Cumbia Nena
Cumbia Nena
Cumbia Nena
Letras, relatos y
baile segn las cumbianteras en Pablo Alabarces y Mara Graciela Rodrguez
(compiladores): Resistencias y mediaciones. Estudios sobre cultura popular,
Buenos Aires, Paids, pp. 71-93.
Cumbia Nena. Jvenes bailanteras: entre las lricas, los relatos y el baile
Introduccin
A lo largo de su historia la cumbia fue considerada la msica de la diversin y la
celebracin festiva a travs del baile. Ingres en la Argentina a comienzos de la dcada
del 60 y goz de gran aceptacin en el pas sobre todo en los sectores populares. A su
vez, fue menospreciada por las capas intelectuales, medias y altas de la poblacin
calificndola de vulgar. Al promediar la dcada, gran parte de la juventud fue
cautivada por el ritmo alegre de las cumbias de El Cuarteto Imperial y de Los Wawanc
(grupo uruguayo) que hicieron su primer presentacin en 1964 (Palladino, 2005).
El uso funcional que este gnero tuvo desde sus comienzos marc el espacio que
ocupara dentro de la msica popular en la Argentina porque, como sostiene Vila
(2000), el sentido de la msica est ligado a las articulaciones en las cuales dicha
msica ha participado en el pasado. Si bien dichas articulaciones no actan como una
camisa de fuerza que impide su rearticulacin en configuraciones de sentido nuevas, s
actan poniendo lmites al rango de articulaciones posibles en el futuro.
A propsito de su pblico, Pujol cita las palabras de un asiduo concurrente a las
peas de aquel entonces: Podra decirse que los provincianos que cultivaban el
chamam en algn momento se volcaron a la cumbia, aunque tambin la bailbamos
muchos porteos (1999: 30-31).
A fines de la dcada del 80 el mercado de la msica tropical argentina se afirm
como un espacio central para la explotacin comercial, produciendo un proceso de
adaptacin de los estilos de cumbia a los diversos sectores de consumidores, que abarc
expresiones regionales como la santafesina, la santiaguea, la nortea, la
peruana, la boliviana, etc. (Cragnolini, 1998).
Si seguimos a Elbaum (1994) observamos que el ciclo televisivo precursor sobre la movida tropical en
la Argentina fue Johnny Allons Show, conducido por Johnny Allon a mediados de los 70, los
sbados a la tarde por Canal 2 de La Plata. Durante la emisin y en las tandas comerciales del programa
se promocionaban artistas y nuevos intrpretes, prctica que se mantuvo a lo largo del tiempo. A fines de
la dcada del 80 aparece otro programa de varias horas los sbados, tambin en Canal 2, dedicado en un
principio al chamam (Flores, 1993). Para la misma poca Canal 13 transmite un ciclo los das sbados a
cargo de Sandra Smith y Adolfo Casini dedicado, ahora s exclusivamente, a la msica tropical. Flores
seala que en 1990 Pocho la Pantera tuvo en Canal 2 un programa de iguales caractersticas, pero que se
emita a diario en un horario vespertino. Ese va a ser, hasta el momento, el nico ciclo de msica
tropical de la televisin abierta que va a escapar del espacio de los sbados a la tarde.
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Cada vez que mencionemos los subgneros romntico o tradicional nos estaremos refiriendo a todas las
variantes de la cumbia que Cragnolini cita como componentes de la denominada movida tropical.
que les sucede a los sujetos pertenecientes a dicho estrato social. Este posicionamiento
fue asumido por algunos cantantes del subgnero, por figuras representativas del mismo
(por ejemplo Daniel la Tota Santilln3), como tambin por artculos periodsticos y/o
acadmicos que lo analizaron.
En continuidad con esta definicin, mucho de lo que se ha escrito sobre la cumbia
villera ha pretendido explicar las relaciones de correspondencia directas entre sus lricas
musicales y las condiciones materiales de existencia descriptas. En estas apreciaciones
el concepto de signo o representacin no aparece, imposibilitando as el anlisis.
Siguiendo a Frith:
Este trabajo se propone repensar el objeto dejando de lado una nocin que considere
a los textos musicales como traducciones o reflejos de las condiciones materiales de
existencia de quienes los producen, ejecutan o consumen; pero que a su vez tenga en
cuenta el contexto socio-cultural en el cual este tipo de textos se produce.
La Tota es un reconocido presentador de la movida tropical y es hoy la cara ms meditica del mundo
de la cumbia. l realiza presentaciones de bandas del gnero en boliches y recitales y editorializa sobre
diversos temas cada vez que le parece que se est atacando al mundo tropical, autodenominndose
como el vocero o embajador de la cumbia.
La primera versin de este tema fue interpretada por Amar Azul , una banda popularizada durante los
90, en donde Pablo Lescano, actual lder de Damas Gratis , tocaba los teclados.
El lugar de las mujeres dentro de estas lricas musicales est definido por las
prcticas que se les adjudican. En el subrayado de las canciones puede advertirse que el
mismo remite slo a determinadas acciones: chupar, menear, cabecear, abrir y manotear
son los verbos que aparecen en estos fragmentos. Este discurso muestra a un cuerpo que
adquiere representatividad slo para darle placer a un hombre, o a varios. En estas letras
las mujeres se dejan enunciar por la voz de un hombre.
En continuidad, las partes del cuerpo femenino que se mencionan tambin remiten al
mismo sentido:
La colaless, mostr tu colaless
La colaless, mostr tu colaless.
Tu colaless quiero saber como es.
As chiquita, bien apretadita.
Y cuando se agacha se asoma un poquito.
Es re sabrosa porque es muy chiquiitita
Como te queda metida en la co
Como te queda metida en la con(Altos Cumbieros ).
No te quiero por tu oro
No te quiero por tu plata
Te quiero por lo que tenes entre tus patas (La Ihuana Mary).
Sabe del bombn y lo mueve
menea el bombn cuando quiere.
Parece un bombn insaciable
seguro un bombn masticable
me como el bombn (Los Palmeras, versionado por La Iguana Mary ).
Sale pintada, toda revocada
nadie la mira a la cara
no es que sea fiera
El subrayado permite observar que los fragmentos del cuerpo representados son
siempre los mismos: la vagina y la cola de las mujeres. En esos textos, las partes
privadas son continuamente puestas en primer plano en el discurso. De esta manera, el
discurso musical de la cumbia villera parecen remitir siempre a imgenes idnticas:
mujeres que abren las piernas, practican sexo oral y mueven la cola, hombres que las
apoyan y se calientan. Se construye una cadena equivalencial a partir del significante
mujer detrs del cual se encadenan las palabras que sirven para definirlo que, como
venimos sealando, refieren a acciones o regiones corporales. As, se cierra el sentido y
se imprime una representacin que ubica a la mujer en un lugar de objeto para ser
consumido y mostrado. Las relaciones de poder estn aqu discursivamente construidas
por el gnero.
A su vez, las jvenes son convocadas desde el discurso en un espacio de
preponderante pasividad sexual. El goce no es para ellas, sino para ellos: no es la
sexualidad ni el deseo femenino los que se representan, sino los de los varones. Es un
discurso de pura masculinidad que no deja lugar a la voz de las mujeres.
Ahora bien, quin es el narrador en estas lricas?: parece ser que el hombre de la
cumbia villera es un joven de mediana edad, que describe a las mujeres como
fciles, atrevidas, que se muestran y se entregan para darle placer a un hombre (o a
varios). Adems, el/los narrador/es sealan lo que ellas saben hacer: lo tuyo es la
francesa, dicen, haciendo una clara mencin al sexo oral. Lo nico que les sale bien
a las mujeres es, para las letras de cumbia villera, darles placer a los hombres.
En otros casos, el subgnero tambin define explcitamente el rol de las mujeres:
Dejate de joder y no te hagas la loca,
and a enjuagarte bien la boca,
me diste un beso y casi me mats
de la baranda a leche que largs.
Me enter, lo astuta que sos,
que te gusta la fija
y que sos ms fcil que la tabla del dos (Pibes Chorros ).
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Manzana es uno de los trminos utilizados para hacer alusin a la cola de las mujeres. Otro de ellos
es la burra. La misma banda interpreta un tema denominado La Burruda, en donde ambos trminos
(burra y manzana) se usan como sinnimos de esa parte del cuerpo femenino.
embargo, esto no quiere decir que cualquier representacin resulte aceptable : las letras
de cumbia villera construyen una representacin de la mujer en donde sus deseos y su
voz no son puestos en escena, en donde su presencia se justifica, como se ha sealado,
para otorgarle placer a los hombres y donde el lugar subordinado est siempre ocupado
por ellas.
El anlisis de los textos de la cumbia villera es fundamental para entender las
relaciones entre los hombres y las mujeres en un contexto de cambio, en donde las
relaciones de gnero estn siendo reconfiguradas. Al respecto, Svampa sostiene:
Dicha conjetura se desprende del anlisis realizado en este trabajo y no pretende ser conclusiva respecto
de otros textos de la cultura masiva.
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Fuente: http://www.comfer.gov.ar/documentos/pdf/villera.pdf
Agradecemos la colaboracin y el apoyo de Pablo Vila y Pablo Semn tanto para la realizacin de las
mismas como para la etnografa en bailantas. Tambin destacamos la importancia de las discusiones
tericas compartidas con ellos.
Las trolas son las otras o cmo las mujeres refuerzan el estigma
Sin embargo, conjuntamente con esta impugnacin por parte de la mayora de los
testimonios conviven algunos que sostienen que las letras dicen lo que otras mujeres
hacen. En una de las entrevistas realizadas, Silvia afirm que la mayora de las mujeres
son as, como dicen las letras de esas canciones.
Son muy pocas las chicas que son recatadas y que no se tiran encima y no se
meten. Nosotras somos chicas recatadas, decentes, de nuestra casa. Pero la mayora
s son de tirarse encima (Noelia).
A su vez, su amiga defini un trmino muy utilizado por estas jvenes: las famosas
gruperas.
Grupera es seguir a varios grupos y tambin es andar con todos los de un grupo.
O sea, nosotras somos gruperas pero tranquilas. Vendra a ser: seguimos a varios
de los grupos pero fuera de la combi, sin hacer nada. Hay otras que se suben a la
combi y bueno pasan de a una por cada uno de los integrantes. Y se bajan de esa
combi y van a otra y as pasan toda la noche. Y la pasan bien. Nosotras la pasamos
bien a nuestra manera, cuando vienen y nos dicen: hola, cmo ests. Nosotras
nos morimos por una simple sonrisa y nada ms (Mabel).
En este caso las entrevistadas hablan de ellas y de las otras: construyen una oposicin
entre las decentes, chicas de su casa que no hacen nada; frente a las otras, las que
estn con todos los msicos de las bandas, prctica aparentemente repudiada por este
grupo: el lmite es moral. En otro relato puede leerse la misma operacin:
Que incluye desde otros gneros musicales (el rock, el rap, el hip-hop, el reggaeton) hasta programas
televisivos y espectculos teatrales, pasando por publicidades y obras cinematogrficas. Esto mismo es
sealado por Alabarces y otros en este volumen.
Las canciones que dicen que muestre la tanga, que son todas unas trolas, que
hagan petes les re caben a las que son trolas. Siempre hay algunas ms rpidas que
otras y eso se nota (Roxana).
Aqu se presenta otro tipo de definicin: la entrevistada seala que a las mujeres que
les gusta la cumbia villera son trolas. La misma respuesta puede leerse en el siguiente
testimonio.
Depende de la mujer, si es lo que dice la cancin o no, porque una piba que no
es as puede escuchar esa msica y no ser lo que dice la cancin (Viviana).
Las pibas estn re rpidas, son todas iguales, bah, hay algunas que son distintas,
pero al fin y al cabo terminan siendo todas iguales () primero estn con uno,
despus estn con otro. En el barrio estn con el novio y despus cuando van a
bailar son un desastre (Karina).
an condensan las principales demandas que los varones les hacen a las mujeres: 1) que
se comporten como las futuras madres de sus hijos (o en su defecto, como la propia
madre de ellos), 2) que sean sujetos pasivos en la actividad sexual y 3) que reproduzcan
todas aquellas manifestaciones vinculadas a las emociones: el romanticismo, la
debilidad del cuerpo y de la mente, y la irracionalidad.
Entonces, si bien podemos afirmar que las jvenes entrevistadas cuestionan la
representacin sexista que las letras de cumbia villera construyen de ellas, dicho
cuestionamiento slo existe en funcin de que stas exceden el lmite de lo que estn
dispuestas a soportar. O sea, los productos de la industria cultural menos cuestionados
son aquellos ms cercanos a la figura romntica que a la ertica y sexualizada.
Ahora, esto quiere decir que la representacin de la mujer en la cumbia romntica es
menos discutible que la de la cumbia villera? Sin duda que no, lo que sucede es que la
construccin de la figura de la mujer como inspiracin, propiedad del hombre y traidora
ha sido un discurso naturalizado no slo en la msica popular sino tambin en otros
productos de la industria cultural10.
Continuando con esta lgica, las entrevistas nos permiten sealar que la msica que
estas jvenes eligen para escuchar en su vida cotidiana es la cumbia romntica:
10
Las representaciones han operado, sobre los cuerpos de las mujeres, desde distintos espacios: el
discurso mdico, el laboral, el religioso y la industria cultural lo han construido de diferentes maneras,
pero siempre abonando a la teora de la inferioridad de la mujer. La medicina, por ejemplo, edific un
poder que le permiti asentar interpretaciones hegemnicas, asociando la femineidad con ciertas
caractersticas corporales, generando afirmaciones imperativas que sostenan lo que las mujeres deban
hacer y aquello que era incorrecto (Ben, 2000). Por otro lado, el discurso religioso vincul lo femenino
con la castidad, la piedad, la abnegacin y la dulzura (Bravo y Landaburu, 2000). A su vez, la exaltacin
de la funcin maternal por parte de la Iglesia, al igual que la medicina, sustentaba el confinamiento de la
mujer a la esfera privada. Pero la subordinacin tambin era establecida a travs de la concepcin
esencialista que consideraba al sexo femenino naturalmente incapacitado para realizar tareas y ocupar
roles vinculados con el ejercicio del poder (Hernndez y Brizuela 2000). A su vez, al diseo cultural del
cuerpo femenino tambin han abonado los textos de la industria cultural. Un ejemplo de ello son las
lricas de tango. Si bien hacia 1910 este gnero sufrir cambios fundamentales que lo acercarn a las
clases acomodadas de Buenos Aires, en sus comienzos las mujeres eran representadas como objeto
sexual u ornamento ertico, ya sea para ser consumida o explotada por hombres (Campodnico y Gil
Lozano, 2000).
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Leo Mattioli es un solista de cumbia romntica muy popular.
Esto no significa un total rechazo del sub-gnero villero sino una instancia de
negociacin en la que dichas jvenes lo aceptan para bailar y divertirse. Ambos subgneros siempre fueron un consumo paralelo combinado de diferentes formas y en
diferentes circunstancias. A su vez, en los ltimos dos aos se ha notado, dentro de la
industria discogrfica cumbiera, un movimiento que ha tendido hacia la romantizacin
de las temticas de las letras de cumbia villera. Uno de los motivos principales se
vincula con la lgica comercial: perder al pblico femenino que no se senta interpelado
por los excesos machistas de las letras no era negocio. En ese contexto, invocar a la
sensibilidad, a los desengaos amorosos y a los sentimientos no correspondidos fue el
movimiento que le permiti a la industria no slo conservar pblico sino ampliarlo, ya
que quienes se haban cansado de la cumbia villera y elegan quedarse slo con la
cumbia romntica podan ahora, por ejemplo, incluir entre sus elecciones y consumos a
las bandas de cumbia villera romantizadas.
Algunos testimonios al respecto dicen:
Ya no pasa como antes. Antes eran muy zarpadas, ahora no. Nstor en Bloque
canta canciones de amor. Y eso est bueno (Melisa).
A nosotros nos gusta ms la msica romntica, ms tranqui, es bailable pero a la
vez es romntica en las letras. De las mujeres dicen cosas lindas (Giselle).
Son de amor, no son como las de cumbia villera que te dicen a menear el culito
y para abajo y para abajo y para abajo. O sea, las canciones de cumbia nortea te
dicen otras cosas (Silvia).
A m antes me re gustaba la cumbia villera. El ao pasado vena siempre pero
despus siempre las mismas canciones, siempre las mismas cosas, te iba aburriendo
Pero tambin, tal como afirman Alabarces y otros en este volumen, la eleccin de la
cumbia romntica se da en un contexto de fuerte cuestionamiento a los contenidos
ofensivos de la cumbia villera y no como un simple retorno de lo romntico en tanto
regreso del patriarcado. Las mujeres reclaman, fundamentalmente, su desobjetivacin sexual. Cabe agregar que en la oferta que la cumbia, y muchos otros
gneros de la msica popular, le hacen a las mujeres en tanto producto cultural, no se
encuentran formas de representacin que tengan en cuenta, por ejemplo, el deseo y las
voces femeninas.
El trabajo de campo, llevado a cabo durante el 2006, comenz con algunas visitas
previas al barrio para conocer a los integrantes del grupo. Eran cerca de 15 varones y 5
mujeres como parte estable del mismo y las edades iban entre los 12 y los 23 aos. El
barrio est ubicado en la zona sur del conurbano bonaerense y lo habitan familias de
clases populares incluidas dentro de la categora de pobres estructurales
12
(Auyero,
2001).
En relacin a sus trayectorias de vida, la mayora ha abandonado la educacin formal
y se ha insertado de manera inestable en el mercado de trabajo al igual que sus padres y
hermanos mayores. Los relatos sobre suspensiones, despidos y precarizacin de las
condiciones laborales son moneda corriente en las conversaciones de los integrantes del
grupo.
En relacin con los consumos pudimos observar la inversin de dinero en dos grupos
bien diferenciados de objetos. Uno es la indumentaria, fundamentalmente ropa y
zapatillas. En el caso de los varones los atuendos reproducen el look rapero o hiphopero, los cuales incluyen jeans amplios combinado con remeras clsicas o futboleras
y zapatillas del estilo Nike y otros que eligen el equipo completo del estilo deportivo. En
el caso de las mujeres, y al contrario de lo que el sentido comn cree saber sobre el
mundo bailantero, el atuendo que se repite con mayor frecuencia es el pantaln de jeans
y no la minifalda. Este puede estar combinado con remeras ms o menos provocativas
en relacin a las partes del cuerpo femenino que quedan al descubierto (pechos,
abdomen, espalda). Tambin estn las mujeres que se animan a la pollera corta, aunque
son una minora. El otro consumo es la msica, que incluye CDs de cumbia romntica,
villera y cuarteto cordobs. Muchos de esos CDs son originales, y otros pertenecen al
circuito de la venta clandestina, habitualmente denominados truchos.
El lugar adonde este grupo va a bailar la mayora de los fines de semana es una
bailanta de la zona que haba sido un boliche de estilo pop durante los 80, transformado
en local bailable de msica tropical durante los 9013. Ubicada sobre la Ruta Provincial
12
A diferencia de lo que el mismo autor denomina como nuevos pobres y que fueron aquellos que
vieron alteradas sus condiciones materiales de existencia a partir de la crisis econmica de fines de la
dcada del 80, pero que antes de sta pertenecan a las clases medias.
13
Durante las primeras charlas, los chicos contaron que la haban re-abierto haca poco ms de un ao
por un cambio de dueos. Durante el transcurso del trabajo de campo volvi a cambiar de denominacin
y de propietarios.
14
Que en general es mucho ms del permitido legalmente. No existe regulacin alguna al respecto (como
s comenz a hacerse en la Ciudad de Buenos Aires a partir de lo sucedido durante la actuacin del grupo
Callejeros en Croman), como tampoco nadie que controle el ingreso de menores de edad (la gran
mayora del pblico), la venta de alcohol a los mismos y los excesos de los guardaespaldas del lugar. Su
tarea central, a lo largo de la noche, es separar a los y las jvenes que se pelean dentro del boliche, y
sacar fuera del mismo a quienes consideran responsables de los incidentes.
Otro ejemplo paradigmtico de lo que sucede dentro de las bailantas con las mujeres
pudimos observarlo en algunas coreografas. Al igual que en Cecilia, en Romina poda
verse una actitud muy extrovertida, sobre todo a la hora del baile. Una de las noches, el
grupo se encontraba medio disperso por el lugar, cuando empezaron a sonar las
canciones que habilitan a un baile ms sensual y provocativo que el tradicional de
pareja. Apenas las escucharon, Romina, Cecilia y dos chicas ms se colocaron una
detrs de la otra tomndose de la cintura y comenzaron a bajar lentamente hasta casi
tocar el piso mientras contoneaban su cadera en crculos15. Alrededor de ellas comenz a
formarse un crculo integrado por hombres visiblemente entusiasmados por los
movimientos de las chicas, que miraban pero no se atrevan a tocar. Romina, Celeste
y compaa, por su parte, parecan encontrarse en su mximo momento de disfrute,
participando de un ritual netamente femenino, adonde los varones tienen el ingreso
vedado. Lo particular de este baile, adems de la coreografa que las chicas haban
desplegado, fue que se desarroll al ritmo del meneaito pero acompaado por las
tradicionales letras de la cumbia villera (Laura y Menea para mde Damas Gratis,
Andrea de Pibes Chorros, Sabrosn de La Base, entre tantas otras). Este tipo de
baile se repite de manera frecuente en estos lugares.
Al respecto Romina dijo:
Este tipo de baile, conocido como el meneaito en alusin al meneo que las mujeres hacen de la cola
y la cadera, comenz a popularizarse a principio de los 90, con la difusin masiva de artistas que
comenzaban a fusionar ritmos caribeos o centroamericanos con la msica techno y el rap.
los lugares donde las mujeres encuentran un espacio propio de celebracin festiva de su
cuerpo, su sensualidad y su talento para el baile. Si seguimos a Middelton en relacin a
que la msica popular siempre se ha preocupado, no tanto por reflejar la realidad
social, sino por ofrecer maneras con las cuales la gente pudiera disfrutar y valorizar las
identidades que anhelan o creen poseer (1990: 249), podemos inferir que estas jvenes
encuentran en el baile una respuesta posible a los varones que las denigran a travs de
las letras de las canciones y al abalanzarse sobre ellas con el objetivo de manosearlas.
Ese tipo de respuestas constituyen una forma identitaria anhelada o imaginaria en donde
lo que prima es el deseo de las mismas de poder ejercer su libertad y autonoma
articulando la instancia discursiva (analizada en las entrevistas) con la corporal
(prcticas del baile y de los enfrentamientos cuerpo a cuerpo en las bailantas).
Pero por otra parte, para las mujeres entrevistadas estaba naturalizado el hecho de
tener que escuchar temas de cumbia villera noche a noche en la bailanta. Y aqu es
inevitable la mencin a la industria cultural, que impone estilos y bandas musicales con
el nico objetivo del rdito econmico. En ese mbito existe una total ausencia de
regulacin por parte de cualquier organismo estatal, al igual que en otros tantos mbitos
en los que los jvenes de sectores populares son los protagonistas (conciertos,
espectculos deportivos, etc.). Como ya mencionramos anteriormente, la nica vez en
la que el Estado argentino intervino formalmente en relacin a los contenidos de la
cumbia villera slo lo hizo con el objetivo de controlar la supuesta apologa del
consumo de drogas y las actividades delictivas vinculadas al subgnero. Los contenidos
machistas y homofbicos de las letras no fueron sancionados; por lo tanto, pudieron
seguir emitindose en todos los medios de comunicacin, y lgicamente, tambin en las
bailantas.
Lo que creemos necesario sealar aqu es que la falta de regulacin estatal en los
contenidos de los productos de la industria cultural, ya sean musicales, televisivos, etc.,
provoca la circulacin de determinados textos que pueden resultar ofensivos para
algunos sujetos; en este caso particular, para las mujeres jvenes.
Conclusin
Si bien la industria cultural continua ubicando a la mujer en un rol subordinado al del
varn, tanto en la cumbia romntica como en la villera; estas jvenes se ubican,
discursiva y corporalmente, en un rol activo y no como mero objeto de placer para los
hombres.
Frente a la oferta que les brinda el subgnero villero, ellas cuestionan el contenido
sexista de las letras y, a su vez, le otorgan otros sentidos en el espacio de las bailantas,
sin que esto implique, como se ha sealado, contradiccin alguna. Los diferentes modos
de vincularse con la msica tienen que ver con los contextos y situaciones de la escucha
y no con el contenido explcito de la misma. La instancia ldica que habilita el baile es,
para estas mujeres, un espacio propicio para la celebracin de su propio cuerpo, para la
provocacin y el disfrute.
En el desarrollo de este artculo nuestra intencin fue poner en escena la voz, el
deseo y las prcticas de las mismas con el objetivo de analizar cmo las relaciones de
poder establecidas a travs del gnero constituyen una dimensin poco atendida de la
subalternidad. En un contexto sociocultural que las denigra y las relega a mero objeto,
ellas dan una respuesta a travs de la prctica del baile y articulan con su voz y con su
cuerpo diferentes tcticas para subvertir ese sentido naturalizado, reclamando de
mltiples maneras un lugar de mayor autonoma.