Lo Histórico-Social en El Imaginario

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Lo histrico-social en el imaginario

del vaco en Mxico


Jaime Torija Aguilar*

Resumen
El artculo busca registrar, en el contexto del dominio histrico-social, los
factores econmicos, polticos, culturales, ticos o religiosos que inducen a la
creacin de nuevas significaciones sociales, especficamente los sentimientos
de displacer, que instituyen el imaginario del vaco en la sociedad mexicana.
Asimismo, justificar el imperativo propio que hace diferente y nica a esta
sociedad. Del mismo modo, se afirma que difcilmente se podra comprender la conformacin de los sentimientos como elementos que determinan al
ser, en su espacio y su tiempo, si la visin se limita en concepciones que son
determinables y universales.
Palabras clave: imaginario del vaco, histrico-social, significaciones imaginarias sociales, modernidades mltiples, sentimientos.

Abstract
The article researches in the historical-social context dominion from the factors
economic, political, social, cultural, ethical or religious which induces to the
new significant social creations, especially in the feelings of the unpleasant,
that institutes the social Mexicans imaginary emptiness. Therefore, justify
the imperative itself which makes different and unique this society. It also
* Profesor-investigador de la Benemrita Universidad Autnoma de Puebla; [jatorija.
ag@gmail.com].

TRAMAS 39 UAM-X MXICO 2013 PP. 237-264

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declares that is difficult to comprehend the conformation of the feelings such


has elements that determinate the being, in his space and time, if the vision
limits in conceptions which are determinate and universal.
Keywords: historical-social, social meanings, significant social, modernity,
multiple currencies, feeling.

Introduccin

En las prximas pginas se busca registrar algunos factores que intervienen en la creacin del imaginario del vaco, los cuales quedan,
segn nuestra opinin, en el imaginario del hombre contemporneo, quien en la actualidad es susceptible a enfrentarse a un estado
ausente de sentido. Cuando estamos refirindonos a elementos que
influyen en la generacin del imaginario del vaco, se hace mencin
a las circunstancias contextuales que participan en las acciones de la
sociedad, como pueden ser los aspectos econmicos, polticos, sociales, culturales, ticos o religiosos. Algunas causas para dicha creacin
pueden ser, entre otras, las falsas propuestas, las imposiciones, la
mentira o el incumplimiento de los objetivos. A partir de ello afloran con mayor intensidad los sentimientos de soledad, melancola,
frustracin, desesperanza, inseguridad. Estas expresiones que crean
el imaginario del vaco estn ligadas a los sentimientos espirituales,
la religin, la constitucin ontolgica del ser y a la condicin psicolgica, lo cual refleja, en consecuencia, la crisis que envuelve a la
sociedad. Desde esta perspectiva, es necesario entender que el imaginario es una experiencia espiritual interna, imaginada, compuesta
por diversas vivencias que se dan a travs de una idea, recuerdo o
percepcin; dichas vivencias se encuentran incorporadas en la mente
de cada individuo, quien pertenece a una comunidad determinada.
El origen del imaginario es la expresin de las significaciones
imaginarias sociales; en el presente trabajo nos centraremos en los
sentimientos, los cuales son significaciones humanas que se instituyen en la sociedad, pero su dimensin difiere en cada una de stas, lo
que origina que posean sus propias caractersticas. En este tenor, con238

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sideramos que la institucin del vaco se elabora a travs de la imaginacin; en especial, nos referimos a los sentimientos de displacer.
Los sentimientos que convergen en dicho imaginario no obedecen
a una seleccin injustificada, al contrario, responden a las observaciones de algunos especialistas (filsofos, antroplogos o psiclogos)
quienes los han categorizado como representativos y distintivos de la
cultura mexicana (Bartra, 2007; Paz, 2008; Ramrez, 2006; Ramos,
2009; Uranga, 1990) y han contribuido a mitificar, no obstante, el
carcter nacional del mexicano. Sin embargo, los sentimientos significativos que identifican las particularidades del mexicano, y que son
conformados en el imaginario del vaco, revelan al sujeto en su esencia ms all de los mitos o estereotipos sometidos a los sntomas de la
modernidad mexicana. La particularidad de los sentimientos que los
hace identificarse como parte del ser mexicano reside en la forma en
que se concibieron dentro de un espacio y un tiempo determinados
por el dominio histrico-social.
Este trabajo aborda los sentimientos que instituyen el imaginario
del vaco a partir del proceso histrico-social, lo que subraya el imperativo propio que hace diferente y nica a la sociedad mexicana;
as como trata de indicar simultneamente el sentido de las significaciones sociales que la conforman.
Las instituciones, portadoras de las significaciones imaginarias
sociales, nos permitirn reconocer la identidad y la legitimidad de
una sociedad especfica, as como su historia; nos ubican, asimismo,
a cierta distancia de la visin universalista que persigue homogeneizar
y determinar todo fenmeno social.
Buscar las significaciones imaginarias sociales nos obliga necesariamente a detenernos en las formas creativas de los seres humanos y
de la historia. Hacer una revisin histrico-social nos lleva a indagar
las circunstancias del hombre, de su lugar y tiempo, lo que nos refleja
el modo de ser. Por eso decimos que difcilmente se podra comprender la conformacin de los sentimientos y el sentir de la vida como
elementos que determinan al ser, si la visin se limita a concepciones
determinables y universales.
Los sentimientos, las imgenes y las formas, como cualquier significacin social, no se podran concebir alejados de la historia, ya
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que sta nos refleja el porqu de las concepciones filosficas (Zea,


1985). La historia nos muestra al hombre y, consecuentemente, a la
sociedad como nica forma de organizacin y orden. Esta posicin
se justifica, adems, porque la institucin del pensamiento filosfico
en Mxico se forja y reconoce como propia, ya que es producto de
sus significaciones sociales, las cuales determinan el modo de pensar.
As pues, no se puede hablar de una filosofa o de un aspecto de
las significaciones que se forjan en una sociedad, como es el caso del
vaco, si stas no se identifican a travs de la historia. Sin lo histricosocial no se vislumbraran las significaciones imaginarias sociales
porque, como dice Cornelius Castoriadis:
estn en y por las cosas objetos e individuos que los presentifiquen
y los figuren, directa o indirectamente, inmediata o mediatamente. Slo
pueden tener existencia mediante su encarnacin, su inscripcin, su
presentacin y figuracin en y por una red de individuos y objetos
que en general slo son y slo son lo que son a travs de estas significaciones (1989:307).

Son estas significaciones sociales las que le darn una direccin


y coherencia a la sociedad para reconocer las bases y fundamentos
que sostendrn la institucin del imaginario del vaco de la sociedad
actual.
Para hablar de las significaciones que se han instituido en Mxico desde la poca prehispnica, la Independencia, la Revolucin
y la poca actual, creemos necesario agregar algunos elementos que
nos indiquen los alcances, objetivos y fracasos que la modernidad
ha logrado en la cultura europeo-occidental y en la mexicana. Ejemplos de esta ltima se pueden encontrar en las promesas incumplidas por parte de los actores polticos, en los graves desequilibrios
sociales, en la carencia de una democracia o en el retraso educativo
y cientfico; factores que han instituido a lo largo de los aos el
imaginario del vaco, el cual refleja el arraigo del sinsentido en los
individuos de hoy.
Ahora bien, la naturaleza del tema induce a abordar este proceso
desde la perspectiva filosfica, alimentada fundamentalmente por

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la idea de la modernidad (entendida como una unidad sui generis


ante la pluralidad de las diferentes sociedades), la cual trae consigo,
independientemente de qu tipo de modernidad se hable, el impulso a la racionalizacin, el individualismo, la tcnica, la muerte de la
metafsica, la prdida de la credibilidad en Dios y el cuestionamiento
de la verdad, elementos que se imponen a la tradicin ancestral y
que se presentan con rupturas y discontinuidades en las conductas
y comportamientos.
La modernidad occidental
La modernidad se present como el smbolo de la emancipacin de
los seres humanos en gran parte del mundo europeo-occidental, ya
que se ofreci la razn, el progreso y el bienestar social como panacea para alcanzar la felicidad buscada. No obstante, los objetivos se
distanciaron en el proceso de consolidacin y se hicieron cada vez
imposibles de lograr.
Para fundar el mundo del hombre (Paz, 1986:219) o la totalizacin civilizatoria de la vida humana (Echeverra, 1995:138)
tuvo que haberse producido un cambio radical en la concepcin
del universo y del ser. El individualismo, por ejemplo, se configura
desde el momento en que el hombre puede ver la totalidad del
ente, desde su ser y no desde la totalidad del ente que lo abarca
(Villoro, 1992:86). La vida individual se introduce profundamente
en el corazn de la identidad del yo y de los sentimientos personales
(Giddens, 1998:25). Cabe aclarar que los sentimientos, aunque se
pudieran observar como expresiones que se desarrollan en estados crticos (lo que los hara atemporales), en la modernidad son un rasgo
general de la actividad social moderna en relacin con la organizacin
psquica (Giddens, 1998:25).
La totalidad del ente desde el ser, como vida individual, slo se
realiza a travs del sujeto (subjectum), pues en l se fundamentar
todo ente a su modo de ser y su verdad (Heidegger, 2005:73).
El ser sujeto le da las posibilidades al hombre, quien est a su servicio, de ser pensante; esta caracterstica le permitir al ente poder
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mostrarse como sistema e imagen, pues slo es y puede ser desde el


momento en que es puesto por el hombre que representa y produce
(Heidegger, 2005:74).
Esto es un acontecimiento que aprovechar el ser humano para
lograr imponer la medida y la norma a todo ente; asimismo, le permitir desarrollar, en un alarde de concebirse como la medida de todas
las cosas y dominador del mundo, el poder ilimitado del clculo,
ya que la ciencia moderna requiere de mecanismos para lograr un
proceder asegurador-ajustador (Heidegger, 2005:165) logrndose
a travs de la tcnica, la cual se impondr en un proceso ascendente.
Asimismo, hay un impulso claro hacia el racionalismo que en
la Edad Moderna es el eje principal del pensamiento. La adopcin
del pensamiento y el saber producira el desarrollo de la ciencia y la
subjetividad, uno adherido al pensamiento y el otro al yo en general,
que son, en ltima instancia, reflejos de su propia existencia.
Este racionalismo conlleva a la creencia (siglo xviii) de que la
historia y el individuo tienen, de manera natural, un camino hacia el
progreso, el cual se alcanza nicamente por la va del conocimiento.
Anlisis, clasificacin y orden sern las disciplinas que garantizarn
los objetivos. Aqu no cabe el lenguaje del alma, slo el conocimiento
y la razn.
Otro elemento importante que es necesario sealar es la creacin
del Estado moderno, en el que participa la sociedad civil; su inclusin
rompe con la poltica que se sustentaba en lo religioso, la cual sostena
elementos culturales e identitarios que sern relevantes para que la
comunidad en general acepte y haga suyas las nuevas perspectivas de
la modernidad.
El hombre moderno ante su poder de transformacin, apoyada
sta por el encuentro con su ser y su libertad, busca el dominio del
mundo a travs de nuevos mecanismos que desplazan las formas
antiguas de adquirir conocimientos. En consecuencia, la magia, que
por mucho tiempo fue uno de los instrumentos aplicados para aprehender la realidad, qued en un plano secundario.

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El imaginario del vaco en la cultura europeo-occidental


Los objetivos que se buscaron a travs de los elementos que identificaron a la modernidad (individualismo, Estado moderno, racionalismo, ciencia y tcnica), contrario a lo esperado, generaron problemas
de vinculacin con el sentido y, por ende, una crisis existencial del
individuo. Veamos, por ejemplo, cmo la tcnica contribuy a la
institucin del vaco.
Antes de la modernidad la tcnica fue un medio para alcanzar
fines; las fases para lograrlo fueron: la obtencin de la materia, la realizacin de la forma, la finalidad y, por ltimo, la eficiencia, la cual nos
acerca ms a la causalidad misma de la tcnica (Heidegger, 1997).
En la tcnica moderna la visin de la finalidad vara; el hecho de
que se alcance la finalidad, no quiere decir que logre cumplir con el
cometido de su existencia, o sea la de aparecer (lo no presente a la
presencia) y la de producir (dar-lugar-a); sin embargo, es en esta
ltima fase, despus de la produccin, en la que muestra su verdadera
esencia (Heidegger, 1997).
En la modernidad la tcnica es una forma de desocultar, de producir y no de manipular, confeccionar o de aplicar medios. Este
desocultamiento es la labor sustancial para llevar a cabo una liberacin de la energa y, de esta forma, acumular y explotar a la naturaleza
en su detrimento. Se acab, pues, el hecho de lograr una finalidad
eficiente y dar lugar a; ahora todo el potencial oculto de la naturaleza es desocultado para conducirla a una transformacin, y se da
un sometimiento de la misma para llegar a ser objeto del hombre
(Heidegger, 1997). Desocultar le da a la tcnica un papel prepotente
que permite objetivarse sobre la tierra y, al mismo tiempo, distanciar
al hombre del descubrimiento que ejerca sobre ella; es decir, hay un
distanciamiento de lo humano, generado por la tcnica y la produccin, que se inserta dentro de las leyes del mercado.
La produccin que en algn momento fue deliberada e intencionada por el hombre, ahora escapa de sus manos: ya no puede
expresarse de manera individualizada, sino que se ha introducido a
la esencia misma del ser como sociedad que se entrega a la tcnica.

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A la modernidad tambin se le identifica como elemento corruptor de las instancias metafsicas mgicas (Echeverra, 2009:10),
incitadora de la incredulidad religiosa, as como de contribuir al
exterminio de Dios y de la metafsica (Conill, 1988). En otros trminos, el camino es olvidarse de las pregunta sobre el ser y la realidad
que durante siglos haban sido los ejes de reflexin del hombre para
normar y orientar su conducta, a fin de lograr ubicarse en la realidad
y reconocerse en el mundo.
Pareciera que ya no es necesario cuestionarse acerca de la existencia del ser, del ser en tanto que ser, es decir, de la esencia misma, puesto
que ahora se concibe como un ser determinado. En la modernidad
la pregunta girar en torno del ente, de lo que es, o sea, de lo que est
presente: el objeto de la experiencia comn no era el ser, sino la apariencia (Nicol, 1989:23), si consideramos que el ser es trascendente
e invisible. Lo que importa es lo inmanente que se representa en el
ente, y no lo trascendente visto en el ser. Para estudiar las distintas
formas, el ente recurrir nicamente al conocimiento cientfico; a
ste le corresponde anteponer el nivel transcendental-ontolgico.
En suma, al suprimir la metafsica se elimina la ordenacin de la
experiencia frente al caos y una unidad de la razn; es decir, se instaura un fundamento frente al abismo, un sentido frente al absurdo
(Conill, 1988:17). Entonces, abismo, caos y absurdo carecern de las
reglas de conducta y se irn conformando no slo en las nuevas reglas
institucionales de donde se desprende el poder, sino en la elaboracin de significaciones sociales del individuo, quien se proyectar,
por una falta de clculo de la razn, en la construccin del vaco y la
desesperanza.
Los resultados de esta individualizacin y de la desposesin de los
valores traen varias consecuencias; una de ellas es el detrimento de
la credibilidad en Dios, la cual lleva, entre otras causas, al cuestionamiento de una vida que va ms all de la mortalidad. sta es la mayor
crisis espiritual a la que el hombre se ha sometido, pues la renuncia
a la idea del infinito ltimo reducto de su salvacin para encontrar
la felicidad que no pudo ser alcanzada en la finitud rompe con la
esperanza nica de ser otorgada por el Ser Supremo. Es la entrada del mundo a los tiempos de penuria, a los que hace referencia
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Friedrich Hlderlin y que analiza Martin Heidegger (2005:63-90),


debido a que hay una lejana y falta de Dios en torno a los hombres.
El hombre occidental en toda su historia se constituy como un
ser preparado, dentro de su temporalidad, para enfrentar las miserias
y desavenencias; saba que lograra superarlas en un nuevo estadio
caracterizado por la eternidad, en la infinitud, lo cual le permitira
dignificarse y, en consecuencia, ser salvado del pecado. Su vida en este
mundo fue una preparacin estoica para encontrar como recompensa
la salvacin eterna. Pero la razn que conlleva a la tcnica moderna
fue terminando lentamente con dicho objetivo: La ciencia, la razn
ha ido demoliendo este trasmundo celestial que el cristianismo haba
erigido en la frontera de ultratumba. A mediados del siglo xviii, el
ms all divino se haba evaporado. Slo quedaba a los hombres esta
vida (Ortega y Gasset, 2002:36).
Alejarse de la beatitud hace que el hombre aprehenda nuevos valores que lo conducirn a instituir un vaco que se ensanchar an ms
en las latitudes del interior del hombre. Estamos ante la prdida del
centro, de Dios, quien mantena las cosas unidas y quien constitua
la esencia del hombre; en otros trminos, se disip la certidumbre
religiosa y la creencia en la vida posterior a la muerte (Bell, 2006). De
la misma forma, la sabidura que se lleg a construir a travs de aos
por la va del conocimiento colectivo se desprecia y formar parte de
lo que se le llamar supersticin (Echeverra, 2009:10). Por tanto, el
hombre ha percibido que su tiempo en el espacio se reduce hacia una
nfima temporalidad y a una fugaz presencia en este mundo, lo que
lo convierte en un ser totalmente desesperanzado.
La modernidad mltiple
La concepcin de modernidad se ha transmitido al imaginario de
gran parte de las sociedades del orbe; sin embargo, esto no quiere
decir que las sociedades se caractericen por sus semejanzas histricosociales ya que responden a sus propios ritmos, tiempos, espacios y
necesidades. Los orgenes y desarrollo distan de lo que pudiera calificarse como modernidad en otras culturas.
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Es importante aclarar que no deja de estar en el imaginario de


las sociedades los preceptos que trae consigo la modernidad y, desde
luego, los elementos que instituyen el imaginario del vaco de Occidente; se mantienen presentes, no dejan de ser una abstraccin de
los modelos universales; es decir, no se trata de un distanciamiento
o divorcio de los principios esenciales de la modernidad, sino que
dentro de esos criterios abstractos subyace una variedad de programas
de la modernidad que son aplicables en regmenes fundamentalistas,
dictatoriales, socialistas o comunistas; en otras palabras, se da una
modernidad mltiple que crea significados diferentes, lo cual rompe
con el esquema de la homogeneidad. Josetxo Beriain, investigador de
la Universidad Pblica de Navarra, nos dice al respecto:
La idea de modernidades mltiples presupone una nueva forma de
entender el mundo contemporneo de explicar la historia de la modernidad, vindolo como una historia de continuas constituciones y
reconstituciones de una multiplicidad de programas culturales que
buscan la realizacin de diferentes programas de modernidad, manteniendo perspectivas muy distintas sobre aquello que hace a las sociedades
modernas (2003).

Esto quiere decir que las sociedades fuera de la cultura europeooccidental surgen de modo diferente, con una estructura que contiene elementos considerados como originales, pero sin alejarse de
los principios e influencias de la cultura occidental. Por ejemplo,
un rasgo propio de la modernidad de Estados Unidos de Amrica
es que los individuos no buscan el pasado para forjar su presente
y su personalidad, pues la sociedad se desarroll con base en una
poblacin inmigrante que cobija una poderosa conviccin religiosa
e ideolgica y que se crea por el conjunto de las diversas religiones
de los inmigrantes, en las que se excluye a los nativos de esas tierras.
El caso de la modernidad latinoamericana, en la que desde luego
incluimos la mexicana, tiene como caracterstica fundamental la influencia de algunas sociedades europeas que se distinguieron por ser
las ms conservadoras y las menos desarrolladas; por tanto, impusieron a los pueblos colonizados la contrarreforma y los movimientos

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antimodernos (Garca, 2003:65). Estas imposiciones, as como


las condiciones particulares que guarda cada una de las sociedades
latinoamericanas, conforman una modernidad que no se identifica
del todo con las europeas. Hay una serie de factores que pueden ser
sumados a la diferencia: uno de ellos es la frustracin de la elite
clasista, por no lograr el perfil moderno, y el otro componente,
quiz determinante, es que el mestizaje interclasista ha generado formaciones hbridas en todos los estratos sociales (Garca, 2003:71).
Estas referencias llevan a crear y constituir sociedades como las
latinoamericanas, en donde se da lo que Nstor Garca (2003) llama
hibridacin, que consiste en ser procesos socioculturales en los que
estructuras o prcticas discretas, que existan en forma separada,
se combinan para generar nuevas estructuras, objetos y prcticas
(2003:iii). En Latinoamrica el proceso de hibridacin se concreta
de manera clara, pues la combinacin de culturas que originalmente
se encontraban separadas llegan a fundirse: el imaginario precolombino con el novohispano de los colonizadores y luego con el de las
industrias culturales las culturas tnicas nacionales con las de la
metrpolis y con las instituciones globales (Garca, 2003:v).
No obstante, a la par de la hibridacin en Mxico, se puede decir que en el caso del sector campesino e indgena existe una fuerte
resistencia cultural que tiene como objetivo preservar los usos y costumbres, as como colocar las tradiciones por encima de cualquier
intento de modernidad. Entre otras actividades, las costumbres de
socializacin entre comunidades, as como las estructuras econmicas, el uso de su propia tecnologa y las relaciones familiares, se rigen
bajo sus propias concepciones.
La modernidad en Mxico
Si la cultura mexicana se supeditara a las caractersticas que marca
el occidente para ser identificada como moderna, vemos que, por
las peculiaridades que hemos subrayado acerca de la modernidad
mltiple, no cumplira con muchos de los fundamentos que la
modernidad trae consigo; sin embargo, la visin unitaria y univer247

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sal la calificaran como una sociedad que cumple con los arquetipos de la modernidad a pesar de las insuficiencias radicales. Pero,
definitivamente, no se pueden soslayar las condiciones sociales e
histricas que crean la diferencia y que hacen de la mexicana, una
sociedad con particularidades propias. Esto no quiere decir que los
componentes abstractos que ya hemos mencionado y que definen
e identifican a la modernidad estn plenamente borrados del contexto mexicano, hay elementos que se pueden considerar modernos
y que responden a las significaciones propias, las cuales representan
a las instituciones y no son arquetipos o imgenes anlogas. Las
significaciones imaginarias sociales del mexicano lo hacen diferente,
por ms que se haya tratado de someter o encuadrar el esquema
a la realidad.
Por lo anterior, podemos afirmar que se ha desarrollado en la sociedad mexicana una modernidad singular. Algunas de las objeciones
de mayor peso que niegan el alcance de la modernidad estriba en que
no se puede dar en un pas en donde prevalecen an caractersticas
claramente premodernas, con grandes deficiencias econmicas y
educativas en algunas regiones, y con una evidente desigualdad entre
las zonas urbanas y rurales. Para dar un argumento de la existencia
de la modernidad, primero hay que decir que el desarrollo no puede
compararse con el europeo; asimismo, que hay una desigualdad al
encontrar un avance sustancial en la modernizacin cultural con la
socioeconmica (Garca, 2003).
Se puede argumentar que dentro de un pas multicultural, como
el caso de Mxico, las zonas que se identifican como las ms desarrolladas son las de mayor concentracin poblacional; as como las que
estn respaldadas, adems, por medios de informacin y comunicacin eficientes para el alcance de sus pobladores. Dicho fenmeno
es una condicin de la modernidad, pese a darse un proceso de
hibridacin entre los elementos constitutivos tradicionales de los
pueblos con las innovaciones modernas del progreso. En lo que se
refiere a las zonas rurales, se mantienen en condiciones tradicionales
premodernas, con una fuerte cultura ancestral, pero sin acceso a las
ms elementales necesidades bsicas como alimento, agua, vivienda,
es decir, servicios a las que todo ser humano tiene derecho.
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La presencia de la modernidad se expresa en el avance cultural,


contrario al atraso que se manifiesta en el campo socioeconmico.
Fueron, como menciona Nstor Garca (2003:75), los artistas y los
escritores los que impulsaron la primera fase del modernismo. Se
puede ver en la literatura y en las artes plsticas.
Si tomamos como principio fundamental al sujeto moderno, nos
dice Guillermo Hurtado, entonces en la hispanidad la cual influir
posteriormente en la mexicanidad se da desde la perspectiva de
la novela moderna, iniciada por Miguel de Cervantes (Hurtado,
2007). Otro elemento que se agrega a la construccin de la modernidad en Mxico es la postura que sostiene Bolvar Echeverra al incluir
al Barroco como expresin cultural, sin limitarse a la idea tradicional
de creerse nicamente un fenmeno esttico. Ms bien, el Barroco
se ver como un principio de ordenamiento del mundo de la vida
(2000:48), una manera de comportarse en la que se expresa una
cultura que encierra su propia racionalidad (Arriarn, 2007:77), lo
que permite diferenciarla en Occidente. El Barroco latinoamericano
es sensualidad, imaginacin, dinamismo; contrario a la razn, la
escritura y lo establecido (2007:81).
La influencia espaola en tierras latinoamericanas, en los periodos de la Conquista y la Colonia, introdujo la modalidad barroca
para establecerse durante un largo periodo en el territorio mexicano.
Sabemos que el impulso que obtiene de parte de los espaoles hace
del Barroco una expresin abierta y representativa del poder, es la imposicin del arte del vencedor, no obstante para sustentarla necesit
dar al mismo un carcter popular Si no, cmo podra difundir
su ideologa y convertirla en dominante? arte culto que aspira a
imponer el poder de Dios y el rey en el nivel popular (Bareiro y
Rojas, 1993:448).
Posteriormente, esta expresin artstica es convertida en cultural
al asumirse como propia de los pueblos conquistados y, de manifestarse abiertamente, pasa a ser marginal y subterrnea (Echeverra,
2000:48); dicha conversin provoca una gran capacidad de inspiracin. Lo que impulsa a la Compaa de Jess, para reconstruir
un orden cristiano del mundo (2000:70); base para impulsar una
filosofa propia y formar la escolstica barroca, reflejndose en las
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obras de Luis de Molina, Francisco Surez, Sor Juana Ins de la Cruz,


entre otros (2000:77).
Guillermo Hurtado (2007) encuentra tambin expresiones de la
modernidad que son respaldadas por el mestizaje. Uno de los casos
ms relevantes que se pueden sealar es el impulso cultural y educativo emprendido por Jos Vasconcelos en la dcada de 1920. Adems
de ser reconocida por sus expresiones culturales, la modernidad tambin se percibe a partir de la perspectiva poltica desde el momento
en que hay en la sociedad mexicana, como en otras sociedades, un
reconocimiento del individualismo, del Estado (reconocido como
tal a partir de la constitucin de la Repblica en el siglo xix), de una
sociedad de masas desarrollada a partir de mediados del siglo xx y de
una democracia incipiente.
Es innegable la presencia de la modernidad en Mxico porque
existe una influencia heredada por Espaa y porque las concepciones
tericas (polticas, sociales y filosficas) de Europa se han introducido a lo largo de la historia. Sera muy difcil, por tanto, excluirla
de estos fenmenos culturales; sin embargo, como lo hemos visto,
hablar de modernidad en Mxico es hacer referencia a algo propio.
Cumplir con las expectativas requiere de, por lo menos, haber logrado proyectos polticos, cientfico-tecnolgicos o educativos que, en
el caso mexicano, no se han alcanzado. Se puede observar de manera
evidente la falta de una democracia plena y la insuficiencia industrial
o cientfica que influye para crear una fuerte dependencia econmica,
adems de encontrar en las estadsticas educativas que existe un gran
nmero de analfabetas (Hurtado, 2007; Garca, 2003). Desde esta
perspectiva, la sociedad mexicana est lejos de cumplir con dichos
proyectos. Por ejemplo, en el caso de la emancipacin, nos dice
Nstor Garca: Hubo una liberacin temprana de las estructuras
polticas, desde el siglo xix, y una racionalizacin de la vida social,
aunque coexistiendo hasta hoy con comportamientos y creencias
tradicionales, no modernos (2003:330). Incluso, agregaramos, que
las aspiraciones para reestructurar el aspecto poltico se llevaron a
cabo parcialmente; sin embargo, en lo que se refiere a la estructura
social, se mantuvo prcticamente todo el siglo xix como la conceban
en la Colonia.
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En lo que se refiere a la institucin de la democracia, es evidente


su ausencia en la sociedad de Mxico pues, como dice Garca, se ha
logrado con sobresaltos, con demasiadas interrupciones y con un sentido distinto del imaginado por el liberalismo clsico (2003:330).
Hay, en el caso de Mxico, una incapacidad de los dirigentes de la
poca de la Independencia de crear una sociedad moderna, pues la
conveniencia por preservar la estructura social y los grupos de poder
estuvieron por encima de las nuevas tendencias de la modernidad,
la cual propone una mayor igualdad y participacin democrtica: el
camino de estos nuevos dirigentes fue preservar el sistema feudal a
travs de un lenguaje moderno.
Aunque la modernidad pudiera medirse a partir del nacimiento
de la Repblica, como es el caso de Mxico y gran parte de Amrica
Latina, vemos que la referencia es slo un pretexto, un invento, dira
Paz (2008:133): por necesidades polticas y militares del momento,
no porque expresasen una real peculiaridad histrica que verdaderamente expresara la demanda ideolgica y la conciencia de la sociedad
en general. As pues, tanto en la Independencia como en la Revolucin se introducen ideas progresistas, muchas de ellas ajenas a la
realidad, que provocaran la frrea esperanza de encontrar un nuevo
sentido, el cual no pudo ser alcanzado. En adelante, la sociedad paulatinamente expresar un malestar social que se manifestar no slo
en las luchas armadas, sino en los sentimientos que van instituyendo
el imaginario del vaco que se extiende, adems, a los mbitos de la
cultura.
Otra forma de concebir la modernidad en Mxico, como elemento
para preservar el dominio y el poder del Estado, es la creacin de una
imaginaria del ser mexicano. La modernidad en Mxico contribuy a
crear una identidad que buscaba preservar el poder hegemnico del
Estado mexicano para efectos de unificacin y legitimacin nacional
(Bartra, 2007:13-25). Dicha bsqueda fue una estrategia para el sometimiento, una manera nos dice Bartra en que es legitimada la
explotacin (2007:20). En nuestra opinin, la forma de dominio a
travs de nuevos arquetipos se inserta en el imaginario para instaurar
sentido a pesar del proceso de decadencia e incredulidad del mexicano; a este proceso aluden los estudiosos que se han mencionado,
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quienes a pesar de que se han sumado a definir lo mexicano con


una carga mitolgica y literaria, han logrado extraer los sentimientos
de displacer que gravitan en la esencia de la sociedad.
Sentido y sinsentido en los antiguos mexicanos
Para dirigir nuestra propuesta, la cual busca las causas que instituyen
la vacuidad, tenemos que adentrarnos en la concepcin mgicoreligiosa que predomin en la cultura mexicana. La mencin es para
reconocer algunas de las significaciones sociales de la antigedad referentes al imaginario del vaco que se fusionan con los subsiguientes
procesos de institucionalizacin.
Desde nuestra perspectiva, la religin de los antiguos mexicanos
fue uno de los pocos elementos que lograron rebasar las barreras
religioso-culturales y racionalistas de los conquistadores, no obstante
la fuerte imposicin de los evangelizadores catlicos y el peso ontolgico que trae consigo la prdida de credibilidad de sentido por la
falta de sus dioses. A pesar de ser la religin catlica la que se impuso como representante de la racionalidad y de un dios universal,
los indios lograron reformular dicha religiosidad para convenir una
estrategia y as lograr sobrevivir, permitindose de esta manera un
lugar nuevamente en el mundo. Difcilmente el indio renunciara a
todo el mundo cosmognico que le rode durante siglos, por lo que
tuvo que inventar otro. El mito y la magia que en el pasado fueron
elementos necesarios para encontrar una explicacin del cosmos a
travs de sus dioses se mantuvieron vigentes de modo subrepticio
despus de la Conquista, como parte irracional e inseparable que
compone su pensamiento y sin dejar de agregar los elementos racionalistas que la Iglesia catlica impuso. Ante estos dos aspectos, el
indio crea una nueva forma de ser, lo que le servira para recobrar la
autotrascendencia. Restaurar nuevamente el sentido con un fuerte
sentimiento de abnegacin no fue una tarea sencilla, pues la energa para alcanzar una vez ms el sentido de s mismo slo se pudo
encontrar a travs de una aleacin entre sus dioses y el impuesto. Es
importante tener presente este factor que va ms all de las barreras
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racionalistas y que en la actualidad predomina en el imaginario de


la cultura mexicana.
Dicha fusin la podemos constatar por la conducta psicolgica
del mexicano ante el culto que tiene por la muerte, el cual se mantiene casi inalterable: las prcticas rituales muestran la hibridez religiosa
de dos culturas. Sin esta fusin, suponemos, en la que se manifiesta
la dualidad de imgenes, el indio no reencontrara el sentido de la
vida. Fue necesario recobrar el pasado, junto con las costumbres, para
hacer una justificacin de sus actos. Esto quiere decir que el hombre
del pasado y del presente preserva en su imaginario el alejamiento
de los dioses que determina su razn de ser. La vacuidad ya est en
l. En consecuencia, el sinsentido, la nada o vaco que la sociedad
de las ltimas dcadas expresa como sentimiento imperativo, estarn
estrechamente ligados a la relacin mtico-religiosa del pasado.
El sentido y la muerte
Los nhuatl reconocieron que se encontraban en posesin de una
cultura nica y la denominaron yuhcatiliztli que, segn Miguel LenPortilla (1983:23), quiere decir la accin que lleva a existir de un
modo determinado; ellos vean el fundamento de su ser, fortalecido
por la relacin de los dioses con la muerte y la vida, de forma plena.
La religin tiene una vinculacin implcita con la muerte; no es
una relacin exclusiva de alguna cultura en particular. Su correlacin
con la imagen del vaco, desde la perspectiva racional, est ntimamente ligada a la nada porque hay un proceso por dejar de ser, es
el paso del ser al dejar de ser, entendido como el resultado de
una operacin lgica: la negacin (Levinas, 2008:20). Al dejar de
ser y encontrarse en la nada, el pensamiento racionalista admite la
imposibilidad de imaginar y de sentir la nada; sin embargo, la nica
forma que se ha tratado de concebirla, en dicho pensamiento, es a
travs de la muerte.
A pesar de la concepcin racionalista que nos da Levinas (2008),
la muerte, en la cultura mexicana, se concibe de forma irracional.
En el mundo de la antigedad mexicana la muerte se imagin slo
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por el camino de la irracionalidad y de las deidades; es por esta va


como se puede lograr la comprensin de la cultura mesoamericana.
En lo que se refiere al mundo indgena prehispnico, su imaginario
no busc representarse la nada en la muerte porque hubo algo ms
para el ser; ese algo no fue la felicidad desde la perspectiva cristiana que se promete en el paraso y fuera de esta tierra, la cual slo se
logra conducindose por el buen camino y el amor al prjimo. Desde
luego, el individuo tiene que llevar una vida que sea agradable a Dios,
de lo contrario, pagar con el infierno; en la creencia indgena no
predomina la actitud moral.
La nica relacin que se puede encontrar entre la doctrina cristiana y la prehispnica es la resurreccin despus de la muerte. Por
lo dems, para el mexicano, la va del ser la marcaron las deidades,
sea en la vida y en la muerte, y en ellas encontraron el sentido y
sinsentido. En el antiguo mexicano, la moral, como dijimos, no era
imperativa para reconocerse en la reencarnacin; ms bien, el punto
que domina se encuentra en la creencia de la indestructibilidad de
la energa vital (Westheim, 1972:74). La racionalidad estuvo en la
brevedad de la vida, pero el verdadero sentido estuvo en la irracionalidad, es decir, en la muerte.
Hablar de la muerte en los antiguos mexicanos es hablar, paradjicamente, desde el pensamiento racionalista, de su existencia, pues sus
actos tienen una razn de ser en ella; de ah que se encuentre una relacin estrecha con los sacrificios humanos y con la guerra. Su mundo
espiritual gira en funcin de la guerra que significa la muerte misma.
Esta actitud y forma de ser vieron en la muerte el sentido de la vida
(ms no la vida misma) y tambin de la propia muerte; por tanto,
en esta cultura es vlido morir para ser (Westheim, 1996). Se trata
de una dualidad en la que, contrario a otras concepciones, el sentido
est albergado en la muerte y el sinsentido en la vida. Podramos decir
que la forma de concebir la muerte representa una forma de formar
y preservar a la humanidad y a la naturaleza. Su preocupacin no
est en las individualidades, pues ya la vida en ellos es insignificante.
Lo que es una pesadilla para otras culturas, en el mexicano es una
va para encontrar a las deidades (a Mictlanteuctli, el Seor de los
Muertos; y a su mujer Mictecacihuatl, mujer infernal) y servirles
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para tener el privilegio de reencarnar: son los muertos servidores


de los dioses, son las almas de los dioses que mueren de una manera
particular que los seala como servidores del dios a cuya corte se
suman (Carrasco, 1981:237). La relacin entre dioses y hombres
confiere existencia mutua y, simultneamente, una dependencia entre
unos y otros. Para el mexicano, la muerte se aparta del concepto de la
desgracia para concebirse, contrario al sentir de otras culturas, como
un premio otorgado por los dioses para la salvacin del cosmos; es
en esencia la satisfaccin que encuentra el ser que es sacrificado para
los dioses.
El sinsentido y la vida
La forma de concebir la vida para los antiguos mexicanos es completamente opuesta a la de la muerte: la vida es considerada como
efmera, destructible, no hay en ella nada perecedero. La brevedad
de la vida est presente en su conciencia. No hay preferencia para la
eternidad, pues sean gente comn, del pueblo o prncipes, todos se
dirigen a la inevitable muerte.
Contrario a lo que se esperaba encontrar en la muerte, la vida no
prometi el paraso esperado, sino una realidad cruda llena de dolor
y desdichas. Para ellos, la vida inspira ms espanto que la muerte: es
ella la gran Desconocida (Cioran, 1986:27), y no la muerte que es
esperada. Nos dice Paul Westheim que por ese realismo mgico que
caracteriza la cultura indgena se acepta el hecho de que el hombre,
por su culpa o sin ella, est expuesto a la desgracia, a la perdicin, al
aniquilamiento (1996:16). En las sensaciones del hombre vivo que
reconoce la muerte como una etapa diferente, corre por las venas, de
forma permanente, el desasosiego. Es la vida en donde encuentra el
asalto perpetuo de la nada, el gran paso hacia el vaco.
Esta forma de vivir est marcada y conducida por los dioses,
contemplada en la visin cosmognica. Los dioses estn pendientes
de la vida cotidiana de los hombres; son los que castigan y recuerdan
sus padecimientos, los que los inducen, tambin, al vaco y al dolor.
Tezcatlipoca, dios de la noche o el Espejo que Humea, es uno de
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los que sentencian; est directamente relacionado con la oscuridad, el


fro, la muerte, la maldad, la sequa, la guerra y la destruccin (Fernndez, 1983:42); est en la vida del pueblo, vigilante, y en espera de
hacer difcil la existencia: Lo que amarga y envenena la vida humana
no es la existencia de la muerte, es la de Tezcatlipoca, la conviccin
del hombre de no ser dueo de su destino (Westheim, 1996:16).
La vida del hombre de Mxico est en funcin de las decisiones de
los dioses.
Coatlicue, otra de las deidades, es la representante de la tierra misma; se evidencia en la naturaleza y en los actos del hombre, presiente
la guerra, la muerte y el fin (Len-Portilla, 1983:430). Una de las
caractersticas de Coatlicue, llamada tambin la Diosa Madre, es
que por su condicin de dualidad, como la de todos los dioses de la
antigedad, da ser a la tierra, pero tambin representa la muerte.
La vida de los antiguos mexicanos la interpretamos como un
elemento que integra el imaginario del vaco pues hay una zozobra
e incertidumbre ante lo que los dioses decidan sobre el destino del
hombre. Son reveladores los consejos de los adultos a los nios que
inician una vida; se les advierte sobre las miserias de la vida terrestre:
Ay!, t has sido enviado aqu a la tierra/ donde uno se cansa, donde se
pena,/ donde hay dolor y uno se angustia,/ donde afliccin y congoja
reinan e imperan./ Aqu hay molesta fatiga, hay cansancio,/ llagas,
tormento y dolor./ Ay!, en verdad fuiste enviado aqu a la tierra/ y en
verdad no vienes a la alegra ni al descanso,/ En verdad tus huesos, tu
carne/ sabrn del tormento, sufrirn dolor,/ en verdad trabajars como
un esclavo;/ para cumplir con tu trabajoso deber/ te cansars en esta
tierra/ porque aqu fuiste enviado (Westheim, 1996:40).

En las palabras anteriores podemos ver que la explicacin de la


desesperanza en el mexicano no est concebida en la muerte y sta
tampoco puede ser imaginada en la angustia (Levinas, 2008). La
muerte concebida en la cultura prehispnica encuentra el sentido
desde la perspectiva mgico-religiosa que relaciona al hombre con el
orden csmico. El individuo fundamenta las esperanzas de la inmortalidad y de la preservacin de la energa vital.

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Independencia y Revolucin, bases para el Mxico actual


Entre el periodo de la Independencia, la Revolucin y la poca actual
no se encuentra el sentido prometido a travs del discurso modernista
y s, en cambio, el camino del sinsentido que an prevalece en el imaginario social. En la Independencia encontramos algunos elementos
significativos que instituyen el imaginario del vaco. Para finales del
siglo xviii, entendemos que el mexicano tiene una unidad definida
de su ser desde su situacin cabal de ser humano novohispano,
conquistando, renovando, sintetizando y adquiriendo sazn en las
circunstancias siempre difciles de la vida (Kuri, 2008:33) y que
por los sucesos de la Conquista pas por una transicin para reconstruir una nueva manera de ser que termina y se conforma como ser
en un estar siendo. Este ser es ya una identidad definida dentro de un
proceso de hibridacin que tiene unidad y que reviste una constitucin clara en su ontologa y en su carcter psicolgico.
En esta nueva transicin hacia la independencia se generan
nuevos imaginarios que se suman al del vaco. Se registra el desprecio que producen las nuevas ideas republicanas y liberales, respaldadas por una racionalidad positivista, por las expresiones propias;
dichas concepciones fueron insuficientes para comprender el modo
de ser del mexicano. Hay una incapacidad para capitalizar el espritu
barroco, lleno de matices en ideas e imbricaciones culturales de origen. Los resultados, no obstante lo anterior, fueron nuevos elementos
que conformaron un cambio en la psicologa del mexicano.
De los siglos xvi al xviii, en la llamada Nueva Espaa, se logra
afianzar una sociedad con pasado que tiene la cualidad de convivir
con lo otro, es decir, con la multiplicidad y la diversidad, con
los contrastes. La imposicin de lo ajeno (liberalismo, positivismo)
provoca nuevos descalabros a la sociedad, cambios de actitudes y
acomodos psicolgicos que generaron, posteriormente, nuevas significaciones que se encausaban al sinsentido. Acerca de este aspecto,
vemos lo que apunta el filsofo Ramn Kuri:
aquella etapa formativa en la que el pas ataba y ajustaba los hilos con
sabidura y firmeza, ser desdeada y arrinconada, ocupando los hilos

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liberales su lugar [] Los tres siglos de amalgama cultural y espiritual


en los que el proceso de humanizacin y liberacin social parta de la
promocin de indios, criollos, mestizos, peninsulares, castas, razas; de su
recuperacin como hombres y personas; del respeto, fe y educacin de
su libertad como condiciones de su cristianizacin, sern ocupados por
racionalismos y positivismos [] El resultado de ello ser un cambio
radical de psicologa, un desequilibrio entre la nocin de responsabilidad
y la de derecho y la aparicin de una mentalidad de dependencia frente
a las nuevas ideologas (Kuri, 2008:32).

El mexicano constantemente instituye (en los sentimientos) su


ser durante los tres siglos de convulsiones sociales y, en consecuencia,
sufre una profunda crisis psicolgica. La Independencia ser uno
de los signos evidentes que producirn cambios en el imaginario
de la sociedad y en el individuo para ser instituidos como propios.
Este nuevo instituyente del imaginario influir en la identidad del
ser mexicano; adems se crear dentro del proceso de hibridacin,
con algunos factores de la modernidad europeo-occidental que ya
hemos mencionado: ideales liberales que buscaron la emancipacin.
Todo ello trajo consigo lo siguiente: la revuelta independentista; la
bsqueda de la instauracin de la Repblica para la construccin de
un Estado moderno; el acercamiento al pensamiento cientfico (el
racionalismo), el cual se refleja en la propuesta del positivismo en
Mxico. Estos elementos modernistas, quizs no adecuados para una
realidad con graves desequilibrios sociales, econmicos, educativos y
culturales, buscarn en este periodo encontrar el sentido que le fue
arrebatado nuevamente a la sociedad mexicana.
De lo anterior, vemos que los principios propuestos no se desarrollaron de manera plena, ya que muchos de estos factores no se
adecuaban a la realidad y, por tanto, el mexicano qued vaco de
sentido. En otras palabras, los ideales de libertad e igualdad quedan
como conceptos ajenos e inalcanzables que subrayan la imposibilidad
de ser aplicables a un pas que no puede desatarse de los fundamentos
propios de lo novohispano. Se puede hablar de libertad e igualdad en
un pas de contrastes religiosos, raciales, econmicos, culturales?
Lo mismo se podr decir de los anhelos (ajenos a esta realidad) por la

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aplicacin de la ciencia y el progreso a travs del positivismo, pues sus


preceptos y alcances son ms para un pas con objetivos empresariales
e industriales que, segn nos apunta Octavio Paz, por terratenientes
enriquecidos, por la compra de los bienes de la Iglesia o en los negocios pblicos del rgimen (2008:141). El novohispano piensa, acta
y visualiza la realidad de forma diferente a los preceptos capitalistas.
Recordemos que los valores estn fuertemente relacionados con el
proceso productivo y ste con la tcnica; por tanto, los valores de
los terratenientes y latifundistas slo pueden ofrecer la tcnica que
est a su alcance. Sera ingenuo esperar libertad, igualdad, ciencia y
progreso en un pensamiento con sus propios distintivos.
Difcilmente se puede afirmar que estos elementos, pertenecientes
a una modernidad universal, lograron sus frutos en este pas. La
realidad rebasa las expectativas y, por tanto, conlleva al descrdito y
a la desconfianza de la sociedad, lo cual provoca ensanchar el margen
de vaco.
As pues, se puede ver que la estructura social se mantuvo intacta
en la Independencia; buena parte de la poblacin segua en las mismas condiciones de pobreza, dominada por caciques y latifundistas,
quienes mantuvieron los privilegios otorgados desde la Colonia. La
aparente movilidad y reconstruccin de la sociedad en el movimiento
independentista, a travs de la ideologa liberal y democrtica (sustentada por intelectuales y polticos), slo sirvi para conservar los
privilegios coloniales (2008:132).
Al respecto, los ideales estuvieron ms cercanos al discurso retrico y aparente que a la verdad. Octavio Paz arguye que este hecho
el ideolgico slo sirvi para vestir a la moderna y, entre lo ms
significativo que resaltamos por los intereses de nuestra propuesta,
contribuy a dar inicio a la institucionalizacin de la mentira. El
cuestionamiento de la verdad y el reconocimiento de una falsa moral
en los dirigentes ser una de las significaciones determinantes en los
sentimientos de la cultura mexicana que se extender y alojar en
el Mxico contemporneo. La mentira, institucionalizada por los
dirigentes polticos, ser una de las significaciones sociales que se
sumarn al imaginario de la sociedad, lo cual mantendr al individuo
en la desconfianza y en un estado de desesperanza: El dao moral
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ha sido incalculable y alcanza a zonas muy profundas de nuestro


ser Durante ms de cien aos hemos sufrido regmenes de fuerza,
al servicio de las oligarquas feudales, pero que utilizan el lenguaje de
la libertad (2008:134).
Ms all de la institucionalizacin de la mentira tambin encontramos vinculadas de manera muy estrecha las actitudes del cinismo
que son representadas especficamente por la clase poltica, la cual
ensea una forma de empobrecer los valores. El cnico slo es perseverante en sus palabras y contradictorio en sus actos y sus gestos.
Emilio Uranga (1990:99) nos dice que el fenmeno del cinismo se
expresa como la aceptacin consciente de una inversin de valores.
Es exactamente lo que se inserta en la sociedad mexicana para crear
nuevos sentimientos que se asumirn de forma cotidiana. Podemos
decir que se institucionaliza, adems, un estado de desconfianza,
indignacin e indiferencia que permanecer en la sociedad y que ir
construyendo los obstculos para vislumbrar el sentido.
El tiempo hizo que la sociedad reconociera las actitudes de la
mentira y el cinismo de los dirigentes como un instrumento para
sus intereses y, asimismo, hacer conciencia que como sociedad no
lograran tener injerencia en el destino de la nacin. As es como la
actitud de indiferencia pasa a ser parte de las significaciones sociales
permanentes. Cualquier discurso de parte de los polticos perdi en
el transcurso de los aos cualquier efecto buscado en los pobladores;
la incredulidad pas a formar parte de nuestro carcter.
La indiferencia social es tambin individual, es parte del alma, y
en ella se eleva otro sentimiento que se complementa: la desgana, la
cual impulsa a no tomar ninguna decisin. Hay una abominacin
por todo cuanto nos rodea, lo que hace a un ser irresponsable. Al
respecto, anota Uranga: Al desganado le falta precisamente una
voluntad de dar sentido, se siente poseedor de una dotacin de significaciones, pero no alarga la mano, retiene el impulso centrfugo
de la atribucin de sentido (1990:30).
En el periodo de la Revolucin se habla de la sociedad revolucionaria que se considera el eje del movimiento para alcanzar el bienestar; por otro lado, se identifica ya un ser claramente definido. Sin
embargo, encontramos que en el discurso poltico hay una referencia
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al individuo de manera abstracta, subjetiva y sin fisonoma propia.


En el lenguaje utilizado por los dirigentes de la Revolucin, por una
parte, se hace referencia constante a los campesinos, indgenas, al
pueblo en general, pero slo como un discurso simblico: Los mitos
revolucionarios no fueron, como en otras naciones, levantados sobre
biografas de hroes y tiranos, sino ms bien sobre la idea de una fusin entre la masa y el Estado, entre el pueblo mexicano y el gobierno
revolucionario (Bartra, 2007:215).
En dicho discurso no se individualiza, al contrario, se habla de
forma abstracta a una sociedad despersonalizada. En la medida en
que se hable de manera impersonal el sujeto se siente ms alejado del
proyecto nacional a pesar, y sta es la paradoja, de que se le hable
de su propio bienestar. En la Revolucin subyace la creacin de un
sentido, el cual est en crear el carcter de nacin como elemento
homogeneizante de la comunidad; pero el sinsentido se localiza,
desde nuestra perspectiva, en borrar concretamente al individuo de
los logros revolucionarios.
Al relacionar los trminos nacin y revolucin vemos que el lenguaje tiene un matiz oculto en los intereses, pues ms que mirar hacia
la sociedad en general, se est buscando la consolidacin de una clase
social dominante, reflejada en partidos polticos, sindicatos, asociaciones. Vemos que el ser nacional es producto de la vinculacin del
idioma, el territorio, economa y cultura (Revueltas, 2007:221); por
tanto, al integrar y transformar al hombre se lleva a cabo la homogenizacin del ser, que borra las particularidades, lo ntimo, la esencia
de lo que la Revolucin ha producido. La nacin slo considera
lo que est en la superficie del ser humano, pero no penetra en las
necesidades de los sujetos el hombre est constituido no slo por
lo que aparece en la superficie, sino tambin y preponderantemente
por lo que est en su raz como el conjunto de sus determinantes
(2007:220), los cuales son los que condicionan las determinaciones.

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Conclusin
El vaco existencial que se alimenta de diversos sentimientos como la
soledad, la melancola, la indiferencia o el desprendimiento hacia la
vida, entre otros, se instituye en la sociedad mexicana tanto por las
caractersticas del ser mexicano como por la contribucin del proceso
histrico-social. Este ltimo, visto de forma general, se define en funcin de su espacio y tiempo; no obstante, en el presente se sintetiza
a partir del carcter y conducta tanto del individuo como de la sociedad. En otras palabras, la sensacin de vaco que se instituye en el
imaginario social representa en el mundo contemporneo la sntesis
de diversas significaciones asentadas a lo largo de la historia de Mxico y que en la actualidad se manifiestan como un tejido complejo
en actitudes y sentimientos que determinan el nimo de la sociedad.
Actualmente la vacuidad es ms evidente, su arraigo presenta a
una sociedad que no cree en las instituciones, en el liderazgo, en la
intencionalidad por implicarse en el mundo. Hay, por ejemplo, en
el mbito de lo poltico, una profunda indiferencia y negacin por
conocer los actos de gobierno, ya sea en los discursos o en sus polticas pblicas; hay desencanto y desconfianza en el orden establecido:
los principios o ideales que detonaron las revueltas sociales quedan
en el nimo de la comunidad como palabras vacas sin el poder de
cohesionar nuevamente a partir de la credibilidad. Hay, tambin,
una polaridad en la sociedad que se refleja en la desintegracin de la
unidad, los mrgenes de solidaridad se estrechan y los antagonismos
se radicalizan.
Recobrar nuevamente el sentido exigir otro modelo de cultura
que dignifique nuevamente la verdad a travs de la palabra, porque
tiene consecuencias prcticas en los principios de nuestra modernidad: legitimidad de los gobernantes, reconstruccin del tejido social
y del yo para fortalecer la autoestima.

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Recibido: 1 de octubre de 2012
Aprobado: 15 de mayo de 2013

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