Un Mar de Soja

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Un mar de soja: la nueva agricultura en Argentina y sus

consecuencias1

Carlos Reboratti2
Instituto de Geografa, Universidad de Buenos Aires (Argentina). E-mail:
creborat@arnet.com.ar
2

RESUMEN
Entre 1980 y 2005 el cultivo de soja en Argentina se expandi por 15 millones de
hectreas y ese producto y sus derivados pasaron a ser la principal exportacin del
pas. Este crecimiento es el resultado de una compleja trama que combina la
potencialidad natural de la regin pampeana y las posibilidades de expansin territorial
de un nuevo cultivo con los cambios en los mercados mundiales de alimentos, las
nuevas tecnologas agrcolas y el papel de las llamadas "nuevas agriculturas". La
expansin de la soja tuvo efectos ambientales, sociales y econmicos de diversa
ndole, cuyo alcance y caractersticas son actualmente el centro de una acalorada
disputa que se ha hecho ms dura al incluirse en ella el factor poltico.
Palabras clave: Soja, agricultura argentina, impacto ambiental.

ABSTRACT
Between 1980 and 2005 soybean production in Argentina grew over 15 million
hectares, turning soybean and its derivatives into the principal exportation good of the
country. The growth in production was the result of a complex combination between
pampa's nature potential and the possibility of territorial expansion of a new crop with
changes in the global food market, new agricultural technologies, and the role played
by the so called "new agricultures" in underdeveloped countries. This expansion had
many environmental, economical and social impacts that gave rise to a heated dispute,
which in turn, has become even more complex after the inclusion of the political factor.
Key words: Soybean production, argentine agriculture, environmental impact.

Entre 1980 y 2005 la superficie cubierta con el cultivo de soja en la Argentina pas de
2 a 17 millones de hectreas. Como consecuencia, este producto lleg a ser la principal
exportacin del pas, ya sea en forma de grano como en sus derivados, por un valor de

8 mil millones de dlares anuales (corresponden 41% al aceite, 34% a la harina y 25%
al grano).
Si bien las causas de esta notable expansin se pueden encontrar en una compleja
trama que incluye los cambios en los mercados mundiales, las nuevas tecnologas y el
papel que tienen en los pases en desarrollo las llamadas "nuevas agriculturas" (Kay,
1999), tambin es importante remarcar que los efectos (ambientales, sociales,
econmicos y territoriales) de esta expansin son actualmente el centro de una
acalorada disputa que se ha hecho an ms dura al incluirse en ella el factor poltico.
En este trabajo se intentar realizar un cuadro del proceso de expansin sojera y sus
consecuencias, comenzando por enmarcarlo conceptualmente en el proceso global del
cual es parte, pasando luego a analizar sus orgenes y los factores que ayudaron a que
el proceso fuera tan rpido, siguiendo con un anlisis de las controversias generadas
por las interpretaciones del proceso y, finalmente, analizando el posible futuro de esta
produccin.

El marco global
A principios de la dcada de los 90 Eduardo Santos adverta que la creciente inclusin
de Amrica Latina en los mercados agroalimentarios internacionales, si bien iba a darle
un nuevo impulso al sector agrcola de los pases, traera nuevos costos y riesgos, que
defina como "... la creciente influencia del capital trasnacional, la dependencia del
mercado mundial y la necesidad de operar en mercados cada vez ms competitivos..."
(Santos, 1992: 336). El proceso de integracin de los pases de Amrica Latina al
mercado internacional de agroalimentos haba comenzado efectivamente en la dcada
de los 80, cuando sus espacios con potencial agrcola, o aquellos donde se generaban
producciones tradicionales, comenzaron a formar parte de la escena internacional de
intercambio comercial. Esto vino de la mano de varios procesos: los cambios
tecnolgicos en los sistemas alimentarios; la interconexin creciente entre produccin
agrcola, industrias y servicios a travs de la creacin de complejos agroindustriales;
las mejoras en los sistemas de transporte y preservacin de alimentos; la aparicin,
por un lado, de nichos de demanda de productos por parte de sectores enriquecidos en
los pases desarrollados (frutas tropicales, de contraestacin, flores) y, por otro, por la
irrupcin en el mercado internacional de los llamados pases emergentes que al ritmo
de una mejora en los niveles de alimentacin de la poblacin comenzaron a aparecer
en el mercado internacional como demandantes de alimentos, ya sea para la poblacin
como para la cra de animales (McMichael, 2000).
En diferente grado, casi todos los pases de Amrica Latina se incluyeron en este
proceso, con diversos productos relacionados a los diferentes potenciales ambientales
y las distintas estructuras agrarias: frutas en Chile y Brasil, carne en Centroamrica,
camarones en Ecuador y, por supuesto, soja en Argentina. Casi siempre este proceso
incluy la ampliacin de las reas productivas o el reemplazo de cultivos y prcticas
tradicionales por otras nuevas y diferentes; la introduccin de nuevas tecnologas y
sistemas de manejo; un creciente uso de insumos de origen industrial; la
concentracin de tierras y produccin y la generacin de impactos en el ambiente y la
sociedad regional y su organizacin territorial. Todos estos efectos dieron lugar a su
vez a reacciones de diverso tipo, desde las que generaron organizaciones de base
tnica o territorial hasta la formacin de grupos de opinin de cientficos o acadmicos
y la conformacin de las ONG que se opusieron al proceso; al mismo tiempo, este fue
apoyado por los idelogos del neoliberalismo, los grupos empresariales ms
favorecidos, las compaas internacionales productoras de insumos (sobre todo las

biotecnolgicas) y por los propios gobiernos que los haban promovido o, en el mejor
de los casos, simplemente dejado desarrollar sin oponerle mayores trabas ni
regulaciones (Solbrig et al., 2001).
Si bien todos los procesos responden a un mismo patrn de desarrollo y a un mismo
grupo de causas, en cada caso existen diferencias que lo hacen particular y distinto,
como es el de la expansin sojera en la Argentina.

La historia del proceso


Los orgenes
Hasta fines de los 80 la produccin agropecuaria argentina (y sobre todo la que se
desarrollaba en la regin pampeana) estaba basada en los cultivos clsicos (maz,
trigo, girasol) y la produccin de carne vacuna. Si bien haba habido a lo largo del siglo
avances de tipo tecnolgico, estos se concentraron siempre ms en las tareas que en
los rendimientos: por ejemplo, la cosecha se haba mecanizado, pero casi no se
utilizaban fertilizantes; se haba introducido el uso de alambrados elctricos y molinos
para manejar la hacienda, pero buena parte todava pastaba en campos naturales. No
completamente, esto hizo que el volumen de produccin y los rendimientos crecieran
muy despacio, y en ese sentido el pas haba ido perdiendo preeminencia en los
mercados internacionales y quedando retrasado con respecto a los avances en
productividad (Barsky y Gelman, 2001). Sin embargo, el uso mesurado de los recursos
y una cierta alternancia entre diferentes cultivos y la ganadera haba preservado en
buena medida la calidad de los suelos. A travs de dcadas de fragmentacin por
herencia de las grandes estancias originales, y el papel que haban tenido en buena
parte de la regin pampeana, los esquemas de colonizacin por productores familiares
(conocidos como chacareros), la tierra estaba distribuida en forma relativamente
equitativa, lo que no haba impedido un proceso de fuerte emigracin de la poblacin
rural, sobre todo la dispersa (Balsa, 2006). Paralelamente, esta estructura agraria
haba dado lugar a una organizacin territorial basada en las lneas de ferrocarril (ms
tarde reemplazadas con la misma geometra por caminos) y una cantidad de pequeos
pueblos y ciudades medianas fuertemente ligados a la produccin agropecuaria.
Fue en ese marco que comenzaron a llegar algunos de los adelantos tecnolgicos
impulsados por la llamada "revolucin verde", principalmente dos: el uso de nuevas
variedades ms productivas y la aplicacin de agroqumicos, que mejor, sobre todo, la
situacin de la produccin de trigo y maz (Obstchatko, 1988). Fue justamente la
aparicin de trigos de origen mexicano, de ciclo ms corto que los tradicionales, lo que
permiti pensar en una utilizacin ms intensiva del suelo, a travs de la introduccin
de dos cosechas anuales, una de invierno y la otra de verano. Y la soja pareca como la
ms adecuada para cumplir el segundo rol, un cultivo que se podra sembrar en los
campos donde recin se haba cosechado trigo, pero que requera el uso de
fertilizantes en suelos que estaban ya en su lmite agronmico de productividad natural
y que, adems, casi no tenan descanso a lo largo del ao (Morello y Solbrig, 1997).
La soja apareci en la regin pampeana en un contexto muy favorable para su
desarrollo: esta regin se encontraba en medio de un ciclo hmedo, con relativamente
pocas variaciones interanuales en las precipitaciones (la larga sequa de 2008-09 fue
totalmente excepcional) y sin las grandes inundaciones que haban caracterizado el
oeste de la regin a principios de la dcada de los 80. Los precios internacionales se
mantuvieron altos, con una tendencia al aumento y relativamente pocas variaciones, y

en el mercado internacional apareci un comprador, China, que se transform


rpidamente en el cliente ms importante de los productores sojeros, un comprador
que estaba dispuesto a aumentar continuamente sus adquisiciones (dedicadas a
alimentar los cerdos) y que no pona reparos en cuanto al origen tecnolgico del
producto. La posterior aparicin potencial de un mercado para los biocombustibles
afianz an ms el precio de la soja, que recin tuvo una cada con la crisis de 2008. Y
los problemas de transporte interno que clsicamente haban tenido los granos en la
Argentina fueron en buena medida solucionados por una mayor capacidad de retencin
de la cosecha por los productores (se volver sobre este tema) y tambin debido a la
aparicin en las cercanas de las reas productoras de una densa red de puertos
privados, pequeos y muy eficientes por la adopcin de modernas tecnologas de
embarque (Figura N 1). Nada pareca ser capaz de limitar la produccin sojera, que se
expandi por buena parte del pas (Bisang y Gutman, 2003; Bisang, 2008; Recay
Parellada, 2001).
Figura N 1
La expansin de la soja en Argentina

Fuente: Elaboracin propia.


La expansin territorial
Debido a que el lmite territorial de la agricultura pampeana de secano haba sido
alcanzado hacia los primeros aos del siglo XX, cualquier expansin de un nuevo
cultivo en esa regin deba hacerse de la mano del reemplazo de otros usos o -como
en el caso de la dupla trigo-soja- por su superposicin espacial. La soja signific la
reduccin o estancamiento de la superficie dedicada a otros productos agrcolas y el
reemplazo de las dedicadas a la ganadera. As fue que el trigo y el maz se
mantuvieron aproximadamente con las mismas reas que antes, pero por un notable
aumento de su productividad eso no se tradujo en una disminucin del volumen
producido: muy por el contrario, este aument. En cambio otros cultivos, como el
girasol, redujeron fuertemente su superficie. Pero donde realmente la soja suplant
agresivamente a otra actividad fue en las reas dedicadas a la ganadera, tanto vacuna
como ovina. En el primer caso, la necesidad de mantener los stocks llev a los
productores a adoptar dos estrategias distintas: una fue desplazarse hacia las
provincias marginales de la regin pampeana, la otra fue la concentracin del rebao
en feed lots, en los que los animales se mantenan en un mismo lugar, no pastoreaban
y se les llevaba el alimento y el agua.
La produccin ovina, en cambio, al enfrentarse al mismo tiempo con la presin de la
soja y una crisis de los precios internacionales, simplemente redujo su stock. En la
regin pampeana, el nmero de cabezas de vacunos disminuy desde los inicios de la
expansin en no menos de 4 millones de cabezas, mientras que los ovinos lo haca en
poco menos de dos millones, lo que en conjunto liber las ms de 4 millones de
hectreas que requera la soja adems de desplazar a algunos cultivos.
Desde el punto de vista de la organizacin territorial, la soja simplemente en la regin
pampeana se superpuso a la ya existente estructura, basada en una red densa de
transportes y centros urbanos pequeos y medianos. Estos fueron los ms favorecidos
por la expansin sojera, al albergar por una parte a los propietarios que decidieron
alquilar sus tierras y, por otra, al desarrollarse una cantidad de servicios agrcolas de
base urbana.
La dinmica de reemplazo territorial caracteriza a la primera etapa de la expansin
sojera. Pero hacia mediados de los 90 el efecto del aumento del precio de los arriendos
rurales (y por lo tanto del precio de la tierra) fue tal que muchos productores
pampeanos comenzaron a buscar nuevas tierras, y fue entonces que se produjo una
expansin del tipo de "frontera agraria" hacia los campos de las provincias del norte.
Aqu la expansin signific al mismo tiempo el reemplazo de los cultivos ms
tradicionales (algodn en el Chaco, poroto en el noroeste) y la deforestacin del
bosque original, hasta ese momento utilizado para ganadera extensiva y la extraccin
de madera. En el norte del pas la expansin de la soja ocup en pocos aos ms de
1,6 millones de hectreas (a lo que suma una mayor produccin de trigo y girasol que
cubrieron otras 577.000), superficie que fue en parte sustrada de las producciones
tradicionales (casi 500.000 hectreas), por una reduccin en el nmero de vacunos
(cerca de un milln) y de la deforestacin, que lleg entre 1995 y 2005 a no menos de
un milln de hectreas (Azcuy Ameghino y Len, 2005; Admoli, 2008; Grau et al.,
2008).

Pero es difcil no tratar de cambiar de escala y ver la expansin territorial de la soja


como un tema que va ms all de las fronteras de la Argentina. En realidad el proceso
haba comenzado en el sur del Brasil en la dcada de los 70, y a partir de all avanz
hacia el norte, alcanz el estado de Mato Grosso a principios de los 90 y continu hacia
el norte y el nordeste (Warnken, 1999). Paralelamente, la produccin se expandi por
el este de Bolivia y Paraguay, y produjo en este ltimo pas una de las deforestaciones
ms rpidas y extensas que se conozcan (Kholhepp, 1999; Dros, 2006; Kaimowitz et
al., 1999). A la formacin de lo que una compaa multinacional de agroqumicos llama
"la repblica de la soja", contribuyeron tambin los productores argentinos, que se
expandieron en Paraguay y Bolivia, y ltimamente en Uruguay.
Las nuevas tecnologas
Una de las caractersticas ms notables de la expansin sojera es que gener en los
productores agrcolas una nueva capacidad de adopcin de tecnologa en un medio que
hasta el momento haba mostrado una actitud relativamente conservadora al respecto.
Estos cambios tecnolgicos se centraron en tres aspectos: el uso de semillas
transgnicas, la labranza cero y siembra directa y los sistemas de almacenamiento.
La internacionalizacin de la agricultura masiva de los 90 vino de la mano de un nuevo
impulso en las modificaciones de los productos agrcolas, en este caso por la adopcin
de tcnicas de la llamada "ingeniera gentica" que introducan en los cultivos
experimentados una serie de rasgos que se consideraban positivos para una mayor
eficiencia productiva de los mismos: rechazo a plagas, mayor vigor para soportar
herbicidas, mejoras en la calidad alimenticia, entre otros (Yapa, 1993). Aunque en un
principio de esta nueva revolucin verde se supona que tena la ventaja de ser una
tecnologa que se podra producir en centros de investigacin pequeos, como por
ejemplo las universidades (Sorg y Wilkinson, 1994), a poco avanzar el proceso se vio
claramente que las mayores beneficiarias seran las grandes compaas internacionales
de agroqumicos, que adems se apropiaban de las patentes de esos productos
(Pringle, 2003; Trigo et al., 2002). Entre esos experimentos se encontraba la
produccin de semillas para la llamada "soja RR", resistente al glifosato, un herbicida
de amplio espectro, de bajo precio en el mercado y que hasta el momento no se podra
utilizar en la soja por carecer de resistencia al producto. Si bien, y como veremos ms
adelante, el uso de estas semillas trajo mucha resistencia en el resto del mundo, los
productores argentinos lo adoptaron con una celeridad pasmosa, y en pocos aos casi
el 90% de la soja que se cultivaba era del tipo RR (el porcentaje ms alto de adopcin
en todo el mundo).
La ventaja para el productor era que reduca el costo de uso de herbicidas y adems
exiga solo una fumigacin, lo que tambin disminua el costo total. Si bien Monsanto,
la compaa propietaria de la patente, pretenda que la semilla se comprara para cada
cosecha, como la soja RR transmite sus caractersticas a su descendencia, los
productores argentinos simplemente comenzaron a utilizar su propia semilla, o
compraban la de otros productores, para desesperacin de esa compaa (que adems
no poda iniciar acciones legales contra los productores ya que no haba podido
patentar la semilla en el pas).
En paralelo a la utilizacin de la semilla genticamente modificada, otra tecnologa se
extendi por el rea sojera: la labranza cero con siembra directa. Esta era una
tecnologa originariamente norteamericana que ya se conoca en el pas desde la
dcada de los 80, pero que recin con la soja se populariz. Se trata simplemente de

sembrar la semilla directamente sobre los restos de la cosecha anterior, sin dar vuelta
la tierra ni removerla. Esto por una parte reduce el impacto de la erosin hdrica y
elica en el suelo, que permanece cubierto todo el ao, no limita la reproduccin de la
microfauna y retiene en el suelo la humedad por mayor tiempo. Como contracara,
dado que no se eliminan los residuos de otras cosechas, esto genera una mayor
presencia de malezas y pestes, las que a su vez son combatidas mediante la aplicacin
de mayor cantidad de agroqumicos. Esta tecnologa tambin reduce los costos
generales de produccin y adems tiene un tinte conservacionista -de los suelos
solamente-, por lo cual tambin fue rpidamente adoptada por los productores de soja.
Los sistemas clsicos de almacenaje para la produccin agrcola eran hasta hace no
muchos aos muy primitivos o directamente inexistentes, lo que obligaba a los
productores a enviar su cosecha para la venta o el almacenaje de terceros a medida
que esta se realizaba, lo que, o elevaba los costos de produccin, o bien pona a los
productores a merced de los precios del momento, sin posibilidades de esperar por
otros mejores. Esto en buena medida fue solucionado por la aparicin de los llamados
silos bolsa, que son simplemente grandes tubos de plstico que se ubican en trincheras
en el suelo y se llenan de grano, en los cuales se puede controlar el tenor de humedad
y realizar un control de plagas. Y por sobre todo posibilit a los productores retener en
el campo la cosecha una vez que esta se haba realizado, lo que les permita esperar
mejores precios y adems tenda a no saturar los sistemas de transporte y embarque.
Esta nueva tecnologa, junto con la aparicin ya mencionada de los puertos privados en
la ribera del ro Paran, solucion el problema del embarque de la nueva produccin.
Reproduzca
Los nuevos productores y el complejo agroindustrial
La expansin sojera, por el contexto econmico y poltico en la cual se desarroll y la
forma en que fue planteada, requiri una modificacin de los actores involucrados en la
produccin agrcola y de los procesos de organizacin de la misma. Estos actores
-tanto los nuevos como los antiguos que modificaron sus sistemas productivos- se
alinearon en la idea del agrobusiness, esto es, en sistemas agrarios de produccin
empresarial que se concentraban en la rotacin del capital y su desplazamiento de fijo
a variable, la bsqueda de beneficios rpidos, el uso de la tecnologa para reemplazar
mano de obra y, en este caso especfico, el abandono de la idea de apropiacin
permanente de la tierra y su reemplazo por el alquiler temporario. Como resultado de
estos cambios, creci enormemente la terciarizacin de los servicios productivos, como
la siembra, la fumigacin y la cosecha, y apareci con fuerza el llamado contratista,
una empresa que posee maquinarias de todo tipo y que recorre los campos ofreciendo
sus servicios. En paralelo creci el peso del arriendo en la estructura agraria: para
mediados de la dcada del 2000 ya el 60% de la soja pampeana se produca en tierras
alquiladas para ese fin.
La produccin sojera se desarroll mediante diferentes combinaciones de los factores
de produccin, y en la realidad aparecen todo tipo de arreglos con respecto a la
tenencia de la tierra y la posesin de maquinarias. La ms novedosa fue la aparicin de
los llamados pools de siembra, en la prctica la unin de capitales de diferente origen y
tamao (financiero, industrial, agrcola) que se renen para alquilar campos y producir
utilizando el sistema de contrato; y los llamados fideicomisos, donde un gran productor
o capitalista asocia capitales pequeos para aumentar su escala de produccin.

La inversin de capital necesaria, el costo y tamao de las maquinarias y el progresivo


aumento del precio de la tierra (ya sea para compra o para arriendo) hizo crecer el
tamao mnimo a partir del cual se poda encarar la nueva produccin y tambin
genero un proceso de urbanizacin del campo, ya que no solo los productores que
antes vivan en l se seguan mudando a las ciudades cercanas (como lo venan
haciendo por lo menos desde la dcada de los 60), sino que aparecieron productores
de origen urbano, interesados en la rentabilidad de la produccin agrcola. Todo esto
genero un aumento en el tamao medio de la produccin y la aparicin de muy
grandes conglomerados, que llegan a administrar la produccin de centenas de miles
de hectreas, distribuidas no solo en la regin pampeana, sino tambin en el norte y
an en los pases vecinos.
Al mismo tiempo que se ampliaba la produccin, esta se insertaba en un sistema
agroindustrial complejo, que inclua, por un lado, a los productores y comercializadores
de insumos y, por otro, a los fabricantes de aceite y los exportadores. Este complejo
agroindustrial reforz la trama territorial ya existente, al encadenar procesos, desde la
produccin de insumos hasta la industrializacin del grano, en una serie de
instalaciones ubicadas algunas en el medio rural (por ejemplo, las semilleras), en lo
pueblos ms pequeos (los comercializadores de insumos) y en las ciudades ms
grandes (industria aceitera y de maquinarias).
La expansin sojera no hubiera sido posible si no hubiesen aparecido los insumos
necesarios: por una parte los agroqumicos, por otra, las maquinarias. En el primer
caso el campo argentino entr en la rbita de las grandes compaas internacionales
de agroqumicos, fuertemente concentradas y que ofrecen en el mercado fertilizantes,
herbicidas, pesticidas e inocultantes para asegurarle al productor el ms alto
rendimiento posible, aunque como contracara lo mantienen atado a un crculo de
compra constante de insumos para mejorar su competitividad y, por lo tanto, a la
necesidad de buscar crdito para las tareas de siembra.
Un segundo grupo de insumos, menos concentrados econmicamente, es el de las
fbricas de maquinaria agrcola. En ese rubro Argentina ha tenido una larga historia de
participacin en la innovacin tecnolgica y la produccin de arados, sembradoras y
cosechadoras. La expansin sojera dio mucha vitalidad a esa industria, distribuida en
las ciudades medianas de toda la regin pampeana y que contrata a gran cantidad de
empleados. La produccin y comercializacin de insumos ha sido un factor muy
importante en la reactivacin de la poblacin urbana regional, y en buena medida
explica el fuerte apoyo que el campo tiene en el conflicto con el gobierno nacional, que
se ver ms adelante.
En el otro extremo de la cadena, los productores podan elegir vender su cosecha a las
fbricas de aceite de soja o dirigirlos a la exportacin. Estos dos eslabones estuvieron
desde un principio muy concentrados: las fbricas de aceite en grandes plantas
generalmente de capitales nacionales (hay alrededor de 50), mientras que los canales
de exportacin quedaron en manos de las clsicas firmas internacionales de
comercializacin de granos, como Dreyfus, Cargill o Bunge y Born.
Soja y poltica
Prcticamente desde el comienzo del proceso expansivo de la soja el gobierno haba
tenido una actitud implcitamente positiva hacia el mismo: haba aprobado las nuevas
variedades y las oficinas tcnicas oficiales generalmente acompaaban el proceso con

investigacin y recomendaciones sobre distintos aspectos productivos a travs de la


extensin agropecuaria.
Fundamentalmente, y en forma creciente, el gobierno vena extrayendo una buena
parte de las ganancias producidas por la soja a travs de la imposicin de las
retenciones a las exportaciones, que se cobraban en los puertos de embarque y de esa
manera evitaban al gobierno la necesidad de controlar a los productores en el campo.
Estas retenciones para fines de 2007 significaban ms del 30% del precio, lo que
llevaba a las reas oficiales 1.500 millones de dlares anuales. Pero ante el aumento
internacional del precio de la soja y las necesidades de ingresos de divisas, en forma
sorpresiva el gobierno en marzo de 2008 decret un aumento de las retenciones a ms
del 40% y determin que estas seran progresivamente mayores a medida que
aumentaba el precio internacional. Esto gener un fuerte rechazo en los productores, a
travs de las diferentes asociaciones que los agrupaban, que llev a las distintas
asociaciones a reunirse en la llamada mesa de enlace. Esta comenz a presionar al
gobierno para que derogara el decreto e iniciara un proceso de negociacin, sin
embargo, ante la falta de respuesta concreta decidieron realizar una serie de paros de
actividades y cortar temporariamente algunas rutas (una metodologa que se inici en
el pas a mediados de los 90 cuando grupos de desocupados, denominados piquetes,
cortaban las rutas pidiendo por sus puestos de trabajo). Su capacidad de convocatoria
se vio claramente cuando en un momento dado haba ms de 400 piquetes cerrando
las rutas del pas, muchos de ellos espontneos. A medida que el conflicto se alargaba,
y para reforzar su posicin, el gobierno nacional iba tomando una actitud cada vez ms
contrara a la produccin sojera, llegando la propia Presidenta a calificar
despectivamente a la soja como un yuyo (nombre local dado a las malezas). La
confrontacin continuo cada vez con mayor fuerza, y en ocasin de la celebracin del
25 de Mayo (cuando se festeja la revolucin de 1810), mientras la mesa de enlace
convocaba a 200.000 personas en Rosario, el gobierno apenas pudo congregar 50.000
en la ciudad de Salta, lo que indica la fuerza que haba adquirido el movimiento del
campo. Presionados por sus bases polticas, varios gobernadores provinciales,
legisladores nacionales y muchos intendentes de pueblos y ciudades adhirieron a la
protesta. Al persistir la presin por derogar el decreto, el gobierno se vio obligado a
enviarlo al Congreso, para legitimarlo y que tuviera fuerza de ley; finalmente el decreto
fue rechazado, lo que oblig al gobierno a anularlo. A partir de all el campo pas a ser
un elemento importante en el juego poltico nacional, dado que la cerrada negativa del
oficialismo a negociar con los agricultores haba generado un fuerte rechazo en toda la
regin pampeana; de hecho, la mesa de enlace se constituy en una fuerza opositora
al gobierno nacional y con un peso propio en las negociaciones polticas, aunque sin
relaciones muy definidas con los partidos polticos tradicionales (Barsky, 2008).

Las consecuencias y las crticas al proceso


Un proceso de tanta amplitud y dinmica como la expansin sojera que hacia 2007
inclua ms de 70.000 productores que cultivaban unos 15 millones de hectreas y
producan no menos de 47 millones de toneladas, cuya exportacin significaba 15.000
millones de dlares, necesariamente deba generar reacciones en la sociedad
argentina, las que estn representadas en una confrontacin entre interpretaciones
diferentes sobre sus consecuencias, tanto las ambientales como las econmicas y
sociales. Con la aparicin en el 2008 de una nueva dimensin -la poltica- esta
confrontacin se hizo an ms acentuada.

Los temas alrededor de los cuales se han producido las mayores controversias son: los
efectos del monocultivo sobre el ambiente, la sociedad y la economa, el potencial
efecto del uso de semillas genticamente modificadas y del glifosato y el problema de
la deforestacin. A continuacin se analizaran estos temas, contraponiendo las
distintas posiciones.
Los efectos del monocultivo
La aparicin y posterior expansin de la soja en la regin pampeana signific el
congelamiento de la antigua alternancia de ciclos agrcolas y ganaderos, reemplazados
por una agriculturizacin permanente y, dentro de este proceso, una tendencia a la
monoproduccin generada por la alta rentabilidad relativa de la soja con respecto a
otras posibles producciones. Como cualquier otro cultivo, la produccin constante de
soja sobre un mismo campo genera a la larga una disminucin selectiva de los
nutrientes que ms utiliza ese producto, lo que llevado a su extremo puede generar el
agotamiento del suelo y la necesidad de agregar cada vez ms fertilizantes. Desde ese
punto de vista, la rotacin con otros cultivos y la alternancia con largos perodos de
descanso siempre se ha tornado como la solucin ms adecuada. Sin embargo -y este
es un caso muy claro-, esa posibilidad choca con dos elementos limitantes: primero,
que durante varios aos las ganancias por la produccin sojera han sido tan
diferenciales que muchos productores, an sabiendo el dao que el monocultivo poda
generar en el suelo, siguieron producindola continuamente; segundo, que la
posibilidad de rotacin se hace ms remota cuando buena parte de los suelos
productivos se trabajan bajo la forma del arriendo. El arrendatario capitalista, de
acuerdo a su racionalidad, por supuesto intentar que, en el periodo que arrienda, los
productos que obtenga sean los ms rentables.
Este efecto edafolgico del monocultivo ha sido sealado repetidamente por los crticos
al proceso sojero (Pengue, 2000) y sus promotores no han tratado de negarlo,
adoptando dos posiciones, la primera es que el nivel de utilizacin de fertilizantes en la
produccin sojera es todava muy bajo con respecto a pases como Estados Unidos, lo
que le dara a la elaboracin cierto margen antes de llegar a una situacin crtica, y la
otra, ms fatalista, es que en un pas donde los productores no reciben subsidios
estatales que les permitan hacer cultivos ms rentables, el mercado les impide hacer
otra cosa. En este tema se ve claramente la au-sencia de capacidad regulatoria por
parte del Estado, ya que en Argentina el suelo es de propiedad privada y su manejo no
est sujeto a reglamentacin alguna, sino a lo sumo podra responder a las
recomendaciones no obligatorias que se puedan hacer. Distinto es el caso del arriendo,
que siendo una transaccin entre actores, puede ser regulada por el Estado (como lo
han sido histricamente los arriendos a pequeos productores). Pero aqu aparece una
segunda incongruencia: el gobierno nacional, en su posicin antisoja, no impulsa la
aprobacin de una ley de arriendos (que hace aos est en el Congreso) dirigida a fijar
un plazo mnimo de arriendo (tres aos) y obliga a la rotacin de cultivos.
La predominancia de la soja ha generado por parte de sus crticos dos cuestiones: el
xodo rural y la reduccin del empleo. Estas opiniones dicen que la soja, por su alto
nivel de tecnificacin y su tendencia a la concentracin de tierras, ha acelerado el
despoblamiento del campo y ha reducido el nmero de trabajadores empleados (GRR,
2002; Teubal, 2006). En relacin al xodo rural, en realidad no est muy claro si la
soja ha iniciado o acelerado este proceso; el campo argentino, y tambin el pampeano,
se ha venido despoblando desde por lo menos la dcada del 30, cuando las ciudades
aparecieron como generadoras de mejores condiciones de trabajo y servicios en los

sectores secundario y terciario, mientras que esas condiciones en el campo no


cambiaban o desmejoraban. Desde ese punto de vista, la soja no inicio el proceso y es
discutible que lo hubiera agudizado, dado que ya en la dcada de los 80 el nmero de
pobladores rurales dispersos era muy bajo. Por otra parte, los pequeos y medianos
propietarios, que han elegido arrendar sus campos a los productores de soja (una
solucin racional teniendo en cuenta el altsimo nivel de los arriendos), se trasladan a
las ciudades pampeanas, en las cuales es evidente un efecto muy positivo del ingreso
de migrantes con una renta alta, a lo que se suma la instalacin en esos pueblos y
ciudades de toda una cantidad de actividades relacionadas directa o indirectamente
con la produccin rural: servicios como talleres mecnicos y empresas de computacin,
comercio de insumos agrcolas, entre otros. Todo este conjunto de nuevas actividades
ha generado un renacimiento en esas localidades, cuyos pobladores sin duda asignan
al mgico efecto soja.
Con respecto al empleo, hay que tener en cuenta dos factores: uno es que el
reemplazo de mano de obra por maquinarias viene sucediendo en el campo pampeano
(y tambin en las otras regiones) por lo menos desde fines del siglo XIX, cuando las
trilladoras reemplazaron a los miles de trabajadores migrantes que empleaba la
cosecha del trigo, en ese momento el principal producto de exportacin (y que haba
tenido un proceso de expansin fulminante muy similar, en su contexto histrico, al de
la soja) (Scobie, 1968). En pasos sucesivos se mecaniz la cosecha, el arado, la
siembra y el combate de las malezas, y cada vez los requerimientos de mano de obra
se reducan. En verdad, nadie podra pensar hoy que una produccin masiva se podra
hacer sin la ayuda de la mecanizacin, y era evidente que, desde ese punto de vista, la
soja no iba a producir una expansin de la demanda de trabajo. Pero, sin embargo,
algunos comentaristas apuntan a que no es posible mirar la cadena de produccin de
la soja sin considerar la totalidad de la misma, y que si se considera el empleo total,
los nmeros son considerablemente ms altos que si solo se toma en cuenta el eslabn
agrcola (Llach, 2004).
La soja RR y el glifosato
Como se ha visto, uno de los factores que ms ha dinamizado la expansin de la soja
en Argentina es la rpida adopcin por parte de la gran mayora de los productores de
las semillas genticamente modificadas y, en consecuencia, el uso del glifosato como
herbicida. En consonancia con la posicin adoptada por el ambientalismo internacional,
en el pas comenzaron a surgir crticos a esa adopcin tecnolgica, que se podra
pensar en dos vertientes: una relacionada a la propia semilla, la otra al uso del
glifosato (Otero, 2008; Paul y Steinbrecher, 2003; Branford, 2004).
Las crticas a la semilla se centraron bsicamente en los potenciales peligros que
podra tener la soja transgnica para la salud humana en el largo plazo y en la
posibilidad de que la fuerza gentica de ese cultivo pudiera transmitirse a otras
especies, creando las supermalezas, resistentes a su vez al glifosato (Pengue, 2005).
Ante estas crticas, los promotores de la soja advirtieron que ese producto haba sido
permitido en el pas luego de un cuidadoso anlisis por parte del organismo oficial
certificador, que a ms de doce aos de plena produccin nunca se haban advertido
efectos nocivos en la salud humana y que tampoco se poda probar -salvo en algunos
casos aislados- que pudiera haber derivas genticas de la soja a otras especies
(Autores varios, 2005). El sector estatal no intercedi en la disputa, aunque el
Ministerio de Agricultura respondi negativamente a una presentacin de Monsanto con

respecto a los derechos de uso de la semilla, dando de ese modo respaldo explcito al
producto.
El uso del glifosato tambin desperto crticas entre los grupos ambientalistas, acusando
a Monsanto de vender un producto peligroso para la poblacin y la biodiversidad y que
contaminaba el suelo y el agua. Estas crticas mezclaron dos temas diferentes: las
caractersticas del producto y las consecuencias de su uso inadecuado, lo que en
alguna medida debilito el argumento. Sobre las caractersticas del mismo, tanto el
gobierno como las corporaciones de agricultores y por supuesto las compaas
productoras, sealaron que era un producto inocuo y que no se transmita ni al suelo ni
al agua una vez fumigado, pero en una tpica situacin de falta de legitimidad de la
ciencia como rbitro de este tipo de situaciones (Ozawa, 1996), los crticos presentaron
a su vez trabajos de investigacin donde se sealaba que el glifosato poda tener
consecuencias en la salud y que s se transmita por los ecosistemas. En una maniobra
con claro sentido poltico, el Ministerio de Defensa prohibi el uso de ese producto en
los campos de su propiedad, pero la falta de pruebas contundentes hizo que la
controversia no tuviera mayores resultados entre los productores y no se tomaron
medidas generales sobre el empleo de ese herbicida.
Si consideramos la actitud de los grupos crticos al proceso, es notable la diferencia
que existe entre su capacidad de llegada al pblico en general (y sobre todo a las
clases medias), que por lo menos en Argentina tiende a considerar siempre como
ciertas a las posiciones ms pesimistas y catastrficas, y el efecto que han tenido
sobre los propios productores sojeros, que directamente no las han tenido en cuenta.
Esta falta de dilogo se basa en un factor que pareciera de suma importancia: los
crticos a la soja (una mezcla de grupos ambientalistas nacionales e internacionales,
investigadores cientficos y representantes de pequeos productores y campesinos) no
proponen ninguna solucin alternativa realista a los cientos de miles de agricultores,
transportistas, trabajadores en los servicios y las industrias directamente ligados a ese
producto, por lo cual sus opiniones son tomadas como irreales o ideolgicamente
sesgadas. Demonizar a la soja y sus productores no parecera ser un buen camino para
solucionar los problemas que aparentemente se han encontrado.
Por su parte, tambin hay que tener en cuenta que los grupos promotores de la
produccin sojera (corporaciones de productores, grandes empresas productoras de
insumos) son muy poderosos y tienen acceso a los medios masivos de comunicacin:
por ejemplo, los suplementos semanales de temas rurales de los dos diarios de mayor
importancia en Argentina son evidentemente pro soja, y son esos mensajes los que
llegan con ms facilidad a los actores directamente involucrados en la produccin; se
podra decir que ese mensaje se ha montado en el xito de la produccin. De la misma
forma que el pblico en general acepta sin mayores recaudos las posiciones ms
pesimistas, los que se han beneficiado no estn dispuestos a escuchar crticas.
La deforestacin
Mientras la soja se mantuvo dentro de la regin pampeana (un ambiente naturalmente
carente de rboles), la controversia sobre su produccin se centra en el tema de los
efectos contaminantes de su produccin. Sin embargo, a medida que el cultivo se
expanda hacia el norte, buscando tierras ms baratas, comenz a aparecer un nuevo
efecto, esta vez sobre el bosque nativo que cubra buena parte de la Argentina
subtropical. Hasta el momento no exista en el pas un sistema realmente efectivo de
regulacin de la deforestacin, y la gran masa forestal del pas -an muy disminuida

desde su extensin original- se mantena como una reserva importante de recursos


naturales. Haban sido relativamente pocos los cultivos que competan con el bosque
en el uso del suelo: el algodn en el Chaco, la yerba mate y el t en Misiones, la caa
de azcar y el poroto en el noroeste. Esto no significaba que el bosque se hubiera
mantenido intacto, ya que su uso como rea de pastoreo y la explotacin selectiva de
la madera lo haban degradado, pero no eliminado totalmente.
Pero la soja avanz muy agresivamente sobre los remanentes del bosque, auspiciada
muchas veces por los gobiernos provinciales que extendan muy fcilmente permisos
de desmonte. Hacia 2007, la situacin se estaba agravando y por primera vez se poda
notar un efecto ambiental claro relacionado con la produccin sojera. Aprovechando en
algunos casos situaciones dudosas de la tenencia de la tierra, en otros comprando o
arrendando grandes superficies a sus dueos titulares y an en otras comprando
tierras fiscales que el Estado venda, los grandes productores pampeanos (y algunos
locales) tomaron su control y desmontaron enormes superficies con el uso de
maquinaria pesada. Esto no solo produjo un efecto ambiental, sino tambin social,
dado que muchas de esas nuevas tierras estaban ocupadas desde haca mucho tiempo
por grupos aislados de campesinos e indgenas que fueron expulsados. Varias de sus
organizaciones de base, as como ONG que los apoyaban protestaron fuertemente, si
bien nunca se lleg realmente a poder organizar una protesta consistente (Slutsky,
2005).
Fue all cuando en el Congreso se comenz a debatir una ley de manejo forestal, que
luego de mucha discusin se promulg a fines de 2007, pero recin se reglament un
ao ms tarde. Sin embargo, y sobre todo en la provincia de Salta, los desmontes
continuaban, amparndose en los permisos que la provincia haba otorgado antes de la
ley. Finalmente, y frente a una presentacin de los grupos indgenas, en marzo de
2009 la Suprema Corte emiti un decreto prohibiendo todo desmonte hasta que la
provincia cumpliera con la ley en lo que respecta a generar un plan de ordenamiento
territorial forestal que marcara con claridad que rea y bajo qu condiciones se poda
eliminar el bosque para dedicarlo a la agricultura.
Si bien este tema fue objeto de mucha promocin pblica, salvo en muy pocos casos la
ley forestal no tuvo una reaccin abierta de las agrupaciones de productores, aunque
su presin fue muy evidente en el momento en el cual la ley se estaba debatiendo y
por el largo tiempo pasado hasta su reglamentacin. No obstante, la aplicacin de la
ley no significa que la expansin sojera terminara: cumpliendo con lo pedido por la ley,
las provincias del norte estn marcando no menos de 5 millones de hectreas como
potencialmente disponibles para la produccin agrcola, si bien no todas ellas son
potencialmente aptas para el cultivo de secano.
La discusin sobre la deforestacin atrajo tambin la atencin sobre los efectos
territoriales de la produccin sojera en el norte del pas, fundamentalmente sobre el
noroeste. En esta regin no exista una red densa de localidades urbanas como en la
regin pampeana y la expansin agrcola produjo una cierta modificacin en la
estructura territorial: por una parte, la red de caminos se hizo ms densa y
aparecieron en lugares estratgicos algunos pueblos, como Las Lajitas, que crecieron
al concentrar las funciones de servicios para la nueva produccin; por otra, en el
noroeste la expansin se hizo en base a grandes unidades productivas, que no solo
empujaron la deforestacin, sino que tambin entraron en conflicto con los grupos
campesinos y de pobladores originarios que vivan en el medio rural sin poseer ttulos
legales sobre la tierra.

Consideraciones finales
Todo indica que la soja lleg a la Argentina para quedarse y que en el futuro su
predominio se extender an ms. Por ejemplo, la prolongada sequa entre 2008 y
2009 redujo las posibilidades de siembra de trigo, lo que lleva a los productores a
volcarse todava ms a la soja. Por otra parte, despus de la cada de precios por la
crisis internacional, los correspondientes a la soja han aumentado en forma sostenida,
y China se mantiene como un comprador muy activo. La crisis poltica alrededor del
"conflicto del campo" no ha resultado en ninguna medida para limitar la produccin de
soja y los grandes productores parecieran afianzarse en su posicin. Si bien la
expansin en Paraguay y Bolivia fue promovida en un principio por productores
brasileos, hoy en da es comn que productores argentinos cultiven campos en esos
pases y ahora tambin en Uruguay y que se generen joint ventures entre productores
brasileos y argentinos con vista a una expansin an ms rpida del cultivo. Desde el
punto de vista territorial, todava en la regin pampeana la soja podra avanzar
considerablemente sobre las tierras ganaderas y existe una reserva importante de
tierras en el norte, si bien aqu la expansin podra generar conflictos tanto de tipo
social como ambiental. El reinado de la soja, que ha puesto a esa repblica virtual al
tope de las reas productoras mundiales de alimentos, pareciera no tener lmites.

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Artculo recibido el 25 de junio de 2009 y aceptado el 14 de septiembre de 2009.

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