algaraba: A ver a ver quin
lleva la batuta, los estudiantes o el gobierno hijueputa? A ver a ver. Exclamaban a coro miles de muchachos y
muchachas en gozosa rebelda. Con el paso de los das fue en crecida la movilizacin juvenil y la simpata de la
opinin pblica con la causa del estudiantado, de tal manera que estos eventos condujeron al gobierno Santos a
retirar la reforma el 10 de noviembre de 2011.
110
La revuelta juvenil Latinoamericana se anuncia con El Cordobazo (Crdoba, Argentina, 1918). Ocho aos antes,
los estudiantes colombianos ya haban tocado muchos de los puntos que motivaron el Cordobazo con ocasin
de la celebracin del Primer Congreso de Estudiantes de la Gran Colombia en 1910. Sin embargo, la propuesta se
qued en pura labia porque de movilizacin y lucha, ms bien pocn. Tal como lo comentan Le Bot: Ni en esta
poca ni en la anterior (los aos veinte), el movimiento estudiantil llega a constituirse en una organizacin real,
comparable a las organizaciones sindicales. (Le Bot, 1985). Y la revista Semana del 7 de junio de 1954: Despus
del 8 de junio del 29 (los estudiantes) no participaron, por ejemplo, en la reforma constitucional del 36, ni en la del
45, ni reaccionaron, como muchos esperaban, ante los aos de violencia poltica que vivi el pas (1948 1953),
ni ante el cierre del Congreso, ni ante la censura de prensa (Gmez, 1986). En lo que si fueron persistentes fue en
la intencin de agruparse y discutir su problemtica. En 1922 en Medelln, durante el Primer Congreso Nacional
de Estudiantes, se da luz a la Federacin Nacional de Estudiantes. En 1924 se adelanta un Segundo Congreso
Nacional Estudiantil en Bogot, y en agosto de 1928 un Tercer Congreso en la ciudad de Medelln. Como cierre de
este perodo, en 1930 se realiz un Cuarto y ltimo congreso en la ciudad de Santa Marta. (Gmez, 1986).
Con el inicio del nuevo siglo el estudiando haba cobrado particular importancia tal como lo sealan algunos autores.
El periodo de gobierno del general Pedro Nel Ospina (1922 - 1926), ha sido considerado como punto de partida
del moderno proceso de industrializacin de Colombia y como una etapa de notables cambios en la vida social
y poltica del Pas. ste recibe la indemnizacin americana por la prdida de Panam, las inversiones extranjeras,
en petrleo, servicios pblicos y otros sectores llegan a una cifra de 235 millones de dlares. El gobierno inicia
un ambicioso programa de obras pblicas. El desarrollo industrial y la migracin de la poblacin campesina a
las ciudades comienzan a cambiar la proporcin entre poblacin rural y poblacin urbana, iniciando un proceso
acelerado de urbanizacin. Era tambin el momento en que la clase empresarial y burguesa que vena formndose
desde el siglo XIX, llegaba a un momento de mayor madurez, como tambin a tener la ambicin de asumir la
direccin del estado. Para el desarrollo de sus proyectos, esta clase necesitaba la colaboracin de una elite tcnica
y una mano de obra eficaz que no podra suministrar una poblacin analfabeta. En la nueva etapa econmica que
se abra para el pas, ni la industria, ni el comercio, ni la banca, podan funcionar sin una clase obrera dotada de
una educacin mnima. Ni siquiera las nuevas empresas agrcolas podran desarrollarse sin peones y mayordomos
capaces de leer unas instrucciones escritas y hacer clculos elementales. ( ) Todos estos fenmenos de cambio y
crecimiento exigan, como era natural, cambios en el sistema educativo. (Jaramillo, 1982). Y es a partir de los aos
30, que la educacin y la universidad pblica, reciben un cuantioso apoyo del estado colombiano (sin embargo muy
inferior al que dieron otros gobiernos latinoamericanos como: el de Pern en Argentina, el PRI en Mxico, Getulio
Vargas en Brasil, etc.).
Retomando la historia del movimiento estudiantil, tenemos que el 8 de junio de 1929 fue asesinado en Bogot el
universitario Gonzalo Bravo Pez, el primero de una extensa lista de vctimas de la confrontacin entre el movimiento
estudiantil y los diversos gobiernos nacionales. La historia de este junio de 1929 es simple. El municipio de Bogot
era presa desde haca tres aos, de la accin y la inaccin de una rosca poltica, que adueada del poder y a
espaldas del pueblo, pretenda usar y abusar de sus privilegios. Funcionarios de tan mentada rosca eran, entre
otros, los gerentes del Tranva y del Acueducto, polticos que llegaron a estas posiciones por la va de los favores
electorales dispensados en la campaa conservadora de Miguel Abada Mndez. Cuando el alcalde de Bogot Luis
Augusto Cuervo, destituy a los dos funcionarios por incompetentes, el gobernador Melo, su superior, con mal
disimulada ira y en forma fulminante, dict el decreto de insubsistencia en el cargo del alcalde (Caicedo, 1991). El
5 de junio la agitacin se traslad a la calle, resultando ms de 40 ciudadanos heridos (Medina, 1983). La multitud
tambin peda la renuncia del Coronel Carlos Corts Vargas como Director Nacional de la Polica (Corts Vargas
CMO HA SIDO LA VUELTA? Breves notas sobre la organizacin y el movimiento juvenil colombiano
haba conducido las tropas en la Masacre de las Bananeras un ao atrs - 5 de diciembre de 1928). En la noche del
7 de junio, luego de concluir una majestuosa movilizacin, un pelotn de soldados, encargados de la seguridad
de la puerta trasera del Palacio Presidencial, dispar contra un grupo de jvenes manifestantes ( ). Sobre la acera
yacan heridos Federico Scheller, de ascendencia alemana, hijo del propietario del Hotel Europa, y el estudiante
nariense de segundo ao de Derecho, Gonzalo Bravo Pez (Caicedo, 1991).
Veinticinco aos despus, el pas era gobernado por una Junta Militar que presidia el General Gustavo Rojas Pinilla.
El 8 de junio de 1954, en los actos de conmemoracin de la muerte de Bravo Pez, un grupo de soldados dispara
contra el estudiante de la Universidad Nacional, Uriel Gutirrez Restrepo. Al da siguiente ocurre una gigantesca
movilizacin hasta la Plaza de Bolvar de Bogot; en estos sucesos el ejrcito acribilla a 10 estudiantes57 y otros
41 quedan heridos. En 1953, la iglesia catlica haba fundado la Federacin Universitaria Colombiana (FUC),
organizacin que agolp un nmero significativo de universitarios. Sin embargo, a raz de la masacre del 8 y 9
de junio de 1954, los liberales y comunistas se apartan de la FUC y fundan la Federacin de Estudiantes de
Colombia (FEC). En 1957 luego de la cada de Gustavo Rojas Pinilla, se realiza el Primer Congreso Nacional de
Estudiantes en Bogot, y se constituye la Unin Nacional de Estudiantes (UNEC) con bases de la FUC y la FEC.
En los primeros aos de la dcada de los sesenta, al tropel e insubordinacin de los chicos se les concede cierta
tolerancia. El establecimiento estimaba que tena una deuda con los jvenes por su concurso en los acontecimientos
que permitieron la cada de la dictadura de Rojas Pinilla, tal como lo expresa el presidente Alberto Lleras Camargo
con motivo de la inauguracin de las residencias femeninas de la Universidad Nacional: En mayo de 1957 los
estudiantes, como lo haban hecho en todas las grandes jornadas de nuestra historia, se colocaron a la vanguardia
del movimiento restaurador de la libertad. Cuando amaneci sobre Colombia, un da inolvidable para la libertad
americana, la primera gratitud fue para ellos, los precursores y los mrtires (Ruiz M, 2002). Toda la dcada de
los sesenta ser generosa en acontecimientos y protestas muy centradas en el rechazo a la intromisin de USA
en la educacin colombiana. La novedad del ao 1962 es la intervencin creciente de los Estados Unidos en el
desarrollo de la enseanza universitaria colombiana y la oposicin cada vez ms firme del movimiento estudiantil
a esta penetracin cultural (Le Bot, 1985). El Ministerio de Educacin de Colombia haba acogido sin reservas los
planes de enseanza propuestos por Estados Unidos en el Seminario de Rectores de Amrica Latina realizado en
El Paso (Texas), en enero de 1962; y se adelant una reforma educativa orientada por asesores norteamericanos.
Sin embargo, a medida que avanzaba la dcada la tolerancia a la protesta estudiantil decae. En 1967, el entonces
presidente Carlos Lleras Restrepo visit la Facultad de Veterinaria y se hizo acompaar de uno de los Rockefeller. La
provocacin era tan manifiesta que la reaccin estudiantil no se hizo esperar ( ), y el primer magistrado de la nacin
vio cmo su frente comenzaba a sangrar, aunque parece ser, como se dijo despus, que el proyectil no fue una
piedra sino un tomate. La cuestin es que el presidente y su aterrado husped huyeron de la Universidad, aunque
su reaccin no tard en manifestarse. Una horas ms tarde varios helicpteros sobrevolaron el campus en ejercicio
de una evidente composicin de lugar ( ). Poco despus, un destacamento de tanques viol implacablemente el
Alma Mater, neutralizndola en sus puntos ms sensibles: la calle veintisis, la carrera treinta y las cercanas de
Gorgona. Simultneamente nuevos helicpteros trasladaron contingentes de soldados de lite. Con uniformes de
camouflage y las caras tiznadas y fuertemente armados: camiones y jeep complementaron la rpida operacin y
57 Sobre este acontecimiento no se tiene claro el nmero de vctimas. Alberto Gmez y Manuel Ruiz, hablan de 10 estudiantes asesinados, Yvon Le Bot de 14, la
revista Deslinde de 12, la prensa bogotana de esos das inicia el conteo con 18 muertos y con los das cae a 8. Gmez y Ruz, entregan una lista de 10 estudiantes
asesinados: lvaro Gutirrez Gngora, Elmo Gmez Lucich (peruano), Hernando Morales, Rafael Chvez Matallana, Jaime Moore Ramrez, Hernando Ospina Lpez,
Hugo Len Velzquez Arroyabe, Jaime Pacheco Mora, Hernn Ramrez Henao y Carlos J Grisales.
111
112
en cuestin de quince minutos toda la ciudad (universitaria) haba sido tomada. ( ) Casi diez mil estudiantes fueron
detenidos y llevados a diversos campos de concentracin, y de tan masiva captura no se salv nadie, ni celadores,
ni conserjes, ni decanos. (Moreno-Duran, 1988).
Estos sucesos esplndidamente relatados por Moreno-Duran, darn pie a que el gobierno de Lleras Restrepo
se imponga como tarea acabar con la Federacin Universitaria Nacional FUN, fundada en 1963 durante el
Tercer Congreso Nacional Estudiantil celebrado en Bogot. La Federacin Universitaria Nacional, logr congregar
representaciones de ms de 30 universidades, y estuvo al frente de luchas tan destacadas como la marcha de
estudiantes desde Bucaramanga a Bogot en 1964. Pero el gobierno de Carlos Lleras Restrepo, vio en esta
organizacin estudiantil a su principal enemigo y as lo manifest: Hay una entidad que no s si tenga personera
jurdica (), que se denomina as misma Federacin Universitaria Nacional FUN (). Me siento obligado a decir
que no reconozco a los individuos que forman parte de tal entidad, el derecho de dirigirse as al Gobierno Nacional.
Y desde luego, con esa FUN o Federacin Universitaria Nacional, no mantendr relaciones el gobierno (Torres, F.
1975). Lleras Restrepo fue subiendo de tono y en mayo de 1969 declarar: Los estudiantes sern tratados de la
misma manera que los grupos armados que operan en el pas (Le Bot, 1985). Finalmente la FUN desapareci en
medio de la ms virulenta persecucin.
CMO HA SIDO LA VUELTA? Breves notas sobre la organizacin y el movimiento juvenil colombiano
de Cali, los disturbios se riegan por toda la metrpoli, al final de la jornada, ms de 30 ciudadanos son asesinados.
A partir de este momento, se desarrolla una agitacin que lleva al paro a 35 universidades, prcticamente todas
las pblicas y algunas privadas como: Javeriana, Andes, Tadeo, Libre, Santo Toms, Incca y la Gran Colombia. En
reuniones y congresos clandestinos se construy un Programa Mnimo que recoga los problemas ms lgidos de la
comunidad universitaria. 1. La salida de los organismos estadunidenses (Fundacin Ford, Fundacin Kellogs, USAID,
cuerpos de paz, etc.) de las universidades colombianas. 2. Una reforma de los Consejos Superiores Universitarios
(de los cuales formaban parte la Iglesia, los gremios econmicos, el Ministerio de Defensa y otras entidades que no
representaban a la comunidad universitaria). 3. Un mayor presupuesto para la educacin superior, cumpliendo con
el 15% del presupuesto educativo. 4. Cogobierno en las universidades pblicas (por Co-gobierno se entiende la
administracin conjunta de los centros educativos - estudiantes, profesores, trabajadores y el gobierno)58. Fue un ao
de grandes movilizaciones que permiti ganar el co-gobierno en las universidades de Antioquia y Nacional de Bogot.
En la corta primavera del co-gobierno, los estudiantes lograron elevar el presupuesto de investigacin, ampliar cupos,
reincorporar expulsados, defender la libertad de ctedra y fortalecer financieramente la universidad pblica.
Un ao despus el co-gobierno se pierde, En 1972 las ocupaciones militares, los cierres de la universidades,
expulsiones de profesores y estudiantes, ( ) La operacin limpieza en la Universidad Nacional, y la expulsin en
los Andes de los militantes de tendencia maosta ( ), abren un periodo de relativa paz acadmica. (Le Bot, 1985).
En los aos 80, el establecimiento arrecia contra el movimiento estudiantil y la universidad pblica. El asesinato de
Alberto lava (agosto 1982), profesor de la Universidad Nacional, la desaparicin en 1983 de los hermanos Sanjun
y Gonzlez, estudiantes de la Universidad Distrital, el crimen de Jess Len Patio (9 mayo 1984), estudiante
de la Universidad del Valle y, la masacre del 16 de Mayo en la Universidad Nacional, en la que muri un nmero
indeterminado de jvenes59 (Castro, 2009). A esto se sum el cierre de cafeteras, residencias, servicios mdicos,
programas de becas y el aumento de los costos de matrcula.
En mayo de 1986, el estudiantado intenta tomar oxgeno citando el Encuentro Nacional Estudiantil Chucho Pea,
pero esta convocatoria no detiene la violencia contra la universidad. El 26 de agosto es asesinado el estudiante
de Derecho de la UN Luis Alberto Parada, lo que motiva la toma de las residencias estudiantiles y los edificios
administrativos de la Universidad. Hctor Abad nos instruyen sobre este momento: Entre julio y agosto de ese ao,
1987, en una clara campaa de persecucin y exterminio, haban matado a los siguientes estudiantes y profesores
de la universidad de Antioquia: el 4 de julio, a Edisson Castao Ortega, estudiante de Odontologa. El 14 de julio,
a Jos Snchez Cuervo, estudiante de Veterinaria; el 26 de julio, a Jhon Jairo Villa, estudiante de Derecho; el 31
de julio a Yowaldin Cardeo Cardona, estudiante del Liceo de la Universidad; el primero de agosto, a Jos Ignacio
Londoo Uribe, estudiante de Comunicacin Social; el 4 de agosto, al profesor de Antropologa Carlos Lpez
Bedoya; el 6 de agosto, al estudiante de Ingeniera Gustavo Franco; el 14 de agosto, al profesor de la Facultad de
Medicina, y senador por la UP, Pedro Luis Valencia. (Abad, 2004). Das despus fueron asesinados los profesores
y defensores de Derechos Humanos Hctor Abad Gmez60 y Leonardo Betancur, cuando salan de la funeraria
luego de rendir homenaje a una vctima. (Archila, 2012). Una ofensiva a sangre y fuego que debilit la organizacin
estudiantil y golpeo duramente a la universidad pblica en Colombia.
58 FEDERACIN DE ESTUDIANTES DE LA UNIVERSIDAD DEL VALLE, F.E.U.V. 1971 -. 1972, Desarrollo Poltico del Movimiento Estudiantil, Editado por F.E.U.V,
Cali, 1973. Y Revista Deslinde, ao 1, nmero 1, junio 1971, Medelln.
59 Acontecimientos que no han sido del todo esclarecidos. Se dice que el 16 de mayo perdieron la vida varios estudiantes, pero nunca se han precisado sus
nombres. Sin embargo, como veremos ms adelante, el impacto del 16 de mayo en la organizacin estudiantil fue definitivo.
60 Padre del escritor Hctor Abad Facio-Lince, autor del anterior relato.
113
114
CMO HA SIDO LA VUELTA? Breves notas sobre la organizacin y el movimiento juvenil colombiano
Actuaban en red.
Eran plurales ideolgicamente.
No se expresaban dentro de partidos polticos.
61 DE SOUSA SANTOS, BOAVENTURA. El Foro Social Mundial y la izquierda global, en: Revista Viejo Topo, N 240, enero 2008, Barcelona, Espaa.
62 Abuelo del presidente Juan Manuel Santos.
63 Entrevistas con miembros del movimiento estudiantil de los aos 80.
64 Asociacin de Vecinos de Granjas de San Pablo.
65 Proyecto Educativo para el Sur Oriente.
66 Asociacin de Vecinos Solidarios.
El prximo paso fue vincular a miembros de las nacientes culturas juveniles con los trabajos sociales y culturales de
los barrios. Es este el ao en el que Richard Daz del grupo de teatro Mscatela de Patio Bonito, trajo a los Redskin
al barrio. l se hablaba con David Moreno, uno de los fundadores de ese movimiento, y los invit un domingo; as
que ellos aparecieron el domingo 12 de Octubre (de 1992) a las 6 de la tarde. A la salida de misa llegaron a una
procesin que presida el prroco Pablo Emilio Moreno -imagnese una celebracin cristiana con velas y cirios, y
una cruz al frente- por los indgenas, afros y dems mrtires de la invasin europea. Recuerdo ahora la imagen de
algo ms de 40 muchachos rapados parados en el atrio de la iglesia con chaquetas de aviadores o camufladas,
con yines bota tubo, botas militares, cordones rojos y parches con smbolos comunistas y nombres de bandas
(para nosotros desconocidas) de Ska y Punk. A ms de que venan con algunos punqueros que con sus crestas
retadoras causaron estremecimiento entre las camanduleras del barrio. Este fue el inicio de un vnculo que permiti
que muchas bandas del naciente Ska, Punk y Rock militante, pasaran por los festivales de Britalia (Snchez, 2011).
115
116
Esta sirve de escenario para que FECODE68 anuncie un paro nacional a partir del 23 de mayo contra la propuesta del
gobierno de reducir los recursos destinados a la educacin. El 23 de mayo se movilizan en Bogot ms de 70.000
personas entre maestros, universitarios, estudiantes del Sena69 y secundaria.
Con los das los maestros reducen su presencia en el paro, y a su vez los estudiantes de secundaria se ponen al
frente de la huelga. En mayo, solo en Bogot, los muchachos ocuparon 120 colegios pblicos.
Algunos de los motivos de esta profusa participacin juvenil:
A partir de la Constitucin de 1991 se haba enfatizado en los colegios el tema de los derechos humanos, los
estudiantes sintieron que les vulneraban el derecho a la educacin.
Leopoldo Mnera piensa que: Ha habido una recomposicin del movimiento con algunas novedadesHan
entrado a la protesta los estudiantes que no estn especialmente organizadosHay una mayor preocupacin por
cualificar el discurso y el debate, y una mayor utilizacin de protesta simblica y menos de medios violentos70.
El movimiento pasa del centro a la periferia. De la Universidad a secundaria y de las universidades pblicas a
las privadas.
Muchos de los lderes venan de la experiencia de lucha del 012.
Este movimiento del 2007, en mi opinin, fue tan masivo, o tal vez ms, que el del 2011, sin embargo, no logr ganar
a la opinin pblica a su favor. Su importancia radica en la visibilizacin de nuevos liderazgos, su independencia
frente a los grupos polticos de izquierda ms tradicionales y el ensayo de nuevas formas de comunicar el mensaje.
En este ao se introducen las besatones, los performances, los camiones dotados con equipos de sonido que
daban tarima a bandas de Rock en vivo71 y las marchas carnaval, me refiero a las manifestaciones con bailes,
msica, tambores y actuaciones de teatro, que sustituyeron los aburridos desfiles en largos bloques, animados
por montonas consignas. Adems de esto, fueron los primeros en utilizar de forma creativa los nuevos medios de
comunicacin (internet, celulares, grafitis, etctera).
Con estos antecedentes llegamos al 2011, cuando el gobierno de Juan Manuel Santos present al Congreso de la
Repblica el proyecto de ley 112 que contena la propuesta del ejecutivo para reformar la Ley 30 o ley marco del
sistema de educacin superior en Colombia. En 1991 Colombia cambi de constitucin. Esta constitucin fue el
resultado de los acuerdos de paz con las organizaciones guerrilleras: Movimiento 19 de abril M 19, Ejrcito Popular
de liberacin - EPL, Movimiento Armado Quintn Lame, Partido Revolucionario de los Trabajadores y Movimiento
de Auto Defensa Obrera. La Constitucin del 91 inaugur mltiples espacios para la participacin ciudadana y
moderniz el estado colombiano, pero tambin abri mbitos al modelo neo-liberal dando la posibilidad que el
Estado contratara empresas privadas para la prestacin de la salud, la educacin, los servicios pblicos domiciliarios,
etc. Un ao despus se expide la Ley 30 que disminuye los recursos para la universidad colombiana y crea un
marco legal donde la academia se ve obligada a generar recursos para sus sostenimiento. Entonces fue necesario
subir matrculas, bajar los salarios de los profesores, desarrollar contratos de servicios, incursionar en actividades
comerciales, reducir la investigacin, etc. Hoy el Estado colombiano aporta menos de la mitad de los recursos que
requieren las universidades pblicas. El gobierno destina a la educacin superior solo un 0,49 % del PIB, mientras
un 4,8% va para el conflicto armado y gasta en un soldado el equivalente de lo que destina para cinco estudiantes.
68 Federacin Colombiana de Educadores.
69 Servicio Nacional de Aprendizaje. Entidad pblica de carcter tcnico.
70 Movilizacin estudiantil toma un nuevo aliento, El Tiempo, 21 de mayo 2007, Pg. 1-6.
71 Propuesta inaugurada por el colectivo juvenil Somos Sudacas en la marcha del 1 de mayo de 2005.
CMO HA SIDO LA VUELTA? Breves notas sobre la organizacin y el movimiento juvenil colombiano
La reforma de Santos iba ms all de la Ley 30, permitiendo el nimo de lucro en la educacin. Esto sac a
miles de estudiantes a la calle y propici la conformacin de la Mesa Amplia Nacional - MANE. La MANE agrupa
cinco organizaciones estudiantiles de carcter nacional: FEU72, Proceso Identidad Estudiantil, ACEU73, FUN74
Comisiones y OCE75. Cada una de ellas representa a un sector o partido poltico de izquierda. Adems de estos
procesos nacionales, la integran organizaciones y colectivos regionales y locales. Entre los ms destacados estn:
Sindicato de Estudiantes de Colombia, Comuna Universitaria, Conciencia Crtica y Rebelda Estudiantil Organizada.
Por supuesto no han faltado los grupos que se han distanciado del proceso de Mesa Amplia, pero el ncleo central
contina unido. La MANE, para su operacin, cuenta con tres grupos de trabajo: Movilizacin, Organizacin y Mesa
Programtica. Entre encuentro y encuentro ha trabajado un Comit Operativo conformado por dos delegados de
cada proceso organizativo y se cuenta con comisiones de Comunicacin, Derechos Humanos y Acadmica. Cada
reunin general o MANE, es una gran asamblea que no siempre llega a acuerdos. Sin embargo, el punto de partida
de la coalicin fue un documento base que se llam El Programa Mnimo de los estudiantes colombianos.
Aunque se ha buscado que las decisiones se tomen por consenso no han faltado las directrices desde arriba.
Hemos tratado de articular las asambleas de base con las reuniones nacionales, tenemos que lograr un equilibrio
entre estos dos escenarios. Creemos en los procesos de bases y en que las asambleas tracen la direccin, pero no
se puede fetichizar el asambleismo, decir que slo la voz de la asamblea es genuina, idealizar la asamblea como el
nico espacio que puede tomar decisiones. La direccin de la MANE representa a las organizaciones y los procesos
estudiantiles agrupados en ella, y sus decisiones son legtimas. Tenemos que balancear todos los espacios de
participacin y decisin. Dice Boris Duarte uno de los voceros de la MANE76.
A comienzos de octubre del 2011 se decidi en Cali que cada universidad se lanzara al paro segn su ritmo, pero
todas deban coincidir cuando se radicara el proyecto de reforma a la Ley 30. As se concert un Paro Nacional de
48 horas para el 12 y 13 de octubre. A partir de este momento, la movilizacin estudiantil se extendi con celeridad
de trueno a nuevos sectores educativos (universidades privadas, instituciones tcnicas, colegios de secundaria,
etc.,), y la opinin pblica tomo partido a favor de la huelga a travs de los medios de comunicacin, las redes
sociales y su presencia en las mismas calles. El gobierno Santos, el 10 de noviembre, decide retirar el proyecto de
reforma. Y con esto los estudiantes se anotan una victoria.
Para el 2012 la MANE se ha dado a la tarea de construir una propuesta de ley alternativa, con participacin de
estudiantes, profesores, trabajadores y otros grupos de opinin. No creemos que slo hasta que cambie el sistema,
cambiar la educacin. Consideramos que un cambio en la educacin, contribuye al cambio del sistema, ya que todos
aquellos que han sido oprimidos, sentirn que ganaron una gran reivindicacin. Cambiar el modelo de educacin, es
tambin cambiar el modelo fiscal, el modelo econmico (que hoy ve la educacin como una mercanca), cambiar lo
social y lo poltico. Y lo ms importante es obtener la gratuidad de la educacin y mejorar su calidad sin crear nuevos
impuestos, porque los estudiantes no estaramos de acuerdo que se creen nuevos impuestos. Es necesario cambiar
las prioridades del gobierno que hoy invierte ms en la guerra y menos en educacin, cambiar las prioridades del
gobierno que destina muchos recursos al pago de la deuda externa y pocos a la educacin.
72 Federacin de Estudiantes de Colombia.
73 Asociacin Colombiana de Estudiantes Universitarios.
74 Federacin Universitaria Nacional.
75 Organizacin Colombiana de Estudiantes.
76 SNCHEZ GONZLEZ, DIEGO. Estos pelados estn haciendo cosas nuevas y muy bacanas - Caf y conversa con tres dirigentes de la MANE, Suplemento
especial peridico desde abajo, edicin 173, enero, 2012, Bogot.
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El construir una ley alternativa de educacin con la gente, en las calles, en los barrios, y en las veredas, es poner
en prctica una democracia participativa, democracia que hoy no existe en Colombia. Por esto, se debe construir
una ley alternativa de educacin surgida de la gente, es decir, que el poder constituyente resida en la gente77. Nos
explica Jairo Rivera, otro vocero de la MANE. Para el 2013 se avecina un segundo periodo de movilizacin que
acompaar la negociacin de la propuesta de ley alternativa de educacin. Ah nos vemos pelaos.
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Revistas: Alternativa, Deslinde, Semana y Viejo Topo.
121
120
Presentacin
El involucramiento de las personas jvenes en movimientos sociales, sean stos exclusivamente de jvenes o en
relacin con otras generaciones, es una constante en la vida social en Costa Rica. En mayor o menor nmero, con
mayor o menor intensidad en unos perodos o coyunturas, con diferente vigor en algunas esferas de la vida que
en otras. Sin embargo, los y las jvenes se involucran y desarrollan diversas acciones o prcticas vinculadas con
lo que se pueda denominar un movimiento social. Estas expresiones presentan diferentes rasgos, dentro de los
cuales la diversidad y la temporalidad, son aspectos que los distinguen. Surgen, se desarrollan y se expresan tanto
en el marco de la accin institucional como en el de la sociedad civil.
Este trabajo tiene los propsitos de realizar un acercamiento a la situacin de las personas jvenes y sus movimientos
sociales en Costa Rica; presentar algunas experiencias de movilizacin social de las personas jvenes; mostrar el
vnculo del Consejo de la Persona Joven con estructuras organizativas de jvenes dentro del Sistema Nacional de
Juventud; y realizar un acercamiento desde los Derechos Humanos a algunas manifestaciones de los movimientos
sociales de las personas jvenes.
78 Un esquema inicial de este trabajo se present en el Foro Regional Movimientos juveniles en Amrica Latina y el Caribe: Entre la tradicin y la innovacin,
convocado por la UNESCO y la SENAJU, realizado en Lima, Per, los das 23 y 24 de noviembre de 2012.
122
En razn de lo anterior, se explora de manera general la situacin y se presentan algunas experiencias recientes,
enfatizando en la participacin de jvenes en torno a polticas pblicas desde el plano gubernamental. Una tarea
que se evidencia es la necesidad de conceptualizar en torno a los movimientos de las personas jvenes en la poca
actual e investigar su desarrollo en Costa Rica.
Para abordar los propsitos de investigacin se desarrollan los siguientes contenidos: en el primer apartado se
presenta una breve contextualizacin sociodemogrfica de la poblacin joven, la participacin y la institucionalidad
en Costa Rica; seguidamente se revisan algunas concepciones tales como personas jvenes y movilizacin
social como derecho humano. En tercer trmino, se expone como se relacionan movimientos sociales y derechos
humanos: algunas expresiones de las personas jvenes en torno a la educacin, la gestin cultural comunitaria,
derechos sexuales y el involucramiento en la aprobacin y ejecucin de polticas pblicas. Finalmente, se presentan
algunas reflexiones a manera de cierre.
Personas jvenes y sus movimientos sociales en Costa Rica: algunas reflexiones sobre la situacin actual
Porcentajes
Nmero de
organizaciones
Hombres
Mujeres
Total
Hombres
Mujeres
Total
Ninguna
366.872
489.224
856.096
22,7%
30,3%
53,0%
En alguna
447.478
310.373
757.851
27,7%
19,2%
47,0%
Total
814.350
799.597
1.613.947
50,5%
49,5%
100,0%
247.367
203.726
451.093
15,3%
12,6%
27,9%
107.016
70.921
177.937
6,6%
4,4%
11,0%
50.727
16.970
67.697
3,1%
1,1%
4,2%
24.178
7.630
31.898
1,5%
0,5%
2,0%
11.570
6.736
18.306
0,7%
0,4%
1,1%
Entre 6 y 12
6.620
4.390
11.010
0,4%
0,3%
0,7%
123
124
Personas jvenes y sus movimientos sociales en Costa Rica: algunas reflexiones sobre la situacin actual
Costa Rica: Participacin de personas jvenes de 15 a 35 aos por sexo segn tipo de agrupacin 2007
Tipo de Agrupacin
Hombres
Mujeres
Total
Religioso
188883
23,2
207970
26,0
396852
24,6
Deportivo
281748
34,6
73559
9,2
355308
22,0
Ecolgico
44945
5,5
21000
2,6
65945
4,1
Estudiantil
67627
8,3
41227
5,2
108854
6,7
Universitario
32753
4,0
21994
2,8
54747
3,4
Grupo comunal
47468
5,8
38820
4,9
86287
5,3
Municipal
13644
1,7
10429
1,3
24073
1,5
Cooperativo
32898
4,0
14021
1,8
46920
2,9
Artstico
47716
5,9
33549
4,2
81265
5,0
Sindical
11899
1,5
4664
0,6
16563
1,0
15063
1,8
10774
1,3
25836
1,6
31335
3,8
11193
1,4
42528
2,6
Costa Rica: Participacin de personas jvenes de 15 a 35 aos en acciones de diversa ndole 2007
Tipo de accin
Marchas pblicas
141679
17,4
106094
13,3
247773
15,4
115654
14,2
81273
10,2
196927
12,2
101930
12,5
64940
8,1
166871
10,3
129951
16,0
102888
12,9
232839
14,4
Total involucrar
814351
100,0
799596
100,0
1613947
100,0
Algunos conceptos de partida: personas jvenes, movilizacin social como derecho humano
La idea de persona joven o personas jvenes como categora legal y sociocultural, no haba sido empleada en Costa
Rica sino hasta el ao 2002 con la promulgacin de la LGPJ. Por un lado, se define una persona joven como aquella
entre 12 y 35 aos y compuesta por adolescentes, jvenes y jvenes adultos sin definir en forma etaria las cohortes
correspondientes para cada uno de los segmentos sealados, a excepcin de adolescentes claramente definidos
por la legislacin particular sobre esta poblacin. Esta concepcin se reafirma con la Convencin Iberoamericana
de Derechos de la Persona Joven (CIDPJ)79, ratificada en 2007 y en vigencia a partir de marzo de 2008, pues su
ratificacin interpreta de manera explcita el rango de aplicacin para esta poblacin en los trminos sealados
por la LGPJ. De esta manera por primera vez se define en el pas en trminos etarios, jurdicos y para efectos de
polticas pblicas a la poblacin de personas jvenes. Por otro lado, la CIDPJ define a la poblacin joven como
sujetos y titulares de derechos planteados de manera explcita por la CIDPJ, unido a lo cual establece el principio
de no discriminacin por ninguna condicin o circunstancia para el disfrute de derechos y libertades, la igualdad de
derechos y oportunidades vinculados con los mismos. (CIDPJ, Artculo 5).
79 Nombre adoptado en Costa Rica para la Convencin de Derechos de los Jvenes.
125
126
De manera particular, dentro de sus principios la Ley establece el reconocimiento a la persona joven como actor
colectivo e individual, cultural, poltico y econmico y de importancia estratgica para el desarrollo nacional.
Reconoce tambin el carcter heterogneo y la especificidad del grupo etario que la comprende, aspectos que
obligan al reconocimiento de los y las jvenes de acuerdo con la realidad tnico cultura y de gnero. Dentro de
la integralidad de las personas jvenes se comprende el desarrollo integral y de manera complementaria valores,
creencias, tradiciones, juicio critico, creatividad, educacin, cultura, salud y vocacin laboral; en trminos de grupo
social se reconocen las necesidades propias, papeles y aportes especficos, diferentes o complementarios a los del
mundo adulto. (LGPJ, Artculo 3).
Ahora bien, hemos planteado algunos aspectos de orden legal los cuales tienen incidencia en las esferas
sociocultural e institucional y en las personas mismas, por tanto, en la aplicacin de legislacin a un grupo con un
peso demogrfico considerable tal y como se present en el apartado anterior, y en el ejercicio de derechos, dentro
de los cuales ms adelante consideramos la movilizacin social de las personas jvenes.
Con la irrupcin de enfoques de derechos en el contexto costarricense, el desarrollo de procesos particulares de
poltica pblica desde el ao 2002 y el reconocimiento de la diversidad y particularidad de las personas jvenes, en
el Enfoque de Juventudes desarrollado por el Consejo de la Persona Joven (2010a), nuevas miradas cristalizan o
consolidan de manera sinttica diversos contenidos sobre la concepcin y relacin con las personas jvenes desde
el quehacer institucional. Estas miradas se suman a los paradigmas en polticas pblicas desarrollados en Amrica
Latina y tienen la particularidad de poner en el centro a las personas jvenes desde una perspectiva de sujetos
integrales con las consecuentes respuestas de poltica desde la integralidad de los servicios. Derechos humanos
articula un paradigma en construccin y con una visibilizacin positiva de las personas jvenes.
Uno de estos contenidos de enfoque critica la adjetivizacin de acciones adscritas a una condicin juvenil. Si se
tiene presente el amplio rango de edad sealado, no es adecuada la sealizacin de una prctica que comprenda
a un conjunto numeroso de personas. Una persona de 30 a 35 aos compartira con un descendiente suyo
adolescente, la misma condicin de juvenil. Ambas personas, si fueran mujeres podran, estar embarazadas, o
cometer un delito de violencia, y se hablara de embarazo juvenil o violencia juvenil.
De acuerdo con el Enfoque de Juventudes lo juvenil, valorado como adjetivo, adscribe una situacin o persona a
una condicin etaria o generacional que califica acciones, prcticas en su mayora con un sentido negativo. Razn
por la cual el enfoque propone no utilizar lo juvenil, sino ms bien juventudes y personas jvenes de acuerdo con
el enfoque y en reconocimiento de la condicin de sujetos de derechos a las personas jvenes.
La insercin en el sistema democrtico para las personas de este amplio rango de edad establece diferencias para
el ejercicio de derechos polticos, el derecho a elegir y ser electo para mayores de 18 aos, segn los requisitos
constitucionales, en los procesos cantonales y nacionales. Adems, diferencias culturales en cuanto al gnero o
bien intergeneracionales al interior de la poblacin joven, inciden tambin en la participacin poltica.
El enfoque de juventudes, instrumento para la visibilizacin positiva de las personas jvenes, establece o reconoce
la diferencia, particularidad y no discriminacin de las personas jvenes (CPJ, 2010a). Este aspecto vinculado a
la movilizacin social de jvenes conlleva el reconocimiento de movimientos y movilizaciones de diverso orden,
temtica, finalidad y composicin.
Personas jvenes y sus movimientos sociales en Costa Rica: algunas reflexiones sobre la situacin actual
La concepcin de sujetos de derechos a las personas jvenes conlleva el reconocimiento y expresin de identidades
diversas, las cuales podran estar acordes con el principio de no discriminacin de las personas jvenes (CIDPJ, Artculo
5). De manera especfica, reconoce particularidades humanas, las cuales no deben ser objeto de discriminacin.
Las concepciones sobre los movimientos de jvenes, y la concepcin misma de las personas jvenes tienen
incidencia en las acciones de poltica pblica, la investigacin y el lugar social asignado y asumido en su desarrollo
social. La idea de movimientos juveniles, se refiere tanto a aspectos de organizacin como de movilizacin social
de jvenes, en los cuales sucede la participacin social de las personas jvenes; adems, se pueden considerar
otras manifestaciones o expresiones relacionadas, articuladas o no, o bien parte de un mismo campo de expresin
de los y las jvenes.
De esta manera los derechos a la reunin, a la asociacin, la expresin, la participacin social, y al desarrollo
constituyen los derechos centrales, o referentes para un movimiento de personas jvenes, en este sentido estos
derechos constituyen un mecanismo, un medio o una herramienta para las personas jvenes para alcanzar otros
propsitos. Sin embargo, la movilizacin tendr como rasgo su relacin con otros derechos. Esta vinculacin de
derechos entre s, y su indivisibilidad, confieren integralidad a la prcticas de movilizacin de las personas jvenes.
Derechos humanos ofrece otro paradigma (un nuevo paradigma) para la concepcin de las personas jvenes, as
como para la orientacin de polticas pblicas que respondan a necesidades de los y las jvenes y estn acordes
con las demandas de la coyuntura que les corresponde enfrentar.
Adems de la especializacin de las organizaciones, algunos movimientos y organizaciones adoptan o resignifican
diversas temticas tales como ambiente, sexualidad, derechos humanos, diversidad sexual, an cuando algunos
movimientos tienen un eje central o varios de los tpicos mencionados.
Pensar los movimientos juveniles, de juventudes o de personas jvenes, a la luz de derechos humanos, conlleva
redefinir concepciones, o bien situar desde otras perspectivas a las personas, sus organizaciones y los resultados
de su accionar. Implica tambin mirar identidades, expresiones, la relacin con otros derechos o la conjugacin de
derechos humanos.
La vinculacin de derechos humanos con movimientos juveniles implica reconocer libertades para involucrarse o no,
y la consideracin de tales libertades por acciones en su respuesta, polticas pblicas de autonoma, determinacin,
exigibilidad de derechos, denuncia, incluyendo la protesta como una forma de expresin colectiva.
Sin duda alguna, derechos humanos ofrece un ideal o bien un compromiso de los estados para su cumplimiento.
De manera seguida, se presentan los contenidos de los derechos humanos vinculados directamente con la
movilizacin de personas jvenes.
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Contenidos
Disposicin de foros
Creacin de organizaciones ya asociaciones para el anlisis de problemas y presentacin de
iniciativas polticas
Acceso a recursos concursables para el financiamiento de proyectos y acciones
Independencia y autonoma de las organizaciones y asociaciones
Participacin poltica
En todos los sectores de la sociedad, en organizaciones
Eleccin
Ser electos
Formulacin de polticas y legislacin
Anlisis y discusin de iniciativas en sus organizaciones y asociaciones
Personas jvenes y sus movimientos sociales en Costa Rica: algunas reflexiones sobre la situacin actual
Una de ellas, articula un movimiento con presencia en el tiempo y reaccin en las calles a una situacin que vulnera
el derecho a la educacin; de seguido, un movimiento de gestin cultural comunitario; otra de ellas se refiere a un
conjunto de movilizaciones en lnea y en la calles en defensa de la orientacin sexual y de gnero; se finaliza con
dos experiencias de participacin formal de jvenes organizados en instancias gubernamentales vinculadas con el
desarrollo de polticas, dentro del Sistema Nacional de Juventud.
Por el derecho a la educacin: organizaciones estudiantiles
Las organizaciones estudiantiles y la participacin de estudiantes constituyen un movimiento con presencia
permanente y con diversos frentes de lucha, no slo en relacin con asuntos propiamente afines a su ocupacin,
sino tambin vinculados con la situacin del pas y los principales acontecimientos. Ejemplos recientes: la oposicin
al tratado de libre comercio con Estados Unidos (2007), la defensa del ambiente y oposicin a la minera a cielo
abierto (2010-2011), la defensa de la Caja Costarricense de Seguro Social; contra la criminalizacin de la protesta
(2012). De manera reciente el movimiento estudiantil se ha movilizado en contra de la penalizacin del fotocopiado
de textos acadmicos.
El movimiento denominado Fotocopiando para estudiar se gest en contra del veto realizado por la Presidenta
de la Repblica a un proyecto de ley aprobado por la Asamblea Legislativa, el cual penaliza la reproduccin de
obras sin permiso del autor80.
La marcha dirigida al Congreso estuvo conformada por estudiantes de colegio, universidades pblicas y privadas,
personal universitario y empresas fotocopiadoras. Segn datos de prensa, los organizadores estiman la participacin
de 5000 a 6000 personas el 9 de octubre de 2012. Su propsito fue solicitarles a la Asamblea Legislativa el resello
de la ley vetada, de manera que se permita la reproduccin de material impreso con fines educativos.
En una manifestacin por el derecho a la educacin como un valor del pas, es una de las reivindicaciones de los
y las jvenes, el acceso al derecho empleando copias de textos educativos, acorde con los ingresos de muchos
estudiantes, dado el alto costo de los libros de texto. De esta manera hacen valer el derecho a la educacin a travs
del ejercicio de derechos vinculados con la movilizacin.
Un hecho particular, del movimiento estudiantil universitario y de la institucionalidad en el pas, es la residencia de
un refugiado en la Federacin de Estudiantes de la Universidad de Costa Rica, una de las principales universidades
del pas. El hecho por s mismo, como resultado, podra mostrar la inclusin de poblacin migrante y refugiada,
sin embargo, pas por la presentacin de un recurso de amparo y una accin de inconstitucionalidad a los
reglamentos internos de la propia universidad. Este aspecto, pone en juego derechos humanos y la demanda para
el reconocimiento de equidad y no discriminacin para las persona jvenes migrantes que viven en Costa Rica.
Constituye un esfuerzo de exigibilidad de derechos que pasa por adecuar los mecanismos democrticos para el
reconocimiento de derechos humanos de personas jvenes.
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Personas jvenes y sus movimientos sociales en Costa Rica: algunas reflexiones sobre la situacin actual
Cultura Viva Comunitaria Costa Rica, es el espacio de encuentro de colectivos y personas que gestionan el arte y
la cultura en las comunidades desde diferentes sectores. Se consideran un ncleo intersectorial de animacin de
cultura viva comunitaria.
A raz de la designacin de un diputado, representante de un partido cristiano, cuyas posiciones son conservadoras
y homofbicas, como presidente de la Comisin Permanente Especial de Derechos Humanos de la Asamblea
Legislativa surgen mltiples reacciones. Un joven inicia una aplicacin en lnea para la firma de una peticin por
internet para remover de esa comisin al diputado en cuestin. La peticin en lnea81 hizo el llamado Remuevan de
la presidencia de la comisin de DDHH a Justo Orozco, en la plataforma de peticiones Change.org, aplicacin en
lnea recolect 6.813 firmas.
Esta iniciativa desarrollada por un joven, tuvo incidencia en el desarrollo de otra accin en lnea: Si no bast con la
firma, PONGMOS LA CARA! vamos por esas 10 mil caras. Exigimos la inmediata renuncia de Justo Orozco como
presidente de la Comisin de derechos humanos de la Asamblea Legislativa. PONE TU CARA82.
La aplicacin se desarroll en una pgina web y posibilit su vinculacin con Facebook para incorporar las
fotografas de las personas que se adheran. La aplicacin recolect 14.965 caras.
Durante los primeros das de gestin la Comisin mencionada aplica un procedimiento abreviado y votan en contra
del proyecto de unin civil de las personas del mismo sexo. El archivo de este proyecto origina un movimiento
importante la Marcha de los invisibles, movilizacin realizada el 16 de junio de 2012 hacia la Asamblea Legislativa,
en reaccin a la designacin del presidente de la comisin legislativa de derechos humanos, y a sus declaraciones.83
Las acciones mencionadas de la recoleccin de firmas, fotografas, y reacciones en redes sociales y la convocatoria
a la marcha han movilizado organizaciones, personas y activistas por el estado laico en Costa Rica, por la unin civil
de personas del mismo sexo, por derechos humanos vinculados con sexualidad, fecundacin in vitro, poblacin
lesbiana, gay, bisexual, transexual e intersexual.
Personas a nivel individual inician la protesta en lnea, con las firmas y las caras, y encuentran eco en las organizaciones
para el desarrollo de la marcha; de esta manera se inicia un movimiento que encuentra eco en el sentir colectivo.
La movilizacin acontecida constituye un movimiento multi-generacional con gran presencia de jvenes, personas
a nivel individual, activistas, articulacin de diferentes organizaciones de la sociedad civil, lucha por derechos
humanos, diferentes frentes de protesta, en los cuales las redes sociales tienen un papel fundamental.
En trminos de derechos humanos de las personas jvenes, a parte de aquellos propios de la movilizacin que
presentamos en el esquema anterior, los cuales constituyen una mediacin para hacer valer el propsito central de
81 La peticin en lnea se encuentra en : https://www.change.org/petitions/remuevan-de-la-presidencia-de-la-comisi%C3%B3n-de-dd-hh-a-justo-orozco
82 La aplicacin citada aparece en el sitio: http://www.fuerajustoorozco.com
83 Informacin sobre el movimiento se encuentra disponible en http://movimientoinvisibles.org/, y en https://www.facebook.com/InvisiblesCR, y sobre la marcha convocada en https://www.facebook.com/events/244811268958529/
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su manifestacin, exigir y hacer cumplir derechos identidad, honor, intimidad y a la imagen propia, el derecho a la
vida y sobre todo el principio de no discriminacin, reconocidos en la Convencin Iberoamericana de Derechos de
las Persona Jvenes.
Esta movilizacin est acorde con la sensibilidad cultural propia de la poca, se moviliza en torno a derechos
humanos, y de manera particular a derechos sexuales y reproductivos, utilizando distintas tecnologas y mecanismos.
Este movimiento, en el contexto nacional, ha logrado la manifestacin de un considerable nmero de personas,
y constituye una movilizacin importante por la articulacin, la temtica, y los mecanismos empleados para la
convocatoria y la protesta.
Personas jvenes y sus movimientos sociales en Costa Rica: algunas reflexiones sobre la situacin actual
Un aspecto relevante de incidencia poltica de la Asamblea Nacional de la Red Consultiva en la institucionalidad del
pas, constituye su peticin y acogida por parte de la Caja Costarricense de Seguro Social, para generar lineamientos
de convocatoria a los Comits cantonales en las instancias locales del sector salud y para su participacin en los
procesos de eleccin de las Juntas de Salud, en cada una de las reas rectoras en ese campo.
Ahora bien, las tres propuestas de Poltica Pblica de la Persona Joven aprobadas hasta la fecha, 2003, 2007 y
2010, han tenido como objetivo el cumplimiento de derechos, han sido estructuradas en trminos de derechos
y se despliegan con un enfoque de derechos; de manera ms reciente este enfoque se encuentra comprendido
dentro del enfoque de juventudes supracitado. Bajo este mecanismo, la Asamblea Nacional de la Red Consultiva
ha posibilitado el ejercicio de derechos vinculados con la movilizacin bajo esta perspectiva.
La Marcha de los Invisibles ha posibilitado articular voluntades y organizaciones con diferentes campos de trabajo y
que adversan una posicin poltica y cultural, en la cual estn en detrimento los derechos de poblaciones particulares.
Personas jvenes en la ejecucin de polticas pblicas a nivel local: los comits cantonales
Personas jvenes en la aprobacin de polticas pblicas: la Asamblea Nacional de la Red Consultiva
La participacin vinculada con polticas pblicas de la persona joven en Costa Rica, tiene su fundamento en la Ley
General de la Persona Joven (LGPJ), tanto en las estructuras como en la definicin de responsabilidades.
La Asamblea Nacional de la Red Consultiva de la Persona Joven (ANRC), constituye una instancia de representacin
conformada por entidades de diversa ndole en donde la organizacin es uno de sus principios de constitucin y un
mecanismo de involucramiento. En este sentido est integrada por representantes de grupos tnicos, organizaciones
no gubernamentales, asociaciones de desarrollo comunal, universidades pblicas y privadas, instituciones de
educacin para-universitaria, comits cantonales de la persona joven y partidos polticos.
El Consejo de la Persona Joven (CPJ) tiene la responsabilidad de garantizar el funcionamiento de esta asamblea
nacional de jvenes, mediante el soporte y apoyo logstico para la realizacin de las sesiones, o bien para el desarrollo
de actividades vinculadas con su finalidad central y ofrecer una propuesta de poltica pblica para su discusin.
Su finalidad central es la discusin y aprobacin de la Poltica Pblica de la Persona Joven, cada tres aos. Esta
poltica es de acatamiento obligatorio para el Consejo de la Persona Joven.
Otra de sus funciones constituye la participacin ante la Junta Directiva del Consejo de la Persona Joven. De manera
particular y en relacin con su papel dentro del Sistema Nacional de Juventud, la ANRC tiene 3 representantes ante
Junta Directiva del CPJ, de manera que las decisiones en materia de polticas pblicas y del quehacer institucional,
pasan por aprobacin de stas personas jvenes.
Adems, otra de sus funciones es ejercer la representacin de las personas jvenes en diversas instancias a nivel
de gobierno central. Dentro de estas se encuentran su incorporacin en el Consejo Nacional de Atencin del VIH/
sida (CONASIDA) y en el Consejo Nacional de Niez y Adolescencia (CNNA). Adems, su involucramiento en
el Comit Tcnico del Programa Conjunto Juventud Empleo y Migracin: una ventanilla nica para el empleo,
emprendimiento y empleabilidad de las personas jvenes de los cantones de Upala y Desamparados.
Los comits cantonales de la persona joven son comisiones municipales conformadas en las unidades territoriales
de orden cantn. Constituyen instancias de participacin y representacin integradas por representantes de colegio,
grupos religiosos, deportivos, organizaciones juveniles y un representante municipal (presidente). De igual manera,
son un espacio formalizado de representacin a nivel cantonal, dentro del Sistema Nacional de Juventud.
Los datos sobre la conformacin y organizacin de los Comits Cantonales de la Persona Joven muestran que:
a pesar de la existencia de procesos abiertos y democrticos, se registran debilidades en un importante nmero
de Comits Cantonales de la Persona Joven, en cuanto a los procesos de eleccin de sus representantes; existen
dificultades de integracin completa de todos los miembros del Comit Cantonal de las personas jvenes, aspecto
que disminuye el potencial de representacin de los Comits Cantonales de la Persona Joven con las organizaciones
que lo integran, aspecto que incide en la ejecucin del proyecto; la proyeccin de los Comits Cantonales es
insuficiente en cuanto a su alcance a las personas jvenes y a la comunidad. (CPJ, 2010b).
Al igual que la Asamblea Nacional de la Red Consultiva, su creacin se fundamenta en la LGPJ.
Desarrollan proyectos cantonales o regionales en el marco de la Poltica Pblica de la Persona Joven y la LGPJ,
para lo cual cuentan con financiamiento del CPJ, segn poblacin, ndice de desarrollo y territorio. Constituye la
nica iniciativa a nivel gubernamental que destina dinero para la decisin propia de las personas jvenes y que se
distribuye a nivel cantonal. El voluntariado es uno de los rasgos de la participacin a nivel cantonal.
Los proyectos se han desarrollado en diferentes reas: emprendedurismo, arte, recreacin, diagnstico,
organizacin, recreacin, liderazgo, entre otros. Y se llevan a cabo mediante talleres, charlas, cursos, festivales,
servicio voluntario. Cabe destacar que arte y recreacin son una de las constantes en la prioridad de los y las
jvenes para el desarrollo de estas iniciativas.
Por ejemplo en el ao 2008, el tipo de proyectos realizados en su mayora son culturales (26%), en segundo lugar
recreativos (23%), en tercer lugar artsticos (17%), en cuarto lugar prevencin a drogas (13%), en quinto lugar
capacitacin en sexualidad y VIH/sida (9%), ambientales (8%) y promocin de empleo y emprendimientos (8%).
(CPJ, 2010b).
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Una revisin histrica del desarrollo de proyectos, del ao 2003 al 2008, evidencia que a pesar de que la mayora
de comits presentan sus proyectos conforme lo establece la LGPJ, un importante nmero de comits no recibe
las transferencias respectivas para su ejecucin, pues existen dificultades administrativas en las municipalidades
para la inclusin de los montos para los comits cantonales en el presupuesto del gobierno local, lo anterior
produjo que algunos comits cantonales de la persona joven no recibieran las respectivas transferencias. A pesar
de los esfuerzos realizados, no se ha logrado ni la conformacin ni la participacin de los ochenta y un comits
cantonales; no obstante, de manera general la presentacin de proyectos por parte de los comits cantonales de
la persona joven ante el Consejo de la Persona Joven, ha sido de exitosa. (CPJ, 2010b).
En trminos de gestin de las personas jvenes, resulta fundamental la movilizacin de recursos locales y
municipales para el proyecto.
A pesar del encuentro de los comits cantonales en la ANRC, stos no estn articulados entre s, a travs de algn
mecanismo. La mayora de los comits cantonales utiliza redes sociales de internet para la divulgacin de sus
acciones, proyectos, reuniones y eventos en los cuales participan, algunos divulgan o convocan a manifestaciones
o protestas realizadas en el pas en el ltimo ao.
En la promocin de la participacin y papel del CPJ para estos comits, la capacitacin y la asesora son las
principales acciones de apoyo a estas instancias municipales, para lo cual cuenta con una unidad de promocin
de la participacin.
Constituyen una instancia voluntaria conformada por personas jvenes que se involucran de manera voluntaria,
pero inserta en un sistema administrativo formal, tanto al sistema municipal como al gobierno central en la figura
del CPJ. En este sentido se garantiza la disposicin de fondos pblicos con requisitos de administracin tambin
pblicos y formales.
La ejecucin de estos proyectos tiene un papel central desde la perspectiva de las personas jvenes pues
constituye la definicin de sus prioridades para la ejecucin de la poltica pblica a nivel local. De esta manera, si
los comits han participado en los procesos de construccin de la poltica y de aprobacin de la misma en la ANRC,
el desarrollo de los proyectos cierra el crculo con la ejecucin de polticas definidas y aprobadas por personas
jvenes. La ejecucin de las propuestas de los comits cantonales constituye una iniciativa para el cumplimiento
de derechos humanos, operacionalizados en la Poltica Pblica de la Persona Joven, por parte de las personas
jvenes y a nivel local.
Personas jvenes y sus movimientos sociales en Costa Rica: algunas reflexiones sobre la situacin actual
o exigibilidad de derechos, diferentes niveles de organizacin y de propuesta, sobre una base comn de derechos
humanos y un involucramiento considerable de personas de jvenes en su desarrollo.
Los datos y las experiencias presentadas muestran un carcter diverso del involucramiento, en funcin de identidades
e intereses de las personas jvenes, aspecto propio de la heterogeneidad del conjunto de poblacin. La participacin
en polticas pblicas a travs de organizaciones formales y la relacin con estructuras gubernamentales es una
opcin dentro de las distintas prcticas en las cuales toman parte las personas jvenes. Sin embargo, se observa
una participacin menor de mujeres que de hombres.
El enfoque de derechos humanos ofrece referentes para una perspectiva conceptual y metodolgica dentro de
los nuevos paradigmas (Rodrguez, 2012) para la movilizacin y el estudio de los movimientos sociales de las
personas jvenes. Se requiere de informacin y apropiacin por parte de la poblacin joven, a la vez que la apertura
de la sociedad en su conjunto para relacionar stas prcticas con derechos humanos.
Finalmente y para el caso de Costa Rica, los elementos anotados y la movilizacin misma requieren de profundizar
la indagacin de los movimientos de las personas jvenes, sus rasgos, el encadenamiento de diversas prcticas,
actores y procesos.
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referencias bibliogrficas
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Segura. J. 2012. Gobiernos locales y participacin de las personas jvenes en puestos de eleccin popular, 2010. En Prensa.
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vigente as como en los objetivos y polticas del Plan Nacional para el Buen Vivir, cuestin que no necesariamente
significa que determinadas demandas, causas y consignas de ciertas agregaciones juveniles hayan dejado de
plantear una abierta confrontacin con preceptos constitucionales (problemtica del aborto, por ejemplo) y con
posiciones oficialistas sobre algunos puntos en disputa como en el caso de la posible explotacin de minerales e
hidrocarburos y como en el caso de las corridas de toros, por ejemplo.
Una sociedad movilizada supone la presencia de dinmicas asociativas en interaccin que expresen no solo
desencanto y desconfianza frente a la poltica, a sus instituciones y actores, sino tambin la posibilidad real de
producir nuevos rdenes y sentidos de relacin social y poltica. Las diversas acciones y/o repertorios de accin que
desarrollan las distintas formas asociativas movilizadas oscilan, en tal sentido, entre lgicas con unas determinadas
cargas de reactividad, creatividad y propuestas dependiendo de las condiciones concretas de un contexto dado.
En el intento de establecer un conjunto de pautas organizadoras para un ulterior desarrollo analtico de la participacin
poltica de formas asociativas de jvenes en el Ecuador, cuestin que excede los objetivos del presente artculo, se
ha optado por distinguir tres etapas del proceso poltico ecuatoriano desde el llamado retorno a la democracia:
a) Periodo comprendido entre 1979-1995, durante el cual los sucesivos gobiernos de Rolds, Hurtado, Febres
Cordero, Borja y Durn Balln, contribuy, cada uno desde sus particulares formas de conduccin gubernamental
del estado, a la emergencia y consolidacin relativa de un serie de organizaciones y movimientos sociales, en
particular del movimiento indgena;
b) Periodo comprendido entre 1996 y 2006, desde el gobierno de Bucaram hasta el de Palacio y, probablemente,
el periodo de mayor turbulencia sociopoltica experimentado en la historia reciente del pas; fase crucial para la
emergencia y diversificacin de formas y tipos de asociatividades desde las que se enfrenta e impugna un orden de
relaciones sociales configuradas desde las polticas neoliberales de aquel momento;
c) Periodo comprendido entre 2006 y 2011, que incluye la fase temprana del proceso poltico de la Revolucin
Ciudadana liderada por el presidente Rafael Correa y en el que se advierte un giro poltica y culturalmente significativo
de las formas de movilizacin de las asociatividades polticas e identitarias en razn de las transformaciones
estructurales que en los rdenes constitucional y poltico se viene instalando progresiva y dificultosamente en el
Ecuador. Es en la fase reciente del proceso poltico actual donde interesa ubicar las dinmicas de intervencin en
la vida pblica de las distintas formas asociativas juveniles seleccionadas para esta investigacin aunque podra
ser necesario, eventualmente, remitirse a ciertas referencias histricas que podran resultar tiles para una mejor
comprensin de procesos y experiencias asociativas desarrolladas por jvenes.
En estas dos tendencias generales (identificacin con el estado y posiciones crticas frente al estado) se inscriben
las diversas variantes de asociatividad juvenil, sus formas de organizacin as como sus estrategias y tcticas de
movilizacin, ejes desde los que se hace posible comprender su participacin poltica.
Para una comprensin adecuada de las formas y modalidades de participacin poltica de personas consideradas
jvenes en la sociedad ecuatoriana es necesario referirse brevemente a ciertos momentos constitutivos (Zavaleta
Mercado, 1996) de varias de las formas asociativas juveniles desde las que se han desplegado experiencias pioneras
y modlicas de organizacin y gestin poltica as como de sus configuraciones identitarias.
Dichos momentos constitutivos representan la interseccin entre un determinado contexto de oportunidades
polticas (Aguilera, 2008) y los acontecimientos (De Certeau, 1995) producidos por una o ms formas asociativas
juveniles. Los acontecimientos se constituyen por el conjunto de acciones de diverso tipo y en distintos planos
(directa, colectiva, poltica, etc.) de modo inseparable de un contexto y estructura de oportunidades. La particularidad
conceptual de la nocin de acontecimiento, que permite comprender los significados que producen las acciones y, a
la vez, los modos en los que fueron producidos por distintos sujetos, ofrece tambin la rica posibilidad metodolgica
de registro y anlisis de participacin poltica de los jvenes desde sus prcticas polticas y desde sus prcticas
culturales o, desde una perspectiva complementaria, desde la forma asociatividad y desde la forma identidad.
En trminos empricos, los principales momentos constitutivos en los que emergen y progresivamente se visibilizan
acciones cuyos sujetos protagnicos son jvenes asociados en modalidades diversas, en el marco de las tres
etapas del proceso poltico demarcado lneas atrs, y que pueden proponerse en aras de una mejor comprensin
de sus actuales dinmicas asociativas son:
a) Presencia juvenil de corte insurgente y contestatario mediante prcticas polticas y prcticas culturales durante el
gobierno de Febres Cordero, una de cuyas expresiones ms visibles fue la del grupo subversivo Alfaro Vive Carajo;
b) Lapso previo al derrocamiento del presidente Bucaram, momento en el que uno de los objetivos de ataque de
aquel rgimen fueron los jvenes rockeros donde se visibilizan organizaciones como AL Sur del Cielo (Unda,
1996);
c) 1998-2003, propuesto como un momento constitutivo prolongado, debido, por un lado, a la regularidad de las
acciones de movimientos que incidieron en el mbito de la defensa, promocin y restitucin de los derechos de
la niez y adolescencia (aprobacin del Cdigo de la Niez y Adolescencia vigente en julio 2003), y, por otro, a la
emergencia de formas diversificadas de asociatividad juvenil y demandas desde los jvenes, cuestin asociada
a factores clsicos de orden estructural como el consabido desencanto frente a las prcticas tradicionales de
la poltica as como a la irrupcin de nuevas formas de interrelacin propiciadas por las tecnologas de ltima
generacin desde las cuales se vehiculizan causas y demandas juveniles translocales (Aguilera, 2011);
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d) La fase de movilizacin (2006-2008) de una serie de formas asociativas juveniles para participar en el proceso
constituyente de Montecristi, proceso que articul de modo ms orgnico que en experiencias anteriores las
iniciativas de agregaciones juveniles con ciertos mbitos e instancias de la institucionalidad estatal.
Cabe advertir que las dos tendencias generales someramente caracterizadas, encuentran variados puntos de
interseccin dependiendo de las relaciones entre la vida poltica y el orden poltico en un determinado contexto.
Las formas ms expresivas y performativas de participacin poltica que en cierto momento de la vida poltica de un
pas estn ubicadas por fuera del sistema poltico pueden, en otro momento, ubicarse en los mbitos establecidos
del sistema poltico. Una de las manifestaciones ms evidentes de estos traslapes constituyen los procesos de
movilizacin del movimiento estudiantil chileno (2001, 2006, 2011) o el caso de la movilizacin antitaurina o prodespenalizacin del aborto que lleva a cabo la organizacin Diabluma en el Ecuador desde 2008.
Cada uno de estos momentos constitutivos ofrece amplias posibilidades heursticas, analticas e interpretativas
acerca de las trayectorias de las grupalidades juveniles existentes y de las que las anteceden. Sin embargo, lo
fundamental se resume en aquello que recubre la experiencia cultural de las distintas formas asociativas juveniles y
que las ubica en un terreno comn: la idea, discursos y ciertas prcticas que configuran la percepcin generalizada
de que vivimos en una sociedad de derechos. Tal sealamiento resulta de particular importancia para comprender
desde dnde plantean sus propuestas, cmo se configuran sus intereses, demandas y expectativas, cmo y por
qu se organizan de uno u otro modo, a quines identifican como aliados o adversarios y qu tipo de recursos
movilizan en un determinado momento y contexto.
Tambin es necesario advertir que en los estudios sobre participacin poltica de jvenes existen ciertas dificultades
de diverso tipo al momento de definir los lmites entre la participacin poltica y la participacin social; cundo la
participacin social se vuelve poltica o cmo una determinada demanda entra en un ciclo de politizacin que,
desde los bordes de la poltica, puede producir afectaciones en los espacios de la poltica institucional oficial.
A efectos de llevar a cabo un estudio cualitativo de la participacin poltica de jvenes en el Ecuador se adopt
una perspectiva conceptual que condensa varios enfoques tericos emparentados entre s y segn los cuales la
participacin social se produce, por una parte, en los mbitos clsicos de lo social (salud, educacin, seguridad y
prestaciones sociales, otros producto de la redistribucin de la riqueza socialmente producida) y, por otra, como un
tipo de participacin que se produce por fuera de los mbitos establecidos como espacios y mecanismos propios
de la institucionalidad poltica (sistema de representacin poltica, sistema de gobierno, administracin pblica).
La participacin poltica, por su parte, se enmarca en una perspectiva conceptual que incluye el doble movimiento
segn el cual las acciones, prcticas y discursos de diversas formas asociativas juveniles producen efectos en las
prcticas y estructuras polticas constituidas en un determinado contexto y segn el cual las distintas acciones se
inscriben en el mbito de la poltica convencional oficial.
Interesa en este estudio indagar acerca de las formas y modalidades de organizacin de una muestra terica e
intencionada de formas asociativas juveniles y, en tal direccin, de las formas de accin colectiva, repertorios,
militancias y percepciones que en torno de la poltica producen tales asociatividades. En estos trayectos estn
necesariamente presentes procesos y experiencias de movilizacin de recursos que expresan los movimientos
tcticos y estratgicos de las formas asociativas juveniles con las que se llev a cabo la investigacin de la que se
desprende este artculo y que fue financiada por Agora Democrtica.
En lo que sigue, se presenta un anlisis exploratorio de las caractersticas ms relevantes de la participacin poltica
de mujeres jvenes en el Ecuador.
El primer polo de situaciones posibles de participacin se enmarca en una perspectiva de jvenes como usuarios/
beneficiarios del sistema poltico. El segundo, tiene como uno de sus presupuestos fundamentales la capacidad de
agencia de los jvenes para modificar o alterar un determinado estado de cosas.
En la segunda de las tendencias mencionadas, que es donde habitualmente se concentra la mayor parte de estudios
sobre participacin poltica de jvenes, las acciones y prcticas que diversas formas asociativas de jvenes realizan son
vistas como participacin poltica en la medida en que son objeto de registros descriptivos y de desarrollos analticos
e interpretativos desde el campo de la poltica (vida poltica y orden poltico) y que constituyen fuentes posibles de
afectaciones del sistema poltico. La politizacin de la vida social por fuera de los canales institucionales oficiales de la
poltica constituye el objeto central de anlisis que permite indagar en qu consiste la participacin poltica de jvenes.
Examinar la participacin poltica de mujeres en el actual contexto sociopoltico ecuatoriano supone revisar temas
fundamentales, tales como la inclusin, presencia-representacin y paridad de gnero (Len Magdalena, 2008)
en la arena poltica y en los pliegues e intersticios de las dinmicas de la accin colectiva agenciada, de modos
diversos, por distintas formas asociativas de mujeres o desde espacios en los que las mujeres constituyan el sujeto
protagnico de tales dinmicas.
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En el caso ecuatoriano, temas como los mencionados, pese a tener antecedentes de larga data -como las acciones
realizadas por Matilde Hidalgo Navarro84 en el marco normativo y en el contexto social de los aos veinte del
siglo pasado- solamente pudieron ser discutidos e incluidos en la Carta Magna expedida en 1998, ao en el que
se decidi integrar y reconocer, formalmente, la participacin de las mujeres en el quehacer poltico nacional,
reconocimiento realizado de forma institucional y mediante la promulgacin de artculos en la Constitucin de aquel
entonces.
el motor que impuls nuevas demandas que se formularon desde las organizaciones de mujeres. Dentro de las
aspiraciones ms recurrentes se encontraban: a) Reconocimiento a sus derechos laborales, b) Postularse para
dignidades y cargos pblicos y c) Pertenecer de forma orgnica a los partidos polticos, entre otras.
Pero los logros alcanzados a finales de la dcada de los aos 90 del siglo XX, fueron el resultado de ms de
un siglo de permanentes luchas (Haro, 2003). Sin embargo, pese a los logros y conquistas obtenidos, debemos
sealar que el reconocimiento y la real participacin de las mujeres en la vida poltica del Ecuador son, an, dbiles.
Histricamente, la configuracin de fuerzas sociales y polticas ha girado en torno de una mayoritaria presencia y
representacin masculina que ha desplazado al segmento poblacional femenino de los cargos de representacin
institucional y de las esferas decisionales en el espacio pblico.
En ese sentido, las organizaciones, asociaciones y dems colectivos de mujeres responden y optan por establecer
estructuras organizacionales flexibles, abiertas y sin ataduras estatutarias que les limite su accionar originando as
nuevas formas de presencia poltica y, a su vez, estableciendo demandas actuales vinculadas, en gran medida, a
demandas de carcter histrico y estructural.
Por otro lado, las formas de participacin que los colectivos de mujeres presentan actualmente no se alejan de las
acciones que otros colectivos, asociaciones o grupos emplean, a tal punto que la participacin de mujeres en la
vida poltica nacional se moviliza por dos vas: i) Va estado e institucionalidad y ii) Va sociedad civil con acciones
activas y reactivas contestatarias que movilizan y ubican en el espacio de lo pblico temas que el estado y su matriz
patriarcal han dejado de lado en el debate poltico.
Los aos transcurren y varias de las demandas planteadas se han conquistado, sin embargo, surgen problemticas
que an no han sido tratadas. Por supuesto, las nuevas problemticas emergen en condiciones de transicin o
cambio y, habitualmente, responden a las coyunturas actuales. Las principales demandas y expectativas que se
plantean en la agenda de discusin actual son: a) Autonoma y soberana del cuerpo; b) Profundizacin y ampliacin
en los procesos de participacin y presencia de las mujeres en la vida pblica.
Se remonta a la segunda
dcada del siglo anterior:
1924 Derecho a Votar
comienza proceso de
participacin femenina en
la arena poltica nacional
impulsa demandas:
Participacin poltica de
mujeres
La aproximacin a sus prcticas concretas permite observar que se producen cruces y encuentros entre una y
otra va, puesto que los trayectos de la participacin poltica implican acciones que, dependiendo de los contextos
sociopolticos y recursos en juego, pueden desbordar uno u otro espacio.
Antiguas demandas
(conquistadas)
a) Reconocimiento a sus
derechos laborales
b) Postularse para
dignidades y cargos
pblicos
c) Pertenecer de forma
orgnica a los partidos
polticos, entre otras
a) Autonoma y soberana
del cuerpo
b) Profundizacin y
ampliacin en los procesos
de participacin y
presencia de las mujeres
en la vida pblica
Nuevas demandas
(profundizacin y
radicalizacin, momentos
coyunturales)
La historia ms reciente de la participacin femenina en la vida poltica del Ecuador se remonta a la segunda
dcada del siglo anterior, puesto que, es solo hasta 1924 que el Consejo de Estado dictamin que no exista ningn
impedimento legal para que las mujeres ejercieran el derecho a votar (Prieto Mercedes, 2008) reconociendo uno de
los fundamentales derechos civiles y polticos que faculta la participacin de todo ciudadano en una sociedad que
se asume y se reconoce como sociedad democrtica.
Como se puede apreciar, las demandas planteadas ahora, responden a una dinmica en la que convergen
cuatro movimientos con respecto a las demandas tradicionales: a) continuidad; b) ruptura; c) profundizacin; d)
radicalizacin. Pero al mismo tiempo responden a temas vinculados a agendas supranacionales o globales con
un claro sesgo generacional. Por ello, las demandas actuales constituyen, a menudo, puntos de divergencia y
controversia al interior de los mismos colectivos, lo que dificulta la estructuracin de una agenda comn que,
con cierto grado de persistencia, direccione sus acciones y demandas. Las discrepancias internas se generan
por cuestiones, sobre todo, de corte generacional ya que las demandas de autonoma y soberana del cuerpo
provienen, habitualmente, de los sectores ms jvenes de las organizaciones, mientras que el segmento ms adulto
de mujeres intenta ubicar en la agenda asuntos clsicos de la participacin poltica (cargos de representacin,
candidaturas, presencia en esferas de decisin, etc.) en la vida pblica.
La apertura y decisin tomada por el Consejo de Estado se convirti a la postre en la clave que abri el proceso
de participacin femenina en la arena poltica nacional. Este primer logro enfilado a los derechos ciudadanos fue
84 Lojana que impuls varias acciones de lucha por el reconocimiento del derecho al voto y reconocida, por esta causa, como una de las ms importantes
precursoras de las luchas por el derecho a la igualdad poltica de las mujeres en Ecuador y en Amrica Latina.
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Esta discordancia en el planteamiento y formulacin de la agenda, puede ser uno de los elementos que ha provocado
que los colectivos femeninos no logren consolidar del todo las demandas relacionadas con la soberana del cuerpo.
entre grupos, colectivos y movimientos de mujeres con el estado y al interior de sus propias organizaciones. Se
advierte la vigencia de estructuras flexibles, tendencialmente desjerarquizadas, con liderazgos fractales- pensados
segn la situacin, conflicto y el tipo de acciones que decidan llevar a cabo. Y, al igual que en formas asociativas
y movimientos que no son exclusivamente de mujeres, se demuestra y expresa la fuerza de los actuales procesos
globales de individuacin, muy cercanos a individualizaciones extremas. Cuestin que dota de mayor complejidad
al estudio de las actuales formas de organizacin de colectivos y movimientos sociales.
Formas de organizacin
Una de las hiptesis que ha ido ganando fuerza durante las dos ltimas dcadas es aquella segn la cual los
grupos, colectivos o asociaciones de mujeres contribuyen a instalar nuevas formas organizativas entre los sectores
movilizados de la sociedad civil en razn de que sus acciones responden a demandas especficas e, incluso,
particulares que suponen una creciente diferenciacin con respecto de aquellas demandas ms amplias y generales
impulsadas por formas asociativas vinculadas a movimientos de trabajadores, de estudiantes o de asociatividades
gremialistas, por ejemplo.
No obstante la relativa potencia de este supuesto, cabe advertir que varias experiencias organizativas de
movimientos de mujeres son caractersticas de formas asociativas que formulan demandas amplias y generales,
como la equidad de gnero, que, a su tiempo, fueron percibidas como demandas particulares. Se trata entonces
de situar con cierta precisin el marco socio-histrico en el que las formas de organizacin de agregaciones y
colectivos de mujeres se movilizan y desarrollan acciones de diverso tipo.
En efecto, es en el marco especfico de las nuevas emergencias y visibilidades sociales de los aos setenta y ochenta
del siglo pasado que, en el caso ecuatoriano, se experimenta la irrupcin de formas asociativas y colectivos de
mujeres cuyas demandas se inscriben en lo que varios estudiosos (Laraa, 1999; Melucci, 1994; Ibarra y Tejerina,
1998) han denominado fases de democratizacin impulsadas desde los movimientos sociales y que han estado
directamente vinculadas a procesos en los que se advierte el establecimiento de formas de organizacin cada vez
ms diferenciadas de los tradicionales movimientos de trabajadores o movimientos de estudiantes para dar paso
a formas de organizacin menos rgidas que respondan a demandas que siendo formuladas por grupos y sectores
especficos contengan un alto grado de universalidad, como la aludida equidad de gnero.
Durante la dcada de 1980, tales formas organizativas indican ya una progresiva diferenciacin de las demandas
de movimientos y grupos de mujeres en razn de una serie de distintos factores concurrentes y vinculados entre s.
Entre los principales, cabra reconocer que la retrica de consolidacin democrtica de aquellos aos, finalmente
inconsistente, contribuy a la instalacin de un tipo particular de retrica anclada en el discurso de los derechos
que fueron, por diversas razones, adquiriendo un carcter ms diferenciado y especfico segn los grupos y actores
que los promuevan y defiendan.
Los cambios estructurales producidos en las relaciones entre estado y sociedad civil, as como las dinmicas de
la accin colectiva de diversos movimientos, configuran en las dos ltimas dcadas escenarios en los que las
formas tradicionales de organizacin (militancias persistentes, filiaciones partidistas y gremiales, preponderancia
de presencia fsica y estructuras marcadamente jerrquicas) parecen diluirse frente a una mayor diversificacin de
causas y luchas promovidas por colectivos tambin ms diversificados.
En efecto, las formas de organizacin que han venido instalndose y movilizando recursos desde diversas estrategias
y desde diferentes acumulados de capital social, muestran, como tendencia general, nuevas formas de relacin
Formas de participacin
Un anlisis sobre las formas de participacin supone considerar, al menos, dos fuentes de realizacin: a) participacin
propiciada por la va estado e institucionalidad, y b) participacin por la va de las formas de organizacin y
movilizacin de la sociedad civil. Cabe reiterar que las mencionadas fuentes de participacin son comunes a la
gran mayora de formas asociativas y que configuran siempre matrices de afectaciones recprocas.
Un antecedente importante de la participacin propiciada desde la va estado se ubica en la Constitucin Poltica
de 1998, principalmente con el reconocimiento legal de la participacin paritaria de las mujeres en los procesos
eleccionarios y en cargos de representacin poltica. Este acontecimiento, aunque se presente como un hecho
que exprese protagonismo del estado frente a la sociedad, se inscribe en un contexto sociopoltico en el que
la movilizacin de diversos sectores sociales instala gran parte de las condiciones institucionales para que se
produzca dicha Constitucin.
Los mecanismos de participacin, en tanto resultados de unas ciertas formas de participacin y del reconocimiento
de tales formas, quedan establecidos en distintos marcos normativos y cuerpos legales. Y, siendo esta cuestin
necesaria, es insuficiente si es que no existen las condiciones que permitan el efectivo ejercicio de la participacin
de las mujeres. De hecho, lo que se produjo a partir de la aprobacin de la Constitucin de 1998 fue la intensificacin
de la movilizacin social expresada, sobre todo, en la recurrencia de la protesta social debido al creciente
descontento experimentado por diversos sectores y organizaciones sociales. El estado, en tal sentido, prefigura
formas de participacin institucionalizadas que muchas veces no llegan a su plena realizacin y provoca tambin
formas de participacin que, a veces, adoptan modalidades meramente reactivas y, a veces, se expresan mediante
modalidades de activismo protestatario.
Con el propsito de establecer un marco analtico apropiado de las formas de participacin propiciadas desde el
estado, se hace necesario establecer una muy esquemtica periodizacin del proceso poltico ecuatoriano reciente
segn varios acontecimientos. De 1996 a 2006, periodo en el que se produce tres derrocamientos presidenciales
(Bucaram, Mahuad y Gutirrez) y emerge un conjunto de demandas de reforma poltica vehiculizadas por diversas
organizaciones y movimientos ciudadanos que convergen principalmente en la conformacin de Movimiento Pas,
que promueve la candidatura del actual Presidente, Rafael Correa. De 2007 en adelante, periodo en el que se pone
en marcha el proceso constituyente y la aprobacin plebiscitaria de la Constitucin del Buen Vivir y, con ella, todo
un marco programtico institucional desde el que se garantiza la efectiva participacin poltica de organizaciones,
entre ellas las de mujeres.
Las formas de participacin va organizacin y sociedad civil, evidentemente vinculadas a las formas de
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participacin propiciadas desde el estado, puesto que se trata de dinmicas de recproca afectacin, se inscriben
entre 1996-2006 en lo que las teoras de la accin colectiva han convenido en llamar activismo de protesta. Las
formas de participacin poltica adoptan geometras variables que van desde formas de organizacin atpicas
(no militantes, no presenciales, va redes sociales, uso de nuevas tecnologas, movilizaciones puntuales de alta
intensidad) hasta formas de coalicin/integracin de demandas y colectivos que, en un momento dado, agregan
fuerzas en una direccin determinada produciendo con ello cambios y transformaciones de un estado de cosas.
alguien y as, entonces somos panas. Y una cosa importante para entrar al colectivo es que sea gente de confianza
porque lo que hacemos implica confianza no puedes darle el telfono a una man que va a mandarle a la masa a
las chamas que llaman, tiene que ser gente de confianza nuestra que primero les capacitamos sobre cmo dar la
informacin y luego ya les invitamos al colectivo, entonces la mayora estn entre hermanas, entre amigas sper
cercanas, es una nota de gente cercana.
Entre 2007 y 2012, con la aprobacin de la Constitucin del Buen Vivir, los espacios y mecanismos de participacin
social y poltica se institucionalizan en clave ciudadana. El carcter garantista de la actual carta constitucional, que
en la Constitucin de 1998 signific, en gran medida, una mera declaracin de intenciones, alcanza importantes
concreciones que se traducen, sobre todo, en prestaciones de servicios, uno de cuyos principales sujetos
beneficiarios son las mujeres (madres jefes de hogar, jubiladas) y los grupos organizados de mujeres.
Habr de considerarse, pues, que en una fase de transicin democrtica, y posiblemente hegemnica, las
modalidades, formas y mecanismos de participacin adoptan distintas morfologas que, en el caso ecuatoriano,
tienen en el momento actual al estado como actor protagnico como producto de dinmicas societales en las que
las mujeres han jugado, sin duda, una papel crucial. Y, en esta direccin, lo desafos y responsabilidades en el
ejercicio de sus derechos son, igualmente, cruciales.
Hay personas que nunca se pensaron el tema, es una amiga tuya que dices te presento a salud mujeres y les
interesa y les involucras desde ah y es interesante porque llegan y no es el discurso terico del problema del aborto
sino como es la cercana que hay en el tema de aborto y en lo prctico se dan cuenta porque ya contestan la lnea
y dicen bueno aqu hay un problema.
Como puede advertirse, los testimonios dan cuenta de que en la constitucin de este colectivo de mujeres jvenes,
las relaciones de amistad constituyen el vnculo a partir del cual se van entretejiendo otro tipo de intereses, demandas
y expectativas en comn que les permite ir dando forma a un conjunto de acciones pblicas.
Las relaciones de amistad operan como vinculo y es lo fundamental a la hora de la conformacin inicial de las
formas asociativas juveniles. La amistad, a su vez, va dotndose de contenidos que aluden a los intereses comunes
y compartidos, a medida que los jvenes deciden dnde, cmo y cundo participar en la dinmica de la vida
pblica.
El procesamiento de las iniciativas y conflictos se procesa en directa correspondencia con la estructura organizativa
del colectivo que, provisionalmente, podra calificarse de granular o fractal (Castells, 1998). As, la dinmica
del procesamiento de discrepancias y conflictos internos, as como la planificacin de acciones se inscribe en
principios generales de carcter democrtico (deliberacin, bsqueda de consenso, toma de decisiones mediante
procedimientos asamblearios basados en mayoras, representacin con participacin) pero con una variante
altamente significativa: los liderazgos son itinerantes, fluctan y cambian segn el tipo de evento y de accin
que decidan realizar. Al igual que la absoluta mayora de las formas asociativas juveniles que participaron en la
investigacin que da lugar a este artculo, los liderazgos ms persistentes se dan en funcin del capital cognitivo
de uno o varios miembros del grupo.
Finalmente, debemos advertir que el caso de Salud Mujeres, es muy significativo para definir las nuevas formas
de participacin juvenil, sobre todo, porque el repertorio de acciones ha logrado posicionar en lo pblico un tema
controversial para una sociedad como la ecuatoriana. A propsito del repertorio, debemos puntualizar que ha sido
de orden performativo acompaado siempre de manifiestos pblicos.
Conclusiones
La presencia social y la incidencia poltica e institucional de una forma asociativa juvenil no guardan relacin directa
con el nmero de miembros que la conforman sino con la capacidad de movilizacin de recursos que sus miembros
muestren en situaciones y contextos determinados. Dentro de los grupos estudiados juegan un papel fundamental
el capital cognitivo y el capital de prestigio social que sus voceros, lderes o dirigentes acumulen y activen.
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Frente a las constataciones y resultados obtenidos en los grupos de discusin y conversacin tematizada con las
distintas formas asociativas juveniles, queda planteado el debate en torno de la cuestin sobre si los movimientos
juveniles son necesariamente movimientos de jvenes; esto, en razn de la presencia de miembros mayores de
treinta aos e incluso de cuarenta, en ciertas formas asociativas juveniles. Desde una perspectiva ms conceptual y
atinente a este estudio, el debate actual en el campo de estudios de juventud sobre condicin juvenil y participacin
juvenil podr nutrirse desde los resultados obtenidos en esta investigacin.
Las finalidades de la participacin social y poltica de cada forma asociativa se vuelven ms inteligibles y precisas
cuando aluden directamente al contenido central de la/s accin/es colectiva/s que configuran sus repertorios.
Las principales caractersticas de asociatividad de las agrupaciones estudiadas estn definidas por vnculos de
amistad, adscripcin territorial, pertenencia institucional, intenciones de participar e intervenir en la esfera pblica y
fines asociativos no lucrativos marcados por acciones de solidaridad. En todos los casos, la adscripcin territorial
(vivienda y socializacin escolar) y los vnculos de amistad preceden al resto de tipos de vinculacin asociativa.
La adscripcin territorial, expresada ente todo en el hecho de habitar un mismo espacio fsico, constituye el factor
de mayor poder explicativo para comprender las formas y trayectorias asociativas mediadas por relaciones de
amistad. En todas las formas asociativas que participaron en este estudio se constata que quienes habitaron
o habitan un mismo barrio o parroquia al establecer relaciones de amistad producen la primera condicin de
posibilidad para la conformacin de una determinada forma asociativa. Los ncleos fundantes que dieron origen
a una cierta forma asociativa juvenil comparten siempre esta caracterstica y los miembros que se han integrado
luego, o habitan la misma zona geogrfica o se integran, va relaciones de amistad, en el espacio territorial de las
relaciones escolares.
La pertenencia y filiacin institucional, entendida como una forma especfica de habitar un territorio fsico y
simblico, cuestin de vital importancia en el proceso de socializacin de los jvenes, es tambin un factor decisivo
en el proceso de constitucin de una determinada forma asociativa juvenil. La conformacin, desarrollo y existencia
de las formas asociativas juveniles estudiadas es un proceso en el que las identificaciones producidas en el mbito
escolar dependen en gran medida de los vnculos de amistad que tienen como base afinidades ideolgicas que se
traducirn luego en intereses, demandas y expectativas ms o menos compartidas.
Habitar una misma zona geogrfica o un mismo espacio escolar no son en s mismas condiciones de base
suficientes para la constitucin de una forma asociativa juvenil. Es imprescindible que exista vnculo de amistad, es
decir una relacin configurada por intereses comunes o compartidos que, potencialmente, pueden transformarse
en consignas reivindicativas, peticiones, acuerdos, demandas, plataformas de lucha, alianzas; es decir, vectores
de interlocucin que permiten trascender la esfera ntima y personal para ubicar ciertos contenidos en la esfera de
lo pblico.
Las formas de organizacin de cada una de las formas asociativas juveniles comparten, con matices diferenciados,
un rasgo comn que radica en sus percepciones y valoraciones en torno de la importancia que confieren a la
democracia participativa. Esta actitud es mucho ms visible en las relaciones al interior de cada grupalidad juvenil
que en las relaciones y articulaciones entre distintos colectivos y organizaciones.
El sentido que todas las formas asociativas juveniles otorgan a sus acciones gira en torno de varias ideas,
emparentadas entre s, tales como la necesidad de un cambio social, la democratizacin de la sociedad, la justicia
social, la libertad de decidir sobre cuestiones que les afecten, la autonoma personal, la unin, el cuidado del medio
ambiente y el ejercicio de derechos.
Todas las formas asociativas coinciden en que el contexto poltico producido durante el gobierno de la Revolucin
Ciudadana abre canales de participacin para los jvenes aunque mantengan posiciones opuestas a las polticas
del rgimen. Reconocen que la participacin juvenil tiende a institucionalizarse ms que en otros gobiernos y que
podra ser cooptada por lgicas estado-cntricas.
Las nociones polticas de izquierda y derecha siguen funcionando como marcadores ideolgico polticos y no se
asocian mecnicamente con las ideas polticas clsicas de capitalismo y socialismo. Funcionan, sobre todo, como
posibilidades de asociacin para la movilizacin de recursos que se consideran necesarios para el logro de sus
objetivos.
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referencias bibliogrficas
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Un ejemplo clsico de estas movilizaciones est en el movimiento estudiantil de 1968 en Mxico, en donde se
incorporaron las demandas, las frases y los lemas que los jvenes estudiantes franceses haban utilizado en ese
mismo ao antes de la matanza de estudiantes en Tlatelolco.
Y as han seguido. Tan slo a mediados de noviembre de 2012, bajo la premisa La Sanidad Pblica no se vende,
se defiende, se organiz una marcha colectiva, partiendo desde los distintos centros sanitarios madrileos para
concluir en la fuente de Neptuno, que ocupa el lugar central de la Plaza de Cnovas del Castillo, en Madrid.
Prohibido Prohibir, Seamos realistas, exijamos lo imposible, son algunos ejemplos de estas consignas que hoy, al
parecer, siguen teniendo plena vigencia en el mundo a la luz de las movilizaciones juveniles en Espaa, Washington
y poco antes en los pases rabes, los cuales han tenido una contraparte importante en Amrica Latina a lo largo de
las ltimas dcadas y de nueva cuenta en Mxico, con la aparicin del movimiento #YoSoy132 en mayo de 2012.
Frente a estas manifestaciones sociales tenemos polticos y partidos que aparecen siempre en los peores lugares
de la credibilidad ciudadana, incluso peor que los policas, como sucede en el caso de Mxico, que ya es mucho
decir. Por eso podemos preguntarnos: lograrn los movimientos sociales ir ms all de organizar marchas y
manifestaciones de protesta?... nadie tiene la respuesta.
De indignos a indignados
El DRY (Democracia Real Ya) y el 15M (quince de Mayo), son dos de los nombres que se auto asignaron los
numerosos grupos de jvenes manifestantes en Espaa cuando salieron en 2011 a las calles para expresar su
rechazo al gobierno en medio de una fuerte recesin econmica.
Segn el diccionario WordReference.com, algunos sinnimos de la palabra indigno son: vil, despreciable, indecoroso,
ruin, malo, abyecto, rastrero, infame, deshonroso y vergonzoso. Usted conoce o ha escuchado de un poltico o
funcionario pblico que sea vil? O de alguno que sea despreciable? O, peor an, de alguno o algunos que hayan
sido indecorosos, ruines, malos, abyectos, rastreros, infames, deshonrosos o vergonzosos?
Se trata de dos nuevos movimientos sociales que buscan iniciar la construccin de nuevas alternativas que mejoren
las condiciones de vida y trabajo para estos jvenes desesperanzados. Gases lacrimgenos, golpes y detenciones
han acompaado estas protestas.
Nuevos slogans han aparecido: los jvenes salieron a las calles y sbitamente todos los partidos envejecieron;
Manos Arriba!: esto es un contrato; No los votes: btalos!; No somos mercancas en manos de polticos y
banqueros; o bien, Poco pan, psimo circo entre muchos otros.
Se trata de manifestaciones que permiten escuchar la voz de mayoras casi siempre silenciosas o silenciadas. Se
trata de establecer nuevos vnculos de interaccin social sin crear la necesidad especfica de afiliarse formalmente
a una agrupacin poltica. Se trata de ejercitar el derecho al cambio poltico y econmico. Se trata de restaurar
el derecho a soar, a indignarse, a anhelar, a imaginar, a desear un cambio que son, en el fondo, las mayores
aspiraciones de los movimientos sociales.
Los movimientos sociales son necesarios para sacudir las telaraas burocrticas y para poner el dedo en la llaga
cuando parece que ya no hay ninguna salida. Los movimientos sociales son la otra cara del espejo en donde
aparecen reflejados los fracasos del gobierno, pero si no se constituyen y organizan de una forma que vaya ms
all de abarrotar las calles y explanadas, su vida ser siempre efmera.
El caso del movimiento 15M, surgido en Barcelona, sabe de esto y empez a buscar una estrategia para lograr una
sobrevivencia que vaya ms all de la concentracin multitudinaria en grandes plazas. Por su parte, el DRY tambin
est consciente que si se aspira solamente a la movilizacin fsica de los manifestantes sus das estn contados, ya
que no existe ninguna frmula mgica para mantener unidas a las personas sin, aparentemente, tener un objetivo
predeterminado que sea ostensible. De ah que sus movilizaciones sigan buscando aterrizar esa rabia para generar
nuevas formas de organizacin popular. Una primera propuesta fue canalizar a los participantes dentro del nuevo
movimiento Toma los barrios, de forma que todos los barrios pudieran empezar a pronunciarse y a tener una
representacin dentro de la llamada Asamblea General del Sol.
Si su respuesta es afirmativa, como ha sido la de muchos colegas y amigos a quienes les hice estas sencillas
preguntas, entonces podr entender que una buena parte de los ciudadanos de a pie nos sintamos indignados.
O sea, enfadados, irritados, cabreados, molestos, enojados o de plano encolerizados, que son los sinnimos que
nos da el mismo diccionario.
Por supuesto que hay otras formas de decir lo mismo que son mucho ms directas o abiertas, por ejemplo: Ya
estamos hartos, Ya basta, o Ya estamos hasta la madre!.
Pero la verdad es que de muy poco nos sirve enojarnos, molestarnos o enfadarnos, ya que las formas tradicionales
de ejercer el gobierno y hacer poltica parecen seguir intactas, sin importar la poca histrica de que se trate y de
la filiacin poltica de los grupos en el poder en el pas que sea. Los efectos nefastos de la poltica y los polticos
en contra de los ciudadanos no son privativos de Mxico y, ms bien, parecen ser una constante mundial que no
respeta credos, etnias, ni niveles econmicos de desarrollo.
Sin embargo, en las distintas naciones de Asia, frica, Europa o Amrica Latina donde han surgido movilizaciones
de reclamo popular a los gobiernos de esos pases, los principales protagonistas de estas manifestaciones han
sido los jvenes locales, lo cual es perfectamente entendible si tan slo pensamos en el negro futuro que aparece
en sus respectivos horizontes de vida.
Los jvenes en el mundo hoy ocupan un lugar de gran importancia en el cambio de direccin que puedan tomar
los pases. Necesitamos a los indignados, estamos hartos de los indignos, sugiere Eduardo Galeano. Tendrn
los indignados jvenes latinoamericanos la fuerza para cambiar nuestras anquilosadas, indignas y atrofiadas
realidades? Digo, es una pregunta llena de utopa.
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Capitalismo al ataque
Todos padecemos el mundo capitalista de una u otra forma y podemos ser ms o menos adictos a los fenmenos
que ocasiona como el consumismo o el empobrecimiento masivo de enormes sectores de la poblacin, sin que nos
lleguemos a sentir responsables de ello.
Hay gente que no tiene problema ni remordimiento por lidiar con el capitalismo como una forma impuesta de
desarrollo a nivel mundial y de aceptarlo, en su vida diaria, como algo que simplemente est ah y que hay que
aprovecharlo al mximo (las ventajas de la modernidad, le llaman). Sin embargo, tanto la crisis econmica mundial
del 2008, como los efectos de las huelgas nacionales que se vivieron en Espaa y Portugal, pasando por el Occupy
Wall Street, siguen latentes.
Mucho se ha hablado en estos ltimos aos de la crisis econmica y, como dicen algunos, quiz ese sea el principal
problema: demasiadas palabras pero muy poca reflexin. Por no hablar de la falta de transparencia en los medios
masivos de comunicacin para llamar a las cosas por su nombre: corrupcin, impunidad, abuso, irresponsabilidad
o complicidad, simplemente.
Hay un magnfico documental de Charles Ferguson intitulado Inside Job (Trabajo Confidencial) estrenado en el
2011 y que gan el scar al mejor documental en el cual se muestran, muy satisfechos y orgullosos, los grandes
responsables (ms bien irresponsables) de la crisis econmica mundial. En esa pelcula aparecen tambin los
organismos reguladores que fueron incapaces de frenar los abusos y que se transformaron en cmplices de
las truculentas maniobras que llevaron a unos cuantos a obtener ganancias repentinas de decenas de ceros,
inimaginables para una persona comn.
El mundo parece estar en un callejn sin salida y las reglas impuestas, desde el neoliberalismo y el capitalismo
salvaje, estn impactando en todo el mundo. Sobran ejemplos de las diversas crisis que se estn gestando por
todos lados. El poder econmico se ha vuelto cada vez ms cnico, ms desvergonzado y ms insolente que nunca.
Desde los aos 80 la desigualdad social dentro de los pases y entre las naciones ha aumentado y va en continuo
crecimiento, trtese de China, Inglaterra, los Estados Unidos, Espaa, Grecia o cualquiera de los pases del Tercer
Mundo. Por todos lados aparece cada vez ms abiertamente la llamada mano visible del capitalismo en donde:
su implacable lgica es darle ms a quien ms tiene y menos a quien tiene menos, nos dice el historiador Lorenzo
Meyer (Diario Reforma, 15/XI/2012).
Existe una teora que sirvi para la fundacin de muchas escuelas y universidades, entre ellas las manejadas por los
Legionarios de Cristo en Mxico (recurdese a su fundador, el padre pederasta Marcial Maciel), como son el Instituto
Cumbres o la Universidad Anhuac, dedicadas a recibir a los hijos de los ricos y de las lites sociales, donde se
aseguraba que haba que concentrar la riqueza en las cspides sociales para que, luego de eso, empezara a bajar y
permeara hacia las otras clases sociales. Esto simplemente no es cierto. Pero es tan actual esta mentira que fue una
de las tesis centrales que utiliz el Partido Republicano en las elecciones de 2012 en los Estados Unidos. O sea, de
que hay seguidores de los abusos protegidos por la impunidad los hay, y estn mucho ms cerca de nosotros de
lo que podemos imaginar. Mientras tanto, dicen, no queda ms que ajustarse el cinturn y bajarse los pantalones.
Veamos por qu.
En octubre de 2012 estuvo en Mxico el maestro Eduardo Galeano, periodista y escritor uruguayo, quien es uno de
los intelectuales ms reconocidos y respetado por los jvenes de todo el continente.
Galeano se define a s mismo como un cuenta cuentos, pero es mucho ms que eso y sus textos mueven siempre
a la reflexin. En una entrevista que dio al peridico La Jornada comentaba: El objetivo de los amos del mundo es
lograr un mundo obediente: hay que ver lo que es la humillacin de Europa, porque antes pareca que la humillacin
era un triste privilegio nuestro (latinoamericano). Imponen desde Alemania, y lo que Hitler no pudo hacer con la
violencia lo estn haciendo democrticamente esta seora ngela Merkel y los suyos (La Jornada, 26/X/2012).
Y sigue: Dan las rdenes: ustedes tienen que hacer esto y esto, en una contradiccin que no tiene salida porque
estn obligando a los pases, a todos, a apretarse el cinturn y bajarse los pantalones al mismo tiempo (Ibid). Y no
se pueden hacer las dos cosas al mismo tiempo: o te bajas los pantalones o te aprietas el cinturn. Eso es lo que
condena al fracaso de estas polticas, no slo porque afortunadamente en el mundo hay todava ms indignados
que indignos Necesitamos a los indignados, estamos hartos de los indignos porque el proyecto neoliberal es
irrealizable, es imposible, concluye Galeano (Ibid).
Resulta curioso ver que los principales negocios en el mundo, histricamente hablando, son el Petrleo, las Armas
y el Narcotrfico, segn un estudio del socilogo Marcos Kaplan, fallecido en 2004. Y las armas y la militarizacin
del mundo, que traen aparejado el control del petrleo y la connivencia (contubernio) con el narcotrfico, es la
bandera que conservan los pases poderosos.
Baste recordar que en Estados Unidos, durante la campaa presidencial de 2012, tanto Barak Obama como Mith
Romney estaban de acuerdo en una misma cuestin que los define: seguir siendo la polica del mundo, lo que
implica controlar el poder militar que devora la mitad de los recursos del globo. O sea, esto no ha cambiado pero
hoy podemos agregar en esa lista de negocios a la Banca, que est metida en nuestras vidas por todos lados.
En el caso de Mxico Carlos Slim, el hombre ms rico del mundo, es el prototipo que se busca imitar, sin importar
los costos que trae aparejados. Y si no se modifican las actuales reglas del juego, en unos aos una gran parte del
planeta puede llegar a ser Territorio Slim.
Movimientos juveniles: hay algn cambio posible?
Entre una cosa y otra, las consecuencias de todo lo que ocasiona esta brutal concentracin de la riqueza humana
estn generando una movilizacin inusual con la participacin central de los jvenes de muchos pases. O sea, los
indignados a los que se refiere Galeano.
En varias regiones del mundo, en particular en el mundo rabe, en Europa, en Amrica del Norte y en Amrica Latina,
somos testigos de una irrupcin de los movimientos juveniles que piden abiertamente un cambio en las normas vigentes.
Es obvio que el sentido de las movilizaciones cambia de pas en pas y que la intensidad de sus propuestas y los
resultados obtenidos sern muy desiguales, sin que exista un mismo patrn para poder enmarcarlos. Pero cada vez
son ms los jvenes que no se tragan la pldora, que no se la creen y empiezan a buscar otras vertientes de lucha.
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Ah est la primavera rabe, Libia, Espaa, el Occupy Wall Street, Chile, Argentina y Mxico entre otros.
Hay algo en comn en todos estos movimientos juveniles: son lecciones de dignidad humana. Esos jvenes exigen
que se les hable en un lenguaje nuevo, sin dogmas, sin mentiras, sin los formalismos institucionales que acaban por
no decir nada. La mejor noticia es que los nuevos movimientos juveniles aparecieron justo cuando las encuestas
sealaban su falta de inters en la poltica, lo cual es falso.
Se dice que los jvenes despertaron, pero: sabrn qu hacer para convertir sus movidas y movilizaciones en
procesos de largo plazo? Hasta dnde llegarn?, podrn convertirse en un factor de cambio? Son preguntas que
tampoco tienen una respuesta.
La tercera nos habla de que la familia nuclear se ha desestructurado y cada vez son ms los hogares sostenidos
por Madres Solteras y, por el escaso tiempo para atender a sus hijos desde la casa, la transmisin de valores
bsicos de convivencia (respeto, amistad, solidaridad, confianza, sentido de futuro, nacionalismo, esperanza, etc.)
se aprenden en otros mbitos con la banda, en el barrio, en la esquina, con los cuates y amigos, etc.-, y
muchas veces se ven distorsionados y con efectos negativos en la conformacin social del individuo.
Por ltimo, la cultura (como elemento bsico de identidad) no es entendida por los jvenes como un elemento
integrador ya que en nuestra sociedad, durante muchos decenios, desde el gobierno se nos deca quin era culto
y quien era inculto.
En la visin estatal, los incultos eran los pobres, los indgenas, los pelados, y los jvenes rechazan sistemticamente
estas anacrnicas visiones de lo que es y lo que debe ser la Cultura, por lo cual los jvenes han recreado toda una
serie de smbolos de identidad que se expresan a travs de sus modas, su aspecto, su msica, su lenguaje, sus
formas de consumo, su posicin anti-sistema y sus movimientos sociales, que los hace aparecer frecuentemente
como rebeldes, indignados, disidentes, inconformes o simples desadaptados sociales.
Hoy nada parece ser igual a ese mundo que nos fue enseado como nico y las nuevas tecnologas de comunicacin
van acompaando este cambio. Pero no existe un solo escenario predictivo de lo que realmente sucede o est
por suceder y las posibilidades se multiplican da con da. Por eso, con la llegada de la abrumadora innovacin
tecnolgica, aparecen otras interrogantes.
Los nuevos tipos de comunicacin globalizada, alimentados por cientos de millones de usuarios: pueden
cambiar nuestra manera interpersonal de comunicacin? Y un poco ms all de esto: pueden generar cambios
trascendentales en las formas tradicionales de organizacin y estratificacin social?
El cambio ya se dio pero apenas est en camino de ser socializado. La educacin global existe pero, hasta
dnde llegar y cmo ser?
Dnde estamos?
Se dice popularmente que ninguno de los 700 millones de los usuarios mundiales cotidianos de las redes sociales
(entre un universo estimado de mil 200 millones) es la misma persona que era antes de participar en ellas. Pero:
cmo cambian las personas?, cmo poder dar un seguimiento a estos cambios cotidianos? Esas son algunas
de las preguntas iniciales de los proyectos de investigacin actual.
El 15 de octubre de 2011 millones de indignados, jvenes en el sentido ms amplio de su expresin, ocuparon las
plazas de 961 ciudades en 86 pases agrupados en el Movimiento Occupy Wall Street, segn se dijo en los medios.
Era una muchedumbre que apareci en China, Singapur, Asia, Oceana, Amrica Latina, Estados Unidos y en las
principales ciudades europeas mostrando su rechazo a las injusticias de un Sistema que ha venido cerrando las
posibilidades para su desarrollo.
Qu reclamaban?: empleo, educacin, mejores condiciones de financiamiento. Y sus consignas eran directas:
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Me sobra mes al final del sueldo, Paren la dictadura de los bancos y los mercados, Abajo las ganancias
corporativas.
Y aunque es predecible que su uso en Amrica Latina crecer, sera ideal para los nuevos movimientos sociales que
participaran, tanto en su expansin y fortalecimiento, como en la colectivizacin de su uso para vigorizar y expandir
la conciencia social.
En algunos sitios se trat de pequeos grupos, pero hubo concentraciones de 500 mil jvenes en Madrid, 300
mil en Barcelona y 200 mil en Roma en donde adems hubo vandalismo, vidrios rotos, sangre y varios carros
incendiados. En Londres, frente a unas 5 mil personas, tom el micrfono Julin Assange, fundador de la temida
(por los polticos) Wikileaks:
Una de las razones por las que apoyamos lo que est aconteciendo aqu en Occupy London (Ocupemos Londres,
movimiento paralelo al Ocupemos Wall Street, en Nueva York) es que el sistema bancario de Londres es un recipiente
para manejar el dinero de la corrupcin, dijo. (Diario O Globo, 16/X/2011).
Enfrentamientos con la polica, heridos, cientos de detenidos y mucho miedo en los gobiernos. Esos fueron los
primeros resultados de una transformacin mundial que est en plena efervescencia. Sin embargo y a pesar de las
aparentes contradicciones de estos procesos, ya pueden empezar a percibirse ciertas tendencias en la relacin de
los usuarios con las nuevas tecnologas.
En varios lugares del mundo y desde muy distintas tribunas y lenguajes, se habla de la actualidad como una
resurreccin (justificada) de las voces de los nuevos inconformes, de los indignados, muy parecidos a ese no tan
lejano 1968. De la primavera de Praga en 1968 pasamos a la llamada Primavera de Egipto en 2011 en slo 43
aos y las movilizaciones sociales en el mundo van en continuo ascenso.
Decan los Sex Pistols en una cancin emblemtica: No hay futuro, pero: realmente no lo hay con tantas nuevas
posibilidades de intercambio social? Pues no, si no cambiamos los paradigmas formales bsicos de la educacin, el
empleo, la familia y la cultura. Hoy abundan nuevas propuestas y perspectivas para mudar los viejos conceptos por
otros, que reportan resultados tangibles en la bsqueda de formas inditas y originales para vigorizar la cohesin
social. Por ello las redes sociales son hoy tan importantes.
Las velocidades del cambio
Se pueden enumerar al menos tres niveles bsicos de la disparidad que existen entre las nuevas tecnologas y
las formas de organizacin social: la velocidad de la comunicacin; la transparencia (confianza); y, sobre todo, la
desigualdad en su acceso.
Hay una marcada y real desigualdad en el acceso a las nuevas tecnologas para los jvenes latinoamericanos.
Segn el informe del Latinobarmetro de 2010: Un 59 por ciento del total de la poblacin de Amrica Latina dice
no haber usado nunca un correo electrnico o haberse conectado a internet (Latinobarmetro, 2010, p. 99). O sea,
se estima que poco ms de la mitad de la poblacin no tiene un contacto real con el mundo virtual de las redes. El
mismo informe asegura que la razn central de esta situacin es la falta de recursos econmicos.
En una entrevista personal realizada a Claudio Prado, asesor del ex ministro de Cultura brasileo Gilberto Gil, hay
dos grandes mitos que deben derrumbarse frente a las nuevas tecnologas entre las clases populares: la primera
es que los pobres piensan que son muy caras; y la segunda es que muchos piensan que su manejo es muy
complicado y que necesitan estudiar para usarlas.
Ninguna de las dos es cierta, y el desarrollo de la cultura ciberntica en Brasil fue uno de los aspectos relevantes
de la gestin del compositor y cantante Gilberto Gil, como Ministro de Cultura entre 2003 y 2008 quien, de manera
ms que optimista, resuma la importancia de la Cultura en cuatro objetivos centrales:
Comenta el periodista Roberto Zamarripa: La empresa sueca Pingdom en su estudio Internet en nmeros 2010
estima que en ese ao fueron enviados 107 mil billones de e mails, 30 mil millones de piezas se compartieron en
Facebook y se emitieron 25 mil millones de tweets. Apunta que hay 152 millones de blogs, 175 millones de personas
en Twitter, 600 millones de personas en Facebook y que 2 mil millones de videos son visitados diariamente en You
Tube, sitio al que se sube cada minuto el equivalente a 35 horas de videos (Reforma, 03/X/2011).
Pero, a pesar de esa rapidez, las redes sociales tienen dos velocidades diferenciadas por donde circulan
normalmente. La primera se refiere a los usuarios, que se han acostumbrado a resolver asuntos cotidianos y a
desarrollar sus propias relaciones sociales de una manera rpida, efectiva y transparente. La otra es la velocidad de
los gobiernos, siempre lentos, desfasados e incompetentes. Los polticos deciden por los ciudadanos, de manera
confusa y enredada y la mayora de las veces en completa opacidad.
En trminos de Randy Rieland (gur de los nuevos medios): Su opacidad choca con la transparencia. Su
participacin en redes es torpe reaccionan, no responden; empujan, no escuchan; tiran lnea (dan instrucciones),
no conversan (Ibid).
Sus formas actuales de utilizacin de las nuevas tecnologas es tiempo perdido e irrecuperable si se sigue pensando
en la poblacin como un simple beneficiario. Pero los gobiernos ejercen su autoridad y no estn dispuestos a
perder el control social.
Las instituciones pblicas necesitan actualizar su temporalidad virtual, sin embargo, y en lo que alcanzan a
desarrollar estas reas estratgicas, el autoritarismo y el reforzamiento de sus medidas de control son las respuestas
inmediatas frente al crecimiento de la participacin ciudadana. La clase dirigente parece no asumir como propio el
imperativo de sumarse al cambio que vivimos. Digmoslo as, en el fondo: se tratar de un problema de Eficiencia
vs. Lentitud?; o bien, de Transparencia vs. Opacidad?; o de Democracia frente al Autoritarismo?; o quiz, de
Confianza vs. Control Social?
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La oligarqua es el gobierno de los pocos que tienen ms dinero y que tratan de mantener bajo control, a toda costa,
a las mayoras. Eso vivimos. El concepto es viejo y no es moderno. Es similar a utilizar el vocabulario de la clase
social, que es suficientemente pre-moderno, pero que an se vive a plenitud. La oligarqua es una palabra que
ahuyenta a moderados, espanta centristas pero existe y su poder es real.
Pero los partidos polticos no slo aparecen como viejos e incapaces, sino que adems estn podridos, como
se puede desprender de las denuncias hechas por el poeta Javier Sicilia, quien encabeza uno de los movimientos
sociales ms recientes e importantes en Mxico, el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad (MPJD) despus
de que su hijo, Juan Francisco Sicilia, apareciera asesinado junto con otros 6 compaeros (reportados como daos
colaterales tal como los define el gobierno federal), en medio de la llamada Guerra contra el narco, emprendida
por el presidente Felipe Caldern, la cual dej un resultado, nunca confirmado oficialmente, que flucta entre los 60
mil y los 100 mil muertos y ms de 20 mil desaparecidos, tan slo entre el 2006 y el 2012.
Pero los usuarios de internet no piensan en eso, ni en el trienio, el cuatrienio o el sexenio poltico, ni toman en base
a ello sus decisiones. Viven el minuto siguiente y la mayor parte del tiempo no obtienen respuestas claras. Por eso
los Estados optan por ejercer un mayor control, con ms autoritarismo y el uso de la fuerza pblica inclusive, para
amedrentar a los nuevos movimientos sociales.
Sobrevivirn las viejas formas de gobierno al futuro que ya los alcanz? Comprendern los movimientos sociales
la importancia de ajustar sus calendarios a la agenda pblica (y su estructura de poder), para enfocar sus bateras
de lucha? Digo, son preguntas sin control.
Javier Sicilia y la dirigencia del MPJD han organizado varias caravanas y muchas manifestaciones para demandar
justicia, pero entre ellas resalta una amplia coalicin binacional de aliados que respaldaron al MPJD cuando lanzaron
la tercera Caravana en los Estados Unidos.
En dicho evento participaron miles de familiares de vctimas mexicanas de la guerra contra las drogas que
extendieron una invitacin a apoyar y participar en este viaje que recorri los Estados Unidos durante un mes,
caminando ms de 9 mil 400 kilmetros, visitando 20 ciudades, que inici el 12 de agosto de 2012 en San Diego,
California y concluy con su arribo a Washington D.C. el 10 de septiembre de ese mismo ao.
Cuando le la convocatoria del evento en Per, Los Movimientos Juveniles en Amrica Latina: entre la tradicin
y la innovacin, la primera reaccin fue lanzar una pregunta: Podrn perfilarse en un evento como ste algunas
estrategias de movilizacin juvenil a nivel latinoamericano? Se ve muy difcil, pero no debe ser imposible.
Las consignas son casi las mismas de las marchas anteriores: regresar el Ejrcito a sus cuarteles, poner un alto a
la impunidad, preservar la memoria de todas las vctimas entre otras. Pero finalmente y luego de esa gigantesca
movilizacin, las preguntas fundamentales que aparecen son muy sencillas: Cul de los polticos firm de recibido el
mensaje?, quines de ellos fueron capaces de escucharlo?, habr alguno que se encargue de dar una respuesta?
Por eso me parece oportuno no olvidar lo que recientemente han gritado los jvenes en otros pases: Arrestad
a los banqueros; Soy 99 por ciento humano; Est claro quin se ha llevado mi queso; Alto a la corrupcin;
Pueblos del mundo levntense.
Y aunque en Amrica Latina los gritos son distintos, me parece que son igual de claros y terrenales. Reclaman
empleo, reclaman poder seguir estudiando, reclaman democracia, apoyos, espacios y alto a la falsedad meditica.
En los aos sesenta la palabra Revolucin tena un significado de bsqueda y esperanza y fue tomada por los
jvenes con las tres bes que caracterizaban sus movimientos: bombas, barbas y barricadas.
Hoy eso est presente slo en pequeos grupos de minoras ultra radicales. Intelectuales como Octavio Paz e Isaiah
Berlin advirtieron del riesgo de intoxicacin de las nuevas generaciones por el consumo excesivo de utopas,
fueran del color o la tendencia que fueran.
Por eso no creo que hoy se trate de banderas ni de utopas, sino de desnudar al sistema y a sus gobernantes, para
exigir seriedad y responsabilidad en las acciones que definirn nuestro futuro. En el fondo se trata de frenar el cinismo
que campea por todos lados. Y eso s es perfectamente posible con el uso inteligente de las nuevas tecnologas.
Un antecedente importante
Si de algo sabemos los mexicanos es del deterioro, envejecimiento y podredumbre de los partidos polticos, en
todos los rdenes y prcticamente en toda la historia de las agrupaciones polticas. Si algo padecemos en Mxico
es el fracaso de la representatividad popular. Los polticos aparecen siempre en los peores lugares de la credibilidad
ciudadana.
Porque es obvio que las manifestaciones en s mismas, sean del tamao que sean, no logran en el corto plazo que
las autoridades reaccionen. Podramos establecer un smil con lo sucedido en Espaa, Grecia o Portugal. O sea,
con la agitacin de los movimientos sociales se busca la trascendencia de la participacin ciudadana, pero sta no
surge por generacin espontnea.
Pese a ello, me parece importante la mencin a este movimiento social ya que en todos los pases deberamos
empezar a caminar en un mismo sentido y tomar uno de los conceptos ms interesantes que ha difundido Javier
Sicilia: Refundar el pas mediante un movimiento ciudadano. Se me ocurre que no habra nadie mejor para lograrlo
que un extendido movimiento juvenil transnacional. Ser posible?... soar no cuesta nada.
Las generaciones juveniles
Cuando los Who cantaban en 1965 My Generation (Mi Generacin) y decan al final de su primer verso: espero morir
antes de volverme viejo, no hacan ms que transmitir un sentido colectivo de muchos de los jvenes de esa poca.
El sentimiento de incomprensin de los ms viejos frente a los cambios culturales y las actitudes (que los jvenes
de veinte y pocos aos abrazaban con firmeza) ha sido ya un patrn comn y recurrente entre una generacin y
otra, reclamando libertad.
Y as cada dos dcadas (ms o menos), esos gritos juveniles reaparecen de una u otra forma y buscan diferenciarse
de los otros ya que, desde hace mucho tiempo, hay una marcada distancia entre los veinteaeros con sus padres,
maestros o jefes de trabajo.
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Hoy, en el mundo, podemos observar al menos tres generaciones que estn conviviendo de manera simultnea.
Cada una en su momento juvenil, grit su inconformidad y expres su rechazo a lo establecido. Aunque despus,
una gran mayora, se incorpor poco a poco y de las maneras ms diversas al odiado sistema.
Pero tambin est en los diseos de los asesores de imagen de los polticos que buscan sumar votos a sus
candidatos a costa de lo que sea. Y esto es importante ya que, estas nuevas tendencias generacionales, que
deberan ser tema de estudio de psiclogos y antroplogos, estn empezando a reflejarse en nuestra vida pblica
de la manera ms sorprendente: en el discurso poltico.
Son tres generaciones identificadas por los periodistas, historiadores, socilogos e incluso por los especialistas en
recursos humanos y marketing, ya que cada una de ellas representa un mercado bien definido de consumidores,
de todo lo que sea hasta de candidatos polticos.
Por ello es que algunos slogans polticos recientes han sido: La Repblica del Amor (Lpez Obrador, Mxico,
2012); Tu buena vibra se contagia (Felipe Caldern, Mxico, 2012).
Se afirma que la primera es la de los nacidos luego despus de la Segunda Guerra Mundial en 1945 y que ha sido
catalogada por muchos como los Baby Boomers (Nios Explosivos, en traduccin libre y literal), llamados as por
ser un grupo de jvenes adolescentes, llenos de incertidumbres, que se revelaron en los aos sesenta frente a un
mundo que les era hostil.
Ser coincidencia?, ser una mera simplificacin de la realidad?, o ser que los polticos estn iniciando un
proceso de juvenilizacin de sus discursos habituales? Por eso: si cada generacin es el fruto inevitable del
tiempo histrico que le toc vivir Si todos los que formamos las tres generaciones actuales que conviven ya
estamos hartos de los abusos y hasta la madre (hartos) de la impunidad y la pobreza
La segunda es la llamada Generacin X, que fueron los adolescentes de los aos 80 y que incluye una amplia gama
de sub grupos y sub culturas, entre los que sobresale el movimiento Punk, la msica alternativa, el posmodernismo
y su esfuerzo por tratar de diferenciarse del mundo establecido y que, curiosamente, facilit el surgimiento de otro
mundo paralelo de consumo: el mercado alternativo.
Si ya todos sabemos de la ineficiencia institucional, pregunto: Cundo estallar la rebelin de los jvenes actuales?
Qu diablos tiene qu suceder para que hagamos un frente comn a los absurdos que nos rodean? Esas eran
algunas preguntas llenas de revuelta generacional, las cuales fueron formuladas pblicamente por un servidor,
varios meses antes de que apareciera en Mxico el Movimiento Juvenil #YoSoy132.
Hoy se habla de la Generacin Y, que est entre los 20 y 30 aos de edad, que tiene toda la tecnologa a su favor
y ha encontrado en la solidaridad, las luchas ambientales, la indignacin y la revaloracin de los avances de las
generaciones anteriores, una forma para crear un optimismo que busca lo mejor para s y para el mundo. Esas son
apenas tres generaciones de las que se habla en forma diferenciada, pero hay otras que estn en plena evolucin.
La Generacin Z
Esta generacin no est todava del todo incorporada en las profundas reflexiones de los especialistas, pero ya existe.
Es identificada como la Generacin Z y est formada por aquellos que nacieron en plena era digital, a mediados de
los aos 90, por lo que por estn familiarizados con cualquier tipo de tecnologa existente o por existir.
Muchos jvenes de esta generacin jams han consultado una enciclopedia para hacer una tarea (quiz con
excepcin de la Wikipedia) y en general, no conocen la vida antes del internet, las redes sociales, los smartphones,
los notebooks. iPhones, Ipods y e-books.
Entre los grupos que componen la generacin Z estn los jvenes ndigo, tambin llamados quebrantadores de
sistemas, que han utilizado la violencia donde est justificada para mostrar su rechazo al mundo son robustos y
caticos al mismo tiempo (Doreen Virtue, The Crystal Children, 2003). Un ejemplo de ellos son los movimientos
globalifbicos, los ocupas, etc.
Pero hay otros, an ms jvenes, identificados entre ellos mismos como Los Cristal, que tienen una actitud
pacificadora, gentil: La pasin resume a los cristal; una pasin por la vida y el amor, por la justicia y el juego limpio
y una pasin por la verdad (Ibid). Ellos hacen parte de una poca en donde vivir sin cualquier tipo de tecnologa se
torna imposible. Este grupo en especial, est en la mira de todos los departamentos de marketing de las empresas
por su creciente futuro poder de consumo.
Mxico: #YOSOY132
El viernes 11 de mayo de 2012 y luego de una catica y atropellada visita del entonces candidato presidencial
del PRI (Partido Revolucionario Institucional), Enrique Pea Nieto, a la Universidad Iberoamericana, (La Ibero,
manejada en forma privada por los jesuitas), la voz de los estudiantes apareci contundente con un slo reclamo:
Basta de falsedad meditica.
Todo esto tuvo su origen cuando, ese da y en ese recinto, Pea Nieto y su equipo llegaron como lo acostumbran
hacer en todos lados: llegar muy temprano, para llenar el lugar con seguidores, a comprar favores y voluntades,
para que los asistentes a sus reuniones hablen a su favor o para callarlos. Todo para simular, disfrazar, mentir y
crear la escenografa necesaria para asegurar un pblico amable, complaciente y dcil frente a los polticos del PRI.
Pero los estudiantes de la Ibero no estaban dispuestos a callarse, ni a seguir esas reglas y de inmediato mostraron
su rechazo al candidato, que de manera casi cmica fue acorralado en un bao de mujeres cuando trataba
(literalmente), de huir de ese lugar. Ese mismo da (llamado el viernes negro por la prensa), una reportera le
pregunt a Pea Nieto, antes de abordar su camioneta para salir de la Ibero, su opinin sobre la reaccin de los
estudiantes, a lo que el candidato respondi de forma enftica: No son manifestaciones legtimas.
Despus del manejo que tuvo Pea Nieto y su equipo en ese da, descalificando a los estudiantes que lo enfrentaron
directamente, las manifestaciones en su contra (a lo largo y ancho de la Repblica), empezaron a gestarse en forma
progresiva. Al da siguiente, el equipo de campaa del PRI difundi un video en el que aseguraba que el grupo
de estudiantes era un grupo de alborotadores contratados por sus oponentes (principalmente y sin mencionarlo
directamente, Andrs Manuel Lpez Obrador, candidato del PRD -Partido de la Revolucin Democrtica-).
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En la primera respuesta de su equipo de campaa se afirmaba que: Se trat tan slo de 15 20 jvenes,
acarreados, infiltrados, manipulados, entrenados, jvenes fascistas. O sea, tal y como se expresaba el
presidente Gustavo Daz Ordaz de los estudiantes en 1968 y quien fue el principal responsable de la matanza
de estudiantes en Tlatelolco el 2 de octubre de ese ao. Y los aejos usos y costumbres polticas del viejo PRI
reaparecieron con toda nitidez.
Primero fue Pedro Joaqun Coldwell, pidiendo que las autoridades universitarias que investiguen quienes
participaron en las protestas contra el candidato priistaY luego las bateras de los gatilleros tricolores se
enfocaron sobre una persona: Ronit Guttman a esta estudiante de Comunicacin, los priistas la estn culpando
de haber orquestado las protestas y las muestras de rechazo contra Pea Nieto (Diario Reforma 14/V/2012).
Lo que nunca imaginaron es que iban a recibir un da despus un video en U Tube con 131 estudiantes de la Ibero,
mostrando sus credenciales y dando sus nmeros de cuenta diciendo: No somos porros, somos estudiantes yo
soy el #132.
Y fueron slo 131 estudiantes ya que, cuando acudieron muchos de ellos a grabarlo en las instalaciones de Video
de la Ibero, a las 8 de la noche, el encargado de esa sala cerraba el local. Se dice que se quedaron muchos jvenes
haciendo fila y que al final, por cuestiones de tiempo, no pudieron ser grabados. Pero fue as que el #132 se
transform en un nmero emblemtico.
A partir de ese momento se iniciaron marchas y manifestaciones pblicas que fueron en continuo ascenso y a la frase
inicial Basta de falsedad meditica (original del #132), empezaron a sumarse otras consignas polticas directas
Anti-Pea Nieto, tales como: Soy Prole no pendejo Ni un voto al PRI Pea Nieto, vete a volar con la Gaviota
La Prole unida, jams ser vencida No al copetn, atrs est el peln Mxico no quiere, asesinos en los Pinos
Se ve, se nota, tu cola de ratota Pea Nieto, eres slo un producto, de la publicidad (Diario Metro, 26/V/2012).
Ese pequeo momento, en que se pas del nacimiento espontneo de un movimiento estudiantil que exiga poner
un alto a la manipulacin de los medios de comunicacin a una movilizacin declaradamente Anti-PRI (en medio
de una poca de campaas electorales), merece de un anlisis mayor, tanto en el impacto y transformacin que
propici en la fresca imagen inicial de los jvenes originales del #132, como en el arribo y encaramamiento de
muchos otros Movimientos Sociales de viejo cuo (Sindicato de Electricistas, Macheteros de San Salvador Atenco,
maestros disidentes, etc.) que, casi de manera automtica, le sirvieron al PRI y a una buena parte de los medios de
comunicacin (ligados a los intereses del sistema), para iniciar una soterrada pero efectiva campaa de desprestigio
y desacreditacin del nuevo movimiento estudiantil, afirmando que slo se trataba de una estrategia poltica
orquestada por las tribus y facciones ms violentas del PRD.
Sera interesante reunir toda la informacin pormenorizada de los sucesos que se dieron entre el 12 de mayo y el
primero de julio (da de las elecciones), para encontrar las pistas de algunos de los principales errores cometidos
dentro del incipiente movimiento estudiantil que le hicieron perder mucho terreno en su representacin pblica.
De todas formas, la aparicin del #132 fue inesperada y cre un renovado clima de esperanza de que un cambio
s era posible en muchos sectores de la sociedad. Las marchas iniciales organizadas por el #132 llegaron a sumar
varias decenas de miles de personas y el movimiento empez a ser replicado en muchas otras universidades de
casi todos los estados de la repblica mexicana. Todo pareca indicar que haba nacido un nuevo actor social.
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No haba en l ninguna consigna poltica Anti Pea Nieto, y eso habra que resaltarlo en el anlisis. Por eso, frente
a este discurso vital, lleno de energa y generosas intenciones, habra muy poco que agregar, excepto preguntar:
en dnde qued sepultado ese espritu?... No lo s, NPI (no poseo informacin).
Este sentido de innovacin puede ser revisado en lo que Chris Anderson ha denominado la Nueva Revolucin
Industrial, en dnde, desde una pequea oficina o mesa de trabajo, se consiguen disear y planear nuevos
artculos, nuevas manufacturas, o nuevos asuntos del inters general de la poblacin. Un creador solitario
enlazado en la red (internet) es capaz de convertir sus ideas en movimiento (La nueva Revolucin Industrial.
Crown Business, 2012). Y el #132 lo logr.
El #YoSoy132 ejerci la democracia en los medios alternos de comunicacin, de la misma forma que lo hicieron
los dems movimientos juveniles contemporneos, enfrentndose y retando a los medios tradicionales.
Se construy as una frmula simple: Redes Sociales Vs. Redes Tradicionales. Y ah, en su uso, se pudo
aprovechar, gozar, disfrutar, utilizar y explotar esta inteligente posicin.
Cuando a algunos de los miembros destacados del #132 se les invit formalmente a aparecer en la Televisin
abierta (concretamente en un canal de Televisa smbolo de la discriminacin, el acaparamiento y la calumnia-),
se form lo que algunos periodistas llamaron una tormenta en un tarro de cerveza, cuando se instaur un
programa los domingos a la 10 de la noche llamado Sin Filtro. Pero el #132 no necesita de eso (aunque tampoco
le sobra), pero parece ms costoso morder el anzuelo de los monopolios que seguir en la construccin
libertaria de un nuevo modelo de comunicacin ciudadana.
Los jvenes s tienen algo que decir, mientras que a los agentes de los medios tradicionales de comunicacin
requieren de los jvenes, los estudiantes y sus movimientos para tratar de conseguir algo de legitimidad.
Las seducciones irn y vendrn, nunca terminarn, son parte de los procesos normales de control social. Pero
si son aceptadas y seguidas estas ofertas por los movimientos, estarn condenados a tener un resultado
totalmente previsible: la frustracin y el sometimiento. O sea, un autntico fracaso.
La capacidad tcnica, culta, diplomtica y creativa del #132 no est en tela de juicio, pero requiere de buscar
un pleno acceso a los medios de comunicacin: formales e informales; tradicionales y alternativos; legales e
ilegales; y dejar de lado los papeles protagonistas convencionales de comentaristas o ayudantes de payaso
que les sern ofrecidos en forma sistemtica.
Sus bateras deberan estar enfocadas desde lo que es su principal fortaleza: la gente. O sea, se trata de
convocar e incluir a los nuevos creadores; los estudiantes de las escuelas de periodismo; los administradores
de los espacios de cultura alternativa; las emisoras pblicas o independientes; los canales de televisin
universitarios; las redes sociales; los productores y realizadores jvenes; las Facultades de Ciencias Sociales y
Humanidades etc. Y la lista puede ser mucho mayor.
Ganar espacios, esa sera la consigna. Espacios pblicos y privados. Locales, estatales y nacionales. En todas
las reas posibles. Para fortalecer una expansin de las redes. En donde, con sus opiniones, se puedan ventilar
y vivificar las necesidades y demandas ms sentidas por la poblacin.
Demostr que las nuevas tecnologas de comunicacin (en un pas donde los monopolios persisten) son una
nueva y posible alternativa real de encuentro entre los ciudadanos.
Puso en evidencia que el ensanchamiento de las redes de comunicacin han forzado a la democratizacin de
las mismas. Los tradicionales dueos de la comunicacin han tenido que volcarse al uso de las redes sociales
(como facebook, twitter, etc.) para no quedar rebasados y la ventaja inicial es que los movimientos sociales van
siempre (o normalmente) un paso adelante. O sea, los movimientos son la noticia de los medios, y por eso
mismo tienen en sus manos la fortaleza inigualable de ser los generadores de la comunicacin.
En resumen, se trata de combatir la inmovilidad y la paralizacin actual. Se trata de renovar y abatir la petrificacin
social. Para eso, me parece, deberan servir los movimientos sociales. Pero las situaciones cambian constantemente
y mucho ms cuando se trata de movilizaciones sociales. Cul es la situacin actual del #132?
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Est tambin el caso de Uriel Sandoval Daz, el estudiante de la Universidad Autnoma de la Ciudad de Mxico
quien perdi lamentablemente el ojo derecho por el disparo de una bala de goma. Pero el gobierno lo niega de
forma rotunda. Hubo desmanes?, s. Hubo daos en propiedad ajena?, s. Hubo vandalismo y robos?, s.
Fueron los estudiantes?, nadie pudo confirmarlo. Entonces: para qu se instalaron ms de 8 mil cmaras de
seguridad en la ciudad y se blind al Centro Histrico?, acaso nadie puede decir exactamente lo que ocurri ese
da?, por qu no se han querido mostrar los videos de estas cmaras?
Es claro que hay grupos anarquistas radicales que aparecen siempre en estas manifestaciones, algunos de los
cuales estn bien identificados: Bloque Negro, Cruz Negra Anarquista, Coordinadora Estudiantil Anarquista, entre
muchos otros, todos ellos agrupados en la llamada Alianza Anarquista Revolucionaria, la cual se deslind en un
comunicado oficial de las acciones violentas y asegur que los desmanes callejeros se debieron a un uso excesivo
de la fuerza policiaca, que orill a los jvenes a desplegar tcnicas de autodefensa (Revista Proceso, No.1885,
p.24, 16/XII/2012).
Por eso tambin surgi la hiptesis de que estos grupos uniformados de golpeadores puedan estar apadrinados,
por grupos polticos del PRI, para sembrar miedo e impedir que las manifestaciones estudiantiles de oposicin
sigan adelante.
Y no es coincidencia que esta vez el nombre del #132 fuera, de nueva cuenta, vapuleado por los medios y sometido
a una exposicin abierta para aumentar su descrdito ante la sociedad y sembrar la duda de sus verdaderas
intenciones. Y ah s hay mano negra y muy posiblemente acciones deliberadas de grupos que tratan de generar un
clima de violencia que no es comn entre los jvenes de la ciudad.
El 7 de diciembre de 2012 hubo una Asamblea General del #132 en la UNAM, resguardada de policas y no hubo
ningn enfrentamiento. Esa misma semana se realiz la Cumbre Mundial de Indignados e Insurgentes de Siria,
Egipto, Libia, Irn, Grecia, Espaa y Mxico, promovida por Marcelo Ebrard (ex Jefe de gobierno de la Ciudad de
Mxico) como vicepresidente de la Internacional Socialista y no hubo ningn disturbio.
Cmo se puede garantizar la seguridad de los movimientos juveniles y al mismo tiempo mostrar la importancia de
su fortalecimiento y desarrollo? De los seores del pantaln caqui y la camiseta y el guante negro nadie habla, nada
se sabe, las autoridades no se refieren a ellos y se desvanecieron como el humo.
El uso de la fuerza pblica
Pea Nieto dijo el 11 de mayo en la Ibero algo que quiz nos permita descifrar su verdadera voluntad poltica, ya
que habl de cuando l haba sido gobernador en el Estado de Mxico y reprimi una manifestacin en el poblado
de San Salvador Atenco:
Asumo plena responsabilidad por lo sucedido en Atenco (la represin del 3 y 4 de Mayo del 2006 cuando hubo
dos muertos y ms de 207 detenidos). Los responsables fueron consignados ante el Poder Judicial, pero, reitero:
fue una accin determinada en el legtimo derecho que tiene el Estado Mexicano de usar la fuerza pblica para
restablecer el orden y la paz.
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Y qu es el orden y la paz para l?; Detenciones arbitrarias?; Cerrar 4 estaciones del metro y del Metrobs para
cercar el Palacio Legislativo?; Golpear estudiantes? O bien: bloquear desde una semana antes de su toma de
poder como presidente las colonias circundantes al Palacio Legislativo de San Lzaro, afectando a ms de 35 mil
personas?, o realizar un despliegue policiaco tan aparatoso como su miedo aparente?
#132. Si esto fuera cierto, podemos preguntarnos: quines fueron los verdaderos responsables de esa violencia?;
por qu siguieron detenidas esas 14 personas?, por qu la reserva, ocultacin o sigilo de las autoridades?
No lo s, pero hay un hecho incuestionable, muchos de los detenidos son alumnos de la UNAM, donde soy maestro
desde hace mucho tiempo y en donde tratamos de buscar las claves para cambiar lo que no queremos y para lograr
lo que tenemos como sueos.
Y nuestros sueos son casi utpicos, pero no imposibles: tener un pas justo, equitativo, sin pobreza, sin corrupcin,
libre, democrtico, abierto y soberano Ahora que, si el mensaje de Pea Nieto se centra en el uso legtima de la
fuerza pblica (como lo dijo en la Ibero) pues ms vale comprar cascos y rodilleras.
Y el silencio y la incertidumbre se agravan si recordamos las palabras del entonces responsable de la Seguridad
Pblica Federal, Dr. Manuel Mondragn y Kalb quien, el mismo da de las manifestaciones, dijo: La violencia que
apareci en el centro de la ciudad fue deliberada. Habr algn momento es que se conozca la verdad sobre este
asunto?... NPI.
El derecho a la pasin
Con el paso de los aos, la violencia y la inseguridad se han vuelto temas de importancia vital y de preocupacin
pblica en la mayor parte de las sociedades latinoamericanas. Dichos temas han venido a ocupar posiciones clave
en el discurso de los polticos y de los partidos polticos, y atraen cada vez ms la atencin de los estudiosos.
La paz pblica
Al grito de: No somos porros, somos estudiantes, ms de 100 jvenes del Movimiento #YoSoy132 marcharon el
12 de diciembre, de Bellas Artes al recinto de la Asamblea Legislativa del D.F. (ALDF). Ntese la notable disminucin
de participantes, de los 46 mil iniciales en las primeras manifestaciones a slo 100 en esta ocasin, tan slo siete
meses despus.
Ah, esos 100 estudiantes, tuvieron que hacer cola (fila), ya que haba otra manifestacin de ciudadanos que
apoyaban a Mauricio Toledo, delegado en Coyoacn.
Luego de eso, fueron recibidos por Dinorah Pizano, presidenta de la Comisin de Derechos Humanos de la ALDF
junto con dos asamblestas y dijo: Estamos en la mejor disposicin de recibirlos, de escucharlos, de que nos
puedan entregar el documento que traen, de que podamos trabajar de manera conjunta porque no estamos
tampoco de acuerdo con que se cometan injusticias (Diario Reforma, 13/XII/2012).
Ah, con la diputada, se acord formar una Comisin (otra ms) para escribir un documento que solicite formalmente
la derogacin del Artculo 362 del Cdigo Penal del DF, que dice as:
Artculo 362: Se le impondrn de cinco a treinta aos de prisin y suspensin de derechos polticos hasta por diez
aos, al que mediante la utilizacin de sustancias txicas, por incendio, inundacin o violencia extrema, realice
actos en contra de las personas, las cosas o servicios pblicos, que perturben la paz pblica o menoscaben la
autoridad del gobierno del Distrito Federal, o presionen a la autoridad para que tome una determinacin.
La carta se redact, se envi a las instancias legislativas, se discuti, se aprob y se transform el Cdigo Penal
(cosa por dems complicada), slo para que estas catorce personas, estudiantes en su mayora, alcanzaran su
libertad bajo fianza a partir del 27 de diciembre de 2012. Pero eso no resuelve el problema central.
Los verdaderos culpables nunca aparecieron y eso no habla bien de ninguno de los gobiernos recin electos a
nivel federal o de la Ciudad de Mxico. Con esto: La paz pblica ya fue garantizada?; Quin lo puede asegurar?
Por otra parte, las similitudes de lo sucedido en el DF, en Guadalajara y en otras ciudades, aumentan la sospecha
de que se trate de un plan de mayor tamao, enfocado a crear miedo entre la poblacin y repudio a los jvenes del
La creciente ansiedad acerca de la violencia est claramente justificada por el incremento real en los comportamientos
violentos y en la criminalidad, especialmente en las principales ciudades de Amrica Latina. Y el problema de los
movimientos juveniles es que con frecuencia son catalogados como un tipo ms, de los muchos que hay dentro
del amplio concepto de la violencia juvenil.
Hoy sabemos que el problema de la llamada violencia juvenil se encuentra inmersa en un mar de estigmatizaciones
que no hacen sino complicar ms las dbiles propuestas de los gobiernos para su atencin y que su atencin va
mucho ms all de inundar las calles con elementos del Ejrcito y declarar una guerra contra el crimen organizado
que est perdida desde su inicio. Hoy sabemos que persisten las detenciones ilegales de jvenes en muchas
ciudades de la Repblica. Hoy sabemos que el delito de Portacin de Cara sigue vigente en el norte, en el centro,
en el sur del pas y en muchas otras ciudades latinoamericanas. Hoy sabemos todo lo que debemos y podemos
hacer para cambiar esta funesta realidad.
Y sabemos ya que el problema slo se resolver en la medida que los jvenes sean escuchados, que la participacin
social aumente, que las polticas pblicas impacten positivamente en los jvenes y que se logre restaurar el tejido
social, especialmente el de la familia, el de los amigos y el de la confianza en el futuro.
Hay que tener presente siempre lo que ya se dijo antes en este trabajo: Los movimientos sociales son la otra cara
del espejo en donde aparecen reflejados los fracasos del gobierno, pero si no se constituyen y organizan de una
forma que vaya ms all de abarrotar las calles y explanadas, su vida ser siempre efmera (vide supra).
Por eso es importante el fortalecimiento de los movimientos juveniles; por eso es fundamental levantar la mirada y
pensar en formas y mecanismos acordados entre todos los movimientos juveniles de Amrica Latina. Quiz Simn
Bolvar lo hubiera pensado de la misma forma, si hubiera tenido a la mano las herramientas de la comunicacin virtual.
El uso inteligente de las nuevas tecnologas es, posiblemente, una de sus fortalezas actuales pero, paralelamente,
habra que pensar tambin en realizar una comparacin histrica y detallada de las distintas formas de represin,
control y cooptacin que se han aplicado a los movimientos juveniles en distintas pocas y escenarios en los pases
latinoamericanos.
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referencias bibliogrficas
Si la implementacin de la Paz Pblica puede servir de pretexto para iniciar una guerra, iniciemos ahora una
guerra inteligente para preservar la paz y la unidad.
Elas Canetti, autor singular, deca que al escritor se le debe plantear la exigencia de estar en contra de su poca. Y
en contra de toda su poca, no simplemente contra esto o aquello: contra la imagen general y unvoca que de ella
tiene, contra su olor especfico, contra su rostro, contra sus leyes Su oposicin habr de manifestarse en voz alta
y cobrar forma, nunca anquilosarse o resignarse en silencio. Tendr que berrear y patalear como un nio pequeo,
pero ninguna de las leches del mundo, ni siquiera las que emanen del seno ms bondadoso, deber acallar su
protesta y mecerlo hasta que se duerma. Podr desear el sueo, mas nunca deber alcanzarlo. (Elias Canetti, La
Conciencia de las Palabras, FCE, 1981, p.15-33).
He vivido con la conviccin de que esta misma exigencia se les debe pedir a los jvenes. La creatividad, el deseo
de saber, la determinacin y el xito, de ninguna manera sern frutos que obtenga quien se resigne, quien est
conforme, quien no cuestione, quien no sea capaz de aprender y despus someter a juicio lo que aprendi.
Por ello es que palabras como claudicar, resignarse, o esperar que las fuerzas del ms all resuelvan los problemas
de nuestro ms ac, no caben hoy en el nuevo diccionario de la movilizacin social de los jvenes. En cambio
surgen otras imprescindibles: agudeza poltica, comprender los desafos coyunturales y el diseo de estrategias.
Un derecho humano que no est escrito en la lista de Derechos Humanos es, en mi opinin, el Derecho a la
Pasin: el derecho a apasionarse de algo o de alguien.
Y los movimientos juveniles son apasionados, la pasin los gua, la pasin los hace superar cualquier obstculo y
la pasin no es otra cosa ms que tener una inclinacin, preferencia o deseos profundos para alcanzar un sueo.
Preguntas finales: podr rehacerse el #YoSoy132 despus de los embates del poder poltico y los medios para
cooptarlos y desprestigiarlos?, podr recuperar el festivo e inteligente sentido primigenio de sus apasionadas
propuestas?, podr ganar nuevamente el respeto y el apoyo de la mayora de la poblacin?, estar dispuesto a
recuperar y reorganizar su pasin original?, tendr an la suficiente fortaleza para conseguirlo?
Conservar la pasin necesaria para lograrlo? No lo s, pero una de las mayores ventajas de la pasin es que
puede ser ilimitada y ese es tambin nuestro derecho.
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Presentacin
Bajo la organizacin e invitacin de la Oficina Regional de Ciencia para Amrica Latina y el Caribe, Representacin
de la UNESCO ante el MERCOSUR y ante los Gobiernos de Argentina, Paraguay y Uruguay, se realiz el Foro
Regional: Movimientos Juveniles en Amrica Latina y el Caribe: Entre la tradicin y la Innovacin, celebrado en la
Ciudad de Lima, Per, los das 22 y 23 de noviembre del ao 2012.
Al efecto, acudimos a esta cita extraordinaria para debatir, analizar y reflexionar sobre la situacin de los movimientos
juveniles en Amrica Latina. En tal sentido presentamos a continuacin el texto de la ponencia nicaragense,
compartida ante los participantes de Bolivia, Colombia, Per, Ecuador, Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay,
Mxico, Chile, Panam y Costa Rica.
Nicaragua
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Capital: Managua.
Menores de 18 aos de edad: el 53% de la poblacin.
Personas entre 0 a 25 aos: el 65% del total poblacional.
Personas entre 0 a 30 aos de edad: representa el 70% de la poblacin.
Mujeres: constituyen el 54%.
Se considera que en los prximos decenios las y los jvenes no slo representarn las potencialidades de un
desarrollo humano sostenible para el pas, sino que adems tendrn la oportunidad de elegir a sus gobernantes.
Hay que tomar en cuenta que en la actualidad las necesidades de las y los jvenes se ubican en demandas de
acceso a la educacin e instruccin que los habilite para acceder al mercado de trabajo a travs de empleo o
auto empleo, acceso a servicios de salud que les brinde informacin, atencin y prevencin y al ejercicio de
sus derechos individuales en condiciones de equidad con los adultos que les permita disminuir la marginacin
econmica y poltica que actualmente viven.
1. Reconocer a hombres y mujeres jvenes como sujetos de derechos y obligaciones, as como, promover aptitudes
y capacidades que contribuyan a su desarrollo integral y los hagan participar activamente en la vida socioeconmica
y poltica del pas.
2. La promocin y la aplicacin de polticas institucionales, nacionales, locales o regionales que desarrollen
estrategias, programas a largo, mediano y corto plazo que mejoren las condiciones de vida de este segmento
poblacional a travs de condiciones que permitan su incorporacin a la vida productiva, a los planes de desarrollo,
as como establecer las modalidades para la consecucin de recursos que faciliten el desarrollo de esas polticas.
Esta Ley de Promocin del Desarrollo Integral de la Juventud, tiene por objeto promover el desarrollo humano de
hombres y mujeres jvenes; garantizar el ejercicio de sus derechos y obligaciones; establecer polticas institucionales
y movilizar recursos del Estado y de la sociedad civil para la juventud.
La Juventud
En el Informe Nacional sobre Desarrollo Humano 2011, de Nicaragua, se destaca que la adolescencia y la juventud
son las etapas de la vida ms idneas para equiparse de valores, de habilidades, destrezas y capacidades para
el desarrollo personal y social y podra agregarse que constituye el rango de edad fundamental para forjar un
proyecto de vida su propio proyecto de vida! Tener un proyecto de vida es bsico para definir el rumbo a tomar
y las metas a definir. Igualmente, a mi modo de ver, esto implica la definicin de una estrategia clara que permita
al joven identificar sus fortalezas, oportunidades, debilidades y amenazas; es decir, debe hacerse una especie de
FODA personal.
Ahora bien, esa mochila personal que lleva cada joven (definiendo mochila como el lugar donde cada joven deposita
sus capacidades y valores para construir su presente y futuro) debe estar equipada de aquellos implementos
esenciales que les permitan enfrentar los desafos de la vida. Entre estas Herramientas bsicas para el recorrido de
vida de los jvenes estn:
Vida saludable.
Educacin.
Empleo.
Atencin emocional (afecto).
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Segn el Informe Nacional sobre Desarrollo Humano Nicaragua 2011, uno de cada seis adolescentes y jvenes
poseen la mochila peor equipada (en virtud de una situacin de vulnerabilidad, particularmente en aquellos jvenes
de la Zona Rural y la Costa Caribe); cuatro de diez adolescentes y jvenes cuentan con mochilas cargadas de
optimismo. Se identifica, asimismo, que las mujeres adolescentes presentan una mochila mejor equipada que los
adolescentes varones. Al efecto, el desafo actual es asegurar que la poblacin adolescente y juvenil que hoy se
percibe con mochilas poco cargadas, con insatisfaccin, logre mejorar sus condiciones de vida y conseguir sus
metas propuestas. En este mismo orden, se confirma que adolescentes y jvenes cuentan con mejores niveles
educativos que sus progenitores.
Asimismo, ha quedado demostrado en pases como El Salvador, Honduras y Guatemala que estas Polticas
de Mano Dura no han solucionado el problema, ms bien han generado ms violencia, pues ante una accin
(represiva) del Estado ha habido una reaccin (violenta) de los jvenes. Y as se cae en el crculo de la muerte.
En Nicaragua tanto las mximas autoridades del Estado y los distintos operadores de justicia estamos convencidos
que la crcel no es el mejor lugar para los adolescentes y jvenes, en todo caso su sitio natural es la familia y su
espacio de socializacin es la escuela y la comunidad, en plena libertad, donde puedan desarrollar sus iniciativas,
sus capacidades intelectuales, personales; poniendo en prctica sus destrezas y habilidades y sus virtudes y
cualidades estticas, artsticas, culturales, deportivas y cientficas.
Es por ello, porque creemos en los adolescentes y jvenes que en Nicaragua desarrollamos y fortalecemos Un
modelo policial proactivo comunitario:
Desde la comunidad.
Con la comunidad.
Para la comunidad.
Algunos Estados de la regin latinoamericana y centroamericana en particular, han optado por la primera opcin (el
modelo represivo). En consecuencia han adoptado e implementado las polticas de:
Mano dura,
Sper mano dura,
Cero tolerancia o de,
Limpieza social.
La pacificacin
En la actualidad en Nicaragua no existen maras (pandillas estructuradas) tal como es el caso de los otros pases
de la regin centroamericana que conforman el denominado tringulo norte (El Salvador, Honduras y Guatemala),
existiendo slo agrupaciones juveniles categorizadas por la Polica Nacional, segn sus fines y naturaleza; por lo
general son adolescentes y jvenes en alta situacin de riesgo, vulnerables en razn de su condicin social.
Muchos de estos adolescentes y jvenes, derivado del trabajo de intervencin ciudadana y policial proactiva
comunitaria (participacin de los miembros de organizaciones del Estado y la Sociedad) han depuesto sus armas
artesanales, entregndolas voluntariamente a las autoridades nacionales y locales, firmando compromisos de
reintegrase a la sociedad y no volver a incorporarse en dichas agrupaciones juveniles. Este evento de entrega de
sus armas hechizas se ha conocido como actos de pacificacin, entendiendo que dicha pacificacin:
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Inclusin.
Ser escuchados.
Ser reconocidos en su dimensin humana.
Desarrollarse en un espacio libre de violencia.
Sentirse tiles a la sociedad.
No ser discriminados.
Ser respetados!
Trabajar con la juventud.construir junto a ellos y con ellos un peldao en la cultura de paz y no violencia..
Yo creo en los jvenes.ellos merecen ser jvenes.los adultos no podemos ni debemos arrebatarles esa
ubicacin en el pedestal de la historia!!
En Nicaragua abogamos por la paz y por la cultura de no violencia. Quines ms autorizados para hablar
de paz, sino aquellos que hemos vivido la guerra, en distintas circunstancias?
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Los pases de Amrica Latina, a pesar de las disparidades en el desarrollo social, el crecimiento econmico y
las fortalezas o debilidades institucionales, comparten dentro de sus principales preocupaciones, problemas
relacionados con la eficacia y manejo de la seguridad ciudadana. En Panam se ha incrementado su relevancia
entre las principales preocupaciones y prioridades de la sociedad, el 46% de la poblacin panamea expres en
Latino Barmetro del 2010, que la delincuencia y la seguridad pblica es el principal problema del pas. No obstante
y a pesar de este incremento, el pas presenta todava unos niveles de victimizacin relativamente bajos si se
comparan con otros pases de la regin. Segn el Informe sobre desarrollo humano para Amrica Central publicado
por el PNUD en 2009, Panam ocupa el lugar ms bajo con una victimizacin del 10%, seguido por Honduras
(15.1%), Costa Rica (16.3%), Nicaragua (24.1%), Guatemala (24.3%) y El Salvador (32.2%).
Existe una creciente preocupacin por la seguridad ciudadana; por los tomadores de decisin y la opinin pblica
relacionada a una amplia gama de fenmenos y procesos que se presentan sin respuesta efectivas y de impacto,
que logren mejorar las condiciones de seguridad y libertad de las personas. Tambin la existencia cada vez mayor
por los temas de violencia y la presencia de jvenes, tanto en su calidad de vctimas como de victimarios. El
fenmeno de la seguridad ciudadana y las juventudes, es sin duda uno de los fenmenos de mayor complejidad y
preocupacin a los que se enfrentan las sociedades latinoamericanas y obliga abordarlo desde la reflexin profunda
en el plano poltico y social.
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poltica pblica de respuesta, y tercero, porque la comunicacin resulta esencial para un enfoque democrtico e
integral de la seguridad.
El 78% de este delito se comete con arma de fuego para el 2010. Situacin que enciende las seales de alarma y nos
apunta a una situacin alarmante de porte y tenencia de armas ilegales; se comenten alrededor de dos homicidios
diarios, y se agrava lo fines de semanas, con mayor nfasis los das domingos. Con respecto, a los delitos de hurto
y robo, ambos son hechos de mayor frecuencia a nivel nacional. Sin embargo, es preocupacin ciudadana el robo
con arma de fuego: para el ao 2010 fue la modalidad de mayor comisin, con 64% de la totalidad de robos.
En el anlisis de las distintas variables e indicadores que intervienen en los temas de seguridad ciudadana, es
imprescindible evaluar los distintos factores que incluyen, tener en cuenta la multiplicidad de sus causas y los
elementos de interaccin entre los individuos involucrados y los contextos en los que se producen. Otro elemento
fundamental a considerar es el familiar, que parecieran haber dejado de ser el primer espacio de proteccin y
socializacin. De igual forma, hay que reflexionar en las situaciones que empujan a la niez y a jvenes adolescentes
al trabajo infantil, con lo cual se aumenta el riesgo de desercin escolar o bajo rendimiento acadmico y la exposicin
a situaciones de riesgo que afectan negativamente su desarrollo.
La Primera Encuesta de Victimizacin y Percepcin Social de la Seguridad Ciudadana del 2010 resalta un aumento
sostenido en los porcentajes de personas que reconocen y declaran haber sido vctima de un delito en un perodo
de tiempo determinado. As, mientras que para el 2010 se registr 10.2% de victimizacin a nivel nacional, dicha
cifra se ha duplicado en los ltimos dos aos (5.7% al 2008), siendo la poblacin joven entre 18 a 24 aos de edad,
la mayor vctima de delitos con violencia y uso de arma.
Panam cuenta con una poblacin de unos 600,000 jvenes de 15 a 24 aos, que representan el 18% del total
poblacional. Los homicidios, accidentes de trnsito y suicidios son una de las principales causas de muerte entre
los jvenes varones, en el caso de las mujeres jvenes las muertes estn relacionadas por causas naturales
relacionadas con embarazos, partos y puerperio. Ser persona joven se ha constituido tambin en un factor de
riesgo, la participacin en hechos de violencia ya sea como vctimas o victimarios es cada vez mayor.
Es importante considerar que el anlisis de la violencia asociada a los jvenes es sumamente amplio y complejo,
lo que obliga a su vez al abordaje desde diferentes ngulos y de manera integral. No es suficiente comprender el
tema de la violencia juvenil nica y exclusivamente desde enfoques que define al joven como un sujeto rebelde
y transgresor por naturaleza, como tampoco es acertado mirarlo exclusivamente como el generador de la
descomposicin y el peligro social. Por lo tanto, este fenmeno requiere ser reledo desde pticas que entienden
al joven como un sujeto inserto en un conglomerado social y cultural desde el cual adquiere referentes ticos,
recursos y oportunidades de distinta ndole, que permitirn o no su inclusin social y el goce de sus derechos.
Por otro lado, los diferentes fenmenos sociales se convierten en discursos que adquieren dimensin pblica al ser
narrados por los medios de comunicacin. En consecuencia, resulta evidente que la violencia, la inseguridad y la
vinculacin de las y los jvenes como fenmenos sociales, son narradas a travs de las comunicaciones mediticas.
Los medios de comunicacin visibilizan las representaciones sobre el crimen, el delito, la violencia pero tambin
a aquellos que estn involucrados en su prctica o en su inhibicin, en este caso a la juventud. La comunicacin
es una dimensin central de los problemas de la seguridad y en las respuestas que se presentan. En primer lugar,
porque el crimen, la violencia, y el delito rompen la convivencia pacfica de una sociedad; en segundo lugar, por
la importancia de la comunicacin para los actores e instituciones involucradas que se traduce en enfoques de la
En el tratamiento informativo de la seguridad ciudadana y las juventudes suele haber falta de anlisis, una aproximacin
muchas veces emocional, incluso sensacionalista y morbosa, a los hechos y una ausencia de profundizacin en las
causas legitimando la opinin estigmatizada que relaciona la juventud como responsable del orden social y se
asocia a una mirada cargada de racismo, prejuicios y discriminacin. Si se es joven, afrodescendiente, hombre, que
vive en comunidades de bajos recursos, se es percibido como amenaza para los dems, por lo que es relevante la
dimensin subjetiva y la capacidad de incidencia de los medios de comunicacin en la relacin seguridad ciudadana
y juventud.
Otro elemento a analizar es el vivir en un rea donde haya disponibilidad de drogas o un alto ndice de sucesos
delictivos, tambin es un factor de riesgo. En muchos casos, el que la comunidad no disponga de alternativas
sanas para el uso del tiempo libre en la comunidad se constituye en un aspecto que contribuye a la aparicin de la
conducta delictiva.
Desde el Programa Conjunto Ventana Temtica de Prevencin de Conflictos y Construccin de Paz auspiciado
por el Fondo espaol para los ODM, en la que participan cinco agencias del Sistema de Naciones Unidas (PNUD,
UNESCO , ONUDC, UNFPA y UNICEF) trabajamos con el objetivo de fortalecer la capacidad instalada para la
gestin de la seguridad ciudadana, con un enfoque integral basado en la prevencin de la violencia y el delito,
mejorando las capacidades de diversos actores e instituciones a nivel nacional y local, generando y produciendo
conocimiento que apoye la creacin de polticas pblicas y que permita profundizar en el fenmeno de la violencia
ms all de las narrativas mediticas.
Hay que apostarle a intervenciones pertinentes que incorporen un enfoque de respeto y ejercicio de los derechos
humanos, incidiendo en aspectos preventivos, donde se promueva los valores de no violencia en la solucin de los
conflictos y controversias entre individuos y grupos, incorporando la participacin de las personas jvenes, como
sujetos de derecho y potenciales actores estratgicos del desarrollo.
Estamos frente a un fenmeno complejo, que requiere de enfoques integrales, consistentes, los cuales deben
generar respuestas a corto, mediano y largo plazo. Las mismas deben incidir en todos y cada uno de estos aspectos,
con la participacin de diversas instancias sociales, con un enfoque de responsabilidad compartida, y en la que
todos asumamos parte de la respuesta, en el rea que nos compete.
El Programa Conjunto Ventana de Paz, pretende estimular el debate abierto, el dilogo democrtico, el intercambio
de conocimiento, y opiniones en el marco de la bsqueda de mejores alternativas y soluciones.
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Introduccin
Los movimientos juveniles han pasado por diferentes procesos y transformaciones a lo largo de la transicin
democrtica paraguaya y podemos vislumbrar dos momentos: de 1989 al 2000 y del 2000 a nuestros das. En
el primer momento, inmediato a la cada de la dictadura de Alfredo Stroessner se abre un periodo de libertades
civiles y polticas y las organizaciones sociales se manifiestan pblicamente con demandas histricas. Una de ellas
es la del boleto estudiantil, reivindicacin que atraves a todo el movimiento social vinculando a trabajadores y
estudiantes (docentes y padres). Con esta consigna se conform una organizacin de estudiantes secundarios de
carcter nacional, generando en esta poca diferentes ramificaciones de expresiones juveniles. Luego del auge
viene un proceso de decaimiento debido a crisis que ponen en riesgo la aun emergente democracia paraguaya
y por otra parte, un quiebre en las organizaciones de los trabajadores lo que afecta al movimiento en general
replegando a las organizaciones vinculadas y en especfico a las organizaciones juveniles.
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Tras el golpe de Estado que destituye al dictador Alfredo Stroessner, se abre un periodo de libertades civiles y
polticas que abonan el terreno para que emerjan diferentes expresiones y reivindicaciones de los grupos sociales
principalmente de las organizaciones sindicales y campesinas. A la par, en los colegios secundarios los estudiantes
ven como necesario democratizar el mbito educativo, es as que nace en 1989 el Movimiento por la Organizacin
Estudiantil (MOS) de algunos colegios de la capital y asume tres principios: la primera, autonoma del gremio
estudiantil, rechazando toda injerencia de las autoridades del gobierno, del Partido Colorado y de las autoridades
de las instituciones educativas; la segunda, la libertad educativa y cientfica, impulsando la reforma educativa
general, el libre pensamiento y la educacin gratuita para todos; y la tercera, la solidaridad estudiantil, obrera y
campesina, definiendo claramente el carcter clasista del movimiento.
En abril de 1996 se produce una crisis en la que se ve amenazado el proceso democrtico con la insubordinacin
del Gral. Lino Csar Oviedo ante su relevamiento como comandante de la Fuerzas Armadas. Lino Oviedo fue uno
de los actores del golpe de Estado a Alfredo Stroessner y posteriormente principal colaborador del presidente
Juan Carlos Wasmosy, pero este trato se tension a raz de que Oviedo se inmiscuy en temas internacionales
apeligrando las relaciones con el Brasil, en el caso de la construccin de un segundo puente sobre el ro Paran.
Ante su relevamiento al cargo de Comandante de las Fuerzas Armadas corre el rumor de un intento de golpe de
Estado. Juan Carlos Wasmosy decide nombrarlo Ministro de Defensa para calmar las aguas, cosa que no cay
nada bien a la ciudadana que sali a las calles para manifestar su descontento. Y es en este momento en el que
entra en escena principalmente la juventud organizada. Jvenes de diferentes facultades e instituciones educativas,
participan activamente en las calles apoyando el proceso democrtico en una vigilia permanente en las calles
durante 3 das.
Levantando la consigna del Boleto Estudiantil, el MOS logr articular las luchas de los sectores estudiantiles con los
de la clase trabajadora en alianza con madres, padres y docentes. Al primer intento no lo consiguieron y esto genera
un debate al interior del movimiento entre aquellos que estaban con que se deba continuar con la reivindicacin del
Boleto Estudiantil ya que lograba ser una lucha transversal y aquellos que vean ms bien desde una ptica gremialista
e instaban a preocuparse ms por las reforma educativa y la organizacin estudiantil al interior de los colegios.
Fruto de estas posturas se llega al Congreso del MOS a finales de 1991 en el cual se dividen y el grupo minoritario
que mantena la idea de luchar por el pasaje estudiantil crea el Frente de Estudiantes Secundarios (FES). El FES
se afirma una organizacin de clase y que acompaa las luchas en una alianza obrero-estudiantil manteniendo los
tres principios de MOS y es desde esa perspectiva en la que van generando sus acciones. Trabajaban de cerca con
sindicatos obreros y docentes y con organizaciones campesinas, acompaando sus marchas y reivindicaciones.
A mediados del 92 empieza a cobrar mayor fuerza la campaa por el medio pasaje y el FES logra extender sus
bases a nivel nacional, llegando en el ao 1993 a 35 ciudades del pas. Y es en agosto que realizan una de las
acciones ms exitosas que es la sentata en el Congreso de la Nacin en aniversario de los 3 aos de la campaa,
logrando llamar la atencin de los medios de comunicacin y de la ciudadana. En octubre de ese ao se realizan
movilizaciones paralelas a nivel nacional siendo la ms publicitada la realizada en la capital en la cual participan
alrededor de 1.200 estudiantes. Ya el 22 de octubre con dichas movilizaciones logran que el Congreso apruebe la
ley del boleto estudiantil.
En diciembre de ese ao se realiza el segundo Congreso del FES, con la participacin de ms de 100 estudiantes
representantes a nivel nacional y se renueva la dirigencia, dejando en manos de nuevos lderes el proceso de
continuidad, apartndose los lderes histricos. Esta renovacin trae un cambio en las lneas de accin ya que los
nuevos dirigentes tenan menos experiencia y empezaban todo de nuevo, dejando de lado las enseanzas progresistas
que haban sido incorporadas por el FES histrico que siempre fue cercano a grupos y partidos de izquierda.
Comienza en este periodo un proceso de decaimiento de la federacin y ya en el ao 1995 se extingue el FES y
ser solamente 6 aos despus, en 1999, que se reactivarn los estudiantes creando el MOBE (Movimiento por la
Obtencin del Boleto Estudiantil), siendo su continuidad la FENAES en el 2002 (Federacin Nacional de Estudiantes
Secundarios), pero ya como un movimiento gremialista y cercano a una ONG, perdiendo la autonoma y alejndose
de la solidaridad estudiantil, obrera y campesina.
Hay que considerar que en esta transicin democrtica y a la par del crecimiento del movimiento estudiantil se
generan y crecen organizaciones juveniles como centros de estudiantes universitarios, el Movimiento Objecin
de Conciencia, la Casa de la Juventud, Radio Rebelde, la Coordinadora de Jvenes Organizados (CJO) y
otras expresiones polticas y culturales. Quienes organizan y coordinan las acciones son principalmente de la
Coordinadora de Jvenes Organizados, pero a nivel meditico se los denominaba jvenes carapintadas. Eran
jvenes universitarios y de colegios, de la cultura y de algunos partidos polticos de izquierda. Las acciones eran
decididas en asamblea y haba autonoma en cuanto a las acciones y propuestas de los grupos que participaban.
La accin ms destacada de los carapintadas fue la sentata y vigilia durante 4 das en las plazas cercanas al
Congreso, pidiendo que el presidente desistiera en el nombramiento de Oviedo como Ministro de Defensa. El
objetivo fue alcanzado y es as que se logra la mayor victoria de la juventud en este periodo.
Marzo paraguayo
La crisis de abril del 96 tuvo su continuidad, ya que el caso fue judicializado y Lino Oviedo fue condenado a 10 aos
de prisin, siendo el punto ms lgido de esta crisis el asesinato del Vicepresidente de la Repblica Luis Mara Argaa
el 23 de marzo de 1999, siendo el principal sospechoso el mismo Oviedo. Este hecho coincide con la movilizacin
de miles de campesinos que se trasladaron hasta las plazas aledaas al Congreso a solicitar la condonacin de sus
deudas. A la par, los medios de comunicacin hacan llamados a la ciudadana a movilizarse. Miles de ciudadanos
y ciudadanas fueron hasta las plazas del Congreso a exigir el esclarecimiento del asesinato y justicia, as como el
juicio poltico a Ral Cubas Grau, presidente en ese entonces y del grupo de Lino Oviedo. La gente se empez a
congregar en las plazas del Congreso, ciudadanos y ciudadanas de diferentes organizaciones polticas y sociales que
nuevamente salieron a defender la democracia. La juventud fue protagonista de este momento: juventudes de partidos
polticos, de la iglesia y barras bravas en barricadas, como voluntarios en las ollas populares y en primeros auxilios.
Las protestas pronto degeneraron en enfrentamientos entre sectores democrticos y el oviedismo que fueron
cobrando fuerza y el jueves 25 de marzo, a pesar de que los manifestantes montaron un operativo de seguridad
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se desatan hechos de violencia en el cual la polica se pone a lado del sector oviedista. La represin contina al
da siguiente y esa noche la polica abandona la plaza y deja a los dos bandos solos. En ese momento se desata
el enfrentamiento ms violento, un grupo de manifestantes se repliega hacia la Catedral y los otros (en su mayora
jvenes) enfrentan al sector oviedista que dispara a quemarropa produciendo centenares de heridos y 6 muertos.
Toda esa madrugada y el da sbado fueron tiempo de negociaciones entre las autoridades nacionales en el que
la iglesia medi a fin de que no se den ms muertes. Luego de das de resistencia, se cierra parte del conflicto
con la renuncia del presidente Ral Cubas Grau y en su reemplazo es nombrado el presidente del Congreso Luis
Gonzlez.
Por otra parte, a partir del 2008 se dan otras apariciones en el escenario social, en este caso de las juventudes
urbanas, quienes exigen la recuperacin de espacios pblicos y realizan una serie de actividades en las plazas
mostrando lo que saben hacer, con el apoyo del Viceministerio de la Juventud, que tambin nace como respuesta
a las juventudes paraguayas. De este grupo el ms resaltante es el de grafiteros que salen a pintar las calles de la
capital y de otros puntos del pas cuestionando el estado actual de nuestra realidad poltica. Este es un grupo que
es ms bien apoltico en cuanto a que no se adscribe a alguna ideologa pero siente un malestar con respecto a
los partidos polticos tradicionales y sus acciones.
Una de las acciones a ser destacadas en este periodo es tambin la irrupcin en el escenario de los indignados,
que hartos de los parlamentarios con sus autoaumentos de sueldos, privilegios y la elaboracin de leyes contra
la gran mayora de los paraguayos y las paraguayas, se empezaron a convocar por las redes sociales a fin de
protestar en lo que denominaron como after office revolucionario. Mayoritariamente son jvenes de clase media
y trabajadores de oficinas, tal como lo describe el nombre del evento. Estas acciones tuvieron una repercusin y
con cada accin creca el nmero de participantes y el descontento con este poder de Estado. Estos escraches
se dan un poco antes del proceso de supuesto juicio poltico que abre el parlamento al presidente Fernando Lugo.
Juicio poltico o golpe parlamentario? La ciudadana sale a las calles a manifestar su postura
La crisis poltica desatada luego del 22 de junio de 2012, con el juicio poltico y posterior destitucin de Fernando
Lugo, primer presidente democrticamente electo que quiebra la hegemona de un solo partido en el poder luego
de 62 aos, se abre un periodo de inestabilidad poltica y de protestas. Dos hechos a ser remarcados existen en
cuanto a la participacin de la juventud en estas protestas: por un lado las redes sociales fueron el lugar convocante
para diferentes movilizaciones y escraches, tambin de generacin de hechos de boicot a pginas webs del Estado,
y por otro lado la toma de la TV Pblica por parte de la ciudadana indignada.
Las redes sociales se convirtieron en una herramienta de contra informacin, convocatoria y escrache. Una de
las acciones fue la creacin annima de http://www.abcolor.me/ un enlace desde el cual cualquier persona poda
redactar un artculo de tinte periodstico, imitando en forma a la pgina digital del diario anti luguista ABC Color.
Se publicaban informaciones irnicas o de contra informacin y en contraposicin a lo que los medios masivos de
comunicacin publicaban sobre el tema del juicio poltico. En su pgina de twitter los de abcolor.me expresan que
ms de 25.000 personas visitaron abcolor.me y publicaron ms de 10.200 artculos en menos de 24 horas de su
creacin. Lo que demuestra la necesidad de un sector de la poblacin de expresarse.
Inmediatamente despus del juicio poltico los nuevos en el gobierno fueron a las instalaciones de la TV Pblica lo
que gener incidentes y los trabajadores tomaron el edificio. La ciudadana as como grupos y movimiento polticos
y sociales se sumaron a defender la TV Pblica y sobre todo a la emisin de uno de los programas que quera ser
censurado, Micrfono Abierto, destinado a que la ciudadana exprese sus ideas. Los jvenes armaron barricadas
en las dos calles de ingreso e hicieron vigilias y transmisin en vivo. Toda la ciudadana poda acudir a usar el
micrfono y expresarse. Desde el sbado 23 hasta el viernes 29 de junio los trabajadores lograron resistir gracias
al apoyo de la gente. Teatro, poesa, murga, rock, trova, folklore, carteles, murales, grafftitis, stenciles, variadas
manifestaciones artsticas as como polticas, se congregaron en ese foco de resistencia a lo que se consideraba un
golpe parlamentario y un resquebrajamiento de la democracia paraguaya. Luego las fuerzas se replegaron ya que
las posibilidades polticas se redujeron.
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referencias bibliogrficas
A modo de conclusin
El proceso de los movimientos juveniles ha tenido picos ascendentes y descendentes en cuanto a movilizacin
y organizacin, pero mayoritariamente su aparicin en el escenario social y poltico ha sido ms bien episdica y
aislada, no logrando convertirse en un movimiento histrico que rompa con la limitacin etaria. Generalmente han
sido vanguardias, grupos de lderes que en ese momento tomaron las riendas de dichas organizaciones las que
imprimieron mayor proyeccin a las luchas juveniles. De todos modos, cada una de las manifestaciones que se
dieron durante el proceso de transicin democrtica han dejado lecciones y caminos trazados a quienes podran
futuramente vanguardizar un proceso de organizacin y proyeccin del movimiento juvenil y trascender su propia
historia, y al decir de Mario Benedetti, evitando ser viejos prematuros.
Gonzlez Bozzolasco, Ignacio El Frente Estudiantil Secundario, una primera aproximacin histrica, Revista NOVAPOLIS N 1 (11), abril, 2007
Valinotti Colina, Sunia. Participacin Juvenil en las crisis de abril 1996 y marzo de 1999, Revista NOVAPOLIS N 1 (11), abril, 2007
http://www.ultimahora.com/notas/262811-Universitarios-de-la-UNA--reclaman-arancel-cero
http://www.ultimahora.com/notas/572075-Estudiantes-califican-de-mercantilista-y-privatista-proyecto-de-ley-de-Educacion-Superior
http://www.abc.com.py/edicion-impresa/artes-espectaculos/festival-y-microfono-abierto-418711.html
http://www.abc.com.py/nacionales/tv-publica-repudia-atropellos-418594.html
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Nacer en Uruguay hoy significa tener una esperanza de vida de 76 aos, 73,7 aos en el caso de los hombres y
80,6 aos si se es mujer. Significa nacer en un pas que inici su primera transicin demogrfica tempranamente.
Hacia finales de la primera mitad del siglo XX se terminaron de procesar los principales cambios que supone este
fenmeno demogrfico moderno, y esto supuso la consolidacin de una nueva forma de entender la vida familiar a
la vez que incidieron en la transformacin de las familias. (Pellegrino et al 2008; 21) posicionando al modelo nuclear
urbano de familia como el modelo hegemnico.
En la actualidad el pas se encuentra procesando los cambios que supone la denominada Segunda Transicin
Demogrfica. Nuevamente Pellegrino plantea que Uruguay se ubica tambin a la cabeza de los cambios,
convergiendo nuevamente en este proceso con los pases desarrollados en lo relativo a diversos indicadores de
cambio familiar (Pellegrino et al 2008; 21). A modo de ejemplo, la tasa global de fecundidad para el ao 2000 fue de
2,2 hijos por mujer (Pellegrino et al 2008; 2) encontrndose, a partir del ao 2007, por debajo de la tasa de remplazo.
As pues, Uruguay se encuentra inmerso en un proceso de envejecimiento poblacional que resulta ms claro an al
analizar la evolucin histrica de las pirmides poblacionales desde 1908 hasta 200685.
85 Para un anlisis de las pirmides de poblacin se recomienda: Jvenes y adultos en Uruguay, cercanas y distancias. Filardo (coord.) 2009; y Demografa
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Qu les queda a los jvenes? breve resea de participacin social juvenil en uruguay
Segn los datos del ltimo Censo, Uruguay cuenta con una poblacin de 3.286.314 personas, de las cuales cerca
de 730.000 tienen entre 15 y 29 aos. Ser un pas con solo 22,2% de jvenes nos posiciona como el pas con
menos jvenes de Amrica y esto debe ser visibilizado como un problema.
En el artculo Los estudios de la mujer y de los jvenes en la construccin del conocimiento sociolgico uruguayo
de Lovesio, B.-Viscardi, N; (2003), se realiza un anlisis socio histrico respecto a la aparicin de la sociologa de
la juventud en los estudios nacionales desde la dcada del 50. Muchos de sus aportes ayudan a reflexionar sobre
los movimientos sociales juveniles dado que desde ese momento comienzan a tener un lugar particular en la esfera
pblica y en la lucha poltica. En la dcada del 50 la produccin sociolgica resalta las diferencias estructurales
fuertemente reproducidas por el sistema educativo en tanto va legtima para el ascenso social, pero de acceso
muy desigual. Ya a fines de la dcada del 60 y hasta el 1973, la accin poltica de los jvenes en el contexto de
movilizacin poltica fue central. A partir del desencanto por las instituciones se impulsa la participacin, al tiempo
que se experimentan nuevas formas y lugares de encuentro cada vez menos tradicionales.
En este marco de envejecimiento es necesario dar cuenta de la manera en que es percibida la juventud en tanto
concepto socialmente construido y aprendido. El informe Jvenes y adultos en Uruguay: cercanas y distancias86
busca hacerlo a partir de la identificacin de los roles socialmente atribuidos y la manera en que son percibidos los
jvenes. En relacin a lo primero, se observa que el rol social de la juventud se configura principalmente a partir
de la idea de juventud como etapa de transicin y preparacin al mundo adulto, y en general como un proceso
relativamente individual: la mitad de los uruguayos expresa que la juventud debera prepararse para el futuro, seguido
de asumir responsabilidades. (Filardo et al 2009; 47).
La juventud como colectivo que busque incidir en el espacio de lo pblico, aparece moderadamente representado
a partir de las categoras plantearse metas y luchar por sus ideales. Sin embargo aparecen fuertemente
representados aquellas valoraciones en torno al xito personal y la asuncin de responsabilidades, asociando
mayoritariamente a la juventud a una etapa de preparacin de cara a la consecucin de un mejor futuro. sta es
una mirada que podra catalogarse de adulto cntrica.
Del mismo modo, al ser consultados sobre cmo son hoy los jvenes, entorno al 50% de las personas entrevistadas
los percibi como ms consumistas, violentos, peligrosos, e individualistas que los adultos. nicamente la
categora de creativos alcanz este valor entre las categoras que se podran denominar como positivas. Al
mismo tiempo, se percibe que los jvenes son igual o menos honestos y solidarios que los adultos, y claramente
menos trabajadores y responsables.
Se puede concluir que la juventud como categora socialmente construida a la que pertenece un grupo importante
de la sociedad, encuentra en Uruguay ciertas dificultades para posicionarse positivamente como actor en el
espacio pblico. Aun dejando de lado la heterogeneidad propia de la categora, la manera en que es percibida por
la poblacin en general no la constituye como una definicin con la cual fcilmente embanderarse.
Estos aspectos, si bien pueden asociarse con caractersticas juveniles de cierta rebelda o disconformidad con el
orden existente, son tambin productos de un momento histrico muy politizado. Al decir de Ernesto Rodrguez
Por encima de todos los criterios posibles, la juventud es el producto de la sociedad en que se inserta (Rodrguez,
E.;1978 en Lovesio, B.-Viscardi, N; 2003).
Si bien hasta ese momento los jvenes eran vistos como estudiantes en un contexto de identificacin de
problemticas estructurales, en el perodo previo a la dictadura se constituyen como actores claves en tanto
militantes estudiantiles. Esto se produce en un contexto desfavorable para la integracin laboral, donde el desempleo
juvenil como resultado de la crisis econmica tambin da sentido a la actuacin poltica (Lovesio, B.-Viscardi, N;
2003). Segn Ares Pons (1968; en Lovesio, B.-Viscardi, N; 2003), los jvenes expresan una disconformidad que se
relaciona con un conflicto generacional basado en una experiencia social distinta en la cual se expresa fuertemente
la crisis social de ese momento.
En tanto movimiento juvenil es importante citar la actuacin de la Federacin de Estudiantes Universitarios del
Uruguay (FEUU) desde su creacin en adelante. Si bien el surgimiento de la FEUU data de 1929, con una gran
influencia de la Reforma de Crdoba, desarrolla un rol protagnico en la dictadura de Terra (1933) en su expresin
antidictatorial, que se mantiene a lo largo de las dcadas en relacin a los distintos acontecimientos internacionales.
En 1958, se destaca su participacin en relacin a la Ley Orgnica que conquista el cogobierno de los estudiantes
en los distintos rganos colegiados de la Universidad. Esto constituye un ejemplo en el caso nacional de cmo la
participacin desde el movimiento estudiantil logra conquistar un espacio institucionalizado de participacin activa,
en este caso el cogobierno universitario, ms adelante se abordar este tipo de espacios con detenimiento.
En el perodo predictatorial las movilizaciones estudiantiles sumaron, a las luchas presupuestales, la denuncia de
la ya instalada represin y del desconocimiento de las libertades pblicas (Figueredo et al; 2004). El movimiento
estudiantil universitario se caracteriz por su confrontacin ideolgica que tena una raz tica fundada en la funcin
crtica de la Universidad como motor del cambio social. A pesar de no definirse como un movimiento que buscara
la lucha social en forma orgnica y permanente (Landinelli; 1983, en Figueredo y Alonso; 2004), muchos de
los estudiantes militantes se vincularon a las organizaciones polticas como la Juventud Socialista del Uruguay
(JSU), el Movimiento de Liberacin Nacional (MLN) y la Unin de Juventudes Comunistas (UJC). Sin embargo,
la FEUU se constitua de jvenes pertenecientes al conjunto del espectro poltico. Tambin la propia FEUU tuvo
un rol importante en su expresin de rechazo al golpe de estado en 1973, en su constantes reivindicaciones y
movilizaciones, la ocupacin de locales universitarios; culminando en ese perodo con la declaracin de ilegalidad
de la organizacin y la prohibicin de sus reuniones. Pese a permanecer en el marco de la clandestinidad, los jvenes
uruguayos nucleados en torno al movimiento estudiantil cumplen un rol clave en la conquista de la democracia,
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a este informe se pregunt tanto a adultos como a jvenes Si ud. fuera presidente de Uruguay, Cul sera su
prioridad entre las siguientes opciones?. Los resultados permiten sealar que al considerar a la poblacin joven y
adulta por separado, ambas identifican trabajo y educacin como las dos grandes prioridades a abordar por parte
del Poder Ejecutivo. De esta manera, los jvenes uruguayos reconocen al Estado como el responsable de asumir
las tareas que tradicionalmente le han sido asignadas87.
Filardo et al. plantean que el anlisis por edad muestra que los jvenes son ms sensibles a las cuestiones relativas
a los derechos humanos que los ms viejos, pero al mismo tiempo asignan menor jerarqua tanto al trabajo como al
acceso a los bienes culturales y condiciones para la produccin artstica juvenil (Filardo et al. 2009; 74).
Adicionalmente, resulta interesante observar que al indagar sobre el tipo de organizacin en el que se deseara
participar (en un total de diez tipos de organizaciones) son los grupos deportivos, de defensa del medio ambiente
y ONG, defensa de DD.HH. las que se ubican en las tres primeras posiciones, siendo las nicas en las que ms
de la mitad de la poblacin estara interesada a participar. Por su parte, las asociaciones estudiantiles se ubican
en la posicin seis, los partidos polticos en la posicin siete y los sindicatos en la posicin nueve88.
Por otro lado, en la Encuesta Nacional de Juventud (ENAJ 2008), Filardo recoge opiniones para analizar cules
son los principales problemas que enfrentan los jvenes, desde la perspectiva de los mismos. El estudio muestra
cmo las problemticas asociadas al empleo se despegan del resto de las opciones, junto con una problemtica
como es el consumo problemtico de sustancias psicoactivas (drogadiccin) que se vincula directamente con la
dimensin de la salud.
A modo de sntesis preliminar es interesante subrayar el desfasaje entre los principales problemas identificados por
los jvenes, las prioridades en materia de polticas pblicas y las organizaciones en las que finalmente prefieren
participar. Por un lado, se identifican el acceso a un trabajo decente y el abordaje de los consumos problemticos
de sustancias como dos problemas centrales para los jvenes, al mismo tiempo que se reconoce el trabajo y la
salud como dos prioridades claras del Poder Ejecutivo.89 Sin embargo, las organizaciones en las que prefieren
participar los jvenes no se vinculan directamente con estas temticas, y el inters por participar en partidos
polticos es bajo. Esto habla de un desfasaje entre las prioridades identificadas para su propio grupo en trminos
generacionales, y la predisposicin a participar en organizaciones que las atiendan.
1.3. La participacin juvenil en la actualidad
Focalizndonos ahora en el anlisis de la participacin juvenil actual lo primero que es importante sealar es
que se consideran las agrupaciones de jvenes como espacios en los que compartir actividades, tiempo, pero
tambin actitudes y formas de ver el mundo. Desde esta perspectiva las fuertes desigualdades existentes en
87 Cabe sealar que la emergencia de la temtica de Derechos Humanos como prioritaria para el conjunto de la poblacin podra deberse a la coyuntura histrica
del momento de aplicacin del formulario, puesto que durante 2008 las organizaciones de Derechos Humanos se encontraban impulsando un plebiscito para la
anular la Ley de Caducidad de la Pretensin Punitiva del Estado referida a los crmenes cometidos durante la ltima dictadura militar.
88 Debe sealarse que la edad no influye de manera pronunciada en el deseo de participar en algn tipo de organizacin, aunque por lo general, en casi todos
los pases, las personas jvenes son aquellas que ms predispuestas se encuentran a participar, excepto en las organizaciones religiosas y del campo, donde las
intenciones son similares o inferiores a las de los adultos (Segovia 2009; 167).
89 Es paradjica la inclusin de la educacin dentro de estas ltimas puesto que no es reconocida como una problemtica de primer orden.
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Uruguay fortalecen el poco dilogo y contacto de jvenes de distintos sectores socioeconmicos, lo que genera
gran homogeneidad dentro de las grupalidades juveniles; en relacin a sus intereses, sus gustos culturales, sus
motivaciones y consecuentemente, sus formas de movilizacin, la identificacin de demandas y la movilizacin de
recursos para posicionarlas a nivel pblico.
Segn la Encuesta Nacional de Adolescencia y Juventud (2008), la participacin juvenil descendi de 52% en
1990, a 45% en el 2008. Los espacios de participacin que se contemplan en la encuesta son: religiosos y tnicos,
estudiantiles, de un grupo musical, artstico o cultural, sindicales/gremiales, grupo o partido poltico, asociacin
juvenil, barra de ftbol, organizacin del barrio u otras. Es importante resaltar que dados los espacios sobre los que
se pregunta, se puede decir que se parte de un concepto de participacin extremadamente amplio, pero que puede
permitir la visualizacin de distintos intereses y espacios de socializacin.
Entre los y las jvenes de 14 a 24 aos, 34% participa en barras de ftbol, 27,7% en un espacio religioso, 24,5%
en mbitos estudiantiles, 19,5% en grupos musicales o artsticos, 10,5% en una asociacin civil y organizacin
del barrio. Se destaca que la participacin en mbitos polticos y sindicales es muy baja correspondiendo a 5,6%
y 5,4% respectivamente. Los varones participan 16% ms que las mujeres jvenes, por lo que hay que incluir
la perspectiva de gnero, como una factor fundamental para la lectura de los procesos de participacin de las
personas en general y en particular en los procesos que desarrollan las personas jvenes.
As pues, reconociendo las dificultades de considerar como participacin los espacios como una barra de futbol, o
bandas de rock, es importante analizar cmo condice esta realidad con lo planteado por Balardini sobre las formas
de participacin juvenil en la posmodernidad: es especialmente notorio el cambio en la socialidad, campo en el
que las relaciones interpersonales ya no se sustentan en contratos polticos o ideolgicos, sino en la accin de una
comunidad emocional, y rituales de emociones compartidas (como en el ftbol y el rock). Este neotribalismo de fin
de siglo se caracteriza por la fluidez, el agrupamiento momentneo y la dispersin. (2000; 11).
Por otro lado, es interesante observar que la participacin decrece con la edad: para el grupo de 15 a 19 aos, la
participacin es de un 47%, el grupo de 20 a 24 un 43,2% y el de 25 a 29 aos un 37,8%. A su vez, dentro de los
y las jvenes que participan en alguno de los espacios antedichos, un 71,9% lo hacen nicamente en uno de esos
espacios, un 21,8% participan en dos espacios, un 5,3% en tres espacios y un 1% en ms de tres espacios.
Dina Krauskopf (1998) habla de la emergencia de un nuevo paradigma de participacin juvenil en el que las
identidades dejan de estar en funcin de los cdigos socioeconmicos y polticos y pasan a estar vinculadas
a espacios de accin y mundos de vida como: sexo, preferencia sexual, sobrevivencia de la humanidad (medio
ambiente) y derecho indgenas, de las mujeres, democrticos, etc. (Krauskopf ; 1998:129). Desde esta perspectiva,
surgen formas de organizacin ms horizontales, basadas en la tica y reivindicando la participacin y las acciones
individuales.
As, la movilizacin social incorpora nuevas temticas a su agenda; demandas de reconocimiento como la
legalizacin de la marihuana, la despenalizacin del aborto, la diversidad sexual, o demandas vinculadas a formas
de desarrollo sustentables o alternativas, entre otras. Si bien estos colectivos no se definen como movimientos
juveniles, se puede afirmar que quienes se movilizan son principalmente jvenes. De la misma manera, a nivel de la
opinin pblica son las generaciones ms jvenes las que apoyan en mayor medida.
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As pues, los rganos de direccin de la Universidad de la Repblica se constituyen como espacios de participacin
juvenil de suma importancia y con ms de cincuenta aos de trayectoria. La Constitucin consagra al Consejo
Directivo Central como el rgano rector de la Universidad e indica que: El Consejo Directivo de la Universidad
de la Repblica ser designado por los rganos que la integran, y los consejos de sus rganos sern electos por
docentes, estudiantes y egresados. As, los rganos de la Universidad donde los y las estudiantes participan
en formato de cogobierno son: el Consejo Directivo Central, la Asamblea General del Claustro, los Consejos de
Facultades, las Asambleas del Claustro de cada Facultad y los rganos a los cuales se encomienda la Direccin de
los Institutos o Servicios. (Art. 6 de la Ley Orgnica de la Universidad).
Pese a la existencia de este importante antecedente, la participacin en la Enseanza Secundaria nunca haba
sido promovida, e incluso fue fuertemente reprimida con actos administrativos como el Acta 14 cuya derogacin
fue una demanda histrica del movimiento estudiantil. As pues, la generacin de espacios formales de incidencia
es reciente. La Ley General de Educacin (LGE, N 18.437, 2008) refiere de forma explcita a la formacin de
los Consejos de Participacin en todo centro educativo pblico de Educacin Inicial, Primaria, Media Bsica y
Media Superior y Educacin Tcnico-Profesional. Debiendo estar integrados al menos un tercio de representantes
estudiantiles (Art. 76)93, tambin integran el Consejo: educadores o docentes, madres, padres o responsables y
representantes de la comunidad.
Entre los derechos de los educandos, se establece el agremiarse y reunirse en el local del centro educativo,
participar, emitiendo opinin y realizando propuestas a las autoridades de los centros educativos y de los Consejos
de Educacin, en aspectos educativos y de gestin del centro educativo, y emitir opinin sobre la enseanza
recibida. Se busca con esto garantizar por ley el derecho de los jvenes a nuclearse en torno al movimiento
estudiantil, derecho que se ha visto reprimido en distintas oportunidades a lo largo de nuestra historia.
Por otro lado, se han creado recientemente otros espacios que buscan promover la participacin de adolescentes y
jvenes por fuera del Sistema Educativo. El Programa de Participacin Infantil y Adolescente (PROPIA), es implementado
por el Instituto del Nio y el Adolescente Uruguay (INAU) y promueve el conocimiento y el ejercicio del Derecho a la
Participacin mediante el desarrollo de propuestas diversas a nivel nacional orientadas a toda la poblacin de nios,
nias y adolescentes del pas, brindando oportunidades de difundir actividades, integrar a otros jvenes y mostrar
una imagen positiva sobre la infancia y la adolescencia en Uruguay as como tambin de sus potencialidades. Para
esto, PROPIA organiza Congresos Departamentales, Redes de Adolescentes Frontera, Fondos Concursables para
Iniciativas Adolescentes y Talleres de concurrencia semanal sobre diversas temticas de su inters.
En el marco de este programa se crea el Consejo Asesor y Consultivo (CAC), una organizacin conformada por
adolescentes de entre 13 y 17 aos de edad provenientes de todo el pas y que tiene como cometido principal
asesorar al Directorio de INAU en polticas de infancia y adolescencia. Est constituido por 19 miembros, cada uno
representa a colectivos ms amplios de los 19 departamentos del pas, elegidos anualmente en Congreso Nacional
y designando una Mesa Representativa de 5 de sus miembros elegidos en la primer reunin anual. Se renen con
el Directorio de INAU cuatro veces al ao.
En la misma lnea El INJU-Mides inici en el ao 2008 un proceso participativo a nivel nacional de cara la creacin
del Plan Nacional de Juventudes 2011-2015. Dicho proceso involucr: (i) mesas de dilogo y talleres con jvenes
93 Para tener una comprensin cabal de los cometidos de este espacio se recomienda recurrir al artculo 77 de la Ley N 18.437 Ley General de Educacin.
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que buscaron pensar propuestas de acciones y polticas de juventud; (ii) talleres de consulta sobre las propuestas
acordadas, con 2300 participaciones de jvenes de 130 localidades del pas, y (iii) encuentros intergeneracionales
en los que las y los jvenes presentaron sus opciones y propuestas a referentes de organizaciones sociales e
instituciones del Estado, a partir de las cuales proyectaron posibilidades de trabajo conjunto.
En este sentido se ubican claramente los Fondos de Iniciativas Juveniles (FIJ), implementados por el INJU-Mides,
que brindan apoyo econmico y asesoramiento tcnico a iniciativas vinculadas a diversos mbitos tales como
actividades culturales, animacin y recreacin, voluntariado, cuidado del medio ambiente, promocin de derechos,
capacitaciones, actividades deportivas, etc. El FIJ sirve para apoyar la realizacin de iniciativas por parte de
grupos de jvenes de cualquier punto del pas, que muchas veces tienen una propuesta interesante y viable pero
que carecen de los medios econmicos para su puesta en marcha. As como tambin la posibilidad de apoyar
propuestas concretas, que han servido para que diversos jvenes con intereses similares se renan a elaborar un
proyecto a ser postulado al Fondo, siendo el programa un estmulo para que las y los jvenes se renan, debatan
y propongan propuestas de acciones en sus comunidades.
Como estrategia para dar continuidad al proceso iniciado, el INJU-Mides ha promovido las Mesas Departamentales
de Jvenes (MDJ) como una pieza fundamental dentro de la plataforma de Polticas de Juventud. Las MDJ son
implementadas por el Programa IMPULSA y se conciben como espacios estratgicos del encuentro de organizaciones
y grupalidades juveniles para promover el intercambio e incidencia en la construccin de las polticas pblicas que
involucran a los jvenes. Se prev que las mismas aporten a la construccin de un actor colectivo juvenil y a su
reconocimiento como interlocutor con las instituciones y organismos a nivel local o departamental.
A partir de la evaluacin positiva del proceso, actualmente se ha dado inicio al proceso de creacin del Plan de
Accin 2015-2025 el cual incluir el conjunto de polticas y programas destinados a la poblacin joven, prioritarios
en los prximos diez aos. Incluir la continuidad, proyeccin y escalamiento de programas desarrollados a partir
del Plan Nacional de Juventudes, as como tambin incorporar el pre diseo de nuevas iniciativas y compromisos
en materia de polticas pblicas de juventud.
El proceso de diseo se inici en octubre 2012 y se extender hasta diciembre 2013. Supone, entre otros aspectos,
un profundo proceso de participacin al que sern convocados tanto jvenes organizados a nivel de la sociedad
como jvenes no organizados, organizaciones no gubernamentales vinculadas a la temtica de juventud, juventudes
polticas. En el marco de la elaboracin del Plan de Accin 2015-2025, el INJU-Mides se propone iniciar el camino
hacia la aprobacin de una ley que consagre el derecho a la participacin de la poblacin entre 14 y 29 aos, y
genere los mecanismos necesarios para que este derecho se efectivice, como es la consagracin de facilidades
para la conformacin de organizaciones de jvenes o el acceso a formas de financiacin.
Finalmente, en el marco del fortalecimiento del proceso de integracin regional, los pases miembros del Mercosur
crearon en el ao 2009 el Parlamento Juvenil Mercosur. El parlamento busca generar instancias de participacin e
intercambio entre jvenes de la regin y trabajar en el fortalecimiento de redes locales de accin social juvenil que
generen incidencia sobre la agenda pblica y la agenda de los legisladores locales y nacionales.
A partir de esto se busca incentivar a los jvenes a crear espacios de participacin ciudadana a nivel local y
nacional; la creacin de redes de intervencin y voluntariado a nivel local; la introduccin de temticas juveniles en
la agenda pblica; la creacin de vnculos entre el Parlamento Nacional, las Juntas Departamentales y los jvenes;
y la promocin de la participacin de los jvenes participantes del proyecto en diversos medios de comunicacin
locales con el objeto de difundir la participacin ciudadana.
2.2. Apoyar la participacin, promover la movilizacin
Paralelamente a la instalacin de espacios que buscan dar incidencia a la participacin juvenil, se desarrollan
una serie de programas que buscan fortalecer las formas de participacin que ya son desarrolladas por jvenes,
incentivando el asociativismo y proponiendo espacios que motiven y faciliten las acciones colectivas de los y las
jvenes.
Existe una modalidad para colectivos juveniles, no necesariamente formales ni con una organizacin que los
enmarque (basta con que se junten al menos cinco jvenes y presenten una propuesta) y otra modalidad para
proyectos que surjan como fruto de la interlocucin de entre, al menos, tres colectivos juveniles, apoyando un
proyecto de mayor carcter que habilite la generacin de actividades en conjunto que fomenten la creacin de
redes y acuerdos locales promovidos por jvenes. Las caractersticas de las propuestas presentadas son muy
diversas, transversalizando diferentes reas temticas y nucleando a jvenes de distintas partes del pas motivados
y agrupados desde diferentes intereses.
Actualmente, se encuentra abierta una nueva convocatoria de los FIJ, desarrollada desde el INJU y la Direccin
General de Desarrollo Rural (DGDR) del Ministerio de Ganadera Agricultura y Pesca (MGAP), dirigida a fomentar la
participacin juvenil en el desarrollo rural, contribuir a la construccin de ciudadana en ese medio y generar aportes
para polticas pblicas orientadas a la juventud rural.
Dentro del mismo formato de fondos concursables, el INJU tiene un llamado a jvenes investigadores que pretende
estimular la generacin y divulgacin de conocimientos realizados por jvenes y que a su vez sirvan como insumos
para el desarrollo de polticas y programas de juventud en Uruguay. La mirada de jvenes investigadores e
investigadoras constituye una herramienta valiosa y no siempre comn para la comprensin de la situacin de las
personas jvenes, as como de las instituciones y polticas pblicas desarrolladas para esta poblacin.
Desde una perspectiva similar se plantea tambin el programa Obra Joven, que reconoce la participacin social
de los y las jvenes en las diferentes esferas de nuestra sociedad, su importancia en la apropiacin del espacio
pblico y la necesidad de reconocer e impulsar propuestas creadas desde los intereses de los y las jvenes.
Este programa es una iniciativa del Ministerio de Transporte (MTOP), en coordinacin con el INJU-Mides, cuyo
propsito especfico es financiar proyectos de iniciativas juveniles para el mejoramiento territorial y desarrollo local
en diferentes localidades -urbanas o rurales- del Uruguay.
Constituye una oportunidad para que las juventudes se apropien e intervengan en el territorio, expresando su
creatividad y desplegando sus potencialidades, actuando al mismo tiempo en pos de la mejora del bienestar social
de la comunidad en que viven. En este sentido, se intenta promover intervenciones que dialoguen con el contexto
y que mejoren las oportunidades de acceso cultural, recreativo, laboral, deportivo, de salud, entre otros, de su
poblacin y especialmente de las personas jvenes.
Por otro lado, desde el ao 2012 tambin se instalan los Centros IMPULSA en el interior del pas. IMPULSA es un
programa cuyos protagonistas son las y los jvenes de diversos departamentos del pas, y tiene como objetivo
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210
principal contribuir al desarrollo del ejercicio pleno de los derechos ciudadanos de las y los jvenes, mediante la
creacin de espacios que promuevan la participacin y el protagonismo juvenil articulados con la diversidad de
actores que operan con jvenes a nivel local. Busca establecer vnculos de trabajo continuo con grupalidades de
jvenes en las localidades, a travs del apoyo y coordinacin conjunta de distintas actividades incentivando la
incidencia en la agenda de juventud local.
En tal sentido se concentra en promover y fortalecer la participacin ciudadana de personas jvenes en sus ms
diversas manifestaciones utilizando, entre otras herramientas, los FIJ como instrumento de concrecin de sus
proyectos y la Mesas Departamentales de Juventud (MDJ) en su proceso de instalacin y sostenimiento.
Como forma de atender la mirada adultocntrica ya descrita, IMPULSA busca contribuir a la circulacin de los y las
jvenes por los espacios pblicos de sus localidades, promoviendo mecanismos de apropiacin en clave positiva
de dichos espacios por parte de los mismos. Adicionalmente, el Programa pretende ser un espacio de referencia,
informacin y orientacin para jvenes de la localidad en la cual se encuentra. En este sentido se ha instalado en
cada IMPULSA un Consultorio Jurdico Especializado en Juventud lo que ha permitido fortalecer este componente
y colaborado en el cumplimento de los derechos de las y los jvenes.
Por ltimo, es importante destacar las acciones desarrolladas desde el programa Ms Centro94. El mismo tiene
como propsito re posicionar el rol del centro educativo entre las personas jvenes, de modo que se constituya en
un espacio de referencia privilegiado para el ejercicio de la ciudadana. Plantea la generacin de espacios flexibles
para el desarrollo de actividades extracurriculares los fines de semana en los centros educativos y su comunidad,
incluyendo actividades deportivas, artsticas, culturales, recreativas, de promocin de salud y formacin inicial para
el trabajo, entre otras.
Uno de los principales objetivos de este programa es favorecer y potenciar la participacin de las y los jvenes
y de la comunidad local en la generacin y gestin de actividades en los centros de enseanza. Esto implica
el reconocimiento de sus formas peculiares de comunicacin, expresin, reivindicacin y subjetividades. Su
participacin es fundamental a la hora de elaborar la agenda de actividades y para generar redes entre sus pares
de la comunidad para llevar a cabo dicha agenda y lograr los objetivos planteados.
Adicionalmente al papel que cumplen los consejos de participacin, el programa Ms Centro busca promover una
cultura de participacin e involucramiento con el centro educativo y la comunidad en la que los jvenes estn inmersos.
3. Comentarios finales
A modo de sntesis, se dir que Uruguay presenta una estructura demogrfica relativamente envejecida respecto
a los pases de la regin. En este contexto, que marca las limitaciones y potencialidades de los movimientos
juveniles de la ltima dcada, existe una tradicin relativamente larga de participacin juvenil en las distintas etapas
histricas del pas, y la manera en que esta tradicin dialoga con ciertos reflejos adultocntricos sealados deber
ser objeto de futuras investigaciones.
94 Programa Co-ejecutado por INJU-Mides, Consejo de Educacin Secundaria, Consejo de Educacin Tcnico Profesional, Ministerio de Educacin y Cultura y
apoyado por UNICEF.
Qu les queda a los jvenes? breve resea de participacin social juvenil en uruguay
La diversidad existente en las formas de participacin juvenil, presentada a partir de la tipologa de Aguiar, y que
cuenta con una trayectoria considerable (en trminos de tiempo y de posicionamiento en el espacio pblico), pareciera
mantenerse en el mediano plazo, por lo tanto deber ser considerada a la hora del diseo de Polticas Pblicas que
pretendan fortalecer los procesos de construccin de ciudadana. En alguna medida, ya han sido consideradas y es
por eso que en cada una de las categoras se reconocen programas institucionales de apoyo a la participacin. En
particular, diversos programas impulsados en el marco del Plan Nacional de Juventudes 2011-2015.
Por ltimo, un tema pendiente de discusin refiere al vnculo del Estado con los movimientos sociales juveniles
en toda su diversidad. Los programas pblicos que establecen objetivos en torno a la participacin son capaces
de fomentar una participacin verdadera de jvenes diversos? Cmo se vinculan los programas de apoyo a
la participacin con expresiones puntuales de demandas vinculadas a temas concretos de la agenda nacional?
Son ms efectivos los apoyos a grupos de jvenes que la creacin de canales de participacin dentro de las
instituciones? Cmo promover la participacin juvenil sin que esto signifique imponer una agenda de trabajo ajena
a los colectivos?
En Uruguay, la respuesta de estas interrogantes se ha desarrollado en la prctica con un conjunto diverso de
programas que intentan garantizar el derecho a la participacin y la expresin juvenil desde mbitos y herramientas
diversas que van desde el cogobierno en la educacin hasta los Fondos de Iniciativas Juveniles o el programa
IMPULSA, entre otros. El proceso de construccin del Plan de Accin 2015-2025 tiene el potencial de transformarse
en un complejo proceso que canalice y d capacidad de incidir a muchas de las diversas formas de participacin
existentes. Al mismo tiempo supone un profundo desafo, el generar un dilogo entre las distintas voces juveniles
para la incorporacin de sus demandas y perspectivas en lo que ser una proyeccin estratgica para Uruguay. As
lo conceptualiza el INJU-Mides y en ese sentido orienta sus esfuerzos actualmente.
211
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tercera parte
el caso peruano
217
216
Resumen: Las juventudes en el Per expresan cierta apata hacia la poltica, la cual se expresa en el divorcio con
cualquier atisbo de opinin en torno a ella. La presente investigacin, que se ubica en el contexto de las elecciones
presidenciales del ao 2011, busca recolectar discursos en la heterognea mirada juvenil de la ciudad de Lima en
base a preguntas que no slo ahondan en lo que la poltica representa, sino en cmo podra ser mejorada. Se pueden
encontrar resultados que varan entre la oposicin hacia una poltica que hiere y afecta; la crtica desinteresada de
una poltica que ni siquiera existe; y posiciones a favor, sin dejar de ser a su vez crticas. Seran modos subalternos
de concebir la poltica, concebidos como ajenos a toda opinin o participacin poltica.
1. Introduccin
Qu sienten los y las jvenes acerca a la poltica? Para una respuesta aproximativa, recurramos a la Primera
Encuesta Nacional de la Juventud Peruana realizada por el Instituto Nacional de Estadstica e Informtica: el mayor
porcentaje de jvenes tiene inters en la poltica y es independiente (47,7%) y al 36,2% de jvenes no les interesa
la poltica. A nivel de grupos de edad, entre todos los grupos etarios de la poblacin joven a quienes no les interesa
la poltica, destaca el segmento poblacional entre los 15 y 19 aos con un 38,5% (INEI, 2011: 40). Si bien las cifras
demuestran un inters hacia la poltica que alcanza casi la mitad de la poblacin juvenil, veamos cmo entre los
15 y 19 aos el inters hacia la poltica es el ms bajo. Las cifras que se desprenden de esta encuesta, parecieran
darnos suficiente sustento para detenernos a analizar porqu las juventudes se alejan de la poltica, sin embargo
a qu nos referiremos con poltica?
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Qu dicen los y las jvenes acerca de la poltica? Acerca de los discursos en referencia a la poltica en el Per
Creemos que se referira a su concepto institucionalizado. En tiempos en que las instituciones no slo mutan y estn
en constante declive (Dubet, 2006), sino que dan prueba de cansancio, de un proceso entrpico, de desgaste y por
otra parte, de la fetichizacin inevitable que la burocracia produce al usufructuar la institucin para la sobrevivencia
de la burocracia auto-referente (Dussel, 2006: 21). A pesar de ello es necesario saber qu sucede con esa poltica
institucionalizada y amparada en el poder estatal representativo y en sus instituciones ms importantes, todas
aquellas que buscan el desarrollo sostenible de un pas. La presente investigacin busca analizar cmo adecan
y utilizan las categoras polticas los y las jvenes entre quince y veinte aos de edad de la ciudad de Lima, en
la coyuntura de las elecciones presidenciales del ao 2011, en donde se tuvo hasta cinco candidatos con claras
posibilidades de ganar. Se ahonda en lo que sienten cuando perciben el trmino poltica, as como las crticas y
recomendaciones en torno a sta. De este modo se busca rastrear los prejuicios, opiniones, miedos y conjeturas
que se entretejieron en estas ltimas elecciones presidenciales. Se presentarn los resultados de acuerdo a su
representatividad proporcional.
ni como integrantes de un sistema estable de interaccin y competencia democrtica que puedan constituir
una esfera de inmediacin o sociedad poltica para representar adecuadamente a la poblacin. Ni siquiera la
participacin electoral por intermedio de las elecciones ha sido necesariamente un elemento legitimador de la
institucionalidad partidaria (Lynch, 1998: 9). Para Lynch la crisis de los partidos se producira debido al bloqueo
de una transicin de formaciones polticas que intentan pasar de ser grupos de notables, que clientelizan una
determinada base social y privilegian la confrontacin, a constituir un sistema estable de estructuras organizadas
que compitan democrticamente entre s (Lynch, 1998; 11). La debilidad de la institucionalidad de los partidos
polticos para Planas puede explicarse a partir de la falta de una tradicin democrtica y constitucional, por el
contrario sta es precaria, elitista y poco representativa (Planas, 2000:401).
2. Marco terico
Para contextualizar nuestro estudio, cabe destacar que los problemas actuales del pas ms resaltantes para la
juventud son la pobreza (45,4%) y la corrupcin (42,3%), entre otros (INEI, 2011: 51). La corrupcin, emblema de la
poltica nacional, termina siendo el segundo problema de mayor preocupacin en el Per. Es fcil de notar cmo los
polticos de carne y hueso reflejaran fielmente el significado de lo que se piensa como poltica en el sentido comn.
Son ellos quienes, con sus actos y costumbres, definen las ansiedades negativas de la poblacin juvenil. La poltica
en el Per pareciera ser una esfera capaz de convivir con el festejo de lo criollo, con lo medianamente correcto y
lo medianamente incorrecto, es decir toda una gama ilimitada de tonalidades grises. En fin, todo eso que hace del
contexto poltico peruano, un show del divertimento y el relajamiento (Loayza, 2011). Se vive para criticar, se vive
para rer. El objeto principal de esta crtica son aquellos que tienen el rol de sostener la democracia participativa:
los partidos polticos.
En este sentido, en palabras de Zizek (2005), pareciera necesario no participar de esta tan nociva conceptuacin
de la poltica, sino retirarse de aquella actividad que en lugar de fortalecer la deliberacin, envenena los mpetus
democrticos: lejos de criticar el estado natural de las cosas, despliega estructuras y las retroalimenta. Precisamente
la participacin incluye ese repliegue hacia la vida privada, lo cual nos lleva a esa aparente renuncia a lo poltico,
que entraa a su vez nuevas formas de empoderamiento. Para Ranciere (2007) la verdadera participacin es la
invencin de aquel sujeto imprevisible que hoy ocupa las calles. Justamente la garanta de la democracia pasa por
la renovacin de los actores y de la forma de su actuar, por la posibilidad, siempre abierta, de una emergencia de ese
sujeto que eclipsa (Ranciere, 2007: 88). Sin embargo, en Lima la mayora se inclina por sentimientos que implican un
divorcio frente a la poltica general, como aburrimiento y desconfianza (Meja, 1998:129). Este tipo de descrditos
institucionales provoca que se liberen otras fuerzas sociales, emergiendo nuevas relaciones y liderazgos que se
orientan a producir o reproducir nuevas formas de integracin social basados en la familia, los amigos, la vecindad,
la reciprocidad (Meja, 1998), lo cual en las juventudes tiende a fortalecerse aun ms, gracias a la importancia
afectiva de los pares, tanto amical como sexualmente.
Ello se ve recrudecido al no haber existido en el Per partidos en el sentido moderno y democrtico, es decir ni
como mecanismos de intermediacin entre la sociedad y el Estado que procesan las demandas de los ciudadanos,
La cultura poltica se encontrara dominada por la ambigedad y la incertidumbre: se critica y, a la vez, se tiene
esperanza, se aspira y propone una forma ideal de poltica que se nutre de un proceso subterrneo y cotidiano del
mundo popular (Meja, 1998: 159), a pesar de que la institucin poltica le debera dar al ciudadano la oportunidad
de reconocer su experiencia cotidiana como parte de la vida en sociedad (Lechner, 2002:12). Como ya indic Cotler
(2008) existira actualmente un tipo de contradiccin entre un crecimiento econmico y el descontento social hacia
los polticos de turno, encontrando cuatro elementos a subrayar para explicar esa inestabilidad social e inseguridad
poltica: las divisiones sociales de carcter estamental y regional, la debilidad estatal para atender los requerimientos
sociales, la crisis de la representatividad poltica y las traiciones del menos malo para referirse a Alejandro
Toledo (2001-2006) y Alan Garca (2006-2011). Esta suerte de preferencia por el candidato independiente se basa
en que es una personalidad alejada de los partidos, con un prestigio ganado en actividades ajenas a la poltica y
con estructuras organizativas que hace y deshace en funcin de las circunstancias. Su objetivo suele estar ms
ligado a su persona que a un proyecto programtico y se caracteriza por su instinto pragmtico. Este independiente
propone una relacin directa con la ciudadana por encima de las instituciones representativas, aparece eficaz, es
decir, brindando soluciones, no importa a qu precio, que los partidos no haban sabido ofrecer (Lynch, 1998: 18),
sin embargo, la poblacin se sentira traicionada al contradecir sus propuestas iniciales, lo cual genera un rechazo
aun maysculo a la poltica.
3. Metodologa
Se realizaron entrevistas estructuradas a 190 mujeres y 190 hombres de los 49 distritos de Lima, entre los meses de
Marzo y Junio del 2011, atendiendo a la coyuntura de las elecciones presidenciales en su primera y segunda vuelta.
Este contexto fue ideal gracias a que el tema poltico cobr vital importancia, generando una opinin inclusive en
los sectores cuya autoimagen era la de ser apolticos. Ello se debera a que tanto los medios de comunicacin
como la coyuntura social otorgaron una especial importancia al proceso electoral, generando un debate poltico tan
resaltante como no puede serlo sino cada 5 aos en torno a las elecciones presidenciales. Ello fue aprovechado,
recolectando posiciones inclusive en quienes sentan una clara apata hacia la poltica. Los actores elegidos para
tales efectos, fueron personas con quienes exista una relacin previa de confianza, para alcanzar mayor profundidad
y confianza a las entrevistas. No fueron hechas a sujetos annimos, sino a amigos y amigas conseguidos a travs de
los aos en el trabajo de campo etnogrfico95. En este contexto se recolect informacin relacionada directamente
a la poltica con las siguientes preguntas:
95 Brevemente se dir que nuestros resultados son parte de una investigacin de largo aliento realizada entre los aos 2008 y 2012, en donde se realizaron
etnografas en una serie de locaciones de gran recurrencia juvenil. Se buscaba analizar la cultura juvenil y su relacin con la poltica.
219
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Qu opinas de la poltica?
En caso q haya respondido negativamente Qu hara falta para que la poltica se regenere?
Que haras t para mejorar la poltica?
Al ser imposible detallar los 380 testimonios, se utilizaron 49 testimonios representativos, correspondientes a 17
mujeres y 22 hombres, entre los 16 aos y los 20 aos -excepto un caso de 23 aos, pero que comparta espacios
con edades relacionadas al estudio. Dividiendo la ciudad de Lima en Este, Sur, Norte y Centro, y aadindole la
provincia constitucional del Callao, tenemos los siguientes contextos socio espaciales: 11 son de Lima Este, 10 de
Lima Sur, 1 de Lima Norte, 14 de Lima Centro y 4 del Callao.
4. Discusin de resultados
4.1. La poltica es corrupta y carente de valores
En casi la cuarta parte de las 380 entrevistas realizadas, con igual nmero de hombres y mujeres, los jvenes
dicen que la poltica no les interesa o les parece aburrida. No hay mayores diferencias entre mujeres y hombres,
en los temas que competen a la opinin poltica. Un primer resultado muy claro es el tipo de crticas que realizan:
son ataques a las personas, mas no a las instituciones. Es as que en el ejercicio de criticar a uno, se termina por
creer en la inutilidad o culpa de la institucin poltica. No slo hay una mera confusin entre ambas: son lo mismo
para los entrevistados. Se comprometen seriamente los objetivos primordiales de las instituciones polticas y la
prctica de stas a travs de los individuos, en donde no hay conceptos que valgan, no hay credos acadmicos
ni buenas voluntades polticas. La representatividad por ello es que se ve menoscabada, reducindose a una
necesidad que cada vez es ms incmoda, o acaso una perversin que contempla cierto gusto por sacrificar chivos
expiatorios. Otra gran conclusin es que no existe una relacin entre crecimiento econmico con un crecimiento de
la institucionalidad poltica. Peor aun, son muchos quienes escinden esfuerzos polticos de crecimiento econmico.
Son una gran mayora quienes opinan que el pas ha crecido, pero que la poltica es lo peor que hay, y que sta
no guarda mayor relacin con el crecimiento del pas. Cuando se les pregunta entonces a qu debe el crecimiento
econmico, no atinan a responder coherentemente, debido a lo cual no establecen mayores explicaciones.
Qu dicen los y las jvenes acerca de la poltica? Acerca de los discursos en referencia a la poltica en el Per
hasta llegar al propio Congreso de la Repblica, al Poder Judicial y al Presidente de la Repblica. Son mltiples los
discursos que denuncian la poltica, que ms bien aparece como abstracta, sin que se refieran a alguna institucin
poltica en particular. Acaso los ms acusados son aquellos elegidos por la voz popular. Los aplaudidos sern los
tcnicos que son convocados por los representantes y que tienen apariencia de independientes. Nos dice uno de
ellos: Todos son unos corruptos de mierda de hecho me llega quien salga presidente. Solo me preocupo por m98.
El entrevistado no solo les quita crdito a los polticos, adems le es indiferente quin sea el presidente, a pesar
del miedo que generaban ciertas candidaturas en las ltimas elecciones del ao 2011. El nihilismo participativo de
nuestro entrevistado raya en esa perversidad en la cual no hay ningn puente entre Estado y ciudadana. Por ello
concluye que lo nico que le interesa es su propia persona: si el Estado no har nada por l por qu l tendra que
detenerse a pensar en el Estado que se expresa de ese modo? Evitar concebir la existencia de ese Leviatn tan
carcomido y pestilente le permite sobrevivir, invisibilizndolo por completo. Otro entrevistado decide explayarse y
ahondar en los motivos que lo llevan a tan dura crtica:
La poltica? La forma ms vil y despreciable de dominio humano basndose en un supuesto trabajar para el
pueblo para llenarse los bolsillos y simplemente trabajar por sus propios intereses y conveniencias. Lo que en mi
opinin hace de la poltica y en especial de la democracia peor que otra forma de dominio es que se basa en el
engao y en caretas. El que quiera llegar al poder de esta forma se va a presentar como que es la solucin a tus
problemas que va a hacer desde arriba todo lo necesario para que t mejores, como tu amigo y va a hacer todo
lo posible para que confes en l y ganar tu confianza y como estamos obligados a elegir a alguno (las elecciones
son una OBLIGACIN y no un DERECHO) pues uno de ellos va a terminar ganndose la confianza de la mayora y
una vez que este en el poder solo va a luchar por lo que a l le conviene. Personalmente opino que la democracia no
existe, todo lo que llamamos democracia acaba el da de las elecciones y de ah nuestra opinin no interesa lo ms
mnimo hasta las prximas elecciones y mientras tanto que se pudra el pueblo que ms da, ellos ya consiguieron lo
que queran y ahora a disfrutar de sus privilegios. Si s que me van a decir que eso es democracia representativa
que la democracia directa (no estoy seguro si ese es su nombre) es la que no existe, pero para m democracia
representativa es igual a estafa... todo acaba el da de las elecciones99.
Sin embargo, en una menor medida, hay quienes s defienden a los representantes polticos y tcnicos del mbito
gubernamental, indicando que son los benefactores del crecimiento peruano. Pero es innegable cmo lo bueno, lo
positivo, lo que es digno de alegra y felicitacin es, por esencia, algo ajeno a lo que la poltica es. La corrupcin y
el trfico de influencias horadan profundamente las instituciones polticas, empezando por los partidos polticos,
Ese engao y caretas de las que habla L. M. son aquellas que lo remiten a las traiciones de las que habl Cotler
(2008), aquel desencanto al cual ingresan aquellos electores que esperaban que las promesas electorales de su
candidato se volvieran realidad. El dolor que le causa el engao del cual es presa, no es un dolor al cual pueda
escapar: es obligado a votar, obligado a sentirse traicionado, obligado a ser ultrajado en su ntima honorabilidad,
la que exige de su candidato hacer cuanto prometi. De igual modo, gane quien gane, slo gobernar para sus
propios intereses. Acudimos a una autolaceracin que encumbra su espritu al de un santo, pero sin una audiencia
que aclame su abnegacin. Un masoquismo difcilmente tolerable y sin ningn tipo de contraprestacin. Si bien
la democracia se ampara en la deliberacin, tan importante, tan esencial, ya que la potencializa y la legitima, para
L.M. no existe esa democracia ya que no interesarn las opiniones de los electores y electoras: la deliberacin se
pierde, la participacin ciudadana se trunca, el adulterio simblico en el cual caen aquellos polticos elegidos, aquel
Estado prostituido, es un adulterio que encuentra una complacencia onanista en los beneficios que el candidato
busca conseguir, hacia l mismo y hacia los suyos, en detrimento de aquellos y aquellas a quienes representa.
L.M. lo siente as. Todo es una estafa de muy mal gusto. La corrupcin pareciera ser por momentos un conjuro
malicioso, progenitor absoluto de todo el mal. La repeticin de este trmino al momento de las respuestas de los
La poltica es una basura. Sorry por la palabra pero eso creo, pues no saben gobernar, toda la plata del pueblo se
lo llevan ellos sin hacer nada96.
La poltica no ayuda a que el Per progrese o avance. Peor, cada 5 aos no se renueva el pas, sigue igual97.
221
222
Qu dicen los y las jvenes acerca de la poltica? Acerca de los discursos en referencia a la poltica en el Per
entrevistados, es tan frecuente como determinante al momento en que emiten opinin, aunque sta sea aun ms
compleja al momento de analizarla:
Pucha, la poltica No s nada de poltica sino que es... no puedo opinar ya a ver opino que es una basura,
mmmm que lo que los conforman son corruptos, no sirven porque no hay justicia en este pas, porque en realidad no
les importa lo que suceda con el pas, sino en ganar algn beneficio, de tener un cargo importante sin hacer nada! 105
Creo que cada integrante del gobierno debera pasar por una prueba de humildad o sinceridad antes de gobernar,
no s, deben de idear una forma, porque hay demasiada corrupcin, todos quieren ms y ms billete.100
Sobre la poltica tengo una sola idea: el mejor mentiroso gana101.
Es una mierda, si entran al gobierno para ayudar por que cobran tanto? ellos dicen lo hago por mi nacin, por
todo el Per pero entran para robar y abusar de su poder. Yo en general no confo en la poltica, he visto a los ojos
de Alan Garca y tiene un corazn muy negro102.
Aparentemente el primer testimonio denuncia el camino democrtico de elecciones, el cual no ofrece ninguna
garanta. La humildad o la sinceridad son valores cuya condicin privada es imposible de demostrar, aunque el
candidato en cuestin no tenga ninguna denuncia ni pasado censurable, siguen siendo inaccesibles las motivaciones
que lo llevan al poder. Se apela por ello, no a la incapacidad institucional, sino a la intersubjetividad que yace
en aquellos sujetos que detentan el poder. En el segundo testimonio, decir que la mentira es lo que permite al
candidato ganar, refiere que tanto el plan como los objetivos futuros no son sino un pretexto para hacerse del poder.
Nada podra ser cierto en el ganador, ya que lleg a vencer gracias a la gran cantidad de mentiras que habra
dicho. En tercer lugar, se denuncia las ambiciones econmicas de estos representantes. He aqu un gran problema.
Se busca una polarizacin entre el poltico que peca de corrupto y ladrn de esperanzas, y aquel que sea digno de
ser beatificado: que no deber cobrar sino lo bsico, y para quien todo lo relacionado a lo material dinero- no sea
sino algo superfluo. Esta es la caracterizacin de un santo, o el de un plutcrata en el peor de los casos, es decir
alguien a quien el dinero no le interese porque ya lo tiene en exceso. Sea uno o el otro, es una visin polarizada
de la realidad, en la cual se busca caracterizar al poltico como un caudillo ms all de las pasiones materiales y
terrenales. Precisamente el citar un corazn negro del ex presidente Alan Garca fortalece esta bsqueda, aquella
en que se apele a condiciones que dicotomizan el espritu humano entre lo bueno y lo malo, entre el cuerpo y la
razn.
Analicemos cmo para H., hombre de 17 aos, aquellos polticos que caen en la corrupcin, habran sido en
un primer momento sujetos con las mejores intenciones: La poltica es para las personas que suean con un
mundo perfecto pero que optan por el camino equivocado para conseguirlo103. Soar con un mundo perfecto hace
a los polticos seres excepcionales, soadores y casi ajenos a una realidad en donde abundan los escpticos. Sin
embargo para H. al optar por el camino equivocado, sus buenas intenciones los llevarn a cometer una serie de
imprudencias que contravienen la tica y la moral. Siguen siendo aquellos seres excepcionales que luego tienden a
humanizarse y a pecar en sus mtodos. El poder los corrompe. A continuacin dos testimonios ms disconformes
con la poltica:
Ahora en el Per la poltica es muy corrupta, no se puede confiar en nadie y en los que se puede confiar nadie los
elige. Para m es una tontera esta frase ms vale ratero conocido que ratero por conocer104.
100 C., hombre de 20 aos, La victoria. Guitarrista.
101 K. F., hombre de18 aos, San Juan de Lurigancho. Exponente musical del reggaetn peruano.
102 A. M., hombre de 17 aos, Surco, Pinta todo tipo de murales y hace diseos textiles
-l puso esta carita feliz.
103 H., hombre de 17 aos, San Juan de Miraflores, estudiante de psicologa de la Universidad Nacional Federico Villarreal.
104 J., hombre de 17 aos, Surquillo, Estudia en el Centro Pre de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, postulante a Ing. Civil.
El primer testimonio es muy representativo: se denunciar el que exista una gran tendencia a apelar la eleccin de
cierto candidato bajo la excusa que las caractersticas negativas de aquel son identificables. El miedo a lo nuevo
no es el miedo a que gobierne tan mal como lo hicieron otros, sino a que gobierne aun peor. Dilucidemos esto.
El electorado juvenil ser eminentemente escptico de que los nuevos candidatos sean remotamente eficaces,
responsables y honestos. Esta condicin otorga las condiciones para una constante eleccin de aquel mal
candidato, de aquel que todos saben lo corrupto o incapaz que fue, pero a quien es mejor elegir ante la posibilidad
de algo aun mucho peor. Mantener las condiciones de las cosas es la mejor oferta que pueden aceptar las y los
jvenes electores. Si bien esta es una sensacin en buena parte de la poblacin, tambin est la otra parte capaz
de confiar su destino a los denominados outsiders personajes que estn desligados de la institucin partidaria y
que por lo general refrescan el ambiente de desconfianza poltica en un determinado momento. El ltimo testimonio
reincide en lo que el primer testimonio recalcaba: aquellos quienes se erigen como representantes polticos se
limitan a generar beneficios para s mismos y los suyos. Pareciera que es una condicin a priori, como si el slo
desear postular a tales cargos los convirtiera automticamente en escoria moral. Son polarizaciones constantes
que reflejan los fantasmas que atormentan a la ciudadana, que atormentan a los y las jvenes al momento de
preguntarse a s mismos qu es la poltica?
4.2. Desafeccin hacia la poltica y su carcter ajeno
A la corrupcin y la carencia de valores de los polticos, se suma la lejana con que se percibe a la poltica como
concepto abstracto. No se percibe y mucho menos detenta inters alguno. Aquellos a quienes citamos a continuacin
tienen algo en comn, no sienten que sean afectados por la poltica, pues sta es completamente ajena a ellos. Se
trata de algo mucho ms grave para la democracia, ya que en el punto anterior se sentan afectados por algo que aun
perciban como suyo, por ello es que el dolor del engao an afectaba el cuerpo del ciudadano y de la ciudadana. En
cambio, con este discurso la ciudadana se divorcia por completo de la poltica. Veamos algunos casos:
La poltica no me interesa Asuu me matas, no me interesa, en serio, es que no me afecta para nada haya lo
que haya en la poltica ante la insistencia de mis constantes preguntas- Jaja peor que mis profes eres, jaja eres
periodista? Jaja porque no me afecta pues, o sea no me importa. Cuando a alguien le importa algo, es porque listo
le importa, pienso as... Entiendes? algo simple106.
Ppff, en eso si no me meto. A mi viejo le encanta la poltica, a m nada por qu no? No s, nunca le he tenido
mucho inters, ser porque mis paps siempre discutan por eso, porque a mi mam no le gustaba que mi pap
pase tiempo en la poltica pues y como desde chico vi eso nunca me interes107.
En el primer testimonio se aprecia la imposibilidad de conciliar algn punto de referencia entre el entrevistado y la
105 C., mujer de 18 aos, Salamanca, Estudiante de la Universidad Ricardo Palma.
106 Dj M., hombre de 18 aos, Callao. La denominacin DJ hace referencia a su desempeo como especialista en mezclas de ritmos musicales va efectos
electrnicos, con mayor incidencia en el reggaetn.
107 A., hombre de 17 aos, Villa Mara del Triunfo, estudiante de Cibertec.
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Qu dicen los y las jvenes acerca de la poltica? Acerca de los discursos en referencia a la poltica en el Per
poltica. Quien se autodenomina DJ, no entiende de motivaciones que puedan acercarlo, aunque sea brevemente,
a la poltica. No es un expulsado del mundo poltico, es un autoexiliado. El segundo caso es relacionado con la
insistencia de un padre comprometido con las ambiciones polticas, lo cual lo alejaba de su propia familia. Su hijo,
no piensa repetir aquellos errores, piensa vivir su vida alejado de cualquier compromiso que lo aleje de lo que,
al parecer le importara mucho ms, su vida privada. El que no le importe por un lado, ni que quiera meterse por
el otro, implica una actitud esquiva y riesgosa en cuanto a la construccin de ciudadana de quienes empiezan a
forjarla, una ontologa de la responsabilidad poltica que se ve seriamente afectada. Analicemos ms opiniones
negativas: Bueno no me gusta porque gane quien gane no nos da de comer108. Nuevamente la joven se autoexilia
de aquello que no le generara ningn inters. Su fundamento es aun ms radical: la poltica no le dar de comer ni
a ella ni a nadie. La poltica no es el gobierno de todos, sino el gobierno de unos cuantos cuyos propios intereses
son satisfechos sin que nuestros entrevistados y entrevistadas sientan la menor molestia de estas actitudes. Es
mejor eliminarlo de su vista. Todos y todas existen y viven sin intermediacin del Estado, ya que ste es incapaz de
velar por la ciudadana. Ha llegado el punto de quiebre entre ambos, en donde el declive de las instituciones llega a
afectar al propio Estado, deslegitimndolo, a pesar de su existencia real a travs de las polticas fiscales o sociales.
Como bien se indica, si se quiere estar seguro de cun negativa es la poltica, basta con or las concepciones
negativas que existen alrededor de ella, lo que la gente dice. Se puede ver entonces, el modo en que los juicios
encuentran un soporte tan importante como necesario, para que las juventudes entrevistadas se alejen de aquella
relacin tutelar ante los legisladores: no existir ms una apropiacin del sentimiento de inseguridad (Bauman,
1997) ya que ellos y ellas estarn sumamente seguros de sus opiniones, y mejor aun, sern respaldados por la
opinin generalizada. Si no se sabe mucho, mejor repetir lo que se oye. Si no se quiere saber, qu mejor que repetir
aquello que tanto se repite. Como establece Laidi en su interpretacin de un mundo sin sentido, existira un claro
juego de evitacin:
Tenemos a M., de 16 aos que sostiene: Ay, oye tengo 16 cmo voy a opinar no, que es un asco a ver, los
polticos son mentirosos109. Inclusive para ella la poltica no es algo que le interese, y se basa en la edad que tiene, la
cual segn refiere la excluye de cualquier responsabilidad lo cual nos lleva a un debate aun ms complejo. Pero si
a pesar de ello debe emitir una opinin no dudar en sostener cun repugnante es la poltica. Se trata del ciudadano
consumidor espectador que experimenta la poltica como un cuerpo separado (Hopenhayn, Caldern y Ottone,
1996). Una mujer de 19 aos opina: La poltica es un asco, me aburre porque me llega, en serio me aburre, y no me
gusta ya, porque no me gustan los temas que tratan, ah! En serio!. No s cmo explicarme, no s, los temas me
suenan aburridos. Porque entre polticos se contradicen y no llegan al punto adecuado y prefiero ms dedicarme
al tema del arte y de la msica110. Ella no sentir ninguna intencin en interesarse por estos temas debido a lo
aburrido que le parece este mundo. No es desagrado ni repulsin del tipo de los otros entrevistados, sino simple
aburrimiento frente a los temas que realmente le interesan, como la msica. Las contradicciones ticas y morales
que circundan a la poltica la retraen hacia su mbito ms privado, el de sus verdaderos intereses. Aquellos temas
vinculados por excelencia al bien comn, pierden validez frente a la individualidad.
Para los entrevistados, la poltica no tendra salvacin. Inclusive quienes decidan enrumbarse hacia ella con las
mejores intenciones, slo encontraran la triste e inevitable derrota: En el Per est muy sucia, pero hay personas que
tratan de cambiarla, pero la gente no se da cuenta y tratan de hundir a la persona que quiere el cambio113. Pareciera
entonces, que desde esta concepcin, los convocados no son en su totalidad mentirosos o corruptos. Existirn
aquellos que posean una honestidad capaz de poder mejorar las condiciones sociales del pas. Sin embargo los
culpables sern los propios electores, quienes preferirn siempre al menos malo o a uno de los menos malos,
para seguir las frases antes acuadas. Si es que acaso llegara el candidato que est ms all de las pasiones
humanas aquel polo contrario al corrupto- la propia poblacin no votara por l o ella, ya que su condicin le
imposibilitara conquistar adeptos. Los propios electores son entonces causantes del mal de la poltica? Esto nos
lleva al debate de cun palpable es la democracia como sistema que realmente es capaz de reflejar los deseos
de la mayora frente a las minoras: Si el ideal es que las decisiones polticas sean aceptadas por el mayor nmero
posible de afectados, la regla de mayora puede aparecer como un mal menor frente a la imposicin dictatorial
de alguna minora, pero no como el bien mximo posible (Ruiz, 2008: 229). Y esta inquietud surge del constante
deseo de la mayora de preferir o al menos malo o a algn outsider que genere expectativas a partir del gran
aparato publicitario que puede llegar a tener. Se trata de un dilema que en sociedades como la nuestra debe llevar
a la reflexin ms que a las dicotomas de que o bien la democracia sirve o bien no sirve. As como la democracia
resulta el mal menor cuando aquellas mayoras prefieren elegir -coincidentemente- un mal menor amparados
en reveses o preferencias momentneas.
A.F. de 23 aos opina: Es otro mundo, el cual slo entenderamos si un familiar o conocido estuviera dentro y
nos contara cmo es, sino nadie sabe lo de nadie y no lo entenderemos nunca111. La poltica sera sumamente
incomprensible, ya que ese puente entre ciudadana y Estado no slo se rompe por las traiciones, sino por los
diferentes cdigos que all se hablan frente a la cotidianidad que comparten los jvenes ciudadanos. A.F. resume
muy bien buena parte de las entrevistas: se autoexilian no por sentirse ignorantes, sino porque los polticos no
son capaces de hablar el dialecto que orgullosamente sostienen las juventudes limeas. Ellos son aburridos,
incompresibles y, como dice S. de 17 aos, si siempre se oye que son intiles, pues as se supone que es: La verdad
no s mucho, solo s que es una huevada, es lo que siempre escucho en la gente112. Mejor no perder el tiempo en
una empresa fallida y oscura.
108 U., mujer de 18 aos, Chorrillos.
109 M., mujer de 16 aos, Carmen de la Legua. Estudiante de la Academia militarizada Los Rangers.
110 A., mujer de 19 aos, Callao. Estudiante de ingls del Instituto Cultural Peruano Norte Americano.
111 A. F., hombre de 23 aos, Surco, Estudia Redes y comunicaciones.
112 S., mujer de 17 aos, Cercado de Lima, 5to de secundario del colegio Trilce.
Evitacin de compromiso colectivo entre los individuos, evitacin de responsabilidades sociales para las empresas,
evitacin de responsabilidades planetarias para los Estados () Este juego de evitacin, que esquiva as el debate
sobre el fundamento, conduce a las sociedades occidentales a alimentarse de la temtica del vaco, pues hay
agotamiento total de las referencias sobre las que pudiera constituirse un nuevo orden social o mundial (Laidi.
1997:41).
Andr, gran representante entre los aos 2008-2011de la discoteca de perreo de clase media ms concurrida de
Lima, opinaba sobre la poltica, sin dejar de ser crtico: Azu broer una mierda o sea una estafa para los que no tienen
un medio para poder surgir en la vida ya que los pendejos les ofrecen a los ms pobres huevada y media para que
voten por ellos y lo ms cmico que si lo hacen broer no se dan cuenta que a los polticos que en realidad no lo son
les ven la cara man.114 Para Andr la poltica es algo que merece su anlisis crtico, ms all de lo que sea para l en
cuanto a sus intereses Andr es un estudiante de una universidad privada de un estrato alto. Para l los mayores
afectados son las poblaciones ms pobres, porque no slo no se har nada por ellos, sino que se les engaar.
113 E., hombre de 17 aos, San Juan de Lurigancho, estudiante del Centro Pre de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, postulante a Ing. Geolgica.
114 Andr seudnimo-, hombre de 20 aos, Salamanca. Estudiante de Administracin de la Universidad de Lima.
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Qu dicen los y las jvenes acerca de la poltica? Acerca de los discursos en referencia a la poltica en el Per
Para l esto es cmico, no despierta su ira, como los casos anteriores en que los jvenes entrevistados se sentan
engaados. Andr ve lo que sucede, y no se siente afectado, pero no por ello dejar de decir lo que observa:
desigualdades que cada vez son ms duras e insalvables, al punto de parecer una broma cruel. Nuevamente
aparece un ciudadano capaz de reconocer la injusticia y rerse de ella, rerse de las vctimas y de los victimarios. Se
trata de una estafa que solo puede ser motivo de risa.
Analicemos estas respuestas. Lo peruano como estigma pasa por la denominada criollada concebida como esa
actitud para engaar en beneficio propio. Ms all de saber cmo es la poltica en otros pases, o de analizar la
coyuntura internacional en comparacin a la peruana, existir un prejuicio estructurado: lo peruano deber ser de
seguro lo peor que hay, despus de todo, este no es el peor lugar, lo s. Pero estoy aqu, y lo que veo me golpea
con fiereza (Miller, 1965). Miller nos ayuda a comprender cmo es que lo inmediato se convierte en el peor escenario
posible, debido a su proximidad, a su pestilencia y a su visualidad negativa. Golpea con fiereza. Esta negativa
estructural de la institucin poltica se ve reforzada, una vez ms, por los medios de comunicacin, quienes le
dan a A. la suficiente base para desinteresarse de todo aquello. Esa clera de la que habla es la fiereza con que la
impotencia la golpea. Este desinters mayoritario nos lleva hacia una reflexin importante cun importante se hace
la poltica concebida de este modo en la vida cotidiana de un joven o una joven? Concibiendo la juventud como
una etapa de importancia gravitante al momento de la autorrealizacin, percibiremos que ser preferible mirar hacia
aquello que no representa una frustracin:
Y. comenta algo similar: La poltica es el poder que en nuestro pas se llama beneficio propio ya que los que
estn gobernando lo que saben hacer es beneficiarse personalmente y luego con lo que sobra ayudan al pueblo.115
Pareciera citar con este testimonio al ex congresista Torres Caro, me refiero a la frase con que responde al ex
congresista Gustavo Espinoza en julio del ao 2008: aqu es el bienestar de nosotros primero. Antes de pensar
en el bienestar del pas tiene que estar el bienestar tuyo. Ello forma parte de las redes de la infamia, las que para
Mascareo se expresan en los mecanismos informales de inclusin/exclusin, en tanto permiten a las personas que
participan de ellos acceder a ciertos beneficios, a la vez que tienen un efecto de exclusin en quienes no forman
parte de ellos. Estos mecanismos informales se expresan en la corrupcin, nepotismo, clientelismo, coercin y
violencia (Mascareo, 2011). Nuestro autor denomina a esto redes de estratificacin y reciprocidad, en donde se
alcanza un acceso no democrtico al uso de estructuras de poder, de manera tal que l puede fluir hacia cualquier
rincn de la sociedad, puede diseminarse extrapolticamente y extrajudicialmente en la medida en que aquello
sea acorde con los objetivos particularistas de la red (Mascareo, 2011: 58). Se trata de la fetichizacin del poder
mediante la corrupcin de la subjetividad del poltico (Dussel, 2006: 22). Una entrevistada denunciara el modo en
que los polticos se comunican con la ciudadana, sosteniendo que te enredan con sus tecnicismos previamente
planificados, con el fin de que uno no caiga en la cuenta de que le mienten:
Uy que difcil. No me gustan los polticos porque me parece que tienen un discurso aprendido que se lo repiten a
todos y mienten mucho. Tienes que ser muy mosca para que no te enreden y eso no me gusta, me gusta la gente
transparente que sabes que lo que te dicen es116.
Una vez ms se apela a que los polticos en trminos generales, segn precisa la entrevistada- utilizaran un
lenguaje que en su propia esencia busca embaucar. No hay salida para los polticos, ya que su ms importante
capital, el de la comunicacin, est de por s contaminado por la mentira. Podemos apreciar en las respuestas,
aquellas que hacen el deslinde entre la poltica peruana y la poltica extranjera. Para ellos y ellas, lo peruano termina
por convertirse en un estigma inevitable:
No opino nada de la poltica, si es a la peruana a la que te refieres, porque es un asco no tiene un orden117.
Mmm es interesante si se toma con inters y pucha mucho valor... pero en nuestro pas hay mucha mentira engao...
Falsas cosas para el beneficio de cada partido poltico no es como lo pintan pues! nada es limpio118.
Que no es un tema del cual yo este interesada, tal vez por todas las cosas que se muestran en las noticias, cosas
que hacen que desconfe y me de clera de solo pensar en la poltica peruana119.
115 Y., mujer de 19 aos, San Juan de Lurigancho, estudiante de Derecho en la Universidad Peruana de los Andes.
116 P., mujer de 17 aos, Miraflores. Estudiante de 5to de secundaria.
117 F., hombre de 19 aos, La Molina. Estudiante de arquitectura en la Universidad San Martn de Porres y labora en un restaurante.
118 S., mujer de 19 aos, San Juan de Lurigancho, Estudiante de Administracin en la Universidad Csar Vallejo.
119 A., mujer de 17 aos, San Juan de Lurigancho, Estudiante del Centro Pre Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
La autorrealizacin requiere que el sujeto cumpla una tarea que le interese, slo nos autorrealizamos si realizamos
algo que queremos hacer. Pero, para autorrealizarse no slo se requiere que se lleve a cabo una tarea elegida
autnomamente. Tambin se requiere que la tarea se ejecute con xito. Si se salda con un fracaso, lo que se dar es
frustracin. Me autorrealizo porque quera escribir una novela y me ha salido una buena novela. Autorrealizarse no
es un objetivo, sino una consecuencia de la buena ejecucin de un objetivo que nos importa () la autorrealizacin
poltica es un producto lateral de lo verdaderamente importante: la decisin correcta. Solo entonces se experimentar
la autorrealizacin () En aras de la autorrealizacin, me puede salir ms a cuenta dedicarme a otras tareas que me
interesen y que dependan menos de los dems, lo que hace menos incierto su xito (Ovejero, 2008: 192).
Mas aun, habr jvenes a quienes la poltica no slo no les interese. Tendrn obligaciones que cumplir, las cuales no
slo son para autorrealizarse, sino para poder ser soporte para sus familiares. A J., cuando se le pregunta qu hara
para mejorar la poltica, responde: Creo que nada. Estoy ms interesado en lo que voy a hacer maana y pasado.
Estoy preocupado por mis hermanos porque soy el mayor120.
4.3. Consideraciones polticas positivas y propositivas
En este punto referir las respuestas ms importantes relacionadas a perspectivas que no slo conciben
positivamente la poltica, sino que propondrn algunos aspectos importantes para su mejora, o la del pas como
conjunto. Vale decir que hay una clara diferencia de gnero: las mujeres no se negarn a responder la pregunta
cmo mejorar la poltica?, en cambio los hombres respondern en un 65%, el resto dir no o simplemente se
negar a responder algo que no le interesa. Adems, a la pregunta Qu haras t para mejorarla? son las mujeres
quienes proponen soluciones ms concretas y complejas, a diferencia de los hombres quienes se limitan a dar
respuestas espurias o generales como botar a los corruptos en su mayora. Esta ausencia deliberativa en torno a
temas puntualmente polticos si bien no es gratuita, no deja de ser desfavorable. Recordemos que la deliberacin
permite expresar la autonoma de los individuos, desarrollar las potencialidades de las personas, legitimar las
decisiones y favorecer el consenso (Ovejero, 2008). Entre los casos que resaltan la importancia de la poltica,
aunque con cierta contradiccin recordando lo negativo que es a su vez, destacan dos testimonios. Y., mujer de
18 aos, acepta con cierta incomodidad que la poltica es aberrante, y que a su vez tiene consecuencias positivas
para el pas:
120 J., hombre de 19 aos, Ate-Huaycn, estudiante de 4to de secundaria.
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Qu dicen los y las jvenes acerca de la poltica? Acerca de los discursos en referencia a la poltica en el Per
Hay personas que han hecho que la poltica vaya de mal en peor. Quizs tiene sus beneficios como tambin tiene
sus desventajas. Las mismas personas que estn en la poltica hacen que el Per mejore nos beneficia en que nos
reemplazan como peruanos! Trabajan! En acciones y cosas del pas! Pero a la vez! mmmmm sus desventajas Es
que Roban... al pas! Ganan mucho dinero! Y eso hace que slo estn en la poltica para ganar dinero! Bueno es
mi parecer... Adems se oye en las noticias! 121
Poco buena, aunque los pocos profesionales que la integran hacen un buen trabajo creando nuevos planes para la
mejorar la calidad de vida, ya me aburr etc. etc.126.
A diferencia de las opiniones anteriores, podemos percibir a seres humanos, en lugar de personajes mitificados
como ascetas capaces de soportar las penurias de una vida entera para el servicio. Estos seres humanos benefician
al pas con su trabajo y a su vez roban y ganan mucho dinero. Esta ltima expresin condensa un sentimiento de
incomodidad hacia quienes, a pesar de ser humanos con defectos y virtudes, no deberan ganar tanto, ya que es
un servicio hacia los dems. Y si hay dudas, all estarn los medios de comunicacin para afianzar esta opinin.
La poltica se convierte por ello en una desazn cuya tica no tiene mayor credibilidad: La poltica no est bien, ni
est mal. Debido a que hacen cosas a favor del pueblo, pero a su vez roban122. El hacer cosas a favor de los dems
pareciera condicionar el robar a quien ejerce un rol poltico. J., mujer de 19 aos, establece la diferencia entre
la poltica como institucin y quienes la integran, sin embargo aunque una sea noble, los otros la corrompen al
punto de alejarla debido a la tontera en que se convierte como lo sostiene J.E.: Tiene buenas cosas y malas, la
corrupcin. Me gustaba la poltica pero no a los que la integran y porque no hacen nada. La poltica es una tontera123.
La poltica refleja un mal necesario, a pesar de ser corrupta. Y., mujer de 16 aos indica: Es una mierda, es un lugar
de corrupcin. Pero es importante sino todo sera un caos. Es un tema importante pero no interesante para m124.
Ella no puede negar su vital importancia: trae el orden a nuestra sociedad. A pesar de aquella valaporque Y. no la
niega, la acepta- no es lo suficientemente interesante. Estas respuestas iran ntimamente ligadas con lo que Arteta
sostendra a modo de balance crtico:
A pesar de lo que digan, las personas o medios de comunicacin, no est llena o no todos son corruptos ya que si
as lo fuese, el Per no hubiera progresado ni siquiera un poco.128.
Se pregona que la poltica es un mal, un espacio ms o menos perverso en el que reinan los ms viles intereses
o la mentira y slo triunfan los canallas. La obligacin del hombre honesto ser huir de todo contacto con ella. De
manera que la nica clase de vida valiosa es la privada o ntima, y no hay ms vida til que la laboral, frente a esa
otra vida ciudadana a un tiempo carente de valor e intil (Arteta, 2008: 23).
Arteta resume un sentir generalizado, aquel que rehye de todo lo referido a la poltica, a pesar de cun consciente
es de su importancia. Los testimonios nos refieren la importancia del anlisis de la poltica en la vida privada, lo
que nos lleva a pensar que este repliegue refleja a juventudes limeas alejadas de cualquier tipo de debate poltico.
Sin embargo lo poltico posee tiene un significante heterogneo y simultneo: acudimos a la preeminencia de una
tolerancia a la corrupcin como situacin indesligable de la poltica. Para Silva Santisteban (2008), la tolerancia a
la corrupcin forma parte del sentido comn, producto del imaginario criollo, de la bsqueda del mal menor, de la
administracin publica eficiente a cambio de que pueda ganarse alguito. Veamos lo positiva que resulta la poltico
para otros:
Hacen todo lo posible para cumplir con su labor y, pues, ejercen un gran trabajo. Aunque no todos hacen lo mismo
y se dedican a robar125.
121 Y., mujer de 18 aos, Rmac, estudia Administracin y marketing en Cibertec y trabaja en McDonalds.
122 J., mujer de 17 aos, Surco. Estudia en Office Internacional.
123 J. E., mujer de 19 aos, Ate-Huaycn, estudiante de Educacin inicial en CEPRO.
124 Y., mujer de 16 aos, Ate-Huaycn. Estudiante de 5to de secundaria.
125 M., hombre de 18 aos, Chorrillos, estudiante del Centro Pre Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Est progresando, cada vez hay menos personas que roban. Por algo el Per est mejorando ya que hay cada vez
mejores gobernantes127.
En los cuatro testimonios expuestos identificamos una opinin positiva, que no es ajena a la crtica, es decir a
ser conscientes que los elementos negativos son patentes. Lo simultneo de la poltica yace en ser capaz de
amalgamar lo bueno y lo malo, es decir un concepto que no nos lleva hacia formas rgidas de conocimiento, sino
a formas mutables y en constante movimiento. La poltica puede ser lo suficientemente importante y puede tener,
adems, buenas consecuencias. Producto de ello es un pas que ha crecido econmicamente, del cual ya son ms
los que sienten el orgullo nacional. Ni los medios de comunicacin ni los dems pueden ensombrecer hechos tan
concretos que los propios jvenes sienten directamente: A pesar de lo que digan los dems, pues el Per est cada
vez mejor, esto debido al buen manejo y buen trabajo que realizan nuestros gobernantes y congresistas, aunque
an le falta a Per para seguir progresando129. Hay jvenes que criticarn el modo desmedido con que se elimina
cualquier logro poltico positivo, ya que son el producto de la eleccin de una mayora que ahora pareciera slo
desear criticar: Hacen todo lo posible por ayudar al progreso del Per, ya que gobiernan y dirigen al Per no es fcil
ni sencillo. Debemos dejar de trabajar tranquilos a los polticos adems son personas que nosotros mismos hemos
elegido130. Aunque no se sepa mucho de lo que la poltica es, la confianza en ella sobrevive a la supuesta apata
generalizada: No s mucho, pero por ahora puedo decir que va por un camino mejor que antes porque, hay ms
progreso, y ya no somos un pas tan pobre como parecemos131.
Tal vez lo que falte es ser autocrticos, es decir si hay alguien en quien depositar nuestras molestias y profusas
malidiciencias, somos nosotros mismos: Trabajan para el progreso y mejora del Per, pero que nosotros no dejamos
ejercer bien su labor ya que continuamente los estamos criticando y juzgando, algo que no deberamos hacer porque
nosotros mismos somos los que los elegimos y brindamos nuestro apoyo a esas personas cuando emitimos nuestro
voto por ellos132. As, hay quienes son crticos contra los propios ciudadanos, quienes se limitan a criticar y no
proponen soluciones: Debemos de ser muy responsables en cuanto a eso...no slo hay que criticar y decir las cosas
malas...sino hay que dar soluciones133. Aunque el porcentaje de estas respuestas es muy bajo, el nivel de propuesta
para una poltica mejor, refleja cun comprometida pueda estar una parte de la juventud: Sera ms solida si todos
ayudaramos y no slo viviramos en quejas porque uno no puede querer ser igual que el otro pas, ya que todos
los pases son diferentes pero pueden vivir en paz con sus propias ideas134. En lneas generales aquellas juventudes
126 H., mujer de 19 aos, Chorrillos, Estudiante de Ciencias de la comunicacin en la Universidad San Martn de Porres.
127 J., hombre de 18 aos, Chorrillos, Estudia en el Instituto Tecnolgico Libertador y estudia para ser Bartender.
128 R., hombre de 17 aos, Villa el Salvador. Estudiante de 5to de secundaria.
129 C., hombre de 18 aos, Chorrillos, trabaja como repartidor.
130 S., hombre de 18 aos, Chorrillos, estudia Diseo Grafico publicitario en el Instituto San Ignacio de Loyola.
131 E., mujer de 15 aos, Surco. Estudiante de 4to de secundaria.
132 F., hombre de 20 aos, San Martn de Porres. Estudiante de Administracin y Negocios Internacionales en la Universidad Alas Peruanas.
133 L., hombre de 20 aos, San Juan de Lurigancho.
134 A.S., hombre de 17 aos, Surco, se prepara para ser piloto.
229
230
referencias bibliogrficas
que se piensa apolticas o sencillamente ignorantes, no son juventudes ajenas ni anmicas. Como se estableci a
lo largo del artculo, adoptarn diferentes posiciones que van ms all de la opcin no piensa/no opina.
Conclusiones
He tratado de sacar a la luz los testimonios ms representativos de respuestas comunes y, ms an, de respuestas
que difcilmente hubieran reflejado su malestar de haberse tratado de encuestas fras y annimas. Fueron dilogos
y conversaciones con amigos y amigas en contextos tan ldicos como cotidianos. Tal vez ello sea el punto ms
rescatable en dichos discursos. Encontramos, as, tres grandes temas. El primero relacionado a la indignacin
que puede producir una poltica corrupta capaz de destruir la poca confianza que ciertas juventudes podran
tener. Cualquier construccin institucional se extrava en la eminente desconfianza y en el divorcio de formas
trgicas de hacer poltica. El segundo tema se relaciona con formas no slo ajenas a la poltica: son sentimientos
hacia un cuerpo separado, tan desconocido como intil en la vida de quienes as opinan. Ello refleja a juventudes
autoexiliadas, antes que a juventudes expulsadas del mundo especializado de la poltica. Se trata de la forma ms
preocupante de figurar a la poltica, as como la mayoritaria. El tercer tipo de discurso nos lleva hacia una mirada
ms condescendiente hacia lo poltico, aunque difcilmente se la acepta por completo. Se acepta su importancia
aunque con las mismas desconfianzas que a lo largo del artculo han plasmado los testimonios. En ltima instancia
vernos hacia nosotros mismos ayudara a encontrar a los verdaderos culpables.
Las polarizaciones poco ayudan en este tipo de resultados. Tal vez el darle sentido a datos tan contradictorios da por
perdido llevar a la escena cientfica el sentir ms profundo de las juventudes limeas. El espacio social es inteligible,
articulndose a la discriminacin de lo real y lo imaginario, de lo verdadero y lo falso, de lo justo y lo injusto, de lo
lcito y lo prohibido, de lo normal y lo patolgico(Cansino, 2008: 113). Al dar sentido y poner en escena nuestros
resultados, nos animamos a pensar que vivimos lo que Sibilia entenda como una poca limtrofe, un corte en la
historia, un pasaje de cierto rgimen de poder, a otro proyecto poltico, sociocultural y econmico (Sibilia, 2008:
19). A travs de lo discutido, se puede decir, finalmente, que no tratamos con juventudes apticas ni apolticas: sus
modos y formas de abordar la poltica van desde un rodeo terico, hasta esquivar las formas clsicas de concebirla.
Son deseos de cambiar lo poltico, desde formas no polticas, ya que stas se encuentran totalmente contaminadas
y en una situacin de emergencia. Son juventudes que ven la poltica detrs de ellos, persiguindolos, se ven a si
mismos huyendo de ese gran monstruo que poco tiene por ofrecer. La poltica es importante, pero no este tipo de
poltica, sino esa otra poltica que aun es posible concebir. No son conformistas ni mucho menos insensatos, son
juventudes tan comprometidas como preocupadas por el modo en que se suceden las cosas en el Per.
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233
232
*Polit
Resumen
Fragmentacin y desarticulacin son algunas de las caractersticas de las organizaciones indgenas en el Per. En
medio de dicho escenario las agendas juveniles aparecen sub representadas y consumidas por reivindicaciones
ms adultas que se centran en los derechos colectivos y la Ley de Consulta Previa. A lo largo de los aos
la conformacin de las agendas indgenas ha sido reactiva a las acciones del Estado peruano, a su vez, han
configurado una coyuntura crtica donde la posesin de los derechos colectivos, por su importancia poltica, ha
opacado algunas de las demandas juveniles. El presente artculo explora los procesos bajo los cuales se conforman
las agendas polticas indgenas y cmo estas encuentran una coyuntura crtica con la ratificacin del convenio 169
de la OIT en 1993, dejando a la poblacin indgena joven alrededor de las agendas adultas.
Introduccin
En medio de un escenario fragmentado, con organizaciones sociales dbiles y una ola de conflictos sociales que
afectan la gobernabilidad del Per135, las agendas reivindicativas indgenas han tomado cuerpo hacindose visibles
en una serie de protestas y marchas en pro del cumplimiento de los mandatos suscritos por el Per en 1993 con la
135 267 registrados por la Defensora hasta el mes de Diciembre del 2012. Ver: Reporte de Conflictos Sociales. Diciembre 2012. http://www.defensoria.gob.
pe/conflictos-sociales/home.php
234
ratificacin del Convenio 169 de la OIT. Eventos tales como el primer paro amaznico en el 2006 y posteriormente
el Baguazo el 2009, pusieron en ventana pblica varias de las agendas que haban pasado por un proceso de
maduracin que tom varios aos.
Los pueblos indgenas no fueron ajenos a dicho proceso. En efecto, en el largo perodo de maduracin de las
organizaciones indgenas desde 1980, el punto ms lgido se dio con los paros amaznicos propiciados entre los
aos 2008 y 2009 que dieron cuenta de las demandas. El enmarcamiento (framing) de su accin colectiva haba
encontrado un punto unificador: la consulta previa138. Antes de dicho perodo, los pueblos indgenas mantuvieron
agendas dispersas que fueron articulndose conforme a la institucionalidad manifestada en la creacin de rganos
estatales (Abanto, 2011), lo que forz a estos pueblos a organizar y agregar sus demandas.
Las estrategias, las agendas y los actores polticos (en dicho escenario) aparecen dispersos, sin articulacin. Las
agendas alegan reivindicaciones especficas sin capacidad de articulacin en un proyecto comn para crear un
movimiento social slido y ms vasto136. La fragmentacin se ha convertido en el taln de Aquiles de los actores
sociales en el Per.
Es as que las agendas indgenas han jugado un rol importante y se han convertido en el tpico principal de discusin
de los ltimos aos. Discusin que versa sobre la identificacin de los lmites sobre cuando es y cuando no una
poblacin indgena; o cuando, en medio de la diversidad cultural del Per, alguien puede denominarse indgena.
Cuestin compleja que en la actualidad podra abrir caminos hacia mayores derechos colectivos con la aplicacin
de la Ley de Consulta Previa (Golte, 2011) cuyo debate ha tomado muchos aos y varias decenas de muertes.
En medio del debate, surge la necesidad de preguntarnos sobre la posibilidad de una agenda diferenciada en
cuanto a los grupos etarios que conforman la colectividad indgena. Tambin surge la duda de hasta qu punto
la construccin de esta agenda referida a los derechos colectivos absorbe otras agendas internas y unifica a los
pueblos indgenas amaznicos en cuando a sus demandas y reivindicaciones frente al Estado Hasta qu punto
los jvenes juegan un papel central en dicha brega? Y si tienen un papel importante Cules son sus plataformas o
agendas reivindicativas? Este artculo apunta, precisamente, a una reflexin acerca de la agenda reivindicativa de
los pueblos indgenas y el papel que los jvenes juegan en ella.
Varios de los problemas iniciales que sufrieron los pueblos indgenas en la articulacin de su accin colectiva
estn enmarcados en un contexto nacional ms grande. La fragmentacin geogrfica, la imposibilidad de articular
las demandas verticalmente (entre varios niveles de la accin nacional, regional, distrital) y horizontalmente (entre
organizaciones del mismo rubro) tambin estn presentes en los pueblos indgenas.
En sucesivas investigaciones se ha sealado por qu dicha imposibilidad -que parece sistmica en el Per- aparece
como el eje central en los problemas nacionales en la actualidad. Sin embargo esta situacin no siempre fue
as. Luego del colapso partidario en 1992, y la extensin de la violencia poltica durante ms de 20 aos, fueron
mermando las formas de representacin y organizacin poltica peruanas (Tanaka, 1998). Es as que los otrora
movimientos obreros y campesinos presentes en los aos 80 se desarticularon paulatinamente hasta deshacerse
en medio de la fragmentacin dejando actores colectivos dispersos y con una dificultad enorme para articular
demandas y generar un movimiento social de amplitud nacional139. Actualmente, fruto de dicha desarticulacin, los
otrora movimientos sociales han sido reemplazados por una serie de acciones colectivas de protesta particularistas
de poblaciones aledaas a centros de explotacin minera a lo largo del territorio nacional, que han definido la
poltica nacional y la accin colectiva contenciosa desarrollada en los ltimos aos.
Con respecto a la desarticulacin, Muoz (2009), tomando el dilema de los free riders de Olson, seala que este dilema
aparece en la construccin de la accin colectiva en el Per, especialmente en las comunidades o pueblos rurales:
un grupo excede cierto tamao pequeo, en el cual las relaciones personales proveen una mezcla adecuada de
incentivos y sanciones para la cooperacin. El argumento central del autor es que la accin colectiva desarrollada
por estas comunidades (o pueblos) no contribuye a constituir un movimiento colectivo mayor. No obstante esta
afirmacin, Muoz sostiene que este dilema es superado en la medida en que se construyen identidades comunes.
En el mismo sentido, la investigacin desarrollada por Durand (2005) en el valle de los productores de coca del
VRAE seala que las dificultades para articular el movimiento cocalero en un movimiento social similar al boliviano
descansan en la imposibilidad para generar enemigos colectivos. Estas caractersticas generales forman
parte integrante de cmo se estructura la accin colectiva en el Per como geogrficamente fragmentada tanto
138 Dicha situacin se produjo luego de la Primera Cumbre Amaznica llevada a cabo el 19 de Febrero del 2008 donde lderes de las Regiones de Hunuco,
Junn, Pasco, San Martin, Loreto y Ucayali tomaron la decisin de decretar un paro de 48 horas en contra de los proyectos de Ley que venan tomando forma
durante el Gobierno de Garca. Informe: Congreso de la Repblica. (2009). Comisin Investigadora sobre los hechos acontecidos en la ciudad Bagua, aledaos y
otros, determinando responsabilidades a que haya lugar.
139 Mario Dani (1992a; 2003a; 2004a; Diani and Bison 2004 en Della Porta & Dani, 2009:20) sostiene que los movimientos sociales se caracterizan por: a) estar
envueltos en relaciones conflictuales, usualmente con oponentes claramente definidos; a lo que se refiere como actores opuestos polticamente por el control de
algn tipo de poder, simblico, econmico y/o cultural; b) estar conformados por una red informal pero bastante densa de relaciones polticas; con lo que se refiere
a organizaciones o personas que ceden su autonoma e independencia para construir accin colectiva y metas comunes. Dani, como tercer punto, seala a c) la
identidad colectiva; donde la identidad de los actores se conforma y permanece en el tiempo no se trata de una suma de protestas y/o agrupacin de eventos,
sino de la conformacin de la accin colectiva y la consciencia colectiva de sus miembros.
235
236
horizontal: sin capacidad de articular demandas contiguas territoriales (al menos de forma permanente) y como
episodios de accin transgresiva donde las explosiones de violencia se tornan en el centro de la atencin de los
medios de comunicacin cuando se da un captulo conflictivo; como verticalmente, sin la capacidad de transmutar
los petitorios o agendas individualistas hacia colectivos nacionales ms grandes donde se inserten una serie de
petitorios de manera agregada.
movimientos indgenas amaznicos peruanos difcilmente podan generar algn tipo de accin colectiva. Mucho
menos conformar un movimiento social de bases mayores.
En un artculo reciente, Salazar y Aurazo (2011) plantean que la articulacin de la accin colectiva aparece en
cuanto los recursos polticos se van concatenando durante episodios de contienda donde la forma en la que
se construye el enemigo colectivo influye en los estadios de articulacin de las demandas140 y tambin en la
profundidad y complejidad de los petitorios frente al Estado. En suma: a mayor amplitud y articulacin de los
actores u organizaciones en contienda, ms cerca nos encontramos de un movimiento social con capacidad de
generar accin colectiva transgresiva.
Esta tesis resulta novedosa en la medida en que no se centra solamente en el carcter tnico o cultural, sino que
avanza hacia formas de comprensin de la accin colectiva de manera horizontal: entre actores sociales que
pueden pertenecer a grupos tnicos bastante cerrados u otros, que por procesos de mestizaje, se encuentran en
un espacio intermedio en marcos sociales ms extensos.
Todas estas caractersticas encuentran un punto de inflexin con la apertura de la estructura de oportunidad que
supuso la transicin hacia un rgimen democrtico. Segn Arce (2011), la descentralizacin aparece como un
fenmeno donde la accin colectiva es comprendida como un recurso alternativo por medio del cual los ciudadanos
canalizan sus demandas. En suma, la descentralizacin repolitiz la arena movimientista nacional. Pero tal no es el
nico factor que explica la fragmentacin geogrfica de la accin colectiva; las redes inmediatas y lazos de confianza
comunes (Muoz, Thorp, Paredes, 2009) que usualmente se centran al nivel familiar y se expanden a las comunidades
polticas imaginadas141 (Degregori en Nieto, 1999) y la debilidad para avanzar hacia esquemas integrados de accin
colectiva, son los principales factores que impiden la generacin de un movimiento social propiamente dicho.
Por otro lado, la conformacin de las comunidades y su articulacin en un movimiento social merece una especial
atencin. Segn Degregori (1999) el evento que marca el derrotero diferenciado entre las comunidades indgenas
Quechuas y Aymaras y los indgenas amaznicos fue que los primeros imaginaron sus comunidades con bases
clasistas dejando de lado los matices tnicos. De ah que cuando hablemos de pueblos indgenas en el Per se
haga una mayor referencia a los pueblos amaznicos.
Si por un lado la conformacin del movimiento campesino y obrero goz de una esmerada atencin de la izquierda,
los pueblos indgenas tuvieron que seguir su propio camino; y en efecto, lo hicieron. Al respecto Degregori (1999)
seala que los movimientos tnicos se limitan a los grupos amaznicos, demogrficamente pequeos y sin
capacidad de articulacin conjunta. Degregori, para 1999, dejaba sentado que antes del colapso partidario, los
140 Dentro de este artculo se identifican tres formas institucionales basadas en Gramsci. Cada una de estas formas tiene un peso especial en la articulacin
de los actores en protesta. La primera forma est definida como un esquema corporativo, constituido por prcticas actitudinales y territorializadas; una segunda
se trata de la desterritorilizacin de las prcticas colectivas y su paso a una red compleja ms grande. Es en esta segunda etapa que surgen las demandas y se
conforma el enemigo colectivo. En una tercera etapa la red crece y se institucionaliza de manera permanente desterritorializando la accin colectiva y creando una
consciencia colectiva, esta tercera etapa es la que se aproxima mejor a un movimiento social.
141 Que luego de un largo proceso histrico de evolucin terminan con una identidad colectiva. Una de las razones que brinda Degregori sobre las comunidades
nacionales.
Hay que sealar que los movimientos indgenas en el Per bsicamente se refieren a los amaznicos ya que en
relacin a los pueblos Ayamaras y Quechuas no se encuentran movimientos sociales que se autodefinen como
tnicos. Segn Degregori (1999) esta fragmentacin tiene una explicacin histrica: A inicios del siglo XX, los
pueblos indgenas no aparecan como sujetos de derechos colectivos. Es a partir de la Constitucin de 1920 que se
reconoci a las comunidades indgenas como sujeto colectivo con el surgimiento del indigenismo integracionista y
posteriormente, con la reforma agraria de 1969. En el contexto de las reformas de fines de los sesenta y principios
de los setenta, se reconoci la existencia de la diversidad cultural indgena y se consagr el respeto de algunos
derechos colectivos especficos como los idiomas aborgenes, derecho a tierras y recursos naturales y, parcialmente,
la justicia nativa (INDEPA, 2011: 15).
El reconocimiento de la condicin de indgena vino aparejada a la generacin de una consciencia, un imaginario
colectivo. Este proceso sucedi de forma diferenciada: por una lado las comunidades Quechuas-Aymaras
encontraron un espacio de articulacin con la izquierda imaginando sus comunidades en trminos clasistas
(Degregori, 1999); por otro, las comunidades amaznicas apelaron a referentes tnicos y constituyeron instituciones
alrededor de sus lazos lingsticos y tnicos.
Ambos procesos tuvieron consecuencias importantes en el desarrollo de la accin colectiva posterior. Para los aos
80 y 90 la presencia de un movimiento campesino con reivindicaciones centradas en el manejo de las tierras y el
campo (De la Cadena, 2010) dej de lado la cuestin indgena amaznica que azotada por el Senderismo y sin una
direccin clara empezaron a generar asociaciones basadas en criterios tnicos.
De esta manera, la creacin de algunas de las ms importantes asociaciones indgenas142 se dio durante los aos
de retorno democrtico hacia 1980. Los grupos se crearon bajo prerrogativas tnicas y centradas en demandas
coyunturales muy especficas. Es por ello que la agenda indgena apareca an oculta. Desde 1979 cuando AIDESEP
es oficialmente fundado recin se dejan entrever muchos procesos y reivindicaciones indgenas que se fueron
haciendo patentes con el pasar de los aos. Posteriormente, varias organizaciones indgenas tomaron cuerpo:
en 1989 COMARU, organizacin indgena alrededor del valle de Urubamba- Cusco naca como una respuesta a
las pretensiones de explotacin del lote destinado al proyecto gasfero Camisea143. Esta organizacin de origen
Matsigenga fue oficialmente ratificada en 1991. Por otro lado, la federacin Aguaruna, establecida alrededor de
1980, tambin nace con el fin de generar incidencia relativa a su problemtica mediante redes y lobbies congresales
en Lima (Earle & Pratt, 2009).
Basados en estas tres instituciones y la orientacin a organizarse en funcin de sus grupos tnicos, la dificultad
para articular la accin colectiva deriv de las diferencias en los lazos organizacionales de cada una de estas
comunidades. Este nacimiento se vio reforzado por las demandas particularistas alrededor de problemas que
afectan directamente a sus etnias y comunidades. A este problema hay que sumarle la continua presin de
Sendero Luminoso durante los aos siguientes a la cada de Velasco, lo que dificult el proceso de expansin de
un movimiento indgena ms all de sus fronteras tnicas (Yashar, 2005).
142 Por mencionar algunas.
143 Ubicado en Cusco y cercano a las comunidades mencionadas.
237
238
Esta situacin cambi en cuanto el Estado Peruano reconoci los derechos colectivos de la poblacin indgena
en 1993 mediante la ratificacin del convenio 169 de la OIT, que establece que los pueblos indgenas se conciben
como sujetos colectivos de derecho, lo que contribuy a hacer transversales las demandas indgenas sacando a la
luz una serie de problemticas que ellos individualmente afrontaban.
a.
Un primer momento, centrado en la concesin de los derechos colectivos indgenas hacia 1920. Perodo en
el que los procesos de cholificacin y mestizaje no aparecan an como masivos. De tal forma que la concepcin
sobre los indgenas se centr en las comunidades serranas. Por otro lado, en este perodo, las lites polticas crean
como necesario un proceso de cholificacin en orden de constituir un Estado nacional luego del fracaso sufrido por
la guerra con Chile, dicha visin estuvo centrada en la provisin de una educacin castellanizante, y un racismo
explcito y concebido a travs de un proceso de mestizaje (Molinari, 2008).
Con la entrada en vigencia del convenio en febrero de 1995, los pueblos indgenas iniciaron una serie de acciones
en pro del cumplimiento de dicha norma. Para el ao 1997 el gobierno cre la Secretara Tcnica Nacional de
Asuntos Indgenas144 como rgano dependiente del PROMUDEH (entonces Ministerio de Promocin de la Mujer y
el Desarrollo Humano) con lo que se sentaron nuevamente las bases para un trabajo conjunto entre el Estado y los
Pueblos Indgenas. Naturalmente en medio de la generacin de una conciencia colectiva transversal, la creacin de
instituciones rectoras contribuy a dirigir las demandas centralizndolas en un solo pliego.
Fruto del proceso de maduracin de las instituciones indgenas -y la consecuente generacin de un estadio de
la consciencia colectiva ms extendido- las primeras acciones de coordinacin se hicieron presentes. Es as que
para 1999 gran parte de las organizaciones creadas en aos anteriores en base a criterios tnicos se adscribieron
oficialmente como indgenas. Se trata de la asociaciones como COPPIP, AIDESEP, CONAP, CNA, CCP Y UNCA,
las cuales se postularon como base para constituir la Comisin Consultiva Nacional con la finalidad de coadyuvar
a favor de la promulgacin de una Ley Indgena.
Fruto de dicha presin, el Presidente Valentn Paniagua cre una Mesa de Dilogo Permanente y una Comisin
Especial Multisectorial para los pueblos indgenas (Bao y Rubianes, 2002). En suma: fruto de la coordinacin de
las acciones de incidencia frente al Estado es que las organizaciones indgenas logran posicionar su agenda en el
gobierno entrante.
Las acciones del Estado tuvieron (y tienen) una influencia especial en la organizacin de los pueblos indgenas
facilitando la transversalizacin y creacin de lazos colectivos entre ellas. De esta manera, en el 2001, con la creacin
de la Comisin de Asuntos Indgenas se busc una adecuada articulacin de las demandas de las comunidades
indgenas y campesinas a ser trabajadas a travs de los servicios del Estado145. Es de notar que parte de la articulacin
(coyuntural por cierto) de los pueblos indgenas se da en etapas en que las instituciones del Estado exigen agendas
comunes que aparecen dividas entre las organizaciones. Pero si bien es cierto que las agendas indgenas son
bastante particularistas, es preciso observar cmo stas se desarrollaron a travs del tiempo.
b.
Un segundo perodo, en que se dej de lado la nocin tutelar que se tena sobre los pueblos indgenas,
tomando estos ltimos un rol ms activo en la lucha por sus derechos colectivos, an fragmentados en demandas
coyunturales e inmediatas. Con el advenimiento de Velasco y su posterior cada se configuraron los primeros
esfuerzos por articular un movimiento indgena centrado en las tierras, accesos a servicios del Estado y el problema
de la colonizacin. Sin embargo, este intento fall y la violencia ejercida por Sendero Luminoso impidi de forma
sistemtica la creacin de un movimiento ms all de sus comunidades (Yashar, 2005). La creacin de las primeras
organizaciones indgenas se dio durante este perodo.
c.
Una tercera etapa, alrededor del gobierno de Fujimori, supuso una ventana de oportunidad importante para
los pueblos indgenas. Si bien el marco institucional representativo lleg seriamente daado por la crisis econmica
y poltica (Paredes, 2008); la ratificacin del Convenio 169 de la OIT puso a los indgenas en la vitrina. Pero lo que
realmente llev a la implementacin y creacin de instituciones indgenas estuvo relacionado con la Guerra del
Cenepa de 1998, donde pueblos indgenas de la zona se enrolaron en las listas del Ejrcito Peruano evidenciando
la necesidad de una poltica fronteriza.
d.
En un cuarto momento la agenda indgena se vio ms articulada y centrada por la creacin de las instituciones
estatales. De esta manera las agendas pasan desde temas ms econmicos como la tierra o las oportunidades
laborales, hasta cuestiones ms colectivas como el derecho a la autodeterminacin, la capacidad autogobierno,
el respeto a la cultura (interculturalidad), entre otras. El derecho a la consulta, por ejemplo, ya contemplado en el
Convenio OIT 169, aparece en los conflictos como argumento legal para legitimar la protesta, aduciendo que se
tiene que consultar a los pueblos indgenas al decidir sobre medidas que les afecten.
A partir del cuarto estadio, pasados los perodos de articulacin de las demandas indgenas (puntos a, b y c), las
agendas han desembocado en los derechos colectivos alrededor de la Consulta Previa, convirtindose esta una
coyuntura crtica146 (critical juncture) que marca el camino (path dependence) de las dems demandas indgenas. En
efecto, la aparicin de los derechos colectivos ha guiado las agendas reivindicativas indgenas funcionando como
elemento unificador de la accin colectiva pero tambin dejando de lado otras demandas de otros grupos etarios,
como el de los jvenes.
Por otro lado, ya en los gobiernos posteriores, algunos eventos y acciones adicionales contribuyeron a articular ms
las demandas de los pueblos indgenas, por ejemplo: hacia el 2001, una de las primeras acciones realizadas luego del
conflicto con el Ecuador fue la creacin de un Parque Nacional sobre la Zona Reservada de Santiago de Comaina en
la Cordillera del Cndor (frontera con Ecuador). Desde dicha fecha se desarrollo un exitoso proceso de consulta previa
hasta el ao 2004. Repentinamente, dicho proceso fue cancelado cuando Per Petro llam a licitacin internacional
146 Pierson, Paul. (2000). Increasing Returns, Path Dependence, and the Study of Politics. The American Political Science Review. Vol 94, N2. [Online]: http://
www.uazuay.edu.ec/estudios/com_exterior/tamara/Pierson-Path_Dependency.pdf
239
240
de 19 lotes147, seis de los cuales sobreponan con reservas territoriales para pueblos indgenas aislados, uno de ellos
ubicado en la zona de Reserva de Santiago Comaina (Salazar, Prieto, Manco & Alza, 2012).
Entonces, las demandas sobre pueblos indgenas en aislamiento y las relacionadas a la consulta previa encontraban
mejores espacios para desarrollarse y madurar conjuntamente.
Organizaciones
Aparicin de sindicatos
y de federaciones
campesinas
(Confederacin
Campesina del Per).
Descripcin
Agendas
reivindicativas
PRIMERA ETAPA
SEGUNDA ETAPA
TERCERA ETAPA
CUARTA ETAPA
Cambio de connotacin
peyorativa del trmino
indgena. A travs
de la legislacin
propuesta (comunidades
campesinas) el
Movimiento Indgena
adopt formas sindicales.
Se dej de lado una
nocin tutelar para acoger
la de ciudadano.
El senderismo despreci
la cosmovisin andina
y amaznica tratando
de someterlas. En ese
sentido, se dej de lado
la defensa de agendas
para privilegiar la misma
supervivencia. (Yachar,
2008).
Se acopl a la lucha
del gobierno con los
terratenientes (lites).
Para Degregori, el
fenmeno se inici por los
aos 20, consolidndose
en los 60s y 70s. Se
buscaba bsicamente la
recuperacin de tierras y
al acceso a la educacin.
Algunas de las
organizaciones
presentes son AIDESEP,
CONACAMI, CONAP,
CPP.
Finalmente, el desenlace alrededor de la articulacin de las demandas indgenas en respuesta a las medidas
tomadas desde el Estado, ya sea mediante instituciones o Leyes, culmina con el episodio de enfrentamiento entre
el Gobierno de Alan Garca y los pueblos indgenas durante el Baguazo (ao 2009) que caus 35 muertes entre
policas e indgenas. La puesta en escena de la identidad colectiva, en este caso, vino aparejada con un uso
instrumental de la etnicidad.
La coordinacin entre los actores se demuestra en la suscripcin de pronunciamientos conjuntos en contra de las
medidas de Peru Petro. La primera de ellas realizada el 1 de febrero del 2007 y las siguientes bajo el liderazgo de
Alberto Pizango, lder de AIDESEP.
En resumen, la situacin de las reivindicaciones indgenas, en palabras de Jrguen Golte (2011), revela que la
agenda indgena actual est centrada:
Las agendas se
restringen a la eventual
defensa de intereses
afectados. Son pocos
los casos en los que
se pretende alcanzar
objetivos generales (La
Ley de Consulta Previa
es un buen ejemplo).
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energtica en Amrica Latina, ed: Guillermo Fountaine y Alicia Puyana, 219-238. Quito: Coleccin 50 aos FLACSO.
[] en los grupos indigenistas y ambientalistas que han invocado el Convenio 169 de la OIT para frenar la
presencia del capital transnacional, especialmente en lo referido a la explotacin de los recursos del subsuelo, en un
momento en que el alza de precios de los minerales en el mercado internacional ha producido un marcado crecimiento
del PBI y del ingreso fiscal. Ellos aducen que las zonas mineras estn habitadas por una poblacin heredera de las
culturas precolombinas andinas. De esta manera, se apela a una indigeneidad para tales poblaciones, que sera la
que creara una obligacin de consulta previa antes de otorgar derechos de explotacin a las empresas. Es cierto
que, en este sentido, el debate suscitado es por una parte legal, pero, de otro lado, es marcadamente poltico,
econmico y, en la autodefinicin de estos intrpretes, tambin ambientalista y culturalista.
241
242
adultas como la consulta previa prevalecen en importancia meditica y poltica por encima de las demandas
relacionadas a la educacin bilinge intercultural, la salud reproductiva, entre otros.
Respecto a la situacin educacional de nios y jvenes indgenas, el documento de SENAJU seala que el 9,3%
de nios indgenas entre 6 y 11 aos no asisten a la escuela. Para los adolescentes en edad normativa de asistir a
la secundaria, el porcentaje se eleva a 14,6%, agrupando a 53 358 adolescentes. Solo 27,9% asiste a algn centro
de educacin superior. Estas cifras muestran brechas respecto a la situacin de los jvenes castellanohablantes y
estn por debajo del promedio nacional. Esta necesidad de mejorar el acceso a la educacin, as como su calidad
se traducen en motivo de reclamo por parte de organizaciones juveniles indgenas que demandan por una mejor
educacin para las comunidades indgenas.
El aspecto ms saltante de las demandas de la juventud indgena es que stas tambin, al igual que las adultas,
encuentran un punto comn de soporte en las acciones, planes y proyectos de desarrollo del Estado e instrumentos
internacionales sobre el que se basan para formular sus demandas. Por ejemplo, la organizacin de Jvenes
Indgenas de la Regin Ucayali exige, en un pronunciamiento realizado el 11 de Octubre del 2012, el cumplimiento
del Convenio 169 de la OIT y la Convencin de los Derechos del Nio148.
Estas demandas tienen un sustento emprico, si bien es cierto se tratan de derechos otorgados por el Estado estas
estn fundamentadas en las problemticas diarias que afrontan estos jvenes. Esto es revelado en una publicacin
de la Secretara Nacional de la Juventud (SENAJU), que presenta cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadstica
e Informtica (INEI). En dicho documento se muestra que los jvenes indgenas constituyen el 15,7% del total de
la poblacin entre los 15 y 29 aos, es decir, del total de la poblacin joven en el Per. Aqu la categora jvenes
indgenas agrupa a aquellos que aprendieron a hablar en una lengua nativa: Ashninka, Aymara u otras. Segn el
censo del INEI del 2007, el 60% de estos jvenes indgenas vive en zonas rurales, mientras que el otro 40% vive en
zonas urbanas. En el siguiente cuadro se observa la distribucin de la poblacin indgena segn lengua materna.
9.3
14.6
90.7
85.4
72.1
92.6
80
70
60
Per: idioma o lengua en la que aprendi a hablar, para poblaciones indgenas, 2007
50
No
S
40
30
83.1%
27.9
20
10
0
7.4
6 a 11 aos
12 a 11 aos
17 a 24 aos
25 a 29 aos
1.7%
148 Una versin virtual del pronunciamiento se puede encontrar en la siguiente direccin web: http://lamula.pe/barra/servindi.org/1453
En este mismo documento se seala en base a la experiencia de entrevistas a jvenes indgenas que los principales
desafos que ellos afrontan es el limitado acceso a las oportunidades laborales, educacin y salud. Adems se
seala el embarazo adolescente como problema que se deriva de la falta de educacin en derechos sexuales y
reproductivos. Otro tema que se resalta es la poca participacin poltica (SENAJU 2011:57). Estos puntos, en los
hechos, constituyen una agenda de trabajo de la juventud indgena. Sin embargo, esto no ha logrado desarrollarse
del todo debido a la poca participacin en organizaciones y espacios que apunten a hacer incidencia poltica.
No obstante, un lder Awajun-Wampi seal que la situacin est cambiando y hay jvenes que buscan el apoyo
de autoridades para el desarrollo de la juventud y se busca tambin que ellos mismos se comprometan con su
desarrollo.
243
244
Los jvenes cuentan con ciertos espacios en los que pueden expresar sus opiniones y plantear sus agendas.
Adems de participar en organizaciones sociales de base, participan en los Consejos Regionales y Locales de
Participacin Juvenil y en las Mesas de Concertacin para la Lucha contra la Pobreza. Adicionalmente, los jvenes
tienen presencia en espacios de decisin como los Consejos Municipales en caso sean electos regidores. La cuota
favorece esta presencia. Finalmente, los jvenes forman organizaciones que establecen determinadas agendas. Un
ejemplo de ello es la Organizacin de Jvenes Indgenas de la Regin Ucayali (OJIRU), integrada por 14 pueblos
indgenas de Ucayali, con adolescentes y jvenes entre los 13 a 29 aos de edad. Ellos trabajan dentro de 4 cuatro
ejes: salud, educacin Intercultural, equidad de gnero y participacin. Actualmente, buscan tener incidencia para
garantizar que nios, nias y adolescentes indgenas reciban una educacin de calidad y que se cumplan sus
derechos149. A partir de esta experiencia se pueden observar con ms claridad las demandas aunque no todas son
exclusivas de la juventud indgena.
Otra organizacin, la Organizacin de Estudiantes de Pueblos Indgenas de la Amazona Peruana (OEPIAP), seala
como sus demandas la educacin bilinge intercultural (EBI), la falta de oportunidades laborales, dificultades para
culminar estudios, y las demandas para acceder al comedor universitario, entre otras150. Estos puntos son agendas
juveniles indgenas que forman parte de las organizaciones de estudiantes indgenas amaznicos.
La mencin a las problemticas juveniles indgenas en el espacio internacional tambin es relevante. Varias de las
participaciones de jvenes indgenas en foros internacionales apuntan a resaltar ms la etnicidad y las agendas
adultas en contraposicin de agendas juveniles como las sealadas por las organizaciones arriba mencionadas.
Temas como el derecho al territorio o a la autodeterminacin son ms bien puntos de los pueblos indgenas que
jvenes y adultos asumen como propios, como parte de su identidad tnica y no en funcin a su edad. No obstante,
la Declaracin de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indgenas s establece algunos derechos
especficos para los jvenes indgenas en sus artculos 14, 17, 21 y 25.
Nuevamente el efecto de la dependencia (path dependence) de los derechos colectivos alrededor de la consulta
previa parece opacar una serie de temas que aparecen como importantes para los jvenes y que descasan detrs
de la consulta y el territorio como elementos de segunda generacin. Ms aspiracionales y segundos en la lista de
importancia de las reivindicaciones indgenas.
Ensayando una respuesta sobre por qu no ha sido posible que los jvenes indgenas establezcan una agenda
propia o exclusivamente juvenil, podra sugerirse que el uso instrumental de la identidad de parte de la poblacin
indgena adulta opaca las otras agendas. En todo caso se trata de una agenda inmediata, factual, que trae
aparejada una serie de beneficios tanto econmicos como polticos a las organizaciones envueltas en la incidencia
por el cumplimiento de la Ley de Consulta. Tal como Chirif (2012) lo ha sealado, sendos contratos de organizaciones
indgenas con empresas petroleras a cambio de silencios en las demandas de los pueblos indgenas revelan la
naturaleza instrumental de las agendas. Detrs de dicho uso las demandas de segunda generacin aparecen como
poco importantes. En todo caso como un piso an por construir.
Fuera de ello, existe una superposicin entre la juventud y lo tnico, de modo que las agendas responden ms a lo
149 El pronunciamiento se encuentra en la siguiente direccin web. http://lamula.pe/2012/10/22/peru-jovenes-indigenas-de-ucayali-por-la-educacion-decalidad-para-ninos-y-adolescentes/Servindi
150 Puede ver la pgina en el siguiente enlace: http://www.curuinsi.org/2011/02/02/estudiantes-indigenas-amazonicos-oportunidades-y-perspectivas/
primero. Como se ha podido ver, no son muchos los jvenes que acceden a educacin superior y son justamente
espacios como universidades donde se pueden forjar organizaciones estudiantiles que agrupen a jvenes indgenas
en torno a demandas y agendas propias. Quizs con un mayor acceso de la poblacin juvenil a la educacin podra
forjarse una plataforma que cuente con una agenda juvenil-estudiantil-indgena propia.
Otra explicacin posible recae en la escasez recursos y redes para realizar movilizaciones. Los jvenes indgenas
no han desarrollado una articulacin eficaz con otras organizaciones juveniles para desarrollar una agenda joven en
comn, mientras que esto s ha pasado con las organizaciones indgenas adultas.
Conclusiones
A modo de resumen podemos concluir que:
a.
Las caractersticas de la accin colectiva nacional: fragmentacin, imposibilidad de agregar intereses tanto
de manera horizontal (entre organizaciones) como vertical (entre espacios geogrficos) aparecen como la debilidad
principal para la constitucin de movimientos sociales propiamente dichos en el Per.
b.
En medio de las mltiples debilidades que afrontan los actores sociales; los indgenas encuentran en las
acciones del Estado una ventana de oportunidad para agregar sus demandas generando un consenso comn
alrededor de los derechos colectivos, especficamente: La Consulta Previa.
c.
La Consulta Previa y la ratificacin del Convenio 169 de la OIT por parte del Estado peruano son una
coyuntura crtica en el desarrollo de las agendas indgenas y han marcado el camino de las reivindicaciones
posteriores fortaleciendo la agenda alrededor de la posesin colectiva de tierras, restando visibilidad a otras
demandas.
d.
Por su parte, los jvenes indgenas aparecen tenuemente, sin articulacin, dispersos y con demandas
basadas en la institucionalidad del Estado y Convenios Internacionales. Gran parte de los problemas que afrontan,
como el dbil acceso a servicios educativos bilinges interculturales, la baja empleabilidad y el derecho a la
educacin superior, son puestos a la palestra. No obstante, estos temas son absorbidos y puestos en un segundo
orden luego de la Consulta Previa.
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249
248
Las redes sociales de Internet han ganado, en especial durante los ltimos aos, un inusitado inters en las ciencias
sociales. Los anlisis que sobre ellas se realizan giran en torno a la autorepresentacin de los usuarios y en general
a la informacin vertida por ellos. La particularidad de la exposicin personal principalmente a travs de imgenes
captadas en el transcurso no virtual de la vida, privilegia una perspectiva de las redes como fundamentalmente
una categora de sitios comunitarios que tienen perfiles, amigos y comentarios. Las redes sociales giran alrededor
de los Perfiles, una forma de pgina de inicio individual (o menos frecuentemente grupal), que ofrece una
descripcin de cada miembro (Boyd, 2007: 5- 6)152. Estas redes permiten tanto la comunicacin textual como la
comunicacin visual, caracterizadas por compartir informacin en forma de msica, imgenes, textos, videos etc.
entre los usuarios. Sin embargo, y como nos interesa en el presente texto, las redes no se limitan a una exposicin
de la vida social y caractersticas de los usuarios particulares, sino que tienen un amplio poder de comunicacin y
convocatoria. Por ejemplo, una definicin ms amplia de lo que entendemos por redes sociales, que en ingls se
conoce mejor como Social Media es la siguiente:
Las redes sociales (Social Media) se refieren a un conjunto de herramientas virtuales (online tools) que apoyan la
interaccin entre los usuarios. El trmino es frecuentemente usado para contrastarlo con medios de comunicacin
social ms tradicionales como la televisin y los libros que ofrecen contenidos a la poblacin pero no facilitan la
creacin o el compartir informacin por parte de los usuarios. (Hansen, Shneiderman y Smith 2011, 12)153.
.
151 Esta es una versin editada y resumida de un texto que escribimos juntos Jrgen Golte y yo a modo comparativo sobre la emergencia de los flashmobs en
Lima y en los pases rabes. Para los fines del presente artculo, me limitar a ahondar en la experiencia limea sobre el fenmeno. El texto original se titula Entre
la diversin y la protesta mediatizadas: Usos, contextos y alcances de los flashmobs en las revueltas arbigas y en Lima, se public en julio del 2011 y est
disponible en http://es.scribd.com/doc/96375923/Entre-La-Diversion-y-La-Protesta-Mediatizada-Leon-Golte.
152 Why youth (heart) social network sites: the role of networked publics in teenage social life. Boyd, Danah. 2007. Artculo disponible en http://www.danah.org/
papers/WhyYouthHeart.pdf
153 Analyzing social media networks with NodeXL. Insights from a connected world. Derek L. Hansen, Ben Shneiderman y Marc A. Smith. 2011.
250
En efecto, las redes sociales como las mundialmente conocidas Twitter, Facebook y Youtube (y en menor medida
los blogs e incluso los telfonos celulares) tienen un gran poder de comunicacin y permiten a prcticamente
cualquier persona acceder a y compartir informacin. Estas redes son una forma especfica de crear relaciones
interactivas entre personas o grupos en tiempo real donde el manejo de la informacin tiene posibilidades y fines
que an no han sido del todo previstos en su magnitud. Llammosle a esto un uso colectivo de las redes sociales,
lo cual nos interesa analizar aqu en sus contextos y alcances en el desenvolvimiento no virtual de la vida de las
sociedades cuyos miembros hacen uso de ellas.
Las discusiones sobre el uso de las redes sociales como plataformas de informacin y convocatoria se multiplicaron
y diversificaron ante un fenmeno ya ampliamente difundido debido a la importancia que tuvieron estas redes y los
aparatos electrnicos en la llamada Primavera rabe.
Si bien las redes sociales son un fenmeno que abarca la casi totalidad del mundo globalizado, los usos y la
importancia de ellas varan de acuerdo a los contextos, los grupos sociales (etarios, acadmicos, laborales, etc.)
y las diferencias culturales. La diversidad de los usos entonces depende de la variedad de caractersticas de los
grupos en la red y su entorno social e histrico. De ah que nuestro inters sea el de situar y analizar en sus usos
y contextos un tipo de evento social relativamente nuevo que emerge del uso colectivo de las redes sociales y
que muestra notables diferencias en sus fines e importancia. Nos referimos a los denominados flashmobs, y para
entender sus particularidades analizaremos su realizacin y fines en la ciudad de Lima y los pases arbigos y del
frica del norte como caso de contraste- en el contexto de las protestas por el derrocamiento de sus regmenes
autocrticos a inicios del 2011.
Las diferencias de ambos contextos saltan a la vista pero un contexto mayor de exclusin social y desigualdad, con
las variaciones del caso, les es comn. Ambos espacios, sin embargo, reaccionan de modo distinto y las acciones o
ausencia de ellas son percibidos y tienen repercusin de modo tambin distinto en sus respectivas sociedades. De
modo que ms all de las visibles diferencias, lo que pretendemos abordar en este texto es cmo se expresan sus
particularidades y la repercusin del uso colectivo especfico de las redes sociales en ambos espacios culturales.
inusual y luego se dispersa rpidamente. Suelen convocarse a travs de los medios telemticos (mviles e Internet)
y en la mayor parte de los casos, no tienen ningn fin ms que el entretenimiento, pero pueden convocarse tambin
con fines polticos o reivindicativos.
Una de las particularidades de estas tribus temporales es que no requieren contar con el apoyo de los mass
media para comunicarse, coordinarse y actuar de manera conjunta, ya que su comunicacin funciona a travs
de redes sociales virtuales. Se trata de individuos que apoyados por las tecnologas de comunicacin difunden
mensajes a sus redes sociales de amigos y conocidos, los cuales hacen lo mismo hasta construir una gran cadena
de comunicacin, que es capaz de movilizar a miles de personas155.
Se trata entonces de una organizacin instantnea a travs de mensajes publicados en las redes sociales, blogs,
webs, etc., as mediante un efecto de bola de nieve, la convocatoria se expande mediante las redes de los
organizadores, sus amigos, los amigos de sus amigos y as sucesivamente. Dicho fenmeno es reciente, segn
informacin en internet el primer flashmob se realiz en 2003 en New York y fue expandindose en pases de Europa.
Los flashmobs empezaron como espectculos sin sentido prctico, y muchos an consideran que la principal razn
para organizar estos encuentros es la diversin.
La convocatoria con fines polticos y reivindicativos es un uso posterior a la creacin de los flashmobs156, una
situacin que visibiliza cmo los usuarios y grupos sociales resignifican y as reelaboran las diversas herramientas
que los medios virtuales les ofrecen. Lo que en principio era usado y considerado con fines de entretenimiento,
ruptura de la rutina y de pasar el rato, ha sido convertido en mecanismos y estrategias de organizacin y protesta
social con fines polticos. Claro que no en todos las sociedades ni en sus grupos sociales diferenciados se le otorga
el mismo uso y relevancia.
Los flashmobs en Lima son un fenmeno relativamente nuevo y es principalmente imitacin de eventos que se
han organizado con anterioridad en ciudades del Hemisferio Norte. As que recin en 2008 aparece una primera
convocatoria en Lima:
gente!!! ya deben saber sobre los flashmob... Suelen convocarse a travs de internet, y en la mayor parte de los
casos, no tienen ningn fin ms que el entretenimiento, pero pueden convocarse tambin con fines polticos o
reivindicativos es as que un grupo de jovenes y yo estamos empezando a reclutar gente para realizar una serie
de flashmob aki en lima... el primer flashmob peru sera a fines de este mes... o inicios del proximo... el motivo para
realizar esto es simplemente: hacer algo fuera de lo comun... ver la cara de la gente al mirar algo inusual... romper el
hielo de la rutina en las calles limeas... y divertirnos...(sic)157.
Al parecer el flashmob aludido en esta convocatoria de 2008 o no se realiz o pas inadvertido. El primer flashmob
percibido es uno que se realiza despus del enfrentamiento entre la polica y manifestantes en la provincia de
Bagua, conocido como el Baguazo158, en el cual se produjeron vctimas mortales. Este evento tuvo en Lima un
155 http://es.wikipedia.org/wiki/Flashmob
156 En algunos casos a los flashmobs con estos objetivos se les denomina Smartmobs.
157 Texto de convocatoria al primer flashmob en Lima a travs de un foro local. Disponible en: http://www.forosperu.net/showthread.php?t=21368
158 El Baguazo fue el ms cruento enfrentamiento entre la polica y pobladores amaznicos de Bagua en junio del 2009 durante el gobierno de Alan Garca
luego de una serie de protestas contra la llamada Ley de Selva cuyos decretos vulneraban los derechos a la tierra de las poblaciones indgenas. El saldo fatal
fue de 23 policas muertos y un nmero indeterminado de civiles, entre ellos nativos de etnias amaznicas.
251
252
eco inusitado en ambientes polticos y en las universidades. El enfrentamiento signific que los limeos tomaran
conciencia de la existencia de la Amazona como un territorio con conflictos sociales, ambientales y polticos. Esta
violencia sorpresiva en una zona del pas casi desconocida por los limeos se reflej en los medios de comunicacin
y condujo a un flashmob en un centro comercial cerca de las grandes universidades limeas (PUCP y UNMSM) y fue
convocado para el 27 de junio del 2009 bajo el ttulo: Mata a un peruano. Un observador lo describe como sigue:
Ayer estuve en el flashmob que se organiz en San Miguel, Mata a un peruano. Experimento interesante en mltiples
sentidos: empezando porque la organizacin era completamente acfala y espontnea. Es decir, alguien se encarg
del trabajo de hacer la convocatoria en lnea, y luego dej la ejecucin misma de la intervencin a los participantes. Lo
sorprendente es que a pesar de la acefalia, haya funcionado, aun cuando se haya tratado de un nmero relativamente
pequeo de gente..La mecnica fue simple y poco interpretativa: al grito de mata un peruano, alrededor de una
docena de personas mezcladas entre la gente se tiraron al piso, como muertos, sosteniendo carteles de policas y
nativos. Luego de un par de minutos, cada uno se levant y se fue por su propio camino, de la misma manera que
llegaron. Pero esos dos minutos se hicieron eternos, porque nadie saba qu hacer con eso...(sic)159.
El observador que describe este acontecimiento en medio de sus ideas sobre los espacios privados y los espacios
pblicos, llega a la conclusin:
Ms all de eso, lo tonto de la iniciativa (al final no se trata de una forma de descalificar sino de descripcin en
atencin a las consecuencias) me parece que est en lo reducido de su alcance. Estas cosas terminan siendo una
mera cuestin anecdtica para la sobremesasi es que alguien considera que es un tema que merezca robarle
minutos a alguna noticia del espectculo. A la larga, termina por mostrar los intentos de una suerte de vanguardia
ilustrada que hace signos de difcil captacin. Sera ms interesante que se tratase de una iniciativa articulada que
tuviese algn impacto mayor, pero al final se trata de lecturas varias. Lo mismo que acabo de decir puede ser visto
desde otras perspectivas que rescaten lo catico del evento como algo positivo160.
Posteriormente, al ao siguiente, en el 2010, hubo una serie de flashmobs que en amplia medida se inspiraron en
eventos para organizar actividades de diversin que ya desde hace varios aos se estaban convocando en otras
partes del mundo. En las convocatorias frecuentemente se citaba a los flashmobs con el mismo ttulo organizados
en otras ciudades del hemisferio norte. Es as que dando un vistazo a los flashmobs en la ciudad de Lima es fcil
darse cuenta que la percepcin mayoritaria de tales eventos y convocatorias le atribuye fines de entretenimiento,
como lo notamos en una rpida bsqueda del tema en pginas web y blogs locales, los que caracterizan un
flashmob como una accin organizada para tener un momento de diversin161. Sin embargo, su difusin no es muy
amplia, como lo muestra por ejemplo la siguiente convocatoria:
Flashmob Silent Rave168
El Punto de encuentro sera en Larcomar en la parte de arriba a las 4, como sabemos siempre hay gente que
tarda en el lapso de 4:00 y 4:45 se ira dando las pautas sobre como se hara el FLASHMOB FREEZE (congelados),
osea paralizaremos toda la Av. Larco, dejando boquiabiertos a decenas de curiosos los que no sepan que es un
159 Comentario disponible en: http://www.mutaciones.pe/2009/06/28/espacios-privados-publicos-sociales-compartidos-etc/
160 Ibd.
161 http://peruflashmob.blogspot.com/
http://contrainercia.blogspot.com/
http://www.forosperu.net/showthread.php?t=21368
Crashmob en Lima169
253
254
Por su parte, en la Plaza de Armas de Lima otro grupo de jvenes hizo una representacin visual con paneles
itinerantes que llevaban el lema Tu voto, te representa.
Tanto en los eventos de concientizacin y reivindicacin como en los de naturaleza ldica, se trata de rplicas
de convocatorias realizadas en otros pases. Los flashmobs, en este sentido, han llegado a nuestro pas como
una moda, algo que sigue los patrones de los eventos iniciados en el extranjero. Una caracterstica adicional
atribuida a este tipo de eventos apunta a sus motivaciones, las cuales tambin comprenden fines de apropiacin
y uso del espacio pblico por parte de la poblacin civil, principalmente a travs de actividades inusuales y de
improvisacin ldica. En las convocatorias, podemos leer en algunos casos que se enfatiza la toma de los espacios
pblicos como espacios de encuentro, de diversin, manifestacin e incluso de reflexin colectiva, como en los
flashmobs con fines polticos o reivindicativos, aunque estos sean escasos. Se habla incluso de recuperacin del
espacio pblico, del uso organizado de estos por parte de las ciudadanas y ciudadanos en posible alusin a la
cada vez ms abrumadora avalancha publicitaria difundida en las calles, el uso de lugares pblicos para fines de
comercio y propaganda poltica en una ciudad que luce cada vez ms segmentada y cerrada en su infraestructura
urbana mediante el enrejamiento de parques, plazas y sectores dentro de barrios de varios distritos, sin que lo/as
ciudadano/as de a pie puedan disfrutar y hacer uso de los espacios que pertenecen a todos y todas.
Mientras que en la Plaza San Martn se efectu una singular muestra de lanzamiento simultneo de centenares de
globos rojos y blancos que llevaban mensajes a la ciudadana sobre la importancia de estar informados para ejercer
un voto responsable en estas elecciones generales. Con estas iniciativas, el JNE reconoce la importancia de la
poblacin juvenil y la considera un grupo estratgico para el fortalecimiento de la democracia nacional. Por eso,
reconociendo sus potencialidades y sus novedosas formas de movilizacin social, busca su participacin activa en
el fomento del voto informado172.
La coyuntura poltica y la campaa electoral no han estado exentos de eventos similares en los que propagandistas
de grupos polticos o simples simpatizantes convocan sin mucho xito a flashmobs con caractersticas polticopartidarias, como por ejemplo Un flashmob radical grafileitor versus las pintas de Keiko, es decir, la ex candidata
presidencial Keiko Fujimori, incluso desde perodos relativamente alejados a la coyuntura electoral. Aqu un
comentario de uno de los participantes que convoca a tal evento en setiembre 2009:
Borrmoslo con nuestros antojos de pintas, no slo en Barranco; tambin en Brea, el centro de Lima, Villa el
Salvador,Villa Mara del Triunfo y otros, broders, un flashmob radical grafileitor. Un touch, ya vuelvo, me veo con
Droopy: busco mi brocha gorda audaz173.
En el 2011 aparecen con ms frecuencia flashmobs mercantiles como el de una bebida gaseosa organizado en el
Da de San Valentn en el Parque del Amor en Miraflores, amenizado con msica. Han habido otros organizados
por organismos pblicos supuestamente para educar a la poblacin sobre los procesos electorales municipales y
nacionales del 2010 y 2011 respectivamente. As lo seala la nota periodstica de un diario local:
Intervencin organizada por voluntarios del programa Jvenes construyendo ciudadana en coordinacin con
el Jurado Nacional de Elecciones (JNE) realizaron un singular Flashmob (accin multitudinaria organizada) para
promover un voto responsable171.
Incluso los flashmobs de carcter publicitario o de educacin cvica tratan de emular el carcter ldico que
caracteriza a la mayora. Imitan sus caractersticas al tratar de ser entretenidos y se dirigen a un pblico joven al
cual se quiere transmitir mensajes breves mediante pancartas, canciones y msica. El flashmob organizado por el
JNE, se detalla as en la pgina web del mismo:
170 http://peruflashmob.blogspot.com/2009/07/flashmob-snake-este-28-28-28-en-la.html
171 Noticia disponible en su versin digital: http://www.larepublica.pe/07-04-2011/flashmob-del-jne-paraliza-el-centro-de-lima
En las clases medias de Lima, las convocatorias de flashmobs apuntan ms a la diversin. Los lugares de convocatoria
se ubican en barrios de las clases medias y por lo general en centros de comercio visibles de consumo superior. En
cambio los convocados por instituciones con fines educativos hacen un llamado para que la gente se rena en el
centro de la ciudad de Lima. En ningn caso hemos visto una convocatoria para los llamados conos, los barrios
de migrantes y descendientes de migrantes al norte, este y sur de la ciudad, si bien tambin los jvenes en estos
barrios tienen acceso a computadoras e Internet.
1.2. Saliendo de la rutina, haciendo algo fuera de lo comn: El Zombie Walk, un ejemplo de los flashmobs como
espacios de encuentro y diversin ldica
El xito de las redes sociales de internet en Lima es indudable. As lo muestra la web especializada en el tema, Social
Breakers, que seala a Lima dentro de las 25 ciudades en el mundo que ms usa Facebook, red que actualmente
ya cuenta con ms de 600 millones de usuarios174. En este ranking la presencia de pases latinoamericanos es
notable, y Lima no es la excepcin. Los usos de las redes, sin embargo, evidentemente varan.
Si vemos el carcter del uso de flashmobs en coyunturas de los pases rabes actualmente, la problemtica de
Wikileaks en su ltima gran filtracin de mensajes del Departamento de Estado de los EEUU, las campaas polticas
de candidatos al gobierno en diversos pases, etc. es evidente que el carcter que se le otorga a las redes, y con
ellas el derivado de los flashmobs como herramienta poltica, no se cie al carcter ldico que por lo general han
tenido los flashmobs limeos. Muestra de ello, es la dinmica de organizacin y participacin de uno de estos
flashmobs en nuestra ciudad, uno de los ms exitosos que tuvo cientos de jvenes participantes: El Zombie Walk.
172 Disponible en: http://portal.jne.gob.pe/prensaypublicaciones/archivonoticias/Paginas/JNEREALIZAFLASHMOBSPARAPROMOVERVOTOINFORMADO.aspx
173 Ver la nota en: http://www.diariolaprimeraperu.com/online/columnistas/un-flashmob-radical-grafileitor-versus-las-pintas-de-keiko_46307.html
174 Noticia disponible en: http://diario16.com.pe/noticia/2594-facebook-lima-entre-las-25-ciudades-que-maas-la-usan
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256
Los Zombie Walk son eventos ampliamente conocidos entre los jvenes pues se realizan en diferentes partes del
mundo. Estas caminatas surgieron en el ao 2001, en California, Estados Unidos175 como una suerte de homenaje a
las pelculas de zombies, por lo que un grupo de fanticos se organizaron para salir a las calles caracterizados como
los protagonistas de sus pelculas favoritas, propagndose luego por diversas ciudades de ese pas. La iniciativa
se imit y reprodujo en otros pases, en los que probablemente al margen de la aficin a estas pelculas de terror,
se participaba en este evento con la finalidad de pasar un buen rato asustando a la gente y rompiendo la rutina. Si
bien no es exactamente un evento instantneo, s es considerado como flashmob por el resto de sus caractersticas
y adems de ser eventualmente acciones espontneas sin mucha preparacin.
En Lima, a fines del 2010 se realiz el primer Zombie Walk organizado por un grupo de jvenes ligados al medio
artstico callejero y auspiciado por dos pequeas empresas. Entre los organizadores hubo por lo menos una persona
fornea que haba tenido una experiencia previa con un Zombie walk en otra ciudad. La convocatoria e informacin
necesaria para el evento se hizo y se distribuy bsicamente a travs de Facebook y finalmente se llev a cabo en un
barrio de clase media al sur de Lima. La consigna era que los participantes se maquillen como zombies o monstruos,
para lo cual no faltaron las mscaras y el maquillaje que simulaban abundante sangre, heridas y malformaciones.
Iniciado el evento se segua por una ruta en la que los participantes se representaban como zombies, performance
incluida, con movimientos de heridos saliendo de las veredas para acercarse a automviles y otros transentes para
asustarlos. Al preguntarles al respecto, un par de jvenes que haban asistido a este tipo de eventos, comentan que
el motivo de su participacin responda a que era muy divertido, entre otras cosas porque la gente en las calles
no comprenda lo que pasaba alrededor de ellos, y adems que maquillado y dentro de un grupo de personas se
pueden hacer cosas que como individuo aislado no se pueden hacer.
Afiche del primer Zombie Walk en Lima176
Creemos que estas frases sintetizan adecuadamente gran parte de las razones que hacen atractivos estos eventos
para los jvenes. Sus opiniones expresan cierto espritu de unidad del grupo, que cree otorgada la permisividad
que ofrece una suerte de anonimato para realizar acciones que en otras circunstancias e individualmente resultaran
en burlas, crticas u otras sanciones sociales y efectivas. El factor sorpresa y ser el centro de atencin es una
motivacin no menos importante para el disfrute y atraccin de estos actos colectivos, pues convierte a estas
multitudes instantneas en protagonistas de efmeros espectculos callejeros. Y claro, no poda faltar la razn ms
mentada desde las propias convocatorias ya vistas en las pginas de Facebook: salir o matar la rutina haciendo
cosas originales, poco o nada comunes en la cotidianidad.
Estas motivaciones y caractersticas atractivas atribuidas a los flashmobs en Lima los configuran como efmeros
escenarios de parte de una cultura juvenil con componentes como el ocio, vivencia de la inmediatez, bsqueda de
transgresin e incluso un deseo, quizs oculto, de ser centro de atencin. Estos elementos no son generalizables
a todos los jvenes limeos, por supuesto, pues como mencionbamos lneas arriba, los flashmobs se sitan en
un contexto particular que podramos resumir como de jvenes de clase media, en su mayora estudiantes, con
acceso relativamente frecuente a las redes de internet y con regular tiempo libre. Esto se infiere, por ejemplo en
el caso de los asistentes al Zombie Walk, por el tiempo e incluso inversin en la caracterizacin como muertos
175 http://en.wikipedia.org/wiki/Zombie_walk
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vivientes que demanda gastos en mscaras, disfraces y maquillaje-. Asimismo, la realizacin de este y el resto de
flashmobs similares se da en distritos de clase media alta y en centros comerciales con gran afluencia de pblico
consumidor.
Con todo esto, creemos que estas expresiones juveniles son parte de una cultura juvenil globalizada que est
bastante familiarizada con el uso de redes sociales, que privilegia el tiempo de ocio y que utiliza dicho tiempo e
inters a la puesta en escena de acciones que son meras imitaciones de eventos extranjeros, cuya realizacin al
mismo tiempo que es una rplica expresa sus deseos de diversin, sentimiento de grupo e incluso cierta transgresin
que no les es posible en la cotidianidad de sus vidas. Y estas ltimas caractersticas s parecen ser recurrentes en
la mayora de jvenes limeos, aunque las vas de expresarlas y satisfacerlas no decanten en las mismas acciones,
de cuya variedad hasta el momento no emergen propuestas consistentes que contribuyan a un cambio significativo
en la problemtica que experimentan.
1.3. Protestas mediatizadas: los flashmobs contra la exclusin social
Una dinmica especial y distinta a los ejemplos anteriores son los flashmobs contra la homofobia acaecidos a
inicios del ao 2011. Entre las personas que han sido vctimas de actitudes y prcticas homofbicas, y las dems
personas que rechazan estos actos surge una necesidad de vincularse para que la problemtica obtenga una
visibilidad mayor dirigida a la crtica y la erradicacin de las agresiones y la discriminacin. Ms aun, cuando estas
prcticas homofbicas estn muy presentes en sectores conservadores como iglesias cristianas pero adems en
las autoridades e instituciones pblicas, como veremos en el prximo caso.
Un evento paradigmtico y muy polmico acontecido en Lima en febrero del 2011 fue el flashmob Besos contra
la homofobia177 en la Plaza de Armas, evento realizado por cuarta vez en la ciudad, pero nunca antes con las
consecuencias de esta ocasin. En su cuarta versin anual, este evento es una rplica liderada por colectivos LGBT
y activistas por los derechos de diversidad sexual como el Mhol (Movimiento homosexual de Lima) que siguiendo
la iniciativa de otras organizaciones alrededor del mundo, se manifiestan contra la discriminacin y violencia de la
que siguen siendo vctimas gays, lesbianas, trans178 y bisexuales. En el evento convocado por medio de Facebook
sealan lo siguiente:
...para celebrar que el amor es igual para todas y todos.
...porque las parejas gays y lesbianas tenemos el derecho a expresar nuestro amor en los lugares pblicos sin ser
objeto de violencia o discriminacin179.
177 http://www.facebook.com/event.php?eid=144547515600747
178 La categora trans engloba las diversas identidades sexuales de transgneros, transexuales y travestis.
179 http://www.facebook.com/event.php?eid=144547515600747
El evento entonces, consista en la reunin de parejas del mismo sexo que se besasen como expresin de su afecto,
en manifestacin contra la discriminacin y a travs de la toma y uso de espacios pblicos como tiene derecho
cualquier otro ciudadano o ciudadana. Lo resaltante de este flashmob que fue noticia y motivo de una segunda
versin, fue la agresin que sufrieron varios manifestantes por parte de efectivos policiales que los expulsaron a
empujones y golpes del atrio de la catedral de Lima. Y no fue solo eso; los testimonios, las fotografas y videos
difundidos mayoritariamente tambin por las redes sociales de testigos y prensa alternativa muestran que algunos
manifestantes fueron perseguidos por policas que pretendan, incluso, expulsarlos de locales comerciales privados
y de una conocida galera de arte.
Una frase alegada por un manifestante que fue arrastrado por un efectivo policial que lo alejaba de la plaza central
a la vista de decenas de personas fue ser homosexual no es un delito. Efectivamente no lo es, y ms all de la
polmica desatada en los medios por declaraciones de periodistas, fieles catlicos y funcionarios estatales sobre si
se trat de un acto de provocacin de parte de los activistas al ubicarse en la escalera de la catedral, no se justifica
la violencia cometida. Los hechos son narrados del siguiente modo en un blog de activistas LGBT, el cual muestra
tambin un video del suceso:
Ayer por la noche recib los primeros comunicados de participantes de la pacifica reunin que intentaron llevar
a cabo miembros de la comunidad LGBT, lesbianas, gays, bisexuales y transexuales, quienes relataban que los
miembros de las Fuerzas Policiales les exigieron dejar sus pancartas, cosa que hicieron y fueron hacia las escalinatas
de la Catedral donde estaban reunidos los manifestantes, entre ellos Carlos Vela, postulante gay al Congreso en la
lista de Fuerza Social, cuando las parejas empezaron a besarse, la policia arremeti brutalmente contra ellos y ellas,
no solo a empujones, sino golpendoles con sus bastones y utilizando gas pimienta. (sic)180.
180 http://noticias.universogay.com/peru-lima-brutal-represion-policial-contra-los-participantes-de-besos-contra-la-homofobia__13022011.html
259
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Pero lo interesante aqu en relacin al tema que nos ocupa es el impacto y la difusin de lo ocurrido a travs
de las redes sociales que muy probablemente no hubiese sido tal sin los actos de violencia perpetrados. En
consecuencia, se realiz una segunda convocatoria como muestra de resistencia ante tales vejaciones. La atencin
meditica se debi principalmente a la agresin sufrida por los manifestantes, quienes expresaron su condena y
rechazo pblicamente y realizaron la denuncia respectiva para sancionar a los efectivos policiales responsables
de las vejaciones. El hecho luego de difundirse por estos medios alternativos salt a las pginas de los diarios y la
televisin181. Posteriormente se convoc un segundo flashmob con la consigna de Porque ser homosexual no es
un delito. Besos contra la homofobia 2182.
Ntese que el evento adems de mostrar el obvio rechazo a la violencia de los sucesos pasados, resalta la accin
de besarse pblicamente como un derecho de cualquier ciudadano en esta ciudad, un derecho que les es negado
a gays, lesbianas bisexuales y trans, o mejor dicho una accin por la cual se exponen a ser violentados. Pero el
asunto no acaba ah.
Un grupo de fieles catlicos se congregaron en la catedral de Lima, frente a la Plaza de Armas, para rezar en el
mismo momento en que los manifestantes realizaban su segundo flashmob. Estos fieles decan hacerlo como
una forma de desagravio por la falta de respeto que consideraban constitua el evento Besos contra la homofobia
frente al templo de Dios. Y efectivamente as se realiz el evento: los besos de los manifestantes gays y lesbianas
ante los rezos de los catlicos reunidos frente a la catedral, quienes daban literalmente la espalda a quienes se
besaban en la Plaza de Armas de Lima183.
Por si fuera poco, otro incidente aliment la polmica sobre este evento y la temtica sobre discriminacin e
igualdad de derechos que encierra. Esta vez un periodista radial, Phillip Butters, tuvo fuertes declaraciones contra
los gays durante una entrevista a un activista del Mhol a quien le dijo lo siguiente como justificacin de las agresiones
policiales a los activistas gays en el primer flashmob, a quienes se les hubiera advertido y pedido que se retiren:
Yo te digo una cosa, as para terminar, yo por la maana voy al nido de mi hija y si veo a dos lesbianas u homosexuales
chapando184, les pido por favor que se vayan a la primera y segunda, a la tercera ya los estoy pateando185.
Estas declaraciones evidentemente indignaron a la poblacin LGBT y fueron motivo de diversas expresiones de
condena, que nuevamente tuvieron como medio y tambin como espacio de manifestacin a las redes sociales.
En primer lugar se difundi la noticia va Facebook y dems medios afines. Asimismo, se convoc a adherirse a
una lista de firmas de personas que rechazaban las opiniones vertidas por Butters y exigan sus disculpas y que
se retracte en lo manifestado. As, las organizaciones pro derechos de diversidad sexual, diferentes activistas y
colectivos escribieron una carta de rechazo dirigida a la gerente de la radio donde labora dicho periodista y desde
la cual verti sus opiniones. La carta fue publicada como evento en Facebook y fue firmada virtualmente por 638
personas. Sin embargo, y a pesar de la presin meditica, la emisora radial no se manifest; por lo que otro evento
fue convocado. Esta vez se tratara de un tercer flashmob en la puerta de las instalaciones de la radio que transmiti
las polmicas declaraciones a la misma hora que se transmite el programa del periodista Butters. Este es el texto
que acompaa la presentacin del evento en Facebook:
181 http://elcomercio.pe/lima/713170/noticia-policias-agredieron-gays-que-se-besaban-centro-lima
182 http://www.facebook.com/event.php?eid=188985854466891
183 http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2011/02/110220_gay_lesbianas_peru_iglesia_mt.shtml
184 Besndose.
185 http://elcomercio.pe/lima/714223/noticia-phillip-butters-dio-polemicas-declaraciones-sobre-homosexuales
Queremos que Butters nos de (sic) disculpas pblicas y se comprometa a no volver a promover la violencia contra
las personas con una diferente orientacin sexual. Besos contra la homofobia, porque nuestra opinin importa, es
una movida ciudadana impulsada por Accin Crtica, Bloque Estudiantil LTGBI, Colectivo ContraNaturas, Kolectiva
de Rebeldas Lsbicas, Movimiento Homosexual de Lima y Versiones UNMSM186.
No obstante, por la constante difusin del tema, para muchos se volvi repetitivo y fue considerado como una
forma ms de llamar la atencin y hacer escndalo que se les atribuye a la comunidad gay. De ah que este ltimo
evento tuvo muy poca convocatoria y no logr el desagravio ni las disculpas pblicas exigidas.
Adems, hubo otra suerte de campaa viral que consista en pegar en la pgina de Facebook de la emisora
Radio Capital, un texto de rechazo a las declaraciones de Butters y la exigencia de su despido, valindose del
slogan caracterstico de la emisora: Tu opinin importa. Cabe mencionar que dicha campaa fue iniciada por un
activista del Mhol llamado Jorge Chvez, quien luego de todos estos acontecimientos narrados en torno al inicial
flashmob y demanda de derechos de la comunidad gay, fue vctima de amenazas a travs de pintas en las paredes
de su domicilio que decan: Muerte a los gays! Entonces, Chvez a travs de su cuenta de Facebook187 exhort a
exigir se cumpla la responsabilidad que tienen los medios de comunicacin en la creacin de una sociedad de
respeto y apertura en la defensa de los derechos de todos188.
Esta campaa fue seguida por muchas personas de la comunidad LGBT y muchas otras que apoyaban la causa
y condenaban el contenido discriminatorio, violento y considerado homofbico de las opiniones vertidas por el
mencionado conductor radial. Durante varios das muchas personas publicaron este mensaje en el muro de la radio
y en forma de comentarios a las noticias publicadas en su pgina pero nuevamente no lograron que se sancione
al periodista.
Estos acontecimientos constituyen una muestra del uso colectivo de los medios para la protesta social, para la
organizacin y el encuentro de la poblacin en base a ideas y objetivos comunes en torno a reivindicaciones
polticas para sectores excluidos de la sociedad peruana. Se trata de un intento y progresivo accionar concreto
por manifestar el descontento ante la exclusin porque existe el deseo de cambiar la situacin de desigualdad y
discriminacin que caracteriza a nuestra sociedad. En este contexto se hace visible el gran potencial que tienen las
redes sociales como herramienta de convocatoria y organizacin para la protesta social.
No obstante, hasta el momento lo ms caracterstico del uso de redes sociales para la protesta social o una suerte
de activismo que muestre ideas crticas sobre determinadas coyunturas parece ser su mera expresin a travs de las
redes. Se tratara ms de un activismo virtual pues incluso con eventos diferentes a los caractersticos flashmobs u
otro tipo de manifestaciones como marchas y plantones convocados tambin a travs de redes sociales, la expresin
de protesta frecuentemente se queda en las redes en forma de creacin de pginas con frases y opiniones crticas
que difunden informacin, pginas a las que muchos se adhieren para visibilizar sus ideas, pero estas se quedan
como simple protesta virtual pues no existe una organizacin slida amplia ms all de las redes, del teclado de la
computadora. No podemos negar que existen diversos colectivos y jvenes organizados que realizan actividades de
difusin y planificacin de eventos pblicos de protesta, pero son un grupo reducido.
186 http://www.facebook.com/event.php?eid=171680489545840
187 http://lamula.pe/2011/02/28/inician-campana-contra-phillip-butters/facebookwatch/
188 Ibid.
261
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Si bien en ocasiones se convoca a marchas y manifestaciones pblicas en calles y plazas, la asistencia a estos
eventos es mnima y nos muestra presencias recurrentes, participantes que constantemente forman parte de tales
manifestaciones como estudiantes universitarios, activistas y representantes de Ongs con diversas banderas,
(especialmente de derechos humanos, diversidad sexual, feministas, partidos de izquierda, etc.), artistas de la
llamada escena alternativa de Lima, etc. La convocatoria casi no trasciende a estos grupos, ms all de un
reducido grupo de jvenes que espontneamente se unen a las manifestaciones.
Cabe destacar que en la ltima coyuntura electoral el uso de las redes como plataformas de informacin fue vital
para la campaa y contracampaa poltica en las que participaron muchos jvenes. Especialmente en la campaa
de segunda vuelta donde los dos candidatos resultaron muy polmicos, se configur de ambos lados una fuerte
difusin de informacin crtica a los candidatos, ms que campaas a favor o apoyo de propuestas favorables. Por
ejemplo, en la campaa contra la candidata hija del ex presidente Fujimori, organizaron manifestaciones pblicas
que en principio tuvieron una presencia muy escasa de gente; sin embargo, una ltima marcha realizada un mes
antes de las elecciones logr convocar una mucha mayor cantidad de gente, cuya cifra no se ha determinado
claramente189. Mencionamos este caso porque parece ser un ejemplo de uso exitoso de las redes como plataforma
de convocatoria y de protesta con fines polticos, no obstante, debemos marcar las diferencias con los fenmenos
que hemos descrito como flashmobs ya que estos tienen una naturaleza muy diferente en cuanto a su organizacin
acfala, annima y espontnea, lo cual contrasta con esta marcha que fue organizada por la Coordinadora Nacional
de Derecho Humanos y una larga lista de organizaciones, instituciones y colectivos como gremios de trabajadores,
ongs, organizaciones de izquierda, estudiantes universitarios, entre otros.
De acuerdo con lo visto hasta este momento, la convocatoria de flashmobs con estos fines y en general el uso de las
redes para manifestacin de protesta social organizada es mnimo en nuestro pas, quizs apenas empieza y quede
camino por recorrer en el aprovechamiento de su potencial. Y es que razones por las cuales protestar no faltan en
nuestro pas ni particularmente en Lima, de ah que nos resulta interesante preguntarnos por qu la gente no lo hace,
pues no es algo que convoque a mucha gente mediante las redes o sin ellas. Quizs recin se est forjando entre los
jvenes, una cultura de protesta que se valga de los medios de comunicacin virtuales e instantneos para tales
objetivos. Quizs tambin, como percibimos mayoritariamente para la poblacin adolescente y parte de la joven, el
uso privilegiado de las redes sociales tiene otros fines menos colectivos y de reivindicacin social como de ocio y
entretenimiento, ampliacin y mantenimiento de grupos de amigos, y construccin y expresin de identidades. El
privilegio del uso de las redes estara en la exhibicin personal a travs de imgenes, compartir intereses personales
y experiencias cotidianas, es decir, en torno ms a uno mismo, al sujeto en su individualidad. De este modo,
las imgenes personales (individuales) de adolescentes y jvenes de, por ejemplo sectores populares, muestran
autorepresentaciones con ciertas recurrencias que dejan ver una exaltacin de valores ampliamente difundidos por
medios de comunicacin de masa con ideologas de consumo de carcter individualista, materialista, que exalta la
liberacin sexual a modo de exhibicin del cuerpo femenino, el ocio y el dinero como mximas de realizacin, etc.
En fin, una rpida revisin de las redes sociales de adolescentes y jvenes estudiantes en Lima, deja notar que en
su mayora estn ms habituados a valores e ideologas de consumo que a reflexiones y crticas sobre las cuales
tomar posicin para organizacin de propuestas y alternativas comunes dirigidas a aportar en la mejora, o siquiera
convocatoria a expresiones ms pblicas y slidas, es decir, fuera de las redes virtuales, sobre las problemticas
que aquejan al pas.
189 Muchos de los participantes afines a esta contracampaa y medios contrarios a esta candidatura sealan que llegaron a 20 mil pero fuentes extranjeras
que podemos considerar imparciales, sealan un promedio de 10 mil a 12 mil personas.
2. Los flashmobs y el uso de las redes sociales en la Primavera rabe y sus contrastes con las
experiencias en Lima
Mucho se ha dicho sobre la Primavera rabe en cuanto a los mecanismos que lograron derrocar a los autcratas
de pases como Tnez, Egipto y Libia. Para muchos es discutible el protagonismo que tuvieron las redes sociales en
las masivas manifestaciones de las revoluciones rabes, sin embargo, es innegable que tuvieron un rol importante
en la difusin de informacin y como medio de convocatoria.
Lo que nos compete ahora para comprender en un contexto mayor el uso y los alcances de las redes sociales
en su magnitud colectiva es comparar lo que hasta ahora hemos visto en Lima con lo acaecido en la Primavera
rabe. La comparacin no es caprichosa, sino que busca comprender la diversidad de usos y contextos culturales
en sociedades diversas que a pesar de esta diversidad sufren hondas fracturas marcadas por la exclusin social.
Ambos contextos analizados tienen lugar en la misma poca, inicios del 2012, y podemos identificar diferencias y
ciertas similitudes.
En primer lugar, en las diversas expresiones on line y las manifestaciones callejeras de las revoluciones rabes
resalta la clara influencia de culturas globales, especialmente mediticas y juveniles. Se trata de la expresin de
juventudes globalizadas que estuvieron al centro de las protestas y cuyas acciones de derrocamiento no slo se
nutrieron de una voluntad local de liberarse de un rgimen asentado en el poder poltico, sino que tuvieron un
aliciente en la cultura de los jvenes. Son ellos los que con su tecnologa y su acceso a Internet logran convocar un
movimiento masivo de oposicin.
Para citar un ejemplo, un grupo de jvenes libios raperos crearon una cancin que se difundi especialmente entre
los jvenes. Esta cancin cantada en rabe segua un ritmo de rap y su texto se refera directamente al movimiento
social entendido como revolucionario. El grupo exista previamente con el nombre Street beat y cantaban en ingls
pero luego empezaron a hacerlo en rabe para difundir su mensaje sobre la revolucin y llegar a ms oyentes.
Luego se rebautizaron como Revolution Beat.
Un video publicado en You Tube mostraba a un Gadafi cantando con el acompaamiento lateral de dos mujeres
semidesnudas (Zenga Zenga Song - Noy Alooshe190). Se trataba de una suerte de parodia que buscaba ridiculizar
al dictador en uno de sus discursos en los que expresaba su negativa a ceder a las protestas que reclaman su
dimisin en el poder y exhortaba a aplastar a los manifestantes.
El uso de redes sociales de internet y telfonos celulares para la organizacin de las protestas fue de vital importancia
para convocar a multitudes que se unieron y que posteriormente ideaban nuevos mecanismos de expresin y
ampliacin de la revolucin a travs del arte callejero, creacin de videos, entre otros.
La emergencia de culturas juveniles globalizadas y el uso de las nuevas tecnologas como las redes sociales y
aparatos electrnicos de difusin es un punto en comn entre las experiencias de los flashmobs en las revoluciones
rabes y en Lima. Las motivaciones, los usos y las reacciones ante problemticas de exclusin social, en cambio,
son diferentes.
190 Tomado de una la informativa Zenga, Zenga: Muammar Gaddafi arrasa en internet con una cancin de rap. Disponible en: http://actualidad.rt.com/
ciencia_y_tecnica/internet_redes/issue_21188.html
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Es que las redes sociales y los medios de comunicacin interactivos son ante todo esto. Tienen presencia en
una sociedad dada, especialmente en las generaciones jvenes, y el impacto o la falta de influencia son una
consecuencia de las condiciones previamente existentes. Lima y el Per en general, por ejemplo, es una sociedad
profundamente marcada por fragmentaciones y jerarquas que dificultan el dilogo fluido entre los distintos grupos
y, con ello, la construccin de objetivos comunes.
En los pases arbigos el inicio de las convocatorias en todos los casos est ligado a hechos que la gente percibe
como un acto de crueldad o injusticia por parte del estado, sus gobernantes y sus servicios policiales abiertos
y secretos, especialmente en actos de sacrificio de personas frente al poder autocrtico, como la muerte de
Mohamed Bouazizi en Tnez191. Esta relacin entre actos de abuso e injusticia con convocatoria exitosa por las
redes sociales no funciona de la misma manera en Lima. La muerte en aras de una lucha contra el ejercicio del
poder no genera una indignacin generalizada que lleve a levantamientos concretos, aunque claro, no vivimos un
ambiente de opresin poltica de la magnitud de estos pases pero s vivimos situaciones de desigualdad social
y escandalosos actos de corrupcin y abuso de larga data frente a lo cual la poblacin no muestra reclamos
contundentes. Creemos que en parte esto es consecuencia de la segmentacin acentuada de la poblacin limea en
redes sociales con diversas caractersticas tnicas, regionales, de gnero, de pertenencia a sectores econmicos,
parentales, de lugares de origen o incluso instituciones de estudio. Esta fragmentacin y segmentacin se refleja
en la convocatoria de flashmobs contra la homofobia, la que resulta efectiva bsicamente para una parte del grupo
excluido pero no trasciende al grupo sino que al contrario, genera agresiones por parte de policas y catlicos
homofbicos que no sienten como suyas ni pasibles de ser respetadas las demandas de los otros y otras.
La base de la organizacin social y poltica de Lima es una jerarqua de redes. Si bien formalmente la ciudad est
regulada por instituciones, en el devenir diario es la pertenencia a redes de amigos y parientes lo que decide sobre
el desempeo social de una persona y el acceso a beneficios y/o derechos, de modo que para lograr la insercin en
ciertos mbitos de la sociedad es necesario integrarse a una red ms que reclamar por derechos legtimos. Estas
redes en ltima instancia, como bien lo describi Larissa Lomnitz para varios pases de Amrica Latina192, se basan
en la reciprocidad de favores.
Por otro lado, hay una presencia mayor de contenidos mediticos y otros en la socializacin y un decrecimiento
masivo de la influencia familiar y escolar, que generalmente alcanza cierta conflictividad intergeneracional que
dificulta el consenso sobre qu demandas son importantes (por ejemplo las ligadas a la sexualidad y educacin no
autoritaria).
La brecha generacional tambin se expres en las revoluciones rabes y la etapa posterior pues los jvenes y sus
culturas mediticas que fueron parte importante del derrocamiento entran en tensin con la cultura organizativa
liderada por los mayores que, para bien o para mal, manejan y norman las instituciones polticas de sus estados en
esta nueva etapa. La naturaleza del uso de las redes sociales y las convocatorias como flashmobs, que ya han sido
ensalzadas como acfalas y espontneas, son en parte un causal para la poca capacidad de articulacin posterior
entre los grupos diversos convocados a la revuelta. Por lo tanto, emerge la dificultad de articular propuestas
comunes en la construccin de nuevas bases para sus sociedades.
En Lima, si bien no han ocurrido levantamientos contundentes contra el status quo haciendo uso eficaz de las
redes sociales, tambin emerge la dificultad de articular objetivos comunes en las propuestas polticas de cambio
pues los intereses y demandas de los grupos sociales son diversos e incluso contrapuestos. Realizar cambios
profundos que socaven las desigualdades alimentara conflictos entre quienes son despojados de los beneficios
que concentra un grupo para otorgar acceso a quienes histricamente han sido excluidos de ello. Superar esta
situacin no es fcil pero tendrn que construirse propuestas quizs entre los ms jvenes, pues son ellos quienes
dirigirn polticamente la sociedad en un futuro cercano.
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En los ltimos aos, ha surgido en el Per un renovado inters por la participacin poltica de los jvenes. Sin
embargo, parte de ese inters ha adoptado una forma negativa que se refleja en una creciente preocupacin
pblica por la posibilidad de que algunos o muchos jvenes, sobre todo estudiantes de educacin superior, sean
atrados o reclutados por grupos polticos cercanos o ligados a Sendero Luminoso (Partido Comunista del PerSendero Luminoso), la organizacin maosta sealada por la Comisin de la Verdad y Reconciliacin del Per (CVR)
como la principal responsable del proceso de violencia poltica sufrido en este pas durante los aos ochenta y
noventa del Siglo XX193.
Esa preocupacin se nutre de varios elementos. Por un lado, en la parte ms coyuntural, est la exposicin meditica
de algunos jvenes simpatizantes del Movimiento por la Amnista y los Derechos Fundamentales (Movadef),
vinculado a Sendero Luminoso y dirigido por defensores de su lder, Abimael Guzmn, junto a ex convictos por
terrorismo. Luego, en un contexto mayor, estn las deliberaciones polticas relacionadas con las secuelas del
conflicto armado interno, temas de derechos humanos, o la situacin poltica, judicial o penitenciaria de varios
protagonistas de esa historia, incluyendo al ex presidente Alberto Fujimori, condenado a prisin por crmenes de
lesa humanidad cometidos en la misma poca.
A todo esto se suma el recuerdo pblico del radicalismo universitario que se remonta a los aos sesenta y setenta, y
que coincide en los ochenta con las etapas ms duras de la violencia poltica. Ese radicalismo estudiantil lleg a fijar,
en los imaginarios colectivos, imgenes persistentes de jvenes de izquierda marxista, estudiantes de universidades
pblicas, enfrentndose violentamente con la polica y las Fuerzas Armadas, lo cual ha servido muchas veces para
que se asocie a dichos jvenes con la subversin y el terrorismo.
Ivn Ramrez Zapata y Diego Salazar Morales contribuyeron al estudio en el que se basa este anlisis.
193 La Comisin de la Verdad y Reconciliacin fue constituida por el Estado peruano con el encargo de investigar los hechos de violencia ocurridos el pas
desde 1980 hasta el ao 2000. Su Informe final est disponible en http://www.cverdad.org.pe
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Desde hace dcadas, las protestas estudiantiles suelen cobrar alguna notoriedad meditica cuando aflora la violencia
en los reclamos, por ejemplo en movilizaciones callejeras por asuntos como el derecho al medio pasaje, acusaciones
de corrupcin que involucran a autoridades universitarias, o enfrentamientos entre grupos que se disputan
espacios polticos o gremiales. No obstante, los actuales debates por las actividades polticas de los universitarios
incluyen como ingredientes tanto la vinculacin del Movadef con Sendero Luminoso, como las imgenes de jvenes
reivindicando pblicamente su afinidad con el llamado pensamiento Gonzalo, la ideologa de Sendero.
Para discutir este tema, voy a referirme a hechos que ocurrieron tan solo un par de das antes de que los presentara
en la mesa sobre Cultura de Paz del Foro Regional sobre Movimientos Juveniles co-organizado en Lima por la
UNESCO y la Secretara Nacional de la Juventud (SENAJU). Se trata de la marcha denominada Terrorismo Nunca
Ms que se realiz en Lima el 21 de noviembre del 2012, organizada por las autoridades de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos (UNMSM). Esta marcha culmin con un mtin de alrededor de tres mil personas, en su mayora
jvenes universitarios, en la cntrica Plaza San Martn de esa misma ciudad. En medio del debate originado por
la presencia del Movadef como nuevo actor de la poltica peruana, cabe prestar atencin al hecho significativo de
que grupos de jvenes hayan salido a las calles a manifestarse pblicamente aludiendo a situaciones de violencia
ocurridas hace ms de veinte o treinta aos, cuando muchos de ellos ni siquiera haban nacido.
En las lneas que siguen voy a tratar este tema, ofreciendo previamente algunos datos sobre el contexto histrico
y poltico peruano, y analizando luego cmo se inscribe esta marcha no solo en la coyuntura poltica actual, sino
tambin en procesos que ataen especficamente a los jvenes universitarios peruanos y al espectro que va de la
participacin a la ausencia de participacin poltica. Finalmente, plantear algunos puntos que pueden aportar a
reflexiones posteriores sobre la materia.
Participacin juvenil y cultura de paz: Los estudiantes sanmarquinos y la marcha contra el terrorismo del 2012
e incluso cometieron masacres sobre comunidades enteras de campesinos cuando stos no apoyaban el proyecto
senderista. De hecho, las poblaciones quechuas fueron las ms afectadas por la violencia, en tanto la actitud de
Sendero hacia los indgenas en general reflejaba la mirada que sobre ellos tena Guzmn, quien los consideraba
portadores de supersticiones, ideas feudales y anticientficas que los haban sumido en la ignorancia.
Abimael Guzmn fue capturado por la Polica peruana en 1992, y esto signific en la prctica el fin de aquella
guerra195. Al ao siguiente de su captura, Guzmn negoci un acuerdo de paz con el presidente Alberto Fujimori, y
desde entonces ha trabajado desde la crcel, con sus abogados, en el desarrollo de una estrategia que denomina
de solucin poltica a los problemas derivados de la guerra, en la que propone, entre otras cosas, una amnista
general para los senderistas presos y para los agentes del Estado que cometieron violaciones a los derechos
humanos durante la guerra, incluyendo al propio Alberto Fujimori.
Es importante mencionar que los militantes y simpatizantes de Sendero, tanto los que se encuentran libres como
los que an cumplen condenas en crceles, nunca han renunciado a la violencia armada como mtodo de accin,
ni tampoco han pedido perdn por sus crmenes. Por el contrario, reivindican hasta hoy el llamado pensamiento
Gonzalo, la ideologa que glorifica el uso de la violencia para la transformacin social revolucionaria. Para los
senderistas, el pensamiento de Guzmn es una garanta de triunfo en tanto constituye la expresin ms avanzada
de 15 mil millones de aos de evolucin de la materia en movimiento. Esta ideologa es para los seguidores de
Sendero el principal referente de unidad en este perodo de paz, de repliegue estratgico y de acumulacin de
fuerzas en preparacin de una nueva ola de la revolucin mundial196.
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Participacin juvenil y cultura de paz: Los estudiantes sanmarquinos y la marcha contra el terrorismo del 2012
En el ao 2010, un grupo compuesto por unos 30 activistas del Movadef realiz un acto de proselitismo poltico
que incluy una marcha de banderas en la UNMSM, la universidad pblica ms importante del pas. Desde su
fundacin en 1551, los alumnos y docentes de esta Universidad han sido muchas veces protagonistas de hechos
importantes de la historia peruana; y tanto San Marcos como otras universidades pblicas se vieron duramente
afectadas por la violencia poltica durante los aos ochenta, en que la presencia de miembros de Sendero Luminoso
y del Movimiento Revolucionario Tpac Amaru (MRTA) convirti a estos espacios educativos en terreno de abierta
confrontacin y de intervencin policial y militar199. De hecho, el proyecto senderista se haba formado justamente
en el espacio universitario, en la Universidad Nacional San Cristbal de Huamanga de Ayacucho, donde Abimael
Guzmn ejerca la docencia200.
ser sealados por la opinin pblica como afines a Sendero Luminoso, pero tampoco podan quedarse cruzados
de brazos. Es as que tan solo un da antes decidieron aparecer en la marcha para manifestarse presentando un
mensaje de claro deslinde tanto con Sendero Luminoso como con el rector.
Pero volvamos al ao 2010. Aquella manifestacin poltica de Sendero Luminoso en San Marcos tuvo una gran
repercusin meditica, y sirvi para que sectores y voceros de la derecha, principalmente, sealaran a San Marcos y
a las universidades pblicas en general como renovados focos subversivos. Desde entonces, esos sealamientos
han ido en aumento junto a la presencia del Movadef como un actor indeseado pero recurrente de la agenda
poltica nacional, al punto que para la segunda mitad del ao 2012, el senderismo y Movadef se haban convertido
ya en asuntos sobre los cuales todos los das, o al menos cada semana, aparecan en los medios de comunicacin
notas periodsticas, reportajes, columnas de opinin y declaraciones pblicas de ministros, congresistas, alcaldes
y presidentes regionales, lanzando llamados para frenar el avance de esta organizacin.
Llegamos entonces al 21 de noviembre. Desde su inicio, y a lo largo de su recorrido, la marcha fue seguida por
los medios de comunicacin ms importantes del pas. A las 9:15 a.m. salieron de San Marcos alrededor de
1200 personas, en su mayora estudiantes (en un 70%, aproximadamente), encabezados por el rector, docentes y
autoridades, y acompaados por trabajadores administrativos, sumando luego unas 1 600 personas para cuando
llegaron a la Plaza Dos de Mayo del Centro de Lima a las 11:00 a.m., luego de recorrer unos cinco kilmetros desde
la Universidad.
El da de la marcha, un equipo de jvenes investigadores de la SENAJU realiz varias entrevistas y recogi imgenes
y datos etnogrficos como parte de una investigacin mayor sobre la poltica entre los estudiantes universitarios,
proyecto iniciado justamente en San Marcos. Algunas semanas despus, se realiz tambin en la UNMSM una
encuesta sobre el mismo tema, aplicada a una muestra representativa de estudiantes (que incluy a 470 alumnos
de diversas facultades)203.
En la Plaza Dos de Mayo se venan reuniendo grupos de jvenes de otras universidades y de varios partidos
polticos, pero tambin unos 30 a 40 estudiantes opositores al rector, quienes portaban una banderola con el
mensaje: Ni Cotillo ni Sendero, San Marcos es Primero, que mostraban a los medios y a los marchantes que iban
llegando a la Plaza desde la Universidad, al tiempo que lanzaban consignas contra el rector. Media hora despus,
todos se encontraban ya en la Plaza San Martn, donde el rector realiz un acto simblico y dirigi un discurso a
los asistentes, mientras los opositores continuaban con sus consignas. Para ese momento, haba ya en la Plaza
alrededor de tres mil personas (incluyendo a curiosos).
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Resulta entonces que la gran mayora de los estudiantes sanmarquinos que participaron en la marcha lo hicieron
por iniciativa de las autoridades universitarias. Mientras tanto, en el grupo estudiantil opositor, notamos una
participacin ms autnoma. Sin embargo, estos jvenes dirigentes, casi todos miembros de grupos estudiantiles
de izquierda, eran los mismos que en sus facultades suelen realizar un trabajo poltico permanente (por ejemplo,
convocando asambleas y organizando actividades), aunque sin lograr que sus propuestas sean acogidas por
sectores ms amplios de estudiantes. Esto ltimo nos puede llevar a pensar en una escasa representatividad
de estos dirigentes, aunque se podra plantear lo mismo para el caso de las juventudes de los partidos polticos
presentes en la marcha, que como seal solo haban logrado convocar a grupos muy pequeos de jvenes.
Y volviendo a la temtica de la marcha, advertimos que todos los actores participantes podan estar de acuerdo en
la oposicin a Sendero Luminoso/Movadef. Al respecto, la encuesta de la SENAJU, realizada semanas despus en
la UNMSM, encontr que un 75% de los estudiantes consideraba que las acciones y propuestas del Movadef son
negativas para el pas, mientras que solo un dos por ciento las juzgaba como positivas. No obstante, a pesar
de que el rechazo al senderismo era mayoritario y compartido por los estudiantes de base y las autoridades,
las discrepancias preexistentes entre el rectorado y los dirigentes estudiantiles impedan la conformacin de un
frente comn. Y a todo esto se suma la incapacidad de los grupos polticos organizados para generar mayores
adhesiones entre los estudiantes, ya sea que se trate de una marcha contra Sendero o de alguna otra causa al
interior de la Universidad.
Durante el desarrollo del trabajo de campo en San Marcos (que se inici un mes antes de la marcha), constatamos
que las agendas domsticas de la izquierda estudiantil sanmarquina contra la corrupcin y el autoritarismo,
y a veces tambin aunque en menor medida contra la mediocridad acadmica, no suelen recibir respaldos
importantes entre la mayora de estudiantes. El da de la marcha, los 40 opositores al rector contrastaban con los
ms de mil que levantaban las consignas oficialistas contra el terrorismo204.
Qu es lo que ocurre entonces? Si quienes hacen poltica en la Universidad no logran conseguir un respaldo
significativo, volvemos entonces sobre la tan mentada apata poltica juvenil? Parece que no es ese el caso, si
nos atenemos a otros aspectos observados en el contexto de la poltica estudiantil. Nuestra exploracin en San
Marcos nos lleva a sugerir que la escasa participacin no resulta de la apata, sino que la apata misma aparece
como resultado de un proceso y en especial de una cultura poltica autoritaria que no solo aleja a los jvenes de la
participacin en los asuntos pblicos en la Universidad, sino que da cuenta igualmente de la fragmentacin y de
los conflictos latentes o abiertos que prevalecen en el medio universitario, visibles en la arena poltica domstica
estudiantil, pero tambin en ocasiones como la de la marcha descrita.
Participacin juvenil y cultura de paz: Los estudiantes sanmarquinos y la marcha contra el terrorismo del 2012
discurre por crculos muy cerrados de activistas y docentes que entablan relaciones clientelares, y sobre todo que
la poltica misma es entendida fundamentalmente como conflicto, como lucha de contrarios, lo cual se expresa en
confrontaciones caracterizadas por la violencia verbal y no pocas veces hasta violencia fsica.
Esta realidad de la poltica universitaria se aleja de la manera en que muchos jvenes entienden el concepto de
poltica. Segn la encuesta de la SENAJU, buena parte de los estudiantes se inclina por una definicin de la poltica
ms centrada en ideas como la bsqueda del bien comn (23,4%) y el dilogo y bsqueda de acuerdos entre
grupos (24,3%), mientras que son menos quienes conciben a la poltica como lucha por el poder y conflicto de
intereses (12,1% y 8,7%, respectivamente).
No sorprende, por tanto, que en nuestras entrevistas con jvenes que se encuentran en los ltimos aos de sus
estudios, las actitudes ms comunes sean el rechazo o la indiferencia frente a la poltica que se practica en la
Universidad, contrastando notablemente con el entusiasmo poltico de quienes recin ingresan. Para muchos de los
jvenes que llevan ya cuatro o cinco aos en la Universidad, la poltica parece ser algo demasiado sucio y conflictivo
como para que el estudiante promedio quiera involucrarse en eso, y optan ya sea por alejarse de la poltica, o por
organizarse en grupos estrictamente acadmicos o culturales sin mayores aspiraciones de transformacin social.
De entre los pocos que s desean participar, lo ms comn es que terminen reproduciendo aquella cultura poltica
autoritaria, clientelar y de conflicto permanente. Y el conflicto mismo da cuenta tambin de la imposibilidad de
articular agendas y programas comunes entre los diferentes grupos polticos estudiantiles. Es decir, las disputas
entre ellos terminan estando casi siempre por encima de cualquier propsito comn.
Estos rasgos de la poltica al interior de universidades como San Marcos son en realidad comunes a la poltica
nacional en el Per. Continuas divisiones en la izquierda han generado (y siguen generando) numerosos grupos
y pequeos partidos polticos (nadie conoce en realidad cuntos han surgido y desaparecido en este pas en los
ltimos 50 aos). Pero de ningn modo se trata de un fenmeno que ocurre solo en el mbito de la izquierda206,
pues quienes conocen algo de la historia poltica peruana saben que bien se podra resumir como la historia de las
mltiples rupturas al interior de los proyectos polticos.
Sendero Luminoso, por ejemplo, naci como uno de los muchos hijos del Partido Comunista Peruano, que se
dividi entre las facciones prochina y prosovitica, y cuyo segmento maosta se volvi a fragmentar luego, y as
sucesivamente; mientras que por otro lado, existen y existieron tambin decenas y decenas, y tal vez cientos, de
hijos de los partidos de la llamada Nueva Izquierda de los aos setenta.
Esto resalta especialmente cuando entrevistamos y observamos a jvenes que acaban de ingresar a la Universidad,
y comparamos sus actitudes y discursos con los de quienes se encuentran en los ltimos aos de estudio205.
Muchos ingresantes llegan a la Universidad con enormes ganas de aprender, pero pronto notan una serie de
carencias de la Universidad, y con entusiasmo tratan de organizarse para ver de qu manera resolver los problemas
que les afectan ms directamente. Sin embargo, ms temprano que tarde advierten que la poltica en la Universidad
La idea que quiero transmitir es que conviene prestar atencin a cuestiones como la cultura poltica entre los jvenes,
en especial cuando analizamos la posibilidad o la ausencia de movimientos sociales, juveniles o de otro tipo.
Desde luego, al hablar de cultura poltica no pretendo referirme a rasgos esenciales de las personas y los grupos,
sino a pautas de comportamiento y pensamiento que se crean y se reproducen bajo el influjo de determinadas
condiciones sociales e histricas. Y en relacin con esas condiciones, pienso por ejemplo en la persistencia en el
Per de marcadas desigualdades y jerarquas econmicas, sociales y tnicas, ya que mientras ms acentuadas se
204 Aunque tampoco esos mil estudiantes seran un nmero significativo, si nos fijamos en movilizaciones estudiantiles recientes ocurridas en Chile, Mxico o
Colombia, que han convocado a decenas o hasta centenas de miles de jvenes.
205 Me baso aqu en el anlisis de los datos obtenidos en entrevistas y grupos focales con estudiantes, realizados semanas antes de la marcha.
206 Vich, Vctor. Nunca dejarse persuadir: esferas pblicas, usos lingusticos y masculinidades en la poltica peruana. En La cultura poltica en el Per:
tradicin autoritaria y democratizacin anmica / Editado por G. Portocarrero, J. C. Ubilluz y V. Vich. Lima: Red para el Desarrollo de las Ciencias Sociales en el
Per, 2009. pp. 79-92.
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presenten esas diferencias, resultar ms difcil que las personas se reconozcan unas a otras como parte de una
comunidad o un proyecto colectivo.
Quiero terminar estas reflexiones haciendo unos comentarios sobre aquello que mencionaba al inicio: la preocupacin
pblica por la participacin juvenil en grupos polticos afines a Sendero Luminoso. Si tomamos como referencia
la realidad de la UNMSM, advertimos que el asunto es ms complejo de lo que podra parecer a primera vista.
Los estudiantes, en su mayora (en un 76%), advierten la presencia de grupos pro senderistas en la Universidad y
rechazan sus propuestas. En el caso especfico del Movadef, reconocen a este grupo como una organizacin de
fachada del senderismo (78%). No obstante, un importante sector (36,8%) sabe poco o nada sobre cmo se vio
afectada su Universidad por la violencia poltica de los aos ochenta y noventa, y ms de la mitad desconoce qu
es el pensamiento Gonzalo.
Por lo que muestran estos datos, la UNMSM parece ser un medio adverso para el crecimiento de proyectos como
el de Sendero Luminoso. No obstante, es preciso fomentar en este entorno (como en otras universidades pblicas)
la memoria histrica sobre el pasado reciente de violencia poltica, pero reconociendo que una discusin sobre la
poltica en las universidades no puede reducirse al problema de la presencia senderista, pues las condiciones de
posibilidad para el crecimiento de un radicalismo poltico estudiantil estn dadas no tanto por esa presencia, sino
por asuntos irresueltos como la pobre calidad educativa y los conflictos relacionados con la poca transparencia y
manejos autoritarios y clientelares en el gobierno de varias universidades pblicas. Viendo as las cosas, el problema
de la participacin poltica puede ser replanteado para tratar no solo la cuestin de si los estudiantes participan o no
en la solucin de los problemas de sus universidades o del pas, sino para abordar tambin los rasgos autoritarios
de la cultura poltica que prevalece en el contexto universitario, en tanto dicha cultura poltica constituye uno de los
factores que hacen posible la existencia y reproduccin de grupos e ideas afines al senderismo, que alejan a los
jvenes de la poltica, y que impiden la conformacin de proyectos colectivos democrticos.
cuarta parte
aprendizajes acumulados
y desafos a encarar
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Introduccin
Cuando convocamos al Seminario Internacional Movimientos Juveniles en Amrica Latina: entre la Tradicin y la
Innovacin, celebrado en Lima, los das 22 y 23 de noviembre, lo hicimos con la conviccin de que estbamos
invitando a reflexionar conjuntamente en torno a un tema de gran trascendencia, pero tenamos dudas en cuanto a
la medida en que lograramos un debate fructfero y trascendente.
Ahora, justo es reconocer que nuestras expectativas fueron ampliamente colmadas y en buena medida superadas,
gracias a la calidad de las y los participantes all reunidos, representantes de diversos espacios de accin y reflexin,
incluyendo dirigentes juveniles, acadmicos especializados y representantes de organismos gubernamentales de
juventud, de 14 pases de la regin.
Las notas que siguen, intentan sistematizar los principales aprendizajes construidos colectivamente durante el
seminario como tal, apoyndonos en los textos que varios de los participantes nos hicieron llegar a posteriori,
sistematizando sus presentaciones en el seminario y retomando -en cierta medida- las reflexiones realizadas en el
texto que circulamos en lo previo, para fomentar dicha reflexin colectiva (Rodrguez 2012a).
Para ello, comenzamos esta notas con una reflexin en torno al malestar existente entre las y los jvenes
latinoamericanos, contrastando sus concepciones tericas con las prcticas que se han venido derivando en los
diferentes pases de la regin. En este sentido, se asume que la desconfianza existente en las nuevas generaciones,
constituye el principal sustrato de dicho malestar y explica en buena medida las caractersticas y las dimensiones
de las manifestaciones pblicas ms evidentes en este sentido.
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Seguidamente, hacemos un repaso ms ordenado de las principales lecciones aprendidas del estudio comparado
de los diferentes casos nacionales analizados en el seminario, diferenciando (gruesamente) tres grandes grupos de
pases: aquellos en los que se han venido desarrollando manifestaciones juveniles anti-sistmicas, aquellos en los
que se han desarrollado dichas manifestaciones pero en trminos ms institucionalizados y aquellos en los que
dichas manifestaciones han sido menos visibles o directamente han estado ausentes.
en varios pases del mundo, especialmente en los altamente industrializados (que actualmente enfrentan severos
planes de ajuste estructural, en respuesta a la crisis financiera por la que estn atravesando) pero tambin en varios
de los pases de desarrollo moderado o incipiente (especialmente en aquellos que estn siendo gobernados por
partidos polticos conservadores).
La tercera parte est dirigida a resumir los principales desafos identificados en el campo de las polticas pblicas
(diferencindolos de acuerdo al tipo de pases y procesos particulares) en tanto la cuarta parte se concentra en
la caracterizacin de algunos posibles escenarios futuros alternativos, en cuyo marco hay que ubicar las posibles
tendencias futuras de estos particulares y fecundos procesos de movilizacin juvenil, diferenciando (bsicamente)
un escenario ms inercial de otro ms centrado en el aprovechamiento de las oportunidades que brindan el
crecimiento econmico y el bono demogrfico.
Para algunos de los participantes del seminario de Lima, incluso, el trmino malestar queda corto, en la medida en
que en varios casos nacionales lo que existe es una gran bronca, una verdadera indignacin, que va mucho ms
all de un simple malestar, sobre todo en aquellos pases donde la dinmica econmica ha sido moderada, en el
marco de sociedades altamente desiguales y que siguen sin formular polticas pblicas autnticamente incluyentes
(en contraste, existen otros casos donde dichas polticas existen y los niveles de malestar estn ms acotados).
1.2. Las respuestas ensayadas: entre los repliegues y las protestas
Sin duda, esa mezcla de desconfianza y malestar, termina convirtindose en un coctel explosivo, en la medida
en que desde all es muy difcil construir cohesin social y ciudadana, an en sus versiones ms elementales. De
todos modos, no deja de llamar la atencin el acotado abanico de respuestas generadas desde las y los jvenes,
incluyendo -con escasas variantes- reacciones mayoritariamente apticas, concretadas en evidentes repliegues
a la vida privada (sin presencia efectiva en la escena pblica) promovidas en no pocos casos por el fomento del
consumo y la instrumentacin de respuestas puramente individuales, alejadas del accionar colectivo.
Por su parte, en el ms acotado mundo de las reacciones colectivas, en la mayor parte de los casos han primado
las protestas asumidas como un fin en s mismo, esto es, el rechazo a todas las reglas de juego establecidas
(a travs del que se vayan todos) sin distingos de ningn tipo. As, los diferentes movimientos de indignados,
compuestos mayoritariamente por jvenes, han preferido orientar sus movilizaciones contra el sistema poltico
en su conjunto y no (por ejemplo) contra el accionar del gobierno de turno, o pura y simplemente por acciones
netamente defensivas, en claras manifestaciones de resistencia, a veces pacficas, a veces violentas, ms que
centrarlas en la formulacin de demandas concretas y mucho menos an de propuestas alternativas.
En esta lnea habra que ubicar el accionar de las pandillas juveniles centroamericanas (por ejemplo) as como cierta
presencia juvenil en las manifestaciones de los movimientos indgenas y campesinos del rea andina, incluyendo
formas heterodoxas de participacin juvenil que luego son cooptadas o neutralizadas (ver, por ejemplo, Balboa
2012 para el caso boliviano) como expresiones claras de estas formas de resistencia, a la exclusin y a la violencia
en el primer caso y a la exclusin y la discriminacin en el segundo, identificando matices de cierta relevancia entre
ambos fenmenos. Y en la misma lnea, habra que ubicar aquellas manifestaciones juveniles ms acotadas a la
participacin en iniciativas gubernamentales (o respaldadas y/o toleradas por los gobiernos), como las que se han
venido promoviendo -por ejemplo- en Costa Rica (Segura 2012).
Por lo dicho, habra que considerar al movimiento estudiantil chileno como una clara excepcin a las tendencias
dominantes en el mundo en general y en Amrica Latina en particular, y no como una muestra (ms evidente, pero
muestra al fin) de una tendencia ms generalizada en la dinmica de los movimientos juveniles. Probablemente,
podra ubicarse al movimiento yo soy 132 mexicano (Castillo 2012) y al movimiento estudiantil colombiano
(Snchez 2012) como otras dos excepciones a la regla establecida, pero acordando que -de todos modos- la
formulacin de demandas concretas y sobre todo de propuestas alternativas, han sido (en ambos casos) ms
acotadas que en el caso chileno.
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Por todo lo dicho, parece claro que estamos ante movilizaciones juveniles acotadas en sus dimensiones, que apenas
reaccionan ante un panorama de polticas pblicas limitado (al menos en trminos de combate a la exclusin social)
que aunque logra cambiar (en cierta medida) las percepciones sobre la supuesta apata juvenil, no logra clarificar
qu tipo de estrategias son ms o menos pertinentes para lograr mejores resultados en este campo.
1.3. Igualdad de oportunidades o igualdad de posiciones?
El tema planteado tiene una gran relevancia y, adems, componentes tericos y metodolgicos de gran trascendencia.
Retomando el contrapunto planteado por Dubet (2011), podra afirmarse que -en definitiva- estamos frente a un
dilema particularmente importante al momento de tratar de combatir las desigualdades sociales existentes: se
logran mejores resultados promoviendo la igualdad de oportunidades o promoviendo la igualdad de posiciones?
Como se sabe, la igualdad de posiciones se centra en los lugares que ocupan las personas en la estructura
social, buscando acercar las diferentes posiciones sociales de los individuos y grupos, mientras que la igualdad de
oportunidades, consiste en ofrecer a todos la posibilidad de ocupar las mejores posiciones en funcin de un criterio
meritocrtico. En todo caso, si bien ambas perspectivas buscan reducir la tensin existente en las sociedades
democrticas entre la afirmacin de la igualdad ante la ley y las desigualdades realmente existentes, la primera
centra su atencin en los contextos y los procesos, y la segunda lo hace en las personas. Son complementarias,
sin duda, pero su combinacin admite diversas posibilidades no neutras.
El modelo de la igualdad de posiciones, adems, ha iluminado la construccin de los Estados de Bienestar en
los pases altamente industrializados, impulsados sobre todo por la socialdemocracia, mientras que el modelo
centrado en la igualdad de oportunidades es el que ha guiado, prioritariamente, a los enfoques ms neoliberales.
Dubet analiza, desde esta perspectiva los resultados obtenidos, y con la evidencia correspondiente afirma que a
mayores tasas fiscales, disminuyen las grandes inequidades sociales, agregando que mientras el funcionamiento
normal del mercado puede ahondar las inequidades hasta grados extremos, las sociedades industriales han tenido
la capacidad de enmarcarlas, de imponerles reglas y, a fin de cuentas, de ponerlas a su servicio encastrndolas
en la sociedad, lo que le brinda ms credibilidad (en los hechos) al modelo basado en la igualdad de posiciones.
Por lo dicho, el debate, lejos de ser algo puramente filosfico, tiene implicancias de gran magnitud, especialmente
en estos momentos, ya que mientras que en Estados Unidos y la Unin Europea se apuesta (para salir de la crisis)
al desarme de los Estados de Bienestar, en Amrica Latina (para combatir las desigualdades sociales) se apuesta
decididamente a fortalecer el Estado, intervenir decididamente en las polticas pblicas procurando ampliar la
igualdad de posiciones y, en dicho marco, hacer operar la igualdad de oportunidades, sin que ello signifique el
triunfo de la ley del ms fuerte, como ocurre en el marco de los enfoques neoliberales.
Amrica Latina muestra, en este sentido, situaciones muy diversas entre pases, destacndose -en dicho marcolas potencialidades de los modelos que apuestan a diversificar su insercin internacional (acercndose a los
pases emergentes, por ejemplo) y las limitaciones de los modelos que siguen apostando casi exclusivamente a la
dependencia de los pases altamente industrializados en general y de Estados Unidos en particular. El Panorama
Social de Amrica Latina 2012 de la CEPAL, permite constatar cmo estas dimensiones impactan de modos diversos
en el ritmo y la dimensin de la reduccin de las desigualdades sociales, lo que a su vez permite corroborar -a
escala latinoamericana- los aciertos del planteo de Dubet.
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Finalmente, otro conjunto de pases agrupa a aquellos en los que la participacin juvenil es ms acotada o sencillamente
no existe (al menos, con una importante presencia pblica) pero que tambin puede (y debe) incluir a aquellos pases
donde se verifica cierta presencia juvenil en movimientos sociales ms amplios (fundamentalmente tnicos).
Se trata, en todo caso, de pases donde los niveles de institucionalizacin de espacios y prcticas de participacin
ciudadana tambin son acotadas (como en el primer grupo) pero que pueden estar gobernados por partidos
conservadores o progresistas, dependiendo del tipo de movilizaciones que identifiquemos como predominantes.
Por un lado, se podran mencionar varios pases centroamericanos (especialmente los que se ubican en el denominado
tringulo norte, como Honduras, Guatemala y El Salvador) donde la presencia pblica de los jvenes se da -sobre
todo- a travs de pandillas (maras), al tiempo que por otro lado, podran incluirse casos donde la presencia de
jvenes en movimientos tnicos es bastante visible, como ocurre en varios pases andinos (sobre todo Bolivia,
Ecuador y Per), en los que las reivindicaciones especficamente juveniles tienen -de todos modos- poca visibilidad.
En el primer caso, predominan las respuestas reactivas (a travs del despliegue de la denominada mano dura)
guiadas por cierto populismo punitivo que se alimenta de la popularidad de este tipo de enfoques, en sociedades
que cuentan con escasos niveles de desarrollo y enfrentan serios problemas en materia de exclusin y marginalidad
social. En el segundo caso, en cambio, aunque en ms de un sentido se comparte la existencia de graves carencias
en el campo de la inclusin social, los gobiernos operan con la lgica de la ampliacin de derechos, procurando (y
logrando en cierta medida) avances efectivos en este campo.
En todo caso, estamos ante situaciones en las que no se verifican grandes movilizaciones juveniles (al menos si las
comparamos con los otros casos anteriormente mencionados) y an en ciertas coyunturas en las que aunque dichas
movilizaciones (acotadas) se verifican puntualmente, no se sostienen en el tiempo ni logran impactos relevantes de
mediano y largo plazo, con lo cual, no logran asumir caractersticas que permitiran ubicarlas en los otros grupos
mencionados.
El caso del pacto entre pandillas en El Salvador, podra ponerse como ejemplo de esto ltimo, en la medida en
que se trata de un proceso relevante, pero que carece todava de bases firmes que permitan especular con cierta
sostenibilidad en el tiempo, para poder tomarlo como un caso exitoso en estas materias. Una amplia documentacin
(ubicable, por ejemplo, en www.elfaro.net) permite caracterizar ms y mejor este interesante proceso en particular.
Del mismo modo, el caso de las movilizaciones promovidas por grupos juveniles de derecha en Bolivia al comienzo
del gobierno de Evo Morales, luego cooptadas por el propio gobierno y transformadas en desmovilizacin pura y
simple, podra mencionarse como otro ejemplo en este sentido, en este caso ya comprobada su no sostenibilidad
en el tiempo, tal como lo present y analiz Alfredo Balboa en el seminario de Lima (Balboa 2012).
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Frente al panorama esquemticamente caracterizado en las pginas precedentes, los debates en Lima procuraron
identificar los principales desafos para las polticas pblicas, asumiendo la diversidad de situaciones y las
especificidades de los respectivos contextos nacionales.
Por otra parte, resulta evidente que si lo que se procura es un mayor y mejor vnculo entre las generaciones jvenes
y la democracia, ser imprescindible mirar no solo hacia los estudiantes (mayoritariamente blancos y mestizos,
urbanos y de clases medias y altas) sino tambin mirar hacia otros sectores juveniles (como los que pertenecen a
comunidades indgenas y afrodescendientes) mayoritariamente pobres y habitantes de reas rurales.
En el seminario de Lima, qued claro que existe un escaso desarrollo de movimientos juveniles indgenas como tal,
destacndose -al mismo tiempo- que los jvenes participan activamente en las principales movilizaciones tnicas
(impulsadas por organizaciones y movimientos dirigidos por adultos, mayoritariamente hombres) en las que son
-muchas veces- claros protagonistas. Esto indica que no estamos ante una ausencia de participacin juvenil, sino
ante la falta de movimientos especficamente juveniles, que impulsen reivindicaciones especficamente juveniles.
Los debates dejaron claro que en la explicacin de estas dinmicas pesan en gran medida los procesos identitarios,
en cuyo marco los jvenes indgenas se autoidentifican ms como indgenas que como jvenes, en comunidades
donde la figura del adulto (y an ms de los ancianos) tiene un lugar destacado en la toma de decisiones y en la
orientacin de la vida comunitaria de todos sus habitantes. En este contexto, la situacin de las jvenes indgenas
es an ms problemtica, por cuanto pesan sobre ellas -tambin- las discriminaciones de gnero, muy fuertes y
hasta legitimadas en el discurso indgena, que pone el nfasis en la complementariedad de gnero, ms que en
la equidad de gnero (Rodrguez 2012b).
Es muy sintomtico, en este sentido, analizar las reivindicaciones que los movimientos indgenas promueven en
favor de sus adolescentes y jvenes, por un lado, y las que promueven los propios jvenes indgenas por otro.
As, mientras en el primer caso priman las demandas de mayor inclusin social (becas de estudio, oportunidades
laborales, etc.) los propios jvenes demandan ser reconocidos como actores (ms all de utilizarnos como objeto
publicitario y parte de un folclor nacional, queremos ser considerados como agentes de cambio, no solo como
jvenes aislados, sino miembros de comunidades y pueblos indgenas, dice el Pronunciamiento de la Juventud
Indgena en la Conferencia Mundial de la Juventud celebrada en Mxico en 2010).
Todo esto, sin duda, demanda a los gobiernos polticas de discriminacin positiva a favor de las y los jvenes
indgenas, incluyendo cuotas especficas en los programas de becas, puestos de trabajo y acceso a puestos de
mando, entre otras, junto con cambios profundos en las propias comunidades y pueblos indgenas, procurando
mayores equilibrios entre generaciones y desde la perspectiva de gnero (acotando el poder de los adultos,
especialmente en el caso de los hombres) y todo ello debe confluir en cambios profundos de algunas polticas
pblicas ms amplias (vinculadas al acceso y el uso de la tierra, la educacin bilinge y la salud, entre otras) donde
se concreten mayores y ms efectivos reconocimientos y se promueva decididamente la convivencia en el marco
de sociedades multitnicas y pluriculturales, como las que tenemos en la mayor parte de los pases de la regin.
3.3. Las respuestas proactivas al vnculo entre jvenes y violencias
Finalmente, los debates procesados en el seminario de Lima se ocuparon -tambin- de revisar los principales
desafos a encarar en el caso de aquellos pases que estn afectados por agudos cuadros de violencia, en cuyo
marco se procesan escasas experiencias de participacin juvenil del estilo de las que hemos estado analizando en
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las pginas precedentes, y en donde predomina la presencia pblica de las pandillas o maras, como una de las
principales expresiones organizadas de las generaciones jvenes.
En general, hubo plena coincidencia en destacar el evidente fracaso de las estrategias de mano dura, sustentadas
en la simple represin de las pandillas, castigando incluso (a travs de las denominadas leyes anti-maras) la simple
pertenencia a una de ellas, se cometan o no se comentan delitos. Al mismo tiempo, tambin hubo coincidencias
en el sealamiento de que las estrategias exclusivamente basadas en medidas de integracin social y combate a
la pobreza han sido limitadas y tampoco han logrado los resultados esperados.
Frente a ello, constatadas las limitaciones de las dos principales estrategias puestas en prctica hasta el momento
en la mayor parte de los pases de la regin, se insisti en la necesidad de trabajar ms y mejor en las principales
dimensiones culturales de la violencia, con una perspectiva de mediano y largo plazo, que apueste decididamente
a consolidar escenarios de paz, donde los conflictos se puedan procesar sobre la base de dilogos y negociaciones
democrticas, asumiendo las diferencias existentes entre diversos sectores poblacionales (por cuestiones de edad,
gnero, raza, etnia, clase social, lugar de residencia, orientacin sexual o cualquier otra por el estilo) como un valor
y no como un problema, acotando al mximo las violencias de Estado (Calveiro 2012).
El enfoque coincide -en buena medida- con las propuestas y las experiencias desplegadas por el ex Alcalde de
Bogot, Antanas Mockus. Desde este ngulo, para lograr cambios de fondo en la seguridad de las ciudades
latinoamericanas no es suficiente con aumentar la capacidad policial, disminuir las desigualdades socioeconmicas
o modificar las leyes, ya que los comportamientos de la gente responden tambin a otros factores (como razones,
intereses y emociones). Se hace indispensable entonces reconocerlos y trabajar sobre ellos (Mokus, Murrin y Villa
comp. 2012).
En este enfoque, importa incidir en tres dimensiones claves en lo que hace a la regulacin de los comportamientos,
en los que se registran permanentemente dilemas de gran relevancia: (i) las normas legales (admiracin y respeto
por la ley versus temor a la sancin legal); (ii) las normas morales (auto gratificacin de la conciencia versus temor
a la culpa); y (iii) las normas sociales (admiracin y reconocimiento social versus temor a la vergenza o al rechazo
social).
As, la promocin de una efectiva cultura ciudadana, junto con la promocin de cambios relevantes en las dinmicas
ms globales de nuestras sociedades (a travs, por ejemplo, del impulso a la nueva agenda de derechos, incluyendo
temas como despenalizacin del aborto y el consumo de drogas, el establecimiento del matrimonio igualitario, etc.)
de gran valor para las y los jvenes, puede contribuir sustancialmente en la promocin de una cultura de paz y
convivencia.
Las distancias existentes (en general) entre los jvenes y las principales instituciones democrticas podran
ampliarse y tornarse crecientemente inmanejables, reforzando los estereotipos sobre la apata juvenil de la
que tanto se ha venido hablando en las ltimas dcadas (aunque ltimamente esto est cambiando).
El desarrollo de reformas estructurales que se negocian con las grandes corporaciones (sindicales y
empresariales en particular) y tienen escasamente en cuenta a los grupos sociales no corporativizados (como
los jvenes) podran ampliar las mltiples expresiones de exclusin social que afectan a colectivos juveniles de
grandes dimensiones.
Los enfoques punitivos, presentes en sectores polticos y sociales relevantes en todos los pases de la regin,
podran verse favorecidos y ampliados, con lo cual, se retrocedera significativamente en las iniciativas de
acercamiento de las generaciones jvenes a los procesos democrticos que se vienen desplegando.
Todo ello incidir decisivamente en el desarrollo de las movilizaciones juveniles analizadas en el seminario de Lima,
pudiendo esperarse la multiplicacin y la consolidacin de protestas estudiantiles en buena parte de los pases
de la regin (con la agudizacin de la correspondiente crisis de la educacin), junto con una ampliacin de los
enfrentamientos entre policas y pandillas juveniles, que pueden acarrear consecuencias sumamente negativas
desde la perspectiva de la consolidacin y el respeto de los derechos humanos y hasta de la propia democracia.
4.2. Las oportunidades del crecimiento econmico y el bono demogrfico
Por su parte, el escenario de desarrollo (ms optimista) podra construirse tomando debida nota de la importante
bonanza econmica por la que atraviesa buena parte de la regin (especialmente en Amrica del Sur), suponiendo
que la recuperacin en Estados Unidos podra permitir que se sumara tambin Centroamrica y el Caribe a este
cuadro general.
En este marco, habra que asumir en la prctica y de un modo mucho ms consecuente las posibilidades que abre
para el desarrollo en su conjunto, el denominado bono demogrfico, que aunque ya no est activo en algunos
pases (sobre todo en el Cono Sur) est en pleno desarrollo en los pases ms grandes (Brasil, Mxico, Colombia,
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Per) y an incipiente en varios otros (Honduras, Nicaragua y Paraguay, entre otros) que tendrn incluso ms plazo
para aprovecharlo.
En este marco, las generaciones jvenes pueden tener un activo rol a cumplir, canalizando su natural disposicin
a participar en la construccin de sociedades ms prsperas, ms democrticas y ms equitativas, siempre y
cuando las convocatorias al respecto cuenten con la legitimidad y la transparencia necesarias. Desde este punto
de vista, habra que revisar las ofertas que se han puesto a disposicin de las y los jvenes hasta el momento,
asumiendo que puede llegar a ser mucho ms productivo fomentar la participacin juvenil en espacios universales
(presupuesto participativo, control social de polticas pblicas, desarrollo local, etc.) que en espacios especficos
(casas de la juventud, parlamentos jvenes, etc.) como hasta el momento.
As, la mayor disponibilidad de recursos para invertir en educacin (por ejemplo) podra aprovecharse decididamente
para darle el gran empujn que requiere -en especial- la enseanza secundaria y para democratizar el acceso a
la educacin superior, al tiempo que el mayor dinamismo en las empresas (en el marco de la bonanza econmica)
podra aprovecharse para implementar en gran escala los Planes de Accin de Empleo Juvenil diseados
recientemente, en varios pases de la regin. En la misma lnea, se podran ampliar los programas de transferencias
condicionadas, para abarcar tambin a las familias pobres que cuentan con hijos/as adolescentes y jvenes, al
estilo del Programa Avancemos de Costa Rica, centrado especficamente en este grupo poblacional. Y en la misma
lnea, se podran poner en prctica programas que faciliten el acceso a vivienda y servicios bsicos para las muchas
familias (compuestas mayoritariamente por nios, nias y adolescentes) que estn afectadas centralmente por la
exclusin social.
Complementariamente, se podran destinar ms recursos para generalizar a todos los establecimientos educativos
la apertura durante los fines de semana, para promover toda clase de actividades deportivas, culturales y recreativas
que fomenten la construccin de un mayor y ms efectivo sentido de pertenencia de las y los jvenes respecto
de la escuela como espacio abierto y como institucin que aporta elementos fundamentales para el desarrollo
personal y social. Y en la misma lnea, se podran incentivar ms y mejor las mltiples expresiones culturales de las
y los jvenes, as como un uso ms intenso e inteligente de las tecnologas de la informacin y la comunicacin,
generalizando a toda la regin programas como el Plan Ceibal del Uruguay.
Se trata, por tanto, de invertir ms pero tambin de invertir mejor, priorizando aquellas intervenciones que han probado
su pertinencia y han logrado importantes impactos en sus respectivos espacios de incidencia, descartando otras que
no han logrado pasar la prueba de las evaluaciones rigurosas. El monto de recursos necesarios al respecto, adems,
es acotado y plenamente financiable, tal como lo demuestran los clculos disponibles (CEPAL UNFPA 2012).
En su conjunto, estas y otras medidas por el estilo, acompaadas de la instalacin y consolidacin de adecuados
espacios de dilogo y participacin juvenil, podran permitir imaginar un escenario donde el vnculo entre jvenes e
instituciones se torna ms fluido y constructivo.
4.3. Las opciones de poltica pblica: apostar a los movimientos juveniles
Y para que todo lo dicho hasta aqu pueda concretarse, habr que trabajar ms intensamente y con la mayor
pertinencia posible, en el fortalecimiento del Estado y la profundizacin de la democracia. En este sentido, la
experiencia de los aos noventa, en particular, ha demostrado que la impronta neoliberal de achicamiento del
Estado y de apuesta al mercado, no dio los resultados esperados en trminos de mayor bienestar y mejor calidad
de vida, y que no hay sustituto para el Estado en varias esferas centrales de la dinmica de las polticas pblicas
(Pinto y Flisfisch 2011). Estas acciones, adems, deberan contar con una perspectiva integral e integrada. Tal como
lo ha dicho la Secretaria Ejecutiva de la CEPAL, en la inauguracin del trgesimo cuarto perodo de sesiones en la
capital salvadorea recientemente, el cambio estructural es el camino, la poltica el instrumento y la igualdad el
objetivo de fondo, presentando el riguroso documento de trabajo puesto a disposicin de los gobiernos en dicha
instancia (CEPAL 2012).
Desde este ngulo, habr que revisar tambin el formato y las caractersticas centrales de las instancias de
participacin que se estn poniendo a disposicin de las generaciones jvenes, en particular en relacin a los
Consejos Nacionales y Municipales de Juventud, apostando ms decididamente a las propias organizaciones y
movimientos juveniles, que ms all de su representatividad efectiva, pueden cumplir importantes funciones de
representacin de intereses y sensibilidades juveniles. Otro tanto podra decirse de los Consejos Estudiantiles,
previstos en la mayor parte de las reformas educativas en los diferentes pases de la regin, pero que en la prctica
dejan mucho que desear, en la medida en que los mecanismos de eleccin de los respectivos delegados y las
dinmicas operativas como tal, no siempre respetan fielmente a los propios estudiantes y son manipulados por
profesores y directivos (adultos) de las escuelas. Sin duda, la enseanza secundaria es un escenario privilegiado para
la formacin ciudadana, en una etapa en que las personas adolescentes vienen construyendo identidad y autonoma
y estn en plena afirmacin de sus propios puntos de vista y opiniones sobre la sociedad a la que pertenecen.
Por ltimo, habra que apostar decididamente a re-encantar a los jvenes con la poltica, modernizando y abriendo
los partidos polticos y las instituciones democrticas, promoviendo (como en Argentina actualmente) el voto
optativo a partir de los 16 aos, y estableciendo cuotas para jvenes en la eleccin de representantes, como se
hace en Per a nivel local. El tema no se agota (ni mucho menos) con este tipo de medidas, pero las mismas pueden
marcar claramente el rumbo a seguir, en un campo donde resulta imperativo actuar en el sentido correcto.
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anexo informativo
Argentina
Guillermo Prez Sosto, es Socilogo, Director del Centro de Estudios en Polticas Laborales y Sociales del Instituto Torcuato Di Tella y
Coordinador General de la Ctedra UNESCO sobre las manifestaciones actuales de la cuestin social.
Pablo Vommaro es Profesor de Historia, Aspirante a Doctor por la Universidad de Buenos Aires (UBA) y Co-Coordinador del Grupo de Trabajo
sobre Juventud y Nuevas Prcticas Polticas en Amrica Latina de CLACSO (Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales).
Brasil
Miriam Abramovay es Sociloga, Profesora de la Universidad Catlica de Brasilia, Coordinadora del Programa Juventud de la FLACSO
(Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales) sede Brasil y Consultora de varios organismos internacionales, especializada en estudios
sobre violencia.
Alessandro de Len es Licenciado en Ciencias Polticas y Sociales por la Universidad Cndido Mndez, Director de la Universidad de la
Juventud (UNIJUV) y Asesor del Gobierno de la Ciudad de Ro de Janeiro en Polticas de Juventud.
Bolivia
Alfredo Balboa Valencia, es licenciado en Sociologa de la Universidad Mayor de San Andrs (UMSA), La Paz Bolivia, tiene una Maestra en
Desarrollo Social y Humano del Postgrado Ciencias del Desarrollo (CIDES) de la UMSA y est especializado en la temtica juvenil urbano
popular.
Chile
Oscar Dvila es Asistente Social (Universidad de Valparaso), Egresado del Doctorado de Estudio de las Sociedades Latinoamericanas de la
Universidad Arcis, Director de CIPDA (ONG especializada en estudios sobre juventud) y Editor de la Revista ltima Dcada.
Juan Carlos Herrera, es estudiante de sociologa de la Universidad Cardenal Silva Hernquez, lder estudiantil, activo participante en las
movilizaciones estudiantiles desde 2006 (a nivel de secundaria) a la fecha (ahora en la militancia universitaria).
Colombia
Diego Snchez es Comunicador Social, con amplia experiencia en asesora, capacitacin y acompaamiento a organizaciones sociales, e
Investigador sobre culturas juveniles, jvenes y movimientos sociales.
Paola Galindo es estudiante de Filosofa de la Universidad Nacional, miembro de las organizaciones estudiantilesComuna UniversitariayFuerza
Comn y vocera de la MANE (Mesa Nacional Ampliada de Estudiantes).
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Costa Rica
Jorge Segura es Licenciado en Antropologa Social por la Universidad de Costa Rica, trabaja en la Unidad de Investigacin del Consejo de la
Persona Joven y cuenta con gran experiencia en desarrollo de polticas pblicas, acciones en participacin social y capacitacin a jvenes.
Ecuador
Daniel Llanos es socilogo, Investigador del Centro de Investigaciones de Niez, Adolescencia y Juventud (CINAJ) de la Universidad
Politcnica Salesiana (UPS).
Guatemala
Abner Paredes, es Coordinador del Programa Juventud de CALDH (Centro para el Asesoramiento Legal en Derechos Humanos) desde donde
trabaja en estrecho contacto con redes y movimientos juveniles en todo el pas.
Nicaragua
Juan Pablo Snchez es Profesor de Derecho Penal y Procesal Penal, Juez Penal de Adolescentes en Managua, y Responsable del rea de
Justicia Juvenil Restaurativa de Trre des Hommes (Suiza) en Nicaragua.
Mxico
Hctor Castillo es socilogo, Coordinador del Programa de Estudios en Juventud del Instituto de Investigaciones Sociales (IIS) de la UNAM
(Universidad Nacional Autnoma de Mxico) y Director de Circo Volador, ONG de promocin de las culturas juveniles urbanas.
Debhora Iztel Vegas trabaja en fotografa documental, es miembro de la Red Juvenil Yo Soy 132 y es animadora de una de las web ms
importantes del movimiento: www.yosoy132media.org
Panam
Edith Castillo es sociloga, Coordinadora de la ventana sobre cultura de paz de las Naciones Unidas, fue Directora de Juventud del
Ministerio de Desarrollo Social (MIDES) y tambin Presidenta del Consejo de la Juventud Panamea (CPJ).
Paraguay
Soledad Dor es Comunicadora y Directora de la Fundacin Casa de la Juventud. De 2011 a 2012 fue Coordinadora del Programa
Construyendo Centros de Estudiantes del Viceministerio de la Juventud y actualmente participa en diferentes organizaciones y movimientos
de derechos humanos.
Per
Ren Galarreta es Ingeniero Electrnico por la Universidad Nacional de Ingeniera de Lima, con estudios de post-grado en redes en
la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas y en el Instituto Nacional de Telecomunicaciones de Francia. Ha trabajado en temas de
democracia, juventud y gobernabilidad y actualmente es el Secretario Nacional de la Juventud del Per.
Julio Corcuera es Director de Investigacin y Desarrollo enla Secretara Nacionaldela Juventudde Per. Ha sido Director de la Escuela
de Relaciones Internacionales y Gobierno de la Universidad Tecnolgica del Per. Es abogado porla Universidad Nacionalde Trujillo, con
estudios de maestra en Relaciones Internacionales enla Pontificia UniversidadCatlica del Per.
Csar R. Nurea es Antroplogo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima, con estudios de especializacin en investigacin
en la University of Washington, Estados Unidos. Actualmente trabaja en la Direccin de Investigacin y Desarrollo de la SENAJU, realizando
estudios sobre violencia y poltica entre jvenes de universidades pblicas.
Diego Salazar es politlogo por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Director de investigacin de la Asociacin Civil Asuntos de
Estado y Gobierno, (ADEGOB) y fundador de la Revista Andina de Estudios Polticos.
Doris Len es Antroploga, egresada de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima. Ha realizado estudios sobre temas de
gnero, sexualidad y violencia en colegios pblicos de Lima, y ha escrito junto a Jrgen Golte el libro Polifacticos: Jvenes Limeos del
Siglo XXI.
Ivn Ramrez Zapata es antroplogo egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Se encuentra realizando una investigacion
sobre desplazamiento forzado hacia Lima gracias a una beca otorgada por dicha casa de estudios.
Jerjes Loayza es socilogo y abogado, egresado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima. Tiene una maestra en estudios
politicos de la misma Universidad y ha publicado trabajos sobre violencia, uso de tecnologas y participacin juvenil.
Mara del Carmen Calle es Mdico, Directora del Programa de Salud Adolescente del Ministerio de Salud Pblica del Per y activa animadora
de Redes No Gubernamentales de Trabajo en Salud Adolescente del Per y de Amrica Latina.
Vctor Alexis Or Zeballos es Coordinador del Programa de Infancia, Adolescencia y Juventud Rurales de la Asociacin Nacional de Centros
(ANC) del Per, y de la CONADES Juvenil, impulsando acciones de control social de polticas pblicas y de presupuesto.
Uruguay
Santiago Soto es licenciado en economa, y trabaja en el Departamento de Estudios e Investigaciones del Instituto Nacional de la Juventud
(INJU) adscrito al Ministerio de Desarrollo Social (MIDES).
OIJ
Luis Acosta es Director de la Oficina para el Cono Sur de la Organizacin Iberoamericana de Juventud (OIJ), con sede en la Ciudad de
Buenos Aires. Ha sido funcionario del Instituto Nacional de la Juventud del Uruguay (INJU).
UNESCO
Julio Carranza es Economista cubano y se desempea como Consejero Regional de Ciencias Sociales y Humanas para Amrica Latina y el
Caribe, desde la Oficina Regional de Ciencias para Amrica Latina de la UNESCO, con sede en Montevideo.
Ernesto Rodrguez es Socilogo uruguayo, Director del Centro Latinoamericano sobre Juventud (CELAJU) y Consultor Principal en Juventud
y Polticas Pblicas de la UNESCO para Amrica Latina y el Caribe.
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