206 71 PB
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206 71 PB
Boletn
Oficial
91
Director General
Alfonso de Maria y Campos
Secretario Tcnico
Miguel ngel Echegaray
Secretario Administrativo
Eugenio Reza
Coordinador Nacional de Difusin
Benito Taibo
Director de Publicaciones
Hctor Toledano
Editor
Benigno Casas
Editor invitado
Benjamn Muratalla
Cuidado editorial
Hctor Siever
Demetrio Garmendia
Diseo
Efran Herrera
del
Instituto
Nacional
de
Antropologa
Historia
ENERO-ABRIL DE 2011
Colaboradores
Marcelo Abramo Lauff
Solange Alberro
Jess Monjars-Ruiz
Paulina Alcocer
J. Arturo Motta
Beatriz Braniff
Benjamn Muratalla
Johannes Neurath
Beatriz Cervantes
Jaime Corts
Roberto Escalante
Marta Romer
Antonio Saborit
Rafael Tena
Jess Juregui
Irene Jimnez
Julia Tun
Franoise Vatant
Laura Magri
Samuel Villela
Marcus Winter
A N T R O P O L O G A
Presentacin
2
La msica como medio de comunicacin entre el
hombre y las deidades en la sociedad mexica
Rafael Chaveste Navarrete
11
16
Censura de la Inquisicin:
231 aos de un son mexicano
Alejandro Martnez de la Rosa
22
27
32
De prodigios y escndalos:
msica y fiesta o la descripcin
de lo popular segn los escritores del siglo XIX
Roque Alarcn Guerrero
36
42
47
55
72 Nadia Romero
Las piezas musicales de la Tierra Caliente del Balsas:
mestizaje, contextos y cultura propia
78 Raquel Paraso
El son mariachero de La Negra: de gusto regional
independentista a aire nacional contemporneo
85 Jess Juregui
Nostalgia por una patria imaginada:
la msica del mariachi en la antigua Yugoslavia
Presentacin
los dos acontecimientos histricos; prefirieron dedicarse a aspectos poco conocidos pero de sobra significativos.
As se habl de sones, valses, polcas, jarabes,
romanzas, zarzuelas, corridos y danzones; teatros y
kioscos, plazoletas y pulqueras; pianos, armnicas
y salterios; paseos y catedrales; prohibiciones inquisitoriales y efervescencias nacionalistas; derroches
afrancesados y correras revolucionarias, todo ejemplificado, indiscutiblemente, con las msicas que han
sido tambin protagonistas, de primer orden, de la
historia.
En este foro el homenajeado fue Tat Benito Sierra
Flores, inspiradsimo pireri de Charapan poblacin localizada en el corazn de la Sierra de Michoacn, autor de una amplia cantidad de pirecuas
compuestas sin el apoyo de la escritura ni de la notacin musical. Asimismo, hubo presentacin de importantes libros y discos sobre la temtica.
a msica ha formado parte de la historia del hombre y es difcil establecer su origen, pero sin duda es tan vieja como la humanidad. Esta
expresin cultural ha tenido como fin, entre otros, transmitir valores a la
sociedad y dar lugar a la misma cohesin social; pero en un primer
momento es resultado de la relacin del hombre con la naturaleza, y al tratar de entender su entorno, el hombre lo imita y crea un nexo.
La manera de entender y usar la msica en nuestra sociedad dista
mucho de lo que pudo haber significado en la sociedad mexica. A raz de
la llegada de los espaoles en el siglo XVI, y la posterior conquista de
Mxico-Tenochtitlan, gran parte del registro de la msica de esta sociedad, como la de otras ms, fue perseguida y destruida debido a la incomprensin por parte de quienes llegaban del Viejo Mundo, pues
consideraban que la msica mexica, as como toda manifestacin cultural
de esta sociedad, era concebida como producto del demonio.
De esta manera, y con fines evangelizadores, frailes de distintas rdenes
realizaron manuscritos en los que se trat de plasmar todo lo relacionado
con la vida de estos pueblos, sus costumbres y tradiciones. Es a partir de
esas obras que podemos tener una nocin de la importancia religiosa que
tuvo la msica mexica, como uno de los medios por los que el hombre creaba un vnculo con la divinidad.
Entender la funcin e importancia que pudo tener la msica mexica
en los aos anteriores a la llegada de los espaoles, en su contexto ritual
y religioso, es de lo que se trata en este trabajo, en el que, con el manejo
de algunas fuentes que se mantienen hoy en da, al corroborarlas con el
pensamiento mexica, se trata de ver el carcter de la msica en torno a
la relacin del hombre con la naturaleza y su presencia en los rituales, en
donde la comunicacin con la divinidad fue el primer propsito que se
persigui.
*
En este relato se pueden resaltar dos cosas bsicamente, el origen divino de la msica, la cual es para
venerar a los dioses, y el carcter sagrado que se les est
atribuyendo tanto al huhuetl como al teponaztli, los
cuales seran considerados seres sagrados y le dan vida
a la misma msica.
Por otra parte, en el mundo mesoamericano el hombre tena con la naturaleza una estrecha relacin, cuyo
dominio significaba la sobrevivencia y legitimidad del
grupo dominante; el hombre tuvo que idear maneras
para conseguir el favor de los dioses; la msica fue un
medio para lograrlo pues imitando los sonidos de la
naturaleza, desde donde la divinidad se manifestaba, se
creaba un puente entre el mundo terrenal y el divino.
De acuerdo con la cosmovisin mexica, producto de la
tradicin mesoamericana, la naturaleza era regida por
la voluntad de los dioses, quienes regulaban el ciclo de la
vida y todo lo relacionado con los fenmenos del medio ambiente; la manera de poder mantener el equilibrio, o intentar mantenerlo, fue mediante el ritual, en
donde el uso de la msica estuvo presente y funcion
como uno de los medios por el cual se lograba contactar y adentrarse en ese complejo mundo, donde la divinidad era presente.
Johanna Broda et al., dicen al respecto, La cosmovisin es la visin estructurada en la que los antiguos
mesoamericanos combinaban de manera coherente sus
nociones sobre el medio ambiente en que vivan y
sobre el cosmos en que situaban la vida del hombre.2
De igual manera, en el pensamiento mexica se conceba el plano terrestre con forma de una cruz en donde
a cada extremo se le atribua un color, un signo y un
soporte por los cuales se daba el flujo de las fuerzas,
tanto de los pisos celestes como del inframundo, siendo el centro de aquella cruz el lugar donde se llevaba a
cabo el equilibrio de estas fuerzas, de los opuestos complementarios.
Por otro lado, y retomando a Alfredo Lpez Austin,3 en el pensamiento mexica hubo una doble naturaleza del tiempo y del espacio: el tiempo-espacio de
los dioses y el tiempo-espacio de las criaturas, donde el
hombre estaba presente. Los dioses no slo habitaron
su tiempo-espacio original y ajeno, sino tambin el habitado por las criaturas y eran los encargados de animar
y destruir todo lo creado por ellos mismos. De esta
manera es como el hombre, en su preocupacin, sinti
la necesidad de crear un mecanismo por el cual se
pudiera tener un contacto con la divinidad: el ritual fue
parte de esta necesidad, donde los sonidos de los instrumentos fueron parte de este acercamiento.
El fraile dominico fray Diego de Durn describe las
fiestas mexicas en su Historia de las Indias de la Nueva
Espaa e Islas de Tierra Firme, escrita en la segunda
mitad del siglo XVI; ah recoge informacin valiossima
respecto a las formas en que eran realizadas y se llevaban a cabo esas celebraciones. En esas descripciones
aparece el caso de Toxcatl, lo cual permite conocer la
funcin de la msica en el ritual como un medio de
comunicacin entre el hombre y las deidades:
2
Johanna Broda, Stanislaw Iwaniszewski y Arturo Montero,
Arqueoastronoma y etnoastronoma en Mesoamrica, Mxico, IIHUNAM, 1999, p. 462.
3
Alfredo Lpez Austin, Los mexicas ante el cosmos, en
Arqueologa Mexicana, vol. XVI, nm. 91, 2008, pp. 24-35.
Jaime Enrique
Cornelio Chaparro*
A
Mestizaje musical
novohispano
El Renacimiento
ay ciertas caractersticas que tipifican a la msica del Renacimiento y una de ellas es el auge de la polifona, la cual consiste en la creacin de
un estilo de composicin, de una tcnica basada en el equilibrio de las
voces. Se compona a varias voces pero ninguna de ellas era ms importante que la otra, sino todas iguales; no exista la primera, la segunda, tercera
o cuarta voz. La soprano, la contralto, el tenor y el bajo tenan la misma
importancia, todas cantaban una meloda, lo que se conoce como contrapunto imitativo. Ese rasgo domin a buena parte de la msica religiosa o
profana del Renacimiento y la encontramos en todos los pases de Europa.
Cuando los misioneros llegan a la Nueva Espaa, y con ellos los compositores a las catedrales, traen esa slida tcnica y esa capacidad de crear,
que se refleja en el repertorio que se utilizaba en la poca renacentista.
Es importante sealar que las capillas musicales que se fundan en las
catedrales americanas, y de esto no est exenta la Nueva Espaa, se fundan siguiendo el modelo de organizacin de las catedrales de Sevilla y de
Toledo. Por lo tanto, la msica de los maestros de estas catedrales se conoci en la Nueva Espaa.
Este estilo de desarrollo en la ejecucin de msica polifnica implicaba
no solamente la parte vocal, que era sustancial porque se decan los textos
de la liturgia, sino tambin la parte instrumental.
Como
*
Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Autnoma del Estado de Mxico. Es
miembro del Sistema Nacional de Investigadores (2007) y Miembro del Registro Conacyt
de Evaluadores Acreditados en el rea de Ciencias Sociales y Econmicas. [jccuaem@
yahoo.com.mx]
con los villancicos espaoles y con los villancicos portugueses, aportan elementos novedosos.
Uno de ellos es la composicin de versos en lengua
nhuatl, para indios, pero adems con la incorporacin
de los ritmos llamados ymbicos, caractersticos de los
ritmos de las danzas indgenas de concheros.
El villancico en el siglo XVII tiene una importancia
enorme en toda la cultura hispanoamericana, es el
elemento tolerado, incorporado a la liturgia, pero nicamente en el mbito hispanoamericano, ya que esto no
ocurre en Francia, ni ocurre en otros pases catlicos.
Aparecieron varias formas del villancico, y una de
esas formas tpicas fue el llamado negro, que capturaba
los elementos rtmicos de las msicas que cultivaban
las comunidades negras tradas de frica durante el
siglo XVI.
Estos villancicos negros lo que hacan era recuperar
las formas de expresin de las comunidades negras,
entre ellas la parte rtmica y el canto responsorial, es
decir, el canto antifonal, el cual consiste en que un coro
le responda a una sola voz, prctica que perdura hasta
el da de hoy.
Estos villancicos polifnicos no eran villancicos para
que los cantaran los negros, eran villancicos para interesar a los negros a venir al templo, encontrar un elemento de conexin de identidad. A estos villancicos se les
llam negros, guineos, negrillos, negritos, negritas, etctera, donde se incorporaban trminos que solamente
tenan valor fontico. Trminos como: burumb,
burunba, usia, usie, zumbacate, etc., no tienen significado pero dan color, digamos que negrean la pieza.
Algunas interpretaciones modernas han incorporado las pailas o percusiones. En este sentido, hay
muchas dudas en cuanto a que las percusiones hayan
sido aceptadas en un mbito catedralicio, ya que no se
ha encontrado ninguna referencia de msicos ejecutando percusiones en estos espacios religiosos.
Podemos imaginar lo festivo que resultaban estos
villancicos en el seno de la catedral, lo que provoc
incluso las protestas y la censura del Santo Oficio. El
caso es que a lo largo de ese siglo todas las catedrales
tuvieron sus villancicos.
Para componer los villancicos se contrataba un
poeta que escriba los textos, los cuales eran entregados
10
Msica novohispana
de los siglos XVI y XVII:
manifestacin sincrtica de lo
europeo e indgena
l inicio del siglo XVI trajo a las tierras del nuevo continente una
nueva religin, junto con una nueva cultura en todas sus manifestaciones.
Los procesos de la evangelizacin y colonizacin iniciados inmediatamente despus de la Conquista abrieron las puertas del Nuevo Mundo a las
importaciones culturales europeas dentro de las cuales la msica se ubic
en un lugar privilegiado.
Como lo confirman las crnicas de la poca, el proceso de la evangelizacin se realizaba en una estrecha relacin con el proceso educativo en
todos sus aspectos. Los frailes de las rdenes enviadas a estas tierras estuvieron:
[] enseando a los indios no solo la Doctrina Evanglica, que era el principal intento, sino polica: ensendoles no solo vivir bien, sino a vivir absolutamente. Formaron sus pueblos en tan buena disposicin, que hoy son
hermossimas ciudades [] les ensearon las costumbres morales y polticas
[] porque la gente estaba tan inculta, que ni comer saba, ni vestirse, ni
hablarse a lo menos con cortesa, y humanidad: y todo lo han enseado las tres
religiones en esta tierra con tanta perfeccin, que hoy compite en religin, y
polica con toda Europa.1
11
12
13
Siguiendo este curso de compenetracin de las culturas, con el tiempo Nueva Espaa contaba no solamente con buenos ejecutantes de la msica religiosa
europea (constantemente actualizada), sino con su propio repertorio y sus compositores de origen indgena.
Muchos de ellos annimos, como el que menciona
Motolina hablando de los cantores indios de Tlaxcala:
un indio de estos cantores, vecino de esta ciudad de
Tlaxcala, ha compuesto una misa entera, apuntada por
puro ingenio, aprobada por buenos cantores de
Castilla que la han visto,14 otros conocidos de nombre
12
14
15
16
Ibidem, p. 246.
Fray Bartolom de las Casas, op. cit., p. 34.
su techo: los angelitos-msicos tocando diferentes instrumentos musicales europeos. Podemos ver flautas,
violas (da gamba y da braccio), arpas, dulzainas, sacabuches, bandurria, guitarra, vihuela, fagot y rgano de
coro el nico instrumento a cargo no de un angelito, sino de santa Cecilia, patrona de los msicos. Las
imgenes de los instrumentos son lo suficientemente
fieles para confirmar el contacto de los entalladores
con los originales. No hay duda de que, para poder realizar los relieves, los artistas tenan que tener contacto
con los instrumentos en cuestin; conocan los detalles
de su construccin y la tcnica necesaria para su uso
(aunque fuera nada ms por observacin). Llama atencin tambin la formacin de los mismos angelitosmsicos. En su mayora estn formados en parejas
ubicadas en semicrculo sin seguir, aparentemente, una
determinada regla de instrumentacin. De la misma manera aparece una pareja de instrumentos de viento (dulzaina y corno), que una de instrumentos mixtos (flauta
y viola da braccio, o flauta y guitarra). Esta libre formacin de los msicos se podra comparar con la utilizada en las procesiones del pueblo: sin reglas fijas ni
formaciones rigurosas. Resulta significativa la colocacin
de los grandes instrumentos de cuerda, como arpa y viola
da gamba, y del rgano. Los tres aparecen como instrumentos solos y en una visible distancia de los dems, lo
que tal vez era el resultado de la consciencia de que ninguno (por su tamao y tcnica) pudo formar parte de
una procesin, pero de todas maneras estaban presentes
en las ejecuciones realizadas dentro de la iglesia.
La iconografa musical de la iglesia de Santa Mara
de Tonantzintla temticamente se acerca a la de Acatepec, con la diferencia de que los instrumentos se
encuentran en las manos de msicos indgenas. Este
peculiar conjunto musical recibe a los fieles en la puerta de la iglesia: todos los relieves se encuentran en el
arco de la entrada. Los instrumentos en las manos de
los msicos indgenas nada tienen que ver con los instrumentos tpicos de su cultura. Igual que en la iglesia
de Acatepec, tampoco en la de Tonantzintla encontraremos imgenes de conchas, silbatos, sonajas o tambores. El conjunto est compuesto por los instrumentos
europeos: violas da gamba y da braccio, bandurria,
fagot, corno y flauta. Las imgenes de los msicos estn
mezcladas con las del pueblo asistente. Aparecen libremente entre las plumas que adornan las cabezas de los
nobles y guerreros y la multitud de la gente ordinaria de
su comunidad indgena. Tomando en cuenta este entorno, la presencia de los instrumentos musicales europeos
tiene un especial significado. Confirma los relatos de los
cronistas, afirma la gran aceptacin de la msica europea
por parte de los nativos de la Nueva Espaa y su activa
participacin en el proceso de la formacin de esta
nueva y sincrtica cultura musical novohispana.
Esta afirmacin se podra debatir con el argumento
de que ambas iglesias fueron adornadas bajo la supervisin de los religiosos, cuya influencia y decisin eran
fundamentales y los artesanos indgenas se limitaron a
realizarlas. Sin embargo, me atrevera a decir que si las
imgenes de los instrumentos musicales incluidas en
ambas iglesias hubieran sido impuestas sin ser conocidas y plenamente aceptadas por los artistas entalladores, seguramente stos no se habran esmerado en
plasmarlas tan detalladamente. Es posible que tampoco
hubieran dejado fuera las imgenes de sus propios instrumentos; alguna concha, un pequeo teponatztli, una
sonaja fcilmente tendran cabida dentro de la variedad
y extensin del proyecto decorativo. Tal vez en la iglesia
de Acatepec hubieran sido ms visibles, pero en la de
Tonantzintla su presencia podra pasar desapercibida y
no obstante tampoco se encuentran all.
Las imgenes de los ngeles
tocando los instrumentos europeos aparecen en las pinturas que
adornan las catedrales de la ciudad
de Mxico y de Puebla. Las esculturas del mismo tipo se encuentran en forma de ornamentos de
las cajas de los rganos de las mismas catedrales. Sin embargo todas
fueron pintadas o talladas por los artistas europeos. Los entalladores indgenas dejaron el testimonio de la presencia de los
instrumentos europeos en las iglesias de Acatepec y
Tonantzintla, pero slo en esta ltima incluyeron las
imgenes de los msicos de su propio pueblo usndolos. De esta manera dejaron una valiosa muestra del
funcionamiento de lo europeo sobre el suelo indgena.
15
Ral Heliodoro
Torres Medina*
A
urante tres siglos, la Nueva Espaa vio surgir diversas agrupaciones musicales, la mayor parte dedicadas al ejercicio de la msica eclesistica, y adscritas en catedrales, parroquias, iglesias y conventos erigidos a lo
largo del virreinato. Sin embargo, fuera de la tutela del clero catlico tambin se formaron capillas independientes o extravagantes que no tenan
nexos permanentes con la Iglesia. El trmino extravagante se ha encontrado desde el siglo XVII en documentos de diversas ciudades espaolas como
Antequera, Granada, Toledo y Cdiz.1
En la Nueva Espaa hallamos referencias acerca de las capillas ambulantes o extravagantes desde el primer cuarto del siglo XVII.2 Sus msicos
se dedicaban a trabajar en las ceremonias de iglesias y conventos del clero
regular o se contrataban directamente con los feligreses. Se piensa que
tenan corta vida como organizacin laboral y muchas estaban integradas
por msicos no profesionales. Adems, resultaban una competencia, a
veces desleal, dentro del mercado de trabajo novohispano. Por ejemplo,
existe constancia de conflictos entre capillas ambulantes y la capilla de la
catedral de Mxico. Hemos denominado a este tipo de disputa: la lucha
por los espacios de trabajo, es decir, la manera en como los msicos trataban de agenciarse la mayor cantidad de dinero a costa de las celebraciones litrgicas. El desacuerdo que ahora expondremos gira en el mismo
tenor, aunque en un escenario diferente y con distintos actores.
El presente estudio aborda la desavenencia entre dos agrupaciones
musicales de fines del siglo XVIII y principios del XIX. Una querella susci-
*
Profesor-investigador de tiempo completo, Universidad Autnoma de la Ciudad de
Mxico, plantel San Lorenzo Tezonco. Coordinador del Seminario Permanente de Historia
y Msica en Mxico. [lenguaconalas@gmail.com]
1
Javier Marn Lpez, Msica y msicos entre dos mundos: la catedral de Mxico y sus
libros de polifona (siglos XVI-XVIII), tesis de Doctorado, Granada, Universidad de Granada, 2007, p. 261.
2
Ibidem, pp. 260-268; Ral Heliodoro Torres Medina, La capilla de la catedral de
Mxico durante la segunda mitad del siglo XVIII, tesis de Doctorado, Mxico, UNAM,
2010, pp. 211-248.
16
17
18
propia capilla parroquial conforme a su calidad musical, por vivir en su misma feligresa o por evitar disturbios. El sacerdote estara a cargo de supervisar la
permanencia de los tres cantores en la jurisdiccin y
nicamente podran ser apartados de su oficio si mostraban mala conducta. Asimismo, deba poner cuidado
en la calidad del canto para dar mayor lucimiento al
culto y tena que vigilar el correcto vestuario de los cantores, para que asistieran en traje regular y no como
les viniera en gana, a fin de evitar las habladuras de la
gente.8
Villegas continu con el proceso y solicit que los
autos originales fueran remitidos de Puebla a la
Catedral de Mxico, para que all se calificaran, lo que
no ocurri. Al parecer, el obispo y su provisor haban
prestado odos sordos a los pedimentos del maestro,
poniendo trabas al seguimiento de la causa. Aunque el
7 de septiembre de 1802 se le admiti el recurso de
apelacin, Villegas afirm que Gamero continuaba
acaparando los entierros por ms que lo resisten las
disposiciones cannicas, la costumbre, la posesin
inmemorial y la prctica comn. Sin embargo, los
costos ocasionados por el litigio empezaron a resultar
muy pesados para estos hombres por ser todos unos
pobres. En carta del juez provisor y vicario capitular
del Arzobispado de Mxico, Jos Mara Bucheli, se cit
a Gamero o, en su representacin, al procurador, para
que acudiera al Provisorato. Gamero desisti de seguir
litigando con Ignacio Villegas por no tener con qu
solventar los gastos de comparecencia y pidi que el
8
Las disposiciones se aadan a los muchos deberes que el cura
prroco tena en su templo, pues aparte de la administracin de los
sacramentos, tarea primordial de su ministerio, tambin realizaba
labores administrativas y domsticas. Taylor afirma que los curas
de finales de la poca virreinal se empearon en edificar y reconstruir sus iglesias. Algunos pusieron atencin en colocar campanas,
altares colaterales, ornamentos o dotar de instrumentos musicales,
pinturas, etctera. Por ejemplo, el cura de Tacuba, Toms de
Arrieta, contaba con una orquesta que tocaba en las misas del
Seor Sacramentado, especialmente los das jueves y domingos
primeros de mes. El cura Daz y Tirado era uno de estos ministros
empeados en el exacto funcionamiento administrativo de su
parroquia, lo cual se reflejaba en el esmero que pona para el buen
arreglo de sus trabajadores; William B. Taylor, Ministros de lo sagrado: sacerdotes y feligreses en el Mxico del siglo XVIII, 2 vols., Zamora,
El Colegio de Michoacn, 2008, pp. 238-243. AGN, Historia, vol.
578A, exp. 1, f. 84v, 1793.
19
En la parte prctica, contratar una capilla extravagante implicaba que el funeral comenzara en silencio,
pues no se cantaba el primer responso porque los msicos alquilados esperaban el cuerpo en la iglesia de su
sepulcro, en tanto que el funeral daba inicio en la
iglesia del depsito.13 La parroquia no poda llevar
sus cantores porque los deudos no los haban pagado;
por tanto, la carencia de msica durante una parte del
recorrido funerario demeritaba el evento. En lo econmico significaba un doble gasto: por un lado satisfacer
a los msicos parroquiales, por ser su derecho, y por el
otro pagar a la capilla fornea por su trabajo.
Por su parte, el argumento de Villegas tena como
puntal la voluntad de las congregaciones y particulares.
Pensaba que todos los msicos, incluidos los de la catedral, no eran ms que unos ministros subalternos que
se alquilaban al contento de los fieles para oficiar sus
celebraciones. Los deudos contaban con libertad expresa de contratar una capilla a su gusto y ningn msico
poda quitarles ese derecho.14 As,
[...] est bien que cuando los herederos y devotos no llaman para sus entierros y funciones a otros msicos de la
La participacin de los cantores en un entierro sin misa de
cuerpo presente alrededor de 1688 y 1689 era la siguiente: el sacerdote se diriga a casa del difunto y ah le cantaba un responso
(Memento mei Deus), al trmino los cantores entonaban la letana
(Kyrie eleison) hasta la iglesia donde se iba a depositar el cuerpo.
Cuando llegaban al lugar cantaban otro responso (Subcnite Sancti
Dei). Luego que el cuerpo era llevado a la sepultura el maestro de
capilla cantaba la antfona (In paradisum deducant te Angeli), despus el sacerdote entonaba otra antfona (Ego sum) y los cantores
seguan con el Benedictus (Benedictus Dominus Deus Israel).
Cuando el sacerdote llegaba a la sepultura la bendeca con una oracin (Deus cuius). El sacerdote bendeca el cuerpo y la sepultura
con agua bendita y posteriormente les pasaba el incienso tres veces.
Se depositaba el cuerpo en la sepultura y se repeta la antfona Ego
sum; ngel Serra, Manual de administrar los sacramentos..., Mxico,
Joseph Bernardo de Hogal, 1731, pp. 38-40.
14
Villegas afirmaba que estos derechos parroquiales estaban
canonizados por la Sagrada Congregacin de Ritos, por la Rota
(nombre que designa a dos tribunales superiores eclesisticos: La
Sagrada Rota Romana y La Rota Espaola), y por otras decisiones
clarsimas que no dejan duda y como por otra parte, por principios
de derecho comn, los privilegios y gracias no se entienden concedidos con perjuicio de tercero, en esto nos fundamos, para ocurrir a el
que el maestro de capilla del seor San Jos nos quiere aparejar cuando l cree lcito asistir (como acaba de hacerlo con sus oficiales todos),
aun a algunos entierros que en ajena feligresa se ha realizado.
13
20
Los textos presentados exponan legalmente la postura de Villegas, con ello sus dichos contaban con un
sustento jurdico que validaba an ms su postura ante
el prroco y sus msicos.
Por ltimo, Villegas argument que los dos o tres
cantores mencionados en ley 6 de la Recopilacin, oficiaban los entierros y funciones slo por el inters
expreso de los feligreses. Dejaba en claro la autonoma
de los cantores para trabajar, y la de los fieles como
rbitros y moderadores de esa pompa, por la libertad
absoluta que la Sagrada Congregacin les declara y
protegen las leyes reales de Indias. Segn su dicho, el
prroco no deba ser una especie de asentista de la
msica eclesistica, y los cantores adscritos a las parroquias, por ms que vivieran del altar, tenan que sujetarse a los contratantes.
Conclusiones
21
Alejandro
Martnez de la Rosa*
A
Censura de la
Inquisicin:
231 aos de un son mexicano
*
Doctor en Historia por la Universidad Autnoma Metropolitana y candidato a doctor en Etnomusicologa por la UNAM [de_la_rosaalejandro@hotmail.com]. Ha publicado
diversos estudios sobre la msica tradicional del suroccidente de Mxico, adems de interpretar varios gneros musicales del pas. Actualmente es docente en la Universidad de
Guanajuato.
1
El texto de la denuncia (AGN, Inquisicin, vol. 1178, exp. 2, ff. 24-41) se puede consultar en Maya Ramos Smith y Patricia Cardona Lang (coords.), La danza en Mxico.
Visiones de cinco siglos. Volumen II: Antologa: Cinco siglos de crnicas, crtica y documentos
(1521-2002), Mxico, Conaculta/Escenologa, 2002, pp. 111-117.
22
Lo ms interesante resulta que el capelln deja escrito que quien ense este baile fue un Demonio (que
ya se fue) en forma de Muger que bino de Bayadolid,
23
expresada su familia el modo en que lo bailaban, repitiendo la letra de los versos. A la noche siguiente repitieron otro fandango con el propio convite, y acistencia
de dicha muger; el boticario acudi a ver si estorbaba el que se cantase, y bailase, dicho son, pero mand
a retirar a su familia a casa pues todos le pedian a el
comensarlo. Fue as como el boticario decidi informar al reverendo Francisco Snchez, a lo que el padre
le pidi trasuntase el modo de versos, y explicacin de
dicho baile, lo cual hizo con ayuda de su familia. La
resolucin del Tribunal fue recordar los edictos de
1766 y 1767 sobre la denuncia del Chuchumb
donde quedaban prohibidos todos los sones, coplas, y
bailes desonestos.
A fines de la Colonia
24
bajo, porque se me negaba por miedo de que la condenara. Sin embargo, Miguel Prez delat que Antonio
Valds, junto con los dems asistentes al fandango, se
havian divertido toda una noche y, es ms, el propio
Miguel Prez asisti con su familia a dos fandangos.
Lo que surge del estudio de la denuncia en este
aspecto son dos reflexiones: 1) la gente, no precisamente el vulgo, poda asistir a los fandangos y divertirse y, 2) que lo que se denunci ante el reverendo de
Celaya no fue el hecho de que hubiese fandangos, sino
de que el baile y las coplas de Los Panaderos eran
irreverentes para la religin. Recordemos que sin
excepcion de personas concurrentes salan a bailar, y
cantar y que no queda Grande, ni chico, y quanta
mexcla hay sea la que fuere que no salga, a hazer algo.
El mismo Miguel Prez, al momento de retirar a su
familia, slo encargo a el dueo del fandango no permitiese aquella cantada y baile. Lo ms desconcertante es que aun el propio fraile se disculpara ante el
Tribunal de no denunciar inmediatamente (desde
enero de 1779) por temor que fuese algun rumor
popular, o secreto delicto de alguna familia, temiendo que fuese falsa o oculta, y solo reducida a una u otra
casa particular. Es decir, lo que se denunci fue el
escndalo colectivo de este son.
En el siglo XX
sobre los ejecutantes; suponemos que al decir huapango, se trata de un tema en 6/8 interpretado por un tro
huasteco.
En 1942, el folklorista Vicente T. Mendoza recogera una cuarteta de Los panaderos en Atotonilco el
Grande, Hidalgo, clasificado entre las piezas de origen
regional espaol, aunque no refiere datos sobre el
baile.2 Unos aos despus, en un libro que hizo en conjunto con su esposa Virginia R. de Mendoza sobre el
folclore de la regin central de Puebla, Vicente T.
Mendoza cita tres versiones de Los Panaderos.3 La
primera procede de Cholula, y fue recogida en 1939;
los versos vienen acompaados con una transcripcin
musical, pero no hay ninguna descripcin del baile que
lo acompaa. Es particularmente interesante la mencin de que se acostumbra cantar en los velorios de
nios, en las posadas y algunos bailes. La segunda versin procede tambin de Cholula y fue recogida en
1951. Aqu no presenta transcripcin musical ni descripcin del baile.
La tercera versin es la ms completa, recogida tambin en Cholula en 1951. La descripcin es la siguiente:
Sale una mujer con un sombrero en la cabeza da una
vuelta por la sala y se lo pone al joven que ms le gusta.
Bailan los dos, pero separados y al mismo tiempo.
Cantan:
Por gusto de los seores (bis)
que se sienten un ratito. (bis)
As lo hace, se levantan y vuelven a cantar:
Por gusto de los seores (bis)
que se arrimen otro poquito. (bis)
Despus de que lo hace, les cantan:
Por gusto de los seores (bis)
que se espulguen un ratito. (bis)
El hombre se acuesta en las rodillas de la mujer y sta
hace que lo espulga, en ocasiones le prende un cerillo y l
ni se da cuenta, hasta que los concurrentes se lo advierten
2
25
cual no podr negarse. As, se logra una mayor participacin del pblico. Por lo regular los msicos tocan distintos huapangos intercalados con las coplas de los
Panaderos con la finalidad de hacer que los bailadores
demuestren sus habilidades para zapatear.9
unque falta un anlisis musicolgico y lrico profundo, resulta obvio que las versiones tienen sus caractersticas propias; sin embargo, es innegable que se trata
del mismo son de la denuncia colonial. Resulta irnico
que el padre denunciante asuma en 1779 que el son del
Chuchumb oy se conoce solo por el nombre, a una
dcada de distancia de ser supuestamente abolido,
pues gracias a estos casos de Inquisicin podemos
corroborar que la tradicin musical de los mbitos
rurales tuvo sus mecanismos para que el son de Los
Panaderos sobreviviera ms de dos siglos en el extenso
y variado territorio mexicano, por lo que estoy seguro
que es una de las manifestaciones dancstico-musicales
ms longevas de Mxico; un factor de identidad que
sera bueno recordar en este nuevo siglo.
26
9
Gonzalo Camacho (notas DC), Sones indgenas de la Huasteca,
Mxico, Conaculta, 2006.
10
Antonio Garca de Len, Sones compartidos. Huasteca.
Sotavento. Tierra Caliente, Mxico, Conaculta (librillo DC), 2006.
11
Ral Vlez Calvo y Efran Vlez Encarnacin, Vmonos al
fandango! El baile y la danza en Guerrero, Mxico, Conaculta/
Gobierno de Guerrero, 2006; Isaas Alans, La msica de Guerrero.
Del surco a la guitarra, conjuro y memorial, Mxico, Fondo
Editorial Hojas de amate, 2005.
La cultura Biedermeier
27
28
derechos de la mujer y creando una total dependencia al marido. El discurso de las instituciones
se encargara de generar una sociedad machista,
limitando al mismo tiempo las capacidades de la
mujer.
Msica y romanticismo en Mxico
Se requiere de un trabajo ms minucioso para identificar los elementos exactos correspondientes a cada
corriente artstica, ms para fines de este artculo con el
trmino de romanticismo me referir a las prcticas
artsticas y musicales, teniendo presente que los elementos Biedermeier pueden estar presentes en la cultura del Mxico independiente.
9
El romanticismo toma diferentes matices en diferentes pases;
el romanticismo mexicano difiere del alemn, del checo o del venezolano, y vara su temporalidad como tardo, temprano, entre
otros. Tambin vara dependiendo de las artes de que provenga.
Ms an en concepcin pues poda existir un romanticismo conservador y otro reaccionario en el mismo tiempo y espacio. En
Mxico y en todos los pases, el romanticismo se manifest en funcin del estrato, el tiempo y el estilo.
29
30
as piezas musicales deben considerarse como muestras de la interpretacin por parte de la mujer en aquella poca, y no como una seleccin representativa del
periodo. Es necesario incluir ms ejemplos para obtener
los diferentes discursos pertenecientes al siglo XIX pianstico.
La primera pieza es una polka, que bien puede ilustrar el ambiente de saln y el baile. Lleva como dedicatoria: La Carmelita, polka compuesta y dedicada de
la Srita. Carmen Dosamantes por su amiga R.M. en
el Daguerrotipo, lbum nm. 21 t. I, 1850, imprenta
de Navarro.
Otro ejemplo tambin es de una mujer, Margarita
Hernndez, Valse a la memoria de los desgraciados
das del quince de julio de 1840, comprendida en el
Semanario de las Seoritas Mexicanas, t. II del ao de
1841, imprenta de Vicente Garca Torres.
Como estas, existieron muchas composiciones con
dedicatoria que eran mostradas con motivos romnticos a travs de sus portadas.
31
Mara Alejandra
Juan Escamilla*
A
Partituras de piano
del siglo XIX, localizadas
en el Archivo Musical del Instituto
Cardenal Miranda
*
Licenciada en Bibliotecologa por la Facultad de Filosofa y Letras-UNAM, y licenciada
en Derecho por la Universidad Autnoma del Estado de Mxico [alebiaescamilla@yahoo.
com.mx]. Fue responsable de los acervos musicales de la Biblioteca del Centro Nacional de
las Artes. Colabora en la Coordinacin de Documentacin del Cenidim.
1
El Instituto Cardenal Miranda tuvo como antecedente directo la Escuela Superior de
Msica Sagrada de la Arquidicesis de Mxico, fundada en 1939, y refundada por el presbtero Xavier Gonzlez Tescucano en 1969.
32
33
Localizamos que existan muchas compaas y editoriales, entre ellas, la alemana A. Wagner y Levien
Sucs., quiz una de las exitosas empresas de ediciones
durante la segunda mitad del siglo XIX. Las partituras
se vendan por separado en las tiendas que Wagner y
Levien tena en las ciudades de Mxico, Puebla, Guadalajara, Monterrey y Veracruz.
De igual forma, el editor Enrique Mungua, edit
partituras adems de dedicarse a la venta de instrumentos musicales. Las ediciones musicales en su mayora carecen del ao de publicacin, mas por el tipo de
papel y los nombres de las editoriales, y/o de los compositores, se podra determinar una fecha aproximada.
En lo referente a la descripcin fsica debemos anotar la extensin y designacin especfica del material,
ilustraciones, dimensiones, si se trata de hojas, pginas,
volmenes, tomos, dimensiones y, de ser el caso, el tipo
de ilustraciones.
Este trabajo de investigacin estara incompleto si no
destacamos algunos aspectos de las obras localizadas y
que muestren rasgos constantes. Este breve anlisis documental no pretende ser exhaustivo, y mucho menos
definitivo, pues slo trata de ayudar a entender un poco
la produccin musical. Si bien esta produccin no posee
la amplitud de todo el acervo, varios estilos del Porfiriato
se reflejan sobre diversos gneros y autores.
a) Mazurcas
b) Valses
De saln
Serenatas
Lento
c) Danzas
Lento
Mexicanas
Romnticas
Saln
d) Fantasas de saln
e) Canciones
Mexicanas
f ) Piezas de baile
g) Polkas
Mazurca
h) Marchas
i) Melodas
Serenatas
j) Danzn
k) Chotis
l) Romanza
34
Jos M. Prado
M. Preza Velino (1866-1944)
Juventino Rosas (1868-1894)
Ignacio Tejada (1849-1920)
35
De prodigios y escndalos:
msica y fiesta o la
descripcin de lo popular segn
los escritores del siglo XIX
36
La moralidad de los intrpretes dibuja el tono del festejo. Para Jos Joaqun Fernndez de Lizardi, en El periquillo sarniento, no hay duda de ello: Los msicos
(que no descuidan en empinar la copa en tales ocasiones) ya no atinaban a tocar bien el son que le pedan, y
aun haba alguno de ellos que rascaba su bandoln
abajo de la puente.5
Pablo Robles, en Los plateados de Tierra Caliente,
concuerda con la visin de Lizardi: Los msicos como
los nios, siempre con su natural disposicin de tomar
Mijail Bajtin, La cultura popular en la Edad Media y el
Renacimiento, Barcelona, Barral, 1971, p. 15.
3
Roy Rappaport, Ritual y religin en la formacin de la humanidad, Madrid, Cambridge University Press, 2001, p. 59.
4
Ibidem, p. 66.
5
Jos Joaqun Fernndez de Lizardi, El Periquillo Sarniento,
edicin electrnica de la Biblioteca Virtual Cervantes, t. I., cap.
XIII.
2
Estos msicos muestran diferentes dotaciones instrumentales, desde bandas de pueblo con tres hombres
invidentes que rascaban dos bandolones y un guitarrn,8 un solitario zapatero que sacaba a la acera su
silla en una vecindad y en pechos de camisa rasgueaba
ah la guitarra rodeado de los ebrios cantores.9
Tambin podemos ver a un grupo de bandoleros que
llegaron a formar un grupo de ms de quinientos
hombres con su charanga mala msica de caballera10 y hasta una banda militar que con su msica
aturdi a la concurrencia con sendos tamborazos,
haciendo retemblar la sala con el sonido de muchos
instrumentos de bronce.11
Primer escndalo: el pecado y la violencia
Que con la msica viene el pecado y con ello el diablo es una cuestin repetida en la escritura analizada.
Para Fernndez de Lizardi el baile es un crculo cuyo
6
Pablo Robles (Perroblillos), Los plateados de Tierra Caliente,
Mxico, SEP/Premi (La matraca), 1982, p. 76.
7
Emilio Rabasa, La bola, Mxico, Librera de la Vda. de
Chaubet, 1919, p. 2.
8
Manuel Payno, Los bandidos de Ro Fro, Mxico, Promexa,
1979, p. 354.
9
ngel del Campo y Valle, La rumba, Mxico, ILCE, 2009, p. 9.
10
Pablo Robles, op. cit., p. 122.
11
Manuel Payno, El hombre de la situacin, Mxico, SEP/
Premia (La matraca), 1984, p. 178.
12
Jos Joaqun Fernndez de Lizardi, op. cit.
37
SEP/Premi
38
Para nuestros escritores ir a lo popular a veces representa un viaje hacia lo ms bajo de las pasiones humanas, un paseo incierto en el mundo de los lperos, de
las chinas, de la gente pobre o de los indgenas. Si la
historia contada es una cada, es en la fiesta donde se
encuentra su sima ms profunda. Ritual de paso, sobre
todo en lo concerniente a lo sexual pero en sentido
negativo, la fiesta y en ella la msica, el baile y el
sexo es una amalgama que es necesario controlar. La
naturaleza transformadora del ritual es el ncleo de los
relatos, los cuales se estructuran en una secuencia
msica-baile-sexo-transformacin. En El Zarco,
Manuela comprende que el mandato de bailar con los
dems integrantes del grupo criminal es la antesala de
ser una ms de las mujeres que son compartidas sexualmente en comuna. Tanto para el Periquillo Sarniento
como para Gerardo, en Historia de un jugador, la experiencia sexual es el paso final, iniciado por un baile,
para su conversin en libertinos.
Pero la mayor preocupacin de los escritores del
siglo XIX, relacionada con lo sexual, es la cuestin
racial, la mezcla de personas y sangre, as como el rompimiento del orden establecido, fundamentado en las
clases y estamentos. Es en la fiesta donde el cuerpo se
cubre y descubre, donde sus fluidos son manifestados y
el deseo sexual, as como la aspiracin por descollar
socialmente, se muestra. A la mayora de nuestros
39
Ibidem, p. 50.
ngel del Campo y Valle, op. cit., p. 123.
Es el momento en que la msica mueve a los cuerpos cuando se rompen las barreras raciales y, por tanto,
cuando el discurso del escritor tiene que ser enftico en
mostrar el horror de la mezcla entre clases y color de
piel. La estrategia seguida es la oposicin de un personaje malvolo o tosco con una mujer rebelde que ha
roto el esquema natural de sumisin y se muestra
sexualmente activa e inmoral. En El Zarco, Manuela
tendr que bailar con el Tigre un mulato colosal y
horroroso23 y a la vez ver destruida la falsa imagen idealizada de su vida imaginada junto al Zarco. Por su
parte Julia, protagonista de La noche buena y amante de
un general mayor que ella, al bailar con El Chino, un
hombre tosco y feo cuya fisonoma acusaba todava a
la raza africana,24 mostrar su perversin y vaco moral
que al considerar al Chino embrutecido, tembloroso y
fuera de s, era para ella un triunfo que saboreaba con
delicia.25
Los prodigios
23
24
40
27
28
Ms adelante, al final del cuento, sabremos el contenido del canto de la sirena: Y cada ao, en la maana de San Juan se escucha en la entrada de la rada un
canto celestial que dice: El amor es el alma del mundo,
ven si quieres consumirte de placer en mi seno, como
la mirra en el perfumero. Ven! Toda belleza emana del
amor. La sirena dicen los pescadores, y haciendo la seal de la cruz, huyen a toda vela.32
Termino esta apretada y breve revisin de la fiesta
popular en la literatura decimonnica con un poema
de Vicente Riva Palacio, donde casi por milagro
lo que pudo haber sido una escena de violencia se convierte en un momento de armisticio, de paz en medio
de la msica y alegra de una fiesta. Si se piensa lo convulsionado que fue el siglo XIX, con la guerra de Independencia, las invasiones estadounidense y francesa, la
guerra de castas, las sublevaciones indgenas y las
luchas internas entre liberales y conservadores, La fiesta de Chepetln: recuerdos de la Guerra de Independencia, representa el mejor de los sueos de los escritores
de ese momento:
Alegre viste sus galas
El pueblo de Chepetln
Que est celebrando el da
De la fiesta titular
Cmo suena el teponaxtle!
31
Justo Sierra, Prosas, Mxico, UNAM (Biblioteca del Estudiante
Universitario, 10), 1990, p. 11.
32
Ibidem, p. 19.
41
UNAM
(Biblioteca
Jos Arturo
Aguirre Hernndez*
A
folclore musical
mexicano
42
A pesar de que la obra incluira toda la historia musical de Mxico, slo se abordara ampliamente aquella
originada a partir del siglo XIX; la parte referente a la
msica prehispnica y colonial no sera planteada de
una manera profunda. La msica prehispnica presenta ausencia de fuentes de informacin, y si bien
sobreviven los instrumentos musicales de los antiguos
mexicanos, las melodas que se producan con stos son
desconocidas, dificultando as su estudio. Por otro lado, la msica colonial no sera abordada en su totalidad
por Campos debido a su pobreza.5 Sin embargo, el
autor reconoce su importancia en el desarrollo de la
msica mexicana, pues el origen de la msica popular
mexicana del siglo XIX, ya como nacin independiente,
tena un claro origen en la colonia.
La parte ms extensa de la investigacin de Rubn
M. Campos sobre el folclore musical de Mxico trata
sobre la produccin musical en el siglo XIX, pues una
gran cantidad de las canciones y autores investigados
por l pertenecen a este espacio cronolgico, el cual
ofrece una abundancia de fuentes de informacin sobre
el folclore musical de nuestro pas. Fuentes que, como
se mencion antes, incluan desde documentos extrados de archivos hasta informacin obtenida de los contemporneos a Rubn M. Campos; estas fuentes orales
4
5
43
Adems de ser experto folclorista, Rubn M. Campos tambin posea una formacin como msico. Gracias a esto pudo realizar la musicalizacin de una puesta
en escena llamada Quetzalcatl. Campos consideraba
que slo los investigadores que posean una formacin
musical previa tenan la sensibilidad para investigar y
analizar la msica, haciendo una severa crtica a aquellos investigadores que no posean tal.
Si bien Rubn M. Campos no posea las fuentes de
informacin necesarias para investigar a fondo a los
pueblos prehispnicos, consideraba que el origen del
folclore estaba en estos pueblos, concretamente en los
mexicas, pues segn el autor estos eran pueblos profundamente artsticos, como se poda constatar en la
obra de Netzahualcyotl, o en los poemas recopilados
por Sahagn, que estaban en una prosa rtmica.
Gracias a sus estudios de idiomas cantados, lleg a
la conclusin de que el nhuatl podra considerarse
como un lenguaje entonado, pues posea un ritmo y
por lo tanto se le podra relacionar con la poesa y la
msica.
Otro ejemplo del espritu artstico de los mexicas se
podra encontrar en sus danzas y ritos, dado que las
ceremonias religiosas de los mexicas por lo general estaban acompaadas de canciones y bailes. Para Rubn
M. Campos la danza indgena que se practicaba en sus
das, era el ltimo ejemplo del folclore mexica. Algunas
de estas danzas son: la danza de la Malinche (sta
segn l, tena posiblemente un origen prehispnico),
danza de los tlacoleros, danza de los moros en
Michoacn (evidentemente esta danza tena un origen
colonial, sin embargo en ella se podan encontrar algunos elementos de origen indgena).
A pesar de que para este investigador la msica
hecha en la colonia no tena la riqueza musical de las
producciones posteriores, consideraba que la influencia
de la msica espaola en la msica mexicana era innegable. Con la llegada de maestros espaoles como fray
Pedro de Gante (quien aprendi la lengua nhuatl,
para acercarse a los indgenas que seran evangelizados), se impuso el estilo musical folklrico europeo
sobre el mexica; sin embargo, algunos elementos del
folclore prehispnico aun sobrevivan y se mezclaron
con el estilo occidental-espaol.
44
autor. Los habitantes de las zonas rurales vivan inmersos en la miseria y los constantes conflictos polticosmilitares que afectaron al pas durante ese periodo.
En las ciudades la escena musical tambin era muy
frtil, pues se nutra de diferentes vertientes, como las
academias, las sociedades filarmnicas y los msicos
populares provenientes de diferentes regiones. Esto dio
como resultado una variedad de sonidos muy interesantes, lo que llev a crear un ambiente muy importante dentro la ciudad de Mxico. Este proceso y esta
escena no fueron abordados de forma profunda por
Rubn M. Campos en otro libro, en el cual analiza la
historia de la escena musical de las urbes.8 Para esta
segunda obra incluy 85 melodas que recolect y
musicaliz en piano, y que se sumaban a las cien que
public en El folclore y la msica mexicana.
Msicos
SEP,
45
sinfnica. Gracias a este autor una serie de msicos acadmicos jvenes voltearon hacia la msica popular
mexica.
Joaqun M. Beristin. Profesor de solfeo y canto
coral, ms su principal aportacin a la escena musical
mexicana fue la ayuda que brind para la formacin
de msicos populares, pues fue el creador de orfeones,
donde la gente poda aprender canto. Gracias a este
proyecto surgieron intrpretes de msica coral.
Otros msicos que destaca Rubn M. Campos son
los del Conservatorio, como Toms Len y Agustn
Balderas; msicos de Iglesia como el padre Velzquez y
Agustn Gonzlez; las bandas populares de lugares
como Chalco o Texcoco; cantantes como ngela Peralta y Enriqueta Sontag; compositores, como Felipe
Villanueva, Alberto Flanchebba y Gustavo E. Campa.
Estos personajes (y muchos otros), as como sus obras,
representan para Rubn M. Campos momentos de
gran importancia en la historia de la msica folclrica
mexicana.
Instituciones musicales
Tras la guerra de Independencia, las academias e instituciones de carcter musical en general vieron interrumpidas sus actividades, pues muchas de ellas se
disolvieron. Durante la poca del Mxico independiente estas instituciones volvieron a formarse y tomar
relevancia en la escena musical mexicana. Rubn M.
Campos ubica tres momentos importantes en la formacin de este tipo de instituciones que dieron un
gran impulso al arte musical en Mxico, pues a pesar
de los problemas polticos que enfrent el pas durante
buena parte del siglo XIX los msicos no dejaban de
46
AHMNA,
10
Rafael Antonio
Ruiz Torres*
A
Origen y desarrollo
*
Doctor en Historia por la Escuela Nacional de Antropologa e Historia, INAH. Investigador independiente. [malou_5vibe@yahoo. com.mx]
1
Marie Claire Mussat, La belle poque des kiosques musique, Pars, Du May, 1992.
2
La palabra kiosco proviene del turco kisk, kieuchk o kusk; se refiere a un tipo de construccin generalmente circular, sostenida por pilares y abierta en sus paredes. El trmino
se ha utilizado para una variedad de construcciones, desde los palacios de veraneo del sultn, mezquitas y hasta construcciones flotantes en jardines. Adems de referirse a la construccin donde toca la banda, en Europa, se llama as a los puestos de peridicos, casetas
de informacin, baos pblicos, casillas telefnicas y accesos al subterrneo; J. Corominas
y J.A. Paseval, Diccionario crtico etimolgico castellano e hispnico, Madrid, Gredos, 1984;
Paul Robert, Dictionnaire alphabtique et analogique de la Langue Franise, Pars, Socit
de Nouveau Littre/ Le Robert, tome quatrime; The New Enciclopaedia Britanica, Londres,
Enciclopaedia Britnica, 1989, vol. VI, p. 882 (que contiene una imagen de dos kioscos
turcos de 1722, uno sobre tierra y otro flotante).
47
3
4
48
8
G. Foster, Cultura y conquista: la herencia espaola en Amrica,
Xalapa, Universidad Veracruzana, 1985, p. 93.
9
Ibidem, p. 94.
49
cual se defina el sitio de la iglesia y las casas de gobierno. Tomando como referencia la plaza mayor se otorgaban los solares a los colonos y se distribuan los
barrios. A excepcin de los reales de minas (los cuales
se adecuaban a los accidentes del terreno y que por lo
general se trazaban sobre una calle principal), los pueblos agrcolas novohispanos se disearon sobre una
retcula, lo cual permita una mejor defensa a los ataques, y adems resultaban ser ms funcionales que las
anrquicas trazas medievales (es muy probable que en
la disposicin urbana colonial influyera la forma cuadriculada del asentamiento prehispnico).
La plaza mayor colonial era un espacio multifuncional ya que era utilizado lo mismo como mercado, lugar
de ejecucin o plaza de toros provisional. A la plaza
mayor partan y llegaban las procesiones religiosas; era
tambin el lugar donde se pregonaban los edictos de las
autoridades; y frente a los palacios de gobierno y ayuntamientos desfilaban los soldados antes de partir a
campaa o despus de la victoria. A sus costados se
encontraban los poderes religiosos (la iglesia), administrativos (el Ayuntamiento) y econmicos (las casas de
comercio). As pues, la plaza siempre fue, y en muchos
casos contina siendo, el centro administrativo, religioso y comercial de los pueblos coloniales americanos.
banda era conocida para la mayor parte de los mexicanos del siglo XIX por las serenatas que ofreca en los
kioscos de las plazas principales, alamedas y jardines a
lo largo y ancho del pas. Pronto se hizo costumbre
pasear el domingo por la tarde en la plaza central de los
pueblos; ah se congregaba todas las clases sociales, tal
como las pint Diego Rivera en su fresco Sueo de un
domingo en la Alameda.
En las capitales de los estados se inici el hbito de
dar serenatas dos das por semana, (comnmente mircoles y domingo) aun antes que se construyeran los
kioscos. Por lo general la banda que participaba era la
del estado, pero poda ceder algunas presentaciones a
bandas de los regimientos acantonados en la ciudad.
Los ejrcitos, en parte para congraciarse con la poblacin, daban serenatas con las bandas de sus regimientos; por ejemplo, leemos en un peridico que el general
Uraga haba obsequiado a los poblanos con una serenata en la plaza de armas [...] por dicha serenata hemos
FCE
10
50
11
conocido tambin la magnfica msica que trae el cuerpo de zapadores.12 En la Orden General del ejrcito de
la capital, publicada el 11 de febrero de 1853 por el
Monitor Republicano, se estableca el lugar donde tocaran las bandas: Orden General de la Divisin
Lombardini del 8 al 9 de febrero [...] Las msicas de los
cuerpos (las bandas de Artillera de Mina y del Batalln
de Polica) se situarn entre las dos puertas del palacio
para tocar en serenata de las ocho a las diez de la
noche.
En la ciudad de Guadalajara, cuando menos ya
desde 1864 se daban audiciones semanales de bandas
militares como la que ofrecan la del Sptimo Batalln
de Cazadores de a pie, que diriga Juan Sabardiel; la del
Segundo Batalln Mvil de Jalisco y la de la Gendarmera de Guadalajara; en una de estas funciones se
estren la redova La Guadalajarea, compuesta por
Bourginal.13 Un testigo de la poca, el doctor Jules
Aronssohn, mdico mayor del ejrcito expedicionario
francs deca: Como olvidar las noches de Guadalajara, donde se paseaba en la plaza alrededor de la
msica, respirando el perfume de la flor de los naranjos iluminada por una luna tan brillante que se poda
leer con su claridad []!14 Aos ms tarde, en 1873,
al dar testimonio de las costumbres de Guadalajara el
viajero Jon Lewis sealaba entre ellas la serenata en la
plaza. Cada tercer da, de siete a nueve de la noche,
tocan ah las bandas militares; todo mundo se presta a
gozar de la msica, dando su vuelta por la Plaza. Esta costumbre se lleva a cabo con regularidad y hasta
podra imitarse en otras partes.15
Para principios de siglo XX la serenata en la Plaza
Mayor en las principales ciudades de Mxico era una
tradicin bien establecida. Lpez Portillo la describe as
en Guadalajara:
Peridico El Orden, Mxico, 27 agosto de 1852.
Franco Jos Cornejo, La llegada de los franceses, en
Sociedad y costumbres. Lecturas histricas de Guadalajara II, Mxico,
Gobierno del Estado de Jalisco/ Programa de Estudios JalisciensesUniversidad de Guadalajara/ INAH (Regiones de Mxico), 1991,
pp. 288-289.
14
John Lewis Geiger, Toros y paseos pblicos, en Sociedad y
costumbres. Lecturas histricas de Guadalajara II, Mxico, INAH
(Regiones de Mxico), 1997.
15
Ibidem.
12
13
51
52
Para celebrar esta mejora, se situarn en el kiosko msicas que tocarn desde las siete de la noche hasta las cinco
de la maana del da siguiente.
Se publica para conocimiento del pblico.
Mxico, Diciembre 23 de 1875. Cipriano Robert.
Seores redactores del Monitor Republicano.
53
de Europa hacia 1889.29 En ese mismo ao en Matamoros, Tamaulipas, en la Plaza de la Constitucin, despus llamada Plaza Hidalgo, se erigi el kiosco; sin
embargo, debido a los constantes ciclones que azotan a
la ciudad fue necesario construir otro en 1947.30 El
kiosco del parque Lerdo, en la capital del estado de
Chihuahua, se instal en 1894.31 Por otra parte, en 1898
se levant el kiosco de Ciudad Camargo, Tamaulipas, en
cuya construccin particip el Regimiento nm. 10.32 El
de Tampico se levant a principios de siglo como parte
del remozamiento de la plaza de armas, que inclua bancas de hierro y luz elctrica.33 El de Batopilas,
Chihuahua, ubicado en la Plaza de la Constitucin, se
erigi en 1900.34 En Matamoros, Coahuila, el kiosco fue
inaugurado en 1906, como conmemoracin del centenario del nacimiento de Benito Jurez.35 En el de Parras
puede leerse la siguiente inscripcin: Junta Provisional
de Gobierno, junio 12 a diciembre 31 de 1911.36 Para
principios del siglo XX la serenata en la Plaza Mayor en
las principales ciudades de Mxico era una tradicin
bien establecida.
En su libro sobre la desdichada campaa del Ejrcito contra el pueblo de Tomochic, tambin Heriberto
Fras da noticia de las serenatas en la capital del estado
de Chihuahua: En las noches en que haba serenatas
en el jardn de la Plaza de Armas, en Chihuahua, cuando tocaba ah la msica del 5 Regimiento o del 11
Batalln ella, nia an, llevada por lstima haba entrevisto la sociedad aristocrtica, lujosa y altiva de
Chihuahua; le haban deslumbrado los trajes de las
mujeres hermosas y le haba fascinado la harmona de
los valses, nunca hasta entonces escuchados por ella.37
Para fines de siglo, las bandas que tocaban en
Chihuahua eran la de 13 Regimiento y las del 5
Batalln; en el ao del Centenario, los grupos que ofrecan su msica en el parque Lerdo y la plaza de la
Constitucin eran la del 3 Regimiento de Caballera y
la del 12 Batalln de Infantera.38
El kiosco de Guadalajara fue construido en Francia
por la firma Val dOsne, y al parecer fue patrocinado por
la comunidad francesa de dicha ciudad.39 Algo semejante hicieron los alemanes en Mazatln, donde la
familia Melchers don en 1898 el kiosco de la plaza
central (mismo que probablemente haya sido construido en el propio puerto, ya que los Melchers tambin
eran dueos de una fundidora), conmemorando as
los cincuenta aos de unin entre sus intereses y los
de Mazatln.40 Sin duda, el auge econmico durante el
rgimen de Daz permiti que particulares ofrecieran
dinero para el arreglo de las plazas principales.
29
Hita Naveda Chvez, Imgenes de Xalapa a principios del siglo
XX, Xalapa, Universidad Veracruzana, 1986, p. 45.
30
INAH, op. cit., t, II, pp. 529-530.
31
Ibidem, t. II, pp. 581-582.
32
Ibidem, t. II, pp. 151-152.
33
Ma. del Pilar Snchez, Imgenes del viejo Tampico: la Plaza
Libertad (s.p.i), p. 22.
34
INAH, op. cit., pp. 195-196.
35
Ibidem, pp. 423-424.
36
Ibidem, pp. 725-726.
37
Heriberto Fras, Tomochic, Mxico, Editora Nacional, 1952, p. 80.
Ral Balderrama Montes y Roberto F. Prez Galindo, La msica en Chihuahua, 1890-1940, Chihuahua, Universidad Autnoma
de Chihuahua (Textos Universitarios), 1999, pp. 28-29.
39
Franoise Dasques, La paternidad transocenica del kiosco
de Guadalajara, disponible en la pgina web de Mxico Desconocido [http://mexicodesconocido.com.mx/mex_tiem/mt0397_
htm], consultada el 14 de abril de 2010.
40
Brgida von Mentz et al., Los pioneros del imperialismo alemn
en Mxico, Mxico, CIESAS (Ediciones de la Casa Chata, 14), 1982,
p. 134.
54
38
Daniela
Andrade Gaxiola*
A
Oposicin poltica,
bandolerismo y revolucin en
La Laguna de Durango a travs
de sus corridos, 1880-1910
Antecedentes
55
2
Martha Surez, El movimiento de los tulises y los Soldados
del Pueblo en La Laguna, en Transicin, nm. 22, 2001, pp. 1516.
56
Miguel Negrete
Miguel
[]
Su delito fue a atacar
a un tirano presidente,
que se mantena en el puesto
odiado de toda gente.
Humberto Musacchio, Miguel Negrete, en Gran
Diccionario Enciclopdico de Mxico, Mxico, Andrs Len, t. III.
5
Antonio Avitia Hernndez, Corrido histrico mexicano. Voy a
cantarles la historia, Mxico, Porra, 1997, t. I. pp. 171-172.
4
57
Trasmitise el telegrama
la sentencia, maldecida,
que a esos mrtires valientes
los privara de la vida.
Juvencio Robles deca:
Esto parece inhumano,
que se le forme consejo,
como a todo mexicano.
a los que mueren con honra
con inaudito valor.
Al mismo tiempo, las fuerzas gubernamentales llevaban a cabo la persecucin de las insurrecciones dirigidas por Mrquez de Len en Baja California, Brgido
Reyes en Sonora, Ramrez Terrn en Sinaloa, as como
las movilizaciones en Durango encabezadas por Jess
Valdespino, entre otras.6
Al respecto, una serie de telegramas, emitidos entre
fines de 1879 y principios de 1880 reflejan que el problema del bandolerismo comenz a volverse grave en
el Partido de Mapim, debido a los ataques orquestados
por gavilleros como Manuel Herrera, Catarino Navarro, Francisco Cuevas, El Crinolino, Miguel Snchez,
quienes hacan una guerra de baja intensidad en contra
de haciendas algodoneras, fbricas textiles y compaas
mineras forneas que comenzaban a establecerse. Indudablemente, el antirreeleccionismo de la dcada de
1880 hizo confluir en un solo bando grupos armados
populares vinculados al movimiento de los tulises
de origen conservador y vinculado a las reivindicaciones indgenas, as como a los soldados del pueblo,
de origen mestizo y ms enfocados a las demandas del
proletariado emergente. Eventualmente, el problema
del bandolerismo en los albores del rgimen porfirista logr solventarse mediante el establecimiento de la
Jefatura Poltica, la reorganizacin de la Polica Rural,
el resurgimiento de las acordadas, y la proliferacin
de las guardias y escoltas particulares contratadas para
6
Pedro Czares Abortes, Bandolerismo y politizacin en la
serrana de Sinaloa y Durango, 1879-1888, tesis de maestra,
Facultad de Historia-Universidad Autnoma de Sinaloa, Culiacn,
2008, pp. 197-235.
58
prestar seguridad a los inversionistas forneos. Asimismo, el ocaso del movimiento social en la regin del
Nazas estuvo condicionado por el aumento de la presencia militar, y la aplicacin indiscriminada de los
decretos de 1880 y 1886 sobre la suspensin de garantas en el caso de los delitos relacionados con el bandolerismo lo que implicaba la imposicin de la pena de
muerte ipso facto en contra de los malhechores aprehendidos in fraganti,7 todo lo cual favoreci el restablecimiento del orden, el tendido de los ferrocarriles y el
despegue del proyecto de industrializacin porfirista en
la Comarca Lagunera.
En cualquier caso, el problema del bandolerismo
en el Bolsn de Mapim volvi a resurgir con motivo
de la dispersin del Ejrcito Regenerador en la sierra de
Sinaloa y Durango, y el hecho de que muchos perseguidos polticos y mineros desocupados de la Sierra
Madre Occidental se trasladaron a la regin del Nazas
en la dcada de 1890, como fue el caso de Ignacio
Parra, lugarteniente de Heraclio Bernal Zazueta.
La historia de Heraclio Bernal se inici en el mineral de Guadalupe Los Reyes, cuando al ser acusado de
un robo entr en contubernio con su to Antonio
Zazueta (El Sordo) y sus hermanos Juan, Fernando y
Vicente, para cometer actos delincuenciales a nombre
del Ejrcito Renovador, conformado en su mayora por
los trabajadores de las minas mal pagados, mal alimentados, vctimas de enfermedades y de los malos
humores de los mayordomos y capataces. Bernal fue
capturado en 1876 por las fuerzas del gobierno de
Sinaloa, aunque fue liberado en la coyuntura de la revolucin de Tuxtepec, donde combati con el grado
de teniente.8 Sin embargo, la alianza entre las fuerzas
armadas populares encabezadas por Bernal y el tuxtepecanismo se quebrant de manera similar a lo ocu7
Manuel Dubln y Jos Mara Lozano, Legislacin mexicana, t.
XVII, 2005, versin digital disponible en [http://www.diputados.
gob.mx/LeyesBiblio/dublan-lozano.htm/]
8
La informacin procede del cotejo entre los relatos de la historia regional entre las dcadas de 1870 y 1880, con respecto de los
datos biogrficos disponibles sobre Heraclio Bernal Ortega; Sergio
Ortega y Eduardo Lpez, Sinaloa. Una historia compartida y textos
de su historia, Mxico, Gobierno del Estado de Sinaloa/ DIFOCUR/
Instituto Mora, 1987; Nicol Girn, Heraclio Bernal bandolero,
cacique o precursor de la Revolucin?, Mxico, INAH, 1981.
rrido en La Laguna, a la sombra del manifiesto lanzado por el general Negrete en 1879, en contra de la
imposicin de la candidatura presidencial de Manuel
Gonzlez. Llamado a la revolucin que entre las serranas de Sinaloa y Durango, fue secundado por el movimiento encabezado por Jess Ramrez Terrn en torno
al Plan de Copala y que implic la organizacin de la
seccin regional del Ejrcito Restaurador de la Constitucin, al mando de Heraclio Bernal, estas fuerzas
incluso tomaron el puerto de Mazatln en 1880.
No obstante, la poltica de cooptacin llevada a cabo
en el periodo presidencial de Gonzlez, atrajo a los
principales polticos y terratenientes sublevados entre
Sinaloa y Durango hacia el bando gubernamental, de
ah que el movimiento popular quedara prcticamente
a la deriva, salvo por el apoyo prestado por el general
Trinidad Garca de la Cadena, gobernador de Zacatecas, y que al ser desplazado de su cargo por determinadas maniobras del gobierno federal continu
apoyando veladamente las rebeliones antiporfiristas en
el norte de la Repblica.9 As las cosas, nuevos levantamientos volvieron a suscitarse en la Sierra Madre Occidental con motivo de la vuelta al poder de Daz, como
fue el caso de la insurreccin de 1885 en torno al Plan
de La Rastra:
Porque el Gobierno actual no es obra de los hombres ni
respeta las garantas que todo hombre debe disfrutar con
arreglo al Pacto Federal de la Repblica, porque es bien
sabido que los actuales gobernantes se han impuesto por
s mismos y porque tambin es notorio que no hay
moralidad ni justicia ni proteccin para los ciudadanos,
pues unos cuantos se apoderan del poder y slo se ocupan de enriquecerse y de exterminar a los dems, al grado
que nadie tiene segura la vida ni sus intereses, viendo adems que se protege a los extranjeros con perjuicio de los
mexicanos, que por lo tanto es indispensable tomar las
armas para quitar a los malos gobernantes y hacer que
impere la Constitucin []10
9
Mara del Refugio Magallanes, Orden y desorden en
Zacatecas decimonnica. Bandidos, guerrilleros y caudillos locales, tesis de licenciatura en Historia, Zacatecas, UAZ, 2005.
10
Herberto Sinagawa Montoya, Sinaloa: historia y destino,
Culiacn, Cahita, 1986, p. 279.
59
60
Debido a la magnitud de las rebeliones antiporfiristas en los albores del establecimiento de la dictadura, el
gobierno federal se vio precisado a estrechar sus vnculos con el gobierno de Estados Unidos. As, los acuerdos binacionales de 1884, relativos al libre paso de
tropas por la frontera comn, no slo permitieron terminar definitivamente con el problema de la guerra
indgena, sino adems coadyuvaron para la represin
de los movimientos de oposicin poltica al gobierno de
Daz en el norte del pas. En consecuencia, a partir
de 1888, adems del exterminio de las tribus nmadas,
Fausta Gants, La inconformidad subversiva: entre el pronunciamiento y el bandidaje. Un acercamiento a los movimientos
rebeldes durante el tuxtepecanismo, 1876-1888, en Estudios de
Historia Moderna y Contempornea de Mxico, nm. 35, enerojunio, 2008, pp. 68-69.
12
61
en Guadalupe empez
por una balas de plata
que dicen que se rob
Heraclio Bernal deca:
Yo no ando de robabueyes,
yo tengo plata sellada
en Guadalupe Los Reyes.
Heraclio Bernal gritaba,
en su caballo alazn:
No pierdo las esperanzas
de pasearme en Culiacn.
Heraclio Bernal deca:
sin plata no puedo estar
vamos arriba muchachos
a Guadalupe a rayar.
Deca doa Bernardina
yo quiero mucho a Bernal
y aunque me cueste la vida
yo lo mando retratar.
Ao de mil ochocientos,
ochenta y ocho al contado,
Heraclio Bernal muri
por el gobierno pagado.
Estado de Sinaloa
gobierno de Culiacn,
ofrecieron diez mil pesos
por la vida de Bernal.
IICH-UAS
62
Prevngase su Acordada
y escuadrn militar,
y vmonos a Durango
a traer a Heraclio Bernal.
63
64
16
IIH-UJED,
A Guillermo le gustaba
El robarse a las doncellas
Ofrecindoles la gloria
Con la luna y las estrellas
Y nos faltaba Felipe
Un bandido muy sagaz
Que soaba con el golpe
Robarse la Catedral
Mariano all viene el tren
Lo vas a descarrilar
Francisco deja ese cura
No lo vayas a matar
Y Mariano por su gusto
Cuantos pueblos incendi
Y para estar ms contento
Los trenes descarril
Eran cuatro de a caballo
De aquel Real de Mapim
Y como eran muy felones
Se escondieron por ah
Debido a que no existen referencias historiogrficas sobre estos personajes, el anlisis de la trama del
corrido puede arrojar alguna comprensin sobre las
reivindicaciones sociales detrs del fenmeno del bandolerismo durante el cambio del siglo XIX al XX. Por
una parte, resulta evidente que los gavilleros despojados de todo argumento poltico o social, simplemente
encontraban gusto en destruir los fundamentos de la
civilizacin moderna. De ah que su eliminacin se
encuentre plenamente justificada desde la perspectiva
de las autoridades gubernamentales. Por otra parte, el
tipo de atentados cometidos por Los cuatro de a caballo alude a la inversin de los valores prevalecientes
durante el Porfiriato y, por tanto, prefiguran algunos
de los aspectos fundamentales de la ideologa revolucionaria, como es el caso de un anticlericalismo recalcitrante y el cuestionamiento de la moral burguesa.
Desde esta perspectiva, al iniciarse el siglo XX el
fenmeno del bandolerismo en Mapim, aun cuando
se trataba de delincuencia comn en la mayor parte de
los casos, posea algunos rasgos ideolgicos heredados
de los movimientos armados populares del ltimo
cuarto del siglo XIX. Y a juzgar por las circunstancias, se
encuentra en el sustrato de la ideologa y la praxis revolucionaria de los grupos populares en La Laguna duranguense durante la dcada de 1910.
Criminalidad y revolucin
Los conflictos sociales que precedieron al estallido revolucionario en el Partido de Mapim se originaron en el
momento de mxima expansin industrial entre
1895 y 1905, debido a la imposicin de un sistema
de trabajos semiforzados sobre la poblacin regional, lo
que motiv la emergencia de un incipiente movimien-
65
circularon noticias en torno a la posibilidad de un levantamiento reyista en contra de los extranjeros. Al mismo tiempo, la Junta Revolucionaria del PLM lanzaba su
primer manifiesto convocando a la rebelin contra la
dictadura el da 17 de septiembre del mismo ao.
Si se considera la trayectoria seguida por el PLM,
pareciera que la va insurreccional no comenz a tomar
forma sino a partir de 1905, como consecuencia de las
masacres de Cananea y Ro Blanco. Al respecto, habra
que decir que los trabajadores de Cananea se encontraban afiliados a la Unin Minera, organizacin que los
socialistas mexicanos venan impulsando desde el cambio de siglo y fue responsable de la mayor parte de las
huelgas ferrocarrileras e industriales registradas en el
norte de Mxico durante la dcada de 1900. En este
sentido, como respuesta a la represin del movimiento
obrero organizado comenz a prepararse la insurreccin armada. El plan original del PLM implicaba que las
fuerzas en territorio nacional emprenderan las operaciones guerrilleras una vez que los sublevados en los
Estados Unidos cruzaran la frontera, tomaran las aduanas y ello les permitiera asegurar el flujo de pertrechos
militares. Sin embargo, entre el 2 y el 4 de septiembre
la conspiracin fue descubierta, de lo que result que
muchos de sus integrantes fueran detenidos.18 Algunos
ncleos insurrectos que sobrevivieron a las pesquisas
gubernamentales decidieron lanzarse a la Revolucin
como fue el caso de la gente de Arizona, cuando el 6
de septiembre intentaron infructuosamente tomar
Nogales, Sonora. Concretamente, en el Bolsn de
Mapim las fuerzas populares fracasaron en su intento
de tomar Jimnez, Chihuahua, el 26 de septiembre.
Tambin se frustraron los ataques del 29 de septiembre
sobre Zaragoza, Durango, Monclova, Ciudad Porfirio
Daz y otras poblaciones menores de Coahuila. En octubre se registraron levantamientos pelemistas en Veracruz y Tamaulipas, mismos que fueron dispersados
por las fuerzas militares. Finalmente, a principios de
noviembre de 1906, en un intento desesperado por atizar la rebelin, el grupo de El Paso integrado por
17
Las referencias a la historia local son resultado del trabajo de
investigacin desarrollado en mi tesis de doctorado Industrializacin y revolucin y el Real de Mapim.
18
James Sandos, Rebellion in the Border Lands: Anarchism and
the Plan of San Diego, 1904-1923, Norman, University of
Oklahoma Press, 1992, pp. 62-78.
66
Sarabia, Villarreal y el propio Flores Magn trataron de incursionar en Ciudad Jurez; sin embargo,
fueron detenidos por militares mexicanos al cruzar la
frontera, que estaban al tanto de los planes gracias a los
agentes de inmigracin y los detectives de la agencia
Pinkerton en Estados Unidos.19
A principios de 1908 el Partido de Mapim se
encontraba desolado. La tala desmesurada de rboles
haba dejado infrtiles vastos territorios y el agua se
encontraba contaminada. La mayor parte de las minas
se encontraban paralizadas y otras se haban despoblado. El fantasma del hambre se cerna sobre las poblaciones, haciendo inminentes las epidemias. En estas
circunstancias tuvo lugar el incendio de los establecimientos comerciales de La Ojuela, el Mineral de Los
Juanes y la tienda de raya en el mineral de La Descubridora. Siniestros provocados por conspiraciones y
motines populares que, a decir de las autoridades polticas, tenan como nico propsito el saqueo de los
almacenes. Evidentemente, la delincuencia proliferaba
y en ese contexto comenzaron a generalizarse los ataques a los ferrocarriles, como fue el caso del legendario
asalto al tren de Mapim llevado a cabo por Jos
Alvarado y Martn Reyes, hecho narrado en Los dos
amigos (versin de Los Cadetes de Linares), donde
indirectamente se alude a las principales caractersticas
de los grupos revolucionarios precursores en el Real de
Mapim:
stos eran dos amigos que venan de Mapim,
que por no venirse dioquis robaron Guanacev.
Ellos traiban dos caballos un oscuro y un jovero,
en lo oscuro cargan ropa y en el jovero el dinero.
Tambin traiban maquinaria y muy buenas gateras,
para desclavar los rieles y hacer los cambios de va.
Martn le dice a Jos, no te pongas amarillo,
vamos a robar el tren que viene de Bermejillo.
19
UNAM,
67
miento [] La Revolucin se apoder del pueblo por completo, sin que se diera un solo caso
de violencias o atropellos contra las familias o
las personas neutrales [] El gobierno empez
a destacar tropas sobre la regin lagunera [] se
insinu unas veces, y se asegur otras, que las
armas de los revolucionarios eran facilitadas por
Estados Unidos, que vidos de aduearse de
Mxico lanzaban al motn a unos malos mexicanos, traidores o ilusos, comparados como los
de Panam, como bandidos y forajidos [] La
evacuacin de Viesca se impuso; los voluntarios
de la libertad salieron de su recinto despedidos
por la mirada cariosa y llena de esperanza de las
mujeres proletarias, cuyas simpatas se despertaban delirantes por los transformadores de la paz
y el orden, que llevaban sobre sus indmitas espaldas el
ttulo de bandidos [] Hacia la serrana, hacia las montaas amigas, se encaminaron sus pasos. All el ncleo se
quebr obedeciendo un nuevo plan; la cantidad se descompuso en unidades proyectadas en todas direcciones, a
donde iran a crear nuevas organizaciones rebeldes.20
De noche (o de madrugada)
dicha mina se incendi,
la gente que trabajaba,
toda la ms pereci.
Nios mujeres y ancianos
junto a la mina lloraban,
los mineros mexicanos
abajo se achicharraban!
Noventa y nueve murieron,
creo noms tres se salvaron,
todos los ms perecieron
como cuarenta sacaron.
Madre y esposas lloraban
sus deudos tenan razn!
Ms luego las conformaron
Con una indemnizacin.
Las familias que perdieron
su jefe (trabajador),
veinte pesos recibieron
por lstima o favor.
68
Cuando se desengaaron
que fue cierta autoridad,
todos los ms se indignaron
El pueblo venganza jura!
fue tanta su indignacin
que incendi la jefatura
hizo horrores una porcin!
Se arm grave pelotera
gritos, blasfemias se oan
balazos por donde quiera
se mataban y se heran.
Varios comercios saquearon,
cometieron desatinos,
fueron y acabaron
con el hotel de los chinos.
Cuando vieron el fandango,
por cierto nada agradable,
hablaron para Durango
pidiendo auxilio (por cable).
Los auxiliares llegaron
a Pedricea Estacin
luego, sin ms, agarraron
varios hombres del montn.
Y sin ms explicacin
a Velardea marcharon
y en la noche en el panten
a varios de ellos mataron.
Hicieron ms aprehensiones
de algunos que sospechaban
y sin ms explicaciones
por las armas los pasaban.
Madres y esposas lloraban
qu da de desolacin!
mas los verdugos mataban
sin piedad ni compasin.
69
Esparza se repeta:
Toditos van iguales,
traigo buena disciplina,
en mi tropa de rurales.
22
James D. Cockroft, Precursores intelectuales de la Revolucin
mexicana, Mxico, INEHRM, 1989.
70
gencia del PLM determin no participar en la insurreccin anti-reeleccionista, debido a que consideraban
que las negociaciones sostenidas por Madero y Daz
hacan peligrar los objetivos de la revolucin. Por esta
razn Mariano Lpez Ortiz, minero de Mapim y uno
de los principales representantes del Partido Liberal en
La Laguna, no se present el 20 de noviembre en la
Hacienda de Santa Rosa para apoyar a los maderistas
en la toma de Gmez Palacio. A pesar de ello, los antireeleccionistas encabezados por Jess Agustn Castro,
Orestes Pereyra y sus hijos, Sixto Ugalde, Melesio
Garca, Jess Flores, Martn Triana, Jess Esquivel,
entre otros determinaron llevar adelante el ataque:
24
Antonio Villarreal, De Sonora a Yucatn arde la revolucin,
en Regeneracin. Semanal revolucionario, Mxico, 7 de enero, 1911,
pp. 1-2.
23
71
72
Nadia Romero*
A
Ensambles epistemolgicos o la
construccin del conocimiento sobre
la polifona lagunera
El paradigma sonoro
*
Estudiante del doctorado en Antropologa, IIA-UNAM. [nadiacristina_romero@yahoo.
com.mx]
1
Regin cultural comprendida entre los estados mexicanos de Durango y Coahuila,
conocida tambin como Comarca Lagunera o cuenca del Nazas.
2
Tambin fueron autoridades pioneras en el tema Arturo Orona (poltico lagunero), los
hermanos Ernesto y Alberto Domene (impulsores de la cultura regional) y Roberto Portillo
(musiclogo).
3
El LP incluye canciones cardenchas y acardenchadas, corridos y tragedias acardenchados, bailes colectivos, marchas y versos de pastorela.
72
Un prrafo angular para el discurso que se enriquecera posteriormente es el siguiente: Los campesinos que gustaban de reunirse para cantar cardenches es decir los cardencheros lo
hacan todas las tardes y noches despus de la labor. Se dice que
era todo un acontecimiento escucharlos en la poca de la pizca del
algodn, cuando tambin algunos de los bonanceros que venan
a ella se integraban al conjunto, y todos los dems trabajadores
escuchaban mientras jugaban cartas; en esos momentos era frecuente que se pasara un traguito para entonar las voces;
Tradiciones musicales de La Laguna. La cancin cardenche (Serie
Testimonio Musical de Mxico), INAH/Discos Cenzontle, 1978.
5
Ibidem.
73
74
14
Un eslabn significativo
75
herramienta indirecta, cumpli la finalidad de comunicar sus signos internos dentro de las distancias permitidas para la interaccin socialmente construidas por
los antecesores el cortejo, el amor, la separacin de la
pareja, los consejos, el desprecio, la traicin por infidelidad. Entre los amigos y el gusto por cantar, constituyen el contenido temtico de las canciones
cardenches. En la posibilidad de no parecer declaraciones de amor abiertas y pblicas (como en las serenatas
usuales), la cancin cardenche se auxili del resto de las
estructuras de la semiosfera,19 puesto que por s misma
no poda tener eficacia ni cumplir sus objetivos en esa
sociedad y en ese periodo histrico. Esta tradicin no
slo fue oportuna por manifestar situaciones y sentimientos de manera encubierta, sino por contener en
su interior las propias reglas del juego. Al incluir en su
repertorio los consejos de los padres y los mayores, las
consecuencias de las buenas o malas decisiones y las responsabilidades sociales y morales dentro de la comunidad, permitieron a las cardenchas funcionar tambin
como modelos para la accin en un circuito donde el
punto culminante era el matrimonio y la familia, y por
ende, la reproduccin social.
En la vida cotidiana la cancin cardenche fue la
herencia directa no slo de cantos sino de comportamientos esperados en los sucesores, lo cual estrech
lazos entre padres e hijos. Orientar las elecciones sobre
el posible cnyuge tambin era una funcin de las cardenchas; lo idealmente esperado eran bodas civiles y
religiosas; sin embargo, por la condicin econmica
del ejido naciente,20 se aceptaban principalmente las
19
En el caso de la cancin cardenche, su semiosfera est compuesta por estructuras nucleares y perifricas; Iuri M. Lotman, op.
cit., pp. 30-31. Las primeras son las formas semiticas directamente implicadas en el proceso comunicativo del cortejo, como
son las cartas, las citas, la cancin cardenche y los bailes. En cambio, las estructuras perifricas refieren a aquellas formaciones que
apelan a la situacin o contexto donde se dan estas estructuras
nucleares pero estn relativamente fuera de ellas. Por ejemplo, las
esquinas de las calles, los molinos, las fiestas religiosas y otros espacios de socializacin en ocasiones pueden servir de escenarios para
una estructura nuclear como la cancin cardenche; sin embargo, la
estructura interna de esta ltima es independiente del espacio y del
tiempo en que se use.
20
El decreto cardenista de 1936 favoreci la creacin del ejido
La Loma y su anexo Sapiorz. Pero fue hasta 1942 cuando Sapiorz
76
Algunas disquisiciones
INAH
22
ca a la folclorizacin o comercializacin respecto a ciertos estereotipos.23 Durante la investigacin encontramos que la polifona referida como cardenche est
presente en las pastorelas de Charcas, San Luis Potos,
en los cantos de Nuevo Mxico, o en ejecutantes de
Guanajuato y el norte de Jalisco, lo cual apunta a que
el rea cardenche es o fue mucho mayor que la regin
lagunera y que no estamos ante los ltimos cardencheros. Hay muchas vetas an; por ejemplo, Ruy
Alonso Guerrero, tambin integrante del Taller de Cardencheros de Quertaro, nos sugiere estudiar la relacin histrico musical de esta tradicin con el blues
de Nueva Orlens, los cantos polifnicos de trabajo de
Georgia (situada en el lmite de Europa y Asia), la
cancin de paghella de la isla de Crcega (Francia), la cancin pastoral de Cerdea (Italia), y los cantos de vaquera y los de velorio de los llanos colombianos.24
Sin duda an nos falta mucho por hacer. Sin embargo, la articulacin de un pensamiento social en torno a
la cancin cardenche ha sido nuestro punto de juntura; en tanto, podemos considerar la construccin de
este saber finalizado como un excelente testimonio
musical y un aporte valioso de los estudios de la msica tradicional de Mxico para el mundo, digno de celebrarse en este bicentenario.
23
Ruy Alonso Guerrero, comunicacin personal, 15 de agosto
de 2010.
24
Con el blues de Nueva Orlens hubo, segn relatos orales
familiares, grandes migraciones desde Louisiana hasta la Comarca
Lagunera con el algodn como lazo conductor; la cancin de paghella de la isla de Crcega [http://www.youtube.com/watch?v= Ox
d6YNBtT4M]; la cancin pastoral de Cerdea [http://www.youtube.com/watch?v=NL_9EOCcKtU&feature=channel]; los cantos polifnicos de trabajo de Georgia [http://www.youtube.com/
watch?v=j4bGuJteQIo&feature=channel]; para los cantos de
vaquera y los de velorio de los llanos colombianos (tambin a
capella y a tres voces), Jos Pen, Polifona popular a tres voces,
una supervivencia medieval-renacentista en los tonos de velorio de
los llanos colombo-venezolanos, en Revista de Musicologa, vol.
16, nm. 4, 1993, pp. 2064-2079; Ruy Guerrero, comunicacin
personal, 15 agosto 2010. Acadmicos como los doctores.
Catherine Hau Lambert (ENAH), Gabriela Vargas-Cetina
(Universidad Autnoma de Yucatn), Miguel Olmos Aguilera (El
Colegio de la Frontera Norte) coinciden con estas observaciones.
77
Raquel Paraso*
A
a Tierra Caliente ocupa un territorio localizado al noroeste del estado de Guerrero, al sureste del estado de Michoacn y una pequea parte
al suroeste del Estado de Mxico. Existen dos tipos de msica en la regin:
la msica de arrastre (sones y gustos) y las piezas. Los grupos calentanos
interpretan ambos tipos de msica y el nfasis en una u otra depende de
las preferencias del conjunto musical, del contexto en el que la ejecucin
se lleve a cabo y de lo que la audiencia desee. Juan Reynoso me deca: en
las bodas y en las fiestas se tocaban de todo: sones, gustos, pasodobles,
boleros, valses, no muchos tangos, danzoncitos [] A veces te pedan uno
especial y cmo no, pues se tocaba. El resto de las veces, era a gusto de los
msicos y de como viniera la fiesta.1
Las piezas pueden ser instrumentales o vocales, e incluyen pasodobles,
boleros, marchas, minuetos, valses, danzones, tangos, polcas, foxtrot y
swing. Suelen ser ejecutadas por uno o dos violines y una o dos guitarras.
La voz y el violn asumen las melodas. Cuando las piezas son vocales, a
menudo el violn alterna versos con la voz.
Las piezas son un ejemplo del proceso de mestizaje que tuvo lugar,
durante y despus de la colonia, en el desarrollo de la msica popular
mexicana. Los msicos calentanos adaptaron y transformaron diversos
estilos musicales originados en varias partes del mundo y los hicieron propios. As, inconfundibles estilos musicales de origen espaol, como el
pasodoble, se unieron a danzones cubanos o a gneros musicales de origen
estadounidense como el foxtrot y el swing.
*
Candidata a doctora en Etnomusicologa por la Universidad Wisconsin-Madison de
Estados Unidos. [rparaiso@gdinet.com]
1
Juan Reynoso, comunicacin personal, 19 de junio 2003.
78
Trayectoria histrica
79
80
o cabe duda de que la msica popular mexicana sintetiz estilos venidos de otras partes para convertirlos
en propios y que su historia se entrelaza con la historia
poltica y social del pas. La msica calentana es un
claro ejemplo de ello. Su edad de oro (1910 a 1950)
coincide con los cambios significativos que en ese
momento se estaban produciendo en la reconfiguracin de la imagen y forma de pensar del pas: el fervor
nacionalista y revolucionario que culminara en 1910 y
dara al pas un sentimiento de orgullo en lo mexicano, una nueva valoracin de lo propio.11
Segn Prez-Monfort, el discurso nacionalista mexicano apareci como recurso fundamental tanto entre las elites polticas, econmicas y culturales como
entre las clases populares urbanas y rurales: el nacionalismo como justificacin de proyectos y posiciones
polticas o culturales permiti tal cantidad de matices,
que en no pocas ocasiones sirvi para intereses contrarios.12 Poltica y culturalmente intentaba definir las
gneros presentes en las nueve piezas del proyecto de Cuauhtmoc
Tavira, 2002, disponible en la pgina web del Conaculta [http://
www.conaculta.gob.mx/saladeprensa/2002/19jun/tavira.htm],visi
tada el 31 de diciembre de 2006.
11
William Gradante, El Hijo del Pueblo: Jos Alfredo
Jimnez and the Mexican Cancin Ranchera, en Latin American
Music Review / Revista de Msica Latinoamericana , vol. 3, nm. 1,
1982, p. 43; Cndida F. Jquez, Meeting La Cantante through
Verse, Song, and Performance, en Norma E. Cant y Olga Njera-Ramrez (eds.), Chicana Traditions: Continuity and Change,
Urbana, University of Illinois Press, 2002, p. 168.
12
Ricardo Prez Montfort, Indigenismo, hispanismo y panamericanismo en la cultura popular mexicana de 1920 a 1940, en
Roberto Blancarte (comp.), Cultura e identidad nacional, Mxico,
Conaculta/FCE, 1994, pp. 344.
lucionario apoy a intelectuales y artistas en su descubrir, describir y catalogar las expresiones de la cultura
popular (festivales, arte, danzas, canciones, leyendas o
poesa). Con el tiempo, diferentes tradiciones regionales se convirtieron en estereotipos nacionales que reducan la diversidad del pueblo a algo ms manejable (por
ejemplo, la china poblana o al charro como figuras
tpicas, smbolos de la identidad mexicana).16 De
forma acertada, Blancarte nos recuerda que todo nacionalismo es creacin artificial que especula y construye
supuestos sentimientos que califica de mayoritario y
popular. A la vez que la Revolucin puso de manifiesto la diversidad cultural del pas, igualmente oblig al
nuevo Estado a unificarla, a sintetizar, a estereotipar y
a definir autoritariamente, olvidando estas diferencias,
o qu es la cultura nacional.17 A este respecto,
Monsivis critica duramente la creacin de esos estereotipos y sostiene que lo que entendemos por "cultura
popular" es fruto de la voluntad de las clases dominantes, el desarrollo del cine y la radio como responsables
en gran medida de la recreacin y creacin de lo
mexicano.18
Es en este contexto de reafirmacin de lo propio en
el que podemos entender el florecimiento de la tradicin del corrido heroico. Tambin es aqu donde podemos entender la edad de oro de las piezas calentanas en
su reinvencin y creacin de lo propio. Y es a finales de
la dcada de 1920, con la entrada de Mxico en la era
de los medios de comunicacin con la radio, el
fongrafo y el cine dndole a la msica popular una
dimensin comercial19 que podemos entender el
desarrollo de la cancin ranchera. Es en ese nacionalismo de principios de siglo donde se comprende la justificacin de proyectos nacionales y regionales, la
centralidad cultural de gneros nacionales como el
corrido y la ranchera, y la regionalidad de otros como
las piezas calentanas.
Jos Itzigsohn y Matthias vom Hau, op. cit., p. 203.
Roberto Blancarte, Introduccin, en Roberto Blancarte
(comp.), Cultura e identidad nacional, Mxico, Conaculta/FCE,
1994, p. 19.
18
Carlos Monsivis, Notas sobre cultura popular en Mxico,
en Latin American Perspectives, vol. 5, nm. 1, 1978, p. 112.
19
William Gradante, op. cit., p. 43.
16
17
81
unque de origen forneo, el corrido naci como gnero mexicano,20 constituyendo un verdadero gnero
literario-musical con caractersticas propias y extenso
repertorio, lo cual lo convierten en una manifestacin
caracterstica mexicana.21 Segn Saldvar y Vicente T.
Mendoza,22 el corrido conserva de las formas literarias
de las que deriva, el romance castellano y la jcara, el
carcter pico-narrativo y su mtrica romanceada, es
decir, la rima asonante en versos pares y libre en los
impares. El corrido ms lrico deriva de coplas, cantares y relatos sentimentales.23 Aunque tuvo varias etapas,
se considera que fue en el ltimo cuarto del siglo XIX
cuando realmente apareci el corrido. Mendoza sostiene que el canto de las hazaas de algunos rebeldes al
gobierno porfirista [] es propiamente el principio de
la pica en que se subraya y se hace nfasis en la valenta de los protagonistas y su desprecio a la vida.24
McDowell tambin habla del corrido como un gnero
de cancin heroica.25
Si el jarabe se asocia a la poca de la Independencia,
el corrido est ntimamente ligado a la Revolucin, que
es su momento lgido y de culminacin como gnero
popular.26 Como en el caso de los jarabes, la publicacin de textos de corridos desde mediados de siglo XIX,
su aparicin en peridicos durante la poca de Jurez y
en hojas sueltas entre 1890 y 1930, al igual que la
reproduccin fonogrfica, fueron decisivos en su
20
Claes Geijerstam, Popular Music in Mexico, Albuquerque,
University of New Mexico Press, 1976, p. 46.
21
Gabriel Saldvar, op. cit., p. 238; Jas Reuter, op. cit., p. 122.
22
Gabriel Saldvar, op. cit., pp. 231-233; Vicente T. Mendoza,
op. cit., pp. XVII-XVIII.
23
Vicente T. Mendoza, op. cit., p. 103.
24
Ibidem, p. 15.
25
John Homes McDowell, Coaxing the Corrido: Centering
Song in Performance, en Journal of American Folklore, vol. 123,
nm. 488, 2010, p. 127.
26
Vicente T. Mendoza, op. cit., p. 194; Claes Geijerstam, op.
cit., p. 55; Jas Reuter, op. cit., p. 122; Thomas Stanford, La msica popular de Mxico, en Julio Estrada (ed.), La msica de Mxico,
Mxico, IIE-UNAM, vol. 5, 1984, p. 41; Yolanda Moreno Rivas,
Historia de la msica popular mexicana, Mxico, Alianza
Mexicana/Conaculta, 1989, p. 30; Mark Pedelty, Musical Ritual in
Mexico City: From the Aztec to Nafta, Austin, University of Texas
Press, 2004, p. 122.
82
32
83
cias de diversificacin y unificacin cultural, tendencias que son ms fuertes cuanto ms pluriculturales
y multitnicas son las sociedades nacionales.38
Multicultural y multitnica es la sociedad mexicana,
y su msica, mestiza, amalgama de tendencias y estilos
que el mexicano con creatividad sintetiza. Desde ah
entiendo la msica popular mexicana en su rica diversidad. A la vez, comparto la teora de Bonfil Batalla sobre
cultura propia para explicar la autonoma y valor de muchas msicas regionales en esa diversidad. Para este autor, cultura propia es la capacidad social de produccin
cultural autnoma sin la cual no existira una sociedad
como unidad diferenciada. Dice: la continuidad histrica de una sociedad (un pueblo, una comunidad), es
posible porque posee un ncleo de cultura propia, en
torno al cual se organiza y se reinterpreta el universo de
la cultura ajena (por impuesta o enajenada).39 Es decir,
en la cultura propia, el grupo produce y reproduce elementos culturales y controla su uso: sobre ella se funda
la identidad social propia, contrastante.40
Si aplicamos esto a la msica popular mexicana,
realmente podemos decir que es msica y cultura propia tanto en sus gneros nacionales como en los regionales. Est claro que lo que actualmente conocemos
como msica mestiza mexicana surgi de un contacto
entre diferentes culturas musicales. Sin embargo, como
la musicloga Margaret Kartomi sostiene, el objeto
de la investigacin es siempre nuevo, sntesis musical
independiente que, a pesar de su mezcla de herencias,
debe ser entendido como msica originaria que
merece ser estudiada en sus propios trminos.41 Adems, la nueva msica se da en un nuevo contexto social
que tiene sus propios significados extramusicales.
Es decir, lo hbrido se convierte en una nueva especie. Al igual que Bonfil Batalla, Kartomi enfatiza el
proceso creativo, lo cual implica mucha ms intervencin de los creadores (intrpretes, audiencias, etcte38
Guillermo Bonfil Batalla, Pensar nuestra cultura, Mxico,
Alianza, 1991, p. 10.
39
Ibidem, p. 53.
40
Idem.
41
Margaret J. Kartomi, The Processes and Results of Musical
Culture Contact: A Discussion of Terminology and Concepts, en
Ethnomusicology, vol. 25, nm. 2, 1985, p. 233.
84
ra) de la nueva msica. Tal fue el proceso que vivieron los gneros nacionales y regionales. En ambos
hubo un proceso de sntesis, recreacin y mexicanizacin de elementos para convertirlos en propios a nivel
musical y extramusical. Algunos gneros llegaron a
tener una proyeccin nacional y otros no.
Los procesos histricos casi siempre han estado presentes en la msica popular mexicana. Gran parte de la
actual msica popular y tradicional es el resultado de
mestizajes que comenzaron hace muchos aos.
Jarabes, sones, corridos o canciones rancheras, entre
otros, son gneros representativos de un mestizaje de
elementos musicales, contextos, intrpretes y audiencias. Msicas llegadas de otras partes se transformaron
en algo genuinamente mexicano. Los gneros nacionales se convirtieron en propios debido a su produccin
nacional, difusin y popularidad, ya fuera a travs de
polticas culturales impuestas de forma evidente o solapada, o a travs de una franca preferencia popular.
Aunque propia tambin, la msica de Tierra
Caliente no lleg a tener la proyeccin de los gneros
nacionales. La copiosa produccin de piezas no lleg a
tener la difusin y popularidad para obtener tal proyeccin. El proyecto nacionalista construy estereotipos y fueron otros los gneros que se convirtieron en
nacionales. Artistas como el violinista Juan Reynoso
intentaron abrirse camino en la ciudad de Mxico
tocando en la XEW, pero ni la radio ni el proyecto
nacional incorporaron su msica o la de otros msicos
calentanos en sus agendas culturales. Estos msicos se
convirtieron en smbolos de la msica regional calentana, que no de la msica nacional. Adems, a pesar de
su popularidad en la regin, varios de los gneros (y
estilos interpretativos) que conforman las piezas no llegaron a ser considerados mexicanos sino que mantuvieron el calificativo de extranjeros (por ejemplo, el
danzn cubano o el pasodoble espaol).
A pesar de todo, las piezas de Tierra Caliente se
mantienen como msica y cultura regional. Por medio
de ellas, como por medio de otros estilos de msica popular mexicana, se puede vivir parte de la historia poltica y social de nuestro pas, y gran parte de la vida de
la regin, plasmada en composiciones que confirman
que este tipo de msica es cultura propia.
Jess Juregui*
A
El son mariachero de
La Negra: de gusto regional
E
Mariachi Mujer 2000, de la ciudad de Los
ngeles, California, 2007.
85
Fonoteca, INAH.
86
A finales del periodo cardenista, la msica del mariachi lleg a integrar el repertorio clsico mundial, como
representativa de Mxico. Carlos Chvez y Ramrez
(1899-1978), lder de la corriente musical nacionalista,
le solicit a su alumno Blas Galindo Dimas (19101993) una obra con temas de tu pueblo, de por all de
tu regin.4
Galindo era originario de San Gabriel (posteriormente denominado Venustiano Carranza), Jalisco, en
plena tierra del mariachi (Meyer haba planteado los ex
cantones de Sayula, Autln y Tepic como posibles lugares de gestacin de dicho conjunto musical),5 y de nio
adems de participar en el coro de la iglesia y como
estudiante de rgano se haba iniciado como msico
eventual en los conjuntos mariacheros.
En mi pueblo, en San Gabriel, casi todo el mundo tocaba (msica). En mi casa haba guitarra y no supe cundo
empec a tocar [...] Debe haber sido muy chico, porque
a los siete aos ya acompaaba a mis hermanos y ya solfeaba.6
[] all en mi pueblo sencillamente todo el mundo
era msico: que su guitarra, que su flautita, violines,
arpas, mandolinas, todo mundo. Y como no haba radio
ni tele, en las tardes todos hacan msica; me acuerdo que
yo iba pasando por la calle y me gritaban: rale, Blas,
vente, agarra tu guitarra y dale. Y le dbamos.7
En San Gabriel haba mariachis por gusto, por placer,
3
Cynthia Jean Reifler, Son de La Negra: An Oral History of
Change in a Traditional Mexican Folk-Song, tesis de licenciatura
en Artes, University of California at Santa Cruz, Santa Cruz,
1991, pp. 34-35.
4
Jess Juregui, Blas Galindo, el mariachero in memoriam,
en Humanidades. Un peridico para la Universidad, nm. 60, 19 de
mayo de 1993, p. 19.
5
Jean Meyer, El origen del mariachi, en Vuelta, nm., 59,
1981, p. 43.
6
Jess Juregui, op. cit., p. 23.
7
Pablo Espinosa, Adis, Blas Galindo, en La Jornada, Mxico, 20 de abril de 1993, p. 25.
87
88
Percusiones
mexicanas
Mariachi
(tradicional)
Cuerdas
vihuela
guitarras sextas
guitarrn
arpa
violn primero
violn segundo
viola
violoncello
contrabajo
89
dicional [],27 de tal manera que obtiene un expresionismo mexicanista, austero y concentrado.28
Segn Chvez:
Los sones de mariachi [] son cantados y tocados por
horas sin un trmino preestablecido. Su forma es prolija,
sus constituyentes meldicos y rtmicos son repetidos de
manera obstinada, sus tonos son insuficientemente variados y contrastados. Constituyen una rica fuente de materiales nuevos y variados, pero diluidos a lo largo de horas
y horas de msica. Tuvimos que concentrar esa esencia
disuelta, en una forma compacta, al mismo tiempo que
preservbamos su unidad original. Tuvimos que llegar a
una continuidad menos insistente y mucho ms variada,
sin conformar la pieza resultante por una sucesin de elementos inconexos.
Las melodas y ritmos, aunque distintos, siempre manifiestan una relacin prxima entre s, pertenecen a una
familia natural. No fue posible trabajar por reglas, sino
que cada problema fue solucionado de manera instintiva.
Una meloda llama a la otra para balancearla, y esa llama
a otra nueva. Lo mismo es verdad en lo referente a ritmos
y tonalidades. Los Sones de mariachi de Blas Galindo []
son un verdadero movimiento de sonata, altamente desarrollado, y la msica, lejos de perder su carcter, lo ha
intensificado.29
Sones de mariachi [] es una pieza agresiva, vital y rtmica que aspira a algo ms que la exposicin del tema
popular; al eliminar todo pathos individual y exaltar los
motivos del folklore jalisciense, se convierte en msica
que puede ser adoptada como identificacin nacional.
Presenta una imagen sonora colectiva que hace a un lado
tanto las inquietantes variantes de la invencin como la
asimilacin de corrientes extranjeras. Lo que importa es
la exaltacin de los sones de mariachi ascendidos al rango
de aires nacionales.30
27
28
90
334.
Ca. 1885, segn Gabriel Pareyn, op. cit., 2007, t. II, p. 981.
Vicente Tedulo Mendoza, Una coleccin de cantos jaliscienses, en Anales del Instituto de Investigaciones Estticas, vol. 21,
1953, p. 59; Gabriel Pareyn, Clemente Aguirre, compilador de
35
36
1567, coleccin de manuscritos (antes Archivo Franciscano) del fondo reservado de la Biblioteca Nacional
de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico.37
[] el hallazgo de un filn autnticamente regional, en
este caso [de producciones autnticamente populares del
siglo XIX] de Jalisco [] tendran poco valor si fuesen
ejemplos aislados y no tuviesen el amparo de una firma
acreditada como lo es en este caso, don Clemente
Aguirre, msico de acrisolada probidad profesional, adems de tener en su favor el ser nativo, criado, educado y
residente del Estado de Jalisco durante una gran parte de
su vida.38
91
La mayora de los sones que figuran en esta seccin fueron cantados admirablemente por los famosos artistas
jaliscienses que formaron el Mariachi de Cocula:
Salvador Flores [vihuela], Concepcin Andrade [guitarrn], Agapito Ibarra [guitarra sptima], Antonio Partida
[violn primero], Casimiro Contreras [violn segundo] y
Pablo Gmez [clarinete]. Estos rpsodas han conquistado
palmas y triunfos por la feliz interpretacin que dan a esta
msica encantadora. Estos rpsodas conquistaron muchas
palmas en las audiciones que dieran en la Escuela de Verano ante el elemento extranjero y en los conciertos de radio de El Universal, y La Casa de la Radio y Exclsior, en
la ciudad de Mxico, en el ao de 1925.42
Est claro que la versin del son de La Negra publicada por Vzquez Santa Ana no procede de Cocula,
Jalisco, ni corresponde a la autora de Concho Andrade
o algn otro integrante de su mariachi. De haber sido
el caso, Vzquez Santa Ana lo hubiera consignado, dado que cuando obtuvo la informacin al respecto
indica el lugar, el autor y el ao del son referido. Como
tuvo una relacin especial con el mariachi de Concho
Andrade, pues este conjunto ilustr musicalmente las
conferencias que el profesor ofreci en la Universidad
Nacional, se debe suponer que, si hubiera habido fundamento para atribuir a Cocula el son de La Negra, sin
duda lo hubiera hecho explcito en su publicacin.
No se cuenta con ninguna grabacin del mariachi de
Concepcin (Concho) Andrade (1880?-1944), de tal
manera que se desconoce la versin propiamente musical que ese conjunto ofreci de la pieza. Asimismo, ante
la carencia de colecciones completas de los cancioneros
publicados, en las bibliotecas pblicas mexicanas, sera
arriesgado plantear cundo fue difundido inicialmente
el son de La Negra por la va impresa para el nivel
popular.
* * *
92
42
Segn lvaro Ochoa Serrano (comunicacin personal), la pieza Mi Negra fue editada por la compaa
Columbia (3693-X) en agosto de 1929. Se trata de una
variante letrstica de la presentada por Vzquez
Santana (vase Versin II). Se puede plantear la hiptesis de que esta versin de La Negra fue aportada por
Jos Agustn Ramrez Altamirano, trovador guerrerense originario de Atoyac de lvarez, quien: Hizo numerosas composiciones basadas en el estilo de la chilena
[] Asimismo, se le atribuye haber fusionado la chilena con el huapango en un nuevo estilo cancionero
[].44 De esta manera, la ejecucin de Los Trovadores
Pablo Dueas, El trovador de sotavento. Lorenzo Barcelata,
en Relatos e Historias de Mxico, ao II, nm.18, 2010, p. 69.
44
Gabriel Pareyn, op. cit., 2007, t. II, p. 870.
Que coincide en el segundo verso de la primera grabacin discogrfica de Los Trovadores Tamaulipecos.
* * *
El proyecto ms ambicioso y completo que se ha llevado a cabo en Mxico, en lo referente a coplas populares, tuvo como resultado el Cancionero folklrico de
Mxico en cinco gruesos tomos, publicados entre 1975
y 1980. Como en los primeros tomos los materiales se
presentan por estrofas y no por canciones, se registran
dos coplas de La negra: la 2250a, que corresponde a la
43
93
94
dicen que el El toro es de ellos y los de Nayarit lo reconocen con el nombre de La vaquilla. Los michoacanos tienen el son de La Morena o La Prieta y los jaliscienses lo
reconocen como de ellos con el nombre de La Negra.
Fundamentalmente estas melodas son las mismas, pero
con algunas variantes. Estas variantes meldicas han nacido por dos razones: 1 por la inquietud creadora de los
ejecutantes o 2 por una falta de capacidad para captar el
giro meldico exacto. El cambio de nombre se basa en
el deseo de aduearse de los mejores sones. Dejamos
asentado que el mariachi no pertenece a un lugar determinado, sino que corresponde a toda una regin.49
El baile [de los sones mariacheros] se hace por parejas
sin abrazarse, uno frente al otro, se pisa con el pie plano
y no de punta y taln, el hombre se pone las manos atrs
del cuerpo y la mujer levanta un poquito la falda con las
puntas de los dedos ndice y pulgar; el hombre marca con
fuerza el ritmo al bailar y la mujer lo hace suavemente; los
buenos bailadores no deben mover de la cintura hacia
arriba [].50
Entre 1974 y 1975 Irene Vzquez Valle (19372001) llev a cabo una investigacin sobre los sones
mariacheros del Sur de Jalisco. En la
[] lista de sones reputados como antiguos recogida
con base en la tradicin oral, precisa que hay que aclarar que antigedad debe tomarse como un trmino
vago que bien puede significar 30, 50 o 100 aos.
La informacin procede de viejos mariacheros establecidos en diversos lugares del sur de Jalisco, e incluye
lo escuchado en la regin de Tepalcatepec, en el estado
de Michoacn [] [Su estudio tambin incluy la
regin de Cocula, que en realidad no corresponde al sur
de Jalisco].
La lista de sones, seguramente muy incompleta, pretende ser un indicador, por una parte, de la fuerza e importancia que ha mantenido el gnero regional, y por otra
parte, hacer ver que esa tradicin, comparada con otras del
mismo tipo, est ms viva y vigente pese al gran impacto
que ha resentido a travs de los medios comerciales de
difusin.51
49
Blas Galindo, El mariachi, en Boletn del Departamento de
Msica de la Secretara de Educacin Pblica, nm. I, 1946, p. 4.
50
Ibidem, p. 8.
51
Irene Vzquez Valle, El son del sur de Jalisco, Guadalajara,
Departamento de Bellas Artes del Gobierno de Jalisco, 1976, p. 35.
Ibidem, p. 36.
Ibidem, p. 48, nota 34.
54
Ibidem, p. 48, nota 39.
53
52
336.
56
Vase fotografa de 1987 en Daniel Sheehy, Mariachi Music
in America. Experiencing Music, Expressing Culture, Nueva York,
Oxford University Press, 2006, p. 27.
95
96
II
III
IV
VI
1a
1b
1c, 1d
1c
1f
1d bis,
1c
2a
2b
3a
5a
4a
4b
4c, 4d
4e, 4d
4f
4c, 4d
Mxico, la pieza se tuvo que reducir para que cumpliera con el tiempo de grabacin impuesto por las compaas disqueras, y tambin en las ejecuciones directas
ante la clientela, por la conveniencia de ganar la misma
paga con menos tiempo de tocada:
El son de La Negra est igualito [en lo referente a la letra]
desde que lo aprendimos en aquellos aos [en la dcada
de 1930]; como se usa orita, as se ha usado. Noms le
echbamos otro pedazo ms y le quitamos esa parte
para ganar ms centavos ms rpido. Lo hicimos chiquito pa ganar ms pronto la feria. Le quitamos ese pedazo
para acabarlo de tocar ms pronto. Eso sucedi. Y ya lo
tocan as todos. Ya todos los mariachis que hay la tocan
cortita [la pieza], no saben el otro pedazo que le echbamos nosotros.59
4d La negrita
En un tono cotidiano,
alejado de la metfora
No hace referencia
al rebozo
La versin musical de
Sones de mariachi no
incluye el tema musical
correspondiente a
La negrita
Se presenta
tendencialmente en la
regin noroccidental
Se presenta
tendencialmente en la
regin suroriental
59
61
97
98
Miguel
99
100
de don Gaspar [con la guitarra quinta de golpe] no lo tena nadie ms. El estilo del Vargas era nico, en cuanto lo
oy desech el de don Concho. El estilo de Concho Andrade se ech un poco al olvido.
Don Gaspar cantaba los sones. Mire, hay sones que son
cantados: echan un verso y ese verso tiene su contestacin. Su veneno para don Gaspar era que se equivocaran
en los versos de las contestaciones. Se enojaba mucho.
Era celossimo de los sones!
Con el Vargas aprend el son de El cuatro, El maracumb, El tirador, El riflero, El palmero, El cihualteco, El
tren, El amigo, El tranchete, El zchil, El pasajero, El perico loro, El calero, El becerro, Camino Real de Colima, Las
indias y La vaquilla.
El son de La Negra lo tocaban diferente don Concho,
los Pulido y Vargas. Yo, antes de entrar con el Vargas [en
noviembre de 1940], ya les haba escuchado La Negra en
un programa de radio de la XEW. En La Negra los versos
casi son los mismos, la letra casi no cambiaba: una palabra, dos, eran distintas. Los versos estaban fieles de uno a
otro mariachi. Hay sones que casi no cambian de un
mariachi a otro, como El guaco chano, El jilguerillo y El
toro viejo.
Mis primeras grabaciones con el [Mariachi] Vargas
deben haber sido en 1941. A m me toc ponerle trompeta a La Negra, El gavilancillo, Las copetonas, El tren, El
jilguerillo, El ausente []
[Silvestre] Vargas siempre fue muy apasionado de los
sones y le daba mucha preferencia a La Negra. Silvestre
deca que ese son de La Negra se lo ense don Gaspar:
Gracias a mi padre. Al maestro Tata Nacho [Ignacio
Fernndez Espern (1894-1968)] y al maestro [Miguel]
Lerdo de Tejada [1869-1941] les encantaba ese son de La
Negra. Tata Nacho quera quitarle ese son [al Mariachi
Vargas] para irlo a registrar l en la Sociedad de Autores y
Compositores. Ya le dijo [Silvestre] Vargas que Ese son
es casi de nosotros, nosotros lo hemos andado tocando.
Se qued disgustado Tata Nacho. Cuando le llevbamos
maanitas al maestro Lerdo de Tejada en su cumpleaos,
nos deca: A ver, Vargas, toqunme un mariachi. As le
deca l a los sones jaliscienses.
La Negra se grab con el Vargas en 1941. Ya estaba
antes la grabacin del Mariachi Tapato de Jos Marmolejo, con la trompeta de don Jess Salazar [Loreto].
Cuando lleg Rubn Fuentes al Mariachi Vargas [en
1944], el disco del Vargas con La Negra ya andaba en la
En 1963 se edit un disco (Orfen Videovox, LPJM08), que constituye un parteaguas dentro de la trayectoria del Mariachi Vargas, por varias razones. En
primer lugar se trata del primer lbum de alta fidelidad con msica de mariachi que incluye tres eleps de
33 rpm, en total 36 selecciones musicales. En segundo
lugar, el lbum lleva por ttulo Mariachi Monumental
de Silvestre Vargas. El mejor mariachi de Mxico; aqu es
importante destacar que en este ttulo se omite tanto a
Gaspar Vargas como a Tecalitln y se eleva a Silvestre
Vargas al estrellato absoluto al culto personal a
costa de una tradicin. En tercer lugar, el lbum incluye un folleto en que se plantea por primera vez un
boceto de la historia del Mariachi Vargas. En cuarto
lugar, una tercera parte de las piezas incluidas constituyen sones y jarabes, esto es, los gneros caractersticos
de la tradicin mariachera original para el mbito no
religioso. En quinto lugar, las otras dos terceras partes
del lbum consisten en piezas de gran profundidad en
101
la tradicin musical mexicana (Las maanitas mexicanas, Maanitas tapatas, En tu da, Felicidades, Las
golondrinas, La marcha de Zacatecas y El zopilote mojado), canciones difundidas a nivel nacional durante la
poca de la Revolucin mexicana (La Valentina, La
cucaracha, La Adelita, Jesusita en Chihuahua, Las tres
pelonas y Marieta), canciones retomadas por autores en
las primeras dcadas del siglo XX (Cielito lindo, Los
barandales y El muchacho alegre), canciones diseadas
para el mariachi moderno capitalino (Guadalajara, El
mariachi, Pelea de gallos, Ojos tapatos, Las alteitas y
Atotonilco) y, por ltimo, canciones de autor compuestas a mediados del siglo XX (La rondalla y Serenata
huasteca).
102
72
Guillermina Sol Pealoza, Paos de rebozar. Verdugados,
guardainfantes, valonas y sacristanes. La indumentaria, joyera y
arreglo personal en el siglo XVII novohispano, tesis doctoral en
Historia del arte, FFyL-UNAM, Mxico, 2009, p. 313.
73
Ibidem, p. 309.
74
Ibidem, p. 313, nota 142.
75
Ibidem, p. 317.
76
Idem.
103
104
XIX.
Entre la gran variedad de usos del rebozo, esta prenda femenina era parte del atuendo para el baile de los
sones y jarabes. En una referencia a las tapatas, se
indica:
Ibidem, pp. 203-204.
Ana Paulina Gmez Martnez, op. cit., p. 22.
88
Ibidem, p. 154.
89
Ibidem, p. 146.
86
87
105
J. I., Del origen, uso y bellezas del trage propio de las mejicanas,
conocido con el nombre de rebozo; y del grado de perfeccin que recibi
en Zamora, por obra de D. Vicente Mungua, quien el Gobierno de
la Repblica otorg en 1847, cual premio de sus ingeniosos afanes, un
privilegio de diez aos, de que hubieran querido y quisieran aun privarle la envidia y el bajo inters de sus mulos, por medio de intrigas y
de chicana, Guadalajara, Imprenta de Jess Camarena, 1851, p. 4.
91
Niceto de Zamacois, El jarabe. Obra de costumbres mexicanas,
jocosa, simptica, burlesca, satrica y de carcajadas, escrita para desterrar el mal humor, herencia que nos dej nuestro padre Adn, por un
necio antojo que quiso satisfacer su autor, segunda edicin aumentada notablemente y adornada con amenas litografas, Mjico,
Imprenta de Luis Incln, 1861, p. 462.
90
106
Sin embargo, la aceptacin del rebozo entre los grupos indgenas fue variada, pues Konrad Theodor
Preuss (1869-1938) antroplogo de la escuela de
Berln que investig las culturas de los indgenas del
Gran Nayar entre 1906 y 1907 seala que los []
rebozos [son] prendas que usan las mujeres mestizas y
coras, pero no las huicholas.93
* * *
Como el elemento propiamente musical ha escapado al registro ms fcilmente que el literario, es decir,
en la medida en que no se cuenta con transcripciones en
pentagrama del son de La Negra durante el siglo XIX, se
ha decidido considerar como la copla diagnstica aqulla que, por una parte, se presenta como recurrente en
las diferentes versiones de dicho son. Por otra parte,
en la medida en que la cuarteta 1c no est expresada en
un lenguaje metafrico, se refiere a experiencias concretas apartadas de una situacin fantstica,
manifiesta un anclaje en la realidad que la constituye
en un documento histrico, ya que en ella se menciona un: [] rebozo de seda, que le traje de Tepic.
En qu circunstancias se podra presumir urbi et
orbi y voz en pecho de un rebozo de seda trado
desde Tepic? Lo primero que se debe establecer es en qu
poca se poda jactar alguien de haber llevado un rebozo
de seda desde Tepic hacia alguna comarca interior.
Jos Luis Blasio, Maximiliano ntimo. El emperador y su corte.
Memorias de un secretario particular, Pars, Librera de la viuda de
Chales Bouret, 1905, pp. 177-178.
93
Konrad Theodor Preuss, Viajes a travs del territorio de los
huicholes en la Sierra Madre Occidental, en Jess Juregui y
Johannes Neurath (comps.), Fiesta, literatura y magia en El
Nayarit. Ensayos sobre coras, huicholes y mexicaneros, Mxico,
INAH/CEMCA, 1998, p. 188.
92
107
Idem.
J.I., op. cit., 1851, p. 7.
105
Eligio Moiss Coronado (ed.), Descripcin e inventarios de las
misiones de Baja California, La Paz, Gobierno del Estado de Baja
California Sur/Conaculta/UABCS (Serie Cronistas, 11), 1994
(1773), p. 36.
106
Ana Paulina Gmez Martnez, op, cit., p.134.
107
Eligio Moiss Coronado (ed.), op. cit., p. 120
103
104
108
En el Memorial sobre el estado actual de la administracin pblica del estado de Jalisco [], correspondiente a 1826, Prisciliano Snchez informa que:
111
114
109
Para uno de los primeros comerciantes ingleses cuyo nombre ha sido deducido como T. Penny que se
presentaron a realizar ventas de mercaderas desembarcadas en puertos del Golfo de Mxico, en 1824 [...]
La Provincia de Guadalajara sigue a la de Mxico en
importancia [] Su mejor puerto es San Blas, donde se
han efectuado la mayor parte de los negocios con las
Indias Orientales durante los ltimos aos [] Tepic,
ciudad comercial de cierta importancia, a unas 18 leguas
de San Blas, puede denominarse gemela de Jalapa, y la
situacin que sta guarda respecto de [la ciudad de]
Mxico corresponde, poco ms o menos, a la que Tepic
guarda respecto de Guadalajara.117
* * *
117
Juan Bautista Iguiniz, Guadalajara a travs de los tiempos.
Relatos y descripciones de viajeros y escritores desde el siglo XVI hasta
nuestros das. I: 1586-1867, Guadalajara, Banco Refaccionario de
Jalisco, 1950, p. 111.
118
Jos Mara Muri (dir.), op. cit., 1981, p. 497.
119
J.I., op. cit., 1851.
120
Arturo Camacho, Los papeles del artista, Zapopan, El
Colegio de Jalisco, 2010, p. 16.
121
Ibidem, p. 19.
110
Se puede sostener la hiptesis de que el arriero-ranchero que presume haber llevado un rebozo de seda
desde Tepic a algn lugar de la regin aledaa lo pregon durante la Guerra de Independencia, cuando
funcion en todo su esplendor la Feria de Tepic.123 Tal
hecho pudo haber sucedido tambin durante los aos
posteriores (1821-1827), cuando el comercio por el
puerto de San Blas en la costa del ocano Pacfico superaba ampliamente a Acapulco, ya que del total de
ingresos aduanales le corresponda 58.51%, mientras
Acapulco aportaba 28.90%, Mazatln 8.11% y
Guaymas 4.48%.124 Es menos probable que tal evento
haya tenido lugar entre 1827 y el final del comercio de
Asia con Mxico por el puerto de San Blas en 1859.125
No se puede pasar por alto el testimonio de Barrister,126
quien dice que en 1850 todava tena lugar una feria
anual en Tepic, con duracin de poco ms de una semana, si bien su carcter era menos comercial que de entretenimiento. Asimismo, ese viajero britnico informa que
en Tepic haba dos establecimientos comerciales de
extranjeros y dos de nacionales, que ofrecan [] todo
lo que era de uso comn entre los habitantes.127
Es poco probable que la cuarteta de referencia se
haya forjado despus de 1860, ya que no tendra sentido destacar a Tepic en donde se presume haber
adquirido un rebozo de seda, que se obsequi a una
mujer denominada mi Negra cuando dicha ciudad
ya no era una notable plaza comercial. A no ser que, de
manera atvica, se siguiera mencionando en el occidente de Mxico a Tepic como famoso lugar de compra de rebozos de seda.
Se desconoce el punto del occidente mexicano
donde fue compuesta la copla de La Negra, pero la
nica poblacin que debe ser descartada es Tepic ya
Vease fotografa de una parte del edificio del Parin tepiqueo en Pedro Lpez Gonzlez, San Blas. Surgimiento y decadencia, en Jaime Olvera y Juan Carlos Reyes Garza (coords.), Los
puertos noroccidentales de Mxico, Zapopan, El Colegio de Jalisco
/Universidad de Colima/INAH, 1994, p. 75.
124
Jos Mara Muri (dir.), op. cit., 1981, p. 427.
125
Pedro Lpez Gonzlez, op. cit., p. 195.
126
A. Barrister, A Trip to Mexico or Recollections of A Ten-Months
Ramble in 1849-50, Londres, Smith, Elder and Company, 1851,
pp. 143-152.
127
Ibidem, p. 151.
123
que es un sinsentido pretender presumir de haber llevado un rebozo al mismo lugar donde se adquiri
dicha prenda.
En consecuencia, se debe plantear que el son de La
Negra en su versin inicial se origin en la primera
mitad del siglo XIX, y muy probablemente, durante el
periodo independentista. Todas las consejas que atribuyen su autora a msicos de la primera mitad del
siglo XX slo pueden hacer referencia a reformulaciones, adecuaciones o arreglos de una versin previa.128
Los autores que sustentan su estudio gentico en
estrofas de La negrita, pueden estar en lo correcto en
fecharlas en la segunda mitad del siglo XIX.129
De hecho, un mismo son mariachero se conoca
bajo diferente nombre segn cada poblado y las coplas
podan combinarse en distintas versiones sintagmticas. Asimismo, los temas eran adaptados y desarrollados segn las circunstancias por los copleros a lo
largo de las generaciones.
As recuerda Galindo la cuarteta del son de Los
cuatro reales, cuya meloda fue incluida en Sones de
mariachi
Ya te di los cuatro reales,
dime cundo volvers.
Y si no quedas contenta,
dime cunto cobrars.130
111
a obra Sones de mariachi coloc en 1940 al son marginal (conocido regionalmente) de La Negra en calidad de aire nacional y, de entrada, lo equipar con
los segmentos que integran el Jarabe tapato, la mayora de los cuales no corresponde a un origen jalisciense
y que eran de uso generalizado en el territorio mexicano.132 Pero, si bien el arreglo de Galindo sigui ejecutndose por parte de las orquestas sinfnicas y
eventualmente por las de cmara, el son de La Negra
comenz a ser interpretado con ms frecuencia, de
manera alternativa, por parte de los mariachis de elite,
en especial (con el apoyo de los medios de comunicacin masiva) el Vargas de Tecalitln. Este conjunto, a
finales de la dcada de 1940, haba sido controlado y
dirigido por Rubn Fuentes Gasson, quien no provena
de la tradicin mariachera, sino que se integr por
accidente al grupo de los Vargas y a principios de la
131
Vicente Tedulo Mendoza, Panorama de la msica tradicional de Mxico, Mxico, UNAM, 1956, p. 72.
132
Gabriel Saldvar, El jarabe. Baile popular mexicano, en
Anales del Museo Nacional de Arqueologa, Historia y Etnografa,
quinta poca, vol. II, 1935, pp. 317-319.
112
Hoy en da, el rebozo ms clebre no existe en ningn museo o coleccin particular,133 sino en el imaginario mundial: se trata de un rebozo de seda trado
desde Tepic. No sabemos a qu sitio comarcano fue
llevado, ignoramos sus colores y diseo liso (de un
solo color), listado, jaspeado, mixto (listado jaspeado),
encuadrado; difcilmente puede tratarse de un rebozo bordado (conmemorativo), dado que [] es posible que estas prendas se elaboraran por las mismas
damas que las usaban,134 y menos an de un rebozo de
luto (negro), pues el tema de la copla y el tono vibrante de ejecucin revelan un ambiente festivo alegre.
Desconocemos si fue fabricado en Tepic, si lleg desde
el interior de Mxico o arrib por el puerto de San Blas
desde Filipinas. La ambigedad en esos detalles ha
colaborado para convertir al referido rebozo tepiqueo en un mitema nacional alter ego del rebozo-smbolo-emblema mexicano, que se proclama a nivel
mundial, por va del son de La Negra.
Esta transformacin simblica haba sido prefigurada por Nez y Domnguez, quien haba adelantado
que [] el sombrero jarano [] es hermano gemelo
del rebozo [] Tan tpico, tan vernculo, tan arraigadamente nacional, tan genuinamente mexicano es el
uno como el otro.135 Asimismo, la actitud de las
mariacheras contemporneas haba sido preludiada
con una fuerza notable por doa Rosa Quirino (18911969), quien con su rebozo cubrindole la cabeza
era cabrona entre los machos sombrerudos.136
De prenda de recato, el rebozo pas a prenda de lujo
y, en la segunda mitad del siglo XX, a prenda ausente,
suplida en el caso de las mariacheras por su contraparte masculina, el sombrero de charro. Sin duda ese rebozo de seda proveniente de Tepic que ahora pregonan
las mariacheras, pero ya no lucen ha sido cantado
por un siglo, y muy posiblemente por casi dos.
133
Teresa Castell de Yturbide y Patricia Meade, Rebozos
mexicanos en el extranjero, en Artes de Mxico, nm. 90, 2008,
pp. 70-71; Ana Paulina Gmez Martnez, op. cit., p. 61.
134
Ana Paulina Gmez Martnez, op. cit., p. 120.
135
Jos de Jess Nez y Domnguez, Pginas mexicanas. El
rebozo, en Revista de Revistas. El semanario nacional, nm. 205,
domingo 1 de febrero de 1914, p. 13.
136
Jess Juregui, op. cit., 2007, pp. 18-20.
113
114
115
Brana Mijatovic*
A
patria imaginada:
*
Maestra y doctora en Etnomusicologa por la Universidad de California, en Los ngeles (UCLA). [brana.mijatovic@cnu.edu]. En la actualidad es profesora e investigadora de la
Christopher Newport University, y sus lneas de inters giran en torno a la msica y los
movimientos sociales, el mundo de la msica y la globalizacin. La traduccin al espaol
de este trabajo, presentado originalmente en ingls por la autora, estuvo a cargo de Lucie
Wacher.
116
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117
118
muchas se tradujeron con bastante libertad para enfatizar la belleza de ese pas.
A continuacin se expondr acerca de cmo Mxico
idealizado, simplificado y estereotipado comenz
a funcionar como un objeto de deseo, o con ms precisin, como un espacio geogrfico simblico, donde
las contradicciones entre las dificultades reales y un
estilo de vida fcil imaginario coexistieron en una relacin sencilla. ste era un lugar donde el pblico yugoslavo poda imaginarse fcilmente a s mismo, como lo
demuestra la popularidad de las canciones que hacan
referencia a la mexicanidad. Tal es el caso de las canciones mexicanas Yo soy Mexicano, Adis Mxico,
Mxico maravilloso, Mi Mxico, y la cancin
yugoslava Sombrero, compuesta en 1959 por el
msico croata-yugoslavo Kalogjera Nikica.
El anhelo por Mxico, como una tierra imaginada,
se explora en dos canciones que comparan la belleza
del pas con la de las tierras extranjeras. Una de ellas es
la composicin Meksiko Divni (Mxico Maravilloso), grabada por Nikola Karovic en 1963, cuya
nica referencia figura en la grabacin yugoslava con el
apellido del compositor Oliveras, aunque no con el ttulo original. La letra que a continuacin se muestra es
mi traduccin del serbio, tanto del principio de la cancin como del estribillo:
Mientras viajo por tierras extranjeras
Y admiro su glamour
Siempre pienso en
El pas ms maravilloso para m
Oh Mxico, Mxico
Mi patria, donde el sol eterno brilla
Oh, mi Mxico maravilloso
T eres mi anhelo
Mi cancin de canciones.11
11
119
cancin ranchera tpica. Lo que es interesante, sin embargo, es que esta cancin es
anterior, en un sentido cronolgico, a la
publicacin de las dos canciones anteriores. Esta fue compuesta en 1959:
Aunque suena como una tpica ranchera, una de las muchas que ya eran populares en la Yugoslavia de aquel momento
(por ejemplo, Ay Jalisco!, Paloma
Negra, Cielito Lindo, Cancin mexicana, Cuatro Caminos En tu da), la
cancin no muestra ningn elemento que
destaque alguna relacin con ellas. Desde
el punto de vista de la letra, revela una brevedad, simplicidad y sencillez en la creacin de una escena imaginaria, que
12
13
Okolo kaktus agava,
nebesa ogromna plava,
ko neki macevi, ko neke sablje, uznikla suha trava.
Ti skidas svoj sombrero,
sesir I suncobran,
sunce ti veli Senor bon dias, bon dias, dobar dan.
Visoravan i susa
i sjena sa planina
o Meksiko takva je daleka moja bogata domovina.
Ti skidas svoj sombrero, etc.
120
William Gradante considera como una de las caractersticas fundamentales de las rancheras.14 En cuanto al
canto, ste muestra un sentimentalismo que despierta
el llanto mismo, lo que Geijerstam denomina la entonacin mexicana, y los caractersticos gritos, los falsetes rancheros15 se intercalan a lo largo de la cancin. Sin
embargo, la letra revela muy claramente que esta cancin no viene de Mxico. Aunque las imgenes son
bastante sencillas, existe una explicacin con el propsito de garantizar que las personas de Yugoslavia, que
probablemente no conozcan mucho sobre Mxico,
puedan de todas maneras relacionarse con las imgenes
evocadas: sombrero, que sirve como una sombrilla; el
agave como cactus alto y agudo, como un estoque, el
saludo en espaol se presenta primero en una mezcla
de italiano y espaol (Bom Da, en lugar de Buen Da)
y es traducido de inmediato al serbio-croata Buenos
das. Pero de todas maneras, este tipo de narrativa y
este tipo de cancin naturalizan la imagen del otro
mexicano, en contraste con el proceso de otredad,
donde el otro se seala claramente como diferente. El
narrador se ubica en la cancin, como alguien que pertenece al paisaje mexicano que acaba de describir,
como el que est en algn lugar muy lejano y a quien
le faltan todas aquellas imgenes que considera propias,
que le pertenecen tanto como l les pertenece a ellas
(Oh Mxico, mi rica patria lejana). No aparece ningn
intento por distanciarse, ni en la letra ni en la msica.
En trminos de los estereotipos, la imagen general
que se presenta en esta cancin corresponde a una imagen que se ha reproducido en numerosas ocasiones en
la cultura visual, como Mara Rogal lo indica en su anlisis de los estereotipos mexicanos: La vida idlica,
perezosa, [de un mexicano] que duerme al lado de un
cactus bajo el sol del medioda.16 Los estereotipos
simplistas en esta cancin, sin embargo, no slo se utilizan para internalizar, naturalizar la diferencia, sino tambin para expresar un deseo por esa otredad imaginada.
William Gradante, El Hijo del Pueblo: Jos Alfredo
Jimnez and the Mexican Cancin Ranchera, en Latin American
Music Review, 3 (1), 1982, pp. 36-59.
15
Claes Geijrstam, Popular Music in Mexico, Albuquerque,
University of New Mexico Press, 1972, p. 125.
16
Maria Rogal, Mexico: My, Your, Our Fantasy. The Problem
14
Por qu motivo el pblico de Yugoslavia se identifica tan intensamente con el sentimiento general de
estas canciones, la nostalgia por Mxico, una tierra
lejana imaginada? Se propone que la razn de esta
identificacin se encuentra en el hecho de que esta nostalgia por un lugar ideal, una tierra donde el sol siempre brilla desempe un papel importante para la
generacin posterior a la Segunda Guerra Mundial,
que experiment grandes dificultades durante la
reconstruccin del pas bombardeado, todo tipo de
escasez y, a veces, un rgimen e ideologa nuevos y
duros. Como lo indica la crtica literaria Linda
Hutcheon,17 la nostalgia surge cuando la gente no est
satisfecha con el presente. Y en esas condiciones juega
un papel creativo y de consuelo. Susan Stewart explica:
Mediante el proceso narrativo de la reconstruccin
nostlgica se niega el presente y el pasado adquiere una
autenticidad de ser, una autenticidad, que, irnicamente, se puede lograr slo a travs de la narrativa.18
Sin embargo, mientras que la nostalgia por el hogar
a menudo se expresa en contraste con la amenaza del
lugar y la raza de los otros (en muchos escritos coloniales, criticados a la vez por estudios poscoloniales),
he aqu la otredad que ofrece un hogar idealizado y
reconfortante. Svetlana Boym describe dos tipos de
nostalgia: la restauradora y la reflexiva. Si bien las
expresiones de la nostalgia restauradora se presentan
como intentos por reconstruir y recrear el pasado, la
nostalgia reflexiva se expresa como un deseo, como los
sueos de otro lugar y de otro tiempo.19 Entonces, se
puede decir que estas canciones representan una nostalgia reflexiva, en el sentido de que expresan dichos
anhelos. Si bien durante los aos 1950 y los 1960 estas
canciones expresaban un anhelo por otro lugar utpico,
of Flatness in Intercultural Representations of Mexicanidad, en
Journal of Intercultural Communication studies, 2006, disponible en
el sitio: http://www.mariarogal.com/pdf/rogal_iaics_mex_article.doc
17
Linda Hutcheon, Irony, Nostalgia, and the Postmodern,
1987, disponible en el sitio: http://www.library.utoronto.ca/utel/
criticism/hutchinp.html
18
Susan Stewart, On Longing: Narratives of the Miniature, the
Gigantic, the Souvenir, The Collection, Durham, Duke University
Press, 1993, p. 23.
19
Svetlana Boym, The Future of Nostalgia, Nueva York, Basic
Books, 2002, p. 42.
121
en tanto expresin productiva de la nostalgia, [constituye] una crtica de la realidad socio-poltica actual en
la que viven ahora los anteriores yugoslavos.20 Y de
manera paralela yo dira, tambin como parte del
movimiento Yugo-nostalgico, existe un resurgimiento
de los mariachis y de sus bandas.
Conclusin
122
l son jarocho propio de la cultura del Sotavento mexicano representa una de las vertientes regionales ms vigorosas del son mexicano
actual. El resurgimiento de este gnero lrico-coreogrfico notablemente
a partir de la dcada de 1980 se ha concentrado tambin en la bsqueda
tanto en la literatura, grabaciones antiguas o entre los msicos viejos
y rescate de sones jarochos casi olvidados para los aos 70; as tambin, las
formas y estilos de los bailes zapateados de tarima, asociados a los diferentes sones del repertorio, se identifican y conocen mejor hoy en da, en
particular sus variantes regionales. El repertorio de sones y cantares jarochos ha sido considerado por diferentes autores.1 Al respecto, el reciente
trabajo de Garca de Len representa el recuento y revisin ms reciente
e importante del repertorio tradicional sobre el son jarocho de tarima,
donde el mismo autor presenta una clasificacin temtica del repertorio
junto con informacin sobre sus formas de bailar y modos musicales
correspondientes.2
*
Antroploga y promotora cultural independiente. Con su hermano Liche Oseguera
fund el grupo de son jarocho Chuchumb. Como antroploga, ha investigado la fiesta del
fandango, el baile, las bailadoras y su vida social, as como ritmos, formas y estilos de este
gnero de baile. Se agradece a la escritora Mara Vins la revisin el texto, al msico e historiador lvaro Alcntara Lpez la lectura crtica del mismo y al doctor Ricardo Prez
Montfort las referencias aqu citadas.
**
Msico, ingeniero civil y arquitecto, con estudios de guitarra clsica y flauta transversal [garciaranz@hotmail.com]. Estudioso del son jarocho, ha realizado mltiples grabaciones de campo en el sur de Veracruz. Fue fundador del grupo de son jarocho Zacamand.
Es coautor, junto con Ramn Gutirrez, de los libros La guitarra de son. Un mtodo para
su aprendizaje en diferentes tonos (Libro 1) y Sones por cuatro (Libro 2).
1
Daniel Sheehy, The Son Jarocho: The History, Style, and Repertory of a Changing
Mexican Musical Tradition, tesis doctoral, Los ngeles, University of California, 1979; H.
Aguirre Tinoco, Sones de la tierra y cantares jarochos, Mxico, Premi, 1983; Rubn
Vzquez Domnguez, El son jarocho: sus instrumentos y sus versos, Xalapa, Universidad
Veracruzana (Textos universitarios), 2002; J. Melndez de la Cruz (comp.), Versos para
(ms de) 100 sones jarochos, Xalapa, Comosuena, 2004; Antonio Garca de Len, El mar de
los deseos: el Caribe hispano musical. Historia y contrapunto, Mxico, Siglo XXI.
2
Antonio Garca de Len, Fandango: el ritual del mundo jarocho a travs de los siglos,
Mxico, Conaculta/IVEC-Programa de Desarrollo Cultural del Sotavento, 2006.
123
124
El aguardiente
Los artilleros
El bejuquito
La calabacita
El caimn
El cartucho (El ajorrado)
El caracol
El chu
El churrimpampl
El chumba que chumba
El cuadrito
El cuervo
La dulce caa
La gallina
La guanbana
El harinerito
La jota
La Manola
La mulita
a Severiana
El pescadito
El pinole
El repatriado
El solterito
El sombrerito
El tapato
Un total de 96 sones jarochos de tarima se identifican y se consideran en este estudio.3 Una parte de
este repertorio corresponde a sones que podemos
considerar histricos, los cuales se conocen solamente por su nombre (aparecen referidos en crnicas,
escritos histricos, etctera), y en algunos casos tambin por sus coplas o versada, o bien por la manera de
bailarse; un total de 26 sones histricos se enumeran
en la tabla 1.
El repertorio de sones conocidos (algunos mejor que
otros) alcanza la cantidad de 70 (tabla 2), sin embargo
una parte importante de stos no se tocan o bailan en
los fandangos actualmente. A cada son del repertorio le
corresponde una forma de baile y zapateado particular.
Se distinguen, de acuerdo con la manera de bailarse,
tres tipos de sones de tarima: de pareja (p) o de hombre; de mujeres (m) o de montn; y de cuadrillas o de
(varias) parejas (vp). Adems de indicarse en la tabla 2
el comps y el modo musical de cada uno de los sones,
la frecuencia con la que los sones del repertorio se
tocan y bailan en fandangos hoy en da, se reporta
mediante un ndice numrico proporcional con la frecuencia.4
baile
El aguanieve
El ahualulco
Los arrieros
El balaj
La bamba
El borracho
El borreguito
La bruja
El buscapis
p
p
p
m
p
p
m
m
p
6/8
2/4
6/8
6/8
4/4
3/4
6/8
6/8
6/8
(+)
(+)
(+)
(+)
(+)
(+)
(+)
(-)
(+)
3
5
-1
4
5
2
-1
0
4
10.
El butaquito
6/8
(+)
11.
12.
13.
El caf molido
El camotal
La candela
m
m
m
6/8
6/8
6/8
(+)
(-)
(-)
-1
2
3
46.
47.
48.
14.
15.
16.
17.
El canelo
El capotn
La carretera
El cascabel
vp
p
m
m
6/8
6/8
6/8
6/8
1
-2
-1
4
49.
50.
51.
52.
18.
19.
20.
21.
22.
23.
24.
25.
26.
27.
28.
29.
El celoso
El coco
El coconito
El cols
El conejo
La culebra
El cupido
El curripit
Los chiles verdes
La chuchurumaca
El durazno
Los enanitos
m
m
m
pm
m
m
m
m
m
m
m
p
6/8
6/8
6/8
2/2
6/8
6/8
6/8
6/8
6/8
6/8
6/8
6/8
(+)
(+)
(+)
(-) (+)
(-/+)
(+)
(-)
(+)
(+)
(+)
(+)
(-) (+)
(+)
(-)
(+)
(+)
(+)
1
1
-1
5
1
-1
1
-1
-1
-2
-1
-2
53.
54.
55.
56.
57.
58.
59.
60.
61.
62.
63.
64.
30.
31.
32.
33.
34.
35.
El fandanguito
El gallo
El gavilancillo
La guacamaya
El guapo
La Mara justa
vp
m
m
m
p
v
6/8
6/8
6/8
6/8
2/4
6/8
(-) (+)
(+)
(+)
(+)
(+)
(+)
1.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
8.
9.
comps
modo
frec.
0
3
1
5
0
?
Son
36.
37.
38.
39.
40.
41.
42.
43.
44.
La Herlinda
La iguana
La indita
El jarabe
Los juiles
El lelito
La lloroncita
La manta
La Mara
Chuchena
45. La morena
65.
66.
67.
68.
69.
70.
baile
125
mod
frec.
m
p
m
vp
m
m
m
m
m
6/8
6/8
6/8
6/8
6/8
6/8
6/8
6/8
6/8
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3
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6/8
6/8
6/8
6/8
(-) (+)
(-/+)
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(-)
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-1
-1
3
6/8
3/4
6/8
6/8
(+)
(+)
(+)
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5
2
3
0
p
m
m
m
m
m
m
m
m
p
m
p
2/4
6/8
6/8
6/8
6/8
6/8+2/4
6/8
6/8
6/8
6/8
6/8
6/8
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(-)
(-)
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2
1
1
2
-1
-2
1
5
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0
4
m
m
p
m
p
m
6/8
6/8
6/8
6/8
6/8
2/4
(+)
(+)
(+)
(+)
(+)
(+)
3
3
3
0
5
-2
Los negritos
5p
Las olas del mar m
El pjaro
m
carpintero
El pjaro cu
m
El palomo
p
Los panaderos
p
La petenera
m
El piojo
Las poblanas
Los pollos
El presidente
La risa
El sapo
La sarna
El siquisir
La tarasca
El torero
El torito (jarocho)
El toro
zacamand
El trompo
La tuza
El valedor
La vieja
El zapateado
El zopilote
comps
Se observa que, con la excepcin del comps predominante del repertorio, el comps es de 6/8-3/4; algunos sones como El borracho o El Palomo se ajustan
al comps de 3/4 y un pequeo nmero de sones tienen un comps binario (tan solo seis o siete sones son
binarios). Por otra parte algunos sones del repertorio se
interpretan tanto en modo menor (-), modo mayor (+)
Tabla 3. Repertorio tradicional
de sones jarochos de tarima
__________________________________________
La bamba, El cols, El pjaro c, El siquisir,
El zapateado, El ahualulco, El butaquito,
El cascabel, La guacamaya, La morena,
El balaj, El buscapis, El toro zacamand,
---------------------------------------------------------------El aguanieve, La candela, El coco, El gallo, La iguana,
La indita, Los juiles, La manta, El pjaro carpintero,
Los panaderos, La tarasca, El trompito,
La tuza, El valedor,
----------------------------------------------------------------El borracho, El camotal, Los enanos, El palomo,
El piojo, Los pollos, El presidente, El celoso,
El conejo, El cupido, Los chiles verdes, El gavilancito,
Las poblanas, La sarna,
----------------------------------------------------------------La bruja, El canelo, El fandanguito, El guapo,
El jarabe, La lloroncita, Mara Chuchena,
La petenera, El torito, La vieja,
----------------------------------------------------------------Los arrieros, El caf molido, La carretera,
El coconito, La culebra, El curripit,
El durazno, El lelito, Los negritos,
Las olas del mar, La risa,
----------------------------------------------------------------El capotn, El sapo, El torero, El zopilote
126
Varias son las caractersticas y elementos del repertorio de sones jarochos que los diferencian de las dems
variantes regionales del son mexicano.5 Stanford dice al
referirse al son mexicano: Musicalmente, el son casi
invariablemente tiene un comps sesquiltero de seis
corcheas que pueden entenderse como 3/4 o 6/8.
Estas excepciones se encuentran en el pequeo, aunque
importante, repertorio de sones jarochos binarios que
se comentan ms adelante. Otro rasgo muy caracterstico es el baile zapateado de montn de la tradicin
jarocha, 2/3 partes del repertorio aproximadamente;
para esta forma caracterstica no se encuentra equivalente en ninguna de las variantes regionales (Golfo y
Pacfico) del gnero.
Por otra parte, es importante destacar que un poco
ms de 20% del repertorio algunos sones importantes6 est relacionado, y existe su contraparte, con los
5
Los sones jarochos y huastecos (variantes del Golfo de
Mxico) y tixtlecos, calentanos, planecos y jaliscienses (Pacfico).
6
Por ejemplo, El aguanieve, El butaquito / El Cielito
Lindo, El fandanguito, La indita, La Xochipitzahuatl, La
lloroncita / La llorona, La petenera, El siquisir / El gusto,
El toro zacamand / El sacamand.
La bruja, La culebra,
El cupido, El sapo,
(de montn)
Los arrieros, El borracho, y (de pareja)
El fandanguito
(de varias parejas)
127
La participacin de
la mujer en el mariachi:
el caso del son El cascabel
n esta presentacin me propongo introducir algunas transformaciones literarias y musicales que resultan de la participacin de la mujer en la
msica de mariachi. En mis investigaciones preliminares he encontrado
fotografas, grabaciones musicales, pelculas y testimonios que revelan las
aportaciones de las mujeres como intrpretes y creadoras en la msica de
mariachi no slo en Mxico, tambin en el extranjero. A pesar de una
larga trayectoria e importancia musical dentro de esta agrupacin, su contribucin ha sido considerada como algo trivial, pues han sido objeto de
prejuicios sobre su capacidad, legitimidad y musicalidad, hasta al punto
de que sus expresiones musicales se han pasado por alto en la historia del
mariachi.
Sabemos, por su compleja historia y sus races en contextos rurales y
urbanos, que el mariachi ha sufrido cambios sociolgicos y musicales.
Tambin sabemos que, a raz del xito del cine mexicano de la poca de
Oro, el mariachi tuvo una fuerte presencia por todo el mundo. La omnipresencia de smbolos de virilidad como el sombrero o el traje de charro
contribuy a las percepciones populares y estereotipadas de esta agrupacin musical. En la radio de los aos 40 y 50 se acostumbraba escuchar la
voz masculina, a menos que los mariachis acompaaran a una cantante de
msica mexicana. Lo que queda por saber es cmo, fuera de estos medios
de comunicacin, las mujeres han manejado estas percepciones con expresiones creativas.
128
La msica y la poesa son inseparables en las canciones y sones regionales. Existen dos formas de presentar
los versos de una poesa cantada: la forma literaria, que
consiste en la representacin del texto potico segn su
estructura estrfica, y la forma cantada, que adapta la
forma potica a la estructura musical en que efectivamente se canta. En el caso de El cascabel, la forma
literaria consiste en dos sextillas seguidas de un terceto,
todos octoslabos, como se muestra en el siguiente
esquema (los versos se numeran del 1 al 6, las letras
muestran el esquema de la rima):
Segunda Sextilla
A Anoche por la ventana
B Platicando con Leonor
A Me pidi que le cantara
B El cascabel por menor
A Y que no le diga nada
B Me lo peda por favor
transformaciones, las cuales lo llevan a integrarse decididamente en el canon del mariachi. Por otra parte,
mariachis de todo el mundo siguen tocando esta pieza
que les permite exhibir no slo su virtuosismo musical,
sino demostrar su dominio de este renovado estilo
1
Terceto Final
C Ay, cmo rezumba y suena!
D Rezumba y va retumbando
C Mi cascabel en la arena
D
C
D
E
F
E
[Interludio musical]
A Anoche por la ventana
B Platicando con Leonor
B Platicando con Leonor
A Anoche por la ventana
A Me pidi que le cantara
A Me pidi que le cantara
B El cascabel por menor
A Y que no le diga nada
B Me lo peda por favor
129
E
E
F
F
E
130
plificadas por los violines y las trompetas son una adaptacin de la meloda original del son jarocho.
Se conserva la tonalidad de La menor, acompaada
por el crculo armnico: La menor, Re menor sptima y
Mi sptima. Ahora bien, esta tonalidad es cmoda para
un registro vocal grave, en muchos casos, para la voz de
un hombre. El canto de la mujer, dado que su registro
vocal es, en general, ms agudo que el del hombre, obliga modificaciones musicales, y varios grupos femeniles
ofrecen algunas soluciones muy afortunadas y que aportan un enriquecimiento a la msica de mariachi. Referir
a cuatro ejemplos para mostrar las diversas aportaciones
musicales de las mujeres en el mariachi, y que por necesidad resuelven los retos musicales de diversas maneras.
El primero es del arreglo grabado en 1991 por el
Mariachi Los Camperos de Nati Cano, en el cual terminan el son con un cambio de tonalidad a Do menor,
ms agudo para adaptarse a una voz de mujer. El
segundo ejemplo es del Mariachi Mujer 2000 de
Marisa Orduo, quienes manejan un arreglo muy
similar al del Mariachi Los Camperos, pero con una
introduccin distinta y un arreglo nuevo para violn.
En el tercer ejemplo, del Mariachi Femenil Nuevo Tecalitln, ellas tocan el son completo en la tonalidad de
La menor, pero cambiando las inversiones de las voces
para adaptarse a las voces femeninas. El ltimo ejemplo es del Mariachi Reyna de Los ngeles, de Jos
Hernndez, que cambian de tonalidad entre La menor
(cuando destacan las partes nicamente instrumentales) y Do menor (cuando cantan los versos).
Mariachi Los Camperos de Nati Cano, Los ngeles, CA.
Aunque este primer ejemplo no se refiere especficamente a un grupo femenil, es importante citarlo porque es uno de los primeros grupos profesionales en Los
ngeles que integr una mujer, y el arreglo lo demuestra con su voz que resalta en el verso final de esta grabacin. Se trata de un arreglo elaborado originalmente
por el maestro Jos L. Hernndez, integrante del
Mariachi Los Camperos en aquel tiempo, para la voz
de la violinista y cantante Rebecca Gonzales, quien en
1975 fue la primera mujer integrada a este mariachi.
La versin de El cascabel grabada por el Mariachi
Los Camperos (1991) comienza en la misma tonalidad de
131
132
A partir de los ejemplos mencionados, que por cierto no son los nicos, se puede concluir que, musicalmente, la forma de tocar esta pieza vara en funcin del
conjunto que la toca, segn sea un mariachi de mujeres o de hombres. Las diferencias son muchas: las
melodas, las armonas, la forma musical, los registros
vocales, el uso de los instrumentos, etc. Estas transformaciones se realizan con el fin de sacar el mximo provecho de las voces y los instrumentos.
IV
En este apartado presentaremos, a manera de conclusin, algunas tesis de carcter general que pueden
contribuir a perfilar un panorama de la participacin
femenina en la msica de mariachi. El caso de El cascabel es slo un ejemplo entre muchos de las contribuciones que ha realizado la mujer en una agrupacin
que se supone varonil por naturaleza. La participacin
de la mujer ha dado pie a un sinnmero de negociaciones musicales, negociaciones que conducirn, y de
hecho han conducido, a la renovacin de la msica,
enriqueciendo las posibilidades de arreglar, interpretar
y disfrutar de piezas consagradas dentro del canon del
repertorio del mariachi.
El fenmeno de la participacin de la mujer en el
mariachi no se limita a Mxico, donde actualmente se
encuentran ms de diez mariachis femeniles. En Chile
existe al menos uno, en Venezuela otro, en Colombia
cuatro, y en Estados Unidos ms de treinta la gran
mayora en California y Texas. Adems de participar
en agrupaciones femeniles, son muchas ms las mujeres que son integrantes en grupos mixtos, de hombres
y mujeres. Adems de ser intrpretes musicales, algunas
mujeres han contribuido con arreglos musicales y composiciones nuevas, agregando adems un repertorio
nuevo con una musicalidad distinta. En Colombia, por
ejemplo, el Mariachi Divas de Amrica, adems de
tocar msica mexicana con la agrupacin de mariachi,
interpretan msica popular y tradicional colombiana,
utilizando una nueva instrumentacin y aadiendo
nuevos gneros musicales al repertorio de mariachi.
Cuando uno escucha las numerosas manifestaciones
debidas a la reciente eclosin de las mujeres en la msica de mariachi, uno podra tener la impresin de que las
nuevas ideas sobre la equidad y libertad de gnero han
ido ganando terreno en este dominio del que-hacer artstico. Sin embargo, una mirada ms profunda revela que
los prejuicios imperantes en contra de dicha participacin siguen pesando, e impiden incluso que la recepcin
de su arte se sobreponga a los juicios peyorativos en
torno a su capacidad, legitimidad y musicalidad.
En Feminine Endings, la musicloga Susan McClary
propone crticas valiosas en relacin con las ideas sobre
el gnero, el gesto, la sexualidad y el cuerpo que revelan saturaciones ideolgicas que han influido en la
msica desde hace muchos siglos.2 Entre las condiciones en las que estas saturaciones ideolgicas se formaron, la autora refiere las construcciones semiticas de
gnero y sexualidad, la existencia de cdigos sobre lo
femenino y lo masculino a la teora misma, las implicaciones de gnero y sexualidad en las narrativas musicales y la influencia de los discursos de gnero en la
participacin de la mujer en la msica.
Segn Hannah Arendt, existe una importante diferencia entre el juicio esttico, que est basado sobre el
gusto, y el juicio poltico, que se basa en el inters de la
cultura, y no necesariamente en caractersticas estticas.3 En el caso de la participacin de la mujer en el
mariachi, no obstante, los juicios polticos tienden a
sustituir a los juicios estticos, limitando la mediacin
entre juicio y gusto artstico.
En ese sentido, el etnomusiclogo John Blacking
ofrece otra perspectiva al distinguir entre msica para
tenerse, la cual es ocasional y decorativa, y la msica
para ser, que intensifica la conciencia humana.4 Esto
no depende de la simplicidad o complejidad de las
expresiones, ni de las distintas circunstancias en que
fueron creadas. En la bsqueda por comprender la
msica creada y ejecutada por las mujeres, su msica
para ser, lo mismo que en su msica para el deleite,
comienzan a surgir las realidades en que hacen y expresan su msica.
Aunque este no es el espacio para tratar en profundidad los distintos aspectos recin mencionados, no
queremos dejar de llamar la atencin sobre ellos y
sobre la necesidad de que en la msica de mariachi se
realicen estudios de este tipo. Nuestro intento se ha
centrado nicamente en la exposicin de los enriquecimientos literario-musicales que han abrevado en la
participacin femenina dentro de esta importante tradicin.
2
Susan McClary, Feminine Endings: Music, Gender, and
Sexuality, Minnesota, University of Minnesota Press, 1991.
3
Hanna Arendt, Lectures on Kant's Political Philosophy,
Chicago, University of Chicago Press, 1992.
4
John Blacking, How Musical Is Man?, Seattle, University of
Washington Press, 1953, p. 50.
133
Odette Waller,*
Yasbil Mendoza,** Mariano
Herrera,*** Mnica Corona****
A
La Orquesta Tpica
de la Ciudad de Mxico:
patrimonio cultural
intangible
a Orquesta Tpica de la Ciudad de Mxico (OTCM) es una agrupacin de intrpretes de diversos instrumentos musicales, y que en este caso
son instrumentos caractersticos de Mxico, con un repertorio representativo (tpico) relacionado con las pocas histricas, las regiones geogrficas,
y determinados grupos culturales.
La historia de la OTCM presenta en su desarrollo la conjuncin de instrumentos tpicos con instrumentos de una orquesta sinfnica, siendo esta
unin una de las principales caractersticas que permiten diferenciarla de
otras orquestas, tanto tpicas como sinfnicas. Los instrumentos tpicos
son los que conformaron a las orquestas tpicas en el siglo XIX,1 como el
salterio, el bandoln, el bajo sexto, la marimba, la guitarra sptima mexicana, la mandolina, clarinete, flauta, entre otros que son parte de las tradiciones musicales de diversas regiones de nuestro pas.
Actualmente, la OTCM est integrada por 83 msicos divididos en las
siguientes familias de instrumentos:
a) cuerdas frotadas: siete violines primeros, seis violines segundos, cuatro violas, cuatro violonchelos, cuatro contrabajos;
134
b) cuerdas punteadas: tres salterios grandes, tres salterios chicos, dos guitarras, dos bandolones, dos bajos
sextos;
c) alientos madera: dos flautas, un flautn, dos
oboes, dos clarinetes, un fagot;
d) alientos metal: tres trompetas, tres trombones,
una tuba, tres cornos;
e) percusiones: un timbal, dos marimbas, tres accesoristas;
f ) coro: tres sopranos, dos mezzosopranos, dos contraltos, cuatro tenores, tres bajos
g) director: un director artstico y un director de
coro;
h) personal de apoyo: tres auxiliares tcnicos, dos
archivistas, un coordinador operativo, un copista.
Se interpreta msica nacional de varios gneros:
chotis, polkas, valses, mazurcas, oberturas, rapsodias, poemas sinfnicos, concertinos, conciertos, romanzas, danzas, huapangos, boleros, serenatas, gavotas, sinfonas,
fantasas, aires de diferentes entidades, corridos, canciones, etctera; as como lo ms popular de la msica
escolstica, transcrita para esta agrupacin por arreglistas que admiraron la obra de compositores como
Strauss, Herrold, Sarazate, Rimsky-Korsakov por mencionar algunos.
La OTCM como patrimonio cultural intangible
Ahora que hemos descrito de manera general la definicin y situacin actual de la OTCM, explicaremos por
qu es importante considerar a la OTCM como patri-
135
El ejercicio de los derechos culturales no slo se manifiesta en el fomento y apoyo de las actividades que se
reproducen y mantienen en la agenda de la ciudad de
Mxico. El apoyo y promocin de las manifestaciones
culturales relacionadas con la msica tradicional mexicana resultan ser de suma importancia para el rescate
de nuestro patrimonio cultural intangible.
En este orden de ideas, la importancia y utilidad de
una orquesta tpica radica fundamentalmente en el beneficio pblico, donde en cada concierto dominical, de
manera espontnea, se renen cientos de personas de diferentes edades a disfrutar la presentacin de la OTCM,
convirtindose a la vez en un vehculo histrico que
revive pocas pasadas y que se funden con la poca
actual, despertando sentimientos de alegra, amor, tristeza, en las distintas generaciones que buscan esta
expresin musical. De esta manera se fortalece la identidad nacional, despertando respeto y cario por la
regin en que se ha nacido.
La OTCM se ha transmitido de generacin en generacin
136
hijos al interior de la misma. Citemos un par de ejemplos de los muchos que hay en la agrupacin: el maestro salterista Eulalio Armas gan en 1945 el concurso
para ser solista de la orquesta, pues recientemente se
haba retirado el maestro Manuel Sandoval; como referencia, podemos decir que el primero es padre del
maestro David Armas Jaramillo, un excelente salterista
que hoy trabaja en la orquesta, y el segundo es abuelo
de nuestro contrabajista principal del mismo nombre.
Adems de que no hay suficientes mtodos para el
aprendizaje de los instrumentos tpicos desde los
publicados en la poca del maestro Carlos Chvez
cuando estaba al frente del departamento de msica
del INBA, en las tres escuelas de msica de la ciudad
de Mxico (Conservatorio Nacional de Msica, Escuela Nacional de Msica-UNAM, Escuela Superior de
Msica del INBA) se suspendi el estudio de salterio,
bandoln, bajo sexto, bajo quinto, mandolina y cualquier instrumento tpico, y por supuesto tampoco existe la carrera de licenciado instrumentista en algn
instrumento tpico, pues se da mayor importancia en
las escuelas de msica profesionales a la formacin de
instrumentistas propios de una orquesta sinfnica.
Estos estilos que provienen de la msica mexicana han
sido agrupados por la orquesta en un ambiente sinfnico, dando origen a la caracterstica que ha definido a
la orquesta durante largos aos. Por ello no se puede
perder este legado, pues las futuras generaciones tambin deben conocer nuestra historia musical y nuestros
instrumentos.
La OTCM recrea y preserva el pasado y el presente de
Mxico
La orquesta tpica no es un museo esttico; por el contrario, es un elemento vivo que a lo largo de su existencia ha tenido las puertas abiertas a diferentes
compositores y arreglistas, quienes han dotado a la
orquesta de un enorme repertorio que comprende el
acontecer cultural, poltico, econmico, social, histrico y geogrfico del pas, ya que mediante sus notas, la
letra de sus canciones y la interaccin de las diferentes
familias de instrumentos que la conforman exalta los
diferentes gneros de la msica tradicional: desde
se cant el proceder de los hroes. Tambin se reconfirm la solidaridad entre familias, paisanos y amigos,
consolidndose una identidad nacional que buscaba
mecanismos de integracin de las clases marginales,
obreras, campesinas e indgenas a la dinmica nacional.6 Se volcaron los creadores de msica hacia la
orquesta tpica, contribuyendo con varias obras que
narraban el acontecer poltico y social: Seleccin de
melodas de la Revolucin mexicana, de Pablo Marn;
Fantasa de la Revolucin mexicana, de Higinio
Hernndez; Adis Mariquita linda, de Marcos
Jimnez; Los chinacos, de Vicente Uvalle; Las coronelas, de Bonifacio Gayosso, y Corazn mexicano,
de Jos de Jess Martnez.7
Periodo 1930-1970. Son mltiples los sucesos histricos que acontecieron en nuestro pas y marcaron su
proceso de consolidacin. Por citar algunos eventos
podemos mencionar las exploraciones arqueolgicas en
el estado de Oaxaca, la expropiacin de la industria
petrolera, se concluye la construccin del Palacio de
Bellas Artes, se fundan Nacional Financiera y el Fondo
de Cultura Econmica. Tambin nace el Instituto
Politcnico Nacional, el Instituto Nacional de Antropologa e Historia, y se realizan los Juegos Olmpicos.
Surge la poca de oro del cine mexicano, y con ella el
romanticismo.8 La Orquesta Tpica relata con notas
musicales este acontecer, por lo que algunas obras que
Juan Manuel lvarez Pineda, op. cit.
Luis Sandi, De msica y otras cosas, Mxico, Editora Latino
Americana, 1969.
8
Adalberto Ceballos Piedra, La economa mexicana en el contexto de la globalizacin, Xalapa, Universidad Veracruzana, 1997.
6
7
137
138
difunde ante el pblico una pluralidad de pensamientos, de estticas, de diversidad cultural. Y al establecer
ese puente, al conocer al otro, se promueve el respeto a
la diversidad cultural y social. Asimismo, la orquesta ha
realizado giras a Estados Unidos, Guatemala y Sudamrica, mientras su proyeccin nacional se ha dado en
entidades como Chihuahua, Durango, Coahuila,
Tamaulipas, Baja California Sur, Monterrey, Sinaloa,
Colima, Nayarit, Jalisco, San Luis Potos, Aguascalientes, Puebla, Quertaro, Guerrero, Morelos, Michoacn, Hidalgo, Oaxaca, Chiapas, Veracruz y Tabasco.
Consideramos importante resguardar nuestras tradiciones y el espritu de solidaridad del mexicano, y
qu mejor que la oportunidad de seguir escuchando
por muchos aos ms los conciertos dominicales de la
OTCM, donde el pblico hace un comps de espera
ante la agitacin de la vida cotidiana para reencontrarse con sus races, el terruo que los vio nacer; recordar la letra o las notas de una obra mexicana
permite viajar en el tiempo y, sin caer en lo cursi,
hasta paladear la exquisita comida del pueblo, o los
tiempos de nuestra infancia.
La OTCM es una fuente de informacin artstica
y acadmica
En el servicio educativo debemos anotar que la msica de nuestra agrupacin traduce valores sensoriales
(timbre, intensidades, texturas), valores rtmicos
(mtrica, rtmica), valores afectivos (mensaje de los textos con los diversos giros meldicos y armnicos). De
aqu se desprende la direccionalidad rtmica, meldica,
armnica, formal, tmbrica de los materiales y de la
carga vital (motriz y afectiva) que porta, la cual determina una directa absorcin que simplifica la recepcin
del mensaje sonoro.
La msica de esta orquesta permite recorrer la geografa nacional, dando la oportunidad de reafirmar el
conocimiento de la divisin poltica del pas; en algunos casos las obras hacen referencia a la hidrografa u
orografa, y siembran en el escucha el deseo de averiguar la posicin geogrfica del hecho en cuestin,
mientras al adulto le permite reafirmar su conocimiento y, en algunos casos, revivir experiencias del pasado.
El repertorio de la agrupacin cuenta con muchas
obras que permiten conocer o repasar hechos histricos
de manera tan amena, que pedaggicamente permiten
un aprendizaje duradero. Las obras compuestas en los
siglos XIX, XX, y lo que va del siglo XXI, renen caractersticas que concuerdan con lo expresado por la UNESCO al afirmar la necesidad de propiciar aprendizajes
significativos y permanentes, as como la construccin
de competencias que contribuyan al desarrollo cultural, social y econmico de la sociedad, las cuales se
enunciaron en la Conferencia de Educacin realizada
en Francfort en 1998. Con base en lo anterior, podemos afirmar que los conciertos de la OTCM permiten al
escucha manifestar las competencias de la comunicacin (auditiva, visual, corporal, del lenguaje) que se
correlacionan entre s para lograr un aprendizaje permanente, despertando nuestra inteligencia emocional. Esta competencia permite tomar conciencia de
139
La utilidad de rescatar y fomentar la msica tradicional mexicana a travs de la OTCM tambin puede estar
relacionada con proyectos sustentables de la agenda
cultural de la Ciudad de Mxico, como el turismo
local. Si bien durante los ltimos meses ha decado,
el fomento del patrimonio cultural intangible representado en msica se vuelve una oferta que genera
incentivos y diversifica las opciones de diversin y
esparcimiento para el mejoramiento de la calidad de
vida de los habitantes de la ciudad y sus visitantes, al
140
margen de que se abunda en una labor educativa, histrica, geogrfica y musical. En general, brindar una mayor importancia y reconocimiento a la OTCM significa
invertir en la agenda presente y tambin generar un
capital social que podr comprobar sus logros y retribuciones a la sociedad en la construccin del futuro.
Como hemos sealado, los 125 aos de vida de la
orquesta representan 62.5% de la vida del pas, lo cual
no se refleja en una fra cifra matemtica, sino que
representa el acompaamiento en diversos hechos histricos, sociales, polticos, econmicos de la vida del
mexicano.
La influencia de la OTCM en la cultura musical nacional
La OTCM no slo ha surgido de las tradiciones musicales del pas, sino que tambin ha contribuido grandemente en la formacin cultural de la ciudad de
Mxico y de todo el pas, influyendo en conjuntos
musicales mexicanos tan importantes como el mariachi, que a partir del desarrollo de la orquesta fue retomando elementos como la vestimenta, arreglos
musicales, adicin de elementos, la sistematizacin y
las formas de estudio. Adems influy en otras importantes orquestas del pas y est reconocida como fuente de inspiracin para la formacin de varias orquestas
sinfnicas mexicanas, que la consideran la madre de
las orquestas mexicanas,9 pues ninguna otra tiene la
edad que la Orquesta Tpica de la Ciudad de Mxico,
ni el peso histrico musical. Por ello afirmamos que la
OTCM ha sido formadora de identidad, arraigando el
sentido nacionalista a su pblico, preservando las tradiciones, enlazando las diferentes culturas del pas por
medio de la geografa musical de sus obras, adems de
ser fuente pionera e inspiradora de la cultura musical
clsica y regional de Mxico.
La OTCM como fuente de trabajo
Efectivamente, la orquesta da cabida no slo a msicos sinfnicos sino tambin a msicos tradicionales
Jos Rogelio lvarez (dir.), Enciclopedia de Mxico, 12 tt.,
Mxico, 1977.
9
(instrumentistas y cantantes), puesto que la conjuncin de ambos estilos es parte del repertorio de la
agrupacin. De igual forma, da empleo a directores de
orquesta y coro, compositores y arreglistas-copistas,
pues el proceso de digitalizacin de su acervo de partituras se inici en 2008 al conjuntar el trabajo de
auxiliares tcnicos, ingeniero de sonido, archivistas,
bibliotecarios, coordinador operativo, choferes de mudanza y personal.
Procedimiento de la peticin
141
142
143
Laura Beatriz
Moreno Rodrguez*
A
A ti te dedico mi canto
Juchitn de las flores
Por tus hazaas heroicas
Que son luchas libertarias.
Tradicin destacada
Es la lucha libertaria
Por Che Gmez, Roque Robles.
Un pueblo que nace libre
Un pueblo rebelde y recio
Es Juchitn de las flores.1
144
En este contexto, el papel de los cantantes de msica de protesta, canto nuevo o testimonial tambin llev
a su represin, persecucin, censura, exilio y muerte.
Cabe mencionar que este fenmeno socio-poltico y
musical invadi casi toda Amrica Latina, debido a las
dictaduras y gobiernos antidemocrticos que haba en
Chile (Augusto Pinochet), Espaa (Francisco Franco),
Argentina (Jorge Rafael Videla), Nicaragua (Anastasio
Somoza) y Mxico (Luis Echeverra), entre otros pases.
Uno de los objetivos de estos artistas fue la difusin
de las diversas luchas sociales que se estaban generando
en varias partes del continente, pues su objetivo primordial era denunciar y sensibilizar a la poblacin sobre los
acontecimientos que sucedan en cada nacin o bien dar
testimonio de los hechos, como muestra en su reporte
del 13 de abril de 1971 un agente de la DGIPS:
Jos de Molina y David Bauelos cantantes de protesta en un acto celebrado en la Preparatoria 2, atacaron la
poltica de Luis Echeverra, presidente constitucional de
la Repblica, afirmando que en Mxico no hay democracia.
David Bauelos dijo: somos vctimas del gobierno
puesto que no hay democracia en Mxico, no somos
libres de dar una opinin o expresarnos pblicamente
sobre el gobierno, porque enseguida somos detenidos por
la polica. Es por eso que debemos unirnos como revolucionarios, tomemos como ejemplo a Cuba, Fidel Castro,
el Che Guevara, ellos son revolucionarios y han logrado
su objetivo.5
Archivo General de la Nacin (AGN), Fondo Gobernacin,
seccin Direccin General de Investigaciones Polticas y Sociales
(DGIPS), caja 1266 A, exp. 1.
5
145
146
147
AGN, DGIPS,
14
18
148
21
En otra interpretacin, el mencionado disco critica acerbamente la represin policaca, manifestando una estrofa:
que se sigan dando gusto, ojo con los granaderos cuando
empiecen a tirar, ora pueden darse gusto, pues poco les va a
durar [] La labor cumple perfectamente su cometido,
ya que tratndose de gentes de reducido nivel de cultura
son presas fciles para dejarse llevar por los entusiastas
prrafos populares, entonados con el sabor de la cancin
mexicana e iniciarse en el proceso del terrorismo guerrillero []22
22
Ibidem.
Ibidem.
24
Jacinto Rodrguez Murgua, La otra guerra secreta. Los archivos
prohibidos de la prensa y el poder, Mxico, Debolsillo, 2007, p. 69.
23
20
149
Francisco
Camacho Morfn*
A
La tina,
instrumento tpico
de Mxico?
n Mxico los msicos ambulantes ejercen su oficio en espacios pblicos y en negocios donde se permite que trabajen, como camiones, restoranes y cantinas, lo cual se debe casi siempre a que a estos artistas con
su repertorio de piezas comerciales de moda pocas veces se les reconoce
como portadores de elementos tradicionales.
En ocasiones, la creatividad lleva a los msicos ambulantes tanto a la
fabricacin de sus instrumentos como a constituirse en hombres orquesta,
donde un solo ejecutante maneja simultneamente varios instrumentos.
El uso de estos recursos musicales proyecta una imagen de originalidad,
sobre todo cuando emplean objetos cotidianos. Aunque los instrumentos
implementados as parecen creaciones completamente nuevas, no es raro
que sean una faceta de la pervivencia de tradiciones culturales, donde nuevos materiales se integran al mismo principio acstico de modelos anteriores.
Un instrumento notable, autoconstruido y utilizado por msicos ambulantes, es un monocordio denominado tina, el cual constituye un bajo
construido con un recipiente de lmina de hierro galvanizada, con una
capacidad aproximada de 60 litros, al que se coloca una cuerda atada a un
mstil y se ejecuta al mismo tiempo que una armnica de boca. A pesar de
su aspecto espontneo, es posible documentar un pasado, una transformacin, as como situar regiones de empleo e identificar ejecutantes.
Asunto que se aborda para Mxico en la presente contribucin, en la que
se parte del mecanismo de control de los sonidos hasta llegar a los resultados obtenidos en entrevistas.
Tipos de cordfonos
150
Los elementos que constituyen los cordfonos inbindi pueden estar dispuestos de varias formas y se definen
en funcin de los siguientes tipos bsicos, que se ilustran con ejemplos proporcionados por el propio
Walley (cuadro 1).
a) Premtal. Instrumento de origen indio con resonador tubular de madera o bamb, que tiene un extremo cerrado por un parche de piel. La cuerda se ata por
una punta al centro de este ltimo y por la otra a un
151
Cuerpo
Tapa
Amarre
cuerda a tapa
Tensor
An-g'bindi (Congo)
Hoyo
Piel,
Central
en el suelo
corteza o
Piel
Central
Jaln (manija)
Piel
Central
Torno (clavija)
lmina
(Estados Unidos)
metlica
Tingotalango (Cuba)
Premtal, Khamak, Chonka,
Cilindro
de madera
o metlico
Cilindro
de madera
(India)
o metlico
laterales de la caja
Caja
de madera
Madera
Marginal
Combinacin de muelle
y palanca (vara flexible)
Babatoni (Sudfrica)
Caja
de madera
Madera
Tina (Mxico)
Recipiente
Metal
industrial
o plstico
(Estados Unidos)
invertido de
Central
Jaln (vara
telescpica) o palanca
(vara apoyada)
Central,
Palanca (vara
rara vez
apoyada
marginal
en un extremo)
metal o plstico
botn o manija. Durante la ejecucin el msico sostiene el cuerpo del instrumento entre un brazo y el trax,
mientras controla con la mano del mismo lado la tensin de la cuerda haciendo traccin con la manija. La
otra mano puntea con un plectro la cuerda para obtener los sonidos. Batista describi para Cuba un instrumento similar, construido con un bote de hojalata sin
tapa, como resonador, y una cuerda atada en el fondo.2
Este instrumento se sostiene con una mano frente a la
cara y el extremo libre de la cuerda se muerde para tensarla, mediante movimientos con la cabeza. Los sonidos se obtienen punteando con la otra mano el espacio
libre de la cuerda.
b) Gopichand. Tambin de origen hind y aparentemente derivado del anterior, con la diferencia de que
del extremo abierto en el resonador, en puntos opuestos de su dimetro, se tienen dos tiras rgidas de 30-40
2
M.R. Batista, Ese palo tiene Juta, Santa Clara, Capiro, 2002.
152
trumento tambin se usa en Cuba donde se llama tingotalango y en Colombia, donde se le refiere como
carnano.3
d) Bajo de tina con palanca. Es el tipo ms conocido de los cordfonos de tensor. El resonador tpico
que le da su nombre, tina en espaol y washtub bass
en ingls consiste en un recipiente comercial de
lmina metlica, de ms o menos 60 litros de capacidad, el cual se coloca sostenido por un pie, de manera
que el fondo quede en la parte de arriba. Al centro de
ste se ata una punta de la cuerda y la otra al extremo
superior de un mstil, que apoyado en un borde del
resonador se usa como palanca para modular la tensin
de la cuerda con una mano, mientras que con la otra se
puntea o golpea la cuerda. En un conjunto musical, el
instrumento descrito se usa para proporcionar un
acompaamiento con sonidos graves.
Existen otras versiones conocidas en ingls como box
bass, en las que se usa un cajn de madera como resonador, pero donde el mstil se desliza verticalmente a
travs de una perforacin en la tapa, pues acta como
un tensor de jaln.
En algunos instrumentos de otros grupos, el ejecutante ocasionalmente modifica las notas mediante tensores. Uno de los ms notables es el koto japons, que
es como una ctara horizontal con un puente a la mitad
de las cuerdas. De un lado de ste se puntean las cuerdas y del otro se oprimen para hacer variar la tensin.
El instrumento improvisado
153
Con todo y la facilidad de construirlo, el tingotalango pudiera haber sido un instrumento con valor
ritual consagrado a la ubicacin de un rbol especfico.
En Cuba, Batista entrevist un ejecutante quien indic
que, para ubicarlo buscaban rboles de mango o gira,
ya que tienen ramas que los msicos consideran adecuadamente flexibles.
El bajo de tina en Mxico
En nuestro pas, en el folleto incluido en el fonograma Voces de Hidalgo puede verse una fotografa de
Arturo Enrquez Basurto, donde aparece el bajo de tina
y se menciona que fue tocado por el Conjunto
Magisterial Otom del Valle del Mezquital, Hidalgo.7
En mbitos acadmicos, se acepta que para
Mesoamrica y la regin de Aridoamrica que corresponden al actual territorio mexicano se carece de evidencia en relacin con el uso de cordfonos por parte
de la poblacin nativa.8 En el periodo colonial los europeos introdujeron este tipo de instrumentos, aunque
tambin son importantes los aportes africano y, en
mucho menor grado, asitico.9
El arco musical es un recurso difundido en varios
pueblos indgenas de Mxico;10 por su forma y mtodos
de ejecucin este instrumento tiene un posible origen
africano.11 Se trata de una tira de madera en que la cuerda se tensa con clavija o colocndola en la tira flexionada.
En este ltimo caso es frecuente que se haga un amarre
central con otra cuerda. El manejo de los sonidos se hace
mediante el control de armnicos dentro de la cavidad
bucal, reduccin de la longitud vibrtil o cambios en el
154
155
Jorge Ams
Martnez Ayala*
A
chale
un quinto
al piano o pchale al mp3!
Un recuento de fuentes fonogrficas y
la necesidad de una fonoteca de
Michoacn
A nuestros cancioneros
(que siguen) ignorados.
esde fines de los aos ochenta los casetes iniciaron la debacle del
acetato, muy pronto el disco compacto la de aqullos, y los archivos digitales mp3 que compactan la informacin y nos permiten almacenar 30
o 40 discos compactos en dispositivos apenas del tamao de un paquete
de chicles sustituyeron los dems formatos. Los discos de vinilo y sus
fundas de cartn con fotografas e informacin impresas fueron desechados, el nuevo dispositivo que reproduce msica grabada slo concede el
nombre del intrprete y el ttulo de la pieza, a veces asocia una imagen,
pero nada ms. Las enormes colecciones de discos de algunos sibaritas
amantes de Euterpe fueron rematadas en las libreras de viejo, cuando no
mandadas a la basura, ahora todo debe caber en la palma de la mano, ser
porttil, mvil, bluetooth de lo contrario ser una victrola. Las fonotecas
personales con el soundtrack de la vida de sus poseedores fueron sustituidas por carpetas virtuales anodinas que no permiten la evocacin, ni
siquiera catalogar, toda la msica es aleatoria, shuffle, mercanca desechable y reciclable, pero sin contexto. Las fonotecas, esos lugares que resguardaban colecciones de discos de vinilo o cintas magnticas, dejaron de tener
una razn para existir; incluso acervos de instituciones del Estado han sido
regaladas sin razn; pongamos un ejemplo: hace un par de aos la enorme fonoteca de la XEPUR, La voz de los purhpecha, una radiodifusora de
la CDI, fue regalada porque ya se haban copiado los discos a formato digital mp3; as, la memoria sonora de cientos de grabaciones realizadas por los
msicos michoacanos fue tirada sin sentido al olvido, pues muchos acetatos eran nicos, ediciones de apenas 500 ejemplares, la mayora desechados
por los mismos escuchas con el cambio de moda o la desaparicin de la tec-
156
157
158
10
usando slo un criterio geogrfico es equivocado y restrictivo.12 Otro claro ejemplo de la premura en el registro es que el guitarrero Antonio Maciel aparece con el
apellido Rivera, tal vez porque tocaba con otros msicos de Aguililla tambin de apellido Rivera, como Juan
y Pedro, aunque al parecer su segundo apellido es
Maciel.13
Mencin aparte entre los primeros promotores de la
grabacin de msicas de tradicin oral merece el maestro Francisco Elizalde Garca, quien desde el principio
de los aos setenta promocion a la msica tradicional
purhpecha en el Bajo, La Caada y las estribaciones
de la Sierra, hasta donde llegara la seal de radio de la
XEZM, La zamorana, en su programa de radio Maanitas purhpecha (que por cierto sigue en el aire con
otros locutores); adems de invitar a los msicos tradicionales a su estudio, se convirti en productor de
decenas de discos de acetato bajo el sello Fonomex,
gracias a los cuales tenemos registro sonoro de una
buena parte del quehacer musical purhpecha durante
casi 30 aos. Estas 14 grabaciones incluyen fotos de los
intrpretes y pequeos textos que contextualizan la
grabacin.
Si bien los discos de los aos setenta y ochenta
siguieron el ejemplo de los primeros musiclogos que
hicieron registros de campo en Michoacn, contando
con pequeos textos descriptivos, la mayora de veces
aventuraban hiptesis y no registraban de manera adecuada a los intrpretes, autores e instrumentaciones.
Aun los trabajos ms serios en la produccin de discos
de vinilo no son resultado de una pequea investigacin, con una mnima bibliografa e investigacin de
lvaro Ochoa Serrano, De tierras abajo a tierras adentro,
en Fernando Nava et al. (eds.), Memorias del Segundo Congreso de
la Sociedad Mexicana de Musicologa, Homenaje a Miguel Bernal
Jimnez, Jos Mariano Elzaga y Salvador Prspero, Morelia,
SMM/IMC/Gobierno de Michoacn, 1988, pp. 38-52, y donde al
son de La gallina siguen malagueas y otras coplas de la Costa a
la Tierra Caliente .
13
En una charla sobre el asunto, el violinista de Los Caporales
de Santa Ana Amatln, don Ricardo Gutirrez, nos asegur que
don Antonio se apellidaba Maciel y que tocaba con los Rivera (tal
vez sus primos), que es probable que Hellmer colocara el apellido
por considerarlos a todos los miembros de la misma familia.
Tambin nos asegur que el excelente guitarrero y arpero vive
ahora en el estado de Washington.
12
159
campo, sin mencionar ya anlisis contextuales o estructurales. Son siempre panormicos y descriptivos, nunca permiten a los msicos y danzantes hablar, nunca
aparecen referencias tcnicas mnimas de la manera en
que se obtuvo la informacin, dnde y cundo se grabaron, en qu condiciones. Por ello siempre hay que confiar en la buena fe y la erudicin del productor, o de
quin escribe las notas. No obstante, se convierten en
importantes fuentes de informacin en s, pues evidencian instrumentaciones, tcnicas de ejecucin, etctera.
Incluso el disco realizado por un equipo de investigadores del Fonadan es superficial y descriptivo, a pesar
de estar coordinado por Josefina Lavalle y haberse realizado con un equipo de investigadores.15 El primer
error aparece en la traduccin del Baile de las mariposas, pues escriben paracab por parakata, mariposa; si
bien se puede argumentar que no existe una propuesta
uniforme para escribir en el idioma de Michoacn,
Velzquez Pahuamba et al. sealan que el sonido B en
lengua purhpecha debe ser precedido de M, N o de
G.16 Es un error tambin pensar que las danzas tienen
un origen prehispnico, pues se percatan de que ya no
pertenecen a la religin y no esperan los indgenas, en
su mayora, que les acarreen un provecho real; estn
desligadas del ritmo de las actividades de produccin,
pues cada vez ms se tiende a representarlas en cualquier momento que se quiera, en fiestas de cualquier
ndole.17
Se trata de composiciones musicales y coreogrficas
de mediados del siglo XX, creadas a partir de danzas
comunitarias de origen decimonnico o colonial, en
Nstor Dimas Huacuz, Temas y textos del canto purhpecha,
Zamora, El Colegio de Michoacn/IMC, 1995, p. 327.
15
Etnomusicologa: coordinador Mario Kuri-Aldana, Felipe
Ramrez Gil, Joaqun Guzmn Luna; coreografa: coordinador
Luis Felipe Obregn, Marcelo Torreblanca, Evelia Beristain,
Encarnacin Martnez; etnografa: coordinadora Mercedes
Olivera, Mariana Murgua; departamento audiovisual: coordinador Rodolfo Velasco R., fotgrafo Alejandro Loranca, redaccin y
correccin de estilo Jos Luis Franco, coordinacin de la edicin
del disco: Joaqun Guzmn Luna.
16
Juan Velzquez Pahuamba et al., Vocabulario prctico bilinge
INI/Purche
Uantakueri
purhpecha-espaol,
Morelia,
Juramukua/INEA, 1997, p. 9.
17
Josefina Lavalle, Danzas de la regin lacustre del estado de
Michoacn (LP), Mxico, Fonadan/ CBS MC-0590 (s/a).
14
160
las que tal vez existan algunos elementos prehispnicos idealizados, construidos por los indgenas contemporneos para el Estado y el turismo; la respuesta a
cules y cuntos son esos elementos est en suspenso y
necesitar un estudio.18
En la dcada de 1990 aparece en Uruapan una pequea casa productora llamada Alborada Records, especializada en las msicas tradicionales de la Tierra
Caliente y la Meseta Tarasca. La labor de su productor,
el ingeniero Ignacio Montes de Oca, l mismo ejecutante del arpa, ha sido la de promover en el estado de
Michoacn, y entre el turismo nacional e internacional
que llega a la entidad, las msicas de tradicin oral. La
mayora de grupos y msicos de renombre de Tierra
Caliente, como Los Caporales de Santa Ana Amatln,
Los Jilguerillos de Apatzingn y El Alma Grande de
Apatzingn han grabado para Alborada Records. No
hay pueblo o rancho del centro al sur de Michoacn
donde no se escuchen sus grabaciones, ya sea en las
cocinas o en las camionetas. Lo mismo puede decirse de
la msica de la Tierra Fra, pues la Orquesta de los hermanos Alonso de Capcuaro y la Orquesta de Jarcuaro han grabado discos para esta casa productora. El
ingeniero Montes de Oca ha mostrado que la msica
tradicional michoacana es rentable econmicamente, si
bien como sucedi con Fonomex una dcada
antes la calidad del diseo de sus portadas y la virtual inexistencia de notas y textos aclaratorios evidencia que el mercado y el pblico son locales, que no
quieren saber sino escuchar, a diferencia de lo que
sucede a nivel nacional e internacional con las producciones de empresas fonogrficas como Discos
Pentagrama, Discos Corason o Putumayo Records,
quienes surten miles de discos a los amantes de la
world music, anhelantes de conocer otras msicas.19
161
162
pero hay que usar la tecnologa. El siglo XX trajo adelantos tecnolgicos, como la grabacin en distintos
medios. Desde los aos 40 los discos de acetato capturaron a diversas agrupaciones musicales de Michoacn,
con particular intensidad desde fines de los aos 60. A
partir de la dcada de los setenta lleg la posibilidad de
registrar en cintas magnticas y en aparatos porttiles
por escuchas aficionados la msica creada o interpretada por familiares y amigos; hay numerosas familias descendientes de msicos famosos de los aos 70, 80 y 90
que tienen como recuerdo casetes donde tocan verdaderos maestros en la intimidad del hogar, en la fiesta
familiar o en la del pueblo; incluso con la llegada del
video, existen video grabaciones de fiestas familiares.
Es necesario crear una fonoteca de Michoacn donde
tales registros queden debidamente reproducidos, inventariados, clasificados y preservados, para que sean conocidos por el resto de los michoacanos. Tal es el caso de
los 18 sones grabados en casete y grabadora casera en la
dcada de 1980 a don Alfonso Pealoza excelente
arpista oriundo de El Lindero, municipio de La Huacana, e integrante del ltimo y legendario conjunto de
arpa grande, que esperamos pronto dar a conocer.
En la actualidad tiene lugar el desplazamiento de
acetatos y casetes grabados por pequeas casas fonogrficas locales, algunas ya desaparecidas, por los CD.
Es necesario recuperar ejemplares de ediciones comerciales de discos y casetes que registraron las diversas
msicas michoacanas antes de que desaparezcan, pues
la mayora son ediciones muy pequeas, de 500 o 1000
piezas, en ocasiones distribuidas nicamente a nivel
local y en un solo pueblo. Realizar una fonografa de
las msicas michoacanas editada por casas fonogrficas comerciales es el primer paso para recuperar discos
y casetes, y de ser posible, matrices de audio en cera y
en cinta con los cortes editados, y sobre todo los tracks
o cortes que no fueron incorporados en las producciones finales puestas a la venta. Estos materiales formaran tambin parte de la fonoteca de Michoacn,
a la cual se debera entregar, por ley, cuatro copias de
todo material sonoro grabado, editado o producido
en Michoacn, o por msicos michoacanos fuera del
estado, ya sea que se hayan realizado con fines comerciales o no.
de boteadores y amenizadores
urbanos, una etnomusicologa
para lo cotidiano y lo prximo
l presente trabajo trata sobre un tipo de performance nmada realizada en las calles del centro histrico de la ciudad de Mxico (aunque
tambin est presente en otras latitudes) no estudiada por especialista
alguno, y que tiene vital importancia por sugerirnos una serie de desvinculaciones hacia el pblico al que va dirigido; adems, por resultar algo tan
cercano y cotidiano (sucede a cada momento y en cualquier sitio), se
requiere un acercamiento ms profundo a la naturaleza de estos eventos
sonoros.1
Para empezar, debemos entender a qu se le denominarn boteadores,
msicos del no lugar, los no lugares, no lugares no arquitectnicos.
Por boteadores me referir a todos los msicos y los no auto que se
dedican a tocar en lugares no protocolizados para la msica: ya sea el
metro, los camiones, la calle, bares, restaurantes, cafs. La diferencia con
msicos del no lugar es que los receptores de los eventos sonoros musicales
de estos ltimos cancelan la adquisicin del performance, como recipientes pasivos de objetos musicales estticos. Es por eso que los msicos del
no lugar son exclusivamente de la calle, pues en el metro y el camin se
pueden percibir muchas relaciones antropolgicas entre los emisores y
receptores (aunque ltimamente ha decrecido el nmero de performance
en estos sistemas de transporte colectivo), y en bares, restaurantes y cafs,
las relaciones son aun ms clidas con los msicos.
Ahora la naturaleza de los no lugares. En Los no lugares: espacios del anonimato, Marc Aug propone la aparicin de los no lugares a raz de la profusin de lo que l llama sobremodernidad, para referirse a la aceleracin
de todos los factores constitutivos de la modernidad, desde el siglo XVIII
hasta la fecha.2
163
164
Ibidem, p. 81.
165
166
Idem.
167
Fermn Antonio
Estudillo Tolentino*
A
La chilena de Santiago
168
Idem.
Thomas Stanford, op. cit., p. 3.
6
Ibidem, p. 199
5
169
Idem.
Ibidem, p. 38.
9
Ibidem, pp. 52-53.
8
170
171
cion un informante chileno que se encontraba de visita en territorio mexicano, quien le hizo un comentario
respecto a una chilena guerrerense que escuch en un
programa cultural, de la que declar: sta era la cueca
de su patria transplantada al solar mexicano. Segn
esta declaracin, queda en duda si Guerrero defini a
la chilena, segn estas circunstancias, con caractersticas ya regionales, o si se refiri a la cueca, debido al uso
indistinto que hizo del trmino para remitir tanto a la
adaptacin costea como a la aportacin sudamericana; en el trabajo seala a Puerto Minizo, Oaxaca, como
lugar de entrada y al grupo tnico de los negros como
los receptores.
Por su parte, el msico y escritor Isaas Alans expone un trabajo acerca de la msica guerrerense.
Fundamenta su punto de vista en las tesis de Vicente
T. Mendoza y Carlos Lpez Urrutia.17 Entre otros
estudios locales sobre este tema, dos pertenecen a la
autora de Romn Garca Arreola y Andrs Fernndez
Gatica. En el primer caso, Romn Garca habla de la
chilena como la msica representativa de la costa de
los estados de Oaxaca, Guerrero y Michoacn, reconocindose en este ltimo como msica de Tierra
Caliente. En relacin con su origen, el autor se fundamenta en las indagaciones de Ochoa Campos. En el
apartado en que da cuenta sobre su adaptacin en la
regin, precisa que result suficiente ms de un mes
para que la cueca se arraigara con esa fuerza musical
y coreogrfica que hasta la fecha caracteriza a su derivacin en la chilena musical. Citando a Ochoa
Campos, precisa el ao de 1879 como la fecha en que
se conoci la cueca del pas sudamericano en Puerto
Minizo, argumentando que fueron los habitantes de
Sola de Vega quienes la escucharon por primera vez;
ellos se encargaron de ensear a los habitantes de
Pinotepa Nacional lo que haban aprendido, correspondiendo a los ltimos darla a conocer (ya como
chilena) en otros lugares de la regin a travs de los
arrieros procedentes de Ometepec y Acapulco que llegaban a comerciar hasta esta poblacin. Andrs
Fernndez Gatica, escritor de la comunidad de
17
Isaas Alans, La msica de Guerrero. Del surco a la guitarra,
conjuro y memorial, Mxico, Fondo Editorial/Hojas de Amate,
2005, p. 85.
16
172
18
21
Ibidem, p. 69.
Mircea Eliade, Mito y realidad, Barcelona, Labor, 1991, p.
107.
Ibidem, p. 13.
Enrique Florescano, op. cit., p. 66.
24
Ibidem, p. 226.
22
23
173
El seor Rufino Gonzlez, otro informante de Collantes, de 65 aos de edad, sostuvo que los seores
anteriores le decan que al parecer la chilena haba llegado de Cuba o de Chile.
El seor Marino Loyola, msico tradicional de la
poblacin, tambin considera que sta lleg por Collantes y desde aqu se dio a conocer por la Costa Chica. En
esta comunidad percib desinters entre los pobladores
por conocer de dnde lleg la chilena; quienes me dieron
a conocer su punto de vista coincidieron en que provena
de Chile. Esa falta de disposicin de los nativos por explicar el origen de esta msica se justifica porque ya no se
practica como hace medio siglo; en la actualidad la juventud escucha slo msica de moda, como la cumbia, el
reggaeton y el pasito duranguense; de la msica representativa de la Costa Chica slo hablan algunas personas
adultas. El seor Marino Loyola, msico y pescador de
esa comunidad, coment: La chilena se bailaba antes en
Collantes; ahora slo se escucha y se baila poco. Tiempo
atrs se usaba un paito o malacate para revolear.
En Pinotepa Nacional s se conoce que tiempo atrs
encall un barco en la costa, cargado mayoritariamente
de chilenos, as lo expresa Baltasar Antonino Velasco
Garca: [] lleg a Acapulco por los comerciantes o
mineros chilenos en 1821-22; fue un proceso largo.
Quien comenta es un msico tradicional chilenero de la
comunidad e investigador local. Este personaje argumenta que no fue transmisin de un da para otro, sino
que se introdujo paulatinamente en la cultura musical
de la regin. Jos Luis Baos Bornios, otro poblador
nativo, cuestiona el punto de vista anterior. La versin
que refiere que lleg [] De un barco chileno que encall aqu en las costas; aqu que se haya sabido que haya
gente de Chile, no?.26 Para Samuel Ramn Meja y
Sinesio Mendoza, msicos de viento, la chilena fue trada
25
174
26
Per, lugar de procedencia de la cueca, correspondiendo a la morenada que habita en la Costa ser los receptores por haberles gustado esa msica.29 Con la
pretensin de encontrar nuevas pistas sobre los mitos
de origen de esa forma musical, contact con los promotores del Festival de la Chilena que se realiza en
Jamiltepec, evento a travs del cual se invita por medio
de la radio local a todos los msicos de la regin, trascendiendo ms all de los lmites geogrficos de la
Costa Chica. Segn lo expuso el seor Baltasar
Antonino Velasco Garca, uno de los fundadores, el
objetivo principal es que los compositores difundan sus
nuevos temas.
Luis Steck Daz, promotor del Club Amistad, A.C.,
dijo que peruanos y chilenos encallaron en Minizo y
Acapulco entre 1820-1860, correspondiendo a los chilenos aportar ms.30 En una segunda entrevista Luis
Steck habl de El Faro, un nuevo punto geogrfico
donde tambin se dio el contacto.31 Es probable que
estas versiones hayan sido comunicadas por la influencia de los medios de comunicacin locales, principalmente la radio. Pedro Baos, exdirector de la Casa de
la Cultura de Pinotepa Nacional, hizo alusin al origen
negro de la chilena, especificando que proviene de la
zambacueca: los que bailan sensual son los indgenas,
ms delicado, la elegancia.
Las referencias nativas suponen el origen durante un
ambiente de fiesta, de convivio, por ello la chilena se
conoce como el son de la alegra. En la informacin
emic que se recopil se incluyen otros espacios dentro del
litoral de la Costa Chica, adems de los que se sealan en
los trabajos arriba citados, stos son El Faro, Punta Magallanes y Minizo. El sacerdote de la parroquia de Santiago
Apstol argument desconocer acerca de la formacin de
la chilena, aunque cree considerar que naci en la regin;
la idea que lo motiva a dar esa opinin es por las emociones que experimenta al escuchar esta msica, lo que
vive, sintindose dispuesto hasta dar la vida por ella.
Entrevista realizada al seor Pablo Hernndez Hernndez,
concedida en Santiago Pinotepa Nacional, Oaxaca, el 26 de julio
de 2007.
30
Concedida en Santiago Jamiltepec, Oaxaca, el 11 de julio de
2007.
31
Entrevista realizada a Manuel Ortiz Pelez, concedida en
Santiago Jamiltepec, Oaxaca, el 10 de julio de 2007.
29
175
176