Charlas Con Javier Trimboli
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CONVERSACIONES
JAVIER
TRMBOLI
Una conversacin es una tentativa abierta al fracaso. Es un riesgo que nos gusta asumir
nmero a nmero para dar cuenta del estado de contingencia de los saberes, del poder
de lo interpersonal. Y tambin, para tomarle el puso, con sus altas y bajas, a los estados
contemporneos del lenguaje.
En septiembre nos encontramos con nuestro amigo Javier Trmboli, historiador, escritor
y, sobre todo, incansable y brillante profesor. Nos entreveramos en una conversacin
sobre la poca y el mundo, sobre el pasado argentino y sus imgenes, sus problemas, sus
equvocos, sus narraciones encontradas, o extraviadas. Fuimos superponiendo biograf-
as, fechas, nombres, figuras: Sarmiento, Bialet Mass, Jos Luis Romero, Halpern Donghi, el 89, la Tablada, el menemismo, el 2001, el kirchnerismo. Y luego, a empezar otra vez:
Guerra Guas, el Chacho, el partido Comunista, Tern, Piglia, el siglo XIX, los caudillos, el
bicentenario, las clases, la escritura.
La conversacin fue, en este sentido, un viaje infrecuente, sin estaciones fijas, o ms bien,
con algunas pocas estaciones donde distraerse para tomar envin. Es por eso que le
agradecemos a Javier esa tarde de sbado en la que nos encontramos a bailar con la literatura y la historia, con la poltica y la vida. Ninguna reflexin sobre la enseanza puede
esquivar estos temas. Y en lo que sigue, vern, no fueron esquivados.
centroamericana demorada, ya no de
Cuba, sino de Nicaragua y El Salvador. Por
supuesto, no era mucho lo que entendamos de esas historias. Todo ms o menos
as hasta que la derrota, con maysculas y
subrayada, pas a ser un tema. Sin vivirla
de la misma forma que aos atrs, por
fortuna debera decir, con menos intensidad y drama. Las lecturas entonces empezaron a cambiar, no qued ms remedio,
en paralelo con una militancia empantanada y con la desazn con la democracia.
-Ya en esa poca la tomabas como trunca,
o es una lectura que hacs hoy sobre eso?
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-Visto a la distancia, hay algo de esa percepcin que no deja de ser muy extraa,
porque tambin esos aos, el 79, 80 son
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los aos del desastre de la contraofensiva... Hay algo de una simultaneidad entre
el desastre de la poltica revolucionaria
en Argentina y ese entusiasmo por lo que
pasa en Nicaragua, que es llamativo.
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como una derrota. Lo suyo era una constante que se manejaba ms all de los vaivenes de las coyunturas. Para peor,
armando ms lo, en el medio estaba la
cuestin del gobierno cvico militar con
que tanto nos castigaban. Por todo esto no
revesta nada en especial ese revs. Ms
sabor a asunto que merece una reflexin
seria fue la derrota electoral del peronismo en el 83, la constatacin de que algo
haba cambiado en la estructura econmica y social. Adems la revolucin nicaragense mostraba que los caminos al
socialismo no estaban cerrados, la revolucin segua siendo tangible. Lo de los sandinistas no era el camino cubano ni sovitico, era otra cosa que se llevaba mejor
con nuestra llamada primavera democrtica, as todo quedaba en el plano de las
tcticas y estrategias. Esto habilitaba a
desconsiderar a la derrota, de manera que
la poltica revolucionaria no mereca ni
conceptual ni vitalmente una revisin
completa. Era, en todo caso, un accidente ms. En el PC, y sobre todo prende en
la Fede, desde el 84 se empieza a buscar
una especie de compensacin, que alivie
la culpa por no haber estado a la altura
de las circunstancias en la coyuntura del
73 al 76. El asunto pasa por asumir,
ahora s y por fin, polticas decididamente de vanguardia. Los viajes a Nicaragua
venan por este lado Y a la vuelta, tambin con la cuestin de la unidad de la
izquierda, nos llega el debate FAR-ERP,
que leemos con mucha atencin, como
de relevancia presente.
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empujn. Gran parte de sus textos posteriores siguen yendo a ese punto. Exageraba Sarmiento: si alguna vez pienso en
suicidarme inverosmil, ah estar la
poca de Rosas dispuesta con sus enigmas para que yo me reanime en la tarea
de seguir estudindola. En una de esas
los aos ochenta, tal vez ms el 89 que el
83, ejerzan sobre quienes los vivimos esa
atraccin. Pero lo dudo.
Corpus. Entonces le tuve que pedir a Jordana Blejmar, doctora en Letras, que por
favor tradujera el abstract al ingls, cosa
indispensable para ese tipo de publicacin. Una tontera lo que digo, con chapucear algo alcanza, pero en ese momento
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desocupados...
-No los veo ni a palos. Sin dudas Diego
Sztulwark tuvo una mirada muy lcida para
entender la novedad y el significado de estos
movimientos sociales, cosa que contrastaba
en el nimo de uno y de otro y, a su vez, era
intransmisible. En mi caso careca de la disposicin para compartir, o al menos entender, esas experiencias como experiencias
polticas. Podra reconocer en mi posicin
una marca decadentista que es propia, pero
que tambin tiene mucho que ver con Tern,
que la portaba hasta con estilo. En la manera de leer y de interrogarse. Y, al mismo
tiempo, ubicar a Sarmiento y a Walsh en la
misma lnea de la gran poltica era expresin de ese anhelo del que hablbamos y
que me obnubilaba. Sin que sea consecuencia directa, por eso en el 2001 no me interesa mucho lo que pasa, ms all de ponerme
contento que no era poca cosa; y s me interesa en el 2003, cuando aparece una voluntad poltica clsica desde el Gobierno nacional, con decisin de construir entre el
peronismo y el jacobinismo.
-En La izquierda en Argentina encontramos una preocupacin que ya estaba presente en Mil novecientos cuatro, que
tiene que ver con esta sensacin de que
no hay nada. Y sin embargo, en las preguntas que plantes en La izquierda...
hay una idea de que los intelectuales
incluso con la distancia que puedas
tener con algunos algo marcan: son
algo, un pequeo faro, una referencia con
la cual vale la pena seguir discutiendo.
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esos sujetos polticos clsicos. Pero tampoco ves otros sujetos ah, las nuevas
organizaciones sociales, movimientos de
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canal, que no salgan a la luz. Afortunadamente nunca me expres a favor del respeto por las instituciones, cosa que una vez
dicha por Videla, Balbn o Dromi, no significa nada bueno.
-Volviendo a 2003-2004, cuando salas de
esa experiencia de la gestin que te haca
leer de un modo muy singular lo que
pasaba con la poltica. Qu ideas circulaban respecto de lo que vala pensar y
hacer con la educacin? Qu cosas se
discutan?
-Haba algo fuerte del orden de la reparacin. Ofrecer una buena clase y, al mismo
tiempo, tener la atencin suficiente para
escuchar a los docentes. Haba en esa escucha no slo don de gente, sino militancia; y
eso era parte de la reparacin, a contrapelo
de lo que se haba producido bajando
saberes acadmicos que situaban a los
docentes en una minoridad sin solucin.
En un primer momento, lo que se discuta
mucho era que el mundo ya no era ese para
el que nos haban formado como profesores.
As de vago. Y no nos quedaba otra que
entenderlo y aceptarlo, para actuar en l con
alguna eficacia. La cuestin era el cambio de
poca que, adems, ya no era la posmodernidad. Ir en febrero del 2004 a Corrientes y
ofrecer un taller sobre nuevas configuraciones familiares. Lo que los compaeros
registraban era una obviedad que, de todas
formas, nos deslumbraba: en Corrientes la
familia burguesa que habamos ido a contar
se haba estrellado para convertirse en otra
cosa, nunca haba existido. Discusiones que
entonces se alimentaban.
Si el derrotero poltico seguido me haba
dejado listo para abrazar al kirchnerismo y
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-En esos primeros cuatro aos, la intervencin no se haca bajo la bandera del
proyecto nacional y popular, no? Esa
marca aparece despus de 2008. Segn
lo que conts, en ese momento era la
reconstruccin nacional, pero fundamentalmente, reconstruir determinados lazos.
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-Hubo algo interesante en ese gesto, porque despus de muchos aos en que la
nueva historiografa acentuaba procesos,
largas duraciones, etc., en Huellas se
dice: podemos nombrar un hecho, hablar y
dar vueltas a su alrededor, sin que de
inmediato se disuelva en la larga duracin.
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-Negociar
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-Me qued con eso que tiraste al comienzo, porque tambin lo habamos conversado bastante. Tens alguna intuicin
de por qu la nueva historiografa, digamos, la que se produce desde los ochenta para ac, le escapa a la guerra?
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estos aos fue haber participado en equipos que llevaron adelante desde encuentros, materiales y libros en el Ministerio
hasta las series documentales de la TV
Pblica o las pelculas de San Martn y Belgrano. En estas dinmicas, propons una
idea, un contenido, quizs tambin la
manera de abordarlo, y despus todo pasa
por cantidad de instancias, por una mquina que es maravillosa por lo que logra
hacer, pero al final no siempre termins
reconociendo lo que aportaste. Necesariamente hay mucha negociacin, sostener
acuerdos, sapos tambin. La escritura de
este libro fue por otro lado, dej que dialogara ante todo con mis fastidios y mis
maas, en relacin con la poltica y la historia. Aqu entra un ttulo como ste. Defend
mucho esta posicin respecto del libro,
incluso econmicamente, porque lo hago
junto con la editorial, vamos en partes con
ellos. No s, Federico Lorenz, que estaba al
tanto del libro, en algn momento me sugiri llevarlo a Tusquets, donde l publica. Me
pareci que a m ah me llevaban puesto,
otra cosa imagino que sucede si tens un
recorrido seguro como escritor. Pero tambin ste es el punto, no me interesa construirme pblicamente como escritor, no es
lo mo. Pongo plata con tranquilidad para
hacer el libro porque quiero preservarlo,
incluso por sus errores y excesos. Su produccin slo entr en conversacin con
algunos pocos compaeros, con los ms
queridos y, por supuesto, con las devoluciones que me hizo la editorial Crack Up. No
s si hay alguien que viva del trabajo de
escribir entre nosotros; en mi caso no
tengo dudas de que nunca va a ser as, por
lo tanto puedo ir por otro lado. Por otra
parte, al libro lo mantuve en voz baja quizs
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Los Buddenbroock que La Montaa Mgica, me qued lo que dice sobre esta novela, a la que cuestiona por ser demasiado de
gora, con Naphta y Settembrini que se la
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que todava eso no estaba del todo encarrilado. Por eso esta voz del ltimo captulo que est tomando carrera hacia otro
lado, en el umbral, no?
-Sin querer forzar una lectura se percibe
en algunos pasajes de la novela el deseo
de pensar el mal, la brutalidad, la saa:
desde la ancdota de Bellisari golpeando
a Alvarez en el bao de bar a la lectura
playera de Lenin llamando a hacer un uso
legtimo del terror que parece generar
cierto encanto. Te parece que ese es uno
de los temas donde se cruzan los captulos pares del joven estudiante del
Nacional Buenos Aires en los 80 y los
impares donde aparecen las clases y los
documentos de trabajo del perodo 2004
y 2007? Siendo el peronismo esa honda
corriente de amor, hay una manera
peronista y/o kirchnerista de pensar la
maldad y el odio?
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-Ms sacada...
ests diciendo. De esta forma, esos huecos impiden que el texto termine de decirse. Un libro que intente dar hoy cuenta de
cierto clima, y construya una subjetividad
poltica sin fisuras que deja de lado el
celular, el cuerpo, el hambre, para m no
funciona, no se sostendra.
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-En Selci siempre hay un modo algo provocador, de llevar los enunciados al
extremo para abrir la discusin. Pero es
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NI REVOLUCIN
NI DOCTORADO
POR Raimundo Fernndez Moujn
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NI REVOLUCIN NI DOCTORADO
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bres, incluso entre los que hacen revoluciones, es llano ni monocorde, nada
est hecho a la medida de los que gustan identificarse con los buenos, que
siempre han sido buenos en la historia. A su vez, y para el disgusto de algunos
otros, vale recalcar que seguimos filiados tanto al primero como al segundo
ciclo revolucionario. () Lejos del idealismo y la tentacin de lo sublime, podemos ser justos como pocas veces con el pasado y sus rugosidades, que son
nuestras. () Quiz sea inevitable vestir alguno de los trajes que nos ofrece la
historia, para inflar de sentido el papel que nos toca actuar en el presente. De
todos modos, llevar los de la Revolucin y, ms an, los de la guerra, no parece por lo menos responsable. Si responsable suena mal, digamos que tampoco parece inteligente.
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