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Tema relevante
Segn el autor, nadie puede ser despojado de un derecho legtimo a travs de la medida de
embargo dictada en un proceso ejecutivo sin anlisis completo y plenario sobre la pertenencia del bien al deudor. Adems, se debe admitir, como lo hace la jurisprudencia dominante establecida incluso como doctrina jurisprudencial vinculante, que la inscripcin de
un derecho personal en los registros pblicos no lo convierte en real sino que conserva su
carcter, de modo que ante la concurrencia de un derecho real con otro de distinta naturaleza, prevalece el primero.
MARCO NORMATIVO
Cdigo Civil: arts. 923, 948, 952, 1135, 1490, 2014,
2016 y 2022.
Cdigo Procesal Civil: arts. 123, 533, 534, 535, 536,
621, 642, 656 y 690.
Constitucin Poltica del Per: arts. 70 y 139.
Convencin Americana sobre Derechos Humanos:
art. 21.
Ley de creacin del sistema nacional de los registros
pblicos y de la superintendencia de los registros
pblicos, Ley N 26366 (16/10/1994): art. 3.
I.
El presente artculo forma parte del libro que acaba de ser publicado en coautora por: GONZALES BARRN, Gunther
Hernn y LVAREZ CAPEROCHIPI, Jos Antonio. Embargo, tercera de propiedad y remate judicial de inmuebles.
Jurista Editores, Lima, 2014.
** Doctor en Derecho, magster en Derecho Civil y abogado por la Pontificia Universidad Catlica del Per. Mster en Derecho Constitucional por la Universidad de Castilla La Mancha (Espaa). Profesor de Derecho Civil de la PUCP, Universidad de San Martn de Porres y Universidad Inca Garcilaso de la Vega. Actualmente es Juez Superior Titular de la Corte de
Justicia de Lima. Ha sido vocal y presidente de una de las Salas del Tribunal Registral y notario de Lima.
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que puede definirse como: aquella actividad procesal compleja llevada a cabo en el
proceso de ejecucin, enderezada a elegir los
bienes del ejecutado que deben sujetarse a
la ejecucin y a afectarlos concretamente a
ella, engendrando en el acreedor ejecutante
una facultad meramente procesal a percibir
el producto de la realizacin de los bienes
afectados, y sin que se limite jurdicamente
ni se expropie la facultad de disposicin del
ejecutado sobre dichos bienes6.
Por tanto, el proceso ejecutivo exige la realizacin de bienes de propiedad del deudor7, que es el obligado, con el fin de satisfacer el derecho del acreedor, para cuyo efecto,
el juez deber afectarlos y rematarlos para
obtener el valor econmico que permita el
MORENO CATENA, Vctor. La ejecucin forzosa. Palestra Editores, Lima, 2009, p. 219.
Vase: CARPI, Federico. Riflessioni sui rapporti fra lart. 111 della Constituzione ed il proceso esecutivo. En: Rivista
Trimestrale di Diritto e Procedura Civile. Giuffr Editore, Ao LVI, N 2, Miln, junio 2002, p. 381 y ss.
MONTERO AROCA, Juan. El proceso de ejecucin. En: dem, GMEZ COLOMER, Juan Luis, MONTN
REDONDO, Alberto y BARONA VILAR, Silvia. Derecho Jurisdiccional. Proceso Civil. Tomo II, 16 edicin, Tirant lo
Blanch, Valencia, 2008, pp. 597-598.
El tribunal est investido de potestad para hacer lo que puede hacer el ejecutado, pero no se puede extender ms all su
actividad. Consiguientemente, y por ejemplo, si el ejecutado solo puede realizar actos de disposicin sobre su patrimonio,
no sobre patrimonios ajenos, tampoco podr hacerlo el tribunal, siendo en caso contrario esos actos nulos o anulables:
Ibdem, p. 515.
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Qu dice Francesco
co
Carnelutti?
El proceso de ejecucin no se ha
creado para dar o quitar la razn a
alguno de los litigantes, sino para procurar la satisfaccin de una pretensin.
Esta situacin se justifica por las diferencias que existen entre el proceso de conocimiento (para lograr una certeza) y el de
ejecucin (para afectar y liquidar bienes), por lo que en este ltimo caso no se dilucida derechos. Solo metafricamente
podra decirse que no se piensa, se acta, lo que viene desde muy antiguo: En ningn caso poda el actor tomar por
su cuenta los bienes del condenado, sino a travs de la actuacin del rgano judicial. Una vez formulada la peticin del
demandante, el juzgador, sin necesidad de previa causae cognitio, dictaba una simple orden de tomar en prenda los bienes
del condenado, siguiendo el orden establecido, y designaba un funcionario subalterno que se encargase de las operaciones
de la ejecucin: DAZ-BAUTISTA CREMADES, Adolfo. El embargo ejecutivo en el proceso cognitorio romano. Pignus
in causa judicati captum. Marcial Pons, Madrid, 2013, p. 85.
9 MONDJAR PEA, Mara Isabel. El sistema espaol de oponibilidad a un embargo indebido de bienes inmuebles. En:
VV.AA. Temas actuales de Derecho Civil. Normas Legales, Trujillo, 2006, p. 733.
10 La ejecucin se ha formado, pues, por la ley como un procedimiento cerrado y perfecto en s, del cual queda excluida
toda indagacin de fondo, que camina inexorablemente por su va, como si no existiese incertidumbre alguna sobre su
legitimidad; y, al mismo tiempo, queda a salvo la posibilidad de que desde el exterior () sobrevenga la orden de detenerse y, eventualmente, de restablecer el estado anterior de las cosas: LIEBMAN, Enrico Tulio. Manual de Derecho Procesal Civil. Traduccin de Santiago Sents Melendo, EJEA, Buenos Aires, 1980, p. 156.
11 La finalidad del proceso ejecutivo no es declarar derechos, por tanto, si la sentencia carece de ese objetivo, entonces con
mayor razn, los actos meramente ejecutivos, como el embargo, no declara derechos ni los constituye, conforme lo reconoce toda la doctrina. Por ejemplo, uno de los ms grandes tericos del derecho procesal dice en forma simple pero contundente: el proceso de ejecucin no se ha creado para dar o quitar la razn a alguno de los litigantes, sino para procurar
la satisfaccin de una pretensin: CARNELUTTI, Francesco. Sistema de Derecho Procesal Civil. Traduccin de Niceto
Alcal-Zamora Castillo y Santiago Sents Melendo. Tomo II, UTEHA Argentina, Buenos Aires, 1944, p. 548.
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12 El propietario consolidado debe ser protegido frente a los procesos ejecutivos intempestivos o irregulares a sus espaldas:
LVAREZ CAPEROCHIPI, Jos Antonio. Oponibilidad de los derechos manifiestos al embargo y remate de inmuebles.
En: Revista Jurdica del Per. N 145, Gaceta Jurdica, Lima, marzo de 2013, p. 206.
13 Esta es la razn de fondo por la cual la tercera sirve exclusivamente para levantar embargos, y no hipotecas, pues se trata
de un medio tericamente sumario (proceso rpido de cognicin) para corregir medidas dictadas por el juez en forma
superficial, por puras apariencias, sin contradictorio, y por pedido unilateral del acreedor. En cambio, cmo una hipoteca
va a levantarse por una tercera? El embargo es la medida superficial de un juez que se limit a reconocer la existencia de
un crdito, pero en el que no se discuti la propiedad de los bienes del deudor; en cambio, la hipoteca es un hecho sustancial (derecho real) adquirido bajo la confianza del registro, por lo que su extincin requiere de otro hecho sustancial, como
la nulidad del ttulo o la mala fe del acreedor para derogar su preferencia, y no la mera correccin de un error (al trabar el
embargo) como hace el juez en la tercera. Puede igualarse un hecho procesal con ese dficit intrnseco con un hecho procesal? Lamentablemente en nuestra doctrina se opina sin conocer los fundamentos profundos de las instituciones jurdicas, como hace sin ruborizarse: PASCO ARAUCO, Alan. La tercera de propiedad frente a la hipoteca y el embargo. En:
Gaceta Civil & Procesal Civil. N 8, Lima, febrero 2014, pp. 97-98.
14 La injusticia del embargo trabado en bienes ajenos al deudor es una constatacin obvia que se ha denunciado en todas las
pocas: el emperador Zenn (474-491), C.11.57.1 (sin fecha), dice que es ms grave, no solo para las leyes, sino contrario
a la equidad natural, molestar a alguien por deudas ajenas y prohbe perpetrar esas iniquidades: DAZ-BAUTISTA CREMADES, Adolfo. El embargo ejecutivo Ob. cit., p. 146.
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15 219. Por lo que toca al automvil que conduca al seor Tibi cuando fue detenido, si bien se trata de un bien mueble registrable, este registro es necesario para el solo efecto de la oponibilidad ante el reclamo de los terceros que pretenden
tener algn derecho sobre el bien; pero el embargo no es un derecho sobre el bien, ni puede serlo, conforme se explica
en el texto principal.
16 AVENDAO ARANA, Francisco. Conflicto entre el embargo y la propiedad. En: Dilogo con la Jurisprudencia.
Gaceta Jurdica, N 149, Lima, febrero 2011, p. 80, considera que: La oponibilidad deber estar dada por la publicidad
que se le da a la relacin jurdica, y en el caso de los derechos sobre inmuebles esa publicidad le da al registro; lo que
constituye un maysculo error, pues el acto ejecutivo de embargo no es derecho. Por el mismo argumento hay que rechazar la desacertada frase de FERIA ZEVALLOS, Julio Eloy. La naturaleza de la anotacin de embargo, y el sentido del
principio de inoponibilidad registral en la jurisprudencia civil. En: Dilogo con la Jurisprudencia. N 162, Gaceta Jurdica, Lima, abril 2012, p. 248, cuando sostiene: hay base para afirmar la naturaleza real de la anotacin de embargo
(de derecho real?).
17 Los extremistas registrales, a pesar de su talante ultraliberal, y sin darse cuenta de ello, proponen que el juez despoje a los
particulares de sus derechos mediante una orden dictada de manera superficial, o preliminar, con lo cual terminan consagrando un Estado arbitrario, que toma decisiones por puro voluntarismo, sin conocimiento completo de la situacin, sin
proceso ni garantas contra el titular afectado, es decir, el juez crea la propiedad a travs de un embargo, por lo que se
regresa al Estado desptico de Hobbes, basado en la voluntad omnmoda del soberano, en este caso del juez. Es evidente,
pues, que la congruencia filosfica no es una virtud del extremismo, que utiliza argumentos liberales para terminar construyendo un Estado sin libertad, en la que los jueces expolian los derechos sin proceso mediante resoluciones superficiales
de ejecucin, sin previa declaracin de certeza.
18 En este punto cabe mencionar una curiosa sentencia dictada por la Segunda Sala Civil de Lima, con fecha 30/06/2011,
Exp. N 51352-2007 (ponente: Martnez Marav) en la cual se hacen sorprendentes (y erradas) afirmaciones, que parecen copiadas del texto de un extremista registral: la demanda de tercera de propiedad que corre a fojas 31 solo puede
entenderse como una pretensin que se formula bajo la afirmacin que el demandante es el verdadero propietario de tales
inmuebles; de lo que se colige que para resolver el presente conflicto resultara indispensable que el juez establezca previamente si el actor es realmente el verdadero propietario valga la redundancia, para luego recin poder decidir si le asiste
o no la razn en cuanto a su pretensin () la presente deviene en improcedente por falta de inters para obrar, por cuanto
en tales supuestos en que el derecho de propiedad aparece registrado a nombre de persona distinta al tercerista, resulta de
aplicacin lo dispuesto en el artculo 2013 del Cdigo Civil (7 considerando).
En resumen, se sostiene que el verdadero propietario es el inscrito, y como el tercerista no inscribi, aunque su ttulo
sea de fecha anterior al embargo, entonces no es verdadero propietario. Con este argumento francamente inslito, el
embargo se convierte en derecho protegido por la apariencia del registro, aunque se funde en un mandato ejecutivo dictado en forma superficial, sin contradictorio ni certeza sobre la pertenencia del bien al deudor; pese a esta debilidad connatural del embargo, empero todas las terceras inmobiliarias seran improcedentes por el sencillo motivo que el tercerista
no est inscrito; por tanto, bajo esta lgica el juez es un subordinado del registro quien es el que hace verdaderos propietarios, lo cual olvida que en el Estado Constitucional de Derecho, el juez tutela los derechos subjetivos (art. 139 de la
Const.) y las inscripciones son meras apariencias (art. 2013 del CC); pero lo peor de todo es que se contraviene la Constitucin (se despoja a un propietario sin proceso), la ley (las normas procesales de tercera son inservibles) y hasta el sentido
comn (se reenva al tercerista a un proceso de mejor derecho de propiedad, pero ello olvida que en este caso nadie discute la propiedad, pues el deudor no la defiende en cuanto no es el propietario, ni el embargante que solo es acreedor, por
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Comentario relevante
te
del autor
Si se admite que el propietario no inscrito queda afectado sin ms con el
embargo, y que la tercera es improcedente de plano por no haber inscrito su ttulo, entonces resulta que el
mandato superficial del juez ha despojado automticamente al titular de un
derecho fundamental, sin proceso y
sin derecho de defensa.
tanto, el nico propietario es el tercerista, entonces, para qu se habla de un proceso de mejor derecho cuando hay un
solo propietario?). Cmo no poda ser de otra forma, esta decisin fue anulada por la Corte Suprema a travs de la Casacin N 3321-2011-Lima, de 30/05/2013: Quinto: Que, como puede apreciarse el Superior Tribunal ha desestimado la
demanda de tercera partiendo de la premisa que a travs de dicho proceso debe acreditarse un derecho de propiedad ajeno
a todo cuestionamiento, criterio que no corresponde a lo regulado por el artculo 533 del Cdigo Procesal Civil. Esta frase
de la Suprema es muy suave, y hasta diplomtica, frente al desastroso argumento de la Sala Superior.
19 De esta forma quedan descartadas las posturas simplistas que pretenden resolver el tema con el simple conflicto de situaciones jurdicas de ventaja que debe favorecer al inscrito de buena fe. En tal sentido: MERINO ACUA, Roger. Propiedad no inscrita versus embargo inscrito. En: Actualidad Jurdica. N 153, Gaceta Jurdica, Lima, agosto de 2006, p. 55,
quien se olvida que el embargo no es una situacin jurdica sustancial, sino un mandato judicial dictado sin certeza, por
lo que no puede constituirse en un derecho definitivo que enfrente a la propiedad. El propio extremista registral NINAMANCCO, Fort. Ob. cit., p. 116, termina reconociendo que el embargo carece de sustantividad, o sea no es derecho, no
obstante, ignora o pretende ignorar la consecuencia obvia que se deriva de tal premisa.
20 La tercera de propiedad es una figura jurdica estrictamente de carcter procesal (Casacin N 1405-2005-Cusco, de
07/11/2006), que sirve para remediar los errores cometidos en el proceso pues su objeto es levantar embargos (ilegtimos) (Casacin N 1882-1997-Cajamarca, de 20/05/1998); es ms, la tercera de propiedad se constituye como una
medida ex post, es decir, destinada a restaurar una situacin arbitraria (STC Exp. N 8231-2006-PA/TC, de 20/04/2007).
En tal sentido, es obvio que un error procesal no puede crear derechos.
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21 El acceso a la justicia y el debido proceso se consideran normas internacionales de ius cogens, esto es, se imponen a los
Estados en forma obligatoria, aun sin tratado, lo que se explica en la siguiente cita: En el Derecho Internacional, por ejemplo, se reconoce tambin la existencia de normas de ius cogens, esto es, que obligan a todos los Estados sin necesidad de
haberlas aceptado voluntariamente mediante un Tratado. La razn es que las normas de este tipo caracterizan un sistema
jurdico, lo hacen tal, lo definen y configuran. Sin ellas, dicho sistema pierde sentido y se desnaturaliza, pues se convierte
en un instrumento de pura opresin o coaccin, por lo que se convierte en un orden radicalmente injusto. Segn el artculo
53 de la Convencin de Viena sobre los Tratados, una norma imperativa de derecho general internacional es aquella aceptada y reconocida por la comunidad internacional como norma que no admite pacto en contrario. La imperatividad radica
del inters jurdico que ellas tutelan, son disposiciones inderogables y estn por encima de la voluntad de los propios Estados. Se entiende que las normas de ius cogens tienen origen consuetudinario, aunque muchas de ellas hoy se encuentran positivizadas: ACOSTA ALVARADO, Paola Andrea. El derecho de acceso a la justicia como norma de ius cogens
segn la jurisprudencia interamericana. En: VV.AA. Apuntes sobre el Sistema Interamericano. Universidad Externado de
Colombia, Bogot, 2009, pp. 24-27.
22 TARUFFO, Michele. Ideas para una teora de la decisin justa. En: d. Sobre las fronteras de la justicia. Escritos sobre
la justicia civil. Traduccin de Beatriz Quinteros, Editorial Temis, Bogota 2006, p. 203.
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23 Sobre este tema, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha desarrollado una valiosa doctrina por la cual individualiza este concepto mediante el anlisis de sus aspectos esenciales, segn expone ACOSTA ALVARADO, Paola Andrea.
El derecho de acceso a la justicia (). Ob. cit., pp. 20-21: i) Derecho a ser odo, siempre que est en cuestin la determinacin, afeccin o garanta de un derecho, de cualquier tipo. Por tanto, se trata del derecho a contar con los mecanismos judiciales suficientes e idneos para tal efecto; ii) Derecho a contar con las herramientas eficaces para la solucin de
las controversias y la sancin de delitos; iii) Derecho a un recurso efectivo para la proteccin de los derechos humanos;
iv) Derecho a un tribunal independiente e imparcial; v) Derecho a contar todas las posibilidades de preparar una defensa
en igualdad de condiciones; vi) Derecho a obtener una solucin en el plazo razonable.
24 MORELLO, Augusto. Constitucin y Proceso. La nueva edad de las garantas jurisdiccionales. Librera Editora Platense,
La Plata 1998, p. 37.
25 dem.
26 La Corte Interamericana ha sealado que el rgano judicial tambin puede violar el debido proceso de los propietarios,
lo que no solo afecta las garantas judiciales que reconoce la Convencin Americana (art. 8), sino tambin la propiedad
que no puede defenderse (art. 21); en efecto, las resoluciones judiciales dan lugar a vulneraciones ilegtimas de la propiedad cuando el proceso encubre o es el disfraz de un acto arbitrario proveniente del Estado. Textualmente se sanciona la
siguiente doctrina: La Corte observa al respecto que cuando un proceso se ha realizado en contravencin de la ley, tambin deben considerarse ilegales las consecuencias jurdicas que se pretenda derivar de aquel. Por consiguiente, no fue adecuada la privacin del uso y goce de los derechos del seor Ivcher sobre sus acciones en la compaa, y este Tribunal la
considera arbitraria, en virtud de que no se ajusta a lo establecido en el artculo 21 de la Convencin: Sentencia de fondo
del 6 de febrero de 2001, Caso Baruch Ivcher Bronstein vs. Per, 130 fundamento. Pues bien, eso mismo acontece si se
pretende embargar bienes de terceros para la ejecucin de una deuda ajena, pues la falta de tutela judicial no solo vulnera las garantas del debido proceso, sino tambin el derecho sustancial desprotegido.
Por su parte, el Tribunal Constitucional Alemn tambin se ha pronunciado, en la sentencia de la Primera Sala del 7 de
diciembre de 1977, que la garanta de la propiedad no solo se manifiesta en el derecho sustancial, sino tambin en el
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A ========= B ======== C
titular aparente
(propietario registral)
titular real
acreedor
(Propietario
(embarga el bien de
no inscrito que
A, que es el
le compr al Sr. A) titular aparente)
procesal: Esta garanta tiene por objeto asegurar la existencia concreta de la propiedad en manos del propietario. A ella le
ha sido atribuida constitucionalmente la funcin de garantizar al portador del derecho fundamental un espacio libre en el
mbito de los derechos patrimoniales y permitir al particular, por tanto, la posibilidad de desarrollar y estructurar su vida en
forma responsable. Esa funcin garantista influye no solo la estructuracin del derecho patrimonial material, sino que tambin afecta el respectivo derecho procesal. Por consiguiente, se deduce directamente del artculo 14 de la Ley Fundamental el deber de garantizar una proteccin legal efectiva en caso de intervenciones en ese derecho fundamental. Esto incluye
el derecho a un proceso justo, que de acuerdo con la jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal pertenece a las
caractersticas esenciales del principio del Estado de Derecho: SCHWABE, Jrgen (Comp.). Jurisprudencia del Tribunal Constitucional Federal Alemn. Traduccin de Marcela Anzola Gil y Emilio Maus Ratz. Konrad Adenauer Stiftung,
Mxico 2009, p. 408.
27 RONQUILLO PASCUAL. Ob. cit., p. 86.
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Comentario relevante
te
del autor
La tutela de la apariencia es una
figura de carcter excepcional, pues
su generalizacin implicara desproteger la seguridad del propietario; por
tanto, solo puede protegerse al tercero
de buena fe cuando se agrega la culpa
del titular primigenio que ha originado
la situacin de apariencia, lo cual sirve
para engaar al tercero.
28 Los extremistas registrales ignoran que hasta en los Estados Unidos la usucapin vence al ttulo registrado. He aqu el revelador prrafo: Si A obtiene un ttulo por usucapin frente a O y no lo inscribe, y luego O vende la finca a P, quien inscribe,
quin ser el propietario de la finca? Aunque P investigue escrupulosamente las inscripciones registrales, el derecho de A
no aparecer. Si bien pudiera parecer que, de acuerdo con las normas reguladoras de la inscripcin registral, debiera ser P
quien ganara en este caso, los tribunales entienden que A gana por usucapin. P debe proteger su derecho frente a la usucapin inspeccionando la finca, adquiriendo conocimiento mediante una investigacin. Si alguien que aparentemente no
tiene ninguna conexin con el futuro transmitente est ocupando la finca, el potencial comprador debe informarse de si
ese ocupante tiene una accin por usucapin. Si ha transcurrido el plazo de usucapin, la venta que realice el propietario
inscrito no ser vlida. Si el plazo de usucapin todava no ha transcurrido, el propietario inscrito deber echar al poseedor-usucapiente para poder ofrecer un ttulo vlido: recuerde que nadie desea adquirir problemas: MERRIL, Thomas W.
y SMITH, Henry E. Propiedad y Derechos Reales. Una introduccin al sistema jurdico de los Estados Unidos de Amrica. Traduccin de Josep Santdiumenge y Marian Gili. Thomson Reuters, Cizur Menor, 2013, p. 233. Frente al contundente comentario de los profesores de las Universidades de Columbia y Harvard, qu dirn los amantes de la seguridad
jurdica vaca, de la pura apariencia, de la reduccin de costos de transaccin y del mito de la publicidad como solucin
a todos los males, frente a la clara posicin del derecho estadounidense?
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29 Cit. JORDANO BAREA, Juan. La teora del heredero aparente y la proteccin de los terceros. En: Anuario de Derecho
Civil. Tomo 3, Fascculo 2, Madrid, julio-setiembre 1950, pp. 668-669.
30 GORDILLO CAAS, Antonio. La representacin aparente. Universidad de Sevilla, Sevilla, 1978, p. 470.
31 MIQUEL GONZLEZ, Jos Mara. La posesin de bienes muebles (estudio del artculo 464, 1 del Cdigo Civil). Editorial Montecorvo, Madrid, 1979, pp. 491-492.
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32 Creo que el recurso a los sistemas normativos, y especialmente a los jurdicos, permite infligir insultos igualmente graves
a la dignidad humana, (). La seguridad jurdica debera ser entendida, pues, como un dato fctico que revela la existencia de un sistema jurdico eficaz en tanto sistema normativo, y que no aade al sistema que la genera valor moral alguno.
Su mbito es, por tanto, el de los mecanismos institucionales y no el de los principios tico-polticos: GARCA MANRIQUE, Ricardo. El valor de la seguridad jurdica. Mxico, 2007, p. 278.
33 En el Per, normalmente se sostiene que el tercero de buena fe es protegido pese a que la apariencia registral se funda en
un ttulo falsificado. No obstante, esta interpretacin del artculo 2014 del CC infringe directamente la Constitucin,
pues desnaturaliza la garanta de indemnidad que protege la propiedad. La razn es simple: la nica forma de despojar al titular ocurre cuando este ha propiciado, por dolo o culpa, la creacin de una apariencia que engaa a un tercero de
buena fe, por lo cual sera injusto beneficiar al negligente, por ms propietario que sea, y castigar al inocente. La doctrina
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otra persona35. Por ejemplo, A y B celebran un contrato con vicio de la voluntad que debera llevar a su nulidad, por
lo cual el verdadero titular es A, pero la
existencia del contrato hace que el titular
aparente sea B.
ii) La discordancia es imputable al sujeto
investido de la realidad (propiedad originaria): La nica justificacin para que
este titular sea despojado por el tercero es
que el primero haya ocasionado la situacin de apariencia. En el caso estudiado,
el contrato vicioso genera un titular aparente B, que engaa al tercero C, empero
tal entuerto es causado por A, quien con
su error (culpa) desencadena una apariencia significativa36. La doctrina alemana
tambin conoce perfectamente el requisito de imputacin para aplicar el principio de apariencia, pero lo reemplaza por
la indemnizacin del Estado37.
de la apariencia correctamente entendida no constituye el simple juego de la seguridad jurdica, sino el triunfo de la posicin jurdica moralmente preferible, esto es, la aplicacin de cnones de justicia material a travs de una fuerte dosis de
argumentacin racional. Sobre el particular, puede verse mi artculo: Constitucin y Principios Registrales. En: Gaceta
Constitucional. Gaceta Jurdica, N 36, Lima, diciembre 2010, pp. 385-400 (luego en Revista Jurdica del Notariado. Consejo General del Notariado, N 78, Madrid, abril-junio 2011, pp. 297-325).
En buena cuenta, la doctrina extremista ha terminado favoreciendo las falsificaciones y con ello a los propsitos del crimen
organizado.
La proteccin a la buena fe va en detrimento de la seguridad jurdica: las adquisiciones de buena fe implican, para el verdadero titular, la prdida de su derecho; el propietario, por ejemplo, pierde su derecho cuando otro, falsamente inscrito en
el registro como tal, o el poseedor, si se trata de una cosa mueble, enajene la cosa de su pertenencia y la enajenacin surte
eficacia por la buena fe del adquirente: VON THUR, Andreas. Parte General del Derecho Civil. Traduccin de Wenceslao Roces, Editorial Comares, Granada, 2006, p. 61.
CANARIS seala los siguientes elementos: a) El supuesto base de la confianza (Vertrauenstatbestand) que constituye un
hecho notorio que sirve de base objetiva a la apariencia; b) el tercero debe contar con buena fe, ya sea falta de conocimiento
de la verdadera situacin jurdica, o exigir, adems, la diligencia en la comprobacin; c) la confianza debe dar lugar a un
acto de trfico (oneroso); d) imputabilidad al titular de causar el supuesto base de la confianza: DE EIZAGUIRRE, Jos
Mara. Derecho Mercantil. Editorial Civitas, Madrid, 1999, pp. 231-232.
Que no se tenga en cuenta el hecho de que al propietario no le es absoluto imputable la prdida de la apariencia registral
se basa en que este contar en todo caso con una pretensin de resarcimiento frente al Estado: WESTERMANN, Harry,
WESTERMANN, Harm Peter, GURSKY, Karl-Heinz y EICKMANN, Dieter. Derechos Reales. Traduccin de Ana Caizares Laso, Jos Mara Miquel Gonzlez, Jos Miguel Rodrguez Tapia y Bruno Rodrguez-Rosado. Tomo II, 7 edicin,
Fundacin Cultural del Notariado, Madrid, 2007, p. 1064. La doctrina alemana conoce perfectamente el requisito de imputacin para aplicar el principio de apariencia, pero lo reemplaza por la indemnizacin del Estado, es decir, el sistema germano reconoce que el propietario inocente (sin culpa) no puede ser despojado impunemente del derecho, para lo cual opta
por una tcnica de proteccin distinta, pues mientras en los ordenamientos latinos la propiedad se conserva en el titular primigenio cuando este no tiene culpa, en cambio, en el ordenamiento alemn se impone al Estado el deber de indemnizar la
prdida.
Es decir, el sistema germano reconoce que el propietario inocente (sin culpa) no puede ser expoliado impunemente, para
lo cual opta por una tcnica de proteccin distinta, pues mientras en los ordenamientos latinos la propiedad se conserva
en el titular primigenio cuando este no tiene culpa, en cambio, en el ordenamiento alemn se impone al Estado el deber de
indemnizar la prdida. El problema de los extremistas registrales es que no se han dado cuenta del distinto fundamento del
registro alemn, que asume el costo de las prdidas cuando triunfa la apariencia en contra de un verus dominus despojado
injustamente. Este error lo comete hasta un gran jurista (FALZEA, ngelo. El principio jurdico de la apariencia. En:
Revista Derecho. Facultad de Derecho de la Pontificia Universidad Catlica del Per. Traduccin de Leysser Len, Lima,
2006, p. 206: No es necesario, en particular, que el error del tercero sea causado por dolo o culpa de otro, y, para ser ms
precisos, del titular del derecho subjetivo), quien descarta el fundamental requisito de la culpa del titular primigenio, con
lo cual no se sabe por qu se le despoja, y adems olvida que la objetivacin de la apariencia, propio del mundo jurdico
germano, se justifica porque el Estado asume el costo, como lo dice la doctrina de ese pas: El hecho de que no se tenga en
cuenta el hecho (sic) de que al propietario no le es imputable la prdida de la apariencia registral se basa en que este contar en todo caso con una pretensin de resarcimiento frente al Estado: WESTERMANN, Harry y otros. Derechos Reales. Ob. cit., Tomo II, p. 1064.
38 La confianza tutelada por la norma es aquella que induce al confiante a realizar un acto correspondiente a la apariencia
suscitada, calificado de acto de disposicin o inversin de confianza: DE EIZAGUIRRE. Derecho Mercantil. Ob. cit.,
p. 238.
39 Los Tribunales Argentinos han entendido perfectamente la necesidad de culpa del propietario en todas estas hiptesis de
tutela de la apariencia: predomina en la doctrina la corriente de interpretacin del artculo 1051 del CCiv, segn la cual en
las transmisiones de dominio de inmuebles realizadas por quien no es el titular de ese derecho real (a non domino) urdidas
sobre la base de una falsificacin de la firma del enajenante o de la presentacin al notario de documentos falsos (), la
transferencia no puede surtir efectos ni siquiera respecto de terceros adquirentes a ttulo oneroso y de buena fe (por tanto)
los principios de la apariencia jurdica, de la proteccin a los terceros de buena fe, y de la preferencia de la seguridad dinmica frente a la esttica, deben ceder frente al inters del verdadero propietario que no tuvo ninguna autora y participacin
siquiera viciada en el acto, y que siendo ajeno a la maniobra es su principal vctima (Cmara Nacional Civil, Sala C, del
26 marzo de 1985): ob. cit., DE REINA TARTIRE, Gabriel. La Posesin. Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2010, p. 104.
40 Los principios registrales son hiptesis concretas de proteccin de la apariencia, de mbito excepcional y de aplicacin
estricta, cuya finalidad es salvaguardar los actos de adquisicin que se fundan en la confianza de uno, pero que se origina en la apariencia creada por culpa del otro. La Corte Suprema ha reconocido expresamente, a travs de la Casacin
N 695-99-Callao, del 22/07/2009, que los principios registrales una manifestacin ms de la apariencia se interpretan en forma restrictiva: Primero: Que, en autos ha quedado establecido que la accionante interpuso una demanda de
retracto, dirigindola contra Margarita Checya Alata y Carlos Vargas Miranda, los cuales haban adquirido por compraventa el inmueble materia de autos de sus anteriores propietarios los seores Ginocchio Len, de los que la accionante era
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inquilina; dicha demanda fue amparada por ambas instancias judiciales, ordenndose la subrogacin de la accionante en
el lugar de los compradores, y ante la rebelda de los emplazados, el juzgado otorg la correspondiente escritura pblica
de sustitucin de compradores, la misma que obra a fojas dos y siguientes, y de esta forma la accionante adquiri la propiedad del inmueble sublitis. Segundo: Que, la demandada Honorata Quispe Mamani sostiene ser propietaria del referido
bien por haberlo adquirido por compraventa de sus anteriores propietarios: doa Margarita Checya Alata y don Carlos Vargas Miranda, quienes registralmente aparecan con capacidad para transferirlo lo que en buena cuenta implica amparar
su posicin en el principio de buena fe registral. Tercero: Que, el artculo 2014 del Cdigo Civil consagra el principio de
buena fe registral, en el que para su aplicacin deben concurrir copulativamente los siguientes requisitos: a) Que el adquirente lo haga a ttulo oneroso; b) Que el adquirente acte de buena fe tanto al momento de la celebracin del acto jurdico
del que nace su derecho, como al momento de la inscripcin del mismo, buena fe que se presumir mientras no se acredite que tena conocimiento de la inexactitud del registro, es decir, se trata de una presuncin iuris tantum; c) Que el otorgante aparezca registralmente con capacidad para otorgar el derecho del que se tratase; d) Que el adquirente inscriba su
derecho; e) Que ni de los asientos registrales ni de los ttulos inscritos resulten causas que anulen, rescindan o resuelvan
el derecho del otorgante. Cuarto: Que, el principio de buena fe registral persigue proteger al tercero, que ha adquirido un
derecho de quien finalmente careca de capacidad para otorgarlo, lo que implica buscar seguridad en el trfico inmobiliario, sin embargo, la bsqueda de la seguridad en tal trfico puede implicar un sacrificio de la seguridad del derecho, por
ello es que para morigerar tal sacrificio el legislador ha dificultado el acceso al principio de buena fe registral, el que para
ser alegado debe cumplir con los requisitos sealados en el considerando precedente, en consecuencia, la norma que contiene el mencionado principio debe ser interpretada en forma restrictiva. Quinto: Que, como se ha indicado, uno de
los requisitos que tiene que cumplir el que alega el principio de buena fe registral y que por lo tanto su derecho resulte oponible, es que del registro no aparezcan causales de nulidad, rescisin o resolucin del derecho de quien se lo otorg. Sexto:
Que, siguiendo al tratadista Manuel De La Puente y Lavalle, el derecho de retracto debe considerarse como un derecho de
subrogacin, en virtud del cual el comprador es sustituido por un tercero, ajeno al contrato de compraventa que le da origen, quedando subsistente dicho contrato, subrogacin que tiene su origen en la ley, aun cuando opere por impulso personal (el del retrayente), y cuya naturaleza es real en cuanto incide sobre un bien y corresponde a su titular frente a cualquiera (). En consecuencia, al quedar intacto el contrato de compraventa que dio origen al retracto, este no lo anula, ni lo
rescinde ni lo resuelve, en consecuencia, el derecho adquirido en virtud de la buena fe registral no puede oponerse al derecho nacido por va de retracto, lo que se corrobora con la exposicin de motivos oficial del Cdigo Civil, cuando afirma
que: el propio texto del artculo 2014 no establece que la adquisicin por medio del registro enerva una accin de retracto,
situacin que s extiende a un contrato que padece a una causal de nulidad, anulabilidad, rescisin o resolucin que no aparece en el registro (exposicin de motivos oficial del captulo del derecho de retracto en el Cdigo Civil, en el diario oficial El Peruano de fecha 19 de julio de 1987, pgina nmero 45); y tal posicin se explica por cuanto tras el retracto existe
un inters pblico, en la medida que este opera por un mandato de la ley y no por la voluntad privada. Stimo: Que siendo
preferente el derecho de la accionante, resulta amparable su pretensin reivindicatoria, siendo evidente que ha existido una
interpretacin errnea de la norma contenida en el artculo 2014 del Cdigo Civil. Octavo: Que, lo anteriormente vertido
no trae como consecuencia que la pretensin de nulidad de escritura pblica, que en el fondo es una pretensin de nulidad
del acto jurdico que lo contiene, sea amparable, por cuanto tal nulidad se fundamenta en el argumento que Margarita Checya Alata y su cnyuge vendieron un bien que se hallaba en litigio, y que en consecuencia no se trataba de un objeto lcito;
sin embargo, el inciso segundo del artculo 1409 del Cdigo Civil seala claramente que la prestacin materia de la obligacin creada por el contrato puede versar sobre bienes ajenos o afectados en garanta o embargados sujetos a litigio por
cualquier otra causal; y en lo concerniente a la pretensin indemnizatoria, determinar si en autos se ha acreditado o no la
causacin de daos, no es objeto del recurso de casacin, porque habra que analizar el material probatorio (Finalmente,
la Corte declar fundada la demanda de reivindicacin, e infundada la de nulidad de acto jurdico e indemnizacin).
41 Con esta expresin se indica, de modo tal vez ms directo, que todos los bienes comprendidos en el patrimonio del deudor aseguran una garanta genrica del crdito: donde garanta significa posibilidad de satisfacerse en caso de incumplimiento, y genrica significa que el acreedor no tiene un particular derecho sobre este o aquel bien, sino un derecho de
proceder a la ejecucin forzada con respecto a cualquier bien embargable que se encuentre en el patrimonio del deudor:
ZATTI, Paolo y COLUSSI, Vittorio. Lineamenti di Diritto Privato. CEDAM, Padua, 2005, p. 354.
42 El crdito no es un derecho real, por lo que la concurrencia de crditos no se ordenan entre s conforme al principio de prioridad temporal. Por tanto, en circunstancias ordinarias, cada acreedor puede actuar sin tomar en cuenta a los dems acreedores. Esta situacin no se modifica aun cuando el deudor sea insolvente, sin embargo, ello permite iniciar procedimientos
de insolvencia dirigidos a la ejecucin ordenada del total de los crditos. No obstante, el ordenamiento jurdico reconoce
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El registro protege a los terceros que
adquieran bienes (o derechos sobre
bienes) confiados en la publicidad
registral; por el contrario, el acreedor es titular de un crdito basado en
la solvencia personal del deudor, y no
adquiere bienes registrados, por lo
que es lgicamente imposible que un
registro de bienes proteja a un acreedor que no adquiri bienes.
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en ciertos casos excepciones, a travs de privilegios crediticios, a efecto de cobrar con anterioridad a otros acreedores ya
sea sobre todo el patrimonio del deudor, o sobre bienes determinados: DEZ SOTO, Carlos Manuel. Concurrencia y prelacin de crditos: teora general. Editorial Reus, Madrid, 2006, pp. 12-13.
TRIMARCHI, Pietro. Istituzioni di Diritto Privato. Giuffr Editore, Miln, 1998, p. 113.
Hasta los registradores espaoles, normalmente extremistas, reconocen que el embargo inscrito no produce garanta
registral a favor del acreedor, pues se limita a evitar que un tercero pueda adquirir un inmueble libre de gravmenes por la
falta de inscripcin del embargo. As: ARNIZ RAMOS, Rafael. La anotacin preventiva de embargo en la Ley espaola
de enjuiciamiento civil. En: Actualidad Jurdica. N 98, Gaceta Jurdica, Lima, enero 2002, p. 68.
As se desvanece otro de los fundamentos (absurdos) en pro de considerar al embargante como tercero registral, y que consiste en igualar (por analoga) la posicin jurdica de este con el acreedor hipotecario: RONQUILLO PASCUAL. Ob. cit.,
p. 85 (nota 60).
Este ejemplo termina por aclarar las cosas: supongamos que A aparece como propietario inscrito de un edificio, pero en
realidad este le pertenece a B, que es un propietario no inscrito. En tal contexto, el edificio se cae y ocasiona serios daos
al vecino C, por lo que se activa la responsabilidad civil por cada del edificio regulada en el artculo 1980 del CC. Pues
bien, C no puede considerar que su derecho (crdito por dao extracontractual) se adquiere por la confianza en que A es el
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a favor del acreedor siempre que se mantenga la apariencia, pero con la particularidad que en cierto aspecto se da la paradoja que la obligacin personal, que congela
todo el patrimonio, tiene mayor eficacia que
la obligacin real, que congela un solo bien.
Esta tesis es simplemente inadmisible.
En tal sentido, debe recordarse que la apariencia implica que un sujeto confa en una
situacin objetiva sobre la cual funda una
creencia honesta para perfeccionar la adquisicin de un bien, es decir, el tercero se
apoya para actuar en la informacin que se
ofrece oficialmente, en el acto o actos jurdicos realizados, o en la mera situacin de
hecho49. El registro protege a los terceros
que adquieran bienes (o derechos sobre bienes) confiados en la publicidad registral; por
el contrario, el acreedor es titular de un crdito basado en la solvencia personal del deudor, y no adquiere bienes registrados, por lo
que es lgicamente imposible que un registro
de bienes proteja a un acreedor que no adquiri bienes. En suma, el acreedor, y luego
embargante, adquiri su derecho sin tener en
cuenta al registro, sin tomarlo en consideracin50, pues el crdito se otorg con independencia de aquel, entonces no puede acudir a
sus normas protectoras.
propietario registral del bien, y ello por una razn muy simple: C no adquiere el derecho (a la indemnizacin) por acto de
voluntad que toma en cuenta el registro, sino que se origina por causa de una obligacin legal. Por tanto, resulta tan absurdo
considerar como tercer adquirente registral al acreedor que resulta de un dao extracontractual (acreedor fortuito), como
ocurre con el acreedor embargante (acreedor simple, sin vinculacin con bien alguno), pues ninguno de ellos adquiri el
derecho (de crdito) en relacin con algn derecho inscrito en el registro, esto es, tomndolo como base porque se le consult y se adquiri el derecho por tal mrito.
NINAMANCCO, Fort. Ob. cit., p. 110: el acreedor suele otorgar el crdito en base a la informacin registral disponible
que indica la situacin jurdica del patrimonio de su deudor, lo que facilita la realizacin de operaciones contractuales, sin
necesidad de desconfiar en demasa y exigir garantas.
Ludwig Wittggenstein defina que los argumentos podan ser sin sentido o absurdos, en el entendido que los primeros
podan discutirse por su bondad lgica, aunque no llevaran a nada; en cambio, los segundos ni siquiera podan discutirse
por su contradiccin interna. En este caso, el filsofo alemn se habra quedado corto.
BUSTOS PUECHE, Jos Enrique. La doctrina de la apariencia jurdica. Editorial Dykinson, Madrid, 1999, p. 70.
Los extremistas creen que los principios registrales se aplican a la persona que simplemente consulta el registro, lo
que es absurdo, pues, en teora, todos han consultado el registro por la presuncin de conocimiento de las inscripciones
(art. 2012 del CC), lo que implicara que los principios registrales se aplicaran a los inscritos y los no inscritos, en cuyo
caso, para qu habra que inscribir? En realidad, estos principios se aplican a los titulares de derechos inscritos, pues solo
el que acude al registro mediante una inscripcin se beneficia con la proteccin (lase los arts. 2014, 2016 o 2022 del CC).
El que no inscribe derechos en registro, como es el caso del acreedor personal, obviamente no tiene la tutela del registro.
Eso es algo tan elemental que podra comprenderlo cualquier persona con un mnimo de sentido comn.
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Si el acreedor cobra elevados intereses, propio de un crdito personal, y
el deudor llega a ser insolvente, entonces aquel debe sufrir el riesgo que
asumi en forma voluntaria, el cual
consiste en que el deudor carezca de
bienes, por lo tanto, no cabe que un
acreedor personal pretenda igualarse
a un acreedor con garanta real.
No obstante, los extremistas no se rinden y sacan un nuevo argumento: el principio de la apariencia es elstico (NINAMANCCO, Fort. Ob. cit., p. 111), lo cual, obviamente, significa lo mismo que nada, pues se trata de una idea vaca, una
frase o frmula simplemente demaggica de los que ni siquiera tienen la habilidad de la demagogia, pues con tal argumento, de valor nulo, entonces debera admitirse cualquier cosa para asegurar las transacciones en una nueva versin de
que el fin justifica los medios, por lo que todo el Derecho, toda la economa, toda la sociedad debe reducirse a una inscripcin, pues si el sujeto llega a la tierra prometida del registro entonces ya gan, y si no inscribe, entonces ya perdi.
Qu triste visin del Derecho de los que piensan encerrar la vida en un libro estatal!; y la incoherencia llega al paroxismo
si tenemos en cuenta que neoliberales confesos pretenden anclarse en el Estado como supremo seor que decide quin es
propietario y desde cundo, por medio de un registro pblico. Por lo dems, tngase en cuenta que el mundo posmoderno,
con derechos humanos, con Estado constitucional, con dignidad del hombre como base fundamental, con valores constitucionales normativos, con un poderoso rgano judicial que tutela derechos, con una sociedad compleja, de diferentes orientaciones y con distintas cosmovisiones, da como resultado que el Derecho se ha complicado, ha dejado de ser el simple
conjunto de normas establecidas por un legislador nico y que los jueces subsumen como autmatas; por tanto, en ese contexto, el Derecho no puede limitarse a un sello, a una escritura, a un papel o a un registro. El Derecho es mucho ms que
eso, por lo que remitimos, con ms detalles, al acpite 2.3.8.
51 La proteccin del registro se limita a las adquisiciones negociales: WESTERMANN, Harry y otros. Derechos Reales.
Ob. cit., Tomo II, p. 1078.
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derecho real alguno de hipoteca, o asimilado a esta, de ah que la expresada anotacin preventiva de embargo practicada
adolezca de un vicio que puede conducir
a su cancelacin53.
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Es usual achacar negligencia al propietario que no inscribe, pero tambin debe considerarse que el acreedor embargante es negligente, pues
no pidi en su oportunidad la constitucin de una garanta real para convertirse en tercer adquirente, y se
conform con un crdito simple o quirografario, es decir, permiti que el
deudor tenga libre gestin y disponibilidad de su patrimonio.
52 Esclarecedora cita de Gmez de la Serna, que se hace en el interesante artculo de: GORDILLO CAAS, Antonio. El
principio de inoponibilidad: el dualismo moderado de nuestro sistema inmobiliario registral. En: Anuario de Derecho
Civil. Tomo LVII, Fascculo II, Madrid, abril-junio 2004, pp. 530-531.
53 ROCA SASTRE, Ramn Mara; ROCA-SASTRE MUNCUNILL, Luis y BERN i XIRGO, Joan. Derecho Hipotecario.
9 edicin, Tomo VII, Editorial Bosch, Barcelona, 2009, p. 483.
54 RAVAZZONI, Tito. Le ipoteche. Giuffr Editore, Miln, 2006, p. 40.
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55 Los argumentos del texto principal descartan la visin simplista por la cual se igual al acreedor hipotecario con el embargante, como en el caso de TORD VELASCO, lvaro. Tercera de propiedad sobre bienes inmuebles inscritos. En:
Revista Jurdica Thomson Reuters. N 61, Lima, 3 de marzo de 2014, p. 34: no veo razones para que un embargo inscrito
no deba tener el mismo tratamiento que una hipoteca. El mismo pobre argumento lo exhibe: PASCO ARAUCO. Ob. cit.,
pp. 112-113, cuando habla de igual razn, igual derecho (sic). Puede ser lo mismo un embargo que es una medida judicial dictada en proceso ejecutivo en el cual no se evala ni discute la propiedad de los bienes, por lo que se trata de una
providencia superficial, con relacin a una hipoteca que es un derecho real sustentado en la confianza del registro? Desde
cundo es lo mismo un hecho procesal (embargo) con un hecho sustancial (hipoteca)? Para ampliar las innegables diferencias, pues lase todas las pginas anteriores de esta obra.
56 Aunque no siempre es claro para la jurisprudencia. Un ejemplo curioso se resolvi en la Casacin N 1407-2002-Cusco, de
14/11/2003 y publicada el 31/05/2004, en la cual un acreedor haba embargado un inmueble de su deudor, empero resulta
que este personaje haba sido la parte compradora de un contrato simulado que se declar nulo judicialmente, por lo cual la
titularidad del deudor desapareci del mundo jurdico y por consiguiente el embargo no tena derecho alguno sobre el cual
montarse, por tanto, la tercera interpuesta por el propietario original que haba recuperado el derecho luego de la nulidad
contractual debi declararse fundada. Esta misma lgica se aprecia, por ejemplo, en el artculo 1705-1 del CC, por el cual
la extincin del derecho del arrendador (por nulidad) trae aparejada la conclusin del contrato de arrendamiento, por lgico
efecto derivado, pero negativo, pues si el antecedente no existe, entonces ocurre lo propio con el consecuente. No obstante,
en forma paradjica, la Corte Suprema rechaza la tercera con el argumento de la fe pblica registral, cuando es evidente
que el embargo no es un derecho, menos un derecho definitivo, y peor todava, se olvida que no goza de la tutela de la apariencia, pues el crdito se adquiere sin base en el registro. Sin duda, la errada concepcin de las instituciones jurdicas trae
como consecuencia el despojo de los derechos legtimos y el triunfo de quienes no lo merecen, pues quien adquiere derechos sin contexto registral, no puede invocar sus principios.
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57 En este espejismo incurre TORD VELASCO, lvaro. Tercera de propiedad. Ob. cit., p. 34: Cabe sealar que el
nuevo propietario tiene todas las herramientas para tomar sus precauciones al inscribir su propiedad (si el bien es registrable) (). Si el propietario no toma estas precauciones y el anterior propietario grava el bien o es embargado por un acreedor de buena fe, este ltimo no debera ser afectado. En este prrafo hay varios errores: i) se olvida que el acreedor tampoco inscribi derecho alguno, pues el embargo ocurre cuando el crdito ya haba sido adquirido hace mucho tiempo, por
lo que no hay relacin entre registro y derecho; ii) el acreedor de buena fe, suponemos, se refiere al embargante, pero
el embargo es un acto procesal ejecutivo (hecho procesal), por ms buena fe que se tenga, no puede hacer adquirir hechos
sustanciales. O acaso el demandante de buena fe puede invocar esa circunstancia para que le atribuyan la propiedad del
bien discutido? Por supuesto que no, pues resulta obvio y evidente que un hecho procesal no tiene la virtualidad de hacer
adquirir un derecho sustancial.
58 Artculo 2914 del CC Italiano: Enajenaciones anteriores al embargo. No tienen efecto en perjuicio del acreedor embargante y de los acreedores que intervengan en la ejecucin, aunque anteriores al embargo: 1) Las enajenaciones de bienes inmuebles o de bienes inmuebles inscritos en registros pblicos, que hayan sido transcritos sucesivamente al embargo
().
59 Un ejemplo de ello puede verse en la siguiente opinin: La norma en comentario representa el complemento del precedente artculo 2913, del cual integra su alcance, extendiendo el rgimen de ineficacia all previsto tambin a los actos dispositivos perjudiciales realizados antes del embargo pero hecho oponibles a los terceros solo en momento sucesivo. Su funcin es aquella de tutelar la confianza de los acreedores concurrentes, los cuales haban actuado sobre los bienes todava
formalmente de propiedad del deudor ejecutado en la fundada conviccin de poderse satisfacer sobre la base de ellos, y al
mismo tiempo, aquella de lograr ms concretamente la garanta de la conservacin del patrimonio del ejecutado mismo:
equiparando al acreedor con el tercer adquirente: CIAN, Giorgio (Dir.). Commentario Breve al Codice Civil. 9 edicin,
CEDAM, Padua, 2009, p. 3673.
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60 La proteccin del registro se limita a las adquisiciones negociales: WESTERMANN, Harry y otros. Derechos Reales.
Ob. cit., Tomo II, p. 1078.
61 RAJOY, Enrique. La calificacin registral en el marco de la Unin Europea. CRPME, Madrid, 2005, pp. 47-49.
62 Uno de los cultores del extremismo seala alegremente que segn su experiencia inscribir una compraventa es fcil
(NINAMANCCO, Fort. Ob. cit., p. 111), y con ese nada cientfico argumento, casi por arte de magia, ya igual el registro peruano con el italiano, lo que solo demuestra ignorancia. Para aclarar el tema, basta decir que el registro italiano est
construido bajo la idea de publicidad absoluta, segn el modelo francs, por lo que casi todo puede inscribirse, hasta los
actos irregulares o ilegales; en cambio, el registro peruano, tributario del espaol, sigue otro camino, el de la publicidad
selectiva, que constituye un importante filtro de depuracin, las ms de las veces exagerado, con folio real, tracto sucesivo, instrumento pblico, calificacin del registrador, estrictos requisitos tcnicos, etc.; por tanto, son registros concebidos bajo fundamentos opuestos. No hay duda, la ignorancia es harto atrevida.
63 CIAN, Giorgio (Dir.). Commentario Breve Ob. cit., p. 3688.
64 En ciertos casos, el verus dominus puede oponerse al embargo de acuerdo con el artculo 619 del Cdigo de procedimientos italiano; o por ltimo, reivindicar el bien tras el remate, por lo cual en este ltimo caso se habilita el saneamiento, con
la salvedad, por ejemplo, que el demandante no sea adquirente sucesivo del deudor, aunque no transcrito, pues en tal caso
se le reputar ineficaz.
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65 Los economicistas reconocen que un puro sistema registral de la propiedad no sera eficiente. As: Podemos imaginar dos
sistemas de derecho de propiedad exactamente opuestos: la propiedad de acuerdo solo con un sistema de ttulos de papel,
y la propiedad solo por la posesin fsica. Ambos sistemas implicaran graves ineficiencias. Un sistema universal de ttulos de papel supone que todo es ya propiedad de alguien y solo permite las transferencias por la transmisin formal (por
ejemplo, la entrega de una escritura), de modo que es intil buscar la adquisicin de propiedades que no tengan dueo, ya
sea porque nunca lo tuvieron o porque han sido abandonadas. Tal sistema dejara tambin sin definicin el estatus de los
no propietarios que, sin embargo, tienen el uso exclusivo de la propiedad, como ocurre con los inquilinos. Y sera inevitable examinar los errores inevitables que causa un sistema de derechos de papel. () Por lo tanto, es probable que un
rgimen legal de la propiedad eficiente sea un sistema mixto, que combine los derechos de papel con los derechos posesorios: POSNER, Richard. El anlisis econmico del derecho. Traduccin de Eduardo Surez, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 2013, p. 144.
66 Esta discutible proposicin se refuta con los siguientes trminos: La acusacin de que la propiedad privada de la tierra no
podra existir, sino fuera por la proteccin del gobierno no puede resistir la fuerza de la evidencia. El papel del gobierno
con respecto a la tierra ha sido agresivo en vez de protector. Se han arrebatado las tenencias privadas en manos de individuos o de grupos a los que el gobierno ha atacado, ya sea a travs de guerras o de decretos legales. Tanto en el Antiguo
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mantiene su adquisicin, a pesar de la nulidad del ttulo previo, por virtud del principio de fe pblica registral, que se enmarca
dentro de las hiptesis de adquisicin a non
domino, es decir, el derecho se transmite a
favor del adquirente, pese a que el enajenante
no es el propietario. La proteccin de los
terceros por efecto del registro puede explicarse desde una visin puramente dogmtica-avalorativa construccin terica que
busca la coherencia y sistemtica, pero sin
darle relevancia al contenido, o desde una
perspectiva realista-valorativa del Derecho solucin que excede la cuestin terica
para centrarse en la proteccin de los valores
constitucionales y los derechos humanos.
La proteccin del registro busca explicarse
por las dos tesis citadas, pero con resultados
diferentes.
La primera es una ficcin dogmtica (sueo
de una noche de verano de un terico): B no
es propietario, por la nulidad previa del contrato con A, empero, por efecto de la legitimacin aparente que le otorga la inscripcin, entonces se encontrara legitimado
para ejercer el poder de disposicin, por lo
Egipto como en Asiria, y tambin en India, Grecia, y las provincias romanas, las tenencias privadas de tierra se respetaban y se mantenan seguras y sagradas mucho antes de que cualquier tipo de gobierno intentase defender la propiedad
de la tierra: LEFEVRE, Robert. La filosofa de la propiedad. Traduccin de Juan Manuel Gonzlez Otero. Unin Editorial, Madrid, 2013, p. 111. El citado argumento proviene de un liberal, y los extremistas registrales, si bien son liberales,
empero, en forma contradictoria, se acogen a la verdad oficial del Estado.
67 En el mbito social, el proceso codificador cristalizaba los valores de la burguesa, de all que esta lo postulara como
modelo de legislacin y se reconociera ideolgicamente en l. La expresin tan socorrida que alude al Cdigo de Napolen
como el cdigo de la burguesa no resulta, pues, casual. Los cdigos y la clase social que los sostienen alentaban la implementacin de una pax burguesa, indispensable para el funcionamiento de la formacin econmica capitalista que poco a
poco se entronizaba, de manera que el cdigo puede ser visto como la regla de juego que la sociedad burguesa requera:
RAMOS NEZ, Carlos. Codificacin, Tecnologa y Postmodernidad. PUCP, Lima, 2005, p. 38.
68 Sobre el particular, hemos tenido la oportunidad de divulgar estas ideas en publicaciones peruanas, brasileas, argentinas, espaolas, y prximamente en cubanas, mexicanas e italianas. En tal sentido, remitimos al lector a nuestros siguientes artculos: Constitucin y Principios Registrales. En: Gaceta Constitucional. N 36, Gaceta Jurdica, Lima, diciembre
2010, pp. 385-400 (luego en: Revista Jurdica del Notariado. Consejo General del Notariado, N 78, Madrid, abril-junio
2011, pp. 297-325). Tambin puede revisarse: El derecho registral se debate entre el realismo y el extremismo. En: La
Ley. Tomo 2011-A, Buenos Aires, 24 de diciembre de 2010, pp. 1-4. Posteriormente, en forma extensa y con ms detalles: La Constitucin rechaza el derecho registral extremista. En: Gaceta Constitucional. N 66, Gaceta Jurdica, Lima,
junio 2013, pp. 229-272 (luego apareci en Atitude. Faculdade Dom Bosco de Porto Alegre. Ao VII, N 13, Porto Alegre,
enero-junio de 2013, pp. 139-173). Una versin resumida y actualizada acaba de ser publicada bajo el ttulo de: El futuro
de la publicidad registral: extremismo o realismo?. En: Revista Jurdica Thomson Reuters. N 67, Lima, 14 de abril de
2014, pp. 1-15, cuya traduccin al italiano ser prximamente publicada en una revista jurdica de ese pas.
Muchos de estos artculos pueden consultarse en <www.gunthergonzalesb.com>.
69 RAMOS NEZ, Carlos. Codificacin, Ob. cit., p. 85.
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Respecto a la oponibilidad erga
omnes del crdito, que es una de las
ideas-base de los extremistas registrales, debe indicarse que aun si ello
fuese cierto, empero, esa afirmacin
no permite deducir que el crdito deba
pagarse con bienes de terceros. En
efecto, si la propiedad cuyo carcter
de derecho oponible nadie lo discute
no puede expandirse hasta el extremo
de apropiarse de bienes ajenos, entonces, por qu podra hacerlo el acreedor?, pues, en tal caso, este no solo
tendra una prestacin contra el deudor, sino tambin el derecho de agredir bienes de terceros por cuestiones meramente coyunturales o de
apariencia.
70 En efecto, aun cuando dentro del patrimonio de un sujeto no se encuentre derecho alguno sobre el cual ejercer su poder
de disposicin, este igualmente puede ser ejercido respecto de derechos pertenecientes a otros sujetos: NINAMANCCO
CRDOVA, Fort. Poderes de representacin. Gaceta Jurdica, Lima, 2013, p. 95.
71 Un ejemplo de confusin es la del extremista registral MENDOZA DEL MAESTRO, Gilberto. La ausencia de legitimacin para transferir la propiedad. En: Actualidad Jurdica. N 244, Gaceta Jurdica, Lima, marzo de 2014, p. 67, quien
primero habla de la legitimacin aparente, pero termina reconociendo que en este caso se est tutelando la adquisicin
ms que la transferencia, con lo cual reniega de lo que acababa de sostener, pues si en la hiptesis examinada, la transferencia no es relevante, entonces tampoco lo es la pretendida legitimacin aparente del transferente.
72 Incluso un famoso dogmtico, como FALZEA, ngelo. El principio jurdico. Ob. cit., p. 195, no tiene ms alternativa
que negar tajantemente la legitimacin aparente: Todo intento de atribuir un contenido positivo a la expresin meramente negativa de legitimacin aparente se resuelve en un juego de palabras que traiciona la verdadera naturaleza del fenmeno, el cual consiste en que el tercero de buena fe adquiere a ttulo oneroso el derecho hereditario u obtiene la liberacin
del dbito, a pesar de que el heredero aparente no est legitimado a transferir y de que el acreedor aparente no est legitimado para recibir el pago.
73 PAU PEDRN, Antonio. Esbozo de una teora general de la oponibilidad. En: La Publicidad Registral. CRPME,
Madrid, 2001, p. 329.
108
74 El hecho de que no se tenga en cuenta el hecho (sic) de que al propietario no le es imputable la prdida de la apariencia
registral se basa en que este contar en todo caso con una pretensin de resarcimiento frente al Estado: WESTERMANN,
Harry y otros. Derechos Reales. Ob. cit., Tomo II, p. 1064.
75 FALZEA, ngelo. El principio jurdico. Ob. cit., p. 206: No es necesario, en particular, que el error del tercero sea
causado por dolo o culpa de otro, y, para ser ms precisos, del titular del derecho subjetivo.
109
dentro del contexto de un sistema patrimonial sano, honesto, justo, seguro; en donde
la informacin registral permita conocer los
hechos jurdicos, sin crearlos o sin deformar
la realidad78.
Desde hace algunos aos recusamos el derecho registral extremista con fundamentos de
corte terico79. Pero, en poco tiempo la realidad termin dndonos la razn en forma
contundente. En efecto, es noticia diaria que
el crimen organizado ha venido despojando
injustamente a los propietarios mediante la
idea de una inscripcin totalizadora80, que
arrasa incluso con la realidad y con los derechos legtimamente adquiridos. Estos delincuentes utilizaron el extremismo registral,
mientras sus cultores creyeron hacer doctrina, y sirvieron indirectamente para ese
fin, aunque no sabemos si solo por ignorancia y desconocimiento. En cualquier caso, el
resultado prctico del extremismo ha terminado por liquidarlo, mientras sus autores
siguen guardando silencio en todos los idiomas frente al desastre ocasionado al haberse
dejado llevar por el dogmatismo y la ensoacin de una perspectiva del derecho (formalista, positivista y puramente terica) que
hace tiempo est pasada de moda.
76 LVAREZ CAPEROCHIPI, Jos Antonio. Derecho inmobiliario registral. 3 edicin, Ediciones Legales, Lima, 2012,
p. 566.
77 La Corte Suprema ha acogido textualmente nuestra doctrina en la Casacin N 3350-2012-Lima, de 14/10/2013, publicada
el 31/03/2014: Dcimo Primero: Por otro lado, la inscripcin registral del derecho de propiedad dota de una incuestionable seguridad jurdica al ejercicio de ese derecho, sin embargo, la garanta que reviste el ttulo inscrito ser meramente aparente si no se crean las condiciones razonables y suficientes para que el procedimiento previo a la inscripcin est provisto
tambin de la suficiente seguridad jurdica, pues de lo que se trata es que el registro sea fiel reflejo de la realidad jurdica
extrarregistral.
78 El Tribunal Constitucional ha sealado, en referencia a la unin de hecho, que la sentencia judicial y la inscripcin registral
se limitan a reconocer la situacin jurdica, pero no la fundan (Exp. N 04777-2006-PA/TC). En efecto, el registro publica
la realidad jurdica con fines de seguridad, pero no sirve para hacer ciencia ficcin.
79 Lamentablemente, algunos ni siquiera tienen idea de lo que es el extremismo registral, aunque se atreven a hablar de ello,
como ocurre con PASCO ARAUCO. Ob. cit., p. 93, quien considera errneamente que el Derecho chileno es extremista
por el solo hecho de que la inscripcin transfiere la propiedad inmobiliaria, sin tener en cuenta que dicha inscripcin, en
realidad, solo tiene valor de posesin, por lo que no sanea los ttulos, no los legitima, ni produce fe pblica registral. Por
tanto, si el Derecho chileno fuese extremista, entonces el peruano sera hiperextremista. Un buen ejemplo que demuestra
que el Derecho comparado no puede traerse como argumento por solo leer un artculo de Internet, sino por conocer las instituciones jurdicas en forma profunda, lo cual requiere intercambio acadmico en el extranjero y estudio de muchos aos.
No se puede hacer comparacin jurdica desde un escritorio de Lima.
80 Para luchar contra este tipo de delincuencia, el autor de estas lneas ha preparado un Proyecto de Ley de proteccin jurdica del derecho de propiedad y de la vivienda, que busca ser presentado al Congreso mediante iniciativa popular legislativa. Puede verse ms detalles en: <www.gunthergonzalesb.com>.
110
111
considerar tercero hipotecario). La doctrina de tercero hipotecario es excepcional porque supone una expropiacin del
propietario sin indemnizacin y contradice la tutela jurisdiccional de la propiedad, y la doctrina jurisprudencial, con
gran sentido jurdico, no la aplica para
potenciar la eficacia de las subastas judiciales. El procedimiento ejecutivo no es
un rgimen de adquisicin originaria de
los bienes, sino derivativa; y el adjudicatario de una enajenacin forzosa no
adquiere ms propiedad de la que tena el
titular de los bienes que se embargaron y
adjudicaron84.
83 En este punto debe cuestionarse la opinin de ARIANO DEHO, Eugenia. Embargo, terceras y remate judicial Ob. cit.,
p. 41, en cuanto seala que luego de la derrota en la tercera, o cuando el proceso no se formulase por extemporaneidad, ya
no cabe la reivindicatoria, pero s la accin de enriquecimiento sin causa en contra del ejecutado que liber su deuda con
un bien que no le perteneca. Es paradjico sostener que un propietario pueda alegar su derecho para pedir una indemnizacin, pero no para reconocer esa condicin frente a terceros (art. 70 de la Const.). Nadie puede dejar de ser propietario
por una tercera fallida, sino por una reivindicatoria desestimada (contrario sensu, artculo 923 del CC) o por prdida del
dominio por hecho sobrevenido, por ejemplo, por sentencia de prescripcin adquisitiva (art. 952 del CC).
84 LVAREZ CAPEROCHIPI, Jos Antonio. La cancelacin de cargas por mandamiento judicial en la ejecucin de bienes
inmuebles. En: Revista Crtica de Derecho Inmobiliario. N 672, Madrid, julio-agosto 2002, p. 1492.
85 En el Derecho alemn, nada menos, la fe pblica registral no protege al adjudicatario por remate judicial, en tanto se trata
de un adquirente legal, no por negocio jurdico, en consecuencia la adquisicin no se produce por virtud de la confianza en
el registro: WOLFF, Martin. Derecho de Cosas. En: ENNECCERUS, Ludwig, KIPP, Theodor y WOLFF, Martin. Tratado de Derecho Civil. Traduccin de Jos Alguer y Blas Prez Gonzlez, Tomo III-1, Bosch Casa Editorial, Barcelona,
1971, pp. 271-272.
112
86 Por ejemplo: MORENO CATENA. La ejecucin forzosa. Ob. cit., p. 268: La tercera de dominio es en realidad una incidencia en el embargo de ejecucin, mediante la cual un tercero, que afirma ser titular de un bien o de bienes embargados,
pretende el alzamiento del embargo que indebidamente se trab sobre ellos. No se trata, pues, de una accin reivindicatoria ().
87 El acreedor no puede adquirir, por ejemplo, un derecho pignoraticio si pretende sujetar a esta garanta una cosa que no
pertenece a su deudor: VON TUHR, Andreas. Parte General Ob. cit., p. 60.
88 Hasta el momento los extremistas no dicen una sola palabra de este argumento. Han preferido guardar silencio porque simple y sencillamente no hay forma de refutarlo, ni siquiera inventando algo.
89 MORENO CATENA. La ejecucin forzada. Ob. cit., pp. 247-249.
113
Qu dice la Corte
Suprema?
La inscripcin de un derecho personal
en los registros pblicos no convierte
a este en real, sino que conserva su
carcter, de tal modo que ante la concurrencia de un derecho real (como
es el de propiedad) con otro de distinta naturaleza, prevalece el primero,
ello por aplicacin del Derecho comn
que por mandato del referido artculo
se impone al derecho registral (Cas.
N 2311-2009-Lima Norte).
90 Hasta el extremista registral NINAMANCCO, Fort. Embargo inscrito y tercera de propiedad. Gaceta Jurdica, Lima,
2013, pp. 132-133, reconoce que la tutela extracontractual del crdito es un tema irrelevante para resolver el problema del
propietario no inscrito versus el acreedor embargante. Con ello el tema queda cerrado, aunque PASCO ARAUCO. Ob. cit.,
pp. 106-107, sigue sin darse cuenta que la supuesta oponibilidad del crdito se refiere en realidad a la obligacin de indemnizar por el sujeto que ocasiona un dao a los valores patrimoniales ajenos, pero ello no significa en lo absoluto que el crdito tenga el poder de agredir los bienes de terceros para satisfacerse, pues tal hecho no sera oponibilidad, sino abuso,
arbitrariedad e injusticia. Si la propiedad, como derecho oponible, no se expande a bienes de terceros, entonces de dnde
se ha concluido que el crdito s lo permitira? Un tpico caso de debate intil. En cualquier caso, ambos incurren en notorios errores desde la perspectiva de la filosofa analtica que se exponen en el captulo III, acpite 3.3 de la obra detallada
en la nota a pie de pgina N 1.
115
91 As: 3. Que, se aprecia de autos que lo que los recurrentes pretenden es que se deje sin efecto la sentencia casatoria de
fecha 3 de julio de 2008 (folio 5 a 7), que declara infundado su recurso aduciendo que transgrede sus derechos constitucionales a la tutela jurisdiccional efectiva y al debido proceso. Al respecto se observa que la resolucin cuestionada se encuentra adecuadamente motivada, pues la Sala Suprema ha fundamentado debidamente la aplicacin del derecho comn por
parte de las instancias inferiores en concordancia con lo establecido por el artculo 2022 del Cdigo Civil, toda vez que se
encontraban ante dos derechos de distinta naturaleza, por lo que se ha hecho prevalecer el derecho real de propiedad frente
al derecho personal de crdito, sustentados en la aplicacin del artculo 949 del Cdigo citado (Exp. N 03118-2011PA/TC, del 05/10/2011, que declara improcedente la demanda de amparo).
92 Artculo 120.- Intervencin excluyente de propiedad: El tercero que sea propietario de bienes embargados, podr interponer intervencin excluyente de propiedad ante el ejecutor coactivo en cualquier momento antes que se inicie el remate del
bien. La intervencin excluyente de propiedad deber tramitarse de acuerdo a las siguientes reglas: a) Solo ser admitida
si el tercero prueba su derecho con documento privado de fecha cierta, documento pblico u otro documento, que a juicio
de la administracin, acredite fehacientemente la propiedad de los bienes antes de haberse trabado la medida cautelar ().
El Tribunal Fiscal ha establecido en mltiples oportunidades que el embargo es indebido cuando afecta los bienes de tercero que se acreditan con documento fehaciente, sin necesidad de inscripcin. Solo a ttulo ejemplificativo puede verse la
RTF N 505-5-2000, de 21/07/2000: Que de otro lado, cabe indicar que el artculo 949 del Cdigo Civil establece que la
sola obligacin de enajenar un inmueble determinado hace al acreedor propietario de l, salvo disposicin legal diferente
o pacto en contrario; Que como se aprecia, en nuestro ordenamiento jurdico la transferencia de propiedad de los bienes
inmuebles, como en el caso de autos, es consensual; es decir, se perfecciona por el solo consentimiento de las partes, no
siendo necesaria la inscripcin registral de dicho acto a efecto de que se produzcan los efectos reales de transmisin
de la propiedad; Que en el caso de autos la compraventa en nuestro sistema registral, la inscripcin es meramente declarativa ya que no perfecciona ni modifica el acto jurdico materia de inscripcin, pues lo nico que hace es reconocer una
situacin de derecho preexistente; Que en consecuencia, al haberse efectuado el acto de compraventa del inmueble sublitis,
el 28 de enero de 1999, es decir, antes que se haya trabado la medida de embargo, resulta amparable la intervencin excluyente de propiedad interpuesta por los recurrentes; Que finalmente, es importante anotar que para el caso de autos resulta
aplicable lo dispuesto en el ltimo prrafo del artculo 2022 del Cdigo Civil, toda vez que el derecho de propiedad es de
naturaleza real y prima sobre cualquier acreencia relacionada con las obligaciones que son de naturaleza personal, cual es
el caso de la deuda tributaria (finalmente, el Tribunal declar fundada la intervencin excluyente de propiedad).
Otros casos decididos en la misma lnea: RTF N 658-5-2001 de 28/06/2001, N 3561-2-2002 de 02/07/2002, N 3901-32002 de 19/07/2002, N 182-3-2003 de 17/01/2003 y N 3716-1-2004 de 28/05/2004.
93 Artculo 20.- Tercera de Propiedad:
20.1 El tercero que alegue la propiedad del bien o bienes embargados podr interponer tercera de propiedad ante el ejecutor, en cualquier momento antes de que se inicie el remate del bien.
20.2 La tercera de propiedad se tramitar de acuerdo con las siguientes reglas:
20.2.1 Solo ser admitida si el tercero prueba su derecho con documento privado de fecha cierta, documento pblico u otro
documento, que acredite fehacientemente la propiedad de los bienes antes de haberse trabado la medida cautelar.
Sobre esta norma, la doctrina se ha manifestado de manera enrgica en el siguiente sentido: El trmite de la tercera de
propiedad exige dos precisiones. La primera, es que para que una tercera de propiedad pueda ser admitida no es necesario que la misma se sustente nicamente en un documento privado de fecha cierta o un documento pblico sino que, adems, es posible que una tercera pueda ser sustentada mediante la presentacin de otro tipo de documentos cuya fehaciencia debe ser merituada por el ejecutor coactivo. Tales documentos pueden ser, por ejemplo, contratos privados, letras de
116
cambio, certificaciones de pago mediante cheque u otros instrumentos financieros, libros contables, etctera. La segunda
precisin, y ms importante, es que, a efectos de que una tercera de propiedad culmine de modo favorable, lo nico que
debe probar es que al momento de haberse trabado un embargo ya exista otro propietario. Eso es todo. Lo dicho viene a
colacin debido a la interpretacin errnea que han efectuado algunos ejecutores coactivos respecto al embargo sobre bienes registrables. Se aduce en tales casos que, tratndose de bienes registrables, resulta de aplicacin la regla del derecho
comn que establece que la prioridad en el tiempo de la inscripcin determina la preferencia de los derechos que otorga
el registro, por lo que solo se podr declarar procedente una tercera de propiedad si se prueba que el ttulo que acredita
la propiedad se encontraba inscrito antes de haberse inscrito el embargo. Tal interpretacin no es correcta ya que lo nico
que exige la ley es que se haya producido la transferencia de propiedad en momento anterior al embargo y que, de dicho
evento, exista fecha cierta. Acreditado tal hecho, la tercera de propiedad debe ser declarada procedente. Lo anterior exige
un mayor desarrollo tratndose de bienes inmuebles. No debe olvidarse que el artculo 949 del Cdigo Civil seala que la
sola obligacin de enajenar un inmueble determinado hace al acreedor propietario de l, salvo disposicin legal diferente
o pacto en contrario. Es decir, se consagra un modo de transferencia de propiedad de carcter consensual. Basta el ttulo
(como por ejemplo: un contrato de compraventa) para que se produzca la transferencia de propiedad, no siendo necesario para ello que se inscriba en el registro de propiedad inmueble. Es sabido que, en estos casos, la inscripcin en el registro permite al nuevo propietario oponer su derecho a terceros mediante la publicidad, pero no constituye un requisito para
efectos de la transferencia, la que ya se produjo con anterioridad: MENDOZA UGARTE, Armando. La Ejecucin Coactiva. Lnea Negra Editores, Lima, 2009, pp. 362-363.
94 NINAMANCCO, Fort. Ob. cit., p. 149.
95 Toda la doctrina est conforme en que la doctrina de la apariencia se aplica a hechos sustanciales, incluyendo a los dogmticos formalistas como FALZEA, ngelo. El principio. Ob. cit., p. 206: Ya hemos explicado que la apariencia no
constituye una fattispecie autnoma, sino que opera en el mbito de un acto o negocio jurdico.
117
118
N 655-1995-Lima
N 627-1996-Lima
N 701-1998
N 964-1998-Lima, publicada el
21/10/1998
N 1016-1998-Caete, publicada el
17/09/2000
N 1030-1998-Tacna
N 2134-1998
N 3250-1998-Lambayeque, del
04/06/1999
N 942-1999
N 1784-1999
N 1931-1999-Lambayeque, del
09/11/2001 y publicada el 02/12/2002
N 2807-1999-Callao
N 1974-2000-Cusco, publicada el
01/03/2001
N 2081-2000-Lambayeque, publicada el
01/03/2001
N 2795-2000-Lima, publicada el
30/11/2001
Solo se puede embargar, declara el artculo 1149 del Cdigo de Enjuiciamientos Civiles, los bienes propios del deudor. No
por haberse dejado de inscribir la compraventa se extingue ese contrato de caracterstica consensual, ni pierde su fuerza
probatoria la escritura pblica que lo consigna (). Este acto judicial es en consecuencia infractoria de dicho artculo
1149, y aunque registrado, su mrito legal es nulo. Este caso puede verse en: Anales Judiciales de la Corte Suprema de
Justicia. Tomo III, Ao Judicial de 1907, Imprenta El Lucero, Lima, 1907, pp. 18-24.
119
N 3743-2001-Lima, publicada el
30/05/2003
N 1038-2006-Lambayeque, del
09/10/2008
N 1277-2006-Lambayeque, del
15/08/2006, publicada el 05/01/2007
N 1928-2006-Ayacucho
N 2103-2006-Lima
N 3030-2002-Lima, publicada el
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N 36-2003-Arequipa, publicada el
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N 784-2003-Lambayeque, del
15/07/2003 y publicada el 01/12/2003
N 1603-2003-San Ramn
N 223-2009-Arequipa
N 2710-2003-Lambayeque, del
24/08/2004
N 100-2004-La Libertad
N 1776-2009-Lambayeque, del
08/03/2009, publicada el 30/09/2010
N 2167-2004-Lima, publicada el
03/07/2006
N 5323-2009
N 5532-2009-Lambayeque, del
11/05/2011, publicada el 30/01/2012
N 2230-2004-Ayacucho, publicada el
31/07/2006
120
98 A veces se pretende engaar a los menos avisados hacindoles pasar gato por liebre, como sucedi con la reciente Casacin N 4448-2010-Arequipa, del 29/08/2012, que en realidad no resolvi el fondo, pues se limit a despachar la cuestin,
mediante apretada decisin 4-3, con un argumento exclusivamente procesal: debe sealarse que los argumentos esgrimidos en el recurso se encuentran orientados al reexamen del material probatorio, situacin no prevista en sede casatoria (6 considerando). Por tanto, esta desafortunada sentencia no implica cambio de criterio alguno, pues no se ingresa en
la cuestin de mrito. Un comentario sobre este tema puede verse en: GONZALES BARRN, Gunther. Hasta cundo
seguiremos engandonos con una inscripcin como panacea para todos los males?. En: Actualidad Jurdica. Gaceta
Jurdica, N 232, Lima, marzo 2013, pp. 79-80.
99 En un claro afn de distorsionar la realidad (NINAMANCCO, Fort. Ob. cit., p. 35), se llega a citar como favorables al
embargo las sentencias que declaran infundada la demanda, empero en ellas no se modifica en lo absoluto la doctrina prevaleciente, pues se limitan a establecer que el tercerista no pudo acreditar con documento de fecha cierta la anterioridad
de la transferencia frente al embargo. Es el caso de las casaciones N 1417-2000-Lambayeque y N 720-2011-Lima.
100 Nuevamente se incurre en una falsedad cuando se dice que la tendencia favorable al propietario (no es) claramente dominante (Ibdem, p. 15), cuando en realidad est demostrado que desde hace casi una dcada no se conocen sentencias favorables al embargo sobre la propiedad anterior, por lo que la uniformidad es prcticamente absoluta, pero
en contra de la tendencia de los extremistas. Otro que se engaa a s mismo, sin hacer investigacin alguna es: FERIA
ZEVALLOS, Julio Eloy. La naturaleza de la anotacin de embargo (). Ob. cit., p. 248, cuando dice que hay desconcierto (jurisprudencial) sobre la materia. Estos son ejemplos clarsimos del mediocre nivel de los libros y artculos
de revista que se publican actualmente en nuestro pas.
121
ocurrira si nos encontramos ante derechos de igual naturaleza; as se establece en la Exposicin de Motivos del
Cdigo Civil cuando, refirindose al artculo dos mil diecisis citado, seala:
Este artculo reconoce el principio de
prioridad de rango, que es la que se produce respecto de derechos sucesivamente
inscritos con posibilidad de concurrencia registral. En este caso, los derechos
inscritos no se excluyen pero s se jerarquizan en funcin de la antigedad de
su inscripcin. () Esto se produce, por
ejemplo, cuando un acreedor hipotecario,
sin importar cuando se celebr el contrato
de hipoteca, logra su inscripcin con una
fecha determinada, digamos del primero
de diciembre de mil novecientos ochenta
y cuatro. Posteriormente el quince del
mismo mes, un segundo acreedor hipotecario, tambin sin importar la fecha del
contrato de hipoteca lo inscribe. Es evidente que el primero tendr prioridad
de rango sobre el segundo () (Bigio
Chrem, Jack. Ob. cit., pgina doscientos
once).
()
DCIMO.- Que, de conformidad con lo
expresado en el anterior considerando,
y atendiendo a la necesidad de que la
Corte Suprema de Justicia acte necesariamente como un rgano jurisdiccional que siente lneas jurisprudenciales,
lo cual constituye su verdadero rol institucional, y en tanto no se promueva
un pleno casatorio, conforme al artculo
400 del Cdigo Procesal Civil, esta Sala
Suprema resuelve establecer en concordancia con lo normado en el primer
prrafo del artculo 22 del Texto nico
Ordenado de la Ley Orgnica del Poder
Judicial, que los fundamentos tercero y
sexto de la presente sentencia constituyen principios jurisprudenciales de obligatorio cumplimiento para las instancias
judiciales de mrito, esto considerando
101 El texto de las actas del Pleno puede verse en: <www.gunthergonzalesb.com>.
102 El procedimiento judicial pertenece al mundo del Derecho adjetivo: en l se comprueba la existencia del derecho reclamado y se impone su cumplimiento, pero no se le mejora ni altera en su naturaleza. El crdito no se hace de mejor condicin por efecto o consecuencia de haber sido judicialmente reclamado; y la reclamacin no asegura al actor su triunfo si en
ella interfieren otras fundadas en mejor derecho. Siendo ello as, porque la reclamacin no mejora la condicin del crdito,
se entiende muy bien que lo que el embargo y su anotacin aseguran es, ms que el derecho del actor reclamante, la efectividad de la medida judicial que lo ordena () podemos ahora concluir que no hay incoherencia legal en el hecho de que
123
la misma ley que hace prevalecer el derecho real inscrito sobre el anterior no inscrito que se oponga a l o le sea incompatible, niegue las ventajas de la prioridad sustantiva al crdito preventivamente anotado: GORDILLO CAAS, Antonio.
El principio de inoponibilidad.... Ob. cit., p. 535.
103 El texto de NINAMANCCO, Fort. Ob. cit., hace un esfuerzo intil, pues toda su argumentacin, que se centra bsicamente en el artculo 2022 del CC, no tienen relacin alguna con el tema controvertido, pues dicha norma es inaplicable al
embargo, que no es derecho. En consecuencia, el libro que ha publicado al respecto falla en la premisa, por lo que todo
el razonamiento posterior es simplemente errado.
Por el mismo error de base, es irrelevante el artculo de: PASCO ARAUCO. Ob. cit., pp. 100-105, quien adems se entretiene en criticar las posturas que se basan en la exposicin de motivos del Cdigo Civil, porque tiene 30 aos de antigedad (sic), aunque al parecer se ha olvidado que cuando se trata del artculo 911 del CC, sobre la posesin precaria,
all s sostiene que debe primar la letra de ese Cdigo de 30 aos. Curioso caso de argumento por conveniencia: cuando
la letra de la ley conviene a sus propsitos (cules?), entonces hay que seguirla; pero cuando, segn cree, no, entonces
debe olvidarse del texto legal. Otra falacia en la que se incurre es igualar un embargo trabado contra el deudor del proceso
ejecutivo que lo afecta por ser parte del proceso, por lo que los terceros posteriores sufren la afeccin por efecto de la
norma procesal (art. 656 del CPC), y no por el 2022 del CC, con relacin a un embargo injusto e ilegtimo trabado contra persona ajena al proceso de ejecucin. Diferentes hiptesis, diversas soluciones. La igualacin de ambas solo demuestra que no hay argumentos.
104 ATIENZA, Manuel y RUIZ MANERO, Juan. Ilcitos atpicos. Editorial Trotta, Madrid, 2006, p. 48.
124
Comentario relevante
te
del autor
Nadie puede ser despojado de un
derecho legtimo por la desaprensiva
medida de embargo dictada por algn
juez en el transcurso de un proceso
ejecutivo, sin anlisis completo y plenario sobre la pertenencia del bien al
deudor, pese a lo cual se sostiene a
veces que dicho mandato superficial
permite gravar de modo inexorable
la cosa afectada, por el solo hecho de
la apariencia.
105 MONDJAR PEA, Mara Isabel. El sistema espaol de oponibilidad. Ob. cit., p. 720.
106 MONTERO AROCA, Juan. El proceso de ejecucin. Ob. cit., p. 515.
125
trata de una medida dictada sin certeza suficiente sobre los hechos, y en tal contexto es
lgico suponer en la presencia de errores, por
lo cual, la ventaja que se le otorga al acreedor para solicitar la traba en forma sencilla,
empero, debe equilibrarse con la posibilidad que se le dispensa al tercero para lograr
que el juez enmiende su error, originado por
el apresuramiento y la urgencia, a travs del
proceso de tercera107. En consecuencia, la
debilidad intrnseca de las medidas judiciales ejecutivas, por su carcter superficial, se
compensa o equilibra con el mecanismo procesal destinado a advertir de esa errata108. Lo
contrario implicara una solucin irracional:
el juez se equivoca al haberse guiado por
meras apariencias, al no contar con el necesario debate dialctico entre las partes enfrentadas, no obstante, se le negara al propietario la posibilidad que ese mismo juez corrija
la equivocacin, pues el resultado concreto
sera que el embargo, una vez inscrito en el
registro, no podra alterarse bajo ningn concepto. Una salida de este tipo no es otra cosa
que disfrazar la arbitrariedad y el abuso bajo
la vestimenta harapienta de un sistema jurdico fundado en el formalismo extremo.
Por su parte, el Tribunal Constitucional
Peruano ha sealado con claridad, en diversas sentencias, que el contenido de la propiedad incluye necesariamente la proteccin
del derecho sobre las interferencias externas
ilegtimas, a lo que denomina garanta de
indemnidad109; por tanto, la propiedad no
107 Esta necesidad de equilibrio se conoce desde antiguo: DAZ-BAUTISTA CREMADES, Adolfo. El embargo ejecutivo
Ob. cit., pp. 146-149.
108 La Casacin N 3321-2011-Lima, del 30/05/2013, anul una errada sentencia de vista que haba establecido la doctrina
la propiedad no inscrita no es verdadera propiedad (y de la cual luego se hablar con ms detalle), no obstante, el voto
singular del magistrado Caldern Puertas dice: la tercera es un acto excepcional pues detiene un remate judicial, por
consiguiente su naturaleza es de orden restrictiva, lo que implica una grave confusin de ideas, pues la tercera no es
ninguna medida excepcional, sino el mecanismo jurdico de equilibro que permite corregir los errores del juez de la ejecucin, pues este dicta embargos por solo apariencias o suposiciones, sin certeza ni contradictorio. En buena cuenta, si se
permite embargar a solo pedido del acreedor, entonces se habilita un medio compensatorio para enervar los errores que
surgen de medidas superficiales.
109 Primera sentencia: El derecho de propiedad privada, reconocido por el artculo 2, inciso 17 de la Constitucin, constituye un derecho fundamental cuyo mbito de proteccin o contenido garantiza las facultades de uso, usufructo y la
libre disposicin del bien. Pero, la comprensin constitucional de la propiedad es ms amplia y, prima facie, comprende
126
127
110 La Corte Interamericana define magistralmente el registro declarativo en cuanto el propietario no necesita la inscripcin
para ser reconocido como tal; por el contrario, el registro adquiere relevancia cuando un propietario se enfrenta a un tercero que tambin reclama el bien, por tanto, se tienen dos titulares en conflicto; por lo que el registro, solo en ese caso, se
convierte en criterio de preferencia entre ambos; pero el embargo no es un derecho, sino una medida ejecutiva urgente
dictada sin contradictorio, sin certeza y sin cognicin sobre la propiedad del bien afectado.
111 El rgano jurisdiccional debe respetar al propietario, aun cuando su ttulo no se encuentre inscrito y, por ello, la Corte Interamericana impone el deber del Estado de restituir los bienes a su titular.
112 El acceso a la justicia y el debido proceso se consideran normas internacionales de ius cogens, lo cual significa que son
inderogables por los Estados, aun si no los hubiesen reconocidos en tratados: ACOSTA ALVARADO, Paola Andrea. El
derecho de acceso a la justicia como norma de ius cogens segn la jurisprudencia interamericana. En: VV.AA. Apuntes
sobre el Sistema Interamericano, Universidad Externado de Colombia. Bogot, 2009, pp. 24-27.
128
113 De conformidad con el artculo 139 inciso 2 de la Constitucin, toda persona sometida a un proceso judicial tiene derecho a que no se deje sin efecto aquellas resoluciones que han adquirido la calidad de cosa juzgada, ni modificar su contenido, ni retardar su ejecucin.
El Tribunal Constitucional, sobre el tema, ha sostenido que este derecho garantiza al justiciable que las resoluciones que
hayan puesto fin al proceso judicial no solo no puedan ser recurridas a travs de medios impugnatorios bien porque estos
han sido agotados, bien porque ha transcurrido el plazo legal para interponerlos sino tambin que el contenido de las
mismas no pueda ser dejado sin efecto ni modificado, ya sea por actos de otros poderes pblicos, de terceros o, incluso,
de los mismos rganos jurisdiccionales que resolvieron el caso (STC Exp. N 04587-2004-AA/TC, f. j. 38). En el mbito
de los procesos constitucionales, este derecho encuentra una configuracin expresa en el artculo 22, primer prrafo, del
Cdigo Procesal Constitucional, el cual dispone que la sentencia que cause ejecutoria al interior de estos procesos se
acta conforme a sus propios trminos por el juez de la demanda.
La ejecucin de las sentencias en sus propios trminos, ha dicho el Tribunal en la STC Exp. N 01939-2011-PA/TC, constituye una garanta a favor de las partes procesales con el fin de evitar que se reabra el debate ya clausurado por la sentencia firme. En este sentido: (no) resulta admisible que los contenidos de una resolucin estimatoria puedan ser reinterpretados en va de ejecucin y que incluso tal procedimiento se realice de forma contraria a los propios objetivos restitutorios
que con su emisin se pretende. Producida una sentencia estimatoria, y determinado un resultado a partir de sus fundamentos, es indiscutible que no pueden, estos ltimos, ser dirigidos contra la esencia de su petitorio, de manera tal que este
termine por desvirtuarse (STC Exp. N 01102-2000-AA/TC). En idntica lnea, la sentencia recada en el Expediente
N 00054-2004-AI/TC ha sealado que la cosa juzgada proscribe que las autoridades distorsionen el contenido o realicen
una interpretacin parcializada de las resoluciones judiciales que hayan adquirido tal cualidad. En suma, el derecho a la
ejecucin de las resoluciones judiciales en sus propios trminos presupone una identidad total entre lo ejecutado y lo
establecido en la sentencia.
El Tribunal Constitucional ha expresado reiteradamente esta doctrina, como ocurre en la STC Exp. N 02356-2011-PA/
TC y N 01939-2011-PA/TC.
En tal sentido, el artculo 4 de la Ley Orgnica del Poder Judicial establece que: no se puede dejar sin efecto resoluciones judiciales con autoridad de cosa juzgada, ni modificar su contenido, ni retardar su ejecucin. Por tal motivo, las
resoluciones de ejecucin tienen como base la regla jurdica nacida para el caso particular que emana de la sentencia, bajo
el entendido que la controversia ya est resuelta por una decisin definitiva, que se constituye en el ttulo, fundamento,
paradigma o causa de las actuaciones y decisiones del juez ejecutor. En efecto, el derecho a la efectiva ejecucin de las
resoluciones judiciales, exigible en la etapa de ejecucin de sentencia constituye la materializacin de la tutela jurisdiccional del Estado respecto de aquello que ha sido definido en una sentencia con la calidad de cosa juzgada. Al respecto,
el Tribunal Constitucional ha establecido que el derecho a la efectiva ejecucin de las resoluciones judiciales, impone
especiales exigencias a los sujetos pasivos del derecho, es decir, a los que se encuentran en principio vinculados y, en
particular, a quienes participaron en calidad de partes del proceso y, desde luego, al propio juez (STC Exp. N 000152001-AI/TC, f. j. 12). En la misma lnea: el derecho a la tutela jurisdiccional () garantiza, entre otros aspectos, que
una sentencia con calidad de cosa juzgada sea cumplida en sus trminos. Como consecuencia de ello, se desprende, por
un lado, un mandato de que las autoridades cumplan lo ordenado o declarado en ella en sus propios trminos y por otro,
una prohibicin de que cualquier autoridad, incluida la jurisdiccional, deje sin efecto las sentencias y, en general, resoluciones que ostentan la calidad de cosa juzgada (STC Exp. N 1569-2006-PA/TC, f. j. 4).
Por ltimo, y en reciente pronunciamiento del Tribunal Constitucional: la etapa de ejecucin de sentencia definitiva
no puede convertirse en sede de un nuevo proceso que modifique o anule los efectos de tal sentencia, precisamente
porque desnaturalizara su finalidad de cumplimiento de lo ya decidido en una sentencia firme, concluyente y definitiva,
que por ello tiene la calidad de cosa juzgada. En dicha ejecucin de sentencia, tanto los respectivos jueces como el Tribunal Constitucional tienen la obligacin especial de proteger y efectivizar lo decidido en la sentencia definitiva, sin que
puedan, en ningn caso, reducir, modificar o aumentar los efectos de lo decidido, incorporar nuevas pretensiones o valoraciones que no fueron objeto de debate en el proceso principal que dio origen a la sentencia definitiva, y menos an,
resolver conforme a su moral subjetiva (Auto TC N 00791-2014-PA/TC, de fecha 15 de julio de 2014, en el caso Mateo
Grimaldo Castaeda Segovia).
114 El Tribunal Constitucional ha establecido recientemente que el proceso (arbitral) que no cita al propietario afectado
deviene en ilegtimo y no produce efectos en su contra, por lo que no le alcanza la cosa juzgada que emana del mismo
(STC Exp. N 03841-2012-PA/TC, del 28/11/2013: 9. En tal sentido debemos tener en cuenta que toda vinculacin de
las partes al proceso tiene como objetivo principal el respeto y cumplimiento de la decisin final asumida (tanto en un
129
judicial, administrativo o arbitral como en el caso de autos), razn por la que es necesario y obligatorio para el juzgador emplazar y/o comunicar a todas las personas que puedan tener inters en los resultados del proceso, puesto que solo
se puede vincular con la decisin a quien particip vlidamente en este, a contrario sensu, si no se ha emplazado a una
parte en el proceso, sera invlido, y por ende ilegtima la decisin que obligue su cumplimiento. En conclusin no puede
exigirse al actor el cumplimiento de una decisin en este caso emitida en un proceso arbitral emitida sin su participacin y mucho menos sin su conocimiento, por lo que la exigencia del cumplimiento de dicha decisin respecto a aspectos
que competen al actor vulneran su derecho al debido proceso, de defensa y de propiedad). Pues bien, con idntica razn,
esta misma solucin se aplica para cualquier otro proceso.
130
DOCTRINA
Una excesiva tutela del propietario formal terminara privilegiando los derechos del papel,
olvidando la vida, desincentivando la explotacin de la riqueza y dando origen a conflictos sociales de dimensiones insospechadas, ya que los
poseedores de larga data no tendran la posibilidad de que su trabajo expresado durante mucho
tiempo pueda asegurarles la adquisicin de una
titularidad. En buena cuenta, sera premiar al
ocioso especulador, que no hace nada; y por otro
lado, castigar al laborioso productor que genera
riqueza. Esta situacin se presentara, por ejemplo, cuando la usucapin se prohbe o cuando
simplemente se imponen requisitos desmesurados para su actuacin.
Por otra parte, la exagerada proteccin de la posesin, sin un plazo prudencialmente extenso, dara lugar a la disolucin del concepto de propiedad,
pues ambas figuras terminaran confundidas con el
problema social que en ello tambin est implicado. En efecto, una posesin por tiempo reducido,
que termina en usucapin (un ao, por ejemplo),
incentivara conflictos dominicales de todo orden,
pues los ocupantes podran reclamar rpidamente
la adquisicin del derecho. De esa forma, el propietario temera ceder el bien por las consecuencias
negativas de la posesin ajena; y finalmente solo se
16 DE DICIEMBRE DE 2013 Ao I N. 51 1
DOCTRINA
DOCTRINA
menor ante la imposibilidad de probar el dominio de manera incontrovertible. Todo lo contrario, pues nos encontramos ante una institucin
jurdica que se radica en el mundo de la vida, no
en el de las meras formas o abstracciones, que
vivifica da a da la propiedad, la hace humana y
social, le da concrecin y efectividad.
Sin la prescripcin adquisitiva, la propiedad
podra reducirse a un conjunto de artificios tcnico-jurdicos, siempre favorables a las clases detentadoras de la riqueza, que por eso mismo dominan los artificios, pero alejado del ser humano
y su sentir. Otra cosa sucede en el sistema jurdico alemn, que pretendi excluir la usucapin
del mbito de los bienes inmuebles, por lo que
dio lugar a un ordenamiento excesivamente formalista, sin vida, reducido a rituales, por lo que
modernamente es objeto de severas crticas (10).
IV. POR DEFINICIN, LOS MODOS ORIGINARIOS
DE ADQUISICIN SON MS PODEROSOS QUE
LOS DERIVADOS
Los modos derivados son aquellos en los cuales se produce un acto de transmisin del derecho, es decir, dos sujetos estn causalmente
vinculados de tal suerte que uno da y el otro recibe. En tal caso, la adquisicin de la propiedad,
por ejemplo, est sujeta y condicionada a que el
transmitente sea titular del derecho; en caso contrario, uno nada transfiere y el otro nada recibe.
El principio general que rige los modos derivados
es el viejo brocardo nemo plus iuris, esto es, nadie da ms derecho del que tiene.
Por el contrario, los modos originarios son aquellos en donde el sujeto se convierte en titular por
encontrarse en la hiptesis que la norma reconoce
como causante del efecto adquisitivo, sin que el
anterior propietario preste su voluntad favorable a
la transferencia o sin que se produzca un fenmeno legal de transmisin (dar y recibir). El caso ms
frecuente, pero no nico, lo constituye la usucapin o prescripcin adquisitiva de dominio, pues
en ella el nuevo titular adquiere por s mismo, por
el solo hecho de poseer, durante un plazo y bajo
ciertas condiciones; sin que el antiguo dueo preste consentimiento o autorice la transmisin.
Las adquisiciones originarias operan ex novo,
ya que el titular estrena el derecho o lo recibe novedosamente, sin vinculacin alguna con el anterior propietario. En tal sentido, aqu no interesa
la regla nemo plus iuris, porque no existe acto
de transmisin del primigenio titular hacia el
nuevo adquirente, ya que este recibe el derecho
por su propia actividad, sin vinculacin causal
alguna con el anterior propietario. Por tanto, en
esta hiptesis se produce un claro rompimiento
de la cadena del dominio, una especie de lnea
divisoria por la cual el titular primigenio termina
su historia; mientras el nuevo titular comienza la
suya sin vinculacin alguna con el pasado.
En las adquisiciones originarias no interesa dilucidar quin es el propietario, pues el dominio
igual se pierde, sea quien fuese el titular previo.
Por tanto, se trata de un mecanismo absoluto
de obtencin de la propiedad, ya que se produce
por s mismo, con el solo cumplimiento de los
presupuestos que la configuran, de manera independiente y sin relacin alguna con el titular
anterior. Siendo as, la historia previa del dominio nada interesa frente al poseedor usucapiente,
por lo que este se impone sobre cualquier ttulo.
Revista JURiDICA THOMSON REUTERS
Por el contrario, las adquisiciones derivadas estn condicionadas a la existencia del derecho en la
cabeza del transmitente, por lo que estamos en presencia de un mecanismo relativo y condicionado.
El propietario por ttulo originario se opone a
cualquier propietario derivado, ya que el primero no
tiene lmites y adquiere contra cualquiera, sea cual
fuese el ttulo que ostente; por tanto, la usucapin
es ms poderosa que el registro y su tracto sucesivo
(publicidad de actos de transmisin y adquisicin
derivativas). El propietario a ttulo derivado, por
ms inscripcin que tenga, nada puede hacer frente
a la usucapin previa o sobrevenida de un tercero;
por lo cual, o no adquiere el derecho (ya le pertenece al usucapiente), o lo pierde seguidamente.
Esa es la razn de fondo que se encuentra detrs de la doctrina francesa e italiana, para quienes carece de sentido cuestionar la indudable
primaca del poseedor con prescripcin adquisitiva a su favor. La adquisicin del derecho no
est, en efecto, subordinado a la posicin del precedente titular (11).
Incluso los propulsores extremos del anlisis
econmico del derecho estn de acuerdo en que
el registro no es infalible y tampoco registra los
abandonos de la tierra por los antiguos propietarios. En tal caso, el silencio del anterior domino
hace que la posesin del ocupante lo convierta en
propietario (12). Ello implica que la usucapin se
constituye en el mecanismo final para la adquisicin del dominio, pues entra en juego cuando
los registros son errneos, esto es, la posesin
corrige al registro! (13).
El artculo 950 del Cdigo Civil peruano es bastante elocuente. Establece: La sentencia que declara la prescripcin adquisitiva es ttulo suficiente
(11) Bianca, Massimo (2006). Diritto civile 6. La
DOCTRINA
DOCTRINA
DOCTRINA
CAUSAS DE CONSTITUCIN
El contrato es el tpico instrumento de cooperacin que utilizan los particulares para satisfacer
sus necesidades de orden patrimonial, ya sea para
atribuirse bienes o pertenencias de bienes, o para
prestarse servicios o abstenciones. As, no resulta extrao que la constitucin de servidumbres
DOCTRINA
Otra forma de constitucin es a travs del tpico negocio mortis causa (testamento), a travs de
un legado de uso.
El legado de servidumbre, sin embargo, queda
revocado si el testador dispuso en vida del bien.
LEY
El artculo 1035 del Cdigo Civil tambin seala que la ley es causa de nacimiento de las servidumbres. Sin embargo, aqu la hiptesis no
es similar a la del usufructo legal, el cual se entiende constituido automticamente (ope legis)
cuando se produce la consumacin del supuesto
de hecho, esto es, que los hijos menores de edad
sean propietarios de bienes; en cambio, la servidumbre legal requiere inexorablemente la decisin de una autoridad para consumarse, ya sea
judicial o administrativa. As, pues, se entiende
que la servidumbre legal de paso necesita de una
decisin judicial para constituirse (artculos 1051
y 1052 del Cdigo Civil); por otro lado, existe una
multiplicidad de servidumbres administrativas
que requieren autorizacin por acto administrativo expreso de los distintos sectores, ya sea de
minera, concesiones elctricas, hidrocarburos,
etctera (5).
El Cdigo Civil regula una modalidad de servidumbre legal, la de paso, que se establece en
beneficio de los predios que no tengan salida a
los caminos pblicos (artculo 1051 del Cdigo
Civil). En realidad, la ley no la constituye automticamente, sino que establece el presupuesto legal (predio enclavado) para que el juez la
constituya mediante sentencia, una vez que lo
solicite el afectado y pague la valorizacin judicial (artculo 1052 del Cdigo Civil). Por tal
motivo, ms propio sera llamarla servidumbre
forzosa o coactiva antes que legal, pues la base
de su nacimiento no se encuentra en acto de
voluntad.
La sentencia o resolucin administrativa de
servidumbre legal es constitutiva, pues antes de
ello no existen los elementos configuradores in
specie del derecho. Por tanto, si una norma dice
que en caso de predio enclavado, sin salida a los
caminos pblicos, se tiene derecho a la servidumbre legal; sin embargo, la sola vigencia de la
norma legal (hiptesis abstracta) no hace aparecer automticamente la servidumbre (hiptesis
concreta), pues se requiere la concrecin a travs
de la determinacin de los predios sirviente y dominante, el gravamen especfico del sendero, entre otros elementos. Que necesitan determinarse
por acto expreso.
DOCTRINA
4 Ao II N. 56 27 DE ENERO DE 2014
Una afirmacin en sentido contrario es tan absurda como pensar que un contrato preparatorio,
sin los elementos esenciales del definitivo, puede
dar lugar a una sentencia declarativa del definitivo, pues el juez declarara la preexistencia de
un contrato, pero de cul?, si no se conoce sus
elementos esenciales.
En resumen, la servidumbre legal de paso nace
por sentencia constitutiva, pero se defiende por
sentencia declarativa (confesoria), pues precisamente el derecho ya existe gracias a la primera
sentencia. No es lo mismo nacer que defenderse,
salvo que alguien pretenda igualar el parto con la
legtima defensa que ejerce el que ya naci. Por
tanto, es perfectamente coherente sostener que
la sentencia constituye la servidumbre legal de
paso (pues, antes no existen sus elementos esenciales), pero la defensa del derecho, ya creado,
se realiza a travs, obviamente, de la sentencia
declarativa (accin confesoria), no solo para esta
modalidad de servidumbre, sino para todas. La
confusin surge en la pretendida y errnea
identificacin entre la sentencia de nacimiento
del derecho con la sentencia de proteccin del
derecho (ya nacido).
PRESCRIPCIN ADQUISITIVA
27 DE ENERO DE 2014 Ao II N. 56 5
DOCTRINA
6 Ao II N. 56 27 DE ENERO DE 2014
DOCTRINA
de una servidumbre (22). Tratndose de un dere(22) La posesin de la servidumbre debe ser inobjetable
8 Ao II N. 56 27 DE ENERO DE 2014
cho tpicamente predial, los plazos de la usucapin son los mismos que para los inmuebles, es
decir, cinco aos para la usucapin ordinaria y
diez aos para la extraordinaria (artculo 1040 del
Cdigo Civil). No obstante, debemos mencionar
que existen otros ordenamientos en los que, adems, se prohbe la usucapin ordinaria de las servidumbres; es el caso del artculo 537 del Cdigo
Civil espaol, aunque el tema es discutido (23).
Nuestro Cdigo no sigue ese criterio, y admite
cualquiera de las dos modalidades de usucapin,
siempre que se trate de servidumbres aparentes.l
2.
PROCEDIMIENTOS
ADQUISITIVA
DE
DECLARACIN
DE
PRESCRIPCIN
MESSINEO, Francesco.
NICOLIELLO, Nelson.
cuenta del propietario a travs de una especie de representacin legal. Era el caso de los tutores y curadores, del mandatario, del acreedor
prendario o hipotecario que poda vender la cosa cuando el propietario no cumpla con el pago de la obligacin.
4
ALVAREZ CAPEROCHIPI. Jos Antonio, Curso de derechos reales., Tomo I, pg. 18. El mismo autor agrega
Si todo hecho jurdico se apoya en una situacin jurdica inicial, ello quiere decir que la eficacia de todo negocio jurdico
depende de que ste haya sido realizado por el sujeto de la situacin jurdica inicial y de la efectiva realidad de su titularidad. As resulta
obvio que la consumacin de cualquier negocio dispositivo sobre un bien inmueble depender de la titularidad que el transferente tenga
sobre dicho bien, es decir, que se trate de su propietario. La prueba se preestablece con el ttulo de adquisicin, en especial, tratndose de
bienes inmuebles: ROMERO VIEITEZ, Manuel A. y otros. Problemas que afectan al principio de seguridad jurdica derivados de un
Incluso, en el Derecho romano clsico la usucapin estaba prohibida para las cosas robadas o para las cosas adquiridas por
violencia, aun en el caso de que stas se hallasen en manos de un poseedor de buena fe. En el Derecho clsico la figura del hurto era
muy amplia, e inclua los supuestos de la cosa prestada o depositada que haban sido enajenadas por el prestatario o el depositario. Por
tanto, en estos casos tampoco era posible la usucapin: SCHULZ, Fritz.
En el Derecho moderno no existen estas restricciones, ya que se considera fundamental la seguridad en el trfico
jurdico de bienes; sin embargo, el plazo de posesin exigido se ampla en las situaciones en que el poseedor acta de mala fe.
produzca dicho resultado. Bien podra decirse que lo contencioso se caracteriza por
contraponer una voluntad de querer y, frente a ella, una voluntad de negar.
La resolucin del contrato por incumplimiento es tambin una tpica hiptesis
contenciosa, pues la peticin de extinguir en forma sobrevenida el vnculo contractual
se encuentra enfrentada con aquella que busca mantener dicho vnculo. Y no basta que
el demandado no se oponga para eliminar su carcter contencioso, ya que, en primer
lugar, el silencio no es manifestacin de voluntad; y en segundo lugar, porque la
decisin de resolucin extingue los derechos de la contraparte, fulmina la relacin
jurdica en la que haba otro involucrado y modifica la situacin pre-existente. Por tanto,
cuando se lesiona la posicin jurdica de un sujeto determinado, actuando contra su
voluntad o sin ella, entonces el tema se califica como naturalmente, o por esencia,
contencioso.
Por el contrario, cuando una peticin no se dirige contra alguien en particular, por
cuanto no se sabe si existe o no algn posible afectado, entonces claramente estamos en
presencia de un asunto no contencioso. En efecto, contra quin, en concreto, se pide
algo? Si es contra nadie en particular, entonces el tema carece de conflictividad, propia
de la funcin jurisdiccional.
Distinta es la situacin cuando s se conocen personas afectadas, pero se desconoce sus
nombres, en cuyo caso el tema tiene carcter contencioso. Por ejemplo, un propietario
pretende demandar a un grupo de poseedores por reivindicacin. Los sujetos existen, sin
dudas, pero no se conoce sus identidades, por lo que habr de adoptar una forma
especial de notificacin, pero la naturaleza del proceso no cambia.
Ntese la diferencia: cuando existen sujetos determinados a quienes se les afecte con
una peticin jurdica, ya sea que se conozca sus nombres o no, entonces el asunto es
contencioso. En cambio, cuando no existan sujetos determinados, sino meramente
eventuales o hipotticos, y por tal motivo obviamente se desconoce sus identidades,
entonces el asunto es no-contencioso.
En la sucesin intestada, por ejemplo, la peticin de un sujeto para que se le declare
heredero no se contrapone a la voluntad de ningn sujeto determinado. Es decir, no
hay alguna persona concreta a quien se le vaya a extinguir un derecho o se le modifique
una situacin jurdica previa8. Justamente, por ese motivo, se hace necesaria la
publicacin de edictos, pues al no existir una persona concreta a quien se le afecte o
lesione en sus intereses o derechos, entonces la peticin califica de no contenciosa.
Lo propio ocurre con la rectificacin de partidas, ya que el solicitante no se opone a
nadie en particular con su peticin de modificacin de datos. En efecto, contra quin
contiende? Se podra decir que l litiga contra cualquier hipottico afectado, pero eso
implica, precisamente, que el asunto no se dirige contra algn sujeto en concreto, razn
por la que estamos nuevamente ante un tema no contencioso.
Es claro, pues, que en todos estos casos se requiere la publicacin de edictos como
forma de notificacin a la generalidad; y siendo ello as se colige que solo existen
demandados hipotticos, pero ninguno individualizado.
Distinta es la situacin en la prescripcin adquisitiva, pues en tal caso una persona
concreta y determinada sufrir la extincin del dominio, contra su voluntad. Siendo ello
as, por naturaleza, se trata de un asunto contencioso.
8
Por supuesto siempre cabe que el solicitante falsee la informacin que le proporciona al notario, pero
ello no elimina que con los recaudos presentados la peticin se califique de no contenciosa.
Los modos derivados son aquellos en los cuales se produce un acto de transmisin del
derecho, es decir, dos sujetos estn causalmente vinculados de tal suerte que uno da y el
otro recibe. En tal caso, la adquisicin de la propiedad, por ejemplo, est sujeta y
9
Los modos de adquisicin de la propiedad no cuentan con una regulacin legal genrica y orgnica, a la
sazn de la teora del negocio jurdico (arts. 140 ss. CC), sino que cada uno de los modos especficos
recibe un determinado tratamiento normativo.
condicionada a que el transmitente sea titular del derecho; en caso contrario, nada
transfiere y el otro nada recibe. El principio general que rige los modos derivados es el
nemo plus iuris, esto es, nadie da ms derecho del que tiene. El contrato y la sucesin
hereditaria son dos supuestos tpicos de adquisiciones derivadas o derivativas, puesto
que el enajenante (vendedor o causante) debe contar con el derecho para que pueda
transmitirlo eficazmente al adquirente (comprador o heredero).
Los modos originarios son aquellos en donde el sujeto se convierte en titular por
encontrarse en la hiptesis que la norma reconoce como causante del efecto adquisitivo,
sin que el anterior propietario preste su voluntad favorable a la transferencia, o sin que
se produzca un fenmeno legal de transmisin (dar y recibir). El caso ms frecuente,
pero no nico, de modo originario lo constituye la usucapin o prescripcin adquisitiva
de dominio, pues en ella el nuevo titular adquiere por s mismo, por el solo hecho de
poseer durante un plazo y bajo ciertas condiciones; sin que el antiguo dueo preste
consentimiento o autorice la transmisin. Debemos convenir con la opinin siguiente:
La usucapin es un modo originario de adquirir el derecho usucapido, en cuanto que
la adquisicin no se basa en derecho anterior alguno, es decir, el usucapiente no lo
hace suyo porque el que lo tena se lo transfiera (relacin de causalidad), sino que se
convierte en titular del mismo con independencia de que antes lo fuese otra personaporque ha venido comportndose como tal. Y es como consecuencia de que un nuevo
derecho, incompatible con el anterior, se establece sobre la cosa, por lo que pierde el
suyo quien antes lo tuviera sobre la misma10.
El art. 950 CC es bastante elocuente: La sentencia que declara la prescripcin
adquisitiva es ttulo suficiente para cancelar el asiento del antiguo dueo. De esta
norma se deduce inequvocamente el carcter originario de la usucapin, pues el nuevo
propietario no recibe el bien por transmisin del anterior titular, sino que lo adquiere por
s mismo y, en tal condicin, rompe la historia de dominio. Por tanto, resulta correcto
decir que la sentencia declarativa cancela el asiento del antiguo dueo, pues termina la
situacin propietario anterior y nace una nueva, pero sin relacin causal entre una y otra.
10
Por tal razn, y luego de un debate doctrinal intenso, por fin nuestra jurisprudencia
viene consolidando la tesis de que el propietario con ttulos incluso- puede tambin
solicitar a su favor la declaracin de usucapin. En forma clara la Corte Suprema dice lo
siguiente: La usucapin es, antes que nada, el medio por excelencia de prueba de la
propiedad, y por tanto es un mecanismo idneo para el mismo propietario, sea que este
cuente con requisitos de orden jurdico formal, o sea que el poseedor no cuente con este
tipo de requisitos formales, por no haber tenido nunca o por haberlos extraviado (por
ejemplo: los ttulos) o por ser de dudosa configuracin (Casacin No. 2432-2000Lima).
Nuestra doctrina, para explicar este cambio de criterio, sostiene que la prescripcin
adquisitiva sirve tambin, y fundamentalmente, como prueba del dominio, y por tal
razn el propietario queda habilitado para recurrir a la usucapin 11. Se dice, tambin,
por parte de una doctrina menor, cuyo afn se reduce a la copia de ideas ajenas -muchas
veces mal copiadas-, que la prescripcin adquisitiva tiene un objetivo saneador,
aproximando el registro hacia la realidad12.
11
AVENDAO VALDZ, Jorge. El Registro Predial y la seguridad jurdica en los predios rsticos.
EN: Thmis. Revista de Derecho, No. 26, pg. 65.
12
BECERRA SOSAYA, Marco. Se debe siempre notificar al titular registral en un procedimiento de
prescripcin adquisitiva? Razones para modificar urgentemente el Decreto Legislativo No. 667 y acabar
con un injusto. EN: Dilogo con la jurisprudencia, No. 117, Gaceta Jurdica, Lima, junio 2008, pg. 45.
En consecuencia, para llegar a buen puerto ser necesario sostener que, incluso en la
denominada prescripcin del propietario, siempre la usucapin es un modo adquisitivo
(art. 950 CC). Por tal razn, debe compartirse la siguiente opinin: la usucapin
cumple, es cierto, a veces la funcin de consolidar una adquisicin incompleta, o la de
sustituir un ttulo vlido o justo ttulo, como es el caso de la usucapin ordinaria, pero
ello no quita que sea siempre su naturaleza un modo de adquirir13.
En segundo lugar, si hablamos de medio de prueba, entonces ello significa que la
usucapin es un simple agregado que casi nada aporta, con lo cual se le degrada de
jerarqua. Nuevamente se confunde la funcin social o econmica con la funcin
jurdica. En realidad, la prescripcin es siempre un modo adquisitivo, y no solo prueba,
por lo cual el titular del dominio adiciona una nueva causa legal que justifica la
adquisicin; es decir, deviene en propietario en virtud de dos mecanismos jurdicos a
falta de uno. Si ello es prueba de la propiedad, entonces lo ser solo en sentido
metafrico, pues evidentemente se trata de un refuerzo o consolidacin de una situacin
existente.
Por las razones expuestos debemos concluir que la llamada prescripcin adquisitiva del
propietario es viable, pero por distintos fundamentos. Cuando un comprador con ttulo,
por ejemplo, pretende la declaracin de usucapin no busca probar la propiedad, sino
contar con una nueva causa jurdica de adquisicin que reafirme o consolide su
situacin jurdica, la cual elimine dudas y posibilite el acceso al registro.
13
Pues bien, un propietario con contrato de compraventa ya es titular a tenor del art. 949
CC, pero a ello puede sumar una segunda causa jurdica de adquisicin: la
usucapin del art. 950 CC, de tal suerte que dicho titular puede considerarse como tal
ya sea por contrato o por prescripcin adquisitiva. El tema no es balad, y tiene
importancia, pues en caso que el contrato de venta se anule, por ejemplo, o quien vendi
resulte no ser domino, entonces ese comprador igual ser propietario, ya no por el
contrato, sino por la usucapin.
Por tanto, la prescripcin del propietario no constituye prueba de la propiedad (que en
todo caso es la funcin social y econmica de dicho instituto, pero no su consecuencia
jurdica), sino que dicho titular suma una nueva causa legal de adquisicin que reafirma
y consolida su posicin jurdica, y que entre otros aspectos beneficiosos, por ejemplo, le
permite inscribir en el registro. Siendo ello as, la usucapin siempre se constituye,
incluso en el caso de la prescripcin del propietario, en un modo de adquisicin del
dominio. Ello no quita, por supuesto, que dicha funcin jurdica permita regularizar
situaciones dudosas, inciertas o defectuosas, y que en esa medida, solo en el mbito
sociolgico, la usucapin permita contar con una prueba decisiva de la propiedad.
En tal contexto, no caben dudas que la prescripcin del propietario es una hiptesis no
conflictiva, pues el ya titular suma una nueva causa de adquisicin. Aqu el notario
14
Cuando subsiste un ttulo idneo para la adquisicin a ttulo derivativo, el adquirente, poseyendo,
puede tambin usucapir y, por tanto, valerse de la adquisicin a ttulo originario, especialmente en el
plano probatorio. Si, por ejemplo, el ttulo es inidneo, porque invlido o ineficaz, si hay entrega puede
solo madurar la usucapin, no estando la posesin inhabilitada por el vicio del ttulo, que incide solo
sobre la adquisicin del derecho. GAZZONI, Francesco. Manuale di Diritto Privato, ESI, Npoles 1998,
pg. 232.
15
Esta ltima situacin se present en la famosa finca de Riva Agero, posteriormente legada a la
Pontificia Universidad Catlica del Per, ya que en los antecedentes del dominio se advierte que el
derecho se origina por remate judicial (de todo el predio) y por compra ( de una porcin que el rematante
ya lo consideraba incluido, pero que un colindante lo discuti en un proceso que dur ms de 30 aos).
Ntese que existen dos causas jurdicas de adquisicin, a la cual poda sumarse una tercera: la usucapin.
podr intervenir para efecto de consolidar una posicin jurdica, y no para crearla. Por
tanto, la actuacin de este trmite deber requerir la prueba de los contratos por los
cuales se acredite que el poseedor cuenta con ttulos de dominio, si bien en documento
privado, defectuosos o imperfectos.
16
RAMREZ CRUZ, Eugenio. Tratado de Derechos Reales, Tomo II, pg. 288..
Los ttulos supletorios proceden cuando no existe ttulo, y el propietario slo cuenta
a su favor con la posesin.
Teniendo en cuenta que el solicitante slo puede exhibir la posesin, ser necesario
acreditar el plazo requerido para consumar la usucapin o prescripcin adquisitiva
extraordinaria (larga). Ya en la Exposicin de Motivos del Cdigo de 1911 se
indicaba que el plazo requerido para los ttulos supletorios era de cuarenta aos en
virtud a lo dispuesto por el entonces vigente Cdigo Civil de 1852, reducida luego a
treinta aos y actualmente fijada en diez aos. Resulta evidente que si el solicitante
de ttulos supletorios carece de documentos comprobadores de su dominio, entonces
17
Por tal razn, deben rechazarse las afirmaciones referidas a que la ley sustantiva o
procesal no ha establecido un plazo posesorio mnimo para solicitar los ttulos
supletorios y, por tanto, las normas reglamentarias pueden establecer el que se les antoje
con total discrecionalidad20. Ello por razn de lo siguiente:
19
Sin embargo, en el caso de los predios rurales el solicitante de los ttulos supletorios deber acreditar
una posesin temporal de cinco aos (novena disposicin complementaria Dec. Leg. 653).
20
Un desconocimiento absoluto de la naturaleza de los ttulos supletorios, y de su historia, se demuestra
en este prrafo: Al respecto, cabe mencionar en primer lugar que, la ley no fija ningn plazo mnimo de
posesin para el trmite de otorgamiento de ttulos supletorios, como s lo hace para la prescripcin
adquisitiva de dominio, tampoco el Cdigo Procesal Civil, al que se remite el trmite de ambos institutos
en la ley, establece un plazo mnimo de posesin como s lo haca el Cdigo de Procedimientos Civiles
derogado: PALACIOS LEN, Nlida. Aspectos relevantes de la regularizacin de edificaciones. EN:
Temas de Derecho Registral, Tomo V, SUNARP, Lima 2001, pg. 31.
Este cuestionable criterio se cae por s solo si tenemos en cuenta lo siguiente:
- Los ttulos supletorios tienen exactamente la misma naturaleza que la prescripcin del
propietario (vase texto principal), con la diferencia de que se carece de ttulos, por lo que no es
necesario establecer un plazo especial distinto al de la usucapin extraordinaria, en donde
tampoco interesan los ttulos.
- El que invoca ttulos supletorios dice ser propietario, por lo que debe acreditar que se ha
producido un modo adquisitivo del dominio a su favor, y ese solo puede ser la usucapin
extraordinaria. En caso contrario, por qu tendramos que reconocerle la condicin de titular?
- El Cdigo Procesal Civil no puede regular un tema sustantivo como el plazo de la usucapin o
de los ttulos supletorios
Una ejecutoria reciente de la Corte Suprema ha ratificado que la formacin de ttulos supletorios se
sustenta en la POSESIN, lo cual es de una lgica evidente por cuanto la hiptesis se produce ante la
carencia de ttulos: CAS. N 1633-2001 TACNA. Lima, primero de octubre de dos mil dos.- LA SALA
CIVIL PERMANENTE DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA DE LA REPUBLICA; Con el
acompaado, vista la causa en Audiencia Pblica de la fecha y; producida la votacin con arreglo a ley,
se emite la siguiente sentencia. 1. MATERIA DEL RECURSO. Se trata del recurso de casacin
interpuesto a fojas ciento treintisis por doa Mercedes Mara Moscoso Viuda de Gmez contra la
resolucin de vista de fojas ciento treinticuatro, su fecha veintitrs de abril del dos mil uno, expedida por
la Sala Mixta Descentralizada e Itinerante de la Corte Superior de Justicia de Moquegua Ilo, que
declara nulo e insubsistente todo lo actuado a partir de la sentencia apelada de fojas ciento doce, su
fecha diecinueve de diciembre del dos mil, reponiendo la causa de dicho estado, disponiendo que el
Primer Juzgado Mixto de Mariscal Nieto lleve a cabo la audiencia del medio probatorio indicando, y
continuar el trmite del proceso en la forma de ley; en los seguidos con don Oscar Osterling Fernndez
Dvila, sobre formacin de ttulos supletorios. 2. FUNDAMENTOS POR LOS CUALES SE HA
DECLARADO PROCEDENTE EL RECURSO. Concedido el recurso a fojas ciento treintinueve, fue
declarado procedente por este Supremo Tribunal mediante resolucin de fecha siete de agosto del dos
mil uno, que obra a fojas diecisis del cuaderno de casacin, por la causal prevista en el inciso 3 del
artculo 386 del Cdigo Procesal Civil, relativa a la contravencin de las normas que garantizan el
derecho a un debido proceso. 3. CONSIDERANDOS: Primero.- En el presente caso, la recurrente
sostiene que la resolucin de la Sala Superior le resulta lesiva, al disponer la realizacin de una
inspeccin judicial para verificar la posesin de la demandante sobre el inmueble sub litis, ya que no se
pretende en este proceso la prescripcin adquisitiva, supuesto en el cual el posesionario pide para s se
le declare propietario por el transcurso del tiempo, sino que en el caso de autos, el propietario sin
documentos inicia el proceso para que se acredite su titularidad en la propiedad y se le otorguen
judicialmente dicho documentos; y, si bien la sentencia de vista contiene una motivacin, sta resultara
aparente por no tener racionalidad ni razonabilidad, ya que la valoracin de las pruebas debe respetar
las reglas de la sana crtica. Segundo.- Cabe anotar que las pretensiones relativas a ttulo supletorio,
prescripcin adquisitiva y rectificacin de reas o delimitacin de linderos se tramitan como proceso
abreviado, las mismas que se encuentran reguladas en la Seccin Quinta, Ttulo II, Captulo II,
Subcaptulo 2 del Cdigo Procesal Civil. Tercero.- Asimismo, hay que sealar que quien formula la
demanda de ttulo supletorio es el propietario de un bien que carece de documentos que acrediten su
derecho contra su inmediato transferente o los anteriores a ste o sus respectivos sucesores para obtener
el ttulo de propiedad correspondiente, conforme dispone el inciso 1 del artculo 504 del acotado Cdigo
Procesal. Cuarto.- Es materia de autos, la demanda de ttulos supletorios interpuesta a fojas cuarenta
por doa Mercedes Mara Moscoso Viuda de Gmez, con el objeto de que se le otorgue el ttulo de
propiedad respectivo sobre el inmueble ubicado en calle Moquegua nmero mil ciento setentids, distrito
de Moquegua, provincia de Mariscal Nieto, departamento de Moquegua, por cuanto indica haberlo
adquirido mediante documento privado del ao mil novecientos cincuenta, el mismo que se ha
extraviado; sin embargo, refiere que desde el ao mil novecientos cincuentiuno viene conduciendo el
predio hasta la actualidad y ejerciendo poderes sobre el mismo, tales como el darlo en alquiler a
diferentes personas de la localidad. Quinto.- En tal sentido, resulta conveniente sealar que en este tipo
de procesos el juzgador deber dilucidar respecto de la propiedad, pues solo ser amparada la demanda
si se encuentra acreditada la condicin de propietario de la actora, conforme fluye del inciso 1 del
artculo 504 de nuestro ordenamiento procesal civil. Sexto.- Sin embargo, cabe sealar que una de las
formas para corroborar la propiedad alegada es justamente la posesin por parte de la accionante
respecto del bien (materia de litigio), toda vez que de acuerdo al artculo 896 del Cdigo Procesal civil,
la posesin es el ejercicio de hecho de uno o ms poderes inherentes a la propiedad. Sptimo.- En
consecuencia, se aprecia que resulta necesaria la realizacin de la inspeccin judicial en el predio
materia de litis, a fin de verificar las condiciones del mismo, constatando si la demandante se encuentra
en posesin mediata o inmediata o si existe un tercero que ejerce la ocupacin; todo ello con el objeto de
formar conviccin en el juzgador respecto de la titularidad de la recurrente sobre el citado bien; por lo
que no se evidencia la configuracin de la denuncia adjetiva. 4. DECISION: Estando a los
considerandos precedentes, con lo expuesto en el dictamen del Seor Fiscal Supremo en lo Civil y en
aplicacin de lo previsto en el artculo 397 del Cdigo Procesal Civil; 4.1. Declararon INFUNDADO el
recurso de casacin interpuesto a fojas ciento treintisis por doa Mercedes Mara Moscoso Viuda de
Gmez; en consecuencia, NO CASARON la resolucin de vista de fojas ciento treinticuatro, su fecha
El ttulo supletorio, como proceso judicial o notarial por el cual un propietario solicita
se le reconozca esa condicin jurdica por virtud de la posesin, tiene una identidad con
veintitrs de abril de dos mil uno, expedida por la Sala Mixta Descentralizada e Itinerante de la Corte
Superior de Justicia de Moquegua-Ilo, que declara nulo e insubsistente todo lo actuado a partir de la
sentencia apelada de fojas ciento doce, su fecha dicienueve de diciembre del dos mil (publicada el 03 de
diciembre del 2002).
22
Es tan cierta la identidad sustancial existente entre ambas figuras que la jurisprudencia registral ha
admitido, con buen criterio, que la sentencia judicial declarativa de prescripcin adquisitiva de dominio es
ttulo suficiente para la inmatriculacin de una finca. Lo ocurrido en este caso es que la sentencia de
usucapin y la sentencia de ttulos supletorios producen los mismos efectos (entre ellos, la
inmatriculacin) por tratarse de una institucin jurdica unitaria.
23
Con toda razn, se ha considerado que no es posible eliminar de la vida jurdica a la usucapin, basada
en un estado fctico inmemorial, que no teme a la pretensin de terceros, por cuanto se trata de un
instituto que otorga una presuncin indiscutible de conformidad a derecho: SACCO, Rodolfo y
CATERINA, Raffaelle. Il Possesso, Giuffr, Miln 2000, pg. 493.
la llamada prescripcin del propietario, es decir, aquella figura por la cual un domino
resulta invocando la usucapin.
La prescripcin del propietario no constituye prueba de la propiedad (que en todo
caso es la funcin social y econmica del instituto, pero no su consecuencia jurdica),
sino busca que el titular cuente con una nueva causa legal de adquisicin que reafirma y
consolida su posicin jurdica, y que entre otros aspectos beneficiosos, por ejemplo, le
permite inscribir en el registro. Siendo ello as, la usucapin siempre se constituye,
incluso en el caso de la prescripcin del propietario, en un modo de adquisicin del
dominio. Ello no quita, por supuesto, que dicha funcin jurdica permita regularizar
situaciones dudosas, inciertas o defectuosas, y que en esa medida, solo en el mbito
sociolgico, la usucapin permita contar con una prueba decisiva de la propiedad.
La denominada prescripcin del propietario es exactamente lo mismo que los ttulos
supletorios del art. 2018 CC, por el cual un sujeto se presenta ante el juez o notario
invocando su calidad de domino, pero como sus ttulos documentales son imperfectos,
se han extraviado o nunca existieron, y entonces exhibe la posesin ad usucapionem por
el plazo legal. La Corte Suprema lo ha establecido en una sentencia: El propietario de
un bien con ttulo extraviado, perdido o deteriorado, no est obligado a interponer
nica y exclusivamente la pretensin de ttulo supletorio, toda vez que, siendo el fin
defender, cautelar o preservar el derecho de propiedad, el titular del derecho puede
hacer uso de todos los mecanismos que le franquee la Constitucin (sic) y la ley para la
obtencin de dicho fin (Casacin No. 2750-2003-La Libertad).
En tal medida, los ttulos supletorios tienen sinonimia con la usucapin, pero con la
precisin de que ello se circunscribe a la modalidad de prescripcin del propietario.
Siendo ello as, el notario s puede conocer de la solicitud de formacin de ttulos
supletorios, ya que su naturaleza es no-contenciosa24.
24
Hace poco el Tribunal Registral de Trujillo emiti una resolucin por la cual consider que la
prescripcin adquisitiva y los ttulos supletorios son lo mismo. Esa opinin debe rechazarse por su
generalidad, ya que la identidad solo abarca la hiptesis de prescripcin del propietario. Adems, mientras
la primera puede ser contenciosa o no-contenciosa, de acuerdo a la situacin que la configure; la segunda,
por definicin, carece de conflictividad.
El Estado organiza un sistema que permite contar con un ttulo formal de prueba de los
derechos; de esta forma, el comprador, o el acreedor hipotecario, podr gozar de certeza
respecto de las adquisiciones que realizan y, en ese sentido, se asegura la rentabilidad de
sus proyectos de inversin. Precisamente, el Registro facilita el conocimiento del estado
jurdico de los derechos, proporcionando un ttulo (o conjunto de ttulos) con investidura
formal1, y que tiene influencia en dos momentos: durante la fase de conservacin del
derecho correspondiente al titular inscrito, y durante la fase de renovacin del derecho
referido a un tercer adquirente. Por tanto, se puede afirmar que el fundamento de la
publicidad se encuentra en dar pblica cognoscibilidad de determinados hechos,
actos, situaciones o eventos de la vida jurdica, de tal manera que cualquier interesado
puede conocer esta informacin; y, de esta forma, la publicidad se erige en un
mecanismo para resolver los conflictos2, con lo cual se tutelan derechos y se resguardan
adquisiciones. En suma, hay un inters general en que determinadas situaciones sean
cognoscibles por cualquiera, y por eso la ley organiza y regula su publicidad3.
Sin embargo, existe una vieja doctrina (propia de la modernidad, ya superada) que insiste
en mantener ciertos dogmas. As, escuchamos frases retricas, tales como El Registro es la
verdad oficial, la inscripcin debe ser constitutiva, la inscripcin dota de oponibilidad,
el Registro protege la seguridad del trfico, todos los conflictos se resuelven a favor de
quien inscribe, el asiento registral prima sobre el ttulo archivado, el registrador tiene
calificacin plena, entre otras afirmaciones sin sentido y que ya han sido refutadas desde
hace tiempo. Lamentablemente en nuestro pas se repiten mecnicamente.
El Registro busca publicar la realidad jurdica a efecto de lograr seguridad jurdica en los
actos de transmisin y adquisicin de bienes; pero nunca puede contraponerse a dicha
realidad, bajo pena de limitarse a vivir en una ficcin y, con ello, propiciar el fraude.
Nuevamente debemos recordar que el Registro es un medio, y no un fin por s mismo. En
tal sentido, la mecnica de inscripcin y publicidad solo se justifica dentro del contexto de
un sistema patrimonial sano, honesto, justo, seguro; en donde la informacin registral d
publicidad de los hechos, sin crearlos o sin deformar la realidad.
El Derecho registral extremista pretende cerrarse en la inscripcin, y con ello adopta una
cuestionable postura ideolgica, en pro de los Bancos, empresas financieras, trasnacionales
y todos aquellos a quienes solo les interesa lucrar y recuperar su inversin en el menor
tiempo posible. De all nacen ideas, tales como que fuera del registro nada existe, no es
vlido o carece de relevancia jurdica. En cambio, el que inscribe cuenta con una garanta
1
para procurar conseguir la seguridad de los adquirentes de bienes inmuebles, o de los que dan dinero a
prstamo con garanta sobre bienes inmuebles, se ha procurado facilitar a los presuntos adquirentes y a los
prestamistas con garantas de inmuebles, ciertas facilidades de investigacin del estado de dichos inmuebles,
tanto en lo que se refiere a su titularidad, como a su estado de cargas: DEZ PICAZO, Luis. Fundamentos de
Derecho Civil Patrimonial, Editorial Civitas, Madrid 1995, Tomo III, p. 299.
2
PUGLIATTI, Salvatore. La trascrizione. La pubblicit in generale, Giuffr Editore, Miln 1957, Tomo I, p.
268.
3
TRIMARCHI, Pietro. Istituzioni di diritto privato, Giuffr Editore, Miln 1998, p. 618.
En la doctrina italiana se considera como uno de los principios fundamentales del sistema la relacin entre
oponibilidad y cognoscibilidad, por el cual se exige que solo puedan ser opuestos los hechos sobre los que
los terceros puedan procurarse el conocimiento por medio de la consulta del instrumento publicitario: IBBA,
Carlo. La pubblicit delle imprese, CEDAM, Padua 2006, p. 4.
absoluta de su derecho. Con este criterio, el estudio del derecho registral debiera iniciarse
y concluirse el mismo da, pues todos los conflictos de la vida debieran solucionarse con la
frase trillada: primero en el registro, ms poderoso en el derecho.
En efecto, en ningn sistema jurdico del mundo se ha pretendido que el registro otorgue
garanta absoluta e inconmovible, pues la realidad impone tomar en cuenta otras variables
para llegar a una justa y armnica conciliacin de intereses. Por eso hoy, y desde siempre,
se reconocen mltiples limitaciones a la actuacin del registro, es decir, aspectos sobre
los cuales no juega rol alguno. Enumeremos algunos: mala fe del tercero, posesin
contradictoria, usucapin, error en las mediciones de las superficies, datos fsicos de la
finca, dominio pblico natural o artificial, derechos reales patentes o notorios, elementos de
hecho discordantes a la publicidad, adquisiciones originarias, restricciones legales de la
propiedad, dobles inmatriculaciones, entre muchos otros. En consecuencia, el registro solo
puede otorgar una relativa seguridad, pues nada ni nadie puede avanzar ms all de eso.
Los extremistas siguen soando, y lo seguirn haciendo, con el mito de la seguridad plena.
Por el contrario, nosotros sostenemos la necesidad de un derecho registral realista, que
tome en cuenta las complejidades de la vida en relacin, y no se cierre en las formas.
Recordemos que el registro es, quirase o no, un formalismo, por lo cual tiene todas las
ventajas de tal (certeza, seguridad, fehaciencia), pero tambin tiene todos los
inconvenientes de ceirse a la etiqueta y abandonar el contenido (fraudes, engaos,
apariencia, mala fe, injusticia, deformaciones de la realidad, ficciones).
Muchas veces se dice que el registro protege al diligente que inscribe y no al negligente que
se mantiene en la clandestinidad. Pues bien, esa es una forma de ver las cosas, a veces
interesada con el fin de proteger a los inversionistas, a los poderosos, a las trasnacionales.
Pero existe otra perspectiva: qu importa el diligente que inscribe, por ejemplo, si hace
ms de diez aos no posee! Ante ello, cabe preguntarse, qu es ms relevante? Inscribir y
guardar un ttulo formal en el escritorio; o disfrutar de los bienes, producir, generar riqueza,
mover la economa. Cmo dice VALLET DE GOYTISOLO, se puede ser diligente en lo
formal (registro) pero negligente en lo sustancial (usar y disfrutar de los bienes). Por tanto,
hay que descartar este argumento facilista.
El nuevo Derecho registral (realista), propio de nuestra poca posmodernista, se enfoca
en la complejidad del problema, asumiendo que el registro es un importante instrumento
que otorga garanta relativa a los actos de transmisin y adquisicin de bienes, pero que
puede ser sobrepasado por otros valores que el ordenamiento considera preferibles.
El Registro busca reflejar la realidad, y no crearla. El siguiente texto lo manifiesta en
forma esclarecedora:
El registro no crea la propiedad, ni siquiera la define, sino que el registro es un
mero instrumento para identificar, proteger y servir a la propiedad, a la que presta
certeza; pero certeza limitada ontolgicamente por el problema de los orgenes: el
registro resuelve en cierta medida el problema de la incerteza del ttulo, pero no el
de la incerteza de la causa y el objeto de la propiedad, y no resuelve tampoco el
problema del carcter corrosivo del transcurso del tiempo.
LVAREZ CAPEROCHIPI, Jos Antonio. Derecho Inmobiliario Registral, Jurista Editores, 3 edicin,
Lima 2010, pp. 179-180.
5
La misteriosa fuerza de la tierra no puede ser desconocida por el registro, como creacin artificial del
hombre, pues el registro, en ocasiones, se deja seducir por intereses espurios. En particular, la posesin
pblica y pacfica prueba la propiedad (prescripcin) y la presume: LVAREZ CAPEROCHIPI, Jos
Antonio. Derecho Inmobiliario Registral, 2 edicin, Editorial Comares, Granada 2006, p. 41.
Pues bien, en la hiptesis que yo propongo, la modernidad deja de existir cuando por mltiples razonesdesaparece la posibilidad de seguir hablando de la historia como una entidad unitaria. Tal concepcin de la
historia, en efecto, implicaba la existencia de un centro alrededor del cul se renen y ordenan los
acontecimientos () La crisis de la idea de la historia lleva consigo la crisis de la idea de progreso: si no hay
un decurso unitario de las vicisitudes humanas, no se podr ni siquiera sostener que avanzan hacia un fin, que
realizan un plan racional de mejora, de educacin, de emancipacin. Por lo dems, el fin que la modernidad
pensaba que diriga el curso de los acontecimientos era tambin una representacin proyectada desde el punto
de vista de un cierto ideal del hombre: VATTIMO, Gianni. Posmodernidad: una sociedad transparente?.
En VV.AA. En torno a la posmodernidad, Anthropos Editorial, Barcelona 2011, pp. 10-11.
Por tanto, el nuevo modo de ser del Derecho se construye sobre la base de los derechos
humanos, valores de alto contenido tico, pero que sufren de gran indeterminacin. En tal
contexto, la codificacin, el normativismo y la seguridad jurdica liberal pierden sentido.
Tambin sufren las ideas de soberana y democracia parlamentaria como medios para
construir la voluntad estatal, pues, hoy, tales absolutos se derrumban frente a las
Constituciones o los tribunales.
Asimismo, la postmodernidad reconoce las diferencias, las minoras, los otros, que
tambin son incluidos en un proyecto conjunto, pero no comn. La tolerancia pasa a
convertirse en valor fundamental; pero ello tambin trae preocupacin por los pobres y los
marginados. Los derechos humanos no solo son libertades frente al Estado, sino tambin
prestaciones con la meta de una igualdad sustancial y real, por tanto, el individualismo cede
su lugar a la solidaridad.
La postmodernidad derrumba las bases tericas del Derecho civil liberal.
Al derecho privado, que hasta ahora determinaba en solitario la configuracin de las relaciones jurdicas y
la decisin de los conflictos jurdicos, se le sobrepone otro orden jurdico; este tiene incluso primaca sobre l,
si bien consiste solo en principios jurdicos, adems de escasos, muy amplios y frecuentemente
indeterminados, cuyo significado para el caso concreto siempre ser de ms difcil determinacin que el
correspondiente a las normas pertinentes del Derecho privado: la claridad y la certeza jurdica, necesarias
justamente para el trfico jurdico-privado, resultan afectadas de modo no irrelevante. La falta de claridad se
incrementa por la peculiaridad de la constelacin de los derechos fundamentales: HESSE, Konrad. Derecho
Constitucional y Derecho Privado, traduccin de Ignacio Gutirrez, Editorial Civitas, Madrid 2001, pp. 5960.
Las fuentes del derecho se han expandido verticalmente (ms normas y ms decisiones
jurisprudenciales; algunas de las veces superpuestas entre s), pero tambin en sentido
horizontal (el contenido de cada norma legal, que debe adecuarse a la Constitucin o a
un tratado de derechos humanos interpretado por una Corte Internacional, se ha
vuelto indeterminado). As pues, en el Estado Constitucional, los casos jurdicos se
vuelven complejos, pues en muchos casos se resuelven por virtud de los principios que
requieren de la tcnica de ponderacin de derechos fundamentales; y ya no por reglas
tcnicas establecidas en un Cdigo. El Derecho actuado por medio de principios abiertos y
de difcil concrecin, y no por reglas exactas y de aplicacin incondicionada, es la negacin
misma del espritu que anim en su momento el fenmeno de la codificacin. Por tanto, no
es que los Cdigos estn en problemas o desfasados con relacin a la tecnologa moderna o
a la nueva sociedad, sino que la idea misma de un cdigo es la que se encuentra en
profunda crisis de justificacin; y por ahora parece ser una idea en declive, y tal vez ya
superada.
En consecuencia, el Derecho se ha problematizado, y eso no cuadra con la concepcin
de reglas claras y sencillas que anima a los cdigos.
En buena cuenta, una mayor preocupacin por la justicia, conlleva necesariamente una
dosis creciente de incertidumbre, pues entran a tallar los principios, la argumentacin, las
distintas fuentes normativas, lo que produce inseguridad en la solucin. Ya no se admite
que una regla especfica pueda responder a cada problema jurdico, sin mayor debate o
carga argumentativa. En suma: a ms justicia, menos seguridad; a ms seguridad, menos
justicia. El neo-constitucionalismo actual opta por lo primero; el positivismo opt
decididamente por lo segundo.
Algunos ejemplos para comprobar estas afirmaciones:
El Derecho de Familia del Cdigo Civil de 1984 prcticamente no ha sufrido variaciones.
El texto se mantiene casi inalterable, sin embargo, su significado ha variado radicalmente.
Por ejemplo, la regla de impugnacin de la paternidad matrimonial impone que el marido la
cuestione en el brevsimo plazo de noventa das contado desde el nacimiento del hijo. La
idea de un plazo tan reducido es eliminar de raz la controversia, pues en una poca en la
que no se contaba con medios tecnolgicos apropiados para comprobar o negar la
paternidad, entonces resultaba solo una irona dejar abierto indefinidamente el plazo de
impugnacin. Igual no era posible la prueba, ni en mucho, ni en poco tiempo. Por tanto, una
mejor solucin era cerrar rpidamente la duda, unir a la familia (a veces, de modo forzado),
y dar por cierto que el marido es el padre del nio.
Sin embargo, en la actualidad, la prueba del ADN ha revolucionado las concepciones
tradicionales del Derecho de Familia, incluyendo la presuncin pater is (se presume que el
hijo nacido en el matrimonio tiene como padre al marido), que ya casi no es necesaria. Por
tanto, la verdad gentica se puede conocer en cualquier momento, no solo en los noventa
das que seala la ley, sino diez, veinte o treinta aos luego del nacimiento; incluso, cuando
el padre o el hijo han fallecido. Los Tribunales de Justicia, en la prctica, han abrogado la
norma codificada, pues siempre dan pase a las demandas para conocer o impugnar la
La jurisprudencia ha jugado un rol importante en esta materia. En la dcada de los 90s se present el
conocido caso de una vedette y un periodista que, supuestamente, tuvieron un encuentro ocasional que dio
lugar al nacimiento de un hijo. La vedette demand el reconocimiento judicial, solicitando que el periodista se
someta a la prueba del ADN. Este se defendi mediante la regla legal, por la cual, el reconocimiento solo
poda plantearse judicialmente si es que el caso se encontraba en algunos de las pocas hiptesis tipificadas,
tales como la existencia de prueba escrita, la vida en comn de la madre con el supuesto padre, y otras pocas
ms. La idea del Cdigo de 1984, nuevamente, se basaba en la imposibilidad de conocer la verdad gentica,
por lo que era intil una demanda de este tipo, salvo que entre las partes involucradas existiese una relacin
afectiva, relativamente estable que permita deducir el acto sexual. En consecuencia, una prostituta, o una
amiga ocasional, no podan demandar el reconocimiento. Por tanto, la ley no solo admita la pobreza de los
medios tecnolgicos de la poca, sino que, adems, tomaba partido claramente por una especial moral sexual,
propia de las relaciones estables; y terminaba castigando los encuentros accidentales.
Pues bien, en este caso paradigmtico del nuevo modo de ser del Derecho, la jurisprudencia avanz
decididamente en remozar la ley. Primero, no importaba ms las causas tipificadas para solicitar el
reconocimiento, por tanto, el encuentro sexual aislado dejaba de estar penalizado por una determinada
concepcin moral. Segundo, se admiti la prueba del ADN, a pesar de la falta de norma. Tercero, cuando el
emplazado se negaba a someterse a la prueba, entonces se valor negativamente esa conducta, en el entendido
que la renuencia tena como nica finalidad la frustracin en el conocimiento del hecho, por lo que, ante tal
actitud, se le reputaba probado.
Posteriormente, la ley se modific para permitir la prueba del ADN. Los cambios fueron incesantes, y hoy,
incluso, existe una va procesal especfica para el reconocimiento de hijo extramatrimonial, en el cual se
invierte la carga de la prueba, pues si el supuesto padre no contesta la demanda o no paga el costo de la
prueba, entonces se le declara padre.
9
Los nuevos paradigmas cientficos no avanzan fcilmente y en forma lineal; por el contrario, son objeto de
toda la resistencia posible por los partidarios de las ideas revolucionarias. As: KUHN, Thomas. La estructura
de las revoluciones cientficas, traduccin de Carlos Sols, Fondo de Cultura Econmica, Mxico 2010, pp.
269 ss.
10
Sobre el particular, el Tribunal Constitucional estima que la medida estatal adoptada (artculo 2001, inciso
4 del Cdigo Civil), que limita el derecho a la efectividad de las resoluciones judiciales y el derecho de los
nios y adolescentes a percibir alimentos determinados en una sentencia-, no resulta absolutamente
necesaria para la consecucin del objetivo que pretende, pues este pudo haber sido conseguido mediante otras
medidas igualmente idneas, pero menos restrictivas del aludido derecho fundamental, como por ejemplo el
establecimiento de un plazo de prescripcin mayor, ms an si se tiene en consideracin que ya el inciso 1)
del mencionado artculo 2001 del Cdigo Civil establece la prescripcin de la accin que nace de una
ejecutoria (que puede versar sobre cualquier asunto) en un plazo de diez aos. Resulta arbitrario que el
legislador del Cdigo Civil haya fijado un plazo de prescripcin de 2 aos para aquella accin que nace de
una sentencia que fija una pensin de alimentos, pero que en el caso de la accin que nace de una sentencia
que fija cualquier otro tipo de pago haya establecido un plazo de 10 aos, ms an si se toma en consideracin
que el principio constitucional de proteccin del inters superior del nio, nia y del adolescente (el mismo
seguridad jurdica, pues el ordenamiento finalmente optar por una salida. En tal sentido, si
el Registro es una institucin de seguridad, entonces parece claro que ste debe optar, en la
encrucijada, por el inters del tercero. Se dice que el valor inferior de la apariencia prima
sobre el valor superior de la verdad como una medida desesperada para evitar los conflictos
eternos o las dudas insuperadas. Eso mismo ocurre con la cosa juzgada, en donde se admite
que una solucin injusta pueda convertirse en definitiva para evitar un debate interminable;
o en la prescripcin extintiva de los derechos, por el que se puede beneficiar a un sujeto que
incumpli la ley, pero de esa manera se impide que las pretensiones jurdicas puedan
hacerse valer indefinidamente en el tiempo. Se dice entonces que la seguridad jurdica,
como hermana menor, se impone en algunos casos por razones de poltica legislativa, en
cuanto se considera preferible, en ocasiones, que prime la simple apariencia por sobre la
realidad jurdica.
Tambin se sostiene de forma ingenua que el Registro solo sirve para favorecer a los
terceros, es decir, a los que adquieren derechos, y en el caso de conflicto su posicin
jurdica es privilegiada frente al propietario, ya que se encuentra en juego el principio de
seguridad del trfico o de proteccin de los terceros adquirentes12. De esta forma buscamos
sentirnos bien con nosotros mismos; lavar nuestras conciencias ante el drama que significa
despojar a un ser humano de su propiedad adquirida probablemente con el sacrificio de toda
una vida, y por el solo efecto de haber preterido un formalismo, o a veces, incluso, sin
culpa alguna. As se dice que la preferencia del adquirente (seguridad dinmica) se debe
a que este es un inversionista, un productor, un creador de riqueza, un hombre activo que
hace y construye para beneficio de la economa; por el contrario, el despojo que se comete
contra el propietario actual (seguridad esttica), est justificado porque se trata de un
sujeto improductivo, rentista, que no mueve la economa, que est cruzado de brazos, que
no da utilidad social a la riqueza, etc. Con estas palabras, los patrocinadores de esta tesis, ya
se sienten aliviados. El problema es que dicho argumento resulta totalmente falso.
El jurista alemn Vctor Ehrenberg propuso en 1903 hacer una distincin entre la
seguridad del trfico o seguridad dinmica (seguridad, propiamente dicha, en nuestra
concepcin de las cosas) y la seguridad de los derechos o seguridad esttica (justicia,
para nuestra tesis). As, la seguridad esttica exige que ninguna modificacin ni perjuicio
patrimonial de un derecho subjetivo se concrete sin el consentimiento del titular, por lo cual
si ste es un propietario legtimo, solo cabe que sea despojado de su derecho por acto
voluntario; cualquier otra cosa es un despojo. En cambio, la seguridad dinmica exige que
ningn beneficio adquirido en el patrimonio de un sujeto deba frustrarse por hechos o
situaciones ajenas que no haya podido conocer, de tal suerte que un tercero de buena fe
mantiene la adquisicin de un derecho, aunque el transmitente no sea el propietario, si es
que desconoca razonablemente las circunstancias que denotaban la ausencia de titularidad
del transmitente13. Este concepto hizo fortuna y desde ese momento se le ha citado en
forma reiterada, incluso en nuestro pas, con el fin de justificar los importantes efectos que
12
MENDOZA DEL MAESTRO, Gilberto. Argumentos que justifican la preferencia del asiento registral
sobre el ttulo archivado. En Actualidad Jurdica, Gaceta Jurdica, Tomo 177, Lima, agosto 2008, p. 74.
13
Cit. GARCA GARCA, Jos Manuel. La funcin registral y la seguridad del trfico inmobiliario. En
Revista Crtica de Derecho Inmobiliario. Nmero Conmemorativo por el 50 aniversario de la reforma
hipotecaria de 1944, CRPME, Madrid 1995, p. 91.
el Registro produce en beneficio del tercer adquirente de buena fe, en desmedro del
propietario.
As se habla de una pugna entre dos posiciones antagnicas: el inters del propietario por
conservar su derecho, y el inters del adquirente por asegurar la eficacia de su adquisicin,
aun en contra de la voluntad del propietario. En tal caso, se dice, la posicin prevaleciente
es la del tercer adquirente.
En realidad, no existe seguridad esttica y dinmica. Eso es un simple juego de palabras
sin ningn contenido.
Con un ejemplo vamos a demostrar nuestro aserto: supongamos que A es propietario
inscrito de un predio determinado, sin embargo, este sufre la falsificacin de una venta que
nunca realiz a favor de B. Luego, B transfiere el bien a C, quien segn la ortodoxia
registral resulta contar con un inters prevaleciente al tratarse de un tercero de buena fe (art.
2014 CC). As, la milonga de la seguridad jurdica dinmica, favorecedora de la circulacin
de la riqueza y del trfico patrimonial, conlleva que se tutele la situacin jurdica de quien
moviliza los bienes a travs de la adquisicin de los mismos (esto es, se prefiere a C), y
se perjudica al propietario esttico que no crea riqueza (esto es, A). Muchos autores se
sienten tranquilos con esta explicacin y alaban la tesis del germano Ehrenberg, por la cual
aducen que el sistema patrimonial debe construirse a partir de la seguridad del trfico.
Sigamos con nuestro ejemplo. El inversionista extranjero C est maravillado con la
perfeccin del sistema jurdico peruano, pues jams pens que a pesar que el bien haba
sido transferido a B mediante una escritura pblica falsificada, empero, termin siendo
validada. Por su parte, A est decepcionado del sistema legal, pues de manera
injustificada, y sin tener la culpa del fraude, result privado de su titularidad. Pues bien,
hasta all los tericos de la seguridad dinmica se mostraran conformes en asegurar las
adquisiciones de los terceros que mueven la economa y crean riqueza.
Sin embargo, falta un pequeo detalle: al da siguiente, C es objeto de una nueva
falsificacin a favor del seor D, quien seguidamente vende el mismo bien a E, el cual
sin dudas es un tercer adquirente de buena fe con derecho inscrito en el registro (art. 2014
CC). Inmediatamente C, antes maravillado por el sistema legal peruano, invoca que la
propiedad es inviolable y que nadie puede ser privado de su derecho por una falsificacin.
El antes entusiasta defensor de nuestro ordenamiento jurdico-registral, ahora se convierte
en su principal detractor.
Cmo una persona puede estar a favor y en contra de una misma norma legal? La razn de
ello es muy simple: el antes adquirente, beneficiado por la seguridad dinmica, resulta ser
ahora un propietario actual, perjudicado por el concepto de seguridad esttica. Es decir,
todos los adquirentes se convierten inmediatamente en propietarios, y si en un primer
momento la regla privilegia a los terceros, sin embargo, cuando se encuentran en un
segundo momento, el mismo sujeto pasa a ser propietario y su derecho se vuelve dbil y
vulnerable frente a un futuro y potencial tercer adquirente. En consecuencia, la seguridad
dinmica favorece hoy al seor C, pero maana fcilmente lo puede perjudicar.
Si se protegen las falsificaciones, entonces nadie est seguro, ni usted, ni yo, por ms que
haya inscrito en el registro. La tutela de este fraude puede servir a C en el caso concreto,
pero destruye el sistema pues coloca a todos en evidente inseguridad; e, incluso, el propio
C se encuentra en situacin inestable, pues tutela de la falsificacin que le sirvi para
quedarse en la posicin jurdica, puede servir luego para despojarlo con una nueva
falsificacin a favor de un tercero.
En suma, la seguridad dinmica no sirve para nada si no existe seguridad esttica, pues
resulta irracional que hoy ganes y maana pierdas. Ningn tercer adquirente se conforma
con la tutela que le sirve para imponerse sobre el propietario anterior; tambin necesita y
requiere tener seguridad en la nueva posicin jurdica de propietario, que ya obtuvo. Por
tanto, el sistema jurdico exige seguridad dinmica y esttica, ambas a la vez; pues no basta
preferir una frente a la otra, ya que en tal situacin la seguridad del adquirente se convierte
en inseguridad absoluta del propietario. Recurdese que el adquirente de ayer es el
propietario de hoy; por tanto, en ambas posiciones se requiere de seguridad y justicia.
La seguridad dinmica y la esttica simplemente no existen; pues la proteccin del
adquirente no acaba en ese momento temporal, sino que requiere proteccin en cuanto se
convierte en propietario. En caso contrario, se tratara de dotar de seguridad para un acto
jurdico, pero al mismo tiempo se generara zozobra e incertidumbre durante todo el tiempo
de la situacin dominical o propietaria. Pues bien, es claro que estamos en presencia de un
falso dilema que se desmorona por s solo. La doctrina ms atenta hace mucho tiempo se
dio cuenta de la inexistente dualidad entre ambos tipos de seguridad jurdica, pues en
realidad se trata de las dos caras de una misma moneda que se encuentran en ntima
vinculacin e interdependencia14. En otras palabras, de nada sirve contar con seguridad
dinmica si no se tiene seguridad esttica.
La Constitucin protege la propiedad ya adquirida (art. 70), as como la libertad
contractual como mecanismo para que los bienes circulen en el trfico (art. 2-14); por
tanto, no puede aceptarse que un propietario pueda ser despojado o expropiado (en
sentido no-tcnico) de manera impune cuando no existe un valor fundamental que
compense esa solucin extraordinaria por la que un titular es privado del derecho en contra
de su voluntad. Aqu se encuentra en juego la racionalidad misma del sistema patrimonial
basado en intercambios voluntarios y en el reconocimiento de la posesin. En este mbito
no es posible oponer el inters de la colectividad que favorezca al tercer adquirente,
enfrentado al del propietario individual, pues tambin existe un inters colectivo en la
conservacin de la propiedad en manos de su titular. Y no se diga en forma demaggica
que la defensa del propietario rentista es un simple rezago del individualismo; pues resulta
evidente que las adquisiciones a non domino jams buscan socializar la propiedad, sino
simplemente atribursela a otro sujeto15. Por el contrario, la proteccin absoluta del
adquirente, por sobre el titular real, constituye uno de los postulados naturales del
liberalismo salvaje del siglo XIX, por el cual se afirmaba la necesidad que los bienes
14
BOLS ALFONSO, Juan. La documentacin como factor de certeza y proteccin de los derechos
subjetivos en el trfico mercantil. En BOLS ALFONSO (Coordinador). La seguridad jurdica y el trfico
mercantil, Editorial Civitas, Madrid 1993, p. 44.
15
Aqu utilizamos las lcidas consideraciones de: MIQUEL GONZLEZ, Jos Mara. La posesin de bienes
muebles, Editorial Montecorvo, Madrid 1979, pp. 491-492.
circulen a cualquier costo, fomentando la especulacin con el valor de cambio de las cosas,
antes que el disfrute16.
Nuestro Tribunal Constitucional ha sealado con claridad que el contenido de la propiedad
incluye necesariamente la proteccin del derecho sobre las interferencias externas, a lo que
denomina garanta de indemnidad; por tanto, ello reafirma que las adquisiciones a non
domino, como ocurre con los principios registrales, son de aplicacin restringida cuando
realmente exista un valor o bien constitucional materia de tutela:
El derecho de propiedad privada, reconocido por el artculo 2, inciso 17 de la
Constitucin, constituye un derecho fundamental cuyo mbito de proteccin o
contenido garantiza las facultades de uso, usufructo y la libre disposicin del bien.
Pero, la comprensin constitucional de la propiedad es ms amplia y, prima facie,
comprende adems la garanta de indemnidad o conservacin de la integridad del
patrimonio de la persona. La inviolabilidad de la propiedad a la que se refiere el
artculo 70 de la Constitucin debe interpretarse no solo como prohibicin de
intervenciones en el libre ejercicio o goce de los mencionados atributos clsicos del
derecho de propiedad, sino tambin como garanta de indemnidad. As las cosas, el
derecho de propiedad garantiza la conservacin de la integridad del patrimonio de la
persona y, por consiguiente, prohbe la indebida detraccin del mismo (Exp. N
00043-2007-AA/TC, 6 fundamento jurdico).
16
Ibd., p. 492.
Por tanto, queda reafirmada la naturaleza declarativa de las sentencias que se expiden en estos procesos,
las que nicamente se limitan a verificar la concurrencia de los elementos configurativos de la unin de
hecho, como son: que los individuos que conforman tales uniones no tengan impedimento alguno para
contraer matrimonio; que se trata de una unin monogmica heterosexual; que compartan habitacin, lecho y
techo, esto es, que las parejas de hecho lleven su vida tal como si fuesen cnyuges, compartiendo intimidad y
vida sexual en un contexto de un fuerte lazo afectivo, en un clima de fidelidad y exclusividad; que se trate de
una unin estable, es decir, debe extenderse por un periodo prolongado, adems de ser continua e
ininterrumpida; y que la apariencia de vida conyugal debe ser pblica y notoria (Fundamentos Jurdicos
catorce a diecinueve de la sentencia recada en el expediente N 06572-2006-PA/TC): Casacin N 40662010-La Libertad, de fecha 21 de octubre de 2011.
19
La siguiente cita es contundente: Por razones de seguridad, congruencia y economa, el procedimiento
administrativo registral no tiene por objeto repetir las pruebas y trmites realizados en los procedimientos
anteriores notariales, judiciales o administrativos, como si no hubieran existido. La finalidad del
procedimiento registral no es reiterar trmites ni extralimitar la calificacin hasta el punto de cuestionar los
procedimientos anteriores, sino precisamente dar publicidad y reforzar los efectos de las resoluciones
derivadas de los procedimientos anteriores cuyo resultado figura en los ttulos pblicos presentados a
inscripcin. Lo contrario sera una redundancia, un solapamiento de funciones, para las que el procedimiento
registral carece de medios, requisitos y garantas, y un desorden generador de desconfianzas y suspicacias
virtud del contrato traslativo. Aqu el registro no cumple ninguna especfica funcin de
oponibilidad, pues el adquirente, con el solo contrato, se constituye en propietario absoluto.
En cambio, la inscripcin declarativa es un criterio de preferencia que opera
exclusivamente cuando se presenta un conflicto de ttulos (uno inscrito y el otro noinscrito) respecto del mismo bien, siempre y cuando los dos causahabientes deriven su
derecho de un causante comn 20. En tal sentido, se dice que la publicidad del registro
(declarativa) es un mecanismo de solucin de los conflictos entre sujetos que hacen valer
sobre el mismo bien derechos en contradiccin. Una opinin anloga es la siguiente: Una
de las funciones principales de la publicidad de estos registros (inmobiliarios) es aquella de
resolver el conflicto entre varios adquirentes del mismo titular 21.
El caso tpico de este conflicto es la doble venta, por la que un mismo causante (vendedor)
ha otorgado dos derechos incompatibles a los causahabientes (compradores). Aqu el
registro se convierte en medio de preferencia ante esa vicisitud patolgica, y no es tanto un
mecanismo de oponibilidad22. Por eso, bien puede decirse, y la expresin es correcta, que el
registro declarativo es fundamentalmente uno de preferencia, de garanta o
asegurador.
La propiedad no inscrita es plenamente eficaz frente a todos los otros propietarios no
inscritos de fecha posterior (art. 1135, segunda parte, CC); tambin es eficaz frente a los
acreedores, incluso de embargos inscritos (art. 2022, segundo prrafo, CC); igualmente es
eficaz frente a los que carecen de todo ttulo (art. 923 CC); adicionalmente, es eficaz frente
a los titulares inscritos de mala fe (art. 1135, primera parte, CC); o sobre los titulares
inscritos de carcter gratuito, segn una plausible interpretacin (art. 2014 CC, por
analoga); por ltimo, la usucapin vence a la inscripcin (art. 952 CC)23. En conclusin, la
obligacin nacida del solo contrato de enajenacin es eficaz frente a todos, excepto
cuando un tercero ha inscrito su derecho, con buena fe, ttulo oneroso y no sea
inmatriculante.
Por lo dems, desde una perspectiva prctica, considrese lo irrazonable que significa
admitir una propiedad inter-partes, ya que en ese caso, por ejemplo, el comprador no
20
ZATTI, Paolo y COLUSSI, Vittorio. Lineamenti di Diritto Privato, CEDAM, Padua 2005, p. 984.
FERRI, Luigi. Lecciones sobre el contrato, traduccin del italiano de Nlvar Carreteros Torres, Grijley,
Lima 2004, pp. 272-273.
Vamos a citar otro autor en el mismo orden de ideas, aunque podran ser muchos otros en idntico sentido:
Una de las funciones principales de la publicidad de estos registros (inmobiliarios) es aquella de resolver el
conflicto entre varios adquirentes del mismo titular: TRIMARCHI, Pietro. Istituzioni di Diritto Privato, Op.
Cit., p. 619.
22
Pero debe observarse que, a este respecto, la transcripcin no sirve para conferir eficacia erga omnes al
derecho; sirve para establecer la preferencia entre dos derechos del mismo contenido, los cuales si son
derechos reales, son ambos eficaces erga omnes; pero cul de los dos derechos reales prevalezca sobre el otro,
depende, no de la prioridad de la adquisicin, sino de la transcripcin: MESSINEO, Francesco. Manual de
Derecho Civil y Comercial, traduccin de Santiago Sents Melendo, EJEA, Buenos Aires 1979, Tomo III, p.
569.
23
Esta idea se encuentra presente en el excelente artculo de: MIQUEL GONZLEZ, Jos Mara. El registro
inmobiliario y la adquisicin de la propiedad. En El Notario del Siglo XXI, Revista del Colegio Notarial de
Madrid, N 37, Madrid, mayo-junio 2011, pp. 6 ss.
21
misma proteccin, por seguridad jurdica, para los casos patolgicos en los cuales exista
controversia de ttulos, pero resulta ms flexible y acorde a la realidad social en las
situaciones comunes y ordinarias en las que no exista controversia, ya que simplemente
ser considerado propietario quien cuenta con un ttulo jurdico de adquisicin al margen de
las formalidades. En resumen, igual proteccin y mayor flexibilidad abonan
decisivamente a favor del sistema declarativo.
Pero, existen argumentos adicionales que apoyan la conveniencia del sistema declarativo:
i.
24
Se dice que en la inscripcin declarativa el segundo comprador lucha con un endeble verus dominus. Suele
ser un dueo de das o de meses y desde luego sabe que le falta cumplir un trmite legal para consagrar su
dominio. Es un dueo relativo. En Alemania, no es dueo en circunstancias similares (...) para la concepcin
popular autntica tampoco es dueo en regla...: CARRETERO GARCA, Tirso. Retornos al Cdigo Civil,
Captulo II, En Revista Crtica de Derecho Inmobiliario, N 440-441, Madrid, enero-febrero 1965, p. 92.
25
ALVAREZ CAPEROCHIPI, Jos Antonio. El Registro de la Propiedad y el sistema de preferencias
crediticias, Editorial Comares, Granada 1995, pp. 76-80.
26
Ibd., p. 80.
iii.
27
En el Per se ha realizado un interesante estudio econmico cuya conclusin seala que los pobladores de
asentamientos humanos no necesariamente identifican una propiedad invulnerable con el ttulo registrado,
sino con un conjunto de elementos y procesos en los que el registro no siempre tiene el papel determinante
que se le ha atribuido; por tanto, se consideran ttulos seguros el contrato, la posesin, el reconocimiento
estatal, la prestacin de servicios pblicos, o todos ellos en conjunto: WEBB, Richard, BEUERMANN,
Diether y REVILLA, Carla. La construccin del derecho de propiedad. El caso de los asentamientos
humanos en el Per, Colegio de Notarios de Lima, Lima 2006, p. 69.
28
ALVAREZ CAPEROCHIPI, Jos Antonio. El Registro de la Propiedad y el sistema de preferencias
crediticias, Op. Cit., pp. 81-85.
29
Cit. VALLET DE GOYTISOLO. Estudio sobre Derecho de Cosas, Editorial Montecorvo, Madrid 1985,
Tomo I, p. 426.
30
As pues, las cosas mancipi del Derecho romano (fundos itlicos, esclavos, algunos animales) slo
podan ser transmitidas a travs de la mancipatio, esto es, del negocio formal entre vendedor y comprador
que se realizaba en presencia de cinco testigos y adicionalmente un pesador del cobre que serva de pago por
la cosa transferida. Cuando no se llegaba a producir el rito de la mancipatio, el comprador no era
propietario y no poda hacer uso de la accin reivindicatoria. Es decir, exactamente se produca el mismo
fenmeno planteado por la inscripcin constitutiva, en cuanto exista un propietario formal (el vendedor que
no haba realizado la mancipatio) y un propietario real (el comprador que haba recibido la cosa, pero no
a travs de la mancipatio). Evidentemente, esta situacin generaba conflictos para el comprador, quien no
era amparado como un propietario pleno a pesar de tener la posesin fsica de la cosa y de haber pagado su
precio. Mientras este adquirente no alcanzara la calidad de propietario por virtud de la usucapin, la
iv.
propiedad corresponda civilmente al enajenante, quien poda reivindicar la cosa dado el rigor del Derecho
civil. Sin embargo, como esa situacin contrariaba elementales principios de equidad, fue el pretor quien
protegi de diversas formas esa propiedad real, que vino a denominarse propiedad pretoria o bonitaria. El
pretor otorg al adquirente una exceptio rei venditae et tradiatae para detener la accin reivindicatoria
interpuesta por el enajenante y la exceptio doli, de carcter general, que se conceda al presumirse una actitud
fraudulenta por parte del transmitente que pretenda desconocer la transferencia realizada: FERNANDEZ DE
BUJAN, Antonio. Derecho Pblico Romano y recepcin del derecho romano en Europa, Editorial Civitas,
Madrid 1999, p. 113. Se complet el cuadro de acciones de la propiedad bonitaria, cuando se lleg a
proteger al adquirente con una accin real, aun cuando no hubiese completado el plazo de la usucapin y, por
tanto, no hubiese llegado a ser propietario segn el Derecho civil. En vez de la reivindicatoria, el pretor le
otorg la accin publiciana, por la cual ficticiamente se consideraba que el tiempo requerido para la usucapin
haba sido completado, lo cual haca posible perseguir la cosa de manos de cualquier tercer poseedor y
tambin del propietario: ARGELLO, Luis Rodolfo. Manual de derecho romano, Editorial Astrea, Buenos
Aires, pp. 224-225. En la accin publiciana se protege un derecho real relativo, esto es, una cuasi-propiedad
no consumada por falta del requisito formal de la mancipatio. En el Derecho moderno, muchas veces se
habla de los derechos reales relativos como incorrecciones dogmticas propias de sistemas jurdicos que no
reconocen a la publicidad como signo inequvoco de constitucin y transmisin de derechos reales. Empero,
la opcin de la inscripcin constitutiva tambin puede llevar al mismo problema, pues la realidad nos
presentar muchos compradores sin inscripcin, que por un mnimo criterio de equidad reclamarn proteccin
frente a poseedores sin ttulo, propietarios de mala fe, o acreedores embargantes del enajenante. Nuevamente
el afn de justicia har que los jueces se vean obligados cul pretores modernos- a sancionar algn tipo de
proteccin legal a los compradores que poseen el bien, que pagaron el precio, que se comportan como
titulares, pero carecen del requisito solemne de la inscripcin: DE LOS MOZOS, Jos Luis. El derecho de
propiedad: crisis y retorno a la tradicin jurdica, EDERSA, Madrid 1993, pp. 317-318.
31
LPEZ BURNIOL, Juan Jos. Valor de la escritura y de la inscripcin en las transmisiones
inmobiliarias. En: www.vlex.com/vid/238440, p. 39.
32
Algunos autores contestan este argumento sealando que la falta de inscripcin constituye una conducta
negligente que debe ser sancionada con la no-adquisicin del derecho. VALLET DE GOYTISOLO Juan. La
buena fe, la inscripcin y la posesin en la mecnica de la fe pblica. En Id. Estudio sobre derecho de cosas,
Op. Cit., Tomo I, p. 413, refuta este fundamento de la siguiente manera: El propietario que posee y cultiva
sus tierras, pero olvida su inscripcin, es diligente en lo sustancial, aunque neglija (sic) en lo formal. En
cambio, el tercer adquirente del titular inscrito y que a su vez inscribe, pero no se preocup de examinar la
finca, ni se interes de su estado posesorio, ser muy diligente en lo formal, pero habr descuidado lo
sustancial. Y qu razn hay para que sea preferida la negligencia formal a la sustancial? Adems, desde el
punto de vista nacional o del social, no cabe duda que merece mil veces mayor proteccin el campesino que
cultiva sus tierras, que las hace producir incorporndolas a la economa nacional y que en contacto con la cosa
realiza el fin social de sta, que no aquel adquirente, probablemente especulador, que, aunque ha llenado a la
perfeccin todos los requisitos formales, ni tan siquiera se ha dignado dar una mirada de comprensin al
pedazo de la madre tierra que va a adquirir:
En resumen, el criterio del registro genera seguridad jurdica, pero no puede generalizarse
ni tenrsele como la panacea para todos los males. Esa es una posicin simplista e ingenua.
La vida social y econmica es demasiado rica para limitarse a preferir el registro e ignorar
todas las otras implicancias, valores e intereses que se encuentran en pugna en determinado
conflicto humano; a lo cual debe agregrsele la existencia de un substrato jurdico,
econmico y social. Por tanto, hay que estar prevenidos de aquellos cuyo discurso
montono y aburrido se circunscribe a las ventajas de la preferencia registral, y nada ms.
Debe recordarse que el registro es un formalismo, importante para la seguridad, pero jams
la ordenacin de las relaciones patrimoniales lo deben tener como nico criterio, pues como
todo criterio formal tiene las graves desventajas de permitir fraudes y abusos, tolerar
injusticias o iniquidades, o buscar soluciones simples a cuestiones complejas. Ya desde una
perspectiva constitucional, o valorativa, el derecho de propiedad legtimamente obtenido no
puede desconocerse alegremente por la inscripcin o la falta de esta.
Ntese lo importante que significa impulsar la realidad sobre el formalismo en un pas en el
cual se ha necesitado expedir profusa legislacin para regularizar la titularidad de los
predios urbanos y rurales; pues a pesar de la cuantiosa inversin pblica en esta materia,
an no se culmina con el proceso. Pues bien, si la situacin de la propiedad en el Per
indica que existen muchos titulares, incluso inmemoriales, que no cuentan con inscripcin
en el registro, entonces no se comprende como pretende arrasar con los derechos adquiridos
de todos ellos por el mrito de un simple requisito administrativo. La propiedad es una meta
acariciada por los ciudadanos, y una vez ubicado en ese sitial de dominio, el propietario
tiene a favor la proteccin constitucional que le corresponde a un derecho fundamental.
Por lo dems, el registro constitutivo no solo es un sistema tcnicamente deficiente, sino
que, adems, es contrario a la Constitucin, pues la propiedad es un derecho fundamental
que merece una tutela fuerte, por lo cual un valor especialmente protegido no puede
33
CARRETERO GARCA, Tirso. Retornos al Cdigo Civil, Captulo II, En Revista Crtica de Derecho
Inmobiliario, N 440-441, Madrid, enero-febrero 1965, p. 97.
La siguiente cita es contundente para rechazar la tesis de la inscripcin fantasma: La transcripcin no es,
ella misma, ttulo (o modo) de adquisicin ni puede hacer surgir ningn derecho (real o personal); tampoco es
un elemento del ttulo de transferencia o de adquisicin que se agregue a otros elementos del ttulo. Ttulo de
adquisicin es nicamente el negocio (o acto) en virtud del cual se realiza la adquisicin; o sea, es lo que
justifica la adquisicin misma y que, si es un contrato traslativo (o constitutivo), o un negocio jurdico
unilateral (ejemplo, un legado), basta para transferir (o constituir) el derecho. En efecto, la transcripcin es un
mero procedimiento exterior al ttulo de adquisicin; y en cuanto procedimiento- debe presuponer ya
existente el ttulo: MESSINEO, Francesco. Manual de Derecho Civil y Comercial, Op. Cit., Tomo III, p.
570.
37
RAGUSA MAGGIORE, Giuseppe. Il Registro delle imprese, Giuffr Editore, Miln 2002, p. 132.
As: MENDOZA DEL MAESTRO, Gilberto. Argumentos que justifican la preferencia del asiento
registral sobre el ttulo archivado. En Actualidad Jurdica, Gaceta Jurdica, Tomo 177, Lima, agosto 2008,
pp. 71 ss.
39
Por su parte, las siguientes palabras de la doctrina italiana resultan esclarecedoras: En el sistema del
Cdigo est fuera de toda duda que, all donde la publicidad tenga como objeto un acto negocial, es el negocio
mismo que debe ser inscrito (se piensa, por ejemplo, que requieren la inscripcin del poder mercantil, del acto
constitutivo de sociedad, de los acuerdos modificativos de estatuto: arts. 2206, 2296, 2300 y 2436 CC
Italiano) y no una solicitud que reproduzca su contenido ms o menos integralmente o ms o menos
fielmente-. () A propsito la solucin que me limito por ahora a hipotetizar (luego buscar de argumentar
mejor la suposicin) es que el archivo sea a todos los efectos parte integrante del registro, as todo aquello que
est archivado es (como si fuese) inscrito: IBBA, Carlo. La pubblicit delle imprese, Op. cit., pp. 10-11.
legal se otorga exclusivamente a un ttulo oneroso? El mismo art. 2014 habla que tal
tercero es mantenido en su adquisicin, aun cuando se anule, rescinda o resuelva el (ttulo)
del otorgante, esto es, el citado tercero resulta protegido aun cuando el ttulo antecedente
sea nulo; por tanto, siempre debe existir un ttulo previo (hecho jurdico adquisitivo),
aunque viciado, y este no es otro que el negocio causal expresado en la inscripcin.
Por otro lado, tambin se dice que el sistema peruano de inscripcin es uno propiamente de
extraccin, es decir, el registrador estara en la obligacin de extraer nicamente el
derecho relevante para terceros que conste en el ttulo, y ese derecho es el que se publica en
el asiento. En tal sentido, se afirma: esto es as porque existe un filtro tcnico, registrador
pblico, que luego de un estudio minucioso determina qu situaciones merecen ser
publicitadas40. Si fuera cierto que solo existe la obligacin de consultar los asientos,
entonces la conclusin lgica sera que los ttulos archivados no se verificaran en lo
absoluto. Por va indirecta, pues, se llega a sostener la primaca del asiento.
Sin embargo, esta postura se desmorona enseguida por virtud de los siguientes
fundamentos:
-
40
Por lo dems, la labor tcnica del registrador est severamente limitada pues se
restringe al control formal de los actos contenidos en documento pblico41. En tal
sentido, se trata de un simple examen sobre el cumplimiento de algunos requisitos
mnimos en orden a la inscripcin, y nada ms. Por lo dems, cmo sera posible
que en un proceso limitado al examen de un documento pblico se delegue al
registrador la tamaa atribucin de extraer lo que a l le parezca relevante en orden
a los terceros? Eso solo podra hacerlo un juez en un proceso contencioso con todas
las garantas del debido proceso. En consecuencia, es inaudito pensar siquiera que
un funcionario administrativo pueda contar con tal potestad.
La Corte Suprema ha interpretado en forma reiterada, y con una uniformidad llamativa por
ms de cien aos, que existe una evidente primaca del ttulo material sobre el asiento
registral, ya que este ltimo se considera un simple resumen de aquel, sin sustantividad
propia. Dentro de las mltiples ejecutorias pronunciadas en este tema, y cuya recopilacin
41
Aqu no se quiere entender este punto, pero vale resaltar que los registradores alemanes se limitan a
efectuar una verificacin de legalidad meramente formal, segn comenta el notario de ese pas Peter Limmer.
En CAVALL CRUZ, Op. Cit., p. 118.
42
IBBA, Carlo. La pubblicit delle imprese, Op. cit., p. 4.
bien merecera una tesis, tenemos las signadas con los nmeros: 2356-98-Lima43 (diario
oficial: 12 de noviembre de 1999), 415-99-Lima44 (diario oficial: 01 de septiembre de
1999), 158-2000-San Martn45 (diario oficial: 30 de octubre de 2000), 1322-2001-Lima46
(diario oficial: 01 de octubre de 2002) y 2580-2001-Lima47 (diario oficial: 02 de mayo de
2002). Por lo tanto, debe concluirse en que existe una consolidada corriente jurisprudencial
que avala la posicin aqu sostenida, por la cual los asientos registrales slo se entienden en
concordancia con el ttulo del que proceden, y jams priman sobre l.
La fe pblica representa una solucin radical que otorga la condicin de verdad a aquello
que no lo es, pues deroga los efectos absolutos de la nulidad, con lo cual se deja en cuestin
los valores, incluso fundantes en la propia dignidad humana, que sustentan la decisin del
ordenamiento para descalificar un determinado acto o negocio 48. Por tal razn, los sistemas
jurdicos que acogen este principio registral lo hacen en forma mediatizada, con la
imposicin de distintos requisitos (buena fe, onerosidad, que en el registro no consten las
causas de nulidad, etc.), o en otros casos simplemente no se le acoge por respeto a la
realidad jurdica y a los valores que ella encarna. Por lo tanto, la afirmacin referida a la
hipottica primaca del asiento por reduccin de costos no pasa de ser un terico canto de
sirena, sin ningn sustento en los Principios Generales del Derecho, salvo que se piense que
la supuesta reduccin de costos de transaccin es un valor fundante del ordenamiento.
Hace algn tiempo, la Corte Suprema ratific la buena doctrina mediante una
ejemplar sentencia en la que analiza con gran detalle y precisin los requisitos de
aplicacin del principio de fe pblica. No es el caso hacer un anlisis de toda la decisin,
43
... A fin de asegurar la buena fe registral no slo es necesario leer el resumen del asiento registral, sino
tomar conocimiento del ttulo archivado que le dio origen; por lo que si el recurrente hubiera tenido el
cuidado de examinar el ttulo que dio origen al asiento hubiera conocido la incapacidad del demandante y que
por dicha razn el supuesto poder que ste haba otorgado no tena validez y, como consecuencia de ello, no
se poda hipotecar el inmueble sin autorizacin judicial; de donde resulta que, basado en su propia
negligencia, el recurrente no puede alegar buena fe registral....
44
... El artculo 2012 del Cdigo Civil consagra el principio de publicidad registral, el cual no slo est
referido a los asientos registrales, sino tambin a los ttulos archivados...
45
El artculo 2012 del Cdigo Civil recoge el principio de publicidad de las inscripciones registrales, el
mismo que conforme se desprende del artculo 184 del Reglamento General de los Registros Pblicos, se
extiende a los ttulos archivados y a todas aquellas anotaciones y dems documentos que existan en los
registros.
46
En materia de derechos de propiedad, si bien el registro no cumple una funcin constitutiva de derechos
sino meramente declarativa, la publicidad que brinda permite que terceros ajenos a la celebracin del acto
estn en condiciones de tomar conocimiento de su contenido, constituyndose as el sistema registral en
garante de la seguridad jurdica.
47
Forman parte de la publicidad de los Registros Pblicos los ttulos archivados, lo que guarda concordancia
con el artculo 170 del Reglamento antes citado, porque como el asiento registral es solo un resumen, en el
que consta el ttulo que da origen al asiento, dicho ttulo est a disposicin de toda persona porque forma parte
del asiento y de la publicidad de los registros; por ello, y a fin de asegurar la buena fe registral, no solo es
necesario leer el resumen del asiento registral, sino tomar conocimiento del ttulo archivado que le dio origen,
ms aun cuando el artculo 185 del Reglamento dispone que para conseguir la manifestacin de los libros y
dems documentos, no se requiere tener inters directo o indirecto en la inscripcin o documentos, ni expresar
el motivo o causa por las cuales se solicitan.
48
Vase la opinin fundamentada de MORALES HERVIAS, Rmulo. Nulidad e inoponibilidad del contrato
vs. la publicidad registral. En Dilogo con la Jurisprudencia. Gaceta Jurdica, No. 103, Lima, abril 2007, pp.
25-40.
que por cierto es muy interesante, sino circunscribirse a la relevante definicin que hace del
asiento registral como simple resumen o extracto del ttulo material, por lo que nunca puede
tener independencia o sustantividad. De esta manera debe considerarse que la ejecutoria
aislada que se cit antes ha quedado superada a travs de una sentencia ms reciente,
mxime si prcticamente existe un criterio jurisprudencia reiterado en un siglo 49.
He aqu la importante sentencia:
Cuarto: Que asimismo, el artculo 2012 del Cdigo Sustantivo debe de
complementarse con lo dispuesto en el artculo 184 del Reglamento General de los
Registros Pblicos el que establece que a fin de asegurar la publicidad de los
registros los funcionarios de los mismos estn obligados a manifestar a toda persona
los libros, los ttulos archivados, ndices y dems documentos que obran en las
oficinas registrales. Quinto: Que, la exposicin de motivos del artculo 2012 bajo
comentario, confirma esta apreciacin al sostener que la presuncin cerrada de
conocimiento del contenido registral, encierra solo un aspecto parcial de la
publicidad al sostener una ficcin legal, pues su aplicacin aislada sin otorgar la
posibilidad efectiva de acceso al Registro implicara un grave problema, referido al
hecho de que las personas no puedan conocer materialmente aquello que la ley
presume de su conocimiento y que la primera publicidad, a la que podemos llamar
sustantiva, no es posible considerarla sin que exista ampliamente garantizada la
segunda, que es la que se puede llamar procesal (Exposicin de Motivos Oficial del
Cdigo Civil, Registros Pblicos, Lima mayo 1998, Jack Bigio Chrem, pgina 191).
Sexto: Que, esto determina que forma parte de la publicidad de los Registros
Pblicos, los ttulos archivados, lo que guarda concordancia con el artculo 160 del
Reglamento antes citado, porque como el asiento registral es solamente un resumen
en el que consta el ttulo que da origen al asiento, dicho ttulo est a disposicin de
toda persona, porque forma parte del asiento y de la publicidad de los registros.
Sptimo: Que, por ello y a fin de asegurar la buena fe registral no solo es necesario
leer el resumen del asiento registral, sino tomar conocimiento del ttulo archivado
que le dio origen, ms an cuando el artculo 185 del Reglamento dispone que para
conseguir la manifestacin de los libros y dems documentos, no se requiere tener
inters directo o indirecto en la inscripcin o documentos; ni expresar el motivo o
causa por las cuales se solicitan: Casacin N 3088-06-Lima (diario oficial: 01 de
octubre de 2007).
En conclusin, cualquier norma o interpretacin normativa que pretenda privilegiar la
inscripcin sobre el acto o negocio jurdico que le dio origen, es contraria a los derechos
fundamentales de libre contratacin, de propiedad o de tutela judicial efectiva que la
Constitucin de 1993 garantiza a todas las personas. En tal sentido, el error del registrador
al momento de extender una inscripcin no puede dar lugar a la prdida del dominio del
legtimo propietario. El Tribunal Constitucional ha sealado, ya, en reiteradas
49
50
53
i)
ii)
iii)
iv)
El tercer sujeto debe contar con un ttulo oneroso, pues solo se protege a quien
pierde un derecho y no a quien solo pretende asegurar un lucro. La tutela es
danno vitando, non lucro captando (a favor de quien evita un dao, y no de
quien pretende asegurar un lucro). En suma, debe tratarse de un acto digno de
proteccin.
v)
El tercer sujeto acta de buena fe, esto es, desconoce el hecho jurdico
contradictorio a pesar de haber tenido una actuacin diligente para comprobar o
verificar la titularidad previa. La negligencia siempre anula la buena fe 55.
BUSTOS PUECHE, Jos Enrique. La doctrina de la apariencia jurdica, Editorial Dykinson, Madrid 1999,
p. 70.
54
Los Tribunales Argentinos han entendido perfectamente la necesidad de culpa del propietario en todas estas
hiptesis de tutela de la apariencia: predomina en la doctrina la corriente de interpretacin del art. 1051
CCiv, segn la cual en las transmisiones de dominio de inmuebles realizadas por quien no es el titular de ese
derecho real (a non domino) urdidas sobre la base de una falsificacin de la firma del enajenante o de la
presentacin al notario de documentos falsos (.), la transferencia no puede surtir efectos ni siquiera respecto
de terceros adquirentes a ttulo oneroso y de buena fe (por tanto) los principios de la apariencia jurdica, de la
proteccin a los terceros de buena fe, y de la preferencia de la seguridad dinmica frente a la esttica, deben
ceder frente al inters del verdadero propietario que no tuvo ninguna autora y participacin siquiera viciadaen el acto, y que siendo ajeno a la maniobra es su principal vctima (Cmara Nacional Civil, Sala C, 26
marzo 1985): Cit. DE REINA TARTIRE, Gabriel. La Posesin, Abeledo Perrot, Buenos Aires 2010, p. 104;
cita esta sentencia, aunque parece no estar de acuerdo con dicha doctrina, pues postula que la proteccin del
tercero requiere, en tal caso, la buena fe de este ltimo, as como la del transmitente. Esta posicin resulta
insostenible, pues no se entiende la razn por la cual tendra que ser perjudicado el propietario (inocente de
este entuerto) por el solo hecho que un transmitente sucesivo tenga buena fe. Lo relevante no esto ltimo, sino
que la apariencia no haya sido creada por el verus dominus, y, en tal sentido, no puede ser despojado.
55
La buena fe no significa simple desconocimiento de la irregularidad en la actuacin del transmitente, sino la
la realidad jurdica, esto es, al propietario original. Solo de esta forma se respeta la garanta
constitucional de la propiedad, pues la norma fundamental la considera inviolable, sin
embargo, sera ilgico que esa inviolabilidad se pudiese destruir tan fcilmente con una
falsificacin o fraude.
Tambin se alega, errneamente, que el tercero debe tener preferencia por la inscripcin;
pero ello olvida que el propietario original tambin estuvo inscrito. Por lo dems, la fe
pblica registral que protege a falsarios es absurda, no solo desde la perspectiva moral,
sino desde la racionalidad, pues el tercero inscrito resulta protegido hoy, a pesar del fraude
cometido en el ttulo del transmitente; sin embargo, maana ya es un propietario que puede
ser despojado por obra de otra falsificacin sucesiva, es decir, la misma norma que me
asegur el derecho, puede hacer que lo pierda.
En conclusin, no puede fundarse un sistema de seguridad jurdica en la proteccin del
adquirente de hoy, pero con la absoluta inseguridad a partir de maana, pues la falsificacin
que no me afecta, puede, luego, terminar despojndome. Sin duda, la fe pblica registral, en
sentido extremista, es un sistema irracional.
Si la fe pblica registral no opera en los casos de ausencia de culpa del titular primigenio
(ejemplo: falsificaciones o suplantaciones), sin embargo, s se justifica cuando existe culpa
de este, con lo cual se confirma las lneas tericas de la doctrina de la apariencia.
Primer caso: A vende a B (inscribe), pero incurre en vicio de la voluntad, y luego B vende
a C (inscribe). Quin est en mejor posicin? A C? Si bien A declar movido por error
o dolo de la parte contraria (B), sin embargo, debe reconocerse que la declaracin de
voluntad es suya, por lo que incurri en cierta culpa cuando comunic algo que no responde
plenamente a su querer, por tanto, debe responder por el hecho propio que origin la falsa
apariencia de convertir a B en propietario, lo que a su vez propicia el engao al tercero de
buena fe C. Obviamente, la posicin jurdica preferente es la de C, pues su buena fe se
valora positivamente en relacin con la culpa de A. Es ms, bien podra decirse que sin la
conducta descuidada de A, jams se habra producido la compra de C, por lo que A es
causante de C, en consecuencia, se le debe imputar las consecuencias negativas de su
propia accin. La proteccin de C es racional, pues lo contrario significara premiar al
descuidado A que produce un engao a la buena fe de C, y que a pesar de ello terminara
siendo tutelado por encima de la vctima que l mismo cre a travs de su error. La fe
pblica registral, que protege al tercero, est justificada en este caso.
Segundo caso: A vende a B (inscribe), pero sufre lesin contractual, y luego B vende a C
(inscribe). Quin est en mejor posicin? A C? Si bien A declar movido por el estado
de necesidad del que se aprovech B, sin embargo, debe reconocerse que la declaracin de
voluntad es suya, por lo que incurri en cierta culpa cuando comunic algo que no responde
plenamente a su querer, por tanto, debe responder por el hecho propio que origin la falsa
apariencia de convertir a B en propietario, lo que a su vez propicia el engao al tercero de
buena fe C. Obviamente, la posicin jurdica preferente es la de C, pues su buena fe se
valora positivamente en relacin con la culpa de A. Es ms, bien podra decirse que sin la
conducta descuidada de A, jams se habra producido la compra de C, por lo que A es
causante de C, en consecuencia, se le debe imputar las consecuencias negativas de su
Por tanto, se descarta la interpretacin extremista que otorga proteccin al tercero en caso de
falsificaciones, suplantaciones o nulidades radicales originadas por la ausencia de voluntad
que sustente el negocio jurdico. En todos esos casos, acorde con la garanta de indemnidad
que reconoce nuestra Constitucin, el derecho del propietario originario (verus dominus)
queda a salvo.
El Pleno Jurisdiccional Nacional Civil de los Jueces Superiores de todo el pas, celebrado los
das 19 y 20 de octubre de 2012, aprob por amplia mayora la siguiente ponencia: la fe
pblica registral no protege a los terceros de buena fe cuando se trata de vicios radicales de
nulidad, como es el caso de la falsificacin de los ttulos, pues el artculo 70 de la
Constitucin del Estado dice que la propiedad es inviolable, lo que no es coherente si
admitimos que un titular pueda ser despojado fcilmente a travs de una falsificacin. El
artculo 2014 del Cdigo Civil debe leerse desde la perspectiva constitucional de proteccin
de la propiedad, evitando que los actos ilcitos consumen derechos 59. Seal que estamos
avanzando.
lugar, tenemos al poseedor que ha cumplido los requisitos legales para adquirir por
prescripcin, pero que obviamente no ha inscrito su derecho.
El problema jurdico de la propiedad es su prueba. Cmo saber quin es el propietario de
cada una de las cosas que existen en la naturaleza fsica? Se trata de una tarea difcil, sino
imposible de dilucidar con absoluta certeza. Este tema nos lleva directamente a un dilema
filosfico de mayores alcances: preferimos la verdad (lo absoluto) o la verosimilitud (lo
relativo)? La primera es, sin dudas, la opcin racional, pues la simple apariencia o verdad
meramente probable suena a un torpe consuelo. Pero, qu sucede cuando la verdad no es
cognoscible? En tal situacin, solo quedara conformarse con lo poco o mucho del
conocimiento que le sea alcanzable a la inteligencia humana.
La usucapin es una transaccin en este debate filosfico, pero sin renunciar a la verdad.
No quiere decir que debamos privilegiar la realidad material por la imposibilidad de
conocer la verdad abstracta. Por el contrario, no se quiere renunciar a la verdad, pero
tampoco apartarse de la apariencia. Por tanto, se construye una apariencia social, ligada a
la vida del hombre, que funda la verdad. Es asumir que la ontologa de la propiedad (su
ser) se encuentra en su propia finalidad, esto es, en aprovechar la riqueza material a
efecto de potenciar el disfrute.
En tal contexto, la usucapin se construye como la realidad misma de la propiedad, pues se
trata de lo nico que tiene existencia comprobable y cierta. Por el contrario, los ttulos de
propiedad formales (contratos, herencias, etc.) son abstracciones que siempre pueden
atacarse o ponerse en duda; o finalmente derivarse de quien no era el titular.
A diferencia de la titulacin formal que puede ser o no-ser; en cambio, la posesin es. De
esta forma nos encontramos con una realidad externa que manifiesta la sujecin que una
persona ejerce sobre alguna porcin del mundo, en su propio beneficio. Esa verdad que
opera exclusivamente en el mbito fsico, se convierte en la verdad jurdica. La usucapin
es la propiedad60.
La usucapin se incardina con los aspectos ms profundos del hombre, de la vida y de su
concepcin del mundo. Se trata, pues, de un hecho visible, notorio, propio de la realidad
fsica, y que supera las abstracciones, los formalismos, las ideas. Es el triunfo de la
fenomenologa crtica por sobre el puro idealismo; por lo menos en el mbito de la
propiedad. El Derecho Romano, precisamente, se basa en cuestiones objetivas, de esencia,
ms all de idealismos o subjetivismos. Este principio es la base justificativa de la
usucapin como hecho que identifica la propiedad61.
60
La prueba ordinaria de la propiedad se hace mediante la prueba de la posesin y el transcurso del tiempo, y
esa es a la vez la realidad de la propiedad. La propiedad no tiene ninguna naturaleza distinta de la de ser una
posesin modalizada por el transcurso del tiempo. La propiedad es una posesin investida formalmente con
un ttulo (y tiene por ello vocacin de perpetuidad) (...) La propiedad no existe en s, lo que existe en s es la
posesin como apariencia socialmente significativa. Por eso la usucapin es algo ms que un medio de prueba
de la propiedad: es la realidad misma de la propiedad: ALVAREZ CAPEROCHIPI, Jos Antonio. Curso de
Derechos Reales, Editorial Civitas, Madrid 1986, Tomo I, p. 143.
61
Las investigaciones modernas han ido demostrando siempre que el pensamiento de los clsicos tenda a
valorar y a calificar las actividades humanas relevantes para el Derecho, segn criterios objetivos, slidos y
sencillos, de manera tal que la interpretacin y la actuacin del derecho estuviera siempre basada en
fundamentos robustos y no en las bases frgiles ofrecidas por averiguaciones espirituales complicadas. Esto,
empero, no significa que la jurisprudencia clsica hubiera prescindido de la voluntad, sino que la propia
voluntad constitua una categora objetiva, y en cierto sentido, universal, huyendo de la voluntad del individuo
tomado aisladamente: DE MARTINO, Francesco. Individualismo y Derecho Romano Privado, traduccin de
Fernando Hinestroza, Universidad Externado de Colombia, Bogot 2004, p.60.
62
Igual modo adquisitivo opera respecto de cualquier otro derecho real (usufructo, superficie, servidumbre)
siempre que la posesin sea compatible con el pretendido derecho que se quiera adquirir. No cabe obviamente
en las situaciones jurdico-reales sin posesin (hipoteca).
inmuebles, por lo que dio lugar a un ordenamiento excesivamente formalista, sin vida,
reducido a rituales, por lo que modernamente es objeto de severas crticas 63.
Esta es la perspectiva filosfica de la usucapin, pero tambin existen argumentos jurdicos
de peso.
El sistema legal reconoce que los derechos circulan de mano en mano a travs de distintos
hechos jurdicos que la ley reconoce con tal efecto. Entre esos hechos, denominados
modos de adquisicin de la propiedad, se encuentran el contrato de transmisin (no todos
los contratos producen ese efecto), a veces sumado con la tradicin, la sucesin hereditaria,
la accesin, la apropiacin y la usucapin, entre otros.
Los modos derivados son aquellos en los cuales se produce un acto de transmisin del
derecho, es decir, dos sujetos estn causalmente vinculados de tal suerte que uno da y el
otro recibe. En tal caso, la adquisicin de la propiedad, por ejemplo, est sujeta y
condicionada a que el transmitente sea titular del derecho; en caso contrario, uno nada
transfiere y el otro nada recibe. El principio general que rige los modos derivados es el
viejo adagio nemo plus iuris, esto es, nadie da ms derecho del que tiene.
Por el contrario, los modos originarios son aquellos en donde el sujeto se convierte en
titular por encontrarse en la hiptesis que la norma reconoce como causante del efecto
adquisitivo, sin que el anterior propietario preste su voluntad favorable a la transferencia, o
sin que se produzca un fenmeno legal de transmisin (dar y recibir). El caso ms
frecuente, pero no nico, lo constituye la usucapin o prescripcin adquisitiva de dominio,
pues en ella el nuevo titular adquiere por s mismo, por el solo hecho de poseer durante un
plazo y bajo ciertas condiciones; sin que el antiguo dueo preste consentimiento o autorice
la transmisin.
Las adquisiciones originarias operan ex novo, pues el titular estrena el derecho o lo recibe
novedosamente, sin vinculacin alguna con el anterior propietario. En tal sentido, aqu no
interesa la regla nemo plus iuris, porque no existe acto de transmisin del primigenio titular
hacia el nuevo adquirente, ya que este recibe el derecho por su propia actividad, sin
vinculacin causal alguna con el anterior propietario. Por tanto, en esta hiptesis se produce
un claro rompimiento de la cadena del dominio, una especie de lnea divisoria por la cual el
titular primigenio termina su historia; mientras el nuevo titular lo comienza sin vinculacin
alguna con el pasado.
63
Una crtica actual a los principios que rigen los derechos reales en el Derecho alemn puede verse: EBERS,
Martin. La autonoma del derecho de bienes en Alemania y la Unificacin Europea. En BADOSA COLL,
Ferrn y GETE-ALONSO CALERA, Carmen (Directores). La adquisicin y transmisin de derechos reales.
Estudio del derecho cataln y otros sistemas jurdicos, Colegio Notarial de Catalua Marcial Pons, Madrid
2009, p. 275.
Sin embargo, ya desde antiguo el BGB alemn, incluso cuando solo era proyecto, sufri comentarios
negativos respecto a la transmisin de la propiedad fundada en el formalismo de una inscripcin asentada en
alguna oficina pblica, lo que desconecta la propiedad de la vida social y de la conciencia popular:
MENGER, Anton. Derecho Civil y los Pobres, Jurista Editores, Lima 2011, traduccin de Adolfo Posada, p.
147.
BIANCA, Massimo. Diritto Civile. 6. La Propriet, Giuffr Editore, Miln 2006, p. 814.
POSNER, Richard. Savigny, Holmes y el anlisis econmico del derecho. En Thmis. Revista de Derecho,
Segunda poca, N 48, Lima, p. 66.
66
Textualmente lo dice Posner (Ibd., p. 67): La prescripcin adquisitiva es un mtodo para corregir ttulos
en papel, y ajustarlos a los costos de transaccin del mercado; esto mejora y no desafa el sistema de derechos
de propiedad.
65
la decadencia de efectos de los actos sucesivos. Por ejemplo, A (titular inscrito) vende a B.
Luego, B vende a C. En tal caso, la eventual nulidad de la venta entre A-B, aunque se
declare judicialmente, no producir el efecto de privar a C de su adquisicin, si la causa de
nulidad (por ejemplo: ilicitud de la causa del contrato) no constaba inscrita. En general,
estos conflictos se resuelven teniendo en cuenta la confianza en el contenido del Registro,
reputndolo como verdad presunta, de tal suerte que nadie podr ser privado del derecho
adquirido aunque luego se compruebe que el ttulo del transmitente adoleca de algn vicio
invalidante, o aunque dicho ttulo, vlido en un principio, quede ms tarde sin efecto 67. El
sistema jurdico peruano contempla en forma expresa esta figura en el artculo 2014 del
Cdigo Civil.
Ntese que este principio se aplica exclusivamente a favor de un tercero que adquiere en
virtud de negocio jurdico oneroso y al cual se protege frente a la nulidad, anulabilidad,
rescisin o resolucin que sufra el acto previo. Es decir, se trata de un mecanismo de
seguridad jurdica que solo juega en las adquisiciones contractuales o derivativas, las cuales
pueden decaer cuando el transferente no resulta ser propietario como consecuencia de la
nulidad de su acto adquisitivo. Este problema, sin embargo, no se aplica en la usucapin,
pues se trata de un modo originario de adquisicin en el cual no tiene relevancia alguna la
nulidad, anulabilidad, rescisin o resolucin.
Por ejemplo, tenemos un tercero inscrito en el registro frente a un usucapiente. Quin
vence? Los partidarios del extremismo registral quieren invocar el art. 2014, pero esta
norma tiene un mbito estricto de aplicacin, que no se cruza para nada con la prescripcin
adquisitiva. En efecto, el propietario inscrito est protegido frente a la nulidad y dems
patologas contractuales que pudiera haber sufrido el anterior titular, que le transmiti al
actual tercero. Por el contrario, el usucapiente no es transmitente del actual titular inscrito,
ni tiene relacin alguna con los actuales o anteriores propietarios. Tampoco ha participado
en los negocios jurdicos que constan en el registro. La usucapin es un fenmeno jurdico
ajeno al mundo contractual o negocial, por lo que sus efectos no pueden ser potenciados,
mediatizados o anulados por el principio de fe pblica.
En conclusin, el art. 2014 simplemente no regula la hiptesis de conflicto entre el
usucapiente y el tercero inscrito.
En tal contexto, la Corte Suprema acaba de emitir una sentencia histrica (Casacin N
3667-2010-La Libertad, con fecha 21 de junio de 2011), en la que reconoce el triunfo de la
posesin sobre el registro. En efecto, una empresa adquiri una pequea parcela de 1.2200
hectreas en las afueras de la ciudad de Trujillo, e inscribi en el registro. Luego de ello,
plante reivindicacin contra una poseedora que ocupaba una porcin del lote matriz (364
m2). Las dos primeras instancias resolvieron a favor de la actora por la aplicacin mecnica
del art. 2014 CC. Sin embargo, la Corte Suprema cas la sentencia y, en sede de instancia,
declar infundada la demanda. La razn? La demandante adquiri su derecho con pleno
conocimiento de la existencia de poseedores contradictorios, pues en el propio contrato de
67
ANGEL YAGEZ, Ricardo de. Apariencia jurdica, posesin y publicidad inmobiliaria registral,
Publicaciones de la Universidad de Deusto, Bilbao 1982, pp. 119-120.
compraventa se dej a salvo que el inmueble estaba ocupado por terceros, con lo que se
desmorona la buena fe.
Seamos claros. El Tribunal hace bien en revalorizar la posesin, como realidad misma
de la propiedad, que termina imponindose al formalismo registral. Sin embargo,
incurre en errores conceptuales:
En primer lugar, aplica equivocadamente el art. 2014 CC, que solo protege a los terceros
registrales frente a las deficiencias del negocio jurdico antecedente (anulacin, rescisin,
resolucin); pero no resuelve las controversias entre titular inscrito y poseedor. Este desliz
hace necesario que se deba comprobarse la presencia de los requisitos de la fe pblica
registral (tercero, buena fe, ttulo oneroso, confianza en el registro, inscripcin y que no
conste en el registro las causales de impugnacin), por lo que, en el caso concreto, se
declara que el tercero no goza de proteccin por carecer de buena fe. Entonces, si el
comprador tuviese buena fe, resultara protegido.
Si bien los extremistas registrales podran emocionarse con esta ltima frase, sin embargo,
tal posibilidad no pasa de la teora. En efecto, es imposible que un comprador alegue buena
fe si existe un poseedor de diez, quince o veinte aos, pues, cmo se justificara el
desconocimiento de tal situacin de hecho? cmo se explicara una adquisicin de puro
papel, sin indagar por la posesin del bien, sin siquiera tocar la puerta? Es evidente que la
posesin consolidada siempre es notoria, por lo que el tercero registral, bajo esta
perspectiva, siempre resultara perdedor por falta de buena fe.
En segundo lugar, se omiti la invocacin de la nica norma que resuelve el conflicto:
el art. 952 CC, por cuya virtud, el usucapiente cancela el derecho del antiguo propietario,
inscrito o no. En buena cuenta: el poseedor vence siempre, y por dos razones
fundamentales: i) la usucapin es modo originario, y, por tanto, opera contra cualquiera que
fuese el titular anterior, pues deroga todos derechos previos, incluyendo el inscrito; ii) la
usucapin es el cierre del sistema patrimonial, pone fin a las controversias dominicales de
manera definitiva, e inviste del dominio absoluto al poseedor.
En tercer lugar, la Corte declara infundada la demanda de reivindicacin por la mala fe del
tercero, sin embargo, eso no es suficiente. En efecto, si el demandado solo hubiese posedo
por tres aos, entonces no tendra ttulo alguno que oponer, por lo que la demanda igual
sera fundada. Por tanto, no basta probar que el actor conoca de una posesin
contradictoria, pues tambin se necesita acreditar y fundamentar en la sentencia que el
poseedor cuenta con un ttulo dominical a su favor, que puede ser la prescripcin
adquisitiva o una cadena de ttulos fehaciente que se origina en el verdadero propietario
primigenio del inmueble. En la sentencia comentada se razona negativamente con relacin
al demandante (tiene mala fe), pero no se exponen las razones por las cuales el
demandado es titular.
No obstante los errores reseados, en trminos generales, debe saludarse que la Corte
Suprema imponga un decisivo criterio a favor de la realidad vital, y en contra del
formalismo.
68
CIEZA MORA, Jairo. El quinto pleno casatorio civil y el principio de especialidad. En Actualidad
Jurdica, Gaceta Jurdica, N 228, Lima, noviembre 2012, p. 82. Este es exactamente el mismo criterio que
sostuvo el segundo amicus curiae Juan Espinoza. Por el contrario, el tercer amicus, profesor Morales Godo,
manifest una postura matizada, intermedia entre la tesis dogmtica y valorativa, pues si bien acept el
principio de especialidad, sin embargo, consider que existan algunas causales de nulidad, especialmente
graves, que no podan zanjarse con la caducidad. Esta tercera posicin denota, por lo menos, una tmida
apertura frente al formalismo exagerado que inspira las dos opiniones anteriores.
Esta interpretacin formalista avala que el Derecho preste tutela a una voluntad inexistente,
a una suplantacin de la persona o a una burda falsificacin; a pesar que ello significara la
intolerable invasin a la esfera de libertad del ser humano; entrometerse en su personalidad;
abusar de su ser; ponerse en la mscara ajena. No existe mayor tirana ni ms grave
arbitrariedad que fingir la voluntad de otro, y que este fraude tenga efectos jurdicos! En
tal caso, la dignidad del hombre queda derrumbada, pues el perjudicado (falsificado) es un
simple medio, una cosa para el logro de un fin de supuesta seguridad jurdica. La tesis
dogmtica cosifica a los seres humanos; los vuelve escalones para que otros (curiosamente,
un falsificador) los pisen y logren sus ruines propsitos. El Derecho, en tal contexto, no
tiene sentido.
Por tanto, cabe formularse la siguiente pregunta: puede aceptarse un criterio
interpretativo que valida la interferencia en la voluntad ajena? La respuesta obvia es
negativa. El artculo 1 de la Constitucin consagra la primaca del hombre, su dignidad, lo
que obviamente no puede ser dejado de lado por una interpretacin dogmtica del art. 92
CC, esto es, por la aplicacin del sacrosanto principio de especialidad normativa. Una
suplantacin o falsificacin no puede fabricar la voluntad de un sujeto o de un conjunto
de sujetos. Un sistema constitucional, inspirado fundamentalmente en valores, no
puede tolerar que la voluntad inexistente, creada por falsarios, termine obligando y
vinculando a la persona que nunca la declar, que nunca comunic ese querer69.
Ntese la absoluta arbitrariedad y la mxima dosis de injusticia que se produce si validamos
la injerencia de un falsificador en la voluntad de otro; y que este otro deba aceptar que se
trata de su voluntad, por efecto de la caducidad.
El rgimen general de invalidez del Cdigo Civil no puede derogarse tan fcilmente, pues
se sustenta en principios constitucionales, en la proteccin del sujeto, de su libertad, de su
autonoma, de su propio querer, y no uno inventado. En tal contexto, no es posible que los
vicios radicales, como la falta de manifestacin de voluntad, la simulacin, el fin ilcito u
otros sean degradados hasta el nivel que un plazo nfimo de treinta das permita
convalidarlos. La gravedad del defecto no justifica, bajo ninguna circunstancia, una
interpretacin flexible que habilita la santificacin del delito. La Constitucin misma, con
su base tica-jurdica, se presenta como muralla infranqueable contra la tesis
dogmtica. Tngase en cuenta que las reglas sobre invalidez negocial se fundan en el
principio superior de libertad individual, de autonoma privada, por lo que tienen un slido
asiento constitucional70; en cambio, la mala interpretacin del art. 92 CC no tiene principio
69
Dado que tratar a una persona como un fin en s mismo implica respetar los fines que se autoimpone, sus
objetivos, fines, proyectos, el principio de dignidad humana exige el respeto de las elecciones humanas. No es
moralmente posible prescindir de la libertad personal de los gobernados. Cuando tal no es el caso, cuando las
leyes son impuestas sin el consentimiento de los gobernados, los ciudadanos son tratados simplemente como
medios para los fines que los gobernantes persiguen: GARZN VALDZ, Ernesto. Cul es la relevancia
moral del concepto de dignidad humana?. En Id. Tolerancia, Dignidad y Democracia, UIGV, Lima 2006, p.
272.
70
La actuacin del falsario de una asamblea general supone que una voluntad heternoma (ajena), sin ttulo
para ello, se sobreponga a la voluntad real del sujeto. Esto es inadmisible. Sobre el particular, la doctrina dice:
La dignidad intrnseca del ser humano exige que cada persona, por s y autnomamente, pueda determinar el
fin de su propia existencia y elegir los medios para alcanzarlo, solo de esta forma el individuo se desarrolla
libremente. La eleccin del fin, tanto como la de los medios, para que se considere libre ha de ser autnoma, y
solo es autnoma cuando la eleccin no viene impuesta por fuerzas heternomas, ejercidas por otras personas
superior alguno que lo acoja, pues se basa en una rutinaria regla tcnica norma especial
prima sobre general.
En suma, cmo puede triunfar el significado dudoso de una norma del Cdigo Civil, cuya
interpretacin dogmtica no tiene basamento constitucional, frente a las reglas de invalidez
que son las fieles guardianas de la libertad? Aqu ni siquiera es posible la ponderacin entre
derechos fundamentales, porque en el otro lado no hay nada que oponer71. El art. 92,
interpretado en forma dogmtica, se opone a principios constitucionales; por tanto, dicho
significado debe descartarse.
La interpretacin dogmtica se basa en conceptos filosficos superados, pues considera que
el objeto interpretado se encuentra totalmente fuera del sujeto cognoscente, inscrito en una
especie de mundo ideal, radicalmente objetivo, que le dota de un solo sentido, un solo
significado, que es el mismo para toda la eternidad. Bajo este presupuesto, ese nico
sentido puede descubrirse por aplicacin de meras reglas lgicas, como aquella que hace
primar lo especial sobre lo general. El problema es que tal premisa filosfica ya no existe.
El gran filsofo alemn Gadamer ha sostenido convincentemente una teora hermenutica
del lenguaje y del arte, por la cual el intrprete participa en el objeto interpretado, como el
msico que ejecuta una partitura musical, y de esa forma se interpone entre el compositor y
el pblico, por lo cual el ejecutante interviene en la interpretacin con su propia
personalidad72. El intrprete no es un lgico o gramtico, para lo cual bastara la regla
tcnica de la especialidad, sino que participa en el acto, por ejemplo, con valoraciones de
orden moral, como aquella que recuerda la dignidad de la persona.
Por lo dems, el art. 92 CC habilita que solo el socio pueda impugnar los acuerdos, pero,
qu pasa con los terceros? Si se trata de causales de nulidad absoluta, entonces los terceros
tambin pueden instar la nulidad, pero, en qu plazo? Este problema fue planteado durante
o por el grupo social. La persona no es libre solo porque tenga capacidad de eleccin, es libre porque tiene
capacidad de autodeterminacin, de decidir sobre s, sobre su fin y destino; la persona, el hombre, es libre en
la medida en que se auto-posee. La autodeterminacin exige, desde el punto de vista externo, ausencia de
coaccin y, desde el punto de vista interno, libertad de eleccin. La autodeterminacin, como capacidad
fundamental del hombre, presupone voluntariedad. No existe autodeterminacin cuando se impone o se
impide a una persona una conducta por medio de la fuerza, la violencia o el engao. Tampoco existe
autodeterminacin cuando no es la persona la que decide, por s o por medio de un representante, sino que es
otro el que toma la decisin, sin tener en cuenta su voluntad: CAVALL CRUZ, Alfonso. El notario como
garante de los derechos de la persona, Jurista Editores, Lima 2012, p. 77.
71
En cuanto a la ponderacin: Puesto que la primera premisa del anterior esquema est configurada por la
existencia en relacin con el caso de dos principios (o conjunto de principios) que tiran en direcciones
opuestas, la contestacin al primero de esos interrogantes es que hay que ponderar () cuando, para resolver
un caso, no puede partir directamente de una regla, de una pauta de comportamiento especfica, que controla
el caso y que () permitira un razonamiento de tipo clasificatorio o subsuntivo. Y la pregunta es: Cundo
ocurre esto? Pues bien, nos encontramos (el juez se encuentra) en esa situacin cuando: 1) no hay una regla
que regule el caso (existe una laguna normativa en el nivel de las reglas); 2) existe una regla pero, por alguna
razn, la misma resulta inadecuada, esto es, hay lo que cabra llamar una laguna axiolgica (en el nivel
siempre de las reglas); o bien, simplemente es dudoso si existe o no una regla del sistema que regule
aceptablemente el caso: ATIENZA, Manuel. A vueltas con la ponderacin. En ATIENZA, Manuel y
GARCA AMADO, Juan Antonio. Un debate sobre la ponderacin, Palestra Editores, Lima 2012, pp. 28-29.
72
GADAMER, Hans-Georg. Arte y verdad de la palabra. En d., traduccin de Jos Francisco Ziga
Garca, Paids, Barcelona 2012, pp. 33-34.
la vista del pleno casatorio, y los amici curiae Cieza y Espinoza, respondieron ms o menos
de la siguiente manera: si se trata de un socio, la caducidad es la del art. 92 CC, pero si
se trata de un tercero rige la prescripcin de diez aos (sic). Si la tesis dogmtica se
sustenta en la coherencia formal y la seguridad jurdica, pues resulta que estos argumentos
se desmoronan totalmente cuando se trata de los terceros impugnantes, pues, en tal caso, ya
no existen los beneficios que tanto se pregonan, pues finalmente el tercero s podra
accionar por medio de la nulidad y con el plazo de prescripcin extintiva decenal.
En puridad, la falsificacin de actas, de firmas o de declaraciones juradas ni siquiera debe
ser atacada con el remedio de nulidad, sino con el de inexistencia del negocio jurdico, por
lo que el plazo de reaccin es indefinido, sin caducidad ni prescripcin extintiva. En efecto,
la nada del mundo fenomnico, la irrelevancia o invalidez factual 73, no puede convertirse
por arte de magia en un ser existente, vivo y real. El delito puede quedar impune por el
correr del tiempo, pues se refiere nicamente al sujeto infractor y la sancin que le
correspondera a l, pero el delito no puede originar actos jurdicos vlidos con perjuicio
a terceros. Por ejemplo, si se falsifica un acta de asamblea general, y pasan 60 das,
entonces, ahora s existe el negocio?, pero, de dnde surgi?, quin le dio vida? Un
absurdo lgico, sin dudas.
La doctrina del negocio jurdico, en su gran mayora, ni siquiera se pone en el caso de las
falsificaciones, ni estudia el tema, pues obviamente se trata del vaco, de la nada, de la
inexistencia propiamente dicha, por lo que no merece tratamiento jurdico alguno 74. Sin
embargo, en nuestro medio, cierta doctrina pretende que ese vaco se convierta en negocio
vlido por el solo transcurso de treinta das contado desde la inscripcin, con lo cual se
73
producira una autntica curiosidad para el Derecho comparado. La nada no solo valdra
como fenmeno real, sino como fenmeno reconocido y validado por el orden jurdico. Un
dislate, sin dudas, pues olvida que el ordenamiento no puede por la contradiccin, que no
se lo permite- elevar a la condicin de fattispecie jurdica el negocio inexistente, que
equivale a la nada en el plano del Derecho 75.
La inexistencia es la nada para la ciencia, y la nada siempre ser una negacin;
simplemente el no-ser; por tanto, el plazo para declararlo nunca se inicia, pues no existe en
el mundo fenomnico; la nada impide el inicio del cmputo; por lo que se trata de una
pretensin imprescriptible, pero, si la ley no lo dice? qu hacemos? En este caso, como
en muchos otros, la regla se deduce, se obtiene desde los principios y la sistemtica del
derecho. Es muy fcil hacer la deduccin: En primer lugar, si el acto jurdico se declara
nulo, entonces el no-acto se declara inexistente, pues la nulidad presupone que siquiera
existe el hecho fenomnico como tal. En segundo lugar, la nulidad del acto jurdico se
puede declarar en el plazo de diez aos desde que la pretensin puede ejercitarse, o sea,
desde que el hecho ocurre en el mundo; en cambio, el no-acto es nada, no hay hecho, por lo
que el inicio del cmputo es imposible, por tanto, el remedio es imprescriptible. En tal
sentido, menos an puede aceptarse una rpida caducidad de 60 o 30 das, desde la
inscripcin.
En la filosofa del derecho, desde hace mucho tiempo se admiten las denominadas normas
implcitas, es decir, aquellas que no estn positivizadas, pero que debieran estarlo por
coherencia valorativa76; por tanto, esa necesidad dentica funciona en la realidad normativa
como si tales presupuestos estuviesen presentes. Son como los descubrimientos de Einstein;
nadie los ha visto, pero por necesidad del sistema (en su caso, del sistema del universo; en
el nuestro, de los valores), se supone que estn aqu y ahora.
Pero, volvamos a nuestro tema.
La inexistencia opera en los casos de irrelevancia fenomnica, pues ni siquiera se encuentra
un acaecimiento aparente que tenga una mnima presencia factual, como ocurre, por
ejemplo, cuando dos personas no se ponen de acuerdo en todos los trminos del contrato,
segn el art. 1359 CC, o incluso cuando se incumplen las formas esenciales pblicas de
ciertos negocios que requieren de intervencin judicial o comprobacin administrativa,
como ocurre en el testamento (olgrafo), o en el matrimonio; sin embargo, ello no impide
que pueda necesitarse del juez para destruir cualquier rastro de presencia , real o
supuesta, que bien podra engaar a terceros.
Por su parte, la invalidez negocial (nulidad y anulabilidad), regulada por los arts. 219 y 221
CC, se refiere a las fallas en el procedimiento de formacin de voluntad por vicios, a la
75
Ibd., p. 438.
En el Derecho hay fuentes (hechos y actos creadores de normas), pero no todo el Derecho est basado en
fuentes. Hay normas cuya validez no descansa sobre criterios formales, sino materiales. Este es el caso tanto
de las normas implcitas como el de las normas necesarias. La juridicidad de las normas implcitas depende de
su coherencia valorativa con otras normas del sistema que s son vlidas formalmente: AGUIL REGLA,
Josep. Positivismo y Postpositivismo. En LINFANTE VIDAL, Isabel (Coordinadora). Interpretacin
jurdica y teora del derecho, Palestra Editores, Lima 2010, p. 27.
76
registrador la
en algn caso
009-2008) no
el registrador
Es inaudito sostener que un registrador tuviese la potestad de hacer control difuso, con lo
cual no solo se infringe la Constitucin, sino tambin un precedente del Tribunal
Constitucional (Sentencia del 11 de octubre de 2006, aclarada el 13 de octubre de 2006,
recada en el Expediente N 3741-2004-AA/TC, Caso: Salazar Yarlenque), que claramente
ha sealado que esa potestad le corresponde solo a los Tribunales Administrativos que
ejercen justicia administrativa, es decir, aquellos que resuelven un conflicto entre dos
partes. Por el contrario, el procedimiento registral no tiene esa naturaleza, pues se trata de
una simple revisin formal de legalidad de un documento que contiene un acto o negocio
jurdico; en el cual no hay contencin ni contraparte. Por tanto, ni siquiera el Tribunal
Registral puede realizar control difuso constitucional, pues no resuelve procedimientos
trilaterales, ni decide sobre controversias entre dos particulares; por lo que mucho menos
podra hacerlo un registrador. Por tanto, esa propuesta es simplemente un disparate,
contrario al orden jurdico y al ms mnimo sentido comn.
Pero, hay algo ms: ni siquiera en Alemania, casa matriz de la institucin registral, se
sostiene que este decide sobre conflictos de inters ni dilucida derechos. Sobre el particular,
es menester citar la importante sentencia del Tribunal Constitucional Federal Alemn,
emitida por la Sala Primera el 07 de agosto de 1962, la cual seala que: La decisin del
tribunal del registro (registros pblicos, en nuestro sistema) de inscribir la transformacin,
tampoco es una intervencin en la propiedad de los accionistas minoritarios; no es una
medida configuradora de derechos, sino que establece sencillamente que no existe
obstculo alguno para la inscripcin78. Los recurrentes (socios minoritarios) alegaban la
inconstitucionalidad de la actuacin del registro en cuanto inscribi una transformacin que
los retir de la sociedad. Sin embargo, la Alta Corte rechaza de plano ese argumento pues la
inscripcin no crea derechos subjetivos, no los cambia ni modifica su naturaleza. La
actuacin del registro pblico, a travs de las inscripciones, nunca tipifica como
intervencin o expropiacin sobre la propiedad, ya que se limita a reflejar la realidad que
consta en un ttulo; en todo caso habra que cuestionar el ttulo. Por tanto, la actividad del
registrador no decide sobre los derechos, otorgndolos o quitndolos, pues su nica funcin
es comprobar que no existe obstculo alguno para la inscripcin, esto es, se trata de la
mera comprobacin tcnico-formal sobre el cumplimiento de algunos requisitos exigidos
por la ley. Esta decisin reafirma lo que hemos venido sosteniendo reiteradamente en
los ltimos aos.
En conclusin, si en Alemania se rechaza que el registro decida sobre derechos o que
resuelva conflictos, entonces cmo puede sostenerse lo contrario en el Per? Recurdese
que el registro alemn depende directamente del rgano jurisdiccional, y el juez mismo, en
ciertos casos, extiende las inscripciones. Sin embargo, a pesar de ello, a nadie se le ocurre
suscribir la aventurada afirmacin que hace nuestro Tribunal Registral, respecto a su
cuasi-jurisdiccin. Es hora, pues, que empecemos a tomar conciencia que el extremismo
registral, en su mxima potencia, est en el Per, y no en Europa. Cundo nace el
horizontal en sede registral. Comentarios a partir de una reciente directiva emanada por la Sunarp. En:
Revista Jurdica del Per, Normas Legales, N 96, Lima, febrero 2009, p. 365.
78
SCHWABE, Jrgen (Compilador). Cincuenta aos de jurisprudencia de tribunal constitucional federal
alemn, Ediciones Jurdicas Gustavo Ibaez Konrad Adenauer Stiftung, Bogot 2003, p. 283.
problema? Parafraseando a Leysser Len, el drama se origina por las malas lecturas, las
peores interpretaciones y la falta de una doctrina registral que sea reflexiva.
Por otro lado, no es casualidad que el control difuso sea atribuido originariamente a los
Magistrados del Poder Judicial, en tanto estos cuentan con un especial estatuto protector
que asegura su independencia de criterio, frente a los distintos miembros de la
Administracin Pblica, muchas veces nombrados polticamente, con selecciones nada
rigurosas por la falta de publicidad y transparencia en los concursos, con graves conflictos
de intereses pues tienen pocos lmites para el ejercicio profesional paralelo; que se
encuentran bajo dependencia jerrquica, sin rigurosas exigencias de moralidad,
imparcialidad, capacitacin, entre otras inmensas diferencias. Pueden encontrarse en la
misma situacin un juez -dedicado a tiempo completo a la actividad jurdica de resolver
conflictos, sujeto a especial estatuto de proteccin constitucional-, y un funcionario
administrativo, muchas veces sujeto a dietas y jerrquicamente dependiente?
Asimismo, ntese la diferencia que existe en el producto emanado del proceso judicial, una
sentencia con autoridad de cosa juzgada, que nace de la dialctica ms perfecta posible,
esto es, la de un proceso contradictorio. Por el contrario, en un procedimiento
administrativo, no hay esas garantas ni cautelas. Por lo dems, la potestad judicial no
atenta contra la seguridad jurdica, pues las decisiones que hagan ejercicio de esta potestad
deben ser objeto de consulta ante la Corte Suprema; mientras que el control desperdigado
entre distintos funcionarios provoca confusin e incertidumbre.
Se ha dicho correctamente que:
El control difuso de la constitucionalidad de las leyes ejercido por los jueces es
mucho ms estricto que el propuesto por el Tribunal Constitucional para la
Administracin ya que, en realidad, la Ley Orgnica del Poder Judicial al exigir
que todo proceso en el cual se haya dispuesto la inaplicacin de una ley por
inconstitucional deba ser elevado en consulta ante la Corte Suprema, lo que hace es,
en buena cuenta, concentrar dicho control en el rgano supremo del Poder Judicial,
que tiene como consecuencia la uniformidad de la jurisprudencia y su centralizacin
en un nico rgano superior (), el Tribunal Constitucional al momento de
extender esta atribucin a algunos rganos administrativos termina entregndole a
stos, mayores atribuciones que los que posee el Poder Judicial, ya que los rganos
administrativos a quienes se ha reconocido esta atribucin podrn ejercerlas sin
control de rgano superior alguno79.
Imaginemos que le atribuyamos el control difuso, en forma individual, a cada registrador,
notario o incluso a un polica, entonces estaramos en presencia de un caos jurdico sin
lmites, lo cual sera fuente de las mayores arbitrariedades e injusticias; y lo peor, a travs
de funcionarios sin preparacin suficiente, que carecen de la independencia de criterio
79
TIRADO BARRERA, Jos Antonio. El control difuso de la constitucionalidad de las leyes por parte de la
administracin pblica en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, Editorial Grijley, Lima 2008, pp.
103-104.
80
Nada de esto parece importarles a: ALIAGA HUARIPATA, Luis y MENDOZA DEL MAESTRO,
Gilberto. Posibles modificaciones al libro de los Registros Pblicos. En Actualidad Jurdica, Gaceta
Jurdica, Tomo 200, Lima, julio 2010, pp. 135 ss.; cuya propuesta consiste en modificar el Cdigo Civil para
introducir una norma que permita al registrador realizar el control difuso de la constitucionalidad; pero
olvidan que esa reforma tendra que llevarse a cabo en la propia Constitucin. Con ello, nuestro pas sera el
nico en el orbe que consagra la el control constitucional por el registrador. Esa sola circunstancia lleva a
descartar de plano esa propuesta.
81
TIRADO BARRERA, Jos Antonio. El control difuso de la constitucionalidad de las leyes por parte de la
administracin pblica en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional, Op. Cit., p. 63.
LA POSESIN ES UN FIN
La doctrina italiana, encabezada por Rodolfo Sacco, ha puesto al descubierto que la propiedad es el
instrumento jurdico para lograr el disfrute de la riqueza material; y teniendo en cuenta que el
disfrute presupone la posesin, entonces se concluye que la propiedad es el medio, mientras que la
posesin es el fin; y, evidentemente, desde una perspectiva teleolgica de las cosas, el fin se
encuentra en situacin de primaca.
La racionalidad de esta constatacin tambin es de ndole econmica: la posesin es trabajo,
actividad, esfuerzo, produccin, riqueza; mientras que la vacua titularidad no produce beneficio
individual, ni social alguno. Un mundo en el cual solo hubiese ttulos de propiedad pegados en la
pared, pero sin explotacin econmica, no sera el mejor de los mundos posibles. Los propietarios
de puro papel viviran en la pobreza extrema.
La propiedad sin posesin es absurda; en cambio, la posesin sin propiedad, todava tiene sentido, y
mucho; lo que constituye la mejor prueba que uno es fin, y el otro es medio.
La posesin funda la propiedad, y la propiedad sirve para la posesin; en consecuencia, son
conceptos interconectados, por lo que el Derecho no puede obviar esta realidad, y la regulacin
jurdica de los derechos reales debe hacer patente esta dualidad de instituciones vinculadas: la
propiedad se protege como valor absoluto y definitivo; sin embargo, la posesin, por ms que solo
sea un hecho, tambin se protege, aunque solo lo sea como valor relativo y provisional.
La propiedad se adquiere por apropiacin (bienes sin dueo), por tradicin (bienes con dueo, pero
con acto de voluntad) o por usucapin (bienes con dueo, pero sin acto de voluntad). En todos ellos,
la posesin se encuentra presente. Esta constatacin histrica es la mejor prueba que la propiedad
necesita de la posesin; por tanto, el sistema de ttulo y tradicin es el ms adecuado para la
transferencia de propiedad. En cambio, el registro es un mecanismo exclusivamente tcnico,
artificial, de carcter asegurador, pero jams puede fundar la propiedad. Por tanto, la solucin lgica
es que el registro nunca sea constitutivo, pues la propiedad es una expresin de las relaciones
vitales, y no una simple suma de artificios.
EL CASO CONCRETO
La Corte Suprema ha emitido una reciente ejecutoria de fecha 30 de julio de 2012 (Casacin N
3098-2011-Lima), que resuelve una demanda de nulidad de acto jurdico, en la cual se valora
especialmente la posesin. Los hechos son los siguientes:
A vende un bien a B, en 1973, pero no inscribe; no obstante, luego A le vende el mismo bien a C,
en 2000, lo que s inscribe. El heredero de B (primer comprador) presenta la demanda de nulidad
por causal de fin ilcito, contra A-C.
El sistema legal protege los acuerdos privados, pero, dentro de las reglas de validez, se exige que
los actos tengan un propsito honesto, pues el Derecho incurrira en incoherencia valorativa si
pretendiese la correccin de las leyes (Alexy), pero no hiciese lo propio con los negocios jurdicos
de los particulares.
El negocio jurdico implica el mximo potencial jurdico de la voluntad, en cuanto la decisin del
hombre, previa coordinacin con el sistema jurdico objetivo, se convierte en regla de conducta,
obligatoria, vinculante. Sin embargo, es evidente que esta decisin solo puede protegerse cuando los
propsitos son razonables y honestos; aunque previo a ello, deba tratarse de una voluntad real, es
decir, que se haya producido en el mundo fenomnico.
En el presente caso, el fin ilcito del acto jurdico queda evidenciado por la voluntad comn de las
partes del segundo contrato, cuyo objetivo es despojar al primer comprador del bien. El animus
nocendi (intencin de perjudicar) es una hiptesis tpica de causa inmoral, reprobada por el
ordenamiento jurdico, por lo que no merece tutela alguna. En efecto, si dos partes se ponen de
acuerdo para extraer bienes del patrimonio ajeno, aprovechndose de los resquicios del sistema
jurdico, desvindose de sus funciones, entonces tal contrato contiene un fin contra ius. Hace poco,
la Primera Sala Civil de la Corte de Lima ha definido con detalle el fin ilcito (Exp. 11610-2004,
que puede verse en: www.gunthergonzalesb.com)
La Corte Suprema, en el caso, valora dos elementos importantes para dar por comprobada la causa
inmoral: primero, el precio pactado fue nfimo; segundo, los compradores primigenios tenan la
posesin desde hace treinta aos, por lo que el segundo comprador no poda ignorar un hecho tan
consolidado, notorio, pblico, inequvoco y que se encontraba sancionado por el paso del tiempo.
Aqu tiene sentido lo que habamos sealado en el acpite anterior: la propiedad sin posesin no
tiene justificacin, por tanto, la falta de verificacin posesoria (que es un deber en el Common Law)
hace nacer una sospecha de fraude. En este punto, la sentencia impone una regla jurisprudencial de
la mxima relevancia: debido a la importancia econmica de los bienes inmuebles y los usos
generalmente aceptados en este tipo de negocios la diligencia ordinaria mnima impone al
comprador el deber de verificar el estado actual del bien que adquiere (14 considerando).
La conclusin es que el segundo comprador ha actuado en forma sospechosa, extraa, anmala; y
ello no solo por la indiferencia que demuestra frente a la posesin ajena, sino, tambin, por la
existencia de un precio absolutamente reducido, lo que hace suponer que se conoca que el bien le
corresponda a otra persona, pero, a pesar de ello, se tuvo la intencin de aprovechar del formalismo
registral para obtener un lucro indebido, a costa del primer comprador, pese a que su derecho era
patente por efecto de la posesin. Por tales motivos, la intencin fraudulenta de ambas partes hace
que el contrato sea nulo por fin ilcito.
Es cierto que el art. 1409 CC declara la validez de los contratos sobre bienes ajenos, pero ello no
ocurre si el resultado pretendido por ambas partes se encamina hacia el fraude, el dao injustificado
o el despojo.
CONCLUSIONES
La posesin sigue revalorizndose por la jurisprudencia suprema, lo que constituye una buena
noticia pues implcitamente termina reconocindose su condicin de valor intrnseco dentro de la
ordenacin jurdica de los derechos reales. Adems, el criterio pro-posesin no es aislado, pues en
una sentencia anterior, de fecha 21 de junio de 2011 (Casacin N 3667-2010-La Libertad), se
admiti el triunfo de la posesin frente al registro, bajo el entendido que no basta la inscripcin de
puro papel cuando el comprador tiene pleno conocimiento de la existencia de poseedores
contradictorios, con lo que se desmorona la buena fe.
El Tribunal Supremo Espaol tiene la misma duda, pues considera que si la disposicin del bien comn
exige el consentimiento de todos los copropietarios, entonces la participacin de solo algunos de ellos, hace
que falte el consentimiento contractual de los otros. El error de tal postura ha sido denunciado por la
doctrina ms atenta, en cuanto la falta de todos los comuneros conlleva la falta del poder de disposicin, y no
la nulidad por ausencia de consentimiento, salvo que el vendedor haya actuado con la supuesta (e inexistente)
anuencia de los otros, en cuyo caso s habra invalidez: Cuando un propietario vende un bien que no le
pertenece en su totalidad y lo hace en nombre propio, lo que se produce es una falta de poder de disposicin
del transmitente, que a fortiori debe recibir igual respuesta que la venta de cosa ajena: su validez. El contrato
subsiste como fuente de obligaciones, como, por ejemplo, la obligacin de sanear en caso de eviccin, que
carecera de sentido de predicarse la nulidad del contrato. () La necesidad de consentimiento de todos los
Tal vez la nica particularidad moderna es que el centro de atencin se pretende desviar
hacia el hecho causal contrato (inoponible), cuando en realidad el tema controvertido es
el efecto disposicin (no producido). Creo preferible la ltima opcin, esto es, que la
cuestin se reubique en el efecto, y no en el hecho causal8.
En cualquier caso, es obvio que el negocio es ineficaz en cuanto a la disposicin 9, es
decir, no produce el efecto pretendido por los contratantes, lo que se aprecia en la
frustracin del comprador que no logra hacerse titular, pero es eficaz inter partes, pues, el
comprador puede actuar, por ejemplo, para requerir el saneamiento por eviccin o la tutela
extintiva mediante la resolucin contractual.
Por tanto, el debate ha logrado identificar el problema, sea la falta de legitimidad, sea la
ausencia de poder dispositivo. Sin embargo, falta discutir lo ms importante: cmo
solucionar el problema?
adquisiciones a non domino son reglas excepcionales que protegen solo al adquirente, pero no al
transmitente, por lo que este ltimo sigue siendo un non domino. Lo contrario, desplaza lo que solo es una
proteccin del adquirente a la posicin jurdica del transmitente (PAU PEDRN, Antonio. Esbozo de una
teora general de la oponibilidad. En d. La Publicidad Registral, CRPME, Madrid 2001, p. 329). Es ms,
por eso se le exige buena fe al adquirente, como criterio bsico para sustentar su primaca frente al titular
originario; por el contrario, si el transmitente fuese verus dominus, entonces, qu importara la condicin
subjetiva del adquirente? Por tanto, habra que preguntarle a Ninamancco, desde una perspectiva moral que
l desconoce, pues sus tesis son puramente dogmticas, lo que por s constituye una visin decadente del
Derecho-, por qu su teora pretende legalizar a un estafador?; y desde una perspectiva jurdica, por qu
el adquirente necesita de buena fe si el transmitente cuenta con poder de disposicin?
8
En efecto, no me satisface el concepto contrato inoponible, en vista que, en puridad, todos los contratos,
como hecho jurdico, son inoponibles, esto es, solo vinculan a las partes y sus herederos (art. 1363 CC); por
tanto, no puede producirse una especie de ineficacia (inoponibilidad), cuando en realidad esta es la
consecuencia lgica de todo contrato. Por tal motivo, el adjetivo oponible/no oponible debe predicarse en
relacin con los derechos, por lo que es equvoco hacer esa traslacin al hecho, que es la fuente generadora
del derecho. La doctrina italiana reciente nos da la razn cuando sostiene que lo oponible son las posiciones
(de derecho real) creadas por el contrato, y no el contrato mismo (ROPPO, Vincenzo. El contrato, traduccin
de Nlvar Carreteros Torres, a cuidado de Eugenia Ariano Deho, Gaceta Jurdica, Lima 2009, p. 680).
9
Prefiero esta aclaracin semntica, pues decir que un negocio con tales caractersticas es simplemente
ineficaz, constituye un error tcnico. En efecto, el negocio jurdico de disposicin de bien ajeno es vlido y
eficaz inter partes, entre los que lo celebraron, para quienes genera obligaciones y responsabilidades, pero
obviamente no produce la transferencia del derecho. Eso ocurre en el Derecho espaol, italiano y hasta en el
alemn. En efecto, Por lo que concierne a la venta de cosa ajena, esta parece admitirse en el ordenamiento
alemn siendo eficaz el contrato de compraventa. Si el vendedor no logra procurarse la propiedad de la cosa
responder ante el comprador reparndole el dao causado (FUENTESECA DEGENEFFE, Cristina. La
compraventa y la categora del negocio jurdico abstracto, Editorial Reus, Madrid 2012, p. 146). Solo en el
Derecho francs se prescribe la nulidad en los casos de venta de bien ajeno, sin embargo, la doctrina ha
propugnado que tal norma es incompatible con el saneamiento de eviccin, que presupone la validez del
contrato para efectos que el comprador pueda demandar la indemnizacin contractual (cmo podra haber
indemnizacin contractual si el contrato es nulo?); por tal motivo, la doctrina de ese pas ha propuesto
interpretar que la norma en el sentido que la venta de bien ajeno es vlida, pero impugnable o anulable.
10
Un ejemplo: A demanda a B-C por vender una casa que es suya; y ya sea que la pretensin
sea de nulidad o inoponibilidad, el juez solo podr pronunciarse sobre esto ltimo cuando
previamente reconozca que el propietario es A. Por tanto, la demanda busca, en puridad, el
reconocimiento de propiedad, sea a travs de una accin declarativa, sea a travs de una
reivindicatoria, si hubiese la necesidad de obtener, adems, la posesin12.
Podra objetarse esta conclusin sealando que en la venta del bien ajeno es necesario, tambin, que se
dilucide previamente la titularidad del bien. La objecin no es correcta, pues, en tal figura, el remedio es
tpicamente contractual, otorgado al comprador perjudicado, por lo que la accin tiene tal carcter; si bien en
forma instrumental habr que dilucidar el dominio de modo previo para luego decidir sobre el contrato y sus
vicisitudes. Por el contrario, en el caso aqu planteado, se discute la accin que le corresponde al propietario
no partcipe, este no es parte del contrato que celebraron otros, no es el comprador, en consecuencia, es
anmalo dotarle de remedio contractual a quien no es contratante.
13
Otra cosa, distinta, es que una de las partes decida acumular la reivindicacin con la nulidad del negocio
jurdico, como refuerzo de su demanda, pero ello no es necesario para obtener xito en el mejor derecho
de propiedad (MDP) o la reivindicatoria. Por ejemplo: A vende a B, que no inscribe; y luego A vende a C,
que inscribe; en consecuencia, se plantea el MDP entre B y C, pues el primero alega que el segundo inscribi
de mala fe. Si se probase ese argumento, es suficiente para lograr la sentencia favorable. Sin embargo, B
puede acumular la pretensin de nulidad de negocio jurdico, si supone y cuenta con indicios que la venta A-C
fue simulada. En consecuencia, la accin real puede formularse sin necesidad de anular el ttulo contrario;
pero cabe la acumulacin cuando se pretende resolver un tema distinto, pero conexo, referido a una accin
contractual. En el mismo ejemplo, podra ocurrir el actor triunfe en el MDP, pero la demanda de nulidad sea
infundada, empero, igual B consigue su objetivo.
Nuestra propuesta es ms racional, pues el verus dominus X se dirigir de una vez contra E
para que, en va de tutela real, se le reconozca como propietario a travs de una accin
declarativa (En el Per, es comn que esta pretensin reciba el nombre de mejor derecho
de propiedad). En cambio, si se opta por el remedio contractual, entonces habr la
necesidad de plantear tantas demandas como contratos, sea en procesos autnomos o
acumulados, para ir declarando inoponibles todos esos contratos, en una sucesin sinfn que
podra terminar agotando al propietario y, con ello, ahogando la justicia: En suma, un
nuevo contrato implicara una nueva demanda, por lo que habr que anular o declarar
inoponibles tantos contratos como se celebren.
La tercera ventaja est vinculada con la caracterstica anterior, pues las acciones de
proteccin de la propiedad permiten realizar, precisamente, un balancing de ttulos,
sin necesidad de pedir la nulidad, inoponibilidad o tutela contractual respecto del
ttulo contrario, porque ese ya es un problema exclusivo de los contratantes, pero no del
derecho real.
En efecto, las acciones de tutela de la propiedad sirven para compulsar ttulos; por un lado,
el de A, por el otro, de E; y en ese balanceo se determina quin es el propietario. Eso se
conoce desde antiguo. La declaracin de propiedad a favor de A no est supeditada a la
nulidad o inoponibilidad de los ttulos sucesivos. En la reivindicacin o en la accin
declarativa de dominio, el juez pondera los dos ttulos y resuelve, sin prejuzgar la validez o
no de los mismos; simplemente, decide quin es el propietario por virtud de los ttulos que
se le presentan, que supuestamente acreditan la consumacin de la adquisicin en cabeza de
una de las partes.
La Corte Suprema ha ratificado este criterio en diversas oportunidades. As, mediante la
sentencia de 11 de mayo de 2001, Casacin N 2539-2000, publicada el 05 de noviembre
de 2001, el tribunal neg que exista la necesidad de anular el ttulo contrario cuando ambas
partes, demandante y demandado, exhiben ttulos de propiedad contrapuestos, por lo que el
juez de la reivindicatoria debe ponderarlos y resolver sobre el dominio, sin entretenerse en
temas contractuales14. Existen otras decisiones recientes que consagran la misma doctrina15.
14
Segundo.- Que, la accin reivindicatoria es la accin real por excelencia, ya que protege el derecho real
ms completo y perfecto que es el dominio; por ella se reclama no slo la propiedad sino tambin la posesin.
Tercero.- Que, precisamente, en este tipo de procesos debe judicialmente quedar establecido, como lo es en el
caso de autos, el ttulo que a cabalidad acredite la propiedad del reivindicante, es decir, que en la accin de
reivindicacin tambin procede determinar el mejor derecho de propiedad, cuando ambas partes tengan dicho
ttulo. Cuarto.- Que, el Juez al resolver un proceso, deber atender a que la finalidad concreta del mismo es
resolver un conflicto de intereses o eliminar una incertidumbre, ambas con relevancia jurdica, haciendo
efectivos los derechos sustanciales y que su finalidad abstracta es lograr la paz en justicia, tal como lo
establece el artculo III del Ttulo Preliminar del Cdigo Procesal Civil. Quinto.- Que, en el caso de autos, la
Sala de mrito ha concluido que aun cuando no se ha demostrado la nulidad ni la falsedad de la venta a favor
de la co-demandada Marina Daz y la causante de los otros emplazados; sin embargo, el derecho de los
nuevos compradores del bien sub litis, a su vez vendedores de los accionantes, es preferente al de los
emplazados, pues son propietarios registrales que adquirieron el bien de buena fe y a ttulo oneroso;
aadiendo que no es necesario exigir a los demandantes el inicio de una nueva demanda de mejor
derecho, ya que al no asistirle tal derecho a los demandados, se concluye que el derecho de los
demandantes es mejor. Sexto.- Que, adems en el punto sexto de la contestacin de la demanda, se exponen
favor) o que la ley por determinados fines de inters general la habilite especficamente;
pero, en el caso planteado, el tercero pretende hacer evidente el defecto de competencia de
un negocio ajeno, que solo perjudica a las partes, por lo que un tercero extrao carece de
habilitacin para tal propsito. Por el contrario, el propietario no-contratante pretende
cuestionar un hecho jurdico, un ttulo ms que como contrato- que puede generar
apariencia de propiedad, engaar a terceros, producir problemas de hecho, posesorios; por
tanto, la destruccin de esa apariencia se hace por medio del instrumento idneo para
dilucidar quin es el propietario de la cosa, y quin, no. En consecuencia, se trata de una
tpica tutela de naturaleza real16.
La accin contractual para el no-contratante, salvo la de nulidad, no existe o se encuentra
excepcionalmente diseminada en poqusimas normas legales (ejemplo: accin pauliana). La
razn es simple: es como otorgar tutela posesoria al no-poseedor, o reivindicatoria al nopropietario, lo que implicara una contradiccin en sus propios trminos. Si bien es cierto
que el legislador a veces puede crear hiptesis particulares, sin embargo, en este caso, el
tema est claro: el Cdigo Civil no menciona para nada la accin de inoponibilidad del
contrato, y si no la menciona, menos an podra habilitarla para el no contratante.
La doctrina italiana se pregunta, precisamente, si una accin de ineficacia pueda hacerse
valer por el tercero frente a los contratantes, que es la hiptesis planteada por el profesor
Morales. Esa misma doctrina se responde sealando que el cuadro es muy irregular, y solo
plantea tres casos de excepcin, con previsin normativa: la nulidad del contrato, la
simulacin y la accin revocatoria por fraude al acreedor17. No hay rastros de la accin de
inoponibilidad del contrato formulado por el propietario no-contratante frente al contrato
invasivo, ni siquiera como aspiracin doctrinal.
En segundo lugar, Rmulo Morales defiende el remedio de inoponibilidad del contrato,
bajo la perspectiva analgica del art. 161 CC, que normalmente se entiende como un
remedio del titular del derecho frente al falso procurador para declarar que su actuacin es
ineficaz o inoponible frente a l. Para lograr esta construccin terica se hace lo siguiente:
unificar todas las supuestas hiptesis de inoponibilidad mediante reglas comunes y
generales, que habiliten la analoga. En tal sentido, si el tercero puede deshacerse de los
efectos del negocio mediante la llamada inoponibilidad, entonces tambin el tercero
puede aprovecharse del mismo, a travs de la oportuna ratificacin. El edificio dogmtico
parece perfectamente lgico. En tal sentido, el verus dominus siempre tiene el derecho de
prevalerse del negocio ajeno y ratificarlo, lo cual comporta que el titular del derecho
transforme un contrato inoponible en eficaz para l18.
El art. 161 CC regula una hiptesis de remedio contractual (ineficacia) otorgada a tercero, y
no a las partes del contrato, por lo que habra que imponer la analoga para los casos,
16
En ambos casos (venta de bien por co-titular aislado de comunidad hereditaria o postganancial), el
comunero que no ha prestado su consentimiento, podr ejercitar la accin reivindicatoria por la totalidad
del bien perteneciente a la comunidad, respecto del cual no tienen ningn derecho el comunero transmitente:
CUENA CASAS, Op. Cit., p. 4.
17
ROPPO, Vincenzo, Op. Cit., p. 680.
18
MORALES HERVIAS, Op. Cit., p. 20.
supuestamente similares, de venta por un cnyuge del bien social o de la venta por el
copropietario individual de todo el bien comn.
No obstante, tales hiptesis no pueden agruparse en una sola categora, y vamos a probarlo
con el siguiente ejemplo bsico: A vende un bien a B, pero la propiedad corresponde a C.
La propuesta del compaero docente pasa porque C ratifique la venta A-B, con lo cual, el
originario acto adquiere eficacia en forma sobrevenida. Sin embargo, en puridad tcnica,
tal ratificacin no es posible, pues el vendedor es A, y seguir siendo A, por tanto, en
quien recaen los efectos del negocio es en l; y, bajo ninguna fuerza taumatrgica puede
resultar que C ratifique la venta de A, pues ello implicara admitir lo que antes se critic:
el falso titular A no puede disponer, pero, el verdadero titular C s podra entrometerse en
un contrato en el que no es parte. Ntese que el negocio celebrado es entre A y B, por lo
que C no puede incorporarse a la fuerza, con su voluntad unilateral de ratificacin
en negocio ajeno. Advirtase que C es un particular ms, que solo puede relacionarse con
otros por virtud de la autonoma privada, y no forzadamente por reglas heternomas. Lo
que A no puede hacer sobre el derecho de propiedad ajeno; tampoco puede hacerlo C sobre
el negocio jurdico ajeno. El mismo Rmulo Morales, citando a Bianca, reconoce que el
sujeto no est legitimado para disponer de la esfera jurdica ajena 19. La esfera ajena no solo
comprende los bienes del otro, sino tambin los negocios y las relaciones jurdicas extraas.
Por tanto, el supuesto ratificador no puede ingresar sin permiso en un contrato en el que
nadie lo invit.
En tal sentido, los problemas de tal ratificacin son insolubles. Si C ratifica, quin es el
vendedor? A o C? Si es C, entonces se cae en el absurdo que una voluntad unilateral puede
modificar un negocio extrao. Si es A, entonces C nada ha producido, no hay cambio en el
negocio original, y en ese contexto nada se transfiere. C solo puede transferir su derecho
con un negocio jurdico causal traslativo que deba celebrar con A, o, en todo caso, deber
celebrarse una novacin subjetiva en la que C se incorpore al negocio de A y B, pero eso
implica un nuevo consenso, esto es, un segundo contrato que s contar con eficacia
dispositiva. Ntese que la sola ratificacin no hace eficaz el primer negocio, pues el verus
dominius no puede entrometerse en contrato de terceros, por tanto, se requiere un segundo
contrato traslativo, pero eso ya es otra cosa. No es una ratificacin, que implica que el
nico negocio se hace eficaz; por el contrario, es un segundo contrato autnomo que hace
posible la disposicin del verus dominus. En cualquier hiptesis, queda descartada la simple
ratificacin.
En puridad, debemos recordar que la ratificacin est pensada para la figura del falso
procurador, en cuanto este s declara que acta por otro, es decir, el apoderado indebido se
entromete directamente en la esfera ajena, por lo que el perjudicado puede aprovecharse de
los efectos del negocio mediante la oportuna ratificacin. En cambio, esta situacin es
anmala cuando A vende como A, no como C, por lo que l solo es la parte contractual, y
aun cuando C quiera convertirse en A, no puede hacerlo por su voluntad unilateral
ratificatoria. La autonoma privada tutela no solo a los propietarios que no disponen de
lo suyo, sino tambin a los contratantes que negocian a nombre propio, bajo su
responsabilidad, y no pueden ser excluidos del contrato por acto de tercero ajeno. La
19
Ibd., p. 14.
autonoma privada no se rige por la ley del embudo: lo ancho para el propietario; lo angosto
para el contratante.
Aqu debe distinguirse la intromisin personal (soy A, pero digo actuar en nombre de
B), lo que habilita a B para aprovecharse de los efectos del negocio; pero un caso muy
distinto es la intromisin solo en el mbito real, pero no en el personal (soy A, me creo
propietario del bien, por tanto, vendo como A y me obligo como A), pues, en tal
circunstancia, el sujeto protagonista del negocio no est en duda, es A, por lo que nadie
puede interferir en l; por ms que su actuacin sea dolosa, culposa o de buena fe. En
efecto, no dudemos que en muchos casos el disponente acta creyendo en su honestidad,
pues supone que es el propietario exclusivo del bien.
Esta primordial diferencia hace que el tpico caso de intromisin personal (falso
procurador, ex art. 161 CC) no pueda aplicarse por analoga a las intromisiones reales
(venta de bien ajeno o de bien social por un solo cnyuge), en cuyas hiptesis, los
sujetos del negocio actan a nombre propio, son ellos los protagonistas, y no pueden ser
movidos por una fuerza extraa. El derecho fundamental de libre contratacin exige respeto
a la estructura de intereses creada por las partes, para bien o para mal, pero que se refleja
solo por ellas.
La gran diferencia entre las intromisiones personales y reales se advierte en el hecho que
uno requiere la aprobacin (segn el Cdigo Alemn, sin embargo, esta figura no es
trasladable al Derecho peruano) y el otro la ratificacin, las que bajo ningn punto de
vista se pueden asimilar en una categora unitaria, y, por tanto, las reglas de uno no son
aplicables por analoga al otro; y aunque las distinciones pueden dividir a la doctrina, sin
embargo, casi todos estn de acuerdo en su diferencia intrnseca:
No se confunde esta aprobacin con la ratificacin, que llega a un contrato
(representativo) imperfecto e ineficaz, frente al estructuralmente completo que es
aquel a que se refiere la aprobacin; ni con la confirmacin, mecanismo de
sanacin de un contrato completo pero anulable, afecto de una grave enfermedad
que podra arrastrarle en otro caso a la anulacin. Creo que las diferencias son
importantes y que no cabe confundir esas categoras jurdicas: son diferentes su
objeto (negocio falso-representativo, frente a los otros antes indicados como
susceptibles de aprobacin), su estructura y su funcin y efectos (perfeccin del
primero, y simple eficacia de estos ltimos, segn su tipologa). Un sector de la
doctrina pone el acento de la distincin en la alteridad en caso de aprobacin (se
refiere a un negocio jurdico ajeno), frente a la ratificacin, en que el dominus hace
propio el negocio ratificado, aun llevado a cabo por otra persona para l; distincin
y razonamiento que otros no comparten, en consideracin a una distinta
interpretacin del negocio representativo y el del falsus procurator. Por mi parte,
aunque pueda asumir la alteridad aludida como nota diferencial relativa, y
condicionada por la idea que se tenga del negocio, en general, y del representativo-,
me permito insistir por ser dato diferencial tpico, en mi opinin- en que la
aprobacin se incorpora a un negocio o contrato estructuralmente completo, el
aprobado, en el que en algunos casos no deviene parte negocial la persona que lo
aprueba. En cambio, la ratificacin llega a un contrato imperfecto y, como tal,
ineficaz; y tras la ratificacin el que emite se convierte en parte negocial (la nica de
ese lado, pues el falsus procurator no lo era) y convierte en eficaz, para l y frente
al tercero, el negocio ratificado20.
En buena cuenta, la ratificacin no est habilitada para las intromisiones reales, y, en
efecto, el art. 978 no lo permite. El copropietario que vende el bien comn en exclusiva,
atribuyndose la propiedad, es responsable de su decisin, y queda obligado por ello, para
bien o para mal. Los otros copropietarios no pueden entrometerse en negocio ajeno
mediante una voluntad unilateral que nadie les ha pedido; y que, en todo caso, solo sera
admisible mediante un nuevo consenso entre las partes del negocio original y los ahora
incorporados, por ejemplo, a travs de una novacin del contrato, pero jams podra
admitirse a travs de una imposicin unilateral.
El 978 solo dice que el negocio ser vlido si en el futuro el bien materia de disposicin es
adjudicado en exclusiva al copropietario por virtud de la particin. No hay ratificacin
alguna.
Tampoco es admisible una interpretacin correctora con el art. 1669 CC. En efecto, tal
precepto seala que un copropietario no puede arrendar un bien indiviso sin consentimiento
de los otros; sin embargo, si lo hiciese, el contrato es vlido si los dems copropietarios lo
ratifican expresa o tcitamente. De esta norma se pretende deducir que en todo acto de
disposicin de bien comn, por obra de un solo copropietario, cabe la ratificacin de los
otros copropietarios21.
La aplicacin generalizadora del art. 1669 para casos diversos a su hiptesis especfica,
tiene un obstculo insalvable, pues, en realidad, el copropietario individual s tiene potestad
para arrendar, sin consentimiento de los otros copropietarios, cuando se convierte en
administrador de hecho (art. 973 CC). Recurdese que en virtud de esta figura, el
copropietario que se mantiene en disfrute del bien comn, sin que nadie lo haya nombrado,
empero, cuenta ex lege con las potestades de cualquier administrador, lo que incluye
obviamente arrendar el bien; y es obvio que si el copropietario individual lo arrienda,
entonces se encuentra en ejercicio del disfrute, por lo que automticamente tiene la
condicin de administrador. En consecuencia, la sola omisin de los otros copropietarios en
dejar a uno solo de ellos como poseedor del bien, hace que el negocio de arrendamiento ya
cuente con la autorizacin de todos los copropietarios por mero silencio (impropiamente
llamada: ratificacin tcita).
En buena cuenta, la norma excepcional del 1669, amparada por otra disposicin que la
completa y le dota de sentido (973), cuando no puede generalizarse para los actos de
disposicin, en los que no se producen autorizaciones por mero silencio.
Por tanto, si la ratificacin no existe en las hiptesis sealadas, entonces la eficaz
disposicin del derecho requiere que se deje sin efecto el negocio originario y se celebre
20
RIVERO HERNNDEZ, Francisco. Representacin sin poder y ratificacin, Thomson Reuters, Madrid
2013, pp. 345-346.
21
MORALES HERVIAS, Op. Cit., p. 18.
uno nuevo, o se produzca novacin. No es posible que la voluntad unilateral pueda producir
efectos heternomos sobre otras personas, sobre contratantes ajenos, sobre circunstancias
extraas al propio inters, que es el nico en el cual manda la autonoma privada.
La ratificacin no es posible como mecanismo general de interferencia en negocio ajeno,
salvo los casos de falso procurador o hiptesis asimiladas (contrato por persona a nombrar),
por lo que este desfase hace ms problemtica la construccin de una categora dogmtica
de inoponibilidad de contrato.
22
FLUME, Werner. El negocio jurdico, traduccin de Jos Mara Miquel Gonzlez y Esther Gmez Calle,
Fundacin Cultural del Notariado, Madrid 1998, p. 1043.
23
Ibd., p. 1046.
WOLFF, Martin. Derecho de Cosas. En ENNECCERUS, Ludwig, KIPP, Theodor y WOLFF, Martin.
Tratado de Derecho Civil, traduccin de Blas Prez Gonzlez y Jos Alguer, Bosch, Barcelona 1971, Tomo
III-1, p. 238.
25
La profesora espaola Matilde Cuena Casas comparte mi posicin, segn me lo hizo saber por correo
electrnico de 26 de julio de 2013, que me autoriz a reproducirlo: Creo que se mezclan dos hiptesis
distintas: falsus procurator y venta de cosa comn. Esta no puede resolverse con la ratificacin porque quien
consiente en nombre propio es el vendedor non dominus y coincido contigo en la imposibilidad de ceder la
legitimacin abstracta a la disposicin al margen de un poder de representacin.
24
En primer lugar, supongamos que el esposo A vende a nombre propio la casa conyugal a C,
y luego la esposa B ratifica el contrato. En puridad, el negocio A-C no puede ser alterado
por una voluntad de tercero. Sin embargo, para efectos prcticos, es posible imaginar
soluciones simples, pero sin necesidad de herir la dogmtica. En tal caso, los otros
copropietarios o el cnyuge no partcipe podran manifestar que siempre estuvieron de
acuerdo con el negocio, desde su origen, que son parte en l, pero solo se expresaron
verbalmente, por lo que mediante un instrumento complementario, incluso pblico, se
limitan a reconocer una voluntad ya prestada, por lo que se tratara de un documento
meramente recognoscitivo. El problema es que los autores originales del negocio podran
negar esta declaracin verbal, por lo que el tema tendra que dilucidarse con la prueba
actuada en el caso. Si no hay prueba alguna que la corrobore, entonces la pretendida
incorporacin en negocio ajeno es ineficaz; en cambio, si hay prueba del consenso general,
entonces la escritura pblica tiene carcter probatorio del negocio global, nacido desde su
origen por consenso de todos, pero que documentalmente consta dividido en dos o ms
instrumentos. Tal vez podra suponerse que la notificacin al comprador C de la mal
llamada ratificacin (en puridad: documento recognoscitivo de consentimiento previo),
sin oposicin de este, implica una prueba de su aquiescencia frente a la declaracin
invasiva del cnyuge.
En segundo lugar, el cnyuge A vende a C, sin requerir la intervencin del cnyuge B, por
no considerarlo necesario. Luego se dan cuenta que si se le necesita. Aqu no hay
ratificacin de un mismo negocio que a partir de determinado momento se hace eficaz.
Por el contrario, si se produce pleno consenso entre las partes, lo que podra ocurrir es que
se haya presentado una novacin subjetiva por incorporacin de personas. Pero, ntese que
no es el mismo negocio original, es otro distinto, novado. Por tanto, no puede haber
ratificacin cuando el contrato se modific.
En tercer lugar, supongamos que se documenta un futuro negocio de los cnyuges A-B a
favor de C, pero originariamente solo prestan su voluntad los seores A y C, pero no B. En
tal caso, el supuesto negocio est incompleto, no se ha perfeccionado el consenso. Nadie
podr decir que la posterior voluntad de B ratifica el contrato, pues en realidad se
produce el nacimiento del contrato al haberse arribado a consenso. No antes.
Por tanto, estas y otras hiptesis de ratificacin no son propiamente tales. Por ello, el art.
315 CC seale que el cnyuge puede disponer por s solo con poder del otro, lo que es
correcto; pero justamente omita la posibilidad de ratificar el negocio. Y justamente no lo
dice porque la ratificacin es un fenmeno vedado en este caso, pues su radio de accin son
las intromisiones personales (actuar por otro, invadiendo su personalidad) y no las
intromisiones reales (disponer bienes por otro).
GONZALES BARRN, Gunther. Cdigo Civil y Reforma. Libro V (Derechos Reales) y IX (Registros
Pblicos), Jurista Editores, Lima 2011, p. 257.
27
ROMERO ROMAA, Eleodoro. Los Derechos Reales, s/e, Lima 1955, Tomo II, p. 250.
28
AVENDAO VALDZ, Jorge. Exposicin de motivos del anteproyecto del libro de Derechos Reales.
En COMISIN REFORMADORA DEL CDIGO CIVIL DE 1936. Proyectos y anteproyectos de la reforma
del Cdigo Civil, PUCP, Lima 1980, Tomo I, p. 802.
29
El artculo 978 del Cdigo sustantivo prev la posibilidad de que un coheredero realice actos que importen
el ejercicio de propiedad exclusiva sobre todo o parte de un bien, en dicho supuesto el acto slo ser vlido
desde el momento en que se adjudique el bien o la parte del mismo a quin practic el referido acto; debiendo
entenderse que cuando el Cdigo habla de validez quiere decir eficacia, y es que el acto de disposicin
exclusiva realizado por un copropietario es un acto vlido sujeto a condicin suspensiva, y que ser eficaz
cuando la parte o totalidad del bien que ha dispuesto le sea adjudicado, y en caso de no cumplirse con la
mencionada condicin, recin podr incoarse la accin de nulidad: Sentencia de la Corte Suprema, Casacin
N 953-96.
30
() evidencindose que se realiz la enajenacin material de dicho inmueble, practicndose sobre parte de
un bien un acto que importa el ejercicio de propiedad exclusiva (actuando como si fuera la nica propietaria),
dicho acto solo ser vlido desde el momento en que a dicho propietario se le adjudique el bien o parte de l,
por as normarlo el artculo 978 del mismo cuerpo normativo, y en tanto ello no sucede no hay lugar a
considerar vlido un acto de tal naturaleza. La relacin entre el artculo 971 y el artculo 978 es igual a la que
existe entre una regla y su excepcin que la confirma y, en tal sentido, debe concluirse que la venta del bien
comn requiere para su validez necesariamente de la conformidad de todos los copropietarios, y si uno de
ellos dispuso del mismo sin asentimiento de los dems, tal acto no ser vlido mientras no se produzcan los
En realidad, el acto no autorizado de copropietario debe subsumirse en el art. 1540 CC, por
cuya virtud, la venta de un bien parcialmente ajeno da lugar a que el comprador pueda
optar entre solicitar la rescisin del contrato o la reduccin del precio. La venta de bien
parcialmente ajeno implica que el enajenante es dueo de una porcin (cuota ideal) del
bien, lo que alude a la presencia de un copropietario. Esta solucin es acertada, pues
permite que el afectado (comprador) decida el mantenimiento o no de la relacin
contractual, de acuerdo con sus intereses. Por el contrario, la solucin del art. 978 CC es
cuestionable, en tanto el contrato queda sometido indefinidamente a una supuesta condicin
suspensiva, sin que el afectado pueda decidir lo ms conveniente para su proteccin.
En tal sentido, no es necesario establecer un rgimen especial de ineficacia negocial, por lo
que el art. 978 CC debe complementarse con las normas sobre venta de bien ajeno.
Rmulo Morales impugna esta solucin en cuanto seala que el art. 1540 CC omite
establecer los remedios para el copropietario que no ha participado del acto de disposicin,
por tanto, si la norma no dice nada, entonces fundadamente se pregunta, qu solucin
puede prestar?31 El compaero docente, sin embargo, ha modificado el plano de discusin.
La propuesta ma, en dicho trabajo, no apuntaba hacia el verus dominus, que no particip en
el negocio; por el contrario, la preocupacin se centra en el comprador perjudicado frente al
copropietario individual que ha vendido el bien comn.
En estos casos, ya lo hemos dicho, siempre hay dos perspectivas. La primera, qu puede
hacer el propietario no contratante? Segn Morales, cabe formular la inoponibilidad de
contrato; segn quien esto escribe, debe plantearse una accin de tutela real, conforme se ha
sustentado a lo largo de este artculo. En cambio, en la segunda, el problema se centra en la
desprotegida figura del comprador. Todos hemos hablado del propietario supuestamente
afectado por un negocio en el que se pretende disponer un inters suyo, pero nadie se
acuerda de la otra vctima: el comprador.
Pues bien, la objecin del opositor no es justificada, pues las reglas de venta de bien ajeno
o parcialmente ajeno se aplican precisamente a favor del comprador perjudicado por una
disposicin ineficaz, que no se concreta32. Por supuesto que tiene razn que esas reglas no
tienen relacin con el propietario no contratante, pero no me haba referido a ello. Por tanto,
el remedio de los artculos 1539 o 1540, segn el caso, es perfectamente viable, pero
obviamente solo para el comprador.
En el plano externo, en relacin con el tercero, el propietario pretendidamente afectado
defender su derecho mediante una accin real.
supuestos contemplados en el artculo 978 del Cdigo Civil: Casacin N 102-2009-Cusco, de 25 de agosto
de 2009, publicado en el diario oficial el da 30 de marzo de 2010.
31
MORALES HERVIAS, Op. Cit., p. 17.
32
Esta es la posicin de la mejor doctrina: Cuando un copropietario vende un bien que no le pertenece en su
totalidad y lo hace en nombre propia, lo que se produce es una falta de poder de disposicin del transmitente,
que a fortiori debe recibir igual respuesta que la venta de cosa ajena: su validez: CUENA CASAS, Op.
Cit., p. 6.
En el plano interno, en la relacin contractual, el comprador no tendr que esperar hasta las
calendas griegas (hasta que se produzca la particin entre los copropietarios!, hasta que se
produzca la disolucin de la sociedad de gananciales entre los cnyuges!), por lo que tendr
tutela sustancial mediante el remedio de la rescisin.
Por lo dems, si las reglas de venta de bien parcialmente ajeno no se aplicasen al caso del
copropietario que dispone de todo el bien comn, entonces, para qu casos sirve?, pues
resulta obvio que si el bien es parcialmente ajeno, por lgica deduccin es parcialmente
propio; y si ello es as, entonces solo puede tratarse de un copropietario.
CONCLUSIONES
i.
ii.
iii.
iv.
v.
vi.
vii.
viii.
ix.
x.
Por lo dems, el art. 1669 no puede generalizarse, pues se trata de una hiptesis
aislada de copropietario individual que puede celebrar vlidamente contratos de
arrendamiento en condicin de administrador de hecho, cuando los otros
copropietarios lo han dejado en posesin individual (art. 973 CC). En
consecuencia, el silencio de los otros copropietarios funciona como ratificacin
tcita del arrendamiento, aunque en puridad se trate de una autorizacin por
silencio.
xi.
xiii.
xiv.
En tal sentido, la accin real como remedio de proteccin del propietario nocontratante tiene mltiples ventajas: a) logra coherencia entre la tutela
sustancial reclamada por el perjudicado (propiedad) y el objeto del debate
judicial. En efecto, en las supuestas demandas de inoponibilidad, antes de
resolver el tema contractual, el juez tendra que declarar quin es el propietario
de la cosa, por tanto, el tema realmente debatido es el dominio, y solo de manera
indirecta o traslaticia se terminara emitiendo un pronunciamiento que ya no
tiene relevancia, pues si ya se dijo quin es el titular del bien, entonces la
validez o no del negocio es irrelevante; b) se evita la multiplicidad de demandas
intiles, pues si hubiese diversos contratos supuestamente inoponibles, entonces
todos ellos deberan ser atacados; en cambio, la tutela real se dirige contra el
ltimo de la cadena de ttulos, por declaracin de propiedad, y ya es innecesario
reaccionar frente a cada contrato; c) la tutela de la propiedad, desde muy
antiguo, permite que el juez se limite a compulsar los ttulos, reconozca el
dominio y no diga nada sobre la validez de los ttulos, que nada aporta al fin
pretendido; por lo dems, esos ttulos pueden subsistir perfectamente, entre las
partes, y no hay razn para descalificarlos por obra de un tercero.
xv.
SACCO, Rodolfo y CATERINA, Rafaelle. Il Possesso, Giuffr Editore, Miln 2000, pg. 449.
de que tienen el derecho2, aun cuando luego resulte que la adquisicin haya quedado
frustrada.
El poseedor es un gestor del bien que resultar castigado, indemne o premiado segn la
honestidad y diligencia con la cual opera. La proteccin de la posesin tiene una raz
netamente utilitaria, por cuanto la tutela del poseedor incentiva la eficiente custodia que
este har sobre el bien3. La administracin ejercida por el poseedor debe ser evaluada al
momento de la conclusin del estado posesorio, esto es, debe rendir cuentas y liquidarlas.
La ley regula no slo la relacin entre el poseedor y los terceros, sino tambin la
relacin entre el poseedor y el propietario. Para ello, se hace preciso distinguir en primer
lugar el ttulo (o la falta de ttulo) de la posesin. Las obligaciones legales que nacen al
momento de terminar la posesin en vista a la entrega del bien- tienen diverso contenido
segn la situacin del poseedor.
WESTERMANN, Harry; WESTERMANN, Harm Peter; GURSKY, Karl Heinz; EICKMANN, Dieter.
Derechos Reales, traduccin de Ana Caizares Laso, Jos Mara Miquel Gonzlez y otros, Fundacin
Cultural del Notariado, Madrid 2007, Tomo I, pg. 380.
3
SACCO, Rodolfo y CATERINA, Rafaelle. Il Possesso, Op. Cit., pg. 526-527.
4
Es una conclusin generalizada, por ejemplo: WESTERMANN, Harry; WESTERMANN, Harm Peter;
GURSKY, Karl Heinz; EICKMANN, Dieter. Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I, pg. 381.
c) La buena fe implica que el poseedor acta por ignorancia, o por error de hecho o de
derecho.
La buena fe no es solamente una creencia fundada en un estado psicolgico (meramente
interno) del poseedor. La buena fe s es creencia, pero tambin debe responder al modo de
actuar honesto de una persona. La buena fe no puede fundarse nunca en un error
inexcusable, pues existe un deber social de actuar diligentemente. Por ello, se exige que el
poseedor ostente el ttulo de adquisicin, si quiera aparente, de algn derecho (propiedad,
usufructo, arrendamiento, etc.), y cuya apariencia permita sustentar su legitimidad5. Por
tanto, el poseedor podra basarse en un ttulo putativo o falso, inclusive, pero con la
salvedad de que el derecho presumido tenga la apariencia de legalidad. La duda grave del
poseedor respecto a su derecho, normalmente debe equipararse con la mala fe, pero no la
simple sospecha6. En resumen, aqu no se exige una simple buena fe-creencia, sino que
se avanza hasta una buena fe-diligencia7.
En el caso alemn, por ejemplo, y aunque los propios autores no estn particularmente de
acuerdo, la doctrina dominante considera que la compraventa inmobiliaria carente de
forma, da lugar a un poseedor de buena fe. Por tanto, lo relevante es que el poseedor
La exigencia del ttulo en el poseedor como de buena fe est en contradiccin con la simple presuncin de
buena fe del poseedor contenida en el art. 914 CC. En efecto, segn esta norma la buena fe se presume con el
solo hecho de ser poseedor, sin ningn requisito formal ulterior. Sin embargo, bien sabemos que ello no es
as, pues la buena fe requiere que el poseedor ostente un ttulo. Cmo interpretar esta contradiccin? La
nica frmula viable es sumar los arts. 906 y 914 del C.C., entendiendo que la buena fe requiere: posesin y
ttulo, por lo menos aparente. Quien no exhibe ttulo se reputa automticamente como poseedor de mala fe.
6
As ocurre con la concubina del poseedor nacido en el extranjero, tiene dudas sobre la condicin de su
pareja, recientemente fallecida, pues desconoce si tiene o no herederos en su pas natal. Desvanecer esta duda
demostrara una diligencia no justificable por las circunstancias (por los gastos), por lo que una hipottica
culpa leve no debe influenciar en la buena fe. Segn DEZ PICAZO, Luis (Fundamentos de Derecho Civil
Patrimonial, Editorial Civitas, Madrid 1995, Tomo III, pg. 586) los estados de duda deben equipararse a la
mala fe si en la duda hubo culpa grave, y colocarse en el campo de la buena fe si es que la duda no fue
despejada por culpa leve.
7
A veces esta condicin subjetiva plantea ulteriores problemas si se trata de situaciones pluripersonales o de
personalidad interpuesta He aqu algunas hiptesis particulares:
- Si el poseedor es una persona jurdica cuyos socios son los transmitentes de la posesin en su calidad de
personas naturales (o viceversa), y stos conocen la ilegitimidad de la posesin, entonces no existe buena fe
por parte de la persona jurdica. Faltara la creencia honesta en la situacin.
- Si la posesin se realiza a travs de un representante voluntario, se exigir que la creencia honesta la tengan
el representado y el representante (cuya actuacin aun en el mbito de la buena fe- repercute en la esfera
jurdica del representado).
- Si la posesin se realiza a travs de un representante legal, y teniendo en cuenta que la voluntad del
representado no influye en la calificacin del estado posesorio, entonces solamente se evaluar la creencia
honesta del representante.
- Si la adquisicin se lleva a cabo por medio de la representacin orgnica de una persona jurdica, la creencia
honesta de la legitimidad debe quedar referida a los componentes del rgano de representacin decisorio en la
celebracin del acto adquisitivo (directorio, gerencia, consejo directivo, etc.).
- Si la posesin se lleva a cabo por varias personas simultneamente (coposesin), el problema se presenta
cuando algunos coposeedores son de buena fe y los otros de mala fe, por lo que habra que individualizar y
escindir los efectos de la posesin, segn el caso (DEZ PICAZO, Luis. Fundamentos de derecho civil
patrimonial, Op. Cit., Tomo III, pg. 588).
mantenga la creencia en que su posesin es conforme al derecho, sin que importe la causa
que haya impedido la adquisicin de la posicin jurdica8.
La posesin de mala fe est definida por contraposicin a la buena fe establecida en el art.
906 CC. Es decir, ser poseedor de mala fe el que conozca (o debiera conocer con una
diligencia media) la ilegitimidad de su ttulo, o el que simplemente no tenga ttulo9.
En el Derecho Romano, el momento decisivo para valorar la buena fe era el instante en que
se iniciaba la posesin, y cualquier acto posterior por virtud del cual el poseedor
descubriese la ilegitimidad de su estado, era irrelevante para modificar su situacin jurdica
(mala fides supervenies non nocet). Esta solucin ha sido mantenida en ordenamientos
jurdicos modernos, como es el caso del Cdigo Civil italiano10. Sin embargo, nuestro
Cdigo ha recibido en este punto la influencia cannica y, por tanto, la posesin es de
buena fe mientras dure esa creencia honesta. La mala fe sobrevenida modifica las
consecuencias de la posesin11. En el Derecho alemn, que adopta esta postura, solo se
admite la transformacin del estado subjetivo del poseedor cuando este toma
conocimiento efectivo de su ausencia de derecho. Ni siquiera la culpa lata produce este
efecto12. Nuestro art. 907 no enuncia una regla clara sobre el particular, pero sera lgico
suponer que siga la tendencia germana, en la que de alguna manera se inspira, por lo que
una vez iniciada la posesin de buena fe, solo el dolo produce la conversin a la mala fe. La
norma nacional habla de que se mantengan las circunstancias que hagan creer al poseedor
en su legitimidad, por lo que el cambio de dicha situacin necesitara que este hubiese
tomado conocimiento del hecho decisivo, y no de una simple suposicin.
Por otro lado, el art. 907 CC ha ido ms all que el modelo germano en cuanto la sola
citacin con la demanda, si es que la sentencia resulta fundada, tambin modifica la
situacin posesoria. En cambio, el Derecho alemn mantiene las dos categoras, sin
8
WESTERMANN, Harry; WESTERMANN, Harm Peter; GURSKY, Karl Heinz; EICKMANN, Dieter.
Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I, pg. 385-386.
9
En doctrina se hace una sub-clasificacin de la posesin ilegtima: posesin de simple mala fe y posesin
viciosa. sta ltima se produce en los bienes muebles cuando ha existido hurto, robo o abuso de confianza; en
el caso de los inmuebles cuando ha existido despojo violento (MARIANI DE VIDAL, Mariana. Derechos
Reales, Zavala Editor, Buenos Aires 2000, Tomo I, pg. 157). El Cdigo de 1984 no reconoce esta subclasificacin, ni le atribuye diferencia alguna en cuanto a las consecuencias jurdicas.
10
GAZZONI, Francesco. Manuale di diritto privato, ESI, Npoles 1998, pg. 216-217.
11
En la doctrina latina se considera que la situacin opuesta es virtualmente imposible, esto es, no resulta
admisible que la posesin de mala fe se convierta posteriormente en posesin de buena fe. Para DEZ
PICAZO, Luis (Fundamentos de derecho civil patrimonial, Op. Cit., pg. 588) no hay inconveniente para que
la transformacin se produzca respecto de los herederos o causahabientes, pues la buena o mala fe creencia
honesta o la falta de sta- no se transmiten. Sin embargo, este ejemplo es equivocado por cuanto el
causahabiente en la posesin adquiere la misma situacin de hecho que tena el causante; ni ms ni menos;
por lo que la mala fe se mantiene. Por el contrario, en el Derecho alemn est extendida la opinin de que el
poseedor de mala fe puede convertirse en uno de buena fe cuando se modifica la causa posesoria. Por
ejemplo, el mero poseedor compra el bien de quien aparece como propietario, pero que en realidad no lo es.
La posesin originaria de mala fe puede transformarse en una de buena fe. Hay que convenir que esta es la
postura correcta.
12
WOLFF, Martin. Derecho de Cosas. En: ENNECCERUS, Ludwig, KIPP, Theodor y WOLFF, Martin.
Tratado de Derecho Civil, traduccin de Blas Prez Gonzlez y Jos Alguer, Bosch Casa Editorial, Barcelona
1971, Tomo III-1, pg. 580.
WESTERMANN, Harry; WESTERMANN, Harm Peter; GURSKY, Karl Heinz; EICKMANN, Dieter.
Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I, pg. 384.
14
La norma se refiere a los frutos naturales y a los frutos mixtos. qu significan estos ltimos? Por descarte,
debera entenderse referido a los frutos distintos a los naturales, esto es, a los frutos industriales y civiles. En
este caso, existe un problema de aplicacin: si los frutos civiles pendientes a la conclusin del usufructo
pertenecen al propietario, ello implicara que las rentas devengadas PERO NO COBRADAS (recaudadas)
pasaran automticamente al propietario, con lo que se producira una especie de cesin legal de derechos.
De ser as, el usufructuario (o el poseedor de buena fe) perdera sin indemnizacin alguna el derecho de cobro
de una renta devengada durante el tiempo de duracin de su derecho (o de su posesin), sin que sta hubiese
sido cobrada por cualquier circunstancia ajena a s mismo.
15
Qu es el fruto? Vale la pena recordar que es un bien DERIVADO DIRECTAMENTE de otro bien, es un
goce materializado en una realidad objetiva, no es el simple valor de uso. Esto indica que el poseedor de
buena fe debe restituir todas las otras utilidades del bien, distintas a los frutos? La norma debe interpretarse en
el sentido que el poseedor de buena fe SE APROPIA DE LA UTILIDAD NATURAL QUE PRODUCE EL
BIEN, y no slo de los frutos en definicin tcnica, pero no ms de eso. La ganancia por labor empresarial o
extraordinaria queda excluida de la restitucin. La justificacin no solo se encuentra en la literalidad de la ley,
sino en la idea, luego enunciada, que la posesin es un poderoso ttulo para fundar la riqueza.
corriente doctrinal iniciada con POTHIER considera que el poseedor slo retiene
los frutos que sirven para su consumo, por lo que resulta imposible su restitucin en
especie. Sin embargo, el art. 908 no contiene una limitacin de este tipo, y por ello
la buena fe es ttulo suficiente para la adquisicin dominical de TODOS los frutos.
El poseedor de buena fe es un cuasi-propietario que se limita a devolver la cosa si es
que no llega a obtenerla por usucapin. La posesin es un ttulo especialmente
poderoso en orden a la propiedad, por lo menos de los frutos17.
b) En caso de prdida del bien, el poseedor de buena fe est liberado de cualquier
indemnizacin frente al propietario, por cuanto aquel se comporta como si fuese el
titular mismo18. Tngase en cuenta que el dueo de la cosa no responde ante s
mismo de la prdida. La misma lgica se utiliza respecto del poseedor de buena fe,
16
Existe tambin el supuesto del poseedor de buena fe, en que se discute si tiene un ttulo de propiedad sobre
los frutos (los har suyos: art. 451 del Cdigo Civil), o bien, se trata de que, perteneciendo al propietario, se
dispensa al poseedor de la obligacin de restituirlos (CARRASCO). Dentro de la discutibilidad de la cuestin,
nos inclinamos ms bien por la primera posicin, pues el Cdigo dice que el poseedor de buena fe los har
suyos, lo que apunta al significado de propiedad ms que de simple dispensa de la obligacin de restitucin:
GARCA GARCA, Jos Manuel. Teora general de los bienes y de las cosas. EN: Revista Crtica de
Derecho Inmobiliario. Nmero 676. Marzo-Abril 2003, pg. 1021.
17
ALVAREZ CAPEROCHIPI, Jos Antonio (Curso de Derechos Reales, Editorial Civitas, Madrid 1986,
Tomo I, pg. 98) fundamenta la atribucin de los frutos en cuanto este aspecto es solo una manifestacin del
principio por el cual el ejercicio y disfrute de los derechos no se fundan en la propiedad, sino en la posesin.
Esta idea se vincula estrechamente con la primaca de la posesin sobre la propiedad, en tanto aqulla es la
finalidad de esta. Nadie es propietario para ser propietario; en cambio, todos son propietarios para ser
poseedores. En la misma lnea se encuentra HERNNDEZ GIL, Antonio (Obras Completas, Tomo II: La
Posesin, Espasa Calpe, Madrid 1987, pg. 319), quien dice: A nuestro juicio, el fundamento bsico del
derecho a los frutos radica en que el ordenamiento reputa factor relevante la realidad de la conducta en la
adscripcin y disfrute de las cosas. El ideal sera que hubiese siempre una completa adecuacin entre las
situaciones de hecho y el rgimen de los derechos, de manera que todos y cada uno de los bienes estuvieran
adscritos a quienes legtimamente les corresponden. Pero este ideal no es siempre alcanzable. Y la ley se ve
forzada a preferir, al menos de manera provisional, al que ejerce un poder o seoro sobre la cosa. La
percepcin de los frutos es el modo de expresarse la posesin misma. Respecto de los frutos industriales y
civiles, que son el resultado de la iniciativa y el trabajo, la justificacin radica especialmente en haber
asumido el poseedor la explotacin econmica y til de los bienes. Los frutos han sido posibles gracias a la
actividad del poseedor. No puede decirse exactamente lo mismo de los frutos naturales. Sin embargo, en
muchas ocasiones estos frutos se integran en el conjunto de la gestin econmica, de suerte que sta coopera
en su posibilidad y los hace rentables.
18
Por su parte, el Cdigo Civil Espaol (art. 457) no exonera totalmente al poseedor de buena fe, pues le
exige resarcir los daos cuando acta con dolo. Esa norma ha dado lugar a quebraderos de cabeza en la
doctrina de ese pas, pues no resulta fcil conciliar la buena fe del poseedor con el dolo en su actuacin. Sin
embargo, el notable jurista Rodrguez drados ha propuesto una solucin convincente: normalmente el
poseedor de buena fe no indemniza, salvo que realice actos de dolo o abuso del derecho. La razn es simple:
si el abuso del propietario sobre la cosa se rechaza, entonces tambin ocurre lo propio con el poseedor de
buena fe (Ni al propietario, ni al poseedor de buena fe, les est permitido, por ejemplo, como casos ms
graves, destruir arbitrariamente la cosa, ni tornarla balda, ni desmerecerla porque s; no tienen, en una palabra
el ius abutendi en el sentido no romano, sino vulgar actual, de la expresin; si el verdadero propietario comete
estos abusos, podr ser objeto de diversas sanciones jurdicas, pero no tendr que indemnizar a otro los daos
causados, porque se los ha causado a s mismo; y si estos abusos los ha realizado voluntariamente, con dolo,
un poseedor de buena fe, con independencia de las otras sanciones, responde de los daos en cuanto aparece
el verdadero propietario, porque resulta que ha causado un dao, con dolo, a un tercero, el propietario:
RODRGUEZ ADRADOS, Antonio. El dolo del poseedor de buena fe. En: d. Escritos Jurdicos, Colegios
Notariales de Espaa, Madrid 1996, Volumen V, pp. 232-233).
en virtud de una norma autoritativa del ordenamiento. Esta solucin solo puede
aplicarse al poseedor en concepto de dueo, en tanto solo el propietario o el
presunto propietario pueden invocar esta regla, pero no al poseedor alieno nomine,
sea que se funde en ttulo de derecho real o de crdito. En este ltimo caso, el
poseedor est obligado a conservar diligentemente la cosa, de acuerdo con la
naturaleza del derecho bajo el cual se crea poseer19. El silencio de nuestro Cdigo
no es bice para entender que resulta aplicable la misma restriccin, esto es, que la
norma acta en los casos de poseedores con animo domini. Esta conclusin no se
extiende a favor del alieno nomine, pues los principios generales no podran tolerar
que se encuentre en mejor situacin el poseedor que el verdadero titular del derecho
real o de crdito20.
c) La posesin de buena fe, conjuntamente con otros requisitos, acorta el perodo
necesario para adquirir la propiedad del bien por usucapin (arts. 950, 951 CC).
RODRGUEZ ADRADOS, Antonio. El dolo del poseedor de buena fe. En: d. Escritos Jurdicos,
Colegios Notariales de Espaa, Op. Cit., Volumen V, pg. 221.
20
Por ejemplo: el arrendatario est obligado a conservar la cosa con diligencia y responde por la prdida hasta
que pruebe la causa no imputable (art. 1683 CC); pues bien, el pseudo-arrendatario (por causa de ttulo
conferido por non-domino) no podra estar en mejor condicin que el titular, esto es, liberado de toda
responsabilidad por prdida o deterioro. Sobre esta materia, el Cdigo Suizo contiene la disposicin ms
razonable, clara y elegantemente redactada del Derecho comparado (Art. 938 Cdigo Civil Suizo: El
poseedor de buena fe, que ha gozado de la cosa de conformidad con su derecho presumido, no debe por
ello ninguna indemnizacin a aquel a quien est obligado a restituirla. No responde ni de las prdidas ni de los
deterioros).
21
Sobre esta cuestin existen disquisiciones de orden terminolgico: Se afirma, entonces, que la peculiaridad
de la responsabilidad objetiva es, en realidad, la admisibilidad, como nicas circunstancias eximentes, del
caso fortuito y la fuerza mayor. Desde otro ngulo visual, se replica que la presencia del caso fortuito y la
fuerza mayor son, verdaderamente, demostraciones de la inexistencia de culpa del imputado; y siendo as, la
responsabilidad sigue siendo subjetiva, slo que la misma resultar agravada. Por tales razones, yo soy de la
idea de que los nicos casos de responsabilidad objetiva son aquellos en los cuales ni siquiera el caso
fortuito o la fuerza mayor son admisibles para librar al imputado del resarcimiento que se le impone. En el
ordenamiento italiano, la figura se presenta, por ejemplo, en los casos de daos ocasionados por la
manipulacin de la energa nuclear. En el nuestro, puede citarse el supuesto del artculo 1981 del Cdigo
Civil: LEN, Leysser. La responsabilidad civil. Lneas fundamentales y nuevas perspectivas, Normas
Legales, Lima , pg. 27-28.
22
DEZ PICAZO, Luis. Fundamentos de derecho civil patrimonial, Op. Cit., Tomo III, pg. 675.
23
Una norma particular que deroga la regla general de liquidacin del estado posesorio, es el art. 1643 CC
referido a la revocacin e invalidacin de donaciones: Los frutos de las donaciones revocadas pertenecen al
donante desde que se comunica en forma indubitable la revocacin; y en caso de invalidacin de pleno
derecho, desde que se cita con la demanda de restitucin del bien donado. Esta disposicin tiene claramente
un origen francs, en donde NO se reconoce la retroactividad respecto a los frutos: despus de vacilaciones y
divergencias, se ha llegado a la conclusin de que el donatario o el legatario conservan los frutos hasta el da
de la demanda de revocacin, o de la puesta en mora formulada contra l; en cuanto a los terceros adquirentes,
adquieren los frutos segn los principios generales, por una percepcin realizada de buena fe: JOSSERAND,
Louis. Derecho Civil, Ediciones Jurdicas Europa Amrica y Bosch Ca. Editores, Buenos Aires 1950, Tomo
III, Volumen III, pg. 246.
24
ALVAREZ CAPEROCHIPI, Jos Antonio. Curso de derechos reales, Op. Cit., Tomo I, pg. 98.
Sin embargo, tal normativa deber entrar en juego excepcionalmente cuando se produzca
una laguna del derecho, por cuanto es necesario mantener la coherencia valorativa del
sistema jurdico25.
Por ejemplo, qu pasa con la restitucin de los frutos en caso de nulidad del negocio
jurdico? El Libro II del Cdigo Civil nada dice, por lo que este tema constituye un claro
ejemplo de laguna sistemtica, pero que puede ser subsanada mediante la entrada de las
normas sobre el pago indebido, lo que, adems, tiene tradicin en el Derecho Civil. En este
caso, una persona ejecuta por error alguna prestacin, en cuanto tiene la intencin de
cumplir una obligacin que en realidad no existe o que ya estaba extinguida26. El Derecho
alemn no tiene problema alguno en admitir que el pago indebido se aplica a los casos de
inexistencia del crdito por la simple razn de que el contrato es nulo27. Sin embargo, la
doctrina italiana, con otros presupuestos, no est conforme en que el pago indebido sea la
consecuencia automtica de la nulidad del negocio28. Al margen de la discusin doctrinal,
en nuestro caso se impone la necesidad de utilizar las reglas de la condictio para establecer
los efectos de la invalidez, por lo menos de algunas hiptesis de ellas.
Por tanto, cuando se realice un pago por error, pero con la intencin de cumplir una
obligacin que no existe por efecto de la invalidez, entonces el sujeto activo tiene el
derecho de exigir la restitucin (art. 1267 CC). Ntese que el pagador acta
voluntariamente, pero por error segn la exigencia de nuestro Cdigo Civil29. Por tanto,
25
En Espaa, por ejemplo, algunos autores y la jurisprudencia mayoritaria, pero no unnime, aplican las
normas de la posesin de buena o mala fe, entendiendo que hay que integrar la interpretacin de esos
preceptos con los de la posesin, e incluso con el del pago de lo indebido (arts. 1896 y 1897: DELGADO
ECHEVARRA): GARCA GARCA, Jos Manuel. Teora general de los bienes y las cosas. EN: Revista
Crtica de Derecho Inmobiliario, Nm. 676, marzo-abril 2003, pg. 1023.
26
ENNECCERUS, Ludwig, revisada por LEHMANN, Heinrich. Derecho de Obligaciones. En:
ENNECCERUS, Ludwig, KIPP, Theodor y WOLFF, Martin. Tratado de Derecho Civil, traduccin de Blas
Prez Gonzlez y Jos Alguer, Bosch Casa Editorial, Barcelona 1971, Tomo II-2-2, pg. 981.
27
MEDICUS, Dieter. Tratado de las relaciones obligacionales, traduccin de ngel Martnez Sarrin, Bosch
Casa Editorial, Barcelona 1995, Volumen I, pg. 680.
28
Se considera que la nulidad da lugar a un efecto recuperatorio, de alcance real, reivindicativo de los bienes;
mientras que la disciplina de la condictio conlleva un obstculo a la concesin de una accin de naturaleza
real, por cuanto se considera que el receptor ha obtenido lo suyo, aunque sea en forma indebida:
MOSCATI, Enrico. Fonti legali e fonti prvate delle obbligazioni, CEDAM, Padua 1999, pg. 28.
29
De esa forma sigue la tendencia romanista (ARGELLO, Luis Rodolfo. Manual de derecho romano,
Editorial Astrea, Buenos Aires 1996, pg. 349) y francesa; pero que se ha eliminado en el Derecho alemn e
italiano, con algunas diferencias. En el caso alemn se dice que el error no es indispensable para fundar la
condictio, sino que nicamente el conocimiento de la inexistencia de la deuda excluye el derecho a repetir
(ENNECCERUS, Ludwig, revisada por LEHMANN, Heinrich. Derecho de Obligaciones. En:
ENNECCERUS, Ludwig, KIPP, Theodor y WOLFF, Martin. Tratado de Derecho Civil, Op. Cit., Tomo II-22, pg. 984). Por el lado italiano, no se excluye por el simple conocimiento, pues se establecen otras
hiptesis de exclusin. As, la doctrina de ese pas dice que la exigencia del error se justificaba porque el pago
voluntario se identifica con una liberalidad del solvens, pero eso no ocurre necesariamente de esa forma, pues
alguien puede pagar por encontrarse obligado por virtud de una sentencia provisoriamente ejecutiva, o por
amenazas, o por cumplimiento de una obligacin natural o de un deber moral, o incluso cuando se ejecuta un
contrato nulo en el que igualmente se tiene el derecho a la contraprestacin (por ejemplo: contrato de trabajo)
(Paolo Gallo. Istituzioni di Diritto Privato. EN: LEN, Leysser. Derecho de las relaciones obligatorias
(lecturas seleccionadas), Jurista Editores, Lima 2007, pg. 477). Ntese que el conocimiento de la ausencia
de obligacin no excluye la condictio en algunos casos narrados por el italiano Gallo.
estas normas (arts. 1267 a 1276) se aplicarn a la nulidad del negocio jurdico, siempre que
el solvens realice el pago por error de hecho o de derecho (por ejemplo: vicio de la
voluntad, capacidad disminuida). Sin embargo, existen casos en los cuales la prestacin
se ejecuta, no por error, a pesar de la nulidad del ttulo de la obligacin, como es el
caso de la simulacin (existe la voluntad de ambas partes dirigida expresamente a producir
el engao), la causa ilcita, la inexistencia de voluntad del sujeto contratante (por
suplantacin de identidad) o su incapacidad absoluta. En tales hiptesis no hay pago por
error y, por consecuencia, segn el ordenamiento jurdico peruano, no se acta la condictio
indebiti30.
Los supuestos de nulidad que excluyen el pago indebido producen una verdadera laguna
respecto a la restitucin de los frutos. En tal caso, s debern aplicarse las reglas propias
de la liquidacin del estado posesorio, y para las otras consecuencias debiera actuarse la
figura del enriquecimiento injusto. Empero, en este ltimo caso, la pobre regulacin (casi
podramos calificarla de inexistente) hace que nada se avance con remitir a dicha normativa
subsidiaria.
La diferencia entre el pago indebido y la liquidacin del estado posesorio es notable, y
conlleva serios problemas sistemticos. En el pago indebido, el acreedor que recibi la cosa
de buena fe debe restituir, adems, los frutos percibidos, y responde por la prdida o
deterioro de la cosa en cuanto se hubiese enriquecido con ella (art. 1271 CC). Aqu la regla
no es simtrica al poseedor de buena fe, pues en esta ltima hiptesis no se devuelve los
frutos ni se indemniza al propietario, pero en el pago indebido s. Por el contrario, el que
recibe la cosa de mala fe, adems de restituir la cosa misma, hace lo propio con los frutos
percibidos o los que ha debido percibir, y responde por la prdida o deterioro motivada por
cualquier causa, salvo que la cosa igual se hubiese afectado en manos de quien la entreg
(art. 1269 CC). Aqu la regla es equivalente al del poseedor de mala fe.
La diferencia entre el pago indebido y el enriquecimiento injusto, por lo menos en el mbito
doctrinal -ya que en nuestro Cdigo hay ausencia de normas sobre esta ltima figura-, es de
importancia: La primera otorga una tutela fuerte pues se restituye todo lo entregado, con
frutos e intereses, esto es, todo el lucro obtenido a expensas de otro; mientras la segunda
confiere una tutela dbil, pues solo se reembolsa hasta el lmite del enriquecimiento
efectivo, por lo que propiamente no existe una obligacin restitutoria (MOSCATI, Enrico.
Verso il recupero dei cuasicontratti31).
5. EL REEMBOLSO DE FRUTOS
30
Para poder entablar la condictio indebiti, es necesario que medie un error acerca de la existencia de la
deuda, por parte del que hace efectiva la prestacin (o de su representante). El que paga a sabiendas que nada
debe, no puede repetir lo pagado: VON THUR, Andrea. Derecho Civil, Tomo IV: Tratado de las
Obligaciones, traduccin de Wenceslao Roces, Editorial Reus, Madrid 1934, pg. 306. Sin embargo, el
desplazamiento patrimonial voluntario, si bien descarta el pago indebido, puede activar el enriquecimiento
injusto cuando no exista causa jurdica suficiente para retener la prestacin (condictio sine causa), o cuando
no se logre el objetivo planeado (condictio causa data causa non secuta).
31
En: LEN, Leysser. Derecho de las relaciones obligatorias (lecturas seleccionadas), Op. Cit., pg. 469.
Por tal razn, es correcta la decisin adoptada hace poco por la Corte Suprema en la
sentencia recada en la Casacin N 1042-2010-Lima, de fecha 30 de marzo de 2011,
publicada en el diario oficial el 01 de septiembre de 2011, en cuanto seala que el
reembolso de frutos por el poseedor de mala fe es una figura autnoma con respecto a la
responsabilidad extracontractual. Esta disquisicin dogmtica tiene relevante importancia
en la prctica, por ejemplo, en la prescripcin extintiva. As, en el caso de la indemnizacin
por daos, el plazo de prescripcin opera a los dos aos (art. 2001-4 CC) o la produccin
de intereses se produce desde el hecho ilcito (art. 1985 CC), pero ello no acta para el
reembolso de frutos, cuyo supuesto debe enmarcarse en la norma genrica establecida para
todas las acciones personales, por lo que la prescripcin, en este caso, opera a los diez aos
(art. 2001-1 CC), o el nacimiento de los intereses requiere que la deuda sea lquida.
Lamentablemente, la sentencia no dice las razones que justifican la citada conclusin, y se
limita a formular una peticin de principio y un argumento de autoridad, precisamente con
referencia al autor de estas lneas, pero sin que se indique el fundamento de la decisin,
pues se limita a exponer la regla por la cual la restitucin de frutos no es responsabilidad
aquiliana, como si ello fuese un dogma de fe. As se pronuncia el dcimo primer
considerando:
Que, en consecuencia, cuando la Sala Superior asimila la restitucin de los frutos
en su valor en dinero como si se tratara de una indemnizacin a favor del acreedor,
interpreta -y aplica- errneamente el artculo novecientos diez del Cdigo Civil
otorgndole un sentido que no le corresponde, es decir, incurre en error al establecer
la verdadera voluntad objetiva de la norma, con lo cual resuelve el conflicto de
intereses de manera contraria a los valores y fines del derecho, siendo la
interpretacin correcta de la norma que el pago del valor de los frutos, cuando estos
ya han sido consumidos, se asimila a la figura del reemplazo o la reposicin, pues el
obligado al pago de los frutos debe dar, en su lugar, otra cosa de igual valor.
La Corte asimila el pago de frutos ya consumidos a las figuras contables del reemplazo o
la reposicin, pero que no tienen construccin jurdica. En este punto la sentencia es
criticable pues no hace el adecuado deslinde dogmtico que sera menester.
Ntese que el enriquecimiento del poseedor no lleva aparejado, necesariamente, el
empobrecimiento del propietario. En efecto, este puede mantener inclume su acervo
patrimonial, ya que nada sufre por obra de la intromisin ajena, en tanto puede ocurrir que
este no requiera el disfrute de la cosa; sin embargo, el ahorro del costo que benefici al
poseedor es objeto de la accin de reembolso35. La doctrina alemana dice con toda claridad:
35
Evidentemente, quien usa una cosa ajena obtiene un provecho. La restitucin in natura en ausencia de
ttulo legitimador- alcanza la cosa misma, pero debe restituir el provecho derivado de su uso? Quien usa una
cosa ajena se ahorra un gasto, es el gasto que debi haber empleado para utilizarla, y en esa medida debe
restituir. Si consideramos, como hemos sealado en captulos anteriores, que la accin no est limitada por el
correlativo empobrecimiento, la restitucin se debe con independencia de que el titular del derecho estuviese
o no en condiciones de un aprovechamiento eficaz de la cosa o de que el uso se haya efectuado con su
complacencia o conocimiento: ZIMMERMANN, Reinhard. Europa y el Derecho Romano, Op. Cit., pg.
145.
Las ventajas que consisten en el uso o consumo de cosas ajenas o de fuerzas de trabajo
significan tambin un enriquecimiento desde el punto de vista de semejante ahorro de
gastos36.
Por otro lado, cuando se trata de frutos que no se percibieron por negligencia o por el uso
descuidado del poseedor, entonces el Cdigo Alemn considera que este se trata de una
indemnizacin por daos, lo que requiere el ttulo de la culpa.
Cuando el poseedor acta de buena fe, entonces se apropia del ntegro disfrute, por lo que
solo queda obligado a entregar la cosa misma al propietario (art. 908 CC). El Cdigo
Alemn, por el contrario, no contiene una salida tan radical. El poseedor de buena fe se
apropia del disfrute normal, pero no de aquel que se obtiene en forma extraordinaria, pues
en tal caso, el propietario tiene el derecho de exigir la devolucin de ese exceso. En el caso
peruano podra avanzarse hacia esta solucin pues el poseedor retiene los frutos, pero
en el entendido que estos se refieren al aprovechamiento acostumbrado que se realiza
sobre el bien. La misma solucin podra darse para el poseedor de mala fe, esto es, que
si bien est obligado a restituir los frutos o disfrute natural de la cosa, sin embargo, no
debera devolver la ganancia que proviene de una fuente que supera el canon medio
de uso, como ocurre con las utilidades obtenidas por la buena gestin empresarial de
quien posee el bien. Esta salida, propia del Derecho germnico, es francamente preferible
pues nuevamente vincula a la posesin como el ttulo preferido para consolidar la
propiedad.
En la jurisprudencia y doctrina alemana se ha impuesto la concepcin por la que el
reembolso de frutos se reputa una pretensin autnoma; en consecuencia, no se le aplican
las reglas del enriquecimiento injusto37. Sin embargo, en algunos casos, la propia normativa
de las relaciones entre propietario y poseedor, remite directamente a la normativa de
enriquecimiento injusto, especficamente si el poseedor de buena fe cuenta con ttulo
adquisitivo gratuito, en cuyo caso debe entregar todo el disfrute obtenido, o si el mismo
poseedor de buena fe, pero de ttulo oneroso, debe restituir el disfrute extraordinario, esto
es, el que no se manifiesta como rendimiento de una explotacin ordenada (pargrafos 988
y 993 BGB)38. No obstante, desde una perspectiva doctrinal se trata obviamente de
hiptesis anlogas, sino directamente subsumibles39, en cuanto estamos en presencia de un
36
40
Si el enriquecimiento se opera, sin la voluntad del perjudicado, por obra de otra persona, es injustificado
cuando la adquisicin, segn el ordenamiento jurdico de las atribuciones patrimoniales, corresponde al
perjudicado. As, por ejemplo, el ordenamiento jurdico atribuye al propietario las ventajas de uso de una cosa
y, por tanto, aquel que por una intromisin injustificada usa, disfruta, consume o realiza un bien ajeno, debe
entregar al propietario el enriquecimiento obtenido de este modo: Ibd., pg. 974.
41
LVAREZ CAPEROCHIPI, Jos Antonio. El enriquecimiento sin causa, Editorial Comares, 3 edicin,
Granada 1993, pp. 39-40.
42
El art. 1955 CC Peruano seala que la figura del enriquecimiento sin causa no procede cuando el
perjudicado puede ejercitar otra accin para obtener la repeticin. En base a esta norma se habla de una
pretensin subsidiaria, es decir, casi la ltima posibilidad de remediar una injusticia segn el Derecho Civil.
Esta apreciacin se funda superficialmente en el hecho de que la prestacin adeudada por un contrato o la
pretensin reivindicatoria tienen fundamentos jurdicos propios que hacen innecesario acudir a la condictio
propia del enriquecimiento injusto. En realidad, esta figura tiene sus presupuestos particulares
(enriquecimiento o ahorro de gastos, ausencia de causa) que no se dan en los casos anteriores. Por tanto, la
pretensin de enriquecimiento no es subsidiaria (ENNECCERUS, Ludwig, revisada por LEHMANN,
Heinrich. Derecho de Obligaciones. En: ENNECCERUS, Ludwig, KIPP, Theodor y WOLFF, Martin.
Tratado de Derecho Civil, Op. Cit., Tomo II-2-2, pg. 955). Por tanto, el art. 1955 debe entenderse
referido a la existencia de diferentes hiptesis reguladas en el Cdigo Civil que se vinculan con el
enriquecimiento sin causa, pero que al contar con regulacin especial, entonces se rigen por ella, y no
por la normativa, bastante pobre dicho sea de paso, del enriquecimiento. Por tanto, el pago indebido es
un supuesto autnomo, aunque obviamente relacionado por su anlogo fundamento que el enriquecimiento.
Lo propio ocurre con el reembolso de frutos por el poseedor de mala fe, que de esa forma se constituye en una
hiptesis autnoma.
reembolsar el valor equivalente de los frutos. La ley considera que la obligacin opera, en
principio, in concreto, y subsidiariamente se convierte en obligacin in valore43.
Qu es lo que se entrega o restituye? Normalmente se refiere a lo obtenido, esto es, los
frutos realmente percibidos o su equivalente econmico. En este ltimo caso se trata de una
deuda de valor regulada por el art. 1236 CC44. No se incluye las ganancias que el
poseedor pudo lograr con aquel disfrute, o el commodum negotiationis (sustitucin del fruto
mediante su contraprestacin, en caso de haberse dispuesto la cosa a favor de un tercero, o
mediante la indemnizacin, en caso de prdida), pues el valor de la cosa es una partida
patrimonial que acta en lugar de cualquiera de los otros conceptos, y no abarca las
utilidades que produjo la cosa o el resarcimiento que deben los terceros, salvo que el
propietario se dirija en forma directa contra el causante del dao, en cuyo caso no tendra
nada que repetir del poseedor si el valor fuese satisfecho ntegramente.
Por otro lado, debe tenerse en cuenta que el valor de los frutos sirve como dato inicial para
el clculo contable del beneficio neto que le corresponde al propietario. En efecto, si el
poseedor estuviese obligado a devolver el valor ntegro de los frutos, sin posibilidad de
descontar los gastos invertidos en su produccin, entonces se producira un enriquecimiento
injusto del propietario, y se condenara a una situacin penosa al poseedor aunque sea de
mala fe, quien no solo perdera las utilidades de su inversin, sino adems la inversin
misma45. En nuestro ordenamiento jurdico la solucin no admite dudas, pues el montante
del reembolso sufre la deduccin de los gastos: Para el cmputo de los frutos industriales
o civiles, se rebajarn los gastos y desembolsos realizados para obtenerlos (art. 893 CC).
La norma no incluye a los frutos naturales, pues estos presuponen su obtencin sin
intervencin humana de ningn tipo y, por ende, sin ninguna inversin previa.
Por ltimo, la jurisprudencia ha determinado que la buena fe (o, eventualmente, la mala fe)
es una cuestin de hecho no susceptible de ser revisada en va casatoria (Casacin N 134197).
43
sta es la opinin mayoritaria. Por ejemplo: LACRUZ BERDEJO, Jos Luis y otros (Derecho Civil, Tomo
III-1: Propiedad y Posesin, Editorial Bosch, Barcelona 1990, pg. 114), DEZ PICAZO (Fundamentos de
derecho civil patrimonial, Op. Cit., Tomo III, 679).
44
NUSSBAUM ha perfilado una neta distincin entre las obligaciones cuyo objeto de la prestacin viene
inicialmente concretado por una suma o cantidad (deudas de dinero o de moneda), y aquellas otras donde el
contenido de la prestacin viene integrado por un valor patrimonial de otras cosas, bienes o derechos, el cual
se ha de concretar al momento del pago en una cantidad de dinero equivalente (deudas de valor): Cit.
MOSSET ITURRASPE, Jorge y LORENZETTI, Ricardo Luis. Derecho Monetario, pg. 69-70.
Esta distincin sirve para solucionar diversamente los casos de alteracin de la moneda (por ejemplo:
depreciacin monetaria por inflacin): si se trata de una deuda de dinero, el obligado cumplir entregando
las monedas necesarias para sumar el valor nominal de la obligacin adeudada. Entonces, si debo 100, pago
con 100, aunque esa suma de dinero se encuentre totalmente depreciada (art. 1234 CC), salvo la aplicacin
excepcional de la teora de la excesiva onerosidad de la prestacin. Por otro lado, si se trata de una deuda de
valor, el obligado cumplir pagando con las monedas representativas del valor estimado de la cosa, bien o
derecho (art. 1236 CC). La mejor doctrina se muestra conforme en tipificar la obligacin de reembolso de
frutos como una tpica obligacin de valor, salvo para el caso especfico de los frutos civiles, en donde stos
se fijan ab origine en dinero: SACCO, Rodolfo y CATERINA, Raffaele. Il Possesso, Op. Cit., pg. 459.
45
LACRUZ BERDEJO, Jos Luis y otros. Derecho Civil, Op. Cit., Tomo III-1, pg. 115.
WOLFF, Martin. Derecho de Cosas. En: ENNECCERUS, Ludwig, KIPP, Theodor y WOLFF, Martin.
Tratado de Derecho Civil, Op. Cit., Tomo III-1, pg. 580.
responda por culpa, salvo el caso del poseedor delincuente, esto es, el que obtuvo la cosa
por acto punible o por despojo.
47
DEZ PICAZO, Luis. Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial, Op. Cit., Tomo III, pg. 679-680.
Por otro lado, no pueden incluirse en el concepto de gasto o de mejora los aumentos de valor
originados por cuestiones extrnsecas a la actuacin del poseedor, como sera el caso de la construccin de un
camino, o de obras sanitarias, o el trazado de una va de ferrocarril por actuacin estatal o de terceros, etc.:
CAZEAUX, Pedro y TRIGO REPRESAS, Flix. Compendio de derecho de las obligaciones, Librera Editora
Platense, La Plata 1979, Tomo I, pg. 509-510.
49
PASCO ARAUCO, Alan. Edificacin de mala fe, mejoras y posesin ilegtima. En: Dilogo con la
Jurisprudencia, Gaceta Jurdica, N 143, Lima, agosto 2010, pg. 131.
50
Las mejoras son las que producen un aumento de valor de la cosa o un adorno. No constituyen un
concepto idntico al de gasto, pues ste se relaciona con el coste, y la mejora es el resultado de ese coste.
Aparte de que puede existir mejora derivada de la naturaleza o del tiempo, que ceden en favor del que haya
vencido en la posesin (art. 456 CC Espaol). Y puede tambin darse el caso de que la mejora alcance en un
determinado momento un valor distinto del gasto, al ser ste el coste, y aquella un objeto que va cambiando
de valor. Esto puede tener importancia, si la mejora es separable: GARCA GARCA, Jos Manuel. Teora
general de los bienes y de las cosas. En: Revista Crtica de Derecho Inmobiliario, N 676, Madrid, marzoabril 2003, pg. 1030.
48
51
Tambin existen las definiciones absurdas como la siguiente: Las mejoras son modificaciones materiales
realizadas por actividad humana o por obra de la naturaleza (aluvin), que hacen que el bien mantenga o
incremente su valor econmico (LEDESMA NARVEZ, Marianella. Comentarios al Cdigo Procesal
Civil, Gaceta Jurdica, Lima 2011, Tomo II, pg. 376). Cabe preguntarse, si las mejoras son modificaciones
por obra de la naturaleza, entonces por qu habra que reembolsarlas? Si nadie gast en ellas cmo se
justifica que el propietario deba pagarle al poseedor por un hecho fortuito en el que no tuvo injerencia? Por
otro lado, tambin es incomprensible sostener que las mejoras mantienen el valor, pues en tal caso, qu
cosa se reembolsara si el propietario no ha aumentado su patrimonio por virtud de la mejora?
52
SACCO, Rodolfo y CATERINA, Raffaele. Il Possesso, Op. Cit., pg. 463.
Aqu se aplica el principio por el cual el deber de indemnizar se encuentra relacionado con
el inters del propietario en el bien. Por tanto, el poseedor de buena fe obtiene la restitucin
de los gastos necesarios; mientras que el resto de los gastos se le abonarn en la medida que
el aumento de valor del bien todava se encuentre presente al momento de la devolucin del
bien al propietario. En cambio, el poseedor de mala fe y el poseedor demandado -ambos en
nuestro sistema tienen idntica condicin-, cuentan con la pretensin que tendra un gestor
de negocios, respecto de los gastos necesarios que hubiese asumido como si fuese un
mandatario. Con respecto a los gastos no-necesarios, el poseedor de mala fe no obtiene
ninguna restitucin (pargrafos 994.II, 683, 684 BGB)56.
Alguien dir que esta regulacin da la razn a quienes opinan por la inmoralidad de
nuestro rgimen vigente. Falso. El mayor experto en el Derecho de Obligaciones Alemn,
el profesor Reinhard Zimmermann ha sealado que las normas del BGB sobre las
relaciones entre poseedor y propietario, tomadas del Derecho Romano pero en un marco
dogmtico-jurdico modificado, siguen un modelo marcadamente infeliz; y que hubiera
sido preferible seguir la simplicidad del modelo francs basado en las reglas del
enriquecimiento injusto57. En efecto, el Derecho alemn proscribe el reembolso del
poseedor de mala fe, a pesar que ste ya se encuentra obligado a devolver todos los frutos
percibidos o que debi percibir durante el estado posesorio, lo que conlleva un directo
enriquecimiento sin causa de propietario, pues este recibe todos los frutos y, adems, se
queda con las mejoras y los gastos. En tal sentido, Zimmermann da cuenta que el BGB no
ha sido interpretado literalmente por la jurisprudencia, sino en base a las normas sobre
enriquecimiento injusto, a pesar del texto de la ley; y en consecuencia los pargrafos 812 y
siguientes dan como resultado una regulacin ms flexible y ajustada al caso. De esta
forma, la regla general es que el poseedor cuenta con la pretensin de enriquecimiento, pero
con la salvedad de que el poseedor de mala fe no puede exigir todo el valor obtenido por el
propietario a travs de la inversin realizada por el poseedor, sino que el resarcimiento se
limita al provecho concreto que el propietario ha obtenido respecto del incremento de su
patrimonio58. Pues bien, da la casualidad que ese es precisamente el rgimen del Cdigo
Civil Peruano cuando seala que: el poseedor tiene derecho al valor actualizado de las
mejoras necesarias y tiles que existan al tiempo de la restitucin (art. 917).
Ntese que el principio general que los Cdigos europeos asumen es el resarcimiento por
enriquecimiento injusto, pero con limitacin respecto del monto de la indemnizacin
debida, ya que se trata de un enriquecimiento impuesto al propietario, quien no manifest
quererlo ni naci por acto de voluntad suyo (en la terminologa clsica: cuasi-contrato).
ste es el actual rgimen de nuestro sistema jurdico, por lo que no hay razn alguna para
cambiarlo.
El rgimen de reembolso de las mejoras contiene las siguientes particularidades59:
56
WESTERMANN, Harry; WESTERMANN, Harm Peter; GURSKY, Karl Heinz; EICKMANN, Dieter.
Derechos Reales, Op. Cit., Tomo I, pg. 404-406.
57
ZIMMERMANN, Reinhard. Europa y el Derecho Romano, Op. Cit., pg. 62.
58
Ibd., pg. 62-63.
59
Sin embargo, esta regulacin puede ser objeto de convenio entre las partes, y de esa manera puede
modificarse, derogarse o suprimirse el rgimen estatutario de las mejoras.
60
Antes de la citacin judicial para devolver el bien: Todo poseedor (sea de buena
fe o mala fe) tiene derecho al reembolso del valor actual de las mejoras necesarias y
tiles60 que existan al tiempo de la restitucin; y a retirar las mejoras de recreo61 que
puedan separarse sin dao, salvo que el dueo opte por pagar su valor actual62 (art.
917, 1 CC). Sin embargo, existe jurisprudencia que niega el reembolso de las
mejoras tiles al poseedor de mala fe, que si bien las ha efectuado ANTES de la
citacin con la demanda, empero, fue objeto de requerimiento extrajudicial para la
devolucin del bien63. Esta interpretacin es inaceptable, pues el poseedor de
mala fe ya est obligado a la devolucin de todos los frutos.
Las mejoras son necesarias cuando tienen por objeto impedir la destruccin o el deterioro del bien (art.
916, 1 CC). Son mejoras tiles, las que sin pertenecer a la categora de las necesarias, aumentan el valor y la
renta del bien (art. 916, 2 CC).
61
Son mejoras de recreo las que, sin ser necesarias ni tiles, sirven para ornato, lucimiento o mayor
comodidad (art. 916, 3 CC).
62
Con el nombre de ius tollendi se conoci en el Derecho romano la facultad del poseedor de retirar las
mejoras introducidas por l en una cosa ajena. El Cdigo Civil establece que el derecho de retirada solamente
existe en las mejoras de recreo. Este derecho tiene dos lmites: primero, que la retirada de las mejoras pueda
hacerse sin que la cosa sufra deterioro o detrimento; y segundo, que el propietario no prefiera adquirir la
mejora abonando su valor. En la doctrina se ha discutido si el ius tollendi alcanza a las mejoras tiles o si por
el contrario respecto de estas ltimas no se produce. Algunos autores han entendido que aqu existe una
laguna legal, la cual puede ser salvada a travs de la analoga, con lo que se ampliara el derecho de retirada a
las mejoras tiles. La solucin de nuestro Cdigo, sin embargo, se encuentra bien fundada. El legislador, al
hacer referencia a las mejoras tiles, lo que concede al poseedor es la posibilidad de ser reembolsado
econmicamente, pero no el ius tollendi. Aqu existe una importante consideracin econmica-social, pues
hay un inters merecedor de tutela en que las mejoras tiles se mantengan en la cosa para determinar un
mayor rendimiento y productividad. Por eso, las mejoras tiles no son retirables in natura, y el poseedor slo
tiene la posibilidad de reclamar su valor econmico. En cambio, la retirada de las mejoras suntuarias, siempre
que sean separables, no determina perjuicio para nadie: DEZ PICAZO, Luis. Fundamentos de Derecho Civil
Patrimonial, Op. Cit., Tomo III, pg. 682-684.
63
La referencia es a la sentencia de la Corte Suprema de fecha 03 de abril del 2002 y publicada el 28 de
febrero del 2003 (Cas. N 2796-2000-PIURA): OCTAVO: Que, por ende, la posesin de hecho de los
demandantes es una posesin ilegtima por cuanto no cuentan con ttulo que los ampare o autorice en la
posesin que detentan, no procediendo hacer valer en el presente caso la presuncin de buena fe que se seala
en la sentencia de vista ni mucho menos amparar el pago de mejoras. NOVENO: Que las mejoras tiles son
aquellas que sin pertenecer a la categora de necesarias, aumentan el valor y la renta del bien, como es en el
presente caso, asimismo, dichas mejoras sern reembolsables segn el artculo novecientos diecisiete del
Cdigo Civil siempre que sean realizadas antes del emplazamiento judicial. DCIMO: Que en consecuencia,
se infiere que la Sala que emite la sentencia de vista, ha interpretado errneamente el artculo ochocientos
noventisis del Cdigo Civil, por cuanto el poseedor demandante no ostenta una posesin pacfica sino que se
ha negado reiteradamente a salir del predio sobre el cual reclaman mejoras fuera del proceso de reivindicacin
que ha sido necesario interponer, no configurndose el presupuesto del artculo novecientos diecisiete citado
precedentemente para amparar la pretensin sobre pago de mejoras (...). Finalmente, la Corte declar
infundada la demanda de pago de mejoras.
El plazo de prescripcin extintiva de dos meses previsto en el art. 919 CC, para el
reembolso por mejoras, no puede ser alterado por una norma procesal que se limita
a regular el momento de interposicin de una demanda.
64
En este caso no existe accin (judicial) de reembolso, simplemente existe la posibilidad de retirar las
mejoras de recreo mediante un derecho de autotutela. Por otro lado, el dueo tiene el DERECHO (no, la
obligacin) de pagar el valor actual de la mejora de recreo, e impedir su retiro. Si el dueo no paga el valor de
dicha mejora, entonces el poseedor puede retener el bien (art. 918 CC contrario sensu). Cundo se entiende
restituido el bien? Segn MEJORADA CHAUCA, Martn (La posesin y las mejoras en el Cdigo Civil
Peruano. En: Ius et Veritas, N 17, Lima, noviembre 1998, pg. 244-245), la restitucin implica un acto
voluntario, y slo en ese momento prescribe el ius tollendi. Por nuestra parte, consideramos que la norma
comprende cualquier hiptesis de restitucin del bien, ya sea voluntaria o judicial. Lo que no est
comprendido en el trmino restitucin es, evidentemente, los casos de prdida involuntaria de la posesin o
de prdida voluntaria cuando el poseedor primigenio retiene la posesin mediata.
65
La norma procesal ha sido objeto de fundada crtica: el propio artculo vincula uno y otro proceso en una
extraa forma: cuando medie una previa demanda de desalojo, el poseedor demandado deber interponer su
demanda de mejoras en un plazo que vencer el da de la contestacin, entonces, por qu se constrie al
poseedor demandado en desalojo a demandar las mejoras en el momento indicado en el artculo 595 del CPC,
si luego, una vez pendientes, no se pueden reunir y cada uno vivir su propia vida sin interferir con el otro?,
dnde est la racionalidad de este plazo vinculado?: ARIANO DEHO, Eugenia. Las mejoras entre el CC
y el CPC: tratando de desenredar una madeja muy enredada. En: Dilogo con la Jurisprudencia, Gaceta
Jurdica, N 78, Lima, marzo 2005, pg. 80.
efectu las mejoras, y no el poseedor que restituye el bien66. Sin embargo, la hiptesis de
un poseedor que reclama las mejoras, y no es el restituy la cosa al propietario, es de muy
difcil aplicacin, pues el derecho de pedir el reembolso prescribe apenas a los dos meses
de la primera entrega. En el caso de las mejoras de recreo, la hiptesis es imposible, pues
luego de producida la restitucin, la pretensin de jus tollendi se extingue.
66
MEJORADA CHAUCA, Martn. La posesin y las mejoras en el Cdigo Civil Peruano. En: Ius et
Veritas, N 17, Lima, noviembre 1998, pg. 245.
La evidencia, entonces, no apoya la tesis del papel decisivo que jugara la titulacin registrada como
llave para una serie de beneficios econmicos y sociales. Y, en cuanto a la pregunta que se hace al inicio
de esta seccin, cun seguro es el derecho registrado?, la respuesta parecera ser que la seguridad es alta,
pero que no se diferencia sustancialmente de la seguridad que otorgan los ttulos no registrados u otros
documentos, e incluso con los propietarios sin documento. Y detrs de esa respuesta hay una explicacin:
la diferenciacin entre el ttulo registrado y otros documentos es baja, porque la seguridad del derecho se
ha venido construyendo gradualmente y a travs de mltiples mecanismos. No se ha esperado la
invencin de un COFOPRI, y por eso, el ttulo registrado de COFOPRI no ha producido milagros en la
vida de ese tercio de la poblacin urbana pobre beneficiada por su programa: WEBB, Richard;
BEUERMANN, Diether y REVILLA, Carla. La construccin del derecho de propiedad. El caso de los
asentamientos humanos en el Per, Colegio de Notarios de Lima, Lima 2006, p. 67.
Podramos aadir que la construccin gradual del derecho de propiedad se configura por medio de
la posesin continua, por lo que el ttulo formal, realmente, agrega poco. As, pues, el economista
Hernando de Soto tiene una frmula muy simple, casi mgica, para salir de la pobreza y lograr el
desarrollo econmico. Para l, basta entregar ttulos de propiedad a los pobres para empoderarlos. De
esta forma el capital, antes dormido, emerge y se pone en movimiento, circula, crea riqueza. El Estado
Peruano neo-liberal ha considerado que su labor de apoyo a la pobreza se cumple con otorgar papeles,
con sellos y firmas. Este es el misterio del capital segn De Soto: todos los peruanos somos grandes
capitalistas prestos a conquistar los mercados mundiales, y a los que solo nos falta un ttulo. COFOPRI,
la accin del poseedor es ms valiosa que la del propietario que se conforma con
inscribir un ttulo, pero que permanece inactivo e improductivo, esto es, que
literalmente se queda con los brazos cruzados, pues no realiza actos de posesin5.
El reconocimiento final de la posesin tiene otro claro objetivo: la pacificacin de las
relaciones sociales, mediante la identificacin entre el hecho (posesin) y el derecho
(propiedad); sin que la disociacin de ambos llegue a desembocar en un predecible
conflicto que ponga en cuestionamiento el orden jurdico y la subsistencia de la propia
sociedad6. El tema no es novedoso, y desde siempre se reportan graves conflictos
cuando el poseedor no puede llegar a ser propietario7. En la actualidad, por ejemplo,
una situacin monoplica bilateral. () Savigny hace una interesante atingencia, la intencin de
abandonar la propiedad puede muchas veces confundirse con un uso negligente de sta. Sera ms simple
decir que el ser un poseedor negligente implica, por su conducta, que la propiedad no tiene mucho valor
para l y crea la impresin entre los potenciales descubridores que la propiedad ha sido abandonada y
sera, por lo tanto, un juego justo. Considerar que la propiedad ha sido abandonada en estas
circunstancias, se convierte en un mtodo de reduccin de costos de transaccin e incrementa las
circunstancias por las cuales la propiedad puede ser transferida a un uso ms valioso. Para la economa la
prescripcin adquisitiva debe presentarse solo en caso que el poseedor est actuando de buena fe, esto es,
que crea que efectivamente la propiedad es suya. De otra manera la doctrina alentara transferencias de
propiedad coercitivas de bajos costos de transaccin. En casos en los cuales no sea fcil identificar al
verdadero dueo, o que parezca que ha abandonado la propiedad, la doctrina realiza una funcin
tradicional del derecho concebida de manera econmica imitando al mercado en casos en los cuales los
altos costos de transaccin previenen al mercado de realizar inversiones eficientes o, como en el caso del
abandono, se convierten en una prdida total: POSNER, Richard. Savigny, Holmes y el anlisis
econmico del derecho de posesin. En: Thmis. Revista de Derecho, Segunda poca, N 48, Lima, julio
2004, p. 67.
Sin embargo, la buena fe de la que habla Posner no es aquella de nuestro Cdigo Civil, esto es, la que
se funda en un ttulo; pues tambin incluye en ese concepto a los ocupantes de la tierra, sin ttulo, pero
que reputan abandonado el bien por inactividad total del titular o por negligencia en su disfrute. En tal
sentido, solo quedaran excluidos los usurpadores que despojan una posesin previa, ya que en ese caso
no exista inactividad del titular anterior. Sin embargo, dentro de la misma concepcin del economicista
norteamericano, cuando el propietario no reclama el bien, y aun cuando fuese un el usurpador, pero que
se mantiene en la posesin pacfica, entonces se presenta la misma situacin de inactividad del
propietario, que habilita la usucapin. Este es el descubrimiento que hizo el derecho romano postclsico,
pues luego de permitir solo la prescripcin ordinaria, con justo ttulo, sin embargo, termin admitiendo la
prescripcin extraordinaria, pues el largo paso del tiempo hace presuponer el abandono total del
propietario, en la misma lgica que la posicin adoptada por Richard Posner.
5
El destacado agrarista costarricense Ricardo Zeledn, Magistrado del Tribunal Supremo de su pas y, en
su momento, Presidente de la Unin Mundial de los Agraristas Universitarios, dice sobre el particular
(Ibdem): Las variaciones fundamentales respecto del derecho civil radican en dejar de lado los
conceptos del derecho romano acerca del corpus y el animus, por la incorporacin de nuevos criterios
para determinar la existencia de la posesin. Se trata de los criterios de morada, productividad,
profesionalidad agrcola y muchos otros. () En virtud de lo anterior, la posesin agraria ha dejado de ser
el poder efectivamente ejercido por la persona sobre la cosa o la posibilidad de alejar a cualquier otro del
ejercicio de tal poder, para transformarse en el poder efectivamente ejercitado unido a la explotacin
econmica del bien.
6
Esto no es teora. Los conflictos surgidos por poseedores sin propiedad se han producido en toda
Amrica Latina, con resultados por todos conocidos. Recordemos a los sin tierra de Brasil, a los
invasores en el Per, o los desposedos de Argentina. En todos estos casos, el orden legal-formal ha
terminado por reconocer los hechos, pues en caso contrario el sistema poltico-social se tambaleaba. En
Colombia tambin existe el mismo problema de dficit de tierra para los pobres: MORCILLO DOSMAN,
Pedro Pablo. Derecho Urbanstico Colombiano. Historia, Derecho y Gestin, Editorial Temis, Bogot
2007, pp. 52-53.
7
La lucha entre los patricios y plebeyos romanos tuvo como causa econmica, entre otras de distinta
ndole, el uso exclusivo del que disfrutaban los patricios de la tierra pblica ubicada fuera de la ciudad de
Roma (ager publicus). Una vez ms, el conflicto social, que amenaz con desarticular la naciente
contina siendo frecuente que en Amrica Latina se presente una serie de problemas
causados por la tenencia y ocupacin de la tierra, en los que se enfrentan los
terratenientes contra los poseedores de larga data8.
Por otro lado, debe tenerse en cuenta que un gran nmero de demandas de desalojo por
precario recaen sobre bienes inmuebles cuyo uso es la vivienda. Este dato emprico
conecta el desalojo con otro espacio vital del ser humano: la vivienda como centro de
las actividades ms ntimas del hombre, as como de su desarrollo individual y familiar.
En consecuencia, el problema social de la posesin no se reduce a la mejor o peor
redaccin de un artculo del Cdigo Civil, ni a la interpretacin exclusivamente
dogmtica de un pretendido terico. En este tema se encuentran involucrados aspectos
de orden social, econmico y filosfico; sin perjuicio de las cuestiones de estricto orden
normativo9.
sociedad latina, fue originado por la psima distribucin del suelo: GROSSO, Giuseppe. Lezioni di storia
del diritto romano, Giappichelli Editore, 5 edicin, Turn 1965, pp. 90-91.
8
Incluso, es reciente el caso de un Presidente Constitucional (de Paraguay) que fue destituido del cargo
por el Congreso, bajo la causal de las muertes producidas en tales enfrentamientos, aunque, claro est, tal
sancin tiene ms de poltica y vengativa, antes que jurdica.
9
Por tal motivo, causa honda desazn que en pleno siglo XXI, luego que el Derecho cambi su modo
de ser, ahora centrado en el hombre, y no en las normas, todava tengamos que leer comentarios como el
que sigue: Nuestro trabajo ha estado encaminado a mostrar la tesis de Gonzales como una que no es
pasible de ser aplicada bajo el marco legal vigente (PASCO ARAUCO, Alan. Sobre la posesin
precaria, el desalojo y los intolerantes. En Actualidad Jurdica, Gaceta Jurdica, Tomo 219, Lima,
febrero 2012, p. 90).
En el Per existe una escuela jurdica a lo Martha Hildebrandt, es decir, toda la interpretacin del
derecho se reduce al significado textual de las normas, a la semntica. Para ellos, la ciencia ms
importante es la lingstica, y realmente parece que se equivocaron de profesin. En todo caso, una
corriente de este tipo, decimonnica, ya est totalmente superada, pues sacraliza las normas positivas y,
con ello, la autoridad del Estado, que por medio de una palabra es capaz de derribar la razn y los
principios. En buena cuenta, segn esta tendencia, el abuso de un legislador apresurado vale ms que el
Derecho. Este es un clamoroso ejemplo de la triste realidad que padecen todos los estamentos del
sistema legal en nuestro pas.
Hoy no basta con el marco legal vigente, ni espantarse cuando pretendemos escapar de l, pues la
funcin del jurista es encontrar la base que sustenta las normas, y para ello debe acudirse a los principios
y valores fundamentales que encabezan el sistema jurdico. El neo-constitucionalismo no acepta que las
leyes vivan por s solas, que su mandato se imponga fuera de toda racionalidad, que la interpretacin
busque descubrir su significado objetivo, ms all del bien o del mal, sino que, en general, la norma
tiene una dinmica que supera el texto, la voluntad del legislador o la objetividad que espera ser
descubierta por el intrprete. El Derecho no se reduce a una orden, pues, en su esencia se encuentra,
tambin, la argumentacin, las razones, la bsqueda del mejor fundamento. El contradictor cree que el art.
911 CC se respeta porque es el marco legal vigente, pero y cules son sus razones justificativas para
ello? qu se dice sobre su necesaria conformidad con la Constitucin o los Tratados de Derechos
Humanos? En suma, cabe hacerse la siguiente pregunta, fundamental en la presente exposicin, pero
seguramente superflua para los positivistas extremos: Vamos a defender la literalidad de una sola
norma a pesar de que con ello se desmorone el resto del sistema? Un filsofo del derecho responde
as: En efecto, a diferencia de lo que ocurra en el Estado legislativo, en el Estado constitucional el
poder del legislador y de cualquier rgano estatal es un poder limitado y que tiene que justificarse en
forma ms exigente. No basta con la referencia a la autoridad (al rgano competente) y a ciertos
procedimientos, sino que se requiere tambin (siempre) un control en cuanto al contenido. El Estado
constitucional supone as un incremento en cuanto a la tarea justificativa de los rganos pblicos y, por
tanto, una mayor demanda de argumentacin jurdica (que la requerida por el Estado legislativo de
derecho). En realidad, el ideal del Estado constitucional (la culminacin del Estado de derecho) supone el
sometimiento completo del poder al Derecho, a la razn: la fuerza de la razn frente a la razn de la
fuerza. Parece por ello bastante lgico que el avance del Estado constitucional haya ido acompaado de
un incremento cuantitativo y cualitativo de la exigencia de justificacin de los rganos pblicos
Existen sentencias en las que se reputa precario a quien invoca un ttulo afectado
de nulidad manifiesta (Casacin N 2009-2002-Juliaca, de fecha 06 de julio de
2004, publicada en el diario oficial el 31 de enero de 200510); pero otras lo
niegan (Casacin N 1074-2004-La Libertad, de fecha 24 de mayo de 2006,
publicada en el diario oficial el 04 de diciembre de 2006). En ambos casos, el
debate se centr en un contrato de anticresis que constaba en instrumento
privado, cuando el art. 1092 CC exige la escritura pblica, bajo sancin de
nulidad.
En la prctica, como nadie sabe qu es precario, entonces resulta que el demandado puede complicar el
asunto hasta que la demanda sea declarada improcedente, por lo que el propietario tiene que iniciar un
segundo proceso judicial, lato, de reivindicacin o mejor derecho. En el mbito judicial ya se tiene noticia
de este problema: bastara que cualquier demandado por desalojo por ocupacin precaria presente un
ttulo cualquiera, otorgado por cualquier persona incluso ajena, incluso falsificado, para que la demanda
sea declarada improcedente: ABANTO TORRES, Jaime David. La nulidad de oficio declarada por el
juez en el Cdigo Civil de 1984. En Actualidad Jurdica, Gaceta Jurdica, Tomo 219, Lima, febrero
2012, p. 33.
12
Artculo 970 Cdigo de Procedimientos Civiles de 1911: Hay accin de desahucio para recuperar
bienes sujetos a enfiteusis, usufructo, uso o habitacin en los casos de los artculos 1002, 1006 y 1174 del
Cdigo Civil, sin necesidad de juicio anterior en que se declare el comiso o la conclusin o prdida de la
enfiteusis o de las servidumbres mencionadas. Hay tambin accin de desahucio para recuperar bienes
inmuebles que usa otra persona de modo precario y sin pagar pensin.
13
Recientemente, sin embargo, luego de veinte aos de la derogacin del viejo Cdigo adjetivo de 1911,
ha aparecido un comentarista de la norma abrogada, que sostiene una postura fuera de contexto. As, dice,
sobre el entonces desahucio: Claramente en este rubro se inclua a toda persona que estuviese en
posesin de un bien sin pagar renta alguna (como sera el caso del usurpador), independientemente de la
existencia de una mediacin posesoria (Pasco Arauco, Op. Cit., p. 68).
Vamos a refutar de modo consistente tal interpretacin:
En primer lugar, es curioso que una persona que nunca ha estudiado esa norma pueda hacer afirmaciones
tan rotundas sobre su contenido, ya que ni siquiera domina los artculos del Cdigo de 1936, pues en su
ensayo habla del inexistente art. 1970 (Ibd., p. 67, ltimo prrafo).
En segundo lugar, es menester superar las interpretaciones antojadizas de las normas del pasado, pues en
tal caso la actitud correcta impone acudir a los propios comentaristas de las reglas sobre las que se quiere
hablar. En efecto, uno de los ms eminentes autores que investig durante la vigencia del Cdigo de
Procedimientos de 1911, menciona claramente cul es la postura correcta en torno al precario: Un
poseedor que ha prescrito el inmueble, pero que la prescripcin longissimi temporis no ha sido declarada
en su favor, es incuestionable que posee sin ttulo, por lo que puede ser lanzado, a pesar de ser propietario
por usucapin treintenaria; y no obstante de que el propietario que perdi el inmueble a manos del
prescribiente, si accionara mediante el juicio ordinario de reivindicacin, vera enervado su dominio
mediante la excepcin suficientemente probada de prescripcin. Asimismo, un propietario que no puede
ofrecer los ttulos por los que posee puede ser privado de la posesin en va sumaria por aquel que se dice
propietario en virtud de un ttulo que no le servira para reivindicar. Es obvio que una jurisprudencia
que conduce a tales absurdos no debe subsistir (CASTAEDA, Jorge Eugenio. El concepto de
ocupante precario. En Revista de Jurisprudencia Peruana, N 60-61, Lima, enero-febrero 1949, p. 8).
Por tanto, el concepto de precario, bajo la vigencia del Cdigo de 1911, era
tcnicamente irreprochable14. Sin embargo, en algn momento, la vulgarizacin de los
conceptos jurdicos hizo tal, como ocurre hoy- que la jurisprudencia tambalease de
forma lamentable., Es decir, en el pasado se incurri en el mismo error que se repite el
presente; y que consiste en estudiar solo normas, pero no Derecho, no Filosofa, no
Moral, no Historia.
Luego, el tema se complic con la legislacin especial de arrendamientos forzosos,
emanada principalmente de los gobiernos dictatoriales que se sucedieron a lo largo del
siglo XX, que estuvieron inspiradas en motivaciones de inters social, pero que vinieron
acompaadas de inconsistencias tericas. En tal sentido, en esas leyes se impidi que el
propietario pudiese desalojar al inquilino, salvo causas justificadas, entre las que se
encontraba el singular hecho que el inmueble lo ocupase un tercero, y no el arrendatario,
que era el nico protegido por la legislacin especial en su derecho a la vivienda. Ese
tercero fue denominado, errneamente, como precario, y esa es la causa de las
confusiones que sufrimos hasta la actualidad15.
En tercer lugar, el art. 970 del Cdigo adjetivo derogado, jams poda referirse al usurpador, conforme
cree ingenuamente el contradictor, pues la norma habla de precario, y este tiene una definicin
uniforme en la historia del derecho y en los ordenamientos jurdicos modernos. En el Derecho ingls, por
ejemplo, no existen mayores diferencias en este punto, respecto de los sistemas de la tradicin jurdica
continental, pues tambin se reconoce una figura por la cual el poseedor acta por licencia o permiso del
dueo (RIDALL, J.G. Land Law, Lexis Nexis UK, 7 edicin, Londres 2003, p. 586). Por tanto, se trata
de un concepto casi universal. Siendo as, de dnde puede deducirse que un precario, cuyo contenido es
el mismo en los ltimos dos mil aos, sea identificado con un usurpador?
En cuarto lugar, es necesario conocer y comprender el contexto bajo el cual se dictaron las normas del
pasado. En efecto, el Cdigo de Enjuiciamientos de 1852 solo permita el desahucio para algunos pocos
casos en la relacin de arrendamiento, por lo que el Cdigo de Procedimientos de 1911 lo ampli para
todos los poseedores mediatos (usufructo, enfiteusis, uso, habitacin, comodato y, obviamente, el
precario). En tal sentido, el precario no es una excepcin de la mediacin posesoria, sino la ratificacin
de que los procesos de desahucio o desalojo estn destinados a la restitucin del bien en los casos de
posesin mediata e inmediata. Para llegar a esta conclusin, hubiese bastado con leer las actas del Comit
de Reforma Procesal que explica claramente las modificaciones: Las leyes en vigencia (referencia al
Cdigo de Enjuiciamientos de 1852) solo permiten demandar el desahucio directamente en va sumaria,
en algunos casos de los artculos 1602 y 1606 del Cdigo Civil, que tratan de las causas por las que se
rescinde y acaba la locacin (COMIT DE REFORMA PROCESAL. Exposicin de Motivos del Cdigo
de Procedimientos Civiles, Casa Editora de Sanmart, Lima 1912, p. 287). Luego agrega que: el
procedimiento sumario de desahucio se ha extendido en el proyecto a la desocupacin de bienes sujetos a
enfiteusis, usufructo, uso y habitacin, en los casos de los artculos 1902, 1906 y 1174 del Cdigo Civil
(art. 970), atendiendo a la semejanza entre estos casos y los de rescisin y terminacin del arrendamiento.
No hay diferencia de naturaleza entre el derecho a recuperar bienes locados por fenecimiento del tiempo
de la locacin, y el de recuperar fincas enfituticas cuando concluya el periodo de duracin de la
enfiteusis (Ibd., p. 291).
14
No s la razn por la que se dice que el autor de estas lneas considera que el concepto de precario del
Cdigo de 1911 era vulgar (As lo dice: Pasco Arauco, Op. Cit., p. 67), cuando en realidad, siempre
hemos sostenido que esa norma tiene una definicin correcta del instituto. La vulgaridad comenz cuando
un sector de la jurisprudencia de ese entonces, se ancl en el positivismo ms lineal. Por tanto, el
problema no fue la ley, sino la interpretacin desviada que se le dio a partir de cierto momento. Es
necesario pasar en forma previa por la comprensin de lectura.
15
En todo caso, llama poderosamente la atencin que Pasco Arauco (La defensa del poseedor precario
en el proceso de desalojo. En Revista Jurdica del Per, Tomo 119, Lima, enero 2011, pp. 288 ss.)
rechace el Derecho romano, a pesar de la continuada influencia que este tiene en el mundo jurdico
moderno por su gran rigor y coherencia sobresaliente; sin embargo, s se someta a las leyes de emergencia
dictadas por dictaduras militares. Es decir, no le gusta la gloriosa historia jurdica romana como marco
jurdico comn para empezar a entender y perfeccionar las normas actuales, y todo por el simple hecho de
ser historia, pero, en una contradiccin total, s alega a favor de su tesis del precario, la historia de los
ataques de cualquier sujeto que pretenda despojarlo, hasta del titular, por la va de los
interdictos, sin embargo, su proteccin cesa cuando se enfrenta al propietario en un
proceso en el cual se discute el dominio. En resumen, el poseedor es, metafricamente,
un cuasi-propietario, pues se opone a todos los terceros, excepto contra quien pueda
invocar eficazmente la regla de la propiedad.
Y cmo se invoca esta regla? La propiedad es una atribucin definitiva, lo que exige
que este derecho se dilucide a travs de un proceso amplio, sin lmites de pruebas ni de
cognicin, que produzca cosa juzgada entre las partes. Ese mecanismo es la
reivindicacin o la accin declarativa de dominio, que en nuestro pas a veces se
confunde con el llamado mejor derecho de propiedad (art. 923 CC).
Por el contrario, la posesin se protege a travs de un medio idneo (art. 921 CC), pues
el carcter de atribucin provisional soporta que la posesin se dilucide por medio de un
proceso sumario y limitado, en tanto la materia controvertida es simple y sencilla;
mxime, cuando este tipo de procesos no genera cosa juzgada.
En resumen, si el demandante solo cuenta con ttulo de propiedad, sin posesin,
entonces debe acudir a la reivindicatoria o la accin declarativa. Por su parte, si el
demandante tena la posesin, pero fue despojado, sin importar las razones del dominio,
entonces puede acudir al interdicto posesorio.
No obstante, sigue la pregunta en pie: el desalojo protege la propiedad o la
posesin?
Vamos a analizar un caso recurrente para avanzar hacia una respuesta: La
jurisprudencia ha entendido que el conflicto entre un propietario, que nunca fue
poseedor, frente a un poseedor sin ttulo, se resuelve a travs del desalojo por ocupacin
precaria. Ntese que el demandante solo exhibe el ttulo de propiedad, pues no ha sido
poseedor, por lo que, en tal perspectiva, el desalojo se convierte en un mecanismo de
proteccin de la propiedad, anlogo a la reivindicatoria, pues en ambas se discute la
propiedad, y no la posesin.
Sin embargo, la asimilacin de ambos procesos no puede admitirse, por los siguientes
fundamentos:
-
17
Esa conclusin no admite objeciones. Vase, por ejemplo, las caractersticas del proceso de desahucio
desde el Cdigo de Procedimientos de 1911, hoy convertido en desalojo: Al adoptar la reforma se ha
tenido presente que no hay diferencia apreciable desde el punto de vista del procedimiento, entre los
diversos casos o modos de rescisin que enumeran los mencionados artculos, pues, todos dan origen a
controversias cuyo esclarecimiento es relativamente fcil y no exige el prolongado debate del juicio
ordinario (COMIT DE REFORMA PROCESAL. Exposicin de Motivos del Cdigo de
Procedimientos Civiles, Op. Cit., p. 282).
18
Pasco Arauco pretende legalizar la injusticia, diciendo que los poseedores tambin podran cometer
fraude en agravio de los propietarios. En consecuencia, ensaya un curioso medio de compensacin, por
virtud del la cual, las injusticias permitidas a un lado se compensan con las injusticias del otro. En
realidad, aquella interpretacin olvida tener en cuenta que el propietario siempre ver reparado su
derecho con la reivindicatoria; mientras que el poseedor s podra ser afectado con un desalojo acelerado.
La satisfaccin de uno, en mayor o menor plazo (para remediar ese problema existen las cautelares, dicho
sea de paso), contrasta con la posibilidad de afectacin que sufre el otro. Por tanto, su posicin est herida
de muerte en cuanto consagra las injusticias que se consumen contra el poseedor, las que se justifican
simple y llanamente por el hecho de que el propietario tambin puede sufrir entuertos. En cambio,
nuestra tesis est pensada para que el propietario ejerza su derecho, cuando lo tenga, pero en la va
correspondiente; mientras que tambin se defiende al poseedor, pues no podr ser despojado en forma
abusiva mediante un proceso sumario. El gran nmero de injusticias que se vuelven inevitables en la
doctrina de Pasco Arauco, se enfrenta a la racionalidad de nuestra propuesta, que busca evitarlas
mediante la coherencia de los remedios puestos a disposicin de las partes, segn la regla que invoquen:
la posesin o la propiedad.
19
En la actualidad, el derecho a la vivienda puede exigirse judicialmente en los siguientes mbitos
mnimos (ONU. Comisin de Derechos Humanos. Informe del Relator Especial sobre una vivienda
adecuada, como parte del derecho a un nivel de vida adecuado, Sr. Miloon Kothari, 1 de marzo de 2002,
E/CN.4/2002/59, p. 13):
a) Proteccin de las personas vulnerables para que no queden sin techo, debido a una medida
arbitraria o discriminatoria
b) Garanta del derecho a una vivienda adecuada, incluida la prestacin no-discriminatoria de
servicios cvicos, y asegurar que no haya una poltica de regresin en el derecho a la vivienda.
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14
seala que el precario es uno de aquellos sujetos obligados a la restitucin del bien, lo
que implica su carcter de poseedor; mientras tanto, el demandante tiene el derecho de
exigir la restitucin, lo que presupone que entreg el bien en forma voluntaria, por lo
que tambin es poseedor (mediato). El art. 587 CPC es todava ms enftico, pues
establece que el demandante y demandado se encuentran vinculados por una relacin
por virtud de la cual el primero cedi la posesin al segundo. Podra pensarse que la
cesin de la posesin no es acto voluntario?
La existencia de dos partes enfrentadas en un litigio, cuando ambas son poseedoras, se
presenta solo en la hiptesis de la posesin mediata e inmediata (art. 905 CC).
En consecuencia, es precario todo poseedor inmediato que recibi el bien en forma
temporal por acto voluntario realizado por el concedente o poseedor mediato, cuya
finalidad es proporcionar una liberalidad, gracia o benevolencia. Sus notas
causales son que el precario carece de ttulo jurdico o que el ttulo obligatorio de
restitucin ha fenecido por nulidad manifiesta.
El precario es un poseedor inmediato, temporal, gratuito y que obtuvo el disfrute por
acto de voluntad del poseedor mediato, pero que no constituye un ttulo jurdico. Esta
definicin tiene la ventaja de hacer compatible los artculos 911, 921 y 923 CC, as
como los artculos 585, 586 y 587 CPC.
28
Sin embargo, un cierto sector pretende cuestionar esta afirmacin (Pasco Arauco, Op. Cit., pp. 69-70)
sealando que el precario es un comodatario, por lo que s cuenta con ttulo jurdico. En consecuencia, el
precario no se encuentra en la hiptesis del art. 911 sobre la carencia de ttulo.
Vamos a refutar tal afirmacin:
En primer lugar, es conocido que el precario no se funda en un vnculo jurdico, sino social. As, por
ejemplo: GUZMN BRITO, Alejandro. Derecho Privado Romano, Editorial Jurdica de Chile, Santiago
1997, Tomo I, p. 511. A quin le creemos, entonces, a Pasco o al eminente profesor chileno, una
autoridad mundial en Derecho Civil y Derecho Romano?
En segundo lugar, unos ejemplos ayudarn a entender la diferencia entre ttulo jurdico y ttulo social, que
por lo dems, es de frecuente uso por la doctrina con el nombre de pacto de caballeros o pactos no
vinculantes. Primero: si una persona le pide a otra, por simple favor, que la traslade en su automvil a
casa (auto-stop), o que la recomienden para la obtencin de un crdito (art. 1904 CC), acaso existe
contrato de transporte o de fianza? Segundo: si un padre le dice a su hija y respectivo esposo, que se
queden en su casa, existe, acaso, contrato de comodato? En ambos casos, la respuesta es negativa. No
existe contrato, ni vinculo jurdico, pues nadie quiso entrar al mundo del derecho, sino circunscribir la
relacin al mbito social o familiar. Qu triste la visin de algunos sobre la vida humana, pues todo es
derecho y relaciones jurdicas! La circunstancia de que existan ttulos jurdicos gratuitos no autoriza a
pensar que cualquier relacin gratuita sea jurdica. Lo relevante es la intencin de obligarse o la
15
ii)
juridicidad, conforme el trmino tan caro para Michelle Giorgianni; y en los ejemplos sealados, no hay
esa intencin. La mejor doctrina ratifica esta conclusin: en las relaciones de cortesa, lo que prima
faciae se presenta como una relacin contractual (porque existe acuerdo sobre una materia patrimonial),
no lo es porque falta la intencin de vincularse jurdicamente (ROPPO, Vincenzo. El Contrato,
traduccin de Nlvar Carreteros Torres, Gaceta Jurdica, Lima 2009, p. 62). El resultado pretendido por
las partes debe estar dirigido a conseguir un determinado efecto en el derecho, en caso contrario, es
simple relacin social o afectiva. As, la doctrina alemana: La experiencia de los que obran jurdiconegocialmente a menudo no son conscientes de en qu figuras jurdicas incluye el ordenamiento jurdico
su reglamentacin negocial, sin duda ha contribuido de forma esencial a la opinin de que en las
declaraciones de voluntad negociales la voluntad solamente se dirige a un resultado econmico o social, y
no a uno jurdico, que solamente existe una intencin emprica, o como quiera que de otra manera se
haya formulado. Para la determinacin del contenido de una declaracin de voluntad siempre hay que
preguntarse a qu resultado material, por regla general econmica, se dirige la declaracin de voluntad.
Pero solamente existe aparte de los casos patolgicos de error, etc.- un acto jurdico negocial, una
declaracin de voluntad, cuando es voluntad del declarante que el resultado material pretendido debe
valer, es decir, debe valer como Derecho (FLUME, Werner. El negocio jurdico, Fundacin Cultural del
Notariado, Madrid 1998, traduccin de Jos Mara Miquel Gonzlez y otros, pp. 82-83).
En tercer lugar, los propios alemanes reconocen que existen poseedores inmediatos de origen
extracontractual (Cit. FUENTESECA, Cristina. La posesin mediata e inmediata, Editorial Dykinson,
Madrid 2002, p. 86), esto es, los que recibieron el bien por acto voluntario del concedente, pero sin que
medie contrato alguno. En tal sentido, Pasco incurre en falsedad cuando dice que: la doctrina es
uniforme (sic) en considerar que la relacin que da lugar a la mediacin posesoria siempre es una relacin
jurdica (Op. Cit., p. 71). No sabemos cmo el opositor puede realizar una afirmacin tan aventurada,
cuando sus citas se circunscriben a obras en lengua castellana. Es decir, no conoce otros idiomas, sin
embargo, en una actitud nada cientfica se atreve a realizar afirmaciones rotundas, que, por supuesto, son
desmentidas fcilmente. Ya hemos visto que hasta en los sistemas del Common Law se conoce a los
precarios, pues se reconoce una figura por la cual el poseedor acta por licencia o permiso del dueo
(RIDALL, J.G. Land Law, Op. cit., p. 586).
En cuarto lugar, Pasco (Op. Cit., p. 71) se sorprende por el uso del trmino ttulo social en lugar de
poseedor inmediato extracontractual. Por supuesto que la crtica es balad, pues los nombres o etiquetas
no son relevantes en el Derecho, sino las esencias. Esta es la discusin que propugna este tipo de doctrina,
basada en cuestiones formales intrascendentes. Por lo dems, el concepto ttulo social es bastante
expresivo de su significado: Primero, explica que la vinculacin entre las partes no es jurdica. Segundo,
la relacin en cuestin se concentra, simplemente, en el mbito social: de la familia, de los amigos, del
amor. Si seguimos una visin hipertrofiada del derecho, entonces todas las relaciones sociales se
reconduciran al mundo jurdico, por lo que tendramos que reconocer que dos enamorados han
celebrado un contrato de locacin de servicios recproco. Tercero, la palabra ttulo hace recordar que
el acto es voluntario, permitido o tolerado. En consecuencia, el trmino ttulo social resulta adecuado
para la idea que busca referir.
En quinto lugar, el opositor ya ha perdido la brjula cuando argumenta de la siguiente forma: el ttulo
pertenece al mundo de los hechos, el derecho pertenece al mundo de las consecuencias jurdicas (Pasco
Arauco, Op. Cit., p. 70). Esta explicacin dogmtica ni siquiera es correcta desde la dogmtica, pues un
grupo importante de hechos jurdicos requieren ser valorados positivamente por el ordenamiento, y no
basta el solo hecho fctico de existir. Por ejemplo, el testamento requiere ser vlido, antes de ser eficaz, y
ello solo puede ocurrir por virtud de un juicio del derecho. Por tanto, no es cierto que el ttulo pertenece
(as, en general y en todos los casos) al mundo de los hechos, pues en ciertos hechos se requiere el
reconocimiento jurdico de forma simultnea.
En sexto lugar, el opositor critica la aclaracin o concrecin de los planteamientos sobre el importante
concepto de ttulo social, lo que tilda de actitud de conveniencia (conveniencia de qu?). Nunca
habamos ledo tamao dislate. El trabajo cientfico exige la duda metdica, el afn de llegar a la verdad,
la incesante deliberacin. La ciencia es incompatible con el dogma o la cerrazn. Entonces, cmo puede
decirse que profundizar en las investigaciones es una actitud de conveniencia? Sin duda, solo un
investigador que se encuentra en paales puede opinar de esa forma, sin sonrojarse.
16
conexas del negocio. Es obvio que las partes comparten una relacin
jurdica, pero en ella la posesin solo resulta accesoria o incidental. Debe
asimilarse a la posesin carente de ttulo, pues el contrato de sociedad
no autoriza la posesin, sino que es la causa indirecta de ella.
iii)
iv)
v)
29
En tal caso, obviamente, el precario reconoce una posicin jurdica superior a la suya, por lo que ya no
puede adquirir por usucapin o adverse possession (WONNACOTT, Mark. Possession of Land,
Cambridge University Press, Cambridge 2006, p. 135).
30
Si el contrato es de transmisin de bien, y no de restitucin, entonces no puede considerarse que el
adquirente frustrado sea precario, pues el vendedor ya otorg un ttulo de posesin definitivo, no
temporal, por lo que ya dej de poseer. Si el negocio jurdico se declara nulo, entonces se destruyen los
efectos del ttulo, pero la posesin contina en manos del comprador, que por la caracterstica de su
nimo, es un poseedor en concepto de dueo que puede recurrir a la usucapin. Desde siempre es
conocido que un poseedor ad usucapionem no es precario. Ambas posiciones son incompatibles
(IGLESIAS, Juan. Derecho Romano, Editorial Ariel, Barcelona 1999, p. 197).
31
Uno de los grandes argumentos de Pasco Arauco en contra de esta tesis es que el Diccionario de la
Lengua dice que fenecer solo aplica a las cosas que han existido y luego terminan, lo que no ocurrira
con la nulidad. O sea el Derecho, con su importante funcin de asegurar la justicia, tiene que regirse
exclusivamente por lo que diga un diccionario? No puede salir de ese estrecho marco? Parece que se ha
olvidado que tales obras tienen la finalidad de guiar los sentidos del habla comn. El Derecho tiene que ir
por sus propias rutas, sin tener que limitarse por la doctrina a lo Martha Hildebrandt.
32
Pasco Arauco, Op. Cit., p. 82.
Este argumento, sin embargo, resulta paradjico en su autor, pues ahora s lo utiliza para negar que el
desalojo pueda ventilar cuestiones referentes a la nulidad del negocio jurdico; empero, lo mismo no se
opina cuando se pretende indebidamente que la regla de propiedad, y todas sus vicisitudes, se incorporen
en el sumario del desalojo.
17
33
Ingenuamente se ha interpretado que el juez puede o debe declarar de oficio la nulidad del contrato
en la misma sentencia sin mayor detalle adicional. Es decir, el segundo prrafo del artculo 220 del CC se
ha interpretado falazmente sin tomar en cuenta el contenido real de este poder jurdico y sin darse cuenta
que esta interpretacin quebranta los principios procesales de iniciativa de parte y de contradiccin. Es
necesario cambiar el modo de interpretar la norma en estudio. Es fundamental hacer una interpretacin
correctora y en particular una interpretacin sistemtica y una interpretacin adecuadora: MORALES
HERVIAS, Rmulo. La inconsistente declaracin de oficio de la nulidad del contrato en el Cdigo
Civil peruano de 1984. En Actualidad Jurdica, Gaceta Jurdica, N 219, Lima, febrero 2012, p. 23.
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Tambin se ha pretendido impugnar que el usufructo pueda adquirirse por usucapin: Resulta adems
bastante cuestionable que el usufructo pueda ser adquirido por prescripcin adquisitiva. Sera una
adquisicin por cunto tiempo? Por el que la ley establece como mximo? Esto es posible tratndose de
una adquisicin originaria como lo es la prescripcin adquisitiva? Puede tener lmites temporales? Esto
resulta ms que cuestionable (Pasco Arauco, Op. Cit., p. 81).
Vamos a responder estos cuestionamientos:
En primer lugar, la Corte Suprema del Per, en el Segundo Pleno Casatorio, de octubre de 2008, ha
sealado obiter dicta que el usufructo puede adquirirse por usucapin. Hay que leer, pues.
En segundo lugar, la sistemtica civil ratifica esta posibilidad: si se permite la adquisicin por usucapin
del derecho mayor (propiedad), entonces ocurre lo propio con el derecho menor (usufructo). Eso se llama
coherencia valorativa del sistema jurdico.
En tercer lugar, debemos recordar que las servidumbres tambin pueden adquirirse por prescripcin
adquisitiva, incluso cuando media justo ttulo y buena fe (art. 1040 CC). Y qu pasa cuando el ttulo de
la servidumbre dice que esta es temporal? Pues, muy simple, la servidumbre se obtiene segn el reflejo
del ttulo. Lo mismo pasa con el usufructo; y, en todo caso, se adquiere en forma vitalicia, que es su plazo
natural. No existe ningn inconveniente para que las soluciones aplicables a las servidumbres, lo sean
tambin en el usufructo.
En cuarto lugar, recordemos lo que dice el contradictor (Ibd., p. 86): Lo correcto es definir algo por lo
que es, y no a partir de las consecuencias que genera. Pues bien, aqu parece que se olvid de su propio
argumento (equivocado, por lo dems, conforme se ver luego), pues en el caso del usufructo, pretende
descartar la usucapin por las consecuencias que se producen en caso de ocurrir (qu plazo tiene?), y no
por lo que es (la usucapin es compatible con el usufructo?).
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Veamos cmo se desinforma a los menos avisados: como consecuencia de la tesis de Gonzales, los
usurpadores se encuentran en mejor posicin que aquellos que s entraron de forma legtima al bien, pero
18
iii)
que luego ya no quieren desalojarlo (sic), en la medida que contra estos s podr interponerse el desalojo,
pero contra aquellos no (Pasco Arauco, Op. Cit., p. 76). En realidad, los usurpadores quedan sujetos al
interdicto de recobrar (art. 921 CC), e incluso a las acciones penales, por lo que no necesitan del desalojo.
Por lo dems, ya hemos argumentado respecto de la inslita equiparacin, nunca antes vista en doctrina,
pero sostenida por el opositor, entre el interdicto y el desalojo.
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Otra falacia: entonces, habra que preguntarnos, el solo dicho del demandado, alegando estar en
posesin del bien por el tiempo necesario para adquirir la propiedad del mismo por usucapin, es razn
suficiente para que el desalojo no proceda? La respuesta, naturalmente es, no (Pasco, Op. Cit., p. 88).
El problema del opositor est mal planteado, pues sigue callando en todos los idiomas la siguiente
objecin decisiva: cmo se explica que un no poseedor invoque una accin posesoria? Esta
importante cuestin lleva a rechazar el desalojo cuando el actor invoca la regla de propiedad, por lo que,
en tal hiptesis, la discusin sobre qu puede hacer el demandado, alegar tambin un ttulo o no?, carece
de todo sentido. En efecto, si el demandante no puede plantear el desalojo, entonces no sabemos para qu
cambiamos ideas sobre las acciones que podra emprender un demandado imposible. Por lo dems, en el
caso concreto que se discute (Casacin N 417-2009-Ica, de fecha 22 de septiembre de 2009), se cometi
una gran injusticia, cuando se apoy un demandante con ttulo formal, sin nada ms, y se olvid que el
poseedor lo era en concepto de dueo por mucho tiempo. No se trata de menospreciar el argumento del
demandado, cuando en realidad este exhibi un certificado de posesin emitido por la autoridad
competente. En todo caso, el conflicto, con la constancia de posesin o sin ella, debi reenviarse a la
reivindicatoria, pues el actor nunca fue poseedor, por lo que no le corresponde invocar o plantear acciones
posesorias (art. 921 CC). Por el contrario, si el actor hubiese sido poseedor despojado, pero eso no se
desprende de la sentencia, entonces tendra abierta la puerta del interdicto. Un mayor anlisis de esta
sentencia se encuentra en: GONZALES BARRN, Gunther. La Posesin Precaria, Jurista Editores,
Lima 2011, pp. 95-100.
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Esa es la razn principal por la que el instrumento del desalojo no sea pertinente en tal hiptesis,
pues el demandante no cuenta con la posesin, por lo que la mal podra puede ejercer acciones
posesorias. Por otro lado, si un vendedor declara mediante carta notarial que el contrato est resuelto,
entonces el juez del desalojo no tiene por qu creerle a pie juntillas. Si bien el Cdigo Civil permite la
clusula resolutoria expresa (art. 1430 CC), pero no permite que la versin de una de las partes se
imponga sobre la otra. Por qu le creo al vendedor y no al comprador? En tal caso, la controversia debe
plantearse en un proceso plenario, salvo que se pretenda romper la igualdad de las partes, con el
subsiguiente sometimiento de uno hacia la versin del otro.
Por otro lado, carece de toda realidad la afirmacin de Pasco Arauco (Op. Cit., p. 81), en el sentido que el
suscrito descartara que el desalojo pueda ventilar la resolucin de contrato, pues el comprador podra
enrumbarse a la usucapin. Este es un tpico argumento inventado para luego suponer que se le destruye.
Eso es contrario a la ciencia y a la honestidad intelectual. Nunca hemos dicho que la resolucin
extrajudicial del contrato sea materia inviable en el desalojo por causa de la usucapin, sino por el
simple hecho de que el vendedor no es poseedor y, adems, porque nadie puede valerse de su propia
versin para estimar una demanda, por cuanto ello infringe la igualdad procesal de armas. Por lo dems,
Pasco incurre en contradiccin insalvable cuando considera que el propietario inscrito, por ese solo
hecho, ya tiene a su favor el desalojo, con toda probabilidad de xito (Ibd., pp. 88-89), sin embargo, en
forma contradictoria, para el caso del comprador inscrito, no existe la misma lgica, pues all s
19
procedera el desalojo amparado en una carta enviada por el vendedor. Curioso caso de incongruencia que
tiene una explicacin: quines son los que resuelven las compraventas sobre predios? Las constructoras,
inmobiliarias y entidades financieras en contratos de leasing; lo que es muy del gusto de ciertos Estudios
Jurdicos dedicados a esos temas. En suma, el problema no es ideolgico, ni doctrinal, sino de costobeneficio. As de simple y sencillo.
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As, se plantea el caso de un precario que ha permitido el acceso de toda su familia en contra de las
expresas rdenes del concedente. En tal caso, el contradictor dice que procede el desalojo por resolucin
de contrato (Pasco Arauco, Op. Cit., p. 82). El error es ostensible. El precario es ttulo social, y no
necesita resolverse, pues basta la voluntad contraria del concedente de la posesin. Es algo as como el
retiro de confianza, que ni siquiera necesita de un incumplimiento.
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Pasco Arauco (Op. Cit., p. 87) ni siquiera est seguro de que el contratante con plazo vencido sea
precario o no: En el caso del arrendatario con contrato vencido, no es precario porque el CPC claramente
lo distingue, pero en todos los dems casos s habra una suerte de precariedad por vencimiento del
plazo. Qu ms se puede decir. Sobran comentarios.
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El art. 1704 CC presupone esta doctrina, cuando indica que, a pesar del vencimiento del plazo
contractual, el arrendamiento contina bajo sus mismas estipulaciones. Es decir, la relacin jurdica no
est extinta en forma absoluta. Cmo se pretende negar esta afirmacin? Es una figura excepcional,
dice Pasco Arauco (Op. Cit., p. 87), pero ello olvida que el arrendamiento es una institucin trans-tpica
(palabras de Giovanni Battista Ferri), esto es, sus normas exceden su solo tipo contractual, pues estn
pensadas para la generalidad de relaciones de uso y disfrute de cosas. Lo mismo ocurre con la
compraventa, respecto de los contratos de transferencia de bienes o derechos. Por tanto, es difcil suponer
que esa norma sea aplicable al arrendamiento, pero no al comodato, mutatis mutandis, por ejemplo, en lo
referente a la penalidad en caso de no devolverse el bien en el plazo convenido.
Por su parte, el obstinado contradictor se opone a esta nueva doctrina con argumentos de poca monta:
nadie lo ha sostenido en la doctrina o el plazo es el plazo (Pasco Arauco, Op. Cit., pp. 85-87). En
realidad, la doctrina no ha profundizado mucho sobre el tema, y normalmente se limita a escribir pocas
lneas para reafirmar que el contrato se extingue con el vencimiento del plazo. Eso es correcto dentro de
ciertos lmites, pues en los contratos de duracin (cuya caracterstica es que el plazo permite cumplir el
fin o la causa del negocio) pueden presentarse situaciones patolgicas, y de hecho son frecuentes los
casos en los que no se liquida la relacin por efecto de la inaccin de las partes o por la simple negativa
de una de ellas. En tales circunstancias, el contrato est extinguido, en su dimensin temporal, pero esa no
es la nica dimensin de una relacin jurdica, pues se encuentra la perspectiva funcional, por la que
nacen los deberes de liquidacin, cuando la relacin se mantiene. En los hechos, la relacin sigue sin
agotarse, sin culminarse, es ms, los deberes de liquidacin, fundados en el contrato, se mantienen
incumplidos. Justamente, el demandante puede solicitar la restitucin o devolucin del bien POR
EFECTO DEL CONTRATO, en cuanto no se cumple una de las obligaciones del contrato, cul es, la
liquidacin mediante la debida restitucin. De la misma forma, el demandante podra pedir el pago de la
clusula penal y la indemnizacin que corresponda por virtud del contrato, cuya dimensin temporal est
agotada, pero no la funcional. Si no fuera as, entonces nos preguntamos: si el contrato ya se extingui,
entonces el deber de restitucin es extracontractual? y el deber emanado de la clusula penal es, tambin,
extracontractual? En ambos casos, se llegan a callejones sin salida. La restitucin se basa nicamente en
el contrato, y ni qu decir de la penalidad, por lo que es necesario mantener la dimensin funcional del
contrato. La circunstancia que la doctrina haya dedicado poca o nula atencin al tema no es motivo
legtimo para descartar esta tesis, cuya racionalidad y eficacia prctica son evidentes. Por ejemplo, la
20
doctrina argentina dice: El artculo 584 del Cdigo Civil establece la responsabilidad del deudor por la
falta de restitucin de la cosa (incumplimiento); de ello se deduce que aquel deber conservarla hasta el
cumplimiento de la obligacin asumida; as surge de lo expuesto en los artculos 1154, 2210 y 2271 del
Cdigo Civil. La inclusin del deber de conservacin entre el momento de formacin de la obligacin y la
restitucin, constituye un deber complementario y primordial. Es de suma importancia en el tratamiento
del tema y con relacin a los riesgos, aumentos, frutos y mejoras de la cosa (GHERSI, Carlos Alberto. La
responsabilidad por la restitucin de la cosa, Op. Cit., pp. 70-71). Es decir, a pesar que el contrato se
extingui formalmente por virtud del plazo, sin embargo, luego de ello sigue operando el deber
contractual de conservacin del arrendatario. Esto significa que la doctrina ya tiene en mente la
idea que aqu se plasma. Igual ocurre con la doctrina alemana antigua: Si el arrendatario no devuelve la
cosa arrendada despus de terminado el arrendamiento, el arrendador puede exigir en concepto de
indemnizacin, aunque no medie culpa del arrendatario, el alquiler que hubiera devengado por el tiempo
del retraso en el supuesto de haber continuado el arrendamiento (ENNECCERUS, Ludwig. Derecho de
Obligaciones. En ENNECCERUS, KIPP, WOLFF. Tratado de Derecho Civil, Op. Cit., Tomo III,
Volumen 2, Primera Parte, p. 286).
En buena cuenta, el plazo final extingue la actuacin de la relacin obligacional en su fase de
normalidad, pero hace nacer los derechos de liquidacin que se mantienen hasta su agotamiento.
Sin embargo, fjense en el argumento contrario de Pasco Arauco (Op. Cit., pp. 86-87): Lo correcto es
definir algo por lo que es, y no a partir de las consecuencias que genera. Un contrato cuyo plazo de
vigencia llega a su fin; un contrato que es resuelto por una de las partes valindose de una clusula
resolutoria expresa; y un contrato al cual los sujetos contratantes le ponen fin de forma voluntaria, son
todos supuestos en los cuales la relacin jurdica se extingue, llega a su fin, desaparece, pero de ninguna
manera ello significa que no se puedan demandar los montos dinerarios devengados.
Sobre lo primero (no se puede definir por consecuencias), se trata de un argumento dogmtico, pero
errneamente dogmtico, y que muestra un absoluto desconocimiento de la ciencia y la filosofa. Por
ejemplo, Einstein descubri la teora de la relatividad por pura deduccin de los efectos que se observan
en el universo actual, pues obviamente no lo midi ni estuvo presente en su origen. Sin embargo, de
acuerdo con Pasco, el seor Albert Einstein est profundamente equivocado.
Sobre lo segundo, el contradictor solo dice que no es necesario que la relacin jurdica subsista para
poder hacer efectivo el cobro de la clusula penal o de los dems derechos cuya ejecucin queda
pendiente (Pasco Arauco, Op. Cit., p. 84). Sin embargo, no explica cmo se puede exigir obligaciones
contractuales que NACEN LUEGO de la extincin del contrato, pues no se trata de derechos cuya
ejecucin queda pendiente. En efecto, una cosa es la renta pendiente de pago antes de la extincin del
contrato, que no se pag en su momento, pero otra cosa muy distinta es la clusula penal que nace luego
de la extincin. Sobre el particular, el opositor simplemente incurre en absoluto silencio.
Fjense en este otro argumento de Pasco Arauco (Op. Cit., p. 85): Por ello, la ejecucin de las
prestaciones nacidas del contrato es una situacin jurdica autnoma que se produce con independencia de
la duracin de aquel. Un contrato puede haber llegado a su fin, independientemente de si estn pendientes
de ejecucin determinadas prestaciones. Este razonamiento no tiene pies ni cabeza, pues la ejecucin
de las prestaciones se encuentra vinculada causalmente con el negocio. En todo caso, reiteramos que
la frase del contradictor solo se queda en las prestaciones pendientes de ejecucin durante el plazo del
contrato, pero no dice nada respecto de las prestaciones que se devengan a futuro, luego de la conclusin
del plazo. Son obligaciones contractuales o extracontractuales? El problema real se encuentra en este
ltimo mbito: cmo entendemos que un contrato fenecido, y cuyas prestaciones fueron
ntegramente ejecutadas hasta el plazo de vencimiento (por ejemplo: se pag la renta por
adelantado), resulta subsistiendo para la ejecucin de las prestaciones sucesivas, luego de la
culminacin del plazo? Es que recin en ese momento cobran vida?
Proponemos un ejemplo adicional para redondear el tema: A y B celebran un contrato de arrendamiento,
pero cuyo plazo de duracin vence, sin que el arrendatario devuelva el bien. El contrato haba establecido
que la mora del deudor conlleva que toda prdida del bien sea susceptible de resarcimiento, incluso por
caso fortuito si el siniestro se produce cuando el bien se encuentra en manos del arrendatario. Es una
tpica prestacin de garanta, que solo se funda en la voluntad de las partes. Pues bien, si el contrato est
extinguido o desaparecido por vencimiento del plazo, entonces la clusula no puede regir. Sin embargo,
es obvio que todos los autores estn de acuerdo en que la prestacin de garanta es aplicable en este caso,
pues lo contrario implicara que estos pactos sean inservibles, pues solo rigen luego de la extincin del
plazo del contrato (mora, indemnizaciones, garantas, penalidades, etc.). Cmo explicamos esta
situacin? Sin duda, se trata de un avance que empecemos a hablar de dos perspectivas diferentes, la
temporal y la funcional en el mbito de los contratos de duracin, y que tiene su origen en las patologas
21
vi)
9. Ventajas de la propuesta
La propuesta define en forma precisa las hiptesis especficas de precario, lo que otorga
seguridad a los particulares, quienes conocern de antemano las posibilidades de xito,
o no, cuando interpongan una demanda de desalojo por precario. En el mismo sentido,
los magistrados del Poder Judicial tendrn a su disposicin una gua segura para fundar
sus decisiones. En buena cuenta, se ganar predictibilidad, con la subsiguiente elevacin
de la confianza ciudadana en el sistema judicial.
Otra ventaja es que el resultado del pleito no depender, ya, de factores impredecibles o
de la mala fe de una de las partes, pues las reglas quedan claras desde el inicio: el
que surgen por el incumplimiento. Por una se extingue las prestaciones de actuacin de la relacin
obligacional, pero por la otra, nacen los deberes de liquidacin.
41
El servidor de la posesin carece de tutela posesoria, lo cual significa que su principal puede retirarlo
del bien por acto de propia autoridad, en forma unilateral y sin previo aviso. Si el servidor rehsa entregar
el bien al primer requerimiento de su titular, entonces comete un acto de despojo, pues de la condicin de
no-poseedor pretende convertirse en poseedor (ilegtimo). En consecuencia, el afectado puede recurrir a la
defensa posesoria extrajudicial (art. 920 CC), o a la judicial mediante el interdicto de recobrar (art. 921
CC). Esta hiptesis se denomina abuso de confianza por la doctrina argentina, y sus Tribunales han
sealado en forma reiterada que procede el interdicto de recobrar cuando se produce la negativa de
restituir el bien por parte del que, por ejemplo, realiz reparaciones en el mismo (tpico servidor) (TINTI,
Pedro Len. Defensas Posesorias. Interdictos y Acciones Posesorias, Editorial baco de Rodolfo
Depalma, Buenos Aires 2004, p. 106).
Por tanto, en este caso, no se necesita de la reivindicatoria, ni siquiera del desalojo por precario, como
intilmente argumenta Pasco Arauco (Op. Cit., p. 77). Este dice que bajo nuestra posicin, los servidores
de la posesin estaran mejor protegidos que los poseedores. En realidad, no sabemos de dnde ha
sacado esa conclusin, pues en mltiples ocasiones hemos sealado que el titular puede recuperar el bien
por acto de propia autoridad, sin siquiera pasar por el juzgado, por lo que le bastara acudir a la fuerza
pblica o a la fuerza privada, inclusive, con la constatacin de un notario, para retomar la posesin directa
(art. 920 CC); y la razn de ello es muy simple: el servidor de la posesin carece de proteccin posesoria,
en tanto no es poseedor. Lgica pura y simple: el verdadero poseedor (pues, el servidor lo hace en su
inters) no requiere una va especfica para lograr algo que ya tiene, esto es, la posesin. En todo
caso, si el servidor consuma un despojo, entonces el afectado tiene suficiente defensa con los mecanismos
extrajudiciales (recupero de posesin, ex art. 920 CC) o judiciales mediante el interdicto (art. 921 CC).
Sobre la necesidad de refutar argumentos inventados, invitamos a la lectura de nuestro artculo: La
doctrina bruta y achorada (DBA) pierde los papeles. En www.gunthergonzalesb.com
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demandante que invoca la regla de la propiedad, pues no cuenta con la posesin, acude
a la reivindicatoria; y el actor, que solo invoca la regla de la posesin, acude a los
interdictos o el desalojo.
De esta forma, se reducirn sustancialmente las declaraciones de improcedencia, o los
reenvos a otro proceso.
Nuevamente Pasco Arauco (Op. Cit., p. 75) se confunde cuando considera que el sujeto que recibe el
bien en forma voluntaria por acto de liberalidad no se diferencia del usurpador, pues las situaciones no
son parecidas, son exactamente iguales. Realmente constituye un acto de ceguera pretender que dos
cosas totalmente distintas sean igualadas de manera forzada. Uno ha tomado el bien a travs de acto
ilcito, por lo que el actor puede recurrir al interdicto; mientras el otro goza de la posesin por licencia del
dueo, esto es, no hay ilicitud, por lo que el demandante recurre al proceso de desalojo por precario. Si el
propietario ha sido despojado, conforme parece ocurrir en el ejemplo que propone Pasco, entonces
tampoco necesita el desalojo, pues cuenta con la tutela de los interdictos. En todo caso, lo que resulta
inadmisible es pretender que el desalojo y el interdicto sean lo mismo, esto es, que se pueden ejercer en
forma alternativa, a gusto del cliente. Y ms llamativo resulta que esta postura provenga de un positivista
extremo, que rinde culto a la ley y se inclina ante el mandato del legislador. Pues bien, a un positivista
convicto y confeso no se le debera escapar la orden emanada del art. 921 CC (para l, el Derecho son
conjunto de rdenes), que diferencia claramente entre el interdicto y las otras acciones posesorias. Por
tanto, una y otra no pueden igualarse, ni cumplen la misma funcin. La doctrina peruana, de nivel, se ha
dado cuenta que es imposible identificar ambas hiptesis: Estos (los invadidos) no podrn recurrir al
desalojo sino a los interdictos. Si bien ambos tienen un modelo sumarsimo y buscan la restitucin del
bien despojado, dicha restitucin busca tutelar la posesin de hecho, sin tomar en cuenta el derecho a la
posesin que tuviere (LEDESMA NARVEZ, Marianella. Comentarios al Cdigo Procesal Civil,
Gaceta Jurdica, Lima 2011, Tomo II, p. 350).
Distinto es el caso si el propietario NUNCA HA POSEDO, pues aqu no puede ejercer las acciones
posesorias, por lo que solo le queda exhibir las razones de la propiedad. Veamos lo que dice un gran
jurista italiano sobre el particular: Nuestro derecho conoce una posesin como requisito de legitimacin
pasiva de la accin de reivindicacin, y una posesin como fundamento de la accin de reintegracin. Los
dos tipos de posesin pueden no coincidir (SACCO, Rodolfo. Possesso (Diritto Privato) (Voz). En
Enciclopedia del Diritto, Editore Giuffr, Miln 1985, Volumen XXXIV, p. 504). Es decir, la mejor
doctrina tiene como premisa obvia que existen distintos tipos de posesin del demandado, unas permiten
actuar la accin reivindicatoria, y otras, la posesoria. De qu depende? Si el demandante tiene, o tuvo la
posesin, o no la tuvo. Eso precisamente ocurre con el despojo, pues el afectado puede recurrir al
interdicto, sin necesidad del desalojo, y no es que los usurpadores se encuentren mejor que los poseedores
inmediatos, pues en realidad tienen mltiples mecanismos para reaccionar eficazmente. El problema no
23
24
instrumental46. La objecin, nuevamente, es errada, pues para eso existen, desde hace
mucho tiempo, las mximas de experiencia en el derecho procesal, lo que da origen a
presunciones probatorias de origen judicial. Precisamente, el profesor espaol Domingo
Bello Janeiro argumenta de forma persuasiva que las posesiones otorgadas en el
contexto familiar, social o amical se entienden realizadas por acto de licencia o
aquiescencia, sin necesidad de mayor prueba, esto es, se presume la ocupacin precaria
por el solo hecho de probar el contexto. Por ejemplo, si un hijo posee la casa del padre,
o un antiguo compaero de estudios hace lo propio respecto del predio del colega,
entonces debe entenderse que la posesin sin renta se cedi en forma voluntaria, pues
as lo indica la mxima de experiencia consistente en asumir que las relaciones sociales
generan liberalidades entre los que se involucran en ellas. Nadie asume en principio que
el padre quiere lucrar con el hijo, o que entre el compaero y su colega se produjo una
usurpacin, salvo que se presente la prueba en contrario.
Por tanto, no hay problema alguno de prueba, pues una vez que se ha acreditado el
contexto social o familiar, se presume que el demandado se encuentra en condicin de
precario, facilitndose el xito del proceso de desalojo. La prueba en contra recae en el
demandando.
46
i)
ii)
25
Por tal motivo, sera recomendable que la jurisprudencia seale en forma expresa que la
remisin a la accin reivindicatoria para la solucin de los conflictos de la propiedad, no
implica prdida de la tutela judicial efectiva, pues siempre existe la posibilidad de que
los interesados recurran a las medidas cautelares cuando se aprecie la apariencia del
derecho47. En buena cuenta, las providencias anteladas tambin proceden en los litigios
dominicales, pues en la actualidad es inusual encontrar una cautelar posesoria en la
reivindicatoria. Cul sera el momento preciso para el adelanto de opinin de la
cautelar? Parece que ello, normalmente, podra ocurrir cuando se tenga a la mano la
demanda y la contestacin, pues en ese momento el juez puede evaluar la fortaleza,
debilidad o duda que produce la pretensin del actor.
En suma, dentro de la accin reivindicatoria es perfectamente posible que se dicten
medidas cautelares de puesta en posesin del bien a favor del demandante, siempre que
se acredite la verosimilitud de su derecho, el peligro en la demora, la razonabilidad de la
diligencia y proponga una contracautela adecuada y equitativa. Los males de la falta de
celeridad del Poder Judicial no se remedian con interpretaciones erradas, sino con la
aplicacin estricta de las instituciones con JUSTICIA.
Se ha criticado esta solucin de la siguiente manera: Si como dice Gonzales, el mismo resultado
rpido y favorable que uno obtiene en el proceso de desalojo, podra ser obtenido tambin en un proceso
plenario de reivindicacin a travs de la tutela cautelar, entonces para que seguimos teniendo regulado el
desalojo en nuestro sistema jurdico (Pasco Arauco, Op. Cit., p. 76).
Esta afirmacin demuestra un profundo desconocimiento de las categoras procesales. El desalojo es
proceso sumario por la limitacin de cognicin (posesin). La reivindicacin es plenario por la amplia
cognicin (propiedad). En el primero se invoca la sola razn de la posesin, mientras que el segundo
exige el planteamiento de las razones de la propiedad. Por tanto, es imposible refundir ambos procesos,
mxime cuando uno no genera cosa juzgada sobre el dominio, pero el otro s.
En consecuencia, si el demandante es propietario, y nunca fue poseedor, entonces, quirase o no, solo le
queda exhibir su ttulo en una reivindicatoria. No hay otra alternativa. El sumario no puede reemplazar al
plenario porque nos gusta. Sin embargo, a pesar de la necesidad del plenario, el Derecho ha ideado
mecanismos para evitar que la lentitud del proceso consume injusticias de todo tipo. Siendo as, la tutela
cautelar busca atajar el litigio malicioso, pero no hace innecesario el desalojo, cuya finalidad y efectos
son distintos.
26
13. Adenda: Debemos rechazar la tesis del precario de Hctor Lama More
El magistrado Lama More considera que los graves defectos se solucionan con un
parche. Esa es la razn por la cual las graves dudas que se presentan en la jurisprudencia
sobre el concepto de precario, se pretenda solucionar con la simple idea que el art. 911
CC es perfecto, pero que solo falta aadir dentro de su mbito, los casos de ttulos
manifiestamente ilegtimos, que los define como aquellos pre-fabricados49.
Sin perjuicio de la falta de tcnica jurdica cuando se habla de ttulos pre-fabricados
(qu cosa significa?), queda la obvia certeza de que este aadido nada cambia en la
actual situacin de zozobra judicial.
En primer lugar, la existencia de ttulos pre-fabricados no dice nada respecto de los
propietarios que invocan el desalojo contra poseedores autnomos en concepto de
48
Supngase que el propietario de un bien inmueble se lo encarga a un amigo para que lo custodie en
forma indefinida, y tambin lo autoriza a usarlo. Es el tpico caso de posesin graciosa o por liberalidad
que en ningn caso podra considerarse ilegtima, pues se funda en la propia voluntad del titular, pero
cuya falta de ttulo formal la hace precaria.
49
LAMA MORE, Hctor. La posesin y la posesin precaria en el derecho civil peruano, Tesis para
optar el grado de Magster en Derecho Civil, Pontificia Universidad Catlica del Per, Lima 2006, p. 105.
27
dueo, esto es, no soluciona la existencia de una accin posesoria que se otorga a favor
de quien no es poseedor.
En segundo lugar, los ttulos pre-fabricados nada solucionan respecto de los contratos
resueltos, nulos, anulables, o de los hechos jurdicos que interfieren en el caso, como la
usucapin o accesin que invocan los demandados.
En tercer lugar, esta propuesta no resuelve la desarticulacin del sistema de derechos
reales, en los que las acciones posesorias protegen al propietario, y las acciones reales,
por consiguiente, devienen en innecesarias50.
En cuarto lugar, Lama incurre en un error tcnico, pues considera que el juez puede
declarar de oficio la nulidad del ttulo manifiestamente ilegtimo, lo que contraviene
las garantas procesales, en tanto el juez termina pronuncindose sobre un punto no
controvertido, incluso, aun cuando se trate de tercero que no es parte del litigio. Hace
tiempo, el profesor Morales Hervias demostr convincentemente que el art. 220 CC
permite que el juez estime la nulidad dentro de los fundamentos de la decisin, pero
jams podr emitir pronunciamiento definitivo sobre ello51.
En conclusin, la tesis de Lama More se centra en el 1% de los casos conflictivos sobre
el ocupante precario (lo que l llama ttulo pre-fabricado), pero deja sin ninguna
definicin el restante 99%, sin perjuicio de los nuevos problemas que ocasionar la
definicin caso por caso de ese concepto.
14. Adenda: Debemos rechazar la tesis del precario de Martn Mejorada Chauca
El profesor Martn Mejorada cree que el precario es un concepto procesal, en virtud
del cual, el juez puede decidir quin tiene mejor derecho a poseer a travs de un
proceso de desalojo52. En realidad, lo que se pretende es otorgar una facultad
discrecional al juez con el fin de que evale, en cada caso concreto, qu sujeto est en
mejor situacin que otro respecto de la posesin. El problema de esta postura es que
resulta contraria a la seguridad jurdica, pues dota a la magistratura de una potestad casi
50
Ntese la confusin conceptual en la que navega LAMA MORE (La posesin precaria y la posesin
ilegtima. En Dilogo con la Jurisprudencia, Gaceta Jurdica, N 28, Lima 2001, p. 53): se puede
afirmar que con la mencionada regulacin normativa, se ha proporcionado al propietario de un predio una
mejor posibilidad de restituir la posesin del mismo, va la accin de desalojo, de quien lo conduce sin
que le asista derecho alguno para continuar poseyendo. Luego agrega en el mismo artculo: tampoco
ser precario, cuando la invalidez del ttulo, que porta el poseedor no sea evidente y existan elementos
que permitan apreciar que el poseedor en virtud de su ttulo, pueda discutir el mejor derecho de propiedad
o de posesin. En este caso, el mejor derecho, invocado por el poseedor, corresponder ser dilucidado en
otro proceso (Ibd., p. 63).
En la primera parte dice que el desalojo permite la defensa de la propiedad del demandante (sic), pero en
la segunda parte seala que cuando la parte demandada invoque el dominio, entonces el tema debe ser
reenviado a otro proceso. En qu quedamos? Si el desalojo es accin real, pues tiene que serlo para
ambas partes, y no solo en algunas ocasiones,
51
MORALES HERVIAS, Rmulo. La inconsistente declaracin de oficio de la nulidad del contrato
en el Cdigo Civil peruano de 1984. En Actualidad Jurdica, Gaceta Jurdica, N 219, Lima, febrero
2012, pp. 16-17.
52
MEJORADA CHAUCA, Martn. Precario, y qu?. En Actualidad Jurdica, Gaceta Jurdica, N 151,
Lima, junio 2006, pp. 57 ss.
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omnmoda, ya que en virtud de su leal saber y entender, el juez podr decidir el mejor
derecho a poseer.
Por lo dems, esta tesis no explica la siguiente incongruencia, que en buena cuenta lleva
a descartarla: cmo se pueden ejercer acciones posesorias por parte de quien no es
poseedor?
La Corte Suprema convoc a un Pleno Casatorio que pretende poner fin a la
incertidumbre del precario mediante un conjunto de definiciones sustentadas en razones.
Pues bien, la propuesta de Mejorada va contracorriente de esa bsqueda de
predictibilidad, en tanto el precario, segn l, es un concepto procesal, que deber
definirse en cada situacin.
Hace casi tres dcadas, desde que se dict el Cdigo Civil de 1984, estamos definiendo
caso por caso qu cosa es ocupante precario, y an no arribamos a conclusiones
definitivas. La pregunta es si deberamos insistir en esa ruta.
Conclusiones
El artculo 911 CC, en sentido literal, no encaja con el resto del ordenamiento jurdico
(artculos 921 y 923 CC; 985, 986 y 987 CPC; Convencin Americana de Derechos
Humanos, sobre la igualdad como elemento esencial del debido proceso; Pacto
Internacional de derechos econmicos, sociales y culturales, sobre el derecho humano a
la vivienda adecuada).
Por tanto, es necesario avanzar hacia una definicin que puede insertarse dentro de
nuestro sistema constitucional y civil. Un solo precepto legal no puede sobrevivir
inalterado, si con ello se desmorona el edificio inspirado en la justicia y racionalidad del
entero sistema jurdico53.
En tal sentido, si el concepto de precario solo tiene utilidad en cuanto sirve para lograr
el desalojo, entonces se requiere complementar la visin civil con la procesal.
53
El argumento consistente en izar la bandera del art. 911 CC, a costa de que el barco se hunda, se
expresa as: Aquella labor por medio de la cual una ley que establece ABC, termina diciendo DEF, no es
una interpretacin extensiva, ni creadora ni innovadora. Por el contrario, se trata de una derogacin
legislativa por medio de la interpretacin (Pasco Arauco, Op. Cit,, p. 73).
Esa afirmacin se inspira en la tesis de Savigny, hace bastante tiempo superada por la nueva concepcin
del Derecho, basado en normas y argumentacin, pero dentro del marco de principios y valores que
sustentan la Constitucin. Sin embargo, aun dentro del limitado mbito de Savigny, la opinin transcrita
es errada, pues la modificacin de contenido que sufre el art. 911 CC no se hace por discrecionalidad del
intrprete, como falsamente pretende desacreditar al contrario, sino por virtud de otras normas del sistema
jurdico, como los artculos 921, 923 CC, 985, 986, 987 CPC, as como por la Constitucin y los Tratados
de Derechos Humanos. En consecuencia, el 911 se modifica en su contenido literal por mrito de las
normas y principios sealados.
Es curioso que el opositor NO DIGA UNA SOLA PALABRA de los artculos 921 o 923 CC, o del
fundamental art. 987 CPC, que lo aclara todo, o del debido proceso que exige igualdad de armas, o del
derecho humano a la vivienda adecuada. Sobre tales puntos, que son la base de nuestra argumentacin,
Pasco simplemente mantiene silencio. Por tanto, su limitada visin de la teora hermenutica tampoco es
de recibo, pues aqu no se pretende inventar el contenido del art. 911 CC, como l dice falseando la
verdad, sino que la citada norma se complementa con otras disposiciones y principios, que son el sustento
de nuestra tesis. Una supuesta refutacin que omite tratar el meollo de la posicin contraria es
simplemente un acto que no calza con la honestidad intelectual que se requiere en todo trabajo cientfico.
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Eplogo
El presente trabajo expone una tesis sobre determinada parcela del sistema jurdico-civil
peruano, esto es, se trata de una investigacin que propone, que soluciona, que intenta
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dar respuestas en forma honesta y sin intereses bajo la mesa. Otros se han acostumbrado
a colgarse del saco ajeno, mediante el fcil expediente negativo, sin proponer nada.
La verdad es que el trabajo ajeno no merece una rplica personal, no solo por los
adjetivos que utiliza, sino fundamentalmente porque se basa en distorsionar los
argumentos de la parte contraria. Eso no es vlido en la investigacin. Por tal motivo,
hemos procedido a responder solo en las notas a pie de pgina, sin alterar en lo
sustancial el desarrollo de nuestra exposicin.
En suma, este artculo est diseado para proponer, esto es, va hacia lo importante,
hacia lo constructivo, y deja para el lugar que le corresponde a las minucias. Este tiene
el trato que le corresponde, pues las respuestas se dan a travs de las notas, y nada ms.
Una vez ms debemos recurrir a la genial frase de Emilio Betti54:
En pocos campos se advierte, como en este, que la comprensin de la estructura
jurdica postula una consideracin teleolgica de las relaciones y una valoracin
comparativa de los intereses tenidos en cuenta por el Derecho. En pocos campos
se revela con mayor evidencia, que en este, el pleno fracaso de un rido anlisis
formal, abstractamente conceptualista, como el propuesto por la orientacin
estatalista y antiteleolgica kelseniana. Agrega el brillante profesor italiano en
nota a pie de pgina: Lo que no quita que para algn joven la consideracin
teleolgica venga considerada como una contaminacin, pero para los jvenes es
siempre dado esperar que una madurez, profundizada en la experiencia del
fenmeno jurdico, les ensee a corregir puntos de vista unilaterales.
54
BETTI, Emilio. Teora General de las Obligaciones, traduccin de Jos Luis De Los Mozos,
EDERSA, Madrid 1969, p. XVI.
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