Juan Carlos Marín Cuaderno 8
Juan Carlos Marín Cuaderno 8
Juan Carlos Marín Cuaderno 8
Juan Carlos
Marn
ndice
CUADERNO 8
La continuacin por otros medios. Damin Pierbattisti y Julin Rebn
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Cuadernos
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LEYENDO A CLAUSEWITZ
Leyendo a Clausewitz
Conversacin I. El duelo
Conversacin II. La voluntad
Conversacin III. La realidad
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Mediados de 1980, Marn se interroga: "Cmo explicar la ausencia curricular, en el campo de las ciencias sociales, de la problemtica terico-metodolgica acerca de la guerra y de sus consecuencias, en momentos
en que el gasto en armamentos es el hecho ms sustantivo de la historia de
la especie huniana?". Dcadas despus, la paradoja puede ser retomada
con tremenda -y trgica- actualidad. Apuntalar el camino para desandar
dicha paradoja es la apuesta de este libro. El mismo rene una serie de entrevistas en las cuales el Prof. Juan Carlos Marn aborda la guerra, o mejor
dicho la dimensin poltico-militar del mbito del poder, con el objetivo de
promover su investigacin y, en paralelo, una intervencin sobre la misma,
en la perspectiva de construir una estrategia anticapitalista.
Las conversaciones que aqu presentamos. Cuaderno 8, Leyendo a
Clauseivz y Reflexiones sobre una estrategia poltico-militar, abordan el problema de la guerra en la perspectiva de quin encuentra obstculos en el
campo de la teora y del conocimiento preexistente, y en funcin de dichos
problemas se atreve a pensar y plantear nuevas aproximaciones. Son verdaderos "ensayos orales" en los cuales Marn plantea interrogantes y sugiere hiptesis a partir de su experiencia directa en los procesos, sus
lecturas y, claro est, el desarrollo de sus avances investigativos sobre la
temtica.^ Cuaderno 8 y Leyendo a Clausewitz representan conversaciones a
las cuales las diversas transcripciones y ediciones le fueron expropiando,
paulatinamente, las preguntas y los preguntadores. Se trata de una serie
de conversaciones realizadas en Mxico, a fines de los 70, con jvenes que
emprendan la determinacin por la lucha armada en distintos territorios
de nuestra Amrica. El primer conjunto de conversaciones fue publicado
por el Centro de Investigaciones en Ciencias Sociales (CICSO), en 1981, bajo
el ttulo La nocin de "polaridad" en los procesos deformacin y realizacin de
poder. Serie Teora N 8. El segundo texto fue publicado por el CICSO en
1984, como Leyendo a Clausewitz, Serie Teora N 12. Por ltimo. Reflexiones
sobre una estrategia poltico-militar es una entrevista realizada en 1980 por la
Dra. Silvia Gmez Tagle para un nmero especial sobre Movimientos Armados en Amrica latina, de la Revista mexicana Nueva Antropologa.
' Precisamente, la mayora de estas conversaciones tienen lugar meses despus de concluida su investigacin Los hechos armados, investigacin que con el paso del tiempo se convertir en un clsico sobre
la Argentina de la dcada del 70.
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unidad de registro, propone medir a travs de las distintas "bajas" resultantes de las mismas la destruccin y construccin de relaciones sociales.
As, las trayectorias de los encuentros nos servirn como indicadores del reordenamiento o reproduccin del carcter social, y de clase, de un territorio. De este modo, conforma sugerentes herramientas que habilitan la
posibilidad de construir un modelo que permita analizar confrontaciones
de diverso tipo, incluso aquellas que no se produzcan en condiciones de
guerra.^
En su lectura de Clausewitz, Marn no reducir la fortaleza de cada
contrincante a su pertrechamiento material: la guerra refiere a la confrontacin entre fuerzas sociales armadas, tambin, moralmente.* En tal sentido, limitar el armamento con el que cuentan los bandos en confrontacin
al pertrechamiento material de armas convencionales no slo constituye
un peligroso isomorfismo con el fetichismo de las mercancas sino que, al
mismo tiempo, vaca de contenido las identidades morales que llevan a
cabo la guerra. De este modo, se nos advierte claramente que es preciso
romper el cerco de las armas aplicado a los meros instrumentos para hacerlo extensible a la conviccin que, bajo la forma de fuerza moral, impulsa
la lucha. Por esta razn, como Marn nos advierte, tiene que existir un equilibrio entre identidad moral y pertrechamiento material para evitar costosos errores y riesgos. La diferencia entre estado de nimo y conviccin; el
papel de la identidad emotiva y de la cognitiva en la conformacin de una
fuerza social; la diferencia entre la teora, el conocimiento y la estrategia as
como el papel del carcter de clase de la conciencia social representan algunas de las tantas sugerentes proposiciones que instala Marn para combatir aquellas concepciones que reifican el poder en armas y aparatos
polticos.
Tambin su lectura de Clausewitz nos advierte una hiptesis con
fuertes implicancias en el campo de la construccin de una teora del poder:
no es lo mismo ganar la guerra que realizar polticamente la victoria. La
derrota militar requiere transformarse en imposicin de la voluntad del
vencedor al vencido.' En este trnsito, la advertencia viene acompaada de
un plus que constituye una convocatoria a futuro: la ausencia de una teora
del poder equivalente a la teora del valor-trabajo. En tal sentido, la realizacin poltica de la victoria militar involucra numerosas dimensiones sociales que son aquellas que nos permitirn comprender los modos que
' Lamentablemente, este modelo o al menos la incorporacin de algunos de sus conceptos est an lejos
de materializarse. Basta como ejemplo registrar el modo esotrico que en ocasiones asume el uso de los
conceptos de defensa y ataque en el campo de los estudios de protesta y conflicto social.
" En Clausewitz la confrontacin se da entre fuerzas sociales preconstituidas -Estados con sus respectivos ejrcitos-. Uno de los aportes de Marn es esbozar un modelo que permite hacer inteligible los distintos momentos de constitucin de cada fuerza social y las consecuentes implicancias estratgicas.
' Cuanto costo humano evitarla en el mundo actual el cabal entendimiento de esta diferencia! Cuntos combates militares librados en condiciones desfavorables -verdaderas masacres- podran evitarse!
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" Desde las luchas de Gandhi en Sudfrica y la India hasta muchas de las acciones recientemente protagonizadas por el zapatismo en Mxico, una gran heterogeneidad de movimientos muestran la centraiidad de distintas formas de producir sin el uso de las armas reflejos politico-militares que tiendan a
dispersar o diluir la fuerza militar del adversario.
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tar desbloquear un obstculo sustantivo: es necesario -nuevamentedistinguir entre guerra y exterminio puesto que constituyen dos procesos diferentes. Las tareas de la guerra no tienen necesariamente como meta exterminar al oponente sino solo lograr su desarme}*
Cuando en su momento convocamos los textos de Cari Clausewitz,
como expresin de una teora rigurosa de la guerra, lo hicimos para enfatizar cul era la resolucin y respuesta al dilema de "cundo y quin comienza la guerra?".
Clausev^fitz es elocuente al respecto:
"Si pensamos como surge la guerra, veremos que la concepcin de la guerra no surge de la ofensiva, porque sta tiene
como objetivo absoluto, no tanto el combate sino el tomar posesin de algo. La guerra surge primero con la defensa, porque sta
tiene como objetivo directo el combate, ya que la accin de detener el golpe y el combate son, evidentemente, una misma cosa.
Detener el golpe es una accin dirigida por entero contra el ataque y, por tanto, lo presupone necesariamente; pero el ataque no
est dirigido contra la accin de detener el golpe, sino hacia otra
cosa: la posesin de algo y, en consecuencia, no presupone la primera. Por consiguiente es natural que quien haga entrar en accin
el primer elemento de la guerra, quien desde su punto de vista sea
el que primero concibe dos bandos opuestos establecer tambin
las leyes para la guerra, y es natural que lo sea el defensor",
Y a continuacin retombamos nuestra reflexin y decamos, "Es la
conciencia de la clase poseedora que la burguesa tiene de s misma -como expresin
de su ser social- la que la lleva permanentemente a "sentirse" atacada ante cada intento de conquista o recuperacin social y poltica de los sectores desposedos. La
burguesa considera un delito, una apropiacin indebida, todo intento de los expropiados reales por recuperar parte de lo que histricamente han constituido o de
lo que socialmente son. De ah su vocacin de clase propietaria -dominante- de hacer
la guerra ante cualquier intento de los sectores desposedos por establecer la continuidad de las luchas sociales y polticas. La guerra es para la burguesa la otra cara
del proceso de acumulacin capitalista en la que la crisis de acumulacin es mediatizada por esa capacidad de "potencia econmica" que Marx otorgaba a la violencia en el capitalismo".
En Argentina, la decisin de iniciar, promover y desencadenar las
condiciones de guerra fue una determinacin de la sociedad capitalista en
su conjunto. As como tambin lo fue la decisin moral de exterminar la
subversin. Las tareas de la guerra y las tareas polticas del exterminio fueron las dos caras de la determinacin del conjunto de la sociedad civil y
''' La llamada guerra total es la referencia a un proceso en el que en el desenvolvimiento de las condiciones de guerra se instala una determinacin poltica de exterminio. Es en funcin de esta razn que
luego va emergiendo una jurisprudencia acerca de los crmenes de la guerra.
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militar que expresaban la hegemona del dominio de los capitalistas. Guerra y poltica de exterminio. La decisin parlamentaria convocando a las
fuerzas armadas a aniquilar la subversin, fue realizada en condiciones de
un gobierno constitucional; mostr con claridad como la conceptualizacin
poltica de aniquilar se constituy en la bisagra que articul al conjunto de
la ciudadana capitalista: ciudadanos que fueran civiles o militares asumieron el exterminio como la determinacin social de su unidad moral.
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Cuaderno 8
P2
Estrategia->R2->C2
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Tctica
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P6
Teora l->Rn+l->Cn-H
Estrategia l->Rn+2->Cn+2
Tctica l->Rn+3-->Cn+3
>R3
>C3
cierne, fundamentalmente, al avance en el plano de la teora (aparece teora 1) que reproduce todo el proceso, que es de retroalimentacin continua.
Pero falta un elemento: nuestro cuerpo de conocimientos ha ido elaborndose para resolver problemas que son su origen (es decir, el punto de partida de nuestra determinacin de luchar), y que lo retroalimentan tambin,
y permite ubicar nuevos problemas, tambin en un proceso continuo.
Lo que est descrito en el cuadro es el momento de la lucha de clases, por eso es conveniente aclarar que el sujeto social que desarrolla estas
tareas, en medio de la batalla ms brutal y permanente, son las clases.
Usualmente, para referirse a los problemas tericos y metodolgicos que hacen a la lucha de clases, se utilizan determinadas estructuras conceptuales que soslayan la ubicacin de los enfrentamientos y del sistema de
relaciones sociales especficos que se gestan; es decir: en qu relaciones sociales, con qu fracciones, ante qu "hecho" es que se producen las reacciones y los problemas que se deben conocer y enfrentar. Si se lee a ciertos
tericos y en especial a Lenin con estas sugerencias, evidentemente todos
estos elementos aparecen con claridad. Pero no es cierto que se sea el ordenamiento, que estos elementos (momentos del desarrollo de su exposicin) tienen, por ejemplo, en el Qu hacer? (Lenin: 1981). El ordenamiento
que realmente tiene en ese texto es producto del enfrentamiento especfico
que Lenin asuma en ese momento. No es la formulacin y la exposicin de
una teora rigurosa, es el uso de una teora rigurosa en un enfrentamiento
especfico.
Cuando se habla de conciencia del proletariado, se est refiriendo
en realidad a dos formas de conciencia: la conciencia revolucionaria, y la
real objetiva, inmediata. La cuestin de la conciencia directa del proletariado nos remite a las contradicciones propias de este tipo de conciencia, a
un cuerpo de problemas y los intentos de su resolucin.
La conciencia de clase, la conciencia revolucionaria, nos remite a
la cuestin de la lucha terica.
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Obstculos epistemolgicos en relacin a las formas que asumen las luchas: anlisis de situacin.
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por resolver si era posible constituir una fuerza armada a partir de la iniciativa e intereses de las clases dominadas.
En el caso de la Comuna, la decisin revolucionaria haba comenzado a partir del intento de desarme que la burguesa realiz de las fuerzas
populares, las que haban defendido el territorio francs de la invasin extranjera. Fue la respuesta a ese intento de desarme lo que dio comienzo al
proceso poltico social de la Comuna de Pars: la burguesa intent eliminar
ai "soldado" del vnculo que el "patriota" haba establecido entre "soldado"
y "ciudadano"; los "patriotas" respondieron con la disolucin de su ciudadana y, manteniendo su carcter de soldado, se asumieron como "connuneros". La burguesa comienza, a partir de 1871, a saber -al margen del
grado de claridad- que el carcter social de "su masa armada" es un detonante tremendamente peligroso en determinadas condiciones polticas y
sociales: se siente convocada al anlisis de la guerra desde una perspectiva
diferente de la que hasta ese momento tena.
A partir de 1871 ya no es tericamente sostenible una teora de la
guerra, de las "leyes de la guerra", que soslaye la teora de la lucha de clases; se vuelve imprescindible y urgente enriquecer la teora de la lucha de
clases con respecto al estudio de las leyes de la guerra en relacin a las leyes
de la lucha de clases.
La guerra entre los Estado-Nacin de las burguesas deba ser leda
como consecuencia del desarrollo de la lucha de clases en el sistema capitalista; las "iniciativas" de las burguesas de "armar a los ciudadanos" deban
ser analizadas sin marginar, sin soslayar, el desarrollo de las luchas de clases en los diferentes territorios del dominio de las burguesas. Para los revolucionarios, el "pueblo armado" deba dejar de ser, de mantener como
apariencia, una tarea librada al desarrollo de una iniciativa de la lucha poltica de la burguesa. Pero todas estas tareas exigan una reflexin que slo
retaceadamente fue realizada; en realidad, la verdad es ms humilde: fue
muy poco lo que el desarrollo terico de los revolucionarios avanz respecto al mayor conocimiento de las leyes de la lucha de clases. Quienes tomaron las "armas" o se preparaban para ello, difcilmente podan,
inicialmente, fundar rigurosamente su decisin; y quienes se oponan a
ellos lo hacan esgrimiendo una supuesta "teora" que rigurosamente nada
deca al respecto, pero a la cual se la haca hablar en nombre de la "experiencia acumulada". Estos presuntos "tericos" creaban las condiciones
para que todas aquellas tareas que estuvieran vinculadas al carcter armado de las luchas pasaran a instalarse en un discurso de dudosa legitimidad revolucionaria. Cada vez ms las tareas de las armas pas a ser un
ejercicio cuya correccin slo poda demostrarse posfacto: si su xito se expresaba inmediatamente. La apariencia del "ensayo y error", cuando no la
tozudez, se impuso como la mejor descripcin de lo que sera el "mtodo"
de esas "aventuras"; as fue cmo se desplaz el lugar que deba ocupar la
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flexin) teora rigurosa de la conduccin de la lucha de clases desde la perspectiva proletaria, revolucionaria; y el de Clausewitz es el de fundar una teora rigurosa de la lucha de clases (en las condiciones de guerra) desde la
perspectiva burguesa porque la teora de la guerra de Clausewitz es eso:
una teora consistente de la lucha (social), de clases en la perspectiva y a
partir de los intereses territoriales y nacionales de la burguesa.
En definitiva. De la guerra no es ms que el reflejo de las condiciones dominantes en que se desenvuelve la lucha de clases en los siglos XIX
y XX. Este es el segundo trmino de la matriz comn entre el esfuerzo de
Lenin y el de Clausewitz. Mientras el primero es el hecho de que los dos
asumen los problemas derivados de la conduccin de fuerzas sociales en
pugna, el segundo es el establecimiento de la necesidad de reformulacin
de una teora rigurosa sobre estos procesos. Tanto en un caso como en otro,
las tareas son similares en este sentido, aunque desde perspectivas e intereses diferentes.
En el Qu hacer? se desarrolla una concepcin cientfica rigurosa
de cules son las condiciones reales, concretas, inmediatas, en que se est
produciendo la lucha de clases en Rusia. Y, algo que es tremendamente importante, cmo en esa lucha inciden no slo las condiciones especficas de
la territorialidad rusa sino, sobremanera, los problemas que se refieren al
proceso mundial de la revolucin (como consecuencia de la formidable expansin de la formacin social capitalista). Lenin nunca analiz las condiciones de la lucha de clases al margen de las condiciones hoy en da
llamadas "internacionales", y saba que jugaban en forma directa y casi inmediata sobre el proceso de la lucha de clases en los diferentes territorios
nacionales; es decir, no efectuaba una escisin entre los dos trminos del
problema (nacional e internacional).
Plantea la importancia de distinguir el problema del conocimiento
directo y el conocimiento indirecto del proletariado (y su consecuencia en
el desarrollo de la conciencia de clase) en la lucha de clases. Distingue un
tipo de conocimiento que no se produce como consecuencia de los enfrentamientos en que se ve sometido el proletariado y que no le es de acceso directo: esto es, en particular, la experiencia internacional. La apreciacin de
as condiciones totales de la lucha de ciases que e proletariado puede tener
como consecuencia de su experiencia directa en la misma, se encuentra en
gran medida retaceada. Depende de cual sea el carcter de la alianza de
clases que el proletariado logre, la capacidad que tenga de adscribir e incorporar en su lucha directa, real, permanente e inmediata, un enorme caudal de experiencias que han sido acumuladas histricamente en otros
enfrentamientos. Esta experiencia no la puede captar directamente ese proletariado.
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sus luchas con aquellas fracciones que objetivamente podran acceder al rgimen, pero sus subjetividades les han construido un obstculo insalvable
para hacerlo. Estas fracciones se alian entre s y constituyen una importante
alianza social. Pero, llegado un cierto momento del enfrentamiento comienza un lento proceso de disgregacin de esa alianza de clases. La explicacin de este fenmeno es que uno de los sectores objetivamente, en el
desarrollo de su lucha, ha sufrido un desencantamiento de su conciencia distorsionada, y como consecuencia a veces de la lucha misma, acceden a las situaciones y al entorno del rgimen.
Qu es lo que se debate en la lucha terica?
Quines son los que debaten y se enfrentan en la lucha terica?
Para responder ambas preguntas necesitamos, por un lado, aquellos elementos que nos capaciten para entender el enfrentamiento en la
lucha terica; y, por otro, aquellos elementos que nos ayudan a comprender de qu manera se produce la lucha terica. Son dos cuestiones distintas, la una hace a la gnesis en que se constituye el enfrentamiento en la
lucha terica, y la otra hace a las formas especficas en que se desarrolla la
lucha terica. Estos dos momentos diacrnico-sincrnicos estn yuxtapuestos, slo son distinguibles para el anlisis a partir del conocimiento de
esa realidad.
En la lucha terica se disputa la conduccin de todas aquellas fracciones de la sociedad que objetivamente no pueden acceder al rgimen,
sean o no conscientes de esta incapacidad; y la conduccin tambin -que es
un elemento que se olvida permanentemente- de aquellos elementos que
pudiendo acceder tienen una conciencia contradictoria, tienen una falsa
conciencia de su situacin objetiva. Estos elementos son tremendamente
importantes porque al poder acceder, tienen un poder objetivo del que carecen los que, objetivamente, estn marginados y excluidos. Estas fracciones que tienen posibilidad de acceder pero que no lo saben, son sectores
que anidan en la burguesa y que expresan ciertas formas que la propia
burguesa acoge en su seno: como contradicciones y con contradicciones. Lo
que est manifestando este fenmeno son indicadores de que el modelo de
acumulacin capitalista est sufriendo transformaciones. Estos son indicadores indirectos que se expresan en el campo de los hechos polticos y sociales de determinada manera; por ejemplo, en el campo de lo que se ha
llameado las formas ideolgicas, los discursos tericos, etctera. En realidad, la raz de todas esas distorsiones y aberraciones tericas es la contradiccin entre las condiciones objetivas de esa fraccin social de la burguesa
o de la pequea burguesa y la conciencia falsa que de esta situacin se
tiene.
Estas fracciones no slo tienen un poder objetivo muy superior al
resto de las fracciones que objetivamente no pueden acceder al rgimen
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Lo mismo pasa en el mbito del poder. La posibilidad de distinguir entre las armas materiales y las armas corporales, permite comenzar a
poner en crisis el fetichismo de las armas."^^ Se est hoy en condiciones de
formular una teora que permita superar el fetichismo de las armas, entendiendo por qu es importante la nocin de que una fuerza armada est armada moral y materialmente. La concepcin del armamento moral nos
permite entender las leyes del armamento material.
--' Sobre este tema consltese en el presente libro "Reflexiones sobre una estrategia poltico militar".
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Estamos en un perodo en el que las grandes construcciones tericas perduran; en un momento en que las condiciones histricas sociales que
les dieron origen han sido redefinidas en una forma cualitativa diferente.
Las luchas de clases reales, que las constituyeron, han cambiado en su desenvolvimiento; no slo por un problema de intensidad de la lucha sino porque se est viviendo el parto de nuevas formas sociales. Lo que se vive es
la crisis embrionaria, de larga duracin, del capitalismo y la prefiguracin
de una sociedad de la que no se tiene idea. No es slo un problema de desarrollo desigual y combinado. En esta crisis la forma en que hacen crisis los
cuerpos tericos no obedece a las leyes de constitucin de una teora rigurosa; obedece a las formas en que se expresa la lucha de clases en este perodo: hay un irracionalismo de la construccin terica.
Veamos la teora de la guerra en Clausewitz. Todos los elementos
all presentes ocupan un tipo de lugar y jerarqua, que va a ser radicalmente
alterado durante el siglo XX. Por ejemplo, la importancia que ocupa lo que
se conoce posteriormente como fuerzas irregulares, es un lugar que va ser
actualmente alterado. Sin embargo, cabra preguntarse en qu medida esta
situacin altera o invalida la teora de la guerra en Clausewitz. La respuesta
mecnica afirmativa a esta pregunta ha conllevado a errores. Un ejemplo es
la crtica de ]. Stalin. A pesar de que fue consciente que se estaba produciendo un cambio cualitativo de los procesos sociales y polticos, a los que
hace referencia toda teora de la guerra. Para l, Clausewitz es un terico del
perodo manufacturero del capitalismo, con lo cual lo reduce y define como
anacrnico e innecesario.
Por el contrario, si observamos y tenemos presente el hecho de que
Clausewitz haya sido producto de una complejidad mayor, como lo era la
emergencia o constitucin del Estado-Nacin v, simultneamente en consecuencia, del poder militar de las burguesas nacionales, entonces no
quiere (no podemos) decir que las leyes socio-histricas que tuvieron la
fuerza para constituir ese hecho ya no existan ms. Estas leyes permanecen,
pero hoy estn subordinadas a la emergencia del capital financiero -este es
un planteamiento bastante original, que parte de los presupuestos de
Lenin-. Esta situacin implica que la teora de la guerra de Clausewitz debe
ser redefinida en funcin de las leyes y consecuencias del capital financiero.
Por ello es necesario redefinir el modelo de Clausewitz a la luz de la existencia del sistema capitalista mundial, en el perodo de dominio y lenta
construccin de la hegemona del capital financiero.
Por qu se habla de dominio y no de hegemona plena del capital
financiero? Porque lo que se est viviendo es, justamente, el intento de este
dominio del capital financiero por crear las condiciones de su hegemona.
El intento de convertir el dominio del capital financiero en hegemona del mismo, ha provocado un tremendo impacto en la teora de la
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Pero, por primera vez, hay un tipo de capital financiero cuya territorialidad
no depende de la defensa de un determinado territorio del Estado-Nacin.^
Se debe reflexionar sobre cada una de las categoras que se refieren
a ese enorme reticulado en que se expresa este orden capitalista.
El secuestro es un atributo del capital financiero. Es la aparicin de
un sistema categorial, clasificatorio, del "enemigo popular".
Una de las armas que usa el capitalismo financiero es la de quitar
la nacionalidad. Si se preguntara a cuntas personas les ha quitado la nacionalidad el capital financiero simplemente no se comprendera de qu se
est hablando. El refugiado hace referencia a un proceso de crisis de la nacionalidad. La nacionalidad hace referencia al proceso de formacin del
poder de la burguesa, a este proceso que construye ciudadanos; y como
instrumento del capital financiero vemos aparecer, por el contrario, un proceso de desnacionalizacin.-*'
Secuestrados y refugiados estn ligados entre s como polticas y
formas de accin del capital financiero, y tiene tambin que ver con el hecho
de que el capitalismo hoy lucha porque el comportamiento poltico de enormes masas sea identificado y categorizado como delito comn y no como
un delito poltico, y si llega a aceptar que es un delito poltico, los categoriza como detenidos polticos pero no como prisioneros polticos. Esta nocin del prisionero, est estrechamente vinculada con la teora y la
experiencia histrica de acumulacin de la guerra.
^' Esta crisis es importante porque por primera vez se ha constituido el capital financiero cuyo inters
objetivo no se identifica, ni siquiera en el campo de la alianza tctica o estratgica, con los intereses del
Estado-Nacin Estados Unidos de Amrica
'" Sobre este tema ver mi eplogo "Luchar'" en !a itima edicin de Los hechos armados. Ediciones Picaso/La rosa blindada. Buenos .Aires. 200".
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La nocin de tiempo y espacio: las mediciones como reflejo de cierto estadio de la sociedad
Partiendo de una postura "clsica", afirmaremos que estrategia
hace referencia a la distribucin espacial y temporal de los encuentros. Al
hacer juicios de carcter estratgico, nos remitiremos a los problemas que
se derivan de la realizacin y distribucin de los encuentros a travs del
tiempo y del espacio (de ah su uso en el sentido de trayectoria de un proceso). Este es el mbito de la estrategia, es el origen clsico del trmino; este
origen nunca lo ha perdido, lo que s es cierto es que se ha ido enriqueciendo.
El mbito de la tctica se refiere al arte de los encuentros; ya no al
problema de la distribucin del conjunto total de los encuentros a travs
del tiempo y del espacio, sino a todo lo que est vinculado al encuentro (al
combate); no al conjunto de los encuentros, sino a los encuentros especficos (a cada combate especfico). En este sentido, el sujeto social en trminos
de accin de la estrategia, es el conjunto total de las fuerzas; y el sujeto social de la tctica son las fuerzas parciales, especficas en ese encuentro.
Hay encuentros que podran ser asumidos casi como una multiplicidad de encuentros. Hay encuentros que en su desarrollo rompen la
puntualidad aparente de confrontacin de un encuentro. Pero ese tema
tiene que ver, en el fondo, con cmo manipulamos o concebimos la nocin
de tiempo y de espacio en los combates planeados y / o los reales.
Desde cierta perspectiva estaramos ante una cebolla con innumerables cascaras: segvm donde estemos nos parecer encontrarnos en un determinado momento estratgico, en un determinado momento tctico, etc.
En realidad el problema bsico es otro, es qu se entiende por dimensin
tiempo-espacio. Se tiene una nocin del tiempo y del espacio que es de una
larga construccin histrica, y que ha estado dominada por el elemento
central, hegemnico, de la concepcin del mundo de la clase dominante.
Se tiene una imagen burguesa del tiempo y del espacio: una dimensin del
tiempo de carcter cronolgico y una dimensin del espacio de carcter geogrfico que remiten a una determinada teora geogrfica y temporal; pero
estas teoras estn subordinadas y son consecuencia de estrategias histricas del poder de las clases dominantes.
Una nueva corriente de gegrafos franceses se ha planteado una
visin estratgica en el campo de su disciplina.''' Se han preguntado a qu
concepcin ideolgica obedece la geografa como disciplina, como mbito
del conocimiento. Saben, conocen, con bastante certeza, que no slo la no- Sus trabajos son publicados por la revista fcrodole. Ver tambic.n: Lacoste (1976) La geografa un
arma para la guerra y "Preguntas a Michei Foucault sobre la geografa" (Foucault: 1978).
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menclatura sino las estructuras conceptuales de la geografa, fueron constituidas como expresin del proceso del poder de las clases dominantes.
Valga como ejemplo el trmino "regin", que en definitiva es una
nomenclatura de lo feudal en el mbito espacial, es una palabra que en ltima instancia hace referencia a un dominio; "regin","regir", es el mbito
de un dominio. Histricamente llega un momento en que la gente en sus
anlisis usa la imagen de regin, sin darse cuenta de que es una manera de
ver el poder, que no toma en cuenta que lo que hay que conocer es el carcter social de las leyes que constituyen ese poder.
Estas distorsiones son la forma en que prctica y tericamente se
ejecuta una estrategia de poder de las clases dominantes. Hemos sido construidos para ver lo "temporal" de una forma distorsionada, y para ver lo
espacial distorsionado de forma anloga. En definitiva hemos sido programados para ver el poder de una forma que nos disciplina.
La imagen de que el arte de distribuir los encuentros espacial y
temporalmente es el mbito de la estrategia, sugiere en seguida un mapa,
una cartografa adecuada. Pero hay muchos mapas: de ros, de costas, de
minerales, hay miles de mapas. Cuando se hace referencia a un mapa, a
una carta, se sabe que sta puede ser construida en principio en funcin de
dos grandes vectores, uno es el vector espacial, pero el otro cul es? Pueden ser los ros, las montaas, los minerales. Y all est la clave, segn cul
sea ese segundo vector est sealando la concepcin poltica estratgica del
perodo.
En realidad el problema no es el espacio, sino cmo se nutre ese
espacio, a qu dimensiones de la realidad convoca o qu es lo que se va a
mirar en ese espacio para, adems de observar los resultados del poder, las
consecuencias del poder y de la estrategia en accin, descubrir la fuente y
la estrategia del poder; el proceso mismo v las condiciones constituyentes
que hacen posible dicho poder.
Para ello es importante retornar con otra perspectiva sobre las nociones de espacio y de tiempo. Se debe resolver, desde el inicio, qu es lo
que determina el espacio y el tiempo; es decir, cul es la dimensin que va
a ser uso del espacio y del tiempo. Hiptesis central: esta permitira articular la teora de la lucha de clases y la teora de la guerra. Por qu? Porque
el espacio y el tiempo son sociales. No es ya la imagen de que el espacio es
lo geogrfico y el tiempo es la cronologa. Sino que tanto el espacio como
el tiempo, deben ser constituidos, a partir de las leyes propias de la duracin
y el espacio de los procesos sociales objetivos. Aqu anida el anclaje real de una
teora de la lucha de clases, saber acerca de los tiempos y los espacios de los
procesos sociales. Se trata justamente de incorporar la teora de la lucha de
clases a travs de sus dos grandes dim.ensiones histricas en la nocin es58
pacial y temporal, v esto es posible una vez desarrollada la formacin social capitalista.-*
La posibilidad de que la organizacin de la sociedad, el modo de
produccin de una sociedad, pudiera objetivamente organizarse en funcin de una medicin de carcter temporal -el tiempo-, de carcter secuencial, causal, cclico, sistemtico, predecible, slo fue posible porque existan
las cinco formas histricas desarrolladas del trabajo. La posibilidad de que
emergiera el trabajo asalariado estaba dada por el desarrollo histrico: el
trabajo social meda una cosa, su relacin con el trabajo abstracto era otra,
y as su relacin con el trabajo simple y con el trabajo complejo. En tanto se
produce objetivamente este proceso de articulacin, es que se han creado
las condiciones reales en que el tiempo de trabajo socialmente necesario
puede aparecer como una magnitud objetiva; las condiciones sociales pueden ser expresadas en estos trminos: la "duracin", los tiempos, instrumentos de medicin que configuran una cierta cronologa, pueden ser
expresados. La aparicin del primer reloj marca de forma inequvoca que
ya estaban dadas las condiciones de ese proceso. Cuando aparece el reloj de
cuerda; cuando a las iglesias, si bien no ignoran las campanas, les yuxtaponen un reloj; cuando los castillos, en sus fachadas, no slo tienen un reloj
de sol, sino que aparece el reloj tal cual lo conocemos hoy; todo ello nos
est indicando que las condiciones del desarrollo del capitalismo ya estn
social y materialmente dadas, se trataba entonces de completar su existencia social.
Los avances en la construccin de instrumentos de medicin son la
expresin de un cambio social cualitativo en la sociedad. Cambio que est
centrado en la viabilidad, no slo de la existencia social del trabajo asalariado, sino en la posibilidad objetiva de comenzar a procesar, a organizar,
todo ese andamiaje a partir de la cuantificacin objetiva del tiempo de trabajo necesario. Todo esto supone una base material de relaciones sociales
muv peculiar v especfica.
Esta digresin pretende sealar el hecho de que los instrumentos
son el reflejo de ciertas condiciones y construccin social. No hay mediacin
al margen ci eso; las mediciones son el reflejo de cierto estadio. En ltima
instancia, son stas la base de la antropologa y la arqueologa: el carbono
nos da una informacin cronolgica abstracta; lo que nos da la informacin
temporal histrica objetiva es el campo de las relaciones sociales.
La imagen de la que partimos es que hay una sabidura de distribucin de las fuerzas en el espacio y en el tiempo; v hay una capaciciad: la
de saber construir fuerzas. Estas son dos grandes tareas histricas: la poltica y la militar. Una estrategia poltico-militar es precisamente la capacidad
-- Leido desde la perspectiva producto de la mvesiieacin de K. Marx (1988) en E! capital.
59
de construir fuerzas que puedan expresarse militarmente en forma objetiva. Una estrategia hace referencia a la capacidad de distribuir y de construir una fuerza, por eso es poltico-militar. Esta conjuncin conceptual a la
que refiere una estrategia poltico-militar, es en ms de una oportunidad
mal entendida, al otorgarle una interpretacin instrumental, militarista. Lo
mismo pasa con la nocin de guerra. Se le otorga una imagen militarista,
con lo que se comete un profundo error. La guerra reducida al militarismo,
no es guerra. La guerra no es un hecho, estrictamente hablando, solo militar (reducido a las armas). En la medida que la guerra depende de la estrategia, depende del arte de distribuir la fuerza espacial y temporalmente.
La guerra slo puede hacer esta distribucin porque resuelve el proceso de
construccin, de existencia de esa fuerza.
60
ESQUEMA
Composicin orgnica de
capital
> CC (cosas)
> CV (cuerpos)
65
una nocin de fuerza de trabajo: cuando 1) por primera vez objetiva con
claridad el cuerpo humano, 2) descubre la distancia que hay entre el consumo de ese cuerpo humano y la capacidad durante el proceso de consumo
del cuerpo, de crear ms de lo que consume.
Marx resolvi el problema del valor al otorgarle un status terico
al cuerpo humano, y esta fue una revolucin terica. El camino para producir una revolucin terica en la teora del poder es probablemente el
mismo: tratando de resolver cul es el status terico del cuerpo en una teora del poder. Esto supone constituir una teora del poder a partir de que
se le otorga al cuerpo humano el status terico que define el mbito del
poder.
En la fundamentacin terica del capitalismo, cuando se le otorga
status terico al cuerpo, estamos diciendo que el proceso de expropiacin
del poder material del cuerpo no pertenece al mbito de la economa, sino
de la poltica. Expropiar el poder material del cuerpo es el mbito de la poltica. El proceso de consumo del poder material del cuerpo, es el mbito de
la economa.
La lectura de los distintos mbitos del proceso productivo cambia
desde esta ptica, y deja de ser una lectura economicista; poco a poco
emerge una lectura que constituye el mbito del poder.
Tomemos un ejemplo. Es obvio que cuando el obrero llega al proceso productivo, ha sido previamente expropiado de su fuerza de trabajo.
No es ese el lugar en que se produce la expropiacin, el obrero es ya un
cuerpo al que no le pertenece su fuerza de trabajo. Dnde se produce esa
expropiacin? En el mbito de las relaciones de cambio. El proceso de compra-venta altera las relaciones de propiedad. Las relaciones de cambio tienen la capacidad de alterar relaciones de propiedad, sin que se use fuerza
material.
Aqu hay un dilema que nos remite a las condiciones que deben
darse para que en el mbito del cambio pueda producirse este proceso de
expropiacin de la fuerza de trabajo, es decir, la alteracin de las relaciones
de propiedad.
En realidad, lo que ocurre es que el proceso expropiatorio de la
fuerza de trabajo es uno de los campos de expropiacin. Justamente lo que
no se percibe son los otros campos de expropiacin permanente.
De qu manera se produce el proceso de expropiacin de las condiciones de existencia material de los individuos? En este mbito el poder
se explcita como el uso de fuerzas materiales. En el cambio estamos ante
el punto de llegada de un proceso, donde ste puede llevarse a cabo sin el
uso directo de la fuerza porque sta ya se us antes. El obrero que llega al
proceso de trabajo ya ha sido expropiado "pacficamente" de su fuerza de
trabajo en el cambio. El cambio alter una relacin de propiedad que tena
66
ese hombre con su fuerza de trabajo. Pero la sociedad ha constituido, previamente, un proceso de expropiacin no de lo corporal, smo de las condiciones de existencia de lo corporal. Por eso no se visualiza el uso de la
fuerza.
La imagen histrica ms usual es la precapitalista: all donde el proceso expropiatorio usaba directamente la fuerza para expropiar el producto
del trabajo de la gente, cantidades de horas, de dinero, etctera. Las imgenes precapitalistas siempre reiteran que el producto es arrebatado mediante el uso directo de la fuerza, no por medio de transacciones. Ei
capitalismo se caracteriza precisamente porque en el proceso de trabajo no
se produce el uso directo de la fuerza, como tampoco en el cambio.
Entonces cundo se produce el uso directo de la fuerza? Estrictamente en el mbito del poder.
Generalmente no se produce la visualizacin de cul es el mbito
del poder; el mbito en el que se produce el proceso de expropiacin del
poder de los cuerpos. Incluso el ltimo punto de la cadena, las relaciones
de cambio, son vistas sin entender que si el cambio es una lucha "pacfica",
es porque a esta lucha "pacfica" los obreros llegaron ya desarmados, derrotados, cercados. Pero ese proceso de derrota y desarme se ha producido
en otro mbito (o tipo) de relaciones sociales.
Esto reitera leer todo el proceso de relaciones sociales con otra ptica. Distinguir el proceso que produce las condiciones de existencia y el
proceso que destruye las condiciones de existencia. No se sabe leer cmo se
produce este proceso de destruccin de las condiciones de existencia corporales, individuales, de cierta fraccin de la sociedad; esta separacin como dira Marx- de las condiciones de existencia del productor y el
productor mismo. No slo no se tiene el hbito de hacer este tipo de lectura,
sino que se carece del ordenamiento preciso que permita medir, una a una,
cada una de esas relaciones sociales.
Simultneamente uno se encuentra con que hay una lectura del
mbito del poder slo de carcter burgus. La lectura que hay de todo el sistema de relaciones sociales "no productivas" es una lectura burguesa. Hay
una teora del Estado, de la familia, de la educacin, de todos los mbitos
de relaciones sociales que no son, estrictamente hablando, relaciones de
produccin; hay n cantidad de lecturas. Todo eso fue reledo pero no ha
sido establecido con una distancia crtica que empiece a objetivar cules
son las modalidades y formas del uso de la fuerza material para constituir
este proceso expropiatorio, ya no slo del poder de los cuerpos, sino de las
condiciones de existencia de esos cuerpos. Este es estrictamente hablando
el mbito del poder.
Para constituir este proceso de expropiacin del poder de los cuerpos, la burguesa debe contar con una fuerza material.
67
Al asumir esta postura, se cae en una explicacin de carcter tecnologicista Qu son las armas para un campesino en China, durante la
Larga Marcha? El era capaz de transformar una caa de bamb, verde an,
en un arma. A priori, esa no habra sido contabilizada dentro de "las armas".
Pero quin tiene la capacidad de otorgarle el carcter de arma a una cosa?
No es lo que esas cosas son en el campo de las leyes naturales lo que tendr importancia, aquello determinante para constituirlas en armas.
Quin tiene la capacidad de constituir algo en mercanca? Lo que
las cosas son en el campo de las leyes naturales? No, las mercancas, como
deca Marx, no caminan solas. Las armas tampoco se hacen solas por s mismas.
Hay que desfetichizar la nocin de arma; y no caer involuntariamente en reducir el carcter de un arma a su aspecto material, en el campo
de las leyes naturales. Una cosa es que lo material tenga importancia en la
constitucin de un arma, y otra cosa es terminar explicando las armas en relacin a las leyes naturales.
As como se produjo la crisis del fetichismo de la mercanca, es necesario producir la crisis del fetichismo de las armas.
Una persona en las invasiones inglesas en el Ro de la Plata en 1806
y 1807 converta el aceite con que cocinaba todos los das en una de las
armas ms importantes, con slo arrojrselo hirviendo al enemigo. Llevaba intrnsecamente en su seno el aceite esa capacidad infinita de ser un
arma mortal? Sera ingenuo pensarlo. Se puede ahogar a una persona con
el mismo lquido que sacia su sed, etctera.
Lo sustantivo es tener un cuerpo terico que nos permita percibir:
cules son esas relaciones sociales que tienen la capacidad de transformar
cierto campo material en los medios, las armas, necesarias para cierto enfrentamiento. Es el carcter social el que transforma esas cosas materiales.
Una teora de la guerra como continuacin de la poltica por otros
medios puede incurrir en el riesgo de constituir el cuerpo terico de la guerra en forma incorrecta. Puede tener una imagen de la guerra no rigurosa,
porque es una imagen que tendera a reducir los parmetros, los criterios,
las variables, los atributos de la guerra, al cuerpo de las leyes naturales del
campo material enjuego. Cae en una imagen tecnolgica del proceso militar.
El problema se resuelve retornando nuevamente a la nocin de
fuerza social.
As como hav una nocin de fuerza de trabajo, que empieza a tener
la capacidad casi infinita de resolucin de los dilemas, la nocin de fuerza
social tambin es un operador de la misma envergadura terica que la nocin de fuerza de trabajo.
La nocin de fuerza social nos remite a cuerpos humanos. Es de
all, de esos cuerpos humanos, de donde va a brotar la dimensin v el es70
paci del poder. As como de esos mismos cuerpos humanos brot el espacio, la dimensin de la economa poltica. Un camino similar tendremos
que recorrer con esta nocin de fuerza social, remitindola al carcter de
poder "poltico" que tienen esos cuerpos; es all donde est anclado el poder.
Lo que se encubre es que esos cuerpos son fundamentalmente
fuerza material. Eso se encubre. Y es esa fuerza material la que tiene capacidad, o no, de constituir el mbito del poder.
Pero qu lectura hay que hacer para constituir el espacio de la economa poltica?
Se avanza buscando una analoga al revs, es decir, sin colocar delante a la economa poltica, sino dejndola un poco atrs, como vigilante
de los pasos que se dan en este espacio de poder; en definitiva, si son correctos o no. No se trata de calcar y sustituir conceptos en otros lugares precisos.
Dos palabras claves para ir resolviendo el dilema de la fuerza: el
enfrentamiento, el encuentro. Es all donde los grandes avances tericos se
hicieron en la teora de la guerra, y no en otro mbito.
Los grandes avances no se hicieron en las teoras del Estado. Ninguna teora del Estado explica, ni siquiera hace referencia, el enfrentamiento entre fuerzas materiales. Toda teora del Estado, en ltima instancia,
habla de las consecuencias de esto, pero no de su proceso mismo. Es parecida la situacin con la economa clsica: toda la economa clsica se vuelca
finalmente al mbito del mercado, al mbito del cambio, est concentrada
en el mbito del mercado y del cambio. Explica el proceso econmico general en funcin de las relaciones de cambio. Al hacerlo as se va reduciendo imperceptiblemente al mbito de las leyes naturales. La imagen de
la competencia como leyes invisibles de la economa fue posible porque se
la redujo al mbito de las relaciones entre fuerzas naturales, a las cuales se
les podan aplicar las leyes que se haban constituido entre los siglos XVII
y XVIII en el campo de las leyes fsico-naturales (la mecnica clsica, etctera).
La crtica a la economa clsica parte de un mecanismo muy simple.
Sealando que se est construyendo el proceso de funcin de un tipo de
relacin social, la venta y la compra, la compra y ia venta. Este tipo de relacin social nos remite a otro, a las relaciones que los cuerpos tienen partiendo todos del mismo prerrequisito: es un intercambio de bienes. Todos
son propietarios de algo, unos de fuerza de trabajo y otros de una cosa.
Pero en este sentido todos son iguales, por eso es que todos pueden alternativamente comprar o vender, hipotticamente hablando, porque todos
son propietarios de algo.
La primera crtica es al mbito mismo Hay que mirar el mbito
donde se constituye ese carcter de propietario de cc;sas o de tuerza ile tra-
La nocin de fuerza social se encuentra en Marx en muchos lugares, pero quizs nunca con tanta nitidez como en los captulos que van de
"cooperacin a Gran industria" en El Capital (Marx: 1978). Si se toma a estos
captulos veremos que Marx trata de manera destacada de explicitar el carcter material de las fuerzas sociales en el proceso productivo. La manera
en como l trata de resolver la distancia que hay entre el proceso de divisin de trabajo, consecuencia de las condiciones naturales o de las leyes de
este proceso, y el proceso de la divisin social del trabajo, como un proceso
distinto, no subordinado, permite la articulacin del campo de las relaciones fundadas en leyes o condiciones naturales, con el campo social. All hay
un modelo interesante que demuestra como l utiliza la nocin de fuerza
social. En estos captulos se hacen sealamientos tremendamente importantes para el campo de la guerra y la poltica: como que ciertas fuerzas de
produccin slo pueden darse en tanto ciertas relaciones sociales dejan de
funcionar o ser destruidas; pero en tanto existe un tipo de articulacin entre
cosas materiales e individuos, esto impide la existencia de ciertas fuerzas
sociales de carcter productivo. Un ejemplo; para que llegue el proceso al
obrero parcelario, es necesario que antes haya entrado en crisis la unidad
organizacional y disciplinaria del proceso productivo que es el oficio. Pero
esta crisis del oficio no se inicia porque aparece la mquina-herramienta,
sino al revs.
Esta referencia a la crisis de la unidad organizacional oficio, pretende sealar, por un lado, que el oficio slo entra en crisis en tanto las relaciones sociales que mantenan una relacin fija entre instrumentos de
produccin y ciertos individuos, sujetos sociales, se modifican. Es la alteracin de stas relaciones sociales lo que antecede a la crisis del oficio. Por
otro lado, al entrar en crisis el oficio como unidad organizacional, se incorporan ciertas tecnologas e instrumentos, relativamente nuevos, que suponen la tendencia a constituir otras formas organizacionales.
Es importante destacar que la crisis de la forma social productiva
no es una consecuencia de una innovacin tecnolgica. El proceso es al
revs. La viabilidad de la introduccin de una tecnologa, slo es posible en
tanto las condiciones sociales hayan sido alteradas. Qu condiciones sociales? Aqullas que hacen referencia a las relaciones existentes entre los
instrumentos de produccin y el control, la propiedad -cualquiera sea la
forma jurdica- de esos instrumtentos. Hasta tanto esto no hace crisis no es
posible que entre en crisis el oficio y aparezcan las innovaciones tecnolgicas en el proceso productivo.
Esta digresin pretende hacer referencia al lugar que ocupan los
instrumentos en el proceso social. Los instrumentos son consecuencia, no
tienen capacidad explicativa, no son elementos de la causalidad, son re73
sultantes. Por supuesto, una vez redefinidas las relaciones sociales, los instrumentos viabilizan, o no, esas relaciones sociales; y hay instrumentos que
las viabilizan ms o menos que otras.
74
semejantes. Lo que est advirtiendo es que el prerrequisito, la toma de decisin de un encuentro, las variables que lo causan, parten de supuesto de
la tendencia a que los encuentros se produzcan entre fuerzas semejantes,
buscando cada una de ellas su mejor posicin.
Por eso alerta en el sentido de que los encuentros medidos en trminos de bajas humanas, siempre son muy similares. Esta afirmacin nos
est dando un criterio objetivo de qu carcter tenemos que atribuirles a
los muertos en los encuentros, y una hiptesis que dice que la intensidad
de los muertos en los encuentros tiende a ser relativamente igual para
ambos bandos.
Inmediatamente Clausewitz hace una referencia que ayuda a construir la contabilidad objetiva de los encuentros. Dice: se pueden dar bajas
humanas calificadas en tres categoras: muertos, heridos y prisioneros. Si se
quiere, esto puede llamarse una contabilidad de los cuerpos. Porque estos
tres criterios hablan de los estados corporales; es decir, los cuerpos en definitiva, en el proceso de encuentro, se hallan en cuatro situaciones y slo
en cuatro: o estn muertos, o heridos, o prisioneros, o vivos. Estos son criterios objetivos de evaluacin de un encuentro que nos permite contar con
un cdigo susceptible de ser aplicado a tales fines. La envergadura que cada
una de ellas tiene caracteriza el encuentro. No es lo mismo un encuentro en
el que hay miles de muertos que unos pocos muertos, etctera. Las magnitudes que asuman estas cuatro categorizaciones acerca de los cuerpos, vinculados o articulados en el proceso del encuentro, estn dando una base
objetiva de apreciacin del encuentro.
Pero Clausewitz se refiere tambin a las bajas materiales, no humanas. Esta cuestin est abierta en el sentido de que no son estas las categoras precisas; esas bajas materiales podran ser, al menos hipotticamente,
categorizadas en funcin de nuestras orientaciones tericas, acerca del carcter que esas bajas materiales puedan asumir, as como de sus magnitudes.
Se puede objetivar, establecer una cuantificacin del proceso del
encuentro en funcin de dos grandes conjuntos: bajas humanas y bajas materiales.
Pero Clausewitz tambin se refiere a otro aspecto que es muy importante: habla de bajas morales, de un proceso moral de deterioro; y da,
por primera vez, un indicador objetivo de la baja moral, o de la derrota
moral. Advierte que la objetivacin del elemento moral es la prdida o no
del territorio.
Qu concepcin tiene Clausewitz del territorio? Qu es el territorio? En su imagen, aparentemente la territorialidad es muy material, da
la sensacin de ser un terreno. Pero cmo va a tener Clausewitz una nocin tan inmediata y mecanicista del territorio si ste es, justamente, el in76
en crisis; esto no es producto de la prdida del arma en s, sino de la prdida de las relaciones sociales que esa arma mediaba, pero no se niegan los
conjuntos concretos de esas relaciones sociales. Una fraccin de un ejrcito
desarmada, no implica que ha sido aniquilada la fuerza social de esa fraccin: ha sido aniquilada una parte del poder material de esa fraccin. Pero
la muerte de una parte del ejrcito, implica una simultaneidad que s aniquila su poder material.
Esta matriz sirve para caracterizar los encuentros, y distinguirlos
entre s; al mismo tiempo que permite caracterizar a las fuerzas sociales en
pugna, entendiendo por fuerzas sociales estos conjuntos de relaciones sociales, que median y definen una fuerza social.
La fuerza moral es la forma en que Clausewitz se refiere a las relaciones sociales existentes en una fuerza militar entre los individuos, que no
quiere decir que se establezcan a travs de las armas: se establecen a travs
de las condiciones sociales materiales que los articulan.
La nocin de territorialidad que se refiere a un espacio, no se refiere
a un espacio material sino a un espacio social. Este espacio social que usa
Clausewitz, al que se refiere al hablar de fuerza moral, est constituido por
ciertas condiciones materiales; es decir, por las mediaciones de relaciones
sociales materiales. Este territorio es la referencia, en un sentido espacial, de
aquellas condiciones materiales que son las mediaciones de las relaciones
sociales que constituyen esa fuerza.
Esta es la imagen, ms o menos desarrollada, implcita en Clausev^itz. Su nocin de fuerza moral y el carcter social de la territorialidad, nos
remite a las condiciones sociales y materiales de una fuerza militar. Con
esto se est refiriendo al mbito social, pero a un mbito especfico de relaciones sociales.
Si el espacio, la "territorialidad", es social, y se refiere a esta argamasa, a este conjunto de relaciones sociales que constituyen la fuerza social,
entonces la imagen espacial, el mapa, va a dejar de ser geogrfico, abstracto,
jurdico, institucional, etctera. El mapa va a convertirse en la distribucin
espacial de las clases sociales, de las relaciones de enfrentamientos entre
esas clases. En un mapa que en el espacio distribuya las clases en pugna, la
existencia de las clases -no como un elemento estadstico, no las clases cristalizadas en sistemas clasificatorios abstractos- se apreciar como la distribucin espacial de las clases en sus enfrentamientos. Lo til en un trabajo
cientfico o estrictamente acadmico es la construccin de un mapa en la
sucesin y distribucin espacial de los enfrentamientos entre las clases.
Clausewitz hace una sugerencia muy interesante al hablar de realizacin de la victoria a partir de un encuentro favorable. Los encuentros
pueden ser favorables o desfavorables, pero un encuentro favorable no es
ninguna garanta, en absoluto, de la realizacin de la victoria. Este es otro
78
Lucha econmica
Lucha poltica
Lucha terica
Campos de lucha
Lucha econmica
Lucha poltica
Lucha terica
Muertos
Heridos
Materiales
Morales
Prisioneros
79
'" En la lucha econmica, puede suceder un enfrentamiento en que el triunfo de una fraccin obrera supone una crisis del resto de las fracciones obreras. Este enfrentamiento, que puede tetter toda la apariencia de ser un avance, una conquista obrera, en realidad est produciendo una enorme polarizacin
y distancia social en el seno del proletariado.
81
fuerzas en juego. Por ejemplo, si se quita algo que no compromete al conjunto total de la fuerza, pero reacciona como si la comprometiera, su enemigo analizar como si esa prdida involucra al conjunto total de esa fuerza
y reaccionar en consecuencia. Esto forma parte de un engao, el uso total
de esa fuerza no es ms que una forma aparente, no es real. Se moviliza
toda la fuerza para demostrar a su enemigo que ha sido vulnerado en algo
que lo compromete globalmente, ste responde en trminos de la valoracin que ve objetivarse en la reaccin ante dicha prdida y en consecuencia comete un error que el otro aprovecha.
Esta imagen puede ser trasladable a los movimientos de carcter
estratgico y tctico, y a la prdida y la recuperacin, que permiten una
serie de combinaciones. Defensa y ataque por tanto, pueden ser totalmente
manipulables, en formas imprevistas, por ambas partes. Para tener la certidumbre sobre lo que objetivamente sucede, es necesario no dejarse llevar
por las consecuencias visibles en las acciones, sino tener la capacidad objetiva del anlisis de la situacin.
La formacin de la estrategia poltico-militar en el campo de la burguesa no sigue las mismas leyes que la formacin de una estrategia poltico-militar en el campo del pueblo. Este es un elemento importante;
presuponerlas iguales pero invertidas, es un error. No es lo mismo una estrategia poltico-militar de carcter capitalista, que una estrategia polticomilitar de carcter revolucionario. Por lo tanto, la valoracin de la prdida
y la recuperacin nunca puede tener el mismo valor para uno y para otro.
La no polaridad en la defensa y el ataque, no slo est dada por los atributos intrnsecos del ataque y la defensa, sino por los atributos intrnsecos de
las dos estrategias en pugna. Las valoraciones son diferentes, pero no son
polarmente diferentes, no tienen polaridad. Lo que es prdida para la burguesa, no significa como atributo, ganancia para el campo del pueblo; porque los procesos de formacin del poder son distintos, y la forma de
realizacin de ese poder tambin es distinta.
Esta es una importante ley de las relaciones sociales de enfrentamiento y pugna. El gesto aparentemente ms trivial, ms cotidiano, ms
reiterativo, ms tradicional del campo del pueblo puede, a partir de cierto
momento, ser definido como un atacante. Y como tal ser tratado.
La figura del "enemigo" se presenta para cualquiera de las dos partes como un atacante. El inicio de la emergencia del enemigo es el ataque.
Pero la antinomia que hay que tratar de comprender, es que quin define
al enemigo es el que se siente atacado. El define qu es el ataque, porque es
l quien se siente atacado. El carcter del ataque y del atacante no est en
manos de quin supuestamente ataca, sino del otro. Esto sucede as porque el ncleo central de lo que se llama el ataque es la imagen de la apropiacin. Esta "imagen de apropiacin" tiene que ver con la ruptura de una
83
relacin social; hay una relacin social que entra en crisis y que de alguna
manera es vulnerada. Esto es lo que establece en el campo del enemigo la
imagen de que es atacado, pero no como imagen subjetiva, sino objetiva.
Hay cierta oscuridad en los conceptos de ataque y defensa, pero la
primera claridad es que la defensa representa recuperacin. Lo central es la
nocin de recuperacin, no la nocin de ataque. La intencin es volver observable y racional la afirmacin de Clausewitz con respecto a que la guerra empieza con la defensa.
El ataque puede producirse sin que se use en absoluto un arma o
una fuerza armada, ni el ms mnimo gesto de violencia. Un ataque puede
ser tambin la desobediencia.''^
Se trata de demostrar que, en realidad, el problema central no es
una imagen dicotmica: ataque-defensa, que es errnea; sino la construccin de un modelo para aplicar el anlisis de las relaciones de fuerzas. Tanto
la nocin de ataque como la de defensa, son operadores metodolgicos que
nos permiten analizar las correlaciones de fuerzas. En cualquier ejemplo
que se d encontraremos una relacin tremendamente desigual entre la capacidad de defensa y la capacidad de ataque, cada una puede tener un gran
efecto multiplicador en la otra.
Hay una proposicin de Clausewitz que seala que los enfrentamientos tienden a producirse entre fuerzas semejantes. Cmo hacer consistente esta proposicin en situaciones en que el mnimo uso de fuerza en
un ataque, puede desencadenar el mximo uso de fuerza de la defensa?
Las nociones de ataque y de defensa son tiles cuando se quiere
establecer un esquema para el anlisis de las relaciones de fuerza. El anlisis de las relaciones de fuerza tiene el aspecto de ser algo que se reduce a
una cuantificacin de las fuerzas, en donde no est muy claro cules son los
objetivos, las metas que persiguen esas fuerzas. Si tenemos que la imagen
de la relacin de fuerzas es algo "fotogrfico", un momento de esa relacin,
esto nada nos dice sobre la secuencia que va configurando esa relacin de
fuerzas.
Si la nocin de enfrentamiento se analiza como la expresin de
cierta relacin de fuerzas, esto dara la posibilidad de que muchos de los indicadores usados convencionalmente en los estudios de coyuntura, fueran
tomando otro carcter: al tiempo que nos alertara sobre los enfrentamientos que tradicionalmente no se perciben, nos permitira observar cmo se
van constituyendo ciertas fuerzas sociales a partir del encuentro de determinadas fracciones de la sociedad.
Para lograr transformar un indicador en este sentido, es necesario
introducir en ellos la nocin de ataque y defensa. La nocin de ataque como
" Esta relacin se vincula, en parte, con el modelo de Hegel acerca de la dialctica del amo y del esclavo, las rupturas, etc.
84
que las fuerzas armadas estn armadas material y moralmente, y que esto
incide en la confrontacin material de las fuerzas, l lo hace a partir de la
concepcin de fuerzas profesionales de la burguesa, de una determinada
concepcin y realidad, acerca del carcter de las fuerzas que se estn enfrentando. En la confrontacin entre los Estado-Nacin, son vlidas las afirmaciones que l hace de las reglas de las leyes de la guerra.
Si se hace otra lectura de este texto, si se quiere comprender por
qu Clausewitz habla en trminos de fuerzas morales, debemos indagar
cul es el elemento material -que no se reduce a las armas materiales- qu e
est otorgando un "plus". Vamos a descubrir, que lo que denomina fuerzas morales, no es otra cosa que lo que hoy se acostumbra a llamar, la resultante del "disciplinamiento de los cuerpos". El producto del
disciplinamiento de los cuerpos, es decir, de la apHcacin de un poder, un
dominio de la burguesa sobre esos cuerpos, es lo que otorga un plus de
fuerza material sobre las armas materiales existentes.
Es un determinado ordenamiento, una determinada docilidad,
obediencia, de esos cuerpos, lo que logra otorgar un plus a la fuerza social
en trminos materiales. Esto es importante: la medicin, la relacin de la
confrontacin de fuerzas, se produce a partir, estrictamente hablando, de
fuerzas materiales y su expresin social.
Si se empieza a entender que la confrontacin, en trminos de guerra, es el mbito de la confrontacin de las fuerzas materiales que las fuerzas sociales tienen, empieza a ser bastante sustantivo comprender de dnde
nace el poder material de las fuerzas sociales en pugna. Y en este terreno,
Clausewitz es muy sugerente; porque plantea, desde el inicio, que el poder
material de las fuerzas sociales en pugna, nace no slo del armamento material, sino que surge, tambin, del armamento moral. Y afirma, adems,
que ese armamento moral es medible social y materialmente; no de manera
abstracta y especulativa.
Cundo es que se produce el militarismo en la accin y en la reflexin? Cuando se reduce la fuerza material de las fuerzas en confrontacin a su armamento material y se soslaya la fuerza moral, sin comprender
que la resultante de esa fuerza moral es un poder material. Y la fuerza material de la fuerza moral nace del poder material de los cuerpos, y ste
poder slo es real dadas ciertas condiciones. En las condiciones de las fuerzas armadas de la burguesa, del profesionalismo burgus, del aparato burocrtico militar, la fuerza material de esos cuerpos no slo est limitada,
sino fragmentada. Una fuerza es de carcter revolucionario, objetivamente,
cuando logra transferir a su fuerza social ese poder material de los cuerpos; que no estn subordinados a las armas materiales, sino que rea'mente
estn determinados por lo que Clausewitz llamara armamento ''mo3\'i'
curso terico de la burguesa. Es decir, la confrontacin entre individuos o sea la competencia, la supuesta confrontacin "pacfica"- o la confrontacin "militar". Esta imagen no es la correcta. Pero esto no quiere decir que
en la sociedad no se asista a encuentros que estn orientados por estos modelos; en la realidad, gran parte de lo que se considera la lucha de clases est
orientada por una estrategia, por una iniciativa, que busca imponer esos
trminos de confrontaciones. El hecho de que lo busque imponer no quiere
decir que objetivamente se produzcan as las confrontaciones; pero s es
cierto -y no hay que olvidarlo- que las formas concretas en que se producen los encuentros en la sociedad, no se dan al margen de ese intento de iniciativa.
Por lo tanto, 1) intentar comprender la lucha de clases como un modelo en el que preexiste el carcter de clase de los enfrentamientos es un
error. 2) En este sentido, no se puede soslayar el hecho de que la lucha de
clases est subordinada, durante ciertos perodos, a una iniciativa que busca
imponer cierto carcter a la lucha de clases, intentando que esta no tenga un
carcter antagnico.
Es decir, el discurso terico de la confrontacin, como la competencia o como la confrontacin militar, no es el instrumento necesario para
leer el desarrollo de la lucha de clases. Pero, simultneamente, mucho de lo
que la lucha de clases es, expresa la intencin de imponer ese ordenamiento. No se trata tampoco de que una parte de la sociedad se enfrente de
una manera, y la otra de una forma diferente. En realidad, lo que sucede es
que la lucha de clases, y la forma especfica en que ella se produzca, est determinada en tanto hay una clase que intenta otorgar tal sentido a la confrontacin, y hay otra que intenta otorgarle un sentido distinto.
El anlisis de la lucha de clases debe tener presente que muchas de
sus formas especficas son consecuencia de una determinada iniciativa, y
que hay otra iniciativa que intenta negarla. No se puede especular acerca
de cmo se produce la lucha de clases, slo se puede determinar qu criterios se deben tener presentes para leer el carcter especfico que establece
la lucha de clases.
Los instrumentos elegidos para leer la lucha de clases estn, entonces, determinados por el alineamiento con la iniciativa que busca negar
la iniciativa burguesa en la lucha de clases.
Cuando Lenin hace referencia a la lucha econmica, a la lucha terica y a la lucha poltica, remite a un problema: entre quines es el antagonismo. Nada dice del instrumento usado, o no, en esos antagonismos;
dice que la lucha poltica es una lucha entre el "pueblo" y el "rgimen". Que
la lucha econmica es una lucha entre burguesa y proletariado, y que la
lucha terica es una lucha entre la conduccin proletaria y el resto de las
conducciones. No est diciendo cul es el "instrumento".
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En general, la lectura de este tema se hace con una concepcin burguesa, que busca inadvertidamente los instrumentos o el mbito de la sociedad al que estara haciendo referencia; pero una lectura cuidadosa
muestra que remite a los mbitos de antagonismo.
El problema es saber "mirar" la lucha de clases: cuando se ve a un
hombre luchando contra el rgimen, dos personas, un hombre peleando
"consigo mismo", debe saber observarlas como forma de expresin de la
lucha de clases. Lucha poltica es el enfrentamiento del "pueblo" contra el
"rgimen"; donde "pueblo" querr decir, tarde o temprano, alian.za de clases, pero no cualquier alianza, sino una alianza de clases en sentido estratgico. Es decir, la alianza de clases que tiene como consecuencia el
enfrentamiento contra el "rgimen", o sea, a otra alianza de la sociedad.
El mbito de la lucha poltica ser el enfrentamiento entre las clases cuando stas se enfrentan como fuerzas sociales. Puede haber enfrentamientos tremendamente drsticos entre burgueses y proletarios, pero que
pueden estar fortaleciendo al rgimen, desarrollando el capitalismo. Un enfrentamiento golpea al rgimen cuando vulnera la relacin no de un capitalista con un obrero, sino las relaciones capitalistas mismas, las relaciones
de clases. Es all donde est el rgimen en juego. Ese mbito, ese enfrentamiento entre el "rgimen" y el "pueblo", es el mbito de la estrategia poltico-militar de la burguesa, pero tiene el presupuesto de la lucha de clases.
En consecuencia, aqu lo "poltico" no est usado en los trminos de la concepcin burguesa.
Lo poltico en una teora de la lucha de clases; es la referencia al
conjunto de relaciones que una clase impone a otra clase, no slo en el mbito de la produccin, sino en el mbito total estratgico. En cambio, cuando
se hace referencia a lo econmico, se refiere slo a relaciones capitalistas de
produccin entre la burguesa y el proletariado, y se deja de lado todo el
resto de las relaciones sociales. Al hablar de lucha terica se hace referencia al enfrentamiento en el seno mismo de los intentos de conduccin de
todo ese proceso.
Las palabras tienden a tener una semejanza formal, pero su significado cambia en uno u otro discurso. La constitucin de un lxico, un lenguaje, un cdigo, que desplace al dominante, supone un largo proceso. No
se puede decir que ya haya otro lenguaje, ste se est constituyendo muy
laboriosamente.
El mbito de lo poltico de la burguesa supone la ciudadana, supone al individuo despojado de sus relaciones de clase y slo en sus relaciones de carcter capitalista, en el sentido ms pleno de la palabra. Lo
poltico en la concepcin burguesa es el individuo retaceado, parcializado.
No se trata solamente de que se soslaye un mbito de las relaciones sociales, reduciendo tales relaciones; supone, adems, el intento de ruptura de
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La imagen que utiliza Foucault en Vigilar y Castigar acerca del proceso de humanizacin, y cmo este proceso de humanizacin en los castigos, la vigilancia, en el disciplinamiento, es una forma que asume -esto
Foucault no lo dice textualmente pero hay elementos para afirmarlo- el mbito tanto de la subjetividad como de la exterioridad corporal. Esto es incorporado en la medida en que pasa a formar parte del proceso mismo de
produccin general del capitalismo, de la reproduccin de sus relaciones
sociales.
En el ejercicio de Foucault, se muestra cmo esta imagen de la subjetividad, del mbito de lo psicolgico, de lo espiritual, ha sido incorporada
de acuerdo a las leyes y a la estrategia de poder de la burguesa.
Es decir, la burguesa involucra los atributos y las relaciones del
cuerpo en tanto logre mercantilizarlos, dejando de lado los aspectos, atributos o relaciones no mercantilizados.
Lo que se procura sealar es que el procesamiento de los cuerpos
por la burguesa no se reduce a su carcter de fuerza de trabajo. Hay toda
otra larga incorporacin que es el status terico, reflexivo, de conocimiento
y de poder, con que la burguesa va asimilando otros atributos y relaciones
que establecen los cuerpos entre s. Por ejemplo, a travs de las ciencias sociales existe un notable esfuerzo del capitalismo por incorporar un conocimiento, o un saber-poder de los cuerpos, en funcin de su estrategia de
poder, de su estrategia objetiva como capitalismo. Entre la teora de la guerra de Clausewitz y la tecnologa de la contrainsurgencia, est todo el carcter de la guerra psicolgica; la manera burguesa de incorporar los otros
aspectos o atributos de los cuerpos, de las fuerzas sociales, pero sin abandonar el territorio de una reflexin burguesa.
Pero el conocimiento que la burguesa tiene de los cuerpos es contradictorio con el desarrollo del capitalismo; ste cambia de acuerdo a qu
fraccin de capital es dominante en el perodo y en qu momento se encuentra del proceso de construccin de una hegemona de un sector del capital.
Sin embargo, no hay que desvalorizar los avances del campo del
conocimiento de las clases dominantes, en tanto ese conocimiento ha permitido ampliar su dominio y / o el mbito de su poder. Puede ser un conocimiento cuya teora es falsa, pero cuya capacidad de manipulacin
prctica, emprica, en absoluto puede ser reducida a una falsedad. Por
tanto, se deben entender las leyes de constitucin de ese conocimiento respecto al mbito de lo corporal, y cmo estas leyes de constitucin han seguido una estrategia de dos caras: las del saber y la del poder; rnguna de
ellas es despreciable. Se deben conocer las leyes de la estrategia de podersaber de la burguesa en cada uno de los estadios.
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de la realidad, y que se expresa en que las masas, construidas por la burguesa en su moral y en su conciencia histrica, se rebelan ante situaciones
tambin construidas por la burguesa.
La lucha espontnea, lo que marca en realidad, son las formas de
contradiccin de la dominacin burguesa, pero an en el territorio de su dominio.
La realidad de esas luchas, expresa que la burguesa est rompiendo ciertas relaciones sociales, e intentando imponer otras. El indicador
de las luchas espontneas advierte que las masas reaccionan ante la rupturas de cierta relacin social; aunque teoricen de forma "burguesa" esta reaccin, o aunque sean capaces de mantenerla y darle continuidad a tales
luchas.
Ante las formas espontneas o semi-espontneas de ciertas luchas
sociales, se debe investigar cules son las relaciones sociales que estn
siendo violentadas; porque siempre se presuponen pero se desconoce cules son, en realidad; las relaciones sociales que estn siendo vulneradas, en
funcin de lo cual se produce este movimiento de carcter espontneo o
semi-espontneo.^^
Al releer la literatura de las distintas luchas populares, de masas,
que existieron, encontramos innumerables ejemplos donde la fuerza material de Jas grandes luchas histricas de masas, en ms de una oportunidad,
fue reducida, fundamentalmente, a la presencia y accin corporal de esos
seres. Baste pensar lo que fue la Marcha de Sal en la India, conducida por
Gandhi, en que bast el desplazamiento slo de una persona a travs de la
India, hacia la fuente de sal, para que miles y millones de personas produjeran un desplazamiento; y esto fue suficiente para producir hechos catastrficos en la poltica colonial inglesa. Es la imagen de la desobediencia
civil, muy acuada por la civilizacin burguesa, pero que tiene bastante
proximidad y articulacin con el campo proletario. Una desobediencia es,
en realidad, una referencia al incumplimiento de cierta relacin social, desplazndola por el establecimiento de otra relacin social. Es obvio que all
la fuerza material est dada slo por los cuerpos.
Cmo es que se produce este factor desencadenante? Porque hay
una lectura histrica que hace un movimiento poltico, un movimiento revolucionario. Aqu hay tres cuestiones distintas:
1) Una relacin social que impone la burguesa que debe establecerse, en la
cual el cuerpo es una mediacin. La burguesa usa la fuerza material para
imponer esta relacin social, o algn tipo de manipulacin de otro carcter.
'^ Se entiende por "movimiento espontneo" o "semi-espontneo" aqullos procesos de lucha social
que se definen por no contar con la presencia de una conduccin poiiica o con una conduccin poltica
de carcter antagnico; pero en los que se pueden establecer ciertos encadenamientos de procesos sociales.
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Bibliografa
[Incluye la consultada para ambos trabajos de este libro]
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