La Vida Inútil de Pito Pérez
La Vida Inútil de Pito Pérez
La Vida Inútil de Pito Pérez
Clsicos
La vida intil
de Pito Prez
Jos Rubn R o m e r o
La vida intil
de Pito Prez
correo electrnico:
elperroylaranaediciones@gmail.com
Edicin al cuidado de
Coral Prez
Transcripcin
Jairo Noriega
Correccin
Ybory Bermdez
Carlos vila
Diagramacin
Mnica Piscitelli
Montaje de portada
Francisco Contreras
Diseo de portada
Carlos Zerpa
isbn 978-980-396-641-6
lf 40220078003458
Fundacin Editorial
elperroy larana
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Nos sentamos al borde del campanario, con las piernas colgando hacia fuera. Mis zapatos nuevos junto a los de Pito Prez
brillaban con su necio orgullo de ricos, tanto, que Pito los mir
con desdn y yo sent el reproche de aquella mirada. Nuestros
pies eran el compendio de todo un mundo social, lleno de injusticias y desigualdades.
Por qu dijo usted que nuestra conversacin sera el dilogo entre un poeta y un loco?
Porque usted presume de poeta y a m me tienen por loco
de remate en el pueblo. Aseguran que falta un tornillo a toda mi
familia. Qu barbaridad! Dicen que mis hermanas Herlinda y
Mara padecen locura mstica y que por eso no salen de la iglesia;
afirman las gentes que Concha est tocada porque pasa los das
enseando a los perros callejeros a sentarse en las patas traseras y a
un gato barcino que tiene, a comer en la mesa con la pulcritud de un
caballero; Josefa se tir de cabeza a un pozo dizque porque estaba
loca; y Dolores se enamor de un cirquero por la misma causa, segn
la infalibilidad de esos Santos Padres que andan por all sueltos:
Joaqun, el sacerdote, no quiere confesar a las beatas, porque est
loco, y yo me emborracho, canto, lloro y voy por las calles con el
vestido hecho jirones porque estoy loco! Qu lgica tan imbcil!
Locos son los que viven sin voluntad de vivir, tan slo por temor a la
muerte, locas las que pretenden matar sus sentimientos y por el qu
dirn no huyen con un cirquero; locos los que martirizan a los animales en lugar de ensearles a amar a los hombres no es cierto,
hermano de Ass?; locos los que se arrodillan delante de un ente
igual a ellos, que masculla latn y viste sotana, para contarle cosas
sucias, como esas lavanderas que bajan al ro todos los sbados, a
lavar su camisa, a sabiendas de que a la siguiente semana volvern a
lo mismo porque no tienen otra que ponerse, y ms locos que yo los
que no ren, ni lloran, ni beben porque son esclavos de intiles respetos sociales. Prefiero a mi familia de chiflados y no a ese rebao
de hipcritas que me ven como animal raro porque no duermo en
su majada, ni balo al unsono de los otros.
Pero una cosa es que algunos lo juzguen loco y otra que
usted viva haciendo extravagancias y perdone que se lo diga
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participara de las dos profesiones y me hicieron aclito de la parroquia. As vestira sotana, como el cura, y manejara dineros como el
abogado, porque los aclitos son como los albaceas de los santos,
ya que en sus manos naufragan las limosnas que se colectan a la
hora de los oficios divinos. En mis funciones eclesisticas fui cumplido y respetuoso con los curas de la iglesia. Jams di la espalda,
irreverentemente, al altar en que Nuestro Amo estaba manifiesto;
nunca ech semillas de chile al incensario, para hacer llorar al celebrante y a los devotos que se le acercaban; ni me orin por los rincones de la sacrista, como los dems aclitos.
A la hora de las comidas, las gentes me vean pasar, rumbo a
mi casa, vestido con la sotana roja, y comentaban emocionadas:
Ah, qu buen muchacho este de doa Conchita Gaona,
tan piadoso y tan seriecito!
Y sabe usted por qu no me apeaba mi vestido de aclito?,
pues porque no tena pantalones que ponerme y con las faldillas
de la sotana cubra mis desnudeces hasta los tobillos. As aprend
que los hbitos sirven para ocultar muchas cosas que a la luz del
da son inmorales.
Un tal Melquiades Ruiz, apodado San Dimas, era mi compaero de oficio y, adems, mi mentor de picardas.
Primero me ense a fumar hasta en el interior del templo, y
despus a beberme el vino de las vinajeras. Decanle San Dimas,
no porque fuera devoto del Buen Ladrn, sino por lo bueno de
ladrn que era. El muy taimado se pasaba la vida quemndome
las asentaderas con las brasas del incensario, y cuando yo protestaba, me deca:
Hermano Pito, el dolor es una penitencia por la cual tus
quemaduras te acercan al Seor; yo soy la justicia divina que castiga tu lado flaco.
Pero fjate en que es mi lado gordo el que me chamuscas,
grandsimo pendejo!
Cierta vez vimos que un ranchero rico, de Turiran, ech en
el cepillo del Seor del Prendimiento una moneda de a peso, despus de rezar largamente, en accin de gracia, porque en sus tierras no haba helado.
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Pito Prez, nadie sabe para quin trabaja; ese San Dimas
debe haber pensado que ladrn que roba a ladrn tiene cien aos
de perdn, y que el que va por lana sale trasquilado.
No me diga usted ms refranes, que cada uno de ellos
puede servir de epgrafe a los captulos de mi vida. Y me voy
porque ya tengo el gaznate seco. Venga, pues, el importe de la
botella, que hoy lo tengo bien ganado
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un comercio grande, muy surtido, quiz el mejor del pueblo, atestado de marchantes en aquella primera hora de la maana. Dos
o tres dependientes, en mangas de camisa, atendan a los parroquianos, y un viejo calvo, ganchudo como alcayata, tal vez el dueo
del negocio, escriba ensimismado sobre un libro de cuentas. En lo
ms alto de las armazones de la tienda, con sus faldas amponas y
azules, alinebanse grandes pilones de azcar, ostentando orgullosos su marca de fbrica: Hacienda del Cahulote.
Me vino la idea de apoderarme, por medio de un ardid atrevido, de una de aquellas codiciadas pirmides. Entr al comercio,
y dirigindome a uno de lo dependientes, le ped un centavo de
canela. Mi nica moneda superviviente!
Cuando tuve la raja en la mano acerqueme al dueo del
comercio, y ensendole mi compra le ped por favor, poniendo
cara de perro humilde, un piloncito de azcar.
Que te lo den contest el viejo. Fui al otro extremo del
mostrador y con tono garboso dije a otro de los dependientes:
Dice el amo que me d un piln de azcar apuntando
con el dedo uno de los panes que moraban cerca del techo. El
dependiente, desconfiado, pregunt en voz alta a su jefe:
Se le da un piln de azcar a este muchacho?
A lo que el viejo contest afirmativamente, sin levantar los
ojos del libro y creyendo que se trataba de un piloncito con qu
endulzar una taza de canela.
El dependiente baj el pan de azcar y yo sal con l en
brazos, acaricindolo cariosamente, y me alej de la tienda a
toda prisa. Esta fue la primera contribucin que impuse a los
tontos y mi entrada triunfal al pas de los borrachos, porque
las tazas que empin, cargadas de aguardientes, me hicieron el
efecto de un sol esplendoroso. Desde entonces, por mi boca habla
el espritu del vino y, como los profetas de la antigedad, paso
la vida iluminado.
Se queja usted de su mala estrella, y, sin embargo, el robo
del piln de azcar no le sali mal.
Es que no fue robo, sino un prstamo obtenido con la
venia de Dios. Yo no me quedo nunca con nada de nadie, sin
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De los platos de antojo quintuplicbanle la racin, y maravilla pensar cmo no se derramaba el pozo de las defecaciones
de aquella casa con los frecuentes viajes que a l haca el seor
boticario.
Al alcance de mi mano tena los frascos de los cordiales y el
cajn del dinero que prudentemente soportaba mis acometidas.
Por algo le llaman don Prudencio los dependientes de las tiendas.
Adems, Urapa es un pueblo chico, de pocos habitantes, y
hasta all era difcil que llegaran las pesquisas de mi amantsima
familia para conocer mi paradero. El pueblo, pues resultaba un
paraso, sin la molestia de convivir con los animales de la creacin, cada uno encerrado en su casa. Pero no hay paraso sin tentaciones. Despert yo, por imprudente, las adormecidas dentro
de aquel hogar, al contarles a los amos que en mi pueblo me llamaban Pito Prez? Quiz por asociacin de ideas, una tarde doa
Jovita grit, desde el interior de su cuarto:
Muchacho, treme un poco de linimento.
Con mi cara de santo mojarro llev el pomo de linimento a
la pieza de la patrona que, tendida en su cama, boca abajo, quejbase pesarosamente. Segn ella, le dola un costado, la espalda,
el cuello, y no resista ni el peso de una mosca.
Es el reuma que me sube y me baja y me pone en un grito
deca con voz de muchacho consentido; pero mi esposo no
se preocupa por mi salud, ni se acomide a darme una frieguita de
algo. Ay! Aay! Aaay! Por caridad ntame un poco de linimento
en la espalda.
Y doa Jovita se enderez para aflojarse los broches del
corpio.
Mi alma se encendi en una ardiente compasin para
aquella infeliz mujer que tanto padeca, y con el pensamiento
puesto en Dios, introduje mi mano por la abertura del vestido,
comenzando a frotar suavemente la espalda desnuda.
As , as! decan la enferma en tono suplicante.
Despus, se volte boca arriba, con los ojos cerrados, dicindome dulcemente:
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aunque, sin duda, el Espritu Santo conoca muy bien los alcances
de su ministro.
Al llegar el padre a la sacrista le solt un pattico relato,
hablndole de la miseria de mi familia, que me haba impulsado
a salir de Santa Clara en busca de trabajo; de mi empeo por
hacerme de recursos para ayudar a mis hermanas; y el hambre
puso en mi voz tan conmovedor acento que, por primera providencia, el padre Pureco ofreciome asilo en su casa y, tercindose
el manteo, me llev a ella para obsequiarme con un jarro de leche
y unos platanitos cocidos, al uso de tierra caliente.
A la hora del almuerzo, el padre pregunt por la vida y milagros de todos los vecinos de nuestro pueblo, yo satisfice su curiosidad como pude, agregando de mi cosecha pequeos detalles,
que pudieron dar al traste con mi generoso anfitrin:
Y Marn Pureco, qu hace?
Nada, padre, porque pas a mejor vida.
Cmo! Se muri?
Estuvo en un tris que el padre no se desmayara al orme,
pues la persona aludida era su hermano, y yo no lo saba. Tuve
que resucitar al muerto rpidamente y, a fuerza de labia, hacer
que mi interlocutor olvidara el falso informe necrolgico.
En los das que siguieron ayud al padre en todos los menesteres del templo: junt las limosnas sin cobrar porcentaje, cambi
de ropa a los santos, y como no haba organista, con mi flauta
prodigiosa llen de gorgoritos los mbitos del recinto. Los fieles
se sorprendieron con aquella msica inusitada, pero not desde el
coro que cuando la pieza era de baile ellos se animaban, llevando
el comps con la cabeza.
En la misa mayor del domingo que sigui a mi llegada,
cuando el lleno de campesinos era ms imponente, el padre
Pureco subi al plpito a decir el sermn. Rez primero un Ave
Mara para que la Virgen lo inspirara, carraspe, tasc bien la
dentadura postiza y solt el chorro de su elocuencia:
En otras ocasiones, desde esta ctedra sagrada, os he explicado, hermanos mos, las virtudes teologales, pero me habis
odo con indiferencia, como quien oye llover y no se moja. Bien
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pocas son las virtudes teologales para que vosotros no las conozcis, pero perdonadme, Soberano Seor Sacramentado dijo el
padre Pureco, volvindose al altar mayor, tengo un rebao de
brutos que no entienden la doctrina cristiana. Una vez ms voy
a explicaros lo que es la fe, lo que es la esperanza, lo que es la
caridad:
Qu cosa es la fe? Corazones de piedra, conmoveos! La
fe es una paloma blanca que llevamos oculta en nuestro tierno
regazo! Pero hay que despertarla para que ella nos gue a las
puertas de la gloria, y para despertarla, es necesario arrojar primero de nuestros corazones el gaviln del pecado, porque si lo
dejamos all acabar por devorar a la inocente palomita.
Y la esperanza? Habr algo ms hermoso que la esperanza? Slo Mara Santsima es ms hermosa que ella! Qu
cosa es la esperanza? Fijaos bien y grabad mis palabras en vuestros corazones; es la segunda virtud teologal, y es tan dulce
repetir con el Seor: yo tengo esperanza de enderezar mis pasos,
de limpiar mi conciencia, de conocer a Dios. Hasta en las cosas
materiales es tan grato tener esperanza! Porque no es pecaminoso, hermanos mos, decir con el pensamiento puesto en Dios:
yo tengo esperanza de tener una casita, y mujer, y muchos hijos,
que son la bendicin del sagrado vnculo; yo tengo esperanza de
sacarme la lotera; yo tengo esperanza de que el da de mi santo
mis fieles me compren una sotana nueva y un reloj, que tanta falta
me hacen.
Y la caridad? Bien claro lo indica su nombre: Ca-ri-dad,
dad, dad. Por algo es la mayor y la ms grande de las virtudes!
Pero, qu entendis vosotros de cosas divinas, por ms que el
Espritu Santo inspire mis palabras? Porque yo quiero iluminar
la cerrazn de vuestro entendimiento con la luz indeficiente de la
verdad, pero con tu permiso, Soberano Seor Sacramentado
sois un hatajo de pendejos. No, no puedo retirar lo que he dicho,
hasta que demostris que vuestra fe existe, que vuestra esperanza
vive y que vuestra caridad se manifiesta con los hechos. Ya sabis
que mi celebracin es el 24 de agosto. Id en paz en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espritu Santo. Amen.
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Recordando que el dueo de la tienda era oriundo de Ptzcuaro y nos escuchaba atentamente, exclam con gran proso
popeya:
Pero la metrpoli que ms me gusta es Ptzcuaro. En
dnde una ciudad con una tristeza ms potica! En dnde un
lago como el suyo, mineral lquido, cuya veta de peces de plata es
inagotable! En dnde un panorama ms hermoso que el que se
descubre desde la cima del Calvario, que abarca todo Michoacn,
y si apuramos un poco la vista, hasta las torres de Guadalajara,
nico en el mundo, por la diafanidad del aire en los contados das
que no llueve! En dnde una virgen ms milagrosa que la de la
Salud, que concede cuanto se le pide!
Verdad, seor Solrzano? interrogu al dueo del establecimiento, a quien le temblaban los bigotes de pura emocin al
orme exaltar con tanto calor a su tierra.
Yo sent que maduraba dentro de mi cabeza un plan diablico:
Mire usted, seor Vsquez, vamos a pedir de beber a la
Virgen, y si realmente es milagrosa, ella proveer lo necesario.
Estoy seguro de que la Virgen no quedar mal por una bagatela
como la que vamos a pedirle, pues su negativa sera un baldn
para Ptzcuaro.
Junt las manos devotamente, como si rezara con los ojos
puestos en el techo, y la flecha dio en el blanco, o sea, en el sentimiento religioso de Solrzano, que se apresur a servirnos sendos
vasos del Tanctaro ms puro, fabricado de contrabando por l,
en la trastienda de su acreditado comercio.
La virgen realiz el prodigio diez veces seguidas, hasta que
el secretario clav el pico, dormido sobre unos cajones, y yo di
con mi casa de pura casualidad.
Pretend alguna otra vez despertar el amor propio de aquel
mstico tabernero, pero la Virgen no repiti el milagro, quiz
porque no lo ped con la fe requerida.
Por aquel entonces la cruda suerte an no alteraba mi
pulso y era yo poseedor de una letra hermosa, redonda y clara.
Cuando Vsquez, el secretario, la conoci, invitome a servirle de
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Ninguno. Pero debo advertirte una cosa, de poca importancia, esperando que no te molestar. Ped la mano de Chuchita
para m, reflexionando que eres muy joven para echarte a cuestas
semejantes obligaciones y levantndose del equipal don Santiago me dio las buenas noches muy fino, y con la puerta en las
narices.
Cuando regres a acostarme, todos los frascos de la tienda
temblaron; las botellas tuvieron temor de ser violadas, los barriles
creyeron llegada su ltima hora, hasta que, al fin, Baco se compadeci de m y me durmi en sus brazos como en los de un padre
carioso.
En los das siguientes Chucha se hizo la desentendida,
rehuyendo hablar de aquella cosa sin importancia. Entraba a la
tienda, extraa los tostones del cajn del dinero y sala ensendome, como antes, sus dientes blancos de monita inconsciente y
traviesa.
Pocos das despus de la peticin de mano, dijo mi to que
ira a Morelia al arreglo de algunos negocios y que yo quedara al
frente del establecimiento. Gozando de aquella libertad y del producto de las ventas, organic bailecitos en los barrios apartados y
comenc a fiar mercancas sin apuntarlas en ningn libro para no
caer en la pichicatera de todo comerciante. Dios haba tocado mi
corazn y senta, por primera vez, el regocijo de ser generoso con
los necesitados. Los tramos de la tienda a medio vaciar, hablaban
muy alto de mi desprendimiento, y yo miraba desaparecer sin
dolor los bienes terrenales, embriagado por el defico ejercicio de
dar, o por el alcohol que ingera devota y abundantemente.
Regres mi to de su viaje, y al mirar los armazones destartalados, frotose las manos satisfecho.
Qu ocurri con las mercancas? Por lo que veo, vendiste mucho!
Se han vendido, to.
El amo encaminose derechamente al cajn de las ventas, y
al hallarlo vaco pregunt con cierta inquietud:
En dnde est el dinero?
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*+
*,
*-
*.
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+(
+)
+*
++
+,
+-
Cant el gallo las tres veces y Pedro no quiso negarme, gritando, hecho una furia:
Yo conozco a mi cuate, y no me le rajo! Los mexicanos
semos muy hombres!
Lleg la hora del suplicio, me despojaron de mis ropas, que
se perdieron de verdad, y atronme fuertemente a una cruz. A
Dimas y a Gestas no los crucificaron porque no haba cruces,
pero se les amonest que permanecieran haciendo guardia cerca
de m, con los brazos abiertos. Dimas era un administrador de
correos, desfalcado y lleno de hijos, y Gestas un heroico borrachn cuyas medallas le salan al rostro en forma de pstulas de
todos colores.
Y las siete palabras brotaron serenas de mis labios:
Padre, castgalos; se hacen que no saben lo que hacen!
En verdad te digo que hoy estars conmigo en el paraso (si
logras escaparte de chirona).
Mujer, he all a tus hijos! Hijos, por qu os mentis tanto
a vuestras inocentes madres?
El, El, por qu nos habis abandonado en esta triste
mazmorra?
Sed tengo.
(Yo pago una cerveza para el Seor, dijo San Pedro, desabrochndose prontamente la vbora).
Los tiempos han cambiado: no slo de la palabra de Dios
vive el hombre
Mirando las botellas vacas que rodaban por el suelo,
exclam acongojado:
Todo se ha consumido!...
Las cuerdas molestaban mis brazos y rame imposible por
ms tiempo aquella postura. Comenc a decir en voz alta:
Desculguenme, ya estoy cansado; bjenme, no recito
ms! Pero los presos rean de mi angustia y me daban la espalda
con la misma indiferencia con que la humanidad ve morir a Jess,
pendiente del madero
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julio de 2008
en la Fundacin Imprenta de la Cultura
Caracas, Venezuela