Revista Peruana de Derecho Constitucional - 6
Revista Peruana de Derecho Constitucional - 6
Revista Peruana de Derecho Constitucional - 6
Constitucional
REVISTA PERUANA DE
DERECHO
CONSTITUCIONAL
Reforma Constitucional,
Poltica y Electoral
61
NUEVA POCA
Edicin Especial
1 2 O 13
Tribunal
Constitucional
Presidente
Oscar Urviola Hani
Vicepresidente
Juan Vergara Gotelli
Magistrados
Carlos Mesa Ramrez
Fernando Calle Hayen
Gerardo Eto Cruz
Ernesto lvarez Miranda
Director General
Ernesto lvarez Miranda
Directores Ejecutivos
Susana Esther Tvara Espinoza
Omar Sar Surez
Consejo Editor
Javier Adrin Coripuna
Carolina Canales Cama
Edgar Carpio Marcos
Luis Castillo Crdova
Alvaro Crdova Flores
Carlos Hakansson Nieto
Nadia Paola Iriarte Pamo
Luis Senz Dvalos
CONSEJO CONSULTIVO
SUMARIO
REVISTA PERUANA DE DERECHO CONSTITUCIONAL
N. 6, NUEVA POCA
EDICIN ESPECIAL 2013
Reforma Constitucional, Poltica y Electoral
PRESENTACIN
Ernesto lvarez Miranda ............................................................................................ 13
ESTUDIOS
Domingo Garca Belaunde
La Constitucin peruana de 1993: sobreviviendo a todo pronstico
...... 19
35
61
101
153
179
219
239
MISCELNEA
Francisco Tvara Crdova
El juez como garante de los derechos y el papel de la tica en las democracias
constitucionales..............................................................................................................
271
Martha Paz
La Corte Constitucional Colombiana reivindica una categora olvidada.
La trabajadora sexual como "sujeto de especial proteccin" ......................................
279
299
311
339
387
JURISPRUDENCIA COMPARADA
1.
2.
403
405
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
Reforma Constitucional:
1. Exp. N 0014-2002-AI/TC por Nadia Paola Iriarte Pamo
Demandante: Colegio de Abogados del Cusco
Norma impugnada: Ley N 27600
Link: http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2003/00014-2002-Mhtml .................
2.
Reforma Poltica:
1. Exp. 00013-2009-Al/TC por Miriam Handa Vargas
Demandante: Treinta y un congresistas de la Repblica
Norma impugnada: artculo 25 del Reglamento del Congreso de la
Repblica modificado mediante la Resolucin Legislativa N. 008-2007-CR
publicada en el diario oficial El Peruano el 4 de octubre de 2008.
Link: http://www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2010/00013-2009-ALhtml .................
2.
417
431
439
Materia Electoral:
1. Exp. N 0002-2011-CC/TC por Carolina Parra Decheco
Demandante: Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE)
Demandado: Jurado Nacional de Elecciones (JNE)
Link: htqx//www.tc.gob.pe/jurisprudencia/2011/00002-2011-CC.html .................
461
467
Relevante y de actualidad:
1. Exp. 0022-1996-AI/TC (publicada agosto de 2013) por Jaime de la Puente Parodi
Caso: La Ejecucin de la Sentencia sobre la Cancelacin de los Bonos Agrarios
Link:httplIwww.tc.gob.pedurisprudencia/2013/00022-1996-AI%20Resolucion.pdf .... 473
2.
3.
4.
483
487
493
Presentacin
Es menester enfatizar, antes de proceder a efectuar la presentacin de rigor,
que el objetivo de esta revista, en su Nueva poca, ha sido el de contribuir en
el debate de temas medulares para nuestra sociedad, ajenos al inters de corto
plazo y de subordinacin a la coyuntura. As, el Nmero 3 del ario 2010 de la
revista, tuvo como tema Democracia Representativa y Derecho Electoral; en
el Nmero 4 correspondiente al ao 2011, el tema fue Control Constitucional
y Arbitraje, y el Nmero 5, del ao 2012, tuvo como tema Constitucin
Econmica: Medio Ambiente y Conflicto Social.
En esta oportunidad, el Tribunal Constitucional entrega a consideracin
de la sociedad, en especial de la comunidad acadmica, el Nmero 6 de la
Revista Peruana de Derecho Constitucional, dedicado al anlisis de la Reforma
Constitucional, Poltica y Electoral.
Como ya es usual, participan en el presente nmero monogrfico
personalidades de relevancia internacional, acadmicos de reconocida
trayectoria y jvenes asesores de este Tribunal que en forma cotidiana participan
en delicados procesos de formacin de la decisin jurdico-constitucional.
La reforma constitucional es siempre una necesidad, fruto de la continua
transformacin que toda comunidad poltica debe enfrentar. La diferencia
esencial es acordar con qu nivel de intensidad se debe reformar y en qu
oportunidad. Las respuestas para ello solo pueden encontrarse al determinar
el objetivo central: transformar el texto constitucional para propiciar un nuevo
modelo de rgimen poltico, de acuerdo con el modelo populista bolivariano, o
para fortalecer las instituciones democrticas, en consonancia con los valores y
principios consagrados por el constitucionalismo.
Elegida la segunda, cabe someter a examen el contenido esencial de la
Constitucin de 1979, tomando en cuenta que signific un verdadero pacto entre
las grandes corrientes doctrinarias europeas: el social cristianismo y la social
democracia, interpretadas por una reconocida clase poltica para adecuarlas a la
realidad, por entonces, de nuestro pas.
De dicho examen, de necesaria confrontacin con el actual funcionamiento
de sus mecanismos y procesos, no puede ser ajena tampoco la actual Carta de 1993,
en la medida que ha sido legitimada por sucesivos gobiernos democrticos, surgidos
de elecciones pluralistas y, que ante todo, satisface la finalidad primordial de toda
constitucin: ser un instrumento eficaz del Derecho para limitar el poder.
Establecido el objetivo ideolgico de la reforma constitucional, cabe
dilucidar la necesidad de restablecer el Senado como cmara revisora de las
principales leyes y encargada de la designacin de altos funcionarios del Estado,
ESTUDIOS
LA CONSTITUCIN PERUANA DE
1993: SOBREVIVIENDO PESE A
TODO PRONSTICO
DOMINGO GARCA BELAUNDE
A Giuseppe de Vergottini
Homenaje a su magisterio
y a su amistad
SUMARIO: I. La vigencia formal de las Constituciones. II. Las constituciones peruanas. III. El
golpe de Estado de 1992. IV La aprobacin de la Constitucin en referndum y lo que vino despus. V El
debate sobre la Constitucin de 1993 y su permanencia. VI. La permanencia de la Constitucin de 1993
y las consecuencias de su cambio: a) problemas prcticos. VIL La permanencia de la constitucin de
1993 y las consecuencias de su cambio: b) problemas ideolgicos. VIII. La huida hacia adelante
19
Hubo una gran discusin acerca del texto constitucional: antes, durante y despus
de su aprobacin. La oposicin, que vea muy mal, sobre todo, la posibilidad de
la reeleccin presidencial, el recorte de derechos fundamentales, el cercenamiento
de las entidades locales y la acentuacin del presidencialismo. Se publicaron
comunicados, folletos, monografas y libros en contra. Nadie estaba de acuerdo con
esa Constitucin y todos la criticaban (me refiero por cierto a la oposicin e incluyo
aqu a los no fujimoristas). Algunos incluso dijeron que tendra la misma vida que
su presidente y hubo pronunciamientos en ese sentido.
Lo que sigui luego es conocido: una experiencia poltica autoritaria,
servilismo palaciego, control de las instituciones desde el poder central y
corrupcin. A eso se agrega la poltica represiva y de aniquilacin de focos de
oposicin, que dieron origen a varios casos muy sonados (Cayara, Barrios Altos,
La Cantuta, Tribunal Constitucional, etc.) as como de grupos paramilitares
(grupo Colina) que eran el brazo ejecutor del rgimen para poner fuera de
circulacin a los que incomodaban. Y su conductor era el corrupto Vladimiro
Montesinos, de origen social incierto y que amas millones de dlares que
fueron a bancos suizos, como investigaciones posteriores lo han demostrado.
Pero desde el punto de vista poltico, lo que importa aqu es la reeleccin
presidencial. Fujimori haba sido elegido en 1990, fue reelegido en 1995
y pretendi reelegirse en 2000, mediante una hbil maniobra parlamentaria,
monitoreada por el congresista Carlos Torres y Torres-Lara, fallecido poco
despus. Indudablemente, con un control del aparato del Estado, con ddivas,
promesas y muchas obras, era muy fcil reelegirse, y as sucedi. El detonante
fue, sin lugar a dudas la nueva reeleccin en 2000, no prevista y totalmente
forzada y en donde Fujimori result reelegido en segunda vuelta con el 74%
de los votos. Al poco tiempo se filtraron unos videos que demostraban la
corrupcin en vivo: en ellos Montesinos compraba, con dinero en efectivo,
el transfuguismo parlamentario, para formar un grupo parlamentario adicto a
Fujimori (septiembre de 2000). Y esto por cuanto en las elecciones de 2000, con
observadores internacionales, no se pudo lograr ms. O sea, se obtuvo una buena
mayora en el Congreso, pero no la suficiente: se necesitaba algunos congresistas
ms para tener una mayora holgada y la lograron con este "mtodo". Por eso, la
difusin de este video fue decisiva. Montesinos huy del pas, y poco despus,
pretextando asistir a un evento internacional, Fujimori hizo lo mismo y desde
el Japn renunci a la presidencia de la Repblica (por fax y en noviembre de
2000). Ausente el operador de la corrupcin que manejaba los hilos del podery el Presidente de la Republica, el aparato poltico se vino abajo. El Congreso
destituy e inhabilit a Fujimori, acept las renuncias de sus vicepresidentes,
y nombr a uno de sus miembros, Valentn Paniagua, como presidente para
el periodo que restaba (noviembre de 2000-julio de 2001) fecha en la cual se
entreg el mando a Alejandro Toledo, luego de elecciones transparentes. A ste
lo han sucedido Alan Garca Prez y 011anta Humala Tasso. Ninguno de estos
tres presidentes ha tenido mayora en las cmaras, pero han buscado siempre
24
consensos o pactos en asuntos concretos, que han permitido el manejo del pas.
Esto es, la pesada carga que tuvimos en dcadas anteriores (presidentes sin
mayoras que no podan gobernar y que generalmente eran vctimas de un golpe
de Estado) no ha vuelto a aparecer. Lo cual demuestra que la clase poltica
peruana algo ha aprendido de la experiencia de los ltimos aos. Si bien le falta
aprender ms.
V. EL DEBATE SOBRE LA CONSTITUCIN DE 1993 Y SU PERMANENCIA
Nuestra experiencia histrica demuestra que, como tendencia general, se
tiende a eliminar una Constitucin cuando no es til o cuando est muy unida
a un personaje poltico determinado. Tenemos as las Constituciones de 1826
(dada por Bolvar) los instrumentos polticos de la Confederacin Per-boliviana
(1836-1839) la de 1856 y la de 1867, ambas liberales, muy importantes pero
de corta duracin; la de 1920 (que cay conjuntamente con Legua). Algo de
esto se ha visto en otros pases. As, por ejemplo, la Constitucin argentina
de 1949, de corte peronista, fue derogada y puesta de lado cuando Pern fue
derrocado en 1955. Pern volvi a la presidencia en 1973, pero no hizo nada
por rescatar su constitucin original ni tampoco propuso nada alternativo; se
content con la que exista. Pero en otros lugares ha sucedido lo contrario.
Pinochet, con asesores de muy alto nivel, sancion una nueva Constitucin
en 1980, con mucha habilidad. Tena una parte autoritaria, muy clara, y una
parte democrtica, que estaba en suspenso. Cuando dej el poder luego de un
plebiscito que lo perdi por poco margen en 1988, la clase poltica chilena - una
coalicin de partidos - no propuso nada, visto los grilletes que haba dejado
Pinochet en su Constitucin. Pero a la larga emprendi reformas en forma lenta
y pausada, que fue democratizando el texto y cambindolo sustancialmente. Su
ltima gran reforma fue en 2005, lo que incluy la refundicin del texto original
con todas las reformas, de manera tal que siendo el mismo, en realidad es otro
y con distinta presentacin. El nuevo texto constitucional aparece ahora con la
firma del entonces presidente Ricardo Lagos.
Y en general, siguiendo esa tendencia, se pens que la Constitucin de
1993 seria cambiada a la cada de Fujimori. En un esfuerzo conjunto, Pedro
Planas y yo publicamos un libro, compilacin de artculos periodsticos, contra
la Carta de 1993, a la cual no augurbamos ningn futuro. Sin embargo, nos
equivocamos. Sealemos algunos hechos:
a) Publicaciones y eventos acadmicos dedicados a criticar la
Constitucin de 1993, a la que incluso un distinguido jurista y poltico
calific como "documento" (planteo verbal y efectista, por cierto, ms aun
si desconocemos la clsica clasificacin de Loewenstein, sobre las diferentes
clases de constituciones).
25
1993 Y LAS
Per, Ediciones Cop, Lima 2006 y Fernando Tuesta Soldevilla, El Per poltico
en cifras. 1821-2001, 3" edicin, F. Ebert Stiftung, Lima 2001.
Sobre la dcada fujimorista existe una copiosa literatura. Nos remitimos a las ms
caracterizadas y a las que cubren todo el perodo: Sally Bowen, El expediente
Fujimori, Edit. Monitor, Lima 2000; Carlos Ivn Degregori, La dcada de la
antipolitica: auge y huida de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, Instituto de
Estudios Peruanos, Lima 2000; Hugo Neira, El mal peruano, SIDEA, Lima 2001;
Pedro Planas, El Fujimorato, s/e, Lima 1999; Julio Cotler y Romeo Grompone,
El fujimorismo: ascenso y cada de un rgimen autoritario, Instituto de Estudios
Peruanos, Lima 2000;Yusuke Murakami, Per en la era del Chino, 2da edicin,
CIAS-Instituto de Estudios Peruanos, Lima 2012 (quiz el mejor panorama del
perodo, con abundantes datos y bibliografa).
Sobre los debates en torno a la nueva Constitucin, cf. Domingo Garca Belaunde
y Pedro Planas, La constitucin traicionada. Pginas de historia reciente, Edit.
Seglusa, Lima 1993; as como las numerosas publicaciones de la Comisin Andina
de Juristas, en especial la serie "Lecturas sobre temas constitucionales", Lima
1993-1996, volmenes 9, 10, 11, y 12.
Una edicin publicada a poco de sancionarse el texto, con estudios crticos, cf.
Domingo Garca Belaunde y Francisco Fernndez Segado, La Constitucin de
1993, Editorial Grijley, Lima 1994. Comentarios generales: Enrique Chirinos Soto
y Francisco Chirinos Soto, Constitucin de 1993.Lectura y comentarios, Empresa
Editorial Piedul, Lima 1994; Marcial Rubio Correa, Estudio de la Constitucin Poltica
de 1993, Fondo Editorial, Pontificia Universidad Catlica del Per, 6 tomos, Lima
1996; Vctor Garca Toma, Anlisis sistemtico de la Constitucin peruana de 1993,
Universidad de Lima, 2 tomos, Lima 1998; Vctor Julio Ortecho Villena, Estado y
ejercicio constitucional, Ed. Marsol, 2 tomos, Trujillo,1999-2003; Francisco J.
Eguiguren Praeli, Estudios constitucionales, Edit. Ara, Lima 2002; Alfredo Quispe
Correa, La Constitucin peruana, Grfica Horizonte, Lima 2003; Carlos Torre y TorresLara, El centro del debate constitucional en 1993, Fondo Editorial, Congreso del Per,
2 tomos, Lima 2000; Francisco Mir Quesada Rada, Defensa de la democracia contra
la dictadura, Edit. San Marcos, Lima 2001, Gerardo Eto Cruz, Estudios de Derecho
Constitucional, Universidad Nacional de Trujillo, Trujillo 2002; Jos F. Palomino
Manchego, Problemas escogidos de la Constitucin peruana de 1993, UNAM,
Mxico 2003; Valentn Paniagua Corazao, Constitucin, democracia y autocracia,
UNAM, Mxico 2004; AA.VV., Limitacin del poder y estructura del Estado, Eloy
Espinosa-Saldaa Barrera y Gustavo Gutirrez Ticse, directores, Edit. Grijley, Lima
2008; Carlos Hakansson Nieto, Curso de Derecho Constitucional, Palestra Editores,
Lima 2009; Ral Chanam Orbe, La Constitucin comentada, 2 tomos, Edit.
Adrus, Arequipa, 2011;AA.VV., Regmenes polticos, Jorge Luis Cceres Arce y
Vctor Garca Toma,coordinadores,Edit.Adrus, Arequipa 2011; Enrique Bernales,
La Constitucin de 1993. Veinte aos despus, IDEMSA, Lima 2012 y Edwin
Figueroa Gutarra,Derecho Constitucional, Edit. San Marcos, 2 tomos, Lima 2012.
El problema de la reforma constitucional cre un intenso debate en el periodo
2000-2003 y con menos fuerza, despus. Entre lo publicado tenemos el especial
de "Gaceta Jurdica" nm. 100, marzo de 2002, con el titulo Hablan los juristas.
Aportes para la reforma constitucional; la revista "Aequum et bonum", nm. 1,
enero-junio de 2003 publicado por los estudiantes de Derecho de la Universidad
33
34
REFORMA, MUTACIN O
ENMIENDA CONSTITUCIONAL?
JOS F. PALOMINO MANCHEGO(*)
"Una reforma de la Constitucin debe exigir un prius
inexcusable de un consenso poltico equiparable al
alcanzado en el momento constituyente".
(Francisco Fernndez Segado)
35
[2]
36
Para el caso peruano hasta la Constitucin de 1979, vid. Domingo Garca Belaunde:
"Reforma constitucional?", en AA.VV. La Constitucin diez aos despus, Constitucin
y Sociedad-Fundacin Friedrich Naumann, Lima, 1989, pgs. 337-358. Del mismo autor,
teniendo al frente la situacin actual, vid. "Sobre la reforma constitucional y sus problemas",
en AA.VV. Propuestas de reforma constitucional, Universidad Catlica de Santa Mara,
Arequipa, 2002, pgs. 15-34. Ahora, vuelto a publicarse debidamente corregido en la
presente Revista Aequum et Bonum. Adems, vid. Humberto Henriquez Franco: Naturaleza
y tcnicas de la reforma constitucional, tesis para optar el grado de magster en Derecho con
mencin en Derecho Constitucional, Pontificia Universidad Catlica del Per, Lima, 1999; y
Alberto Villacorta Michelena: Los lmites de la reforma constitucional, Grijley, Lima, 2003.
Antecede Prlogo de Javier Valle-Riestra.
Las opiniones se han tomado de "El Comercio", 4 de enero de 2002. Acerca de la reforma
constitucional me he ocupado tambin en el Prlogo al libro de Gerardo Eto Cruz: Estudios
de Derecho Constitucional, Universidad Nacional de Trujillo-Biblioteca Peruana de Derecho
Constitucional, Trujillo, 2002, pgs. I-XXIV. De igual forma, se ha publicado como artculo
con el siguiente ttulo: "Gerardo Eto Cruz y el Derecho Constitucional (Algunas notas a
propsito de su reciente libro)", en la Revista Jurdica del Per, Ao LII, n 31, febrero,
Trujillo, 2002, pgs. 143-156. Ah pongo de relieve los importantes aportes de Peter Haberle
en lo que concierne al "poder constituyente del pueblo" y al amplio espectro de posibles
soluciones poltico-constitucionales.
Inspirado en la doctrina italiana nos dice Carlos de Cabo Martn que: "La relacin de
Tiempo y el Derecho es una relacin compleja que trata en su globalidad de responder a
la contradiccin que en todos los mbitos plantea el transcurso del tiempo como es el de
la permanencia-cambio y que en el Derecho suscita las cuestiones de vigencia, eficacia y
seguridad jurdicas. Y es tambin y sobre todo una relacin compleja porque es de doble
direccin en cuanto comprende la del Tiempo en el Derecho y la del Derecho en el Tiempo".
Todas estas singularidades tienen su proyeccin especfica en la reforma constitucional. Cfr.
su libro La reforma constitucional, Editorial Trotta, S.A., Madrid, 2003.
[8] Cfi: el trabajo del catedrtico granadino Francisco Balaguer Callejn: "El status constitucional
de la reforma y la fragmentacin del poder constituyente" en AA.VV. La democracia
constitucional. Estudios en homenaje al Profesor Francisco Rubio Llorente, vol. I, Congreso
de los Diputados, Tribunal Constitucional, Universidad Complutense de Madrid, Fundacin
Ortega y Gasset, Centro de Estudios Polticos y Constitucionales, Madrid, 2002, pg. 122.
38
[26] Al respecto, vid. Eduardo Garca de Enterra: La Constitucin como norma y el Tribunal
Constitucional, citado, pgs. 68-71; e Ignacio de Otto Pardo: Derecho Constitucional,
citado, pgs. 77 y sgts.
[27] Cfr. Rolando E. Pina: Clusulas constitucionales operativas y programticas, citado, pgs.
63 y sgts.
[28] Cfr. Eduardo Garca de Enterra: La Constitucin como norma y el Tribunal Constitucional,
citado, pgs. 68-71; Ignacio de Otto Pardo: Derecho Constitucional, citado, pgs. 77 y sgts.
45
esencia, razn, por qu de una cosa) misma de ste, no puede inadvertirse, y tan
es as que la doctrina, con diferentes denominaciones, se ha referido a ella.
Por lo que concierne a lo que se denomina Constitucin teleolgica, no tiene
una dimensin ntica como ser y modo de ser de un pueblo, sino que denota
el conjunto de aspiraciones o fines que se adscribe en sus diferentes aspectos
vitales, implicando su querer ser. Desde ese punto de vista, la Constitucin
teleolgica responde a lo que el pueblo "quiere" y "debe" ser, a lo que se "quiere"
que el pueblo sea o "deba" ser. Ese "querer" y "deber" ser no extraan meras
construcciones especulativas o concepciones ideolgicas, sino tendencias que
desarrollan los factores reales de poder, como denominaba Lassalle al conjunto
de fuerzas de diferentes especies que necesariamente actan en el seno de toda
sociedad.
De ello se concluye que la Constitucin teleolgica no consiste sino en los
objetivos de la Constitucin real, demarcados, sustantivados y condicionados
por dichos factores. En la Constitucin real, segn se habr observado, se
encuentra la vasta problemtica de un pueblo como resultante de una mltiple
gama de circunstancias y elementos que tambin, obviamente, se localizan en
ella. Por su parte, en la Constitucin teleolgica se comprenden las soluciones
que a dicha problemtica pretenden dar los factores reales de poder desde
distintos puntos de vista, tales como el poltico, el cultural o el socioeconmico
principalmente.
En trminos estrictos, Ambas especies de "Constitucin" son prejurdicas
y metajurdicas en su existencia prstina, o sea, existen en la dimensin
ontolgica y teleolgica del pueblo mismo como unidad real independiente
de su organizacin jurdica o incluso sin esta organizacin. En otras palabras,
dichas constituciones no son jurdicas, aunque sean o deban ser el contenido de
las jurdicas, a las cuales nos referimos enseguida. A la vista de lo expresado
ms arriba, son constituciones que aceptan las mutaciones constitucionales.
Hemos de dirigir ahora una mirada general de conjunto a la mutacin de la
Constitucin. Por de pronto, la mutacin constitucional (Verfassungswandlung)
constituye una modificacin no formal sin modificacin expresa del texto de
la Constitucin, alude Hberle del ordenamiento constitucional, es decir, el
cambio operado en el mismo sin seguir procedimiento ms agravado y difcil
establecido para la reforma de la Constitucin, tal como ensea con harta
razn Pedro de Vega132]. De ah pues la diferencia entre reforma constitucional
(Verfassungsnderung) y mutacin constitucional. La primera es la modificacin
de los textos constitucionales producidas por acciones voluntarias dice
[32] Vid. a este respecto, Pedro de Vega: La reforma constitucional y la problemtica del poder
constituyente, la. reimpresin, Editorial Tecnos, S.A., Madrid, 1988, pgs. 179 y sgts. Obra
capital e importante para entender el tema abordado.
47
[37] Sobre el tema, vid. C. Herman Pritchett: La Constitucin americana, Tipogrfica Editora
Argentina S.A., Buenos Aires, 1965, pgs. 49-61.
51
52
14o]
por aos de heroica resistencia frente a las agresiones de todo tipo y la guerra
econmica de los gobiernos de la potencia imperialista ms poderosa que ha
existido... es irrevocable, y Cuba no volver jams al capitalismo" (adicin al
texto del artculo 3) o que: "Las relaciones econmicas, diplomticas y polticas
con cualquier Estado no podrn ser jams negociadas bajo agresin, amenaza o
coercin de una potencia extranjera" (adicin al texto del artculo 11); no hace sino
reflejar, al margen del calibrado matiz ideolgico (explicado por lo dems, dadas las
peculiares caractersticas gubernamentales de dicho pas) una frrea voluntad
de dotar a la Constitucin cubana de mecanismos que aseguren su pervivencia
de fondo por encima de eventuales procedimientos de modificacin futura.
Si, en todo caso, la opcin acogida no es practicable engaosa, por
tanto, sino errnea depender en buena medida no slo de la existencia de
mecanismos jurdicos complementarios (un eventual control constitucional de
las reformas, hasta hoy inexistente en dicho pas) sino de la propia concepcin
de soberana popular que a futuro se maneje. Sin embargo eso es algo en lo que
por ahora no se puede hacer mayores especulaciones, salvo las que aparecen
objetivamente en el documento examinado.
He aqu el texto:
LEY DE REFORMA CONSTITUCIONAL DE CUBA DEL 26 DE JUNIO
DE 2002
Ricardo Alarcn de Quesada, presidente de la Asamblea Nacional del Poder
Popular
HAGO SABER: que la Asamblea Nacional del Poder Popular en Sesin
Extraordinaria celebrada el da 26 del mes de junio del 2002, en votacin
nominal, conforme a las reglas que establece en su Captulo XV, Artculo
137, la Constitucin de la Repblica, adopt por unanimidad el Acuerdo
No. - mediante el cual habilit la siguiente Ley de Reforma Constitucional:
POR CUANTO: El pueblo de Cuba, titular del poder soberano del Estado
y por ende del poder constituyente de la nacin, que se traduce en la
Constitucin vigente cuyo anteproyecto original, discutido y analizado
por millones de personas que aportaron sus ideas y modificaciones al texto
presentado, posteriormente aprobada en referendo nacional mediante el
voto libre, directo y secreto del 97,7% de los electores que acudieron a las
urnas y proclamada el 24 de febrero de 1976.
POR CUANTO: El pueblo de Cuba, en un proceso plebiscitario popular,
puesto de manifiesto en la Asamblea Extraordinaria de las direcciones
nacionales de las organizaciones de masas, actos y marchas a todo lo largo
57
58
c) sobre los recursos naturales, tanto vivos como no vivos, de las aguas, el
lecho y el subsuelo de la zona econmica martima de la Repblica, en
la extensin que fija la ley, conforme a la prctica internacional.
La Repblica de Cuba repudia y considera ilegales y nulos los tratados,
pactos o concesiones concertados en condiciones de desigualdad o que
desconocen o disminuyen su soberana y su integridad territorial.
Las relaciones econmicas, diplomticas y polticas con cualquier otro
Estado no podrn ser jams negociadas bajo agresin, amenaza o coercin
de una potencia extranjera.
Artculo 2: Se modifica el Captulo XV, Reforma Constitucional, en la
forma siguiente:
a) Suprimir en el Artculo 137, primer prrafo, las palabras: "...total o
parcialmente..." y en el segundo prrafo, las palabras: "...es total o...".
b) Adicionar al final del primer prrafo del Artculo 137: "...excepto en
lo que se refiere al sistema poltico, econmico y social, cuyo carcter
irrevocable lo establece el Artculo 3 del Captulo I, y la prohibicin de
negociar acuerdos bajo agresin, amenaza o coercin de una potencia
extranj era".
El cual queda redactado de la manera que sigue:
Artculo 137.- Esta Constitucin solo puede ser reformada por la Asamblea
Nacional del Poder Popular mediante acuerdo adoptado, en votacin
nominal, por una mayora no inferior a las dos terceras partes del nmero
total de sus integrantes, excepto en lo que se refiere al sistema poltico,
econmico y social, cuyo carcter irrevocable lo establece el Artculo 3 del
Captulo I, y la prohibicin de negociar acuerdos bajo agresin, amenaza o
coercin de una potencia extranjera.
Si la reforma se refiere a la integracin y facultades de la Asamblea
Nacional del Poder Popular o de su Consejo de Estado o a derechos y
deberes consagrados en la Constitucin, requiere, adems, la ratificacin
por el voto favorable de la mayora de los ciudadanos con derecho electoral,
en referendo convocado al efecto por la propia Asamblea.
Artculo 3: Adicionar al final del texto constitucional, luego del Captulo
XV, Artculo 137, una Disposicin Especial, que exprese lo siguiente:
DISPOSICIN ESPECIAL.- El pueblo de Cuba, casi en su totalidad, expres
entre los das 15 y 18 del mes de junio del 2002, su ms decidido apoyo
al proyecto de reforma constitucional propuesto por las organizaciones de
masas en asamblea extraordinaria de todas sus direcciones nacionales que
haba tenido lugar el da 10 del propio mes de junio, en el cual se ratifica
en todas sus partes la Constitucin de la Repblica y se propone que el
carcter socialista y el sistema poltico y social contenido en ella sean
59
60
LA REFORMA DE LA CONSTITUCIN
DE 1993 Y SUS PROBLEMAS
111
I. INTRODUCCIN
[1]
[2]
Asesor jurisdiccional del Tribunal Constitucional del Per. Ex Secretario General del TC.
Profesor en la Academia de la Magistratura.
A pesar que el da en que asumi la presidencia el Presidente 011anta Humala dijo:"Juro por
la patria que ejercer fielmente el cargo de presidente de la Repblica, que me ha confiado la
nacin por el periodo presidencial 2011-2016. Que defender la soberana nacional, el orden
constitucional y la integridad fsica y moral de la repblica y sus instituciones democrticas,
honrando el espritu, los principios y valores de la Constitucin del 1979."
61
La Constitucin de 1979 fue generosa en su catlogo de derechos sociales pues incorpor casi
todas las conquistas del Constitucionalismo social: Jornada laboral de 8 horas, estabilidad
laboral, negociacin colectiva, libertad sindical y huelga, entre otras muchas.
Un huayco o huaico (del quechua wayqu quebrada), tambin llocila (quechua: Iluqlla,
`aluvin'), es una violenta inundacin de aluvin donde gran cantidad de material del terreno
de las laderas es desprendido y arrastrado por el agua vertiente abajo hasta el fondo de
los valles, causando enormes sepultamientos a su paso. En trminos cientficos modernos,
segn el Proyecto Multinacional Andino, un huayco se conoce como flujos de detritos, o
flujo de escombros, esto depende de la cantidad de sedimento y bloques que traiga. http://
es.wikipedia.org/wiki/Corrimientode_tierra#Huaico
63
Cosa distinta ocurri en el Brasil, por ejemplo, cuando en la dcada de los noventa se hicieron
cerca de 26 reformas a la Constitucin de 1988 para liberalizar muchos de sus contenidos
sociales. Ver: Jos Afonso da Silva: Acertos e desacertos das reformas constitucionais. En:
Revista Peruana de Derecho Constitucional N. 1, Tribunal Constitucional, Lima, 1999.
Pgs. 288 a 296.
[8] Recordemos el ajuste econmico de 1990, la Delegacin de facultades legislativas que
produjo el paquete de Decretos Legislativos de 1991que liberalizaba una serie de aspectos
del Rol del Estado en la economa.
[9] Para un anlisis amplio sobre la Presidencia en la Constitucin de 1993 ver: Carlos Blancas
Bustamante: El Poder Ejecutivo presidencial. En: Pensamiento Constitucional. Ao III N.
3. Lima. 1996. Pgs. 85-101.
[10] Por ejemplo fue suprimida la estabilidad laboral, el derecho a la vivienda, la regulacin del
salario mnimo, entre otros.
65
[11]
66
CONSTITUCIN
Y
(2002)
[16] Comisin de Estudio de las Bases de la Reforma Constitucional del Per. Ministerio de
Justicia. Lima, 2001. Pag. 7.
[17] Comisin de Estudio de las Bases de la Reforma Constitucional del Per. Ministerio de
Justicia. Lima, 2001. Pag. 16.
69
79
RESUMEN
Las primeras ideas que se abordan a propsito del la discusin del certiorari,
un mecanismo de sana discrecin en el acceso de causas a las ms altas
instancias de imparticin de justicia, es si esta herramienta representa un exceso
o prdida de poder para una Corte Suprema. Este estudio aborda que no es ni lo
uno ni lo otro, sino una estrategia de opciones procedimentales que apunta a un
margen de eficacia para afrontar el abarrotamiento de procesos ante los rganos
jurisdiccionales de cierre de instancias. Construimos entonces una propuesta
de reforma constitucional que pretende asignar una visin equilibrada de esta
frmula, destacando sus ventajas y aparentes inconvenientes. Las premisas a
desarrollar apuntan a una reforma del sistema de justicia en su ms alta cspide
y desde la perspectiva constitucional se presenta esta opcin ms como una
necesidad que como una simple proposicin.
[1]
81
INTRODUCCIN
83
[3]
[4]
84
Acota dicho autor, de la misma forma, un clebre fallo[5] del Juez Frankfurter
en el cual fundamenta los principios de esta institucin, en la idea de proponer
un mecanismo de racionalidad en el acceso de causas a la ms alta instancia de
imparticin de justicia del derecho norteamericano.
El examen del juez Frankfurter, justice en la jerga legal norteamericana,
apunta a una preocupacin central del certiorari como institucin de racionalidad:
a menor nmero de casos a ser conocidos, mayor es la oportunidad de un fallo
de mayor calidad, y mayor es el efecto posible de fijacin de verdaderas lneas
jurisprudenciales por parte de los jueces de las instancias ms altas.
II. CERTIORARI Y CARGA PROCESAL
Debemos advertir que en el Per, el Tribunal Constitucional, dada su
calidad de supremo intrprete de la Constitucin, as establecido por su propia
Ley Orgnica, ha configurado la prevalencia de su interpretacin sobre aquella
que realizan los jueces, y esta tarea ha tenido lugar no solo en razn de su
condicin de intrprete final de la Norma Normarum, sino porque en buena
cuenta ha logrado ese espacio de legitimidad a travs de una consolidacin
propia de la jurisprudencia constitucional, entre sentencias interpretativas,
precedentes vinculantes y doctrina constitucional, labor que le ha permitido un
lugar de rango inclusive en la visin de los Tribunales y Cortes Constitucionales
con produccin de mayor calidad en el mbito latinoamericano.[6]
Cierto es tambin que algunos otros fallos han sido duramente cuestionados,
principalmente por alejarse de las lneas rectoras de supremaca de la
Constitucin y de la proteccin de los derechos constitucionales de la libertad,
y en eso debemos expresar una posicin objetiva. Y sin embargo, el balance
a establecer, a juicio nuestro, an deviene largamente positivo en cuanto la
construccin de una jurisprudencia constitucional mayormente slida, ha sido
la constante de produccin de este rgano de defensa de la Constitucin.
Si bien el Tribunal Constitucional resuelve todo lo que llega a su
conocimiento, es importante sealar que el manejo de causas que conduce este
[5]
[6]
En OTEIZA, Eduardo. Op cit. p. 71. El fallo a que se refiere Oteiza es Rogers vs Missouri
Pacific Railroad. 1957. La parte que es de inters, refiere lo siguiente:
(...) Sin un estudio adecuado, no puede haber una reflexin adecuada; sin una reflexin
adecuada, no puede haber una discusin adecuada; sin una discusin adecuada, no
puede producirse ese completo y fructfero intercambio de mentes indispensable para
las sabias decisiones y las opiniones persuasivas del Tribunal. (...)
Colombia mantiene con su Corte Constitucional una poltica de afianzamiento en materia
iusfundamental desde su Constitucin de 1991. Luego, Chile y Per presentan, a juicio
nuestro, un expectante compartido segundo lugar.
85
Ahora bien, recogiendo aspectos conceptuales desarrollados por EspinosaSaldaa Barrera,[14] el certiorari representara una tesis admisoria moderada y
no amplia, en cuanto, en lnea con lo que afirmamos supra, el certiorari es un
mecanismo de racionalidad de la carga procesal.
Bajo una perspectiva amplia, insistimos, el juez debe resolver todo aquello
que la ley le obliga a conocer, mas, a travs de una tesis moderada, la racionalidad
de resolucin de causas, ms que la forma de acceso de procesos a la Corte
Suprema, representa una posicin intermedia que da respuesta equilibrada a la
demanda de justicia.
Frente a estas cuestiones entre certiorari y carga procesal, conviene nos
formulemos una interrogante: es la carga procesal una realidad o un mito?
Un estudio clsico de JUSTICIA VIVA['51 nos brinda algunas referencias
a este respecto en cuanto analiza, bajo cifras y percepciones bastante bien
documentadas, que muchas de las justificaciones en relacin a la carga procesal,
en buena cuenta no son tales. Y sin perjuicio de ello, si bien los estndares de
JUSTICIA VIVA se pueden efectivamente constatar a travs de los rganos
jurisdiccionales inferiores, lo cierto es que en el caso de la Corte Suprema, el
incremento de la carga procesal es una cuestin objetiva,["] cuyas cifras son de
por s manifiestas.
[14] ESPINOSA- SALDAA BARRERA, Eloy. La incidencia de la labor del Tribunal
Constitucional en el quehacer del Poder Judicial y algunas ideas para enfrentar algunos
eventuales excesos producidos en ese contexto REVISTA OFICIAL DEL PODER JUDICIAL
1/1 2007. p. 149.
[15] HERNANDEZ BREA, Wilson. 13 MITOS SOBRE LA CARGA PROCESAL. Anotaciones y
datos para la poltica judicial pendiente en la materia. JUSTICIA VIVA. Instituto de Defensa
Legal Pontificia Universidad Catlica del Per. Facultad y Departamento Acadmico de
Derecho. Setiembre de 2007.
Este estudio propone 13 mitos:
Mito 1: Cada ao ingresan muchos ms casos al Poder Judicial; mito 2: El Distrito Judicial
de Lima concentra la gran mayora de la carga procesal; mito 3: Los juzgados de paz
letrados son los rganos jurisdiccionales ms saturados de trabajo; mito 4: Un juez debe
resolver mil casos por ao; mito 5: Existe una generalizada sobrecarga procesal; mito
6: Todos los expedientes ingresados equivalen a nuevas demandas; mito 7: Todos los
expedientes resueltos equivalen a sentencias; mito 8: El nico trabajo del juez es emitir
sentencias; mito 9: Basta con la sentencia del juez para que su decisin se cumpla; mito
10: La falta de recursos causa la sobrecarga procesal; mito 11: La carga crece porque la
productividad del juez no puede aumentar ms; mito 12: El nico culpable del incremento
de la carga procesal es el juez; mito 13: La mejor solucin para reducir la carga procesal es
crear ms juzgados.
[16] En el ario 2012, la Sala Civil Permanente de la Corte Suprema resolvi 2510 causas y la
Sala Civil Transitoria, 2574. A su turno, la Sala Penal Permanente 3842 causas y la Sala
Penal Transitoria, 2754. Finalmente, la Sala Constitucional y Social Permanente resolvi
6164 causas y la Sala Constitucional y Social Transitoria, 6021 procesos. En lo que va de
2013, la creada Segunda Sala Constitucional y Social Transitoria ha resuelto 4631 procesos.
88
[17]
[18]
[19]
[20]
El Consejo de Gobierno del Poder Judicial ser el rgano encargado del gobierno
del Poder Judicial, y estar integrado por magistrados de todos los niveles y por
representantes de las universidades y colegios de abogados. Los distritos judiciales
tendrn su propio Consejo de Gobierno, segn lo dispuesto por la Ley Orgnica.
Quedan eliminadas las diferencias entre los magistrados, precisndose que los jueces
slo se distinguen entre s por la diversidad de sus funciones.
La carrera judicial se afianza para garantizar la independencia de la funcin
jurisdiccional, los derechos de los jueces, el establecimiento de un sistema de mritos
para el ingreso, ascenso y permanencia, la calidad del servicio de justicia.
Disponible en http://www.congreso.gob.pe/comisiones/2004/ceriajus/reforma.htm. Fuente
visitada con fecha 15 de setiembre de 2013.
[24] Diario Oficial El Peruano. Edicin de 04 de setiembre de 2013.
Nota: Poder Judicial busca reducir carga procesal
El Presidente del Poder Judicial (PJ), Enrique Mendoza, anunci que se alista un proyecto
de ley para disminuir la carga procesal en la Corte Suprema.
Refiri que una sala de la Corte Suprema produce entre 300 y 400 expedientes por mes, y
que ya tienen un proyecto de ley que se ha discutido por cerca de dos aos. "Ya lo tenemos
para presentarlo, lo vamos a resolver con una casacin que restrinja los procedimientos que
lleguen a la corte y que cada sentencia sea un mensaje a todo el pas."
92
[27]
[28]
94
Ley Orgnica del Poder Judicial. Artculo 80 Atribuciones de la Sala Plena de la Corte
Suprema.
(...) 4. Sistematizar y difundir la jurisprudencia de las Salas Especializadas de la Corte
Suprema y disponer la publicacin trimestral de las ejecutorias que fijen principios
jurisprudenciales que han de ser de obligatorio cumplimiento en todas las instancias
judiciales.
A setiembre de 2013, existen solo 4 Plenos Casatorios expedidos por la Corte Suprema
aunque esta institucin data del Cdigo Procesal Civil de 1993.
Ley Orgnica del Poder Judicial. Artculo 22.
Las Salas Especializadas de la Corte Suprema (...) ordenan la publicacin (...) de
las ejecutorias que fijan principios jurisprudenciales que han de ser de obligatorio
cumplimiento en todas las instancias judiciales.
Estos principios debe ser invocados por los magistrados de todas las instancias judiciales (...)
como precedente de obligatorio cumplimiento. En caso que por excepcin decidan apartarse
de dicho criterio, estn obligados a motivar adecuadamente su resolucin, dejando constancia
del precedente obligatorio que desestiman y de los fundamentos que invocan.
[29] Vid. Plan Estratgico para la Reforma Integral de la Administracin de Justicia. Comisin
Especial para la Reforma Integral de la Administracin de Justicia. p. 400. Disponible
en
http://www.congreso.gob.pe/comisiones/2004/ceriajus/Plan Nacional ceriajus.pdf
Fuente visitada con fecha 14 de setiembre de 2013.
Propuesta respecto al artculo 142 de la Constitucin:
La Corte Suprema es el mximo rgano jurisdiccional. Se constituye en corte nica y se
compone de once miembros. El alcance de sus funciones abarca todo el territorio nacional
y su Presidente lo es del Poder Judicial, elegido en el cargo por un periodo de dos aos.
Son atribuciones de la Corte Suprema:
I. Actuar como corte de casacin;
2. Juzgar los casos a que se refiere el artculo 100 de la Constitucin
95
[31]
100
SUMARIO: 1.- Reconocimiento de las premisas H.- Revisin de la fantasa poltica del Estado sin
parlamento. HL- De la fantasa participativa a la ficcin representativa. IV- La optimizacin de la
carta representativa V- La representacin calificada.
(*) Funcionario del parlamento peruano y profesor de derecho y gestin parlamentaria en varias
universidades peruanas. Ha sido Sub Oficial Mayor de la Cmara de Diputados (1991-1992),
Oficial Mayor del Congreso (2003), Director General Parlamentario, y asesor de Comisiones
Ordinarias, de Acusacin Constitucional, de Inmunidades, e Investigadoras.
[1] El debilitamiento del Congreso es endgeno, en el sentido de que las causas se deben a
actos, declaraciones, conductas, procesos y resultados que protagonizan y ejecutan los
propios congresistas. Pero tambin existe una dimensin exgena como la que se origina
en la calidad de la sociedad, de los partidos polticos y de la propia ciudadana de la que se
extrae la representacin poltica, o la que contribuyen a causar otros actores en los procesos
polticos como pueden serlo los medios de comunicacin, el Poder Judicial, o el propio
Tribunal Constitucional en cuanto distorsionan el tipo de rgimen poltico con su errnea
comprensin del rol que a ellos les corresponden y tambin el que le imputan al Congreso.
Si a los factores endgenos y a los aspectos exgenos se suma la dificultad de explicar
razonablemente lo que ocurre sin que los protagonistas del malestar adopten reacciones
defensivas el sistema complica notablemente su capacidad de recuperacin. Recientemente,
por ejemplo, es posible medir los contundentes efectos que suman las investigaciones
mediticas en relacin con el personal y el patrimonio del congresista Michael Urtecho,
entre otros, y sentencias como la del Tribunal Constitucional en relacin con el caso Tineo
Cabrera, o la del Poder Judicial, con las que se afecta los procedimientos de informacin y
control a cargo de las Comisiones Investigadoras.
Revista Peruana de Derecho Constitucional
IV. 6. Edicin Especial 2013
101
nuestros votos, y que, adems, elegimos de entre nosotros mismos. Por eso es
una experiencia de vergenza, de malestar, de pena y tambin de clera, porque
no obstante que no somos nosotros mismos quienes protagonizamos los actos
que pblica y cclicamente se critican, existe una dimensin que compartimos
y que intuimos que nos toca de manera, aunque indirecta, no menos personal.
El malestar por la calidad de nuestra representacin en el parlamento explica
que una de las preguntas polticamente ms relevantes en el Per contemporneo
es qu parlamento queremos para nuestro presente y para nuestro futuro
inmediato, esto es, qu parlamento nos podemos crear y hacer, y si podremos
tener alguna vez un parlamento que, en vez de expresar nuestra propia miseria
y de ser causa de nuestro malestar, se convierta en una razn de satisfaccin y
de orgullo colectivo. Uno de los propsitos del viaje que emprendemos desde
la escritura, desde la palabra y desde el pensamiento que se aboca al malestar
por nuestra carencia presunta de satisfactoria representatividad, uno de esos
propsitos es exponer aspectos desnudos de nuestra identidad poltica, y por lo
tanto de nuestro imaginario como individuos y como comunidad.
La fantasa cumple un papel importante en este viaje, en esta aventura y en
esta exploracin de la imaginacin y del pensamiento, porque nos mueve hacia
el deseo de lo que querramos ser y en lo que querramos convertirnos, pero
la eficacia del rverie aumenta en la medida en que conozcamos qu nos hace
ser y tener lo que tenemos en nuestra experiencia representativa. El deseo, en
efecto, no basta para ver ni hacer una realidad distinta, pero sin la fantasa, sin
el sueo y sin la imaginacin, la realidad se empobrece porque pierde sentido,
pierde direccin y pierde la dimensin del destino cuando est privada del deseo
del sujeto que la vive.
Para convertir la miseria y el malestar en orgullo quiz la pregunta basada
en la urgencia del deseo, de la esperanza y de la fantasa de un parlamento
suficientemente renovado y promisor debe ajustarse, porque para alcanzar el
parlamento deseado ser necesario reconocer, adems, cmo es que llegamos
al tipo de parlamento que tenemos. Sin consideracin de la realidad en la que
se basan los hechos que observamos y constatamos las posibilidades de que el
cambio ocurra son diminutas o imposibles. Necesitamos las dos cosas, porque
para poder alcanzar un parlamento distinto y suficiente, es preciso fantasearlo,
quererlo y soarlo, pero tambin conocer cmo se llega a tener la realidad
parlamentaria y representativa que tanto desencanto, malestar y miseria nos
causa. El deseo y el entorno son ambos factores que habilitan y hacen factible el
renacimiento y transformacin de la experiencia representativa del Per.
Estas reflexiones revisan preguntas elementales usualmente descuidadas,
obviadas o tratadas con negligencia, como si fuera ocioso repetirlas y como si
ya no fuera necesario pensarlas. Es una premisa de esta exploracin que en lo
102
103
la voluntad general, por cuenta de ese todo universal que somos los habitantes
del mismo territorio. Ese mismo supuesto niega por lo tanto la capacidad de
que a la totalidad de miembros de la colectividad que integramos el Per (como
una suma de individuos con identidades histricas asumidas como comunes
en interrelacin recproca bajo una misma categora poltica) nos sea posible
expresar nuestra voluntad poltica de modo directo, y sin intermediarios.
La duda metodolgica respecto a los supuestos inherentes a la pregunta por
el parlamento que queremos, debe ser atendida y despejada antes de asumirse
como vlida y polticamente suficiente. Puede que no queramos parlamento,
si es que el parlamento puede dejar de reemplazarnos como intermediario de
nuestros intereses ante el Estado. Es necesario contar con una base cierta de que
el parlamento es en efecto una instancia representativa necesaria cuya reforma
es deseable, porque cabra tambin que el parlamento sea prescindible si es que
la condicin histrica de nuestra situacin poltica hubiera cambiado respecto
de la que hemos heredado y repetimos.
La indagacin sobre la forma de nuestra vida poltica debe empezar el
recorrido desconociendo las coordenadas que repetimos diariamente. Es
necesario revisar cunto ha cambiado la cartografa poltica desde que en el
mundo moderno se construye el poder del Estado en el parmetro de la teora de
la separacin de poderes. Puede que no haya remedio y an sea preciso sostener
alguna de las diversas variantes o arreglos polticos de la separacin de poderes,
pero tambin cabe que entre el siglo XVII y el XXI algo haya cambiado que nos
exija acomodos acordes con las nuevas posibilidades y recursos disponibles,
no obstante las complicaciones urbanas y demogrficas del mundo globalizado
contemporneo.
Pasar por alto o descuidar el repaso de esta desterritorializacin de nuestras
costumbres y hbitos polticos puede empobrecer los alcances de la pregunta
sobre el parlamento, porque permanecer en ellas atar nuestra capacidad de
imaginar alternativas con las que enriquecer las posibilidades de nuestra vida en
comn. La pregunta sobre las mejoras posibles en nuestra organizacin colectiva
debe empezar, en consecuencia, por perder el temor a lo desconocido y asumir la
contingencia de un recorrido que puede slo llevarnos al naufragio, a la prdida
o a deriva. Ese es el riesgo de una apuesta que empieza por borrar o desconocer
las rutas conocidas y emprender el camino hacia un destino que se afirme
mediante lo que, siguiendo a Deleuze, podemos llamar la desterritorializacin
de nuestra experiencia. Debemos imaginar que deshabitamos la historia y que
el exilio o despoblamiento de experiencias a las que estamos anclados puede
llevarnos a una travesa sin destino obligado.
105
sobre cada uno de los tantos puntos que es necesario que resolvamos para vivir
en comunidad, sin que el proceso de estudio, deliberacin, argumentacin y
sustentacin no sea tan largo que nos sumerja en tal inaccin y en tal parlisis
poltica que, el bien poltico que se considera que es la participacin democrtica
de toda la colectividad, se convierta en el ms absoluto de los males porque
el proceso de informacin suficiente, y la extensin de las deliberaciones y
argumentacin, dejaran al pas en una agitacin improductiva, desordenada e
ineficaz, mientras las decisiones sobre los bienes y servicios pblicos en la cola
de prioridades quedan suspendidos y sin atenderse.
En cuanto al primero de los problemas, relativo a las decisiones colectivas,
es necesario recordar que, independientemente de la cuestin de la informacin,
deliberacin, argumentacin y sustentacin de todos, el decidir y el proceso
de tomar decisiones colectivas en la totalidad de la sociedad, es consecuencia
de un cuidadoso sistema y proceso de diseo e implementacin, que tiene
premisas relativas a la preparacin, deliberacin, decisin y ejecucin de la
demanda de intervencin, los mecanismos de su procesamiento y la produccin
de resultados. Es decir, las decisiones suponen una base sobre la cual decidir, un
proyecto de decisin, que sea consecuencia de la etapa previa de deliberacin y
estudio tambin colectivamente elaborado.
En un escenario imaginario del futuro seria posible el ejercicio directo
del poder sin mayor intermediacin que la de quienes estn a cargo de la
administracin y gestin de los intereses comunes. Este es el punto critico,
porque los puntos de la agenda de intereses colectivos deben centralizarse
o concentrarse, as como las diferentes propuestas de alternativas con sus
correspondientes evaluaciones de impacto general en toda la sociedad.
En otras palabras la participacin directa en los asuntos colectivos debe ser
organizada segn prioridades previamente jerarquizadas, seleccionadas y
clasificadas, porque o no es posible un nmero indefinido de alternativas o, si
lo fuera, sera ineficiente el proceso de descarte, o de seleccin, en vista de la
diversidad temtica que cada individuo puede proponer, y por lo tanto tambin
la clasificacin de las opciones entre cada una de ellas.
Llegado a este punto el ejercicio de nuestra fantasa parece pues decisivo para
caracterizar los lmites democrticos de nuestro rgimen poltico, reconocer el
tipo de arreglos institucionales en el cual operarn las competencias que tendra
el plantel del personal que operara como facilitador de los procesos de eleccin
de opciones en la pluralidad de temas sobre los que deben votar. Si la idea
era imaginar una forma de gobierno en la que pueda suprimirse el parlamento
para que cada ciudadano tenga la capacidad de decidir sin intermediarios sobre
todos y cualquier asunto de inters colectivo que le concierna y sobre la que
108
inmediata es cmo se definir cules son las metas y objetivos. Unas y otros no
aparecen espontneamente, por lo que el proceso de su identificacin, redaccin,
alcance y definicin necesitarn tambin procesarse colectivamente.
Llegados a este punto la prisa y la urgencia por alcanzar resultados prontos
aumenta la impaciencia y aumenta la sensacin de esterilidad del esfuerzo
imaginativo. El desnimo comienza a instalarse. No es posible que las metas
y los objetivos se definan por generacin espontnea, y tampoco parece muy
factible que la totalidad de habitantes de nuestro territorio participen de manera
igualitaria, porque fcilmente las metas y objetivos pueden quiz ser tantas como
el nmero de habitantes. Nuevamente, alguien debe intermediar y preparar las
metas u objetivos de forma tal que el proceso de resolucin se lleve a cabo del
modo ms espontneo y libre posible.
No es pues tan sencillo asumir que la magia de internet y dems tecnologas
en la sociedad de la informacin podrn solucionar los problemas polticos que
aumentan con la proliferacin de ncleos urbanos y el incremento progresivo en
las tasas de crecimiento demogrfico en el territorio. La cuestin democrtica
central de las decisiones polticas tomadas sin necesidad de intermediacin
representativa, en contextos sociales e histricos de aumento de poblacin y su
concentracin en colmenares urbanos, no puede an imaginarse resuelto. Por lo
menos no a travs de un ejercicio imaginativo sencillo.
La agenda pendiente exige resolver cuestiones como la posibilidad de que,
sin necesidad de intermediarios, podamos fijar directamente el mtodo para
establecer la prioridad y el orden de programacin respecto de los puntos sobre
los cuales sea necesario tomar decisiones colectivas. De encontrar una solucin
satisfactoria para identificar la agenda y la programacin del orden de sucesin
de temas por decidir, quedar por resolver cmo se ejecutar la voluntad
general, cmo se evaluar y controlar la fidelidad y eficacia de la ejecucin
de esa misma voluntad, as como la capacidad de las decisiones adoptadas
para resolver eficazmente los problemas que se estim podran atenderse con
el acuerdo alcanzado por todos los actores del proceso de toma de decisin
poltica.
Y adems de la cuestin del seguimiento y de la ejecucin de la voluntad
colectiva aprobada, debido a que el proceso de toma de decisin colectiva
supone el proceso anterior de deliberacin, queda tambin pendiente cmo
ser factible realizar, y dentro de qu cronograma, programacin y plazos, el
complicado proceso de estudio, de deliberacin y de argumentacin respecto
de la diversidad de temas de inters colectivo entre la totalidad de ciudadanos
interesados en participar en el debate.
Segn se indic al inicio de este acpite, es un supuesto importante del
proceso de elecciones colectivas que quienes toman decisiones y expresan
111
maximalista del ejercicio inmediato y directo del poder estatal debe formar parte
de la agenda de propuestas y deseos pendientes de atencin en los programas
de mejoramiento de la calidad en la vida experiencia poltica de la comunidad.
Mantenindose como un deseo poltico consistente con la libertad soberana
de cada miembro de la comunidad en la que vivimos, ser necesario que la
alternativa a la que lleguemos preserve en cuanto sea necesario y posible el
mximo de libertad de cada uno de quienes pertenecemos a la colectividad de
forma que el uso del poder sea invariablemente sustentado en el reconocimiento
que la soberana no es apropiable ni por el Estado ni por quienes representen a
la comunidad ante aqul.
Teniendo presente que los bienes que se pretende alcanzar son la primaca
de la voluntad de quienes integramos nuestra comunidad para decidir libre e
individualmente sobre nuestro destino, nuestra felicidad y nuestra prosperidad,
por un lado, y por otro lado el uso eficiente del poder para bienestar de la
comunidad, ser conveniente continuar en el ejercicio imaginativo y realizar
el reconocimiento opuesto, que consiste en fantasear la revisar cules seran
los mximos de delegacin del poder a la agencia representativa centralizada
que signifiquen el mnimo de prdida de soberana al titular de sta que es la
comunidad de individuos que son miembros de ella.
La situacin en la que nos encontramos nos dejaba ver que la posibilidad
del libre y simultneo ejercicio de la capacidad de decidir sobre todos los
asuntos de inters colectivo no puede implementarse, ni resulta temporalmente
factible que se lleve a cabo. Es un proceso complejo de an imposible atencin
satisfactoria con los mtodos, procesos y desarrollos tecnolgicos disponibles.
Es por eso que podemos llevar la fantasa al escenario imaginariamente inverso,
segn el cual se anulan al mximo los costos y complejidad de las decisiones
colectivas adoptadas sin intermediarios.
Las dificultades de cada ciudadano para informarse, para analizar y comparar
la informacin que los dems ofrecen, el tiempo que debe asignar a estas
tareas, junto con el desgaste en negociar, discutir, replicar, contrargumentar,
a lo que debe aadirse el tiempo que debe prever para disear y redactar sus
propuestas antes y despus de las votaciones y sus revisiones, reconsideraciones
o apelaciones, adems de las dificultades para que los acuerdos se apliquen
y el seguimiento y control de su vigencia conforme a la decisin colectiva
adoptada, la totalidad de las diferentes tareas y transacciones entre las que se
desconcentrara la administracin de la vida pblica hara tan demandante la
exigencia del desempeo de la ciudadana que el tiempo disponible le seria
fsica y materialmente insuficiente para abocarse a todas las responsabilidades
pblicas. En pocas palabras, las transacciones que tendra que realizar cada
ciudadano le seran tan costosas y de tan dificil o eficiente cumplimiento que la
114
[3] Puede entenderse por costos de transaccin el tiempo, dinero, los perjuicios o los desgastes
en que se incurre cuando se pretende obtener algn bien en el mercado.
115
primero, tiene acceso y posee toda la informacin de los individuos cuyo bien
y porvenir pblico administra. Y el segundo supuesto es que la administracin
autocrtica y concentrada dispondr de la informacin total segn una naturaleza
benigna o benevolente.
Al parecer el primer ni el segundo supuesto tienen suficiente fundamento. El
primero, porque no siendo posible disponer la totalidad de la informacin sobre
las preferencias y prioridades colectivas de todos los individuos en el sistema de
participacin poltica absoluta, es previsible que el autcrata tampoco la tenga.
Si no hay quien la tenga la consecuencia ser que ese bien es inalcanzable en
cualquiera de los dos modelos, tanto el de la participacin absoluta como en
el de la decisin concentrada. Resulta poco menos que imposible imaginar
que las diferencias o disputas argumentales entre las preferencias individuales
quede eficientemente resuelto por una agencia nica, sin que el costo social
sea tambin superior que el que seria lgicamente imaginable en el modelo
participativo, porque en el modelo de la participacin absoluta resultara menos
oneroso que los individuos resolvieran las diferencias entre sus preferencias
sin que intervenga una agencia que, privada de la valoracin, prioridades
y ordenamiento secuencial de sus preferencias individuales, resolviera las
opciones colectivas.
Yen relacin con el segundo supuesto, es previsible y altamente probable que
el modelo autocrtico no ser precisamente ms beneficioso ni colectivamente
mejor para todos, porque para afirmar la capacidad de la agencia nica esa
autoridad tendr que asumir tambin el costo de la imposicin de su voluntad
contra todos los individuos a los que se someta su decisin. Por lo tanto, ser
inevitable que para que su sola voluntad prime en contra de las preferencias de
quienes resulten afectados por los costos de la desinformacin del autcrata
tendr que decidir a favor de su propio inters en mantener su poder y autoridad,
y en ese escenario no habr benignidad ni benevolencia posibles de sostener.
El modelo autocrtico resultara as en una situacin colectiva ms daina y
pblicamente ms perniciosa que el modelo de participacin absoluta, porque el
titular se ver forzado a distinguir su propio inters en sobrevivir con su poder
en desmedro del supuesto bienestar pblico, prosperidad general y destino
colectivo que est incapacitado para administrar.
A quienes vivieran bajo el sistema concentrado o autocrtico no se les
reconocera identidad como agentes capaces ni funcionalmente competentes
para participar en los procesos de toma de decisiones colectivas. El tipo de sujeto
en ese sistema, o vive bajo un rgimen de dominacin en el que el autcrata se
ha apropiado del poder colectivo, o se conforma y se somete conscientemente
a ser dirigido y guiado por quien posee el monopolio del poder. En el primer
caso el poder vive en tensin y conflicto, bajo el riesgo de la rebelin y de la
118
que podra ofrecer a los restantes miembros de esa misma colectividad, con
todos los dems.
El supuesto maximalista de la participacin absoluta como condicin
matemtica de un sistema democrtico en el que cada individuo tiene
igualitariamente la misma autoridad para participar generara un proceso tan
impracticable como colectiva y pblicamente ineficiente. Se tratara de una
propuesta terica polticamente inmoral en el sentido de que asumira como
vlida y democrtica una oferta cruel que no existe modo de cumplirse. La
consecuencia insuficientemente merituada sera el rgimen perverso que se
pretendera consumar. Para que la participacin se realice se requiere como
condicin fuerte o material que un buen y significativo nmero quede excluido
de la consulta y del voto, de forma que la decisin colectiva pueda tomarse. De
lo contrario el proceso para tomar decisiones estudiadas, valoradas, discutidas y
evaluadas por todos los miembros de la sociedad sera tan extenso que llegado
el punto en el que todos pudieran haber expresado a su satisfaccin sus puntos
de vista y sus respuestas sobre el primero de los asuntos priorizados, habra
pasado tal cantidad de tiempo que todos los otros dems temas de inters y
preocupacin colectiva habran llevado a la colectividad a colapsar en medio
de la inaccin.
En este curso de ideas, junto con la negacin de la opcin de la agencia
nica, ser necesario continuar con el ejercicio de la fantasa para responder
a la pregunta sobre el parlamento que queremos, y qu debemos cambiar para
que las miserias y el malestar con los que estamos descontentos se reduzcan,
disminuyan o se eliminen. Debemos imaginar cmo perder lo menos posible en
materia de participacin, de forma que pueda minimizarse el carcter entrpico
del ejercicio pleno de la actividad poltica de los ciudadanos; de forma que
se eleven los bajos niveles de eficiencia colectiva; de forma que bajen o se
neutralicen los altos costos de transaccin en el ejercicio de la participacin
poltica; y de forma, por ltimo, que la administracin de los bienes pblicos
y colectivos de la comunidad no sean tan altos que la brecha entre los costos
de transaccin colectiva no alcancen a ser compensados con la gestin por la
agencia estatal. El objetivo es entonces determinar los supuestos y requisitos
para el uso de la participacin ciudadana directa como forma de intervencin
poltica, as como las garantas que debe observar nuestro orden poltico para
que quienes administren por cuenta de la comunidad soberana la funcin
pblica salvaguarden, preserven y dejen indemne el principio de la libertad del
ciudadano como principio fundamental de nuestra asociacin colectiva.
121
124
[6]
[7]
En el modelo democrtico de ciudadana cabe asumir que el todo es slo igual a la suma de
sus partes. En el modelo republicano se presume que la versin aritmtica de la vida poltica
es insuficiente, porque el todo es ms que la suma de sus partes. Para que el todo tenga
una identidad como tal se exige un deseo, inters o motivacin de cuidar no slo el inters
individual o particular de la parte, sino un compromiso extraordinario por el colectivo. Se
trata del reconocimiento del todo como distinto y distinguible del individuo que sera parte
del todo. Conforme al modelo democrtico de ciudadana no existe un todo distinto al que lo
conforman todos y cada uno de los individuos. De ah que el modelo republicano suponga
la relacin funcional de cada sujeto con el todo como la que tiene cualquier rgano con el
cuerpo colectivo del que el rgano es parte. La naturaleza orgnica del modelo republicano
se contrapone con el carcter mecnico o artificial de la relacin utilitaria entre el individuo
y el Estado que es propia del modelo democrtico.
Ver los datos recogidos en la entrevista realizada al congresista Humberto Lay Sun en el
diario Per 21, el da 12 de setiembre del 2013 (pp. 14-15), y los datos que recoge Julio
Miguel Agreda en su artculo "Congreso de la Repblica: falta para el 0%", en la columna
Tribuna Libre, publicado en la edicin del 12 de setiembre del 2013 en el diario Expreso
(p. 14); as como los diarios Gestin (pp. 2-3); Per 21 (pp. 2-3); y La Repblica (p. 10), en
su edicin del 22 de agosto del 2013.
La incompatibilidad o inconsistencia puede explicarse por el agudo sentimiento de vergenza
colectiva que descarga externamente la miseria de la realidad que teme constatar en su
interior. Es de y por vergenza que pulsiones de muerte destruyen el objeto representativo
del sujeto descalificndolo como extrao a su naturaleza. No obstante el carcter isomrfico
de la representacin, y a pesar de la irrepresentabiliad esencial de la voluntad popular, nada
hay ms representativo de la identidad colectiva que el propio talante corrupto con el que se
califica a quienes no llegan a existir sino como una muestra representativa de la naturaleza
corrupta del cuerpo poltico representado. Para preservar el ideal del yo colectivo que sutura y
125
El carcter del poblador peruano se percibe con dualidad porque a la vez que
se espera y desea niveles homogneos de orden colectivo capaces de castrar,
o interdictar, la tendencia al desorden, no es menos cierto que el gozo que se
expresa en el castigo del insumiso convive en conflicto con una carga libidinal
proporcional y recprocamente equilibrada de transgresin del individuo que se
rebela contra el carcter mecnico y automtico de la obediencia a la regla de
orden colectivo. El servilismo y la transgresin fraternizan su rivalidad en el
mismo sujeto en el cual convive el conflicto e inconsistencia de su fragmentacin.
El resultado es un sujeto disociado o fracturado, privado de integracin y
equilibrio, que se ve forzado a sostener la necesidad lgica del orden que no
est dispuesto y es impotente de respetar cuando es literalmente vencido por la
fuerza contraria de pulsiones que lo llevan a afirmar el gozo y la vida, a pesar
del orden social. Lo que le ocurre al sujeto es lo mismo que se manifiesta en
la colectividad. De ah por lo tanto las inconsistencias en las percepciones que
registran las tomas demoscpicas antes consignadas.
En vista de estos datos, qu tipo de sociedad resultar de un sujeto con
este perfil, y a qu tipo de modelo se aproxima una situacin emprica como
la que grafican los datos relativos a nuestra vocacin transgresora? No parece
difcil deducir que ese sujeto ser ms el individuo de la sociedad democrtica
que el ciudadano de la comunidad republicana. En efecto, qu porcentaje de
ciudadanos existir en el Per que cumpla los estndares de exigencia prudente
y equilibrada del modelo republicano de gobierno? Adems, en qu tipo
de sociedad se ubican quienes a la vez que reconocen que el Per es un pas
corrupto y que aceptan o toleran la corrupcin y transgresin, parecen agudizar
exquisitamente sus exigencias maniqueas respecto de la representacin poltica
en el Congreso? En el mejor de los casos habra que significar y confirmar que
existen altos niveles de ambigedad o ambivalencia subjetiva en la poblacin, si
no ms bien, o quiz, altos y no poco crticos y preocupantes niveles psquicos
y morales de disociacin colectiva.
cose la fragmentacin, se proyecta y desplaza hacia un objeto externo el mal que no se tolera
en el interior. De este modo la homeostasis colectiva se logra negando la inconsistencia y
arrojando fuera de s la mancha incmoda a la que se responsabiliza del mal pblico, como si
el sujeto no hubiera sido la propia semilla de la que germina el mal colectivo. Qu sujeto es
ese cuyo equilibrio se alcanza desde la inconsistencia para que prevalezca su ideal del yo, sin
culpas ni vergenzas? Es el sujeto fragmentado cuya estructura subjetiva es atravesada por la
ruptura y la dislocacin y por una identidad psquica se manifiesta como insuficientemente
integrada. Ese es el sujeto que sostiene el orden como discurso pblico, y que complementa
el exceso de disciplina social con niveles diversos de gozo en la transgresin que se permite
y reconoce en el fuero interno. Entre el concepto republicano y el democrtico el sujeto que
se expresa en su inconsistencia se encontrara mucho ms prximo al del modelo democrtico.
126
Dejando anotados los datos anteriores prosigue el esfuerzo, para que quede
comprendido realistamente qu parlamento podemos querer, y no slo el que la
ilusa ilimitacin de un deseo sin raz en la realidad pretendera engaosamente
hacernos creer que es posible alcanzar.
3.2 El modelo de participacin representativa
El repaso de la situacin en la que cabe imaginar qu parlamento querremos
plantea ahora un escenario menos fantstico y ms realista. Si la participacin
absoluta es impracticable y si conocemos que la calidad de nuestro vnculo,
relaciones y realidad polticos depende de la calidad del sujeto que opera tales
vnculos, relaciones y realidad, cualquiera que fuese el tipo de organizacin que
convengamos en asumir debiera disearse y funcionar con los menores costos
colectivos posibles salvaguardando el ejercicio de nuestra libertad.
Si la participacin plena es impracticable, el modelo de absoluta libertad
en los procesos de decisin colectiva debe sustituirse. Por cul, y cmo?
El modelo sustituto general y ms comnmente recurrido es el del Estado
representativo (8l). Vale decir la organizacin basada en la construccin de un
conjunto de mecanismos de expresin de la voluntad colectiva segn los cuales
se identifica a quines entre la colectividad desempearn el papel directivo
por cuenta o inters de todos los dems, y cules sern las reglas de operacin
que se les fije para que su intervencin no afecte mrgenes infranqueables de
libertad individual. El Estado representativo parte del reconocimiento que el
maximalismo del principio de la soberana popular es inconducente, y que
[8] La demanda de Estado y adems de uno que admita la calificacin de representativo, bajo
el dominio hegemnico del paradigma global de la economa de mercado y del capitalismo,
no deja de representar, si no un contraste, cuando menos el reconocimiento de urgentes
exigencias interpretativas, porque un tipo de economa como la concebida en capitalismo
liberal tiene un supuesto de sujeto y de Estado que no son precisamente coincidentes. El
sujeto del capitalismo liberal necesita un entorno que lo favorezca en la satisfaccin de
sus necesidades, gustos y deseos, y por consiguiente que le facilite el acceso al consumo
de bienes disponibles, ya sea que tales bienes pertenezcan al dominio econmico como al
poltico. Este sujeto es el del individualismo democrtico, concebido como una agencia
depositaria de derechos y obligaciones. El Estado que habilite a ese tipo de sujeto en su
relacin con la sociedad no exigir un tipo de ciudadano cualitativamente exigente como
el que se presupone en el modelo republicano. De ah que en sociedades plurales coexistan
inconsistencias entre la exigibilidad de productos institucionales del Estado y las capacidades
de representacin que la sociedad individualista y el Estado capitalista son capaces de
reproducir. Existe pues un desfase lgico en el modelo que genera situaciones dilemticas de
malestar, porque a resultas de las incongruencias entre las capacidades y las expectativas se
obtienen niveles de representacin que describen a una sociedad de individuos democrticos,
respecto de los cuales la propia sociedad se encuentra descontenta y desconfiada porque
juzga exigentemente los resultados representativos como si se tratara de una repblica de
ciudadanos que cuidan el vnculo y el todo al cual pertenecen.
127
128
135
y sistmico del cual son una expresin parcial tanto los partidos como el
Congreso, la crtica del enfoque original padece de un dficit de conceptuacin
o de diagnstico, porque atribuye al sntoma un carcter distinto al que le
corresponde. Los sntomas son consecuencia y manifestacin de un mal del
cual se desprenden. Si los operadores de los partidos y del Congreso no tienen
mejor desempeo. Ver slo las deficiencias de unos y otro es, en primer trmino,
un diagnstico insatisfactorio si se pierde de vista lo que hemos denominado el
carcter isomrfico de la representacin respecto de la sociedad que el Congreso
expresa; y en segundo lugar no permite una cura eficiente del mal expresado en
el sntoma, porque excluir del diagnstico la raz del mal que se manifiesta en el
sntoma impide disear el remedio o cura del mal sintomatizado.
No deja de resultar contradictorio y ni deja de llamar la atencin que se
presente a los partidos polticos como el solo punto en la cadena de transmisin
del poder representativo con mayor trascendencia para optimizar la capacidad
representativa del Per, considerando que quiz sea la nica institucin
nacional con menor credibilidad o confiabilidad, mayor grado de desprestigio y
desaprobacin que el propio Congreso 1101. Precisamente en el centro vertebral
de la contradiccin es donde hay que apuntar para procurar la cura colectiva,
porque es en los partidos polticos donde se reproduce con mayor fuerza los
hbitos de dominacin colectiva.
El diagnstico de los peores males colectivos se expresa en los partidos
polticos. En ellos se manifiesta con mayor claridad el sntoma de la falta y de
las ms grandes carencias pblicas. No han sido protagonistas precisamente
de las ms grandes ni las ms beneficiosas transformaciones en la economa ni
en la vida pblica del pas, sino que han operado como free riders en los ms
importantes procesos polticos [In.
[10] En encuesta que Ipsos Apoyo desarrolla en Lima, que consigna el diario El Comercio (18
de setiembre del 2013, p. A-4) se indica que slo confan en los partidos polticos el 5 por
ciento de la poblacin encuestada, y no confa el 92 por ciento. En el Congreso confa el 8
por ciento, y no confia el 88 por ciento.
[11] La referencia a los bajos niveles de protagonismo poltico de los partidos comprende la
escasa visibilidad de sus propuestas en la definicin de las polticas pblicas de mayor
trascendencia nacional, y en la menor gravitacin de sus cuadros y lderes en el escenario
de intervenciones sobre temas de naturaleza estratgica o estructural del pas. Lo comn
es asociar el papel pblico de los partidos polticos a situaciones menudas, cotidianas o
coyunturales, generalmente asociadas a conductas impopulares o a escndalos, o a medidas
polticamente intrascendentes vinculadas a las pretensiones reelectorales de quienes
las proponen. Cuando, por excepcin, los partidos intervienen en materias de especial
importancia nacional la tendencia es que quienes actan como sus voceros carecen de la
visin, informacin o argumentos tcnicos suficientes como para agregar valor pblico
agregado e ilustracin en la comprensin y significado de la materia para la colectividad. En
este sentido cabe calificar la intervencin de los partidos polticos como poco innovadora,
porque no slo son un espacio de resistencia al cambio y a la transformacin sino que pueden
137
139
de la libertad. De manera que ese gran Otro al que tendemos a mirar para que
nos salve y redima de nuestra miseria se encuentra al costado de la sombra de
nuestras pulsiones antisociales y tanticas.
El reconocimiento y valor de nuestro proceso histrico de socializacin y
subjetivacin es un dato importante para superar el maniquesmo que tenemos
instalado en la periferia de nuestra consciencia colectiva. Tendemos en efecto a
localizar el mal externamente, fuera de nosotros mismos, y a la vez al advertir el
mal que repta en nuestro interior tendemos recprocamente a mirar hacia afuera
para que la redencin ocurra. No hay salvacin fuera de nosotros mismos. Slo
la consciencia que desarrollemos de nuestra dinmica personal y colectiva
puede corregir nuestras opciones de mejora.
Para estar mejor representados antes tenemos que enfrentar con coraje
nuestra propia condicin, reconocer las deficiencias de las que somos portadores,
representarnos a nosotros mismos como parte del mal que se refleja en quienes
nos representan, y desde el realismo de la dualidad pulsional de nuestra naturaleza
plantearnos el propsito y meta de corregir lo que nos impide una vida personal
y subjetiva ms satisfactoria. Si al Congreso llegan quienes elegimos entre las
cartas o mens que nos presentan los partidos, necesitamos que los partidos se
integren por quienes mejor consciencia tengan de la convivencia del bien con
el mal en nuestro fuero interno. El mejoramiento de nuestra condicin subjetiva
y personal mejora las opciones polticas del todo colectivo. Las capacidades
mejoradas son las que genera una cadena slida de calidad en el proceso de
representacin poltica.
La mirada interior de los militantes de los partidos, y su capacidad
de mantenerse en equilibrio y alerta para no reproducir lo que nos acerca a
nuestra miseria, es la mejor y quiz nica vacuna eficaz contra la pandemia
de la corrupcin pblica. Slo una mente ilusa e ingenua propondra que el
fortalecimiento y reforma de los partidos polticos deba o pueda encomendarse
a quienes no son parte del problema a solucionar. Nada hay ms realista que
reconocer que el clientelismo rentista, el mercantilismo patrimonialista, y los
otros modos de usos privados e impropios del poder por las cpulas partidarias,
pueden corregirse ms eficientemente desde el interior de los propios partidos en
los que se identifica la presencia de esas anomalas asociativas. La renovacin
de los partidos no puede realizarla tan eficazmente quien no los integra, porque
en principio el reconocimiento de la primaca de la pulsin de vida sobre la
pulsin de muerte lleva a creer que tenemos reservas vitales suficientes en
nuestra constitucin poltica como para recrearnos, reconstruirnos y refundamos
socialmente.
Desde el punto de vista pragmtico o utilitario, adems, sera dificil pensar
que hubiera una agencia de intermediacin distinta a los partidos o a quienes
141
nos representan en el Congreso porque, en primer lugar, slo los partidos con
presencia en el Congreso tienen la titularidad de la potestad normativa del Estado;
en segundo lugar no sera fcil imaginar que normas creadas externamente a los
partidos seran de su aceptacin y cumplimiento habida cuenta que el sistema
poltico los reconoce como intermediarios formales de la voluntad popular ante
el Estado; y, por ltimo, en tercer lugar, no puede pasarse por alto que si se
decidiera que fueran terceros quienes definieran las reglas para la reforma de
los partidos polticos, esos terceros no estarn exentos de sus propios intereses,
los primeros y ms fciles de anticipar seran los que pudieran tener en relacin
a si es mejor que el pas se organice polticamente con la intermediacin de
los partidos polticos, o si preferir que ellos sean ms bien agencias dbiles y
mnimas en su capacidad de intervencin.
Por principio, entonces, es mejor creer en la primaca de la pulsin de
vida que en la pulsin de muerte; y por razones prcticas parece ser ms eficaz
aceptar y confiar que en los partidos puede encontrarse tambin el remedio con
el cual cabe combatir el espritu cmplice que arraiga en nuestras relaciones
interpersonales. Presumir la maldad y la ausencia de voluntad o capacidad para
buscar mejores modos de organizacin y funcionamiento de los partidos, a la vez
que presumir paralelamente la desinteresada labor de terceros para establecer
las reglas con las que los partidos procesen su funcin intermediadora, pueden
constituir alternativas engaosas si no, adems, ineficaces.
Gran parte de la solucin de los principales problemas polticos sustantivos
e institucionales del pas depende de la calidad de los lderes de los partidos,
y por eso mucho del funcionamiento eficiente del Estado est en manos de la
capacitacin tcnica, intelectual y moral de los cuadros de los partidos. Si los
partidos comprenden que ellos, sus mtodos, su organizacin, sus prcticas y
sus cuadros son parte del mal pblico, el nudo empieza a desatarse y puede
verse rayos de luz en medio de la oscuridad de la cueva poltica. A la larga,
y desde el punto de vista estratgico, nada puede resultar ms beneficioso
para los partidos, para su sobrevivencia, y para la propia fama y capacidad de
direccin de los lderes partidarios, que tomar la reforma de su organizacin y
funcionamiento lo ms seriamente posible.
En la sociedad de cmplices es esperable que los lderes de los partidos
polticos se aseguren de omitir las conductas que transformen las cosas que
causan mal y dao colectivo, as como de mantener reglas de desempeo
favorables a su permanencia en puestos directivos y al mantenimiento de
prerrogativas de visibilidad y de capacidad de decisin sobre asuntos propios de
sus organizaciones 1141. La tendencia del lado oscuro o perverso de la naturaleza
[14] Una expresin apropiada de la sociedad de cmplices lo constituye el Congreso cuando sus
representantes llegan y se desempean sin visin ni inters polticos en su operacin, cuando
142
145
5. La representacin calificada
No es un mal banal la baja calidad de nuestro sistema o rgimen
representativo. La vida poltica del pas no es un espectculo televisivo o
deportivo ni tampoco un show meditico. En el Congreso deben resolverse las
ms decisivas cuestiones de nuestro futuro colectivo, y en l debe administrarse
con seriedad y rigor los bienes estatales para garantizarle a nuestro pueblo un
horizonte sostenible y seguro de prosperidad y de bienestar general.
Como para disimular las limitaciones en la performance en el ejercicio,
la miseria de la representacin proyecta y vende como xitos los que no
alcanzan a ser reconocidos ni comprados como tales, porque el propio y falaz
argumento de la condicin exitosa no persuade, no recibe aval pblico, no se
cree en l, ni se lo considera como una verdad. La precariedad se encubre bajo
las abundancias y excesos retricos, a la vez y conjuntamente que los rezagos y
recesos fcticos en materia de la calidad en el procesamiento de los resultados.
La dualidad xito-representacin explica el vaco del xito en la miseria de la
calidad representativa en el ejercicio de la tarea poltica.
Al Congreso no deben llegar aventureros que improvisan el cumplimiento
de funciones representativas, ni le corresponde al perfil del puesto representativo
su ocupacin por gente sin experiencia ni conocimientos elementales sobre la
naturaleza de los problemas que enfrenta el Estado. Al Congreso deben llegar
quienes cuenten con una slida formacin en historia de las ideas e historia
poltica, con conocimientos serios de teora y de organizacin constitucional
del Estado, adems de probada experiencia en liderazgo y formacin razonable
en la doctrina del partido del que se es miembro. El figuretismo y el afn
protagnico satisfacen la devaluada estima de personajes psquicamente
frgiles y estructuralmente dbiles, que compensan con la cobertura meditica
de su imagen las deficiencias de un mundo interior carenciado y empobrecido.
Pero el figuretismo ni el afn protagnico contribuyen en la construccin de
una representacin poltica sana y saludable. Este es el tipo de postulaciones de
las que los partidos deben proteger a la poblacin, y que las reglas electorales
deben filtrar adecuadamente para reducir su acceso y presencia en la sede
representativa del Estado, porque al figureti y al que padece mana o narcisismo
de notoriedad no le importa ms que el goce y complacencia con su propia
imagen, y el bien pblico le tiene poco cuidado.
El Congreso no es el espacio para quienes se sienten ms alcaldes de
centros poblados, o promotores locales de intereses barriales, que gestores de
intereses pblicos de dimensin nacional en el contexto del mundo global en el
que se inserta el Per contemporneo. Conforme al modelo constitucional las
competencias de nivel distrital, provincial o regional se atienden no en Congreso
nacional sino en el mbito jurisdiccional de esas mismas circunscripciones. La
146
ella tendrn que asumir el mayor costo de no ser elegidos, o de elegirse en menor
nmero, mientras que quienes desconocen el costo que se les pide que asuman
de preparar y certificar cuadros pueden obtener mejores resultados e incorporar
mayor nmero de congresistas en el Congreso. Es por esta razn que habra
de imponer y obligarse a todos los partidos a que certifiquen la calificacin de
competencias de los candidatos que proponen, y sancionar el incumplimiento
proporcional de la calidad de esa certificacin de modo que la ausencia en el
rendimiento y desempeo causados por las fallas en la capacitacin castigue a
los partidos de manera que los inhiba de proceder de esta forma en lo sucesivo.
La nica manera de eliminar los costos adicionales que la capacitacin
certificada ocasiona en los partidos polticos sera que fluya plenamente la
demanda basada en criterios de simpata, independientemente del costo social
final que las deficiencias de competencias representa en el manejo de bienes y
recursos pblicos por representantes insuficientemente aptos para gestionar los
recursos pblicos y estatales. Esta opcin niega el papel intermediador de los
partidos como agencia de optimizacin y de compensacin de las debilidades del
rgimen democrtico, y reduce las dimensiones de su utilidad y servicio colectivo.
Lo cual equivale a que los partidos minimicen su impacto en el sistema poltico
operando en una plataforma corrosiva, marginal, tullida y parasitariamente en
la reproduccin de las deficiencias inherentes a las bajas exigencias del sistema
democrtico de acceso igualitario a puestos representativos.
Afirmar el propsito democrtico de nuestro rgimen poltico supone
mantener la misma conviccin que se establece en nuestra Constitucin para
el pleno ejercicio de nuestros derechos polticos, previo el slo cumplimiento
de requisitos elementales que no impidan el acceso igualitario de cualquier
peruano a un puesto representativo. Pero el funcionamiento del sistema poltico
de nuestra democracia prev tambin un mtodo para que el Estado se encuentre
adecuadamente aprovisionado de representantes capacitados en la definicin y
en el control de las polticas pblicas del pas, o en el control del desempeo
de la funcin pblica o de la gestin y uso de los recursos y bienes estatales y
colectivos. Ese mtodo es el que se asigna y encomienda a los partidos polticos
como instancias de preparacin de los cuadros de ciudadanos mejor capacitados
para asumir responsabilidades de representacin y direccin ante el Estado.
En suma, los hondos y abismales niveles de desencanto y desilusin que
tiene nuestra poblacin respecto de la representacin a la que el sistema le
encomienda el cuidado de la administracin, muestran primero que todo la
propia baja calidad de nuestra aceptacin como ciudadanos. Para volver a
habitar nuestro sistema representativo con cuerpos mejor calificados es preciso,
en primer trmino, empear seria, exigente y comprometidamente nuestra
voluntad en emprender nuevas batallas para recuperar la virtud ciudadana, sin
150
Bibliografa:
Arendt, Hannah (1994); Essays in understanding 1930-1954. Formation, exile and
totalitarianism, Schocken Books.
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Ed. Pre-Textos, Valencia
Durand, Francisco (2007); El Per fracturado. Formalidad, informalidad y
economa delictiva, Fondo Editorial del Congreso del Per.
151
152
LA SELECCIN DE CANDIDATOS
PARA LAS ELECCIONES
CONGRESALES DEL 2011
SUMARIO: 1. Introduccin. II. El perfil del candidato. III. El proceso de seleccin de candidatos. IV.
La ubicacin del candidato en la lista congresal. V Conclusiones.
I. INTRODUCCIN
153
154
proporcional, con cifra repartidora (una primera etapa segn mtodo de D'Hont)
y barrera electoral de 5%.
Como unidades de observacin, se han escogido de las 13 que concurrieron
al ltimo proceso electoral, slo las seis agrupaciones polticas, que segn los
resultados de la Oficina Nacional de Procesos Electorales ONPE, superaron
la barrera electoral y lograron alcanzaron representacin en el Congreso de la
Repblica: Gana Per obtuvo 47 curules; Fuerza 2011, 37; Per Posible, 21;
Alianza por el Gran Cambio, 12; Solidaridad Nacional, 9; y, el Partido Aprista,
nicamente 4. De este producto del escrutinio, el Nmero Efectivo de Partidos
por escaos (NEPe) se ubic en 3,97, aumentando en 0,19 con relacin a la
anterior eleccin, pero manteniendo la media de los ltimos 30 aos.
La mitad de estos grupos que lograron ingresar al Congreso fueron alianzas
reconocidas por el Jurado Nacional de Elecciones JNE), dos de las cuales
tuvieron un partido base del cual toman su nombre. Las alianzas se constituyen
para un determinado proceso electoral (artculo 15 de la LPP) y solicitan su
inscripcin al JNE (artculo 98 de la Ley 26859, Orgnica de Elecciones, de
1997); son asociadas, consensuadas, temporales, distintivas y autnomas
(Resolucin 120-2008-JNE, Reglamento de Organizaciones Polticas).
A continuacin presento el listado de las agrupaciones que alcanzaron
algn curul en el hemiciclo:
(i) Alianza Per Posible PP, conformada bsicamente por PP, y tambin
por el Partido Somos Per SM y un partido tradicional como es
Accin Popular AP. PP ya obtuvo mayora en las elecciones del 2001
y que se avizoraba como el gran triunfador de las elecciones, pero no lo
logr.
(iz) Fuerza 2011 F-11, cuya intencin era recuperar la fuerza que tuvo en
los noventa, logrando obtener la segunda ms alta votacin. Por ms
que no est en alianza, F-11 parece haber absorbido a Renovacin, cuyo
lder fue parte de su plancha presidencial. Si bien este partido quiso
tener ms protagonismo (Vid. Noticias Terra 2011a), slo pudo colocar
como nmero 1 en Piura a Juan Jos Daz Dios, y hacer que Rafael Rey,
su presidente fundador, sea 1 en el Parlamento Andino.
(iii)Gana Per GP, nombre electoral del Partido Nacionalista del Per
PNP, nico de tendencia izquierdista, que obtuvo la mayora congresal.
El Estatuto del PNP permite cambiar su denominacin para una
eleccin especfica. No es alianza pero el PNP suscribi un acuerdo
con los Partidos Comunista, Socialista, Socialista Revolucionario, Voz
Socialista y parte de Lima para Todos (Vid. El Comercio 2010).
(iv) Alianza por el Gran Cambio AGP, unin de varios partidos de distinta
naturaleza como el Partido Humanista Peruano, Alianza por el Progreso
155
PNP
PP
AP APP PPC
Antigedad de
militancia
Cumplimiento de
funciones pblicas
previas
Trayectoria
democrtica
UPP SN
X
F-11
X
X
X
Trayectoria
profesional
Trayectoria
tica-moral
Sin sancin
disciplinaria
RN
X
Cualquier persona
Ser militante
SN
AGC
PP
X
X
Sin sancin
penal
Declarado de
impuestos
Estar al da en
las cuotas
Realizar pago
partidos polticos es condicin sine qua non para desterrar las prcticas de
transfuguismo que tanto afectaron el normal funcionamiento del Congreso de
la Repblica, mxime si con tal acontecimiento se trunca la voluntad popular"
(fundamento 8 de la STC 0026-2006-PI/TC). Se han puesto reglas, ergo, para
cuidar el desempeo posterior del aspirante al Congreso. En el caso de F-11,
los electos "se encuentran en la obligacin de honrar la confianza depositada
en ellos por la ciudadana" (artculo 56 in fine del Reglamento Electoral),
tema importante en un partido que tras la eleccin del 2000 tuvo una campaa
sistemtica de compra de votos a la oposicin para lograr mayora legislativa,
segn se descubriera con posterioridad en filmaciones ya famosas, conocidos
como los `vladivideos'. Por su parte, el presidente de PNP, hoy jefe del Ejecutivo,
seal, con relacin a sus candidatos, que "tendr mucho cuidado para que
luego los elegidos no se conviertan en trnsfugas" (in El Tiempo 2011)
Tampoco se admiti que los candidatos hayan sido sancionados penalmente
(AP, PNP y RN). Tal vez esta regla pudo ampliarse a otras alianzas, como PP,
porque algunos de sus candidatos fueron cuestionados por problemas judiciales,
como Manuel Manrique (nmero 17 en Lima), sentenciado en el 2004 por un
delito contra la administracin de justicia (in Per 21 2011a) o Clever Castaeda
(perteneciente a Somos Per), nmero 2 de la alianza en Hunuco, que haba
enfrentado 35 procesos judiciales (Vid. El Comercio 2011a). Esta postura de
los partidos es tan slida que incluso llega a afectar la presuncin de inocencia
(artculo 2.24.e de la Constitucin), toda vez que en el PNP no admiten ni
siquiera denunciados por temas de drogas, violencia familiar o alimentos; y, en
RN, a aquellos con indicios de delitos.
(c) Candidato vinculado a la localidad
Desde una perspectiva funcional, tambin se pone nfasis en los vnculos
del candidato con la localidad a la cual postula (Siavelis y Morgenstern 2009).
El PAP, por ejemplo, exige dos aos de residencia del candidato en la localidad
donde va a postular. Para mayor xito, muchos partidos y alianzas han buscado
invitar lderes locales a sus listas o hacer alianzas informales con movimientos
regionales y as atraer al electorado.
En ncash, por ejemplo, varios partidos usaron esta estrategia. En SN,
Heriberto Benitez, nmero 1, estaba ligado a un movimiento regional, y Tobas
Ortiz, nmero 3, fue alcalde de Huaraz; en PP, Dante Moreno y Juan Crislogo,
nmeros 2 y 4, fueron parte de medios de comunicacin de la zona; en GP, el
nmero 3, era un dirigente sindical conocido (Vid. Huaraz informa 2011). En
este mismo distrito electoral, PP incluso busc alianzas con el grupo regional
Cuenta Conmigo (in Diario Ya 2011). Arequipa es otra muestra, pues casi todos
los partidos nacionales, incluido el supuestamente estructurado PAP, buscaron
160
163
GP
PPAP
PNP
AGC
SN
RN
UPP
PP AP APP PPC
SN
FF-11
Abierta
Cerrada
Indirecta
rganos competentes
X
X
X
X
164
PP
AGC
PP AP APP PPC
SN
RN
UPP
SN
FF-11
Abierta
Por militantes
X
X
En locales partidarios
X
X
165
169
171
Los partidos polticos son un elemento clave para tildar un pas como
democrtico o no, que sin duda colaborarn a que "las votaciones traduzcan la
expresin autntica, libre y espontnea de los ciudadanos" (artculo 176 de la
Constitucin). A travs de los partidos, los ciudadanos participan en elecciones
a fin de alcanzar los cargos pblicos sometidos a eleccin, permitiendo construir
y renovar los rganos representativos del Estado.
Dicho posicionamiento ha sido reconocido en la Constitucin: "Los
ciudadanos pueden ejercer sus derechos... a travs de organizaciones polticas
como partidos, movimientos o alianzas, conforme a ley. Tales organizaciones
concurren a la formacin y manifestacin de la voluntad popular" (artculo 35).
Desempean un papel cardinal en la representacin, agregacin y canalizacin
de los intereses de la ciudadana (Zovatto, 2010: 13). El rol que cumplen los
partidos acarre la necesidad de conocer qu ha sucedido dentro de ellos y si
estn conduciendo las expectativas de los que intentan obtener un cargo pblico
a travs de las urnas y si el mandato constitucional de democracia interna en los
partidos polticos se ha cumplido.
Tal vez la bsqueda de fortalecimiento institucional de los partidos (distan
mucho de los clsicos de masa o de cuadro) puede mitigar el fuerte efecto
arrastre de las elecciones nacionales. Como existe un sistema de simultaneidad
media entre la eleccin ejecutiva y la legislativa (segn el artculo 20 de la Ley
Orgnica de Elecciones ambas elecciones"se realizan conjuntamente": el mismo
da y a travs de una sola boleta, aunque con votos separados), la influencia del
presidente en la vida poltica del pas hace que las listas congresales sigan suerte
similar a la votacin del jefe del Ejecutivo (Tuesta Soldevilla, 2006). Segn el
resultado electoral dado por la ONPE (al 100%), en el mbito presidencial, GP
consigui el 31,7% de los votos; F-11, 23,6%; AGC, 18,5%; PP, 15,6%; SN,
9,8%. En las elecciones generales, tanto en el voto presidencial como en el
congresal, "los patrones de votacin del 2006 se habran repetido en el 2011:
un voto de protesta de los excluidos y un voto conservador de los privilegiados"
(Tanaka 2011). Este mismo orden se repite casi en las elecciones congresales
(slo con el cambio de PP y AGC), aunque el nmero de curules obtenidos
difiere en algo por la forma de transformacin de votos en escaos explicado
supra. De ello tal vez dependan los resultados del PAP que al no tener candidato
presidencial vio mermadas sus expectativas de representacin congresal.
172
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176
177
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EL CONTROL PARLAMENTARIO DE
LOS DECRETOS DE URGENCIA
I. INTRODUCCIN
179
[3]
180
[5]
Vase: Csar Landa, op. cit., pgina 142; Carlos Torres y Torres Lara, op. cit., pgina 63;
Carlos Crdenas Quiroz, Los Decretos de Urgencia, Ius Et Veritas, N 1, Ao 1990, pgina
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de sus caracteres y peculiar naturaleza sin necesidad de una previa reforma constitucional,
Separata N 45 - Derecho, pgina 373, Ao 1991.
Luis Felipe Cantuarias Salaverry; op. cit., pgina 361.
181
[7]
[8]
[9]
Carlos Crdenas Quiroz; Los Decretos con Fuerza de Ley, Themis, N 6-7, pgina. 41, Ao
1987.
Francisco Jos Eguiguren Praeli; El Control Parlamentario de los Decretos de Necesidad y
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Csar Landa; op. cit., pgina 148.
183
[10] Pedro Planas Silva, "Decreto de Urgencia y Medidas Extraordinarias", lus Et Ventas, pgina
158, Ao 1993.
[11] Mara del Rosario Pacheco Barandiarn; op. cit., pgina 54.
[12] Luis Felipe Cantuarias Salaverry; op. cit., pgina 396.
184
[13] Sols Fallas Alex, El Control Parlamentario, Prodel, Costa Rica. 1995, pginas 33-34.
[14] Garca Morillo Joaqun; El Control Parlamentario del Gobierno en el Ordenamiento Espaol.
Madrid: Congreso de los Diputados, 1985, pgina 211.
[15] Ibdem, pgina 211.
185
[21]
[22]
[23]
[24]
[25]
[26]
[27]
[31]
[32]
Siendo el caso que contra este Decreto de Urgencia se presente una demanda
de inconstitucionalidad, el juicio de validez que desplegara el Tribunal
Constitucional sobre dicha norma seria negativo.
VIII. CONCLUSIONES
1.- El significado constitucional del requisito "dar cuenta al Congreso"
conlleva un pronunciamiento expreso del Congreso a favor o en contra del
Decreto de Urgencia.
2.- La Constitucin Poltica y el Reglamento del Congreso obligan a la
Comisin de Constitucin y al Pleno del Congreso a pronunciarse expresamente
sobre la derogatoria o confirmatoria del Decreto de Urgencia. Siendo as,
el silencio del Parlamento sobre los Decretos de Urgencia expedidos por el
Ejecutivo impregna a estos vicios de invalidez.
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197
[8]
[9]
Fujimori hizo de los recursos pblicos, adems por la dependencia de las masas
populares al estado, y su retrica antipoltica. [21]
Sin embargo, el gobierno de Fujimori aplic un programa de ajuste
estructural impuesto por las organizaciones internacionales, el cual contribuy
al aumento de las desigualdades sociales en el Per, favoreciendo la exclusin y
la marginalidad social en el pas. As pues, se increment la concentracin de los
ingresos en manos de unos pocos pertenecientes a las clases ms favorecidas.
"Cmo pude llevarse a la prctica un ajuste tan severo sin una
slida base de apoyo poltico, sin grandes estallidos de violencia social y
con resultados favorables en los sondeos de opinin? Una de las razones
centrales fue, paradjicamente Sendero Luminoso. El shock se aplic en
las calles vacas de un pas traumatizado por la violencia, (...),,
donde
cualquier
[22].
movilizacin poda ser vista como sinnimo de terrorismo
Otra de las razones de este apoyo poltico de la poblacin al programa
de ajuste estructural obedece a que a los ojos del pueblo los costos del ajuste
parecan menos dramticos en comparacin con la catstrofe que ayudaron a
evitar, y tambin por las expectativas de un futuro mejor [23].
As pues, Fujimori aplic un modelo extremo de ajuste estructural
caracterizado por la desregulacin de los mercados, privatizaciones de empresas,
la liberacin del comercio exterior y la ausencia de polticas sectoriales y
sociales, las cuales definitivamente no contribuyeron a una consolidacin
democrtica en el pas.
5. La transicin democrtica peruana del Siglo XXI
5.1 El gobierno de transicin de Valentn Paniagua. (2000-2001).- Al
descubrirse la corrupcin dentro de su gobierno, Fujimori presenta su renuncia
a la presidencia de la Repblica del Per el 19 de noviembre del 2000, en carta
dirigida a la ciudadana desde el Japn, la cual no fue aceptada por el Congreso
acordndose destituirlo como Presidente por "permanente incapacidad moral",
en aplicacin del artculo 113 de la Constitucin Poltica Peruana.
Ante este hecho, y de acuerdo con la constitucin poltica vigente,
corresponda acceder a la presidencia al primer vice-presidente, pero ste
haba renunciado das antes, por lo que le corresponda ese derecho al segundo
vicepresidente quien tambin renunci a dicho cargo. As, el 22 de noviembre
[21] Cotler, Julio y Grompone, Romeo. El fujimorismo ascenso y cada de un rgimen autoritario.
Instituto de estudios peruanos, Lima, 2000, p.38.
[22] Degregori, Carlos. Op. Cit. pp. 29.
[23] Sanborn, Cynthia y Panfichi, Aldo. Op. Cit. pp. 43.
201
[24] Ford, Elaine y otros. Cronologa Per: 1990-2001 En: Las tareas de la transicin
democrtica. Comisin Andina de Juristas, Lima, septiembre 2001 pp. 370.
202
[25] Diario de los debates de la Asamblea Nacional. Lima, Imprenta Torres Aguirre, 1920, pp. 83.
204
[26] Diario La Prensa, edicin de la maana. Lima 24 de abril de 1931. pp. Primera y segunda.
[27] Diario de los debates de la Asamblea Nacional de 1978. Publicacin Oficial. Tomo VII.
Lima, pp. 237-238.
205
"(...) En el Per no hay reforma del Estado ni hay una aproximacin seria a las
reformas institucionales que garantizarn que funcione el aparato judicial,
entre otros tantos. Se entiende que hacer reformas es sinnimo de pasar
leyes, que luego todo el mundo olvida. Esa es la triste historia de la leyes.
Cuando existen son transgredidas por el Poder, y deben ser olvidadas. Y ah
comienza la impunidad. Las leyes son para todos menos para los que tienen
el Poder. En el otoo de 1998 ocurri un hecho que es un ejemplo metafrico
de lo que me refiero: el presidente de la Comisin de Derechos Humanos
del Congreso de la Repblica fue detenido por un polica de transito porque
su vehculo tena varias requisitorias. El congresista en cuestin denunci
a dicho polica ante el ministro del Interior quin debi ir al Congreso a
explicar la conducta de dicho oficial. A la fecha de la redaccin del libro,
se estudiaba la posibilidad de darlo de baja. En la realidad, el congresista
en cuestin tena denuncias varias por choque y fuga y por pasarse la luz
roja de los semforos. La razn de la ley est del lado del polica de trnsito
pero la razn del Poder est del lado del congresista. (...) El congresista en
cuestin estaba inmune a la ley y a las leyes que l participa en desarrollar.
Las leyes son para otros, no para el Poder, en breve." [38]
En el Per los numerosos cambios institucionales y la instauracin de
una economa de libre mercado no han bastado para generar una democracia
duradera y un bienestar colectivo en la poblacin. De otra parte, las expectativas
ligadas a los procesos electorales y a los procesos de democratizacin han
generado una gran desilucin en las masas populares pues la mayora de los
cambios institucionales producidos por las lites gobernantes modificaron el
Per legal pero han dejado intacto el Per real.
De esta manera, en el Per el nfasis en los procesos democrticos y en
las transformaciones institucionales no ha ido de la mano con la aplicacin de
polticas pblicas que beneficien a la poblacin.
En este sentido, queremos manifestar nuestra oposicin con el
"reduccionismo democrtico" de ciertos analistas, que por ejemplo, al evaluar
los resultados de los procesos electorales, se entretienen en sealamientos
acerca de tasas e ndices de ausentismo electoral mientras se omite la pregunta
fundamental, a saber: Si nuestro actual sistema de sugragio obligatorio cumpli
con las expectativas democrticas de crear una sociedad mejor y si ha contribudo
a una adecauda seleccin de nuestra lite poltica.
Uno de los componentes bsicos de la legitimidad democrtica
contempornea reposa en la capacidad de la sociedad respectiva de brindar
un nivel de vida decoroso a la masa de la poblacin y no en el porcentaje de
[38] Ugarteche, Oscar, La arqueologa de la modernidad. Desco, Lima, 1999, pp. 27.
212
ausentismo electoral. En este sentido, hay que evitar las grandes desigualdades
y generar una sociedad donde impere la justicia e inclusin social.
III. CONCLUSIONES
Con la cada de los diferentes regmenes autoritarios y con la aparicin de
la "democracia" en el Per, nuestro pas viene intentando sin xito un proceso
de transicin democrtica que desgraciadamente no ha concludo en una
democracia slida y funcional. En este sentido, la consolidacin democrtica en
el Per resulta incierta, parcial y dbil, ello debido a una serie de factores entre
los cuales encontramos un sistema institucional y diferentes tipos de estructuras
que favorrecen la implantacin de un rgimen presidencialista, el cual esta
caracterizado por una fuerte personalizacin del poder y una permanencia de
prcticas clientelistas (el neo-populismo de Fujimori es un buen ejemplo de ello).
Por otro lado, la idea de la democracia no est arraigada en la cultura poltica
peruana, la cual ha estado impregnada de otros modelos como "populismo",
"cacique", "caudillo." En este sentido, el proceso de transicin en el Per es un
fenmeno complejo. Dicho punto es resaltado por Enrique Bernales:
"En el Per el proceso es complejo. Una forma ms amplia de ver la
transicin es asumirla como una transformacin que debe contemplar en
retrospectiva el corto plazo (los diez aos de gobierno de Alberto Fujimori),
pero que debe an ir ms all. Los alcances de una transicin en el Per
deben derivar de un examen de la historia republicana. Debe destruir no
slo los remanentes de un gobierno autoritario reciente sino tambin de
aquellos que son consecuencia de 180 aos largos o recurrentes gobiernos
dictatoriales, de un proceso poltico en que la condicin de ciudadano ha
sido la virtud de una elite y donde no pudo hacerse efectivo en ningn
momento un verdadero Estado de Derecho.
La transicin debe tener una perspectiva histrica e inspiracin en
un proyecto de pas integrado y democrtico. No se restringe a cambiar las
normas de la dcada anterior sino que opera sobre las viejas y tradicionales
pautas polticas y sociales. Se trata as de construir un Estado nacional, una
sociedad de ciudadanos, un pleno Estado de Derecho y una democracia estable
y consolidada." [39]
[39] Bernales, Enrique. De la transicin hacia la estabilizacin democrtica en el Per En: Las
tareas de la transicin democrtica. Comisin Andina de Juristas, Lima, septiembre 2001
pp. 36- 37.
213
[43] Belaunde, Victor Andrs. El debate Constitucional. Impresa en los talleres grficos de P:L
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217
218
CONSENSO ELECTORAL
PARA UNA NUEVA LEY DE LOS
DERECHOS DE PARTICIPACIN
Y CONTROL CIUDADANOS
PROCESO DE REVOCATORIA DE
AUTORIDADES
RAFAEL RODRGUEZ CAMPOS (*)
EDITH NEYRA CRDOVA (*)
SUMARIO: 1. Introduccin. II. Breve resumen de la propuesta. III. Apuntes preliminares sobre la
democracia y el proceso de revocatoria de autoridades. IV El proceso de revocatoria de autoridades.
V Ocho propuestas de reforma electoral concreta. VI. Comentario final.
I. INTRODUCCIN
219
CONSENSO ELECTORAL PARA UNA NUEVA LEY DE LOS DERECHOS DE PARTICIPACIN Y CONTROL
CIUDADANOS. PROCESO DE REVOCACIN DE AUTORIDADES
222
CONSENSO ELECTORAL PARA UNA NUEVA LEY DE LOS DERECHOS DE PARTICIPACIN Y CONTROL
CIUDADANOS. PROCESO DE REVOCACIN DE AUTORIDADES
Alcance
Alemania
6 regiones de 22
Canad
EE. UU
1 provincia de 10
18 estados de 50
Suiza
6 cantones de 26
Argentina
10 provincias de 24
Bolivia
Nacional*
Colombia
Nacional
Ecuador
Nacional*
Per
Nacional
Venezuela
Nacional*
223
[2] Por ejemplo: el umbral o porcentaje requerido para revocar autoridades. De igual modo,
las interpretaciones que se ha dado al artculo 25 con referencia a la revocacin de ms
de 1/3 del Concejo Municipal o Consejo Regional. Estas modificaciones, legislativas
y jurisprudenciales, han trado consigo nuevos escenarios y problemas que el Proyecto
pretende corregir.
224
CONSENSO ELECTORAL PARA UNA NUEVA LEY DE LOS DERECHOS DE PARTICIPACIN Y CONTROL
CIUDADANOS. PROCESO DE REVOCACIN DE AUTORIDADES
Alcaldes
Regidores
Total
Alcaldes
revocados
Regidores
revocados
61
129
190
42
93
2001
166
461
627
11
28
2004
187
691
878
29
109
2005-1
13
54
67
35
2005-II
21
27
240
999
1239
95
444
2008
2009
67
271
338
22
132
2012
264
1040
1304
69
400
2013-1
Total
42
43
25
1005
3708
4713
279
1273
225
Provincia
Distrito
Nmero de
antecedentes
Ao de Consulta
Cajamarca
San Miguel
San Silvestre de
Cochan
1997-2001-20042008-2012
Puno
Puno
Amantan
1997-2001-20042009-2013
Ucayali
Padre Abad
Curiman
1997-2001-20042008-2013
Ancash
Bolognesi
La Primavera
2001-2004-20082012
Ancash
Ocros
Cochas
2001-2004-20082012
Ancash
Ocros
San Cristbal de
Rajn
2001-2004-20092012
Arequipa
Caravel
Lomas
2001-2004-20082012
Cajamarca
San Miguel
La Florida
2001-2004-20092012
lea
Nazca
Changuillo
2001-2004-20092012
Lima
Yauyos
Catahuasi
Ancash
Aija
Huaclln
2001-2004-20092012
CONSENSO ELECTORAL PARA UNA NUEVA LEY DE LOS DERECHOS DE PARTICIPACIN Y CONTROL
CIUDADANOS. PROCESO DE REVOCACIN DE AUTORIDADES
227
CONSENSO ELECTORAL PARA UNA NUEVA LEY DE LOS DERECHOS DE PARTICIPACIN Y CONTROL
CIUDADANOS. PROCESO DE REVOCACIN DE AUTORIDADES
229
CONSENSO ELECTORAL PARA UNA NUEVA LEY DE LOS DERECHOS DE PARTICIPACIN Y CONTROL
CIUDADANOS. PROCESO DE REVOCACIN DE AUTORIDADES
Alcaldes
Regidores
Revocados
Revocados
1997
2001
11
28
2004
29
109
2005 I
18
2005 II
2008
10
34
2009
15
2012
15
Total
62
221
232
CONSENSO ELECTORAL PARA UNA NUEVA LEY DE LOS DERECHOS DE PARTICIPACIN Y CONTROL
CIUDADANOS. PROCESO DE REVOCACIN DE AUTORIDADES
Alcalde/regidor
provisional
Alcalde/regidor por
NEM
REV 2004
1 ao 6 meses y 19 das
1 ao 14 das
1 ao 5 meses 28 das
1 ao 1 mes 13 das
4 meses 18 das
2 aos 10 meses
9 meses 13 das
4 meses 18 das
REV 2008
1 ao 11 meses 7 das
11 meses 22 das
1 ao 1 mes 1 da
REV 2009
6 meses 7 das
6 meses 25 das
REV 2012
1 ao 9 meses
8 meses 7 das
1 ao 5 meses 24 das
8 meses
1 ao 1 mes 13 das
233
CONSENSO ELECTORAL PARA UNA NUEVA LEY DE LOS DERECHOS DE PARTICIPACIN Y CONTROL
CIUDADANOS. PROCESO DE REVOCACIN DE AUTORIDADES
CONSENSO ELECTORAL PARA UNA NUEVA LEY DE LOS DERECHOS DE PARTICIPACIN Y CONTROL
CIUDADANOS. PROCESO DE REVOCACIN DE AUTORIDADES
237
238
RESUMEN
Este trabajo tiene como objetivo principal evaluar los procesos de reforma
electoral impulsados en Per durante las ltimas dcadas, con nfasis en las
propuestas de creacin del Cdigo Electoral elaboradas por el Jurado Nacional
de Elecciones y la Oficina Nacional de Procesos Electorales, en la actualidad
materia de debate en el Congreso de la Repblica. El estudio compara los
diferentes procesos de reforma a partir del diagnstico contextual. El objetivo es
analizar de qu manera se ha dado cumplimiento el principio de representacin
proporcional amparado en las constituciones de 1979 y 1993.
[1] Abogada por la Pontificia Universidad Catlica del Per; Mster en Anlisis Econmico
del Derecho y Polticas Pblicas por la Universidad de Salamanca; doctoranda en Estado
de Derecho y Buen Gobierno por la Universidad de Salamanca; visiting scholar en Boston
University y con estancia de investigacin en el Instituto de Investigaciones Jurdicas de la
Universidad Nacional Autnoma de Mxico. Coordinadora del Gabinete de Asesores de la
Alta Direccin del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos. Docente de post grado en
la Pontificia Universidad Catlica del Per y de pre-grado en la Universidad Peruana de
Ciencias Aplicadas.
Revista Peruana de Derecho Constitucional
N. 6. Edicin Especial 2013
239
I. INTRODUCCIN
En un sistema poltico democrtico las elecciones constituyen los
procesos mediante los cuales se agregan las preferencias de los ciudadanos
de una comunidad, para determinar quin o quines de sus miembros tomarn
directamente las decisiones polticas colectivas y, al mismo tiempo, qu polticas
pblicas desean que se implementen[2]. Las preferencias se convierten en puestos
de representacin a travs de un conjunto de mecanismos denominado sistema
electoral, el cual surge como reflejo de un debate poltico y puede alterarse
cuando el contexto cambia (Taagepera & Shugart, 1989).
El diseo de los sistemas electorales ha sido protagonista de los procesos
democratizadores en la regin en las ltimas dcadas, al ser el mecanismo
usado para legitimar a los nuevos gobiernos. Por ello, si bien los estudios sobre
sistemas electorales se haban centrado en el impacto de sus elementos sobre
la estabilidad poltica, el sistema de partidos o la representacin, llegando a
importantes conclusiones (Rae, 1975; Nohlen, 1981; Sartori, 2004; Lijphart,
1994), no se enfocaron en investigar las causas del alto grado de variacin de
las reglas electorales (Boix, 1999, pg. 609). No obstante, debido a los nmeros
cambios detectados en el diseo de los sistemas electorales, los recientes
estudios han fijado su objeto en los procesos de reforma, dando valor a los
actores que los llevan a cabo y a sus incentivos de cara al cambio (Buquet, 2007;
Garca Diez, 2001; Freidenberg, 2009).
La importancia de examinar los cambios sufridos por los sistemas electorales
constituye un elemento esencial para la evaluacin del funcionamiento de las
democracias y, en el caso peruano, es trascendental ya que su sistema electoral ha
sido modificado en diversos momentos y en diferentes dimensiones, asistiendo
a intereses particulares de los actores polticos en el gobierno.
El objetivo principal de este trabajo es evaluar y comparar el sistema
electoral peruano, desde el punto de vista del cambio, es decir, desde sus
reformas, con nfasis en los proyectos de ley que en la actualidad han sido
presentados al Congreso de la Repblica por el Jurado Nacional de Elecciones
JNE- y la Oficina Nacional de Procesos Electorales Onpe- y de diversas
fuerzas parlamentarias.
Para ello, se define el significado de sistema electoral y los principios
de representacin que les sirve de sustento. Posteriormente, se analizan las
reformas llevadas a cabo en las ltimas elecciones generales, identificando los
[2] A pesar de no ser la nica forma de seleccin de autoridades, las elecciones tienen "una
validez, un reconocimiento y una legitimidad democrticas especiales" (Anduiza & Bosch,
2004, pg. 64).
240
actores que las impulsaron, el motivo del cambio y los aspectos del sistema
electoral reformados. Luego de haber obtenido el contexto reformista, se
realiza un diagnstico de dichas reformas de cara al principio de representacin
amparado en la Constitucin vigente al momento de la eleccin.
El resultado de dicha revisin nos mostrar que a pesar de las mltiples
reformas electorales en Per desde 1980, no se ha logrado un equilibrio
entre la representacin y la gobernabilidad, sino ms bien han contribuido al
debilitamiento del sistema electoral y del sistema de partidos, en la medida en
que han respondido al antojo poltico de los actores en el poder; adems, que
las actuales reformas al incluir elementos que son propios de los sistemas de
representacin mayoritaria, disminuyen el efecto proporcional que debe tener
el sistema segn lo establece la Constitucin de 1993.
II. SISTEMAS ELECTORALES Y LOS PRINCIPIOS
DE REPRESENTACIN CONSTITUCIONALIZADOS
2.1 Definicin de sistemas electorales y principios de representacin
Los sistemas electorales son un conjunto de reglas que determinan la forma
en que se articulan las preferencias y como stas se convierten en escaos o
autoridades a travs de la competencia entre partidos polticos (Farrel, 2011;
Rae, 1975; Nohlen, 1981; Sartori, 2004; Gallagher & Mitchell, 2006; Lijphart
1994)131. Dichas reglas difieren unas de otras de acuerdo a la composicin de sus
elementos e impactan en el sistema poltico y en el sistema de partidos.
Los sistemas electorales que existen en el mundo suelen diferenciarse de
acuerdo a dos principios de representacin (Nohelen, 1981, pg. 40):
- El principio de representacin mayoritaria, en el cual el triunfador se
queda con todo; y
- El principio de representacin proporcional, en el cual el triunfo es
compartido entre el partido mayoritario y los partidos de minora.
A partir de estos principios se forman tres tipos de sistemas de mayora,
proporcionales o mixtos. Una misma votacin podra tener diferentes resultados
segn se trate de un sistema u otro, y diferente impacto en la proporcionalidad,
gobernabilidad y grado de participacin del sistema. As, la eleccin de uno
de los principios conlleva a un constante conflicto entre la proteccin de la
[3] Existen otras definiciones de sistema electoral como la de Cox, 1997, quien lo entiende como
un conjunto de leyes y normas sobre los partidos que regulan la competencia electoral entre
y dentro de los partidos. En el mismo sentido, para Mainwaring (1991, pg. 22), un sistema
electoral "involucra muchos detalles que regulan una rango amplio de temas, desde como
los candidatos son nominados hasta como son distribuidos los escaos".
241
[5]
[6]
242
Para Nohlen (1981), los sistemas electorales pueden ubicarse en un continuum entre la mayora
y la proporcionalidad, algunos tienen ms elementos de mayora, otros de proporcionalidad,
incluso, pueden combinar estos elementos unos con otros. Especficamente, el diseo de un
sistema, sea mayoritario o proporcional, depende de cmo estn estructurados sus elementos;
pues, de la forma en que cada uno de ellos se regule o conforme depender el grado de
proporcionalidad o de eficacia tanto del sistema electoral, como del sistema de partidos y el
sistema poltico en general
Los elementos clsicos del sistema electoral son: 1. El tamao de las circunscripciones:
referido al conjunto de electores que eligen a un nmero determinado de candidatos y en
funcin de los cuales se hace la reparticin de escaos (uninominal cuando se les asigna un
solo escao o plurinominal a las que se les asigna ms de un escao y suele relacionarse con
sistemas proporcionales); 2. La forma de la candidatura: es la forma en que se presentan
los candidatos al electorado (unipersonal cuando se elige a un candidato, o por lista cuando
se presenta una plancha electoral en la que se puede elegir ms de un candidato; 3. La forma
de votacin: est relacionada directamente con la forma de candidatura ya que a cada tipo
de lista corresponde una manera segn la cual el elector puede emitir su voto, pero tambin
con otros elementos como en el caso peruano con el doble voto preferencial opcional; 4. La
frmula para convertir votos en escaos: es el mtodo que sirve para distribuir los escaos
para determinar cuntos de ellos le corresponde a cada partido poltico y qu candidatos
resultaron electos.
Las reglas electorales tienen impacto en la conformacin de los partidos y el sistema de
partidos, en la medida en que estructuran las acciones y la lgica de los polticos tanto a nivel
intrapartido como interpartido (Mainwaring, 1991, pg. 26) pero tambin se debe tener en
cuenta que existen otros factores que afectan al sistema de partidos como los clivajes o las
fracturas sociales.
[7] En la medida que implica la interaccin de diversos agentes con intereses dispares y
democrtico porque existen reglas que legitiman el proceso (Buquet, 2007, pg. 36).
243
SISTEMA
ELECTORAL 1
- Diagnstico
- Actores
- Objetivos
- Dimensiones
- Dimensin
interpartido
- Dimesin
intrapartido
EFECTOS DEL
SISTEMA
ELECTORAL
- Representacin
- Gobernabilidad
- Participacin
Elaboracin: Propia
247
[9] Ante la misma pregunta, en 1986 la respuesta era 49%, independientes y 49%, identificados
con partidos polticos.
248
[101 D. Ley 25684 modificado por el D. Ley 25701 y D. Ley 26153; y D. Ley 14250 y sus
modificatorias.
249
los partidos polticos que incluyan en sus listas al menos el 25% de hombres o
mujeres.
3.3. La reforma electoral impulsada por el gobierno de transicin para la
recuperacin de la democracia (2000-2006)
El gobierno de Alberto Fujimori iniciado en el ao 2000 no dur ms de 3
meses debido al destape de la corrupcin sistmica durante los aos anteriores.
Fujimori convoc a nuevas elecciones, anunciando que no participara en ellas;
unos meses despus viaj a Brunei y luego a Japn desde donde envi por fax
su renuncia el 20 de noviembre de 2000.
El gobierno se mantuvo acfalo hasta el 22 de noviembre, da en el que
asumi el cargo de presidente provisional Valentn Paniagua, despus de las
renuncias de los dos vicepresidentes y ante la censura de la Mesa Directiva del
Congreso[121. El Congreso slo dur el perodo 2000-2001, el ms breve de la
historia republicana, pero tuvo una intensa y conmocionada tarea legislativa y
cont con una aprobacin del 45 % de la poblacin, a diferencia 10 % que tena
el ao anterior (Revista Caretas, 2001).
3.3.1. Elecciones de 2001
En dicho contexto, fueron aprobadas las reformas electorales, lideradas
por la oposicin, siguiendo las recomendaciones de la Organizacin de
Estados Americanos (Revista Caretas, 2001), y alentadas por la ciudadana
que reclamaban elecciones libres y transparentes. El objetivo de las reformas
electorales fue limitar el poder del presidente de la Repblica y fortalecer el
sistema de partidos que no haba logrado superar la crisis desde 1990.
En lo que respecta a la eleccin presidencial, qued prohibida la reeleccin
inmediata. Sobre la eleccin del poder legislativo, se crearon circunscripciones
electorales por departamento, siendo un total de 25 (22 pequeas, 2 medias y
1 grande) con la intencin de mejorar la representacin a nivel local, al mismo
tiempo, evitar el respaldo presidencial de arrolladoras mayoras.
3.3.2. Elecciones de 2006
Durante el gobierno del ex presidente Alejandro Toledo tambin se
realizaron reformas. Fue modificada la Constitucin permitiendo el voto de los
miembros de las fuerzas armadas y polica nacional; se promulg la Ley de
Partidos Polticos (Ley 25781); y se implement el umbral de representacin en
[12] Al inicio no tuvo mayora, por lo que ms de 15 congresistas fueron comprados cambiaron
de bancada pasndose a las filas del partido de gobierno, y de esa manera obtuvieron la
mayora deseada.
251
Reeleccin presidencial
Tamao del Congreso
X
X
Organizacin en Cmaras
Tipo de Circunscripciones
Forma de Candidatura
Forma de Votacin
X
X
X
X
Frmula Electoral
Barrera Legal
Elaboracin: Propia
de junio de 2012 presentado tambin por Alianza Parlamentaria; 01452/2012CR de 23 de agosto de 2012 presentado por el grupo Accin Popular-Frente
Amplio. Recientemente, el 19 de octubre de 2012, el grupo parlamentario
Nacionalista Gana Per ha presentado el "Proyecto de Ley que crea los distritos
electorales para los pueblos Quechuas, Aymaras y Amaznicos".
4.1. Actores que promueven las reformas
El Proyecto presentado por el JNE ha sido producto de la iniciativa de
la propia institucin electoral. El estudio estuvo a cargo de una Comisin de
Alto Nivel, conjuntamente con el Instituto Republicano Internacional y con
fondos de la cooperacin norteamericana. Tambin participaron profesionales
especialistas en la materia que conformaron la Secretara Tcnica de la
Comisin (JNE, 2011). Asimismo, el Proyecto ha sido motivo de debate pblico
a travs de una pgina web en donde cada artculo tiene la explicacin de su
incorporacin o reforma.
Diferente es el caso de la Onpe cuyo proyecto de ley ha sido elaborado por
la propia institucin en uso de su iniciativa legislativa, pero careciendo de un
proceso pblico de consulta o en coordinacin con otras entidades o expertos.
Tampoco explica cul ha sido el diagnstico realizado ni los objetivos buscados.
En el caso de los dems proyectos de ley, ocho de ellos versan sobre la
creacin de la circunscripcin de peruanos residentes en el extranjero. Cinco
bancadas parlamentarias han presentado proyectos para aumentar el nmero
de circunscripciones y crear el distrito electoral de peruanos residentes en el
extranjero, diferencindose en el nmero de escaos y una proponiendo el
aumento del nmero de congresistas.
Si consideramos los ltimos resultados electorales, fueron las bancadas
Fujimorista y Alianza por el Gran Cambio las que obtuvieron las votaciones
ms altas en la circunscripcin Lima-Extranjeros que ahora proponen dividir.
Estas bancadas se estaran comportando como una coalicin que busca mayores
cuotas de legitimidad ante el peligro de no conseguir resultados favorables en
las siguientes elecciones. El resto de bancadas, por el contrario, prefieren aislar
las preferencias de los peruanos residentes en el extranjero para obtener a travs
de ellos mayor nmero de representantes.
4.2. Diagnstico y objetivos de las propuestas de reforma electoral vigentes
De acuerdo a la Exposicin de Motivos del Proyecto de Ley presentado por
el JNE, la institucin detecta que la vigencia de la actual normativa del sistema
electoral presenta los siguientes problemas:
- Falta de representacin real de algunos colectivos como los votantes
residentes en el extranjero.
254
Diagnstico
Objetivos
Propuesta
Estrategia
Fujimorista
Alianza
Parlamentaria
Solidaridad
Nacional
Falta de participa- Efectiva par- Crear una distrito Modificacin poltica de los ticipacin de electoral para PREX cin
del
PREX
los PREX
con 2 escaos
art. 21 de la
LOE
257
Grupo
parlamentario
Diagnstico
Objetivos
Propuesta
Estrategia
Concertacin
Parlamentaria
Fuj imoristas
Alianza
Parlamentaria
Existen
distritos Hacer presenelectorales con me- te las voces de
nor que los PREX los PREX en
pero s cuentan con los procesos
elaborarepresentantes al de
cin de poliCongreso.
Prex tienen nece- ticas pblicas.
de
sidades diferentes Reducir
que no son re- los niveles de
presentadas en el ausentismo de
Congreso.
los PREX.
Alianza
Parlamentaria
Accin
Popular
Frente Amplio
Ms de 750 mil
electores sin representantes.
los
Actualmente
PREX votan por
representantes que
no comparten sus
necesidades
Cumplir con
las obligaciones internacionales sobre
igualdad
Otorgar representacin a los
PREX
Nacionalistas
Gana Per
Mejorar la representacin
incluyendo a
congresistas
elegidos directamente por
pueblos
los
originarios
Las tres alianzas superaron las barrera electoral del 5%. La primera
consigui el 14,4% de votos; la segunda, 14,8% de votos y, finalmente, la
tercera un total de 10,2% de votos. Si a dichas alianzas se les hubiese aplicado
la barrera escalonada como se propone en el proyecto del JNE, ninguna hubiese
tenido problemas en superarlo. Tampoco si usamos el porcentaje escalonado
propuesto por la Onpe.
De lo que se concluye que el hecho de haber superado esta barrera ms alta
no hubiera sido impedimento para que dentro del Parlamento se disolvieran
las alianzas, como se puede observar de la actual conformacin congresal para
el periodo 2012-2013, en el cual se han constituido siete bancadas que son
grupos de al menos seis congresistas que pueden unirse dentro del Congreso
independientemente de su afiliacin partidaria.
En ese sentido, si la alternativa de aumentar la barrera electoral segn el
nmero de partidos polticos que conforman una alianza tiene como objetivo
fortalecer el sistema de partidos que ha sido afectado con el oportunismo de las
alianzas temporales que se crean de cara a una eleccin, por s sola la medida no
tendra efecto y, por otro lado, disminuira la representatividad en tanto reduce
la proporcionalidad al hacer ms dificil ganar un escao.
4.33. Eliminacin del voto preferencial
La eliminacin del voto preferencial es una de las herramienta sealadas
por el proyecto de ley propuesto por el JNE para fortalecer a los partidos
polticos porque considera que su existencia acenta la debilidad interna de
las organizaciones, por cuanto: a) introduce la confrontacin electoral entre
los candidatos de una misma lista; b) incrementa la necesidad de gastos de
publicidad personal del candidato, favoreciendo a quienes cuentan con mayores
recursos; c) incentiva la proliferacin de prcticas dolosas para intentar adulterar
los resultados de la votacin; d) genera efectos desproporcionales al contar
antes los votos que asignan preferencias, pudiendo ser elegidos candidatos con
mayoras mnimas ya que es opcional
El resultado esperado es que existan partidos polticos slidos; que mejore
la relacin entre los partidos polticos y sus miembros y que el acto de votacin
sea ms sencillo para los electores disminuyendo el porcentaje de votos nulos.
(Jurado Nacional de Elecciones, 2011, pg. 173-176). Sobre este punto, la Onpe
no ha hecho propuestas de modificacin.
La forma en que est diseado el voto tiene relacin con la libertad de eleccin
de los ciudadanos e influye en la dimensin intrapartido. La representacin
proporcional puede ser compatible con diferentes tipos de papeleta, si los
dems elementos del sistema SE engranan de forma exista una relacin entre
estrecha entre electores y representantes, por ejemplo, con el establecimiento de
262
JNE
Onpe
Total
26
27
27
21
22
22
Dimensiones
Circunscripciones
Candidatura
Votacin
Doble voto prefe- Voto nico por Doble voto preferencial opcional
rencial opcional
lista
Frmula
Cifra Repartidora
Barrera Legal
5% o 7 escaos
5% o 7 escaos
Alianzas de
5% o 7 escaos.
Alianzas: +0,5%
por cada partido
que la conforme
Elaboracin: Propia
264
V. CONCLUSIONES
De lo analizado podemos concluir que salvo para la eleccin de 1990, en las
dems elecciones generales al menos uno de los elementos del sistema electoral
fue modificado. La mayora de los cambios se han producido en el sistema de
eleccin de parlamentarios, siendo los cambios ms recurrentes el tamao y tipo
de circunscripciones y la forma de candidatura.
Los aos en que hubo ms cambios fueron para las elecciones de 1985,
1995 y 2001. En el primer caso debido a la aplicacin de todas las disposiciones
de la Constitucin de 1979 y en los dos ltimos casos por cambios en la
distribucin del poder. Los dems cambios han tenido objetivos focalizados,
como la exigencia de cuotas de gnero a partir de la eleccin del ao 2000, para
mejorar la representacin, o la instauracin de la barrera legal en las elecciones
de 2006, para mejorar la gobernabilidad limitando el acceso al Congreso de los
partidos polticos pequeos. Finalmente, la reforma de cara a las elecciones de
2011 contempl el incremento del tamao del Parlamento, de cara a una mejor
representacin, la introduccin de una nueva circunscripcin y, por vacatiolegis,
el aumento de la barrera legal.
No obstante, un elemento comn de las reformas electorales mencionadas
ha sido que las mismas han respondido siempre a coyunturas polticas, en el
afn de adquirir ms poder por parte del gobierno de turo o, al contrario, de
limitar el de los oponentes al sistema o ante sucesos que pusieron en peligro la
forma democrtica de gobierno en nuestro pas.
Las reformas electorales que en la actualidad se vienen debatiendo, son
producto de la iniciativa de dos rganos constitucionales independientes, el JNE
y la ONPE, cuyas propuestas han sido las nicas que responden a una idea
de cambio organizado y sistemtico del sistema electoral. No obstante, estas
propuestas si bien tienen objetivos alejados del simple oportunismo poltico, no
estn sustentadas en datos empricos de forma que pueda afirmarse con relativa
certeza que los efectos buscados en dichas reformas van a ser reflejados en la
realidad.
Finalmente, muchas de las propuestas de los ltimos aos han buscado
fortalecer principalmente el sistema de partidos y el sistema poltico actualmente
dbil, para lo cual han debilitado la representacin y la participacin del
electorado (establecimiento de barreras electorales alta, circunscripciones
pequeas, reducida magnitud del Congreso, estableciendo la lista cerrada y
bloqueada, eliminando el voto preferencial), sin que los reformadores se hayan
detenido a comprobar si an con sus propuestas, todas ellas propias de un
sistema que tiende a la mayora, se puede seguir afirmando que nuestro sistema
265
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267
MISCELNEA
SUMARIO: Presentacin. I. Cmo se entiende la tica desde una perspectiva constitucional. II. La
tica en la funcin judicial. HL A modo de reflexin final: la tica en la esfera personal del juez.
PRESENTACIN
271
272
[2] NINO,
273
[3]
[4]
274
Este carcter hace posible que la reflexin sobre los derechos constitucionales
y la respuesta a los conflictos en los que stos se encuentren, implique
necesariamente apelar a los valores morales que, en trminos histricos,
permiten justificar racionalmente cualquier decisin en este plano.
Resulta evidente por ello que la definicin de quien tiene la responsabilidad
de tomar decisiones sobre derechos y libertades responde a determinados
valores morales. Valores que estn ntimamente relacionados con los principios
constitucionales y que, por ello, estn siempre abiertos a las demandas de la
historia.
La reflexin tica individual para definir una posicin respecto de los valores
morales en controversia, est comprometida con la dinmica cultural, con su
evolucin histrica y su significado contextual. Se mueve invariablemente en
esta dimensin.
La reflexin tica debe robustecerse si pretende enfrentar los retos y las crisis
del devenir histrico, incluso las que se producen en los espacios individuales.
Se trata de responder al reto de producir respuestas aptas para que los principios
constitucionales mantengan su vigencia en todos los planos de la cultura. Esta
es una garanta para la convivencia sobre la base del respeto a la dignidad del
ser humano como eje central de los derechos y libertades. Slo de esta forma
ser posible asegurar la legitimidad de las instituciones y del derecho en el
Estado constitucional.
II. LA TICA EN LA FUNCIN JUDICIAL
2.1. La tica est reflejada en la posicin institucional del juez (independencia
e imparcialidad)
Si entendemos la tica como el esfuerzo de justificacin racional de las
conductas para predicar la legitimidad de las mismas, en el mbito de la
funcin judicial sta se verifica con nitidez a travs del sentido que adquieren la
independencia y la imparcialidad.
a) tica e independencia judicial
La independencia judicial es un principio constitucional propio de la funcin
de adjudicacin de derechos a cargo de los jueces. En trminos normativos
ofrece una textura abierta en su configuracin, pues esa es la condicin de todo
principio jurdico, y de ese modo hace posible su vocacin dinmica frente a
los valores comprometidos en los casos concretos. A partir de este postulado se
identifica el lugar de la tica ya que toda ponderacin de valores implica una
postura que emerge de la autonoma individual.
275
Los jueces deben asumir una posicin que responda al derecho que requiere
ser garantizado y en ese contexto, su actitud no es neutral, por el contrario,
deben mantener una actitud comprometida al extremo de que sus juicios no son
necesariamente el punto medio de los intereses en cuestin. Esta perspectiva tiene
un fundamento tico relacionado, por cierto, con los valores constitucionales.
2.2. La tica y la argumentacin judicial
La tica est presente en el deber del juez a la hora de argumentar: en
principio debe argumentar, esto implica una postura tica respecto de la
vinculacin con los valores en juego.
El Estado constitucional muestra como uno de sus rasgos ms significativos
el deber de los jueces de argumentar justificar sus decisiones. Este modelo
se justifica a por la necesidad de garantizar los derechos y proscribir la
arbitrariedad. En consecuencia, estamos frente a un sistema institucional que
exige la formulacin de razones para definir el sentido de los derechos y las
libertades.
Est claro que los valores comprometidos en este espacio refieren un
contenido moral y en esa medida, pueden requerir de un compromiso tico en
su definicin. No parece sostenible la idea de desarrollar un esquema vlido de
argumentacin sobre asuntos de ndole moral y constitucional, que no cuente
con una postura tica definida y orientada por los valores que sostienen el
ejercicio de la funcin judicial[61.
III. A MODO DE REFLEXIN FINAL:
LA TICA EN LA ESFERA PERSONAL DEL JUEZ
277
278
LA CORTE CONSTITUCIONAL
COLOMBIANA REINVINDICA
UNA CATEGORA OLVIDADA.
LA TRABAJADORA SEXUAL
COMO "SUJETO DE ESPECIAL
PROTECCIN".
I. PROLEGMENO
279
MARTHA PAZ
280
[2] "Todas las personas nacen libres e iguales ante la ley, recibirn la misma proteccin y
trato de las autoridades y gozarn de los mismos derechos, libertades y oportunidades
sin ninguna discriminacin por razones de sexo, raza, origen nacional o familiar, lengua,
religin, opinin poltica o filosfica." El Estado promover las condiciones para que
la igualdad sea real y efectiva y adoptar medidas en favor de grupos discriminados o
marginados. El Estado proteger especialmente a aquellas personas que por su condicin
econmica, fsica o mental, se encuentren en circunstancia de debilidad manifiesta y
sancionar los abusos o maltratos que contra ellas se cometan."
[3] Ver Sentencias C-588 de 1992, T-484 de 1993, T-098 de 1994, C-410 de 1994, T-145 de
1995, T-202 de 1995, T-214 de 1995, T-326 de 1995, T-026 de 1996, C-309 de 1996, C-410
de 1996, C-622 de 1997, C-623 de 1998, C-082 de 1999, C-112 de 2000, C-371 de 2000,
C-007 de 2001, T-1153 de 2001, T-500 de 2002, T-530 de 2002, T-610 fr 2002, C-184 de
2003, C-964 de 2003, C-044 de 2004, C-507 de 2004, C-722 de 2004, C-101 de 2005.
281
MARTHA PAZ
MARTHA PAZ
[6] En este Estado, se permite que cada Condado decida si prohibe o permite la prctica de la
prostitucin.
284
como un trabajo ms, al cual tambin se deben aplicar los mecanismos legales
que protegen a los trabajadores de abusos y violacin de sus derechos.
En el caso de Holanda, el dueo del establecimiento comercial dedicado a la
prostitucin debe suscribir un acuerdo laboral, en donde garantice condiciones
de salubridad para su ejercicio. Las instalaciones del establecimiento deben
contar con oficinas para presentar quejas y reclamos contra la administracin del
negocio. A pesar de esta amplia regulacin, se ha incrementado la clandestinidad
en razn a que las contribuciones que debe asumir el empresario y trabajador
son mucho mayores, lo cual hace que a corto plazo los ingresos de ambos se
vean en gran medida reducidos sustancialmente.
En Alemania, igualmente la actividad de los(as) trabajadores(as) sexuales
cuenta con garantas desde el punto de vista legal, pero tiene una mayor
cobertura social, ya sea como trabajo por cuenta ajena o de forma independiente.
Se reconocen lmites al poder de subordinacin patronal, pues en este tipo de
actividad debe primar la voluntad de quien la ejerce directamente; nicamente
se permiten exigencias en cuanto al cumplimiento de horario y lugar de trabajo.
Tienen derecho a prestaciones sociales, atencin mdica en la sanidad pblica,
seguro de desempleo y pensin de jubilacinm.
En Nueva Zelanda desde el 2003, se exige tanto a quienes ejercen la
prostitucin, como a los que sacan provecho de ella, que cumplan con
requerimientos de salubridad, seguridad y de orden pblico. A los trabajadores y
trabajadoras sexuales se les reconoce derechos referentes al acceso a beneficios
propios del empresario. En general a los establecimientos dedicados al negocio
de la prostitucin se les exige licencia de funcionamiento, excepto si se trata
de microempresas. Finalmente, en ese mismo ao, se cre un comit nacional
encargado de examinar la realidad, las leyes y las polticas pblicas relacionadas
con la prostitucin y a presentarle un informe a la Cmara de Representantes del
Parlamento, con el fin de que ste ltimo adopte medidas ms adecuadas para
proteger los intereses particulares y pblicos comprometidos con el ejercicio de
la prostitucin18].
[7]
[8]
Tomado de S.R. Laskowski. "The New German Prostitution Act.An Important Step To A
More Rational View of Prostitution as an Ordinary Profession in Accordance With European
Community Law". En The International Journal of Comparative Labour Law and Industrial
Relations, vol 18, No. 4, 2002, pp. 479-491. Citado en la sentencia TTomado de Catherine Healy. "Descriminalizar nuestras vidas y nuestro trabajo: el modelo
neozelands". En Jos Luis Solana y Estefana Acin (eds.). Los retos de la prostitucin,
op.cit., pp. 191-196.
285
MARTHA PAZ
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[12] Nombre adaptado a este artculo para preservar el derecho a la intimidad de la accionante;
en las sentencias publicadas por la Corte en casos similares tampoco se hace mencin al
nombre real de los peticionarios siguiendo reiterada costumbre de esa Corporacin en los
casos en los cuales se tratan temas sensibles relacionados con datos de la vida privada de los
peticionarios.
[13] Pgina 13 sentencia analizada.
288
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[19] Sentencia C-636 del 16 de septiembre de 2009. Sala Plena de la Corte Constitucional.
Magistrado Ponente: Mauricio Gonzlez Cuervo. Referencia: expediente D-7586.
292
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la integridad sexual de las personas y que merecen sancin penal en razn al dao
antijurdico que infringen a la persona y a la sociedad.
Si bien la Corte acept que en virtud de la autodeterminacin sexual,
una persona es libre de ejercer la prostitucin, estim que es legtimo que el
legislador persiga y sancione la conducta del tercero que mediante sugestiones,
insinuaciones u otro tipo de recursos, obtenga provecho econmico de la
explotacin sexual de una persona. Para la sentencia, dicha conducta punible
escapa del mbito estricto de la autodeterminacin personal para ingresar
en el de la explotacin de la persona humana. Aclara la sentencia, que el
objetivo perseguido por la norma demandada es la lucha contra el negocio de
la prostitucin, ms all de la opcin autnoma de las personas de ejercerla,
con mayor razn si se tiene en cuenta, que la sancin se impone a aquel que
promueve el ingreso a esta actividad para satisfacer a otros y obtener con ello
un provecho especfico.
En cuanto a la forma desproporcionada en que, segn el accionante, la
sancin impuesta por el artculo 213 del Cdigo Penal restringe los derechos a
la autodeterminacin y a escoger libremente un oficio o una profesin, la Corte
concluy que la norma se justifica en razn a la necesidad de combatir efectivamente
la prostitucin, por razn de los efectos nocivos que produce y por las causas que la
generan. Adems, en consideracin a la prevalencia del inters general y el respeto
de los derechos ajenos, resulta totalmente ilegtima la conducta de aquel que incita
a que otra persona a prostituirse y as obtener beneficios, no solo econmicos si no
para su provecho personal. En conclusin, consider, que la norma demandada no
restringa de manera desproporcionada los derechos fundamentales al libre desarrollo
de la personalidad y a escoger profesin u oficio, as como tampoco vulneraba el
principio de lesividad, pues el fin de la norma es la proteccin de la dignidad
humana, as como los intereses colectivos afectados por los efectos colaterales
de la prostitucin. Por lo anterior, la Corte mantuvo en el ordenamiento legal el
artculo 213 de la Ley 599 de 2000, declarando su constitucionalidad.
4.5. Sentencia T-629 DE 20101211: una actividad econmica lcita, reconocida
por el Derecho.
En este ltimo caso, deba resolver la Corte si una persona que se dedica
a la prostitucin, en particular cuando se trata de una mujer embarazada, tiene
la misma proteccin constitucional que otro tipo de trabajadoras, para efectos
de su estabilidad laboral, derechos a la seguridad social y en definitiva, para la
salvaguarda del mnimo vital suyo y del hijo que est por nacer.
[21] Sentencia T-629 del 13 de agosto de 2010. Sala Tercera de Revisin de la Corte Constitucional
Magistrado Ponente: Dr. Juan Carlos Henao Prez. Referencia: expediente T-2384611
294
[22] Este es un nombre ficticio asignado por la Corte para proteger la identidad de la accionante.
[23] Esta presuncin de inconstitucionalidad, implica que el juez realice un test estricto de
igualdad. Vase por ejemplo las sentencias C-093 de 2001 y C-671 de 2001.
295
MARTHA PAZ
a travs suyo, guste o no, se ejercen libertades econmicas, que en el marco del
principio de igualdad formal, de trato, de prohibicin de la discriminacin sin
causas legtimas que lo justifiquen, estn llamadas a arrojar las consecuencias
que se espera de las mismas.
Fue enftica la sentencia en sostener que en todas las modalidades en las
que una persona puede ejercer la prostitucin, se deben respetar el derecho a la
libertad, el derecho y el deber de trabajo, la libertad de escoger profesin y oficio
y la autonoma privada. Por otro lado, la persona que ejerce la prostitucin debe
asumir las cargas y riesgos que supone su actividad, a cambio de la expectativa
legtima de que obtendr una contraprestacin econmica por los servicios que
presta. Adems, esta actividad realiza uno de los fundamentos del Estado, como
es el trabajo, y cumple con el mandato constitucional que reconoce al trabajo
como derecho y deber dirigido a satisfacer las necesidades y mejorar la calidad
de vida de los ciudadanos.
La proteccin al trabajador y trabajadora sexual no resulta contraria a
la Constitucin, ya que en ella no se encuentra disposicin que autorice una
discriminacin negativa para las personas que ejercen el oficio. Por el contrario,
se considera que la proteccin que el Estado debe brindar a estos trabajadores
desarrolla el principio de igualdad y las clusulas de diferenciacin subjetiva
(artculos 53, 13, 43 y 44 constitucionales), en la medida en que se intenta hacer
un reparto equitativo de derechos, obligaciones y responsabilidades, lo cual no
sera posible sin el previo reconocimiento de una relacin y contrato laboral,
que beneficie los intereses y proteja los derechos de quien presta los servicios
sexuales de forma personal. Es decir, con el reconocimiento y regulacin del
contrato laboral entre la persona que ejerce la prostitucin y el dueo del local o
establecimiento comercial, se cumple el propsito fundamental de evitar que el
ejercicio de la prostitucin genere consecuencias excesivamente gravosas para
quien la ejerce, y que beneficie exclusivamente al empresario.
La Corte aplica su doctrina sobre el contrato realidad, y afirma que en el
caso de la prostitucin existen todos los elementos de los contratos laborales
(horarios, salarios y subordinacin) razn adicional para no dejar su amparo
a la deriva. En palabras de la propia sentencia "el desarrollo o ejercicio de la
prostitucin como trabajo, y por tanto, como forma de ganarse la vida, merece
reconocimiento y proteccin por parte del derecho en el sentido de garantizar
que todas aquellas obligaciones contradas por el empleador y que no fueron
canceladas por l mismo durante el tiempo en que la relacin de trabajo estaba
vigente, sern exigibles por parte de los trabajadores y trabajadoras sexuales."
Sin embargo, un pero asalta la argumentacin de la sentencia: la Corte advirti
que dadas las especiales caractersticas del trabajo sexual, que en muchos aspectos
afectan la dignidad humana y que en ese sentido, al igual que el elemento de
subordinacin es precario o muy limitado en este tipo de contrato laboral, tambin
los derechos del trabajador a la estabilidad laboral y a ser restituido en caso de
297
MARTHA PAZ
DERECHO DE LA INTEGRACIN Y
SOBERANA
ANOTACIONES INTERRELACIONALES (*)
SUMARIO: I. Derecho de la Integracin: una nocin desde la globalizacin. II. La soberana: alcances
conceptuales y revisin de sus caractersticas fundamentales. HL Los alcances de la soberana desde el
Derecho de la Integracin: una propuesta.
I. DERECHO DE LA INTEGRACIN:
UNA NOCIN DESDE LA GLOBALIZACIN.
El Derecho de la Integracin est conformado por las normas o los principios
que regulan los procesos de interrelacin entre los Estados. Estos procesos de
integracin tienen principalmente un carcter econmico y, excepcionalmente,
los hay de contenido poltico. Esta disciplina comprende, entonces, acuerdos
entre los Estados, tanto dentro del Derecho Internacional, cuanto aquellos que
dan origen al Derecho Comunitario. La finalidad es la integracin econmica y,
en algunos casos, puede ser tambin de carcter territorial111.
Aunque se pueden encontrar antecedentes referenciales en el Imperio
Romano y en otras realidades histrico-polticasm, es el fenmeno de la
(*) Este artculo, publicado en la Revista Jurdica del Per (2005) y actualizado para la Revista
de Derecho de la Universidad Csar Vallejo (2013), ahora se presenta en una versin
ampliada.
(**) Profesor de Derecho Constitucional en la Pontificia Universidad Catlica del Per (PUCP),
el Posgrado de la Universidad Nacional de Piura y en la Academia de la Magistratura.
Abogado y Magster en Derecho Constitucional por la PUCP.
[1] Como anota adems Pizzolo (2002: 86), el Derecho de la Integracin "contiene aquellas
normas jurdicas que tienen por objeto la cooperacin y asociacin entre Estados utilizando,
con este fin, como medio al Derecho Internacional general. En este ltimo sentido, la matriz
normativa originaria al igual que la variante Derecho comunitario son la expresin pura de
la racionalidad perteneciente a la accin comunitaria que construyen los partcipes de las
relaciones sociales secundarias en el espacio superior de la integracin".
[2] La unin aduanera de Gran Bretaa con Escocia en el siglo XVII, la unin aduanera alemana,
los Estados Unidos de Norteamrica, la Confederacin Suiza o la unificacin italiana son
tambin buenos ejemplos de iniciales formas de integracin.
Revista Peruana de Derecho Constitucional
N. 6. Edicin Especial 2013
299
[3]
[4]
302
su matiz positiva tiene que ver con las relaciones internas que se dan dentro de
cada entidad estatal.
La soberana tiene, como ya se ha anotado en los prrafos precedentes,
otra caracterstica distintiva, y sin duda es la ms discutida en la doctrina; su
condicin de absoluta, de ilimitada. Esto significa que un Estado soberano puede
dentro de la sociedad que dirige ordenar cualquier tipo de comportamiento. No
hay lugar que le resulte restringido; tiene el poder de decidirlo todo. De all que
ella pueda implicar la posibilidad de desconocer o violentar el ordenamiento
jurdico establecido y vigente. As el esquema, ni el compromiso en un sentido
determinado realizado por el propio Estado en el pasado es, se sostendr como
ejemplo, lmite formal a su desarrollo (Borea 1994: 397 y ss.).
Matizada la caracterstica anterior, la soberana designa un poder ilimitado
e ilimitable que habra de ser absoluto, pues nadie podra limitarlo, ni siquiera
ella misma. Si existiesen limitaciones para el Estado, stas siempre seran reales
o de naturaleza moral, pero jams de carcter jurdico (Jellinek 1981: 358 y ss.).
En este punto, hay una corriente doctrinaria de la mayor relevancia que
cuestiona esta ilimitabilidad de la soberana (Jellinek 1981: 358 y ss.). Prefiere,
en todo caso, sealar que ella debe entenderse como la facultad de determinarse
por s misma de modo exclusivo. Lo que significa la autolimitacin del poder
estatal, en tanto no obligado jurdicamente por poderes extraos, para configurar
un orden determinado sobre la base del cual slo la decisin del Estado adquiere
un carcter jurdico. En otros trminos, la soberana es la propiedad del poder
del Estado segn la cual le corresponde de manera exclusiva la capacidad de
determinarse jurdicamente y de obligarse, en consecuencia, a s mismo.
En este punto es necesario no olvidar que la soberana es un concepto
jurdico. De all que resulte tan solo limitada por causas extrajurdicas como,
por anotar unos casos, el correlato de fuerzas o la hegemona internacional de
determinadas potencias (Del Prado 2004: 214-217). En este mismo sentido, la
soberana viene limitada tambin por la realidad social de los pueblos, por su
cultura y forma de ser. Como sostiene calificada doctrina, el Estado soberano
puede presionar mediante leyes y dems formas jurdicas (clara expresin de
esa soberana), pero hasta cierto punto, pues traspasado el lmite de estimacin
aceptado se quiebra la estructura y la desobediencia o el enfrentamiento social
cunden (Borea 1994: 399).
Por ello, soberana no significa arbitrariedad ni voluntarismo puros. No es
simple derecho subjetivo al gusto de su titular. Por el contrario, la soberana es
la manera de ser de un Estado, su cualidad intrnseca y esencial, y por lo tanto,
depende de su naturaleza y de sus fines. De all que el bien pblico temporal le
seale lmites objetivos, independientes de la voluntad de los gobernantes. Por
su parte, le corresponde al legislador dar forma normativa, obligatoria, que esos
303
[5] Una muy interesante aproximacin a la idea de soberana desde el punto de vista de la
intervencin militar con fines de la defensa de los derechos humanos se encuentra en Ruiz
Miguel (1996: 57-71).
305
[6] Tambin son de mucho inters para este punto Uribe (1990: 43 y ss.), Comunidad Andina
(2001: 234), Brewer Caras (2003: 101 y ss.), Cairoli Martnez (2003: 451 y ss).
306
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310
311
I. EL DECRETO NOCHE-NIEBLA
[3] En Chile, cuando fue sepultado el presidente Salvador Allende en 1973, solamente se le
permiti asistir al sepelio a su viuda, hermana y algunas sobrinas, impidindosele a sus hijas.
Se neg a su viuda la visin del cadver y al pueblo participar de un sepelio con los rituales
propios de un Presidente. Todo esto obviamente estaba dirigido y enfocado por la influencia
ideolgica del decreto nazi noche-niebla en aras de que en las hijas y familiares todos no
surgiera el remordimiento psicosocial contra el rgimen fascista chileno.
312
BREVE ANLISIS DEL CONTEXTO SOCIO-HISTRICO-POLTICO-JURDICO PARA EL SURGIMIENTO JURISPRUDENCIAL DEL DERECHO ALA VERDAD: ES VIABLE SU NORMALIZACIN POSITIVA CONSTITUCIONAL?
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BREVE ANLISIS DEL CONTEXTO SOCIO-HISTRICO-POLTICO-JURDICO PARA EL SURGIMIENTO JURISPRUDENCIAL DEL DERECHO ALA VERDAD: ES VIABLE SU NORMALIZACIN POSITIVA CONSTITUCIONAL?
[7]
no pueden ser respondidas: quin mat, donde, como. Deca el general Videla
en la televisin norteamericana el 14 de septiembre de 1977: "Debemos aceptar
como una realidad que en la Argentina hay personas desaparecidas. El problema
no est en asegurar o negar esa realidad, sino en saber las razones por las cuales
estas personas desaparecieron. Hay varias razones esenciales: desaparecieron
por pasar a la clandestinidad y sumarse a la subversin; desaparecieron porque
la subversin las elimin por considerarlas traidoras a su causa; desaparecieron
porque en un enfrentamiento, donde hube incendios y explosiones, el cadver fue
mutilado hasta resultar irreconocible. Y acepto que puede haber desaparecidos
por excesos cometidos durante la represin. Esta es nuestra responsabilidad; las
otras alternativas no las gobernamos nosotros. Y es por esta ltima por la cual
nos hacemos responsables: el gobierno puso su mayor esfuerzo para evitar que
esos casos puedan ocurrir nuevamente".
Existe tambin una histrica declaracin de Videla, transcrita por Clarn a
14 de Diciembre de 1979: "Qu es un desaparecido? Mientras este como tal,
es una incgnita el desaparecido. Si reaparece, tendra un tratamiento X, y si la
desaparicin hacerse en la certeza de su fallecimiento tendra un tratamiento Z.
Pero mientras sea desaparecido no puede tener ningn tratamiento especial, es
una incgnita, es un desaparecido, no tiene entidad, no est, ni muerto ni vivo,
est desaparecido" m.
En otras palabras, en Argentina la evocacin de la niebla es recordada por
el testimonio de uno de los testigos directos de los vuelos de la muerte, donde la
metodologa NN fue integrada a travs de la doctrina de la contrainsurgenciam,
presente en la instruccin de los militares, testigo que declar que al preguntar
a un militar sobre el destino de los cadveres que traa, ste respondi: "Van a
la niebla de ninguna parte"[m.
Por otro lado, a nivel doctrinario el especialista Martn ABREGU expresa
que "las discusiones que se originaron en Argentina y Uruguay ya que los
familiares de los desaparecidos exigan una respuesta inmediata del gobierno,
amparada nicamente en el derecho subjetivo de la verdad que consista en
pedir una reconstruccin del pasado para conocer el paradero de sus familiares
desaparecidos, quines fueron los responsables y quines los encubrieron" [" 1 .
[8]
[9]
Ver en htpp://www.paginal2.com.ar
Toda situacin antagnica socio-econmica en un determinado momento crea condiciones de
todo tipo para que se configure una manifestacin insurgente que a su vez confluye la apertura
para un camino constitucional hacia el ejercicio del clsico derecho iusresistendi. Ver ms en "El
Derecho de Insurgencia". BOBADILLA CENTURION, Sergio. Revista Jurdica IURA. N
2 U.P.A.O. Editorial GRAFICART S.R.L.; Trujillo- Per, 2004; pp. 233-250.
[10] Ver en http://es.wikipedia.org/wiki/Decreto_Nacht_und Nebel" (03.12.2010).
[11] ABREGU, Martn. "La Tutela Judicial del Derecho a la Verdad". En Revista I.I.D.H. N 01,
San Jos, Costa Rica: El Instituto; 1995; pp. 11-49.
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177.
181.
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[19] Como lo explica Juan Mndez: "Hablamos de un principio emergente porque reconocemos
que no se trata de una norma claramente descrita en un tratado internacional y cuya vigencia
fuera, por ello, incuestionable (...) el hecho de que se trate de un principio emergente y no
de normas convencionales claras no les resta eficacia como normas vinculantes". MNDEZ,
Juan. "Derecho a la verdad frente a las graves violaciones a los derechos humanos". En: La
aplicacin de los tratados de derechos humanos por los tribunales locales. Buenos Aires:
CELS, 1997, p.526.
[20] MNDEZ, Juan. Op.cit., p. 527.
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hacer para dejarlo como un testimonio, un documento que quede para que otros
puedan estudiar estos hechos y su contexto"[33].
Las autoridades democrticas y la sociedad que las eligi, se han visto
as frente a un dilema entre el mandato entre el mandato tico de establecer
la verdad y hacer justicia-, por una parte, y la exigencia poltica -de asegurar
niveles aceptables de gobernabilidad-, por la otra.
Es evidente, que los observadores internacionales, tienen un punto de vista
privilegiados-, que tanto a nivel individual como social, nos movemos en el
interior de nuestros pases entre el reconocimiento de la verdad y la asuncin
de sus consecuencias, por un lado, y los mecanismos de defensa en contra de
tal reconocimiento, por el otro. Estos son la amnesia que dice aquello no
sucedi o lo que sucedi no es importante-, la convulsin alucinatoria que
sigue considerando lo sucedido como presente traumtico, impidiendo as que
el pasado se constituya como tal-, y el acostumbramiento que conduce a la
trivalizacin y a la anestesia-. Durante estos aos, la fuerza de estas distintas
soluciones sintomticas pareciera variar en intensidad: hay perodos en que
prima la amnesia, otros en que el terror a la repeticin acta como amenaza
paralizante y an otros en que la conciencia psicosocial, alimentada por el
consumismo y la euforia de polticas econmicas exitosas, se adormece en la
ilusin de que el tiempo ir borrando las huelas atroces y mitigando el dolor de
las vctimas. Es claro que esto ltimo no sucede, en especial en el caso de las
desapariciones, que han dejado una huella sin sepultura que deambula como
muertos vivos por las calles de nuestras ciudades interiores. Bienvenida sea la
controversia, pues sabemos que los traumas que no son integrados y permanecen
disociados siguen activos y detienen el desarrollo; tambin sabemos que todo
proceso de elaboracin pasa por la confrontacin dolorosa con la realidad de
nosotros mismos.
De este modo, cuando se proyect este docudrama en el Congreso Mundial
de Psicoanlisis y Derechos Humanos en Chile, hubo un silencio largo, luego
intervenciones en voz baja, un par de personas abandonaron la sala llorando
antes que termine el video. La gente no sabe si aplaudir o dar el psame.
Reaccin social diferente a lo que sucedi cuando se proyect en Francia
muchas personas para hablar con nosotros sobre este tema.
Esto podra permitir tal vez llegar a un acuerdo como sociedad para que
esto que hemos vivido no vuelva a repetirse. Que tanto civiles como militares se
comprometan en el pleno respeto del derecho a la vida, que eso sea garantizado
mediante de la normativizacin que efectivamente impidan que cualquier
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gobierno pueda volver a recurrir a esos mtodos, para que ningn oficial de las
fuerzas armadas, obedezca rdenes que contradigan su conciencian.
De tal manera, ante los delitos de desapariciones forzadas quedan las
interrogantes: Qu ocurri con los desaparecidos desde el momento de su
detencin hasta su muerte? Quines la detuvieron? Quines la torturaron?
Quines la asesinaron?Quines la arrojaron al mar? Cuntos otros fueron
arrojados con ella y sus cuerpos se hundieron en el rio? Quines dieron la
orden superior de esta operacin? Por qu no se realiz una investigacin
acerca de cmo fue posible que desaparezca el cadver de esa mujer?Puede
un caso como ste, en que han de haber intervenido varias personas, calificarse
como un exceso individual?
Habr nacido su hijo o hija? Si naci quin atendi el parto de cada
una de esas mujeres?, recibieron la ayuda correspondiente? Quin responde
por el destino de esos bebs? Dnde est? Si muri con su madre, cmo
muri?, quines la detuvieron?, quines supieron y callaron?, pueden los
familiares, al cabo de aos, aceptar como un hecho consumado su desaparicin
sin que nadie responda por ello, no obstante haber sido detenida por agentes del
Estado, en recintos que las autoridades destinaron para este tipo de prisioneros?
Quines dieron la orden para desaparecerla?
Ante ello, una reconciliacin de estas caractersticas no solamente busca
prevenir que se destruya la viabilidad de la nacin, sino reconfirma la naturaleza
de la nacin, sus valores, sus lmites morales y polticos, constituyndose en la
validacin y reafirmacin de la derrota de los rebeldes y al mismo tiempo en la
victoria del poder vigente. Esta modalidad implica tambin la negacin de la
inmoralidad y de la impunidad jurdica eventual por cualquier acto amnistiado.
Es un triunfo de la verdad sobre el error. La necesidad de justicia y verdad es
irrenunciable.
Se requiere tomar en cuenta la dimensin histrica, poltica y simblica
que conforman el pasado y presente traumtico de las violaciones contra los
derechos humanos. En este sentido, se han ido transformando los desafos ticos
y culturales orientados a generar propositivamente una dimensin constructiva
que posibilite sacar lecciones ms globales en relacin al sistema poltico y
al tipo de relaciones sociales que aqul produce; que posibilite elaborar el
miedo; que encare crticamente al seduccin o la pasividad frente a los modelos
autoritarios de poder, situndolos como eje de una cultura democrtica.
[34] Ver ELIZABETH LIRA en "La familia chilena y las violaciones de derechos humanos". En
INSTITUTO LATINOAMERICANO DE SALUD MENTAL Y DERECHOS HUMANOS.
Chile: Entre la Memoria y el Olvido. Ao I, Volumen I, Segundo Semestre de 1999. Santiago
de Chile; p.32 y 34.
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[42] Sentencia del Tribunal Constitucional del 18 de marzo de 2004. Exp. Nro. 2488-2002-HC/
TC.
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[43] Corte I.D.H., Caso Barrios Altos. Op. cit., prr. 43.
[44] Corte I.D.H., Caso Velsquez Rodrguez. Op. cit., prr. 181.
[45] Corte Constitucional colombiana. Sentencia C-004/03 del 20 de enero de 2003.
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I. INTRODUCCION
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343
citada norma internacional manda que se identifique a los pueblos indgenas por
dos tipos de elementos: los objetivos y el subjetivo. Los elementos objetivos se
refieren a un hecho histrico y a un hecho actual. El elemento subjetivo es la
autoconciencia de la identidad, la que vincula ambos hechos (el histrico y el
actualf"- I .
El elemento objetivo ordena que sern pueblos indgenas aquellos que
descienden de pueblos que pre-existen a los Estados actuales y que hoy
conservan en todo o en parte sus instituciones sociales, polticas, culturales, o
modos de vida. Resulta oportuno referir que la exigencia de conservacin de
las instituciones sociales polticas culturales o modos de vida es de naturaleza
parcial, no total, ello explica porque en Per muchas comunidades campesinas,
pese a que han perdido el idioma propio (quechua, aymara, etc.) y mantienen a
las Rondas campesinas afirman ser titulares de los derechos consagrados en el
Convenio 169 y en la Constitucin vigente.
El criterio subjetivo se refiere a la autoconciencia que tienen los pueblos de
su propia identidad indgena, esto es, que descienden de pueblos originarios y
que tienen instituciones propias. Este criterio suele ser determinante en el caso
peruano, toda vez que la opresin y el estigma social creado alrededor de lo
indgena gener que muchos peruanos negaran dicha condicin; sin embargo,
afortunadamente en la actualidad la auto identificacin como indgena, sea
andino, amaznico, rural o urbano esta incrementando.
Dentro del contexto descrito resta sealar que las diferencias culturales,
lingsticas, tnicas obligan a que el contenido de los derechos esenciales,
fundamentales, humanos sea replanteado a fin de que responda a las necesidades
de las sociedades multiculturales; por ejemplo, pensemos en lo que nosotros
conocemos como derechos de gnero, el rol de la mujer en el mundo occidental
difiere de aquel que desarrolla en el islmico, as como de aquel que tiene en las
diversas comunidades campesinas o amaznicas de Amrica Latina. As, una
denuncia por maltrato familiar debe ser atendida considerando las diferencias
culturales, claro est, respetando la coherencia mnima del ncleo esencial que
toda sociedad civilizada debe conservar.
En relacin a este ncleo esencial, en el caso peruano ha sido la Corte
Suprema, la que a travs del Acuerdo Plenario N 1-2009-/CJ-116, ha sealado
que ante la existencia del pluralismo jurdico reconocido en nuestra Constitucin
(artculo 149) resulta indispensable sealar los mnimos jurdicos que deben
ser respetados por las autoridades de las comunidades campesinas y nativas en
el ejercicio de sus funciones jurisdiccionales.
[13] Cfr. Yrigoyen Fajardo, Raquel: De la tutela a los derechos de libre determinacin del
desarrollo, participacin, consulta y consentimiento, Instituto Internacional de Derecho y
Sociedad-IIDS, Lima, 2009, p. 2.
345
[20] German, Csar: "La polmica Haya de la Torre Maritegui, reforma o revolucin en el
Per", en Anlisis N 2-3. Lima: 1977, pg. 153.
[21] "Captulo VIII. De las comunidades campesinas y nativas: Artculo 161.- La Comunidades
Campesinas y Nativas tienen existencia legal y personera jurdica. Son autnomas en su
organizacin, trabajo comunal y uso de la tierra, as como en lo econmico y administrativo
dentro del marco que la ley establece. El Estado respeta y protege las tradiciones de las
Comunidades Campesinas y Nativas. Propicia la superacin cultural de sus integrantes.
Artculo 162.- El Estado promueve el desarrollo integral de las Comunidades Campesinas y
Nativas. Fomentan las empresas comunales y cooperativas.
Artculo 163.- Las tierras de las Comunidades Campesinas y Nativas son inembargables e
imprescriptibles. Tambin son inalienables, salvo ley fundada en el inters de la Comunidad,
y solicitada por una mayora de los dos tercios de los miembros calificados de sta, o en
caso de expropiacin por necesidad y utilidad pblicas. En ambos casos con pago previo en
dinero. Queda prohibido el acaparamiento de tierras dentro de la Comunidad".
[22] Pareja Paz Soldn, Jos, Derecho constitucional peruano y la Constitucin de 1979, Tercera
Edicin, Lima: 1984, pg. 534.
348
[23] El artculo 2 inciso 19), el artculo 15, el artculo 17, el artculo 48, el artculo 88, artculo
89 y el artculo 149.
[24] Exp N 00872-199-AA, Exp. N 0042-2004-AI Caso Toros, Exp. N 0020-2005-PI y 00212005-I Caso Hoja de coca, Exp. N 4719-2007-HC, Exp. N 0028-2009-PI, Exp. N 046112007-AA, Exp. N 00022-2009-PI, Exp. N 06316-2008-AA, Exp. N 05427-2009-PC, Exp.
N 00023-2009-PI, Exp. N 00025-2009-PI, Exp. N 00024-2009-PI, Exp. N 01126-2011HC Caso Tres Islas y Exp. N 0001-2012-PI
349
Constitucin de 1993, artculo 2 incisos 8), 17), 19), artculo 14, artculo 18,
artculo 21. Tambin seal que el Estado, en relacin con la Constitucin
Cultural tiene un deber que se manifiesta en tres aspectos:
a) El Estado debe respetar, por mandato constitucional, todas aquellas
manifestaciones culturales de los individuos o de grupos de ellos
que constituyan la expresin de su derecho a la libertad de creacin
intelectual, artstica, tcnica y cientfica, artculo 2, inciso 8) de la
Constitucin; adems de respetar la propiedad de las comunidades
campesinas y nativas sobre sus conocimientos colectivos, de medicina
tradicional y salud, de valores genticos y de su biodiversidad, de
conformidad con los artculos 88, 89 y 149 de la Constitucin.
b) El Estado tiene la obligacin de promover todos aquellos actos que
atiendan al inters general, a desarrollar un conjunto de conocimientos
que permitan el desarrollo del juicio crtico y de las artes, as como a la
integracin y fortalecimiento de las manifestaciones que contribuyen a
la identidad cultural de la Nacin.
c) El Estado asume tambin el deber de no promover aquellos actos o
actividades que pudiendo ser manifestaciones culturales o encubiertos
por lo "cultural" como las actividades o fiestas que inciten al consumo
de drogas, fomenten la violencia, realicen actos antinaturales o crueles
contra los animales, causen un grave dao al medio ambiente, lleven
a cabo la caza furtiva de especies en peligro de extincin pongan en
cuestin, por un lado, derechos fundamentales como el derecho a la
paz, a la tranquilidad, al disfrute del tiempo libre y al descanso, as
como gozar de un ambiente equilibrado y adecuado al desarrollo de la
vida (artculo 2, inciso 22 de la Constitucin).
4.1. Derecho a la Identidad Cultural artculo 2 inciso 19) de la Constitucin
En lo relacionado al derecho a la identidad cultural el Tribunal Constitucional
por primera vez en la resolucin emitida en el Exp N 00872-199-AA, refiri:
Que el derecho a la identidad cultural est contenido el artculo 2 inciso
19) de la Constitucin Poltica del Estado, el mismo que establece que toda
persona tiene derecho a "[...J su identidad tnica y cultural. El Estado reconoce
y protege la pluralidad tnica y cultural de la Nacin 1...] ", concordada tal
disposicin con el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Polticos, en el
que se reconoce el derecho de las personas a tener su propia vida, y cultura, con
todas sus manifestaciones, a profesar y practicar su propia religin, a emplear
su propio idioma y a cultivarlos procurando la coexistencia de diversas culturas
y el desarrollo de los pueblos en forma pacfica.
350
352
354
1.
Los diversos conflictos sociales que operan tanto a nivel del Estado como
de las empresas extractivas y las minoras culturales, nacionales, tnicas,
lingsticas, tienen como punto de partida en comn el reconocimiento
de la diversidad, la cual es reclamada por diversos grupos, reivindicando
que la misma es relevante a fin de desarrollar sus proyectos de vida,
materializando de esta forma el derecho humano a la vida.
2.
En este contexto surge la nocin de multiculturalismo, concepto de las
ciencias sociales que ha sido estudiado desde diversas perspectivas. De
forma anloga, tambin se ha acuado el concepto de pluralismo, el cual
ostenta sus propios principios, e implica que se aceptan las diferencias, no
busca eliminarlas, teniendo como meta la integracin.
3.
Recientemente se ha venido proponiendo que para el caso latinoamericano
y sobre todo peruano, es ms propicio emplear el trmino interculturalidad
cuando se aborden temas sobre los derechos de las comunidades
campesinas y comunidades amaznicas. Este concepto involucra no
slo el reconocimiento a las diferencias (multiculturalismo), sino que
adicionalmente se mantiene el objetivo de seguir integrados (pluralismo),
pero dicha integracin debe ser dialogada; esto es, debe darse espacio al
reconocimiento mutuo y al aprendizaje recproco (culturas diferentes a la
mayoritariamente presente en la sociedad).
5. En Sudamrica, los reclamos de reconocimiento de la diversidad cultural,
tnica, etc., son ubicuos en las minoras indgenas y pueblos autctonos.
Debido a ello es relevante sealar que el corpus de derechos que le es
inherente a dichos pueblos ha quedado establecido, y tiene fuerza
vinculante a partir de la ratificacin del Convenio N169 de la Organizacin
Internacional del Trabajo sobre pueblos indgenas y tribales en pases
independientes, en 1989, as como en las constituciones polticas de los
pases de la regin promulgadas en la dcada de los noventa en adelante.
El contenido esencial de los derechos se ha enriquecido y desarrollado
con la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos
360
6.
7.
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Exp. 0042-2004-A1 Toros
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Exp. 3343-2007-AA
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Exp. 0006-2008-PI
Exp. 0022-2009-PI
Exp. 0023-2009-PI
Exp. 0025-2009-PI
Exp. 0028-2009-AI
Exp. 5427-2009-PC
363
LA LEGITIMIDAD DEMOCRTICA
DEL JUEZ EN EL MARCO DEL
ESTADO CONSTITUCIONAL DE
DERECHO:
EL DEBATE RESPECTO A LA DIFICULTAD
CONTRAMAYORITARIA
I. INTRODUCCIN
365
posible permitir que los jueces, que no han sido elegidos por el pueblo, estn en
capacidad de ir en contra de lo dispuesto por los representantes de la voluntad
popular amparados en la interpretacin que realizan de la Constitucin?
En ese sentido, el propsito del presente trabajo es realizar un recuento de
los principales argumentos que se han planteado en este debate y, a partir de
ello, verificar que la tutela de la Constitucin por parte de los jueces tiene un
costo democrtico que no puede ser obviado, y que, en aras de que tal costo
sea compensado y que las decisiones judiciales sean legtimas desde el punto
de vista democrtico, debe ser un punto a tomar en cuenta en el ejercicio del
control de constitucionalidad.
Adelantamos nuestra opinin respecto a que es posible considerar como
legtimo democrticamente el control de constitucionalidad por parte de los
jueces. Sin embargo, esta es una cuestin que debe ser adecuadamente matizada
teniendo en cuenta el contexto particular de cada comunidad jurdica, sobre
todo en lo que respecta a la interpretacin ltima de la norma constitucional.
Asimismo, plantearemos que la legitimidad democrtica de los jueces en el
marco del Estado Constitucional de Derecho no solamente se encuentra justificada
por la necesidad de garantizar la fuerza normativa de la Constitucin frente a los
embates de la mayora y las precondiciones del proceso democrtico, sino por el
ejercicio mismo de la funcin jurisdiccional en consonancia con la defensa de la
Constitucin y con la vigencia efectiva de los derechos fundamentales. En otras
palabras, la dificultad contramayoritaria es una cuestin a la que corresponde
hacer frente a los jueces en su quehacer cotidiano. La legitimidad democrtica de
los jueces en el marco del Estado Constitucional de Derecho es una legitimidad
entonces que depende en buena cuenta del adecuado desempeo de la funcin
jurisdiccional, dentro del cual juega un elemento clave la argumentacin jurdica
en la elaboracin de resoluciones debidamente motivadas.
II. LA POSICIN DEL JUEZ EN EL ESTADO CONSTITUCIONAL DE DERECHO
A efectos de comprender adecuadamente el debate respecto a la dificultad
contramayoritaria es preciso analizar primero el contexto en el cual esta tiene
lugar, en la medida en que esta representa en buena cuenta una objecin a la
exigente labor que corresponde realizar a los jueces dentro del marco del Estado
Constitucional de Derecho. Esta forma de Estado, tambin denominada como
366
[3]
[4]
[5]
[6]
Reconocemos que este ltimo trmino, conforme a lo sealado por el profesor Miguel
Carbonell, puede ser considerado desde diversas acepciones, tanto como una teora del
Derecho (neoconstitucionalismo terico), como una ideologa (neoconstitucionalismo
ideolgico) y como una metodologa (neoconstitucionalismo metodolgico). Ver:
COMANDUCCI, Paolo. "Formas de (neo)constitucionalismo: un anlisis meta terico". En:
Carbonell, Miguel (editor). Neoconstitucionalismo(s). Madrid: Trotta, 2009, pp. 75 y ss.
PRIETO SANCHS, Luis. "Derechos fundamentales, neoconstitucionalismo y ponderacin
judicial". Lima: Palestra, 2002, pp. 114-115.
Ibd.
Ibd.
Ver: COMANDUCCI, Paolo. "Formas de (neo)constitucionalismo: un anlisis meta terico".
En: Carbonell, Miguel (editor). Neoconstitucionalismo(s). Madrid: Trotta, 2009, p.77.
367
[7]
[15] Gonzlez Bertomeu, Juan F. "Cmo aprenda a odiar (y a amar) la discusin sobre el control
judicial". En: Campos Bernal, Heber Joel. Control Constitucional y Activismo Judicial.
Lima: Ara Editores, 2012, p. 168.
[16] RUIZ MIGUEL, Alfonso. Op. Cit., pp. 66-70.
370
En el caso del jurista estadounidense John Ely07], no estamos ante una postura
que rechace por completo la posibilidad de la revisin judicial sino, ms bien, ante
una postura moderada que matiza sus alcances pues circunscribe la legitimidad
de dicha prctica a aquellos casos en los cuales se haya restringido derechos
fundamentales de orden procedimental, es decir, derechos con incidencia en el
proceso poltico democrtico, como es el caso del derecho al voto o la libertad
de expresin. En otras palabras, para este autor la dificultad contramayoritaria
solamente sera superada por razones de tipo procedimental, en la medida en
que solamente sera justificable restringir el principio democrtico de la regla
de la mayora en aras de preservar las condiciones que hacen posible el propio
proceso democrtico, como es el caso de los derechos civiles y polticos. Para
tal efecto, esgrime como argumentos los siguientesm:
a) La Constitucin de Estados Unidos se ocupa fundamentalmente de
procedimientos antes que de valores.
b) El control judicial resulta compatible con la democracia representativa
en aras de preservar precondiciones democrticas.
c) Los jueces estn en mejor posicin que las asambleas legislativas para
identificar y corregir los defectos 'procesales del sistema democrtico
pues en su condicin de instituciones externas al debate democrtico
estn mejor situadas para detectar el problema y buscar una solucin
pues no tienen tanto inters en mantener el statu quo.
Desde nuestro punto de vista, este alcance limitado que propone Ely
respecto a la revisin judicial no resulta pertinente, pues en buena cuenta supone
reconocer que no todos los derechos fundamentales cuentan con igual proteccin
constitucional y reduce la Constitucin a su valor meramente procedimental,
desconociendo el carcter de norma jurdica suprema que contiene principios y
valores que irradian todo el ordenamiento jurdico.
En el caso del profesor Bellamy, en cambio, s hay un rechazo hacia el
control judicial por cuanto considera que la asamblea legislativa es un espacio
ms propicio para interpretar la Constitucin y los alcances de los derechos
fundamentales que los tribunales. Para ello aduce las siguientes razonesP 91:
a) Los tribunales, si bien resuelven casos entre individuos, crean polticas
pblicas. Los efectos de las sentencias no se agotan en el caso, sino que
[17]
ELY, John. "Democracy and Distrust. A Theory of Judicial Review". Cambridge : Harvard
University Press, 1980. Citado por: FERRERES COMELLA, Vctor. El control judicial de
la constitucionalidad de la ley. El problema de su legitimidad democrtica. En: Carbonell,
Miguel; y Garca Jaramillo, Leonardo (editores). El canon neoconstitucional. Madrid:
Trona, 2010, pp. 369-371.
[18] Ibid.
[19] BELLAMY, Richard. "El constitucionalismo poltico". Madrid: Marcial Pons, 2010,
pp. 46-56.
371
[24] DWOR1UN, Ronald. "Freedom's Law". Cambridge: Harvard University Press, 1996, pp.
24-26. Citado por: Citado por: FERRERES COMELLA, Vctor. El control judicial de la
constitucionalidad de la ley. El problema de su legitimidad democrtica. En: Carbonell,
Miguel; y Garca Jaramillo, Leonardo (editores). El canon neoconstitucional. Madrid:
Trotta, 2010, pp. 359-360.
[25] ACKERMAN, Bruce. "We the People. Foundation". Cambridge: Harvard University
Press, 1991, p. 262. Citado por: FERRERES COMELLA, Vctor. El control judicial de la
constitucionalidad de la ley. El problema de su legitimidad democrtica. En: Carbonell,
Miguel; y Garca Jaramillo, Leonardo (editores). El canon neoconstitucional. Madrid:
Trotta, 2010, p. 362.
375
acerca de esta delicada materia con mayor detenimiento que los propios
polticos.
b) Factor valorativo: Existe mayor predisposicin institucional a tomarse
en serio los valores constitucionales. La judicatura hace las veces de
inspector de calidad del producto normativo elaborado por el legislador.
c) Factor argumentativo: Los tribunales tienen que decidir conforme a
principios. Tienen que ofrecer razones para justificar sus decisiones,
y estas razones tienen que ser de orden general, pues deben valer,
no slo para el caso concreto, sino tambin para casos futuros. En
la medida en que los jueces no pueden saber con precisin quines
resultarn beneficiados o perjudicados el da de maana por las reglas
jurisprudenciales que hoy formulan, tienen un fuerte incentivo para
actuar de manera objetiva.
Asimismo, siguiendo a Lawrence Sager, debemos tener en cuenta las
siguientes virtudes estructurales del proceso judicial 281:
- Nadie debe ser juez de su propia causa. La tarea de contrastar un acto
poltico democrtico con los principios constitutivos de la justicia
poltica no debera corresponder a la misma institucin que emiti ese
acto.
- Los jueces son considerablemente ms independientes frente a la
presin de la opinin pblica que las autoridades pblicas elegidas.
- Los jueces ostentan una tendencia natural a la generalidad y a la
abstraccin de los argumentos en la medida en que las decisiones que
toman deben ser consistentes con sus decisiones futuras.
Los jueces estn obligados a ofrecer las razones que fundamentan sus
decisiones a los dems jueces y al pblico en general, y estas razones son
de un tipo especial, a saber: son accesibles pblicamente y defendibles
pblicamente (ejemplo de razn pblica). Este rasgo se refuerza con la
naturaleza colegial y deliberativa de los tribunales.
La funcin de los jueces es especializada y est dirigida a evaluar
la conducta gubernamental a la luz de la Constitucin (inspector de
calidad).
Como ltimo complemento a este esquema argumentativo que tiende a
justificar, aunque sea de manera instrumental, la superacin de la dificultad
contramayoritaria y la consecuente legitimidad democrtica de los jueces,
debemos tener presente que esta no se trata, conforme lo hemos podido observar
a lo largo del presente trabajo, un tema que deba ser tomado en cuenta meramente
Escala tridica
- Peso concreto: leve (1), medio (2), e intenso (4)
- Peso abstracto: leve (1), medio (2), e intenso (4)
- Seguridad: seguro (1), plausible (2), falso (4)
puede ser realizada en base a parmetros objetivos sino que depende en ltima
instancia de las apreciaciones discrecionales del juez. En el caso de la seguridad
de las apreciaciones empricas, se trata adems de una variable condicionada
por los conocimientos empricos limitados del juzgador y por la dificultad en la
evaluacin de factores como la rapidez, la probabilidad, el alcance y la duracin
de la medida sometida a juzgamiento.
Sin embargo, ello no quiere decir que este mecanismo carezca por completo
de racionalidad y que no valga la pena su utilizacin como herramienta de
resolucin de conflictos entre derechos fundamentales. La bsqueda de tal grado
de racionalidad es imposible e implica finalmente caer en un hiperracionalismo
que desconoce que la racionalidad tiene lmites y que es imposible apartar por
completo las apreciaciones subjetivas[331.
Antes que una frmula algortimica que proporciona una nica respuesta
correcta, la virtud de la ponderacin constituye en ser un mecanismo
estandarizado a travs del cual los jueces pueden expresar ampliamente sus
argumentos respecto al contenido y alcance de los derechos fundamentales en
trminos que pueden ser conocidos y debatidos por todos los operadores del
Derecho.
En ese sentido, la frmula del peso hace explcitos todos los elementos que
el juez debe tener en cuenta para que sus decisiones encuentren respaldo en
una fundamentacin correcta. En la prctica jurdica, estas decisiones judiciales
conforman una red de precedentes que permite la aplicacin consistente y
coherente de los principios y la prediccin de los resultados de las ponderaciones
futuras[34].
De otro lado, el principio o examen de proporcionalidad es aquel mecanismo
que permite determinar si la medida sometida a conocimiento del juzgador puede
ser reputada como una restriccin ilegtima de algn derecho fundamental. Est
constituida por los siguientes subprincipios[35]:
- Idoneidad: Segn este subprincipio, toda intervencin en los derechos
fundamentales debe ser idnea para contribuir a alcanzar un fin
constitucionalmente legtimo. Supone la identificacin y precisin en
la mayor medida posible del fin o de los fines estatales legtimos, la
individualizacin del medio implementado y la limitacin del (o los)
derecho(s) afectado(s) por la limitacin que se ataca de excesiva.
Despus, se evala la relacin de fomento entre medio y fin. Esta ltima
[33] BERNAL PULIDO, Carlos. "La racionalidad de la ponderacin". En: Carbonell, Miguel.
El principio de proporcionalidad y la interpretacin constitucional. Quito: Ministerio de
Justicia y Derechos Humanos, 2008, p. 44.
[34] Ibd.
[35] BERNAL PULIDO, Carlos. Op. Cit., pp. 66-68.
381
[38] Ibd.
[39] Ibd.
[40] BERNAL PULIDO, Carlos. "Es la ponderacin irracional y contraria al principio
democrtico? Una discusin sobre la teora de los derechos fundamentales como principios
en el contexto de Espaa". En: Sieckmarm, Jan-R. La teora principialista de los derechos
fundamentales. Estudios sobre la teora de los derechos fundamentales de Robert Alexy.
Madrid: Marcial Pons, 2011, p. .241.
383
[41] Ibd.
[42] BERNAL PULIDO, Carlos. Op. Cit., p. 239.
384
386
INTERPRETACIN Y APLICACIN
DE LO DISPUESTO EN EL ARTCULO
68 DE LA LEY DE RELACIONES
COLECTIVAS DE TRABAJO ALCANCES DEL HOY DENOMINADO
ARBITRAJE OBLIGATORIO
CARMEN ORTEGA CHICO
I. INTRODUCCIN
387
origina a peticin de una de las partes, quedando la otra sometida al arbitraje; esto
ocurre cuando frustrada la negociacin directa, se opta por someter el conflicto
a la voluntad de unan tercero "arbitro" y no hacer el uso legtimo de la huelga.
Finalmente, "el arbitraje obligatorio, es aquel que se realiza prescindiendo de
la voluntad de las partes e, incluso contra esta-, pues una vez producido el
desacuerdo definitivo de las partes en la negociacin colectiva, el conflicto es
sometido ex lege al arbitraje, normalmente a cargo de una autoridad pblica o
de un rgano arbitral pblico prestablecido"[1]
Debe existir una verdadera voluntad de las partes por someter su diferendo
a la calificacin de un tercero ya que finalmente son estas las que le estn
otorgando el poder de decisin frente a un hecho concreto, debiendo acatar lo
que se resuelva. Sin embargo, existe un supuesto en el que no son precisamente
las partes (trabajadores empleador) quienes de propia voluntad e iniciativa
deciden que la solucin de su conflicto sea resuelto por un tercero, quien adems
ostenta un poder especial y mantiene una situacin de ventaja en su calidad de
autoridad. Pues ah la situacin puede volverse ms complicada an, ya que
las partes pierden todo tipo de control respecto a la solucin de su conflicto y
se ven sometidas a la voluntad de un tercero ajeno a ellas, como en este caso
concreto es el estado mediante la intervencin de la Autoridad Administrativa
de Trabajo (AAT)
Mediante este artculo intentaremos entender la naturaleza jurdica de
la intervencin estatal, plasmada en el artculo 68 de la Ley de Relaciones
Colectivas de Trabajo (LRCT), as como sus alcances y el producto emanado
de esta intervencin.
II. CMO SURGE LA INSTITUCION DEL ARBITRAJE? - HISTORIA
La capacidad de poder resolver sus conflictos la tienen las partes, son
ellas quienes de manera libre y voluntaria, recurren a diferentes tcnicas de
negociacin a fin de ver satisfechas sus pretensiones. Sin embargo existe un
momento en que el nivel de negociacin parece haberse agotado y frente a esa
circunstancia es que surge la necesidad de conferir nuestro poder negociador a
una tercera persona, quien a nuestro criterio podr resolver el conflicto de una
mejor manera.
Las pautas de negociacin entre las partes surgen del carcter libre y
voluntario de las negociaciones, se aboga por la menor injerencia posible de las
autoridades pblicas en los acuerdos bipartitos y dan primaca a los empleadores
[1] Blancas Bustamante, Carlos. "La naturaleza del arbitraje en la negociacin colectiva".
Soluciones Laborales N 46 /Octubre 2011, Pg. 14.
388
391
Arbitraje potestativo: Llamado tambien unilateral o voluntario vinculante. Se conoce as al mecanismo extrajudicial, mediante el que, en funcin de una prerrogativa
normativa-inspirada en la jurisprudencia constitucional, las partes se encuentran faculatades para someter la solucin del conflicto a la decisin de un tercero, ajenos a
ella, con competencia para resolverlo a travs de un laudo o fallo arbitral, quedando
obligada la otra parte a dicho sometimiento y decisin.
392
Desde el
producto
negocial
Procedimiento
para
producir
la norma
Medios
de control de
legalidad
Funcin
administrativa
Negociacin
colectiva
(autnomo o
heternomo)
Soluciones
autnomas
Convenio Colectivo
Soluciones
heternomas
Laudo
Norma
Laudo
Productos
resueltos
heteronomamente
Arbitraje obligatorio
RESOLUCIN
Segunda identidad
AAT Realiza la
funcin de
rbitro
Se somete a
las reglas del
arbitraje
Tercera identidad
[6]
[7]
Decreto Supremo N 014-2011-TR de fecha 16 de setiembre de 2011: Artculo 3.- (...) "debe
interpretarse como competencia de las direcciones regionales de trabajo y promocin del
empleo, con la excepcin transitoria de la jurisdiccin de Lima Metropolitana. No obstante
ello cundo los supuestos establecidos en el referido artculo 68 tengan un efecto o dimensin
supra regional o nacional, la competencia resolutiva recae, de forma exclusiva y excluyente,
en la Direccin General de Trabajo del Ministerio de Trabajo y Promocin del Empleo"
Artculo 68. "Cuando la huelga se prolongue excesivamente en el tiempo comprometiendo
gravemente a una empresa o sector productivo o derive en actos de violencia, o de cualquier
manera asuma caractersticas graves por su magnitud o consecuencias, la Autoridad
Administrativa de Trabajo promover el arreglo directo u otras formas de solucin pacfica
del conflicto. De fracasar esta, el MTPE resolver en forma definitiva"
395
396
de una huelga, pues se entiende que son las partes en conflicto las que
deben llegar a solucionar el mismo en algn punto de su desarrollo,
apelandoa las capacidades con las que cuenten (trabajadores
empleador) respecto a lo que cada una de estas se encuentre dispuesta a
"sacrificar" para conseguir sus objetivos en la negociacin.
Sin embargo la AAT, ha emitido algunos pronunciamientos respecto
a lo que se considera tiempo "excesivo" de una huelga. Es as como
en el Informe N 12-2012-MTPE/2/14 de fechal2 de abril de 2012
(ShougangHierroPer S.A. y Sindicato de Obreros Mineros de
Shougang Hierro Per)[8], seal que el plazo de 32 das de huelga,
calificaba como una huelga prolongada en el tiempo. Asimismo, en la
Resolucin Directoral General N 017-2011/MTPE/2/14 de fecha 13 de
octubre de 2011, solitud presentada por el Sindicato de la empresa Cerro
Verde, indic que el plazo de 11 das de huelga no resultaba excesivo,
haciendo expresa referencia al ordenamiento jurdico colombiano en el
que la autoridad administrativa puede intervenir en supuestos similares
cuando transcurra recin 60 das.
La AAT en el ao 2011 desarroll un estudio[9] en el cual se meda
la duracin de la huelga, y cuantas huelgas se registraban en cada
segmento de tiempo, el cual compartimos a continuacin:
Dieciseis das a ms
13
21
24
Un da (24 horas)
[8]
[9]
10
15
20
25
397
VII. CONCLUSIONES
Las conclusiones a las que arribamos luego de haber desarrollado este
anlisis son las siguientes:
La intervencin de la AAT en el supuesto contemplado en el artculo
68 de la LRCT, debe ser siempre excepcional y su intervencin en cada
caso concreto debe estar debidamente motivada.
Que la naturaleza jurdica del producto emitido por la AAT bajo el
alcance del artculo 68, es el de un laudo arbitral y por ende es norma
entre las partes y su impugnacin deber efectuarse en la va judicial.
Para que la AAT pueda intervenir en un conflicto entre partes es
obligatorio que medie copulativamente, el primer requisito de la "huelga
excesiva en el tiempo" y alguno de los otros supuesto contemplados en
la norma.
399
JURISPRUDENCIA
COMPARADA
403
JURISPRUDENCIA COMPARADA
[1] Ntese que en la referida sentencia, dicho magno Colegiado se cuid de no fijar una doctrina
capaz de aplicarse a otros supuestos de atencin mdica forzada que no se enmarquen en una
relacin de recluso/Administracin Penitenciaria, esto es, en una relacin de sujecin.
404
1.
405
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
[2] Esta fue la va utilizada, en julio de 2006, por la Sala Penal de la Audiencia Nacional para
ordenar la disolucin del Partido Comunista de Espaa Reconstituido o PCE(r) por ser
un instrumento de la organizacin terrorista de extrema izquierda Grupos de Resistencia
Antifascista Primero de Octubre (GRAPO).
407
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
3. Anlisis
El Gobierno Vasco, interpuso recurso de inconstitucionalidad contra varias
disposiciones de la LOPP -arts. 1.1, 2.1, 3.2, 4.2 y 3, 5.1, 6 y 9, el Captulo
III (arts. 10 a 12) y la Disposicin Transitoria nica, apartado 2-, por la
supuesta vulneracin de los derechos de asociacin, legalidad penal, libertades
ideolgicas, de expresin e informacin, y participacin en los asuntos pblicos,
y de los principios de legalidad e interdiccin de la retroactividad. El TCE se
pronunci, por unanimidad, en sentencia de Pleno del 12 de marzo de 2003, y
declar la constitucionalidad de las disposiciones cuestionadas.
A continuacin, analizaremos las cuestiones de relevancia constitucional
identificadas en el punto primero de este comentario.
La primera cuestin que aborda el TCE en la sentencia son los (i) lmites
constitucionales del derecho de asociacin en relacin a la actividad de los
partidos polticos. Sobre el particular, el demandante cuestion que la LOPP
estableci una regulacin especfica para los partidos al contemplar una nueva
causa de disolucin -la del art. 10.2, letra c)- y que con ello se modific, de
manera sustancial, el rgimen jurdico de los partidos polticos, hasta entonces
basado en la libre creacin (art. 6, inciso segundo CE), y cuya disolucin, como
la del resto de asociaciones, slo poda ser por causa de su ilicitud penal (art.
22.4 CE) o, en va civil, por la inobservancia del deber de organizacin interna
y funcionamiento democrtico (art. 6, inciso tercero CE).
Al respecto, el TCE seal que si bien los partidos polticos son entes
asociativos privados, y constituyen una manifestacin del derecho general de
asociacin (art. 22 CE), tambin cumplen una funcin constitucional: la de
servir de cauce para la formacin y expresin de la voluntad popular, y ser
un instrumento principal de participacin poltica (art. 6, inciso primero CE),
de la que no puede apartarse ni desvirtuarla. Por lo tanto, est justificado que
el legislador promueva una regulacin destinada a su efectivo cumplimiento,
incluida la sancin de su disolucin si fuera necesario.
El Gobierno Vasco imput a la LOPP la adopcin de un nuevo (ii) modelo
de democracia, el denominado "democracia militante", que consiste en imponer
a los partidos polticos la adhesin positiva al ordenamiento jurdico y sobre
todo a la Constitucin. Adujo que este modelo es impropio de Espaa, porque
ninguno de los artculos de su Constitucin son irreformables, a diferencia de lo
que ocurre en pases como Francia o Alemania. En ese sentido, consider que
la nueva causa de disolucin del artculo 10.2, letra c) podra ser utilizada para
proscribir a partidos que propugnen determinados cambios constitucionales.
El TCE rechaz que la LOPP implique la adopcin de una "democracia
militante", pues tal como se aprecia en su Exposicin de Motivos, la ley distingue
entre ideas o fines proclamados por un partido, de un lado, y sus actividades,
408
de otro, destacando que "los nicos fines explcitamente vetados son aquellos
que incurren en el ilcito penal", de suerte que "cualquier proyecto u objetivo
se entiende compatible con la Constitucin siempre y cuando no se defienda
mediante una actividad que vulnere los principios democrticos o los derechos
fundamentales de los ciudadanos". Asimismo, el TCE record que, en anterior
jurisprudencia, ha declarado que la Constitucin es un marco de coincidencias
suficientemente amplio como para que dentro de l quepan opciones polticas
de muy diferente signo (STCE 11/1981, de 8 de abril). Por tanto, es el uso de
medios ilegtimos, que atentan contra los principios democrticos y los derechos
fundamentales, y no los fines, programas o ideologas de los partidos, lo que se
proscribe con esta nueva regulacin.
Otro grupo de objeciones a la LOPP giran sobre la vulneracin del (114
derecho a la legalidad sancionadora (art. 25 CE).
A entender del demandante se infringi el principio de non bis in idem
con la creacin de un nuevo procedimiento de disolucin de partidos, que se
sobrepone con el procedimiento contemplado en la va penal. El TCE record
que este principio slo se incumple cuando el mismo sujeto resulta penado
dos veces o sometido por dos veces a un procedimiento penal, por los mismos
hechos y desde la misma perspectiva jurdica. En ese sentido, manifest que
tales procedimientos no se dirigen contra el mismo sujeto, pues en el caso del
procedimiento de la LOPP, la demandada es la persona jurdica (el partido), con
absoluta independencia de las personas que la componen, mientras que en la
va penal los acusados sern las personas fsicas (afiliados, dirigentes). El TCE
rechaz que la causa de disolucin de las letras b) y c) del artculo 10.2 LOPP
sea una sancin de carcter penal, pues carece de un fin retributivo, siendo
una sancin reparadora o de restablecimiento de la legalidad, en tanto busca
garantizar que la actuacin de los partidos respete su condicin definitoria como
asociaciones cualificadas por la relevancia constitucional de sus funciones, a las
cuales el Cdigo penal expresamente les niega el carcter de penas (art. 34 CP).
Por otra parte, el Gobierno Vasco consider que la generalidad e
imprevisibilidad de algunas conductas concretas tipificadas en el artculo
9.3 LOPP, dificultaba que los partidos polticos pudieran conocer si haban
incurrido en ellas. En concreto, se refiri a los supuestos de colaboracin con
grupos que colaboran sistemticamente con el terrorismo -letra D-, y de apoyo
desde las instituciones en las que gobiernen con medidas administrativas,
econmicas o de otro tipo a estos grupos -letra g)-. Si bien el TCE reconoci que
la generalidad de estos preceptos podra ser poco escrupulosa con el derecho a
la legalidad sancionadora; al realizar una interpretacin sistemtica del artculo
9 LOPP, precis que el primero de los supuestos cuestionados debe interpretarse
no como una colaboracin genrica del partido, sino como aquella colaboracin
409
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
412
413
JURISPRUDENCIA
CONSTITUCIONAL
1.
2.
417
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
Anlisis
En el presente tem, abordaremos aquellas materias constitucionalmente
relevantes, identificadas en prrafos precedentes. En lo que respecta a (i) la
fuente legal competente para autorizar el estudio de un proyecto de reforma
total de la Constitucin, destacamos que el primer cuestionamiento a la
validez constitucional de la Ley N. 27600 se refiere a eventuales vicios de
procedimiento en su aprobacin. El demandante alegaba que se transgredi
el segundo prrafo del artculo 106 de la Constitucin, que establece que los
proyectos de ley orgnica "se tramitan como cualquier ley. Para su aprobacin
o modificacin, se requiere el voto de ms de la mitad del nmero legal de
miembros del Congreso"; en tanto, la norma cuestionada se aprob con una
votacin favorable de 53 congresistas. En suma, manifestaba que no se cumpli
con los requisitos establecidos para una ley orgnica.
Cabe recalcar que el citado artculo 106 precisa los requisitos para este
tipo de leyes: a) requisito material referido a las materias que sern objeto
de regulacin exclusiva y excluyente por parte de las leyes orgnicas; y b)
requisito formal, concerniente al nmero de votos necesario para su aprobacin.
Asimismo, destacamos que dicha norma especifica los rubros que deben
regularse por ley orgnica; as: a) la estructura y funcionamiento de las entidades
del Estado previstas por la Constitucin, las cuales comprenden aquellas con
mencin expresa (Artculos 82, 84, 143, 150, 161 y 198 de la Carta
Magna), y aquellas que, debido a su relevancia constitucional, tambin gozan
de tal calidad; y b) las otras materias cuya regulacin por ley orgnica est
establecida en la Constitucin (Artculos 31, 66 y 200 de la Carta Magna).
En el caso concreto, de manera acertada, el Tribunal consider que
no se infringi tal disposicin, pues mediante Ley N. 27600 el Congreso
de la Repblica slo encarg a la Comisin de Constitucin, Reglamento y
Acusaciones Constitucionales proponer un proyecto de reforma total de la
Constitucin, mas no regul alguna de las materias sujetas a reserva de ley
orgnica.
Sobre el aspecto referido a (II) el retiro de la firma del ex - presidente
Alberto Fujimori de la Constitucin, el demandante adujo que el artculo 1
de la Ley N. 27600 "despromulga" la Constitucin de 1993, al haber retirado
419
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
un Poder Constituyente para que elabore una nueva Carta Magna siempre ha
sido una salida poltica frente a la instauracin de un rgimen de facto.
Asimismo, el Tribunal aclar los alcances de conceptos tales como poder
constituyente, poderes constituidos, constitucin, reforma constitucional. En
relacin al poder constituyente, puso nfasis en sus caractersticas: nico,
extraordinario e ilimitado. Es nico, en tanto ningn otro poder o forma de
organizacin, puede, en estricto, ejercer la funcin que aqul desempea. Es
extraordinario, toda vez que la responsabilidad por l ejercida es excepcional,
dado que slo puede presentarse en momentos o circunstancias histricas
muy especficas. Es ilimitado, ya que asume plenipotenciariamente todas las
facultades, sin que puedan reconocerse restricciones en su ejercicio, salvo las
directamente vinculadas con las que se derivan de las valoraciones sociales
dominantes.
Sobre los poderes constituidos, se precis que estos deben su origen,
su fundamento y el ejercicio de sus competencias a la obra del poder
constituyente, esto es, a la Constitucin. En el supuesto de que los poderes
constituidos pretendieran distorsionar el marco de las atribuciones conferidas
por la Carta Magna, estaran desconociendo la voluntad del poder creador e
invadiendo competencias que, por principio, se encuentran totalmente vedadas.
Consecuentemente, que el Poder Constituyente no pueda ser desconocido por los
poderes constituidos, depende, en buena medida, de que la Norma Fundamental
haya establecido sobre aquellos un sistema de limitaciones explcitas en su
ejercicio y un adecuado sistema de control que asegure el cumplimiento de
tales lmites.
En esta lnea, puso de relieve que el Poder de Reforma Constitucional es un
poder limitado. As, mientras que el poder creador carece de referentes objetivos
y en el ltimo de los casos, slo puede condicionarse por las valoraciones
sociales dominantes, el poder creado para reformar tiene en s mismo diversas
restricciones, todas ellas nacidas de la Constitucin.
A nuestro parecer, otro de los aportes significativos de esta sentencia es el
tratamiento de la temtica de los lmites del Poder de Reforma Constitucional.
As, se precisaron sus lmites formales y materiales. Los lmites formales se
refieren a los requisitos objetivamente reconocidos por la Constitucin para
que la reforma prospere; por ejemplo, la Constitucin individualiza al rgano
investido con la capacidad para ejercer la potestad modificatoria, describe
cul es el procedimiento que ha de seguir el rgano legitimado, establece si
el proyecto de reforma constitucional es sometido o no a una ratificacin por
parte del pueblo, entre otras cuestiones. Los lmites materiales aluden a aquellos
valores y principios fundamentales que dan identidad o que constituyen la
esencia del texto constitucional. Estos, pueden ser de dos clases: a) lmites
421
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
423
014-2003-AI/TC
Proceso
Inconstitucionalidad
Emisin
18 de diciembre de 2003
Emisor
Pleno jurisdiccional (magistrados a favor de la improcedencia, Alva Orlandini, Bardelli Lartirigoyen, Rey Terry, Revoredo Marsano, Gonzales Ojeda y Garca Toma; con un
voto singular a favor de la nulidad de todo lo actuado, del
magistrado Aguirre Roca)
Demandantes
Demandados
Normas impugnadas
Bajo este marco, los temas principales que son revisados por la sentencia y
que corresponden ser analizados en este comentario son los siguientes:
1.1 La concepcin de la Constitucin como norma jurdico-poltica
1.2. Sobre las impugnaciones referidas a la carencia de legitimidad de la
Constitucin de 1993
a) Cmo se define la 'legitimidad'?
b) Es posible medir la legitimidad de la Norma Fundamental? en qu
consiste la denominada 'legitimidad por procedimiento'?
c) La ausencia de legitimidad de origen de la Constitucin acarrea
per se su falta de vigencia o nulidad?
425
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
430
431
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
432
una excepcin a la regla de que los Poderes del Estado se regulan por
Ley Orgnica).
Exp. 0026-2006-PI/TC (Se declaro infundada la accin de
inconstitucionalidad contra el segundo prrafo del artculo 16. y literal
d) del artculo 20. del Reglamento del Congreso, el cual regula el
procedimiento para el levantamiento de prerrogativas de la inmunidad
parlamentaria, el mandato legislativo en atencin a los derechos y
deberes de los congresistas as como las garantas para el ejercicio de la
funcin de representacin tanto en la dimensin personal como desde
la dimensin funcional institucional).
Es preciso sealar que el artculo 106 de la Constitucin Poltica del Per
dispone dos requisitos especiales para que una fuente del derecho expedida por
el Congreso de la Repblica pueda ser considerada una Ley Orgnica, la cual
en su modo de produccin debe cumplir con requisitos formales y materiales.
Con relacin a los requisitos formales dicho artculo dispone:
"Los proyectos de ley orgnica se tramitan como cualquier proyecto de ley
y para su aprobacin o modificacin se requiere el voto de ms de la mitad
del nmero legal de miembros del Congreso".
Sobre los requisitos materiales el mismo artculo 106 prescribe:
"Mediante leyes orgnicas se regulan la estructura y el funcionamiento
de las entidades del Estado previstas en la Constitucin, as como tambin
las otras materias cuya regulacin por ley orgnica est establecida en la
Constitucin".
En relacin a los Exps. 00020-2005-PI/TC y 00021-2005-PUTC, en los que
este Colegiado ha sealado que cuando una Ley Ordinaria regule determinadas
materias de competencia de una Ley Orgnica ser declarada Inconstitucional.
Por otro lado las materias reservadas a Leyes Orgnicas tambin obedecen
a criterios de taxatividad expresa en la Constitucin Poltica. Por lo que en
relacin al Reglamento del Congreso de la Repblica y su reconocimiento
como fuente normativa, el Tribunal Constitucional refirindose al artculo
94 de la Constitucin estableci que tiene competencia para controlar la
constitucionalidad del Reglamento del Congreso (Exp. 0006-2003-PI/TC).
Una parte muy importante en el anlisis de esta sentencia es la referencia al
Exp. 0022-2004-PFTC, respecto al Reglamento del Congreso al indicar que este
no solo tiene fuerza de Ley sino tambin naturaleza de Ley Orgnica. Asimismo
respecto de las normas contenidas en el Reglamento o todas aquellas que el
legislador considere incorporar tienen o tendran la naturaleza de Ley Orgnica,
sino solo aquellas que regulen su estructura y funcionamiento. En este sentido el
433
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
del Reglamento del Congreso de la Repblica (RCR) para los casos de proceso
penal instalado, si el congresista ha sido suspendido en antejuicio poltico, o de
proceso penal con imposicin de mandato de detencin, previo levantamiento
de la inmunidad parlamentaria. De este modo el Tribunal consider que la
suspensin temporal y provisional para el ejercicio de las funciones congresales
por el hecho de estar incurso en un proceso judicial por delito doloso con
mandato de detencin en el que se pida el levantamiento de la inmunidad
parlamentaria, y sta haya sido concedida, o por el hecho de estar incurso en
proceso penal a propsito de la declaracin de "ha lugar a la formacin de
causa" en antejuicio poltico, no vulnera en abstracto el principio derecho de
presuncin de inocencia (artculo 2, inciso 24, literal e de la Constitucin),
pues la finalidad constitucional es legtima en la medida en que el mandato
representativo implica el ejercicio de funciones que comprenden grandes y
graves responsabilidades frente a la nacin en general. Por lo que, el ejercicio
discrecional de si se suspende temporalmente o no al Congresista sometido a
proceso penal, no escapa al anlisis de proporcionalidad y razonabilidad. As
tambin es importante considerar que una suspensin temporal deja de ser tal si
se convierte en una suspensin que, sujeta al tiempo que puede durar el proceso
judicial, pueda, por su paso y duracin, convertirse en una verdadera sancin,
por lo que en ese sentido el Tribunal Constitucional exhort al Congreso
de la Repblica a que regule el tiempo mximo que puede durar la referida
suspensin, atendiendo a criterios de proporcionalidad y teniendo en cuenta que
aquella que se impone como sancin, conforme lo establece el artculo 95 de
la Constitucin Poltica del Per, no puede exceder de 120 das de legislatura.
El condicionamiento de la mayora para reemplazo temporal de un
congresista suspendido importa distinguir entre el principio de la mayora, (que
postula que en ausencia de unanimidad el criterio que debe guiar la adopcin
de las polticas y las decisiones es el de la mayora de los participantes), y la
regla de la mayora, (que exige el reconocimiento de la necesidad y legitimidad
de la existencia de minoras, y sus derechos), lo que implica ciertamente la
participacin de las minoras en la elaboracin, aprobacin y aplicacin de
las respectivas polticas, todo ello concordante con el respeto al principio
democrtico, donde si bien se exige el respeto a las decisiones de las mayoras,
tambin se exige que tales decisiones no desconozcan los derechos de las
minoras.
En cuanto al sistema electoral, y el principio de representacin proporcional
y la representacin nacional, el Tribunal seal que en un Estado inclusivo y
tolerante que se asienta en el pluralismo poltico, propio de la democracia, no
se puede sustituir la voluntad del pueblo que se ejerce a travs del derecho
al sufragio (dimensin activa y pasiva) y desarticular la composicin de las
437
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
438
1.
2.
439
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
[1] Dicha norma sealaba hasta antes de la reforma lo siguiente: "Los nuevos regmenes sociales
obligatorios, que sobre materia de pensiones de los trabajadores pblicos, se establezcan, no
afectan los derechos legalmente obtenidos, en particular el correspondiente a los regmenes
de los decretos leyes 19990 y 20530 y sus modificatorias".
Ahora, lo que expresa es totalmente diferente: "Declrese cerrado definitivamente el
rgimen pensionario del Decreto Ley N 20530. En consecuencia a partir de la entrada en
vigencia de esta Reforma Constitucional: 1. No estn permitidas las nuevas incorporaciones
o reincorporaciones al rgimen pensionario del Decreto Ley N 20530. 2. Los trabajadores
que, perteneciendo a dicho rgimen, no hayan cumplido con los requisitos para obtener la
pensin correspondiente, debern optar entre el Sistema Nacional de Pensiones o el Sistema
Privado de Administradoras de Fondos de Pensiones. Por razones de inters social, las nuevas
reglas pensionarias establecidas por ley se aplicarn inmediatamente a los trabajadores y
pensionistas de los regmenes pensionarios a cargo del Estado, segn corresponda. No se
podr prever en ellas la nivelacin de las pensiones con las remuneraciones, ni la reduccin
del importe de las pensiones que sean inferiores a una Unidad Impositiva Tributaria. La
ley dispondr la aplicacin progresiva de topes a las pensiones que excedan de una Unidad
Impositiva Tributaria. El ahorro presupuestal que provenga de la aplicacin de nuevas
reglas pensionarias ser destinado a incrementar las pensiones ms bajas, conforme a ley.
Las modificaciones que se introduzcan en los regmenes pensionarios actuales, as como
los nuevos regmenes pensionarios que se establezcan en el futuro, debern regirse por los
criterios de sostenibilidad financiera y no nivelacin. Autorcese a la entidad competente
del Gobierno Nacional a iniciar las acciones legales correspondientes para que se declare la
nulidad de las pensiones obtenidas ilegalmente, salvo los casos definidos por sentencias con
carcter de cosa juzgada que se hayan pronunciado expresamente sobre el fondo del asunto
o que las respectivas acciones hubieran prescrito".
440
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JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
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442
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3. Anlisis
3.1. La posibilidad de control de una ley de reforma constitucional
Como primer asunto el Tribunal Constitucional tuvo que decidir si se
poda entrar a controlar una ley de reforma constitucional toda vez que es la
Constitucin el marco de actuacin de la institucin[2]. Al final, decret que
s era posible realizar el examen constitucional de una reforma, pero siempre
basndose en criterios que poco a poco fue definiendo.
Se ha considerado que la Constitucin tiene un contenido fundamental
que debe ser respetado por el resto de normas que la conforman. Utilizando el
principio poltico de la soberana popular y el principio jurdico de la supremaca
constitucional, se estipul que "si a travs de una ley de reforma constitucional
se vulnera la esencia misma de la Constitucin, y siendo el Tribunal
Constitucional el rgano de control de la Constitucin, se encuentra legitimado
para intervenir excepcionalmente como un ente competente para analizar la
norma constitucional impugnada, pero nica y exclusivamente sobre la base
del 'contenido fundamental' protegido implcitamente en la Constitucin"131.
Asimismo, no podra dejar de usarse la Constitucin (o su contenido fundamental)
como parmetro toda vez que lo contrario llevara al absurdo de utilizar, como
bien lo sealan los propios magistrados constitucionales, "los propios criterios
subjetivos de quienes integramos este Colegiado"141. Por ello es imprescindible
remitirnos a los lmites que el procedimiento de reforma constitucional siempre
cuenta, pues en caso que los poderes constituidos pretendieran distorsionar el
marco de las atribuciones conferidas por la Constitucin, en el fondo lo que
se estara haciendo es desconocer la voluntad del poder creador e invadiendo
competencias que, por principio, se encuentran totalmente vedadas[5].
Entonces, lo que debe quedar claro adems es que se ha partido de un
principio de presuncin iuris tantum de constitucionalidad de las leyes, aunque
en el caso concreto de la de reforma constitucional se ha de sealar dos cosas.
En primer lugar, y en referencia a la Ley 28389, no se pudo recurrir como
parmetro a la Constitucin antes de ser modificada, pues sta ya desapareci
del ordenamiento. De otro lado, tampoco se pudo usar la norma constitucional
modificada, porque justamente ella es materia de la controversia constitucional.
Por lo tanto, el parmetro que se utiliz para determinar la constitucionalidad
[2]
[3]
[4]
[5]
Artculo 1 de la Ley Orgnica del Tribunal Constitucional ("Se encuentra sometido slo a la
Constitucin y a su Ley Orgnica).
Fundamento 4 de la Sentencia de los Expedientes 0050-2004-AI/TC, 0051-2004-AUTC,
0004-2005-PI/TC, 0007-2005-PI/TC y 0009-2005-PI/TC.
Fundamento 22 de la Sentencia del Expediente N 014-2003-AI/TC.
Fundamento 62 de la Sentencia del Expediente N 014-2002-AI/TC.
443
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
[6]
[7]
444
Artculo 206 de la Constitucin: "Toda reforma constitucional debe ser aprobada por el
Congreso con mayora absoluta del nmero legal de sus miembros, y ratificada mediante
referndum. Puede omitirse el referndum cuando el acuerdo del Congreso se obtiene en
dos legislaturas ordinarias sucesivas con una votacin favorable, en cada caso, superior a
los dos tercios del nmero legal de congresistas. La ley de reforma constitucional no puede
ser observada por el Presidente de la Repblica. La iniciativa de reforma constitucional
corresponde al Presidente de la Repblica, con aprobacin del Consejo de Ministros; a los
congresistas; y a un nmero de ciudadanos equivalente al cero punto tres por ciento (0.3%)
de la poblacin electoral, con firmas comprobadas por la autoridad electoral".
Desarrollo a lo largo de la Sentencia del Expediente 0189-2002-AA/TC.
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
pensin (y dentro del pblico, tambin los dos regmenes deben buscar
asimilarse). Con este marco, "si bien es cierto que la variedad de los
regmenes pensionarios existentes en nuestra legislacin impide que
exista un tratamiento objetivamente uniforme para todas las personas
pertenecientes al sistema de seguridad social (aunque, por el principio
de igualdad la legislacin debe procurar que tienda a unificarse),
tambin lo es que, constitucionalmente, s se puede establecer una
homologacin interna. Esto, desde luego, no implica que todos los
pensionistas de determinado rgimen sean titulares de un monto de
pensin nico, pues ste depende, entre otros factores, del aporte
individual que cada persona efecta al sistema, pero exige que no exista
una distancia marcadamente inequitativa entre dichos montos, que est
desprovista de razonabilidad y proporcionalidad"[12].
En consecuencia, con las modificaciones introducidas con las dos
leyes impugnadas, de este nuevo esquema pensionario se derivan las
siguientes consecuencias generales previstas por la propia norma:
estn prohibidas las incorporaciones o reincorporaciones al rgimen
del Decreto Ley 20530; los trabajadores que perteneciendo a dicho
rgimen no hayan cumplido con los requisitos para obtener la pensin
correspondiente, debern optar por el Sistema Nacional de Pensiones
o el Sistema Privado de Pensiones; las nuevas reglas pensionarias son
de aplicacin inmediata tanto a trabajadores como pensionistas de
los regmenes pensionarios segn corresponda, establecindose una
reserva de ley para tal efecto e incluso eliminndose la posibilidad que
la norma emitida por el Congreso pueda prever las nivelacin de las
pensiones con las nivelaciones o que se reduzca el importe de aquellas
que son inferiores a una UIT; por otro lado, aquellas pensiones que sean
mayores a una UIT podrn ser objeto de topes progresivos conforme lo
regule la ley pertinente; el ahorro presupuestal derivado de la aplicacin
de las medidas anteriores, ser destinado a incrementar las pensiones
ms bajas conforme a ley; y, las modificaciones que se realicen a
los regmenes pensionarios actuales y los nuevos regmenes que se
[12] Fundamento 59 de la Sentencia de los Expedientes 0050-2004-AI/TC, 0051-2004-AFTC,
0004-2005-PI/TC, 0007-2005-PYTC y 0009-2005-PFTC.
Asimismo, "el Tribunal Constitucional considera que, en tanto que todos los regmenes
previsionales administrados por el Estado comparten el objeto de proveer a los pensionistas o
a sus sobrevivientes de los recursos necesarios para su mantenimiento o sustento, la reforma
implementada debe ser tomada como un primer paso para su unificacin progresiva. Dicha
unificacin implicara la consolidacin de los principios de universalidad, progresividad
y solidaridad, inherentes al sistema de seguridad social, segn reza el artculo 10 de la
Constitucin" [Fundamento 163].
446
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
[20] Cuarta Disposicin Final y Transitoria de la Constitucin: "Las normas relativas a los
derechos y a las libertades que la Constitucin reconoce se interpretan de conformidad con la
Declaracin Universal de Derechos Humanos y con los tratados y acuerdos internacionales
sobre las mismas materias ratificados por el Per" (formulacin similar en el artculo V del
Ttulo Preliminar del Cdigo Procesal Constitucional).
449
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1.
2.
461
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JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
competente para ello. A criterio del Tribunal, nada impide que en el marco de
la implementacin y ejecucin de la franja electoral por parte de la ONPE, el
JNE ejerza las correspondientes competencias administrativas supervisoras y
jurisdiccionales que la Constitucin y las leyes orgnicas le confieren. La ONPE
tiene la obligacin constitucional de reconocer tales competencias y contribuir
con el JNE para su debido ejercicio, en cumplimiento de las relaciones de
coordinacin que deben existir entre tales rganos tal como exige el artculo
177 de la Constitucin.
De otro lado, el Tribunal Constitucional estima que la competencia para
la verificacin y el control externo de la actividad econmico-financiera de
los partidos polticos, los movimientos de alcance regional o departamental
y las organizaciones polticas de alcance provincial y distrital corresponde
exclusivamente a la ONPE a travs de su Gerencia de Supervisin de Fondos
Partidarios, conforme expresamente dispone el artculo 34 de la LPP, que,
como ya se coment, es una norma orgnica. En cuanto al JNE, determina que
es competente para supervisar permanentemente a la ONPE, por ineludible
mandato constitucional (artculo 178 de la Norma Fundamental), y que lo que
no cabe realizar, porque estara violentando esta competencia, es ejercer un
control directo de la actividad econmico-financiera de tales organizaciones
polticas.
Respecto a la Resolucin 031-2011-JNE, que aprueba el Reglamento de
Franja Electoral para las elecciones Generales 2011, opina que aunque ha
cesado su vigencia por haber concluido el mencionado proceso electoral, ello
no es bice para que el Tribunal precise que, de haber continuado vigente el
citado Reglamento, sus artculos 6, 7 , 8, ltimo prrafo de su artculo 9, 10, 12,
13,14, 16, 17, 19, as como su Primera Disposicin Final habran sido declarados
nulos, al igual que el artculo segundo de la precitada resolucin, por afectar
competencias de la ONPE en materia de regulacin de la franja electoral; y que
habra sido reconocida la validez del artculo 18 de este Reglamento.
En cuanto a la Resolucin 032-2011-JNE, que aprob el Reglamento
de Fiscalizacin de la Supervisin del Cumplimiento de las Normas sobre el
Financiamiento de las Organizaciones Polticas, el Tribunal Constitucional
declar nulo el artculo 14, literal g), por cuanto a travs de esta norma, el
JNE procedi a controlar directamente el financiamiento de las organizaciones
polticas, competencias que la legislacin orgnica reserva exclusivamente a la
ONPE.
Finalmente en orden a las consideraciones expuestas, el Tribunal declar
fundada, en parte la demanda, y estableci dentro del marco constitucional y legal
que corresponde a la ONPE la competencia para regular todos los aspectos de la
franja electoral. Por su parte, al JNE conforme al artculo 178 de la Constitucin,
465
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466
467
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[3]
[4]
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legal de miembros del Congreso, slo aquellas que se ocupen de una materia
reservada a ley orgnica, adoptarn este carcter.
An ms, precis, enfticamente, que:
"... No es ese el caso del artculo 194 de la LOE, dado que, como fue
expuesto, dicho artculo, al igual que parte del artculo 37 de la LPP,
se ocupa de la regulacin de la franja electoral, materia propia de la ley
ordinaria...".
"...En consecuencia, y en definitiva, tanto el artculo 194 de la LOE, como
el artculo 37 de la LPP, en atencin a la materia de la que se ocupan, carecen
de carcter orgnico. Por tanto, no tiene sustento alegar que la disposicin
incoada ha incurrido en un vicio de inconstitucionalidad al ocuparse de una
materia reservada a ley orgnica por la Constitucin; y menos an puede
sostenerse que su supuesto vicio de invalidez constitucional reside en ser
incompatible con el mandato del artculo 194 de la LOE que versa sobre
materia ordinaria..."[5]
Respecto al punto ii), sobre la afectacin de libertades y derechos
fundamentales, se alegaba que la norma observada contravena expresamente el
artculo 35 de la Constitucin Poltica del Per, al imponer la obligacin a los
medios de comunicacin privados de difundir publicidad de los partidos polticos
de forma gratuita durante perodos electorales, y de igual manera los artculos 2
4, 2 16, 23, 59 y 70. Asimismo, que el vicio de inconstitucionalidad afectaba
a todos los preceptos a los que deba extenderse por conexin o consecuencia.
As, afirmaban que la norma observada generaba."... negativas consecuencias
para el ejercicio de la libertad de informacin, opinin, expresin y difusin
del pensamiento consagrado en el artculo segundo de la Constitucin, ms an
cuando lo que se requiere son medios slidos e independientes para que no se
repitan los deplorables hechos de la dcada pasada". [61
Por su parte, el Congreso de la Repblica contest la demanda afirmando
la constitucionalidad de la norma cuestionada, y las razones que justifican su
dictado, destacando los objetivos que se pretende conseguir y las finalidades
asignadas. As, sostuvo que:
"..el artculo 37 de la Ley de Partidos Polticos dispone que el Estado para
proporcionar la franja electoral en los medios de comunicacin privados,
procede a contratar dichos espacios. Con tal motivo procede a compensar
a los medios de comunicacin a travs de la reduccin proporcional en el
pago del canon por el uso del espectro radioelctrico. Pero, de ningn modo
[5]
[6]
470
puede entenderse que los espacios de franja electoral que se contraten sern
retribuidos exclusivamente con cargo al canon por el empleo del espectro
radioelctrico. (...).
Precisando, en relacin a la alegada afectacin a las libertades de expresin
e informacin atribuida a la difusin de la franja electoral, que:
"...permite ejercer el derecho a la libertad de expresin de todos aquellos
partidos polticos y ciudadanos candidatos en contienda electoral,
cumpliendo el deber del Estado de proporcionar los medios para que
puedan ejercer su derecho de participacin poltica, y se cumple y promueve
el derecho de opinin y el derecho de informacin de las personas, ya que
por intermedio de la franja electoral podrn precisamente los ciudadanos
estar correctamente informados respecto del proceso electoral a fin de tener
la capacidad de ejercer el derecho de sufragio estando informados."[']
El Tribunal discrep, por distintas razones con la posicin de los demandantes;
tales razones estaban vinculadas con la funcin de los partidos polticos, el
deber de garantizar el pluralismo democrtico en igualdad, la naturaleza y
configuracin de la franja electoral, el contenido constitucionalmente protegido
de las libertades de informacin expresin, y la funcin social de los medios de
comunicacin.
En el caso concreto, de manera acertada, el Tribunal expuso que una franja
electoral que slo toma entre 10 y 30 minutos de emisin durante 28 das del
ao, y que no se difunde todos los aos, no puede poner en riesgo financiero
a las empresas radiodifusoras, de modo que se trataba de un argumento que
careca de todo sustento, y que slo poda encontrar asidero en una perspectiva
netamente utilitarista, ajena (aisladamente considerada) a la funcin social que
los medios de comunicacin deben cumplir en un Estado social y democrtico
de derecho como el peruano (artculo 43 de la Constitucin). El Tribunal
concluy destacando que la norma cuestionada tampoco afecta la libertad de
empresa, reconocida en el artculo 59 de la Constitucin, dado que no restringe
el inicio ni el mantenimiento de la actividad empresarial
Por otro lado, la sentencia bajo comentario puso nfasis en que el artculo 2,
incisos 17 y 30 al 35 de la Constitucin, reconoce el derecho de los ciudadanos
a ser elegidos y de elegir libremente a sus representantes, de acuerdo con las
condiciones y procedimientos determinados por ley orgnica; y tambin de
los derechos a las libertades de informacin, opinin, expresin y difusin del
pensamiento mediante la palabra oral o escrita o la imagen (artculo 2, inciso
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
472
LA EJECUCIN DE LA SENTENCIA
SOBRE LA CANCELACIN
DE LOS BONOS AGRARIOS
Por: Jaime de la Puente Parodi
Asesor Jurisdiccional del Tribunal Constitucional
1.
2.
473
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
[2]
[3]
[4]
474
A pesar de lo indicado luego de dos meses de emitida la RTC 000221996-PI/TC las agitadas aguas que dej el indicado pronunciamiento se han
serenado y el anlisis econmico que hoy se realiza sobre los bonos agrarios
apunta a que la decisin tendr un impacto mnimo en la calificacin del riesgo
crediticio del Per puesto que el nivel de endeudamiento es muy bajo por lo
que sera manejable[5]. Y si bien esta noticia apacigua a un gran sector de
la ciudadana, hay otro "el que revisa, estudia y critica los pronunciamientos
del Tribunal ", que tendr en esta resolucin una herramienta para analizar
aspectos procesales relacionados con la ejecucin de las sentencias en
procesos de inconstitucionalidad y tambin la habilitacin del Tribunal para
el cumplimiento de las sentencias constitucionales, lo que convierte un inicial
escenario complejo en una oportunidad para que la decisin del Tribunal sea
aprovechada acadmicamente por diversos foros como ha ocurrido en otras
ocasiones.
3. Anlisis
Lo primero que deja en claro la resolucin materia de comentario es que no
es la primera vez que el Tribunal se pronuncia por un pedido de ejecucin de
una sentencia dictada en un proceso de inconstitucionalidad pues ya lo haba
hecho en las RRTC 0023-2007-PUTC y 0031-2008-PI/TC (ambas del ao
2010). En efecto, en los indicados pronunciamientos al igual que el presente
caso el sustento que habilita la competencia del Tribunal reposa en la necesidad
de vigilar y garantizar el cumplimiento definitivo del mandato contenido en
una sentencia, remarcando que en el proceso de instancia nica como es el
caso del proceso de inconstitucionalidad es el Tribunal Constitucional a
quien le corresponde mantener su competencia en el mbito de la jurisdiccin
constitucional con el objeto de emitir las rdenes y mandatos para que las
decisiones no se vean vaciadas de contenido, en atencin a lo establecido en
el artculo 204. de la Constitucin, y precisado por el artculo 84. del Cdigo
Procesal Constitucional que establece la autoridad de cosa juzgada de la
sentencias de inconstitucionalidad que queden firmes, situacin que genera la
vinculacin de lo resuelto en ella a todos los poderes pblicos.
Es importante la puntualizacin respecto a los atributos y las garantas que
al Tribunal le corresponde por su naturaleza de rgano que imparte justicia
constitucional y que emanan de la propia Constitucin y se irradia a toda
decisin jurisdiccional, ms an cuando se trata de una que se ha pronunciado
por la inconstitucionalidad de una ley, o de ser el caso, una norma con rango
[5] http://gestion.pe/economia/pago-bonos-agrarios-tendra-impacto-minimo-riesgo-crediticioperu-2071485.
475
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[10]
[11]
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481
1.
2.
Anlisis
A travs de la demanda de hbeas corpus, don Jos Santiago Bryson de la
Barra y otros cuestionan la validez constitucional del inicio del proceso penal en
su contra por la presunta comisin del delito de asesinato, previsto y penado por
el artculo 152 del Cdigo Penal de 1924 aplicable al caso. El argumento central
de la demanda se refiere a que los hechos que dieron origen al proceso penal
consistentes en el asesinato de internos en el establecimiento penal San Juan
Bautista (El Frontn) ocurrieron el 19 de junio de 1986, por lo que la accin
Revista Peruana de Derecho Constitucional
IV. 6. Edicin Especial 2013
483
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
Esta afirmacin sin embargo no resulta coherente con lo dicho por el mismo
Tribunal en el sentido de que por graves que puedan ser ciertas acciones y por
culpables que puedan ser los reos de determinados delitos nada justifica el uso
desproporcionado de la fuerza cometido por parte del Estado.
Asumido por el Tribunal que los hechos del caso El Frontn no constituyen
delito de lesa humanidad se omite aplicar la imprescriptibilidad de las graves
violaciones a los derechos humanos, es decir, respecto de aquellos hechos graves
que no renen la condicin de delito de lesa humanidad. Lo que lo diferencia
a un delito que violenta gravemente a los derechos humanos del delito de lesa
humanidad es que este ltimo debe ser cometido en el contexto generalizado o
sistemtico. La posibilidad de que los delitos graves de violacin a los derechos
humanos sean imprescriptibles no es un tema ajeno al Tribunal, pues desde
muy temprano seal que "El conocimiento de las circunstancias en que se
cometieron las violaciones de los derechos humanos y, en caso de fallecimiento
o desaparicin, del destino que corri la vctima por su propia naturaleza, es de
carcter imprescriptible" (STC 2488-2002-HC/TC, FJ 9). En la misma lnea
argumentativa, seal que "corresponde al Estado el enjuiciamiento de los
responsables de crmenes de lesa humanidad y, si es necesario, la adoptacin de
normas restrictivas para evitar, por ejemplo, la prescripcin de los delitos que
violenten gravemente los derechos humanos"(STC 2488-2002-HC/TC, FJ 23).
Finalmente, el Tribunal Constitucional seala que debe proseguirse con la
investigacin de los hechos investigados y concluir mediante sentencia firme,
sin posibilidad de nuevos procesamientos. Si bien parece razonable el mandato
en el sentido de que se defina el caso mediante sentencia firme, resulta discutible
la incorporacin de la expresin sin posibilidad de nuevos procesamientos,
pues por ejemplo impedira una investigacin posterior sobre la base de nuevos
medios probatorios precisamente en cumplimiento de la decisin de la Corte
Interamericana de Derechos Humanos. Asimismo, siendo obligacin del Estado
el investigar, procesar y sancionar a los responsables de estos hechos, dicha
obligacin ha de ser efectuada observando un plazo razonable a fin de no
perjudicar a la parte agraviada y a los procesados. No obstante, al evaluar el
plazo razonable no ha de incluirse el plazo en la que el Estado inicialmente
encubri o impidi la investigacin de los hechos. En efecto, el propio Tribunal
ha sealado que "una interpretacin conforme a la Constitucin de las normas
de prescripcin de la accin penal implica dejar de contabilizar todo el lapso en
que se sustrajeron los hechos de una efectiva investigacin, a travs de rganos
judiciales incompetentes y leyes de amnista inconstitucionales" (Exp. 02182009-PHC/TC, FJ 17; Exp. 3693-2008-PHC/TC, FJ 17).
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