Cesar Vallejo - Ole Ostergaard
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ese Caliz”
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Sin embargo, las consecuencias más inmediatas de tomar en cuenta las
calidades dramáticas de una obra literaria serian conceder cierto grado de
independencia a sus fases y partes sucesivas. En el Himno, p.ej. hay
pasajes de desconcierto, de depresión, de entusiasmo, de terror, de
esperanza, etc., en realidad toda la gama de sentimientos posibles por los
que tiene que pasar el que vive intensamente un momento histórico tan
crucial y complejo.
En el Himno también hay síntesis, pero la síntesis vallejiana no es más
(ni menos) que un momento entre los demás momentos, no tiene
privilegios sobre los demás. Podemos señalar p.ej. hacia el final del Himno
un momento especialmente amargo (pasaje que, excepcionalmente, no lo
comenta Meo Zilio) : "Para que vosotros/ voluntarios de Espaíla y del
mundo, vinierais,/ soñé que era yo bueno, y era para ver/ vuestra sangre,
voluntarios..,/ De esto hace mucho pecho, muchas ansias,/ muchos camellos
en edad de orar./"(V.171-176) .
El poeta, después de haber demostrado su solidaridad, al final no teme
reconocer que, como poeta, también vive a expensas de la sangre
derretida,/que, en cierto modo, se nutre con el sufrimiento ajeno,
manteniéndose a flote con el drama de los que están muriendo por ideas
que él propaga. Semejante momento de autolucidez tiene su lugar debido y
honrado al lado p.ej. de su profesión de fe casi tercermundista: "Matad...
por el analfabeto a quien escribo,/ por el genio descalzo y su cordero,/
( Himno v.159 + 167-68) - pasaje que va a tener mucho más tarde su
paralelo en los poetas de la revolución nicaragüense.
Esos dramáticos cambios de actitud también tienen que ver con una
concepción del tiempo muy peculiar en Vallejo, y claramente opuesta a la
que encontraríamos en general en el discurso científico, p.ej. de signo
marxista: esta concepción del tiempo representa un intento, a mi modo de
ver esencialmente democrático, de respetar cada momento vivencial preciso,
tanto del individuo oprimido como de las varias colectividades. Está el
obrero, pero está también el barbero. Hay momentos de gran heroismo, y
otros, de una negrura goyesca, como el terrible poema X y su final
desesperado: "¡Abajo mi cadáver! ...Y sollozo." Naturalmente esas lineas
no significan, como quiere Jean Franco, (p.248) que el poeta "is horrified
by his own mortality," sino que le horrorizan los extremos de
destructividad a que pueden llevar los postulados más intransigentes del
animal hombre. Hay también indicaciones de que el poeta, en pleno fragor
de las batallas y luchas sociales, siente los procesos sociales como algo
enormemente lento, algo que pueda durar siglos.Así por lo menos me explico
la extraña presencia, en el Himno, de los reptiles antediluvianos: "os
siguen con cariño los reptiles de pestaña inmanente" (v.178) .
El filósofo y escritor Carlos Gurméndez ha dedicado un hermoso libro a
esa temática: El Tiempo y la Dialéctica (1971) (en que muy a menudo
ilustra sus tesis con citas de Vallejo), y saca al final las siguientes
conclusiones: "Sentir el Tiempo, como hemos visto, supone un ejercicio
activo de la sensibilidad. Los marxistas vulgares, sosteniendo el punto de
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vista del materialismo clasico-burgués, afirman la absoluta independencia del
Tiempo al margen del hombre."(p.239) . "..comprender la Historia significa
que tenemos que revivirla." (p.259) . "-A-si llegamos a una concepción del
Tiempo como movimiento universal, proceso total, Dialéctica íntegra del
Mundo. Sin embargo, la experiencia del Tiempo es subjetiva, personal,
es la conciencia de la propia finitud del yo. Sin esta particularidad sentida,
vivida y experimentada del Tiempo, no es posible llegar a una conciencia
universal de su presencia." (p.287)
El Vallejo de "España.." no permite que sus convicciones políticas más
o menos permanentes reduzcan sus eventuales dudas y desesperaciones, que
pueden llegar a adquirir dimensiones casi suicidas, ante la magnitud de los
estragos bélicos, como vemos en la cita siguiente , del comienzo del
Himno: "... digo/ a mi pecho que acabe, al bien que venga,/ y quiero
desgraciarme;/ descúbrome la frente impersonal hasta tocar/ el vaso de la
sangre,.." (v.S-lo) . Quizá con tales formulaciones Vallejo quiere dejar de
lado un momento el frío análisis marxista (su frente impersonal) , para
enfrentarse con los vasos comunicantes de la sangre - en realidad el vaso de
la sangre es también el cáliz, que le hace retroceder.
Resumiendo podemos decir que el acercamiento de Vallejo a los grandes
acontecimientos de su tiempo y a sus propias reacciones, acontece de un
modo mucho más visceral que analítico, o, por lo menos, alternativamente
emocional, inconsciente, y analizador, racional. "... la obra de arte
escapa, cuanto más auténtica es y más grande, a los resortes concientes,
razonados, preconcebidos de la voluntad," dice el mismo Vallejo, en El
Arte y la Revolución (p.35) .
En esto Vallejo también se revela como un precursor: duda de la débil
autocentralidad racional, pero narcisística, del hombre (ver artículo de
S.Felman), y saca las consecuencias artísticas: trata de llegar a las
imágenes lo más espontáneas posibles de la gran contienda social de
España, y de sus consecuencias humanas, para que el lector lea a través de
su propio inconsciente, el estado de su propia desgracia y de sus esüeranzas.
Qué lectores tenía en vista Vallejo para "España.."? Parece que sólo unos
l000 o 1500 lectores alcanzaron a leer el poemario en su primera edición
hecha por los soldados de la República, en 1939. El estudio de Julio Vélez
y A.Merino (especialmente los comentarios sobre el poema de Pedro
Rojas) sin embargo muestra en que estrecha consonancia estaban estos
poemas con la realidad vivida por los soldados republicanos y por todos
los demás víctimas de la insurrección fascista en España. Por eso, figuras
simbólicas como la de Pedro Rojas, con sus todavias y sus pedazos, su
personalidad tan dispersa, apaleada y universal, tan rebelde y tan poco
hegemónica, pronto encontraron su eco, como lectura clandestina
obligatoria, en la España del franquismo, y poco después en las demás
regiones hispanohablantes que vivían un estado de opresión política. Al Yo
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tradicional, un yo autoritario y centralizador, la poesía de Vallejo opone las
partes convulsivas de un cuerpo social en agonía y estado de resurrección
secreta. La indagación de Vallejo en lo que limita al hombre y sus
posibilidades de desarrollo va tan al fondo, que su poesía sigue siendo un
reto, también para regímenes de signo y etiqueta socialista o comunista:
Pedro Rojas también puede reincarnarse en un desgraciado sin trabajo, o
en un cura polaco matado a palos por la policía; y todavía forman mayoría
los regímenes que primero se postran ante sus tanques o ante sus líderes,
que ante esa cuchara de Pedro Rojas, y los símbolos que conlleva.
Con todo y con esto, y teniendo la poesía de Vallejo una segura base de
inspiración en un acercamiento espontáneo, principalmente emotivo e
inconciente, si se quiere, a la tragedia del hombre en la guerra de España,
el resultado poético, si se lee sin prejuicios dogmáticos, es el de una
totalidad sumamente convincente y movilizadora, y ya nada oscura, pero si
profunda. Con su acercamiento dramático y éticamente audaz, a algunos de
los hechos más crudos y trágicos del siglo XX, Vallejo ha logrado crear
"verdaderas analogías de esencia", y "mostrar la concatenación universal de
los fenómenos", tal como lo exige el crítico cubano G.Rodríguez Rivera
(pp.16-17) de una tropología que se quiere verdaderamente contemporánea,
de inspiración marxista.
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¿Por qué ha llegado a ser precisamente Vallejo el poeta fundacional, el
primer poeta socialrevolucionario verdaderamente universal de La-
tinoamérica? - para utilizar una formulación de Alejandro Losada. Sería
ocioso elaborar una respuesta completa. Pero si se puede señalar otra vez
el tratamiento especial que da el poeta a la temporalidad, como tiempo
vivencial. Casi cada acto de hablar en Vallejo posee su autonomía, su vida
propia en aparente contradicción con el siguiente, sin que aparezca a cada
instante una lógica progresista y tranquilizadora que ponga orden en las
contradicciones, y en las ocurrencias del humor negro. Ese tratamiento
especial del tiempo, ese respeto por cada momento en su particularidad,
quizá tenga que ver con los sucesivos espacios sociales tan radicalmente
distintos en que le tocó moverse y entenderse Vallejo, como prototipo
intelectual del Tercer Mundo.
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