El documento analiza la colección 'El Tiempo de la Política' dirigida por José Aricó, en la que publicó 'El concepto de lo político' de Carl Schmitt. Aricó siempre consideró la política como un espacio ontológico propio y no determinado por lo económico, como se desprende de sus trabajos desde Gramsci. La publicación de Schmitt muestra su interés en pensar lo político más allá de categorías como la democracia liberal.
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El documento analiza la colección 'El Tiempo de la Política' dirigida por José Aricó, en la que publicó 'El concepto de lo político' de Carl Schmitt. Aricó siempre consideró la política como un espacio ontológico propio y no determinado por lo económico, como se desprende de sus trabajos desde Gramsci. La publicación de Schmitt muestra su interés en pensar lo político más allá de categorías como la democracia liberal.
El documento analiza la colección 'El Tiempo de la Política' dirigida por José Aricó, en la que publicó 'El concepto de lo político' de Carl Schmitt. Aricó siempre consideró la política como un espacio ontológico propio y no determinado por lo económico, como se desprende de sus trabajos desde Gramsci. La publicación de Schmitt muestra su interés en pensar lo político más allá de categorías como la democracia liberal.
El documento analiza la colección 'El Tiempo de la Política' dirigida por José Aricó, en la que publicó 'El concepto de lo político' de Carl Schmitt. Aricó siempre consideró la política como un espacio ontológico propio y no determinado por lo económico, como se desprende de sus trabajos desde Gramsci. La publicación de Schmitt muestra su interés en pensar lo político más allá de categorías como la democracia liberal.
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El Tiempo de la Poltica
Ismael Carvallo Robledo
Sobre los apuntes de Jos Aric en torno de Carl Schmitt
Para Rafael Morales y Antonio Hernndez
Del mismo modo que, para Nietzsche, est irremisiblemente muerto el Dios que preside ociosamente el orden inmutable del mundo, para Schmitt el estado de derecho est muerto porque ha perdido el monopolio de lo poltico. Es en esta muerte y en esta prdida donde se encuentra encerrada toda la peculiaridad que constituye tambin el drama entero de la poca presente. (Giacomo Marramao, Schmitt e il arcano del potere, citado por Jos Aric en su Presentacin a El concepto de lo poltico, de Carl Schmitt, Folios Ediciones, Buenos Aires 1984.) Leste ya La Dictadura de Schmitt? S, no me he recuperado! (En una conversacin con dos grandes amigos.) El Tiempo de la Poltica es el elocuente ttulo de la coleccin que para Folios Ediciones dirigi Jos Aric (1931-1991) en el ltimo tramo de su trayectoria, una vez de vuelta de la fundamental etapa del exilio mexicano (1976-1983). Folios Ediciones fue el proyecto editorial de la sucursal bonaerense de la librera originariamente mexicana Gandhi, y que an existe al da de hoy tanto en Mxico como, nos parece, en
Argentina (nos referimos a la librera; desconocemos si el sello editorial
existe todava). Aric volva como decimos de una etapa de repliegue mexicano en donde pudo consagrar sus empeos al desarrollo de importantes trabajos tanto de edicin y traduccin (Biblioteca de Pensamiento Socialista de Siglo XXI Editores; Cuadernos de Pasado y Presente, coeditados con Siglo XXI precisamente; revista Controversia como caja de resonancia de la discusin en el exilio de la izquierda marxista argentina y la izquierda peronista Montoneros; el Grupo de Discusin Socialista) como de investigacin y docencia: Marx y Amrica Latina, Maritegui y los orgenes del marxismo latinoamericano, el Seminario de Morelia, de 1980, sobre Hegemona y alternativas polticas en Amrica Latina, y el curso de El Colegio de Mxico del 77: Nueve lecciones sobre economa y poltica en el marxismo. Su trabajo se situaba en una curva de maduracin tanto terica como prctica, marcada fundamentalmente por la necesaria rectificacin del esquema estratgico, desplazando la cuestin revolucionaria del centro de gravitacin poltica para poner en su lugar a la cuestin democrtica. Algo similar ocurrira con la izquierda comunista mexicana, con el eventual trasvase del Partido Comunista Mexicano a una nueva plataforma: el Partido Socialista Unificado de Mxico, y con el correspondiente ajuste ideolgico: se sustituye tambin el socialismo por la democracia, siendo as que, al poco tiempo, el partido poltico en donde habra de refundirse toda esa corriente de izquierda definida pasara a privilegiar en su sistema ideolgico y programtico, ms que a la revolucin socialista, que en realidad desaparece por completo, a la revolucin democrtica. En cuestin de unos cuantos lustros, y en todas partes en el mundo occidental, quedara todo anegado y reducido al solipsismo individualista espasmdico del fundamentalismo democrtico, verdadero abismo conceptual, terico y prctico en donde puede apreciarse la manera en que el estado, en tanto que figura central a partir de la cual procesar y operar el control y direccionamiento de la dialctica de la historia, se desdibuja, perdiendo as, en efecto, el monopolio de lo poltico, y quedando as tambin imposibilitado de todo punto para poner freno al mecanismo de regresin e infantilizacin mercantil y de administracin tecnificada de la estupidez que est detrs del mito de la felicidad mediante el que se pretende devolver a los ciudadanos histricos, sean alemanes, espaoles, franceses o venezolanos o mexicanos, a su estado de buenos bebedores de cerveza en sus respectivas tabernas (alemanas, espaolas, francesas, venezolanas o mexicanas), es decir, a su estado de consumidores satisfechos: ahistricos, anacionales, apolticos.
Adems de Folios, Aric echaba a andar a su regreso el Club de
Cultura Socialista. La apertura poltica en Argentina encabezada por Ral Alfonsn, a quien de alguna manera se acerc el grupo de Pasado y Presente (ms y sobre todo Juan Carlos Portantiero), demarcaba nuevos derroteros y ciertamente nuevas esperanzas que, sin embargo, estaban llamadas a ser efmeras, pues el regreso del nuevo peronismo de Carlos Sal Menem pocos aos despus, a finales de los 80, se abra paso como el eslabn de continuidad de la estrategia permanente de propagacin capitalista monoplica a escala internacional, que luego de aplastar a la contraofensiva comunista y socialista, se dispuso a desarticular, a golpe de transiciones democrticas creadoras, en efecto, de buenos bebedores de cerveza, el dique de contencin nacionalista revolucionario (caso de Mxico) o nacional-popular (caso del peronismo en Argentina). Pero cuando muere Aric esta desarticulacin de los estados nacionalistas hispanoamericanos no estaba todava a la vista, acaso solamente anunciado o prefigurado en el vaco que la democracia liberal trae consigo cuando se presenta como criterio privilegiado de la dialctica poltica, cancelando as, a travs del parlamentarismo liberal, la posibilidad de decidir polticamente y de actuar y pensar estatalmente, es decir, histricamente. Y es precisamente la puesta en movimiento de la problemtica del estatuto de la poltica y de lo poltico como espacio de configuracin ontolgica con legalidad propia y necesidades inmanentes, y no ya solamente como epifenmeno o segregacin de una supuesta estructura econmica que lo determina absolutamente todo y que, por tanto, lo reduce todo a su momento econmico, lo que nos parece advertir no ya nada ms como una de las fases, acaso tarda, del cuadro general de indagaciones tericas de Aric: es que estuvo en realidad siempre presente en toda su trayectoria, desde Gramsci y sus Notas sobre Maquiavelo hasta ni ms ni menos que Carl Schmitt. Y resulta que fue precisamente en esa coleccin de tan inequvoco nombre El Tiempo de la Poltica donde Aric, marxista y socialista, y acaso, aunque ya tardamente, estratgicamente demcrata, decidi editar, presentar y publicar un libro, El concepto de lo poltico, de autor tan polmico e inquietante por definitivamente gigantesco y potente, adems de anti-demcrata, o ms bien anti-liberal, como lo fue Schmitt. Y su lectura fue de lucidez penetrante, atenazada y distribuida por ese pathos poltico que arrastra y configura a la voluntad humana tan caracterstico de Gramsci (y la voluntad como categora de la poltica fue definitiva y central en todo el corpus terico gramsciano), que saba
que, adems de la economa poltica en tanto que anatoma de la
sociedad civil, se eriga el estado lo stato como sistema por excelencia de la tragedia de la historia, transformando a la poltica en apasionada batalla o guerra de partisanos. Pero es que, como decimos, ya Aric lo saba desde sus arranques en Pasado y Presente. La accin poltica no es nada ms el resultado determinado o sobredeterminado de la realidad econmica. La accin poltica es tambin accin histrica (momento historiogrfico, como l deca) y, por tanto, accin estratgica, incardinada en un sistema de clculos polticos (de fuerzas) y de cruce de tendencias organizado en funcin de la necesidad de configurar un orden, y una forma, que duren. Dice por ejemplo, en su texto de presentacin de Pasado y Presente, abril-junio de 1963, que Cuando los acontecimientos plantean a los hombres tareas de la magnitud de las actuales, cuando la praxis subvertidora aparece como un objetivo alcanzable, la reflexin sobre esa praxis deviene una necesidad perentoria, una tarea del momento. La filosofa, que en ltima instancia no es ms que la toma de conciencia, la autorreflexin a la que se somete la misma praxis, se anuda an ms con la historia, la asienta sobre bases reales y cientficas y de tal manera la prolonga, tornndola presente. Pero la historia no es arbitrio. Es accin teleolgica, el producto de hombres que persiguen fines o proyectos no emanados del azar sino condicionados por el conjunto de circunstancias que envuelven a los hombres y que son anteriores a l. Estas circunstancias tienen a su vez una historia, son cristalizaciones de un pasado humano que es preciso conocer para que la prctica social no sea gratuita y el condicionamiento al fin propuesto sea acertado. Para que el proyecto a realizar no sea una mera ilusin ptica, una simple utopa, sino un objetivo concreto y alcanzable. [] Es imposible determinar de antemano lo que se conservar del pasado en el proceso dialctico. Esto deriva del proceso mismo que en la historia real siempre se desmenuza en innumerables momentos parciales. La accin poltica deviene momento historiogrfico cuando modifica el conjunto de relaciones en las que el hombre se integra. Cuando conociendo las posibilidades que ofrece la coyuntura histrica sabe organizar la voluntad de los hombres alrededor de la transformacin del mundo. El poltico revolucionario es historiador en la medida en que obrando sobre el presente interpreta el pasado. En su accin prctica supera toda veleidad ideolgica y acciona sobre el pasado verdadero, sobre la historia real y efectiva cristalizada en una estructura, o lo que es lo mismo, en el conjunto de las condiciones materiales de una sociedad. La estructura dice Gramsci es pasado real,
precisamente porque es el testimonio, el documento
incontrovertible de lo que se hizo y de lo que contina subsistiendo como condicin del presente y del porvenir. Sin embargo, siempre existe la posibilidad del error: que se considere vital lo que no lo es, o que no se ubique con correccin un proceso de cambio que germina, y que de tal manera la accin poltica queda rezagada. (El texto completo en el Proyecto Filosofa en espaol: filosofia.org/hem/dep/pyp/6301001.htm) Aproximadamente veinte aos despus, tuvo entonces Aric que explicar a sus lectores de Folios Ediciones las razones por las que, en una editorial democrtica, se inclua a un pensador nazi como Schmitt a la distancia no nos cuesta en realidad comprender por qu lo ley con tanto detenimiento y por qu decidi editarlo: Schmitt, como Maquiavelo o Marx o Gramsci o Tocqeville o Molina Enrquez, por su potencia y su tensin constructiva, es sencillamente un clsico del pensamiento poltico y punto, y entonces les aclara, tomando distancia previamente de las estrecheces maniqueas en ciertas perspectivas editoriales, que El lector deducir por lo dicho que no compartimos esta concepcin del trabajo editorial, el cual es, para nosotros, ante todo y por sobre todo empresa de cultura o, para decirlo con mayor precisin, de cultura crtica. El adjetivo enfatiza la necesidad que acucia al pensamiento transformador de instalarse siempre en el punto metdico de la desconstruccin, en ese contradictorio terreno donde el carcter destructivo de un pensamiento que no se cierra sobre s mismo es capaz de transformarse en constructor de nuevas maneras de abordar realidades cargadas de tensiones y de provocar a la vez tensiones productivas de un sentido nuevo. Slo una actividad semejante nos permite admitir la riqueza inaudita de lo real y medirnos con el espesor resistente de la experiencia, sin perder ese obstinado rigor con que pretendemos o deberamos pretender- construir sentidos en un mundo sin ilusiones. Slo as la interpretacin puede abrirse a la historia y configurarse como saber crtico, cultura de la crisis o, en fin, cultura crtica. (Pgina X, de la Presentacin de Aric a El concepto de lo poltico, Folios Ediciones, Buenos Aires, 1984.) La provocadora tesis de Aric, con la que invita a los lectores a adentrarse en la lectura de Schmitt (en la edicin de Folios acompaan al texto central en cuestin la Teora del partisano y las Notas complementarias al concepto de lo poltico, adems de un breve pero condensado y lcido trabajo explicativo de Aric, dividido en un texto
de Presentacin y una Nota biogrfica con el remate de la procedente,
bien trabajada y exhaustiva Bibliografa), es que el trabajo de Carlos Marx de demonaca crtica de la Economa Poltica como verdadera ciencia del poder de su poca encuentra en Schmitt a uno de sus ms portentosos proseguidores. Y esto es as porque lo que tanto Marx como Schmitt hicieron no fue otra cosa que hacer estallar la apariencia fenomnica y pretendidamente neutralizante de la Economa y del Derecho detrs de la cual est la Poltica y la decisin como verdadera trama de la historia y como ncleo de la sociedad poltica: Acaso resulte un tanto aventurado sealar a Carl Schmitt ese nonagenario testarudo que aun hoy se sigue considerando el nico y verdadero discpulo de Weber como uno de los proseguidores de Marx. Admtasenos esta paradoja que se propone alcanzar algo ms que un efecto provocativo. Como crtico de derecha de la sociedad burguesa Schmitt es un pensador reaccionario que considera a las conquistas iluministas como errores gravemente perniciosas para la humanidad. En tal sentido est en las antpodas de Marx. Pero aun con propsitos radicalmente opuestos a los suyos, Schmitt se sita en el pleno reconocimiento de lo que para nosotros caracteriza la contribucin epocal que Marx produjo: la determinacin esencialmente poltica de la economa. Ya se ha sealado con agudeza hasta qu punto la crtica inmanente de la ciencia econmica efectuada por Marx desquicia ese mbito central que caracteriz al siglo XIX. Al poner en evidencia el carcter antagnico de sus relaciones constitutivas, El capital mostr y puso en crisis la funcin neutralizante que desempeaba la abstraccin del cambio. En aquello que la Economa Poltica se empeaba en presentar como no poltico, en la neutralidad del cambio entre capital y fuerza de trabajo, Marx descubra la emergencia de lo poltico: la anttesis de clase y su consiguiente lucha*. Nadie estara hoy dispuesto a negar que esta crtica del dispositivo neutralizante de la economa clsica representa un punto sin regreso para el anlisis social contemporneo. Es ms, resulta una verdad tan fuertemente adquirida que hasta se ha desdibujado su radicalidad de origen, un poco por eso de que en la sociedad moderna todos somos de un modo u otro marxistas sin saberlo o sin quererlo. (Ibid., p. XII; el asterisco hace referencia a la cita que de Marramao hace Aric en esta parte de su texto; y el trabajo en cuestin es precisamente, de Giacomo Marramao, Lo poltico y las transformaciones, Cuadernos de Pasado y Presente, nmero 95, Mxico 1982, p. 25.) Schmitt es dispuesto entonces por Aric como variable que, en conjugacin con la variable Marx, ofrecen como resultante una ecuacin de crtica de la razn poltica del mundo moderno burgus
liberal, que tritura en sus despliegues (o derivadas) de segundo o tercer
grado las mistificaciones fenomnicas del Estado Liberal, cristalizadas o hipostasiadas, con pretensin de neutralidad, en la forma de Economa (en donde la libre competencia y la tecnocracia operan como dispositivos de neutralizacin poltico ideolgica) y de Derecho (en donde la deliberacin parlamentaria y el Estado de Derecho y sus exacerbaciones: la legislacin y la judicializacin, operan a su vez como dispositivos de neutralizacin). La gran y ms potente sistematizacin y sntesis de esa crtica est hecha por el profesor Gustavo Bueno, en su definitivo Primer ensayo sobre las categoras de las ciencias polticas (Biblioteca Riojana, Logroo, Espaa, 1991), escrito como ajuste de cuentas histrico filosfico, tras la cada de la Unin Sovitica (es decir, a la altura de nuestro tiempo), con precisamente la Teora del Estado del materialismo histrico. Schmitt quiso situarse tambin a la altura de su poca, nos dice Aric, para terminar jugando el papel de Epimeteo cristiano, que, como el Epimeteo clsico, abri la caja de Pandora liberando las sorpresas trgicas que trat de explicar buscando sus races en la crisis espiritual del siglo XVI (Aric, Nota biogrfica, p. XXIII): Es esta idea de una crisis de la soberana del estado liberal, incapaz de hacer frente a los problemas internos y externos y a la irrupcin de la guerra civil lo que lo lleva a teorizar las condiciones y la naturaleza de un poder de decisin a la altura de los tiempos La accin poltica para Schmitt es sobre todo opcin, riesgo, decisin: produccin de un mito que no deja espacio libre y que compromete al sujeto imponindole la eleccin. Y porque tal produccin slo puede nacer de la guerra, est dotada de una cualidad existencial y no normativa. La guerra se convierte de tal modo en el momento y en el lugar de definicin de la naturaleza existencial del comportamiento poltico en cuanto impone una eleccin irreversible que no permite circunloquios y mediaciones dialcticas y pone fin a la prctica discutidora de la eterna indecisin. (Aric, Presentacin, pp. XIII y XIV.) Amigo y enemigo, guerra civil, conflicto y dialctica, combate y partisano, tragedia y severidad, son como bien se sabe categoras definitivamente constitutivas del mbito de lo poltico tal y como fue entendido con desgarradora lucidez, y con la culpa implcita del Epimeteo cristiano que, segn dijo de s mismo, fue Schmitt. En este plano es donde se recorta la figura del combatiente, del soldado, del guerrillero y el canon del partisano o guerrillero fue por cierto, para
Schmitt, el guerrillero espaol en tiempos de la invasin napolenica,
del gran poltico y del estadista. Si los conceptos de amigo y enemigo nos dice Aric adquieren su significado pleno en el hecho de que se refieren de manera especfica a la posibilidad real del aniquilamiento fsico, para dejar de ser metafrica la contraposicin slo puede tornarse concreta all donde la existencia se pone verdaderamente en juego, all donde se vive o se muere: en la guerra (p. XIV). Pero, entonces, Lenin tambin debe estar tambin en el mismo plano, porque, contina Aric: Si recordamos, adems, que segn Schmitt las contraposiciones interestatales cedieron su lugar al predominio de la poltica interna, y por tanto son los agrupamientos de amigo y enemigo en el interior de un estado los que se transforman en decisivos para el enfrentamiento armado, la consecuencia lgica que de aqu deriva es que el lugar decisivo de produccin del mximo grado de intensidad de la contraposicin no puede ser otra que la de la guerra civil. De tal modo, Schmitt participa plenamente del diagnstico de Lenin que afirmaba que con la finalizacin de la primera guerra mundial haba concluido tambin de manera irreversible toda una poca, y comenzaba una nueva cuyo signo distintivo era la guerra civil a escala mundial. (pp. XIV y XV). Lo hemos dicho ya: certera, slida y poderosamente intuitiva fue la lectura que de Carl Schmitt hizo Jos Aric, tal y como podemos observar en las formidables y soberanas notas introductorias (Presentacin, Nota biogrfica y Bibliografa) a la edicin que bajo su cuidado realiz Folios Ediciones de Buenos Aires, en 1984, de El concepto de lo poltico. Y el inters y contundencia se incrementan al advertir, del mismo modo, que el tiempo de la poltica fue en realidad el centro de anudamiento de todo el itinerario vital, terico y prctico de esta figura cardinal americana que jams nunca obtuvo un ttulo universitario, y que, en la ms milimtrica fidelidad a Gramsci, a lo largo de su vida entera no fue otra cosa que un modesto y genuino autodidacta, que tradujo las Notas sobre Maquiavelo de Gramsci con papel, lpiz y una gramtica italiana mientras haca las guardias durante su servicio militar, y que como motor interno acaso no haya tenido otra cosa ms que el atisbo plido aunque suficiente de una certeza: aqulla que ms o menos lo acerc a la evidencia de que, el trabajo que realizaba, estaba siendo un trabajo frewig (para la eternidad). Todo tiempo es siempre, podemos decir entonces con l, El tiempo de la Poltica: pasado y presente, la ciudad futura, controversia, historia y poltica, amigo y enemigo, tragedia, guerra civil y partisano, la crtica de la Economa Poltica y el Estado. La vida como militancia, en
definitiva. Todo tiempo es siempre, en efecto, el tiempo de la poltica.
La presentacin a Schmitt termina as: Una crtica de la forma burguesa de lo poltico resultara parcial, mutiladora, y finalmente estril, si dejara de lado por prejuicios polticos o morales, que en el caso de ser vlidos reclaman otras sedes y formas de debate, el anlisis de una obra que, como la de Carl Schmitt, ha fijado una impronta insoslayable en la vida espiritual del siglo XX. Para que deje de ser patrimonio exclusivo de la derecha, o de la academia, para que entre en el debate de la izquierda de manera plena, y para que ste pueda medirse con los grandes enemigos de sus propuestas, y no con sus mediocres escribas, incluimos a Carl Schmitt en nuestra coleccin. Ojal sea ledo con la comprensin y el espritu crtico que el excepcional valor de su obra merece! La rbrica est fechada en Buenos Aires, en septiembre de 1983. Por nuestra parte, arrancamos el pasado lunes 26 de agosto de 2013, en el Seminario de Cultura Mexicana de la ciudad de Mxico, las actividades de un seminario permanente sobre Problemas y aspectos del mundo contemporneo. Y lo hicimos con una Mesa de Discusin en torno de Jos Aric, conscientes de que el valor de su obra y de su legado, distribuido en cientos de estanteras de libreras de viejo, y en los anaqueles y catlogos de casas editoriales tan importantes como la Editorial Siglo XXI, Fondo de Cultura Econmica o El Colegio de Mxico, as lo mereca. No siempre en la historia se perfila una nueva generacin, escribi Aric en 1963 con un ciertamente evidente sentido de urgencia histrica. Los pertenecientes a la suya desde hace algunos aos han comenzado a desaparecer.
Naseiro Ramudo, Ana. - Evolución Histórica de La Descripción Archivística en España en La Época Contemporánea, Análisis de La Transformación de Los Instrumentos de Control y Descripción...