Construcción Personajes
Construcción Personajes
Construcción Personajes
Palabras clave: El análisis del personaje, análisis cuantitativo y cualitativo, narrativa audiovisual.
1. Introducción
Para poder analizar los modelos y personajes representados en los distintos medios
audiovisuales es necesario comprender, en primer lugar, cuál es el fundamento básico en su
construcción. Como punto de partida, en la base de todo método de construcción narrativa
encontramos tres elementos fundamentales: el personaje, la acción y el conflicto, que se
entrelazan dando lugar a la estructura dramática.
La teoría del personaje de Aristóteles, contenida en la Poética (trad.1999), empieza
con la siguiente declaración: “Los artistas imitan a los hombres en plena acción” (...) “La
acción es lo primero, es el objeto de imitación. Los agentes que realizan la acción van en
segundo lugar”.
Las ideas de algunos formalistas y estructuralista, tal y como recoge Chatman (1990,
p.119), se basan en estas premisas de Aristóteles. También ellos mantienen que los personajes
son producto de las tramas y que su estatus es “funcional”; que son, en suma, participantes o
actantes y no personajes, que es erróneo considerarlos como seres reales. La teoría narrativa,
dicen, debe evitar las esencias psicológicas, los aspectos del personaje sólo pueden ser
“funciones”. En definitiva, sólo quieren analizar lo que los personajes hacen en una historia,
no lo que son. Es decir, “son” en relación a una medida moral o psicológica externa. Además,
afirman que las “esferas de acción” en las que se mueve un personaje son “comparativamente
pocas en número, típicas y clasificables”.
Por el contrario, otros estructuralistas, interesados en narraciones más complejas, han
llegado a reconocer la necesidad de una noción de personaje más abierta. Por ello, Todorov
defiende la actitud de Propp respecto al personaje, pero al mismo tiempo distingue dos
categorías amplias, las narraciones centradas en la trama o apsicológicas y las centradas en los
personajes o psicológicas.
El término personaje abarca, por otro lado, el ámbito particular del personaje
naturalista, cuya manifestación más completa la podemos encontrar en el moderno drama
psicológico. Este personaje, definido en el ámbito de la sociología, poseedor de una identidad
psicológica y moral similar a la de los hombres, es un efecto de persona y, como tal, se trabaja
en su construcción con variables idénticamente "realistas".
Así mismo, en el proceso de creación de los personajes para medios audiovisuales
encontramos dos posturas diferentes, según el autor citado anteriormente:
− Una visión existencialista que considera al personaje como un conjunto de
atributos y cualidades (biografía, aspecto físico y psicológico…)
− Una visión dinámica del personaje, que lo entiende como un cierto conjunto de
actividades, de transformaciones antropomórficas que cobran sentido y
significación a medida que representan un hacer.
Los manuales de guión hacen referencia a una y a otra sin demasiada autoconciencia,
y las diferencias entre investigadores teóricos y escritores son cada vez más explícitas. En
ocasiones se centran en un determinado aspecto de la caracterización; por ejemplo, la
biografía como elemento esencial a la hora de definir el personaje (en el caso de Egri o Seger)
o la acción (en el caso de Swain).
2. Estado de la cuestión
Sin embargo, los autores utilizan diferentes clasificaciones, coincidiendo todos ellos
en la acción como exteriorización del carácter del personaje.
DiMaggio (1992) sugiere una perspectiva psicológica para la caracterización, para lo
que aconseja la investigación de todo aquello que tenga trascendencia en el pasado y en el
presente del personaje y la búsqueda de la característica dominante: una fuerza que le defina y
le motive.
Forero (2002) opina que, en la elaboración para medios audiovisuales, se tiende
normalmente a pensar en personajes naturalistas, es decir, en seres que imiten a las personas
reales, dotándoles de una identidad psicológica y moral; creando personajes como personas.
De un modo similar, Fernández Díez (1996) habla acerca de la manifestación del personaje a
través de las siguientes facetas:
− La presencia:
Rasgos indiciales: aquélla imagen que da el actor en pantalla,
que transmite información sobre él (su grosor, altura, textura
de la piel… )
Elementos artifactuales: todas aquellos aspectos artificiales
que complementan al personaje como su ropa, su manera de
fumar, su peinado…
− La situación: es el contexto donde se sitúa un personaje que puede transmitir
gran cantidad de información sobre él mismo. La colocación del personaje en
un escenario con relación a otros, también proporciona datos sobre él. La
ciencia encargada del estudio del personaje en las diversas situaciones
comunicativas se denomina proxemia.
− Acción o actuación:
El escenario, que permite completar y contextualizar la
acción y el diálogo de los personajes, que en muchos casos no
serían comprensibles de un modo aislado. También permite
jugar con el subtexto.
La palabra, que identifica, individualiza y personaliza o
expresa el estado de ánimo del personaje.
Por otro lado, diferencia distintos tipos de acciones:
− Interna: constituida por los pensamientos y sentimientos de los personajes,
cargados de acción dramática.
− Externa: actuación física del personaje (posturas, gestos factuales,
expresiones).
− Lateral: lo que ocurre en el entorno donde se desarrolla la acción del
personaje.
− Latente: aquella que se desarrolla en off, es decir, no se ve en pantalla pero el
espectador es consciente de que se está desarrollando mientras contempla la
escena.
Bajo la visión de Egri (1946), el escritor debe, en primer lugar, agotar una
construcción del personaje que sea capaz de definir, orgánicamente, cada uno de los
componentes de las dimensiones anteriormente citadas. Lejos de constituir este recurso una
técnica de acumulación de datos, el autor quiere motorizar una reflexión dinámica que
permita llevar a cabo dicha construcción. Sin embargo, el enfoque dialéctico de Egri no se
agota en tal enumeración, pues requiere que el personaje sea elaborado en relación dialéctica
con su ambiente, que se trabajen sus vínculos y sus contradicciones internas y externas y,
aspecto dinámico muy importante, que el personaje construido sea capaz de crecer, con fuerza
de carácter, en torno a la unidad de opuestos.
Seger (1990) considera que la creación del perfil psicológico debe partir de un paso
previo que es la investigación; ahora bien ¿cuál es el proceso a seguir para realizar esa
investigación, necesaria a su vez para la creación de los personajes? Su primera
recomendación, sobre todo si se trata de escritores noveles, es escribir sobre algo que se
conoce o sobre alguna experiencia personal. De este modo, la investigación será apenas
necesaria. Pero si se escribe sobre un tema desconocido o sobre personajes que nos resulten
lejanos psicológicamente hablando, será ineludible hacer una etapa de documentación, que la
mayor parte de las ocasiones puede significar casi la totalidad del trabajo, mientras que la
escritura del guión en sí, quedará reducida a un período de tiempo mucho menor. Durante esta
etapa se irán descubriendo datos acerca del personaje y del contexto histórico y social en el
que vive, obteniendo pistas para profundizar en su creación.
Por tanto, lo primero que debemos tener en cuenta es que un personaje no existe por sí
solo, es decir, aislado, sino que aparece siempre en un contexto, con unas influencias
culturales según su origen étnico, social, religioso o educativo, en un lugar y un período
histórico y con una profesión definida o, en caso contrario, carente de ella. Todo esto son
rasgos que determinarán su forma de hablar, su modo de vestir, su modo de actuar y de
pensar; es decir, que conformarán su psicología. Los pasos a seguir según Seger son:
− Obtener una primera idea a partir de la observación o de la experiencia.
− Crear los primeros bocetos.
− Encontrar la esencia de un personaje que resulte coherente.
− Encontrar las paradojas inherentes al personaje para crear complejidad.
− Añadir emociones, actitudes y valores.
− Añadir detalles para lograr que el personaje sea concreto y singular.
Todo personaje, al igual que toda persona real, posee una postura u opinión ante un
acontecimiento –aunque esta postura sea simplemente pasiva– y un punto de vista que puede
servir para identificarnos con él. Por otra parte, los valores y las actitudes son otro modo de
mostrar una posición, una inquietud. Otros detalles pueden ser las acciones, el
comportamiento, el uso del lenguaje, los gestos, la ropa o el modo en el que afronta una
situación.
En su libro El poder del mito, Campbell (1991) opina que el escritor debe ser fiel a la
verdad. Algo realmente difícil teniendo en cuenta que la única forma de describir fielmente a
un ser humano, es describir sus imperfecciones. Para él, el ser humano perfecto no tiene
ningún interés pues resulta aburrido e inhumano.
Según Francia y Mata (1992, p.57): "La motivación (del motivus latino, que mueve) es
un conjunto de factores dinámicos, que determinan el comportamiento del individuo. En la
psicología clásica se diferencian los motivos de los móviles, asignándole a aquéllos causas
intelectuales y a los móviles, razones afectivas". Hoy se sabe que la motivación tiene orígenes
muy diversos. Muchas veces las motivaciones son inconscientes –a lo largo del día actuamos
por motivos que, a menudo, nos resultan desconocidos–. Se distinguen cuatro deseos básicos
en el ser humano que le conducen a la acción:
− Seguridad: es un deseo básico que puede ser satisfecho de forma material o
inmaterial (valores, creencias, situaciones, experiencias…)
− Nueva experiencia: se satisface con la búsqueda de nuevas relaciones, nuevas
situaciones, nuevos lugares, nuevos roles, nuevas responsabilidades. Aunque el
hombre se siente mejor en lo seguro, la necesidad de conocer y la curiosidad es
inherente al ser humano.
− Reconocimiento: se consigue cuando la persona (o el grupo) es alguien para
los otros.
− Respuesta afectiva: es el deseo de ser estimado y querido. Requiere ser
aceptado como persona, por lo que es, en su totalidad; no por el cargo, la
situación, el dinero, la influencia social, el sexo o las circunstancias.
En los manuales de guión, el arco del personaje –su evolución a lo largo de la historia–
viene determinado por sus cambios de carácter, por lo que resulta imposible configurar una
tipología definida, a causa de la complejidad particular de cada persona. Sin embargo, los
temperamentos han sido tipificados desde Hipócrates. Se distinguen dos tendencias naturales
del comportamiento: la extraversión y la introversión.
− Los personajes extravertidos (sanguíneos y coléricos), extraen su energía del
intercambio con el exterior, mientras que los introvertidos (flemáticos y
melancólicos), la extraen del interior y su visión de la realidad puede verse
subjetivada. El temperamento sanguíneo es el más adaptado al héroe
tradicional, mientras que el melancólico suele producir rechazo.
− La estabilidad y la inestabilidad: los personajes estables saben encontrar el
equilibrio en las respuestas a las preguntas que se les plantean, mientras que
los inestables poseen una mayor fragilidad.
Jung (trad. 1964-b) establece cuatro tendencias en el individuo que, al combinarse con
la introversión o la extraversión, dan lugar a ocho arquetipos psicológicos. Estas cuatro
funciones indispensables son: inteligencia, sensibilidad, percepción e intuición. El predominio
de una de ellas en la persona adulta puede forjar su carácter. Las dos primeras: el pensar y el
sentir, son racionales, mientras que las dos últimas: el percibir y el intuir, son irracionales. Se
presentan en pares de opuestos y son excluyentes, por eso se habla de función principal o
superior y de función inferior, que es la opuesta y que queda en el inconsciente.
El pensar significa tener un conocimiento amplio; el sentir, poseer la capacidad de
empatía y el sentido de lo bueno y lo malo; el percibir, estar anclado en la realidad y tener
cierta dosis de pragmatismo, y la intuición, tener una comprensión profunda del por qué y
para qué.
Conviene señalar que las etiquetas del ejemplo describen indistintamente tipos de
vinculación (amistad), emociones (rabia), sentimientos (disgusto, irritación) y acciones
consumadas (agresión, amenaza, asesinato). Se trata, pues, de un modelo que muestra un
proceso en el que de una situación de equilibrio, por un hecho desencadenante, se pasa a una
situación de desequilibrio para, por regla general, volver a instaurar el equilibrio
posteriormente. Para Egri, todas esas modificaciones o transformaciones tienen, como en el
caso de Seger, su origen en el conflicto.
Cucca (2001) sitúa la modificación del personaje dentro de un ciclo determinado por
los estados de la condición, aspiración y la realización. Nuevamente nos situamos bajo un
punto de vista, que tiene en cuenta su voluntad consciente como instrumento de modificación.
Este sesgo, típico de una filmografía que prioriza la acción exterior y, por ende, la relación
consciente con el medio, es precisamente el compartido por los escritores norteamericanos de
manuales.
Parker (2003) define cinco conflictos básicos similares a los establecidos por Seger,
pero con algunas diferencias.
En cuanto a las relaciones entre la función de la estructura y la función de la historia,
la primera se encargará de aportar presiones progresivas que obliguen a los personajes a
enfrentarse a pruebas cada vez más complejas y, a causa de estas presiones tendrá que tomar
decisiones, de tal forma que se vaya revelando su verdadera naturaleza, incluso hasta el nivel
del yo subconsciente. La función de los personajes consistirá en aportar a la historia aquellas
cualidades que favorezcan su credibilidad. Por tanto, ambas están íntimamente unidas.
Por otro lado, en la elaboración el clímax tendrá también gran importancia la
verosimilitud del personaje. Si elegimos un clímax en el que el personaje no resulte verosímil,
puede resultar increíble e incluso cómico. Por tanto, presenta una gran dificultad y habrá que
tener en cuenta su caracterización a la hora de establecerlo.
Lo primero que mueve a un personaje es el deseo y después la motivación, aquello que
provoca que el personaje quiera alcanzar su deseo. A veces es mejor dejar cierto espacio para
que el misterio rodee las razones de su motivación y permitir que cada persona lo explique de
acuerdo con sus propias experiencias vitales.
3. Resultados: ficha de análisis
Dimensión física
Nombre del personaje Dimensión psicológica
Edad Tipo de personalidad
Aspecto físico Temperamento
Sexo Objetivos/metas
Nacionalidad Conflictos internos
Figura 1.1. Figura 1.2.
Dimensión sociológica
Estabilidad en las relaciones
Estado civil
Ámbito familiar/nº hijos
Ámbito profesional/laboral
Rango profesional
Ámbito educacional
Marco espacial
Conflictos externos
Figura 1.3.
4. Conclusiones