El Dios Salvaje
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Al Alvarez
El Dios Salvaje
Ensayo sobre el suicidio
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Para Anne
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El dios Tezcatlipoca era tenido por verdadero dios, e invisible, el cual andaba en todo lugar, en el cielo, en la tierra y
en el infierno; y tenan que cuando andaba en la tierra mova guerras, enemistades y discordias, en donde resultaban
muchas fatigas y desasosiegos. Decan que incitaba a unos
contra otros para que tuviesen guerras, y por esto le llamaban Ncoc Yotl, que quiere decir sembrador de discordias
en ambas partes.
Y decan l solo ser el que entenda en el regimiento del
mundo, y que l solo daba las prosperidades y riquezas, y
que l solo las quitaba cuando se le antojaba; daba riquezas,
prosperidades y fama, y fortaleza y seoros, y dignidades
y honras, y las quitaba cuando se le antojaba; por esto le
teman y reverenciaban, porque teman que en su mano estaba el levantar y abatir, de la honra que se le haca.
Sahagn
Historia general de las cosas de Nueva Espaa
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Prefacio
Cuando yo iba al colegio haba un profesor de fsica, inusualmente apacible y bastante desorganizado, que se pasaba el
da hablando en broma del suicidio. Era un hombre bajito, de
ancha cara rojiza, gran cabeza cubierta de rizos grises y una
sonrisa permanentemente atribulada. Se deca que en Cambridge, contrario a la mayora de sus colegas, haba obtenido
en su asignatura la nota ms alta. Un da, hacia el final de
una clase, seal tenuemente que quien quisiera cortarse la
garganta deba cuidarse de meter primero la cabeza en una
bolsa, pues de lo contrario dejara todo hecho un desastre.
Todo el mundo se ri. Luego son el timbre de la una y los
muchachos salimos en tropel a almorzar. El profesor de fsica se fue en bicicleta a su casa, meti la cabeza en una bolsa
y se cort la garganta. No dej un gran desastre. Yo qued
realmente impresionado.
Echamos mucho de menos al profesor, ya que en aquella
comunidad sombra y cerrada no abundaban las buenas
personas. Pero durante la racha de rumores escandalizados que le siguieron, a m nunca se me ocurri que el
hombre hubiese hecho algo malo. Ms tarde tuve mi propio roce con la depresin y empec a entender, supuse,
por qu el profesor haba optado por una salida tan deses
perada. Poco despus de eso conoc a Sylvia Plath en el
extraordinario perodo creativo que precedi a su muerte.
A veces hablbamos del suicidio, pero con frialdad, como
si fuese un tema cualquiera. Slo despus de que ella se
quitara la vida me di cuenta de que, por ms que yo estuviera convencido de comprender el suicidio, no saba nada
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rbitro fue un elegante toque final de gracia a una vida dedicada al alto estilo. Para Thomas Chatterton fue una alternativa a la muerte lenta por inanicin. Para Sylvia Plath fue
un intento por salirse del rincn aflictivo en donde la haba
encajonado su poesa. Para Cesare Pavese fue tan inevitable
como el siguiente amanecer, un acontecimiento que ni todo
el xito ni los elogios lograron postergar. La nica solucin
concebible que cabe aportar al suicida es cierta clase de
ayuda: comprensin afectuosa de lo que le est ocurriendo
por parte de los samaritanos, el cura o los pocos mdicos
que tienen tiempo e inclinacin a escuchar; asistencia experta del psicoanalista o de lo que, esperanzadamente, el
profesor Stengel llama una comunidad teraputica organizada para tratar con esas emergencias en especial. Claro
que el interesado puede no querer esa ayuda.
En vez de ofrecer respuesta, sencillamente he intentado
contrapesar dos prejuicios. El primero es ese tono religioso
hoy en su mayora usado por personas que, si nos atenemos a sus palabras, no pertenecen a iglesia alguna que
desprecia horrorizadamente el suicidio como crimen moral
o enfermedad indiscutible. El segundo es la actual moda
cientfica que, mientras trata el suicidio como asunto de
investigacin seria, consigue negarle cualquier significado,
reduciendo la desesperacin a las ms resecas estadsticas.
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