Plan-Operaciones-Mariano-Moreno 1810 PDF
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de Plaza de Mayo
Plan revolucionario
de operaciones
(1810)
Mariano Moreno
ciudadanos, indigno de la proteccin y gracias que ella dispensa a sus defensores, si habindose hecho por sus representantes en mi persona, la confianza de un asunto en que
sus ideas han de servir para regir en parte mvil de las operaciones que han de poner a cubierto el sistema continental de nuestra gloriosa insurreccin, no me desprendiese de
toda consideracin aun para con la Patria misma, por lisonjear sus esperanzas con la vil hipocresa y servil adulacin
de unos pensamientos contrarios, que en lugar de conducirla
a los grandes fines de la obra comenzada, slo fuesen causa
de desmoronar los dbiles cimientos de ella; y en esta virtud, el carcter de la comisin y el mo, combinando un torrente de razones, las ms slidas y poderosas, uniformando
sus ideas, me estrechan indispensablemente a manifestarme
con toda la integridad propia de un verdadero patriota.
Fundacin Madres
de Plaza de Mayo
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A la verdad, me rebajara de mi carcter y del concepto que se tiene formado hacia mi persona si negase los
obstculos e inconvenientes que atropellando mis deseos
desconsolaban mi nimo, aunque conceba algunas veces
medios para allanarlos. Otros, en mi lugar, lejos de confundirse transformaran, como hace la verdadera destreza, los
obstculos en medios, hollaran los estorbos, y aun los procuraran para complacerse en superarlos; en fin, yo titube
en medio de las mayores dificultades, temiendo el empezar,
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Artculo 1
En cuanto a la conducta gubernativa ms conveniente
a las opiniones pblicas, y conducente a las operaciones de
la dignidad de este Gobierno, debe ser las que instruyen las
siguientes reflexiones:
Hablemos con franqueza: hasta ahora slo hemos conocido la especulativa de las conspiraciones, y como tal cuando tratamos de pasar a la prctica nos amilanamos. Pues no;
no son stas las lecciones que nos han enseado y dado a conocer los maestros de las grandes revoluciones; fjese la vista sobre los anales de las historias del Norte, de la Francia,
etc., y aun de la misma Espaa, y se observar las tramas y
astucias polticas, nicamente dirigidas a conseguir por todo
camino aquellos fines a que han aspirado. Se ha repetido
muchas veces, que la necesidad es madre de la industria, y
que su carcter halageo, pintado con los bellos colores de
una filosofa sutil, invierte su estudio y destreza por medio
de la seduccin y la intriga, teniendo a veces su origen ms
o menos noble, segn las circunstancias.
ltimamente, demos un carcter ms solemne a nuestro
edificio, miremos slo a la Patria, y cuando la Constitucin
del Estado afiance a todos el goce legtimo de los derechos
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3. En todos los empleos medios, despus que se hallen ocupados por stos, la carrera de sus ascensos debe
ser muy lenta, porque conceptuando que el establecimiento radicado de nuestro sistema, es obra de algunos
aos, todos aspiraran a generales y magistrados; y para
obviar esto deben establecerse premios, como escudos,
columnas, pirmides, etc., para premiar las acciones de los
guerreros, y adormecer con estos engaos a aquellos descontentos que nunca faltan, y exigen por su avaricia ms
de lo que merecen. Pues en qu se perjudica a la Patria
que un ciudadano lleve el brazo lleno de escudos, ni que su
nombre est escrito en un paraje pblico, cuando de ello
no resulta gravamen al erario? Y as con stos debe ser la
conducta segn y como llevo referido.
8. ltimamente la ms mera sospecha denunciada por un patriota contra cualquier individuo de los que
presentan un carcter enemigo, debe ser oda y aun debe
drsele alguna satisfaccin, suponiendo que sea totalmente infundada, por slo un celo patritico mal entendido,
ya desterrndolo por algn tiempo, ms o menos lejos del
pueblo donde resida, o apropindole otra pena, segn la
entidad del caso, por un sinnmero de razones que omito,
pero una de ellas es para que el denunciante no enerve el
celo de su comisin, vea que se tiene confianza, y se forma
concepto de su persona.
9. En cuanto a los terceros individuos, tambin ser
de la obligacin del Gobierno hacer celar su conducta, y los
que se conozcan de talento y ms circunstancias, llamarlos,
ofrecerles, proponerles y franquearles la proteccin que
tenga a bien el Gobierno dispensarles, a proporcin de empleos, negocios y dems, sin dejar de atender a la clase de
bienes que gozan y la cantidad de sus caudales y trabas que
los liguen, sin hacer nunca una manifiesta confianza hasta
penetrar sus intenciones y su adhesin, practicndose esto
por aquellos medios que son ms propios y conducentes.
6. En los mismos trminos, como la conducta de estos segundos y su adhesin contraria a nuestra causa es radicalmente conocida, sin embargo, el Gobierno debe, tanto
en la Capital como en todos los pueblos, a proporcin de
su extensin, conservar unos espas no de los de primer ni
segundo orden, en talentos y circunstancias, pero de una
adhesin conocida a la causa, a quienes indistintamente
se les instruya bajo de secreto, comisionndolos para que
introducindose con aquellas personas de ms sospecha,
entablando comunicaciones, y manifestndose siempre de
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15. Siendo los magistrados, justicia, tribunales y dems autoridades, el antemural y sostn de los respetos
pblicos, donde algunas veces, cuando son ocupados por
hombres corrompidos, y llenos de vicios, se acogen los tumultuosos, prevalindose de la proteccin y respecto para
alguna trama, o deliberaciones; se debe precaver que dichos tribunales, justicias, magistrados y dems empleos
sean ocupados por personas de nuestra entera satisfaccin, quienes instruidos de nuestras ideas en la parte que
les toque, nos sean adictos para estorbar el apoyo de los
ambiciosos y perturbadores del orden pblico, y adems
prever cualquiera atentacin contra las autoridades del Gobierno, que resulte en perjuicio de la causa, observndose
siempre la poltica que debe guardarse con respecto a la
reclamacin pblica, por opinin y concepto; adoptndose,
cuando no haya otro, el medio del mal el menos.
16. A todos los oficiales y militares (no siendo de
aquellos muy conocidos que tengan acreditado ya su patriotismo), no debe desprecirselos y acomodndolos despacharlos fuera de la Capital, a las campaas del Per, o la
Banda Oriental.
17. En los mismos trminos, dbese sin recelo dar empleos a todos los extranjeros, segn el mrito o talento de
cada uno, pues es creble que stos si no por patriotismo, a
lo menos por el inters que les resulte, sern fidedignos en
la confianza que de ellos se haga.
19. En la misma forma debe tratarse sobre el reglamento de la prohibicin de la introduccin de la esclavitud, como asimismo de su libertad, con las circunstancias
que tenga a bien establecerla, pero siempre protegiendo
a cuantos se acojan a nuestras banderas, declarndolos libres, a los unos, si sus amos fueren del partido contrario,
y a los otros, rescatndolos con un tanto mensual de los
sueldos que adquieran en la milicia, para de esta forma no
descontentar a sus amos, pues es evidente que tocando
al hombre en sus intereses claudica no slo el patriotismo
sino la buena fe y dems circunstancias que lo adornan; lo
que me franquea decir que si los fondos del erario fueran
suficientes para los gastos del Estado, hasta radicar su establecimiento, yo respondera con mi cabeza de la seguridad
de nuestra libertad, en la mitad del tiempo que de otra manera necesitaremos.
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20. ltimamente, el misterio de Fernando es una circunstancia de las ms importantes para llevarla siempre
por delante, tanto en la boca como en los papeles pblicos y decretos, pues es un ayudante a nuestra causa el ms
soberbio; porque aun cuando nuestras obras y conducta
desmientan esta apariencia en muchas provincias, nos es
muy del caso para con las extranjeras, as para contenerlas ayudados de muchas relaciones y exposiciones polticas, como igualmente para con la misma Espaa, por algn
tiempo, proporcionndonos, con la demora de los auxilios
que debe prestar, si resistiese, el que vamos consolidando
nuestro sistema, y consiguientemente nos da un margen
absoluto para fundar ciertas gestiones y argumentos, as
con las cortes extranjeras, como con la Espaa, que podremos hacerles dudar cul de ambos partidos sea el verdadero realista; estas circunstancias no admiten aqu otra
explicacin, por ser muy extensa, y fuera del orden a que
se propone este plan, cuyas mximas dar por separado en
otras instrucciones, luego que concluya la obra que trata
de stas y otras, titulada: Intereses generales de la Patria
y del Estado Americano; adems, que aun para atraernos
las voluntades de los pueblos, tampoco no sera oportuno
una declaracin contraria y tan fuera de tiempo, hasta que
radicalmente no sentemos nuestros principios sobre bases
fijas y estables y veamos los sucesos de la Espaa la suerte
que corren.
3. Adems, debe pedirse a los alcaldes, comandantes y curas de los pueblos, unas listas de los sujetos ms capaces y de ms probidad, talento y respeto, con las dems
circunstancias de sus caudales y clases de ellos, que sean
capaces de poderlos ocupar en asuntos del servicio, y en la
misma forma a stos se les debe agasajar y atraer, despachndoles ttulos de oficiales, y proveyendo en ellos algunos cargos de los que se supriman a aquellos que no sean
de la opinin de los pueblos, pidindose al mismo tiempo
a dichas justicias una relacin de todos los europeos, y sus
circunstancias, los que obtienen encargos o no, y los que
son o dejan de ser del concepto y opinin pblica.
Artculo. 2
En cuanto al medio ms adecuado y propio a la sublevacin de la Banda Oriental del Ro de la Plata, rendicin de
la plaza de Montevideo y dems operaciones a este fin, son
las siguientes:
2. En esta inteligencia, sentado por principio innegable que una grande obra nunca se comenz por sus extremidades, y que cuanto ms slido es su cimiento, ms
perfecta es su conclusin: en esta virtud, no es el golpe el
que debe dirigirse primero a la plaza de Montevideo, es
realmente a los pueblos de su campaa, y en esta suposicin, es ms fcil disuadir y persuadir a diez que a ciento,
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lor, influencia que tienen, talento y conocimientos campestres, para distinguirlos en los puestos de oficiales y otros
cargos; que a stos y otros muchos de quienes es preciso
valernos, luego que el Estado se consolide se apartan como
miembros corrompidos que han merecido la aceptacin
por la necesidad.
fuerza armada, por lo que puede argir la maldad de algunos genios, cuando esta empresa no ofrece ningn riesgo
y nos consta muy bien que las fuerzas de Montevideo no
pasan de ochocientos hombres, y que todava all no se han
tomado providencias para armar a sus habitantes, y que su
gobernador es tan inepto, que ni aun es para gobernarse
a s mismo, y que dicha guarnicin no es ni suficiente para
guardar la plaza de los atentados que nuestro partido pudiera emprender, por los recelos que deben causarle nuestras observaciones.
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de caudales y adictos tengamos, ms recursos se nos presentan, y a nuestros enemigos muchos menos. Para estos
ardides nos franquea un margen absoluto la diversidad de
opiniones y divisiones en que estn las familias, pues unas
son de un bando, otras de otro; y, por lo tanto, se deben
escribir las cartas de padres a hijos, de tos a sobrinos, de
mujeres a maridos, etc., y adems por este orden, con cuya
idea no puede dudarse, logremos dividir los nimos e indisponerlos de tal manera que quiz causemos disensiones y
convulsiones populares, de que podemos sacar mucho fruto, sembrando entre ellos mismos la semilla de la discordia
y desconfianza.
Patria, con el plan de combinaciones y operaciones militares que deben observar, con las amplias facultades de obrar
en todo lo dems segn les pareciere ms adecuado a sus
conocimientos y circunstancias. Nota. -Queda de mi cargo
presentar un plan de las instrucciones militares que deben
regir las operaciones de la campaa que se haga para la
rendicin de Montevideo, con todas las circunstancias ms
posibles para asegurar toda su campaa a nuestro favor en
poco tiempo.
12. Los hacendados que por seguir el partido contrario abandonasen sus casas, criados y haciendas, se les llamar por edictos pblicos, y si a los terceros no compareciesen, se considerarn sus haciendas, ganados, caballadas
y dems que sean de su pertenencia, como bienes legtimos de la patria y servirn para la manutencin del ejrcito
en la dicha campaa.
9. Las cosas, en el estado que la antecedente reflexin menciona, presentan ya ocasiones que no deben
desperdiciarse, mandando inmediatamente a los pueblos
del Uruguay y dems principales de la campaa, una fuerza
de quinientos a seiscientos hombres con oficiales, sargentos, cabos y dems, para que sirviendo de apoyo se vayan
organizando en los mismos pueblos algunos escuadrones
de caballera y cuerpos de infantera, tenindose presente
el haberse atrado ya a nuestro partido honrndolos con los
primeros cargos, a un Barde, negro, a un Baltasar Bargas,
o a los hermanos y primos de Artigas, a un Benavdez, a
un Vzquez, de San Jos, y a un Baltasar Ojeda, etc., sujetos que, por lo conocido de sus vicios, son capaces para
todo, que es lo que conviene en las circunstancias, por los
talentos y opiniones populares que han adquirido por sus
hechos temerarios: y despus de stos aquellos de quienes
se tenga informe por los jueces, y lo que stos mismos propongan, para que yndose formando algunos cuerpos de
tropas e instruyndose en el arte militar, mandndoles de
aqu todo lo que fuera menester, se alisten y comiencen a
hacer algunas correras, y a hacerse obedecer a la fuerza, y
no a las consideraciones.
15. Todas las fincas, bienes races y dems de cualquiera clase, de los que han seguido la causa contraria, sern secuestrados a favor del erario pblico; igualmente los
bienes de los espaoles en quienes concurran las circunstancias expresadas en la reflexin antecedente.
16. Igualmente deben ser secuestrados todos los bienes de todos los individuos de cualquiera clase y condicin
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que sean, que se hayan hallado dentro de la plaza de Montevideo, al tiempo de su asalto o evacuacin, exceptuando los de aquellos que dejo explicados ya en la reflexin
nmero 14; y en la misma forma ser exceptuada la parte
de bienes que toque a los hijos o herederos forzosos de
los individuos que se hayan encontrado dentro de la plaza
y que les quepa la fuerza de la ley, si aquellos han seguido
nuestra causa, en servicio o no, habindose hallado fuera
de la plaza, dndoles y ponindolos en posesin de la parte
que les toque, se confiscar la parte paterna o materna, y
si madre o padre se hubiesen hallado tambin fuera de la
plaza, slo se confiscar la parte que pertenezca a aquella
persona que teniendo derecho forzoso, se hubiese hallado
dentro de la plaza, y consiguientemente se deja entender
que no podrn ser decomisados ningunos bienes que estando dentro de la plaza pertenezcan a alguien que no exista en ella, y los que hubiesen sido vendidos o embargados
por el gobierno de Montevideo, ser nula y de ningn valor
su venta, y sern devueltos a sus legtimos dueos, sufriendo este quebranto el que hubiese comprado.
cesarias, no tripulndolos con marina espaola, para precaver cualquier accidente; e igualmente se proceder por comisiones, que se nombrarn por el Superior Gobierno, a la
realizacin de los remates de bienes, fincas, races, despachndose para el efecto noticias a lo interior de los pueblos,
de sus cantidades o especies, para los que quisieren entrar
a los remates, por pequeas o grandes partes, exceptundose esta clusula con los bienes que no sean movibles. En
la obra anunciada dar ms pormenores, otras mximas de
las que pueden ser conducentes a este artculo.
Artculo 3
En cuanto al mtodo de las relaciones que las Provincias
Unidas deben entablar secretamente en la Espaa para el
rgimen de nuestra inteligencia y gobierno, es el siguiente:
1. Deben de recogerse por la Excelentsima Junta,
tanto del Cabildo de esta Capital, como de todos los de la
Banda Oriental y dems interiores del Virreinato, actas o
representaciones que los dichos pueblos hagan a la autoridad que actualmente manda en los restos de la Espaa, en
cuyas deben expresar las resoluciones y firmeza con que,
poniendo todos los medios posibles, se desvelan para conservar los dominios de esta Amrica para el seor don Fernando VII y sus sucesores, a quienes reconocen y reconocern fiel y verdaderamente en vista de la peligrosa lucha, y
que sus intenciones y fines legtimos no son ni sern otros;
que cualquier especie o informes dados por algunos jefes,
ser una impostura que harn por fines privados; que el haberlos suspendido de sus encargos ha sido por demasiado
celo de los pueblos, a cuya voz han tenido que sucumbir,
considerndolos a stos como miembros creados por el
antiguo gobierno corrompido, llenos de vicios y traidores,
adems de otros justos motivos que les han asistido por incidentes y pruebas de infidelidad e intrigas, de cuyos acontecimientos reservan, para su debido tiempo, documentos
justificativos y originales; que la Amrica nunca se hall en
tanta decadencia como en el presente, por la poca energa
y mal gobierno: que el haber desarmado las autoridades
de la Capital el ao antecedente los cuerpos o tercios que
se hallaban sobre las armas de los europeos, bajo de otros
pretextos que entonces se fingieron, y retirado la mayor
parte de las milicias que igualmente se hallaban en servicio,
ha sido descubierta esta trama, que no fue sino con concepto hacia las miras capciosas que la autoridad reservaba,
de entregar estos pases a Francia, segn las correspondencias que se han descubierto con sta; que desde el gobierno del ltimo virrey se han arruinado y destruido todos
los canales de la felicidad pblica, por la concesin de la
franquicia del comercio libre con los ingleses, el que ha ocasionado muchos quebrantos y perjuicios; que igualmente
disensiones populares en algunos pueblos son nicamente
la causa de que dividindose las opiniones quieren negar
no solamente la obediencia a la Capital, sino aun a los mismos magistrados de sus pueblos, por cuya circunstancia se
han tomado las precauciones del envo de algunas tropas
a ellos para castigar a los rebeldes que, queriendo formar
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7. Tambin ser muy del caso que nuestra diputacin, con la mayor reserva, seduzca y atraiga de la Espaa,
algunos ofciales extranjeros o nacionales, que sean de talento, o facultades en alguno de los ramos militares, fundidores o que posean algn arte de los que carecemos y nos
son muy del caso, ofrecindoles premios y distinciones e
igualmente el viaje hasta esta Amrica. En la obra anunciada tambin se comprendern algunas reflexiones acerca de
las relaciones que estos diputados deben entablar en una
clase de negociacin, ya explicada en este ltimo artculo.
4. Estas y otras clases de exposiciones por diferentes estilos, de los varios acontecimientos y casos que favorezcan nuestras ideas, deben ser pintadas y expuestas con
viveza y energa, doradas al mismo tiempo con el sublime
don de la elocuencia, acompaadas con algunos datos y
documentos positivos, que reunidas con la unin de votos
e informes de unas tan vastas provincias, qu carcter no
deben imprimir y qu fuerza no deben de hacer un cmulo
de combinaciones con todas las formalidades del derecho?
Artculo 4
En cuanto a la conducta que debemos mantener con Portugal y la Inglaterra, como ms propia, es la siguiente:
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5. ltimamente, cuando hay poca esperanza de xito de un negocio es mxima de los ms grandes talentos
arrojarse a una deliberacin la ms arriesgada; y en esta inteligencia debemos proponer a la Inglaterra que, para que
mantenga su neutralidad y la corte del Brasil abandone la
causa de Montevideo, la persuada con pretextos que se hacen a su autoridad y respetos, por algn gobierno de Montevideo (que un gran talento acompaado de dignidad y
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nuestros agentes en lo interior y dems provincias dependientes de este gobierno, para consolidacin de nuestro sistema, son las siguientes:
6. En la misma forma debemos solicitar de la Inglaterra, transando la cuestin por principios combinados,
que declare pblicamente aquel gabinete que por ningn
pretexto se halla obligado a aquella corte, a pesar de la
liga ofensiva y defensiva, contra el tirano de la Europa, a
sostener en las disensiones domsticas una parte, o partes
de la monarqua espaola, contra otras de la misma, por diferencias de opiniones, del modo cmo deben ser reglados
sus respectivos gobiernos, siempre que no desconozcan a
Fernando, y al mismo tiempo acrediten por obras y palabras el odio al tirano de la Francia.
7. Y en consecuencia de las varias exposiciones propuestas, benficas y ventajosas, que nuestros agentes deben entablar en aquel gabinete, como un tratado reservado
debemos proponerle tambin, y obligndonos en toda forma, a que siempre que la Espaa quedase subyugada por la
Francia, y aun cuando no la subyugase (cuyo caso est muy
remoto por las apariencias) y aquel gabinete nos protegiese reservadamente, con los auxilios y dems circunstancias
que graduemos, para el efecto de realizar nuestra independencia, haremos entonces una alianza ofensiva y defensiva, protegindonos mutuamente en aquellas circunstancias con toda clase de auxilios, y sta a lo menos por
el trmino de veinte a veinticinco aos; por condiciones
que entonces se tratarn entre ambos gabinetes, bajo un
acomodamiento o proposiciones ms adecuadas, propias
y benficas a los intereses de ambas naciones, hacindole
al mismo tiempo seor de la isla de Martn Garca, cuyo
plano debe mandarse sacar con todas las circunstancias de
su magnitud interior, extensiones, aguas, frutos y calidad
de su temperamento y puerto; para que, poblndola como
una pequea colonia y puerto franco a su comercio, disfrute de ella como reconocimiento de gratitud a la alianza y
proteccin que nos hubiese dispensado en los apuros de
nuestras necesidades y conflictos.
Artculo 6
En cuanto a los arbitrios que deben adoptarse para fomentar los fondos pblicos luego que el Per y dems interior del Virreinato sucumban, para los gastos de nuestra
guerra, y dems emprendimientos, como igualmente para la
creacin de fbricas e ingenios, y otras cualesquiera industrias, navegacin, agricultura, y dems, son los siguientes:
1. Entremos por principios combinados, para desenvolver que el mejor gobierno, forma y costumbre de
una nacin es aquel que hace feliz mayor nmero de individuos; y que la mejor forma y costumbres son aquellas
que adopta el mismo nmero, formando el mejor concepto
de su sistema; igualmente es mxima aprobada, y discutida por los mejores filsofos y grandes polticos, que las
fortunas agigantadas en pocos individuos, a proporcin de
lo grande de un estado, no slo son perniciosas, sino que
Artculo 5
En cuanto a las comisiones que deben entablarse por
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cientos o trescientos millones de pesos, puestos en el centro del Estado para la fomentacin de las artes, agricultura,
navegacin, etc., producir en pocos aos un continente
laborioso, instruido y virtuoso, sin necesidad de buscar exteriormente nada de lo que necesite para la conservacin
de sus habitantes, no hablando de aquellas manufacturas
que, siendo como un vicio corrompido, son de un lujo excesivo e intil, que deben evitarse principalmente porque son
extranjeras y se venden a ms oro de lo que pesan; pero
como esta materia no sea de este tratado, paso a exponer
los medios que deben adoptarse para el aumento de los
fondos pblicos.
2. Tambin sentar el principio, para despus deducir, que cuando se proyecta una negociacin reflexionando su origen, medios y fines, e igualmente combinando
sus resultados bajo de datos positivos comprobados, de
cuyos clculos resulta evidentemente una cierta y segura
utilidad, sera un entendimiento animado de la torpeza,
aquel a quien proporcionndosele todos los recursos necesarios para una empresa semejante, no la emprendiese por
falta de nimo y nimiedad de espritu, y en consecuencia
de ambos axiomas, contestando a la primera proposicin
digo: Qu obstculos deben impedir al Gobierno, luego de
consolidarse el Estado sobre bases fijas y estables, para no
adoptar unas providencias que aun cuando parecen duras
en una pequea parte de individuos, por la extorsin, que
pueda causarse a cinco o seis mil mineros, aparecen despus las ventajas pblicas que resultan con la fomentacin
de las fbricas, artes, ingenios y dems establecimientos en
favor del Estado y de los individuos que las ocupan en sus
trabajos?
5. En consecuencia, despus de limpiar nuestros territorios totalmente de los enemigos interiores y asegurar
nuestra independencia, tanto para cubrir los empeos del
Estado, como para nuestros emprendimientos y dems que
sean necesarios, dbese, tomando las providencias por
bandos, papeles pblicos y beneplcito de todos los pueblos por sus representantes, proponiendo los fines de tal
emprendimiento, manifestando las ventajas pblicas que
van a resultar tanto al pobre ciudadano como al poderoso,
y en general a todos, poniendo la mquina del Estado en
un orden de industria que facilitar la subsistencia a tantos
miles de individuos, y es que despus de estas precauciones polticas, se prohba absolutamente que ningn particular trabaje minas de plata u oro, quedando el arbitrio de
beneficiarla y sacar sus tesoros por cuenta de la Nacin, y
esto por el trmino de diez aos (ms o menos) imponiendo pena capital y confiscacin de bienes, con perjuicios de
acreedores y de cualquier otro que hubiere derecho a los
bienes de alguno que infringiese la citada determinacin o
mandato, para que con este medio no se saque, ni trabaje ocultamente en algunos destinos ninguna mina de plata
u oro, y adems los habilitadores, herederos y acreedores
que tengan derecho a los bienes de algn individuo, lo estorben, celen, y no lo permitan, pues sin otra pena ms, les
cabr la de slo perder la accin que hubieren a ellos por
haber infringido aquellos esta ley, incurriendo en un delito de lesa patria; pues quien tal intentase, robar a todos
los miembros del Estado, por cuanto queda reservado este
ramo para adelantamientos de los fondos pblicos y bienes
de la sociedad.
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hacerse mejores comparaciones por ningn poltico instruido, que aquellas que hizo aquel famoso francs, en que hablando de la opulencia, riqueza, libertades y dones que por
la naturaleza posea cada uno de los distintos estados del
orbe, llegando a Portugal, dice: Portugal no es nada, pero
ni tampoco es para nada, su riqueza es la causa de su ruina,
porque si su poltica ms instruida invirtiese los tesoros que
emplea para esclavizarle, en antemurales ms respetuosos
a su dignidad, grandeza y decoro que le es debido, tal vez
sera disputado y reido por las dems naciones el merecimiento de su alianza; las historias antiguas de la Francia
y de otras naciones demuestran evidentemente que no
tantas veces solicit Portugal la amistad y alianza, como las
diferentes que se las propusieron las distintas naciones, por
sus intereses y fines particulares; no se han soterrado an
en los anales de las historias la memoria del procedimiento
y conducta que la Francia y otras naciones han usado con la
dinasta de Portugal, despus de auxiliarla, hacindola sacrificar y vendindola a sus miras particulares de ambicin
e intrigar por fines privados.
3. ltimamente, si Portugal entrase a profundizar
con ms poltica, cul es el abatimiento en que la Inglaterra
lo tiene por causa de su alianza, presto hallara la refinada
maldad de sus miras ambiciosas, pues no debe creer que
aquel inters sea por el auxilio de sus tropas, ni de su marina porque claramente se deja entender que sus fines no
son sino chuparle la sangre de su estado, extenundolo de
tal suerte que tal vez sus colonias americanas se conviertan
en inglesas algn da, porque si despus de otros fines particulares, el principal fuese la extraccin que hace de sus
frutos coloniales, qu ms podra apetecer la Inglaterra? y
entonces para qu necesitara su amistad y alianza? Bien
claramente se deja entender que para nada, quedando asimismo agradecido, en caso semejante, si pudiese conservarse en Europa por los respetos de la Espaa, si triunfase
de sus enemigos; pero Portugal se desengaar a costa de
su sangre y destruir su despotismo, regenerando sus corrompidas costumbres, y conocer los derechos de la santa
libertad de la naturaleza.
Artculo 7
En cuanto a las relaciones secretas que nuestros agentes y enviados deben desempear en los pases extranjeros,
como en Portugal e Inglaterra, son las siguientes:
1. En cuanto a este punto debo de decir que, incluyndose algunas reflexiones sobre las comisiones que deben entablar nuestros agentes en los pases extranjeros
en el artculo 4, que trata de la conducta que debemos
observar con estas dos naciones, aadir que tanto el
desempeo de aqullas como el de las dems sobre este
particular deben ser ejercidos por direccin y conducto de
conocidos talentos, no omitindoles la contribucin, ni dejando de asistirles con cuantos intereses sean necesarios,
para persuadir y apoyar nuestros intentos, siempre por
delante con las consideraciones y propuestas de intereses
benficos que les deben resultar, para poder merecer la
proteccin que necesitamos, principalmente de la Inglaterra, mediante a que conocemos en dicha nacin, en primer
lugar, ser una de las ms intrigantes por los respetos del
seoro de los mares, y lo segundo por dirigirse siempre todas sus relaciones bajo el principio de la extensin de miras
mercantiles, cuya ambicin no ha podido nunca disimular
su carcter, y bajo estos mismos principios han de ser los
que dirijan nuestras empresas hacia sus consecuciones en
aquella corte.
2. En igual manera, como sus casos han de proponerse por principios diplomticos y muy circunstanciados,
sera echar aqu un borrn con querer expresar en asuntos
tan vastos algunas reflexiones con cortas exposiciones, y, en
cuanto a que los medios que nos sean precisos tentar conocimiento de la misma Inglaterra, mientras dure la alianza con ella, o por mejor decir, la vergonzosa e ignominiosa
esclavitud en que lo tiene; pues en realidad, no pudieron
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Artculo 8
En cuanto a las comisiones y clases de negocios que
nuestros agentes y emisarios deben entablar reservadamente en las provincias del Brasil, para sublevarlas, hacindoles
gustar de la dulzura de la libertad y derechos de la naturaleza, son las siguientes:
1. Aun cuando esta materia es muy vasta y requiere
muchos y muy slidos principios, y aunque no me extienda
tanto como ella pide, en las instrucciones anunciadas, har
presente algunas de las que aqu manifiesto para el entable
de este grande proyecto. En esta inteligencia, suponiendo
que nuestra libertad e independencia de la Espaa estriba
ya en principios fijos, y que nuestras relaciones con la Gran
Bretaa se hayan estrechado a medida de nuestro deseo,
hallndose evacuada la plaza de Montevideo y puesta en
orden de defensa, tranquilizndose su campaa y haciendo volver a sus habitantes, por edictos ejecutivos, a ocupar
los pueblos y atender el curso de su comercio, industria y
agricultura, como igualmente hallndose el erario pblico
con algunos fondos, resultados de las disposiciones dichas,
que con antelacin de uno o dos aos deben haberse emprendido, entonces arreglando los batallones de milicias de
la campaa y escuadrones de caballera que deben crearse
de los habitantes de la misma, con relacin a la fuerza de
vecindario que cada pueblo tenga, se debe guardar y conservar en la plaza de Montevideo y su vasta campaa hasta
el nmero de diez mil hombres de tropa de lnea; de cuyo
nmero, seis mil deben guarnecer las fronteras, ocupando
los puestos del Cerro Largo, Santa Teresa y dems antiguos.
En la misma forma los regimientos de infantera y escuadrones de caballera de las milicias de la Banda Oriental,
hasta las mrgenes del Uruguay, deben de componerse
hasta el nmero de seis mil hombres; en los pueblos de Misiones, provincia de Corrientes y su jurisdiccin, adems de
dos mil hombres de tropa de lnea que deben mantenerse
en aquella provincia, el reglamento de sus milicias debe
ascender hasta el nmero de tres mil hombres; asimismo
en la ciudad de la Asuncin del Paraguay, adems de mil
hombres de tropa de lnea, sus milicias deben contar de
cuatro a cinco mil hombres, y en esta forma, guarnecidas
nuestras fronteras con unas fuerzas de respeto, ocupando
sus puestos, siempre las tendremos prontas para nuestros
emprendimientos y dems operaciones.
4. Los referidos agentes han de ser hombres de talentos los ms conocidos y adecuados al sistema de nuestras
relaciones; y stos, adems de desempear los proyectos
y comisiones que se les d instruidas a las circunstancias
de cada poca, deben con su poltica atraerse los primeros
magistrados de cada pueblo, estrechando sus relaciones lo
ms posible, caracterizndose con franquezas y repetidos
regalos, de manera que ganndose las voluntades de estos
principales, puedan ir fraguando sus miras polticas a aquellos designios hacia las intenciones que se solicitan.
5. Tanto a estos dichos agentes, como a todos los
comandantes de las fronteras, deben mandrseles colecciones de Gacetas de la Capital y Montevideo, lo ms a
menudo y siempre que sea posible, debindose tratar en
sus discursos de los principios del hombre, de sus derechos,
de la racionalidad, de las concesiones que la naturaleza le
ha franqueado; ltimamente, haciendo elogios lo ms
elevados de la felicidad, libertad, igualdad y benevolencia
del nuevo sistema, y de cuanto sea capaz y lisonjero, y de
las ventajas que estn disfrutando; vituperando al mismo
tiempo a los magistrados antiguos del despotismo, de la
opresin y del envilecimiento en que se hallaban, e igualmente introduciendo al mismo tiempo algunas reflexiones
sobre la ceguedad de aquellas naciones que, envilecidas
por el despotismo de los reyes, no procuran por su santa
libertad; estos y otros discursos polticos deben ser el sistema y orden del entable de este negocio, figurndolos en las
gacetas no como publicados por las autoridades, sino como
dictados por algunos ciudadanos, por dos razones muy poderosas: la primera, porque conociendo que esta doctrina
sea perjudicial, se ponga a cubierto el Gobierno de estas
operaciones, echando afuera su responsabilidad, bajo el
pie de ser la imprenta libre; la segunda, porque debe labrar
ms cuando se proclamen unos hechos por personas que
suponen los gozan, en quienes no deben suponer engao
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alguno, y este ejemplo excitar ms los nimos y los prevendr con mayor entusiasmo.
efecto se tomar en aquellos casos las providencias necesarias, a los labradores fronterizos de Portugal, tanto al pobre como al mediano, en clase de prestado, permitindoles
algunas cortas introducciones de caballos, yeguas y ganados comprados con su dinero, y siempre usando de aquella benevolencia que dejo explicada en los casos referidos,
porque son los primeros resortes que debemos tener de
nuestra parte.
10. Tanto los dichos agentes, como los comandantes de las fronteras, deben tambin atraerse los nimos
de algunos jefes de las milicias y dems tropas de cada
pueblo, particularmente de los mal pagados, que son infinitos, hacindoles presente la diferencia de tres y cuatro pesos de sueldo a la de diez y seis y diez y ocho que
gozan nuestras tropas, y a proporcin de los oficiales y
jefes; en la misma manera deben atraerse los nimos de
los comerciantes y hacendados arruinados, hacindoles
ver la fertilidad de nuestros campos; de los eclesisticos,
sin beneficios, y de todos los mal contentos, aumentando en lo posible el nmero de stos, y, haciendo sacrificios a costa del erario y del Estado, ofrecerles y proponerles todo favor y proteccin.
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14. ltimamente, nos es muy constante por las noticias que nos asisten, que en toda la Amrica del Brasil no
hay casi un solo individuo, a proporcin, que est contento
con el gobierno ni sus gobernantes, tanto por lo mal pagados, como por el despotismo de sus jefes y mandatarios,
por la cortedad de los sueldos, por lo gravoso y penoso de
las contribuciones, lo riguroso e injusto de algunas leyes,
en atencin a las que las naciones libres y ms generosas
observan; nos consta asimismo que los clamores y quejas
contra diversos particulares son infinitos, que no hay quien
no murmure de sus ministros y mandones, que llenos de
orgullo, absorben la sangre del Estado, cuando al mismo
tiempo gime de la cortedad de su sueldo el pobre soldado, hacindole injustamente consentir en la dura ley de
esclavizarlo por toda la vida; ltimamente, no hay ninguno
que desesperado de la vil sumisin y abatimiento en que
la Inglaterra tiene a Portugal, no produzca sino el lenguaje
del descontentamiento y murmuraciones contra la misma
autoridad real, y en esta suposicin, aunque esta empresa
requiere seis u ocho aos, debe de tomarse con la mayor
energa y exactitud, pues, por lo que corresponde a la cam19
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Artculo 9
En cuanto a los medios que deben adoptarse, estando
consolidado y reconocido por la Inglaterra, Portugal y dems principales naciones de la Europa, el sistema de nuestra
libertad, cul debe ser el fin de sus negociaciones entonces,
en las provincias del Brasil, con relacin a la conquista de
todo el Ro Grande, y dems provincias de dicho reino.
1. Estando todo el Ro Grande en el estado de revolucin segn y conforme llevo expresado, e internadas en
sus pueblos nuestras tropas, con antelacin deben haberse tomado las providencias para que, al mismo tiempo del
principio de estas operaciones, salga de Montevideo una
fuerza naval de diez y seis a veinte buques armados y tripulados, con todos los competentes utensilios, para que
dirigindose al Ro Grande, ocupando su barra, bloqueen
no slo el puerto impidiendo la salida, sino tambin para
estorbar cualquier socorro que pudiera entrarle de alguna
otra provincia, conduciendo al mismo tiempo del nmero
de tropas que se destine para la dicha empresa, el nmero
de mil quinientos hombres, poco ms a menos, para desembarcarlos, y operar de concierto, cuando lleguen a aquel
destino algunas de nuestras divisiones.
4. Igualmente debe procurarse que en los nuevos gobiernos que se establezcan en los pueblos, villas, y lugares,
e igualmente en los ramos particulares, intervengan siempre en sus disposiciones algunos sujetos que sean americanos y de nuestra parcialidad, que para el efecto irn con el
ejrcito; consiguientemente, se observar lo mismo en el
mando militar y en los regimientos, ponindoles uno o dos
jefes de los nuestros, que tengan un conocimiento exacto
en lo interior de sus disposiciones.
5. Antes de proceder a la disposicin de la libertad
de los esclavos, debe haberse dispuesto los nimos, haciendo publicar en todas las divisiones y pueblos, donde
haya tropas portuguesas del partido, que desde la fecha de
aquella publicacin, se les asigna, tanto a las tropas como a
sus correspondientes oficiales, los mismos sueldos que gozan las nuestras, cuyos abonos sern satisfechos por cuenta
de nuestros fondos y sin demora alguna, mensualmente.
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los pueblos que a todas las familias pobres, que voluntariamente quisiesen trasladarse a la Banda Oriental y a las
fronteras a poblar, se les costear el viaje, dndoles las
carretas y dems bagajes para su transporte y regreso, y
contemplndoles como pobladores, se les darn terrenos
a proporcin del nmero de personas, que comprenda
cada familia, capaces y suficientes para formar establecimientos, siembras de trigo, y dems labores, y esto por el
trmino de diez aos, que sern los precisos que debern
habitarlos, y pasado dicho trmino, podrn venderlos, o
enajenarlos como ms bien les pareciere, sin que el valor
de dichas tierras tengan que abonarlo. Que para el efecto
y fomento se les suministrar, en los dos primeros aos,
con algunas fanegas de distintos granos, algunas yuntas
de bueyes y vacas, para sus establecimientos, y asimismo
algunas yeguas y caballos, suplindoles para la fbrica de
sus moradas doscientos o trescientos pesos, segn lo que
dispusiere en esta parte el Superior Gobierno, como igualmente las herramientas precisas para sus labores, quedando exentos en el dicho trmino de diez aos, cualquiera de
tales familias, de servir en las milicias, ni en ningn otro
cargo que pudiera perjudicarles, y en la misma forma, en
dicho trmino, sern exceptuados de toda contribucin y
derecho de cualquier fruto que vendan o introduzcan, en
cualquiera pueblos o provincias, dependientes del Gobierno Americano del Sud.
no sean de las antiguas provincias; y para no descontentar a aquellas personas de talento, mrito y circunstancias,
se debe atraerlas y emplearlas en las provincias antiguas,
hasta que el tiempo nos asegure aquellos nuevos establecimientos.
12. Cuando se hallen las cosas en tales circunstancias,
se debe con antelacin cerrar los puertos de Buenos Aires
y Montevideo, y como que nos preparamos ciertamente a
una guerra dilatada con las provincias del Brasil y que por
aquel gabinete se nos han de hacer todas las hostilidades
posibles, se recaer en todos nuestros destinos sobre los
bienes, caudales y buques portugueses que se hallasen en
aquella actualidad, confiscndolos para los fondos pblicos, de todos los individuos que sean de cualquier destino
de las dichas provincias menos del Ro Grande y dependencias, que en tal caso es ya de nuestra pertenencia, no debindose entender esto con los bienes de los portugueses
avecindados y afincados, pues para estorbar algunos daos
que en recompensa nos puedan hacer, estorbaremos las
salidas anteladamente, con disimulo, de nuestros puertos,
a aquellos destinos, y a los dichos portugueses se considerarn como prisioneros.
ltimamente, se observar en las dems materias que he
expuesto para los americanos, en los dichos establecimientos nuevos, el mismo sistema, orden, prctica y gobernacin
poltica en todas sus partes, y estando sancionado completamente el sistema de nuestra libertad en toda la Amrica
del Sud y conquista del Ro Grande, deben guarnecerse
bien las fronteras portuguesas que miren a las provincias
de Minas, picada de San Martn y detrs pasos que estorben
la entrada a dicho Ro Grande, como igualmente su dicha
barra, repitiendo asimismo que omito el hacer reflexiones
acerca de varios puntos de poltica y rgimen que me ocurren, mediante a que instruir completamente de todas mis
ideas la obra que tengo ofrecida y mediante a que me consta
tambin que sobre otros objetos se han tomado a las providencias que sern suficientes a llenar el hueco del empeo
de nuestra grande obra y por mis conocimientos resuelvo
abiertamente que debemos decidirnos por el rigor, intrigas y
astucias, que son las que nos han de poner a cubierto y conducirnos a nuestros fines, dejando para cada tiempo lo que
le pertenece, pues lo que se hace fuera de l nunca sale bien.
10. En la misma forma, todos los vecinos del Ro Grande y su campaa y todos los que extrajeren de dichos pueblos, o introdujeren por tierra y mar, en su entrada y salida,
por el trmino de cinco aos, cualquiera clase de frutos, no
pagarn sino la mitad de los derechos nacionales que estuvieren estipulados en las dems provincias del Gobierno
Americano, entendindose esto tambin con los que navegaren a dichos destinos, aun cuando no fuesen vecinos de
dichos pueblos.
11. Hasta no radicarse totalmente sobre bases fijas y
estables nuestros derechos de conquista en aquellos destinos, no debe fiarse los primeros cargos en personas que
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El seor Eduardo Madero preparaba su historia del puerto de Buenos Aires, encontr el documento anterior en el
Archivo General de Indias de Sevilla, e hizo sacar de l una
copia; pero como no le fuera til para su obra, envi dicha
copia al seor General Bartolom Mitre. Este, a mediados
del corriente ao, tuvo la fineza de ofrecerla al Ateneo, para
que el documento se incluyera entre los escritos de Moreno.
Sin embargo, no fue posible aprovechar la copia ofrecida
por el seor General Mitre, porque se le haba extraviado, y
pesar de todo su empeo no logr encontrarla.
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