Mandel-El Debate Economico en Cuba
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Mandel-El Debate Economico en Cuba
2 ver multiplicarse los riesgos de desviacin y de error. Uno de los defectos del estalinismo y no el menor es precisamente haber abolido esta autonoma relativa, bajo el pretexto de la eficacia haber degradado la teora al nivel de un pragmatismo vulgar y apologtico, lo que se tradujo, en definitiva, en una enorme prdida de eficacia prctica. Los participantes en el debate econmico de 1963-1964 no fueron todos conscientes de esas relaciones dialcticas recprocas entre la teora y la prctica revolucionaria. Pero puede afirmarse sin vacilaciones que buscaron instintivamente conciliar el imperativo de la autonoma relativa de la teora y de la eficacia prctica inmediata. Es esto lo que da al debate un tono de sinceridad y de seriedad digno de elogio, aunque en ciertas contribuciones se reconozca los balbuceos de un pensamiento que se busca, ms que la expresin madura de un pensamiento que ya ha adquirido plena conciencia de la realidad social de la que ha surgido.
He aqu lo que constituye, sin duda, la particularidad principal de esta revolucin, despus de la destruccin de antiguo rgimen.
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Vase al respecto el artculo: La reforme de la planification sovitique et ses implications, Les Temps Modernes, junio 1965. (Fidel Castro: Un solo remedio contra los abusos de poder: la lnea de masas). Discurso pronunciado el 29 de agosto de 1966, en la clausura del XII Congreso de la Central de Trabajadores Cubanos.
3 No es muy difcil comprender que esta particularidad resulta de las condiciones histricas especficas en las que ha triunfado la revolucin, de su contexto geogrfico excepcional y de sus races socioeconmicas propias. No es este el momento de profundizar estos aspectos del problema. Es suficiente retener el hecho y subrayar que los dirigentes son particularmente conscientes de l. Hay, no obstante, una contradiccin entre esta lnea de masas y la prctica poltica cotidiana del gobierno revolucionario cubano. El campo de la gestin de la economa y ms claramente, el de la gestin de la industria , estuvo slidamente inmunizado contra toda intervencin directa de las masas. No es por azar que el debate econmico de 1963-1964 surgiera por completo alrededor de esta gestin, y que distintos camaradas, interviniendo en el debate, hayan planteado indirectamente el problema de las relaciones entre las empresas y el comportamiento de las masas. El problema de los estmulos materiales y morales est directamente vinculado.
4 Pero ciertos adversarios de las tesis de Che Guevara vincularon la cuestin de la mayor eficacia de la gestin descentralizada (y de la autonoma financiera que de ella se deriva), a la de los estmulos materiales. Empresas obligadas a ser rentables, son empresas que deben someter todas sus operaciones a un clculo econmico muy estricto, y que pueden, por ello, utilizar los estmulos materiales de manera mucho ms amplia, interesando directamente a los trabajadores en el incremento de la productividad del trabajo, en el mejoramiento de la rentabilidad de la empresas (por ejemplo, mediante la economa en las materias primas) y en la superacin de los objetivos del plan. Al respecto, la respuesta del Che Guevara es esencialmente prctica. l no rechaza la necesidad de un clculo econmico estricto en el cuadro del plan, ni rechaza tampoco el empleo de estmulos materiales. Pero subordina dicho empleo a dos condiciones. En primer trmino, es preciso elegir aquellas formas de estmulos materiales que no reduzcan la cohesin interna de la clase obrera, que no enfrenten a los trabajadores entre s; por ello, preconiza un sistema de primas colectivas (de equipos o de empresas, ms que un sistema de primas individuales). Luego, se opone a toda generalizacin abusiva de los materiales, porque crean efectos disgregadores sobre la conciencia de las masas. Guevara desea evitar que toda la sociedad sea saturada por un clima de egosmo y obsesin por el enriquecimiento individual. Esta preocupacin se inscribe en la tradicin de Marx y sobre todo en la de Lenin, quien, no obstante comprender que el empleo de estmulos materiales es inevitable en la poca de transicin del capitalismo al socialismo, subrayaba, al mismo tiempo, los riesgos de corrupcin y desmoralizacin que resultan fatalmente del empleo de esos estmulos, y llamaban al Partido y a las masas a combatir vigorosamente ese peligro. Ignoramos qu solucin se ha dado en Cuba al problema de la organizacin de la gestin de las empresas, y nos parece que de cualquier manera se est muy lejos de un modelo econmico definitivo en ese pas. Seguimos siendo partidarios de un sistema de autogestin democrticamente centralizado, donde el doble peligro de burocratizacin, emana de una centralizacin excesiva, a la vez que de la utilizacin excesiva de los mecanismos de mercado y puede ser ampliamente neutralizado por el traspaso de la gestin a manos de los trabajadores, en los lugares de trabajo, sometidos a una disciplina estricta impuesta por una autoridad central surgida directamente de los consejos obreros. Pero, si Fidel Castro no parece an haber zanjado el problema de la gestin de las empresas, * se ha pronunciado de manera bastante clara en lo que concierne al problema de las relaciones entre estmulos materiales y estmulos morales, inclinndose a favor de las tesis del Che. En el discurso que pronunci el 28 de septiembre de 1966, en ocasin del VI aniversario de la fundacin de los Comits de Defensa de la Revolucin, y en el que anunci que a partir de 1970 la mayora del pueblo cubano no pagar ms alquiler, lanz sus puyas contra aquellos que solo tienen pesos en la cabeza, que no comprenden la necesidad de mantener a las masas soldadas a la Revolucin objetivo que debe tener prioridad sobre cualquier consideracin de clculo econmico , que no comprenden la necesidad de satisfacer primordialmente ciertas necesidades fundamentales de las masas, y que subestiman el valor de los estmulos morales, de las conquistas morales de la Revolucin cubana.
Esas cosas que hace revolucin, esas ideas en relacin con el alquiler, los servicios mdicos, la educacin, en relacin con todo lo que desea el pueblo sin tener necesidad de pesos, sin tener necesidad de esos signos en la cabeza y de esos papeles en la billetera tienden a crear progresivamente en el pueblo una conciencia social ms avanzada, tienden a crear en el pueblo un
Es preciso sealar, sin embargo, que el Ministerio de Finanzas ha sido disuelto y el Sistema Presupuestario de Financimiento de las empresas industriales parece haber sido desmantelado. Nos faltan datos al respecto.
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sentimiento diferente que el de la propiedad, una actitud diferente ante los bienes materiales, una actitud diferente respecto del trabajo humano.
Nosotros no somos utopistas. No creemos que sea posible realizar esto de hoy para maana. No creemos que esta conciencia se cree en el espacio de algunos aos. Pero nosotros creemos que esta conciencia no se crear jams, si nosotros no llevamos una lucha incesante en este sentido, sino se progresa constantemente en este sentido. A nuestro entender, esta posicin de Che Guevara y de Fidel Castro est de acuerdo con la tradicin y las teoras marxistas. Los que plantean el postulado absoluto del desarrollo previo de las fuerzas productivas, antes que pueda expandirse la conciencia socialista, pecan todos de un pensamiento mecanicista, al igual que aquellos que creen por suscitar, por medio puramente subjetivos (la educacin, la propaganda, la agitacin, etctera), idntica conciencia de manera inmediata. Hay una interaccin constante entre la creacin de una infraestructura material necesaria para la expansin de la conciencia socialista, y el desarrollo de esta misma conciencia. Es, en efecto, una utopa creer que ella podra surgir ya lista, mediante un esfuerzo de pura voluntad subjetiva, de una situacin material inadecuada. Pero, es tambin utpico creer que esta conciencia socialista pueda nacer bruscamente, como por encanto, del solo hecho de que su infraestructura material haya nacido, si al mismo tiempo el clima social permanece dominado por los estmulos materiales (el deseo de cada individuo de mejorar su suerte individual).
Naturaleza de los medios de produccin y ley del valor en la sociedad de transicin del capitalismo al socialismo
Ahora se puede comprender mejor las relaciones entre esos problemas prcticos y las cuestiones tericas planteadas por el debate de 1963-1964. A nuestro entender, es claro que los medios de produccin en el sector estatal no son mercancas, pues la nocin de mercancas implica la de cambios, es decir, la de cambio de propietario. Una empresa del Estado no vende una mquina a otra empresa del Estado, as como un departamento del trust Ford no vende la carrocera al departamento de montaje. La necesidad de una estricta contabilidad de los gastos, aun bajo su forma monetaria, no tiene nada que ver con esta cuestin. Aqu se toca un aspecto fundamental de la teora marxista: para Marx, la naturaleza mercantil de los productos del trabajo y la forma de valor de cambio que adquiere la lgica de su circulacin, no son sino formas histricas pasajeras, propias de una economa basada en productores individuales, separados unos de otros, de la contabilidad econmica fundada sobre el trabajo que es universal para toda sociedad humana. * Pero, la presin a favor de una autonoma mayor de las empresas puede, evidentemente, encontrar su expresin ideolgica en la tesis segn la cual, en la poca de transicin del capitalismo al socialismo, los medios de produccin siguen siendo mercancas. Del mismo modo, la lucha por la autonoma financiera de las empresas, se puede expresar ideolgicamente por la tesis segn la cual la circulacin de los medios de produccin en el interior del sector del Estado constituye una serie de operaciones de cambios en el sentido real del trmino. En ambos casos, la voluntad de los directores de empresas de disponer libremente de esos medios de produccin, del poder de vender o de comprar libremente una parte en el mercado, no es extrao a estas querellas tericas, en apariencia bizantinas. En cuanto al papel de la ley del valor en el periodo de transicin del capitalismo al socialismo, el comandante Mora ha defendido la idea segn la cual, en esta fase de desarrollo histrico, la ley del valor contina reglando la produccin, aunque no sea la nica en hacerlo. Su accin
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CF. Das Capital, I, pp. 39-40, en la edicin de Engels (Meisner, Hamburg, 1890.)
6 reguladora operara junto con la del plan y mediante su intermedio. Adems, ha deducido de esa tesis que la ley del valor opera en las relaciones entre empresas estatales. Ernesto Che Guevara ha respondido que en la poca de transicin del capitalismo al socialismo, las categoras mercantiles superviven en la medida en que el desarrollo insuficiente de las fuerzas productivas no permite an satisfacer todas las necesidades fundamentales de los productores, pero que esta supervivencia no implica que sea la ley del valor quien regle la produccin. Ella est reglada por el plan, que puede y debe utilizar el clculo en valor, pero cuya lgica est funcionalmente en contradiccin con la ley del valor. Nosotros creemos que esta visin est de acuerdo con la teora marxista, y hemos expresado un punto de vista anlogo en nuestra contribucin al debate econmico de 1963-1964 en Cuba. Aqu tambin existe una relacin evidente entre el debate terico y las divergencias respecto de la planificacin econmica en Cuba. Quienes confunden la supervivencia de las categoras mercantiles con el papel regulador de la ley del valor, deben necesariamente atribuir un papel mayor a los mecanismos de mercado en el cuadro de la economa planificada, no solamente en lo que concierne a los medios de consumo y esto se justifica ampliamente a nuestros ojos , sino tambin, y sobre todo en lo que respecta a los medios de produccin industrial. De all, por otra parte, la insistencia con la que tratan de introducir el juego de la ley del valor en las relaciones entre las empresas estatales (donde los cambios se relacionan, en gran parte, con los medios de produccin). Y este juego entraa evidentemente, la necesidad de la autonoma en materia de inversiones, confirmado as, a su manera, que existe un antagonismo histrico entre los imperativos de una planificacin real y los imperativos de una economa de mercado (aunque ella sea designada como socialista). Los que rechazan que la ley del valor contina reglando la produccin, directa o indirectamente, en la poca de transicin del capitalismo al socialismo, no niegan en modo alguno que las categoras mercantiles sobrevivan inevitablemente a esta poca. No niegan tampoco que, en muchos campos, los planificadores puedan abandonar tranquilamente a los mecanismos de mercado, ciertos ajustes entre la oferta y la demanda. Pero ellos comprenden el carcter fundamentalmente contradictorio entre el mercado y el plan, y acuerdan as un amplio espacio al establecimiento de precios administrados en numerosos campos, ya sea para asegurar como prioridad el desarrollo de ciertos servicios sociales, ya sea para asegurar ciertos imperativos del desarrollo econmico nacional. Es por ello que recalcan que la influencia de la ley del valor es ms limitada que en el modo de produccin capitalista, y que ciertos sectores en especial, la circulacin de los medios de produccin en el seno del sector estatal pueden escaprseles. Son evidentes los mviles polticos que han inspirado de manera particular las opciones de Guevara y de Fidel Castro en este terreno: ante todo, el deseo de evitar una desmoralizacin de las masas populares cubanas, una decepcin con relacin a la obra de revalorizacin moral que la revolucin ha representado a sus ojos. Pero cualesquiera que sean esos mviles, la discusin econmica de 1963-1964 en Cuba y sus prolongaciones actuales, se inscriben vlidamente en el largo proceso en el curso del cual la humanidad, gracias a la construccin del socialismo a escala internacional, cada vez ms amplia, concluye por descubrir las leyes econmicas que presiden la expansin de la sociedad sin clases.