Memorias Historias y Derechos Humanos
Memorias Historias y Derechos Humanos
Memorias Historias y Derechos Humanos
logo en torno
a los procesos de construccin de memorias colectivas
en Chile y el Cono Sur. El debate, ms que llevarnos
a consenso, nos ha ido mostrando las mltiples aristas
de los estudios de la memoria colectiva, nuestros lugares comunes y divergentes; as como la importancia
de la utilizacin de perspectivas y mtodos diversos.
Memorias, Historia
y Derechos Humanos
UNIVERSIDAD DE CHILE
VICERRECTORA DE INVESTIGACIN Y DESARROLLO
PROGRAMA DOMEYKO SOCIEDAD Y EQUIDAD
ndice
Introduccin.
Isabel Piper Shafir, Beln Rojas Silva......................................................................... 7
Historia y Memoria. Hacia una experiencia de poder popular: Los trabajadores de
la madera en la cordillera de Valdivia.(Neltume, 1970 - 1971).
Cristbal Bize Vivanco............................................................................................. 15
La memoria de las mujeres en la historia reciente del Cono Sur.
Graciela Sapriza....................................................................................................... 37
Memoria y conmemoraciones en el espacio pblico.
Roberto Fernndez Droguett................................................................................... 63
Refugio Palestino en Chile: aproximaciones para su estudio desde
la comunicacin.
Jos Miguel Labrn . ................................................................................................ 95
Del espectculo masivo a la produccin memorial:
Tres articulaciones entre televisin y memoria.
Claudia Feld........................................................................................................... 121
Discursos de la memoria en el cine chileno de la post Dictadura.
Mara Eugenia Horvitz Vsquez............................................................................. 141
Re-velar el horror. Fotografa y memoria frente a la desaparicin de personas.
Ludmila da Silva Catela ......................................................................................... 157
Introduccin
Isabel Piper Shafir1
Beln Rojas Silva2
En el ao 2007, hace ya seis aos, algunos/as investigadores/as interesados/as por los procesos de construccin de memorias colectivas y su relacin con los derechos humanos, la historia y los movimientos sociales, creamos el Programa de Investigacin Memorias,
Historia y Derechos Humanos - Domeyko Sociedad y Equidad. En
un contexto en el que el trabajo disciplinar es cada vez ms marcado, y los/las investigadores/as se aslan en sus teoras, perspectivas
y formas de interpretar los procesos, este Programa se constituy
en un espacio de reflexin interdisciplinar en el que confluyeron
diversas tradiciones de pensamiento, mltiples miradas y distintos
mtodos de investigacin. Ahora, cuando el Programa ha llegado a
su fin, estamos seguros/as de que ha contribuido al debate pblico
en torno a las memorias de nuestra sociedad, sus conflictos y transformaciones, promoviendo una reflexin crtica que ha sido capaz
de integrar perspectivas culturales, polticas, filosficas, sociales y
psicolgicas.
en el seno de un sistema latifundista de organizacin, y sus experiencias en el contexto de la implantacin del modelo de produccin del capitalismo temprano. Y, por otra, tambin los recuerdos
y rastros de lo que fuera la experiencia del COFOMAP3 durante la
Unidad Popular, y, ocho aos despus, de la operacin retorno y la
aventura guerrillera que emprendi el MIR en la zona.
Gabriela Sapriza nos habla de las memorias de las mujeres en la
historia reciente as como de los contextos que bloquean o facilitan
la recuperacin de esas historias de militancia de los aos 60 y
70. Tambin incorpora la voz de las nuevas generaciones, quienes
siendo nios y adolescentes en ese perodo fueron afectados por
las polticas represivas y los hijos e hijas de las vctimas. En su trabajo utiliza la metodologa de la historia oral y de historias de vida,
ponindolas en dialogo con variada documentacin: documentos
oficiales, ficciones literarias, pelculas, poesa y msica. Tambin
relata el desarrollo del proyecto autogestionado Taller de Gnero
y Memoria, en el marco del cual a principios del nuevo siglo las
mujeres hacen una serie de convocatorias pblicas para recoger sus
testimonios llamndolas memorias para armar. Los testimonios,
recopilados y publicados se pueden dividir en cuatro grandes grupos: el de las vctimas directas que sufrieron la crcel; las familiares:
madres, esposas, compaeras, hijas de desaparecidos y presos; las
exiliadas; y el grupo ms mayoritario: las mujeres que no sufrieron
directamente la dictadura.
A travs del estudio de la conmemoracin de fechas no vinculadas ni con el golpe militar, ni con la dictadura de Pinochet, Roberto
Fernndez analiza la aparicin en el espacio pblico de lo que llama memorias remotas Se trata de memorias de hechos acontecidos en otro tiempo o en otros lugares. No es una memoria de la
cual las personas que participan en estas manifestaciones tengan
un recuerdo vivo, sino que es una memoria que est basada en la
apropiacin de la informacin que se hereda del pasado pero que
3 Complejo Forestal y Maderero de Panguipulli
tiene la caracterstica de tener un componente identitario. Los grupos y las personas que participan en estas conmemoraciones lo hacen porque se identifican de alguna manera con las luchas que se
representan, se simbolizan y se conmemoran en cada una de estas
conmemoraciones; en la lucha de las mujeres, la lucha de los trabajadores, la lucha de las minoras sexuales y las luchas de las minoras tnicas. Esta investigacin analiza cuatro conmemoraciones: el
da internacional de la mujer, el 8 de marzo; el da internacional del
trabajador del 1 de mayo; la marcha del orgullo gay, que se realiza a
fines de septiembre, y el 12 de octubre que es el da de la raza pero
que las comunidades mapuches y otras etnias chilenas lo conmemoran como un da de protesta. Todas ellas son conmemoraciones
de carcter internacional y no remiten a un pasado estrictamente
reciente.
Jos Miguel Labrn relata una investigacin realizada durante el
ao 2011 con refugiados de origen palestino, beneficiarios del nuevo
programa de asentamiento desarrollado por el Gobierno de Chile, en
el marco de sus compromisos con las Naciones Unidas para con las
personas desplazadas por causa de conflicto blico. La condicin del
refugio palestino permite dar cuenta que la configuracin de los sistemas sociales transnacionales presentan en su estructuracin, una
serie de prcticas y procesos centralmente comunicacionales. El acto
de reasentamiento en Chile implicara un aumento de complejidad
frente al acople potencial con el territorio de acogida. La persona refugiada y su grupo de referencia requiere para su propia continuidad
el garantizar comunicaciones orientadas al entorno, que les legitime
y al mismo tiempo, favorezca las posibilidades de inclusin. El estudio
precisa que la adaptacin y el ajuste conductual o cognitivo individual
opera en la medida que las interacciones con la sociedad de acogida se intensifican: la adquisicin del lenguaje, al aprendizaje de los
modos y prcticas de interaccin con la institucionalidad y el ajuste y
comprensin de los modos de sociabilidad, particularmente a partir
de los modos expresivos de relacin con el otro son algunos vectores posibles de apreciar.
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texto analiza diversos usos de la fotografa: su uso pblico como denuncia, la fotografa en la esfera domstica y sobre el cuerpo de las
madres, as como su otra cara, el registro de los detenidos al interior
de los campos de concentracin o centros clandestinos de detencin
con el fin reprimir y controlar.
Los personajes, eventos, conflictos, imgenes y discursos de los
que nos hablan los textos aqu reunidos, conviven con nosotros/
as formando parte de nuestras memorias e imaginarios, y se han
constituido en referentes por medio de las cuales analizamos el
presente y proyectamos el futuro. La preocupacin por estas memorias es transversal a las ms diversas disciplinas y tambin a distintos sectores sociales. Pero ello no implica, en ningn caso, que
sea de consenso qu es lo que hay que recordar y para qu hacerlo.
Esto constituye un campo de discusin e incluso de conflicto que
se desarrolla en el mbito acadmico, artstico, cultural, poltico y
de las luchas sociales. Los debates respecto de nuestro pasado reciente son numerosos, variados y cambiantes, tanto en contenido
como en formato. Su creciente multiplicacin y visibilidad sealan
claramente la importancia de su sistematizacin y anlisis, con el
fin de comprender la manera en nuestras sociedades interpretan y
enfrentan la realidad social pasada, presente y futura.
La ausencia de consensos y el poder hablar de nuevas perspectivas y soportes en torno a la memoria no slo hace referencia a la bsqueda dedicada, reflexin y creatividad de los autores
aqu reunidos, sino tambin a la que es tal vez la cualidad mas
significativa de la memoria: que sta es siempre incompleta. As,
la memoria esta ah para decirnos, (a veces a susurros y a veces
a gritos) que por ms asfixiantes que sean las pretensiones de
coherencia de los relatos oficiales, siempre hay hebras sueltan
para deshacer, rehacer y continuar la trama. Quienes aceptan su
imperfeccin no le temen ni a los silencios ni a los olvidos porque,
como nos enseo Benedetti hace muchos aos, ambos estn llenos de memoria.
12
Es en el devenir de la memoria donde se aloja su fuerza, su potencia, su actualidad, y por qu no, la esperanza de que todo est por decir. En ese sentido, el gran aporte de este libro es albergar un conjunto
de voces que se suman a una conversacin siempre abierta.
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Historia y Memoria
Introduccin.
El presente ensayo constituye una presentacin preliminar de una
investigacin en curso, sobre las memorias de la experiencia de los
trabajadores de la madera del Complejo Forestal y Maderero Panguipulli2 en el perodo 1970-1973, cuyo objetivo principal es analizar
el proceso de organizacin y participacin que se desarroll en esa
zona como una expresin de poder popular.
Con ese propsito la investigacin ha venido imbricndose con
los trabajos de la memoria involucrados en la construccin del museo Cultura y Memoria de Neltume3, que estn realizando un grupo
de habitantes del pueblo y otras personas que vivieron en l durante alguno de los pasajes ms significativos de su historia (ex trabajadores, familiares y amigos de luchadores sociales y compaeros que
fueron objeto de violencia poltica).
1 Investigador Proyecto Londres 38: Memorias en Construccion. Investigador
Direccion de Biblioteca, Archivos y Museos, DIBAM. Chile.
2 En adelante COFOMAP o el Complejo.
3 Neltume fue la capital del Complejo.
15
Esta iniciativa ha avanzado en rescatar, por una parte, el testimonio de quienes habitaron la zona cordillerana y participaron en las faenas de explotacin del bosque (verificables desde finales de la dcada
de 1930), sus usos tradicionales en el seno de un sistema latifundista
de organizacin; y sus experiencias en el contexto de la implantacin
del modelo de produccin del capitalismo temprano. Tambin los recuerdos y rastros de lo que fuera la experiencia del COFOMAP durante la Unidad Popular y, ocho aos despus, de la operacin retorno y
el proyecto guerrillero que emprendi el MIR en la zona. Asimismo,
el grupo que participa del Museo ha venido problematizando, en esa
direccin, el estatuto de los museos en cuanto lugares de memoria
y medios de expresin y/o comunicacin de las distintas versiones
del pasado, y el uso predominante que en iniciativas de este tipo (y
ms en lugares que han conocido el Terrorismo de Estado) asumen las
perspectivas derivadas del movimiento de derechos humanos que,
adems, en Chile y a instancia de las polticas oficiales de memorializacin, han hecho propia la idea de vctima.
Sin embargo, no es posible desconocer que en el imaginario social Neltume es recordado en principio como escenario de violencia
poltica y Terrorismo de Estado4. Efectivamente, el 12 de septiembre
de 1973 la accin de resistencia popular que exigi a carabineros el
cumplimiento de su palabra, empeada el 29 de junio despus del
tancazo, en relacin a quedar a disposicin de los trabajadores para
defender el gobierno constitucional; o bien que hiciese entrega del
armamento disponible, se transform en el pertinente pretexto de la
ms desproporcionada (incluso planificada) reaccin, cuando los militares ocuparon el pueblo y toda la zona cordillerana con centenas de
4 Se trata de un imaginario que podramos adjetivar como chileno si ello no planteara el problema de invisibilizar el conflicto que atraviesa la historia en nuestro territorio. En efecto, este imaginario solo es compartido (aunque pueda, por cierto, ser
conocido por ms amplios sectores) por un grupo delimitado de habitantes, herederos de una tradicin que se aline con los planteamientos representados por la Unidad Popular, o bien que incorpor despus al conjunto de los convencidos luego de
que los procesos de memorializacin y la evidencia pblica de las flagrantes violaciones a los DDHH, asentaran en el pas cierta hegemona de consensos.
16
efectivos equipados con vehculos, helicpteros y armamento de montaa. De manera similar, en el invierno de 1981, tras el descubrimiento
del DGTL5, Neltume volvi a ser teatro de una larga invasin militar que
dej prendadas del recuerdo comn cruentas historias de allanamientos, delacin y sangre.
En materia de derechos humanos, la comisin Rettig y profesionales del CODEPU, abrieron en el ao 1989 importantes procesos de
investigacin sobre estos hechos, concluyendo que en el primer mes
de Dictadura haban muerto o desaparecido 45 46 personas6. La historia de la guerrilla, por su parte, aunque haba calado tambin muy
hondo en las relaciones comunitarias de sus habitantes, dej nicamente el saldo de 12 13 combatientes muertos.
Sin embargo, a la par de esta historia de violencia, permanecen
tambin en el recuerdo comn fragmentos dispersos de la experiencia colectiva por la cual, durante los aos de la Unidad Popular, los
trabajadores de la madera dieron forma, en prcticamente toda la
cordillera de la provincia de Valdivia, a una notable accin colectiva y
experiencia de construccin de organizacin popular, que los llev a
tomar en sus manos el poder y la conduccin de la empresa forestal
ms grande que haba tenido Chile hasta entonces7. Existen antecedentes que informan de hasta de 22 fundos y 360.000 hectreas en
total, ms de 3.500 trabajadores y de varios miles de habitantes en
todo el Complejo8, viviendo de la produccin de fina madera nativa.
5 Destacamento Guerrillero Toqui Lautaro, enviado por el MIR en el marco de la
llamada operacin retorno. Ver Guerrilla en Neltume (2003).
6 Los hechos sucedieron en Valdivia, Chihuio y Liquie. La comisin Rettig informa de
12, 15 y 17 personas asesinadas o desaparecidas, respectivamente, adems de la profesora Bernarda Vera. Segn CODEPU se tratara de 12, 18 y 16 personas, respectivamente.
En Valdivia, los fusilamientos tuvieron lugar los das 3, 4, y 5 de octubre, mientras que los
hechos de Chihuio el da 9, y los de Liquie el da 11 del mismo mes. El caso de Bernarda
Vera aparece en el informe Rettig, pero existen antecedentes que indican que esta profesora de la escuela de Liquie no muri en los operativos represivos. Ver por ejemplo:
CODEPU DIT-T, 1991. Chile: Recuerdos de la guerra. Valdivia Neltume Chihuio Liquie.
7 Ricardo Rivas (2006) Desarrollo Forestal de Neltume; Estado y Trabajadores
(1924-1990).
8 Entrevista con Fernando Saravia, 30 de julio de 2011, Santiago.
17
Perspectivas de anlisis:
Trabajos de la memoria y estudios del poder popular.
Memoria es una palabra con historia. En Chile comenz a utilizarse
masivamente hacia fines de la dcada de 1970 cuando, a travs de
la Ley de Amnista, la Dictadura pretendi instituir la impunidad. Sin
verdad y justicia, hay memoria9.
A partir de entonces han sido convocados infinitos actores a elaborar los problemas emergentes en este campo: en primer lugar,
quienes sufrieron la prdida de un hijo, un hermano, sus padres, su
pareja, o la tortura y la aniquilacin desenfrenada de sus organizaciones; la seguridad de sus hogares; su trabajo, el exilio, y en fin, los ms
vastos espacios de su habitar, sus compaeros; junto a otros compaeros que, igualmente reprimidos, dieron no obstante su testimonio
o prestaron su apoyo en procesos judiciales y bsquedas.
Tambin los profesionales del derecho, el rea de la salud y el
trabajo social; los militantes, los polticos, los historiadores y otros
cientistas sociales, sea para contener el sufrimiento, dar proteccin,
intentar estrategias de reparacin, buscar caminos de re-organizacin, autocuidado o sobrevivencia, o para influir en el decurso de los
acontecimientos polticos; para analizar las posibilidades y perspectivas del proceso social que atravesaba el pas o para consagrarle acontecimientos histricos a la ms evanescente ideologa de la identidad
nacional.
Asimismo, las teoras sobre memoria social de autora francesa,
germana o angloparlante, en que se buscaron frmulas para acompaar estos procesos. Las experiencias de pases vecinos, hermanados en vivencias congruentes de Terrorismo de Estado. Los puntos de
vista de tantos investigadores chilenos y extranjeros, que quisieron
abordar, ya conceptualizados como un campo de investigacin, los
9 Steve Stern, comunicacin personal.
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20
15 Miguel Silva, s/a. Los cordones industriales y el socialismo desde abajo; Franck
Gaudichaud, (2004) Poder popular y cordones industriales: Testimonios sobre el movimiento popular urbano 1970-1973; Sandra Castillo (2007) Cordones Industriales:
Nuevas formas de sociabilidad y organizacin poltica popular durante el gobierno de
Salvador Allende.
16 Boris Cofr (2007) Campamento Nueva la Habana: El MIR y el Movimiento de
Pobladores 1970-1973.
17 Peter Winn (2004) Tejedores de la Revolucin: Los trabajadores de Yarur y la
va chilena al Socialismo.
18 Sebastin Leiva (2010) Revolucin socialista y poder popular: Los casos del MIR
y el PRT-ERP 1970-1976.
21
22
Algunos antecedentes:
Neltume, la Reforma Agraria y la organizacin popular
en el mundo rural.
Hasta ahora no ha sido posible identificar en Chile suficientes estudios que profundicen sobre la experiencia del COFOMAP en lo especfico. La mayor parte de la bibliografa relacionada, y la ms influyente
(informe Rettig en 1991 y CODEPU en 1991 y 1999), estn referidas
en lo medular a los hechos represivos de 1973, y a las consecuencias
de la violencia poltica sobre la poblacin -victimizada- de Neltume,
Liquie y Chihuio24. Sobre estos hechos tambin es conocido el trabajo del historiador chileno Claudio Barrientos25, quien fuera uno de los
primeros investigadores acadmicos en abordar las temticas de la
memoria con las vctimas de esa zona.
Otras publicaciones significativas, aunque tampoco dedicadas
directamente a los acontecimientos, se refieren a hechos conexos
a la constitucin y desarrollo del Complejo, y son parte del mismo
proceso en el tiempo largo. Entre ellas podemos referir la crnica
publicada en 1907 por Aurelio Daz Meza sobre el Parlamento de Koz
Koz, donde, reunidas las comunidades mapuches de la zona entre el
volcn Villarrica y el lago Ranco, discutieron sobre la situacin crtica
ante las usurpaciones de tierras en manos de colonos chilenos y alemanes26; y el relato testimonial del Comit de Memoria Neltume sobre la experiencia de lucha y resistencia que representa el intento
de guerrilla que realiz el MIR en el territorio y que, en sus primeras
pginas, resea el proceso social en que haba participado este partido durante la UP.
24 CODEPU DIT-T, (1991) Chile: Recuerdos de la guerra. Valdivia Neltume Chihuio
Liquie; y, CODEPU DIT-T, (1999) Chile: Recuerdos de la guerra. Derechos Humanos:
Sus huellas en el tiempo.
25 Claudio Barrientos (2003) Y las grandes trilladoras vinieron...a llevarse la
calma. Neltume, Liquie y Chihuo, tres escenarios de la construccin cultural de la
memoria y la violencia en el sur de Chile.
26 Aurelio Daz Mesa, (1907) Parlamento de Coz Coz.
23
Las investigaciones dedicadas en especfico a la historia del Complejo (71-73) son llamativamente muy escasas. Aparte de un grupo de
tesis de licenciatura realizadas en la Universidad Austral27 y la Universidad de Los Lagos28, no ha sido posible identificar ms estudios, salvo
por un ensayo redactado en el contexto de un programa de magster
del Instituto de Ciencias Sociales de la Universidad Austral29; la referencia a una investigacin sobre el desarrollo del sector forestal a lo
largo del siglo XX que estara realizando el investigador norteamericano Thomas Klubock30, y otra investigacin en curso, de la Universidad
de Berkeley, que est estudiando el Complejo desde el punto de vista
del bosque nativo y de la singularidad de las relaciones de produccin
que se establecieron en el proceso de explotacin de esa materia prima particular. Entre este grupo de trabajos destaca particularmente
el de Ricardo Rivas, pues aborda directamente y desde un punto de
vista historiogrfico la experiencia del COFOMAP, aunque lo hace en
el contexto de un periodo de 65 aos, investigando principalmente la
evolucin de los ttulos de propiedad de los fundos involucrados, el
desarrollo de su mbito productivo y la participacin del Estado en la
explotacin del bosque.
Otro grupo de bibliografa de inters, es la dedicada a la organizacin en el mundo obrero ya mencionada en el apartado anterior31.
Esta constituye para el periodo el punto de vista paradigmtico respecto de la participacin y organizacin de la clase popular, toda vez
que las fbricas y centros productivos fueron los lugares preferentes
en que se articularon los distintos discursos o versiones del poder popular, sea en el anlisis de los intelectuales, la retrica de los lderes
27 Ricardo Rivas (2006) Desarrollo Forestal de Neltume; Estado y Trabajadores
(1924-1990); Gonzalo Toledo (1994) La muerte y sus interpretaciones. Represin
poltica en el Complejo forestal y maderero Panguipulli.
28 Ral Nez (2003). Reconstruccin histrica de Neltume a partir de la historia
de vida de Jos Gregorio Liendo.
29 Jos Barrena (2010) Complejo Forestal y Maderero Panguipulli: Gestin territorial campesina obrera.
30 Peter Winn, comunicacin personal.
31 Miguel Silva, Franck Gaudichaud, Sandra Castillo, Boris Cofr, Peter Winn, Sebastin Leiva, etc.
24
25
26
Resultados preliminares:
Los trabajadores de la madera hacia el poder popular
(1970-1971).
Fundamentales para el advenimiento del proceso que se desarroll
en la Cordillera fueron la Ley de Sindicalizacin Campesina de 1967,
que por primera vez permiti a los trabajadores del mundo rural consolidar organizaciones con las que defender sus intereses econmicos, polticos y sociales39; y, por cierto, la Ley de Reforma Agraria, que
permitira a CORA expropiar el 15 de marzo de 1971 los fundos que
seran luego traspasados a CORFO para la constitucin de la empresa,
en octubre de ese mismo ao.
El periodo previo al de la reforma agraria, la poca de los patrones, no obstante, haba comenzado hacia fines de la dcada de los
30 con las primeras iniciativas que ambicionaron la explotacin del
bosque y que, en la medida en que avanzaban en la exploracin de
la zona cordillerana (va lacustre), lograron transformar el rgimen
de tenencia y propiedad de las tierras mapuches. Ms adelante, estas empresas coronaron su emprendimiento con la instalacin de un
sinnmero de aserraderos, dos plantas generadoras de electricidad y
la inauguracin de dos sendas industrias, una para la elaboracin de
planchas de terciado en 1942, y otra para la fabricacin de puertas y
ventanas (IMASA) en 1945. Con ello, durante los siguientes 25 aos,
consiguieron implantar y perfeccionar un modelo de produccin y extraccin de la riqueza que defini ampliamente las formas de vida
y trabajo sobre ese territorio. En efecto, el modelo patronal logr,
por ejemplo, multiplicar varias veces la fuerza de trabajo disponible,
39 Arguello, Omar (1973) Reforma Agraria y participacin en Chile.
27
aumentando el nmero de trabajadores empleados en las faenas madereras desde la ya sorprendente cifra de 500 obreros nucleados en
1942 en el fundo Neltume Carranco, a los 2.400 que, se estima, se
ocupaban de las faenas madereras a principios de 1971 en el conjunto
de fundos que luego pasaran a integrar el Complejo.
Acentuadas por los perfiles demogrficos y la condicin de aislamiento en que tuvieron lugar, las relaciones de produccin as establecidas configuraron un modelo capitalista que atraves dramticamente todos los mbitos de la sociabilidad y convivencia de los
trabajadores de la madera y sus familias, perfilando incluso algunos
de los rasgos culturales del sistema feudal40. Los antecedentes de este
periodo hablan de jornadas de trabajo de 14 horas diarias, al cabo
de las cuales y segn las necesidades de la empresa, los trabajadores continuaban prestando servicios a trato; de viviendas precarias
en sus instalaciones e insuficientes en nmero; de limitada presencia de la institucionalidad y organismos pblicos; de escaso acceso
a servicios elementales como educacin y salud; de leyes sociales
impagas; de abastecimiento por medio de un sistema de pulperas
que, mencin del analfabetismo, mantena a los trabajadores permanentemente endeudados con la empresa; del control prcticamente
total de los medios de transporte y de una extremadamente deficiente infraestructura de acceso desde y hacia los pueblos del valle y las
ciudades de Valdivia y Temuco, que subtendan la transformacin del
latifundista, absoluto propietario de todo lo existente, en amo y seor
de sus terrenos, inquilinos, peones y obreros industriales.
Existen tambin en este periodo de los patrones antecedentes
de numerosos intentos de organizacin sindical (el ltimo en IMASA
en 196541) y de dos huelgas grandes en 1945 y 195142, los cuales
40 Entrevista con Pancho, 9 de agosto de 2011. Valdivia. Por otra parte, la publicacin que hizo CODEPU en 2001 hace referencia incluso a la potestad del patrn de
autorizar los matrimonios. Ver tambin el uso que hace E.P.Thompson del concepto
de deferencia en La formacin de la clase obrera en Inglaterra.
41 Entrevista con Mario Lpez, 23 de abril de 2011, Neltume.
42 CODEPU (2001) Recuerdos de la guerra,
28
29
30
31
por ejemplo, al tarifado de cada una de las tareas que realizaban los
trabajadores. O en trminos ms amplios, a las formas en que deba
organizarse la empresa, en consideracin del rol que le caba en razn
de su pertenencia al rea Social, y por tanto en relacin a los beneficios que deba traer para el pas en general y para el pueblo de la
provincia en particular.
No obstante, junto con las expropiaciones y el proyecto de formacin de esta gran empresa maderera, llegaron tambin a la montaa
decenas de militantes de los partidos de la coalicin de gobierno a
ocuparse en las tareas de administracin. Este hecho, en principio
necesario, acarre, con el tiempo, sustantivas dificultades cuando
en 1972 comenzaron los cuestionamientos a la forma en que estos
funcionarios estaban haciendo uso de sus cargos54. En este sentido,
por una parte, los sectores influidos por la DC levantaron una crtica
a estos funcionarios, acusndolos que se estaban transformando en
nuevos patrones, en tanto que, por otra parte, el MIR junto a buena
parte de los trabajadores, cercanos a sus posiciones, sealaron que
el proceso se encontraba amenazado por graves desviaciones burocratizantes y verticalistas, con las que los compaeros administrativos, socialistas y comunistas, hacan recordar algunas prcticas
patronales, sin ser exactamente lo mismo. De modo tal que estos trabajadores hablaban despectivamente de los burcratas que hacen
las cosas a puertas cerradas y a espaldas a las asambleas, mostrando
tambin la intencionalidad de avanzar por el camino de la direccin
obrera55.
En efecto, el MIR, que a travs del MCR haba tenido una determinante participacin en el proceso de tomas de los fundos que compusieron COFOMAP, que haba luego perdido buena parte de su ascendente entre los trabajadores durante el primer ao de funcionamiento
54 Entrevista con Jacinto, 28 de mayo de 2011, Puerto Montt.
55 Lauta, comunicacin personal. Octubre 2011. Esta direccin obrera, entre
otros planteamientos, afirmaba la necesidad de que los cargos administrativos en la
empresa contaran con el carcter de 1) Responsables, 2) Revocables y 3) Rotativos.
32
del Complejo56, y que, finalmente, con la formacin del FTR vena recuperando la adhesin de los obreros; asumi, desde fines de 1972,
como en otras partes de Chile, posiciones crticas a la conduccin que
estaba dando el gobierno de la Unidad Popular al curso del proceso
sociopoltico que atravesaba el pas. En el Complejo, esto se tradujo,
primero, en un juicio adverso respecto del accionar de los partidos
de gobierno y de sus funcionarios y, segundo y ms importante, en la
formulacin y diseo, en el contexto del Congreso del FTR realizado
en Toledo en la primavera de 1972, de un Programa para los Trabajadores del Complejo y de la Madera en Chile que incorporaba la propuesta de realizacin de un gran Congreso de los Trabajadores de la
Madera, el que deba llevarse a cabo en septiembre de 197357.
Con todo, el Complejo Forestal y Maderero Panguipulli constituye,
en la corta duracin, una de las ms amplias y exitosas experiencias
de Reforma Agraria, considerando las extensiones de territorio que
incorpor (el 27% del territorio de la provincia de Valdivia) y las importantes polticas de mejoramiento de la produccin, el empleo, la
construccin de viviendas, la educacin escolar, la formacin de los
obreros, etc., impulsadas y organizadas por los trabajadores, quienes
convirtieron esta experiencia en una expresin territorializada y ms
o menos desarrollada de poder popular.
56 Las razones que pueden explicar esto son mltiples. Por lo pronto podemos adelantar dos hiptesis: la ausencia en el Complejo de los principales lderes de la primera etapa (Pepe, Jacinto, entre otros), quienes haban partido a integrarse al Grupo de
Amigos Personales del Presidente Allende, GAP, o bien enviados a realizar instruccin;
y las campaas de cooptacin de militantes, emprendidas por el PC y por el PS desde
los roles directivos de la empresa.
57 Entrevista con Jacinto, 28 de mayo de 2011, Puerto Montt. Entrevista con Lauta, Coaripe, 16 de julio de 2011.
33
Bibliografa
Arguello, Omar (1973), Reforma Agraria y participacin en Chile. En
Nueva Sociedad, N 11-12, Marzo-Junio 1974.
Barrientos, Claudio (2003), Y las grandes trilladoras vinieron...a llevarse
la calma. Neltume, Liquie y Chihuo, tres escenarios de la construccin
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su parto, porque tuvo un hijo en prisin, y al contarlo a sus compaeras fue la primera vez que pudo llorar recordando ese parto tan dramtico y contradictorio4. Relata: -Yo, en el momento en que viv toda
esa situacin, tena 20 aos. El parto, toda esa situacin en que le
sacaron al nio y que lo pudo ver recin a las 30 horas; -Yo tengo que
ser fuerte, no voy a derramar una sola lgrima para mostrarles que
yo puedo superar esta situacin. Est esa construccin que tambin
es pica, para responder a la pregunta. Tambin es pica porque por
ms que estamos hablando de una cosa entraable e intransferible
como es el parto, tambin eran militantes polticas construidas polticamente que tenan una respuesta militante a esa situacin y que
despus se reencuentran en ese presente en el que pueden ponerse
en contacto con otras emociones y otra dimensin de s mismas, y
recin ahora pueden mostrarse dbiles y llorar.
Ah empiezan a revisar otras situaciones: Qu lugar ocupbamos nosotras en la militancia?, ramos iguales?, nos trataban como
iguales?, por qu ahora somos invisibles si nosotras trabajbamos y
las mujeres participaban resistiendo?, etc. Comienza una elaboracin
especfica desde la condicin de ser mujeres; hay un movimiento crtico hacia el pasado. Me parece que cuando las mujeres se convocan
e intentan escribir sus testimonios, encuentran muchas dificultades.
Encuentran tantas dificultades que no logran plasmar un testimonio
completo. Intentaban grabar y, al segundo, al minuto, apagaban el
grabador porque no podan seguir. Por eso decidieron hacer una convocatoria pblica para recoger testimonios. Testimonios de mujeres
especficamente. Eso se hizo en el ao 2000.
La propuesta fue muy ingeniosa y creativa con ese nombre, Memorias para Armar. Fue muy feliz; sigue vigente en el sentido de un
4 Porque a pesar de lo dramtico de la situacin, sintieron felicidad por el
nacimiento de un hijo. Una mujer que pari esposada me contaba que en el momento en que nace su hijo ella estaba feliz; estaba esposada, encapuchada y cuando escuch el llanto de su hijo, lo que le surgi fue la felicidad y no el dolor. Es
decir, como que pudo reconstruir esa emocin; recin llor cuando estaba en la
terapia 15 aos despus.
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horizonte de memorias que an faltan. Es tambin una alusin a Cortzar y la novela Rayuela. Tambin habla de lo que, podramos decir, el perfil sociolgico de las mujeres militantes. La mayor parte
eran mujeres instruidas con estudios secundarios o universitarios
completos, muchas universitarias, Por qu se pudo desarrollar el
teatro en la crcel? Porque eran mujeres ledas. Cmo pudieron
reconstruir Bodas de sangre, El jardn de los cerezos, e instalar estas
obras de teatro reconstruidas por fragmentos?Haciendo memoria
de los argumentos sin tener el guin del libro. Esa creatividad tena
una base de cultura, de instruccin, que les permita responder de
otra forma.
El hecho es que ellas llamaron a esa convocatoria y trataron de
que no fuese un concurso literario porque si no limitaban el tipo de
relato. As es que los 320 testimonios que se recogieron, que para
Uruguay es un nmero importante, son sustanciosos y algunos bastante extensos; muchas veces hay que multiplicarlos porque fueron
construidos de a dos y eso es sumamente interesante.
Eso ocurri en el 2000, 2001, 2002, y publicaron el primer volumen, el segundo, el tercero, sucesivamente en esos aos. Es interesante que ellas hicieran una editorial, Editorial Senda, y que hayan
publicado otros libros de mujeres, textos de otros talleres de presas
polticas que elaboran sus propios recuerdos.
Para las investigadoras, contar con este archivo que se form es
una maravilla, porque imagnense recoger el testimonio de 300 mujeres, cunto tiempo y esfuerzo hubiera requerido! El archivo se form
con esos testimonios que contienen situaciones riqusimas, especialmente porque hubo voluntad de testimoniar.
Una primera riqueza es la forma en que convocaron esos testimonios bajo el lema: Tens que contarlo porque a vos tambin
te pas, que fue un llamado amplio, inclusivo; cualquier mujer
poda participar en el concurso, no importa qu vivencia tuviera
de la dictadura.
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En el 2010 se cumplieron 10 aos de esta experiencia y las integrantes del taller Gnero y memoria rememoraron ese proceso:
Todas decidimos trabajar desde nuestra posicin de ex presas polticas, esa sola definicin cuestionaba el discurso oficial, reivindicbamos nuestro pasado y nos afirmbamos en l para disputar el espacio
de la memoria. Queramos hablar de la crcel y de las torturas pero
tambin de las ideas y las luchas que nos haban llevado hasta ah.
No nos gustaba que nos llamaran vctimas, preferamos vernos como
protagonistas o testigos. Decidimos sumarnos a la solitaria tarea de
quienes buscaban llegar a la verdad y darle un sentido a lo vivido durante el Terrorismo de Estado y enfrentaban el ocultamiento y la tergiversacin de los hechos de la versin oficial. La convocatoria del ao
2000 recoge este espritu y nos presenta como un puado de mujeres
que se atrevi y se atreve a soar utopas. Que nos invitaba a conjurar
el horror y a rescatarnos del olvido, a dar un paso hacia la verdad y
ayudar a elaborar una historia ms justa.
El texto da un paso ms
Instalaba un espacio para que hablaran otras mujeres, las historias de las presas se sumaran a las del exilio, a las de la militante,
a las de las detenidas, de las madres, de las nias, de las mujeres
que no participaron en la vida poltica, a las de todas. El nombre del
proyecto Memorias para Armar adelantaba nuestra visin de cmo
queramos trabajar en la memoria; pensamos que la memoria deba
armarse colectivamente, sumando visiones sin jerarquizar las experiencias, conscientes que cada testimonio adquira su valor al juntarse
con los dems porque el resultado final sera mucho ms que la suma
de lo recibido.
Son mujeres con mucha, mucha intuicin. La propuesta vino a
llenar un vaco en la sociedad, el de la voz de las mujeres. Se nos
abrieron todas las puertas que tocamos, de famosos, famosas y desconocidos. Cuando pensaron quin seleccionara los relatos y los
cuentos para publicar, consiguieron el auspicio de famosos: Gelman,
Rosencof, Benedetti, Galeano, y dijeron: No, no vamos a ponerlos a
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chileno en Lima, etc. A m, lo que me sorprende, porque no he profundizado en el tema del gnero pero durante la dictadura se hizo a las
propias vctimas pisar el palito, fue tramposo porque en definitiva,
para la sociedad en su conjunto, qu crimen es ms fcil de digerir
o de visualizar, la violacin o el saqueo?, el robo. De hecho, nosotros
constatamos que la gente se escandaliz cuando supo que el dictador
haba sido ladrn; eso escandaliz mucho ms que ciertos tipos de
crmenes que no estn en el imaginario de las personas, como los
distintos tipos de tortura. Sin embargo, una violacin, saber que un
uniformado viola o saquea, que era muy comn en las poblaciones
que cuando llegaba la polica tenan que esconder lo poco que tenan
porque se lo llevaban.
A m me sorprende el poco uso social. No estoy pensando desde el
punto de vista de las vctimas porque tambin es muy instrumental lo
que estoy diciendo, Cmo hacer que una sociedad entienda y digiera
lo que ests hablando cuando hablamos de crmenes que no estn en
el imaginario social?. Sin embargo, los dos crmenes que s estn en el
imaginario social no se denuncian como tal. A m me encantara hacer
una investigacin para ver si hubo denuncias de saqueos, denuncias
de robos, si cuando lleg la polica a detener saque y a lo mejor,
ingenuamente, el padre que no era militante puso una denuncia por
robo. Esos casos de crmenes, que son crmenes comunes o crmenes sexuales, finalmente no aparecen y empiezan a aparecer ahora
vinculados a violaciones de Derechos Humanos. A m me parece que
tiene una lgica en ese contexto, de lo que ocurre en ese contexto de
violacin a los Derechos Humanos pero pensando en la posibilidad de
que la poblacin entendiera la magnitud de lo que se estaba viviendo
y repudiara esas acciones, nunca se hizo uso; decir que efectivamente
violaban los Derechos Humanos, violaban mujeres y saqueaban. Me
parece que no s si hay ah una cosa pica que no permite pensar o
vincular con estos crmenes ms comunes.
Graciela Sapriza: Es que tiene otra densidad histrica, los ejrcitos
tradicionalmente cuando se constituyeron en ejrcitos mercenarios
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(siglos XV, XVI, XVII) el pago, el salario, era el pillaje, el derecho a pillar.
La mdula constitutiva de los ejrcitos est ah; despus aparecieron
las academias militares y toda esa historia. Est muy bien lo que t
dices, justamente la catstrofe social tiene ese sentido, de ruptura
de la red, de sentido que sustenta la convivencia civilizada. Entonces,
cuando sucede una catstrofe social y salimos paulatinamente de eso
a medida que pasan los aos, miramos hacia atrs para ver qu nos
sucedi y suturar esos hilos.
Al mismo tiempo, se elabor una interpretacin interesada de que
hubo un enfrentamiento ideolgico. Entender ese pasado reciente a
travs de la teora de los dos demonios, como se ha dicho para Argentina y Uruguay. Esta teora nos ha hecho mucho mal, dos demonios
que se desbordaron, la guerrilla y los militares que los reprimieron llamados por el Estado pero que se desbocaron. La idea del Leviatn, del
demonio, la idea de dos enemigos puestos frente a frente en igualdad
de condiciones, como si no se tratara de la responsabilidad del Estado en mantener las instituciones y respetar el ordenamiento jurdico
y las garantas para los ciudadanos comunes. (Lamentablemente, los
militares y algunos ex guerrilleros del MLN-T han aceptado esa explicacin. Yo he escuchado construcciones de ese tipo de algunos ex
dirigentes de ese grupo guerrillero).
Lo que transforma esa visin polarizada es justamente cuando
se convocan otras voces que muestran hasta qu punto fue afectada
la poblacin civil, con qu profundidad cal el Terrorismo de Estado,
cmo perme la vida cotidiana, cmo se introyectaron la represin y
el autoritarismo.
Algo que poco se habla, las patotas represivas. Bueno, qu pas
con las patotas en Argentina? Se convirtieron en secuestradores de
ricos porque se les acab el pillaje. En Uruguay fue lo mismo, sobre
todo en el interior ms que en la capital. Bueno, allanaban la casa,
se quedaban con la casa, su cuenta corriente, el auto. Hay muchos
que no pudieron recobrar sus cosas; la gente que se fue al exilio lo
perdi todo. Despus hubo leyes de reparacin. Lo mismo pasa con
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Grupos de testimonios
Para que sea ms clara la exposicin, dividimos los testimonios en
cuatro grandes grupos: el de las vctimas directas, las que sufrieron
la crcel. Despus est el grupo de las familiares: madres, esposas,
compaeras, hijas de desaparecidos y presos. Hay un grupo de las
exiliadas. Y las mujeres que no sufrieron directamente la dictadura,
que son las dos terceras partes del total y eso es interesante.
Las mujeres que sufrieron la crcel centran su testimonio alrededor de tres grandes ejes-temas: torturas sufridas, vida en el Penal,
relacin con los familiares, (la visita, los cdigos de comunicacin).
Presentan diferentes formas de resistencia a la prisin; destacan la
solidaridad, la unin ms all de diferencias polticas. Son escasos
los textos que hablan en forma crtica hacia sus compaeras de algunas experiencias carcelarias. Marcan todos una polarizacin entre
el adentro y el afuera, insertos en una lgica de amigo y/o enemigo.
La vida afectiva personal se manifiesta en los casos de presas embarazadas a su cada, que tienen sus hijos en el hospital militar, mientras algunas testimonian sobre sus casamientos en prisin, pero no
se mencionan relaciones de afecto/odio/rechazo especiales entre las
propias prisioneras.
Estos testimonios muestran que el centro de la reconstruccin
afectiva de las prisioneras eran las visitas de los familiares, la relacin
con los familiares, las visitas de los nios. Aparece tambin la extorsin afectiva que practicaban los militares. En esos relatos la tortura
aparece en su real dimensin, como mtodo especfico; no la obra de
un grupo de perversos o desviados sino que es un instrumento especfico de la represin y el terrorismo celosamente administrado por
los servicios de inteligencia. Tanto es as que est comprobado que
solamente los oficiales torturaban; la tropa no lo haca, acompaaba.
En Uruguay no hubo mujeres que torturaran. Ac, en Villa Grimaldi, me decan hubo gente sobreviviente, gente de las poblaciones que
era trada ac, las ponan en contacto con lo que estaba sucediendo
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eligieron esa situacin. Es notable la presencia de dilogos madrehija por carta o Internet reviviendo esa situacin o reflexionando sobre ella (esta escritura de a dos es un rasgo que comparten muchos
testimonios). En ese sentido, se destaca la frecuencia de la temtica de
la maternidad en estos testimonios, aunque no debera ser llamativo
en un grupo que se define precisamente por la prdida de sus races.
Aunque existen numerosos testimonios sobre los diferentes aspectos de la represin poltica, parece haber an poca investigacin acadmica y periodstica sobre estos temas, en particular sobre las experiencias
y las actividades polticas del exilio. Entre estas actividades, se destaca la
participacin de muchos exiliados en campaas contra las prcticas represivas de la dictadura uruguaya, uniendo esfuerzos con activistas de
Europa y Estados Unidos en una red dedicada a denunciar violaciones a
los Derechos Humanos en pases bajo gobiernos autoritarios de derecha.
Esta cooperacin dio origen a un movimiento de alcance mundial que
promovi tcnicas innovadoras de activismo transnacional y se convirti
en una fuente de informacin confiable para gobiernos y organizaciones
internacionales y en un modelo ineludible para esfuerzos posteriores de
denuncia y accin en contra de otros regmenes represivos. 6
Se ha publicado muy poco en Uruguay sobre el exilio7. Aqu menciono los testimonios de Memoria para Armar de cuatro exiliadas
6 Markarian, V.(1972-1976), De la lgica revolucionaria a las razones humanitarias: La izquierda uruguaya en el exilio y las redes transnacionales de derechos
humanos . En Cuadernos del CLAEH (Centro Latinoamericano de Economa Humana), N 89, Montevideo, Diciembre 2004.
7 Exceptuando algunos ensayos escritos durante la transicin, la emigracin
uruguaya ha sido mayormente estudiada desde una perspectiva cuantitativa o demogrfica. Ver, por ejemplo, Csar Aguiar (1982), Uruguay: Pas de emigracin.
Montevideo: EBO. El inters por temas como exilio y refugio poltico es relativamente reciente. Ver, por ejemplo, Silvia Dutrnit y Guadalupe Rodrguez (Eds.) (1999)
Asilo diplomtico mexicano en el Cono Sur. Mxico: Instituto Mora/Instituto Matas
Romero, Y Ana Buriano (Ed.) (2000) Tras la memoria: El asilo diplomtico en tiempos
de la Operacin Cndor. Mxico: Instituto Mora/Instituto de Cultura de la Ciudad de
Mxico. Ms recientemente, dos publicaciones de Silvia Dutrenit, (2008) Tiempos de
exilios. Uruguay: Ed. Textual. Este tardo desarrollo pone en evidencia la dificultad
que an existe para evaluar las causas de la emigracin y diferenciar emigrantes de
exiliados.
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8 Creo que ese trmino lo cre Benedetti: el insilio refiere a los que vivimos en
la gran crcel que era el Uruguay de ese periodo.
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Inicialmente podramos confirmar la capacidad de esos testimonios de mujeres 9 para describir escenarios diversificados del pasado
reciente (los de la vida cotidiana, los afectos, por ejemplo, as como la
ausencia notoria de referentes comunes en el discurso masculino: acciones heroicas, arriesgadas o polticas, en el sentido tradicional). El
conjunto de los testimonios abarca un abanico amplio de temas que
podra considerarse la materia prima para el relato de una historia
social / subjetiva / o ntima, del perodo de la dictadura.10
Hay cosas de las que no se habla, hay huecos en estos testimonios, hay vacos. Hay dos vacos que me parecen centrales: la violencia, no la violencia sufrida sino la violencia ejercida. En principio, toda
la militancia de izquierda de ese periodo, por ms que eligiera las vas
democrticas, en su horizonte estaba la apelacin a romper el orden
de la democracia burguesa. En la teora revolucionaria se poda optar por distintas formas estratgicas para acumular fuerzas, pero en
definitiva legitimaba el uso de la violencia. El Partido Comunista en
el Uruguay que opt por la va de preservar las formas democrticas,
de hecho haba creado un aparato militar que nunca puso en accin,
pero exista.
Yo entiendo que en el momento en que se construye esto, en el
2000, estn en plena disputa la legitimidad de aquellos que estbamos
trabajando por la memoria. Recin en el 2000 se crea la Comisin para
la Paz que empieza a poner en evidencia y legitimar ante la opinin
pblica que s existan desaparecidos, cuando anteriormente, desde la
institucionalidad, se deca que no era as. No haba un reconocimiento,
por lo tanto hablar de que si se haba sido subversivo y se haba roto
con el orden democrtico la opcin guerrillera no era posible.
9 Se entiende que no estamos planteando un escencialismo y que el tema merece
otro desarrollo, relacionndolo con la socializacin de las mujeres, las determinaciones culturales y aqullas que emanan de sus prcticas.
10 Vale la pena aclarar que no confundimos testimonio, o memoria, con historia,
que sera un captulo a desarrollar en otra instancia, solo que la sugerencia de este
conjunto, universo autoconvocado, dibuja lo que hemos llamado un mapa de la
memoria, que resulta una cantera de temas a investigar y desarrollar.
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Lo que s me llam la atencin es que el otro tema que no apareca mencionado era el de la sexualidad. Quizs hoy da matizara un
poco esta afirmacin, pero en la lectura simple de los testimonios no
aparece.
La ausencia de estos temas coincide con que la generacin de mujeres de los 60 y 70, es la generacin de la revolucin sexual. En
el mundo se viva mayo del 68, la liberacin, los hippies, la libertad
sexual. Yo creo que en la mujer militante hubo una restriccin ideolgica en el disfrute libre del cuerpo y la sexualidad. Un freno por ese
lado; no tengo investigacin suficiente para afirmarlo pero es un gran
tema. Ver cmo incidi el uso de la pastilla, de los mtodos anticonceptivos.
La chilena Diamela Eltit ha escrito sobre la transformacin del
cuerpo de las mujeres en el escenario revolucionario. Esto de que
la igualdad se consegua comportndose como un varn; nadie es
ms igual que detrs de una 45 es una frase de un militante del
MLN-T entrevistado por una periodista francesa en el ao 70. Ella
seguramente haba vivido mayo del 68, era feminista y le pregunta
qu lugar ocupan las mujeres en el MLN-T? y el entrevistado
respondi dira que, nadie es ms igual que detrs de una 45.
Las mujeres, qu hacan?, se convertan en hombres en la militancia?. Entonces no es que haya un reconocimiento de igualdad
sino que las mujeres se trasvisten de alguna forma. Porque tal vez
la opcin por la maternidad por qu estos 200 nios nacidos en
cautiverio?, por qu estas militantes caen presas embarazadas?,
cul es la opcin si estaba el peligro inminente de vivir en clandestinidad, de caer presa, de que a vos o a tu pareja la mataran?
Maternidad en situacin de riesgo. Yo creo que el mandato de la
maternidad era muy fuerte y sigue siendo como signo cultural, impuesto, ms all del discurso. Hay un mandato social de que la mujer, para ser realmente mujer, tiene que ser madre.
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La segunda generacin
Actualmente estamos observando un nuevo fenmeno, la aparicin
en la escena pblica de los hijos de esas militantes, a los que podramos nombrar como la segunda generacin de afectados por la
dictadura. Es cierto que ya en los 90 se form el colectivo de HIJOS vinculado a la agrupacin original argentina que por mltiples
circunstancias se desarm pero que en el transcurso del 2007-2008
se han vuelto a reunir, al que se sumaron otros dos colectivos: Nios
nacidos en cautiverio y Memoria en Libertad.
El primero est conformado por hijos de madres militantes polticas que cayeron presas estando embarazadas, que tuvieron a sus hijos en prisin y que luego permanecieron muchos aos en las crceles
polticas del rgimen alejadas forzosamente de sus hijas e hijos.
Un conjunto importante de militantes mujeres cayeron presas
embarazadas; eso no las liber de ser torturadas y tener sus partos en
condiciones terribles. Parieron encapuchadas, esposadas y sus hijos
les fueron sacados sin darles razones (como forma de torturarlas aunque en la mayora de los casos se los entregaban a las 30 o 40 horas
de nacidos). En ese momento no se conoca todava el tema de los secuestros practicados principalmente en Argentina y tambin en Uruguay. Estas mujeres, aun sin tener informacin de lo que estaba ocurriendo en Argentina, intuan que el hecho de sacarles sus criaturas al
momento del parto y despus estar das sin que se los trajeran para
darles de mamar, era una amenaza de desaparicin de sus bebs.
Esas militantes fueron ubicadas con sus nios recin nacidos en
un establecimiento carcelario en el que permanecieron hasta que
cumplieron los dos aos. Mantener a esos nios junto a sus madres
en la crcel los convirti tambin en prisioneros polticos. Esta es otra
parte de la historia siniestra de nuestras dictaduras.
Otro grupo que se denomina Memoria en Libertad, est conformado por hijos de presos y presas polticos, de exiliados, de gente
que vivi la represin de alguna forma. Ese nucleamiento pretende
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Memoria y conmemoraciones en el
espacio pblico*.
Roberto Fernndez Droguett1
Introduccin
Mi presentacin est vinculada a la investigacin que estoy desarrollando en mi tesis doctoral, entonces voy a tratar mostrar en trminos
generales cul es la problemtica que estoy abordando ah. En la medida en que esto es una investigacin en curso me interesa mostrar
mis avances, dudas y pocas certezas, para que podamos discutir.
El punto de partida, y sobre el cual voy a pasar un poco rpido en
realidad, es que en el mbito de los estudios de la memoria en Amrica Latina no es difcil darse cuenta que estos estudios estn centrados en el pasado reciente y en lo que ocurre con las memorias de las
dictaduras militares en Amrica Latina. Nosotros mismos en el equipo Domeyko hemos sido actores acadmicos de este acercamiento al
tema de la memoria en relacin a las dictaduras militares y dentro de
esa rea que es bastante amplia de la memoria hay una sub rea, un
mbito ms especfico que tiene que ver con los lugares de memoria
y las conmemoraciones.
*1 El presente texto corresponde a una versin revisada de la transcripcin del 1
Seminario Taller 2011, Memorias, Historia y Derechos Humanos. Realizado en el mes
de abril en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile.
1 Magster en Psicologa Social. Dr. en Arquitectura y Estudios Urbanos. Acadmico Departamento de Psicologa, Universidad de Chile.
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fuertemente institucionalizada. Es decir que los edificios, los monumentos y todas las expresiones del pasado han sido generalmente
iniciativa de los gobiernos, del Estado, y han elaborado un discurso
que podramos definir como nacional, masculino, militarista y heterosexual, deudor de la construccin de espacio pblico del siglo XIX y la
primera mitad del siglo XX.
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Si bien antes ah estaba la tumba de OHiggins, se sigui ocupando el espacio en la misma lgica, y ahora dnde estaba la llama de la
libertad pusieron a Carrera. Yo pienso que la Plaza de la Constitucin
y la Plaza de la Ciudadana crean un espacio de imaginario del empate, donde de alguna manera estn representados los sectores de
la poltica ms tradicional pero inscrito en una visin nacional muy
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Hroes, que ya antes se vea poco y ahora que pusieron una reja se
ve menos. Me imagino que los que conocen saben que adems para
subir a esa explanada hay que saber llegar; que esa explanada no lleva
a nada ms que al lugar mismo y por lo tanto no es un lugar de circulacin. Mucha gente sube a la explanada, mira y se devuelve sin muchas
siquiera percatarse de la presencia del monumento.
Lo mismo ocurre con una muy linda iniciativa pero que se pierde
por temas de escala, y es la placa que se inaugur hace un par de aos
que rinde homenaje a los asesinados en La Moneda el da del golpe y
que est en el sector la Intendencia. Nuevamente una iniciativa muy
interesante pero el tema de la escala hace que se neutralice, ya que la
placa, al ser tan pequea, casi no llama la atencin.
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Tal como les deca me parece que tambin hay una neutralizacin simblica de algunos espacios como por ejemplo la estatua
de Allende y la puerta de Morand 80. La estatua no se distingue
en nada de la de Alessandri o Frei, tiene la esttica de una estatua de presidente como cualquier otra. La puerta de Morand 80
si bien fue reabierta en el gobierno de Lagos, tambin hay una
neutralizacin simblica en el gesto de no poner ninguna placa
ni ningn tipo de explicacin. Si bien puede parecer muy sutil
mi interpretacin, el hecho de que Lagos haya entrado por la
puerta y no salido por ella para inaugurarla, transmite una cierta perspectiva simblica. Cuando entrevistaron a Lagos en esta
fecha de reinauguracin de la puerta, ms que hacer referencia
a la muerte de Allende o al golpe de Estado, haca referencia a
la tradicin republicana de los presidentes de Chile de entrar y
salir por la puerta. Para el movimiento de derechos humanos en
Chile, la puerta de Morand 80 siempre fue fundamental por lo
que representaba: el bombardeo, la muerte de Allende, etc. y
Lagos toma este simbolismo y lo da vuelta. Yo tengo un recorte
de diario donde Lagos dice que van a reabrir la puerta para que
vuelvan a circular los aires de la democracia y la libertad; y esa
puerta la abrieron para la ceremonia y no la abrieron nunca ms,
y tiene un carabinero que la custodia permanentemente; todos
elementos que no hablan mucho del supuesto simbolismo de
libertad de la puerta.
Volviendo a las conmemoraciones, les cuento que investigu
e hice observaciones de campo en estas cuatro conmemoraciones y tambin hice entrevistas a participantes que generalmente
pertenecen a organizaciones. Me interes el discurso asociado a
las organizaciones y movimientos sociales que participan de estas
conmemoraciones. Tambin trabaj con fotografas obtenidas en
las conmemoraciones, por lo que voy a enfatizar en lo que queda
de mi presentacin la idea de la fotografa como estrategia de
anlisis de datos porque me parece que la visualidad de la ocupacin del espacio pblico se expresa mucho mejor en la fotografa
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Las lesbianas vinculadas al feminismo desarrollan un acto en la Plaza de Armas, muy cerca de la Catedral de Santiago y tambin recurren
a elementos de manifestacin que no son tan tradicionales, tienen una
batucada propia, estn vestidas de negro y por lo tanto tienen una esttica y un carcter muy particular.
La marcha mapuche tiene un lienzo que abre la marcha que da cuenta de la pertenencia esttica y cultural del mundo mapuche. La gente
con poncho y otros elementos tradicionales de alguna manera marcan el
carcter de la marcha y la diferencian de otras marchas.
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Tambin hay una performance desarrollada por la Coordinadora Universitaria por la Disidencia Sexual en el ao 2008, que era un ao electoral, era el ao de las elecciones municipales, que se re de la postulacin de Zalaquett: Zalaqueer alcalde, ganas por el ano, con una esttica
seudo fascista. Tambin andan con un cartel de Jaime Guzmn Homosexual. Estaban entregando unos panfletos donde decan que Zalaqueer
haba formado el ala gay de la UDI. Era una stira y cuando los entrevist
me decan que mucha gente se rea pero tambin haba mucha gente
que pensaba que era verdad y que haba gente de derecha que vena y
que tena una brigada gay. Lo que es interesante de esto es que las posibilidades interpretativas por parte de la gente que ve esto son bastante
amplias y algunas veces inesperadas.
Sobre las prcticas de memoria en estas manifestaciones me interesa ver cmo aparece cierta presencia o ausencia del pasado. De partida
cada manifestacin se relaciona de diversa forma de acuerdo al pasado
al cual remite y yo dira que en el caso donde menos aparece es en el
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Orgullo Gay, donde las referencias a los hechos de 1968 o las referencias
a las personas muertas en la discoteca Divine prcticamente no aparecen a travs de lienzos o a travs de gritos. Cuando uno entrevista a los
activistas tienen sper claro a qu remite el Orgullo Gay pero no tiene
prcticamente ninguna presencia visual en la manifestacin.
En el caso del 1 de mayo la referencia al pasado tambin est bastante desperfilada, hay un poco ms de presencia en el caso del 12 de
octubre y tambin llama la atencin que en el caso de las lesbianas
feministas aparece la memoria de manera importante. Entonces por
ejemplo en el 1 de mayo haba un cartel que deca Justicia para Cristin Castillo que es un trabajador asesinado por carabineros en una
protesta. En general son bastante pocas las referencias al pasado, sea
un pasado reciente o un pasado ms remoto. En el caso de la marcha
mapuche es ms explcita la referencia a los aos de dominacin y
tambin es bastante explcita la referencia a los mapuches muertos a
manos de la polica como Matas Catrileo.
En el caso de la marcha del 8 de marzo aparece una capa de memoria que es mucho ms evidente y mucho ms intensa. Por ejemplo
est el cartel que reivindica a Claudia Lpez, una activista anarquista
asesinada el 11 de septiembre de 1998. Hay una referencia sper explcita a un pasado reciente pero tambin a un pasado ms remoto
como figuras destacadas del siglo XIX e incluso a Mafalda que aparece
como una de las figuras que se reivindica en este contexto.
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est sper bien logrado, uno pasa por ah, se ve, se entiende. Entonces
las prcticas de memoria estn entre nosotros y quizs hay que verlas
ms y se pueden incentivar. Una de mis aspiraciones en trminos de relevancia de la investigacin es poder contribuir al debate no solamente
del tipo de pasado que queremos recordar sino tambin sobre el cmo
hacerlo. Ah la distancia con los artistas y los arquitectos ha sido muy
grande y ellos tienen mucho que decir.
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Presentacin
Introduccin.
El 5 de abril de 2008 lleg al aeropuerto Arturo Merino Bentez de
Santiago de Chile, el primer contingente de hombres, mujeres y nios de origen palestino, beneficiarios del nuevo programa de asentamiento desarrollado por el Gobierno de Chile, en el marco de sus
compromisos con las Naciones Unidas para con las personas desplazadas por causa de conflicto blico. Luego de un largo periplo, este
primer grupo dejaba el Campamento de Al Taif en la frontera de Irak
con Siria, convirtindose en la punta de lanza de un grupo mayor que
al cabo de ese ao encarnar el proyecto de inmigracin planificada
ms relevante de la dcada. A travs del programa Chile, pas de
acogida, el Estado puso en observacin internacional sus capacidades de brindar las garantas mnimas de atencin y proteccin a los
117 sujetos que comenzaran una nueva etapa en sus vidas en este
territorio.
Compuesto por 58 adultos y 59 nios y nias, pertenecientes a
29 familias, el grupo seleccionado se distribuy en diversas comunas
de la zona central de Chile. El criterio de seleccin de dichos asentamientos estuvo marcado por la presencia anterior de una comunidad
palestina, vista como un posible agente de inclusin en la sociedad de
1 Doctor en Comunicacin, Cambio Social y Desarrollo Dr. en Antropologa Social, Coordinador Perfil de investigacin Domeyko Memoria e Identidad.
Investigador Grupo de Investigacin en Memoria, Identidades y Comunicacin Social, ICEI UCHILE.
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acogida. Bajo dicho criterio, el grupo fue dividido en 4 reas de integracin en los municipios de La Calera, San Felipe, Recoleta y uoa.
El que el gobierno de Chile decidiese formalizar un programa de
estas caractersticas, no es una situacin nueva. Menos an desde el
regreso de la democracia. Desde 1999 el pas ha diseado siete programas de reasentamiento, que incluyeron medidas de agrupacin
familiar. El ejemplo ms significativo: el plan de acogida a la poblacin
de la entonces Yugoslavia iniciado en 1999 como medida de apoyo a
un grupo de 26 en su mayora profesionales- refugiados y desplazados por la guerra de los Balcanes. Este programa, que inaugur adems un trabajo ms sistemtico del pas en el concierto internacional
de la proteccin a los refugiados, signific al mismo tiempo un revs
de proporciones a apenas andar: la ausencia de un plan econmico de
ayuda, la incapacidad de garantizar condiciones laborales y, ante todo,
la escasa intervencin de carcter intercultural para la adaptacin al
contexto de acogida, fueron factores determinantes en que prcticamente la totalidad de la poblacin balcnica refugiada, al cabo de tres
aos buscase alternativas de refugio en pases del primer mundo y
con experiencia en programas de reasentamiento.
La desazn por el fracaso chileno un pas donde un volumen significativo de sus ciudadanos debi buscar asilo en otras latitudes producto de
la Dictadura de Pinochet--, de alguna manera se resarce a travs de esta
nueva orientacin del programa con las personas palestinas. Tal como se
explicit, la nueva insercin internacional del pas (particularmente su ingreso a la OCDE)2 deriv en un proceso de actualizacin de sus polticas,
de tal manera que su evaluacin y seguimiento se estableciese desde los
patrones comunes que vinculan a los Estados con dicha plataforma.
Al considerar la estabilidad poltica y econmica de Chile con su actual tendencia a ser un polo de atraccin migratoria por sobre su tasa
de emigracin, y los protocolos de acuerdo firmados con ACNUR3, es
posible afirmar que durante la ltima dcada el pas inici un proceso
2 Organizacion para la Cooperacion y el Desarrollo Economico
3 Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados
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Este enfoque, basado en la condicin sistmica de la comunicacin, implica superar el reconocimiento de la comunicacin con lo
migrante desde lo intercultural. Esto en virtud de que dicho concepto
presupone una cesin de poder y orientacin al cambio efectivo (y
consensuado entre los interactuantes y de sus contextos de referencia) que surge ms como resultado posible que una condicin analtica de la relacin.
Dicho de otro modo, limitar el alcance del concepto intercultural
de la comunicacin entre quienes se reconocen desde la diferencia
cultural permite dilucidar, de manera menos ticonormativa, el desarrollo de los procesos de contacto, adaptacin, coadaptacin, ajustes,
aculturacin o reforzamiento identitario, entre muchos otros, que implican la recursividad de la comunicacin en un eje temporal-espacial
puesto en comn.
Con ello el anlisis de la comunicacin despeja una segunda tendencia habitual en la observacin del estudio de la diversidad, sus
prcticas y sentidos: disociar aquella dimensin interactiva centrada
en los encuentros sujeto a sujeto, de otros procesos comunicativos,
como el consumo de medios de comunicacin y la apropiacin significativa de herramientas y tcnicas de comunicacin.
El carcter sistmico del anlisis propuesto, por tanto, apela a estas condiciones de lo comunicativo en tanto un carcter transversal,
es decir, en tanto modo evolutivo de coordinacin de lo social y que
puede rastrearse tericamente desde la Escuela de Chicago, las teoras
de adaptacin transcultural de Kim, el registro comportamental de la
comunicacin en Moles, la observacin Luhmaniana de los sistemas,
hasta el modelo de mediacin dialctica de Piuel.
En el caso de la condicin emigranteinmigrante, un primer aspecto que hay que considerar, tal como ya lo sealaba Young Yun Kim (65,
2000), es que los patrones y procesos de comunicacin son estructurados y son estructurantes de la condicin identitaria del sujeto. Con ello
se observa un factor que reconoce al desplazamiento humano como una
posicin (o posibilidad) de socializacin diferente, es decir, una socializa-
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Y aunque esto pueda efectivamente darse en situaciones migratorias, dichas posibilidades de interaccin estn por sobre todo determinadas por las relaciones de inclusin/exclusin social, donde el
vector cultural es un factor asociado, por ejemplo, a la estructura de
dicha migracin, las dimensiones histricas de este, su grado de interdependencia con el sistema econmico a travs de las remesas y
el mercado de trabajo en los territorios de acogida, entre otros factores. La comunicacin, al ser vista como un mecanismo social y no
solo desde un nivel operativo, permite aumentar la complejidad del
anlisis estableciendo nuevos vectores para comprender el fenmeno
migratorio, particularmente en el caso del refugio.
Exploracin de resultados.
2.1 Presentacin metodolgica.
La investigacin, realizada en el contexto del rea de Investigacin del
ICEI Memoria e Identidades Culturales, fue ejecutada en su totalidad por estudiantes de la carrera de Periodismo. Vctor Espinoza, Simn Boric, Pablo Cdiz, Pilar Subiabre y Damaris Torres, disearon el
estudio y estuvieron a cargo de todo el proceso de recogida de datos.
Esta se realiz durante el segundo semestre del 2010 a travs de
un proceso estructurado de aproximacin progresiva a los sujetos de
estudio, por medio de informantes clave, vinculados al proceso inicial
de reasentamiento. En los meses de julio a octubre, se realizaron primero entrevistas abiertas de carcter etnogrfico, en tres contextos
de acogida: La Calera, uoa y Recoleta. Luego, y acorde a las dimensiones del estudio y sus implicancias tericas, se organiz una pauta
semiestructurada de preguntas, la que fue aplicada a 7 sujetos adultos refugiados (a 3 de ellos sin presencia de traductor).
El proceso de anlisis se aplic a las transcripciones de dichas entrevistas a travs de un anlisis cualitativo del contenido, el que se
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neraciones ya crecidas en la dispora. El proceso de comunicacinmemoria preserva rasgos identitarios comunes con respecto a su
ascendencia y sirve como una mediacin que limita el alcance de la
potencial aculturacin, particularmente entre aquellos que nacieron
en Irak o Siria.
Un aspecto importante de los procesos de identificacin es la relacin entre la condicin del refugio y la concrecin de una identidad
nacional palestina. En la mayora de las personas entrevistadas esta
era una tensin en trminos del tipo de alternativas que se pueden
establecer desde dicho cruce. En un primer trmino, la consideracin
que la condicin del refugio es subsidiaria de la construccin nacional, pero que al mismo tiempo, en el reasentamiento, la posicin de
refugiado es la que establece el vnculo e interaccin con dicha sociedad de acogida. De otro modo, la necesidad de sostener el refugio como un criterio de cohesin grupal es, a su vez, una condicin
de interaccin con el entorno. Lo anterior implica, secundariamente,
que la identidad del sujeto refugiado es precaria en trminos de la
vulnerabilidad que representa: el ser refugiado implica ser parte de
algo negado y por lo tanto solo reparable desde la reduccin de dicha
negacin.
Este enfoque permite esclarecer las dimensiones polticas de las
interacciones de los sujetos refugiados, donde el retorno surge como
una eterna expectativa de reparacin y donde lo refugiado recuerda
dicha exclusin, pero que al mismo tiempo permite ganar posibilidades de inclusin en un contexto de reasentamiento.
No poder viajar imposible. No tener plata, peligroso.(Mohammed)
Traductor: Todos ellos esperan algn da volver, pero saben que
es imposible y quizs por muchos aos Por eso hacemos lo ms posible para que puedan integrarse y tener una mejor vida, porque quizs
nunca vayan a regresar. Ni a Irak ni a Palestina.
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entre aquello que pertenece al sistema y cul es su entorno (Luhmann, 2005). En el caso de las migraciones es posible observar que dicha observacin no puede plantearse en funcin de un parentesco o
por la experiencia biogrfica comn previa y durante la dispora. Ms
bien el estudio establece la posibilidad de observar al refugio en tanto
posibles redes de relaciones que se establecen desde una comunicacin basada en dicho desplazamiento forzoso, en donde quienes
participan como agentes de dicho movimiento gatillan observaciones
basadas en procesos de adscripcin y reconocimiento, es decir, comunicaciones que median en la construccin de una identidad cultural y
organizacin social desde y en la dispora.
Con ello, las agrupaciones nacionales e internacionales que participan de la proteccin de los derechos de las personas desplazadas
y asistenciales en trminos de su cuidado, pasan a ser parte de las
relaciones del grupo desplazado en una funcin mediadora: si bien
son parte de las interacciones sobre el refugio, su lugar fuera de la
experiencia biogrfica y de memoria colectiva con respecto al desplazamiento los ponen en el margen, convirtindose en mediadores
posibles para la interaccin.
Dicho de otro modo, para las personas refugiadas, la coordinacin
con las agrupaciones sociales afines no solo permite obtener garantas para la proteccin de sus derechos, sino tambin son vistos como
mediadores para el acoplamiento con la sociedad de acogida. En definitiva, facilitadores simblicos y materiales de aquellas interacciones
potenciales con el contexto.
As es Chile: cuando trabaja, comer. Hijo quieren comer, la ropa,
todo. Todo ac tiene trabajo, nosotros ac solos. Primeros dos aos
ayuda Vicara. Mucha ayuda para nosotros Vicara, ACNUR, dos aos.
Cuando termine el verano, ahora nosotros solos. Se estudia, pero poco
estudia. Porque nosotros, nadie hablar bien espaol. (Muna)
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sistemtica del sentido nacional palestino, particularmente en relacin a dos ejes: la preservacin del vnculo con la familia extendida, y
la adquisicin de informacin sobre la dispora palestina y el conflicto
rabeisrael.
En este sentido, la tecnologa surge relevante para operacionalizar
el contacto o la teleinteraccin. Por el carcter de la dispora palestina y la impronta de Irak en el desplazamiento forzoso, el vnculo se
establece a travs de las redes familiares, en tanto redes de sustentacin a la distancia. Esto implica el reconocimiento doble de la proteccin y las intermediaciones posibles para el cuidado de aquellos que
se encuentran en otros campos de refugiados o reasentados en otros
pases del orbe.
El internet es muy importante para nosotros porque tengo una
familia afuera en Irak, Jordania, y otros pases. Mucha familia afuera
y yo no se puede llamar al celular, necesito mucha plata. Por internet
puedo hablar y mucho. (Isaam)
La preocupacin por la mantencin del vnculo tiene un carcter
poltico, en la medida que las comunicaciones familiares y aquellas con
la dispora, recursivamente apelan al derecho al retorno y la lucha nacional. Si bien como grupo refugiado ya experimentaron un proceso de
transculturizacin en Irak (e incluso algunos de los refugiados ven en
dicho pas la forma ms cercana a la generacin de hogar nacional), la
condicin de dispora se extiende hacia las nuevas generaciones, y con
ello se gesta una memoria del grupo que enfrenta como ejes centrales
la configuracin de una identidad nacional, la experiencia del desplazamiento y el derecho al retorno. En este sentido, los vnculos tecnolgicamente mediados apelan a una copresencia global que actualiza
sistemticamente la condicin del refugio palestino.
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Cierre.
La condicin del refugio palestino permite dar cuenta de que la configuracin de los sistemas sociales transnacionales presentan, en su
estructuracin, una serie de prcticas y procesos centralmente comunicacionales, que no pueden reducirse a una observacin mediacentrista, o si se prefiere de solo uso y reproduccin tecnolgica.
Por el contrario, el estudio de la poblacin refugiada permite dar
cuenta de las distintas mediaciones que permiten entender el refugio como un sistema abierto de relaciones trasnacionales, donde los
distintos niveles de la comunicacin permiten dar cuenta de las producciones, reproducciones y cambios tanto a nivel de los sujetos migrantes acoplados a rdenes sociales y culturales, determinados por
la comunicacin.
Vistos los sujetos refugiados palestinos, el acto del reasentamiento en Chile implicara un aumento de complejidad frente al acople
potencial con el territorio de acogida. La persona refugiada y su grupo de referencia requieren, para su propia continuidad, el garantizar
comunicaciones orientadas al entorno, que les legitime y al mismo
tiempo favorezca las posibilidades de inclusin. El estudio precisa que
la adaptacin y el ajuste conductual o cognitivo individual, opera en
la medida que las interacciones con la sociedad de acogida se intensifican: la adquisicin del lenguaje, el aprendizaje de los modos y prcticas de interaccin con la institucionalidad y el ajuste y comprensin
de los modos de sociabilidad, particularmente a partir de los modos
expresivos de relacin con el otro, son algunos vectores posibles de
apreciar.
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Piuel, Jos Luis (2008) Ensayo General de la Comunicacin.
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Vertovec, Steven (2009) Transnationalism. Key Ideas. Londres: Routledge.
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121
Sin embargo, en marzo de 1995, un acontecimiento aparentemente menor llev nuevamente el tema al espacio pblico y le dio centralidad en los medios de comunicacin. Se trat de la declaracin
del ex capitn de la Marina Adolfo Francisco Scilingo que haba trabajado, durante la dictadura, en la Escuela de Mecnica de la Armada
(ESMA)2. En un programa periodstico de televisin3, Scilingo relat
su participacin en los operativos que se hacan para arrojar al mar a
detenidos-desaparecidos vivos, desde aviones en vuelo4. En ese marco, dijo que l mismo haba matado a treinta personas:
Aunque en los aos anteriores se haban producido ya varias declaraciones pblicas de militares con respecto a los crmenes cometidos por la dictadura, esta era la primera vez que un represor narraba
lo que l mismo haba hecho, sin negarlo ni encubrirlo con eufemismos, y daba detalles sobre el sistema de eliminacin de secuestrados
2 La ESMA, ubicada en la ciudad de Buenos Aires, fue uno de los centros clandestinos de detencin, tortura y exterminio ms activos del perodo dictatorial. Se calcula
que por all pasaron 5.000 detenidos y sobrevivieron alrededor de 200.
3 Programa Hora Clave del 9 de marzo de 1995, presentado por el periodista
Mariano Grondona, periodista catlico y conservador, ligado a pasados regmenes
militares, pero que en los aos 90 trat de distanciarse de ese pasado mediante una
postura de defensa de las instituciones democrticas.
4 Despus de someter a los secuestrados a torturas fsicas y psicolgicas, los militares eliminaban a los detenidos arrojndolos al mar, adormecidos, desde aviones en
vuelo, o los ejecutaban y luego ocultaban sus cuerpos quemndolos o enterrndolos
en fosas comunes (ver CONADEP, 1984: 235 a 237). Las declaraciones de Scilingo que
fueron televisadas haban sido grabadas un da antes y se presentaban como una
continuacin del programa de la semana anterior, en donde Grondona haba invitado
al periodista Horacio Verbtisky, autor del libro El Vuelo (Verbitsky, 1995), basado en
una larga entrevista a Scilingo.
5 Declaraciones de Scilingo en el programa Hora Clave, op. cit.
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6 En el lenguaje de la televisin, la mirada hacia la cmara (a los ojos del telespectador) genera un contacto privilegiado con el pblico, en el que quien habla parece
mirar a los ojos al espectador. De esta manera, opera como ndice de desficcionalizacin, crea el efecto de sentido de que el enunciador se refiere efectivamente a la
realidad, otorga una especie de prueba del anclaje del discurso en lo real de la
actualidad (Vern, 1983: 105).
7 Es necesario aclarar que las declaraciones de Scilingo no se dieron en el vaco.
Coincidieron con acciones que, desde haca tiempo, estaban llevando a cabo en Argentina los organismos de derechos humanos, con una distancia temporal de casi
veinte aos respecto del golpe de Estado de 1976, y con una nueva generacin de jvenes que empez a impulsar cuestiones relativas a la memoria. Para una descripcin
de las acciones llevadas a cabo por las organizaciones de derechos humanos durante
ese perodo, ver Valdez, 2001: 63-82.
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Un escenario de la memoria
Ahora bien, el trabajo de la memoria no solo requiere de actores, es
decir, de personas o instituciones encargadas de elaborar el recuerdo y
construir representaciones sobre el pasado y llevar al espacio pblico sus
emprendimientos memoriales. Necesita, adems, espacios o escenarios
en donde una presentacin de y un discurso sobre el pasado sean
posibles. Estos escenarios tienen sus reglas y lenguajes especficos, que
determinan, a su vez, la produccin de los relatos.
La televisin es uno de esos escenarios de la memoria y este es
el segundo tipo de articulacin entre televisin y memoria que quisiera mencionar. Llamo escenario de la memoria al espacio en el que se
hace ver y or, a un determinado pblico, un relato veritativo sobre
el pasado12.
los protagonistas de los hechos. Estas instancias, de acuerdo con diversas variables (el
canal, el momento poltico, el tipo de informacin, entre otras) actan con diferente
peso y poder de decisin.
12 La nocin de escenario de la memoria implica subrayar dos caractersticas
del trabajo de la memoria. Primero, la voluntad de generar un trnsito entre un pasado que se da por finalizado y un presente que se interpreta como diferente del pasado
(Ricoeur, 1999). Segundo, la pretensin veritativa de la memoria: en su trabajo de
hacer presente algo ausente, el trabajo de la memoria, a diferencia de la imaginacin,
tiene como objeto la exactitud y la fidelidad, ms all de que lo logre o no (Ricoeur,
1999: 29). Esto hace necesario un proceso de construccin y de legitimacin de una
verdad sobre lo sucedido.
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La idea de escenario a diferencia de otras categoras como lugares de memoria (Nora, 1984), o vectores del recuerdo (Rousso,
1987) permite enfocar ms claramente problemas relacionados con
la puesta en escena, la tensin dramtica, los dispositivos narrativos
puestos al servicio de la construccin de sentidos sobre el pasado, y
los mecanismos por los cuales se seleccionan, jerarquizan y renen
diversas voces o testimonios. Por lo tanto, adems de indagar en el rol
de la televisin como emprendedora de la memoria, pueden analizarse los programas televisivos mismos, en sus formatos y lenguajes13.
Los interrogantes sobre cmo y con qu lenguajes narrar una experiencia lmite han dado origen a debates y reflexiones en diversas
sociedades, muchos de ellos referidos a la Segunda Guerra Mundial y
la Shoah. Sin pretender detallar la vasta bibliografa existente sobre el
tema, es posible sealar que cuando algunos de estos debates se refirieron a los medios audiovisuales, incorporaron al menos tres dilemas
principales que me gustara sealar.
Un primer dilema de orden expresivo, acerca del lenguaje adecuado para representar lo sucedido o, en otras palabras, los lmites del lenguaje para representar lo que se concibe como inimaginable, irrepresentable, etc.14
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Del estudio sobre programas de gneros no ficcionales (especialmente, programas periodsticos de opinin y documentales) emitidos
por la televisin abierta argentina entre 1995 y 200016, es decir, de los
cinco aos posteriores a las declaraciones de Scilingo, se desprende la
observacin de que, en general, estos relatos televisivos parecen ocluir
los aspectos no espectaculares de los hechos narrados, privilegian el
drama por sobre la comprensin histrica, y buscan un impacto emocional ms que una toma de conciencia poltica acerca de lo sucedido.
El carcter efmero de las imgenes televisivas, que se debe al hecho de que en el flujo televisivo toda imagen nueva tiende a borrar o
hacer invisible a la anterior17, es compensado por la reiteracin constante de unas pocas imgenes clich que terminan por convertirse
en emblemas fcilmente reconocibles. Son imgenes que no se utilizan para sealar un referente especfico, sino que sirven para entrar
en tema. Condensan y simbolizan diversos acontecimientos, simplificando a veces procesos histricos complejos.
Por ejemplo, en este caso, la imagen del frente de la Escuela de
Mecnica de la Armada (ESMA) se utiliza para simbolizar cualquiera
de los centros clandestinos de detencin que funcionaron en todo el
pas. Los retratos de algunos militares muy conocidos (como Emilio
Massera, Jorge Rafael Videla o Alfredo Astiz) condensan la categora
general de represores y operan como conos intercambiables sin
que se incluya una explicacin acerca de la responsabilidad concreta
de cada uno de ellos.
Son imgenes que pueden fijar una memoria, volverla de algn
modo estable y hacerla accesible a un pblico masivo. Al mismo
tiempo que logran transmitir exitosamente ese relato, tienden a
fracasar a la hora de dar una versin compleja de la historia, abrir
16 Incluimos aqu solo algunas observaciones. Para un mayor desarrollo de algunas de ellas, ver Feld, 2006 y Feld, 2009.
17 Tal como lo explica Michle Lagny para la imagen flmica: Dans le flux des images,
la dernire reprsentation efface les prcdentes: la reproduction filmique nobit pas
une logique daccumulation mais celle du passage; celle-ci est non seulement une
consquence du flux de limage-film mais son principe mme (Lagny, 1991: 72).
129
El trabajo de transmisin
El tercer y ltimo eje que quisiera mencionar en la indagacin del vnculo entre memoria y televisin es el del rol que cumple este medio
en el trabajo de transmisin hacia las nuevas generaciones. Es evidente que la televisin es un vehculo de transmisin entre muchos otros:
la educacin formal, el mbito familiar, otros consumos culturales, las
redes sociales, los diversos espacios culturales especficamente juveniles, etctera. Un abordaje de este tipo debera, por ende, observar
tanto la diferencia como la interaccin entre todos esos mbitos y
soportes. En ese marco, la televisin presenta ciertas caractersticas
especficas: la inmediatez, la facilidad de lectura, el potencial emotivo, el alcance masivo, el consumo domstico, la fuerte penetracin en
todos los estratos sociales y el impacto sobre los jvenes.
Durante el ao 2000, realic entrevistas en profundidad a una
cantidad reducida de jvenes de Buenos Aires nacidos entre 1976 y
1979 (es decir, durante los primeros tres aos de la dictadura militar). Se trataba de estudiantes de diferentes carreras universitarias
y terciarias, con diversas extracciones sociales e historias familiares. Ninguno haba sido vctima directa de la represin ni pariente
de desaparecidos, y ninguno perteneca a una familia de militares. Al
momento de la entrevista tenan entre 21 y 24 aos y, por su edad,
no posean recuerdos propios de lo sucedido durante la dictadura,
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en una agenda (la mencin a la agenda se repite constantemente). Algunos entrevistados evocaron el miedo que se senta en aquel
momento, pero sin tener una explicacin acerca de quines sentan
miedo y por qu. En general, si se referan a la accin de las personas
que desaparecieron, lo hacan diciendo que tenan ideas diferentes o
que se oponan a la dictadura:
En esas pocas estaba todo tan inseguro que no se poda salir ni a
la esquina, algo as, sacabas la cabeza por la ventana y te sacaban,
te llevaban de tu casa. Eran momentos muy tensos. (Daro19)
Los desaparecidos son los que se animaron por un lado a expresar esas ideas diferentes, o los que..., o sea, sin animarse, trataban
de hacer lo posible porque esas ideas lleguen a la gente (...). Los
desaparecidos quizs son..., alguna gente que estuvo en un lugar
incorrecto, en un momento incorrecto. (Ramiro)
La concepcin de que podra haberle sucedido a cualquiera favoreca, en primer lugar, la identificacin con las vctimas. Los/as entrevistados/as dicen, por ejemplo, que desaparecan jvenes de su
edad, que pensaban como podran haber pensado ellos, etctera.
En un contexto de gran despolitizacin como fueron los aos 90
en Argentina, esta clave narrativa tambin era funcional a la nocin
de que la poltica era peligrosa y de que, en todo caso, la militan19 Los nombres estn cambiados, en funcin de mantener reserva sobre la identidad de los entrevistados/as.
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Pero la televisin ha servido tambin como disparador del recuerdo, sobre todo en los casos en que miraron los programas con sus padres o con otros adultos. Si en muchas ocasiones hablan de historias
que ocurrieron al lado de ellos o que podran haberle pasado a
cualquiera, pero no dan mucha precisin sobre casos especficos, es
al hablar de algunos programas y de la conversacin que tuvieron con
adultos al momento de verlos, cuando comienzan a surgir recuerdos
sobre personas e historias concretas.
Esto sucedi, por ejemplo, con uno de los entrevistados en el segundo encuentro, en el que se incluy la visualizacin de un programa
televisivo previamente grabado:
Qu cosas son las que ms te impactan (en el programa visualizado), o en qu sentido te impactan?
Finalmente, los programas de televisin (y tambin algunas pelculas de cine estrenadas en esa poca22) les ofrecieron imgenes con
las que ilustrar esos hechos y volverlos visibles y tangibles. En las
referencias que ellos/as hacen a tales imgenes, las escenas reconstituidas por los programas televisivos se confunden a veces con imgenes flmicas de archivo y lo que se ve se menciona como algo que
realmente sucedi, como imgenes que pertenecen al pasado.
Por ejemplo, cuando surgieron las primeras declaraciones de Scilingo muchos noticieros televisivos las acompaaron con filmaciones
22 Por ejemplo, la pelcula Garage Olimpo (Marco Bechis, 1999).
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de aviones militares en vuelo, que evidentemente al tratarse de crmenes secretos y clandestinos no eran imgenes de archivo, sino
que recreaban o simplemente ilustraban los llamados vuelos de la
muerte23. En las entrevistas, esas mismas imgenes eran evocadas
por estos/as jvenes como si hubieran visto a travs de ellas lo que
realmente pas en la dictadura. Dicen: vi los aviones, muestran
los aviones.
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nombran a las dos o tres personas cuyas fotos suelen aparecer como
imgenes clich en la televisin, sin hacer diferenciaciones entre
ellos ni dar precisiones sobre sus distintas responsabilidades en el
marco de la dictadura.
Creo que Astiz era de Naval, creo que Massera, supongo era de
los militares (...) y no s si Videla tambin era de los militares, s
que Videla era como que tena un rango ms que todos, es el Videla que tengo, fue uno, digamos, de los iniciadores y proclamadores y dirigentes de todo el Proceso y lo nico que te puedo decir.
(Maximiliano)
Es evidente que la recepcin televisiva se entrelaza con la de muchos otros productos culturales y medios de transmisin de memorias. Tambin es evidente, por eso mismo, que no puede precisarse
con cul de estos medios se vincula cada recuerdo. Adems, es sabido
que los relatos televisivos se han configurado con claves narrativas
que antes pertenecan al sentido comn o a ciertos relatos hegemnicos instalados por otros productos culturales y discursos pblicos.
Aun as, es claro que, en la etapa que estamos analizando, la televisin ha ayudado a acercar las referencias del pasado a un pblico
joven, a hacer la historia visible y a generar emociones ms vivas
con respecto a lo sucedido. En suma, el espacio televisivo ha colaborado en la creacin de un pblico interesado. Sin embargo, ese inters
se parece ms a una preocupacin general por la temtica o un involucramiento desde lo emocional, que a un envolvimiento intelectual
o incluso poltico, es decir, a un tipo de inters que podra llevar a
la accin. En este aspecto, cabe preguntarse hasta qu punto estos
vehculos de transmisin permiten que la experiencia histrica se articule con la experiencia presente. Tal como lo plantea Huyssen, con
respecto a la memoria del Holocausto:
136
A modo de conclusin
La construccin de un vnculo entre memoria y televisin permite
abrir un amplio campo de exploracin para estudiar una serie de fenmenos diversos. Se pueden aplicar distintos abordajes, segn se
quiera subrayar el rol de este medio de comunicacin en la configuracin de agendas pblicas, o su efectividad como soporte para difundir
acontecimientos del pasado entre las nuevas generaciones, o su rol
como constructor de sentidos a travs de imgenes, sonidos y palabras. Todos estos roles, por supuesto, coexisten y se articulan.
Quisiera terminar entonces marcando algunas tensiones que
emergen de la articulacin entre estos tres ejes: la televisin como
emprendedora de la memoria, como escenario de la memoria y
como vehculo de transmisin intergeneracional.
Pareciera ser que los mismos lenguajes del espectculo televisivo
que llevan a la identificacin desde lo emocional, que ocluyen el desarrollo de aspectos complejos de la historia narrada y que dificultan
la reflexin poltica, son los que permiten generar un pblico interesado, divulgar la existencia de los emprendimientos memoriales,
legitimar algunas voces previamente silenciadas y, en trminos ms
puntuales, producir una empata hacia la temtica por parte de las
generaciones ms jvenes.
Sin embargo, al colocar determinados acontecimientos del pasado
como problema pblico (Edelman, 1991), la televisin tambin puede
ayudar a abrir una ventana de oportunidad para actores ya concernidos y potenciar y articular, as, acciones que ciertos emprendedores
de la memoria desarrollan aisladamente. Insisto en que no se puede
mirar a la televisin solamente, sino todo el proceso memorial y los
137
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Escuchar a los muertos con los ojos, escriba Quevedo a fines del
siglo XVI, llamando a leer los reservorios del pasado sintindolos, respetndolos y, por sobre todo, resguardando las memorias huidizas
que los poderes y saberes de la poca borraban u ocultaban. Las sociedades presentes los pueden ver y escuchar a travs de las fotografas o de las imgenes cinematogrficas mostrando lo que queda de
sus huellas, rememorndolos.
El deseo de las imgenes ha sido constante hasta que las sociedades contemporneas lograron, con la emancipacin del sujeto,
el poder de contar sus propios relatos usando la ciencia y la tcnica, como lo precisa Rancire, realizando la mmesis con la realidad a travs de la fotografa y luego del cine. Se poda dejar ver.
El productor de imgenes y su espectador-testigo entraban en una
relacin particular de sorpresas y narraciones del mundo que no
poda someterse a los cnones anteriores. No era necesario saber;
se poda directamente adquirir un relato plagado de experiencias
individuales y colectivas, reconocer signos y emblemas representativos de distintos grupos sociales2.
1 Investigadora y Academica de la Universidad de Chile. Vicedecana Facultad de
Filosofia y Humanidades.
2 El cine es el modo esttico de una comunidad pensante, lo que ella siente y lo que
ella piensa [] no viene despus de las otras artes por razones solo objetivas. Pertenece
a un tiempo especfico determinado por una cierta idea de la historia como categora
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Desde la historia, las propuestas de Marc Ferro mostraron un camino diferente para la investigacin. La fotografa y las imgenes en
movimiento no eran meras ilustraciones; por el contrario, las imgenes producan una subversin del orden constituido (Ferro, 1974).
Mientras se trat de un espectculo popular, la conmocin fue limitada, pero lentamente la fotografa, por ejemplo a fines del siglo
XIX, sirvi para el retrato burgus y hoy podemos analizar desde las
vestimentas a las actitudes y comportamientos de los individuos y
sus familias, los modernos propietarios de la gran industria o del poder. Tambin la fotografa etnogrfica nos mostr a los perdedores
de la civilizacin moderna con sus rostros y atuendos diferentes.
Comenzaba una poca de diferenciaciones sociales, de memorias escindidas, y esas fotos atestiguan que el objeto ha sido real. Como
lo seala Barthes, la inmovilidad de la foto es como el resultado de
una confusin perversa entre dos conceptos: lo Real y lo Viviente:
atestiguando que el objeto ha sido real, la foto induce subrepticiamente a creer que es viviente [] Por esto vale ms decir que el rasgo
inimitable de la fotografa (su noema) es el hecho de que alguien
haya visto el referente (incluso si se trata de objetos) en carne y hueso, o incluso en persona (Barthes, 2008:124).
Las imgenes en movimiento fueron amparndose con mayor vigor
de su pblico cuando la vista de la realidad adquiri tiempo y espacio
en relatos que correspondan a textos comprensibles para sus espectadores. Esta democracia de la vista y la conciencia inquiet a los poderes
existentes que, como sabemos, han tratado de utilizarla sistemticamente para reforzarse; sin embargo, no se ha podido impedir que se
fuera instalando la presencia en la vida o muerte de las otras y los otros.
del destino humano. Pertenece a una idea del arte ligado a esta idea de la historia y que
enlaza en una conexin especifica un cierto nmero de posibilidades que pertenecen a la
tcnica, al arte, al pensamiento y a la poltica. Por ejemplo, conecta una idea de agente
histrico, al tipo de imagen del hombre que producen sus tcnicas y registran sus proyecciones. Rancire, Jacques (1998) Lhistoricit du cinma. En De Baecque, Antoine y
Christian Delage (Dir.), De lhistoire au cinma (pp 35). Paris: Editions Complexe. Traduccin propia.
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una interrogacin infinita. Basta con mirar, todava hoy, las fotografas que dan testimonio de ello, para comprobar hasta qu punto el
interrogante absoluto, frentico, de esta muerte ha quedado para
siempre sin respuesta (Semprun, 2002:205). Sin embargo, si no se
pueden percibir sensiblemente el dolor y el desarraigo humano, se
puede obligar a la justicia, lo que est en el trasfondo de los reclamos por el develamiento de la verdad haciendo memoria.
Entre la prctica social y los aportes tericos en los estudios
historiogrficos, los archivos de las imgenes y los relatos de la memoria se impusieron, por cierto, con la dificultad a la que aludimos.
Los problemas metodolgicos de esta apuesta son de magnitud
cuando se necesita corroborar, analizar e interpretar los productos
de la creacin individual y los hechos ocurridos, dialogando entre
la escritura, el monumento y la imagen. Una revolucin epistemolgica?, como lo piensa Rojas Mix, que obliga a descubrir los
imaginarios sociales y culturales que estn presentes en el habla de
los testigos, en sus imgenes. La necesidad de encarar la relacin
de lo pblico y lo privado ha llevado a la historiografa a ampliar el
visor para ordenar las pruebas de la interpretacin en la historia
reciente.
Los relatos histricos conceptuales y aseguradores de la unidad
de la Nacin topan con la informacin que se canaliza por otros medios. El historiador ya no puede ser un juez solitario del pasado y
excluir las fuentes provenientes de la oralidad y las imgenes. As el
discurso pierde en autoridad y deja entrever otros objetivos desde el
poder y otras siluetas pueblan el espacio pblico. Como lo escribiera
Rojas Mix: En el escribidor hay siempre ms o menos una voluntad
de imponer un punto de vista. El imaginero maneja otro lenguaje en
el cual se mezcla lo lcido (la intencin del artista) con un inconsciente colectivo (Rojas, 2006:38).
Los componentes subjetivos, la poltica en el sentido del hacer ciudadano, el ter de los tiempos, como deca Marx refirindose a la
alienacin, nos hacen presa de nuestras circunstancias y es justamente
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en ese intersticio en el que las imgenes y la memoria, como manifestacin cultural del mundo del presente, juegan un papel central. Estas
caractersticas, que en el caso del cine, que es lo que nos interesa en
esta ocasin, se acercan a la historia, pues resignificando los relatos
cinematogrficos es posible explorar de mejor manera las sensibilidades de una poca, para comprender los poderes y sus contrarios,
las modas, los miedos, las afirmaciones colectivas, los discursos oficiales y la insurgencia. As se constituyen en un archivo relevante.
Poco sabramos del poder exitoso de la propaganda nazi sin visitar El
triunfo de la voluntad, de Leni Riefensthal, en esos escenarios gloriosos construidos para el fhrer; no podramos tener una constancia
de la preparacin de la Shoah sin ver con atencin El judo Suss, basado en las representaciones colectivas milenarias de la caricatura
del enemigo judo. El estado totalitario por excelencia descubri que
el cine poda convencer, idea que permanece y vemos cmo se utiliza en las trasmisiones de los noticiarios cuando escasea la libertad
de expresin, sea por su conculcamiento, sea por el control de los
medios en manos de los poderes econmicos, magistralmente expuestos en el Ciudadano Kane, tantas veces elegida la mejor pelcula
de la historia del cine.
Las imgenes en movimiento son temidas desde el poder, cuando
presenta la contrahistoria, descorriendo el velo de lo aceptado socialmente, poniendo en escena a los testigos del dolor, mostrando miedos
inexcusables. La imagen de los campos de concentracin mostrando
el mal absoluto, tiene una expresin corprea en Noche y Bruma, de
Alain Resnais. Existen pelculas que se han transformado en hitos de
los relatos incmodos, como lo hace Shoah, de Claude Lanzmann, que
tiene un doble valor porque da nombre y rostro a los sobrevivientes
y muestra la defensa de los testigos del horror que dicen que nada
supieron, a pesar de su participacin burocrtica. De igual fuerza, Le
Chagrin et la Piti, de Marcel Ophuls, testimonia sobre aquellos que
no eran los resistentes a la ocupacin nazi de Francia, y pas tiempo para que su exhibicin fuera autorizada en la televisin francesa.
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No cabe duda de que los accidentes jugaron un papel importante para que el poder judicial tratara las violaciones a los Derechos
Humanos, recibiendo los encausamientos sin escudarse en la amnista, pero habramos dejado de lado lo que plantea, entre otros,
Marc Aug, que esos incidentes desencadenan la memoria social e
impactan polticamente; el uso pblico de la historia se perfora para
dar paso a otras prcticas y otras demandas. Durante la Dictadura,
las agrupaciones de familiares, los organismos de Derechos Humanos pidiendo verdad y justicia, se asentaron en el espacio pblico y
fueron respaldados por los movimientos sociales y polticos. En lo
esencial crearon un espacio tico que fue la base para la Democracia y para cualquier identidad nacional que pudiera restablecerse. No
solo las polticas pblicas con respecto a esa memoria Informe Rettig (1991), Informe Valech (2004) lo demuestran; son parte de un
acerbo que ha permitido en nuestra historia reciente las demandas
de otros movimientos sociales para exigir los derechos a la equidad,
la educacin y la salud, entre otros, que tambin cursaron en los 17
aos de Dictadura y que van acaparando el espacio pblico, que se
simboliza en el paso de tantos y tantas por los lugares que el poder
pretende prohibir, la Alameda o la calle Morand.
El cine documental y de ficcin, los testimonios orales, transportan esas prcticas polticas duraderas en la memoria y nos recuerdan a los historiadores algunos planteamientos recientes de Roger
Chartier: se hace necesaria una pregunta fundamental: Cmo pensar
las relaciones que mantienen las producciones discursivas y las prcticas
sociales? Hacer inteligible las prcticas que las leyes de formacin de los
discursos no gobiernan es una empresa difcil, inestable, situada al borde del acantilado, como escribe de Certeau a propsito de Vigilar y Castigar. Siempre la amenaza, la tentacin de olvidar toda diferencia entre
lgicas heternomas pero, sin embargo, articuladas: la que organiza la
produccin e interpretacin de los enunciados, la que rige los gestos y las
conductas (Chartier, 2006).
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La pelcula que deseo comentar en esta ocasin3, elegida entre muchas otras que podran cumplir el objetivo de transformarnos en testigos
o sujeto que mira las prcticas sociales, La ciudad de los fotgrafos, en
particular me interesa porque consolida ciertos transcursos de la memoria que se traspasa, busca huellas, como se lo propusieran Proust o Benjamin en los lugares recorridos por otros que, como lo declara el autor,
fueron los de su padre, los que se apercibi de nio4. Tambin es una
obra interesante para el anlisis porque une la fotografa y las imgenes
en movimiento, pues los participantes en la accin nos acercan sus experiencias, y los documentos que exhibe adquieren el poder de que
el objeto ha sido real, como lo presenta Barthes, y siguiendo al mismo
autor, la fotografa es subversiva y no cuando asusta, trastorna o incluso
estigmatiza, sino cuando es pensativa (Ob. Cit. Pag. 73).
Estas imgenes son pensativas; volvemos a ver a los resistentes a la
Dictadura en las calles del centro de Santiago, viniendo de las poblaciones, de las universidades; escuchamos los sones de las protestas: Justicia
3 Otros trabajos que he publicado y en los que me he referido a filmografa chilena son: A treinta aos del Golpe en Chile: Memoria y Ciudadana. En Nelly Richards
(Ed.), Utopa(s) 1973-2003; revisar el pasado, criticar el presente e imaginar el futuro.
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En Actas del seminario, La memoria de las mujeres, un conocimiento excluido de la
historia, primera versin en libro electrnico, www.uchile.cl, Cyber Humanitatis N
19; Historia y Cine: Relatos de memorias. En Imago Americae. Revista de Estudios del
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4 Entre los documentales que presentan directamente las imgenes de las prcticas sociales es necesario tener presente la filmografa de Pedro Chaskel o la de Patricio Guzmn, en particular En el nombre de Dios.
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A modo de conclusin.
La memoria en las imgenes en movimiento, ms all de los sentidos de
los relatos de sus autores, constituye un material privilegiado para la historia contempornea y en particular para la ms reciente. Se hace difcil
hacer el seguimiento de las prcticas histricas sin la materialidad de las
imgenes, no solo cuando se trata del cine documental en particular
en la pelcula que sealbamos. Tambin la libertad de la ficcin nos
lleva a conocer las representaciones culturales, transportando smbolos
compartidos que llevan al testigo espectador a convivir con el cineasta en
la emocin y la comprensin de las seas y narraciones colectivas.
Como lo expresara Marc Ferro, El cine nos ayuda a comprender la
historia, si el cineasta utiliza su visin y su arte para mirar en torno suyo y
discernir lo que los polticos y las iglesias que rigen la sociedad no quieren
saber (Ferro, 2003:162). Tal como lo enunciramos, es una tarea difcil
para el historiador hacerse cargo de la subjetividad de las autoras de las
imgenes, pero es la posibilidad de comprender las articulaciones entre
las prcticas sociales, las representaciones culturales colectivas y los discursos unvocos. De ese modo podra contribuirse, a travs del saber de la
disciplina, a reforzar la densidad simblica de las democracias en Amrica Latina como plantea Norbert Lechner, ante la angustiante orfandad
de cdigos interpretativos (Lechner, 2006:496).
154
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Re-velar el horror.
Fotografa y memoria frente a la desaparicin de personas.
Ludmila da Silva Catela1
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accin donde fue y es usada. Si inicialmente era una simple foto que
identificaba a un ciudadano en un documento pblico, a medida que
la propia nocin de desaparecido fue construyndose polticamente,
se le fueron asociando nmeros de legajos, fechas, procesos judiciales, que ampliaron su significado y su valor tanto simblico como poltico y judicial. Esta conversin del uso de la fotografa, que originalmente retrat a un ciudadano y luego a ese mismo individuo como
desaparecido, nos muestra que ms all de la intencin de su produccin, lo que interesa como dato etnogrfico es el modo en que pasa a
informar de esta nueva nocin de persona que es la de desaparecido5.
Los diversos espectadores pasan a leerla, observarla, en sus nuevos
contextos de significacin, donde lo que se da es una interpretacin
y una transformacin de lo real, una creacin arbitraria y codificada
5 Para una reflexin sobre la idea de que la nocin desaparecido pasa a ser en Argentina una nueva nocin de persona, plasmada en leyes y decretos, ver da Silva Catela (2002).
Memorias, Historia y Derechos Humanos
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En la exhibicin est en juego una lgica de clasificaciones que remite a lo extremo de una interrupcin violenta, traumtica, prematura
del ciclo de vida; una mala muerte, por oposicin a las buenas muertes,7
aquellas al final de la vida. En un extremo, la total ausencia de fotos en el
espacio domstico puede representar tanto una forma para no reactivar
cotidianamente el drama, como una manifestacin contra la situacin
esttica de la muerte y los rituales asociados con ella.
7 Los trabajos que analizan las representaciones sobre la muerte, Aris (1975;
1982), Elias (1989), Hertz (1917), realizan una distincin polar entre lo que es considerada una buena o una mala muerte. La primera relacionada a la muerte al final
de la vida, dada por la vejez. La segunda asociada a las muertes violentas, prematuras
o inesperadas.
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Eulogia Garnica en la
Marcha del Apagn de
Ledesma con las fotos
de sus dos hijos sobre
su pecho. Su nieto
porta una remera
con el nombre de su
abuelo y su to abuelo
desaparecidos.
La Pepa evoca a su hijo en el Acto de Apertura del Sitio de Memoria La Perla (ex CCD)- Crdoba.
El espacio pblico.
Una experiencia singular: la sala Vidas para ser contadas.
En los ltimos aos, como uno de los elementos fundantes de las polticas
de memorias desarrolladas desde el Gobierno nacional y los provinciales,
se han inaugurado Museos, Archivos y Espacios de Memoria en casi todas
las provincias del pas. La creacin de una nueva instancia para pensar y recordar el pasado reciente tiene como consecuencia directa la multiplicacin
del uso de las fotografas de los desaparecidos en diversos soportes: libros,
folletos, catlogos, exposiciones, muestras, murales (por citar algunas de sus
formas). Esta museificacin del pasado implica, entre otras cuestiones, la
prdida relativa del control sobre la difusin y el uso de las imgenes por
parte de los familiares de desaparecidos y de los ex presos polticos. Una vez
que las imgenes pasan a exponerse pblicamente, la circulacin nacional e
internacional de esos rostros puede derivar en diversos usos. Los visitantes
165
de los museos con sus cmaras, los alumnos con sus celulares, registran
rostros e historias de vida que potencialmente sern observadas y contadas en otros espacios, cerrando nuevamente un crculo desde lo pblico
a lo domstico. A esto se le agrega la cuestin de las imgenes generadas
en el contexto de la represin: qu destino tendrn hacia el futuro?, qu
generarn en relacin a su uso pblico?
Diversas experiencias del uso pblico de las fotografas de los
desaparecidos en instituciones de la memoria podran ser analizadas
aqu.8 Sin embargo, voy a detenerme en un tipo de uso institucional
en especial, la sala Vidas para ser contadas del Archivo Provincial de
la Memoria (APM), de Crdoba. En este espacio se da un proceso particular del uso de la fotografa de desaparecidos.
8 En otro texto realic un anlisis pormenorizado de la Exposicin Identidad del Detenido Desaparecido, donde me detuve en la mirada de una muestra sobre la trayectoria
de los desaparecidos, contada en paneles con fotos y otros objetos que representaban
sus vidas (da Silva Catela, 2000 ). De manera ms breve, tambin analic la exposicin
sobre la Bsqueda de la Identidad de los hijos de desaparecidos expuesta en el Centro
Cultural Recoleta, donde cada dos fotos de una pareja desaparecida se observaba un
espejo. Con esta muestra las Abuelas de Plaza de Mayo pretendan que potencialmente,
si jvenes apropiados presenciaban la muestra, al ver reflejados sus rostros en los espejos, se identificaran con las fotos de sus posibles padres (da Silva Catela, 2005).
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En el APM existen diversos acervos de fotos policiales. Solo me referir al que denominamos Registro de Extremistas. Desde la llegada
del fondo documental al APM, tanto la dinmica de trabajo como las
respuestas que potencializ a las vctimas o a sus familiares, han provocado una serie de preguntas y situaciones sobre las cuales recin
comenzamos a reflexionar. Intentar trazar algunas cuestiones sobre
las que nos interesa discutir.
Todos sabemos que las prcticas de violencia sufridas sobre los
cuerpos de los secuestrados polticos precisan, para ser narradas, de
imgenes, de la capacidad del que testimonia de poder situar sus recuerdos en espacios y tiempos que actan como soportes materiales
de la memoria para que su testimonio sea creble. Cada una de las
personas que estuvieron secuestradas retuvo en su memoria, durante
aos, detalles de los edificios que, aunque no vean, sentan, tocaban.
Escalones, cantidad de pasos para ir al bao, bancos, patios o habitaciones cubiertas, sonidos de puertas o rejas, sensaciones de intemperie o de asfixia. Cada uno de esos detalles que, muchas veces en la
vida corriente pueden pasar inadvertidos, se convirtieron en mojones
de memoria de la experiencia concentracionaria. As, es recurrente en
los testimonios de los sobrevivientes, que las palabras pasen a funcionar como el ancla para que las imgenes del campo, su espacialidad
y el lugar de los cuerpos all dentro, cobren visibilidad.
Durante mucho tiempo afirmamos, cremos, hipotetizamos, que
no haba imgenes de la represin, mejor dicho, del interior de los
centros clandestinos de detencin en Argentina. A travs de los archivos de la represin que se encontraron y tornaron pblicos, sabemos
de la existencia de por lo menos dos fondos documentales.
Primero aparecieron las imgenes robadas por Vctor Melchor
Basterra del campo de concentracin de la ESMA, fotos donde hombres y mujeres aparecen en algn momento de su trayecto hacia la
desaparicin. Aos despus, en la provincia de Crdoba se descubri
el acervo fotogrfico correspondiente a la Polica de Crdoba. Esta serie se asocia, por lo menos en parte, a un libro de registros policiales
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Para muchos ex presos y para muchos familiares esas son las nicas fotos con las que se cuenta. Recuerdo a Fidel cuando vio su foto
y nos dijo: Era pintn en esa poca eh!. Es la nica foto que tengo de
ese perodo de mi vida!
Son tambin registros de verdad jurdica ya que muchos de
esos hombres y mujeres all plasmados estn desaparecidos o fueron asesinados por esta fuerza policial. Su rostro permite abrir causas o aportar pruebas. Para los ex presos polticos, esa imagen puede ser tambin el inicio de la apertura para leyes preparatorias. Por
otro lado, esas imgenes testifican de manera contundente lo que los
testigos y sobrevivientes han relatado por aos en relacin al trato
en estos lugares: la humillacin, los golpes, la degradacin humana y
principalmente la presencia de las vendas en los ojos de los secuestrados. No es ya solo su testimonio; es la fuerza de la imagen que les
da la razn.
Permiten tambin restituir otros perodos histricos previos a
1976. Muchos ex presos pasaron por la D2 una o dos veces antes del
76. Es notorio cmo muchos no recuerdan esas detenciones. Al enfrentarse con su foto de 1971-1972, vuelven a pasar por la memoria
eventos que tenan olvidados.
En estas primeras aproximaciones al material, consideramos que
estas imgenes no son una representacin del horror; ms bien funcionan como una revelacin del mismo. Son instantes de verdad,
fragmentos del paso de miles de hombres y mujeres por el centro
clandestino de detencin. Es interesante que a pesar de que todo lo
que ellas describen ya fue relatado en diversas oportunidades por
los testigos y sobrevivientes, enfrentarse a la imagen cruda de alguien
fotografiado luego de una sesin de golpes, puede tornarnos incapaces de analizarlas. Creo que salir del espanto para poder comprenderlas es el gran desafo. Por ahora surgen ms preguntas que respuestas. Qu re-velan? Cmo debemos contemplarlas, asumirlas,
describirlas? Para qu? Para quines? Cmo deben ser difundidas,
analizadas, usadas?
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A modo de conclusin.
Lazos sociales, desaparicin y fotografa.
La fotografa de los desaparecidos y de los sobrevivientes de los CCD,
en sus usos privados o pblicos, lucha de manera simblica contra el
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olvido del pasado. Esos rostros le recuerdan a la comunidad imaginada de la Nacin, que esas desapariciones y la tortura fueron posibles
dentro de sus fronteras. Interpelan, desde una larga tira colgada en
el espacio pblico, expuestas en una sala, en la sala de una pequea
comunidad o en un archivo de la memoria, sobre la posibilidad de
que esta experiencia vuelva a repetirse. El registro fotogrfico no deja
de ser una bsqueda casi desesperada del mantenimiento del lazo
social que une a esos desaparecidos con los que estn vivos y evoca
continuamente la pregunta cmo fue posible?. Por otro lado, que
las imgenes de los jvenes, congeladas en el tiempo, sean usadas a
ms de treinta aos desde su desaparicin, es una especie de pacto
de mantenimiento de lo social, una evocacin constante del momento y la forma extrema de su deceso. Como lo expresa la artista plstica
Natalia Coln en relacin a las fotos de sus padres desaparecidos en
el Registro de Extremistas:
En el ao 2010 recib las fotos que documentaban la detencin
de mis padres en 1972 en este sitio. Casi cuarenta aos despus. Tengo hoy ms de diez aos de los que ellos tenan cuando les sacaron
esas fotos en las que los veo vulnerados. Y recuerdo que cuando era
chica vea las fotos familiares y pensaba: cmo no estn ac para
cuidarme? Hoy veo estas y pienso: Cmo no estar ah para cuidarlos?. (Muestra Berta. Objetos y fotografas, inaugurada en agosto
del 2011 en el APM).
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