Prometeme Que Regresaras - Silvie Anderson
Prometeme Que Regresaras - Silvie Anderson
Prometeme Que Regresaras - Silvie Anderson
regresars
Silvie Anderson
Indice
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
Sinpsis
El seductor Sergio Figueroa ya
no es lo que fue. Sus juegos erticos, sus
citas
ocasionales
con
amantes
desenfrenadas le generan hasto. La
causa? Susana, una joven y descarada
Fllame.
Esa s fue Alicia.
Y Sergio lo hizo. Primero con la
boca. La atrajo haca s, sintiendo el
tacto de sus senos en el pecho, y le
mordisque los labios; los acarici con
la punta de la lengua regodendose en el
gesto, roz la de ella y acto seguido la
apres en un juego hmedo de enredos y
desenredos que humedecieron a Alicia y
le arrancaron una ereccin a l.
Para ser la primera vez despus
de meses, Sergio no se portaba mal. Al
menos Alicia no se quej. O s lo hizo,
pero sin atisbo de protesta en sus frases.
Siiiiiii!
Sergio le repasaba con la lengua
el tringulo entre el cuello y el hombro y
ella aprovechaba para frotar su sexo
contra el cuerpo de l. El roce y la
suavidad de la humedecida lengua que
iba y vena sobre su cuello, sus labios y
sus pezones, combinados con las
caricias de las manos de Sergio espalda
abajo, la persuadieron de que el primer
2
Gustavo Morales se aloja en un
motel de las afueras. Su divorcio de
Rosa, su primera mujer la fantstica
Rosa: modosita, callada, ejemplar y ms
puta que las gallinas, la recuerda con
furia Gustavo, y los problemas con el
juego le haban dejado sin blanca, y esto
es lo nico que se puede permitir pese a
su trabajo en el negocio de Sergio.
Siempre anda renegando. Hoy
por los recortes en la empresa, que le
privarn de la paga de Navidad.
Su-su-susana, estoy hasta los
huevos.
Ya mejorarn las cosas.
Desde lu-lu-luego que s. Yaya-yaa vers, tengo un pla-plan.
Susana esboza un gesto de
sorpresa.
No-no-no me preguntes nada.
E-es mejor.
Estn sentados en el coche de l
esperando para ordenar un pedido en el
Mac-auto. Hace tres semanas que salen
avanzado un paso.
Est bien. El viernes, al salir
de la oficina, nos vamos a tu casa o
motel o como sea le da otro sonoro
beso en la mejilla. Pero eso significa
que no hay ms secretos, no?
N-no, no hay ms secretos.
Pues cuntame lo de ese
negocio que tienes entre manos.
Gustavo aparta la mirada y abre
uno de los paquetes del Mac Donalds.
E-e-es tarde. No vamos a llegar
a la oficina.
No me cambies de tema.
l hace ademn de llevarse la
hamburguesa a la boca pero Susana
interpone su mano.
O me cuentas que coo est
pasando o te dejo aqu ahora mismo.
Los dos permanecen mirndose
unos segundos sin decir nada. En los
ojos de Susana, Gustavo aprecia una
determinacin que no va a satisfacer con
frases de compromiso.
N-no es ilegal ni na-nada de
eso.
Pe-pe-pero
so-soy
muuuy
supersticioso y no quiero que salga mmal.
Susana aprieta los labios.
Co-co confa en mi, p-por
favor.
Parece que no va a sacar nada
ms de l. As que decide rendirse.
Est bien sonre, est bien.
***
Susana se acomoda ante su mesa
de la oficina y aprieta el interfono.
Sergio, ya estoy aqu.
Bien, gracias. Tenemos algo
para esta tarde?
Nada de inters.
El inters es que ests ah
siempre replica Sergio con toda la
intencin.
Ella sonre pero no entra al
trapo.
Estn pendientes un par de
Qu tal va?
Bien el viernes.
Tanto?
Susana asiente con la cabeza
pese a que la mujer no la ve.
Lo he intentando, pero no puede
ser antes.
Vale,
vale
replica
su
interlocutora desde el otro lado del
telfono. En el motel?
S, el viernes en el motel
Princesa aclara Susana al tiempo que
ve salir a Sergio camino de la cafetera.
Tengo que colgar luego se dirige a su
jefe Necesitas algo?
Un caf, estoy algo espeso.
Lo dice muy serio.
Ya te lo llevo yo.
No es necesario, gracias.
Susana esboza una mueca de
pretendido enfado. No entiende a qu
viene la actitud de Sergio, pero no es la
primera
vez
que
se
muestra
desagradable.
Al regresar a su despacho, el
empresario teclea en un buscador de
internet: motel princesa.
Qu coo va a hacer Susana en
este hotel de mala muerte?
3
El jueves amanece nublado.
Sergio no siente ningunas ganas de ir al
despacho. Se encontrara con Susana
como cada maana, como cada da,
como cada semana. Se mira al espejo.
Ha engordado? No, no parece. Se
acaricia el pecho, con el vello justo,
desliza su mano por los pectorales,
quiz menos duros que meses atrs.
Debe volver al gimnasio. Observa su
imagen de perfil. Tiene buen culo. Las
mujeres se derriten por l, si no fuera
por la cabrona esta.
de
pronto.
Centra
su
imaginacin en los pequeos pechos de
Susana mientras contina el vaivn con
lentitud. La ve despojndose de un
sujetador negro con transparencias
mientras le sonre insinuante, le excita
cmo se regodea en sus pezones,
pequeos tambin, apenas un poco ms
oscuros que el resto de la piel. Fuerza
un par de movimientos rpidos y se le
escapa un gemido.
No es lo mismo que con Alicia,
ni siquiera ahora. De pronto se detiene.
Ya est bien!.
Al acabar su ducha, primero
caliente, luego helada, elige un traje gris
marengo y una corbata de seda de color
azul elctrico, con un pauelo a juego.
Quiere sentirse guapo.
Susana se maquilla ante el
espejo. Nunca la han maravillado sus
labios, los encuentra delgados. A su
liarme
contigo
slo
lo
hubiera
estropeado todo, piensa, pero tampoco
se lo dice.
Sergio, djalo ya. Pasemos de
puntilla sobre todo aquello.
Por qu?
Porque eres mi jefe y basta. Y
porque an no ha llegado el tiempo.
Se vuelve sin decir ms y se
marcha a su puesto de trabajo, en la
antesala del despacho de Sergio. l
espera unos segundos y la imita, una vez
ms decepcionado. Me la quitar de la
cabeza, piensa enfadado.
Al llegar a la altura de la mesa
de Susana, sta parece recordar algo.
Perdona, maana me gustara
tomarme la tarde libre.
Sergio la mira con gesto adusto.
Bien, yo tampoco vendr. He
quedado con alguien.
de
sobrentendidos. No es que eso le
convierta en un extraterrestre. Mejor
poco listo que listillo. Pero a veces le
impresiona esta rareza.
Suben las escaleras hasta el
primer piso. Ella detrs arrastrando su
maleta. Viva la caballerosidad. Y l
un par de pasos por delante con la llave
en ristre.
No
tienen
un
maldito
ascensor?
N-no.
Llegan a la puerta ocho y
Gustavo introduce la llave. Susana suele
ser de lo ms desordenada en los viajes,
cuando no olvida el secador, se deja el
neceser, sino el pijama, y si lo lleva no
lo usa.
Gustavo.
El novio encaja la llave.
Gustavo! insiste ella.
Qu-qu?
Me he dejado en la oficina el
neceser.
l la mira con un gesto de
fastidio.
Lu-lueego ir.
No, cario. Necesito mis cosas
le pide esbozando un puchero de nia
buena.
Pe-pe-pero ahora?
Susana le devuelve una mirada
encendida y en tono impaciente le
suelta:
Da igual. Djalo.
Vaaa-vale contesta, y le da la
espalda dispuesto a abrir la puerta.
Gustavo!
***
En la recepcin, la matrona
gorda registra a dos nuevos huspedes.
Seguramente amantes, piensa mirndoles
de reojo. La mujer observa todo como si
estuviera infectado y el hombre parece
estar en otro sitio.
Cario, el DNI.
Ba-ba-bajo.
Hace ademn de recuperar la
llave pero Susana le detiene.
Me vas a dejar aqu fuera
esperando? pregunta en un tono lejos
de parecer interrogativo.
Gustavo la mira.
N-n-no, no.
Deja la llave en la cerradura y se
aleja por el pasillo con la sensacin de
que se ha equivocado al traerla al motel.
Susana aguanta unos segundos
ante la puerta contemplando la llave.
Por fin. Entra, suelta la maleta en el
minsculo pasillo que da acceso al
dormitorio y observa la estancia. Una
cama de cabecero metlico y formas
recargadas, dos mesillas de noche de las
que le gustan a su abuela, una cmoda
del mismo estilo y un armario de tres
puertas desvencijado. La cama est
perfectamente hecha, no hay nada
desordenado. Abre el armario: trajes de
chaqueta
uniformemente
grises,
corbatas, grises tambin, y camisas,
todas en tonos claros. En los cajones,
ropa interior. Nada. Registra la
cmoda y no encuentra ms que papeles.
Los revisa uno a uno y los va
descartando.
Mira debajo de la cama: unas
zapatillas, dos pares de zapatos y una
caja. Bingo!. Al sacarla a la luz se da
cuenta de que es una caja de seguridad
con un candado de combinacin.
Mierda. Gustavo no tardar mucho.
No tiene tiempo de averiguar los cuatro
nmeros que mantienen cerrada la caja.
La coloca sobre la cama
observndola
como
a
un
animal
peligroso. Cmo podra?. Su mvil
suena. Observa el nombre de la pantalla
y respira aliviada, quiz ella podra
ayudarla a salir de esta situacin.
***
Alicia asciende la escalera con
seguridad, detrs Sergio la sigue con una
maleta en cada mano. Se pregunta en qu
momento se le escap el control de su
vida y la respuesta aparece, certera:
Cuando te enamoraste como un idiota.
Fue la noche antes de firmar los papeles
de la herencia. Susana estaba borracha y
a l le faltaba poco para estarlo. A pesar
del cansancio y los nervios por todo lo
que haba pasado durante el da, no
podan irse a la cama. Por separado, se
entiende. Tomaron una copa, a la que
sigui otra y otra, y otra ms. Susana se
vea radiante, encantadora, simptica. Y
Sergio cay en sus redes. Sin embargo,
se port igual que hara un caballero:
ella jug a engatusarle y l aguant
estoicamente la tentacin. No quera
aprovecharse. Aquella fue la noche en
que so que ella se colaba desnuda en
su cama.
Ests muy callado.
Sergio se detiene en mitad de la
ostracismo
del
paro
graciosamente porque ese da le pica el
pie izquierdo. Pero adems existe un
motivo real que podra justificarlo. Ha
descubierto la intensidad con que Sergio
mira a su novia. No hay que ser muy
tonto para comprender que le gusta. En
realidad, Susana le gustara a cualquier
hombre sobre la faz de la tierra. Y qu
hace conmigo?. En cualquier caso, el
que sea su jefe quien se ha fijado en ella
le complica an ms su permanencia en
la empresa. Debe acabar de una vez con
su plan para emprender sin dilacin una
nueva vida con Susana. Susana!. De
pronto recuerda que la ha dejado sola en
la habitacin.
De-de-deee-bo marcharme.
Sergio le estrecha la mano y se
despide con una expresin sombra.
Buen fin de semana.
Graaaa-cias.
Igualmente
responde Gustavo, al tiempo que
comienza a descender de nuevo la
escalera.
Al llegar al coche cae en la
cuenta de que Sergio est divorciado y
que all solo se alojan parejitas.
Entonces recapitula. Unos segundos
antes de darse de bruces con su jefe,
haba saludado a una mujer. Est claro,
ha venido con un lo. Y la idea le
levanta el nimo. Esto se lo tengo que
contar a Susana.
***
Susana examina nerviosa la caja
de seguridad. Ha vuelto a mirar de
nuevo bajo la cama y en el armario por
si ha omitido algo, pero no.
T ests segura de que lo
guarda aqu?
S, estoy segura. Cuando viva
conmigo slo tena ese porttil. Es su
vida, si est en algn lugar es ah.
Se sienta junto a la caja, con el
mvil pegado a la oreja.
S, un treinta, un cuarenta, un
ochenta. Yo que s, no recuerdo ms.
Tu ex novio es muy raro.
Qu me vas a contar!
Anda, djame intentarlo. Te
llamo luego si tengo xito, y sino No
se decide a acabar la frase. Tiene miedo
de que se equivoquen, de que las
descubra.
Mejor
apartar
esos
pensamientos; han llegado muy lejos.
Todo saldr bien, luego te llamo.
Cuelga y comienza a dar vueltas
a la primera de las ruedecitas. Dos. Y
contina con la siguiente. Cinco. Pero en
la tercera se detiene. enta?. Repasa
los nmeros sealndose los dedos:
treinta, cuarenta, cincuenta, sesenta,
setenta, ochenta, noventa Algn enta
ms?. Decide que slo pueden ser esos
nmeros. Ni siquiera tiene claro que
esos dos sean los nmeros de la
contrasea. Pudo ser un sueo y ya est.
Sergio lo niega.
No fuiste una cobarde. No te
lanzaste porque sabas que yo no era
quien andabas buscando.
Pues eso, soy una cobarde.
Tena que haber terminado con esto hace
mucho tiempo, pero me daba miedo
volver a estar sola, no encontrar a nadie.
Y me gustaba estar contigo, pens que
quiz con el tiempo
Sergio
asinti
lentamente,
acompandola en su reflexin.
Te has liado con ella?
Sergio sonre.
No se trata de eso. No hemos
tenido nada. Bueno, antes de conocerte
s que hubo algo, pero prcticamente
nada.
Y ahora qu? pregunta ella, a
punto de llorar de nuevo.
***
Susana siente un fro intenso que
le recorre la columna vertebral. Sin
Qui-qui-quin te enva? le
pregunta mientras la zarandea.
Djame, djame!
Le aprieta la boca con una mano
y la aprisiona contra su propio cuerpo.
Susana siente que se asfixia. De pronto,
Gustavo afloja la presin sobre sus
labios y cae al suelo.
6
Susana contempla aterrorizada a
Gustavo en el suelo y luego levanta la
cabeza y comprueba en los ojos de su
amiga Gloria que ella se siente igual de
asustada o ms.
Lo
he
matado?
susurra
Gloria.
Yo que s. Cmo se te ocurre
No acaba la frase. En el fondo le
haba hecho un favor, el muy bruto me
iba a matar.
Y ahora qu hacemos? le
pregunta su amiga a punto de llorar.
estabas pensando?
Susana, joder. Cre que te iba a
matar, qu poda hacer pill lo
primero que vi y le atic A medida que
va hablando la voz se le apaga hasta
acabar en un sollozo.
Vale, vale. Ahora no tenemos
tiempo para eso. Estamos en un lo y
tenemos que salir de l. Pero va a ser
complicado. Mira hacia la puerta.
Y t qu hacas aqu? No habamos
quedado en que me esperabas en el
parking?
Gloria se enjuga las lgrimas y
se suena ruidosamente.
Lo vi subir y tuve miedo por ti.
Saba que estabas con la caja esa, y te
poda pillar.
Pues
no
andabas
muy
desencaminada le suelta Susana con
una medio sonrisa que rebaja la
tensin. Y cmo has entrado?
con
curiosidad. Est bromeando?.
T qu crees? Sacar de aqu
el cuerpo!
Las dos miran el cadver.
Hija, a ti te la hasta el ms tonto!. Va
a tener razn mi madre.
Al menos no has tenido que
follrtelo.
Susana se gira hacia Gloria.
Pensabas
que
iba
a
follrmelo?!
Bueno, exista esa posibilidad
a Susana le entra la risa floja. S, s,
no te ras. Te advierto que no lo haca
del todo mal.
Y prorrumpen ambas en una
carcajada.
Deca me-me y yo pensaba
qu to ms raro, a qu viene ahora
una bocina? aade Gloria entre risas
y el pobre lo que quera decir era me-
me-me corro.
Susana no puede parar de rer
durante un buen rato. Incluso cuando
Gloria va al bao a por un vaso de agua
contina riendo, hasta que se acuerda de
Terminator: Vuestra frivolidad es
buena: alivia la tensin y el miedo a la
muerte, y de pronto calla.
Tenemos
que
buscar
una
solucin ya! le grita a Gloria desde la
habitacin.
Se acerca hasta la ventana
cuidando de no pisar a Gustavo y echa
una ojeada fuera: la parte trasera del
hotel colinda con una empresa de
excavadoras separada del hotel por un
estrecho callejn. La empresa es en
realidad una explanada ms o menos
amplia rodeada de un muro de un par de
metros
de
altura,
y
repleta
de
cachivaches por todas partes. Parece el
lugar ideal para rodar una pelcula de
zombies.
No ve un alma entre la
maquinaria dispersa ni en el callejn.
Es una buena hora, los trabajadores
habrn acabado la jornada, y por aqu no
vive nadie.
Ya s lo que vamos a hacer!
Por qu gritas? le pregunta
Gloria, que emerge a su lado como un
fantasma.
Coo, Gloria! Qu susto me
has dado.
Gloria sonre. Se ha lavado la
cara y parece ms tranquila.
Qu vamos a hacer? insiste.
Salir por la parte de atrs.
A Gloria le da igual. Lo que
quiere es terminar con la pesadilla de
una vez.
Alguien te ha visto entrar?
quise
hacerte dao reconoce Sergio desde la
cama, en la que est sentado. Alicia se
vuelve y le mira con cara de enfado.
Est cansado de buscar una
excusa para seguir aferrado a la idea de
que conseguir a Susana en cualquier
momento. Alicia est, Susana no.
Aunque se encuentre cerca, demasiado
cerca.
Ven, por favor.
Alicia
se
demora
deliberadamente en el gesto, pero sabe
que no va a resistir mucho ante la
sonrisa de medio lado de Sergio y sus
hoyuelos de nio bueno. Tampoco a su
mirada de gato de Shrek. Est para
comrselo. Suelta la maleta y dibuja un
fingido puchero con aires de nia
ofendida.
Ven aqu le insiste con
suavidad Sergio, colocando la palma
abierta de la mano sobre la cama.
vuelto.
Alicia sonre.
Dime que an me quieres como
yo te quiero.
Y a Sergio ya le parece
demasiado.
Alicia, yo
Dmelo, Sergio, por favor.
Pero l no responde. Y Alicia le
suelta y se sienta a su lado despacio.
Durante unos segundos se mantiene
callada mirando sus propias manos, y
luego habla con aire ausente, ms para s
misma que para Sergio.
Joan
Crawford
estaba
impresionante en Johnny Guitar l no
sabe de qu esta hablando, pero no
replica. No he visto una mujer que se
parezca ms a un hombre y que sea ms
seductora. Vuelve a callar, y al cabo
del rato le echa una mirada larga y
sentencia: Tienes que intentarlo
Sergio se gira y la mira a los ojos, dile
primero
incorporando la informacin, despus
con una sonrisa de comprensin.
Eres un mal bicho, se la has
quitado a tu padre. A que s?
Entr en la cerrajera esta
maana, muy temprano. No saba si hoy
podra hacerme falta.
Gloria se incorpora de la cama
con una pose pretendidamente intrigante
y se dirige a la puerta con aires de
madame fatal.
Fro, fro advierte Susana.
Lo que he encontrado es mejor seala
el cuarto de bao con el dedo y luego le
guia un ojo a su amiga. El camino ms
corto entre dos puntos es la lnea recta.
La llave maestra parece mgica.
Su padre le haba enseado a utilizarla
el segundo verano que trabaj para l en
la cerrajera. Le dijo que nunca, pero
nunca, nunca, deba usarla para entrar en
un lugar sin la presencia de su
propietario. Pap, lo siento, pero es
una emergencia.
Se
levanta y da vueltas por la habitacin
con la copa en la mano. Pude
acostarme con ella; lo tena a huevo.
Pero no quise.
Uy, uy! Eso es que te caz
rpidamente Se levanta, deja su copa
en la mesita de noche y agarra el asa de
su bolso. Sergio, eres lo mejor que me
ha pasado en mucho tiempo, pero quiero
un hombre que por amor me rapte le da
un beso en la mejilla y se va hacia la
puerta con dos lgrimas recorrindole
las mejillas. Ojal encuentres las
felicidad.
Sergio sonre tristemente y alza
la copa.
Brindo por ello.
Despus, cuando Alicia ha
cerrado la puerta tras ella, se sienta en
la cama y deja caer la espalda hasta
tumbarse. Quiz lo ms sencillo sera
dormir hasta que todo pase.
***
Susana se reira de buena gana si
haban
encendido
una
pequea
lamparilla para verse mejor. En aquel
momento ella no saba que lo que
estaban haciendo era masturbarse; solo
intua que lo que vea la haca sentirse
extraamente inquieta y que le apeteca
mucho imitarlas, cosa que no hizo por
miedo a que la descubrieran. Hoy es la
segunda vez en su vida que ve a una
mujer masturbarse, y la est poniendo a
mil.
Gloria, coo, no es momento
le susurra al odo, sin apartar la vista de
su mano.
Pero Gloria est a la suyo y no
quiere saber nada de lo que le dice
Susana.
Pitufa, me corro, no puedo ms.
La joven detiene el movimiento
de su boca y le anima a colocarse sobre
ella.
S, osito, s. Ahora, s, mmm
quiere
imaginarlo, pero lo hace. Y las imgenes
son puntiagudas agujas de coser que se
incrustan en su cuerpo, y corre, corre
desenfrenadamente,
y
desenfrenadamente tambin golpea la
puerta, trata de abrirla, gira el pomo sin
resultado una y otra vez, vuelve a
golpear.
Susana, Susana!
Y alguien abre, pero no es
Susana. Sergio se siente estpido.
Contempla a la mujer que tiene enfrente
como a un fantasma.
Perdn, yo?
Sergio! grita Susana detrs de
Gloria. La aparta y se abraza a su jefe,
al hombre de su vida. Si no lo tena
claro al cien por cien, ahora s. No le
suelta, se aferra a l igual que hara con
un salvavidas, siente su calor, su olor, y
quiere llorar, quiere derrumbarse y que
sea l quien lleve las riendas. Pero no lo
hace.
estado
chantajeando a Gloria desde que
rompieron.
Gloria mantiene la vista en el
suelo. Se siente avergonzada.
Pero,
y
esto?
logra
articular Sergio sin acabar la pregunta.
Deja que contine. En un
recorte de personal despidieron a
Gustavo y la relacin entre ellos acab
por deteriorarse e irse al garete, fue en
ese momento en el que Gustavo le
confes a Gloria que haba sido l quien
haba estado lavando dinero en el banco
y que tena un archivo con pruebas que
la incriminaban a ella directamente.
Gloria solloza. Le pidi cuatro mil
euros. Fue solo un primer pago, el
segundo lo reclamara dos meses ms
tarde: otros cuatro mil.
El hijo de puta me ha sacado ya
dieciocho mil euros interviene su
amiga.
Por qu no fuiste a la polica?
No poda, Sergio casi grita
Susana, para luego moderarse. Si iba a
la polica, Gustavo enviara una copia al
banco. No sabemos qu contiene el
archivo, pero a la vista de los datos que
Gloria descubri en su momento,
seguramente ella acabara a la crcel.
Y se os ocurri esta pantomima.
Se me ocurri a m dice,
valiente, Susana. A m no me conoca,
era la nica de las tres que poda
engaarlo.
Las tres?
Su hermana apunta Gloria, que
va a continuar diciendo algo pero calla
ante los ojos expresivos de Susana, que
parecen decir es mi problema.
Pensamos que si entraba a
trabajar en tu empresa, yo podra
acercarme a l sin que lo considerase
sospechoso, y as tratar de conseguir
informacin.
Por eso no apareciste en
aquella cena.
Gloria los mira a ambos confusa.
Qu cita?
Ninguno de los dos le responde
mientras
se
aguantan
la
mirada.
Finalmente, Susana la mira.
Al poco de conocerme, cuando
lo de su padre biolgico, quedamos en
su casa.
S, cuando el abogado fue.
Susana niega.
Despus, cuando haba acabado
todo.
Pero no apareciste interviene
Sergio.
No fue porque yo se lo ped.
Se lo pediste?
Bueno, no le ped que no fuese
a esa cita en concreto porque no saba
que habais quedado, pero s le dije que
no poda liarse contigo, que tena que
tienes un duro.
Lo pedir en el banco.
Despus del ltimo prstamo,
no creo que te concedan ms.
Podemos hacer otra cosa dice
Sergio.
8
Susana y Gloria permanecen
expectantes ante Sergio. Qu se le
habr ocurrido?, se preguntan ambas.
Es bueno, hija, demasiado bueno. Como
no andes lista, tambin pierdes a este.
Mam, cierra el pico.
Hablar con l.
Hablars con l? Eso es
todo? La cara de Gloria es un poema.
A ver, Sergio, nosotras te lo
agradecemos interviene Susana, pero
no creo que vaya a solucionar nada.
Sergio se encoge de hombros.
No se me ocurre otra cosa.
Supongo que estamos en un
aprieto Susana se sienta y Gloria la
imita.
No est todo perdido dice de
la
puerta
y
demora
deliberadamente
su
mirada
sobre
Sergio. Mide al menos una cuarta ms
que l y sus hombros son el doble de
anchos, pero lo que ciertamente intimida
es su rostro surcado por dos grandes
cicatrices, en la frente y en una mejilla,
que
le
proporcionan
un
aspecto
siniestro. A Sergio, ni a nadie, le
agradara encontrrselo en un callejn
una noche cualquiera.
Est bien, Juan dice la gorda
mientras se guarda el dinero en el mismo
lugar del que ha extrado los condones.
No hay cmaras, pero aqu siempre hay
tan
perdidos,
piensa
Sergio mientras contempla el rubor en
las mejillas de Susana, sus ojos del
color de la aceituna y ese tic nervioso
que a veces le sorprende en el labio
inferior cuando est alterada.
Gustavo se incorpora y dirige su
mirada hacia la parte trasera del
edificio. Tengo que encontrar el
revlver.
9
Susana se deja arrastrar por
Sergio camino de la habitacin de
Gustavo. El peso de la farsa vivida
estos meses se le vuelve insoportable.
Examina de soslayo a su jefe. Hija,
agrrate a l y no te sueltes. Calla ya,
mam. Y es que su madre es una
metomentodo. Pero tiene razn, y Susana
lo sabe. Se apoya en l para subir la
escalera y siente la fuerza de su brazo
musculado. Por qu no nos habremos
conocido antes?. Cuando recuerda su
en la maleta.
***
Gustavo ha conseguido ocultarse
en el bao en el ltimo momento.
Despus de reptar entre los coches
alcanz la parte trasera del hotel y
ascendi por la escalera de emergencia
hasta el acceso a las habitaciones. Una
vez all no fue difcil entrar en su cuarto
con la segunda llave que le haba
proporcionado el hotel. Sin embargo,
Susana y Sergio llegaron antes de que
abriese la maleta. La mira impotente a
travs de la rendija de la puerta del
lavabo, y se frota el tobillo derecho.
Me cago en todo!.
Estuvo ah todo el tiempo?
S, bueno, no s, qu quiere
decir todo el tiempo? Lo guard ah
despus de comprobar que estaba
muerto responde Susana.
Comprobar?
Lo que sea Sergio le sonre.
Y deja de mirarme as, no soy una nia.
Ahora qu?
Imposible!
Imposible qu? le pregunta
Sergio con un pie ya en la habitacin.
Susana seala la maleta en el
suelo.
Qu hace ah? Jurara
Qu va a hacer?, se dice
Gustavo tratando de no pensar en el
dolor del tobillo.
Cgela y vmonos de una vez.
Parece indecisa. Susana es de
esas personas que necesita comprender.
Cmo ha llegado hasta ah?. Se gira
hacia Sergio y luego regresa la mirada a
la maleta como si se tratara de un animal
peligroso. Su mirada desconcertada se
detiene ms all del equipaje, en la
puerta entreabierta del bao. Cmo ha
llegado hasta ah?.
Gustavo se aparta de la rendija.
Una
gota
de
sudor
le
recorre
pesadamente la espina dorsal. Cundo
la conoci?, se pregunta. Y el recuerdo
de ese instante se le enquista en el
estmago. La muy hija de puta!.
Aparentemente fue un encuentro casual
en una cafetera a dos pasos de la
oficina, l acababa su almuerzo cuando
ella tropez y derram el caf sobre l.
Se disculp y trat de pagarle la
tintorera, a lo que por supuesto Gustavo
se neg; luego Susana le invit en
compensacin, y lleg el momento de
las presentaciones. Era lista, muy lista.
Casi como sin proponrselo, se fue
introduciendo en su vida hasta que
empezaron a salir, aunque ninguno de los
dos jams lo propuso. Poltica de
hechos consumados. Todo fue bien las
primeras semanas, pero ella quera ms
y l an andaba con el lo con Gloria.
Cmo me enga la zorra!. Sentado
en el fro suelo del bao y apoyada la
espalda en las losas, con el dolor en el
tobillo
y
la
cabeza
latindole
lacerantemente, lo que de verdad le
torturaba era la mentira que Susana
haba entrelazado a su alrededor para
engatusarle, hasta el punto de que se
haba enamorado de ella. Y esa rabia le
pulsaba en el estmago y le reventaba en
los ojos en forma de impotentes y
silenciosas lgrimas.
Pese a la confusin, Susana
termina por decidirse y se aferra al asa
de la maleta como a un salvavidas que
la librar de una vez de la farsa en que
se haba convertido su existencia, y le
permitir, al fin, arrojarse a los brazos
de su Sergio. S, su Sergio. Porque
desde el instante en que se present en
el despacho de l, se le col muy dentro,
ms de lo que ella jams ha reconocido
a nadie; ni a s misma. Pero ahora s. El
ahora le pertenece. A los dos. El
ahora y el futuro.
saliste indemne.
Iiiindemne?
Yo
no
hice
naaaada le responde sin dejar de
estrangularle. Nnnno te-te-tena ni idea.
Sultale, le ests ahogando.
Gustavo la mira como si de
pronto reparase en que est all, a su
lado. Luego vuelve a mirar a Sergio, y
afloja la presin. Sergio toma aire
compulsivamente, y cuando se recupera
le suelta:
Echamos
a
todo
el
departamento, menos a ti. Los que no
acabaron en la crcel, lo hicieron en la
calle.
Lo libera y se lleva una mano a
la cara, intentando comprender.
Pppppor qu?
Ella me lo pidi.
Siiiintate!
Por favor, piensa lo que haces.
No vas a salir bien parado de esta. No
te das cuenta de que nos est esperando
Gloria abajo?, de que habl hace un
rato con la seora gorda? Nos vas a
matar a todos?
Gustavo aprieta la mandbula y
amartilla el arma.
Por favor, no lo hagas solloza
Sergio. Si tienes que matar a alguien,
mtate a mi. Te dar todo lo que quieras.
No lo hagas se acerca lentamente, no
vale la pena.
Susana trata de intervenir pero el
can en la boca no le permite ms que
emitir sonidos ininteligibles.
Si an la quieres, si la has
querido, no le hagas esto Gustavo sigue
estrechando su brazo alrededor del
cuello de Susana, cada vez ms fuerte,
cada vez con ms inquina. Quieres
veinte mil euros? Te dar cien mil.
Podrs empezar una vida nueva. Lejos
de aqu, en otro pas. Nadie te buscar,
te lo prometo.
Por un momento relaja los
msculos.
Sabes que soy rico, muy rico.
Djanos marchar, por favor.
Los dos hombres se mantienen la
mirada. Qu debe pasar por la mente
de este loco?, se pregunta Sergio. Pero
los ojos de Gustavo no reflejan nada, el
vaco, ha quemado todos su barcos?.
La desesperacin es un mal consejero en
todos los casos, y Sergio lo sabe. l ha
cometido muchas tonteras en las ltimas
semanas para atraer la atencin de
Susana. Y si ya no le importara el
dinero,
si
estuviese
cansado
de
pelear?. Le aterra esa idea, es el peor
de los escenarios. Si no tiene nada que
ganar, tampoco tiene nada que perder.
Alza una mano lentamente y se seala el
bolsillo esperando que Gustavo le
Ciento veinticinco?
Esto no es un me-me-memeeercado Susana recuerda de pronto
el comentario de Gloria sobre la frase
de Gustavo al correrse: a qu viene
ahora una bocina?, y a pesar de todo le
hace gracia. No puede sonrer, claro,
pero ese tmido resquicio de frivolidad
le traspasa como un aire fresco en mitad
de una noche estival.
De acuerdo: doscientos mil.
Gustavo aparta el can de la
boca de Susana y lo dirige al mvil.
Lla-lla-llama.
Mientras
Sergio
habla
con
alguien al telfono, Susana se frota la
mandbula dolorida. Ahora constata que
su plan fue un inmenso error, finalmente
no pagar Gloria, pero s Sergio y teme
que de alguna manera ella tambin.
Por qu ests aqu?. Algo en el
movimiento de las pestaas de su jefe,
estado
todo
este
tiempo!. Equivocada porque lleg a
pensar que Gustavo podra cambiar,
incluso sinti algo parecido al cario; el
caso es que quiso creer que cambiara,
que podra ser mejor persona. Eso
alarg an ms el tiempo. Nunca se lo
dijo a Gloria ni siquiera a s misma,
pues en estas semanas se haba autoengaado una y otra vez; pudo haber
conseguido entrar en esa habitacin
mucho
antes,
pero
lo
retras
deliberadamente. Y ahora se senta
culpable.
Ya est Sergio se aparta el
mvil de la oreja y lo muestra a
Gustavo, aqu entrar en unos segundos
el comprobante de la transferencia.
Y no haba acabado de decir la
esperaba
una
llamada, entre chantaje y chantaje, del
ser odioso en que Gustavo se haba
convertido. Cun diferente haba sido
todo antes?. Lo recordaba bien porque
la muy imbcil, como ella misma se
llamaba en esos momentos de debilidad,
segua enamorada del tartamudo, del
chantajista que haba arruinado su vida.
Evidentemente no se lo haba confesado
a
nadie,
sera
como
suicidarse
socialmente ante su amiga Mnica y ante
la misma Susana, que tanto la haba
estado ayudando.
Toma la barra de labios del
bolso para ahuyentar a los espritus y
regresa al espejo. Esta vez no se fija en
sus ojos, ni siquiera en su rostro, quiere
exorcizar su melancola y para ello
embadurna sus labios de un rojo putn
suspira ruidosamente.
Pues yo creo que ah arriba ha
pasao algo.
T no crees n se vuelve a
mirarlo, entendo?!
***
Los pasos se pierden.
Con las manos temblando Gloria
pone la llave en el contacto. Gustavo
camina
unos
metros
por
delante
arrastrando pesadamente una enorme
maleta, la misma maleta que ella vio
salir por su puerta meses atrs cuando lo
dejaron. Se detiene ante su coche y mira
de un lado a otro, luego saca algo de su
pantaln, abre la puerta y lo arroja al
asiento. Gloria no est segura, pero le ha
parecido que se trataba de un arma. No
puede ser. No puede ser!. Intenta
tranquilizarse y pensar con claridad,
pero el corazn se le acelera. No puede
la transferencia.
Desde el desfalco todas las
trasferencias a partir de 50.000 euros
necesitan de una autorizacin expresa en
el banco.
Pero el mensaje?
S, la transferencia se inicia y
el banco enva el mensaje como si se
hubiera realizado, pero en 24 horas una
persona del banco me llamar. Si no doy
la autorizacin, ese dinero es como si no
se hubiera enviado nunca.
Susana suelta una carcajada, que
Sergio acompaa, y le abraza.
Al menos no te he arrastrado en
esto los dos se mantienen abrazados
hasta que ella se aparta bruscamente,
y Gloria?
***
Gloria alza la cabeza justo para
ver desaparecer el coche de Gustavo en
el recodo de la calle principal del
parking. Aprieta el volante con una
mano
mientras
hiperventila
ruidosamente. Ya est bien!. Nadie
va a solucionarle sus problemas, y lo
sabe. Ni Susana ni Sergio, nadie podr
ayudarla si ella no lo hace por s misma.
Siente una opresin en el pecho que la
asfixia y se recrea en la posibilidad de
un infarto. Acabar ya. Dormir. La
tentacin de retreparse en su asiento y
cerrar los ojos ronda su cabeza como
una cura a su pesadilla, pero una imagen
fugaz la distrae lo suficiente para
reprimir su intencin: el coche de
Gustavo detenido ante un semforo en la
calle lateral del parking. Apenas lo ha
visto por el rabillo del ojo, pero no
necesita ms. Como una mecha que
prende, as se propaga una estpida idea
en su mente. Estpida por peligrosa,
estpida porque probablemente sea
intil. Sin embargo, gira la llave en el
contacto
y
aprieta
el
acelerador
haciendo caso omiso de sus dudas.
Al abrir los ojos, el humo le
impide ver a su alrededor. Apenas
recuerda
retazos
de
los
ltimos
segundos. Tiene conciencia de que
aceler, que gir a la derecha y que el
coche se subi sobre la acera y salt a
la calle. Pero por mucho que lo intenta
no puede hacer memoria del momento de
la colisin. Solo mantiene una imagen en
su cabeza: usos ojos grises, los ojos de
Gustavo, mirndola con una expresin
de pavor, de completo terror. Y an ms,
recuerda una sensacin de triunfo y el
peso de su pecho que se disipa y una
sonrisa, que no vea, pero que sabe que
estaba en su boca. Despus, el silencio,
la oscuridad. Una oscuridad que vuelve
ahora, al desmayarse.
Gloria!
pregunta Gloria con los ojos medio
entornados.
Gloria! Qu tal ests?!
Estbamos muy asustadas comienza
a decir Mnica.
Qu son esas dos cosas que
me tenis que decir?
Las dos hermanas se miran.
Mnica va a hablar, pero Susana se le
adelanta.
Tenemos una gran noticia!
Encontramos el porttil antes de que
llegase la polica. En realidad, Sergio lo
encontr Gloria cierra los ojos y
sonre y ya no tienes que preocuparte
de nada ms. Le aprieta una mano con
ternura. Ests a salvo!
Mnica no puede reprimir unas
lgrimas.
Lo siento, lo siento mucho se
acerca a su amiga y le agarra de la mano
libre, no tena que haber permitido que
ocurriese todo esto, no tena
No fue tu culpa replic
detectives.
Antes
o
despus,
lo
encontrarn.
Pero pero qu les has
dicho?
Nada del banco se sienta
sobre la cama, a los pies de Gloria. No
te preocupes, les habl de celos y la
pistola que encontraron en el coche hizo
el resto. O mucho me equivoco o ya
estar bastante lejos de aqu.
Susana y Mnica se vuelven
hacia Gloria sonriendo. Quiz s que ha
llegado el final, piensa Susana, y
gracias a Sergio, al menos en gran parte.
Le mira. Su buena planta y su sonrisa de
nio travieso pueden con ella, pudieron
con ella desde que lo conoci, pero
ahora ms que nunca. Hija, como no
aproveches ya, no s cundo lo vas a
hacer.
Susana! su hermana Mnica
echas?
replica
Susana.
No, pero estoy muy cansada, y
necesito descansar. Cosas de mdicos.
Est bien interviene Mnica,
yo me quedo con ella. Vosotros podis
iros.
Desde cundo eres la jefa?!
A Susana nunca le han agradado las
rdenes, y menos an de su hermana.
T ya has estado toda la noche, me
quedo yo.
Sergio
pone
cara
de
circunstancias. No le gusta nada la idea,
pero qu puede hacer.
Qu no! Largaos todos, no
necesito nada. De verdad. Ante la
indecisin de sus amigos, aade.
Mnica, descansa un poco y esta tarde
me traes algunas cosas de casa. De
acuerdo?
porque
eso
significara mover la mano y obligar a la
de Susana a retirarse, pero no puede
apurar la marcha por ms tiempo y yo
estoy cansada de intentarlo.
El
problema
no
es
que
funcionen o no, es que te detengas, que
dejes de intentarlo. Si eso es lo que
quieres, claro. Solo se est muy bien, es
una eleccin tan buena como permanecer
en pareja. Pero si lo que de verdad
deseas es estar con alguien determinado,
cerrarte a dar el paso por miedo a que
no funcione es bastante estpido dice,
arrepintindose
inmediatamente
del
trmino empleado. Quiero decir que
negarte a vivir una relacin por temor a
que fracase, no te dirige ms que a la
soledad.
Susana lo admite con un gesto.
Es una tontera. Solo es que he
esperado esto tanto tiempo
A Sergio se le dibuja una
sonrisa.
Y ya ha llegado.
***
Ante la puerta de su casa y con
la llave en la cerradura, Sergio se toma
unos
segundos
para
examinar
la
disposicin de Susana. No quiere
precipitaciones. Susana le sonre con la
cara, tambin con los ojos, y le pellizca
la mejilla en un gesto tierno, como si
tratara de rebajar la tensin que existe
entre los dos y no hallara la manera.
Quiz no la hay. Entonces, y solo
entonces, l abre y la invita a pasar.
El saln est como lo recordaba:
las cortinas sobrias, las lmparas de
segundos, te quiero.
***
Susana camina hacia su casa con
una sonrisa lela pintada en su cara. An
le tiemblan las piernas, pero sobre todo
el corazn. Menudo hombre, hija.
Ay, mam!. Si tu padre me
hubiera. Quita, quita, mam.
Pensar en sus padres de manera ertica
no es lo que le apetece en este momento,
y menos que sea su madre la que se lo
cuente. Suena el mvil. Es Sergio. Han
quedado en el piso de ella esa misma
tarde para recoger sus cosas. Se muda.
Cuando Sergio se lo propuso, ella pens
que era broma. Los hombres, antes de
follar, prometen cualquier cosa. S
mam, pero ste me lo ha propuesto
despus. Y la madre no dice nada, qu
va a decir, si Susana tiene razn.
Ya me echas de menos?
Susana, tenemos que hablar.
Muy bueno re la gracia,
tenemos que hablar.
En serio.
Document Outline
Promteme que regresars
Indice
Sinpsis
1
2
3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
Promteme la luna